Subido por Josepth Orozco

LA ALIMENTACION EN LA GUERRA EN EL NORTE DE ÁFRICA

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LA ALIMENTACION DEL AFRIKA KORPS
Haz de tu alimentación tu mejor medicina - Hipócrates.
De nuevo vamos a hablar del Deutsches Afrika Korps (DAK) del Mariscal Rommel, y vamos a
estudiar otro punto muy olvidado: Que tan bien comían los soldados del DAK? Vamos a
averiguarlo.
Con el objetivo de ayudar a las desmoralizadas tropas italianas en el norte de África, se envió al
Deutsches Afrika Korps, en una misión defensiva (como sabemos Rommel ignoro esto y empezó su
aventura africana) pero para desgracias del soldado alemán, las Wehrmacht, carecían
completamente de experiencia en zonas desérticas como las de Libia, y Túnez, por lo que muchos
fueron los inconvenientes que tuvieron las tropas en materia de abastecimiento y será a través de
los testimonios de soldados del DAK, recopilados en este artículo que podremos ver un panorama
muy diferente a las imágenes (de propaganda) de animosidad y buen humor de soldados bien
alimentados en la dura lucha contra el enemigo inglés, que contrastara enormemente con la
realidad de los soldados en el Frente.
En un principio, los italianos tenían la misión de proveer la alimentación a las tropas del DAK, pero
lo cierto es que nunca estuvieron en condiciones de suministrar productos de alto valor proteico
como jamón, huevos o mantequilla por lo que finalmente se tuvo que recurrir a los productos
provenientes Alemania con el inconveniente que al recorrer largas distancias se deterioraban
antes de llegar a las tropas. Por la escasa experiencia en materia de alimentación en zonas
desérticas, se enviaron suministros que no se correspondían con el clima, de manera que las altas
temperaturas provocaban alteraciones en los alimentos originando un constante aumento de
enfermedades gastrointestinales entre los soldados. A este problema, se le agregaron los
frecuentes robos de provisiones durante el trayecto hasta el Frente de guerra.
Un informe de la inspección sanitaria del Heer en el norte de África da cuenta de la aparición de
enfermedades como la disentería (gastroenteritis infecciosa) y la ictericia (Hepatitis A) en forma
creciente, llegando a su punto álgido en septiembre de 1941 en las tropas. Uno de los factores
causantes de estas enfermedades es la falta de alimentación adecuada, carencia de hidratos de
carbono, frutas, verduras y vitamina C. Hasta mediados de octubre del mismo año se
contabilizaron 2.500 casos que junto a los ingresos en los hospitales de campaña sumaron 5.000,
es decir, un 10% de las tropas de primera línea con un máximo de 4 semanas de internación.
Desde los comienzos de la guerra en el norte de África, los oficiales médicos alemanes se habían
quejado de la monótona alimentación y del reducido ajuste a las condiciones climáticas. El
suministro original de alimentos para las tropas estaba considerado como rico en calorías pero al
escasear la provisión de carne vacuna se redujo el aporte vitamínico de manera que terminó
buscando una segunda opción como lo serian: las sardinas en aceite, atún, queso, paté, carne de
cerdo y luego cuando comenzaron a escasear también estas provisiones, se recurrió a las
conservas de carne italianas, duras, sin sabor y mezcladas con cartílagos que burlonamente los
soldados la bautizaron como “Alter Mann” (carne de viejo) por su siglas AM estampadas sobre los
envases cuyo significado era, Alimento Militare.
Por temor a infecciones al consumir frutas, verduras y lechugas, se suministró en forma artificial
vitamina C. También excepcionalmente se proveían mermeladas y frutas en conservas de origen
italiano. Como de costumbre había escasez de cebada, sémola y arroz como también de
mantequilla, cuyo costo fue el aumento de enfermedades. Carne fresca muy rara vez había a
disposición. La entrada de un pelotón de carnicería en julio de 1941, no modificó en nada la
alimentación ya que la idea de organizar una cadena refrigerada en África, no pudo llevarse a cabo
por carecer de transporte aéreo adecuado.
La siguiente parte esta compuesta por el testimonio de diferentes soldados del DAK:
“Si pienso en todo lo que me enseñaron durante la instrucción como cocinero para el trópico y
comparo con las provisiones que recibíamos, me doy cuenta que los encargados de planificar la
alimentación de los soldados no tenían una pálida idea de la realidad. El DAK recibía la misma
alimentación que los compañeros de los otros Frentes, nos proveían de las mismas conservas de
lentejas, judías, col y guisantes y otras exquisiteces por el estilo, listas y preparadas para
acompañar con un trozo de carne grasosa. Era la misma comida para este clima y en este calor con
el agravante de que la mayoría de las veces teníamos que comerla fría, porque si bien llevábamos
un esbit-kocher (calentador) no teníamos las pastillas de combustible sólido para usarlo. Así
planificaban el aprovisionamiento para las tropas los burócratas en Berlín. Y lo más grave fue que
estas conservas recibían el intenso calor del desierto y en más de una oportunidad, algunos
camaradas terminaron en el hospital de campaña con diarrea y fiebre a causa de las
intoxicaciones.”
En abril de 1942 el soldado raso Andreas Prechtel había sido destinado a la 33º compañía de
panadería de la 15º PanzerDiv en Bengasi (Libia) luego de un período de instrucción cercano a la
estación ferroviaria de Silesia y lo que sigue, es un relato de su paso por el DAK.
“En 1941, la 33º compañía de panadería, tuvo que abandonar todas sus maquinarias en las
puertas de Tobruk ante el avance de los ingleses, razón por la cual en los meses siguientes hubo
que fabricar pan en tres panaderías privadas de Bengasi. Allí trabajé hasta que en julio de 1942 fui
destinado con otros compañeros a la 200º compañía, que estaba situada directamente en el
puerto de Marsa Matru en Egipto”.
El 21 de junio de 1942, cae Tobruk en manos de los alemanes y si bien el DAK fue haciendo
retroceder a los ingleses desde Cirenaica hasta el Alamein, las líneas para el abastecimiento iban
estirándose hasta el punto de ruptura y ya a 1.000 Km del punto de partida se complicó,
especialmente porque los ingleses lograron descifrar los códigos de comunicación alemanes
sabiendo en que momento iban a recibir suministros y desde finales de mayo la Royal Navy y la
RAF habían bloqueado las aguas del mediterráneo obstaculizando permanentemente la llegada de
combustible, suministros y alimentos hasta las zonas de combate.
“Al principio la provisión de agua fue muy dificultosa, pero casi siempre había agua para preparar
la masa madre, el resto del agua lo sacábamos con una bomba de mano del mismo lugar donde
había barcos hundidos, pero pronto hubo agua suficiente para nosotros. Como consecuencia de
un ataque aéreo, uno de los hornos sufrió daños y por esa razón nos trasladaron a un wadi (río
estacional) al oeste de Marsa Matruh. El 5 de noviembre de 1942, tuvimos que hornear 26.000
panes y luego marchar en retirada, orden que llegó al anochecer, de manera que tuvimos que
abandonar en el desierto 22.000 panes con la esperanza de que nuestros soldados lo encontraran
durante la retirada. Volvimos a los alrededores de Gambut donde dejamos unos 1.000 panes y
continuamos retrocediendo hasta Bengasi, incorporándonos nuevamente a la 33º compañía, que
para ese entonces había recibido nuevas maquinarias y hornos”·.
“La compañía tenía 6 horas para hornear el pan y luego de un breve descanso estibábamos el pan,
descargábamos la harina y la madera para los hornos. La leña también la cortábamos nosotros,
pero en Marsa Matruh lo hicieron los prisioneros de guerra y en Túnez, los árabes hacían ese
trabajo para lo cual se les pagaba. Los domingos había cambio de equipos, aun así, no hubo un
solo día libre para nosotros. Con frecuencia teníamos dificultad con el envío de harina y hubo
momentos en que se dejó de hornear pan. Recibíamos harina de trigo de Italia para mezclar con la
harina de centeno y dado que el Kommisbrot se hace a base de esta harina de centeno, siempre
teníamos que modificar las proporciones de la receta y la masa madre”.
“Poco antes de navidad de 1942, hicimos cerca de 6.000 Stollen (pan de navidad). El 2 de enero de
1943, volvimos a un oasis en las cercanías de Gabes (Túnez) y permanecimos allí hasta el 7 de
mayo, en que nos dieron la orden de marchar hacia Túnez, debido a la proximidad de las tropas
inglesas que finalmente nos atacaron y el 8 de mayo por la noche, llegó la orden de abandonar
armamento y equipos. Los camiones fueron rociados con gasolina para incendiarlos y los hornos
se hicieron estallar con granadas de mano. Así desapareció la 33º compañía de panadería.”
Otro punto de vista lo da un soldado alemán que participó desde un principio de la guerra en
África del Norte, donde todavía el suministro de alimentos se hacía regularmente, aunque no era
del agrado de soldados.
“La alimentación era monótona e insuficiente. Los soldados vivían de Zwieback (aceite de oliva),
porque la mantequilla se volvía rancia, sardinas en aceite, café, mermelada, queso untable en
tubos de plomo y una carne indefinida en conserva que provenía de Italia y sobre la cual el
gobierno militar había hecho imprimir las siglas AM. El sarcástico humor de los soldados decía que
era la abreviatura de Alter Mann. Que miserables éramos nosotros al lado de los ingleses que se
alimentaban de huevos, jamón, leche y ni hablar de las frutas y verduras. Por esa razón eran
envidiados, porque no solo recibían estos alimentos sino también agua mineral, frutas frescas y en
conserva.
Las altas temperaturas y la carencia de víveres adecuados para las zonas desérticas afectaban la
salud de soldados y a muchos jóvenes se les comenzaron a aflojar los dientes y a sangrar las
encías. La temperatura era tan alta que el mismo general Rommel, en pantalones cortos (imagen
que no hubiera deseado dar por tratarse de un militar muy cuidadoso del protocolo militar)
ordenó a su camarógrafo que filmase para impresionar al público alemán la fritura de un huevo
sobre la carrocería de un panzer cuya temperatura exterior era de 70 grados. Pero el huevo no
cuajó, entonces pidió un soplete de acetileno, lo encendió, calentó la porción de carrocería y logró
su objetivo.”
Para el 25 de septiembre de 1942, el OKW dio a conocer el Feldkochbuch für warme Länder (Libro
de cocina para países tropicales) haciendo referencia a la alimentación de las tropas alemanas en
el norte de África. En este tratado colaboraron oficiales médicos y cocineros exponiendo las
condiciones de calidad, transporte y procesamiento de los alimentos, sean estos frescos o
envasados, tomando también en consideración los productos hortícolas de las zonas desérticas.
Este manual serviría en realidad para instruir a cocineros, encargados de abastecimientos y
personal de mando, para lograr una alimentación saludable, pero que solo quedó en la teoría,
porque en la práctica, las contingencias de esta guerra en particular, impidieron que los
suministros llegaran a destino en tiempo y forma.
El testimonio del teniente primero Harald Kuhn, comandante de compañía del 5º PzRegimiento
nos detalla claramente el problema.
“Nuestra alimentación es uno de los capítulos más tristes de los últimos meses. Pan, sardinas en
aceite y hortalizas deshidratadas, carne enlatada y dura como cuero, bautizadas irónicamente
como Alter Mann y rara vez recibíamos un limón como aporte vitamínico; día a día, semana a
semana, mes a mes, siempre lo mismo. Que habríamos dado si de vez en cuando hubiéramos
recibido carne y verdura fresca o fruta, porque de huevos, ni hablar. En los depósitos de
abastecimiento de Bengasi o Trípoli había mejores productos provenientes de Alemania como
fruta en conserva, jamón y variedad de hortalizas, otras exquisiteces y hasta cava solía haber. Eso
estaba reservado para tiempos mejores… para las tropas inglesas, que después lo hicieron volar
por los aires”.
El tema del agua potable es un tema recurrente en todos los testimonios y probablemente, el del
soldado, Werner Mork nos permita tener una visión más completa del problema.
“En 1942 fui soldado en el norte de África. Para nuestra alimentación el gran problema fue el agua
dulce o agua potable para beber. Había pocos lugares donde encontrar agua dulce, es decir, en
Bengasi y Derna. Cuando yo, como chofer de un camión, llegaba a alguno de estos lugares, llenaba
con agua bidones y todo tipo de envase que tuviera a mano. Estos lugares eran muy concurridos y
el precio era la espera, las largas colas para abastecerse de este preciado líquido. El agua
“normal”, era el agua salada de mar que tenía un gusto espantoso. Pero el agua era fundamental
para nuestra supervivencia, también el agua salada que la hervíamos para tomar té al que le
agregábamos cuando había gran cantidad de azúcar para hacerlo más soportable. Beber y siempre
beber, ese era nuestro alfa y omega en la existencia del desierto. Se podía renunciar a muchas
cosas, pero nunca a beber agua y si teníamos agua dulce se transformaba en una verdadera orgía
por el preciado líquido.
En las largas y tediosas colas en las cuales además de nuestros camaradas italianos había camellos,
nunca hubo protestas y cada uno esperaba respetuosamente su turno. Todo el mundo sabía de la
importancia del agua razón por la cual nunca hubo discusiones. A veces no había tiempo para
recoger la necesaria, pero los que estaban adelante, conociendo nuestra urgencia, nos dejaban
pasar para proveernos rápidamente. Más de una vez ocurrió que durante la espera se producía un
ataque aéreo, motivo para que el grupo se dispersase para todos lados en busca de refugio, pero
una vez superada la alarma, todos regresaban para colocarse en la cola en el mismo orden que lo
había dejado.
Recuerdo que una vez escuchando un programa de radio en la Deutschen Rundfunks (Radio
Alemana) en el que los oyentes podían solicitar su tema musical preferido, un soldado alemán
solicitó escuchar el chapoteo de una mujer en la bañera y esto no es broma, se lo concedieron.
Para nosotros el problema del agua era tan capital; que sobre la mujer ni se habló. El uso del
inodoro es una necesidad cotidiana y natural, pero para nosotros es una Fata Morgana (espejismo)
donde tenemos que ir con la pala al hombro y cavar un agujero en medio del desierto (Por ello era
común ver las posiciones alemanas llenas de heces, como tratamos en el artículo “Rommel y las
Enfermedades del DAK”
https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=2245006392231799&id=22007841766540
21).
Pero aquí quiero hablar del agua potable. El agua de Derna (Libia) es famosa, pero no llegaba hasta
nosotros. Nos surtíamos de pequeñas y miserables fuentes que estaban muy alejadas de nuestro
campamento y solo obteníamos agua salada de un pantano que envasamos en bidones corroídos
por el óxido y lo que bebíamos después de hervirla, era un caldo amarronado rojizo, salado y
caliente. Lo bueno es que después no se tiene más sed”.
El resultado final a esta acción, es la de un estado de salud catastrófico. El aumento de las
enfermedades diarreicas, según los informes del personal médico de DAK, la disentería aumento
en un 60%. En palabras del propio soldado Mork: “Uno no sabía bien si quería vivir o morir. Si uno
tenía que estar 70 veces al día en cuclillas, sabía entonces a que se debía”. Las visitas diarias a las
unidades sanitarias acarreaban además problemas para el soldado medio ya que no eran vistas
con agrado por los comandantes de la unidad.
“Es probable que se tienda a relacionar la palabra África con animales salvajes y lo cierto es que,
para cada soldado del DAK, las moscas lo eran. Cientos, miles y millones de moscas. ¿Alguien
puede asegurar que no son animales salvajes? “Déjense castigar por ellas y así también podrán
comprobar que son animales salvajes. Más de una vez hubiera querido abandonar y rendirme
después de haber matado a 500 y tener ante mí, otras 1.000 girando alrededor. Por eso un
soldado sin la palmeta es como estar en el polo norte sin abrigo de piel.”
Sin embargo, a pesar de los problemas en la alimentción, la prioridad la tenía el transporte de
municiones y el combustible, todo lo demás podía ser dejado de lado. Había en general poco
combustible que llegaba desde Italia al norte de África, pero cuando los ingleses retrocedieron,
dejaron abandonados grandes depósitos de gasolina permitiendo de esa manera que los carros de
combate y camiones fueran alimentados por el enemigo. El vaciado de las cisternas y su traslado
fue una ardua tarea para la compañía de aprovisionamiento. Pero los ingleses abandonaron
además un depósito con alimentos del cual las tropas del DAK, tomaron todo lo que pudieron, en
momentos en que alemanes e italianos estaban a punto de sucumbir por la escasez de alimentos y
provisiones. El enemigo aprovisionaba a su enemigo.
Siempre había alguna “merma” durante el transporte de los productos requisados y el botín más
preciado eran las sardinas en latas, Corned Beef y las bebidas “espirituosas” como gin y el whisky,
además del chocolate y los cigarrillos. Pero las exquisiteces que estaban reservadas para los
oficiales ingleses pasaron naturalmente a manos del Alto Mando del DAK y no llegaban al soldado
raso, con excepción de los que tenían que hacer el traslado, que se “proveían” a su manera:
“En caso de quedarnos con algunos de los productos capturados, había una mecánica por la cual
los compañeros que supervisaban tanto la carga como la descarga de las provisiones hacían la
vista gorda, esperando ser “untados” como recompensa mientras no hubiera en las inmediaciones
algún suboficial dispuesto a castigar este tipo de comportamientos, aunque él mismo también se
proveyera de algunas de esas mismas mercaderías”.El reclamo por parte de las tropas por una
alimentación diferente a la que estaban habituadas, pudo ser satisfecho gracias a las nuevas
provisiones incautadas.
El panorama general de la alimentación de las tropas alemanas en cualquiera de los frentes de
guerra desde el inicio de la misma, ha ido variando según las circunstancias, por esa razón los
informes parecen ser contradictorios ya que por una parte se tiene la sensación de que los
soldados gozaban de un buen abastecimiento, alimentación suficiente y adecuada, en tanto que
en otros momentos el panorama era desalentador y dramático.
Como en todas las guerras, hubo soldados que la superaron sin grandes dificultades mientras que
otros la padecieron con mucho sacrificio. Esta es la razón por la cual encontramos testimonios tan
disímiles, aun en un mismo frente de batalla. En las tropas alemanas había una única alimentación
tanto para soldados, suboficiales y oficiales, que difería al régimen de los militares italianos. HeinzDietrich Aberger, militar de formación prusiana que escribió sobre la División Panzer en el Norte
de África entre los años 1941 y 1943, da un ejemplo en su libro sobre la alimentación en las tropas
italianas diciendo que “…para el soldado raso su ración consistía en Macarrones con tomate; para
los suboficiales, Macarrones con tomate y aceite de oliva y para los oficiales, Macarrones con
tomate, aceite de oliva y carne, es decir, una alimentación contraria a los conceptos de nutrición
militar, dado que recibían menor cantidad de calorías aquellos que debían ser sometidos a mayor
dejaste físico y psíquico”.
Aberger también hace mención que las tropas alemanas del DAK rara vez recibían carne fresca y
para finales de junio de 1941 después de tres meses de privaciones, recibieron una partida. Pero a
pesar de la tan mentada igualdad de alimentación en cualquiera de los frentes, en los hechos
tampoco ocurrió en las filas alemanas. Lo que se distribuía uniformemente para todos, eran
solamente las raciones diarias. La misma comida funcionaba hasta el nivel de compañía, es decir,
una cocina de campaña para una compañía y excepcionalmente, para el nivel de regimiento, pero
luego, desaparecía la igualdad.
Hay muchos testimonios de soldados y oficiales que critican la actitud de los altos mandos durante
los combates, asegurando que mientras la tropa pasaba hambre aquellos gozaban de buenas
provisiones, una situación similar a la vivida en Stalingrado.
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