I. RESUMEN Los objetivos de la evaluación preanestésica incluyen establecer la relación médico-paciente, familiarizarse con la enfermedad quirúrgica y comorbilidades del paciente, optimizarlas, desarrollar una estrategia de manejo para la atención anestésica perioperatoria y obtener el consentimiento informado para el plan anestésico. Entonces se detalla la consulta en el expediente clínico y concluye con las opciones anestésicas, que comprenden los riesgos y beneficios de las opciones discutidas. Los objetivos generales de la valoración prequirúrgica son reducir la morbimortalidad perioperatoria y mitigar la ansiedad del paciente. II. HISTORIA Primero debe obtenerse información relevante mediante la revisión del expediente, seguida de corroboración a través de la entrevista del paciente. El conocimiento previo de su historia al iniciar la entrevista es confortante para el paciente ansioso. Cuando no se dispone del expediente clínico, la obtención de la historia puede complementarse con explicaciones de los demás médicos del mismo. La información reunida debe incluir lo siguiente: A. Historia de la enfermedad actual. El anestesiólogo debe revisar a fondo los síntomas de la enfermedad quirúrgica presente, el diagnóstico sospechado, el tratamiento inicial, la respuesta al tratamiento y los estudios diagnósticos. B. Medicamentos. El entrevistador debe establecer la dosificación actual y horarios de todos los medicamentos del paciente. Los antihipertensivos, antianginosos, antiarrítmicos, anticoagulantes, anticonvulsivos y endocrinos específicos (p. ej., insulina e hipoglucemiantes) tienen importancia particular. La decisión de continuar los fármacos durante el periodo prequirúrgico depende de la gravedad de la enfermedad subyacente, las consecuencias potenciales de discontinuar el tratamiento, la vida media del mismo y la probabilidad de interacciones deletéreas con los anestésicos propuestos. Como regla general, la mayoría de los medicamentos puede continuarse durante la evolución de la cirugía (véase la sección VI). C. Alergias y reacciones farmacológicas. Las reacciones alérgicas verdaderas son poco frecuentes. Las reacciones adversas no alérgicas a medicamentos perioperatorios no son comunes y pueden percibirse como una reacción alérgica del paciente. Por ello, es importante obtener una descripción cuidadosa de la naturaleza exacta de la reacción. 1. Reacciones alérgicas verdaderas. Pueden sospecharse con base en la historia de la reacción farmacológica que (por observación directa, documentación en el expediente o descripción del paciente) produjo manifestaciones cutáneas (prurito con ronchas o rubor), tumefacción facial u oral, dificultad respiratoria, asfixia, sibilancias o colapso vascular. 2. Alergia a antibióticos. Las alergias a antibióticos, en especial a sulfonamidas, penicilinas y derivados de las cefalosporinas son las más comunes. Es importante señalar que cuando un paciente informa una alergia, es 90 a 99% probable que no sea alérgico cuando se realizan pruebas cutáneas. En caso de alergia verdadera a penicilina, la tasa de reactividad cruzada es de 2 a 4% con las cefalosporinas de primera generación. Las tasas de reactividad cruzada son menores para otras generaciones. 3. Alergia a aceite de soya y/o yema de huevo. La mayoría de las alergias al huevo son a la clara en vez de a la yema, y pueden no representar problemas anestésicos. Del mismo modo, la mayoría de las alergias a la soya son a la proteína y no al aceite, y pueden no causar complicaciones. El uso de propofol en un paciente con estas alergias queda a consideración del proveedor, ya que los datos actuales sobre reactividad son mixtos. 4. “Alergia” a anestésicos inhalados o succinilcolina. Una historia de alergia a “anestesia”, anestésicos inhalados o succinilcolina (en el paciente o familiar cercano) justifica una atención especial, ya que puede representar una historia de hipertermia maligna (herencia autosómica dominante) o parálisis prolongada causada por colinesterasa plasmática atípica (véase el capítulo 13). El metabolismo del halotano se ha relacionado con hepatitis grave. Aunque ya no se utiliza halotano en casi todos los países, aún es un anestésico en Argentina, Brasil, Grecia, India, Rusia y Turquía. 5. Alergia a anestésicos locales. La alergia a los anestésicos locales tipo éster puede ser anafiláctica (véase el capítulo 16), mientras que la alergia verdadera a los anestésicos locales tipo amida es muy rara. Los episodios de síncope, taquicardia o palpitaciones relacionados con la inyección de una preparación de anestésico local/epinefrina pueden etiquetarse de modo equivocado como una reacción alérgica. 6. Alergia a moluscos o mariscos. Ninguna de estas alergias se ha relacionado con medios de contraste yodados intravenosos. (Se ha propuesto que las alergias a moluscos derivan de las cifras altas de yodo en ellos, pero no se ha comprobado que esto sea cierto.) Sin embargo, una historia de dermatitis después de la exposición a yodo tópico puede impedir el uso de yodo intravenoso. 7. Alergia o reacciones de hipersensibilidad al látex. La alergia al látex debe determinarse antes de la cirugía para permitir la preparación de un quirófano libre de látex. Además, debe valorarse para alergia a plátano, aguacate, nuez, chabacano, kiwi o papaya, debido a que 30 a 50% de los individuos con estas alergias tienen rechazos cruzados al látex. Otros factores de riesgo incluyen la exposición repetida al mismo (p. ej., personal de servicios de salud o pacientes con múltiples cirugías previas), atopia y ciertas afecciones médicas, como espina bífida. Si se encuentran estos factores de riesgo y no se han realizado pruebas serológicas o cutáneas, deben observarse precauciones adicionales. 8. Reacciones adversas y efectos colaterales. Muchos de los medicamentos perioperatorios son capaces de producir efectos colaterales desagradables y memorables (p. ej., náusea, vómito, prurito) en el paciente consciente, pero no son alergias farmacológicas verdaderas. D. Historia anestésica. Cuestionar al sujeto acerca de su experiencia previa con anestésico, incluidas molestias comunes como náusea y vómito posquirúrgicos (NVPO), disfonía, miopatía o neuropatía. También examinar el expediente clínico en busca de precauciones específicas descritas por anestesiólogos previos. Además, revisar los registros anestésicos anteriores respecto de la información siguiente: 1. Respuesta a medicamentos. La respuesta a sedantes, analgésicos y anestésicos varía en gran medida entre individuos. 2. Acceso vascular y monitorización invasiva. Determinar qué se ha utilizado con anterioridad, así como cualquier dificultad encontrada. 3. Manejo de la vía aérea. Determinar la facilidad previa para la ventilación con mascarilla, la vista obtenida en la laringoscopia directa, el tamaño y tipo de las hojas de laringoscopio y tubos endotraqueales, así como la profundidad de inserción del tubo endotraqueal. 4. Complicaciones perianestésicas. Revisar en busca de complicaciones como reacciones farmacológicas adversas, conciencia durante la anestesia, lesión dental, NVPO prolongados, problemas hemodinámicos, respiratorios, infarto miocárdico (IM) posquirúrgico, insuficiencia cardiaca congestiva, admisión inesperada en la unidad de cuidados intensivos (UCI), emersión prolongada o necesidad de reintubación. 5. Requerimientos narcóticos. La administración de narcóticos intraquirúrgicos y en la unidad de recuperación posquirúrgica es información útil, que brindará un antecedente sobre los requerimientos futuros. E. Antecedentes familiares. Un antecedente de desenlaces anestésicos adversos en algún familiar debe evaluarse con preguntas abiertas, como “¿Alguien en su familia ha presentado reacciones graves o inusuales a la anestesia?” Además, debe preguntarse específicamente sobre antecedentes familiares de hipertermia maligna. F. Antecedentes sociales y hábitos 1. Tabaquismo. A pesar de que las complicaciones del tabaquismo pueden aumentar el riesgo de complicaciones pulmonares perioperatorias, el tabaquismo por sí solo ya no se considera un factor de riesgo principal. No obstante, debe aconsejarse al paciente sobre el cese del tabaquismo, ya que datos recientes demuestran que los pacientes tienen mayor probabilidad de comprometerse a cesar el tabaquismo alrededor de eventos que cambian la vida, como la cirugía mayor. El antecedente de intolerancia al ejercicio o la presencia de tos productiva o hemoptisis pueden indicar la necesidad de evaluación adicional. 2. Consumo de drogas y alcohol. Pese a que es típico que el autoinforme de consumo de alcohol y drogas se subestime, es un principio útil para definir el tipo de drogas consumidas, las rutas de administración, frecuencia y momento del uso más reciente. El abuso de estimulantes puede provocar palpitaciones, angina, pérdida ponderal y umbrales reducidos para arritmias graves y crisis convulsivas. La intoxicación aguda por alcohol disminuye los requerimientos anestésicos y predispone a hipotermia e hipoglucemia. La abstinencia de alcohol puede precipitar hipertensión grave (HTN), temblor, delirio y crisis convulsivas, además de provocar un aumento marcado de los requerimientos anestésicos y analgésicos. El riesgo de conciencia durante la anestesia también se incrementa con el uso crónico de opioides y benzodiacepinas. III. REVISIÓN POR SISTEMAS El propósito de la revisión por sistemas es revelar los síntomas de la enfermedad oculta y determinar la estabilidad de los procesos patológicos actuales. Las comorbilidades pueden complicar la evolución quirúrgica y anestésica. Estas patologías deben evaluarse mediante una aproximación sistemática por sistemas orgánicos con énfasis en los cambios recientes de los síntomas, signos y tratamiento (véanse además los capítulos 2 a 6). En ciertas circunstancias, puede ser necesaria la consulta prequirúrgica especializada para responder preguntas específicas sobre la interpretación de estudios de laboratorio inusuales, farmacoterapias desconocidas o cambios en el estado basal del paciente. No debe pedirse a los consultores que otorguen un “permiso” general para anestesia debido a que es una responsabilidad específica del anestesiólogo. Una revisión mínima por sistemas debe llevarse a cabo para obtener la información siguiente: A. Cardiovascular 1. Cardiopatía coronaria. La cardiopatía coronaria (CAD, coronary artery disease) preexistente puede predisponer al paciente a isquemia miocárdica, disfunción ventricular o IM con el estrés de la cirugía y la anestesia. La manifestación de síntomas de angina, disnea de esfuerzo (DDE), disnea nocturna paroxística y una evaluación de la capacidad del paciente para el ejercicio puede ayudar a caracterizar la gravedad de la enfermedad. 2. Marcapasos y desfibriladores-cardioversores implantables. Los marcapasos o dispositivos desfibriladores-cardioversores implantables para antecedentes de alteraciones del ritmo requieren consulta con un electrofisiólogo. Se recomienda la consulta del dispositivo en los seis meses previos a la cirugía. La decisión de dejar o desactivar (mediante la colocación de un imán transcutáneo) el modo desfibrilador debe realizarse antes de la cirugía. 3. Hipertensión. Con frecuencia, la HTN descontrolada se relaciona con labilidad de la presión arterial durante la anestesia. La HTN descontrolada también se considera un factor de riesgo menor para eventos cardiacos adversos mayores perioperatorios. 4. Disnea de esfuerzo. La DDE es un signo importante que puede causarse por una infinidad de etiologías, que incluyen desacondicionamiento físico, obesidad o patología cardiopulmonar. Por obvias razones, es importante conocer esto último. Si la DDE es crónica, puede ser prudente contactar al médico de atención primaria del paciente, ya que con frecuencia éste poseerá información sobre la etiología. Si la DDE es un cambio agudo desde la basal, será deseable referir al paciente a cardiología para una evaluación más detallada. 5. Capacidad para el ejercicio. Aunque la edad del paciente y la clasificación del estado físico, según la American Society of Anesthesiologists (ASA), son factores predictivos más precisos de desenlaces adversos, conocer las actividades diarias del paciente, incluido el grado de actividad máxima, puede ayudar a predecir la evolución general en el periodo perioperatorio. B. Respiratorio 1. Infecciones de vías respiratorias superiores. Las infecciones de vías respiratorias superiores (IVR), en especial en niños, pueden predisponer a los pacientes a complicaciones pulmonares, que incluyen broncoespasmo y laringoespasmo durante la inducción y emersión de la anestesia general. El paciente con signos y síntomas actuales de una IVR (p. ej., tos productiva, rinorrea, ardor faríngeo, fiebre) puede beneficiarse si se posponen los procedimientos electivos. 2. Asma. La enfermedad de vía aérea reactiva puede provocar broncoespasmo agudo en el periodo perioperatorio. Las preguntas específicas sobre hospitalizaciones previas, intubaciones, visitas a la sala de urgencias y requerimientos farmacológicos relacionados con asma (en especial el uso de esteroides) pueden ayudar a delinear la gravedad del asma. 3. Apnea obstructiva del sueño. Los síntomas de apnea obstructiva del sueño (AOS) deben buscarse debido a que pueden provocar hipoxia perioperatoria intermitente en adultos y niños. El paciente con AOS requerirá una evaluación integral cardiovascular, pulmonar y de la vía aérea. Es probable que la dosificación opioide disminuya en el paciente con AOS, en especial en niños. La evaluación adicional está justificada si hay evidencia de daño de órgano blanco, como HTN pulmonar o estrés de cámaras cardiacas derechas. C. Endocrino 1. Diabetes mellitus. La diabetes es un factor de riesgo para CAD. El paciente con disfunción del sistema nervioso autónomo puede presentar isquemia miocárdica silente. Las alteraciones de la regulación autonómica también pueden provocar gastroparesia y reflujo. La intubación endotraqueal puede ser difícil en algunos pacientes diabéticos, secundaria a artritis de la articulación temporomandibular y de la columna cervical (como resultado de la glicosilación de la sinovial). Las mediciones caseras de la glucosa sanguínea, las cifras de hemoglobina A1c y la cuestión de hiper o hipoglucemia sintomática reciente anunciarán si la diabetes está controlada. 2. Enfermedad tiroidea. Es importante discutir la presencia de alteraciones tiroideas, ya que una tormenta tiroidea puede provocar una emergencia durante la anestesia. La tormenta tiroidea ocurre con mayor frecuencia en pacientes con tirotoxicosis secundaria a enfermedad de Graves, así como en aquellos con enfermedad sin tratamiento. D. Gastrointestinal 1. Enfermedad por reflujo gastroesofágico. Los síntomas de reflujo con o sin hernia hiatal aumentan el riesgo de aspiración pulmonar y pueden alterar el plan anestésico; puede estar indicada la intubación en el paciente despierto o la inducción de “secuencia rápida”. Debe preguntarse específicamente al paciente sobre dolor o sensación de ardor torácico, sabor ácido en la boca después de las comidas, regurgitación franca de alimentos o tos sin explicación. También puede ser importante delinear los factores agravantes, como la provocación sólo con alimentos especiados vs. yacer en posición supina. 2. Cinetosis o antecedente de NVPO. El antecedente de cinetosis o NVPO incrementa el riesgo de NVPO. Otros factores relacionados con un aumento del riesgo incluyen, pero no se limitan a, antecedente de vértigo, género femenino, estado no tabáquico, procedimientos ginecológicos y laparoscópicos, cirugía para estrabismo y la necesidad de dosis grandes de opioides perioperatorios o posquirúrgicos. Una técnica anestésica diferente, como la anestesia intravenosa total, puede justificarse en pacientes con múltiples factores de riesgo. E. Musculoesquelético. El antecedente de radiación en cabeza y cuello puede aumentar el riesgo de anatomía distorsionada de la vía aérea y alterar la técnica de intubación. El paciente también debe cuestionarse sobre dolor articular para propósitos del posicionamiento intraquirúrgico. F. Obstétrico/ginecológico. La posibilidad de embarazo y el momento de la última menstruación deben evaluarse en mujeres en edad reproductiva, ya que la premedicación y los anestésicos pueden tener un efecto adverso sobre el flujo sanguíneo uteroplacentario, actuar como teratógenos y desencadenar el aborto espontáneo. G. Hematológico. Un antecedente de equimosis fácil, sangrado o menstruación profusa justifica preguntas adicionales y puede requerir más estudios, debido a que las coagulopatías requieren cambios en el manejo intraquirúrgico y neuraxial. IV. LA EXPLORACIÓN FÍSICA La exploración física debe ser detallada, pero enfocada. Se debe prestar especial atención a la evaluación de la vía aérea, el corazón, los pulmones y el estado neurológico. Una valoración detallada del sitio de bloqueo es fundamental cuando se planea una técnica anestésica regional. Como mínimo, la exploración física debe incluir lo siguiente: A. Signos vitales 1. Presión arterial. La medición de la presión arterial debe realizarse en ambos brazos en busca de cualquier disparidad (diferencias significativas pueden implicar enfermedad de la aorta torácica o sus ramas principales). Si se sospecha hipovolemia, es prudente medir también los signos vitales posturales. 2. Pulso. La frecuencia cardiaca en reposo debe observarse en cuanto al ritmo y la frecuencia. 3. Frecuencia respiratoria. La respiración debe observarse respecto de frecuencia, profundidad y patrón en reposo. 4. Saturación de oxígeno. B. Estatura y peso. La medición de la estatura y el peso es necesaria para determinar la dosificación farmacológica, los requerimientos hídricos, el gasto urinario adecuado y los ajustes del ventilador. El peso corporal ideal debe calcularse en pacientes obesos mediante la fórmula 50 + (2.3 × [estatura en pulgadas > 60]) en hombres, y 45.5 + (2.3 × [estatura en pulgadas > 60]) en mujeres. C. Cabeza y cuello. Las especificaciones sobre una exploración detallada de cabeza y cuello se explican en el capítulo 14. Durante la evaluación prequirúrgica básica, el anestesiólogo debe evaluar lo siguiente: 1. Abertura oral máxima. Comentar sobre la apertura adecuada para predecir intubación. 2. Tamaño de la lengua. 3. Clasificación de Mallampati (véase el capítulo 14). 4. Distancia tiromentoniana. La distancia tiromentoniana es la distancia entre la punta del mentón y la hendidura tiroidea. Alrededor de tres pulpejos de distancia se consideran normales. Las distancias más cortas o largas pueden ser un signo de intubación difícil. 5. Dentición. Evaluar en busca de dientes sueltos o astillados, coronas artificiales, dentaduras y otros apliques dentales. 6. Vello facial. La barba o bigote grandes pueden interferir y evitar lograr un buen sello en la ventilación con mascarilla y debe notarse. 7. Columna cervical. Evaluar y documentar el rango de movimiento a la flexión, extensión y rotación de la columna cervical. 8. Superficie del cuello. Comentar cualquier desviación traqueal, masas cervicales y distensión venosa yugular. La presencia de un soplo carotídeo es inespecífica, pero puede sugerir la necesidad de más estudios. 9. Circunferencia cervical. Una medición de la circunferencia cervical de 17” (43.2 cm) en hombres y 16” (40.6 cm) en mujeres se relaciona con AOS. D. Precordio. La auscultación cardiaca puede revelar soplos, S3, S4 o un frote pericárdico. E. Pulmones. Auscultar en busca de sibilancias, estertores o crepitación, debe correlacionar con las observaciones referentes a la facilidad de la respiración y el uso de los músculos accesorios de la respiración. F. Abdomen. Cualquier evidencia de distensión abdominal, masas o ascitis debe notarse, ya que pueden predisponer al paciente para regurgitación o compromiso ventilatorio. G. Extremidades. Buscar desgaste o debilidad muscular, perfusión distal, acropaquia, cianosis, edema y la presencia de cualquier infección cutánea (en especial sobre los sitios de canulación vascular planeada o bloqueo de nervio regional). La equimosis o lesión sin explicación, en especial en niños, mujeres y pacientes de edad avanzada, puede ser una indicación de una relación abusiva. H. Espalda. Notar cualquier deformidad, equimosis o infección o cualquier factor que pudiese dificultar la posición del paciente o el desempeño de la analgesia neuraxial. I. Exploración neurológica. Documentar, de modo breve, el estado mental, la función de los nervios craneales, la cognición y la función sensorimotora periférica. V. ESTUDIOS DE LABORATORIO Por lo general no están indicadas las pruebas de laboratorio rutinarias de tamizaje. Los estudios deben elegirse con base en la condición médica del paciente y el procedimiento quirúrgico propuesto. A continuación una breve revisión de los lineamientos actuales. A. Estudios hematológicos. Los estudios hematológicos pueden estar indicados si hay preocupación respecto de la pérdida antes o durante la anestesia significativa de sangre, anemia o coagulopatía. 1. Cifras recientes de hemoglobina/hematocrito. No se cuenta con una cifra mínima universalmente aceptada para el hematocrito antes de la anestesia. Los hematocritos de 25 a 30% (hemoglobina aproximada de 8 g/dL) se toleran bien en individuos sanos, pero podrían provocar isquemia en el paciente con CAD. La etiología y duración de la anemia deben estudiarse. Si la causa no es aparente, puede estar indicado el retraso quirúrgico para permitir el estudio adicional. El paciente saludable sometido a un procedimiento de invasión mínima no requiere detección rutinaria del hematocrito. 2. Estudios plaquetarios. La función plaquetaria puede valorarse mediante una historia de equimosis fácil, sangrado excesivo a través de las encías o cortes menores y antecedentes familiares. Un hallazgo positivo en esta categoría justifica una evaluación adicional por laboratorio y, quizá, la consulta con un hematólogo. 3. Estudios de coagulación. Los estudios de coagulación se solicitan sólo cuando hay una indicación clínica (p. ej., antecedentes de diátesis hemorrágica, uso de anticoagulantes, hepatopatía, enfermedad sistémica grave) o si se planea la anticoagulación posquirúrgica. El estado de coagulación del paciente que recibe heparina de bajo peso molecular puede vigilarse con la medición de las cifras de antifactor Xa. 4. Tipo de sangre/detección de anticuerpos. El tipo y pruebas cruzadas deben obtenerse si se anticipa la pérdida significativa de sangre. B. Química sanguínea. Debe solicitarse un perfil metabólico sólo cuando esté indicado específicamente por la historia y exploración física. Por ejemplo, la medición del nitrógeno ureico y creatinina en sangre está indicada para los pacientes con enfermedad crónica renal, cardiovascular o hepática, así como en aquellos con diabetes u obesidad mórbida. La química sanguínea también está indicada en pacientes que reciben diuréticos, digoxina, esteroides o antibióticos aminoglucósidos. 1. Hipopotasemia. Las cifras bajas de potasio son comunes en el paciente que recibe diuréticos, y se corrigen con facilidad mediante la suplementación oral prequirúrgica de potasio. La hipopotasemia leve (2.8 a 3.5 mEq/L) no debe evitar la cirugía electiva. La corrección rápida con potasio intravenoso puede provocar arritmias y paro cardiaco. Es razonable retrasar la cirugía para la corrección cautelosa de la hipopotasemia marcada, en particular si el paciente recibe digoxina o presenta disritmias (véase el capítulo 4). 2. Hiperpotasemia. Las cifras elevadas de potasio se observan con frecuencia en el paciente con enfermedad renal en etapa terminal. En este caso, el aumento leve del potasio sérico se tolera bien, pero puede ser prudente elegir los líquidos de remplazo que no contienen potasio adicional. Los incrementos grandes de potasio también pueden predisponer a disritmias. El tratamiento de la hiperpotasemia se justifica si las concentraciones exceden de 6 mEq/L o si se observan cambios en el electrocardiograma (ECG). C. Electrocardiograma. El ECG debe obtenerse en el paciente con factores de riesgo para CAD (edad ≥ 65 años, HTN, diabetes mellitus, hipercolesterolemia, antecedentes familiares de CAD y tabaquismo actual). También puede detectar disritmias nuevas y es útil para evaluar la estabilidad de los ritmos anómalos conocidos. El ECG no debe realizarse simplemente debido a la edad avanzada del paciente. Las anomalías ECG en pacientes ancianos son prevalentes, pero no específicas y, por ello, no tienen valor predictivo agregado a los factores de riesgo clínicos (véase el capítulo 10). Aunque el ECG en reposo no es un estudio sensible para isquemia miocárdica oculta, un ECG anormal obliga la correlación con la historia clínica, la exploración física y ECG previos. D. Radiografía de tórax. Debe obtenerse una radiografía de tórax (RxT) en el paciente con signos o síntomas de enfermedad cardiopulmonar aguda o crónica que podría mostrar evidencia radiográfica de cambios en el estado. E. Pruebas de función pulmonar. Las pruebas de función pulmonar (PFP) se utilizan para evaluar la gravedad de la neumopatía y la respuesta a los broncodilatadores. Se ha reconocido su papel en la evaluación de pacientes sometidos a cirugía de resección pulmonar; sin embargo, no se ha demostrado que sean predictivas de complicaciones pulmonares posquirúrgicas en cirugías distintas de la resección pulmonar (véanse los capítulos 3 y 22). VI. OPTIMIZACIÓN MÉDICA PREQUIRÚRGICA Las enfermedades preexistentes deben controlarse o estabilizarse antes de la cirugía. Muchas de las complicaciones relacionadas con estas afecciones pueden prevenirse mediante la administración razonada de fármacos estándar. Algunos medicamentos no deben suspenderse o cambiarse en el periodo perioperatorio. A. Hipertensión. La HTN sin tratamiento puede causar daño de órganos blanco en el periodo perioperatorio. El tratamiento agudo de la HTN crónica puede estar indicado en el paciente con presión arterial sistólica > 20% de la presión basal. Si la HTN persiste a pesar del tratamiento o si la presión arterial es > 180/110 mm Hg, la cirugía electiva debe posponerse hasta controlar la presión arterial. Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y los bloqueadores del receptor de angiotensina pueden provocar hipotensión refractaria durante la anestesia y deben suspenderse el día de la cirugía. Los bloqueadores β, bloqueadores de los canales de calcio y clonidina pueden seguir suministrándose en el periodo perioperatorio. B. Cardiopatía coronaria. Un paciente con CAD conocida (antecedente de injerto de derivación de arteria coronaria o endoprótesis, IM o angina con isquemia previos evidenciados por pruebas de esfuerzo) o uno en riesgo de CAD pueden beneficiarse de la premedicación con bloqueadores β. Un estudio reciente (Devereaux PJ y cols., 2006) sugiere que el uso rutinario de bloqueo β perioperatorio (que antes se consideraba, reducía la mortalidad perioperatoria) en realidad puede ser deletéreo. No obstante, un paciente que recibe terapia bloqueadora β crónica debe continuar su medicamento el día de la cirugía para evitar efectos de abstinencia. Un segundo estudio (Devereaux PJ y cols., 2014) también sugiere que el ácido acetilsalicílico (ASA) perioperatorio se relaciona con efectos colaterales problemáticos. Se requiere más evidencia antes de cambiar los lineamientos actuales. Los lineamientos del Massachusetts General Hospital actuales estipulan que el ASA para prevención primaria y secundaria debe continuarse e incluirse el día de la cirugía, excepto en caso de procedimientos neuroquirúrgicos intracraneales, cirugía espinal intramedular, cirugía del oído medio o región posterior del ojo y posiblemente cirugía prostática. Discontinuar ASA en el paciente que recibe el fármaco para profilaxis secundaria requiere una discusión explícita con el médico de atención primaria, cardiólogo o médico vascular del paciente. La discusión debe sopesar los riesgos cardiovasculares de suspender ASA vs. riesgo de sangrado por el procedimiento. Esta decisión debe documentarse en el expediente del paciente. C. Tratamiento anticoagulante. Dependiendo de la indicación para anticoagulación, un paciente que recibe warfarina puede requerir transición a esquemas con heparina de bajo peso molecular o heparina no fraccionada antes de la cirugía. Esta discusión debe ocurrir directamente entre el cirujano y el cardiólogo (o quien maneje la anticoagulación del paciente). D. Uso crónico de antiinflamatorios no esteroideos. La moderada inhibición de la función plaquetaria observada con el uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) no incrementa el riesgo de sangrado en muchas de las cirugías ni el relacionado con la anestesia espinal (raquídea) o epidural. Pese a ello, algunos cirujanos pueden dudar en continuar suministrando AINE por los resultados preliminares de la investigación que sugieren efectos deletéreos sobre la cicatrización ósea. Se requieren más datos al respecto. Dadas las publicaciones opuestas, puede justificarse una discusión con el cirujano respecto de los AINE. La reversión completa de los efectos de ASA requiere 7 a 10 días para la síntesis de nuevas plaquetas, mientras que el efecto de otros AINE se resuelve en tres o cuatro vidas medias. Es probable que celecoxib no afecte la función plaquetaria, y por ello, puede seguir proporcionándose en el periodo perioperatorio. E. Tolerancia a opioides. Las dosis habituales de opioides deben continuar suministrándose en el periodo perioperatorio. Un paciente que recibe metadona debe seguir su dosificación usual incluso el día de la cirugía. Si recibe Suboxone, debe formularse un plan terapéutico perioperatorio por el médico del paciente, su cirujano o asesor anestesiólogo. El anestesiólogo debe tomar en cuenta los riesgos vs. beneficios de continuar o suspender el medicamento y el momento óptimo para esto último, antes de informar al paciente. F. Asma. Un paciente con asma moderada a grave suele requerir tratamiento con salbutamol o ipratropio a través de un inhalador de dosis medida antes de la cirugía. Un paciente con sibilancias debe referirse al neumólogo o a su médico de atención primaria para optimización médica y control de los síntomas antes de proceder con la cirugía. Todos los medicamentos para asma (inhalados y orales) deben seguir proporcionándose en el periodo perioperatorio. G. Diabetes mellitus. El paciente diabético puede encontrarse hiperglucémico o hipoglucémico en el periodo perioperatorio. La hiperglucemia suele predisponer al paciente a un estado hiperosmolar que puede provocar función enzimática alterada (p. ej., sintasa de óxido nítrico, elastasa leucocitaria, amilasa, lipasa), cetoacidosis diabética o un estado hiperglucémico hiperosmolar no cetósico. Deben obtenerse cifras capilares prequirúrgicas de glucosa y las cifras anormales deben tratarse según sea necesario (véase el capítulo 6). H. Riesgo de aspiración elevado. Los lineamientos para reducir el riesgo de aspiración pulmonar los ha publicado la ASA y deben tomarse en cuenta para pacientes con riesgo alto de aspiración, que incluyen cualquier paciente con hernia hiatal más síntomas de reflujo, vía aérea difícil, íleo, obesidad, diabetes descontrolada, estado de alerta alterado, embarazo o cualquier paciente traumatológico. No se recomienda el uso rutinario de profilaxis para aspiración en el paciente sin factores de riesgo. Los siguientes medicamentos son eficaces para aumentar el pH del ácido gástrico, pero se cuenta con poca evidencia concluyente de que disminuyan la frecuencia de aspiración pulmonar o reduzcan la morbimortalidad en pacientes que aspiran contenido gástrico. 1. Antagonistas de histamina. Los antagonistas de histamina producen un decremento de la producción de ácido gástrico relacionado con la dosis. La cimetidina, 200 a 400 mg orales o intravenosos, y ranitidina, 150 a 300 mg orales o 50 a 100 mg intravenosos o intramusculares, reducen de modo significativo el volumen y la acidez de las secreciones gástricas. Los esquemas multidosis (la noche previa y la mañana de la cirugía) son los más eficaces, aunque la administración parenteral puede utilizarse para lograr un inicio rápido (< 1 hora). La cimetidina prolonga la eliminación de numerosos fármacos, incluidos teofilina, diazepam, propranolol y lidocaína, con posible aumento de la toxicidad de éstos. La ranitidina no se ha relacionado con dichos efectos colaterales. 2. Inhibidores de la bomba de protones. Algunos ejemplos de inhibidores de la bomba de protones son omeprazol y esomeprazol. Estos medicamentos tienen gran eficacia para reducir la producción de ácido, pero no funcionan con la rapidez suficiente como para utilizarse en el periodo prequirúrgico inmediato. Un paciente que recibe estos medicamentos de modo crónico debe recibir una dosis la noche previa o la mañana de la cirugía. 3. Antiácidos. Las suspensiones coloidales de antiácidos neutralizan con eficacia el ácido gástrico, pero pueden causar neumonitis en caso de aspiración. Un antiácido no particulado, como citrato de sodio y ácido cítrico, 30 a 60 mL, 30 minutos antes de la inducción, es menos eficaz para aumentar el pH gástrico, pero también es menos deletéreo si se aspira. 4. Metoclopramida. La metoclopramida refuerza el vaciamiento gástrico al aumentar el tono del esfínter esofágico inferior y relajar el píloro de modo simultáneo. Puede administrarse una dosis oral de 10 mg 1 a 2 horas antes de la inducción de la anestesia. La dosis intravenosa (IV), 10 a 20 mg, puede administrarse en el área de inducción. Cuando se administra IV, la metoclopramida debe administrarse con lentitud para evitar el cólico abdominal. Como todos los antagonistas de dopamina, la metoclopramida puede producir distonía u otros efectos extrapiramidales. No debe administrarse en caso de sospecha de obstrucción intestinal. I. Otros medicamentos. En general, los anticonvulsivos, antiarrítmicos, esteroides y suplementos hormonales pueden continuarse a través del periodo perioperatorio. VII. VALORACIÓN Y PLAN ANESTÉSICOS A. Clase de estado físico según ASA. La clase ASA brinda una impresión general de la complejidad de la condición médica del paciente. Éste debe asignarse sólo a una de las siguientes clases de estado físico: 1. Clase 1. Paciente sano (sin anomalías fisiológicas, físicas o psicológicas). 2. Clase 2. Paciente con enfermedad sistémica leve sin limitación de las actividades diarias. 3. Clase 3. Paciente con enfermedad sistémica grave que limita la actividad, pero no es discapacitante. 4. Clase 4. Paciente con enfermedad sistémica discapacitante que es un riesgo constante para la vida. 5. Clase 5. Paciente moribundo que no se espera sobreviva 24 horas con o sin la cirugía. 6. Clase 6. Paciente con muerte cerebral cuyos órganos se retirarán con propósitos de donación. 7. Emergente. Si el procedimiento se realiza como emergencia, se agrega una E al estado físico ASA previamente definido. B. Manejo de la vía aérea. Considerar la valoración actual de la vía aérea, su manejo previo, el riesgo de aspiración y el procedimiento planeado (incluida la posición y duración estimada). C. Monitorización. Evaluar la necesidad de monitorización invasiva. El paciente sano sometido a cirugía de invasión mínima requiere sólo monitoreo estándar propuesto por la ASA. Sin embargo, si el paciente tiene enfermedad cardiovascular significativa o puede presentar grandes fluctuaciones hemodinámicas durante la cirugía, debe considerarse la monitorización invasiva (p. ej., presión venosa central para vigilancia de volumen, catéter arterial para inestabilidad hemodinámica potencial). D. Opciones anestésicas. Se dispone de numerosos métodos para proporcionar anestesia, analgesia y estabilidad hemodinámica para cualquier tipo de cirugía. Por tanto, la anestesia general, la anestesia regional y sus combinaciones deben revisarse y considerarse. VIII. EXPLICACIÓN AL PACIENTE El periodo perioperatorio representa estrés emocional para el paciente, que puede tener temor sobre la cirugía y la anestesia. El anestesiólogo puede aliviar muchos de estos miedos con una explicación al paciente. Si el doctor que realiza la valoración no es quien administra la anestesia, el paciente debe tranquilizarse respecto de sus preocupaciones y saber que sus necesidades serán transmitidas y satisfechas. Incluso, el anestesiólogo debe explicar, a detalle, los eventos del periodo perioperatorio, además corresponde a él brindar instrucción e información sobre lo siguiente: A. Procedimientos perioperatorios. Se brindará una explicación sobre los procedimientos que ocurrirán antes de la inducción (p. ej., colocación de catéteres intravenosos, arterial o epidural, colocación de monitores habituales, preoxigenación, presión cricoidea) mientras se asegura que la sedación y analgesia suplementarias (local e intravenosa) se administrarán según sea necesario durante este periodo. B. Uso de medicamentos prequirúrgicos. El mantenimiento o discontinuación de los medicamentos en el periodo perioperatorio debe explicarse a fondo al paciente (véase la sección VI). C. Ayuno prequirúrgico. Véase la tabla 1.1. D. Recuperación posquirúrgica. Explicar el plan previsto para la recuperación posquirúrgica en la unidad de cuidados posanestesia o UCI. E. Control del dolor. Detallar el plan para el control perioperatorio del dolor. F. Donación de sangre autóloga. La donación autóloga puede considerarse en el paciente estable programado para cirugía, en el que la transfusión sanguínea es probable, como en la artroplastia total y la prostatectomía radical. Esta donación puede programarse mediante la Cruz Roja si los recursos locales no son los adecuados. IX. CONSENTIMIENTO INFORMADO El consentimiento informado implica discutir con el paciente el plan anestésico, las alternativas para este plan y las complicaciones potenciales. Esta discusión debe realizarse en términos comprensibles para el lego e individualizarse según el grado de comodidad del paciente. Debe llevarse a cabo en el idioma nativo del paciente con intérpretes capacitados para la traducción médica. Para algunos idiomas raros, puede ser necesario realizar una entrevista con la asistencia de un intérprete vía telefónica. Los niños pequeños no deben emplearse como intérpretes para obtener el consentimiento informado, aunque un familiar adulto puede fungir como intérprete si el paciente firma una exención de divulgación que establezca que el paciente elige dispensar su acceso a un traductor asignado por el hospital. A. Explicación sobre la anestesia general. Ciertos aspectos del manejo anestésico se encuentran fuera del ámbito de la experiencia común y deben definirse a detalle y discutirse con anticipación. Algunos ejemplos incluyen la intubación endotraqueal, la ventilación mecánica, monitorización hemodinámica invasiva, técnicas de anestesia regional, transfusión de productos hemáticos y cuidados posquirúrgicos en UCI. B. Alternativas. Las alternativas al plan de manejo sugerido deben presentarse a medida que se torne necesario si el procedimiento planeado falla o hay un cambio en las circunstancias clínicas. C. Riesgos. Los riesgos relacionados con los procedimientos anestésicos deben explicarse de tal manera que sean útiles para la persona encargada de la toma de decisiones. En general, la explicación es aplicable a las complicaciones que ocurren con una frecuencia relativamente alta —no para todos los riesgos remotamente posibles—. El anestesiólogo debe familiarizar al paciente con la mayoría de las complicaciones graves frecuentes de los siguientes procedimientos comunes: 1. Anestesia regional. Los riesgos de la anestesia regional incluyen cefalea, infecciones, sangrado local, lesión nerviosa, reacciones farmacológicas y posible falla para proporcionar la anestesia adecuada. Ciertas técnicas anestésicas regionales pueden conllevar riesgos más específicos (p. ej., neumotórax después de bloqueo de nervio infraclavicular) y deben sopesarse contra los beneficios relacionados específicos del paciente. La anestesia general y sus riesgos también deben discutirse por si fuese necesaria. 2. Anestesia general. Los riesgos de la anestesia general incluyen ardor faríngeo, disfonía, náusea y vómito, lesión dental y reacciones alérgicas a los fármacos administrados. La posibilidad de conciencia durante la anestesia, lesión pulmonar o cardiaca, ataque cerebral vascular (EVC) o muerte, pérdida visual posquirúrgica, disfunción cognitiva posquirúrgica, intubación posquirúrgica o admisión a UCI deben discutirse cuando sea adecuado. 3. Transfusión sanguínea. Los riesgos relacionados con la transfusión sanguínea son fiebre, reacciones hemolíticas e infecciones. En la actualidad, el riesgo de transmisión del virus de hepatitis B es 1 en 360 000, mientras que el riesgo de transmisión del virus de inmunodeficiencia humana y del virus de hepatitis C es 1 en 2 000 000 unidades transfundidas. 4. Canulación vascular. Los riesgos de los catéteres intravenosos comprenden lesión de nervios periféricos, tendones o vasos sanguíneos. El hemotórax, neumotórax e infecciones son riesgos relacionados con el acceso venoso central. 5. Riesgos indefinidos. En casos en donde el riesgo no esté definido objetivamente, el paciente también debe estar informado. D. Circunstancias atenuantes. Los procedimientos anestésicos pueden proceder sin el consentimiento informado en situaciones de emergencia. E. Creencias religiosas/personales. Ciertas creencias y deseos personales pueden justificar alguna consideración especial antes de la cirugía. El paciente testigo de Jehová sometido a cirugía electiva debe contar con un plan claro comprensible y acordado, tanto por el paciente como por el equipo quirúrgico completo. Las mismas consideraciones son aplicables al paciente con órdenes de “no reanimar” (véase el capítulo 41). X. DOCUMENTACIÓN La nota preanestésica es un documento médico-legal en el expediente clínico permanente. Como tal, debe ser una declaración concisa, legible, que incluya la fecha y hora de la entrevista, el procedimiento planeado y la lateralidad (si es aplicable). Debe incluir los hallazgos positivos y negativos relevantes de la historia clínica, la exploración física y los estudios de laboratorio, incluida una lista de alergias y medicamentos relevantes como ya se señaló con anterioridad. También debe incluirse una lista de problemas que describa todos los procesos patológicos, sus tratamientos y limitaciones funcionales actuales. La nota también debe detallar la discusión que ocurrió con el paciente, incluidas las opciones anestésicas, los riesgos particulares, las necesidades de monitorización y los planes posquirúrgicos. XI. PREMEDICACIÓN EL DÍA DE LA CIRUGÍA A. Sedantes y analgésicos. El objetivo de administrar sedantes y analgésicos antes de la cirugía es aliviar la ansiedad del paciente, disminuir el dolor durante la administración de la anestesia regional y la colocación de catéteres prequirúrgicos, y facilitar la inducción suave de la anestesia. Se ha demostrado que los requerimientos de estos fármacos pueden reducirse mediante la visita prequirúrgica del anestesiólogo. La dosis de sedantes y analgésicos debe reducirse o suspenderse en el paciente de edad avanzada, debilitado o con intoxicación aguda. La dosis también debe reducirse en el paciente con obstrucción de la vía aérea superior, apnea central, deterioro neurológico, neumopatía grave o valvulopatía cardiaca. 1. Benzodiacepinas. Las benzodiacepinas son muy eficaces en el tratamiento de la ansiedad. También producen amnesia excepcional. a. Midazolam. El midazolam, 1 a 3 mg intravenosos o intramusculares, es una benzodiacepina de acción corta que brinda excelente amnesia anterógrada y sedación. No debe administrarse a pacientes sedados sin vía aérea segura, y puede causar depresión respiratoria significativa, en especial en combinación con un opioide. b. Lorazepam. El lorazepam, 1 a 2 mg orales o intravenosos, también puede utilizarse, pero puede causar amnesia más prolongada y sedación posquirúrgica. No debe administrarse por vía intramuscular. 2. Barbitúricos. Es raro que se usen barbitúricos para sedación prequirúrgica; no obstante, en ocasiones los no anestesiólogos utilizan pentobarbital para sedación durante procedimientos diagnósticos. 3. Opioides. Los opioides pueden administrarse antes de la cirugía al paciente que presenta, o se espera que presente, dolor significativo o al dependiente de opioides. El paciente que proviene de piso pudo haber recibido ya morfina, hidromorfona o meperidina, por lo que presenta un mayor requerimiento opioide perioperatorio. El paciente dependiente de opioides debe recibir premedicación suficiente para superar la tolerancia y prevenir la abstinencia perioperatoria. El fentanil intravenoso es apropiado antes de la inducción, ya que sus efectos son rápidos e intensos, pero de corta duración. B. Anticolinérgicos. Los anticolinérgicos no se utilizan con frecuencia para premedicación. El glicopirrolato, 0.2 a 0.4 mg intravenosos en adultos y 10 a 20 μg/kg en pacientes pediátricos, puede administrarse en conjunción con ketamina como antisialogogo. En ocasiones, este efecto antisialogogo es deseable durante la cirugía oral, la broncoscopia o la intubación con fibra óptica. C. Antieméticos. Los antieméticos pueden administrarse antes de la inducción o durante la cirugía para prevenir NVPO (véase el capítulo 36). Los antieméticos profilácticos deben considerarse en el paciente con por lo menos dos factores de riesgo (véase la sección III.D.2). La profilaxis adecuada incluye el uso de por lo menos dos antieméticos con diferentes mecanismos de acción (véase la tabla 1.2). El medicamento de primera elección debe ser el más seguro y el menos costoso. D. Mitigantes del riesgo de aspiración. Los mitigantes del riesgo de aspiración pueden estar justificados el día de la cirugía en el paciente en riesgo (véase la sección VI.H). XII. RETRASO DEL PROCEDIMIENTO QUIRÚRGICO En ocasiones, es mejor para el paciente retrasar los procedimientos electivos para una evaluación médica y optimización adicionales. Algunas condiciones pueden aumentar significativamente la morbimortalidad si no se evalúan y tratan de modo apropiado. A. Infarto miocárdico reciente. Si el paciente presentó un IM en los últimos 30 días, la cirugía electiva debe posponerse. B. Disritmia de inicio reciente. La aparición de fibrilación auricular, aleteo auricular, taquicardia supraventricular, taquicardia ventricular sostenida y bloqueo cardiaco de segundo y tercer grados deben evaluarse con un ECG, tira de ritmo, equilibrio electrolítico y consulta de cardiología. La cirugía debe posponerse hasta que la valoración esté completa, se determine la etiología y se establezca la estabilidad. C. Coagulopatía. Las coagulopatías pueden predisponer al paciente a pérdida masiva de sangre durante la cirugía. De este modo, la cirugía debe posponerse hasta que todas las etiologías posibles se investiguen a fondo y se traten. La coagulopatía puede ser resultado de una infinidad de etiologías que incluyen, pero no se restringen a, disfunción hepática, uso de medicamentos y sepsis. El paciente debe presentar un recuento plaquetario > 50 000 antes de proceder con la cirugía electiva. D. Hipoxia. Si la hipoxia tiene una etiología poco clara, la cirugía debe posponerse hasta que se investigue la causa y el paciente quede optimizado. La hipoxia tiene numerosas causas, desde una fracción disminuida de oxígeno inspirado hasta un defecto septal ventricular grande. La evaluación debe iniciar con gases en sangre arterial y RxT. Deben llevarse a cabo estudios diagnósticos adicionales según se justifique. E. Síntomas cardiovasculares de inicio reciente. La angina inestable, el dolor pre-cordial nuevo o sus cambios y la aparición o cambios de la dificultad respiratoria o disnea de esfuerzo causan preocupación. La cirugía debe posponerse hasta que estos síntomas los evalúe por completo un cardiólogo u otro especialista adecuado. Los cambios en el ECG, en especial aquellos indicativos de IM silencioso (p. ej., bloqueo bifascicular u ondas Q nuevas y significativas), deben evaluarse antes de los procedimientos electivos. F. Soplos nuevos. Los soplos cardiacos con importancia auscultatoria de inicio reciente pueden ser indicativos de un cambio en la patología valvular y deben evaluarse por Enteric cytopathogenic human orphan viruses (ECHO) o cardiología antes de proceder a la cirugía electiva. Lecturas recomendadas American Society of Anesthesiologists. Practice Advisory for the Perioperative Management of Patients with Cardiac Rhythm Management Devices: Pacemakers and Implantable Cardioverter-Defibrillators. Available from: https://www.asahq.org/For-Members/PracticeManagement/Practice-Parameters.aspx American Society of Anesthesiologists. Practice Advisory for Preanesthesia Evaluation. Available from: https://www.asahq.org/For-Members/Practice-Management/PracticeParameters.aspx American Society of Anesthesiologists. Practice Guidelines for the Management of Patients with Obstructive Sleep Apnea. Available from: https://www.asahq.org/ForMembers/Practice-anagement/Practice-Parameters.aspx American Society of Anesthesiologists. Practice Guidelines for Preoperative Fasting and the Use of Pharmacologic Agents to Reduce the Risk of Pulmonary Aspiration: Application to I. CONSIDERACIONES GENERALES Las complicaciones pulmonares posquirúrgicas (CPPQ), por ejemplo, la exacerbación de la neumopatía preexistente, la neumonía o la insuficiencia respiratoria, son tan prevalentes como las complicaciones cardiacas y contribuyen a la morbimortalidad y al aumento de la duración de la estancia hospitalaria. Aunque se requiere mayor investigación, en la actualidad los factores de riesgo para CPPQ pueden clasificarse ampliamente en aquellos relacionados con el paciente y con el procedimiento. Las CPPQ pueden reducirse en todos los tipos de procedimientos mediante la identificación de los pacientes en riesgo, optimizar su terapia médica prequirúrgicamente, llevar a cabo cuidados intraquirúrgicos vigilantes y brindar cuidados posquirúrgicos agresivos con énfasis en la analgesia y la expansión pulmonar. A. La evidencia de un metaanálisis apoya la reducción del riesgo para pacientes específicos (véase la sección III.A.1). B. Los factores de riesgo relacionados con el procedimiento incluyen: 1. Anestesia general. 2. Cirugía de emergencia. 3. Cirugía que dura más de 3 horas. 4. Sitio quirúrgico (abdominal, torácico, cabeza y cuello, vascular y neurocirugía). C. Las intervenciones posquirúrgicas recomendadas para aquellos en riesgo comprenden utilizar maniobras de expansión y sondas nasogástricas de modo selectivo (véase la sección VIII). II. CLASIFICACIÓN DE LA ENFERMEDAD PULMONAR A. Las enfermedades obstructivas de la vía aérea se caracterizan por velocidades anómalas de flujo gaseoso espiratorio. La limitación del flujo aéreo puede ser estructural o funcional. El mecanismo de hipoxemia en la enfermedad obstructiva es principalmente a través de la disparidad regional entre ventilación y perfusión (disparidad ). La disnea, un síntoma principal, tiene un origen multifactorial, pero se relaciona en gran medida con la carga de los músculos respiratorios. 1. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una enfermedad de progresión lenta, que implica a las vías respiratorias o al parénquima pulmonar, con pérdida gradual de la función pulmonar. La EPOC duplica el riesgo de CPPQ, y se relaciona con mayores complicaciones posquirúrgicas renales y cardiacas. En general, se clasifica como atribuible a enfisema (“soplador rosado”) o bronquitis crónica (“abotagado azul”). A pesar de que es común que coexistan, aquí se consideran como entidades separadas. a. El enfisema se debe a un aumento de tamaño anómalo y permanente de los espacios aéreos distales a los bronquiolos terminales, acompañado de cambios destructivos de la pared alveolar. Esto provoca la pérdida del retroceso elástico normal del pulmón con cierre prematuro subsecuente de la vía aérea a volúmenes pulmonares mayores de lo normal durante la espiración. b. La bronquitis crónica se define como la presencia de tos productiva durante, por lo menos, tres meses cada una en dos años sucesivos en una persona en quien las secreciones excesivas no se deben a otras enfermedades. El factor precipitante más común es el tabaquismo. 2. El asma es un síndrome complejo y heterogéneo caracterizado por obstrucción variable del flujo aéreo, inflamación de las vías respiratorias y respuesta incrementada de la vía aérea a una variedad de estímulos que incluyen ejercicio, frío, sequedad o instrumentación de la vía aérea, infecciones, medicamentos y exposición ocupacional. 3. La fibrosis quística (FQ) implica la secreción de moco muy viscoso. Esto provoca obstrucción, fibrosis, infección pulmonar crónica y caquexia. Los cambios tardíos incluyen neumotórax y bronquiectasias con hemoptisis, hipoxemia, retención de dióxido de carbono e insuficiencia respiratoria. B. La enfermedad pulmonar restrictiva se caracteriza por una disminución de la distensibilidad pulmonar y puede ser intrínseca o extrínseca. Por lo general, la resistencia de la vía aérea es normal, mientras que los volúmenes pulmonares y la capacidad de difusión están reducidos. Como en la enfermedad obstructiva, la causa primaria de la hipoxemia en los estados restrictivos es la disparidad . Con frecuencia, los pacientes tienen múltiples razones para la disfunción pulmonar, así como defectos obstructivos y restrictivos mixtos. El diagnóstico apropiado requiere una historia clínica y una exploración física cuidadosas. Las pruebas de función pulmonar pueden ser necesarias para diferenciar los defectos obstructivos de los restrictivos y pueden emplearse para valorar la respuesta del paciente a la terapia. 1. Intrínseca a. El edema pulmonar ocurre cuando se acumula líquido en el intersticio y los alveolos por mecanismos hidrostáticos, cardiogénicos (p. ej., insuficiencia cardiaca congestiva [ICC]) o “no cardiogénicos” (p. ej., síndrome de dificultad respiratoria aguda [SDRA]). b. La enfermedad intersticial pulmonar causa inflamación/fibrosis del intersticio, alveolos o lechos vasculares. Esto último puede provocar hipertensión pulmonar y cor pulmonale. Algunos ejemplos incluyen sarcoidosis, hipersensibilidad crónica, neumonitis y fibrosis por radiación. 2. Extrínseca a. Enfermedad pleural, fibrosis o efusión. b. Deformidad de la pared torácica, como cifoescoliosis, espondilitis anquilosante, pectus excavatum, traumatismos o quemaduras. c. Compresión diafragmática por obesidad, ascitis, embarazo o por retracción durante cirugía abdominal. C. La hipertensión pulmonar se caracteriza por una presión media de la arteria pulmonar no mayor de 25 mm Hg en reposo (o > 30 mm Hg al ejercicio), con una presión de oclusión normal de la arteria pulmonar (capilar en cuña). Puede provocar dilatación de la aurícula y ventrículo derechos, hipertrofia e insuficiencia, y es posible que aumenten las CPPQ. Se clasifica como sigue: 1. La hipertensión arterial pulmonar primaria ocurre debido al depósito idiopático de fibrina en los capilares y arteriolas pulmonares, acompañado de trombogénesis aumentada. El área transversal total de la vasculatura pulmonar puede reducirse de manera marcada. 2. Hipertensión pulmonar por insuficiencia cardiaca izquierda. 3. Hipertensión pulmonar por neumopatía o hipoxia. 4. Hipertensión pulmonar tromboembólica crónica. 5. Hipertensión pulmonar con mecanismos poco claros o multifactoriales (p. ej., sarcoidosis y vasculitis). III. IDENTIFICACIÓN DEL PACIENTE EN RIESGO A. Historia 1. La información a obtener, que se relaciona con el paciente, según metaanálisis, comprende edad avanzada (> 60 años), neumopatía preexistente (p. ej., EPOC) e información no pulmonar relacionada con el estado físico y condiciones generales (ASA-PS 2 o mayor, estado funcional deficiente, desnutrición e ICC). Otros factores de riesgo pueden ser hipoxemia, anemia, apnea obstructiva del sueño (AOS), infecciones respiratorias recientes y sepsis actual. Entre los factores predictivos de laboratorio se cuenta con evidencia sólo para las cifras bajas de albúmina (< 30 g/L) para predecir CPPQ. 2. Deben buscarse síntomas de neumopatía como tos, expectoración, hemoptisis, sibilancias, disnea y dolor torácico. Tienen que definirse las exposiciones ocupacionales, medicamentos y cambios recientes en el estado clínico, así como los síntomas de AOS. 3. La tos crónica puede sugerir bronquitis o asma. Si la tos es productiva, el esputo debe examinarse en busca de evidencia de infección y, si es apropiado, enviarse para tinción de Gram, cultivo o citología. 4. La historia de tabaquismo debe cuantificarse en cajetillas-años (cantidad de cajetillas fumadas por día, multiplicada por la cantidad de años fumados). Los riesgos de cáncer, EPOC y CPPQ son directamente proporcionales a la historia de tabaquismo. 5. La disnea es una sensación desagradable de la respiración. El grado de actividad debe definirse; la disnea grave (que ocurre con la actividad mínima o en reposo) puede ser un factor predictivo, tanto de una reserva ventilatoria deficiente como de la necesidad de soporte ventilatorio posquirúrgico. B. Hallazgos físicos 1. Hábito corporal y apariencia general. a. La obesidad, el embarazo y la cifoescoliosis reducen los volúmenes y capacidades pulmonares (capacidad residual funcional [CRF] y la capacidad pulmonar total [CPT]), así como la distensibilidad pulmonar, y predisponer a atelectasias e hipoxemia. b. Los pacientes desnutridos caquécticos presentan impulso respiratorio disminuido y menor fuerza muscular, por lo que presentan predisposición a neumonía. c. La cianosis requiere una concentración mínima reducida de hemoglobina de 5 g/dL. La aparición de cianosis depende de numerosos factores, incluido el gasto cardiaco, la captación de oxígeno por los tejidos y la concentración de hemoglobina. La cianosis sugiere hipoxemia, pero puede ser poco confiable. 2. Signos respiratorios. Debe valorarse la frecuencia y patrón respiratorios, coordinación diafragmática y el uso de los músculos accesorios. a. La taquipnea, una frecuencia respiratoria mayor de 25 respiraciones/minuto, por lo general es el signo más temprano de insuficiencia respiratoria. b. Patrón respiratorio: 1. La respiración con los labios fruncidos, la posición en tripié y el esfuerzo espiratorio visible pueden ser indicativos de obstrucción de la vía aérea. 2. El uso de los músculos accesorios incrementa con la carga y disfunción del diafragma y los músculos intercostales. 3. La asimetría en la expansión de la pared torácica puede producirse por la obstrucción bronquial unilateral, traumatismos, neumotórax, efusión pleural, consolidación pulmonar o lesión de nervio frénico unilateral (causa de hemidiafragma elevado). 4. La desviación traqueal puede sugerir neumotórax o enfermedad mediastinal con compresión traqueal. Los casos graves pueden causar dificultad durante la intubación u obstrucción de la vía aérea durante la inducción de la anestesia general. 5. Respiración paradójica. En condiciones normales, la pared abdominal debe moverse hacia fuera con la pared torácica durante la inspiración. La respiración paradójica ocurre cuando el abdomen colapsa a medida que la pared torácica se expande durante la inspiración y sugiere parálisis o disfunción grave del diafragma. c. Auscultación 1. Los ruidos respiratorios disminuidos pueden indicar consolidación local, neumotórax o efusión pleural. 2. Los estertores, usualmente en las porciones pendientes, pueden indicar atelectasias o ICC. 3. Las sibilancias suelen indicar enfermedad obstructiva de la vía aérea. 4. El estridor puede ser indicativo de estenosis de las vías respiratorias superiores. 3. Signos cardiovasculares a. El pulso paradójico puede observarse en pacientes con asma, y se define como un decremento de la presión arterial sistólica > 10 mm Hg durante la inspiración. Es probable que se deba a la afección selectiva del llenado y eyección del ventrículo izquierdo secundaria a la presión pleural negativa generada durante la ventilación espontánea. El pulso paradójico también puede observarse en el taponamiento pericárdico y la obstrucción de la vena cava superior, pero el mecanismo fisiológico es diferente al del asma. b. La hipertensión pulmonar ocurre como resultado de la resistencia vascular pulmonar aumentada. c. Los signos clínicos pueden incluir desdoblamiento del segundo ruido cardiaco con un componente pulmonar acentuado, distensión venosa yugular, hepatomegalia, reflujo hepatoyugular y edema periférico. d. Los factores que pueden provocar un aumento agudo de la resistencia vascular pulmonar incluyen hipoxia, hipercarbia, acidosis, embolia pulmonar, SDRA y el uso de valores altos de presión positiva al final de la espiración (PEEP). C. Estudios diagnósticos 1. Radiografía de tórax a. La hiperinflación y las marcas vasculares disminuidas son características de EPOC y asma. b. La efusión pleural, la fibrosis pulmonar y las anomalías esqueléticas (cifoescoliosis y fracturas costales) pueden predecir estados patológicos restrictivos. c. Enfermedad de los espacios aéreos, incluidos ICC, consolidación, atelectasias, colapso lobar (obstrucción bronquial) y neumotórax, son un factor predictivo importante de disparidad e hipoxemia. d. Las lesiones específicas, que incluyen neumotórax, ampollas enfisematosas y quistes, pueden descartar el uso de óxido nitroso. e. La estenosis o desviación traqueales pueden ocurrir como resultado de compresión o masas mediastinales. El estudio adicional con tomografía computarizada o imagen por resonancia magnética puede ser valioso para detallar la localización precisa y el grado de obstrucción de las lesiones traqueales y bronquiales. 2. Electrocardiograma. Los signos electrocardiográficos de disfunción pulmonar significativa incluyen los siguientes: a. Voltaje bajo y poca progresión de la onda R atribuibles a hiperinflación. b. Signos de hipertensión pulmonar y cor pulmonale, como: 1. Desviación del eje a la derecha. 2. P pulmonar (ondas P > 2.5 mm de altura en la derivación II). 3. Hipertrofia ventricular derecha (razón R/S > 1 en la derivación V1). 4. Bloqueo de rama derecha del haz. 3. Tensión de los gases en sangre arterial. a. Presión parcial de oxígeno (PaO2). La hipoxemia se considera grave cuando la PaO2 es menor de 55 mm Hg. Los pacientes con hipoxemia grave en reposo tienen disfunción pulmonar significativa y se encuentran en mayor riesgo de CPPQ. b. Presión parcial de dióxido de carbono (PaCO2). La hipercarbia ocurre cuando la PaCO2 es mayor de 45 mm Hg. Los pacientes que retienen dióxido de carbono de manera crónica, con frecuencia tienen enfermedad pulmonar en etapa terminal con poca o ninguna reserva y están en mayor riesgo de CPPQ. c. La medición del pH junto con PaCO2 permite la determinación de alteraciones ácido-base. 4. Las pruebas de función pulmonar (PFP) miden la mecánica pulmonar y la reserva funcional, además de proporcionar una valoración objetiva de la función pulmonar. En este contexto, se utilizan para estimar la función pulmonar residual después de resección pulmonar, medida por estudios de función por separado (que cuantifican la disfunción en cada pulmón). No está claro el impacto de las PFP prequirúrgicas sobre la predicción del riesgo de CPPQ de importancia clínica en otros procedimientos quirúrgicos. El uso de PFP prequirúrgicas en la evaluación de estos pacientes debe individualizarse. Los valores normales para un hombre adulto de 70 kg incluyen CPT, 5.5 L; capacidad vital (CV), 4 L; CRF, 2.5 L; volumen residual (VR), 1.5 L; y volumen espiratorio forzado en el primer segundo (VEF1), 3.2 L, el cual es 80% de la CV. Los defectos obstructivos se caracterizan por aumento de CPT, CRF y VR con VEF1 reducido (< 80%). Los defectos restrictivos se caracterizan por disminuciones proporcionales en todos los volúmenes pulmonares con una razón VEF1/CVF normal o aumentada. IV. EFECTOS DE LA ANESTESIA Y DE LA CIRUGÍA SOBRE LA FUNCIÓN PULMONAR La anestesia general disminuye los volúmenes pulmonares y promueve la disparidad , así como la formación de atelectasias. Numerosos anestésicos aminoran la respuesta ventilatoria a la hipercarbia y la hipoxia. En el posquirúrgico, las atelectasias y la hipoxemia son hallazgos comunes, en especial en pacientes con neumopatía preexistente. La función pulmonar se compromete en mayor grado por el dolor posquirúrgico, que puede limitar la tos y la expansión pulmonar. A. Mecánica respiratoria e intercambio de gases 1. La anestesia general y la posición supina disminuyen la CRF. Las atelectasias ocurren cuando los volúmenes pulmonares durante la respiración corriente caen por debajo del volumen al cual ocurre el cierre de la vía aérea (capacidad de cierre). La PEEP puede minimizar este efecto. La posición supina causa un movimiento cefálico del diafragma y una reducción de la CRF. 2. La ventilación con presión positiva comparada con la respiración espontánea provoca disparidad ). Durante la ventilación con presión positiva, las porciones no colgantes del pulmón reciben mayor proporción de ventilación que las porciones pendientes. En contraste, el flujo sanguíneo pulmonar tiende a aumentar en las porciones pendientes del pulmón; su distribución se afecta por la gravedad y la distribución anatómica de los vasos pulmonares. El resultado es un incremento variable tanto de la disparidad como del espacio muerto fisiológico. B. Regulación de la respiración 1. La respuesta ventilatoria a la hipercarbia la reducen los anestésicos inhalados, propofol, barbitúricos y opioides. La PaCO2 aumenta con la ventilación espontánea durante la anestesia general, así como el umbral apneico (la PaCO2 a la cual los pacientes que han presentado hiperventilación a la apnea reanudan la ventilación espontánea). 2. La respuesta ventilatoria a la hipoxia también puede aminorarse por los anestésicos inhalados, propofol, barbitúricos y opioides. Este efecto tiene importancia particular en pacientes con neumopatía crónica grave que, en condiciones normales, retienen dióxido de carbono y dependen más del impulso hipóxico para aumentar la ventilación. 3. Los efectos depresores respiratorios de los anestésicos y analgésicos pueden tornarse más pronunciados en pacientes con AOS. C. Efecto de la cirugía. La función pulmonar posquirúrgica se afecta por el sitio quirúrgico. La capacidad para toser y respirar profundo se reduce después de la cirugía abdominal, en comparación con los procedimientos periféricos, y parece relacionarse con la disfunción diafragmática y con el dolor producto de la tos y la respiración profunda. La CV puede reducirse hasta 75% después de procedimientos abdominales superiores y cerca de 50% después de cirugía abdominal inferior o torácica. La recuperación de la función pulmonar normal puede tardar varias semanas. Los procedimientos periféricos tienen poco impacto sobre la CV o la capacidad para eliminar secreciones. D. Efecto sobre la función ciliar. En condiciones normales, las vías respiratorias superiores calientan y humedecen el aire inspirado, brindando un ambiente ideal para la función normal de los cilios y moco del tracto respiratorio. La anestesia general, con frecuencia realizada con gases no humectados a velocidades de flujo altas, seca las secreciones y puede lesionar con facilidad el epitelio respiratorio. La intubación endotraqueal exacerba este problema al omitir la nasofaringe. Las secreciones se tornan espesas, la función ciliar se reduce, así como la resistencia del paciente a las infecciones pulmonares. V. TRATAMIENTO PERIOPERATORIO EN LA NEUMOPATÍA A. Los objetivos del tratamiento prequirúrgico son mejorar los aspectos de la enfermedad que pueden ser reversibles. 1. El cese del tabaquismo durante las 12 horas previas a la cirugía puede reducir las cifras de nicotina y carboxihemoglobina, promoviendo un mejor transporte tisular de oxígeno. El cese del tabaquismo por más tiempo (por lo menos varias semanas) reduce el riesgo de infecciones en la herida y de CPPQ al mejorar la función ciliar y disminuir las secreciones e irritabilidad de la vía aérea. 2. Aquellos pacientes con exacerbaciones agudas de EPOC o asma deben tratarse y retrasar los procedimientos electivos hasta su resolución. Por desgracia, no se cuenta con datos sobre cuánto tiempo permanece el enfermo en mayor riesgo después de la resolución. 3. La identificación del paciente con apnea del sueño y la institución y optimización de la presión continua de la vía aérea/presión positiva binivel de la vía aérea (CPAP/BIPAP) antes de la cirugía pueden relacionarse con una mejor evolución. 4. Las mediciones para prevenir la tromboembolia perioperatoria (como las medias de compresión o anticoagulantes) son importantes para todas las cirugías mayores. Éstas pueden instituirse antes, durante o después de la cirugía. 5. Las maniobras de expansión pulmonar (respiración profunda voluntaria, tos, espirometría incentiva y percusión/vibración torácica combinadas con drenaje postural) mejoran la movilización de las secreciones y aumentan los volúmenes pulmonares, reduciendo la incidencia de CPPQ. La capacitación sobre estos métodos antes de la cirugía debe realizarse antes de la misma para optimizar el desenlace posquirúrgico. B. Manejo intraquirúrgico 1. La humectación de los gases inspirados ayuda a la eliminación de las secreciones bronquiales. 2. La ventilación pulmonar protectora y el manejo hídrico conservador durante la anestesia pueden reducir CPPQ. C. El manejo posquirúrgico se detalla en la sección VIII de este capítulo. D. Tratamiento médico 1. Los simpaticomiméticos o agonistas adrenérgicos β2 causan broncodilatación mediante la relajación del músculo liso bronquial mediada por AMP cíclico. a. En general, se eligen los medicamentos con selectividad adrenérgica β2. Éstos se clasifican como aquellos de acción corta y los de acción prolongada. 1. Los agonistas β2 de acción corta, como salbutamol por inhalación, se utilizan para profilaxis antes de la instrumentación de la vía aérea y para episodios de broncoespasmo agudo. 2. Los agonistas β2 de acción prolongada como salmeterol y formoterol se utilizan combinados con un corticoesteroide inhalado como terapia de mantenimiento. No están indicados para tratar las exacerbaciones agudas de broncoconstricción. b. Los medicamentos con efectos adrenérgicos β1 y β2 mixtos incluyen epinefrina e isoproterenol. El potencial cronotrópico y arritmogénico de estos fármacos es preocupante en pacientes con cardiopatía. El uso intravenoso (IV) de dosis bajas de epinefrina (< 1 μg/minuto) puede considerarse para broncoespasmo grave refractario a medicamentos. En dosis bajas (0.25 a 1.0 μg/minuto) predominan los efectos agonistas adrenérgicos β2, con un incremento de la frecuencia cardiaca atribuible a la estimulación adrenérgica β1. En dosis mayores de epinefrina, los efectos α adrenérgicos se vuelven predominantes, con aumento de la presión arterial sistólica. 2. Parasimpaticolíticos. Los anticolinérgicos tienen un efecto broncodilatador directo al bloquear la acción de la acetilcolina en los segundos mensajeros, como el guanosín monofosfato cíclico. Pueden mejorar el VEF1 en pacientes con EPOC, cuando se administran por inhalación. Los medicamentos específicos incluyen los siguientes: a. El bromuro de ipratropio es un fármaco de acción corta administrado a través de un inhalador de dosis medida (IDM) o nebulizador. b. El tiotropio es un medicamento de acción prolongada, administrado mediante un inhalador de polvo seco para terapia de mantenimiento. c. El glicopirrolato, 0.2 a 0.8 mg, se administra por nebulizador. d. El sulfato de atropina, el cual presenta absorción sistémica considerable, puede causar taquicardia, por lo que su utilidad es limitada. 3. Inhibidores inespecíficos de fosfodiesterasa (IEF)/metilxantinas. a. Las metilxantinas (p. ej., aminofilina y teofilina) causan broncodilatación a través de múltiples mecanismos, incluida la activación de histonas desacetilasas, bloqueo de los receptores de adenosina, liberación de catecolaminas endógenas y aumento de la concentración intracelular del AMP cíclico mediante la inhibición inespecífica de las enzimas fosfodiesterasas. También se piensa que afectan la estimulación directa del diafragma. Deben continuarse hasta la mañana de la cirugía, pero no muestran beneficio durante la anestesia general. b. La toxicidad ocurre con frecuencia cuando las cifras farmacológicas exceden los 20 μg/mL; los síntomas y signos incluyen náusea, vómito, cefalea, ansiedad, taquicardia, arritmias y crisis convulsivas. La dosificación requiere vigilancia estrecha, ya que los fumadores y adolescentes (pacientes con metabolismo farmacológico rápido) pueden requerir dosis mayores, mientras que a los pacientes ancianos, aquellos con ICC o hepatopatía, o quienes reciben cimetidina, propranolol o eritromicina se les deben reducir sus dosis, ya que presentan un metabolismo farmacológico más lento. c. Los pacientes que permanezcan en estado “nada por vía oral” (NPO) durante un periodo prolongado pueden recibir teofilina o aminofilina IV (una sal etilenediamina soluble que contiene 85% de teofilina por peso). Las preparaciones orales de teofilina pueden reiniciarse una vez que se tolere la ingesta enteral de medicamentos. 4. Inhibidor de IEF4. El roflumilast es una terapia oral aprobada para reducir el riesgo de exacerbaciones de EPOC grave. 5. Con frecuencia se utilizan corticoesteroides en pacientes que no responden a broncodilatadores. Su mecanismo de acción es complejo y no se ha comprendido por completo; sin embargo, parece ser que reduce la inflamación y respuesta de la vía aérea, el edema, la secreción mucosa y la constricción del músculo liso. Aunque son útiles para las exacerbaciones graves agudas, su efecto clínico puede tardar varias horas. a. Los esteroides se administran de modo preferencial por inhalación (p. ej., Flunisolide por IDM, 2 bocanadas cada 6 horas) debido a los efectos colaterales sistémicos disminuidos. b. Los esteroides IV de uso común incluyen hidrocortisona, 100 mg IV cada 8 horas y metilprednisolona, hasta 0.5 mg/kg IV cada 6 horas, en bronquitis asmática y con frecuencia dosis mayores en una exacerbación de asma grave. En general, los esquemas perioperatorios se ajustan de modo gradual respecto de la dosis, frecuencia y vía de administración, según lo dicte la respuesta clínica. c. Puede ser necesario el remplazo de la “dosis de estrés” en pacientes que reciben o recibieron corticoesteroides poco tiempo antes (véase el capítulo 6). 6. El cromolín es un medicamento inhalado que se utiliza como terapia profiláctica para el asma. Su mecanismo de acción preciso aún se desconoce, pero, al parecer, actúa al estabilizar las membranas de los mastocitos y disminuir la liberación aguda de los mediadores broncoactivos preformados. No tiene utilidad en el tratamiento agudo del broncoespasmo. 7. Mucolíticos a. Acetilcisteína, administrado por nebulizador, puede disminuir la viscosidad del moco al romper los enlaces disulfuro en las mucoproteínas. b. En ocasiones se utiliza solución salina hipertónica para disminuir la viscosidad mucosa. Cuando se administra por nebulizador, un cambio osmótico del agua al moco refuerza el volumen del moco y promueve su eliminación. La inhalación de solución salina hipertónica, como acetilcisteína —e incluso en ocasiones agonistas adrenérgicos β, anticolinérgicos y preparaciones de esteroides— pueden incrementar la resistencia de la vía aérea. c. La desoxirribonucleasa recombinante, 10 a 40 mg inhalados diario, se utiliza en algunos pacientes con FQ para disminuir la viscosidad de las secreciones bronquiales al degradar las hebras de ADN en el esputo. Esto mejora la depuración de las vías respiratorias y la función pulmonar 5 a 20% en muchos pacientes con FQ. 8. Los medicamentos modificadores de leucotrienos (LT) tienen efectos anti-inflamatorios que bloquean los receptores LT. En la actualidad, están aprobados para profilaxis y terapia de mantenimiento para asma crónica. No se ha determinado un beneficio específico en el periodo perioperatorio. Las reacciones adversas potenciales incluyen anomalías de la función hepática y vasculitis eosinofílica (síndrome de ChurgStrauss). 9. El anticuerpo anti-IgE, inyectado, se utiliza como terapia de mantenimiento para pacientes asmáticos con un componente alérgico potente y síntomas poco controlados a pesar de terapia máxima. 10. La ketamina es un relajante del músculo liso bronquial. Se cree que su mecanismo es simpaticomimético o antagonista de los espasmogénicos carbacol e histamina. Se ha utilizado para el broncoespasmo que no responde a medicamentos o estado asmático. 11. El ivacaftor es un potenciador de CFTR que mejora el transporte de cloro y moco en la vía aérea en pacientes con FQ con la mutación G5510. VI. PREMEDICACIÓN Los objetivos de la premedicación son aliviar la ansiedad, minimizar la broncoconstricción refleja por irritantes de la vía aérea (gases secos e instrumentación) y facilitar la inducción suave de la anestesia. A. La terapia con oxígeno, si se requiere antes de la cirugía, debe continuarse mientras el paciente se transporta al quirófano y se escribe con claridad como “orden” prequirúrgica. B. Si el paciente recibe agonistas adrenérgicos β o anticolinérgicos inhalados, deben acompañar al paciente al quirófano; su uso prequirúrgico puede disminuir la respuesta de la vía aérea. C. Con frecuencia, los anticolinérgicos están indicados por inhalación para prevenir el broncoespasmo secundario a estimulación vagal causada por la manipulación de la vía aérea con laringoscopia e intubación endotraqueal. Algunos de estos medicamentos pueden administrarse por vía parenteral. Sin embargo, esta vía de administración puede causar sequedad de las secreciones, aumentando la viscosidad del moco. D. Los antagonistas de histamina (H2) (cimetidina, ranitidina) pueden exacerbar el broncoespasmo en pacientes con asma, debido a que el bloqueo de los receptores H2 puede provocar broncoconstricción mediada por H1 sin oposición. Debe considerarse la coadministración de un bloqueador de H1 (difenhidramina, 25 mg IV). E. Las benzodiacepinas son ansiolíticos eficaces, pero pueden causar sedación excesiva y depresión respiratoria en pacientes comprometidos, en especial cuando se utilizan con opioides. F. Los opioides proporcionan analgesia y sedación, pero deben ajustarse poco a poco con cuidado para evitar la depresión respiratoria, en especial en pacientes con disfunción pulmonar grave o AOS. VII. TÉCNICA ANESTÉSICA A. El bloqueo de nervio periférico o la anestesia local pueden ser la mejor opción anestésica para pacientes con neumopatía cuando el sitio quirúrgico es periférico, como procedimientos oftálmicos o de extremidades. Algunos bloqueos de la extremidad superior pueden comprometer la función de los nervios frénicos (p. ej., bloqueos interescaleno y supraclavicular), y deben evitarse en pacientes con neumopatía grave. B. La anestesia espinal o epidural es una elección razonable para cirugía de extremidades inferiores. Los pacientes con EPOC grave dependen del uso de los músculos accesorios, incluidos los intercostales para la inspiración, y los músculos abdominales para la espiración forzada. La anestesia espinal puede ser deletérea si el bloqueo motor disminuye la CRF, reduce la capacidad del paciente para toser y eliminar secreciones, o precipita insuficiencia o falla respiratoria. Las técnicas anestésicas general y epidural combinadas aseguran el control de la vía aérea, proporcionan ventilación adecuada y previenen la hipoxemia y las atelectasias. Es probable que los procedimientos periféricos prolongados se realicen mejor con una técnica de anestesia general o una combinada. C. La anestesia general, con frecuencia combinada con anestesia epidural, está indicada para procedimientos abdominales superiores y torácicos. 1. La mayoría de los anestésicos volátiles producen broncodilatación y una profundidad adecuada de la anestesia para disminuir la hiperreactividad de las vías respiratorias sensibles. Sin embargo, el desflurano puede causar irritación de la vía aérea y tos con la inhalación, y no es una opción óptima en pacientes con vía aérea reactiva. 2. También es importante evitar la hiperinflación pulmonar dinámica (auto-PEEP) durante la anestesia general con intubación endotraqueal en pacientes con vía aérea reactiva o distensibilidad pulmonar aumentada (EPOC grave). Auto-PEEP, que puede provocar hipotensión y gasto cardiaco disminuido, ocurre con frecuencia cuando no se otorga tiempo espiratorio suficiente para vaciar por completo los pulmones. 3. El uso de una mascarilla laríngea (MLVA) reduce, pero no elimina el riesgo de broncoespasmo, ya que la laringoscopia o la instrumentación de la laringe por si sola pueden provocar una respuesta laringobroncoespástica en estos pacientes. Un riesgo adicional de utilizar una MLVA es la incapacidad para ventilar durante el broncoespasmo, ya que la presión inspiratoria puede exceder la fuerza de sello de la MLVA sobre la laringe. La MLVA ProSeal se desarrolló en fecha reciente para contrarrestar esta limitación y puede considerarse. VIII. CUIDADOS POSQUIRÚRGICOS Debe manejarse el bloqueo neuromuscular residual. Las maniobras de expansión pulmonar (respiración profunda, espirometría incentiva, fisioterapia torácica, succión o ventilación no invasiva con CPAP/BiPAP) deben estar disponibles de inmediato para todos los pacientes identificados con alto riesgo. La profilaxis para tromboembolia, el manejo efectivo del dolor y el uso selectivo de sondas nasogástricas también son importantes para reducir las CPPQ. La posibilidad de soporte ventilatorio posquirúrgico (invasivo o no invasivo) debe anticiparse y discutirse con el paciente. En aquellos que lo requieren, debe considerarse una estrategia protectora pulmonar. Lecturas recomendadas Bohadana A, Izbicki G, Kraman SS. Fundamentals of lung auscultation. N Engl J Med 2014;370:2053. Brueckmann B, Villa-Uribe JL, Bateman BT, et al. Development and validation of a score for prediction of postoperative respiratory complications. Anesthesiology 2013;118: 1276– 1285. Canet J, Gallart L, Gomar C, et al. Prediction of postoperative pulmonary complications in a I. CONSIDERACIONES GENERALES Se estima que una tercera parte de los estadounidenses tiene uno o más tipos de enfermedad cardiovascular (ECV). Los datos sobre mortalidad muestran que una de cada tres muertes en Estados Unidos es secundaria a ECV. II. ANATOMÍA CORONARIA Las arterias coronarias perfunden el miocardio. Las arterias coronarias derecha e izquierda se originan en los senos coronarios distales a la válvula aórtica. La arteria coronaria principal izquierda (ACPI) se ramifica en la arteria descendente anterior izquierda (ADAI) y la arteria circunfleja izquierda (ACI) para irrigar la mayor parte del ventrículo izquierdo (VI), el tabique interventricular (TIV) y la aurícula izquierda (AI). La arteria coronaria derecha (ACD) irriga la aurícula derecha (AD) y el ventrículo derecho (VD). También irriga porciones del TIV, incluido el nodo sinoauricular (SA) y el auriculoventricular (AV) (Fig. 2.1). En cerca de 70% de la población, la arteria descendente posterior (ADP) proviene de la ACD. Esta circulación se describe como “dominante derecha”. El resto de la población es “dominante izquierda”, ya que ADP emerge de ACI (10% de la población), o “codominante”, en que ADP recibe contribuciones tanto de ACI como de ACD (20% de la población). III. EVALUACIÓN CARDIOVASCULAR PREQUIRÚRGICA PARA CIRUGÍA NO CARDIACA La American College of Cardiology y la American Heart Association (ACC/AHA) han desarrollado lineamientos conjuntos para la evaluación cardiovascular prequirúrgica de pacientes sometidos a cirugía distinta de la cardiaca. La evaluación inicial consiste en la historia clínica, la exploración física enfocada y la investigación rutinaria de laboratorio. Con base en la historia del paciente, los factores de riesgo cardiacos, el estado funcional y la naturaleza del procedimiento quirúrgico, los lineamientos ACC/AHA brindan una estrategia escalonada para identificar pacientes que pueden beneficiarse con una valoración cardiovascular adicional (Fig. 2.2). A. Tamizaje inicial 1. La necesidad de cirugía de emergencia evita una valoración cardiaca adicional. Los lineamientos ACC/AHA definen un procedimiento de emergencia como aquel que debe iniciar en menos de 6 horas. Como casi no se cuenta con tiempo, con frecuencia el paciente debe proceder con una evaluación prequirúrgica clínica muy limitada o nula. La cirugía de emergencia debe proceder con monitorización adecuada del paciente y estrategias de manejo basadas en los factores de riesgo clínicos para cardiopatía coronaria (CAD). 2. Si la cirugía no es una emergencia, determinar si el paciente tiene un síndrome coronario agudo (SCA). Un SCA es angina inestable o un infarto miocárdico (IM). El paciente puede presentarse con dolor torácico, dificultad respiratoria, diaforesis o náusea. El ECG puede mostrar depresión o elevación del segmento ST. Si el paciente tiene un SCA, el procedimiento quirúrgico debe posponerse y el enfermo someterse de inmediato a una evaluación cardiaca y terapia médica dirigida por lineamientos (TMD). Si el paciente no tiene un SCA, entonces proceder con una valoración del riesgo posquirúrgico para un evento cardiaco adverso mayor (ECAM). FIGURA 2.1 Anatomía coronaria. B. Riesgo de ECAM. El riesgo de ECAM debe determinarse con base en las características clínicas y el procedimiento quirúrgico. Los factores de riesgo clínicos para ECAM incluyen antecedente de insuficiencia cardiaca, cardiopatía coronaria, enfermedad cerebrovascular, diabetes y nefropatía crónica. Las herramientas validadas para predecir el riesgo, como el Índice Revisado de Riesgo Cardiaco (IRRC) y el calculador de riesgo quirúrgico de American College of Surgeons National Surgical Quality Improvement Program (ACS NSQIP) (riskcalculator.facs.org), pueden utilizarse para ayudar a predecir el riesgo de ECAM perioperatorio. 1. Si el paciente tiene bajo riesgo de ECAM (< 1%), entonces no requiere evaluación adicional y se puede proceder a la cirugía. 2. Si el paciente tiene riesgo elevado de ECAM (≥ 1%), entonces debe determinarse la capacidad funcional, la cual puede expresarse como equivalentes metabólicos (MET). Un solo MET representa el consumo de oxígeno en reposo. Si el paciente tiene una capacidad funcional moderada o excelente sin síntomas cardiacos, entonces se puede proceder a cirugía sin más estudios. La capacidad funcional moderada o excelente se define como la capacidad para el ejercicio ≥ 4 MET. Las actividades que corresponden a una capacidad funcional moderada incluyen subir dos tramos de escaleras, caminar en terreno plano a 6.5 km/h, correr una distancia corta, fregar pisos o jugar golf sin carrito. La capacidad para participar en deportes vigorosos como nadar, jugar tenis individual o fútbol americano en general corresponde a una capacidad funcional excelente. FIGURA 2. 2 Estrategia escalonada para la valoración cardiaca perioperatoria para CAD. Los colores corresponden a las clases de recomendaciones. (Reimpresa con autorización de 2014 ACC/AHA guidelines on perioperative cardiovascular evaluation and management of patients undergoing non-cardiac surgery. J Am Coll Cardiol 2014;64(22):e77-e137.) 3. Si el paciente presenta capacidad funcional deficiente o desconocida, puede ser necesaria una evaluación adicional si los resultados cambian el manejo del paciente. La capacidad funcional deficiente se define como la capacidad para el ejercicio < 4 ETM. Algunos ejemplos incluyen la incapacidad para caminar más de dos calles a nivel de piso sin detenerse debido a los síntomas y actividad limitada para comer, vestirse y caminar en interiores. La evaluación adicional puede incluir una prueba de estrés con ejercicio o medicamentos. Si es anormal, puede considerarse la angiografía coronaria. Entonces, el paciente puede entrar a cirugía con TMD. La evaluación puede no ser necesaria si los resultados no alteraran el manejo del paciente. C. Evaluación cardiaca complementaria. La evaluación cardiaca complementaria debe realizarse cuando esté indicada para medir la capacidad funcional, identificar la presencia de disfunción cardiaca y proporcionar una estimación del riesgo cardiaco perioperatorio. 1. Debe considerarse un ECG prequirúrgico de 12 derivaciones en pacientes con cardiopatía coronaria conocida, arritmia significativa, enfermedad arterial periférica, enfermedad cerebrovascular u otra patología cardiaca estructural, excepto por aquellos sometidos a cirugía de bajo riesgo. El ECG prequirúrgico rutinario no está indicado para pacientes asintomáticos sometidos a cirugía de bajo riesgo. 2. La ecocardiografía en reposo puede utilizarse para evaluar la función ventricular en pacientes con antecedente de insuficiencia cardiaca o disnea de origen desconocido. También es útil para valorar patología valvular en pacientes con antecedente de valvulopatía o un soplo cardiaco de identificación reciente. 3. La prueba de estrés se recomienda en pacientes con riesgo elevado de ECAM y capacidad funcional deficiente o desconocida si el resultado cambiara el manejo. Los pacientes con riesgo elevado de ECAM y capacidad funcional moderada o buena (4 a 10 MET) pueden proceder a cirugía sin prueba de estrés. El tamizaje rutinario con prueba de estrés no es útil en pacientes sometidos a cirugía no cardiaca de bajo riesgo. a. La prueba de estrés con esfuerzo proporciona una medida objetiva de la capacidad funcional. Es la modalidad preferida en pacientes que son capaces de lograr cargas de trabajo adecuadas. La sensibilidad y especificidad para CAD en múltiples vasos son de 81 y 66%, respectivamente. Las pruebas de estrés con esfuerzo tienen alto valor predictivo cuando los cambios del segmento ST son característicos de isquemia (> 2 mm, se mantienen a la recuperación o se relacionan con hipotensión). El riesgo de eventos cardiacos perioperatorios aumenta de manera significativa en pacientes que tienen ECG anómalos al ejercicio con poca carga de trabajo. La imagenología con radionúclido o la ecocardiografía pueden combinarse con pruebas de estrés con esfuerzo para pacientes cuyos ECG basales invalidan la interpretación. b. La prueba de estrés farmacológica puede realizarse con cualquier medicamento que incremente la demanda miocárdica de oxígeno (dobutamina) o dilate las arterias coronarias (dipiridamol o adenosina). Las pruebas de estrés farmacológicas son adecuadas en pacientes incapaces de realizar actividad física. La prueba de estrés con dobutamina se combina típicamente con ecocardiografía para detectar anomalías en el movimiento de la pared provocadas por el aumento de la carga de trabajo miocárdico. Es típico que las pruebas de estrés con dipiridamol o adenosina se combinen con imágenes de radionúclidos para detectar áreas del miocardio que estén en riesgo. La vasodilatación farmacológica tiene el riesgo de resultados falsos negativos en pacientes con CAD de vasos múltiples, donde todos los vasos ya presentan vasodilatación máxima. En ambos casos, el riesgo cardiaco perioperatorio es directamente proporcional a la extensión de miocardio que se encuentra en riesgo en la imagenología. 4. El cateterismo cardiaco se considera el “estándar de oro” para evaluar CAD. La información obtenida incluye la anatomía coronaria con visualización de la dirección y distribución del flujo, la hemodinámica y la función general del corazón. No se recomienda la angiografía coronaria prequirúrgica rutinaria. La revascularización antes de la cirugía no cardiaca se recomienda en casos en que la revascularización está indicada según los lineamientos de práctica clínica existentes. 5. La consulta cardiaca puede ser útil para determinar qué estudios serán favorables, e interpretar los resultados. La consulta puede ayudar a optimizar la terapia médica prequirúrgica y brindar seguimiento en el periodo posquirúrgico. Dicho seguimiento es crucial al iniciar nuevas farmacoterapias y con frecuencia en pacientes con marcapasos y dispositivos cardioversoresdesfibriladores implantables (CDI) (véase la sección V-VI). D. En general, las indicaciones para revascularización coronaria prequirúrgica mediante injerto de derivación de arteria coronaria o intervención coronaria percutánea (ICP) son las mismas que en los casos no quirúrgicos. La cirugía, por sí sola, no es una indicación para revascularización coronaria, sin importar la extensión de la patología vascular o la disfunción ventricular izquierda. IV. CONSIDERACIONES PREANESTÉSICAS A. Es probable que el paciente se encuentre ansioso. Se ha demostrado que la confortación durante la consulta prequirúrgica es útil para disminuir la ansiedad. Los ansiolíticos pueden disminuir el incremento del tono simpático y ser invaluables. B. Es usual que los medicamentos cardiacos se continúen en el periodo perioperatorio. Algunas posibles excepciones incluyen los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (debido a su vasodilatación prolongada), los medicamentos de liberación extendida o acción prolongada y los diuréticos. 1. Bloqueadores β. La preponderancia de la evidencia sugiere que la administración perioperatoria de bloqueadores β se relaciona con una reducción de los eventos cardiacos perioperatorios, pero no de la mortalidad quirúrgica. La administración preoperatoria de bloqueadores β se ha relacionado con una incidencia aumentada de efectos adversos como bradicardia y ataque cerebral vascular (ACV) en especial cuando se administran dosis mayores. Los pacientes que reciben terapia bloqueadora β crónica deben continuar tratamiento en el periodo perioperatorio. En pacientes con riesgo moderado o alto de isquemia miocárdica perioperatoria o con tres o más factores de riesgo IRRC (p. ej., diabetes mellitus, HF, cardiopatía coronaria, insuficiencia renal, evento vascular cerebral), puede ser razonable iniciar bloqueadores β antes de la cirugía. Siempre que sea posible, los bloqueadores β deben iniciarse días a semanas antes de la cirugía electiva y ajustarse de manera gradual con precaución. No deben iniciarse el día de la cirugía. 2. Estatinas. Los pacientes que reciben estatinas deben continuar tratamiento perioperatorio. El inicio prequirúrgico de la terapia con estatinas es razonable en pacientes sometidos a cirugía vascular, así como en pacientes con indicaciones clínicas estándar para terapia con estatinas sometidos a procedimientos de alto riesgo. 3. Ácido acetilsalicílico. La eficacia del ácido para prevención secundaria de IM en pacientes con cardiopatía isquémica está bien documentada. Los datos sobre el riesgo de discontinuar la terapia antiplaquetaria en pacientes con endoprótesis coronaria sugieren con fuerza continuar con el ácido en el periodo perioperatorio. Véase el capítulo 1. Sin embargo, los datos sobre continuar con el ácido en pacientes sometidos a cirugía electiva no cardiaca, no carotídea, que no se sometieron a endoprótesis coronaria son controversiales. Algunas publicaciones recomiendan que el ácido no debe suspenderse de modo rutinario en el periodo perioperatorio, mientras que un estudio controlado de asignación aleatoria reciente concluye que el ácido no tiene un efecto significativo sobre la tasa de muerte o IM no fatal, pero incrementa el riesgo de sangrado. C. El momento de la cirugía electiva en caso de ICP previo representa un desafío especial. Las decisiones de manejo deben realizarse en consulta con el cardió-logo y cirujano del paciente. 1. Angioplastia con balón sin colocación de endoprótesis (stent). Las ACC/AHA recomiendan que la cirugía no cardiaca electiva se retrase 14 días después de la angioplastia con balón. La terapia con el ácido debe continuarse en el periodo perioperatorio. 2. Stent coronario de metal desnudo (SMD). Las recomendaciones actuales son retrasar la cirugía no cardiaca electiva por 30 días después de ICP con SMD. Este periodo permite completar la terapia con tienopiridinas y la endotelización del stent. El riesgo de eventos isquémicos es mayor en los siguientes 30 días al ICP, significativamente menor de los 30 a 90 días y mínimo después de los 90 días. La terapia con el ácido debe continuarse en el perioperatorio. 3. Stents liberadores de fármacos (SLF). Puede ocurrir trombosis de SLF meses después de su colocación y, con frecuencia, se relaciona con la omisión de la terapia tienopiridina perioperatoria. La recomendación actual por consenso es aplazar la cirugía electiva por 365 días después de su colocación. La terapia con el ácido debe continuarse en el perioperatorio. La cirugía electiva no cardiaca después de la implantación de SLF puede considerarse después de 180 días si el riesgo de un retraso adicional es mayor que los riesgos esperados de isquemia y trombosis del stent. 4. En caso de requerir un procedimiento quirúrgico no cardiaco dentro del periodo recomendado para terapia antiplaquetaria dual después de ICP, considerar la terapia durante el periodo perioperatorio. Si el riesgo de sangrado requiere discontinuación de la terapia tienopiridina, continuar con el ácido y reiniciar las tienopiridinas tan pronto como sea posible. D. Debe proporcionarse oxígeno suplementario a todos los pacientes que presenten riesgo significativo de isquemia. E. La monitorización se explica en el capítulo 10. F. Técnica anestésica. No se cuenta con datos convincentes sobre desenlaces que apoyen la superioridad de una técnica anestésica particular sobre las demás en el manejo de pacientes en riesgo de eventos cardiacos perioperatorios. V. CARDIOPATÍA ISQUÉMICA La cardiopatía coronaria afecta a cerca de 30% de los pacientes sometidos a cirugía en Estados Unidos. La prevalencia de CAD aumenta con la edad. Otros factores de riesgo incluyen hipercolesterolemia, género masculino, hipertensión, tabaquismo, diabetes mellitus, obesidad y antecedentes familiares de desarrollo prematuro de cardiopatía isquémica. La CAD es un factor de riesgo para complicaciones cardiacas perioperatorias, incluidas IM, angina inestable, insuficiencia cardiaca congestiva (ICC) y disritmias serias. A. Fisiopatología. La isquemia miocárdica ocurre cuando la demanda de oxígeno excede su suministro. B. Suministro. El miocardio está irrigado por las arterias coronarias. El suministro miocárdico de oxígeno depende del diámetro de las arterias coronarias, la presión diastólica VI, la presión diastólica aórtica y el contenido arterial de oxígeno. 1. El flujo sanguíneo coronario depende del gradiente de presión coronario anterógrado desde la raíz aórtica. La mayor parte del flujo sanguíneo coronario ocurre durante la diástole. El flujo sanguíneo de las arterias coronarias en individuos normales está controlado principalmente por mediadores locales. Las arterias coronarias de pacientes con CAD significativa pueden presentar dilatación máxima en reposo. 2. La frecuencia cardiaca es inversamente proporcional a la duración de la diástole. Las frecuencias cardiacas más rápidas disminuyen la duración de la perfusión coronaria máxima. 3. El contenido sanguíneo de oxígeno está determinado por la concentración de hemoglobina, la saturación de oxígeno y el contenido de oxígeno disuelto. Aumentar la fracción inspirada de oxígeno o la concentración de hemoglobina incrementa el contenido sanguíneo de oxígeno. C. Demanda. El consumo miocárdico de oxígeno (MVO2) aumenta al hacerlo la tensión de la pared ventricular y la frecuencia cardiaca (velocidad de acortamiento) y, en menor grado, al hacerlo, la contractilidad. 1. La tensión de la pared ventricular está modelada por la ley de Laplace: la tensión de la pared es directamente proporcional a la presión transmural ventricular y el radio ventricular, e inversamente proporcional al grosor de la pared ventricular. Los cambios en estos parámetros afectan la demanda de oxígeno. 2. Frecuencia cardiaca. La taquicardia la tolera bien el corazón normal. Las arterias coronarias ateroscleróticas pueden no dilatarse de modo adecuado para satisfacer una mayor demanda por frecuencias cardiacas más rápidas. 3. La contractilidad aumenta al incrementarse el cronotropismo, el estiramiento miocárdico, el calcio y las catecolaminas. Al aumentar la contractilidad, también lo hace el consumo de oxígeno. D. Equilibrio entre suministro y demanda. La aterosclerosis es la etiología más común para el desequilibrio entre suministro y demanda. Las afecciones como estenosis aórtica, hipertensión sistémica y miocardiopatía hipertrófica, que se caracterizan por hipertrofia ventricular marcada y presiones intraventriculares altas, también pueden aumentar el MVO2. Estas condiciones pueden crear de sequilibrios, incluso en caso de arterias coronarias normales. El objetivo terapéutico es mejorar el equilibrio entre suministro y demanda miocárdicos de oxígeno. 1. Aumentar el suministro a. Incrementar la presión de perfusión coronaria con la administración de volumen o agonistas adrenérgicos α para aumentar la presión diastólica de la raíz aórtica. b. Incrementar el flujo sanguíneo coronario con nitratos para dilatar las arterias coronarias. c. Aumentar el contenido de oxígeno al incrementar la concentración de hemoglobina o la presión parcial de oxígeno. 2. Disminuir la demanda a. Reducir la frecuencia cardiaca directamente con antagonistas adrenérgicos β o indirectamente al disminuir el tono simpático con opioides y ansiolíticos. b. Disminuir el tamaño ventricular (la tensión de la pared) al reducir la precarga con nitratos, antagonistas de los canales de calcio o diuréticos. En ocasiones, aumentar el inotropismo puede disminuir la demanda al aminorar el tamaño ventricular y la tensión de la pared. c. Reducir la contractilidad puede disminuir el MVO2 si el tamaño ventricular y la tensión de la pared no aumentan en exceso. Los bloqueadores de los canales de calcio y los anestésicos volátiles reducen la contractilidad. d. El balón intraaórtico de contrapulsación incrementa la presión de perfusión coronaria al aumentar la presión diastólica. También reduce la resistencia a la eyección del VI, lo que disminuye el tamaño del VI y la tensión de la pared. VI. VALVULOPATÍA CARDIACA A. Estenosis aórtica 1. En general, la etiología es la calcificación progresiva y estrechamiento de una válvula tricúspide o bicúspide. Un área valvular menor de 1.0 cm2 o un gradiente promedio mayor de 40 mm Hg define la estenosis grave. La estenosis leve se define como un área valvular mayor de 1.5 cm2 o un gradiente promedio menor de 25 mm Hg. La estenosis moderada se define como un área valvular entre 1.0 y 1.5 cm2 o un gradiente entre 25 y 40 mm Hg. 2. Los síntomas de angina, síncope o insuficiencia cardiaca se desarrollan en la etapa tardía del proceso patológico. En ausencia de intervención quirúrgica, la supervivencia promedio es de 2 a 3 años después del inicio de los síntomas. 3. Fisiopatología El ventrículo se torna hipertrófico y rígido en respuesta a la mayor carga de presión. La contracción auricular coordinada se vuelve crítica para mantener un llenado ventricular y un volumen sistólico adecuados. El ventrículo es susceptible a isquemia debido a una mayor masa muscular y a una reducción de la perfusión coronaria en caso de un aumento de la presión intraventricular. 4. Consideraciones anestésicas. La estenosis aórtica es la única lesión valvular relacionada con aumento del riesgo de isquemia perioperatoria, IM y muerte. a. Debe mantenerse un ritmo sinusal normal y un estado volumétrico adecuado. b. Evitar la hipotensión sistémica. La hipotensión debe tratarse inmediatamente y con agresividad con un agonista α, como fenilefrina, para mantener la presión de perfusión coronaria. c. Evitar la taquicardia. La taquicardia provoca un aumento de la demanda de oxígeno junto con un periodo de diástole más breve, lo cual disminuye la perfusión coronaria y un menor gasto cardiaco. La bradicardia grave puede provocar un gasto cardiaco reducido y también debe evitarse. Deben considerarse las capacidades de marcapasos cardiacos para tratar la bradicardia grave. Las taquidisritmias supraventriculares deben tratarse con intensidad mediante cardioversión con corriente directa. d. Los nitratos y vasodilatadores periféricos deben administrarse con extrema precaución. e. El objetivo del tratamiento de la isquemia en estos pacientes es aumentar el suministro de oxígeno al incrementar la presión de perfusión coronaria y disminuir el consumo de oxígeno (al aumentar la presión arterial y reducir la frecuencia cardiaca). B. Regurgitación aórtica 1. La etiología incluye cardiopatía reumática, endocarditis, traumatismo, enfermedades de la colágena vascular y procesos que dilatan la raíz aórtica (p. ej., aneurismas, síndrome de Marfan y sífilis). 2. Fisiopatología a. La regurgitación aórtica aguda puede causar sobrecarga de volumen del VI súbita con aumento de la presión telediastólica y de la presión de oclusión capilar pulmonar. Las manifestaciones incluyen gasto cardiaco disminuido, ICC, taquicardia y vasoconstricción. b. La regurgitación aórtica crónica provoca dilatación del VI e hipertrofia excéntrica. Los síntomas pueden ser mínimos hasta las etapas tardías de la enfermedad, cuando ocurre insuficiencia cardiaca izquierda. 3. Consideraciones anestésicas a. Mantener una frecuencia cardiaca normal o ligeramente aumentada para minimizar la regurgitación y mantener la presión de perfusión coronaria y aórtica diastólica. b. Mantener un estado volumétrico adecuado. c. Mejorar el flujo anterógrado y disminuir la presión telediastólica del VI y la tensión de la pared ventricular con vasodilatadores. d. Evitar los constrictores arteriales periféricos, ya que pueden empeorar la regurgitación. e. Considerar marcapasos. Estos pacientes tienen mayor incidencia de anomalías de la conducción. f. En general, el balón intraaórtico de contrapulsación está contraindicado en caso de regurgitación aórtica. C. Estenosis mitral 1. La etiología casi siempre es reumática. 2. Fisiopatología a. El incremento de la presión auricular izquierda y la sobrecarga de volumen aumentan el tamaño de la aurícula izquierda y pueden causar fibrilación auricular y edema pulmonar. b. La presión auricular izquierda aumentada incrementa la presión venosa pulmonar y la resistencia vascular pulmonar. A su vez, la presión del ventrículo derecho (VD) aumenta para el gasto cardiaco dado. La hipertensión pulmonar crónica produce remodelación vascular pulmonar. La hipertensión pulmonar puede provocar regurgitación tricúspide, insuficiencia del VD y gasto cardiaco disminuido. 3. Consideraciones anestésicas Evitar la taquicardia. La taquicardia se tolera poco debido al tiempo de llenado diastólico reducido que ocasiona gasto cardiaco disminuido e incrementa la presión auricular izquierda. Controlar la respuesta ventricular mediante fármacos o considerar la cardioversión en pacientes con fibrilación auricular. Continuar digoxina, bloqueadores de los canales de calcio y bloqueadores adrenérgicos β durante el perioperatorio. a. Evitar la hipertensión pulmonar. La hipoxia, hipercarbia, acidosis, atelectasias y simpaticomiméticos incrementan la resistencia vascular pulmonar. El oxígeno, la hipocarbia, alcalosis, nitratos, prostaglandina E1 y el óxido nítrico inhalado disminuyen la resistencia vascular pulmonar. b. La hipotensión puede ser indicativa de insuficiencia del VD. Los inotrópicos y medicamentos que disminuyen la hipertensión pulmonar pueden ser útiles (p. ej., dobutamina, milrinona, amrinona, nitratos, prostaglandina E1 y óxido nítrico inhalado). c. Un catéter de arteria pulmonar puede auxiliar en la evaluación perioperatoria del estado volumétrico, las presiones intracardiacas y el gasto cardiaco. d. La premedicación debe ser adecuada para prevenir la ansiedad y la taquicardia. Precaución respecto del ejercicio en pacientes con hipotensión, hipertensión pulmonar o gasto cardiaco bajo. D. Regurgitación mitral 1. La etiología incluye prolapso de válvula mitral, cardiopatía isquémica, endocarditis y rotura de músculo papilar posinfarto miocárdico. 2. Fisiopatología. La regurgitación mitral permite que la sangre se eyecte hacia la aurícula izquierda durante la sístole. La cantidad de flujo regurgitante depende del gradiente de presión ventrículoatrial, el tamaño del orificio mitral y la duración de la sístole. a. Es usual que la regurgitación mitral aguda ocurra en caso de IM. La sobrecarga aguda de volumen del corazón izquierdo provoca disfunción del VI con aumento de la tensión de la pared ventricular. b. La regurgitación mitral crónica causa sobrecarga gradual de la aurícula izquierda y del VI, así como dilatación con hipertrofia compensatoria. c. La medición de la fracción de eyección no refleja con precisión el flujo anterógrado, ya que la válvula incompetente permite la eyección bidireccional inmediata con la sístole. 3. Consideraciones anestésicas a. La taquicardia relativa es deseable para disminuir el tiempo de llenado ventricular y el volumen ventricular. b. La reducción de la poscarga es beneficiosa. Una mayor resistencia vascular sistémica incrementará la regurgitación. c. Mantener la precarga. VII. INSUFICIENCIA CARDIACA CONGESTIVA La insuficiencia cardiaca provoca alteración de la función ventricular, y se manifiesta como disnea, fatiga, poca tolerancia al ejercicio y edema pulmonar o perifé-rico. La insuficiencia cardiaca puede clasificarse en dos categorías: 1) insuficiencia cardiaca con fracción de eyección reducida (ICFEr) que se relaciona con grados variables de aumento de tamaño del VI y eyección ventricular disminuida, y 2) insuficiencia cardiaca con FE preservada (ICFEp), en la cual la disfunción diastólica es pronunciada. A. La etiología incluye miocardiopatía isquémica; hipertensión; valvulopatía cardiaca; causas endocrinas y metabólicas como diabetes, enfermedad tiroidea y acromegalia; miocardiopatías tóxicas por alcohol, cocaína o quimioterapia; causas nutricionales como deficiencia de carnitina; causas infecciosas como miocarditis viral, VIH y enfermedad de Chagas; estados con sobrecarga de hierro; amiloidosis; sarcoidosis; e inducida por catecolamina (síndrome de Takotsubo). B. La fisiopatología de la insuficiencia cardiaca es la culminación de cambios progresivos en la arquitectura del miocito que ocasionan cambios en la forma ventricular, el tamaño de las cámaras, el grosor de la pared ventricular y rigidez que provocan decremento de la función miocárdica y del gasto cardiaco. C. Consideraciones anestésicas Los objetivos hemodinámicos son preservar el gasto cardiaco y minimizar el trabajo miocárdico. El manejo médico debe optimizarse antes de la cirugía. 1. Mantener la precarga, pero con precaución. Los pacientes con disfunción del VI dependen de la precarga para mantener el gasto cardiaco; sin embargo, están en riesgo de edema pulmonar por sobrecarga hídrica. 2. Evitar la taquicardia para minimizar el trabajo miocárdico y preservar el llenado ventricular durante la diástole. 3. Tratar las arritmias con agresividad, ya que pueden provocar reducción del gasto cardiaco. En el ventrículo insuficiente, el volumen telediastólico ventricular izquierdo (VTVI) depende en gran medida de la contracción auricular. La ausencia de contracciones auriculares coordinadas (como en la fibrilación auricular) puede provocar compromiso significativo de la precarga ventricular. 4. Preservar la contractilidad. Los pacientes con insuficiencia cardiaca pueden depender del tono simpático aumentado para mantener el gasto cardiaco. Como resultado, pueden presentar hipotensión profunda después de la inducción. El soporte inotrópico puede ser necesario. 5. La reducción de la poscarga es favorable, ya que disminuye el trabajo miocárdico. Si se requieren vasopresores, deben utilizarse con precaución. VIII. MIOCARDIOPATÍA HIPERTRÓFICA La miocardiopatía hipertrófica es una afección cardiaca caracterizada por hipertrofia del VI asimétrica y relajación alterada durante la diástole. Aunque la mayoría de los pacientes con miocardiopatía hipertrófica no presentan un gradiente incrementado del tracto de salida del VI en reposo, muchos de ellos desarrollan obstrucción dinámica del flujo de salida con llenado reducido y contractilidad aumentada. Bajo estas condiciones, a medida que acelera el flujo a través del tracto de salida estrecho del VI, crea arrastre, que tira de la valva anterior de la válvula mitral hacia el tabique. Este movimiento sistólico anterior (MSA) de la valva mitral anterior causa mayor obstrucción del flujo de salida y regurgitación mitral. A. Consideraciones anestésicas: Los factores que empeoran el flujo de salida incluyen presión arterial disminuida, volumen intraventricular reducido, contractilidad aumentada y frecuencia cardiaca incrementada. 1. Mantener un estado volumétrico normal. 2. Evitar la taquicardia. Continuar la terapia bloqueadora adrenérgica β y bloqueadora de los canales de calcio para controlar la frecuencia cardiaca. 3. Mantener el ritmo sinusal normal. Considerar cardioversión para taquicardia supraventricular. 4. Evitar la hipotensión. Corregir la vasodilatación con agonistas adrenérgicos α para evitar la taquicardia y los cambios marcados de la contractilidad. Utilizar nitratos y vasodilatadores periféricos con extrema precaución. 5. Emplear inotrópicos con precaución. El inotropismo aumentado puede exacerbar la obstrucción del flujo de salida. IX. CARDIOPATÍA CONGÉNITA Con la mejoría de la supervivencia en los pacientes con cardiopatía congénita (CC), los anestesiólogos los encuentran con mayor frecuencia como adultos en casos de cirugía no cardiaca. Según la lesión subyacente, un adulto con antecedente de CC (AACC) puede presentar una lesión no corregida o haberse sometido a un procedimiento reparador o paliativo con anterioridad. Debido a que el manejo médico y quirúrgico de estas afecciones continúa evolucionando, diferentes pacientes con el mismo defecto congénito original pueden presentarse habiéndose sometido a procedimientos significativamente diferentes y, como resultado, diferir en su anatomía y fisiología. Debe considerarse la transferencia del paciente a instituciones con experiencia extensa en el manejo de estos padecimientos. A. Consideraciones generales 1. Es esencial comprender a fondo la anatomía, fisiología y estado funcional cardiaco del paciente, junto con el estrés fisiológico relacionado con el procedimiento quirúrgico. 2. Puede encontrarse disfunción miocárdica como una consecuencia a largo plazo de la fisiología de la lesión original o el procedimiento reparador o paliativo subsecuente. También puede ser consecuencia de hipoxemia crónica. 3. Las disritmias son comunes y pueden deberse a la fisiopatología del defecto cardiovascular o la cicatrización de la cirugía previa. La taquicardia de reentrada intraarterial y la taquicardia ventricular se encuentran con frecuencia en esta población de pacientes. 4. Es común que los pacientes cianóticos presenten policitemia y estén en riesgo de ACV y trombosis. La hidratación intravenosa es importante. La hemodilución puede considerarse en caso de un hematocrito prequirúrgico mayor de 60%. La hemostasia anormal, usualmente leve, se ha observado en pacientes con CC cianótica. 5. La embolia aérea sistémica es un peligro constante en presencia de cortocircuitos bidireccionales o de derecha a izquierda. Los catéteres intravenosos deben purgarse para retirar las burbujas de aire y emplearse filtros de aire. 6. Profilaxis para endocarditis infecciosa. Algunos pacientes con CC requieren profilaxis antibiótica para endocarditis infecciosa con ciertos procedimientos. Véase el capítulo 7. 7. Una explicación completa sobre las lesiones específicas comunes en pacientes con AACC se encuentra fuera de contexto en este capítulo. Para un tratamiento más específico en el tema se refiere al lector a las Lecturas recomendadas. X. EL PACIENTE DE TRASPLANTE CARDIACO En el mundo, cada año se realizan más de 5 000 trasplantes cardiacos. La tasa de supervivencia a un año es > 85% a tres años es cercana a 75%. Estos pacientes se encuentran cada vez con mayor frecuencia en cirugía no cardiaca. A. Fisiología del corazón trasplantado 1. Con el tiempo, puede ocurrir reinervación simpática. Se piensa que no ocurre reinervación parasimpática; sin embargo, se ha informado bradicardia relacionada con la administración de neostigmina. 2. El corazón trasplantado presenta aterosclerosis acelerada del injerto y se encuentra en mayor riesgo de isquemia miocárdica. 3. Hemodinámica del corazón trasplantado a. La formación y conducción de impulsos cardiacos son normales, aunque la frecuencia cardiaca en reposo está aumentada. b. El mecanismo de Frank-Starling permanece intacto. El corazón trasplantado responde con normalidad a las catecolaminas circulantes. c. La autorregulación del flujo sanguíneo coronario permanece intacto. d. Debido a la desnervación autonómica, el corazón trasplantado satisface la demanda del gasto cardiaco aumentado al inicio al incrementar el volumen latido y después al aumentar la frecuencia cardiaca en respuesta a las catecolaminas circulantes. 4. Efectos farmacológicos a. Los medicamentos que actúan a través del sistema autónomo (p. ej., atropina y digoxina) son ineficaces. b. Los medicamentos de acción directa son eficaces. El isoproterenol, dopamina o epinefrina pueden utilizarse para aumentar la frecuencia cardiaca. La norepinefrina o fenilefrina pueden emplearse para aumentar la presión arterial. La respuesta a efedrina queda mitigada. c. Los receptores adrenérgicos β están intactos y pueden encontrarse en mayor densidad. d. La enseñanza tradicional dicta que las anticolinesterasas no tienen efecto sobre la frecuencia del corazón desnervado; no obstante, con el tiempo, pueden activarse otros mecanismos relacionados con los receptores y permitir que las anticolinesterasas ejerzan un efecto bradicárdico. Siempre debe coadministrarse un antagonista muscarínico para bloquear los efectos colaterales cardiacos y otros muscarínicos. B. Consideraciones anestésicas 1. Debe determinarse el grado de actividad del paciente y su capacidad para el ejercicio. Una consulta en cardiología puede brindar datos concernientes a la función y anatomía cardiacas medidas por ecocardiografía y cateterismo. 2. La CAD subyacente puede ser sintomática. La evidencia de isquemia puede incluir antecedentes de disnea, signos de función cardiaca reducida y disritmias. 3. Debe obtenerse un ECG de 12 derivaciones, que puede demostrar múltiples ondas P y bloqueo de rama derecha del haz. 4. Para evaluar el efecto de la inmunosupresión y farmacoterapia concomitante, los estudios de laboratorio iniciales deben incluir una biometría hemática completa, electrólitos séricos, nitrógeno ureico en sangre, creatinina sérica, glucosa y pruebas de función hepática. 5. Requiere una técnica aséptica estricta para todas las intervenciones (p. ej., acceso intravenoso) debido a que el paciente puede recibir inmunosupresión a largo plazo. 6. Monitorización. Se emplea monitorización invasiva cuando está indicada por el estado cardiopulmonar del paciente y el procedimiento quirúrgico. Con frecuencia, la vena yugular interna derecha es el sitio de acceso para las biopsias endocárdicas repetidas, y puede ser necesario reservarla para este propósito. 7. Anestesia a. Se ha administrado anestesia general, regional y espinal al paciente de trasplante cardiaco. La selección de una técnica anestésica específica debe guiarse por otros aspectos de la historia clínica del paciente además del antecedente de trasplante cardiaco. b. Objetivos hemodinámicos 1. Mantener la precarga. 2. Evitar la vasodilatación súbita. Los cambios compensadores iniciales en el gasto cardiaco dependen del mecanismo de FrankStarling debido al retraso en la respuesta de la frecuencia cardiaca. 3. Si ocurre hipotensión súbita, administrar volumen y vasopresores de acción directa como fenilefrina y norepinefrina. XI. MARCAPASOS A. Se utiliza un código estandarizado de cinco letras para describir la función de cada marcapasos. 1. La primera letra designa la cámara que marca el paso (O, ninguna; A, aurícula; V, ventrículo; D, dual [tanto aurículas como ventrículos]). 2. La segunda letra describe la cámara percibida (O, ninguna; A, atrio (aurícula); V, ventrículo; D, dual). 3. La tercera letra describe la respuesta de marcapasos a los eventos percibidos (O, ninguna; I, inhibición de la señal del marcapaso; T, detonación de la señal del marcapasos; D, respuesta dual: la actividad espontánea auricular y ventricular inhiben el marcapasos auricular y ventricular y la actividad auricular desencadena una respuesta ventricular). 4. La cuarta letra indica la presencia o ausencia de modulación de la frecuencia (O, sin modulación de frecuencia; R, con modulación de frecuencia). 5. La quinta letra especifica la presencia y tipo de marcapasos multisitio (O, ninguna; A, más de un sitio de estimulación en cualquier aurícula, sitios de estimulación en cada aurícula o una combinación de ambos; V, más de un sitio de estimulación en cualquier ventrículo, sitios de estimulación en cada ventrículo o una combinación de ambos; D, cualquier combinación de A y V). 6. Por ejemplo, un marcapasos VVI percibirá y marcará el paso en el ventrículo, se inhibirá y no detonará si se detecta una onda R. Un marcapasos DDD percibe y marca el paso tanto en las aurículas como en los ventrículos. Un marcapasos VVIRV tiene un marcapasos inhibidor ventricular con modulación de la frecuencia y ventricular multisitio. Es común que se uti-lice este modo en pacientes con insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular crónica o retraso de la conducción intraventricular. Un marcapasos DDDRD tiene marcapasos de cámara dual con modulación de frecuencia y multisitio, tanto en la aurícula (o aurículas) como en el ventrículo(s). B. Indicaciones. Véanse los lineamientos de práctica de ACC/AHA/North American Society of Pacing and Electrophysiology (NASPE) (véase Lecturas recomendadas) para información adicional. 1. Bradicardia sintomática. 2. Bloqueo AV de tercer grado (completo). 3. Bloqueo AV de segundo grado tipo II. 4. Terapia de resincronización cardiaca. Marcapasos biventricular para sincronizar la despolarización de los VD y VI en pacientes con fracción de eyección disminuida e insuficiencia cardiaca sintomática que además presenten anomalías de la conducción interventricular. Se ha demostrado que esta terapia mejora la capacidad funcional y reduce la hospitalización y mortalidad en pacientes con manejo médico óptimo. C. Evaluación prequirúrgica de pacientes con marcapasos permanente 1. Determinar la indicación para el marcapasos y la dependencia del dispositivo. 2. Determinar la localización del generador de pulso. En la actualidad, la mayoría se coloca en la región superior del pecho. Los modelos más antiguos pueden encontrarse en el abdomen. 3. Determinar el modelo y modo programado del marcapasos. Si la información no está disponible, el fabricante y número de modelo pueden obtenerse mediante una radiografía del generador. El fabricante del dispositivo debe identificarse para ser capaz de programar el marcapasos, ya que cada fabricante tiene un dispositivo único de programación. Determinar si la modulación de frecuencia está activa. Además, determinar la respuesta del dispositivo a un imán. 4. Determinar el funcionamiento adecuado del dispositivo mediante la historia clínica, los registros de seguimiento de la clínica de electrofisiología y ECG. La consulta del dispositivo es el único método confiable para determinar la configuración y función de la batería del dispositivo. 5. Los pacientes con marcapasos no deben entrar a la sala de resonancia magnética debido al potencial de disfunción del mismo. D. Manejo intraquirúrgico 1. Los marcapasos modernos presentan resistencia extrema a la interferencia electromagnética (IEM) relacionada con el uso de electrocauterio. Si ocurre interferencia, la señal del marcapasos puede inhibirse o éste puede reiniciarse a un modo de marcapasos comprometido (DOO o VOO). 2. La aplicación de un imán a la mayoría de los marcapasos provocará que funcionen en modo asincrónico. Esto evita la inhibición de la señal por IEM relacionada con el uso de electrocauterio. De manera típica, la función del marcapasos se restaura al retirar el imán. La mayoría entran en modo VOO cuando se coloca un imán; sin embargo, la respuesta de un marcapasos al imán se determinará en gran medida por la consulta del dispositivo. El uso de un imán durante el procedimiento quirúrgico es necesario sólo si el paciente tiene un marcapasos dependiente y se nota que la inhibición de la señal coincide con IEM. Si se utiliza, el imán debe colocarse directamente sobre el marcapasos. Es mejor pegar con cinta el imán sobre el sitio para evitar el desplazamiento inadvertido. 3. El reinicio por IEM producirá un marcapaso asincrónicos que puede observarse en el ECG. 4. La exposición intraquirúrgica del dispositivo a IEM puede reducirse al colocar la placa de retorno de corriente (“placa a tierra”) en un sitio sobre el paciente, de tal modo que la placa de corriente proveniente del electrocauterio no pase cerca del generador de pulso. Otras medidas incluyen el uso de estallidos breves intermitentes con el nivel de energía mínimo posible y el uso de un sistema de electrocauterio bipolar o un escalpelo ultrasónico (armónico). Considerar inactivar la configuración de respuesta a la frecuencia durante el procedimiento. 5. Vigilar la frecuencia cardiaca durante el uso del electrocauterio mediante oxímetro de pulso, catéter arterial, estetoscopio precordial o esofágico o un dedo sobre el pulso. 6. Se recomienda la evaluación posquirúrgica de la función del marcapasos por la mayoría de los fabricantes si se utiliza electrocauterio o si la configuración cambia durante el perioperatorio. E. Opciones de marcapasos perioperatorio temporal 1. Transcutáneo. El marcapasos externo puede realizarse mediante placas grandes colocadas en las regiones anterior y posterior del tórax. Éste es un método fácil y económico de marcapasos ventricular. Este método no se utiliza de manera típica en pacientes sometidos a cirugía cardiaca o torácica debido al sitio de incisión, vendaje y drenajes. 2. Transvenoso a. Puede insertarse un electrodo de marcapasos temporal a través de una vena central hacia el corazón. b. Se cuenta con varios catéteres de arteria pulmonar que tienen opciones de marcapasos (véase el capítulo 10). 3. Transesofágico. La aurícula izquierda puede marcarse con una sonda de marcapasos colocada en el esófago. El marcapasos transesofágico requiere conducción intacta del nodo AV. F. Desfibrilador-cardioversor implantable (DCI). Los DCI han mejorado la mortalidad de manera significativa en pacientes en alto riesgo de muerte cardiaca súbita. Las cuatro funciones clave de DCI son el marcapasos antitaquicardia (MAT), la cardioversión, la desfibrilación y el marcapasos de respaldo. 1. El DCI se implanta en la región superior del tórax y se conecta a uno o dos electrodos transvenosos desfibriladores que también tienen capacidad de percepción y marcapasos. Estos electrodos perciben la taquicardia o fibrilación ventriculares y pueden administrar un contrachoque de hasta 40 J. Todos los DCI son sensibles a IEM relacionada con electrocauterio. La IEM puede interpretarse por un DCI como fibrilación ventricular que provoca choques espurios. 2. La mayoría de los DCI está diseñada para suspender la detección en respuesta a la aplicación de un imán y retomar la función al retirarlo. En estos modelos, la aplicación de un imán evitará la malinterpretación de IEM como fibrilación ventricular. Algunos modelos de St. Jude y Boston Scientific DCI pueden programarse para ignorar la aplicación de un imán. Inclusive, algunos modelos más antiguos de Boston Scientific DCI pueden programarse para suspender su función a la aplicación de un imán, pero requieren retirar el imán y su reaplicación para retomar su función. Es mejor contar con la consulta de funcionamiento del DCI antes de la cirugía para determinar su configuración y respuesta a la aplicación de un imán. 3. Se prefiere la aplicación intraquirúrgica de un imán, en vez de la desactivación del DCI: si ocurre taquicardia o fibrilación ventriculares intraquirúrgicas, la simple remoción del imán provocará que el DCI retome la detección y administre la terapia, típicamente en menos de 10 segundos. Esto es más seguro y rápido que aplicar desfibrilación externa. 4. Puede ocurrir falla del DCI durante la anestesia, como resultado de cambios en los umbrales de desfibrilación. Debe disponerse de un desfibrilador externo y algunos sugieren colocar electrodos desfibriladores externos antes de la cirugía. 5. Los pacientes con DCI no deben entrar a la sala de resonancia magnética debido a su potencial de disfunción. Lecturas recomendadas ASA. Practice advisory for the perioperative management of patients with cardiac rhythm management devices: Pacemakers and implantable cardioverter-defibrillators. Anesthesiology 2005;103:186–198. Ashary N, Kaye AD, Hegazi AR, et al. Anesthetic considerations in the patient with a heart transplant. Heart Dis 2002;4:191–198. Bernstein AD, Daubert J-C, Fletcher RD, et al. The revised NASPE/BPEG generic code for antibradycardia, adaptiverate, and multisite pacing. Pacing Clin Electrophysiol 2002;25: 260–264. Devereaux PJ, Yang H, Yusuf S, et al. Effects of extended-release metoprolol succinate in patients undergoing non-cardiac surgery (POISE trial): a randomised controlled trial. Lancet 2008;371:1839–1847. Devereaux PJ, Mrkobrada M, Sessler, D, et al. Aspirin in patients undergoing noncardiac surgery. N Engl J Med 2014:370:1494–1503. Fleisher LA, Fleishmann KE, Auerbach AD, et al. 2014 ACC/AHA guideline on perioperative cardiovascular evaluation and management of patients undergoing noncardiac surgery: a report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on practice guidelines. J Am Coll Cardiol 2014;64(22):e77–e137. Gibbons RJ, Antman EM, Alpert JS, et al. ACC/AHA 2002 guideline update for exercise testing. Circulation 2002;106:1883–1892. Grines CL, Bonow RO, Caset DE Jr, et al. Prevention of premature discontinuation of dual antiplatelet therapy in patients with coronary artery stents: a science advisory from the American Heart Association, American College of Cardiology, Society for Cardiovascular Angiography and Interventions, American College of Surgeons, and American Dental I. ANATOMÍA APLICADA A. La faringe se divide en nasofaringe, orofaringe y laringofaringe. 1. La nasofaringe consiste en las vías nasales, que incluyen el tabique, los cornetes y las adenoides. 2. La orofaringe está formada por la cavidad oral, que comprende la dentadura y la lengua. 3. La epiglotis separa la laringofaringe en la laringe (que da paso a la tráquea) y la hipofaringe (que da paso al esófago). B. Laringe 1. Localizada a nivel de la cuarta a sexta vértebras cervicales, se origina en la entrada laríngea y termina en el borde inferior del cartílago cricoides. Consta de nueve cartílagos; tres impares (tiroides, cricoides y epiglotis) y tres pares (corniculados, cuneiformes y aritenoides); ligamentos y músculos. 2. El cartílago cricoides, ubicado justo por debajo del cartílago tiroides a nivel vertebral C5-6, es el único anillo cartilaginoso completo en el árbol respiratorio. 3. La membrana cricotiroidea conecta el cartílago tiroides con el cricoides y mide 0.9 × 3.0 cm en adultos. La membrana es superficial, delgada y carece de vasos importantes en la línea media, haciéndola un sitio primordial para el acceso quirúrgico de emergencia a la vía aérea (véase Cricotiroidotomía más adelante). 4. Los músculos laríngeos pueden dividirse en dos grupos; músculos que abren y cierran la glotis (cricoaritenoideo lateral [aducción], cricoaritenoideo posterior [abducción] y aritenoideo transverso) y los que controlan la tensión de los ligamentos vocales (cricotiroideo, vocal y tiroaritenoideo). 5. Inervación a. Sensitiva. El nervio glosofaríngeo (nervio craneal IX) brinda inervación sensitiva al tercio posterior de la lengua, la orofaringe desde su unión con la nasofaringe, incluidas las superficies faríngeas del paladar blando, la epiglotis y las fauces, hasta la unión de la faringe con el esófago. La rama interna del nervio laríngeo superior, una rama del nervio vago (nervio craneal X), proporciona inervación sensitiva a la mucosa desde la epiglotis hasta las cuerdas vocales (incluyéndolas). Las fibras sensitivas del nervio laríngeo inferior, una rama del nervio laríngeo recurrente (también una rama del nervio vago), brinda inervación sensitiva a la mucosa de la laringe subglótica y la tráquea. b. Motora. La rama externa del nervio laríngeo superior proporciona inervación motora al músculo cricotiroideo. La activación de este músculo provoca la tensión de las cuerdas vocales. Las fibras motoras del nervio laríngeo inferior brindan inervación motora a los demás músculos intrínsecos de la laringe. La lesión bilateral de los nervios laríngeos inferiores (p. ej., por la lesión de los nervios laríngeos recurrentes) puede producir activación sin oposición del cricotiroideo, que provoca tensión de las cuerdas vocales y cierre de la vía aérea. C. La glotis está compuesta por los pliegues vocales (cuerdas verdaderas y “falsas”) y la hendidura glótica. 1. La hendidura glótica describe la abertura entre las cuerdas vocales verdaderas. 2. La glotis representa el punto más estrecho de la vía aérea adulta (más de 8 años de edad), mientras que el cartílago cricoides representa el punto más estrecho en la vía aérea del lactante (desde el nacimiento hasta 1 año de edad). D. La vía aérea inferior se extiende desde la laringe subglótica hasta los bronquios. 1. La laringe subglótica se extiende desde los pliegues vocales hasta el borde inferior del cartílago cricoides (C6). 2. La tráquea es un tubo fibromuscular de 10 a 12 cm de longitud con un diámetro aproximado de 20 mm en adultos. Se extiende desde el cartílago cricoides hasta la carina. La tráquea recibe su soporte de los 16 a 20 cartílagos con forma de U, con el extremo abierto en dirección posterior. Notar la ausencia posterior de los anillos cartilaginosos proporciona la orientación anteroposterior durante la evaluación con fibra óptica del árbol traqueobronquial. 3. La tráquea se bifurca en los bronquios principales derecho e izquierdo en la carina. El bronquio principal derecho tiene una longitud alrededor de 2.5 cm con un ángulo inicial cercano a 25°. El bronquio principal izquierdo tiene una longitud de casi 5 cm con un ángulo inicial de casi 45 grados. II. EVALUACIÓN A. Historia. El antecedente de manejo difícil de la vía aérea puede ser el mejor factor predictivo de una vía aérea desafiante. Si se dispone del expediente clínico previo, los registros anestésicos anteriores deben revisarse en busca de la facilidad de intubación y ventilación (la capacidad para ventilar con mascarilla y si requirió adyuvantes para este tipo de ventilación; la cantidad de intentos de intubación; el tipo de hoja de laringoscopio usado; el tamaño del tubo endotraqueal [TET]; o si requirió algún equipo especializado de vía aérea, videolaringoscopia o endoscopio de fibra óptica). Las enfermedades que pueden afectar la vía aérea tienen importancia particular. Deben buscarse síntomas específicos relacionados con el compromiso de la vía aérea, que incluyen disfonía, estridor, sibilancias, disfagia, disnea y obstrucción postural de la vía aérea. 1. La artritis o la patología de disco cervical pueden disminuir la movilidad del cuello. La inestabilidad de la columna cervical y la limitación del movimiento mandibular son comunes en la artritis reumatoide. Las articulaciones temporomandibular y cricoaritenoidea también pueden estar afectadas. La manipulación cervical agresiva en estos pacientes puede provocar subluxación atlantoaxial y lesión de la médula espinal. El riesgo de subluxación atlantoaxial es mayor en pacientes con deformidad grave de las manos y nódulos cutáneos. 2. Las infecciones del piso de la boca, glándulas salivales, amígdalas o faringe, pueden causar dolor, edema y trismo con abertura oral limitada. 3. Los tumores pueden obstruir la vía aérea y causar compresión extrínseca y desviación traqueal. 4. El índice de masa corporal (IMC) aumentado es un desafío frecuente durante la inducción de la anestesia. Un IMC alto, aunado a otros hallazgos anatómicos (puntuación de Mallampati, circunferencia cervical grande, distancia tiromentoniana corta) pueden predecir la ventilación difícil con mascarilla y gran probabilidad de intubación traqueal difícil. La capacidad residual funcional (CRF) disminuida relacionada con un IMC alto puede provocar desaturación precipitada por la apnea de la inducción. 5. El traumatismo puede relacionarse con lesiones de la vía aérea, de la columna cervical, fractura de base de cráneo y lesión intracraneal. 6. La cirugía previa, la radiación o las quemaduras pueden ocasionar cicatrización, contracturas y movilidad tisular limitada, así como estenosis de la abertura oral. 7. La acromegalia puede causar hipertrofia mandibular, crecimiento excesivo y alargamiento de la lengua y la epiglotis. La abertura glótica puede estrecharse debido al aumento de tamaño de las cuerdas vocales. 8. El escleroderma puede producir rigidez cutánea y disminuir el movimiento mandibular y estrechar la abertura oral. 9. Los pacientes con trisomía 21 pueden presentar inestabilidad atlantoaxial y macroglosia. 10. Los pacientes con enanismo y acondroplasia pueden relacionarse con inestabilidad atlantoaxial y manejo de la vía aérea potencialmente difícil debido a la hipoplasia mandibular (micrognatia). 11. Otras anomalías congénitas suelen complicar el manejo de la vía aérea, en particular en pacientes adultos y pediátricos con anomalías craneofaciales, como síndrome de Pierre Robin, Treacher Collins, Klippel-Feil y Goldenhar. En contraste, los niños con paladar hendido aislado no presentan una dificultad específica para intubar si la afección no se relaciona con otras anomalías craneofaciales o de la vía aérea, pero la intubación nasotraqueal debe evitarse. B. Exploración física 1. Los hallazgos específicos que pueden indicar una vía aérea difícil incluyen los siguientes: a. Incapacidad para abrir la boca. b. Movilidad deficiente de la columna cervical. c. Retracción mentoniana (micrognatia). d. Lengua grande (macroglosia). e. Incisivos prominentes. f. Cuello muscular corto. 2. Las lesiones en la cara, cuello o tórax, deben evaluarse respecto de su contribución para el compromiso de la vía aérea. 3. Evaluación de cabeza y cuello. No se cuenta con un factor predictivo preferido para manejo difícil de la vía aérea en la exploración física, por lo que una exploración detallada está justificada. Los factores predictivos múltiples de vía aérea difícil aumentarán la especificidad de la exploración. a. Nariz. La permeabilidad de las narinas o la presencia de un tabique desviado debe determinarse al ocluir una narina por vez y evaluar la facilidad de la ventilación a través de la otra narina. Esto tiene importancia especial en caso de requerir intubación nasotraqueal. b. Boca. Identificar la macroglosia y las condiciones que reducen la abertura oral (p. ej., cicatrices o contracturas faciales, escleroderma y enfermedad de la articulación temporomandibular). La mala dentición puede incrementar el riesgo de lesión o avulsión dental durante la manipulación de la vía aérea. Los dientes flojos deben identificarse antes de la cirugía y protegerse o retirarse antes de iniciar el manejo de la vía aérea. c. Cuello 1. Si la distancia tiromentoniana (la distancia desde el borde inferior de la mandíbula hasta la hendidura tiroidea con el cuello en extensión completa) es menor de 6 cm (3 o 4 dedos), puede ser difícil visualizar la glotis. La movilidad de las estructuras laríngeas debe evaluarse y la tráquea palparse en la línea media arriba de la escotadura esternal. Buscar cicatrices de cirugía cervical previa, una tiroides grande, otras masas paratraqueales y tejidos indurados sugestivos de radioterapia. 2. Movilidad de la columna cervical. Los pacientes deben ser capaces de tocar el mentón con el tórax y extender el cuello en dirección posterior. La rotación lateral no debe producir dolor ni parestesias. 3. La presencia de un estoma de traqueotomía sanado o permeable puede ser una clave de estenosis subglótica o complicaciones previas con el manejo de la vía aérea. Debe disponerse de TET de diámetro menor para estos pacientes. 4. La clasificación de Mallampati para predecir una intubación difícil se basa en el hallazgo de que la visualización de la glotis está alterada cuando la base de la lengua es desproporcionadamente grande. La valoración se realiza con el paciente en posición sedente erecta, con la cabeza en posición neutra, la boca abierta tanto como sea posible y la lengua protruida al máximo sin fonación. La clasificación modificada incluye las cuatro categorías siguientes (Fig. 14.1): a. Clase I. Los pilares de las fauces, el paladar blando y la úvula son visibles. b. Clase II. Pueden observarse los pilares de las fauces y el paladar blando, pero la úvula queda oculta por la base de la lengua. c. Clase III. Sólo es visible el paladar blando. Se predice que la intubación será difícil. d. Clase IV. El paladar blando no es visible. Se predice que la intubación será difícil. C. Estudios especiales. En la mayoría de los pacientes, una historia clínica y exploración física cuidadosas serán necesarias para evaluar la vía aérea. Los adyuvantes útiles pueden incluir los siguientes: 1. La laringoscopia (directa, indirecta, video o flexible con fibra óptica) brindará información sobre la función de la hipofaringe, la entrada laríngea y las cuerdas vocales. Puede realizarse en un paciente consciente con anestesia tópica o bloqueo nervioso. 2. La imagenología torácica o cervical puede revelar desviación traqueal o estrechamiento y deformidades óseas en el cuello. Las radiografías de la columna cervical tienen importancia particular en casos traumatológicos, y deben realizarse en caso de una lesión por arriba de la clavícula o lesiones traumáticas múltiples serias. En pacientes con estado mental alterado o lesiones distractoras, una radiografía cervical normal no puede descartar una lesión ligamentosa significativa. Las precauciones para columna cervical deben aplicarse durante la intubación y obtenerse rastreos por tomografía computarizada (TC) o imágenes de resonancia magnética (IRM), según los protocolos locales. Las radiografías laterales de la columna cervical pueden ser útiles en pacientes sintomáticos con artritis reumatoide o síndrome de Down para buscar subluxación atlantoaxial. FIGURA 14.1 Clasificación de Mallampati de las estructuras orofaríngeas, modificada por Samsoon y Young, definida en un paciente en posición sedente erecta con la boca abierta al máximo y la lengua protruida sin fonación. (De Samsoon GLT, Young JRB. Difficult tracheal intubation, a retrospective study. Anaesthesia 1987;42:487–490, con permiso.) 3. Los tomogramas o rastreos por TC traqueales pueden delinear masas que obstruyen la vía aérea. 4. Las pruebas de función pulmonar y los circuitos de volumen de flujo pueden ayudar a determinar el grado y sitio de obstrucción de la vía aérea (véanse los capítulos 1 y 3). 5. Las presiones iniciales de los gases en sangre arterial pueden indicar las consecuencias funcionales de las anomalías de la vía aérea y alertar al médico sobre pacientes con hipoxemia o hipercarbia crónicas. III. VÍA AÉREA POR MASCARILLA A. Indicaciones 1. Para preoxigenar (desnitrogenar) a un paciente antes de la intubación endotraqueal. 2. Para evaluar o controlar la ventilación como parte de la reanimación inicial antes de colocar un TET. 3. Para administrar anestesia por inhalación en pacientes que no están en riesgo de regurgitación del contenido gástrico. B. La técnica implica colocar una mascarilla facial y mantener una vía aérea permeable. 1. La mascarilla debe ajustarse bien alrededor del puente nasal, las mejillas y la boca. Las mascarillas plásticas transparentes permiten la observación de los labios (color) y la boca (secreciones o vómito). 2. Colocación de la mascarilla. La mascarilla se sostiene en la mano izquierda para que el meñique quede sobre el ángulo de la mandíbula, el tercer y cuarto dedos a lo largo de la mandíbula y el índice y el pulgar se colocan sobre la mascarilla formando la letra “C.” La mano derecha queda disponible para controlar la bolsa reservorio. Puede requerir dos manos para mantener un buen ajuste de la mascarilla, por lo que requiere asistencia para controlar la bolsa. Las bandas cefálicas pueden utilizarse para asistir el ajuste de la mascarilla. Las presiones inspiratorias máximas deben mantenerse por debajo de los 20 cm H2O para minimizar la insuflación gástrica. Ciertos entornos de la vía aérea pueden requerir reversión de la lateralidad de la ventilación con mascarilla descrita antes, donde la mascarilla se sostendrá con la mano derecha y la mano izquierda controlará la bolsa reservorio. Esto debe convertirse en una habilidad ambidiestra. 3. Los pacientes edéntulos pueden representar un problema cuando se intenta lograr un sello adecuado con la mascarilla facial debido a menor distancia entre la mandíbula y el maxilar. Con frecuencia, una vía aérea oral corregirá este problema y las mejillas quedarán comprimidas contra la mascarilla para disminuir las fugas. Para hacer esto se requieren dos manos. Como alternativa, las dentaduras pueden mantenerse en sitio durante la ventilación con mascarilla, pero con frecuencia se han retirado antes de la inducción. 4. La obstrucción de la vía aérea durante la ventilación espontánea puede reconocerse por un movimiento de “balanceo” paradójico del tórax y el abdomen. Durante la ventilación espontánea, si la vía aérea superior está obstruida a medida que el diafragma se contrae, el abdomen se distiende como en condiciones normales por cada respiración, pero el tórax colapsa en vez de insuflarse. El estridor es un ruido de timbre alto relacionado con un estrechamiento extremo de una vía aérea superior y puede producirse por enfermedades como crup, pero se observa con mayor frecuencia con el laringoespasmo después de la extubación. Con la obstrucción de la vía aérea, el movimiento respiratorio de la bolsa reservorio disminuirá o se ausentará y las presiones máximas de la vía aérea aumentarán cuando se intente la ventilación con presión positiva. 5. La permeabilidad de la vía aérea puede restaurarse mediante lo siguiente: a. Extensión cervical. b. Elevación mandibular, al colocar los dedos bajo los ángulos de la mandíbula y levantar hacia delante. c. Giro cefálico lateral. d. Inserción de una vía aérea oral. Una vía aérea puede no tolerarse bien si el reflejo nauseoso está intacto. Las complicaciones por el uso de una vía aérea oral incluyen vómito, laringoespasmo y traumatismo dental. Una vía aérea oral del tamaño equivocado puede empeorar la obstrucción. Si la vía aérea oral es demasiado corta, puede comprimir la lengua; si es demasiado larga, puede encontrarse contra la epiglotis. e. Una vía aérea nasal ayuda a mantener la permeabilidad de la vía aérea superior en un paciente con obstrucción mínima o moderada y la toleran de manera razonable los pacientes despiertos o sedados. Las vías aéreas nasales pueden causar epistaxis y deben evitarse en pacientes anticoagulados. C. La ventilación difícil con mascarilla puede anticiparse en pacientes que presentan lo siguiente: obesidad, adoncia, barba, artritis cervical o apnea obstructiva del sueño. Las vías aéreas orales y nasales adecuadas y las vías aéreas por mascarilla laríngea (LMA) deben estar disponibles. D. Complicaciones. La mascarilla puede causar lesiones por presión de los tejidos blandos alrededor de la boca, la mandíbula, los ojos o la nariz. La pérdida de la vía aérea puede producirse por laringoespasmo o vómito. La ventilación con mascarilla no protege la vía aérea contra la aspiración del contenido gástrico. El laringoespasmo, una contracción tónica de los músculos laríngeos y faríngeos, causa obstrucción de la vía aérea y cierre de las cuerdas vocales que puede aliviarse mediante la elevación mandibular y la aplicación de presión positiva constante a la vía aérea. Si esto falla, puede requerirse una pequeña dosis de succinilcolina (20 mg intravenosos o intramusculares en el adulto). IV. VÍA AÉREA POR MASCARILLA LARÍNGEA A. La LMA clásica y sus múltiples variaciones son dispositivos supraglóticos desechables para el manejo de la vía aérea que pueden utilizarse como alternativa, para la ventilación con mascarilla como para la intubación endotraqueal en los pacientes apropiados. La LMA también tiene un papel importante en el manejo de la vía aérea difícil. Cuando se inserta adecuadamente, la punta de la LMA descansa sobre el esfínter esofágico superior, los lados del balón se encuentran sobre las fosas piriformes y el borde superior del balón lo hace contra la base de la lengua. Esta posición permite la ventilación efectiva con el inflado mínimo del estómago. 1. Indicaciones a. Como alternativa para la ventilación con mascarilla o la intubación endotraqueal para el manejo de la vía aérea. La LMA no es un remplazo para la intubación endotraqueal cuando esta última está indicada. b. En el manejo de una vía aérea difícil conocida o inesperada. c. En el manejo de la vía aérea durante la reanimación de un paciente inconsciente. 2. Contraindicaciones a. Pacientes con riesgo de aspiración del contenido gástrico, como aquellos con el estómago lleno o enfermedad por reflujo gastroesofágico sintomática. b. Pacientes con distensibilidad disminuida del sistema respiratorio, debido a que el sello de baja presión del balón de LMA fugará a presiones inspiratorias altas y puede ocurrir insuflación gástrica. Las presiones inspiratorias máximas deben mantenerse a menos de 20 cm H2O para minimizar las fugas del balón y la insuflación gástrica. c. Pacientes en quienes se anticipa o requiere soporte ventilatorio mecánico. d. Pacientes con reflejos intactos de la vía aérea, debido a que la inserción puede precipitar laringoespasmo. 3. Uso a. Las LMA están disponibles en una variedad de tamaños pediátricos y adultos (véase la tabla 14.1). Utilizar el tamaño adecuado maximiza la probabilidad de un ajuste apropiado del balón. Las maniobras para la inserción apropiada de la LMA se muestran en la Figura 14.2. b. Asegurar la desinflación correcta del balón y su lubricación. La lubricación de la superficie interna de la LMA debe evitarse porque cualquier goteo de lubricante hacia la laringe puede precipitar laringoespasmo. c. Seguir los requerimientos habituales de preoxigenación y monitorización. d. Asegurar un grado adecuado de anestesia y supresión de los reflejos de la vía aérea superior. e. Posicionar la cabeza del paciente de modo apropiado. También es típico que la posición de “olfateo” (flexión ligera de la columna cervical inferior con extensión de C1-2) usada para optimizar la intubación endotraqueal brinde mejor posición para la inserción de la LMA. f. Insertar la LMA (véase la Fig. 14.2). Puede utilizarse un bloqueador de mordida blando para evitar que el paciente muerda el tubo de la LMA. g. Inflar el balón (véase la tabla 14.1). De manera típica, se observa una expansión ovoide lisa de los tejidos por arriba del cartílago tiroides con el inflado adecuado de la LMA en posición adecuada. h. Asegurar la ventilación adecuada. i. Conectar al circuito anestésico. La LMA puede asegurarse con cinta, si es necesario. j. Retiro de la LMA. En general, la LMA es bien tolerada por el paciente que sale de la anestesia general en tanto el balón no se infle en exceso (presión del balón menor de 60 cm H2O). La LMA puede retirarse al desinflar el balón una vez que el paciente ha salido de la anestesia general y los reflejos de la vía aérea superior regresaron. k. La LMA es una vía aérea adecuada para algunos pacientes que se someterán a procedimientos en posición prona. Si se elige esta técnica, los pacientes pueden posicionarse a sí mismos en la mesa quirúrgica antes de la inducción. Después de la inducción de la anestesia, la LMA puede insertarse con la cabeza del paciente girada a un lado y descansando sobre una almohada o mantas. 4. Intubación con LMA. Se cuenta con múltiples marcas y estilos de LMA diseñadas para facilitar la intubación del paciente al pasar un TET a través de las mismas, ya sea a ciegas o con guía flexible por fibra óptica. La LMA air-Q desechable de uso único es similar en estilo a una LMA estándar, pero tiene un tubo reforzado más grande y un conector extraíble de la vía aérea que permite la colocación de cualquier TET estándar que se ha lubricado con lubricante acuoso en gel. La LMA Fastrach reutilizable incluye un tubo curvado de acero inoxidable cubierto con silicona, un conector de 15 mm en su extremo, un balón, y una barra de elevación epiglótica (Fig. 14.3). El tubo tiene el diámetro suficiente para aceptar un TET de 8 mm ID con balón y es lo suficientemente corto para asegurar que el balón del TET descanse más allá de las cuerdas vocales. FIGURA 14.2 A: con la cabeza extendida y el cuello flexionado, aplanar con cuidado la punta de la LMA contra el paladar duro. B: con el dedo índice, empujar la LMA en dirección craneal siguiendo los contornos del paladar duro y blando. C: manteniendo la presión con el dedo sobre el tubo en dirección craneal, avanzar la mascarilla hasta percibir resistencia definitiva en la base de la hipofaringe. D: lo inflado sin sostener el tubo permite que la mascarilla se asiente por sí misma de manera óptima. (De Brain AIJ, Denman WY, Goudsouzian NG. Laryngeal Mask Airway Instructional Manual. Berkshire, UK: Brain Medical Ltd.; 1996:21–25.) FIGURA 14.3 Características de la LMA Fastrach. (De Brain AIJ, Verghese C. LMA-Fastrach Instruction Manual. San Diego: LMA North America, Inc.; 1998.) 5. Efectos adversos. El efecto adverso más común de utilizar cualquier LMA es el ardor faríngeo, con una incidencia estimada de 10%, y se relaciona con mayor frecuencia con el inflado excesivo del balón de LMA. El efecto adverso principal es la aspiración, que se ha estimado ocurre con una incidencia comparable a aquélla de la anestesia endotraqueal o con mascarilla. V. INTUBACIÓN ENDOTRAQUEAL A. Intubación orotraqueal 1. Indicaciones. La intubación endotraqueal se requiere para proporcionar una vía aérea permeable cuando los pacientes están en riesgo de aspiración, cuando el mantenimiento de la vía aérea por mascarilla es difícil y para ventilación controlada prolongada. La intubación también puede ser necesaria para procedimientos quirúrgicos específicos (p. ej., procedimientos de cabeza/cuello, intratorácicos o intraabdominales). 2. Técnica. De manera usual, la intubación se realiza con un laringoscopio. Las hojas Macintosh y Miller son las que se utilizan con mayor frecuencia. a. La hoja Macintosh es curva y la punta se inserta hacia la vallecula (el espacio entre la base de la lengua y la superficie faríngea de la epiglotis) (Fig. 14.4A). Proporciona una buena vista de la orofaringe e hipofaringe, lo que permite mayor espacio para el paso del TET con menor traumatismo epiglótico. El tamaño se designa como no. 1 a 4; la mayoría de los adultos requiere una hoja Macintosh no. 3. FIGURA 14.4 Relaciones anatómicas para laringoscopia e intubación endotraqueal. A: colocación de la hoja curva. B: colocación de la hoja recta. C: exposición glótica con la colocación de la hoja curva. b. La hoja Miller es recta y pasa de tal modo que la punta yace debajo de la superficie laríngea de la epiglotis (Fig. 14.4B). Luego se eleva la epiglotis para exponer las cuerdas vocales. La hoja Miller brinda excelente exposición de la abertura glótica, pero ofrece un paso más pequeño a través de la orofaringe e hipofaringe. Los tamaños se designan como no. 0 a 4; la mayoría de los adultos requiere una hoja Miller no. 2 o 3. c. Varias hojas de laringoscopio modificadas proporcionan mejor visualización de las cuerdas mediante la elevación epiglótica (Mc Coy) o la visualización indirecta de las cuerdas (Siker y Trueview EVO). d. La posición clásica para intubación es la que se denomina posición de olfateo, con el occipucio elevado por campos o mantas dobladas y el cuello extendido. En promedio, esto mejora la vista laringoscópica, aunque la intubación y la abertura oral pueden facilitarse en algunos pacientes mediante la simple extensión cervical. La flexión cervical puede dificultar la abertura oral. e. El laringoscopio se sostiene en la mano izquierda cerca de la unión entre el mango y la hoja. Después de apuntalar la boca abierta con un movimiento de tijera del pulgar y el índice, el laringoscopio se inserta en el lado derecho de la boca del paciente mientras se barre la lengua con la izquierda. Los labios no deben apretarse con la hoja, y los dientes deben evitarse. Luego se avanza la hoja hacia la línea media hasta que la epiglotis se vuelva visible. La lengua y los tejidos blandos faríngeos se levantan para exponer la abertura glótica. El laringoscopio debe utilizarse para elevar (véase la Fig. 14.4B) en vez de actuar como palanca (véase la Fig. 14.4A), para prevenir el daño de los incisivos maxilares o las encías. f. El tamaño adecuado del TET depende de la edad del paciente, su hábito corporal y el tipo de cirugía. Un TET de 7.0 mm se utiliza en la mayoría de las mujeres, y un TET de 8.0 mm en la mayoría de los hombres. El TET se sostiene en la mano derecha como se sostendría un lápiz y se avanza a través de la cavidad oral desde la esquina derecha de la boca y luego a través de las cuerdas vocales. El panorama anatómico para visualización con un laringoscopio Macintosh se muestra en la Figura 14.4C. Si la visualización de la abertura glótica es incompleta, puede ser necesario utilizar la epiglotis como punto de referencia, pasando el TET inmediatamente debajo de ella y hacia la tráquea. La presión externa sobre el cartílago cricoides o tiroides puede ayudar en la visualización. El extremo proximal del balón del TET se coloca justo debajo de las cuerdas vocales y se observan las marcas del tubo en relación con los incisivos (o labios) del paciente. El balón se infla justo hasta el punto en que se obtiene un sello en presencia de 20 a 30 cm H2O de presión positiva de la vía aérea. g. La colocación adecuada del TET requiere verificarse con la detección de dióxido de carbono en el gas espiratorio mixto al final del volumen corriente, así como mediante inspección y auscultación del estómago y ambos campos pulmonares durante la ventilación con presión positiva. Si el TET se inserta demasiado profundo, es usual que pase hacia el bronquio principal derecho. Cuando se escuchan ruidos respiratorios sólo en un lado del tórax, debe sospecharse una intubación endobronquial y el TET debe retirarse hasta que se escuchen ruidos respiratorios bilaterales. (En pacientes traumatológicos, los ruidos respiratorios unilaterales pueden ser indicativos de neumotórax.) Escuchar ruidos respiratorios intensos en cada axila puede disminuir la probabilidad de equivocarse por ruidos respiratorios transmitidos desde el pulmón opuesto. Debe mantenerse alto índice de sospecha de intubación esofágica hasta asegurar la oxigenación y ventilación adecuadas. h. El TET debe asegurarse con cinta, de preferencia para tensar la piel sobre las estructuras óseas. 3. Las complicaciones de la intubación orotraqueal incluyen lesión de los labios o lengua, dientes, faringe o mucosa traqueal. Es raro que se produzca la avulsión de los cartílagos aritenoides u ocurra daño de las cuerdas vocales o la tráquea. B. Intubación nasotraqueal 1. Indicaciones. La intubación nasotraqueal es poco frecuente, pero puede ser necesaria en pacientes sometidos a procedimientos intraorales o maxilofaciales orales. En comparación con los TET orales, es usual que el diámetro máximo que puede acomodarse sea más pequeño y, en concordancia, la resistencia a la respiración puede ser mayor. Es raro que se utilice la vía nasotraqueal para intubación a largo plazo debido a la resistencia aumentada de la vía aérea y el mayor riesgo de sinusitis. 2. Contraindicaciones. Las fracturas de la base de cráneo, en especial del hueso etmoides, las fracturas nasales, epistaxis, pólipos nasales, coagulopatía y anticoagulación sistémica planeada o trombólisis (el paciente con infarto miocárdico agudo), son contraindicaciones relativas para la intubación nasal. 3. Técnica. La anestesia y vasoconstricción tópicas de la mucosa nasal pueden lograrse mediante la aplicación de una mezcla de lidocaína a 2% y fenilefrina a 0.25%, utilizando hisopos de algodón. Si las narinas son permeables, el lado derecho se prefiere debido a que esto dirigirá el bisel de la mayoría de los TET hacia el tabique nasal aplanado, reduciendo el daño de los cornetes. Los cornetes inferiores pueden interferir con el paso y limitar el tamaño del TET. Por lo regular se utiliza un TET de 6.0 a 6.5 mm en mujeres, y un TET de 7.0 a 7.5 mm en hombres. Después de que pasa a través de la narina hacia la faringe, el tubo se avanza a través de la abertura glótica. La intubación puede realizarse a ciegas en pacientes despiertos, anestesiados, pero con respiración espontánea, anestesiados y apneicos utilizando laringoscopia directa asistida por pinzas de Magill o con asistencia broncoscópica con fibra óptica. 4. Las complicaciones son similares a aquéllas descritas para la intubación orotraqueal (véase la sección V.A.3). Además, puede ocurrir epistaxis, disección submucosa y desplazamiento de las amígdalas y adenoides aumentadas de tamaño. Comparada con la intubación orotraqueal, la vía nasotraqueal se relaciona con mayor incidencia de sinusitis y bacteremia. C. Intubación con fibra óptica. El broncoscopio flexible con fibra óptica consiste en fibras de cristal unidas para formar una unidad flexible para la transmisión de luz e imágenes. El haz de fibra óptica es frágil y su flexión excesiva puede dañar las fibras. Es usual que se disponga de canales de trabajo y pueden utilizarse para administrar anestésicos tópicos y oxígeno o succión. Es común que el campo visual se torne limitado a medida que el broncoscopio de fibra óptica se acerca a la abertura glótica. Las secreciones, la sangre o la neblina de lente pueden oscurecer la vista. Sumergir la punta del endoscopio de fibra óptica en agua tibia ayuda a prevenir el empañado de la lente. 1. El equipo estándar para intubación oral o nasal con fibra óptica incluye un bloqueador oral de mordida o una vía aérea Ovassapian, anestésicos y vasoconstrictores tópicos, succión y un endoscopio de fibra óptica estéril con una fuente luminosa. 2. Indicaciones a. El broncoscopio flexible con fibra óptica puede utilizarse en el pacien- te despierto como en el anestesiado para evaluar e intubar su vía aérea. Puede emplearse para intubación endotraqueal nasal y oral y debe utilizarse como primera opción en una vía aérea difícil anticipada en vez de como “último recurso”. b. La intubación inicial con fibra óptica se recomienda para pacientes con presencia o sospecha de patología de la columna cervical, tumores de cabeza y cuello, obesidad mórbida o antecedente de ventilación o intubación difíciles. 3. Técnica. Se coloca un TET sobre el endoscopio de fibra óptica lubricado, se acopla el tubo de succión o de oxígeno al puerto de trabajo y la palanca de control se sostiene con una mano mientras se avanza el endoscopio o se maniobra con la otra mano. El uso de oxígeno a través del puerto de succión es útil para soplar secreciones que puedan obstruir la vista. Una vía aérea oral Ovassapian puede ser útil y tolerarse bien para la intubación oral con fibra óptica. Es importante mantener el endoscopio de fibra óptica en la línea media para prevenir entrar a la fosa piriforme. La punta del endoscopio se posiciona en dirección anterior cuando se encuentra en la hipofaringe y se avanza hacia la epiglotis. Si el moco o las secreciones alteran la vista, el endoscopio debe retraerse o retirarse para limpiar la punta y luego reinsertarse en la línea media. A medida que el endoscopio se desliza más allá de la epiglotis, se observan las cuerdas vocales. El endoscopio se avanza con la punta en posición neutra hasta que se noten los anillos traqueales. El endoscopio se estabiliza dentro de la tráquea y el TET se avanza sobre él y hacia la tráquea. Si hay resistencia al paso, el TET puede requerir girarse 90° en dirección contraria a las manecillas del reloj para evitar la comisura anterior y permitir el paso a través de las cuerdas vocales. La carina traqueal debe visualizarse antes de retirar el endoscopio de fibra óptica para asegurar la posición adecuada del tubo. D. Técnicas y equipo para intubación alternativos 1. Videolaringoscopia. Se cuenta con numerosos laringoscopios de diseño especial que incorporan video con fibra óptica o prismas ópticos para refinar el concepto de visualización indirecta de las cuerdas vocales en un monitor para video. Estos laringoscopios incluyen múltiples versiones reutilizables o desechables de GlydeScope, Stortz C-MAC, AIRQ, Pentax AWS, entre otros, que brindan visualización de las cuerdas vocales en casi 100% de los pacientes. Pese a la visualización óptima de las cuerdas vocales, en ocasiones aún puede ser difícil el avance del TET. Los diferentes modelos de videolaringoscopios son algo distintos entre sí, y la capacidad de un modelo no asegura la de todos. Es aconsejable familiarizarse con el videolaringoscopio que se utilizará, al realizar intubaciones en pacientes cuya vía aérea podría asegurarse de modo confiable mediante laringoscopia directa u otra técnica de intubación. 2. El introductor de goma elástica, un dispositivo semirrígido 15-French de 60 cm de largo con un ángulo J leve en su punta distal, ejemplifica los diversos tipos de introductores huecos y sólidos que pueden facilitar el paso del TET hacia la tráquea cuando la laringoscopia directa es difícil. Durante la laringoscopia directa, el bougie se avanza bajo la epiglotis y su extremo angulado se dirige adelante hacia la abertura glótica. Si el bougie se inserta hacia la tráquea, con frecuencia se percibirán los anillos traqueales como una sensación de “clic” característica. Entonces se avanza el TET sobre el bougie y se confirma la colocación adecuada como ya se describió (véase la sección V.A.2.g). El introductor también puede utilizarse como intercambiador de TET. 3. La barra luminosa consiste en un estilete luminoso maleable sobre el cual puede pasarse un TET oral a ciegas hacia la tráquea. Para insertarla, se atenúan las luces de la sala y se avanza la barra luminosa con el TET, siguiendo la curva de la lengua. Un resplandor que se observa en la región lateral del cuello indica que la punta del TET se encuentra en la fosa piriforme. Si la punta entra al esófago, hay una disminución marcada del brillo luminoso. Cuando la punta se coloca correctamente en la tráquea, se nota un resplandor en la región anterior del cuello. En este punto, el TET se desliza más allá del estilete y hacia la tráquea. 4. La intubación traqueal retrógrada puede hacerse cuando las técnicas antes descritas no tuvieron éxito. Se realiza en el paciente consciente que ventila con una vía aérea estable. Para esta técnica, se identifica y punciona la membrana cricotiroidea en la línea media con un catéter intravenoso (IV) calibre 18. Se introduce un alambre guía de 80 cm, 0.025 pulgadas en dirección cefálica. Se utiliza un laringoscopio para visualizar y retirar el alambre. Se pasa un TET sobre el alambre, que sirve como guía a través de las cuerdas vocales. VI. LA VÍA AÉREA DIFÍCIL Y LAS TÉCNICAS DE EMERGENCIA PARA VÍA AÉREA A. Vía aérea difícil. La revisión de 2013 del algoritmo de American Society of Anesthesiologists (ASA) para manejar la vía aérea difícil se muestra en la Figura 14.5. La familiaridad con este algoritmo es crucial para el anestesiólogo. Desde su adopción en 1993, la cantidad de demandas por muerte cerebral o fallecimiento relacionados con eventos vinculados con la vía aérea durante la inducción de la anestesia disminuyó de manera significativa. 1. La vía aérea difícil puede dividirse en la vía aérea difícil reconocida y la difícil inadvertida; esta última representa el mayor desafío para el anestesiólogo. 2. La ASA define una vía aérea difícil como la falla para intubar con laringoscopia convencional después de tres intentos o la falla para intubar con laringoscopia convencional por más de 10 minutos. Otros sugieren que una definición más adecuada de una vía aérea difícil sería la falla para intubar con laringoscopia convencional después del mejor/ óptimo de los intentos. Este mejor/óptimo intento se define como aquél con un laringoscopista razonablemente experimentado, sin tono muscular resistente significativo, el uso de una posición óptima de olfateo, uso de manipulación laríngea externa, cambio del tipo de hoja de laringoscopio una sola vez y de longitud de la hoja de laringoscopio una sola vez. 3. El uso de anestesia regional como un modo para evitar una vía aérea difícil conocida o anticipada merece una mención especial. Aunque el algoritmo para vía aérea difícil fomenta considerar la anestesia regional, debe tenerse en cuenta que el bloqueo regional puede fallar o el paciente puede requerir conversión rápida a anestesia general por otras razones. En general, la anestesia regional no debe elegirse para el paciente con vía aérea difícil conocida si la cirugía no puede terminarse con rapidez (en caso de bloqueo fallido o inadecuado) o el acceso a la vía aérea está comprometido. 4. El dispositivo de vía aérea supraglótica o la LMA es una opción de vía aérea prominente en el algoritmo 2013 de ASA para vía aérea difícil: a. Caso no urgente 1. Una vía aérea en pacientes que pueden ventilarse por mascarilla después de anestesia general se induce, pero no puede intubarse. También es una alternativa si la intubación en paciente despierto ha fallado (pero sólo cuando la anestesia general y la ventilación con mascarilla no se consideran problemáticas). 2. Un conducto para intubación en pacientes que pueden ventilarse por mascarilla, pero no pueden intubarse con laringoscopia convencional. FIGURA 14.5 Algoritmo para vía aérea difícil según ASA. (De ASA. Practice guidelines for management of the difficult airway: an updated report by the American Society of Anesthesiologists Task Force on Management of the Difficult Airway. Anesthesiology 2003;98:1269–1277.) b. Caso urgente 1. Una vía aérea en un paciente que no puede intubarse ni ventilarse. El combitubo y la ventilación jet transtraqueal son otras opciones. 2. Un conducto para intubación en pacientes que no pueden intubarse ni ventilarse (cuando una vía aérea supraglótica es insuficiente y la intubación no es necesaria por sí sola). B. Técnicas de emergencia para vía aérea 1. La cricotiroidotomía percutánea con aguja implica colocar un catéter IV calibre 14 o un introductor 7.5 French a través de la membrana cricotiroidea hacia la tráquea. El oxígeno puede administrarse al conectar el circuito respirador a un adaptador de TET 3 mm DI insertado de manera directa al catéter IV o a un adaptador de TET 7.0 mm DI insertado a una jeringa de 3 mL y conectado al catéter IV. Se prefieren los catéteres para cricotiroidotomía, ya que los catéteres IV tienen una tasa muy alta de torsión y obstrucción. a. La oxigenación, pero no la ventilación, pueden lograrse al administrar oxígeno a través del catéter a una velocidad de flujo de 10 a 12 L/min. Ésta es una maniobra temporal y es una contraindicación absoluta en casos de obstrucción completa de la vía aérea superior, debido a que puede producir barotrauma grave. b. Puede lograrse cierto grado de ventilación al presionar la válvula de descarga de oxígeno durante un segundo y permitir la espiración pasiva durante 2 a 3 segundos. c. Una vez colocado, el catéter debe sostenerse con cuidado y firmeza en la posición para evitar su desplazamiento, lo cual puede poner en riesgo la vida. d. Las complicaciones incluyen barotrauma, neumotórax, enfisema subcutáneo del cuello y de la región torácica anterior, pérdida de la vía aérea y muerte. Inclusive, la vía aérea no está “protegida”, y la aspiración es una posibilidad. 2. La broncoscopia rígida por el cirujano o un neumólogo intervencionista puede ser necesaria para brindar soporte a una vía aérea con obstrucción parcial por un cuerpo extraño, ruptura traumática, estenosis o masa mediastinal. Es usual que la anestesia general sea necesaria para su inserción. Es importante disponer de una gama de distintos tamaños de broncoscopio (incluidos los de tamaño pediátrico) (véase el capítulo 22). 3. La cricotiroidotomía es un método rápido y eficaz para aliviar la obstrucción grave de la vía aérea superior. Con el cuello extendido, se realiza una pequeña incisión en la membrana cricotiroidea en la línea media. Se utiliza el mango del bisturí o una pinza Kelley para separar los tejidos mientras se inserta el tubo de traqueotomía o un TET por vía percutánea. 4. La traqueotomía puede realizarse bajo anestesia local antes de la inducción de la anestesia general en pacientes con una vía aérea en particular difícil. a. Técnica. Después de la disección cuidadosa de los vasos, nervios e istmo tiroideo, se realiza una incisión traqueal, por lo regular entre el tercer y cuarto anillos cartilaginosos. También puede realizarse una traqueotomía percutánea por dilatación, con técnicas disponibles en el mercado y una técnica de Seldinger modificada. b. Las complicaciones incluyen hemorragia, falsa vía y neumotórax. VII. CONSIDERACIONES ESPECIALES A. Inducción de secuencia rápida 1. Indicaciones. Los pacientes en riesgo de aspiración incluyen a quienes comieron recientemente (estómago lleno), embarazadas y aquellos con obstrucción intestinal, obesidad mórbida o reflujo sintomático. 2. Técnica a. El equipo necesario para la inducción de secuencia rápida debe incluir lo siguiente: 1. Cánula de succión con punta tipo amígdala (Yankauer) funcional. 2. Diferentes hojas de laringoscopio (Macintosh y Miller). 3. Varios TET con estilete, que incluyen uno de un tamaño menor al normal. 4. Un asistente que puede aplicar presión cricoidea con eficacia. b. El paciente se preoxigena utilizando velocidades de flujo elevadas de oxígeno a 100% durante 3 a 5 minutos (desnitrogenización). Cuatro a cinco respiraciones de la capacidad vital con oxígeno a 100% logran resultados casi similares cuando el tiempo es esencial. El paciente también puede colocarse con la cabeza elevada, posición Trendelenburg inversa durante la preoxigenación, que retrasará el inicio de la desaturación a la apnea. c. El cuello se extiende de tal modo que la tráquea quede directamente anterior al esófago. La administración de un inductor (p. ej., propofol o ketamina) va inmediatamente seguida por succinilcolina (1 a 1.5 mg/kg IV). Cuando la succinilcolina está contraindicada, se justifica el uso de dosis altas de bloqueadores neuromusculares no despolarizantes o remifentanil (3 a 5 μg/kg) como inductor adicional. Un asistente aplica presión digital firme hacia abajo sobre el cartílago cricoides, comprimiendo y ocluyendo con eficacia el esófago (maniobra de Sellick). En teoría, esta maniobra reduce el riesgo de regurgitación pasiva del contenido gástrico hacia la faringe, y puede hacer más visibles las cuerdas vocales al desplazarlas hacia atrás. No debe utilizarse si el paciente presenta vómito activo, ya que las presiones elevadas pueden lesionar el esófago. d. No debe intentarse ventilar al paciente por mascarilla. La presión cricoidea se mantiene hasta que se verifique la intubación endotraqueal exitosa. e. Es usual que la intubación pueda realizarse en 30 segundos. Si los intentos de intubación no tienen éxito, debe mantenerse la presión cricoidea de modo continuo durante las siguientes maniobras de intubación y mientras la ventilación con mascarilla está en proceso. B. Intubación en paciente despierto 1. Indicaciones. La intubación oral o nasal en el paciente despierto deben considerarse en caso de: a. Intubación difícil anticipada en el paciente en riesgo de aspiración. b. Incertidumbre sobre la capacidad para ventilar o intubar después de la inducción de la anestesia general (p. ej., obesidad mórbida). c. Necesidad de evaluar la función neurológica después de intubación o posicionamiento para la cirugía. 2. Técnica a. Para realizar una intubación en paciente despierto, se utiliza un enjuague de lidocaína a 4%, seguida de aerosol o nebulizador de lidocaína, para disminuir la sensibilidad de la vía aérea superior. 1. Puede emplearse el bloqueo del nervio laríngeo superior para anestesiar las estructuras supraglóticas. Se dirige una aguja calibre 25 anterior al asta mayor del hueso hioides y se inserta en la membrana tiroidea. Después de la aspiración negativa, se inyectan 2 mL de lidocaína a 2% a cada lado. 2. La inyección translaríngea de anestésico local puede anestesiar la glotis y la región superior de la tráquea. Se inserta una aguja calibre 25 a través de la membrana cricotiroidea en la línea media. Después de la aspiración de aire para confirmar la colocación dentro del lumen traqueal, se inyectan 2 mL de lidocaína a 2% y se retira la aguja. El paciente toserá cuando se inyecte el anestésico local, ayudando a la expansión del anestésico. Este bloqueo puede incrementar el riesgo de aspiración en un paciente con el estómago lleno o puede ser difícil en un paciente con cuello grande donde la palpación precisa de la membrana cricotiroidea es difícil. b. Con frecuencia, la laringoscopia oral en paciente despierto permite la valoración de la vía aérea. Los sedantes como midazolam, propofol y fentanil pueden utilizarse junto con los bloqueos nerviosos descritos antes. c. La intubación nasal (a ciegas) en paciente despierto puede realizarse después de la anestesia tópica y los bloqueos regionales de la vía aérea. 1. Las dosis incrementadas de sedantes son adyuvantes útiles. 2. Se pasa un TET bien lubricado hacia la nasofaringe con presión suave. 3. Pueden notarse ruidos respiratorios resonantes profundos a medida que el tubo se avanza hacia la glotis. La posición de olfateo exagerada puede ser útil. Es común que el TET pase hacia la tráquea durante la inspiración. 4. La intubación exitosa se observa cuando el paciente es incapaz de producir la fonación, se notan ruidos respiratorios y humedad dentro del TET con la ventilación y se encuentra dióxido de carbono en el capnógrafo. 3. Las complicaciones se describen en la sección V.B.4. C. Cambios de TET. En ocasiones, las fugas en el balón de TET o la obstrucción parcial de éste, requiere el cambio de un TET en un paciente con vía aérea difícil. 1. Se succiona la orofaringe y se ventila al paciente con oxígeno a 100 por ciento. 2. Un intercambiador de tubo traqueal es un estilete especializado que se coloca a través del TET y hacia la tráquea. La profundidad de inserción se mide con cuidado. Mientras una persona sostiene el cambiador de tubo y se asegura de que no pasa demasiado distal, el segundo anestesiólogo desliza el TET original fuera del cambiador y pasa uno nuevo sobre el estilete hacia la tráquea. Los riesgos de utilizar esta técnica son neumotórax si el cambiador del tubo entra a una vía aérea distal y la falla del TET para pasar a través de las cuerdas. 3. También puede utilizarse un broncoscopio de fibra óptica para volver a intubar. Se coloca un TET sobre el broncoscopio, la punta del cual pasa hacia la tráquea a lo largo del tubo existente. El balón del TET existente se desinfla, se avanza el broncoscopio y se notan los anillos traqueales para confirmar la posición. El TET existente se retira (puede dejarse un cambiador de tubo traqueal en su sitio) y el nuevo se avanza según se describe en la sección V.C. Las ventajas de esta técnica son que la tráquea se observa directamente y el paciente puede oxigenarse a través del puerto de trabajo del broncoscopio si hay dificultad para pasar el TET a través de las cuerdas vocales. Lecturas recomendadas Adnet F, Baillard C, Borron SW, et al. Randomized study comparing the “sniffing position” with simple head extension for laryngoscopic view in elective surgery patients. Anesthesiology 2001;95:836–841. ASA. Practice guidelines for management of the difficult airway: an updated report by the American Society of Anesthesiologists Task Force on Management of the Difficult Airway. Anesthesiology 2013;118(2):251–270. Brain AIJ, Verghese C, Strube PJ. The LMA “ProSeal”—a laryngeal mask with an oesophageal vent. Br J Anaesth 2000;84:650–654. Cormack RS, Lehane J. Difficult tracheal intubation in obstetrics. Anaesthesia 1984;39: 1105– 1111. Ferson DZ, Rosenblatt WH, Johansen MJ, et al. Use of the intubating LMA Fastrach in 254 patients with difficult-to-manage airways. Anesthesiology 2001;95:1175–1181. Hurford WE. Nasotracheal intubation. Respir Care 1999;44:643–649. Langeron O, Masso E, Huraux C, et al. Prediction of difficult mask ventilation. Anesthesiology 2000;92:1229–1236. Peterson GN, Domino KB, Caplan RA, et al. Management of the difficult airway: a closed claims analysis. Anesthesiology 2005;103:33–39. Samsoon GLT, Young JRB. Difficult tracheal intubation: a retrospective study. Anaesthesia 1987;42:490–497. Scmitt H, Buchfelder M, Radespil-Troger M, et al. Difficult intubation in acromegalic patients. Anesthesiology 2000;93:110–114. Sellick B. Cricoid pressure to control regurgitation of stomach contents during induction of anesthesia. Lancet 1961;2:404–406. I. RESUMEN La función básica de la máquina de anestesia es preparar una mezcla de gases de una composición variable y conocida con precisión para administrar al paciente. La máquina administra un flujo controlado de oxígeno, óxido nitroso, aire y gases anestésicos. Se suministran a través de un sistema de ventilación, que brinda un medio para proporcionar ventilación con presión positiva y controlar el dióxido de carbono alveolar al minimizar la recirculación o al absorber el dióxido de carbono espirado. Un ventilador mecánico está conectado al sistema respirador, lo cual deja las manos libres al anestesiólogo para otras tareas. Se utilizan varios monitores para vigilar el funcionamiento del sistema de ventilación, detectar disfunción del equipo y proporcionar información sobre el paciente. II. EL SISTEMA DE ADMINISTRACIÓN DE GASES (FIG. 9.1) A. Suministro de gases 1. Gases a través de tuberías. Las salidas en la pared suministran oxígeno, óxido nitroso y aire desde un suministro central a una presión de 50 a 55 libras/in2 (psi). Estas salidas y las mangueras de suministro a la máquina están clasificadas por diámetro y codificadas por color para proteger contra la administración de una mezcla hipóxica de gases. 2. Cilindros. Los cilindros de gases se utilizan como fuente de respaldo cuando falla el suministro a través de la pared o en sitios donde los gases anestésicos por tubería no están disponibles. Las máquinas de anestesia utilizan el cilindro tamaño E. Similar a las mangueras de suministro gaseoso, los colores de los cilindros son específicos para cada gas y están codificados para prevenir la conexión al regulador equivocado. Es importante asegurar que cada máquina de anestesia tenga una llave en cada cilindro que permita el flujo de gas cuando no se dispone de gases a través de tuberías. a. Un cilindro lleno de oxígeno (verde) tiene una presión de 2 000 a 2 200 psi y contiene el equivalente de 660 L de gas a presión atmosférica y temperatura ambiente. La presión del cilindro de oxígeno disminuye en proporción directa a la cantidad de oxígeno que permanece en el cilindro. b. Un cilindro lleno de óxido nitroso (azul) tiene una presión de 745 psi y contiene el equivalente de 1 500 L de gas a presión atmosférica y temperatura ambiente. El óxido nitroso en el cilindro lleno se encuentra en la fase líquida; la presión del cilindro no disminuye hasta que el contenido líquido se agota, momento en el cual aún queda alrededor de una cuarta parte del volumen total del gas. c. Los cilindros de aire se encuentran en algunas máquinas. Un cilindro lleno (amarillo) tiene una presión de 1 800 psi y contiene el equivalente de 630 L a presión atmosférica y temperatura ambiente. d. Los reguladores de presión reducen la elevada presión de los cilindros a cerca de 45 psi (justo por debajo de la presión de las tuberías), por tanto, cuando se utilizan gases de cilindro, no se requiere el ajuste de las válvulas de flujo (rotámetros) para compensar la presión cambiante que ocurre a medida que se vacía el tanque. Si los cilindros y tuberías están conectados y abiertos, el flujo de gases ocurre de modo preferencial a través de las tuberías debido a que su presión es un poco mayor que la presión regulada de los cilindros. Los reguladores dividen la máquina en el sistema de alta presión (proximal al regulador) y el de baja presión (distal al regulador). En caso de que la presión de la tubería falle o sea menor a la presión del cilindro, éste suministrará el gas hasta que quede vacío. FIGURA 9.1 Esquema de una máquina de anestesia. El diseño presenta numerosas variaciones, según el fabricante y la época de fabricación. B. Las válvulas de control de flujo y los flujómetros controlan y miden los flujos de gases. 1. Una válvula de aguja controla el flujo de cada gas. Como medida de seguridad, la manija de control de oxígeno tiene una textura distinta y, en ocasiones, protruye más que los controles del óxido nitroso y del aire. Las válvulas de aguja también reducen las presiones de gas de 45 a 55 psi (presión alta) a casi la presión atmosférica (presión baja). 2. Flujómetros. El flujómetro tradicional es un tubo de cristal ahusado calibrado en el cual flota una esfera o bobina para indicar el flujo de gas. Los flujómetros con esfera flotante deben leerse a la mitad de la esfera. Los flujómetros con bobina deben leerse en el extremo superior de la bobina. Las máquinas de anestesia nuevas tienen flujómetros electrónicos y monitores que proporcionan una lectura digital. El flujómetro de oxígeno siempre se coloca en dirección anterógrada, de tal modo que sea menos probable que las fugas provoquen la administración de una mezcla hipóxica de gases. C. Vaporizadores. Las máquinas de anestesia están diseñadas con uno o más vaporizadores de flujo compensado por temperatura, calibrados para administrar una concentración específica de anestésico medido como porcentaje del volumen. Estos vaporizadores operan bajo el principio de que una pequeña proporción de la mezcla total de gas que llega a ellos se desvía hacia la cámara vaporizadora, donde se satura por completo con anestésico antes de agregarse al flujo principal. Así, la concentración administrada de anestésico por el vaporizador es proporcional a la cantidad de gas que pasa a través de la cámara vaporizadora, supervisada principalmente por el controlador del vaporizador. Debido a que la presión de vapor saturado varía con la temperatura, un mecanismo secundario altera la cantidad de gas administrada a través de la cámara para compensar los cambios de temperatura. Los vaporizadores están calibrados para un anestésico específico, y tienen adaptadores de llenado codificados para prevenir la adición inadvertida de un anestésico incorrecto al vaporizador. La cámara vaporizadora está contenida en una caja metálica para reforzar la transferencia de calor y compensar la pérdida del mismo por enfriamiento, a medida que el anestésico se evapora. El vaporizador de desflurano se calienta y presuriza para compensar la presión de vapor relativamente alta del anestésico y el enfriamiento extremo que ocurre cuando se vaporizan grandes concentraciones. D. La salida común de gases es el puerto donde éstos salen de la máquina; está conectada al sistema de respiración a través de la manguera de gas fresco. E. Válvula de descarga de oxígeno. El oxígeno a 100% de 45 a 55 psi proviene directamente del sistema de alta presión a la salida común de gases. El flujo de oxígeno puede ser hasta de 40 a 60 L/minuto. Debe tenerse precaución sobre cuándo utilizar esta válvula en pacientes intubados para prevenir el barotrauma. III. SISTEMAS DE RESPIRACIÓN El sistema circular es el más utilizado. Los sistemas de pieza en T (Mapleson D y F) se utilizan en lactantes debido a su poca resistencia y poco espacio muerto. A. Sistema circular. Incorpora un absorbedor de dióxido de carbono y evita la recirculación del dióxido de carbono espirado. El sistema permite que los flujos de gas fresco conserven los anestésicos inhalados costosos y mantengan una mayor humedad y temperatura dentro del circuito respirador. El circuito consiste en un absorbedor, dos válvulas unidireccionales, un adaptador de pieza en Y, una bolsa reservorio y una válvula pop-off de limitación de presión ajustable (LPA) (Fig. 9.2). FIGURA 9.2 Sistema de respiración representativo con ventilador. El calibre de la presión de la vía aérea puede percibirse en el extremo del paciente de la válvula inspiratoria. La válvula PEEP puede estar incorporada al ventilador. Son posibles otras variaciones dependiendo del fabricante. 1. El absorbedor de dióxido de carbono. La cal sodada (CaOH2 + NaOH + KOH + sílice) o Baralyme (Ba[OH]2 + Ca[OH]2) contenida en el absorbedor, se combina con el dióxido de carbono para formar CaCO2 y liberar calor y humedad (H2O). Un tinte sensible a pH cambia a azulvioleta, lo cual indica el agotamiento de la capacidad de absorción. En máquinas más antiguas con un sistema de dos contenedores escalonados, el contenedor superior debe cambiarse cuando 25 a 50% de los granos ha cambiado de color, aunque un segundo contenedor brinda un margen de seguridad. El tamaño del contenedor que se utiliza debe individualizarse según el volumen corriente del paciente para lograr la máxima eficiencia. 2. Dos válvulas unidireccionales (inspiratoria y espiratoria) aseguran que el gas espirado no recircule sin pasar a través del absorbedor de dióxido de carbono. 3. El adaptador de pieza en Y se usa para conectar los extremos inspiratorio y espiratorio del sistema hacia el paciente. 4. La bolsa reservorio y la válvula LPA se localizan en el extremo espiratorio. La bolsa reservorio acumula gas entre inspiraciones. Se emplea para visualizar la ventilación espontánea y asistir la ventilación manual. De manera típica, se utiliza una bolsa reservorio de 3 L en pacientes adultos; las bolsas más pequeñas pueden ser adecuadas en pacientes pediátricos. La válvula LPA se usa para controlar la presión en el sistema ventilatorio y permite que el gas excesivo escape. La válvula puede ajustarse desde totalmente abierta (para ventilación espontánea, mínima presión pico 1 a 3 cm H2O) hasta cerrada (presión máxima de 75 cm H2O o mayor). Pueden presentarse presiones altas peligrosas que suelen producir barotrauma y compromiso hemodinámico si la válvula permanece sin supervisión en la posición total o parcialmente cerrada. B. Sistemas de pieza en T. Son sistemas de recirculación de un solo extremo. Debido a que no cuentan con absorbedor de CO2, la recirculación de éste es inevitable salvo que se utilice por lo menos un flujo de gas fresco equivalente al flujo máximo del paciente. La concentración inspirada de CO2 se controla por el flujo de gas fresco o mediante la variación de la ventilación minuto. Mapleson clasificó todas las posibles configuraciones de los sistemas de recirculación de un solo extremo (incluidos los de pieza en T) según la posición relativa del paciente, el flujo de gas fresco, bolsa reservorio y la válvula. Los sistemas Mapleson D y F son los más usados y ambos son sistemas de pieza en T. Todos los sistemas de pieza en T requieren flujos elevados de gas fresco (por lo menos dos o tres veces la ventilación minuto) para prevenir la recirculación durante la ventilación espontánea. La capnografía es útil para verificar la eliminación suficiente de dióxido de carbono. 1. El circuito Mapleson D es un sistema semicerrado con una bolsa reservorio y una válvula LPA en el extremo de la máquina con gas fresco que entra en el extremo del paciente (Fig. 9.3). 2. El circuito Bain es una versión coaxial de Mapleson D. El tubo de entrega de gas fresco es un tubo sin corrugar de diámetro pequeño que corre dentro del extremo espiratorio corrugado de gran diámetro. Los gases inspirados se calientan y el sistema parece ser más simple, pero hay riesgo de hipoxia si se desarrolla una fuga, por lo que el circuito siempre debe verificarse con cuidado en busca de fugas antes de utilizarse. 3. El circuito Mapleson F (modificación Jackson-Rees de la pieza en T Ayres o Mapleson E) tiene utilidad particular en neonatos y lactantes pequeños. Consiste sólo en una bolsa reservorio de extremo abierto y una longitud definida del tubo respirador corrugado, donde el gas fresco entra al sistema en el extremo del paciente. La ventilación manual de pacientes pequeños se logra sin dificultad con este sistema debido a que el anestesiólogo puede ajustar el llenado de la bolsa reservorio de extremo abierto con la mano, haciendo de la bolsa un indicador sensible de la distensibilidad pulmonar. El sistema también permite que el anestesiólogo esté cerca del lactante mientras administra ventilación manual. Las ventajas de este sistema disminuyeron debido a la introducción de los sistemas de captación, que incrementan su peso y por las mejoras en sistemas alternativos (p. ej., tubos respiradores de baja distensibilidad y mejoras en los ventiladores mecánicos). FIGURA 9.3 Esquema del sistema de respiración Mapleson D. En la modificación Bain, el gas fresco fluye a través de un tubo que corre mediante la tubería corrugada. IV. VENTILADORES PARA ANESTESIA A. Las máquinas de anestesia convencionales se ajustan con un ventilador mecánico que utiliza un fuelle colapsable dentro de una cámara cerrada. El fuelle se comprime de modo intermitente cuando se dirige oxígeno o aire hacia la cámara, presurizándolo. Los ventiladores son generadores de flujo ciclados por tiempo (no por presión), controlados tanto de manera mecánica como electrónica e impulsados por un medio neumático (que requiere 10 a 20 L de gas impulsor por minuto). Los controles del ventilador varían entre marcas y modelos. Algunos ventiladores requieren configurar la ventilación minuto, la frecuencia, la relación inspiratoria/espiratoria (I/E) para producir el volumen corriente deseado; otros ventiladores permiten el ajuste directo del volumen corriente, y la relación I/E depende de la velocidad de flujo inspiratorio (que se configura de modo independiente). Una porción del flujo de gas fresco administrada por la máquina se agrega al volumen corriente establecido durante la fase inhalatoria. Por ejemplo, el aumento del flujo de gas fresco total de 3 a 6 L/minuto incrementará la ventilación minuto administrada por 1 L/minuto adicional con una relación I/E de 1:2 o 1.5 L/minuto a una relación I/E de 1:1 (mayor tiempo inspiratorio en el último). Aunque los ventiladores dirigidos por gas pueden impulsarse con seguridad con aire u oxígeno, casi siempre se elige oxígeno y se administra por tubería. Si se emplean cilindros de gas para impulsar el ventilador en caso de falla de la tubería, esto lo determina el usuario. Si la máquina se configura para impulsar el ventilador utilizando un cilindro de oxígeno, la ventilación mecánica debe suspenderse en caso de falla de la tubería para conservar el suministro de oxígeno. B. Los generadores de flujo administran un volumen corriente establecido sin importar los cambios en la distensibilidad del paciente (a diferencia de los generadores de presión), pero no compensarán las fugas del sistema y pueden producir barotrauma debido a que pueden generarse presiones elevadas. Administran de manera confiable un volumen corriente establecido (incluso en presencia de una fuga pequeña). El riesgo de barotrauma es mínimo cuando los pacientes tienen pulmones saludables y distensibles. C. Para lactantes y pacientes con neumopatía, mantener volúmenes corrientes preestablecidos puede producir presiones inaceptablemente altas de la vía aérea y riesgo aumentado de barotrauma. Los generadores de presión son más adecuados para estas situaciones debido a que se controla la presión de la vía aérea. D. La ausencia de flexibilidad de muchos de los ventiladores de las máquinas de anestesia antiguas limita, en gran medida, su uso en casos de mecánica pulmonar anormal. En estas situaciones puede preferirse el uso de ventilación manual o un ventilador de cuidados críticos. Las máquinas de anestesia modernas cuentan con ventiladores controlados por microprocesadores versátiles, que permiten la manipulación y monitorización sofisticadas de las presiones de la vía aérea (p. ej., presión positiva al final de la espiración [PEEP] variable) y de las velocidades de flujo. Estos ventiladores incorporan pistones en vez de fuelles, además de ser notables por administrar cantidades más consistentes de volúmenes corrientes establecidos de modo independiente de las velocidades de flujo del gas fresco. Como en el caso de los ventiladores de la UCI, las máquinas de anestesia más nuevas tienen la capacidad de múltiples modos (como control de presión, soporte de presión, sincronizado obligatorio y ventilación con razón inversa), lo que permite al anestesiólogo optimizar la ventilación, oxigenación, hemodinámica y destete. V. CARACTERÍSTICAS DE SEGURIDAD A. El tubo de suministro de oxígeno del sistema de alta presión cuenta con una alarma audible de oxígeno ajustada. Consiste en un regulador de presión y una corneta o silbato que sonará cuando la presión en el tubo de suministro sea mayor de 0 y menor de 25 psi. B. Una “válvula de respaldo” operada por presión en el sistema de alta presión de la tubería del suministro de óxido nitroso se abre sólo cuando la presión de oxígeno en el sistema de alta presión es mayor de 25 psi. Si la presión de oxígeno disminuye por debajo de estas cifras, el óxido nitroso dejará de fluir. Debido a que tanto la alarma audible de oxígeno como la válvula de respaldo responden específicamente a la presión baja de la tubería del suministro de oxígeno, no protegen contra la entrega de una mezcla hipóxica en sentido anterógrado en el sistema de baja presión (p. ej., si la válvula de control de flujo de oxígeno se apaga por accidente). C. Control de flujo de oxígeno. De manera típica, las máquinas de anestesia están ajustadas a un dispositivo para controlar la proporción entregada de oxígeno. Éste puede presentarse como una conexión mecánica entre las perillas de control del flujo de oxígeno y óxido nitroso que no permitirá establecer una fracción inspirada de oxígeno (F io2) menor de 25%. Como alternativa, algunas máquinas incorporan un monitor de flujo de oxígeno que activa una alarma si se configura una F io2 baja. D. Las alarmas de presión están incorporadas a todas las máquinas de anestesia. 1. La alarma de presión baja detona por un periodo sin presión en el sistema o por un decremento sostenido de la presión por debajo de la presión atmosférica. La presión baja puede ser resultado de la desconexión o una fuga grande en el sistema. Es usual que la presión negativa indique disfunción del sistema de captación o que el paciente esté inhalando contra una obstrucción. 2. La alarma de presión alta puede tener un límite variable o preestablecido (p. ej., 65 cm H2O). La alarma de presión alta puede indicar obstrucción de la tubería o del tubo endotraqueal o un cambio en la distensibilidad pulmonar (p. ej., broncoespasmo, neumotórax, insuflación laparoscópica o “anestesia ligera”). 3. La alarma de presión sostenida alerta al usuario en caso de presión alta sostenida por más de algunos segundos. La disfunción de una válvula de seguridad, de una válvula de alivio de presión del ventilador o una obstrucción en el sistema de captación podrían crear esta situación. VI. CAPTACIÓN El sistema de captación canaliza los gases de desecho lejos del quirófano a un sitio fuera del hospital o donde los gases puedan desecharse con seguridad (p. ej., a un sistema de ventilación de desechos sin recirculación). La concentración de los gases anestésicos en el ambiente dentro del quirófano no debe exceder de 25 partes por millón (ppm) para el óxido nitroso y 2 ppm para los anestésicos halogenados. Los sistemas de captación de gases anestésicos específicos deben utilizarse como rutina. Estos sistemas consisten en un sistema colector, uno de transferencia, uno receptor y otro de eliminación. A. El sistema colector lleva los gases de desecho al sistema de transferencia y opera desde la válvula de LPA y la válvula espiratoria del ventilador. Además, los gases de desecho pueden recolectarse desde los analizadores de gas. B. El sistema de transferencia consiste en una tubería que conecta el sistema colector con el receptor. C. El sistema receptor asegura que no se acumule presión positiva o negativa alguna en el sistema del lado del paciente. El sistema puede ser abierto o cerrado. Un sistema abierto consiste en un contenedor reservorio abierto a la atmósfera en un extremo. Es usual que se utilice succión en el contenedor, eliminando el gas de desecho. Un sistema cerrado consiste en una bolsa reservorio con válvulas para aliviar la presión positiva y negativa para mantener la presión en la bolsa dentro de un intervalo aceptable. D. El sistema de eliminación puede ser pasivo o activo, aunque los sistemas pasivos son inadecuados para los hospitales modernos. Un sistema pasivo consiste en tuberías de gran calibre que transportan directamente los gases hacia el exterior o hacia conductos de ventilación de escape. Los sistemas activos pueden estar alimentados por sistemas de vacío, ventiladores, bombas y sistemas Venturi. VII. ANÁLISIS DE GASES Se emplean varios métodos para monitorizar las concentraciones de O2, CO2 y gases anestésicos en el sistema de respiración. El analizador de oxígeno es el monitor más importante para detectar una mezcla hipóxica de gases. La capnometría, la medición de CO2, tiene numerosos usos, que incluyen la monitorización de la adecuación de la ventilación y la detección de fallas en el sistema respirador. La monitorización de las concentraciones anestésicas entre respiraciones brinda un rastreo de la captación y distribución anestésicas. La mayoría de los analizadores de gases incorpora alarmas. Entre las técnicas de medición se encuentran las siguientes: A. La espectrometría de masas se utilizó primero para obtener la medición de respuesta rápida a la concentración de cualquier gas. Su principal limitación era el gran tamaño de las mangueras requeridas en un punto central para servir a múltiples quirófanos. Una muestra de gas obtenida a través de un puerto lateral en el sistema respirador cerca de la pieza Y se desplazaba a lo largo de un catéter de nylon hacia el espectrómetro de masas. Después de la ionización con un haz de electrones, los fragmentos resultantes se aceleran a través de un campo de alto voltaje y luego son objeto de un campo magnético deflector. Los fragmentos específicos se detectan en colectores y se determina la concentración relativa de cada medicamento. La calibración se realiza de modo automático en el sistema central. Al cambiar el sistema, el espectrómetro de masas puede muestrear numerosos sitios. El tiempo entre mediciones en cada sala puede ser de uno o varios minutos según la cantidad de salas “en línea”. Puede solicitarse una muestra “inmediata”. B. El análisis infrarrojo emplea espectrofotometría y la ley de Beer para brindar una medición continua de la concentración de gas o anestésico en una mezcla de gases. Los gases que tienen dos o más átomos diferentes en su molécula absorben radiación infrarroja; de este modo, el análisis infrarrojo puede utilizarse para medir concentraciones de CO2, N2O y anestésico halogenados, pero no O2. De modo típico, se obtiene cierta cantidad de gas del sistema respirador a velocidad estable (50 a 300 mL/minuto) y pasa a una cámara de medición pequeña en el instrumento. Los pulsos de energía infrarroja a una longitud de onda que se absorbe sólo por el gas de interés forman un haz a través del gas y la diferencia de energía absorbida se utiliza para determinar la concentración del gas. En algunos capnógrafos se coloca una cámara de medición miniaturizada y un sensor en el sistema respirador. En la mayoría de los instrumentos infrarrojos sólo puede medirse un anestésico volátil preseleccionado a la vez. C. Analizadores de oxígeno. La medición continua de las concentraciones de oxígeno en una mezcla de gases puede obtenerse con espectrometría de masas; análisis polarográfico, galvánico o de celda de combustible; o un análisis paramagnético. 1. Los analizadores de oxígeno polarográficos se colocan en el extremo inspiratorio del circuito. El sensor consiste en un ánodo y un cátodo en una solución electrolítica con voltaje polarizante. El oxígeno difunde a través de una membrana semipermeable hacia la solución electrolítica, después de lo cual fluye una corriente que depende de la captación de oxígeno en el cátodo y, de este modo, de la presión parcial de oxígeno. Los sensores tienen una vida útil limitada y deben colocarse en la posición vertical para evitar la acumulación de humedad. 2. Los analizadores galvánicos o de celda de combustible son similares a los analizadores de celda polarográfica, excepto que se utilizan ánodos, cátodos y materiales electrolíticos diferentes, y no se aplica voltaje polarizante. Esta celda es similar a una batería que consume oxígeno. 3. Analizadores paramagnéticos. Estos analizadores se basan en el principio de que el oxígeno es paramagnético y, por tanto, es atraído a un campo magnético, mientras que la mayoría de los demás gases son diamagnéticos débiles, por lo que se repelen del campo magnético. Los analizadores paramagnéticos miniaturizados modernos incorporan una cámara magnética de oscilación rápida y son capaces de realizar un análisis entre respiraciones. Con frecuencia se combinan con otras técnicas de análisis de gases en un monitor de agentes anestésicos. VIII. ACCESORIOS A. Debe disponerse de un medio de respaldo para ventilación con presión positiva (bolsa autoinflable) para cualquier procedimiento anestésico. En muchos de los quirófanos estas bolsas pueden encontrarse en la parte posterior de la máquina de anestesia. B. Puede utilizarse un humidificador, y está indicado en especial para lactantes y niños pequeños, así como durante la anestesia de flujo alto. Se utilizan dos tipos durante la anestesia: humidificadores de baño de agua y condensadores. Los humidificadores de baño de agua se relacionan con riesgo de sobrecalentamiento (con la lesión consecuente del paciente) y con riesgo de infección. Los humidificadores condensadores aumentan la resistencia del sistema respirador, pero son más simples de usar que los de baño de agua. La mayor resistencia los hace inadecuados para utilizar en niños pequeños. C. Las máquinas más nuevas tienen capacidad de PEEP integrada. D. Debe disponerse de una linterna en caso de falla eléctrica. E. Los sistemas computarizados de manejo de la información, que contienen expedientes anestésicos electrónicos, han remplazado a los expedientes anestésicos y médicos escritos. Las ventajas comprenden una mejor documentación, que incluye la recolección automatizada de datos perioperatorios del paciente, las bases de datos accesibles que facilitan la mejora de la calidad y el uso de recursos, una mejor precisión e integridad de la factura y el apego eficiente a varios requisitos regulatorios y de acreditación. IX. MÁQUINAS DE ANESTESIA DE PRÓXIMA GENERACIÓN La máquina de anestesia convencional funciona bien y satisface casi todas las necesidades. Es común que la morbimortalidad relacionada con la máquina se atribuya al uso equívoco humano (p. ej., desconexión inadvertida del circuito de respiración) en vez de a una verdadera falla del equipo. No obstante, las máquinas convencionales se encuentran al final de su ciclo evolutivo y la introducción de una nueva generación de máquinas está en camino. Las máquinas de anestesia de próxima generación presentan numerosos desafíos para los anestesiólogos en términos de su mayor complejidad, tablero y función cambiantes e integración de nuevas tecnologías. Las ventajas notables de algunas de las máquinas más novedosas incluyen las siguientes: A. Interfaces electrónicas que facilitan la medición más versátil y precisa, así como la manipulación de las concentraciones de las presiones de la vía aérea y la ventilación (controlada y asistida). B. Alarmas más numerosas y adaptables. C. Menos conexiones externas, que es posible que reduzcan la incidencia de desconexiones, conexiones inadecuadas, torsión de cables y otros percances. D. Autoverificación automatizada de la máquina, que es probable, refuerce la tasa de detección de disfunciones mientras también libera al anestesiólogo para realizar otras tareas. E. Obtención reforzada de datos para facilitar la integración con los sistemas computarizados para el manejo de la información. X. RECOMENDACIONES PARA LA VERIFICACIÓN DE LA MÁQUINA DE ANESTESIA Esta verificación, o un equivalente razonable, debe realizarse antes de administrar la anestesia. Estas recomendaciones son válidas sólo para un sistema de anestesia que se ajusta a los estándares actuales y relevantes y los monitores siguientes: capnógrafo, oxímetro de pulso, analizador de oxígeno, monitor de volumen respiratorio (espirómetro) y monitor de presión del sistema respirador con alarma para presión baja y alta. Se promueve que el lector modifique este lineamiento para ajustarse a las diferencias en el diseño del equipo y las variaciones en la práctica clínica local. Estas modificaciones locales deben contar con una revisión adecuada por los colegas. Los usuarios deben referirse al manual del operador para procedimientos y precauciones específicas del fabricante, de manera específica, la prueba para fugas de baja presión según el fabricante. (Nota: si un proveedor de anestesia utiliza la misma máquina en casos sucesivos, puede no ser necesario repetir los pasos siguientes indicados por un asterisco [*] y pueden abreviarse después de la verificación inicial.) A. Equipo de emergencia para ventilación. Verificar que se disponga de equipo de ventilación y sea funcional.* B. Dispositivo de succión. Verificar que se disponga de un equipo de succión y tenga la presión adecuada para eliminar fluidos de la vía aérea. C. Sistema de alta presión 1. Verificar el suministro del cilindro de oxígeno.* Supervisar el suministro del cilindro de oxígeno. 2. Comprobar el suministro central por tuberías.* Examinar si las mangueras están conectadas de modo adecuado, y que las lecturas de presión de las tuberías sean cercanas a 50 psi. D. Sistema de baja presión 1. Verificar el estado inicial del sistema de baja presión.* a. Cerrar las válvulas de control de flujo y apagar los vaporizadores. b. Verificar el nivel de llenado y ajustar los tapones de los depósitos de los vaporizadores. 2. Encender el interruptor maestro de la máquina y los otros equipos eléctricos necesarios.* 3. Evaluar los flujómetros.* Ajustar el flujo de todos los gases en su intervalo completo, verificar que la operación suave de los flotadores y que los tubos de flujo no presenten daño. E. Sistema de barrido. Checar y ajustar el sistema de barrido de gases anestésicos.* F. Sistema de respiración 1. Calibrar el monitor de O2. Verificar que la alarma de O2 esté activada y sea funcional. 2. Comprobar el estado inicial del sistema de respiración. a. Supervisar que el circuito respiratorio esté completo, no presente daños ni obstrucciones. b. Verificar que el absorbente de CO2 sea adecuado. 3. Realizar una búsqueda de fugas en el sistema respirador (algunas o todas las porciones de esta sección pueden estar automatizadas o requerir diferentes valores según la recomendación del fabricante). a. Configurar todos los flujómetros en 0 (o el valor mínimo). b. Cerrar la válvula LPA (de seguridad) y ocluir la pieza en Y. c. Presurizar el sistema respirador a 30 cm H2O con una descarga de O2. d. Asegurarse de que la presión permanezca fija durante por lo menos 10 segundos. e. Abrir la válvula LPA (de seguridad) y asegurarse de que la presión disminuya. G. Sistema de ventilación automático. Probar los sistemas de ventilación y las válvulas unidireccionales. H. Monitores. Verificar, calibrar o configurar los límites de las alarmas de todos los monitores. I. Posición final. Examinar el estado final de la máquina. 1. Vaporizadores apagados. 2. Válvula LPA abierta. 3. Interruptor selector en “Bolsa”. 4. Todos los flujómetros en 0. 5. El sistema de respiración está listo para usarse. Lecturas recomendadas Dorsch JA, Dorsch SE, eds. A Practical Approach to Anesthesia Equipment. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2011. Dorsch JA, Dorsch SE, eds. Understanding Anesthesia Equipment, 5th ed. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2008. Ehrenwerth J, Eisencraft J, Berry J, eds. Anesthesia Equipment: Principles and Applications, 2nd ed. Philadelphia: Elsevier Saunders; 2013. Olympio MA. Modern anesthesia machines offer new safety features. Anesth Patient Saf Found Newsl 2003;18:17–32. Sandberg WS, Urman RD, Ehrenfeld JM. The MGH Textbook of Anesthesia Equipment. Philadelphia: Elsevier Saunders; 2011. I. MONITORIZACIÓN ESTÁNDAR Los estándares de ASA para la monitorización anestésica básica establecen que debe contarse con la presencia de un anestesiólogo y que la oxigenación, ventilación, circulación y temperatura deben evaluarse de manera continua durante todos los procedimientos anestésicos. A. Monitorización estándar para anestesia general Para todas las anestesias se requiere la monitorización de la circulación, oxigenación, ventilación y temperatura. Los requerimientos mínimos para la anestesia general incluyen un analizador de oxígeno para confirmar la Fio2 administrada, oximetría de pulso, electrocardiograma (ECG), medición de la presión arterial y capacidad para evaluar la temperatura. La capnografía (capítulos 14 y 15) es obligatoria para anestesia general y se recomienda para los cuidados anestésicos monitorizados y la anestesia regional. B. Monitorización adicional Las comorbilidades del paciente y el procedimiento quirúrgico pueden requerir monitores adicionales para medir la presión arterial y venosa, la función cardiaca (capítulos 2 y 24), el bloqueo neuromuscular (capítulo 13) y la actividad del sistema nervioso central (capítulos 11 y 25). II. SISTEMA CARDIOVASCULAR La circulación puede valorarse mediante los signos clínicos, ECG, monitorización no invasiva e invasiva de la presión arterial, presión venosa central (PVC), canulación de arteria pulmonar y ecocardiografía. A. Con frecuencia, los signos y síntomas de anomalías de la perfusión son limitados durante la anestesia general, pero es importante valorarlos en el periodo prequirúrgico (capítulo 1) y pueden incluir alteraciones del estado mental, déficits neurológicos, disnea, dolor torácico, extremidades frías, pulsos disminuidos y llenado capilar deficiente. B. ECG. El ECG se utiliza para determinar la frecuencia cardiaca, detectar y diagnosticar arritmias, isquemia miocárdica, función de marcapasos y anomalías electrolíticas. La presencia de una señal de ECG no garantiza la contracción ni el gasto cardiacos. 1. Mecanismo de la monitorización a. Electrodos. Los electrodos del ECG miden una pequeña señal eléctrica (cerca de 1 mV). Esto ocasiona que el ECG sea propenso a interferencia eléctrica por fuentes externas y requiere la colocación apropiada de los electrodos sobre la piel seca y limpia. b. Localización de los electrodos. Para detectar de manera eficaz arritmias e isquemia, las almohadillas de los electrodos deben colocarse en sitios consistentes en el cuerpo, y las derivaciones de las extremidades sobre o cerca de sus extremos apropiados y la derivación precordial (V5) en el quinto espacio intercostal, sobre la línea axilar anterior. c. Modos y opciones 1. Con frecuencia, los monitores tienen varias opciones para filtrar el ruido, su nombre más común es el de modo “diagnóstico” y “monitor”. El modo monitor filtra el ruido mediante un pasa-banda estrecho (0.5 a 40 Hz), mientras que el modo diagnóstico filtra menos señal y ruido mediante un pasa-banda más amplio (0.05 a 100 Hz). El modo diagnóstico debe utilizarse cuando se busca isquemia. 2. La tendencia automática de los cambios del segmento ST es útil para buscar el desarrollo de isquemia a lo largo del tiempo. 2. Detección del ritmo. La relación entre las ondas P y QRS permite el diagnóstico de arritmia; la onda P se observa mejor en la derivación II. 3. Detección de isquemia. La monitorización de las derivaciones II y V5 permite la detección de isquemia en 95% de los pacientes gracias a que monitoriza una gran área del miocardio. La derivación II monitoriza la porción inferior del corazón, irrigada por la arteria coronaria derecha. La derivación V5 monitoriza la masa del ventrículo izquierdo, irrigada por la arteria descendente anterior izquierda. La derivación I puede monitorizarse en pacientes en quienes la arteria circunfleja izquierda está en riesgo. C. Presión arterial Está compuesta por la resistencia vascular y el flujo sanguíneo. El riego sanguíneo de un órgano puede ser bajo a pesar de una presión arterial adecuada debido a una resistencia vascular elevada. La autorregulación en un órgano individual puede causar cambios locales en la resistencia para mantener un flujo sanguíneo constante. 1. La presión arterial media (PAM) puede medirse de manera directa o calcularse (PAM = presión diastólica + 1/3 presión de pulso [sistólica – diastólica]). 2. La obtención de la presión arterial no invasiva automatizada es el método no invasivo más común para medir la presión arterial en quirófano. La presión arterial manual mide directamente la presión arterial sistólica y diastólica mediante la auscultación de los ruidos de Korotkoff, la palpación o Doppler. a. Limitaciones 1. Requiere un tamaño adecuado de mango para la determinación correcta de la presión arterial. Un mango demasiado pequeño provocará lecturas altas falsas, mientras que un mango demasiado grande produce lecturas bajas falsas de la presión arterial. La anchura del mango debe cubrir dos terceras partes de la región superior del brazo o del muslo. 2. Las arritmias y los artefactos por movimiento pueden producir valores erróneos o no dar valores, y provocar un retraso de la medición precisa cuando se utiliza un mango automatizado. 3. La congestión venosa y la isquemia pueden provocar mediciones frecuentes de la presión arterial durante las fluctuaciones rápidas o grandes. 4. Las presiones arteriales muy bajas o altas pueden no correlacionar con las mediciones intraarteriales; es frecuente que la medición no invasiva de la presión arterial sobrestime la presión arterial baja (presión arterial sistólica menor de 80 mm Hg). 3. Puede emplearse palpación para estimar la presión arterial sistólica basada en si el pulso puede palparse en puntos clave: arteria radial (80 mm Hg), arteria femoral (60 mm Hg) o arteria carótida (50 mm Hg). Este método es impreciso y sólo es una estimación cuando la presión arterial es muy baja. 4. La monitorización invasiva de la presión arterial utiliza un catéter arterial permanente acoplado a través de un tubo lleno de líquido a un transductor de presión. El transductor convierte la presión en una señal eléctrica a mostrar. a. Indicaciones 1. Necesidad de control estricto de la presión arterial (p. ej., hipertensión o hipotensión inducidas). 2. Paciente hemodinámicamente inestable. 3. Muestreo frecuente de sangre arterial. 4. Incapacidad para utilizar mediciones no invasivas de la presión arterial. b. Interpretación 1. Con frecuencia se monitoriza la presión arterial en situaciones donde la presión alta puede causar rotura (p. ej., aneurisma). 2. Es común que se monitorice la PAM para evaluar la presión de perfusión adecuada de los órganos vitales. c. Los materiales incluyen un catéter arterial de tamaño adecuado y un aparato transductor. En general, el tamaño del catéter es calibre 22 a 24 G para lactantes, 20 a 22 G para niños y 18 a 20 para adultos. 1. El transductor se conecta al tubo lleno de líquido y una bolsa presurizada de solución salina. Ésta permite la infusión continua a 3 mL/hora para prevenir la coagulación. La señal debe tener una respuesta de frecuencia aplanada debajo de 20 Hz para monitorizar todas las frecuencias cardiacas fisiológicas. 2. El tubo debe ser rígido y tan corto como sea posible, sin torsiones ni burbujas de aire. 3. Disposición. El transductor debe ponerse en ceros mientras se abre al aire y se coloca a la altura del seno coronario en la mayoría de los pacientes (eje flebostático). Las excepciones incluyen colocar el transductor a nivel de la cabeza durante la cirugía para aneurisma cerebral. 5. Procedimiento: canulación arterial a. Localización. La arteria radial es el sitio más común de inserción. Otros sitios comprenden las arterias cubital, braquial, axilar, femoral y dorsal del pie. A medida que aumenta la distancia desde el corazón, se incrementa la presión arterial sistólica, disminuye la presión diastólica y la PAM tiene poca variación. b. Procedimiento: canulación de la arteria radial. (https://www.youtube.com/watch?v=7coTBnJt4iA) 1. La muñeca en hiperextensión, el brazo sobre un reposabrazos y la piel preparada. El procedimiento debe realizarse con técnica aséptica. Puede utilizarse un anestésico local para elevar una burbuja cutánea si el paciente está despierto (Fig. 10.1). FIGURA 10.1 Canulación de la arteria radial utilizando la técnica de transfixión. Como se muestra en el dibujo superior, la aguja del catéter se avanza a través de la arteria. El dibujo inferior presenta el retiro de la aguja y la remoción del catéter hasta obtener un flujo pulsátil. Luego se avanza el catéter hacia la arteria con un alambre guía utilizando la técnica de Seldinger. (Tomada de Gerhardt MA, Walosik-Arenall KM. Monitoring the cardiac surgical patient. In: Hensley FA, Gravlee GP, Martin DE, eds. Practical Approach to Cardiac Anesthesia. 5th ed. Philadelphia: Wolters Kluwer Health; 2013:117–155.) 2. Se avanza la aguja hasta entrar a la arteria y observar el flujo sanguíneo. Luego se avanza el catéter sobre la aguja hacia la arteria del mismo modo que al insertar un catéter intravenoso. Se retira la aguja una vez que el catéter está dentro del vaso y se conecta el catéter al tubo transductor. Un método alternativo (transarterial) es cuando el catéter arterial entra a la arteria confirmado por una pequeña mancha de sangre arterial y luego avanza a través de la pared posterior de la arteria. Se retira la aguja, el catéter se quita con lentitud y cuando hay un chorro de sangre arterial, se utiliza un alambre guía estéril para facilitar la inserción del catéter. 3. La guía ecográfica es útil para la colocación de un catéter arterial en pacientes con acceso arterial deficiente. 4. No enjuagar el catéter con más de 3 mL, ya que se ha demostrado flujo retrógrado hacia la circulación cerebral. c. Consideraciones para su colocación 1. La canulación de la arteria femoral o axilar se realiza mejor con un catéter calibre 18 o 20 para entrar al vaso y luego insertar un catéter más largo calibre 18 de 15 cm mediante la técnica de Seldinger. 2. La prueba de Allen modificada puede evaluar la contribución relativa de las arterias radial y cubital al flujo sanguíneo de la mano, pero los resultados son poco confiables. 3. La presión arterial y el pulso deben evaluarse en el lado derecho y en el izquierdo; en caso de disparidad, el catéter debe colocarse del lado de mayor presión, ya que los artefactos de presión tienden a subestimar la presión arterial correcta. 4. La canulación previa puede provocar trombosis. La pulsación proximal debe evaluarse antes de la colocación. La pulsación distal puede sólo indicar flujo colateral. d. Complicaciones 1. Una forma de onda sobreamortiguada causará una medición de presión arterial baja por artefacto. Esto puede deberse a obstrucción arterial, oclusión del catéter, tubo excesivo, llaves de paso, burbujas de aire o torsión del tubo de presión. 2. Una forma de onda subamortiguada provocará una medición de presión arterial sistólica alta. Esto puede deberse al uso de tubos flexibles o hiperresonancia causada por reverberación de las ondas de presión. 3. Las complicaciones raras incluyen trombosis arterial, isquemia, infección y formación de fístulas o aneurismas. La oximetría de pulso en la misma mano que el catéter arterial puede ayudar a indicar compromiso vascular inminente. El catéter debe retirarse, y utilizar el lado opuesto si está indicada su colocación. La arteria cubital ipsilateral no debe ser canulada en caso de complicaciones de la arteria radial. III. PVC Y GASTO CARDIACO A. PVC. Se mide al acoplar el espacio intravascular con un transductor de presión utilizando un tubo lleno de líquido. 1. La presión se monitoriza a nivel de la vena cava o la aurícula derecha. El aparato transductor (véase la sección II.C.4.c.) se coloca a nivel del seno coronario. a. Indicaciones 1. Medición de las presiones de llenado de las cámaras cardiacas derechas para evaluar el volumen intravascular y la función cardiaca derecha. 2. Administración de fármacos a la circulación central. 3. Acceso intravenoso para pacientes con acceso periférico deficiente. 4. Inyección indicadora para la determinación del gasto cardiaco. 5. Acceso para inserción de un catéter de arteria pulmonar (CAP). b. Forma de onda. El trazo de PVC contiene tres deflexiones positivas —las ondas a, c y v— y dos pendientes negativas —las descendentes x y y (Fig. 10.2). Las ondas corresponden a la contracción auricular, la contracción ventricular isovolémica que incluye la protrusión tricúspide y el llenado auricular derecho, respectivamente. La descendente x corresponde a la relajación auricular y al colapso sistólico. La descendente y corresponde al llenado ventricular temprano y al colapso diastólico. c. Análisis 1. Intervalo. La PVC se lee entre las ondas a y c y al final de la espiración, lo que minimiza la interacción con la respiración. La PVC normal es de 2 a 6 mm Hg. 2. Decrementos de PVC. Cuando una reducción de la PVC se relaciona con un aumento de presión arterial, sin cambios en la resistencia vascular sistémica, la PVC disminuyó debido al incremento del desempeño cardiaco. Si la presión arterial se reduce, la PVC también lo hace debido a una disminución del volumen intravascular o del retorno venoso. 3. Incrementos de PVC. Cuando éstos se relacionan con aumento de la presión arterial, sin cambios en la resistencia vascular sistémica, la causa del incremento de la PVC es el incremento de volumen o del retorno venoso. Con una disminución relacionada de la presión arterial, el incremento de la PVC se debe a una reducción del desempeño cardiaco. d. Patología y PVC 1. Ondas a en cañón se producen por la aurícula que se contrae contra la válvula tricúspide cerrada, como durante la disociación auriculoventricular. 2. Las ondas v grandes son resultado del flujo regurgitante durante la contracción ventricular, como en la regurgitación tricúspide. e. La ventilación con presión positiva afecta el gasto cardiaco como el retorno venoso. Según la regla de Starling, la presión transmural, que es la diferencia entre la presión auricular y la presión extracardiaca, correlaciona con el gasto cardiaco. A valores bajos de PEEP, la PVC aumenta con el incremento de PEEP. A valores altos de PEEP (más allá de 15 cm H2O), la PVC se incrementa a medida que el gasto cardiaco disminuye, debido al gasto ventricular derecho alterado. FIGURA 10.2 Trazo normal de la PVC y electrocardiograma (ECG). (Tomada de Connor CW. Commonly used monitoring techniques. In: Barash PG, Cullen BF, Stoelting RK, et al., eds. Clinical Anesthesia. 7th ed. Philadelphia: Wolters Kluwer Health; 2013:711, con autorización.) 2. Procedimiento: PVC a. Localización. Los sitios comunes incluyen las venas siguientes: yugular interna (YI), subclavia, yugular externa, axilar, cefálica y femoral. b. Los materiales incluyen una bolsa de solución salina bajo presión, tubo lleno de líquido y transductor. Este último se coloca a nivel del seno coronario. 1. Se insertan de manera directa catéteres de lumen múltiple y están disponibles con uno a cuatro lúmenes para brindar acceso a múltiples fármacos, monitorización de la presión y muestreo de sangre. 2. Un introductor es un dilatador de gran calibre con una válvula septal. Luego se coloca un catéter de lumen múltiple o un CAP especial a través del introductor, como se describe más adelante. 3. Puede utilizarse ecografía para identificar la anatomía, asistir en la inserción del catéter y verificar su colocación. c. Complicaciones 1. Las arritmias, causadas por el alambre guía que irrita el endocardio, son temporales y se resuelven con el retiro del alambre. 2. La punción arterial puede causar daño vascular significativo y sangrado si el dilatador o el catéter se colocan dentro de la arteria. Antes de la dilatación, la posición intravenosa debe verificarse mediante el color, gases sanguíneos o la medición de la presión a través de la aguja de búsqueda, una aguja de paredes delgadas o un catéter calibre 18. Si se punciona una arteria antes de la dilatación, la aguja debe retirarse y aplicar presión por lo menos durante 5 minutos (10 minutos en caso de coagulopatía) y elegir un nuevo sitio. Si el catéter se coloca en la arteria, debe permanecer en el sitio y consultar a un cirujano vascular. 3. El alambre guía no debe palparse anclado con la colocación del dilatador, ya que esto significa daño venoso o punción de la pared posterior. No continuar el avance del alambre guía si no pasa con facilidad. 4. El neumotórax, hemotórax, hidrotórax, quilotórax o taponamiento pericárdico pueden tornarse evidentes con los cambios de los signos vitales. Pueden descartarse en parte con una radiografía de tórax. El riesgo de neumotórax es mayor con la inserción en la vena subclavia. 5. Pueden ocurrir infecciones o embolia aérea en cualquier momento antes de retirar el catéter. El riesgo de infección es mayor con la colocación venosa femoral. Para reducir la probabilidad de embolia al retirar el catéter, se ocluye el sitio mientras el paciente realiza la maniobra de Valsalva. La posición de Trendelenburg ayuda a prevenir la entrada de aire en los sitios cervicales y subclavios. d. Para la técnica de Seldinger en la yugular interna se prefiere el lado derecho debido a que los vasos tienen un trayecto más recto hacia la aurícula derecha (Fig. 10.4). (https://www.youtube.com/watch?v=KSgw1V4bchM; https://www.youtube.com/watch?v=2VYp0rEr_cE) 1. Posición y preparación. Se cuenta con tres posiciones para la colocación del catéter de PVC dentro de la YI: anterior, medial y posterior con base en el sitio de inserción en relación con el músculo esternocleidomastoideo. La más común es la posición medial. El paciente en posición supina o en posición de Trendelenburg con la cabeza extendida y girada hacia el lado contralateral de la inserción. Para reducir las infecciones relacionadas con catéter, deben utilizarse campos estériles para cubrir al sujeto de la cabeza a los pies, quien realiza el procedimiento debe vestir bata y guantes quirúrgicos, y el cuello debe prepararse con clorhexidina. 2. Los puntos de referencia incluyen la escotadura supraesternal, la clavícula, el borde lateral del músculo esternocleidomastoideo (SCM) y el ángulo de la mandíbula. Para la inserción, localizar el punto medio entre la apófisis mastoides y la inserción esternal del SCM. La ecografía se emplea como rutina para visualizar la anatomía y localizar la vena (Fig. 10.3). FIGURA 10.3 Cateterismo yugular interno guiado por ecografía. La fotografía superior demuestra la evaluación bidimensional que muestra la vena yugular interna (VYI) lateral a la arteria carótida (AC). La fotografía inferior con el transductor orientado en dirección caudal utilizando Doppler a color, demuestra la VYI con flujo en azul oscuro y la AC con flujo en azul más claro. (De Barash P, Cullen, BF, Stoelting, RK, et al. Clinical Anesthesia. Philadelphia: Lippincott Williams & Wilkins; 2009.) FIGURA 10.4 Dos métodos para canulación yugular interna. A: Abordaje anterior: inserción en el borde medial de la cabeza medial del músculo esternocleidomastoideo, 5 cm por arriba de la clavícula, dirigido hacia el pezón ipsilateral. B: Abordaje central: inserción en el ápex del triángulo formado por las cabezas lateral y medial del músculo esternocleidomastoideo, dirigido hacia el pezón ipsilateral. (Tomada de Gerhardt MA, Walosik-Arenall KM. Monitoring the cardiac surgical patient. In: Hensley FA, Gravlee GP, Martin DE, eds. Practical Approach to Cardiac Anesthesia. 5th ed. Philadelphia: Wolters Kluwer Health; 2013:117–155.) 3. La colocación puede variar con base en el sitio de inserción de la aguja en relación con la anatomía cervical del paciente (Fig. 10.4). Mientras se aspira, se inserta una aguja de búsqueda en un ángulo de 45° respecto de la piel y se avanza hacia el pezón ipsilateral hasta aspirar sangre venosa. Una vez localizada la vena, se retira la jeringa y se pasa un alambre guía a través de la aguja o el catéter. 4. La posición intravenosa debe verificarse con ultrasonido, color, gases en sangre o medición de la presión. La aguja o el catéter se retiran y el sitio se ensancha con el bisturí en dirección lateral. 5. Para catéteres de lumen triple o cuádruple, con frecuencia no es necesario un dilatador al tener acceso a la vena yugular interna. Con la contratracción se avanza un dilatador rígido sobre el alambre con torsión suave; el alambre guía debe permanecer móvil, lo que indica una posición intravascular preservada. 6. El dilatador se retira mientras se mantiene el alambre guía y se inserta un catéter central o introductor sobre el alambre. Como alternativa, se inserta un introductor y un dilatador simultáneos. Se retira el alambre, se aspiran los puertos y se enjuagan, luego se asegura el catéter a la piel. 7. Es necesaria una radiografía de tórax para confirmar la posición y excluir complicaciones, como el neumotórax. La punta del catéter debe encontrarse en la unión de la vena cava superior (VCS) y la aurícula derecha, y no debe encontrar la pared de la VCS en un ángulo agudo. e. La VSC (https://www.youtube.com/watch?v=RDtgzNWmYBw) puede alcanzarse con facilidad donde el vaso pasa bajo la clavícula en la línea medioclavicular. Es uno de los sitios más comunes para catéteres venosos centrales. Aunque la arteria no es compresible en caso de punción, la coagulopatía no es una contraindicación para colocarlo. Con frecuencia se prefiere la VSC para comodidad del paciente y es común que se elija la VSC izquierda debido al trayecto neutral de la vena cefálica braquial hacia la VSC. 1. Los puntos de referencia incluyen la clavícula, la escotadura supraesternal y el borde lateral del SCM donde se inserta en la clavícula. El sitio de inserción es medial a la línea medioclavicular. 2. La aguja de pared fina se coloca en el sitio de inserción y se dirige hacia la escotadura supraesternal. Se emplea para identificar la clavícula, y la punta se “corre” en dirección posterior debajo de la clavícula. La clave para evitar un neumotórax es siempre mantener la aguja paralela al piso durante la inserción. La inserción total del catéter no debe ser mayor de 16 a 17 cm, ya que la punta puede entrar a la aurícula derecha. f. La vena femoral es una de las venas centrales accesibles con mayor facilidad, y utilizarla no conlleva riesgo de neumotórax. Las limitaciones incluyen inmovilidad de la cadera y utilidad limitada durante la reanimación cardiopulmonar. 1. Los puntos de referencia incluyen la arteria femoral, el ligamento inguinal, la espina iliaca anterosuperior (EIAS) y la sínfisis del pubis. La vena femoral es inmediatamente medial a la arteria femoral. Si la arteria no es palpable, la vena se localiza de modo confiable a un tercio de la distancia entre la sínfisis del pubis y la EIAS. En cualquier caso, el punto de inserción es justo inferior al ligamento inguinal, 1 a 2 cm medial a la arteria. 2. Su colocación utiliza la técnica de Seldinger. g. La vena yugular externa se canula de manera similar a la vena yugular interna descrita en la sección II.D.2.b. Gira en dirección oblicua a través del SCM, a lo largo de la línea que va desde el ángulo de la mandíbula hasta el punto medio de la clavícula. La presión oclusiva en la porción inferior de la vena cerca de la clavícula puede facilitar la canulación. Debido a que el vaso se flexiona para unirse a la VSC, el enhebrado de un alambre guía puede ser difícil y no debe forzarse. Por esta razón, la canulación yugular interna puede ser más fácil para la colocación de un catéter central. h. Puede utilizarse la vena basílica para tener acceso a la circulación central con un catéter largo. Pasar el alambre guía hacia la VSC puede ser difícil, pero puede facilitarse con la abducción del brazo ipsilateral y girar la cabeza hacia el lado de inserción. 3. Cateterismo de arteria pulmonar y presiones de oclusión de la arteria pulmonar. El CAP brinda información sobre la función ventricular y el volumen vascular a través de la medición de la PVC, la presión de la arteria pulmonar (PAP), la presión de oclusión de la arteria pulmonar (POAP), el muestreo de sangre venosa mixta y el gasto cardiaco. a. Mecanismo. El CAP se inserta a través de un catéter introductor venoso central. Pasa a través de la vena cava, la aurícula derecha, el ventrículo derecho y hacia la arteria pulmonar. Los transductores se conectan en puertos separados para permitir la medición de la PVC y la PAP. Inflar el balón en la punta del catéter permite la medición de la POAP o presión en “cuña”, que refleja la presión de la aurícula izquierda y la precarga ventricular izquierda. Para minimizar el efecto de la presión alveolar sobre POAP, la punta debe encontrarse en la zona West III, donde la presión venosa pulmonar es mayor que la presión alveolar. Por fortuna, es usual que la punta termine en este sitio. b. Indicaciones 1. Hipotensión inexplicable. 2. Acceso para marcapasos cardiaco. 3. Procedimientos quirúrgicos con cambios fisiológicos significativos (p. ej., reparación abierta de aneurisma aórtico y trasplante pulmonar o hepático). 4. Infarto miocárdico agudo con choque. c. AP y POAP 1. Forma de onda. La onda de la PAP tiene una forma similar a la de la onda arterial sistémica. Debido a su localización, la forma de onda es más pequeña y precede a la de la onda sistémica. Con el balón inflado, el CAP medirá el registro de POAP, que es similar a la forma de onda de la PVC, con ondas a y v. Este tipo de onda se aproxima a las presiones auriculares izquierdas y se retrasa un poco debido al pulmón interpuesto. 2. Intervalo. La PAP normal es de 15 a 30 mm Hg sistólicos y 5 a 12 mm Hg diastólicos. El intervalo normal de POAP es de 5 a 12 mm Hg. Al final de la espiración, ésta se aproxima a la presión auricular izquierda y correlaciona con el volumen diastólico final ventricular izquierdo. d. El análisis de POAP se utiliza para evaluar el desempeño de las cámaras cardiacas izquierdas. Un modelo básico de la función cardiaca izquierda se produce por la relación entre la curva presiónvolumen sistólica final y la curva presión-volumen diastólica final. Debido a que se conoce la presión diastólica final ventricular izquierda (PDFVI), que correlaciona con el volumen diastólico final ventricular izquierdo, son posibles las siguientes deducciones (Fig. 10.5). 1. El aumento de POAP puede deberse al aumento del volumen diastólico final, la disminución de la distensibilidad o ambas. 2. El decremento de POAP puede deberse a la disminución del volumen diastólico, al aumento de la distensibilidad o a ambas. e. Patología y POAP 1. Las ondas a grandes pueden deberse a hipertrofia ventricular izquierda (HVI) o disociación auriculoventricular. La HVI disminuirá la distensibilidad del ventrículo izquierdo y aumentará la PDFVI. De este modo, la POAP debe medirse en el pico de la onda a durante la disociación auriculoventricular, la presión debe medirse antes de la onda a. 2. Las ondas v grandes son resultado de la regurgitación mitral. 3. La dilatación de las cámaras cardiacas derechas puede causar desplazamiento del tabique interventricular hacia el ventrículo izquierdo, reduciendo la distensibilidad diastólica final ventricular izquierda. Como consecuencia, la PDFVI será alta. 4. La embolia pulmonar puede causar un incremento de PAP sin aumento concomitante de POAP. f. Materiales/tipos de catéter. La mayoría de los catéteres está disponible con o sin depósito de heparina. Los tipos de CAP incluyen los siguientes: 1. Los catéteres para infusión venosa (VIP, VIP+) cuentan con puertos adicionales para infusión y muestreo. 2. Los puertos para marcapasos permiten la colocación de los cables del marcapasos cardiaco. 3. Los catéteres para gasto cardiaco continuo realizan determinaciones automatizadas frecuentes del mismo al utilizar pulsos frecuentes de poco calor para obtener una curva de termodilución; por lo regular, los valores son un promedio a lo largo del tiempo. 4. Los catéteres oximétricos monitorizan la saturación venosa mixta de O2. FIGURA 10.5 Relaciones presión-volumen ventriculares izquierdas. A: el ciclo cardiaco (A-B-C-D-A) está limitado por la relación presión-volumen sistólica final (describe la contractilidad) y la relación presión-volumen diastólica final. La POAP se aproxima a la VDFVI. Un aumento de POAP puede atribuirse a una distensibilidad diastólica disminuida (B), un aumento del volumen diastólico final ventricular izquierdo (VDFVI) (C), o una combinación de ambos. El aumento de VDFVI con frecuencia provoca contractilidad disminuida en caso de un ventrículo derecho con función normal (D). PAS, presión arterial sistólica; PAD, presión arterial diastólica. 5. Los catéteres para fracción de eyección ventricular derecha utilizan un termistor de respuesta rápida para calcular la fracción de eyección ventricular derecha además del gasto cardiaco. 4. Procedimiento: catéter de arteria pulmonar a. La localización y preparación son similares a los del catéter venoso central descritos en la sección II.D.2. El CAP se coloca siempre a través del catéter introductor. Es típico que el operador cambie de guantes a otros estériles entre la colocación del introductor y de CAP. b. Técnica. El CAP se prepara y examina del modo siguiente: 1. La colocación de la cubierta se realiza antes de examinar el balón y colocarlo a 70 cm. La cubierta permite que el movimiento de CAP se ajuste a la posición óptima mientras se mantiene la esterilidad. 2. La evaluación del balón incluye inflar el balón con 1.5 mL de aire. El balón debe ser simétrico, inflarse y desinflarse con suavidad y la punta del CAP no debe protruir más allá del balón. 3. Todos los puertos se enjuagan para asegurar su permeabilidad y se ajustan a transductores de presión calibrados. Elevar y descender el extremo distal del CAP debe producir cambios en el trazo de presión y servir como una prueba rápida del sistema antes de su inserción. 4. Colocación (Fig. 10.6). El CAP se sostiene de tal modo que siga la curva natural a través del corazón a su paso a través del introductor. Una vez alcanzada la marca de los 20 cm, se infla el balón con 1.5 mL de aire y se confirma la forma de onda de PVC. A medida que avanza el catéter, la forma de onda cambiará a la de la onda ventricular derecha y luego a la de la onda de la arteria pulmonar (con un aumento de la presión diastólica y una meseta diastólica descendente). El CAP se avanza hasta que se observe la forma de onda POAP y luego se desinfla el balón. La forma de onda debe regresar a un trazo de arteria pulmonar al desinflarlo. Si no lo hace, entonces el CAP se retira cerca de 5 cm con el balón desinflado, el balón se vuelve a inflar y el CAP se avanza hasta encontrar un trazo de POAP. El balón debe permanecer desinflado en condiciones normales. FIGURA 10.6 Catéter de arteria pulmonar (CAP) y formas de onda de presión que se encontrarán a medida que se inserta hacia la posición en cuña desde la vena yugular interna derecha. Las distancias en centímetros en el catéter corresponden a la lectura de las distancias de inserción en el diafragma del introductor y son aproximadas. PVC, presión venosa central; CCP, cuña capilar pulmonar; AD, aurícula derecha; VD, ventrículo derecho; Thermo, conexión de termistor para la determinación del gasto cardiaco. (Tomada de Gerhardt MA, Walosik-Arenall KM. Monitoring the cardiac surgical patient. In: Hensley FA, Gravlee GP, Martin DE, eds. Practical Approach to Cardiac Anesthesia. 5th ed. Philadelphia: Wolters Kluwer Health; 2013:117–155.) 5. Asegurar la cobertura al introductor proximalmente y a la marca de 70 cm distalmente asegura la capacidad para manipular el CAP de manera aséptica. El introductor y el CAP se aseguran al paciente y se coloca un vendaje oclusivo. c. Distancias. Desde la vena yugular interna derecha, cada sitio parece encontrarse “a cada 10”. La aurícula derecha se alcanza a los 20 cm, el ventrículo derecho a los 30 cm, la arteria pulmonar a 40 cm y la POAP debe encontrarse a los 50 cm. Para la colocación en la vena subclavia, sustraer 5 cm a estas distancias; para la vena femoral, agregar 20 cm a las mismas. d. Durante la inserción del CAP, puede encontrarse dificultad para pasar el catéter hacia el ventrículo derecho y la arteria pulmonar debido a disfunción del balón, lesiones valvulares, un estado de flujo bajo o un ventrículo derecho dilatado. El equipo de monitorización debe verificarse para calibración y escala. Inflar el balón con 1.5 mL de aire, avance lento de CAP e inspiraciones profundas por el paciente para aumentar el retorno venoso pueden ser útiles. El CAP puede haberse retirado a una profundidad de 20 a 30 cm, girarse ligeramente y volver a avanzarse. e. Complicaciones 1. El neumotórax durante la colocación de CAP es la complicación más común. 2. Las arritmias son posibles debido a la estimulación directa de la aurícula, el ventrículo y el tracto de salida pulmonar en 50 a 70% de las colocaciones. Es común que sean transitorias y se resuelvan de modo espontáneo con el paso continuo o con el retiro del CAP. El bloqueo cardiaco completo y la taquicardia ventricular son posibles (hasta 0.3% de las colocaciones) y deben tratarse de manera adecuada. 3. El bloqueo de rama derecha del haz es un riesgo específico en pacientes con bloqueo de rama izquierda del haz o bloqueo cardiaco de primer grado, ya que esto puede provocar bloqueo cardiaco completo. En este caso, el CAP debe retirarse e iniciar marcapasos temporal. 4. La rotura o infarto de la arteria pulmonar son posibles por insuflado excesivo o insuflación prolongada del balón o por presión directa por el CAP. De este modo, el balón tiene que inflarse con lentitud y vigilarse el volumen para lograr la POAP. Inclusive, la PAP debe vigilarse por defecto; si aparece una POAP persistente, es necesario tirar del catéter de inmediato y reposicionarlo. 5. Los marcapasos no contraindican la colocación de CAP, aunque debe utilizarse la guía fluoroscópica si el marcapasos tiene menos de 6 semanas. 6. Puede ocurrir rotura del balón con la insuflación excesiva mayor de los 1.5 mL recomendados. 7. El daño valvular, la formación de trombos y las infecciones pueden ocurrir con el CAP. La formación de nudos del catéter suele suceder cuando éste no pasa a través de la válvula pulmonar y gira sobre sí mismo en el ventrículo derecho. 5. De manera típica, el gasto cardiaco es de 4 a 8 L/minuto, mientras que el índice cardiaco (IC/área de superficie corporal [ASC]) es de 2.4 a 4.0 L/min/m2. El IC se mide de modo convencional con un CAP mediante termodilución. Los riesgos de la colocación de CAP han generado interés en métodos alternativos para medir el IC, como el análisis del contorno de la onda de pulso, técnicas de dilución corporal total, Doppler esofágico, métodos de Fick y cardiografía por impedancia. a. La termodilución con CAP es el estándar de oro para medir el IC. Se inyecta un volumen conocido de solución salina fría en el puerto de la PVC. El cambio de temperatura resultante se monitoriza por el termistor localizado en la punta del CAP. El área bajo la curva temperatura-tiempo correlaciona con el gasto cardiaco. 1. El IC debe medirse al final de la espiración. Los cambios en la presión intratorácica afectan la medición del IC. La presión intratorácica negativa durante la fase inspiratoria de la respiración espontánea aumenta el retorno venoso y la presión transmural ventricular izquierda. La presión intratorácica positiva durante la fase inspiratoria de la ventilación con presión positiva disminuye el retorno venoso y la presión transmural ventricular izquierda. 2. Con frecuencia, la regurgitación tricúspide causa subestimación del CO y del índice cardiaco debido a la prolongación del tiempo y el aumento del área bajo la curva de CO. Aunque la subestimación es el error más común, los valores también pueden sobrestimarse. 3. Los errores en la medición del IC también pueden ser resultado de derrame del líquido a inyectar, inyección muy lenta, uso de la constante de catéter equivocada y derivación intracardiaca. b. El análisis de la forma de la onda de pulso determina el volumen latido y el gasto cardiaco mediante análisis por computadora de la forma de onda de la presión de pulso arterial. Este método asume que la presión de pulso aórtica es proporcional al volumen latido. Los efectos del tono vascular se incluyen en el cálculo como un factor de conversión calculado a partir de la frecuencia cardiaca, PAM, y la distensibilidad vascular. La ventaja es que el acceso venoso central no es necesario. Los sistemas disponibles utilizan los datos demográficos y las características físicas del paciente sobre estimación de la impedancia arterial (FloTrac System, Edwards Lifesciences, Irvine, CA) o indicadores inyectados para su cálculo (véase más adelante). Las limitaciones incluyen: 1. Ausencia de linealidad de los cambios de distensibilidad aórtica. La distensibilidad de la aorta cambia de modo no lineal con la presión. Esto puede limitar la precisión de las estimaciones del volumen latido. 2. Puede ocurrir resonancia y amortiguación, como al utilizar cualquier catéter arterial para monitorización invasiva de la presión arterial. 3. No registra con precisión los cambios en el volumen latido. La capacidad limitada para evaluar de manera clínica los cambios en SV después de un reto con volumen o el uso de vasopresores. c. Las técnicas de dilución corporal total se realizaron originalmente al diluir tinte verde indocianina. Los métodos disponibles en la actualidad combinan el uso de un indicador de dilución para medir el IC y así calibrar y analizar la forma de la onda de pulso, algunos ejemplos incluyen PiCCO y LiDCO. 1. La termodilución transpulmonar (PiCCO) requiere un catéter venoso central y un catéter arterial femoral especializado con un termistor. Se inyecta un bolo de solución salina fría a través del catéter venoso central. El termistor arterial femoral registra los cambios de temperatura anterógrados. El análisis de la curva produce estimaciones del gasto cardiaco y del volumen sanguíneo en el corazón. 2. La dilución de litio (LiDCO) puede usarse con un catéter en la arteria radial o braquial con un sensor de litio en la punta. Se inyecta una concentración y volumen conocidos de solución de cloruro de litio a través de una vena central o periférica. Se genera una curva concentración-tiempo de litio arterial. El IC se calcula a partir del área bajo la curva. 3. Limitaciones de las técnicas de dilución. La derivación intracardiaca y la insuficiencia aórtica pueden causar subestimación del IC. d. El Doppler esofágico mide el flujo sanguíneo de la aorta (FSA) torácica descendente con un haz Doppler y un sensor colocado en un ángulo conocido en el esófago. Esto mide el FSA, pero no el IC, de manera directa. Debido a que el FSA es casi 70% del IC, éste puede estimarse mientras se evitan los riesgos invasivos de la colocación del CAP. La sonda requiere mínima capacitación para colocarse y puede dejarse en el sitio durante días. Sin embargo, no puede realizarse con facilidad en pacientes despiertos y no brinda información directa sobre las presiones de llenado cardiacas. e. Técnicas modificadas de Fick. NICO (Philips Respironics, Pittsburgh, PA) utiliza sensores en el circuito respirador colocados en un paciente intubado para medir el flujo, la presión de la vía aérea y la concentración de CO2. Durante periodos de recirculación la eliminación de CO2 se calcula a partir de estas mediciones. El principio de Fick se aplica para calcular el gasto cardiaco, que es proporcional al cambio en la eliminación de CO2 dividido por el cambio en este último al final del volumen corriente espirado. f. La bioimpedancia torácica utiliza electrodos cutáneos que se colocan a lo largo del cuello y el tórax para medir los cambios de voltaje e impedancia. Debido a que la sangre es un conductor más potente que el músculo, el hueso y la piel, los cambios en el volumen sanguíneo torácico durante el ciclo cardiaco provocan modificaciones en la impedancia. La ley de Ohm se aplica para utilizar el cambio en la impedancia para determinar el CO. Este método es completamente no invasivo y la colocación de electrodos requiere poca capacitación. Un hábito corporal grande y la sobrecarga hídrica pueden provocar mediciones imprecisas. g. La bioimpedancia torácica (dispositivo NICOM, Cheetah Medical, Portland, OR) utiliza electrodos más externos que aplican una corriente eléctrica de frecuencia conocida a través del tórax, y electrodos más internos que registran la señal después de que interactúa con el flujo sanguíneo pulsátil dentro del tórax, lo cual provoca un retraso temporal o un cambio de fase. El volumen de sangre pulsátil (volumen latido) que causó el retraso temporal específico puede calcularse y detectarse de modo continuo para crear la señal NICOM. La percepción dinámica continua produce una menor distorsión de la señal que los sistemas de bioimpedancia. Aunque se requieren estudios adicionales, se ha demostrado que el IC medido por biorreactancia correlaciona en gran medida con el medido por termodilución. 6. Ecocardiografía a. Mecanismo. La ecocardiografía se realiza con ondas ultrasónicas para crear una imagen bidimensional del corazón y las estructuras circundantes. Puede llevarse a cabo desde un abordaje transtorácico o transesofágico, dependiendo de las estructuras blanco, la distensibilidad del paciente y las condiciones durante su colocación. Proporciona valoraciones independientes de los mismos parámetros que mide un CAP, pero también revela la función de las válvulas cardiacas, la contractilidad ventricular, la función diastólica y las estructuras intracardiacas. b. Indicaciones 1. Hipotensión de causa desconocida. 2. Valores interpretables de CAP. 3. Sospecha de masas o vegetaciones intracardiacas. 4. Anomalías valvulares. 5. Cortocircuito. 6. Embolia de aire. 7. Enfermedad pericárdica. 8. Aneurisma/disección de aorta torácica. c. Métodos 1. El ecocardiograma transtorácico puede realizarse con el paciente despierto y brinda buena visualización de las estructuras cardiacas derechas y estimaciones cualitativas del desempeño contráctil, aunque la visualización de las estructuras izquierdas está limitada y puede no permitirse por el sitio quirúrgico. 2. El ecocardiograma transesofágico requiere que el paciente reciba anestesia tópica, local o general, pero puede realizarse durante la cirugía y permite la visualización superior de las estructuras cardiacas izquierdas. IV. SISTEMA RESPIRATORIO El sistema respiratorio es responsable de la captación de oxígeno y la eliminación de dióxido de carbono, además de brindar un conducto para la administración de anestésicos. A. Los monitores respiratorios obligados durante la anestesia general incluyen oximetría de pulso, capnografía, analizador de oxígeno inspirado y una alarma de desconexión. La visualización del tórax y un estetoscopio precordial o esofágico pueden brindar información adicional. Durante la anestesia regional, la respiración puede vigilarse mediante observación directa, oximetría y capnografía. B. La oxigenación se mide con mayor facilidad mediante oximetría de pulso. Otros métodos incluyen la valoración cualitativa del color de la piel, oximetría transcutánea y muestreo de gases en sangre arterial. 1. Método. La hemoglobina oxigenada y desoxigenada absorbe la luz de modo distinto a la mayor parte de las longitudes de onda, incluidas 660 y 960 nm, las longitudes de onda examinadas por la mayoría de los dispositivos. La ley de Beer-Lambert permite el cálculo de la concentración de cada especie a partir de la absorción de luz a estas longitudes de onda. La razón de absorción se procesa para dar la saturación de oxígeno de la hemoglobina. El sensor cuenta con al menos dos diodos emisores de luz (960 y 660 nm) y un detector de luz. Éste puede colocarse en los dedos, de manos y pies, el lóbulo de la oreja, la lengua o, con una sonda especial, en la nariz. 2. Interpretación. El intervalo normal en un adulto sano es de 96 a 99%, mientras que los valores mayores de 88% pueden ser aceptables en pacientes con neumopatía. En general, una lectura alta del oxímetro de pulso (SpO2) indica que el oxígeno está disponible en los pulmones, se capta por la sangre y llega a los tejidos distales. Un valor bajo de SpO2 puede deberse a un problema a lo largo de la vía señalada o a un error de monitorización. 3. Limitaciones. a. La oximetría puede ser un método que informa tardíamente el inadecuado intercambio de gases. b. La carboxihemoglobina absorbe la luz de modo similar a la hemoglobina oxigenada a 660 nm, y brindará lecturas falsas altas, aunque no contribuye a la oxigenación. c. La metahemoglobina absorbe la luz tanto a 660 como a 940 nm, con una saturación de 85% que no correlaciona con la saturación verdadera. Con frecuencia, la metahemoglobinemia puede tratarse con azul de metileno. d. La inyección de azul de metileno, verde indocianina, índigo carmín y azul de isosulfán, produce resultados transitorios falsos de saturación baja. e. El Spo2 tiende a sobrestimarse falsamente a saturaciones bajas (debajo de 80%). f. La perfusión baja, el movimiento y el esmalte de uñas (en especial azul) puede causar mediciones ininterpretables o poco confiables de SpO2. C. La ventilación se evalúa con la medición del dióxido de carbono al final del volumen corriente espirado (capnografía) y espirometría. Con frecuencia se utilizan capnometría y capnografía como sinónimos, ya que analizan y registran el dióxido de carbono; la capnografía incluye una forma de onda. La capnografía no sólo evalúa la respiración, sino que confirma la intubación endotraqueal y es diagnóstica para condiciones patológicas. 1. Método. Es común que la medición del dióxido de carbono se base en la absorción de luz infrarroja para determinar la concentración. El dióxido de carbono puede medirse en el circuito respirador (capnografía de corriente principal) o con la aspiración de muestras de gas por el capnógrafo (capnografía de corriente secundaria). Los capnógrafos de corriente principal con frecuencia causan tracción del tubo endotraqueal y provocan quemaduras por calor radiante, mientras que los capnógrafos de corriente secundaria tienen un retraso de la medición basada en los volúmenes de las muestras y pueden ocurrir fugas significativas por el muestreo. La capnografía de corriente secundaria también llega a usarse en un paciente que no está intubado para brindar una valoración cualitativa de la respiración. FIGURA 10.7 A. Capnografía normal. I, espacio muerto en la espiración; II, gas en el espacio muerto y alveolar mixto en la espiración; III, gas alveolar en la espiración y meseta; 0, inspiración. La fase IV es un alza que ocurre al final de la fase III. B. Los capnógrafos que pueden observarse en la práctica. 1, forma de onda no característica que se extingue con rapidez, compatible con intubación esofágica; 2, pendientes regulares en la meseta al final de la espiración, observadas en pulmones subventilados o en pacientes que se recuperan del bloqueo neuromuscular; 3, cambio ascendente en la basal y la meseta, observado con la recirculación de dióxido de carbono, la calibración equivocada, etc.; 4, enfermedad pulmonar restrictiva; 5, enfermedad pulmonar obstructiva; 6, oscilaciones cardiogénicas. 2. Forma de onda. La forma de onda normal de dióxido de carbono al final del volumen corriente espirado (PetCO2) (Fig. 10.7) contiene la porción espiratoria (fases I, II, III y, en ocasiones, IV) y la porción inspiratoria (fase 0). Dos ángulos, el ángulo α (entre las fases II y III) y el ángulo β (entre las fases III y 0), también auxilian en la interpretación. a. La fase 0 es el segmento inspiratorio. b. La fase I es el dióxido de carbonogas libre que no está implicado en el intercambio de gases (espacio muerto). c. La fase II es el ascenso rápido e incluye el gas alveolar como el gas en el espacio muerto. d. La fase III es una meseta que implica el gas alveolar y tiene una pendiente positiva pequeña. El Petco2 se mide al final de la fase III. e. La fase IV es un ascenso terminal observado en pacientes obesos o embarazadas con distensibilidad torácica disminuida. f. El ángulo α se encuentra entre las fases II y III y se relaciona con la compatibilidad ventilación:perfusión del pulmón. El ángulo β se produce entre las fases III y 0, y es usual que sea de 90°, puede utilizarse para valorar la recirculación. 3. Intervalo y análisis a. En condiciones normales, PetCO2 es de 2 a 5 mm Hg menor que la presión arterial de CO2, por lo que el intervalo típico para el dióxido de carbono al final del volumen corriente espirado durante la anestesia general es de 30 a 40 mm Hg. b. Debido al gas deglutido, la intubación esofágica puede provocar un retorno de dióxido de carbono similar al de la intubación endotraqueal, excepto que PetCO2 disminuye a cero con unas cuantas respiraciones. c. Un signo temprano de hipertermia maligna es un dióxido de carbono al final del volumen corriente espirado que aumenta con rapidez, en especial si no responde a la hiperventilación. d. El choque/perfusión deficiente, la embolia, autoPEEP, la obstrucción de la vía aérea y las fugas del sistema provocarán dióxido de carbono al final del volumen corriente espirado decreciente. e. La absorción de dióxido de carbono durante los procedimientos laparoscópicos, la reperfusión después de liberar una pinza arterial o un torniquete y el absorbente agotado o la canalización, provocarán dióxido de carbono al final del volumen corriente espirado creciente. f. El ensanchamiento del ángulo β con el incremento de las fases 0/I y III es un signo de falla de la válvula inspiratoria. g. El incremento de las fases 0/I como de la fase III es un signo de falla de la válvula espiratoria o disfunción del absorbente. V. MONITORIZACIÓN DE LA TEMPERATURA A. Mecanismo. La temperatura puede medirse de modo intermitente o continuo. La limitación de métodos más externos de determinación de la temperatura es que puede no reflejar los cambios en la temperatura corporal central, en especial en presencia de vasoconstricción. B. Indicaciones 1. Es necesario controlar la temperatura durante la hipotermia inducida y el recalentamiento (p. ej., durante derivación cardiopulmonar o neurocirugía vascular). 2. Los lactantes y niños pequeños son propensos a labilidad térmica debido a su relación área de superficie:volumen alto. 3. Los adultos sujetos a grandes pérdidas por evaporación o temperaturas ambiente bajas (como en cavidad corporal expuesta, transfusión de alto volumen de líquidos sin calentar o quemaduras) son propensos a la hipotermia. 4. Los pacientes febriles requieren monitorización debido al riesgo de hiper o hipotermia. 5. Los pacientes con disfunción autonómica son incapaces de autorregular su temperatura corporal. 6. La hipertermia maligna es una posible complicación y la monitorización a la temperatura siempre debe estar disponible. C. Sitios de monitorización 1. En condiciones normales, la temperatura cutánea medida en la frente es de 5.4 a 7.2 °C menor que la temperatura central y este gradiente puede aumentar con el enfriamiento adicional. 2. La axila es un sitio común para la determinación no invasiva de la temperatura y, por lo general, es 1.8 °C menor que la temperatura corporal. La sonda debe colocarse en la arteria axilar con el brazo en aducción. 3. La temperatura de la membrana timpánica correlaciona bien con la temperatura central. El cerumen atrapado puede aumentar el gradiente respecto de la temperatura central. 4. Los cambios en la temperatura rectal presentan un retraso respecto de los de la temperatura corporal central. Con frecuencia, este fenómeno se nota durante el recalentamiento después de hipotermia e indica recalentamiento periférico más lento o de “cáscara”. El riesgo de perforación rectal es una complicación rara. 5. La temperatura nasofaríngea, medida en la región posterior de la nasofaringe, refleja la temperatura cerebral. Este parámetro se obtiene al medir la distancia desde el meato auditivo externo hasta la narina externa e insertar la sonda de temperatura a esa distancia. Este método puede relacionarse con epistaxis en caso de coagulopatía o embarazo, o provocar necrosis cutánea si se permite que la sonda comprima la narina durante procedimientos más prolongados. Se desalienta el uso de este método en pacientes con traumatismo cefálico o rinorrea de líquido cefalorraquídeo. 6. La monitorización de la temperatura esofágica refleja bien la temperatura central. La sonda debe localizarse en el tercio inferior del esófago y es raro que se coloque por error en la vía aérea. 7. La medición de la temperatura sanguínea se obtiene con el termistor de CAP. Lecturas recomendadas Jacobsohn E, Chorn R, O’Connor M. The role of the vasculature in regulating venous return and cardiac output: historical and graphical approach. Can J Anaesth 1997;44:849–867. Kodali BS. Capnography: A Comprehensive Educational Website, May 2005. Harvard Medical School. 30 September 2005. http://www.capnography.com Lake CL. Clinical Monitoring: Practical Applications for Anesthesia & Critical Care, 1st ed. Philadelphia: WB Saunders; 2001. Marik PE. Noninvasive cardiac output monitors: a state-of the-art review. J Cardiothorac Vasc Anesth 2012;27(1)121–134. Mark JB. Atlas of Cardiovascular Monitoring. New York: Churchill Livingstone; 1998. Pagel PS, Grossman W, Haering JM, et al. Left ventricular diastolic function in the normal and diseased heart (pt 1). Anesthesiology 1993;79:836–854. Pagel PS, Grossman W, Haering JM, et al. Left ventricular diastolic function in the normal and diseased heart (pt 2). Anesthesiology 1993;79:1104–1120. Perret C, Tagan D, Feihl F, et al. The Pulmonary Artery Catheter in Critical Care. Oxford: Blackwell Science; 1996. Sagawa K, Maughan L, Suga H, et al. Cardiac contraction and the pressure-volume relationship. Oxford: Oxford University Press; 1988. Los objetivos primarios de la anestesia general son mantener la salud del paciente mientras proporciona con seguridad amnesia, hipnosis (ausencia de conciencia), analgesia e inmovilidad. Los objetivos secundarios pueden variar según la condición clínica del paciente, el procedimiento y el sitio quirúrgicos (p. ej., unidad quirúrgica ambulatoria vs. quirófano hospitalario [Qx]). La planeación perioperatoria implica la integración de los cuidados prequirúrgicos, intraquirúrgicos y posquirúrgicos. La flexibilidad, anticipar problemas antes de que ocurran y ejecutar planes de contingencia, son habilidades que definen al anestesiólogo experto. Plan anestésico. El plan anestésico ayuda al anestesiólogo a administrar los recursos adecuados y anticipar dificultades potenciales. Algunos elementos importantes incluyen los siguientes: 1. Valoración del riesgo (p. ej., clasificación ASA y estratificación del riesgo cardiovascular—véanse los lineamientos de 2014 según ACC/AHA). 2. Desafíos homeostáticos específicos (sistemas orgánicos, temperatura y coagulación). 3. Acceso intravenoso (IV) (pérdida esperada de sangre). 4. Monitorización. 5. Manejo de la vía aérea. 6. Medicamentos (alergias, antibióticos, ansiólisis, inducción y mantenimiento de la anestesia, profilaxis contra NVPO y dolor). 7. Analgesia perioperatoria (opioides, AINE y bloqueos nerviosos). 8. Transporte y disposición posquirúrgicos. Antes de entrar a Qx, debe discutirse sobre la vía aérea específica, la pérdida de sangre u otras preocupaciones quirúrgicas con otros miembros del equipo (véase la lista de verificación de la seguridad quirúrgica según la OMS). Para el paciente en alto riesgo de complicaciones que ponen en riesgo la vida (p. ej., pérdida de la vía aérea, arritmia sin perfusión, hemorragia masiva o embolia aérea), debe disponerse de inmediato de equipo especializado o ayuda adicional; además, se recomienda revisar las secciones pertinentes de un manual para emergencias antes de la cirugía. I. PREPARACIÓN PREQUIRÚRGICA El anestesiólogo asume la responsabilidad del paciente cuando se administran medicamentos prequirúrgicos. El anestesiólogo u otro médico responsable debe acompañar al paciente inestable durante el traslado al quirófano. A. La evaluación prequirúrgica puede realizarse minutos a semanas antes de la administración de la anestesia y, en ocasiones, no por el anestesiólogo de primera instancia. Debe llevarse a cabo una historia clínica y exploración física detalladas, y la optimización prequirúrgica debe completarse. El anestesiólogo en servicio realiza una evaluación de la vía aérea y verifica los cambios temporales de la condición del paciente, sus medicamentos, datos de laboratorio y notas de consulta. Se confirma el momento de la última ingesta oral (véase la tabla 15.1). La alimentación por sonda en el paciente crítico intubado puede continuarse antes y durante los procedimientos que no impliquen el abdomen ni el tórax. Las alergias y el plan anestésico se revisan con el paciente y se obtiene su consentimiento informado adecuado o de su representante legal para la administración de la anestesia. TA B L A 15.1 Lineamientos de práctica para el ayuno prequirúrgico según ASA Material ingerido Líquidos claros Leche materna Fórmula infantil, leche no humana, comida ligera Comida completa a Pacientes saludables, casos electivos. Periodo mínimo de ayunoa 2h 4h 6h 8h B. Volumen intravascular. Los pacientes pueden llegar a Qx con hipovolemia corporal total o intravascular debido al estado de ayuno prolongado, enfermedad inflamatoria grave, hemorragia, fiebre, vómito o uso de diuréticos. Las preparaciones intestinales isotónicas disponibles en la actualidad pueden no inducir de manera directa pérdida de agua, pero sí disminuir la absorción de los líquidos ingeridos antes de la cirugía. El estado volumétrico del paciente se evalúa por clínica o con los monitores adecuados. En caso de déficit hídrico, el paciente debe hidratarse de manera adecuada antes de la inducción de la anestesia. El déficit hídrico para adultos en ayuno se estima como 60 mL/h + 1 mL/kg/h por cada kilogramo más allá de los 20 kg (líquidos de mantenimiento). En general, por lo menos la mitad de este déficit se corrige antes de la inducción; el resto puede componerse durante la cirugía. El tipo y cantidad de líquidos administrados puede modificarse en presencia de enfermedad sistémica (véanse los capítulos 2 a 6) o para tipos específicos de cirugía (capítulos 22 y 25). C. Acceso IV. El tamaño y cantidad de catéteres IV colocados varía con el procedimiento, la pérdida de sangre anticipada y la necesidad de infusiones farmacológicas continuas. Por lo menos debe colocarse un catéter IV de gran calibre (> 16) cuando se anticipa la infusión rápida de líquido o sangre. Cuando se deben administrar infusiones farmacológicas continuas junto con la infusión rápida de líquido, con frecuencia se reserva un catéter IV adicional para este propósito. Algunos medicamentos que se utilizan para soporte cardiovascular (p. ej., norepinefrina) se administran mejor a través de un catéter venoso central colocado antes de la inducción, si está indicado, o después de la misma (véase más adelante en la sección de Monitorización). D. Medicamentos prequirúrgicos 1. Ansiedad. El periodo prequirúrgico genera gran ansiedad, en especial en pacientes que no tuvieron una entrevista previa con el anestesiólogo. La ansiedad puede manejarse con eficacia con la confortación calmada y la expresión de interés en el bienestar del paciente. Cuando es adecuado, puede administrarse una benzodiacepina (p. ej., diazepam y midazolam) con o sin una pequeña dosis de opioide (p. ej., fentanil y morfina). El diazepam o el lorazepam orales pueden administrarse con una pequeña cantidad de agua 30 a 60 minutos antes del procedimiento. Los pacientes que se quejan de dolor al llegar a Qx pueden recibir analgésicos en dosis incrementadas para aliviar sus síntomas. La dosificación se basa en la edad del paciente, su condición clínica y el tiempo anticipado hasta el alta (véanse los capítulos 1 y 12). Debe emplearse monitorización adecuada y disponer de equipo de reanimación. 2. Los medicamentos que neutralizan el ácido gástrico (antagonistas H2, PPI, antiácidos no particulados) y disminuyen el volumen gástrico (metoclopramida, antagonistas H2, PPI) sólo deben utilizarse cuando el paciente presenta riesgo aumentado de aspiración del contenido gástrico (ingesta reciente, traumatismo, obstrucción intestinal, embarazo, antecedente de cirugía gástrica, presión intraabdominal aumentada, vía aérea difícil o antecedente de reflujo activo; véase el capítulo 1). En caso de obstrucción intestinal, los fármacos promotilidad pueden aumentar la peristalsis retrógrada y están contraindicados. E. Monitorización. Monitorización ASA estándar (véase el capítulo 10) se establece antes de la inducción de la anestesia. Los monitores hemodinámicos invasivos (p. ej., catéter arterial, catéter venoso central y catéter de arteria pulmonar) deben colocarse antes de la inducción de la anestesia; cuando la condición clínica y los efectos anestésicos potenciales lo dicten (p. ej., catéter arterial para un paciente en riesgo de isquemia cerebral). Los monitores invasivos pueden colocarse después de la inducción de la anestesia cuando estén indicados, sobre todo por el procedimiento quirúrgico (p. ej., un catéter central para el paciente sometido a cirugía aórtica electiva). La monitorización específica para la cirugía (p. ej., potenciales evocados) debe discutirse con el equipo quirúrgico y asegurar la compatibilidad con el plan anestésico. II. INDUCCIÓN DE LA ANESTESIA La inducción de la anestesia vuelve al paciente inconsciente con reflejos deprimidos, y depende del anestesiólogo para mantener los mecanismos homeostáticos y la seguridad. A. El ambiente en el quirófano debe ser tibio y con ruido mínimo. Todos los miembros del equipo en Qx (enfermera circulante, enfermera instrumentista y cirujano) deben enfocar su atención en el paciente y estar listos para administrar asistencia inmediata al anestesiólogo si se requiere. B. La posición usual del paciente para inducción es supina, con las extremidades descansando cómodamente sobre superficies acolchadas. La cabeza debe descansar sobre un soporte acolchado firme, elevado e inclinada hacia atrás en la posición de “olfateo” (véase el capítulo 14). La administración rutinaria preinducción de oxígeno (desnitrogenización) minimiza el riesgo de hipoxia que se desarrolla durante la inducción de la anestesia. Debe administrarse un flujo alto (8 a 10 L/min) de oxígeno a través de una mascarilla facial colocada suavemente sobre el rostro del paciente. Puede instruirse a éste para que respire profundo y exhale por completo a la velocidad de intercambio del oxígeno. La angulación ascendente de la mesa quirúrgica hacia atrás (posición semisedente) o de la mesa completa (posición de Trendelenburg inversa) puede mejorar la función ventilatoria y brindar comodidad a los pacientes obesos o aquellos que presentan ortopnea. Estas posiciones también reducen el riesgo de aspiración pulmonar del contenido gástrico. C. Técnicas de inducción. La elección de la técnica de inducción se guía por la condición clínica del paciente, el manejo anticipado de la vía aérea (riesgo de aspiración, intubación difícil o vía aérea comprometida) y su preferencia. 1. La inducción IV comienza con la administración de un hipnótico potente de acción corta (los medicamentos específicos y sus dosis se encuentran en el capítulo 12). Después de la pérdida del estado de alerta se administran fármacos inhalados o IV adicionales para mantener la anestesia. La mayoría de los medicamentos de inducción IV son potentes depresores respiratorios, por lo que la pérdida de la conciencia se acompaña, con frecuencia, de un breve periodo de apnea que requiere ventilación controlada. Según la elección y dosis de los anestésicos de mantenimiento, la ventilación puede controlarse o el paciente puede respirar de modo espontáneo o con asistencia (véase la sección III.C). 2. Puede utilizarse una inducción mediante anestésicos inhalados solos para mantener la ventilación espontánea en caso de vía aérea comprometida o para aplazar la colocación de un catéter IV (p. ej., en pacientes pediátricos). Después de la preoxigenación, los anestésicos inhalados se agregan a una concentración baja (0.5 veces la concentración alveolar mínima [CAM]) y luego se incrementan cada 3 a 4 respiraciones hasta que la profundidad de la anestesia sea adecuada para la colocación IV o la manipulación de la vía aérea. Como alternativa, la inducción por inhalación con “una sola respiración de la capacidad vital” puede lograrse mediante una concentración alta de un medicamento menos pungente, como halotano o sevoflurano. Los signos fisiológicos deben observarse con cuidado para valorar la profundidad anestésica (tabla 15.2). 3. La inyección intramuscular de ketamina, metohexital rectal, fentanil oral transmucoso y midazolam oral son las técnicas de inducción que se emplean con mayor frecuencia en pacientes que no cooperan o niños pequeños (véanse los capítulos 11 y 31). D. Manejo de la vía aérea (véase el capítulo 14). La permeabilidad de la vía aérea es de importancia crítica durante la inducción de la anestesia. Los pacientes con vía aérea difícil o inestable pueden intubarse con seguridad antes de la inducción de la anestesia. La vía aérea del sujeto anestesiado puede manejarse mediante una mascarilla facial, una vía aérea oral o nasofaríngea, una vía aérea orofaríngea con almohadilla, una vía aérea por mascarilla laríngea (LMA) o un tubo endotraqueal (TET). Si se planea la intubación traqueal, puede administrarse un relajante muscular para facilitar la laringoscopia y la intubación. La capacidad para ventilar al paciente mediante mascarilla facial debe demostrarse antes de la administración del relajante muscular. Una excepción a esta regla es la “inducción de secuencia rápida” para pacientes en riesgo de aspiración pulmonar (véase el capítulo 14). También se ha demostrado que el remifentanil 4 μg/kg es eficaz para facilitar la intubación rápida, pero causa bradicardia e hipotensión. TA B L A 15.2 Estados de la anestesia general Etapa I: amnesia Este periodo inicia con la inducción de la anestesia y continúa con la pérdida de la conciencia. El umbral de percepción de dolor disminuye durante la etapa I. Etapa II: delirio Se caracteriza por excitación desinhibida y respuestas potencialmente deletéreas a estímulos nocivos, que incluyen vómito, laringoespasmo, hipertensión, taquicardia y movimiento descontrolado. Con frecuencia, las pupilas están dilatadas, la mirada puede ser divergente, la respiración irregular, y es común que el paciente detenga el aliento. Los medicamentos de inducción deseables aceleran la transición a través de esta etapa. Etapa III: anestesia En esta profundidad objetivo de la anestesia, la mirada es central, las quirúrgica pupilas están mióticas y la respiración es regular. La anestesia se considera suficiente cuando la estimulación dolorosa no provoca reflejos somáticos o respuestas autonómicas deletéreas (p. ej., hipertensión y taquicardia). Etapa IV: sobredosis Descrita por lo general como “demasiado profunda”, está marcada por respiraciones superficiales o ausentes, pupilas dilatadas o no reactivas e hipotensión, que pueden progresar a insuficiencia circulatoria. La anestesia debe aligerarse de inmediato. Las “etapas” o planos de la anestesia las definió Guedel después de la observación cuidadosa de las respuestas de los pacientes durante la inducción con dietiléter. La inducción con los anestésicos modernos es lo suficientemente rápida para que estas descripciones de las etapas individuales no sean aplicables o apreciadas. Sin embargo, la modificación de estas categorías aún brinda una terminología útil para describir la progresión desde el estado despierto hasta el anestesiado. E. La laringoscopia y la intubación causan respuestas simpáticas potentes, como hipertensión y taquicardia; éstas pueden atenuarse con la administración previa de hipnóticos adicionales, anestésicos volátiles, opioides, lidocaína (1 a 2 mg/kg) o bloqueadores adrenérgicos β. F. El posicionamiento para la cirugía ocurre después de la inducción de la anestesia general. Los pacientes en riesgo de lesión neurológica durante el posicionamiento pueden someterse a intubación despierta y luego recibir asistencia para su posicionamiento quirúrgico antes de la inducción de la anestesia. Mover a un paciente anestesiado en posición supina hacia una posición distinta puede causar hipotensión debido a la ausencia de reflejos hemodinámicos intactos. El cambio debe ocurrir a un ritmo controlado con valoraciones frecuentes del estado cardiovascular y con atención estrecha a la vía aérea y ventilación del mismo. El equipo quirúrgico completo (anestesiólogos, cirujanos y enfermeras) deben asegurarse de que la cabeza y las piernas del paciente estén protegidas y tengan el acolchado adecuado para prevenir la isquemia o la lesión nerviosa por compresión. Debe evitarse la hiperextensión o rotación excesiva del cuello y articulaciones. Debe revalorarse y documentarse periódicamente el acolchado, la posición y el estado de los ojos, orejas, nariz y extremidades. G. Se lleva a cabo un “tiempo fuera” (véase la Lista de verificación para seguridad quirúrgica según la Organización Mundial de la Salud [OMS]) durante el cual se confirma la identidad, el procedimiento, sitio y lateralidad del paciente, además de verificar los aspectos quirúrgicos y anestésicos, antes de la incisión quirúrgica. III. MANTENIMIENTO Inicia cuando el paciente está lo suficientemente anestesiado para bloquear el estado de alerta y los movimientos en respuesta a la cirugía. La vigilancia por parte del anestesiólogo es necesaria para mantener la homeostasis (signos vitales, equilibrio ácido-base, temperatura, coagulación y estado volumétrico) y regular la profundidad de la anestesia. Asegurar la hipnosis (ausencia del estado de alerta) y la amnesia son objetivos implícitos de la anestesia general. Se estima que la conciencia intraquirúrgica con recuerdo ocurre en 0.1 a 0.2% de las anestesias generales, y es más frecuente en ciertas poblaciones quirúrgicas de alto riesgo (p. ej., traumatismos, cirugía cardiaca y obstetricia). Los factores que aumentan el riesgo de conciencia incluyen el uso de relajantes musculares junto con técnicas de anestesia “ligera” como óxido nitrosonarcótico. El alcoholismo o el consumo a largo plazo de sedantes u opioides puede incrementar los requerimientos de dosificación de anestésicos generales. Se recomienda la discusión prequirúrgica con el paciente antes de obtener el consentimiento cuando se encuentran estos factores de riesgo. La profundidad de la anestesia debe evaluarse de manera continua desde la inducción hasta la emersión. Los cambios en la intensidad de la estimulación quirúrgica pueden causar cambios rápidos en la profundidad anestésica, que deben anticiparse. Las respuestas que sugieren una profundidad anestésica inadecuada son inespecíficas. Éstas pueden ser somáticas (movimiento, tos y cambios en el patrón respiratorio) o autonómicas (taquicardia, hipertensión, midriasis, sudoración o lagrimeo). Los movimientos resueltos en respuesta a la estimulación quirúrgica o a las instrucciones verbales son evidencia de “conciencia perceptiva”, pero ocurren con mayor frecuencia sin recuerdo. Éstos deben atenuarse al asegurar primero la hipnosis y analgesia adecuadas y luego, si está indicada, por la administración de relajantes musculares. En pacientes paralizados, los cambios en los signos fisiológicos (tabla 15.2) pueden indicar anestesia inadecuada, pero éstos no son confiables. La conciencia puede ocurrir sin signos autonómicos y la activación simpática puede ser resultado de estímulos distintos a la conciencia o el dolor (p. ej., hipoxia, hipercapnia, hipovolemia, compresión cava y manipulación suprarrenal). Inclusive, las respuestas autonómicas se modifican mediante analgésicos IV, anestesia regional, bloqueadores de angiotensina, bloqueadores β, bloqueadores de los canales de calcio, fármacos adrenérgicos y otros. Se ha demostrado que los monitores intraquirúrgicos que analizan las características del electroencefalograma cortical y los potenciales evocados auditivos ayudan a predecir el estado hipnótico bajo muchos, pero no todos, tipos de anestesia general. Cuando se mantiene la hipnosis con anestésicos inhalados, mantener las concentraciones farmacológicas totales y al final del volumen corriente mayores de 0.7 × CAM también se relaciona con baja incidencia de conciencia. A. Métodos 1. Es habitual que los anestésicos volátiles con dosis opioides mínimas permitan la ventilación espontánea. La concentración del anestésico volátil se ajusta de manera gradual según el movimiento del paciente (si no se emplean relajantes musculares), la presión arterial (que disminuye al aumentar la profundidad) y la ventilación. El óxido nitroso, si se usa, se ajusta para asegurar la oxigenación adecuada. Las concentraciones altas de óxido nitroso están contraindicadas en pacientes con compartimientos llenos de aire cerrados (p. ej., neumotórax, neumocefalia, obstrucción intestinal y burbujas intravítreas en cirugía oftálmica). El óxido nitroso puede exacerbar las enfermedades hematológicas o neurológicas en pacientes con deficiencia de vitamina B12 o folato o anomalías de la metionina sintetasa. 2. La anestesia intravenosa total (TIVA) utiliza la infusión continua o los bolos repetidos de un hipnótico de acción corta (p. ej., propofol) con o sin opioides (p. ej., remifentanil) y un relajante muscular. Esta técnica tiene utilidad particular en situaciones donde la ventilación se interrumpe con frecuencia (p. ej., broncoscopia, cirugía traqueal y cirugía láser de vía aérea) y en pacientes con alto riesgo de NVPO. 3. La anestesia equilibrada, que combina los métodos anteriores, se utiliza con frecuencia. Una pequeña concentración de un anestésico volátil o IV (0.3 a 0.5 × CAM o ED50) puede combinarse con óxido nitroso, opioides y relajantes. Las infusiones continuas de ketamina o dexmedetomidina pueden combinarse con anestésicos inhalados o IV para reducir la necesidad de opioides intraquirúrgicos o posquirúrgicos. Combinar los anestésicos reduce la necesidad y toxicidad potencial de las dosis grandes de fármacos únicos, pero aumenta el riesgo de interacciones farmacológicas adversas. 4. La anestesia general puede combinarse con una técnica anestésica regional (bloqueo neuraxial o de nervio periférico). La profundidad requerida de anestesia general se reduce de modo significativo con el bloqueo de la estimulación quirúrgica dolorosa, pero aún requiere ser suficiente para asegurar la hipnosis, en particular cuando se utilizan relajantes musculares. B. La ventilación del paciente durante la anestesia general puede ser espontánea, asistida o controlada. 1. La ventilación espontánea o asistida puede ayudar a evaluar la profundidad de la anestesia al observar la frecuencia y patrón respiratorios. Un paciente puede respirar espontáneamente con o sin asistencia, a través de una mascarilla, LMA o TET. La función respiratoria intraquirúrgica puede comprometerse en gran medida debido a la condición clínica del paciente, su posicionamiento, la presión externa del tórax y el abdomen, las maniobras quirúrgicas (p. ej., insuflación peritoneal, empaquetado quirúrgico y tórax abierto) y medicamentos (p. ej., opioides). La mayoría de los anestésicos inhalados e IV deprimen la respiración de manera dependiente de la dosis, con un aumento moderado de la presión parcial arterial de dióxido de carbono (PaCO2). 2. Ventilación controlada. Aunque puede utilizarse una mascarilla o LMA, en general se utiliza un TET y un ventilador mecánico si la ventilación debe controlarse durante un periodo significativo. La ventilación minuto se ajusta para mantener un grado adecuado de CO2 al final del volumen corriente (ETCO2). En pacientes sometidos a cirugía mayor o en riesgo de lesión pulmonar inducida por ventilador, debe usarse ventilación protectora pulmonar con volúmenes corrientes bajos (≤ 6 mL/kg) y presión positiva al final de la espiración (PEEP) (véase el capítulo 36). Debe notarse la presión inspiratoria máxima (PIM). La presión elevada de la vía aérea (> 25 a 30 cm H2O en pacientes sin obesidad) o los cambios en PIM deben investigarse de inmediato. La PIM baja puede ser señal de una fuga en el circuito respirador, mientras que la PIM elevada puede indicar obstrucción o movimiento del TET, distensibilidad alterada o resistencia pulmonar, cambios en la relajación muscular o compresión quirúrgica. 3. Valoración de la ventilación. La ventilación adecuada se confirma mediante la observación continua del paciente, la auscultación de los ruidos respiratorios, la inspección de la máquina de anestesia (p. ej., bolsa reservorio del respirador, fuelles del ventilador, presiones de la vía aérea y flujos gaseosos) y los monitores del paciente (p. ej., capnógrafo y oxímetro de pulso). El análisis de los gases en sangre arterial y el ajuste de la ventilación pueden ser necesarios durante la cirugía. Si el intercambio de gases es inadecuado, puede utilizarse ventilación controlada manual, concentraciones inspiradas de oxígeno incrementadas, PEEP o modos ventilatorios especiales (que en ocasiones requieren un ventilador autónomo) (véase el capítulo 36) mientras se busca y trata el origen del problema. C. Líquidos 1. Requerimientos intraquirúrgicos de líquidos IV a. Los requerimientos hídricos de mantenimiento descritos en la sección I.B deben continuarse durante la cirugía. En algunos casos (p. ej., cirugía de extremidad con torniquete), éste puede ser el componente principal del requerimiento hídrico. b. Las “pérdidas por tercer espacio” se deben a edema de los tejidos por traumatismo quirúrgico, mientras que las “pérdidas insensibles” por evaporación en las vías respiratorias y las heridas quirúrgicas. Estas pérdidas son difíciles de valorar y pueden ser sustanciales (hasta 20 mL/kg/h), dependiendo del sitio y extensión de la cirugía. La velocidad de la pérdida por evaporación aumenta en pacientes febriles. c. La pérdida de sangre puede ser difícil de estimar. La cantidad presente en los depósitos de succión debe vigilarse, tomando en consideración la presencia de otros fluidos (p. ej., irrigación y ascitis). Las compresas quirúrgicas que se utilizan deben revisarse y pueden pesarse para mejorar la estimación de la pérdida de sangre. La sangre perdida en el campo quirúrgico (p. ej., gasas quirúrgicas) y en el piso debe estimarse. Si la pérdida de sangre es sustancial, se justifica la monitorización seriada del hematocrito. 2. Los líquidos IV se administran para corregir los déficits prequirúrgicos y las pérdidas intraquirúrgicas. a.Las soluciones cristaloides se emplean para remplazar los requerimientos hídricos de mantenimiento, las pérdidas por evaporación y por tercer espacio. Cuando se administran en grandes volúmenes, los cristaloides de uso común (p. ej., Ringer lactato, solución salina normal y Plasmalyte) tienen efectos diferentes sobre las cifras de electrólitos, el estado ácido-base, la coagulación y la función orgánica. Si los valores de hemoglobina son adecuados, la pérdida de sangre también puede remplazarse con cristaloides IV, administrados con una relación 3:1 de volumen: pérdida estimada de sangre. Con la pérdida continua de sangre, esta relación aumenta. b. Las soluciones coloides (p. ej., albúmina a 5 o 25%) pueden utilizarse para remplazar la pérdida de sangre o restaurar el volumen intravascular. Para remplazar la pérdida de sangre, las soluciones coloides deben administrarse en una relación aproximada 1:1 de volumen:pérdida estimada de sangre (véase el capítulo 34). Las soluciones de hidroxietilalmidón son coloides alternativos que se relacionan con mayor morbimortalidad en pacientes con enfermedad crítica. c. Otras soluciones IV pueden estar indicadas para personas con afecciones metabólicas específicas (p. ej., TPN para pacientes desnutridos y glucosa agregada para diabéticos que reciben insulina). d. Transfusión sanguínea, se explica en el capítulo 35. 3. Valoración. Las tendencias en la frecuencia cardiaca, presión arterial y gasto urinario (> 0.5 mL/kg/h) pueden servir como guías para el estado de volumen intravascular y la adecuación de la terapia de remplazo. La medición de PVC, presión de oclusión de la arteria pulmonar, volumen diastólico final derecho e izquierdo (mediante ecocardiografía transesofágica) y el gasto cardiaco, brindan datos adicionales para guiar la administración de líquidos cuando las pérdidas intraquirúrgicas son grandes o cuando la enfermedad cardiopulmonar obliga al control estricto de las presiones centrales del paciente. El hematocrito, la cuenta plaquetaria, la concentración de fibrinógeno, el tiempo de protrombina y el tiempo parcial de tromboplastina se utilizan para evaluar la adecuación de la terapia con productos hemáticos. IV. EMERSIÓN Durante este periodo, el paciente hace la transición desde un estado inconsciente hasta un estado despierto con reflejos protectores intactos. Ésta es una fase crítica, subestudiada y con frecuencia subenfatizada del plan anestésico. Los datos de reclamaciones revelan que los eventos inadecuados ocurren con frecuencia durante la emersión de la anestesia general. A. Objetivos. Los pacientes deben estar despiertos y con respuesta a estímulos, con fuerza muscular completa y control adecuado del dolor. La recuperación completa de los reflejos de la vía aérea y la función muscular minimizan el riesgo de obstrucción de la vía aérea o aspiración pulmonar a la extubación y facilita la valoración neurológica inmediata. En pacientes con enfermedad cardiovascular, la hemodinámica debe controlarse. B. Técnica. La estimulación quirúrgica disminuye a medida que el procedimiento se acerca a su término y la profundidad anestésica se reduce, con lo que se permite la emersión rápida. La relajación muscular residual se revierte y el paciente comienza a respirar de manera espontánea. Deben estimarse y mane-jarse los requerimientos analgésicos antes de despertar. C. Ambiente. El quirófano debe calentarse, colocar mantas sobre el paciente y minimizar el ruido y la conversación. Todos los miembros del equipo quirúrgico (enfermera instrumentista y circulante, y cirujano) deben estar listos para dar asistencia inmediata al anestesiólogo si la requiere. D. Posicionamiento. Es común que el paciente se retorne a la posición supina antes de la extubación. Las posiciones semisedente o Trendelenburg inversa pueden facilitar la ventilación espontánea durante la emersión. El paciente puede extubarse en posición lateral o prona si el anestesiólogo confía en que la vía aérea podrá mantenerse y protegerse. Algún método para regresar con rapidez al paciente a la posición supina debe estar disponible. E. Ventilación con mascarilla. Un paciente que recibió ventilación con mascarilla debe continuar respirando oxígeno a 100% por mascarilla durante la emersión. Con frecuencia, ocurre un periodo de anestesia ligera (etapa II; tabla 15.2) antes de recobrar la conciencia. La estimulación (en especial de la vía aérea) durante este periodo puede precipitar vómito o laringoespasmo y es mejor que se evite. El paciente puede trasladarse cuando esté despierto por completo, seguir instrucciones verbales, presentar respiración espontánea y oxigenación adecuada. F. Extubación. El retiro del TET de la tráquea de un paciente intubado es un momento crítico. Los pacientes con insuficiencia respiratoria, hipotermia, sensorio alterado e inestabilidad hemodinámica marcada o aquellos cuya vía aérea puede estar en riesgo significativo (p. ej., con cirugía oral extensa o posible edema glótico después de la cirugía cervical o posición cabeza abajo prolongada) pueden permanecer intubados después de la cirugía hasta que estas condiciones mejoren. 1. Extubación en paciente despierto. La extubación de la vía aérea ocurre después de que el paciente recobra los reflejos protectores por completo. La extubación en el paciente despierto está indicada en aquellos con riesgo de aspiración del contenido gástrico, los que tienen vía aérea difícil y los sometidos recientemente a cirugía traqueal o maxilofacial. a. Criterios. Antes de la extubación, el paciente debe estar despierto y hemodinámicamente estable. Debe haber recobrado la fuerza muscular completa (véase el capítulo 13), seguir instrucciones verbales simples (p. ej., elevar la cabeza) y respirar de manera espontánea con oxigenación y ventilación aceptables. b. Técnica. La presencia de un TET puede ser irritante en pacientes que emergen de la anestesia. Puede administrarse lidocaína (0.5 a 1.0 mg/kg IV) para suprimir la tos, pero puede prolongar la emersión. El paciente respira oxígeno a 100% y se succiona la orofaringe. Se aplica presión positiva leve a la vía aérea (20 cm H2O) a través del TET, se desinfla el balón del TET y se retira el tubo. Se continúa la administración de oxígeno (100%) a través de una mascarilla facial. La atención del anestesiólogo debe permanecer enfocada en el paciente hasta confirmar la capacidad de éste para ventilar, oxigenar y proteger la vía aérea. El paciente extubado puede quedar inconsciente de nuevo y perder los reflejos protectores de la vía aérea cuando la estimulación disminuye. c. El retiro del TET sobre un estilete flexible (p. ej., catéter de cambio de la vía aérea [CCVA], estilete jet y broncoscopio de fibra óptica) puede realizarse cuando la permeabilidad de la vía aérea es incierta o la reintubación puede ser difícil. La vía aérea se anestesia primero con 0.3 a 0.5 mg/kg de lidocaína administrados a través del TET y se permite que el paciente respire de manera espontánea. Se pasa un CCVA lubricado hacia la tráquea a través del TET, se desinfla el balón del TET y se retira el TET, dejando el dispositivo intercambiador en el sitio hasta que el anestesiólogo confirme que la vía aérea es estable. Si se desarrolla la obstrucción de la vía aérea, puede insuflarse oxígeno a través del dispositivo hueco de intercambio o puede reinsertarse un TET sobre el dispositivo, que actúa como guía. 2. Extubación “profunda”. La estimulación de los reflejos de la vía aérea por el TET durante la emersión puede evitarse al extubar la tráquea mientras el paciente aún se encuentra bajo anestesia profunda (etapa III). Esto reduce el riesgo de laringoespasmo y broncoespasmo, convirtiéndola en una técnica útil para pacientes con asma grave. También evita la tos y la tensión que pueden ser indeseables después de la cirugía de oído medio, procedimientos con ojo abierto y herniorrafia abdominal o inguinal. a. Criterios. Las contraindicaciones para la extubación “profunda” se mencionaron antes (sección IV.F.1). La profundidad anestésica debe ser suficiente para evitar las respuestas a la estimulación de la vía aérea. La anestesia puede profundizarse con un anestésico IV de acción corta o ventilación con una concentración elevada de un anestésico volátil. b. Técnica. Todo el equipo y medicamentos para vía aérea necesarios deben estar disponibles de inmediato para el remplazo del TET. El posicionamiento quirúrgico debe permitir el acceso irrestricto de la cabeza para el manejo de la vía aérea. La orofaringe debe succionarse, desinflar el balón del TET y, si no hay respuesta al desinflar el balón, retirar el TET. El manejo de la vía aérea se continúa por mascarilla facial y la emersión se maneja como ya se describió (sección IV.F). G. Agitación. En ocasiones se observa agitación grave a la emersión de la anestesia general. Las causas fisiológicas (p. ej., hipoxia, hipercarbia, obstrucción de la vía aérea o una vejiga llena) deben excluirse. El dolor, una razón común para la agitación, puede tratarse con el ajuste gradual cauteloso de opioides (p. ej., fentanil, 0.025 mg IV o meperidina, en incrementos de 25 mg IV) si los signos vitales y la oxigenación son reconfortantes. H. Despertar retrasado. En ocasiones, un paciente no despierta pronto después de la administración de la anestesia general. El soporte ventilatorio y la protección de la vía aérea deben continuar e investigarse las etiologías específicas en las vastas categorías farmacológicas, neurológicas y metabólicas. V. TRANSPORTE El anestesiólogo debe acompañar al paciente del Qx a la unidad de cuidados posanestesia (UCPA) o UCI. La monitorización de la presión arterial, la saturación de hemoglobina y el electrocardiograma continúan durante el traslado a la UCI, pero en general no es necesaria para trasladar pacientes estables a UCPA. El oxígeno suplementario debe estar disponible y la vía aérea, ventilación y condición general del paciente deben observarse de manera continua. Colocar al paciente en posición lateral puede ayudar a prevenir la aspiración y obstrucción de la vía aérea superior. Los medicamentos y el equipo para vía aérea deben estar disponibles durante el transporte si el paciente se encuentra inestable o si el traslado es a una distancia prolongada. Al transferir la responsabilidad del cuidado del paciente en UCPA o UCI, el anestesiólogo debe proporcionar un resumen conciso, pero detallado, de su historia clínica previa, la evolución intraquirúrgica, la condición posoperatoria, la terapia actual y los planes o preocupaciones a vigilar. VI. VISITA POSQUIRÚRGICA Es necesaria una evaluación posquirúrgica del paciente por parte del anestesiólogo en las siguientes 48 horas a la cirugía y documentarse en el expediente clínico. La visita debe incluir la revisión del expediente clínico, la exploración física y una discusión sobre la experiencia perioperatoria. Es importante buscar complicaciones específicas como náusea, ardor faríngeo, lesión dental, lesión nerviosa, lesión ocular, función pulmonar alterada o cambios en el estado mental, y formular preguntas en busca de evidencia de conciencia durante la anestesia general (tabla 15.3). Las respuestas, junto con una evaluación y plan, si es necesario, registrar en el expediente. Las complicaciones que requieren terapia o consultas adicionales se manejan de manera activa y la evolución del paciente debe vigilarse hasta que estos problemas se resuelvan. TA B L A 15.3 Valoración posquirúrgica en busca de conciencia durante la anestesia general La entrevista de Brice modificadaa 1. ¿Qué es lo último que recuerda antes de quedarse dormido? 2. ¿Qué es lo primero que recuerda después de despertar? 3. ¿Recuerda algo en el periodo desde que se quedó dormido hasta que despertó? 4. ¿Soñó durante su procedimiento? 5. ¿Qué fue lo peor sobre su cirugía? a Estas preguntas son una modificación de la entrevista informada por primera vez por Brice DD, Hetherington RR, Utting JE. Br J Anaesth 1970;42:535-541. Se ha informado que las respuestas a este tipo de entrevista posquirúrgica varían, dependiendo del intervalo después de la cirugía y el sitio donde se realiza (hospital vs. vivienda). Lecturas recomendadas ASA Committee. Practice guidelines for preoperative fasting and the use of pharmacologic agents to reduce the risk of pulmonary aspiration: application to healthy patients undergoing elective procedures: an updated report by the American Society of Anesthesiologists Committee on Standards and Practice Parameters. Anesthesiology 2011;114(3):495–511. Avidan MS, Jacobsohn E, Glick D, et al. Prevention of intraoperative awareness in a high-risk surgical population. N Engl J Med 2011;365:591–600. Avidan MS, Zhang L, Burnside BA, et al. Anesthesia awareness and the bispectral index. N Engl J Med 2008;358:1097–1108. Cavallone LF, Vannucci A. Review article: extubation of the difficult airway and extubation failure. Anesth Analg 2013;116(2)368–383. Fleisher LA, Fleischmann KE, Auerbach AD, et al. 2014 ACC/AHA guideline on perioperative cardiovascular evaluation and management of patients undergoing noncardiac surgery: a report of the ACC/AHA Task Force on Practice Guidelines. J Am Coll Cardiol I. FARMACOLOGÍA DE LOS ANESTÉSICOS INTRAVENOSOS Los anestésicos intravenosos (IV) se utilizan con frecuencia para la inducción y mantenimiento de la anestesia general y para sedación. El inicio y término rápidos de acción de estos fármacos se deben a su traslocación física hacia y desde el cerebro. Después de la inyección IV de un bolo, los medicamentos liposolubles, como propofol, tiopental (no disponible en Estados Unidos) y etomidato se distribuyen con rapidez hacia el grupo de tejidos altamente perfundidos ricos en vasos (p. ej., cerebro, corazón, hígado y riñones), con la consecuencia de un inicio extremadamente rápido del efecto. Las concentraciones plasmáticas disminuyen a medida que el fármaco es captado por los tejidos con menor grado de perfusión (p. ej., músculo y grasa) y el medicamento deja con rapidez el cerebro. Esta redistribución desde el cerebro es responsable de la terminación de los efectos, pero la depuración del fármaco activo aún debe ocurrir, de manera típica, mediante metabolismo hepático y eliminación renal. La vida media de eliminación se define como el tiempo que se requiere para que la concentración plasmática de un fármaco disminuya 50% durante la fase de eliminación. La vida media sensible al contexto (VMSC) se define como el tiempo que se necesita para una reducción de 50% de la concentración farmacológica del compartimiento central después de una infusión en estado estacionario de duración especificada (la duración es el “contexto”). A. Propofol (2, 6-diisopropilfenol) se utiliza para la inducción o mantenimiento de la anestesia general y para sedación en procedimiento. Se prepara como una emulsión isotónica de aceite en agua a 1%, que contiene lecitina de huevo, glicerol y aceite de soya. El crecimiento bacteriano se inhibe mediante ácido etil-enediaminetetracético (EDTA), ácido dietilenetriamina pentacético (DTPA), sulfito o alcohol bencílico, según el fabricante. 1. Modo de acción. Facilita la neurotransmisión inhibitoria al reforzar la función de los receptores del ácido γ-aminobutírico tipo A (GABAA) en el sistema nervioso central (SNC). La modulación de los receptores de glicina, los de N-metil-D-aspartato (NMDA), los canabinoides y los canales iónicos regulados por voltaje también pueden contribuir a la actividad de propofol. 2. Farmacocinética a. Metabolismo hepático y extrahepático a metabolitos inactivos que se excretan por vía renal. b. La VMSC permanece corta (15 minutos después de una infusión de 2 horas), por lo que la infusión de propofol es útil para el mantenimiento de la anestesia. 3. Farmacodinámica a. SNC 1. Las dosis de inducción producen rápido inconsciencia (30 a 45 segundos), seguidas de terminación rápida del efecto debido a su redistribución. La emersión es rápida y con frecuencia se acompaña de aumento del estado de ánimo. Las dosis bajas producen sedación y amnesia. 2. Efectos analgésicos débiles a concentraciones hipnóticas. 3. Disminuye la presión intracraneal (PIC) y también la presión de perfusión cerebral (PPC) debido a una presión arterial media (PAM) muy reducida. La autorregulación cerebral, al igual que la vasoconstricción en respuesta a la hiperventilación, permanecen sin afectarse. 4. El propofol es un anticonvulsivo y aumenta el umbral de crisis convulsivas en mayor medida que el metohexital. 5. El electroencefalograma (EEG) muestra oscilaciones alfa frontales (8 a 12 Hz), oscilaciones delta (1 a 4 Hz), y oscilaciones lentas (< 1 Hz). Las dosis mayores causan supresión de ráfagas y EEC isoeléctrico. 6. Reduce los potenciales evocados somatosensoriales (PESS) y los potenciales evocados motores (PEM), pero tiene poco efecto sobre los potenciales evocados auditivos del tallo cerebral (PEATC). 7. La náusea y el vómito posquirúrgicos (NVPQ) ocurren con menor frecuencia después de una anestesia basada en propofol, en comparación con otras técnicas, y las dosis subhipnóticas tienen efectos antieméticos. b. Sistema cardiovascular 1. Disminución dependiente de la dosis de la precarga, poscarga y contractilidad que provocan reducción de la presión arterial (PA) y el gasto cardiaco. La hipotensión puede ser marcada en pacientes con hipovolemia, compromiso hemodinámico o ancianos. 2. Tiene un efecto mínimo sobre la frecuencia cardiaca (FC) y el reflejo barorreceptor se mitiga. c. Sistema respiratorio 1. Disminución dependiente de la dosis de la frecuencia respiratoria (FR) y el volumen corriente (VC). 2. Las respuestas ventilatorias a la hipoxia e hipercapnia disminuyen. 4. Dosificación y administración. Véase la tabla 12.1. a. Ajuste gradual con dosis incrementales reducidas en pacientes con hipovolemia, compromiso hemodinámico o ancianos, o si se administra con otros anestésicos. b. Los lactantes y niños pequeños requieren dosis relativamente mayores para la inducción y el mantenimiento. c. La emulsión de propofol permite el crecimiento bacteriano a pesar de la adición de antimicrobianos; preparar el medicamento en condiciones estériles, etiquetar la fecha y hora, desechar el propofol abierto que no se utilizó después de 6 horas para prevenir la contaminación bacteriana inadvertida. 5. Efectos adversos a. Irritación venosa. Puede causar dolor durante la administración IV, que se reduce mediante la administración a través de una vena grande o al agregar lidocaína a la solución (p. ej., 20 mg de lidocaína para 200 mg de propofol). El método más efectivo para reducir el dolor es administrar lidocaína (0.5 mg/kg, IV) 1 a 2 minutos antes de la inyección de propofol con un torniquete proximal al sitio IV. b. Alteraciones lipídicas. El propofol es una emulsión lipídica y debe utilizarse con precaución en pacientes con alteraciones del metabolismo lipídico (p. ej., hiperlipidemia y pancreatitis). c. Puede ocurrir mioclonía e hipo después de las dosis de inducción, aunque con menor frecuencia que con metohexital o etomidato. d. El síndrome por infusión de propofol es una afección rara y con frecuencia letal que ocurre en pacientes en estado crítico (por lo regular niños) que han recibido infusiones prolongadas de dosis altas de propofol. Las características típicas incluyen rabdomiólisis, acidosis metabólica, insuficiencia cardiaca y renal. B. Los barbitúricos como tiopental y metohexital producen inconsciencia rapidamente (30 a 45 segundos) después de la administración IV, seguida de terminación rápida de los efectos debido a su redistribución. Las preparaciones barbitúricas para administración IV son muy alcalinas (pH > 10), y es común que estén preparadas como soluciones diluidas (1.0 a 2.5%). 1. Modo de acción. Similar al del propofol; los barbitúricos facilitan la neurotransmisión inhibitoria al reforzar la función de los receptores de GABAA. También inhiben la neurotransmisión excitatoria a través de los receptores nicotínicos de acetilcolina y glutamato. 2. Farmacocinética a. Metabolismo hepático. El metohexital presenta mayor depuración que el tiopental. Este último se metaboliza en pentobarbital, un metabolito activo con una vida media más prolongada. b. Las dosis múltiples o las infusiones prolongadas pueden producir sedación o inconsciencia prolongada debido a la menor velocidad de redistribución, el retorno del fármaco al compartimiento central y el metabolismo hepático lento. La VMSC de tiopental es larga, incluso después de infusiones breves. 3. Farmacodinámica a. SNC 1. Depresión del SNC dependiendo de la dosis, que varía desde sedación hasta la inconsciencia. Son necesarias dosis mucho mayores para suprimir las respuestas a estímulos dolorosos. 2. La vasoconstricción cerebral, dependiendo de la dosis y la reducción de la tasa metabólica cerebral (CMRO2), causa reducción de PIC y del flujo sanguíneo cerebral (FSC). La autorregulación cerebral permanece sin cambios. 3. En dosis altas, el tiopental produce un EEG isoeléctrico. En contraste, el metohexital puede provocar actividad tipo crisis convulsivas. 4. Efectos mínimos sobre los PESS o PEM, pero depresión de PEATC dependiente de la dosis. b. Sistema cardiovascular 1. Causan venodilatación y depresión de la contractilidad miocárdica, que provocan disminución dependiente de la dosis de PA y gasto cardiaco, en especial en pacientes que dependen de la precarga. La disminución de la PA es menos pronunciada que con propofol. 2. Los reflejos barorreceptores permanecen casi intactos; por ello, la FC puede aumentar en respuesta a la hipotensión. c. Sistema respiratorio 1. Disminución dependiente de la dosis de FR y VC. Las respuestas ventilatorias a hipoxia e hipercapnia disminuyen de modo notable. Puede producirse apnea 30 a 90 segundos después de la dosis de inducción. 2. Los reflejos laríngeos permanecen casi intactos en comparación con el propofol; por ello, la incidencia de tos y laringoespasmo es mayor. 4. Dosificación y administración. Véase la tabla 12.1. a. Reducir la dosis en pacientes con hipovolemia, compromiso hemodinámico o ancianos. b. Pueden precipitar cuando se mezclan con medicamentos en solución de pH menor (p. ej., succinilcolina) y causar la precipitación de otros fármacos (p. ej., vecuronio). Por ello, es prudente utilizar un catéter IV de paso libre y evitar la inyección simultánea con otros medicamentos. 5. Efectos adversos a. Alergia. Las alergias verdaderas son poco comunes. En ocasiones, el tiopental provoca reacciones anafilactoides (ronchas, rubor e hipotensión) debido a la liberación de histamina. b. Porfiria 1. Contraindicación absoluta en pacientes con porfiria intermitente aguda, porfiria variegata y coproporfiria hereditaria. 2. Los barbitúricos inducen a las enzimas sintetizadoras de porfirina, como la sintetasa de ácido δ-aminolevulínico; los pacientes con porfiria pueden acumular precursores tóxicos de hem y presentar un ataque agudo. c. Irritación venosa y daño de tejidos 1. Pueden causar dolor en el sitio de administración debido a irritación venosa. 2. El tiopental puede causar dolor intenso y necrosis tisular si se inyecta por vía intravascular o intraarterial. Si se aplica por vía intraarterial, puede ser útil administrar fentolamina (bloqueador α), heparina, vasodilatadores y bloqueo simpático regional. d. Con frecuencia se observa mioclonía e hipo durante la inducción con metohexital. C. Las benzodiacepinas incluyen midazolam, lorazepam y diazepam. Se utilizan con frecuencia para sedación, amnesia, ansiólisis o como adyuvantes de la anestesia general. El midazolam se prepara en una forma hidrosoluble a un pH de 3.5, mientras que el diazepam y lorazepam se disuelven en propilenglicol y polietilenglicol, respectivamente. 1. Modo de acción. Refuerzan la neurotransmisión inhibitoria al incrementar la afinidad de los receptores GABAA por GABA. Los efectos clínicos distintos (p. ej., amnesia, sedación y ansiólisis) parecen estar mediados por diferentes subtipos de receptores GABAA. 2. Farmacocinética a. Después de la administración IV, el inicio de los efectos sobre el SNC ocurre en 2 a 3 minutos para midazolam y diazepam (un poco más para lorazepam). Los efectos terminan por redistribución; por tanto, la duración de una sola dosis de diazepam y midazolam es similar. Los efectos de lorazepam son un tanto más prolongados. b. Los tres fármacos se metabolizan en el hígado. La vida media de eliminación del midazolam, lorazepam y diazepam son cercanas a 2, 11 y 20 horas, respectivamente. Los metabolitos activos de diazepam duran más que el medicamento original y se acumulan con la dosificación repetida. El hidroximidazolam puede acumularse y causar sedación en pacientes con insuficiencia renal. c. La depuración del diazepam se reduce en personas de edad avanzada, pero éste es un problema menor con el midazolam y lorazepam. Los pacientes obesos pueden requerir dosis iniciales mayores de benzodiacepinas, pero la depuración no presenta gran diferencia. 3. Farmacodinámica a. SNC 1. Efectos amnésicos, anticonvulsivos, ansiolíticos, relajantes musculares e hipnóticos-sedantes dependientes de la dosis. La amnesia puede durar solo 1 hora después de una sola dosis de premedicación de midazolam. En ocasiones, la sedación puede ser prolongada. 2. No producen analgesia significativa. 3. Reducción dependiente de la dosis de FSC y CMRO2. 4. No producen supresión de ráfagas ni un patrón EEG isoeléctrico, incluso en dosis muy altas. b. Sistema cardiovascular 1. Vasodilatación sistémica y disminución del gasto cardiaco leves. Es común que la FC permanezca sin cambios. 2. Los cambios hemodinámicos pueden ser pronunciados en pacientes hipovolémicos o críticos si se administra con rapidez en dosis grandes o con un opioide. c. Sistema respiratorio 1. Disminución leve dependiente de la dosis de FR y VC. Cierto decremento del impulso ventilatorio hipóxico. 2. La depresión respiratoria puede ser pronunciada si se administra con un opioide, en pacientes con neumopatía o pacientes debilitados. 4. Dosificación y administración. Véase la tabla 12.1 para midazolam. a. Pueden emplearse dosis IV incrementadas de diazepam (2.5 mg) o lorazepam (0.25 mg) para sedación. b. Las dosis adecuadas son de 5 a 10 mg de diazepam o 2 a 4 mg de lorazepam. 5. Efectos adversos a. Interacciones farmacológicas. La administración de una benzodiacepina a un paciente que recibe el anticonvulsivo valproato puede precipitar un episodio psicótico. b. Embarazo y trabajo de parto 1. Pueden relacionarse con aumento ligero del riesgo de labio y paladar hendidos cuando se administran durante el primer trimestre. 2. Cruzan la placenta y pueden provocar depresión del SNC en el neonato. c. Puede producirse tromboflebitis superficial y dolor a la inyección por los vehículos del diazepam y lorazepam. 6. El flumazenil (imidazobenzodiacepina) es un antagonista competitivo en el sitio de unión benzodiacepina de los receptores GABAA en el SNC. a. La reversión de los efectos sedantes inducidos por benzodiacepina ocurre en los siguientes 2 minutos; los efectos máximos se presentan en cerca de 10 minutos. No antagoniza por completo los efectos depresores respiratorios de las benzodiacepinas. b. La vida media es más breve que los agonistas benzodiacepina, por lo que se puede requerir su administración repetida. c. Se metaboliza en metabolitos inactivos en el hígado. d. Dosis: 0.3 mg IV cada 30 a 60 segundos (hasta una dosis máxima de 5 mg). e. Contraindicado en pacientes con sobredosis de antidepresivos tricíclicos (ATC) (se piensa que muestra la actividad convulsiva inducida por ATC) y en aquellos que reciben benzodiacepinas para controlar las crisis convulsivas o la PIC aumentada. Utilizar con precaución en pacientes con tratamiento de larga evolución con benzodiacepinas debido a que puede precipitar abstinencia aguda. D. El etomidato es un sedante-hipnótico que se usa con mayor frecuencia para la inducción IV de la anestesia general. Se administra en una solución que contiene 35% de propilenglicol. 1. Modo de acción. Facilita la neurotransmisión inhibitoria al reforzar la función de los receptores GABAA. 2. Farmacocinética a. Después de una dosis de inducción, el tiempo de pérdida de consciencia y el de retorno de la misma son similares a los de propofol. Los efectos de una sola dosis en bolo terminan por redistribución. b. Depuración importante en el hígado y por las esterasas circulantes a metabolitos inactivos. 3. Farmacodinámica a. SNC 1. No tiene propiedades analgésicas. 2. El FSC, el CMRO2 y la PIC disminuyen mientras la PPC se mantiene. La vasoconstricción cerebral se preserva en respuesta a la hiperventilación. 3. Induce supresión de ráfagas en dosis altas. 4. Menor depresión de potenciales evocados en comparación con la provocada por propofol o tiopental. Los PEATC no se afectan, mientras los PESS se refuerzan. b. Sistema cardiovascular 1. Cambios mínimos en FC, PA y gasto cardiaco. Con frecuencia se elige para inducir anestesia general en pacientes con compromiso hemodinámico. 2. No afecta el tono simpático ni la función barorreceptora. No suprime con eficacia las respuestas hemodinámicas al dolor. c. Sistema respiratorio 1. Disminución dependiente de la dosis de FR y VC; puede ocurrir apnea transitoria. 2. Los efectos depresores respiratorios del etomidato son menos pronunciados que los del propofol o barbitúricos. 4. Dosificación y administración. Véase la tabla 12.1. 5. Efectos adversos a. Puede ocurrir mioclonía después de su administración, en particular en respuesta a la estimulación. b. La náusea y el vómito ocurren con mayor frecuencia en el periodo perioperatorio que con otros anestésicos. c. La irritación venosa y la tromboflebitis superficial pueden ser resultado del vehículo de propilenglicol. Se minimizan por la administración en una infusión IV de flujo libre. d. Supresión suprarrenal. Inhibe la 11β-hidroxilasa; una sola dosis de inducción suprime la síntesis esteroidea suprarrenal hasta por 24 horas. Puede no tener importancia clínica después de una sola dosis, pero las dosis repetidas/infusiones se han relacionado con aumento de la mortalidad en la UCI. E. La ketamina es un sedante-hipnótico con propiedades analgésicas potentes. Se utiliza para la inducción de la anestesia general y para sedación y analgesia en el periodo perioperatorio. 1. Modo de acción. Los efectos anestésicos se atribuyen en gran medida al antagonismo no competitivo de los receptores NMDA en el SNC, aunque también se han informado efectos sobre los receptores opioides, los de acetilcolina y los canales de sodio y calcio regulados por voltaje. 2. Farmacocinética a. Produce inconsciencia en 30 a 60 segundos después de una dosis IV de inducción. Los efectos terminan por redistribución en 15 a 20 minutos. Después de la administración intramuscular (IM), el inicio de los efectos en el SNC se retrasa cerca de 5 minutos, con un efecto máximo alrededor de los 15 minutos. b. Se metaboliza con rapidez en el hígado en múltiples metabolitos, algunos de los cuales tienen actividad moderada (p. ej., norketamina). La vida media de eliminación es de 2 a 3 horas. c. Las dosis repetidas en bolo o las infusiones prolongadas provocan su acumulación. 3. Farmacodinámica a. SNC 1. Produce un estado “disociativo” acompañado de amnesia y analgesia profunda. La analgesia ocurre a concentraciones mucho menores que las de hipnosis, por lo que los efectos analgésicos persisten después del retorno de la consciencia. 2. Incrementa el FSC, la PIC y la CMRO2; la vasoconstricción cerebral en respuesta a la hiperventilación se preserva. 3. Refuerza PESS; deprime los PEATC y los potenciales evocados visuales (PEV). 4. Produce cambios en el EEG dependientes de la dosis que difieren de otros anestésicos; las dosis altas no producen un EEG isoeléctrico. Con frecuencia se observan oscilaciones gamma (25 a 40 Hz). b. Sistema cardiovascular 1. Incrementa la FC, gasto cardiaco y PA de las arterias sistémicas y pulmonares al causar la liberación de las catecolaminas endógenas. 2. Con frecuencia se utiliza para inducir anestesia general en pacientes con compromiso hemodinámico, en particular cuya FC, precarga y poscarga deben permanecer altas. Debe utilizarse con precaución en pacientes con CAD o hipertensión pulmonar. 3. Puede actuar como depresor miocárdico directo en pacientes con estimulación máxima del sistema nervioso simpático o con bloqueo autonómico. c. Sistema respiratorio 1. Por lo general, deprime la FR y el VC ligeramente, y tiene efectos mínimos sobre la respuesta a CO2. 2. Broncodilatador potente debido a los efectos simpaticomiméticos. 3. Los reflejos protectores laríngeos se mantienen relativamente bien, aunque puede ocurrir aspiración. 4. Dosificación y administración. Véase la tabla 12.1. a. Útil para inducción IM en pacientes sin acceso IV (p. ej., niños). b. Se dispone de una solución concentrada al 10% sólo para uso IM. 5. Efectos adversos a. Estimula de manera marcada las secreciones orales. La coadministración de un antisialogogo (p. ej., glicopirrolato) puede ser útil. b. Alteraciones emocionales. Puede causar agitación y alucinaciones desagradables durante el periodo posquirúrgico temprano. La incidencia es mayor al aumentar la edad, el género femenino y dosis mayores de 2 mg/kg, pero pueden reducirse en gran medida con la coadministración de una benzodiacepina o propofol. Los niños parecen tener menos problemas que los adultos por las alucinaciones. Deben considerarse alter-nativas en pacientes con trastornos psiquiátricos. c. Tono muscular. Puede provocar movimientos mioclónicos aleatorios, en especial en respuesta a la estimulación. Es frecuente que el tono muscular esté aumentado. d. Incrementa PIC y representa una contraindicación relativa en pacientes con traumatismo craneoencefálico o hipertensión intracraneal. e. Efectos oculares. Puede provocar midriasis, nistagmo vertical, diplopía, blefaroespasmo y presión intraocular aumentada. f. La profundidad anestésica puede ser difícil de evaluar. Los signos clínicos comunes de la profundidad anestésica (p. ej., FC, PA y FR), así como los monitores de la profundidad anestésica basados en EEG, son menos confiables cuando se utiliza ketamina. F. Dexmedetomidina. La dexmedetomidina es un sedante con propiedades analgésicas. Se utiliza como adyuvante para la anestesia general y regional, y para sedación en la UCI y quirófano. 1. Modo de acción. Agonista altamente selectivo del receptor adrenérgico α2 (α2/α1 1 600:1). La clonidina es un agonista α2 (α2/α1 200:1) menos selectivo y de acción más prolongada con propiedades sedantes y analgésicas similares. 2. Farmacocinética a. Presenta redistribución rápida después de la administración IV. La vida media de eliminación es cercana a 2 horas. b. Metabolismo extenso por el hígado. 3. Farmacodinámica a. SNC 1. Provoca un estado sedado, pero despertable similar al sueño natural. 2. Potencia los efectos de propofol, anestésicos volátiles, benzodiacepinas y opioides sobre el SNC. 3. Amnésico débil; no tiene propiedades anticonvulsivas. 4. Las dosis bajas producen husos en el EEG similares a los que se observan durante el sueño no REM etapa 2. Las dosis mayores producen oscilaciones delta y lentas similares al sueño etapa 3 no REM. b. Sistema cardiovascular 1. Disminuye FC y PA, aunque puede ocurrir hipertensión transitoria después de un bolo IV. 2. Los barorreflejos quedan preservados. c. Sistema respiratorio 1. Depresión respiratoria mínima, aunque puede añadirse a los efectos depresores respiratorios de otros anestésicos. 2. Los reflejos de la vía aérea permanecen intactos, haciéndola útil para la intubación con fibra óptica en el paciente despierto. d. Sistema endocrino. Puede disminuir la respuesta suprarrenal a la hor-mona adrenocorticotrópica después de infusiones prolongadas, aunque la importancia clínica no es clara. 4. Dosificación y administración. Véase la tabla 12.1. a. Debe considerarse disminuir la dosificación en pacientes con disfunción hepática significativa. Debido a que no se ha estudiado la actividad de los metabolitos de dexmedetomidina, puede ser prudente disminuir la dosis en pacientes con disfunción renal grave. b. Indicada sólo para infusiones que duran menos de 24 horas. 5. Efectos adversos. Pueden ocurrir efectos antimuscarínicos (p. ej., boca seca y visión borrosa) debido a la inhibición de la liberación de acetilcolina mediada por los receptores α2 suprarrenales. G. Opioides. La morfina, meperidina, hidromorfona, fentanil, sufentanil, alfentanil y remifentanil, son opioides utilizados con frecuencia en anestesia general. Su efecto primario es la analgesia, por lo que se utilizan para complementar otros medicamentos durante la inducción o mantenimiento de la anestesia general. En dosis altas, los opioides se utilizan en ocasiones como el anestésico primario (p. ej., cirugía cardiaca). Los opioides difieren entre sí por su potencia, farmacocinética y efectos colaterales. 1. Modo de acción. Se unen a receptores específicos en el cerebro, la médula espinal y las neuronas periféricas. Los opioides listados son relativamente selectivos para los receptores μ-opioides. 2. Farmacocinética a. Los datos farmacocinéticos se presentan en la tabla 12.2. b. Después de la administración IV, el inicio de acción tarda minutos para los derivados del fentanil; la hidromorfona y morfina pueden tardar de 20 a 30 minutos para alcanzar su máximo efecto debido a su menor liposolubilidad. La terminación de los efectos de todos los opioides, excepto el remifentanil, es por redistribución. c. La eliminación sucede principalmente por el hígado y depende del flujo sanguíneo hepático. El remifentanil se metaboliza por esterasas inespecíficas en los tejidos (sobre todo el músculo esquelético). La morfina y la meperidina tienen metabolitos activos, mientras que la hidromorfona y los derivados del fentanil no los tienen. d. La mayoría de los metabolitos se excreta en la orina. En pacientes con insuficiencia renal, la acumulación de morfina-6-glucurónido puede causar narcosis prolongada y depresión respiratoria. La insuficiencia renal también puede ocasionar la acumulación de normeperidina, un metabolito activo de meperidina, relacionado con actividad convulsiva. 3. Farmacodinámica a. SNC 1. Producen sedación y analgesia dependiente de la dosis; la euforia es común. Las dosis muy altas pueden producir amnesia y pérdida de la consciencia, pero los opioides no son hipnóticos confiables. 2. Reducen la concentración alveolar mínima (CAM) de los anestésicos inhalados y los requerimientos de fármacos sedanteshipnóticos. 3. Disminuyen el FSC y la CMRO2. 4. Producen miosis por la estimulación del núcleo de EdingerWestphal del nervio oculomotor. b. Sistema cardiovascular 1. Todos los opioides, excepto la meperidina, producen cambios mínimos en la contractilidad cardiaca. Los reflejos barorreceptores quedan preservados. 2. Es común que la resistencia vascular sistémica (RVS) presente un decremento moderado debido al tono simpático medular reducido. Las dosis en bolo de meperidina o morfina pueden reducir la RVS por la liberación de histamina. 3. Producen bradicardia dependiente de la dosis a través de la estimulación de los núcleos vagales centrales. La meperidina tiene un débil efecto tipo atropina y no causa bradicardia. 4. La estabilidad hemodinámica relativa ofrecida por los opioides con frecuencia da paso a su uso en sedación o anestesia para pacientes con enfermedad crítica o compromiso hemodinámico. c. Sistema respiratorio 1. Producen depresión respiratoria dependiente de la dosis. La FR disminuye al inicio; el VC lo hace con dosis mayores. El efecto se acentúa en presencia de sedantes, otros depresores respiratorios o neumopatía preexistente. 2. Disminuyen la respuesta ventilatoria a hipercapnia e hipoxia. Los efectos presentan un aumento marcado si el paciente se queda dormido. 3. La dosis de opioides disminuye el reflejo tusígeno dependiendo de la dosis. Las dosis mayores suprimen los reflejos traqueales y bronquiales contra cuerpos extraños, por lo que la intubación endotraqueal y la ventilación mecánica se toleran mejor. d. Sistema gastrointestinal 1. Disminuyen el vaciamiento gástrico y las secreciones intestinales. El tono colónico y el esfintérico aumentan, y las contracciones propulsivas disminuyen, provocando estreñimiento. 2. Incrementan la presión biliar y pueden producir cólico biliar; el espasmo del esfínter de Oddi puede evitar la canulación del conducto biliar común. La incidencia es menor con agonistasantagonistas opioides. 4. Dosificación y administración. Por lo general, los opioides se administran por vía IV, ya sea por bolo o infusión. Las dosificaciones apropiadas se presentan en la tabla 12.2. La dosificación clínica debe individualizarse y basarse en la condición subyacente del paciente y su respuesta clínica. Pueden requerirse dosis mayores en sujetos con administración crónica de opioides. 5. Efectos adversos a. Las reacciones alérgicas son raras, aunque pueden ocurrir reacciones anafilactoides con morfina y meperidina secundarias a la liberación de histamina. b. Interacciones farmacológicas. La administración de meperidina o tramadol a un paciente que ha recibido un inhibidor de la monoaminoxidasa puede provocar delirio o hipertermia y puede ser mortal. c. Pueden ocurrir náusea y vómito debido a la estimulación directa de la zona desencadenante quimiorreceptora. La náusea es más posible si el paciente está en movimiento. d. Puede ocurrir rigidez muscular, en especial en el tórax, el abdomen y la vía respiratoria superior, que provoca incapacidad para ventilar al paciente. La incidencia aumenta con la potencia, dosis y velocidad de administración del fármaco, así como la presencia de óxido nitroso. La rigidez puede revertirse al administrar relajantes neuromusculares o antagonistas opioides, y menos probable después del pretratamiento con una benzodiacepina o propofol. e. Puede ocurrir retención urinaria debido al tono incrementado del esfínter vesical y la inhibición del reflejo detrusor (miccional). También puede disminuir la percepción de la necesidad de orinar. 6. La naloxona es un antagonista opioide puro utilizado para revertir los efectos inadvertidos o indeseables inducidos por opioides, como la depresión respiratoria o del SNC. a. Modo de acción. Antagonista competitivo en los receptores opioides en el cerebro y la médula espinal. b. Farmacocinética 1. Los efectos máximos se observan en 1 a 2 minutos; se produce un decremento significativo de sus efectos clínicos después de 30 minutos debido a redistribución. 2. Metabolizado en el hígado. c. Farmacodinámica 1. Revierte los efectos farmacológicos de los opioides, como la depresión respiratoria y del SNC. 2. Cruza la placenta; la administración antes del parto disminuirá la depresión respiratoria inducida por opioides en el neonato. d. Dosificación y administración. La depresión respiratoria perioperatoria en el adulto puede tratarse con 0.04 mg IV cada 2 a 3 minutos, según sea necesario. Puede requerirse administración repetida debido a la breve duración de acción. e. Efectos adversos 1. Inicio abrupto de dolor a medida que se revierte la analgesia opioide. Esto puede acompañarse de cambios hemodinámicos súbitos (p. ej., hipertensión y taquicardia). 2. Puede precipitar edema pulmonar y paro cardiaco en ciertos casos. II. FARMACOLOGÍA DE LOS ANESTÉSICOS INHALADOS Los anestésicos inhalados se administran para el mantenimiento de la anestesia general, pero además pueden utilizarse para inducción, en especial en pacientes pediátricos. Las propiedades generales de los anestésicos inhalados de uso común se resumen en la tabla 12.3. Su dosificación se expresa como CAM, la concentración alveolar mínima a 1 atm a la cual 50% de los pacientes no se mueve en respuesta a un estímulo quirúrgico. La CAM es aditiva (p. ej., 0.5 CAM óxido nitroso + 0.5 CAM isoflurano = 1 CAM total). A. Modo de acción 1. Óxido nitroso. Pese a que se desconocen los mecanismos exactos, los efectos anestésicos se atribuyen principalmente al antagonismo de los receptores NMDA en el SNC. 2. Anestésicos volátiles. Se desconocen los mecanismos exactos. Se ha demostrado que varios canales iónicos en el SNC implicados en la transmisión sináptica (que incluyen receptores de GABAA, glicina y glutamato) son sensibles a los anestésicos inhalados y pueden tener una función. B. Farmacocinética 1. Determinantes de la velocidad de inicio y término. La concentración anestésica alveolar (FA) puede diferir en gran medida de la concentración anestésica inspirada (FI). La velocidad de aumento de la relación entre estas dos concentraciones (FA/FI) determina la velocidad de inducción de la anestesia general (Fig. 12.1). Dos procesos opuestos, el suministro anestésico y la captación alveolar, determinan la FA/FI en un momento dado. Los determinantes de la captación incluyen los siguientes: a. Coeficiente de partición sangre-gas. Una menor solubilidad en sangre provocará menor captación de anestésico hacia el torrente sanguíneo, con lo que aumenta la tasa de incremento de FA/FI. La solubilidad de los anestésicos volátiles halogenados en sangre aumenta un poco con la hipotermia y la hiperlipidemia. b. Concentración anestésica inspirada. Ésta se influye por el volumen del circuito respirador, la velocidad de flujo de gas fresco y la absorción del anestésico volátil por los componentes del circuito. c. Ventilación alveolar. Una ventilación minuto aumentada, sin la alteración de otros procesos que afecten el suministro o captación anestésicos, incrementa la FA/FI. Este efecto es más pronunciado con los medicamentos más solubles en sangre. d. Efecto de la concentración. A medida que FI aumenta, la velocidad de incremento de FA/FI también lo hace. Para un gas con FI alta, como el óxido nitroso, se capta gran cantidad hacia la sangre, pero eso provoca gran pérdida del volumen gaseoso total. El resto del óxido nitroso queda “concentrado”, y la adición de más anestésico con la siguiente respiración incrementará la concentración aún más. La captación de gran volumen de gas también crea un vacío que absorbe más gas fresco hacia los alveolos, lo que aumenta la FA y el VC inspirado. El efecto de la concentración explica por qué la velocidad de incremento de FA/FI es mayor para el óxido nitroso que para desflurano (véase la Fig. 12.1), incluso a pesar de que el coeficiente de partición sangre-gas es menor para desflurano. e. El efecto del segundo gas. Éste es un resultado directo del efecto de la concentración. Cuando se administra óxido nitroso con un anestésico inhalado potente, la captación de óxido nitroso concentra el “segundo” gas (p. ej., isoflurano) y aumenta la entrada adicional de éste hacia los alveolos mediante el incremento del volumen inspirado. FIGURA 12.1 Relación de concentración de gas alveolar inspirado (FA/FI) como función del tiempo a un gasto cardiaco y ventilación minuto constantes. f. Gasto cardiaco. El aumento del gasto cardiaco (y en consecuencia, del flujo sanguíneo pulmonar) incrementará la captación de anestésico y, así, disminuirá la velocidad de aumento de FA/FI. La reducción del gasto cardiaco tendrá el efecto opuesto. Este efecto del gasto cardiaco es más pronunciado con los circuitos sin recirculación o los anestésicos muy solubles y es más prominente en las etapas tempranas de la administración anestésica. g. Gradiente entre alveolos y sangre venosa. La captación de anestésico hacia el torrente sanguíneo disminuirá a medida que se reduce el gradiente de presión parcial del anestésico entre el gas alveolar y la sangre venosa. Este gradiente es en particular grande en las etapas tempranas de la administración anestésica. 2. Distribución en los tejidos. La velocidad del equilibrio de la presión parcial del anestésico entre sangre y un sistema orgánico particular depende de los siguientes factores: a. Flujo sanguíneo de los tejidos. El equilibrio ocurre con mayor rapidez en los tejidos que reciben mayor perfusión. El grupo de sistemas orgánicos con gran perfusión ricos en vasos recibe alrededor de 75% del gasto cardiaco, el resto perfunde predominantemente el músculo y la grasa. b. Solubilidad en los tejidos. Para una presión parcial anestésica arterial, los anestésicos con gran solubilidad en los tejidos se equilibran con mayor lentitud. La solubilidad de los anestésicos difiere entre tejidos. Los coeficientes de partición cerebro-sangre de los anestésicos inhalados se muestran en la tabla 12.3. c. Gradiente entre sangre arterial y tejidos. Hasta que se alcanza el equilibrio entre la presión parcial del anestésico en sangre y un tejido particular, existe un gradiente que provoca la captación del anestésico por el tejido. La velocidad de captación disminuirá a medida que lo hace el gradiente. 3. Eliminación a. Espiración. Ésta es la vía predominante de eliminación. Después de discontinuar el medicamento, las presiones parciales alveolar y tisular del anestésico disminuyen al revertir los procesos que ocurrieron cuando se introdujo el anestésico. b. Metabolismo. No se ha demostrado la biotransformación significativa del óxido nitroso. Los anestésicos volátiles pueden presentar diversos grados de metabolismo hepático. c. Pérdida anestésica. Los anestésicos inhalados pueden perderse por vía percutánea y a través de las membranas viscerales, aunque es probable que estas pérdidas sean insignificantes. C. Farmacodinámica 1. Óxido nitroso a. SNC 1. Se piensa que actúa mediante la inhibición de los receptores de NMDA. 2. Las concentraciones mayores de 60% pueden producir amnesia, aunque ésta no es confiable. 3. Debido a su CAM elevada (104%), se combina con otros anestésicos para lograr la anestesia quirúrgica. b. Sistema cardiovascular 1. Depresor miocárdico leve y estimulante leve del sistema nervioso simpático. 2. Es usual que la FC y la PA permanezcan sin cambios. 3. Puede aumentar la resistencia vascular pulmonar en adultos. c. Sistema respiratorio. Depresor respiratorio leve, aunque menos que los anestésicos volátiles. 2. Anestésicos volátiles a. SNC 1. Produce inconsciencia y amnesia a concentraciones inspiradas relativamente bajas (25 a 35% de CAM). 2. A dosis menores de anestésicos éter halogenados (isoflurano, sevoflurano, desflurano), se observan oscilaciones alfa, delta y lentas. A dosis mayores, aparecen oscilaciones teta (4 a 8 Hz), seguidas de supresión de ráfagas. 3. Amplitud disminuida y latencia aumentada de PESS. 4. Incrementa el FSC y disminuye la CMRO2; desacopla la autorregulación del FSC. b. Sistema cardiovascular 1. Produce depresión miocárdica y vasodilatación sistémica dependientes de la dosis. 2. La FC tiende a permanecer sin cambios, aunque el desflurano puede causar estimulación simpática, taquicardia e hipertensión a la inducción o cuando la concentración inspirada se aumenta de modo súbito. 3. Sensibiliza el miocardio a los efectos arritmogénicos de las catecolaminas, que son una preocupación particular durante la infiltración de soluciones que contienen epinefrina o la administración de agentes simpaticomiméticos. c. Sistema respiratorio 1. Produce depresión respiratoria dependiente de la dosis con disminución del VC, aumento de FR y de la presión arterial de CO2. 2. Produce irritación de la vía aérea y, durante la anestesia ligera, puede precipitar tos, laringoespasmo o broncoespasmo, en particular en pacientes fumadores o con asma. La menor pungencia de sevoflurano lo hace más adecuado como medicamento de inducción inhalado. 3. Las dosis equipotentes de anestésicos volátiles poseen efectos broncodilatadores similares, con excepción de desflurano, que tiene actividad broncoconstrictora leve. 4. Inhibe la vasoconstricción pulmonar hipóxica, que puede contribuir al cortocircuito pulmonar. d. Sistema neuromuscular 1. Disminución del tono musculoesquelético dependiente de la dosis, con frecuencia refuerza las condiciones quirúrgicas. 2. Puede precipitar hipertermia maligna en pacientes susceptibles. e. Sistema hepático. Puede causar un decremento de la perfusión hepática. Es raro que el paciente desarrolle hepatitis secundaria a la exposición a un anestésico volátil, más notable por halotano (“hepatitis por halotano”). f. Sistema renal. Disminuye el flujo sanguíneo renal mediante la reducción de PAM o por aumento de la resistencia vascular renal. D. Efectos adversos relacionados con medicamentos específicos 1. Óxido nitroso a. Expansión de los espacios gaseosos cerrados. El factor constitutivo predominante en los espacios cerrados que contienen gas en el cuerpo es el nitrógeno. Debido a que el óxido nitroso es 35 veces más soluble en sangre que el nitrógeno, los espacios aéreos cerrados se expandirán a medida que la cantidad de óxido nitroso que difunde a estos espacios se torna mayor que la de nitrógeno que difunde hacia fuera. Los espacios que contienen aire, como un neumotórax, un oído medio ocluido, el lumen intestinal o el neumocéfalo, aumentarán marcadamente de tamaño si se administra óxido nitroso, éste difundirá hacia el balón del tubo endotraqueal y puede incrementar la presión dentro del mismo; esta presión debe evaluarse de modo intermitente y, si es necesario, ajustarse. b. Hipoxia por difusión. Después de discontinuar el óxido nitroso, su eliminación rápida de la sangre hacia los pulmones puede provocar una presión parcial de oxígeno baja en los alveolos, con hipoxia e hipoxemia si no se administra oxígeno suplementario. c. Inhibición de la síntesis de tetrahidrofolato. El N2O inhibe la metionina sintetasa, una enzima dependiente de vitamina B12 necesaria para la síntesis de ADN. Debe utilizarse con precaución en embarazadas y pacientes con deficiencia de vitamina B12. 2. El desflurano puede degradarse en monóxido de carbono en los absorbentes de dióxido de carbono (en especial Baralyme). Esto tiene mayor probabilidad de ocurrir cuando el absorbente es nuevo o está seco. 3. El sevoflurano puede degradarse en los absorbentes de CO2 (en especial Baralyme) en fluorometil-2,2,-difluoro-1-vinil éter (compuesto A), que se ha demostrado produce toxicidad renal en modelos animales. Las concentraciones de compuesto A aumentan a velocidades bajas de gas fresco. Hasta ahora, no se cuenta con evidencia sobre toxicidad renal consistente con el uso de sevoflurano en humanos. Lecturas recomendadas Brown EN, Purdon PL, Van Dort CJ. General anesthesia and altered states of arousal: a systems neuroscience analysis. Annu Rev Neurosci 2011;34:601–28. Dershwitz M, Rosow CE. Pharmacology of intravenous anesthetics. In: Longnecker DE, Brown DL, Newman MF, et al., eds. Anesthesiology. 1st ed. New York: McGraw-Hill Professional; 2007:849–868. Eger EI. Uptake and distribution. In: Miller RD, ed. Anesthesia. 6th ed. New York: Churchill Livingstone; 2005:131–153. Forman SA, Mashour GA. Pharmacology of inhalational anesthetics. In: Longnecker DE, Brown DL, Newman MF, et al., eds. Anesthesiology. 1st ed. New York: McGraw-Hill Professional; 2007:739–766. El efecto farmacológico principal de los bloqueadores neuromusculares (FBNM) es interrumpir la transmisión de las señales sinápticas en la unión neuromuscular (UNM) al interactuar con el receptor nicotínico de acetilcolina (AChR). I. UNIÓN NEUROMUSCULAR A. La UNM (Fig. 13.1) es una sinapsis química que se localiza en el sistema nervioso periférico. La UNM está compuesta por la terminación presináptica neuronal, donde se almacena acetilcolina (ACh) en organelos especializados que se conocen como vesículas sinápticas y la célula muscular postsináptica (placa terminal motora), donde se encuentran grandes densidades (hasta 10 000/μm2 en la sinapsis) de los AChR nicotínicos. B. En respuesta a un potencial de acción en el nervio, los canales de calcio dependientes de voltaje, que se concentran en la proximidad inmediata a las vesículas sinápticas, se abren y causan un flujo rápido de calcio hacia la terminación nerviosa, con lo que aumenta la concentración intracelular a casi 100 μM. Este flujo de calcio dura sólo alrededor de 0.5 milisegundos, pero es suficiente para inducir la fusión de las vesículas sinápticas con la membrana plasmática para liberar la ACh almacenada. Entonces, ésta difunde a través de la hendidura sináptica, donde dos de sus moléculas se unen a un solo AChR nicotínico. C. Los AChR nicotínicos posunión son glucoproteínas compuestas por cinco subunidades (dos α y una β, δ y ε), de las que las dos subunidades α constituyen los sitios de unión para ACh y FBNM. Cuando se unen dos moléculas de ACh, el AChR presenta un cambio conformacional (activación), que permite el flujo de sodio y calcio hacia la célula muscular para despolarizar la membrana y causar contracción. Una vez que ocurre la despolarización, la repolarización inicia con el flujo de potasio y el cese de la entrada de sodio y calcio. En este punto, la AChR se torna inactiva. La cantidad de ACh liberada y el número de AChR postsinápticos es mucho mayor que el necesario para inducir la contracción. Esto se denomina “factor de seguridad” para la transmisión neuromuscular y tiene un papel crucial en ciertas condiciones patológicas. Después de desencadenar la despolarización, la ACh difunde hacia la hendidura sináptica, donde se hidroliza con rapidez (en menos de 15 milisegundos) por acetilcolinesterasa (AChE) en colina y acetato. La colina se recicla para sintetizar nueva ACh en la terminación nerviosa motora. D. Los AChR nicotínicos preunión se localizan en la terminación nerviosa presináptica y son responsables de aumentar la despolarización de la terminación nerviosa durante la estimulación de alta frecuencia, lo que refuerza la liberación de ACh. El antagonismo de estos receptores por los FBNM no despolarizantes es el mecanismo por el cual estos medicamentos producen desvanecimiento del tren de cuatro (TDC). II. FARMACOLOGÍA GENERAL A. Los receptores colinérgicos se clasifican como nicotínicos y muscarínicos por sus respuestas a los alcaloides nicotina y muscarina, respectivamente. Hay dos clases principales de receptores colinérgicos nicotínicos, musculares (encontrados en la UNM) y neuronales (encontrados en los ganglios autónomos, en sitios de los órganos blanco de los nervios parasimpáticos y en el sistema nervioso central). Debido a que los receptores colinérgicos tienen diferente composición en sus subunidades, la mayoría de los fármacos se une a ellos con distinta afinidad y tienen efectos diferentes. Sólo la ACh y los medicamentos que funcionan mediante la producción de ésta (inhibidores de AChE) son agonistas en todos ellos. FIGURA 13.1 Unión neuromuscular. B. Ya se han descrito los sistemas de señalización que regulan la distribución y densidad de los AChR en la UNM. Las condiciones patológicas que afectan la distribución de AChR son bastante comunes. Por ejemplo, la denervación, la inactividad prolongada o la ventilación mecánica prolongada disminuyen la densidad de AChR en la UNM, mientras que los AChR fuera de la unión (con frecuencia denominados AChR nicotínicos posunión fetales o inmaduros) proliferan sobre la superficie de la membrana muscular. Esta “regulación ascendente” de AChR incrementa la sensibilidad a los agonistas como ACh y succinilcolina, pero disminuye la sensibilidad a los antagonistas competitivos como los FBNM no despolarizantes. En contraste, la sensibilidad aumentada a los antagonistas y la sensibilidad disminuida a los agonistas se desarrolla bajo condiciones relacionadas con regulación descendente de AChR. Esto puede ocurrir cuando la UNM se expone a un exceso de ACh (p. ej., después del uso crónico de inhibidores de AChE). C. Los FBNM pueden clasificarse por la duración de su efecto: acción ultracorta (< 10 minutos; succinilcolina), acción corta (< 20 minutos; mivacurio [no disponible en Estados Unidos]), acción intermedia (45 a 60 minutos; atracurio, cisatracurio, rocuronio y vecuronio) y acción prolongada (> 1 hora; pancuronio). Los FBNM no despolarizantes pueden subclasificarse por su clase química en: derivados aminoesteroides (p. ej., pancuronio, rocuronio y vecuronio) y bencilisoquinolinas (p. ej., atracurio, cisatracurio y mivacurio). Los FBNM difieren sustancialmente en su inicio, duración de bloqueo, metabolismo, efectos colaterales e interacciones con otros medicamentos (tablas 13.1 y 13.2). III. BLOQUEO NEUROMUSCULAR A. Bloqueo despolarizante La succinilcolina (SCh), el único FBNM despolarizante, está compuesta por dos moléculas de ACh unidas mediante una fracción acetil. La SCh se une a las subunidades α del AChR nicotínico, lo que causa despolarización de la membrana posunión. Debido a que la SCh no se degrada por la AChE con tanta rapidez como la ACh, desporaliza persistentemente la placa terminal motora, lo que provoca inactivación de los canales de sodio regulados por voltaje en la zona periunión, necesaria para la propagación de la despolarización. Las dosis de inducción de SCh producen un inicio rápido (casi 1 minuto) de un efecto agonista transitorio (p. ej., contracción muscular) seguido de parálisis del músculo esquelético que dura 4 a 6 minutos. Estas características convierten a la SCh en una elección común para facilitar la intubación traqueal rápida. 1. El efecto de SCh termina cuando el fármaco difunde lejos de los AChR y se hidroliza con rapidez por la colinesterasa plasmática (producida en el hígado y también conocida como seudocolinesterasa) en succinilmonocolina y luego, con mayor lentitud, en ácido succínico y colina. Esta enzima no es la misma que AChE y no se encuentra en la hendidura sináptica. Sin embargo, los inhibidores de AChE afectan a ambas enzimas en distinto grado. 2. Los efectos colaterales de SCh se relacionan con sus efectos agonistas, tanto en los AChR nicotínicos como muscarínicos. a. Las mialgias son comunes en el posoperatorio, en especial en los músculos del abdomen, la espalda y el cuello. Esto se atribuye a las fasciculaciones musculares y se observan con mayor frecuencia en mujeres y pacientes jóvenes después de procedimientos quirúrgicos menores. b. Arritmias cardiacas. La SCh no tiene efecto directo sobre el miocardio. Sin embargo, la estimulación ganglionar puede incrementar la frecuencia cardiaca y la presión arterial en adultos. De manera alternativa, la SCh puede estimular los receptores muscarínicos en el nodo sinusal y producir bradicardia sinusal, un ritmo de unión o incluso asístole, en particular en niños y después de la exposición repetida en un periodo breve (5 minutos) en adultos. En niños, el pretratamiento con atropina intravenosa (IV) inmediatamente antes de SCh reduce la ocurrencia de bradiarritmias. c. La despolarización por SCh exagera el flujo iónico transmembrana usual y es normal que induzca aumento de 0.5 a 1.0 mEq/L del potasio sérico. No obstante, puede ocurrir hiperpotasemia, que pone en riesgo la vida y colapso cardiovascular en pacientes con quemaduras importantes, lesiones masivas, denervación extensa del musculoesquelético o enfermedades de neurona motora superior. Este efecto se atribuye a la proliferación de AChR extraunión o a membranas musculares dañadas o a una liberación masiva de potasio a la estimulación. En pacientes con quemaduras, el periodo de mayor riesgo es de 2 semanas a 6 meses después de la quemadura. Sin embargo, se recomienda evitar SCh después de las primeras 24 horas y durante 2 años a partir del momento de lesión. Los pacientes con aumento leve de potasio relacionado con insuficiencia renal pueden recibir SCh de manera segura. d. Un aumento transitorio de la presión intraocular ocurre 2 a 4 minutos después de administrar SCh, quizá debido a contracciones de los músculos extraoculares con compresión relacionada del globo o cicloplejía que causa obstrucción del flujo de humor acuoso a través de la red trabecular. No obstante, el uso de SCh en lesiones de globo abierto aún es aceptable para inducción de secuencia rápida (véase el capítulo 26). e. La presión intragástrica aumentada se produce por fasciculaciones de los músculos abdominales. El aumento de presión (en promedio 15 a 20 mm Hg en el adulto) se contrarresta por un incremento incluso mayor del tono del esfínter esofágico inferior. f. La SCh produce un aumento leve y transitorio de la presión intracraneal (véase el capítulo 25). g. El antecedente de hipertermia maligna (HM) es una contraindicación absoluta para el uso de SCh. Cierto grado de contracción del músculo masetero puede ser una respuesta normal a SCh, pero la rigidez mandibular grave incrementa el riesgo de un episodio fulminante subsecuente de HM. La rigidez muscular generalizada, la taquicardia, taquipnea y la hiperpirexia profunda después de SCh deben alertar al médico sobre esta afección (véase el capítulo 19). h. El pretratamiento con una dosis subparalizante de FBNM no despolarizante (p. ej., cisatracurio 1 mg IV o rocuronio 3 mg IV) 2 a 4 minutos antes de SCh puede aminorar las fasciculaciones visibles, pero no tiene eficacia uniforme para atenuar los efectos colaterales que ya se mencionaron. Inclusive, los pacientes despiertos pretratados con FBNM no despolarizante pueden presentar diplopía, debilidad o disnea. Cuando se pretrata para una inducción de secuencia rápida, la dosis IV subsecuente de SCh debe incrementarse a 1.5 mg/kg. 3. Bloqueo fase I. El bloqueo neuromuscular producido por SCh puede separarse en dos fases. El bloqueo fase I (Fig. 13.2) es la respuesta a SCh, como ya se describió, y se caracteriza por lo siguiente: a. Fasciculaciones musculares transitorias seguidas de relajación. b. Ausencia de desvanecimiento a estimulación TDC o tetánica (véase la sección IV.C). c. Ausencia de potenciación postetánica (PPT) (véase la sección IV.C). d. Los inhibidores de AChE potencian en vez de revertir el bloqueo. 4. Es más probable que ocurra el bloqueo fase II después de la administración repetida o continua de SCh cuando la dosis total excede de 3 a 5 mg/kg. Se piensa que el bloqueo fase II es secundario a la abertura repetida de los canales, que causa distorsión del equilibrio electrolítico normal y desensibiliza la membrana de unión a la despolarización adicional. Tiene algunas de las características del bloqueo no despolarizante: a. Desvanecimiento después de la estimulación TDC o tetánica (véase la sección IV.C). b. Presencia de PPT (véase la sección IV.C). FIGURA 13.2 Representación esquemática de las respuestas TDC a un relajante muscular despolarizante (A) y uno no despolarizante (B), que muestra la respuesta control antes del relajante (a) y después del mismo (b, c, d). Nótese la ausencia de desvanecimiento con el relajante despolarizante y el desvanecimiento progresivo con el relajante no despolarizante. c. Taquifilaxia (requerimiento de dosis crecientes). d. Recuperación prolongada. e. Reversión parcial o completa por los inhibidores de AChE. 5. El bloqueo prolongado después de SCh puede producirse por cifras bajas de colinesterasa plasmática, una inhibición de su actividad inducida por fármacos o una enzima genéticamente atípica. a. Las cifras disminuidas de colinesterasa plasmática se encuentran en el último trimestre del embarazo y durante varios días posparto, enfermedad renal o hepática grave, emaciación, carcinomas, hipotiroidismo, quemaduras, insuficiencia cardiaca descompensada y después de radiación terapéutica. b. La inhibición de la colinesterasa plasmática ocurre con el uso de compuestos organofosforados (p. ej., ecotiofato en gotas oftálmicas e insecticidas) y otros medicamentos que inhiben AChE (p. ej., neostigmina, piridostigmina y donepezil), quimioterapia (p. ej., ciclofosfamida y nitrógeno mostaza), anticonceptivos orales, glucocorticoides, esmolol e inhibidores de la monoaminooxidasa. Las cifras plasmáticas de colinesterasa no se alteran por hemodiálisis. c. Existen algunas variantes genéticas de colinesterasa plasmática: normal (N), atípica (A), resistente a flúor (F) y silente (S). La colinesterasa atípica homocigótica (A-A, prevalencia 0.04%) provoca parálisis prolongada (2 a 3 horas) del musculoesquelético e insuficiencia respiratoria después de una dosis convencional de SCh. La colinesterasa atípica heterocigótica (N-A, prevalencia 4%) causa sólo una prolongación moderada del efecto. d. El número de dibucaína es un estudio de laboratorio que caracteriza las anomalías de la colinesterasa plasmática. En condiciones normales, el anestésico local dibucaína inhibe casi 80% de la actividad de colinesterasa plasmática (número de dibucaína de 80), mientras que la colinesterasa plasmática A-A se inhibe cerca de 20% (número de dibucaína de 20). En N-A, los números de dibucaína varían de 30 a 65. El número de flúor comparable varía de 0 a 60. Los individuos N-F (prevalencia 0.005%) tienen prolongación ligera del efecto de SCh, un número de dibucaína normal y un número de flúor reducido. Un individuo N-S silente heterocigótico (incidencia 0.005%) tiene un efecto un poco prolongado, pero los números de dibucaína y flúor son normales. Los heterocigotos F-F y S-S son raros en extremo. e. Los pacientes que presentan bloqueos prolongados después de la administración de una sola dosis de succinilcolina requieren sedación e intubación continua hasta el retorno de las contracciones. El bloqueo neuromuscular en este punto es similar al observado con FBNM no despolarizantes. Una vez que se observa el desvanecimiento de TDC, es posible la reversión con neostigmina/glicopirrolato. Deben realizarse estudios en sangre para determinar la colinesterasa total, el número de dibucaína y el de flúor. B. El bloqueo no despolarizante se produce por el antagonismo competitivo reversible de ACh en las subunidades α de los AChR. 1. Se caracteriza por lo siguiente (Figuras. 13.2 y 13.3): a. Ausencia de fasciculaciones. b. Desvanecimiento durante la estimulación TDC o tetánica (véase la sección IV.C). c. Presencia de PPT (véase la sección IV.C). d. Antagonismo del bloqueo despolarizante. e. Potenciación por otros FBNM no despolarizantes y anestésicos volátiles. f. Reversión por inhibidores de AChE. 2. La farmacología clínica de los FBNM no despolarizantes de uso común se resumen en la tabla 13.1. El bloqueo sinérgico puede ocurrir cuando los FBNM aminoesteroides se administran junto con bencilisoquinolinas. Cuando se combinan FBNM con estructura química similar, el efecto es aditivo. 3. El Mivacurio es un FBNM no despolarizante de acción corta, compuesto por tres estereoisómeros (diésteres trans-trans, cis-trans y cis-cis). Se hidroliza con rapidez por la colinesterasa plasmática. El tiempo de inicio puede acortarse al utilizar dosis divididas (1.5 mg/kg seguidos de 1.0 mg/kg 30 segundos después de la primera dosis) o aumentar tres veces su dosis efectiva de 95% (ED95). La dosis dividida también minimiza la liberación de histamina que ocurre con la administración rápida de dosis mayores. Debe emplearse con precaución en pacientes con actividad atípica de colinesterasa plasmática conocida o junto con inhibidores de colinesterasa. Si debe revertirse el bloqueo después de mivacurio con una anticolinesterasa, el edrofonio puede ser preferible a neostigmina debido a que tiene un efecto mucho menor sobre la actividad de la colinesterasa plasmática. El mivacurio se utiliza con frecuencia en Europa, pero ya no se comercializa en Estados Unidos. FIGURA 13.3 A: respuesta electromiográfica a la estimulación TDC repetida después de la inyección de un fármaco no despolarizante. Cada barra vertical está compuesta por cuatro respuestas espasmódicas individuales. Con el tiempo, el desvanecimiento de la respuesta TDC deja sólo una contracción (alrededor de un bloqueo de 90%). B: la reversión del bloqueo por neostigmina y atropina administradas 45 minutos después muestra una recuperación progresiva de la respuesta TDC y reducción del desvanecimiento con una relación TDC de 0.9. 4. El atracurio es una mezcla de 10 estereoisómeros. El medicamento presenta hidrólisis éster por esterasas plasmáticas inespecíficas y eliminación de Hofmann (proceso no biológico independiente de la función renal, hepática o enzimática). La laudanosina, su metabolito principal, es un estimulante del SNC a cifras plasmáticas altas. El atracurio se recomienda para pacientes con enfermedad renal o hepática significativa. En la administración IV rápida en dosis mayores que 2.5 veces, la ED95 causa liberación transitoria de histamina e hipotensión. 5. El cisatracurio es uno de los 10 estereoisómeros que constituyen el atracurio. Es casi cuatro veces más potente que el atracurio. Su elevada potencia molar provoca un tiempo de inicio relativamente lento (véase rocuronio). El medicamento se depura principalmente a través de eliminación de Hofmann y su duración de acción es independiente de la función hepática o renal. A diferencia del atracurio, no produce liberación de histamina ni efectos hemodinámicos después de la inyección rápida de dosis hasta ocho veces su ED95. 6. El vecuronio es un FBNM lipófilo que se absorbe con facilidad por el hígado y se excreta hacia la bilis. Uno de los metabolitos, 3desacetilvecuronio, tiene propiedades bloqueadoras neuromusculares (cerca de 50 a 70% de la potencia de vecuronio) y se elimina por los riñones. El vecuronio tiene un efecto clínico prolongado en pacientes de edad avanzada y en aquellos con hepatopatía e insuficiencia renal, como resultado de la depuración disminuida y la vida media de eliminación extendida. El vecuronio no tiene efectos significativos sobre la frecuencia cardiaca ni la presión arterial, pero inhibe la histamina N-metiltransferasa y podría potenciar los efectos como rubor e hipotensión cuando se libera histamina por medicamentos como morfina. 7. El rocuronio es un análogo del vecuronio con baja potencia. La dosis alta para intubación provoca un tiempo de inicio corto debido a la gran cantidad de moléculas que alcanza la UNM por tiempo de circulación. A una dosis de 0.6 mg/kg, se logran excelentes condiciones de intubación en menos de 60 segundos. Aumentar la dosis a 1.2 mg/kg (cuatro veces la ED95) acorta el tiempo aún más, pero prolonga de manera significativa la duración de acción, que puede ser muy variable entre pacientes. Con frecuencia, este fármaco se elige cuando se requiere inducción de secuencia rápida, pero la SCh está contraindicada. La depuración de rocuronio ocurre como fármaco sin cambios en la bilis y mediante excreción renal. La administración del medicamento a pacientes con insuficiencia renal podría provocar una acción más prolongada, en especial después de las dosis repetidas o la infusión continua. El rocuronio no induce la liberación de histamina ni produce efectos cardiovasculares, incluso después de la administración de dosis altas. 8. El pancuronio es un FBNM de acción prolongada. Debido a que predomina su eliminación renal, el fármaco tiene una duración prolongada de bloqueo neuromuscular en pacientes con insuficiencia renal. En aquellos con cirrosis o disfunción del tracto biliar, la dosis inicial de pancuronio para lograr la relajación adecuada puede ser mayor debido al volumen de distribución aumentado, mientras que la duración de acción es mayor que lo usual por una menor depuración plasmática. El pancuronio puede aumentar la presión arterial sistémica, la frecuencia cardiaca y el gasto cardiaco mediante inhibición de la recaptura de catecolaminas en las terminaciones nerviosas simpáticas y una acción vagolítica en los receptores muscarínicos cardiacos. Estos efectos estimulantes cardiacos contribuyen a la isquemia miocárdica debido al aumento de los requerimientos miocárdicos de oxígeno en pacientes con cardiopatía coronaria. 9. Los efectos colaterales cardiovasculares de los FBNM no despolarizantes se resumen en la tabla 13.2. La hipotensión causada por la liberación de histamina puede reducirse o prevenirse mediante la administración lenta del medicamento (> 30 segundos). C. Elección clínica de FBNM 1. Deben considerarse numerosos factores simultáneamente al elegir un FBNM: la urgencia de la intubación traqueal, la duración del procedimiento, las comorbilidades que pueden afectar la UNM y los efectos colaterales y metabolismo del fármaco. Por ejemplo, el inicio rápido de SCh la convierte en una buena elección para la intubación rápida de la tráquea, pero el rocuronio disminuirá el riesgo de hiperpotasemia en pacientes con quemaduras. El pancuronio puede producir taquicardia, que es indeseable en pacientes con cardiopatía isquémica grave, pero sus efectos vagolíticos pueden ser apropiados en pacientes pediátricos. Cuando se compara con los FBNM de acción intermedia, los estudios han demostrado que la incidencia de bloqueo neuromuscular residual es mayor con los FBNM de acción prolongada. 2. La costo-efectividad también es un tema a considerar al elegir un fármaco. El costo adicional de los FBNM más novedosos de acción breve puede no estar justificado en casos más prolongados. Por otra parte, la incidencia de bloqueo residual posquirúrgico y los costos de la morbilidad posquirúrgica inducida por fármacos debe ser parte de la valoración costo-efectividad. IV. MONITORIZACIÓN DE LA FUNCIÓN NEUROMUSCULAR A. Existen varias razones para monitorizar la función neuromuscular bajo anestesia: 1. Facilitar el momento de la intubación. 2. Proporcionar una medición objetiva de la relajación durante la cirugía y el grado de recuperación antes de la extubación. 3. Ajustar poco a poco la dosis de FBNM según la respuesta del paciente. 4. Monitorizar el desarrollo del bloqueo fase II. 5. Permitir el reconocimiento temprano de pacientes con actividad anómala de colinesterasa plasmática. 6. Prevenir secuelas del bloqueo neuromuscular posquirúrgico residual. B. Los estimuladores de nervios periféricos utilizan varios patrones de estimulación: contracción única, tetania, TDC y estimulación de doble ráfaga, así como el “conteo postetánico”. La respuesta del aductor del pulgar a la estimulación del nervio cubital en la muñeca es la que se usa con mayor frecuencia, debido a que es accesible y los resultados no se confunden con la activación muscular directa. Se colocan electrodos cutáneos en la muñeca sobre el nervio cubital y se conectan a un generador de pulsos dirigido por batería, que produce un impulso graduado de corriente eléctrica a una frecuencia especificada. Para una respuesta de contracción máxima, el polo negativo (activo) debe colocarse distalmente sobre el nervio cubital en la muñeca. La tensión muscular evocada puede estimarse al palpar la aducción del pulgar o medirse mediante un transductor de fuerza colocado en el pulgar. Después de la administración de un FBNM, la tensión desarrollada y la altura de la contracción disminuyen con el inicio del bloqueo. Si no se dispone del nervio cubital, pueden emplearse otros sitios (p. ej., nervio facial, tibial posterior, peroneo o poplíteo lateral). Es difícil estimar la potencia de la contracción con precisión mediante palpación, por lo que el bloqueo muscular residual significativo puede omitirse con cualquiera de estas técnicas. TA B L A 13.3 Valoración clínica del bloqueo neuromuscular Respuesta espasmódica Correlación clínica Supresión de 95% de la contracción única a Condiciones adecuadas para intubación. 0.15-0.1 Hz Supresión de 90% de la contracción única; Relajación quirúrgica con anestesia de óxido conteo TDC de una contracción nitroso-opioide. Supresión de 75% de la contracción única; Relajación conteo TDC de tres contracciones volátiles. Supresión de 25% de la contracción única adecuada con anestésicos Capacidad vital disminuida. Relación TDC > 0.75; tetania sostenida a 50 Elevación cefálica por 5 s; capacidad vital de Hz durante 5 s 15-20 mL/kg; fuerza inspiratoria de 25 cm H2O; tos efectiva. Relación TDC F > 0.9 Sentado sin asistencia; respuesta intacta del cuerpo carotídeo a la hipoxemia; función faríngea normal. Relación TDC de 1.0 Tasa de flujo espiratorio, capacidad vital y fuerza inspiratoria normales; se resuelve la diplopía. C. La respuesta espasmódica a varios patrones de estimulación se ha correlacionado con desenlaces clínicos, y estos datos se resumen en la tabla 13.3. 1. La contracción única es un estímulo supramáximo que, de manera típica, dura 0.2 milisegundos a una frecuencia de 0.1 Hz (un impulso cada 10 segundos). La altura de la contracción muscular (su amplitud para una carga y tensión máxima dadas) se determina como un porcentaje del control. Un estímulo supramáximo asegura el reclutamiento de todas las fibras musculares, mientras que una duración breve previene el disparo nervioso repetido. La frecuencia del estímulo es importante debido a que afecta la altura de la contracción y el grado de desvanecimiento. La contracción única no es una medida sensible de inicio o recuperación del bloqueo debido a que 75% de los AChR debe bloquearse antes de que la altura de la contracción comience a disminuir y 75% de los receptores aún puede bloquearse cuando regresa a la altura control. 2. Las frecuencias para el estímulo tetánico varían de 50 a 200 Hz. Todos los FBNM reducen la altura de la contracción, pero con los bloqueos fase II y no despolarizantes, también se demuestra un desvanecimiento tetánico. Esto ocurre cuando los FBNM se unen a los receptores presinápticos y disminuyen la movilización de ACh durante la estimulación de alta frecuencia. Un estímulo tetánico a 50 Hz durante 5 segundos tiene utilidad clínica, debido a que una tensión sostenida a esta frecuencia corresponde al obtenido con el esfuerzo voluntario máximo. Sin embargo, los estímulos tetánicos son dolorosos y pueden acelerar la recuperación del músculo estimulado, lo que confunde al médico respecto del grado de recuperación de los músculos respiratorios y de la vía aérea superior. 3. La contracción única postetánica se mide con la estimulación de la contracción única por 6 a 10 segundos después de un estímulo tetánico. El aumento de esta contracción se denomina potenciación postetánica (PPT) y se debe a una movilización y síntesis aumentadas de ACh durante y después de la estimulación tetánica. Los bloqueos fase II y no despolarizantes causan PPT, pero no así el bloqueo despolarizante. 4. El TDC consiste en cuatro estímulos supramáximos administrados a una frecuencia de 2 Hz (Fig. 13.2). Podrían repetirse a intervalos de por lo menos 10 segundos. Las respuestas a esta frecuencia muestran desvanecimiento durante el inicio y recuperación del bloqueo neuromuscular. Durante el bloqueo neuromuscular no despolarizante, la eliminación de la cuarta respuesta corresponde a una depresión de 75% de la contracción única. La desaparición de la tercera, segunda y primera respuestas corresponden a una depresión de 80, 90 y 100% de la contracción única, respectivamente. La relación de la altura entre la cuarta y la primera contracción (relación TDC) correlaciona con varios parámetros clínicos (véase la tabla 13.3). No obstante, es común que el médico sobrestime las relaciones TDC y sea incapaz de detectar la disipación cuando la relación TDC es mayor de 0.4. La alteración funcional de los músculos de la vía respiratoria superior puede existir con relaciones TDC de hasta 0.9, con un riesgo significativo de regurgitación y aspiración. Los FBNM también pueden afectar la respuesta hipóxica del cuerpo carotídeo, incluso a una relación TDC de 0.7. Empero, el TDC es un método muy útil de monitorización clínica, ya que no requiere la medición de un control, es menos doloroso que la estimulación tetánica (puede realizarse en el paciente despierto para identificar el bloqueo residual) y no afecta la recuperación subsecuente. Proporciona una buena medida del bloqueo requerido para la relajación quirúrgica y también es útil para valorar la recuperación del bloqueo. No es útil para cuantificar el grado de bloqueo despolarizante debido a que el desvanecimiento no será evidente. No obstante, la monitorización TDC puede emplearse para detectar disipación, que indica el inicio del bloqueo fase II durante la administración continua o repetida de SCh. 5. El conteo postetánico se utiliza para cuantificar los grados profundos del bloqueo no despolarizante. Se administra un estímulo tetánico de 50 Hz durante 5 segundos, seguido de 3 segundos después por estímulos únicos repetidos a 1 Hz. La cantidad de respuestas detectables predice el tiempo para la recuperación espontánea. Una respuesta a la estimulación espasmódica postetánica precede el retorno de las respuestas TDC. 6. La estimulación de ráfaga doble utiliza una ráfaga de dos o tres estímulos tetánicos a 50 Hz seguidos 750 milisegundos después por una segunda ráfaga. Una disminución de la segunda respuesta indica curarización residual. Cuando se utiliza una evaluación táctil, la disipación de la respuesta a la estimulación de ráfaga doble se detecta con mayor facilidad que el desvanecimiento de la respuesta a la estimulación TDC. D. Los instrumentos de registro son el único medio objetivo para cuantificar con precisión la contracción muscular en respuesta a la estimulación nerviosa. La mecanomiografía y la electromiografía son herramientas de investigación. La mecanomiografía utiliza un transductor de fuerza para convertir las contracciones musculares isométricas en señales eléctricas, mientras que la electromiografía mide la actividad eléctrica del potencial de acción muscular. La aceleromiografía mide la aceleración de la contracción muscular y es el único monitor de registro disponible en el mercado para uso clínico. V. REVERSIÓN DEL BLOQUEO NEUROMUSCULAR A. Usualmente, la recuperación del bloqueo despolarizante inducido por SCh ocurre entre 5 y 10 minutos después de una dosis de 1 mg/kg IV. Los pacientes con colinesterasa plasmática atípica o inhibida podrían tener una duración muy prolongada del bloqueo. La reversión del bloqueo fase II ocurre de modo espontáneo en los siguientes 10 a 15 minutos en cerca de 50% de los pacientes. Es aconsejable permitir que los sujetos con bloqueo prolongado se recuperen espontáneamente por 20 a 25 minutos y entonces puede intentarse la reversión con un agente anticolinesterasa si no hay mejoría adicional en la fuerza de la contracción. La reversión más temprana podría potenciar el bloqueo. B. El bloqueo no despolarizante se recupera de modo espontáneo cuando los fármacos difunden desde sus sitios de acción. La reversión puede acelerarse mediante la administración de medicamentos que inhiben AChE, lo que incrementa la ACh disponible para competir por los sitios de unión. C. Los medicamentos anticolinesterasa que se usan con mayor frecuencia son edrofonio (0.05 a 1 mg/kg) y neostigmina (0.03 a 0.07 mg/kg; dosis máxima hasta un total de 5 mg). Los medicamentos actúan al incrementar las cifras de ACh y, así, producen efectos nicotínicos y muscarínicos. La bradicardia, broncoconstricción, salivación, lagrimeo y miosis pueden minimizarse con la administración de un antimuscarínico. La atropina (0.01 mg/kg) se usa con edrofonio debido a que el transcurso de los dos fármacos es similar. Por esta misma razón, el glicopirrolato (0.02 mg/kg) se utiliza con neostigmina. Las dosis mayores de ésta (> 2.5 mg) se han relacionado con mayor incidencia de náusea y vómito posquirúrgicos. Sin embargo, el daño potencial asociado con la ausencia de reversión supera el riesgo de efectos colaterales. D. Los agentes de reversión encapsulantes se unen a los relajantes musculares que forman complejos hidrosolubles firmes con los FBNM, lo que reduce la cantidad de bloqueador neuromuscular disponible para unirse a los AChR en la UNM. El sugammadex, una γ-ciclodextrina modificada, está aprobada para uso clínico en varios países, pero no en Estados Unidos. Después de la administración IV, se une a los FBNM esteroideos (rocuronio > vecuronio > > pancuronio) en una relación 1:1. En estudios clínicos, se ha demostrado que la sugammadex tiene la capacidad para revertir con rapidez el bloqueo neuromuscular inducido por rocuronio o vecuronio. Para reversión de rutina, se recomienda una dosis de 4 mg/kg si la recuperación ha alcanzado por lo menos 1-2 conteos postetánicos. Si se requiere reversión inmediata del bloqueo inducido por rocuronio, se recomienda una dosis de 16 mg/kg. En pacientes con insuficiencia renal grave (depuración de creatinina < 30 mL/minuto), la excreción de sugammadex o los complejos sugammadex-rocuronio se retrasa, pero no se observan signos de bloqueo neuromuscular recurrente. Si se requiere la readministración de rocuronio o vecuronio, se recomienda un tiempo de espera de 24 horas. E. El tiempo para la reversión adecuada se relaciona con el grado de recuperación espontánea. La reversión puede ser más difícil con el FBNM de acción prolongada, dosis totales grandes y concentraciones altas de anestésicos inhalados. Otros factores que pueden prolongar el bloqueo incluyen hipotermia, antibióticos (en particular aminoglucósidos, clindamicina y tetraciclinas), alteraciones electrolíticas (hipopotasemia, hipocalcemia e hipermagnesemia), y alteraciones ácido-base (la alcalosis prolonga el bloqueo y la acidosis altera la reversión). La reversión con un agente anticolinesterasa no debe intentarse a menos que se observe por lo menos una respuesta a la estimulación TDC. Los intentos por revertir un bloqueo resistente o profundo con dosis excesivas de neostigmina puede aumentar el grado de debilidad residual. Si se encuentra debilidad residual después de intentar la reversión, el tubo endotraqueal debe permanecer en sitio para brindar ventilación adecuada y protección de la vía aérea. F. Evidencia de recuperación neuromuscular 1. Los signos de recuperación neuromuscular adecuada incluyen el mantenimiento de la vía aérea sin asistencia, ventilación y oxigenación adecuadas, fuerza de agarre sostenida, la capacidad de mantener la elevación cefálica o el movimiento de una extremidad sin disipación, la capacidad para apretar una vía aérea oral y prevenir su retiro, y la ausencia de actividad muscular descoordinada. 2. La relación TDC correspondiente a la recuperación neuromuscular adecuada ha sido un tema de debate. Históricamente, las relaciones TDC entre 0.7 y 0.8 se consideraban adecuadas; sin embargo, estudios recientes han demostrado disfunción faríngea significativa relacionada con complicaciones pulmonares posoperatorias con estas relaciones TDC. Un criterio más estricto, en particular para pacientes en riesgo, sería una relación TDC > 0.9. VI. ALTERACIONES QUE INFLUYEN SOBRE LA RESPUESTA A FBNM Ciertas enfermedades, tanto aquéllas confinadas a la UNM y las que afectan sistemas más generales, alteran de manera drástica la respuesta y la seguridad de los FBNM. En general, la transmisión en la UNM es anormal en estas patologías, con cambios bioquímicos y ultraestructurales en los nervios motores, músculos o ambos. A. Quemaduras e inmovilización 1. La lesión térmica afecta el equilibrio hidroelectrolítico, la función cardiovascular y pulmonar, el metabolismo farmacológico y la estructura y función musculoesqueléticas. 2. Los pacientes quemados y muchos de los inmovilizados tienen una respuesta exagerada a los fármacos despolarizantes y una respuesta disminuida a los no despolarizantes. Los pacientes quemados presentan alteraciones ultraestructurales y bioquímicas en los miocitos, como en los contactos neuromusculares. Estos efectos pueden observarse durante más de 1 año después de la lesión térmica inicial. La administración de SCh puede causar hiperpotasemia mortal. Se han informado problemas similares en pacientes con lesiones importantes por aplastamiento o áreas grandes de tejido desvitalizado. B. Enfermedad crítica 1. La miopatía por enfermedad crítica es una colección de afecciones que pueden causar debilidad en los pacientes de la UCI. La prevalencia es muy alta (30 a 70%). La patología subyacente es bastante heterogénea, y varía desde neuropatías y miopatías puras hasta alteraciones mixtas de la transmisión neuromuscular. La sepsis y la falla multiorgánica se relacionan con frecuencia con miopatía por enfermedad crítica. 2. La debilidad es la manifestación común de todos estos padecimientos miopáticos, y contribuye a la dependencia del ventilador y al aumento de la morbimortalidad. La miopatía también puede producir reflejos tendinosos profundos alterados, cifras aumentadas de creatina cinasa y alteraciones electrofisiológicas en nervios, músculos, o ambos. 3. Los corticoesteroides, FBNM y ciertos antibióticos pueden contribuir o precipitar debilidad en los pacientes de la UCI. Un subtipo de miopatía por enfermedad crítica, la miopatía necrosante aguda, se ha vinculado con la administración repetida de FBNM, con frecuencia en conjunción con dosis altas de corticoesteroides. Por tanto, se aconseja limitar el uso de esteroides y FBNM en pacientes con enfermedad crítica. C. Miastenia gravis 1. La miastenia gravis (MG) es una enfermedad autoinmune con una prevalencia de 14 a 20 por 100 000 personas en Estados Unidos. Es más común en mujeres adultas jóvenes. 2. La pérdida de AChR en la placa terminal motora en la MG se induce por anticuerpos antirreceptor. Estos anticuerpos son detectables en el suero de 90% de los pacientes con MG, pero los títulos de anticuerpos correlacionan poco con los signos clínicos. 3. Con frecuencia, la MG se presenta con el inicio gradual de debilidad faríngea u ocular. Todos los grupos musculares pueden afectarse. El rasgo principal de MG es la debilidad que empeora con el ejercicio. 4. El diagnóstico se basa en la historia clínica y se confirma por la presencia de anticuerpos antiAChR séricos, con la mejora transitoria de la fuerza muscular después de 10 mg de edrofonio IV (la prueba de Tensilon) y por los hallazgos electromiográficos característicos. 5. El tratamiento incluye anticolinesterasas (p. ej., piridostigmina), corticoesteroides, inmunosupresores (p. ej., azatioprina y ciclofosfamida), plasmaféresis y timectomía. La remisión de la enfermedad es común después de la timectomía. 6. Los pacientes con MG requieren atención especial cuando reciben anestesia regional o general. a. La terapia anticolinesterasa no debe suspenderse antes de la cirugía. b. La anestesia regional neuraxial se relaciona con relajación del musculoesquelético y cierto grado de debilidad diafragmática. Este efecto normal de la anestesia regional con frecuencia muestra la debilidad subyacente. Por tanto, estos pacientes pueden sufrir debilidad respiratoria profunda y necesitan monitorización respiratoria cuidadosa durante la anestesia y la recuperación. c. Es común que estos pacientes sean resistentes a los fármacos despolarizantes, aunque la depuración de SCh se inhibe por piridostigmina. También son muy sensibles a los fármacos no despolarizantes. Los medicamentos de acción más prolongada, como pancuronio; y los de acción más breve, como cisatracurio, se han relacionado con bloqueo prolongado, refractariedad a los medicamentos para reversión y debilidad posquirúrgica profunda. Si es posible, es mejor evitar los FBNM. d. Se recomienda considerablemente la monitorización del grado de bloqueo neuromuscular, pese a que la recuperación completa de TDC no asegura la recuperación de los músculos de la vía aérea superior o la ventilación espontánea adecuada. e. La cirugía y la anestesia pueden exacerbar la enfermedad subyacente. Puede requerirse soporte ventilatorio posquirúrgico, incluso después de procedimientos quirúrgicos menores. D. Las distrofias musculares son un grupo heterogéneo de alteraciones musculares hereditarias caracterizadas por la pérdida progresiva de la función del músculo esquelético. La distrofia muscular de Duchene es la más común y más grave de estas afecciones. El gen responsable codifica para una proteína relacionada con membrana conocida como distrofina, que es crítica para la estabilidad de la membrana muscular. El padecimiento es recesivo ligado a X y evidente por clínica en varones. La evolución clínica se caracteriza por la degeneración y atrofia indoloras del músculo esquelético, que se manifiestan como debilidad alrededor de los 5 años de edad. A la pubertad, es común que el paciente esté confinado a una silla de ruedas, y que la muerte ocurra en la tercera década secundaria a insuficiencia cardiaca congestiva. 1. Las cifras séricas de creatina cinasa están aumentadas y rastrean la progresión de la degeneración muscular. En las etapas tardías de la enfermedad, las cifras son casi normales debido a la pérdida significativa de masa muscular. 2. El músculo cardiaco (disfunción sistólica progresiva y adelgazamiento ventricular) y liso (hipomotilidad gastrointestinal con vaciamiento gástrico retardado) se dañan en grado variable. Aunque el diafragma no se afecta, la debilidad de los músculos accesorios produce un patrón restrictivo de las pruebas de función pulmonar. Debido a que la tos se intensifica, la neumonía es una complicación frecuente. 3. La SCh puede causar rabdomiólisis masiva, hiperpotasemia y muerte. Como la intensidad y duración del efecto farmacológico son difíciles de predecir, pueden ser preferibles los FBNM de acción corta. Los anestésicos inhalados volátiles, en particular el halotano, pueden tener efectos depresores miocárdicos exagerados. La HM ocurre con frecuencia incrementada. El vaciamiento gástrico retardado y la tos ineficaz aumentan el riesgo de regurgitación y aspiración en estos pacientes. En el posoperatorio, estos sujetos requieren fisioterapia pulmonar agresiva para asegurar la eliminación adecuada de secreciones. Los opioides, que pueden deprimir la respiración profunda y la tos, deben utilizarse con precaución. E. Los síndromes miotónicos son un grupo de afecciones caracterizadas por un defecto en la relajación del músculo esquelético y contracción persistente del mismo después de la estimulación. La contracción persistente es una consecuencia de la eliminación ineficaz de calcio del citoplasma al retículo sarcoplásmico. La distrofia miotónica es el síndrome más común en este grupo de alteraciones. 1. Los pacientes con distrofia miotónica presentan afección y deterioro progresivo del musculoesquelético, cardiaco y liso de todo el cuerpo, con decremento del esfuerzo respiratorio, un patrón restrictivo de la función pulmonar y motilidad gastrointestinal reducida. Otros síntomas incluyen cataratas, anomalías de la conducción cardiaca, calvicie y retraso mental. 2. La anestesia regional, los bloqueadores neuromusculares y profundizar la anestesia general no alivian la rigidez muscular miotónica. El embarazo exacerba esta afección y la cesárea está indicada con frecuencia debido a disfunción del músculo uterino. Estas pacientes son muy sensibles a los efectos depresores respiratorios de los opioides, benzodiacepinas y anestésicos inhalados. Los opiáceos neuraxiales que tienen efectos mínimos sobre la función respiratoria en personas sanas pueden tener un efecto sustancial en estas pacientes. Similar a los pacientes con distrofia muscular de Duchene, estas mujeres tienen arritmias cardiacas frecuentes y están en mayor riesgo de paro cardiaco durante la anestesia general. 3. La SCh debe evitarse debido a que induce contracción prolongada del musculoesquelético. Pueden utilizarse fármacos no despolarizantes; sin embargo, se recomienda el uso de medicamentos de acción corta y ajuste gradual cuidadoso de los fármacos de reversión. Lecturas recomendadas Ali HH, Savarese JJ. Monitoring of neuromuscular function. Anesthesiology 1976;45:216–249. Berg H, Roed J, Viby-Mogensen J, et al. Residual neuromuscular block is a risk factor for postoperative pulmonary complications: a prospective, randomised, and blinded study of postoperative pulmonary complications after atracurium, vecuronium and pancuronium. Acta Anaesthesiol Scand 1997;41:1095–1103. Briggs ED, Kirsch JR. Anesthetic implications of neuromuscular disease. J Anesth 2003;17:177–185. Chiu JW, White PF. The pharmacoeconomics of neuromuscular blocking drugs. Anesth Analg 2000;90:S19–S23. I. CONSIDERACIONES GENERALES Para la mayoría de los pacientes, la recuperación de la anestesia transcurre sin eventos. Sin embargo, cuando ocurren complicaciones posquirúrgicas, pueden ser súbitas y poner en riesgo la vida. La unidad de cuidados posanestésicos (UCPA) está diseñada para proporcionar monitorización estrecha y cuidados a los pacientes que se recuperan de la anestesia y sedación. El personal de la UCPA está constituido por un equipo dedicado de anestesiólogos, enfermeras y auxiliares. La supervisión médica puede variar desde proveedores de anestesia cercanos a la UCPA, hasta un equipo que consiste en intensivistas, residentes y otros médicos con experiencia en cuidados críticos. Se localiza en la proximidad inmediata a quirófano (Qx), con acceso a radiología y laboratorio. Los medicamentos y equipo para la atención rutinaria y el soporte avanzado deben estar disponibles a toda hora. II. ADMISIÓN A UCPA A. El transporte del Qx sólo debe considerase una vez que se ha confirmado una vía aérea permeable y estable. El paciente debe transportarse bajo supervisión directa del anestesiólogo, de preferencia con la cabecera de la cama elevada o con el sujeto en decúbito lateral para maximizar la permeabilidad de la vía aérea. El oxígeno administrado a través de una mascarilla facial está indicado en la mayoría de los pacientes para prevenir la hipoxemia debida a hipoventilación o hipoxia por difusión (véase la sección V.A). Los pacientes inestables, como aquellos que reciben medicamentos vasoactivos, en general requieren monitorización de la oxigenación y hemodinámica durante el transporte. El anestesiólogo puede optar por llevar medicamentos de rescate y herramientas para el manejo de la vía aérea según lo dicte la situación clínica. B. Debe proporcionarse un reporte completo al equipo de la UCPA a la llegada. El anestesiólogo permanece a cargo del cuidado del paciente hasta que el equipo de la UCPA esté preparado para asumir la responsabilidad. C. Según la indicación clínica, el anestesiólogo puede hablar directamente con su similar a cargo de la UCPA, el cirujano o un consultor sobre los aspectos de importancia particular para el paciente. El reporte del anestesiólogo al equipo de la UCPA con frecuencia es la única constancia formal de los eventos intraquirúrgicos entre el equipo del Qx y el personal que manejará los cuidados posquirúrgicos inmediatos. El informe debe incluir lo siguiente: 1. Historia clínica: identificación del paciente, edad, procedimiento quirúrgico, diagnóstico, historia médica (que incluye alteraciones visuales y auditivas, condiciones psiquiátricas y precauciones para el control de infecciones), medicamentos, alergias, signos vitales prequirúrgicos y preferencia de idioma/lenguaje. 2. Acceso intravascular: localización y tamaño de los catéteres. 3. Farmacología intraquirúrgica: premedicación, antibióticos, fármacos para inducción y mantenimiento de la anestesia, opioides, relajantes musculares, medicamentos para reversión, medicamentos vasoactivos, broncodilatadores y otros administrados. 4. Procedimiento quirúrgico: la naturaleza exacta de la cirugía y los aspectos relevantes de la misma (p. ej., adecuación de la hemostasia, cuidado de los drenajes, restricciones al posicionamiento, etc.); el cirujano puede presentar estos detalles al equipo de la UCPA. 5. Evolución anestésica: énfasis en los problemas que pueden afectar el periodo posquirúrgico inmediato, que incluyen valores de laboratorio, acceso intravenoso (IV), aspectos del manejo de la vía aérea, inestabilidad hemodinámica intraquirúrgica y cambios electrocardiográficos (ECG). 6. Equilibrio hídrico: cantidad, tipo y razón para el remplazo hídrico, gasto urinario y pérdida estimada de sangre y líquidos. III. MONITORIZACIÓN La observación estrecha del grado de conciencia del paciente, su patrón respiratorio, saturación de oxígeno y hemodinámica son de mayor importancia. La razón enfermeras:pacientes para casos rutinarios es una enfermera por dos o tres pacientes, y aumenta a cobertura única en pacientes críticos, como aquellos con comorbilidades significativas, complicaciones intraquirúrgicas o en procedimientos con complejidad particular. Los signos vitales se monitorizan y registran a intervalos regulares según la necesidad clínica. La monitorización estándar incluye la medición de la frecuencia respiratoria, electrocardiograma continuo, presión arterial no invasiva y oximetría de pulso. La temperatura debe monitorizarse y registrarse. A. La monitorización invasiva como catéter arterial, catéteres venosos centrales y catéter de arteria pulmonar puede instituirse si es necesario. Los catéteres arteriales proporcionan una medida continua de la presión arterial sistémica y brindan acceso para el muestreo sanguíneo. Los catéteres venosos centrales y de arteria pulmonar deben considerarse cuando la etiología de la inestabilidad hemodinámica no es clara (véase el capítulo 10) o que se requieran vasopresores que puedan administrarse sólo en el sistema venoso central. La ecocardiografía transtorácica portátil puede proporcionar una alternativa menos invasiva para evaluar la función cardiaca y el estado del volumen intravascular. Si los requerimientos de monitorización y cuidados son crecientes y se espera una recuperación prolongada y complicada, debe planearse la transferencia del paciente a la unidad de cuidados intensivos (UCI). IV. COMPLICACIONES GENERALES La incidencia de complicaciones en la UCPA varía con la población de pacientes, y es probable que dependa de la historia clínica, así como de la anestesia y el procedimiento realizados. Los problemas encontrados con mayor frecuencia en la UCPA incluyen los siguientes: A. Complicaciones respiratorias y de la vía aérea B. Alteraciones hemodinámicas C. Náusea y vómito posquirúrgicos D. Complicaciones renales E. Compromiso neurológico V. COMPLICACIONES RESPIRATORIAS Y DE LA VÍA AÉREA Ocurren en 2 a 19% de los pacientes posquirúrgicos, y muchas de ellas inician por eventos en la UCPA, como hipoxia, hipoventilación, obstrucción de la vía aérea superior, laringoespasmo, broncoespasmo y aspiración. A. Hipoxemia. La anestesia general se relaciona con inhibición del impulso ventilatorio hipóxico e hipercápnico, así como una reducción de la capacidad residual funcional (CRF). Estos cambios pueden persistir durante un periodo variable después de la cirugía y predisponer al paciente a hipoventilación e hipoxemia. El oxígeno suplementario puede retrasar la detección de hipoventilación por oximetría de pulso; sin embargo, también reduce la incidencia de hipoxia en el periodo posquirúrgico. La decisión de administrar oxígeno suplementario debe determinarse clínicamente en cada paciente pero, en general, debe ser aplicable cuando se transporta al paciente del Qx a la UCPA. Los signos de hipoxemia incluyen disnea, cianosis, estado mental alterado, agitación, obnubilación, taquicardia, hipertensión y arritmias. La hipoxemia debe descartarse por diagnóstico antes de llevar a cabo un tratamiento específico para estos síntomas. B. Las causas de hipoxemia incluyen: 1. Las atelectasias son un efecto predecible de la disminución de la CRF durante la anestesia general, y pueden ocasionar cortocircuito intrapulmonar incrementado. Los pacientes obesos y aquellos sometidos a procedimientos torácicos o abdominales superiores son más susceptibles a atelectasias. La anestesia epidural sin anestesia general se relaciona con poca o ninguna formación de atelectasias. La respiración profunda, la respiración con presión positiva intermitente y la espirometría incentiva son eficaces para reexpandir con rapidez pequeñas áreas de colapso alveolar, aunque su capacidad para reducir las complicaciones respiratorias es incierta. Se ha demostrado que la ventilación no invasiva (VNI) disminuye las atelectasias y mejora la oxigenación en los pacientes posquirúrgicos. En ocasiones, la hipoxemia puede persistir y una radiografía de tórax revelar colapso segmentario o lobar. La fisioterapia torácica o la broncoscopia con fibra óptica pueden ayudar a reinflar el segmento colapsado. 2. La hipoventilación causa hipoxemia al promover el colapso alveolar y aumentar la presión parcial de CO2 en el aire alveolar. 3. La hipoxia por difusión puede ocurrir durante el lavado de óxido nitroso a la emersión de la anestesia general. La fracción inspirada de O2 (FiO2) alta por mascarilla facial puede prevenir la hipoxemia. 4. Con frecuencia, la obstrucción de la vía aérea superior se produce por la recuperación inadecuada de los reflejos y tono de la vía aérea, y es común en pacientes con obesidad, apnea obstructiva del sueño (AOS) preexistente (véase la sección V.C) o bloqueo neuromuscular residual (véase el capítulo 13). 5. El broncoespasmo puede causar hipoventilación, retención de CO2 e hipoxemia. 6. La aspiración de contenido gástrico puede provocar neumonitis por aspiración y neumonía (véase el capítulo 37). 7. El edema pulmonar puede ocurrir por insuficiencia cardiaca, aumento de la permeabilidad capilar pulmonar o exposición persistente a la presión negativa. El edema cardiogénico ocurre con mayor frecuencia en individuos con cardiopatía preexistente y se caracteriza por hipoxemia, disnea, ortopnea, distensión venosa yugular, sibilancias y galope S3. Puede precipitarse por sobrecarga hídrica, arritmias e isquemia miocárdica. Debe obtenerse una radiografía de tórax, gases en sangre arterial, ECG de 12 derivaciones y cifras de troponina. La evaluación por un cardiólogo puede estar indicada, en particular cuando se considera el manejo agresivo de condiciones como angina inestable o valvulopatía aguda. Los inotrópicos, diuréticos y vasodilatadores son la base del tratamiento. El uso de VNI puede obviar la necesidad de intubación en pacientes con hipoxia grave, a la espera de la respuesta al tratamiento médico. El edema pulmonar no cardiogénico secundario a sepsis, lesión cefálica, aspiración, reacción transfusional, anafilaxia, edema pulmonar por presión negativa u obstrucción de la vía aérea superior se caracteriza por hipoxemia sin los signos de sobrecarga ventricular izquierda. El edema pulmonar por presión negativa ocurre por el colapso persistente de las vías respiratorias superiores, como laringoespasmo, la mordedura del tubo endotraqueal o el colapso hipofaríngeo, con actividad diafragmática continua. En general, el tratamiento para edema pulmonar debe continuar en la UCI (véase el capítulo 37). 8. El neumotórax puede causar hipoventilación, hipoxemia e inestabilidad hemodinámica (véase la sección V.B.2.e). 9. En ocasiones, la embolia pulmonar ocurre en el periodo posquirúrgico inmediato. Sin embargo, debe considerarse en el diagnóstico diferencial de hipoxemia en pacientes con trombosis venosa profunda, cáncer, politraumatizados o en los periodos prolongados de inmovilidad. C. La hipoventilación se caracteriza por ventilación minuto inadecuada que produce hipercapnia y acidosis respiratoria aguda. Cuando es grave, la hipoventilación puede provocar hipoxemia, cambios del estado mental y, por último, apnea. El oxígeno suplementario puede disfrazar la detección temprana de hipoventilación a través de oximetría de pulso. Por tanto, la monitorización del estado ventilatorio del paciente posquirúrgico no debe basarse por completo en la oximetría de pulso. Las etiologías de la hipoventilación posquirúrgica pueden dividirse en dos grupos: 1. Impulso ventilatorio disminuido a. Todos los medicamentos halogenados inhalados deprimen el impulso ventilatorio (véase el capítulo 12) y pueden producir hipoventilación en el periodo posquirúrgico. Los opioides también son depresores respiratorios potentes. Todos los agonistas del receptor μ incrementan el umbral apneico. Es típico que los pacientes narcotizados en exceso parezcan libres de dolor, con una frecuencia respiratoria lenta y tendencia a volverse apneicos si se subestimula. Las dosis grandes de benzodiacepinas también pueden inhibir el impulso ventilatorio. El tratamiento más seguro para la hipoventilación relacionada con anestesia es continuar la ventilación mecánica hasta que la respiración sea adecuada. Como alternativa, puede considerarse la reversión farmacológica. 1. La hipoventilación inducida por opioides puede revertirse por naloxona, un antagonista opioide con la mayor afinidad por el receptor μ. Las dosis de 20 a 80 μg IV se ajustan poco a poco hasta obtener el efecto. La reversión ocurre en 1 a 2 minutos y dura 30 a 60 minutos. El tratamiento con naloxona puede inducir efectos colaterales significativos como dolor, taquicardia, hipertensión y edema pulmonar. Los efectos depresores respiratorios de los opioides llegan a durar más que la dosis única de naloxona. Por ello, el paciente debe vigilarse para recurrencia de la hipoventilación inducida por opioides. La naloxona debe usarse con precaución en pacientes con sospecha o presencia de consumo crónico de opioides debido a que puede precipitar abstinencia aguda. 2. La hipoventilación secundaria a benzodiacepinas se puede revertir con flumazenil (incrementos de 0.2 a 1 mg IV para 5 minutos, hasta un máximo de 5 mg). El inicio de la reversión ocurre en 1 a 2 minutos, con el efecto máximo a los 6 a 10 minutos. Los pacientes deben tener seguimiento estrecho después de la administración de flumazenil debido a que puede ocurrir resedación por su vida media breve de 7 a 15 minutos. El flumazenil debe usarse con precaución en pacientes con consumo crónico de benzodiacepinas debido a que puede precipitar crisis convulsivas. b. Con menor frecuencia, pero con riesgo potencial para la vida, las condiciones que reducen el impulso ventilatorio incluyen complicaciones de la cirugía intracraneal y de la arteria carótida, lesiones cefálicas y evento vascular cerebral (EVC) intraquirúrgico (véase la sección VIII). 2. Insuficiencia pulmonar y de los músculos respiratorios a. La enfermedad respiratoria preexistente es el factor de riesgo más significativa para complicaciones respiratorias posquirúrgicas. La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) altera la paridad ventilación-perfusión, con hipoxemia e hipercapnia. El intercambio de gases alterado y la limitación del flujo espiratorio causan una sobrecarga ventilatoria elevada bajo condiciones normales. La enfermedad restrictiva (p. ej., fibrosis pulmonar, efusión pleural, obesidad, escoliosis, ascitis masiva y embarazo) se relaciona con menos complicaciones que la EPOC, en particular cuando la fuerza de los músculos respiratorios está preservada y el defecto restrictivo es extrapulmonar. La VNI puede ser beneficiosa en EPOC y en enfermedad pulmonar restrictiva al disminuir el trabajo respiratorio, aumentar los parámetros ventilatorios y evitar la intubación. b. El bloqueo neuromuscular residual se define como una razón de tren de cuatro menor de 0.9, y se sugiere por las observaciones clínicas de fasciculaciones espasmódicas, debilidad generalizada, obstrucción de la vía aérea superior o por signos más sutiles como hipoxemia o respiración superficial. Incluso con los bloqueadores neuromusculares despolarizantes modernos, cerca de 30% de los pacientes se admiten en la UCPA con bloqueo neuromuscular residual. La adecuación de la fuerza muscular puede evaluarse de modo definitivo sólo con la ayuda de un monitor cuantitativo de la transmisión neuromuscular (véase el capítulo 13). Si la debilidad muscular persiste después de la reversión farmacológica adecuada (p. ej., neostigmina 20 a 60 μg/kg hasta 5 mg y glicopirrolato 0.2 mg por 1 mg de neostigmina administrada), es mejor instituir o continuar con la ventilación mecánica, administrar ansiólisis adecuada y esperar a recuperar la fuerza muscular. En este punto, deben considerarse situaciones especiales, como miastenia grave y síndromes miasténicos, deficiencia de seudocolinesterasa, bloqueo fase II inducido por succinilcolina, hipotermia, desequilibrio ácidobase y electrolítico, y debilidad inducida por inhibidor de anticolinesterasa. c. La analgesia inadecuada después de cirugía abdominal superior o torácica puede causar respiración antálgica y ventilación minuto disminuida, con colapso alveolar, hipercapnia e hipoxemia. Esto puede prevenirse con analgesia temprana y al fomentar la respiración profunda y la tos. Comparada con los opioides sistémicos, la analgesia epidural puede reducir la incidencia de complicaciones respiratorias (atelectasias, infecciones pulmonares o hipoxia). d. El broncoespasmo es común en la población pediátrica, así como en pacientes con EPOC, asma o infección reciente del tracto respiratorio. Con frecuencia se precipita por la manipulación de la vía aérea, en particular la intubación traqueal. También pueden escucharse sibilancias a la exploración del tórax en pacientes con edema pulmonar, intubación endobronquial, neumonitis por aspiración y neumotórax. El tratamiento se explica en el capítulo 37. e. El neumotórax puede complicar ciertos procedimientos, como toracotomía, mediastinoscopia, broncoscopia, disección retroperitoneal alta para nefrectomía o adrenalectomía, cirugía laparoscópica y fusión vertebral. La inserción de un catéter venoso central y los bloqueos nerviosos de las extremidades superiores son otras posibles etiologías iatrogénicas. El diagnóstico se realiza con una radiografía de tórax (RxT) en posición de pie. Si hay inestabilidad hemodinámica (neumotórax a tensión), debe realizarse la descompresión con aguja o un tubo de toracostomía con urgencia incluso sin el diagnóstico por RxT (véase el capítulo 37). D. La obstrucción de la vía aérea superior puede sobrevenir durante la recuperación de la anestesia. Los signos principales son la ausencia de movimiento aéreo adecuado, retracciones intercostales y supraesternales y movimiento paradójico toracoabdominal durante la inspiración. La obstrucción completa de la vía aérea superior es silenciosa. La obstrucción parcial se acompaña de ronquidos (si la obstrucción se encuentra por arriba de la laringe) o estridor (si es perilaríngeo). La obstrucción se observa con mayor frecuencia en pacientes con AOS, obesidad, hipertrofia amigdalina o adenoidea, o anomalías craneofaciales. Con frecuencia, la obstrucción de la vía aérea puede aliviarse con la tracción mandibular o elevación mentoniana (véase el capítulo 37). Los pacientes con AOS pueden beneficiarse con presión positiva continua de la vía aérea. Las etiologías comunes de la obstrucción de la vía aérea superior incluyen las siguientes: 1. Recuperación incompleta de la anestesia general o bloqueo neuromuscular (véase la sección V.B). El decremento de la fuerza y coordinación de la musculatura intrínseca y extrínseca de la vía aérea provoca que la lengua caiga hacia atrás y ocluya la vía aérea. La permeabilidad se restablece al insertar una vía aérea nasal u oral, con ventilación asistida manualmente o la intubación traqueal. 2. El laringoespasmo puede precipitarse por anestesia ligera e irritación de la glotis por secreciones, sangre o cuerpo extraño (véase el capítulo 37). 3. El edema de la vía aérea puede ocasionarse por laringoscopia, broncoscopia, inserción de tubo nasogástrico, esofagoscopia o cirugía de cabeza y cuello. También seguir a la intubación traumática, reacción alérgica, administración de grandes cantidades de líquidos IV o posición prona prolongada. Los niños presentan susceptibilidad particular a la obstrucción de la vía aérea por edema debido al pequeño diámetro de sus vías respiratorias superiores. La prueba de fuga del balón no es sensible ni específica, y no debe usarse como único determinante para la extubación de un paciente con sospecha de edema de la vía aérea. El tratamiento del edema de vías respiratorias superiores incluye lo siguiente: a. Administración de O2 a 100% caliente, humidificado por mascarilla facial. b. Elevación cefálica, restricción de líquido y posible diuresis. c. Nebulización de solución de epinefrina racémica a 2.25%, 0.5 a 1.0 mL en solución salina normal o L-epinefrina, 2 mL de solución 1:1 000, que puede repetirse en 20 minutos, si es necesario. d. Dexametasona, 4 a 8 mg IV cada 6 horas durante 24 horas. e. La administración de Heliox (helio:oxígeno, 80:20) puede mejorar drásticamente el intercambio de gases y el trabajo respiratorio al establecer un flujo aéreo laminar y mejorar el intercambio de gases en los alveolos distales. f. La reintubación de la tráquea debe considerarse rápido si se sospecha obstrucción de la vía aérea, debido a que la distorsión anatómica puede ocurrir con rapidez, en particular en caso de reacción alérgica. 4. Un hematoma en la herida, causado por sangrado en el sitio quirúrgico, puede complicar la cirugía paratiroidea y tiroidea, las disecciones de cuello y la endarterectomía carotídea. La presión causada por un hematoma en expansión dentro de los planos tisulares del cuello produce obstrucción del drenaje venoso y linfático y edema masivo. Los pacientes se quejan de dolor y presión local, disfagia y grados variables de dificultad respiratoria y pueden presentar drenaje en el sitio quirúrgico. Los hematomas en las heridas del cuello deben tratarse de inmediato por reexploración urgente y evacuación en el Qx. Debe notificarse al cirujano de inmediato y preparar el Qx. El anestesiólogo debe brindar soporte a la vía aérea por ventilación con mascarilla con O2 a 100%, seguida de intubación de la tráquea bajo visualización directa. Si la intubación traqueal no puede lograrse con rapidez, abrir la herida en el instante puede aliviar la compresión de los tejidos blandos sobre la vía aérea y mejorar la permeabilidad de la vía aérea. 5. La parálisis de cuerdas vocales (CV) puede acontecer después de cirugía tiroidea, paratiroidea, torácica, traqueal y de cuello, o intubación endotraqueal traumática. La parálisis de CV puede ser transitoria, resultado de la manipulación del nervio laríngeo recurrente, o permanente, por corte del nervio. La parálisis de CV transitoria unilateral es relativamente común y la principal preocupación es la aspiración potencial del contenido gástrico. La parálisis de CV unilateral permanente puede ocurrir sin síntomas clínicos, ya que la acción compensatoria de la CV contralateral minimiza la ocurrencia de aspiración. La parálisis de CV bilateral puede ocurrir después de cirugía radical para cáncer tiroideo o traqueal cuando la infiltración neoplásica dificulta la identificación de los nervios laríngeos recurrentes. La lesión de CV bilateral es una complicación rara y seria que puede provocar obstrucción completa de la vía aérea superior después de extubación en el periodo posquirúrgico inmediato. Requiere intubación endotraqueal de emergencia (que puede ser más difícil debido a la anatomía alterada de la vía aérea) y quizá una traqueotomía. E. El paciente intubado presenta consideraciones especiales. El anestesiólogo en la UCPA debe establecer un plan respecto del destete y extubación o, como alternativa, la transferencia a la UCI. Las condiciones que podrían retrasar la extubación al final de la cirugía incluyen lo siguiente: 1. Emersión retardada de la anestesia general por medicamentos volátiles o IV. La reversión puede facilitarse farmacológicamente por algunos medicamentos, pero en general es prudente brindar soporte ventilatorio y permitir la resolución espontánea de la depresión respiratoria. La presencia de estómago lleno justifica la vigilancia adicional para asegurar la recuperación de la conciencia y los reflejos faríngeos antes de la extubación. 2. No es apropiado revertir el bloqueo neuromuscular intraquirúrgico profundo con fármacos, y el paciente debe permanecer intubado hasta que sea seguro revertirse de modo permanente. Además, si la debilidad muscular persiste después de la reversión farmacológica adecuada, el paciente requiere ventilación mecánica hasta lograr la recuperación completa. 3. Con frecuencia, el intercambio inadecuado de O2 y CO2 se resuelve junto con los efectos de la anestesia, de la cirugía y el posicionamiento. Mientras se ofrece soporte a la ventilación, deben considerarse las posibles etiologías, explicadas en las secciones VI.A y VI.B. 4. La obstrucción de la vía aérea es posible después de cualquier extubación, pero en especial cuando el paciente se ha sometido a algún procedimiento de cabeza y cuello, drenaje de absceso faríngeo, fijación mandibular con alambre, reanimación hídrica intensa o cirugía prolongada en posición prona. Estos pacientes no deben extubarse hasta que estén despiertos por completo. Si se sospecha edema de la vía aérea, el paciente debe tratarse como se señala en la sección V.C.3. 5. La inestabilidad hemodinámica, cuando es grave, puede relacionarse con un grado variable de intercambio alterado de gases o de la conciencia, que obligan a continuar la ventilación mecánica. La transferencia a la UCI debe planearse para pacientes que no mejoran. 6. La hipotermia tiene numerosos efectos adversos que hacen indeseable la extubación inmediata a la cirugía (véase la sección XI.A). F. Lineamientos para extubación. No se cuenta con un solo valor o parámetro ventilatorio que prediga una extubación exitosa con certeza. Los siguientes criterios pueden usarse al evaluar si un paciente está listo para reanudar la ventilación sin asistencia en el periodo posquirúrgico: 1. Presión arterial de oxígeno (PaO2) o saturación de oxígeno (SpO2) adecuadas con soporte ventilatorio mínimo. 2. Patrón respiratorio adecuado. Los pacientes mantener la respiración espontánea no laboriosa a una frecuencia lenta (< 30 respiraciones/min) y un volumen corriente adecuado (> 6 mL por kg), que puede evaluarse con un intento de respiración sin soporte. 3. Grado de conciencia adecuado para la cooperación y protección de la vía aérea. 4. La recuperación de la fuerza muscular completa se identifica con la monitorización de la transmisión neuromuscular. 5. Antes de proceder con la extubación, el anestesiólogo de la UCPA debe conocer cualquier problema preexistente de la vía aérea en caso de requerir reintubación. Se administra O2 suplementario; se succiona el tubo endotraqueal, la boca y la faringe; y se retira el tubo después de una respiración con presión positiva. El oxígeno se administra por mascarilla facial según se indique; se monitoriza SpO2 y el paciente se evalúa en busca de signos de obstrucción de la vía aérea o insuficiencia ventilatoria. VI. COMPLICACIONES HEMODINÁMICAS Y CARDIOVASCULARES Las complicaciones hemodinámicas y cardiovasculares ocurren en cerca de 5% de las admisiones a la UCPA; las registradas con mayor frecuencia son hipotensión, arritmias, isquemia miocárdica y edema pulmonar. A. La hipotensión debe acelerar la revisión de la historia del paciente y el manejo intraquirúrgico para generar un diagnóstico diferencial. Puede contactarse al anestesiólogo que llevó a cabo el caso para ayudar a interpretar los eventos actuales. La hemorragia debe seguir siendo una consideración principal en la evaluación de la hipotensión del paciente posquirúrgico. 1. La hipovolemia es la causa más común de hipotensión en la UCPA y, en general, la administración de un bolo de líquido durante la evaluación inicial es apropiado. La hemorragia en proceso, el remplazo hídrico inadecuado, la poliuria osmótica y el secuestro hídrico (p. ej., obstrucción intestinal y ascitis) están entre las causas de hipovolemia en la UCPA. Los signos inespecíficos incluyen taquicardia, membranas mucosas secas, oliguria y sed. Debe considerarse un reto con volumen significativo (250 a 1 000 mL de cristaloide o un volumen equivalente de coloide sintético, productos sanguíneos o ambos) para indicaciones específicas. La hipotensión persistente después del remplazo de volumen al parecer adecuado obliga a una valoración más detallada, iniciando con la colocación de un catéter urinario y considerar sangrado quirúrgico en proceso. Los estudios diagnósticos adicionales pueden incluir ecocardiograma transtorácico, catéter de arteria pulmonar o monitorización no invasiva del gasto cardiaco. 2. El retorno venoso alterado ocurre cuando las fuerzas mecánicas disminuyen el retorno venoso al corazón en ausencia de una reducción del volumen sanguíneo circulante. Las causas comunes incluyen ventilación con presión positiva, hiperinflación dinámica de los pulmones que provoca presión positiva automática al final de la espiración, neumotórax y taponamiento pericárdico. Los signos de obstrucción del retorno venoso son similares a aquellos de la hipovolemia verdadera, excepto por la presencia de distensión venosa yugular, presión venosa central elevada y, quizá, ruidos respiratorios y tono cardiaco disminuidos. La administración de volumen es fundamental en la terapia sintomática, pero el tratamiento de la causa subyacente es la intervención definitiva. 3. La vasodilatación que provoca hipotensión puede producirse por anestesia neuraxial, medicamentos inhalados residuales, recalentamiento para hipotermia, reacciones transfusionales, insuficiencia suprarrenal, anafilaxia, inflamación sistémica, sepsis, uso reciente de modificadores farmacológicos de la vía renina-angiotensinaaldosterona y la administración de vasodilatadores. La hipovolemia acentúa la hipotensión debida a vasodilatación, pero el remplazo de volumen solo no puede restaurar por completo la presión arterial. El tratamiento farmacológico incluye agonistas de los receptores αadrenérgicos como fenilefrina, norepinefrina e incluso epinefrina. El diagnóstico y tratamiento de la etiología específica debe ser simultáneo al tratamiento sintomático. 4. El gasto cardiaco disminuido puede producirse por isquemia e infarto miocárdicos, arritmias, insuficiencia cardiaca congestiva, administración de inotrópicos negativos (anestésicos, bloqueadores adrenérgicos β, bloqueadores de los canales de calcio y antiarrítmicos), sepsis e hipotiroidismo (véanse los capítulos 2, 6, 19 y 37). Los síntomas incluyen disnea, diaforesis, cianosis, distensión venosa yugular, oliguria, alteraciones del ritmo, sibilancias, crepitación en pendiente y galope S3 a la auscultación. Una RxT, ECG de 12 derivaciones y estudios de laboratorio básicos pueden ayudar en el diagnóstico. La monitorización invasiva puede ser necesaria para guiar las terapias farmacológicas, que incluyen: a. Inotrópicos, como dopamina, dobutamina, epinefrina, norepinefrina y milrinona. b. La reducción de la poscarga con nitratos, bloqueadores de los canales de calcio o inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina. c. Diuresis con diuréticos de asa para sobrecarga hídrica. d. Antiarrítmicos o cardioversión eléctrica para arritmias. B. La hipertensión se observa con mayor frecuencia en pacientes con enfermedad hipertensiva preexistente, en particular si se suspendieron los antihipertensivos antes de la cirugía. Es más probable encontrar eventos hipertensivos después de ciertos tipos de cirugía, como procedimientos carotídeos, vasculares, endocrinos e intratorácicos. Otras etiologías para hipertensión posquirúrgica pueden incluir dolor, distensión vesical, sobrecarga hídrica, hipoxemia, hipercapnia, hipotermia, presión intracraneal aumentada (PIA) y administración de vasoconstrictivos. Es común que la hipertensión sea asintomática, pero los pacientes con hipertensión maligna pueden tener cefalea, alteraciones visuales, disnea, agitación e incluso dolor torácico. En la valoración inicial, debe verificarse la precisión de la medición de la presión arterial al verificar el tamaño del mango y su colocación, revisar la historia del paciente y la evolución quirúrgica, y descartar las etiologías corregibles. El manejo de la hipertensión busca restaurar la presión arterial a las cifras iniciales del paciente. El control estricto de la presión arterial es en extremo importante después de cirugía para aneurisma intracraneal, la creación de colgajos musculares vascularizados, cirugía microvascular y en pacientes con enfermedad vascular grave. Si es posible, reanudar la terapia antihipertensiva oral crónica es ideal. Si es necesario, puede complementarse o sustituirse con un medicamento IV de acción corta e inicio rápido. 1. Bloqueadores adrenérgicos β: labetalol (un α y un bloqueador β), 5 a 20 mg en bolo IV o hasta 2 mg/min en infusión IV y esmolol (bloqueador β1), 20 a 100 mg en bolo IV o 25 a 300 μg/kg/min en infusión IV, como medicamentos de primera elección. 2. Bloqueadores de los canales de calcio: verapamil, 2.5 a 5 mg en bolo IV o nicardipina iniciada en 5 a 15 mg/h. La nifedipina sublingual no se recomienda debido a que puede causar un decremento impredecible y, en ocasiones grave, de la presión arterial que puede inducir isquemia miocárdica. 3. Hidralazina: 5 a 20 mg en bolo IV, es vasodilatadora y puede inducir taquicardia refleja. 4. Nitratos: la nitroglicerina, iniciada en 25 μg/min infusión IV, es un venodilatador diferencial y es útil para la isquemia miocárdica coexistente. El nitroprusiato de sodio, iniciado en 0.5 μg/kg/min infusión IV, es un dilatador arterial y venoso potente, y requiere monitorización invasiva de la presión arterial. 5. Fenoldopam: 0.1 a 1.5 μg/kg/min infusión IV, un agonista selectivo periférico de los receptores dopaminérgicos; los efectos colaterales incluyen taquicardia, cefalea y presión intraocular aumentada. 6. Enalaprilat: de 0.625 a 1.25 mg bolo IV, es útil como alternativa en pacientes que reciben inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina o bloqueadores del receptor de angiotensina a largo plazo cuando no pueden tomar medicamentos orales. C. Las arritmias en el periodo perioperatorio pueden ser resultado del flujo simpático aumentado, hipoxemia, hipercapnia, alteraciones electrolíticas y ácidobase, isquemia miocárdica, PIA aumentada, toxicidad farmacológica, tirotoxicosis e hipertermia maligna. En general, las contracciones auriculares prematuras y las contracciones ventriculares prematuras (CVP) no requieren tratamiento. En presencia de alteraciones del ritmo más preocupantes, debe administrarse O2 suplementario y manejo de soporte mientras se investiga la etiología. 1. Arritmias supraventriculares comunes a. La taquicardia sinusal puede ser secundaria a dolor, agitación, hipovolemia, fiebre, hipertermia, hipoxemia, hipercapnia, insuficiencia cardiaca congestiva y embolia pulmonar. El tratamiento sintomático con bloqueadores β debe instituirse sólo después de conocer la etiología, a menos que el paciente esté en riesgo de isquemia miocárdica. b. La bradicardia sinusal puede producirse por bloqueo anestésico neuraxial, administración de opioides (con excepción de meperidina), estimulación vagal, bloqueo adrenérgico β y PIA aumentada. El tratamiento sintomático con anticolinérgicos muscarínicos, atropina, 0.4 mg IV o glicopirrolato, 0.2 mg IV, está indicado cuando hay hipotensión o bradicardia profunda (véase el capítulo 38). c. Las taquiarritmias supraventriculares paroxísticas ocurren con una mayor incidencia en pacientes mayores de 70 años de edad, después de procedimientos abdominales, torácicos o vasculares mayores, y en pacientes con contracciones auriculares prequirúrgicas. Incluyen taquicardia auricular paroxística, taquicardia auricular multifocal, taquicardia de unión, fibrilación y aleteo auriculares. Estos ritmos pueden causar hipotensión significativa y el tratamiento puede incluir lo siguiente: 1. La cardioversión sincronizada debe utilizarse si el paciente está hemodinámicamente inestable, según el protocolo ACLS (véase el capítulo 38). 2. Adenosina: 6 mg seguidos de 12 mg IV, administrados con rapidez, tienen una tasa elevada de éxito para convertir la taquicardia auricular paroxística en ritmo sinusal. 3. Verapamil (2.5 a 5 mg bolo IV) o diltiazem (5 a 20 mg bolo IV, o como infusión con un bolo IV inicial de 0.25 a 0.35 mg/kg seguido de una velocidad de infusión de 5 a 15 mg/h IV) desacelerará la respuesta ventricular. 4. La amiodarona es el antiarrítmico de elección para controlar la frecuencia de las arritmias auriculares en caso de función miocárdica disminuida. 5. Bloqueadores β (metoprolol, esmolol y atenolol) (véase la sección VI.B.1) también disminuyen la respuesta ventricular a las taquiarritmias supraventriculares. 2. En general, las arritmias ventriculares estables como CVP y la taquicardia ventricular estable no sostenida no requieren tratamiento; no obstante, la búsqueda de las causas reversibles (hipoxemia, isquemia miocárdica, acidosis, hipopotasemia, hipomagnesemia e irritación debida a un catéter venoso central) debe llevarse a cabo. La taquicardia ventricular sostenida estable puede tratarse con cardioversión sincronizada o modalidades farmacológicas. Las CVP son multifocales y ocurren en arranques o están cerca de la onda T precedente, deben tratarse, en especial, en pacientes con cardiopatía estructural, debido al riesgo de desarrollar un ritmo ventricular inestable. a. Bloqueadores β: puede utilizarse esmolol, 20 a 100 mg bolo IV o 25 a 300 μg/kg/min infusión IV, metoprolol, 2.5 a 10 mg IV y propranolol, en incrementos de 0.5 a 2.0 mg IV. b. Amiodarona: 150 mg bolo IV para 10 minutos seguidos de 1 mg/min infusión IV para 6 horas y luego 0.5 mg/min infusión IV; indicada en pacientes con función miocárdica disminuida. c. Lidocaína: 1.5 mg/kg bolo IV, seguido de 1 a 4 mg/min infusión IV. 3. El manejo de la taquicardia ventricular inestable y de la fibrilación ventricular se describen en el protocolo ACLS (véase el capítulo 38). D. Isquemia e infarto miocárdicos 1. Los cambios en la onda T (inversión, aplanamiento y seudonormalización) pueden relacionarse con isquemia e infarto miocárdicos, cambios electrolíticos, hipotermia, manipulación quirúrgica del mediastino o colocación incorrecta de los electrodos. Los cambios aislados de la onda T deben considerarse dentro del contexto clínico debido a que son comunes después de la cirugía y no siempre indican isquemia miocárdica. 2. Los cambios del segmento ST, que incluyen depresiones y elevaciones en general, son indicativos de isquemia e infarto miocárdicos, respectivamente. La elevación del segmento ST puede ser una variante normal y ocurrir en otras condiciones, como hipertrofia ventricular izquierda, bloqueo de rama izquierda del haz e hiperpotasemia. A diferencia del infarto miocárdico en los casos no quirúrgicos, en el periodo posquirúrgico, la mayoría de los infartos miocárdicos se relaciona con depresión de ST y tienen un patrón sin onda Q. Mientras se administra O2 suplementario y se obtiene un ECG de 12 derivaciones y enzimas cardiacas, deben revisarse y corregirse los posibles factores precipitantes para los cambios en el segmento ST. Las etiologías comunes incluyen hipoxemia, anemia, taquicardia, hipotensión e hipertensión. Si hay isquemia, debe controlarse la frecuencia con un bloqueador β. El ácido acetilsalicílico y las estatinas pueden disminuir la mortalidad de pacientes con síndrome coronario agudo en el periodo perioperatorio. La nitroglicerina IV es una buena opción para casos con elevación del segmento ST. Debe considerarse la consulta con cardiología y la transferencia a la UCI. 3. En pacientes en alto riesgo de eventos cardiacos (con antecedentes de cardiopatía isquémica, cardiopatía congestiva, enfermedad vascular cerebral, insuficiencia renal, diabetes mellitus y aquellos sometidos a procedimientos intratorácicos, intraperitoneales o vasculares suprainguinales), la continuación y, en ciertos casos, el inicio de bloqueo β pueden disminuir el riesgo de eventos cardiacos adversos perioperatorios. E. El paciente con marcapasos permanente (PMP) o desfibrilador intracardiaco (DIC) requiere atención especial en la UCPA. Debe obtenerse información del equipo quirúrgico sobre la dependencia del paciente por el marcapasos y las características del dispositivo. Está indicada la monitorización continua ECG con atención especial al ritmo, frecuencia y estado hemodinámico. El electrocauterio utilizado durante la cirugía puede desencadenar respuestas arrítmicas en el PMP y el DIC. Es menos probable que los dispositivos modernos se afecten por la interferencia electromagnética intraquirúrgica. Colocar un imán sobre el PMP o el DIC no debe ser una práctica estándar sin el conocimiento preciso de sus efectos. Se recomienda ampliamente la comunicación con el servicio de electrofisiología antes y después de la cirugía para conocer el estado del dispositivo. El reporte y reprogramación del dispositivo a los parámetros originales pueden ser necesarios en la UCPA después del procedimiento quirúrgico. VII. COMPLICACIONES RENALES La insuficiencia renal aguda en el periodo posquirúrgico aumenta de manera significativa la morbimortalidad del paciente quirúrgico. La fisiología, diagnóstico y tratamiento de las anomalías renales se describen en el capítulo 4. Aquí se explican tres condiciones comunes encontradas en la UCPA que pueden indicar disfunción renal. A. La oliguria se define como un gasto urinario menor de 0.5 mL/kg/h en 6 horas o más; sin embargo, el gasto urinario reducido en la UCPA con frecuencia precede al diagnóstico oficial. La hipovolemia es la causa más frecuente de oliguria posquirúrgica. La administración de un bolo hídrico (250 a 500 mL de cristaloide o un coloide sintético), incluso cuando aún no se han excluido otras etiologías, es aceptable, así como la colocación de un catéter urinario. Las pruebas diagnósticas adicionales (p. ej., electrólitos plasmáticos y urinarios) y la monitorización invasiva deben considerarse cuando la oliguria persiste. Los diuréticos (véase el capítulo 4) deben utilizarse sólo cuando es necesario, como en insuficiencia cardiaca congestiva e insuficiencia renal crónica. Clasificar la patología urinaria como prerrenal, intrarrenal y posrenal es útil para diagnosticar al paciente posquirúrgico con oliguria. 1. La oliguria prerrenal incluye condiciones que disminuyen la presión de perfusión renal. Además de la hipovolemia, deben considerarse otras causas de gasto cardiaco disminuido (véase la sección VI.A.4). El síndrome compartimental abdominal por presiones intraabdominales altas (hemorragia intraperitoneal y ascitis masiva) también puede reducir la perfusión renal. El análisis de los electrólitos urinarios (véase el capítulo 4) revelarán una excreción fraccional baja de sodio (< 1%). 2. Las causas intrarrenales de oliguria posquirúrgica incluyen necrosis tubular aguda secundaria a hipoperfusión (p. ej., hipotensión, hipovolemia y sepsis), toxinas (p. ej., medicamentos nefrotóxicos y mioglobinuria) y traumatismos. El examen general de orina puede mostrar cilindros granulares. 3. Las causas posrenales comprenden obstrucción del catéter urinario, traumatismos y daño ureteral iatrogénico. B. La poliuria, definida como un gasto urinario desproporcionadamente alto para una ingesta hídrica dada, ocurre con menor frecuencia. El tratamiento sintomático se basa en el remplazo de volumen para mantener la estabilidad hemodinámica y el equilibrio hídrico adecuado. El equilibrio electrolítico y ácido-base puede alterarse por la etiología o gran pérdida de volumen. El diagnóstico diferencial incluye lo siguiente: 1. Administración excesiva de volumen que requiere observación simple en individuos sanos. 2. Diuresis farmacológica. 3. La diuresis osmótica puede ser producto de la hiperglucemia, hipercalcemia, intoxicación por alcohol y administración de solución salina hipertónica, manitol o nutrición parenteral. 4. Diuresis posobstructiva después de la resolución de la obstrucción urinaria. 5. La necrosis tubular aguda puede causar poliuria transitoria por la pérdida de la función concentradora de los túbulos. 6. La diabetes insípida secundaria a la falta de hormona antidiurética puede seguir a lesión cefálica, infecciones o cirugía intracraneal hipotalámica. C. Las alteraciones electrolíticas como hiperpotasemia y acidemia pueden desarrollarse en horas, y requieren corrección urgente para evitar las arritmias ventriculares y la muerte (véase el capítulo 4). La poliuria puede causar deshidratación profunda, con pérdidas masivas de potasio, y ocasionar alcalemia. La hipopotasemia, relacionada con frecuencia con hipomagnesemia, también puede desencadenar arritmias ventriculares y auriculares, aunque no tan graves como aquéllas relacionadas con hiperpotasemia. El potasio debe remplazarse con precaución para evitar la sobredosis. El remplazo de magnesio puede tratar con eficacia las arritmias auriculares y ventriculares, en especial si estas últimas se deben a torsade de pointes. VIII. COMPLICACIONES NEUROLÓGICAS A. Despertar retrasado 1. La causa más frecuente de despertar retrasado son los efectos persistentes de los anestésicos (véase la sección VI.B). Las causas menos comunes, pero que ponen en riesgo la vida, incluyen los eventos cerebrales orgánicos descritos a continuación. 2. La perfusión cerebral disminuida de duración suficiente, durante o después de cirugía, puede causar el daño cerebral localizado o difuso, responsable de la obnubilación y el despertar retrasado. En pacientes con enfermedad vascular cerebral, los periodos breves de hipotensión pueden causar una reducción crítica de la perfusión cerebral, con daño cerebral. Si se sospecha esta situación, debe obtenerse una consulta neurológica tan pronto como sea posible, y considerar estudios específicos (p. ej., tomografía computarizada [TC], imagen por resonancia magnética [IRM] o angiografía). Si se sospecha edema cerebral, el tratamiento debe iniciar de inmediato (véase el capítulo 24). 3. Las causas metabólicas de despertar retrasado incluyen hipotermia, sepsis, encefalopatías preexistentes, hipoglucemia y desequilibrio electrolítico y ácido-base. B. Puede producirse daño neurológico por EVC o deberse a lesión de nervio periférico (véase la sección VIII.D). El EVC en el periodo perioperatorio tiene una incidencia de 0.1 a 2.2% y ser isquémico o hemorrágico. El diagnóstico temprano de EVC puede ser difícil debido a que los síntomas de lenguaje desarticulado, cambios visuales, mareo, agitación, confusión, psicosis, entumecimiento, debilidad muscular y parálisis pueden superponerse con las manifestaciones de los anestésicos residuales. Los EVC isquémicos son más comunes en pacientes con enfermedad vascular cerebral, estados hipercoagulables y fibrilación auricular, y pueden relacionarse con hipotensión intraquirúrgica. Las embolias grasas secundarias a fracturas de huesos largos también pueden provocar EVC. Los EVC hemorrágicos son más comunes en pacientes con coagulopatías, hipertensión descontrolada, aneurisma cerebral, malformación arteriovenosa y traumatismo craneoencefálico. Los EVC son más frecuentes después de cirugía intracraneal, endarterectomía carotídea, cirugía cardiaca y traumatismo. La consulta neurológica seguida de TC o IRM cerebral es obligatoria para guiar las opciones terapéuticas inmediatas y es posible que el cerebro se recupere. C. El delirio a la emersión ocurre en 5 a 20% de los pacientes, se caracteriza por excitación que alterna con letargo, desorientación y conducta inapropiada. El delirio puede ocurrir en cualquier paciente, pero los factores de riesgo específicos incluyen edad (< 5 y > 64 años de edad), ansiedad preexistente o diagnóstico psiquiátrico, tipo de cirugía (mama, abdominal, ENC y oftálmico), dolor posquirúrgico intenso y premedicación con benzodiacepina. Numerosos fármacos utilizados en el perioperatorio pueden precipitar delirio: ketamina, opioides, benzodiacepinas, dosis altas de metoclopramida y anticolinérgicos (atropina o escopolamina). El delirio puede ser el síntoma de alguna patología, como hipoxemia, acidemia, hiponatremia, hipoglucemia, lesión intracraneal, sepsis, dolor intenso y abstinencia de alcohol. Además de evaluar las causas subyacentes, el tratamiento es sintomático, O2 suplementario, remplazo hidroelectrolítico y analgesia adecuada. Los medicamentos antipsicóticos como haloperidol (incrementos de 2.5 a 5 mg IV cada 20 a 30 minutos) pueden estar indicados. Las benzodiacepinas (diazepam, 2.5 a 5 mg IV y lorazepam, 1 a 2 mg IV) pueden agregarse si la agitación es grave. La fisostigmina (0.5 a 2.0 mg IV) puede revertir el delirio debido a fármacos anticolinérgicos. D. Las lesiones neurológicas periféricas pueden seguir al posicionamiento intraquirúrgico inadecuado, a la lesión quirúrgica directa o ser una complicación de las técnicas anestésicas regionales. En el análisis de demandas cerradas de la American Society of Anesthesiologists (ASA), la lesión del nervio cubital comprendió cerca de una tercera parte de los casos por lesión nerviosa, seguida de la lesión del plexo braquial y el nervio peroneo común. Los factores de riesgo para lesión nerviosa después de cirugía incluyen hábito corporal esbelto, antecedente de neuropatía, tabaquismo y diabetes. Otros sitios de posible daño nervioso son la muñeca (nervio mediano y cubital), cara interna del brazo (nervio radial) y los puntos de salida de las ramas principales del nervio craneal VII, que pueden comprimirse durante los casos de vía aérea por mascarilla. La posición de litotomía, en especial cuando se prolonga, puede provocar lesión del nervio ciático, femoral, peroneo común y safeno. El posicionamiento inadecuado provoca compresión o estiramiento del nervio con desmielinización. Con frecuencia, la remielinización ocurre en 6 a 8 semanas y su recuperación es completa. No obstante, la recuperación puede ser más larga y, en ocasiones, los déficits son permanentes. La consulta neurológica temprana para el diagnóstico y rehabilitación es crucial para la recuperación completa. TA B L A Protocolo modificado de Brice 36.1 ¿Qué es lo último que recuerda antes de quedarse dormido para la cirugía? ¿Qué es lo primero que recuerda cuando despertó después de la cirugía? ¿Recuerda algo desde que se quedó dormido y despertó? ¿Soñó algo? ¿Qué es lo más desagradable que recuerda de la operación y la anestesia? E. La conciencia intraquirúrgica y el recuerdo son complicaciones raras de la anestesia general (0.13% en un estudio multicéntrico grande) que pueden detectarse primero en la UCPA. Es común que sean consecuencia de técnicas anestésicas ligeras y ocurran especialmente después de cirugía traumatológica, cardiaca y obstétrica. Los factores de riesgo incluyen resistencia genética o adquirida (antecedente de abuso de sustancias o medicamentos prescritos), estado físico III a V, según la ASA, y uso de relajantes musculares. Los efectos a largo plazo de la conciencia bajo anestesia general van desde ansiedad leve hasta trastorno por estrés postraumático manifiesto. Una entrevista breve (como el protocolo modificado de Brice) puede realizarse en la UCPA para identificar pacientes con recuerdo (tabla 36.1). Éstos deben recibir confortación y seguimiento hospitalario y ambulatorio. La referencia para asesoría psicológica siempre debe ofrecerse. IX. PRINCIPIOS PARA EL MANEJO DEL DOLOR Los principios para el manejo del dolor se describen en el capítulo 39. La analgesia adecuada inicia antes de la cirugía, continua en el Qx y en la UCPA. A. Los opioides (IV o epidurales) son la forma más común de analgesia posquirúrgica. 1. Es frecuente que el fentanil, un opioide sintético potente con inicio de acción rápida, se limite al momento quirúrgico. Sin embargo, en ocasiones, pueden ajustarse gradualmente pequeñas dosis IV (25 a 50 μg bolo IV) después de la cirugía para establecer la analgesia con rapidez. 2. Morfina (2 a 4 mg bolo IV), puede repetirse cada 10 a 20 minutos hasta lograr la analgesia adecuada. En niños mayores de 1 año de edad, pueden administrarse con seguridad 15 a 20 μg/kg IV o IM en intervalos de 30 a 60 minutos. 3. Hidromorfona (0.2 a 0.5 mg bolo IV) también puede repetirse cada 10 a 20 minutos hasta lograr la analgesia adecuada. Es un opioide sintético casi ocho veces más potente que morfina y se relaciona con menor liberación de histamina. 4. Meperidina (25 a 50 mg bolo IV) tiene eficacia similar. Carece del efecto vagotónico de otros opiáceos y por lo regular se utiliza para reducir los escalofríos posanestesia. Debe evitarse en pacientes que reciben inhibidores de monoaminoxidasa (síndrome por serotonina) y administrarse con precaución en pacientes con insuficiencia renal (metabolito tóxico normeperidina relacionado con crisis convulsivas). B. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y paracetamol son complementos eficaces de los opioides. El ketorolaco (30 mg bolo IV seguidos de 15 mg bolo IV cada 6 a 8 horas en el periodo perioperatorio) proporciona analgesia posquirúrgica potente. Otros AINE no selectivos (ibuprofeno, naproxeno e indometacina) también son eficaces. La toxicidad potencial de todos los AINE incluye agregación plaquetaria disminuida que provoca mayor riesgo de sangrado y nefrotoxicidad. C. Los analgésicos adyuvantes incluyen espasmolíticos (ciclobenzaprina) y dosis bajas de benzodiacepinas. D. Los bloqueos sensitivos regionales pueden ser muy eficaces en el posoperatorio (véase el capítulo 18). E. Se ha demostrado que la analgesia IV controlada por paciente es superior respecto de la satisfacción del paciente, en comparación con la analgesia intermitente administrada por el personal médico. F. La analgesia epidural continua debe seguir después de la cirugía o iniciarse con prontitud en la UCPA si no se usó en el Qx. X. NÁUSEA Y VÓMITO POSQUIRÚRGICOS La náusea y el vómito posquirúrgicos (NVPO) son una complicación común de la anestesia general y menos frecuente con la anestesia regional. En la Figura 36.1 se presenta un algoritmo para el manejo de ellos. Los pacientes deben estratificarse antes de la cirugía respecto de su riesgo de NVPO. La incidencia es mayor en mujeres, no fumadores y pacientes con antecedente de NVPO o cinetosis y cuando se utiliza óxido nitroso y anestésicos volátiles bajo anestesia general. Ciertos tipos de cirugía (colecistectomía, laparoscopia y ginecológica) también pueden aumentar el riesgo de NVPO. A. La profilaxis para NVPO no se recomienda en individuos que se piensa son de bajo riesgo. Si es adecuado, debe ofrecerse una técnica anestésica regional a los pacientes con mayor riesgo de NVPO. Si éstos se someten a anestesia general, deben recibir profilaxis antiemética antes o durante la cirugía. La monoterapia o la combinación de dos o más antieméticos disminuye los factores de riesgo iniciales para NVPO: ansiólisis prequirúrgica, uso de propofol para inducción y mantenimiento de la anestesia, anestesia total IV, hidratación adecuada y minimización de los opioides perioperatorios. Si ocurre NVPO en el paciente que no ha recibido profilaxis, debe iniciarse terapia con un antagonista de serotonina y complementarse, si es necesario, con medicamentos de otras clases. En sujetos que recibieron profilaxis, la terapia de rescate debe consistir en fármacos de clases distintas a los que ya se administraron. Se ha encontrado que la administración de medicamentos de la misma clase en las primeras 6 horas posquirúrgicas no es eficaz para tratar NVPO. Las clases y medicamentos antieméticos comunes incluyen los siguientes: B. Antagonistas de serotonina (ondansetrón 4 mg bolo IV, granisetrón 0.35 a 3 mg bolo IV, dolasetrón 12.5 mg bolo IV) se han estudiado bien como antieméticos profilácticos cuando se administran al final de la cirugía y como antieméticos de rescate cuando ocurren náusea y emesis posquirúrgicas. Sin embargo, si ya se ha administrado un antagonista de serotonina como profilaxis, no se ha observado beneficio con la readministración como medicamento de rescate en las siguientes 6 horas a la dosis profiláctica. C. El uso de corticosteroides es común para la prevención de NVPO. La dexametasona (4 a 8 mg bolo IV) es la mejor estudiada. Es la más eficaz para profilaxis si se administra a la inducción de la anestesia y puede usarse como fármaco de rescate para NVPO establecida. La metilprednisolona (40 mg bolo IV) también puede usarse para prevenir NVPO. FIGURA 36.1 Algoritmo para el manejo de NVPO. D. Las butirofenonas incluyen haloperidol y droperidol. Es posible que el haloperidol (0.5 a 2 mg bolo IV) tenga la misma eficacia que el ondansetrón (4 mg bolo IV) para prevenir NVPO. El droperidol (0.625 a 1.25 mg bolo IV) ya no se utiliza como medicamento de primera elección debido a una advertencia de la FDA en 2001 que alertaba sobre prolongación del segmento QT y torsade de pointes. Debe documentarse un segmento QT normal antes de administrar droperidol, y monitorización ECG continua durante algunas horas después de la dosis. El droperidol aún se recomienda como tratamiento alternativo para NVPO establecida. E. La escopolamina transdérmica (1.5 mg) es eficaz para profilaxis si se aplica 2 horas antes de iniciar la cirugía. Puede causar cambios visuales y sedación. F. Las fenotiazinas comprenden prometazina (6.25 a 12.5 mg bolo IV) y perfenazina (2.5 a 5 mg bolo IV) que se han utilizado para prevención y tratamiento de NVPO. La prometazina debe inyectarse con cuidado debido a que la extravasación o la inyección subcutánea podría provocar necrosis tisular. G. Los antihistamínicos incluyen dimenhidrinato (1 mg/kg bolo IV) y meclizina (50 mg PO) y pueden usarse como profilaxis para NVPO. El principal efecto colateral es la sedación. H. El propofol (20 mg bolo IV) puede usarse como fármaco de rescate en la UCPA. I. Los antagonistas del receptor NK-1 son una nueva clase de antieméticos. El único disponible para profilaxis de NVPO es aprepitant (40 a 80 mg PO) y debe administrarse en las 3 horas previas a la inducción. Aunque se cuenta con datos clínicos limitados, los estudios iniciales son promisorios. XI. CAMBIOS EN LA TEMPERATURA CORPORAL A. La hipotermia posquirúrgica causa vasoconstricción con aumento secundario de la presión arterial, mayor contractilidad miocárdica e hipoperfusión de los tejidos; altera la función plaquetaria y la formación de coágulos, y puede incrementar el riesgo de sangrado. Los cambios en la repolarización cardiaca, como la prolongación del intervalo QT, pueden inducir arritmias. Además, el metabolismo de varios fármacos se desacelera y puede provocar recuperación prolongada del bloqueo neuromuscular. Durante el recalentamiento, los escalofríos aumentan de modo significativo el consumo de O2 y la producción de CO2, lo que resulta indeseable en pacientes con reserva cardiopulmonar limitada. La hipotermia en el periodo perioperatorio puede aumentar la duración de la estancia en la UCPA, las tasas de infección de la herida y la morbilidad cardiaca. Las mantas calefactoras, aquéllas con aire caliente forzado y las soluciones IV calientes deben utilizarse para corregir la hipotermia (véase el capítulo 19). B. Las etiologías de la hipertermia incluyen infección, reacción transfusional, hipertiroidismo, hipertermia maligna, síndrome por serotonina y síndrome neuroléptico maligno. El tratamiento sintomático debe limitarse a situaciones en que la hipertermia es riesgosa, como en niños pequeños o pacientes con compromiso de la reserva cardiaca o respiratoria. El paracetamol (supositorios de 650 a 1 300 mg o 10 mg/kg en niños) y las mantas enfriadoras se utilizan con frecuencia. La hipertermia puede causar taquicardia sinusal. XII. RECUPERACIÓN DE LA ANESTESIA NEURAXIAL Y REGIONAL A. Los bloqueos regionales no complicados pueden no requerir recuperación en la UCPA. La monitorización posquirúrgica está indicada cuando se administra sedación profunda, cuando ocurre una complicación en el bloqueo (p. ej., inyección intravascular de anestésico local y neumotórax) o cuando se requiere por la naturaleza de la cirugía (p. ej., endarterectomía carotídea). B. La recuperación de anestesia epidural y espinal es gradual. Los pacientes deben mostrar signos de regresión del bloqueo sensitivo y motor antes del alta. Si parece que la recuperación tarda, debe realizarse una exploración neurológica para investigar la posibilidad de hematoma epidural o lesión nerviosa. XIII. CRITERIOS PARA EL ALTA En el Massachusetts General Hospital, todos los pacientes sometidos a anestesia general se observan hasta que están listos para el alta, sin un intervalo mínimo de recuperación obligatorio. Requiere por lo menos 30 minutos de observación después de la última dosis de opioides (u otro medicamento depresor respiratorio) para asegurar la adecuación de la ventilación y oxigenación. A. Para recibir el alta de la UCPA, los pacientes deben satisfacer varios criterios. Despertar con facilidad y estar orientados, o en sus niveles basales. Los signos vitales deben ser estables y dentro de límites normales. El dolor y la náusea deben estar bajo control. El requerimiento para la micción o la capacidad para tolerar líquidos claros antes del alta puede ser necesario en pacientes selectos. No debe presentar complicaciones quirúrgicas obvias (p. ej., sangrado activo). Los pacientes que recibieron anestesia neuraxial deben mostrar signos de regresión del bloqueo sensitivo y motor antes del alta. La comunicación eficaz con el equipo quirúrgico y de guardia al que se transferirá al paciente puede acelerar el alta de pacientes de la UCPA. Los ambulatorios deben darse de alta a un adulto responsable con instrucciones escritas respecto de la dieta posquirúrgica, medicamentos, etc., y con un número telefónico al cual llamar en caso de emergencia. B. La recuperación acelerada puede utilizarse en pacientes que satisfacen ciertos criterios al dejar el Qx y se consideran listos para omitir la estancia tradicional en la UCPA a discreción del proveedor de anestesia. Estos sujetos pueden transferirse directamente a una unidad de recuperación de segunda etapa si son pacientes ambulatorios, o a piso si están hospitalizados. Los criterios para recuperación acelerada incluyen los siguientes: 1. El paciente debe estar despierto, alerta y orientado (o en su estado basal). 2. Los signos vitales deben ser estables (es poco probable que requiera intervención farmacológica). 3. La saturación de oxígeno debe ser 94% o mayor en aire ambiente (3 minutos o más) o en los valores basales. 4. Si se ha utilizado un relajante muscular, el paciente no debe mostrar signos clínicos de debilidad muscular o la monitorización cuantitativa del tren de cuatro debe ser mayor de 0.9. 5. La náusea y el dolor deben ser mínimos (poco probable que requiera medicamentos parenterales). 6. No debe haber sangrado activo. C. El uso intraquirúrgico de medicamentos de acción corta (midazolam, propofol, dexmedetomidina, remifentanil, succinilcolina, desflurano y sevoflurano) y ciertas cirugías (procedimientos ortopédicos o ginecológicos simples) pueden hacer más probable la recuperación acelerada. XIV. RECUPERACIÓN ACELERADA DESPUÉS DE LA CIRUGÍA La ERAS promueve una serie de intervenciones y tratamientos basados en evidencias que comprenden el periodo perioperatorio completo. Cuando estas recomendaciones son aplicables, provocan mejores desenlaces clínicos, que incluyen menor mortalidad y estancias hospitalarias más breves. Se han realizado esfuerzos organizacionales en pacientes sometidos a cirugía colónica electiva, pero se han presentado lineamientos adicionales para pancreatoduodenectomía, cirugía rectal y pélvica, y cistectomía radical. En la UCPA puede prestarse atención específica a minimizar NVPO, utilizar estrategias de analgesia multimodal, reducir la administración de opioides mientras se mantiene el control adecuado del dolor y el empleo juicioso de cristaloides balanceados para reanimación. XV. CONSIDERACIONES PARA LA RECUPERACIÓN PEDIÁTRICA A. Las NVPO son más comunes en la población pediátrica quirúrgica que en la adulta; sin embargo, los niños menores de 2 años son excepciones y tienen una incidencia reducida comparada con los adultos. Ciertas cirugías (adenoamigdalectomía, reparación de estrabismo, reparación de hernia, orquidopexia y cirugía peneana) se relacionan con mayor incidencia de NVPO. Los factores de riesgo, así como los principios generales para prevención y tratamiento, son similares a los descritos para adultos (véase la sección X). Se cuenta con evidencia razonable que sugiere que el ondansetrón (100 μg/kg bolo IV para < 6 meses de edad; 150 μg/kg bolo IV en > 6 meses de edad hasta 4 mg) y dexametasona (62.5 a 500 μg/kg hasta 8 mg) son superiores a otros medicamentos en la prevención de NVPO en niños. B. La obstrucción de la vía aérea es secundaria a etiologías similares y responde mejor a tratamientos semejantes en niños que en adultos (sección VI.C). Las infecciones respiratorias superiores recientes o activas incrementan el riesgo de laringoespasmo posquirúrgico, en especial en niños con antecedente de prematurez o enfermedad de vía aérea reactiva. El edema subglótico después de extubación (crup posextubación) se relaciona con infecciones de vías respiratorias superiores concomitantes, intubación traumática, repetida o prolongada, tubos endotraqueales muy ajustados y cirugía de cabeza y cuello. El tratamiento se señala en la sección VI.C. Colocar al niño en posición de decúbito lateral después de la emersión de anestesia mejora la permeabilidad de las vías respiratorias superiores y la eficacia de las maniobras de tracción mentoniana y elevación mandibular, y también minimiza el riesgo de aspiración del contenido gástrico en caso de vómito. C. La agitación en niños puede ser una respuesta normal a la emersión de la anestesia en un ambiente extraño y desconocido, y en ausencia de sus padres. El uso intraquirúrgico de anestésicos volátiles, ketamina y atropina, así como el tratamiento inadecuado del dolor pueden aumentar la incidencia de agitación y ansiedad. Deben considerarse, investigarse y tratarse otras causas como hipoxemia, hipercapnia, hipotermia, hipotensión, alteraciones metabólicas y patología del sistema nervioso central. El control adecuado del dolor, la confortación, los mimos y la presencia de los padres al lado de la cama pueden mitigar los síntomas en la mayoría de los niños. XVI. CUIDADOS CRÍTICOS EN LA UNIDAD DE RECUPERACIÓN POSANESTESIA Cada vez más se admite a los pacientes a la unidad de recuperación posanestesia para proporcionar cuidados de la UCI a corto plazo. Los sujetos sometidos a cirugía torácica no complicada (p. ej., toracotomías, lobectomías y resecciones en cuña) y procedimientos vasculares (p. ej., reparación de aneurisma aórtico abdominal infrarrenal, endarterectomías carotideas), así como otros procedimientos que implican cambios grandes de volumen, requieren un nivel más estrecho de los cuidados posquirúrgicos. Los aspectos del cuidado varían desde el manejo agresivo de la presión arterial con medicamentos IV hasta continuar la ventilación mecánica y la reanimación hemodinámica. Es importante que los proveedores de cuidados en la UCPA establezcan un plan para continuar la monitorización y el cuidado. Si surge la necesidad de cuidados críticos más prolongados a lo esperado o las alteraciones hemodinámicas o respiratorias continúan, debe ocurrir la transferencia a la UCI. Lecturas recomendadas Apfelbaum JL, Walawander CA, Grasela TH, et al. Eliminating intensive postoperative care in same-day surgery patients using short-acting anesthetics. Anesthesiology 2002;97:66–74. Apfelbaum JL, Silverstein JH, Chung FF, et al. Practice guidelines for postanesthetic care: an updated report by the American Society of Anesthesiologists Task Force on Postanesthetic Care. Anesthesiology 2013;118:291–307. Bartels K, Karhausen J, Clambey ET, et al. Perioperative organ injury. Anesthesiology 2013;119: 1474–1489. Chenitz KB, Lane-Fall MB. Decreased urine output and acute kidney injury in the postanesthesia care unit. Anesthesiol Clin 2012;30:513–526. Fu ES, Downs JB, Schweiger JW, et al. Supplemental oxygen impairs detection of hypoventilation by pulse oximetry. Chest 2004;126:1552–1558. Gan TJ, Diemunsch P, Habib AS, et al. Consensus guidelines for the management of postoperative nausea and vomiting. Anesth Analg 2014;118(1):85–113. Gustafsson UO, Scott MJ, Schwenk W, et al. Guidelines for perioperative care in elective colonic surgery: Enhanced Recovery After Surgery (ERAS) Society recommendations. World J Surg 2013;37:259–284. Kluger MT, Bullock FM. Recovery room incidence: a review of 419 reports from the Anaesthetic Incident Monitoring Study (AIMS). Anaesthesia 2002;57:1060–1066. Lindenauer PK, Pekow P, Wang K. Perioperative beta-blocker therapy and mortality after major non cardiac surgery. N Engl J Med 2005;353:349–361. Mashour GA, Orser BA, Avidan MS. 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