Subido por Freddy Ledesma Tello

SUPERDEPREDADORES

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SUPERDEPREDADORES
Este momento histórico de la humanidad, me recuerda aquellos documentales realizados al estilo safari en las
sabanas africanas; en esa época de las lluvias, donde todos las animales convergen por lo reverdecida de la sabana,
animales de toda clase; pero en la cima de la cadena alimentaria, sin la preocupación de que otros animales los cacen,
están los SUPERDEPREDADORES, sí, esos que no tienen depredadores naturales. Los hay de toda clase, pero existen
unas especies que son los principales, los más certeros, los más efectivos, los más voraces, los más crueles y feroces al
momento de cazar. Hablemos de tres en especial, el León, el Leopardo y la Hiena. No tienen nada que temer; cada
uno con características y técnicas de caza especiales, pero igual efectivas.
El león, el más fuerte; caza en equipo, perfectamente coordinado, aprovechando el caos que provoca; es estratégico,
sorprende las presas más grandes; búfalos, ñus e incluso jirafas y hasta elefantes; también es oportunista y roba los
recursos de otros cazadores más débiles que él y que con esfuerzo propio han conseguido su presa. Si hablamos del
leopardo, caza solitario; su ventaja es el sigilo, el mimetismo, el camuflaje y la fuerza de sus garras y sus fauces
capaces de destrozar los huesos de sus presas; es certero, infalible, íngrimo y silencioso. Al final la hiena, es la
antagonista de la historia; diferente a los otros dos, es egoísta, sanguinaria, forma un clan gobernado por una reina;
una sociedad matriarcal, vive de despojar a la mayoría de los cazadores, es la más carroñera de los tres, es belicosa,
hace alharaca y por lo general ataca en las noches y a mansalva.
Pero hay algo más en común y es lo me ha motivado a escribir este artículo; y es que siempre, pero siempre su
estrategia es la misma… ubican al más débil, al viejo, al enfermo; algunos le llaman selección natural... sólo
sobreviven los más fuertes y sanos. Es cierto que en los animales sería normal, pues su papel principal es mantener la
salud de los ecosistemas y además es su instinto; no es voluntario, ni alevosamente premeditado. Pero… ¿en los
humanos?
Freddy Ledesma Tello
Docente Licenciado en
Filosofía y Ciencias
Religiosas
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