REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA DE LA FUERZA ARMADA BOLIVARIANA NUCLEO DELTA AMACURO ASIGNATURA: SEMINARIO 1 ESTRÉS Profesora: Lilibeth Morante Integrantes: 28349923 Gonzalez Kimberlyz Marzo,2020 EUSTRÉS Y DISTRÉS Algunos autores señalan que es necesaria una determinada cantidad de estrés, que llamó eustrés, para conseguir un rendimiento estimable. Y para sentirse feliz con el trabajo o la actividad desempeñada. Sin un mínimo de estrés o con un estrés bajo el ser humano siente apatía, aburrimiento. Cuando aumenta el estrés, también lo hace la motivación. El organismo y la mente entran en un estado de alerta y se facilitan respuestas creativas a la situación. Todo ello facilita un aumento del rendimiento. El eutres es la forma de estrés más común. Surge de las exigencias y presiones del pasado reciente y las exigencias y presiones anticipadas del futuro cercano, es emocionante y fascinante en pequeñas dosis, pero cuando es demasiado resulta agotador, puede presentarse en la vida de cualquiera, y es muy tratable y manejable. Si el estrés sigue aumentando, el rendimiento crece cada vez más despacio, hasta alcanzar un máximo. Aquí se termina el eustrés. Al crecer más el estrés, denominado desde este momento distrés, el rendimiento comienza a disminuir, lentamente al principio, muy deprisa luego, y se entra en zona de peligro. TIPOS DE ESTRÉS Y DISTRES Existen varios tipos de estrés: Estrés normal: las reacciones fisiológicas que se dan en nuestro organismo ante determinadas situaciones y que se definen como estrés en realidad son normales, en cierta medida. Un poco de estrés y ansiedad nos puede ayudar a afrontar y superar algunas situaciones difíciles. Estrés patológico: cuando el estrés se presenta de modo intenso por periodos prolongados, es muy probable que cause problemas físicos y psicológicos, transformándose en un estrés crónico y nocivo que puede provocar crisis de llanto, depresión, y diversas afecciones físicas. Estrés post-traumático: es aquel que se presenta después de que una persona ha vivido algún tipo de suceso aterrador, como puede ser un accidente de tráfico o un desastre natural. A consecuencia de estos traumas, la persona tiene pensamientos aterradores con frecuencia, relacionados con la situación que vivió. Este tipo de estrés puede aparecer en personas de todas las edades, pero los niños son particularmente propensos a sufrirlo. Estrés laboral: se le llama estrés laboral a un conjunto de reacciones nocivas, emocionales y físicas, que se producen cuando las exigencias en el ámbito laboral superan los recursos, las capacidades y/o las necesidades del trabajador. Según un estudio llevado a cabo por la OMS, el 28% de los trabajadores europeos sufre estrés laboral, y el 20% padece el síndrome llamado “burnout”. El distrés o estrés agudo es el más común de los tipos de estrés. Aparece rápidamente y suele ser de corta duración. Es el estrés más intenso y puntual. El distrés episódico agudo se refiere a una situación en la que el estrés agudo parece ser una forma de vida. Puede ser un hábito difícil de romper y quizás requiera de ayuda profesional (interminable lista de tareas, problemas con los límites, siempre con prisa, exigencia personal elevada, juicio interno, perfeccionismo, etc.). El distrés crónico es el tipo de estrés que surge de eventos de larga duración y de circunstancias que están fuera de tu control. De acuerdo con Monika Fleshner, una fisióloga neuroimmune en la Universidad de Boulder, Colorado, que ha estudiado el estrés y el sistema inmunológico, dice que «Es sólo en las circunstancias de estrés crónico o extremo, estrés grave, cuando sufrimos los efectos negativos”. LEY DE JERKES-DODSON La Ley de Jerkes–Dodson nos muestra en forma de campana la variación del rendimiento cuando lo hace el estrés. El eustrés resulta muy funcional en su parte más alta. También el distrés, al comienzo, pero se torna rápidamente en disfuncional, aparte de comenzar a resultar un peligro para la salud, para el rendimiento y para la relación con los demás. El bajo rendimiento acaba acompañado de una ansiedad y una angustia que pueden conducir incluso al bloqueo. Tanto la insuficiencia como el exceso de estrés resultan, por tanto, disfuncionales, contraproducentes. Aunque está claro que el exceso resulta peligroso tanto más cuanto mayor sea y la insuficiencia no. El óptimo de la curva será la zona final de eustrés, inmediatamente antes del máximo. Es probable que la busque inconscientemente mucha gente para sí, para su equipo o para sus hijos. Y es bueno hacerlo. Pero una permanencia excesiva en esa situación de estrés también resulta peligrosa, porque el organismo no la puede mantener sin entrar en ciertos riesgos. Los recursos que se generan en ella son extraordinarios y están previstos para situaciones excepcionales y no de modo continuado. El organismo necesita periodos intermedios de relajación. Por supuesto que el tamaño de la curva depende de la capacidad y la resistencia al estrés que tenga la persona. Y puede crecer al hacerlo estas características, de modo que el estrés difícil de soportar en un determinado momento puede resultar motivador tiempo después, con la variación de la curva que producirán la experiencia y el desarrollo personales. Éste debe ser el sentido y el objetivo de ese desarrollo: mejorar nuestra capacidad. Pero no son suficientes los años: la experiencia no la debemos a lo que nos ocurre, sino a lo que hacemos con lo que nos ocurre. En el ser humano la precisión no es tan necesaria, pero ocurre algo parecido: necesita tensión, estrés, lo que tú necesitas es aprender a hacer mayor tu campana. Para ganar una prueba deportiva importante es preciso un eustrés próximo al máximo. Esto explica, los frecuentes éxitos de equipos deportivos medianos ante otros superiores, cuando el teóricamente inferior tiene un eustrés alto y el otro, por la confianza en su superioridad, lo tiene bajo. EFECTOS SOMÁTICOS, EMOCIONALES, COGNITIVOS Y CONDUCTUALES DEL ESTRÉS. El número de reacciones psicológicas asociadas al estrés es importante. Supone con Frecuencia la activación o inhibición de otros mecanismos orgánicos de carácter bioquímico o fisiológico. Hay reacciones psicológicas de cuatro tipos, según afecten: • Al cerebro límbico: emocionales; • Al cerebro cortical: cognitivas; • Al cuerpo: somáticas; • Al comportamiento; conductuales. Acaban afectándose unas a otras, pero las reacciones emocionales son las más importantes; de hecho, más de una vez, se ha llamado estrés a lo que no son sino las emociones que lo acompañan. Las reacciones cognitivas pueden suponer, de hecho, formas más o menos eficaces de afrontar el estrés. Cabe señalar como las más habituales a la aceleración mental, la indecisión la pérdida de la memoria o del sentido del humor... Con echar una mirada en nuestro entorno podemos comprobar la enorme extensión del estrés. Las reacciones somáticas más habituales son la fatiga, dolores diversos, el insomnio, temblores... Están muy relacionados con los emocionales y con frecuencia los unos causan los otros o viceversa. Emociones negativas como la depresión, la ansiedad, la frustración y la ira suelen estar asociadas al estrés. Muchos de estos aspectos somáticos no son más que los componentes de la reacción Emocional. Parece que la ansiedad se relaciona más con un estado de estrés temporal y la depresión con uno crónico. Las reacciones conductuales pueden ser estados de nerviosismo diversos como tener tics, moverse en exceso, morderse las uñas, comer más de lo debido o fumar continuamente. MANEJO DEL ESTRÈS Evitar el estrés o reducirlo a niveles positivos exige, como primera medida, cambiar de actitud. Es cuestión personal, más que de entorno o situación. La consecuencia más grave de achacarlo al entorno es la de asumir, con el papel de víctima, la creencia de que la cosa viene de fuera y, por lo tanto, no tiene remedio. Es posible que la situación nos presione, que estemos sometidos a exigencias importantes. En ese caso, hemos de aceptar que no somos omnipotentes, que nuestra capacidad puede ser muy grande pero no ilimitada; que no podremos con todo lo que nos gustaría hacer más lo que nos piden los demás. Hemos de tener en cuenta que nuestro estado de ánimo influye poderosamente sobre nuestra percepción y nuestra memoria; y por tanto, también sobre nuestro pensamiento. Por consiguiente, condiciona de manera decisiva nuestra relación con los demás. Por ello, es nuestra responsabilidad personal fundamental en el trabajo asumir el control de nuestro propio estado mental. Por otra parte, para lo bueno y para lo malo, el estrés forma parte inevitable – y deseable- de nuestra vida, sobre todo en el terreno laboral. Para evitar sus efectos no deseables debemos aprender a manejarlo sólo en el sentido positivo, utilizando para ello el conocimiento de su naturaleza y funcionamiento.