Katherin Valeria Arenas Lic. Lenguas Modernas Universidad del Quindío LAS TRES PREGUNTAS ESENCIALES HUMBERTO QUICENO CASTRILLÓN Tomado de: Quiceno, H. (2003) Curso de epistemología, pedagogía y ética. Desde el inicio de los tiempos, al igual que desde muy corta edad, el ser humano ha estado en contacto con la educación; ya fuese de manera rudimentaria, transmitiendo los conocimientos sobre herramientas o técnicas para labrar la tierra, o inmersos en una forma de enseñanza como se empezó a evidenciar en la antigua Grecia y Roma respectivamente, que, aunque no era bien percibido por la clase noble y adinerada, fue la base de lo que conocemos hoy en día como sistema educativo. La raza humana siempre se ha visto inmersa en el conocimiento y en diferentes procesos de aprendizaje pues esto es lo que de cierta forma asegura nuestra evolución y permanencia en el planeta tierra. Sin embargo, a pesar de que estemos en constante búsqueda del saber, la mayor parte del tiempo nos quedamos en esa curiosidad ingenua de la que habla Paulo Freire (2004) en su libro La pedagogía de la autonomía: saberes necesarios para la práctica educativa, haciendo referencia a que tenemos ese deseo innato por conocer el por qué de las cosas, de entender los sucesos del mundo, pero no tenemos realmente un pensamiento o análisis crítico al respecto; nos quedamos en la superficie y nunca pasamos a esa curiosidad epistemológica. Es por esto que, en textos como Las tres preguntas esenciales, el Licenciado y Doctor Humberto Quiceno (2003) nos plantea una serie de preguntas, que, quizás de forma idealista, nos deberíamos hacer todas las personas a lo largo de nuestra vida como miembros de una sociedad. Y digo de forma ‘idealista’ porque si bien son esenciales, lastimosamente la importancia de cuestionar de manera critica nuestro entorno ha ido perdiendo fuerza con el paso de los años, haciendo a un lado el legado que nos dejaron los sofistas en su debido momento. En el texto se nos presentan 3 conceptos fundamentales tanto para la vida académica como para convivir en sociedad los cuales son la Epistemología, la Pedagogía y la Ética, que están a su vez interrelacionados. La Epistemología hace referencia a todos los saberes de la ciencia que hemos ido adquiriendo por medio de la experiencia; es allí donde entra tanto la Pedagogía como la ética, pues la primera está implícita en espacios como la escuela/colegio/universidad en donde desarrollamos dichos conocimientos, y la segunda es la dirección que decidamos darle a nuestros actos y los conocimientos adquiridos para acercarnos o no a la ciencia. Después de comprender cómo se relacionan estos términos, el autor indaga de manera más profunda en cuanto a las definiciones y/o percepciones de cada uno de ellos, empezando Katherin Valeria Arenas Lic. Lenguas Modernas Universidad del Quindío por la pedagogía. Esta tuvo una serie de cambios a lo largo de la historia los cuales se generaron debido a las diferentes necesidades que la sociedad presentaba; a medida que la sociedad evoluciona, diferentes maneras de percibir el mundo aparecen, cambiando el foco con el que debían ser educados los niños/jóvenes y dando paso, por ejemplo, a lo que se conoció como la nueva pedagogía. Esta tenía como objetivo “llevar al niño y el joven a pensar, a meditar, a reflexionar… hacer un hombre razonable, erudito y culto, que encontrara en la ciencia su mejor modo de realización”, aunque fue adoptada mucho tiempo después en colegios y escuelas integrando las viejas prácticas educativas con las que propone dicha nueva pedagogía. Estoy completamente de acuerdo con el autor pues sin importar la ubicación geográfica o cultura a la que pertenezcamos, crecemos con una percepción general y socialmente aceptada de que gracias a la pedagogía podemos acercarnos mejor al conocimiento, podemos comprender mejor la ciencia y el mundo, pero aunque ingresamos desde muy pequeña edad al sistema educativo, no es sino hasta la universidad en la que se evidencia una verdadera necesidad de buscar el sentido de los hechos, de analizar críticamente nuestro entorno y de cuestionarnos a nosotros mismos. Pareciera entonces que nos privaran de dicha posibilidad para desarrollar un pensamiento crítico desde niños, y que el conocimiento se nos fuera entregado para generar trabajadores en lugar de ciudadanos pensadores. En segundo lugar, el autor responde a la pregunta ¿Qué es la epistemología? en donde nos da a entender que a partir de los diálogos recurrentes que sostenía Sócrates con esclavos se comprendió la forma en que muchas veces somos esclavos de nuestro propio saber pues como lo dice el señor Quiceno no sabemos que sabemos; permanecemos en la oscuridad y necesitamos ser guiados, necesitamos ir más allá, función que cumple la epistemología. Sin embargo, esto a su vez supone un problema para la epistemología pues el conocimiento se empieza a dividir entre los que saben (quienes guían) y los que no saben (los guiados), dando paso a posibles tergiversaciones del saber. En otras palabras, puede ser que tengamos tan presente la figura de maestro o “heredero de conocimiento” que no nos preocupemos por comprender que, aunque en ciertas etapas de nuestras vidas necesitemos un guía para acercarnos más a la ciencia, no podemos ser siempre llevados por la corriente sin resistencia alguna, lo cual, y aunque parezca inaudito pues hablamos de una sociedad evolucionada y en ciertos términos “avanzada”, sigue sucediendo constantemente; existe una gran falta de interés por crear un criterio propio, por investigar e informarse respecto a lo que sucede a nuestro alrededor. Este no es un problema aislado de la pedagogía sino que por el contrario está relacionado al siguiente, el cual hace referencia al papel que juega la comunicación en cuanto a la pedagogía y la educación; la forma en la que se enseña, la manera de emplear las palabras en el ámbito educativo es lo que permite o no que se tergiverse el conocimiento. Seguido a esto el autor presenta el tercer problema de la epistemología. Este hace referencia a la necesidad existente de preguntarnos si las instituciones para aprender están realmente bien constituidas, al igual que entender cuál es su función a lo largo de nuestra vida; ya sea Katherin Valeria Arenas Lic. Lenguas Modernas Universidad del Quindío por tradición o por presión social, entendemos el hecho de asistir a una institución educativa como algo indispensable para nuestro desarrollo y con esto adoptamos las metodologías de enseñanza tradicionales (cualquiera que sea) y no nos cuestionamos si realmente es beneficiosa o no para nosotros, si es preferible modificar la manera en la que adquirimos el conocimiento o si es mejor desechar dicho método tradicional. Por último, el cuarto y quinto problema es preguntarnos si toda educación es necesaria y si la usamos para formar pensadores o máquinas de trabajo. Analizar y reflexionar sobre todos estos asuntos de la epistemología no es tarea fácil, pero es el punto de partida para cultivar una consciencia crítica y colectiva. Finalmente, y no menos importante, nos cuestionamos ¿Qué es la ética? ¿Somos seres éticos? La ética se entiende como la preocupación por nuestra existencia, la dirección en la que decidamos dirigir nuestros propios actos como miembros de una sociedad, y es por esto que, por decirlo así, hace como puente entre la epistemología, la pedagogía y el mundo mismo. Es importante vislumbrar que no sólo necesitamos de una educación para lograr conocer absolutamente todo, para acercarnos cada vez más y más a la ciencia y al saber, sino que también es importante reflexionar sobre nuestras acciones y el impacto que tiene en la sociedad. Ahora bien, desde pequeños nos inculcan la importancia de verbos como conocer y descubrir, pero en realidad sólo por medio de repetición y memorización logramos comprender un poco el mundo; tanto la escuela como el colegio, e incluso la universidad, no se interesa porque haya un verdadero aprendizaje -algo que se puede evidenciar diariamente con los montones de tareas con los que llegan los niños a casa después de una extensa jornada académica- sino que se opta por saturar a los estudiantes, vistos como una esponja que debe absorber los conocimientos múltiples de una o varias materias. Es debido a todo esto que no somos seres éticos, pues no somos protagonistas de nuestros propios hechos, sino que vemos todo como situaciones aisladas que no nos afectan y que no nos sacan de nuestra zona de confort, dando como resultado que no veamos la necesidad de mejorar, de pensar en nuestra existencia como algo que tiene valor en una sociedad tan cambiante como la nuestra. Como conclusión es correcto afirmar que la Pedagogía, la Epistemología y la Ética no se pueden observar como conceptos empleados únicamente por personas expertas en algún ámbito académico, sino que nos compete por igual a todas las personas del común. Éstos son fundamentales para eliminar la brecha existente entre los que enseñan y son enseñados, los que creen tener el poder por conocer ciertas particularidades del mundo y los que simplemente se dejan guiar sin oposición alguna. De la misma manera es indispensable entender que el conocimiento no viene de una sola fuente divina de información, de ningún “elegido” exento a refutaciones. Por el contrario, se puede decir que es una construcción social y que tanto los aportes que hace la escuela, el colegio y la universidad en nuestras vidas como las personas que nos rodean son la base para una sociedad con pensamiento verdaderamente racional.