leer artículo original - Nola Bizi Dira Senegalen

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(DE) CONSTRUYENDO DISCURSOS SOBRE LAS MUJERES MIGRANTES AFRICANAS.
Por: Jeanne-Rolande Dacougna Minkette
Formadora y consultora en Inmigración, Igualdad y Empoderamiento de las Mujeres
Migrantes. Socia de la asociación de Mujeres Garaipen.
Ganadora en 2014 del VI Premio de Investigación "Presen Sáez de Descatllar", creado
en 2003 por las Universidades Públicas Valencianas con objeto de reconocer
investigaciones de especial calidad relacionadas con los estudios de las mujeres,
feministas y de género. Premio otorgado en la modalidad de Trabajos de Fin de
Máster. Con el Trabajo de investigación de Fin de Máster: “Mujeres migrantes del
África Negra en Euskadi: procesos de construcción de identidades de género
transnacionales y empoderamiento”.
[email protected]
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Las noticias sobre salto de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla llenan todos los días
desde febrero de 2014 las columnas de periódicos y abren los telediarios. La
inmigración africana a Europa se ha convertido en un tema de controversia política y
humanitaria. Las extremas condiciones en que personas africanas intentan entrar en
Europa, desvelan profundas situaciones de desesperación y falta de oportunidades
para llevar una vida digna.
Los países africanos incapaces de garantizar a sus poblaciones entornos de paz y
prosperidad asisten impotentes a la muerte de centenares de jóvenes en un inseguro
periplo migratorio a través del desierto del Sahara. Hay momentos en que una
sospecha que esas muertes no tienen importancia tanto para dirigentes de países de
procedencia como para los de destino. La prueba es que no se ha tomado ninguna
medida para llevar a los responsables ante los tribunales sobre los hechos del fatídico
día 6 de febrero de 2014 en que murieron 15 personas tiroteadas con pelotas de goma
por la Guardia Civil cuando intentaban alcanzar suelo español a nado. En cuanto a la
clase dirigente africana, parece más preocupada por conservar sus puestos y llenar sus
cuentas bancarias en paraísos fiscales.
A pesar de esa tragedia cotidiana, voy a alejarme de las vallas con cuchillas que
provocan graves heridas a las personas que intentan saltarlas; no me voy a recrear en
las espeluznantes historias de migrantes en tránsito en el Monte Gúrugu.
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En este artículo, quiere enfocar mi objetivo sobre otro público: las visibles y a la vez
invisibles mujeres migrantes africanas. Mujeres visibilizadas como víctimas de
infinidad de violencias machistas y culturales; mujeres visibilizadas como madres
prolíficas y por lo tanto una carga para los servicios sociales; mujeres visibilizadas
como pobres económica y culturalmente, etc.…. Presentes en los discursos y
representaciones a través de lo negativo, estas mujeres quedan totalmente invisibles
en los cambios y transformaciones que están llevando a cabo. Su lucha constante por
ser reconocidas como titulares de los mismos derechos que amparan al resto de la
ciudadanía; su participación en los procesos políticos y sociales; su silenciosa
revolución dentro de sus hogares. Quiero reivindicar aquí todos esos procesos que
están subvirtiendo la distribución del poder entre ellas y su entorno.
Motivos de la migración
Los motivos para emigrar son diversos. Sin embargo, hay que tener siempre en cuenta
que no migra quien quiere, sino quien puede. En toda migración, intervienen dos
fuerzas en interacción: un elemento de coacción y la propia voluntad. Por lo tanto
existe una interacción dinámica entre la decisión personal de migrar y el contexto
socioeconómica como señala el Informe sobre desarrollo humano Superando barreras:
Movilidad y desarrollo humanos (PNUD, 2009). A esto hay que añadir que el
movimiento viene limitado también por las políticas restrictivas de entrada en los
países de destino.
La mayoría de las personas africanas llegan a Europa por motivos económicos. Algunas
huyen de conflictos armados; otras de la persecución política por parte de regímenes
dictatoriales. Algunas personas intentan escapar de roles tradicionales en sus
sociedades de origen. Las hay también que vienen a estudiar. Y otras personas,
especialmente mujeres y menores, migran para reunirse con sus familiares.
Es en este grupo de migrantes por reagrupación familiar que se sitúan la abrumadora
mayoría de mujeres africanas. La inmigración senegalesa específicamente y africana en
general es fundamentalmente masculina y las mujeres llegan como consolidación del
proyecto migratorio del esposo después de haber vivido algunos años separados. Por
lo tanto la migración de las mujeres es inducida, no es un proyecto propio y autónomo.
Con esto no quiero decir que todas las africanas que estamos en el Estado Español
hayamos venido reagrupadas. Hay muchas jóvenes solteras que llegan porque tienen
una red aquí y más oportunidades de desarrollo y otras son estudiantes. También
están las mujeres de diferente estado civil que vienen solas y se dedican al comercio
liderando un proyecto propio. No voy a olvidar tampoco a las que están aquí traídas
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por redes de tráfico y/o de trata de personas. Y Tampoco a las demandantes de asilo y
las refugiadas.
Proceso de integración de las mujeres en Euskadi
Cuando llegan, la realidad circundante en Euskadi es tan diferente de la que han
conocido, que se requiere todo un proceso de adaptación y reajuste de la
autopercepción, de los valores y de las pautas de relacionarse. Las mujeres africanas
que llegan al Estado español, topan de bruces con la realidad de ser “la otra”, la
diferente. La primera impresión que causa la experiencia de darse cuenta de tener un
color de piel diferente es de perplejidad. A partir de allí se desencadenan procesos
imparables hacia la construcción de nuevas identidades que conjuguen lo africano con
lo europeo.
En esta primera fase de adaptación interviene el duelo migratorio que consiste en el
sentimiento de pérdida de lo conocido y vivido anteriormente. En este caso, la
cercanía de la familia y de la red arropan a las mujeres que superan con relativa
rapidez este duelo. ¡Toca vivir aquí, así que hay que apechugar!
La primera barrera con la que se topan las mujeres es el idioma. Salvando a las
estudiantes y a las ecuatoguineanas, ninguna habla español y mucho menos euskara.
Sin embargo, en África la diversidad cultural y lingüística y es una realidad cotidiana y
las africanas estamos acostumbradas a convivir en diversidad, sin obviar que existen
conflictos interétnicos y religiosos en algunas zonas. Las mujeres se ponen enseguida a
aprender los idiomas oficiales del territorio. La facilidad o dificultad del aprendizaje
vendrá condicionada por el nivel de estudios que trae cada mujer. El dominio de los
idiomas es un factor clave para la interacción con el entorno, para la inserción laboral,
en definitiva, para la autonomía e independencia personales.
Conforme pasa el tiempo, las mujeres van replanteando su forma de ver el mundo, de
entender las relaciones entre hombres y mujeres y los valores culturales africanos.
Proceden a una revisión crítica de su cultura de origen, manteniendo algunos valores
como la importancia de la familia, la maternidad, el respecto por las personas
mayores, la solidaridad, etc. Se distancian de las prácticas y discursos sobre la sumisión
de las mujeres, y rechazan todas las formas de vulneración de los derechos de las
mujeres: la poliginia, los matrimonios forzosos, la violencia machista, etc. Incorporan
también valores asentados en la sociedad vasca como la corresponsabilidad, la
igualdad entre hombres y mujeres.
Todos esos cambios configuran un proceso de empoderamiento que las mujeres van
afianzando a través de la participación en diversas asociaciones. Las asociaciones les
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proporcionan un espacio de acogida, de ocio, de formación y de mejora de su
economía a través de la “Tontine”; la tontine es un sistema de ahorro en el que las
mujeres van poniendo una cantidad de dinero que se entrega por turno a cada una.
Esta cantidad les permite afrontar gastos puntuales como la vuelta al cole, un viaje a
África, o un proyecto empresarial. Las mujeres demuestran así, con actividades
alternativas desarrolladas en los márgenes de la economía neocapitalista, su capacidad
de importar y adaptar estrategias desarrolladas en contexto estructural de crisis como
es el africano. Las mujeres africanas viven en una situación permanente de crisis
económica y han inventado estrategias eficaces para sobrevivir. ¡Sí que pueden dar
lecciones en este ámbito! Quiero resaltar las dotes de estas mujeres para adaptarse en
un contexto de migración no siempre favorable a su desarrollo integral.
A pesar de los esfuerzos que realizan las mujeres para adaptarse al nuevo contexto,
existen muchas barreras que dificultan el proceso. Además de la barrera lingüística, la
dependencia económica del marido, sobre todo en los primeros años, no favorece la
autonomía. A esto hay que añadir el racismo creciente en este contexto de crisis
económica en la sociedad vasca. Muchas mujeres negras han tenido experiencias de
racismo. Aunque la mayoría de las mujeres se sienten bien acogida en Euskadi, estas
vivencias de racismo, aisladas pero rutinarias, dejan huellas dolorosas en sus
corazones.
A estas dificultades hay que añadir el dilema que produce en ellas el sentirse partidas
entre culturas que algunos sectores fundamentalistas, tanto desde África como desde
Europa, consideran opuestas. Las mujeres africanas no debemos desaprovechar las
oportunidades de emancipación que ofrece la sociedad vasca por el miedo a perder
nuestra africanidad. Sobre todo cuando la africanidad de las mujeres se mide por su
grado de sumisión a un orden social patriarcal que nos discrimina y violenta.
Reivindicar y asumir la igualdad de derechos no significa “dejar de ser africana” ni
convertirse en “blanca”; es sencillamente reivindicar su dignidad como ser humano.
Las mujeres africanas, siguen en la lucha por cambiar los estereotipos negativos que
se tienen de ellas en la sociedad vasca. Están mostrando una imagen de unas mujeres
en proceso de concientización sobre sus derechos; imagen de mujeres que quieren ser
a la vez africanas y occidentales, recogiendo lo positivo de cada lado, conectando
fronteras, creando puentes y fusionando valores. En definitiva, están construyendo
una imagen propia positiva desde la diversidad, la autonomía y la igualdad; una imagen
de mujeres con capacidad de transformación social y política.
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