Patrimonio Histórico de Aragón Guías e Itinerarios Ferran Lagarda Mata 1 Las Pinturas Rupestres de Albarracín Patrimonio Histórico de Aragón Guías e Itinerarios, 1 Ferran Lagarda Mata LAS PINTURAS RUPESTRES DE ALBARRACÍN Y LAS CLAVES DEL ARTE RUPESTRE LEVANTINO Zaragoza, 2004 Lagarda Mata, Ferran Las Pinturas Rupestres de Albarracín y las Claves del Arte Rupestre Levantino/ Ferran Lagarda Mata.Zaragoza: Ferran Lagarda Mata Editor, dl Z-3412-04.95 p. : 69 il.; 14,8 cm.(Patrimonio Histórico de Aragón. Guías e Itinerarios; 1) ISBN: 84-933575-5-3 1. Albarracín 2. Levantino 902 (903) (946.022) (7.032) Texto: Ferran Lagarda Mata Fotografías y Gráficos: Ferran Lagarda Mata Edita: Ferran Lagarda Mata - Editor Tel./Fax: 976 53 64 85 E-mail [email protected] © Ferran Lagarda Mata Primera Edición: Zaragoza, 2004 ISBN: 84-933575-5-3 Depósito Legal: Z-3412-04 2 Nota del autor sobre las fotografías: La necesidad de resaltar las figuras y hacer revivir sus primitivos colores, ha dado lugar a que en algunas ocasiones el tratamiento informático haya llevado a tonos azulados los grises de la piedra sobre las que fueron pintadas, algo inevitable si se quería obtener una buena visión de las mismas, hoy muy apagadas y deslavazadas. EL ARTE RUPESTRE LEVANTINO A finales del siglo XIX, en plena polémica sobre la pintura rupestre prehistórica, iniciada con el descubrimiento en 1879 del famoso techo de Altamira, sólo apaciguada a partir de 1895 con el de las manifestaciones de La Mouthe, Combarelles y Font-de-Gaume y dada prácticamente por acabada con el “Mea culpa d’un sceptique” de Cartailhac en la revista “L’Anthropologie” en 1902, E. Marconell daba a conocer, en 1892, los dos primeros abrigos (el de los “Toricos del Prado del Navazo” y el de la “Cocinilla del Obispo”, ambos en Albarracín) del que posteriormente recibiría la denominación de “arte levantino” o “arte rupestre levantino”. La acuñación del término vendría de la mano del abate Henri Breuil y de Juan Cabré. Este último, que en 1903 descubría los ciervos de la “Roca dels Moros” de Calapatà (Cretes, Teruel), publicó en 1915 “El arte rupestre en España”, en donde se clasificaba en tres grandes bloques el arte parietal prehistórico: el cantábrico, el levantino y el esquemático. Breuil, con el que había publicado las pinturas de Calapatà en 1909, de nuevo en “L’Anthropologie” (aunque ya las había dado a conocer en 1907 el propio Cabré por su cuenta), rechazaría en principio de plano una división tan tajante, dando por supuesta una unidad relacionada con una población de cazadores y recolectores paleolíticos con dos provincias ampliamente relacionadas la “franco-cantábrica” y la “levantina”, y sólo a partir de 1956 empezaría a reconocer la existencia de las diferencias señaladas por Cabré, cuando ya Martín Almagro Basch, en 1952, en su estudio de las pinturas de “El Cogull”, defendía de forma rotunda una cronología diferente, postpaleolítica, para aquel segundo grupo, una datación apuntada ya en 1925, con la ayuda de copiosa documentación, por Hernández Pacheco. Desde entonces, sólo algunos investigadores como J. Aparicio o L. Dams se atrevieron en algún momento de la segunda mitad del siglo XX en seguir abogando por una cronología paleolítica o un origen paleolítico del “arte rupestre del levante español”. 3 Dicho de otra manera, una vez más un descubrimiento importante dividió a la ciencia, como había sucedido con el techo de Altamira, hasta extremos ridículos, con descalificaciones, burlas y declaraciones, estudios, artículos y obras que pretendían tener la razón en exclusiva en detrimento de cualquier opinión o razonamiento del contrario, hasta prácticamente arrinconarlo y, por alguna oscura razón que desconocemos, establecer que la pintura franco-cantábrica y la levantina “son radicalmente distintas”1. Pero, ¿cuáles son las características, las claves básicas y diferenciadoras, del arte levantino? y ¿son las mismas tan distintas de las del arte franco-cantábrico, incluso como para creer que realmente los mismos divergen tanto? Como hemos visto, el origen de la polémica se inició con la visión radical de Cabré que consideraba que había diferencias suficientes como para considerarlos dos artes distintos, y distintos ambos del esquemático, en contra de la opinión de Breuil de considerarlos variaciones locales (de área) de una misma expresión. Ahora bien, tanto Breuil como Cabré, como gran parte de los investigadores posteriores hasta bien entrado el siglo XX, partieron del establecimiento de dos áreas geográficas claramente delimitadas y ampliamente separadas, sin intromisiones de una en la otra y con un espacio vacío, sin manifestaciones de ningún tipo, entre ellas, para el arte parietal prehistórico: las tan traídas y llevadas franco-cantábrica y levantina. La primera ocupaba, como su propio nombre indica, la zona de la cornisa cantábrica y una región más o menos extensa al norte de los Pirineos. La segunda, la costa mediterránea de Murcia a Tarragona, con extensiones hacia el interior, sobre todo en las actuales provincias de Lleida y Teruel. El “aislamiento” de una y otra permitían así elucubrar sobre la aparición de dos artes distintos o sobre una primera causa que explicaba las diferencias existentes. 1 BELTRÁN, A. (1993): Arte Prehistórico en Aragón. Ibercaja. Zaragoza. Pág. 75 y BELTRÁN, A. y otros (1999): Cronología del Arte Rupestre Levantino. “Serie Arqueológica”, 17. Real Academia de Cultura Valenciana. Valencia. Pág. 17. 4 Reproducción de las pinturas levantinas de El Cogull (Prov. de Lleida). Las originales prácticamente han desaparecido. 5 El tiempo, sin embargo, acabaría, al menos parcialmente, con esta “realidad” que tanto ayudaba a los partidarios de una dualidad extrema: manifestaciones de supuesto arte “franco-cantábrico” fueron apareciendo en lugares tan lejanos del núcleo original establecido como la provincia de Málaga (cuevas de Ardales, La Cala y Nerja), Cádiz (Las Palomas y La Pileta), Cáceres (Cueva de Maltravieso), Portugal (Escural, en Évora), Alemania, Italia e incluso Rusia y Turquía, y, lo que sin duda era “peor”, en la “Fuente del Trucho” (Asque, Provincia de Huesca), en el mismo barranco y a pocos centenares de metros de abrigos “levantinos”. Algo parecido, aunque no a tan gran escala, ha ido sucediendo también con el “arte levantino”, del que actualmente se conocen ejemplos ya bien entrada la provincia de Barcelona (en la “Roca de les Orenetes”, La Roca del Vallès, comarca del Vallès Oriental, y, probablemente, en el “Cingle de Tavertet”, en la de Osona) y también en la provincia de Huesca (zona del río Vero). “Roca de les Orenetes” (La Roca del Vallès) 6 Posibles pinturas levantinas del “Cingle de Tavertet” (Prov. de Barcelona) Con todo ello, la idea de separación, de distancia entre ambas regiones, se difumina, incluso diríamos que se produce una auténtica “invasión”. Cuanto menos, la franco-cantábrica “entra” en territorio de la levantina y, por contra, ésta progresa hacia los Pirineos, “feudo” de la franco-cantábrica. Pero aunque ya están juntas (claro, siempre lo estuvieron), con lo cual la primera distinción o característica deja de ser tal, no están “revueltas”. Hay pinturas franco-cantábricas superpuestas a otras del mismo, digamos, estilo, pinturas levantinas sobre pinturas levantinas, pero en ningún yacimiento aparecen, ya no superpuestas, sino ni siquiera juntas, pinturas de ambos tipos; como si alguien hubiera trazado una frontera o establecido un “tabú”. Y es que claro, investigadores de renombre, como Antonio Beltrán, son capaces de hacer aseveraciones tan claramente contradictorias como que la pintura franco-cantábrica y la levantina “son radicalmente distintas, en sí mismas y en los ambientes que las rodean. Aún así hay que tener en cuenta que si los toros grandes, estáticos, levantinos de las fases más antiguas, o los ciervos 7 Ciervo naturalista en el “Abrigo de Arpán” (Asque, Prov. de Huesca) 8 naturalistas de grandes dimensiones apareciesen en una cueva [franco-cantábrica], serían rechazados como espúreos por algún investigador?”2. Es decir, en pocas palabras, son “radicalmente distintas”, pero no tanto como para distinguirlas y la distinción se hace en virtud de la clasificación del yacimiento, con lo que quizás haya pinturas levantinas en yacimientos “franco-cantábricos” designadas como “francocantábricas” por ser yacimientos “franco-cantábricos”. Eso explicaría esa falsa inexistencia de superposiciones, pero claro, se estaría reconociendo que, al menos en parte, Breuil tenía razón al considerarlas variaciones de un único arte. El segundo aspecto que de alguna manera caracterizaría al “arte levantino”, según la mayor parte de investigadores y estudiosos del mismo, y lo distinguiría del franco-cantábrico sería el uso, “salvo alguna excepción”3, de abrigos rocosos en lugar de cuevas como soporte material de sus manifestaciones. Pero claro, esto no tiene en cuenta que estamos ante un hecho seguramente circunstancial, dado que en el área “levantina” las cuevas profundas son prácticamente inexistentes y que justo lo que más se les parece son dichos abrigos y covachas; incluso las pinturas de la Fuente del Trucho, calificadas, como hemos dicho, de “franco-cantábricas” se hallan en una “cueva poco profunda”4. A continuación, deberíamos hablar de la distribución de las figuras en los paneles pintados, puesto que, cuanto menos desde los trabajos de Leroi-Gourhan5 y Laming-Emperaire, se acepta que en el arte francocantábrico existen agrupaciones de figuras cuya distribución se repite de forma similar en distintas cuevas. 2 BELTRÁN, A. (1993): Arte Prehistórico en Aragón. Ibercaja. Zaragoza. Pág. 75 y BELTRÁN, A. y otros (1999): Cronología del Arte Rupestre Levantino. “Serie Arqueológica”, 17. Real Academia de Cultura Valenciana. Valencia. Pág. 17. 3 BELTRÁN, A. (1998): Arte Prehistórico en la Península Ibérica. Servei d’Investigacions Arqueològiques i Prehistòriques. Diputació de Castelló. Castelló. Pág. 39. Con lo cual, si hay “alguna excepción”, la diferencia ya no sería tan radical como se pretende (¿o es “la excepción que confirma la regla”?). 4 UTRILLA, P. (2000): El Arte Rupestre en Aragón. “CAI 100”, 56. Zaragoza. Pág. 5. 5 Podemos encontrar un resumen de las teorías de este investigador en el librito Las religiones de la Prehistoria. Ed. Laertes. Barcelona, 1994. 9 Se alega que en el arte levantino hay muchas figuras aisladas, olvidando que en los mismos corredores de la propia Altamira, por poner un ejemplo, también las hay y que Altamira no es sólo el Techo de los Polícromos, o, en la misma línea, que muchas escenas, “al revés” que en el “arte franco-cantábrico”, se explican por sí mismas. Pero, en el panel de los “Toricos del Prado del Navazo”, por comparar, no son precisamente figuras lo que faltan y aunque podríamos explicarlo por sí mismo, lo mismo podríamos hacer “inocentemente” con el techo de Altamira y, sin embargo, Leroi-Gourhan ve más cosas en él que un rebaño de bisontes. Otra cosa es que en algunos sitios haya realmente pocas figuras, e incluso figuras aisladas, como sucede como hemos visto también en el arte franco-cantábrico, hecho que también puede venir motivado por haberse perdido muchas de ellas, más expuestas a la intemperie que las de aquél (de hecho, desde Marconell y Cabré, muchas son las manifestaciones pictóricas levantinas que una vez fueron descubiertas y ahora han desaparecido). En cuanto a la distribución de las figuras en los paneles de arte levantino no nos consta ningún estudio exhaustivo como para las cuevas franco-cantábricas. Pero sí hay diferencias. En primer lugar, los animales no son los mismos. Aunque quizás deberíamos decir que los hay distintos. Porque, si bien en ambos “grupos” pictóricos encontramos ciervos (de ambos géneros), cabras y caballos, en el arte levantino no vemos mamuts y quizás tampoco bisontes (aunque en el abrigo de “Las Olivanas” nos ha parecido localizar dos), aunque sí rinocerontes, e incluso un león, mencionados por Breuil en Minateda6 y jabalíes, en el abrigo de la “Ceja de Piezarrodilla” de Tormón, cerca de Albarracín (le llaman “cerdo”, seguramente para que se parezca menos a los “francocantábricos”), o en el abrigo del “Val del Charco del Agua Amarga” de Alcañiz, por ejemplo. Muchos estudiosos alegan un cambio de fauna, bisontes por bueyes básicamente, que indicaría una cronología 6 Desprestigiados por ALMAGRO BASCH, M. (1970): Prehistoria. “Manual de Historia Universal”, Vol. I, pág. 372, quién, contradictoriamente, comenta, refiriéndose a Breuil y a Minateda: “Su ojo agudo de hombre habituado a estos estudios vio demasiado en alguna ocasión, y nadie que estudie, aunque sea durante horas, estos abrigos, podrá hallar ni los rinocerontes, ni los alces, renos, antílopes saiga y león que él ha publicado, sin que haya rectificado jamás, a pesar de las críticas y objeciones recibidas”. Realmente sorprende tan encendida soflama si tenemos en cuenta como hemos visto casi desaparecer, o quedar reducidas a meras manchas, muchas pinturas levantinas a lo largo del s. XX. 10 De venta en: Pórtico Librerías (Zaragoza). Tel.: 976 35 32 26 Llibreria sa Catòlica (Maó, Menorca). Tel.: 971 14 31 21 Llibreria Espai14 (Maó, Menorca). Tel.: 971 36 34 07 Llibreria Catalana (Maó, Menorca). Tel.: 971 36 55 84 Llibreria Ronda (Maó, Menorca). Tel.: 971 36 89 29 Llibreria Pau (Ciutadella, Menorca). 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