Arte y Ciencia De la precisión en el decir y en el hacer1 (Noviembre de 2011) Dr. Neldo Candelero i. Es tesis heideggeriana aquella de que el rigor no es exclusiva potestad de la Matemática. Y acordamos con ello. En efecto hay saberes que son tan o más rigurosos que esa ciencia –claro que distintamente, pero rigurosos al fin. Lo extraño –una de las ‘cosas’ que nos da curiosidad-- radica en que ‘los matemáticos’ y ‘los otros’ (poetas, pintores, escultores…), ambos grupos, yerran. Unos pensando que son los únicos a los que les cabe el rigor y los otros, que son los únicos que, absolutamente, no lo tienen. Hay una reversibilidad cognitiva que habilita al error a establecerse y permanecer como dogma verdadero: unos piensan algo sobre sí y sobre otros; los otros piensan idéntico sobre sí y sobre los ‘unos’. Se da una ‘prueba’, una confirmación cognitiva que por un lado legitima cualquier afirmación o práctica que sostenga o se apoye en la idea “Matemática = Rigor”, y que a la vez cancela toda sospecha siquiera de alternativa o variante. La ‘idea’ (Matemática = Rigor) deviene realidad (creencia): se instituye, y como tal, domina. (Hay evidentemente una seducción, una búsqueda, y una conformidad en lo que ‘cierra’. El círculo es estable: para quien viaje en el círculo coinciden el movimiento y la quietud.) A la par, en paralelo, ‘viven’ otras creencias distintas y a la vez compatibles… (Veremos algunas.) Una de ellas es la que sostiene relación biunívoca entre Matemática e Inteligencia. 1 Artículo editado en: Neldo Candelero, Ciencia, Arte, Religión. Observaciones filosóficas 3, Ciudad Gótica, Rosario, 2012.- 1 a. Matemática = Inteligencia. ¡Cuidado! Dejamos apenas una señal… El saber matemático, por cierto que se dedica a entender –a ‘inteligir’. Y procura ‘entender’ aplicando ‘inteligencia’ –la que se ejecuta por medio de procesos cognitivos varios –conceptualizaciones, análisis, abstracciones, juicios, inferencias. En este respecto, en cuanto ejerce inteligencia-procedimental, la promueve, o supone. La matemática implica inteligencia. Ahora bien, tomemos una de las actividades propias y esenciales de esta Ciencia: la resolución de problemas. Naturalmente, en tal actividad se conjugan procesos cognitivos varios --por ejemplo, se abstrae la forma lógica de la enunciación lingüística, se abduce en la clasificación de la problemática consignada, aparece deducción, fundamentación…--, pero siempre y en todo caso, los procesos se aplican sobre una hipótesis, y de tipo matemática. “Si Carlos tiene 3 abalorios, y María 12…” El que todo procedimiento por entender se aplique sobre un ‘supuesto’ de un ‘tipo’ (sobre una suposición específica), acredita por lo menos que tal Principio (hipótesis matemática) siempre ya: es una construcción (una obra y cosa) y representativa (según propio modo).2 En modo alguno intentamos minimizar o despreciar el proceder matemático –saber que tiene efectividad práctica en su tarea (lo saben tanto los ingenieros, como sus beneficiarios) y exitosa aplicación por fuera de su ámbito (pensemos por caso la ‘aplicación’ de la matemática en la Genética mendeliana), por mencionar algunas de sus grandes virtudes…--, sino mostrar que el pensar matemático resolutivo jamás se sale del territorio de realidad que la hipótesis matemática es, y que consecuentemente, para saber de aquellas realidades que no consisten ni caben en hipótesis matemáticas, se reclama ejercer OTRAS actuaciones cognitivas, que los procesos ‘inteligentes’ matemáticos. No nos interesa aquí cuál es el origen de la hipótesis matemática (HM) –cuestión que sin duda involucra al ser de la Matemática en cuanto ciencia, o saber, y con ello a las posiciones filosófico-matemáticas del Logicismo, Formalismo e Intuicionismo…--, sólo estamos señalando los rasgos que en cuanto tal posee. Siendo así, es que consideramos a la HM ‘cosa construida (obrada)’ y ‘cosa real (eficaz)’, pero además ‘cosa autónoma (de modo propio)’. 2 2 “Si Carlos tiene 3 abalorios y María 12, tenemos entonces 15 bolitas…” ¿Pero y si Carlos en realidad no tiene 3 bolitas…? Es decir, la realidad fáctica y el suceso de la percepción quedan por fuera de la hipótesis (problema) y el proceso (resolución) matemáticos. Y ambos, cosas observables y percepción sensible involucran otros aspectos y/o realidades…, no-formulables matemáticamente. Hay realidad por fuera de lo matemático: realidad que no se deja enunciar, pero que sin embargo actúa y hace. Hay saber que no PROCEDE, sino que PROVIENE. Dice C. Jung: Las ‘acciones’ jamás fueron inventadas (…); por otra parte, los pensamientos son un descubrimiento relativamente tardío del hombre.3 No toda realidad se fija en hipótesis –no sólo matemáticas. Hay, en la vida y al hombre, realidades que le abordan, eludiendo toda anticipación conciente (hipótesis).4 Las ‘acciones’ a las que se refiere Jung –esta vez-- son aquellas provenientes de “factores inconcientes”, y entonces subjetivas. En nuestro caso ‘utilizamos’ a Jung, sin descartar su posición, para destacar las acciones extra-subjetivas –aquellas en las que cualquier alteridad consiste; las acciones en las que los otros se nos dan. Vid., Carl G. JUNG, El hombre y sus símbolos, Caralt Editor, Barcelona, 1984, p. 79. 4 La conciencia humana vive en estado de hipótesis –en estado de alerta. Fuera de sí, expectante. Lucha por su preservación –y tal vez el INSOMNIO no sea otra cosa que la desesperada molestia de la conciencia al hombre, por su temor a dejar de ser... Desde la Modernidad que late silenciosa pero fuerte –obramos en consecuencia--, la idea de que somos la conciencia, y sólo ella somos –pareciera que Freud aún no ha podido hacer nuevos hombres. Siendo así, dormir es –sería— desaparecer –y es por ello que dormir deviene: lo que en ocasiones la conciencia no alienta y aquello en lo que procura a toda costa no caer. (En el insomnio la conciencia no cae dormida.) E incluso hay otra actividad que también promueve (la conciencia)…: con el ánimo obsesivo de no cesar, aun de día reclama de continuo las ‘miradas’ ajenas –teme olvidarse de sí misma (además, tampoco puede ocuparse en sí de manera permanente), y entonces recurre a los otros para que le recuerden que es. Llama la atención de los demás, para poder descansar, para poder olvidar-se, sin temor a que el olvido sea para siempre. 3 3 En este caso el origen del pensar no sería la hipótesis –como le ocurre a la matemática--, sino aquella cruda alteridad que se presenta sin que le anuncien. En este caso entender (inteligir), tampoco sería ‘capacidad’, o ‘aptitud’, o ‘facultad’ del sujeto, pues lo-que-adviene es al-cognoscente, pero no le pertenece… --no es sospecha, ni decisión, ni construcción subjetiva. (“Otro-queyo” –diría Levinas.) El saber es adquirido, no obtenido; la actuación cognitiva no es de acción sino de advertencia (recepción). b. La matemática está en todo: porque TODO es matemático. Alguna vez hasta oí a un matemático negar rotundamente la ingerencia de lo psicológico -como realidad autónoma y efectiva-- en las dificultades de aprendizaje de la Matemática. El hecho me resultó penoso, aunque a la vez muy alentador, ya que la afirmación contradictoria (este señor decía que todos los problemas de aprendizaje eran sólo de tipo matemático y que por lo tanto su solución sólo debía provenir de y ser única responsabilidad del docente de Matemática), decía que la afirmación contradictoria era sostenida por una docente de Matemáticas (de Escuela Media), a cargo de un Departamento del área. Ella sostenía: que “algunos problemas de la matemática –del aprendizaje—, no son en origen matemáticos”, sino “de otros órdenes…, a menudo emocionales, de sociabilidad, de comprensión lectora…”. La posición de aquel ingeniero televisivo es frecuente –en él y en otros--, en ocasiones explícita, y en otras, solapada; pero es de destacar que presupone a lo matemático (y su explicitación, la Matemática) como lo real en sí –aquello que sostiene a todo lo que aparece. La La conciencia descansa serena en el recuerdo de las otras conciencias. Sin las otras, podría, una conciencia, olvidarse de sí definitivamente… Y eso sería –para el hombre de Occidente--: LOCURA. (En modo alguno sospecha que aun detrás de la conciencia hay un ‘hombre interior’ –San Agustín, Santa Teresa--, o dicho de otro modo: que la conciencia es –como sostienen los hindúes— sólo uno de los sentidos del hombre, mas no el hombre mismo.) La locura es ‘cosa’ de la conciencia: extravío de la conciencia. 4 afirmación o el presupuesto, no es nuevo, pues tiene antecedentes en la antigüedad, e igualmente en la Modernidad. Y no argumentaremos en contra de ello. Simplemente permítasenos señalar que la obra musical de Bach perfectamente puede matematizarse, estéticamente, o incluso técnicamente –y es lo que permite la reproducción de la obra en CD. Pero que otra cosa es pensar que los procesos generativos de la música –siempre y toda vez-- fueron de tipo matemático, o que todo músico siempre ha tocado no otra cosa que números y ecuaciones... (Claro que puede matematizarse la música, y luego ejecutarse matemáticas… Pero tal obra, o tarea es segunda, y presupone siempre ya a la música como acontecer sensible --sonido.) Un río puede matematizarse (como tantas otras cosas silvestres), pero dudo con certeza –si se nos permite la expresión— de que el cauce se conduzca y decida por consideración y respeto del agua al Principio de identidad. Aparte: Hay un opúsculo que Gregory Bateson envía a sus colegas y amigos de Lindisfarne (junio de 1980) en una cinta grabada, en el que aborda un proceso cognitivo al que él llama “metáfora”. Es en realidad un silogismo del tipo: La hierba muere / Los hombres mueren = Los hombres son hierba. (Inferencia que se conoce como ‘afirmación de la premisa menor’.) Traemos a pensar este proceder porque, además de ser el modo en que el mismo Bateson reconoce pensar, y ser también el de los poetas, dice Bateson de él: Y se hizo evidente que la metáfora no era simplemente bonita poesía, no era ni buena ni mala lógica, sino que, de hecho, era la lógica sobre la cual se había construido el mundo biológico, la característica principal y el pegamento organizador de este mundo (…) que he estado intentando dibujar para ustedes… 5 Bueno, espero que esto (…) les haya proporcionado algo en qué pensar, y espero que haya hecho algo para librarles de pensar en términos materiales y lógicos, en la sintaxis y la terminología de la mecánica, cuando de hecho están intentando pensar en cosas vivas.5 El mundo entero puede matematizarse, es más, se ha matematizado (lo matemático se ha montado en materia) y es ello lo que garantiza y hasta obliga a que las Matemáticas realmente hagan cosas, pero además, a que se encuentren Matemáticas por todos lados… –en efecto, por todos los lados adonde siempre ya, previamente, se la instaló. Para finalizar… Un joven cuenta monedas dentro de un bar, monedas que le fueron dadas, monedas de propina. Y por fuera, aquella joven cruza de vereda otra vez. Una vez más... Hace varios días que lo viene haciendo. Y llegará tarde otra vez, a otra clase… Cruza para ver al mozo del bar, al que mira alterándose: lo mira y rehúye. Es un segundo, pero lo mira… La joven altera la rutina y hasta decide ‘pagar’ consecuencias…Cruza la calle cada día… Lo hace por una belleza sensitiva, inconceptuable e informulable: despliegue sensible que a una vida niña actúa y conduce (inducción sensible).6 G. Bateson, “Los hombres son hierbas”, en AAVV, Gaia. Implicaciones de la nueva biología, Kairós, Barcelona, 2006, p. 46.6 Nos debemos sin duda toda una exploración por las diferencias entre la inducción intelectual, y lo que dimos en llamar “inducción sensible”. De todos modos, destaquemos por lo pronto que la inducción sensible es al-cuerpo, no al-intelecto, mas no por ello deja de ser cognitiva. La inducción sensible no es de origen subjetivo, contrariamente 5 6 ii. Las matemáticas se consideran hoy sistemas axiomáticos –en donde lo axiomático no debe mentarse como en-sí, sino ad referendum del sujeto, es decir, de la comunidad científica. Las geometrías no euclídeanas acreditaron entre otras cosas: a. que no había axiomas verdaderos, sino apenas postulados convenidos; b. que si se modificaban los postulados se ‘construía’ o ‘desocultaba’ lo matemático distintamente.7 De todos modos, si bien en cada caso es sistema de postulados, es un sistema sintáctico y semántico en el que los sentidos, además de ser precisos (por definición), son puros (esto es: sin mezcla de lo real fáctico). Y es lo segundo lo que habilita a lo primero: Siendo un saber in-alterado, puede determinarse desde sí mismo su propiedad. Las ciencias fácticas constituyen –contrariamente— sistemas teóricos alterados, por lo tanto el valor de verdad de sus afirmaciones depende del otrofáctico –aquel que resiste con persistencia y éxito a los intentos de capsulación y regularidad a que todo saber científico pretende someterlo. De este modo, y por lo tanto, siempre los saberes fácticos en sí mismos serán provisorios y precarios (inciertos, tentativos). Siempre un médico sabrá más o menos el funcionamiento del sistema digestivo –y ello no será ineptitud subjetiva, académica, será pura aptitud de lo digestivo mismo que se resiste a capsularse incluso en ‘aparato’ o en ‘sistema’.8 Las Matemáticas, en cambio, son de los saberes que se saben, o no. No es posible saber un proceso matemático más o menos: o se le sabe, y completamente, o no se le entiende –en absoluto. Insistimos. Ello es así porque es saber (conciente) riguroso (inequívoco), --y lo es porque en primera instancia es (en) el modo de la alteridad. Tiene modos: pliega, conduce, destaca, señala. No es del orden de la verdad, sino de la realidad –o mejor, de la vida. 7 Agregaría Geymonat: “Hicieron surgir serias dudas sobre la interpretación tradicionalmente aceptada de la geometría euclideana como auténtica ciencia del espacio físico en el que vivimos y actuamos”. Ludovico GEYMONAT, Límites actuales de la filosofía de la ciencia, Gedisa, Barcelona, 2002, p. 22. 8 ‘Aparato’ y ‘sistema’ son términos que guardan una interpretación basada en analogía. Aparato y sistema son metáforas, que permiten entender y obrar, e incluso con éxito, pero es dable saber que ‘lo digestivo’ suele sacudirse y romper los lazos, y que no sólo se sale de efectivas interpretaciones, sino que a la par permite otras. 7 habla de sí y sobre sí mismo. Acaso sea pertinente recordar aquí que son muchas las teorías matemáticas que aún no encontraron ‘aplicación’ fáctica. Las Matemáticas son aplicables a los hechos, pero claramente no provienen de ellos, antes bien, los formulan e interpretan. El arte, la obra de arte concretamente, siempre ha tenido la propiedad de ser-cosa. Y de entre las cosas, ha sido ella más próxima, a las cosas ‘silvestres’, que a las cosas ‘útiles’. Tiene el arte un cierto “crecer silvestre no sujeto a nada” (Heidegger) que le da incerteza, imprecisión (en un sentido). Pero sin embargo es el arte preciso de otro modo. Lo veremos en dos ejemplos… 1. Pensemos en una obra literaria, poética. O incluso, por qué no, pensemos en el relato de un amante... Se detallan acciones: ‘aspectos’ y ‘modos’ de la relación. Pero también ‘lugares’, ‘personas’, ‘objetos’ --verdaderos montajes, escenografía. Entonces, además de lo que cabe en conceptos y puede definirse (las cosas), hay --lo que aparece en imágenes, metáforas, metonimias— lo puramente fenoménico, modos sensibles de ser y hacer. Ahora bien, casi automáticamente aquello aparecido en el decir, desde la habitualidad, es muy probable sea interpretado devaluativamente como ‘apreciación subjetiva’. Pero sin embargo, aquello ha sido y es: i. Lo singular y esencial del relato (si lo extrajéramos nos quedaríamos con lo accidental, cósico y genérico; el relato devendría apenas en ‘inventario’), ii. Lo que compuso el mundo de entonces (aquello fue lo concreto decisivo: lo incidental). Esa obra/relato trae a presencia en lo poético (imágenes, metáforas…) un sentido –oculto--, pero a la vez, una propiedad –afectante. Trae lo que ocurrió –y no está--; pero a la vez lo que ocurrió –y ha hecho. El relato cuenta una acción que fue, pero es la acción que armó pasado y presente. (Queremos indicar con ello: no es una apreciación subjetiva. El relato es cuento de lo que fue real – en el sentido de efectivo.) Ahora bien. El amante describe, pero DETALLA. No describe científicamente –lo que siempre es clasificar (dar el qué) y pautar (dar el cómo). Y decíamos que describe lo real, lo que obró –aquello que modificó ambas vidas. 8 Matemáticamente, los amantes fueron dos. Anatómicamente, dos --pero organismos. “Uno + uno” en matemáticas son cualquiera. Y organismos, en Biología, son apenas cosas que tienen en común una ‘organización’. Ahora bien, han sido los amantes sin duda DOS, e igualmente ORGANISMOS --no puede negárseles esa realidad--, pero ni uno ni otro, y ni un organismo ni el otro se sumaron y modificaron por otra cosa más que por lo que saltó a ser y establecerse en el relato. Aquello singular, además de esencial, fue real en el sentido de eficaz –lo singular fue exactamente la fuerza compositora de aquel ‘nuevo’ mundo de dos. ‘Dos’ y ‘organismo’ son generalizaciones, altamente precisas en el marco teórico de sus respectivos sistemas científicos, pero a la vez signos nulos –ni siquiera imprecisos o vagos— de lo que alguna vez ocurrió ENTRE dos. Las matemáticas (y las ciencias fácticas) no aciertan en este caso: capsulan, pero no despejan. El narrador se ocupa de tal modo en destacar lo que fue y obró, que en ocasiones corrige palabras, y en otras se detiene dubitativo por no encontrar el vocablo adecuado. El amante procura adherirse a lo que fue, sabe que relata y no ficciona: pues entero cabe en lo que ocurrió y narra –aquello que le hizo ser, ayer protagonista, y hoy testigo. Dicho de otro modo… El motivo por el que retorno a una playa del mar, cada vez, y siempre a ella, no es geográfico, ni químico… No hay demasiadas diferencias ‘científicas’ en unos cientos de metros. Sin embargo es aquí adonde “me siento como en propia casa” –no más allá. No hay razones, ni causas, sí motivos, pero tampoco son hechos…--no resultan visibles. Se hace necesario contar una historia para que se entienda la decisión. Una historia que no es mía, una historia que no es del mar o la playa. Una historia que no está en ningún lugar más que en el recuerdo --sostenido en la palabra--; que no es visible, porque es historia no de cosas, sino de una relación –de un entre. El contenido del relato es un entre. Y acaso tal cosa podría hacernos pensar que las Matemáticas --que también se ocupan no en cosas sino en 9 relaciones— son entonces próximas a la narración artística. Pero el entre al que nos referimos es vincular, aunque no se agota en ello. El entre es constituido por lo que llamamos propiedad –lo que los entes concretamente hacen a los otros. No hay objetividad, pero tampoco subjetividad en la relación narrada. La relación no es formal –al menos no es ese su origen--, y tampoco su efectividad es simbólica –sí efectivamente sensible. Hay precisión en el arte. Es preciso EN LO QUE DICE. Trae, presenta y sostiene todo aquello que sin ser cosa del mundo, configura al mundo de las cosas. Seguramente resulta extraño reconocer realidad a lo que no se conserva ni se repite. Pero alguna vez unos hombres de la Hélade invadieron Troya – hubieron muchos muertos, la ciudad fue incendiada— y todas y tales cosas fueron por unos sensibles modos de una mujer llamada Helena, que hicieron del joven Paris un hombre cautivo. ¡No hubo modo de producción esclavista que valiera en aquella historia! La belleza es sutil –como una hebra de seda, tal vez. Pero no ocurrencia intelectual. Realidad sensitiva que se sale: aroma que gobierna, pliegue que conduce –tiene muchos modos. Modifica a los hombres; pliega a las cosas: hace mundos; dobla a la Historia. No afecta a las células más que por consecuencia, e igualmente ocurre con las moléculas y los átomos, pero sí directamente altera a ciertos seres vivos –entre los que se destaca el hombre. A menudo no es siquiera ostentosa, apenas se ocupa de un solo hombre –pero le hace a éste encargarse de los otros y lo demás. Elemento que no afecta a la Totalidad ni a Todos. No es fuerza de ese modo. Tampoco actúa a gran distancia (como sí lo hace la Gravedad), en ese respecto es semejante a la fuerza electromagnética. Reclama proximidad. Y exacerba su poder con el contacto. Es –junto a otras realidades como el amor y la fuerza nuclear-- de los originales que configuran mundos sin pertenecer a ellos en tanto cosas. (El fuego también ha sido y es uno de esos elementos compositores.) 10 2. Hay precisión en el arte… El arte es preciso EN LO QUE HACE. Entramos al tema pensando en el cine. La obra de arte es imprecisa matemática o incluso físicamente, y pareciera que en sí misma lo es –pues su abordaje permite decenas si no cientos de interpretaciones. Pegado a ello incluso va esta idea bien dominante de que no hay belleza en-sí (en el sentido de autónoma y absoluta), que cada hombre, sujeto, tiene su posición. En primera instancia, podría contra-argumentarse que son las líneas teóricas las que hacen al sujeto y no el sujeto individual el que permanentemente crea y sostiene las perspectivas interpretantes. (No hay millones de físicos, sino en todo caso unos pocos grupos reunidos al interno de algunas pocas teorías físicas vigentes. Hoy: físicos newtonianos, einstenianos y cuánticos –más difícilmente aristotélicos (Prigogine podría ser uno de ellos). La teoría crea al objeto, pero en el mismo acto al sujeto. (Pues en un sentido, sujeto y objeto no son sino: aquel que tiene-teoría y aquel que cumple-teoría, respectivamente.) Segundo. Teorías… Las hay en la ciencia, pero por igual en el arte. (La palabra ‘episteme’ en Grecia estuvo inicialmente, de hecho, vinculada a la ‘téchne’.) Toda una teoría es el ‘cubismo’, o el ‘impresionismo’, o el Dadaismo. Por lo tanto no hay miles de interpretaciones posibles…. ¿Pero de hecho…? Las hay. Así es. ¿La razón…? La multiplicidad interpretativa se sostiene frecuentemente en lo no dicho y no declarado. El arte –casi por reglamento consuetudinario institucional— permite sopas –esto es, mezclas de aquí, de allá y de mi abuela también… Siendo así, las teorías que precisan no se despejan. Se dice desde cualquier lugar –o desde varios a la vez, o desde ninguno. A ver… De esto, hay. (Como las brujas…) Sin embargo (tercero), queremos llamar la atención sobre el hecho –no proponemos una idea, destacamos lo que también existe— de que HAY OBRAS DE ARTE QUE NOS HACEN HACER Y SER. Claro que hay arte que se pliega sobre sí –arte 11 domesticado, o cautivo. (Tales obras vienen a parecerse más a los útiles que a las cosas silvestres. Pues son los útiles ‘objetos’ a la práctica --como los especímenes son ‘objetos’ a las teorías. Son, lo que se dice que hacen; o son lo que se dice que son.) Estas obras dan tiempo y espacio para que el hombre las juzgue. Estén en museos o no –es frecuente lo primero--, permanecen dispuestas en un escaparate –como un león en una jaula –para ser visto, es decir: estudiado, interpretado. Pero hay obras que no esperan. Obras que se dan a sí mismas y en lo que son. “Una música o una pintura que primeramente no se comprende, acaba por crearse su público, si verdaderamente dice algo” --Merleau-Ponty (Fenomenología de la Percepción). Nos arrogamos ser-sujetos expectantes y espectadores, nos parece que el arte es de los hombres que tienen capacidad (para él) y capacitación (pertinente), pero perdemos de vista de que hay obras que antes, nos vienen a buscar, nos pliegan y nos hacen a su modo. Sirve como ejemplo la música, que trae a la gente, que la trae y la mueve, que la mueve y la une. O la televisión, que aun libre de contenidos nos da su lógica y nos ritma según su pauta. (Los ‘programas’ suelen ser secuencias veloces de dramas-visuales estimulantes…. Cuando una obra ya no estimula, nos damos estímulo --lo que la televisión nos ha enseñado-- con el control remoto. Movemos lo detenido. Claro, todo para ‘movilizarnos’ sin ‘molestias’.) De todos modos, desde siempre el arte tuvo tal potestad –de hacer hombres –y en plural. (Hace comunidad, y en ser y esencia: en estar y en modo.) Desde antiguo que el arte anticipa a la conciencia; arte al que pertenecemos como receptores y educandos. (“Poéticamente habita el hombre...” --dice Hölderlin.) Arte del que venimos…--y según el cual aprendemos a ser y somos. Entonces… Como en grabación, repetimos y replicamos la idea de que “somos los sujetos del arte”, e incluso “de la belleza”. Pero no podemos sin embargo explicar por qué mayoritariamente se venden esos jeans, y no aquellos…, por qué 12 la mayoría puede musitar un tema de Queen y no de Candelero, o por qué de entre tantas mujeres bonitas es Marilyn Monroe a la que las generaciones vuelven. (Y es que fue Marilyn la que se propasó con nosotros.) No somos dueños de nosotros mismos, ni estamos a cargo de las cosas –tanto como pensamos. Hacemos de la discusión sobre el arte o la disertación por lo que sea, nuestro oficio académico. Sin embargo del otro lado –en algún lado--, unas obras --en las que a menudo no se piensa y hasta se desprecian--, interior y sutilmente nos conducen sin rigor –nos mantienen dominados y alegres, alegremente dominados.- 13