1 EL EXPRESIONISMO A TRAVÉS DEL TIEMPO EL EXPRESIONISMO A TRAVÉS DEL TIEMPO Joan Andreu Busquets EDICIONES NOVARTE COLECCIÓN ENSAYOS SELECTOS Diseño de portada: Hernán Sevillana Diseño editorial: Ana Cecilia Trujillo Primera edición: 2020 Producción: EDICIONES NOVARTE Colección Ensayos Selectos D.R. © Joan Andreu Busquets, 2020 © Ediciones Novarte, 2020 Editado en México Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o trasmitida en manera alguna ni por ningún medio, sin permiso previo del editor. El deseo por expresar a través del arte aquellas ideas que interesan apasionadamente y que conmueven a los artistas plásticos, los ha llevado en diferentes etapas de la historia a experimentar con los recursos disponibles en el bagaje cultural que la sociedad del conocimiento ha puesto a su disposición. Esa exploración les ha permitido referenciar movimientos que han configurado sistémicamente el ámbito de las artes plásticas en el transcurso de la historia; en el proceso de búsqueda hacen uso de tales recursos tanto por sus méritos técnicos como por su capacidad para conceptualizar la realidad a la que hacen referencia. Tal referenciación del conocimiento -a la que muchos académicos denominan, adecuadamente, apropiación- es una realidad excepcional del humanismo del siglo XXI, con la que los creadores contemporáneos iluminan el sendero por el que transitan actualmente. 1 En ese sentido, este texto presenta tres propuestas artísticas que coinciden a pesar de que ocurren en momentos históricos diferentes. Suceden, así lo creo, por la inevitable necesidad de afrontar situaciones que se repiten en la historia del ser humano; son propuestas que revelan el lado pesimista de la vida generado por las circunstancias históricas del momento, y denuncian la cara oculta de la modernización: la alineación, el aislamiento y la masificación que se hicieron palpables en las grandes ciudades. Los artistas abordados en este ensayo debieron sentirse obligados a captar los sentimientos más íntimos del ser humano victimizado en dicho contexto: la angustia existencial es, pues, el principal motor de su estética. Edvard Munch (1863-1944), David Alfaro Siqueiros (1896-1974) y Graciela González Duque (1957) pertenecen a diferentes geografías y a momentos históricos disímiles. Los hace coincidir su deseo por potenciar 2 el impacto emocional del espectador distorsionando y exagerando los temas representados en sus creaciones pictóricas. Representan las emociones sin preocuparse de la realidad externa, sino de la naturaleza interna y de las impresiones que despiertan en el observador. La fuerza psicológica y expresiva se plasma a través de los colores fuertes y puros, las formas retorcidas y la composición agresiva. No importa ni la luz ni la perspectiva, ambas alteradas con la mayor premeditación. Los tres se inscriben en el Expresionismo, corriente artística que busca la expresión de los sentimientos y las emociones del autor más que la representación de la realidad objetiva, esperando un acto reflejo por parte del espectador. En los tres casos, encontramos que sus representaciones rompen con las convicciones tradicionales de las anatomías para sumergirse en el mundo interior. Y es justamente con el noruego Munch con el que se inicia un período preliminar del Expresionismo. 3 “Queremos más que una simple fotografía de la naturaleza. No queremos pintar cuadros bonitos para ser colgados en las paredes del salón. Queremos crear, o al menos sentar las bases de un arte que le dé algo a la humanidad. Un arte que los atraiga y enganche. Un arte creado de su corazón más íntimo”. Edvard Munch. 4 EDVARD MUNCH Edvard Munch (1863-1944) fue un pintor y grabador noruego, reconocido por evocar en su obra la angustia existencial humana. Es considerado el precedente más importante de la estética Expresionista y el pintor más influyente en el expresionismo alemán de comienzos del siglo XX. Un aspecto poco conocido de Edvard Munch fue su gusto por la escritura, lo que derivó en la configuración de un pensamiento literario que influyó fuertemente en su producción pictórica. Desde su juventud, y durante toda su vida, escribió –y conservó- anotaciones en diarios, bocetos literarios, poemas en prosa, colaboraciones en periódicos, 5 contratos, listas de tareas por realizar, y, por supuesto, cartas. Su obra pictórica es, pues, excepcionalmente narrativa, lo que quizá explica la posibilidad de una lectura fácil de su trabajo. Los cuadros de Munch narran la vida de las personas y pueden leerse: reproducen fragmentos de una narración. “En lugar de palabras, puntuación, sintaxis y tipografía, en la composición de sus cuadros Munch utiliza colores, textura, extractos y elementos de motivos: narra con los recursos que le ofrece el medio. Y del mismo modo que la forma lingüística no puede separarse del texto, tampoco la forma del cuadro puede separarse de la obra de arte. La forma es el texto, es la obra de arte. Así, los textos literarios de Munch nos recuerdan que sus cuadros también pueden leerse como narraciones y, desde este punto de vista, los textos y los cuadros están estrechamente emparentados”1. 1 Edvard Munch. El friso de la vida. Prólogo de Hilde Bøe. Traducción de Cristina Gómez-Baggethun y Kirsti Baggethun. Nørdicalibros. España, 2015. Pág. 12. ISBN: 978-84-16440-21-4 6 Y fue desde su capacidad para hilar narrativas pictóricas que Munch abordó la problemática de la existencia humana. Sus obras han sido consideradas como “variaciones constantes sobre la gran sinfonía de la existencia humana en sus lados diurnos, pero aún más, como es congruente con la sensibilidad finisecular, en los nocturnos. El amor y el odio, el deseo y la angustia, las pasiones y las emociones, son elevados a arquetipos de la vida anímica del hombre moderno o, incluso, de la propia condición humana”2. Munch se consideraba a sí mismo una suerte de cirujano del alma, y al diseccionarla produjo una obra pictórica de enorme valía para la posteridad, en las que los sentimientos y las desdichas humanas fueron el pivote de cuadros como la soledad (Melancolía), la angustia (El Grito, quizá su mejor obra), la muerte (Muerte de un bohemio) y el erotismo (Amantes, El beso). Simón Marchán Fiz, Las vanguardias en las artes y la arquitectura (1900-1930), I, Espasa, Madrid, 2000, pág. 57. ISBN: 978-84-239-7898-4 2 7 El Grito (1893) refleja sus propios temores y tormentos. Su fuerza expresiva se debe en gran medida a las técnicas y efectos pictóricos empleados, la estridencia del colorido y la sinuosidad de las líneas. El grito de terror trae consigo la tensión y el pánico interior que destruyen la materialidad anatómica. Los rasgos faciales desaparecen bajo el gesto. No hay nada de realismo, se representa el interior y no el exterior. La figura del primer plano, el personaje que grita, oprime las manos contra el rostro como representación de la desesperación y la angustia, contrastando con el segundo plano donde se distinguen las siluetas de dos hombres con sombrero en actitud distante, representando la falta de empatía en situaciones de desconsuelo. El paisaje del fondo de El Grito participa en esa desazón: el cielo encendido de colores rojizos trasmite una sensación de desorden y descontrol, produciendo un ambiente arrebatado que envuelve amenazadoramente al personaje que grita. Las líneas curvas y onduladas 8 que transmiten fluidez y movimiento vinculan a esta obra con el Modernismo, tan de moda en esa época. Los colores cálidos y fríos no están compensados, su efecto es agresivo, ofreciendo una imagen angustiada de la realidad y del mundo interior. Sobre El Grito, el propio Munch afirmaría, en 1892: “Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho. Me detuve; me apoyé en la barandilla, preso de una fatiga mortal. Lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí, temblando de miedo. Y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza”. El expresionismo inscribió en la historiografía una característica importante en el manejo de la realidad: la des-figuración y las pinceladas gestuales contenedoras de significados emocionales que le dieron preponderancia a la materialidad pictórica. 9 Una de las características de la pintura moderna es, justamente, la materialidad que se sumó de manera irreversible a la temática elegida por el artista. Ese fue, quizá, uno de los aportes más sobresalientes con que se ha distinguido a la pintura moderna Y es a través de esta materialidad, explícitamente emocional, que podemos vincular el expresionismo con la obra de Siqueiros. 10 DAVID ALFARO SIQUEIROS José de Jesús Alfaro Siqueiros, más conocido como David Alfaro Siqueiros (1896-1974), fue un pintor y militar mexicano. Por su obra mural, es considerado uno de los tres grandes pintores exponentes de la Escuela Mexicana de Pintura, junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco. A diferencia de Rivera y Orozco, Siqueiros tuvo una agitada vida política que derivó en un lenguaje estético tributario de la retórica declamatoria que le exigía su radicalismo político, y de la estética expresionista europea que supo aunar a las preocupaciones de la tradición popular mexicana. 11 Al cumplir la mayoría de edad, Siqueiros y varios de sus compañeros de la Escuela de Bellas Artes se adhirieron al Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza para combatir al gobierno de Victoriano Huerta. Posterior a la caída de Huerta, en 1914, Siqueiros continuó en la lucha interna posrevolucionaria, pues el Ejército Constitucionalista tuvo que enfrentar las facciones políticas opuestas a Carranza: las de Pancho Villa y Emiliano Zapata. Los viajes militares que realizó Siqueiros por gran parte del territorio nacional le permitieron conocer la riqueza de la cultura mexicana. Después de que las fuerzas de Carranza tomaran definitivamente el control del país, Siqueiros regresó brevemente a la Ciudad de México para pintar, antes de viajar a Europa en 1919. En París pudo conocer el cubismo, a través de Cézanne, cuya obra le intrigaba por el uso de grandes bloques de color intenso. 12 Fue en París donde conoció a Diego Rivera, otro pintor mexicano de “los tres grandes” justo al comienzo de una fructífera carrera en el muralismo. Ambos viajaron por Italia para estudiar a los grandes pintores al fresco del Renacimiento3. Gracias a ello, produjo una obra que puede ser considerada seriamente como una alegoría política que concuerda con valores ideológicos afines al hombre del siglo XX, época en la que desarrolló su trabajo pictórico. Uno de sus trabajos que resumiría su interés en abordar temas sociales y políticos es el mural Nueva Democracia, tríptico que actualmente está resguardado en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. 3 Philip Stein, Siqueiros. His life and works. New York: International Publishers. ISBN: 978-07-178-0706-2. 13 Del mural Nueva Democracia, destaca el panel titulado originalmente México por la Democracia y la Independencia cuyas dimensiones (5.50 x 11.98 m) pueden dar una idea del gran trabajo realizado, en especial en aspectos técnicos como la perspectiva de la composición. Dicho panel fue inaugurado en 1944 y en él se puede observar una mujer con los brazos extendidos y el torso desnudo emergiendo de un volcán al tiempo que rompe las cadenas que la ataban, como una alegoría de la liberación de la opresión. La mano izquierda de la mujer empuña una flor amarilla que simboliza la ciencia y el arte, mientras que la mano derecha porta una antorcha que representa el fuego nuevo, símbolo del nacimiento de un nuevo indigenismo. La mujer viste en su cabeza un gorro frigio, emblema de la libertad en la Revolución francesa: de su costado izquierdo sale un brazo con la mano empuñada y un soldado alemán muerto: un símbolo del triunfo contra el fascismo. 14 En la pintura de Siqueiros, la materialidad se impone por la fuerza en el tratamiento de sus personajes y los ambientes en que se desenvuelven, pero también es mostrada por lo evidente de los elementos o componentes empleados en ella, además del procedimiento que resalta las texturas, enfatiza las pinceladas y agrega volúmenes, jugando con lo bidimensional y lo tridimensional en espacios que en ocasiones abarcan el piso, los muros y el techo, que en otras son cóncavos o convexos, o en el recurso de la escultopintura. Otras características de su obra son la tendencia a la monumentalidad y a un movimiento contenido. Esto lo logra con descomunales figuras, con escorzos efectistas y perspectivas múltiples que se perciben desde la poliangularidad. De manera indiscutible, la obra de Siqueiros es humanista; centra su interés en la condición humana, las emociones, el sufrimiento y el dolor, siempre con la idea de transformar la realidad para vivir en un mundo mejor. Su tratamiento está ligado al expresionismo, uno en el que 15 privilegia la buena construcción de la figura como un atractivo en sus composiciones. Sin embargo, el estudio del mundo interior y la tragedia están presente: nos lo advierte el rostro pesaroso de la mujer en Nueva Democracia, como representación del esfuerzo que vive en el momento de su liberación. La temática de esta obra, como muchas otras de Siqueiros, confirma un compromiso contra la injusticia que se hace evidente en la expresividad emocional de sus personajes. Ese compromiso contra la injusticia es un punto de encuentro entre Edvard Munch, David Alfaro Siqueiros y Graciela González Duque. Ésta última, pintora potosina cuya obra también refleja esa preocupación haciendo uso de la figura humana como una elección estilística que contribuye en la construcción de un discurso sensible que empatiza con la causa humana. 16 GRACIELA GONZÁLEZ DUQUE Graciela González Duque (San Luis Potosí, México, 1957) suele utilizar en su obra un diálogo entre la naturaleza y sus personajes con el que representa la vorágine posmoderna a la que hemos sido arrojados los seres humanos en pleno siglo veintiuno, y al torrente de actos infortunados que ocurren a cada momento de nuestras vidas cotidianas, conmoviéndonos y orillándonos a la introspección para enfrentar la incertidumbre. En sus telas, impregnadas de un lirismo sincero, Graciela González Duque nos urge a cavilar en torno a las desventuras humanas en el contexto de una posmodernidad que nos impone su impronta, y nos 17 hace preguntar con vehemencia, parafraseando a Leonard Cohen, What happens to the heart. En sus pinturas coexiste una suerte de ritmo estético con representaciones de tiranía y opresión, además de la falta de libertad del individuo. Vale decir que la pintora potosina nació en una época marcada por el cambio profundo manifestado en las ideas políticas locales; fue una época singular, marcada por la efervescencia política ante la proximidad de las elecciones federales para la presidencia de México -en las que triunfaría Adolfo López Mateos- y las elecciones locales para las presidencias municipales en San Luis Potosí, al tiempo en que diversos grupos políticos locales comenzaron a congregarse para distanciarse de Gonzalo N. Santos y desmantelar su cacicazgo, en un movimiento inspirado en el respeto a la autonomía universitaria y que, en perspectiva, 18 puede considerarse precursor del Navismo, con la figura principal de Salvador Nava Martínez4. Bajo ese tenor, los seres humanos somos representados por los personajes que se revelan tribulados en las telas de González Duque: somos la personificación de esa preocupación constante a la que hemos sido sometidos en el tiempo, más allá del romanticismo y después de la modernidad; hemos sido empujados por el apuro y la urgencia que nos obligan a hacerlo todo y hacerlo ya, obligándonos a dejar atrás ilusiones para dar paso al amor que carcome, a los lamentos desoídos, a la fragilidad del ser, a los hechos dolorosos del pasado… Esa interpretación de la realidad es uno de los méritos de esta autora, quien despierta en nosotros, los espectadores, y a través de su pintura, una imperiosa necesidad de transformar lo que vivimos en 4 María Isabel Monroy Castillo y Tomás Calvillo Unna, Historia Breve de San Luis Potosí. México. Fondo de Cultura Económica, 1997. ISBN: 968-16-5324-6. 19 códigos y fragmentos mensurables; su obra es una reinterpretación de lo cotidiano y una rebelión total a nuestra circunstancia. Otro hecho que cobijó el entorno en el que creció la artista potosina fue la modernización urbana en su ciudad natal, iniciada a finales de los años cincuenta y que tuvo su mayor auge durante las siguientes dos décadas, debido a las crecientes necesidades de desarrollos habitacionales, hacia el norte y el oriente de la urbe, así como la descentralización del comercio desde el centro hacia varios puntos de la misma, entre ellos el poniente de la capital, con la correspondiente renovación de la estructura vial. Tal progreso trajo consigo un nuevo rostro a la arquitectura de la capital potosina y a la correspondiente percepción estética de sus habitantes durante esas décadas que: “quedaron marcadas por la producción de obra arquitectónica pública y privada de corte moderno y funcional. El gobierno fue el principal promotor, y aun bajo la consigna del nacionalismo, se promovió un urbanismo y arquitectura con cierta 20 identidad. La urbe prehispánica, los materiales de la región y la idealización del fenotipo mexicano les otorgaron acento propio a la arquitectura y al urbanismo de ese momento”5. El drama político de su ciudad natal y el desarrollo urbanizador concurrente han inducido a Graciela a la observación detallada de su entorno, el contexto en el que creció y en el que desarrolló para sí misma una suerte de conciencia social que más tarde aplicaría en su pintura, esbozando temas existencialistas en torno a la vida interior de los seres humanos que, aun cuando ignoramos de manera consciente, la experimentamos de manera cotidiana. En consecuencia, la pintora logra sus representaciones mediante una paleta cromática de atributos umbrosos y trazos gestuales que privilegian el desconsuelo de los rostros y cuerpos que habitan su obra, en una suerte de definición del sentido conceptual de su trabajo pictórico 5 Angélica Castrejón Paniagua. Urbanismo moderno en México: el Plan Regulador de San Luis Potosí en los años sesenta y la creación de lugares en los años setenta. Revista de Arquitectura. Universidad de Los Andes, Colombia. 2013. ISSN: 2011-3188 21 que se apropia del expresionismo a través de las pinceladas que configuran entornos impresionistas con un cierto halo surrealista. Tal es el caso de la obra titulada Hombre pulpo realizada al óleo sobre tela de lino, de 115 centímetros de altura por 180 centímetros de anchura. En esta pieza, realizada en el año 2019, Graciela González prescinde de hermosismos: los rasgos preciosistas como cualidades de la pintura de caballete ceden su lugar a la exaltación anímica de siete rostros cuya expresividad resulta del caminar opresivo y avasallador de un personaje que se alza por encima de ellos. Es ese personaje, el hombre pulpo, la personificación del desasosiego psíquico y emocional que apresa tentacularmente a la septena de semblantes desencajados (representación de la humanidad) que se muestran impotentes ante un presente y un devenir plagado de peligros que nos exaltan emocionalmente de manera cotidiana. Esos rostros, representados en el horizonte inferior del cuadro, es decir, bajo la opresión amenazante, carecen de torso como una forma de 22 enfatizar el agobio en las expresiones faciales de los personajes que adquieren su experiencia de manera inconsciente dentro de los límites de su habitus, en el sentido expresado por Pierre Bourdieu. Para ello, González Duque infunde una suerte de angustia en sus personajes “cuya contemplación nos permite conocer su mundo interior para replicarlo en el nuestro, en el de todos nosotros que aún nos atrevemos a echar un vistazo a una pintura heredera del expresionismo de principios del siglo XX, y que se circunscribe en la actualidad contemporánea por su carácter trágico y existencialista”6. El estilo expresionista de la obra de Graciela es complementada con el tratamiento pleinarista (en el mismo sentido que se aplicaría a los pintores impresionistas) con el que aborda el paisaje que sirve de fondo a la escena y en el que el cielo de tonos rojizos, acentúa el simbolismo del Hombre pulpo, anunciando tiempos borrascosos. 6 Teresa Beriguistain Cortez. Improntas del ser. Una mirada a la obra de Graciela González Duque. Ediciones Arte Morado. México. 2020. 23 La manera expresionista, en el estudio de la obra de los tres autores, Edvard Munch, David Alfaro Siqueiros y Graciela González Duque, es un punto de encuentro que nos hace admitir que en la producción artística actual existe el uso retrospectivo del conocimiento, tal cual, para generar una suerte de arte retroactivo con un discurso contemporáneo que no descarta la posibilidad de nutrirse de corrientes estilísticas anteriores. El acto retroactivo implicado, que podríamos definir como prevalencia artística, impugna -voluntariamente o no- los dogmatismos del arte contemporáneo para adherirse a una propuesta pictórica preexistente. El fenómeno es digno de estudiarse y queda como un reto para los académicos, historiadores y analistas, que podrían encontrar similitudes en otros ámbitos de las artes… 24 El grito. Edvard Munch. 1893. Óleo, temple y pastel sobre cartón. 91 cm x 74 cm. Galería Nacional de Noruega, Oslo, Noruega 25 Nueva democracia. David Alfaro Siqueiros. 1944. Piroxilina sobre celotex. 550 x 1198 cm. Palacio de Bellas Artes. Ciudad de México. México. 26 Hombre pulpo. Graciela González Duque. 2019. Óleo sobre lino. 115 x 180 cm. Colección particular. 27 Edvard Munch nació el 12 de diciembre de 1863 en Loeiten, Noruega. Tras permanecer un año, donde había iniciado estudios de ingeniería, en 1880 En el año 1879 inició estudios en la carrera de ingeniería, en la Escuela Técnica de Oslo, pero al año siguiente toma la decisión de dedicarse a la pintura, y con ese propósito se inscribe en la Escuela de Dibujo de la ciudad. En 1885 una beca le permitió seguir estudiando en París. Participó por primera vez en la exposición de otoño de Cristianía (Oslo) donde estableció relaciones con el círculo de literatos y artistas de la capital. La mayor parte de su producción artística la realizó entre París y Berlín. En el año 1892, la exposición de sus cuadros en Berlín impresionó tanto a las autoridades que cerraron la muestra. En 1908 sus problemas nerviosos, agravados por su alcoholismo, le obligan a permanecer internado ocho meses en una clínica psiquiátrica de Copenhague. Restablecido, regresa a Noruega e inicia un periodo en el que su obra muestra una nueva vitalidad. Realiza los murales de la Universidad de Oslo. La estilización de la figura, la prolongación de las líneas y, en ocasiones, el intenso dramatismo y la intensidad cromática, hicieron del estilo pictórico del noruego Edvard Munch uno de los modelos estéticos del expresionismo de las primeras décadas del siglo XX. 28 José de Jesús Alfaro Siqueiros (David Alfaro Siqueiros) nació el 29 de diciembre de 1896 en Ciudad de México, México. Cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes de México y en la escuela de Santa Anita de esta ciudad. En 1914 se incorporó a la Revolución Mexicana alcanzando el grado de coronel en el Ejército Constitucionalista. Tomó parte en el renacimiento de la pintura al fresco efectuada bajo el patrocinio gubernamental de las decoraciones murales en edificios públicos. Fue uno de los tres grandes del muralismo mexicano junto con José Clemente Orozco y Diego Rivera. Residió en París, Barcelona y Estados Unidos. En 1921 publicó en Barcelona un único número de la revista Vida Americana, que contenía su “Manifiesto para los artistas de América”, en el que exponía sus ideas sobre el muralismo. A su regreso, organizó el sindicato de pintores, escultores y grabadores revolucionarios. El gobierno le encargó los primeros grandes murales, el primero de los cuales no pudo terminar, debido a una huelga estudiantil. Formó parte del Partido Comunista Mexicano y fundó el periódico El Machete. Es encarcelado unas siete veces y otras exiliado a causa de su ideología Marxista-Stalinista. 29 Graciela González Duque nació el 22 de septiembre de 1957 en San Luis Potosí (San Luis Potosí, México,) donde vivió su infancia y su adolescencia. Durante su educación secundaria cuando tuvo sus primeros contactos con el quehacer artístico, en el taller de pintura del maestro Fernando Domínguez. A los dieciséis años comenzó estudios en el Instituto Potosino de Bellas Artes, en la ciudad de San Luis Potosí, bajo la tutela de la maestra Cristina Newman. Eventualmente realizó estudios de Odontología en la Escuela de Estomatología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí donde el estudio de la Anatomía del cuerpo humano, la Fisiología, la Histología y la Embriología entre otras áreas de estudio la acercaron al dibujo del cuerpo humano y sus diferentes elementos, realizando ilustraciones con diferentes técnicas a lápiz y a color. Su gusto por la representación pictórica la estimuló para profundizar sus estudios en pintura, al lado de diversos maestros con los que ha realizado estudios de pintura y grabado, principalmente; entre ellos Armando Belmontes Ruiz, Artemio Rodríguez, José Ángel Robles, Jesús Ramos Frías, Jorge Cabrera, Verónica Gómez. Ha presentado su obra de manera colectiva e individual en varias exposiciones, y actualmente vive en su ciudad natal, donde se desempeña como profesional de la Odontología y se dedica a la práctica artística, con énfasis en la pintura. 30 31