Subido por Juma Barrientos

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Jack Schafer
Marvin Karlins
Despierta tu encanto
La guía del FBI para influir, atraer y convencer
Argentina – Chile – Colombia – España
Estados Unidos – México – Perú – Uruguay – Venezuela
Título original: The Like Switch – An EX-FBI Agent’s Guide to Influencing, Attracting, and Winning
People Over
Editor original: Touchstone – A Division of Simon & Schuster, Inc., New York
Traducción: Martín R-Courel Ginzo
1.ª edición Junio 2015
Copyright © 2015 by John Schafer, Ph.D. and Marvin Karlins, Ph.D.
All Rights Reserved
© 2015 de la traducción by Martín R-Courel Ginzo
© 2015 by Ediciones Urano, S.A.U.
Aribau, 142, pral. – 08036 Barcelona
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Las opiniones expresadas en la presente obra son atribuibles al autor. No representan el punto de vista
del Federal Bureau of Investigations (FBI).
Depósito Legal: B 8178-2015
8178-2015
ISBN EPUB: 978-84-9944-851-0
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente
rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los
titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de
esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así
como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.
A mi esposa, Helen, una mujer que rebosa amor, firmeza de carácter y,
sobre todo, paciencia para soportar mis excentricidades durante más
de treinta años de matrimonio.
JACK SCHAFER
Para mi esposa Edyth y mi hija Amber: por ser como sois, por lo que
habéis conseguido, por vuestro amor, que ha enriquecido tantas vidas.
MARVIN KARLINS
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatorias
Introducción: Despierta tu encanto. Cómo atraer a la gente
1. La Fórmula
Fórmula de la Amistad
Amistad
2. Llamar
Llamar la atención
atención antes de que se diga una palabra
3. La Regla
Regla de Oro de la Amistad
4. Las leyes
leyes de la atracción
5. Hablar
Hablar el lenguaje de la amistad
6. Cimentar
Cimentar la intimidad
7. Cuidar
Cuidar y mantener las relaciones
rela ciones duraderas
8. Los peligros
peligros y promesas de relaciones en el mundo
mu ndo digital
Epílogo: La Fórmula de la Amistad
Am istad en la práctica
Apéndicee
Apéndic
Bibliografía
Bibliogr
afía
Agradecimiento
Agradec
imientoss
DESPIERTA TU ENCANTO
CÓMO ATRAER A LA GENTE
Cuando oyes las siglas «FBI» casi seguro que no piensas en el «Friendly
Bureau of Investigation» [Oficina Amistosa de Investigación]. Pero mis
veinte años como agente especializado en análisis del comportamiento
mejoraron mi capacidad para entender rápidamente a las personas y me
proporcionaron un conocimiento extraordinario de la naturaleza humana y
sus comportamientos comunes. Y mi cometido, que iba desde persuadir a las
personas para que espiaran a sus países de origen hasta identificar a los
delincuentes y convencerlos de que confesaran, me permitió perfeccionar una
multitud de métodos de una increíble eficacia para lograr que la gente
confiara en mí, a menudo sin que tuviera que decir una sola palabra. En mi
condición de analista del comportamiento para el Programa de Análisis del
Comportamiento del FBI, perfeccioné diversas estrategias para reclutar espías
y hacer amigos entre nuestros enemigos declarados. En otras palabras,
desarrollé diferentes técnicas y métodos capaces de convertir a un enemigo
de Estados Unidos en un amigo dispuesto a convertirse en espía para
nosotros.
Esto es, mi profesión se reducía a conseguir gustarle a las personas. Mi
trabajo con «Vladimir» (he cambiado los nombres y rasgos identificativos de
aquellas personas de las que hablo y creado algunos retratos robot a fin de
ilustrar mejor lo que mi labor ha demostrado) ilustra bien a las claras este
extremo.
Vladimir había entrado ilegalmente en Estados Unidos con el propósito de
cometer espionaje, y fue detenido en posesión de algunos documentos
secretos en materia de defensa. Y en mi condición de agente especial del FBI,
se me asignó su interrogatorio. En nuestra primera reunión, Vladimir juró que
no hablaría conmigo bajo ninguna circunstancia. Entonces comencé el
proceso de contrarrestar su resistencia por el sencillo método de sentarme
enfrente de él y leer un periódico. Pero en un momento cuidadosamente
planeado, plegaba el periódico y me marchaba sin decir una palabra. Día tras
día y semana tras semana me sentaba frente a él y leía el periódico, mientras
Vladimir permanecía mudo, esposado a una mesa cercana.
Por fin, un día me preguntó por qué seguía yendo a verle a diario. Plegué
el periódico, le miré y dije: «Porque quiero hablar con usted». De inmediato,
levanté de nuevo el periódico y proseguí mi lectura, ignorando a Vladimir. Al
cabo de un rato, me levanté y salí sin decir una palabra más.
Al día siguiente, Vladimir me preguntó de nuevo por qué acudía todos los
días y me ponía a leer el periódico; una vez más, le contesté que iba porque
quería hablar con él. Me senté y abrí el periódico. Transcurridos unos
minutos, dijo: «Quiero hablar». Bajé el periódico y respondí: «Vladimir,
¿está seguro de que quiere hablar conmigo? La primera vez que nos vimos,
me dijo que jamás hablaría conmigo». Él contestó: «Quiero hablar con usted,
pero no sobre el espionaje». Acepté la condición, aunque añadí: «Pero
cuando esté preparado para hablar de sus actividades como espía, me lo dirá,
¿verdad?» Se mostró de acuerdo.
En el transcurso del siguiente mes, Vladimir y yo hablamos de todo,
excepto de sus actividades de espionaje. Entonces, una tarde, declaró: «Estoy
preparado para hablar de lo que hice». Sólo entonces hablamos por fin, con
todo lujo de detalles, de sus actividades como espía. Vladimir habló libre y
sinceramente no porque se le obligara a hablar, sino porque yo le caía bien y
me consideraba su amigo.
A primera vista, puede que las técnicas de interrogatorio que utilicé con
Vladimir se antojen escasamente lógicas, aunque todo lo que hice estaba
cuidadosamente orquestado para lograr la confesión y cooperación del espía
en el futuro. En Despierta tu encanto revelaré los secretos de cómo convencí
a Vladimir y la manera en que, utilizando las mismas técnicas, puedes
conseguir gustarle a cualquiera para un instante o para toda la vida. Y puedo
lograr tal cosa porque resulta que las mismas habilidades sociales que puse en
práctica para ganarme la amistad de los espías y reclutarlos son igual de
efectivas para entablar buenas amistades en casa, en el trabajo o en cualquier
otro lugar donde tengan lugar las relaciones personales.
Al principio no aprecié esta transferencia del cara a cara entre mi trabajo
de campo y la vida cotidiana; de hecho, la primera vez que llamó mi atención
fue cerca ya del final de mi actividad en el FBI. A la sazón, me dedicaba a
dar clases a los jóvenes agentes de inteligencia sobre cómo reclutar a los
espías. El día del inicio de un nuevo curso, llegué media hora antes a fin de
preparar el aula para realizar un ejercicio de grupo. Para mi sorpresa, ya había
allí dos alumnos, a los que no reconocí. Estaban sentados en silencio en la
primera fila, con las manos cruzadas sobre los pupitres y una expresión
expectante en el rostro. Considerando la hora que era y el hecho de que la
mayoría de los estudiantes no destacaban por llegar pronto a clase, me
pregunté qué sucedía. En consecuencia, quise saber quiénes eran y por qué
habían decidido aparecer tan pronto.
—¿Se acuerda de Tim, un alumno suyo del curso anterior? —me preguntó
uno de los chicos.
—Sí —respondí.
—Hace algunas semanas, los dos fuimos a un bar con Tim. Nos estuvo
hablando de la conferencia de usted sobre la influencia y el establecimiento
de la compenetración.
—¿Y…? —Yo seguía sin ver adonde llevaba aquello.
—Tim se puso a alardear de que en el curso había aprendido cómo ligar
con las mujeres.
—Lógicamente, no nos lo creímos —terció el segundo.
—Así que le pusimos a prueba —continuó el primero—. Escogimos una
mujer al azar entre las presentes en el bar y desafiamos a Tim a que
consiguiera que se sentara a nuestra mesa y se tomara una copa con nosotros,
sin decir una palabra.
—¿Y qué hizo él? —pregunté.
—¡Aceptó el reto! —exclamó el alumno—. Pensamos que se le había ido
la pinza. Pero he aquí que, unos cuarenta y cinco minutos después, la mujer
se acercó a nuestra mesa y preguntó si podía tomarse una copa con nosotros.
Todavía no acabamos de creérnoslo, y eso que lo vimos con nuestros propios
ojos.
Les miré con perplejidad.
—¿Y sabéis cómo lo hizo?
—¡No! —exclamó uno de ellos.
Y entonces dijeron al unísono:
—¡Eso es lo que hemos venido a aprender!
Mi primera reacción al oír sus comentarios fue la de hacer valer la
profesionalidad que se me suponía y decirles que el objetivo de la formación
teórica era el de enseñar a los alumnos a ser agentes de inteligencia eficaces,
no artistas del ligoteo. Pero fue mi siguiente reacción la que me pilló por
sorpresa, algo así como una revelación. Al pensar en la payasada de Tim, de
pronto me di cuenta de que las mismas técnicas utilizadas para reclutar espías
se podían emplear para convertirse en el rey de las citas, por decirlo de
alguna manera. Y lo que era aún más importante, en un sentido amplio, tales
técnicas se podían utilizar siempre que una persona quisiera seducir a
cualquiera en prácticamente todas las relaciones personales. Tomar
conciencia de esto fue lo que sirvió como rampa de lanzamiento para este
libro y toda la información que contiene.
Tras abandonar el FBI, me dediqué a acabar mi doctorado en psicología y
conseguir un plaza de profesor universitario. Fue durante esta fase de mi vida
cuando pulí las estrategias de Despierta tu encanto que te ayudarán a
conseguir unas buenas relaciones interpersonales en el hogar, el trabajo o
cualquier otra situación personal en la que te halles inmerso. Por ejemplo:
• Los vendedores noveles pueden utilizar las técnicas descritas en este libro para
crear una lista de clientes partiendo de cero.
• Los vendedores experimentados también pueden beneficiarse aprendiendo a
mantener o mejorar las relaciones existentes, además de a conseguir nuevos
clientes.
• Todas las categorías o clases de empleados, desde los directivos de empresas
multinacionales al personal de servicio de los restaurantes, pueden utilizar estas
tácticas para relacionarse con mayor efectividad con sus superiores, colegas,
subordinados y clientes.
• Los padres pueden utilizar las estrategias para arreglar, mantener y fortalecer sus
relaciones con los hijos.
• Los consumidores pueden utilizar esta información para conseguir un servicio, un
trato y una atención personalizada mejores.
• Y, por supuesto, las personas que buscan amigos o relaciones sentimentales
pueden aprovechar estas técnicas sociales para superar esta experiencia
intrínsecamente difícil (más difícil incluso en nuestra sociedad centrada en los
medios digitales).
Despierta tu encanto va dirigido a aquellos que buscan hacer nuevos
amigos, mantener o fortalecer las relaciones existentes y tener encuentros
breves con personas más agradables o simplemente obtener mejores primas y
propinas.
SUPERAR EL DESAFÍO DE LA AMISTAD
Los seres humanos somos animales sociales. Como especie, estamos
programados para buscar a los demás. Este deseo tiene sus raíces en nuestros
orígenes primitivos, cuando la unión era nuestra mejor alternativa para
ascender en la cadena trófica al aventurarnos fuera de nuestras cavernas y
luchar por la supervivencia en un mundo hostil e implacable. Por lo tanto,
uno supondría que hacer amigos debería ser fácil, incluso algo automático.
Por desgracia, no lo es tanto. En una encuesta tras otra, en un estudio tras
otro, un número cada vez mayor de personas declaran sentirse solas e
incapaces de establecer relaciones elementales, ya no digamos duraderas y
trascendentales. Este problema se ha ido agravando con la aparición de los
medios de comunicación sociales, que nos van alejando progresivamente de
las relaciones sociales directas significativas.
Tratar con las personas, en especial con individuos que no conoces, puede
resultar una experiencia difícil, incluso aterradora. Que seas hombre o mujer
aparentemente es irrelevante. El miedo está ahí: miedo a la vergüenza, miedo
al rechazo, miedo a desencadenar sentimientos dolorosos, miedo a causar una
mala impresión, miedo incluso a ser utilizado o a que se aprovechen de uno.
La buena noticia es que las relaciones no tienen que ser una invitación al
desastre. Bien estés lidiando con las complicaciones de la amistad, bien sea
que sólo desees mejorar las amistades que ya tienes, anímate: ni estás solo ni
tu situación es irreparable. Este libro está pensado para disipar tus
preocupaciones sobre las relaciones con los demás en el trabajo y el hogar,
con los desconocidos o con los seres queridos.
Las técnicas expuestas en este libro, basadas en las evidencias científicas
más recientes, consiguen que les gustes a las personas sin decir una sola
palabra. Aunque, al final, tienes que hablarles. Las palabras convierten los
sentimientos iniciales de buena voluntad en amistad y, en algunos casos, en
relaciones para toda la vida. Este libro expone las señales no verbales junto
con los indicadores verbales que pueden lograr que le gustes a cualquiera al
instante.
Las relaciones personales enriquecedoras están al alcance de tu mano. No
es una cuestión de suposiciones ni de suerte, sino el resultado de utilizar unas
técnicas y conocimientos científicos contrastados para tratar con los demás
individuos. La oportunidad de hacer amigos está sólo a tres pasos:
1. Tienes que estar dispuesto a aprender y dominar las técnicas expuestas en
este libro. Las técnicas son parecidas a las herramientas eléctricas que utilizan los
obreros de la construcción. La clave estriba en dejar que las herramientas hagan el
trabajo. Cuando era joven, a menudo utilizaba una sierra de mano para cortar
madera. Un día mi padre me dejó utilizar la sierra circular que se acababa de
comprar. Cogí la sierra eléctrica en una mano y empecé a cortar un trozo de
madera. Al hacerlo, apliqué la misma presión que habría aplicado con mi sierra de
mano. Mi padre me dio un golpecito en el hombro y me dijo que aligerase la
presión y dejara que la sierra hiciera el trabajo. Las técnicas de este libro se basan
en unos principios igual de sensatos. Limítate a aplicar las técnicas y relájate,
actúa con naturalidad y deja que las técnicas hagan el trabajo. Los resultados te
dejarán perplejo.
2. Tienes que utilizar de facto estos nuevos conocimientos al tratar con las
personas en tu vida cotidiana. Conocer la mejor manera de hacer algo es
fantástico, aunque sólo cuando utilizas realmente lo que has aprendido. Recuerda
siempre que el conocimiento sin acción es un conocimiento desperdiciado.
3. Tienes que practicar permanentemente lo que has aprendido. Las aptitudes
para la amistad son como las habilidades en general: cuanto más las utilizas, más
competente te vuelves; cuanto menos las usas, antes las pierdes. Si estás deseando
dar estos tres pasos, encontrarás que hacer amigos se hace tan automático como la
respiración.
Despertar tu encanto está al alcance de tu mano. Para activarlo, no tienes
más que utilizar la información que aprenderás en las siguientes páginas y
observar como tu CS (Coeficiente de Simpatía) se dispara.
1
LA FÓRMULA DE LA AMISTAD
He aprendido que las personas perdonarán lo que digas, que las
personas perdonarán lo que hagas, pero que jamás perdonarán cómo
les hagas sentir.
MAYA ANGELOU
OPERACIÓN GAVIOTA
Su nombre en clave era Gaviota.
Era un diplomático extranjero de alto rango.
Podía ser un activo valioso si se convertía en espía para Estados Unidos.
El problema era: ¿cómo convences a alguien para que prometa lealtad a un
país adversario? La respuesta era ganarse la amistad de Gaviota y hacerle una
oferta tan tentadora que no pudiera rechazarla. La clave para esta estrategia
estribaba en la paciencia, en una meticulosa recolección de información sobre
todos los aspectos de la vida de Gaviota y en hallar la manera de auspiciar su
relación con un homólogo norteamericano en quien pudiera confiar.
La investigación de sus antecedentes reveló que Gaviota había sido
reiteradamente preterido en su promoción, y se le había oído contándole a su
esposa que le gustaba vivir en Estados Unidos, a tal punto que si, le fuera
posible, consideraría irse a vivir allí cuando se jubilara. A Gaviota también le
preocupaba que la reducida pensión de su país fuera insuficiente para
proporcionarle una jubilación acomodada.
Provistos de estos conocimientos, los analistas de seguridad creían que la
lealtad de Gaviota hacia su país podía resentirse si se le ofrecían los
incentivos económicos adecuados.
El problema, entonces, pasó a ser la forma de intimar lo suficiente con
Gaviota para poder llegar a un acuerdo económico sin «espantarlo». Un
agente del FBI, Charles, recibió instrucciones de que cultivara la relación con
Gaviota sin precipitarse, de manera sistemática, como quien envejece un buen
vino para obtener de él su mejor paladar, hasta que llegara el momento
propicio para abordarlo con una oferta. Se informó al agente de que si iba
demasiado deprisa era probable que Gaviota se «pusiera a la defensiva» y le
evitara por completo. Se le ordenó que en su lugar organizara su
acercamiento utilizando las estrategias conductuales pensadas para entablar
amistades. El primer paso era conseguir que Charles fuera del agrado de
Gaviota antes de que intercambiaran una palabra; el segundo consistía en
utilizar las señales verbales adecuadas para convertir la buena disposición en
una amistad duradera.
La preparación para el crítico primer encuentro con Gaviota empezó
muchos meses antes de que el verdadero encuentro tuviera lugar. La
vigilancia había determinado que habitualmente Gaviota abandonaba el
recinto de su embajada una vez a la semana y caminaba dos manzanas para ir
a hacer la compra a un supermercado cercano. Con esa información en la
mano, se ordenó a Charles que se situara en diversos lugares a lo largo de la
ruta que Gaviota seguía para llegar a la tienda. Se le advirtió que no se
acercara a él ni le amenazara de ninguna manera; en su lugar, debía limitarse
a «estar allí» para que Gaviota pudiera verle.
Como funcionario de inteligencia cualificado que era, el agente del FBI —
que, dicho sea de paso, no se molestó lo más mínimo en ocultar su identidad
— no necesitó demasiado tiempo para que Gaviota reparara en él. Dado que
Charles no hizo ningún movimiento para interceptar o hablar con su blanco,
Gaviota no se sintió amenazado y acabó acostumbrándose a ver al
norteamericano en sus paseos hasta la tienda.
Al cabo de varias semanas de estar juntos en los mismos alrededores,
Gaviota estableció contacto visual con el agente norteamericano. Charles hizo
un gesto con la cabeza, reconociendo la presencia del diplomático, pero no
mostró mayor interés por él.
Pasaron algunas semanas más, en el transcurso de las cuales Charles fue
intensificando su relación no verbal con Gaviota aumentando el contacto
visual, enarcando las cejas, inclinando la cabeza y adelantando la
barbilla, todas las cuales son señales no verbales que, según han descubierto
los científicos, el cerebro humano procesa como «señales amistosas».
Transcurrieron dos meses antes de que Charles hiciera su siguiente
movimiento. Siguió a Gaviota al interior del supermercado que éste visitaba
habitualmente, aunque se mantuvo a distancia del diplomático extranjero. En
cada nuevo paseo hasta la tienda, Charles siguió entrando también en el local,
respetando todavía el espacio entre él y Gaviota, aunque aumentando el
número de veces que pasaba junto al diplomático en los pasillos e
incrementando la duración del contacto visual con él.
Charles se había percatado de que Gaviota siempre compraba una lata de
guisantes en sus excursiones a la tienda. Con esta nueva información, esperó
unas cuantas semanas más y entonces, en un momento dado, y como era su
costumbre, siguió a Gaviota al interior de la tienda, aunque en esta ocasión
para presentarse al diplomático. Cuando éste alargaba la mano para coger una
lata de guisantes, Charles alargó la suya para coger la lata contigua, se volvió
hacia Gaviota y dijo: «Hola, me llamo Charles y soy agente especial del
FBI». Gaviota sonrió y respondió: «Eso me parecía». A partir de aquel
inofensivo primer encuentro, Charles y Gaviota llegaron a convertirse en
íntimos amigos. Al final, Gaviota aceptó ayudar a su nuevo amigo del FBI,
proporcionándole información secreta regularmente.
A un observador ocasional que hubiera presenciado los largos meses de
cortejo a Gaviota, podría intrigarle la tardanza en producirse el primer
encuentro. No fue algo accidental. De hecho, toda la estrategia de
reclutamiento de Gaviota constituyó una operación psicológica planeada con
sumo cuidado y pensada para establecer un vínculo de amistad entre dos
hombres que, en circunstancias normales, jamás contemplarían la posibilidad
de semejante relación.
En mi condición de miembro del Programa de Análisis del
Comportamiento del FBI, se me asignó, junto a mis colegas, la labor de
orquestar el escenario del reclutamiento de Gaviota. Nuestro objetivo era
conseguir que el diplomático se sintiera lo suficientemente cómodo con
Charles, nuestro agente, de manera que se pudiera producir un primer
encuentro al que, esperábamos, le siguieran otros en el futuro si Charles era
capaz de causar una buena impresión en Gaviota. Nuestra labor se veía
dificultada por el hecho de que el diplomático era un agente de inteligencia
altamente capacitado que estaría permanentemente alerta ante cualquier
persona que pudiera despertar sus sospechas, lo cual se traduciría en que
evitaría a ese individuo a toda costa.
Para que Charles tuviera éxito en un primer encuentro personal con el
agente extranjero, éste tendría que sentirse psicológicamente cómodo con su
homólogo norteamericano. Y para que eso ocurriera, nuestro agente tendría
que superar unas etapas concretas, lo que, como resultó finalmente, logró a
satisfacción. Los pasos que Charles tuvo que dar para ganarse a Gaviota son
los mismos que debes seguir tú si quieres trabar una amistad, bien para el
momento, bien para siempre.
Utilizando el caso de Gaviota como telón de fondo, examinemos las etapas
que Charles superó satisfactoriamente con el fin de reclutar a su objetivo
utilizando la Fórmula de la Amistad.
LA FÓRMULA DE LA AMISTAD
La Fórmula de la Amistad está integrada por los cuatro elementos básicos:
proximidad, frecuencia, duración e intensidad. Estos cuatros elementos
pueden ser expresados utilizando la siguiente fórmula matemática:
Amistad = Proximidad + Frecuencia + Duración + Intensidad
La proximidad es la distancia entre tú y otro individuo y tu exposición
a ese individuo a lo largo del tiempo. En el caso de Gaviota, Charles no se
limitó a acercarse a él y presentarse. Semejante conducta se habría traducido
en la rápida desaparición de la escena por parte de Gaviota. Las
circunstancias del caso exigían un acercamiento más moderado, que diera
tiempo al agente extranjero a «acostumbrarse» a Charles y no considerarlo
una amenaza. Para lograr este fin se utilizó el factor proximidad de la
amistad. La proximidad sirve como elemento esencial en todas las relaciones
personales, y el mero hecho de estar en la misma zona que tu objetivo de
reclutamiento resulta esencial para el establecimiento de una relación
personal. La proximidad favorece que le gustes a tu objetivo de reclutamiento
y promueve la atracción mutua. Las personas que comparten un espacio
físico tienen más probabilidades de sentirse atraídas mutuamente, aunque no
se intercambie ninguna palabra.
La clave de la fuerza de la proximidad estriba en que ha de tener lugar en
un entorno sin amenazas. Si una persona se siente amenazada por alguien que
está demasiado cerca, se «pondrá en guardia» y tomará medidas evasivas
para alejarse de esa persona. En el escenario de Gaviota, Charles era una
figura proximal para su objetivo, pero mantenía una distancia de seguridad
para evitar que éste le viera como un peligro potencial y por ende provocara
una respuesta de «lucha o huida».
La frecuencia es el número de contactos que tienes con otro individuo
y la duración es la cantidad de tiempo que pasas con otro sujeto. A
medida que fueron pasando los días, Charles echó mano de los factores
segundo y tercero de la amistad: la frecuencia y la duración. Y lo hizo
colocándose en la ruta que seguía Gaviota hasta la tienda, de manera que
aumentara el número de ocasiones (frecuencia) en las que el diplomático
extranjero le viera. Al cabo de varios meses, añadió la duración a la mezcla,
pasando períodos de tiempo más largos cerca de Gaviota. Esto lo hizo
siguiendo a su objetivo al interior del supermercado, aumentando así el
tiempo de contacto entre ellos.
La intensidad es la firmeza con que eres capaz de satisfacer las
necesidades físicas y/o psicológicas de otra persona mediante la
utilización de las conductas verbales y no verbales. El último elemento de
la Fórmula de la Amistad, la intensidad, se logró gradualmente conforme
avanzaba el tiempo cuando Gaviota fue adquiriendo cada vez mayor
constancia de la presencia de Charles y de la resistencia aparentemente
inexplicable del agente del FBI a abordarlo. Esto introdujo un tipo de
intensidad, la curiosidad, en la mezcla. Cuando se introduce un nuevo
estímulo en el entorno de una persona (en este caso un extraño entra en el
mundo de Gaviota), el cerebro está programado para decidir si ese nuevo
estímulo representa una amenaza real o potencial. Si el nuevo estímulo es
considerado una amenaza, la persona intentará eliminarlo o neutralizarlo
mediante la respuesta de lucha o huida. Si, por el contrario, el estímulo no es
percibido como una amenaza, entonces se convierte en objeto de curiosidad.
La persona quiere saber más sobre el nuevo estímulo: ¿De qué se trata? ¿Por
qué está allí? ¿Lo puedo utilizar en mi beneficio?
Las actividades de Charles se realizaron a una distancia de seguridad y,
andando el tiempo, se convirtieron en el objeto de curiosidad de Gaviota; y
esta curiosidad provocó que éste descubriera quién era Charles y lo que
quería.
Más tarde, le dijo que había sabido que era un agente de FBI la primera
vez que le vio. Fuera o no verdad, el diplomático recibió las señales
«amistosas» no verbales que nuestro agente le estaba enviando.
En cuanto Gaviota decidió que Charles era un agente del FBI, su
curiosidad aumentó. Sabía sin ningún género de dudas que era un objetivo de
reclutamiento, pero ¿con qué fin y a qué precio? Puesto que ya estaba
insatisfecho con su promoción profesional y su inminente jubilación, a buen
seguro que consideró los diferentes supuestos que implicaba la presencia de
Charles, incluido el de trabajar como espía para el FBI.
La decisión de convertirse en espía no es algo que se tome de la noche a la
mañana. Los espías potenciales necesitan tiempo para elaborar sus propias
estrategias de racionalización, y tiempo para irse acostumbrando al
desplazamiento de sus lealtades. La estrategia de reclutamiento de Gaviota
incluía un período de tiempo para que la semilla de la traición germinara; por
su parte, la imaginación del agente extranjero se encargó de proporcionar los
nutrientes necesarios para que la idea madurara y floreciera. Este período de
latencia también le proporcionó tiempo al diplomático para convencer a su
esposa de que se le uniera. A medida que Charles se fue acercando
físicamente a Gaviota, éste no vio al agente del FBI como una amenaza
pendiente, sino más bien como un símbolo de esperanza: la esperanza de una
vida mejor para los años venideros.
En cuanto se decidió a ayudar al FBI, tuvo que esperar a que Charles le
abordara. Más tarde le diría a nuestro agente que aquella espera fue una
tortura atroz. Su curiosidad había llegado al máximo. «¿Por qué el agente
norteamericano no hacía un movimiento?» De hecho, lo segundo que Gaviota
le dijo a Charles cuando éste por fin se presentó en el supermercado fue:
«¿Por qué ha tardado tanto?»
FRECUENCIA Y DURACIÓN
La duración tiene la característica excepcional de que cuanto más tiempo
pases con una persona, más influencia tiene ésta sobre tus pensamientos y tus
actos. Los mentores que pasan mucho tiempo con sus pupilos ejercen una
influencia positiva en ellos; las personas con intenciones menos honorables
pueden influir negativamente en las personas con las que pasan su tiempo. El
mejor ejemplo de la fuerza de la duración es el que se da entre padres e hijos.
Cuanto más tiempo pasan los padres con sus hijos, mayores probabilidades
hay de que los primeros influyan en los segundos. Si la duración paterna está
ausente, los hijos tienden a pasar más tiempo con sus amigos, lo que, en
circunstancias extremas, incluye a los pandilleros. Es entonces cuando estas
personas ejercen una influencia mayor sobre los hijos, dado que pasan la
mayor parte de su tiempo con ellos.
La duración mantiene con la frecuencia una relación inversa. Si tú ves a un
amigo a menudo, entonces la duración del encuentro será más breve; y a la
inversa, si no ves a tu amigo muy a menudo, la duración de tu visita
normalmente aumentará de forma significativa. Por ejemplo, si ves a un
amigo todos los días, la duración de tus visitas puede ser reducida porque
puedes estar al tanto de lo que pasa a medida que los acontecimientos se
desarrollan. Sin embargo, si sólo ves a tu amigo dos veces al año, la duración
de tus visitas será mayor. Recuerda una ocasión en que hayas cenado en un
restaurante con un amigo al que no veías desde hacía mucho tiempo;
probablemente invertisteis varias horas en poneros al corriente de vuestras
respectivas vidas. La duración de la misma cena sería notablemente más
breve si vieras a esa persona regularmente. Por el contrario, en una relación
sentimental la frecuencia y la duración son muy altas porque las parejas,
sobre todo las recientes, desean pasar juntos el mayor tiempo posible. La
intensidad de la relación también será muy alta.
AUTOVALORACIÓN DE LA RELACIÓN
Remóntate al principio de tu actual relación o de una relación que tuvieras en
el pasado; ahora deberías ser capaz de ver que se desarrolló de acuerdo con
los elementos de la Fórmula de la Amistad. La Fórmula también se puede
utilizar para identificar los aspectos de una relación que hay que mejorar. Por
ejemplo, una pareja que lleva casada varios años siente que su relación se está
deteriorando, pero no saben cómo arreglarla. Su relación puede ser
autoevaluada fijándose en la interacción entre cada uno de los elementos de la
Fórmula de la Amistad. El primer elemento que se debe analizar es el de la
proximidad. ¿Comparte la pareja el mismo espacio o persigue cada uno sus
propios objetivos por separado y rara vez están juntos en el mismo espacio
físico? El segundo elemento es la frecuencia. ¿Comparten a menudo el
tiempo? El tercer elemento es la duración. ¿Cuánto tiempo pasan juntos
cuando se ven? El cuarto elemento es la intensidad, el adhesivo que mantiene
unida la relación. La pareja tal vez tenga proximidad, frecuencia y duración,
pero carece de intensidad. Un ejemplo de esta combinación es el de una
pareja que pasa mucho tiempo en casa viendo juntos la televisión, pero que
interaccionan sin ninguna emoción. Su situación se puede mejorar si la pareja
aumenta la intensidad de su relación. Así, podrían establecer una «noche de
salida» para recuperar lo que sentían mutuamente la primera vez que salieron.
O podrían apagar la televisión durante algunas horas cada noche y conversar,
intensificando así su relación.
Aparentemente, las combinaciones de los cuatro elementos de la Fórmula
de la Amistad son interminables, dependiendo de cómo interaccionen entre sí
las parejas. En muchos casos, uno de los miembros de la pareja está de viaje
la mayor parte del año por motivos de trabajo, y la falta de proximidad puede
afectar negativamente a la relación, porque suele llevar a una disminución de
la frecuencia, la duración y la intensidad. La falta de proximidad se puede
compensar con la tecnología; frecuencia, duración e intensidad pueden ser
mantenidas con la ayuda del correo electrónico, el chat, los mensajes de
texto, las conversaciones vía Skype y las redes sociales.
En cuanto conozcas los elementos básicos de todas las relaciones, podrás
valorar las que tienes y cultivar otras nuevas ajustando conscientemente los
cuatro elementos de las relaciones. Para practicar las autovaloraciones de las
relaciones, examina aquellas en las que estés inmerso ahora mismo y observa
en qué medida les afectan la labor que desempeñan los cuatro elementos
básicos. Si quieres reforzar una relación, piensa en las maneras de regular la
Fórmula de la Amistad para conseguir el resultado deseado.
También puedes liberarte de las relaciones indeseadas disminuyendo
lentamente cada uno de los elementos básicos de la Fórmula de la Amistad.
Esta disminución gradual irá decepcionando de forma paulatina a la persona
no deseada sin herir sus sentimientos ni que parezca que se ha producido una
ruptura brusca en la relación. En la mayoría de los casos, la persona no
deseada llegará de forma natural a la conclusión de que la relación ya no es
viable y buscará otras más satisfactorias.
RECLUTAR ESPÍAS UTILIZANDO UN
COMPAÑERO SILENCIOSO
Imagina que eres un científico con una acreditación de máxima seguridad que
trabaja como personal contratado para la Secretaría de Defensa. Un día, sin
saber por qué, recibes una llamada telefónica de un funcionario de la
embajada china. Esta persona te invita a que vayas a su país a pronunciar una
conferencia relacionada con alguna de tus investigaciones no secretas. Los
gastos correrán íntegramente por cuenta del gobierno chino. Entonces,
informas de esta invitación a tu responsable de seguridad, que te autoriza a
pronunciar la conferencia en China siempre que no abordes ninguna materia
reservada. Cuando llamas para confirmar tu asistencia, el funcionario chino te
invita a que vayas una semana antes para que puedas hacer algo de turismo.
Aceptas; tu entusiasmo es grande, porque ésta es una de esas oportunidades
que sólo se dan una vez en la vida.
En el aeropuerto te recibe un representante del gobierno chino que se
presenta como tu guía e intérprete para toda tu estancia en el país. Todas las
mañanas, se reúne contigo en el hotel y desayunáis juntos. Pasas todo el día
haciendo turismo. El chino paga todas tus comidas y te organiza diversas
actividades sociales para la noche. El intérprete es un hombre cordial, que te
habla de su familia y de diversas actividades sociales. En justa
correspondencia, tu le hablas de tu familia, cosas triviales, sólo los nombres
de tu esposa e hijos, sus cumpleaños, tu aniversario de boda y las fiestas que
celebráis en familia. A medida que van transcurriendo los días, te quedas
maravillado de que tú y tu intérprete, pese a las profundas diferencias
culturales, tengáis tanto en común.
Llega el día de la conferencia. El auditorio está abarrotado, y tu disertación
es bien acogida. Una vez terminada la conferencia, uno de los asistentes se te
acerca y te dice que está muy interesado en tus investigaciones, las cuales
considera fascinantes e innovadoras. Entonces, suscita una cuestión
relacionada con el trabajo que ha estado haciendo y que guarda relación con
tu investigación. La respuesta exige que reveles información sensible, aunque
no secreta. Tú proporcionas gustosamente dicha información, y la acompañas
de una extensa explicación aunque ésta bordea el ámbito de lo secreto.
Mientras esperas a subir a tu avión que te lleva de vuelta a tu país, el
intérprete te informa de que tu conferencia constituyó un éxito tremendo y
que a las autoridades chinas les gustaría invitarte a que volvieras al año
siguiente a dar otra conferencia. Puesto que el pequeño auditorio estaba
abarrotado, la próxima vez hablarás en el Gran Salón de Baile. (El intérprete
chino le brinda al científico la oportunidad de envanecerse, que es la variedad
más eficaz de halago. Esta técnica de adulación será tratada más adelante.)
Ah, y a propósito, se invita a tu esposa a que te acompañe con todos los
gastos pagados.
En mi calidad de agente de contrainteligencia del FBI, uno de mis
cometidos consistía en interrogar a los científicos que viajaban al extranjero,
a fin de determinar si habían sido abordados por agentes de inteligencia
extranjeros que buscaban obtener información secreta. Interrogué a muchos
científicos que me contaron historias parecidas a la descrita anteriormente, y
todos informaron de que los chinos eran unos anfitriones impecables y que
amás preguntaban sobre ninguna información secreta. Nada de juego sucio.
Caso cerrado.
Lo único que me inquietaba eran los comentarios de los científicos acerca
de lo mucho en común que tenían con sus intérpretes. Dadas las diferencias
culturales, esto me picó la curiosidad. Yo sabía que crear una «afinidad» era
la manera más rápida de conseguir una buena relación. (De esta técnica de la
«afinidad» para lograr la compenetración se hablará en el capítulo 2.)
Así las cosas, empecé a utilizar la Fórmula de la Amistad para profundizar
en la valoración de las visitas de los científicos a China. Sin duda, la
proximidad estaba presente. La frecuencia era baja, porque los científicos
sólo iban a China una vez al año. Si la frecuencia es baja, entonces la
duración debe ser alta, a fin de establecer una relación personal. La duración
era alta. El mismo intérprete se reunía con los científicos cada mañana
temprano y pasaba todo el día y la noche con ellos. Teniendo en cuenta los
temas que los intérpretes trataban con los científicos, la intensidad era alta. Al
final caí en la cuenta. Los científicos estaban siendo reclutados, aunque ellos
no lo sabían y yo tampoco lo había sabido hasta ese momento.
Los científicos —y yo mismo durante algún tiempo— no cayeron en la
cuenta del intento de reclutamiento. Los chinos, a sabiendas o no, utilizaban
la Fórmula de la Amistad, que explica la manera en que las personas
establecen una amistad de forma natural. Dado que es un proceso natural, el
cerebro no presta atención a esta sutil técnica de reclutamiento. A partir de
entonces, interrogué a los científicos utilizando la Fórmula de la Amistad
para determinar si se producía algún intento de reclutamiento por parte de
cualquier servicio de inteligencia extranjero. En consecuencia, pedía
concretamente al científico de turno que me describiera la proximidad,
frecuencia, duración e intensidad con cualquier persona con la que se
entrevistara durante sus viajes. También daba instrucciones a los científicos
antes de que viajaran a China para que estuvieran al tanto de las sutiles
técnicas que los chinos utilizan para robar nuestros secretos.
LA FÓRMULA DE LA AMISTAD Y TÚ
Durante el resto del libro, la Fórmula de la Amistad será utilizada como los
cimientos sobre los que se edifican las amistades. Con independencia del tipo
de amistad que desees (breve, larga, relajada o intensa), siempre estará
influida por la proximidad , la frecuencia, la duración y la intensidad.
Piensa en la Fórmula de la Amistad como en los cimientos de hormigón sobre
los que se edifica una casa. La vivienda puede adoptar muchas formas
diferentes, al igual que las amistades, pero básicamente los cimientos siguen
siendo los mismos.
APLICAR LA FORMULA DE LA AMISTAD A
LA VIDA COTIDIANA
Conocí a Phillip, el hijo de un íntimo amigo, en una cafetería local. Phillip
había terminado recientemente la carrera en la universidad de una pequeña
ciudad y encontró su primer trabajo en Los Ángeles. Estaba soltero y quería
hacer nuevas amistades. Había vivido toda su vida en ciudades pequeñas,
pero de pronto se encontraba en una gran ciudad, donde hacer amigos se le
antojaba una labor desmoralizante.
Le aconsejé que frecuentara algún bar próximo a su piso y que cuando
entrara, para enviar el mensaje de que no era una amenaza, mostrara señales
amistosas (las señales amistosas se presentan en el próximo capítulo) y se
sentara solo, bien en una mesa, bien en un reservado.
Sus visitas diarias al bar permitirían que se consolidara la proximidad, y
sus apariciones constantes, que se establecieran la frecuencia y la duración. A
cada visita, podría ir aumentando gradualmente la intensidad, el último
elemento de la Fórmula de la Amistad, mirando a los demás clientes un poco
más cada vez y sonriendo. Phillip necesitaba un gancho de curiosidad para
atraer a las personas. Me dijo que era coleccionista de canicas antiguas, así
que le indiqué que llevara una lupa y una bolsa de canicas cada vez que
acudiera al bar. También le indiqué que colocara las canicas sobre la barra y
las examinara una a una concienzudamente con la lupa; tal actividad serviría
como gancho de curiosidad. También le dije que estableciera los cimientos de
una buena relación con el barman y los demás empleados, porque ellos se
convertirían en sus embajadores ante los miembros de la comunidad. Dado
que el barman y los camareros tenían un contacto directo con Phillip, los
demás clientes les preguntarían con naturalidad quién era la nueva persona.
Cuando lo hicieran, dirían cosas buenas de Phillip, lo que a su vez crearía un
filtro de prioridad a través del cual los otros clientes verían al muchacho. (De
los filtros de prioridad se tratará en el siguiente capítulo.)
Al cabo de varias semanas, Phillip me telefoneó para informarme de que
yo había estado en lo cierto. La primera vez que fue al bar pidió una copa,
sacó las canicas y las examinó una a una con la lupa. A los pocos minutos,
cuando le sirvió su bebida, el barman le preguntó por su inusitada actividad.
Sin extenderse, el hijo de mi amigo le habló de su colección de canicas,
señalándole las diferencias de tamaño, color y textura de cada una. Tras
varias visitas al bar, Phillip y el camarero empezaron a conocerse mejor.
El hijo de mi amigo le caía bien, así que el barman le presentó a varias
personas que a todas luces estaban interesadas en la estrafalaria afición del
oven. Las canicas sirvieron así como iniciadoras de la conversación y para
facilitar la transición hacia otros temas.
La Fórmula de la Amistad parece magia, pero no lo es; no es más que el
reflejo de cómo las personas establecen normalmente las relaciones. Y
conocer los elementos esenciales que contribuyen al desarrollo de la amistad
hace más fácil tener amigos.
CÓMO VLADIMIR SE VIO INFLUIDO POR
LA FÓRMULA DE LA AMISTAD
Si recuerdas, Vladimir había jurado al principio que no hablaría conmigo. Así
pues, lo primero que hice fue establecer la proximidad . Cada día me sentaba
con él y me ponía a leer el periódico sin decir una palabra, prácticamente
ignorándole. Esta actividad silenciosa fundó la proximidad, aunque, lo que
era más importante, no supuso ninguna amenaza. Una vez que Vladimir
decidió que yo no era una amenaza, sintió curiosidad. ¿Por qué este agente
viene todos los días? ¿Qué se propone? ¿Por qué no me dice nada? Mis
visitas diarias y mi silenciosa actividad lectora sirvieron como gancho de
curiosidad. Abrumado por la curiosidad, el agente rompió finalmente su
silencio e hizo el primer movimiento para establecer contacto. Hablar
conmigo dejó de ser mi idea; se había convertido en la suya. Vladimir tomó
la iniciativa. Incluso entonces, no empecé a hablar con él; antes bien, le
recordé que la primera vez que nos habíamos visto, juró no hablar nunca.
Además de la Fórmula de la Amistad, esto introdujo dos principios
psicológicos que se tratarán más adelante en este libro, el «principio de la
escasez» y el «principio de a mayor restricción, mayor motivación».
Dicho con palabras sencillas, el no ponerme fácilmente a disposición de
Vladimir aumentó su curiosidad, lo que provocó que su motivación para
hablar se intensificara. En cuanto me abrió su espacio personal y psicológico,
pude utilizar las técnicas para crear el entendimiento mutuo que se describen
a lo largo de este libro, para conducirle hasta el momento en que me
proporcionaría la información voluntariamente.
Para utilizar con eficacia la Fórmula de la Amistad, tienes que tener
presente en todo momento la clase de relación que estás pretendiendo
establecer y el tiempo que necesitarás pasar con la persona de tu interés.
Como es evidente, la Fórmula no desempeñará un papel decisivo en
conseguir que le gustes a alguien si sólo la vas a ver una vez o
esporádicamente. A modo de ejemplo: pongamos que estás en Cleveland,
Ohio, para dar una sola conferencia ese día y conoces a un hombre o una
mujer especialmente atractivo/a (escoge lo que sea adecuado) y deseas pasar
la noche con él/ella. Cuando envías a esa persona una señal amistosa, no eres
correspondido; de hecho, la persona se «pone a la defensiva». En este
momento, no vas a llegar a ninguna parte con ese individuo; al menos no esta
noche. Pero, según la Fórmula de la Amistad, si acabas mudándote a vivir a
Cleveland, quizá todavía puedas ganarte a esa persona utilizando la
proximidad, la frecuencia, la duración y la intensidad para entablar una
relación.
EL ESPECTRO AMIGO-ENEMIGO
Amigo
Extraño
Enemigo
Cuando dos personas se encuentran por primera vez (presuponiendo que
ninguna de las dos sepa algo de la otra), son extraños. Imagina que vas
caminando por la calle en una ciudad donde no conoces a nadie y que las
personas se mueven a tu alrededor mientras se dirigen a sus destinos. O
imagínate en un bar o restaurante u otro local público donde estás entre
docenas de personas que te son desconocidas. En uno u otro caso, estás en la
zona del «extraño» del espectro. Eres un extraño para los que te rodean, de
igual manera que ellos lo son para ti.
La mayoría de las relaciones humanas permanecen en la zona del extraño.
Apenas reparamos en los cientos, incluso miles, de contactos personales que
experimentamos en nuestras vidas cotidianas mientras nos ocupamos de
nuestros asuntos. Sin embargo, a veces un extraño hace algo que provoca que
nos fijemos en su presencia, que tomemos «conciencia» de ese individuo. No
tiene por qué ser algo evidente; de hecho, al principio podríamos no
comprender siquiera por qué una persona en particular ha «llamado nuestra
atención».
Entonces, ¿qué hace que un extraño destaque de pronto y se convierta en
una persona de interés? Pues el haber sido escogido por, a falta de un nombre
mejor, el escáner territorial de tu cerebro. Los científicos han descubierto
que, mientras nos ocupamos de nuestras vidas cotidianas, nuestros sentidos
no paran de enviar mensajes a nuestro cerebro, el cual, a su vez, procesa la
información para valorar, entre otras cosas, si un individuo dado que aparezca
en nuestro campo de observación puede ser ignorado, es digno de
acercamiento o es alguien a quien hay que evitar. Este proceso es automático,
esto es, está «programado» en nuestros cerebros, y se basa en la capacidad
cerebral para interpretar las conductas verbales y no verbales concretas como
señales «amistosas», «neutrales» u «hostiles».
La función del «escáner territorial» se puede explicar utilizando la
siguiente analogía: una mujer pasea de aquí para allá frente al mar. Mientras
se mueve, sostiene un detector de metales por delante de ella, haciendo un
barrido lateral de derecha a izquierda. La mayor parte de su paseo es
ininterrumpido; el detector de metales no ha captado nada de interés bajo la
arena. Pero, de vez en cuando, la máquina pitará, y la mujer se detendrá y
excavará en la arena para descubrir lo que hay enterrado allí. Lo que
encuentra podría ser un tesoro, un reloj caro o una moneda valiosa; o podría
ser basura, una lata vacía o un trozo de papel de aluminio. Y si tuviera una
mala suerte extraordinaria, podría ser alguna mina terrestre hace mucho
tiempo olvidada y que sólo espera a ser detonada.
Tu cerebro es como un detector de metales, que no para de evaluar tu
entorno en busca de señales que indiquen cosas a las que deberías acercarte o
evitar, o que son irrelevantes y pueden ser ignoradas. Los científicos
conductistas llevan decenios descubriendo, catalogando y describiendo las
diferentes clases de conductas humanas que el cerebro interpreta como
señales «amistosas» u «hostiles». En cuanto conozcas lo que es cada señal,
podrás utilizarlas para hacer amigos y, como ventaja colateral, mantener
alejadas de ti a las personas que te gustaría evitar.
CARTELES DE SE ALQUILA, SE ALQUILA
CON OPCIÓN A COMPRA O DE NO ESTÁ A
LA VENTA
Una de mis alumnas informó en clase de que había empezado a captar señales
no verbales interesantes en el bar al que solía acudir. A menudo observaba
que había hombres con relaciones serias que enviaban señales diferentes a las
que mandaban aquellos que, aun teniendo una relación seria, parecían andar
buscando alguna aventura fuera de esa relación. La alumna comentó que
podía percibir unas fuertes señales no verbales de hostilidad de los hombres
casados que rechazaban cualquier atención personal no deseada. Pero otros
hombres supuestamente comprometidos enviaban fuertes señales amistosas
de que estaban buscando algo adicional. La alumna había observado que
estas señales amistosas eran más sutiles que las señales amistosas
transmitidas por un hombre soltero.
EL CEÑO URBANO
¿Alguna vez te has peguntado por qué un individuo parece tener el «talento
innato» cuando se trata de atraer a los demás, causar una buena impresión y
lograr gustarle a la gente, mientras que otra persona, con un atractivo y éxito
en la vida idénticos, parece no repetir esa «atracción magnética»? A menudo
esto se reduce a un envío inconsciente de señales «hostiles». Otro alumna me
obsequió (por desgracia para ella) con un fantástico ejemplo de esto.
Comentó que tenía problemas para hacer amigos en la universidad del Medio
Oeste central donde yo daba clases, afirmando que las personas solían
comentar que parecía fría, distante e inaccesible, aunque en cuanto la
conocían, no le costaba entablar relaciones estrechas con los demás.
A medida que hablamos, descubrí que se había criado en un barrio duro y
peligroso de Atlanta, donde había tenido que aprender a curtirse desde la más
tierna infancia. Le dije que no tenía necesidad de mejorar su capacidad de
comunicación, pero sí que, en su lugar, debía cambiar la manera en que se
presentaba a los demás: tenía que dejar de mostrar al mundo su «ceño
urbano». Este rasgo no es infrecuente entre las personas que crecen en barrios
duros o incluso en grandes urbes. El ceño urbano envía una clara señal no
verbal a los demás de que eres un enemigo, no un amigo; es una advertencia
para que te mantengas a distancia y «no me jodas». Hay menos
probabilidades de que los depredadores escojan como blanco a las personas
que muestran este ceño urbano, así que se convierte en una valiosa
herramienta de supervivencia en los barrios difíciles. En cuanto mi alumna
haga un esfuerzo coordinado para enviar más señales «amistosas» que
«hostiles», tendrá pocos problemas en conectar con los demás estudiantes.
Un ceño urbano.
¿Querrías abordar a la persona que ha sido retratada mostrando un ceño
urbano? No te olvides que muchas personas que exhiben esta expresión son
totalmente ajenas al hecho de que están mostrando señales de hostilidad que
desaniman a los demás a relacionarse con ellas. Ésta es la razón de que
comprender cuáles son las señales verbales y no verbales adecuadas sea tan
importante.
CUÁNDO ENVIAR SEÑALES HOSTILES
Especialmente en las grandes ciudades, hay personas que andan por la calle a
la búsqueda permanente de una limosna. Pueden ser muy insistentes, aunque
su insistencia no es aleatoria. Dirigen sus esfuerzos hacia aquellas personas
con mayores probabilidades de darles dinero, y las persiguen de forma
agresiva. ¿Cómo saben quién es un bonachón y quién no? Fácil: buscan las
señales amistosas y las hostiles. Si sus blancos les miran a los ojos, las
probabilidades aumentan; si sus blancos sonríen, las probabilidades
aumentan; si sus blancos muestran compasión, las probabilidades aumentan.
Si eres el objetivo permanente de mendigos y pedigüeños, lo más probable
es que se deba a que involuntariamente estás enviándoles señales no verbales
que invitan al contacto personal. Sin éste, las posibilidades de recibir dinero
son inexistentes. Los mendigos saben esto y persiguen aquellos objetivos con
más probabilidades de que les den algo a cambio de sus esfuerzos. En
consecuencia, en este caso un ceño urbano podría resultar muy útil.
En una ocasión, siendo todavía un adolescente, me adentré en un barrio
que me era desconocido y que resultó ser bastante peligroso. Estaba como
pez fuera del agua. Un anciano que se dio cuenta de que estaba fuera de mi
zona de confort acudió a mi rescate y me ofreció un consejo no pedido pero
sumamente útil para que consiguiera salir sano y salvo de aquel barrio:
«Camina como si tuvieras algún sitio al que ir. Balancea los brazos y camina
con decisión. Y si alguien se dirige a ti, habla como si tuvieras algo que decir.
Si puedes hacer eso, no te verán como una víctima potencial y habrá menos
probabilidades de que te conviertas en una». Fue un buen consejo entonces, y
es un buen consejo ahora.
Tus comunicaciones verbales (lo que dices) y no verbales (cómo te
comportas) envían señales a los que te rodean. Moverse con decisión tiene
una finalidad: hay menos probabilidades de que un depredador potencial te
vea como presa, de la misma manera que no es probable que un antílope
sano, veloz y despierto constituya la primera elección como blanco para un
león que persigue una manada por la sabana africana.
Esta más que lúcida observación se atribuye a Cullen Hightower: «Los
extraños son de lo que están hechos los amigos». Cada vez que te encuentras
con otra persona por primera vez, ese individuo empieza como un extraño y,
en el momento del contacto, ocupa el punto medio exacto del espectro amigoenemigo. Si utilizas las señales verbales y no verbales que se tratan en este
libro, puedes convertir a los extraños en amigos.
LA REFERENCIA HUMANA
Imagínate que te diriges en coche a casa desde el trabajo cuando de buenas a
primeras te das cuenta de que otro vehículo circula pegado al tuyo. Tu
cerebro, que está recibiendo constantemente información de tus cinco
sentidos y analizando los datos en busca de un posible peligro, ha detectado
una amenaza. Otro vehículo ha hecho algo anómalo: ha penetrado en la
burbuja espacial que separa la «distancia de seguridad» de la «distancia de
peligro» y ahora representa un amenaza para tu bienestar. He aquí lo
interesante: has estado controlando «automáticamente» el tráfico de detrás de
ti, sin ser consciente siquiera de estar haciéndolo mientras otros vehículos no
penetraran en tu burbuja de protección. Sólo cuando un vehículo que te sigue
de cerca viola los límites de la distancia de seguimiento normal, es cuando te
das cuenta.
Y lo que es verdad para tu conducción, también lo es a la hora de hacer
amigos. Tu cerebro está controlando automáticamente la comunicación
verbal y no verbal. Cuando la información entrante es valorada como normal
y no amenazante, reaccionas a ella de forma automática; no despierta
sospecha ni sensación de peligro. Ésta es la razón de que las técnicas que
aprenderás en este libro funcionan; todas entran en el ámbito de la referencia
humana. Aunque quizá «pienses» que una persona se «dará cuenta» de lo que
estás haciendo, no lo hará porque el cerebro percibe esas conductas como
normales y, al igual que los coches que circulan respetando la distancia de
seguridad, no llaman la atención.
A lo largo de este libro, haremos hincapié en las señales amigas y hostiles.
Todas entran en el ámbito de la referencia humana y pueden ser utilizadas
para fomentar tus relaciones. Todos tenemos la capacidad para utilizar estas
señales; de hecho, todos las hemos usado a lo largo de nuestras vidas. Por
desgracia, muchas personas ignoran cuáles son todas las señales disponibles
y/o cómo utilizarlas de la manera más efectiva. Lo cual es aún más cierto en
la actualidad que en el pasado, debido a los avances tecnológicos que han
sofocado el desarrollo de nuestra «inteligencia emocional».
HACER AMIGOS EN UN MUNDO DE
CONVERSACIONES DE PULGARES
En una ocasión invité a dos estudiantes a que se acercaran a la parte delantera
de la sala al principio de una clase y les hice sentar en unas sillas uno frente
al otro. Entonces les pedí que dialogaran durante cinco minutos. Parecían
desconcertados, y me preguntaron de qué debían hablar, a lo que les respondí
que hablaran de lo que quisieran. ¡No fueron capaces de discurrir un solo
tema! Se quedaron allí sentados sin más, mirándose fijamente el uno al otro.
Entonces les ordené que regresaran de nuevo a sus asientos en la parte de
atrás y se enviran mutuamente un mensaje de texto sobre lo que fuera.
Sorprendentemente, no tuvieron ningún problema en conversar a través de los
mensajes de texto durante cinco minutos.
Y en esto radica el problema. En los tiempos anteriores a la aparición de
los teléfonos móviles y los videojuegos, los niños aprendían las habilidades
sociales básicas en el patio del recreo, relacionándose directamente. Lo
aprendían todo sobre la manera de hacer amigos y cómo apañárselas con el
conflicto y las diferencias interpersonales; era ahí donde se enteraban de las
habilidades para moverse en sociedad. De paso, también aprendían a leer y
transmitir sutiles señales no verbales, aunque no fuera de una manera
consciente.
Una demostración visual de que la comunicación directa es más difícil que enviar mensajes de texto.
En el actual mundo de «conversaciones de pulgares», nadie juega a la
pelota como solían hacerlo las generaciones de niños previas a los móviles.
Los chavales se quedan en casa y juegan a los videojuegos y se envían
mensajes de texto. Por supuesto, hay algunos deportes y actividades escolares
organizadas, pero la relación social directa se ha visto drásticamente reducida
en nuestro mundo de dominadores de la tecnología. Mala cosa. No es que los
niños «criados tecnológicamente» carezcan de la capacidad de aprender las
habilidades sociales y las señales; es que no tienen suficiente práctica para
perfeccionar tales aptitudes y ser eficaces en el manejo de las relaciones
directas.
En la foto superior (ver aquí), repara en las señales de desinterés entre los
dos individuos que intentan llevar adelante una conversación. El hombre
tiene las manos en el bolsillo y mira al infinito. La mujer mira al suelo. No
hay inclinaciones de cabeza, ni sonrisas, ni gestos positivos, ni mutuo reflejo.
La foto inferior muestra la comodidad y el lenguaje corporal positivo
asociado con los jóvenes en plena escritura de un mensaje de texto.
Despierta tu encanto está pensado para sacar lo mejor de ti cuando se trate
de hacer amigos y de disfrutar de unas relaciones satisfactorias… en la vida
real, no sólo en la vida enriquecida digitalmente.
2
LLAMAR LA ATENCIÓN ANTES
DE QUE SE DIGA UNA PALABRA
Jamás tienes una segunda oportunidad para causar una buena primera
impresión.
WILL ROGERS
Tal vez de niño tuvieras la suerte suficiente para pasar una noche de verano
observando perezosamente el espectáculo de luz de la naturaleza. Puede
incluso que cogieras un tarro de la cocina e intentaras capturar los puntitos
luminosos que aparecían y desaparecían en la creciente oscuridad,
moviéndose como pequeñas linternas a la deriva impulsadas por una suave
brisa.
Las luciérnagas son unas de las criaturas más fascinantes de la tierra. Por
lo que a nosotros respecta, la forma en que las luciérnagas se iluminan resulta
realmente irrelevante; habría que ser mitad biólogo y mitad físico para
comprender el proceso. Lo que es interesante es por qué se iluminan.
Resulta que las luciérnagas se iluminan por diversas razones. Algunos
científicos creen que su resplandor es un aviso dirigido a los depredadores
potenciales de que su sabor es amargo y que como plato serían detestables.
Cómo «saltarían» los depredadores hasta esa conclusión (saltar es una
palabra acertada, puesto que parece que las ranas se las zampan en cantidades
ingentes), no se explica. Otros señalan el hecho de que las diferentes especies
de luciérnagas tienen distintos patrones de parpadeo, que las ayudan a
identificar a los miembros de la propia especie y a determinar así el sexo del
emisor de los destellos. La razón de que esto resulte de interés aquí tiene que
ver con la utilización de la luz de las luciérnagas como señal para el
apareamiento. Aquí la palabra «parpadeo»* adopta un significado
completamente nuevo. Se ha constatado que las luciérnagas macho tienen
unos patrones de parpadeo concretos que utilizan para atraer a las hembras.
En el supuesto de que necesites romper el hielo en una conversación, tal vez
te interese la siguiente observación de Marc Brown: «Se ha demostrado que
una mayor frecuencia en los destellos de los machos, además de una mayor
intensidad en los parpadeos, resulta más atractivo para las hembras de dos
especies diferentes de luciérnagas».
LUCIÉRNAGAS Y AMIGOS
El comportamiento de la luciérnaga es una fantástica metáfora de la forma
que tenemos de resultar más atractivos a los demás y predisponerlos a que
nos consideren amigos potenciales. Dado que la gente suele «verte» antes que
«oírte», las señales no verbales que les envíes pueden influir en su opinión.
Esto resulta especialmente cierto cuando te encuentras con una persona por
primera vez y el individuo en cuestión carece de cualquier conocimiento
previo de ti. Al igual que la luciérnaga, puedes transmitir señales «de amigo»
o «de enemigo» a los individuos que te rodean, con la intención de animar o
desanimar a la relación. O puedes «apagar tu luz» y permanecer
relativamente anónimo.
Recuerda que, en cualquier escenario donde dos o más extraños estén
dentro del mutuo alcance visual, existe la posibilidad de que una persona
observe a la otra. Lo que él o ella vea será procesado automáticamente por el
cerebro del observador en busca de potenciales señales «amistosas» u
«hostiles». En la mayoría de los casos, ahí termina la cosa, porque la
apariencia visual de la persona es «neutral», y el cerebro, al no valorarla
como amenaza ni como oportunidad, escoge ignorarla por completo.
Imagínatelo como el caso de una persona que intenta parar un taxi en la
ciudad de Nueva York. Mientras docenas de taxis avanzan por la calle, la
atención del individuo se centra en la luz del techo del taxi. Si la luz está
apagada, el vehículo es rápidamente ignorado, pero si está encendida la
atención y los actos de la persona se dirigen a ese coche en concreto.
Estoy seguro de que en algún momento has formado parte de un grupo de
chicos o de chicas que ha ido a un club nocturno, bar o algún otro lugar de
reunión público a intentar conocer miembros del sexo opuesto. ¿Alguna vez
te has fijado en que algunas personas parecen llamar la atención, mientras
que otras pasan prácticamente desapercibidas? A veces, eso se debe a las
diferencias en el atractivo físico o en los signos externos de riqueza, pero, con
la misma frecuencia, si no más, se debe a que la persona «popular» está
enviando señales «amistosas» que hacen que se mueva desde el punto
«neutral» (extraño) del espectro amigo-enemigo hacia el punto positivo
(amigo) del espectro, aumentando las probabilidades de la relación social.
Recuerda que nuestros cerebros están analizando continuamente el entorno
en busca de señales amistosas u hostiles. Las personas que emiten señales
hostiles son percibidas como una amenaza que hay que evitar; las que
transmiten señales amistosas son vistas como no amenazadoras y asequibles.
Cuando te encuentres con gente, sobre todo por primera vez, asegúrate de
enviar las señales no verbales adecuadas que permitan que te vean bajo una
luz positiva, y no una neutral o negativa.
LAS «TRES GRANDES» SEÑALES
AMISTOSAS
¿Y cuáles son exactamente esas señales no verbales amistosas que puedes
utilizar para aumentar tus probabilidades de que los demás reparen
positivamente en ti y preparen el terreno para una amistad, para una noche o
para toda la vida? Hay muchísimas señales entre las que escoger, pero, a los
efectos que nos importan, es esencial utilizar tres señales esenciales si quieres
animar a los demás a que te vean como una persona agradable y digna de una
posible amistad: el «levantamiento rápido de cejas», la «inclinación de
cabeza» y la «sonrisa» genuina, en contraste con la falsa (¡sí, el cerebro
humano puede detectar la diferencia!)
EL LEVANTAMIENTO RÁPIDO DE LAS
CEJAS
Se trata de un rápido movimiento ascendente-descendente de las cejas, que
dura aproximadamente la sexta parte de un segundo y es utilizado como señal
primaria no verbal de amistad. Cuando dos individuos se aproximan el uno al
otro, levantan de manera fugaz las cejas para enviarse mutuamente el mensaje
de que no representan una amenaza. Al llegar a menos de dos metros de
alguien con quien nos vamos a reunir, nuestros cerebros buscan esta señal; si
se produce y correspondemos, nuestra comunicación no verbal le está
diciendo a la otra persona que no somos un enemigo al que haya que temer o
evitar. La mayor parte de las personas no se dan cuenta de que arquean
fugazmente las cejas, porque es casi un gesto inconsciente. Experimenta por
tu cuenta: observa a dos individuos cuando se encuentren por primera vez y,
si es posible, en contactos posteriores. Cuando las personas se saludan por
primera vez en una oficina o un entorno social, utilizan un saludo verbal
acompañado del fugaz levantamiento de cejas. El saludo verbal puede
consistir en el «¿Qué tal estás?», «¿Qué hay de nuevo?» o «¿Cómo va todo?»
Cuando las personas se encuentran por segunda vez ya no tienen que decir
nada, pero intercambian el rápido levantamiento de cejas o, en el caso de los
varones, se saludan haciendo sobresalir la barbilla en un movimiento hacia
delante y ligeramente ascendente del mentón. La próxima vez que te reúnas
con alguien, presta mucha atención a lo que haces y a lo que hace la otra
persona; te quedarás boquiabierto ante el chaparrón de actividad no verbal
que se produce cuando se encuentran las personas. Y aún más atónito te
quedarás cuando compruebes que has pasado por la vida sin haberte
percatado jamás de las señales no verbales que has desplegado.
El levantamiento rápido de las cejas es una señal que se puede enviar a
larga distancia. Si estás interesado en conocer a alguien que está en el otro
extremo de una habitación abarrotada, levanta fugazmente las cejas y espera
la señal de respuesta. Si en reciprocidad se te envía un arqueo rápido de cejas,
entonces hay posibilidades de una mayor implicación. La ausencia de
correspondencia podría indicar una falta de interés. Por lo tanto, puedes
utilizar el arqueo de cejas como una especie de sistema de alerta temprana
que te ayude a decidir si la persona que te interesa está interesada a su vez en
ti. La falta de reciprocidad en el movimiento de cejas podría ahorrarte un
momento embarazoso o un rechazo rotundo e indicarte que tu mejor manera
de proceder es buscar en otra parte un individuo más receptivo al que
acercarse.
Una elevación fugaz de cejas natural. En situaciones de la vida real, no parece tan exagerado porque se
produce con mucha rapidez, de ahí lo de fugaz.
Si sigues interesado en conocer a alguien que no te corresponde con un
levantamiento rápido de cejas, esto no es garantía de que la persona esté fuera
de tu «alcance», aunque es posible que desees utilizar (y buscar) otras señales
amistosas, antes de decidirte a intentar realmente conocer a ese individuo.
El rápido movimiento de cejas «amistoso» conlleva un «breve» contacto
visual con otra persona, sobre todo si no la conoces o es un conocimiento
pasajero. El contacto visual prolongado entre dos personas es indicativo de
una emoción intensa, y es tanto un acto de amor como de hostilidad. El
contacto visual prolongado («mirar fijamente») es tan molesto que en los
encuentros sociales normales evitamos que cualquier contacto de esta
naturaleza dure más de un segundo o dos. Entre una multitud de extraños en
un escenario público, el contacto visual durará generalmente sólo una
fracción de segundo, y la mayoría de la gente evitará por completo cualquier
contacto visual.
No todos los movimientos rápidos de cejas caen dentro del ámbito de las
señales amistosas. En las fotos (ver aquí) se muestra un ejemplo de un
movimiento antinatural de cejas. En tiempo real, esto se produce cuando una
persona levanta las cejas con un «tiempo de suspensión» prolongado del
movimiento ascendente. En el mejor de los casos se verá como un gesto
hostil, y en el peor, como algo repulsivo. Si ves o exhibes un levantamiento
antinatural de cejas, éste se percibirá como una señal de enemistad y, al igual
que el ceño urbano, no contribuirá a establecer relaciones sociales ni a
entablar amistades.
LA INCLINACIÓN DE CABEZA
Ladear la cabeza a la derecha o a la izquierda es un gesto que no entraña
ninguna amenaza. La cabeza ladeada deja al descubierto una de las arterias
carótidas, situadas a ambos lados del cuello. Las arterias carótidas son las
vías por las que se suministra sangre oxigenada al cerebro. Las personas que
se sienten amenazadas se protegen las arterias carótidas hundiendo el cuello
entre los hombros. Por consiguiente, las personas que exponen sus arterias
carótidas cuando se encuentran con otras no representan ninguna amenaza.
La inclinación de cabeza es una poderosa señal de amistad, y la gente que
ladea la cabeza cuando se relaciona con los demás es vista como más digna
de confianza y atractiva.
Las mujeres ven más guapos a los hombres que se les acercan con la
cabeza ligeramente ladeada hacia uno u otro lado; de igual manera, a los
hombres les resultan más atractivas las mujeres que inclinan la cabeza.
Además, las personas que inclinan las cabezas hacia la persona con la que
están hablando son consideradas más simpáticas, amables y sinceras, en
comparación con aquellas que mantienen la cabeza erguida mientras hablan.
Las mujeres inclinan las cabezas más a menudo que los hombres, que
tienden a comunicarse con las cabezas erguidas para presentarse como más
dominantes. Tal vez este gesto sea una ventaja en el mundo de los negocios;
sin embargo, en un contexto social, la ausencia de inclinación de la cabeza
podría transmitir el mensaje equivocado. En ambientes de citas, como los
clubes nocturnos y los bares, los hombres deberían esforzarse
conscientemente en ladear la cabeza a uno u otro lado cuando aborden a una
mujer, pues, de lo contrario, podrían ser vistos como depredadores. En tales
situaciones, puede que seas un tipo con la cabeza «bien alta» cuyas
intenciones sean amistosas, pero tus actos provocarán que las mujeres se
pongan «a la defensiva» y harán difícil, cuando no imposible, establecer
algún contacto serio.
Levantamiento fugaz de cejas antinatural.
Inclinaciones de cabeza.
LA SONRISA
Una sonrisa es una eficaz señal «amistosa». Los rostros sonrientes son
uzgados como más atractivos y simpáticos y menos dominantes. Una sonrisa
transmite confianza, felicidad y entusiasmo, y lo que es más importante,
indica aceptación. Una sonrisa telegrafía cordialidad y aumenta el atractivo
de la persona que sonríe. El mero acto de sonreír hará que mejore el estado de
ánimo de la gente, haciéndola más receptiva. Las más de la veces, las
personas sonríen a aquellos que les gustan, y no sonríen a aquellos otros que
les desagradan.
Sonreír libera endorfinas, una sustancia que nos proporciona una sensación
de bienestar. Cuando sonreímos a las demás personas, a éstas les resulta muy
difícil no devolvernos la sonrisa. Esta correspondencia en la sonrisa provoca
que el objeto de tu sonrisa se sienta bien consigo mismo y, como
aprenderemos en un capítulo posterior, si provocas que la gente se sienta bien
consigo misma, les gustarás.
El único problema con la sonrisa es lo que los científicos y los sujetos
observadores de la población en general han reconocido hace mucho tiempo:
que por un lado está la sonrisa «verdadera» o «sincera», y por otro la sonrisa
«forzada» o «falsa». La sonrisa «verdadera» es la que utilizamos con las
personas con las que realmente deseamos establecer contacto o que ya
conocemos y son de nuestro agrado. La sonrisa falsa, por otro lado, solemos
usarla cuando nos vemos forzados, bien por las obligaciones sociales, bien
por las exigencias de nuestro trabajo, a aparentar cordialidad hacia un
individuo o grupo
Parece que la inclinación de cabeza posee un atractivo universal para la «amistad» en todo el reino
animal.
Si quieres gustarle a la gente, tus sonrisas deberían ser sinceras. Las
señales reveladoras de una sonrisa sincera son la curvatura hacia arriba de las
comisuras de la boca y el movimiento ascendente de las mejillas,
acompañadas del fruncimiento alrededor de los ojos. Al contrario que las
sonrisas sinceras, las forzadas tienden a ser asimétricas. En el caso de las
personas diestras, la sonrisa forzada tiende a marcarse más en el lado derecho
de la cara, mientras que en las zurdas lo hace más en el izquierdo. Las
sonrisas falsas también carecen de sincronía, de manera que empiezan más
tarde que las sonrisas auténticas y se desvanecen de una manera irregular.
Con una sonrisa auténtica, las mejillas se levantan, se forman bolsas bajo los
ojos, aparecen patas de gallo en las comisuras de los ojos y, según la persona,
la nariz quizá descienda. En una sonrisa falsa, se aprecia que las comisuras de
la boca no se curvan hacia arriba y que las mejillas no se levantan para
provocar las arrugas alrededor de los ojos, las señales reveladoras de la
sonrisa auténtica. En el caso de los jóvenes, cuya piel es más elástica que la
de las personas mayores, suele ser difícil detectar las arrugas alrededor de los
ojos. No obstante, nuestros cerebros pueden percibir la diferencia entre una
sonrisa auténtica y una falsa.
¿Podrías decir cuál de las dos sonrisas es la «auténtica», y cuál la «falsa»? Si no puedes, no te
desesperes. ¡En realidad, las dos son «auténticas»!
La sonrisa de la imagen superior izquierda es falsa, la expresión de la imagen superior derecha es
neutral y la sonrisa de abajo es auténtica.
SONRISAS PARA IMPRESIONAR
Tu manera de sonreír influirá en cómo te perciban las personas y alentará o
desalentará la creación de amistades. Las mujeres en particular suelen utilizar
las sonrisas para controlar el inicio de los primeros encuentros y fijar el ritmo
de las relaciones personales posteriores. Los hombres se muestran más
dispuestos a acercarse a las mujeres que les sonríen. Una sonrisa sincera
autoriza a los hombres a acercarse; una sonrisa forzada, o ninguna sonrisa en
absoluto, envía el mensaje de que una mujer no está interesada en las
propuestas de un hombre. Asimismo, una mujer puede enviar el mensaje de
ser receptiva a los acercamientos masculinos regulando la frecuencia e
intensidad de su sonrisa, conjuntamente con otras señales amistosas.
Aprender a crear una sonrisa «auténtica» a voluntad, especialmente
cuando no se está de humor para mostrarla, requiere práctica. Estudia las
imágenes que aparecen en el libro y piensa en las sonrisas que has visto en tu
vida cotidiana; luego, párate delante de un espejo y realmente muestra
sonrisas auténticas y falsas. No será tan difícil; no tienes más que pensar en
las ocasiones en que has deseado mostrar sinceramente tu aprecio a alguien
que querías, o en aquellas otras en las que te viste obligado a sonreír a un
huésped indeseado en una cena familiar o a un odioso colega de profesión.
Practica la sonrisa verdadera hasta que se haga automática. A partir de ese
momento, puedes decidir utilizarla a tu antojo.
CONTACTO VISUAL
El contacto visual funciona en consonancia con otras señales amistosas. El
contacto visual se puede intentar desde lejos y, por consiguiente, al igual que
otras señales no verbales de este capítulo, es una manera de llamar la atención
antes de que se diga una palabra. Asimismo, y de manera similar a las demás
señales no verbales, está pensada para permitir que el receptor de la señal se
forme una impresión positiva de uno, como de alguien que será percibido
como un amigo potencial.
Para enviar una señal amistosa por medio del contacto visual, escoge a la
persona que te interesa y establece el contacto visual mirándola durante no
más de un segundo. Mantener fija la mirada durante más tiempo puede ser
considerado una agresión, lo cual es una señal hostil. Como se ha dicho
anteriormente, cuando miras fijamente a alguien, sobre todo en un ambiente
propicio para las citas, estás invadiendo el espacio personal de ese hombre o
esa mujer en cuestión. Si careces de permiso para acceder a ese espacio
personal, en el mejor de los casos tus actos serán considerados una conducta
depredadora, y en el peor, un comportamiento repulsivo. Deberías poner fin a
la mirada fija con una sonrisa; si no puedes conseguir que sea auténtica, al
menos asegúrate de que las comisuras de tu boca se curvan hacia arriba y los
bordes exteriores de tus ojos se fruncen. Una devolución de la sonrisa denota
interés. Si la persona que te interesa te sostiene la mirada, la baja y la aparta
fugazmente y luego vuelve a establecer el contacto visual, entonces puedes
acercarte a esa persona con un alto grado de confianza en que tus
proposiciones serán bien recibidas.
MIRADA FIJA PROLONGADA
Una mirada de interés prolongada es una forma eficaz de fomentar la buenas
relaciones. Esta conducta no verbal no debería confundirse con la mirada fija
e impertinente. Normalmente, cuando estableces contacto con otra persona,
os miráis a los ojos durante un segundo o menos y acto seguido rompéis el
contacto visual. Si éste dura más de un segundo o dos, se entenderá como una
amenaza. Mirar fijamente y de manera impertinente a las personas, sobre
todo a los extraños, se considera una señal de hostilidad. Sin embargo,
cuando dos personas se conocen y se gustan mutuamente, se les permite
mirarse a los ojos durante más de unos segundos. Las personas con una
relación amorosa suelen mirarse fijamente a los ojos durante períodos
prolongados de tiempo. Con la siguiente técnica la fuerza de este mirar mutuo
puede ser utilizada con seguridad con los extraños, a fin de potenciar el
establecimiento de la buena relación.
Una vez que hayas establecido contacto visual con una persona que te
interese, mantén la mirada durante un segundo y entonces gira lentamente la
cabeza, sosteniendo la mirada durante otro segundo o dos. La persona que
estés mirando verá que apartas la cabeza, creando la ilusión de que
interrumpes el contacto visual, y tu acción no será entendida como una
mirada impertinente. Esta técnica te permite intensificar el contenido
emocional de tu señal amistosa. No obstante, el contacto visual intensificado
no debe ser utilizado para forzar una intimidad prematura. Los hombres
suelen abusar de esta técnica, saboteando así relaciones potenciales.
DILATACIÓN DE LAS PUPILAS
La dilatación de la pupila expresa interés. Cuando un individuo ve a otra
persona que le gusta, sus pupilas, la parte negra de sus ojos, se expande.
Cuanto mayor es la dilatación, mayor es la atracción que siente la persona.
Como es evidente, ésta es una señal de atracción positiva, aunque es difícil de
detectar en las relaciones personales cotidianas. En consecuencia, su valor
como señal amistosa es muy limitado.
En quien más se percibe la dilatación de las pupilas es en las personas con
ojos azules. Las que tienen los ojos oscuros parecen más exóticas debido a
que sus pupilas parecen estar dilatadas permanentemente. Un siglo antes de
Cristo, Cleopatra, la mujer más bella de su tiempo, utilizaba atropina, una
droga que se obtiene de la naturaleza, para dilatar sus pupilas y conseguir
parecer más sensual. Los cambios en la luz ambiental pueden provocar la
dilatación de las pupilas, así que hay que tener cuidado a la hora de
interpretar esta reacción autónoma.
CONSEGUIR EL CONSENTIMIENTO PARA
IR A LA CÁRCEL: LA UTILIZACIÓN DE
LAS SEÑALES AMISTOSAS PARA
PROPICIAR UNA CONFESIÓN
Cuando estaba en el FBI, teníamos identificado a un presunto pederasta en
una investigación determinada. Sabíamos de la existencia de una víctima,
pero los indicios apuntaban a muchas más, y creíamos que el sospechoso
utilizaba su ordenador para escogerlas. Yo quería detenerlo inmediatamente,
pero carecíamos de la causa razonable necesaria para conseguir la orden de
detención.
Así las cosas, decidí interrogar al sospechoso a fin de lograr que
consintiera en el examen de su ordenador personal. Si el interrogatorio tenía
alguna probabilidad de éxito, yo tenía que crear un ambiente amistoso,
establecer rápidamente una buena relación y, cuando llegara el momento
oportuno, pedir su consentimiento. Invité al sospechoso a que se reuniera
conmigo en la oficina del FBI. Lo hice así para darle la sensación de que él
controlaba la situación (podría decidir su manera de proceder) y para
demostrar que el interrogatorio era voluntario (que no se le obligaba a
participar en él).
Recibí al sospechoso en la puerta con una artificial y rápida elevación de
las cejas, la cabeza ligeramente inclinada y una fingida sonrisa verdadera, con
sus patas de gallo y todo alrededor de los ojos. Mostrar unas señales
amistosas verdaderas no me era posible, dado que el comportamiento del
sospechoso me resultaba censurable. Le estreché cordialmente la mano y le
invité a entrar en la sala de interrogatorios. Si le ofrecí una taza de café, fue
por dos motivos: primero, quería aprovechar el principio psicológico de la
reciprocidad: cuando alguien recibe una cosa, aunque sea insignificante,
siente la necesidad de corresponder. A cambio del café yo quería el
consentimiento. Y segundo, quería utilizar la ubicación que le daba el
sospechoso a la taza para decidir cuándo se había establecido la buena
relación (de la ubicación de la taza se hablará en un capítulo posterior).
Cuando le entregué la taza de café, el sospechoso dijo: «¿Cómo puede
tratarme con tanta deferencia después de lo que hice?» Aquélla era una
confesión, bien que pequeña, realizada aun antes de que empezara el
interrogatorio. A partir de ahí, fui capaz de establecer una relación
suficientemente buena con el sospechoso utilizando señales amistosas
fingidas, a fin de crearle la ilusión de que yo no representaba una amenaza,
sino que era una persona a quien podía confiar un secreto. Un secreto que le
metió en la cárcel para el resto de su vida.
LA PARADOJA DEL BÓTOX
En lo tocante a las señales amistosas, a veces la mejor de las intenciones tiene
unas consecuencias negativas imprevistas. Piensa, por ejemplo, en la triste
historia de la esposa madura que quería parecer más joven y atractiva a los
ojos de su marido y decidió someterse a unos tratamientos a base de bótox en
la cara, un pequeño trabajo escultórico para eliminar arrugas y líneas de
expresión. Estaba impaciente por mostrarle los resultados a su marido.
¿Y qué pasó cuando él vio a su «nueva» esposa? Dado que el bótox
paraliza durante unos dos meses ciertos músculos que rodean los ojos, la
mujer no era capaz de levantar rápidamente las cejas ni de mostrar una
sonrisa plena y verdadera, lo que incluía las patas de gallo que el marido
estaba acostumbrado a ver.
La mujer tenía un aspecto más atractivo, pero dado que su marido no
recibía las señales amistosas a las que estaba acostumbrado, empezó a
sospechar que su esposa ya no le quería y que había encontrado el medio de
parecerle más atractiva a otra persona. A menos que el marido tenga claro la
«razón» de que la esposa no le envíe las señales amistosas a las que está
acostumbrado, los resultados de intentar estar guapa podrían acabar siendo
¡bastante horribles!
Todos éstos son ejemplos de contacto físico seguro. Al principio de una relación, tocarse debería estar
limitado a la zona situada entre el codo y el hombro y a cogerse las manos.
TOCAR ES UNA SEÑAL AMISTOSA, PERO
AVANZA CON PRECAUCIÓN
Tocar es una forma compleja, sutil e intensa de comunicación no verbal. En
las situaciones sociales, se puede utilizar el tocar para enviar una
sorprendente variedad de mensajes. Así, existen distintos toques que sirven
para expresar acuerdo, afecto, vinculación o atracción; para prestar respaldo,
hacer hincapié en un aspecto, llamar la atención y solicitar participación; para
guiar y dirigir, saludar, felicitar, entablar amistades o reforzar relaciones
intensas, y acordar grados de intimidad.
Para nuestro propósito, el tocar es importante para hacer amigos. Así lo
han determinado algunos estudios que afirman que incluso el toque más
fugaz puede tener una influencia espectacular en nuestras percepciones y
relaciones. Los experimentos han demostrado que incluso un leve y breve
roce en el brazo durante un encuentro social también breve entre extraños,
tiene unos efectos tan inmediatos como duraderos. Pedir educadamente ayuda
o preguntar por una dirección, por ejemplo, produce resultados más positivos
cuando va acompañado de un ligero toque en el brazo.
Pero hay que ser prudente: incluso el más inocuo de los toques puede
producir una reacción negativa en la persona tocada. Tales reacciones
incluyen apartar el brazo, aumentar la distancia, poner ceño, darse la vuelta u
otras manifestaciones de desagrado o angustia. Las reacciones negativas
indican que es improbable que la persona en cuestión te considere un amigo
potencial.
A menos que el individuo sea excepcionalmente tímido y reservado, las
reacciones negativas a un simple toque en el brazo probablemente sean
indicativas de desagrado o desconfianza. Con la excepción del tradicional
estrechamiento de manos, tocar la mano de otra persona es más personal que
tocarle el brazo. Tocar la mano sirve de barómetro para las relaciones
sentimentales. A menudo las películas se centran en el contacto de las manos
para indicar que una relación es fría, prometedora o que está en pleno apogeo.
Si le tocas la mano a una persona y ésta se aparta, siquiera sea ligeramente, la
persona tocada todavía no está preparada para intensificar la relación.
Apartarse no es señal necesariamente de rechazo; sólo significa que tendrás
que crear un mayor grado de confianza con la persona que te interesa, antes
de avanzar en la relación. La aceptación del contacto indica que la persona
está preparada para cogerse de la mano con otra, una manera más intensa de
tocarse; por su parte, el entrelazamiento de los dedos es la forma más íntima
de cogerse de la mano.
Una manera libre de peligro de medir la fuerza de una nueva relación es
tocar o rozar «accidentalmente» la mano de la persona que te interesa. La
mayoría de las personas tolerarán un toque accidental, aunque no les guste la
persona que les toca, pero de manera inconsciente enviarán señales no
verbales que indiquen la aceptación o rechazo del contacto. Estate atento a
tales indicadores no verbales y actúa en consecuencia.
LA ISOPRAXIS (REFLEJAR EL
COMPORTAMIENTO DE LA OTRA
PERSONA)
La isopraxis es un término sofisticado que significa «ser un reflejo de», una
práctica no verbal que se puede utilizar para entablar amistad de manera más
fácil y efectiva. El reflejo crea de hecho una impresión favorable en la mente
de la persona que estás reflejando. Cuando conoces a alguien y quieres
ganarte su amistad, esfuérzate conscientemente en reflejar su lenguajes
corporal. Si se para con los brazos cruzados, párate con los brazos cruzados;
si se sienta y cruza las piernas, siéntate con las piernas cruzadas. En algunas
situaciones, esta técnica resulta impracticable. Así, no se puede esperar que
una mujer que lleve un vestido o una falda cortos se cruce de piernas
abiertamente para reflejar lo que hace la persona con la que está hablando. En
un caso así, bastará algo equiparable, y en lugar de cruzar las piernas
abiertamente, la mujer podría adoptar una pose más discreta, cruzando las
piernas a la altura de las rodillas o los tobillos.
Gestos de isopraxis (especulares).
La otra persona no advertirá conscientemente tu conducta especular,
porque entra dentro del punto de referencia humano y el cerebro lo considera
«normal». Sin embargo, la ausencia de reflejo es una señal de hostilidad, y el
cerebro reparará en ello cuando dos personas no estén en sincronía durante
sus relaciones personales. La persona que no está siendo reflejada quizá no
pueda expresar la razón concreta de que se encuentre incómoda, pero esta
señal de hostilidad desencadenará una reacción defensiva, lo cual desanima a
realizar ningún intento de entablar amistad.
Reflejar la pose del otro requiere práctica. Por suerte, es algo que puedes
ensayar en cualquier ambiente profesional o social. Cuando mantengas una
conversación informal con un grupo de amigos en el trabajo o en una reunión
social, advertirás que los miembros del grupo se reflejarán unos a otros. Para
practicar la técnica del reflejo, cambia tu actitud o postura. Al cabo de un
breve período de tiempo, otros miembros del grupo reflejarán tu postura. Las
primeras veces que hagas esto, es posible que tengas la sensación de que
todos los componentes del grupo saben lo que estás haciendo. Te aseguro que
no es así. Lo que estarás experimentado es el efecto foco de atención, del que
se hablará más adelante en este mismo capítulo. Otra manera de practicar la
isopraxis es la de imitar aleatoriamente a las personas cuando las conoces. Al
cabo de unas sesiones, dominarás la técnica de la imitación y podrás utilizarla
como herramienta adicional para entablar amistades.
INCLINARSE HACIA EL OTRO
Las personas tendemos a inclinarnos hacia los individuos que nos gustan, y a
distanciarnos de los que nos desagradan. De vez en cuando, durante mi
actividad en el FBI, se me pidió que asistiera a fiestas en embajadas y
reuniones diplomáticas. Una vez en ellas, me pasaba la mayor parte del
tiempo observando a los demás invitados para determinar qué relaciones eran
sólidas, cuáles se estaban desarrollando y qué invitados se mostraban
receptivos a la creación de relaciones.
Inclinarse hacia delante es muestra de receptividad a la creación de una relación. El hecho de que dos
personas que conversan se inclinen el uno hacia el otro indica que ya se ha establecido una relación
positiva. Y si a ello se unen otras señales amistosas como las sonrisas, el asentimiento con la cabeza, la
inclinación de ésta hacia un lado, los susurros y el tocarse, cabe interpretar que la relación entre las
partes involucradas es bastante íntima.
Las personas inclinan las cabezas ligeramente hacia atrás para aumentar la
distancia con otras, lo que indica que el establecimiento de la relación no va
bien. Otro tanto cabe decir cuando los individuos apartan el tronco de otra
persona durante las relaciones. Asimismo, las personas alejarán los pies de un
visitante indeseado. Estas sutiles señales no verbales pueden suponer la
diferencia entre la aceptación y el rechazo.
A menudo utilizo las señales no verbales para comprobar la eficacia de
mis conferencias. Los alumnos que están interesados en la materia se
inclinarán hacia delante en sus asientos, ladearán las cabezas a la derecha o a
la izquierda y periódicamente moverán las cabezas en señal de asentimiento.
Por el contrario, los que no estén interesados, o hayan perdido el interés, se
inclinarán hacia atrás en sus sillas, pondrán los ojos en blanco o, en
circunstancias extremas, inclinarán las cabezas hacia atrás o hacia adelante
mientras dormitan.
Prestar atención a las señales no verbales también se puede utilizar en
contextos profesionales. Si estás promocionando un artículo ante un grupo de
personas, puedes saber a quién convencerás, quién es un simple observador o
quién está en desacuerdo fijándote en los gestos no verbales mostrados por tu
audiencia.
DAR LA VUELTA A LA TORTILLA… O
DÁRSELA A LOS COMENSALES
De vuelta a mi época en el FBI, mientras estuve allí tuve que defender
muchas propuestas. En cierta ocasión, intentaba obtener los fondos necesarios
para una operación que llevaba meses planeando. Era una operación compleja
y en cierta manera onerosa. Conseguir los fondos dependía de que
convenciera a la gente que asistía a la reunión de que el beneficio de la
operación compensaba la cantidad de recursos empleados.
Mientras hacía mi exposición, me dediqué a controlar las manifestaciones
no verbales de las personas que estaban sentadas alrededor de la mesa.
Enseguida identifiqué a las que estaban de mi lado: se inclinaban hacia
delante y ocasionalmente asentían con la cabeza. También identifiqué a los
que desconfiaban de los méritos de la operación y del gasto de los recursos.
Mi impulso inmediato fue el de dirigirme a las personas que estaban de
acuerdo conmigo (convencer a los ya convencidos) porque encontraría
aceptación y consuelo en aquellas personas que pensaban igual que yo. Me
resistí a la tentación. No tenía que convencer a las personas a las que ya había
convencido; tenía que convencer a las que no estaban de acuerdo conmigo.
Así que centré mi atención en ellas. Me paseé en varias ocasiones por la
sala acercándome a mis detractores, les miraba directamente a los ojos y
apelaba a su comprensión personalmente. Siempre con tanta lentitud que
podía ver que la marea estaba cambiando. Aquellos sujetos que inicialmente
se alineaban en contra de mí empezaron a inclinarse hacia delante poco a
poco, y sus cabezas se fueron ladeando a un lado o a otro cada vez más.
Después de acabar la exposición, recibí la aprobación para mi operación.
Comprobar las señales no verbales y saber lo que significaban me
proporcionó una enorme ventaja en la presentación de mis argumentos;
gracias a ello pude adaptar mi planteamiento a las personas que no estaban de
acuerdo conmigo y convencerlas.
SUSURRAR
El susurro es una conducta íntima y una señal amistosa positiva. No todo el
mundo te puede susurrar al oído con impunidad. Cuando observas que se da
entre dos individuos, puedes estar casi seguro de que existe una relación
personal íntima.
EL TENEDOR EN PLATO AJENO
Imagina que estás sentado en un restaurante y un extraño se acerca a tu mesa
¡y pincha con un tenedor la comida de tu plato! Tu incomodidad se puede dar
por segura, y sería más que improbable que le pidieras a esa persona que
compartiera contigo la cena. Ahora imagina que estás teniendo una agradable
comida en familia y uno de tus hijos o una hermana alarga la mano y pincha
con el tenedor en tu plato. Lo más probable es que tu reacción sea
radicalmente distinta a la que tuviste cuando el extraño hizo lo mismo. La
diferencia es que tienes una relación íntima con los miembros de tu familia, y
en esas condiciones, coger comida con el tenedor del plato del otro es una
conducta adecuada. En este caso, es una señal amistosa y, si se permite,
indica una relación íntima entre el dueño del plato y quien le coge la comida.
GESTOS EXPRESIVOS
El número e intensidad de los gestos que utilizan las personas varían de una
cultura a otra e incluso dentro de cada cultura. Algunas personas son mas
expresivas que otras por naturaleza, incluso en culturas más socialmente
contenidas. No obstante, las personas que se gustan mutuamente tienden a
mostrar entre sí una gestualidad más expresiva. Los gestos expresivos indican
un interés en lo que la otra persona está diciendo y mantienen la atención de
la conversación en el hablante.
Los hablantes pueden hacer hincapié en un argumento con un rápido
movimiento descendente de la mano al terminar una frase, o expresar
franqueza y sinceridad extendiendo las palmas de las manos. Los gestos
expresivos refuerzan la comunicación verbal y el interés recíproco
Se puede animar a un amigo potencial a que siga hablando (y a que le
gustes más debido a ello) añadiendo un gesto de asentimiento con la cabeza,
sonrisas y una atención especial (cuando te inclinas hacia delante, ladeas la
cabeza ligeramente y pareces escuchar con atención lo que está diciendo).
Ten presente que los gestos no verbales también pueden indicar incomodidad,
desagrado o desinterés.
ASENTIR CON LA CABEZA
Una manera de indicarle a alguien que está hablando que estamos
participando de lo que dice y que debería seguir es asintiendo con la cabeza.
Esto indica al hablante que siga hablando. Un doble gesto de asentimiento le
dice al hablante que aumente el ritmo del discurso, y un cabeceo múltiple o
un único movimiento lento de la cabeza tienden a provocar una interrupción
en la cadencia del hablante. A su vez, un movimiento excesivo de la cabeza
puede precipitar una respuesta. Un movimiento rápido de la cabeza envía la
señal no verbal al hablante de que se apresure en su respuesta, por lo general
debido a que quien escucha quiere decir algo o a que no está interesado en lo
que se está diciendo. Un gesto de asentimiento rápido puede interpretarse
como una conducta grosera o un intento de dominar la conversación. Tal
conducta retira la atención del hablante y la vuelve hacia el que escucha, lo
cual representa una violación palmaria de la Regla de Oro de la Amistad, de
la que se hablará en el siguiente capítulo. Utilizado de forma correcta, el
asentimiento con la cabeza permite al hablante expresar plenamente y a
satisfacción sus pensamientos. Si utilizas el gesto de asentir con la cabeza de
manera adecuada, se considerará que sabes escuchar y se te valorará
positivamente.
ACICATES VERBALES
Los acicates verbales son una manera de reforzar el asentimiento de cabeza y
animan al hablante a seguir con su discurso. Tales estímulos verbales
consisten en indicadores de confirmación del discurso tales como «Entiendo»
y «Continúa», además de latiguillos como «Mmm» y «Ajá». Los acicates
verbales permiten que el hablante sepa que no sólo estás escuchando, sino
también valorando su mensaje mediante una confirmación verbal.
ATENCIÓN ESPECIAL
No permitas que las distracciones interrumpan tu atenta escucha del hablante.
Lo que deseas es enviar el mensaje de que lo que está diciendo el hablante te
importa. Dicho mensaje sonará a falso si respondes al móvil y dejas al
hablante en espera. Si tu móvil suena mientras estáis en plena conversación,
reprime el impulso de responder. Por razones desconocidas, la mayoría de las
personas se sienten impelidas a descolgar un teléfono que suena, y el mero
hecho de que tu móvil suene no significa que estés obligado a atenderlo. Rara
vez son urgentes las llamadas telefónicas. Si no se deja un mensaje, es
evidente que ése es el caso; y si se deja un mensaje, podrás escucharlo, por lo
general, al cabo de unos minutos, en cuanto hayáis terminado de hablar.
Incluso en este mundo de hoy dominado por la tecnología, enviar un mensaje
de texto y atender una llamada telefónica durante una conversación es una
falta de respeto.
La mejor manera de manejar un teléfono que suena es que te lo saques del
bolsillo o el bolso, envíes al que llama al buzón de voz, te metas el móvil de
nuevo en el bolsillo o el bolso y vuelvas a centrar tu atención en el hablante.
Esta acción envía a la otra persona un mensaje premeditado de que él o ella
es más importante que una llamada telefónica y que cuenta con toda tu
atención. Además, causarás una impresión positiva en cualquier persona,
facilitando el establecimiento de la relación.
Y DE PROPINA, SIETE CONSEJOS PARA CONSEGUIR
MEJORES PROPINAS
Lograr gustarle a los demás, siquiera sea durante un único encuentro, puede resultar ventajoso. Si lo
consigues, las personas serán más proclives a dirigirte sus quejas de manera correcta y tendrás más
probabilidades de conseguir que la gente te ayude, incluso cuando no tengan que hacer un esfuerzo
adicional, y si eres camarero o camarera, puedes predisponerlas a que te muestren su agradecimiento
por el servicio personal mediante una propina más sustanciosa.
La clave para recibir propinas más altas estriba en crear un ambiente que favorezca que el que da
el servicio caiga bien a los clientes.
Consejo 1. Toca ligeramente a los clientes (camareras)
Las investigaciones demuestran que las camareras que tocan ligeramente a los clientes o clientas en
el hombro, la mano o el brazo reciben de éstos mejores propinas que de los que no son tocados. Los
hombres, en concreto, consumen más alcohol que los clientes a los que no se les toca, lo que crea
más oportunidades para que dejen propina a quien les ha servido. Cuando se interpreta
adecuadamente, tocar produce un sentimiento de cordialidad y, por consiguiente, predispone a los
clientes a ser más generosos con las propinas.
Una advertencia: tocar puede tener un efecto negativo si es percibido como coqueteo o
imposición y podría reducir el importe de las propinas en lugar de aumentarlo. Las camareras
deberían tener cuidado cuando tocan a los clientes varones que están acompañados de sus parejas
estables femeninas, toda vez que cualquier toque podría suscitar los celos.
Consejo 2. Lleva algo en el pelo (camareras)
Las camareras que llevan adornos en el pelo, tales como flores, auténticas o falsas, pasadores u otros
objetos similares, reciben mejores propinas tanto de los clientes como de las clientas. Una
explicación a este hallazgo es que los clientes de uno u otro sexo tal vez consideren a las camareras
que llevan adornos en el pelo como más atractivas, predisponiéndoles a dejar propinas más
elevadas. Curiosamente, en el caso de los camareros, el atractivo no ejerce ninguna influencia en el
importe de las propinas que se dejan, ya sea de los clientes, ya de las clientas.
Ahora bien, agarremos al toro de la evidencia por los cuernos. Sí, las investigaciones demuestran
que las camareras más atractivas reciben propinas más altas que las menos atractivas, con
independencia de la calidad del servicio. Que las camareras con los pechos más grandes reciben
propinas más sustanciosas. Que otro tanto sucede con las rubias. Que las propinas aumentan en la
medida que el tamaño corporal de la camarera disminuye, y las camareras que se maquillan reciben
mejores propinas de los clientes, aunque no de las clientas. Esto es lo que hay. Y no hay más que
decir.
Consejo 3. Preséntate por tu nombre (camareros y camareras)
Cuando los camareros se presentan por su nombre de pila, reciben propinas mayores. Las
presentaciones personales hacen que los camareros parezcan más simpáticos, y los clientes dejan
propina al personal que parece más simpático y agradable. Los camareros que se presentan por su
nombre reciben una propina media dos dólares superior a la que reciben los que no lo hacen. Pero
no basta con que digas tu nombre rutinariamente; tu presentación debe ir acompañada de una amplia
sonrisa, porque eso hace que parezcas más simpático y más amigable y en consecuencia
predispongas a los clientes a dejar mejores propinas.
Consejo 4. Crea una reciprocidad (camareros y camareras)
Cuando las personas reciben algo de alguien, se sienten predispuestas a corresponder. Los clientes
que reciben algo, aunque sean pequeñas cosas, normalmente corresponderán dejando una propina
mayor. Los camareros pueden inducir a la reciprocidad mediante varias técnicas; incluso escribir
simplemente «Gracias» en el dorso de la cuenta tendrá como efecto una propina más elevada.
La reciprocidad también se puede inducir de una manera más sutil. Poco antes de que los pedidos
de los clientes se terminen de servir, dile a uno de ellos que el plato no satisfacía tus exigencias y
que lo has enviado de vuelta a la cocina para que se cocine adecuadamente. Acto seguido, discúlpate
por el retraso, y unos minutos más tarde, sirve el plato como estaba preparado desde el principio. El
cliente entenderá que le has hecho un favor, aunque en realidad no le hayas hecho ninguno,
predisponiéndole así a que corresponda dejando una gratificación mayor. No obstante, esta técnica
hay que utilizarla con cautela: debes escoger defectos que no planteen dudas acerca del sabor o la
calidad de los alimentos o desacrediten al restaurante. También se puede inducir a la reciprocidad
acompañando la factura con unos caramelos de menta.
Consejo 5. Repite el encargo del cliente (camareros y camareras)
A las personas les gusta la gente que son como ellos. Cuando repites los encargos,
inconscientemente los clientes sienten que te pareces más a ellos. Las personas que tienen una buena
relación reflejan mutuamente los gestos y las palabras del otro. Al repetir los encargos de los
clientes, éstos se identifican contigo, les gustas más y tienden a ser más espléndidos con las
propinas.
Consejo 6. Da un buen servicio (camareros y camareras)
En el origen de una buen propina está un buen servicio. Recibe a los clientes con una sonrisa cálida
y afectuosa, preséntate por el nombre de pila, repite el encargo, rellena los vasos de las bebidas sin
que te lo pidan y pasa periódicamente para ver si necesitan algo. Cada cliente es distinto, y deberías
aprender a calarlos rápidamente. Algunos desean que los mimen, otros sólo necesitan una atención
mínima y otros sólo quieren que los dejen en paz para disfrutar de su comida. Cuanto antes aprendas
a entender a tus clientes, mayores serán las propinas.
Consejo 7. Aplica la Regla de Oro de la Amistad
La Regla de Oro de la Amistad (véase el capítulo 3) se aplica a todo el mundo: «Haz que los clientes
se sientan bien consigo mismos y les caerás bien». Y cuanto mejor les caigan los camareros a sus
clientes, mayores serán las probabilidades de que éstos dejen unas propinas más altas.
SEÑALES HOSTILES
Como recordarás por lo dicho al principio del capítulo, las luciérnagas puede
iluminarse tanto para emitir una señal amistosa a fin de atraer a los miembros
del otro sexo, como para emitir una señal hostil y evitar así a los
depredadores potenciales. Lo mismo reza para todos nosotros. Todos tenemos
la capacidad para transmitir señales amistosas u hostiles a aquellos que nos
rodean. Como es evidente, en un libro que versa sobre cómo hacer amigos,
uno esperaría que tu atención se centrara en enviar señales amistosas y en
evitar las no verbales que animan a los demás a considerarte un enemigo. El
problema estriba (como la alumna con el «ceño urbano» descubrió) en que no
siempre somos conscientes de que estamos enviando señales hostiles, las más
de las veces porque no nos damos cuenta de que lo son. Cuando se trata de
hacer que las personas que no conoces te vean bajo una luz favorable, ya sea
en una relación ocasional, ya en una amistad duradera, lo que deseas es
utilizar las tácticas de la «luciérnaga» (señales no verbales) para hacer saber
tus intenciones y predisponer al individuo escogido para que le gustes. Así las
cosas, las señales hostiles son señales no verbales que «no» debes enviar ni
ver cuando intentas establecer relaciones con los extraños.
Si tienes problemas para hacer amigos, quizá querrías estudiar tus gestos y
expresiones faciales, no vaya a ser que seas un emisor involuntario de alguna
o todas las conductas no verbales que se describen a continuación.
LA MIRADA FIJA PROLONGADA
El contacto visual, junto con otras señales amistosas, puede tener un impacto
positivo en ambas partes involucradas, siempre que la mirada no dure más de
un segundo. Como se señaló anteriormente, la mirada fija que se prolonga
más de un segundo suele ser entendida como una agresión, lo que convierte
la comunicación no verbal en una señal de hostilidad. El cerebro humano
percibe tal conducta como naturalmente depredadora y envía un aviso de
«levantar la guardia» a la persona destinataria de la mirada.
LA MIRADA ASCENSOR
La mirada ascensor consiste en un mirar penetrante que se extiende de la
cabeza a los pies. Como gesto no verbal, es tremendamente ofensivo en las
relaciones incipientes. Esta forma de mirar se percibe como una intrusión,
dado que la persona que la lanza no se ha ganado todavía el derecho a invadir
el espacio personal, que además de física puede ser violado
psicológicamente. Invadir el espacio personal con los ojos puede ser
entendido como algo ofensivo, en ocasiones aun más que la invasión física
del espacio personal. En algunos casos, la conducta también puede ser vista
como amenazante y/o agresiva y causar una reacción defensiva de la persona
que sufre la mirada. Por el contrario, recorrer con la mirada a alguien de la
cabeza a los pies será aceptado, o incluso considerado un cumplido, en una
relación íntima consolidada.
ESCÁNER CORPORAL DEL NOVIO
Mucho antes de que los autorizados aunque desagradables escaneos
corporales completos se convirtieran en una necesidad en los aeropuertos de
todo el mundo, ya eran ejecutados por individuos que utilizaban la técnica de
la «mirada ascensor» para evaluar a las personas de su interés. De hecho, yo
mismo utilizaba de forma sistemática la exploración corporal completa
cuando los novios de mi hija aparecían en la puerta de casa. Entonces abría la
puerta, miraba penetrantemente a los ojos del pretendiente y muy despacio le
recorría con la mirada de la cabeza a los pies. Siempre terminaba mi
presentación con un áspero «¿Qué se te ofrece?» El joven balbuceaba y
tartamudeaba intentando encontrar las palabras adecuadas. Sabía entonces
que mi mensaje había sido recibido alto y claro. Ese mensaje no verbal era
más efectivo que cualquier amenaza verbal que pudiera haber proferido.
DESCUBIERTO
En los primeros tiempos tras abandonar el FBI, mi actividad profesional se
centró en formar agentes de policía infiltrados para que supieran actuar
durante las operaciones de forma que no fueran identificados. El mirar
fijamente es una de las señales no verbales que desenmascara a los policías
encubiertos. Como ya se ha mencionado antes, las personas tienen que
ganarse el derecho a penetrar en tu espacio personal, física o visualmente.
Los agentes de policía, en virtud de la autoridad de la que están investidos,
tienen derecho a examinar los lugares y a las personas de una manera que le
está vedada a la gente corriente. ¿Te has detenido alguna vez en una semáforo
en rojo junto a un coche de la policía? En esos casos, miras a hurtadillas
hacia el interior del coche policial. Si da la casualidad de que el agente se
vuelve y te sorprende mirando, rápidamente interrumpes el contacto visual y
vuelves a mirar al frente. Al revés no pasa lo mismo. Si el policía mira hacia
el interior de tu coche y tú le sorprendes haciéndolo, él no interrumpirá el
contacto visual y seguirá mirando sin más. Lo más probable es que seas tú el
que rápidamente interrumpa el contacto visual y esperes que no encuentre un
motivo para hacer que te detengas. El agente de policía tiene derecho a
mirarte y a mirar el interior de tu coche en virtud de su autoridad; y tú no
puedes hacer lo mismo sin arriesgarte a padecer las repercusiones sociales.
La libertad para mirar en los lugares prohibidos es uno de los «actos
reflejos» que con más frecuencia desenmascaran a los policías encubiertos.
Por ejemplo, a un policía secreto se le asigna acudir a un bar donde pasan el
rato unos conocidos traficantes de drogas, con la misión de hacerse amigo de
ellos y comprar drogas. Cuando el policía infiltrado entra en el bar por
primera vez, por costumbre se detendrá un instante, echará un lento vistazo
por la estancia buscando posibles amenazas, irá hasta la barra y pedirá algo
de beber. El policía encubierto se siente a gusto invadiendo el espacio de las
demás personas con la mirada (estableciendo un contacto visual directo),
debido a su autoridad como agente de la ley. El problema es que la gente
normal no actúa así cuando entra en un bar por primera vez, sobre todo en un
establecimiento de mala reputación. Cuando la gente entra en un bar por
primera vez, normalmente se dirige directamente a la barra o a una mesa y se
sienta sin establecer un contacto visual directo con nadie. Una vez que se han
sentado y tienen una copa en la mano, entonces les está permitido echar
miradas furtivas por el local. Y al contrario, las personas que frecuentan
habitualmente un bar se han ganado el derecho a invadir el espacio personal y
se les permite que miren por el bar en busca de sus amigos cuando entran.
Esta señal no verbal, aunque sutil, es detectada fácilmente por los
delincuentes, que, por miedo a ser detenidos, son expertos en conocer a las
personas.
OJOS EN BLANCO
Ponerle los ojos en blanco a alguien es una «señal hostil» que desalienta a
continuar la relación, ya que envía el mensaje de que piensas que la persona
en cuestión es idiota o que sus actos son inconvenientes. Si, por ejemplo,
estás en un grupo amplio de personas y alguien dice algo que consideras una
tontería, podrías reaccionar poniendo los ojos en blanco. Si la persona que
hizo el comentario te ve hacerlo, eso la predispondrá a reaccionar de manera
negativa contigo en futuros encuentros. Sucedería lo mismo tanto si fueras un
extraño como si conocieras a esa persona.
Un ejemplo de poner los ojos en blanco.
ATENTO A LOS OJOS EN BLANCO
Estar atento a los ojos en blanco en las reuniones puede ser una manera
entretenida de pasar el tiempo, y puede proporcionar información acerca de la
postura de la gente sobre determinados temas. Cuando las personas están en
desacuerdo con un comentario o una propuesta, a menudo ponen los ojos en
blanco cuando quien hizo el comentario o la propuesta se da la vuelta o se
pone a mirar sus notas. Esta señal no verbal identifica a los que no se
muestran receptivos con lo que se ha dicho.
Si hiciste un comentario y pillaste a alguien poniendo los ojos en blanco,
centra tu atención en esa persona para tratar de convencerla de que tu idea es
valiosa. Recuerda: no tienes que perder el tiempo tratando de convencer a los
que ya están convencidos, los que asienten con la cabeza, se echan hacia
delante y sonríen.
ENTRECERRAR LOS OJOS
Esta señal hostil no es tan intensa como las demás señales adversas, pero aun
así puede tener un efecto paralizador sobre las relaciones personales. Si
entrecerrar los ojos está causado por factores como mirar una luz intensa, se
podría interpretar erróneamente.
ENTRECEJO ARRUGADO
Ésta es otra señal hostil habitual, siempre que no se deba a que alguien esté
profundamente concentrado. Esta señal no verbal se suele asociar con la
desaprobación, la indecisión o el enojo.
Entrecejo arrugado.
TENSIÓN FACIAL
Mandíbulas apretadas, ojos entrecerrados y ceño son un rosario de señales
hostiles no verbales que se pueden ver desde lejos y sirven como indicadores
de alerta temprana que te avisan de la posibilidad de que la persona a la que
estás a punto de conocer tal vez represente una amenaza. Mostrar señales de
hostilidad dificulta la comunicación profunda, sobre todo en las nuevas
relaciones. La tensión facial se puede malinterpretar fácilmente, porque las
personas suelen llevar las tensiones de sus trabajos o vidas familiares a las
situaciones sociales, provocando que los nuevos amigos o incluso los viejos
tomen nota y se vuelvan innecesariamente cautos y temerosos.
ACTITUD AGRESIVA
Un ensanchamiento de la postura corporal con los brazos en jarras (las manos
en las caderas) es una señal hostil. Esta actitud hace bajar el centro de
gravedad del cuerpo, y es la utilizada por una persona que se prepara para una
pelea. Los brazos en jarras ensanchan el perfil de una persona con la
intención de mostrar supremacía.
Una actitud de ataque.
SEÑALES DE ATAQUE
Las personas que están a punto de atacar envían señales no verbales tales
como apretar los puños y ensanchar su posición en busca de estabilidad. Esta
postura hace bajar el centro de gravedad del cuerpo como preparación para la
pelea; un ensanchamiento de la actitud corporal con los brazos en jarras (las
manos en las caderas) es señal de dominación. Los brazos en jarras
ensanchan el perfil de la persona en un intento de mostrar supremacía. Las
más de las veces, las aletas de la nariz de la persona furiosa se abren
(ensanchan) con la intención de aumentar la entrada de oxígeno, y es
probable también que muestre señales de cólera, como el enrojecimiento del
rostro. Como es evidente, estos mensajes de hostilidad alertan al cerebro
explorador del daño potencial y preparan al destinatario de tales señales de
ataque para la respuesta de «lucha o huida», siendo difícilmente el preludio
de una amistad favorable.
GESTOS OFENSIVOS
Hay numerosos gestos que son ofensivos para los demás y la antítesis del
establecimiento de una buena relación. Algunos son reconocidos casi
universalmente: por ejemplo, el dedo corazón levantado. No está muy claro
que alguien que pretenda establecer una relación favorable con otra persona
opte por utilizar este gesto. El problema estriba en que ciertos gestos que son
«inocuos» (que no tienen connotaciones negativas) en una cultura podrían
resultar sumamente ofensivos en otra. De la misma manera que las palabras
tienen diferentes significados de una cultura a otra, las comunicaciones no
verbales también varían. Si adviertes que alguien reacciona negativamente
ante ti sin ninguna razón «aparente», tal vez deberías considerar si algún
gesto que acabas de hacer pudiera haberle resultado ofensivo.
NARIZ ARRUGADA
Igual que sucede con otras señales hostiles, una nariz arrugada reduce las
probabilidades de que cualquiera que observe este gesto te vea bajo una luz
favorable y se muestre proclive a aceptar cualquier otra insinuación que le
envíes.
Una nariz arrugada.
LA ROPA, LOS COMPLEMENTOS Y OTROS
ARTÍCULOS PARA EL CUERPO
El viejo dicho «Nada es verdad ni mentira, todo es del color del cristal con
que se mira» es aplicable a esta particular señal de hostilidad (o grupo de
señales). Por ejemplo, si luces una cazadora de cuero con una calavera y unas
tibias cruzadas, exhibes un sinfín de tatuajes en los brazos y llevas un collar
de pinchos, alguien que no te conozca podría interpretar que eres un persona
a la que hay que evitar a toda costa. En este sentido, tu aspecto es una señal
de hostilidad. Por otro lado, si da la casualidad de que estás en un concierto
de death metal, el mismo atuendo podría ser considerado como una señal
amistosa digna de destacar. Así las cosas, serás tú quien decida, utilizando el
sentido común, las probabilidades de que el estilo de tu ropa y complementos
sean considerados bien señales amistosas, bien hostiles, por una persona a la
que te gustaría acercarte.
El mero hecho de que alguien se vista de manera diferente a ti no es
garantía de que tu aspecto vaya a ser considerado «repugnante» de manera
automática, aunque cuando se trate de que dos individuos con unas maneras
de adornar sus cuerpos notablemente diferentes se relacionen, debería tenerse
presente el refrán «Cada oveja, con su pareja».
Sin proponérselo, mi hijo, Bradley, me dio una lección sobre la valoración
de las personas por las ropas que llevan. Cuando estaba en el instituto, pasó
por una etapa en la que lo único que le interesaba era la moda masculina, lo
que suponía que se gastara en ropa y complementos hasta el último céntimo
de lo que ganaba en su trabajo a tiempo parcial después del colegio. Un día le
acompañé al centro comercial a comprar una billetera. Una vez allí, entró en
una selecta sastrería a examinar las billeteras más caras. Acabó comprando
una de 150 dólares. Me quedé de una pieza. Saqué entonces mi cartera de tres
pliegues y le recordé que sólo me había costado unos 20 dólares, impuestos
incluidos. «No, papá», me respondió. «Son los detalles los que marcan la
diferencia. Tú puedes llevar una ropa y unos zapatos caros, pero la gente
sabrá que eres un “impostor” si sacas una billetera de tres pliegues de veinte
dólares.» Al final, mi hijo superó aquella etapa de su vida y volvió a llevar
vaqueros descoloridos y camisetas, pero sigo sin olvidar la lección que me
dio.
A partir de aquel día, presto más atención a los detalles. Ahora me fijo en
la cantidad de puntadas de las camisas, pues cuantas más haya por
centímetro, de más alta calidad es la camisa. Las camisas de mayor calidad
llevan botones de cuatro milímetros. Si un hombre lleva un traje caro y un
reloj barato, está pretendiendo ser quien no es. Los zapatos sin lustrar son
otra señal que delata a un pretencioso. Las personas que se dedican a la
gestión de la percepción suelen pasar por alto estos detalles, una señal que
pone de manifiesto quiénes son realmente.
¿QUIÉN ERA ESE HOMBRE ENMASCARADO?
Aunque normalmente la llevan personas que la necesitan a causa de un enfermedad, una mascarilla,
especialmente las del tipo «quirúrgico» que cubren la boca y la nariz del usuario, actúa como una
señal hostil, aunque no sea ése el fin buscado.
Un sujeto con máscara envía una señal de hostilidad tan potente que una persona que conozco la
utilizaba para aumentar el espacio a su alrededor en los trenes de cercanías, famosos por su
saturación, que prestan servicio en la zona de la ciudad de Nueva York. Su modus operandi
consistía en ocupar un asiento de ventana contiguo a un asiento de pasillo que estuviera libre.
Luego, cuando alguien se acercaba al asiento desocupado, mi conocido volvía la cabeza para que su
boca y nariz cubiertas por la mascarilla fueran claramente visibles. En muchas ocasiones, el asiento
seguía libre hasta que «todos» los demás asientos disponibles del vagón eran ocupados.
Y la cosa no paraba ahí. Si alguien «sí» se sentaba a su lado, mi conocido empezaba a moverse
como si tuviera un tic y a mascullar por lo bajinis. Esto solía bastar para desalojar al compañero de
asiento recién llegado. Pero si eso no daba resultado, se metía la mano en el bolsillo, sacaba un
frasco de pastillas claramente expedido con receta médica, cogía una, se levantaba la mascarilla y
lanzaba el comprimido dentro de su boca. Eran muy pocas las personas capaces de pasar por
semejante experiencia y seguir sentadas.
Aunque resulta que ese karma tiene sus momentos de gloria. En un viaje en concreto, el individuo
de la máscara levantó la vista y vio a un hombre que se dirigía hacia él por el pasillo, se movió en el
asiento para estar seguro de que el extraño viera la mascarilla quirúrgica en su cara y se volvió de
nuevo hacia la ventanilla. Un instante después, vio con el rabillo del ojo que el extraño se sentaba a
su lado. Así pues, pasó a la fase del tic y los murmullos. El extraño permaneció clavado a su asiento.
Por último el pasajero de la mascarilla sacó su infalible frasco de pastillas y cumplió con su rutinaria
ingesta del comprimido. La persona que estaba a su lado permaneció inmutable en su asiento.
El de la mascarilla no se podía creer que su artimaña hubiera fallado. Giró entonces la cabeza
para ver qué clase de persona era capaz de seguir en un entorno tan amenazante. Lo que vio fue a un
compañero de asiento que también llevaba una mascarilla, tenía un tic ¡y sostenía el frasco de un
medicamento con receta médica en la mano! Era todo cuanto necesitaba ver. Sin titubear, se levantó
bruscamente de su asiento de ventanilla y se dirigió por el pasillo hasta el siguiente vagón.
INVASIÓN TERRITORIAL (ESPACIO
PERSONAL)
Parece existir una cierta coherencia en la manera que los humanos controlan
el espacio que los rodea, esto es, la manera en que controlan la distancia entre
ellos y las demás personas. El término que define semejante regulación
espacial es «territorialidad» y el imperativo territorial es algo que practican
por igual los humanos y los animales inferiores. El principio subyacente en la
territorialidad es que muchas personas desean e intentan mantener una
cantidad y una «calidad» concretas de espacio para sí mismos. Si no crees
que exista el imperativo territorial, sube a un autobús o a un vagón de metro
ocupado sólo por otro pasajero y déjate caer despreocupadamente en el
asiento contiguo al suyo. En algunos casos, las personas tolerarán una
invasión de su espacio personal si ésta se produce en un encuentro hombro
con hombro, como en un ascensor abarrotado o algún acontecimiento
deportivo.
«Invadir» el territorio de otra persona —ya mediante un contacto visual
intrusivo, ya por una cercanía física real— es un enérgico mensaje de
hostilidad.
La finalidad de utilizar mensajes amistosos cuando se conoce a un extraño
es animarle a que te permita entrar en su territorio sin que se sienta
amenazado o sometido a un asedio. Si una persona que deseas conocer te
considera agradable, entonces estará más dispuesto a permitirte acceder a su
espacio personal.
Los límites territoriales son, por supuesto, invisibles y pueden variar de
una persona a otra y de una cultura a otra. Por ejemplo, una persona que ha
sufrido algún maltrato físico normalmente tendrá un espacio personal mayor
para protegerse de cualquiera que represente una amenaza física. De igual
manera, un individuo que ha sufrido un daño emocional tal vez sea más
cauteloso sobre a quién permite entrar en su espacio personal, por miedo a
que le vuelvan a herir emocionalmente. En casos extremos, las personas que
han sufrido maltrato físico y/o emocional levantan muros a su alrededor que
sean demasiado altos para saltar por encima y demasiado gruesos para
atravesarlos, en un intento de protegerse de algún otro sufrimiento físico o
psicológico.
Los límites territoriales también se ven influidos por el lugar donde vive la
gente. En las sociedades donde las personas viven cerca, se establecen límites
personales más pequeños por necesidad. En cambio, la gente que está
acostumbrada a espacios abiertos crea espacios personales más grandes.
La salud mental también puede influir en el espacio personal. Ted
Kaczynski, alias Unabomber, que vivía en una solitaria cabaña en Montana,
entendía que cualquiera que se acercara a menos de ochocientos metros de su
cabaña era una amenaza y se preparaba para defenderse de los que invadían
su espacio personal.
Dado que la gente presenta unas variaciones tan amplias en lo que
consideran «su» territorio y espacio personal, es importante que tengas esto
en cuenta cuando intentes entablar amistad con alguien que no conoces.
Después de enviar las señales amistosas, y de recibir a cambio otras
semejantes, acércate al individuo con cuidado y observa su lenguaje corporal
mientras lo haces. Si el sujeto muestra signos de estrés o reacciones
negativas, como retroceder o expresiones faciales de desagrado, detén tu
avance y no te acerques más a esa persona, hasta que él o ella te dé las pistas
verbales o no verbales de que está preparado para que lo hagas.
Las personas tienden a ser lentas a la hora de ceder territorio personal,
sobre todo cuando se trata de las plazas de aparcamiento. Cuando has estado
conduciendo en círculos en un aparcamiento abarrotado buscando una plaza
libre y finalmente ves a alguien que está a punto de marcharse, de inmediato
pones el intermitente para marcar tu territorio: le estás diciendo eficazmente a
los demás conductores que retrocedan, porque ése es tu espacio de
aparcamiento. Entonces empieza el juego de la espera. El conductor que está
a punto de salir de la plaza comienza a enredar y juguetear con diferentes
artilugios instalados en el salpicadero, tomándose su tiempo a conciencia para
ajustar debidamente el cinturón de seguridad y los retrovisores. Es cuando tú
te preguntas: «¿Qué le pasa para tardar tanto en salir?» La respuesta es que
está controlando su espacio y no lo entregará hasta que se sienta bien y esté
listo. Curiosamente, las personas tardan menos en abandonar las plazas de
aparcamiento si no hay nadie esperando para ocuparla.
VISIÓN DOGMÁTICA DE LOS MENSAJES
HOSTILES TERRITORIALES
Las mascotas, especialmente los perros, nos proporcionan ejemplos
interesantes de conducta territorial. Por ejemplo, dos personas entran en casa
de un amigo por primera vez. Una es una entusiasta amante de los perros, y la
otra los odia. El amante de los perros centra inmediatamente su atención en el
animal, le mira directamente a los ojos y se agacha para acariciarlo. Para su
sorpresa, el can le gruñe y le enseña los dientes. Por su parte, el que odia a los
perros limita su contacto visual y físico con el perro, y para su infortunio, el
animal se le acerca, le olfatea y busca ansiosamente llamar su atención.
La reacción del perro ante los dos extraños parece contraria a la lógica,
pero cuando se considera desde una perspectiva de la territorialidad, resulta
perfectamente lógica. El amante de los perros violó el espacio físico del
animal al dirigirse hacia él, y siguió retándolo al mirarle directamente a los
ojos a nivel del suelo. Tanto los perros como los humanos perciben las
miradas fijas como un gesto amenazante (un mensaje hostil). El perro veía la
presencia del amante de los perros como una amenaza o una amenaza
potencial; por consiguiente, se mostró agresivo y amenazador para proteger
su territorio. Al final, y mediando la familiaridad, el amante de los perros
acabará siendo aceptado. Por el contrario, el que aborrecía a los perros ignoró
al animal, así que no representaba ninguna amenaza territorial. Sin una
amenaza real o potencial, el perro se sintió intrigado por el extraño, y en su
empeño por satisfacer la curiosidad natural (el mismo «gancho» que hizo que
Vladimir me hablara y Gaviota se interesara por Charles, el agente del FBI),
el perro se acercó a la persona que lo detestaba.
ANTES DE QUE EMPIECES A CAMINAR,
DEJA QUE HABLEN SUS PIES
De acuerdo, ya tienes un conocimiento básico de las señales amistosas y
hostiles y sabes cuáles mostrar y buscar cuando trates con extraños a los que
quieres acercarte o evitar; puede incluso que hayas practicado tus mensajes
no verbales delante de un espejo. Pero hay una cosa más que considerar antes
de que realmente empieces a «hablar» con alguien, y es algo que tiene que
ver con las situaciones en las que la persona que te interesa no está sola, sino
que ya está relacionándose con otros. ¿Cómo interrumpes al grupo y entablas
una conversación? ¿«Cuándo» debes interrumpir al grupo y empezar a
hablar?
Habrá ocasiones en que no podrás responder a tales preguntas. Por
ejemplo, en las reuniones de trabajo o actos sociales donde la gente está
sentada a unas mesas o se mueven por toda la sala, integrarse sin que se note
en las conversaciones en marcha puede resultar una labor ardua. Sin
embargo, si dos o más personas están paradas juntas relacionándose
socialmente, entonces puedes utilizar la «conducta del pie» para ayudarte a
decidir si es un buen momento para acercarse al grupo o si, por el contrario,
es una idea mejor demorar tus esfuerzos por establecer contacto. Esto se debe
a que observar la posición de los pies aporta pistas sobre qué grupo aceptará a
un nuevo miembro y cuál será reacio o está poco dispuesto a hacerlo.
Los integrantes de un gran grupo que forma un semicírculo cuyos pies
apuntan hacia el lado abierto del círculo están indicando que se hallan
dispuestos a aceptar nuevos miembros. Por su parte, los integrantes de un
grupo grande que forman un círculo cerrado están señalando que no se van a
mostrar dispuestos a incluir nuevos individuos a su reunión.
Pies enviando el mensaje de que hay una conversación privada en marcha.
Los pies situados oblicuamente invitan a que otras personas se unan a la conversación.
Si ves a dos personas situadas cara a cara —los dos apuntándose
mutuamente con los pies—, están enviando el mensaje de que su
conversación es privada. Mantente al margen; no quieren que les interrumpa
ningún forastero. Por otro lado, si dos personas están paradas una enfrente de
la otra con los pies situados oblicuamente, esto abre una «brecha» y envía el
mensaje de que están dispuestos a admitir a una nueva persona en su grupo.
Conversación cerrada.
Los miembros de este grupo están parados con los pies situados oblicuamente, lo que envía el mensaje
de que están dispuestos a admitir a una nueva persona en su grupo.
Cuando en una conversación de tres personas sus pies apuntan hacia
dentro formando un círculo cerrado, están comunicando de manera no verbal
su reticencia a aceptar nuevos miembros.
Por el contrario, cuando tres personas forman un círculo más amplio
creando espacio, están enviando el mensaje de que están dispuestos a permitir
que otras personas se unan al grupo.
Tu labor consiste en identificar a los grupos que están abiertos a nuevos
miembros y acercarte. Camina decididamente hacia el grupo y muestra
señales amistosas, bien antes o durante el acercamiento. Recuerda que
nuestros cerebros están escudriñando permanentemente el entorno en busca
de señales amistosas u hostiles. Si envías mensajes hostiles, las personas del
grupo al que te estás acercando van a defenderse de una posible amenaza y se
mostrarán hostiles ante tu intrusión. Si estos mismos individuos te ven
levantando rápidamente las cejas, inclinando la cabeza y sonriendo, van a
interpretar esas señales amistosas de forma positiva y serán más proclives a
darte la bienvenida a su reunión.
Cuando llegues al grupo que has escogido, entra en el espacio vacío con
aplomo; las personas seguras gustan más que las que carecen de seguridad en
sí mismas. Aunque no te sientas seguro, disimúlalo lo mejor que puedas. La
línea que separa el aplomo y la arrogancia es muy delgada. ¡No la cruces!
Cuando entres en un espacio antes vacío, escucha el hilo de la
conversación y espera a que haya una pausa antes de intervenir. Mientras
escuchas, deberías ir asintiendo ligeramente con la cabeza. El asentimiento
con la cabeza denota aprobación e interés en lo que están diciendo los demás
individuos, y también envía el mensaje de que eres una persona segura, no
arrogante. Normalmente, a las personas arrogantes no se les da bien lo de
escuchar. Puede que el grupo esté dispuesto a aceptar nuevos integrantes,
pero no les gustará un recién llegado que interrumpe groseramente una
conversación en marcha. Cuando se produzca una pausa natural en la
conversación, ésa es la señal que debes atender para presentarte o sumarte a
la conversación que has estado escuchando.
Procura encontrar puntos en común (intereses similares, orígenes, trabajos,
etc.) con los demás integrantes del grupo; hacerlo es la manera más rápida de
crear una buena relación y de meter la directa en tu proceso de entablar
amistades. Las técnicas para fomentar rápidamente la compenetración se
tratarán minuciosamente en un capítulo posterior. Si estás en una feria o una
conferencia, tienes un punto en común inmediato, ya que todos los presentes
comparten el mismo interés, o de lo contrario, para empezar, no estarían allí.
Si no te resulta fácil determinar los puntos en común, por defecto acude al
tema de la música. La música le gusta a casi todo el mundo, y aunque haya
personas a las que no les guste la misma música, las similitudes y diferencias
entre los distintos géneros musicales pueden alentar conversaciones animadas
y en general nada conflictivas. No hables de temas que potencialmente
puedan provocar sentimientos fuertes y conflictos potenciales, como aquellos
que puedan suscitar desencuentros y sean antitéticos con el fomento de las
amistades incipientes.
Cuando más tarde veas a esas personas en la reunión, llámalas por su
nombre de pila; esto tendrá mucha importancia para ellos. ¿Cuánta? Según
Dale Carnegie: «Recuerda que el nombre de una persona es para ella el
sonido más dulce e importante en cualquier idioma». A la gente le gusta que
la recuerden, y no olvides que el nombre de una persona le atribuye valor y
reconocimiento y demuestra que te importa. Se recuerda lo que se aprecia.
RECUERDOS PUENTE COLOQUIALES
Cuando te encuentres con personas que ya conoces, puedes emplear algún
recuerdo puente coloquial, lo cual hace referencia a la utilización de
fragmentos de conversaciones pasadas en un momento posterior. Los
recuerdos puente coloquiales pueden consistir en comentarios, chistes, gestos
u otras cosas exclusivas de la conversación pretérita. Utilizar un recuerdo
puente coloquial envía el sutil mensaje de que no eres un recién llegado al
círculo de amigos y conocidos del sujeto en cuestión; tú eres una persona
conocida que comparte los mismos intereses. Los recuerdos puente
coloquiales también te permiten retomar el proceso de cimentación de la
amistad donde se dejó al final de la primera conversación. Lo cual, a su vez,
te permite avanzar en el establecimiento de la amistad sin tener que empezar
de la nada.
LAS SEÑALES DE LA POSICIÓN DE LOS
PIES CUANDO UNA PERSONA ESTÁ SOLA
Si ves a una persona parada sola, con los pies apuntando hacia la salida, hay
muchas probabilidades de que esté pensando en marcharse, aunque todavía
no haya dado el paso. Esto te deja un resquicio para que te acerques a esa
persona. Envía señales amistosas mientras te aproximas y luego haz un
comentario empático (de los que se hablará en el siguiente capítulo) del tipo
«Vaya, veo que estás a punto de marcharte» o «Ay, esta fiesta te aburre».
Puedes hacer uso de tales afirmaciones porque no haces más que describir la
actitud física que has observado, que refleja los sentimientos íntimos de esa
persona. O podrías acercarte y decir simplemente: «Ah, veo que hoy estás
solo/a. ¿Qué te parece el sitio (o el acto)?» Con suerte, la persona te
responderá, y podrás utilizar la respuesta para proseguir con la conversación
y ver cómo se desarrollan las cosas a partir de ahí.
DE LA LUCIÉRNAGA A LA AMISTAD: EL
SIGUIENTE PASO
Hacer un amigo o un enemigo empieza desde el primer momento del
contacto, por lo general visual, y avanza a partir de ahí. Este capítulo se ha
centrado casi exclusivamente en las señales no verbales que enviamos a los
demás y el impacto que tienen en las relaciones personales. Dado que
generalmente las personas nos ven antes de oírnos, nuestros mensajes no
verbales son como los «avances» o «tráileres» de las películas, que informan
por adelantado al espectador de lo que puede esperar del filme y le ayudan a
decidir si merece la pena que dedique su tiempo a verlo o no.
¡NO TE RECREES EN ESTE FOCO DE
ATENCIÓN!
Si utilizas las señales amistosas con eficacia, habrás sentado las bases para
que siga una relación satisfactoria. Llamar la atención de otra persona y, al
mismo tiempo, animarla a que te vea bajo una luz favorable es un primer
paso esencial en el camino de hacer amigos, aunque has de tener cuidado y
no recrearte en el foco de atención. Enviar señales amistosas (u hostiles) de
manera intencionada requiere práctica. Las personas son muy diestras en
transmitir de forma inconsciente este tipo de comunicación no verbal. Sin
embargo, ahora que te has enterado de la existencia de estas señales y eres
consciente de ellas, empezarás a observar que los demás las envían y las
reciben, y, de vez en cuando, te sorprenderás en el acto de enviarlas a los
demás.
Para imitar «conscientemente» las mismas señales que envías
«inconscientemente» con facilidad y autenticidad, debes superar el «efecto
del foco de atención». Este efecto se desencadena cuando haces algo de
forma encubierta y, dado que estás haciendo un esfuerzo consciente para
influir en la conducta de las personas, piensas que todo el mundo es
consciente de lo que estás haciendo. Esto, a su vez, te dificulta que logres que
tu comportamiento parezca natural y adecuado, lo que redunda en una
incapacidad para llevar a cabo tus actos de una manera convincente. El
resultado final: tus actos no son creíbles ni creídos.
Un ejemplo del efecto del foco de atención en acción requiere de alguien
que mienta. El mentiroso cree que la persona a la que miente es capaz de
darse cuenta de la mentira, aun cuando este sujeto sea totalmente ajeno al
engaño. Esto, a su vez, provoca que el mentiroso dé señales verbales y no
verbales que realmente demuestran el engaño, permitiendo que la persona
destinataria de la mentira lo detecte o, al menos, sospeche de lo que le están
diciendo.
Esto mismo sucede la primera vez que intentas imitar conscientemente las
señales amistosas. A lo largo de tu vida has estado enviando esos mensajes de
manera satisfactoria; sin embargo, las primeras veces que te acerques a las
personas e intentes conscientemente ladear la cabeza y hacer un rápido
movimiento de cejas, pensarás que saben que eres socialmente torpe. El
efecto del foco de atención se instala. Esto provoca que «fuerces» tu conducta
—tu inclinación de cabeza y el movimiento de cejas se vuelven torpes— y
tus intenciones «quedan» al descubierto, dejándote como víctima de tu propia
profecía de autocumplimiento… y con un intento fallido de hacer un amigo.
Si quieres evitar el efecto del foco de atención, lo primero es que conozcas su
existencia.
Y ahora ya la conoces.
EL DOBLE PASO NO VERBAL
Durante mi etapa en el FBI, asistí a muchas conferencias y fiestas. En cierta
ocasión, me encontraba en una fiesta de «presentación» previa a una
conferencia con un compañero del Programa de Análisis del
Comportamiento. La fiesta era un tostón, así que mi amigo y yo decidimos
entretenernos jugando a las «carreras pedestres no verbales».
El juego era como sigue: cada uno seleccionábamos a sendos asistentes
que se encontraran a la misma distancia de la puerta. El objeto del juego
consistía en ver quién podía conseguir que el blanco que había escogido
cruzara el umbral de la puerta, sin que se diera cuenta de lo que estaba
haciendo. Para empezar, cada uno de los dos entabló una conversación
ocasional con sus respectivos blancos a una distancia física aceptable.
Sabiendo que las personas tratan inconscientemente de mantener una
distancia cómoda respecto de la persona con la que están hablando, nos
íbamos acercando paso a paso de manera imperceptible. A medida que el
espacio entre nosotros y nuestros objetivos se reducía, éstos retrocedían sin
darse cuenta para mantener su espacio personal. Y seguíamos repitiendo la
maniobra hasta que los escogidos cruzaban la puerta. La primera persona que
lo consiguió fue declarada vencedora. En uno de los casos, hice retroceder a
mi blanco hasta el vestíbulo del hotel sin que se percatara conscientemente de
lo que hacía. Cuando se dio cuenta de en dónde estaba, exclamó: «¡Hala!
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?» Yo me limité a sonreír y a encogerme de
hombros.
El primer paso para imitar con éxito las señales amistosas (u hostiles)
consiste en observar la manera en que las demás personas muestran tales
señales de forma natural y, asimismo, en controlar tus propias señales.
Cuando imitas un mensaje amistoso, procura reproducir la misma sensación
que sientes cuando te sorprendes mostrando automáticamente esa clase de
comunicación no verbal.
Un buen lugar para perfeccionar estas habilidades es paseando por la calle,
en los centros comerciales y en otros lugares públicos. Cuando se acerque
una persona, ladea la cabeza, establece contacto visual y sonríe. Observa su
reacción. Si responde con un levantamiento fugaz de las cejas y una sonrisa,
entonces has tenido éxito transmitiendo tu mensaje de amigo. Si por el
contrario la persona te mira con aire de mentecato o una expresión que dice
«Apártate de mí, so asqueroso», puede que hayas escogido a un amargado o
que necesites practicar más. Con el tiempo, deberías observar una mejoría en
cómo responden las personas a tus señales amistosas. Además, con la
práctica, no tendrás que pensar conscientemente en enviar las señales ni en
cuál es la impresión que causan; se volverán automáticas.
La adquisición de nuevas habilidades, o conseguir que las viejas parezcan
auténticas cuando las usamos «en el foco de atención», requiere mucha
práctica. Mientras te esfuerzas en perfeccionar estos mensajes, es posible que
te desanimes y te rindas por diversos motivos, que incluyen la vergüenza, la
falta de un dominio inmediato de las nuevas habilidades o la frustración.
Entra dentro de lo normal. Al estudiar la forma en que las personas adquieren
nuevas habilidades, los científicos han descubierto que muchos novatos pasan
por un período de «caída libre» al principio de la experiencia del aprendizaje.
Durante esta etapa, los individuos no se sienten cómodos utilizando las
nuevas técnicas y se frustran o sienten vergüenza cuando éstas no funcionan
según lo previsto. Y en lugar de seguir practicando, se rinden.
¡No seas una de estas personas! Persevera durante esta fase de caída libre,
confía plenamente en que lograrás dominar estas técnicas con tiempo y
esfuerzo. La frustración y la incomodidad en la adquisición de nuevos
talentos merecerán la pena, porque serás recompensado con el fantástico
resultado de entablar amistades fructíferas.
¡Esto debería hacer que sonreír fuera «muy» fácil para ti, ya lo hicieras
conscientemente o no!
ERRAR ES DE HUMANOS… Y TAMBIÉN HACE MÁS
AGRADABLES A LOS HUMANOS
Al principio de mis conferencias, cometo aposta varias equivocaciones que no dañen mi
credibilidad, como pueda ser pronunciar mal una palabra o escribirla erróneamente en la pizarra.
Los asistentes corrigen de inmediato mis pequeños errores. Sin ocultar mi vergüenza, acepto
cortésmente la corrección y les reconozco a los asistentes el mérito de que estén atentos.
Esta técnica logra varios objetivos. En primer lugar, los asistentes que hacen las correcciones se
sienten bien consigo mismos, lo que ayuda a fomentar el entendimiento y la amistad. En segundo
lugar, hay más probabilidades de que intervengan de forma espontánea durante la conferencia sin
miedo a parecer idiotas ante el profesor. Después de todo, razonan, no pasa nada por cometer
errores, porque el mismo profesor ya ha cometido algunos. Y en tercer y último lugar, los pequeños
errores me hacen parecer humano. Las personas que, como los conferenciantes, son expertas en
determinadas materias, sin embargo poseen al mismo tiempo cualidades humanas parecidas a las de
los asistentes al seminario (la Ley de la Similitud se trata en el capítulo 5).
OBSERVA Y APRENDE
Escribir en el teclado de un móvil y tener puestos los auriculares te cierra la
puerta a enviar o recibir señales amistosas. Y la falta de relaciones personales
con los demás disminuye las oportunidades para que mejores tus habilidades
sociales o aprendas observando a los otros.
Aprender de los demás ni siquiera requiere mucho esfuerzo; todo lo que
tienes que hacer es ir a un restaurante y observar a la gente. Las personas se
sienten cómodas comunicándose cuando están comiendo o tomándose una
copa. Comprueba si eres capaz de determinar la categoría e intensidad de las
relaciones observando los mensajes no verbales de las parejas que tengas
cerca.
RELACIONES SENTIMENTALES
Cuando dos personas entran en un restaurante, puedes decidir si son pareja o
no observando su conducta no verbal. Cogerse de la mano es una señal de
que existe una relación sentimental. Las parejas que se cogen de la mano sin
entrelazar los dedos revelan una relación menos íntima que si se las cogen
con los dedos entrelazados. La siguiente secuencia de acciones suele tener
lugar una vez que la pareja se ha sentado a una mesa o en un reservado: 1) el
centro de mesa, carta o convoy de los condimentos es desplazado hacia uno
de los lados de la mesa, 2) la pareja intercambia sendos movimientos rápidos
de cejas, 3) ambos se miran uno al otro durante más tiempo del que mirarían
a un extraño, 4) sonríen, 5) ladean las cabeza a un lado o a otro, 6) se inclinan
el uno hacia el otro, 7) ambos reflejan la postura del otro, 8) se cogen las
manos, 9) gesticulan libremente cuando se comunican, 10)susurran o bajan la
voz para indicar a los demás que la conversación es privada y que los intrusos
no son bien recibidos, y 11) comparten la comida. Esta secuencia de
actividad quizá no tenga lugar exactamente en el orden descrito o puede que
sea interrumpida por los camareros, pero en algún momento a lo largo de la
cena observarás algunas de estas señales no verbales, o todas.
RELACIONES ROTAS
Las relaciones tensas serán evidentes porque las señales no verbales normales
presentes en una buena relación estarán ausentes. Por ejemplo, no se miran el
uno al otro; las sonrisas son forzadas; uno o ambos mirarán frecuentemente a
su plato mientras hablan; mantienen las cabezas erguidas, no ladeadas;
pasean la mirada por el restaurante en busca de otros estímulos; ninguno
refleja la postura del otro; no se inclinan hacia el otro, de hecho, suelen
inclinarse hacia atrás, alejándose el uno del otro.
RELACIONES DIVIDIDAS
No es difícil localizar una secuencia no verbal que indique que un miembro
de la pareja está interesado en el otro, pero que éste no está interesado en
aquél. La persona interesada muestra todas las señales no verbales presentes
en una relación sentimental como la descrita anteriormente; sin embargo, la
otra persona muestra unas señales no verbales negativas (señales hostiles).
COMODIDAD SILENCIOSA
Las parejas que llevan muchos años juntas suelen enviar señales no verbales
que indican una relación mala o disfuncional, aunque éste no siempre es el
caso. Hay personas que pasan tanto tiempo en mutua compañía que están
seguros de la entrega de la otra persona a la relación. Por lo tanto, no
necesitan recordatorios permanentes, y se muestran relajados y cómodos en la
mutua compañía, sin miedo a la traición o al abandono. Contemplar cómo se
relacionan las parejas cuando alcanzan este estadio de su relación es una
maravilla.
El hombre muestra señales no verbales de interés; la mujer no.
Estas mismas valoraciones de la observación de las parejas se pueden
aplicar a los empresarios cuando negocian, a las personas que intentan ligar
con alguien o simplemente a los amigos mientras comen o toman una copa.
El objetivo de observar a la gente es el de que mejores tus habilidades de
observación, lo que te permitirá ser más consciente de la forma que tienen las
personas de relacionarse naturalmente entre ellas y mejorar tu aptitud para
interpretar con precisión lo que ves. Si practicas lo suficiente, tus
observaciones y habilidades para evaluar la conducta humana se harán
automáticas y te convertirás en un comunicador más eficaz.
* Flashing, «parpadeo» y «exhibicionismo» en inglés, plantea un juego de palabras que se pierde en
español. (N. del T.)
3
LA REGLA DE ORO DE LA
AMISTAD
Puedes hacer más amigos en dos meses interesándote sinceramente en
las demás personas, que los que puedes lograr en dos años tratando de
conseguir que los demás se interesen en ti.
DALE CARNEGIE
Las señales amistosas no verbales que has aprendido en el capítulo anterior
tienen como objetivo allanar el camino para iniciar una relación positiva con
otra persona. Dichas señales funcionan como un telonero, cuya actuación
previa está pensada para que el público adquiera el estado de ánimo adecuado
antes de que artista principal haga su aparición. Convenientemente utilizados,
estos mensajes harán que la persona que te interesa se muestre más dispuesta
a relacionarse contigo si decides acercarte y hablar con ella. Así que
supongamos que «sí» te has decidido a entablar contacto con alguien. ¿Y
ahora qué? Pues que has llegado al «momento de la verdad» con esa persona.
HAZ DE TU «MOMENTO DE LA VERDAD»
UN ÉXITO
Hace muchos años, un empresario llamado Jan Carlzon fue nombrado
director general de una compañía aérea europea en dificultades, la
Scandinavian Airlines System (SAS), con el formidable encargo de hacerla
rentable. Carlzon cumplió este objetivo con tal rapidez que su hazaña se
convirtió en punto de referencia de la literatura y los supuestos de gestión
empresariales que hacen hincapié en las reestructuraciones empresariales.
¿Y cómo logró semejante éxito? Pues dando a su personal de atención al
público la capacidad para resolver en el acto los problemas de servicio a los
clientes, sin tener que consultar primero con sus superiores. Semejante
medida mejoró enormemente la satisfacción de los clientes, la moral de los
empleados y los beneficios empresariales, una situación que no reportó más
que beneficios a todos los implicados.
Lo interesante sobre la filosofía y la estrategia empresariales de Carlzon,
en lo que concierne a este libro, es la importancia que concedió al momento
de contacto entre dos individuos. De hecho, lo denominaba un «momento de
la verdad», porque eran esos momentos los que modelaban la visión que tenía
el cliente de la compañía y le ayudaban a decidir si adquiriría los servicios de
SAS. Carlzon lo veía así: «El año pasado cada uno de nuestros diez millones
de clientes entraron en contacto con aproximadamente cinco empleados de
SAS. Esos cincuenta millones de “momentos de la verdad” son los instantes
que deciden en última instancias si SAS triunfará o fracasará como empresa.
Son los momentos en los que debemos demostrar a nuestros clientes que SAS
es su mejor alternativa».
Cuando conoces a una persona, ése es el momento de la verdad que
determina cómo se desarrollará la relación. ¿Te tratará esa persona como a un
amigo o te evitará como a un enemigo? La Regla de Oro de la Amistad —si
quieres gustarle a la gente, haz que se sienta bien consigo misma — puede
ser un factor que determine el lado en el que te colocará esa persona.
Al contrario que algunas técnicas que se plantearán más adelante y que
sólo serán relevantes cuando estés buscando relaciones duraderas, en vez de
contactos breves o esporádicos, la Regla de Oro de la Amistad sirve de
elemento clave para tener éxito en todo tipo de relaciones, ya sean de corta,
media o larga duración.
No subestimes la fuerza e importancia de esta norma a la hora de hacer
amigos. En mi calidad de agente especial del FBI, tenía que reunirme con
personas de todas las posiciones sociales en la vida y convencerlas para que
proporcionaran información sensible, se convirtieran en espías o confesaran
una diversidad de delitos. La clave para cumplir satisfactoriamente estas
abrumadoras tareas radicaba en mi capacidad no sólo para conseguir gustarles
a dichas personas, sino para que confiaran en mí y, en muchos casos, me
confiaran sus vidas. La tarea más difícil a la que se enfrentan los agentes
especiales decididos a lograr caerle bien a la gente es perfeccionar este
talento esencial. Los agentes me abordaban a menudo y me pedían que les
enseñara los métodos para conseguir gustarles a las personas inmediatamente.
Y yo siempre les daba la misma directriz: si quieres gustarles a los demás,
haz que se sientan bien consigo mismos. Para empezar, debes centrar la
atención en la persona de la que te tienes que hacer amigo. Parece fácil, pero
requiere práctica incluso a los agentes avezados. Si haces que alguien se
sienta bien consigo mismo, te reconocerá el mérito de haberle ayudado a
alcanzar ese buen estado de ánimo. Las personas se sienten atraídas por los
individuos que les hacen felices, y tienden a evitar a los que les causan dolor
o incomodidad.
Si cada vez que te encuentras con una persona haces que se sienta bien, él
o ella tratará de aprovechar todas las oportunidades que tenga de volver a
verte para experimentar esos mismos buenos sentimientos. El obstáculo al
que muchos de mis compañeros agentes se enfrentaban para lograr este
objetivo es el mismo con el que nos encontramos todos: nuestro propio ego.
Los egos de las personas se interponen en el ejercicio de la Regla de Oro de
la Amistad. La mayoría de las personas creen que el mundo gira alrededor de
ellos y que deberían ser el centro de atención. Pero si quieres resultarles
agradable y atractivo a los demás, habrás de olvidarte de tu ego y prestar
atención a la otra persona y a sus necesidades y circunstancias particulares.
Cuando hagas a los demás (y no a ti) el centro de atención, entonces les
gustarás.
Piensa en ello: es lamentable que apenas utilicemos esta eficacísima norma
para aumentar nuestro atractivo a ojos de los demás mientras, al mismo
tiempo, hacemos que esos individuos se sientan mejor con ellos mismos.
Estamos demasiado ocupados centrándonos en nosotros y no en las personas
que conocemos. Anteponemos nuestros deseos y necesidades a los deseos y
necesidades de los demás. La ironía del asunto estriba en que las demás
personas estarán impacientes por satisfacer tus deseos y necesidades si les
caes bien.
TÉCNICAS PARA HACER QUE LAS
PERSONAS SE SIENTAN BIEN CONSIGO
MISMAS: COMENTARIOS EMPÁTICOS
Los comentarios empáticos mantienen la atención de la conversación en la
persona con la que estás hablando, en lugar de en tu persona. Este tipo de
comentario es una de las maneras más efectivas de hacer que la gente se
sienta bien. Mantener la atención en la otra persona es difícil porque, por
naturaleza, somos egocéntricos y nos creemos que el mundo gira a nuestro
alrededor. No obstante, si cada vez que hablas con una persona ésta se siente
bien consigo misma, habrás cumplido a satisfacción el objetivo de la Regla
de Oro de la Amistad, y como consecuencia le caerás bien a la gente.
Comentarios empáticos como «Parece que tienes un mal día» u «Hoy
pareces contenta» permiten que las personas sepan que alguien les escucha y
se preocupa en alguna medida de su bienestar. Este tipo de atención nos hace
sentir bien con nosotros mismos y, lo que es más importante, nos predispone
para que la persona que nos presta atención sea de nuestro agrado.
Asimismo, los comentarios empáticos cierran el ciclo discursivo. Cuando
una persona dice algo, espera una opinión para saber si su mensaje se ha
recibido y ha sido comprendido. Reproducir especularmente lo que una
persona dice utilizando un lenguaje paralelo, cierra el círculo de la
comunicación. Y las personas se sienten bien cuando logran comunicar
satisfactoriamente un mensaje.
La elaboración de los comentarios empáticos exige que escuches con
atención a la otra persona, ya que la escucha atenta demuestra que estás
realmente interesado en ese individuo y que entiendes lo que te está diciendo.
La fórmula básica para construir los comentarios empáticos es «Así que
tú…» Existen muchas maneras de formar los comentarios empáticos, pero
esta fórmula básica hace que te acostumbres a mantener el foco de la
conversación en la otra persona y alejado de ti. Los comentarios empáticos
sencillos pueden abarcar algunos como los que siguen: «Así que estás
contento por cómo han discurrido hoy las cosas» o «Así que hoy te lo estás
pasando bien». De forma natural, tendemos a decir algo del siguiente tenor:
«Entiendo como te sientes», y entonces, de manera automática, la otra
p orque tú no eres yo. Mientras
persona piensa: No, no sabes cómo me siento porque
que la fórmula básica «Así que tú…» garantiza que el centro de atención de
la conversación sigue siendo la otra persona. Por ejemplo, subes a un
ascensor y ves a una persona que sonríe y que parece feliz, y con toda
naturalidad dices: «Así que hoy las cosas te están saliendo como quieres»,
reproduciendo especularmente sus señales físicas no verbales.
Cuando utilices los comentarios empáticos para lograr el objetivo de la
Regla de Oro de la Amistad, evita repetir palabra por palabra lo que dijo la
persona en cuestión. Dado que la gente rara vez hace esto, cuando ocurre, la
repetición es procesada por el cerebro del escuchante como una conducta
anómala y provoca una reacción defensiva. Éste es justo el efecto contrario
del que pretendes lograr utilizando los comentarios empáticos. Repetir como
un loro las palabras de otra persona también puede antojarse paternalista y
condescendiente. ¡Evítalo!
Los comentarios empáticos mantienen la atención de la conversación en la
otra persona y la hacen sentir bien consigo misma, y emplearlos es una
sencilla aunque efectiva técnica que hará que la gente te busque para que seas
su amigo, dado que siempre que conversan contigo haces que se sientan bien.
Y lo mejor de todo es que las personas no sabrán que estás utilizando esta
técnica, porque de forma natural creen que se merecen la atención y no
considerarán tus actos como algo fuera de lo normal (pasarán por su escáner
territorial sin despertar ninguna atención). Una vez que hayas dominado la
elaboración de los comentarios empáticos utilizando la fórmula básica,
entonces podrás construir otros más sofisticados prescindiendo del «Así que
tú…»
LA AVENTURA DEL COMENTARIO
EMPÁTICO DE BEN Y VICKI
Veamos ahora cómo podría funcionar una conversación utilizando las
técnicas que se han tratado hasta el momento. Empleando las señales
amistosas habituales, Ben envía una invitación no verbal a Vicki, que está de
pie cerca de la barra con varios amigos. De forma no verbal, ella acepta la
invitación. Cuando Ben se acerca a Vicki, se da cuenta de que ella está
sonriendo y se ríe con sus amigos.
BEN: Hola, me llamo Ben. ¿Y tú?
VICKI: Hola, yo me llamo Vicki.
BEN: Así que esta noche te estás divirtiendo de lo lindo (comentario
empático básico).
VICKI: Y que lo digas. La verdad es que necesitaba salir una noche.
Una vez que domines la construcción de los comentarios empáticos
utilizando la fórmula básica, puedes pasar a construir otros más sofisticados
prescindiendo del «Así que…» Volvamos a la conversación de Ben con
Vicki, utilizando comentarios empáticos sofisticados, en lugar de la fórmula
básica.
BEN: Hola, me llamo Ben. ¿Y tú?
VICKI: Hola, yo me llamo Vicki.
BEN: Parece que esta noche te estás divirtiendo de lo lindo (comentario
empático básico).
VICKI: Y que lo digas. La verdad es que necesitaba salir una noche.
BEN: Entonces es que has estado muy ocupada últimamente (comentario
empático sofisticado).
VICKI: Pues sí, las últimas tres semanas he estado trabajando sesenta
horas semanales para terminar un proyecto.
Tanto en uno como en otro acercamiento Ben se da cuenta de que Vicki
sonríe y se ríe, dos señales físicas de que está disfrutando. Ben construye un
comentario empático que refleja el estado emocional de la chica y consigue
varias cosas. Primero, transmitió a Vicki que estaba interesado en sus
sentimientos; segundo, centró la conversación en la chica, y tercero, la
respuesta de Vicki le hizo saber en qué dirección dirigir la conversación. La
respuesta de ella, «Y que lo digas. La verdad es que necesitaba salir una
noche», indica que había estado sometida a alguna clase de esfuerzo durante
la semana o en un pasado reciente. Ben ignora a qué se debió el estrés, pero
puede construir otro comentario empático para indagar las razones del
esfuerzo de la chica de una manera no invasiva. Al hacerlo así, sigue
manteniendo el centro de atención de la conversación en Vicki y le transmite
que continúa interesado en ella y en su estado emocional. Ella no se dará
cuenta de que Ben está utilizando una serie de comentarios empáticos, porque
esta clase de conducta es percibida por el cerebro como una «conducta
normal» y no suscita ninguna sospecha ni provoca reacción defensiva alguna.
A mayor abundamiento, la chica cree inconscientemente que debe ser el
centro de atención (¡todos los creemos!) y está encantada con que él le preste
toda su atención. Esto la hace sentir bien consigo misma y aumenta las
probabilidades de que Ben le caiga bien, de acuerdo con la Regla de Oro de
la Amistad.
UTILIZACIÓN DE LOS COMENTARIOS
EMPÁTICO
EMPÁ
TICOS
S PARA HACER
HA CER AV
AVANZA
ANZAR
R LA
CONVERSACIÓN
Los comentarios empáticos también sirven en las conversaciones como
eficaces muletillas. El embarazoso silencio que se produce cuando la otra
persona deja de hablar y no se te ocurre nada que decir es devastador. Cuando
te esfuerzas en discurrir algo que decir, recurre al comentario empático. Todo
lo que tienes que recordar en ese momento es lo último que ha dicho la
persona y construir un comentario empático basado en esa información. Tu
interlocutor conducirá la conversación, dándote tiempo a pensar en algo
importante que decir. Es bastante mejor utilizar una sucesión de comentarios
empáticos cuando no tienes nada que decir, que decir algo inadecuado.
Recuerda: la persona a la que le estás hablando no se dará cuenta de que estás
utilizando comentarios empáticos, porque su cerebro los procesará como algo
«normal» y pasarán desapercibidos.
ADULACIÓN/CUMPLIDOS
Entre la adulación y los cumplidos tan sólo hay una fina línea divisoria. La
palabra adulación tienen una connotación más negativa que el término
cumplido. La adulación se suele asociar con los cumplidos insinceros
utilizados para explotar y manipular a los demás por motivos egoístas. Por el
contrario, el propósito de los cumplidos es el de elogiar a los demás y
reconocer sus logros. A medida que las relaciones crecen y se desarrollan, los
cumplidos desempeñan un papel cada vez mayor en la vinculación emocional
de dos individuos; también indican que la otra persona sigue interesada en ti
y en lo que haces bien.
Una de las dificultades de utilizar los cumplidos en las relaciones
incipientes es que no conoces a la persona lo bastante bien para ser sincero; y
puesto que los cumplidos insinceros y la adulación son una misma cosa,
causarán en quien recibe el falso elogio una impresión negativa de ti.
Después de todo, a nadie le gusta sentir que le están manipulando o
mintiendo. Las personas saben qué es lo que se les da bien y aquello en lo
que fallan. Si tú le dices a alguien que se le da bien hacer algo y la persona en
cuestión sabe que no es así, es probable que se cuestione tus propósitos, toda
vez que se dará cuenta de la discrepancia entre la valoración que haces de ella
y la «realidad» de sus capacidades.
Pero existe un método alternativo, e inmensamente superior, de utilizar los
cumplidos. Este enfoque evita las dificultades que conlleva hacer cumplidos a
otra persona y permite en su lugar que los demás se elogien a sí mismos. Tal
técnica elude el problema de parecer insincero. Cuando las personas se
elogian a sí mismas, la sinceridad no es un problema, y la gente rara vez
pierde la oportunidad de hacerlo si la oportunidad es propicia (algo que tú
favoreces convenientemente).
La clave para permitir que las personas se elogien a sí mismas estriba en
construir un diálogo que las predisponga a reconocer sus atributos o logros y
a darse una silenciosa palmadita en el hombro. Cuando la gente se elogia, se
siente bien consigo misma y, de acuerdo con la Regla de Oro de la Amistad,
se mostrará proclive a que le caigas bien, dado que le has proporcionado la
oportunidad de hacer que se sienta bien.
Volviendo a la incipiente relación de Ben con Vicki, él puede sentar las
bases para que su interlocutora se elogie a sí misma.
BEN: Entonces has estado realmente ocupada últimamente (comentario
empático sofisticado).
VICKI: Pues sí, en las últimas tres semanas he estado trabajando sesenta
hora semanales para terminar un proyecto.
BEN: Se precisa mucha dedicación y decisión para comprometerse a un
trabajo de esa envergadura (comentario que da la oportunidad a Vicki
de elogiarse a sí misma).
VICKI (con aire pensativo): He sacrificado muchas cosas para acabar ese
gran proyecto e hice un trabajo muy bueno, si se me permite decirlo.
Observa que Ben no le dijo directamente que pensara que ella fuera una
persona entregada y decidida. Sin embargo, a la chica no le resultó difícil
reconocer esos atributos en sí misma y aplicárselos a sus circunstancias
laborales. En el caso de que Vicki no se considere una persona decidida y
esforzada, no se habrá hecho ningún mal a la incipiente relación. Lo que Ben
dijo es cierto con independencia de la valoración que haga Vicki de sí misma,
así que en el peor de los casos el comentario pasará desapercibido, y en el
mejor, proporcionará el impulso para que ella se sienta bien consigo misma
(y con Ben). De acuerdo con la naturaleza humana, aunque Vicki no fuera
realmente ni esforzada ni decidida, probablemente se aplicaría a sí misma
tales atributos favorables. Pocas personas admitirían en público, y mucho
menos ante sí mismas, que no son esforzadas y decididas.
CUMPLIDOS DE TERCEROS
Se puede utilizar a un tercero para hacerle cumplidos a una persona de la que
quieres hacerte amigo —sin hacerlo tú mismo— y aun así conseguir el
«reconocimiento» por hacer que el blanco de tus cumplidos se sienta bien
consigo mismo y, por extensión, también contigo. Cuando haces un cumplido
directamente a otra persona, en especial a cualquiera de la que sospeches que
podrías desear algo de ella (por ejemplo: tu acompañante, tu jefe o un amigo),
la persona en cuestión tiende a despreciar tus esfuerzos porque sospecha que
intentas influirla deliberadamente adulándola. El cumplido de un tercero
acaba con esa susceptibilidad.
Para crear el cumplido de un tercero tendrás que encontrar a un amigo o
conocido mutuo que te conozca a ti y a la persona que te interesa. Además,
deberías estar relativamente seguro de que el tercero que escojas resulte
creíble cuando transmita tu cumplido a la persona a quien va destinado. Si la
transmisión de la información tiene éxito, la siguiente vez que te encuentres
con la persona que te interesa, él o ella te verá desde una perspectiva
favorable. Piensa en el siguiente diálogo y supón que eres Mark.
MIKE: El otro día me encontré con Mark. Me dijo que le parecías
verdaderamente brillante. De hecho, me dijo que pocas veces había
conocido a alguien que resuelva mejor los problemas.
SONJA: ¿Ah, en serio? ¿Eso dijo?
MIKE: Eso es lo que me dijo.
Sonja estará más dispuesta a aceptar este cumplido contado por Mike que
si tú (Mark) le dices directamente lo mismo. Además, Mike tiene permiso
para contarle a Sonja exactamente lo que dijiste, lo cual puede o no ser
socialmente admisible decirlo en las etapas iniciales de una relación.
Indirectamente y valiéndote de Mike, diste ocasión a Sonja para elogiarse a sí
misma, lo cual la hace sentir bien y la predispone, por consiguiente, a que le
gustes antes de que os conozcáis personalmente o en el momento de vuestra
relación en que recibe el cumplido a través del tercero.
SACAR TAJADA EN EL TRABAJO DE LOS
CUMPLIDOS DE UN TERCERO
Aparte de en el terreno de las citas, a mí me parece que los cumplidos de
terceros son muy efectivos en el trabajo. Un buen ejemplo: en el FBI hay
mucha competencia para obtener los fondos necesarios para una operación;
en consecuencia, no todas las propuestas los obtienen. Así que, para mejorar
las probabilidades de que mis propuestas fueran aprobadas, empleaba la
estrategia de los cumplidos por medio de terceras personas.
Con varias semanas de adelanto con respecto a la fecha programada para
que mi propuesta fuera examinada por el subdirector recién nombrado, me
dediqué a buscar al cotilla más destacado de la oficina, y como quien no
quiere la cosa le comenté que ya era hora de que nuestra sucursal tuviera un
subdirector que por fin supiera lo que se llevaba entre manos. También hice
notar que el nuevo subdirector era un hombre inteligente, con una aguda
visión de las estrategias operativas. Para los cotillas la información es oro, y
en su concepción del mundo, se revalorizan difundiendo la información que
oyen entre los individuos que tendrían interés en oírla. En efecto, no pasó
mucho tiempo antes de que a oídos del jefe llegaran mis comentarios a través
de «radio macuto». Era más probable que el subdirector valorara el cumplido
como sincero si venía de un tercero y no directamente de mí. Además, yo no
tenía acceso al subdirector, porque a la sazón yo era un agente de campo.
A partir de ahí, cuando el subdirector revisaba mis propuestas, estaba
predispuesto a verlas bajo una luz más favorable debido a que sabía lo que
pensaba de él. Yo le había hecho sentir bien consigo mismo, un logro de la
Regla de Oro de la Amistad, y lo había hecho de manera que no despertara
sus sospechas. Los cumplidos de terceros están dentro de los parámetros de
conducta normales y superan el «escáner territorial» de una persona sin hacer
saltar la alarma. Así que no tenía nada que perder. Si mi estrategia fracasaba,
el riesgo de un impacto negativo era cero, dado que habría perdido la
financiación de todas maneras. Si la técnica daba resultado, el lado bueno
sería el éxito en conseguir lo que quería. Y, al final, la mayoría de mis
propuestas acababan siendo financiadas.
EL TERCERO Y EL «EFECTO DE LA
PRIORIDAD»
Las palabras no pueden cambiar la realidad, aunque sí la manera en que las
personas la «perciben». Las palabras crean filtros a través de los cuales la
gente ve el mundo que la rodea, y una sola palabra puede suponer la
diferencia entre que una persona caiga bien o resulte detestable.
Piensa en este ejemplo: tu amigo Calvin te habla de tu nuevo vecino, Bill,
a quien vas a conocer por primera vez. Calvin dice: «Tu nuevo vecino, Bill,
no es muy de fiar; de hecho, después de estrecharle la mano, cuéntate los
dedos para asegurarte de que no se ha quedado con alguno». ¿Cómo vas a ver
a Bill cuando os presentéis? El problema es que ya se te ha animado a
«prejuzgarle» como poco fiable por lo que los científicos del comportamiento
denominan el «efecto de la prioridad». Si un amigo te describe a la persona
que estás a punto de conocer como poco fiable, estarás predispuesto a ver a
esa persona como poco fiable, con independencia de su verdadero nivel de
fiabilidad. De ahí en adelante, tenderás a ver todo lo que diga o haga esa
persona como poco fiable.
En cambio, digamos que tu amigo Calvin te dice que tu nuevo vecino, Bill,
«es muy simpático, sociable y tiene un sentido del humor fantástico; te va a
encantar». Y ahora ¿cómo vas a ver a Bill? Probablemente le verás como
alguien simpático, con independencia de su nivel de simpatía.
Superar las percepciones negativas o positivas que pudieras tener hacia un
individuo concreto a causa de lo que otro te ha contado (especialmente si
respetas y/o te cae bien esa persona) es difícil, aunque no imposible. Cuantas
más veces te encuentres con el «poco fiable» Bill sin que experimentes
ningún motivo de desconfianza, más probabilidades hay de que lo veas como
una persona fiable, superando así la negatividad inicial provocada por el
efecto de la prioridad. Sin embargo, y porque tu deseo de volver a ver a esa
persona una segunda vez será limitado, es menos probable que a una persona
etiquetada como «poco fiable» le des la oportunidad de demostrar que la
etiqueta es errónea.
Por el contrario, si te encuentras con el «simpático» Bill varias veces y no
ves la simpatía por ninguna parte, entonces tenderás a disculpar la conducta
antipática. Y para disculparle podrías argüir cosas como «Debe de haber
tenido un mal día» o «Debo de haberle pillado en un mal momento». Una
persona antipática descrita inicialmente como simpática saca provecho del
efecto de la prioridad porque las personas tienden a dar a los antipáticos
multitud de oportunidades para que demuestren la simpatía, pese a las
innumerables muestras de conducta hostil.
Precisamente porque el efecto de la prioridad puede ser tan poderoso, es
por lo que podemos utilizarlo como una de nuestras herramientas para
entablar amistad o conseguir que la gente nos vea como queremos ser vistos.
Lo que haces con el efecto de la prioridad es enviar un mensaje que
predispondrá a quien sea a que vea a otra persona de la manera que quieres
que la vean.
EL EFECTO DE LA PRIORIDAD ES UNA
APUESTA SEGURA
Durante los interrogatorios de personas sospechosas de cometer un delito, a
menudo empleaba el efecto de la prioridad. Me acuerdo de un caso en el que
estábamos interrogando al presunto atracador de un banco. En la sala de
interrogatorios estábamos sentados dos de nosotros y el sospechoso. Apenas
comenzado el interrogatorio, mi compañero se disculpó, diciendo que tenía
que hacer una llamada. En realidad, su marcha formaba parte de nuestro plan
de permitirme estar a solas con el sospechoso y poder hablar con él en
privado.
Ya a solas, le dije: «Tiene suerte de que mi compañero esté en el caso. Es
un hombre honrado y justo. Escuchará sin prejuicios su versión de los
hechos». Entonces me retrepé en la silla y esperé a que mi compañero
regresara. Instantes más tarde, antes de que de hecho regresara, añadí: «Lo
que le pasa a mi compañero… es que supongo que se puede permitir ser
usto. El tipo es un detector de mentiras humano. No sé cómo lo hace, pero
sabe cuándo alguien está mintiendo. Da igual de qué se hable o quién lo diga,
el caso es que es capaz de decir si alguien está siendo insincero». Lo que
había hecho con mi último comentario era crear un filtro a través del cual
quería que el sospechoso contemplara a mi compañero. Había empleado el
efecto de la prioridad para determinar su valoración de las aptitudes de mi
compañero.
Cuando éste regresó a la sala, ya sabía que debía permanecer en silencio
hasta que yo le preguntara al sospechoso: «¿Robó usted el banco?» Si el
hombre decía: «No», mi compañero tenía que lanzarle una mirada como
diciendo: «Nos está tomando el pelo», y mirarle con escepticismo.
¿Y qué es lo que sucedió? Le pregunté de nuevo al tipo: «¿Robó usted el
banco?», a lo que respondió: «No». Entonces mi compañero replicó,
diciendo: «¿Cómo dice?», mirándole con escepticismo. Y el sospechoso —y
esto es cierto— le dio la mano, golpeó la mesa con una palmada y dijo:
«¡Pero qué bueno es!», y acto seguido pasó a confesar el delito.
CUIDADO CON QUE EL EFECTO DE LA
PRIORIDAD DETERMINE TU CONDUCTA
Utilizar el efecto de la prioridad es una idea fantástica cuando lo usas para
influir en los demás, pero ten presente que puede ser un arma de doble filo. Si
no tienes cuidado, el efecto de la prioridad puede provocar que actúes de
manera prejuiciosa con los demás, lo que puede conducirte a creencias
inexactas y engañosas sobre su conducta.
En mis primeros tiempos en el FBI, fui víctima del efecto de la prioridad.
Se me había encargado la tarea de interrogar a un sospechoso que, según la
información de mis colegas, había secuestrado a una niña de cuatro años.
Antes de hablar con el presunto delincuente, mis pensamientos ya habían sido
filtrados por la afirmación de mis colegas, y cuando me reuní finalmente con
el hombre, ya había tomado la decisión de que era un secuestrador. En
consecuencia, todo lo que el sospechoso decía o hacía yo lo veía a través de
mi «filtro» como un indicio de culpabilidad, a pesar de las abundantes
pruebas que contradecían tal conclusión.
Cuanto más presionaba al sospechoso, más nervioso se ponía éste, no
porque fuera culpable, sino porque yo no le creía y él pensaba que iría a la
cárcel por algo que no había hecho. Y cuanto más nervioso se ponía el
sospechoso, más reforzaba eso mi creencia inicial de que se trataba del
secuestrador, y más le presionaba. No tuvo nada de sorprendente que el
interrogatorio se descontrolara rápidamente. Al final, cuando el verdadero
secuestrador fue detenido, me sentí avergonzado.
La próxima vez que dirijas una entrevista, conozcas a un nuevo colega o
compres un nuevo producto, piensa en cómo llegaste a formarte una opinión
sobre esa persona o ese producto. Es muy probable que tus opiniones se
formaran a través del filtro de la prioridad.
La acogida que se da a los empleados que se trasladan de una sucursal a
otra suele depender de la reputación que precede a su llegada, de la misma
manera que estás convencido de que la nueva marca de dentífrico que
compraste tiene que ser buena porque cuatro de cada cinco dentistas la
recomiendan.
El efecto de la prioridad es muy poderoso. Utilízalo con prudencia.
PEDIR UN FAVOR
El bueno de Ben Franklin, el tipo que aparece en los billetes de cien dólares,
observó que, si le pedía un favor a un colega, éste le miraba con mejores ojos
que si no se lo hubiera pedido. Este fenómeno acabó siendo conocido (lo cual
no es ninguna sorpresa) como el efecto Ben Franklin.
A primera vista, este descubrimiento no parece muy lógico. ¿No debería
ser a ti a quien le cayera mejor la persona que te hace el favor y no al revés?
Pues resulta que no es así. Cuando una persona le hace un favor a otra, se
siente bien consigo misma. La Regla de Oro de la Amistad afirma que si
haces que una persona se sienta le gustarás más. Así las cosas, pedirle a
alguien que te haga un favor no es algo que tenga que ver contigo; es algo
que tiene que ver con la persona que te hace el favor.
Pero una advertencia: no abuses de esta técnica, porque Ben Franklin
también observó que los «huéspedes, al igual que el pescado, empiezan a oler
a los tres días». (¡Como las personas que piden demasiados favores!)
Volviendo al encuentro de Ben con Vicki, él puede utilizar esta técnica de
«pedir un favor» en su conversación.
BEN: Se requiere mucho esfuerzo y decisión para comprometerse en un
proyecto de esa envergadura (lo que permite que Vicki se elogie a sí
misma).
VICKI: Sí (con expresión pensativa). Seguro que soy una persona
esforzada y decidida. Hice muchos sacrificios para acabar ese gran
proyecto e hice un trabajo muy bueno, si se me permite decirlo.
BEN: Vicki, ¿podrías hacerme el favor de vigilarme la copa mientras voy
al baño? (pide un favor).
VICKI: Claro, sin problemas.
Ben se dirige a Vicki por su nombre de pila (recuerda que a la gente le
gusta el sonido de su nombre y el hecho de que alguien lo recuerde) y luego
le pide que le haga un pequeño favor. Estas pequeñas conductas predisponen
a Vicki para que le guste Ben, porque las personas que hacen favores a los
demás se sienten bien consigo mismas.
UTILIZACIÓN COMBINADA DE LAS
HERRAMIENTAS DE LA AMISTAD PARA
MEJORAR LA EFECTIVIDAD DE LAS
RELACIONES
Para hacer un nuevo amigo, y dependiendo de las circunstancias, podría ser
que te encontraras utilizando una de las diversas técnicas presentadas en este
libro o una combinación de ellas. La ventaja de utilizar varias técnicas juntas
radica en la fuerza adicional que tal combinación proporciona.
A modo de ejemplo, piensa en cómo la utilización del efecto de la
prioridad, la Fórmula de la Amistad y la presentación de un tercero, ayudó al
ejército norteamericano a hacerse amigo de una gente que podría estar
predispuesta a mostrarse recelosa o directamente hostil hacia los
norteamericanos.
Conquistar los corazones y las mentes de los civiles, cuando eres un
extranjero que lleva a cabo operaciones militares en su país, puede resultar un
cometido desalentador. Los soldados que combaten en suelo extranjero, por
la misma naturaleza de su actividad, se ven obligados a adoptar una estrategia
expresada por el general James Perroloco Mattis como sigue: «Sé cortés, sé
profesional, pero ten un plan para matar a todo aquel con el que te cruces».
En otras palabras, hacerse amigo de unos enemigos potenciales puede ser una
tarea difícil.
Con objeto de conquistar al pueblo afgano, formé parte de un equipo al
que se le pidió «enseñar a nuestros muchachos [las fuerzas estadounidenses]
a resultar menos amenazadores y sin embargo, y al mismo tiempo, a
mantener su estado de alerta en el campo de batalla».
¿Y cómo abordas el hacer que alguien parezca simpático cuando todo lo
que lleva encima parece amenazador (equipamiento de combate, cascos,
pistoleras), y se le ha enseñado a fruncir el entrecejo (su «cara de
circunstancias») cuando trate con la población local? No es de extrañar que,
cuando estos soldados entran en un pueblo local, la población nativa eche un
vistazo, vea las señales hostiles y se ponga a la defensiva.
Esto es lo que les dijimos a los militares que hicieran: entrad en los
pueblos con el mismo equipamiento de combate y dispuestos a defenderos si
os atacan, pero también haced lo siguiente:
1. Emplead la Formula de la Amistad: pasad algún tiempo en el pueblo sin hacer
realmente nada, sólo estar allí. Esto cumple la condición de la proximidad. Luego,
con el tiempo, aumentad el número (frecuencia) de visitas al pueblo y el tiempo
(duración) que pasáis allí. Por último, añadid intensidad a la mezcla dándole a los
niños del pueblo cosas que les gusten (más sobre esto dentro de un momento).
2. Enviad señales «amistosas» y no «hostiles»: mantened vuestra cara de
circunstancias, pero ponedle una máscara encima; en otras palabras, sonreíd, no
pongáis ceño.
3. En cuanto los lugareños se acostumbren a veros, actuad de una manera no
amenazadora, cargad un camión con balones de fútbol y llevadlo a un lugar
del pueblo donde los niños puedan veros. ¿Qué sucederá? Dado que estáis
enviando señales amistosas, los niños no os considerarán una amenaza, y, además,
provocaréis su curiosidad (intensidad), se acercarán al camión y preguntarán:
«¿Para quienes son esos balones?» El conductor del camión puede decir a los
niños: «¡Para vosotros», y luego dárselos.
¿Y qué sucede entonces? Que les caéis bien a los niños. Así que, cuando
ven a sus padres, los niños sirven como la presentación de un tercero en
representación de los norteamericanos. Los niños dicen: «Vi a los
norteamericanos, y nos dieron unos balones de fútbol, y son unas personas
amables». Así que ahora los padres os ven a través del filtro de la prioridad
creado por sus hijos y se muestran más abiertos a veros como amigos y no
como «el enemigo».
Si los norteamericanos se hubiera limitado a entrar en el pueblo sin
emplear la Fórmula de la Amistad (sin intentar establecer la proximidad, la
frecuencia, la duración y la intensidad), enviando señales hostiles en lugar de
amistosas y sin utilizar el efecto de la prioridad a través de la presentación de
un tercero, ¿qué crees que habría ocurrido cuando las fuerzas estadounidenses
les dijeran a los ancianos del pueblo que no eran una amenaza? Que
sencillamente nos les habrían creído y les habrían considerado unos
mentirosos
Resulta asombroso lo fácil que es influir en la conducta de la gente
utilizando esta herramientas de la amistad. Solas o combinadas, permiten que
consigas que las personas se sientan mejor consigo mismas y, a su vez, se
animen a hacer que tú también te sientas mejor. Cuando utilizas la Regla de
Oro de la Amistad, se fomenta la reciprocidad: «Si me haces feliz, yo quiero
hacerte feliz». Incluso en los encuentros ocasionales, cuando te relaciones
con una persona que probablemente no vuelvas a ver jamás, puedes ser
testigo de esa reciprocidad en acción.
LA ELECCIÓN ENTRE VOLAR EN
PRIMERA CLASE O QUE TE DEJEN EN
TIERRA POR CASCARRABIAS
Hace algunos años hice escala en Fráncfort, Alemania. No estaba impaciente
por seguir con mi vuelo; tenía un asiento central en clase turista y la duración
prevista del vuelo era de ocho horas. Tenía claro que no quería subir a bordo
muy pronto, y con una hora libre por delante, decidí emplear bien mi tiempo.
Así que desempolvé todo el alemán que era capaz de recordar de mi
asignatura de idiomas del instituto y me dirigí hacia el encargado de los
pasajes. A medida que me iba acercando, le envíe las principales señales
amistosas, un rápido levantamiento de cejas, la sonrisa y la inclinación de
cabeza. Cuando llegué al mostrador, dije: « Guten tag», para que tuviéramos
algún «punto en común» (véase capítulo 4). El empleado sonrió al oír mi
intento chapucero de hablar el idioma, pero me devolvió el saludo y entonces
dijo en inglés: «¿Puedo ayudarle en algo?»
Le respondí que no, pero decidí mantener una charla con él. Utilicé
comentarios empáticos para animarle a hablar y hacerle sentir bien consigo
mismo. A medida que la conversación fue avanzando, animado por mis
breves comentarios empáticos, él fue casi el único que habló. Pero no reparó
en esta circunstancia, porque la gente considera que el mundo gira a su
alrededor, y por consiguiente mi comportamiento no se salía de la referencia
humana y no provocaba una reacción de «alerta» en su cerebro. Yo le había
dado una excusa para hablar; de hecho, le había animado a ello, y eso le hizo
sentir bien.
Así que ya le gustaba.
Al final de «nuestra» conversación, el empleado me preguntó por qué no
subía al avión; le respondí que tenía un asiento central y que quería pasar el
menor tiempo posible allí apretujado. Eso fue todo.
Veinte minutos después, el encargado de los pasajes hizo una última
llamada para subir a bordo. Mientras me dirigía hacia el puente aéreo, oí que
me llamaba: «Herr Schafer». Me paré y el encargado se acercó a mí. Me
preguntó si tenía mi tarjeta de embarque, asentí con la cabeza y se la
entregué; la cogió, y me devolvió un pase distinto.
—Que disfrute de su vuelo, herr Schafer —dijo.
Miré el documento y me di cuenta de que había sido ascendido a un
asiento en la clase de negocios.
—Gracias, señor, se lo agradezco de veras —dije.
—Ningún problema, no se preocupe por ello —respondió, y me señaló el
avión con un gesto de la mano.
En otra ocasión mi avión iba con retraso y la gente estaba realmente furiosa.
Yo estaba esperando en la cola del mostrador de embarque, y el tipo que tenía
delante estaba tan alborotado que le decía a gritos a la empleada que iba a
perder su conexión con otro vuelo, y bla, bla, bla. La empleada le contestó
que lo único que podía hacer era ponerle en el vuelo posterior, que salía a las
17.30.
Entonces me llegó el turno. Me acerqué a la evidentemente nerviosa
empleada sin ninguna pretensión; sólo intentaba hacer que el día de esa mujer
mejorase. Ella cogió el pasaje que le entregué y dijo:
—Lo siento, señor, va a perder la conexión con su otro vuelo. Puedo
registrarle en un avión posterior que sale a las cinco y media de la tarde.
La miré directamente a los ojos:
—No me parece aceptable —dije con sarcasmo, imitando al anterior
pasajero. Y cuando me devolvió la mirada, añadí—: ¿Puedo gritarle ahora?
Me dijo que no, y volvió a mencionar el vuelo de las 17.30.
—¿Puedo gritarle ya? —repetí. Fue entonces cuando empezó a reírse por
lo bajinis. Y yo insistí—: ¿Cuándo podré empezar a gritarle?
Ahora estábamos ambos sonriendo abiertamente, gastándonos bromas los
dos. Al cabo de un minuto, la mujer dijo:
—¿Sabe una cosa…? Que acabo de encontrar un asiento en el vuelo de las
catorce cuarenta —y tecleó ni nombre en el ordenador.
—Sólo por curiosidad… No pude evitar oír que al anterior pasajero le
decía que no quedaba ningún asiento en el vuelo de las catorce cuarenta.
—No hay asientos para las personas que me gritan. ¿Quiere gritarme
ahora? —preguntó.
—No, señora —contesté dócilmente—. Gracias.
Lo interesante del caso es que no me había acercado a la encargada con la
idea de conseguir un vuelo más temprano; sólo había pretendido que se
sintiera mejor. Pero cuando logras que otra persona se sienta bien, a menudo
sucede que acaban pasándote cosas buenas.
He utilizado este planteamiento del «saca tu frustración» muchas veces con
todo tipo de representantes de los servicios de atención al cliente, y siempre
logra aplacar su ira y ponerles de mejor humor. Durante uno de mis viajes al
extranjero, un grupo de pasajeros chinos perdieron su vuelo de enlace a Hong
Kong y se las estaban haciendo pasar canutas a la empleada de los pasajes. La
mujer intentaba ser amable con ellos sin ningún resultado. Al final, y dada la
magnitud del jaleo que estaban montando los pasajeros chinos, se llamó a la
policía para que se encargara de la situación.
Tuve entonces el dudoso «honor» de ser la siguiente persona de la cola en
hablar con la encargada de los pasajes. Así que me acerqué al mostrador y le
dije:
—Parece que hoy tiene aquí un poco de lío (comentario empático).
Su respuesta fue breve y seca:
—Sí.
—Parece un poco frustrada (comentario empático).
—Sí, estoy frustrada porque no le puedo gritar a esa gente. Y no me puedo
deshacer de mi frustración.
Le dirigí un gesto de comprensión con la cabeza.
—Señorita, le diré lo que puedo hacer. Voy a volver por la zona
acordonada al principio de la cola, luego me acercaré de nuevo a usted y le
haré algún comentario sobre su servicio, y quiero que se enfurezca conmigo.
Desahóguese.
La mujer me miró con cierta suspicacia, pero dijo:
—De acuerdo.
Así que regresé a la zona acordonada, me di la vuelta y me volví a acercar
al mostrador. Señalé con el dedo a la encargada y dije:
—No me ha gustado la manera en que ha tratado a esas personas. Fue
grosera, desconsiderada y… —No seguí, porque la encargada me dijo que
cerrara la boca y la emprendió conmigo. Y vaya si lo hizo, toda aquella
frustración reprimida estaba bullendo a flor de piel ¡y ahora tenía la
oportunidad de soltarla!
Cuando terminó su invectiva, le dije que estaba sumamente enojado y
decepcionado.
La encargada recuperó el aliento y me preguntó:
—¿Qué aliviaría su enfado, señor? ¿Ayudaría poder viajar en primera?
Asentí con la cabeza.
—Sí, creo que ayudaría.
—De acuerdo, le daré un asiento en primera clase —declaró.
—Gracias —dije. Y nos echamos a reír.
Cuando mi vuelo estaba en pleno embarque, la encargada se me acercó en
el avión y me dio las gracias por «alegrarle el día».
Esta clase de experiencias me suceden continuamente. La gente hace cosas
por mí. No pido ningún favor, ni siquiera lo insinúo, pero he descubierto que,
cuando haces que otras personas se sientan bien (la Regla de Oro de la
Amistad), no sólo consigues caerles bien, sino que también se produce un
beneficio colateral; esas personas quieren que tú también te sientas bien. Es
algo que observo a diario y que experimento una vez tras otra.
He aquí otra experiencia de viaje en avión que ilustra este «beneficio». Me
encontraba en Moline, Illinois, cuando mi vuelo fue cancelado. Ese no es
precisamente un lugar fantástico para quedarse tirado. La gente gritaba y
maldecía. La mujer que tenía justo delante de mí en la cola estaba agitando
los brazos y gritando a la encargada de los pasajes, que hacía lo indecible
para no perder la calma.
—Señora, el próximo vuelo en la que puedo ponerla sale mañana por la
mañana —le dijo. Cuando oyó esa información, la exaltada se puso a
maldecir con más fuerza y a patear el suelo.
Entonces me llegó el turno. Me acerqué a la encargada, que seguía
reprimiendo su ira, y dije:
—Vaya, pues si que es vehemente la señora (comentario empático).
—Y que lo diga —convino la empleada—. No era muy agradable.
—Bueno, no pude evitar oír que no hay ningún vuelo hasta mañana por la
mañana —contesté.
Y entonces dijo:
—No, hay otro dentro de una hora.
Empecé a decir algo, pero me interrumpió.
—Ella no me cayó bien. Así que espera hasta mañana. Usted me cae bien.
Así que puede viajar hoy.
UTILIZACIÓN DE LAS HERRAMIENTAS
DE LA AMISTAD: EL TECHO ES EL CIELO
Tengo una última anécdota de vuelo que, sin duda, debería confirmar que las
herramientas de la amistad funcionan de verdad. Iba a coger el último vuelo
que salía de la ciudad, que hacía una escala de noventa minutos, así que
decidí que sería una oportunidad fantástica para hablar con algunos miembros
de la compañía aérea y que me dieran su opinión sobre las relaciones entre el
servicio de atención al cliente y la conducta de los clientes.
Había una única empleada en el mostrador de los billetes. Me dirigí hacia
ella utilizando las señales amistosas a medida que me acercaba. Necesitaba
un «gancho» que le picara la curiosidad, así que, cuando me preguntó que
adónde me dirigía, le dije que iba a Chicago a terminar una investigación. Me
preguntó entonces que a qué me dedicaba y le dije que trabajaba para el FBI.
Eso le llamó la atención y quiso saber qué clase de trabajo hacía en el FBI.
—Formo a la gente —respondí.
—¿La forma en qué? —preguntó.
—A ser amable con las personas… para que consigan cosas que no se
merecen (gancho de curiosidad).
Se echó a reír.
—¿Como qué?
—Como conseguir un pasaje mejor.
A estas alturas los dos sonreíamos abiertamente.
—Si me acercara a usted y le pidiera un pasaje mejor, ¿me lo conseguiría?
—le pregunté.
—¡No! —exclamó—. La gente no para de pedírmelo, y siempre digo que
no.
—¿Y alguna vez le da a alguien un pasaje mejor?
—Sí, a las personas que me caen bien.
Caso cerrado.
Estés en Afganistán o en Atlanta, las técnicas de este libro dan resultado
siempre, solas o combinadas. Cuando las utilizas, amplías al máximo tus
probabilidades de hacer amigos, incluso con aquellos individuos que
empiezas considerando como enemigos. Y, quién sabe, de paso es posible
que acabes volando en primera.
4
LAS LEYES DE LA ATRACCIÓN
Si vas a buscar un amigo, acabarás descubriendo que son muy escasos.
Si sales a ser un amigo, los encontrarás por doquier.
ZIG ZIGLAR
En este capítulo te proporcionaré algunas herramientas más para tu caja de
herramientas de la amistad: las «leyes de la atracción». Estas leyes describen
determinados factores que, cuando se dan, sirven para potenciar las
probabilidades de que dos individuos se sientan mutuamente atraídos y
experimenten un resultado positivo cuando interactúen. Dado que estas leyes
tienen un papel esencial en la configuración de las relaciones humanas, si
puedes incorporarlas a las tuyas propias, te proporcionarán vías adicionales
para entablar amistad con las personas que conozcas
Considera las leyes de la atracción como unas técnicas para mejorar la
efectividad de tus relaciones. No tienes que utilizarlas todas para alcanzar tus
metas en el terreno de la amistad; de hecho, no deberías hacerlo, porque
algunas no convendrán a tus características personales o están pensadas para
dar resultados o bien con las relaciones duradera o bien con las pasajeras (un
encuentro ocasional con un vendedor en contraposición a una amistad
duradera). Escoge aquellas que mejor se adapten a ti y llévalas contigo
cuando te relaciones con las personas que te interesen.
LA LEY DE LA SEMEJANZA
(«PUNTOS EN COMÚN»)
Las personas que comparten las mismas perspectivas, actitudes y actividades
tienden a establecer relaciones íntimas. El refrán «Cada oveja con su pareja»
tiene su fundamento. Las personas se sienten atraídas por otras con las que
comparten intereses. La explicación a esto tal vez haya que encontrarla en la
necesidad de evitar la disonancia cognitiva. Ésta se produce cuando la gente
sostiene ideas o creencias opuestas, y esta diferencia real o imaginaria
provoca angustia.
Las personas que mantienen puntos de vista similares se refuerzan
mutuamente, y por ende aumentan las probabilidades de la atracción mutua.
La semejanza también aumenta las probabilidades de que individuos con
ideas afines se vuelvan a encontrar. El refuerzo mutuo mantiene o aumenta la
autoestima, lo que conduce a una sensación de mayor bienestar y felicidad.
Las personas que comparten los mismos principios y creencias rara vez
viven la disonancia, y se sienten seguras en la igualdad que comparten. Estos
individuos tienden a experimentar menos conflictos, porque ven el mundo de
una manera parecida. La igualdad lleva a la percepción de una felicidad
mayor y al sentimiento de ser comprendido. Cuando dos personas se
conocen, la percepción de igualdad aumentará incluso la atracción que
sienten la una por la otra.
CORTADOS POR EL MISMO PATRÓN
Al principio de mi carrera profesional, me di cuenta de que la mayoría de los
agentes del FBI se parecían mucho entre sí y que compartían los mismos
puntos de vista. Esto se puede explicar por el principio psicológico de la
semejanza y la atracción. Los agentes del FBI encargados de la contratación
tendían a contratar a los nuevos agentes que más se parecían a ellos; cuando
los agentes recién contratados adquirían la suficiente antigüedad para
participar en el proceso de contratación, inconscientemente también
seleccionaban a los individuos que más se les parecían. A lo largo de los
años, el FBI se hizo famoso por unos agentes que compartían las mismas
opiniones, vestían de forma similar y eran parecidos.
Con la llegada de la discriminación positiva, se permitió el acceso al FBI a
más mujeres y a otras minorías. Cuando estos individuos adquirieron la
antigüedad pertinente para sentarse en los consejos de contratación, se
inclinaban por seleccionar a aquellos aspirantes que más se les parecían.
Basándose en el principio psicológico de la semejanza y la atracción, los
actuales agentes del FBI, como sucede también en la mayoría de las empresas
de Estados Unidos, reflejan más fielmente la diversidad actual del pueblo
norteamericano.
Los aspectos comunes conectan a las personas. Encontrar una afinidad
crea rápidamente la compenetración y un entorno fértil para entablar
amistades. Aristóteles escribió: «Nos gustan aquellos que se parecen a
nosotros y persiguen los mismos afanes […]. Nos gustan los que desean las
mismas cosas que nosotros». Crear relaciones es fácil si puedes encontrar
puntos en común con los demás. Las personas creen de manera automática
que los demás piensan igual que ellas, sobre todo cuando conocen a alguien
por primera vez. En consecuencia, cuando conoces a otro individuo, puedes
crear esa predisposición buscando cosas que tengáis en común.
Cuando calibres a alguien en la distancia, busca los aspectos comunes
potenciales. Éstos se pueden encontrar, por ejemplo, en la forma de vestir. Un
sujeto que lleve una camiseta con el logotipo de un equipo deportivo
estampado sugiere que al menos siente un interés pasajero por ese equipo.
Aunque no seas seguidor del mismo equipo, puedes utilizar la información
para empezar una conversación, especialmente si sientes algún interés por los
deportes.
Lo que «hace» una persona también puede servir como base para
determinar un denominador común. Si ves a alguien que pasea a un perro, lee
un libro o empuja un carrito de bebé, esto te proporciona una valiosa
información para identificar la forma de iniciar una conversación y/o unos
intereses similares.
Los tatuajes también aportan pistas sobre los intereses de las personas. Los
tatuajes pueden ser permanentes; y la mayoría de las veces, cuando la gente
se hace uno, meditan de qué clase quieren que sea y dónde debería situarse en
sus cuerpos. Un pequeño tatuaje de una hoja de marihuana situado en una
parte visible del cuerpo de una persona, transmite un posicionamiento firme.
Así que, si estás claramente en contra del consumo de hierba, tal vez sería
mejor que buscaras en otra parte un amigo que comparta unas creencias más
compatibles con las tuyas.
La forma en que una persona se relaciona con los demás también puede
aportar pistas sobre su disposición personal. Alguien que se deja caer en un
sillón y no se relaciona fácilmente con los demás tiene una disposición
diferente a otro que se sienta erguido y se involucra con los que le rodean. Si
tu personalidad difiere notablemente de la persona que tienes enfrente, la
probabilidad de establecer una relación íntima disminuye de manera
significativa.
Después de que establezcas el primer contacto con una persona, escuchar
lo que dice puede proporcionarte más pistas sobre aquello que le gusta y
aquello que no. Haz un esfuerzo consciente para dirigir la conversación hacia
las cosas que compartís; hablar de experiencias, intereses, aficiones y trabajos
compartidos, o de cualesquiera otros temas comunes, intensifica el
compromiso y las posibilidades de entablar amistad. He aquí unos pocos
ejemplos de cómo puedes encontrar rápidamente afinidades con otros
individuos.
EXPERIENCIA CONTEMPORÁNEA
Una experiencia contemporánea significa que tú y la persona que acabas de
conocer compartís los mismos intereses y posturas. Por ejemplo, si descubres
a alguien que lleva una camisa con el logotipo de los Chicago White Sox y tú
eres un aficionado de ese equipo de béisbol, entonces compartís un interés
contemporáneo por ese equipo. Sin embargo, el mero hecho de que alguien
lleve una camisa de los White Sox no significa de manera automática que esa
persona sea aficionada de ese equipo. Además de fomentar la
compenetración, los comentarios empáticos se pueden utilizar para investigar
observaciones o hipótesis que hayas podido hacer en relación con la persona
que acabas de conocer. Piensa en la siguiente conversación:
BRYAN: Hola, me llamo Bryan. ¿Y tú?
CHRISTINE: Christine.
BRYAN: Bueno, debes de ser seguidora de los White Sox, ¿no?
(comentario empático).
CHRISTINE: Soy seguidora de los Sox desde pequeña.
BRYAN: Yo también.
Al utilizar un comentario empático, Bryan se enteró de que tanto él como
Christine eran unos apasionados de los White Sox. Una vez determinada la
afinidad, ahora Bryan puede centrarse en ese tema y la conversación fluirá de
forma natural. Y si Brian no es un seguidor de los Sox, podría referirse al
interés general que comparten sobre el béisbol, como en este diálogo:
BRYAN: Hola, me llamo Bryan. ¿Y tú?
CHRISTINE: Christine.
BRYAN: Bueno, debes de ser seguidora de los White Sox, ¿no?
(comentario empático).
CHRISTINE: Soy seguidora de los Sox desde pequeña.
BRYAN: A mí me gusta el béisbol, pero soy seguidor de los Cubs.
CHRISTINE: Ah, lo siento, pero no sigo las ligas menores.
(Nota: obsérvese que Christine, además de tener sentido del humor,
¡muestra cierto desdén por el rival del otro lado de la ciudad de su equipo
favorito!) Una vez que ha quedado claro que ella y Bryan comparten el
interés por el béisbol pero apoyan a equipos diferentes, él puede utilizar esa
información para provocar una animada conversación sobre las virtudes y
defectos de cada uno de los clubes de béisbol.
Las personas que viven en la misma ciudad pueden entablar amistad
rápidamente, sobre todo cuando se conocen fuera de esos límites geográficos.
Compartir intereses laborales, posturas políticas, creencias religiosas, amigos
comunes y experiencias parecidas posibilita tener buenos temas para tantear
en busca de los puntos en común.
Si tienes problemas para encontrar afinidades contemporáneas, habla de
música. Como se comentó anteriormente, la única cosa que la mayoría de las
personas tienen en común es la música. La música es un tema neutral sobre el
que la mayor parte de la gente esta dispuesta a hablar, aunque sus gustos sean
diferentes.
EXPERIENCIAS TEMPORALES
Las experiencias compartidas a lo largo del tiempo, como ir al mismo
colegio, el servicio militar o vivir en la misma zona, aumentan el número de
oportunidades de hacer amigos. A este respecto, no es necesario que se
compartan las experiencias al mismo tiempo, sino que puedes remontarte en
el tiempo para buscar un punto en común.
EXPERIENCIAS INDIRECTAS
Una experiencia indirecta es aquella que se produce cuando vives una forma
de vida o actividad a través de las revelaciones de otra persona. Este tipo de
experiencias se pueden utilizar para descubrir las afinidades con los demás,
aun cuando, en realidad, sepas poco sobre el tema que se está hablando. Este
acercamiento es especialmente efectivo porque permite que la persona que te
interesa hable de sí misma y de algo que probablemente sea lo que más le
interesa. Esto hace que se sienta bien consigo misma, y dado que eres tú
quien impulsa ese sentimiento, serás visto bajo una luz favorable (la Regla de
Oro de la Amistad en acción). Éste es uno de los métodos favoritos de los
vendedores, porque les permite encontrar una afinidad con el cliente, aunque
no sepan gran cosa sobre lo que está hablando éste. He aquí un ejemplo:
VENDEDOR DE COCHES: ¿Y a qué se dedica?
CLIENTE: Soy panadero.
VENDEDOR DE COCHES: No me diga. Mi padre también era
panadero.
El vendedor de coches no tiene por qué saber nada de panadería por el
hecho de que su padre fuera panadero. Tú puedes utilizar la misma técnica
para buscar un punto en común cuando conozcas a alguien.
AUDREY: ¿Dónde trabajas?
SUSAN: Soy asesora de inversiones.
AUDREY: Qué interesante. Mi hermana es contable.
La mayoría tenemos algún familiar próximo o pariente lejano que trabaja
en las mismas o parecidas ocupaciones que las personas con las que
hablamos. En el caso de Audrey, su hermana se dedica a la contabilidad, un
campo parecido al de la asesoría de inversiones. Si no tienes un familiar o
pariente que trabaje en el mismo campo u otro parecido que la persona que te
interesa, piensa en un amigo que lo haga. Utilizar la técnica de las
experiencias indirectas puede resultar rentable siempre que trates de entablar
una relación. Sin embargo, ve con cuidado: no mientas a la persona que
acabas de conocer. Si la relación fructifica, entonces la verdad puede salir a la
luz, y traicionar la confianza, sobre todo al principio de una relación, puede
dar al traste con tu encanto.
LA LEY DE LA ATRIBUCIÓN ERRÓNEA
A veces, hacer amigos es sencillamente una cuestión de estar en el lugar
adecuado en el momento oportuno. Cuando las personas se sienten bien
consigo mismas y no atribuyen la sensación de bienestar a una causa
concreta, tienden a asociar la causa del bienestar a la persona que está
próxima a ellas en ese momento. Si da la casualidad de que esa persona eres
tú, te vas a beneficiar y caerás en gracia no por algo que hayas hecho, sino a
causa de la «atribución errónea». En cierto sentido, lo que tenemos aquí es un
caso de beneficio colateral y no de daño colateral.
Piensa en este ejemplo. Cuando la gente hace ejercicio, su cerebro libera
endorfinas. La liberación de las endorfinas proporciona a las personas una
sensación de bienestar indeterminada. Puesto que el efecto de las endorfinas
no se atribuye directamente al ejercicio, las buenas sensaciones tienden a
asociarse a otra persona, si casualmente hay una cerca. Considera esto el
«beneficio colateral». Puesto que la sensación de bienestar es «atribuida
erróneamente» a la persona cercana, ésta es vista de forma inconsciente como
la causa del bienestar y, por consiguiente, parece más atractiva.
¿Y cómo puedes utilizar esta información para conseguir gustarle a
alguien? En realidad, puedes sacar provecho de este fenómeno de numerosas
maneras. Si estás en forma, puedes concertar un encuentro con la excusa de
realizar algún ejercicio físico, hacerte socio de un gimnasio o realizar algún
deporte (los paseos o las carreras organizadas —«divertidas» o no— son una
gran oportunidad para que la atribución errónea dé sus frutos).
UTILIZAR LA ATRIBUCIÓN ERRÓNEA
PARA CONSEGUIR UNA CITA: «EJERCITA»
TUS OPCIONES
Supongamos que deseas pedirle una cita a una persona que te interesa y
quieres aumentar tus probabilidades de conseguir una respuesta afirmativa.
Utilizar la Ley de la Atribución Errónea podría ser la solución. Si descubres
que la persona con la que quieres salir corre o hace ejercicio regularmente,
arregla un «encuentro fortuito» durante o poco después de que él o ella
termine su actividad deportiva. El encuentro no tiene por qué incluir la
comunicación verbal; el mero hecho de compartir el mismo espacio puede
inducir a la atribución errónea y te hará parecer más atractivo. Si tanto tú
como la persona que te interesa hacéis ejercicio, procura organizarte de
manera que el momento que dedicas a ello coincida con el suyo. Estar cerca
durante el ejercicio producirá los beneficios colaterales de los que ya se ha
hablado. Si la persona con la que deseas salir es un compañero o compañera
de trabajo que hace ejercicio, procura estar cerca de su despacho o puesto de
trabajo cuando regrese de realizar su actividad física. De igual manera, si
sabes que la persona en cuestión va a una cafetería todos los días después de
su tabla de ejercicios, procura estar presente en el local cuando llegue.
Lo que estás tratando de hacer es aprovecharte del principio de la
atribución errónea y aumentar tu atractivo a ojos de la otra persona, al ser
asociado con la sensación de bienestar que se produce por medio de la
liberación de las endorfinas relacionadas con la actividad física. Para
conseguir este objetivo, tienes que establecer una gran proximidad física con
la persona durante o justo después de que las endorfinas sean liberadas.
Curiosamente, la atribución errónea también se produce cuando las
personas pasan por acontecimientos aterradores o experiencias traumáticas.
Los soldados que sobreviven a batallas terribles establecen vínculos
profundos con sus compañeros de armas, y los policías entablan relaciones
íntimas con sus compañeros después de compartir experiencias traumáticas.
En los tiempos en que estaban permitidas (o eran toleradas), las «novatadas»
de iniciación de las fraternidades masculinas y femeninas acercaban a los
supervivientes del calvario y con frecuencia se creaban amistades duraderas.
Una película de terror puede suscitar la misma reacción. Si vas con alguien
a ver una película de miedo, la experiencia compartida del terror desencadena
la atribución errónea, lo que a su vez aumenta la atracción entre los cinéfilos.
Por tal motivo, quedar para ir a ver una película de miedo es ideal para una
primera cita, porque en una relación nueva eso aumenta las probabilidades de
atracción mutua. De igual manera, si una antigua relación con alguien pasa
por horas bajas, lanzaos en paracaídas o haced puenting, montaos en una
montaña rusa o realizad cualquier otra actividad que genere una sensación de
peligro. Compartir tales experiencias estrechará la relación y revitalizará
vuestra amistad o romance.
LA LEY DE LA CURIOSIDAD
La curiosidad se puede utilizar como «gancho» para aumentar la intensidad
(la Fórmula de la Amistad) y despertar el interés de una persona en ti. Se trata
de una manera eficaz de hacer amigos. Todas las criaturas capaces de algo
más que una simple respuesta mecánica al estímulo son curiosas. Es un
imperativo biológico, impulsado por la necesidad de autoconservación,
reproducción y codicia. Los humanos lo queremos saber todo: quiénes
somos, quiénes son los demás, de dónde venimos y desde cuándo, qué hay en
el otro lado de la colina y la forma, tamaño, composición, longevidad y
distancia de todo, desde los quarks al universo.
Para sobrevivir, los animales situados en un nivel superior al del salvaje
tienen que comprender el nicho en el que viven; además, deben descubrir
cualquier cambio en ese nicho para poder reaccionar a ello de manera
adecuada y eficaz. Puesto que lo que le preocupa al individuo es la
supervivencia personal, los cambios en las inmediaciones —aquellos que le
afectarán personalmente— son los más importantes.
La manera más eficaz de descubrir los cambios es ir a buscarlos. Así, un
ruido en la maleza atrae la atención del gato, al que sigue un acechamiento
lento y sigiloso (no tiene sentido meterse en problemas). El ruido podría ser
una presa, podría ser un depredador o podría ser el aspersor automático al
ponerse en marcha. Esta curiosidad puede desembocar en una comida, una
huida a tiempo o un baño inesperado. En cualquier caso, ha de ser
investigado.
Cuando te comportas de una manera que suscita la curiosidad de otra
persona, eso aumenta de manera notable las probabilidades de que ese
individuo quiera relacionarse contigo a fin de satisfacer su curiosidad. De este
modo, un «gancho de curiosidad» se convierte en un método eficaz para
conocer a una persona que interese y entablar amistad. En el FBI, utilizaba la
Ley de la Curiosidad de manera regular para mejorar mi eficacia en el
reclutamiento de ciudadanos extranjeros. En cierto momento de mi actividad
en la Agencia, un ciudadano norcoreano se mudó a vivir a la zona que estaba
bajo mi jurisdicción. Había motivos para sospechar que actuaba como espía
para su país, y se me encargó que intentara que el tipo se convirtiera en
agente doble. Yo sabía que si entraba sin más en la tienda de fotos donde
trabajaba y le decía: «Me llamo Jack Schafer y trabajo para el FBI. ¿Podemos
hablar?», el tipo probablemente fuera presa del pánico y saliera pitando de la
tienda. Así que decidí utilizar un gancho de curiosidad para tratar de
atraérmelo.
Para empezar, entré en la tienda cuando sabía que no estaba allí y le dejé
una nota que decía: «Lamento no haberle encontrado» y la firmaba: «Jack
Schafer». Hice esto tres veces distintas, y a la tercera visita añadí a la nota
que dejé mi número de teléfono. Todos estos mensajes iban destinados a
despertar la curiosidad del norcoreano. ¿Quién es Jack Schafer y por qué
quiere ponerse en contacto conmigo? Eso era lo que yo quería que se
preguntara, con la esperanza de que con cada nueva nota su curiosidad
aumentara todavía más. Dio resultado. Después de recibir la nota con mi
número de teléfono, me llamó y pude concertar una reunión con él esa
semana.
LA LEY DE LA RECIPROCIDAD
Las normas sociales preceptúan que si alguien te da algo o te hace un favor,
sea grande o pequeño, has de estar predispuesto a corresponder en igual o
mayor medida. Hay entidades que se aprovechan de esta ley enviando a la
gente por correo etiquetas de devolución, calendarios u otras pequeñas
baratijas junto con una petición de donación. De esta manera, la gente es más
proclive a acceder porque reciben algo primero y se sienten obligadas a
corresponder en la misma medida.
La ley de la reciprocidad es una eficaz herramienta para hacer amigos.
Cuando sonríes a alguien, esa persona se siente obligada a devolver la
sonrisa. Una sonrisa indica aceptación y agrado, y a la gente le gusta caer
bien. El principio de la reciprocidad se activa cuando las personas son
conscientes de que gustan a alguien. En cuanto una persona descubre que le
gusta a otra, encuentra a ésta más atractiva, pues tendemos a corresponder a
los mismos sentimientos de los que los demás nos hacen destinatarios. La
reciprocidad tiene sus resultados más espectaculares cuando ambas partes de
la relación se forman una buena impresión mutua o comparten unos
sentimientos naturales.
Del «No hay de qué», sino…
La próxima vez que alguien te dé las gracias por algo, no digas: «No hay de
qué», sino: «Sé que harías lo mismo por mí». Esta respuesta apela a la
reciprocidad. Ahora, la otra persona está predispuesta a ayudarte cuando le
pidas un favor.
LA LEY DEL SINCERAMIENTO
La reciprocidad también está relacionada con la sinceridad en la
comunicación. Los individuos que revelan su información más personal a
otras personas, tienen más probabilidades de recibir a cambio un nivel
parecido de información personal. Este fenómeno se ve potenciado si las
personas que se comunican comparten algunos intereses.
El sinceramiento fomenta la atracción. La gente se siente próxima a
aquellos que les revelan sus debilidades, pensamientos íntimos y
circunstancias personales. La sensación de proximidad aumenta si el
sinceramiento es más emocional que fáctico, lo cual se debe en parte a la
intensidad de tales revelaciones, que afectan favorablemente al encanto de la
persona que las hace.
Por otro lado, los sinceramientos, cuando son demasiado genéricos,
disminuyen la sensación de franqueza, reduciendo así el sentimiento de
proximidad y simpatía. En cambio, los que son demasiado íntimos suelen
acentuar los defectos de carácter y personalidad de la persona, lo que
disminuye el encanto. Las personas que hacen sinceramientos íntimos
demasiado pronto en una relación suelen ser consideradas inseguras, algo que
disminuye aún más el encanto. Así las cosas, si te encuentras con alguien con
quien te gustaría tener una amistad duradera o importante, has de tener
cuidado de no hacer tus revelaciones más íntimas en las primeras etapas de la
relación.
El sinceramiento es un proceso de dos etapas. En la primera, una persona
tiene que hacer un sinceramiento que no sea ni demasiado genérico ni
demasiado íntimo; en la segunda, el sinceramiento debe ser recibido con
empatía, comprensión y respeto. Una reacción negativa a un sinceramiento
verdadero puede terminar una relación inmediatamente.
El sinceramiento suele ser recíproco. Cuando una persona se sincera, el
que la escucha es más proclive a corresponder haciendo otro tanto. El
intercambio de información personal crea una sensación de intimidad en las
relaciones. En una en la que alguien hace un sinceramiento personal, mientras
la otra parte sigue haciendo revelaciones superficiales, la relación no avanza
y es probable que se termine.
¿QUIERES AUMENTAR LA LONGEVIDAD
DE TUS RELACIONES?
Utiliza el planteamiento de Hansel y Gretel. Los dos hermanos del clásico
cuento de hadas echan a andar por el bosque, y para asegurarse de que podrán
encontrar el camino de vuelta van dejado migas de pan según avanzan. Te
recomiendo que utilices el planteamiento de las «migas de pan» para
distribuir la información acerca de ti. Las relaciones tienden a declinar con el
tiempo, así que para aumentar la longevidad de tales relaciones, ve haciendo
las revelaciones a lo largo de un período prolongado de tiempo.
Cuando alguien encuentra a una persona en la que puede confiar, a
menudo se siente tentado a abrir las compuertas emocionales —contando
demasiadas cosas con demasiada rapidez—, abrumando así de paso a la otra
parte. Las revelaciones deberían hacerse durante un largo período de tiempo,
para garantizar que la relación crezca lentamente en intensidad e intimidad.
Un goteo constante de información, como las migas de Hansel y Gretel, que
eran arrojadas de una en una, aumenta la longevidad de las relaciones porque
cada una de las partes siente continuamente la proximidad, ya que ésta llega
de la mano de una corriente permanente de sinceramientos.
Los sinceramientos recíprocos fomentan la confianza. Las personas que
realizan revelaciones personales se sitúan en una situación de vulnerabilidad
frente a aquella a quien se las hacen. Los sinceramientos mutuos crean una
zona de seguridad, porque ambas personas han dejado al descubierto sus
debilidades y tienden a proteger todas las revelaciones, a fin de evitar la
mutua vergüenza derivada de una abuso de confianza.
Los usuarios de las redes sociales tienden a confiar más en los
sinceramientos para crear una sensación de intimidad, dado que no reciben
las señales verbales y no verbales que de otra manera se intercambiarían en
las comunicaciones directas. La veracidad de la información intercambiada
en la Red es sospechosa, lo que obliga a los individuos a dedicar más tiempo
a verificar la información mutua. Una vez que la veracidad ha sido
comprobada, la ausencia de una presencia física aumenta las probabilidades
de revelaciones más íntimas en la Red, lo que a su vez conduce a la ilusión de
una relación más próxima.
LA LEY DEL ATRACTIVO PERSONAL
Para los que lo poseen, el atractivo es un beneficio tangible. Aunque se dice
que la «belleza está en los ojos de quien la mira», la realidad es que todas las
culturas tienen unos criterios ampliamente aceptados de lo que es «atractivo».
Aunque tales criterios puedan cambiar con el paso del tiempo, la mayoría de
los integrantes de una cultura dada interiorizan la norma actual imperante de
lo que se considera bello o atractivo.
El atractivo no es un «absoluto». Uno se puede volver más atractivo si está
dispuesto a esforzarse un tanto en lograr ese objetivo. Según Gordon
Wainwright, autor de El lenguaje del cuerpo, todo el mundo puede aumentar
su atractivo ante los demás si mantiene el contacto visual, muestra
optimismo, viste bien, añade una pincelada de color a su vestuario y sabe
escuchar. Wainwright también hace hincapié en la importancia de la postura
y el porte y sugiere que durante una semana te pongas derecho, metas el
estómago, mantengas la cabeza levantada y sonrías a todas las personas con
las que te encuentres. Basándose en los resultados de muchos experimentos,
Wainwright predice que empezarás a ser tratado con más amabilidad y
respeto y que más gente se sentirá atraída por ti.
Las personas atractivas son consideradas como poseedoras de más
atributos positivos. Por lo general, a los hombres y mujeres guapos se les
considera más talentosos, amables, sinceros e inteligentes que a sus iguales
menos atractivos. Los estudios controlados demuestran que la gente se
molesta en ayudar a las personas atractivas, de su mismo sexo o del contrario,
porque desean gustarles y que les acepten.
El atractivo puede tener consecuencias económicas. En una escala de
menos a más atractivo, las personas con menos atractivo ganan de un 5 a un
10 por ciento menos que los individuos de aspecto medio, que a su vez ganan
de un 3 a un 8 por ciento menos que los considerados guapos. Los estudios
también demuestran que los estudiantes atractivos reciben más atención y
mejores notas de sus profesores. A su vez, los pacientes guapos reciben un
cuidado más personalizado de sus médicos, y los delincuentes atractivos son
condenados a penas más livianas que aquellos infractores de la ley menos
atractivos. No hay más que echarle un vistazo a Hollywood para darse cuenta
del impacto que las estrellas cinematográficas guapas tienen en nuestro
sistema de justicia.
LA LEY DEL HUMOR
Los individuos que emplean el humor en las reuniones sociales son
considerados más atractivos. Además, cuando en las interacciones personales
se utiliza un acercamiento más divertido, tanto la confianza como la atracción
aumentan. El uso juicioso del humor es capaz de reducir la angustia y de
crear un estado de ánimo relajado, lo cual ayuda a que la relación se
desarrolle con más rapidez. Una broma ligeramente atrevida puede contribuir
a incrementar el nivel de intimidad durante el flirteo. Como es natural, y
como ocurre con casi todas las comunicaciones verbales, el hablante ha de
estar seguro de que las palabras utilizadas (o en este caso el humor) son las
adecuadas, y que al que escucha no le resultarán ofensivas.
El beneficio añadido de utilizar el humor es que la risa provoca la
liberación de endorfinas, que nos hacen sentir bien con nosotros mismos, y de
acuerdo con la Regla de Oro de la Amistad, si haces que las personas se
sientan bien, les gustarás. A una mujer que le guste un hombre en particular
se reirá al oír sus chistes, por malos que sean, más a menudo y con más
placer de lo que lo hará al oírlos contados por un hombre que no le interese
sentimentalmente. Este fenómeno es un refuerzo más para la Regla de Oro de
la Amistad.
LA LEY DE LA FAMILIARIDAD
Cuantas más personas conozcamos y más nos relacionemos con ellas, más
probabilidades habrá de que nos hagamos amigos. El científico del
comportamiento Leon Festinger y dos de sus colegas estudiaron las
relaciones en un edificio de viviendas de dos plantas. Lo que descubrieron
fue que los más proclives a hacerse amigos eran los vecinos de la misma
planta; que los que vivían en plantas diferentes tenían menos probabilidades
de hacerse amigos, y que los que vivían cerca de las escaleras y los buzones
de la planta baja tenían amigos en ambas plantas.
La Ley de la Familiaridad muestra la importancia de la proximidad (uno
de los componentes de la Fórmula de la Amistad) en las relaciones. Las
personas que comparten el mismo espacio físico son más proclives a sentirse
mutuamente atraídas; la proximidad predispone a que a una persona le guste
otra, aun antes de que sean presentados formalmente. El diagrama de los
asientos de las aulas puede ser un buen indicador de qué estudiantes se
sentirán atraídos por otros. En mi clase, he observado que los alumnos que se
sientan uno cerca del otro tienen más probabilidades de hacerse amigos, a
diferencia de los que se sientan en los lados opuestos del aula. De igual
manera, en los ambientes laborales se pueden predecir los romances y
amistades basándose en el lugar en el que sienta cada uno.
El viejo dicho de que el «Amor crece en la distancia» no es
necesariamente cierto. Cuanto más alejados vivan uno del otro una pareja
formal, mayor es la probabilidad de que su noviazgo no sobreviva.
LA LEY DE LA ASOCIACIÓN
Cuando las personas se asocian formando grandes grupos, los que están fuera
tienden a valorar a sus integrantes basándose en la impresión global que les
causa el grupo en su conjunto. Así las cosas, cuando un individuo poco
atractivo desee que lo vean como alguien más atractivo, él o ella debería
asociarse a un grupo constituido por gente atractiva. Y al contrario, una
persona atractiva puede perder parte de su atractivo si anda en compañía de
personas que carecen de él.
Según parece, todo esto no cambia mucho desde el instituto a la vida
adulta, y si quieres ser «popular» sigue siendo necesario que andes con la
gente popular. En un entorno profesional, esto significa que siempre hay que
intentar hacerse amigo de quien te haga mejor, no peor. Con quién te asocies
sí que importa. Si deseas ser considerado un triunfador, tienes que andar con
los triunfadores.
La Ley de la Asociación funciona de manera diferente cuando, en lugar de
observar cómo influye en el atractivo de una persona la pertenencia a un
grupo grande, se pone la atención en la forma en que se la compara y se la
percibe cuando sólo está en compañía de una o dos personas más. En tales
circunstancias, si una persona quiere parecer más atractiva, debería procurar
que la vieran en compañía de un individuo «menos» atractivo. Este fenómeno
ayuda a explicar la conducta de los posibles compradores cuando visitan
casas piloto. Salen de sus hogares, que por la mañana son satisfactorios, y
después de pasar todo el día viendo pisos piloto, regresan a lo que a esas
alturas consideran un hogar carente de atractivo. Sus casas se vuelven menos
atractivas porque las comparan con los pisos piloto más elegantes que han
visto recientemente.
LA LEY DE LA AUTOESTIMA
A la gente le gusta asociarse con individuos que muestran niveles altos de
autoestima, de manera que tales individuos tienen más facilidad para atraer a
los demás y hacer amigos. Los sujetos con niveles altos de autoestima
también gozan de una gran confianza en sí mismos y se encuentran cómodos
siendo el centro de atención. También están a gusto con el sinceramiento, que
es una piedra angular en el establecimiento de relaciones personales íntimas.
Para las personas con una autoestima alta, el rechazo es parte de la vida,
no un reflejo de su valía; por el contrario, la gente con una autoestima baja
son reacias a revelar información personal, y su incapacidad para sincerarse
les sirve de mecanismo de defensa para protegerse de la crítica y el rechazo.
El sinceramiento es el camino hacia las relaciones personales íntimas; por
desgracia, para una persona con la autoestima baja ese es el «camino menos
transitado». Por irónico que parezca, es el miedo al sinceramiento que puede
conducir al rechazo lo que una persona con un déficit de autoestima trata de
evitar.
La autoestima y la arrogancia están separadas por una línea muy fina. Las
personas arrogantes suelen sentirse superiores y se apartan de los demás,
razón por la cual son vistas como seres «diferentes». Por consiguiente, la
probabilidad de atracción mutua es notablemente reducida, salvo con otros
individuos arrogantes que comparten las mismas actitudes y conducta.
En la sociedad norteamericana, los hombres y las mujeres suelen definir la
autoestima de maneras diferentes. En su sentido más general, los hombres
extraen el sentimiento de la propia valía y de la posición social de su
capacidad o capacidad potencial para ganar dinero, impresionar a las mujeres
y poseer objetos caros, como coches bonitos y propiedades inmobiliarias. Por
el contrario, aunque el mercado laboral norteamericano está experimentando
un cambio notable por mor de la existencia de un mayor número de mujeres
licenciadas universitarias que de hombres, sigue siendo una realidad que
muchas mujeres obtienen el sentimiento de autoestima y de posición social
por medio de la exhibición de la belleza física, la juventud y las relaciones
con los demás. Estas diferencias se hacen patentes cuando los presentadores
de los programas de concursos piden a los participantes que se describan
someramente. Los hombres generalmente se describen por sus empleos («Soy
electricista»), mientras que las mujeres lo hacen recurriendo a sus relaciones
(«Estoy casada y soy madre de tres hijos»). A medida que más mujeres
trabajen fuera de casa, ellas también empezarán a identificarse con sus
profesiones, en lugar de con sus relaciones.
Cuando se trata de entablar relaciones sentimentales duraderas o breves,
las mujeres con un estatus alto (jóvenes y físicamente atractivas) tienden a
emparejarse con hombres del mismo nivel social (potencial de ingresos y
renta disponible altos). Este patrón de selección de pareja va en paralelo con
las típicas estrategias de apareamiento. Los hombres seleccionan a mujeres
óvenes y físicamente atractivas para garantizar la procreación, y las mujeres
escogen a hombres con ingresos altos y rentas disponibles para lograr la
seguridad necesaria para criar a los hijos. Los hombres con una autoestima
baja tienden a seleccionar mujeres que son menos atractivas físicamente, y las
mujeres con la autoestima baja se inclinan por seleccionar compañeros con
ingresos más bajos y menor renta disponible.
A veces los individuos con estatus bajos intentarán «fingir» una posición
más alta con la intención de entablar relaciones con personas que «no juegan
en su liga». Por ejemplo, un hombre podría aparentar que tiene ingresos altos
agasajando a una mujer con regalos caros, conduciendo un coche que no se
puede permitir y gastando el dinero que no tiene. Esta estrategia, aunque
efectiva a corto plazo, suele tener un final catastrófico con el paso del tiempo,
y el pretendiente, incapaz de costearse la estratagema, es desenmascarado y
su verdadera valía puesta al descubierto.
NO ESTÉS TAN SEGURO DE ESO
Uno de mis alumnos me habló de una artimaña frecuente que él y sus amigos
suelen emplear las noches que salen de marcha. Camino de un bar, se
detienen en el cajero automático de un gran banco y revisan los recibos
tirados, hasta que encuentran algunos donde se consignen unos saldos
considerablemente elevados. Una vez seleccionados, se los guardan para más
tarde. Luego, si el alumno, o uno de sus amigos, conoce a una chica que está
por encima de su situación económica, le escribe como si tal cosa su número
de teléfono en el dorso del recibo robado, creando así la apariencia de ser un
tipo adinerado.
LA LEY DE LA DISPONIBILIDAD
(ESCASEZ)
Las personas se sienten atraídas por los individuos y cosas que no pueden
obtener fácilmente. En el caso de los bienes, la gente se siente más atraída por
un objeto codiciado porque está fuera de su alcance. Cuando finalmente se
consigue el objeto de deseo, la atracción por éste se desvanece rápidamente.
Los regalos de Navidad representan un buen ejemplo de este fenómeno. Los
uguetes que los niños quisieron durante todo el año son desechados a los
pocos días de haber sido sacados de las cajas dejadas bajo el árbol. La Ley de
la Disponibilidad también es válida para las relaciones humanas, en especial
en las primeras etapas de una relación en ciernes. La norma de las citas en la
que tu madre creía ciegamente tiene valor científico. Un individuo no debería
estar siempre fácilmente disponible para la persona que ha escogido para una
relación duradera; cierto nivel de indisponibilidad aumentará el desafío y le
hará más misterioso.
¿Recuerdas a Vladimir, el espía del que se habló en la introducción? Como
bien recordarás, después de estar días leyendo el periódico sentado en
silencio con él, el hombre me preguntó la razón de que siguiera yendo un días
tras otro. Yo doblé el periódico, le miré y dije: «Porque quiero hablar con
usted». Entonces volví a desplegar inmediatamente el periódico y seguí
leyendo, ignorándole. Este acto aumentó su curiosidad y creó una carencia.
Al final, Vladimir cambió de idea en cuanto a lo de hablar conmigo, y yo le
ignoraba, aumentando así sus ganas de hablar conmigo.
LA INTENSIFICACIÓN DE LA
RESTRICCIÓN AUMENTA EL DESEO
¡Los padres conocen esta ley a la perfección! Si les dices a tus hijos que no
hagan algo, entonces querrán hacerlo con más ganas que nunca. Mi hija pasó
por una etapa en la adolescencia en la que no paraba de ponernos a prueba a
su madre y a mí. En una ocasión trajo a casa a un joven para que nos
conociéramos. Al chico le salían unos puntas engominadas de diez
centímetros de lo alto de la cabeza, los tatuajes le cubrían la mayor parte de la
piel que dejaba a la vista y había dejado una motocicleta en el camino de
acceso a nuestra casa. Le saludé cordialmente, sin decirle lo que realmente
pensaba de él ni lo decepcionado que me sentía con la elección de pareja de
mi hija.
Al día siguiente, ésta me preguntó qué pensaba del joven. Hubiera querido
ordenarle que no le volviera a ver, pero sabía que si aumentaba la restricción
se sentiría mucho más motivada a seguir saliendo con él. Así que, en vez de
eso, me decidí por la siguiente estrategia: le dije que su madre y yo la
habíamos educado para que actuara juiciosamente, y que confiábamos en sus
decisiones. Si le parecía que aquel joven era una buena persona con quien
compartir su vida, nosotros la apoyaríamos.
Nunca más lo volvió a ver.
Demos al avance rápido diez años. Mi hija tiene ya veintiséis. Estábamos
sentados en la cocina recordando cosas de un decenio atrás. Para mi sorpresa,
sacó a colación a aquel joven y admitió que lo trajo a casa para hacer que su
madre y yo nos enfureciéramos, en venganza por alguna falta que cometimos
y de la que ya no se acordaba. Admitió también que, cuando le dije que
confiaba en su juicio y que sabía que tomaría la decisión correcta, sintió
remordimientos de conciencia. Sabía que el chico no era adecuado para ella y
que se había equivocado llevándolo a casa para molestarnos. Terminó
diciéndome que era una ironía que hubiera pretendido enfurecernos y que, al
final, hubiera sido ella la que se sintió culpable. Me costó diez años saber si
mi estrategia había dado o no resultado. Fue un alivio saber que sí.
LA LEY DEL CAMINO PEDREGOSO
Cuando dos personas se conocen y no se gustan mutuamente de manera
inmediata, sobre todo en el plano sentimental, y tiempo después establecen
un vínculo afectivo, crean una relación más íntima que si hubieran
congeniado de inmediato. Este fenómeno suele ser utilizado con frecuencia
en las comedias románticas del cine. En el argumento habitual, un hombre
conoce a una mujer; al hombre no le gusta la mujer, y a la mujer no le gusta
el hombre. Antes de que la película termine, acaban teniendo una relación
sentimental. Un camino pedregoso sentimental suele conducir a una relación
sentimental más intensa.
UNA NUEVA ESTRATEGIA PARA HACERLE
LA PELOTA AL JEFE: MOSTRARSE BORDE
CON ÉL
Recuerdo la ocasión en la que se nos asignó una nueva supervisora. En lugar
de recibirla con los brazos abiertos, como hicieron el resto de mis
compañeros de equipo, me mostré premeditadamente distante e hice gala de
un lenguaje corporal entre neutro y algo desfavorable. Poco a poco, a cada
conversación que manteníamos, fui mostrando más y más señales no verbales
favorables; el cambio lo completé varios meses más tarde, al decirle que me
parecía una buena supervisora y que respetaba su indiscutible capacidad de
gestión. Desde ese día en adelante, entablamos una relación más íntima que si
la hubiera aceptado inmediatamente. Esta relación de cercanía me
proporcionó una incuestionable ventaja a la hora de pedir los escasos recursos
de investigación, permisos y otros favores.
LA LEY DE LA PERSONALIDAD
Existen literalmente cientos de «tipos» o «rasgos» de personalidad que han
sido identificados tanto por la literatura científica como por la popular, y que
hacen referencia a los patrones constantes de conducta que muestra un
individuo en su comportamiento cotidiano. Cuando alguien dice: «Ese
individuo no es mi tipo», podría estar refiriéndose al aspecto físico de la
persona o a sus creencias profundamente arraigadas (por ejemplo, religiosas o
políticas). Sin embargo, en muchos casos se estará refiriendo a la
personalidad del individuo, que es incompatible con la suya.
Dos tipos de personalidad generalizados, el extrovertido y el introvertido,
son de particular interés cuando se trata de las relaciones personales y del
establecimiento de las relaciones, así pasajeras como duraderas.
Los extrovertidos, al contrario que los introvertidos, parecen más
atractivos porque se les considera sociables y seguros de sí mismos. Antes de
meterse en cualquier tipo de relación, saber si la persona que quieres conocer
tiende a la extroversión o a la introversión resulta una información útil, pues
te dará una idea de qué clases de conductas puedes esperar encontrarte.
Si eres extrovertido, y la persona que quieres conocer es introvertida,
espera ver algunas diferencias inherentes en la manera de entender el mundo
de cada uno. Los extrovertidos obtienen su energía estando con los demás y
buscan los estímulos en su entorno; asimismo, hablan espontáneamente, sin
pensar, y no dudan en utilizar el método de prueba y error para tomar una
decisión. Por el contrario, los introvertidos gastan energía cuando se
relacionan socialmente y buscan el momento de soledad para recargar las
pilas; el estímulo les llega de dentro, y rara vez hablan sin pensar. También
sopesan con mucho cuidado las alternativas antes de tomar decisiones.
Los extrovertidos mantienen una amplia variedad de relaciones; sin
embargo, éstas tienden a ser relativamente superficiales. Por su parte, los
introvertidos tienen pocas relaciones, pero éstas se caracterizan por una
mayor profundidad. Los introvertidos que salen con extrovertidos suelen
buscar una relación más íntima con la que los extrovertidos están menos
dispuestos a comprometerse. Esta incapacidad para alcanzar un nivel de
compromiso mutuamente satisfactorio pone de relieve la disparidad que hay
entre ellos, lo que en última instancia hace disminuir la atracción recíproca.
Los extrovertidos utilizan una corriente de conciencia para comunicarse: lo
que piensan, lo dicen; espontaneidad esta que suele meterles en problemas, en
particular con los introvertidos, que piensan antes de hablar y se avergüenzan
con más facilidad por lo que consideran información personal, cuando su
acompañante extrovertido la deja escapar. Si eres una persona introvertida
que se está planteando involucrarse en una relación con un extrovertido,
prepárate para lo inesperado cuando se trate de las palabras que salgan
precipitadamente de su boca.
En general, los introvertidos y los extrovertidos se comportan de manera
distinta en las situaciones sociales. Los segundos tienden a ser más abiertos
cuando no conocen a mucha gente; los primeros, por su parte, son propensos
a sentirse incómodos en los grupos numerosos de personas que no conocen.
Sin embargo, cuando éstos están en compañía de amigos o están cómodos en
su entorno, pueden llegar a ser tan abiertos como los extrovertidos (al menos
durante un rato).
Un método para calibrar si una persona es extrovertida consiste en
empezar una frase y hacer adrede una pausa de unos segundos; por lo
general, los extrovertidos completarán la frase por ti; los introvertidos, no. Se
puede utilizar el mismo método para determinar si has establecido una buena
relación con un introvertido. Cuando los introvertidos se sienten cómodos
con las personas con las que están, a menudo completarán la frase de la
misma manera que lo harían los extrovertidos. La diferencia en la utilización
de este método estriba en que puedes identificar a los extrovertidos, aunque
no sepas que la persona con la que estás hablando es introvertida o
extrovertida. Sin embargo, para poner a prueba la confianza con un
introvertido, primero debes determinar que la persona con la que estás
hablando lo es.
Recuerdo un caso que estuve investigando durante meses. Se había
recopilado concienzudamente la información biográfica y personal adecuada
para determinar el tipo de personalidad del sospechoso. Basándome en esa
información, diseñé una estrategia ad hoc que encajara en la personalidad del
presunto delincuente. La clave del éxito de la operación era nuestra
secretaria. Su misión sería hacer una llamada telefónica al sospechoso, con la
que daría comienzo la operación. Ensayé con ella hasta que se sintió cómoda
en su papel. Hizo entonces la llamada, pero el sospechoso no mordió el
anzuelo de inmediato, por lo que animé a nuestra empleada a que entablara
una conversación informal a fin de tranquilizar a aquel individuo. La
conversación acabó discurriendo por unos derroteros muy informales, y el
sospechoso se relajó, cosa que desgraciadamente también hizo la secretaria.
Entonces, el hombre le preguntó que dónde trabajaba, y ella le espetó:
«Trabajo para el FBI». Ahí acabó la operación encubierta. Al más puro estilo
extrovertido, la secretaria habló sin pensar.
LA PERSONALIDAD Y LAS COMPRAS
Si te dedicas a las ventas, tal vez querrías considerar si tu cliente es
extrovertido o introvertido antes de venderle el artículo. Asegúrate, eso sí, de
concederle a tus clientes introvertidos el tiempo necesario para que piensen
sobre tu propuesta de venta; éstos asimilan la información, la rumian y luego
toman una decisión. Presionarles para que tomen una decisión rápida puede
forzarles a decir que no, toda vez que no se encuentran a gusto tomando
decisiones precipitadas. Por el contrario, los extrovertidos sí que pueden ser
presionados hasta cierto punto para que compren tu producto «ya mismo»,
porque se sienten más cómodos tomando decisiones impulsivas.
Las personas rara vez muestran de forma absoluta unos rasgos de
extroversión o de introversión. Los rasgos de la personalidad se mueven a lo
largo de un espectro, y en realidad, algunas personas muestran casi en igual
proporción rasgos de lo uno y de lo otro; sin embargo, la mayoría sienten
inclinación por la extroversión o la introversión, y se comportan en
consonancia.
Los introvertidos pueden comportarse como extrovertidos cuando la
necesidad lo exige. Si, por ejemplo, un introvertido tiene un trabajo que le
exige ser abierto y sociable, puede hacerlo, aunque le resulte más agotador
comportarse así de lo que le resultaría si fuera de natural extrovertido.
Además, cuando están fuera del trabajo, los introvertidos vuelven a serlo.
Estos estilos de vida contrapuestos rara vez entran en conflicto, porque
normalmente el mundo laboral y el privado de una persona no coinciden en el
tiempo.
Pero no se puede decir lo mismo cuando se trata de las relaciones
personales. Si los introvertidos se comportan como los extrovertidos cuando
conocen a alguien, la persona a la que están viendo a menudo se llevará un
buen susto si la relación prosigue y el introvertido vuelve a su
comportamiento «normal». Revelar tu verdadera personalidad cuando
conoces a alguien es mucho mejor que adoptar un planteamiento de Dr.
Jekyll y Mr. Hyde, siempre que lo que desees sea establecer una relación
fuerte y saludable.
LA LEY DEL HALAGO (HACER
CUMPLIDOS)
A la gente le gusta recibir cumplidos; es algo que les hace sentir bien consigo
mismos y, de acuerdo con la Regla de Oro de la Amistad, se van sentir bien
contigo. El resultado: mayores probabilidades de hacer un amigo o de
fortalecer una amistad ya existente.
Los cumplidos, para ser efectivos, deben ser sinceros y merecidos. Hacer
un cumplido a alguien cuando no crees realmente en lo que estás diciendo o
el receptor del cumplido no se ha ganado el elogio, es contraproducente para
el buen establecimiento de la relación y además es mentira (la antítesis de la
confianza).
Como observa el escritor Steve Goodier: «Los cumplidos sinceros no
cuestan nada y pueden conseguir mucho. Son los revitalizadores de TODA
relación». Utiliza los cumplidos siempre que tengas la oportunidad de
hacerlo; dan resultado y son un eficaz utensilio en tu caja de herramientas de
la amistad.
5
HABLAR EL LENGUAJE DE LA
AMISTAD
En última instancia, el vínculo de toda camaradería, ya sea en el
matrimonio o en la amistad, es la conversación.
OSCAR WILDE
En el capítulo 2 aprendiste que puedes utilizar la «comunicación no verbal»
para hacer amigos. En cierto sentido, estas «señales amistosas» actúan como
quitanieves, despejándote el camino para que te acerques a la persona que te
interesa y de paso causes una primera impresión favorable. Utilizadas en
solitario, no obstante, esas sonrisas e inclinaciones de cabeza son
insuficientes para sostener una relación. De aquí la necesidad de la
comunicación verbal, hasta el punto de que las palabras que digas, y las que
te digan, no sólo desempeñarán un gran papel a la hora de hacer amigos, sino
que también afectarán a la duración y solidez de las amistades que hagas.
Si hay una sola cosa que has de recordar acerca de cómo hacer amigos por
medio de la comunicación verbal, ha de ser ésta: Cuanto más animes a la
otra persona a que hable y más atención prestes a lo que diga, si muestras
empatía y reaccionas favorablemente a sus comentarios, más probabilidades
habrá de que la persona se sienta bien consigo misma (Regla de Oro de la
mistad) y que, de resultas de ello, acabes gustándole. Lo cual significa que,
cuando YO deseo que TÚ seas mi amigo, quiero dejarte claro que me interesa
lo que tengas que decir y que, además, te concedo muchísimo tiempo para
decirlo.
GRAN INGENIO, BUENA INTENCIÓN,
MALA COMUNICACIÓN Y PROFUNDA
DISONANCIA
Examina la siguiente situación, que podría darse sin problemas un día
cualquiera en cualquier empresa del mundo. En ella se demuestra la fuerza de
la comunicación verbal a la hora de establecer la eficacia de las relaciones.
También se demuestra que las palabras que utilizamos pueden suponer la
diferencia entre el éxito y el fracaso a la hora de hacer amigos y alcanzar
nuestros objetivos.
Stacey, una recién licenciada universitaria, había conseguido un codiciado
puesto en una prestigiosa empresa química. La joven realizaba todas las
tareas que se le encomendaban con pasión y pericia. Se mantenía al día de
todos los adelantos que se producían en su campo y siempre andaba buscando
técnicas nuevas más rentables, para mejorar el balance de la empresa.
Un día descubrió un método innovador para reducir el coste de fabricación
de cierto compuesto químico, y como se trataba de un avance de importancia,
acudió directamente a su jefe para informarle del hallazgo.
Cuando entró en el despacho de su superior, apenas podía contener su
emoción, y ni siquiera se sentó antes de espetarle la buena noticia:
«Tú has estado produciendo esta sustancia química de forma equivocada.
Yo he encontrado una nueva manera de fabricarlo más barata».
Para su consternación, su jefe desechó su descubrimiento con un ademán
de la mano y le recriminó que no se concentrara en el trabajo que se le había
encargado. Stacey volvió a su puesto hecha polvo y se juró que nunca más
volvería a tomar una iniciativa.
Por desgracia, la joven nunca comprendió el motivo de que su idea fuera
rechazada. En realidad, sus intenciones eran buenas, pero no pensó bien la
manera de comunicarlas, que no fue la adecuada. La comunicación es mucho
más que transmitir ideas; también consiste en la manera de transmitirlas en
las situaciones del mundo real. Stacey no tuvo en cuenta algunos principios
básicos de la psicología en la eficacia de la comunicación. En el comentario
que le hizo a su jefe cometió varios errores de comunicación que
desembocaron en que éste rechazara la idea.
1. «Estoy en lo cierto, luego estás equivocado.» Las personas rara vez piensan en la
contraposición que implica declaraciones tales como «Tengo razón» o «Mi
manera es mejor». Si tienes razón, entonces la otra persona asume
automáticamente que está equivocada; si tu manera es mejor, entonces se da por
sentado de forma automática que la manera de la otra persona es peor. El
paradigma «Tengo razón y tú estas equivocado» obliga a la gente a adoptar una
postura defensiva, bien para proteger sus egos o reputaciones, bien por una
infinidad de otros motivos. Una persona que se ve obligada a adoptar una postura
defensiva a causa de una afirmación semejante se siente menos inclinada a
considerar las nuevas ideas y ya no digamos a asumirlas.
2. Nosotros contra ellos o yo contra ti. Stacey utilizó los pronombres tú y yo. La
utilización de los pronombres provoca una situación conflictiva. El paradigma tú y
yo enfrenta a una persona con otra. En el caso de Stacey, la joven provocó sin
proponérselo una relación conflictiva entre ella y su jefe, y las situaciones
conflictivas crean ganadores y perdedores. Los ganadores triunfan; a los
perdedores les queda lamerse las heridas. Las relaciones conflictivas invitan a la
competencia y a los sentimientos negativos, lo cual no propicia la comunicación
eficaz.
3. Disonancia cognitiva. La disonancia cognitiva se activa cuando una persona
sostiene dos o más creencias conflictivas al mismo tiempo. Experimentar la
disonancia cognitiva no es agradable: provoca frustración, rabia y desequilibrio
psicológico. Stacey provocó involuntariamente una disonancia cognitiva en su
jefe. Si ella tiene razón, entonces él está equivocado; si Stacey tiene razón,
entonces es inteligente, y su jefe no lo es. Las personas que padecen una
disonancia cognitiva tienen varias opciones para recuperar el equilibrio. En las
circunstancias de la joven química, su superior podría haber admitido que ella
tenía razón y él estaba equivocado. O podría haber intentado convencerla de que
su método era el correcto, y el de ella, inviable. Por último, podría haberla
despachado rotundamente como a una empleada bienintencionada e inmadura a la
que había que poner en su sitio. El jefe escogió esto último para resolver su
disonancia. Cuando alguien padece una disonancia cognitiva, rara vez se produce
un resultado positivo.
4. Ego. Las personas son de natural egocéntricas; están convencidas de que el mundo
gira a su alrededor. Stacey demostró su ensimismamiento cuando utilizó el
pronombre «yo». Al hacerlo, se puso por encima de su jefe, atacando
involuntariamente al ego de éste en consecuencia. Enfrentado a semejante desafío,
el proceso mental del jefe era previsible. Llevo veinte años de director. ¿Quién se
cree esta mocosa e inexperta licenciada que es? Necesita tener alguna
experiencia a sus espaldas antes de entrar pavoneándose en mi despacho y
decirme que llevo dos decenios haciendo mal las cosas. Lo que tiene que hacer es
volver a su puesto de trabajo y hacer lo que se le dice. En este caso el ego se
impuso al sentido común y al importantísimo balance final de la empresa. Los
egos han herido a más personas y torpedeado más buenas ideas de lo que nos
gustaría admitir.
APRENDER A MANTENER EL EGO BAJO
CONTROL
En lugar de decir: «Tú has estado produciendo esta sustancia química de la
manera equivocada. Yo he encontrado una nueva manera de fabricarla más
barata», Stacey debería haber empleado los sólidos principios psicológicos
para darle forma a su comunicación. Una manera más adecuada de informar
al jefe de su importante descubrimiento habría sido:
«Señor, me gustaría oír su opinión sobre algo que haría más rentable a
nuestra empresa».
Dirigirse a su jefe con el «señor» demuestra respeto, y también que lo
considera un superior. La frase introductoria «me gustaría oír su opinión
sobre algo…» cumple cinco objetivos. Primero, crea un ambiente de
inclusión. El jefe se siente como si estuviera incluido en el proceso. Segundo,
se evita la disonancia cognitiva, aumentando así la probabilidad de que el jefe
se muestre abierto a nuevas ideas. Tercero, la ilusión ególatra del jefe se ve
fortalecida, y es probable que piense: «Como es natural, Stacey busca mi
consejo porque soy inteligente y tengo veinte años de experiencia a las
espaldas». Cuarto, esta frase introductoria puede alimentar una relación de
tutor-pupilo; si se logra, entonces el éxito de Stacey también se convierte en
el éxito del director. Quinto, mostrar respeto al jefe y reconocer su
experiencia hace que éste se sienta bien consigo mismo. Esto pone en juego
la Regla de Oro de la Amistad: «Si haces que los demás se sientan bien
consigo mismos, entonces les gustarás».
Y las personas a las que les caigas bien es muy probable que se muestren
abiertas a tus sugerencias. La utilización de las palabras «nuestra empresa»
indica que Stacey tiene una participación emocional en la sociedad y espíritu
de equipo. Su afirmación «hace más rentable a nuestra empresa» es muy
atractiva, en especial si el jefe recibe el reconocimiento por mejorar la cuenta
de resultados. Cuando éste da su consejo, adquiere parte de la propiedad de la
idea o proyecto propuesto, y cuando un individuo siente que es copropietario
de una buena idea o proyecto, la promueve con entusiasmo.
LA GLORIA
Para Stacey, el inconveniente de utilizar con su jefe la fórmula que
recomendamos es que ha de compartir la gloria con él. A primera vista, esto
podría parecer injusto o desagradable, puesto que ella fue quien tuvo la idea y
le parece que debería llevarse (legítimamente) todo el mérito. El problema es
que las personas apenas tienen en cuenta la ventaja de compartir la gloria: la
buena disposición. La gloria tiene una fecha de caducidad breve; la buena
disposición tiene una vida comercial larga. Una buena idea produce una gran
vajilla que se puede dividir en piezas. Distribuir gratuitamente las piezas
aumenta el encanto, convierte a las personas en tus deudores y te proporciona
aliados que te prestarán su ayuda para que logres triunfar en el futuro.
EL GATO, EL RATÓN Y EL METRÓNOMO
Saber escuchar lo que otra persona está diciendo puede ser una tarea difícil de
conseguir, en especial para los extrovertidos. Éstos están tan ocupados
pensando en lo que quieren decir que interrumpen al que habla o dejan vagar
su mente de tal manera que no oyen lo que les están diciendo. Como es
evidente, una persona no puede responder bien al mensaje de otro si no lo
recibe y lo procesa. ¿Realmente es posible que podamos «bloquear» el
discurso de una persona y no oírlo? Pues sí. Esto quedó demostrado en un
experimento dirigido hace más de medio siglo.
Los psicólogos realizan algunos experimentos bastante raros y de dudosa
moralidad con los animales. En esta investigación en particular, se
implantaron unos electrodos en la zona auditiva del cerebro de un gato.
Posteriormente, se dejó de alimentar al felino durante unos días para que
estuviera hambriento y fuera apto para la prueba. Una vez con los cables
conectados a sus electrodos y famélico, se le introdujo en una habitación
donde había un metrónomo, un instrumento que produce un chasquido de
forma regular. En la habitación también había un osciloscopio del tipo de los
que convierten los sonidos en puntos de luz que se reflejan en una pantalla,
de forma parecida a como una punta reproduce los latidos del corazón sobre
un papel en movimiento.
¿Y qué fue lo que sucedió? Cada vez que el metrónomo hacía un
chasquido, éste era captado por el electrodo implantado en el gato, y
simultáneamente aparecía un punto en la pantalla del osciloscopio.
Traducción: el gato oía el chasquido. Pues vaya experimento tan poco
espectacular, podrías pensar; para eso no valía la pena privar a un gato de
alimento y someterle a una intervención quirúrgica.
Pero ahí no se acaba la cosa, y ahora es cuando el experimento se pone
interesante. Se introdujo un ratón en la habitación, y el gato volvió
inmediatamente la atención hacia aquel bocado potencial, observando todos
los movimientos del roedor con vivo interés. Y aquí viene lo sorprendente:
¡la pantalla del osciloscopio dejó de mostrar actividad! El metrónomo seguía
chasqueando, el sonido seguía entrando por el oído del gato, pero fuera como
fuese el animal podía bloquear el sonido en su cerebro. En esencia, el gato ya
no oía el tic-tac del metrónomo; estaba tan atento al ratón que era capaz de
bloquear los sonidos que estaba «oyendo».
Pues tal como sucedió con el gato, así pasa con los humanos: podemos
bloquear lo que está diciendo una persona. La conclusión de todo esto: que
una persona esté hablándole a alguien no es garantía de que este alguien esté
oyendo lo que se le dice.
La manera de asegurarte de que escuchas lo que dice alguien es prestar
atención a sus declaraciones verbales. Esto se conoce como «escucha activa»
y es algo que debes practicar si quieres utilizar el comportamiento verbal
como técnica para entablar nuevas amistades.
Cuando se trata de entablar y forjar amistades mediante el comportamiento
verbal, guíate por la siguiente secuencia: escucha, observa, exprésate y sé
empático. Esta secuencia consta de las cuatro reglas que deberás seguir si
quieres sacarle el máximo rendimiento a tus posibilidades de hacer amigos
mediante la utilización de la comunicación.
NORMA N.º 1. ESCUCHA: PRESTA
ATENCIÓN CUANDO HABLE LA GENTE
PARA TENER PLENA CONCIENCIA DE LO
QUE ESTÁN DICIENDO
Escuchar es algo más que limitarse a permanecer en silencio mientras una
persona que te interesa está hablando. Además, implica una atención absoluta
en lo que se está diciendo. Dado que podemos pensar al cuádruple de la
velocidad con que habla una persona normal, existe la tentación de dejar
volar nuestros pensamientos. Resístela.
Los hablantes se dan cuenta de cuándo una persona no está escuchando. La
mejor manera de centrarse en las palabras del que habla y, al mismo tiempo,
transmitirle de manera no verbal que estás prestando atención a lo que dice es
mantener el contacto visual. Esto también es una señal amistosa que ayuda a
fortalecer los vínculos de la relación. No es necesario que mires fijamente al
que habla para conseguirlo; no obstante, mantén el contacto visual con él
entre las dos terceras partes y las tres cuartas partes del tiempo en el que ella
o él esté hablando, a fin de conseguir el grado adecuado de conectividad e
indicar que estás concentrado en lo que está diciendo. Al mismo tiempo,
esfuérzate en no interrumpirle mientras habla. Los extrovertidos deben ser
especialmente cuidadosos en no hacer esto, toda vez que sienten inclinación a
empezar a hablar antes de que su interlocutor haya terminado de hacerlo y, de
hecho, acaban por la otra persona lo que ésta está diciendo a fin de acelerar el
cambio de turno en la conversación.
A la gente les gusta los individuos que les dejan hablar, sobre todo cuando
lo hacen sobre sí mismos. Como observó en una ocasión un escritor
desconocido: «Los amigos son esas raras personas que te preguntan cómo
estás y luego esperan a oír la contestación». ¡Sabio consejo!
El comentario empático es la técnica perfecta para demostrar que estás
escuchando a la otra persona. Para elaborar un buen comentario empático,
debes escuchar lo que esa persona está diciendo o tomar nota de su
disposición física o emocional. Parafrasear lo que la persona ha dicho
mantiene la atención centrada en él. Por ejemplo, si necesitas ayuda en unos
grandes almacenes y observas que el dependiente parece cansado, tal vez no
obtengas el servicio que esperas. Para aumentar las probabilidades de
conseguir un servicio mejor, podrías utilizar un comentario empático del
siguiente jaez: «Parece que ha tenido un día ajetreado», o «Ha sido un día
largo. Parece que ya tiene ganas de irse a casa». Estos comentarios empáticos
le demuestran al dependiente que dedicas tiempo a observar su disposición
personal y, lo que es más importante, le hacen sentir bien. Durante las
conversaciones informales, las personas tienden a no escuchar al que está
hablando, pero incluso una conversación aburrida puede verse mejorada
mediante la utilización de los comentarios empáticos. Por ejemplo, un
compañero del trabajo está contando con entusiasmo su fin de semana en un
lago. A menos que hayas ido con él al lago, la experiencia podría no
interesarte. Un comentario empático del tipo «Parece que disfrutaste el viaje
de lo lindo» permitirá saber al que habla que estás escuchando y que te tomas
interés en lo que está diciendo. Los comentarios empáticos son la sal de las
conversaciones. Si adquieres el hábito de utilizarlos, te obligarás a escuchar a
los demás con más atención, y como consecuencia de ello, se sentirán mejor
y les gustarás.
Recuerda, la gente disfruta hablando de sí misma y se siente bien cuando
los demás escuchan mientras verbaliza sus pensamientos, lo que nos lleva de
nuevo a la Regla de Oro de la Amistad. Cuando haces que alguien se sienta
bien consigo mismo, la persona en cuestión se sentirá más dispuesta a que le
caigas bien y a aceptarte como amigo.
GENERAR CONFIANZA EN MENOS DE
DIEZ MINUTOS
Éste era el título de un artículo escrito por un anestesista llamado Scott
Finkelstein. En dicho artículo, el médico describe las circunstancias de
enfrentarse a situaciones de vida o muerte a diario y recalca la importancia de
la comunicación médico-paciente a la hora de tratar las crisis de salud.
«Dedico a cada paciente toda mi atención», explica el doctor Finkelstein.
«Les miro a los ojos. Escucho. Ratifico sus sensaciones […]. El miedo se
desvanece. Y entonces confían en mí. Y todo en menos de diez minutos.»
Dar a alguien la oportunidad de hablar, escuchar lo que dice sin
interrupción y enviar mensajes no verbales de que lo que está diciendo te
interesa supone una enorme diferencia, ya sea para ganarse la confianza de un
paciente o para entablar amistad con una persona.
NORMA N.º 2. OBSERVAR: EN CUALQUIER
RELACIÓN VERBAL ASEGÚRATE DE
OBSERVAR A LA OTRA PARTE ANTES,
DURANTE Y DESPUÉS DE RECIBIR Y
TRANSMITIR INFORMACIÓN
Siempre que te relaciones con alguien, la comunicación se produce a dos
niveles: el verbal y el no verbal. Es importante que antes, durante y después
de la interacción verbal «observes» las señales no verbales y el lenguaje
corporal del otro individuo, porque te pueden servir de barómetro para
valorar si la conversación es la adecuada, cómo está avanzando una
conversación en marcha y qué impacto tuvo cuando terminó, y también como
alerta de que algo de lo dicho resulta inaceptable para una de las partes de la
conversación. El echarse hacia atrás, cruzar los brazos por delante del pecho
y apretar los labios son unos buenos indicadores no verbales de que la
conversación no está siendo bien recibida. Las personas tienden a alejarse de
las cosas que no quieren oír o ver. Esto es lo opuesto a la señal no verbal de
inclinarse hacia delante de la que se habló anteriormente. Cruzar los brazos
por delante del pecho es un gesto de bloqueo, que podría indicar que la
persona desea bloquear simbólica y físicamente lo que está viendo u oyendo.
Otras señales de desconexión son mirar por la habitación, consultar el reloj
como diciendo: «Se acabó el tiempo», o girar los pies, el torso o unos y otro
hacia la puerta o las demás partes de la habitación. Cuando ves que la otra
persona empieza a separarse de la conversación, cambia de tema;
probablemente has dedicado demasiado tiempo a hablar de ti mismo y no te
has centrado en la otra persona.
Es importante observar la conducta no verbal incluso antes de que se haya
intentado entablar conversación, aunque, como es natural, la importancia de
la observación no se detiene aquí. Si la señal no verbal de un persona para
que se inicie una conversación es la adecuada, entonces deja que comience la
charla. ¡Y no consideres eso motivo suficiente para dar por terminada tu
observación! La observación continua durante una relación verbal en marcha
es crucial para localizar cualquier problema potencial, que de lo contrario
podría pasar inadvertido.
Esto es algo especialmente cierto cuando se trata de las «minas verbales».
Las palabras significan cosas distintas para cada persona, y al igual que las
minas terrestres son capaces de hacer añicos una relación en ciernes. Cuando
una de las partes en una conversación se ofende por una de estas palabras
susceptibles de ser minas verbales, por lo general no dice nada acerca de su
incomodidad, sino que simplemente comienza el proceso de distanciarse y/o
salirse de la conversación. Sin embargo, su comportamiento no verbal suele
proporcionar un claro indicio de que se ha dicho algo preocupante. Así las
cosas, podría hacer una mueca, mostrar una expresión de sorpresa o
estupefacción o retroceder un paso. Una persona que esté analizando la
información de los niveles verbales «y» no verbales recogerá estas señales y
con frecuencia podrá enderezar las cosas preguntando si ha dicho algo
ofensivo y, de ser así, asegurar al que escucha que desde luego no era su
intención hacer tal cosa. Un examen más detenido de lo que la palabra
ofensiva significa para cada una de las partes generalmente disipa los recelos
y la conversación puede reiniciarse con un comentario positivo. El peligro de
las minas verbales es que las personas ignoran el significado emocional que
los demás confieren a unas palabras por lo demás inofensivas.
¿ES POR ALGO QUE HE DICHO?
Un amigo mío estaba dando una conferencia sobre las técnicas de
interrogatorio a un grupo de participantes de un seminario, y en un momento
dado dijo: «Las personas tienen que escuchar más de lo que hablan. La
prueba de esto es que Dios te dio dos orejas y una boca, así que deberías
escuchar el doble de lo que hablas».
Durante el descanso de la comida, la presentadora de la conferencia entró
en la sala de banquetes e informó a mi amigo de que la Comisión de Igualdad
de Oportunidades en el Empleo había presentado una denuncia contra él, así
que ella estaba allí para investigar qué había sucedido exactamente. Mi amigo
se quedó estupefacto; no tenía ni idea de quién podía haber presentado
semejante queja ni por qué.
Resultó que uno de los asistentes tenía un hijo que había nacido sólo con
una oreja, y cuando mi amigo hizo el comentario de las «dos orejas y una
boca», el sujeto consideró que se estaba burlando de su hijo.
Cuando a mi amigo se le puso en conocimiento de las circunstancias de la
queja, le explicó a la anfitriona que su comentario era una perogrullada que
llevaba años circulando, y que cuando él la citaba, en absoluto pretendía
hacerlo en menoscabo de nadie.
La conductora del evento no cambió de opinión. «Si el padre se ha sentido
ofendido, es de su punto de vista de lo ocurrido de lo que debemos
ocuparnos, con independencia de que tú lo consideres ofensivo o no», dijo la
mujer.
A mi amigo la situación le parecía disparatada. No entendía que hubiera
hecho algo malo, y desde luego no estaba dispuesto a disculparse con el
padre por lo que él consideraba un lenguaje absolutamente aceptable.
A la presentadora no hubo forma de convencerla. «Si quieres mantener
esta consultoría, tienes que disculparte con el padre», dijo.
Ante tal ultimátum, mi amigo decidió que la prudencia era la mejor parte
del valor y presentó sus disculpas al desconsolado padre.
CUANDO NO TODO ES BLANCO O NEGRO
El aula parece proporcionar un entorno especialmente propicio para que las
minas verbales desconcierten a un profesor desprevenido. Esto viene
motivado por dos causas: por un lado la diversidad del alumnado actual, y
por otro el mayor número de matriculados en cada curso. Cuando se trata de
cuestiones raciales, los profesores deben ir con pies de plomo en la
impartición de sus clases, con especial cuidado de no pisar una mina verbal
utilizando palabras o frases que tengan significados distintos para los
diferentes alumnos.
En una de mis clases, no conseguía iniciar mi ordenador personal; cada
vez que pulsaba la tecla de encendido lo único que obtenía era una pantalla en
negro. Así que le pregunté a mis estudiantes: «¿Hay alguien aquí que sepa
cómo hacer que funcione este cacharro?» Un alumno asintió con la cabeza, se
acercó hasta el ordenador, le hizo algunos ajustes y me lo devolvió. «Bueno,
ahora la pantalla está en blanco, y al menos blanca es mejor que negra.»
De inmediato, un alumno negro presente en el aula se sintió ofendido por
mi comentario. «He oído que dijo que “blanca está mejor que negra” —
declaró—. Eso es un comentario racista.»
Yo no había tenido ninguna intención de hacer un comentario racial
despectivo. Lo étnico ni se me había pasado por las mientes; sólo estaba
preocupado por hacer funcionar mi ordenador para poder dar la clase. Mi
comentario sólo hacía referencia al funcionamiento de mi ordenador. Una
pantalla negra indica que el aparato no arranca; una pantalla blanca es señal
de que sí lo ha hecho. En otras palabras: un ordenador que se inicia es mejor
que uno que no lo hace. Sin embargo, mi alumno oyó el comentario desde un
punto de vista distinto, y eso provocó una fuerte reacción emocional. Tales
son la naturaleza y peligro de las minas verbales.
Otra profesora me contaba otro buen ejemplo de lo que digo. Ella imparte
un curso de gestión internacional, lo que implica la asistencia de un gran
número de alumnos de otros países. Al principio de una de sus clases, a eso
de mitad del semestre, un alumno norteamericano se acercó a otro compañero
de clase y dijo: «¿Cómo te va, perraco?» El destinatario del saludo estuvo a
punto de atizarle un puñetazo en la boca. Resultó que el enfurecido alumno
era de Oriente Medio, donde llamarle a alguien «perro» se considera una gran
ofensa.
Minas verbales. Ten cuidado con ellas y estate preparado para atender
rápidamente y con decisión la relación perjudicada, a fin de reducir al
máximo cualquier daño inferido. Vale la pena repetirlo: el peligro de las
minas verbales es que los hablantes no conocen los significados emocionales
que los demás dan a unas palabras por lo demás inofensivas; así las cosas,
nunca saben cuándo se puede «activar» una mina verbal. Si, como se ha
observado anteriormente, los hablantes no están observando al que escucha,
es posible que no se den cuenta de que los están insultado u ofendiendo.
Y aunque sí sean conscientes de que han desencadenado una reacción
negativa en el interlocutor, la mayoría de los hablantes, en lugar de tratar de
desactivar la situación, se sienten inclinados a ponerse a la defensiva ante un
arrebato emocional inesperado, lo que por desgracia sólo intensifica la
reacción inicial del individuo. Un hablante que pisa una mina verbal y
reacciona poniéndose a la defensiva cuando se enfrenta a un escuchante
enfadado suele ser considerado impío e insensible. Por otro lado, el hablante
suele quedarse confundido, sin saber qué hacer o qué decir en respuesta a la
explosión emocional de su interlocutor.
La mejor manera de reaccionar a una mina verbal son los comentarios
empáticos, toda vez que éstos captan los sentimientos y devuelven su reflejo
a la persona utilizando un lenguaje análogo. Los comentarios empáticos,
pues, admiten los sentimientos de las personas sin necesidad de ponerse a la
defensiva.
Como recordarás del capítulo anterior, la fórmula básica para construir los
comentarios empáticos es «Así que tú…» Este acercamiento básico mantiene
la atención en la otra persona y lejos del individuo que ha pisado la minal
verbal. Sin embargo, de forma natural, las personas tienden a decir algo del
tenor de «Entiendo cómo te sientes», lo que automáticamente provoca que la
otra persona piense: No, no sabes cómo me siento porque tú no eres yo.
Los comentarios empáticos permiten dar rienda suelta a las emociones, y
una vez que las emociones reprimidas son aireadas, normalmente la
conversación podrá retornar al intercambio normal de información. Evitar
una discusión acalorada con una persona sensible aumenta las probabilidades
de que la relación tenga una oportunidad de sobrevivir y crecer.
Una vez que pises una mina verbal, aprende del hecho. Asegúrate de fijar
una bandera roja mental para evitar explosiones futuras. Por desgracia, el
problema de las minas verbales es que es improbable que vayan a
desaparecer en un futuro inmediato. De hecho, el mundo virtual en el que
vivimos está sembrado de peligrosas minas verbales, y uno nunca puede estar
seguro de que no vaya a pisar una. Las relaciones personales son más
difíciles de iniciar y de mantener cuando el paisaje verbal está salpicado de
minas verbales, tanto visibles como ocultas.
Es probable que los percances en la comunicación aumenten en los años
venideros, dado que las personas confían cada vez más en los soportes
electrónicos, tales como mensajes de texto, correos electrónicos y
publicaciones en Internet para comunicarse. Símbolos como paréntesis,
puntos y comas que forman caras risueñas, sorprendidas o que guiñan un ojo
salpican a menudo las frases para proporcionar más claves al lector sobre el
verdadero significado de lo que se transmite, de la misma manera que
también se utilizan los emoticonos para aclarar el contenido de los mensajes.
Cuando los mensajes de texto se empezaron a popularizar, recuerdo que me
comunicaba con mi hija a través de ellos. A uno me respondió con las letras
«LOL». A mi vez, le escribí: «Yo también te quiero». Su respuesta fue: «Ja,
a, ja. LOL indica carcajadas [ laugh out loud].» Mi respuesta fue que pensaba
que significaba «con mucho amor» [Lots of Love]. En su último mensaje me
dijo que ella también me quería. Mi metedura de pata en la comunicación con
mi hija acabó en risas, pero esto demuestra el peligro de la mala
comunicación cuando las personas no comparten las pistas no verbales que
guían una conversación. Cuando utilices los soportes electrónicos para
comunicarte, no recurras al sarcasmo ni a los sobreentendidos o a las palabras
que tengan un doble significado, si quieres evitar los tropiezos en la
comunicación.
La mejor manera de mantener tu comunicación verbal con eficacia en un
mundo lleno de minas verbales es:
1. Piensa las palabras que vas a utilizar antes de decirlas. Busca por adelantado las
posibles minas verbales que debes eliminar de tu discurso.
2. Observa a los que te escuchan a fin de detectar cualquier reacción inusitada.
Podría indicar que te has tropezado con una mina verbal.
3. No te pongas a la defensiva ni te enfades si un escuchante se altera por que has
utilizado una mina verbal (incluso aunque no supieras que algo así existía).
4. Dedica algún tiempo inmediatamente a averiguar si el malestar del oyente es
consecuencia de la explosión de una mina verbal. Si es así, discúlpate por utilizar
la palabra o frase, explica que no sabías que tuviera una connotación negativa para
tu interlocutor y procura no volver a utilizarla. Y luego, asegúrate de no hacerlo.
EL FRUNCIMIENTO DE LABIOS
Nadie puede leer los pensamientos, pero uno puede acercarse a ello
observando las indicaciones no verbales. Algunas pistas no verbales son más
evidentes que otras, y las evidentes son más fáciles de leer e interpretar por
los observadores. De igual manera, éstas son más fáciles de controlar por los
hablantes, que pueden así camuflar sus pensamientos. Por su parte, las pistas
no verbales sutiles son más difíciles de controlar y de que revelen la
información más íntima.
Los labios son una zona del cuerpo que pueden dejar al descubierto esas
pistas sutiles.
El fruncimiento es un ligero plegamiento o torcimiento de los labios casi
imperceptible (véanse las fotos aquí). Este gesto es señal de disensión o
desacuerdo, y cuanto más pronunciado el fruncimiento, más intensa la
disensión o el desacuerdo. Los labios fruncidos significan que la persona ha
pensado algo que está en franca oposición a lo que se acaba de decir o hacer.
Saber lo que una persona piensa te da una ventaja, y el secreto está en
cambiar de idea antes de que el otro tenga la oportunidad de expresar su
oposición. Una vez expresada una opinión o decisión en voz alta, resulta más
difícil que una persona cambie de idea en virtud del principio psicológico de
la coherencia. La toma de decisiones es siempre fuente de cierto grado de
tensión, y cuando una persona toma una decisión, la tensión desaparece. Por
ende, las probabilidades de que alguien cambie de idea son menores, porque
hacerlo significaría que admite que su primera decisión era equivocada, lo
que a su vez generaría tensión. Mantener una posición ya expresada provoca
menos tensión que pasar de nuevo por el proceso de toma de decisiones, con
independencia de lo convincentes que puedan ser los argumentos para la
rectificación. En otras palabras, cuando la gente dice algo, tiende a ser
coherente con lo que dice.
Labios fruncidos.
Observar si se fruncen los labios también es útil cuando hablas con tu
cónyuge, colegas y amigos, y es una pista no verbal universal que te informa
de lo que está pensando el otro. Sin embargo, unos labios fruncidos no es una
señal hostil; alguien puede estar satisfecho contigo y no obstante utilizarla.
Una vez más, recuerda la razón de que sea tan crucial observar si se
fruncen los labios: en cuanto una persona puede dar un «No» en respuesta a
tu idea o sugerencia o expresar un comentario negativo, se activa el principio
de la «coherencia», lo que significa que ahora a tu interlocutor le resulta muy
difícil volverse atrás en su respuesta verbal y cambiar de idea. El
fruncimiento de labios te permite prever la llegada de la respuesta negativa y
te da la oportunidad de contrarrestarla antes de que se exprese, aumentando
así las probabilidades de lograr que se acepte tu idea o proyecto.
Así pues, puedes utilizar esta señal no verbal para contribuir a aumentar tu
eficacia verbal en casa y en el trabajo. A modo de ejemplo: piensa en este
comentario que podrías hacerle a tu esposa: «Cariño, puedo demostrarte que
nos podemos permitir comprar una lancha [puedes sustituir “lancha” por
cualquier otro artículo que quizá desees comprar] para que pueda ir de
pesca».
Ahora, cuando empiezas a exponer tu argumentación financiera, puedes
ver el fruncimiento de labios de tu esposa. Ella ya ha dictado sentencia
mentalmente, que es contraria a lo que estás diciendo. (Su fruncimiento te
está diciendo que no quiere ¡que le metas la mano en el bolso!) Ahora sabes
que tienes que discurrir otra explicación adicional antes de que ella exprese la
objeción; de lo contrario, su proclamación pública dificultará que te salgas
con la tuya respecto al barco o cualquier otro bien oneroso que desees
comprar. Señoras, esta técnica también sirve para aplicarla a los hombres.
CUANDO TU JEFE FRUNCE LOS LABIOS
AL HABLARLE
En el trabajo, yo siempre andaba tratando de obtener financiación o más
efectivos para alguna operación que quisiera llevar a cabo. Tanto lo uno
como lo otro escaseaba, así que tenía que competir por los recursos.
Recuerdo que en una ocasión en que le explicaba a mi jefe por qué necesitaba
dinero para un proyecto en particular le vi fruncir los labios. Entonces supe
que estaba pensado en decir algo que contradecía mi planteamiento y que
necesitaba hacerle cambiar de idea antes de que tuviera ocasión de decirme
que no. Si rechazaba públicamente mi propuesta, obtener su aprobación sería
casi imposible.
Entonces, con la intención de anticiparme a un rechazo verbal, utilicé un
comentario empático. «Jefe, apuesto a que está pensando que esta idea no va
a funcionar, pero permita que le expliqué por qué sí lo hará.» Sabía
exactamente qué aspecto era el que le planteaba problemas, porque sus labios
se fruncieron al decir algo concreto. En ese momento supe lo que le
molestaba, y mi comentario me proporcionó algo de tiempo para responder a
su preocupación y convencerle de que mi idea valía la pena antes de que
hiciera cualquier declaración verbal, pues una afirmación hecha en público es
difícil de revocar.
La próxima vez que presentes un proyecto o propuesta a tu superior, busca
la señal del fruncimiento de labios. Si tu supervisor o supervisora frunce los
labios durante tu exposición, has de saber que ya se ha formado un juicio
contrario a tu propuesta. En cuanto veas el fruncimiento de labios, debes
intentar que cambie de idea antes de que exprese su oposición. Ten listo un
comentario empático. Prueba algo así: «Bueno, usted piensa que lo que digo
no tiene mucha lógica. Si me permite, desgranaré algunos aspectos que le
demostrarán que lo que propongo es la mejor forma de proceder». De esta
manera, además de reconocer sus dudas, expresas unas refutaciones para que
cambie de idea antes de que el juicio negativo sea expresado.
MORDERSE EL LABIO
Otra técnica para «leerle los pensamientos a una persona» es ver si se muerde
el labio. Se trata de un ligero mordisco o tirón del labio inferior o superior
con los dientes. Este gesto no verbal indica que la persona tiene algo que
decir, pero que duda si decirlo por un sinfín de razones. En inglés, «morderse
el labio» [el equivalente a «morderse la lengua» en español] significa
mantener la boca cerrada y no decir nada improcedente. Cuando doy clase, a
menudo veo labios mordidos, y lo tomo como una señal para construir un
comentario empático del tipo «Parece que quieren añadir algo a la
conversación», a fin de animar a los alumnos a que se expresen. La mayoría
se quedan sorprendidos de que pueda leerles los pensamientos, y se sienten
bien consigo mismos porque les estoy prestando atención.
Morderse el labio.
APRETAR LOS LABIOS
Apretar los labios tiene un significado parecido a mordérselos, pero con una
connotación más negativa. Los labios apretados aparecen cuando el labio
superior e inferior se cierran con fuerza. Este gesto indica que la persona a la
que le estás hablando tiene algo que decir, aunque se resiste a hacerlo. Poco
antes de que un sospechoso confiese suelo ver unos labios apretados; el
sospecho quiere decir algo, pero aprieta los labios para evitar que las palabras
salgan de su boca.
Labios apretados.
TOCARSE LOS LABIOS
Tocarse los labios con las manos, los dedos o un objeto inanimado, como
puede ser un lápiz, es indicativo de que la persona se siente incómoda con el
tema del que se está hablando. Estimularse de forma pasajera los labios
desvía tu atención del tema delicado y en consecuencia reduce la inquietud.
De esta manera, los sospechosos solían indicarme involuntariamente que la
pregunta que acababa de hacerles ponía de relieve un tema delicado o les
hacía sentir incómodos. Al ver esta pista silenciosa, elaboraba un comentario
empático como: «Parece que hablar de este tema le hace sentir un poco
incómodo», a fin de profundizar en la cuestión. Entonces el sospechoso o
confirmaba o negaba que estuviera incómodo, y en la mayoría de los casos
explicaba las razones para sentirse como se sentía.
Esta señal de tocarse a uno mismo se puede utilizar con buenos resultados
en entornos comerciales o sociales. Por ejemplo, si estás en una reunión
privada con un cliente para presentarle un nuevo producto que deseas
venderle, y ves que se frota ligeramente los labios con los dedos, no lo eches
en saco roto. Al ver esta pista no verbal, deberías hacer un comentario
empático del siguiente tenor: «Puede que esto le esté agobiando un poco
porque nunca ha utilizado este producto», a fin de permitir al cliente que
exprese las preocupaciones o recelos que pueda tener sobre el producto o
servicio que le estés ofreciendo. Una vez que tengas claro los problemas
concretos de tu cliente, puedes adaptar tu presentación para vender el
producto o servicio con más eficacia.
Tocarse los labios demuestra que la persona se siente inquieta o incómoda.
En los actos sociales, puedes evitarte momentos incómodos observando a
la persona con la que estás hablando. Si planteas un tema delicado y ves que
la otra persona frunce o aprieta los labios, no tendrás mejor mensaje para
cambiar de tema antes de que se produzca el daño. Cuando entre tú y la otra
persona se haya creado la suficiente confianza, entonces puedes volver al
asunto con plena seguridad.
NORMA N.º 3. EXPRÉSATE: LA MANERA
DE HABLAR Y LO QUE DIGAS INFLUIRÁ
EN TU EFICACIA PARA HACER Y
MANTENER LAS AMISTADES
A veces, la manera que tengas de decir las cosas puede ser tan importante
como el contenido en sí. De especial interés es el «tono de voz», el cual
transmite información al que escucha con independencia de lo que se esté
diciendo. La atracción y el interés, por ejemplo, son comunicados más
eficazmente por el tono de voz que por las palabras que se dicen.
TU MANERA DE HABLAR INFLUYE EN
CÓMO LOS DEMÁS ENTIENDEN TU
MENSAJE… Y TE ENTIENDEN A TI
El tono de voz puede transmitir mensajes que le están vedados a las palabras.
Una voz grave y profunda expresa un interés romántico; una voz aguda,
sorpresa o escepticismo. Un tono de voz alto causará la impresión de que
estás siendo imperioso. El tono de voz que utilices puede aceptar a los demás
o descalificarlos.
La velocidad con que hables también controla la conversación. Hablar
deprisa confiere una sensación de apremio a la conversación o puede actuar
como aviso para acabar un diálogo aburrido. Arrastrar las palabras puede ser
señal de interés. Así, en las películas, los actores suelen alargar el saludo
«Hola» para indicar un interés sentimental. Por otro lado, una forma de
hablar lenta, monótona y en voz baja puede reflejar la falta de interés del que
escucha o indicar una timidez extrema en el hablante. Por otro lado, hablar
lentamente y en voz baja con unas inflexiones normales transmite empatía; a
menudo escucho esta clase de comunicación en los funerales o durante una
tragedia.
La mayoría de los padres aprenden a controlar la conducta de sus hijos con
las inflexiones de voz. Por mi parte, solía dirigirme a mis hijos con voz
pausada y grave para expresar mi desagrado; como muchos padres, si mi
disgusto era considerable, pronunciaba el nombre y el apellido de mis hijos
arrastrando las palabras, con un fantástico resultado. Un seco y cortante
«Bueno» expresaba aprobación.
El tono de voz transmite la parte emocional de tu mensaje. Yo tengo
acento de Chicago, y tiendo a acortar las palabras. Cuando estoy en Chicago,
el abreviamiento de las palabras pasa desapercibo porque todos hacen lo
mismo. Sin embargo, cuando viajo a otras partes del país, la gente puede
interpretar que ese acortamiento de las palabras denota autoritarismo y
desdén. El sarcasmo también puede prestarse a equívocos si no va
acompañado del tono de voz que permite que el oyente sepa que hay un
significado oculto en el mensaje; razón por la cual el sarcasmo debe evitarse
en los correos electrónicos y mensajes de texto.
La entonación también tiene un gran papel en los turnos de la
conversación. Bajar la voz al final de una frase indica que has terminado de
hablar y que ahora le toca hacerlo a la otra persona. Si el hablante baja la voz
al final de una frase y sigue hablando, el oyente se sentirá frustrado porque
piensa que es su turno de hablar. Adoptar una postura avasalladora en la
conversación es una violación de la Regla de Oro de la Amistad, por
mantener el centro de atención en uno mismo en lugar de en la otra persona.
Por el contrario, si te pones a hablar cuando la persona que te interesa no
ha dado ninguna «señal de ceder el turno» de la palabra, incluso si ha
terminado una frase, eso puede entorpecer el avance de la amistad. Violar la
etiqueta de la conversación puede provocar irritación y tener un efecto dañino
sobre la consolidación de la relación.
Adquiere el hábito de hacer una pausa de uno o dos nanosegundos antes de
hablar, sobre todo si eres una persona extrovertida. Dicha pausa da a los
introvertidos la oportunidad de que organicen sus pensamientos; no te olvides
de que suelen pensar antes de hablar. Si interrumpes su proceso mental,
tienden a sentirse frustrados, y en consecuencia, les gustarás menos. Por su
parte, la pausa da a los extrovertidos tiempo para pensar en lo que están a
punto de decir. Este hábito me ha ahorrado incontables situaciones
comprometidas.
INFLUYE EN LA MANERA
EN QUE LOS DEMÁS PERCIBEN TU
MENSAJE… Y TE PERCIBEN A TI
LO QUE DICES
Esto parece de sentido común, y hasta cierto punto lo es. Pero aquí la
atención se centra en decir ciertas cosas o en decirlas de cierta manera que de
lo contrario quizá no utilizarías para hacer o mantener las amistades. A este
respecto existen algunas estrategias verbales que puedes utilizar para hacer o
mantener amistades en situaciones cotidianas, estrategias que por lo demás
podrías ignorar o menospreciar en detrimento de tus relaciones.
Estrategia 1: cuando tengas razón en algo y otra persona esté equivocada,
concede a tu interlocutor una manera de salvar la cara, de manera que puedas
llevar a cabo tus deseos con un mínimo de bochorno y/o humillación por su
parte. A esa persona le gustarás mucho más por esforzarte por ella.
Los seres humanos sentimos la necesidad intrínseca de tener razón, pero
tenerla conlleva algunas consecuencias imprevistas. Una de ellas es la
pérdida de la amistad si la persona que tiene razón no concede a la persona
equivocada una manera de salvar la cara, de manera que pueda salir airosa de
la situación de que se trate.
Aprendí esta lección por las malas mientras daba una clase sobre la
elaboración de informes a un grupo de agentes de la libertad condicional.
Antes de empezar mi clase, hablé con varios de los asistentes acerca de las
prácticas que realizaban sobre la redacción de informes. Uno de ellos
identificó a su superior como el gurú de la redacción. Los demás asistentes le
dieron la razón, haciendo comentarios tales como: «Realmente domina la
materia», «Es un maestro de la palabra», «Nos obliga a utilizar diferentes
palabras para referirnos a la misma cosa» y «No sé qué haríamos sin él».
Eché un rápido vistazo al supervisor; tenía los ojos brillantes y sonreía
orgulloso. Aquella conversación y la reacción del superior fueron una
bandera roja de la que no me percaté hasta que fue demasiado tarde. La
autoestima del referido jefe estaba envuelta en su identidad como gurú
gramatical del grupo, y su valor para la agencia también provenía de su
reputación como destacado escritor.
Durante mi clase, demostré un sencillo aunque efectivo método de escribir
informes diseñado según el modelo del FBI para elaborar tales documentos.
Varios de los asistentes comentaron que iban a empezar a utilizar este modelo
porque era más fácil y reducía las posibilidades reales de que sus informes
fueran impugnados en los tribunales.
Entonces me desconcertó que el supervisor protestara, aduciendo que el
método de redacción que yo estaba enseñando tal vez diera resultado para el
FBI, pero que no era el adecuado para su organismo. Manifestó que, como
licenciado en inglés, creía que los informes creativos utilizando sinónimos
eran más interesantes que los informes que recurrían a las mismas palabras
una y otra vez. Entonces cometí el terrible error de hacerle participar en una
representación espontánea, con la única finalidad de demostrar que yo tenía
razón y que él, en consecuencia, estaba en un error. Así las cosas, le pregunté
qué sinónimos utilizaría para el participio «dicho», a lo que sugirió las
siguientes alternativas: «contado», «explicado» y «mencionado». Le
interrumpí ahí y le dije que interpretara el papel de testigo en un juicio,
mientras que yo haría de abogado defensor. Se mostró de acuerdo. El diálogo
fue como sigue:
YO (ABOGADO DEFENSOR): Por favor, agente, defina la palabra
«afirmó» en el sentido que la ha utilizado en su informe.
SUPERVISOR (AGENTE): Expresar un hecho con seguridad.
YO (ABOGADO DEFENSOR): Gracias, agente. ¿Y cómo definiría la
palabra «interpretó» como la utiliza en su informe?
SUPERVISOR (AGENTE): Considerar.
YO (ABOGADO DEFENSOR): Gracias, agente. Así que lo que escribió
es que lo que inicialmente dijo mi cliente lo dijo con seguridad, y lo
segundo que dijo mi cliente no lo dijo con seguridad.
SUPERVISOR (AGENTE): No, eso no es lo que quería decir. El
sospechoso dijo ambas cosas con seguridad.
YO (ABOGADO DEFENSOR): Eso no fue lo que escribió. Por sus
propias definiciones de las palabras «afirmó» e «interpretó», está
diciendo que la primera declaración fue hecha con seguridad, mientras
que la segunda no fue hecha con seguridad. ¿Es eso correcto?
SUPERVISOR (AGENTE): No, ambas declaraciones fueron hechas con
seguridad.
YO (ABOGADO DEFENSOR): Si ambas declaraciones fueron hechas
con seguridad, entonces, ¿por qué no utilizó la palabra «afirmó» en las
dos frases?
SUPERVISOR (AGENTE): Esto… no lo sé
Había impuesto mi criterio, pero fue una victoria pírrica. Mi necesidad de
tener razón provocó que todo saliera mal. A partir de ese momento, la tensión
reinante en el aula se hizo evidente: había obligado a los asistentes a que
escogieran entre un método más eficaz de escribir y el menos eficiente de su
supervisor. Como era de esperar, se pusieron del lado de su superior.
Las consecuencias imprevistas de tener razón se producen a diario en las
oficinas y hogares de todo el país. Sin pretenderlo, nos malquistamos con
nuestros jefes, colegas, amigos y cónyuges y provocamos un antagonismo y
una tensión innecesarios.
Existe un procedimiento mejor. Uno puede tener razón sin agraviar a
nadie. En lugar de hacer valer tu derecho a estar en lo cierto, pide consejo a
los demás; esto les permite formar parte del proceso de toma de decisiones. A
mayor abundamiento, se sienten bien consigo mismos porque te diriges a
ellos en busca de consejo, lo que les promueve a una posición digna. La
Regla de Oro de la Amistad establece que si haces que los demás se sientan
bien les gustarás más.
Utilizar esta estrategia de la «petición de consejo» te sigue permitiendo
tener razón, conseguir los resultados que deseas y mantener (o fortalecer) las
amistades con aquellos individuos que ahora tienen un medio de salvar las
apariencias para mantener su dignidad y evitar quedar como los
«equivocados».
El siguiente diálogo entre una subordinada y su jefe ilustra la técnica de la
petición de consejo. La subordinada encuentra un error en una discutible
póliza recién preparada por su jefe. En lugar de matar con un triunfo a su
superior con la carta «correcta», acude a él en busca de consejo.
SUBORDINADA: ¿Tiene un minuto, jefe?
JEFE: Por supuesto, ¿qué sucede?
SUBORDINADA: He estado revisando su última póliza y he reparado en
algo. Me gustaría que me diera su consejo al respecto.
JEFE: Pues claro. Déjame echarle un vistazo.
Ahora la subordinada puede señalar las discrepancias de la póliza, y su
superior tiene la oportunidad de rectificar su error sin quedar mal.
Los vendedores también pueden utilizar la misma técnica cuando se
entrevisten con los clientes, ya sean de toda la vida o nuevos. Los
representantes de libros de texto suelen venir a visitarme a mi despacho para
venderme las novedades editoriales con el fin de que las utilice en mis cursos.
En lugar de personalizar su método de ventas, me explican las razones de que
su libro sea mejor que el que estoy utilizando en ese momento. Es posible que
tengan razón, pero semejante enfoque tiene unas consecuencias imprevistas.
El vendedor está sugiriendo que mi criterio a la hora de escoger los libros de
texto es malo, constatación que no me hace sentir bien conmigo mismo. Por
mi parte, me mostraría más proclive a escuchar a los representantes si se
presentaran y dijeran: «Profesor, me gustaría que me diera su opinión sobre
este nuevo libro pensado para la materia que imparte».
LA TÉCNICA PARA SALVAR LAS
APARIENCIAS QUE EVITÓ UNA FICHA
POLICIAL
Cuando era agente del FBI, me daba pavor que llegara el momento en que,
estando en un avión con rumbo a unas siempre ansiadas vacaciones, me
requiriesen para tener que lidiar con un pasajero revoltoso o encargarme de
una situación de crisis. Pues bien, eso sucedió finalmente en un vuelo que
partía de Los Ángeles a las seis de la mañana. Había subido a bordo y me
encontraba tranquilamente sentado en mi plaza, cuando una auxiliar de vuelo
se me acercó y me dijo que había un pasajero borracho en la parte trasera a
quien el capitán quería desembarcar. Eché un vistazo por la aeronave, y
efectivamente, había un pasajero que avanzaba por el pasillo tambaleándose,
mientras otra auxiliar de vuelo le decía a gritos: «Bájese del avión… Es usted
un imbécil». Una buena forma de intentar calmar las cosas. La asistente que
estaba de pie junto a mí me dijo: «Usted es agente del FBI; oblíguele a
bajarse del avión».
Será mejor que eche mano de alguno de mis conocimientos , me dije. Así
que me acerqué al hombre, que estaba apoyado en su asiento. Le dije que era
agente del FBI, le mostré la placa y las credenciales y le sugerí que nos
sentáramos y habláramos. No estaba tan borracho como para no entenderme.
Se sentó, y yo me senté en el borde del asiento vacío que había a su lado.
—Mire —le dije, en voz lo bastante baja para que al resto del pasaje le
resultara difícil oírme—, el resultado final es que tiene que bajarse de este
avión. Cuando el capitán dice que uno tiene que desembarcar, tiene que
desembarcar. Pero puede elegir: puede salir por su propio pie y mantener la
dignidad, presentar una reclamación cuando esté en la terminal y hacer el
viaje hasta Dallas en un vuelo posterior… o, si no, le voy a detener, ponerle
las esposas y bajarle del avión a la fuerza. En ese caso, irá a la cárcel, tendrá
que pagar una fianza para salir y luego regresar aquí para ser juzgado, donde
podría ser condenado a una pena de cárcel. Así pues, señor —le susurré—
usted elige. Le dejo que tome la decisión. Tómese unos segundo para
pensárselo. ¿Qué es lo que quiere hacer?
El pasajero sólo necesitó un instante antes de hablar.
—Creo que desembarcaré, presentaré mi reclamación y cogeré otro avión.
—Me parece una decisión muy inteligente. Venga, estaré encantado de
acompañarle fuera —respondí.
Después de haber acompañado al hombre hasta la terminal y de regresar a
mi asiento, la asistente de vuelo que anteriormente se había dirigido a mí se
me acercó y quiso saber cómo me las había arreglado para solucionar un
conflicto tan feo de manera tan pacífica. Respondí que le había dado al
pasajero la oportunidad de que tomara una decisión por sí mismo.
En efecto, le había dado la oportunidad de sentir que tenía cierto control
sobre su situación y era libre de escoger su destino. Y, lo más importante de
todo, le había proporcionado un medio de que salvara la dignidad
desembarcando con el menor bochorno posible.
ALIMENTAR LA REFLEXIÓN
Transmitirle a alguien la sensación de que tiene cierto control sobre una situación puede obrar
maravillas, incluso con los niños. De hecho, los padres pueden utilizar este planteamiento para
ayudar a sus hijos a que tomen decisiones, sobre todo cuando son muy pequeños. A los niños, igual
que a los adultos, les gusta tener la sensación de que controlan sus vidas, y la ilusión del control se
puede transmitir si los padres les dan la oportunidad de escoger su destino. Esto se puede conseguir
sin que los progenitores pierdan por ello un ápice de autoridad. Por ejemplo, has llevado a tu hijo a
comer fuera y ya has tomado la decisión de que vais al McDonald’s o al Burger King en busca de un
menú infantil. Por un lado, no quieres dejar que tu hijo escoja otro restaurante, aunque por otro
sigues deseando que ponga en práctica sus aptitudes para tomar decisiones. Todo esto se puede
conseguir preparando una pregunta de alternativa forzada del tipo: «Vamos a ir a comer. ¿Quieres ir
a McDonald’s o al Burger King a comer un menú infantil?» Una pregunta de esta naturaleza da a tu
hijo la ilusión de control, aunque eres tú realmente quien lo tiene, merced a la elección limitada de
restaurantes, sólo puede elegir entre McDoanld’s o Burger King, y a la elección de la comida,
restringida a un menú infantil.
Los vendedores siempre utilizan las preguntas de alternativa forzada. Cuando vas a un
concesionario de automóviles, un buen vendedor no te preguntará si quieres comprar un coche; te
preguntará si prefieres los coches rojos o los azules. Si respondes: «Los azules», el vendedor te
enseñará los coches azules; si respondes: «Los rojos», te enseñará los rojos, y si respondes un color
que no sea rojo o azul, entonces te enseñará los coches de ese color. Los buenos vendedores
transmiten a los clientes la ilusión de que son ellos los que controlan la experiencia de comprarse un
coche, cuando de hecho son los vendedores los que están controlando la situación a través de una
exposición bien planeada.
Estrategia 2: utiliza la técnica verbal del «ascenso de posición» para hacer
que las personas se sientan mejor consigo mismas y te vean como amigo. El
ascenso de posición es una técnica que satisface la necesidad de
reconocimiento del individuo. Yo descubrí este planteamiento un día que
estaba con mi hijo Bryan en una librería. Una escritora estaba firmando libros
en un caseta instalada delante de la tienda. No había nadie en la caseta, así
que Bryan y yo no acercamos para hablar con ella. Mientras mi hijo hablaba
con la mujer, le eché una ojeada a su libro. Advertí que su forma de escribir
me recordaba a Jane Austen, y así se lo dije a la escritora. Su mirada se
iluminó y sus mejillas adquirieron una tonalidad rosácea. «¿De verdad?»,
respondió. «No dispongo de mucho tiempo para escribir. Tengo tres hijos, y
mi marido está en el ejército y pasa largas temporadas fuera. Me gustaría
volver a la universidad para terminar la carrera. Dejé la facultad al casarme.
Un error que nunca lamentaré bastante.» Por un mero comentario, aquella
mujer me estaba contando la historia de su vida como si yo fuera un amigo al
que no veía hacía mucho.
He puesto en práctica esta técnica varias veces mas, siempre con el mismo
resultado. En una ocasión, conocí a un ambicioso candidato del Partido
Republicano, y al cabo de unos minutos de hablar de política, le comenté que
su estilo político me recordaba al de Ronald Regan. El joven se infló de
orgullo y me habló de su educación familiar, de adónde había ido a la
universidad y de muchos otros detalles personales que mostraban que me
consideraba alguien digno de simpatía. El ascenso de posición puede adoptar
la forma de un sencillo cumplido.
PASÁNDOLE LA FREGONA A UN
PROBLEMA DE PINTADAS ESCOLARES
En cierta ocasión, interrogué al conserje de un instituto en relación con unas
pintadas racistas aparecidas la noche anterior. Al principio del interrogatorio,
intenté establecer un clima de confianza con él, así que le comenté que
encargarse solo del cuidado de un edificio tan grande suponía un enorme
trabajo. Entonces me habló de un sistema que había ideado y que le permitía
realizar múltiples tareas al mismo tiempo, siguiendo los caminos más cortos
para cruzar el edificio. Le respondí que la mayoría de los colegios de idéntico
tamaño necesitaban a varios conserjes para cumplir con el trabajo que él
hacía utilizando el sistema que había ideado (le estaba dando la oportunidad
de que se diera una palmadita en el hombro).
A medida que fue avanzando la conversación, se hizo evidente que había
conseguido establecer una sólida compenetración con aquel hombre. Sin
escatimar detalles, me fue explicando cómo había planeado su rutina de
mantenimiento, y de ahí pasó a contarme anécdotas sobre los profesores y el
personal administrativo; las historias eran interesantes, aunque inútiles para
mi investigación. De todas formas, escuché, y de paso me hice un amigo. Le
entregué mi tarjeta de visita y le pedí que me llamara si se enteraba de alguna
nueva información sobre el incidente de la pintada.
Varias semanas después, el conserje me llamó para contarme un rumor que
le había revelado un alumno. Al final, el rumor resultó ser cierto y condujo a
la detención de los autores de la pintada.
Dudo que el conserje se hubiera tomado la molestia de llamarme para
contarme lo del rumor si yo no hubiera establecido una buena relación con él
durante mi única visita.
Estrategia 3: si quieres obtener información de alguien sin levantar sospechas
ni que se ponga a la defensiva, utiliza el planteamiento del «sonsacamiento».
La utilización de las estrategias de sonsacar en la conversación están
encaminadas a obtener información de una persona sin que ésta se dé cuenta
de tus intenciones.
La gente suele dudar a la hora de responder preguntas directas, sobre todo
cuando las pesquisas se centran en temas delicados. Si quieres caerle bien a
las personas, utiliza la sonsaca, en lugar de las preguntas para obtener
información delicada. Estos métodos animan a las personas a revelar
información sensible sin necesidad de hacer preguntas.
Hacer preguntas pone a la gente a la defensiva. A nadie le gusta los
individuos fisgones, sobre todo cuando los acabas de conocer. Curiosamente,
la primera vez es el momento en que más necesitas la información de las
personas que te interesan. Cuanta más información tengas de un individuo,
más capacitado estarás para elaborar estrategias destinadas a cultivar con
éxito las relaciones personales y profesionales.
La sonsaca es la habilidad para conseguir información delicada de la gente
sin que se den cuenta de que te están proporcionando dicha información.
Durante mi actividad en el mundo de la inteligencia, formaba agentes para
que obtuvieran información sensible de los adversarios al mismo tiempo que
mantenían una buen relación con ellos. Las características de la sonsaca son:
1. Pocas preguntas, si es que se hace alguna, evitando así la reacción defensiva de la
persona que interesa.
2. El proceso es indoloro, toda vez que la persona objeto de interés no es consciente
de que está revelando información personal sensible.
3. Caerás bien a las personas porque las conviertes en el objeto absoluto de tu
atención.
4. Las personas en cuestión te agradecerán que seas tan amable y es muy probable
que se pongan en contacto contigo en el futuro, lo que te proporciona otra
oportunidad para recopilar más información de ellos.
La sonsaca funciona porque se basa en las necesidades humanas.
La necesidad humana de corregir: la utilización de la sonsaca
mediante afirmaciones hipotéticas
Las personas sienten la necesidad de tener razón, aunque todavía la sienten
mayor de corregir a los demás; la necesidad de estar en lo cierto y de corregir
a los demás es casi irresistible. Hacer «afirmaciones hipotéticas» es un
método de sonsaca que plantea un hecho que puede ser cierto o erróneo; si la
suposición es correcta, la gente afirmará el hecho y a menudo proporcionará
más información. Si la hipótesis afirmada está equivocada, la gente
proporcionará la respuesta correcta, por lo general acompañada de una
detallada explicación de «por qué» es correcta.
Hace poco estaba comprando una joya, que confiaba poder comprar a
precio de coste. Para conseguir el mejor precio, tenía que conocer cuál era el
margen de beneficio sobre la joya que le quedaba a la tienda y también la
comisión del empleado, si es que la tenía. Por motivos evidentes, esta
información suele guardarse celosamente. Sabía que si preguntaba
directamente los precios, no lograría las respuestas que necesitaba para
obtener el mejor trato posible, así que utilicé la sonsaca para conseguir la
información que quería.
DEPENDIENTA: ¿Puedo ayudarle?
YO: Sí, estoy buscando un colgante de diamantes para mi esposa.
DEPENDIENTA: Tenemos muchos. Deje que le enseñe lo que tenemos.
La empleada me entregó un estuche de terciopelo que contenía varios
colgantes. Me quedé mirando fijamente uno de ellos.
YO: ¿Cuánto vale éste?
DEPENDIENTA: Ciento noventa dólares.
YO: Caray, el margen de beneficio debe de ser al menos del ciento
cincuenta por ciento (afirmación hipotética).
DEPENDIENTA: No. Es sólo del cincuenta por ciento.
Yo: Y más su diez por ciento de comisión (afirmación hipotética).
DEPENDIENTA: No tanto. Sólo me llevo el cinco por ciento.
YO: Supongo que no tiene permiso para hacer descuentos (afirmación
hipotética).
DEPENDIENTA: Estoy autorizado a hacer un diez por ciento de
descuento. Todo lo que sobrepase ese porcentaje, tiene que autorizarlo
el gerente.
A esas alturas, o me conformaba con el 10 por ciento o presionaba algo
más. Dada la crisis económica imperante en ese momento, sospeché que el
gerente estaría dispuesto a concederme un descuento mayor, siempre que
siguiera teniendo algún beneficio.
YO: Pregúntele al gerente si me haría un cuarenta por ciento de descuento
en esta pieza. (Esperé pacientemente a que la dependienta entrara en la
trastienda. Regresó al cabo de unos minutos.)
DEPENDIENTA: Me ha dicho que lo más que puede hacer es el treinta
por ciento, si paga usted en metálico.
YO: Es un regalo para mi esposa.
DEPENDIENTA: Sin problema. Se lo envolveré para regalo. (No sólo me
ahorré cincuenta y siete dólares, ¡sino también el papel de regalo!)
En este caso, la utilización de la sonsaca en lugar de las preguntas directas
me proporcionó una información valiosa. Pude averiguar el margen de
beneficio de la joyería (50 por ciento) y la comisión de la empleada (5 por
ciento), lo que me permitió negociar con confianza. Si no hubiera querido
negociar, podría haber conseguido el 10 por ciento automático para
ahorrarme 19 dólares. Si la dependienta no hubiera divulgado esa
información, habría pagado el precio completo. Teniendo en cuenta su
conducta, es evidente que no se dio cuenta de que había revelado la
información celosamente guardada.
SONSACA EMPÁTICA
El comentario empático es una estrategia versátil, puesto que se puede
combinar con las técnicas de sonsacamiento. Aquí trataremos dos técnicas de
sonsaca empática que derivan de la necesidad humana de corregir, a saber: la
suposición empática y el condicional empático. Los vendedores utilizan
habitualmente la sonsaca empática. Los clientes son menos proclives a
comprar algo a alguien que no les gusta. En consecuencia, los vendedores
utilizan este método para alcanzar dos objetivos: primero, los comentarios
empáticos crean rápidamente una buena relación, y segundo, el
sonsacamiento empático recolecta información de los clientes que, de lo
contrario, no revelarían en respuesta a una pregunta directa.
SUPOSICIÓN EMPÁTICA
La suposición empática centra la atención de la conversación en el cliente y
presenta un hecho como si fuera cierto. La suposición puede ser verdad o
puede ser un hecho supuesto, con independencia de su veracidad. Si la
suposición es verdad, el cliente normalmente aportará nueva información a la
conversación.
El vendedor, entonces, podría elaborar un nuevo comentario empático
basado en la respuesta del cliente, a fin de provocar la revelación de más
información. Si la suposición es falsa, en circunstancias normales el cliente la
corregirá. Observa el siguiente ejemplo:
VENDEDOR: ¿Puedo ayudarle en algo?
CLIENTE: Sí, tengo que comprar una lavadora y una secadora nuevas.
VENDEDOR: Así que las viejas están en las últimas, ¿no?
COMPRADOR: No, es que me voy a vivir a un piso pequeño.
VENDEDOR: Ah, entonces necesitará una lavadora y una secadora
compactas. Déjeme que le enseñe un conjunto vertical que vendemos a
muy buen precio.
CLIENTE: De acuerdo.
El vendedor ha escuchado lo que dijo el cliente: «Tengo que comprar una
lavadora y una secadora nuevas», lo que sugiere que los actuales
electrodomésticos del cliente no funcionan bien. El vendedor utiliza la
suposición empática para mantener la atención en el cliente y animarle a
afirmar o negar la suposición: «Así que las viejas están en las últimas, ¿no?»
El cliente le corrige diciendo: «Me voy a vivir a un piso pequeño». Esta
información adicional localiza el tipo de equipo hacia el que debe orientarse
al comprador. La frase «tengo que comprar» indica que éste habla en serio
cuando dice que va a comprar una lavadora y una secadora; no es que esté
mirando nada más. El vendedor consigue enterarse de unos hechos
importantes durante el primer intercambio de información. Primero, el cliente
es un comparador que va en serio, y el vendedor conoce exactamente la clase
de lavadora y secadora que es probable que compre. Esta información les
ahorra tiempo a los dos. El cliente vuelve a casa con el producto que necesita,
y el vendedor tiene más tiempo para atender a otros clientes.
EL CONDICIONAL EMPÁTICO
El condicional empático centra la atención de la conversación en el cliente y
presenta una serie de circunstancias en las cuales el comprador podría
plantearse adquirir el producto o servicio.
VENDEDOR: ¿Puedo ayudarle en algo?
CLIENTE: No, sólo estoy mirando.
VENDEDOR: Así que todavía no ha decidido qué modelo quiere
comprar, ¿no? (comentario empático).
CLIENTE: Necesito un coche nuevo, pero no estoy seguro de que me lo
pueda permitir.
VENDEDOR: Así que se compraría un coche si el precio fuera el
adecuado, ¿no es así? (condicional empático).
CLIENTE: Por supuesto.
VENDEDOR: ¿Le gustan los coches azules o rojos?
CLIENTE: Azules.
VENDEDOR: Echemos un vistazo a algunos coches azules que están en
su horquilla de precios.
En respuesta al sonsacamiento empático, el cliente aclara la razón que le
impide comprar un coche. Entonces el vendedor utiliza el planteamiento del
condicional empático; éste centra la atención en el cliente y, al mismo
tiempo, plantea la supeditación al cumplimiento de la condición: «Así que se
compraría un coche si el precio fuera el adecuado, ¿no es así?» La presunción
implícita es que el cliente se comprará un coche si se dan ciertas condiciones.
En este caso, la condición es el precio. El condicional empático ayudó al
vendedor a determinar el objetivo de la compra, y con esta nueva información
ya puede orientar al cliente hacia la gama de automóviles que están dentro de
su horquilla de precio.
LA NECESIDAD DE CORRESPONDER
UTIIZANDO EL PRINCIPIO DEL QUID PRO
QUO
Cuando la gente recibe algo, bien física, bien emocionalmente, siente la
necesidad de corresponder dando algo a cambio de igual o mayor valor (Ley
de la Reciprocidad). El quid pro quo es una técnica de sonsaca que anima a
las personas a corresponder por la información aportada por los demás. Por
ejemplo, conoces a una persona y quieres saber dónde trabaja. En lugar de
preguntarle directamente: «¿Dónde trabajas?», dile primero dónde trabajas tú.
La gente se sentirá inclinada a corresponderte diciéndote dónde trabajan. Esta
técnica de la sonsaca puede ser utilizada para descubrir información sobre las
personas sin ser invasivo ni parecer fisgón.
Si no quieres que los demás sepan dónde trabajas, pero aun así sientes
curiosidad por saber dónde trabajan ellos, puedes conseguir la información
necesaria de otra persona e interrumpir la reciprocidad haciendo la pregunta
de una manera novedosa. Por ejemplo: «¿En qué te ganas la vida?» Esta
pregunta exige un procesamiento cognitivo añadido, que interrumpe la
necesidad de corresponder con esta otra: «¿Y tú dónde trabajas?»
Cuando interrogaba sospechosos, utilizaba la necesidad de corresponder, y
así siempre ofrecía al sospechoso algo de beber, como café, té, agua o un
refresco, al principio del interrogatorio. Hacía eso para suscitar la necesidad
de corresponder, y a cambio de la bebida confiaba en recibir algo como
información secreta o una confesión.
Durante tu conversación, deberías buscar una afinidad (Ley de la
Semejanza) con la otra persona, y también utilizar comentarios empáticos que
centren la atención en el individuo en cuestión. Resumiendo: quieres hacer
que la otra persona se sienta bien (Regla de Oro de la Amistad), y si tienes
éxito, le gustarás, y en el futuro buscará la ocasión de estar en tu compañía.
UTILIZACIÓN DEL MÉTODO DEL
TERCERO PARA DESCUBRIR LOS
VERDADEROS SENTIMIENTOS DE LAS
PERSONAS
En general, las personas son reacias a hablar de sí y de lo que piensan
realmente de alguien o algo. Sin embargo, se muestran menos indecisas a la
hora de hablar de los demás, quizá para evitar revelar demasiada información
sobre sí mismas. Pues bien, es posible utilizar esta peculiaridad de los
humanos para conocer cualquier información celosamente guardada (íntima)
sobre una persona que interese. Y esto se logra con la técnica de
sonsacamiento conocida como «focos internos/externos».
Veamos un ejemplo de cómo funciona esta técnica. En las relaciones
monógamas, a la mayoría les gustaría saber si su pareja se siente predispuesta
a engañarles. Si le preguntas a tu pareja sentimental si de verdad te engañaría,
rara vez oirás algo así: «Pues sí, no me supone ningún problema». Es posible
que lo «piense», pero con toda seguridad no lo expresará en voz alta.
Para averiguar si tu persona amada realmente piensa en engañarte, tienes
que abordar el tema desde la perspectiva del tercero, y en lugar de hacer la
pregunta directa: «¿Qué piensas tú de la infidelidad?, debes decir: «Mi amiga
Susan pilló a su marido poniéndole los cuernos. ¿Qué piensas al respecto?»
Cuando alguien es enfrentado a una observación sobre un tercero, tiende a
mirar dentro de sí para encontrar la respuesta y decir lo que realmente piensa.
Por supuesto, la respuesta que uno desea oír es: «La infidelidad está mal.
Yo jamás te haría eso». Sin embargo, hay que estar preparado para escuchar
respuestas como éstas: «Todos engañan a todos hoy día», «Si una mujer no
puede satisfacer las necesidades de su marido, ¿qué otra cosa puede hacer un
hombre», «Si mi esposa me tratara como ella le trata a él, yo también la
engañaría» y «No tiene nada de raro, últimamente no iban bien las cosas
entre ellos».
Estas respuestas suelen ser fiel reflejo de lo que alguien piensa
«realmente» de la infidelidad. En este caso, el individuo tiende a pensar que
las aventuras extraconyugales son aceptables en determinadas condiciones, y
por consiguiente, él o ella estaría predispuesto al engaño siempre que se den
tales circunstancias. Esas respuestas de «terceros» no son fiables al ciento por
ciento, aunque sí que proporcionan pistas de la predisposición de la persona
amada a la infidelidad, y son un reflejo más fiel de sus verdaderos
sentimientos que cualquier respuesta obtenida por medio de las preguntas
directas sobre el tema.
ÉL NO ES DIGNO DE TU PESO
Una de mis alumnas, Linda, mantenía una relación seria con un joven y
estaba pensando en casarse. A Linda le preocupaba su tendencia a engordar y
hacía ejercicio con regularidad para mantenerse en forma. Sin embargo, sabía
que acabaría engordando cuando fuera mayor o si se quedaba embarazada.
Eso la llevó a querer saber qué le parecería a su novio que engordara algunos
kilos, pues le preocupaba que él pudiera tener problemas al respecto.
Una noche, Linda le sugirió que vieran The Biggest Loser, un programa
que se centra en personas con obesidad mórbida que se someten a un plan de
adelgazamiento con ejercicios, dieta y cambios en el estilo de vida para
perder peso. La persona que más peso pierde al final del programa gana un
gran premio. A mitad del programa, su novio soltó: «Si mi esposa se pusiera
alguna vez así, la mandaría a paseo».
Las preocupaciones de Linda parecía justificadas; su novio había hecho un
comentario desde la perspectiva de una tercera persona, así que ponía de
manifiesto sus verdaderos sentimientos. Ella le puso a prueba, haciéndole la
pregunta directamente: «Entonces, si alguna vez engordo, ¿me mandarías a
paseo?» Como era de esperar, el novio respondió: «No, cariño, yo a ti te
querría pesaras lo que pesaras».
Pero al utilizar la técnica de sonsaca de los focos internos/externos, Linda
había averiguado lo que él pensaba realmente. Al final, mi alumna rompió la
relación.
Si tienes hijos, puedes utilizar la técnica de la sonsaca interna/externa para
averiguar lo que piensan sobre los temas delicados. Por ejemplo, digamos que
deseas saber si tus hijos consumen drogas. Si les haces directamente la
pregunta: «¿Consumís drogas?», formularán su respuesta de acuerdo con las
normas sociales, y responderán: «No, claro que no, las drogas son malas».
La mejor manera de averiguar lo que tus hijos piensan «de verdad» sobre
las drogas es hacerles la pregunta desde la perspectiva de un tercero. Por
ejemplo: «Al hijo de un amigo le han pillado con marihuana en el colegio.
¿Qué opinas al respecto?» Lo que deseas oír es esto: «La marihuana es mala
y yo nunca la consumiría». Sin embargo, prepárate para oír esto otro: «Qué
idiota. No debería haberla llevado jamás al colegio», «Es sólo hierba» o
«Menuda cosa. Conozco montones de chicos que fuman marihuana». Tales
respuestas indican que tu hijo puede estar fumando marihuana o que está
predispuesto a la experimentación. Una vez más, estas respuestas no son una
prueba infalible de que tu hijo consuma drogas, pero sí que te da alguna idea
de su predisposición a hacerlo.
NORMA N.º 4. EMPATIZA: UTILIZA LOS
COMENTARIOS EMPÁTICOS Y OTRAS
OBSERVACIONES VERBALES QUE HAGAN
TOMAR CONCIENCIA A TU
INTERLOCUTOR DE QUE SABES CÓMO SE
SIENTE
Las personas le cogen afecto a aquellos individuos que pueden «ponerse en
su pellejo» y comprender por lo que están pasando. Tus comentarios
empáticos y/o de preocupación transmiten al interlocutor el mensaje de que
comprendes sus circunstancias y te das cuenta de que lo que tiene que decir
es importante. Al hacerlo, estás satisfaciendo la necesidad del otro de ser
reconocido y apreciado, lo cual le hace sentir bien consigo mismo y a su vez
que le caigas mejor, lo que estimula el crecimiento de la relación de amistad.
Te asombrarás de la de veces que tendrás la oportunidad de utilizar los
comentarios empáticos para iniciar las conversaciones y promover el que le
caigas bien a los demás. Lo único que se necesita es la disposición a observar
a las personas durante unos instantes antes de hablarles; lo que verás, con
más frecuencia de la que podrías suponer, es que el individuo que estás
observando dice o hace algo que pone de manifiesto su insatisfacción con la
situación en la que está inmerso en ese momento. Algo que es especialmente
cierto cuando tratas con personas que tendrás delante una vez o muy de tarde
en tarde a lo largo de tu vida, como vendedores, recepcionistas, personal de
servicio y similares.
Por ejemplo, puedes tener casi la absoluta certeza de que si comes en un
restaurante en las horas punta de la comida, quien te sirva ira acelerado. Un
simple «¡Amigo, pareces ocupado!» conllevará habitualmente una reacción
positiva, y de paso, un servicio mejor. El individuo con el que hablas
agradece que repares en él y reconozcas el enorme esfuerzo al que se
enfrenta. Eso le hace sentir mejor consigo mismo y, en virtud de la Regla de
Oro de la Amistad, le vas a caer mejor por lo que has hecho. Si quieres ser
aún más empático, añade un cumplido a tu primer comentario que le permita
elogiarse a sí mismo: «¡Amigo, sí que estás ocupado! No sé cómo lo
consigues» o «¡Tío, menudo ajetreo que llevas! Es imposible atender a
todos».
Hay ocasiones en que no necesitas presenciar el malestar o las quejas de la
persona en cuestión para realizar comentarios empáticos eficaces. Esto
sucede cuando puedes «deducir» que una persona podría estar pasando por
dificultades y que agradecería que se reconocieran sus apuros. A modo de
ejemplo: si al final del día ves en unos grandes almacenes a una dependienta
con unos zapatos de tacón de aguja yendo de aquí para allá, podrías
comentar: «Caray, después de todo el día trabajando de pie, le deben de doler
los pies». Lo más probable es que des en el blanco y que la vendedora
reaccione positivamente a tu comportamiento empático.
Por su parte, los padres pueden utilizar los comentarios empáticos con
efectividad cuando quieren animar a sus hijos a que hablen con ellos, sobre
todo en la adolescencia. La mayoría de los adolescentes son reacios a
compartir información y hablar de sus experiencias sin tapujos con su padres
por un sinfín de motivos. La exigencia, las amenazas o las zalamerías para
obtener una respuesta normalmente terminan en una reacción defensiva,
provocando que el adolescente se reafirme en su decisión de no hablar
contigo.
A fin de evitar esta reacción improductiva, utiliza un comentario empático
del tipo: «Parece que le estás dando vueltas a algo bastante serio», «Da la
sensación de que hay algo que te está molestando de verdad» o «Hay algo
que te preocupa». Al oír esto, tu hijo adolescente podría reaccionar de
diferentes maneras. Primero, podría admitirlo y revelarte lo que tiene en la
cabeza. Segundo, podría darte una respuesta parcial. En este caso, elabora
otro comentario empático para sonsacarle más detalles. La mayoría de los
adolescentes desean contarles a sus padres aquello que les preocupa; tan sólo
necesitan un poco de estímulo y la convicción de que hablar contigo es
decisión suya. La tercera reacción es una respuesta seca y el silencio. En tal
caso, el comentario empático aplicable podría ser algo como esto: «Algo te
preocupa y no quieres hablar de ello ahora mismo. Cuando te parezca que es
el momento adecuado, dímelo y hablamos».
Mostrar empatía hacia otra persona, bien mediante la realización de
comentarios empáticos, bien por medio de otras formas de comentarios
verbales, es una manera eficaz de hacer que el otro se sienta mejor y de
convertirlo, al mismo tiempo, en tu amigo. En tu caja de herramientas de la
amistad, la de la empatía será una de las más utilizadas y efectivas para tener
éxito en el establecimiento de las relaciones. Lo que digas y tu forma de
escuchar tendrán mucho que ver en el establecimiento o destrucción de las
amistades.
EVITAR LAS TRAMPAS DE LA
CONVERSACIÓN
Conseguir caerle bien a las personas, como hemos visto, es más fácil si las
animas a que hablen de sí mientras escuchas lo que dicen y utilizas luego esa
información para escoger y usar tus diferentes herramientas de la amistad con
el fin de cimentar la relación. Por tal motivo, lo último que deseas es
«desanimar» (por lo general, involuntariamente) el flujo de comunicación
bidireccional entre tú y la persona que esperas te vea como amigo. Para hacer
que la comunicación fluya sin contratiempos, procura evitar las trampas de la
conversación que impiden el diálogo entre las personas.
1. Evita hablar de temas que generen sentimientos negativos en tu interlocutor. Los
sentimientos negativos hacen que la gente se sienta mal y, en consecuencia, que
les caigas peor.
2. No te quejes permanentemente de tus problemas, de los problemas de tu familia o
de los problemas del mundo. La gente ya tiene bastantes problemas propios sin
tener que oír los tuyos… o, para el caso, los de cualquier otra persona.
3. Evita hablar en exceso de ti. Hablar de uno en demasía aburre a los demás. Centra
la atención de vuestra conversación en la otra persona.
4. No parlotees sin sentido; eso hace que la gente desconecte (y que tu encanto se
apague).
5. Evita mostrarte demasiado o demasiado poco emotivo. Cualquier extremo al
respecto puede obrar en tu descrédito.
RESUMEN
La conducta verbal es un elemento esencial para activar tu encanto y
mantenerlo vivo. Lo que digas, al igual que tu forma de escuchar y de
reaccionar a lo que oyes, contribuye enormemente al éxito que tengas
haciendo amigos y obteniendo información sin parecer invasivo. Utilizar las
técnicas que se muestran en este capítulo, te ayudará a lograr el éxito cuando
utilices el lenguaje de la amistad. ¡Te doy mi palabra de que así será!
6
CIMENTAR LA INTIMIDAD
Los edificios más altos son los que necesitan los cimientos más
profundos.
GEORGE SANTAYANA
Hacer amigos requiere un agente adhesivo que mantenga unida la relación: la
compenetración. Cuando «conectas» con otra persona, entre ambos surge la
compenetración. Éste es el terreno en el que crece la relación. Como el ilustre
escritor y orador Kevin Hogan observó: «La creación de la compenetración
empieza en ti». Si quieres hacer amigos, a ti te compete establecer la
compenetración y luego, si quieres ir más allá de un breve encuentro, deberás
fortalecer esa afinidad para ampliar la relación hasta convertirla en un vínculo
cohesionado y duradero.
Este capítulo contiene todas las herramientas que necesitas para crear y
fomentar la compenetración, aunque antes volvamos un instante al espectro
amigo-enemigo.
AMIGO-EXTRAÑO-ENEMIGO
El espectro amigo-enemigo no hace distinciones entre los «niveles» de
amistad que se pueden dar entre el no conocer a alguien en absoluto (extraño)
y el extremo amigo del espectro. Pero como resulta evidente, sí que existen
tales diferencias, las cuales, a su vez, preceptúan el nivel de compenetración
que debería establecerse en nuestros encuentros personales. Estos diferentes
niveles de amistad se describen a continuación:
EXTRAÑO-ENCUENTRO CASUALCONOCIDO-AMIGO-PAREJA
Al analizar el «espectro de la amistad», puedes ver que el nivel de los
contactos va aumentando en importancia, desplazándose desde la interacción
breve e infrecuente a una potencial relación para toda la vida. La creación de
la compenetración se va a haciendo más importante a medida que avanzamos
por el espectro, desde el «encuentro casual» a la «pareja». Esto es así porque
la relación se hace más intensa e importante cuando las personas que una vez
eran extrañas, se van convirtiendo paulatinamente en partes integrantes de la
vida del otro.
Este capítulo tiene como finalidad ayudarte a comprender de qué manera
cimientas la compenetración —y si efectivamente lo haces— con las
personas que te interesan.
CREAR LA COMPENETRACIÓN
Las personas somos seres que tienden a vivir en comunidad y de forma
natural buscamos ponernos en contacto con los demás. La compenetración
levanta un puente psicológico entre las personas y allana el camino para que
se desarrollen los diferentes niveles de la amistad. Por consiguiente, si soy
capaz de establecer una identificación contigo, puedo estar relativamente
seguro de que te gustaré más. Así de sencillo.
Cuando interrogaba a los testigos y sospechosos, mi primera misión
consistía en establecer una conexión psicológica entre yo y la persona que
estaba interrogando. Las personas, en especial los sospechosos, rara vez se
sinceran con aquellos que no les caen bien. En el caso de los sospechosos, le
estoy pidiendo a una persona que me revele unos secretos que podrían
meterle en la cárcel para mucho tiempo. En una ocasión, me tocó interrogar a
un sospechoso de agresión sexual reincidente. Conectamos con el tema de los
deportes. En cuanto se tendió el puente de la identificación, pude escarbar en
su vida personal, y terminó confesando sus delitos. El sospechoso mantuvo
voluntariamente el contacto conmigo después de haber sido juzgado y
condenado a través de una serie de cartas que me envió y que no respondí. En
las cartas me daba las gracias por ser su amigo y tratarle con respeto. Tratar a
un sospechoso con respeto es posible; que fuera su amigo era una ilusión; sin
embargo, sus cartas son testimonio de la fuerza de establecer una comunión
con los demás.
COMPROBACIÓN DE LA
COMPENETRACIÓN
En cualquier interacción personal es importante comprobar si hay
compenetración, porque eso nos permite saber «cómo lo estamos haciendo» y
«dónde estamos» en el establecimiento de una relación con un individuo
dado. Incluso en un encuentro aislado con alguien, sobre todo si queremos
algo de esa persona, comprobar si hay compenetración es importante para
determinar cuándo hemos alcanzado, si es que es así, el punto en la relación
en que podemos intentar conseguir nuestros objetivos. Dicho esto, la
comprobación de la identificación alcanza su mayor grado de importancia
cuando estamos interesados en desarrollar una relación más íntima y duradera
en el tiempo.
A veces, las conductas que utilizamos para construir la identificación y las
que usamos para comprobar su existencia se solapan. En estos casos, el grado
e intensidad de las conductas varían a medida que las relaciones personales se
fortalecen o se debilitan y nos proporcionan la medida objetiva de una
relación que se intensifica o que agoniza. Por ejemplo, mirar fijamente a los
ojos es una manera de establecer la compenetración. La duración de esa
mirada se utiliza para comprobar si ésa es una buena relación,
proporcionando una valoración de hasta dónde ha avanzado o se ha
deteriorado. Lo que sigue son algunas de las conductas importantes que se
pueden utilizar para comprobar el establecimiento de las amistades entre los
individuos.
TOCAR
El tocarse representa un medidor fiable de la intensidad de una relación.
Cuando dos extraños se conocen, normalmente se tocan mutuamente en los
brazos por debajo de los hombros o en las manos, como ya quedó explicado
anteriormente. Cualquier contacto que se produzca fuera de esta zona de
contacto público sugiere una relación más intensa.
Las mujeres que están a gusto con la persona a la que le están hablando a
menudo alargan la mano y la tocan ligeramente en el antebrazo o en la
rodilla, si están los dos sentados. Este ligero toque indica que hay
compenetración.
Los hombres suelen confundir un ligero toque en el antebrazo o la rodilla
con una invitación a tener relaciones sexuales. Rara vez es ése el caso. Los
hombres, más que las mujeres, suelen interpretar los gestos no verbales que
indican una buena relación como una oferta sexual; cuando una mujer toca
ligeramente a un hombre, la única suposición segura que éste puede hacer es
que le gusta a la mujer, y nada más. Esta tendencia masculina a suponer el
contacto de una mujer como una invitación sexual suele dañar, a veces sin
remedio, las relaciones incipientes.
Un contacto íntimo.
Reivindica su derecho, aunque no es un contacto sexual.
El lugar más íntimo (no sexual) en el que un hombre puede tocar en
público a una mujer es la zona lumbar. Este lugar está reservado para los
hombres que se han ganado el derecho a dar una muestra de afecto íntimo en
publico. Tocar la zona lumbar de una mujer también puede servir como
indicador de la relación. Si, por ejemplo, ves a una mujer a la que te gustaría
conocer hablando con otro hombre, puedes comprobar la solidez de la
relación entre ambos observando el proceder del hombre a medida que te
acercas. Si el hombre extiende la mano y la coloca sobre la zona lumbar de la
mujer sin llegar a tocarla, está reivindicando su derecho, aunque todavía no
se ha ganado el de invadir el espacio personal de la mujer. Este gesto
significa que aún tienes la oportunidad de ganarte el afecto de la mujer sin
interferir en una relación seria vigente.
Si un hombre intenta tocar de forma prematura la zona lumbar de una
mujer, lo normal es que ella se retraiga y envíe mensajes no verbales de
incomodidad, o una combinación de ambas cosas. Por otro lado, si cuando te
acerques el hombre toca con firmeza la parte baja de la espalda o las caderas
de la mujer, deberías dar por sentado que la relación ha sobrepasado la fase
preliminar y buscar compañía en otro parte.
EL ESPÍA COGIDO POR SORPRESA
El tocar la parte baja de la espalda aportó un pista esencial en una causa de
espionaje contra un agente del FBI, el cual resultó que estuvo años pasando
información secreta a un estado extranjero. Este agente reclutó una fuente de
un país enemigo de Estados Unidos. A lo largo de su relación, la fuente
convenció al agente para que le proporcionara información secreta que al
final aquélla hacía llegar al país hostil.
Los miembros del Programa de Análisis del Comportamiento consiguieron
una serie de vídeos que mostraban al agente relacionándose con su fuente. En
una de las cintas, se le veía tocando la zona lumbar de su fuente. Basándose
en este gesto, el equipo de análisis del comportamiento pudo determinar que
o bien en esa cita, o bien antes, el agente del FBI había tenido relaciones
sexuales con su fuente, detectándose así un posible motivo para que
proporcionara de manera deliberada información secreta a un país hostil. Esto
llevó a que se iniciara una investigación que descubrió la complicidad del
agente en la transmisión ilegal de documentos secretos a un país extranjero.
CONDUCTAS DE ACICALAMIENTO (ASEO)
Los gestos de acicalamiento, como el de quitarle una pelusa de la ropa a la
pareja o estirarle la corbata o la chaqueta también son signos de
compenetración. El acicalamiento propio, por otro lado, sobre todo cuando se
hace para evitar mirar a la otra persona o se continúa haciendo durante un
período dilatado de tiempo, suele ser una señal hostil que indica falta de
interés en la relación.
Los investigadores han identificado una lista de conductas de
acicalamiento que pueden ser utilizadas para valorar la intensidad de las
relaciones románticas. Cuanto más presentes estén este tipo de conductas,
más intensa es la relación. La siguiente lista de control es una buena manera
de valorar tus relaciones sentimentales. Holly Nelson y Glen Geher
confeccionaron la siguiente lista parcial de actividades de acicalamientos
positivas.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
¿Le pasa
pasass los
los dedos
dedos por
por el
el pelo
pelo a tu pareja
pareja??
¿Le lavas
lavas el pelo
pelo o el
el cuerpo
cuerpo a tu pareja
pareja mientras
mientras os ducháis/
ducháis/bañáis
bañáis??
¿Le afei
afeitas
tas la cara/
cara/las
las pierna
piernass a tu pareja
pareja??
¿Le secas
secas las lágr
lágrima
imass a tu parej
parejaa cuando
cuando llor
llora?
a?
¿Cepil
¿Ce
pillas
las o juegas
juegas con el
el pelo
pelo de
de tu parej
pareja?
a?
¿Limpi
¿Limpias
as o secas
secas el líquid
líquidoo derramad
derramadoo sobre
sobre tu pareja?
pareja?
¿Le limpias
limpias y cortas
cortas las uñas
uñas de las
las manos
manos o de los
los pies
pies a tu pareja?
pareja?
¿Cepillas
¿Cepillas a tu pareja para
para quitarle
quitarle la
la suciedad,
suciedad, las
las hojas,
hojas, las pelusas
pelusas o los
insectos?
9. ¿Le rascas
rascas la espalda
espalda u otras
otras partes
partes de
de cuerpo
cuerpo a tu pareja?
pareja?
10. ¿Le limpias la comida y/o las migas del cuerpo o de la
la cara a tu pareja?
LA ISOPRA
ISOPRAXIS
XIS (REFLEJAR
(R EFLEJAR LA CONDUC
CONDUCT
TA
DE OTRA PERSONA)
Que te «acicalen» es señal de una buena compenetración.
Ya hablamos de la isopraxis o reflejo para crear la compenetración en el
capítulo 2. Bueno, ¿y esto cómo lo verificas? Pues comprobando su presencia
a lo largo del tiempo mediante lo que se conoce como enfoque «dirigir y
seguir».
Ejemplos de buena compenetración (foto superior, el reflejo es claramente visible) y de mala
compenetración (foto inferior, postura asíncrona y ningún reflejo evidente).
Las personas que conectan psicológicamente reflejan mutuamente los
gestos corporales del otro. Reproducir intencionadamente el lenguaje
corporal de otro individuo favorece la identificación, de manera que cuando
conoces a alguien quieres reflejar sus gestos para crear el entendimiento
mutuo. En algún momento a lo largo de la conversación, puedes comprobar
el nivel de compenetración con la otra persona utilizado la técnica de dirigir y
seguir. Hasta ese momento, has sido un reflejo de esa persona; ahora, quieres
ver si ella reproduce tus gestos, indicando así la existencia de la
compenetración. Cambia el cuerpo de posición; si habéis establecido la
compenetración, la otra persona debería ser un reflejo de ti a los veinte o
treinta segundos.
Con el planteamiento de dirigir y seguir para comprobar la buena relación,
debes cambiar la posición del cuerpo cruzando o descruzando los brazos y las
piernas o haciendo algunos otros cambios de postura evidentes. Si la otra
persona refleja los mismos gestos, la identificación se ha creado. Sin
embargo, si la otra persona no reacciona de manera parecida, entonces tienes
la opción de seguir fomentando el buen entendimiento, tras lo cual realizarás
una nueva prueba de dirigir y seguir para comprobar si se ha establecido
después de tu esfuerzo adicional.
ARREGLARSE EL PELO
Una sacudida de cabeza acompañada de un rápido meneo del pelo con la
mano es indicativo de compenetración.
La muestra no verbal clave durante un arreglo del pelo es el sostenimiento
mutuo de la mirada, que es una poderosa señal positiva de que hay
identificación. Las tres fotos siguientes (ver aquí) muestran un «arreglo del
pelo» en secuencia, como realmente se mostraría en tiempo real.
Arreglo del pelo.
Gesto de fastidio.
Secuencia del arreglo del pelo.
Observa atentamente la sacudida del pelo cuando compruebes la existencia
de la compenetración. Esto obedece a que el arreglo del pelo, sin el
sostenimiento mutuo de la mirada, esto es, la sacudida del pelo acompañada
de una interrupción del contacto visual, es una poderosa señal negativa que
indica ausencia de identificación. Esto suele conocerse por el nombre de
«gesto de fastidio».
COLOCACIÓN POSTURAL
Una buena manera de comprobar la existencia de la compenetración es fijarse
en la postura de los dos individuos que están interactuando. Hay dos
conductas que son de especial valor.
INCLINACIÓN HACIA DELANTE
Las personas se inclinan hacia las personas o las cosas que les gustan y se
apartan de las que no. Las personas que tienen una buen relación se inclinan
una hacia la otra.
Durante el adiestramiento previo al despliegue de los interrogadores que
iban a Irak, me di cuenta de que la mayoría de los soldados se inclinaban
hacia atrás durante la primera hora de mi disertación. Poco antes del
descanso, y utilizando un comentario empático, les dije que me parecía que
no estaba conectando con ellos. Los soldados asintieron con la cabeza al
unísono, y me dijeron que habían estado en Irak en dos despliegues previos y
que el material que les estaba impartiendo era demasiado elemental. Les
respondí que haríamos un descanso de quince minutos y que iría a mi
despacho a recoger el manual de adiestramiento avanzado. Si no me hubiera
percatado de la ausencia de compenetración entre yo y la clase durante la
primera hora, todo el entrenamiento habría sido desaprovechado.
POSTURA ABIERTA
Las personas que tienen una buen relación adoptan una postura corporal
abierta. Esta clase de postura indica atracción y receptividad hacia la
comunicación y consta de una serie de gestos que incluyen las piernas y los
brazos descruzados, un elevado porcentaje de movimientos de manos
mientras se habla, palmas de las manos hacia arriba, una ligera inclinación
hacia delante y la exhibición de señales amistosas. Todo esto transmite
afecto, confianza y cordialidad. Para aumentar el impacto de una postura
abierta, uno puede usar el asentimiento de cabeza, la inclinación de ésta y
acicates verbales tales como «Entiendo», «Ajá» y «Continúa».
Una persona que percibe un buen entendimiento no se siente amenazada
por la persona con quien se está relacionando, y por consiguiente está
cómoda adoptando una postura abierta. Un individuo que se siente
amenazado en idéntica situación tiende a adoptar una postura corporal
cerrada a fin de protegerse de una amenaza, sea real o potencial. Una postura
cerrada también puede indicar falta de interés.
La exteriorización de las posturas cerradas normalmente es lo contrario de
la exhibición de las posturas abiertas, y entre ellas se incluyen los brazos
cruzados con fuerza, un baja proporción de movimientos de manos y pocas
señales amistosas. Si la persona con la que estás hablando te está mirando,
pero su tronco y sus pies están apuntando a otra dirección, no está totalmente
involucrada en la conversación. Los pies de una persona frecuentemente
apuntarán a otra dirección para transmitir de forma inconsciente el deseo de
marcharse. Otras señales de desinterés son la inclinación del cuerpo o la
cabeza hacia atrás, apoyar la cabeza en las manos o las conductas de
acicalamiento negativas, tales como hurgarse los dientes o las uñas con un
palillo.
RECOLOCACIÓN DEL TRONCO
Dos personas que se compenetran orientarán los cuerpos en dirección al otro.
Inclinarse hacia una persona o apartarse de ella es una forma de desplazar el
tronco que indica buena o mala identificación. Otro tipo de desplazamiento
del tronco queda ilustrado en las dos fotografías (ver aquí). Esta clase de
movimiento corporal no verbal conlleva girar el tronco, de manera que quede
frente a la persona que despierta el interés de forma más directa. Semejante
desplazamiento corporal es una buena señal de la existencia de una creciente
compenetración entre los individuos implicados.
Al comprobar la compenetración utilizando los movimientos del tronco, la
norma esencial que hay que recordar es que las personas que tienen una
buena relación orientarán sus cuerpos el uno hacia el otro. Ésta es la
secuencia normal para lograr una orientación así: primero, la otra persona
girará la cabeza hacia ti. Segundo, la otra persona orientará los hombros en tu
dirección. Por último, la otra persona recolocará su tronco de manera que
quede directamente frente a ti. Cuando esto sucede, puedes estar seguro de
que hay compenetración.
BARRERAS
Una buena manera de comprobar si hay un buen entendimiento consiste en
buscar las barreras que las personas colocan y/o eliminan entre ellas y los
demás. La gente que no se siente a gusto con otros individuos, levantará
barreras o dejará las que ya están levantadas. Por el contrario, los individuos
que están a gusto con la persona con la que se están relacionando mantendrán
un espacio abierto entre ellos, aunque eso implique eliminar barreras que ya
estaban entre ellos.
Los intentos de bloquear el cuerpo o el pecho son una señal hostil. Uno
puede enviar este mensaje no verbal en la mesa de la comida colocando o
dejando un centro de mesa entre él y el individuo sentado enfrente.
Secuencia de la recolocación del tronco.
Las barreras se pueden formar mediante la colocación de las manos y los
pies o situando un objeto inanimado entre los individuos. Más adelante se
relacionan algunas de las conductas no verbales y objetos inanimados que
crean barreras. Cuando veas esta clase de barreras, podrás dar por sentado
que entre los individuos implicados «no» hay una buena compenetración.
BRAZOS CRUZADOS
Los brazos cruzados sirven como barrera psicológica que protege a los
individuos de los temas que les producen angustia. Las personas con una
buena compenetración no se sienten amenazadas ni angustiadas. Si la persona
a la que le estás hablando cruza los brazos de repente, entonces es que
todavía no hay compenetración o es señal de un debilitamiento del buen
entendimiento. Aquellos que se sienten incómodos con las personas con la
que están hablando o con el tema que están tratando tienden a cruzar los
brazos por delante del pecho.
Los brazos cruzados crean una barrera. (La inclinación hacia atrás demuestra ausencia de
compenetración.)
LEVANTAR BARRERAS CON OBJETOS
INANIMADOS
La colocación de latas de refrescos, almohadas, bolsos y otros objetos
móviles entre dos personas que hablan indica incomodidad y ausencia de
compenetración. Una mujer que no tenga una buena relación con la persona
con la que está hablando a menudo utilizará su bolso para levantar una
barrera. Esto suele implicar que recoja el bolso del suelo y se lo ponga en el
regazo, e indica que todavía no se ha creado la compenetración, o bien que la
relación se está deteriorando.
CONFIDENCIAS DE ALCOBA
Le expliqué la función de las barreras a un nuevo agente al que estaba
adiestrando, y éste se mostró un poco escéptico acerca de la efectividad de la
técnica, pero sólo hasta que interrogó a una determinada testigo. Llevamos a
cabo el interrogatorio en el domicilio de ésta. La mujer se sentó en el sofá y
nosotros en dos sillones de orejas enfrente de ella. El nuevo agente pidió a la
testigo que nos hiciera una descripción del sospechoso; la mujer titubeó,
alargó la mano para coger un cojín del sofá y se lo colocó en el regazo. Mi
compañero me miro de soslayo para que yo supiera que había captado le
señal no verbal de que la testigo estaba incómoda describiendo al sospechoso
y luego hizo un comentario empático:
—Señora, parece incómoda con la idea de identificar al sospechoso.
—Sin duda —reconoció ella—. No quiero que ese tío regrese y me haga
daño.
El agente ideó un comentario empático de continuación.
—Así que le preocupan las represalias, ¿verdad?
—Sí —dijo ella con un suspiro.
Un cambio en el lenguaje no verbal de la testigo indicó una modificación
en su disposición psicológica. Observar los cambios sutiles en el lenguaje no
verbal de las personas suele aportar más información que cualquier cosa que
puedan decir.
El agente se tomó su tiempo para hablar con la mujer de su temor y le dio
diversos argumentos para convencerla de que su miedo era infundado. En
cuanto pudo eliminar el miedo a la represalia de la testigo, no resultó
sorprendente que ésta volviera a poner el cojín en la esquina del sofá. La
conexión entre el nuevo agente y la testigo se había restablecido.
CIERRE PROLONGADO DE LOS OJOS
Las personas angustiadas mostrarán su inquietud mediante un cierre
prolongado de los ojos. Sus párpados les sirven de barrera para evitarles ver a
la persona o cosa que les angustia o hace sentir incómodos. En varias
ocasiones, al entrar en el despacho de mi jefe, le vi cerrar los párpados
durante uno o dos segundos. Esta exhibición me indicaba que estaba ocupado
y que no quería hablar conmigo en ese momento. Entre mi jefe y yo
generalmente había una buena compenetración, pero aquellos días que
mostraba el cierre prolongado de ojos me apresuraba a desaparecer con una
disculpa. Mi jefe no iba a dar una buena acogida a mis peticiones,
comentarios o sugerencias cuando su conducta no verbal mostraba que quería
que le dejaran en paz.
FRECUENCIA EN EL PARPADEO
Cuando la gente está angustiada, tiende a incrementar la frecuencia del
parpadeo. La velocidad normal en la mayoría de las personas es de quince
parpadeos por minuto; cuando las personas se angustian, su frecuencia
aumenta o disminuye con respecto a la frecuencia de referencia normal. Cada
persona tiene una frecuencia «normal» de parpadeo diferente, por lo que al
principio de una relación con alguien tienes que calibrar cuál es su frecuencia
personal.
UBICACIÓN DE LAS TAZAS
Como recordarás, las personas se transmiten el 70 por ciento de toda la
información ante un plato de comida o una copa. Las personas que comen o
beben juntas están predispuestas a hablar. Observar dónde una persona coloca
su taza puede indicar si hay un buen entendimiento. Si quien tienes enfrente
sitúa su taza entre vosotros dos, aquélla crea una barrera que indica que
todavía no hay compenetración. Si la persona la coloca en un lado o en otro,
dejando un espacio abierto entre los dos, eso indica que hay una buena
relación. Las tres fotos (ver aquí) muestran a una pareja con una buena
compenetración.
Observa cómo en la primera foto las dos tazas levantan en la mesa una
barrera entre la pareja. En la segunda foto, la chica se dispone a beber,
mientras que el chico ya le ha dado un sorbo a su taza. En la tercera
instantánea, la mujer ha terminado su bebida y coloca su taza a un lado,
dejando un espacio abierto entre ella y el chico, que sigue sosteniendo la
suya, aunque a todas luces está a punto de depositarla en el otro lado de la
mesa para limpiar el espacio entre ellos de cualquier barrera.
La eliminación de barreras entre tú y la persona con la que estés hablando
es señal de buen entendimiento. Puedes controlar la compenetración en las
conversaciones observando dónde deja la gente sus tazas o los demás objetos
que haya sobre la mesa. Si tu interlocutor sitúa inesperadamente su taza
delante de ti, entonces ese gesto podría indicar un deterioro de la
compenetración. En otras palabras, la taza o los objetos que se coloquen entre
dos personas pueden servir de barómetro del entendimiento, para mostrar si
se está desvaneciendo o está aumentando. Esto se ve bien en la serie (ver
aquí).
El movimiento de las tazas te ayuda a determinar si se ha establecido una buena compenetración.
En la primera foto vemos a un pareja sentada a una mesa con un florero
entre ellos. En las dos siguientes, vemos que el chico retira la barrera (las
flores) que se levanta entre él y la chica cogiendo el florero y situándolo en
un lado. La cuarta foto muestra una mayor compenetración sin la barrera,
mientras la pareja de jóvenes se acercan el uno al otro inclinando las cabezas
y sonriendo. La quinta imagen muestra una identificación todavía más
intensa, porque ahora el chico y la chica se cogen de las manos. La sexta foto
capta la compenetración más intensa de todas, mientras él le susurra algo al
oído a su acompañante. Hablar en susurros es otra convincente señal de buen
entendimiento.
La intensificación gradual de la compenetración.
CONDUCTAS QUE INDICAN LA PRESENCIA O AUSENCIA DE
COMPENETRACIÓN
He aquí algunos de los «actos reflejos» que querrás observar para determinar
dónde te encuentras en el proceso de establecer una buena compenetración.
Señales amistosas que denotan
compenetración
Señales hostiles que denotan ausencia
de compenetración
Rápido movimiento de cejas
Ceño
Inclinación de cabeza
Ojos en blanco
Sonrisas frecuentes
Frías miradas fijas
Mutuo sostenimiento de las miradas
Cierre prolongado de ojos y/o evitación
de la mirada
Contactos íntimos
No hay contacto (o es muy limitado)
Isopraxis (comportamiento reflejo)
Postura asincrónica
Inclinación (hacia otra persona)
Alejamiento (de otra persona)
Susurros
Enrollarse el pelo (salvo que sea un
«hábito»)
Gestos expresivos
Actitud agresiva y/o de ataque
Postura corporal abierta
Postura corporal cerrada
Eliminación de barreras/obstáculos
Creación o uso de barreras/obstáculos
Ojos muy abiertos
Ojos entrecerrados
Pucheros/lamerse los labios
Bostezos fingidos
Frecuentes asentimientos con la cabeza
Negaciones con la cabeza
Compartir la comida (picar con el
tenedor en el plato del otro)
Arrugar la nariz
Acicalar a la pareja
Acicalarse uno mismo
Arreglarse el pelo
Gesto de fastidio
¿QUÉ ES LO QUE VES? ¡ES EL MOMENTO
DE COMPROBAR QUÉ HAS APRENDIDO!
En las siguientes páginas aparece una serie de fotografías, cada una de las
cuales va acompañada de una pregunta. Utilizando la información que has
aprendido en este libro, responde a la pregunta lo mejor que puedas. Luego
comprueba tus respuestas en el apéndice.
Identifica la señal amistosa u hostil de la foto.
Identifica las tres señales amistosas representadas en la foto.
Pregunta difícil: identifica (nombre) una señal amistosa más que no aparezca en la foto 2.
¿Valora la compenetración entre los individuos de esta fotografía? Justifica tu respuesta utilizando las
conductas no verbales.
¿Cómo describirías los sentimientos mutuos de estos individuos?
Utiliza las señales no verbales para sustentar tu respuesta.
¿Cómo describirías los sentimientos mutuos de estos individuos?
Utiliza las señales no verbales para sustentar tu respuesta.
¿Puedes identificar la señal amistosa que no hemos visto en ninguna de las otras fotos y que indica una
buena relación entre los dos individuos?
¿Cómo describirías la forma en que cada uno de estos jóvenes se siente en la relación? Utiliza las
señales no verbales para justificar la respuesta.
¿Cómo describirías el grado de compenetración entre los dos individuos de la foto? Utiliza las señales
no verbales para justificar la respuesta.
Pregunta difícil: ¿quién tiene la sartén por el mango aquí, el chico o la chica?
Utiliza las señales no verbales para justificar la respuesta.
7
CUIDAR Y MANTENER LAS
RELACIONES DURADERAS
A los demás no les importa cuánto sabes hasta que no saben primero
cuánto te importa.
ZIG ZIGLAR
Todas las relaciones duraderas empiezan como relaciones temporales y se
desarrollan de la misma manera que lo hacen todas las amistades, a través de
la comprensión y utilización de las herramientas para crear y mantener la
compenetración. Con el paso del tiempo, algunas de nuestras relaciones
crecen desde lo amistoso a lo sentimental. Cuando una relación ha madurado
lo suficiente para ser una relación amorosa, se hace necesario centrarse en un
nuevo comportamiento para mantener la integridad e intensidad de la pasión
y la relación de pareja.
Este comportamiento, sencillo de entender pero difícil de mantener, es el
afecto. Piensa durante un instante en todas las personas que has conocido de
forma algo más que casual, como familiares, amigos, colegas y mentores.
Luego pregúntate: «¿A cuál de estos individuos tengo en mayor estima y le
ayudaría a cumplir sus deseos con entusiasmo?» Lo más probable es que esa
persona sea alguien del que «crees» que le importas. Esto es algo que
percibes en sus actos y en su conducta en general.
Tratar de definir el afecto es un poco como definir el término pornografía.
Cuando se le pidió a un juez del Tribunal Supremo que definiera este último
término, respondió: «No sé definirlo, pero puedo reconocer la pornografía
cuando la veo». Lo mismo pasa con el afecto. Tratar de utilizar las palabras
para captar la esencia del afecto no es fácil; identificar el elemento emocional
y profundamente pasional de todo lo que tiene que ver con el afecto, aunque a
éste sepamos reconocerlo cuando lo experimentamos resulta complejo. El
afecto tiene más que ver con el «corazón» que con la «cabeza»; tiene que ver
con una relación que trasciende las relaciones superficiales, intelectuales y
robóticas y que está conectado a la misma esencia de lo que somos en nuestro
nivel más íntimo de los sentimientos.
El afecto nos permite alcanzar las cotas más elevadas de crecimiento en las
relaciones, y éstas son las claves de lo que tenemos que hacer para desarrollar
el afecto «con eficacia»:
C = Compasión/preocupación
E = Escucha activa
R = Refuerzo
E = Empatía
Examinemos cada uno de estos aspectos, a fin de ayudar a definir qué es lo
que hay que hacer para mantener la buena salud de las relaciones de pareja y
ser felices.
COMPASIÓN/PREOCUPACIÓN
Las personas afectuosas muestran una sincera «preocupación» por los demás.
Esta preocupación no se traduce en un comentario de pasada o una respuesta
superficial a alguien que sufre, sino, por el contrario, en un auténtico
sentimiento de compasión por lo que está pasando esa persona y el
compromiso de ayudarla a mejorar las cosas. En las relaciones duraderas
habrá muchas veces en que uno o ambos miembros de la pareja se enfrenten a
una crisis. Es en estos momentos cuando el verdadero nivel de preocupación,
o su ausencia, se hace evidente. Es relativamente fácil mantener una relación
duradera cuando las cosas van bien; es en el crisol de una crisis cuando se
pone en evidencia el verdadero carácter de un individuo y se descubre si es
maravilloso o por el contrario deja bastante que desear.
En cierto sentido, pocas cosas puede uno imaginar más hermosas que el
que dos personas lleguen a confiar mutuamente en que podrán contar con el
afecto del otro cuando surja la necesidad, como con toda certeza sucederá.
Puede que la forma más duradera de afecto se produzca cuando una persona
se convierte en cuidador de su compañero/a enfermo/a o herido/a. Ser testigo
de este sacrificio desinteresado un día tras otro, a veces un año tras otro, es
asistir a la encarnación del afecto en su forma más pura.
Con suerte, jamás será necesario que cuides a tu pareja en la enfermedad
(en lugar de en la salud). Afortunadamente, cada día puedes hacer pequeñas
cosas que harán saber a tu pareja que te preocupas por ella. Compartir las
tareas, hacer algo extraordinario sin ningún motivo, dedicar tiempo a hacerle
cumplidos a tu «persona especial», prestarle tu apoyo cuando desfallezca,
estar dispuesto cuando te necesite, dedicarle una palabra amable y tenderle
una mano: todos estos son actos de afecto que asume un individuo
compasivo. Esta clase de afecto es «querer a alguien desde dentro», y si lo
das de corazón, será recibido con sincera gratitud.
En una ocasión, habiendo comido en un local de la abarrotada zona de
restaurantes de un centro comercial de Washington, D. C., me dirigía al
contenedor de la basura cuando me pareció que alguien me llamaba por mi
nombre. Escudriñé la muchedumbre del restaurante y no vi a nadie que
intentara llamar mi atención, así que seguí caminando. Entonces oí que
alguien pronunciaba mi nombre y apellidos. Me di la vuelta y vi a una chica
que se acercaba a mí. Se detuvo y se presentó, aunque no la reconocí. Me dijo
que quería darme las gracias por salvarle la vida. La miré con perplejidad,
pero ella prosiguió: «Yo era una de las chicas que fueron secuestradas hace
diez años». De inmediato, me remonté al día en que ella y su amiga fueron
rescatadas por dos agentes de policía bajo una lluvia de balas. Le recordé que
habían sido los policías los que le habían salvado la vida; ella reconoció que
los agentes la habían rescatado del secuestrador, pero que yo le había salvado
la vida.
—¿Y cómo es eso? —le pregunté.
—Yo tenía un ataque de nervios —dijo—. Su amabilidad y compasión me
hicieron comenzar el proceso de curación.
Recordé haber sido asignado al caso y que mi superior me había encargado
que la entrevistará después de su liberación. Tardó cerca de un mes en
tranquilizarse lo suficiente para poder contarme lo sucedido sin
desmoronarse. Pasé una hora al día dejando que aclarara las cosas, y los
comentarios empáticos resultaron esenciales. En todo ese tiempo, hablamos
en contadas ocasiones del verdadero acontecimiento del secuestro, aunque, al
final, pude realizar un interrogatorio detallado a la entonces víctima de
catorce años. Terminado éste, nunca más la volví a ver ni pensé de nuevo en
ella, aunque ella sí que se acordaba. «Puede que se haya olvidado de mi, pero
yo siempre recordaré su amabilidad. No creo que me hubiera recuperado sin
su ayuda», dijo. Le di las gracias y le dije que sólo había hecho mi trabajo.
Dejé la bandeja en el mostrador y nos separamos. En ese momento me
percaté de que las palabras, que a menudo son olvidadas por el que las dice
pueden seguir teniendo un profundo impacto en el que las escucha.
ESCUCHA ACTIVA
La escucha activa implica la utilización de señales verbales y no verbales
además de los comentarios empáticos cuando la otra persona está hablando.
Algunas de las sugerencias previas hechas en el capítulo 5 que conllevaban la
escucha activa revisten una mayor importancia en el caso de las relaciones
duraderas, donde los años de comunicación interactiva con el mismo
individuo nos permite comprender mejor la manera de fortalecer o debilitar
los lazos personales.
En las relaciones duraderas, la comunicación es un elemento clave en el
mantenimiento o menoscabo de los sentimientos recíprocos. Las
conversaciones abiertas y sinceras entre parejas estables cimientan la
confianza, denotan una actitud cariñosa y proporcionan una información
esencial sobre la salud de la relación en ese momento.
Si, desde el inicio de una relación, has promovido y practicado la escucha
activa, gozarás de una gran ventaja cuanto más duradera sea la relación. Esto
se debe a que tendrás un conocimiento bastante mejor de las necesidades
particulares de tu pareja, de sus «rarezas», intereses, personalidad, deseos,
temores y de los temas que deben ser analizados o evitados en las
conversaciones.
Sin una escucha «activa», es posible que algunas parejas que lleven juntas
muchos años no tengan ni idea de los sentimientos o deseos de su pareja. La
razón de esto estriba en que no han prestado atención ¡a lo que su pareja
estaba diciendo! Por increíble que parezca, así es; y, por desgracia, esto
ocurre con más frecuencia de lo que la mayoría de las personas estaría
dispuesta a admitir. La escucha activa permite una comunicación abierta y
recíproca, donde el toma y daca de información se ve facilitado por escuchar
y hablar de manera activa.
Uno de los mayores beneficios de la escucha activa en las relaciones
duraderas es la capacidad para discriminar con más precisión todo lo
concerniente a la mejor forma de cuidar a tu pareja. Mientras que en una
relación nueva o incipiente la posibilidad de decir lo «inadecuado» es
evidente, tales errores en la conversación deberían disminuir
espectacularmente (e incluso desaparecer por completo) a medida que la
relación madura y las partes intervinientes llegan a conocerse mejor gracias a
la escucha activa
Cualquier individuo que haya escuchado activamente a su pareja estable
sabe muy bien cuáles son las minas verbales que ha de evitar y los temas
conflictivos en los que no debería insistir. Una persona afectuosa utiliza esta
información para fortalecer la relación; por otro lado, este conocimiento
también se puede emplear para debilitarla e incluso destruirla. Esto último
ocurre con más frecuencia durante las peleas en las que una de las partes de la
discusión «insiste» a propósito en aquellos temas que sacan de sus casillas a
la otra persona, logrando así intensificar eficazmente el conflicto y al mismo
tiempo infligir un sufrimiento mental. Ésta es una estrategia muy dañina que
no se debe emplear jamás, por más furiosa que esté una persona o que el
actuar así le sirva para imponerse en una discusión. El problema radica en
que, mucho después de terminada la discusión y de que lo que la inició se
haya olvidado, las secuelas emocionales de haber sido lastimado por las
palabras de una persona perdurarán.
Aunque pueda resultar tentador utilizar la información que conoces de
discusiones anteriores para imponerte en una discusión o expresar tus críticas
durante una pelea, no lo hagas si tu pareja considera que tal información está
«prohibida». ¡Resiste la tentación de agredirla verbalmente!
Si una persona insiste a lo largo del tiempo en pisar deliberadamente las
minas verbales, molestar con los temas delicados o sacar a colación asuntos
considerados prohibidos en las discusiones, la relación podría desmoronarse
muy fácilmente.
¡CONTÉN LA LENGUA EN LOS TEMAS
DELICADOS!
Procura ser un oyente activo eficaz. No sólo serás considerada como una
persona más afectuosa; también conseguirás que tu pareja te comprenda
mejor y de paso fortalecerás vuestra relación. He aquí unos cuantos consejos
adicionales para hacer que tu escucha activa sea más eficaz:
• Deja que tu pareja termine lo que esté diciendo antes de empezar a hablar.
• Las conversaciones importantes se merecen un escenario adecuado donde puedas
oír fácilmente lo que esté diciendo tu pareja (¡no hables de cuestiones económicas
o de acontecimientos de trascendencia vital en un ruidoso restaurante lleno de
gente!)
• No estés pensando en lo que vas a decir mientras tu pareja esté hablando; céntrate
en sus palabras, no en tus pensamientos.
• Si tu pareja es una persona introvertida y no está cómoda hablando, anímala con
asentimientos de cabeza y acicates verbales (véase capítulo 5).
• Observa a tu pareja mientras habla. Además de verbal, la comunicación es no
verbal. Prestando atención a tu pareja, lo más probable también es que vea que
estás sinceramente interesado en lo que tiene que decir.
• Estate preparado para felicitar a tu pareja cuando haga una buena observación o
sugerencia.
• Cuando oigas algo que no te guste o con lo que no estés de acuerdo, no rechaces
automáticamente el comentario o pases a la ofensiva. Piensa un poco en la
observación y considera si quizás haya algo de verdad en lo que se ha dicho o,
cuando menos, deja algún margen a la posibilidad de llegar a una solución de
compromiso que sea satisfactoria para ambas partes.
• Si en una situación dada tu pareja cometiera claramente un error, intenta ayudarla
a encontrar una salida honrosa para que reconozca dignamente su equivocación.
• Si te parece que la conversación ha derivado hacia un enfrentamiento, puedes
incluso sugerir un descanso.
REFUERZO
El refuerzo es la utilización de la recompensa y el castigo que un individuo
aplica a otro dentro de una relación. He aquí algunos errores que no querrás
cometer al tratar con tu pareja:
1. No ser consciente de que tu manera de relacionarte conduce a un reparto diario
inadecuado de las recompensas y/o castigos a tu pareja.
Algunas personas, cuando tienen una relación duradera, muestran unas
pautas coherentes de refuerzo con su pareja que no contribuyen al óptimo
aprovechamiento de la satisfacción en la relación. Existen tres clases de
individuos que utilizan el refuerzo de manera inapropiada.
La pareja negativa
Su lema: «Haz hincapié en lo negativo; ignora lo positivo».
Su credo: «¿Qué reconocimiento te mereces por hacer algo bien? ¡Es tu
obligación!»
Su política conductual en relación con la pareja: negatividad y castigo.
Las parejas negativas parecen ser unos verdaderos maestros del hábito del
«¿Lo ves?, ya te lo decía yo» cuando estás equivocado, y del «No te
entiendo» cuando tienes razón. La persona que vive con una persona negativa
suele expresar este lamento tan oído: «La única vez que le oigo decir algo a
mi pareja es cuando hago alguna cosa mal». ¿Es de extrañar que semejante
comportamiento genere amargura y sentimiento de frustración? A nadie le
gusta sentir que cuando hacen algo bueno es ignorado, mientras que cualquier
error que cometen recibe la máxima atención. Como una esposa le dijo a su
marido con sumo acierto: «Si vas a criticar mis errores, al menos concédele la
misma atención a mis logros». Las parejas negativas tienen que admitir la
idoneidad de criticar a su pareja si ésta hace algo mal que hay que corregir;
no obstante, también han de admitir la idoneidad de elogiarla cuando hace
algo bien.
La pareja perfeccionista
Su lema: «Siempre hay lugar para la mejora».
Su credo: «Si no es perfecto, no vale la pena».
Su política conductual respecto a su pareja: fijar normas irracionales.
La pareja perfeccionista exige unos elevados niveles de esfuerzo para
alcanzar la perfección, cuando para alcanzar la competencia es suficiente con
niveles menos altos. El perfeccionista no es reacio a elogiar a su pareja por un
trabajo o labor bien hecha, siempre y cuando éste se haya hecho «a la
perfección». Y ahí radica el problema. Dado que el perfeccionista establece
unos baremos tan elevados, casi nadie está en disposición de alcanzar el nivel
de ejecución necesario para provocar una palabra amable. Así las cosas, la
pareja perfeccionista hace buena a la pareja negativa, ya que de entrada exige
unos niveles tan altos de rendimiento que es literalmente imposible
satisfacerlos. La mejor manera que tiene un perfeccionista de modificar su
exigencias desmedidas en una relación es la de atenuar sus normas hasta un
nivel razonable en el que se valore la competencia y no se exija un
comportamiento que en buena medida sea inalcanzable. Los perfeccionistas
deberían llegar a comprender que la cantidad de tiempo y esfuerzo necesario
para convertir unos resultados competentes en otros perfectos raramente vale
la pena.
La pareja sádica
Su lema: «Un error borra todos los buenos resultados».
Su credo: «Errar es de humanos, purgar por ello, divino».
Su política conductual: un desequilibrio absoluto entre la recompensa por
el buen rendimiento y el castigo por los errores o equivocaciones.
La pareja sádica se gana el nombre porque nos recuerda a los niños
malvados que les arrancan las alas a las mariposas. En apariencia, son
personas bastante amables; normalmente, elogian y reconocen a sus parejas,
aunque, ¡un momento!, estos individuos tienen una manera única e irreal de
compensar sus cumplidos y críticas a la hora de tratar con sus parejas. Ésta es
su forma de actuar: sus parejas pueden acumular cuantos cumplidos se
merezcan por sus actos, pero si al mismo tiempo cometen un error, esa
«única» equivocación «borra» todos o la mayoría de los elogios conseguidos
a lo largo del tiempo. El sádico que quiere mejorar ha de reconocer cierto
grado de «equidad» entre el peso de lo bueno y la conducta no tan buena de
su pareja, así como reconocer que los episodios de buenos resultados no
deberían perder todo su valor por culpa de un episodio negativo.
2. No prestar suficiente «atención positiva» a tu pareja.
Una de las desafortunadas realidades de las relaciones duraderas es la
tendencia natural de las parejas a perder parte de la pasión que los llevaba a
cubrirse mutuamente de atenciones, cumplidos y «pequeños actos de cariño»
en las primeras etapas de su relación. Esto es una lástima, porque los seres
humanos jamás superan la necesidad de recibir una atención favorable. La
sensación de que alguien próximo te aprecia y está deseoso de demostrarlo
habitualmente realizando pequeños actos de bondad y prodigando cumplidos
es fundamental para la salud y solidez de las relaciones estables.
He aquí algunas de las maneras con que puedes proporcionar a tu pareja
esa especial sensación de ser apreciada:
• Elogia a tu pareja cuando haga algo bien. Podría ser porque haya resuelto un
problema en el trabajo; o porque haya logrado algún reconocimiento social o
cívico; incluso podría deberse sólo a que se haya demorado en la panadería a
comprarte tu postre preferido, al regresar a casa. Elogia a tu pareja para que sepa
que la valoras. El elogio nunca debería hacerse para «conseguir algo» de la
persona elogiada, y debe hacerse sólo cuando sea merecido y se pueda expresar
con sinceridad. La buena noticia es que elogiar no cuesta dinero; lo único que
necesitas es la voluntad de observar a tu pareja, de manera que puedas detectar la
conducta digna de elogio cuando se produzca, y el esfuerzo necesario para poner
en palabras tu atención positiva.
• No olvides los acontecimientos importantes de tu pareja, tales como cumpleaños,
aniversarios, ocasiones especiales, etcétera. Llama la atención lo que una tarjeta
comprada en una tienda con un mensaje personal puede hacer para que una pareja
se sienta realmente bien y, de acuerdo con la Regla de Oro de la Amistad, también
se sienta bien contigo.
• Anima a tu pareja a participar en la toma de decisiones, en especial en la de
aquellas que sean importantes y os afecten a ambos. Esto implica que la hagas
partícipe de la planificación económica, las decisiones de las grandes compras, los
cambios o traslados de ocupación y los asuntos de salud. Las personas se muestran
más dispuestas a estar de acuerdo con cualquier decisión que se tome en un asunto
si tienen la sensación de que han tenido voz en lo que se haya decidido. Es así
porque se sienten incluidas y comparten la «titularidad» de la idea. No sólo serán
más propensas a estar de acuerdo y aceptar una decisión cuando se les haya
consultado, sino que también lo harán con más motivación y entusiasmo.
• Cuando sea adecuado, «reconoce públicamente» a tu pareja haciendo saber a los
demás que ha conseguido o realizado algo especial. Aunque tu pareja pueda
«fingir» bochorno o le reste importancia al hecho cuando se lo señales al resto de
presentes, en la mayoría de los casos esto no debería desanimarte. Incluso los
introvertidos estarán dispuestos a aceptar el reconocimiento público, siempre que
se haga de la forma adecuada y no de una manera ostentosa.
3. No recompensar a tu pareja adecuadamente, porque lo que tú piensas que quiere y
lo que «realmente» quiere no coincide.
Acuérdate de alguna festividad o cumpleaños cuando eras niño en que
recibieras un regalo que realmente no querías. La cosa sería aún peor si el
regalo proviniera de un pariente o amigo potentado del que hubieras esperado
recibir aquella nueva bicicleta o un buen dinerito, y que en cambio acabaron
regalándote un traje o una enciclopedia.
No cometas esta clase de equivocación con tu pareja. Aunque tu intención
sea buena, lo medites mucho y te esfuerces en conseguir ese regalo especial
para tu persona especial, ésta no lo apreciará si de entrada no es algo que
desee. Uno piensa que después de diez, veinte, treinta o más años de
convivencia las parejas deben tener una idea adecuada de lo que quiere cada
uno. Sorprendentemente, éste no siempre es el caso. El marido que le compra
a su esposa una aspiradora por el día de San Valentín no es sólo cosa de los
anuncios y una leyenda urbana; es algo que sucede en la realidad.
¿Cuál es la mejor manera de garantizarte que lo que le compras a alguien
sea lo que esa persona desea? ¡Pues preguntar! O aún mejor, escucha lo que
dice y es posible que puedas deducir lo que desea. Sé observador. Un
catálogo abierto en la mesa de la cocina con un artículo marcado con un
círculo rojo podría proporcionar una pista.
Uno de los problemas de preguntarle a una persona qué es lo que quiere es
que le darás lo que desea, pero no será una «sorpresa». Una manera de evitar
esto, sobre todo en lo tocante a los regalos de las fiestas, es hacer que tu
pareja meta dentro de una caja destinada al efecto las imágenes de los objetos
que propone y que le gustaría recibir. Por ejemplo, podría tratarse del anuncio
de unas vacaciones, o de un artículo para el hogar, o quizá de una comida en
un restaurante especial. De esa manera, la otra parte puede sacar de la caja a
voluntad uno de los artículos y comprarlo, y la persona que recibe el regalo
no sabrá cuál esperar. De esta manera el elemento sorpresa, aunque no sea
total, sí que añadirá cierta emoción al intercambio de regalos.
EMPATÍA
La empatía es el último componente del afecto y un elemento esencial para
lograr el éxito en cualquier relación duradera. Ser capaz de sentir lo que tu
pareja siente, y «preocuparte» por ello, es esencial para mantener una buena
relación. Las personas que llevan juntas mucho tiempo cuentan con una
ventaja natural cuando se trata de empatizar con su pareja: han tenido años
para enterarse hasta de los matices más sutiles de los estados anímicos, las
necesidades exclusivas y las peculiaridades de la conducta del otro.
Es asombroso lo que una palabra amable hará cuando percibas que tu
pareja se siente abatida. Utilizar comentarios empáticos del tenor de: «Debes
de estar sufriendo de verdad», cuando te enteras de que tu ser querido ha
sufrido un revés, envía un convincente mensaje de que estabas lo bastante
preocupado para captar el problema, y deseabas encontrar la ocasión de
expresar tu preocupación. Apoyar a la pareja que está sufriendo física o
psicológicamente es una fuente de gran consuelo, y un rasgo así de
compasión se recuerda y se aprecia.
La empatía es una parte tan importante de las relaciones que lleva lustros
siendo reconocida y exaltada como una herramienta esencial en la forja de las
relacionas de todo tipo: breves, duraderas, personales y profesionales. Nada
menos que una celebridad como Henry Ford la resumió estupendamente
cuando observó: «Si el éxito tiene algún secreto, éste radica en la capacidad
para comprender el punto de vista de otra persona y ver las cosas desde su
perspectiva, además de desde la tuya».
Preocupación/compasión, escucha activa, refuerzo y empatía son los
elementos que convierten las amistades pasajeras en relaciones duraderas, y a
éstas en todo lo que pueden llegar a ser.
CÓMO TRATAR CON LAS PERSONAS
FURIOSAS (INCLUIDO TÚ): LA PRÁCTICA
DEL CONTROL DE LA IRA
Los instrumentos que se te han facilitado para forjar relaciones pasajeras y
duraderas satisfactorias están pensados para que funcionen con casi todo el
mundo (no, los psicópatas ¡no están incluidos!). Esto no significa que
cualquier relación dada vaya a ser completamente satisfactoria y estar
desprovista de conflictos. Hasta los mejores amigos y parejas pueden tener
desavenencias, incluso desavenencias «iracundas», cuando están de mal
humor o enfrentados por un asunto. Aprender a controlar la ira, algo
inevitable en cualquier relación, es una aptitud importante que deberás
desarrollar para superar los momentos malos de cualquier interacción
personal.
CÓMO CONTROLAR EFICAZMENTE LA
IRA EN LA RELACIÓN ENTRE DOS
PERSONAS
Los amigos, colegas o familiares enfadados provocan estrés y pueden hacer
que tu vida laboral y familiar sean sumamente desagradables. Por
consiguiente, elaborar estrategias eficaces para controlar la ira constituye la
piedra angular para promover la benevolencia y un ambiente claramente más
agradable en el hogar y en la oficina.
Una estrategia eficaz de control de la ira conlleva mantener la atención de
la conversación en la persona irritada, lo que le facilita una vía de desahogo y
además proporciona de entrada las medidas destinadas a abordar el problema
que causó el enojo. Todo esto interrumpe el ciclo del enfado y permite
resolver las situaciones críticas sin que perjudiquen las relaciones personales.
De resultas de tu manejo de la situación de crisis le gustarás más a la gente,
porque al final harás que la persona enfadada se sienta mejor consigo misma
al reducir su estrés y también el tuyo, lo cual es igual de importante. Veamos
ahora algunas directrices para controlar la ira de la mejor manera posible.
No te enzarces con las personas enfurecidas, porque no están
pensando con lógica
La ira desencadena la respuesta de lucha o huida, la cual nos prepara mental y
físicamente para la supervivencia. En virtud de este mecanismo, ante una
amenaza el cuerpo reacciona de manera automática, sin pensamiento
consciente. A medida que la amenaza crece, la capacidad de la persona para
razonar disminuye. Las personas enfurecidas experimentan el mismo
fenómeno, porque la ira es una reacción a una amenaza real o potencial; por
lo tanto, las personas enojadas hablan y actúan sin pensar. El grado de su
pérdida cognitiva depende de la intensidad del enfado; cuanto más enfadada
esté una persona, menos probable es que procese la información de manera
lógica. Los individuos enfadados no están abiertos a las soluciones cuando
están enfurecidos, porque su capacidad para pensar con lógica está
disminuida.
El cuerpo tarda unos veinte minutos en regresar a la normalidad después
de una respuesta de lucha o huida en toda regla. En otras palabras, las
personas enfadadas necesitan tiempo para tranquilizarse antes de que puedan
volver a pensar con claridad. La gente enfurecida no acabará de comprender
del todo ninguna explicación, solución o alternativa a la resolución de un
problema hasta que no sean capaces de volver a pensar lógicamente. Permitir
este período de resistencia forma parte esencial de cualquier estrategia de
control de la ira. La primera estrategia para interrumpir el ciclo del enfado es:
«Jamás trates de razonar con las personas furiosas». Antes de plantear
ninguna solución a un problema, hay que liberar la ira.
Al enfrentarse a una persona furiosa, es imprescindible darle «tiempo para
que se calme». Un autor sugiere que, cuando tengas que lidiar con un amigo,
colega o pareja furioso, primero debes «salir al balcón», lo cual es otra
manera de indicar que tienes que apartarte del fuego y dejar que las cosas se
enfríen un poco antes de regresar a las llamas.
En muchos casos, dar una sencilla explicación puede mitigar la ira. A la
gente le gusta sentir que tiene el control. Las personas enfurecidas buscan el
orden en un mundo que ya no tiene sentido para ellos, y esa incapacidad para
verle la lógica a un mundo desordenado les provoca frustración, frustración
que expresan a través de la ira. Dar una explicación a un comportamiento o
problema dado a menudo reordenará un mundo desordenado y de paso
aliviará los sentimientos de la persona enfurecida. El siguiente diálogo entre
un jefe y su subordinado ilustra el uso de esta técnica:
JEFE: Espero que esta mañana tenga terminado el informe. Su
comportamiento es intolerable (enfado).
EMPLEADO: No he podido terminar el informe porque no he recibido
los datos del departamento de ventas. Me dijeron que me los enviarían
dentro de una hora (explicación).
JEFE: De acuerdo. Termine el informe lo antes posible (resolución del
enfado).
Si las personas furiosas no aceptan la explicación sencilla para un
problema, las posibilidades de que se produzca una escalada verbal aumentan
de manera significativa. La ira necesita combustible. El incremento de la ira
provoca que se reaccione de una manera más intensa, lo que a su vez
proporciona más combustible a un jefe enfurecido. Si este ciclo de la ira se
prolonga, en algún momento se traspasará el umbral de la respuesta de lucha
o huida, provocando una disminución en la capacidad para pensar con lógica.
La resolución del problema se vuelve imposible cuando ambas partes quedan
atrapadas en el ciclo de la ira.
Pon en práctica la estrategia de los «Tres Grandes» para
romper el ciclo de la ira: comentarios empáticos, desahogo y
comentarios presuntivos
Los comentarios empáticos captan un mensaje verbal, estado físico o
emociones de una persona y utilizando un lenguaje paralelo se los devuelven
al hablante. El desahogo reduce la frustración, así que, en cuanto a las
personas enfadadas se les proporciona la posibilidad de desahogar sus
frustraciones, se vuelven más abiertas a las soluciones, porque piensan con
más claridad cuando no están furiosos. Los comentarios presuntivos dirigen a
las personas enfurecidas hacia una forma de proceder que conduce a la
resolución del conflicto que despertó inicialmente su ira. Los comentarios
presuntivos se construyen de tal manera, que los individuos furiosos tienen
difícil no seguir la línea de actuación indicada (recomendada). El siguiente
diálogo ilustra la estrategia de los tres grandes para interrumpir el ciclo de la
ira.
JEFE: Confío en que termine el informe esta mañana. Su conducta es
inaceptable (enfado).
EMPLEADO: No he podido terminarlo porque no recibí los datos del
departamento de ventas. Me dijeron que me los enviarían dentro de una
hora (explicación).
JEFE: Eso no es excusa. Debería haber ido al departamento de ventas a
recoger esos datos. Sabía lo importante que era tener terminado el
informe esta mañana. Tengo una reunión con el cliente esta tarde. Y no
sé bien lo que voy a hacer (rechazo de la explicación).
EMPLEADO: Usted está enfadado porque el cliente espera el informe
esta tarde (comentario empático).
JEFE: Así es. Y usted está haciendo que quede mal (desahogo).
EMPLEADO: Veo que está disgustado porque esperaba que yo hubiera
terminado el informe esta mañana (comentario empático).
JEFE: Así es. Pero eso es quedarse corto (caída de hombros acompañada
de un profundo suspiro; desahogo completado).
EMPLEADO: Iré a por los datos de ventas ahora mismo y terminaré el
informe antes de su reunión de esta tarde (comentario presuntivo).
JEFE: De acuerdo. A ver qué puede hacer (resolución de la ira) .
UN ANÁLISIS MÁS EXHAUSTIVO DE
CÓMO FUNCIONAN «LOS TRES
GRANDES» PARA «INTERRUMPIR EL
CICLO DE LA IRA»
Comentarios empáticos
Los comentarios empáticos son inestimables para interrumpir el ciclo de la
ira. Cuando una persona furiosa oye por primera vez un comentario empático,
se puede sorprender y desconcertar. Cuando no se espera, es posible que al
principio provoque suspicacia, pero si se mantiene la actitud empática, es
difícil que la persona enfadada no llegue a estimar la preocupación que
entraña. Por consiguiente, la empatía conduce rápidamente a la confianza.
Cuanta más empatía muestres, más información inmediata obtendrás de la
opinión de una persona acerca de lo que le dices. De resultas de esto, puedes
modificar lo que estás diciendo y haciendo si ves que tu estrategia inicial no
da resultados.
La pregunta es: ¿cómo se hace esto? ¿Cómo muestras tu empatía con
eficacia? ¿Cómo averiguas lo que está sintiendo la otra persona? Todo lo que
tienes que hacer para seguir adelante es observar: «1) lo que dice, 2) cómo lo
dice, y 3) qué es lo que hace.
Si quieres dirigir a una persona enfadada hacia una solución, el primer
paso es detectar su estado emocional. Cuando seas capaz de sentir su
emoción, podrás utilizarla para hacerla avanzar en la dirección que quieres
que tome.
El truco para discernir los sentimientos de una persona consiste en prestar
mucha atención a los cambios verbales y no verbales cuando reacciona a los
acontecimientos exteriores. Si le preguntas: «¿Cómo te encuentras?», y las
comisuras de su boca forman una mueca de tristeza, y te responde con un
tono de voz seco, quizá podrías deducir que no se encuentra bien.
Cuanto más preciso seas a la hora de percibir los cambios en las señales
verbales y no verbales, mayor será tu capacidad potencial para sentir empatía.
Observa los pequeños cambios en el rostro; presta atención a la tensión en la
voz y al énfasis puesto en palabras concretas; estate atento a las palabras
emotivas.
Para evitar sentirte abrumado por las emociones de otra persona, tienes
que aprender a sumergirte una y otra vez en eso que te hace sentir tan
incómodo. Entra, comprueba la temperatura y sal para ir a un lugar donde
puedas pensar más racionalmente.
Si te sientes seguro, puede ser una buena idea que devuelvas a la otra
persona lo que estás percibiendo de sus sentimientos para comprobar que lo
entiendes bien. Después de todo, el único individuo que puede confirmar la
empatía es la persona cuyas emociones estás percibiendo. La devolución
tiene un efecto que suele ser el de llevar a la otra persona a que agradezca que
te preocupes realmente de ella y, por ende, ello puede hacer que confíe más
en ti.
A las personas que «no» están furiosas, los comentarios empáticos tal vez
se les antojen paternalistas, aunque éste no es el caso de la gente enfadada,
por dos motivos. En primer lugar, porque anda por medio la respuesta de
lucha o huida, y las personas enfurecidas no son capaces de procesar
lógicamente la información; en este caso, los comentarios empáticos están
dentro de la referencia humana, y si se construyen de la forma adecuada, la
persona enfadada no los detectará. En segundo lugar, solemos pensar de
forma natural que los demás deberían escucharnos y ser compasivos, sobre
todo cuando estamos furiosos.
La clave para elaborar comentarios empáticos efectivos estriba en
identificar la razón subyacente de la ira. Decir simplemente «Así que estás
enfadado» es un comentario empático, pero es afirmar lo evidente y podría
parecer paternalista, lo que avivaría la ira de una persona que ya está furiosa.
Me acuerdo de una época, al principio de mi estancia en el FBI, en la que
el trabajo me exigía viajar exhaustivamente. A la sazón teníamos tres hijos,
un bebé y otros dos niños pequeños. En un viaje en concreto, estuve fuera dos
semanas. Cuando abrí la puerta de casa y anuncié que había vuelto, me
esperaba un cálido abrazo y un beso de mi esposa. No sucedió tal cosa; por el
contrario, me recibió con un «Ya era hora de que regresaras. Me voy a volver
loca, porque no has estado aquí para ayudarme con los niños». Entonces
podría haber utilizado el comentario empático básico: «Bien, veo que estás
furiosa», aunque no habría sido bien acogido; en su lugar, utilicé un
comentario empático sofisticado que aludía a la causa fundamental de la ira
de mi mujer. Dije: «Estás agobiada porque no he estado en casa para ayudarte
con los niños». Con esto le toqué la fibra sensible, y entonces se desahogó:
«Los miércoles por la noche salgo con mis amigas para descansar de los
niños y poder hablar con adultos, para variar». En ese momento podría haber
utilizado un comentario empático básico, tal como: «Echas de menos salir
con tus amigas», pero, una vez más, eso no habría resultado, y utilicé un
comentario empático sofisticado dirigido a la causa fundamental de su
enfado: «Aprecias el tiempo que pasas con tus amigas, porque te da la
oportunidad de descansar de los niños».
La ira es sólo un síntoma de un problema subyacente, así que los
comentarios empáticos deberían dirigirse a dicho problema. Sacar a la luz la
verdadera causa de la ira facilitará el desahogo, el cual puede ser controlado
mediante la elaboración de comentarios empáticos efectivos.
El desahogo
El desahogo es un elemento esencial para interrumpir el ciclo de la ira, ya que
reduce la frustración. Los comentarios empáticos muestran el objetivo de la
ira como no amenazador, lo cual reduce el impacto de la respuesta de lucha o
huida de la persona enfurecida. En cuanto ésta da rienda suelta a sus
frustraciones, se vuelve más receptiva a las soluciones, porque cuanto menos
furiosa esté, con más claridad pensará.
El desahogo no es un hecho aislado, sino más bien una sucesión de actos.
Por lo general, el desahogo inicial es el más fuerte, lo que permite que la
persona enfadada «queme» la mayor parte de la ira al principio de la
conversación. Los desahogos subsiguientes van perdiendo intensidad
progresivamente, a menos que se eche más leña al fuego para reavivar la ira.
Después de cada episodio de desahogo suele producirse una pausa de
forma natural. Durante ésta, se debería elaborar el comentario empático.
Puesto que los comentarios de este tipo favorecen el desahogo, la persona
enfadada será más proclive a seguir desahogándose, aunque cada vez con
menos intensidad. Después de la siguiente pausa natural, se debería elaborar
otro comentario empático, y seguir haciéndolo así hasta que la ira de la
persona en cuestión se agote. Es en este momento cuando deberían
introducirse los comentarios presuntivos.
Comentarios presuntivos
Los comentarios presuntivos llevan a la gente enfadada a adoptar una forma
de proceder que desemboque en la resolución del conflicto. Los comentarios
presuntivos deben construirse de manera que la persona enfurecida tenga
dificultades para «no» seguir la línea de actuación que se le ofrece. La
elaboración de los comentarios presuntivos exige ser experto en unas técnicas
de escucha fundamentales. Los comentarios presuntivos hacen que la fuerza
de la ira se vuelva hacia una resolución que sea aceptable para ambas partes.
Pero volvamos a mi incómodo regreso a casa. Después de una sucesión de
comentarios empáticos, la ira de mi esposa se consumió. Exhaló un gran
suspiró y dejó caer los hombros; su ira se había agotado. Entonces era el
momento de ofrecer un comentario presuntivo que la llevara a adoptar una
forma de proceder que aportara una solución. Así pues, elaboré el siguiente
comentario presuntivo: «¿Por qué no cojo a los niños, los llevo a casa de mi
madre y nos vamos a cenar a un buen restaurante? Te lo has ganado». Mi
esposa habría tenido difícil no aceptar la medida que le ofrecía. Si rechazaba
mi sugerencia, habría tenido que admitir que no se merecía ir a un buen
restaurante, que no estaba agobiada y que no necesitaba descansar de los
niños, todo lo cual eran las mismas cosas que había manifestado al dar rienda
suelta a su enfado. Así pues, al utilizar esta técnica, resolví eficazmente una
situación que con mucha facilidad podría haberse intensificado hasta
convertirse en una importante pelea doméstica, lo que nos habría dejado a
ambos furiosos y frustrados.
Si una persona enfurecida rechaza el comentario presuntivo, se debería
empezar a interrumpir el ciclo de la ira una vez más con un nuevo comentario
empático. Si mi esposa hubiera rechazado la línea de acción que le sugería,
nuestra conversación podría haber discurrido más o menos así:
YO: ¿Por qué no llevo a los niños a casa de mi madre y nos vamos a cenar
a un buen restaurante? Te lo has ganado (comentario presuntivo).
MI ESPOSA: No vas a salir de ésta tan fácilmente, amigo (rechazo del
comentario presuntivo).
YO: Así que consideras que salir una noche no es suficiente para
compensar el trabajo que hiciste mientras yo estaba fuera (comentario
empático; retomando la interrupción del ciclo de la ira) .
El rechazo al comentario presuntivo suele indicar que la persona en
cuestión no se ha descargado del todo de su ira; retomar la interrupción del
ciclo de la ira le permite deshacerse de la rabia residual. Algunas personas
tienen un problema con la ira muy arraigado, que quizá no se pueda resolver
nunca; en tales casos, la mejor manera de proceder que se puede sugerir
podría consistir en aceptar el desacuerdo o que ambas partes acuerden no
volver a sacar a colación el tema conflictivo. Estas posibles soluciones
establecen límites a las relaciones, pero no les ponen fin bruscamente.
El ciclo de la ira es susceptible de ser aplicado prácticamente en todas las
situaciones en las que uno se enfrente a una persona enfadada. El siguiente
diálogo entre un agente de aduanas y una turista extranjera ilustra la
utilización del ciclo de la ira para resolver un conflicto.
AGENTE DE ADUANAS: Señora, no puede introducir tierra en este
país.
TURISTA: Es tierra de un lugar sagrado. ¡No voy a dejarla!
AGENTE DE ADUANAS: Bueno, así que no quiere deshacerse de la
tierra porque tiene un significado especial para usted (comentario
empático).
TURISTA: Por supuesto que es especial. Es de un suelo bendito. Aleja a
los malos espíritus. Y me protege de las enfermedades. ¡No me desharé
de ella y usted no me puede obligar! (Desahogo.)
AGENTE DE ADUANAS: Así que esta tierra la defiende de los malos
espíritus y la mantiene sana (comentario empático).
TURISTA: No he vuelto a estar enferma desde que tengo esta tierra. La
necesito de veras (desahogo).
AGENTE DE ADUANA: Estar sana es muy importante para usted, ¿no
es así? (comentario empático).
TURISTA: Sí, lo es (suspiro acompañado de caída de hombros).
AGENTE DE ADUANA: Pensemos juntos cómo darle una solución a
este problema (comentario presuntivo). ¿Qué le parece? (La turista no
puede negarse sin parecer irracional.)
TURISTA: Bien.
AGENTE DE ADUANAS: La legislación establece que no puede
introducir tierra en este país a causa de los microbios que contiene y
que podrían infectar los cultivos (proporciona una explicación). Estoy
seguro de que no quiere ser responsable de provocar la enfermedad de
millones de personas, ¿verdad? (comentario presuntivo; la turista no
puede decir que «Sí» sin parecer irracional).
AGENTE DE ADUANAS: Bueno, entrégueme la tierra y podrá empezar
su visita a Estados Unidos.
TURISTA: Si no hay más remedio, de acuerdo (acatamiento voluntario).
RETOMAR EL CICLO DE LA IRA
En el supuesto de que la turista siguiera enfadada y no entregara
voluntariamente la tierra. El agente de aduanas retomaría el ciclo de la ira con
la intención de interrumpirlo. El siguiente diálogo ilustra la vuelta al ciclo.
AGENTE DE ADUANAS: Entrégueme la tierra y podrá empezar su vista
a Estados Unidos.
TURISTA: No, mi tierra no está contaminada. He de conservarla.
AGENTE DE ADUANA: Es usted muy vehemente en cuanto a lo de
conservar esta tierra (comentario empático).
TURISTA: ¡Quiero mi tierra! ¿Me puedo quedar al menos una
cucharada? (movimiento hacia un acatamiento voluntario).
AGENTE DE ADUANAS: Trata de imaginar una manera de introducir
parte de su tierra en el país, ¿cierto? (comentario empático).
TURISTA: Sí, por supuesto. ¿Puedo conservar al menos una cucharadita?
Seguro que eso no hace daño a nadie (movimiento hacia un acatamiento
voluntario).
AGENTE DE ADUANAS: Hasta la cantidad más insignificante de tierra
puede provocar un enorme perjuicio a los cultivos (proporciona una
explicación). Entrégueme la tierra y podrá iniciar su visita a Estados
Unidos (comentario presuntivo).
TURISTA: De acuerdo. Si no tengo más remedio, se la entregaré. Pero lo
hago en contra de mi voluntad (acatamiento voluntario).
En el supuesto de que regresar al ciclo de la ira no provoque el
acatamiento voluntario, el agente de aduanas debería plantear dos alternativas
y entonces permitir a la persona enfadada que escoja una de ellas. Dar a las
personas enfurecidas la posibilidad de escoger entre dos alternativas les
genera la ilusión de que tienen el control. La siguiente conversación ilustra la
técnica del «tú decides».
TURISTA: Me niego a entregarle mi tierra.
AGENTE DE ADUANAS: Se muestra usted bastante intransigente
acerca de lo de conservar su tierra (comentario empático). La ley
establece que no puede introducir tierra en el país. Va a tener que tomar
una decisión. La primera opción es que entregue la tierra y entre en el
país. La segunda, que conserve la tierra y no se le permita entrar en el
país (plantea dos alternativas). Usted decide. Lo que ocurra de aquí en
adelante depende de usted. Escoja la opción que prefiera (crea la
ilusión de que el turista está al mando) .
TURISTA: Realmente, no tengo alternativa, dado que quiero entrar en el
país. Coja la tierra (acatamiento voluntario).
AGENTE DE ADUANAS: Ha tomado la decisión correcta. Bienvenida a
Estados Unidos.
En todos y cada uno de los escenarios, el agente de aduanas mantuvo la
ilusión de que la turista tenía el control de la situación, aunque en realidad él
la fue dirigiendo paso a paso hacia el acatamiento voluntario.
A algunas personas les parece que renuncian a su autoridad cuando
utilizan las técnicas de acatamiento, que más que intimidar ejercen una
influencia sutil. Conseguir el acatamiento voluntario mediante la interrupción
del ciclo de la ira no sólo fortalece tu autoridad, sino que también reduce la
probabilidad de que la relación se tuerza y la persona enfadada se enfurezca
más y se vuelva menos sumisa. Con tu interrupción del ciclo de la ira, hay
muchas posibilidades de que la persona furiosa acepte la decisión que quieres
que tome y parezca, al mismo tiempo, que la tratas con respeto. Nadie podría
esperar un resultado mejor a un agrio enfrentamiento.
CUANDO LAS RELACIONES «SE VAN A
PIQUE» INCLUSO DESPUES DE QUE
HAYAS INTENTADO SALVARLAS
Si utilizas las técnicas descritas en este libro para entablar y conservar unas
relaciones saludables y alegres, vas a tener éxito en la mayoría de las
ocasiones. Pero ¿y si aun después de todos tus esfuerzos, una relación, ya
breve, ya duradera, sale mal? ¿Qué pasa entonces? Especialmente en las
relaciones duraderas, donde ya se ha invertido una considerable cantidad de
tiempo y dedicación, uno esperaría que la relación no se deshiciera
alegremente a los primeros signos de sufrimiento. Y, de hecho, no suele ser
así. La mayoría de las personas se meten en un matrimonio u otras formas de
relaciones estables con la intención de permanecer ahí.
Sin embargo, hay ocasiones en que incluso a individuos bienintencionados
y responsables les resulta difícil, cuando no imposible, permanecer en una
relación duradera. ¿Por qué? Hay muchos motivos, pero algunos de los más
frecuentes son:
• Divergencia de intereses. Puede que algunas personas que en su juventud tal vez
compartieran idénticos puntos de vista y profesiones, treinta años después, tengan
perspectivas diferentes. Una nueva profesión u objetivo vital puede pesar mucho
en una relación duradera, si ambas partes no están de acuerdo en el/los cambio/s
que implica/n.
• El síndrome del «nido vacío». Cuando los hijos abandonan el nido, hay
ocasiones en que uno o ambos progenitores se decantan por idéntica opción.
• Necesidad de mayor libertad. Las parejas que han estado juntos mucho tiempo,
•
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•
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sobre todo si se casaron jóvenes, a veces se sienten «atrapadas» y ansían tener la
libertad de la que disfrutan sus amigos solteros. Éste es el clásico caso del
síndrome de «la hierba siempre está más verde [en el jardín del vecino]». Las
personas casadas ansían la libertad de los solteros, y éstos, a su vez, anhelan la
dedicación de la que disfrutan los casados.
Necesidad de un cambio. ¿Alguna vez te has preguntado por qué los sesentones y
setentonas optan por poner fin a las relaciones duraderas? En ocasiones, no es más
que el reconocimiento de que uno no vive para siempre y que, si desea tener la
oportunidad de experimentar un estilo de vida distinto, le queda poco tiempo.
Cambios en la personalidad de uno o de ambos miembros de la pareja.
Nuestras personalidades no son estáticas ni inamovibles. Con el tiempo vamos
cambiando, y si estos cambios alejan a las personas, generalmente éstas acaban
separándose.
Irrupciones de terceros. Los científicos del comportamiento llevan discutiendo
mucho tiempo la cuestión de si los humanos somos monógamos «por naturaleza».
Mientras siguen debatiendo, las relaciones duraderas continúan desmoronándose a
causa de la infidelidad y la sustitución de la pareja por un nuevo amor.
Aburrimiento. El exceso de algo puede provocar aburrimiento, un acelerante para
la ruptura de las parejas, el cual puede hacer que las relaciones otrora apasionantes
se antojen tediosas e insatisfactorias.
Aparición de incompatibilidades. A medida que las relaciones evolucionan,
también lo hacen las personas dentro de ellas. Esto puede desembocar en
problemas si una de las partes desarrolla hábitos inaceptables para la otra. Por
ejemplo, uno de los miembros de la pareja podría empezar a beber o jugar en
exceso, a mostrar menos interés en el sexo o hacerse más solitario e incluso
empezar a roncar (para desgracia de su pareja con el sueño ligero).
La buena noticia es que muchos de esos problemas, cuando no todos, se
pueden superar con el mutuo esfuerzo o con terapia, siempre que los
afectados estén «comprometidos» a permanecer juntos y dispuestos a hacer lo
necesario para arreglar la relación, y hacerlo por completo.
¡Hasta los mejores amigos pueden tener la peor de las peleas!
Las buenas relaciones, ya sean breves o duraderas, exigen esfuerzo para
fructificar. Como el jardinero que quiere que sus plantas y árboles se
desarrollen plenamente, así uno debe alimentar sus relaciones con cuidados,
paciencia, comprensión y cariño si quiere que florezcan. No se puede dejar
morir una relación al primer indicio de infortunio. Has de estar plenamente
convencido de que has hecho todo lo que estaba en tus manos para salvarla,
antes de pensar en liquidarla.
EN CASO DE DIVORCIO, RÓMPASE EL
CRISTAL
En una ocasión me dieron una consejo maravilloso que transmito a las
parejas jóvenes siempre que puedo: cuando la relación es todavía reciente,
dinámica y está llena de amor, escribíos cartas mutuamente. Abrid vuestros
corazones y detallad de manera minuciosa lo que os gusta y admiráis de la
otra persona. Pero no os entreguéis las cartas. En vez de eso, metedlas en
sobres cerrados independientes con el nombre de la pareja en el anverso.
Luego, ponedlas en una caja, que deberéis guardar en un lugar seguro.
En el supuesto de que la relación se estropee, podéis daros las cartas
mutuamente y leerlas. Este recordatorio emocional puede ser suficiente para
recargar los sentimientos de amor y darle un empujón a una nueva época de
unión. Las cartas también se pueden utilizar como rompehielos emocional
que os motive a resolver cualquier asunto importante que esté en punto
muerto y precise «algo» para que tú y tu pareja volváis al buen camino de la
resolución del problema.
Un hombre al que le comenté esta idea, llegó a construir un recipiente de
madera con la parte delantera de cristal, algo parecido a las alarmas
antiincendios que se encuentran en tantos edificios. Luego fijó un pequeño
martillo metálico a la caja con una cadena metálica. El letrero de la caja
rezaba así: «En caso de divorcio, rómpase el cristal». Las cartas contenidas en
la caja servían a la pareja de recordatorio permanente de aquello que les
gustaba y admiraban del otro cuando se enamoraron. En medio de una pelea
o del agravamiento de una disputa, cualquiera de los dos podía comentar:
«¿Ha llegado el momento de romper el cristal?» Tal recordatorio nada sutil
aplacaba rápidamente la pelea o desacuerdo y les ayudaba a resolver el
conflicto de manera satisfactoria.
8
LOS PELIGROS Y PROMESAS DE
RELACIONES EN EL MUNDO
DIGITAL
En la Red todo el mundo puede ser quien quiera ser. La cosa sólo se
complica cuando los conoces en el mundo real.
TOKII.COM
Ésta es una historia verdadera. Una especie de historia de amor, una que sólo
podría darse en nuestra era digital. Sus protagonistas son un profesor de
sesenta y ocho años y una modelo de bikinis checa. El académico en cuestión
no andaba falto de capacidad intelectual: impartía física de partículas teóricas
en la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill, donde trabajaba
desde hacía treinta años.
El profesor, que seguía solo después de su reciente divorcio, visitaba
algunos sitios de citas de la Red, donde contactó con la belleza checa.
Después de un frenesí de correos electrónicos, sesiones en salas de chateo y
mensajes instantáneos, al profesor no le cupo ninguna duda de que la
imponente modelo deseaba abandonar sus estudios y casarse con él.
Aparentemente, nunca se le pasó por la mientes que la mujer de Internet
pudiera ser una impostora ni se preguntó por qué una joven y atractiva
modelo le escogería a él como marido.
Por desgracia, averiguó las razones por las malas. Después de muchos
intentos fallidos por parte del profesor de hablar con la joven por teléfono,
ésta aceptó pasar de la realidad virtual a la vida real. Todo lo que el docente
tenía que hacer era volar hasta Bolivia, donde a la sazón estaba trabajando la
modelo, y encontrarse con ella. El académico accedió de inmediato. El resto
de la historia es demasiado dolorosa de contar.
Después de llegar tarde a Bolivia por culpa de un problema con el billete,
el profesor descubrió que su «novia» ya se había marchado. Sin embargo, ella
le dijo que no se preocupara, que le enviaría un billete para Bruselas, Bélgica,
donde se reuniría con ella mientras hacía una sesión de fotos. Lo único que le
pidió fue que le llevara una bolsa que ella se había dejado en Bolivia. En el
aeropuerto de Buenos Aires, registraron la bolsa; en su interior había
escondidos 1.980 gramos de cocaína. El profesor acabó siendo acusado de
tráfico de drogas, aunque afortunadamente para él le cayó una condena muy
leve.
¿Y cuál fue la reacción a todo esto de la «verdadera» modelo de bikinis
checa? De susto, por el hecho de que su nombre se viera asociado al tráfico
de drogas, y de «compasión» por su pretendiente intelectual, al que, por
supuesto, jamás había conocido en Internet ni en ninguna otra parte. Según
Maxine Swann, un periodista que escribió un elaborado artículo sobre el
incidente para el New York Times, el profesor «dijo que tuvo que pasar más
de un mes en prisión para que sus compañeros reclusos pudieran convencerle
de que la mujer con la que creía haber estado en contacto todo aquel tiempo
quizás hubiera sido un hombre».
Basándote en esta historia, tal vez pienses que estoy recomendando
abstenerse de utilizar el mundo digital para conocer gente y hacer amigos. Sin
embargo, nada podría estar más lejos de la verdad. Mientras sepas cómo
distinguir los amigos de los fraudes (lo que se te enseñará en este capítulo), el
panorama de la Red ofrece algunas ventajas bien definidas.
INTERNET ES AMISTOSAMENTE
INTROVERTIDA
Las personas introvertidas revelan más información en las redes sociales de
lo que lo hacen en los encuentros directos. La razón de esto hay que
encontrarla en que el formato de la Red les permite disponer del tiempo
suficiente para elaborar respuestas significativas. Los introvertidos también
tienen dificultad para iniciar las conversaciones, sobre todo con los extraños.
Las redes sociales eliminan esta presión social añadida, y también permiten
que los introvertidos se expresen sin ser permanentemente interrumpidos por
los extrovertidos. Por último, los introvertidos se muestran más dispuestos a
decir lo que piensan, al no tener que preocuparse por la exposición directa a
las reacciones negativas que se pueden dar en la comunicación en persona.
Facilidad para encontrar «puntos en común»
Si alguna vez existiera la oportunidad de que la Ley de la Semejanza
(capítulo 4) funcionara, sería en Internet. Cuando se trata de encontrar puntos
en común con individuos que poseen intereses parecidos, el mundo digital
proporciona el entorno perfecto para las coincidencias. ¿Que quieres
encontrar un coleccionista de sellos? Hay un grupo de Internet sobre eso.
¿Que estás interesado en conocer personas que exhiban automóviles
antiguos? Hay un grupo de Internet sobre eso. ¿Que estás buscando un grupo
especial de fanáticos de los deportes que también trabajen como voluntarios
en refugios para animales y coman manzanas orgánicas del estado de
Washington? Hay un grupo de Internet sobre eso. Bueno, tal vez.
La cuestión es que con millones de personas en la Red y miles de salas de
charla y grupos de intereses especiales dedicados a casi cualquier actividad,
real o imaginable, las probabilidades de entablar amistades con personas que
compartan intereses similares sólo está a un clic de distancia.
Números
Si estás buscando un amigo con una preparación e intereses concretos,
¿dónde preferirías mirar: en un bar u otro lugar público que pudiera albergar
a cientos de personas, o en Internet, donde decenas de millones de personas
están esperando a que contacten con ellas dándole a una tecla? La gran
cantidad de gente que se conecta a Internet aumenta tus posibilidades de
encontrar a las personas que te interesen y que mejor encajen en tus
necesidades particulares.
Menos posibilidades de avergonzarse
El anonimato y la capacidad para empezar y terminar relaciones pulsando con
el ratón hacen menos probable que el usuario de la Red tenga que enfrentarse
a la humillación y la vergüenza que acompañan a la desaprobación o el
rechazo tajante en persona. Como es natural, si un usuario de la Red publica
información e imágenes de naturaleza cuestionable, las posibilidades de
vergüenza indudablemente se incrementan (como ha sido el caso con
numerosos políticos y famosos prominentes a lo largo de los años).
La capacidad de seleccionar por adelantado a los amigos
potenciales
Sobre todo en los sitios de citas, los individuos que buscan pareja tienen la
oportunidad de describir qué es lo que le exigen a un potencial pretendiente.
Por supuesto, no todas las personas que leen los requisitos los cumplen.
Muchas contactarán contigo por Internet aun cuando no satisfagan los
requisitos que estás buscando. Sin embargo, los mecanismos de selección de
ciertos sitios de la Red pueden ser útiles al limitar la cantidad de personas que
pueden ponerse en contacto contigo.
La oportunidad de «investigar a las personas»
Internet es rica en información, y la proporciona en abundante cantidad a
aquellos que saben cómo obtenerla o que están interesados en saber más
sobre algo o alguien. Internet debería contemplarse como una herramienta
para saber más sobre las personas con las que estás considerando entablar
relaciones, las hayas conocido bien en persona, bien en la Red. Como es
evidente, esta búsqueda de información es más importante en el caso de los
potenciales amigos de la Red, dado que no cuentas con la ventaja de poder
reunirla por medio de las señales verbales y no verbales de que se disponen
en las relaciones de la vida real.
Es sencillamente innegable que la aparición de la comunicación personal
en línea ha alterado espectacularmente el panorama de la búsqueda de amigos
y el establecimiento de relaciones. Como la popularidad de esta forma de
interacción digital siga creciendo, en los años venideros se producirá un
impacto aún mayor en la manera de entablar relaciones.
¿Qué significa todo esto para ti? Parafraseando a Charles Dickens: «Puede
ser la mejor de las épocas; puede ser la peor de las épocas». Cuando se utiliza
correctamente y con las adecuadas medidas de seguridad, hacer amistades en
el mundo digital puede resultar una experiencia fructífera y reconfortante; sin
embargo, zambullirse de cabeza en las relaciones en Internet sin prestar la
debida atención a los riesgos potenciales que conlleva es una receta infalible
para el desastre. Antes de encender tu portátil o de echar mano a tu teléfono
inteligente, he aquí algunas cosas importantes que debes tener muy presentes.
PRECAUCIÓN: LA INMORTALIDAD TE
ESPERA
Facebook; Twitter; Instagram; salas de charla; grupos de intereses especiales;
correos electrónicos; blogs; buscadores de Internet; sitios de citas… Un literal
cuerno de la abundancia de oportunidades para buscar y conocer personas
que podrían acabar siendo amigos o hasta parejas para toda la vida.
Pero tiembla, o parafraseando el famoso tráiler de Jaws, «tiembla mucho»,
por el precio potencial que pagas cada vez que te conectas a Internet. Todo lo
que digas, dondequiera que te metas, cualquier imagen que cuelgues, incluso
tus correos electrónicos y mensajes instantáneos pueden alcanzar la
inmortalidad inmediata en Internet, dejándote con tu huella cibernética, la
cual, al contrario que una huella en la arena ¡no se borra así como así!
Cada vez con mayor frecuencia, posibles empleadores, amantes
potenciales, acosadores en potencia e incluso organismos oficiales utilizan
tus actividades cibernéticas para saber más sobre ti y decidir cómo te tratarán,
¡aunque la información que utilizan tenga lustros de antigüedad!
Por favor, ten presente que lo que publicas es lo que eres… para siempre
amás. Siempre que te sientes ante el ordenador y accedas a Internet, recuerda
esta frase: «¿Me sentiría avergonzado si lo que estoy a punto de hacer
apareciera de repente en la primera plana del periódico de mi ciudad mañana,
dentro de un mes o al cabo de diez años?» Si la respuesta es «sí» o «quizá»,
detente y piénsatelo antes de pulsar la tecla de enviar o de entrar, eso podría
ahorrarte disgustos y desengaños al día siguiente y en lo sucesivo.
APRENDE Y UTILIZA LA ETIQUETA
DIGITAL ADECUADA CUANDO VISITES EL
CIBERESPACIO
La tecnología avanza con tanta rapidez que las normas sociales para la
utilización de cosas como los ordenadores y los teléfonos inteligentes no
siempre van al mismo ritmo. No obstante, existen algunas directrices
generales que, si se siguen, deberían hacer que las experiencias en línea
fueran más seguras y placenteras para ti y los que te rodean. Eso también
aumentará tus posibilidades de hacer amigos, en lugar de enemigos, tanto en
la Red como en los alrededores de donde estés enviando mensajes, hablando
o buscando.
Teléfonos inteligentes
En un cine de Florida mataron a un hombre a tiros por haber utilizado su
teléfono inteligente después de que se apagaran las luces. Lo más probable es
que no corras una suerte parecida si decides enviar un mensaje de texto o
hablar en un lugar en el que no debas o de una manera inapropiada; sin
embargo, existen unas sencillas directrices que deberás seguir para protegerte
y proteger tu información de cualquier daño.
1. Todos los dispositivos móviles de comunicación deben ser silenciados en
cualquier lugar público o privado donde un tono de llamada pueda ser una
distracción o resultar inadecuado.
2. Todos los «usuarios» de los dispositivos móviles de comunicación deberían
abstenerse de hablar por sus teléfonos en cualquier lugar público o privado donde
expresarse con fluidez pudiera resultar una distracción o ser inadecuada. (Ejemplo:
yo no salgo a cenar relajadamente a un buen restaurante para oír tu prolija
disertación sobre tus problemas familiares o laborales o en el trabajo.)
3. Los teléfonos inteligentes pueden ser pirateados. Lo mejor es que las fotos y
demás información que no querrías ver reproducidas en el periódico de tu ciudad
sean eliminadas del aparato.
4. La mayoría de las facturas de los teléfonos móviles proporcionan una detallada
relación de llamadas entrantes y salientes de tu aparato. Si prefieres que los demás
no sepan quién te llamó y a quién llamaste, debes tenerlo en cuenta.
5. Tal vez no sea una buena idea grabarte haciendo cosas que, a falta de una palabra
mejor, podrían ser consideradas inadecuadas por los demás. Para muestra, un
botón: una mujer del Reino Unido cogió el teléfono inteligente de su novio y
encontró unas fotos en las que aparecía él manteniendo relaciones sexuales con un
perro. Para colmo de males, ¡era el perro de ella! No se tienen noticias de cómo
reaccionó la mujer a esta cadena de acontecimientos.
6. El envío de mensajes de contenido sexual o «sexteo» —en especial cuando se
incluyen fotos— no es precisamente una buena idea, ni siquiera entre marido y
mujer. Estas fotos tienen una desagradable manera de aparecer de repente en las
páginas web y los medios sociales, sobre todo cuando el marido y la mujer se
divorcian y uno (o los dos) tiene una naturaleza vengativa.
7. No permitas que la realidad virtual prevalezca sobre las relaciones del mundo real.
Las personas varían en su tolerancia a las conversaciones por el móvil (y a la
consulta permanente de los medios sociales) de alguien que esté con ellas. Aunque
tu acompañante (cita, amigo o socio profesional) sea más experto en tecnología y
tolerante que la mayoría, se sigue considerando inadecuado que cojas llamadas,
compruebes mensajes y no pares de echarle un vistazo a tu móvil durante el rato
que estéis juntos. En un capítulo previo sobre la comunicación verbal, señalaba la
importancia de escuchar con atención a la persona con la que estás hablando.
Hacerlo demuestra interés y respeto e impulsa un entorno superior para conseguir
gustarle a los demás y mantener las amistades. Si insistes en considerar a tu móvil
como un cordón umbilical en presencia de los demás, no esperes el nacimiento de
una buena relación.
8. Dado que los teléfonos móviles mantienen su código de zona inicial (con
independencia de dónde sean utilizados) y, además, debido a que la transmisión de
sus conversaciones no siempre es nítida, es importante que cuando dejes tu
número para que te devuelvan una llamada empieces por el código de zona y
repitas el número dos veces. De esta manera, aumentas las posibilidades de que el
receptor del mensaje tenga la información necesaria para ponerse en contacto
contigo.
Mensajes electrónicos (correo electrónico)
1. Los correos electrónicos ocupan un lugar intermedio entre los mensajes de texto y
las cartas en cuanto a la formalidad o informalidad de tus comunicaciones. Como
es evidente, los correos electrónicos que se envían a posibles empleadores o
importantes contactos profesionales deberían ser más reflexivos que una carta
tradicional, estar bien meditados y ser gramaticalmente correctos. Dicho esto, es
aconsejable evitar en «todos» los correos electrónicos cualquier tipo de
abreviaturas que normalmente se utilizan en los mensajes de texto y revisarlos en
busca de faltas de ortografía antes de enviarlos.
2. Medita detenidamente tu nombre de usuario para los correos electrónicos. Un
nombre de usuario que puede ser aceptable para comunicarse con los amigos
podría no serlo en absoluto para ponerse en contacto con posibles empleadores o
con el personal docente del colegio de tus hijos. Una colega mía, que da clases de
gestión de recursos humanos en una escuela de empresariales, me enseñó su lista
del «Salón de la fama de los nombres de usuario inapropiados», que incluía
nombres utilizados en realidad por sus alumnos para solicitar empleo. El número
3.
4.
5.
6.
7.
8.
uno de la lista era: «Lámeme».
No escribas el texto de un correo electrónico en mayúsculas (COMO ÉSTAS); se
tiene como el equivalente a gritarle a alguien en las comunicaciones verbales y se
considera una grosería.
Jamás escribas un correo electrónico cuando estés extremadamente furioso o
consternado. En uno de los capítulos anteriores, resaltaba que las personas que
están alteradas tienen dificultad para pensar con racionalidad. Un correo
electrónico escrito en tales momentos suele reflejar ese proceso mental
perturbado. Si has de escribir un mensaje así, «no lo envíes»; en cualquier caso, no
inmediatamente. Guárdalo durante unas horas y luego, cuando te hayas calmado y
puedas pensar más racionalmente, vuelve a leerlo. Sólo entonces deberías
considerar enviarlo…, probablemente con correcciones sustanciales. Otra buena
razón para no enviar de inmediato un correo electrónico airado es el potencial que
tiene éste para empeorar la situación. El problema podría resolverse (o
desaparecer) a las pocas horas si «se le deja reposar». Una respuesta precipitada e
irritada elimina por completo esta posibilidad.
Cuando estés a punto de enviar un correo electrónico, procura comprobar a quién
está siendo enviado. Se podrían haber evitado muchos incidentes embarazosos si
los remitentes de los correos se hubieran asegurado de que sus mensajes estaban
siendo enviados a una persona concreta, y no al «responder a todos».
Un correo electrónico puede ser «eterno» (o al menos permanecer en el
ciberespacio durante meses o incluso años). En cuanto un correo electrónico se
encuentra «ahí fuera», puede cobrar vida por sí solo: reproducido, transmitido,
archivado. Cada vez que escribes un correo electrónico deberías preguntarte: «Si
este correo se hiciera público y mantuviera su publicidad durante un período
prolongado de tiempo, ¿lo enviaría?»
Los correos electrónicos borrados todavía se pueden recuperar meses después de
haberlos «eliminado». Esto se debe a que muchos servidores de Internet
«guardan» los correos «borrados» en sus ordenadores. La recuperación de los
correos electrónicos supuestamente «borrados» ha revelado información secreta
sobre (o por) los individuos que creían haberlos destruido de forma segura. Con
frecuencia, estas personas se enteran de la inquietante noticia en la sala de un
juzgado.
Jamás abras un archivo adjunto de un correo electrónico, a menos que estés seguro
de que conoces al remitente y sepas que efectivamente éste es el que lo envía. (A
veces, se accede ilegalmente a las direcciones de los correos electrónicos desde el
ordenador de una persona, tras lo cual son utilizadas para enviar mensajes que
contienen virus a todos los integrantes de la lista de contactos de esa persona. A
simple vista, el mensaje parece legítimo, dado que es enviado desde el ordenador
de la persona afectada.) En general, lo mejor es no abrir «ningún» archivo adjunto,
a menos que sea absolutamente necesario. Es aconsejable que protejas tu
ordenador con programas de seguridad que criben los archivos adjuntos (por
ejemplo, Norton o McAfee); de lo contrario, abrirlos en tu ordenador es como
tener relaciones sexuales sin protección.
Sitios sociales (Facebook, Twitter, Tumblr, etcétera)
1. Los sitios sociales difieren en sus mecanismos de filtrado: quién puede ver lo que
publicas y quién no. Asegúrate de que conoces bien estos filtros y utilízalos
adecuadamente.
2. Hazte cargo de que «todo» lo que cuelgas en un sitio social es accesible y
reproducible para que lo vean los demás. Asimismo, ten presente que a esas fiestas
universitarias donde fuiste fotografiado bebiendo y pasándotelo «en grande»
podría tener acceso algún día un posible empleador, un cónyuge potencial (o real)
o incluso ¡tus padres y suegros!
3. Como norma general, es prudente que limites tu huella digital en la Red. Un uso
excesivo de los sitios sociales agranda esa huella y podría causarte problemas más
adelante.
4. ¡Y ten cuidado con quién te haces amigo!
DETECTIVES DIGITALES
Como ya sabes a estas alturas, soy un asiduo viajero aéreo. Esta vez me dirigía a la puerta de
embarque del aeropuerto de Nashville para ver si podía apuntarme a la lista de espera de un vuelo
que saliera antes, pero en esta ocasión no trataba de conseguir una plaza mejor. Los empleados de la
puerta, un hombre y una mujer, estaban examinando atentamente una cámara digital muy cara, y oí
que uno le comentaba al otro: «La cámara no lleva ningún nombre ni ninguna otra identificación
exclusiva. Tenemos que averiguar a quién pertenece y devolvérsela». Entonces les pregunté qué
estaban haciendo. «Somos los agentes del FBI de American Airlines», respondieron al unísono. Yo
me identifiqué como verdadero agente del FBI, aunque excedente, y les pregunté cómo iban a
averiguar quién era el dueño de la cámara sin ninguna pista. El hombre me explicó que la
encenderían y buscarían las pistas en las fotos que hubiera tomado el propietario. Me sentí intrigado
cuando les vi llevar a cabo el proceso de resolver aquel enigma digital. A medida que iban pasando
las fotos con la fecha impresa, fueron reuniendo las pistas digitales. El dueño era un varón de origen
hispano. Según parecía, había pasado tres días en Las Vegas, probablemente por razones de trabajo,
porque no había fotos familiares. Se había alojado en el hotel Bellagio. Siguieron desplazando las
fotos. La mujer chocó la palma de la mano con la del hombre y gritó: «Lo encontré». Entonces me
enseñó una foto que había sido tomada la semana anterior y en la que se mostraba una flamante casa
de madera con un enlucido azul. Vi la foto, aunque no terminé de entender qué era lo que había
provocado el entusiasmo de ambos. Ella señaló la casa y dijo: «Este tipo de casa es típica de los
estados del Atlántico medio de la Costa Este». Muy bien, pensé, ¿y qué? Entonces la mujer me
indicó el cartel apenas visible de «Se vende» colocado en el jardín delantero. «Vale», dije, no muy
seguro del significado del cartel. Ella utilizó la función del zoom para que la dirección y el teléfono
de la agencia inmobiliaria aparecieran claramente visibles. Las oficinas de la inmobiliaria estaban en
Columbia, Carolina del Sur. Por fin lo entendía. En voz alta, solté: «Casi seguro que el propietario
de la cámara es de Columbia, Carolina del Sur, porque normalmente la gente no le hace fotos a una
casa en venta, a menos que estén pensando en comprarla». La mujer añadió: «El último vuelo que
embarcó se dirigía a Columbia, Carolina del Sur». Sacó la lista de pasajeros, y por suerte ésta sólo
contenía unos pocos apellidos hispanos. Tenía que coger mi vuelo, pero estaba seguro de que los
agentes del FBI de American Airlines localizarían al dueño y le devolverían la cámara. Estaba
sorprendido de lo fácil que había sido rastrear los movimientos del propietario de la cámara
utilizando unas pocas pistas digitales abstractas. Aún me asombraba más que los agentes hubieran
hecho lo indecible para devolver la cámara. Me comentaron que devolvían muchos aparatos
electrónicos perdidos u olvidados utilizando métodos parecidos. La moraleja de esta historia es lo
difícil que resulta permanecer en el anonimato en un mundo digital. Ten esto presente la próxima
vez que cuelgues algo en Internet o hagas algo tan inocente como sacar una foto digital.
O CAVIAR: LO QUE TIENES
QUE SABER ANTES DE ENTABLAR
RELACIONES EN LÍNEA
CATPHISH
Internet proporciona un entorno fértil para cultivar amistades e incluso
relaciones para toda la vida entre personas. Esto ha desembocado en la
creación de sitios web que agilizan el proceso de «citarse» en la Red y se lo
ponen más fácil a aquellos individuos interesados en encontrar parejas para
«ligar». Los propietarios de estos sitios web afirman obtener grandes éxitos a
la hora de juntar «almas gemelas»: proporcionan el mecanismo por el que las
personas se conocen en la Red y, al final, establecen compromisos duraderos
en el mundo real.
Utilizar Internet para encontrar a «don Perfecto o doña Perfecta» puede
resultar una experiencia gratificante. También puede ser un infierno en vida.
Cómo resulte «tu» experiencia dependerá de muchos factores, la mayoría de
los cuales se tratarán aquí. Aunque nadie puede garantizarte que tus
relaciones generadas en Internet vayan a ser satisfactorias y sin problemas,
hay algunas cosas que puedes hacer para aumentar tus posibilidades de tener
unos resultados positivos —y reducir las de los negativos— en lo tocante a
escoger amigos y parejas potenciales en la Red.
AMOR AL PRIMER
BYTE *
El joven era una estrella del equipo de fútbol americano de Notre Dame que
se enamoró de una mujer que conoció en la Red. Entonces sobrevino la
tragedia: su amada murió de leucemia, y para empeorar las cosas, fue a
hacerlo el mismo día en que la abuela del futbolista pasaba a mejor vida.
La doble tragedia de la estrella del fútbol americano se convirtió en noticia
de ámbito nacional. Pero la historia fue eclipsada enseguida por otra aún más
impactante: resultó que, después de todo, la mujer a la que tanto quiso no
había muerto, porque, para empezar, ¡no había existido nunca! Y es que se
trataba de una persona creada en el ciberespacio por alguien con un sentido
del humor realmente perverso.
Y luego tenemos la epopeya de Sana y Adnan Klaric. Según parece, la
vida conyugal de la pareja no iba muy bien, así que, a espaldas uno del otro,
cada uno de los Klaric asumió un nombre de usuario falso en Internet,
Cariñín y Príncipe de la Alegría, respectivamente, e irrumpieron en las salas
de chat de la Red quejándose de su decepcionante matrimonio y buscando
unos nuevos Don Perfecto y Doña Perfecta.
Necesitaron algún tiempo y mucho teclear, pero al final cada uno de los
dos compañeros distanciados dieron en la Red con alguien a quien sus
problemas parecieron tocar fibra sensible y que les proporcionó la clase de
palabras que tanto echaban de menos en su matrimonio.
Sana y Adnan supieron que habían encontrado al verdadero amor de sus
respectivas vidas. Acordaron encontrarse con sus nuevas parejas en un hora y
un lugar preestablecidos. Llegado el gran día, ambos se pusieron excusas el
uno al otro para poder acudir a la cita y tomaron las debidas precauciones
para que su desliz no fuera descubierto. Entonces se marcharon para
encontrarse con sus amantes de la Red, los sustitutos perfectos de los que
habían dejado en casa.
Cuando llegaron al lugar de encuentro, conocieron personalmente a sus
amantes de Internet. No había sido un amor a primera vista. Resultó que, sin
saberlo, Sana y Adnan habían estado manteniendo su aventura amorosa en la
Red ¡el uno con el otro!
Lo mejor sería dejar decidir a los expertos en ética y a los abogados si
Sana y Adnan estaban siendo infieles, puesto que es difícil imaginar que se
pueda cometer adulterio con el propio cónyuge; sin embargo, Cariñín y
Príncipe de la Alegría no quedaron satisfechos y, según las últimas
informaciones, se acusaron mutuamente de infidelidad y presentaron sendas
demandas de divorcio.
¿Y qué es lo que demuestran todas estas historias?
1. Las relaciones que se entablan en Internet pueden ser tan fuertes como las que se
crean en persona, y a veces más.
2. En Internet, las cosas no siempre son lo que parecen.
3. Si un físico de nivel internacional puede ser engañado en Internet, es probable que
tú también puedas serlo.
4. Internet está poblado por personas perversas, mezquinas y terroríficas en la misma
medida que lo está el mundo real.
5. Los timos asociados a las relaciones en Internet son más frecuentes de lo que nos
imaginamos la mayoría. De hecho, se han llegado a generalizar tanto que se han
realizado documentales, programas de telerrealidad y largometrajes sobre el tema.
Incluso se ha acuñado una palabra, catfisth, que, como dice el abogado
especializado en Internet Parry Afta, hace referencia a «cualquiera que pretende
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ser quien no es en los medios sociales. Es algo que ocurre permanentemente». Yo
he llevado esa expresión un paso más allá con catphish, término que también
incluye a los piratas informáticos que quieren robarte la identidad.
Debido al «manto de confidencialidad» que proporciona Internet, la gente dice
cosas en el ciberespacio que nunca diría en una relación en persona.
En Internet, al igual que en la vida real, si algo es demasiado bueno para ser
verdad, ¡es que quizá lo sea! Las redes sociales pueden ser peligrosas. No hay
ninguna garantía de que cualquier comunicación colgada en Internet mantenga su
privacidad, así que tienes que asumir que tus mensajes son permanentes y
públicos.
Como en las comunicaciones en persona, fingir que eres alguien que no eres suele
tener resultados desagradables.
Hay cosas que se pueden hacer para navegar con más seguridad y eficacia por
Internet. En las páginas siguientes se incluyen algunas sugerencias. Tales
sugerencias no sólo son importantes para los que buscan amor en la Red; también
les serán útiles a cualquiera que busque amigos.
EXAMEN DE LA VERACIDAD EN LA RED Y
EN PERSONA
Permitir que nuestros hijos adolescentes vagaran libremente por Internet, en
especial mi hija, fue una propuesta aterradora para mi esposa y para mí. Así
que les enseñé algunas técnicas que yo utilizaba para calibrar la veracidad de
los sospechosos, con el objetivo de protegerlos de los depredadores de la Red
y del mundo real. Y por las mismas razones te las brindo aquí, para ayudarte
a que te protejas de las comunicaciones fuera y dentro de la Red. Los
resultados de estos análisis de la veracidad aparentemente inocuos no son una
prueba definitiva de engaño, aunque sí proporcionan unos sólidos indicios de
que alguien podría estar mintiendo o, por lo menos, manipulando la verdad
más allá de los límites aceptables.
LA TÉCNICA DEL… «BUENO»
«BU ENO»
Cuando haces una pregunta directa de si o no a alguien y éste empieza a
responder con el «Bueno», existe una probabilidad alta de engaño, porque es
indicativo de que la persona que responde está a punto de darte una respuesta
que sabe que no esperas. El siguiente diálogo ilustra la técnica del «Bueno».
PADRE: ¿Terminaste de hacer los deberes?
HIJA: Bueno…
PADRE: Ve a tu cuarto y termina los deberes.
HIJA: ¿Cómo sabes que no los he hecho?
PADRE: Porque soy padre. Y sé esas cosas.
El padre no tuvo que esperar a que su hija terminara de responder porque
ya sabía, por la utilización que hizo ella del «Bueno» en respuesta a su
pregunta directa, que estaba a punto de darle una respuesta que ella sabía que
él no esperaba. La hija sabía que su padre esperaba un sí a la pregunta
«¿Terminaste de hacer los deberes?»
Otro ejemplo: yo estaba interrogando a un persona que pensaba que había
presenciado un asesinato. El supuesto testigo había estado cerca de la escena
del crimen, pero negaba haber visto el tiroteo. Después de darme algunas
respuestas evasivas, decidí poner a prueba su veracidad haciéndole una
pregunta directa de sí o no.
YO: ¿Vio usted lo que ocurrió?
TESTIGO: Bueno…, desde donde estaba, era difícil que pudiera ver
mucho. Estaba oscuro y todo ocurrió muy deprisa.
Le había hecho una pregunta directa a la que él sabía que yo esperaba que
respondiera que sí. Puesto que empezó la respuesta con un «Bueno», supe
que estaba a punto de responderme otra cosa. Dejé que el testigo terminara su
respuesta para no ponerle sobre aviso de la técnica.
La técnica del «Bueno» sólo funciona con las preguntas directas de sí o no.
Empezar con un «Bueno» la respuesta a una pregunta abierta del estilo de
«¿Quién ganará la Super Bowl el año que viene?» indica que la persona está
valorando cómo responder. Hay que dejar que los demás terminen sus
respuestas antes de reaccionar, para no ponerles sobre aviso de esta técnica.
Debe advertirse que si la persona con la que estás hablando la conoce, evitará
deliberadamente utilizar el «bueno».
Acostúmbrate a hacer preguntas directas de sí o no a la gente y a escuchar
sus respuestas. Responder a una de tales preguntas con un «Bueno», o no
responder directamente a la presunta, es un sólido indicio de engaño, que
exigirá seguir investigando.
LA TIERRA DEL ES
Cuando las personas escogen no responder sí o no, se sitúan en la Tierra del
Es. Ésta ocupa el espacio situado entre la verdad y el engaño, una zona
sombría que contiene el laberinto de las verdades a medias, las excusas y las
suposiciones. La ya famosa declaración del presidente Clinton ante el gran
urado inspiró el concepto de la Tierra del Es. Ésta es la declaración de
Clinton: «Eso depende del significado de la palabras “es”. Si “es” significa
que es, pero jamás lo ha sido, eso es una cosa; si quiere decir que no es,
entonces sería una afirmación absolutamente cierta». Clinton llevó
astutamente al fiscal a la Tierra del Es para evitar responder directamente a la
pregunta de sí o no que se le hacía.
El siguiente diálogo entre una madre y una hija ilustra la técnica de la
Tierra del Es.
MADRE: Esta tarde me llamó tu profesor y me dijo que sospecha que
copiaste en un examen. ¿Es verdad que copiaste?
HIJA: Anoche estuve dos horas estudiando. Estudio más que todos los
que conozco. Las personas que no estudian son las que tienen que
copiar en los exámenes. Yo estudio siempre. ¡No me acuses de copiar!
MADRE: No te estoy acusando de copiar.
HIJA: ¡Sí, lo estás haciendo!
La madre le hizo a su hija una pregunta directa de sí o no, y ésta decidió
no responder con un sencillo sí o no, sino que, por el contrario, llevó a su
madre a la Tierra del Es para evitar responder directamente. La hija terminó
su respuesta con una acusación, lo que puso a su madre a la defensiva. El
asunto ya no tenía nada que ver con el copiar, sino con el que la madre
hiciera acusaciones infundadas.
Esta última podría haber impedido que su hija fuera a la Tierra del Es
dándose cuenta, en primer lugar, de la utilización que se estaba haciendo de
la técnica, y luego, reconduciendo de nuevo la conversación hacia al asunto
que inicialmente investigaba. Por ejemplo:
MADRE: Esta tarde me llamó tu profesor y me dijo que sospecha que
copiaste en un examen. ¿Es verdad que copiaste en el examen?
HIJA: Anoche estuve dos horas estudiando. Estudio más que todos los
que conozco. Las personas que no estudian son las que tienen que
copiar en los exámenes. Yo estudio siempre. ¡No me acuses de copiar!
MADRE: Sé que has estudiado mucho y que sacaste buenas notas. Pero
eso no es lo que te he preguntado. Te he preguntado si copiaste o no en
el examen. ¿Copiaste en el examen?
Al reconducir de nuevo la conversación a la cuestión inicial, obligó a su
hija a que respondiera a la pregunta: «¿Copiaste en el examen?» La hija debe
responder sí o no, o llevar de nuevo a su madre a la Tierra del Es. No
responder a una pregunta de sí o no con un sí o un no ciertamente no es
prueba concluyente de engaño, pero las probabilidades de que medie éste
aumentan de manera notable. Si la hija no copió en el examen, responder no
debería suponer una dificultad. La verdad es simple. La verdad es directa. La
verdad no es complicada.
¿POR QUÉ HABRÍA DE CREERTE?
Cuando alguien te responda a una pregunta, pregúntale simplemente: «¿Por
qué habría de creerte?» Por lo general, las personas honestas responderían:
«Porque te estoy diciendo la verdad» o alguna variante similar. Las personas
sinceras se limitan a transmitir información y se centran en presentar los
hechos con precisión. Por el contrario, los mentirosos tratan de convencer a
los demás de que lo que han dicho es verdad; su interés se centra en no
presentar los hechos con exactitud, sino, antes bien, en convencer a quienes
les escuchan de que los hechos expuestos representan la verdad. Puesto que
los mentirosos no se pueden apoyar en los hechos para cimentar su
credibilidad, tienden a reforzarla creando una versión de aquellos hechos que
parezca creíble.
Cuando alguien te dé una respuesta distinta a «Porque te estoy diciendo la
verdad» o alguna versión parecida, dile que no te ha respondido y hazle de
nuevo la pregunta: «¿Por qué habría de creerte?» Si una vez más no te
responden con un «Porque te estoy diciendo la verdad» o cosa similar, las
probabilidades de que medie el engaño se incrementan. El siguiente diálogo
entre un padre y su hijo ilustra la técnica del «¿Por qué habría de creerte?»
PADRE: Esta mañana había diez dólares en mi cómoda y ya no están allí.
¿Cogiste el dinero de mi cómoda por alguna razón?
HIJO: No.
PADRE: Hijo, quiero creerte, pero me cuesta trabajo. Dime: ¿por qué
habría de creerte?
HIJO: Porque no soy un ladrón.
PADRE: No te he preguntado si eres un ladrón o no. Te he preguntado
por qué habría de creerte. ¿Por qué habría de creerte?
HIJO: Porque no robé ese dinero. Te estoy diciendo la verdad.
PADRE: Ahora sé que sí me dices la verdad y te creo.
En esta conversación, el hijo respondió que no era un ladrón, lo que no
contestaba la pregunta de «¿Por qué habría de creerte?» El padre le dio a su
hijo una segunda oportunidad diciéndole que la pregunta no era si era o no un
ladrón, sino «¿Por qué habría de creerte?» Esta vez el hijo respondió «Porque
no he robado el dinero. Te estoy diciendo la verdad», lo que indica que
probablemente sí estaba diciendo la verdad. El hecho de que el hijo responda
correctamente a la pregunta de por qué habría que creerle no significa que
dijera la verdad, pero sí disminuye las probabilidades de engaño.
Cuando te comuniques con la gente, sobre todo en Internet mediante
mensajes instantáneos o con mensajes de texto por el teléfono inteligente,
utiliza estas sencillas técnicas no invasivas para examinar la veracidad de la
persona. Tales técnicas son tan sutiles que la persona con la que te estés
comunicando ni siquiera se dará cuenta de que su veracidad está siendo
puesta a prueba. Aunque estas técnicas sólo son indicadoras de engaño y no
pruebas de que el engaño exista, sí que te proporcionan una sólida defensa
contra los depredadores de la Red.
DETECCIÓN DEL ENGAÑO EN LOS
PERFILES EN LÍNEA
La mayoría de las personas, sobre todo en el caso de las citas, no se describen
con exactitud cuando elaboran sus perfiles en línea. Los investigadores
Toma, Hancock y Ellison encuestaron a ochenta personas que habían
remitido perfiles a diversos sitios web de citas. Un asombroso 81 por ciento
de los ligones y ligonas mintieron en uno o más de sus atributos físicos,
incluidos la estatura, el peso y la edad. Las mujeres solían mentir sobre el
peso, y los hombres en su estatura. Las mujeres cuyo peso estaba por encima
de la media mintieron más sobre su grado de obesidad; de igual manera, los
hombres cuya estatura se alejaba más de la media mintieron más sobre lo
altos que eran. Los participantes en la encuesta informaron de que se sentían
más inclinados a mentir sobre sus fotografías que en lo relativo a
informaciones tales como la situación conyugal o el número de hijos que
tenían.
En un estudio complementario realizado por Hancock y Toma, los
investigadores descubrieron que alrededor de un tercio de las fotografías
colgadas en la Red examinadas no eran fieles, siendo las de las mujeres
menos exactas que las de los hombres. En el caso de ellas, lo más probable es
que tuvieran más edad de la que mostraban las fotos, que hubieran trucado
éstas con el Photoshop o que se las hubiera hecho un fotógrafo profesional.
Asimismo, las personas menos atractivas eran más proclives a realzar su
perfil. De todas maneras, el hallazgo más interesante fue que, aunque la gente
mentía frecuentemente en sus perfiles en línea, procuraban mantener las
alteraciones dentro unos parámetros creíbles por si acababan conociendo a la
gente con la que contactaban en futuros encuentros cara a cara.
La magnitud del engaño en los perfiles en línea no debería sorprendernos
demasiado. Un perfil en la Red es el equivalente a una primera cita.
Cualquiera que haya acudido a una primera cita recordará haberse esmerado
en causar la mejor impresión. (Igual que, en una primera entrevista laboral,
nos ponemos nuestro traje de «entrevistas). Las mujeres piensan mucho qué
ponerse y le dedican más minutos de los normales al maquillaje; los hombres
se aseguran de ir bien conjuntados y de que la ropa no tenga manchas. Unos y
otros ensayan las conversaciones antes de intercambiar una sola palabra. Los
defectos y manías son cuidadosamente camuflados con un lenguaje educado
y unos modales impecables, y se toman medidas adicionales para causar una
buena primera impresión.
Hacer todo lo que esté en tu mano para causar una buena impresión
cuando conoces a alguien no se interpreta como un engaño, porque la
impresión que causes sigue siendo reconocible como tuya, aunque en una
versión mejorada. Las personas que se presentan en Internet deben tratar de
darle una apariencia favorable a su perfil, pero siempre dentro de los límites
de la verdad cuando incluyan una fotografía y una descripción de cómo son.
De igual manera, las personas que utilizan la Red para buscar posibles
relaciones deberían aceptar con reservas los perfiles que vean, teniendo
presente que la persona que están examinando jamás va a aparecer más
atractiva ni cualificada que en la foto y los antecedentes que haya colgado.
Tanto los hombres como las mujeres sienten la necesidad de satisfacer las
exigencias de belleza socialmente establecidos y que los medios de
comunicación se encargan de reforzar. La gente miente para aproximarse a la
imagen convencional, con la esperanza de atraer a un amigo o una pareja. Así
las cosas, las personas que no creen satisfacer esos cánones se sienten menos
atractivas, y en consecuencia tienen menos confianza en poder atraer y
mantener una pareja si no mienten acerca de quiénes son en realidad y su
verdadero aspecto. Este patrón de conducta no cambiará en un futuro
inmediato; antes al contrario, lo más probable es que se intensifique a medida
que las citas en línea y las salas de chat de Internet proliferen y se hagan más
populares.
Quienquiera que busque relaciones en Internet debe tener presente la línea
que separa un perfil para «causar la mejor impresión posible» de uno falaz.
Un perfil falaz en la Red tal vez atraiga a un pretendiente o un amigo, pero en
cuanto el engaño se descubra, la confianza, la decepción y la traición se
convertirán en el eje de la relación, y no el entusiasmo, la esperanza y los
sueños. Si quieres intentar entablar relaciones en Internet, sé sincero en el
perfil que cuelgues y ten paciencia. La relación correcta vale la espera.
CÓMO REDUCIR TUS POSIBILIDADES DE
SER ENGATUSADO POR UN CATPHISH
[DEPREDADOR SENTIMENTAL]
Un rápido movimiento de ojos, un giro de cabeza o un ligero cambio en el
tono de la voz proporcionan pistas sobre la personalidad, sinceridad y
veracidad de una persona. Como se ha dicho anteriormente en este libro,
nuestros cerebros vigilan permanentemente las señales verbales y no verbales
para evaluar a los demás y ver si representan una posible amenaza. Si las
señales son mensajes amistosos, entonces el cerebro tiende a ignorar las
conductas; si, por el contrario, son señales hostiles, el cerebro inicia la
respuesta de lucha o huida y nos ponemos en guardia para protegernos de la
amenaza real o potencial.
Las señales verbales y no verbales pueden experimentar cambios
espectaculares en cuestión de un segundo y de una palabra a la siguiente.
Vigilar estos cambios puede suponer la diferencia entre una relación feliz y
un infierno de relación. Las personas se sienten a gusto utilizando las señales
verbales y no verbales para evaluar a los demás y confían ciegamente en este
método para protegerse de iniciar o continuar con las malas relaciones.
Las relaciones en Internet carecen de las señales necesarias para que la
gente realice juicios parecidos. Los emoticonos ayudan a descifrar las
comunicaciones escritas, pero esto no es suficiente. Descifrar la personalidad,
sinceridad y veracidad de una persona invisible exige unas técnicas nuevas
cuando se trata de comunicarse por Internet. Las personas son peores jueces
de sus parejas en la Red debido a la ausencia de las señales en las que confían
en las conversaciones directas; esto es, el método más fiable del que disponen
para valorar a los demás ya no está disponible, y por consiguiente deben
confiar en técnicas no cualificadas cuya fiabilidad todavía no ha sido
comprobada. El cerebro no ha acumulado suficiente información para
discriminar entre las señales amigas y hostiles incorporadas a las
comunicaciones en Internet. Establecer las técnicas de detección para la Red
lleva tiempo. He aquí algunos de los problemas potenciales que te podrías
encontrar para determinar la veracidad y valor de una posible relación en
línea.
EL SESGO DE VERDAD
Las personas tienden a creer a los demás. Este fenómeno, conocido como
«sesgo de verdad», permite a la sociedad y al comercio avanzar sin
contratiempos y con eficacia. Sin el sesgo de verdad, las personas dedicarían
un tiempo excesivo a comprobar la información que han obtenido de los
demás. El sesgo de verdad también sirve como un estándar social. Las
relaciones con los amigos y los colegas de profesión se volverían tirantes si
su veracidad fuera puesta en tela de juicio de manera permanente. En
consecuencia, la gente cree normalmente a los demás hasta que surge una
prueba en contrario.
El sesgo de verdad es una ventaja para los mentirosos, ya que la gente
quiere creer lo que oye, ve o lee. El sesgo de verdad disminuye cuando la
gente se da cuenta de que hay una posibilidad de engaño. Asimismo, este
sesgo predispone a las personas a creer lo que los demás escriben en los
correos electrónicos y mensajes de texto, y en ausencia de señales verbales y
no verbales, no es fácil poner en entredicho la veracidad de las
comunicaciones escritas.
Otra característica del sesgo de verdad es que, cuando la gente detecta
algunos cabos sueltos o pequeñas contradicciones en la historia de una
persona, tienden a disculpar la discrepancia porque de lo contrario pondrían
en entredicho las palabras o el comportamiento de la persona. Y es más fácil
disculpar las pequeñas discrepancias que enfrentarse a la persona. La mejor
defensa contra el sesgo de verdad en la Red es un juicioso escepticismo y la
utilización de la técnica de las «hipótesis contradictorias» (véase
( véase aquí).
aquí).
EL EFECTO DE LA PRIORIDAD
PRIORIDA D
El sesgo de la verdad crea el efecto de la prioridad, que, como recordarás por
el capítulo 3, genera un filtro a través del cual vemos la comunicación y los
acontecimientos. El efecto de la prioridad no cambia la realidad en absoluto,
aunque sí que altera la percepción que la gente tiene de ella. El sesgo de la
verdad crea un filtro de prioridad, de manera que lo que una persona escribe
tiende a ser considerado como verdadero, salvo que haya algo que suscite
dudas sobre lo escrito. Ausentes las señales verbales y no verbales, los
individuos están en desventaja cuando se trata de juzgar la correspondencia
escrita en Internet.
HIPÓTESIS CONTRADICTORIAS
Plantear hipótesis contradictorias evita que el sesgo de la verdad y el efecto
de la prioridad socaven en exceso tu capacidad para juzgar el carácter y
veracidad de la persona que te está escribiendo. Las hipótesis no son más que
suposiciones fundamentadas, y una hipótesis contradictoria es una suposición
fundamentada que imagina un resultado distinto basado en la misma o
parecida serie de circunstancias.
Por ejemplo, digamos que una hipótesis propone que la persona que te
escribe es sincera y dice la verdad; y una hipótesis contradictoria postula que
la persona que te escribe es una impostora y una mentirosa. En el transcurso
de tu conversación epistolar con otra persona en Internet (por ejemplo, en una
sesión de mensajes instantáneos), deberías buscar las pruebas que apoyen tu
hipótesis inicial (el correspondiente es sincero y creíble) o tu hipótesis
contradictoria (el correspondiente es un impostor y un mentiroso).
Rara vez todas las pruebas apoyan la hipótesis inicial o la contradictoria,
porque las personas sinceras suelen decir y hacer cosas que las hacen parecer
falsas y, por el contrario, las personas mentirosas suelen decir y hacer cosas
que las hacen parecer sinceras. Al final, sin embargo, el peso de las pruebas
deberían apoyar una hipótesis por encima de la otra. Contrarrestar los efectos
del sesgo de la verdad y del efecto de la prioridad reduce tu vulnerabilidad
para ser engañado en Internet, a que, por decirlo de alguna manera, piques el
anzuelo del catphish.
LAS LEYES DE LA ATRACCIÓN
Como se expuso en el capítulo 4, las personas atractivas reciben un trato
preferencial y son objeto de más atención que los individuos no atractivos (o
menos atractivos). El efecto de la belleza física se reduce en las
comunicaciones en Internet, salvo que una foto acompañe a un perfil en la
Red. No olvides que las personas suelen mentir en sus perfiles de Internet
para aumentar su capacidad de atraer parejas, y puesto que las personas no
tienen una relación directa con quien les escribe, carecen de un punto de
referencia para juzgar sus comunicaciones escritas.
El contraste desempeña un importante papel en la atracción. Cuando dos
personas están una al lado de la otra, la gente tiende a compararlas entre sí.
En ausencia de una segunda persona a efectos comparativos, un individuo
tenderá a comparar a la persona sola con su persona «idealizada». Puesto que
la persona que te escribe en Internet está sola, te sentirás inclinado a
compararla con tu ideal. Con el tiempo, la gente suele atribuir las
características de su persona idealizada a la que le escribe. Este error de
atribución conduce a un incremento en las probabilidades de ser víctima de
un catphish.
CIMENTAR LA COMPENETRACIÓN
Cimentar la compenetración en Internet depende exclusivamente del texto
escrito, suponiendo que no se utilice Skype u otro medio de transmisión
fotográfica. Esto pone límites a las técnicas de las que normalmente disponen
las personas para crear la compenetración en las comunicaciones cara a cara.
Como ya se ha mencionado antes, encontrar puntos en común es un método
eficaz para establecer el buen entendimiento. Para encontrar puntos en común
en Internet, debes desvelar información personal a la persona con quien te
escribes. Desvelar esta clase de información es otro eficaz método de
establecer la identificación. Puesto que las comunicaciones en Internet son
anónimas, la gente tiende a desvelar más información, y con más rapidez de
lo que lo haría en persona. Uno de los motivos para ello es el hecho de que el
remitente no dispone de señales verbales y no verbales para recibir la
aceptación o rechazo de su información, por parte del receptor del texto
escrito.
Cuando la gente recibe señales de rechazo en las comunicaciones directas,
suele interrumpir la revelación. Esto no es lo que ocurre en la Red, donde, de
hecho, las personas suelen incrementar la revelación de información personal
sensible. El resultado de un aumento en la divulgación confidencial impulsa
la relación a un nivel mayor que si la relación se produjera en un encuentro
cara a cara. A consecuencia de ello, se ignora un paso esencial del proceso de
establecimiento de las relaciones. Durante esta fase fundamental en las
comunicaciones cara a cara, las posibles parejas tienen la oportunidad de
revelar lentamente la información utilizando las señales verbales y no
verbales para marcar el ritmo del desarrollo de la relación y la velocidad en la
liberación de la información. Si las cosas se tuercen durante esta etapa inicial,
las dos personas pueden seguir cada una su camino sin que hayan revelado
demasiada información confidencial como para provocar una vulnerabilidad
personal. Dada la ausencia de esta etapa fundamental en las comunicaciones
escritas en Internet, donde no se da una relación en persona, las posibilidades
de ser víctima de un depredador sentimental aumentan.
Reclutar personas para que espíen para Estados Unidos sigue una
secuencia similar en cuanto al establecimiento de las relaciones. Los espías
tienen que ser preparados. Los pasos que se necesitan para entablar una
amistad íntima o sentimental son los mismos que se requieren para convencer
a una persona de que se convierta en espía. En varias ocasiones intenté
acelerar la relación por necesidades operativas; esos reclutamientos siempre
fracasaron por culpa de haberme saltado la fase inicial del establecimiento de
la relación. Ese primer paso es esencial. Revelar demasiada información con
demasiada premura frenará la relación, y el blanco del reclutamiento se
retirará. Como ya se ha comentado, si los escalones de las expectativas para
el desarrollo de una relación se aceleran o se retrasan, la pareja será
considerada demasiado «rápida» o demasiado «lenta». Las interacciones en
Internet fuerzan frecuentemente las expectativas, porque las partes se ven
impulsadas a un nivel mayor de intensidad en la relación antes de que estén
preparadas psicológicamente para ello. Esto genera una situación de
vulnerabilidad para los dos participantes de la relación.
INVERSIÓN EMOCIONAL
Cuanto más se prolongue una relación en Internet, más proclives serán las
personas a mantenerla debido a la fuerte inversión emocional que han
realizado. Tal cosa no significa que constituyan de hecho una buena pareja,
pero dado que han pasado demasiado tiempo en la interacción, sienten que no
pueden abandonarla sin más; y además la relación ha alcanzado ya un punto
en el que el volumen de información confidencial revelada crea una situación
de vulnerabilidad personal tan notable que el abandono no es viable.
UN EJEMPLO DE FUNCIONAMIENTO DE LA
INVERSIÓN EMOCIONAL EN EL MUNDO REAL
Para ilustrar la manera en que la «inversión emocional» afecta a la conducta de una persona,
permíteme que te muestre cómo puedes utilizarla en tu beneficio en determinadas situaciones, en
particular cuando te dispongas a comprar algún artículo caro. Supongamos que quieres comprarte un
coche nuevo. En este caso, primero debes localizar el vehículo que deseas, y luego le dices al
vendedor que lo comprarás ese mismo día siempre que se te haga un precio ajustado. Acto seguido,
saca tu chequera y escribe la fecha y el nombre del concesionario en un talón; entonces, expón al
vendedor que lo único que falta para cerrar el acuerdo es el importe del primer pago y tu firma. Este
cheque cumplimentado a medias envía el mensaje al vendedor de que estás completamente decidido
a comprar el coche. Plantea el precio que quieres pagar y espera a que el vendedor se decida.
En una ocasión que intenté este método, ¡estuve negociando durante ocho horas la compra de un
automóvil! Al final, la vendedora terminó por aflojar, argumentando que había pasado ocho horas
regateando conmigo y que, si no me vendía el coche, habría malgastado su tiempo, tiempo que
podría haber invertido en vender coches a otras personas. La «inversión emocional» que hizo en las
negociaciones la presionó psicológicamente para hacerme una oferta ridículamente baja; de lo
contrario, tendría que haberse enfrentado a la perspectiva del fracaso.
LA DISONANCIA COGNITIVA
La disonancia cognitiva se da cuando las personas mantienen dos o más ideas
o creencias opuestas al mismo tiempo. Aun cuando sepan que debieran
interrumpirse, las personas mantienen sus relaciones en Internet porque así
evitan la disonancia cognitiva. Así, se niegan a creer que la persona con la
que se comunican no es quien dice ser, porque eso crea la disonancia
cognitiva.
Tómate como ejemplo. Tú te consideras una persona culta y perspicaz.
También quieres a la persona que has conocido y con quien te comunicas en
la Red. Si admites que eres víctima de un depredador sentimental, entonces
eres un ingenuo y un alma cándida; por consiguiente, te niegas a creer que la
persona con la que te escribes sea un fraude, a fin de evitar el malestar que
acompaña a la disonancia cognitiva.
Manti Te’o, el futbolista del Notre Dame que se enamoró de un
depredador cibernético, expresó el conflicto provocado por la disonancia
cognitiva en este comentario sobre su experiencia como víctima de un fraude:
«Me da mucha vergüenza hablar de esto, pero a lo largo de un prolongado
período de tiempo mantuve una relación sentimental con una mujer que
conocí en la Red. Mantuvimos lo que yo creía que era una auténtica relación,
comunicándonos frecuentemente por Internet y por teléfono, y llegué a
quererla muchísimo. Darme cuenta de que había sido víctima de lo que
aparentemente no eran más que una sarta de mentiras y el humor malsano de
alguien fue, y es, doloroso y humillante […]. Echando la vista atrás, es
evidente que debería haber tenido mucho más cuidado. Si algo bueno resulta
de esto, espero que sea que los demás actúen con más cautela que yo cuando
se impliquen con alguien en la Red».
DESCUBRIR AL DEPREDADOR
SENTIMENTAL O CATPHISH
Para evitar morder el anzuelo de un depredador sentimental, obliga a éste a
que entre en el mundo visual, donde puedas utilizar tus afinados
conocimientos de las señales no verbales para comprobar si la persona encaja
con la de la Red y si la relación parece tan buena «a la luz del día» como en
la pantalla del ordenador. Durante las primeras etapas de la relación en
Internet, debes ser consciente de que la ausencia de señales no verbales te
pone en desventaja. Elabora las hipótesis contradictorias para impedir que la
relación vaya demasiado deprisa.
Da por sentado en todo momento que eres la víctima de un depredador
sentimental, hasta que las pruebas visuales demuestren lo contrario. Así pues,
insiste en tener un encuentro personal lo más deprisa posible. Este encuentro
debería producirse en una zona pública muy concurrida, a fin de reducir la
posibilidad de algún daño personal. Asimismo, para hacer más cómoda la
reunión a ambos usuarios de Internet, se recomienda que el primer encuentro
en persona sea informal y relativamente breve; lo mejor, quedar a tomar un
café o para comer.
En caso de que el encuentro directo no sea factible, insiste en un encuentro
visual a través de Skype o un servicio similar. Una pareja electrónica que
pone excusas para evitar un encuentro personal, o que permanentemente
pretexta la imposibilidad de un encuentro visual en Internet, está enviando un
convincente mensaje de que hay algo que no encaja. Llegados a este punto,
debes romper de inmediato tu relación de Internet; hacer lo contrario te pone
en peligro, posiblemente en un peligro importante.
Exigir un encuentro visual en las primeras etapas de la relación es un
método sencillo aunque efectivo para evitar ser engañado por un catphish o
depredador sentimental. Los encuentros visuales te permiten valorar las
señales no verbales a fin de calibrar la veracidad de tu pareja electrónica, y
también impiden que atribuyas características idealizadas a un desconocido.
Por su parte, la elaboración de unas hipótesis contradictorias reduce el efecto
del sesgo de la verdad. Asimismo, la necesidad de revelar información
personal sensible se reduce en los encuentros directos, lo que evita que la
relación avance demasiado deprisa. Ralentizar el desarrollo de la relación
disminuye tu inversión emocional y, por ende, minimiza el coste emocional
de romper la relación.
En las relaciones sinceras, las personas están impacientes por comunicarse
visualmente, sobre todo al principio. La gente se siente más cómoda en las
relaciones visuales porque pueden utilizar las habilidades sociales en las que
han llegado a confiar para valorar a los demás con más precisión. Los
encuentros visuales ponen al descubierto a los depredadores sentimentales y
equilibran el campo de juego de las relaciones en Internet.
UNA NUEVA GENERACIÓN: ENCIENDE,
SINTONIZA Y TOMA PRECAUCIONES
Es sencillamente innegable que la aparición de las comunicaciones
interpersonales en la Red ha modificado de manera espectacular el panorama
de la búsqueda de amigos y el establecimiento de relaciones. A medida que
siga aumentando la popularidad de las interacciones en línea, el impacto que
tendrá en la manera en que las personas establezcan relaciones en años
venideros será todavía mayor.
Pero si se tienen presentes los peligros de Internet ya mencionados y se
utilizan las técnicas recomendadas para reducir su impacto al mínimo, sí que
es posible establecer relaciones significativas en la Red. De hecho, y por las
razones relacionadas al principio de este capítulo, podrían ser los métodos
preferidos para contactar con las personas en la etapa «inicial» del
establecimiento de las relaciones.
Utilizado con la prudencia y el sentido común necesarios, Internet es una
más de las herramientas para hacer amistades que te permitirá encontrarlas y
consolidarlas, sean pasajeras o para toda la vida. Por el contrario, si utilizas la
Red sin cuidado y con menosprecio de lo que introduces y descargas, eso te
puede conducir al desengaño y a posibles desastres personales. En última
instancia, el cómo utilices el universo digital determinará su valor definitivo,
bueno o malo, a la hora de configurar la calidad de tu vida y tus relaciones.
* Alude a Love at first bite, o Amor al primer mordisco como fue traducida literalmente en España.
Lógicamente, el juego de palabras, bite/byte («morder/unidad de información»), se pierde en español.
(N. del T.)
EPÍLOGO
LA FÓRMULA DE LA AMISTAD EN
LA PRÁCTICA
Y como bien saben todos los espías, los aliados siempre empiezan como
enemigos comunes.
ALLY CARTER, Don’t Judge a Girl by her Cover
Veamos ahora una última historia de espías. Ésta no ocurrió durante mi época
en el FBI; de hecho, tiene más de cien años.* La historia da comienzo a
principios del siglo pasado, cuando un príncipe alemán tuvo un encuentro
romántico con una mujer de la realeza inglesa. La naturaleza sexual del
encuentro no supuso una gran preocupación para el gobierno alemán; sin
embargo, sí se sintieron sumamente molestos cuando descubrieron que el
príncipe había escrito a su amante unas cartas de amor llenas de secretos de
Estado. Así las cosas, recurrieron al Doctor Graves, un hábil espía alemán, y
le dieron órdenes muy concretas: «¡Recupere esas cartas!»
Y eso fue lo que hizo. El espía viajó a Inglaterra para reunirse con aquella
mujer y reclamarle para su patria las cartas de amor del príncipe. En las
páginas siguientes se incluyen diversos extractos del diario de Doctor Graves
que explican cómo cumplió con su misión. A medida que leas el material, a
ver si eres capaz de identificar las estrategias descritas en este libro utilizadas
por el Doctor Graves para lograr recuperar las cartas.
Al principio me acuartelé en el Hotel Russell Square, pero a los pocos días
me trasladé al señorial Langham. Entonces empecé mis investigaciones
discretamente. Compré todos los periódicos de sociedad y los leí de cabo a
cabo, y a partir de ahí tanteé el terreno haciendo más preguntas que
acabarían indicándome cuál era el círculo en el que la aristócrata ejercía
como figura central. Valiéndome de las relaciones que establecí en el
hotel, y de los redactores de sociedad de los periódicos, me fui haciendo
con pequeños retazos de información. Por suerte, Londres estaba en plena
temporada y todo el mundo acudía a la ciudad. No tardé en enterarme de
quiénes eran las amistades íntimas de milady y sus lugares de encuentro
favoritos. El siguiente paso consistió en familiarizarme con la personalidad
de la dama y hacerme alguna idea de sus costumbres, sus gustos y de
aquello que la desagradaba. Me enteré de que tenía la costumbre de montar
a caballo en Hyde Park. Así que me impuse salir todos los días a pasear a
medio galope durante dos horas por el camino de herradura. Mi paciencia
obtuvo su recompensa a la quinta mañana, cuando la vi pasar galopando
con un grupo de amigos.
A la mañana siguiente me encontraba en el camino de herradura a la
misma hora. Al final, la dama apareció con el mismo grupo, y una vez que
casi habían desaparecido de la vista, eché a galopar tras ellos. Así averigüé
dónde guardaban sus caballos, y una vez que hubieron desmontado, me
dediqué a deambular por el establo haciendo averiguaciones. Me enteré de
que siempre salían a la misma hora del día. A partir de entonces, procuré
cruzarme con la dama en el camino de herradura una día tras otro. Son
pocas las cosas de las que me enorgullezco, pero mi destreza como jinete
es una de ella. La de encarnizadas peleas y hemorragias nasales que me
valió cabalgar a lomos de los Brumbies (caballos salvajes) por los agrestes
caminos de Australia. Y mis amigos tuareg también me enseñaron uno o
dos trucos de los que hice alarde ante la dama en diversas ocasiones. No
esperaba poder presentarme, sino sólo llamar la atención y acostumbrar al
grupo de la señora a mi aspecto, aplicando uno de los puntos de ensayo de
la psicología humana. Estaba empleando la teoría según la cual un rostro
desconocido, pero que se ve con frecuencia, ejerce una atracción
inconsciente.
Pronto pude comprobar que mi dama y sus amigos se daban todos los
caprichos de la alta sociedad londinense. Uno en concreto despertó mi
interés: tenían la costumbre de frecuentar Carlton Terrace entre las tres y
las cuatro de la tarde para comer fresas. Yo también fui a comer fresas.
Durante la temporada de la fresa, Carlton Terrace es una exquisita
lámina de modas a todo color de zánganos y mariposas de la vida.
Semejante aglomeración de moda y belleza, señalada por su aire de
distinción y despreocupado abandono al placer, que murmura sin parar
simpáticas naderías y se lanza puyas livianas de mesa a mesa, es sin duda
un interesante estudio sobre los aspectos más triviales de la vida. Uno se
sienta en una terraza cubierta por una marquesina de cristal que da al
Támesis, desde donde contempla unas vistas en permanente cambio de
remolcadores cargados y gabarras achaparradas.
En Carlton Terrace uno paga con creces las delicadezas que come.
Gracias a las corteses atenciones de las camareras, logré garantizarme una
muy codiciada mesa en una esquina del exterior, cerca de la reservada para
la dama y su séquito. Procuraba siempre retrasar mi entrada hasta que la
mujer estuviera en la terraza; entonces, entraba tranquilamente solo, me
sentaba solo y daba muestras de querer estar solo. En el Carlton tenían una
manera muy inteligente de servir las fresas. Una mata de la que salen entre
diez y doce grandes deliciosas fresas es presentada en una olla de plata. Es
el súmmum del lujo. Uno coge las fresas frescas de la enredadera de su
mesa, el restaurante suministra la nata en cantidad y tu pagas medio
soberano —2,5 dólares— por una fuente de fresas. Una fuente es
suficiente para un cliente medio. Cada tarde, yo pedía cinco.
Un día tras otro, me gastaba en fresas dos soberanos y medio —12,5
dólares— del dinero del Gran Duque de Mecklenburg-Schwerein. Siempre
dejaba a la chica medio soberano de propina, lo que hacía ascender mi
factura diaria de fresas a los tres soberanos (15 dólares). Durante unos diez
días, hice esto siempre a la misma hora; siempre procurando hacer mi
entrada después de que el grupo de la dama se hubiera sentado; siempre
pidiendo idéntico número de raciones; siempre dejando la misma propina a
la chica. No pasó mucho tiempo antes de que empezara a ser observado.
Pronto me percaté de que no sólo los empleados, sino también los clientes
del restaurante, comenzaban a interesarse por mi debilidad. Un día oí al
pasar que alguien decía: «Aquí viene el maníaco de las fresas».
Me sentí satisfecho. Sabía que ahora sería fácil entrar en el círculo de la
aristócrata. Se me había señalado como algo fuera de lo habitual en el
restaurante que de tres a cuatro de la tarde, en aquella época del año, era el
más elegante de Londres. Bueno, una mujer como milady no coquetea. Si
le lanzas una mirada en condiciones favorables como la que había
propiciado mi «hazaña» de las fresas, devolverá la mirada. Entonces, os
dedicáis mutuamente una media sonrisa y no os volvéis a mirar durante
toda esa tarde. Eso no es coquetear. Siendo quisquillosos, lo llamaremos
interés psíquico.
Por mi parte, continué con mi festival fresero, y un día el director del
Carlton Terrace me dijo que la gente andaba haciendo indagaciones acerca
de mí. Varios caballeros habían querido saber quién era. En respuesta a
mis preguntas, me contó que uno de los caballeros pertenecía al círculo de
la aristócrata. Era fácil sumar dos y dos: evidentemente ella era la
instigadora de las preguntas.
En el ínterin, yo había enviado varios mensajes al Gran Duque
insistiendo en que se presionara a su sobrino y se le mantuviera alejado de
Londres; que no se le permitiera siquiera, bajo amenaza de cortarle su
asignación, que escribiera a la dama en cuestión hasta que el Gran Duque
lo autorizara. A esas alturas, Londres se había ido llenando poco a poco y
la temporada estaba en su apogeo. Hice la ronda de los teatros, desde
Drury Lane al Empire, y visité los clubes. Allí me encontré con algunos
hombres a los que había conocido previamente, y al poco tiempo me reuní
con dos o tres sujetos con los que había llegado a intimar bastante en
diferentes momentos en partidas de caza o en balnearios del continente. A
éstos les pedí que me presentaran en diferentes círculos. Con hábiles
maniobras, me consiguieron invitaciones a recepciones y meriendas en
casas del mismo círculo que frecuentaba mi noble dama.
Me presentaron a ella en una recepción vespertina. Era la típica inglesa
a la que le gustaba la naturaleza. No era especialmente hermosa, aunque
poseía toda la claridad de piel y ojos y la fuerte salud varonil que es por
herencia el derecho prendario de las hijas de Albión. Alta, espigada y
fuerte, de modales y costumbres libres e independientes, era la antítesis
absoluta de la mujer alemana normal. Concluí que ésa sería probablemente
la razón de la chifladura amorosa del joven duque.
—¿Cómo se encuentra, chico salvaje de las colonias? ¿Sigue tan
aficionado a las fresas como siempre?
Los dos soltamos una carcajada.
—Veo, milady, que observó y etiquetó mis pequeños artificios.
—Por supuesto —dijo, sacudiendo la cabeza.
A aquello le siguió una charla natural y amable, y poco a poco fui
comprendiendo las razones del encaprichamiento del Gran Duque; de
hecho, acabé considerándole un «condenado mendigo con suerte».
De ese día en adelante, procuré estar presente siempre que ella asistía a
lugares públicos tales como teatros, conciertos o restaurantes. Paulatina e
imperceptiblemente y merced a prestarle pequeños servicios aquí y allá,
me gané su confianza.
Una noche, se celebraba una cena después del teatro en el Salón Indio
de Windsor, y fui invitado. A esas alturas, la gente ya sabía algunas cosas
sobre mí: que era un trotamundos, y un hombre desocupado, y un diletante
de la investigación médica. Por mi parte, había descubierto que el romance
de milady con el joven Gran Duque era un secreto a voces en el seno de su
círculo; también, que le esperaba ver en Londres casi todo los días. Poco a
poco fui dando a entender que conocía al Gran Duque, y cuando la
confianza de la mujer en mí aumentó, atribuí a aquél imaginarias aventuras
amorosas de las que le fui dando cuenta a su amante de manera indirecta.
De esta manera, al final conseguí persuadirla de que hablara. Sutilmente le
había infundido un ligero resentimiento contra el joven, el cual se vio
acentuado por la pertinaz ausencia de éste en la alta sociedad londinense.
Su Alteza estaba siendo mantenido a distancia por su tío, Su Alteza
Serenísima, la misma serenísima alteza que había sido aconsejado que
actuara así por un servidor.
Habrían de transcurrir dos meses más antes de que fuera invitado a casa
de la dama en Mayfair, y para entonces, en parte por haber aparentado que
conocía al joven Gran Duque, me encontraba con ella en unas condiciones
de mayor intimidad. Me había enterado de que se habían conocido durante
una cacería en la cabaña de caza que el duque de Crewes poseía en
Shropshire. Más tarde, ella me confió que ése no había sido más que el
lugar en el que se habían conocido oficialmente, pero que su amistad
databa de una excursión a la montaña en un viaje que ella había realizado a
Suiza, el patio de recreo universal de la realeza que viajaba de
«incógnito». También me enteré de que sus cuantiosas apuestas al bridge
le habían supuesto unas pérdidas considerables.
La información de que la aristócrata estaba endeudada no la obtuve
fácilmente. Para ello, tuve que trabajarme a su doncella. Siempre que
surgía la ocasión, procuraba darle una propina espléndida, y me las ingenié
para hacerle pequeños favores. Sabedor de que su señora estaba ausente,
un día me pasé por la casa, y mientras fingía esperar a mi anfitriona, le
hice algunas preguntas capciosas a la sirvienta. Así me enteré de que su
señora pasaba por apuros económicos. Y aquél era un resquicio en el que
valía la pena insistir.
Después de eso, me esforcé en estar presente siempre que hubiera una
partida de bridge en casa de milady. Estas mujeres de la alta sociedad
inglesa son unas jugadoras que gustan de hacer apuestas bastante elevadas,
y llegué a darme cuenta de que la anfitriona solía perder grandes sumas.
Entonces tuve la buena suerte de que una noche perdiera conmigo. Bueno,
en ese tipo de reuniones no es costumbre entregar el dinero en metálico: en
su lugar, el jugador desafortunado paga lo que le corresponde con un
«pagaré a la vista». Acepté el suyo aquella noche, y junto con otros —de
cuyo paradero me enteré por la doncella y que compré indirectamente a los
tenedores—, lo llevé a un conocido prestamista con el que hice un trato. El
prestamista aceptaría los pagarés y presionaría a la aristócrata para que le
pagara, manteniendo, claro está, mi nombre en el anonimato. Era evidente
que, tratando como estaba tratando de ganarme su confianza, no podía ir
yo mismo y chantajearla con aquella deuda. Ese mismo día el prestamista
visitó a la dama, y a partir de entonces la hizo objeto de muchas otras
visitas, hostigándola, amenazándola y llevándola casi a un estado de
colapso nervioso. Una hábil dosificación de mi comprensión no tardó en
hacerla hablar y que soltara malhumoradamente que estaba endeudada,
como la mayor parte de sus conocidos; por lo visto, era algo frecuente en
aquel círculo.
Aquello era una oportunidad favorable para poderle ser de ayuda
material. Hablamos seriamente de sus asuntos, que se me antojaron
bastante embrollados. Tratamos del joven Gran Duque, y poco a poco la
convencí de que no tenía ninguna esperanza de emparentar, mediante un
matrimonio legítimo, con la casa de Mecklenburg-Schwerein, aunque
debido a la relación que mantenía con el joven Gran Duque y al hecho de
que se hubiera prometido con él, era justo que el Ducado le proporcionara
algún tipo de ayuda económica. El hielo era peligrosamente delgado,
porque se trataba de una mujer de ideales y vehemente, y yo tenía que
cuidar la forma de expresarme para que no pareciera que estaba siendo
chantajeada. A fuer de ser justos con ella, creo que si ésa hubiera sido su
impresión habría dejado a un lado el asunto y abandonado la alta sociedad
en plena temporada, antes que seguir con mi plan. Al final dije:
—¿Dispone de algún medio por el que pudiera obligar a la casa ducal a
tributarle los debidos agradecimientos y compensaciones?
Tras muchas dudas, se levantó de un salto, salió majestuosamente de la
habitación y regresó al instante con un puñado de cartas. En algunas vi
estampado el escudo de armas del Gran Duque; ¡el joven tontorrón había
sido descuidado hasta en eso! Malhumorada, milady sacudió las cartas y
gritó:
—¿Me gustaría saber qué diría a esto el tío de Franz? Porque podría
obligarle a casarme conmigo.
Aquélla era la oportunidad. La ocasión —en este caso, el mal genio de
la dama— la pintaban calva. Así pues, le sugerí que nos sentáramos y
habláramos del asunto. A modo de ataque preliminar, para dar la
impresión de que sabía de lo que estaba hablando, insinué que estaba
relacionado con una importante familia de Alemania y que me hallaba en
Londres de incógnito. Enfoqué la situación desde el punto de vista de que
yo actuaba como amigo de ella, no de la casa de Mecklenburg-Schwerein,
aunque eso, conociéndoles a ellos y sus métodos, podía ser de una gran
ayuda para la aristócrata.
—Es lamentable —la consolé—, pero no tiene ninguna posibilidad de
establecer una alianza legítima, ni siquiera morganática, con el joven Gran
Duque. Considero que el comportamiento del Ducado hacia usted es
absolutamente injusto. En vista de su relación con él, no cabe duda de que
tiene todo el derecho del mundo a recibir la recompensa adecuada por
parte de la casa ducal. Si usted acudiera a los tribunales, podría lograrla
aduciendo incumplimiento de promesa, aunque entiendo sus sentimientos.
Semejante paso sólo arrojaría odio sobre una antigua y noble familia como
la suya.
Aquello resultó de su agrado.
—Pero ¿qué puedo hacer? —dijo.
—En vista de la amistad que siento por usted —le dije—, consideraría
un honor que me permitiera actuar en su nombre. Creo que puedo negociar
con el tío del joven Gran Duque y prometerle que él estudiará el asunto a
la luz de la justicia. Me doy cuenta de lo sumamente delicada que es la
situación y de que usted debe ver la necesidad de que un hombre maneje
este asunto.
Ella negó con la cabeza y tamborileó sobre las cartas con nerviosismo.
—No. Esto es intolerable —dijo—. Ni pensarlo.
Me di cuenta de que tenía que cargar las tintas, así que acto seguido
discurrí la más ingeniosa de las mentiras que haya tenido ocasión de
contar. En poco más o menos cinco minutos había retratado al joven Gran
Duque bajo tal apariencia que las aventuras de don Juan resultaban
piadosas comparadas con las correrías de su alteza ducal.
—Piénselo —dije—. Él iba a estar aquí con usted durante la temporada.
Y no ha venido. Usted misma me contó que ni siquiera le ha contestado a
sus cartas. Bueno, eso es todo lo que hay. Señoría, él y su casa se merecen
todos los castigos que desee infligirles.
La idea del castigo triunfó donde lo demás había fracasado. El orgullo
herido de una mujer, en especial el de una inglesa, es algo terrible. Poco
después me apresuré a despedirme. En mis habitaciones, me escribí dos
cartas que firmé con el nombre del Gran Duque. En ellas, me ofrecía a
pagar las deudas de la dama. Tras serme remitidas, dejé transcurrir un
tiempo razonable y me dirigí de nuevo a Mayfair, donde se las leí a ella.
En ese momento, se mostró fría y dura y me dio su aprobación
incondicional para seguir adelante y llegar a cualquier acuerdo que
considerase conveniente. Acto seguido me dirigí al banco del Gran Duque
en Londres y notifiqué que me enviaran 15.000 libras esterlinas (75.000
dólares). A los cuatro días tenía el dinero. El resto de la transacción fue
normal; ella me entregó todas las cartas y documentos y le di sus 15.000
libras esterlinas.
Sé que en la actualidad su señoría viaja a menudo con todas las
comodidades, gracias a la asignación anual concedida por el viejo Gran
Duque. Ignoro si ella sigue yendo a Carlton Terrace a comer fresas, pero
me precio de que su actual buena fortuna se deba en parte al hecho de que
en otro tiempo acudía allí.
DE CÓMO EL DOCTOR GRAVES CUMPLIÓ
SU MISIÓN
Cuando se lee el diario del Doctor Graves, es realmente singular darse cuenta
de que este hombre llevara todo un siglo de adelanto respecto de su época, al
utilizar el análisis del comportamiento y las técnicas psicológicas para lograr
su objetivo. Si te tomas la molestia de volver a leer la parte del capítulo 1 en
la que se detalla cómo se utilizó la Fórmula de la Amistad para alentar a
Gaviota a traicionar a su país y convertirse en espía de Estados Unidos, te
asombrará comprobar los paralelismos entre las estrategias utilizadas por el
FBI y el Doctor Graves en sus respectivos trabajos. Analízalos:
1. En ambos casos, el reclutamiento de sus objetivos obedeció a sendos planes
cuidadosamente organizados, que fueron ejecutados a lo largo de un dilatado
período de tiempo. Ambos agentes utilizaron las técnicas descritas en este libro
para predisponer a sus blancos a sentirse atraídos por ellos antes del primer
encuentro.
2. El Doctor Graves, al igual que el agente Charles del FBI, utilizó la Fórmula de la
Amistad para entablar relación con la aristócrata inglesa. Ambos empezaron
creando una proximidad con sus blancos, a lo que siguió un incremento en la
frecuencia y la duración y la introducción gradual de la intensidad, los ganchos de
curiosidad y unas señales no verbales cada vez más intensas.
3. En ambos casos, el principio de la proximidad se utilizó para establecer un
contacto no amenazante entre el agente y el blanco (capítulo 1). En el caso de
Gaviota, el agente del FBI se tomó la molestia de situarse en lugares públicos
transitados por el agente extranjero, en los que éste repararía en su presencia. En
el caso del Doctor Graves, éste hizo lo mismo estableciendo la proximidad con su
blanco en las pistas para equitación y sentándose en el restaurante en una mesa
próxima a la que habitualmente se sentaba su objetivo.
4. En ambos casos, se utilizaron también los principios de la frecuencia y la
duración. Con Gaviota implicó que el agente del FBI se situara en la ruta que
seguía aquél para hacer la compra, de manera que se aumentara el número de
oportunidades (frecuencia) en las que el diplomático extranjero le veía, y se
añadiera la duración siguiendo a Gaviota dentro del supermercado, ampliando así
el tiempo de contacto entre los dos hombres. Con la dama inglesa, el Doctor
Graves aumentó la frecuencia mediante el número de veces que se cruzaba con la
mujer en las pistas de equitación y la veía en el restaurante. El Doctor Graves
llegó a señalar la fuerza de la frecuencia cuando escribió: «Emplee la teoría que
sostiene que un rostro desconocido, pero que se ve a menudo, ejerce una
atracción inconsciente». Para lograr la duración, amplió el tiempo de contacto
estando presente en las proximidades de la mujer en otros lugares públicos, como
teatros y conciertos. Cuanto más tiempo (duración) pases con la gente, mayor
capacidad tendrás de influir en su proceso de toma de decisiones y patrones de
pensamiento.
5. Tanto en un caso como en otro, la intensidad se consiguió mediante la utilización
de las señales no verbales y un «gancho de curiosidad». La presencia permanente
de un extraño alrededor de Gaviota y de la aristócrata inglesa despertó la
curiosidad de ambos. En el caso del Doctor Graves, la «hazaña de las fresas» hizo
las veces de gancho de curiosidad. ¿Qué clase de hombre se come cinco raciones
de fresas de una sentada y le da propina a los camareros con semejante
prodigalidad? ¿Quién era esa persona? ¿Qué era lo que quería? Tal curiosidad
estimuló tanto a Gaviota como a la dama inglesa a esforzarse en descubrir
quiénes eran Charles (el agente del FBI) y Graves (el espía alemán) y qué era lo
que querían. El Doctor Graves observó que «si le lanzas una mirada en
condiciones favorables como las que mi “hazaña” con las fresas me había
procurado [intensidad aumentada], ella devolverá la mirada. Ambos os sonreiréis
discretamente y no os volveréis a mirar durante el resto de la tarde». Cuando el
Doctor Graves conoció por fin a la aristócrata, ésta se «arregló el pelo» (la
sacudida de cabeza), que es una señal amistosa que indicó que el Doctor Graves
había logrado crear cierto grado de compenetración, antes de que ambos hubieran
dicho una sola palabra. Así Charles como Graves confiaron en los principios
psicológicos que emplearon y que les dio tiempo para trabajar. En ningún
momento se precipitaron en el establecimiento de la relación; antes bien, dejaron
que ésta se desarrollara con naturalidad a lo largo del tiempo, como debería
ocurrir siempre con las relaciones «normales»
6. En ambos casos, el Doctor Graves y el agente especial utilizaron las señales
amistosas para presentarse como elementos no amenazantes (véase el capítulo 1),
evitando así que sus objetivos se pusieran a la defensiva cuando se produjera el
primer encuentro. El agente especial no se acercó a Gaviota hasta que éste no
estuvo cómodo con su presencia. El Doctor Graves se sentaba solo en el
restaurante y no mostraba ningún deseo de conocer a nadie, creando la ilusión de
que no era una amenaza. También se aseguró de llamar la atención entrando una
vez que la aristócrata y sus amigos estuvieran sentados.
7. En los dos casos, la información sobre sus objetivos se obtuvo de diferentes
fuentes. En el caso de Gaviota, el agente recibió la información de los analistas
del FBI; en el del Doctor Graves, éste leyó los periódicos locales, las páginas de
sociedad, habló con algunos periodistas y, más tarde, con los mozos de cuadra de
los establos para obtener la información relativa a su objetivo. Así, en un caso
como en otro, se obtuvo de manera subrepticia la información necesaria para
descubrir las cosas que motivaban a sus blancos para actuar como lo hacían,
valorar su personalidad y enterarse de aquello que pudiera ser utilizado para
encontrar puntos en común. El Doctor Graves utilizó las técnicas de sonsaca
(véase el capítulo 6) para obtener información sensible sobre su blanco, sin
despertar sospechas en las fuentes sonsacadas para que proporcionaran dicha
información.
8. El Doctor Graves fue a Carlton Terrace no sólo para estar cerca de su objetivo,
sino también para establecer unos puntos en común comiendo fresas a diario
como hacía la aristócrata.
9. El Doctor Graves se aprovechó del principio psicológico de la atribución errónea
(véase el capítulo 4) para predisponer a la aristócrata a que le cayera bien. La
equitación, al igual que otros ejercicios, desencadena una liberación de
endorfinas, las cuales hacen que la gente se sienta bien consigo misma. Si no hay
un motivo aparente para ese bienestar, las personas tienden a atribuírselo a los
que tienen más cerca. De acuerdo con la Norma de Oro de la Amistad, si quieres
gustarle a los demás, haz que se sientan bien. El Doctor Graves estaba
alimentando la buena relación antes incluso de que le dirigiera la palabra a su
objetivo.
10. Al final, el Doctor Graves hizo parecer que era idea de la aristócrata el
intercambio de las cartas a cambio del importe de la deuda que había acumulado,
y no de él. En el caso de Gaviota, éste regó y fertilizó la semilla de la traición
plantada por el agente del FBI. Ésta es la verdadera prueba del éxito en una
operación.
Estas dos historias de espías, separadas por un siglo, nos recuerdan que la
naturaleza humana es una constante, y que puedes hacer amigos si estás
dispuesto a utilizar las técnicas que se ofrecen en este libro para despertar tu
encanto y conseguir atraer a los demás.
* A. K. Graves, The Secrets of the German War Office, McBride, Nast, Nueva York, 1914.
APÉNDICE
Respuestas a la prueba «¿Qué es lo que ves? ( ver aquí)
Foto 1: la señal hostil que muestra la foto es la de la joven que bosteza. Sin
embargo, esta señal podría no indicar que la joven se aburre con su
acompañante masculino. Debes utilizar un comentario empático para
descubrir el origen del bostezo.
Foto 2: las señales amistosas representadas en la foto son (a) sonrisa abierta;
(b) ladeo de cabeza, y (c) mutua mirada fija. Asimismo: (d) postura
corporal abierta.
Foto 3: la señal amistosa adicional que no aparece en la foto 2 es la de las
«palmas hacia arriba», que muestran tanto la chica como el chico.
Foto 4: la postura asincrónica entre los dos individuos indica poca
compenetración.
Foto 5: la joven está inclinada hacia delante y sonríe, lo que indica interés;
sin embargo, el chico, con los brazos cruzados y el cuerpo inclinado hacia
atrás, muestra que no está interesado en ella.
Foto 6: el joven, que sonríe y se inclina hacia delante, indica que tiene interés
en la chica, que, por la postura corporal cerrada (brazos cruzados) y su
mirada de escepticismo, no comparte su interés.
Foto 7: el mensaje amistoso que indica una buena relación es el
acicalamiento (cuidado de su pareja). En este caso, la chica le estira el
cuello de la camisa a su joven acompañante.
Foto 8: el chico está interesado en la chica según su amplia sonrisa y su
postura abierta e inclinada hacia delante. Por desgracia, según la posición
del tronco de la chica, ésta probablemente no comparta los sentimientos de
aquél, aunque en este caso uno debería observar algo más las conductas no
verbales de la chica antes de descartar cualquier interés posible.
Foto 9: la compenetración entre los dos individuos es muy buena. Esto se
puede ver en (a) el entusiasmo compartido; (b) la posición del tronco:
abierta e inclinada hacia el otro; (c) los gestos expresivos (incluidos los
«pulgares levantados); el contacto visual prolongado, y (e) las sonrisas.
Foto 10: a primera vista, se diría que el joven lleva la batuta porque está
señalando con su dedo. Sin embargo, observa que está inclinado hacia
atrás. (Señalar con el dedo a alguien mientras te inclinas hacia atrás es
contrario a la lógica, porque no mantienes un dedo en la cara de alguien y
te apartas si sientes que tienes el control.) La chica muestra los «brazos en
jarras» (un mensaje no verbal agresivo) con la intención de compensar la
ventaja que la estatura le da al chico. La joven tiene la cabeza ladeada, con
la arteria carótida expuesta, lo que demuestra que no tiene miedo del
chico. Diagnóstico: el joven es el perdedor de esta relación si tenemos en
cuenta su inclinación hacia atrás y la actitud no verbal de la chica, que, de
acuerdo con su postura agresiva, evidencia que no tiene miedo.
BIBLIOGRAFÍA
AJZEN, I., «Information processing approaches to interpersonal
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artículo de la revista fue inicialmente una ponencia para una conferencia.
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ZUNIN, L., y N. Zunin, Contact: The first four minutes , Ballantine Books,
Nueva York, 1972.
AGRADECIMIENTOS
Me gustaría expresar mi agradecimiento a Dave y Linda Mills, de Dave Mills
Photography, Lancaster, California, por haber hecho las fotografías de este
libro. Tanto Dave como Lynda contribuyeron gentilmente con su pericia
fotográfica para realizar unas descripciones precisas de las técnicas tratadas
en estas páginas. También me gustaría darles las gracias a Andrew Cardone y
a mi hija, Brooke Schafer, por haber aportado voluntariamente su tiempo y su
talento para servir de modelos de las fotografías del libro. Y deseo hacerlas
extensivas a Jenny Chaney, L. Michael Wells, Daniel Potter, Cory Garza y
Tony DeCicco por revisar el manuscrito y brindar sus comentarios y
sugerencias. No quiero olvidarme de Randy Marcoz, con quien he trabajado
durante muchos años enseñando y perfeccionando nuevas ideas para mejorar
las habilidades de comunicación de la gente. Quiero darle las gracias de
manera especial a Mike Dilley, escritor e historiador, con quien colaboro
desde hace muchos años en el desarrollo y perfeccionamiento de las
numerosas técnicas expuestas en el libro. Mike también revisó y editó el
manuscrito y me proporcionó valiosos consejos para la realización del
borrador definitivo. Asimismo, me gustaría agradecer los esfuerzos de mis
profesores de inglés a lo largo de mi trayectoria educativa, que tuvieron el
valor de reseñar los defectos de mi forma de escribir y la paciencia de
reforzar mis aptitudes literarias.
JACK SCHAFER
He sido bendecido con la suerte de poder contar con personas maravillosas
que me han aportado valor, inspiración e ideas cuando más lo he necesitado.
Me gustaría otorgarles el reconocimiento que se merecen en estas páginas —
por orden alfabético— y agradecerles a todos y cada uno la alegría e
importancia que han aportado a mi vida. Si involuntariamente me dejo a
alguno, reciba mis más sinceras disculpas.
Lewis Andrews, Alan y Susan Balfour, Loretta Barrett, Ann y Steve
Batchelor, Lyle Berman, Carole Bloch, Stephanie Boyer, Avery Cardoza, C.
T. Chan, Grace Chock, Cynthia Cohen, Don Delitz, Alex DeSilva, Maurice
DeVaz, Jin Doyle, Julio y Carmen Enríquez, Burt, Barbara y Daniel
Friedman, Sally Fuller, Jean Golden, John Gollehon, Jan Gordon, David and
Odean Hargis, Steve Harris, Phil Hellmuth, Paulette y Kevin Herbert, Tom
Johnson, Grace Jones, Sandra Karlins, Miriam y Arnold Karlins, Robert
Kindya, Jerry Koehler, Albert Koh, Freddie Koh, Ray Kuik, Jim Levine, Len
MCully, Rob Mercado, Debra Miceli, Chad Michaels, Peter Miller, Joe
Navarro, Jacqueline O’Steen, Fran Regin, Maryanne Rouse, John Russell,
Wallace Russell, Harry, Jeannie, Libby y Molly Schroder, Steven Schussler,
Mike Shackleford, Stan Sludikoff, Joan y Eric Steadman, Gary Walters,
Annette, Jill y Michelle Weinberg, Robert Welker, Tom Wheelen, Ken
VanVoorhis y Anthony Vitale.
Por último, Jack y yo queremos hacer extensivo nuestro agradecimiento de
manera especial a Matthew Benjamin —nuestro extraordinario editor— y a
todas las demás personas maravillosas de Simon & Schuster que
contribuyeron enormemente a hacer de este manuscrito todo lo que podía ser.
MARVIN KARLINS
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