Subido por leolenci05

El Dogma Central de la Biología en aprietos

Anuncio
El Dogma Central de la Biología en aprietos—El ARN mensajero no
hace caso al gen que lo codifica
19 mayo 2011 gastó ATP escribiendo: : David Castro http://www.biounalm.com/
Este artículo, que fue publicado hoy en Science ha vuelto a remecer a la comunidad
científica, tal como lo hizo el artículo de las bacterias del arsénico, también publicado en
Science a fines del año pasado. Y no es para más, de corroborarse los resultados,
cambiaría la forma en la que estudiamos los genes, su relación con las enfermedades, el
desarrollo del cáncer, en fin, una gran parte de la biología molecular.
Vamos por partes. El ADN es el que porta la
información genética que sirve como un manual de
instrucciones para construir todos los componentes que
conforman cada una de las células de nuestro cuerpo.
Pero, el ADN no hace este trabajo por sí solo, antes
debe ser transcrito a un intermediario, quien será el
encargado de transferir la información contenida en los
genes a la maquinaria especializada en convertirla en
proteínas. A este intermediario se le conoce como el
ARN mensajero (ARNm) y la maquinaria que la
‘traduce’ a proteína se le conoce como ribosoma.
Según el Dogma Central de la Biología Molecular, el
ARNm refleja —de manera precisa— la información
contenida en los genes, ya que la secuencia de
aminoácidos que conforman cada proteína que será
traducida a partir del ARNm, están determinadas por
las secuencias de ADN (genes), en base al código
genético.
Sin embargo, existen algunas excepciones donde el ARNm no refleja lo que dice la
secuencia de ADN que lo originó. Entre estas excepciones encontramos: los producidos
por errores al momento de transcribir el ADN a ARNm; los producidos por la edición de
las moléculas de ARNm a través del splicing, donde se eliminan regiones del ARNm que
no deben llegar a traducirse a proteínas (intrones), y los producidos por las enzimas que
modifican algunos nucleótidos del ARNm a través de desaminaciones (Ej.: La enzima
ADAR que desamina la Adenosina y la convierte en Inosina, la cual es reconocida por el
ribosoma como una guanosina, o sea, hay un cambio de base de A por G).
Además, debido a que la ARN polimerasa —la enzima que se encarga de transcribir ADN
en ARNm— tiene la capacidad de detectar errores en la transcripción y poder repararlos
(también conocido como ‘proofreading’), este tipo de excepciones son poco frecuentes.
Por otro lado, el splicing no cambia la secuencia de nucleótidos del ARNm, sino, elimina
determinadas porciones para que no sean traducidas a proteína, y las que permanecen en
el ARNm (exones), mantienen la misma secuencia de la cual fueron originados.
Por otro lado, las enzimas como ADAR y APOBEC —la cual cambia la C por U— no
son muy comunes y sólo se limitan a editar las secuencias de ARNm de determinados
genes y en determinados tejidos, como aquel que codifica para la apolipoproteína B.
En el trabajo publicado hoy en Science, un grupo de investigadores liderados por la Dra.
Vivian Cheung de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania, reportaron
haber encontrado más de 10,000 regiones en las cuales las bases del ARNm no
correspondían a las bases del ADN que la codificaron, y muchos de estos ARNm llegaban
a codificar proteínas, las cuales portaban estos cambios en sus secuencias de aminoácidos,
incluso, algunos eran más grandes o más pequeños que los originales, debido a que las
secuencias de término (codones STOP) eran modificados a causa de los cambios en los
nucleótidos del ARNm.
Lo que hicieron Cheung y sus colaboradores fue obtener las secuencias de ADN y ARNm
de un tipo de glóbulos blancos (los linfocitos B) de 27 personas diferentes, las cuales
forman parte de los proyectos “1000 Genomes” e “International HapMap”. Luego,
compararon cada una de las secuencias de ARNm con sus respectivas secuencias de ADN
de las cuales se originaron, encontrando más de 28,000 diferencias en al menos 10,000
regiones exónicas diferentes (~4,700 genes conocidos), de los cuales, el 71% de estos
cambios no eran sinónimos (al traducirse provocaba el cambio de un aminoácido por otro,
muchas veces con propiedades químicas diferentes)
Para dar una mayor robustez a los datos y evitar que estos se deban a errores en el
secuenciamiento, sólo fueron consideradas aquellas diferencias que se presentaban en al
menos dos individuos diferentes y en más del 10% de los ‘reads’ de cada nucleótido [Ver
cobertura de secuenciamiento]. Además, los investigadores mandaron a secuenciar, en
distintos laboratorios, regiones del ADN que eran monomórficas (no varían entre un
individuo y otro), para corroborar que todos obtuvieran las mismas secuencias, sin
errores.
Las diferencias entre las secuencias de ARNm y el ADN del cual se originaron pueden
deberse a distintas causas; sin embargo, estas no pueden explicar muchos de los cambios
encontrados por Cheung et al. Por ejemplo, si descartamos los cambios que pueden ser
explicados por la acción de las enzimas ADAR y APOBEC (A->G y C->T), aún así hay
una gran cantidad de cambios (~43%) que no pueden ser explicados por algún otro
mecanismo, principalmente las transversiones —cambio de una purina (A o G) por una
pirimidina (C o T) o viceversa.
Otro dato importante que respalda los descubrimientos de Cheung y sus colaboradores es
que estos cambios no sólo se encontraron en los linfocitos B, también se podían encontrar
en las células de otros tejidos como de la epidermis, del cerebro, de los testículos,
embrionarias y hasta cancerosas. Por otro lado, los investigadores también encontraron
dichos cambios en secuencias de otras personas —fuera de los 27 individuos que
formaron parte del estudio— a través del uso de secuencias EST disponibles en las bases
de datos genéticas.
Pero, ¿estos ARNm cambiados llegarían a codificar proteínas?. Para responder a esta
pregunta, los investigadores hicieron un análisis proteómico. Para ello, Mingyao Li —
autor principal de la investigación— usó la espectrometría de masas acoplada a una
cromatografía líquida para separar e identificar cada péptido y proteína presente en los
linfocitos B. Los resultados mostraron que habían péptidos cuya secuencia de
aminoácidos no correspondía al gen del cual fueron codificados, sino al ARNm
modificado que fue traducido. En algunos casos, la proteína resultante era mucho más
grande que la original, tal vez por que el cambio en el ARNm suprimió el codón de
terminación y la traducción continuó hasta encontrar otro codón de terminación,
generando una proteína con 55 aminoácidos de más (la RPL28).
Las Diferencias de ARN-ADN (RDD: RNA-DNA Differences) no estaban distribuidas
uniformemente a lo largo del genoma. Por ejemplo, el cromosoma 19 era el que tenía más
RDD, mientras que el 13 era el que tenía menos. Los investigadores también encontraron
un patrón: los RDD eran bastante comunes en los genes que juegan roles importantes en
la función helicasa y de unión a proteínas y nucleótidos. También se encontraron
diferencias en su distribución dentro de los genes: la mayoría se encontraban en los
exones codificantes (44%) y en las regiones no traducidas del extremo 3’ (39%).
Pero, no todos los ARNm eran diferentes a las secuencias de ADN que los originaban. En
un determinado RDD, en promedio, el 20% de los ARNm eran diferentes, mientras que
los demás eran transcritos de manera precisa. Sin embargo, habían algunas secuencias
donde casi todos los ARNm eran diferentes al ADN correspondiente, por ejemplo, en el
gen que codifica la enzima DCP1A. En otros genes, como en el que codifica para la
proteína Ras RHOT1, había diferencias significativas a nivel de individuos: en una
persona el nivel de ARNm modificado era del 18% mientras que en otra era del 90%.
Estas diferencias en los niveles de expresión de los RDD nos pueden dar pistas para
encontrar las causas de ciertas patologías que no han podido ser explicadas a través de los
estudios a nivel genético; ya que, al final, el responsable de la expresión de una proteína
buena o defectuosa no es el ADN, sino el ARNm. Entonces, tal vez sea más importante
hacer estudios transcriptómicos que estudios genómicos al momento de buscar diferencias
entre una persona sana y una enferma.
Sin embargo, Li y sus colaboradores no han podido encontrar la respuesta sobre el origen
de estos cambios en el ARNm con respecto a su ADN molde. Tal vez hay aspectos, tanto
a nivel transcripcional como pos-trancripcional que por ahora desconocemos. Por ello, los
investigadores se dedicarán a buscar este mismo fenómeno en otras especies, para ver si
este mecanismo de edición del ARNm es universal, o sólo se da en ciertos grupos de
organismos.
Esta investigación dará que hablar durante los próximos días. Sólo han pasado unas horas
desde que fue publicado este artículo en Science Express y ya han aparecido una gran
cantidad de comentarios, muchos mostrando un gran escepticismo y, tal vez tengan razón.
Sin embargo, las pruebas que presentan los autores en este estudio están bien
fundamentadas, tomando todas las precauciones del caso, ya sea comparando la calidad y
reproducibilidad de las secuencias generadas en diferentes laboratorios, tomando en
cuenta solo aquellas que tienen un buen número de reads por nucleótido (buena cobertura
de secuenciamiento), corroborando los resultados a nivel proteico mediante
espectrometría de masas, encontrando los mismos cambios en diferentes tejidos e
individuos, etc. (Ver figura):
Esto no quiere decir que podamos descartar errores en el secuenciamiento, pero, esto no
alcanzaría para explicar todas las diferencias en las secuencias obtenidas a nivel de
ARNm comparado con sus secuencias genéticas respectivas. Así que a esperar las críticas
del presente estudio.
Referencia:
Li, M., Wang, I., Li, Y., Bruzel, A., Richards, A., Toung, J., & Cheung, V. (2011). Widespread
RNA and DNA Sequence Differences in the Human Transcriptome Science DOI:
10.1126/science.1207018
Leer más: http://www.biounalm.com/#ixzz1NIKnNkXX
Descargar