El toro de Falaris Uno de los dispositivos de tortura más populares de todos los tiempos. El toro de Falaris lleva su nombre por Falaris, uno de los más terribles tiranos de Sicilia. Falaris pidió que le construyeran un nuevo y eficaz instrumento para la tortura y el asesinato, siendo Perilous el griego quien no tardó en complacer al tirano. El flamante dispositivo constaba en un enorme toro de bronce puro, dentro del cual cabía una persona. El toro tenía una entrada que sólo podía abrirse desde afuera, unos orificios en la nariz y otros en los ojos de la imagen, dentro se colocaba a la víctima y debajo del toro se hacía una inmensa fogata que quemaba viva a la víctima. El toro se calentaba y se enrojecía, salía humo por los orificios de la nariz y un color rojo brillaba siniestramente en los orificios de los ojos. Según se cree, el primero en caer dentro del toro de Falaris fue Perilous el griego, condenado por el propio Falaris. El aplasta pulgares Ésta es una de las máquinas de tortura más simples y antiguas que existen. El aplasta pulgares, como no es difícil imaginar, es un dispositivo de hierro mecanizado que se colocaba en la mano y que la iba mutilando gradualmente. El mismo se podía ir regulando para aplastar y destruir primero las uñas, luego los dedos, los nudillos y si así se deseaba, finalmente la mano entera. Este aparato se le colocaba generalmente a ladrones, la persona no moría pero sufría un dolor supremo en sus manos, el aplasta pulgares tenía tres barras de metal dispuestas de forma vertical entre las que se colocan los pulgares, mientras, una madera maciza se desliza hacia abajo por las barras de metal y los dedos son aplastados, mediante un tornillo de metal que aplica cada vez más fuerza. El potro El potro se utilizó en muchísimas partes de Europa durante muchos años. Básicamente, la víctima es colocada en una incómoda cama de madera con una manivela o una rueda mecánica de metal a la cual se le aplicaban cuerdas y cadenas que sostenían los miembros y las articulaciones. Al girar la manivela, las cuerdas se tensaban hasta dislocar cada una de las articulaciones sujetadas, romper huesos o incluso arrancar la extremidad. La rueda La invención de la rueda fue una de las más importantes de la historia de la humanidad, cambió la vida de los Hombres y hoy, cualquier cosa tiene una rueda. Pero en la Edad Media, las ruedas también se utilizaron para la tortura. La máquina de tortura conocida como la rueda consistía en una enorme rueda en la cual se maniataba a la víctima, debajo se encendía una inmensa fogata y durante horas, se hacía girar la rueda sobre el intenso fuego, literalmente cocinando a la víctima. Girando sobre su propio eje, la rueda mantenía la víctima cual pollo al spiedo, ardiendo lentamente, explotando en un mar de ampollas, humo y sangre. La doncella de hierro Clásico de clásicos, la doncella de hierro es posiblemente la máquina de tortura más popular que existió y también una de las más aterradoras. La dama o la doncella de hierro consistía en una gran estructura de metal, con rostro de mujer, similar a un sarcófago; ésta estructura era hueca y cabía una persona dentro, pudiéndose colocar en forma vertical. Dentro, la parte frontal tenía 8 grandes, filosas y mortales púas que penetraban fácilmente la carne de quien se colocaba allí. Al colocar a la víctima dentro y cerrar la puerta frontal, otras 13 púas se introducían en la carne. Cada una de ellas se clavaba en un lugar estratégico para que al penetrar a la víctima, ésta se mantuviese con vida, desangrándose dentro lenta y agónicamente hasta la muerte.