INSTITUTO MEXICANO DE SEXOLOGIA A. C. Maestría en Sexología Educativa Sensibilización y Manejo de Grupos Creación de atmósferas propicias para la autoexploración en EVES Maestra Araceli Garcia Gasca Cesar Oscar Perez Acosta Tijuana B. C 3 de Mayo del 2019 Cómo armar un taller Al armar un taller, debemos buscar que su estructura sea simple, y que tenga básicamente 4 etapas: 1. Introducción 2. Desarrollo de la exploración vivencial 3. Integración de las vivencias y conclusiones 4. Cierre de la experiencia 1. Introducción En la apertura del taller es necesario compartir al grupo el objetivo del taller, explicar de que tratará, brindando una explicación del sentido de la experiencia. La seguridad psicológica de los participantes debe ser asegurada en todo momento. Consignas básicas: • Estar en el presente El estar en el presente es la más importante, pues el taller se desarrolla en el “aquí y ahora” al igual que la vida, además lleva al participante a responsabilizarse de sus emociones. • Privilegiar el sentir sobre el pensar. Abrirnos a los sentidos y soltar los pensamientos. • Hablar en primera persona (autoexpresión), para facilitar el hacernos cargo de nosotros mismos. • Describir sin criticar la experiencia que tenemos. • No enjuiciar a los compañeros. • Abrirse a las propuestas y dejar la evaluación para el final del taller. • Suprimir las expectativas para poder entregarnos a la experiencia “tal como surge”. Los participantes se comienzan a integrar a travez de las presentaciones, siempre que elI grupo no sea muy grande. Caldeamientos Se definen como la preparación psicocorporal que se realiza con un paciente o grupo para facilitar la preparación al trabajo principal. Cada caldeamiento debe estar acorde al trabajo que se va a realizar para que pueda actuar sinergicamente con este en un marco congruente a este por lo que la elección del tipo de caldeamiento es muy importante.. El coordinador debe realizar un caldeamiento pues debe estar relajado y en sintonía con la tarea que va a proponer al grupo. Debe estar temprano en el lugar para ambientarse y estudiar las características el lugar como lo son: la temperatura, la iluminación, el tipo de pisos así como el mobilario, el equipo que vamos a ocupar, como es audio, cojines, colchonetas, y en general cualquier material que podamos necesitar para nuestro taller. La presencia del facilitador se manifiesta en su postura, en el contacto consigo mismo, en el tono de voz y la seguridad que transmita. Aquellos ejercicios, juegos, técnicas, etc., que elijamos, deben haber sido ya vivenciados personalmente. Son requisitos importantes el tener muy claro hacia donde queremos ir, el tiempo disponible, y no se debe forzar el caldeamiento. Necesitamos ser asertivos y creativos como para cambiar el rumbo en cualquier momento. Estar atentos al grupo para registrar sus avances . El coordinador, tiene que situarse en un lugar visible y audible para toda la audiencia. Si está en movimiento, es recomendable que esté en el circulo o delante de todos. Si el grupo deambula, deambulará con ellos participando de la actividad. Las consignas: Son los elementos fundamentales, es importante que las consignas sigan siendo audibles y claras en todas las direcciones y deben repertirse y aclararlas cuanto sea necesario y siempre que se presente cualquier interrupción, deben ser concisas: cortas, y precisas, éstas deben darse “de a una” a la vez. Varias instrucciones juntas pueden ser difíciles de recordar y generan confusión. Es conveniente generar un clima de seguridad psicofísica, donde la invitación a participar sea sencilla y continente. Tipos de caldeamiento: Tipos de caldeamiento • El caldeamiento mental: Es aquel que realizamos a través de una charla introductoria. La voz del coordinador y el contenido de la charla son fundamentales para despertar el interés del auditorio. El objetivo es crear un clima de curiosidad o de apertura a una experiencia posterior. • El caldeamiento corporal apunta a sensibilizar o energizar a los participantes según sea la experiencia posterior. A través de un contacto cuidadoso, un movimiento, un juego, etc., voy despertando en los participantes un encuentro con lugares propios de apoyo, desde los cuales se abran más fácilmente. Contexto Al establecer el contexto es necesario responder algunas preguntas como: • ¿Para qué lo hago? o ¿Para relajarlos? o ¿Para energizarlos? o ¿Para distenderlos? • ¿De cuánto tiempo dispongo? • ¿Es el preludio de una actividad prolongada? • ¿Es una preparación breve para un ejercicio corto? Herramientas para caldedeamiento: • Movimiento corporal • El desplazamiento • La relajación • El juego • El contacto físico • La voz • La música • La confianza en el deseo de experimentar de los presentes • Además, necesitamos considerar: Tipo de participantes y tipo de grupo, los elementos que tengo (almohadones, colchonetas, instrumentos musicales, etc.). el espacio físico en el que estamos, el tipo de suelo, la ventilación, la luminosidad y los muebles que puedan entorpecer la acción, las posibilidades corporales de los participantes, vestimenta (¿La ropa es cómoda o limita los movimientos?). El caldeamiento no debe ser de la intensidad apropiada. La música es uno de los elementos más facilitadores y acompañantes. Si elegimos hacer un caldeamiento con música, debemos conocerla bien, elegirla cuidadosamente de acuerdo con el objetivo, • Conocer su tiempo y tempo • Saber de su ritmo y melodía. o Cuándo crece y cuándo decrece, los silencios, etc. Es muy importante el efecto que tenga en el coordinador y que este se permita transmitirlo. El contacto físico con otros depende del tipo de grupo. Debe ser gradual, respetuoso, según el grupo conviene aclarar cuándo va a haberlo. Le aclaramos a cada participante que cada uno va hasta dónde quiere sin forzarse a ir más allá de donde se sienta cómodo y dispuesto. En síntesis, caldear un grupo es predisponerlo a la tarea. Es proponerle el puente más sencillo que los coloque a las puertas de una 2. Desarrollo de la exploración vivencial Esta es la parte central del taller. En esta sección se proponen los trabajos o experiencias al grupo para explorar el tema propuesto en el taller. Es importante que haya coherencia entre el título del taller, la experiencia central y las preguntas de la integración. Puede estar constituida por un trabajo único o varias actividades que guarden relación entre sí. La variedad de ejercicios se debe a la creatividad del tallerista. Lo mejor es practicarlos antes de hacerlos, para ir ajustando todos los detalles que sean necesarios. • • • Las experiencias deben ser lo más simples posibles: Son una posibilidad de ensayar una propuesta diferente que permita abordar un tema desde un ángulo específico. Las consignas: deben ser claras y cortas. Se dan una por vez, y luego la siguiente. La voz del coordinador debe ser clara y fuerte, atendiendo a su ubicación en el salón para no estar de espaldas al grupo en el momento de dar la consigna. • Algunas veces los coordinadores están caminando entre los participantes y dan la consigna desde el medio del grupo, mirando hacia una parte del mismo, se repite la consigna para un lado y para el otro, especialmente cuando trabajamos con música. • También puedo elegir un lugar donde todos me puedan escuchar. • Es importante hablar con palabras sencillas, entendibles por todos los participantes. • Las frases importantes de las consignas pueden ser repetidas para mayor claridad. • Ante cualquier interrupción cuando se esta dando una consigna, esta se repite. palabra o frase que tapó la tos. • Si trabajamos con música, el volumen de la música no debe opacar la voz. • También es importante lentificar la vocalización con pausas entre una palabra y otra, y buscar tonos inductores. El tono y la velocidad y la intensidad de la voz deben ser acordes a la emoción que queremos conectar • La experiencia propuesta debe ser proporcional a las posibilidades de contención emocional que tengamos. Es responsabilidad del coordinador graduar la intensidad de la propuesta y ofrecer su escucha luego. Si el tiempo del taller no alcanza y alguna persona necesita una mayor contención, tenemos que quedarnos para contenerla o derivarla a un terapeuta. • Estimar los tiempos de duración: Es fundamental el ensayo para poder medir los tiempos de cada ejercicio. Es preferible menos ejercicios, con pausas, que muchos trabajos sin asimilación. Los participantes deben saber el tiempo de duración del taller y esto debe ser respetado. En esta etapa, los comentarios deben ser muy pocos o ninguno para no interrumpir la vivencia. Es un tiempo de exploración y darse cuenta. Que cada participante se abra a su manera y sin ser forzado. 3. Integración de las vivencias y conclusiones Todas las experiencias, en la medida de lo posible, deben ser integradas a nivel personal y grupal. Esta es una etapa de cierre, de sacar conclusiones o de compartir lo aprendido. Ya no se generan nuevas, requiere su tiempo propio. Escuchar atentamente a las personas para que puedan llegar a las conclusiones adecuadas y obtener el mayor beneficio de su vivencia. Esta fase es fundamental para que la gente hable de lo que le pasó. Las evaluaciones están orientadas por las formas de integración que propone el coordinador. Se deben hacer preguntas específicas que promuevan la síntesis del taller y el rescate de lo más relevante de cada experiencia, que tengan relación con la experiencia central y con el título del taller. Es probable que en esta etapa el darse cuenta de uno le sirva a otro. Las evaluaciones grupales suelen ser muy ricas pues compartir los aprendizajes es aclaratorio o complementario para los que escuchan. Cuando los grupos son grandes, las evaluaciones pueden ser muy largas se puede dividir al grupo en subgrupos con un coordinador, en cada subgrupo, que rescate las experiencias más significativas para volcarlas, luego, al grupo general. Esta alternativa da más intimidad y acorta tiempos, de otra manera la alternativa es que no pueden escuchar las experiencias de todos. Como toda experiencia vivida, es necesario rescatar lo significativo de lo accesorio. Algunas veces las personas pueden producir una conclusión y otras veces necesitan el apoyo del grupo o del coordinador. Puede pautarse la evaluación con preguntas guías, como por ejemplo: • ¿Qué aprendí de esta experiencia y qué me falta aprender? • ¿Qué rescato de toda la experiencia? ¿Qué puedo llevarme como descubrimiento? • ¿Luego del taller, en qué cambió mi idea del tema que tratamos? • ¿En qué me abrí y en qué me cerré? Puede darse espacio para que cada uno cuente libremente su experiencia, hacerse una evaluación personal por escrito, antes de compartir, para que las vivencias sean volcadas a un registro antes de ser olvidadas. Cualquier forma de compartir las experiencias puede ser útil. Lo importante es capitalizar lo aprendido, aclarar los malos entendidos y ofrecer continencia emocional a quien la necesite. 4. Cierre de la experiencia Es el broche final. Tiene que tener coherencia con la experiencia, el nombre del taller y la pregunta orientadora del paso anterior. Conviene que la finalización de un taller sea vivencial. Con o sin música. Preferentemente corporal y siempre grupal. Pueden cantar una canción, o tomarse de las manos, etc. • Pueden pararse en círculo o sentados en ronda, mirándose cara a cara, expresarse lo que estén sintiendo. Los sentimientos grupales tienden a ser reparadores y nos dan soporte emocional para despedirnos. • Pueden bailar una danza en común. • Pueden realizar un trabajo corporal de contacto. • Pueden volver a deambular como al principio y expresarse lo que necesiten, a medida que se encuentran. En el cierre nos despedimos de las personas con las que compartimos la experiencia. Las despedidas incluyen el agradecimiento mutuo y el deseo de que lo aprendido contribuya, de alguna manera, al bien de todos. Por último, el coordinador puede agradecer la entrega y participación de los presentes.