• ___________ f ! ¡ 11 1 ¡-g 8o <: ¡:¡¡ ~ --- --o - _, r--~~~~~~~~~~- ~ o ~ s ~ ti'.) '"O ~ ~ u ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~----, DIÁLOGO ABIERTO / 52 / Psicología SÜ!mund Freud Cartas de amor OYOACÁN S.A. DE C.V. Primera edición en Ediciones Coyoacán S.A. de C.V.: 1995 ~·, . ' ·,, ~i. { '\}, PARA LAS CARTAS DE FREUD A MARTHA ', 1, Portada: .,_ _.q.~ Nonoi Lorente -~._.-.. • ~ ~·~ ~,;{.; t ·~ \ . ., , Üust~ciÓn': F'ra~~~¡~ Gé~ard . Cu~id; y Psique, 1798 ... R~servados todos los der.echos conforme a la ley ©EDICIONES COYOACÁN S.A. de C.V. Av. Hidalgo 47-2 . Colonia del Carmen Delegación Coyoacán. 04100 México D.F. Teléfonos: 659 71 17 y 659 79 78 . Fax: 658 42 82 ISBN 970-633-078-X Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Escribir un prólogo para F reud, para don Segismundo Freud, es bastante comprometido. Más aún, escribirlo para las cartas a su novia. La diferencia entre la seriedad y capacidad de análisis de sus escritos profesionales, y el romanticismo púrpura y aterciopelado de las cartas a su niña adorada, Martha Bernays, es absolutamente abismal. Sin embargo, no es difícil inclinarse a pensar que el Freud de estas cartas íntimas sea posiblemente más auténtico y real que el de las miles de páginas de sus libros profesionales. A lo largo de cuatro años, Freud escribió más de mil quinientas cartas a su novia, pero no se han conservado las que corresponden a los cuatro últimos meses del noviazgo. Tal vez esta pro[ usión de correspondencia se deba a que don Se>1ismundo sólo realizó seis visitas a Martha. Es también probable que el contenido bastante platónico y romanticón de las cartas se base en que Martha fuese el primer y único amor real de su existencia, exceptuando ese nebuloso amor inf anti[ -Freud tenía diez años- por Gisela Fluss, hermana de uno de sus amigos. 7 , ·.'~ ·~X·\' "11¡ Freud conoció a Martha un día de abril de 1882. Ella era cinco años menor que él, de origen . igualmente judío y oriunda de Hamburgo: Su padre era el rabino Isaac, considerado como el supremo monarca del espíritu del cerrado mundo judío. Ernest Janes -biógrafo empedernido de Freuddescribe a Martha como una muchacha delicada, pálida, pequeña, pero de maneras Hraciosas; Martha Robert dice que era más bien insignificante. Sobre el aspecto físico de su amada, Freud da también su opinión en una de las cartas que le dirige: Sé que no eres bella en el sentido en que lo entienden los pintores y escultores: si quieres que dé a las palabras su sentido estricto, me veo obligado a cqnfesar que no eres ninguna belleza. Pero Freud, a esta muchacha que no consideraba una belleza, le envía las primeras semanas del noviazgo, una rosa roja acompañada de una tarjeta con frases en latín, español, inglés, alemán, francés y que recogían citas, proverbios que lo habían fascinado .durante su juventud. F reud tiene con ella un comportamiento inocentón, risueño, de enamorado primerizo. Cuando ingresa en el Hospital General de Viena ( 1883) , le pide a M artha que le borde tres banderines en los que figurarán un texto de Cándido -Trabajar sin razonar,.;.._, uno de San Agustín - En caso de duda, abstente- y un tercero correspondiente a la exaltación popular - Hay que tener fe-, con la aspiración de tenerla presente a través de estas telas bordadas por ella. Igualmente, la perla del anillo familiar que ella le había obsequiado, se cae al romperse su soporte, lo cual sirve de base para que F reud otorgue de inmediato un simbolismo amoroso al hecho y atribur¡a la 8 ·-. '' \ '\ -,·~-"''·-'" .... , ... ' . . . . . 10· a.;cf..' ffu1~ ~ ~ WlEN. ./,.. /!_,, ,;f?:f,i' - ~ ~ ¡f,- _,( .::t!zrlffj_,,,..7~;{r.-. > ·// . . Al/""'//J...- ,._,; ? ~;ú,_i-'-/. - ~ t ,.,r ¡/_; ~ . ~ .... ~~.. -.L-<t--<' . / / '4.L~,,.....__., - ~,,) , ~n/v; ,.;- /.~,,¿l ..:_jf .rrd, e~ ~.f'lj-;¡;,, ~ . u ~,..~ .hA:t<'./~' /~~/ ~ ~~11~. !&-Xo ""' 4'--- , 1&'/{eü, ~ IJ'<#V'~ ~,/J ..,...;.,,,4~ ,i • kr.4~ ,,¡y,-)J, , .¡/ , ~# _¿;~-;/d.;,~.<~~ -y-> J. - ~ - '/ - ~u..t/ ~,./,.,.. ,jfl /t'...-C.~ 6<• ~'"'A ·Á '""<) - r'~ / . .- J. -{ --/ · • / An~ . '/~/._.,/ . ~ .4ft.v ~ - · ~~~ ..-' . :1-1,,;1,/ ' ~¿ 4'. "'f-~~;-7_~ /,¡./ ~4> · '~-/'/ M / h ~~- 4¿, /-'-- A-r""-'I ;j¿h¿. • .,4;"'ª"' 1 ) ~/ -H¡{:f"J en:U ~ ~• ~ / , .f Z.,07 ( .,,_.,_.,, ,,¿;_ ~:;..,6._ 4'/ ~/. -_;;¡¿? ~~k.;/...· • ~,.,, tk~ ,.-;;a.p~ ~ /L/fer.t. ~ .., . / • ~ ,..-¿.? ,~-t-ú-T"Ñ/ ./<-Ar.V ,,..- " . ~,.. / Ak~ /~~r A /ltt<r ~ .~ #JIU'h / ;b, ¡/"p A• /q-f,¿:#;-.-, ,e/. " ~ ' ,/y,.("/¿ -41 ~-~ / ~ ,/ .~-r " / ,__.. .,..-- ~k -- ' ~~ - - -'"·~"'- -;,.~~- , ...,:., ~4.... ;X Xft- -d ~ .;...,_, ,,,/_ ..,-7 n,;f#t4ÚA ~¿;_p: / e h>lr,¿;,___u·12·1.,y /. , i-~~ ~ / ~_,,,......; rk~~. . -<'r;t ·A.._._.,,_, A-,, .....;...:( / / · ..., -) ,. t' • --~~ ;H"?#(',.:;i';;. ~~ ,~47 ~ ' .--".''~' ~- "/~/,,;- / . -o , . _,, 4 i 6 ~d~ ~---? .e~" ~~~.. -¡~~ .. / ¿_,..;_,. ~:¿- ,,.".< La primera de las 1.500 cartas que Freud le escribió a su novia Martha. ,, 111 Freud y su novia, Martha Bernays, con la que se casaría en 1886, después de cuatro años de noviazgo. rotura a que ella le ha sido infiel o había deseado serlo, o que, por lo menos, desde el día de la caída de . la perla, ella lo hubiese querido menos. · Esta inclinación por los pequeños detalles sentimentales continuará a lo largo de todo el noviazgo, noviazgo casi secreto, de relaciones primarias donde, sin embargo, existe un complejo sistema de reacci.ones cotidianas, como los celos que siente de Max Meyer, joven artista favorecido por Martha antes de conocer a Freud, o de Fritz Wahle, amigo de la .familia de ella. Los celos fueron una verdadera tortura para Freud. Refiriéndose a Meyer, escribe, Ah, esos artistas que no tienen la oportunidad de someter su vida interior al estricto control de la razón. Trata también de :sublimizar sus sentimientos escribiendo: hasta que un día me di cuenta que lo que realmente importaba era si ella amaba a determinadas personas o si todo el mundo la quería a ella. (Carta 23-7 -1882) . Pero los celos continuaron torturándolo y creándole la búsqueda de una posesión enf ermiza con estallidos de rabia tan fuertes por detalles insignificantes como que M artha se subiera las medias en pleno Beethovengang, visitara a una amiga casada antes de su boda o que patinara dándole el brazo a un joven. Freud está continuamente acechándola en sus cartas hasta el punto de neurotizar la relación y obli{lar a su dulce niña a juf¡ar con la idea de ahogarse en una bañera. Si ella hiciera esto, le escribe Freud, cuando se entera, podría considerarse la pérdida de una amada como un incidente sin importancia comparada con la historia milenaria de los hombres. Sin embargo, poco después, Freud reacciona más sincera- 11 . ''~''"~·' ,, ·\ \~ ,\ mente y le escribe diciéndole que este incidente eqmvaldría para mí al fin del mundo. ante lo cual M artha renuncia a ahogarse en su bañera. Aoarte de estos desbordes amorosos, el único problema latente a lo largo de la correspondencia es el económico, pues Freud n.o gana lo suficiente para poder mantener a una familia. Pero después de cuatro años de noviazgo, Freud se encapricha en casarse en setiembre y actúa como un niño mimado que llora porque no le dan lo que quiere y piensa que así lo conseguirá. Esta ,,, idea, y la necesidad de casarse, lleva obstinadamente a Freud a incursi.onar por diferentes caminos que presupone le permitirán obtener el dinero que necesita. Docenas de cartas están llenas de cálculos económicos basados en estos sueños. Las ideas de triunfo, de comodidad, de fama, atrasan más estos deseos. Sin embargo, el matrimonio se realiza el día señalado por Freud: el 14 de setiembre de 1886. a..,.~"" f.,l,. Antes de esto, Freud ya se había decidido a practicar la medicina y obtiene el título de Privat Dozent. Después de algunas experiencias pasa al servicio de psiquiatría dirigido por Meynert. En la Universidad es nombrado Sekundazt. También ejerce en Dermatología, en Oftalmología y en un asilo psiquiátrico de carácter privado. Una beca, que solicita y obtiene, lo lleva a París. Toda esta "carrera" médica de F reud está claramente marcada por un evidente afán de celebridad y de obtención de los medios económicos que le permitan casarse y vivir con su amada M artha Bernays. (UN PARENTESIS EN EL PROLOGO SOBRE LA VIDA AMOROSA DEL JOVEN FREUD: El experimento erróneo de la cocaína en un apresurado intento de celebridad. A los 28 años, Freud "descubre" la cocaína. Se entusiasma, se apasiona por ella, cree haber encontrado la solución adecuada para alcanzar la meta que le dará gloria y fortuna. Escribe a su niña: Querida, no nos faltaba más que un golpe de suerte de esta clase para poder pensar en establecernos. "' ., ~ 't~I.; ~\ .- ~~~~ ~ ~,,,r¡V~ ~~~¡! J /?f:!rf.1 ~/ ~{ ~~ 'f' /;rtr~~ ,,.s;~~ ~ Croquis hecho por Freud y enviado a Martha, representando la habitación que él ocupaba en el hospital de Viena. 12 Considera F reud que la cocaína es la solución milagrosa para todos los problemas. Este alcaloide usado por los nativos peruanos para resistir las privaciones del hambre y la fatiga, le parece apropiado para emplearlo en las alteraciones cardiacas y para la fatiga nerviosa debida a la supresión de la morfina. El entusiasmo de Freud rompe todo límite de cordura. Incluso se lo envía a su dulce amada para pro- 13 porcionarle fuerza lJ darle a sus mejillas un tinte rosa. El mismo ingiere vigésimos de gramo, lo que lo dejaba encantado. El mal humor de Freud se convierte en euforia, la actividad no disminuye a lo largo de las horas, el rendimiento del trabajo aumenta, se elimina la sensación de hambre. Glorificado por esto, embarca a su amigo Fleischl y a otro enfermo afectado de gastritis en el consumo de cocaína. y en el summum de su euforia le escribe a Martha : sóf.o ahora es cuando me siento médico. Y no deja de recomendarle tanto a su novia como a sus hermanas la ingestión de cocaína. El resultado -que nunca quiso reconocer- fue la intoxicación de Fleischl y su consecuente muerte en medio de delirium tremens que le hacía ver serpientes arrastrándose por su cuerpo. Freud busca y da disculpas, argumenta. pero en Alemania ha florecido una ola de cocainómanos que es considerada como una tercera plaga de la humanidad. El aprendiz de hechicero, ante esta situación alemana, en la que ha colaborado con su obrar ligero y sin profundizar en el tema , decide emprender un viaje imaginario que le permita abstraerse del medio y así no asumir responsabilidades de una testarudez que jamás quiso reconocer como un error juvenil). ' "' En medio de sus aventuras para lograr medios de casarse con Martha, Freud abre el 25 de abril de 1886 su primer consultorio y empieza a ejercer en el 7 de la Ra14 El jo ven F reud "' 111 El maestro y sus discípulos. De izquierda a derecha de pie: A. Brill, Erneat Jones, Sandor Ferenczi. Sentados: Freud, Stanley Hall, C. G. Jung. (septiembre de 1909) thausstrasse. Deja el hospital y, luego de una corta experiencia militar, realiza su gran sueño: el 14 de setiembre de 1886. en W andsberk, se casa con M artha bajo el Chuppe mientras su tío recita las oraciones hebráicas, las broche. Los recién casados toman un departamento en el número 8 de Marie-Theresienstrasse con la ayuda económica de las dos familias. Sigmund y M artha fueron felices y tuvieron muchos hijos, de los cuales los tres primeros nacieron en este departamento de cuatro amplias habitaciones, y los otros tres en el 19 de la Berggasse, donde vivieron cuarenta y siete años y donde, según su biógrafo Janes, el único disturbio matrimonial fue la cuestión de saber si los hong.os debían cocinarse con o sin tallo. Este departamento de Berggasse y la vida que hacía en él, son típicos de las inclinaciones personales y más íntimas de Freud. Se rodea de un decorado bastante inclinado al confort burgués de la época. La casa se ve de pronto llena de obras florentinas, romanas, figuritas egipcias, una mascarilla de Dante; casi de inmediato instala el teléfono. Su vida se halla encerrada en rutina impresionante. Se levanta a las siete de la mañana y acude al peluquero para el arreglo de su barba, luepo desayuna con toda su familia y se traslada al otro departamento que ha tomado en el mismo edificio para atender a sus clientes; consultas de cincuenta y cinco minutos con descansos de cinco minutos entre cliente y cliente; a la una, el almuerzo familiar, después un ligero descanso, un corto paseo por el vecindario, aprovisionamiento de puros; a las tres, vestido con levita, reanuda sus con- 17 ,,, IH sultas hasta las nueve de la noche, hora en que se realiza la cena familiar; finalmente se dedica a su trabajo personal -autoanálisis, correspondencia, corrección de pruebas, redacción de artículos- por lo general hasta la una de la mañana, aunque también algunos días se prolonga casi hasta la madrugada. Hasta los sesenta l/ seis años, Freud llevó esta vida de puntualidad casi religiosa. La única innovación fue incluir una taza de café a las cinco de la tarde. No tenía ninguna inclinación personal por la cerveza o los vinos, bebía agua, le gustaba la carne, odiaba a los pájaros y a las coliflores, se mantenía callado a la hora de las comidas, no era deportista y su único vicio, después de esa transitoria atracción por la cocaína, era una fuerte dependencia al tabaco, ya que consumía diariamente veinte puros. Hasta 1890. su principal pasatiempo era el ajedrez, luego fue el tarock, antiguo juego vienés de cartas al que dedicaba las veladas de los sábados; otra de sus distracciones era ir dos veces al mes al club judío B'nai B'rith. También era un buen caminante de largos pase.os por el monte. Esta vida marcadamente burguesa que compartía con Martha, reflejaba claramente que Freud construyó y armó su vida con una rigurosa meticulosidad hasta en los más mínimos detalles. (SEGUNDO PARENTESIS. Freud fue el creador del psicoanálisis y es indudable la influencia que han tenido sus teorías en este siglo. La celebridad que alcanzó en vida. pocos de sus colegas la obtuvieron. Pero ;.cuál fue verdaderamente la personalidad de SiHmundo Freud? 18 Después de su errónea experiencia con la cocaína, se puede mencionar los groseros insultos que le dedicó a Víctor Adler. la evidente muestra de paternalismo que mostraban las también tan autoritarias cartas a Martha, la constante actitud de celos carcomidos de envidia y desprecio por el joven Fritz Whale, su amarga actitud por los artistas que en el fondo revelaban el sentirse "desplazado" de contemplar tanta juventud, tanta belleza, felicidad y alegría en las reuniones que tenían. Todo esto oculta a un F reud ignorado, a un Freud débilmente humano, a un Freud que se quejaba constantemente, que continuamente }Temía y que tenía, como él mismo afirmaba, un gran talento para lamentarse. No deben olvidarse otros detalles de su vida que también sirven para revelarnos su personalidad. detalles como quemar su diario que había llevado durante catorce años, junto con las cartas, sus manuscritos, las cartas de su novia ( lue}TO su esposa) y una gran diversidad de papeles, con la clara intención de que sus biógrafos no pudieran conocerlo: desde ahora me alegro de pensar que todos se equivocarán. ¿Qué tanto quiso decir con eso? ¿Qué era verdaderamente lo que lo obsesionaba en las dos quemas que hizo de sus papeles personales: una tendencia a protegerse o una tendencia a la autodestrucción? Es posible referirse a una inclinación de Freud por ocultarse, de lo cual es buen ejemplo el presentarle a sus discípulos y colegas el caso de un tal 19 M. Y., enfermo que no tenía nada que ver con la psicología, y que no era otro que él mismo. Igual con su trabajo so~ bre Miguel Angel. que lo enseña como si fuera escrito por otra persona. Este comportamiento, mezclado con el de verse libre de publicar, sin ningún consentimiento de sus pacientes, las anamnesis -como el caso de Dora ,en que revela una serie de detalles íntimos de su paciente atribuyéndole las más agudas perversiones sexuales, o como el caso de Katharina, en sus Estudios s.obre la histeria, en que señala muchos datos que permiten identificarla e indicando que el seductor de su paciente era un tío de ella y, en una siguiente edición, afirmando que no era el tío sino el padre el corrupto seductor-. revelan en la personalidad de F reud una curiosa ambivalencia hacia la fama, el éxito económico que tanto se empeñó en alcanzar y que obtuvo. Los casos de publicaciones indiscretas como las indicadas, levantaron una ola de protestas contra Freud en el seno del cuerpo médico vienés. ¿Fueron, tal vez, las razones de entregar al público estas revelaciones íntimas de sus pacientes, la necesidad de alcanzar una ambigua notoriedad que lo podría conducir a una rápida celebridad con el consiguiente aumento de sus ingresos económicos? A los cuarenta y dos años, Freud aún se quejaba de ser un uiejo judío, más bien pobre, temeroso de la pobreza y exclamando melancólicamente qué difícil debe ser enriquecerse, pero revelando a la vez estar dispuesto a obtener dinero con tal de que sea honrado. "' 111 20 Freud y su madre, que lo adoraba de una manera muy especial. Al margen de la inmensidad de su obra psicoanalítica, la personalidad de F reud se nos revela como la de un hombre obsesionado por obtener dinero, capaz de construirse una vida rutinaria hasta en sus manifestaciones más ínfimas, burgués, autoritario, paternal, apasionado, tremendamente celoso, capaz de enfrascarse en violentos e injuriosos pleitos con sus colegas, amigos y discípulos. Pero para la finalidad de este prólogo, merece volver a fijar la atención en la vida de Freud pero refiriéndola a su dimensión amorosa y sexual. El matrimonio con Martha no arregló nada de la vida personal de Freud. Su humor se volvió más caprichoso, su neurastenia alcanzó los grados del paroxismo. La amistad de F reud con Wilhelm Fliess, por ejemplo, es buena muestra de que su soledad sentimental continuaba después del matrimonio. Lo que sigue queda como una turbia nebulosa en la vida privada del Dr. Freud y nos permite. a la vez, entrever algo de su contradictoria personalidad. Freud y Fliess tuvieron una amistad bastante apasionada desde 188 7, al año siguiente de su matrimonio, hasta 1902, mientras ambos estaban entregados a investigaciones sobre la sexualidad. Freud admiraba a Fliess de forma desmesurada, te considero como un Mesías, como un juez supremo. En los momentos de soledad le escribe a su amigo: la nostalgia de ti, de tu compañía, se ha apoderado de mí intensamente. Freud envía a Fliess un torren- "'111 22 te de las más íntimas declaraciones, Vivo fastidiado y en la oscuridad hasta el momento de tu llegada, y entonces me insulto y VtJ.e.lvo a encender en tu llama serena mi luz vacilante. Uno vive en Berlín, el otro en Viena. Los dos son casados y no es fácil para ellos organizar sus encuentros, que consideran de capital importancia, a los que denominan sus "congresos" y al que Freud llama un idilio a dos. Freud ve invadidos sus sueños por la imagen de Fleiss y los considera absurdos, pero le escribe a su amigo: alg.o venido de las profundidades abismales de mi propia neurosis se opone a que avance en la comprensión de la neurosis, y tú estás implicado en esto, ignoro por qué. El intercambio de ideas acerca de la sexualidad y, como pasará después con otros compañeros suyos, la apropiación de las ideas de Fleiss por parte de Freud, comienza a crear una tensión entre ellos hasta llegar a la ruptura. Refiriéndose a los descubrimientos de Fleiss. Freud le escribe que me moriría de envidia de oír decir que alguien en Berlín ha descubierto semejantes cosas. En una ocasión, Fleiss, quien ya notaba en su amigo cierta animosidad hacia él, se sorprende ante una teoría de F reud sobre la neurosis y le dice, pero si es lo que te dije hace más de dos años, una tarde, mientras dábamos un paseo y tú no quisiste oír hablar de eso; Freud no consiguió acordarse de esa conversación, poseído por una "amnesia temporal", durante varias semanas. 23 Una vez que la ruptura es definitiva, Freud se queja: ¿a quién debo escribir ahora?, y llega a reconocer que había entre ellos una amistad basada en una necesidad que responde a algo en mí, quizá a alguna tendencia femenina. Dos años después de terminar su amistad con Fleiss, Freud vive una situación bastante parecida con Jung y acaba confesando que en el fondo de este asunto hay un problema homosexual sin resolver). Las cartas a Martha Bernays, la novia, la niña adorada, luego la esposa, constituyen quizá un intento de aproximarse a la cara oculta del doctor Freud, al genial vienés, al creador del psicoanálisis y al hombre de su época poseído por toda clase de temores, angustias, celos y ambiciones. Quizá este prólogo demasiado extenso, haya rebasado los límites a los que debería referirme al hablar de su correspondencia con su novia, para abarcar tímidamente otros aspectos de la vida íntima de F reud que no encajan realmente con las cartas. Sin embargo, tal vez pueda motivar un interés mayor por la vida y la obra de este hombre que tanta influencia ha tenido !J tiene en nuestro tiempo. A. POPOF. 24 CARTAS DE AMOR Viena, t ' 1,¡: 1\1 .•. 11 19~6~ 1882. Mi preciosa y amada niña: Sabía que hasta que no te hubieses ido no podría darme cuenta realmente de toda mi felicidad vivida y también, ¡ay!, de todo lo perdido. No consigo aún tener una idea clara de lo nuestro, y si no tuviera delante mío esa hermosa cajita y tu retrato, temería que todo pudo haber sido sola~ mente un dulce sueño del que no me gustaría despertar. Pero mis amigos me afirman que es verdad, e inclusive me siento capaz de acordarme de los detalles más agradables y hechiceramente misteriosos que no puedo considerarlos fruto de alguna fantasía onírica. Debe de ser verdad. Martha, mi dulce niña, de ti todos hablan con admiración, y a pesar de toda mi resistencia cautivaste mi corazón en nuestro primer encuentro. Es mía, mía la muchacha a quien temía cortejar y que llegó hacia mí con confianza. reforzando la fe en mi propio valor y me dio nuevas esperanzas y fuerzas para trabajar cuando más lo necesitaba. Cuando regreses, querida niña, habré logrado apartar la timidez y torpeza que me cohibían delante tuyo ... Nos sentare~ mos otra vez solos en aquella pequeña y encantadora habitación, y mi niña escoge- 27 111. ') rá aquel sillón (en el que nos dimos tan gran susto ayer) . Y o me sentaré cerca de ti en la silla redonda y hablaremos de nuestro futuro, cuando ya no exist~ diferencia entre el día y la noche, y cuando ni las molestias ajenas, ni los adioses, ni las despedidas, puedan ya volver a separarnos. Te hablaré de tu dulce fotografía. Al principio, cuando la tenía delante mío, no le di demasiada importancia; pero ahora , cuanto más la veo, más me recuerda al ser querido y hasta me parece que las blancas mejillas van a enrojecer con el color que tenían nuestras rosas, y parece que los delicados brazos van a salir del marco para acariciar mi mano. Sin embargo, el retrato no se inmuta y sólo hallo la mirada instándome a tener paciencia, como asegurando: que sólo eres un símbolo, una figura impresa en el papel; la muchacha de carne y hueso que regresará pronto, y entonces puedes dejarme nuevamente a un lado. Me gustaría mucho al retrato buscarle un sitio entre los dioses familiares que están en mi mesa, y me parece extraño que, pudiendo tener libremente los rostros de los hombres a quienes admiro, tenga que gu<;trdar bajo llave, en cambio, tu delicado rostro. Descansa tu retrato en la cajita que me obsequiaste y casi no me atrevo a decirte cuántas veces durante estas últimas vienticuatro horas he cerrado la puerta y he sacado tu fotografía de donde la tengo escondida para refrescar mi memoria. Tenía la impresión de haber leído, no sé dónde, sobre un hombre que llevaba consigo la imagen de su amada guardada en una cajita, y habiendo escrutado largo rato en las oscuridades de mi cerebro, me cercioré 28 a medias de que tal sucede en La nueva Melusina, el cuento de hadas de la obra de Goethe "Años de andanzas de Guillermo Meister", que recuerdo muy vagamente. Después de muchos años, volvía a sacar el libro del estante y encontré en él la confirmación de mis sospechas. Pero no quedó la cosa allí; pues hallé mucho más de lo que estaba buscando. Aquí y allá aparecían en el libro referencias amables y leves, y en toda la trama de la obra parecía traslucir una referencia a nosotros. Cuando me acordé de los escándalos que hace mi niña porque soy más alto que ella, tuve que dej<'!r el libro y, medio divertido y medio irritado, tuve que consolarme pensando que mi Martha no es una sirena, sino un hermoso ser humano. Y, a pesar de esto, no encontré el humor en las mismas cosas. Pero no por esto te sientas descorazonada cuando leas esta pequeña anécdota. Y, casi prefiero no hacerte partícipe de todos estos alocados y serios pensamientos que cruzan mi mente. Estas páginas, querida Martha, no han sido escritas en un solo momento. Ayer y esta noche, Eli y Schomberg estuvieron conmigo. En la visita de ayer vinieron con varias muchachas, y para evitar que pudieran sospechar traté de mostrarme muy sociable, aunque hubiera preferido estar a solas. Mi único consuelo es ver a Schomberg, pues sus honradas y vivaces facciones me recuerdan, con sonido y color, una inagotable serie de imágenes. ¡Qué hechiceras son las mujeres! Cada vez me es más agradable. Recibí h nota de despedida que me mandaste desde la. estación, y hoy supe por Eli las esperanzas nuevas de tu llegada. Tu hermano parece estar a gusto 29 1 •, 111 con nosotros; me ha sido imposible crear con él una amistad profunda, ya que no he tenido oportunidad de frecuentarlo a solas desde que nos separamos. Por otra parte. me drogo con mi trabajo. y sólo me queda la seguridad de que Martha seguirá siendo mía mientras siga siendo Martha. Mi querida y pequeña novia, si alguna vez dudé ante la posibilidad de unirnos para toda la vida, hoy no te dejaría separarte de mi lado aunque cayera sobre mí la mayor maldición y tuviese que cargar su peso sobre mis espaldas. Por favor. trata de robar a tu querida familia todas las fotografías que te tomaron en la niñez. Ahora se me ocurre que debía haberme quedado con aquel viejo retrato que tenía tu madre, al menos hasta que volvamos a estar juntos. Si deseas algo de aquí o quieres que te haga cualquier recado, te pido que sólo te acuerdes de mí para tus encargos. Así soy yo de egoísta cuando me estoy enamorando. Escríbeme y cuéntame todo lo que haces. De esta manera me será más fácil soportar tu ausencia. Aprovecha tu estancia en Hamburgo para cuidarte, pues me gustaría volverte a ver con aquellas mejillas que tienes en las fotografías de tu niñez. El día ha terminado. mis cuartillas están llenas de garabatos y he de controlar el deseo de seguir escribiéndote. Adiós. y no te olvides del desdichado al que hiciste tan increíblemente feliz. Tuyo. Sigmund. Minna me envió recuerdos con Schomberg. Viernes. 14-7-1882. Bella amada. d u lee amor: Tu graciosa carta, en la que me autorizas a ir en peregrinación hasta tus bellos ojos. me ha hecho sentir inmensamente feliz e inmediatamente me he puesto a empacar para ir a saber si lo único que puedo esperar de ti es una mirada afectuosa o si me concederás un beso de tus labios. Y puesto que el viajero y forastero goza de toda clase de privilegios y concesiones, no te extrañe que no desee sólo uno. Recuerda las palabras de un poeta anglosajón autor de muchas obras. alegres y tristes. y que también participaba en ellas: William Shakespeare: ]ourneys end in lovers meeting E ver y wise man' s son doth K now ... ; agregando luego: W hat is lo ve? 'tis not hereaf ter; Present mirth hath present laughter; What' s to come is still 'unsure; In dela y there lies no plenty; Then comí kiss me, sweet and twenty, Y outh' s a stuff will not endure. 31 30 1 ') Si no comprendieras estas líneas, consulta la traducción de A. W. Schlegel de Lo duodécima noche, o lo que tú desees. Si me lo permites, descenderemos del elevado arte poético a la prosa común y me dejarás decirte cuánto deseo estar junto a ti. Tu hermana Eli me ha extendido amistosamente su generosa mano en la que tenía un billete que me llevará gratis hasta los límites de este Imperio. De allí sigue el reino de la oobreza, pues tu elegido tiene más. posibilidades para el Reino de los Cielos que probabilidades de alcanzar las riquezas de esta Tierra. Así que no podré seguir viajando del mismo modo que al igual que empiezo, y si salgo de esta ciudad a las ocho de la mañana del domingo. no me esperes en Hamburgo antes del martes a las 5.46 de la tarde. Incluso, quizas que tarde aún más, pues los enredos ferroviarios son un hueso duro de roer para mí. y ninguno de nuestros aliados sabe cómo encontrar la salida de este laberinto de trenes. En la mañana temprano, después de haberme refrescado y lavado para que no me veas como un moro, saldré lo antes posible para W andsbeck. donde mis enemigos te guardan como a un rehén. Confío en que este encuentro sea casual. Ojalá que estés aún en el bosquecillo, pues me gustaría saludarte sin que nos contemplaran otros ojos. Has olvidado, desgraciadamente, decirme acerca de la distancia y de los medios de comunicación. así como de confirmarme tu presencia en el bosquecillo. ojalá me aclares estas dudas en tu carta de mañana. Otra vez, el futuro se cuidará solo, por lo que no escribo más sobre el tema. Si tu primo Max demuestra su amistad 32 llevándote a la ciudad, le estaré eternamente agradecido aunque actuando de ese modo sólo se limite a cumplir una obli~a­ ción hacia la Humanidad. Sin embargo. espero que no piense que tres son compañía. pues no encontrará ningún apoyo a esta teoría en tu misántropo amado, y se le pedirá en forma amistosa que nos deje estar solos. No deseo besarte bajo la mirada de un extraño, ni sabría que decir estando él con nosotros. No podrá negar que el dejarnos solos es lo más sensato. Para que sepas lo que puedes esperar de tu amado, te diré que no tengas esperanzas grandes de él. Llevaré puesta una chaqueta gris deformada y no muy agradable a la vista, pantalones claros, y hoy compraré un sombrero gris de fieltro parecido al de tu hermano, pero más barato. La maleta de viaje de tu hermano contiene el mínimo de ropa blanca con la que un hombre mantiene cierta limpieza, y en cuanto a mi abrigo, está santificado con tu contacto. También conoces el tosco bastón. la cartera en la que llevo tu fotografía, y el dedo con el anillo; todo esto más algún dinero conseguido que nos permitirá subsistir en tu inhospitalaria ciudad natal. Sin embargo, creo que será suficiente para nuestra felicidad si nos presentamos como unos novios ante el sol que baña con su luz todas las cosas, y que así demos el ejemplo a nuestros hermanos y hermanas menores. Cierta joya espera el día de tu cumpleaños y atrae mis miradas una y otra vez cuando paso ante ella, pero no me atrevo aún a comprarla y llevarla conmigo. por lo que tendrá que esperar hasta el 4 de agosto. De esta forma, tu caballero andante llegará sin otro equipaje que su cora? 33 •, ',,,·· zón amante y desprovisto de armas, habiendo dejado el veneno y la daga en casa a disposición de un posible rival. Estoy impaciente por verte y hablarte de mi devoción hacia ti. y de que en caso necesario estoy dispuesto a protegerte y defenderte contra amigos y enemigos. Y a sabes que salí bastante bien librado de cierta escaramuza y espero que mi enemigo de Hamburgo me evite nuevos conflictos mediante una honesta desaparición. ¡Oh maldito estilo medieval! Lo uso hoy. pero no volveré a hacerlo nunca. Y es que. en verdad. me siento como un caballero andante realizando un viaje hacia su ama~ da princesa, a la que guardase cautiva su pérfido tío. Sin duda te habré aburrido, dul~ ce Marty; sé tolerante. Si supieras cuántas locuras se alborotan dentro de mí a cada momento. . . No obstante, trataré de llegar hasta a ti con la necesaria cordura. Con gran alegría por mi parte, mi vida, Schomberg ha regresado. Una vez más, un beso anticipado, ángel mío, una vez más. Quizá mañana pueda escribirte desde la ciudad de Modling. Después, el pago será al contado. Deseando que nuestra reunión sea feliz, tuyo, Sigmund. Tetschen 12, domingo, 16~7~1882. Ocho de la mañana. Mi dulce y pequeña novia: ¡No te imaginas lo bello que es esto, y lo hermoso que sería aún más estando contigo! El curso del Río Elba, que es aquí todavía un pequeño riachuelo, me enseña el camino hacia ti. Altas montañas, algunas llenas de árboles y otras desnudas, de formas extrañas; agradables casitas que no parecen haber sido construídas para habitarlas, sino como castillos de naipes, todas alineadas a lo largo del río, y unos cuantos edificios orgullosos que contemplan desde las laderas el panorama de la montaña como si no tuvieran nada que ver con el resto del pueblo. Uno de ellos se yergue solitario en la cima de una montaña, y debe ser un castillo, un convento o algo parecido. No me imagino qué puede ser. A la izquierda está la ciudad de Bodenbach; a la derecha, la de Tetschen, y, entre ellas, dos puentes, uno para el ferrocarril y el otro para que los "eruditos de paso" puedan ir a ver a sus amadas. En el segundo tuve que pagar un peaje de dos K reutzer, pero no me importó, alegrándo~ me de no haberme roto una pierna. Ultimamente he estado contando un montón de \ 34 35 mentiras. Crucé el puente y fui a Tetschen porque en Bodenbach no había ningún café donde pudiera escribirte. Resulta que tengo que quedarme aquí hasta las dos de la madrugada y que no llegaré a Hamburgo hasta las dos y media de la tarde del martes, sin que sepa realmente si podré verte ese día, por lo que estoy completamente mortificado. Bueno, no completamente, sólo a medias, como un rosbif. Pero volvamos a Bodenbach. Hay una especie de sagrada quietud dominical que se puede sentir por todas partes, y suenan las campanas, no sé por qué; las calles están limpias, la gen:te es agradable, los viejos tienen el aspecto que yo había atribuído al Christian Fürchtegott de Gellert y los muchachos son sencillos, como si ellos también sintieran hoy el temor de Dios. En medio de la plaza del mercado hay una piedra cuadrada que quizás s~a la tumba de algún viejo rey sajón, pero, probablemente, no sea así. Y, en realidad , no me importa lo que pueda ser. Me conformo con poder caminar por aquí de un lado a otro sin que nadie me pregunte: "¿Quién le regaló ese anillo que lleva puesto?"No pienso quitarme el anillo hasta que tenga que ocultarlo otra vez en Viena. Iba a decirte que andaba buscando un café. Entonces vi en la calle a una muchacha rolliza y de mejillas sonrosadas, a la que le pregunté: "Bella dama -aunque añadí : no os ofendáis , y continué-: ¿Podríais decirme dónde puedo encontrar un café?" Y, no lo creerás, estaba delante del café y la muchacha parecía ser la camarera o la hija del dueño. Y aquí estoy, único cliente, en una habitación donde hay varias sillas y mesas. Se demoran un cuarto de siglo en 36 traer un café y dan muy poco azúcar con él. Mi Marty, me tendrás tú que dar más azúcar. Sin embargo, el bizcocho estaba bastante bueno. Pedí dos trozos, pues soy un derrochador , y uno de ellos me lo comeré en tu honor. Y si no termino pronto esta carta, tendré que dejar todo el poco dinero que llevo en este café para pagar la luz , la tinta y el uso del moblaje. Por eso, las cosas bellas que aún tengo para decirte , tendrán que continuar permaneciendo en mi mente. Estos garabatos y yo competiremos para ver quién llega primero ante ti. Viajaremos en el mismo tren y después principiará el período de felicidad, la época de gozo grande y único, en la que estaré con mi amada, época ya tan cercana que estoy queriéndome hacer a la idea; durante todo este tiempo pasado, no habiéndome llegado a creérmelo del todo. me acosaba el temor que ha cantado el poeta: ''Tierra, no te hundas", etc. Por ahora, dulce Marty , adiós. Hasta la vista. Tu feliz amado, Sigmund. 37 Viena, lunes, 14-8-1882. Mi dulce Marty: No he tenido ni un solo minuto libre para poder escribirte en todo el día, por esto mi carta tiene que ser nuevamente no<;:turna. De todos modos, hacía mucho tiempo que no me sentaba a escribirte por la noche. Como sabes, el pobre ser humano siempre siente más necesidad de cariño por las noche& que por las mañanas, bueno ... , hay tantas razones que sería inútil mencionar alguna de ellas. Mi preciosa amada, después de mucho tiempo hemos ido al Prater, y no me refiero al Bund, sino más bien a mi familia. Nos convidó mi padre para contrarrestar otros momentos menos agradables. Cuando no está quisquilloso, que desgraciadamente suele ser lo más común, es de lo más optimista y más aún que cualquiera de sus familiares jóvenes. A medida que va pasando el día resucitan ante mí recuerdos agradables, más melancólicos por lo que me sugerían. Aquí o allá donde hemos estado juntos tantos días, iba sintiendo cómo aumentaba nuestro amor respectivamente. Recordaba donde habíamos comido y bebido cerveza, y hasta cuando nos dimos las manos y yo me quedé lleno de 38 impaciencia esperando el momento de poder levantarme y tener nuevamente a mi niña sólo para mí. Entonces yo había sido muy tímido, y sólo besé a mi Marty muy pocas veces, pues no entendía claramente lo que se ha convertido ahora en la única y más natural condición de mi vida: que he ganado a una muchacha única e incomparable. El Prater es un paraíso. Sólo el bosquecillo de W andsbeck en él que estuvimos solos como Adán y Eva, exceptuando cierto número de animales (inofensivos en conjunto) , algunos venerables clérigos, varias viejas inquisitivas, pero discretas, y también unos cuantos animales útiles, como las vacas que daban leche, amén de las camareras que nos servían bizcocho y mantequilla, etcétera. Eva llevaba un vestido ocre, como correspondía al tiempo desde la aparición de la vez anterior, y se adornaba con un gran sombrero que conservaba un tímido equilibrio sobre su cabeza, y el Todopoderoso había sembrado hermosos y altos árboles bajo los cuales había bancas que teníamos a nuestra disposición, sin que se nos apareciese por parte alguna, un ángel armado con espada de fuego. A mi lado, sentado, estaba un delicado angelito con ojos color esmeralda y cuyos dulces labios se negaban a permanecer cerrados. y tenían oue estarlo a fuerza de besos, recibiéndolós, sólo, muy raramente, porque esto sucedía por la mañana ... , y aún así, todo esto resultaba perfectamente hermoso, pero aún creo que habrá cosas más bellas. ¿Te imaginas ya en el día de tu llegada? Sólo faltan quince días, y procura que no pase uno más, pues de lo contrario mi egoísmo se rebelará contra tu 39 "' 111 madre y Eli-Fritz, y haré tal escándalo que todo el mundo se enterará. Que quede bien claro que cuando regreses volverás a mí, aunque tus sentimientos familiares se rebelen contra esta idea. De ahora en adelante no eres sino un huésped de tu fami~ lia. al igual que una joya que hubiese empeñado y que recobraré en cuanto tenga el dinero para ello. Pues ¿acaso no ha sido establecido ya desde tiempos muy remotos que la mujer dej~rá a su padre y a su madre y seguirá al hombre amado? No debes entristecerte, Marty. ni luchar contra ello. Por mucho que ellos te quieran, no renunciaré a ti, ni creo que nadie te merece. No hay otro amor que pueda compararse con el mío. ¿Qué tal por Wandsbeck? ¿Recuerda alguien a tu admirador? ¿Existen personas que aseguran habernos visto juntos? Fuiste tan audaz. mi adorable niña . .. ¿Estarás dispuesta a arriesgarte también aquí? No, creo que debas ser, tan atrevida aquí como lo fuiste ahí. ni quiero pedírtelo; pero ocasionalmente, me imagino que podrá ocurrírsete algún pretexto. ¿Lo harás? "¡Oh, no hablemos ahora de lo que va a pasar en Viena!" Pero, niña intolerante, ¿qué quieres que haga si pienso en ello constantemente? ¿Te está gustando el concurso coral? ¿Y has podido quitarte la costumbre de darte vueltas al anillo a cada momento? Hoy me di a mí mismo un certificado médico, útil para todos los efectos. y mañana volveré a empezar a trabajar. Los pasos son cortos y largo el camino, pero llegaremos, y entonces podremos pasearnos por las calles cogidos de la mano. ¡Qué maravilla será esto! Me gustáría saber lo que vas a hacer 40 en este momento. ¿Quizá detenerte en el jardín y lanzar tu mirada hacia la calle desierta? ¡Ay!. ya no puedo volver a pasar por allí y oprimir tu mano. La alfombra mágica que me llevaba hasta ti está destrozada. los caballos alados guiados por hadas, y aun estas mismas dulces damas. ya no vuelven, ya no es posible conseguir poderes mágicos; el mundo es prosaico, y todo lo que se pregunta se resume en esta frase: "¿Qué es lo que quieres. hijo mío? ... Lo tendrás pero. a su debido tiempo". La única palabra mágica es: paciencia. Y al decir esto recuerda cuánto pierde cada cosa al no poder obtenerla al momento, y tenemos que pagar su precio con nuestra juventud. Buenas noches, mi querida Marty. Siempre tuyo, Sigmund. 41 Viena, jueves, 17-8-1882. Mi amada niña: ",, Hoy hace ya un mes que mis ojos te espiaban mientras estabas sentada en la terraza de la casa de Philipp. cuando aún no nos conocíamos, y llevamos dos meses siendo novios. Desde entonces han ocurrido, muy pocas cosas que puedan contribuir a la unión que aspiramos en realidad. Sin embargo, tampoco hemos _desperdiciado el tiempo. Eramos extraños y teníamos que conocernos y vivir algunas cosas juntos, lo cual hemos conseguido, y si los dos podemos conservar nuestra buena salud y no se ocupa algún demonio de destruir nuestros sentimientos, los siguientes aniversarios mensuales nos encontrarán más avanzados en nuestro destino. Para ti, pobre amada mía, la esperanza de ir hacia un futuro mejor tendrá de compensarte por los muchos sacrificios que haces por el momento. Para mí, el valor que tuve para cortejarte se ha visto ya satisfecho con mi buena suerte. Si me permites una petición, te ruego que no seas taciturna ni reticente conmigo, sino que, compartas conmigo cualquier infortunio que podamos superar y soportar juntos como amigos y buenos compañeros. Siempre he ac42 tuado así, a veces como consecuencia de tu naturaleza delicada, y tú me has dicho que estabas de acuerdo con mi forma de ser. Si al obrar así te he causado alguna molestia, sé que mis esfuerzos por compartirlo contigo íntimamente ha sido posible, y me alegra que no hayan caído en tierra baldía. Si esto puede considerarse egoísmo, hay que pensar que el amor, después de todo, sólo puede ser así. Sólo la influencia de mi mal humor habitual me lleva a referirme a estas cosas. ya que actualmente no existe discrepancia entre nosotros, ni yo albeq¡o el temor de que pueda aparecer, desechando la posibilidad de que en el futuro cualquier acontecimiento lograra separarnos. Sólo me duele mi incapacidad para poder demostrarte mi amor, pero mientras mantengas la fe en mí y me ames -y sé que en ambas cosas eres honesta-, no hay duda que nos llevaremos bien y seremos capaces de gozar tiempos mejores. No te molestes por mi actitud tan seria Marty, pues ya sabes que, en cambio, suelo ser alegre cuando estás conmigo. Cariñosos saludos y en espera impaciente de ese monstruoso mes, que tan pronto se desvanecerá en el pasado. Tuyo, Sigmund. 43 Viena, 25-9-1882. Para mi querida Marty: Comienzo a escribirte sin esperar tu carta, para contarte más sobre mí y los trabajos en que estoy, ya que nuestras relaciones personales no me permiten decirte todo lo que me gustaría. Voy a ser franco y confidencial contigo, como debe ser entre dos personas que se han unido para amarse. Mas como no deseo seguir escribiéndote sin tener respuesta tuya, dejaré de hacerte semejantes confesiones mientras no reciba tu contestación. Las continuas elucubraciones internas relativas a la persona que uno ama, y que no son atenuadas ni remozadas por la presencia de dicha persona, conducen a falsas conclusiones sobre la mutua relación y aun al rompimiento cuando, al encontrarse de nuevo, uno se da cuenta que todo es diferente a lo que uno había imaginado. Tampoco me encontrarás siempre cariñoso, ya que a veces pareceré serio y franco, como es lo correcto entre amigos. Pero al actuar de esta forma creo qU'e no te sentirás privada de anhelos y de que te será fácil distinguir entre quienes te juzgan según tus propios méritos y los que te malcrían tratándote como si fueras tan sólo un juguete deleitoso. 44 Te ruego que no creas, dulce amada, que te encuentro defectos. Lo único que deseo, es que entre nosotros no existan secretos. Tú sabes que desde el primer momento en que empezó nuestra unión tuvimos que cam-biar en cierta forma nuestra manera de ser, cada uno respecto al otro. Quizá me permitas decirte y explicarte los aspectos en que la Marty de ayer parece no haber cambiado aún del todo en mi amada niña. Hasta aquí podrías pensar: "Que no está satisfecho conmigo". Y quizá hasta te caiga una lágrima. Pero no actúes así, recuerda que, ante situaciones parecidas, hemos de actuar por igual.¿Acaso yo no lloraría si tú me reprendieses? Nos hemos echado sobre las espaldas una tarea difícil, y en su realización debemos apoyarnos y ayudarnos mutuamente. Las palabras de amor no pueden corregir esto, ni supone la existencia de cosas desagradables. Nuestra mutua ayuda supone que habremos de compartir todos los problemas que aparezcan en nuestras vidas, y, en mi opinión, hasta ahora, todos han exigido y esperado de la amistad cosas agradables. contentándose al final, él o ella, estando muy felices. En agosto, cuando estuve enfermo Eli vino a verme; me preguntó con tono de reproche por qué, estando tan enfermo, no ingresaba en el hospital, en lugar de ser un peso para mi familia. No me gustaría que nosotros pensemos así el día de mañana, amor mío. No pretendo únicamente pasar contigo sólo horas placenteras, pero deseo seguir convencido y convencerte de que nos queremos y hemos de intentar comprendernos en la mejor forma posible entre dos seres humanos. Por mi parte, espero que es posible. Sólo 45 una vez he sentido que no te mostraste del todo justa conmigo y me ofendiste profundamente: Sucedió esto cuando sin tenerme en consideración. te negaste a romper tu amistad con Fritz o hacia Fritz Wahle. Con paciencia logré que, al fin, pusieras término a la misma. Entonces me daba cuenta de que querías con nobleza mantener tu independencia y me contabas sólo lo que creías que yo debía saber. Quizás algún día estarás de acuerdo plenamente conmigo sobre este punto, pues ese día mostraste una gran desorientación. Esperemos que tales hechos no vuelvan a suceder jamás entre nosotros. También me comprenderás si te digo que: antes del ser amado, existe todavía un escalón superior: el del amigo. y que sería una horrenda pérdida para los dos si yo me decidiera a amarte únicamente corno a una novia y no corno a un igual; es decir, quererte corno a alguien a quien tuviera que ocultar mis pensamientos y opiniones o. en suma. la verdad. Te ruego aceptes la mano que te tiendo con el mayor cariño y confianza y espero que te portes conmigo como yo lo hago contigo (1). Viena, 13-7-1883. (); (1) Sin firma. 46 ¡Jardinero Bünsow, ser dichoso, ya que tienes el privilegio de alojar a mi dulce amada! ¿Por qué no seré jardinero, en lugar de médico o escritor? Tal vez aún necesites un joven que se ocupe para ti en el jardín, y yo pudiera brindarme para dar los buenos días a la princesita y para cambiarle un beso por unas flores. Pero ya sabes que esta carta no va dirigida al jardinero Bünsow, sino a ti, a mi Marty, a mi Cordelia-Marty, ¿Por qué Cordelia? Ya te lo explicaré después. ¿Te interesa saberlo, adorada mía? Espero que tu garganta ya esté mejor, y confío en que así sea para cuando recibas esta carta. Me alegro de que me lo contaras, pero no de que te pusieras mal. Si no se acentúa, no dejes que te mimen ni te abrigues demasiado con bufandas y chales, pues creo que es tratamiento un tanto anticuado. para una enfermedad un tanto insignificante, y no creo que pueda producir resultados positivos. Espero tus noticias con gran interés, y supongo que estarás comiendo bien, aunque sea a escondidas, y si necesitas algún dinero. dulce niña. puedo conseguirte algo para ello. Hoy fue uno de los días más calurosos y 47 fatigosos de toda esta época. y casi me volví loco de cansancio. Y lo único que necesitaba era descanso y fui a ver a Breuer de cuya casa acabo de regresar. bastante tarde, como verás. El pobre tenía un fuerte dolor de cabeza y estaba tomando salicilato. Al verme, lo primero que hizo fue mandarme inmediatamente a la bañera. de la que salí rejuvenecido. Lo primero que pensé al aceptar su húmeda hospitalidad, fue: Si Mart y estuviera aquí, diría: "Esto es lo que también hemos de tener nosotros". Tienes razón, niña mía, y por mucho trabajo que me cueste la tendremos, siempre que continúes amándome durante todo el tiempo. Después fuimos a cenar arriba, en mangas de camisa (ahora estoy con una bata algo más cubierto) , y luego sostuvimos una prolongada conversación médica sobre la vesania moral. las enfermedades nerviosas y los casos clínicos extraños de algunos pacientes; hablamos de tu amiga Bertha Pappenheim, y luego cambiamos el tema hacia algo más personal e íntimo. El me contó muchas cosas de su mujer e hijos, haciéndome prometer que sólo te lo contase: "después que te hayas casado con Martha". Al llegar a este punto le abrí mi corazón y le dije: "Esta misma Martha, que actualmente está en Düsternbrook con la garganta mala, es, en realidad, una dulce Cordelia, y existe ya entre nosotros una gran intimidad y nos contamos todo". Entonces él me dijo que también llamaba así siempre a su mujer, porque ésta era incapaz de demostrar afecto hacia otras personas, incluyendo a su padre. Y los oídos de ambas Cordelias, una de treinta y siete años y la otra de veintidós, deben de haberles estado silbando mientras hablá- 48 bamos de ellas con tanta ternura. Ahora me despido. porque me estoy quedando dormido. Tuyo. Sigmund. 1'- _} 49 le dio la más alta expresión posible con las siguientes palabras: Let us consult, What re-inforcement we may gain from hope; lf n.ot, what resolution f rom despair. Viena: 28-8-1883. El martes por la noche. '1 Mi preciosa niña: 111 Hoy acudí junto a mi paciente sin saber de dónde sacaría la simpatía y atención necesarias. Me sentía incapaz y apático. Sin embargo, esta impresión se desvaneció cuando empezó a quejarse y yo a darme cuenta de que tengo aquí una función y cierta influencia. No creo que antes lo haya atendido con tanto tacto ni haberle hecho tan buena impresión. El trabajo es realmente una bendición. Ahora me siento a gusto y tranquilo, habiendo decidido ser severo conmigo mismo para no caer nuevamente en semejante estado de debilidad. El sentimiento y eficacia es, sin duda, lo mejor que un hombre puede hallar en sí mismo. Y es parecido a lo que el poeta escribió en las líneas: News trength and heart to meet the world incite me, The woe of earth, the bliss of earth, invite me ... El mismo estado de ánimo se encuentra en otro poeta aún de mayor maHnitud, que so Y o no puedo imitarlo, pues no debo malgastar este estado de ánimo en una batalla definitiva, sino más bien atesorarlo para una lucha prolongada y tenaz llena de pequeñas empresas aisladas. Y a me siento bien de nuevo y con la renovada capacidad de apreciar debidamente el valor que debo concederle a las cosas, alegrándome de que aun en los días más pesimistas seguiré pensando en ti con igual ternura que la que siento hoy. Quizá exista un amor más flexible que el que yo tengo por ti, pero dudo de que exista otro que sea tan profundo. Cuando me molesto contigo, como me ocurrió cuando me comunicaste tus ideas de viaje, tal enfado desaparece apenas se cristaliza en palabras y no me gusta guardármelo, pues en tal caso se afianzaría en mi interior y no podría ser cauterizado por medio de la expresión. Y a tienes prueba de ello. Mas no hablemos más de mí; introspección y la presunción forman también parte de este 1 estado de ánimo. No me fue fácil encontrar sosiego hoy. Al llegar a casa me dijeron que mi madre había estado esperándome dos horas y había dejado un pequeño regalo para mí y también el recado de que fuera al Prater, pues mi padre se marcharía mañana ... Pero creo que no lo hará hasta por la no- 51 che. No puedo soportar la compañía de nadie durante largo tiempo, y menos aún de mi familia. En realidad, soy sólo una persona a medias, .-en el sentido de la vieja fábula platónica, que sin duda conoces.-, y en cuanto no realizo una gran actividad, mi herida me duele. Después de todo, ya nos pertenecemos, y si nos peleamos -lo cual es también parte del amor.-, que sea en la intimidad. ¿Qué más me sucedió hoy? ¡Ah. sí! Mi librero vino a verme para preguntarme si debería aceptar un libro que su mismo autor desea traducir del inglés, idioma en el que fue originalmente escrito. Como la cuenta que le debo es bastante alta, me alegro de haber podido establecer una relación personal. El libro tiene bellas ilustraciones y le voy a aconsejar que lo acepte. Espero que me regalará un ejemplar de la traducción. Desgraciadamente, no es nada que pueda interesarte, pues es sobre histología patológica. ¡Oh mi preciosa novia, qué cosas tan estúpidas y poco interesantes te cuento! Voy a escribirte una historia graciosa, pero no debes apenarte. Al llegar a casa encontré una carta de un amigo que a menudo viene a verme (en privado), pidiéndome que le prestara otro Gulden hasta primero de mes, agregando que se lo dejara al portero, y que si no tenía un Gulden entero, le prestara sólo medio, pues lo necesitaba con urgencia y me prometía que el día primero me pagaría todo. Cuanto tenía en aquel momento no llegaba ni a lo que me pedía y no podía ofrecerle esta suma. Decidí, por tanto, y ya que mis "banqueros" habituales no estaban en casa, hacerme el encontradizo con un colega que me debe una suma con- 52 siderable y que debía pagármela a fines de este mes. Pero no lo hallé. Me estaba entrando hambre y tenía que ir al Prater. Afortunadamente, encontré allí a otro colega, al que inmediatamente le pedí prestado un Gulden, que pudo prestarme; pero, era ya demasiado tarde para enviarle una parte del mismo a mi otro amigo, de modo que hoy no pude entregarle nada, aunque, si mi otro deudor me paga mañana, le daré algo. Algún día, quizás él y yo seremos ricos; ¿no te parece, Marty, que ésta es una extraña vida de gitanos? ¿O acaso no te gusta este humor y prefieres llorar mi pobreza? No lo tomes demasiado en serio. No vayas a vender tus joyas para salvarme, volveré a ser de nuevo hombre adinerado. Y ahora, buenas noches, dulce princesa; si te he escrito en tono un tanto impersonal y mostrándote quizás un poco menos de afecto, es porque tengo un pequeño plan ... , y ya puedes imaginar cuál es. Tuyo, Sigmund. 53 Viena, martes, 4-9-1883. Por la noche. Mi adorada niña: Me imagino por qué no he tenido carta tuya hoy. Hace dos días supiste que estaba nuevamente enfermo y, preocupada, decidiste esperar a recibir la carta siguiente. Estaba enfermo cuando te escribí hace cuatro días, pero ya me encuentro bien y quiero contarte mis planes de viajero. Desdichadamente, no viajaré hacia donde tú estás, mi dulce niña, pues aún no soy lo suficientemente rico para poder hacerlo. Así que no podré por ahora verte, pero de todas maneras deseo consultártelo y que me digas lo que piensas. Tengo posibilidades de acudir a dos grandes invitaciones: la primera consistirá en visitar a Brust, en Baden. Vino con su hermano, y me dijo que tenía la intención de que nos encontrásemos en la calle Kaiser Joseph. Podría quedarme con ellos ocho o diez días y no gastaría en el viaje más que un Gulden. Por otra parte, la alimentación me saldría igual que aquí. Brust me ha propuesto incluso presentarme en el restaurante como hermano suyo. igual que hizo hace dos años, para que los camareros no acepten propinas mías; pero esta vez no lo toleraré. 54 La otra sugerencia es más original: el doctor Widder insiste en que lo acompañe el 15 a estar con él dos semanas en su pueblo natal, cerca de Kaschau, donde no haremos otra cosa que comer uvas. Y o iría en plan de invitado de su familia. El viaje cuesta de 50 a 60 florines; y como viajaría en calidad de Oberarzt, sólo me costaría la mitad, y probablemente podría incluso conseguir un billete gratis, hacia Zuckerkandl, y de allí a Pest, y así ahorraría un poco más. Por lo tanto, el viaje me costaría en total sólo diez florines más de lo que gasto aquí en una semana; pero todo esto me serviría para conocer Pest y los Cárpatos y vivir durante diez días corno un gitano, totalmente olvidado de la medicina. Esta última invitación tiene muchas cosas en su favor, pero supone un gasto de tiempo y dinero que no ocurriría en la primera. ¿Por cuál me decido? Te confieso lo que he decidido y enumeraré las circunstancias que tendré que tornar en cuenta. En primer lugar, Breuer regresará y me quitará a K ... de en medio. Para entonces, éste ya habrá pagado, y todo depende de si los honorarios se aproximan más a treinta o a cincuenta. En segundo lugar, Breuer quizá tenga alguna idea que me sea útil o que no pueda rehusar. Es momento de tener un sueño loco~ supón que K . . . recompense mis esfuerzos del mes de agosto pagándome cien Gulden. Entonces podría quedarme en Baden y de allí a Kaschau y luego marcharme a Wandsbek. ¡Ay mi querida niña, creo que no hay esperanzas! Tendría que pagarme a siete florines ( ¡! ) la visita. Si lo hubiera curado ... ¿Por qué no lo hice? Y a propósito, aún no nos hemos puesto de acuerdo sobre nuestro encuentro. 55 '• Pero hablemos nuevamente en serio, mi querido primor. Creo que tendré que acep~ tar una de las dos invitaciones. Aunque poseo una constitución muy fuerte, no me he llegado a encontrar bien del todo en es~ tos dos últimos años, en los cuales ha ha~ bido tan malos momentos, que realmente sólo la alegría y la felicidad de nuestras re~ ladones han contribuído a darme alguna salud. Soy como un reloj que durante mu~ cho tiempo no ha sido reparado y los engra~ najes ya crujen. Pero ya mi miserable perso~ na va adquiriendo una importancia mayor, aun para mí mismo, desde que nos ena,.. moramos. Estoy preocupado con mi sa~ lud y no quiero malgastarla. Prefiero re~ nunciar a mis ambiciones, y tener menos éxito que poner en peligro mi sistema ner~ vioso. En el futuro, y durante el tiempo que continúe mi aprendizaje en el hospital, creo que intentaré imitar el modo de vida de los gentiles; es decir aprendiendo y practicando con modestia las cosas corrientes, sin es~ forzarse en pos de los descubrimientos y sin calar demasiado hondo. Mi felicidad se basa, sobre todo, en mi relación contigo y, posteriormente, en que seas mía. Debemos permanecer juntos y hacer que la vida sea más bella para nosotros. Y lo que necesi ... tamos para nuestra independencia podré lograrlo por medio de un trabajo honrado, sin esfuerzos gigantescos. Cuando estemos juntos y nos hayamos dado mutua fuerza y seguridad, habrá lle,.. gado el momento de perseguir nuevamente ambiciones más grandes. ¿Por qué no es,.. tás aquí, querida, para darme tu respuesta? Estoy seguro de que estoy indeciso cuan ... do proyecto mis planes, ¿no es así? Con,.. téstame. Cuéntame cuáles son tus pensa . . 56 mientos y dime cómo quieres que sea nues ... tro futuro. Schomberg tenía que llegar hoy, pero no ha sido así. Quizá la visita de Brust se lo impidió. Y ... ¿tú qué haces, novia silen ... ciosa? Bueno; no silenciosa, sino lejos, y no podrás contestar ésta hasta el 8 de sep ... tiembre. Tenía ganas de enviarte un nú ... mero especial del /lustrado, pero aún no tengo dinero y todavía no me han relevado en el barrio de Potzleinsdorf. El pobre hombre no está nada bien; pero, por fin, conseguí que durmiera. Tener que consolar a una esposa con mentiras es bastante duro. Hoy encontré a la señora Emma Pap ... penheim con un niño, sentada en un banco de Gersthofer Allee. Esta vez la recono,.. cí antes de que ella me saludase. Es curio ... so que envíen a los niños de Hamburgo aquí y a los vieneses que los envíen para allá. Adiós mi querida novia. Tu fiel Sigmund. Saludos a Minna. e 57 Viena, sábado, 8~9~ 1883. Mi preciosa Marty: 1 I~ ¿Qué puede ser lo que deseas y no quie~ res decírmelo? Siento una gran curiosidad. pues también Schomberg me ha dicho que hay algo parecido en su horizonte. ¿Qué puede ser? ¿Un diente del Califa. una joya de la corona de la reina Victoria, el autó~ grafo de un gigante, o algo igualmente fan~ tástico que me obligue a ponerme mi arma~ dura y salir hacia Oriente? ¿O acaso estén más cerca los anhelos de mi amor? ¿Qui~ zá pretenden una hazaña de autorrenuncia~ ción? ¿He de ayudar a Y om Kippuro o re~ conciliarme con alguien a quien detesto? Seguro que no. Mi Marty, jamás abusa~ rías de tu influencia sobre mí, ni me per~ suadirías para que realizara algo que no tiene sentido. Espero que quieras algo que yo pueda alcanzar y ponerlo a tus pies ... Mi mayor preocupación actual es con~ seguir que Schomberg se vaya de aquí du~ rante el invierno. Uno de sus hermanos está poniendo toda clase de objeciones. y es~ toy esperando a que llegue el otro herma~ no para ver si lo puedo convencer. Existe incluso una remota posibilidad de que se vaya a la Riviera, independiente de sus 58 ; 'u hermanos. Pero estimo que lograré conse~ guir algo hablando con ellos. La confesión que me haces acerca de tus lecturas, princesa, me divirtió sobremanera. Es como si retrocedieras ante lo desconocí~ do, como aquel campesino del viejo pro~ verbio que sólo comía lo que había catado. Pero termina de leer Don Quijote. La segunda parte contiene muchas menos cru~ dezas que la primera y es mucho más fan~ tástica. Estoy de acuerdo contigo, y pien~ so que en invierno, o cuando el tiempo empiece a ser malo, debes escribirme sólo un día sí y otro no, para dedicar parte de tus horas a hacer un poco de ejercicio. De to~ dos modos, tengo fe en ti y pienso en ti con una alegría serena y límpida. Pero. Marty, en ese caso tendrás que escribirme cartas más largas un día sí y otro no. pues de no hacerlo, sucumbiré a un hambre incontrolable de tener noticias tuyas. Y a no tengo que elegir ni tú que decidir acerca del viaje que te anuncié. El doctor Widder no puede partir el 15 porque su jefe está de vacaciones, y él se ha quedado al frente del departamento. Lo que me hace realmente dudar acerca de la posibilidad Baden, considerando la acti~ tud ambigua de D ... hacia Rosa, es si será una buena idea cultivar íntimamente una amistad que podría ser interpretada como especulación sobre las relaciones futuras. ¿O acaso te parece este temor excesiva~ mente rebuscado? Te diré de paso que me encuentro muy bien y dominado por una gran pereza y que, desde que veo todas las noches a Schomberg, siento nuevos estímulos. Breuer aún no ha regresado y le espero con impaciencia, tanto por razones personales como profesionales. El tiempo es 59 ya tan malo, que no creo que pueda permanecer fuera durante muchos días. Tengo la impresión de que lJegará el lunes. Ya veo por tus cartas que estás bien; pero te ruego me digas también qué tal estás de aspecto, si has engordado, si te sien~ tes mejor y si tu pie] está más limpia de impurezas que cuando nos separamos. Si no, le diré a Minna que aclare todos estos extremos o venderé mi biblioteca y me iré donde ti, sorprendiéndote en nuestro bosquecillo para convencerte, y regresaré esa misma noche. ;.Te gustaría que hiciera esto, mi vida? ¿Y qué me dices de los baños fríos? ¿Hace otra vez un tiempo demasiado horrible para tomarlos? Saludos afectuosos para mi preciosa novia, de su devoto. Mis más cariñosos recuerdos para Minna. Voy a escribirle una carta muy larga dentro de dos días. Sigmund. 60 Viena. sábado. 6-10-1883. Mi querido tesoro: Te vas a reír de mí. Por vez primera desde hace siglos, no sé lo que escribirte. Estoy tan concentrado en la lectura de artículos, metódicos por supuesto, y en la experimentación de métodos, que siento la tentación de comenzar esta carta con la frase: "Hoy no ha llegado correo de Wandsbek". Y, además, siento que te amo más inmensamente desde que recibí tu última carta, que no se me ocurre otra cosa que: es una vergüenza que yo esté aquí sentado y tú tan lejos. Hoy fue un tranquilo día de trabajo. Tuve que dejar mi turno de la mañana porque me correspondía hacer guardia en el Registro hasta las nueve de la mañana. Después me dediqué ardientemente a experimentar nuevos métodos, quE. me hicieron desechar la última idea que se me había ocurrido. Me queda otra, que pondré a prueba mañana y que seguramente tendré también que abandonar. Mañana es domingo. Afortunadamente. me toca guardia. ¿Qué otra cosa podría hacer un domingo. si la única persona a cuyo lado me gustaría estar. se encuentra tan lejos de mí? Paciencia. Si siHO sintiéndome tan bien de sa61 '• lud como lo estoy actualmente, algo bueno se cruzará en mi camino. Pero tienes toda la razón del mundo, nunca volveré a interrumpir mi trabajo estando tú ausente. ¿Y tú? ¿Qué haces? ¿Qué tal aspecto tienes? ¡,Cómo te encuentras? Quiero saber todo lo que haces y piensas. Mi desordenada habitación se vuelve cada día más confortable. Lástima que no haya un solo rincón que hayas honrado con tu presencia, pero si lo hubiese aunque sea un pequeño espacio, también estaría cubierto con mis trabajos científicos. Leo todo lo que puedo de medicina. Hoy se publicaron mis primeras colaboraciones, aunque, por supuesto, anónimamente. Cuanto más profundamente penetro en el terreno de la medicina, más difícil resulta escribir cosas publicables. No porque se me planteen exigencias m~yores que antes, sino porque la mayoría de las publicaciones de este tipo requieren una buena dosis de modestia. Si los autores fueran más dados a la autocrítica, las nueve décimas partes no serían autores. Tengo que leer una gran cantidad de material mediocre y aun inexacto y, desde luego, no soy capaz de escribir a mi vez cosas por el estilo. En medicina, una gran parte de la propia inteligencia tiene que ser derrochada en la tarea de desechar cosas e ideas. Sin embargo, éste es un modo de ser inteligente. Espero, en cualquier caso, que cuando esté impuesto en la materia surgirán en mí el anhelo y la capacidad de escribir algo útil. Marty, ¿te aburre, que te hable de estas cosas? Estoy seguro de que no. Eres tan buena ... y, entre nosotros, escribes con tanta inteligencia y eficacia, que me das un poco de miedo. Todo esto contribuye a de62 mostrar una vez más la superioridad de la mujer sobre el hombre. Y no tengo nada que perder en este aspecto. Adiós, niña mía. Con muchos saludos cariñosos de tu Sigmund. 63 Viena. martes. 9- 1O-1883. Mi amada Marty: I~ ¿Que qué hago? Trabajar más que nunca y sentirme mucho mejor. La mayoría de mi tiempo la dedico a escudriñar grandes montañas de papeles. que leo en parte para mí y para el Semanario Médico. O estoy en el laboratorio. donde mi método está actualmente en marcha con la mejor apariencia posible, aunque aún creo que necesita que le corrija algunas cosas. Y. desde la mañana hasta las once (casi me olvido decírtelo). ando por los pasillos como Sekundararzt, muy ocupado en aprender y en escribir. y actuando de vez en cuando como cirujano. Todo mi estado mental posee una densa cualidad. algo muy parecido al sueño o al delirio, quizás éstas sean las condiciones más adecuadas para ayudarle a uno a llevar una prolongada separación. No podría decirte si todo esto resulta placentero o no. aunque es evidente que los sentimientos personales no poseen. entonces ya. demasiadas oportunidades para emerger a la superficie. El trabajo continuo actúa ya como un narcótico; pero, como sabías. hacía tiempo que buscaba algo que lograse sacarme de mi estado de excitabilidad. Y a lo logré. A 64 veces me parece que las olas del mundo exterior, del gran mundo, no vienen a estrellarse contra mi puerta. Otras. tengo que luchar contra la sensación de que soy un monje en su celda. como el descrito por Scheffel. En mi cerebro surgen criaturas extrañas. Casos clínicos. teorías. diagnósticos y fórmulas que ocupan mis otras cavidades craneanas vacías. y la medicina. tomada globalmente, está comenzando a serme familiar, a adquirir plasticidad. Las bacterias habitan aquí, y unas se vuelven verdes, mientras otras se tornan grises. Aquí llega el remedio para el cólera, cuando lo ves escrito, pero quizás inútil. Y sobre todo esto surge predominante el grito: ¡Tuberculosis! ¿Es contagiosa? ¿Es adquirida? ¿De dónde viene? ¡,Está en lo cierto el maestro Koch, de Berlín, al afirmar que ha descubierto el bacilo que la provoca? Pero al recibir carta tuya, todo esto se disipa y la vida real se introduce en mis células. Los problemas extraños quedan borrados de mi cerebro; se desvanecen las misteriosas concreciones pictóricas de las diversas enfermedades y desaparecen las teorías vacías "en relación con la fase científica actual". como se añade habitualmente. Y con tus cartas, el mundo se torna de nuevo cálido. alegre y fácil de comprender. Mi dulce amada. no eres una alucinación ni tienes que ser objeto de una experimentación química. Todo esto no tiene nada que ver contigo -espero que te encuentres maravillosamente bien-. y tu única torpeza fue el hacerte novia de un médico. ¡Oh Marty! Ser un ente humano resulta mucho más agradable que convertirse en almacén de monótonos experimen- 65 tos. Mas uno no puede permitirse el lujo de ser un ente humano durante una hora si antes no se ha ocupado de transformarse durante once en una máquina o un almacén. Es un círculo vicioso. Espero tener noticias tuyas mañana, mi preciosa niña. Adiós, y trata de no aburrirte demasiado. Tuyo, Sigmund. Viena, martes, 15-1O-1883. Siete de la tarde. Mi amada Marty: ,, Tu dulce carta de felicitación me sorprendió, precisamente cuando me preguntaba por qué lado coger el método y qué hacer para mejorarlo. Probablemente, dedicaré toda la semana que viene a realizar más experimentos, que habré de preparar cuidadosamente. Hoy voy a mostrar a Breuer los especímenes durante la consulta. Estoy seguro de que he dado en el clavo, aunque últimamente todo haya funcionado caprichosamente. Sin embargo. estos antojos de la Naturaleza suelen ocultar a menudo posibilidades de aprender más. Tengo la intención de modificar mi horario de trabajo, asistiendo a los cursos de Ultzmann de once a doce, en lugar de ir a las clases de Urbantschitsch de cuatro a cinco. lo que me dejará la tarde libre para ocuparme de mis propios experimentos. También me dará esto oportunidad de ocuparme de mi alumna, si viene, pues ya veo con horror cómo se acerca el día. Hoy se cumple el décimosexto aniversario mensual de nuestro noviazgo, y he de enviar un saludo especialmente afectuoso a la dulce niña Ctffas cartas ha ido aumen- 67 tando constantemente en bondad, inteligencia y nobleza, aunque, por supuesto, ella ya poseía estas cualidades. Querida Martha: Hasta ahora hemos seguido siempre una senda ascendente, ¿no es verdad? Y tenemos cada día mayores razones para estar felices el uno del otro. Por eso mire con confianza al próximo mes que viene. En nuestro aniversario anterior tuve que protestar; pero parece que casi lo hemos olvidado. No puedo explicarte, sin fatiga para ti y sin caer en una prolijidad excesiva, en qué consiste mi trabajo, por el que con tanta dulzura me preguntas. Sí puedo anticiparte que se trata de un método para el tratamiento químico del cerebro. ¿Está claro, no? Bueno; "como se sabe", el cerebro debe ser, ante todo, endurecido (en alcohol, por ejemplo) y después cortado cuidadosamente en finos segmentos para ver en qué orden respectivo están situadas las fibras, las células y adónde conducen éstas, etcétera. Las fibras son las sendas conductoras procedentes de las diversas partes del cuerpo, y están controladas por las células, lo que obliga a respetar la estructura. En los segmentos del cerebro endurecido apenas hay nada que pueda ser apretiado a primera vista; pero surgen nuevas posibilidades si se los colorea con carmín, ya que entonces las fibras y células adoptan un color más rojo que el de las otras partes no esenciales. Aun así, sigue siendo muy difícil apreciar todas las finísimas fibras y obtener fotografías claras. Como todo el mundo sabe, el empleo de soluciones de oro y plata produce bellas fotografías en otros especímenes, dando coloridos di- 68 ferentes a los diversos elementos que los componen, y actualmente se está experimentando con esto en el cerebro. Creo que, hasta ahora, mis pruebas han sido las más satisfactorias. Todas las artes poseen trucos técnicos de los que no puede prescindir la ciencia. ¿Está mi querida princesa satisfecha ahora? Sin duda te extrañará que utilice un papel de cartas tan sucio y un sobre tan enorme, pero así es la vida en el laboratorio. Afortunadamente, ya son las nueve y estoy a punto de ser relevado, princesa, y espero poder darte pronto buenas noticias. Tuyo, Sigmund. 69 En el Registro, martes, 23- 10-1883. Mi amada Marty: Me atrevo a escribir "mi amada", aunque ocasionalmente me deje arrastrar por el mal humor y te escriba algo fastidiado. Si te he vuelto a molestar, te agradeceré que añadas esta nueva ofensa a la lista de las anteriores y pienses en mi anhelo, en mi soledad, en mi lucha impaciente y en las cadenas que me oprimen. De cuando en cuando tengo como ataques de desesperación y desánimo. que tú, tan buena y adorada, no debes compartir. En estas ocasiones te ruego que te rías de mí y recuerdes lo rápidamente que vuelvo a recuperar mi elasticidad y recto raciocinio. Esta tarde, niña, obtuve una vez más buenos resultados y se me ocurrió un nuevo y maravilloso método que promete durar más que el anterior. Y aunque también éste se muestre caprichoso, me permitirá pronosticar el resultado final y descubriré totalmente, o casi, lo que busco. Estos momentos difíciles no me desaniman en tanto nos mantengamos sanos y no caigan sobre nosotros algunos infortunios. Si esto se cumple, estamos seguros de lograr aquello que más deseamos: una casita en la que quizá entren las penas, pe- 70 ro nunca las privaciones; mutua compañía para sobrellevar todas las vitisitudes de la vida, y una serena alegría que nos impida preguntarnos jamás para qué sirve vivir. Después de todo, yo sé de tu dulzura y sé que puedes convertir una casa en un paraíso. Estoy también seguro de que compartirás todos mis intereses y que serás alegre a la par que hacendosa. Te dejaré las riendas de la casa en la medida de tus deseos, y tú me recompensarás con tu dulce amor, superando todas esas debilidades que a menudo se atribuyen a las mujeres. En los escasos ratos libres que me permita mi trabajo, leeremos juntos lo que nos interese aprender, y yo te iniciaré en aquellas cosas que no podrían interesar a una muchacha si ésta no se hubiese familiarizado con su futuro compañero y con el trabajo que éste realiza. Todo lo que ha sucedido y lo que en el futuro pueda acontecer adquirirá un nuevo interés para mí a través de tu afecto. No me juzgarás por el éxito que yo logre o deje de lograr, sino de acuerdo con mis intenciones y mi honradez. No lamentarás haber sacrificado los bellos años de tu juventud a la fidelidad , y así yo estaré orgulloso de ti. Podrás leer en mí como en un libro abierto, y al saber que nos comprendemos y sobrellevamos juntos la tristeza y la alegría nos volveremos felices. Tú impedirás que yo pueda realizar nada mezquino, que caiga en la ira, la envidia y el deseo de cometer empresas triviales , y si te preocupas pensando que te has inmiscuido en mi carrera científica, me limitaré a reír a carcajadas y contarte la historia de Benedikt Stilling, un médico que murió hace unos años en Kassel. En su juventud le dio por 71 la ciencia, mas luego se vio obligado a emplearse como médico. Durante trece años dedicó todas sus mañanas a estudiar la médula espinal. y el resultado fue una gran obra científica. Por las noches continuaba trabajando sobre el cerebro, y es hoy uno de los más destacados científicos que nos abrió la puerta a la comprensión de este noble órgano. Todo esto muestra la capacidad de trabajo y el entusiasmo tenaz del judío. Nosotros podremos lograr algo por el estilo. Mi amada Martha, eres una parte de lo que llegarás a ser para mí, pero espero que lo seas más y más. Hay gente que sólo sabe seguir su senda en circunstancias favorables. Nosotros, tú y yo, miraremos hacia adelante y aunque estemos separados y no nos acompañe la suerte. Buenas noches, mi querida mujercita; sigue vertiendo tu corazón en mí, que cuando no lo haces me siento tan triste durante mucho tiempo ... Tuyo, Sigmund. 72 Viena. lunes, 7-1-1884. Mi adorada princesa: No puedo empezar a iniciar tu mente inocente en los secretos de la administración del Hospital a estas horas de la noche (para cuando termine de escribirte, la fecha que he puesto al comienzo de la carta será una mentira). Me limitaré a escribirte amistosamente. Mi informe diario dice que he estado trabajando sin parar hasta las siete de la tarde, que después me dejé arrastrar a una partida de cartas de Tarot, y luego trabajé un rato más sin que me sintiera fatigado. Hoy ordené por fin los casos clínicos e inicié el estudio de una crisis nerviosa. Así comienza una nueva era. Por la noche, pensaba examinar algunas muestras por el oftalmoscopio que me traje de la clínica de Meynert. pero aún estoy desentrenado. lo cual me entristece. Tengo que ponerme a practicar de nuevo. En la noche. el repartidor de periódicos por primera vez me trajo algunos libros y publicaciones. Tendré que revisarlos y guardarlos luego. También llegó hoy una pequeña pieza de material para el método. Por lo demás, éste se encuentra estancado. pues los tejidos no se han endurecido y tan sólo he podido hallar una ligerísima 73 mejora en las condiciones del experimento. Esto es todo cuanto puedo decir acerca de mi vida. y mi princesa puede notar qu~ en mi aburrimiento sin fondo me dedico a' hacer lo único que encuentro y todo aquello que me estimule. Y ahora ocupémonos de ti. vida mía. Me alegro mucho de que desde hace tiempo. no exista en nuestras cartas indisposiciones "mutuas" y también de que. esta vez. hayamos olvidado la pequeña riña mensual que con tan pasmosa regularidad solía surgir a fines de la primera semana del mes para que al llegar el 17 tuviéramos ocasión de perdonarnos. Espero que hayamos dejado atrás para siempre esa costumbre. Me reí mucho al leer tu sugerencia de que diga las cosas claramente en lugar de aludir a ellas. ¡,Qué pasaría si invirtiera los papeles una vez más? Resultaría muy divertido. Sin embargo. no pienso recaer en la necedad de escribirte largas disertaciones (que ni siquiera me agradeces) si no nos vamos a ver hasta julio. Debo afirmar que no me convence la idea de que toda muchacha tiene un admirador silencioso que algún día se casa con ella. A mí me parece. por el contrario. que algunas chicas tienen de cinco a treinta y seis mil pretendientes y que la mayoría, con poco que admirar, se queda sin ninguno. A pesar de todo. encuentro que ésta es una de las instituciones inás caritativas de la Naturaleza. Otra institución casi igualmente maravillosa es el hecho de que todo hombre encuentre una muchacha que ve en él la más perfecta virilidad. aunque en realidad sea un pobre hombre que vive por obra y gracia de la paciencia 74 divina. Pero ... ¿a qué viene este filosofar? No nos compliquemos la vida. Si uno está enamorado y tíene una ocupación a la que consagra todas sus energías. es mejor dejar estas ideas para los novelistas. Esto es lo que tú dirías, y estás en lo cierto. me alegro de que tengas sólo un pretendiente y no millares, ya que en este caso cabría la posibilidad de que uno de ellos fuera mejor que yo, y eliminar veinticinco mil rivales (observarás que te sitúo en la primera categoría) me sería difícil, complicadísimo, pues ahora tengo mucho trabajo. Mi querida mujercita, hoy celebré mi octavo día sucesivo de servicio, pues he estado de guardia toda la semana; pero mañana voy a largarme de aquí ostentosamente y . . . a cambiar cinco marcos. En caso de que realice algún descubrimiento durante los próximos meses, tendrás la serpiente de oro que te prometí en los tiempos de Nothnagel. Adiós, mi dulce tesoro. Sigmund. 75 Viena, viernes, 18-1-1884. Por la tarde. Mi dulce niña: Me encantaría que existieran muchos días como el de hoy, pues la jornada estuvo coronada por pequeños éxitos en mi traba jo y por las pruebas de tu amor. Tu carta y tu paquete me han dado una felicidad sin límites. Eres buena y dulce, mi preciosa Marty, aun cuando no haces regalos frecuentemente , pero cuando lo haces sabes hacerlos muy delicadamente. Siempre guardaré los botones como un tesoro. Voy a ponérmelos en el acto, aunque mi chaleco alto los oculte. Por otra parte, la semana pasada me encargué precisamente un chaleco abierto ... , y acabo de ponérmelo, por fin, y es magnífico. La corbata me proporciona el insólito lujo que supone la posibilidad de renovarla, pues tengo aún otra que no está mal del todo Los puros son excelentes. Mi amigo Teych tiene razón: éstos son mucho mejores de los que yo le he estado comprando. No le daré ni uno solo a Schomberg, a pesar de lo que le quiero, y pondré el pretexto para negárselo de que su salud le impide fumar, aunque la verdad es que me siento incapaz de dar nada que me hayas regalado tú. Te diré de 76 paso que en la edición de noche del N eue Freie Presse ha aparecido una pequeña reseña de su Hitopadescha, escrita en tono bienintencionado, aunque polémico, lo que me hace suponer que la ha escrito el profesor Müller. Espero que les mande un ejemplar a Minna y a ti. No obstante, lo más agradable de todo fue tu carta, más dulce que cualquier chocolate. Ahora mi querida Marty, soy una vez más tu deudor. Debería haber llevado una existencia con menos despilfarro y haber así ahorrado algo para ti. Nunca hubiera creído que tanto dinero pudiera desaparecer tan rápido. Te contaré ahora por qué estoy de tan buen humor y por qué tu carta no contribuyó solamente a alegrarme, sino que me hizo sentirme feliz. Hoy, por fin, comencé a trabajar sobre la base de los trastornos nerviosos, y espero haber encontrado el material necesario para mi primer artículo clínico. Esto ha sido posible porque ayer trajeron al Hospital a un pobre aprendiz de sastre con escorbuto, la bien conocida enfermedad que produce equimosis en todos los órganos. Aparte de alguna apatía, no mostraba ningún síntoma visible. A primera hora de esta mañana se encontraba inconsciente, lo cual sugería una hemorragia cerebral. Por ello, fui a verle otra vez antes de la comida, y detecté cierto número de síntomas que permitían ubicar la localización de la hemorragia (ésta es nuestra principal preocupación en los trastornos cerebrales). Estuve sentado junto a él durante toda la tarde y pude observar el interesante y variado curso de la enfermedad hasta las siete, hora en que se presentó la parálisis simétrica, de tal modo que hasta su muer- 77 te, a las ocho, no se me escapó el más pequeño síntoma. Hay varios fenómenos e instructivos que justifican, y aun hacen imperativa, la publicación de este caso, particularmente si la autopsia, que se realizará mañana, permite extraer conclusiones satisfactorias y confirmar mi diagnóstico, que se basa en la localización de la hemorragia. Necesito la autorización del Primarius para publicar mi artículo, y espero que no me la negará. Yo insistiré todo lo que pueda. Como verás, la cosa no es aún segura ni demasiado importante, pero supone por lo menos un comienzo, que atraerá la atención de los demás hacia mí. Por otra parte, se traducirá en unos cuantos Gulden, quizá diez y hasta puede que aparezca en el Semanario Médico. Si es así, para fin es del trimestre espero que podré contribuir con una pequeña suma a la renovación de tu vestuario de primavera. ¡Oh Marty, qué maravilloso sería poder darte todo cuanto se me ocurre y hacerte total y absolutamente mía! No llevaré a Rosa a casa de los Hammerschlag hasta el domingo, porque me parece que no van a estar el sábado. Mañana quizá vaya a ver a Breuer y le daré tus saludos. Con las más afectuosas gracias y besos de tu fiel Sigmund. Que de nuevo tiene ganas de trabajar y de vivir. 78 Viena, martes, 29-1-1884. Querida Fraulein Martha Bernays: Al principio no podía comprender lo que significaba una suntuosa tarjeta de visita roja (es suntuosa. ¿no?) intercambiada entre unos novios tan veteranos como nosotros. Sospeché que pudiera contener alguna clase de rompecabezas o, más bien una fotografía, luego tuve la brillante idea de que quizá fuese una tarjeta de vista, idea que confirmé después de leer tu carta. ¡Es maravillosa esta Marta Bernays en oro sobre fondo rojo! Me gustaría quedarme viendo tu nombre, pero los hay mejores: Frau Martha Freud, por ejemplo, sería mucho más bello para mis ojos y mis oídos. Tu carta, Marty, con su buena dosis de sentido común acerca de la vida y del amor. contribuyó a animarme. Hacía tiempo que no me sentía tan contento, y esta alegría sólo es por ti. Recién me di cuenta, de lo absorbida que estás en tu noviazgo .... tanto que, sin más pruebas, das por hecho que todos los caballeros de la Tabla Redonda tenían su novia. Si no fuera porque tú misma estás "medio casada'', habrías supuesto que ninguno de ellos la tenía. Me siento alegre hoy sin otra razón que la que me proporciona tu carta, y me gustaría 79 oírte hablar y cerrarte la boca de cuando en cuando con un beso. ¿Que por qué no te llevé nunca a ver a los Hammerschlag? Lo pensé, pero a veces tú no podías y el último día los minutos eran demasiado preciosos para compartir~ los con otros. No estuviste retraída ni mucho menos en casa de los Breuer, sino que, por el contrario, hablaste hasta por los co~ dos, más de lo que sueles hablar conmigo. No tienes nada de qué arrepentirte. Y ahora, unas cuantas noticias: Me mudo mañana. Contrariamente a lo que sucedía con la primera habitación que tuve, ésta no me trae recuerdos de nuestra dulce felicidad compartida. El martes y el jueves pronunciaré mis conferencias en los Clubes Fisiológico y Psiquiátrico. Mi tra~ bajo está ante mí, totalmente acabado. Mañana lo enviaré o lo entregaré personalmente. Para fines de esta semana espero haber acabado mi artículo sobre el método en dos idiomas. De momento no hay nada nuevo para contarte del departamento. Pronto tendré que elegir un tema para otro artículo entre los problemas relacionados con los trastornos de origen nervioso. No dejo siquiera que me pase por la mente la posibilidad de que falle en mi propósito de encontrar la solución y , evidentemente, tendré que continuar trabajando sobre este te- · ma yo solo. Hoy se celebró la reunión del Club. Estuve sentado detrás de Billroth y Nothnagel. y me divertía pensando: Esperen y dentro de poco se desharán en reverencias conmigo como lo hacen hoy con estos oradores. Billroth ni siquiera me conoce, y Nothnagel me dispensó cierta vez una sonrisita de superioridad. Meynert, por 80 el contrario, continúa tratándome con respeto y me aconsejó que pronunciara una conferencia también en la Sociedad Médica, lo que no pienso hacer por ahora. Buenas noches, mi dulce amada; sigue estando sana y queriendo más aún a tu Sigmund, ¿verdad? 81 Viena, jueves, 7-2-1884. Por la tarde. Si ocupase un puesto con atribuciones para otorgar condecoraciones merecerías como premio por tu última carta la más hermosa distinción, la de la Paloma Mensajera Blanca, que colgaría de una cinta roja. La carta llegó cuando apenas había empezado a escribir mi artículo y, nada más leerla, me sentí tan satisfecho, que mi trabajo avanzó a toda velocidad. Había empezado a las tres y media y para las nueve ya estaba terminado. Después de haber dado unos cuantos saltos de alegría -ejercicio que jamás dejo de hacer si existe la más leve razón para ello-, pensé en escribirtf;, pero me interrumpió una visita o, más bien, fui a la Gasthaus para autorrecompensarme, y por ello no pude escribirte hasta hoy. No es que me haya faltado trabajo. Primero, copié el resumen para el ruso y se lo di; luego terminé la traducción inglesa y le pedí al americano que me la corrigiera, y ahora tengo que transcribirla con sus correcciones y revisar el manuscrito alemán, con lo que daré por terminada mi labor. Mañana llevaré las dos a Fleischl. Amén. Otra vez tendré tiempo para volver junto a mis pacientes y también para poder 82 leer algo. Me gustaría saber si tardaré mucho en escribir alHún nuevo trabajo. No creo que sea así. Es necesario que hablen de uno. Silverstein estuvo aquí de nuevo hoy, tan simpático y buena gente corno de costumbre. Nos hicimos amigos en la época en que la amistad no era ni un deporte ni una conveniencia, obedeciendo más bien a la necesidad de tener a alguien con quien compartir las cosas. Acostumbrábamos estar juntos literalmente todas las horas del día que no pasábamos en el aula. Aprendimos español juntos y poseíamos una mitología que nos era peculiar, así como ciertos nombres secretos que habíamos extraído de los diálogos del gran Cervantes. Cuando estábamos comenzando a estudiar el idioma, encontramos en nuestro libro una conversación humorístico-filosófica entre dos perros que están echados tranquilamente a la puerta de un hospital, y nos apropiamos de sus nombres. Tanto al escribirnos como en la conversación yo le llamaba Berganza, y él a mí, Cipión. ¡Cuántas veces he escrito: Querido "Berganza", y he terminado la carta: tu fiel "Cipio", pero en el Hospital de Sevilla! Juntos fundamos una extraña sociedad escolástica: la Academia · Castellana ( A C) ; reunimos una gran cantidad de obras humorísticas que aún deben de andar por algún rincón entre mis viejos papeles, compartimos nuestras rápidas comidas y nunca nos aburrimos estando juntos. Intelectualmente, no iba muy alto, ni se destacaba dentro de los demás humanos. Su aspecto, sus lecturas y su humor eran totalmente burgueses y algo prosaicos. Luego, cuando cayó enfermo, le cuidé, y un día invitó a todos sus viejos 83 compañeros a una fiesta de despedida en Hernals, durante la cual. sin abandonar por un momento su bondadosa expresión, sirvió personalmente la cerveza de barril, tratando de ocultar la emoción que le embargaba. Después nos fuimos a un café y mi amigo Rosanes comenzó a contar chistes subidos de tono. Y o, para evitar que el sentimentalismo de Silverstein rebasara la copa, fui el primero en romper el hielo, y en nombre de todos dije un discurso afirmando que mi amigo se llevaba con él mi propia juventud, sin darme cuenta realmente de cuán cierto era lo que estaba diciendo. Al principio me escribí con él esporádicamente. Me contaba lo mal que lo trataba su padre. medio loco, y yo intenté despertar su instinto romántico animándole a que se exiliara a Bucarest y buscara un trabajo más digno de él. Después de todo, en su juventud había estado lleno de sueños románticos acerca de los pieles rojas y le encantaban el Leather-Stocking, de Cooper. y todos los relatos marineros. Aún hace poco tenía un bote en el Danubio e invitaba a todos sus amigos a pasear con él. obligándolos a actuar como remeros y llamarlo "capitán". Después apareciste tú y todo lo que contigo venía: una nueva amistad. nuevas luchas por la existencia y nuevas metas. El enfriamiento de nuestra amistad. que había ido aumentando · gradualmente. se hizo más fuerte cuando le aconsejé desde W andsbeck que no se casara con una muchacha rica y estúpida a la que había ido a ver. Posteriormente, perdimos todo contacto. Está claro que se acostumbró a la idea de ser rico, aunque por ahora no lo parezca, y sigue queriendo casarse con esta muchacha para indepen- dizarse como comerciante. Tú sabes cuál fue mi evolución. Y ahora que él y yo nos vemos reunidos de nuevo, pensamos ( ambos, sin duda) cuán extraña es la vida, que nos ha atrapado a los dos con su lazo y nos ha enviado al galope en direcciones opuestas. Cuando aún era muy joven tuvo un primer amor que se llamó Anna, luego estuvo metido con una tal Fanny, y en el intermedio se enamoró de todas las chicas que encontraba. Ahora no ama a ninguna. Y o no quería a nadie entonces y ahora tengo un amor. Esta es la historia de mi amigo Silverstein, que se ha hecho granjero porque no le gustaba la jurisprudencia. Hoy va a reunir de nuevo a sus antiguos camaradas en Hernals, pero yo estoy de servicio y, en cualquier caso mis pensamientos no apuntan hacia el pasado, sino hacia el futuro. Adiós, mi amado tesoro. Mi buzón enmudeció hoy. Espero que mañana hable de nuevo a tu Sigmund. Viena, sábado, 19A-1884. En el Registro. Mi preciosa Martha: Debes tornar en serio cuanto te he dicho y no pensar ni por un momento que hago sacrificios excesivos por ti. Créeme: es natural que yo ponga más objeciones que tú , a nuestra prolon~ada espera. Sucede únicamente que puedo soportarla con más esfuerzo, lo cual no es extraño, pues, las novias son por lo general más resignadas que los novios . Por esto, y pensando principalmente en mí, he decidido ele~ir soluciones rápidas. Estoy convencido, además de que tus ojos - la parte representa al todo-. de que tú. mi vida, lo compensarás todo. Tú también has de creerlo. Además, ¿qué sacrificio? No he llegado muy lejos, y en los dos años que tenernos que esperar, es posible que tampoco ocurra nada decisivo, aparte, quizá, de un ligero cambio en mi posición social que no me costará esfuerzo alguno. Por el contrario, me sentiré feliz prescindiendo de lo trivial, de lo incierto y de lo ambiguo, para elegir algo tan digno, estimulante y fructífero como el compartir mi vida contigo, que no te limitarás a ser una arna de llaves ni una cocinera, sino también una amiga excepcional y una novia adorable. Hay que añadir a todo esto, como te he escrito frecuentemente, que existe un dominio científico en el que mi independencia es suficiente para que pueda progresarse sin necesidad de establecer nuevas relaciones ni de buscar más ayuda. Me refiero a mi conocimiento del sistema nervioso, y me hace feliz pensar que tú podrás ayudarme en este terreno. Así, no dejaremos que el mundo olvide del todo mi nombre. Me apena mi falta de ambición, pues sé que soy alguien sin necesidad de que me lo digan. Al hablar de una región alemana me refería, al Austria Inferior, a Moravia o a Silesia. Por ahora, sin embargo, sigo dispuesto a luchar y no tengo intención de cesar en mis esfuerzos por hacerme un futuro en Viena. La "lucha por la existencia" sigue significando para mí el afán por conseguir aquí algo definitivo. He de admitir que esta última semana mis probabilidades de convertirme en Dozent el próximo invierno parecían lejanas. Debido a mis actividades médicas con Frau S ... , casi no he podido trabajar. Sin duda podré comprarme ropa con los cincuenta y tantos Gulden, pero preferiría en esta ocasión haberme privado de adquirir algo a cambio de tener más oportunidades para trabajar. Bettelheirn ha traído los instrumentos. Compré otro hoy, y pagué la mitad. El lunes empezaré. Lo lamentable es el descuido en que se halla la anatomía cerebral, y los traba jos preliminares para mi próxima publicación apenas han progresado. Frau S ... está hoy mejor y espero que la semana próxima su salud se habrá restablecido lo bastante para suspender el tra- tamiento. El único síntoma desaHradable es un viejo catarro pulmonar que ha afectado a uno de los vértices. Si las cosas empeoran. o si se demostrara que están relacionadas con la enfermedad principal. las perspectivas serían nefastas. Sin embargo, no creo que suceda así. y opino que si se logra restablecer el corazón resistirá durante algún tiempo. hasta que se produzca de nuevo un síncope. Mas esto podría tardar años. Debo pedirte perdón por no ocuparme antes de lo que me cuentas. Lo siento mucho. ¿Por qué no te turnas al menos con Minna y sales a tomar el aire de vez en cuando? Marty, si a consecuencia de lo que estás haciendo te pones mala, armaré un gran escándalo, para que veas que no sólo los pacientes son egoístas, sino también los enamorados. El diagnóstico del médico no me impresiona demasiado, y no veo razón alguna para que la enfermedad se haga crónica ni para que haya recaídas. Tampoco comprendo por qué el médico acude sin ser llamado, pues el dejarse caer de esa manera no está de acuerdo con la ética profesional. ¿Quieres que te mande un libro de F ritz Reuter? Si lo lees en voz alta quizá puedas superar los obstáculos de las horas difíci- . les. Te ruego que me escribas pronto, mi vida. confirmándome que has salido a tomar el aire ... , siempre que el tiempo sea mejor ahí que aquí. Con saludos afectuosos, tuyo, Sigmund. 88 Viena, jueves, 19-6-1884. Mi amado tesoro: No puedo acordarme de alguna etapa anterior en mi vida en que tuviera tan poco tiempo. De no ser así. habría respondido a tus dulces y amables cartas con larqas páginas. Sin embargo, así como están las cosas, tendré que conformarme con ser breve hoy. Al fin y al cabo, espero que pronto podamos hablar. El trabajo sobre la coca no pude terminarlo hasta anoche. La primera mitad ya la he corregido hoy y ocupa una página y media. Los pocos Gulden que he ganado con este trabajo tuve que restarlos de lo que me paga mi alumno, al que no pude darle clase ni ayer ni tampoco hoy. Me queda aún por corregir el segundo trabajo y, además, tengo que ocuparme del tratamiento eléctrico, leer y trabajar en el Registro. Sin embargo, estoy tan fuerte como un león y muy contento conmigo, por lo que supongo comprenderás que no es éste el momento adecuado para echarlo todo por tierra. y convertirme en enfermero de un caso mental. Mi amada niña, debes quitarte completamente de tu cabeza esos pensamientos sombríos, como la idea de que por tu culpa 89 no puedo ganarme la vida. Después de todo. ya sabes que una de mis facetas consiste en ser incapaz de trabajar si no me siento alentado por alguna esperanza que considere importante. Antes de ti ignoraba lo que era la alegría de vivir. y ahora que eres mía "en principio". la única condición que pongo a la vida es que me permita tenerte conmigo completamente. Por lo demás. aparte de eso no espero más de la vida. Soy muy terco y temerario y necesito grandes estímulos, y he hecho cosas que cualquier persona sensata consideraría osadas. Una de ellas fue la de emprender la senda científica siendo pobre; otra, la de que, siendo pobre. capturase el corazón de una pobre chica ... Pero así ha de continuar mi vida; mucho riesgo. mucha esperanza. mucho trabajo. Para la sensatez burguesa media, me he perdido hace tiempo. Y ahora tendré que esperar tres meses más para volver a verte . . . . hecho que se suma a las circunstancias azarosas que atravesamos y que no dejará de estar influído por personas tan caprichosas como las que constituyen nuestras familias . Quizá, dentro de tres meses. esté Eli en Hamburgo, o me impida marchar la situación de mi familia. En otras palabras. no sé a ciencia cierta nada concerniente al futuro . . Tampoco me atrevo a esperar demasiado: pero sí esto~ - convencido. sin dudas. de que necesito ~ alivio y la expansión de tenerte nuevamente en mis brazos con la misma continuidad con que preciso beber y alimentarme. Sé perfectamente que ya te he dado demasiadas preocupaciones y privaciones y que no debo robarte las pocas semanas felices que podremos pasar juntos; aunque estuvieras dispuesta a renun- 90 ciar a ellas. voy a seguir mis impulsos y obedecer a mi destino. Deseo reponerme y fortalecerme en ti, y luego. con energía renovada, seguir tratando de mejorar mi posición. en vez de no hacer nada durante dos largos meses. Esta última solución no trae grandes ventajas, pues lo que ahorraría en dinero lo perdería en tiempo. y tampoco es probable que me durasen mucho los ahorros. ¿Podrías imaginarme con mil Gulden guardados en un cajón y dejando que Rosa o Dolfi pasasen hambre? Les daría por lo menos la mitad, y el resto compensaría sólo muy justamente el tiempo perdido. Cierto que ellas saldrán perdiendo en cualquier caso; mas yo debo hacer lo que me parece justo, dada mi naturaleza y nuestra situación. En este respecto no tengo ninguna duda. Paneth vino hoy. también convencido, naturalmente, de la necesidad de aceptar el empleo; pero yo poseo la buena cualidad de creer confiadamente en mi propio raciocinio. Por otra parte. he hallado cierto número de personas que están de acuerdo conmigo. En cualquier caso. querida mía. estoy seguro de que te veré de nuevo antes de mucho. Que sigas bien. He de terminar aquí esta carta. pues tengo que corregir otro artículo. Tuyo. Sigmund. 91 Viena, domingo, 29-6-1884. Mi amada novia: Tienes razón. Desde ahora, sólo hablaremos en las cartas de mi viaje, pues ya no me siento capaz de pensar en otra cosa. Si deseas ir a recibirme, no puedo negarme. A mí no me agrada la idea, porque no quiero que la estación y el equipaje se inmiscuyan en nuestros primeros besos. Mas si no te ruborizan los serios hamburgueses y eres capaz de darme un beso en cuanto me veas y otro mientras vamos a W andsbek y un tercero ... , etcétera, me rendiré. No llegaré cansado, pues pienso hacer el viaje bajo la influencia de la coca para dominar mi terrible impaciencia. Resérvame una pequeña y modesta. habitación muy cerca de ti, pues si no es así tendré que ponerme tosco y tacharte de pródiga. De ser posible, preferiría un ático; pero te doy poderes ilimitados en cuanto a la decisión. No llevo mucha ropa, pero la poca es bastante respetable. Tengo un traje gris. que llevo puesto en este momento, y otro oscuro, que aún no me lo envía el sastre, así como un nuevo abrigo y un sombrero. Lo que sí, es que estoy bastante mal de camisa~. Iba a comprar algunas, pero mi pa92 dre me ha sugerido que las adquiera en Hamburgo, donde todo es mejor y más barato, y donde, además, estarás tú, que sabrás aconsejarme sobre lo que debo comprar. Todavía no me han dado el · permiso, y haré todo lo que sea por lograrlo, aunque sea amenazándolos con marcharme para siempre; pero, en realidad, no creo que tenga problemas para obtenerlo. Me han avisado que Anna saldrá (de W andsbeck) el 10, ya que ha anticipado su marcha, y, en ese caso, yo llegaré unos días antes, pues mi alumno me dejará probablemente libre para el 1O, aunque, no será posible antes. Si yo me quedara unos días más, pudiera seguir dando clase, y como cada jornada me aporta tres florines, no puede dejarse a un lado ese factor. El artículo sobre la cocaína tiene ya veinticinco páginas y la he terminado hoy. Podrás verla antes que a mí. Y a sabes todo lo que estuve trabajando hoy. No debemos preocuparnos por el tiempo. Si llueve, podemos sentarnos juntos, y charlar o leer. Llevaré conmigo unos cuantos libros de neurología; pero, aparte de esta especialidad científica, deseo olvidar, mientras esté junto a ti, todo lo relacionado con Viena. No te llevaré nada, pero ya .sabes que tu cumpleaños coincide con mi estadía allí. No he decidido aún si dejar en tus manos el dinero y la contabilidad o seguir llevando yo solo las cuentas. Me inclino a no llenarte por ahora con otra preocupación y de que no manejes el control tan prematuramente. Para dos, y ocasionalmente tres personas, la suma que poseo es bastante baja, pero si antes de mi marcha surge la oportunidad de incrementarla, no 93 la desdeñaré. Tengo que dejar algo para mi familia. Dolf i parece que necesita algún dinero. Ayer la llevé al Prater; por yez primera. fui representando el papel 'del rico de la familia. Rosa sale hoy para Oberwaltersdorf con Herzig. Estarán allí tres semanas. Dolfi y Pauli empezarán a trabajar el día 15. Mi padre parece que está un poco más animado, aunque son muchas las preocupaciones que tiene. Ten}Jo que ser rico para que cuando necesiten algo, todos ellos se vean obligados a recurrir a ti. Tuyo, Sigmund. 94 Viena. domingo, 3-8-1884. Mi dulce princesa: Las cosas están muy mal predestinadas, aunque, por lo menos, tengo mi trabajo para consolarme, o, al menos, para atontarme. Y tú no tienes nada más que mi fotografía. ¿Qué te dirá? Desearía poder hacerte partícipe de cuanto pienso y espero. Siento una prolongada, una indescriptible e intensa felicidad si tú sigues encontrándote bien. Siempre oigo decir que estás pálida. Mi pálida princesita ... , pero no debo hablar de esto. Te escribo para darte dos buenas noticias. O, al menos, a mí me lo parecen. En primer luff ar, que ya podré obtener el espécimen de mi espléndida diagnosis, que ha causado una amplia sensación aquí. lo cual me permitirá escribir un buen artículo. En segundo lugar, que el doctor Heitler ya ha regresado y que hemos decidido entregarle nuestro dinero al fabricante del instrumental para comprar lo que necesitamos y poder trabajar en seguida, sin parar hasta que dejemos concluído el experimento eléctrico. ¿Te alegras, mi vida? No paro de trabajar. Yo mismo estoy sorprendido de mi capacidad. Pero sé a lo que se debe: el corazón late bien de nuevo, y el gigan- 95 te está fuerte una vez más, enormemente fuerte. i,Te ríes de mí porque me llamo gigante? A veces tengo tal sensación de poder, que me parece como si todavía pudiera hacer algo para tenerte junto a mí antes de lo previsto. ¡Cómo te amaría entonces, cómo te tomaría el pelo y te haría enojar! Y tú no dirías nada. porque eres una amada silenciosa. Recibí una segunda carta de Hammerschlag. muy cariñosa. Entre otras cosas. me pregunta si has decidido trabajar aquí, y dice que, aparte de su interés por mí. tiene otro . . . este último no lo puedo adivinar. Afirma también que si las hijas de T edesco han heredado una sola de las características que distinguen a su madre, -a la que él conoce-, emplear a cualquiera de ellas debe de resultar altamente agradable. La escribiré a Fleischl antes de lo que pensaba. mañana mismo por la mañana, y le diré que no estás libre hasta fines de septiembre. Si la señora no ha encontrado a nadie todavía, probablemente aceptará esperar hasta que regrese de su veraneo. Si esto falla, encontraremos alguna otra cosa. Breuer. Fleischl, Schwab y Hammerschlag ... , este selecto grupo de amigos nos ayudará. 96 4-8-por la tarde. Dejé de escribirte ayer para dar los últimos toques al informe estadístico del departamento, del mes de junio, y hoy puedo contestar tan dulce carta, que me hace recordar nuestros días más tranquilos. Podrías repetir las palabras que Heine puso en boca del zagal: "Es una tarea tan pesada reinar . . .", etc., si no fuera porque mi reina es todavía sólo una princesa. Y a sabes que Xº me muestro partidario de que vengas. Cuando estés en libertad viviremos muy felices, aun trabajando, con limitaciones y renunciando a muchas cosas; pero seremos felices, a pesar de todo. No soy capaz de imaginar lo que sería no estar juntos durante dos días. Recibí hoy el espécimen, y pronto tendré un dibujo de él. La publicación del traba jo tardará de tres a cuatro meses, porque antes hay que completar el examen microscópico. Estoy seguro de que cuando vuelva de mi viaje tendré aún más capacidad de trabajo, y que cuando vengas a verme cerraremos la puerta, te sentarás junto a mí, muy cerquita, y apoyarás tu cabeza en mi hombro, mientras yo sigo trabajando hasta que me sienta cansado y desee besarte. Una paciente que acaba de marcharse y a la que he estado aplicando 97 con mucho éxito el tratamiento eléctrico, para curarle un zumbido del oído. me ha prometido traerme las mejores Erutas que encuentre para "mi joven mujer", para la dama que será algún día mía . . . Por respeto no se atrevió a llamarte novia. Es la frutera de Los Tres Cuervos, que está donde se dobla para ir a la Seitenstattengasse. No tenemos que preocuparnos por el cólera, mi vida; es improbable que impida mi marcha en septiembre. Y o creo que se nos presentará aquí de improviso el año que viene. Según los rumores que circulan, Breuer ha solicitado de nuevo la plaza vacante de Primarius en el hospital. Me encantaría que se la dieran y, en ese caso, haría todo lo posible por convertirme en su Sekundararzt y aprender mucho. Pero no creo que la conseguirá. ¿Cómo te sientes, dulce amada? Tienes una ventaja sobre mí. Cuando leas esta carta, ya será 6 de agosto, y hoy estamos sólo a 4 de este interminable mes. Con los más cariñosos saludos y besos, tuyo, Sigmund. Te ruego que des las gracias a Minna, en mi nombre. 98 Viena, domingo, 17 -8-1884. Mi niña: ¡Qué dulzura por tu parte! ¡Qué olor tan maravilloso tienen estas flores, qué recuerdos me traen y cómo logran sacarme de esta sórdida vida de soltero rodeado de libros! También me advierten que el verano se está terminando y que tendremos que apresurarnos si queremos disfrutar del otoño. Desde luego, estoy decidido a hacerlo así, y nada podrá detenerme. ¡Aún una quincena en números redondos! Dentro de ocho días regresará el jefe, y el precio que tendré que pagar por volver a ti y recuperar mi claridad mental depende del genio que traiga, aunque nins:¡ún precio me parecerá demasiado alto. He cambiado más de lo que yo mismo podía suponer. Hoy cuatro jóvenes colegas del hospital insistieron para que los acompañara en un paseo por Dormabach. Cuando volvíamos nos detuvimos en el mismo café donde tú y yo pasamos una vez una tarde tranquila. Yo estaba fuera de lugar, y tengo la sensación de que sólo puedo ser feliz a tu lado. No se me pasa por la cabeza la posibilidad de que llegue el momento en que pueda ya disfrutar sin ti. Si se quitan los instantes que alegran tus cartas. he ex- 99 perimentado durante los últimos catorce meses sólo tres o cuatro días felices .... que coincidieron con el éxito de algún trabajito mío. Y esto es demasiado poco para un ser humano que es aún joven y que. sin embargo, jamás se ha sentido joven. Y como sé que lo que me hirió tanto ha sido tu partida, me siento incapaz de reconciliarme con la que, por su falta de corazón y su capricho, la hago responsable de tu marcha. Esto es algo que sin duda habrás comprendido hace tiempo, mi vida. Mas, después de todo, ya sólo quedan quince días. Me arreglaré para pasarlos adormecido, y luego apagaré mi sed con tus besos y llevaré una vida distinta, que nos hará más jóvenes una vez más, y al tener que volver a separarnos lo haremos seguros de no tener que enfrentarnos en el futuro con las privaciones que hemos soportado durante estos últimos meses. Acabo de recibir carta de mi madre, quien me anuncia su llegada para las cuatro y media. pero hoy estoy de servicio. Con mis más cariñosos saludos y besos, tuyo. Sigmund Viena, lunes, 17 -11-1884. · Mi dulce mujercita: Mis saludos más cariñosos por la fecha. Pronto serán ya dos años y medio que estamos comprometidos. ¡Pensar que hemos esperado tanto tiempo! Estaría triste si no estuviera convencido del hecho de que seas mía es más importante que la otra circunstancia: tu lejanía. Eres tan dulce y estás tan apartada de mí ... ; pero intentaré concentrarme en el primero. Dr. Dr. Dr. Dr. Dr. Dr. Leslie. Darling. Montgomery. Giles. Green. Campbell. ¿Sabes lo que esto significa, preciosa mía? ¿Has leído el Quijote? ¿Recuerdas la condición que el héroe impone a todos los caballeros que ha derrotado? Tenían que ir a Toboso y besar la mano de Dulcinea. Ahora mis seis alumnos besan tu mano. Sí. mis clases se han convertido en una realidad. Hoy hablé en inglés durante una hora seguida y demostré mis explicaciones sobre un paciente, y la cajita que compré en el 100 101 viejo barrio de Speersort contiene 100 Gulden, ganados con el sudor de mi frente , de los cuales te envío una muestra. ¡Qué magnífico es todo esto! Uno de ellos no me paga. Se trata del organizador de las clases, el doctor Leslie, al que, por supuesto, he aceptado encantado sin cobrarle nada. Sin embargo, esta tarde estuvo a verme y cantó mis alabanzas, lo cual despierta mis recelos. ¿Tú crees que intentará cobrarme una comisión al final? No lo creo. ¿En qué voy a invertir el dinero? En lo sucesivo, tú y Minna beberán aporto, pasaré una cantidad cada mes a mi familia y creo que podré mandarme hacer unos pantalones de invierno. Si con lo que me reste puedo ayudar a Breuer en diciembre, estaré satisfecho. Y a te das cuenta que un ingreso aislado de este tipo no supone una mejoría para mi presupuesto; mas si las clases continúan regularmente, representará el fin de mi existencia miserable y será el fin de las "penurias". Estoy ocupadísimo actualmente. Tengo que atender al departamento, las clases y su difícil preparación, el trabajo de anatomía cerebral y el del derivado de la cocaína : ecgonina, en el que nada se ha trabajado la semana pasada. ¿Cómo va a funcionar todo esto simultáneamente? Voy a economizar tiempo y dinero y a trabajar vigorosa y valientemente, ahora que veo más probabilidades de salir adelante. Lustgarten ha regresado y , además, en calidad de hombre importante, ya que ha hecho un gran invento; pero está muy simpático conmigo. Sólo pasó un día en Hamburgo y se encontraba, además, muy deprimido porque creía que su descubrimiento había sido un fracaso . Por eso no 102 fue a verte. Todos me han superado en fama, pero no en felicidad, pues yo te tengo a ti. Tuyo, Sigmund. 103 Viena, 6-1-1885. Mi preciosa amada: En el barullo de los últimos días no he encontrado un momento de tranquilidad para poder escribirte. El hospital se ha convertido en un manicomio, y te voy a contar ahora mismo lo que ocurrió. El domingo, Koller, el que ha hecho tan famosa la cocaína y con quien recientemente había hecho amistad, estaba de servicio en el Registro y allí tuvo una pequeña diferencia de opinión, relativa a una cuestión técnica sin importancia, con el médico que actúa de cirujano en la clínica de Billroth, quien súbitamente llamó a Koller "puerco judío". Y a puedes imaginarte la atmósfera y en general la amargura que sentimos, lo que quiere decir en suma, que cualquiera de nosotros hubiera reaccionado como lo hizo Koller: abofeteó al que le insultó, el cual salió precipitadamente y acusó a Koller ante el director. Este, sin embargo, desautorizó al delator, poniéndose categóricamente de parte de Koller. Esto fue un gran alivio para todos nosotros. Mas, dado que los dos son oficiales del ejército, se vio obligado a desafiar a Koller en duelo, y en este mismo momento están dirimiendo sus diferencias a sable, ha- 104 hiendo fijado condiciones bastante severas, Lustgarten y Bettelheim (el dru jano regimental) actúan como padrinos de Koller. Estoy demasiado turbado para escribirte más ahora; pero no enviaré esta carta hasta que pueda participarte el resultado del duelo. Se podrían decir tantas cosas acerca de esto ... La alegría que muestras por mis pequeños regalos me hizo muy feliz. Supongo que Minna no pensará que iba a dejar lo de ella para más adelante. El Eliot es para ella; se los recuerdo de nuevo. En cuanto al dinero, mujercita mía, es mejor que lo guardes tú. Para lo de Minna usé parte de la suma anterior. Habrá de pasar largo tiempo antes que reciban más. Paneth me ha regalado seis botellas de vino, bastante bueno, algunas de las cuales las mandaré a mi familia, aunque dejando otras para tomarlas aquí, en la habitación, con los amigos. También he mandado una a Koller para fortificarle con vistas a su pelea. Se me ha ocurrido una compra temeraria. Por los cuarenta y dos florines de intereses que produce el capital de Paneth me voy a comprar un reloj de plata decente con un cronógrafo en el reverso. Este aparato tiene el valor de un instrumento científico, y la vieja ruina que ahora llevo, en cambio, nunca está en hora. Sin reloj no me siento del todo una persona civilizada. Los que te digo cuestan cuarenta florines. Estoy demasiado impaciente para seguir escribiendo. Hasta ahora mis inyecciones para tratar la neuralgia están dando buenos resultados. La lástima es que tengo muy pocos casos. Ayer fui a ver a los profesores W einlechner y Strandhartner, quienes me 105 ,. autorizaron para utilizar el tratamiento con todos los casos de este tipo que surjan en sus respectivos departamentos. Espero po~ der completar así lo que ya sé sobre el va~ lor del procedimiento. Voy a ver si ya han regresado. Todo ha salido bien, mujercita mía. Nuestro amigo resultó ileso del duelo, y su oponente tiene dos profundos cortes. Es~ tamos todos contentos, y éste ha sido un día que recordaremos orgullosamente. V a~ mos a hacer un regalo a Koller para con~ memorar su victoria. Adiós, mi vida , y escribe pronto otra vez a tu Sigmund 106 Viena, miércoles, 7~1~1885. Amada mía: Por fin he recibido tu carta, y me ha he~ cho mucha gracia. Y a veo que te han llegado tres · copias del artículu que que~ rías. Ahora podrás enviarle una a Rosa. Hay una cosa en la que no estoy de acuerdo contigo, Martha. Dices que ahora somos muy sensatos y que en el pasado nos tratábamos muy tontamente. Tienes razón al afirmar que ya poseemos la sensatez su~ ficiente para creer en nuestro amor mutuo, sin tener duda alguna. Pero jamás hubié~ ramos llegado a este punto si no fuera por todo lo que hemos pasado. Fue la tristeza originada por las muchas horas de sufri~ miento que me has hecho pasar desde hace dos años las que me convencieron de que te amaba. Hoy, con todo el trabajo que tengo acumulado y ' con la preocupación constante de conseguir dinero, posición y reputación, apenas me dejan un poco de tiempo para escribirte unas líneas cariño~ sas. No olvidemos la época en que, para mí, la existencia merecía la pena sólo si recibía carta tuya, y cuando una decisión tuya sis:inif icaba la vida o la muerte. En realidad, no sé qué otro proceder hubiera podido yo haber adoptado por aquel en~ 107 tonces. Fue un período, de lucha y, final~ mente, de victoria, y sólo cuando terminó logré encontrar la paz interior necesaria para trabajar con la mirada puesta hacia el futuro. En aquellos días luchaba por al~ can zar tu amor, como lucho ahora por con~ seguir tu presencia junto a mí. y debes ad~ mitir que tenía que esforzarme tanto en aquel entonces como ahora. Durante los últimos días no me he encon~ trado muy bien y he venido dedicándome a librar la batalla bicéfala que constituye la trama de Auch Einer lucha contra el cata~ rro y sus consecuencias. Tengo una com~ binación de constipado de nariz~gar~anta~ encías~oídos y me siento muy decaído. Te sugiero que leas a Vischer, y comprenderás cómo estoy. Mi problema tiene un nombre específico y se llama neuralgia, o dolor de cara. La cuestión radica en saber si lograré éxito en su curación. Y a te hablé de un paciente que ha mejorado mucho; pero ahora tengo otro mucho más definido y con más pro~ babilidades, en el pabellón del profesor Weinlechner. El resultado obtenido el pri~ mer día fue bueno. Mas iqué sucederá en los subsiguientes? Tengo grandes esperan~ zas puestas en este trabajo, pues si resul~ tase habría logrado atraer durante algún tiempo la atención, que es tan necesaria para emerger al mundo. Todo lo que que~ remos nos lo daría este triunfo, y quizá el mismo Fleischl pudiese beneficiarse de él. Y aunque no fuera totalmente sensacional. siempre podría producir algo bueno. Tengo once candidatos para las clases, pero muy pocos casos, y me preocupa có~ mo podré hallar el material necesario. Sin embargo, ya me las arreglaré. 108 Ayer por la tarde fui a ver a Breuer, y allí me encontré a Fleischl, que estuvo muy conversador, aunque no muy agradable. ¡Si pudiera aliviarle su dolor! Buenas noches, mujercita mía. Tienes ra~ zón: es triste que no podamos intercambiar besos, sino sólo cartas. Tuyo, Sigmund 109 Viena, viernes. 16-1- 1885 ,. Mi dulce amada: Un saludo muy afectuoso por el 17. ¿Te das cuenta de que comencé también a dar las clases un 17? Y rápidamente paso a darte mis noticias para no posponer tu alegría. La suerte está echada. Hoy. después de haber ido a la peluquería para que me arreglaran la barba. la cual tenía en estado salvaje. fui a ver a Nohtnagel. al que pasé mi tarjeta poniendo bajo mi nombre: " se toma la libertad de preguntar cuándo puede ver al Herr Hofrat para una cuestión personal importante" . Alrededor de mí se amontonaban las personas que suele uno encontrar en su casa, y pude darme cuenta de que algunos se preguntaban. cuchicheando. si yo era médico y si me recibirían antes que a ellos. que habían esperado tanto. La conversación más inteligible para mí se desarrolló entre una señora enlutada y su hermano. Sus ojos femeninos diagnosticaron inmediatamente algo sospechoso en mí, mientras el hermano contradecía con una sonrisilla superior su sugerencia de que quizá yo pertenecía a tan perniciosa profesión. Por fin les tocó el chasco, pues me hicieron efectivamente pasar antes que a ellos y me vi en presencia 110 de la persona que tan a menudo ha representado un papel decisivo en mi vida, contemplando de nuevo, tras él. el retrato de la difunta con su ·expresión pensativa y grave. Le pregunté si prefería que formulase mi petición en ese momento o más adelante. "Si es breve ..-me contestó..-, que sea ahora; en caso contrario. será meior dejarlo para otra vez". Le prometí ser breve. "Una vez me dijo usted que estaba dispuesto a ayudarme, y le creí porque se trataba de usted. Ahora ha llegado esa oportunidad. Me gustaría saber qué opina usted, basándose en lo que he publicado hasta ahora , acerca de si debo solicitar el cargo de Dozentur o si, por el contrario, he de esperar qu'e mis colaboraciones sean más numerosas" . "¿Sobre qué tratan sus artículos, doctor Coca? .. ." (Así, pues, asociaba la coca con mi nombre) . Le interrumpí para enseñarle una recopilación de mis escritos, de la que formaban parte algunos trabajos anteriores a Marty y otros posteriores. Los contó. "Tiene usted ocho o nueve -dijo-. ¡Oh. entonces debe usted mandar su solicitud! Cuando pienso en la clase de gente que designan para Dozentur . . . No habrá la más mínima objeción" . "Tengo otros trabajos que deseo publicar. y dos de ellos en un futuro inmediato". " No los necesitará; éstos son más que suficientes". "Pero no hay ninguno entre ellos que trate de neuropatología". "No hay nadie que sepa una palabra de neuropatología si no ha estudiado anatomía y fisiología . Si usted desea ser Dozentur de neuropatología, elegirán tres personas para informar sobre su preparación: Meynert. Bamberger y. probablemente, yo. No habrá oposición alguna. 111 . y si en la Facultad ponen algún problema. estoy seguro de que nosotros lograremos superarlo". "Entonces, ¿puedo presumir que apoyará usted mi solicitud para el cargo de Dozentur? Sé que Meynert lo hará". Creo que no habrá objeciones. Si las hubiese, creo que sacaremos adelante el proyecto". Yo añadí: "Se trata, en realidad. de legalizar un curso extraoficial. Sólo doy clases, en su idioma, a un grupo de ingleses, pero el curso puede abrir muchas posibilidades en el futuro". Después nos estrechamos las manos efusivamente, y salí de allí casi convertido en el benjamín de los Dozent. Enviaré mi solicitud la semana que viene. Esta vez recibirás tu serpiente de oro. Que un solo beso lleve la representación de los muchos que quisiera darte tu Sigmund. 112 Viena, miércoles, 21-1-1885. Mi pequeña novia: Han sucedido muchas cosas, por lo que debes perdonarme si esta carta te parece un poco confusa. Se ha rumoreado que había muerto el Kaiser alemán. Sin embargo, sigue, al parecer, después de todo, vivito y coleando. Estoy seguro de que nos enterrará a todos. Hoy entregué mi solicitud para el cargo de Dozentur y hablé con los profesores Ludwig y Meynert. Este último se mostró decididamente optimista y se refirió a la sala neurológica que espera conseguir. Tengo la impresión de que, si lo logra, me iré con él. Han debido de hablar largo rato sobre mí esta tarde. Fleischl ha sido invitado a casa de Meynert y va a romper también una lanza en mi favor. mientras que Ludwig se ha ido a un restaurante para trabajarse al peligroso Kundrat, el anatomista patológico. Ahora hablemos de tu carta. Hay en ella muchas cosas que merecen inmediata respuesta. En primer lugar, a la pregunta de si te dejo patinar te contesto rotundamente que no. Soy demasiado celoso para permitir tal cosa. Yo no sé patinar y, aunque supiera, no tendría tiempo para acompa- 113 ñarte, y alguien habría de hacerlo, de modo que olvídalo. También insisto en que te compres una buena alfombra, aunque tengas que gastar la totalidad de los. veintiocho marcos que te enviaré con los 'benef icios de mi próxima conferencia. Por el momento, estoy sin un centavo. Si a ti te queda algo de dinero, inviértelo en lo que te digo y te mandaré algo apenas pueda. En tercer lugar, no veo por qué has de tener frío. ¿Es que no hay ni estufa ni leña en Wandsbek? Exijo una explicación urgente. Espero que no lleguemos de nuevo a tus disculpas de que no me puedes escribir en una habitación porque hace demasiado frío, ni en la otra porque no te dejan hacerlo tranquila. Esta es la carta más terrible que jamás he recibido de ti, y no la olvidaré aunque llegue a cumplir ochenta y cinco años y tú sigas dándome un beso diario, lo que quizá sea pedir demasiado. Querida, ¿es posible que sólo seas afectuosa en verano y que en invierno te congeles? Siéntate y contéstame sobre esto inmediatamente, pues aún estoy a tiempo de salir y buscarme una novia para los inviernos. ¿Qué más? Que tu mala suerte tendrá que ser excepcional si pierdes esta vez la serpiente de oro. Quizá no sepas que las novias de los Dozents están obligadas a llevarlas para distinguirse de las prometidas de los médicos corrientes. Otra cosa deseo decirte: No está bien que tachemos a una persona de "asquerosa" porque se interponga en nuestro camino. Pfunge, especialmente, está en su derecho, y sus intenciones distan de ser asquerosa"s. En cualquier caso por el me.mento se ha podido evitar lo peor. 114 Voy a encuadernar algunos libros. Desde mañana cenaré en mi habitación. En caso contrario perdería la costumbre de trabajar por las tardes. Buenas noches, mujercita; sé muy buena y quiéreme un poco. Tuyo, Sigmund 115 . Viena, martes, 31.-3.-1885. Mi dulce amada: Aparte de tus dos encantadoras cartas, otras muchas cosas agradables me han ocu.rrido en estos últimos días, y quiero ahora · contártelo todo detalladamente. En primer luHar, mi segundo artículo sobre la coca ha sido reproducido textualmente en un Zen.tralblatt. En segundo, he recibido del doc-tor Pritchard, a quien todos conocen, una simpática carta que no dejaré de contestar y que te adjunto. Me alegro mucho ahora de haberle dicho que fuera a W andsbeck. Pero lo más importante de todo es que he hecho unos cinco o seis descubrimientos excelentes en la especialidad de anatomía cerebral, que me darán base para escribir mi siguiente artículo. Algunas de las cosas que estoy descubriendo están siendo pu-blicadas sueltas, semanalmente, por otra persona (de Leipzig ) , y estoy esperando hasta reunir todo el material necesario pa.ra dar a luz. un trabajo completo. No es.toy seguro de si debo enumerar el aconte-cimiento siguiente entre los agradables. La elección victoriosa de mi rival para el pues-to de Sekundararzt no ha sido confirmada aún por el gobierno local. porque es húnga-ro y desde ahora en adelante las personas 116 de esta nacionalidad van a ser consi.deradas como extranjeros. Existe la posi-bilidad generalizada, de que el gobierno local me nombre a mí en vez de él. Pero por ahora, tengo pocos deseos de formar parte del personal del hospital. Lo que deseo, como tú sabes, es ir a París pasan-do por W andsbeck, y tener el suficiente tiempo libre para terminar mi trabajo sobre el cerebro y más adelante la independen-cia precisa para ponerme seriamente a de.terminar cuáles son las posibilidades que tenemos aquí. Si acepto el cargo, lo pri.mero que sucederá es que no tendré tiem.pode acabar el trabajo que estoy realizan-do sobre el cerebro, y lo segundo, que no me darán permiso para hacer el viaje, por lo que tendría que abandonar el puesto den-tro de dos meses. Esto irritaría al Prima-rius Hein. Por otra parte, si renuncio al viaje y continúo con la rutina del hospital, pronto perderé mi paciencia. Es cierto, desde luego, que todavía no me han conce.dido la subvención, y mucha gente diría que es una locura rechazar un empleo que solicité hace un mes. Pero el diablillo que llevamos dentro es lo mejor de cuanto po.seemos. Es el propio yo. No debe uno me-terse en nada si no siente entusiasmo. ¿Qué te parece? Dime cuál es tu opinión. Hoy hace cuatro años que me doctoré, y lo he celebrado tomándome unas vacacio.nes y visitar a Breuer al mediodía. El tra.bajo comienza mañana otra vez. Estoy muy bien y confío en que tú también lo es.tés. Si pudiera verte . . . ¿Te reconocería en la calle? De vez en cuando veo alguna muchacha que se te parece, por tal o cual rasgo de su persona, e invariablemente la sigo para convencerme de que no eres tú. 117 Probablemente no verás Viena de nuevo hasta que seas mi esposa. Que tal cosa suceda pronto es el deseo de tu Sigmund. Altamente estimada princesa: Si cumples tu palabra, mi dulce amada. recibiré mañana carta tuya en vez de una postal. Te prometo que, una vez hayamos superado este terrible período de espera, no tendrás que volver a coger una pluma en diez años. ¿Qué te parecería si nos casáramos en agosto, después de haber obtenido mi Dozentur? Y o tendré que alquilar un piso de todas maneras, y ambos somos aceptables como arrendatarios. Al hablar de esto me acuerdo de que jamás respondes a estas sugerencias, limitándote a dejarme hablar y riéndote ocasionalmente de mí. ¿Por qué, de una vez. no me dices lo que piensas, cuánto tardaremos en casarnos, cuánto nos costará, y en qué condiciones necesitamos dar este paso, etc.? Espero que me envíes un plan muy detallado acerca de nuestro futuro. Podría añadir que hoy me siento nuevamente en un estado de ánimo saludable, que debe de ser el buen humor de la convalecencia. De modo que no te enfades, mi vida. Ser sano es maravilloso si uno no está condenado a permanecer solo. Bueno, cuando llegue el verano, las aguas tranquilas comenzarán a agitarse. Saludos y besos de tu .,. Sigmund. 118 119 Viena, jueves, 7-5-1885. ,. Mi preciosa princesa: Hoy llegaron todos mis tesoros y me produjeron gran alegría. Esperaba que la . escritura fuese mucho más complicada, aunque así resultará más fácil. El pequeño block de recetas me encanta, y me parece mentira que tú sola lo comprases, pero no lo usaré hasta que tenga mi propia clientela, pues es demasiado bonito. Finalmente, te diré que las galletas tienen un sabor un poco picante. Es increíble que unas galletas puedan saber así. Mientras disfruto de la ternura que con estos objetos has derramado sobre mí. se me ha ocurrido una serie de pensamientos que pueden ser resumidos así: la preparación para el matrimonio es como escribir un artículo: nunca se acaba. Es preciso fijarse una meta y cuando ésta llega, dejar la pluma. Y o he decidido por mi cuenta que para el 17 de junio de 1887 ya habremos terminado con esta situación tan triste y ya estaremos casados, estén las cosas bien o mal. o incluso aunque no marchen en ninguna dirección. ¿Por qué no podríamos pasar juntos algunas privaciones? Y. además, durante el primer año podríamos vivir con tu dinero, porque para entonces el mío ya se habría terminado. La 120 realización de este plan, que lo tomo muy en serio, depende únicamente del consentimiento de una sola persona: tú, Marty. Hoy fui a ver a mi familia y. tomé una decisión muy audaz, motivo por lo cual fui a la casa de Tischer y le encargué los dos trajes que necesito urgentemente. ¡,Te parece bien? Cuando supieron quién era me recibieron con los brazos abiertos. Buenas noches, mi dulce amada. Es la una y media de la madrugada y el día se me ha escurrido de entre las manos. Espero trabajar mañana y recibir carta tuya. Las flores son para Minna. Tuyo, Sigmund. 121 Viena, martes, 12-5-1885. Mi preciosa mujercita: Estoy tan encantado con el nuevo "sí" de tu última carta como lo estuve con el primero. Hagamos las cosas como tú quieres. Y o me haré cargo, desde luego, de las preocupaciones y los problemas que se presentaran; pero supongo que tú también te darás cuenta y comprenderás que es mejor compartirlos juntos, habiéndose cumplido para entonces la realización de nuestros anhelos. Esta larga espera no contribuye a animarnos ni a rejuvenecernos y, como tú misma dices, tampoco elimina la preocupación por el futuro. Entiendo que tu consentimiento es serio y no caprichoso. Y estoy profundamente feliz. No puedo decírtelo con otras palabras. Ahora deja que te diga que hoy hablé durante una hora en el club sobre anatomía cerebral. aunque en verdad sólo para una persona: el profesor Obersteiner, porque los demás parecían estar muy aburridos. Pero yo lo pasé bien y no salí del todo malparado al exponer tan complicada materia. Estoy escribiendo una carta al profe sor Mendel. de Berlín, director de una revista de neurología, pidiéndole que incluya un artículo mío. Estas cosas me complacen. Sin 122 embargo, no quiero que pienses que me dedico exclusivamente a la anatomía cerebral. Sabía que te alegraría lo de Tischer. Lo hice sólo por ti. Lo único malo son los precios. Hasta ahora, sólo he recibido uno de los trajes, que me pongo por las mañanas (la oftalmología es un trabajo limpio) y me lo quito por las tardes al ir al laboratorio. Este asunto del doctor R . .. , que tanto te horroriza, no es nada malo, y menos nuevo. Se trata de un favor , desde luego, pero no se lo han dado a un inútil. pues es una persona capaz. Y la única manera de convertirse en auxiliar de cátedra es a través de una recomendación de un catedrático. ¿Qué tenemos que ver nosotros con la Cruz? No somos ni supersticiosos, ni ortodoxos beatos. ¿Estás otra vez bien, querida mía? Mi salud es excelente, y el pequeño éxito obtenido en mi trabajo también me alienta. Nothnagel estuvo en la reunión de hoy, pero se mostró muy impaciente y con deseos de irse a su casa: o uno de sus hijos está enfermo, o le esperaban diez clientes a diez florines la consulta cada uno. He ido a ver a Fleischl tres veces, pero siempre lo encontraba durmiendo. Es imposible compenetrarse con Meynert. Ni escucha ni entiende lo que uno dice. Le doy muchos de mis portaobjetos con muestras, por lo que busca mi compañía en estos últimos días. Buenas noches, querida mía; que tengamos buena suerte y que nuestros sueños se conviertan en realidad. Tuyo, Sigmund. 123 Viena, domingo, 17-5-1885. Preciosa amada: Mientras tú lo pasas tan bien con las actividades de la economía hogareña, yo estoy tentado por el deseo de solucionar el problema de la estructura cerebral. Estoy convencido de que la anatomía cerebral es el único rival que tienes y que tendrás siempre. Me permito decirte ante todo que últimamente he tenido varias ideas afortunadas y se me ha ocurrido un número de opiniones suficiente para seguir trabajando. Espero incluso que algunos puntos de vista me permitirán sacar importantes conclusiones de mis descubrimientos. Ayer recibí una carta de Berlín en la que me prometían incluir mi artículo, siempre que lo envíe inmediatamente y que no exceda de una página. Cuando llegó la carta tenía dolor de cabeza, y ésta es la tercera vez que me ocurre esto en la semana; por lo demás mi salud es perfecta. Creo que la salsa tártara que comí en la habitación de Fleischl fue lo que me cayó mal. Torné algo de cocaína, y mi dolor desapareció en el acto. Luego continué con mi artículo y escribí también una carta al profesor Mendel. pero estaba tan sobreexcitado que tuve que se$Juir traba jan do y escribiendo 124 y no pude dormir hasta las cuatro de la mañana. Hoy estoy estupendamente y muy contento con mi artículo, que, a pesar de ser corto, contiene información muy importante y sin duda aumentará aún más mi reputación a los ojos del público. Aparecerá el 19 ó el 15 de junio, si puede ser aún incluído en el último número o tendrá que esperar su próxima publicación. Hoy se me fastidiaron los resultados que obtuve, porque en la muestra que había puesto mis mayores esperanzas resultó inútil, y ahora tendré que recurrir a otra. Por lo demás, sigo trabajando mucho. Marty, ¿por qué excitas de este modo mi curiosidad? Si lo que no quieres decir a nadie más que a mí concierne únicamente a Elise, y sólo por eso estás tan nerviosa y preocupada, no me importará en absoluto esperar para que me lo cuentes algún día en que no tengamos otra cosa más importante de qué hablar. Pero si está relacionado con nosotros. te pido muy seriamente que me informes, y estaré con los nervios de punta hasta que sepa de qué se trata. ¿Qué puede ser lo que no quieres contarme? Si es sólo un problema de Elise, no tienes más que decírmelo y renuncio desde ahora a que me lo cuentes. ¿Que si me gustaría verte otra vez? Querida ... , ¡qué pregunta! ¿De dónde quieres que saque el dinero para hacerlo? Te aseguro que no lo sé. Si no me dan la subvención del viaje, que es muy dudosa, no me importaría emplearme durante el verano con una familia acomodada e ir a verte en otoño con el dinero ahorrado; como el año pasado, cuando me ofrecieron un empleo de doscientos florines mensua- 125 les. En aquella ocasión lo rechacé, y nunca he lamentado tal decisión, pues si lo hubiera tomado me habría perdido la época más feliz de mi vida. Ha sido delicioso por tu parte que te hayas acordado de Paneth. Y o lo había olvidado completamente. Me doy cuenta de que si la gente me quiere el día de mañana será únicamente por ti. Tischer me ha traído mi segundo traje, que es magnífico. ¿Podrás verlo mientras aún esté nuevo? ¡Sólo Dios sabe cuánto le debo ya! Se lo pagaré a plazos, como suelen hacer varios colegas míos del hospital. Hoy hace buen tiempo. Me quedé en casa, pues cada día me gustan menos las distracciones que no logran que olvide mi soledad. El pasear aumenta mi melancolía. Acabo de terminar una carta para Schomberg, por favor envíame su dirección. En nuestro trigésimo quinto aniversario mensual te envío afectuosos saludos y anhelo besarte repetidamente. Tuyo, Sigmund. 126 Viena, 6-6-1885. Mi preciosa amada: Bueno, parece que por fin comienzan a moverse las cosas. Hoy recibí la convocatoria para el examen oral que habré de hacer el sábado 13 ante el claustro de profesores. Estimo que será un examen muy fácil y nada más. Pero ¡qué de complicaciones aporta! Tendré que comprarme un sombrero de copa, así como unos guantes. ¿Qué clase de chaqueta me pongo? Tengo que llevar levita. ¿La alquilaré, o me la mando hacer? Acabo de estar con Tischer y me he encargado un frac, pero no sé si darle contraorden, pues, si no, tendré que alquilar una levita para el examen oral y para la conferencia-examen; también necesitaré una chaqueta negra. Bueno, la verdad es que necesito las dos. ¡,Cómo voy a solucionar esto? Estoy totalmente desorientado. ¡Y cuando pienso en todas las deudas que tengo!. . . Me han concedido el permiso. Paneth me ha prestado un saco de viaje y acabo de tener carta de Ohersteiner, quien me dice que no podré dormir allí hasta el jueves. Eso facilitará el traslado, pues así podré llevar mis cosas en varios viajes. Quiero llevarme conmigo los libros y algunas muestras cerebrales. Hoy le di cincuenta florines a mi ma- 127 dre. Breuer se ha portado de nuevo maravillosamente en el asunto de Fleischl. Es imposible hacer su apología diciendo únicamente cosas buenas, y sería preciso también subrayar la ausencia en él de innumerables cosas malas. Me encantaría tener la subvención, querida, más que nada en este mundo. La verdad es que estaba muy dispuesto a renunciar a ella cuando en mi mente había prescindido también del desplazamiento a W andsbeck, pero ahora que poseo una pequeña suma (cien florines) para este propósito, me siento incapaz de rechazar tan valiosa ayuda. Cien florines es una suma muy pequeña para pagar esta visita, por mucho que economicemos y aunque no te lleve ningún regalo. Me sería casi imposible, quedarme diez días a tu lado después de haber deducido el precio del tren, y , lo que es más, no dispondré de sueldo alguno para 'entonces, pues es imposible solicitar una prórroga del permiso y tendré que dimitir el l 9 de septiembre, lo que haré con la mayor alegría. Es horrible carecer por completo de dinero, mi vida. No sé quién inventó eso de que los vestidos femeninos sean tan caros y es por eso que los hombres no se atreven a casarse. Y o tiemblo cuando me imagino la cuenta de mi sastre. Los acontecimientos de los dos sábados venideros probablemente me ayudarán a salvar el aburrimiento que es de esperar en Dobling. Mi artículo sobre anatomía cerebral aparecerá el 15 de junio. El aniversario de nuestro noviazgo y el cumpleaños de Minna también caen por esas fechas. Realmente, si todo marcha bien, éste puede ser un gran mes. 128 Mi americano me ha pagado los primeros veinte florines, que guardo para ti. Va a pagarme cada quince días, y éste será su tributo para mi princesa y su hermana. La única fuente de i1'gresos que tengo de momento, aparte de mi alumno, es el barón S . . . que ya me ha pagado dos visitas y quizá me pague otras dos este mes. Una cosa me preocupa. Siento tal pereza, que no me atrevo a pensar seriamente en cómo va a terminar todo esto. ¡Y encima el calor! Marty, te darás cuenta de que hoy no tengo control sobre nada. Por favor, sígueme escribiendo a mi antigua dirección. Mis más cariñosos saludos, preciosa amada. Tuyo, Sigmund. 129 Viena, viernes, 19-6-1885. Mi amada mujercita: Ultimamente te he echado de menos más que en cualquier otra época desde que nos separamos. Este es el resultado de tu dulce y cariñosa carta, que llevo conmigo constantemente. Me siento ilimitadamente feliz por lo que me cuentas, pero no dejo de comprender que una satisfacción tan grande le quita a uno toda inspiración. Todo lo que puedo decirte es que si nuestro noviazgo hubiera necesitado, no tres, sino siete años para realizarse, según nuestras costumbres patriarcales, no me habría parecido ni demasiado rápido ni excesivamente tardío. ¡Qué tonterías estoy diciendo! ¡Y qué irritante resulta esta parquedad cuando uno está acostumbrado a tener facilidad de palabra y ésta de pronto se niega a obedecernos! Te he respetado siempre por esa misma reticencia tuya que a veces te eché en cara; jamás podría confiar en el amor que reacciona rápidamente ante la primera iniciativa. prescindiendo del privilegio de crecer y desarrollarse con el tiempo y la experiencia. No, no puedo encontrar las palabras precisas y prefiero escribirte de lo rápido que van a transcurrir los próximos dos meses y medio, de 130 lo felices que seremos juntos cuando tal cosa suceda y de cómo procuraremos mantener los límites de tiempo que nos hemos fijado y aun acortarlos. Entonces te volveré a repetir todas estas cosas y me comprenderás mejor que ahora. Sin embargo, espero que sólo dudes de mi amor en pocos momentos y en instantes de s:¡-ran agitación. Sabes que, después de todo, desde el momento en que te vi por vez primera, me sentí determinado -¡no, obligado!- a cortejarte y de que persistí no obstante todas las advertencias de mi sentido común, y de cuán inconmensurablemente feliz he sido desde ese momento, y de que he vuelto a recuperar la confianza en mí mismo, etcétera. Mi amada Marty. la vida en el sanatorio es mucho más agradable de lo que esperaba, y esto se debe en gran parte a la amabilidad de Obersteiner, que no tiene ninguna clase de hipocresía, y que procede de su genuina bondad. También me llevo muy bien con el viejo. A veces, cuando acude algún cliente a su consulta, actúo corno ayudante privado, y me ha prometido que me enviará pacientes para mi tratamiento eléctrico. En ocasiones me da consejos, diciéndome, por ejemplo, que me concentre en el estudio de las enfermedades nerviosas infantiles. ¡Si yo pudiera ocuparme de una cosa así con carácter oficial! ... Mañana sábado es el informe y la votación sobre mi examen oral. y también han de darme el tema y la fecha para mi próxima conferencia-examen. También habrá una votación sobre la subvención del viaje, que es muy importante para mí, aunque ya no tanto como cuando la posibilidad de verte dependía exclusivamente de 131 esta cantidad. Sueño con la beca todas las noches. Ayer, por ejemplo, soñé que Brücke me decía que la subvención no era para mí. pues había otros siete candidatos y todos ellos poseían posibilidades mayores que las mías. Con estas dos fotografías, nuestro álbum ha quedado completamente lleno. Cuando nos hagamos más fotos, en septiembre, he decidido iniciar un nuevo álbum dedicado sólo a ti. Te saludo y también a Minna cariñosamente, y pronto podré darte noticias ( acerca de la decisión) ... Tuyo, Sigmund. 132 Viena, sábado, 20-6-1885. Por la tarde. Princesa, mi princesita: ¡Oh, qué maravilloso va a ser todo!: ir allá con dinero. Estaremos juntos durante mucho tiempo. Y llevo un bonito regalo para ti. Después seguiré mi viaje a París y seré un gran erudito, y más tarde, al regresar a Viena, lo haré con un enorme halo y en seguida nos casaremos. Curaré todos los casos nerviosos incurables, y tú serás mi amuleto para conservar una salud perfecta; te besaré millares de veces hasta convertirte en una muchacha fuerte, alegre y feliz ... , y "si no han muerto, todavía viven hoy". Casi te envío un telegrama para decirte que obtuve la subvención por trece votos contra ocho, pero luego pensé que de esa forma tendrías que esperar dos días más hasta recibir mis noticias, y que quizá preferirías una postal. Tu presentimiento acerca de los mil quinientos marcos ( 608 florines) se ha convertido en realidad. Espero sacar mucho provecho de esta lotería. La concesión de dicha cantidad demuestra también que el claustro de profesores tiene una buena opinión sobre mí. Me siento inexplicablemente feliz, y junio ha re133 sultado ser un mes magnífico. En esa mis~ ma reunión resultó aprobado mi Dozentur por diecinueve votos contra tres. En Ja pri~ mera votación obtuve diecinueve 'contra uno. Como verás, sólo dos malvados se unieron luego a la oposición. Mi conferencia~examen se celebrará dentro de una semana, el día 27, sobre un tema relacionado con la anatomía cerebral, lo que me conviene extraordinariamente. Te envío mis más cariñosos saludos, y no llego a acostumbrarme del todo a la idea de que también yo puedo tener suer~ te. Mas ... ¿acaso no fue el día más afor~ tunado de mi vida un 17 de junio, hace tres años? Con cien mil besos, todos y cada uno de los cuales habrán de ser pagados en ef ectivo, tuyo, Sigmund. 134 Viena, martes, 23-6-1885. Mi dulce amada Acabo de recibir tu carta tan esperada, con las tristes noticias que ya adivinaba. No estoy de acuerdo por completo con tu opinión, pero probablemente no exista gran diferencia entre nuestros puntos de vista. Schomberg no puede casarse con ella por ahora, lo cual. se mire como se mire, es evidente. Si muere a consecuencia de su enf ermedad, es obvio que no podrían casarse; en tanto, él no está bien que la vea como mujer de otro. Por tanto, no me parece que haya que adoptar ninguna decisión específica, pues todo debe solucionarse por sí solo. No creo que sea necesario romper el no~ viazgo ante el acontecimiento previsible que, tarde o temprano, sucederá. En cuanto a Minna, me imagino que deseará prolongar sus relaciones con Schomberg mientras él viva. No creo que tú te comportaras en forma distinta, es decir, que me abandonaras antes de morir si se diese tan fatal desenlace. Por mi parte, no renuncia~ ría a lo que es más precioso para mí mientras me quedase un poco de vida. Sin embar~ go, nosotros vivimos y llegaremos a ser felices, y la pobre Minna, si la India no la ayuda a olvidar, se verá rodeada por mil 135 recuerdos dolorosos. Así que, de momento, dejémosla aferrarse a la poca esperanza que aún le queda. Es triste, mi amada mujercita. ¿Te das cuenta de toda la clase de limitaciones que amenaza a la felicidad humana y que sólo con pensar en esto nos sentimos desdichados? Mantengámonos unidos y así podremos ayudar a las personas queridas. Saludos muy cariñosos. El tiempo se me hace ahora larguísimo. Espero tantas cosas ... Devotamente tuyo, Sigmund. Querida, escribe unas letras en una postal para Anna Hammerschlag. 136 Viena, jueves, 25-6-1885. Dulce amada: Haces bien en escribir de Schomberg y Minna y no de nosotros. Comparto tus sentimientos, aunque sólo conozca esta situación por tus cartas. Si tus obsetvaciones sori exactas -y no lo dudo-. no podemos confiar en su mejoría y tendremos que ahorrar todas nuestras energías para el dí.a en que Minna necesite nuestro consuelo. Este hombre, un buen hombre, es merecedor de que lo recordemos con cariño, pero está acabado. No me atrevería a opinar así delante de nigún paciente suyo. ni de algún pariente, pues se dan casos de curaciones inesperadas, pero no son comunes. En mi opinión, ya está hecho el diagnóstico definitivo. ¿Qué es lo que podemos hacer, mi vida? Me temo que muy poco. Estás en lo cierto al afirmar que no es posible cambiar la sociedad ni siquiera Rara salvar a nuestro paciente, que no nos es dado convertir en hombre pudiente a quien tiene que ganarse la vida trabajando, y que pudiera permitirse el lujo de disfrutar de la vida y cuidar su salud. No hay nada que hacer, y esto es lo terrible. La enfermedad en sí es curable pero no así la posición social y las obligaciones de la persona. Tú 137 tendrás que mantenerte fuerte y ser ahora más que nunca la hermana mayor y única de Minna, sin quitarme a mí ni un poco de tu cariño, pues yo no deseo prestarte a nadie. Cuidate y cuidala. Si cuando llegue las encuentro a las dos pálidas y enfermas, continuaré mi viaje a París sin detenerme . . . No; me quedaré con ustedes y gastaré los seiscientos florines en W andsbeck. Después de cenar te escribiré acerca de mi proyecto con Fleischl. Tuyo, Sigmund. Meidling, 23-7-1885. Doce cuarenta y cinco del día. Mi princesita: En la mañana temprano recibí tu postal. Lamento no ser capaz de comprender tu hamburgués. Te agradezco mucho los cinco marcos que me enviaste. ¿Por qué anticiparse a los malos tiempos? Hazme el favor de enviar un informe financiero. Para tu conocimiento, te diré que tengo ya un baúl y un saco de viaje. Mi primo Moritz me ha dejado las dos cosas. Ahora te lo explicaré: Dolf i y yo estamos comiendo aquí, tras haber hecho un alto en nuestra gran excursión al Semmel ing. A la una y media tomaremos el tren hasta la aldea Payerbach, y después iremos caminando parte del recorrido, dormiremos donde nos coja la noche y regresaremos mañana temprano. Todo esto no deja de ser una experiencia para la pequeña. 138 139 Semmeling. diez de la noche. Todo ha salido muy bien. El tiempo es maravilloso. y la mantequilla y la miel también, hemos pedido un cuarto de Gespritzter. Todo está estupendo. Partiendo del hecho que sin ti cualquier placer se convierte en tortura. aun así. no lo he pasado del todo mal. Empezamos a andar desde Klam y subimos al Adlitzgraben, después al Semmeling. En el primero, descubrimos un Gasthaus con una magnífica vista y una pequeña y deliciosa camarera. y Dolfi. con su sentido común. sugirió que pasáramos la noche allí. pero yo insistí en continuar el camino hasta el "Archiduque Johann". en el límite de Estiria. Allí comenzaron nuestras aventuras. Desde que llegamos y, no obstante las indirectas que me dirigieron. me negué a reservar habitaciones para la noche. Salimos a dar un paseo, y cuando regresamos. ya tarde. no nos quisieron admitir. Alumbrados por la luz de la luna nos fuimos al hotel, desde allí a la residencia para turistas. y de ésta a un establo; pero no encontramos habitaciones. Quisimos que nos indicaran el camino para volver a Gasthaus, pero nadie nos ayudó, pues decían que. en la oscuridad, no seríamos capaces de 140 encontrarla. Al final, el dueño de la fonda nos dejó que hiciéramos las camas en el pequeño comedor. y aquí estamos ahora cenando en paz. Dolf~ resiste bien y camina como un soldado. fl.o tiene miedo de los "oscuros bosques", y está constantemente alegre y feliz y no hace ningún reproche. aunque tiene buena base para ello. En esta excursión he dado rienda suelta a toda mi irresponsabilidad. Ni siquiera he traído dinero suficiente, y así que Dolfi tendrá que cooperar. Y a sé lo molesta que estarías conmigo si estuvieras en estos problemas, pero, si así fuera, acallaría tus protestas con besos y comprendería tus reproches. La verdad es que lo he arreglado todo, y lo estoy pasando bien. ¡Ah. si estuviésemos juntos, mi dulce princesa! ... La verdad es que tendré que recuperarme durante los próximos días y reducir gastos. Ya comprendo por qué no te gusta que cuente los días que nos separan. Le he querido ofrecer a mi pobre hermanita un cumpleaños agradable y lo he conseguido. Mas desde este momento hasta que te vea. sólo habrá para mí una sucesión de días atareados y laboriosos. pues, si no, me parecería que no merecía la suerte de acudir junto a ti. Partí en dos el pliego de papel de cartas que había traído y le di la mitad a Dolfi. Ahora te escribo en un trozo de papel que traía por casualidad. Regresaremos mañana por la mañana. pues deseo pasar tu cumpleaños en contemplación solitaria. Buenas noches, mi mujercita. Tuyo, Sigmund. 141 París, miércoles, 4- 11 - 1885. Amada mía: La gran noticia es que ayer, tras haber llegado tarde a la Consultation Externe (me siento estos días bastante indiferente hacia todo), vi entre los presentes un pálido cráneo, cubierto de rubios y ralos cabellos, que me hacía una leve reverencia y resultó ser mi amigo in cerebro Darkschewitsch , de Moscú. Deja que te cuente la historia de nuestra amistad. Cuando entré para trabajar en el laboratorio de Meynert a estudiar el método de la solución de oro, encontré allí a un americano, Mr. Barney Sachs, hombre amable (más tarde supe que era judío), y al ruso Darkschewitsch. Este atrajo mi atención por su aspecto melancólico, típico de los rutenios y los pequeños rusos; pero sólo llegué a conocerlo después de que descubrí mi método. Sachs tradujo mi artículo al inglés para Brain o, mejor dicho, corrigió mi traducción, y D ... se ofreció a traducirlo para una revista médica rusa, y así lo hizo. Gradualmente comenzó a confiar en mí, y descubrí en él un fanático tras ese aspecto sosegado. Sentía repugnancia hacia toda clase de distracciones, y en su alma no había espacio más que para su patria, su reli142 g1on y la anatomía cerebral. Su ambición era la de escribir el primer libro en ruso sobre el tema. Disgustado con Meynert, se fue a Leipzig con mi rival Flechsig. Me escribió una vez desde allí, pero no recibí contestación al yo escribirle. Desde marzo del año pasado he leído varios de sus artículos sobre anatomía cerebral. Y ahora está aquí, para pasar su último año en el extranjero, en la clínica de Charcot. Su Gobierno le ha prometido una cátedra para cuando él regrese. Tras la consulta, vino a saludarme y me anotó su dirección. Lo acompañé y estaba, como siempre, muy simpático y me preguntó por mi prometida, expresando la esperanza de que no tendría que hacerla esperar todavía mucho tiempo. En cierta ocasión, conoció a mi padre en Viena, y me preguntó por él. Todo esto me complació mucho; por la tarde lo visité, cenamos juntos y tomamos té en su habitación, y me sentí menos aislado. En un artículo que me enseñó decía que mi método le había proporcionado las mejores ilustraciones para su investigación, y los dibujos que él hizo están copiados de estas muestras. Me dijo que mi método había causado una gran sensación en Leipzig, lo cual me alegró. De Flechsig opinaba que era un hombre insignificante e incapaz de sacar partido a su descubrimiento. Cuando aludí en broma al carácter melancólico que le caracteriza resultó que está tan enamorado como yo y que espera las cartas con la misma impaciencia, lo cual nos unía aún más. No busca el trato social ni desea divertirse; resulta ser la clase de compañía que necesito. El domingo hemos decidido ir juntos a V ersalles. Desde luego, no me dejan indiferente las noticias 143 del buen éxito de mis pequeñas realizaciones científicas. Su libro está muy adelantado. Con el empeño y la gran sobriedad que caracteriza a los rusos , ha trabajado copiosamente. Me alegro de haberlo conocido. Saludos y besos muy cariñosos. Tuyo , Sigmund. París, sábado. 12-12-1885. Adorada y amada princesita: ¿Cree vuestra alteza en verdad que es fácil dejar París? No te asustes; llegaré a Hamburgo el 21, por la mañana. Esto es seguro; apenas veré Berlín, pues regre- . saré a París directamente. "¿Qué te ha sucedido, loco?" Nada, mujercita mía, excepto que Charcot me llevó a un lado hoy para decirme: "]'ai un mot a vous dire" . Y, sin más, me dijo que deseaba que tradujera su tercer volumen al alemán y. lo que es más , no sólo la primera sección. que ha aparecido ya en francés , sino también la segunda, que aún no ha sido publicada. ¿Te alegras? Yo, sí. Ha sido una buena noticia. Podré darme así a conocer a los médicos y a los pacientes alemanes. por lo que me parece que debo de sacrificarle unas semanas y unos cientos de Gulden, teniendo en cuenta los que me aporte. Lo considero una gran ventaja para mí , en cuanto al ejercicio de la medicina se refiere, y, además, facilitará el camino de mi libro cuando lo publique. Ricchetti cree que no es el mejor momento para dejar a Charcot, cuando apenas he iniciado contacto con él. y a mí me perece que tiene razón; pero esto no me im- 144 145 pedirá ausentarme de aquí durante diez días, y siempre saldré ganando con tus besos. Tú mereces, mi dulce tesoro, que te complazca, al menos en esta ocasión, teniendo en cuenta, las veces que te he entristecido. Ha sido un buen día, y me recuerda el día que me dieron la subvención, y confío en que no tratarás de persuadirme de que vaya a verte antes de que absorba mi nuevo trabajo parisiense. Todo ha pasado como en esas escenas de las comedias donde todo ocurre a un mismo tiempo. La autorización de Charcot, una carta de casa con buenas noticias ... Rosa me dice que está muy ocupada con mi chaqueta de invierno, mis camisas y mis botas. No sé lo que me reserva la tarde y me gustaría saber lo que sucedió hoy en tu vida. Probablemente. dejaré la habitación que tengo alquilada , aunque supongo que podré ocuparla de nuevo a mi regreso. Guardaré en un cajón los libros que tengo y se los confiaré a Ricchetti. Tengo ganas de gritar y de saltar para dar rienda suelta a mi alegría. Desearía ya estar contigo, mi querida y dulce amada. Espero que estarás de acuerdo con mi regreso bajo estos auspicios. Miles de besos de tu Sigmund. 146 París, miércoles, 10-2-1886. Mi deliciosa novia: ¡Qué mágica ciudad es París! ¿Empezaré esta carta contándote mis experiencias de ayer, o responderé antes a tus múltiples preguntas? Me inclino a lo primero. Hasta ahora la velada de ayer fue la más agradable que he pasado aquí. Llegué muy temprano, casi al mismo tiempo que el propio Charcot, quien me hizo sentirme a gusto diciéndome que no me preocupara, pues al fin y al cabo no me había invitado él. sino madame. Mi llegada a deshora, antes que los demás, me dio la ventaja de poder charlar a solas primero con mademoiselle y luego con madame. La primera estuvo muy amable, pero, como sin duda te alegrarás de saber: inaccesible. Y a te contaré esto más ampliamente. Madame pronto tuvo que salir apresurada. atraída por ciertos ruidos y diciéndome, a modo de explicación: C' est lui, il ne sait pas se mettre la cravate lui-meme! Me alegró poder compartir este error con el gran hombre, que pronto apareció, y al que tuve para mí solo durante un cuarto de hora, a lo largo del cual tuve oportunidad de mencionar cierto número de cosas: primero, lo de los enfermitos externos, que le 147 sugirió la observación: M ais e' est quelque chose. Le hablé después de mi partida y de cierta teoría que se me ha ocurrido. iniciada del caso que él puso a mi disposición. y la aprobó sin reservas. Al final. cambiamos impresiones sobre la traducción, etcétera. Me dijo que París me había sentado bien y que había engraissé. Gradualmente fueron llegando los invitados. y nos sentamos a cenar. Aparte de la familia Charcot (cuatro en total) . estaba el autor de la estatua a Claude Bernard. que acababan de inaugurar; el ayudante-jefe de Charcot, Richet, y su esposa (bastante ligera de ropa. pero tomando en cuenta su belleza, no le podía reprochar) . y no abrió la boca en toda la noche; un tal Mendelssohn. judío de Varsovia, que ha sido ayudante de Charcot y alumno de los fisiólogos berlineses y que está ahora trabajando en condiciones envidiables con los pacientes de la Salpetriere; M. Arene. periodista e historiador de arte. cuyos artículos leo a diario en la prensa; M. Toffano. pintor italiano al que veía allí por tercera vez, y yo. Estuve sentado junto a mademoiselle Charcot. Te envío la tarjeta que designaba mi colocación. para nuestro archivo. No nos sirvieron demasiada comida, pero los manjares fueron exquisitos y estuvieron regados con vinos excelentes. El peso de la conversación recayó en madame. El mismo Charco,t estuvo muy animado, y su familia opinaba que tenía un "buen" día. Hablemos ahora de mademoiselle. Tiene veinte años y. a pesar de que es bajita. resulta muy graciosa. se mueve con gran soltura y parece dividir su interés entre su padre y su hermano. Si j' étais gar~on . .. , dijo una vez. Evidentemente. 148 se interesa seriamente por la Medicina. Traté de ser atento con ella y le sugerí que habláramos en inglés pero pronto rechacé tal idea cuando me dijo que había sido el primer idioma que aprendió. Tiene una hermana mucho mayor. pero que no es hija del mismo padre. Hubo una acalorada disputa entre ella y el joven Charcot, que el viejo tuvo que cortar con un Assez, mademoiselle! dicho en tono cariñoso. Cuando terminamos de cenar tuve el honor de acompañar a mademoiselle hasta el salón. pues Richet estaba demasiado lejos. Como la cena me había desatado la lengua. estuve a mis anchas y hablé largo y tendido con el propio Charcot. al que pedí prestados un libro y una revista. Para mí constituyó un acontecimiento muy agradable la llegada de M. Ranvier, el famoso histólogo que tan amablemente me aco!=}ió en el College de France. Creo que habló a Charcot acerca de mí. y tuve después una conversación muy agradable con él. La confianza que pueda tener en mí mismo como juez de la naturaleza humana recibió un considerable impulso cuando me confió que le hubiera gustado más ser catedrático en alguna pequeña universidad alemana -Bonn. por ejemplo - , pues en una carta a Paneth yo lo había descrito como "un catedrático alemán de universidad mal traducido al francés". El número de invitados fue aumentando cada vez más, y entre los últimos llegó Cornu, el famoso óptico, cuyo rostro tiene aire de inspiración; M. Peyron. director de la Assistence Publique, contra el cual instigaron recientemente los estudiantes un gran escándalo, sin que nadie sepa las razones. y ( prepárate para una sorpresa) Daudet en per- 149 sona. ¡Qué magníficas facciones! Es bajo, con el angosto cráneo cubierto de una mata de cabello negro, rizado, y posee una barba, pero no típicamente francesa; facciones finas y una voz resonante. Sus movimientos denotan agilidad. También estuvo allí madame D ... , que no se separó un solo momento de su marido. Es tan fea que resulta difícil imaginarla más atractiva en cualquier tiempo pasado. Tiene expresión de cansancio y unos pómulos muy prominentes. Estaba vestida como una jovencita, aunque también participaba en la reunión su hijo, de dieciocho años, amigo de Charcot. Daudet no representa ni un día más de cuarenta. Debió de casarse muy joven. La velada, en una palabra, resultó muy agradable. Me fu¡ con M. de la Tourette, y a las doce y media subí a su piso a buscar un artículo que me había prometido. Al día siguiente no pude dejar de pensar que soy un imbécil por marcharme de París ahora , cuando ya llega la primavera; la belleza de N otre-Dame se realza con la luz del sol, y únicamente tendría que decirle unas palabras a Charcot para que me permitiera hacer lo que me diese la gana con sus pacientes. Sin embargo. no me siento lo bastante temerario y ni siquiera tengo el valor suficiente para quedarme aquí por más tiempo. Al día siguiente -es decir, ayer miércoles- me sucedió otra aventura. El viernes, un tipo, de lo más innoble, vino a buscarme para ir juntos a la Salpetriere. Está de hidroterapista con Winternitz, por lo que se considera un gran neuropatólogo. e hizo toda clase de observaciones condescendientes que yo fui anotando para mis 150 adentros. confiando en una prox1ma venganza. Traía una carta de presentación para Charcot, con un párrafo de adulación repugnante, en que se denominaba a éste "el más grande de los médicos". No sé qué clase de acogida esperaba con estas cosas. mas yo estaba seguro de que sería un tanto glacial. Y así fue. Después de leer la carta, Charcot se limitó a decir A votre service, monsieur -y añadió-; ¿Vous connaissez M. Freud?, ante lo cual ambos nos hicimos una inclinación de cabeza, él bastante sorprendido y yo complacido secretamente. Después hubo más acontecimientos. Y a hace una semana que anda por la Salpetriere un tipo indudablemente germánico. el que, a pesar de todo, yo captaba un algo distinto, sin poder determinar en qué consistía. El miércoles es el día que vamos a la sala oftalmológica, y allí este extranjero comenzó súbitamente a conducirse con cierta autoridad. Cuando intercambió tarjetas con el oftalmólogo de Charcot, éste se puso amabilísimo y expresó la esperanza de que monsieur volviera a menudo para poder aprender algo de él. Entonces todos comenzamos a preguntarnos quién podría ser. Antes de marcharse se acercó al otro vienés y a mí. y nos dijo: " Les he oído hablar en alemán. Permítanme que me autopresente". Mi béte naire se adelantó a entregarle su tarjeta. y yo estaba aún tratando de encontrar la mía cuando el forastero dijo: "Soy alemán. pero emigré a América hace mucho tiempo" . Al fin extraje mi tarjeta. pero era una de las que no llevan dirección. Tras haberla mirado. nuestro interlocutor dijo: "¿Es uster. por casualidad. el doctor F .... de Vie- 151 na? Me suena su nombre desde hace mucho por sus publicaciones. especialmente la que habla de la cocaína". Y o, algo sorprendido, le pedí que me aclarara su personalidad, y resultó ser Knapp. nada menos que el of talrnólogo más destacado de Nueva York. que también se ha ocupado de la cocaína y para quien redacté hace tiempo una carta en nombre de Koller. Le saludé con el respeto que merecía, y mi bete naire tuvo que quedarse al margen, con aire un poco borreguil, en primer lugar porque no supo reconocer a nuestro interlocutor, y en segundo porque quizá se percataba de que había hecho, una vez más, el tonto. Cuando oyó mencionar la palabra cocaína preguntó: "iHa escrito usted también acerca de la cocaína?" A lo que Knapp respondió: "Naturalmente; él fue el primero". Esta mañana mi vienés se mostró mucho más maleable y habló exclusivamente del gran porvenir que me aguarda en Viena si practico la Medicina. He recibido nuevamente carta del librero y de Kassowitz. El primero se muestra mucho más amable. K . . . me escribe sólo para aclarar que no desea influir en mi elección entre Breslau y Berlín, pero me aconseja, en caso de que sea el segundo, que no mencione su nombre, porque se lleva mal con los especialistas berlineses de pediatría. Sigo muy ocupado con el caso que me traspasó Charcot. Nuestra relación continúa siendo muy satisfactoria. Ha llegado el momento de contestar a tus preguntas, mi vida. No sé nada acerca de los fondos de la empresa. Me parece que es administrada privadamente, como las demás policlínicas, y. probablemente, existe a base de contribuciones voluntarias 152 como fuente casi exclusiva de ingresos. No hay remuneración para el director de un departamento, hecho que no contribuye a hacer que un cargo sea menos apetecible. Las consultas tienen lugar en una sala especial que contienen entre otras c;osas, material eléctrico; hay uno o dos estudiantes para anotar los historiales clínicos; las consultas son gratuitas, pasándose dos o tres veces por semana; pero, en justa contrapartida, puede uno disponer del material que necesite y, si es Dozent, hasta dar clases. iLo comprendes ahora? Las ventajas principales radican en este libre acceso al material y en la reputación que de este modo puede uno adquirir corno especialista. No te he hablado nunca de mi tío de Breslau porque apenas me acuerdo de que existe. Le he visto sólo dos veces en toda mi vida, y cada una de ellas únicamente durante un cuarto de hora. Es uno de los hermanos menores de mi padre, de profesión comerciante, bastante vulgar, y la historia de su familia es muy triste. De sus cuatro hijos. sólo es normal una chica, que está casada y vive en Polonia. Uno de los chicos es hidrocefálico y débil mental; otro, cuya viveza en la adolescencia parecía presagiar un futuro brillante, se volvió loco a los dieciocho años; a la otra hija le sucedió otro tanto cerca de los veinte años. Tenía tan completamente olvidado a este tío mío, que nunca se me había ocurrido pensar en mi familia como posiblemente afectada por alguna vena hereditaria. Sin embargo, desde que comencé a pensar en Breslau, todo volvió a mí, y me terno que no puedo atribuir a la madre el hecho de que muriera epiléptico uno de los hijos de mi otro infortunado tío de 153 Viena. con lo cual resulta que debo de tener una considerable "vena neuropatológica". Afortunadamente entre nosotros. los siete hermanos y hermanas de la familia, hay muy pocos síntomas de esta naturaleza. si se exceptúa la vigorosa tendencia a la neurastenia de Rosa y mía (a Emanuel no lo cuento). En mi calidad de neurólogo me preocupan tanto estas cosas como a un marinero el mar; pero tú, mi vida, debes darte cuenta de que habrás de mantener tus nervios en buen estado si quieres que los tres hijos con los que prematuramente sueño nos salgan cuerdos. Y si el pensar en la Medicina te repele, no puedo reprochártelo, pero debes amarme siempre. X o creo que seríamos muy felices si nos casáramos pronto. Estas cosas son muy corrientes en las familias judías. pero ya basta de Medicina. Mi s(tuac·ión monetaria puede explicarse fácilmente. Los trescientos florines que aún me deben por la traducción, y que he aceptado de Paneth en calidad de anticipo hasta que me la paguen. eran para el mes de febrero. Comprenderás, por lo tanto, que lo que necesito para viajes y manutención durante el mes de marzo tendrá que proceder de otras fuentes. Lo que dices de que me desvíe y vaya a Hamburgo me parece muy bien, mas ... ¿tratas de dar a entender que no deseo verte? Me quedaré sólo un día y quiero que todo el mundo de Viena y Hamburgo crea que he viajado en el tren directo. ¿Se ha enterado vuestra alteza? No creo que me traicione Assian. probablemente sea el único en darse cuenta de mi presencia. El dinero que se nos escapa de las manos es un capítulo mucho más desagradable, princesita, pero la perspectiva de tenerte sentada junto a mí durante todo el día lo compensa todo, y en esa jornada me niego a hacer visitas, ni a permitirte otra actividad que no sea la de conversar conmigo. Cariñosos saludos y besos, a mi mujercita. Termino esta carta al >'o tro día del que la empecé, esperando tener noticias tuyas mañana. Tuyo, Sigmund. Berlín, miércoles. 10-3-1886. Mi dulce amada : ¡Qué cosas tan curiosas se te ocurren y qué cartas tan interesantes puedes escribir! Me interesó profundamente lo que me cuentas de la serpiente de plata, y tus comentarios sobre la sensación que produce el recibir telegramas. Afortunadamente. nada parecido ocurre aquí, por lo que voy a tomarme la libertad de aburrirte tanto como lo hice ayer. Hasta ahora no hay aquí aventuras, ni emociones, como ocurría en París. Sólo trabajo. Me he dedicado de lleno a traducir, porque temo que no llegue a terminar, aunque ya sé que esta idea no es razonable. Esta mañana, con esfuerzo. me decidí ir al Mu seo Real, donde estuve mirando ligeramente los fragmentos de antigüedades, lamentando no ser capaz de entender y recordando con nostalgia el Louvre, que es mucho más suntuoso e importante. Lo más interesante que hay aquí, son, naturalmente, las esculturas de Pergamene, fragmentos que representan, las escenas tensas y dramáticas de la batalla entre los dioses y los gigantes. Como decía mí colega el doctor Türkheim, no se puede ser siempre exclusivamente médico. Sin embargo, más que estas piedras, me 156 atraen los niños que hay en la clínica, quienes. por su formato pequeño y porque generalmente están bien lavados, constituyen un material más agradable que los pacientes mayores. Cuando tienen sano el cerebro, estas criaturas son encantadoras, y su sufrimiento me conmueve. Creo que no necesitaría mucho tiempo para abrirme camino como médico de niños. De todas formas. no estaría mal unos cuantos meses de preparación aquí, pero me temo que descartaré esa idea: los días de mis audacias temerarias se han terminado. Viena me pesa más de lo que quizá sea razonable. En estos días estoy pecando contra uno de mis principios lealmente seguido que es el de no atormentarme pensando en nuevas situaciones hasta que me halle en medio de ellas. Sin embargo, sabré superar mi actual estado de ánimo, y cuando lo consiga no me preocuparé por nada ni por nadie hasta que ponga nuevamente la vista encima a la detestable torre de St. Stephen. Aquí se me acaba lo poco que tenía que contarte, y te ruego que seas muy paciente conmigo. Después de todo no voy a iniciarte en los secretos de las enfermedades infantiles; ni el mismo Baginski es lo suf ícientemente importante para merecer una descripción detallada. Estoy contando secretamente los días, pero no tienes por qué saber exactamente el número a que he llegado. Con saludos y besos muy cariñosos. Tuyo, Sigmund. 157 estoy cansado, y me voy un rato al café Bauer. No te olvides, mi princesita. de que me has prometido conservar tu buena salud y escribirme pronto. Y o también tengo más tiempo libre ahora que ya he terminado la traducción. Con muchísimos besos. para los cuales abro hoy una nueva cuenta corriente. Tuyo. Sigmund. Berlín, martes, 30-3-1886. Saludos cariñosos a tu madre y a Minna. Mi dulce amada: Si tengo que dejar W andsbek la próxima vez sin llevarte conmigo, te pediré que vengas a despedirme a la estación. Casi me doy media vuelta, al llegar a Schadendorf, para dormir ahí un día más, pero me dio un poco de vergüenza, pues hasta ahora hemos logrado ser bastante razonables en nuestras despedidas. Sin embargo, esta vez me fue muy difícil. y tú también derramaste algunas lágrimas, mi tesoro, lo cual me conmovió profundamente. Ahora libraré muy en serio la batalla decisiva, como sugieres, para ahorrarte más despedidas y acortar nuestra espera. Aquí me tienes de nuevo en Berlín, tan lejos como si ya me hubiera trasladado a Viena. Comienza una nueva era, que espero sea buena y nos proporcione cosas agradables. Mi dulce tesoro, apenas puedo imaginar lo que será no separarse más de ti, y por otra parte sé que no me tomará de sorpresa. pareciéndome que hemos vivido siempre juntos. . Esta vez no encontré carta tuya. El viaje fue agradable, y dormí casi toda la noche cubierto con mi manta de punto. No 158 159 Viena, jueves, 6-5-1886. Mi dulce niña: Te doy mis más calurosas gracias por tu encantadora carta y por el regalo, cuyo contenido conocía tan bien como si te hubiera acompañado a comprarlo. Siempre he deseado tener una planta de clitia, y tú lo adivinaste. Pero no es necesario que te disculpes por tu regalo, querida mía, aunque me avergüenza pensar que soy tu deudor en lugar de competir contigo haciéndote presentes. Soy ya un tanto viejo, y estoy casi en las puertas de nuestro cuarto aniversario de noviazgo, y seguimos unidos mientras nuestro matrimonio que tan a menudo imaqinamos se convierta en realidad. Por otro lado, aunque seguimos tan lejos como siempre de nuestra meta . nos hemos acercado un poco más hacia la certidumbre. Dentro de unas semanas el dinero se habrá terminado, y veremos entonces si puedo seguir viviendo en Viena. Me gustaría pensar que mi próximo cumpleaños va a ser como tú me lo describes, que me despertarás con un beso y que ya no tendré que estar impaciente por recibir carta tuya. No me importa el lugar donde tengamos que vivir, y me da lo mis160 mo aquí que en América o Australia o cualquier otro continente. Lo que no puedo es estar mucho más tiempo sin ti. Aceptaré todos los problemas y todo el trabajo que me cai!=Ja encima, pero estando juntos. Y, hablando confidencialmente, te diré que tengo pocas esperanzas de abrirme camino en Viena. Continúo escribiéndote por la tarde, querida. Hoy vinieron a mi consulta dos anti!=JUOs pacientes de Breuer y nadie más. Habitualmente tengo cinco: dos para recibir tratamiento eléctrico, uno un Schnorrer y el otro un Schadchen. Después me llegaron las felicitaciones de Paulí y Dolfi que me trajeron una caja para cepillos muy bonita; y Mitzi. una gran fotografía suya y dos ramos de Makart; mamá, un bizcocho, y Rosa me regaló un secante enmarcado que está muy bien para mi mesa de trabajo. Recibí felicitaciones por escrito de Willenz, Schani, Kleinenbenger y el tío Elías, a quien deseo le des las más expresivas gracias en mi nombre. Se han portado conmigo como si fuera un príncipe. Estoy al!=JO cansado. lo que no me extraña, y voy a descansar un poco. El trabajo del laboratorio me agrada mucho. y, desde luego, tengo bastante tiempo libre para dedicarme a él. Se me ha ocurrido otra idea terapéutica que pronto pondré a prueba, pero es dudoso que alcance el mismo éxito que tuve con la coca. Buenas noches, mi mujercita. Brindemos por el próximo año. Tuyo. Sigmund. Les escribiré mañana separadamente a tu madre y a Minna. 161 Viena, jueves, 13-5-1886. Amada mía: Durante las horas de consulta no podré volver a escribirte, porque tengo mucho trabajo. La salita de espera está llena de gente y no acabo casi nunca antes de las tres. No es mucho lo que gano, pero los pacientes que vienen son nuevos, aunque son pocos los de pago: señora del profesor M ... , que me da mucho la lata; un caso de ciática. que está casi curado, y los dos policías que vienen una vez a la semana. Mañana vendrá T ... Hoy mis ganancias subieron a ocho florines: tres de uno de los policías, y los otros cinco nuevamente gracias a Breuer. que me envió a la señora del doctor K . . . Ella vino para que le recetara algo que aliviara un poco a su marido. Me doy cuenta de que para un médico el trabajo y los ingresos son dos cosas muy distintas. A veces uno gana dinero sin mover un dedo; otras, se mata a trabajar sin remuneración. Anteayer, por ejemplo, vino a verme un médico americano que padece agudos trastornos nerviosos. Es un caso muy complicado y me interesó mucho, lo acepté sin exigirle que me pagara. Es complicado lo que le ocurre, a causa de su 162 relación matrimonial con su bella e interesante esposa. de la que también habré de ocuparme. Para ello tendré que empezar por entrevistarme con el profesor Chrobak mañana. Estoy demasiado cansado para contarte todos los aspectos delicados del asunto. Me pareció obra de duendes el que, en las dos ocasiones que ella vino, tu foto que siempre había estado colocada firmemente en su sitio, se cayera de mi mesa de trabajo. No me gustan estas indirectas, y si necesitara un aviso . . . . pero no lo necesito. Se supone que un médico tiene que economizar. Aquí me tienes, contando mis Gulden, y de pronto me llaman para que vaya a visitar a un antiguo conocido en la Stadtgutgasse, sin remuneración, desde luego, y dos horas del día perdidas en el viaje. pues no puedo alquilar un coche, y al llegar a casa, me encuentro un mensaje urgente para que vaya a ver nuevamente al mismo paciente. Naturalmente, esta vez me veré obligado a rentar un coche, que me costará lo que me he ahorrado en la cena de los tres últimos días. El martes di una conferencia en el Club Fisiológico sobre hipnotismo; me salió muy bien y recibí un aplauso general. He anunciado la misma conferencia para dentro de quince días en el Club Psiquiátrico, y, durante las próximas tres semanas, tendré que dar aún otra conferencia sobre mis experiencias parisienses ante la Asociación Médica. Como verás, la batalla de Viena está en su apogeo, y si estuvieras aquí te diría con un beso que no he abandonado la esperanza de hacerte mi esposa dentro de seis meses Creo que tendré que aumentar una segunda hora de consulta tres veces a la se163 mana, de tres a cuatro, para los pacientes ricos y para aquellos que necesitan un tra~ tamiento eléctrico leve. A pesar de todo. mi posición aquí es sólida, como puedo de~ ducir de muy diversos indicios. Buenas noches, mi dulce amada. Tuyo, Sigmund. i Qué te parece si este año hiciéramos también un regalo colectivo a tu madre? 164 DIÁLOGO ABIERTO 1. La pasión por el discurso -cartas a los estudiantes de comunicación Daniel Prieto Castillo 2. La querella de Martín Luis Guzmán Fernando Curie! 3. Las siete lámparas de la arquitectura John Ruskin 4. Retórica y manipulación masiva Daniel Prieto Castillo ' 5. Punto y línea sobre el plano Wassily Wasilievich Kandinsky 6. El origen de la vida Alexander lvanovich Oparin 7. Diseño y comunicación Daniel Prieto Castillo 8. De lo espiritual en el arte Wassily Wasilievich Kandinsky 9. ¿Qué es una constitución? Ferdinand Lassalle 1O. La fiesta del lenguaje Daniel Prieto Castillo 11. La enciclopedia secreta Francisco Guzmán Burgos 12. El sutra de la serpiente -Antigua poesía budista Carmen Dragonetti 13. Rizoma Gilles Deleuze, Félix Guattari 14. El suicidio Emile Durkheim 15. La poesía del Quebec Antonio Urello 16. Introducción a la literatura fantástica Tzvetan Todorov 17. La división del trabajo social Emile Durkheim 18. Democracia posible -El diseño político de Max Weber Griselda Gutiérrez 19. Las actividades básicas de las artes plásticas Juan Acha 20. Las formas elementales de la vida religiosa Emile Durkheim 21. El miedo a la cirugía G. Vasconcelos Palacio, M. Vasconcelos Al.lende Comunicación en los valores -hacia un modelo de 22. comunicación radial Eduardo Garza Cuéllar 23. Alegoría de la creación Héctor Ceballos Garibay La ética protestante -y el espíritu del capitalismo 24. Max Weber Telenovelas, televisión y comunicación: e/ caso de México 25. F. Javier Torres Aguilera El juego de pelota prehispánico -y sus supervivencias actuales 26. Lilian Scheffler, Regina Reynoso, Víctor lnzua C. 27. El político y el científico Max Weber El origen de la familia -la propiedad privada y el estado 28. Friedrich Engels 29. Cultura y comunicación Francisco Prieto 30. Foucault y el poder Héctor Ceballos Garibay Literatura e ideología -e/ primer Mariano Azuela (1896-1918) 31. Jorge Ruffinelli 32. La libertad ArthurSchopenhauer 33. Sociología de la religión Max Weber cOL ECCl ó/I.¡ ~;. REINO IMAGINARIO 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11 . 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. El Zarco Ignacio Manuel Altamirano Cuentos de la selva Horacio Quiroga Carta al padre Franz Kafka Otra vuelta de tuerca Henry James Manuscrito encontrado en Zaragoza Jan P9tocki Confidencia africana Roger Martin du Gard La casa del confín del mundo William Hope Hodgson Historia del ojo Georges Bataille Teresa filósofa Anónimo Noa-Noa Paul Gauguin El prisionero de Zenda Anthony Hope La paradoja del comediante Denis Diderot Manual de civismo Pierre Louys La navidad en las montañas Ignacio Manuel Altamirano El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde Robert Louis Stevenson El proceso Franz Kafka La novela de Violeta Alejandro Dumas Hojas de hierba -versión íntegra de la edición definitiva en inglés de 1891-1892 por Francisco Alexander Walt Whitman Tierra baldía/Cuatro cuartetos T.S. Eliot \ Este libro se imprimió bajo el cuidado de Ediciones Coyoacán S.A. de C.V., Hidalgo 47-2, Coyoacán , en el segundo semestre de 1995 . El tiraje fue de 1,000 ejemplares más sobrantes para reposición. A lo largo de cuatro años, Freud escribió más de mil quinientas cartas a su novia, pero no se han conservado las que corresponden a los cuatro últimos meses del noviazgo es probable que el contenido bastante plátonico y romanticón de las cartas se base en que Martha fuese el primero y único amor real de su existencia. Ernest Jones, biógrafo empedernido de Freud, describe a Martha como una muchacha delicada, pálida, pequeña, pero de maneras muy graciosas; Martha Robert dice que era más bien insignificante. Freud da también su opinión en una de las cartas que le dirige: Sé que no eres bella en el sentido en que lo entienden los pintores y escultores; si quieres que dé a las palabras su sentido estricto, me veo obligado a confesar que no eres ninguna belleza. OVOACÁN (fg S. A. DE C .V. AGRICULTURA/ ANTROPOLOGÍA/ ARQUI1ECTURA / AR1E / BIOGRAFÍA /CIENCIAS/ COMUNICACIÓN/ DEPOR1E /DOCUMENTOS/ ECOLOGÍA/ ECONOMÍA/ FEMINfSMO /FILOSOFÍA/ HISTORIA/ LI1ERATURA / MEDICINA / ORIENIAUSMO /PEDAGOGÍA /POLÍTICA / PSICOLOGÍA / SEMIÓTICA /SEXOLOGÍA /SOCIOLOGÍA / 1EOLOGÍA /URBANISMO ~ ;:~/.) " ~~~