Subido por periodicoapoyomutuolima

Carta a Katherine

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(8:28) Katherin, esta cartita solo es como un algo que quiere curar un poco el malestar
que te hice anoche. No te sientas “comprometida”, o disgustada, solo leelo
placidamente. Como cuando lees algún párrafo mío, solo que esta vez tú estás dentro de
la historia. “Entraste en acción”, como le digo a algún amigo. Eres lista, tù entenderás. He
desarrollado una manera de hacer “indirectas” o más “misterioso” algunos mensajes
que, deben de pensarlo o suponerlo. No es necesario que lo diga, las palabras son una
tiranía también. (W.B.) De antemano entiendo que no podrè repararlo. Pero al menos lo
intentaré..
(8:01 am) Oye perdón, ya estoy más cuerdo. Perdi la memoria desde que subimos al bus,
hasta cuando te embarqué. Mira, ya me supongo que cosas pude haberte dicho o hecho.
Como te dije, usualmente puedo evitar beber. Pero hoy no, sabes, empezó invierno, no
me gusta el invierno aqui, no me agrada para nada. Te confesaré algo muy personal, solo
lo sabe mi tía; en invierno.. hace dos días empezó las lluvias. De camino a casa luego del
trabajo comunitario, en la avenida pachacutec, altura del paradero de la G, hay un edificio
de Reniec o algo así, no me importa, sabes. Vi algo feo, vi un perrito muerto y con dos
perritos más a su lado. Cerca a la avenida. Creo suponer que mueren cerca a la avenida
porque el calor del humo y los autos desprenden cierto calorcito. Odio el invierno, es
cuando más me amarga ver estas escenas. Amo a los animales, sabes. He rescatado
muchos perros en estos años. Ya perdi la cuenta. Viviría el resto de mis días cuidándolos.
—Quería llevarte a un refugio de cincuenta perros de una amiga en villa el salvador—
Regresé a casa y no podía llorar, me compré latas de cerveza a la vez que robé algunas
más en plaza vea, no me importo, una más si me pescan me joden más los antecedentes.
No comí nada. Quizá por eso no sentía hambre. Aún no como nada. Perdón, estuve muy
ebrio. No quiero que te incomodes por como actué, eres mi amiga, ¿no? me agrada tu
compañía. Simplemente olvida lo que haya pasado. No estaba en mi mismo, no quería
estarlo, por eso me drogaba o bebía, no quería sentirme muy en la tierra.
(6:59 am) Nietzsche no atentaba las estructuras de la caverna del maldito demonio
leviathan, ese gran dragòn de dos cabezas escamoso y de oro, él no lo necesitaba hacer
ni de lejos. Sus libros inspiraron a tipos como yo, que así, quizá así iniciaban el modo de
vida que lo deseaban con tanta pasión. Pero Nietzsche era un hombre enfermo. No sé
que enfermedades te habrá arrinconado en una jaula durante mas de 24 horas. Yo la vivi
de algún modo, me limitaba. La enfermedad que contraje en España me obligó al
aislamiento. Esas tardes el cielo estaba nimbado de angeles caídos púrpuras, un frío que
corroe los huesos, las lluvias —que empapan en un minuto— características de España
como en las películas yanquis que habras visto. La soledad es la madre de toda forma de
escritura. Esos días conocí a Nietzsche, Savater, varias novelas, entre realismo, magico,
negras, cuentos. En una total austeridad de contacto humano. Como no a Emilie Cioran,
el rumano que te fundamenta que la vida no merece vivirse. Kafka, Dostoievski, algunos
libros preferí aplazarlo cuando llegase el momento y es cuando ahora, cuando estoy al
borde de morir o de la cárcel cuando disfruto la literatura màs que nunca, especialmente
sobre crímenes. Me encanta las sensaciones que evocan leer en situaciones que las
exijan. Te juro, yo no presté atención a Raskolnikov desde hace siete años —en España—
, la descripción cíclica de su espíritu antes de asesinar a la usurera era exactamente como
vivi meses antes de cometer el crimen que te confesé sentados dentro del centro
comercial. Antes de conocerte también. Te conocí en ese período previo a lo del lunes —
el crimen— y las sensaciones que me envuelven en un halo, en esa atmósfera, en ese
caminar y contar los pasos hasta el cuartucho alquilado. Luego cavilar, retroceder,
arrepentirse de lo que iba a hacer. Sentía que levitaba, como cuando Daniel le escribe una
carta a una chica hermosa o unas confesiones, —digamos que la literatura son todas
confesiones: novela, cuento, como quieran clasificarla los académicos policías del
pensamiento—.
Nietzsche y Kafka eran hombres enfermizos, sentían el final y la limitación. En esto reside
quizá algo que pueda haber en mi y pueda sustraerse un análisis: la mierda esa que te
consume todos los días, los barrotes que como pretorianos romanos están en todos los
pasos del día, las toneladas de hormigón que te encierran la mente y no te deja respirar.
Nunca te va dejar respirar, eso sentiría acaso Dostoievski encerrado siete años en Siberia
por ser un maldito conspirador —lacra humana—. Eso sentirían Nietzsche y Kafka, los
tres mis escritores de mi etapa muy joven, disesiseis años, enfermo, visitando a mi madre
en Almería, una vida llena de satisfacciones, el olor de los invernaderos, las caminatas con
Nina (mi perrita de entonces) a los cerros floreados; siempre recuerdo con nostalgia esos
días. Leí a estos individuos y decidí el exilio. Yo no soy ninguna clase de posero como
pretende Luis decirme, tss, él no tiene ni idea. Yo quiero ser todo esto que has conocido y
más.
Yo quiero hacer algo bueno contra la ignominia diaria, bastarda y purulenta. Quizá yo sea
el único nihilista en Lima actualmente, mis otros amigos forajidos están en sus nubes de
esperanza. Es acogedor estar allí, creer que todos tus actos se encaminan a algo, al final,
aún inexistente, pero son beneplacitos a la autocomplaciencia, de verdad creen que
serán parte de algo. Vomito en todo eso. Fue una dura disciplina, todos estos meses
recluído, en soledad, planificando, fallando, ganando, entablando diálogo, amistades,
cómplices camaradas y amigos. Crear una red de agentes contestatarios. De ahí se
desprende mi novela, de este primer proceso, y como me dijo Rodolfo, "si aún estás vivo,
espero tener una copia de nuestras aventuras". ¿Sabes lo que yo cargo? Crees que no me
importa dejar a mi madre sola, mi abuelita que me adora, mi tía. Solos las tres me
importan, los demás de mi familia se pueden ir al carajo. Nunca más pienses que soy un
idiota, no me gustó. ¡Yo un idiota! No respondí como usualmente podía o hice. Pero te di
una indirecta y no te diste cuenta quizá, el caso de Almudena, pensó algo similar luego de
estar en la carceleta, me dijo que era un idiota y otras cositas más. Según ella se
preocupaba. Le dije que ella y toda su comunidad de soplones y acomodados deberían
cavar su propia tumba, que es lo mejor que harían en toda su trayectoria de vida. Un
último adios, escapando de la enfermedad o una persecusión que jamás vivirán. Dejó de
hablarme y no me importó. No vuelvas a pensar así de mi porque dejaré de hablarte.
Aquel día me afectó que me dejase, tuve sueños amargos, soñé con Celeste. Quizá el
fantasma de Celeste se apoderó del cuerpo de ella, algo extraño, practiqué más la
escritura. Deduje que la desolación y la muerte eran necesarias para escribir. Así le habrá
sucedido a Nietzsche, el pobre tenía unas jackekas incontrolables que le hacían llorar
sangre. Kafka se aislaba más del mundo. Solo tengo derecho, —odio esa palabra— de
citar a ellos dos, los autores que conozco hace muchos años. Mentiría si te digo que leo
mucho. No. Leo poco, pero lo leo en esas situaciones de halos misteriosos y una
amalgama de deseo y muerte.
Perdón si te incomodé anoche. Debí cenar, pero mi cuerpo no lo quería, hago mucho
caso a mi estómago cuando quiere o no digerir.
Perdón que me atreva, señorita Nadia, de seguro está alistándose para otro día laboral,
de estudios o en familia y estoy irrumpiendo su normalidad desarrollo cotidiano. Por
favor, no crea que tengo malicia en mi interior o una amarga daga que no me la puedo
quitar. Yo tengo una gran convicción, cada día más, cada vez más, no sé si lo
comprendes, no son razones las que deba exponer, son sensaciones, como diría Camus
influenciado por N. "ya no hay que pensar con la razón, hay que experimentar, sentir"; —
pensar estéticamente (N)—, eso me hace ser un individuo solitario, nadie va comprender
estos aires gélidos de altura que respiro en momentos. Nadie hará lo que yo hice. Muy
pocos, porque la gente es cobarde. Prefieren su miseria que luchar frente a frente con el
enemigo con sus mismas armas. ¿Crees que me quedaré solo en robos? ¡Jamás! Este año
condenan a mi amigo que está denunciado por quemar la camioneta de la policía. Diego
Zavala es él—de la novela—, en cierto aspecto y otro anarquista "retirado" que movía
montos de marihuana y la policía lo abaleó, las balas silbaron por su oreja, me contó. Si le
pasase algo a uno de los dos, iniciará algo muy feo aqui. —Por eso quiero irme a Chile—.
(7:24 am) Celeste me dijo antes de despedirnos que conocería a alguien que piense como
yo. Se equivocaba, poco me conocía. Olvídate de Krens. Tienes talento e inteligencia,
aprende a ser fuerte sola, tienes mucho por experimentar, emocional, intelectual y
sexualmente. Cito esto porque quizá no vuelva a besarte o quizá ni vuelva a verte. Yo soy
pólvora, hago daño, me lo han dicho también. Algunos amigos delinquen por mi culpa,
porque les expuse otra perspectiva. No quisiera eso para ti. No es necesario tampoco.
Gracias por besarme ayer, lo deseaba tanto —exactamente desde anteayer por la tarde,
cuando estuve con Limber andando, planificando cositas, y conversando de chicas, su
tema favorito—, lo dibujaba en mi mente ese momento. Quería que estés ebria también.
Es un sano ritual para mi. Besas bien, te diré, y me gusta analizar la forma como besa
alguien. Es poético. Un beso expresa algo sin palabras. Me gusta las expresiones que
quizá no deba hacerlo solo la palabra. Supe ese deseo por Willian Bourruoghs. (Luego iré
con él) Querìa ver algunas pelis deprimentes contigo. La de los mafiosos que te dije,
donde termina en la carcel Henry Hill, o la del suicidio de Ian Curtis (el vocalista de Joy
Division, la canciones que escuchabamos ayer q decìas era muy subte), o “Ciudad de
ladrones”, sobre asaltantes de bancos donde Ben Afleck se enamora de la chica que le
robó y, en el proceso de cambiar de vida, muere. Me encanta las historias donde el
protagonista muere.
Estoy enamorado de la muerte, cariño, no puedo serle infiel, no puedo dejar todas las
noches donde me consume los fluídos mentales. No puedo abandonar la soledad. Mis
contemporáneos no entienden que debe haber soledad en una relación o varias
relaciones. Quizá Vera —otro personaje— lo entienda como yo. Mi amiga està con
Kenny, mi mejor amigo, se quieren mucho y eso, pero ella se sigue sintiendo sola. —Solo
a ella le comentè sobre ti. — Eso es necesario. Yo entiendo a la gente que convive con la
muerte. Me encantó conocer este bajo mundo, ahora lo haré arte, ojalá pueda, ayer
pensé que debería dejar de escribir. Esta es mi escuela, mis maestros de pensamiento y la
calle.
Dostoievski se relacionaba con nihilistas, ¿lo sabías? èl apoyaba las conspiraciones contra
el Zar.
Cuidate mucho. Cualquier cosa estoy aqui. Otro día te hablaré de Bourruoughs. Necesito
dormir. Son las ocho de la mañana. Quizá esta carta sirva. Guárdala porfa. Mi pata me ha
escrito para hacer algo malo. Si me pasa algo recopílenlo. No te lo quería decir ayer, quizá
jodía peor el día, como suelo hacerlo. uwu
¡Todos los animales seremos libres o no seremos nada!
Fragmento
F. Nietzsche
de
“Asì
hablò
Zaratustra”
Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el
camello en león, y el león, por fin, en niño.Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el
espíritu fuerte, de carga, en el que habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e
incluso las más pesadas de todas. ¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla,
igual que el camello, y quiere que lo carguen bien. ¿Qué es lo más pesado, héroes?, así pregunta el
espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije. ¿Acaso no es: humillarse
para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia
sabiduría? ¿O acaso es: apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas
montañas para tentar al tentador?(1). ¿O acaso es: alimentarse de las bellotas y de la hierba del
conocimiento y sufrir hambre en el alma por amor a la verdad? ¿O acaso es: estar enfermo y enviar
a paseo a los consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres? ¿O acaso
es: sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de sí las frías ranas y
los calientes sapos? ¿O acaso es: amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma
cuando quiere causarnos miedo? Todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu de
carga: semejante al camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma
aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa y ser señor en su
propio desierto. Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último
dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria. ¿Quién es el gran dragón, al que
el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? «Tú debes» se llama el gran dragón. Pero el
espíritu del león dice «yo quiero». «Tú debes» le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal
escamoso, y en cada una de sus escamas brilla áureamente «¡Tú debes!». Valores milenarios brillan
en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: «todos los valores de las cosas
– brillan en mí». «Todos los valores han sido ya creados, y yo soy – todos los valores creados. ¡En
verdad, no debe seguir habiendo ningún “Yo quiero!”» Así habla el dragón. Hermanos míos, ¿para
qué se precisa que haya el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a
todo y es respetuosa? Crear valores nuevos – tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse
libertad para un nuevo crear – eso sí es capaz de hacerlo el poder del león. Crearse libertad y un no
santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león. Tomarse el derecho de
nuevos valores – ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso. En verdad,
eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña. En otro tiempo el espíritu amó el «Tú
debes» como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más
santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.
Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido
hacer? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño? Inocencia es el niño, y olvido,
un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un
santo decir sí. Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir sí: el espíritu
quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y
el camello en león, y el león, por fin, en niño.
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