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La comunicación artística

La comunicación artística: subversión de las reglas y nuevo conocimiento
Nicole Everaert-Desmedt
El modelo explicativo propuesto es este texto utilizará las categorías del
símbolo, de lo real y de lo imaginario, dentro de la fenomenología de Charles S.
Pierce.
La discusión entre lo posible y lo real
Immanuel Kant estipula que la facultad de distinguir entre lo posible y lo real es
el criterio específico que permite definir el entendimiento humano, debido a que
seres superiores o inferiores al hombre no pueden concebir “cosas posibles”.
Esta distinción es necesaria para el entendimiento de los conceptos y la
intuición sobre los objetos a los que correspondan.
Kant lo divide en dos categorías, la intuición sensible que nos da lo real, y los
conceptos que se refieren simplemente a la posibilidad de un objeto, y para su
adecuada explicación es inevitable la intervención del simbolismo.
Las categorías peirceanas
Charles S. Pierce distingue tres categorías: 1) la concepción del ser y del existir
independientemente de otra cosa. 2) la concepción del ser relativo a algo
diferente. 3) la concepción de la mediación por la cual un primero y un segundo
se ponen en relación. Igualmente, Pierce dota a dichas categorías con una
serie de características específicas, las cuales son:
1) Primeridad, “independientemente”, totalidad, general posible, calidades
emociones, continuidad indistinción, instante intemporal (lo “imaginario”).
2) Segundidad, “relativo a”, circunstancias espacio-temporales, particular
real, materialidad experimento, hecho causa-efecto, discontinuidad,
tiempo discontinuo con orientación al pasado (del orden real).
3) Terceridad, “mediación”, ley, regla, general necesario, cultura, lenguaje,
representación, hábitos, convenciones, continuidad síntesis, tiempo
continuo con orientación al futuro (del orden simbólico).
El simbolismo y la distinción entre lo imaginario y lo real
El ser humano desde antes de su nacimiento está inscrito en la terceridad,
sumergido en un universo de signos, que estructuran la forma de pensar y ser.
El pensamiento humano es simbólico.
Debido a esto, con una condición de enfermedad mental, la diferencia entre lo
real y lo posible tiende a borrarse. Mediante el pensamiento simbólico
accedemos a lo real y a lo posible, pero su distinción requiere un
distanciamiento.
El simbolismo y el conocimiento de lo real
Constituimos una representación de la realidad mediante una interpretación de
orden simbólico, la cual reposa sobre códigos culturares compartidos, que
evolucionaron a lo largo de los procesos comunicativos y funcionan como
filtros.
Toda idea de concebir de otra manera lo real, implica una actividad de
desconstrucción y reconstrucción de los códigos, acción característica de toda
creación artística.
El simbolismo y lo imaginario: nuevo conocimiento de lo real
Dicha transgresión se opera bajo el impulso de lo imaginario y solo puede
formularse descomponiendo el simbolismo existente. Posteriormente, los filtros
que permite aprehender lo real se modifican, resultando en un “conocimiento
de lo real nuevo”, pero, lo imaginario es recuperado por el simbolismo y fijado
en verdades establecidas, que deberán ser impulsadas por lo imaginario para
producir conocimiento nuevo (cíclico).
Arte y ciencia
La ciencia y el arte relacionan las tres categorías, pero la orientación del
proceso es distinta.
Ciencia: Captación de lo real (objetivo), modificación del simbolismo (medio),
integración de lo imaginario (condición).
Arte: Captación de lo imaginario (objetivo), modificación del simbolismo
(medio), nueva percepción de lo real (consecuencia).
La comunicación artística
Es un suceso por el cual la primeridad se infiltra en la terceridad. Se desdobla
en dos vertientes: se produce en la creación de la obra y en cada una de sus
recepciones-interpretaciones que reactivan el movimiento originario.
No todas las interpretaciones tienen la misma valides. Una interpretación
verificable no puede estar en contradicción con la interpretación del propio
artista. Pero, referirse a la “interpretación de su obra por el propio artista”, no
significa intentar descubrir las intenciones del mismo.
Toda experiencia artística implica la doble necesidad de dominar un
simbolismo, y dejarlo romperse, para permitir la intrusión de fuerza de
primeridad, de lo “imaginario”.
Debido a esto, las obras de arte resultan una tentativa de materializar fuerzas
del orden de la primeridad, concediendo al artista un contacto con dicha
categoría, sin embargo, la permanencia con ese contacto llevaría rápidamente
a la muerte mental, e inclusive física, del individuo.
Para captar las fuerzas de la primeridad, el artista debe construir su propia red
simbólica, desconstruyendo el simbolismo preexistente. Una obra que no hace
el esfuerzo de construir su propio simbolismo será únicamente interpretada por
el ya existente.
“La obra de arte es un espacio-tiempo real (...) en el cual un nuevo simbolismo
se elabora integrando algo de imaginario”
La mencionada elaboración del nuevo simbolismo tiene lugar al margen de lo
real conocido. Así, en una realidad diferente se producen conjuntamente la
actualización del nuevo simbolismo y la materialización de las fuerzas de lo
imaginario.
El receptor es el encargado de descodificar la obra. Es conducido, por el
simbolismo de la obra, hacia lo imaginario que integra. Al final del proceso,
habrá asimilado una nueva red de símbolos, que modificarán su visión de lo
real conocido anteriormente. “Nuestra mirada ordinaria del mundo opera a
través de un filtro, el del acondicionamiento cultural que nos ha sido insuflado
desde la infancia”.
La interpretación de la obra de René Magritte (1898 – 1967)
Magritte parte de una representación simbólica de objetos banales. Su modo
de pintar transgrede el orden habitual de la relación de los objetos; se infiltra lo
imaginario, abriéndose de las costumbres y libera lo que Magritte denomina el
Misterio, que corresponde a una concepción del ser como totalidad y
posibilidad.
Lo que es restituido al Misterio son los objetos familiares y banales de nuestra
realidad cotidiana. Conduce al espectador por medio de la subversión del
simbolismo preestablecido.
La interpretación de un monocromo de Yves Klein (1928 – 1962)
La obra de Yves Klein no representa nada, sino que presenta de golpe materia
azul, figurando como el último velo material antes de la apertura total hacia lo
“inmaterial” o la “energía cósmica”. Para captar lo inmaterial, Yves construye
una verdadera estrategia simbólica, diversificada y coherente. Para que el azul
proporcione al receptor lo imaginario que el artista integró, es necesario que
dicha persona recorra las diferentes etapas de la estrategia simbólica. Conduce
al espectador a lo inmaterial por medio de la construcción sistemática de una
red simbólica interna.
René Magritte
Hegel’s Holiday
1958
Yves Klein
Assemblage of Used Paint Rollers
1962