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El derecho procesal Ambiental (Arazi, Roland)

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EL DERECHO PROCESAL AMBIENTAL
por Roland Arazi
Sumario: 1. Legislación. 2. Daño ambiental. 3. Competencia. 4. Legitimación. 5. Litispendencia
e intervención de terceros. 6. Trámite. 7. Deberes de los jueces. Medidas cautelares. 8. Tutela inhibitoria. 9. La sentencia. Efecto erga omnes. 10. Síntesis.
1. Legislación
Para tratar el denominado “proceso ambiental” debemos comenzar
por determinar la legislación aplicable. Obviamente, en primer lugar,
las disposiciones constitucionales, en especial los artículos 41 y 43
incluidos en el capítulo sobre los nuevos derechos y garantías, y los
convenios internacionales suscriptos por nuestro país. Dispone el artículo 41 de la Constitución Nacional: Todos los habitantes gozan del
derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades
presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen
el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente
la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio
natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y
educación ambientales. Corresponde a la Nación dictar las normas
que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquéllas alteren
las jurisdicciones locales. Se prohíbe el ingreso al territorio nacional
de residuos actual o potencialmente peligrosos, y de los radioactivos.
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Doctrina
A su vez, el artículo 43 de la Constitución prevé la acción expedita
y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más
idóneo para la protección de los derechos que protegen al ambiente
(entre otros casos que se enuncian) y otorga legitimación al afectado,
al defensor del pueblo y a las asociaciones que propendan a esos
fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos
y formas de su organización.
Entre los Convenios Internacionales mencionamos la Convención
Relativa a Humedales firmada en la ciudad de Ramsar el 2 de febrero
de 1971, modificada según el Protocolo de París del 3 de diciembre
de 1982 y ratificada por ley 23.919 del año 1991 y la Declaración de
Estocolmo de 19721.
En segundo lugar, la ley 25.675, conocida como Ley General del
Ambiente; esta ley se refiere a la competencia judicial (art. 7º), al
seguro ambiental y fondo de restauración (art. 22), al daño ambiental
y a la responsabilidad (arts. 27, 28 y 29), a la legitimación (art. 30);
a la competencia y el acceso a la jurisdicción, las medidas precautorias
y los deberes del juez (art. 32), y determina los alcances de las sentencias definitivas y firmes (art. 33).
También corresponde aplicar las disposiciones de la ley 24.051
(Medio Ambiente y Residuos Peligrosos) y, supletoriamente, las normas de la ley 24.240 (Defensa del Consumidor) con la reforma introducida por la ley 26.361, y, por supuesto, los códigos procesales y
leyes complementarias que correspondan a cada jurisdicción.
2. Daño ambiental
El artículo 30 de la ley 25.675 menciona el “daño ambiental colectivo”; éste comprende todo tipo de contaminación atmosférica, visual,
sonora, de las aguas, electromagnética (antenas de radio, televisión,
telefonía celular, microondas, etc.), degradación del suelo, etcétera.
Con relación a la contaminación urbana por radiaciones electromagnéticas provenientes de una antena de telefonía celular es útil la
1 Para una reseña completa del Derecho Ambiental Internacional puede consultarse
CAPPARELLI, Mario Augusto, El ambientalismo, Ediciones del País, Buenos Aires,
2007, ps. 88 y ss.
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lectura de los antecedentes jurisprudenciales: la Cámara Federal de La
Plata, sala III, en fallo del 25 de octubre de 20072 ordenó, con carácter
cautelar, el retiro de una antena instalada en zona urbana y en las
cercanías de un colegio; la sala 3ª de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de San Isidro3 confirmó el fallo de primera instancia
que dispuso el retiro de una antena de radiotelefonía celular por haberse
demostrado que la contaminación electromagnética derivada de ella
puede producir un daño a la salud de los habitantes de una zona densamente poblada y al medio ambiente, ordenando que su instalación
sea llevada a cabo en un lugar abierto y despoblado.
Los avances en materia de comunicaciones, edificaciones, recuperación de espacios, etcétera, deben adecuarse a un principio de razonabilidad a fin de no producir un daño mucho mayor que el beneficio
que pueden reportar a la sociedad.
3. Competencia
Conforme lo dispuesto por el artículo 32 de la ley 25.675 “La
competencia judicial ambiental será la que corresponda a las reglas
ordinarias de la competencia. El acceso a la jurisdicción por cuestiones
ambientales no admitirá restricciones de ningún tipo o especie” (el
destacado nos pertenece).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el conocido caso
“Mendoza”4 –que en sucesivas resoluciones constituye un verdadero
manual para la interpretación de las normas sobre Derecho Ambiental5–
determinó con precisión el tema de la competencia federal y la competencia ordinaria. Corresponde la primera sólo en los casos que el acto,
omisión o situación generada provoque efectivamente degradación o
contaminación en recursos ambientales interjurisdiccionales (art. 7º,
ley 25.675). Si se demanda a la Nación o a una provincia la competencia
será originaria de la Corte. En los demás supuestos la aplicación de la
L. L. del 24 de septiembre de 2008, p. 8.
26-12-2007, “Capparelli, Mario Augusto s/Acción de amparo”.
4 “Beatriz Silvia Mendoza y otros c/La Nación Argentina y otros”.
5 Ver Fallos: 329:2323, 329:3528 y L. L. del 23 de julio de 2008.
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ley 25.675 corresponde a los tribunales ordinarios según corresponda por el territorio, la materia o las personas (art. citado).
Cabe señalar que la Corte separó el pedido de resarcimiento individual pretendido por cada actor de la defensa del bien de incidencia
colectiva previsto por el artículo 30 de la ley 25.675: sólo para el
tratamiento de esta última pretensión corresponde la competencia originaria del tribunal. Se reitera la doctrina según la cual la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires no es una provincia y por lo tanto respecto
de ella no cabe la jurisdicción originaria de la Corte6.
Para el resarcimiento de los daños intervendrán los jueces federales
sólo cuando se demande al Estado nacional (arts. 116, Constitución
Nacional; 2º, inc. 6º, de la ley 48, y 111, inc. 5º, de la ley 1893); en
los demás casos será competente la justicia ordinaria de cada provincia,
aun cuando se demande a ésta (arts. 121, 122 y 124 de la Constitución
Nacional).
La Corte se encarga de decir que la duplicidad de actuaciones o
la posibilidad de sentencias contradictorias por separar la acción colectiva para obtener la recomposición del ambiente dañado, de las
acciones individuales cuyo ejercicio pretenden el resarcimiento del
daño causado, no son motivos bastantes para alterar las reglas de la
jurisdicción, pues la Constitución Nacional hace posible esa diversidad
de pronunciamientos.
4. Legitimación
El artículo 30 de la ley 25.675 otorga legitimación para lograr la
recomposición del ambiente dañado, cuando se ha producido el daño
ambiental colectivo, al afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones no gubernamentales de defensa ambiental, conforme lo prevé
el artículo 43 de la Constitución Nacional, pero agrega el Estado
nacional, provincial o municipal. Está legitimado para la acción de
recomposición o de indemnización pertinente, la persona directamente
damnificada por el hecho dañoso acaecido en su jurisdicción.
La ley sólo prevé la legitimación amplia para la recomposición del
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Ver Fallos: 322:2859, 323:1199, 323:3991.
El Derecho Procesal Ambiental
daño ambiental (interés difuso), pero no regula con claridad el reclamo
de los daños individuales homogéneos, como sí lo hace la Ley de
Defensa del Consumidor 24.240 (texto según ley 26.361, arts. 54 y
55). El impacto ambiental puede originar daños individuales a un gran
número de personas que, por tener un origen común, debe merecer la
atención del legislador.
Se consideran de origen común no sólo los daños provenientes de
un solo acto, sino también los ocasionados por una serie sucesiva de
actos que se prolongan en el tiempo pero reconocen una misma causa.
Es necesario contemplar la legitimación del afectado y de las personas
mencionadas en la primera parte del artículo 30 de la ley 25.675 y
los alcances de las sentencias pasadas en autoridad de cosa juzgada:
lo resuelto puede beneficiar a otros damnificados pero no puede perjudicarlos7.
Con relación a las asociaciones no gubernamentales, la Corte, si
bien en un pedido de intervención como terceros interesados, se pronunció acerca de los requisitos que deben reunir para estar legitimadas:
no habiéndose dictado la ley a la que hace referencia el artículo 43
de la Constitución Nacional, es suficiente que exista vinculación entre
los respectivos objetos estatutarios y la pretensión ventilada en el
proceso8.
5. Litispendencia e intervención de terceros
Deducida demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los
titulares señalados, no podrán interponerla los restantes, lo que no
obsta su derecho a intervenir como terceros.
La intervención de terceros legitimados para demandar, en el orden
nacional, será voluntaria en los términos del artículo 90, inciso 2º, del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. El tercero que interviene actuará como litisconsorte de la parte principal y tendrá las
mismas facultades procesales, pero no podrá retrogradar el juicio ni
suspenderá su curso (arts. 91, 2º apartado, y 93, CPCCN).
7 Ver art. 54, ley 24.240; art. 688 quinquies, CPCC de la Provincia de Río Negro;
doctrina art. 715, Código Civil.
8 Fallos: 329:3528.
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Doctrina
6. Trámite
La Constitución Nacional, como hemos visto, prevé para estos procesos la acción expedita y rápida de amparo, pero lo supedita a que
no exista otro medio judicial más idóneo.
Si se opta por la acción de amparo corresponde señalar que se trata
de una especie del amparo general, con elementos propios y características que se desprenden de la naturaleza del derecho en protección9.
Por ello no resulta aplicable cualquier tipo de restricción que dificulte
el acceso a la jurisdicción, tal como expresamente lo dispone el artículo
30 de la ley 25.675; no es necesario agotar la vía administrativa; ni
interponerlo dentro de los plazos breves que indica, verbigracia, la ley
16.986.
La doctrina coincide en otorgar naturaleza especial al amparo ambiental, como “subtipo” del proceso de amparo común, pues aquél tiene
características peculiares, con su propia dinámica que excede toda forma instrumental, y “como derecho constitucional subjetivo innegable,
la tutela no funciona como subsidiaria sino que reviste carácter de
alternativa principal”10; en forma similar se pronuncia Néstor Sagüés11.
No obstante, puede resultar más idóneo un trámite de conocimiento
amplio con una medida cautelar que satisfaga provisoriamente la pretensión.
Pero en todos los casos se trata de aplicar normas de orden público
con predominante activismo judicial.
7. Deberes de los jueces. Medidas cautelares
En esta materia más que en ninguna otra la participación activa
del juez resulta indispensable. El juez no puede ser neutro, debe ser
partícipe de la necesidad de preservar el medio ambiente12. Eduardo
ESAIN, José, La medida autosatisfactiva ambiental. La suspensión de actividades iniciadas en su ejecución sin procedimiento preventivo ambiental, en L. L. 2004C-275.
10 MORELLO, Augusto M. y CAFFERATTA, Néstor, Visión procesal de cuestiones ambientales, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2004, ps. 161 y ss.
11 Amparo ambiental, en L. L. 2005-E-417.
12 Ver MORELLO y CAFFERATTA, ob. cit.
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El Derecho Procesal Ambiental
Pigretti afirma categóricamente que en estos procesos el juez es parte
porque le interesa que el agua que bebe siga siendo fresca, cristalina,
pura y que el aire que respira mantenga esa condición. El juez es
interesado y por ello se exige un juez activo-protagonista13.
El derecho a un ambiente sano constituye un derecho de la personalidad, como la integridad física y la salud14. Es considerado como
un “macrobien”15.
El juez interviniente podrá (mejor dicho “deberá”) disponer todas
las medidas necesarias para ordenar, conducir o probar los hechos
dañosos en el proceso, a fin de proteger efectivamente el interés general
(art. 32, ley 25.675). En materia ambiental es rol irrenunciable del
juez una participación activa suya con miras a la protección del ambiente, ámbito donde debe buscarse más prevenir que curar16.
Un ejemplo de esa actividad oficiosa lo ha dado la propia Corte
Suprema en el citado caso “Mendoza” al ordenar una importante cantidad de medidas de prueba, como el pedido de informes a las empresas
demandadas y al Estado nacional y provincial, relacionados con los
líquidos que se arrojan al río, la existencia del seguro que prevé el
artículo 22 de la ley 25.675, estudios de impacto ambiental, programas
de educación y de información ambiental. Además, convocó a una
audiencia pública en mérito a la importancia del tema.
Reviste singular relevancia en este proceso el dictado de medidas
cautelares y de urgencia que el juez debe decretar aun sin petición de
parte (2º apartado del artículo 32 citado). Ello así, pues no se trata
de un proceso de corte dispositivo, porque el “ambiente” es indisponible, se trata de un bien colectivo, el cual por su naturaleza es de
uso común, indivisible y está tutelado de manera no disponible por
Derecho Ambiental profundizado, La Ley, Buenos Aires, 2002, ps. 10-45.
SCJBA, 19-3-2008, “Spagnolo, César Antonio c/Municipalidad de Mercedes”;
íd., “Almada, Hugo Néstor c/Copetro SA s/Daños y perjuicios”, L. L. 1999-C-1129.
15 LORENZETTI, Ricardo, Reglas para la solución de conflictos entre propiedad y
medio ambiente, en L. L. 1998-A-1026.
16 CAPELLETTI, Mauro, La protección de los intereses colectivos y de grupos, en
Conferencia pronunciada en la Asamblea General de la Sociedad de Legislación Comparada, publicada en Revista de la Facultad de Derecho, México, Nº 106, enero-junio de
1971, p. 76.
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las partes, según palabras de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Al decir de Morello y Stiglitz, el carácter marcadamente preventivo,
operante para restablecer situaciones de hecho o impedir desde el
comienzo el avance de la destrucción o de la polución, saca las medidas
cautelares de su quicio tradicional para hacerlas en una función cuya
justificación es connatural a situaciones regidas no sólo por el Derecho
Privado, sino por el Derecho Público. Masivas, continuadas, que se
proyectan al futuro17.
Las personas que pueden iniciar el proceso ambiental tienen legitimación, pero no pueden disponer sobre los bienes colectivos. Por tal
razón, un acuerdo de partes que modifique el medio ambiente no es
vinculante para el juez porque el sujeto legitimado no tiene capacidad
ni facultad para decidir si lo acordado redunda en algún beneficio para
todos18. Todo lo relativo al ambiente es de orden público porque se
vincula no sólo con la preservación del ambiente, sino también con
la salud pública y la vida misma de la comunidad19. En el mismo
sentido Luigi Ferrajoli20 dice, refiriéndose a los nuevos derechos de
cuarta categoría, del consumidor y del ambiente, que surgió la necesidad jurídica de fijar límites a la autonomía privada, para evitar los
abusos de la posición dominante. En un sistema de indiferencias por
las diferencias éstas quedan libradas a las relaciones de fuerza; las
diferencias no se valorizan ni se desvalorizan; ergo no se tutelan ni
se reprimen, no se protegen ni se violan: se ignoran. Se establece la
igualdad para los desiguales.
8. Tutela inhibitoria
Principios de prevención y precautorio. Entre las nuevas instituciones del Derecho Procesal merece destacarse la denominada “tutela
inhibitoria” o “tutela preventiva”; con base en ella se procura no ya
17 MORELLO, Augusto M. y STIGLITZ, Gabriel A., Tutela procesal de derechos
personalísimos e intereses colectivos, Platense, La Plata, 1986, p. 167.
18 FALBO, Aníbal J., en Revista de Derecho Ambiental, LexisNexis, Buenos Aires,
Nº 12, 2007, p. 209.
19 CAFFERATTA, Néstor, Orden público y paradigma ambiental, en E. D. 220-121.
20 Derechos y garantías, Trotta, Madrid, 2001, ps. 74 y ss.
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reparar el daño que produjo un hecho ilícito sino prevenirlo. A diferencia de las medidas cautelares, estos procesos no dependen de una
acción principal, sino que encierran una pretensión principal preventiva21. Esa tutela preventiva está contemplada expresamente en el Proyecto de Código Civil de 1998 con los siguientes términos: Artículo
1586. “Atribuciones del Tribunal”. El tribunal tiene atribuciones para
disponer, conforme a las circunstancias, medidas tendientes a evitar
la producción de daño futuro.
La sentencia que se dicta en esos procesos tendría carácter preventivo y, al decir de Marinoni, se agrega a la trilogía clásica respecto
de la clasificación de las sentencias: declarativas, constitutivas y de
condena22. En estos casos se privilegia la protección a la víctima antes
que la sanción al autor del daño. En lugar de condenar a una indemnización que sustituya el dolor por una suma de dinero, la tutela inhibitoria pretende impedir el perjuicio derivado de un daño potencial23.
Por ello, para la procedencia de la demanda no necesariamente debe
probarse la culpa o dolo del demandado: es suficiente con justificar
la posibilidad cierta y concreta de ocasionar un daño inminente.
Si esta tutela inhibitoria puede abarcar todo tipo de pretensión preventiva, verbigracia, retiro de un “volquete” que obstruye la circulación
de vehículos, relleno de una excavación, retiro de material peligroso,
etcétera, cuando se trata de daño ambiental el ámbito de aplicación
es mucho mayor. El artículo 4º de la ley 25.675 enuncia los principios
de la política ambiental y, entre ellos, el de prevención y el precautorio.
El primero se define de la siguiente forma: Las causas y las fuentes
de los problemas ambientales se atenderán en forma prioritaria e
integrada, tratando de prevenir los efectos negativos que sobre el
ambiente se puedan producir. Y el segundo: Cuando haya peligro de
daño grave o irreversible, la ausencia de información o certeza cienVer ALTERINI, Atilio Aníbal, Sobre el Proyecto de Código Civil de 1998, en
Plenario, edición electrónica, publicación de la Asociación de Abogados de Buenos
Aires, junio de 2000.
22 MARINONI, Luiz Guilherme, Tutela inhibitoria: la tutela de prevención del
ilícito, en E. D. 186-1127.
23 GOZAÍNI, Osvaldo A., El amparo como vía de prevención del daño, en L. L.
2000-F-1106.
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Doctrina
tífica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de
medidas eficaces, en función de costos, para impedir la degradación
del medio ambiente. En materia ambiental lo más razonable y beneficioso es prevenir antes que recomponer o reparar el posible daño a
la salud o al medio ambiente24.
No obstante que precautorio es lo que sirve de precaución, y este
vocablo significa cautela para evitar o prevenir un daño, situación que
no lo diferencia claramente de prevención, en el lenguaje jurídico sí
se lo ha diferenciado.
El principio de prevención procura evitar un riesgo comprobado
(el actor afirma y debe acreditar que existe un riesgo cierto) mientras
que en el precautorio es suficiente una duda razonable acerca de la
posibilidad de que ese daño se produzca. Se exige sólo una situación
de incertidumbre en cuanto a los riesgos y la perspectiva de que pueda
ocasionarse un daño grave e irreversible. No es necesaria la certeza
científica acerca del futuro daño ambiental: son suficientes indicios
graves25.
9. La sentencia. Efecto erga omnes
Lamentablemente el Poder Ejecutivo vetó la última parte del párrafo
primero del artículo 32 de la ley 25.675 que disponía: Asimismo, en
su sentencia, de acuerdo a las reglas de la sana crítica, el juez podrá
extender su fallo a cuestiones no sometidas expresamente a su consideración por las partes. Si el derecho no es disponible, si la protección
del medio ambiente compete a todos, incluso al juez, no se justifica
el respecto irrestricto al principio de congruencia propio de los sistemas
dispositivos. La Cámara Federal de la Plata, sala III, se apartó de lo
estrictamente pedido por las partes en un proceso donde los actores
pretendieron el resarcimiento del daño causado por la muerte de la
hija de ellos, una niña de trece años que se ahogó en una acumulación
Del fallo de la Cámara Federal de La Plata, sala III, cit.
Ver HIGHTON, Elena, Reparación y prevención del daño al medio ambiente, en
Derecho de Daños, en homenaje a Félix Trigo Represas, La Rocca, Buenos Aires, 1983,
t. I, p. 795; ANDORNO, Luis O., La responsabilidad por daños al medio ambiente, en
J. A. 1966-IV-877.
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El Derecho Procesal Ambiental
artificial de agua en un pozo abierto en terrenos propiedad de la demandada: además de hacer lugar al resarcimiento patrimonial, la Cámara condenó a la accionada a colocar, en un plazo de treinta días,
un cerco perimetral de no menos de dos metros de altura en torno a
las excavaciones inundadas, a colocar carteles visibles que indiquen
el peligro y a mantener un servicio permanente de vigilancia. Si bien
esto último no se había solicitado, los jueces no permanecieron impasibles ante el grave riesgo que ocasionaban a terceros las excavaciones26.
En otro fallo, el Tribunal Colegiado de Responsabilidad Extracontractual Nº 4 de Santa Fe hizo lugar a la pretensión resarcitoria derivada
de la muerte de una persona electrocutada en virtud del mal estado
de las líneas de electricidad y, además, de oficio, notificó a la demandada la imperiosa necesidad de sustituir los conductores eléctricos y
dio participación al Ministerio Público Fiscal.
Esos fallos demuestran la necesidad de un rol activo del juez que
no puede soslayarse cuando se trata de daños al medio ambiente. El fundamento del decreto 2413/2002 para observar esa parte de ley 25.675
(respecto al principio de congruencia) no es válido en el caso, pues
el proceso ambiental se rige por reglas propias distintas del proceso
común.
Néstor Cafferatta, citando a Antonio H. Benjamin y a Augusto M.
Morello dice, con razón, que el Derecho Ambiental se trata de un
nuevo Derecho, que produce una suerte de insurgencia del proceso
civil clásico, produciéndose cambios copernicanos. Por ello, no son
válidas para estos procesos de incidencia colectiva la totalidad de las
instituciones pensadas para un proceso individual.
Con relación a los efectos de la sentencia, el artículo 33, segundo
apartado, dispone: La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto
“erga omnes”, a excepción de que la acción sea rechazada, aunque
sea parcialmente, por cuestiones probatorias. El moderno Derecho
Procesal excluye también de efectos erga omnes cuando la sentencia
fuera absolutoria por haberse omitido alegar hechos fundamentales
26 J. A. 1998-III-97, con nota de MORELLO, Augusto M. y STIGLITZ, Gabriel,
Función preventiva del Derecho de Daños.
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Doctrina
para la cuestión del litigio; en ese caso otro legitimado podrá volver
a plantear la cuestión en un nuevo proceso.
10. Síntesis
La contaminación del ambiente por cualquier medio puede dar lugar
a una acción que conduzca a una reparación única e indivisible que
satisfaga a toda la comunidad, como es ordenar el cese de la actividad
contaminante y, si correspondiese, la destrucción de lo ya hecho (defensa de intereses difusos); y también a acciones que procuren el resarcimiento patrimonial a las personas que fueron afectadas en forma
directa por esa contaminación (derechos divisibles, individuales homogéneos). La sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, en el
primer caso, tendrá eficacia general para todos los afectados representados por quien interviniera en el litigio, salvo si fuera absolutoria por
falta de prueba o por haberse omitido alegar hechos fundamentales
para la solución del litigio; en estos supuestos otros legitimados podrán
volver a plantear la cuestión en un nuevo proceso. En el segundo caso,
la cosa juzgada recaída en el juicio, se trate de una acción individual
o colectiva, podrá ser invocada por terceros que no han intervenido
en él contra quienes hayan intervenido, pero no puede serles opuesta,
salvo que hayan sido citados como terceros (art. 94, CPCCN): en el
nuevo juicio que promuevan los terceros, invocando la sentencia anterior, deberán acreditar la relación de causalidad y el monto del perjuicio; el demandado, al contestar la demanda, podrá expresar razones
que justifiquen que, en el caso, la decisión no puede ser extendida a
ese proceso y el juez decidirá con carácter previo si es o no aplicable
la sentencia anterior.
En los procesos colectivos los terceros legitimados podrán intervenir
en la forma prevista por los artículos 90, inciso 2º, y 91, 2ª parte, del
CPCCN y disposiciones similares de los Códigos provinciales.
Los procesos ambientales tienen reglas propias y no siempre son
aplicables los principios e instituciones del proceso común. Tramitan
en la forma que resulte más eficaz en cada caso y el acceso a la
jurisdicción no admitirá restricciones de ningún tipo o especie. La
legitimación es amplia pero las partes no pueden disponer sobre los
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El Derecho Procesal Ambiental
bienes colectivos; todo lo relativo al ambiente es de orden público. El
juez tiene el deber de obrar en forma activa, ordenando todas las medidas de esclarecimiento y prevención que juzgue necesarias, incluso
medidas cautelares sin petición de parte. La prevención es esencial
en esta clase de procesos y se procura no sólo reparar el daño ocasionado sino, principalmente, evitar que se produzca o se agrave. Corresponde flexibilizar el principio de congruencia a fin de cumplir con
la norma constitucional que garantiza a todos los habitantes el derecho
a un ambiente sano y equilibrado, no sólo para satisfacer las necesidades
presentes, sino también para no comprometer las necesidades futuras:
en tal sentido resultan apropiadas las palabras de Lorenzetti cuando
afirma que nos encontramos en presencia de dos nuevos sujetos de
derecho: el ambiente (corporizado en cada uno de los recursos y de
bienes inmateriales, como los culturales, los artísticos y los paisajistas)
y las generaciones venideras, que en común gozan de derechos pero
carecen de obligaciones. Somos nosotros los que estamos obligados
hacia ello, preservando al medio. El patrimonio de las generaciones
venideras es el ambiente, no es otro y no es poca cosa27. Por ello, en
el proceso ambiental el juez no se encuentra vinculado por las peticiones
de las partes ni por las pruebas ofrecidas; obsérvese que la Constitución
Nacional impone a las autoridades el deber de proveer a la protección
del ambiente (art. 41, Const. Nac.) y como afirma Bibiloni ese mandato
está dirigido a todo magistrado y funcionario de los tres poderes del
Estado; y proveer no significa vigilar, significa actuar, tomar medidas,
no es una actitud pasiva sino activa28.
LORENZETTI, Ricardo L., La protección jurídica del ambiente, en L. L. 1997E-1463 y ss., sec. doct.
28 BIBILONI, Héctor Jorge, El proceso ambiental, LexisNexis, Buenos Aires, 2005,
ps. 300 y ss.
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