C.P.R. ADERSA VI S O T A L E R S O Ñ E D I V NA Q u e l a N a v i da d s e a t i e m p o de p a z y e s p e r a n z a , t i e m p o de al e g r í a. L e e r u n bu e n t e x t o , u n bu e n l i b r o , t a m b i é n n o s a y u da a vivir lo . El Claustro del Adersa VI queremos desearos unas felices fiestas de Navidad y Año Nuevo. Que todos nuestros deseos y anhelos podamos hacerlos realidad y el espíritu de estos días nos ayude a afrontar las dificultades de manera positiva. Os dejamos a continuación un relato, que hace referencia a un hecho histórico, muy interesante. Recordamos que volvemos a clase el martes, 8 de enero. FELICES FIESTAS. En diciembre de 1914, se acercaba un durísimo día de Navidad, y las tropas británicas y alemanas se enfrentaban, durante la Primera Guerra Mundial, a través de un angosto trecho de suelo europeo. Las condiciones imperantes en ambas trincheras eran espantosas, el tronar de los cañones incesante, y el ruido, ensordecedor. Los oficiales británicos habían tomado escasas medidas para celebrar la Navidad. Tenían órdenes de tratar esa jornada como cualquier otra y seguir peleando. Lo poco que pudieron hacer las cansadas tropas, fue recoger unos restos de ramas secas como patético recordatorio de las festividades, que con seguridad, se estarían celebrando en sus lejanos hogares. Los alemanes estaban mucho mejor organizados. Para elevar la moral de sus tropas, habían hecho enviar canastas con comida y árboles de Navidad a las líneas del frente para estimularlos a pelear mejor. Pero esta bien planeada estrategia tuvo precisamente un efecto contrario. En lugar de aumentar la agresiva lealtad de los soldados, detuvo por completo las hostilidades. La verdad es que la mayoría de los soldados alemanes no odiaba a sus iguales ingleses, y viceversa, y si procuraban matarse unos a otros era pura y exclusivamente por cumplir las órdenes de sus generales. El espectáculo de todos esos arbolitos afectó profundamente a los alemanes. Las congeladas tropas británicas escondidas en sus trincheras sintieron alarma y desconcierto ante el repentino y extraño silencio seguido por los acordes de un villancico. Al asomarse comprobaron asombrados que los soldados alemanes había salido de sus escondites y ocupaban en actitud pasiva la tierra de nadie. Con cierto temor los ingleses se les sumaron y tuvo lugar una improvisada tregua. Los villancicos duraron toda la noche, los enemigos cantaron juntos, y a medida que pasaron las horas tuvo lugar un extraordinario intercambio de regalos. Enemigos mortales se estrecharon las manos, e incluso, se abrazaron y mostraron fotografías de sus respectivas familias. Durante un breve interludio, la idea de matar se borró de sus mentes. A la mañana siguiente, día de la Navidad, ocurrió algo aún más insólito. Poniéndose de acuerdo sobre un punto intermedio entre ambas posiciones, ingleses y alemanes protagonizaron lo que debe ser el más raro partido de fútbol en la historia de ese deporte.