Subido por Edgar García Véjar

CARTAS DE AMOR SIGMUND FREUD

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DIÁLOGO ABIERTO / 52 / Psicología
SÜ!mund Freud
Cartas de amor
OYOACÁN
S.A. DE C.V.
Primera edición en Ediciones Coyoacán S.A. de C.V.: 1995
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PARA LAS CARTAS DE FREUD A
MARTHA
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Üust~ciÓn': F'ra~~~¡~ Gé~ard . Cu~id; y Psique, 1798
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R~servados todos los der.echos conforme a la ley
©EDICIONES COYOACÁN S.A. de C.V.
Av. Hidalgo 47-2 . Colonia del Carmen
Delegación Coyoacán. 04100 México D.F.
Teléfonos: 659 71 17 y 659 79 78 . Fax: 658 42 82
ISBN 970-633-078-X
Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico
Escribir un prólogo para F reud, para
don Segismundo Freud, es bastante comprometido. Más aún, escribirlo para las
cartas a su novia. La diferencia entre la
seriedad y capacidad de análisis de sus escritos profesionales, y el romanticismo púrpura y aterciopelado de las cartas a su niña
adorada, Martha Bernays, es absolutamente abismal. Sin embargo, no es difícil inclinarse a pensar que el Freud de estas
cartas íntimas sea posiblemente más auténtico y real que el de las miles de páginas
de sus libros profesionales.
A lo largo de cuatro años, Freud escribió más de mil quinientas cartas a su novia,
pero no se han conservado las que corresponden a los cuatro últimos meses del noviazgo. Tal vez esta pro[ usión de correspondencia se deba a que don Se>1ismundo
sólo realizó seis visitas a Martha. Es también probable que el contenido bastante
platónico y romanticón de las cartas se base
en que Martha fuese el primer y único amor
real de su existencia, exceptuando ese nebuloso amor inf anti[ -Freud tenía diez
años- por Gisela Fluss, hermana de uno
de sus amigos.
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Freud conoció a Martha un día de abril
de 1882. Ella era cinco años menor que él,
de origen . igualmente judío y oriunda de
Hamburgo: Su padre era el rabino Isaac,
considerado como el supremo monarca del
espíritu del cerrado mundo judío. Ernest
Janes -biógrafo empedernido de Freuddescribe a Martha como una muchacha
delicada, pálida, pequeña, pero de maneras
Hraciosas; Martha Robert dice que era más
bien insignificante. Sobre el aspecto físico
de su amada, Freud da también su opinión
en una de las cartas que le dirige: Sé que
no eres bella en el sentido en que lo entienden los pintores y escultores: si quieres
que dé a las palabras su sentido estricto, me
veo obligado a cqnfesar que no eres ninguna belleza. Pero Freud, a esta muchacha
que no consideraba una belleza, le envía
las primeras semanas del noviazgo, una
rosa roja acompañada de una tarjeta con
frases en latín, español, inglés, alemán,
francés y que recogían citas, proverbios que
lo habían fascinado .durante su juventud.
F reud tiene con ella un comportamiento
inocentón, risueño, de enamorado primerizo. Cuando ingresa en el Hospital General
de Viena ( 1883) , le pide a M artha que le
borde tres banderines en los que figurarán
un texto de Cándido -Trabajar sin razonar,.;.._, uno de San Agustín - En caso de
duda, abstente- y un tercero correspondiente a la exaltación popular - Hay que
tener fe-, con la aspiración de tenerla
presente a través de estas telas bordadas
por ella. Igualmente, la perla del anillo familiar que ella le había obsequiado, se cae
al romperse su soporte, lo cual sirve de base
para que F reud otorgue de inmediato un
simbolismo amoroso al hecho y atribur¡a la
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La primera de las 1.500 cartas que Freud le
escribió a su novia Martha.
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111
Freud y su novia, Martha Bernays, con la que
se casaría en 1886, después de cuatro años de
noviazgo.
rotura a que ella le ha sido infiel o había
deseado serlo, o que, por lo menos, desde
el día de la caída de . la perla, ella lo hubiese querido menos.
·
Esta inclinación por los pequeños detalles sentimentales continuará a lo largo de
todo el noviazgo, noviazgo casi secreto,
de relaciones primarias donde, sin embargo, existe un complejo sistema de reacci.ones cotidianas, como los celos que siente
de Max Meyer, joven artista favorecido
por Martha antes de conocer a Freud, o de
Fritz Wahle, amigo de la .familia de ella.
Los celos fueron una verdadera tortura para Freud. Refiriéndose a Meyer, escribe,
Ah, esos artistas que no tienen la oportunidad de someter su vida interior al estricto control de la razón. Trata también de
:sublimizar sus sentimientos escribiendo:
hasta que un día me di cuenta que lo que
realmente importaba era si ella amaba a
determinadas personas o si todo el mundo
la quería a ella. (Carta 23-7 -1882) . Pero
los celos continuaron torturándolo y creándole la búsqueda de una posesión enf ermiza con estallidos de rabia tan fuertes por
detalles insignificantes como que M artha
se subiera las medias en pleno Beethovengang, visitara a una amiga casada antes de
su boda o que patinara dándole el brazo a
un joven. Freud está continuamente acechándola en sus cartas hasta el punto de
neurotizar la relación y obli{lar a su dulce
niña a juf¡ar con la idea de ahogarse en una
bañera. Si ella hiciera esto, le escribe Freud,
cuando se entera, podría considerarse la
pérdida de una amada como un incidente
sin importancia comparada con la historia
milenaria de los hombres. Sin embargo, poco después, Freud reacciona más sincera-
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mente y le escribe diciéndole que este incidente eqmvaldría para mí al fin del mundo.
ante lo cual M artha renuncia a ahogarse en
su bañera.
Aoarte de estos desbordes amorosos, el
único problema latente a lo largo de la correspondencia es el económico, pues Freud
n.o gana lo suficiente para poder mantener
a una familia. Pero después de cuatro años
de noviazgo, Freud se encapricha en casarse en setiembre y actúa como un niño
mimado que llora porque no le dan lo que
quiere y piensa que así lo conseguirá. Esta
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idea, y la necesidad de casarse, lleva obstinadamente a Freud a incursi.onar por
diferentes caminos que presupone le permitirán obtener el dinero que necesita. Docenas de cartas están llenas de cálculos económicos basados en estos sueños. Las ideas
de triunfo, de comodidad, de fama, atrasan
más estos deseos. Sin embargo, el matrimonio se realiza el día señalado por Freud:
el 14 de setiembre de 1886.
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Antes de esto, Freud ya se había decidido a practicar la medicina y obtiene el
título de Privat Dozent. Después de algunas experiencias pasa al servicio de psiquiatría dirigido por Meynert. En la Universidad es nombrado Sekundazt. También
ejerce en Dermatología, en Oftalmología y
en un asilo psiquiátrico de carácter privado.
Una beca, que solicita y obtiene, lo lleva
a París. Toda esta "carrera" médica de
F reud está claramente marcada por un evidente afán de celebridad y de obtención
de los medios económicos que le permitan
casarse y vivir con su amada M artha Bernays.
(UN PARENTESIS EN EL PROLOGO SOBRE LA VIDA AMOROSA DEL JOVEN FREUD: El
experimento erróneo de la cocaína en
un apresurado intento de celebridad.
A los 28 años, Freud "descubre" la
cocaína. Se entusiasma, se apasiona
por ella, cree haber encontrado la solución adecuada para alcanzar la meta
que le dará gloria y fortuna. Escribe a
su niña: Querida, no nos faltaba más
que un golpe de suerte de esta clase
para poder pensar en establecernos.
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Croquis hecho por Freud y enviado a Martha,
representando la habitación que él ocupaba en el
hospital de Viena.
12
Considera F reud que la cocaína es
la solución milagrosa para todos los
problemas. Este alcaloide usado por
los nativos peruanos para resistir las
privaciones del hambre y la fatiga, le
parece apropiado para emplearlo en
las alteraciones cardiacas y para la fatiga nerviosa debida a la supresión de
la morfina. El entusiasmo de Freud
rompe todo límite de cordura. Incluso
se lo envía a su dulce amada para pro-
13
porcionarle fuerza lJ darle a sus mejillas un tinte rosa. El mismo ingiere vigésimos de gramo, lo que lo dejaba encantado.
El mal humor de Freud se convierte
en euforia, la actividad no disminuye a
lo largo de las horas, el rendimiento
del trabajo aumenta, se elimina la sensación de hambre. Glorificado por esto, embarca a su amigo Fleischl y a
otro enfermo afectado de gastritis en
el consumo de cocaína. y en el summum
de su euforia le escribe a Martha : sóf.o
ahora es cuando me siento médico. Y
no deja de recomendarle tanto a su novia como a sus hermanas la ingestión
de cocaína. El resultado -que nunca
quiso reconocer- fue la intoxicación
de Fleischl y su consecuente muerte
en medio de delirium tremens que le
hacía ver serpientes arrastrándose por
su cuerpo.
Freud busca y da disculpas, argumenta. pero en Alemania ha florecido
una ola de cocainómanos que es considerada como una tercera plaga de la
humanidad. El aprendiz de hechicero,
ante esta situación alemana, en la que
ha colaborado con su obrar ligero y
sin profundizar en el tema , decide emprender un viaje imaginario que le permita abstraerse del medio y así no
asumir responsabilidades de una testarudez que jamás quiso reconocer como
un error juvenil).
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"'
En medio de sus aventuras para lograr
medios de casarse con Martha, Freud abre
el 25 de abril de 1886 su primer consultorio y empieza a ejercer en el 7 de la Ra14
El jo ven F reud
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111
El maestro y sus discípulos. De izquierda a derecha de
pie: A. Brill, Erneat Jones, Sandor Ferenczi. Sentados:
Freud, Stanley Hall, C. G. Jung. (septiembre de 1909)
thausstrasse. Deja el hospital y, luego de
una corta experiencia militar, realiza su
gran sueño: el 14 de setiembre de 1886. en
W andsberk, se casa con M artha bajo el
Chuppe mientras su tío recita las oraciones hebráicas, las broche. Los recién casados toman un departamento en el número 8
de Marie-Theresienstrasse con la ayuda
económica de las dos familias.
Sigmund y M artha fueron felices y tuvieron muchos hijos, de los cuales los tres
primeros nacieron en este departamento de
cuatro amplias habitaciones, y los otros
tres en el 19 de la Berggasse, donde vivieron cuarenta y siete años y donde, según
su biógrafo Janes, el único disturbio matrimonial fue la cuestión de saber si los hong.os debían cocinarse con o sin tallo.
Este departamento de Berggasse y la vida que hacía en él, son típicos de las inclinaciones personales y más íntimas de Freud.
Se rodea de un decorado bastante inclinado al confort burgués de la época. La casa
se ve de pronto llena de obras florentinas,
romanas, figuritas egipcias, una mascarilla
de Dante; casi de inmediato instala el teléfono. Su vida se halla encerrada en rutina
impresionante. Se levanta a las siete de la
mañana y acude al peluquero para el arreglo de su barba, luepo desayuna con toda
su familia y se traslada al otro departamento que ha tomado en el mismo edificio
para atender a sus clientes; consultas de
cincuenta y cinco minutos con descansos de
cinco minutos entre cliente y cliente; a la
una, el almuerzo familiar, después un ligero descanso, un corto paseo por el vecindario, aprovisionamiento de puros; a las
tres, vestido con levita, reanuda sus con-
17
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IH
sultas hasta las nueve de la noche, hora en
que se realiza la cena familiar; finalmente
se dedica a su trabajo personal -autoanálisis, correspondencia, corrección de pruebas, redacción de artículos- por lo general
hasta la una de la mañana, aunque también
algunos días se prolonga casi hasta la madrugada.
Hasta los sesenta l/ seis años, Freud llevó
esta vida de puntualidad casi religiosa. La
única innovación fue incluir una taza de
café a las cinco de la tarde. No tenía ninguna inclinación personal por la cerveza o
los vinos, bebía agua, le gustaba la carne,
odiaba a los pájaros y a las coliflores, se
mantenía callado a la hora de las comidas,
no era deportista y su único vicio, después
de esa transitoria atracción por la cocaína,
era una fuerte dependencia al tabaco, ya
que consumía diariamente veinte puros.
Hasta 1890. su principal pasatiempo era el
ajedrez, luego fue el tarock, antiguo juego
vienés de cartas al que dedicaba las veladas de los sábados; otra de sus distracciones era ir dos veces al mes al club judío
B'nai B'rith. También era un buen caminante de largos pase.os por el monte. Esta vida
marcadamente burguesa que compartía con
Martha, reflejaba claramente que Freud
construyó y armó su vida con una rigurosa meticulosidad hasta en los más mínimos
detalles.
(SEGUNDO PARENTESIS. Freud
fue el creador del psicoanálisis y es indudable la influencia que han tenido
sus teorías en este siglo. La celebridad
que alcanzó en vida. pocos de sus colegas la obtuvieron. Pero ;.cuál fue
verdaderamente la personalidad de
SiHmundo Freud?
18
Después de su errónea experiencia
con la cocaína, se puede mencionar
los groseros insultos que le dedicó a
Víctor Adler. la evidente muestra de
paternalismo que mostraban las también tan autoritarias cartas a Martha,
la constante actitud de celos carcomidos de envidia y desprecio por el joven Fritz Whale, su amarga actitud
por los artistas que en el fondo revelaban el sentirse "desplazado" de contemplar tanta juventud, tanta belleza,
felicidad y alegría en las reuniones que
tenían.
Todo esto oculta a un F reud ignorado, a un Freud débilmente humano,
a un Freud que se quejaba constantemente, que continuamente }Temía y que
tenía, como él mismo afirmaba, un gran
talento para lamentarse. No deben olvidarse otros detalles de su vida que
también sirven para revelarnos su personalidad. detalles como quemar su
diario que había llevado durante catorce años, junto con las cartas, sus manuscritos, las cartas de su novia ( lue}TO su esposa) y una gran diversidad
de papeles, con la clara intención de
que sus biógrafos no pudieran conocerlo: desde ahora me alegro de pensar
que todos se equivocarán. ¿Qué tanto
quiso decir con eso? ¿Qué era verdaderamente lo que lo obsesionaba en las
dos quemas que hizo de sus papeles
personales: una tendencia a protegerse
o una tendencia a la autodestrucción?
Es posible referirse a una inclinación de Freud por ocultarse, de lo cual
es buen ejemplo el presentarle a sus
discípulos y colegas el caso de un tal
19
M. Y., enfermo que no tenía nada que
ver con la psicología, y que no era otro
que él mismo. Igual con su trabajo so~
bre Miguel Angel. que lo enseña como
si fuera escrito por otra persona. Este
comportamiento, mezclado con el de
verse libre de publicar, sin ningún
consentimiento de sus pacientes, las
anamnesis -como el caso de Dora ,en
que revela una serie de detalles íntimos
de su paciente atribuyéndole las más
agudas perversiones sexuales, o como
el caso de Katharina, en sus Estudios
s.obre la histeria, en que señala muchos
datos que permiten identificarla e indicando que el seductor de su paciente
era un tío de ella y, en una siguiente
edición, afirmando que no era el tío
sino el padre el corrupto seductor-.
revelan en la personalidad de F reud
una curiosa ambivalencia hacia la fama, el éxito económico que tanto se empeñó en alcanzar y que obtuvo.
Los casos de publicaciones indiscretas como las indicadas, levantaron una
ola de protestas contra Freud en el
seno del cuerpo médico vienés. ¿Fueron, tal vez, las razones de entregar al
público estas revelaciones íntimas de
sus pacientes, la necesidad de alcanzar
una ambigua notoriedad que lo podría
conducir a una rápida celebridad con
el consiguiente aumento de sus ingresos económicos? A los cuarenta y dos
años, Freud aún se quejaba de ser un
uiejo judío, más bien pobre, temeroso
de la pobreza y exclamando melancólicamente qué difícil debe ser enriquecerse, pero revelando a la vez estar dispuesto a obtener dinero con tal de que
sea honrado.
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111
20
Freud y su madre, que lo adoraba de una manera muy especial.
Al margen de la inmensidad de su
obra psicoanalítica, la personalidad de
F reud se nos revela como la de un
hombre obsesionado por obtener dinero, capaz de construirse una vida rutinaria hasta en sus manifestaciones más
ínfimas, burgués, autoritario, paternal,
apasionado, tremendamente celoso, capaz de enfrascarse en violentos e injuriosos pleitos con sus colegas, amigos y discípulos.
Pero para la finalidad de este prólogo, merece volver a fijar la atención
en la vida de Freud pero refiriéndola
a su dimensión amorosa y sexual. El
matrimonio con Martha no arregló nada de la vida personal de Freud. Su
humor se volvió más caprichoso, su
neurastenia alcanzó los grados del paroxismo. La amistad de F reud con
Wilhelm Fliess, por ejemplo, es buena
muestra de que su soledad sentimental continuaba después del matrimonio. Lo que sigue queda como una turbia nebulosa en la vida privada del
Dr. Freud y nos permite. a la vez, entrever algo de su contradictoria personalidad.
Freud y Fliess tuvieron una amistad bastante apasionada desde 188 7,
al año siguiente de su matrimonio, hasta 1902, mientras ambos estaban entregados a investigaciones sobre la sexualidad. Freud admiraba a Fliess de
forma desmesurada, te considero como
un Mesías, como un juez supremo. En
los momentos de soledad le escribe a
su amigo: la nostalgia de ti, de tu compañía, se ha apoderado de mí intensamente. Freud envía a Fliess un torren-
"'111
22
te de las más íntimas declaraciones,
Vivo fastidiado y en la oscuridad
hasta el momento de tu llegada, y entonces me insulto y VtJ.e.lvo a encender
en tu llama serena mi luz vacilante.
Uno vive en Berlín, el otro en Viena.
Los dos son casados y no es fácil para
ellos organizar sus encuentros, que
consideran de capital importancia, a
los que denominan sus "congresos" y
al que Freud llama un idilio a dos.
Freud ve invadidos sus sueños por la
imagen de Fleiss y los considera absurdos, pero le escribe a su amigo:
alg.o venido de las profundidades abismales de mi propia neurosis se opone
a que avance en la comprensión de la
neurosis, y tú estás implicado en esto,
ignoro por qué.
El intercambio de ideas acerca de la
sexualidad y, como pasará después con
otros compañeros suyos, la apropiación de las ideas de Fleiss por parte
de Freud, comienza a crear una tensión entre ellos hasta llegar a la ruptura. Refiriéndose a los descubrimientos de Fleiss. Freud le escribe que me
moriría de envidia de oír decir que alguien en Berlín ha descubierto semejantes cosas. En una ocasión, Fleiss,
quien ya notaba en su amigo cierta
animosidad hacia él, se sorprende ante una teoría de F reud sobre la neurosis y le dice, pero si es lo que te dije
hace más de dos años, una tarde, mientras dábamos un paseo y tú no quisiste
oír hablar de eso; Freud no consiguió
acordarse de esa conversación, poseído por una "amnesia temporal", durante varias semanas.
23
Una vez que la ruptura es definitiva, Freud se queja: ¿a quién debo escribir ahora?, y llega a reconocer que
había entre ellos una amistad basada
en una necesidad que responde a algo
en mí, quizá a alguna tendencia femenina.
Dos años después de terminar su
amistad con Fleiss, Freud vive una situación bastante parecida con Jung y
acaba confesando que en el fondo de
este asunto hay un problema homosexual sin resolver).
Las cartas a Martha Bernays, la novia,
la niña adorada, luego la esposa, constituyen quizá un intento de aproximarse a la
cara oculta del doctor Freud, al genial vienés, al creador del psicoanálisis y al hombre de su época poseído por toda clase de
temores, angustias, celos y ambiciones.
Quizá este prólogo demasiado extenso, haya rebasado los límites a los que debería
referirme al hablar de su correspondencia
con su novia, para abarcar tímidamente
otros aspectos de la vida íntima de F reud
que no encajan realmente con las cartas.
Sin embargo, tal vez pueda motivar un interés mayor por la vida y la obra de este
hombre que tanta influencia ha tenido !J
tiene en nuestro tiempo.
A. POPOF.
24
CARTAS DE AMOR
Viena,
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1,¡:
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19~6~ 1882.
Mi preciosa y amada niña:
Sabía que hasta que no te hubieses ido
no podría darme cuenta realmente de toda
mi felicidad vivida y también, ¡ay!, de todo lo perdido. No consigo aún tener una
idea clara de lo nuestro, y si no tuviera
delante mío esa hermosa cajita y tu retrato, temería que todo pudo haber sido sola~
mente un dulce sueño del que no me gustaría despertar. Pero mis amigos me afirman
que es verdad, e inclusive me siento capaz
de acordarme de los detalles más agradables y hechiceramente misteriosos que no
puedo considerarlos fruto de alguna fantasía onírica. Debe de ser verdad. Martha,
mi dulce niña, de ti todos hablan con admiración, y a pesar de toda mi resistencia
cautivaste mi corazón en nuestro primer
encuentro. Es mía, mía la muchacha a quien
temía cortejar y que llegó hacia mí con
confianza. reforzando la fe en mi propio
valor y me dio nuevas esperanzas y fuerzas para trabajar cuando más lo necesitaba. Cuando regreses, querida niña, habré
logrado apartar la timidez y torpeza que
me cohibían delante tuyo ... Nos sentare~
mos otra vez solos en aquella pequeña y
encantadora habitación, y mi niña escoge-
27
111.
')
rá aquel sillón (en el que nos dimos tan
gran susto ayer) . Y o me sentaré cerca de
ti en la silla redonda y hablaremos de
nuestro futuro, cuando ya no exist~ diferencia entre el día y la noche, y cuando ni
las molestias ajenas, ni los adioses, ni las
despedidas, puedan ya volver a separarnos.
Te hablaré de tu dulce fotografía. Al
principio, cuando la tenía delante mío, no le
di demasiada importancia; pero ahora ,
cuanto más la veo, más me recuerda al ser
querido y hasta me parece que las blancas
mejillas van a enrojecer con el color que
tenían nuestras rosas, y parece que los delicados brazos van a salir del marco para
acariciar mi mano. Sin embargo, el retrato no se inmuta y sólo hallo la mirada
instándome a tener paciencia, como asegurando: que sólo eres un símbolo, una figura impresa en el papel; la muchacha de
carne y hueso que regresará pronto, y entonces puedes dejarme nuevamente a un
lado.
Me gustaría mucho al retrato buscarle
un sitio entre los dioses familiares que están en mi mesa, y me parece extraño que,
pudiendo tener libremente los rostros de
los hombres a quienes admiro, tenga que
gu<;trdar bajo llave, en cambio, tu delicado
rostro. Descansa tu retrato en la cajita que
me obsequiaste y casi no me atrevo a decirte cuántas veces durante estas últimas
vienticuatro horas he cerrado la puerta y
he sacado tu fotografía de donde la tengo
escondida para refrescar mi memoria. Tenía la impresión de haber leído, no sé dónde,
sobre un hombre que llevaba consigo la
imagen de su amada guardada en una cajita, y habiendo escrutado largo rato en
las oscuridades de mi cerebro, me cercioré
28
a medias de que tal sucede en La nueva
Melusina, el cuento de hadas de la obra
de Goethe "Años de andanzas de Guillermo Meister", que recuerdo muy vagamente. Después de muchos años, volvía a sacar el libro del estante y encontré en él la
confirmación de mis sospechas. Pero no
quedó la cosa allí; pues hallé mucho más
de lo que estaba buscando. Aquí y allá
aparecían en el libro referencias amables y
leves, y en toda la trama de la obra parecía
traslucir una referencia a nosotros. Cuando me acordé de los escándalos que hace mi
niña porque soy más alto que ella, tuve que
dej<'!r el libro y, medio divertido y medio
irritado, tuve que consolarme pensando que
mi Martha no es una sirena, sino un hermoso ser humano. Y, a pesar de esto, no
encontré el humor en las mismas cosas. Pero no por esto te sientas descorazonada
cuando leas esta pequeña anécdota. Y, casi
prefiero no hacerte partícipe de todos estos
alocados y serios pensamientos que cruzan
mi mente.
Estas páginas, querida Martha, no han
sido escritas en un solo momento. Ayer y
esta noche, Eli y Schomberg estuvieron
conmigo. En la visita de ayer vinieron con
varias muchachas, y para evitar que pudieran sospechar traté de mostrarme muy sociable, aunque hubiera preferido estar a
solas. Mi único consuelo es ver a Schomberg, pues sus honradas y vivaces facciones me recuerdan, con sonido y color, una
inagotable serie de imágenes. ¡Qué hechiceras son las mujeres! Cada vez me es más
agradable. Recibí h nota de despedida que
me mandaste desde la. estación, y hoy supe por Eli las esperanzas nuevas de tu llegada. Tu hermano parece estar a gusto
29
1
•,
111
con nosotros; me ha sido imposible crear
con él una amistad profunda, ya que no he
tenido oportunidad de frecuentarlo a solas
desde que nos separamos. Por otra parte.
me drogo con mi trabajo. y sólo me queda
la seguridad de que Martha seguirá siendo mía mientras siga siendo Martha.
Mi querida y pequeña novia, si alguna
vez dudé ante la posibilidad de unirnos para toda la vida, hoy no te dejaría separarte
de mi lado aunque cayera sobre mí la mayor maldición y tuviese que cargar su peso
sobre mis espaldas. Por favor. trata de robar a tu querida familia todas las fotografías que te tomaron en la niñez. Ahora se
me ocurre que debía haberme quedado con
aquel viejo retrato que tenía tu madre, al
menos hasta que volvamos a estar juntos.
Si deseas algo de aquí o quieres que te
haga cualquier recado, te pido que sólo te
acuerdes de mí para tus encargos. Así soy
yo de egoísta cuando me estoy enamorando. Escríbeme y cuéntame todo lo que haces. De esta manera me será más fácil soportar tu ausencia. Aprovecha tu estancia
en Hamburgo para cuidarte, pues me gustaría volverte a ver con aquellas mejillas
que tienes en las fotografías de tu niñez.
El día ha terminado. mis cuartillas están
llenas de garabatos y he de controlar el
deseo de seguir escribiéndote.
Adiós. y no te olvides del desdichado
al que hiciste tan increíblemente feliz. Tuyo.
Sigmund.
Minna me envió recuerdos con Schomberg.
Viernes. 14-7-1882.
Bella amada. d u lee amor:
Tu graciosa carta, en la que me autorizas a ir en peregrinación hasta tus bellos
ojos. me ha hecho sentir inmensamente feliz e inmediatamente me he puesto a empacar para ir a saber si lo único que puedo
esperar de ti es una mirada afectuosa o si
me concederás un beso de tus labios. Y
puesto que el viajero y forastero goza de
toda clase de privilegios y concesiones, no
te extrañe que no desee sólo uno. Recuerda las palabras de un poeta anglosajón
autor de muchas obras. alegres y tristes. y
que también participaba en ellas: William
Shakespeare:
]ourneys end in lovers meeting
E ver y wise man' s son doth K now ... ;
agregando luego:
W hat is lo ve? 'tis not hereaf ter;
Present mirth hath present laughter;
What' s to come is still 'unsure;
In dela y there lies no plenty;
Then comí kiss me, sweet and twenty,
Y outh' s a stuff will not endure.
31
30
1
')
Si no comprendieras estas líneas, consulta la traducción de A. W. Schlegel de
Lo duodécima noche, o lo que tú desees.
Si me lo permites, descenderemos del elevado arte poético a la prosa común y me
dejarás decirte cuánto deseo estar junto a
ti. Tu hermana Eli me ha extendido amistosamente su generosa mano en la que tenía un billete que me llevará gratis hasta
los límites de este Imperio. De allí sigue
el reino de la oobreza, pues tu elegido tiene más. posibilidades para el Reino de los
Cielos que probabilidades de alcanzar las
riquezas de esta Tierra. Así que no podré
seguir viajando del mismo modo que al
igual que empiezo, y si salgo de esta ciudad a las ocho de la mañana del domingo.
no me esperes en Hamburgo antes del
martes a las 5.46 de la tarde. Incluso, quizas que tarde aún más, pues los enredos
ferroviarios son un hueso duro de roer para mí. y ninguno de nuestros aliados sabe
cómo encontrar la salida de este laberinto
de trenes. En la mañana temprano, después de haberme refrescado y lavado para
que no me veas como un moro, saldré lo
antes posible para W andsbeck. donde mis
enemigos te guardan como a un rehén. Confío en que este encuentro sea casual. Ojalá
que estés aún en el bosquecillo, pues me
gustaría saludarte sin que nos contemplaran otros ojos. Has olvidado, desgraciadamente, decirme acerca de la distancia y de
los medios de comunicación. así como de
confirmarme tu presencia en el bosquecillo. ojalá me aclares estas dudas en tu carta de mañana.
Otra vez, el futuro se cuidará solo, por
lo que no escribo más sobre el tema.
Si tu primo Max demuestra su amistad
32
llevándote a la ciudad, le estaré eternamente agradecido aunque actuando de ese
modo sólo se limite a cumplir una obli~a­
ción hacia la Humanidad. Sin embargo. espero que no piense que tres son compañía.
pues no encontrará ningún apoyo a esta
teoría en tu misántropo amado, y se le
pedirá en forma amistosa que nos deje estar solos. No deseo besarte bajo la mirada
de un extraño, ni sabría que decir estando
él con nosotros. No podrá negar que el
dejarnos solos es lo más sensato. Para que
sepas lo que puedes esperar de tu amado,
te diré que no tengas esperanzas grandes
de él. Llevaré puesta una chaqueta gris
deformada y no muy agradable a la vista,
pantalones claros, y hoy compraré un sombrero gris de fieltro parecido al de tu hermano, pero más barato.
La maleta de viaje de tu hermano contiene el mínimo de ropa blanca con la que
un hombre mantiene cierta limpieza, y en
cuanto a mi abrigo, está santificado con tu
contacto. También conoces el tosco bastón.
la cartera en la que llevo tu fotografía, y el
dedo con el anillo; todo esto más algún
dinero conseguido que nos permitirá subsistir en tu inhospitalaria ciudad natal. Sin
embargo, creo que será suficiente para
nuestra felicidad si nos presentamos como
unos novios ante el sol que baña con su luz
todas las cosas, y que así demos el ejemplo a nuestros hermanos y hermanas menores. Cierta joya espera el día de tu cumpleaños y atrae mis miradas una y otra
vez cuando paso ante ella, pero no me
atrevo aún a comprarla y llevarla conmigo.
por lo que tendrá que esperar hasta el 4 de
agosto. De esta forma, tu caballero andante llegará sin otro equipaje que su cora?
33
•,
',,,··
zón amante y desprovisto de armas, habiendo dejado el veneno y la daga en casa
a disposición de un posible rival. Estoy
impaciente por verte y hablarte de mi devoción hacia ti. y de que en caso necesario
estoy dispuesto a protegerte y defenderte
contra amigos y enemigos. Y a sabes que salí
bastante bien librado de cierta escaramuza
y espero que mi enemigo de Hamburgo me
evite nuevos conflictos mediante una honesta desaparición.
¡Oh maldito estilo medieval! Lo uso hoy.
pero no volveré a hacerlo nunca. Y es que.
en verdad. me siento como un caballero
andante realizando un viaje hacia su ama~
da princesa, a la que guardase cautiva su
pérfido tío. Sin duda te habré aburrido, dul~
ce Marty; sé tolerante. Si supieras cuántas
locuras se alborotan dentro de mí a cada
momento. . . No obstante, trataré de llegar hasta a ti con la necesaria cordura.
Con gran alegría por mi parte, mi vida,
Schomberg ha regresado.
Una vez más, un beso anticipado, ángel
mío, una vez más. Quizá mañana pueda
escribirte desde la ciudad de Modling.
Después, el pago será al contado.
Deseando que nuestra reunión sea feliz,
tuyo,
Sigmund.
Tetschen 12, domingo, 16~7~1882.
Ocho de la mañana.
Mi dulce y pequeña novia:
¡No te imaginas lo bello que es esto, y lo
hermoso que sería aún más estando contigo!
El curso del Río Elba, que es aquí todavía
un pequeño riachuelo, me enseña el camino
hacia ti. Altas montañas, algunas llenas de
árboles y otras desnudas, de formas extrañas; agradables casitas que no parecen
haber sido construídas para habitarlas, sino como castillos de naipes, todas alineadas a lo largo del río, y unos cuantos edificios orgullosos que contemplan desde las
laderas el panorama de la montaña como
si no tuvieran nada que ver con el resto
del pueblo. Uno de ellos se yergue solitario
en la cima de una montaña, y debe ser un
castillo, un convento o algo parecido. No
me imagino qué puede ser. A la izquierda está la ciudad de Bodenbach; a la
derecha, la de Tetschen, y, entre ellas,
dos puentes, uno para el ferrocarril y
el otro para que los "eruditos de paso"
puedan ir a ver a sus amadas. En el segundo tuve que pagar un peaje de dos
K reutzer, pero no me importó, alegrándo~
me de no haberme roto una pierna. Ultimamente he estado contando un montón de
\
34
35
mentiras. Crucé el puente y fui a Tetschen
porque en Bodenbach no había ningún café donde pudiera escribirte. Resulta que
tengo que quedarme aquí hasta las dos de
la madrugada y que no llegaré a Hamburgo hasta las dos y media de la tarde del
martes, sin que sepa realmente si podré
verte ese día, por lo que estoy completamente mortificado. Bueno, no completamente, sólo a medias, como un rosbif. Pero
volvamos a Bodenbach. Hay una especie
de sagrada quietud dominical que se puede
sentir por todas partes, y suenan las campanas, no sé por qué; las calles están limpias, la gen:te es agradable, los viejos tienen el aspecto que yo había atribuído al
Christian Fürchtegott de Gellert y los muchachos son sencillos, como si ellos también sintieran hoy el temor de Dios. En
medio de la plaza del mercado hay una
piedra cuadrada que quizás s~a la tumba
de algún viejo rey sajón, pero, probablemente, no sea así. Y, en realidad , no me
importa lo que pueda ser. Me conformo
con poder caminar por aquí de un lado a
otro sin que nadie me pregunte: "¿Quién
le regaló ese anillo que lleva puesto?"No
pienso quitarme el anillo hasta que tenga
que ocultarlo otra vez en Viena. Iba a
decirte que andaba buscando un café. Entonces vi en la calle a una muchacha rolliza y de mejillas sonrosadas, a la que le
pregunté: "Bella dama -aunque añadí :
no os ofendáis , y continué-: ¿Podríais
decirme dónde puedo encontrar un café?"
Y, no lo creerás, estaba delante del café y
la muchacha parecía ser la camarera o la
hija del dueño. Y aquí estoy, único cliente,
en una habitación donde hay varias sillas
y mesas. Se demoran un cuarto de siglo en
36
traer un café y dan muy poco azúcar con
él. Mi Marty, me tendrás tú que dar más
azúcar. Sin embargo, el bizcocho estaba
bastante bueno. Pedí dos trozos, pues soy
un derrochador , y uno de ellos me lo comeré en tu honor. Y si no termino pronto
esta carta, tendré que dejar todo el poco
dinero que llevo en este café para pagar
la luz , la tinta y el uso del moblaje. Por
eso, las cosas bellas que aún tengo para
decirte , tendrán que continuar permaneciendo en mi mente. Estos garabatos y yo competiremos para ver quién llega primero
ante ti. Viajaremos en el mismo tren y después principiará el período de felicidad, la
época de gozo grande y único, en la que
estaré con mi amada, época ya tan cercana que estoy queriéndome hacer a la idea;
durante todo este tiempo pasado, no habiéndome llegado a creérmelo del todo.
me acosaba el temor que ha cantado el
poeta: ''Tierra, no te hundas", etc.
Por ahora, dulce Marty , adiós.
Hasta la vista. Tu feliz amado,
Sigmund.
37
Viena, lunes, 14-8-1882.
Mi dulce Marty:
No he tenido ni un solo minuto libre
para poder escribirte en todo el día, por
esto mi carta tiene que ser nuevamente
no<;:turna. De todos modos, hacía mucho
tiempo que no me sentaba a escribirte
por la noche. Como sabes, el pobre ser humano siempre siente más necesidad de cariño por las noche& que por las mañanas, bueno ... , hay tantas razones que sería inútil
mencionar alguna de ellas.
Mi preciosa amada, después de mucho
tiempo hemos ido al Prater, y no me refiero al Bund, sino más bien a mi familia.
Nos convidó mi padre para contrarrestar otros momentos menos agradables.
Cuando no está quisquilloso, que desgraciadamente suele ser lo más común, es de
lo más optimista y más aún que cualquiera
de sus familiares jóvenes. A medida que
va pasando el día resucitan ante mí recuerdos agradables, más melancólicos por lo
que me sugerían. Aquí o allá donde hemos estado juntos tantos días, iba sintiendo cómo aumentaba nuestro amor respectivamente. Recordaba donde habíamos comido y bebido cerveza, y hasta cuando nos
dimos las manos y yo me quedé lleno de
38
impaciencia esperando el momento de poder levantarme y tener nuevamente a mi
niña sólo para mí.
Entonces yo había sido muy tímido, y
sólo besé a mi Marty muy pocas veces,
pues no entendía claramente lo que se ha
convertido ahora en la única y más natural condición de mi vida: que he ganado
a una muchacha única e incomparable. El
Prater es un paraíso. Sólo el bosquecillo
de W andsbeck en él que estuvimos solos
como Adán y Eva, exceptuando cierto número de animales (inofensivos en conjunto) , algunos venerables clérigos, varias
viejas inquisitivas, pero discretas, y también unos cuantos animales útiles, como las
vacas que daban leche, amén de las camareras que nos servían bizcocho y mantequilla, etcétera. Eva llevaba un vestido
ocre, como correspondía al tiempo desde la
aparición de la vez anterior, y se adornaba con un gran sombrero que conservaba
un tímido equilibrio sobre su cabeza, y el
Todopoderoso había sembrado hermosos
y altos árboles bajo los cuales había bancas que teníamos a nuestra disposición, sin
que se nos apareciese por parte alguna, un
ángel armado con espada de fuego. A mi
lado, sentado, estaba un delicado angelito
con ojos color esmeralda y cuyos dulces
labios se negaban a permanecer cerrados.
y tenían oue estarlo a fuerza de besos, recibiéndolós, sólo, muy raramente, porque
esto sucedía por la mañana ... , y aún así,
todo esto resultaba perfectamente hermoso, pero aún creo que habrá cosas más
bellas. ¿Te imaginas ya en el día de tu llegada? Sólo faltan quince días, y procura que no pase uno más, pues de lo contrario mi egoísmo se rebelará contra tu
39
"'
111
madre y Eli-Fritz, y haré tal escándalo
que todo el mundo se enterará. Que quede
bien claro que cuando regreses volverás a
mí, aunque tus sentimientos familiares se
rebelen contra esta idea. De ahora en adelante no eres sino un huésped de tu fami~
lia. al igual que una joya que hubiese empeñado y que recobraré en cuanto tenga
el dinero para ello. Pues ¿acaso no ha sido
establecido ya desde tiempos muy remotos que la mujer dej~rá a su padre y a su
madre y seguirá al hombre amado? No
debes entristecerte, Marty. ni luchar contra ello. Por mucho que ellos te quieran,
no renunciaré a ti, ni creo que nadie te merece. No hay otro amor que pueda compararse con el mío.
¿Qué tal por Wandsbeck? ¿Recuerda
alguien a tu admirador? ¿Existen personas
que aseguran habernos visto juntos? Fuiste tan audaz. mi adorable niña . .. ¿Estarás
dispuesta a arriesgarte también aquí? No,
creo que debas ser, tan atrevida aquí como
lo fuiste ahí. ni quiero pedírtelo; pero ocasionalmente, me imagino que podrá ocurrírsete algún pretexto. ¿Lo harás? "¡Oh,
no hablemos ahora de lo que va a pasar en
Viena!" Pero, niña intolerante, ¿qué quieres que haga si pienso en ello constantemente? ¿Te está gustando el concurso coral? ¿Y has podido quitarte la costumbre de
darte vueltas al anillo a cada momento?
Hoy me di a mí mismo un certificado
médico, útil para todos los efectos. y mañana volveré a empezar a trabajar. Los pasos son cortos y largo el camino, pero llegaremos, y entonces podremos pasearnos
por las calles cogidos de la mano. ¡Qué maravilla será esto!
Me gustáría saber lo que vas a hacer
40
en este momento. ¿Quizá detenerte en el
jardín y lanzar tu mirada hacia la calle desierta? ¡Ay!. ya no puedo volver a pasar
por allí y oprimir tu mano. La alfombra
mágica que me llevaba hasta ti está destrozada. los caballos alados guiados por
hadas, y aun estas mismas dulces damas.
ya no vuelven, ya no es posible conseguir
poderes mágicos; el mundo es prosaico, y
todo lo que se pregunta se resume en esta
frase: "¿Qué es lo que quieres. hijo mío? ...
Lo tendrás pero. a su debido tiempo". La
única palabra mágica es: paciencia. Y al
decir esto recuerda cuánto pierde cada cosa al no poder obtenerla al momento, y
tenemos que pagar su precio con nuestra
juventud. Buenas noches, mi querida Marty. Siempre tuyo,
Sigmund.
41
Viena, jueves, 17-8-1882.
Mi amada niña:
",,
Hoy hace ya un mes que mis ojos te espiaban mientras estabas sentada en la terraza de la casa de Philipp. cuando aún
no nos conocíamos, y llevamos dos meses siendo novios. Desde entonces han
ocurrido, muy pocas cosas que puedan
contribuir a la unión que aspiramos en
realidad. Sin embargo, tampoco hemos _desperdiciado el tiempo. Eramos extraños y teníamos que conocernos y vivir algunas cosas juntos, lo cual hemos conseguido, y si
los dos podemos conservar nuestra buena
salud y no se ocupa algún demonio de
destruir nuestros sentimientos, los siguientes aniversarios mensuales nos encontrarán más avanzados en nuestro destino. Para
ti, pobre amada mía, la esperanza de ir hacia un futuro mejor tendrá de compensarte por los muchos sacrificios que haces por
el momento. Para mí, el valor que tuve para cortejarte se ha visto ya satisfecho con
mi buena suerte. Si me permites una petición, te ruego que no seas taciturna ni reticente conmigo, sino que, compartas conmigo cualquier infortunio que podamos
superar y soportar juntos como amigos y buenos compañeros. Siempre he ac42
tuado así, a veces como consecuencia de tu
naturaleza delicada, y tú me has dicho que
estabas de acuerdo con mi forma de ser.
Si al obrar así te he causado alguna molestia, sé que mis esfuerzos por compartirlo contigo íntimamente ha sido posible, y me alegra que no hayan caído en
tierra baldía. Si esto puede considerarse
egoísmo, hay que pensar que el amor, después de todo, sólo puede ser así.
Sólo la influencia de mi mal humor habitual me lleva a referirme a estas cosas.
ya que actualmente no existe discrepancia
entre nosotros, ni yo albeq¡o el temor de
que pueda aparecer, desechando la posibilidad de que en el futuro cualquier acontecimiento lograra separarnos. Sólo me
duele mi incapacidad para poder demostrarte mi amor, pero mientras mantengas
la fe en mí y me ames -y sé que en ambas
cosas eres honesta-, no hay duda que
nos llevaremos bien y seremos capaces de
gozar tiempos mejores. No te molestes por
mi actitud tan seria Marty, pues ya sabes
que, en cambio, suelo ser alegre cuando estás conmigo.
Cariñosos saludos y en espera impaciente de ese monstruoso mes, que tan pronto
se desvanecerá en el pasado.
Tuyo,
Sigmund.
43
Viena, 25-9-1882.
Para mi querida Marty:
Comienzo a escribirte sin esperar tu carta, para contarte más sobre mí y los trabajos en que estoy, ya que nuestras relaciones
personales no me permiten decirte todo lo
que me gustaría. Voy a ser franco y confidencial contigo, como debe ser entre dos
personas que se han unido para amarse.
Mas como no deseo seguir escribiéndote
sin tener respuesta tuya, dejaré de hacerte
semejantes confesiones mientras no reciba
tu contestación. Las continuas elucubraciones internas relativas a la persona que
uno ama, y que no son atenuadas ni remozadas por la presencia de dicha persona,
conducen a falsas conclusiones sobre la mutua relación y aun al rompimiento cuando,
al encontrarse de nuevo, uno se da cuenta
que todo es diferente a lo que uno había
imaginado. Tampoco me encontrarás siempre cariñoso, ya que a veces pareceré serio
y franco, como es lo correcto entre amigos.
Pero al actuar de esta forma creo qU'e no
te sentirás privada de anhelos y de que te
será fácil distinguir entre quienes te juzgan según tus propios méritos y los que te
malcrían tratándote como si fueras tan
sólo un juguete deleitoso.
44
Te ruego que no creas, dulce amada, que
te encuentro defectos. Lo único que deseo,
es que entre nosotros no existan secretos.
Tú sabes que desde el primer momento en
que empezó nuestra unión tuvimos que cam-biar en cierta forma nuestra manera de ser,
cada uno respecto al otro. Quizá me permitas decirte y explicarte los aspectos en que
la Marty de ayer parece no haber cambiado aún del todo en mi amada niña.
Hasta aquí podrías pensar: "Que no está satisfecho conmigo". Y quizá hasta te
caiga una lágrima. Pero no actúes así, recuerda que, ante situaciones parecidas, hemos de actuar por igual.¿Acaso yo no lloraría si tú me reprendieses? Nos hemos echado sobre las espaldas una tarea difícil, y en
su realización debemos apoyarnos y ayudarnos mutuamente. Las palabras de amor
no pueden corregir esto, ni supone la existencia de cosas desagradables. Nuestra
mutua ayuda supone que habremos de compartir todos los problemas que aparezcan
en nuestras vidas, y, en mi opinión, hasta
ahora, todos han exigido y esperado de
la amistad cosas agradables. contentándose al final, él o ella, estando muy felices.
En agosto, cuando estuve enfermo Eli vino
a verme; me preguntó con tono de reproche por qué, estando tan enfermo, no ingresaba en el hospital, en lugar de ser un
peso para mi familia. No me gustaría que
nosotros pensemos así el día de mañana,
amor mío. No pretendo únicamente pasar
contigo sólo horas placenteras, pero deseo seguir convencido y convencerte de que
nos queremos y hemos de intentar comprendernos en la mejor forma posible entre dos seres humanos.
Por mi parte, espero que es posible. Sólo
45
una vez he sentido que no te mostraste del
todo justa conmigo y me ofendiste profundamente: Sucedió esto cuando sin tenerme en consideración. te negaste a romper
tu amistad con Fritz o hacia Fritz Wahle.
Con paciencia logré que, al fin, pusieras
término a la misma. Entonces me daba
cuenta de que querías con nobleza mantener tu independencia y me contabas sólo
lo que creías que yo debía saber. Quizás
algún día estarás de acuerdo plenamente
conmigo sobre este punto, pues ese día
mostraste una gran desorientación. Esperemos que tales hechos no vuelvan a suceder jamás entre nosotros. También me comprenderás si te digo que: antes del ser
amado, existe todavía un escalón superior:
el del amigo. y que sería una horrenda pérdida para los dos si yo me decidiera a
amarte únicamente corno a una novia y
no corno a un igual; es decir, quererte corno a alguien a quien tuviera que ocultar
mis pensamientos y opiniones o. en suma.
la verdad. Te ruego aceptes la mano que
te tiendo con el mayor cariño y confianza
y espero que te portes conmigo como yo
lo hago contigo (1).
Viena, 13-7-1883.
();
(1) Sin firma.
46
¡Jardinero Bünsow, ser dichoso, ya que
tienes el privilegio de alojar a mi dulce
amada! ¿Por qué no seré jardinero, en lugar de médico o escritor? Tal vez aún necesites un joven que se ocupe para ti en el
jardín, y yo pudiera brindarme para dar
los buenos días a la princesita y para cambiarle un beso por unas flores.
Pero ya sabes que esta carta no va dirigida al jardinero Bünsow, sino a ti, a mi
Marty, a mi Cordelia-Marty, ¿Por qué
Cordelia? Ya te lo explicaré después. ¿Te
interesa saberlo, adorada mía? Espero que
tu garganta ya esté mejor, y confío en que
así sea para cuando recibas esta carta. Me
alegro de que me lo contaras, pero no de
que te pusieras mal. Si no se acentúa, no
dejes que te mimen ni te abrigues demasiado con bufandas y chales, pues creo que
es tratamiento un tanto anticuado. para
una enfermedad un tanto insignificante, y
no creo que pueda producir resultados positivos.
Espero tus noticias con gran interés, y
supongo que estarás comiendo bien, aunque sea a escondidas, y si necesitas algún
dinero. dulce niña. puedo conseguirte algo
para ello.
Hoy fue uno de los días más calurosos y
47
fatigosos de toda esta época. y casi me volví loco de cansancio. Y lo único que necesitaba era descanso y fui a ver a Breuer de
cuya casa acabo de regresar. bastante
tarde, como verás. El pobre tenía un fuerte
dolor de cabeza y estaba tomando salicilato. Al verme, lo primero que hizo fue mandarme inmediatamente a la bañera. de la
que salí rejuvenecido. Lo primero que pensé al aceptar su húmeda hospitalidad, fue:
Si Mart y estuviera aquí, diría: "Esto es
lo que también hemos de tener nosotros".
Tienes razón, niña mía, y por mucho trabajo que me cueste la tendremos, siempre
que continúes amándome durante todo el
tiempo. Después fuimos a cenar arriba, en
mangas de camisa (ahora estoy con una
bata algo más cubierto) , y luego sostuvimos una prolongada conversación médica
sobre la vesania moral. las enfermedades
nerviosas y los casos clínicos extraños de
algunos pacientes; hablamos de tu amiga
Bertha Pappenheim, y luego cambiamos
el tema hacia algo más personal e íntimo.
El me contó muchas cosas de su mujer e
hijos, haciéndome prometer que sólo te lo
contase: "después que te hayas casado con
Martha". Al llegar a este punto le abrí mi
corazón y le dije: "Esta misma Martha,
que actualmente está en Düsternbrook con
la garganta mala, es, en realidad, una dulce Cordelia, y existe ya entre nosotros una
gran intimidad y nos contamos todo". Entonces él me dijo que también llamaba
así siempre a su mujer, porque ésta era
incapaz de demostrar afecto hacia otras
personas, incluyendo a su padre. Y los
oídos de ambas Cordelias, una de treinta
y siete años y la otra de veintidós, deben
de haberles estado silbando mientras hablá-
48
bamos de ellas con tanta ternura.
Ahora me despido. porque me estoy quedando dormido.
Tuyo.
Sigmund.
1'- _}
49
le dio la más alta expresión posible con las
siguientes palabras:
Let us consult,
What re-inforcement we may gain
from hope;
lf n.ot, what resolution
f rom despair.
Viena: 28-8-1883.
El martes por la noche.
'1
Mi preciosa niña:
111
Hoy acudí junto a mi paciente sin saber
de dónde sacaría la simpatía y atención
necesarias. Me sentía incapaz y apático.
Sin embargo, esta impresión se desvaneció
cuando empezó a quejarse y yo a darme
cuenta de que tengo aquí una función y
cierta influencia. No creo que antes lo haya
atendido con tanto tacto ni haberle hecho
tan buena impresión. El trabajo es realmente una bendición. Ahora me siento a
gusto y tranquilo, habiendo decidido ser
severo conmigo mismo para no caer nuevamente en semejante estado de debilidad.
El sentimiento y eficacia es, sin duda, lo
mejor que un hombre puede hallar en sí
mismo. Y es parecido a lo que el poeta escribió en las líneas:
News trength and heart to meet the
world incite me,
The woe of earth, the bliss of earth,
invite me ...
El mismo estado de ánimo se encuentra
en otro poeta aún de mayor maHnitud, que
so
Y o no puedo imitarlo, pues no debo malgastar este estado de ánimo en una batalla
definitiva, sino más bien atesorarlo para
una lucha prolongada y tenaz llena de pequeñas empresas aisladas.
Y a me siento bien de nuevo y con la renovada capacidad de apreciar debidamente el valor que debo concederle a las cosas, alegrándome de que aun en los días
más pesimistas seguiré pensando en ti con
igual ternura que la que siento hoy. Quizá exista un amor más flexible que el que
yo tengo por ti, pero dudo de que exista
otro que sea tan profundo. Cuando me molesto contigo, como me ocurrió cuando me
comunicaste tus ideas de viaje, tal enfado
desaparece apenas se cristaliza en palabras
y no me gusta guardármelo, pues en tal
caso se afianzaría en mi interior y no podría ser cauterizado por medio de la expresión. Y a tienes prueba de ello. Mas no
hablemos más de mí; introspección y la presunción forman también parte de este 1 estado de ánimo.
No me fue fácil encontrar sosiego hoy.
Al llegar a casa me dijeron que mi madre
había estado esperándome dos horas y había dejado un pequeño regalo para mí y
también el recado de que fuera al Prater,
pues mi padre se marcharía mañana ...
Pero creo que no lo hará hasta por la no-
51
che. No puedo soportar la compañía de nadie durante largo tiempo, y menos aún de
mi familia. En realidad, soy sólo una persona a medias, .-en el sentido de la vieja
fábula platónica, que sin duda conoces.-,
y en cuanto no realizo una gran actividad,
mi herida me duele. Después de todo, ya
nos pertenecemos, y si nos peleamos -lo
cual es también parte del amor.-, que sea
en la intimidad.
¿Qué más me sucedió hoy? ¡Ah. sí! Mi
librero vino a verme para preguntarme si
debería aceptar un libro que su mismo autor
desea traducir del inglés, idioma en el que
fue originalmente escrito. Como la cuenta
que le debo es bastante alta, me alegro de
haber podido establecer una relación personal. El libro tiene bellas ilustraciones y
le voy a aconsejar que lo acepte. Espero que
me regalará un ejemplar de la traducción.
Desgraciadamente, no es nada que pueda
interesarte, pues es sobre histología patológica. ¡Oh mi preciosa novia, qué cosas
tan estúpidas y poco interesantes te cuento! Voy a escribirte una historia graciosa,
pero no debes apenarte. Al llegar a casa
encontré una carta de un amigo que a menudo viene a verme (en privado), pidiéndome que le prestara otro Gulden hasta
primero de mes, agregando que se lo dejara al portero, y que si no tenía un Gulden entero, le prestara sólo medio, pues lo
necesitaba con urgencia y me prometía que
el día primero me pagaría todo. Cuanto tenía en aquel momento no llegaba
ni a lo que me pedía y no podía ofrecerle esta suma. Decidí, por tanto, y ya
que mis "banqueros" habituales no estaban en casa, hacerme el encontradizo
con un colega que me debe una suma con-
52
siderable y que debía pagármela a fines de
este mes.
Pero no lo hallé. Me estaba entrando
hambre y tenía que ir al Prater. Afortunadamente, encontré allí a otro colega, al
que inmediatamente le pedí prestado un
Gulden, que pudo prestarme; pero, era
ya demasiado tarde para enviarle una
parte del mismo a mi otro amigo, de modo que hoy no pude entregarle nada,
aunque, si mi otro deudor me paga mañana, le daré algo. Algún día, quizás él y
yo seremos ricos; ¿no te parece, Marty,
que ésta es una extraña vida de gitanos?
¿O acaso no te gusta este humor y prefieres llorar mi pobreza? No lo tomes demasiado en serio. No vayas a vender tus joyas para salvarme, volveré a ser de nuevo
hombre adinerado.
Y ahora, buenas noches, dulce princesa;
si te he escrito en tono un tanto impersonal y mostrándote quizás un poco menos
de afecto, es porque tengo un pequeño
plan ... , y ya puedes imaginar cuál es.
Tuyo,
Sigmund.
53
Viena, martes, 4-9-1883.
Por la noche.
Mi adorada niña:
Me imagino por qué no he tenido carta
tuya hoy. Hace dos días supiste que estaba nuevamente enfermo y, preocupada,
decidiste esperar a recibir la carta siguiente. Estaba enfermo cuando te escribí hace
cuatro días, pero ya me encuentro bien y
quiero contarte mis planes de viajero. Desdichadamente, no viajaré hacia donde tú
estás, mi dulce niña, pues aún no soy lo
suficientemente rico para poder hacerlo.
Así que no podré por ahora verte, pero de
todas maneras deseo consultártelo y que
me digas lo que piensas. Tengo posibilidades de acudir a dos grandes invitaciones: la primera consistirá en visitar a
Brust, en Baden. Vino con su hermano, y
me dijo que tenía la intención de que nos encontrásemos en la calle Kaiser Joseph. Podría quedarme con ellos ocho o diez días
y no gastaría en el viaje más que un Gulden. Por otra parte, la alimentación me saldría igual que aquí. Brust me ha propuesto
incluso presentarme en el restaurante
como hermano suyo. igual que hizo hace
dos años, para que los camareros no acepten propinas mías; pero esta vez no lo toleraré.
54
La otra sugerencia es más original: el
doctor Widder insiste en que lo acompañe el 15 a estar con él dos semanas en su
pueblo natal, cerca de Kaschau, donde no
haremos otra cosa que comer uvas. Y o iría
en plan de invitado de su familia. El viaje cuesta de 50 a 60 florines; y como viajaría en calidad de Oberarzt, sólo me costaría la mitad, y probablemente podría
incluso conseguir un billete gratis, hacia
Zuckerkandl, y de allí a Pest, y así ahorraría un poco más. Por lo tanto, el viaje me
costaría en total sólo diez florines más de
lo que gasto aquí en una semana; pero todo
esto me serviría para conocer Pest y los
Cárpatos y vivir durante diez días corno un
gitano, totalmente olvidado de la medicina. Esta última invitación tiene muchas cosas en su favor, pero supone un gasto de
tiempo y dinero que no ocurriría en la primera. ¿Por cuál me decido? Te confieso lo
que he decidido y enumeraré las circunstancias que tendré que tornar en cuenta. En
primer lugar, Breuer regresará y me quitará a K ... de en medio. Para entonces, éste
ya habrá pagado, y todo depende de si los
honorarios se aproximan más a treinta o a
cincuenta. En segundo lugar, Breuer quizá tenga alguna idea que me sea útil o que
no pueda rehusar. Es momento de tener un
sueño loco~ supón que K . . . recompense
mis esfuerzos del mes de agosto pagándome cien Gulden. Entonces podría quedarme en Baden y de allí a Kaschau y luego
marcharme a Wandsbek. ¡Ay mi querida
niña, creo que no hay esperanzas! Tendría
que pagarme a siete florines ( ¡! ) la visita.
Si lo hubiera curado ... ¿Por qué no lo hice? Y a propósito, aún no nos hemos puesto de acuerdo sobre nuestro encuentro.
55
'•
Pero hablemos nuevamente en serio, mi
querido primor. Creo que tendré que acep~
tar una de las dos invitaciones. Aunque
poseo una constitución muy fuerte, no me
he llegado a encontrar bien del todo en es~
tos dos últimos años, en los cuales ha ha~
bido tan malos momentos, que realmente
sólo la alegría y la felicidad de nuestras re~
ladones han contribuído a darme alguna
salud. Soy como un reloj que durante mu~
cho tiempo no ha sido reparado y los engra~
najes ya crujen. Pero ya mi miserable perso~
na va adquiriendo una importancia mayor,
aun para mí mismo, desde que nos ena,..
moramos. Estoy preocupado con mi sa~
lud y no quiero malgastarla. Prefiero re~
nunciar a mis ambiciones, y tener menos
éxito que poner en peligro mi sistema ner~
vioso. En el futuro, y durante el tiempo que
continúe mi aprendizaje en el hospital, creo
que intentaré imitar el modo de vida de los
gentiles; es decir aprendiendo y practicando
con modestia las cosas corrientes, sin es~
forzarse en pos de los descubrimientos y
sin calar demasiado hondo. Mi felicidad se
basa, sobre todo, en mi relación contigo y,
posteriormente, en que seas mía. Debemos
permanecer juntos y hacer que la vida sea
más bella para nosotros. Y lo que necesi ...
tamos para nuestra independencia podré
lograrlo por medio de un trabajo honrado,
sin esfuerzos gigantescos.
Cuando estemos juntos y nos hayamos
dado mutua fuerza y seguridad, habrá lle,..
gado el momento de perseguir nuevamente
ambiciones más grandes. ¿Por qué no es,..
tás aquí, querida, para darme tu respuesta?
Estoy seguro de que estoy indeciso cuan ...
do proyecto mis planes, ¿no es así? Con,..
téstame. Cuéntame cuáles son tus pensa . .
56
mientos y dime cómo quieres que sea nues ...
tro futuro.
Schomberg tenía que llegar hoy, pero no
ha sido así. Quizá la visita de Brust se lo
impidió. Y ... ¿tú qué haces, novia silen ...
ciosa? Bueno; no silenciosa, sino lejos, y
no podrás contestar ésta hasta el 8 de sep ...
tiembre. Tenía ganas de enviarte un nú ...
mero especial del /lustrado, pero aún no
tengo dinero y todavía no me han relevado
en el barrio de Potzleinsdorf. El pobre
hombre no está nada bien; pero, por fin,
conseguí que durmiera. Tener que consolar
a una esposa con mentiras es bastante
duro.
Hoy encontré a la señora Emma Pap ...
penheim con un niño, sentada en un banco
de Gersthofer Allee. Esta vez la recono,..
cí antes de que ella me saludase. Es curio ...
so que envíen a los niños de Hamburgo
aquí y a los vieneses que los envíen para
allá.
Adiós mi querida novia. Tu fiel
Sigmund.
Saludos a Minna.
e
57
Viena, sábado, 8~9~ 1883.
Mi preciosa Marty:
1
I~
¿Qué puede ser lo que deseas y no quie~
res decírmelo? Siento una gran curiosidad.
pues también Schomberg me ha dicho que
hay algo parecido en su horizonte. ¿Qué
puede ser? ¿Un diente del Califa. una joya
de la corona de la reina Victoria, el autó~
grafo de un gigante, o algo igualmente fan~
tástico que me obligue a ponerme mi arma~
dura y salir hacia Oriente? ¿O acaso estén
más cerca los anhelos de mi amor? ¿Qui~
zá pretenden una hazaña de autorrenuncia~
ción? ¿He de ayudar a Y om Kippuro o re~
conciliarme con alguien a quien detesto?
Seguro que no. Mi Marty, jamás abusa~
rías de tu influencia sobre mí, ni me per~
suadirías para que realizara algo que no
tiene sentido. Espero que quieras algo que
yo pueda alcanzar y ponerlo a tus pies ...
Mi mayor preocupación actual es con~
seguir que Schomberg se vaya de aquí du~
rante el invierno. Uno de sus hermanos está
poniendo toda clase de objeciones. y es~
toy esperando a que llegue el otro herma~
no para ver si lo puedo convencer. Existe
incluso una remota posibilidad de que se
vaya a la Riviera, independiente de sus
58
;
'u
hermanos. Pero estimo que lograré conse~
guir algo hablando con ellos.
La confesión que me haces acerca de tus
lecturas, princesa, me divirtió sobremanera.
Es como si retrocedieras ante lo desconocí~
do, como aquel campesino del viejo pro~
verbio que sólo comía lo que había catado.
Pero termina de leer Don Quijote. La
segunda parte contiene muchas menos cru~
dezas que la primera y es mucho más fan~
tástica. Estoy de acuerdo contigo, y pien~
so que en invierno, o cuando el tiempo
empiece a ser malo, debes escribirme sólo un
día sí y otro no, para dedicar parte de tus
horas a hacer un poco de ejercicio. De to~
dos modos, tengo fe en ti y pienso en ti
con una alegría serena y límpida. Pero.
Marty, en ese caso tendrás que escribirme
cartas más largas un día sí y otro no.
pues de no hacerlo, sucumbiré a un hambre
incontrolable de tener noticias tuyas.
Y a no tengo que elegir ni tú que decidir
acerca del viaje que te anuncié.
El doctor Widder no puede partir el 15
porque su jefe está de vacaciones, y él se
ha quedado al frente del departamento. Lo
que me hace realmente dudar acerca de
la posibilidad Baden, considerando la acti~
tud ambigua de D ... hacia Rosa, es si será
una buena idea cultivar íntimamente una
amistad que podría ser interpretada como
especulación sobre las relaciones futuras.
¿O acaso te parece este temor excesiva~
mente rebuscado? Te diré de paso que me
encuentro muy bien y dominado por una
gran pereza y que, desde que veo todas las
noches a Schomberg, siento nuevos estímulos. Breuer aún no ha regresado y le espero con impaciencia, tanto por razones
personales como profesionales. El tiempo es
59
ya tan malo, que no creo que pueda permanecer fuera durante muchos días. Tengo la impresión de que lJegará el lunes.
Ya veo por tus cartas que estás bien;
pero te ruego me digas también qué tal estás de aspecto, si has engordado, si te sien~
tes mejor y si tu pie] está más limpia de
impurezas que cuando nos separamos. Si
no, le diré a Minna que aclare todos estos
extremos o venderé mi biblioteca y me
iré donde ti, sorprendiéndote en nuestro
bosquecillo para convencerte, y regresaré
esa misma noche. ;.Te gustaría que hiciera esto, mi vida? ¿Y qué me dices de los
baños fríos? ¿Hace otra vez un tiempo demasiado horrible para tomarlos?
Saludos afectuosos para mi preciosa novia, de su devoto.
Mis más cariñosos recuerdos para Minna. Voy a escribirle una carta muy larga
dentro de dos días.
Sigmund.
60
Viena. sábado. 6-10-1883.
Mi querido tesoro:
Te vas a reír de mí. Por vez primera
desde hace siglos, no sé lo que escribirte.
Estoy tan concentrado en la lectura de artículos, metódicos por supuesto, y en la experimentación de métodos, que siento la
tentación de comenzar esta carta con la
frase: "Hoy no ha llegado correo de
Wandsbek". Y, además, siento que te
amo más inmensamente desde que recibí
tu última carta, que no se me ocurre otra
cosa que: es una vergüenza que yo esté
aquí sentado y tú tan lejos.
Hoy fue un tranquilo día de trabajo.
Tuve que dejar mi turno de la mañana porque me correspondía hacer guardia en el
Registro hasta las nueve de la mañana.
Después me dediqué ardientemente a experimentar nuevos métodos, quE. me hicieron desechar la última idea que se me había
ocurrido. Me queda otra, que pondré a
prueba mañana y que seguramente tendré
también que abandonar. Mañana es domingo. Afortunadamente. me toca guardia.
¿Qué otra cosa podría hacer un domingo.
si la única persona a cuyo lado me gustaría estar. se encuentra tan lejos de mí? Paciencia. Si siHO sintiéndome tan bien de sa61
'•
lud como lo estoy actualmente, algo bueno
se cruzará en mi camino. Pero tienes toda la
razón del mundo, nunca volveré a interrumpir mi trabajo estando tú ausente.
¿Y tú? ¿Qué haces? ¿Qué tal aspecto tienes? ¡,Cómo te encuentras? Quiero saber
todo lo que haces y piensas. Mi desordenada habitación se vuelve cada día más
confortable. Lástima que no haya un solo
rincón que hayas honrado con tu presencia, pero si lo hubiese aunque sea un pequeño espacio, también estaría cubierto con mis
trabajos científicos. Leo todo lo que puedo
de medicina. Hoy se publicaron mis primeras colaboraciones, aunque, por supuesto, anónimamente. Cuanto más profundamente penetro en el terreno de la medicina,
más difícil resulta escribir cosas publicables. No porque se me planteen exigencias
m~yores que antes, sino porque la mayoría de las publicaciones de este tipo requieren una buena dosis de modestia. Si los
autores fueran más dados a la autocrítica,
las nueve décimas partes no serían autores.
Tengo que leer una gran cantidad de material mediocre y aun inexacto y, desde luego, no soy capaz de escribir a mi vez cosas
por el estilo. En medicina, una gran parte de la propia inteligencia tiene que ser
derrochada en la tarea de desechar cosas
e ideas. Sin embargo, éste es un modo de
ser inteligente. Espero, en cualquier caso,
que cuando esté impuesto en la materia
surgirán en mí el anhelo y la capacidad de
escribir algo útil.
Marty, ¿te aburre, que te hable de estas
cosas? Estoy seguro de que no. Eres tan
buena ... y, entre nosotros, escribes con
tanta inteligencia y eficacia, que me das un
poco de miedo. Todo esto contribuye a de62
mostrar una vez más la superioridad de la
mujer sobre el hombre. Y no tengo nada
que perder en este aspecto.
Adiós, niña mía.
Con muchos saludos cariñosos de tu
Sigmund.
63
Viena. martes. 9- 1O-1883.
Mi amada Marty:
I~
¿Que qué hago? Trabajar más que nunca y sentirme mucho mejor. La mayoría
de mi tiempo la dedico a escudriñar grandes montañas de papeles. que leo en parte
para mí y para el Semanario Médico. O estoy en el laboratorio. donde mi método está
actualmente en marcha con la mejor apariencia posible, aunque aún creo que necesita que le corrija algunas cosas. Y. desde
la mañana hasta las once (casi me olvido
decírtelo). ando por los pasillos como Sekundararzt, muy ocupado en aprender y en
escribir. y actuando de vez en cuando como cirujano. Todo mi estado mental posee
una densa cualidad. algo muy parecido al
sueño o al delirio, quizás éstas sean las
condiciones más adecuadas para ayudarle
a uno a llevar una prolongada separación.
No podría decirte si todo esto resulta
placentero o no. aunque es evidente que
los sentimientos personales no poseen. entonces ya. demasiadas oportunidades para emerger a la superficie. El trabajo
continuo actúa ya como un narcótico;
pero, como sabías. hacía tiempo que
buscaba algo que lograse sacarme de mi
estado de excitabilidad. Y a lo logré. A
64
veces me parece que las olas del mundo
exterior, del gran mundo, no vienen a estrellarse contra mi puerta. Otras. tengo que
luchar contra la sensación de que soy un
monje en su celda. como el descrito por
Scheffel. En mi cerebro surgen criaturas
extrañas. Casos clínicos. teorías. diagnósticos y fórmulas que ocupan mis otras cavidades craneanas vacías. y la medicina.
tomada globalmente, está comenzando a
serme familiar, a adquirir plasticidad. Las
bacterias habitan aquí, y unas se vuelven
verdes, mientras otras se tornan grises.
Aquí llega el remedio para el cólera, cuando lo ves escrito, pero quizás inútil. Y sobre todo esto surge predominante el grito:
¡Tuberculosis! ¿Es contagiosa? ¿Es adquirida? ¿De dónde viene? ¡,Está en lo cierto
el maestro Koch, de Berlín, al afirmar que
ha descubierto el bacilo que la provoca?
Pero al recibir carta tuya, todo esto se
disipa y la vida real se introduce en mis
células. Los problemas extraños quedan
borrados de mi cerebro; se desvanecen las
misteriosas concreciones pictóricas de las
diversas enfermedades y desaparecen las
teorías vacías "en relación con la fase científica actual". como se añade habitualmente.
Y con tus cartas, el mundo se torna de
nuevo cálido. alegre y fácil de comprender. Mi dulce amada. no eres una alucinación ni tienes que ser objeto de una experimentación química. Todo esto no tiene
nada que ver contigo -espero que te encuentres maravillosamente bien-. y tu
única torpeza fue el hacerte novia de un
médico. ¡Oh Marty! Ser un ente humano
resulta mucho más agradable que convertirse en almacén de monótonos experimen-
65
tos. Mas uno no puede permitirse el lujo
de ser un ente humano durante una hora
si antes no se ha ocupado de transformarse durante once en una máquina o un almacén. Es un círculo vicioso.
Espero tener noticias tuyas mañana, mi
preciosa niña. Adiós, y trata de no aburrirte demasiado. Tuyo,
Sigmund.
Viena, martes, 15-1O-1883.
Siete de la tarde.
Mi amada Marty:
,,
Tu dulce carta de felicitación me sorprendió, precisamente cuando me preguntaba por qué lado coger el método y qué
hacer para mejorarlo. Probablemente, dedicaré toda la semana que viene a realizar
más experimentos, que habré de preparar
cuidadosamente. Hoy voy a mostrar a
Breuer los especímenes durante la consulta. Estoy seguro de que he dado en el clavo, aunque últimamente todo haya funcionado caprichosamente. Sin embargo. estos
antojos de la Naturaleza suelen ocultar a
menudo posibilidades de aprender más.
Tengo la intención de modificar mi horario de trabajo, asistiendo a los cursos de
Ultzmann de once a doce, en lugar de ir a
las clases de Urbantschitsch de cuatro a
cinco. lo que me dejará la tarde libre para
ocuparme de mis propios experimentos.
También me dará esto oportunidad de ocuparme de mi alumna, si viene, pues ya veo
con horror cómo se acerca el día.
Hoy se cumple el décimosexto aniversario mensual de nuestro noviazgo, y he de
enviar un saludo especialmente afectuoso
a la dulce niña Ctffas cartas ha ido aumen-
67
tando constantemente en bondad, inteligencia y nobleza, aunque, por supuesto,
ella ya poseía estas cualidades. Querida
Martha: Hasta ahora hemos seguido siempre una senda ascendente, ¿no es verdad?
Y tenemos cada día mayores razones para
estar felices el uno del otro. Por eso mire
con confianza al próximo mes que viene.
En nuestro aniversario anterior tuve que
protestar; pero parece que casi lo hemos olvidado.
No puedo explicarte, sin fatiga para ti
y sin caer en una prolijidad excesiva, en
qué consiste mi trabajo, por el que con
tanta dulzura me preguntas. Sí puedo anticiparte que se trata de un método para el
tratamiento químico del cerebro. ¿Está
claro, no?
Bueno; "como se sabe", el cerebro debe
ser, ante todo, endurecido (en alcohol,
por ejemplo) y después cortado cuidadosamente en finos segmentos para ver en
qué orden respectivo están situadas las fibras, las células y adónde conducen éstas,
etcétera. Las fibras son las sendas conductoras procedentes de las diversas partes
del cuerpo, y están controladas por las células, lo que obliga a respetar la estructura. En los segmentos del cerebro endurecido
apenas hay nada que pueda ser apretiado a primera vista; pero surgen nuevas
posibilidades si se los colorea con carmín,
ya que entonces las fibras y células adoptan un color más rojo que el de las otras
partes no esenciales. Aun así, sigue siendo
muy difícil apreciar todas las finísimas fibras y obtener fotografías claras. Como todo el mundo sabe, el empleo de soluciones
de oro y plata produce bellas fotografías
en otros especímenes, dando coloridos di-
68
ferentes a los diversos elementos que los
componen, y actualmente se está experimentando con esto en el cerebro. Creo
que, hasta ahora, mis pruebas han sido las
más satisfactorias. Todas las artes poseen
trucos técnicos de los que no puede prescindir la ciencia. ¿Está mi querida princesa satisfecha ahora? Sin duda te extrañará
que utilice un papel de cartas tan sucio y
un sobre tan enorme, pero así es la vida
en el laboratorio. Afortunadamente, ya
son las nueve y estoy a punto de ser relevado, princesa, y espero poder darte
pronto buenas noticias.
Tuyo,
Sigmund.
69
En el Registro, martes, 23- 10-1883.
Mi amada Marty:
Me atrevo a escribir "mi amada", aunque ocasionalmente me deje arrastrar por
el mal humor y te escriba algo fastidiado.
Si te he vuelto a molestar, te agradeceré
que añadas esta nueva ofensa a la lista de
las anteriores y pienses en mi anhelo, en mi
soledad, en mi lucha impaciente y en las
cadenas que me oprimen. De cuando en
cuando tengo como ataques de desesperación y desánimo. que tú, tan buena y adorada, no debes compartir. En estas ocasiones te ruego que te rías de mí y recuerdes
lo rápidamente que vuelvo a recuperar
mi elasticidad y recto raciocinio. Esta
tarde, niña, obtuve una vez más buenos
resultados y se me ocurrió un nuevo y maravilloso método que promete durar más
que el anterior. Y aunque también éste se
muestre caprichoso, me permitirá pronosticar el resultado final y descubriré totalmente, o casi, lo que busco.
Estos momentos difíciles no me desaniman en tanto nos mantengamos sanos y
no caigan sobre nosotros algunos infortunios. Si esto se cumple, estamos seguros
de lograr aquello que más deseamos: una
casita en la que quizá entren las penas, pe-
70
ro nunca las privaciones; mutua compañía
para sobrellevar todas las vitisitudes de la
vida, y una serena alegría que nos impida
preguntarnos jamás para qué sirve vivir.
Después de todo, yo sé de tu dulzura y sé
que puedes convertir una casa en un paraíso. Estoy también seguro de que compartirás todos mis intereses y que serás
alegre a la par que hacendosa. Te dejaré
las riendas de la casa en la medida de
tus deseos, y tú me recompensarás con tu
dulce amor, superando todas esas debilidades que a menudo se atribuyen a las mujeres. En los escasos ratos libres que me
permita mi trabajo, leeremos juntos lo
que nos interese aprender, y yo te iniciaré
en aquellas cosas que no podrían interesar a una muchacha si ésta no se hubiese
familiarizado con su futuro compañero y
con el trabajo que éste realiza. Todo lo que
ha sucedido y lo que en el futuro pueda
acontecer adquirirá un nuevo interés para
mí a través de tu afecto. No me juzgarás
por el éxito que yo logre o deje de lograr,
sino de acuerdo con mis intenciones y mi
honradez. No lamentarás haber sacrificado los bellos años de tu juventud a la fidelidad , y así yo estaré orgulloso de ti. Podrás leer en mí como en un libro abierto, y
al saber que nos comprendemos y sobrellevamos juntos la tristeza y la alegría nos
volveremos felices. Tú impedirás que yo
pueda realizar nada mezquino, que caiga
en la ira, la envidia y el deseo de cometer empresas triviales , y si te preocupas
pensando que te has inmiscuido en mi carrera científica, me limitaré a reír a carcajadas y contarte la historia de Benedikt
Stilling, un médico que murió hace unos
años en Kassel. En su juventud le dio por
71
la ciencia, mas luego se vio obligado a emplearse como médico. Durante trece años
dedicó todas sus mañanas a estudiar la
médula espinal. y el resultado fue una gran
obra científica. Por las noches continuaba
trabajando sobre el cerebro, y es hoy uno
de los más destacados científicos que nos
abrió la puerta a la comprensión de este
noble órgano. Todo esto muestra la capacidad de trabajo y el entusiasmo tenaz del
judío. Nosotros podremos lograr algo por
el estilo.
Mi amada Martha, eres una parte de lo
que llegarás a ser para mí, pero espero que
lo seas más y más. Hay gente que sólo
sabe seguir su senda en circunstancias favorables. Nosotros, tú y yo, miraremos hacia adelante y aunque estemos separados y
no nos acompañe la suerte.
Buenas noches, mi querida mujercita;
sigue vertiendo tu corazón en mí, que cuando no lo haces me siento tan triste durante
mucho tiempo ...
Tuyo,
Sigmund.
72
Viena. lunes, 7-1-1884.
Mi adorada princesa:
No puedo empezar a iniciar tu mente
inocente en los secretos de la administración del Hospital a estas horas de la noche (para cuando termine de escribirte, la
fecha que he puesto al comienzo de la carta
será una mentira). Me limitaré a escribirte amistosamente. Mi informe diario dice que he estado trabajando sin parar hasta las siete de la tarde, que después me
dejé arrastrar a una partida de cartas de
Tarot, y luego trabajé un rato más sin que
me sintiera fatigado. Hoy ordené por fin
los casos clínicos e inicié el estudio de una
crisis nerviosa. Así comienza una nueva
era. Por la noche, pensaba examinar algunas muestras por el oftalmoscopio que me
traje de la clínica de Meynert. pero aún
estoy desentrenado. lo cual me entristece.
Tengo que ponerme a practicar de nuevo.
En la noche. el repartidor de periódicos
por primera vez me trajo algunos libros y
publicaciones. Tendré que revisarlos y
guardarlos luego. También llegó hoy una
pequeña pieza de material para el método.
Por lo demás, éste se encuentra estancado.
pues los tejidos no se han endurecido y
tan sólo he podido hallar una ligerísima
73
mejora en las condiciones del experimento.
Esto es todo cuanto puedo decir acerca de
mi vida. y mi princesa puede notar qu~ en
mi aburrimiento sin fondo me dedico a' hacer lo único que encuentro y todo aquello
que me estimule.
Y ahora ocupémonos de ti. vida mía. Me
alegro mucho de que desde hace tiempo.
no exista en nuestras cartas indisposiciones
"mutuas" y también de que. esta vez. hayamos olvidado la pequeña riña mensual
que con tan pasmosa regularidad solía surgir a fines de la primera semana del mes
para que al llegar el 17 tuviéramos ocasión de perdonarnos.
Espero que hayamos dejado atrás para
siempre esa costumbre. Me reí mucho al
leer tu sugerencia de que diga las cosas
claramente en lugar de aludir a ellas. ¡,Qué
pasaría si invirtiera los papeles una vez
más? Resultaría muy divertido. Sin embargo. no pienso recaer en la necedad de escribirte largas disertaciones (que ni siquiera me agradeces) si no nos vamos a ver
hasta julio.
Debo afirmar que no me convence la
idea de que toda muchacha tiene un admirador silencioso que algún día se casa
con ella. A mí me parece. por el contrario.
que algunas chicas tienen de cinco a treinta y seis mil pretendientes y que la mayoría, con poco que admirar, se queda sin
ninguno. A pesar de todo. encuentro que
ésta es una de las instituciones inás caritativas de la Naturaleza. Otra institución
casi igualmente maravillosa es el hecho de
que todo hombre encuentre una muchacha que ve en él la más perfecta virilidad.
aunque en realidad sea un pobre hombre
que vive por obra y gracia de la paciencia
74
divina. Pero ... ¿a qué viene este filosofar?
No nos compliquemos la vida. Si uno está
enamorado y tíene una ocupación a la que
consagra todas sus energías. es mejor dejar estas ideas para los novelistas. Esto es
lo que tú dirías, y estás en lo cierto. me
alegro de que tengas sólo un pretendiente
y no millares, ya que en este caso cabría la
posibilidad de que uno de ellos fuera mejor que yo, y eliminar veinticinco mil rivales (observarás que te sitúo en la primera
categoría) me sería difícil, complicadísimo,
pues ahora tengo mucho trabajo.
Mi querida mujercita, hoy celebré mi
octavo día sucesivo de servicio, pues he estado de guardia toda la semana; pero mañana voy a largarme de aquí ostentosamente y . . . a cambiar cinco marcos. En
caso de que realice algún descubrimiento
durante los próximos meses, tendrás la
serpiente de oro que te prometí en los tiempos de Nothnagel. Adiós, mi dulce tesoro.
Sigmund.
75
Viena, viernes, 18-1-1884.
Por la tarde.
Mi dulce niña:
Me encantaría que existieran muchos
días como el de hoy, pues la jornada estuvo coronada por pequeños éxitos en mi traba jo y por las pruebas de tu amor. Tu carta y tu paquete me han dado una felicidad
sin límites. Eres buena y dulce, mi preciosa Marty, aun cuando no haces regalos
frecuentemente , pero cuando lo haces sabes hacerlos muy delicadamente. Siempre
guardaré los botones como un tesoro. Voy
a ponérmelos en el acto, aunque mi chaleco alto los oculte. Por otra parte, la semana pasada me encargué precisamente un
chaleco abierto ... , y acabo de ponérmelo,
por fin, y es magnífico. La corbata me proporciona el insólito lujo que supone la posibilidad de renovarla, pues tengo aún otra
que no está mal del todo Los puros son
excelentes. Mi amigo Teych tiene razón:
éstos son mucho mejores de los que yo le
he estado comprando. No le daré ni uno
solo a Schomberg, a pesar de lo que le quiero, y pondré el pretexto para negárselo de
que su salud le impide fumar, aunque la
verdad es que me siento incapaz de dar nada que me hayas regalado tú. Te diré de
76
paso que en la edición de noche del N eue
Freie Presse ha aparecido una pequeña reseña de su Hitopadescha, escrita en tono
bienintencionado, aunque polémico, lo que
me hace suponer que la ha escrito el profesor Müller. Espero que les mande un ejemplar a Minna y a ti.
No obstante, lo más agradable de todo
fue tu carta, más dulce que cualquier chocolate. Ahora mi querida Marty, soy una
vez más tu deudor. Debería haber llevado una existencia con menos despilfarro y
haber así ahorrado algo para ti. Nunca hubiera creído que tanto dinero pudiera desaparecer tan rápido. Te contaré ahora por
qué estoy de tan buen humor y por qué tu
carta no contribuyó solamente a alegrarme,
sino que me hizo sentirme feliz. Hoy, por
fin, comencé a trabajar sobre la base de
los trastornos nerviosos, y espero haber
encontrado el material necesario para mi
primer artículo clínico. Esto ha sido posible porque ayer trajeron al Hospital a un
pobre aprendiz de sastre con escorbuto,
la bien conocida enfermedad que produce
equimosis en todos los órganos. Aparte de
alguna apatía, no mostraba ningún síntoma visible. A primera hora de esta mañana se encontraba inconsciente, lo cual sugería una hemorragia cerebral. Por ello,
fui a verle otra vez antes de la comida, y
detecté cierto número de síntomas que permitían ubicar la localización de la hemorragia (ésta es nuestra principal preocupación en los trastornos cerebrales). Estuve
sentado junto a él durante toda la tarde y pude observar el interesante y variado curso de la enfermedad hasta las
siete, hora en que se presentó la parálisis
simétrica, de tal modo que hasta su muer-
77
te, a las ocho, no se me escapó el más pequeño síntoma. Hay varios fenómenos e
instructivos que justifican, y aun hacen
imperativa, la publicación de este caso,
particularmente si la autopsia, que se realizará mañana, permite extraer conclusiones
satisfactorias y confirmar mi diagnóstico,
que se basa en la localización de la hemorragia. Necesito la autorización del Primarius para publicar mi artículo, y espero
que no me la negará. Yo insistiré todo lo
que pueda. Como verás, la cosa no es aún
segura ni demasiado importante, pero supone por lo menos un comienzo, que atraerá la atención de los demás hacia mí. Por
otra parte, se traducirá en unos cuantos
Gulden, quizá diez y hasta puede que aparezca en el Semanario Médico. Si es así,
para fin es del trimestre espero que podré
contribuir con una pequeña suma a la renovación de tu vestuario de primavera. ¡Oh
Marty, qué maravilloso sería poder darte
todo cuanto se me ocurre y hacerte total y
absolutamente mía!
No llevaré a Rosa a casa de los Hammerschlag hasta el domingo, porque me
parece que no van a estar el sábado. Mañana quizá vaya a ver a Breuer y le daré
tus saludos.
Con las más afectuosas gracias y besos
de tu fiel
Sigmund.
Que de nuevo tiene ganas de trabajar
y de vivir.
78
Viena, martes, 29-1-1884.
Querida Fraulein Martha Bernays:
Al principio no podía comprender lo que
significaba una suntuosa tarjeta de visita
roja (es suntuosa. ¿no?) intercambiada
entre unos novios tan veteranos como nosotros. Sospeché que pudiera contener alguna clase de rompecabezas o, más bien una
fotografía, luego tuve la brillante idea de
que quizá fuese una tarjeta de vista, idea
que confirmé después de leer tu carta.
¡Es maravillosa esta Marta Bernays en oro
sobre fondo rojo! Me gustaría quedarme
viendo tu nombre, pero los hay mejores:
Frau Martha Freud, por ejemplo, sería
mucho más bello para mis ojos y mis oídos.
Tu carta, Marty, con su buena dosis de
sentido común acerca de la vida y del amor.
contribuyó a animarme. Hacía tiempo que
no me sentía tan contento, y esta alegría
sólo es por ti. Recién me di cuenta, de lo
absorbida que estás en tu noviazgo ....
tanto que, sin más pruebas, das por hecho
que todos los caballeros de la Tabla Redonda tenían su novia. Si no fuera porque
tú misma estás "medio casada'', habrías
supuesto que ninguno de ellos la tenía. Me
siento alegre hoy sin otra razón que la que
me proporciona tu carta, y me gustaría
79
oírte hablar y cerrarte la boca de cuando
en cuando con un beso.
¿Que por qué no te llevé nunca a ver a
los Hammerschlag? Lo pensé, pero a veces tú no podías y el último día los minutos
eran demasiado preciosos para compartir~
los con otros. No estuviste retraída ni mucho menos en casa de los Breuer, sino que,
por el contrario, hablaste hasta por los co~
dos, más de lo que sueles hablar conmigo.
No tienes nada de qué arrepentirte.
Y ahora, unas cuantas noticias: Me mudo mañana. Contrariamente a lo que sucedía con la primera habitación que tuve,
ésta no me trae recuerdos de nuestra dulce felicidad compartida. El martes y el jueves pronunciaré mis conferencias en los
Clubes Fisiológico y Psiquiátrico. Mi tra~
bajo está ante mí, totalmente acabado. Mañana lo enviaré o lo entregaré personalmente.
Para fines de esta semana espero haber
acabado mi artículo sobre el método en dos
idiomas. De momento no hay nada nuevo
para contarte del departamento. Pronto
tendré que elegir un tema para otro artículo entre los problemas relacionados con los
trastornos de origen nervioso. No dejo siquiera que me pase por la mente la posibilidad de que falle en mi propósito de
encontrar la solución y , evidentemente, tendré que continuar trabajando sobre este te- ·
ma yo solo. Hoy se celebró la reunión del
Club. Estuve sentado detrás de Billroth y
Nothnagel. y me divertía pensando: Esperen y dentro de poco se desharán en
reverencias conmigo como lo hacen hoy con
estos oradores. Billroth ni siquiera me conoce, y Nothnagel me dispensó cierta vez
una sonrisita de superioridad. Meynert, por
80
el contrario, continúa tratándome con respeto y me aconsejó que pronunciara una
conferencia también en la Sociedad Médica,
lo que no pienso hacer por ahora.
Buenas noches, mi dulce amada; sigue
estando sana y queriendo más aún a tu
Sigmund,
¿verdad?
81
Viena, jueves, 7-2-1884.
Por la tarde.
Si ocupase un puesto con atribuciones
para otorgar condecoraciones merecerías
como premio por tu última carta la más
hermosa distinción, la de la Paloma Mensajera Blanca, que colgaría de una cinta
roja. La carta llegó cuando apenas había
empezado a escribir mi artículo y, nada más
leerla, me sentí tan satisfecho, que mi trabajo avanzó a toda velocidad. Había empezado a las tres y media y para las nueve ya estaba terminado. Después de haber
dado unos cuantos saltos de alegría -ejercicio que jamás dejo de hacer si existe la
más leve razón para ello-, pensé en escribirtf;, pero me interrumpió una visita o,
más bien, fui a la Gasthaus para autorrecompensarme, y por ello no pude escribirte
hasta hoy. No es que me haya faltado trabajo. Primero, copié el resumen para el ruso y se lo di; luego terminé la traducción
inglesa y le pedí al americano que me la
corrigiera, y ahora tengo que transcribirla
con sus correcciones y revisar el manuscrito alemán, con lo que daré por terminada
mi labor. Mañana llevaré las dos a Fleischl.
Amén.
Otra vez tendré tiempo para volver junto a mis pacientes y también para poder
82
leer algo. Me gustaría saber si tardaré mucho en escribir alHún nuevo trabajo. No
creo que sea así. Es necesario que hablen
de uno.
Silverstein estuvo aquí de nuevo hoy,
tan simpático y buena gente corno de costumbre. Nos hicimos amigos en la época
en que la amistad no era ni un deporte ni
una conveniencia, obedeciendo más bien a
la necesidad de tener a alguien con quien
compartir las cosas. Acostumbrábamos estar juntos literalmente todas las horas del
día que no pasábamos en el aula. Aprendimos español juntos y poseíamos una mitología que nos era peculiar, así como ciertos
nombres secretos que habíamos extraído de
los diálogos del gran Cervantes. Cuando
estábamos comenzando a estudiar el idioma, encontramos en nuestro libro una conversación humorístico-filosófica entre dos
perros que están echados tranquilamente
a la puerta de un hospital, y nos apropiamos de sus nombres. Tanto al escribirnos
como en la conversación yo le llamaba Berganza, y él a mí, Cipión. ¡Cuántas veces
he escrito: Querido "Berganza", y he terminado la carta: tu fiel "Cipio", pero en
el Hospital de Sevilla! Juntos fundamos
una extraña sociedad escolástica: la Academia · Castellana ( A C) ; reunimos una
gran cantidad de obras humorísticas que
aún deben de andar por algún rincón entre
mis viejos papeles, compartimos nuestras
rápidas comidas y nunca nos aburrimos estando juntos. Intelectualmente, no iba muy
alto, ni se destacaba dentro de los demás
humanos. Su aspecto, sus lecturas y su humor eran totalmente burgueses y algo prosaicos. Luego, cuando cayó enfermo, le cuidé, y un día invitó a todos sus viejos
83
compañeros a una fiesta de despedida en
Hernals, durante la cual. sin abandonar por
un momento su bondadosa expresión, sirvió personalmente la cerveza de barril, tratando de ocultar la emoción que le embargaba. Después nos fuimos a un café y mi
amigo Rosanes comenzó a contar chistes
subidos de tono. Y o, para evitar que el
sentimentalismo de Silverstein rebasara la
copa, fui el primero en romper el hielo, y
en nombre de todos dije un discurso afirmando que mi amigo se llevaba con él mi
propia juventud, sin darme cuenta realmente de cuán cierto era lo que estaba diciendo.
Al principio me escribí con él esporádicamente. Me contaba lo mal que lo trataba
su padre. medio loco, y yo intenté despertar su instinto romántico animándole a que
se exiliara a Bucarest y buscara un trabajo más digno de él. Después de todo, en
su juventud había estado lleno de sueños
románticos acerca de los pieles rojas y le
encantaban el Leather-Stocking, de Cooper. y todos los relatos marineros. Aún
hace poco tenía un bote en el Danubio e
invitaba a todos sus amigos a pasear
con él. obligándolos a actuar como remeros y llamarlo "capitán". Después apareciste tú y todo lo que contigo venía: una
nueva amistad. nuevas luchas por la existencia y nuevas metas. El enfriamiento de
nuestra amistad. que había ido aumentando ·
gradualmente. se hizo más fuerte cuando le
aconsejé desde W andsbeck que no se
casara con una muchacha rica y estúpida
a la que había ido a ver. Posteriormente,
perdimos todo contacto. Está claro que se
acostumbró a la idea de ser rico, aunque
por ahora no lo parezca, y sigue queriendo
casarse con esta muchacha para indepen-
dizarse como comerciante. Tú sabes cuál
fue mi evolución. Y ahora que él y yo nos
vemos reunidos de nuevo, pensamos ( ambos, sin duda) cuán extraña es la vida, que
nos ha atrapado a los dos con su lazo y
nos ha enviado al galope en direcciones
opuestas. Cuando aún era muy joven tuvo
un primer amor que se llamó Anna, luego
estuvo metido con una tal Fanny, y en el
intermedio se enamoró de todas las chicas
que encontraba. Ahora no ama a ninguna.
Y o no quería a nadie entonces y ahora
tengo un amor. Esta es la historia de mi
amigo Silverstein, que se ha hecho granjero porque no le gustaba la jurisprudencia. Hoy va a reunir de nuevo a sus antiguos camaradas en Hernals, pero yo estoy
de servicio y, en cualquier caso mis pensamientos no apuntan hacia el pasado, sino
hacia el futuro.
Adiós, mi amado tesoro. Mi buzón enmudeció hoy. Espero que mañana hable de
nuevo a tu
Sigmund.
Viena, sábado, 19A-1884.
En el Registro.
Mi preciosa Martha:
Debes tornar en serio cuanto te he dicho
y no pensar ni por un momento que hago
sacrificios excesivos por ti. Créeme: es natural que yo ponga más objeciones que tú ,
a nuestra prolon~ada espera. Sucede únicamente que puedo soportarla con más esfuerzo, lo cual no es extraño, pues, las novias son por lo general más resignadas que
los novios . Por esto, y pensando principalmente en mí, he decidido ele~ir soluciones
rápidas. Estoy convencido, además de que
tus ojos - la parte representa al todo-. de
que tú. mi vida, lo compensarás todo. Tú
también has de creerlo. Además, ¿qué sacrificio? No he llegado muy lejos, y en los
dos años que tenernos que esperar, es posible que tampoco ocurra nada decisivo,
aparte, quizá, de un ligero cambio en mi
posición social que no me costará esfuerzo
alguno. Por el contrario, me sentiré feliz
prescindiendo de lo trivial, de lo incierto
y de lo ambiguo, para elegir algo tan digno, estimulante y fructífero como el compartir mi vida contigo, que no te limitarás
a ser una arna de llaves ni una cocinera,
sino también una amiga excepcional y una
novia adorable. Hay que añadir a todo esto, como te he escrito frecuentemente, que
existe un dominio científico en el que mi
independencia es suficiente para que pueda progresarse sin necesidad de establecer nuevas relaciones ni de buscar más
ayuda. Me refiero a mi conocimiento del
sistema nervioso, y me hace feliz pensar
que tú podrás ayudarme en este terreno.
Así, no dejaremos que el mundo olvide del
todo mi nombre. Me apena mi falta de ambición, pues sé que soy alguien sin necesidad de que me lo digan.
Al hablar de una región alemana me refería, al Austria Inferior, a Moravia o a
Silesia.
Por ahora, sin embargo, sigo dispuesto
a luchar y no tengo intención de cesar en
mis esfuerzos por hacerme un futuro en
Viena. La "lucha por la existencia" sigue
significando para mí el afán por conseguir
aquí algo definitivo. He de admitir que esta última semana mis probabilidades de
convertirme en Dozent el próximo invierno parecían lejanas. Debido a mis actividades médicas con Frau S ... , casi no he
podido trabajar. Sin duda podré comprarme ropa con los cincuenta y tantos Gulden, pero preferiría en esta ocasión haberme privado de adquirir algo a cambio
de tener más oportunidades para trabajar.
Bettelheirn ha traído los instrumentos.
Compré otro hoy, y pagué la mitad. El lunes empezaré. Lo lamentable es el descuido en que se halla la anatomía cerebral,
y los traba jos preliminares para mi próxima publicación apenas han progresado.
Frau S ... está hoy mejor y espero que la
semana próxima su salud se habrá restablecido lo bastante para suspender el tra-
tamiento. El único síntoma desaHradable
es un viejo catarro pulmonar que ha afectado a uno de los vértices. Si las cosas empeoran. o si se demostrara que están relacionadas con la enfermedad principal. las
perspectivas serían nefastas. Sin embargo,
no creo que suceda así. y opino que si se
logra restablecer el corazón resistirá durante algún tiempo. hasta que se produzca de nuevo un síncope. Mas esto podría
tardar años.
Debo pedirte perdón por no ocuparme
antes de lo que me cuentas. Lo siento mucho. ¿Por qué no te turnas al menos con
Minna y sales a tomar el aire de vez en
cuando? Marty, si a consecuencia de lo que
estás haciendo te pones mala, armaré un
gran escándalo, para que veas que no sólo
los pacientes son egoístas, sino también los
enamorados. El diagnóstico del médico no
me impresiona demasiado, y no veo razón
alguna para que la enfermedad se haga
crónica ni para que haya recaídas. Tampoco comprendo por qué el médico acude sin
ser llamado, pues el dejarse caer de esa
manera no está de acuerdo con la ética
profesional.
¿Quieres que te mande un libro de F ritz
Reuter? Si lo lees en voz alta quizá puedas
superar los obstáculos de las horas difíci- .
les. Te ruego que me escribas pronto, mi
vida. confirmándome que has salido a tomar el aire ... , siempre que el tiempo sea
mejor ahí que aquí.
Con saludos afectuosos, tuyo,
Sigmund.
88
Viena, jueves, 19-6-1884.
Mi amado tesoro:
No puedo acordarme de alguna etapa
anterior en mi vida en que tuviera tan poco tiempo. De no ser así. habría respondido a tus dulces y amables cartas con larqas páginas. Sin embargo, así como están
las cosas, tendré que conformarme con ser
breve hoy. Al fin y al cabo, espero que
pronto podamos hablar.
El trabajo sobre la coca no pude terminarlo hasta anoche. La primera mitad ya
la he corregido hoy y ocupa una página y
media. Los pocos Gulden que he ganado
con este trabajo tuve que restarlos de lo
que me paga mi alumno, al que no pude
darle clase ni ayer ni tampoco hoy. Me
queda aún por corregir el segundo trabajo
y, además, tengo que ocuparme del tratamiento eléctrico, leer y trabajar en el Registro. Sin embargo, estoy tan fuerte como
un león y muy contento conmigo, por lo
que supongo comprenderás que no es éste
el momento adecuado para echarlo todo
por tierra. y convertirme en enfermero de
un caso mental.
Mi amada niña, debes quitarte completamente de tu cabeza esos pensamientos
sombríos, como la idea de que por tu culpa
89
no puedo ganarme la vida. Después de todo.
ya sabes que una de mis facetas consiste en
ser incapaz de trabajar si no me siento alentado por alguna esperanza que considere
importante. Antes de ti ignoraba lo que
era la alegría de vivir. y ahora que eres
mía "en principio". la única condición que
pongo a la vida es que me permita tenerte
conmigo completamente. Por lo demás.
aparte de eso no espero más de la vida.
Soy muy terco y temerario y necesito grandes estímulos, y he hecho cosas que cualquier persona sensata consideraría osadas. Una de ellas fue la de emprender la
senda científica siendo pobre; otra, la de
que, siendo pobre. capturase el corazón de
una pobre chica ... Pero así ha de continuar mi vida; mucho riesgo. mucha esperanza. mucho trabajo. Para la sensatez
burguesa media, me he perdido hace tiempo. Y ahora tendré que esperar tres meses
más para volver a verte . . . . hecho que se
suma a las circunstancias azarosas que
atravesamos y que no dejará de estar influído por personas tan caprichosas como
las que constituyen nuestras familias . Quizá, dentro de tres meses. esté Eli en Hamburgo, o me impida marchar la situación de
mi familia. En otras palabras. no sé a ciencia cierta nada concerniente al futuro . .
Tampoco me atrevo a esperar demasiado:
pero sí esto~ - convencido. sin dudas. de
que necesito ~ alivio y la expansión de tenerte nuevamente en mis brazos con la
misma continuidad con que preciso beber
y alimentarme. Sé perfectamente que ya te
he dado demasiadas preocupaciones y privaciones y que no debo robarte las pocas
semanas felices que podremos pasar juntos; aunque estuvieras dispuesta a renun-
90
ciar a ellas. voy a seguir mis impulsos y
obedecer a mi destino. Deseo reponerme y
fortalecerme en ti, y luego. con energía
renovada, seguir tratando de mejorar mi
posición. en vez de no hacer nada durante dos largos meses. Esta última solución
no trae grandes ventajas, pues lo que ahorraría en dinero lo perdería en tiempo. y
tampoco es probable que me durasen mucho los ahorros. ¿Podrías imaginarme con
mil Gulden guardados en un cajón y dejando que Rosa o Dolfi pasasen hambre? Les
daría por lo menos la mitad, y el resto
compensaría sólo muy justamente el tiempo perdido. Cierto que ellas saldrán perdiendo en cualquier caso; mas yo debo
hacer lo que me parece justo, dada mi naturaleza y nuestra situación. En este respecto no tengo ninguna duda.
Paneth vino hoy. también convencido,
naturalmente, de la necesidad de aceptar el
empleo; pero yo poseo la buena cualidad
de creer confiadamente en mi propio raciocinio. Por otra parte. he hallado cierto número de personas que están de acuerdo
conmigo. En cualquier caso. querida mía.
estoy seguro de que te veré de nuevo antes
de mucho. Que sigas bien. He de terminar
aquí esta carta. pues tengo que corregir
otro artículo.
Tuyo.
Sigmund.
91
Viena, domingo, 29-6-1884.
Mi amada novia:
Tienes razón. Desde ahora, sólo hablaremos en las cartas de mi viaje, pues ya no
me siento capaz de pensar en otra cosa. Si
deseas ir a recibirme, no puedo negarme.
A mí no me agrada la idea, porque no quiero que la estación y el equipaje se inmiscuyan en nuestros primeros besos. Mas si no
te ruborizan los serios hamburgueses y
eres capaz de darme un beso en cuanto me
veas y otro mientras vamos a W andsbek
y un tercero ... , etcétera, me rendiré. No
llegaré cansado, pues pienso hacer el viaje
bajo la influencia de la coca para dominar
mi terrible impaciencia.
Resérvame una pequeña y modesta. habitación muy cerca de ti, pues si no es así
tendré que ponerme tosco y tacharte de
pródiga. De ser posible, preferiría un ático; pero te doy poderes ilimitados en cuanto a la decisión.
No llevo mucha ropa, pero la poca es
bastante respetable. Tengo un traje gris.
que llevo puesto en este momento, y otro
oscuro, que aún no me lo envía el sastre,
así como un nuevo abrigo y un sombrero.
Lo que sí, es que estoy bastante mal de camisa~. Iba a comprar algunas, pero mi pa92
dre me ha sugerido que las adquiera en
Hamburgo, donde todo es mejor y más barato, y donde, además, estarás tú, que sabrás aconsejarme sobre lo que debo comprar.
Todavía no me han dado el · permiso, y
haré todo lo que sea por lograrlo, aunque
sea amenazándolos con marcharme para
siempre; pero, en realidad, no creo que tenga problemas para obtenerlo. Me han avisado que Anna saldrá (de W andsbeck) el
10, ya que ha anticipado su marcha, y, en
ese caso, yo llegaré unos días antes, pues
mi alumno me dejará probablemente libre
para el 1O, aunque, no será posible antes.
Si yo me quedara unos días más, pudiera
seguir dando clase, y como cada jornada
me aporta tres florines, no puede dejarse
a un lado ese factor. El artículo sobre la
cocaína tiene ya veinticinco páginas y la
he terminado hoy. Podrás verla antes que
a mí. Y a sabes todo lo que estuve trabajando hoy.
No debemos preocuparnos por el tiempo. Si llueve, podemos sentarnos juntos, y
charlar o leer. Llevaré conmigo unos cuantos libros de neurología; pero, aparte de
esta especialidad científica, deseo olvidar,
mientras esté junto a ti, todo lo relacionado con Viena. No te llevaré nada, pero ya
.sabes que tu cumpleaños coincide con mi
estadía allí. No he decidido aún si dejar en
tus manos el dinero y la contabilidad o
seguir llevando yo solo las cuentas. Me inclino a no llenarte por ahora con otra preocupación y de que no manejes el control tan
prematuramente. Para dos, y ocasionalmente tres personas, la suma que poseo es
bastante baja, pero si antes de mi marcha
surge la oportunidad de incrementarla, no
93
la desdeñaré. Tengo que dejar algo para
mi familia. Dolf i parece que necesita algún
dinero. Ayer la llevé al Prater; por yez
primera. fui representando el papel 'del
rico de la familia. Rosa sale hoy para
Oberwaltersdorf con Herzig. Estarán allí
tres semanas. Dolfi y Pauli empezarán a
trabajar el día 15. Mi padre parece que está un poco más animado, aunque son muchas las preocupaciones que tiene. Ten}Jo
que ser rico para que cuando necesiten algo, todos ellos se vean obligados a recurrir a ti. Tuyo,
Sigmund.
94
Viena. domingo, 3-8-1884.
Mi dulce princesa:
Las cosas están muy mal predestinadas,
aunque, por lo menos, tengo mi trabajo para
consolarme, o, al menos, para atontarme.
Y tú no tienes nada más que mi fotografía. ¿Qué te dirá? Desearía poder hacerte partícipe de cuanto pienso y espero.
Siento una prolongada, una indescriptible
e intensa felicidad si tú sigues encontrándote bien. Siempre oigo decir que estás pálida. Mi pálida princesita ... , pero no debo hablar de esto.
Te escribo para darte dos buenas noticias. O, al menos, a mí me lo parecen. En
primer luff ar, que ya podré obtener el espécimen de mi espléndida diagnosis, que
ha causado una amplia sensación aquí. lo
cual me permitirá escribir un buen artículo.
En segundo lugar, que el doctor Heitler
ya ha regresado y que hemos decidido entregarle nuestro dinero al fabricante del
instrumental para comprar lo que necesitamos y poder trabajar en seguida, sin parar
hasta que dejemos concluído el experimento eléctrico. ¿Te alegras, mi vida? No paro
de trabajar. Yo mismo estoy sorprendido
de mi capacidad. Pero sé a lo que se debe:
el corazón late bien de nuevo, y el gigan-
95
te está fuerte una vez más, enormemente
fuerte. i,Te ríes de mí porque me llamo
gigante? A veces tengo tal sensación de
poder, que me parece como si todavía pudiera hacer algo para tenerte junto a mí
antes de lo previsto. ¡Cómo te amaría entonces, cómo te tomaría el pelo y te haría
enojar! Y tú no dirías nada. porque eres
una amada silenciosa.
Recibí una segunda carta de Hammerschlag. muy cariñosa. Entre otras cosas. me pregunta si has decidido trabajar
aquí, y dice que, aparte de su interés por
mí. tiene otro . . . este último no lo puedo
adivinar. Afirma también que si las hijas
de T edesco han heredado una sola de las
características que distinguen a su madre,
-a la que él conoce-, emplear a cualquiera de ellas debe de resultar altamente
agradable.
La escribiré a Fleischl antes de lo que
pensaba. mañana mismo por la mañana, y
le diré que no estás libre hasta fines de
septiembre. Si la señora no ha encontrado
a nadie todavía, probablemente aceptará
esperar hasta que regrese de su veraneo.
Si esto falla, encontraremos alguna otra cosa. Breuer. Fleischl, Schwab y Hammerschlag ... , este selecto grupo de amigos nos
ayudará.
96
4-8-por la tarde.
Dejé de escribirte ayer para dar los últimos toques al informe estadístico del departamento, del mes de junio, y hoy puedo contestar tan dulce carta, que me hace recordar
nuestros días más tranquilos. Podrías repetir las palabras que Heine puso en boca
del zagal: "Es una tarea tan pesada reinar . . .", etc., si no fuera porque mi reina
es todavía sólo una princesa. Y a sabes que
Xº me muestro partidario de que vengas.
Cuando estés en libertad viviremos muy
felices, aun trabajando, con limitaciones y
renunciando a muchas cosas; pero seremos
felices, a pesar de todo. No soy capaz de
imaginar lo que sería no estar juntos durante dos días.
Recibí hoy el espécimen, y pronto tendré un dibujo de él. La publicación del traba jo tardará de tres a cuatro meses, porque antes hay que completar el examen
microscópico. Estoy seguro de que cuando
vuelva de mi viaje tendré aún más capacidad de trabajo, y que cuando vengas a
verme cerraremos la puerta, te sentarás
junto a mí, muy cerquita, y apoyarás tu
cabeza en mi hombro, mientras yo sigo trabajando hasta que me sienta cansado y
desee besarte. Una paciente que acaba de
marcharse y a la que he estado aplicando
97
con mucho éxito el tratamiento eléctrico,
para curarle un zumbido del oído. me
ha prometido traerme las mejores Erutas
que encuentre para "mi joven mujer", para
la dama que será algún día mía . . . Por
respeto no se atrevió a llamarte novia. Es
la frutera de Los Tres Cuervos, que está
donde se dobla para ir a la Seitenstattengasse.
No tenemos que preocuparnos por el cólera, mi vida; es improbable que impida mi
marcha en septiembre. Y o creo que se nos
presentará aquí de improviso el año que
viene.
Según los rumores que circulan, Breuer
ha solicitado de nuevo la plaza vacante
de Primarius en el hospital. Me encantaría que se la dieran y, en ese caso, haría
todo lo posible por convertirme en su Sekundararzt y aprender mucho. Pero no
creo que la conseguirá.
¿Cómo te sientes, dulce amada? Tienes
una ventaja sobre mí. Cuando leas esta
carta, ya será 6 de agosto, y hoy estamos
sólo a 4 de este interminable mes.
Con los más cariñosos saludos y besos,
tuyo,
Sigmund.
Te ruego que des las gracias a Minna, en
mi nombre.
98
Viena, domingo, 17 -8-1884.
Mi niña:
¡Qué dulzura por tu parte! ¡Qué olor
tan maravilloso tienen estas flores, qué recuerdos me traen y cómo logran sacarme
de esta sórdida vida de soltero rodeado de
libros! También me advierten que el verano se está terminando y que tendremos que
apresurarnos si queremos disfrutar del
otoño. Desde luego, estoy decidido a hacerlo así, y nada podrá detenerme. ¡Aún
una quincena en números redondos! Dentro de ocho días regresará el jefe, y el precio que tendré que pagar por volver a ti
y recuperar mi claridad mental depende
del genio que traiga, aunque nins:¡ún precio me parecerá demasiado alto. He cambiado más de lo que yo mismo podía suponer. Hoy cuatro jóvenes colegas del
hospital insistieron para que los acompañara en un paseo por Dormabach. Cuando
volvíamos nos detuvimos en el mismo café
donde tú y yo pasamos una vez una tarde
tranquila. Yo estaba fuera de lugar, y tengo la sensación de que sólo puedo ser feliz a tu lado. No se me pasa por la cabeza
la posibilidad de que llegue el momento en
que pueda ya disfrutar sin ti. Si se quitan
los instantes que alegran tus cartas. he ex-
99
perimentado durante los últimos catorce
meses sólo tres o cuatro días felices ....
que coincidieron con el éxito de algún trabajito mío. Y esto es demasiado poco para
un ser humano que es aún joven y que. sin
embargo, jamás se ha sentido joven. Y como sé que lo que me hirió tanto ha sido tu
partida, me siento incapaz de reconciliarme con la que, por su falta de corazón y
su capricho, la hago responsable de tu
marcha. Esto es algo que sin duda habrás
comprendido hace tiempo, mi vida. Mas,
después de todo, ya sólo quedan quince
días. Me arreglaré para pasarlos adormecido, y luego apagaré mi sed con tus besos
y llevaré una vida distinta, que nos hará
más jóvenes una vez más, y al tener que
volver a separarnos lo haremos seguros de
no tener que enfrentarnos en el futuro con
las privaciones que hemos soportado durante estos últimos meses.
Acabo de recibir carta de mi madre, quien
me anuncia su llegada para las cuatro y
media. pero hoy estoy de servicio.
Con mis más cariñosos saludos y besos,
tuyo.
Sigmund
Viena, lunes, 17 -11-1884. ·
Mi dulce mujercita:
Mis saludos más cariñosos por la fecha.
Pronto serán ya dos años y medio que estamos comprometidos. ¡Pensar que hemos
esperado tanto tiempo! Estaría triste si no
estuviera convencido del hecho de que
seas mía es más importante que la otra circunstancia: tu lejanía. Eres tan dulce y
estás tan apartada de mí ... ; pero intentaré concentrarme en el primero.
Dr.
Dr.
Dr.
Dr.
Dr.
Dr.
Leslie.
Darling.
Montgomery.
Giles.
Green.
Campbell.
¿Sabes lo que esto significa, preciosa
mía? ¿Has leído el Quijote? ¿Recuerdas la
condición que el héroe impone a todos los
caballeros que ha derrotado? Tenían que ir
a Toboso y besar la mano de Dulcinea.
Ahora mis seis alumnos besan tu mano. Sí.
mis clases se han convertido en una realidad. Hoy hablé en inglés durante una hora
seguida y demostré mis explicaciones sobre un paciente, y la cajita que compré en el
100
101
viejo barrio de Speersort contiene 100 Gulden, ganados con el sudor de mi frente , de
los cuales te envío una muestra. ¡Qué magnífico es todo esto! Uno de ellos no me paga. Se trata del organizador de las clases,
el doctor Leslie, al que, por supuesto, he
aceptado encantado sin cobrarle nada. Sin
embargo, esta tarde estuvo a verme y cantó mis alabanzas, lo cual despierta mis recelos. ¿Tú crees que intentará cobrarme
una comisión al final? No lo creo.
¿En qué voy a invertir el dinero? En lo
sucesivo, tú y Minna beberán aporto, pasaré una cantidad cada mes a mi familia
y creo que podré mandarme hacer unos
pantalones de invierno. Si con lo que me
reste puedo ayudar a Breuer en diciembre, estaré satisfecho. Y a te das cuenta
que un ingreso aislado de este tipo no supone una mejoría para mi presupuesto;
mas si las clases continúan regularmente,
representará el fin de mi existencia miserable y será el fin de las "penurias". Estoy ocupadísimo actualmente. Tengo que
atender al departamento, las clases y su
difícil preparación, el trabajo de anatomía
cerebral y el del derivado de la cocaína :
ecgonina, en el que nada se ha trabajado
la semana pasada. ¿Cómo va a funcionar
todo esto simultáneamente? Voy a economizar tiempo y dinero y a trabajar vigorosa y valientemente, ahora que veo más
probabilidades de salir adelante.
Lustgarten ha regresado y , además, en
calidad de hombre importante, ya que ha
hecho un gran invento; pero está muy
simpático conmigo. Sólo pasó un día en
Hamburgo y se encontraba, además, muy
deprimido porque creía que su descubrimiento había sido un fracaso . Por eso no
102
fue a verte. Todos me han superado en
fama, pero no en felicidad, pues yo te tengo a ti.
Tuyo,
Sigmund.
103
Viena, 6-1-1885.
Mi preciosa amada:
En el barullo de los últimos días no he
encontrado un momento de tranquilidad
para poder escribirte. El hospital se ha convertido en un manicomio, y te voy a contar
ahora mismo lo que ocurrió.
El domingo, Koller, el que ha hecho tan
famosa la cocaína y con quien recientemente había hecho amistad, estaba de
servicio en el Registro y allí tuvo una pequeña diferencia de opinión, relativa a una
cuestión técnica sin importancia, con el médico que actúa de cirujano en la clínica de
Billroth, quien súbitamente llamó a Koller
"puerco judío". Y a puedes imaginarte la
atmósfera y en general la amargura que
sentimos, lo que quiere decir en suma, que
cualquiera de nosotros hubiera reaccionado como lo hizo Koller: abofeteó al que le
insultó, el cual salió precipitadamente y acusó a Koller ante el director. Este, sin embargo, desautorizó al delator, poniéndose
categóricamente de parte de Koller. Esto
fue un gran alivio para todos nosotros.
Mas, dado que los dos son oficiales del
ejército, se vio obligado a desafiar a Koller en duelo, y en este mismo momento están dirimiendo sus diferencias a sable, ha-
104
hiendo fijado condiciones bastante severas,
Lustgarten y Bettelheim (el dru jano regimental) actúan como padrinos de Koller.
Estoy demasiado turbado para escribirte más ahora; pero no enviaré esta carta
hasta que pueda participarte el resultado
del duelo. Se podrían decir tantas cosas
acerca de esto ...
La alegría que muestras por mis pequeños regalos me hizo muy feliz. Supongo
que Minna no pensará que iba a dejar lo
de ella para más adelante. El Eliot es para
ella; se los recuerdo de nuevo. En cuanto al dinero, mujercita mía, es mejor que
lo guardes tú. Para lo de Minna usé parte
de la suma anterior. Habrá de pasar largo
tiempo antes que reciban más.
Paneth me ha regalado seis botellas de
vino, bastante bueno, algunas de las cuales
las mandaré a mi familia, aunque dejando
otras para tomarlas aquí, en la habitación,
con los amigos. También he mandado
una a Koller para fortificarle con vistas a su pelea. Se me ha ocurrido una compra temeraria. Por los cuarenta y dos florines de intereses que produce el capital de
Paneth me voy a comprar un reloj de plata decente con un cronógrafo en el reverso. Este aparato tiene el valor de un instrumento científico, y la vieja ruina que
ahora llevo, en cambio, nunca está en hora. Sin reloj no me siento del todo una persona civilizada. Los que te digo cuestan
cuarenta florines. Estoy demasiado impaciente para seguir escribiendo.
Hasta ahora mis inyecciones para tratar la neuralgia están dando buenos resultados. La lástima es que tengo muy pocos
casos. Ayer fui a ver a los profesores
W einlechner y Strandhartner, quienes me
105
,.
autorizaron para utilizar el tratamiento con
todos los casos de este tipo que surjan en
sus respectivos departamentos. Espero po~
der completar así lo que ya sé sobre el va~
lor del procedimiento.
Voy a ver si ya han regresado.
Todo ha salido bien, mujercita mía.
Nuestro amigo resultó ileso del duelo, y su
oponente tiene dos profundos cortes. Es~
tamos todos contentos, y éste ha sido un
día que recordaremos orgullosamente. V a~
mos a hacer un regalo a Koller para con~
memorar su victoria.
Adiós, mi vida , y escribe pronto otra
vez a tu
Sigmund
106
Viena, miércoles,
7~1~1885.
Amada mía:
Por fin he recibido tu carta, y me ha he~
cho mucha gracia. Y a veo que te han
llegado tres · copias del artículu que que~
rías. Ahora podrás enviarle una a Rosa.
Hay una cosa en la que no estoy de
acuerdo contigo, Martha. Dices que ahora
somos muy sensatos y que en el pasado nos
tratábamos muy tontamente. Tienes razón
al afirmar que ya poseemos la sensatez su~
ficiente para creer en nuestro amor mutuo,
sin tener duda alguna. Pero jamás hubié~
ramos llegado a este punto si no fuera por
todo lo que hemos pasado. Fue la tristeza
originada por las muchas horas de sufri~
miento que me has hecho pasar desde hace
dos años las que me convencieron de que
te amaba. Hoy, con todo el trabajo que
tengo acumulado y ' con la preocupación
constante de conseguir dinero, posición y
reputación, apenas me dejan un poco de
tiempo para escribirte unas líneas cariño~
sas. No olvidemos la época en que, para
mí, la existencia merecía la pena sólo si
recibía carta tuya, y cuando una decisión
tuya sis:inif icaba la vida o la muerte. En
realidad, no sé qué otro proceder hubiera
podido yo haber adoptado por aquel en~
107
tonces. Fue un período, de lucha y, final~
mente, de victoria, y sólo cuando terminó
logré encontrar la paz interior necesaria
para trabajar con la mirada puesta hacia
el futuro. En aquellos días luchaba por al~
can zar tu amor, como lucho ahora por con~
seguir tu presencia junto a mí. y debes ad~
mitir que tenía que esforzarme tanto en
aquel entonces como ahora.
Durante los últimos días no me he encon~
trado muy bien y he venido dedicándome a
librar la batalla bicéfala que constituye la
trama de Auch Einer lucha contra el cata~
rro y sus consecuencias. Tengo una com~
binación de constipado de nariz~gar~anta~
encías~oídos y me siento muy decaído. Te
sugiero que leas a Vischer, y comprenderás
cómo estoy.
Mi problema tiene un nombre específico
y se llama neuralgia, o dolor de cara. La
cuestión radica en saber si lograré éxito
en su curación. Y a te hablé de un paciente
que ha mejorado mucho; pero ahora tengo
otro mucho más definido y con más pro~
babilidades, en el pabellón del profesor
Weinlechner. El resultado obtenido el pri~
mer día fue bueno. Mas iqué sucederá en
los subsiguientes? Tengo grandes esperan~
zas puestas en este trabajo, pues si resul~
tase habría logrado atraer durante algún
tiempo la atención, que es tan necesaria
para emerger al mundo. Todo lo que que~
remos nos lo daría este triunfo, y quizá el
mismo Fleischl pudiese beneficiarse de él.
Y aunque no fuera totalmente sensacional.
siempre podría producir algo bueno.
Tengo once candidatos para las clases,
pero muy pocos casos, y me preocupa có~
mo podré hallar el material necesario. Sin
embargo, ya me las arreglaré.
108
Ayer por la tarde fui a ver a Breuer, y
allí me encontré a Fleischl, que estuvo muy
conversador, aunque no muy agradable.
¡Si pudiera aliviarle su dolor!
Buenas noches, mujercita mía. Tienes ra~
zón: es triste que no podamos intercambiar
besos, sino sólo cartas. Tuyo,
Sigmund
109
Viena, viernes. 16-1- 1885
,.
Mi dulce amada:
Un saludo muy afectuoso por el 17. ¿Te
das cuenta de que comencé también a dar
las clases un 17? Y rápidamente paso a
darte mis noticias para no posponer tu alegría. La suerte está echada. Hoy. después
de haber ido a la peluquería para que me
arreglaran la barba. la cual tenía en estado
salvaje. fui a ver a Nohtnagel. al que pasé
mi tarjeta poniendo bajo mi nombre: " se
toma la libertad de preguntar cuándo puede ver al Herr Hofrat para una cuestión
personal importante" . Alrededor de mí se
amontonaban las personas que suele uno
encontrar en su casa, y pude darme cuenta
de que algunos se preguntaban. cuchicheando. si yo era médico y si me recibirían
antes que a ellos. que habían esperado tanto. La conversación más inteligible para mí se desarrolló entre una señora
enlutada y su hermano. Sus ojos femeninos diagnosticaron inmediatamente algo
sospechoso en mí, mientras el hermano contradecía con una sonrisilla superior su sugerencia de que quizá yo pertenecía a tan
perniciosa profesión. Por fin les tocó el
chasco, pues me hicieron efectivamente pasar antes que a ellos y me vi en presencia
110
de la persona que tan a menudo ha representado un papel decisivo en mi vida, contemplando de nuevo, tras él. el retrato de
la difunta con su ·expresión pensativa y
grave. Le pregunté si prefería que formulase mi petición en ese momento o más adelante. "Si es breve ..-me contestó..-, que
sea ahora; en caso contrario. será meior
dejarlo para otra vez". Le prometí ser breve. "Una vez me dijo usted que estaba dispuesto a ayudarme, y le creí porque se trataba de usted. Ahora ha llegado esa
oportunidad. Me gustaría saber qué opina
usted, basándose en lo que he publicado
hasta ahora , acerca de si debo solicitar
el cargo de Dozentur o si, por el contrario, he de esperar qu'e mis colaboraciones sean más numerosas" . "¿Sobre qué
tratan sus artículos, doctor Coca? .. ."
(Así, pues, asociaba la coca con mi nombre) . Le interrumpí para enseñarle una
recopilación de mis escritos, de la que
formaban parte algunos trabajos anteriores a Marty y otros posteriores. Los contó. "Tiene usted ocho o nueve -dijo-.
¡Oh. entonces debe usted mandar su solicitud! Cuando pienso en la clase de gente
que designan para Dozentur . . . No habrá
la más mínima objeción" . "Tengo otros trabajos que deseo publicar. y dos de ellos en
un futuro inmediato". " No los necesitará;
éstos son más que suficientes". "Pero no
hay ninguno entre ellos que trate de neuropatología". "No hay nadie que sepa una
palabra de neuropatología si no ha estudiado anatomía y fisiología . Si usted desea
ser Dozentur de neuropatología, elegirán
tres personas para informar sobre su preparación: Meynert. Bamberger y. probablemente, yo. No habrá oposición alguna.
111
.
y si en la Facultad ponen algún problema.
estoy seguro de que nosotros lograremos
superarlo". "Entonces, ¿puedo presumir
que apoyará usted mi solicitud para el cargo de Dozentur? Sé que Meynert lo hará".
Creo que no habrá objeciones. Si las hubiese, creo que sacaremos adelante el proyecto". Yo añadí: "Se trata, en realidad.
de legalizar un curso extraoficial. Sólo doy
clases, en su idioma, a un grupo de ingleses, pero el curso puede abrir muchas posibilidades en el futuro". Después nos estrechamos las manos efusivamente, y salí
de allí casi convertido en el benjamín de
los Dozent. Enviaré mi solicitud la semana que viene. Esta vez recibirás tu serpiente de oro.
Que un solo beso lleve la representación de los muchos que quisiera darte tu
Sigmund.
112
Viena, miércoles, 21-1-1885.
Mi pequeña novia:
Han sucedido muchas cosas, por lo que
debes perdonarme si esta carta te parece
un poco confusa. Se ha rumoreado que había muerto el Kaiser alemán. Sin embargo,
sigue, al parecer, después de todo, vivito y
coleando. Estoy seguro de que nos enterrará a todos.
Hoy entregué mi solicitud para el cargo de Dozentur y hablé con los profesores
Ludwig y Meynert. Este último se mostró
decididamente optimista y se refirió a la
sala neurológica que espera conseguir. Tengo la impresión de que, si lo logra, me iré
con él. Han debido de hablar largo rato
sobre mí esta tarde. Fleischl ha sido invitado a casa de Meynert y va a romper
también una lanza en mi favor. mientras
que Ludwig se ha ido a un restaurante
para trabajarse al peligroso Kundrat, el
anatomista patológico.
Ahora hablemos de tu carta. Hay en ella
muchas cosas que merecen inmediata respuesta. En primer lugar, a la pregunta de
si te dejo patinar te contesto rotundamente que no. Soy demasiado celoso para permitir tal cosa. Yo no sé patinar y, aunque
supiera, no tendría tiempo para acompa-
113
ñarte, y alguien habría de hacerlo, de modo que olvídalo. También insisto en que te
compres una buena alfombra, aunque tengas que gastar la totalidad de los. veintiocho marcos que te enviaré con los 'benef icios de mi próxima conferencia. Por el
momento, estoy sin un centavo. Si a ti te
queda algo de dinero, inviértelo en lo que
te digo y te mandaré algo apenas pueda.
En tercer lugar, no veo por qué has de
tener frío. ¿Es que no hay ni estufa ni leña en Wandsbek? Exijo una explicación
urgente. Espero que no lleguemos de nuevo a tus disculpas de que no me puedes
escribir en una habitación porque hace demasiado frío, ni en la otra porque no te
dejan hacerlo tranquila. Esta es la carta
más terrible que jamás he recibido de ti, y
no la olvidaré aunque llegue a cumplir
ochenta y cinco años y tú sigas dándome
un beso diario, lo que quizá sea pedir demasiado. Querida, ¿es posible que sólo
seas afectuosa en verano y que en invierno te congeles? Siéntate y contéstame sobre esto inmediatamente, pues aún estoy
a tiempo de salir y buscarme una novia para los inviernos.
¿Qué más? Que tu mala suerte tendrá
que ser excepcional si pierdes esta vez la
serpiente de oro. Quizá no sepas que las
novias de los Dozents están obligadas a
llevarlas para distinguirse de las prometidas de los médicos corrientes.
Otra cosa deseo decirte: No está bien
que tachemos a una persona de "asquerosa" porque se interponga en nuestro camino. Pfunge, especialmente, está en su derecho, y sus intenciones distan de ser
asquerosa"s. En cualquier caso por el me.mento se ha podido evitar lo peor.
114
Voy a encuadernar algunos libros. Desde mañana cenaré en mi habitación. En caso contrario perdería la costumbre de trabajar por las tardes.
Buenas noches, mujercita; sé muy buena
y quiéreme un poco.
Tuyo,
Sigmund
115
.
Viena, martes, 31.-3.-1885.
Mi dulce amada:
Aparte de tus dos encantadoras cartas,
otras muchas cosas agradables me han ocu.rrido en estos últimos días, y quiero ahora ·
contártelo todo detalladamente. En primer
luHar, mi segundo artículo sobre la coca ha
sido reproducido textualmente en un Zen.tralblatt. En segundo, he recibido del doc-tor Pritchard, a quien todos conocen, una
simpática carta que no dejaré de contestar
y que te adjunto. Me alegro mucho ahora
de haberle dicho que fuera a W andsbeck.
Pero lo más importante de todo es que he
hecho unos cinco o seis descubrimientos
excelentes en la especialidad de anatomía
cerebral, que me darán base para escribir
mi siguiente artículo. Algunas de las cosas
que estoy descubriendo están siendo pu-blicadas sueltas, semanalmente, por otra
persona (de Leipzig ) , y estoy esperando
hasta reunir todo el material necesario pa.ra dar a luz. un trabajo completo. No es.toy seguro de si debo enumerar el aconte-cimiento siguiente entre los agradables. La
elección victoriosa de mi rival para el pues-to de Sekundararzt no ha sido confirmada
aún por el gobierno local. porque es húnga-ro y desde ahora en adelante las personas
116
de esta nacionalidad van a ser consi.deradas como extranjeros. Existe la posi-bilidad generalizada, de que el gobierno
local me nombre a mí en vez de él. Pero
por ahora, tengo pocos deseos de formar
parte del personal del hospital. Lo que
deseo, como tú sabes, es ir a París pasan-do por W andsbeck, y tener el suficiente
tiempo libre para terminar mi trabajo sobre
el cerebro y más adelante la independen-cia precisa para ponerme seriamente a de.terminar cuáles son las posibilidades que
tenemos aquí. Si acepto el cargo, lo pri.mero que sucederá es que no tendré tiem.pode acabar el trabajo que estoy realizan-do sobre el cerebro, y lo segundo, que no
me darán permiso para hacer el viaje, por
lo que tendría que abandonar el puesto den-tro de dos meses. Esto irritaría al Prima-rius Hein. Por otra parte, si renuncio al
viaje y continúo con la rutina del hospital,
pronto perderé mi paciencia. Es cierto,
desde luego, que todavía no me han conce.dido la subvención, y mucha gente diría
que es una locura rechazar un empleo que
solicité hace un mes. Pero el diablillo que
llevamos dentro es lo mejor de cuanto po.seemos. Es el propio yo. No debe uno me-terse en nada si no siente entusiasmo. ¿Qué
te parece? Dime cuál es tu opinión.
Hoy hace cuatro años que me doctoré, y
lo he celebrado tomándome unas vacacio.nes y visitar a Breuer al mediodía. El tra.bajo comienza mañana otra vez. Estoy
muy bien y confío en que tú también lo es.tés. Si pudiera verte . . . ¿Te reconocería
en la calle? De vez en cuando veo alguna
muchacha que se te parece, por tal o cual
rasgo de su persona, e invariablemente la
sigo para convencerme de que no eres tú.
117
Probablemente no verás Viena de nuevo
hasta que seas mi esposa. Que tal cosa suceda pronto es el deseo de tu
Sigmund.
Altamente estimada princesa:
Si cumples tu palabra, mi dulce amada.
recibiré mañana carta tuya en vez de una
postal. Te prometo que, una vez hayamos superado este terrible período de espera, no tendrás que volver a coger una
pluma en diez años. ¿Qué te parecería si
nos casáramos en agosto, después de haber obtenido mi Dozentur? Y o tendré que
alquilar un piso de todas maneras, y ambos somos aceptables como arrendatarios.
Al hablar de esto me acuerdo de que jamás respondes a estas sugerencias, limitándote a dejarme hablar y riéndote ocasionalmente de mí. ¿Por qué, de una vez.
no me dices lo que piensas, cuánto tardaremos en casarnos, cuánto nos costará, y
en qué condiciones necesitamos dar este
paso, etc.? Espero que me envíes un plan
muy detallado acerca de nuestro futuro.
Podría añadir que hoy me siento nuevamente en un estado de ánimo saludable,
que debe de ser el buen humor de la convalecencia. De modo que no te enfades, mi
vida. Ser sano es maravilloso si uno no
está condenado a permanecer solo. Bueno,
cuando llegue el verano, las aguas tranquilas comenzarán a agitarse. Saludos y besos de tu
.,.
Sigmund.
118
119
Viena, jueves, 7-5-1885.
,.
Mi preciosa princesa:
Hoy llegaron todos mis tesoros y me
produjeron gran alegría. Esperaba que la .
escritura fuese mucho más complicada,
aunque así resultará más fácil. El pequeño block de recetas me encanta, y me parece mentira que tú sola lo comprases, pero
no lo usaré hasta que tenga mi propia clientela, pues es demasiado bonito. Finalmente,
te diré que las galletas tienen un sabor un
poco picante. Es increíble que unas galletas
puedan saber así. Mientras disfruto de la
ternura que con estos objetos has derramado sobre mí. se me ha ocurrido una serie
de pensamientos que pueden ser resumidos
así: la preparación para el matrimonio es
como escribir un artículo: nunca se acaba.
Es preciso fijarse una meta y cuando ésta
llega, dejar la pluma. Y o he decidido por
mi cuenta que para el 17 de junio de 1887
ya habremos terminado con esta situación
tan triste y ya estaremos casados, estén
las cosas bien o mal. o incluso aunque no
marchen en ninguna dirección. ¿Por qué no
podríamos pasar juntos algunas privaciones? Y. además, durante el primer año podríamos vivir con tu dinero, porque para
entonces el mío ya se habría terminado. La
120
realización de este plan, que lo tomo muy
en serio, depende únicamente del consentimiento de una sola persona: tú, Marty.
Hoy fui a ver a mi familia y. tomé una
decisión muy audaz, motivo por lo cual fui
a la casa de Tischer y le encargué los dos
trajes que necesito urgentemente. ¡,Te parece bien? Cuando supieron quién era me
recibieron con los brazos abiertos.
Buenas noches, mi dulce amada. Es la
una y media de la madrugada y el día se
me ha escurrido de entre las manos. Espero trabajar mañana y recibir carta tuya.
Las flores son para Minna. Tuyo,
Sigmund.
121
Viena, martes, 12-5-1885.
Mi preciosa mujercita:
Estoy tan encantado con el nuevo "sí"
de tu última carta como lo estuve con el
primero. Hagamos las cosas como tú quieres. Y o me haré cargo, desde luego, de
las preocupaciones y los problemas que se
presentaran; pero supongo que tú también
te darás cuenta y comprenderás que es mejor compartirlos juntos, habiéndose cumplido para entonces la realización de nuestros
anhelos. Esta larga espera no contribuye a animarnos ni a rejuvenecernos y,
como tú misma dices, tampoco elimina la
preocupación por el futuro. Entiendo que
tu consentimiento es serio y no caprichoso.
Y estoy profundamente feliz. No puedo
decírtelo con otras palabras. Ahora deja
que te diga que hoy hablé durante una
hora en el club sobre anatomía cerebral.
aunque en verdad sólo para una persona:
el profesor Obersteiner, porque los demás
parecían estar muy aburridos. Pero yo lo
pasé bien y no salí del todo malparado al
exponer tan complicada materia. Estoy escribiendo una carta al profe sor Mendel.
de Berlín, director de una revista de neurología, pidiéndole que incluya un artículo mío. Estas cosas me complacen. Sin
122
embargo, no quiero que pienses que me
dedico exclusivamente a la anatomía cerebral.
Sabía que te alegraría lo de Tischer.
Lo hice sólo por ti. Lo único malo son los
precios. Hasta ahora, sólo he recibido uno
de los trajes, que me pongo por las mañanas (la oftalmología es un trabajo limpio)
y me lo quito por las tardes al ir al laboratorio. Este asunto del doctor R . .. , que
tanto te horroriza, no es nada malo, y menos nuevo. Se trata de un favor , desde luego, pero no se lo han dado a un inútil.
pues es una persona capaz. Y la única
manera de convertirse en auxiliar de cátedra es a través de una recomendación
de un catedrático.
¿Qué tenemos que ver nosotros con la
Cruz? No somos ni supersticiosos, ni ortodoxos beatos.
¿Estás otra vez bien, querida mía? Mi
salud es excelente, y el pequeño éxito obtenido en mi trabajo también me alienta.
Nothnagel estuvo en la reunión de hoy,
pero se mostró muy impaciente y con deseos de irse a su casa: o uno de sus hijos
está enfermo, o le esperaban diez clientes
a diez florines la consulta cada uno.
He ido a ver a Fleischl tres veces, pero
siempre lo encontraba durmiendo. Es imposible compenetrarse con Meynert. Ni escucha ni entiende lo que uno dice. Le doy
muchos de mis portaobjetos con muestras,
por lo que busca mi compañía en estos últimos días.
Buenas noches, querida mía; que tengamos buena suerte y que nuestros sueños
se conviertan en realidad. Tuyo,
Sigmund.
123
Viena, domingo, 17-5-1885.
Preciosa amada:
Mientras tú lo pasas tan bien con las
actividades de la economía hogareña, yo
estoy tentado por el deseo de solucionar el
problema de la estructura cerebral. Estoy
convencido de que la anatomía cerebral es
el único rival que tienes y que tendrás
siempre. Me permito decirte ante todo que
últimamente he tenido varias ideas afortunadas y se me ha ocurrido un número
de opiniones suficiente para seguir trabajando. Espero incluso que algunos puntos
de vista me permitirán sacar importantes
conclusiones de mis descubrimientos. Ayer
recibí una carta de Berlín en la que me
prometían incluir mi artículo, siempre que
lo envíe inmediatamente y que no exceda
de una página. Cuando llegó la carta tenía
dolor de cabeza, y ésta es la tercera vez
que me ocurre esto en la semana; por lo
demás mi salud es perfecta. Creo que la
salsa tártara que comí en la habitación de
Fleischl fue lo que me cayó mal. Torné
algo de cocaína, y mi dolor desapareció
en el acto. Luego continué con mi artículo y escribí también una carta al profesor
Mendel. pero estaba tan sobreexcitado que
tuve que se$Juir traba jan do y escribiendo
124
y no pude dormir hasta las cuatro de la
mañana. Hoy estoy estupendamente y muy
contento con mi artículo, que, a pesar de
ser corto, contiene información muy importante y sin duda aumentará aún más mi
reputación a los ojos del público. Aparecerá el 19 ó el 15 de junio, si puede ser
aún incluído en el último número o tendrá que esperar su próxima publicación.
Hoy se me fastidiaron los resultados que
obtuve, porque en la muestra que había
puesto mis mayores esperanzas resultó
inútil, y ahora tendré que recurrir a otra.
Por lo demás, sigo trabajando mucho.
Marty, ¿por qué excitas de este modo
mi curiosidad? Si lo que no quieres decir
a nadie más que a mí concierne únicamente a Elise, y sólo por eso estás tan nerviosa y preocupada, no me importará en
absoluto esperar para que me lo cuentes
algún día en que no tengamos otra cosa
más importante de qué hablar.
Pero si está relacionado con nosotros.
te pido muy seriamente que me informes,
y estaré con los nervios de punta hasta que
sepa de qué se trata. ¿Qué puede ser lo
que no quieres contarme? Si es sólo un
problema de Elise, no tienes más que decírmelo y renuncio desde ahora a que me
lo cuentes.
¿Que si me gustaría verte otra vez?
Querida ... , ¡qué pregunta! ¿De dónde
quieres que saque el dinero para hacerlo?
Te aseguro que no lo sé. Si no me dan la
subvención del viaje, que es muy dudosa,
no me importaría emplearme durante el
verano con una familia acomodada e ir a
verte en otoño con el dinero ahorrado; como el año pasado, cuando me ofrecieron
un empleo de doscientos florines mensua-
125
les. En aquella ocasión lo rechacé, y nunca he lamentado tal decisión, pues si lo
hubiera tomado me habría perdido la época más feliz de mi vida.
Ha sido delicioso por tu parte que te
hayas acordado de Paneth. Y o lo había
olvidado completamente. Me doy cuenta
de que si la gente me quiere el día de
mañana será únicamente por ti. Tischer me
ha traído mi segundo traje, que es magnífico. ¿Podrás verlo mientras aún esté nuevo? ¡Sólo Dios sabe cuánto le debo ya!
Se lo pagaré a plazos, como suelen hacer
varios colegas míos del hospital. Hoy hace
buen tiempo. Me quedé en casa, pues cada día me gustan menos las distracciones
que no logran que olvide mi soledad.
El pasear aumenta mi melancolía.
Acabo de terminar una carta para
Schomberg, por favor envíame su dirección.
En nuestro trigésimo quinto aniversario
mensual te envío afectuosos saludos y anhelo besarte repetidamente. Tuyo,
Sigmund.
126
Viena, 6-6-1885.
Mi preciosa amada:
Bueno, parece que por fin comienzan a
moverse las cosas. Hoy recibí la convocatoria para el examen oral que habré de hacer el sábado 13 ante el claustro de profesores. Estimo que será un examen muy
fácil y nada más. Pero ¡qué de complicaciones aporta! Tendré que comprarme un
sombrero de copa, así como unos guantes.
¿Qué clase de chaqueta me pongo? Tengo
que llevar levita. ¿La alquilaré, o me la
mando hacer? Acabo de estar con Tischer
y me he encargado un frac, pero no sé si
darle contraorden, pues, si no, tendré que
alquilar una levita para el examen oral y
para la conferencia-examen; también necesitaré una chaqueta negra. Bueno, la verdad es que necesito las dos. ¡,Cómo voy
a solucionar esto? Estoy totalmente desorientado. ¡Y cuando pienso en todas las
deudas que tengo!. . . Me han concedido
el permiso. Paneth me ha prestado un saco
de viaje y acabo de tener carta de Ohersteiner, quien me dice que no podré dormir
allí hasta el jueves. Eso facilitará el traslado, pues así podré llevar mis cosas en
varios viajes. Quiero llevarme conmigo los
libros y algunas muestras cerebrales.
Hoy le di cincuenta florines a mi ma-
127
dre. Breuer se ha portado de nuevo maravillosamente en el asunto de Fleischl. Es
imposible hacer su apología diciendo únicamente cosas buenas, y sería preciso también subrayar la ausencia en él de innumerables cosas malas.
Me encantaría tener la subvención,
querida, más que nada en este mundo. La
verdad es que estaba muy dispuesto a renunciar a ella cuando en mi mente había
prescindido también del desplazamiento a
W andsbeck, pero ahora que poseo una
pequeña suma (cien florines) para este
propósito, me siento incapaz de rechazar
tan valiosa ayuda. Cien florines es una suma muy pequeña para pagar esta visita,
por mucho que economicemos y aunque
no te lleve ningún regalo. Me sería casi
imposible, quedarme diez días a tu lado
después de haber deducido el precio del
tren, y , lo que es más, no dispondré de
sueldo alguno para 'entonces, pues es imposible solicitar una prórroga del permiso y tendré que dimitir el l 9 de septiembre, lo que haré con la mayor alegría.
Es horrible carecer por completo de dinero, mi vida. No sé quién inventó eso de
que los vestidos femeninos sean tan caros
y es por eso que los hombres no se atreven
a casarse. Y o tiemblo cuando me imagino
la cuenta de mi sastre.
Los acontecimientos de los dos sábados venideros probablemente me ayudarán
a salvar el aburrimiento que es de esperar en Dobling. Mi artículo sobre anatomía cerebral aparecerá el 15 de junio. El
aniversario de nuestro noviazgo y el cumpleaños de Minna también caen por esas
fechas. Realmente, si todo marcha bien,
éste puede ser un gran mes.
128
Mi americano me ha pagado los primeros veinte florines, que guardo para ti. Va
a pagarme cada quince días, y éste será
su tributo para mi princesa y su hermana.
La única fuente de i1'gresos que tengo de
momento, aparte de mi alumno, es el barón S . . . que ya me ha pagado dos visitas y quizá me pague otras dos este mes.
Una cosa me preocupa. Siento tal pereza, que no me atrevo a pensar seriamente
en cómo va a terminar todo esto. ¡Y encima el calor! Marty, te darás cuenta de que
hoy no tengo control sobre nada.
Por favor, sígueme escribiendo a mi antigua dirección.
Mis más cariñosos saludos, preciosa
amada. Tuyo,
Sigmund.
129
Viena, viernes, 19-6-1885.
Mi amada mujercita:
Ultimamente te he echado de menos
más que en cualquier otra época desde que
nos separamos. Este es el resultado de tu
dulce y cariñosa carta, que llevo conmigo
constantemente. Me siento ilimitadamente
feliz por lo que me cuentas, pero no dejo
de comprender que una satisfacción tan
grande le quita a uno toda inspiración.
Todo lo que puedo decirte es que si nuestro noviazgo hubiera necesitado, no tres,
sino siete años para realizarse, según nuestras costumbres patriarcales, no me habría
parecido ni demasiado rápido ni excesivamente tardío. ¡Qué tonterías estoy diciendo!
¡Y qué irritante resulta esta parquedad
cuando uno está acostumbrado a tener facilidad de palabra y ésta de pronto
se niega a obedecernos! Te he respetado
siempre por esa misma reticencia tuya que
a veces te eché en cara; jamás podría confiar en el amor que reacciona rápidamente
ante la primera iniciativa. prescindiendo
del privilegio de crecer y desarrollarse con
el tiempo y la experiencia. No, no puedo
encontrar las palabras precisas y prefiero
escribirte de lo rápido que van a transcurrir los próximos dos meses y medio, de
130
lo felices que seremos juntos cuando tal
cosa suceda y de cómo procuraremos
mantener los límites de tiempo que nos
hemos fijado y aun acortarlos. Entonces te volveré a repetir todas estas cosas y me comprenderás mejor que ahora.
Sin embargo, espero que sólo dudes
de mi amor en pocos momentos y en
instantes de s:¡-ran agitación. Sabes que,
después de todo, desde el momento en que
te vi por vez primera, me sentí determinado -¡no, obligado!- a cortejarte y de que
persistí no obstante todas las advertencias
de mi sentido común, y de cuán inconmensurablemente feliz he sido desde ese momento, y de que he vuelto a recuperar la
confianza en mí mismo, etcétera. Mi amada Marty. la vida en el sanatorio es mucho más agradable de lo que esperaba, y
esto se debe en gran parte a la amabilidad de Obersteiner, que no tiene ninguna
clase de hipocresía, y que procede de
su genuina bondad. También me llevo muy
bien con el viejo. A veces, cuando acude
algún cliente a su consulta, actúo corno
ayudante privado, y me ha prometido que
me enviará pacientes para mi tratamiento
eléctrico. En ocasiones me da consejos, diciéndome, por ejemplo, que me concentre
en el estudio de las enfermedades nerviosas infantiles. ¡Si yo pudiera ocuparme de
una cosa así con carácter oficial! ...
Mañana sábado es el informe y la votación sobre mi examen oral. y también han
de darme el tema y la fecha para mi próxima conferencia-examen. También habrá
una votación sobre la subvención del viaje, que es muy importante para mí, aunque ya no tanto como cuando la posibilidad de verte dependía exclusivamente de
131
esta cantidad.
Sueño con la beca todas las noches.
Ayer, por ejemplo, soñé que Brücke me
decía que la subvención no era para mí.
pues había otros siete candidatos y todos
ellos poseían posibilidades mayores que las
mías.
Con estas dos fotografías, nuestro álbum
ha quedado completamente lleno. Cuando
nos hagamos más fotos, en septiembre, he
decidido iniciar un nuevo álbum dedicado
sólo a ti.
Te saludo y también a Minna cariñosamente, y pronto podré darte noticias ( acerca de la decisión) ... Tuyo,
Sigmund.
132
Viena, sábado, 20-6-1885.
Por la tarde.
Princesa, mi princesita:
¡Oh, qué maravilloso va a ser todo!: ir
allá con dinero. Estaremos juntos durante
mucho tiempo. Y llevo un bonito regalo
para ti. Después seguiré mi viaje a París
y seré un gran erudito, y más tarde, al
regresar a Viena, lo haré con un enorme
halo y en seguida nos casaremos. Curaré
todos los casos nerviosos incurables, y tú
serás mi amuleto para conservar una salud
perfecta; te besaré millares de veces hasta
convertirte en una muchacha fuerte, alegre y feliz ... , y "si no han muerto, todavía viven hoy".
Casi te envío un telegrama para decirte
que obtuve la subvención por trece votos
contra ocho, pero luego pensé que de esa
forma tendrías que esperar dos días más
hasta recibir mis noticias, y que quizá preferirías una postal. Tu presentimiento acerca de los mil quinientos marcos ( 608 florines) se ha convertido en realidad. Espero
sacar mucho provecho de esta lotería.
La concesión de dicha cantidad demuestra también que el claustro de profesores
tiene una buena opinión sobre mí. Me siento inexplicablemente feliz, y junio ha re133
sultado ser un mes magnífico. En esa mis~
ma reunión resultó aprobado mi Dozentur
por diecinueve votos contra tres. En Ja pri~
mera votación obtuve diecinueve 'contra
uno. Como verás, sólo dos malvados se
unieron luego a la oposición. Mi conferencia~examen se celebrará dentro de una
semana, el día 27, sobre un tema relacionado con la anatomía cerebral, lo que me
conviene extraordinariamente.
Te envío mis más cariñosos saludos, y
no llego a acostumbrarme del todo a la
idea de que también yo puedo tener suer~
te. Mas ... ¿acaso no fue el día más afor~
tunado de mi vida un 17 de junio, hace
tres años?
Con cien mil besos, todos y cada uno de
los cuales habrán de ser pagados en ef ectivo, tuyo,
Sigmund.
134
Viena, martes, 23-6-1885.
Mi dulce amada
Acabo de recibir tu carta tan esperada,
con las tristes noticias que ya adivinaba.
No estoy de acuerdo por completo con tu
opinión, pero probablemente no exista gran
diferencia entre nuestros puntos de vista.
Schomberg no puede casarse con ella por
ahora, lo cual. se mire como se mire, es evidente. Si muere a consecuencia de su enf ermedad, es obvio que no podrían casarse; en
tanto, él no está bien que la vea como mujer
de otro. Por tanto, no me parece que haya
que adoptar ninguna decisión específica,
pues todo debe solucionarse por sí solo.
No creo que sea necesario romper el no~
viazgo ante el acontecimiento previsible
que, tarde o temprano, sucederá. En cuanto
a Minna, me imagino que deseará prolongar sus relaciones con Schomberg mientras él viva. No creo que tú te comportaras en forma distinta, es decir, que me
abandonaras antes de morir si se diese tan
fatal desenlace. Por mi parte, no renuncia~
ría a lo que es más precioso para mí mientras
me quedase un poco de vida. Sin embar~
go, nosotros vivimos y llegaremos a ser
felices, y la pobre Minna, si la India no la
ayuda a olvidar, se verá rodeada por mil
135
recuerdos dolorosos. Así que, de momento,
dejémosla aferrarse a la poca esperanza
que aún le queda. Es triste, mi amada mujercita. ¿Te das cuenta de toda la clase de
limitaciones que amenaza a la felicidad humana y que sólo con pensar en esto nos
sentimos desdichados? Mantengámonos
unidos y así podremos ayudar a las personas queridas.
Saludos muy cariñosos. El tiempo se me
hace ahora larguísimo. Espero tantas cosas ... Devotamente tuyo,
Sigmund.
Querida, escribe unas letras en una postal para Anna Hammerschlag.
136
Viena, jueves, 25-6-1885.
Dulce amada:
Haces bien en escribir de Schomberg y
Minna y no de nosotros. Comparto tus
sentimientos, aunque sólo conozca esta situación por tus cartas. Si tus obsetvaciones sori exactas -y no lo dudo-. no podemos confiar en su mejoría y tendremos
que ahorrar todas nuestras energías para
el dí.a en que Minna necesite nuestro consuelo. Este hombre, un buen hombre, es
merecedor de que lo recordemos con cariño, pero está acabado. No me atrevería
a opinar así delante de nigún paciente suyo.
ni de algún pariente, pues se dan casos de
curaciones inesperadas, pero no son comunes. En mi opinión, ya está hecho el diagnóstico definitivo. ¿Qué es lo que podemos
hacer, mi vida? Me temo que muy poco.
Estás en lo cierto al afirmar que no es posible cambiar la sociedad ni siquiera Rara
salvar a nuestro paciente, que no nos es
dado convertir en hombre pudiente a quien
tiene que ganarse la vida trabajando, y que
pudiera permitirse el lujo de disfrutar de la
vida y cuidar su salud. No hay nada que
hacer, y esto es lo terrible. La enfermedad
en sí es curable pero no así la posición social y las obligaciones de la persona. Tú
137
tendrás que mantenerte fuerte y ser ahora
más que nunca la hermana mayor y única
de Minna, sin quitarme a mí ni un poco de
tu cariño, pues yo no deseo prestarte a nadie. Cuidate y cuidala.
Si cuando llegue las encuentro a las dos
pálidas y enfermas, continuaré mi viaje a
París sin detenerme . . . No; me quedaré
con ustedes y gastaré los seiscientos florines en W andsbeck.
Después de cenar te escribiré acerca de
mi proyecto con Fleischl. Tuyo,
Sigmund.
Meidling, 23-7-1885.
Doce cuarenta y cinco del día.
Mi princesita:
En la mañana temprano recibí tu postal.
Lamento no ser capaz de comprender tu
hamburgués. Te agradezco mucho los cinco marcos que me enviaste. ¿Por qué anticiparse a los malos tiempos? Hazme el favor de enviar un informe financiero. Para
tu conocimiento, te diré que tengo ya un
baúl y un saco de viaje. Mi primo Moritz
me ha dejado las dos cosas. Ahora te lo
explicaré: Dolf i y yo estamos comiendo
aquí, tras haber hecho un alto en nuestra
gran excursión al Semmel ing. A la una y
media tomaremos el tren hasta la aldea
Payerbach, y después iremos caminando
parte del recorrido, dormiremos donde nos
coja la noche y regresaremos mañana temprano. Todo esto no deja de ser una experiencia para la pequeña.
138
139
Semmeling. diez de la noche.
Todo ha salido muy bien. El tiempo es
maravilloso. y la mantequilla y la miel
también, hemos pedido un cuarto de Gespritzter. Todo está estupendo. Partiendo
del hecho que sin ti cualquier placer se convierte en tortura. aun así. no lo he pasado del todo mal. Empezamos a andar
desde Klam y subimos al Adlitzgraben, después al Semmeling. En el primero, descubrimos un Gasthaus con una magnífica
vista y una pequeña y deliciosa camarera.
y Dolfi. con su sentido común. sugirió que
pasáramos la noche allí. pero yo insistí en
continuar el camino hasta el "Archiduque
Johann". en el límite de Estiria.
Allí comenzaron nuestras aventuras.
Desde que llegamos y, no obstante las indirectas que me dirigieron. me negué a reservar habitaciones para la noche. Salimos
a dar un paseo, y cuando regresamos. ya
tarde. no nos quisieron admitir. Alumbrados por la luz de la luna nos fuimos al
hotel, desde allí a la residencia para turistas. y de ésta a un establo; pero no encontramos habitaciones. Quisimos que nos indicaran el camino para volver a Gasthaus,
pero nadie nos ayudó, pues decían que.
en la oscuridad, no seríamos capaces de
140
encontrarla. Al final, el dueño de la fonda
nos dejó que hiciéramos las camas en el
pequeño comedor. y aquí estamos ahora
cenando en paz. Dolf~ resiste bien y camina como un soldado. fl.o tiene miedo de los
"oscuros bosques", y está constantemente
alegre y feliz y no hace ningún reproche.
aunque tiene buena base para ello. En esta
excursión he dado rienda suelta a toda mi
irresponsabilidad. Ni siquiera he traído dinero suficiente, y así que Dolfi tendrá que
cooperar. Y a sé lo molesta que estarías
conmigo si estuvieras en estos problemas,
pero, si así fuera, acallaría tus protestas con
besos y comprendería tus reproches. La
verdad es que lo he arreglado todo, y lo estoy pasando bien. ¡Ah. si estuviésemos juntos, mi dulce princesa! ... La verdad es
que tendré que recuperarme durante los
próximos días y reducir gastos. Ya comprendo por qué no te gusta que cuente los
días que nos separan. Le he querido ofrecer a mi pobre hermanita un cumpleaños
agradable y lo he conseguido. Mas desde
este momento hasta que te vea. sólo habrá
para mí una sucesión de días atareados y
laboriosos. pues, si no, me parecería que
no merecía la suerte de acudir junto a ti.
Partí en dos el pliego de papel de cartas que había traído y le di la mitad a
Dolfi. Ahora te escribo en un trozo de papel que traía por casualidad. Regresaremos mañana por la mañana. pues deseo
pasar tu cumpleaños en contemplación solitaria.
Buenas noches, mi mujercita. Tuyo,
Sigmund.
141
París, miércoles, 4- 11 - 1885.
Amada mía:
La gran noticia es que ayer, tras haber
llegado tarde a la Consultation Externe
(me siento estos días bastante indiferente
hacia todo), vi entre los presentes un pálido cráneo, cubierto de rubios y ralos cabellos, que me hacía una leve reverencia
y resultó ser mi amigo in cerebro Darkschewitsch , de Moscú. Deja que te cuente
la historia de nuestra amistad. Cuando entré para trabajar en el laboratorio de Meynert a estudiar el método de la solución de
oro, encontré allí a un americano, Mr. Barney Sachs, hombre amable (más tarde
supe que era judío), y al ruso Darkschewitsch. Este atrajo mi atención por su aspecto melancólico, típico de los rutenios y
los pequeños rusos; pero sólo llegué a conocerlo después de que descubrí mi método.
Sachs tradujo mi artículo al inglés para
Brain o, mejor dicho, corrigió mi traducción, y D ... se ofreció a traducirlo para
una revista médica rusa, y así lo hizo. Gradualmente comenzó a confiar en mí, y descubrí en él un fanático tras ese aspecto sosegado. Sentía repugnancia hacia toda clase
de distracciones, y en su alma no había
espacio más que para su patria, su reli142
g1on y la anatomía cerebral. Su ambición
era la de escribir el primer libro en ruso
sobre el tema. Disgustado con Meynert,
se fue a Leipzig con mi rival Flechsig. Me
escribió una vez desde allí, pero no recibí contestación al yo escribirle. Desde
marzo del año pasado he leído varios de sus
artículos sobre anatomía cerebral. Y ahora
está aquí, para pasar su último año en el
extranjero, en la clínica de Charcot. Su
Gobierno le ha prometido una cátedra para cuando él regrese. Tras la consulta, vino a saludarme y me anotó su dirección. Lo
acompañé y estaba, como siempre, muy
simpático y me preguntó por mi prometida, expresando la esperanza de que no
tendría que hacerla esperar todavía mucho
tiempo. En cierta ocasión, conoció a mi
padre en Viena, y me preguntó por él. Todo esto me complació mucho; por la tarde
lo visité, cenamos juntos y tomamos té en
su habitación, y me sentí menos aislado.
En un artículo que me enseñó decía que
mi método le había proporcionado las mejores ilustraciones para su investigación, y
los dibujos que él hizo están copiados de
estas muestras. Me dijo que mi método
había causado una gran sensación en Leipzig, lo cual me alegró. De Flechsig opinaba que era un hombre insignificante e incapaz de sacar partido a su descubrimiento.
Cuando aludí en broma al carácter melancólico que le caracteriza resultó que está
tan enamorado como yo y que espera las
cartas con la misma impaciencia, lo cual
nos unía aún más. No busca el trato social ni desea divertirse; resulta ser la clase
de compañía que necesito. El domingo hemos decidido ir juntos a V ersalles. Desde
luego, no me dejan indiferente las noticias
143
del buen éxito de mis pequeñas realizaciones científicas. Su libro está muy adelantado. Con el empeño y la gran sobriedad
que caracteriza a los rusos , ha trabajado
copiosamente. Me alegro de haberlo conocido.
Saludos y besos muy cariñosos. Tuyo ,
Sigmund.
París, sábado. 12-12-1885.
Adorada y amada princesita:
¿Cree vuestra alteza en verdad que es
fácil dejar París? No te asustes; llegaré
a Hamburgo el 21, por la mañana. Esto
es seguro; apenas veré Berlín, pues regre- .
saré a París directamente. "¿Qué te ha sucedido, loco?" Nada, mujercita mía, excepto que Charcot me llevó a un lado hoy
para decirme: "]'ai un mot a vous dire" .
Y, sin más, me dijo que deseaba que tradujera su tercer volumen al alemán y. lo
que es más , no sólo la primera sección. que
ha aparecido ya en francés , sino también
la segunda, que aún no ha sido publicada.
¿Te alegras? Yo, sí. Ha sido una buena
noticia. Podré darme así a conocer a los
médicos y a los pacientes alemanes. por lo
que me parece que debo de sacrificarle unas
semanas y unos cientos de Gulden, teniendo en cuenta los que me aporte. Lo considero una gran ventaja para mí , en cuanto
al ejercicio de la medicina se refiere, y,
además, facilitará el camino de mi libro
cuando lo publique.
Ricchetti cree que no es el mejor momento para dejar a Charcot, cuando apenas he iniciado contacto con él. y a mí me
perece que tiene razón; pero esto no me im-
144
145
pedirá ausentarme de aquí durante diez
días, y siempre saldré ganando con tus besos. Tú mereces, mi dulce tesoro, que te
complazca, al menos en esta ocasión, teniendo en cuenta, las veces que te he
entristecido. Ha sido un buen día, y me recuerda el día que me dieron la subvención,
y confío en que no tratarás de persuadirme de que vaya a verte antes de que absorba mi nuevo trabajo parisiense.
Todo ha pasado como en esas escenas
de las comedias donde todo ocurre a un
mismo tiempo. La autorización de Charcot,
una carta de casa con buenas noticias ...
Rosa me dice que está muy ocupada con
mi chaqueta de invierno, mis camisas y
mis botas. No sé lo que me reserva la tarde y me gustaría saber lo que sucedió hoy
en tu vida.
Probablemente. dejaré la habitación que
tengo alquilada , aunque supongo que podré ocuparla de nuevo a mi regreso. Guardaré en un cajón los libros que tengo y se
los confiaré a Ricchetti. Tengo ganas de
gritar y de saltar para dar rienda suelta
a mi alegría. Desearía ya estar contigo, mi
querida y dulce amada. Espero que estarás de acuerdo con mi regreso bajo estos
auspicios.
Miles de besos de tu
Sigmund.
146
París, miércoles, 10-2-1886.
Mi deliciosa novia:
¡Qué mágica ciudad es París! ¿Empezaré esta carta contándote mis experiencias de ayer, o responderé antes a tus
múltiples preguntas? Me inclino a lo primero. Hasta ahora la velada de ayer fue
la más agradable que he pasado aquí. Llegué muy temprano, casi al mismo tiempo
que el propio Charcot, quien me hizo sentirme a gusto diciéndome que no me preocupara, pues al fin y al cabo no me había invitado él. sino madame. Mi llegada
a deshora, antes que los demás, me dio la
ventaja de poder charlar a solas primero
con mademoiselle y luego con madame. La
primera estuvo muy amable, pero, como sin
duda te alegrarás de saber: inaccesible. Y a
te contaré esto más ampliamente. Madame
pronto tuvo que salir apresurada. atraída
por ciertos ruidos y diciéndome, a modo
de explicación: C' est lui, il ne sait pas se
mettre la cravate lui-meme! Me alegró poder compartir este error con el gran hombre, que pronto apareció, y al que tuve
para mí solo durante un cuarto de hora,
a lo largo del cual tuve oportunidad de
mencionar cierto número de cosas: primero, lo de los enfermitos externos, que le
147
sugirió la observación: M ais e' est quelque
chose. Le hablé después de mi partida y de
cierta teoría que se me ha ocurrido. iniciada del caso que él puso a mi disposición.
y la aprobó sin reservas. Al final. cambiamos impresiones sobre la traducción, etcétera. Me dijo que París me había sentado
bien y que había engraissé. Gradualmente
fueron llegando los invitados. y nos sentamos a cenar. Aparte de la familia Charcot (cuatro en total) . estaba el autor de
la estatua a Claude Bernard. que acababan de inaugurar; el ayudante-jefe de
Charcot, Richet, y su esposa (bastante ligera de ropa. pero tomando en cuenta su
belleza, no le podía reprochar) . y no abrió
la boca en toda la noche; un tal Mendelssohn. judío de Varsovia, que ha sido ayudante de Charcot y alumno de los fisiólogos berlineses y que está ahora trabajando
en condiciones envidiables con los pacientes de la Salpetriere; M. Arene. periodista e historiador de arte. cuyos artículos leo a diario en la prensa; M. Toffano.
pintor italiano al que veía allí por tercera vez, y yo. Estuve sentado junto a mademoiselle Charcot. Te envío la tarjeta
que designaba mi colocación. para nuestro
archivo. No nos sirvieron demasiada comida, pero los manjares fueron exquisitos
y estuvieron regados con vinos excelentes.
El peso de la conversación recayó en madame. El mismo Charco,t estuvo muy animado, y su familia opinaba que tenía un
"buen" día. Hablemos ahora de mademoiselle. Tiene veinte años y. a pesar de que
es bajita. resulta muy graciosa. se mueve
con gran soltura y parece dividir su interés entre su padre y su hermano. Si j' étais
gar~on . .. , dijo una vez. Evidentemente.
148
se interesa seriamente por la Medicina.
Traté de ser atento con ella y le sugerí que
habláramos en inglés pero pronto rechacé
tal idea cuando me dijo que había sido el
primer idioma que aprendió. Tiene una hermana mucho mayor. pero que no es hija del
mismo padre. Hubo una acalorada disputa
entre ella y el joven Charcot, que el viejo
tuvo que cortar con un Assez, mademoiselle! dicho en tono cariñoso. Cuando terminamos de cenar tuve el honor de acompañar a mademoiselle hasta el salón. pues
Richet estaba demasiado lejos. Como la
cena me había desatado la lengua. estuve
a mis anchas y hablé largo y tendido con
el propio Charcot. al que pedí prestados
un libro y una revista. Para mí constituyó
un acontecimiento muy agradable la llegada de M. Ranvier, el famoso histólogo
que tan amablemente me aco!=}ió en el
College de France. Creo que habló a Charcot acerca de mí. y tuve después una conversación muy agradable con él. La confianza que pueda tener en mí mismo como
juez de la naturaleza humana recibió un
considerable impulso cuando me confió
que le hubiera gustado más ser catedrático en alguna pequeña universidad alemana
-Bonn. por ejemplo - , pues en una carta
a Paneth yo lo había descrito como "un
catedrático alemán de universidad mal
traducido al francés". El número de invitados fue aumentando cada vez más, y entre los últimos llegó Cornu, el famoso óptico, cuyo rostro tiene aire de inspiración;
M. Peyron. director de la Assistence Publique, contra el cual instigaron recientemente los estudiantes un gran escándalo,
sin que nadie sepa las razones. y ( prepárate para una sorpresa) Daudet en per-
149
sona. ¡Qué magníficas facciones! Es bajo,
con el angosto cráneo cubierto de una mata de cabello negro, rizado, y posee una
barba, pero no típicamente francesa; facciones finas y una voz resonante. Sus movimientos denotan agilidad. También estuvo allí madame D ... , que no se separó
un solo momento de su marido. Es tan fea
que resulta difícil imaginarla más atractiva en cualquier tiempo pasado. Tiene expresión de cansancio y unos pómulos muy
prominentes. Estaba vestida como una jovencita, aunque también participaba en la
reunión su hijo, de dieciocho años, amigo
de Charcot. Daudet no representa ni un
día más de cuarenta. Debió de casarse muy
joven.
La velada, en una palabra, resultó muy
agradable. Me fu¡ con M. de la Tourette,
y a las doce y media subí a su piso a buscar un artículo que me había prometido.
Al día siguiente no pude dejar de pensar que soy un imbécil por marcharme de
París ahora , cuando ya llega la primavera;
la belleza de N otre-Dame se realza con la
luz del sol, y únicamente tendría que decirle unas palabras a Charcot para que me
permitiera hacer lo que me diese la gana
con sus pacientes. Sin embargo. no me siento lo bastante temerario y ni siquiera tengo
el valor suficiente para quedarme aquí por
más tiempo.
Al día siguiente -es decir, ayer miércoles- me sucedió otra aventura. El
viernes, un tipo, de lo más innoble, vino
a buscarme para ir juntos a la Salpetriere.
Está de hidroterapista con Winternitz, por
lo que se considera un gran neuropatólogo. e hizo toda clase de observaciones condescendientes que yo fui anotando para mis
150
adentros. confiando en una prox1ma venganza. Traía una carta de presentación
para Charcot, con un párrafo de adulación
repugnante, en que se denominaba a éste
"el más grande de los médicos". No sé qué
clase de acogida esperaba con estas cosas. mas yo estaba seguro de que sería
un tanto glacial. Y así fue. Después de
leer la carta, Charcot se limitó a decir A
votre service, monsieur -y añadió-;
¿Vous connaissez M. Freud?, ante lo cual
ambos nos hicimos una inclinación de cabeza, él bastante sorprendido y yo complacido secretamente. Después hubo más
acontecimientos.
Y a hace una semana que anda por la
Salpetriere un tipo indudablemente germánico. el que, a pesar de todo, yo captaba
un algo distinto, sin poder determinar en
qué consistía. El miércoles es el día que
vamos a la sala oftalmológica, y allí este
extranjero comenzó súbitamente a conducirse con cierta autoridad. Cuando intercambió tarjetas con el oftalmólogo de Charcot, éste se puso amabilísimo y expresó la
esperanza de que monsieur volviera a menudo para poder aprender algo de él. Entonces todos comenzamos a preguntarnos
quién podría ser. Antes de marcharse se
acercó al otro vienés y a mí. y nos dijo:
" Les he oído hablar en alemán. Permítanme que me autopresente". Mi béte naire se
adelantó a entregarle su tarjeta. y yo estaba aún tratando de encontrar la mía cuando el forastero dijo: "Soy alemán. pero
emigré a América hace mucho tiempo" . Al
fin extraje mi tarjeta. pero era una de las
que no llevan dirección. Tras haberla mirado. nuestro interlocutor dijo: "¿Es uster. por casualidad. el doctor F .... de Vie-
151
na? Me suena su nombre desde hace mucho
por sus publicaciones. especialmente la
que habla de la cocaína". Y o, algo sorprendido, le pedí que me aclarara su personalidad, y resultó ser Knapp. nada menos que el of talrnólogo más destacado de
Nueva York. que también se ha ocupado
de la cocaína y para quien redacté hace
tiempo una carta en nombre de Koller. Le
saludé con el respeto que merecía, y mi
bete naire tuvo que quedarse al margen,
con aire un poco borreguil, en primer lugar porque no supo reconocer a nuestro
interlocutor, y en segundo porque quizá
se percataba de que había hecho, una vez
más, el tonto. Cuando oyó mencionar la
palabra cocaína preguntó: "iHa escrito
usted también acerca de la cocaína?" A lo
que Knapp respondió: "Naturalmente; él
fue el primero". Esta mañana mi vienés
se mostró mucho más maleable y habló
exclusivamente del gran porvenir que me
aguarda en Viena si practico la Medicina.
He recibido nuevamente carta del librero y de Kassowitz. El primero se muestra
mucho más amable. K . . . me escribe sólo
para aclarar que no desea influir en mi elección entre Breslau y Berlín, pero me aconseja, en caso de que sea el segundo, que
no mencione su nombre, porque se lleva
mal con los especialistas berlineses de pediatría. Sigo muy ocupado con el caso que
me traspasó Charcot. Nuestra relación continúa siendo muy satisfactoria.
Ha llegado el momento de contestar a
tus preguntas, mi vida. No sé nada acerca
de los fondos de la empresa. Me parece
que es administrada privadamente, como
las demás policlínicas, y. probablemente,
existe a base de contribuciones voluntarias
152
como fuente casi exclusiva de ingresos. No
hay remuneración para el director de un departamento, hecho que no contribuye a hacer que un cargo sea menos apetecible. Las
consultas tienen lugar en una sala especial
que contienen entre otras c;osas, material
eléctrico; hay uno o dos estudiantes para
anotar los historiales clínicos; las consultas son gratuitas, pasándose dos o tres veces por semana; pero, en justa contrapartida, puede uno disponer del material que
necesite y, si es Dozent, hasta dar clases.
iLo comprendes ahora? Las ventajas principales radican en este libre acceso al material y en la reputación que de este modo
puede uno adquirir corno especialista.
No te he hablado nunca de mi tío de
Breslau porque apenas me acuerdo de que
existe. Le he visto sólo dos veces en toda
mi vida, y cada una de ellas únicamente
durante un cuarto de hora. Es uno de los
hermanos menores de mi padre, de profesión comerciante, bastante vulgar, y la historia de su familia es muy triste. De sus
cuatro hijos. sólo es normal una chica, que
está casada y vive en Polonia. Uno de
los chicos es hidrocefálico y débil mental;
otro, cuya viveza en la adolescencia parecía presagiar un futuro brillante, se volvió loco a los dieciocho años; a la otra
hija le sucedió otro tanto cerca de los
veinte años. Tenía tan completamente olvidado a este tío mío, que nunca se me había ocurrido pensar en mi familia como
posiblemente afectada por alguna vena hereditaria. Sin embargo, desde que comencé a pensar en Breslau, todo volvió a mí,
y me terno que no puedo atribuir a la madre el hecho de que muriera epiléptico uno
de los hijos de mi otro infortunado tío de
153
Viena. con lo cual resulta que debo de tener una considerable "vena neuropatológica". Afortunadamente entre nosotros.
los siete hermanos y hermanas de la familia, hay muy pocos síntomas de esta naturaleza. si se exceptúa la vigorosa tendencia a la neurastenia de Rosa y mía (a
Emanuel no lo cuento). En mi calidad de
neurólogo me preocupan tanto estas cosas
como a un marinero el mar; pero tú, mi
vida, debes darte cuenta de que habrás
de mantener tus nervios en buen estado si
quieres que los tres hijos con los que prematuramente sueño nos salgan cuerdos. Y
si el pensar en la Medicina te repele, no
puedo reprochártelo, pero debes amarme
siempre. X o creo que seríamos muy felices si nos casáramos pronto. Estas cosas
son muy corrientes en las familias judías.
pero ya basta de Medicina. Mi s(tuac·ión
monetaria puede explicarse fácilmente. Los
trescientos florines que aún me deben por
la traducción, y que he aceptado de Paneth en calidad de anticipo hasta que me
la paguen. eran para el mes de febrero.
Comprenderás, por lo tanto, que lo que necesito para viajes y manutención durante el
mes de marzo tendrá que proceder de otras
fuentes. Lo que dices de que me desvíe y
vaya a Hamburgo me parece muy bien,
mas ... ¿tratas de dar a entender que no
deseo verte? Me quedaré sólo un día y
quiero que todo el mundo de Viena y
Hamburgo crea que he viajado en el tren
directo. ¿Se ha enterado vuestra alteza?
No creo que me traicione Assian. probablemente sea el único en darse cuenta de mi
presencia. El dinero que se nos escapa de
las manos es un capítulo mucho más desagradable, princesita, pero la perspectiva
de tenerte sentada junto a mí durante todo
el día lo compensa todo, y en esa jornada
me niego a hacer visitas, ni a permitirte
otra actividad que no sea la de conversar
conmigo.
Cariñosos saludos y besos, a mi mujercita. Termino esta carta al >'o tro día del que
la empecé, esperando tener noticias tuyas
mañana. Tuyo,
Sigmund.
Berlín, miércoles. 10-3-1886.
Mi dulce amada :
¡Qué cosas tan curiosas se te ocurren
y qué cartas tan interesantes puedes escribir! Me interesó profundamente lo que
me cuentas de la serpiente de plata, y tus
comentarios sobre la sensación que produce el recibir telegramas. Afortunadamente. nada parecido ocurre aquí, por lo que
voy a tomarme la libertad de aburrirte tanto como lo hice ayer. Hasta ahora no hay
aquí aventuras, ni emociones, como ocurría
en París. Sólo trabajo. Me he dedicado de
lleno a traducir, porque temo que no llegue
a terminar, aunque ya sé que esta idea no
es razonable. Esta mañana, con esfuerzo.
me decidí ir al Mu seo Real, donde estuve
mirando ligeramente los fragmentos de antigüedades, lamentando no ser capaz de
entender y recordando con nostalgia el
Louvre, que es mucho más suntuoso e
importante. Lo más interesante que hay
aquí, son, naturalmente, las esculturas de
Pergamene, fragmentos que representan,
las escenas tensas y dramáticas de la batalla entre los dioses y los gigantes. Como
decía mí colega el doctor Türkheim, no se
puede ser siempre exclusivamente médico.
Sin embargo, más que estas piedras, me
156
atraen los niños que hay en la clínica, quienes. por su formato pequeño y porque generalmente están bien lavados, constituyen
un material más agradable que los pacientes mayores. Cuando tienen sano el cerebro, estas criaturas son encantadoras, y su
sufrimiento me conmueve. Creo que no necesitaría mucho tiempo para abrirme camino como médico de niños. De todas formas. no estaría mal unos cuantos meses de
preparación aquí, pero me temo que descartaré esa idea: los días de mis audacias
temerarias se han terminado. Viena me pesa
más de lo que quizá sea razonable. En estos
días estoy pecando contra uno de mis principios lealmente seguido que es el de no
atormentarme pensando en nuevas situaciones hasta que me halle en medio de
ellas. Sin embargo, sabré superar mi actual estado de ánimo, y cuando lo consiga
no me preocuparé por nada ni por nadie
hasta que ponga nuevamente la vista encima a la detestable torre de St. Stephen.
Aquí se me acaba lo poco que tenía que
contarte, y te ruego que seas muy paciente conmigo. Después de todo no voy a iniciarte en los secretos de las enfermedades
infantiles; ni el mismo Baginski es lo suf ícientemente importante para merecer una
descripción detallada. Estoy contando secretamente los días, pero no tienes por qué
saber exactamente el número a que he llegado.
Con saludos y besos muy cariñosos.
Tuyo,
Sigmund.
157
estoy cansado, y me voy un rato al café
Bauer. No te olvides, mi princesita. de
que me has prometido conservar tu buena
salud y escribirme pronto. Y o también tengo más tiempo libre ahora que ya he terminado la traducción.
Con muchísimos besos. para los cuales
abro hoy una nueva cuenta corriente. Tuyo.
Sigmund.
Berlín, martes, 30-3-1886.
Saludos cariñosos a tu madre y a Minna.
Mi dulce amada:
Si tengo que dejar W andsbek la próxima vez sin llevarte conmigo, te pediré que
vengas a despedirme a la estación. Casi
me doy media vuelta, al llegar a Schadendorf, para dormir ahí un día más, pero me
dio un poco de vergüenza, pues hasta ahora hemos logrado ser bastante razonables
en nuestras despedidas. Sin embargo, esta
vez me fue muy difícil. y tú también derramaste algunas lágrimas, mi tesoro, lo
cual me conmovió profundamente. Ahora
libraré muy en serio la batalla decisiva,
como sugieres, para ahorrarte más despedidas y acortar nuestra espera.
Aquí me tienes de nuevo en Berlín, tan
lejos como si ya me hubiera trasladado a
Viena. Comienza una nueva era, que espero sea buena y nos proporcione cosas
agradables. Mi dulce tesoro, apenas puedo imaginar lo que será no separarse más
de ti, y por otra parte sé que no me tomará de sorpresa. pareciéndome que hemos vivido siempre juntos.
.
Esta vez no encontré carta tuya. El viaje fue agradable, y dormí casi toda la
noche cubierto con mi manta de punto. No
158
159
Viena, jueves, 6-5-1886.
Mi dulce niña:
Te doy mis más calurosas gracias por
tu encantadora carta y por el regalo, cuyo
contenido conocía tan bien como si te hubiera acompañado a comprarlo. Siempre
he deseado tener una planta de clitia, y
tú lo adivinaste. Pero no es necesario que
te disculpes por tu regalo, querida mía,
aunque me avergüenza pensar que soy tu
deudor en lugar de competir contigo haciéndote presentes.
Soy ya un tanto viejo, y estoy casi en
las puertas de nuestro cuarto aniversario
de noviazgo, y seguimos unidos mientras
nuestro matrimonio que tan a menudo imaqinamos se convierta en realidad. Por otro
lado, aunque seguimos tan lejos como siempre de nuestra meta . nos hemos acercado
un poco más hacia la certidumbre. Dentro
de unas semanas el dinero se habrá terminado, y veremos entonces si puedo seguir viviendo en Viena.
Me gustaría pensar que mi próximo
cumpleaños va a ser como tú me lo describes, que me despertarás con un beso y
que ya no tendré que estar impaciente por
recibir carta tuya. No me importa el lugar
donde tengamos que vivir, y me da lo mis160
mo aquí que en América o Australia o
cualquier otro continente. Lo que no puedo es estar mucho más tiempo sin ti. Aceptaré todos los problemas y todo el trabajo
que me cai!=Ja encima, pero estando juntos.
Y, hablando confidencialmente, te diré
que tengo pocas esperanzas de abrirme
camino en Viena. Continúo escribiéndote
por la tarde, querida. Hoy vinieron a mi
consulta dos anti!=JUOs pacientes de Breuer
y nadie más. Habitualmente tengo cinco:
dos para recibir tratamiento eléctrico, uno
un Schnorrer y el otro un Schadchen.
Después me llegaron las felicitaciones
de Paulí y Dolfi que me trajeron una caja
para cepillos muy bonita; y Mitzi. una gran
fotografía suya y dos ramos de Makart;
mamá, un bizcocho, y Rosa me regaló un
secante enmarcado que está muy bien para
mi mesa de trabajo.
Recibí felicitaciones por escrito de Willenz, Schani, Kleinenbenger y el tío Elías,
a quien deseo le des las más expresivas
gracias en mi nombre. Se han portado conmigo como si fuera un príncipe. Estoy al!=JO cansado. lo que no me extraña, y voy a
descansar un poco.
El trabajo del laboratorio me agrada
mucho. y, desde luego, tengo bastante
tiempo libre para dedicarme a él. Se me ha
ocurrido otra idea terapéutica que pronto
pondré a prueba, pero es dudoso que alcance el mismo éxito que tuve con la coca.
Buenas noches, mi mujercita. Brindemos
por el próximo año. Tuyo.
Sigmund.
Les escribiré mañana separadamente a
tu madre y a Minna.
161
Viena, jueves, 13-5-1886.
Amada mía:
Durante las horas de consulta no podré
volver a escribirte, porque tengo mucho
trabajo. La salita de espera está llena de
gente y no acabo casi nunca antes de las
tres. No es mucho lo que gano, pero los
pacientes que vienen son nuevos, aunque
son pocos los de pago: señora del profesor
M ... , que me da mucho la lata; un caso
de ciática. que está casi curado, y los dos
policías que vienen una vez a la semana.
Mañana vendrá T ... Hoy mis ganancias
subieron a ocho florines: tres de uno de
los policías, y los otros cinco nuevamente
gracias a Breuer. que me envió a la señora
del doctor K . . . Ella vino para que le recetara algo que aliviara un poco a su marido.
Me doy cuenta de que para un médico
el trabajo y los ingresos son dos cosas muy
distintas. A veces uno gana dinero sin mover un dedo; otras, se mata a trabajar sin
remuneración. Anteayer, por ejemplo, vino a verme un médico americano que padece agudos trastornos nerviosos. Es un
caso muy complicado y me interesó mucho,
lo acepté sin exigirle que me pagara. Es
complicado lo que le ocurre, a causa de su
162
relación matrimonial con su bella e interesante esposa. de la que también habré
de ocuparme. Para ello tendré que empezar por entrevistarme con el profesor Chrobak mañana. Estoy demasiado cansado
para contarte todos los aspectos delicados
del asunto. Me pareció obra de duendes el
que, en las dos ocasiones que ella vino, tu
foto que siempre había estado colocada
firmemente en su sitio, se cayera de mi mesa de trabajo. No me gustan estas indirectas, y si necesitara un aviso . . . . pero no
lo necesito.
Se supone que un médico tiene que economizar. Aquí me tienes, contando mis
Gulden, y de pronto me llaman para que
vaya a visitar a un antiguo conocido en la
Stadtgutgasse, sin remuneración, desde
luego, y dos horas del día perdidas en el
viaje. pues no puedo alquilar un coche, y al
llegar a casa, me encuentro un mensaje urgente para que vaya a ver nuevamente al
mismo paciente. Naturalmente, esta vez me
veré obligado a rentar un coche, que me
costará lo que me he ahorrado en la cena
de los tres últimos días. El martes di una
conferencia en el Club Fisiológico sobre
hipnotismo; me salió muy bien y recibí un
aplauso general. He anunciado la misma
conferencia para dentro de quince días en
el Club Psiquiátrico, y, durante las próximas tres semanas, tendré que dar aún otra
conferencia sobre mis experiencias parisienses ante la Asociación Médica. Como
verás, la batalla de Viena está en su apogeo, y si estuvieras aquí te diría con un
beso que no he abandonado la esperanza
de hacerte mi esposa dentro de seis meses
Creo que tendré que aumentar una segunda hora de consulta tres veces a la se163
mana, de tres a cuatro, para los pacientes
ricos y para aquellos que necesitan un tra~
tamiento eléctrico leve. A pesar de todo.
mi posición aquí es sólida, como puedo de~
ducir de muy diversos indicios.
Buenas noches, mi dulce amada. Tuyo,
Sigmund.
i Qué te parece si este año hiciéramos
también un regalo colectivo a tu madre?
164
DIÁLOGO ABIERTO
1. La pasión por el discurso -cartas a los estudiantes
de comunicación
Daniel Prieto Castillo
2. La querella de Martín Luis Guzmán
Fernando Curie!
3. Las siete lámparas de la arquitectura
John Ruskin
4. Retórica y manipulación masiva
Daniel Prieto Castillo '
5. Punto y línea sobre el plano
Wassily Wasilievich Kandinsky
6. El origen de la vida
Alexander lvanovich Oparin
7. Diseño y comunicación
Daniel Prieto Castillo
8. De lo espiritual en el arte
Wassily Wasilievich Kandinsky
9. ¿Qué es una constitución?
Ferdinand Lassalle
1O. La fiesta del lenguaje
Daniel Prieto Castillo
11. La enciclopedia secreta
Francisco Guzmán Burgos
12. El sutra de la serpiente -Antigua poesía budista
Carmen Dragonetti
13. Rizoma
Gilles Deleuze, Félix Guattari
14. El suicidio
Emile Durkheim
15. La poesía del Quebec
Antonio Urello
16. Introducción a la literatura fantástica
Tzvetan Todorov
17. La división del trabajo social
Emile Durkheim
18. Democracia posible -El diseño político de Max Weber
Griselda Gutiérrez
19. Las actividades básicas de las artes plásticas
Juan Acha
20.
Las formas elementales de la vida religiosa
Emile Durkheim
21. El miedo a la cirugía
G. Vasconcelos Palacio, M. Vasconcelos Al.lende
Comunicación en los valores -hacia un modelo de
22.
comunicación radial
Eduardo Garza Cuéllar
23. Alegoría de la creación
Héctor Ceballos Garibay
La ética protestante -y el espíritu del capitalismo
24.
Max Weber
Telenovelas, televisión y comunicación: e/ caso de México
25.
F. Javier Torres Aguilera
El juego de pelota prehispánico -y sus supervivencias actuales
26.
Lilian Scheffler, Regina Reynoso, Víctor lnzua C.
27. El político y el científico
Max Weber
El origen de la familia -la propiedad privada y el estado
28.
Friedrich Engels
29. Cultura y comunicación
Francisco Prieto
30. Foucault y el poder
Héctor Ceballos Garibay
Literatura e ideología -e/ primer Mariano Azuela (1896-1918)
31.
Jorge Ruffinelli
32. La libertad
ArthurSchopenhauer
33. Sociología de la religión
Max Weber
cOL ECCl ó/I.¡
~;.
REINO IMAGINARIO
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El Zarco
Ignacio Manuel Altamirano
Cuentos de la selva
Horacio Quiroga
Carta al padre
Franz Kafka
Otra vuelta de tuerca
Henry James
Manuscrito encontrado en Zaragoza
Jan P9tocki
Confidencia africana
Roger Martin du Gard
La casa del confín del mundo
William Hope Hodgson
Historia del ojo
Georges Bataille
Teresa filósofa
Anónimo
Noa-Noa
Paul Gauguin
El prisionero de Zenda
Anthony Hope
La paradoja del comediante
Denis Diderot
Manual de civismo
Pierre Louys
La navidad en las montañas
Ignacio Manuel Altamirano
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
Robert Louis Stevenson
El proceso
Franz Kafka
La novela de Violeta
Alejandro Dumas
Hojas de hierba -versión íntegra de la edición definitiva en
inglés de 1891-1892 por Francisco Alexander
Walt Whitman
Tierra baldía/Cuatro cuartetos
T.S. Eliot
\
Este libro se imprimió bajo el cuidado de Ediciones Coyoacán S.A.
de C.V., Hidalgo 47-2, Coyoacán , en el segundo semestre de 1995 .
El tiraje fue de 1,000 ejemplares más sobrantes para reposición.
A lo largo de cuatro años, Freud escribió más de
mil quinientas cartas a su novia, pero no se han conservado las que corresponden a los cuatro últimos
meses del noviazgo es probable que el contenido
bastante plátonico y romanticón de las cartas se base
en que Martha fuese el primero y único amor real
de su existencia.
Ernest Jones, biógrafo empedernido de Freud, describe a Martha como una muchacha delicada, pálida, pequeña, pero de maneras muy graciosas; Martha Robert dice que era más bien insignificante.
Freud da también su opinión en una de las cartas
que le dirige: Sé que no eres bella en el sentido en
que lo entienden los pintores y escultores; si quieres
que dé a las palabras su sentido estricto, me veo obligado a confesar que no eres ninguna belleza.
OVOACÁN
(fg
S. A. DE C .V.
AGRICULTURA/ ANTROPOLOGÍA/ ARQUI1ECTURA / AR1E /
BIOGRAFÍA /CIENCIAS/ COMUNICACIÓN/ DEPOR1E /DOCUMENTOS/
ECOLOGÍA/ ECONOMÍA/ FEMINfSMO /FILOSOFÍA/ HISTORIA/ LI1ERATURA /
MEDICINA / ORIENIAUSMO /PEDAGOGÍA /POLÍTICA / PSICOLOGÍA /
SEMIÓTICA /SEXOLOGÍA /SOCIOLOGÍA / 1EOLOGÍA /URBANISMO
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