Pontificia Universidad Católica del Ecuador Facultad de Economía Política Ambiental Resumen: La toma de decisiones en la política pública para la definición de instrumentos Gonzalo Criollo G. 31-03-2020 El presente resumen pretende abordar los distintos enfoques reconocidos por Fontaine (2015) y Parsons (2007) en el análisis de la toma de decisiones para la definición de instrumentos de políticas públicas. En una primera sección se definirá la importancia de “analizar el análisis”; posteriormente, se recorrerán los diversos enfoques para la toma de decisiones y sus respectivas técnicas, y finalmente se esboza una conclusión crítica en torno a los elementos en discusión. En primer lugar, cabe partir de las definiciones de Parsons, quien sugiere el estudio de las políticas públicas desde el meta-análisis y el meso-análisis. Este último corresponde a analizar la definición del problema, el establecimiento de la agenda y la formulación de políticas; mientras tanto, el meta-análisis implica el análisis del análisis de las políticas públicas. Esto implica la comprensión de cómo, quién, por qué, cuándo, dónde y para qué se escoge una alternativa. Con esta premisa, puede definirse que la toma de decisiones se constituye al escoger entre alternativas. Por eso, Parsons destaca toda la discusión en torno a cómo escogen los tomadores de decisiones. En este proceso existe un análisis normativo, una delimitación de formas, intenciones, valores y estructuras que tendrán peso en la decisión. De esta forma, el estudio de la toma de decisiones pretende clarificar los valores y enfoques que constituyen a cada teoría. Parsons define cuatro enfoques: de poder, racional, institucional y cognitivista. Para Fontaine, cada enfoque se diferencia por sus objetos, sus problemáticas y el tipo de factores que privilegia para formular una interpretación o una explicación de la realidad. No obstante, no deben entenderse de forma aislada o excluyente. Así, primero se encuentra el enfoque de poder, que basa la toma de decisiones a partir de estructuras como la clase, el conocimiento, la presión, entre otras. Aquí se encuentran diversos enfoques como el elitismo (cómo se concentra el poder), el pluralismo (cómo se distribuye el poder), el marxismo (la toma de decisiones a partir del conflicto de clases), el corporativismo (el poder de los intereses organizados para la toma de decisiones) y el profesionalismo y la tecnocracia (la toma de decisiones a partir del poder de los más capaces). Otro enfoque es el racional, cuyo fundamento es el homo economicus. Este puede resumirse en cinco premisas según Hindmoor ([2006] en Fontaine, 2015): 1. Individualismo metodológico: el entorno económico, social y político (estructuras) son producto de las preferencias e interacción entre individuos; 2. Racionalidad instrumental: los individuos buscan sistemáticamente su bienestar, adecuando los medios respectivos para hacerlo; 3. Egoísmo: los individuos actúan por el bienestar personal, mas no colectivo; 4. Existe una relación utilitarista entre los individuos y las instituciones políticas; y, 5. Es un enfoque que trabaja con el método deductivo: probar hipótesis formuladas en abstracto. El análisis racional se complementa con la perspectiva de Weber, quien asume que el capitalismo “racionaliza” al máximo a los individuos y por lo tanto concibe a la toma de decisiones como un ejercicio legal-racional. Simon ([1957] en Parsons, 2007) por su parte Pontificia Universidad Católica del Ecuador Facultad de Economía Política Ambiental sugiere que la racionalidad convive con los impulsos y el subconsciente. No se trata de la dicotomía planteada por racionalistas y conductistas. Con estas premisas, se esboza la teoría de la elección pública, que es una aplicación de la racionalidad a la acción colectiva. Para esta teoría, los marcos institucionales se definen por los intereses individuales: burocracia, partidos políticos, etc. El enfoque institucionalista sugiere que los poderes ejecutivos, legislativos y constitutivos son insuficientes para entender la toma de decisiones. Por eso se constituye desde el conflicto de dos enfoques: el sociológico y el económico. El enfoque económico ve a las instituciones como agregaciones de la racionalidad. La sociología las analiza como un conjunto de valores, intereses, acuerdos. La toma de decisiones en cada enfoque se condiciona por la racionalidad económica y por la interacción colectiva, respectivamente. En una crítica a la racionalidad del institucionalismo, surge el neoinstitucionalismo, donde las decisiones se toman en el marco de instituciones comprendidas como reglas de juego. Estas instituciones son construcciones históricas, colectivas. Coexisten con organizaciones que redefinen/reinterpretan a las mismas. Finalmente, se encuentra el enfoque cognitivista. Este parte de asumir que las decisiones están condicionadas por un contexto; es decir, los intereses dependen de una condición (minimalistas). Otras ramas de este enfoque (críticas al mencionado antes) sugieren que las ideas son el punto de partida de la toma de decisiones. En un meta-análisis, este enfoque faculta comprender por qué toman ciertas decisiones los tomadores de políticas. Estas pueden partir desde analizar el subconsciente hasta recorrer las decisiones racionales de los individuos. Todas encuentran un trasfondo. Al comprender la toma de decisiones, cabe añadir que los enfoques analizados facultan comprender cómo, por qué y para qué se procesan las políticas públicas desde diversos enfoques. La información y los conocimientos son transversales a todos los enfoques (Parsons, 2007). En este marco, la racionalidad aún juega un rol importante en todos los enfoques (análisis costo-beneficios, planificaciones financieras, evaluaciones de impacto). No obstante, conviven otras técnicas que pretenden romper con la racionalidad y sustentar la toma de decisiones con mayor amplitud (escenarios, impactos cruzados, simulacros). Como limitaciones, en estos enfoques generalmente la decisión viene antes de la sustentación; además, todo es político, no hay análisis neutral; también deben comprenderse sus limitaciones desde las relaciones de poder en los análisis. Por último, si bien existen análisis sólidos, las soluciones débiles abundan. A modo de conclusión, debe acotarse que la política no puede reemplazarse por la técnica. Debe sustentarse, sí (escuela del realismo político). Los datos, la refutación y las afirmaciones que secunden a una toma de decisión deben contemplar un análisis ecléctico: que asuma un enfoque de poderes, que sea real, que contemple a las instituciones. Comprender el paso previo a la aplicación de políticas públicas faculta ser más rigurosos. En ese sentido, debe destacarse que los enfoques no son excluyentes. Una visión ampliada de cada uno es necesaria. Por eso cabe añadir que el dogma guía y la imaginación conduce. Su síntesis deriva en una buena política. Referencias Pontificia Universidad Católica del Ecuador Facultad de Economía Política Ambiental Fontaine, G. (2015). El análisis de políticas públicas: conceptos, teorías y métodos. Barcelona: Anthropos Editorial; Quito: FLACSO. Parsons, W. (2007). Políticas Públicas. Una introducción a la teoría y la práctica del análisis de políticas públicas. México: FLACSO.