Subido por bardulia71

san pablo de la cruz penamientos

Anuncio
ENERO
1. La Pasión de Jesucristo es la puerta que da acceso a
los alimentos deliciosos del alma.
2. El Divino Salvador ha dicho: Yo soy la puerta. Un
alma que entra por esta puerta, camina segura.
3. Haz continua memoria de los sufrimientos de tu
esposo celeste. Déjate penetrar enteramente del amor
con el cual los ha sufrido.
4. El camino más corto para llegar a la santidad es el
perderse enteramente en el abismo del sufrimiento del
Salvador.
5. Haceos como un ramillete de flores con los
sufrimientos de Jesús y llevadlo sobre el seno de
vuestra alma.
6. Llevamos siempre luto en memoria de la Pasión y
muerte de Jesucristo.
7. No debemos olvidar jamás hacer continua y
dolorosa memoria de la Pasión y muerte de Jesucristo.
8. Si queréis, llevar un collar de perlas cuando
salgáis, pero recordad que Jesús ha llevado una cuerda
y una cadena al cuello.
9. Que cada uno de nosotros nos comprometamos a
sugerir a cuantos podamos la devota meditación de los
sufrimientos de nuestro dulcísimo Jesús.
10. Cuando se medita la Pasión de Jesús se debe
compadecer sus penas, luego contemplarlo con amor,
para hacer propio por amor y compasión los
sufrimientos que él soporta.
11. Es necesario contemplar a Jesús abismado en un
océano de dolores para salvarnos del abismo eterno.
12. Es necesario contemplar a Jesús todo cubierto de
llagas y de heridas para darnos la vida y la salvación.
13. El profeta llama a la Pasión de Jesús: Mar de amor y
de dolor. Ah, este es un gran secreto que es revelado
sólo a las almas humildes.
14. En el inmenso mar de la Pasión del Salvador, el
alma pesca las perlas de las virtudes y hace suyas las
penas del Amado Bien.
15. El amor enseña todo, porque la Pasión con sus
dolores amarguísimos, es obra de un amor infinito.
16. ¿Cuál es el medio para identificarse por amor con
los sufrimientos del Salvador? Dios os lo hará
comprender cuando él quiera; éste es un trabajo del
todo divino.
17. El alma inmersa totalmente en el puro amor se
encuentra toda inmersa en el abismo de los dolores de
Jesucristo y los abraza con una mirada de fe. El amor
es virtud unitiva y hace suyos los sufrimientos del
Amado.
18. Si os sentís penetrados totalmente, por dentro y
por fuera, de los sufrimientos del esposo divino,
alegraos.
19. Cuando se piensa en aquel viernes santo suceden
cosas capaces de hacer morir al que ama
verdaderamente.
20. ¡El viernes! ¿No es nombrar el día en que nuestro
Dios encarnado ha sufrido por nosotros, hasta inmolar
su santa vida sobre el patíbulo infame de la cruz?
21. Los días de la Pasión son días en que las piedras
mismas lloran. ¡Y qué! ¿Si el Sumo Sacerdote ha
muerto, no se llorará? ¡Se necesita haber perdido la fe!
22. Cuando estéis solos en vuestra pieza tomad en la
mano un crucifijo y besadle las llagas con gran amor.
23. Cuando estéis solos en vuestra pieza tomad en la
mano un crucifijo y besadle las llagas con gran amor.
24.Tomando el crucifijo, dígale que le predique,
escuche las palabras de vida que le dice al corazón.
25. Escuchad las cosas que os dicen las espinas, los
clavos, la sangre divina… ¡Oh, qué preciosa
predicación!
26. Los sufrimientos de Jesús deben ser las joyas de
nuestro corazón.
27. Los sufrimientos de nuestro Dios y Salvador son el
empeño de su amor por nosotros.
28. ¡Ay de mí! Qué triste es ver la pérdida de tantas
almas que no sienten el fruto de la Pasión de Jesús.
29. Vivid todo inmersos en el amor de Jesús; que sus
llaga sean vuestro deleite.
30. Haced compañía a Jesús en el Huerto de los Olivos;
recoged las flores de sus angustias, de sus tormentos,
de sus dolores mortales.
31. Haceos un ramillete de los dolores de Jesús
agonizante en el Huerto de los Olivos, y llevadlo
siempre en el fondo de vuestra alma, oliéndolo con
amor y con dolor
FEBRERO
1. ¡Oh, qué felices son las almas totalmente heridas
por los sufrimientos del Salvador y que los llevan
impresos en el corazón con doloroso y amoroso
recuerdo!
2. La Pasión de Jesucristo es la vía más breve para la
perfección.
3.
La vida de Jesús no fue otra cosa que una cruz.
4. Dios nos hace un gran honor cuando nos llama a
caminar por la misma vía de su Hijo, nuestro Salvador.
5. Animaos y recordad que debemos caminar sobre las
huellas de Jesús crucificado.
6.
El siervo de Dios que no está crucificado, ¿qué es?
7. ¡Dios ha sufrido tanto por mí! ¿Será demasiado que
yo haga algo por su amor?
8. Vosotros podréis, de vez en cuando, hacer
memoria de los sufrimientos de nuestro Salvador,
recordándolos con amor y dolor.
9. ¡Oh, mi buen Jesús! ¡Cómo veo vuestro rostro
lívido, cubierto de salivazos, inflamado!
10. ¡Oh! ¡mi amor crucificado, cómo te veo todo
cubierto de llagas!
11. ¡Oh! ¡Mi dulce amor! ¡Cómo veo vuestros huesos
escarnecidos! ¡Ah! ¡Qué sufrimientos, qué dolores!
12. ¡Ah! ¡Sufrimientos preciosos de mi Salvador! ¡Oh,
llagas amables! Quiero custodiarlas siempre en mi
corazón.
13. Cuando os encontréis turbados, afligidos,
angustiados, es preciso tomar entre las manos el
crucifijo, besar con amor sus llagas, sobre todo la de su
costado
14. En medio de vuestras penas decid a Jesús
crucificado: Oh, Jesús, único bien, tú eres todo mío y yo
soy todo tuyo.
15.¡Oh sangre preciosa de Jesús! ¡Oh sangre dulcísima
de mi Salvador! En ti están todas mis esperanzas.
16. Cuando estéis angustiados por temores y dudas,
decid a Jesús crucificado: ¡Oh, Jesús, amor de mi
corazón, yo creo en ti, espero en ti, te amo sólo a ti!
17. ¡Oh, llagas queridas de Jesús! Llagas santísimas,
llagas divinas, vosotras sois el objeto de mi esperanza.
¡Sí, yo espero en mi Dios!
18. Estad de buena gana sobre la cruz con Jesús.
Bebed con alegría el cáliz del Salvador. ¡Oh, queridos
sufrimientos! ¡Oh, queridas cruces! Sois bienvenidas.
19. Creedme, las cruces no faltarán jamás; el
sufrimiento aumentará tanto cuanto se avance en el
servicio del Señor. Éste fue el camino de Cristo, ése es
el camino de todos los siervos de Dios.
20. Aquellos que sufren por amor a Dios ayudan a
Jesús a llevar la cruz y participarán por tanto de su
gloria.
21. Estad a la sombra de la santa Cruz, anonadándose
delante Dios con una confiada humildad.
22. En cualquier contrariedad, reavivad dulcemente la
fe, imaginaos estar sobre el calvario, dirigid todos
vuestros pensamientos y miradas a Jesús crucificado.
23. Abrazaos a la santa Cruz de Jesús, permitid que
vuestra alma se embriague en su sangre preciosa, y
después decid: Oh, bien infinito, acepto este
sufrimiento porque tú lo quieres.
24. ¡Oh, Amor mío! Os amo más que a mi corazón; me
es muy dulce permanecer sobre la cruz de mis
sufrimientos.
25. ¡Oh, queridos sufrimientos! ¡Oh, preciosas cruces!
Yo os abrazo como a joyas preciosas del corazón
purísimo de Jesús.
26. Quien se queda en las consolaciones pierde de vista
al gran Dios de las consolaciones.
27. Bebed hasta la última gota el cáliz de vuestros
sufrimientos, sin abrir los ojos para ver la clase de
bebida que contiene.
28. Feliz el alma que se desprende de sus propias
satisfacciones, de los propios sentimientos y de las
propias visiones; ésta es la lección sublime. Dios os lo
enseñará si ponéis todas vuestras delicias en la cruz de
Jesús.
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MARZO
1. ¡Dejaos guiar por le fe! ¡Oh, cuánto amo las almas
que caminan en pura fe y viven enteramente
abandonadas en las manos de Dios!
2. ¡Oh, cuánto deseo que caminemos todos en la fe! Sí,
ésta es la verdadera vía de la salvación.
3. A pesar de su obscuridad, la fe es la vía segura del
Santo Amor. ¡Oh, qué dulzura gusta mi corazón en su
certeza!
4. Busquemos siempre a Dios mediante la fe en lo
íntimo de nuestra alma.
5. La fe nos dice que nuestro corazón es un gran
santuario, porque es el templo de Dios vivo donde
reside la Santísima Trinidad.
6. Este gran Dios, que se ha hecho hombre y ha querido
sufrir tanto por nosotros, está más cerca de vosotros
que vosotros de vosotros mismos.
7. Entremos con frecuencia en el templo vivo de Dios,
que es nuestro corazón, para adorar a la augusta
Trinidad en espíritu y en verdad. Ésta es una devoción
sublime.
8. El Reino de Dios está dentro de vosotros. Reavivad
pues, con frecuencia esta fe cuando estudiéis, trabajéis
o comáis; cuando os acostéis o cuando os levantéis.
9. Yo no puedo comprender cómo pueda haber alguno
que no piense siempre en Dios.
10. Visitad a menudo el santuario de vuestra alma y
ved si tenéis todavía encendidas las lámparas; quiero
decir, la fe, la esperanza y la caridad.
11. Si la salvación eterna estuviese sólo en vuestras
manos, tendrías suficiente motivo para temer. Pero
como está en las manos de vuestro Padre Celestial,
¿qué podéis temer?
12. Desechad de vuestro corazón todo vano temor y
tened fe en nuestro amable Salvador, que ha salvado
vuestra alma con su sangre preciosa.
13. Cuando tengáis cualquier asomo de desconfianza,
pensad que todas vuestras culpas comparadas con la
bondad de Dios, son menos que un trozo de tela tirado
al fuego.
14. Cuando cometáis una falta, humillaos delante de
Dios con profundo arrepentimiento, y luego, con un
acto de gran confianza lanzad vuestra culpa al océano
de su inmensa bondad.
15. ¿Qué padre teniendo en brazos a su hijo lo deja
caer a tierra o lo lanza lejos de sí? Pues, aunque esto
fuese posible entre los hombres, jamás sucederá con
Dios.
16. Mirad a la Cruz para no perder la confianza. He aquí
que aquella Sangre Divina, aquellas llagas, aquellas
heridas, aquellos brazos que han hecho el cielo y la
tierra, están abiertos para abrazar a los pobres
pecadores arrepentidos.
17. El medio más eficaz para convertir a las almas más
obstinadas es la predicación de la Pasión de Jesucristo.
18. ¿Cómo será posible ofender a un Dios flagelado, a
un Dios coronado de espinas, a un Dios crucificado por
nosotros?
19. Comenzad meditando por la mañana durante un
cuarto de hora sobre la Pasión del Redentor y viviréis
lejos del pecado.
20. La meditación de la Pasión de Jesús es un bálsamo
tan precioso que endulza toda pena.
21. ¡Oh, amor mío, en qué estado se encuentra vuestro
corazón en el huerto de los Olivos! ¡Oh, qué
sufrimientos! ¡Cuánta sangre! ¡Qué amarguísima
agonía! ¡Y todo esto por mí!
22. Cuando nuestros pecados nos espanten y temamos
condenarnos, pensemos en los méritos de Jesús
crucificado, y nuestro espíritu encontrará descanso.
23. ¿Cómo? ¡Un Dios hecho hombre! ¡Un Dios
crucificado! ¡Un Dios muerto! ¡Quién no lo amará!
24. ¿Por qué no tengo fuerza para volver a predicar a
mi buen Jesús crucificado, nuestro amor que está
muerto sobre la cruz por nosotros y detener así tantos
delitos?
25. La mayor parte de los cristianos viven en el olvido
de todo lo que ha sufrido Jesús por su amor; este olvido
produce lágrimas a mares porque es la causa del
pecado que abunda en el mundo.
26. El medio más eficaz para exterminar los vicios e
implantar en el corazón de los fieles la verdadera
piedad, es la meditación de las penas amarguísimas de
nuestro Dios y Salvador.
27. ¡Tantos, demasiados cristianos viven olvidados de
lo que ha hecho y sufrido nuestro amabilísimo Jesús!
Ésta es la causa por la cual viven adormecidos en el
fango de la iniquidad.
28. El verdadero amor de Dios se ejercita sobre la cruz
de nuestro querido Jesús.
29. Obrad de tal modo que todo el paraíso vea no sólo
en vuestro interior, sino también, en el
comportamiento exterior la imagen de Jesús
crucificado, de Jesús dulce, lleno de mansedumbre y de
paciencia.
30. Aquél que vive interiormente unido al Hijo de Dios
vivo, lleva la imagen también en su persona con un
continuo ejercicio de virtudes y sobre todo con gran
paciencia en los sufrimientos.
31. En la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo el alma
saca la leche y la miel dulcísima del Santo Amor.
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ABRIL
1. Quisiera que todos gustaran la gracia que Dios
da, en su infinita bondad, cuando nos manda
sufrimientos, pero sobre todo cuando los sufrimientos
son sin consuelo.
2. En el estado de sufrimiento puro, el alma se hace
pura como el oro en el crisol, y tan bella y liviana como
para volar hacia su Amado Bien y transformarse en Él
sin darse cuenta.
3. En el estado del puro sufrimiento, el alma lleva la
cruz con Jesús y no lo sabe; esto depende de la
variedad y del número de los sufrimientos que la ponen
en tal olvido de sí misma que ella no se percata ni
mucho menos de su propio sufrimiento.
2. ¿Quién pudiera expresar la magnificencia de los
preciosos tesoros con los que nuestro Sumo Bien
corona a sus hijos predilectos? Quien ama a Jesús sólo
ama sufrir.
5. Quisiera tener un corazón de Serafín para expresar
el vivo deseo que tienen de padecer los verdaderos
amigos del Crucificado.
6. ¡Ah! ¿Cuándo imitaremos perfectamente a nuestro
querido Salvador, quien se ha anonadado por nosotros?
7. ¿Cuándo seremos tan humildes como para
gloriarnos en ser el oprobio de los hombres y la
abyección de la plebe?
8. ¿Cuándo seremos como niños, apegados al seno de
la caridad de Jesús, nuestro esposo, nuestro padre y
nuestro todo?
9. ¿Cuándo seremos tan simples y pequeños como
para tener como gran fortuna el estar en el último
puesto, tenidos por nada; y tener como infortunio el ser
estimados y honrados?
10. ¿Quién no amará al Padre de la Misericordia que
nos invita y estimula, con tanta bondad, a correr detrás
de sus celestiales fragancias? ¡Oh, cuán suaves son sus
divinos atractivos!
11. Corramos, corramos detrás del Divino Amante de
nuestras almas ¡Afiancémonos cada vez más en el seno
de su amor tan dulce!
12. No debemos dejarnos vencer ante las dificultades,
ante nuestros defectos cotidianos, ante nuestras
grandes miserias, porque nuestras miserias forman el
trono de las misericordias del Señor.
13. Si Jesús se esconde, de vez en cuando, a nuestros
ojos, no lo hace para maltratarnos ni humillarnos más
sino para enseñarnos a esperar a la sombra de sus
alas.
14. La cruz se hace cada vez más pesada, ¿no es
verdad? Y bien, demos gracias a nuestro Sumo Bien,
que nos tiene en esta cruz.
15. ¡Oh, cruz querida! ¡Oh, cruz santa! ¡Árbol de vida de
donde pende la vida eterna! Te saludo, te abrazo, te
estrecho contra mi corazón.
16. La parte inferior del alma se retira asustada a la
vista de la cruz; pero la parte superior del espíritu
permanece en paz en el beneplácito de Dios.
17. No miréis a la cara las fatigas, las dificultades y las
preocupaciones de vuestro estado. Fijad más bien
vuestra mirada sobre el rostro adorable de divino
Crucifijo.
18. En vuestras aflicciones volved vuestra mirada a
Jesús, nuestro amor, rey de los dolores y de las
aflicciones, y entonces, todo se tornará dulce.
19. ¡Oh, qué sublime y divino tesoro ha escondido Dios
en el sufrimiento!
20. ¡Feliz el corazón que está sobre la Cruz entre los
brazos de Jesús, allí se quema de santo Amor!
21. ¡Feliz aquél que sufriendo sin sombra de consuelo,
vive transformado en Jesucristo!
22. Feliz quien sufre queriendo morir a sí mismo por
amor a aquél que lo hiere.
23. Cuando la cruz es más penosa y penetrante, es
mejor para el alma que la lleva.
24. Cuando el sufrimiento está privado de todo
consuelo es más agradable a Dios.
25. Las adversidades son indispensables y gran
ventaja para las almas que las aprovechan.
26. En las consolaciones se está dispuesto a enfrentarlo
todo, pero es en las tribulaciones donde se conocen las
almas verdaderamente fuertes.
27. Las aflicciones y toda tribulación son como una
escobilla que quita del alma el polvo y el fango de las
imperfecciones.
28. Trabajar, padecer, callar, no lamentarse, no tener
resentimientos, no justificarse; ésta es la máxima de
los santos.
29. El camino corto para adquirir la paz que viene del
amor de Dios, es recibir de la mano paterna del Señor
toda contrariedad y toda pena corporal y espiritual.
30. La voluntad de Dios es un bálsamo que cura toda
pena, es necesario amarla tanto en la adversidad como
en la prosperidad.
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MAYO
1. Tened una tierna devoción a los dolores de María,
a su santa e In maculada Concepción, y visitad con
piedad grande su altar.
2. Tomad por principal patrona a la beatísima Madre
de Dios siempre virgen, y tened hacia ella la devoción
que le es debida.
3. Recordad a menudo los dolores amargos que María
ha sufrido durante la Pasión y muerte de su Hijo Divino.
4. Caminad siempre animados por una filial y ardiente
piedad a la Madre de Dios.
5. Buscad imitar la sublime virtud de María e
implorad, en los peligros, su poderosa protección.
6. El corazón de María, después del Corazón de Jesús,
es el rey de todos los corazones.
7. El corazón de María ha amado y ama tanto a Dios,
más que todo el paraíso; quiero decir, más que todos
los ángeles y los santos presentes, pasados y futuros.
8. Desead amar a Dios como esta sublime criatura, la
Santísima Virgen María.
9. Lanzaos en espíritu en el bello corazón de María y
amad al Sumo bien con este corazón tan puro.
10. Tened la intención de practicar todas las virtudes
de las cuales María ha dado ejemplo.
11. La riqueza de esta gran reina, María, es inmensa.
Ella es un océano de perfecciones; sólo Aquél que la ha
colmado de tantas riquezas puede sondear la
perfección.
12. La gran herida de amor que María ha recibido desde
el primer instante de su inmaculada concepción creció
cada vez más hasta que separó su santísima alma del
cuerpo.
13. Fue una muerte de amor, una muerte más dulce
que la vida, la que pone fin al inmenso dolor que María
sufre en toda su vida
14. Alegrémonos en Dios por el espléndido triunfo de
María, nuestra Reina y nuestra Madre.
15. Podéis alegraros de las glorias de María en el
corazón santísimo de Jesús y amarla por medio de este
divino corazón.
16. Alegraos con María, gozaos íntimamente al ver que
todas sus penas, todos sus sufrimientos, se han
terminado.
17. Quien más quiere complacer a María, más debe
humillarse, porque María fue la más humilde de todas
las criaturas.
18. Meditad a menudo los dolores de nuestra divina
Madre, dolores inseparables a los de su divino Hijo.
19. Si vais al Crucifijo, encontraréis a la Madre, porque
donde está la Madre también está el Hijo.
20. Unid los dolores de Jesús a los de María y
sumergiéndoos en estos sufrimientos haceos una
unidad entre el dolor y el amor, y entre el amor y el
dolor.
21. ¡Oh, tiernísima Madre, María, cuál sería vuestro
dolor viéndose privada de vuestro querido Hijo, y
después, viéndolo sin vida en vuestros brazos!
22. ¡Ah, cuál no sería la tristeza de María cuando volvió
a Betania después de la sepultura de su Hijo!
23. Si María Dolorosa no muere es de milagro. Ella está
toda inmersa en los padecimientos de Jesús. ¡Imitadla!
24. Dejaos inundar del océano de los sufrimientos de
Jesús y de María. Permaneced a los pies de la cruz.
25. Rogad a María que bañe vuestro corazón con sus
lágrimas dolorosas, con el fin de que tengáis un
continuo recuerdo de la Pasión de Jesús y de sus penas
maternales.
26. Rogad a la santísima Virgen María que os dé la
perseverancia en el Santo Amor de Dios, la fuerza y la
resignación en los sufrimientos.
27. Cuando el demonio os persiga, no temáis, tened
confianza en Dios y en la Santísima Virgen.
28. ¡Ah, tierna madre María, habéis sido presa del
dolor! Y ¿No habrá ninguno que compadezca vuestras
penas?
29. Elegid a vuestra gran protectora, la Virgen
Dolorosa, y no dejéis de recurrir a su ayuda maternal.
30. Quisiera rebajarme a causa de los dolores de María
para merecer entrar un día en su dulcísima compañía.
31. Volad en espíritu al corazón dolorido de Jesús y
encerraos por dentro con la llave de oro del Divino
Amor, confiando esta llave al corazón purísimo de
María.
JUNIO
1.
Para conservar y alimentar el Amor de Dios
frecuentad los sacramentos: la confesión y la
comunión.
2.
No os acerquéis al santo altar más que para
inflamar y cada vez más quemar vuestra alma con el
fuego del divino amor.
3.
Preparaos convenientemente a la santa
comunión; recordad que se trata del acto más santo
que es posible hacer.
4.
Nuestro buen Jesús no ha podido hacer otra
cosa que dársenos a sí mismo en alimento a nuestra
alma: amemos pues a nuestro tiernísimo amante.
5.
Tened una gran devoción al Santísimo
Sacramento, no perdáis la ocasión de visitarlo con
vuestro pobre corazón en todas las Iglesias.
6.
La mariposa revolotea en torno a la llama y se
quema; así también el alma gira alrededor de la luz
divina de la Eucaristía y se quema hasta ser reducida a
cenizas.
7.
La Misa es el momento más apropiado para
invocar al Eterno Padre, porque se le ofrece a su Divino
Hijo encarnado y muerto por nuestra salvación.
8.
Volad en espíritu al corazón de Jesús Eucaristía,
y allí, derretíos de dolor por las irreverencias que
recibe de parte de los malos cristianos.
9.
Para reparar tantos ultrajes hechos a Jesús
Eucaristía, el alma amante debe amarlo, loarlo y
visitarlo a menudo por aquéllos que le ofenden.
10. La santa comunión es el medio más eficaz que se
puede encontrar para unirse a Dios.
11. Estad siempre preparados para la sagrada mesa,
teniendo el corazón puro, y custodiad atentamente la
lengua, porque ella es la primera en tocar la santa
Hostia.
12. Obrad de modo que vuestro corazón sea un vivo
tabernáculo de Jesús sacramentado, él quiere estar en
compañía del amor. Amad a Dios y a los hermanos.
13. En los días en que comulgáis, visitad con
frecuencia a Jesús sacramentado y ofrecedle todas las
adoraciones, los afectos y las acciones de gracias que
el amor os inspire.
14. Cuando comulguéis tratad de hacer vuestra
preparación y vuestra acción de gracias con fervor.
15. Escuchad todos los días con mucha atención, la
santa Misa y si podéis, varias.
16. Visitad a menudo el Santísimo Sacramento, en el
cual se encuentra la verdadera vida; si estáis impedidos
visitadlo espiritualmente.
17. El Santísimo Sacramento es el alimento de los
débiles. Él fortalece al alma y también al cuerpo cuando
se recibe con las debidas disposiciones.
18. La verdadera preparación a la santa comunión es
una fe viva y una profunda humildad, de la cual nace un
conocimiento profundo de Dios y de nuestra nada.
19. Quiera el cielo que se reavive, en nuestra
comunidad cristiana, el fervor eucarístico de la Iglesia
primitiva.
20. Quién me diera alas de paloma para remontar el
vuelo hacia el Divino Corazón de Jesús.
21. Deseo que vuestro corazón se consuma cada vez
más en holocausto al Sumo Bien en el templo santísimo
del Sagrado Corazón de Jesús.
22. En el corazón de Jesús se compadecen sus dolores
y el alma se sumerge en el baño sagrado de su Sangre,
que tiene la virtud de embriagarte de amor.
23. Oh, Jesús, mi Sumo Bien, cuando fuiste flagelado,
¡cuáles eran los sentimientos de tu corazón!
24. Oh, Jesús, mi Sumo Bien, cuando fuiste coronado
con dolorosas espinas y humillado con escarnios,
¡cuáles eran los sentimientos de tu sacratísimo
corazón!
25. Entre a menudo en el corazón de Jesús; pero
haceos pequeños, y quemaos después, abrasados por
amor.
26. Escondeos como niños en pura fe y santo amor, en
la herida del Sagrado Costado de Jesús.
27. Cuando seáis tentados, refugiaos en el calvario y
entrad en el corazón purísimo de Jesús.
28. Permaneced escondidos lo más que podáis,
encerrados, sepultados en el gran santuario del
corazón de Jesús.
29. Reposad en paz sobre la cruz, o mejor, dormid un
sueño de fe y de amor en el corazón de Jesús
crucificado.
30. Corazón amantísimo de mi amado Jesús que
probaste en toda tu vida tantas angustias, ¿cómo no
debo yo soportar mis penas por tu amor?
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JULIO
1. Posad vuestro espíritu en el seno de vuestro Padre
celestial.
2. Poned atención en no dormirse en la práctica de la
virtud.
3. Ejercítate mucho en el conocimiento de tu propia
nada, para después dejar desaparecer esta nada en el
inmenso todo que es Dios.
4.
Seamos generosos, sirvamos con corazón
grande al Señor, practiquemos las virtudes grandes.
Dios es nuestra fuerza y nos dará la victoria.
5.
Dejad vuestra alma en santa libertad, con el fin
de estar en grado de recibir las impresiones divinas
como a Dios le agrada.
6.
Quisiera que vuestra caridad fuese tan ardiente
que inflamara a todos aquellos que se acercan a
nosotros.
7. Si queremos que nuestros corazones se inflamen
en amor, es necesario que los dejemos purificar por las
tentaciones, por las penas y por las tribulaciones.
8. ¡Cuán feliz es el alma que se desprende de todo
placer, de todo sentimiento y de todo juicio!
9. Las aversiones, las contrariedades, las
humillaciones se deben recibir con extremo
agradecimiento a Dios.
10. Una de las pruebas más claras de que se ama
verdaderamente a Dios, es buscar conocer y hacer su
voluntad.
11. Si Dios quiere despojarnos con privaciones y
tribulaciones, dejadlo obrar, mientras tanto no
descuidar la práctica de la virtud en la santa presencia
del Señor.
12. Abandonaos en Dios, confiad en Él, despojaos de
todo y Dios os vestirá a su modo.
13. Dejad que el alma se eleve libremente hacia el
Sumo Bien, según las mociones del Divino Espíritu.
14. La mariposa da vueltas en torno a la llama y
termina por quemarse; Así también si vuestra alma gira
alrededor de la luz divina, se adentra, antes bien, se
convierte en ceniza.
15. La perfección de la oración consiste en una
verdadera, pura y simplicísima desnudez y pobreza de
espíritu, desprendido de toda consolación sensible.
16. Permaneced todo abismados en Dios, dejad caer
vuestro pobre espíritu, como una gota de agua en aquel
océano inmenso de caridad.
17. Perded de vista el cielo, la tierra, el mar y todo lo
creado, y dejad que esta pobre gota de espíritu que
Dios os ha dado se pierda en su origen, que es Dios
infinitamente grande e infinitamente bueno
18. Huid de vosotros mismos y perdeos en Dios. Huid
del tiempo y perdeos en la eternidad.
19. Despojaos de todos vuestros dones, porque
nosotros los enlodamos con nuestras imperfecciones;
haceos un sacrificio de alabanza, de honor y de
bendición al Altísimo.
20. Tratad de vivir despojados de todo consuelo
sensible, sea interno como externo, para no caer en el
vicio de la gula espiritual.
21. Jesús oró tres horas sobre la cruz, fue una oración
verdaderamente crucificada, sin consuelo interior ni
exterior. ¡Oh, Dios, qué gran enseñanza! Rogad a Jesús
que la imprima en vuestro corazón.
22. No debéis prestar demasiada atención a los favores
espirituales. Procurad, más bien, la fuente divina de la
cual derivan los arroyos. Los arroyos son buenos
porque emanan de la fuente, pero la fuente en mejor.
23. Abismaos y perdeos cada vez más en Dios con un
amor puro y libre de toda propiedad, sin prestar
atención a los consuelos sensibles.
24. El alma no debe descansar en los dones sino en el
donador.
25. Los dones de Dios dejan en el alma humilde un
gran conocimiento de la propia nada, amor a los
desprecios y el fervor por todo ejercicio de virtudes.
26. En el jardín de la oración no es necesario divertirse
con las hojas de los sentimientos y los consuelos
sensibles; es necesario, más bien, recoger los frutos de
la imitación de las virtudes de Cristo.
27. Estad tranquilos en el corazón amantísimo de
Jesús; no perdáis la paz, aunque tiemble el mundo.
28. Tened cuidado en mantener siempre la tranquilidad
del corazón, porque Satanás pesca en aguas turbias.
29. Humillaos delante de Dios reavivando dulcemente
la fe; escondeos del todo en Él.
30. Cuando seáis tentados de escrúpulos, decid: sí
Jesús mío, yo espero que me hayas perdonado.
31. Custodiad vuestro espíritu libre de todo fantasma,
desprendido de todas las criaturas, con el fin de que
esté en grado de unirse más al Soberano Bien, con
ferviente voluntad.
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AGOSTO
1. Orad 24 horas al día; quiero decir, hacedlo todo con
el corazón y el espíritu elevados a Dios.
2. Cuidad el silencio como una llave de oro que
custodia el gran tesoro de las otras virtudes que Dios
ha puesto en vosotros.
3. Atended a vuestros deberes y estad al mismo
tiempo atentos a Dios, sumergiendo a menudo vuestro
corazón en el océano inmenso de di vino amor.
4. Los dones de Dios dan un gran conocimiento de
su infinita Majestad y un gran conocimiento de la
propia nada, tanto como para que el alma se abajara,
por así decirlo, hasta ponerse bajo los pies de los
demonios.
5. Los dones de Dios producen gran desprendimiento
de todas las cosas y un gran amor por las cruces y los
sufrimientos.
6. Es necesario temer a la terrible bestia del amor
propio; es una serpiente de siete cabezas que se mete
en todo.
7. El amor de Dios es celoso; para arruinarlo todo
basta un granito de afecto desordenado a las criaturas.
8. Leed en la frente de los pobres: todos llevan
impreso el nombre de Jesucristo.
9. Ánimo, pobres de Cristo, porque el paraíso es para
los pobres.
10. Los avisos dados con dulzura curan todas las
heridas; dados con aspereza abren diez heridas.
11. Llenaos cada vez más de fe, de confianza, de
humildad de corazón y no temáis nada.
12. No os dejéis jamás asustar por el demonio, estaos
escondidos en Dios y nada podrá haceros daño.
13. Tened muy en cuenta las penas interiores y
exteriores; es por medio de éstas que florece el
pequeño jardín de Jesús, a causa de las virtudes que
nos hacen practicar.
14. Quien no ha sufrido y vencido una gran tentación
no es digno de la divina contemplación.
15. Alegrémonos de ver a María elevada sobre los coros
de los ángeles y colocada a la derecha de su divino
Hijo.
16. Las enfermedades largas son gracias grandes que
Dios hace a las almas que más ama.
17. El alma es una semilla que Dios siembra en el gran
campo que es la Iglesia; para que dé fruto es necesario
que esta semilla misteriosa muera a fuerza de penas,
dolores, de contrariedades y de persecuciones.
18. Cuando os sintáis agitados por las pasiones, o por
la cólera, entonces es el momento de callar. Jesús
callaba en medio de sus penas. ¡Oh, sacrosanto
silencio, rico de toda virtud!
19. La enfermedad es una gracia grande de Dios. Ella
nos enseña lo que somos. En ella se reconoce la
paciencia, la humildad y la mortificación.
20. Si os lamentáis de vuestras cruces, de vuestros
sufrimientos, no sabéis qué cosa es sufrir.
21. El puro amor de Dios hace parecer ligero y de poca
importancia lo que se sufre por el Divino Amante.
22. Creedme: Si os parece que sufrís mucho, es signo
de que amáis poco, muy poco, al Señor.
23. El verdadero signo del Divino Amor es sufrir
grandes cosas por el Amado Bien y creer que no se
sufre nada.
24. Os ruego dejar ver lo menos posible vuestro tesoro.
Comprendéis de cuál tesoro hablo, el tesoro de
vuestros preciosos sufrimientos.
25. La perla de la virtud se forma en el fondo del mar
del sufrimiento y en el seno del conocimiento de
nuestra propia nada.
26. Poned en práctica estas preciosas palabras:
Padecer y callar, ésta es una regla y un camino corto,
para llegar a ser santo y perfecto en poco tiempo.
27. La santa virginidad se embellece y se hace más
agradable a Dios en medio de las espinas, de las
luchas, y de tentaciones horribles.
28. Ofreced con frecuencia vuestra voluntad a Dios y
sentiréis un gran consuelo.
29. Nuestro dulcísimo Jesús se deja vestir y despojar
de sus vestidos, a su antojo. ¡Oh, dulce mansedumbre
del Salvador! Tratad de imitarlo.
30.Amad el ver rotos todos vuestros propios proyectos,
aunque sean muy buenos. Vendrá el tiempo en que el
Señor os los hará realizar en manera perfecta.
31. Leed cada día un libro de piedad; huid, como
huiríais del demonio, de las malas compañías.
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SEPTIEMBRE
1.
Oh, alma mía, estás muy lejos de la santidad,
como la tierra de cielo.
2.
Me tendría por un réprobo o un dañado, si
tuviese tan sólo un pensamiento de orgullo.
3.
Un pecador tan grande como yo ¿de qué se
enorgullece? Dios me tiene abierto ante mis ojos un
gran libro, el conocimiento de mis propios pecados.
4.
Si me creyese necesario en este Si me creyese
necesario en este mundo, estaría equivocado. El Señor
no tiene necesidad de ninguno.
5.
Sed humildes, un granito de soberbia basta para
arruinar una montaña de santidad.
6.
Dios se complace de quienes son humildes y se
hacen pequeños; los tiene escondidos en su divino
pecho.
7.
La humildad y el desprecio de sí mismo, evitan
las ilusiones.
8.
No hay por qué temer a la ilusión cuando se
permanece y se avanza en el conocimiento de la propia
nada.
9.
Mientras más se escave más se encuentra la
horrible nada. Después se debe hacer desaparecer en el
Divino Todo. Una N y una T, estas dos letras encierran
una sublime perfección.
10. La oración que humilla el alma, la inflama de
amor, la lleva a la virtud y a la paciencia, no está de
hecho, sujeta a la ilusión.
11. Huid como de la peste de los consuelos que
adulan, que inspiran vanidad y altos sentimientos de sí
mismo; ellos, en efecto, vienen del demonio.
12. El medio más eficaz para huir de las ilusiones es la
verdadera y profunda humildad, el anonadamiento y el
desprecio de sí.
13. Los verdaderos consuelos y las luces divinas
vienen siempre acompañadas de profunda humildad, de
un tal conocimiento de sí mismo y de la majestad
divina que el alma no tendría reparos para lanzarse a
los pies de todos.
14. Permanezcamos en nuestra nada y no nos
ensalcemos hasta que Dios quiera elevarnos.
15. Cuando Dios quiere elevar a un alma, ¡oh, qué
dulce violencia le hace! Digo dulce, pero es tan fuerte
que el alma no la puede resistir.
16. Permaneced en el estudio y mediación de vuestra
nada, de vuestros pecados, de vuestras miserias, todo
cuanto podáis; dejando vuestra alma en libertad para
seguir los atractivos amorosos del Espíritu Santo.
17. Cuando os parezca gozar en las penas y en los
desprecios, no hagáis caso, pues el demonio podría
tentaros de vanidad.
18. Es mejor no hacer caso del propio juicio ni de las
propias impresiones; es necesario temer y vigilar,
buscando hacer sólo la voluntad de Dios.
19.El mundo está lleno de trampas, sólo los humildes
las evitan.
20. No os fiéis jamás de vosotros mismos así os
parezca que vuestra oración produce buenos frutos.
21. Hacer el bien y estar persuadidos de que no se hace
nada bueno, es signo de gran humildad, pero es tan
sólo uno de los primeros grados de humildad.
22. Quien se conoce a fondo y conoce a Dios, es el
verdadero humilde de corazón.
23. Quien se hace el más pequeño será el más grande:
quien más se anonada más será exaltado y enriquecido.
24. ¿Sabéis que hace Dios? Cuanto más nos
humillamos en su presencia, más nos enriquece con su
divina gracia.
25. Cuando en la oración nos encontremos áridos,
desolados y abandonados, conviene humillarse mucho
delante de Dios y reconocer los propios pecados.
26. Pedid con humildad la ayuda y el socorro de la
Divina Bondad para ofrecer con humilde resignación lo
que Dios quiera enviarnos o permitirnos de
contradictorio y doloroso.
27. No hagáis caso de los honores, estimad en mucho
la santa humildad.
28. He aquí, la vía breve para ser revestidos de nuevos
y maravillosos dones: Mirad con ojos de fe vuestra
nada y como asustados por esta visión escondeos en el
abismo de la Divina Misericordia.
29. En la escuela de la divina sabiduría, quien se hace
el más ignorante es el más sabio. Allí se comprende sin
entender, por así decirlo, porque no sé explicarme de
otra manera.
30. ¡Oh, santa ignorancia!, que haces perder de vista
toda la sabiduría y la grandeza de este mundo, para
aprender en la escuela del Espíritu Santo la ciencia y la
sabiduría de los santos.
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OCTUBRE
1. La verdadera vía de la santidad es caminar
siempre en espíritu de fe, abandonado en las manos
de Dios, como un niño en el seno de la madre.
2. Quien quiere ser santo debe hacerlo en modo que
no haya en él ninguna cosa que no sea puramente de
Dios.
3. Realizad todas vuestras acciones por amor de Dios,
y unidlas a las de Jesucristo, que es nuestro camino,
verdad y vida.
4. El corazón de los verdaderos siervos de Dios debe
ser como un altar, en el cual se ofrece todo el día el oro
de un ardiente amor, el incienso de una continua y
humilde oración y la mirra de una incesante
mortificación.
5. Quien se eleva a Dios con gran confianza y
humildad de corazón, aunque sea pobre y miserable,
llega a ser, entre las manos de Dios un instrumento
capaz de hacer grandes cosas.
6. ¡Feliz el alma que se desprende de su propio
sentimiento, de su propia voluntad y de su propio
espíritu!
7. Es necesario seguir la voluntad de Dios con
prontitud, apenas sea conocida.
8. Es necesario conformarse a la voluntad de Dios, lo
mismo que la cera que acercada al fuego, toma la
forma que se le quiere dar.
9. Cualquier cosa que os suceda, no os debe
preocupar; al contrario, con calma y dulzura decid:
¡Hágase la voluntad de Dios!
10.En las contrariedades es necesario decir: dejemos
obrar a Dios; sea siempre bendito el Señor; lo que Él
quiere lo quiero también yo, en el tiempo y en la
eternidad.
11. En los sufrimientos, en las desgracias, en las
tribulaciones, es necesario humillarse y bajar la
cabeza.
12. Quien quiere prepararse a la santa oración y
conservar sus frutos, debe mantenerse necesariamente
en la presencia de Dios.
13. Quien no puede orar mucho porque se halla
impedido de los deberes de su estado, no se debe
turbar, sino que se aplique a cumplir los deberes con
exactitud y pureza de intención.
14. Tened un corazón compasivo hacia los pobres y
socorrerlos con amor en todo cuanto podáis.
15. Si no tenéis posibilidad de socorrer a vuestro
prójimo, recomendadlo con fervor a Dios, cuyo imperio
se extiende sobre todas las criaturas.
16. Cuando se considera a la luz de la fe y en el corazón
del divino Redentor cuán preciosas son las almas, no se
ahorrarán trabajos, fatigas y peligros, para socorrerlos
y ayudarles en sus necesidades espirituales.
17. La nobleza de las personas no debe impedirnos el
advertirles con caridad y con sabia discreción.
18. Cuando se trata de obedecer es necesario bajar la
cabeza.
19. Abandonaos totalmente en las manos de vuestros
superiores, que ellos puedan hacen con vosotros todo
lo que quieran, para no ir en contra de la voluntad de
Dios.
20.Tened deseos de que se os rompa vuestra voluntad
en toda cosa, como el ciervo sediento ante la fuente de
agua.
21. Tened por perdida aquella jornada en la cual no
habéis negado la propia voluntad, sometiéndola a
alguno.
22. Mientras más seáis obedientes más estaréis en
calma, tranquilos e indiferentes en cualquier oficio que
os sea asignado.
23. El cristiano obediente se hace cada vez más capaz
de ayudar con su oración a la santa Iglesia; Jesús, en
efecto, escucha la oración de aquellos que son
obedientes.
24. ¡Oh, qué felicidad se encuentra en la vida
comunitaria! Un tesoro precioso está encerrado en la
perfecta vida comunitaria.
25. La pobreza, tan aborrecida por el mundo, es una
rica perla que contiene todo bien delante de Dios.
26. ¡Oh, qué gran tesoro se adquiere permaneciendo en
oración!
27. Para custodiar la santa pureza es necesario amarla
mucho, desconfiar de sí mismo, no fiarse de ninguno,
así se trate de parientes, o de personas íntimas y
amigas.
28. La oración, la lectura de libros santos, la frecuencia
de los sacramentos, y en particular la huida del ocio,
son los custodios de la santa pureza.
29. Estimad las cosas de los otros y despreciad las
vuestras, confiad en todos menos en vosotros mismos.
30.Dios ama a las almas pequeñas y les enseña la alta
sabiduría que está escondida a los sabios y prudentes
del mundo.
31. Es necesario estar persuadidos de que no se tiene
nada, que no se puede nada, que no se sabe nada.
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NOVIEMBRE
1. Los santos han vencido al demonio; caminemos
sobre sus huellas y llegaremos a ser santos también
nosotros.
2. Ayudad con todos los medios posibles a las
almas del purgatorio; con el fin de que pronto puedan
ir a gozar de la visión beatífica.
3. La gloria del paraíso no es dada por los placeres y
los bienes que se han gozado sobre la tierra, sino por
los sufrimientos y las penas que se han soportado.
4. Cuando os arrojáis en espíritu bajo los pies de
todas las criaturas, incluso bajo los pies de los
demonios: esto es lo que más agrada al Señor.
5. El alma que se abaja hasta el fondo del infierno
hace estremecer al demonio, y el Sumo Bien la exalta
al paraíso.
6. ¡Ah, pobre mundo! ¡Cuán enfermo estás! ¡Cuántos
males han caído sobre ti! La fe se ha oscurecido, la
piedad se ha enfriado y casi ha desaparecido. ¡Ay de
mí!, ¡ay de mí! ¡Cuántos motivos hay para temer
grandes castigos!
7. No hagáis caso de las molestias y de las tentaciones
que el demonio os causa en la santa oración.
8. Humillaos mucho delante de Dios y abandonaos
enteramente entre sus divinas manos con gran
resignación a su santísima voluntad.
9. Repetid vuestros mandamientos al demonio,
ordenándole, en nombre de Jesucristo, que se aleje de
vosotros.
10. Las angustias y las luchas del espíritu purifican al
alma como el oro es purificado por el fuego.
11. Las cruces y las penas mantienen el alma en
humildad, hacen recurrir a menudo a Dios y practicar
las más bellas virtudes cristianas, por las que el alma
llega a ser querida por Dios y digna esposa del
crucificado.
12. Deseo mucho que vosotros améis la oración
mental, el recogimiento interior, el desprendimiento de
toda criatura, lo mismo que la práctica de todas las
virtudes.
13. Si tenemos nuestro corazón levantado a Dios, Él
nos hará saltar sobre las montañas para que no
desechemos de nuestro corazón sus santas y divinas
inspiraciones.
14. ¡Oh, qué corona tan grande se merece
perseverando en el servicio de Dios en medio de tantas
tribulaciones!
15. ¡Sea siempre bendito el Señor que nos da la fuerza
para sufrir, por su amor, toda suerte de penas!
16. Las obras de Dios han sido siempre combatidas con
el fin de que resplandezca su Divina Magnificencia.
17. En esto consiste el punto principal de la vida
devota: desprecio de sí y unión perfecta a la divina
voluntad.
18. Huid como de la peste de las confidencias con
personas de otro sexo aunque sean devotas y santas;
huid, porque aquí hay grandes peligros.
19. Tened miedo de vosotros mismos; no os fiéis.
Quien confía en sí mismo está ya caído.
20.El humilde no se fía de sí mismo; desconfía mucho
de sí y pone toda su confianza en Dios.
21. Mirad vuestra nada y la maldad que hay en
vosotros, raíz común a todos los hijos de Adán. Mirad
ésta raíz como la capacidad de producir el más
pestilente árbol de iniquidad.
22. Temeos a vosotros mismos; no os fiéis de vosotros;
confiad en Dios, custodiad vuestros sentidos externos y
huid del ocio.
23. Las disposiciones más próximas para la santa
oración son: gran abstracción de todo lo que no es
Dios, el perfecto despojo de todo lo sensible y
mantenerse en la soledad interior.
24. Guardaos de la curiosidad sutil del espíritu que
quiere secretamente comprender lo que sucede en el
reino interior del alma.
25. Si quieres estar seguro, entra en la divina soledad
por la puerta que es Jesucristo y su Pasión santísima.
26. Dejad reposar vuestra alma en Dios con una dulce
atención amorosa, en un sagrado silencio de fe y de
amor.
27. Sed fidelísimos a Dios, desprendidos de todo, aún
de las conferencias espirituales, que deben ser breves.
28. Si queréis ser siervos de Dios, es necesario que
seáis mudos, sordos, ciegos y muertos a todo lo que no
es Dios.
29. No es necesario justificarse jamás, ni lamentarse
jamás, y a imitación de Jesucristo, mantenerse en un
paciente, dulce y pacífico silencio interior y exterior, de
otro modo no se hace nada. Poned mucho cuidado en
todo esto.
30. Es necesario dejar de decir, y estar mudo, ciego,
sordo, es decir, padecer y callar, gozando de ser
despreciado y tenido en nada.
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DICIEMBRE
1. No os apoyéis sobre los gustos sensibles. Apoyaos
sólo en Dios y en su santísima voluntad.
2. Permaneced escondidos a todos, no confiéis en
vosotros mismos, y permaneced llenos de confianza
en Dios.
3. La fiesta de la santa cruz puede ser celebrada en
todo momento en el santuario interior de los amantes
del crucificado.
4. ¿Sabéis cómo se celebra la fiesta de la santa cruz?
Se celebra espiritualmente, padeciendo
silenciosamente, sin apoyarse en criatura alguna.
5. La fiesta de la Cruz ha sido siempre un banquete
espiritual; se nutre de la divina voluntad según el
ejemplo del amor crucificado.
6. El pan de la divina voluntad es concedido de
diversos modos: unas veces con penas de cuerpo y
espíritu, otras con las contradicciones, las calumnias y
los desprecios de parte de las criaturas.
7. No son los favores espirituales los que santifican,
sino la humildad profunda, y la verdadera caridad,
reina de las virtudes.
8. Las desgracias de este mundo, cuando son tomadas
de la mano amorosa de Dios y con resignación a su
santísima voluntad, sirven para hacernos avanzar cada
vez más en la vía de los divinos mandamientos.
9. La resignación a la voluntad de Dios en las
desgracias del mundo es un medio eficaz para obtener
gracias aún temporales
10. En todo acontecimiento conviene resignarse a la
santísima voluntad de Dios, con espíritu pronto para
recibir del mismo modo la prosperidad o la adversidad.
11. La virtud bien practicada, sobre todo en los casos
imprevistos, no engaña nunca.
12. Sed fuertes y constantes en los asaltos de vuestros
enemigos, sobre todo del mundo engañador, que busca
arrancar vuestra alma de las manos de Dios.
13. Tened gran ánimo y gran resignación; Quien es el
más resignado es el más santo, porque la verdadera
resignación encierra la caridad perfecta.
14. Preparad vuestro corazón con el fin de que el
Divino Verbo hecho carne pueda nacer en él de modo
espiritual.
15. Feliz el alma que, bien purificada de los vicios,
desprendida de toda cosa creada y en una profunda
negación de sí, se mantiene en una santa y divina
soledad. Ella renace en cada instante en el Divino Verbo
a una vida nueva de santo amor, a una vida divina.
16. Pedid al Divino Niño que enriquezca cada vez más
vuestra alma de dones y gracias celestiales.
17. Contemplad el sublime misterio de la encarnación,
misterio de caridad infinita y dejad que vuestra alma se
sumerja y se abisme con toda libertad en ese océano
infinito de todo bien.
18. Haced compañía al Divino Niño Jesús. ¡Qué
maravilla! Ver a Dios hecho un niño pequeño.
19. Desead y pedid que entre Jesús, y en vuestra alma
se haga pronto una gran alianza de amor.
20. Recordad la huida de Jesús a Egipto con todos sus
contratiempos y sufrimientos.
21. ¡Qué maravilla! ¡Ver a Dios envuelto en pobres
pañales! Un Dios que yace en un puñado de paja entre
dos animales.
22. Que el dulcísimo niño Jesús, nacido en una humilde
pesebrera, enriquezca vuestra alma con la plenitud de
toda gracia y bendiciones celestiales.
23. Alegraos en la gran solemnidad de Navidad, porque
el Divino Niño Jesús os invita al perdón en un exceso de
amor.
24. Después de que el Divino Niño Jesús nazca en esta
suavísima solemnidad, hagámonos pequeños como Él,
escondiéndonos en nuestra nada.
25. Escondeos cada vez más profundamente en
vuestra nada; sed humildes y sencillos como un niño si
queréis ser verdaderos imitadores del Divino Niño
Jesús.
26. Imitad al Divino Niño Jesús que se abandonaba del
todo a los cuidados de su divina Madre, la santísima
Virgen María.
27. Es con la santa virtud como os disponéis a ser
admitidos en la sagrada choza donde Jesús ha nacido, y
allí calentar con el fuego de vuestros afectos al Divino
Niño que tiembla de frío.
28. Considerad las incomodidades, el frío, la pobreza
del lugar, la falta de lo necesario en que se encontraron
Jesús, la santísima Virgen y san José.
29. Poned vuestro corazón como pañal sagrado del
dulcísimo Niño Jesús con el fin de que él lo reavive, lo
anime y lo santifique, de modo que haga grandes cosas
por el reino de Dios.
30. Poned vuestro corazón en el pecho amoroso del
Divino Niño Jesús.
31. Pedid al Divino Niño que queme con su amor
vuestro corazón y lo transforme en su santo Amor.
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Puntos clave de la espiritualidad de san
Pablo de la Cruz
1. Abandonarse en Dios.
La perfección más grande de un alma consiste en un
verdadero y total abandono en las manos del Sumo
Bien. Este abandono conlleva una perfecta resignación
a la voluntad divina en todo lo que acontece.
Humillaos mucho cuando creáis recibir cualquier gracia
delante de Dios. Muchas veces nos parece que
cualquier gracia nos es concedida por nuestra oración,
siendo otros los siervos de Dios que oran. ¡Oh, cuántos
que parecían fuertes como los cedros del Líbano han
caído! Un granito de orgullo puede hacer caer una
montaña de santidad; por eso debéis manteneros
escondidos a todos y retirados en el purísimo corazón
de Jesús. Allí estaréis libres de todo mal.
No os turbéis por la aridez que probáis en la oración y
por la distracción, aunque sea involuntaria. Es así como
Dios purifica el corazón, con el fin de que esté
dispuesto a unirse cada vez más perfectamente al
Sumo Bien. En estas ocasiones reavivad dulcemente la
fe; imaginaos estar en el calvario y dirigid todos
vuestros pensamientos y miradas de amor a Jesús
crucificado.
2. Con la oración
Es cosa excelente y santísima pensar en la Pasión del
Salvador y meditarla. Éste es el medio para llegar a la
unión con Dios, pero es necesario hacer notar que el
alma no puede hacerlo siempre como al principio, por
esto es necesario secundar los impulsos del Espíritu
Santo y dejarse guiar según su querer.
Si no podéis meditar otra cosa que en la santísima vida,
pasión y muerte del Salvador, continuad con las
bendiciones del Señor, porque es en esta santa escuela
donde se aprende la sabiduría verdadera y es aquí
donde los santos se han instruido. Sucede muchas
veces que nos encontramos en tal estado del espíritu
que parece que no se puede hacer absolutamente nada.
No se puede meditar, se tiene una gran obscuridad de
espíritu, con tantas distracciones y con tales disgustos
que dan ganas de salir corriendo. He aquí la manera de
tranquilizarse en estas ocasiones. Os habéis propuesto
meditar, por ejemplo, la dolorosa flagelación de Jesús,
probáis una total disipación de espíritu que no sabéis
cómo hacer para meditar. Poneos dulcemente en la
presencia de Dios; reavivad dulcemente la fe sin
esfuerzos de cabeza ni de pecho, creyendo firmemente
que el Dios que amáis está todo dentro de vosotros,
fuera de vosotros, en vuestro corazón, en vuestra alma,
en vuestro cuerpo, por todas partes; y así abismado en
el inmenso mar de su amor, bien escondido, con gran fe
y reverencia, hablar en espíritu con vuestro Dios del
sujeto de la meditación. Por ejemplo: ¡Ah, mi dulce
Señor, amado mío! ¡Qué desgarro no habéis probado en
vuestra flagelación! ¿Y por qué permanece tan
insensible mi corazón?
Este coloquio se debe hacer con suavidad de espíritu, y
si sentís que el corazón se llena de compasión, de paz y
de otros sentimientos que Dios da, permaneced así
todo recogido en Dios como una abeja sobre la flor, y
libad la miel del santo amor en devoto silencio.
3. Estando sobre la cruz
Me alegro que el Señor os desprenda de toda
satisfacción para enseñaros a servirlo con mayor
pureza de intención. ¡Oh, qué gran bien es permanecer
sobre la cruz con Jesús sin verlo ni gozarlo! Ésta es la
vía breve para llegar a la feliz muerte a todo lo creado,
para unirse con toda su pureza al Bien increado e
inmenso. Cuando el alma se encuentra en este estado
de privación se debe reavivar dulcemente la fe en la
divina presencia y mantenerse abandonado en Dios, en
este océano de amor, sin buscar el propio placer sino el
querer de Dios. Sobre todo quiero que en vuestras
comuniones no busquéis sentir un cierto sabor dulce al
paladar. ¡Oh, con cuantas ilusiones podéis encontraros!
El gusto de Jesús Eucaristía no se siente con la boca
material, sino con el paladar de la fe y del alma. El
verdadero modo de gustar a Jesús es el de abismarse
todo en él, transformándose en él por amor, tanto como
quedarse del todo divinizados. Éste trabajo el dulce
Salvador lo realiza en nosotros, pero es necesaria
también nuestra colaboración, con el ejercicio de las
santas virtudes.
Respecto a los males del cuerpo, abandonaos
enteramente a la obediencia al médico; decidle
fielmente vuestras indisposiciones en términos
modestos. No rechacéis las medicinas, tomadlas en el
cáliz amoroso de Jesús, con rostro sereno y dulce.
Tened reconocimiento con quien os cura, sed
condescendientes en tomar lo que se os da como
remedio; en fin, sed como un niño que se abandona del
todo en los brazos y el seno de su padre. Permaneced
sobre el lecho como sobre la cruz.
¡Oh, qué bellas virtudes se pueden practicar en la
enfermedad! Sobre todo el amor a la propia abyección,
el agradecimiento, la dulzura de corazón hacia los que
os sirven; una total sumisión a los médicos y a los
enfermeros, siempre con una cara agradable. Vivid
reposando en el corazón dulcísimo del Sumo Bien.
Felices aquéllos que permanecen de buena gana
crucificados con Jesús. ¿Qué quiero decir? Felices los
que son fieles en sufrir toda pena por amor de Jesús.
¡Oh, qué gran tesoro se adquiere permaneciendo en
oración árida y desolada! Es preciso sufrir las pruebas
que nos vienen de Dios. Infelices los que en la prueba,
abandonan el camino iniciado, porque caerán luego en
la iniquidad.
4. Para conformarse a la Divina Voluntad
La tentación contra la fe es la menos peligrosa y trae
grandes bienes al alma que es fiel en combatirla. Las
otras tentaciones, si somos fieles en combatirlas, hacen
un gran bien; nos humillan, nos instruyen, nos purifican
como el oro en el fuego. Sed muy humildes, pero con la
humildad verdadera del corazón que hace al alma
amiga del propio menosprecio y sometida a todos.
La virtud más agradable a Dios es la resignación a su
divina voluntad. Muy a menudo el Señor nos da el
deseo de hacer grandes cosas, pero no quiere que
seamos nosotros los que las hagamos. Sucede con
frecuencia también que pedimos una gracia a Dios, y
Dios nos la concede de otra manera, porque ésta
contribuye mejor a nuestro mayor bien. Las tentaciones
se vencen con humidad y el santo temor de Dios. El
demonio tiene miedo de los humildes que desconfían
de sí, les teme y les huye.
En las tentaciones retiraos al calvario y refugiaos en el
costado purísimo de Jesús, y después reíros del
demonio. Sobre todo no dejéis jamás la oración, aún
cuando tengáis que sufrir las penas del infierno.
Realizad vuestros quehaceres con pureza de intención
por amor a Dios, y dejad gritar al demonio cuanto
quiera.
El modo mejor para huir de las ilusiones es humillarse
mucho, desconfiar de sí, conocer la propia nada,
anonadarse delante de Dios y abandonarse con
confianza filial en sus manos divinas. No os preocupéis
de vuestras penas, sean grandes o pequeñas, no lo
deseéis tampoco, más bien, amad en ellas la divina
voluntad, sin hacer otras reflexiones.
5. Como Jesús
Como el querido Jesús ha querido que su santísima
vida sobre la tierra, transcurriera en medio de penas,
fatigas, esfuerzos, angustias, desprecios, calumnias,
dolores, flagelos, clavos y espinas hasta la
amarguísima muerte en cruz, igualmente los que se
acercan a él deben conducir su vida en medio de las
penas. ¡Pero, oh, gran Dios! ¡Qué será de nuestro
corazón cuando nademos en aquel mar inmenso de
dulzura! ¡Qué será cuando todos allá arriba en el cielo
estemos todo transformados en Dios, por amor, y
recibamos en premio aquel bien infinito que es la
recompensa de nuestro Dios! ¡Qué será cuando
cantemos por toda la eternidad las divinas
misericordias, los triunfos del Cordero Inmaculado y de
nuestra Madre la santísima Virgen María! ¡Qué será
cuando cantemos si cesar aquel eterno trisagio: Santo,
santo, santo! ¡Cuando con los santos cantemos el
dulcísimo aleluya del cielo! ¡Qué será de nuestros
corazones y de nuestro espíritu cuando estemos más
unidos a Dios que el fuego al hierro incandescente, que
sin dejar de ser hierro, parece todo fuego! Amemos
pues a Dios, hagámonos muy pequeños y Dios nos hará
grandes.
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De la vida del Santo a una vida santa
San Pablo de la Cruz nace en Ovada (Italia) el 3 de
enero de 1694.
Educado en una familia cristiana crece con un carácter
fuerte y con ideales grandes. Supo orientar su vida con
opciones osadas y anticonformistas.
Rechazado un fututo prometedor que le era ofrecido
por la familia, en1720, viste un hábito negro e inicia
una vida de oración y de penitencia en la soledad del
Monte Argentaro.
Ordenado sacerdote en 1727 emprende una
intensísima actividad misionera.
En 1737, en el Monte Argentaro, fundó el primer
convento. Y en 1741,
Benedicto XVI aprobó la Congregación Pasionista.
Como fundador promueve el crecimiento del Instituto
con caridad, sabiduría y claridad de visión. En 1771 en
Tarquinia (Italia) abre el primer monasterio de monjas
pasionistas, que solía llamar “Las palomas del
Calvario”.
Muere en Roma el 18 de octubre de 1775, en la casa de
los santos Juan y Pablo, la cual llega a ser la casa
central de la Congregación.
El 29 de junio de 1867, Pio IX lo declaró santo.
San Pablo de la Cruz es el santo de la Pasión de
Jesucristo. El crucifijo fue el secreto de su vida de
místico y de apóstol, y la idea inspiradora de su
congregación. A los Pasionistas, sus hijos, ha confiado
el compromiso de prolongar por los siglos su espíritu y
su mensaje.
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La vocación Pasionista
San Pablo de la Cruz reunió compañeros para que
vivieran juntos y anunciaran el Evangelio de Cristo.
Pone como fundamento de su vida y de su apostolado
la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Él, discerniendo
los males de su tiempo, descubrió y proclamó que el
remedio está en la Pasión de Jesucristo, “la más grande
y estupenda obra de Amor Divino”.
El pueblo los llamó “Pasionistas”. Para la Iglesia, que
aprobó su Regla de vida, ellos forman la “Congregación
de la Pasión de Jesucristo”.
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Los Pasionistas fieles al carisma del fundador:
1. Viven y trabajan en comunidades fraternas,
cultivando el espíritu de oración, de soledad y de
pobreza, para poder conseguir una más íntima unión de
caridad con Dios y ser testigos de su amor.
2. Siguen a Cristo crucificado haciendo del Evangelio
la Regla de su vida y la fuente perenne de su
apostolado.
3. Expresan la consagración a la Pasión del Señor
con un voto especial: meditar y predicar la Pasión de
nuestro Señor Jesucristo.
4. Llevan un hábito negro, y sobre el hábito un
símbolo o “signo”: una cruz blanca grabada en un
corazón, con la escritura JESU XPI PASSIO (Pasión de
Jesucristo). Este símbolo recuerda a todos el mandato
de san Pablo de la Cruz: “Nos dedicamos a hacer
memoria de los sufrimientos de Jesús y a promover, en
el corazón de los fieles, una verdadera devoción a la
Pasión”.
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