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Ensayo - Una educación equivocada

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INTRODUCCIÓN
La vida se ha vuelto algo muy complejo, el mundo se interconecta a través de
múltiples interrelaciones personales, familiares y sociales, esto desde diversos
escenarios como el político, económico y religioso. De esta forma para atender y
reorientar el fenómeno de la educación hacia una dirección de calidad se necesita
encontrar un nuevo enfoque que permita ampliar y redefinir conceptos medulares
dentro del entramado de los procesos educativos. En síntesis, pasar de un sistema
científico cerrado a un sistema interdisciplinar.
En definitiva, la educación es una herramienta indispensable para el mejoramiento
de cualquier sociedad y, por educación no se debe entender solo los procesos
áulicos sino cualquier forma de humanizar al ser humano. En una época de cambio
como la que estamos viviendo resulta ineficaz un método educativo que intente
abordar los problemas del hombre desde una perspectiva única, por el contrario, se
necesita un cambio de paradigma que parta de un concepto integral del hombre
hacia una multiplicidad de posibles enfoques.
Educar etimológicamente proviene de la palabra latina educare que significa sacar
desde dentro, y ¿Qué es lo que la educación saca desde dentro de la persona? Esta
pregunta tiene múltiples respuestas por parte de los investigadores. Pero no hay
lugar a dudas que la respuesta que en estos momentos están necesitando, muchas
personas, se relaciona con sacar a la luz una educación socioemocional en los
alumnos y personas. En este sentido, la educación en las aulas debe sentar bases
en el desarrollo integral.
En este sentido, la crisis actual de la humanidad en los aspectos políticos,
económicos, educativos, religiosos, o morales no es otra cosa que una crisis del
hombre en su praxis vital, es decir, en su coherencia de vida. Cabe señalar, que la
ciencia, educación y valores tienen una íntima conexión en el la búsqueda de
aprendizajes que desarrollan al hombre ser mejor cada día.
El paradigma educativo debe centrarse en la aplicación de valores que permitan al
hombre su desarrollo socioemocional a la par del académico, la ciencia debe partir
de un enfoque interdisciplinar para perder así sentar las bases de una verdadera
educación. En este sentido, el enfoque humanista brinda muchas herramientas para
eso: partiendo de la persona, su historia y su presente para construir por medio del
dialogo múltiples acciones de crecimiento para madurar un futuro.
Martínez (2013) señala la importancia de construir los valores con perspectiva
complementaria en la persona, esto dentro de un contexto filosófico humanista. Esto
pone las bases para generar una nueva visión, es decir, un cambio de mentalidad
que haga percibir y valorar la realidad. Cabe destacar, que solo una percepción
sistémica de la realidad puede contemplar ciencia, estética y ética trabajando juntas.
1. ¿UNA VISIÓN HUMANISTA EN LA EDUCACIÓN?
En la actualidad tiene mucho auge la visión mecanicista de la humanidad la cual
suscribe que la vida y su funcionamiento se reducen a mecanismos celulares y
moleculares bien definidos. Los organismos vivos son percibidos como maquinas
constituidas por diversas partes que actúan independiente de ellas. Esta teoría
centra su atención en los cambios de la evolución desde el aspecto biológico, pero
también desde el ámbito social. Colocando al hombre como agente de cambio.
Por otro lado, existen diversas filosofías (relativismo, agnosticismo, consumismo,
hedonismo, personalismo, humanismo) que han surgido para dar respuestas
emergentes a las preguntas existenciales del hombre ¿Quién soy? ¿Por qué existo?
¿Cuál es mi propósito en la vida? Estas filosofías de vida dan respuesta a las
distintas interrogantes del hombre con diferentes explicaciones, sin embargo, se
abusa de explicaciones teóricas sin fundamento epistemológico llegando solo
provocar extravíos continuos.
Entre las corrientes filosóficas llama la atención la dirección que toma el humanismo
contemporáneo que surge como respuesta al existencialismo proveniente de la
primera y segunda guerra mundial, un existencialismo que tiende a racionalizar al
hombre, es decir, conceptualiza la forma cómo el hombre puede conocer la verdad
además de sus sentimientos y personalidad. En este sentido, el humanismo viene
a tomar lo mejor del existencialismo y de las demás corrientes filosóficas para
construir una visión integral del ser humano.
Es ahora más que nunca, que se necesita generar una conciencia que restituya al
ser humano, sobre todo en su dignidad personal. La filosofía humanista, entendida
cómo aquellos principios que se centran en la totalidad del ser humano, deben
permear las principales áreas de las políticas públicas, la iniciativa privada y de
manera personal se debe entender que una sociedad mejor para todos los que
vivimos en ella comienza con un cambio y concientización personal.
Un aspecto importante a señalar dentro de los principios filosóficos de la educación
en México, es el cambio de paradigma de la educación tradicional seguidora de la
enseñanza directa y rígida, predeterminada por un currículo inflexible y centrada en
el profesor. Es aquí precisamente donde se vio la necesidad de cambiar de
paradigma educativo hacia un enfoque holista en el estudio de los procesos
psicopedagógicos que puedan volver al alumno el centro de los procesos de
enseñanza-aprendizaje.
Cabe señalar, que el modelo educativo humanista privilegia la comprensión
empática y el enfoque dialógico. Esto significa que los alumnos son entendidos
como personas únicas y diferentes de los demás; personas con iniciativa, con
necesidades personales de crecer, con potencialidad para desarrollar actividades y
para solucionar problemas creativamente. De esta manera, se parte de un supuesto
positivo de la naturaleza humana que entiende al ser humano cómo un ser en
constante desarrollo de sus capacidades individuales y sociales que lo guían hacia
su propia autorrealización.
En la educación humanista los alumnos no sólo participan cognitivamente sino
además desarrollan un aprendizaje en sus afectos, intereses y valores personales,
es decir, se considera su personalidad total. Esto se logra cuando el alumno es
capaz de dirigir y construir su propio aprendizaje, este modelo de aprendizaje,
destaca que el aprendizaje debe ser significativo para el alumno y para que esto
suceda se debe involucrar al alumno como persona en su totalidad incluyendo sus
procesos afectivos y cognitivos.
Una sociedad como la actual necesita ciudadanos responsables y participativos en
las diversas problemáticas presentes. No es una utopía creer que el futuro de un
país está en la educación o que la mejor herramienta que un ser humano puede
tener consiste en su propia educación. Más allá de los avances científicos la
humanidad necesita redescubrir aquellos valores que la puedan rescatar de su
soledad y autodestrucción.
2. CIENCIA, EDUCACIÓN Y ÉTICA
La existencia humana está siempre dentro del mundo de la ética. Hoy en día vemos
una percepción de la ética entendida por la mayoría de las personas como valores1.
Podemos decir que los valores –vistos desde las personas- que diariamente nos
encontramos en la vida cotidiana, hacen que nos interpelemos y cuestionemos
sobre nuestra conducta y coherencia de vida.
Para valorar a la ética frente a la ciencia, un primer paso puede ser el hacer una
crítica a la cultura actual que día a día impacta a la sociedad y a las familias
contemporáneas con diversas ideologías o propuestas, algunas con fundamento
antropológico y otras no tanto, provocando avance y desarrollo, pero al mismo
tiempo un cierto deterioro del tejido social.
La educación integral bajo la perspectiva de la ética en el individuo tiene un impacto
en su ser social o interrelacionalidad. Creo que el cambio social comienza con el
cambio interior del hombre. De esta manera, un análisis antropológico del individuo
actual arroja la cuestión de si la ética le es conveniente o no para su desarrollo,
además analiza bajo una contextualización, el cómo la ética en la actualidad puede
ser presentada y practicada desde la familia hasta llegar a los diversos ambientes
sociales del hombre.
El ser humano no puede negar el orden del que él mismo forma parte y que el
impone a ciertas cosas. La normativa ética viene a ayudar al hombre a
Existe una cierta incomodidad interior en relacionar la propia vida con las normas éticas y
morales, se prefiere usar el término valores. Por esto la profundización de la Axiología.
1
desenvolverse en medio de la vida humana, para que el alcance con la ayuda de la
razón y su esfuerzo la verdad y la felicidad.
En este sentido, la ciencia debe abrirse a la par con la educación y la ética en el
conocimiento teórico que deba quedarse en la persona, un tanto infecundo y sin ser
practicado, es precisamente lo contrario, cuando el hombre integra un vivir
coherente con su ser, cuando fundamenta para sí mismo aquella exigencia de
fundar un orden social en el que la comunidad humana puede desarrollarse en
conjunto y equilibradamente.
Para que allá un verdadero cambio en la humanidad necesita provocarse un cambio
en cada persona y para que allá un cambio en las personas debe comenzarse por
una educación que interrelacione un conocimiento científico con una educación
humanista.
La familia es el cimiento de la sociedad, debido a que en ella se aprende los valores
y la educación que impacta desde la niñez hasta la edad adulta en la sociedad,
estado y país. De manera global, para lograr un cambio fundamental es necesaria
la educación por valores (Ceballos, 2011).
La educación por valores es necesaria para la transformación personal, familiar
y social, y ésta debe estar cimentada en la fundamentalmente en la familia; de
manera secundaria pero no menos importante, en los profesores de los diferentes
niveles de educación así mismo debe existir una promoción de valores a nivel social
y público.
Los antivalores son contrarios a la dignidad de la naturaleza humana puesto que
todo ser humano está llamado a superarse a sí mismo gracias a la práctica de la
virtud mediante la realización del bien. Cuando una persona actúa en consonancia
con algún antivalor está actuando por debajo de sus posibilidades (Definición mx,
2013). Los antivalores despersonalizan al ser humano, con lo cual consigue
frustraciones e infelicidad en su propio entorno vital.
En este sentido, Torrealba (2010) comenta que, así como hay una presencia
social de valores morales también la hay de valores inmorales o antivalores. La
deshonestidad, la injusticia, la intransigencia, la intolerancia, la traición, el egoísmo,
la irresponsabilidad, la indiferencia, son ejemplos de esto antivalores que rigen la
conducta de las personas inmorales. Una persona inmoral es aquella que haciendo
uso de su libertad toma en cuenta los valores con actitud negativa, para rechazarlos
o violarlos.
Identificar valores y antivalores es de mucha ayuda en los procesos de
aprendizaje en la vida humana. Normalmente la práctica de valores es algo muy
consiente y deseado por todos y su praxis se relaciona con la felicidad humana.
Sucede lo contrario con el antivalor, de alguna manera la persona no desea
practicarlo en primera instancia, y si al realizarlo se es consciente de ello, no provoca
felicidad sino conflicto en el interior de ella.
Ahora bien, hablar de antivalores nos hace inmediatamente cuestionarnos ¿De
dónde surgen? Para poder dar respuesta a esta cuestión se tiene que relacionar al
antivalor con una realidad negativa o mala y de esta correlación surge la
interrogante ¿El ser humano es malo o de dónde le viene la maldad?
En este sentido, esta interrogante es una de las grandes cuestiones de la
filosofía, saber si el ser humano nace bueno y luego se hace malo o algo de maldad
ya nace con nosotros. Esta cuestión se esclarece en dos direcciones respecto al
modo de ser humano, personal y social.
Hobbes desde su filosofía social afirma que el ser humano es malo por
naturaleza, de modo que para poder convivir se necesita un poder absoluto, una ley
autoritaria que controle el impulso agresivo que surge de la motivación egoísta de
todo hombre. Afirma que en el estado de naturaleza el hombre vive una guerra de
todos contra todos: el hombre es un lobo para el hombre (Hobbes, 2016).
Por lo contrario, para Rousseau el hombre es bueno por naturaleza, la sociedad
lo corrompe. Rousseau concibe al hombre como producto de la sociedad. Rousseau
dice que cada individuo cuando nace, carece de una estructura de pensamiento
moral o social, y éste debe captar las normas sociales que cada pueblo tiene, e
incluso una específica manera de pensar. También, el Estado y sus instituciones se
apoderan de los conceptos morales y éticos, manejándolas a su antojo e
imponiéndoselas a los individuos (Rousseau, 2003).
Por lo tanto, la persona no nace ya con una personalidad o moralidad, las
adquiere a medida que se va adentrando en la sociedad, y va adquiriendo los
modelos e ideologías sociales que ésta le impone, dejando por llamarlo de una
manera, el estado original que tenía al nacer.
Algunos autores contemporáneos del humanismo como Fromm (2007) señalan
que el ser humano adquiere moral por aprendizaje, hace el bien cuando desarrolla
sus potencialidades humanas, tales como el amor y la razón y realiza el mal cuando
paraliza dichas potencialidades. Los factores externos, como la educación y las
exigencias sociales, y los internos, como el temperamento y la constitución, influirán
en el despliegue de su poder humano, el cual es responsable de su salud física y
mental.
De esta manera, el hombre busca dentro de si su fuerza para hacer lo bueno y
positivo, también busca dentro del contexto social situaciones que le sirvan para
hacer el bien. Sin embargo, la persona encuentra en si misma su más difícil
obstáculo a superar, ya que ella se piensa y se ve de una manera concreta, pero en
la realidad de sus actos se experimenta distinta. Esto es sinónimo de las dificultades
propias de la vida para alcanzar la madurez humana y el desarrollo personal, familiar
y social.
Vale la pena mencionar que es el contexto social y su relación con la gesta de
los antivalores. Los antivalores tienen una dimensión social que impacta el contexto
familiar especialmente a las personas más vulnerables, niños y adolescentes. De
aquí la importancia de la formación continua como personas en búsqueda del
desarrollo personal.
Se conoce como contexto social “aquella realidad cultural con la que interactúa
de una forma inmediata un individuo” (Ramos, 2012, p. 55). Cualquier persona crece
en un entorno determinado, es introducido a un dinamismo social del cual nunca
escapará. Crece en una familia concreta, vive en una ciudad determinada, se
relaciones con diferentes individuos y se mueve en un círculo de relaciones.
Si bien es cierto que no existe relación directa a modo de causa y efecto entre
los antivalores y el contexto social, ya que en el medio esta la libertad personal, sí
es cierto que ningún ser humano puede ser ajeno a las circunstancias que le han
tocado vivir porque todas las vivencias influyen desde la niñez.
En otras palabras, no es lo mismo crecer en una familia disfuncional que en una
familia bien formada en el que los padres educan con responsabilidad a sus hijos,
de igual forma no existen los mismos contornos sociales en una escuela pública de
medio rural que una de medio urbano.
La cultura es parte fundamental del contexto social. Se trata de herramientas con
las que el ser humano se va perfeccionando. Sin embargo, no todas las estructuras
sociales que se observan en la sociedad provocan en el ser humano cambios
positivos en su mentalidad y actitudes. Nadie puede negar la influencia que tiene la
cultura sobre el modo de pensar en las personas.
Para Reyes (2018) la sociedad es en gran medida la generadora del desorden
en las escalas de valores llegando a considerar el tener y el hacer como prioridad
antes que el ser. El dinamismo del contexto social da la impresión de estar regulado
por cuestiones económicas más que humanas. Educación, alimentación, vivienda,
descanso y diversión son actividades en las que el ser humano ha sido trastocado
y ahora, difícilmente puede realizarlas sin preocupación alguna
En esta misma dirección, es interesante el concepto de hombre light referido al
hombre contemporáneo, el cual ha creado una sociedad vacía, sin valores, falta de
riqueza cultural y moral. Sus metas son vacías, sin fundamentos, y solo espera
admiración a cambio de riqueza. “Los males sociales son el desgaste de la sociedad
al paso del tiempo, una sociedad que no busca metas espirituales, sino materiales,
sociedad que tiene como lema: pasarla bien a toda costa” (Rojas, 2010, p. 44).
De esta forma, es innegable que el ambiente social que estamos viviendo en la
actualidad tiene aspectos muy positivos. Se viven muchas libertades sociales, más
avance y desarrollo tecnológico para el bienestar de las personas y definitivamente
existen más oportunidades de salir adelante. Pero también esta cultura tiene
muchos excesos y desenfrenos que cosifican a la persona generando una profunda
insatisfacción y soledad. Por esto los padres de familia deben estar preparados para
estos retos.
De lo anterior se desprende que cuando se dice que hay crisis de valores en la
sociedad es porque existe crisis de valores en las familias. La influencia de
antivalores que el contexto social genera en las personas es muy fuerte y al mismo
tiempo sutil, ya que una persona crece y se desarrolla en medio de ambientes
caracterizados por antivalores. Los antivalores hacen que se perciba la vida
diferente con perspectiva centrada en el tener y en el hacer.
Cabe destacar, que el contexto familiar es el que más puede lograr la
reconstrucción del tejido moral de una sociedad. Sin embargo, la correa de
transmisión es la misma entre el contexto social y el familiar, por ella sucede el
intercambio de valores y al mismo tiempo de antivalores, dinamismo real e implícito
de la vida.
Algunas veces con la omisión cómplice de la sociedad, hace que los antivalores
se instauran en la familia y se despliegan de una y otra manera hacia el trabajo, en
las relaciones interpersonales, económico y de ese árbol social se desarrollan
estructuras sociales que no cumplen con la función principal de la sociedad,
expandir el ser del hombre (Frondizi, 2010).
Se puede decir que cuando una pareja forma una nueva familia ésta se crea
sobre los pensamientos y praxis que a su vez él y ella han aprendido en su propia
familia. Cabe señalar que la pareja en su dimensión personal cuenta con
limitaciones humanas y aprendizajes que muchas veces no se centran en el bien o
crecimiento personal.
Es precisamente esta red de antivalores trasladados del contexto social al
contexto familiar los que provocan crisis emocionales en los adolescentes. Ninguna
familia puede tener un ambiente perfecto, pero cuando se habla de relaciones
disfuncionales o problemáticas y se hace algo normal en el contexto familiar sin
darse cuenta se está dañando a las personas.
Para Ceballos (2011) los antivalores más comunes dentro del contexto familiar
son la violencia intrafamiliar, inmadurez de los padres, dependencia emocional,
adicciones a drogas o alcohol, actividades delictivas de los padres, ausentismo de
los padres, educación sin valores espirituales.
Por un lado, los antivalores más comunes que el adolescente encuentra en el
contexto social son narcotráfico, el materialismo, mal uso de las redes sociales,
ausentismo de los padres, mal manejo de su sexualidad. La característica principal
de estos antivalores es se presentan con un disfraz de novedoso y placenteros.
El adolescente confronta lo aprendido en el contexto familiar con lo nuevo del mundo
y en esta red compleja de adaptación en donde se aprende el juicio de valor
necesario para la vida (El Debate, 2018).
Dentro del contexto familiar los antivalores poseen un dinamismo diferente se
presentan de otra forma. El dinamismo del contexto familiar depende de los padres,
son ellos los que generan el ambiente adecuado para el sano desarrollo emocional
de los hijos. Los antivalores pueden engendrarse desde afuera de la familia sin que
los padres se estén dando cuenta. Todo padre de familia debe recordar que el
adolescente necesita de su ayuda para discernir sus emociones y hacerlo sentir que
es parte de la estructura familiar.
Un estudio realizado en los Estados unidos revela las causas más frecuentes de
suicidio en los adolescentes relacionado con los antivalores familiares y sociales, lo
cual es de importancia por la influencia cultural que se tiene con dicho país. Entre
las causas resalta:
“un trastorno psicológico, especialmente la depresión, trastorno bipolar y
consumo de drogas y alcohol, sentimientos de desesperanza y de complejo
de inferioridad que con frecuencia se manifiestan con la depresión,
antecedentes de depresión o de suicidio en la familia, abuso emocional, físico
o sexual, falta de un grupo de apoyo, malas relaciones con los padres o sus
pares y sentimientos de aislamiento social, hacer frente a bisexualidad u
homosexualidad en una familia o comunidad que no lo apoya o en un
ambiente escolar hostil” (Lyness, 2015, 15).
En México los factores que aumentan el riesgo de suicidio entre adolescentes se
relacionan con antivalores dentro del contexto familiar como: violencia intrafamiliar,
la falta de límites en el actuar del muchacho, el mal uso de la tecnología, falta de
una red familiar, mal ambiente afectivo. (Ramos, 2018).
Cabe destacar, una situación familiar relacionada con el suicido que Ramos
(2018) señala. Es la relacionada con ser padres equilibrados emocionalmente para
transmitir una buena crianza a los hijos. En otras palabras, la situación emocional
de los padres es muy importante que sea sana para no transmitir a los hijos sus
propios problemas. Muchos adolescentes toman la decisión de suicidarse porque
ya no soportan las problemáticas familiares diarias, de las que lo deseen o no,
forman parte.
Fuentes bibliográficas
Martínez, Miguel. (2013). Laciencia y la jerarquía de valores en la educación del
siglo XXI. Culiacan: Edicion del Centro mar de Cortés, S.C.
Sada, Ricardo. (1997). Curso de Ética General y Aplicada. México: Editorial Minos,
S. A de C. V.
Ruiz, A. (1987). La ciencia y la fundamentación de la Ética. Pamplona: Universidad
de Navarra.
Peláez, Miguel A. (1991). Ética, Profesión y Virtud, Madrid: Ediciones Rialp, S. A.
Rojo, Enrique. (2000). El Hombre Light: Una Vida Sin Valores. Madrid: Editorial
PLANETA ARG.
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