Factores familiares. La familia es sin duda un factor principal a la hora de comprender el fenómeno de las drogodependencias. Y es importante porque el clima familiar en el que se mueve un individuo es decisivo para configurar su personalidad, sus actitudes, su auto concepto y su forma de interrelacionarse con el medio social y cultural. Además, la influencia que otros contextos sociales puedan tener sobre los hijos, pasa normalmente por el tamiz de los padres, ampliando o disminuyendo sus efectos, tanto positivos como negativos. La familia es el primer marco de referencia en el que se realiza la socialización del individuo. Este proceso es crucial para la formación del adolescente. Los padres, además de cuidar y proteger a sus hijos, como modelos de comportamiento. Los estudios ponen de manifiesto que una buena relación con los padres es una poderosa protección ante el consumo de drogas y que una correcta comunicación entre padres e hijos y un clima propicio son necesarios porque la comprensión, la satisfacción percibida por el joven, el desarrollo de la autoestima y el autocontrol, facilitan su progresiva independencia del grupo familiar. El papel de los padres en los procesos preventivos va más allá de ofrecer un modelado racional sobre el uso de las drogas y crear un ambiente comunicativo y de buenas relaciones. El estilo de educación recibida por el hijo influye en el posterior desarrollo de una drogodependencia. Por estilo educativo familiar se designa al conjunto de estrategias empleadas por los padres para influir en sus hijos e inculcarles una serie de valores y normas culturales que guían su conducta social. Encontramos dos aspectos diferentes en la disciplina: el apoyo y el control. El apoyo es la conducta manifestada por los padres, confirmando al hijo que es básicamente aceptado, querido y respetado, lo que hace que se sienta integrado en la familia. El control se refiere al grado de intensidad de la influencia de los padres. Dependiendo del nivel de control que ejerzan sobre los hijos, se puede hablar de diferentes estilos educativos familiares: democráticos, autoritarios, pasivos, etc. En relación con las drogodependencias, se ha observado que a mayor apoyo paterno son menos frecuentes las conductas no aceptadas socialmente, las agresiones y el consumo de drogas. Y sentido inverso, cuanto mayor es la coerción mayor es la frecuencia de conductas transgresoras. Posteriormente, cada vez se sabe con mayor certeza que el uso frecuente de drogas parece depender más de la calidad de las relaciones entre padres e hijos que de otros factores. En general, son aconsejables cierta flexibilidad ante situaciones como las drogas o determinada crisis, una buena capacidad para el entendimiento, la comprensión y la comunicación. Cuanto antecede es suficiente para concluir que el uso y el abuso de las drogas es, primero que nada, un problema familiar. La prevención de las drogodependencias en el ámbito familiar requiere que los padres se encargan de la educación de sus hijos/as, es decir, los enseñan a vivir sanamente, a tomar por si sólo decisiones sensatas, a desarrollar y potenciar su autoestima y autocontrol, es decir, que los ayudan a desarrollar al máximo todas sus cualidades como seres humanos, en un clima de amor, libertad y solidaridad. Esto es posible a través del ejemplo personal y de un clima familiar que, por medio de la comunicación, potencie el autoafirmación, el autocontrol emocional y las habilidades de resolución de problemas en los hijos. El desarrollo de estas condiciones en sus hijos debe comenzar desde los primeros años de vida para profundizar progresivamente, atendiendo a la madurez que presentan en cada período evolutivo, de forma que cuando logran la adolescencia, período de mayor riesgo de inicio al consumo de drogas, posean unas actitudes saludables y unas aptitudes que les permiten tomar decisiones racionales y mantenerse en ellas, haciendo frente a la presión del grupo de iguales o de la publicidad.