Subido por Nelson F. Osorio

2016 La estética como política, una mirada desde Jacques Rancière

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Volumen 14
Número 21
Enero de 2016
ISSN 0122-8382
Popayán - Colombia
Director:
Juan Carlos Pino Correa
Departamento de Comunicación Social
Comité Editorial:
Harold Casas
Alexander Montoya
Hilda María Zúñiga
Felipe García
Giezzi Lasso
Juan Carlos Varona
Edgar Ardila
Juan Diego Castrillón
Eduardo Gómez
Alexander Buendía
Carátula
"La noche..." (Detalle) Maestro Adolfo Torres
Diseño y diagramación
Mac Jainer Fernandez Carvajal
Impresión:
Taller Editorial – Universidad del Cauca
ISSN: 0122-8382
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Contenido
Presentación ………………………………………………………………............7
La superación del modelo constitucional de entreguerras:
el nuevo constitucionalismo latinoamericano
Chrisstian Cabezas Martinez ..........................................................................9
¡Colombia, descansa en paz!
Herberth J. Rivas ............................................................................................25
El fascismo latinoamericano
Roberto Rodríguez Fernández y Santiago José Rodríguez Cabezas …....…..41
Tendencias contemporáneas sobre Derecho, Justicia y
Derechos Humanos en la obra de M. Atienza
Fanny Esperanza León López .........................................................................49
Etapas probatorias en el sistema procesal penal de ley 906 de 2004
Paco William Benítez Delgado .......................................................................57
Constitucionalización del Derecho Administrativo
Andrés José Arboleda López ..........................................................................73
Cartografías mutantes y el temblor de los vivos y
de los muertos en Mantra, de Rodrigo Fresán
Juan Carlos Pino Correa ……….….................................................................87
La estética como política: una mirada desde Jacques Ranciére
Nelson Fredy Osorio Andrade ........................................................................93
El sentido de la comunicación en los procesos organizativos
Olga Patricia Solís Valencia ..….…………………………………………..........101
La fotografía arquitectónica del patrimonio
monumental de Popayán.
Valor cultual y des-auratización del centro histórico
Felipe García Quintero.....................................................................................119
Discursos y reseñas:
Laudatio de don José María López Prieto, Pepón
Juan Carlos Pino Correa ...............................................................................133
Otoño en la isla, de Alex Salinas
Alexander Buendía Astudillo ……………………………….............................141
La estética como política,
una mirada desde
Jacques Rancière.
Nelson Freddy Osorio A.*
Resumen:
El presente texto es una aproximación a la propuesta de Jacques Rancière que entiende la estética como política. Para este ejercicio se hace un recorrido por algunos de los conceptos que el
pensador francés ha tramado en su teoría y se remite al documental “Pupila de mujer, Mirada
de la tierra” de Flor Copley (2012), para ejemplificar su propuesta.
Palabras clave: Rancière, Estética, Política, Común sensible, Mapuche.
Abstract:
The present text is an aproximmation to the proposal by Jacques Rancière that unsderstands aestethic as policy. For this development it has been a journey trough somo basic
concepts by this french thinker wich envelop his own theory and takes as reference the
documentary “Pupila de mujer, mirada de la tierra” to ejemplify his proposal.
Key words: Rancière, Aesethic, Policy, Mapuche.
__________________
* Candidato a Doctor en Comunicación de la Universidad de La Plata, Argentina. Profesor adscrito al
Departamento de Comunicación Social de la Universidad del Cauca. Correo electrónico: nelosorio@
unicauca.edu.co.
R evista
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y Sociales
Moira Millán es una Weichafe (guerrera) mapuche, trabaja activamente por
la defensa de su pueblo y su cultura, ha sido perseguida por sus ideas y su
trabajo comunitario por lo que debió salir de su comunidad en la provincia
de Chubut para ir a vivir a Buenos Aires con sus hijos. Ella tenía la inquietud de realizar un programa de televisión y contar historias de mujeres de
diversos pueblos indígenas de Argentina desde una perspectiva que enaltezca y dignifique su trabajo, sus saberes y su labor por la comunidad y nos
las presenten como víctimas, como ha sido habitual. Junto a su amiga Flor
Copley, comunicadora social y cineasta, quien apoya su iniciativa, trabajan
durante algo más de dos años en la formalización de una propuesta, en la escritura de un guión y posteriormente en la realización de una película de carácter documental a la que llamarán "Pupila de mujer, mirada de la tierra",
realizada en el año 2012 y que hace parte de la tercera temporada de la serie
Doctv Latinoamérica. Realizar películas no es el trabajo habitual de Moira,
pero ella saca el tiempo necesario para pensarse como mujer y como parte
de una comunidad, para pensar su tradición y a partir de ello producir una
manifestación sensible, una película que es sin duda una forma de acción
política que busca un espacio de reconocimiento no solo en el campo artístico
del cine documental sino también en lo social, en la vida misma. El documental no contiene arengas, ni reclamos, ni busca transmitir consignas, ni
hace reivindicaciones panfletarias, simplemente construye una ficción que
hace visible y decible rasgos y manifestaciones de la cultura mapuche y la
lucha cotidiana de mujeres indígenas.
Esta historia resume un aspecto de la vida de una mujer y el contenido de
una producción ficcional, y ejemplifica claramente la relación estética política
desde la perspectiva del filósofo Jacques Rancière. Veamos por qué.
A lo largo del siglo XX y particularmente con la irrupción del pensamiento
posmoderno el concepto de estética sufrió un significativo proceso de desvalorización. De estar asociada a lo bello y a su percepción, de estar en el
centro de la “teoría arte por el arte”, pasó a ser considerada una seudodisciplina, una simple especulación. Para autores como Scheaffer o Badiou
“la estética no es un disciplina filosófica y por lo tanto su discurso se ve
agotado” (Arcos-Palma, 2008)
Es entonces, en la década de los ochenta, cuando Jacques Rancière tras
revisar las críticas y la historia del concepto de estética, propone una reconceptualización, según la cual la estética ya no estaría solo en el campo
específico del arte sino que la instala en el seno de la vida social, como algo
transversal, que está presente en todas las esferas de la vida en sociedad y
es el elemento estructurador del común sensible. La estética entonces opera,
se relaciona y se entiende como política.
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La política, de acuerdo con Rancière, “no es el ejercicio del poder y la lucha por
el poder”, implica “el reparto de lo sensible” (Rancière: 2006a, 2011) y para ser
más exactos los procesos de organización y reorganización de lo sensible, ya
que permite que nuevos sujetos antes invisibilizados, entren, participen y disputen lo común. No solo Moira como gestora y protagonista del documental,
ni Flor como realizadora, sino todas las mujeres que hacen parte del producto
audiovisual con el gesto estético y político de hacer visible su voz, su trabajo,
su pensamiento, su memoria, su historia, están reclamando un lugar para
ellas y para sus comunidades en la sociedad.
La política hace visible aquello que estaba opacado por otros y se hace presente cuando se hace audible la palabra de aquellos quienes no son escuchados.
La política pone en juego procesos de autoconocimiento, emancipación, participación, visibilización, es un ejercicio que implica una lucha por instalar
un desacuerdo y hacerse un lugar en el espacio de lo común. La manera de
acceder y disputar ese reparto es evidentemente con formas sensibles. Estas
manifestaciones sensibles del ser humano, se entienden como acciones políticas. “La acción política (…) nombra sujetos, identifica situaciones, vincula
acontecimientos y deduce de ellos posibles e imposibles, se sirve de ficciones
como los novelistas o los cineastas” (Rancière, 2015).
Es preciso entender que las manifestaciones sensibles no son solo aquellas que
pertenecen o pueden ser entendidas como arte. Para Rancière es todo aquello
que puede ser aprehendido por los sentidos, es todo lo decible y lo visible. De
ahí que lo sensible puede ser un gesto, una voz, una acción, una imagen, una
narrativa, un discurso, una fabulación, una obra, una construcción, un modo de
aparecer, de hacer visible y decible algo, un documental, como en este caso. El
conjunto de estas manifestaciones sensibles que producen los diferentes individuos ya sea en forma individual o colectiva y que circulan en la vida social por
muy diversos medios, espacios y canales es lo que constituye el espacio común
sensible. La política es la que organiza ese espacio común sensible.
Históricamente quienes han ejercido la labor de repartir el común sensible, han privilegiado unas voces, visiones, posiciones, tendencias, sectores
en detrimento de otras. Quienes están excluidos, es decir sin parte, tienen
tiempos, espacios y funciones específicas dentro de la sociedad y esas funciones demandan para su cumplimiento de todo su tiempo, es lo que les
garantiza su sobrevivencia, de esta manera se mantienen silenciadas sus
voces, opacada su visibilidad y con ello se niega su capacidad de autorrepresentación y de acceso a lo político.
Rancière (2011) señala en El malestar en la estética que “La política ocurre
cuando aquellos que “no tienen” el tiempo se toman ese tiempo necesario para
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plantearse como habitantes de un espacio común y para demostrar que su
boca emite también una palabra de enuncia lo común y no solamente una voz
que denota dolor”. Ese tomar el tiempo, implica un distanciamiento de lo cotidiano para avanzar en un proceso de autorreflexión y de autoconocimiento.
Participar de lo común demanda de sujetos emancipados, autónomos, conscientes de su lugar en el mundo y con un pensamiento propio, como demuestran serlo las mujeres que hacen parte del documental “Pupila de mujer, Mirada de la tierra”. Sujetos que conocen su condición y que saben lo que son,
lo que tienen, lo que han vivido, que saben qué es aquello que les falta y lo
que quieren llegar a ser, que tienen conciencia sobre los conocimientos que
poseen y también cómo llegaron a poseer esos conocimientos. Son sujetos que
se saben sin parte, pero que tienen la disposición y producen las condiciones necesarias para enunciar su palabra y producir acciones portadoras de
demandas, esta es la manera de hacerse un espacio en el común sensible,
haciendo visible y decible lo propio. Cuando los sujetos o las comunidades se
configuran a sí mismas como seres dotados de palabra, “no hay otra cosa que
hacer que hablar con ellos”, como lo refiere Rancière (1996) al dar cuenta de
la conclusión consejo de los sabios en el senado romano.
Cuando irrumpe una nueva voz en el espacio común, ella está en procura de
un reconocimiento, de ser tenida en cuenta, de participar. Esto es, busca tener
un lugar en la reconfiguración de ese común sensible. Una nueva manifestación sensible es ante todo una evidencia de otra forma de ser y estar en el
mundo; otra forma de entender, valorar, comprender y enunciar lo real; es la
evidencia de una racionalidad distinta, de otro logos, de otra sensibilidad que
al hacerse visible instaura un desacuerdo, es decir hace notar justamente que
es otra. Esto constituye y hace evidente una fractura en el orden existente.
Se instaura entonces un conflicto político entendido como la tensión que resulta de la confrontación entre un cuerpo social organizado que ha asignado
a todos un lugar y un sector que considera que no tiene la parte que le corresponde dentro de esa organización social. Tal reclamo introduce un cierto caos
en el orden establecido y propugna por nuevo orden.
“Lo propio de la política es la existencia de un sujeto definido por la participación en los contrarios” (Rancière, 2006a). Esa participación reclama reconocer y
ser reconocido por el contrario como un interlocutor válido, legítimo. La enunciación de sus voces es lo que da origen al conflicto al enunciar sus intereses y
demandas, que a su vez los instituye como parte, pues “las partes no preexisten
al conflicto” (Rancière, 1996). El conflicto se entiende como algo positivo, necesario y esencial para el ejercicio de la política, pues solo de esta manera es posible que se hagan visibles las distintas voces que hacen parte de una comunidad.
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La política es la instauración de un desacuerdo (Rancière, 1996) que no tiene
que ver solo con la administración de los recursos como lo entendería el liberalismo económico o el marxismo, ni con los derechos y libertades a la manera
del liberalismo político que viene de Locke y de J. S. Mill, sino que tiene que
ver con las partes de una sociedad. No es que la sociedad esté dividida naturalmente sino que estas partes se configuran y reconfiguran por medio de
disputas de acuerdo con las condiciones de cada época.
“Por desacuerdo se entenderá, un tipo determinado de situación, de habla:
aquella en la que uno de los interlocutores entiende y a la vez no entiende lo
que dice el otro” (Rancière, 1996). Los dos pueden hablar de un mismo tema,
pero cada uno lo entiende desde una perspectiva o racionalidad distinta. En
el documental que nos ocupa hay una alusión a uno de los desacuerdos de la
sociedad argentina, en torno a quienes debe rendir homenaje la sociedad en
sus monumentos urbanos. Esto se desarrolla en pocos segundos.
En la secuencia de apertura del documental, se presenta, por la espalda, a
una mujer de cabello oscuro, que camina en medio de la gente en una calle
peatonal de Buenos Aires. Se escucha la introducción del tema “Mapu-pupila
de mujer” del Album Kisuelelaiñ – No estamos solas, de Anahí Rayen Marilua. La mujer llega hasta una esquina, en un plano sobre el hombro izquierdo (over shoulder) que la muestra en primer plano, vemos al fondo un
monumento ecuestre, el cuadro siguiente es un plano medio del personaje del
monumento y posteriormente se muestra un primer plano de los ojos de la
mujer. Sencilla secuencia para plantear un desacuerdo que solo quienes conocen la historia lo reconocerán, para los demás será una estatua y una mirada.
Imágenes tomadas del Documental “Pupila de mujer, Mirada de la tierra” de
Flor Copley (2012).
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Los ojos corresponden a la protagonista del documental, que como ya se mencionó
es la misma persona creadora de la idea original del producto, una guerrera mapuche: Moria Millán. El monumento ecuestre corresponde al dos veces presidente de
la nación argentina, Julio Argentino Roca, reconocido artífice de la “Conquista del
Desierto”, gesta militar emprendida por el gobierno contra los pueblos asentados
en el sur del país en procura de conquistar su territorio para, de acuerdo con su
discurso, destinarlo a la agricultura y la ganadería. Este monumento que exalta la
figura de Roca como un héroe nacional y que se constituye en una materialización
de un ideario nacional argentino, es actualmente un objeto simbólico en disputa.
Desde el año 2003 en Argentina, con la llegada al poder de Néstor Kirchner,
se han adelantado procesos de revisión histórica, revalorizando hechos y figuras del pasado, primero las recientes dictaduras, pero también se ha dado
pie para que otros sectores de la sociedad levantes sus reclamos. Las comunidades originarias y diversos sectores de la sociedad civil argentina pretenden
desmonumentalizar a Julio Argentino Roca, a quien consideran genocida, el
responsable directo del asesinato de miles de indígenas y quien los despojó
de sus tierras ancestrales. Esta tensión, apenas sugerida en el documental
con una mirada, es una disputa aún sin resolver, por el sentido que se le da
a la nación, por quien reconoce como sus héroes, y pone en evidencia que la
percepción y valoración de los personajes, los mitos y los discursos nacionales
cambian en el tiempo, y que cuando emerge una nueva voz que reclama se
instaura un conflicto que demanda una reconfiguración de los sensible.
Una de las formas de aparecer de las distintas voces en la escena de lo común, es
la ficción. El documental pese a sus históricas y pretendidas filiaciones con la verdad, la objetividad y lo real, es una construcción ficcional, “un modo particular de
representar” (Hall: 2010) y por tanto una versión de la realidad. Para comprender esto es preciso sacar a la ficción del terreno en que la ha ubicado el sentido común como falsedad o mentira, para entenderla como lo explica Rancière (2015):
no es la invención de mundos imaginarios. Es ante todo una estructura de racionalidad: un modo de presentación que vuelve perceptibles
e inteligibles las cosas, las situaciones o los acontecimientos; un modo
de vinculación que construye formas de coexistencia, de sucesión y de
encadenamiento causal entre acontecimientos, y da a esas formas los
caracteres de lo posible, de lo real o de lo necesario. Se requiere esta doble operación, además, en todas partes donde se trata de construir cierto
sentido de realidad y de formular su inteligibilidad .
En el documental con el simple gesto de Moira de mirar el monumento de
Roca, instala un eje de lucha a partir de la metonimia, por un lado están los
opresores (Roca), por otro la mujer que resiste (Moira). Mediante una opera-
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ción ficcional, es decir de poner en relación, se crea un eje diacrónico de dominación y opresión de los pueblos originarios que va desde la imagen de Roca
hasta las múltiples formas que adquiere hoy: el Estado, la escuela, el capitalismo, los grupos que tienen el poder y desde su lugar dominante impulsan sus
ideas de nación, sus ideales de progreso, sin importar que con ello excluyan,
maltraten y violenten a los pueblos originarios. En esta cadena también están
las prácticas cotidianas, el uso del lenguaje popular que señala, discrimina,
estigmatiza. Frente a esa serie de acciones violentas, las mujeres que hacen
parte del documental levantan su voz en un proceso de lucha continuado que
encuentra su correlato en un cartel que está presente en la vía, cuando Moira
sigue su camino, después de mirar el monumento de Roca, y que presenta la
conocida frase de Ernesto “Ché” Guevara: “la única lucha que se pierde es la
que se abandona”. Lo que sin duda alguna es una afirmación de resistencia y
lucha permanente. Este documental es una voz, una manifestación sensible,
que sumada a todas las acciones los pueblos originarios busca unas mejores
condiciones de reconocimiento y de vida dentro de la sociedad argentina.
Ahora bien, la ficción tiene una política. Por un lado está lo que ella representa, es decir de lo que trata, y por otro lado como ella opera. En este segundo
aspecto la ficción instituye unas determinadas situaciones, convoca a unas
poblaciones, establece relaciones de inclusión o de exclusión, traza o borra
fronteras entre percepción y acción, entre los estados de cosas y los movimientos del pensamiento, de las relaciones que establece o suspende entre las situaciones y sus significantes, entre las coexistencias o sucesiones temporales
y las cadenas de causalidad (Rancière, 2015)
Moira tiene un conflicto: debe regresar a Chubut para defender sus tierras,
pero sus hijas no quieren dejar la ciudad de Buenos Aires donde han crecido.
Moira las convence de viajar, les acerca a su cultura mediante el conocimiento
de algunas de sus tradiciones y después emprende un viaje que la llevará por
distintas territorios de la Argentina indígena. A su regreso rinde un homenaje
a todas las mujeres que conoció en su camino. Este viaje ha sido un proceso iniciático, una etapa de aprendizaje a partir del intercambio de historias
personales, del reconocimiento de diversas experiencias y de otras formas de
resistencia y lucha. En el documental se privilegia la etapa de instrucción y
aprestamiento para una confrontación donde se pondrá en práctica lo aprendido. Si bien esta etapa de aprendizaje se desarrolla aquí como un viaje completo,
es claro que todos los conflictos aún están por resolver, las amenazas sobre el
territorio siguen siendo una posibilidad latente y esa lucha se dará en el futuro.
“Pupila de mujer, Mirada de la tierra” desde su nombre anuncia la perspectiva femenina desde la que se mira, esta es una decisión política importante y
no tiene que ver sólo con el hecho de que la dirección esté a cargo de una mujer:
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Flor Copley, que la música sea realizada por una mujer: Anahí Rayen Marilua,
que su protagonista sea una mujer: Moira Millán, sino específicamente por la
decisión de hacer visible la lucha de diversas mujeres a las que se reconoce por
su nombre propio, que hablan con su propia voz y desde su propia perspectiva;
mujeres que pertenecen a distintos grupos étnicos, trabajan en diversos procesos y desde diferentes áreas, comparten el hecho de que en algún momento de
su vida han sido víctimas de un abuso o algún tipo de vejamen, y con ello han
sido silenciadas, opacadas, excluidas, pero también comparten el hecho que no
se han quedado en ese lugar, que han logrado superar esa condición y proyectarse a la comunidad y reclamar un espacio en la vida social. El documental,
como manifestación estética, se configura entonces como una acción política,
que reclama/demanda un lugar “en el reparto de lo sensible”.
Referencias
Arcos-Palma (2008). Jacques Rancière. Estética, ética y política. Cartagena. II Congreso colombiano de filosofía.
Rancière, Jacques (2015). El hilo perdido. Ensayos sobre la ficción moderna. Buenos
Aires. Bordes Manantial.
Rancière, Jacques (2011). El malestar en la estética. ed. Capital. Buenos Aires, Intelectual.
Rancière, Jacques. (2006a) Política, policía y democracia. Santiago. LOM ediciones.
Rancière, Jacques. (2006b) El reparto de lo sensible. Estética y política. Santiago. LOM
ediciones.
Rancière, Jacques. (1996) El desacuerdo. Política y filosofía. Buenos Aires. Ediciones
Nueva Visión S.A.
Videografía
Copley, Flor (2011) Documental “Pupila de mujer, Mirada de la tierra”. Argentina,
disponible en https://www.youtube.com/watch?v=mQ8UH8Q027o
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