Conexión entre los pies de la estatua de Daniel 2 y Apocalipsis 17 Según la Biblia, la historia y el espíritu de profecía Desde la publicación de Daniel y Apocalipsis de Urias Smith en enero de 1897, la interpretación de la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha mantenido la misma posición respecto al significado de los pies de la estatua soñada por el rey Nabucodonosor. En esencia, los detalles interpretativos aportados por esta posición concluyen que luego del Imperio Romano pagano ningún imperio terrenal volverá a levantarse en el curso de la historia humana. Esta conclusión obviamente excluye cualquier posibilidad del establecimiento real de un Imperio mundial. Diferentes son las explicaciones históricas-proféticas que se continúan ofreciendo hasta la fecha y todas culminando en el mismo punto: la Roma de los Césares terminó en el año 476 dC. El mundo jamás volvería a ver un siguiente imperio. Sin embargo, al examinar Apocalipsis 17 encontramos algunas claves muy precisas que van en contra con esta posición adventista tradicional. Y es que al analizar detenidamente se constata que precisamente es eso lo único que sostiene la mencionada interpretación: la tradición. ¿Qué dice el texto de Apocalipsis 17, la historia y el invaluable aporte del espíritu de profecía? Hacia el final de la revelación del Apocalipsis el apóstol Juan casi se postra a adorar al ángel que lo estaba guiando en sus visiones. El mensajero celestial lo frena y le recuerda: “…¡guárdate de hacerlo! Yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que mantienen el testimonio de Jesús. ¡Adora a Dios! Porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” Apoc. 19:10 -VM-. Increíblemente Juan quedaba sumamente impresionado que al final de la Revelación sintió nuevamente la tentación de adorar al ángel, y con suma paciencia el mismo ángel vuelve a advertirle: “…¡guárdate de hacerlo! Yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de este libro ¡Adora a Dios!” Apoc. 22:9 – VM – Estos dos textos casi repetidos son más que un mero accidente en el ultimo libro de las Sagradas Escrituras. Se deduce de este hecho que nuestra relación de adoración a Dios involucra el reconocimiento del don profético. Esto concuerda plenamente con lo que el apóstol Pablo menciona en 1 Tesalonicenses 5:19 y 20: “No apaguéis el Espíritu. No menosprecies las profecías”. Y si bien podemos apagar la influencia del Espíritu de Dios sobre nuestras conciencias de diversos modos, es igualmente cierto que rechazar uno de sus dones implica rechazarlo plenamente. No podemos tomar de Dios solo aquello que nos plazca. Dios no se ofrece sino en plenitud y es así que lo necesitamos. Uno de los dones del Espíritu precisamente es el don de profecía. En 1 Cor. 12:3 leemos “por tanto os hago saber, que nadie que hable por Espíritu de Dios, llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por Espíritu Santo” y en el versículo 4 Pablo agrega que “…hay repartimiento de dones; mas el mismo Espíritu es”. Y es en el verso 10 que es incluido el espíritu de profecía. De esta carta del apóstol también se extrae la verdad de que nadie que sea dirigido por el Espíritu Santo puede negar a Jesús y visto de modo inverso nadie que exalte verdaderamente a Jesús lo hace movido por su propio corazón, sino que es empujado por el Espíritu. El Espíritu de Dios no se comunica sino por medio de la Palabra escrita. Actúa en nosotros y por nosotros en consecuencia a esa Palabra revelada por El mismo. El apóstol Pedro recuerda que “…no de la voluntad del hombre fue traída la profecía en ningún tiempo; sino que, movidos por el Espíritu Santo, los hombres hablaron de parte de Dios” 2 Pe. 1:21 – VM – Es Dios por medio de su Espíritu, y no el hombre o un ángel, quien ha hablado en todos los tiempos por medio de sus profecías. Y estos mensajes proféticos tienen el propósito único de revelarnos a Jesús como Señor y Salvador. El don es de Dios y nuestra adoración a El nace de un corazón que ha sido capaz de ver a su Señor y Salvador en las profecías. Esta verdad es particularmente cierto en los libros de Daniel y de Apocalipsis. De la relación directa y especial de estos dos libros podría decirse mucho; pero unas pocas citas inspiradas para poder comprenderlo: Apocalipsis es “un libro que da más luz sobre los temas tratados en Daniel […] ambos se refieren a los mismos temas”. { Testimonios para los Ministros, 117.2; TM.117.2 } “Lo que fue revelado a Daniel fue complementado más tarde por la revelación que se le hizo a Juan en la isla de Patmos. Estos dos libros deben ser estudiados cuidadosamente”. { TM 114.6; TM.114.6 }