Subido por franciscoghisiglieri

Kaes, 2007. Un singular plural

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Un singular plural
De René Ka.es en esta biblioteca
«El pacto denegativo en los conjuntos tranB-suhjetivos»,
en A. Misoonard y otros, Lo negatiuo. Figura.a y modalidades
El grupo y el sujeto del grupo. Elementos para una teorie.
psicoanalítica del grupo
"IntnJducción: el 1:1ujeto de la herencia.. e «Introducción al
concepto de trW>miBión psíquica en el pensamiento de Freud",
en R. Kaes y otros, Trasmisión de la vida psíquica
entre gel'l.€raciones
..Introducción. Dispositivos psicoanalíticos y eme~ncia.s
de lo generacione.l», en A. Eiguer y otros, Lo geruJracíon.aL
Abordaje en terapia (ami.liar psicoalUlllti.ca
-La- palabra, el juego y el trabajo del preconscicnte
en el psicodrame. psicoanalítico de grupo~. en R. Ka.es y otros,
El psicodrama psú;oanalitU:o ch grupo
La palabTa y el vínculo. Procesos asociativos en los vínculos
Un singular plural
El psicoanáUsis an'te la prueba del grupo
RenéKaes
Amorrortu edit.ores
Buenos Aires - Madrid
Biblioteca. de psicología y psicoanálisis
D\redores.: Jorge Cola pinto y David Malduvslcy
lln siJ18ulMr.r pluriel. La ?6)'cho.nalytre a l'épreuue du
© Dunod, Paris, 2007
TmducciOn: Mirta Segoviano
gro~pe,
Renl!i Ka&
C 'lbdos \BS derechos de la edición en castellano reservadoo por
Am<1rrortu edito~ S.A., Panguay 1225, 7" pi9(1 • C1057AAS Buenos Aires
Amorrortu editores España S.L, CILópei. de Hoyos 15, 3° Ü.quforda - 28006
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Queda hecho el depó&it.() que previene la ley D• ll. 723
Industria argentina. Made in ,Argentina
ISBN 978-950-518-141-4
ISBN 978-2-10-050886-5, Paris,
~ción
otiginal
Kal'!s, René
Un singular plur11l. El psicollllálisiis ante la prueba del IJnlpO. 1• ed. - Bu..inos Aires~ Amorrortu, 2010.
304 p. ; 23d4 c;m_. [Bibliot«a de psic:alogia. y paicoanáiisis f
dirigida por Jorge Cole.pinto y David Maldavs!Q-)
Traducción de: Mirte Segoviano
ISBN 978-950-l51S.l41-4
l. Psicoanálisis. L Segoviano, Mirta, tl"lld. IL Título.
CDD 150.19!>
Imprei;o en los Talleres Gráficos Color Efe, Pa:io 192, Avellaneda, pl'o·
vincia de Buenas Aires, en abril de 2010.
'Tira.da de esta edición: 2.000 ejemplares.
Índice general
13
Prefacio
19
Introducción
21
Los tres pilares chl psíquismo
El aporte de la clínica psicoanalítica del grupo
y del sqjeto en el grupo al tratami.ento
de sufrimientos psíquicos ~naccesióles de otro modo»
El concepto de in~rsubjetividad y la f"orrrnu:itm
del sujeto en. el 1J'1&culo, las alia.nzas inconscientes
y los espados ps!quicoa comunes y compartidos
La superacwn. epist.emowgica. ck la o[JOSicwn entre
indiuU:iv.o y grupo
22
25
29
37
l. Cómo se ha planteado la euestión del grupo
en el psicoanálisis
39 Los pioneros de la inuenddn psicoanalítica del grupo
Pichon-RivUire y el grupo operativo. 40. S. H. Foulkes y la oorriente del gn.ipoanálisis, 43. W. R. Bian y la w.entalidad grupal, 44. J. Bleger y el depósitv del nücleo aglutinado en el gro..
po. 46. Balance y desarrollo de la.a pri=eras investigaciones
psicoanalJtice.s sobre los grupos, 4 7
49
La corriente francesa de las in.uestigaciones
psicoanaltticas sobre el grupo
El interés por el grupo en la Ft-ancie. de posgueJTe., 150. Los
enunciados tuncladores de los aftoe sesenta y la primera ruptura epistemológica, 61. El desiUTollo de las investipcioues psicoanall:tieas sobra el grupo, desde comienzos de los a:i\os seten~
ta hasta nuestros días, 57
7
60
2. El problema epistemológico del grupo
en el psicoanálisis
60
La especificidad del objeto y <kl método
<kl psi.coandlisis. La extensión <k su campa
La realidad psíquica inconsciente. 62. Un dispositivo adecuado
a la finalidad del trabajo p;iwanalítico, 65. La exteusión controlada de las prácticas psicoanalíticas es un efecto de la infinitud de nuestro conocimiento del inconscienbt, 67
68
La compl2jidad del.os niueles lógicos del probuma.
paicoaJUJllt&co <kl grupo
Lo singular privado, lo comón, lo compartido, lo diMrente, 68.
Estatuto de las formaciones psíqujcaa en los tres espacios psíquicos, 70
71
Principies epistemológicos para el an.Q.lisis de las
relacwna entre los espacies de la realidad pslquiaz.
incluidos en el grupo
El principio de constancia y de traDBver:oa.lidad de la mab!ri.a
psíquica, 72. El principio de wmplernentluiedad, 72. El princi·
pío de pluriíocalidad, 73. El principio polifónico, 73. El principio de complejidad, 74. El principio de incertidumbre, 76. El
principio de iaterdetennina.ción m.ultif.actorial, 76. Particularidades de la clinir:a en las fronteras de los espM:ios intrapsfqui·
cose int.el'pSiqui.cos, 77. Conclusión, 77
79
3. El grupo como situación psicoanalítica
80
El método del psicoanálisis: consitüraciones
generales
Tres proposiciones sobre el método del psicoanálisis, 80. Las
relaciones entre método y teori.z:ación, 81. Dispositivo, situación y encuedre psicoaoalitieas, 83
86
El grupa como diapositioo, situación. y encuadre
psicoanaltticos
Los c:ara.cteres morfológicos de las situaciones de grupo, 86.
Las reglas estructllI'BDt.eli. Las tr8D.Slerencias y la contratnlllsfurencia en situación de grupo, 91. Tres proposiciones para C(lllcluir, 95
96
4. Clínica del trabajo psíquico en situación
de grupo
97
Presen.ta.ción, del grupo
Las cinc.o prúnmas sesiones, 98
8
114
Perspectiuas <k análisis
La fant.Wlfa organizadora psí.quli:a inconsciente del grupo, 116.
La fanla!lía. orgwiil.adora es un atra.ctor de libreto.11 f"IUltft8mát.icos y de emple.zamientos .suqjet.ivos, 116. El aoceso 11 la f.a.ntasía individual y el proceso de subjet..ivacidn, 118. De qué manera el procetiO grupel abre a Marc: el acceso a su historia. El trabajo de la intersubjetividad, 119. Observaciones sobre la meta
y los procesos del trabajo psicoanalitia> en la situación paico.
analítica de grupo, 122
123
5. El grupo como formación intrapaíquica.
Gntpalidad psíquica y grupos internos
124
Grupos internos y grupalidad pslqurea
Loa grupos internos, 124. La grupalidad ps(.quica, 125. Debate
sobre la COO(lepción de los grupos internos, 126. La organi'Zll~
ci6n grupal de la materia psíquica. 128
129
Formas y procesos <k los grupos internos
El inconsciente como grupo interno originario, 129. La fantasia
como paradigJJlll estructural del grupo interno originario, 129.
Los grupos internos priuiarios, 131. Los grupos internos secuodarios, 134. Los procesos de la grupalidad psíquica, 135. Los
grupos internos y la transferencia, 138. En cow:lusión, 139
141
6. Formas y procesos de la realidad psíquica
del gru.po. El apare:to psíquico gru.pa1
142 El modelo del aparato psí,qu.i.co grupal
Loe enunciados básicos del modelo del aparato psíquico grupal,
143. Las determinaciones de la realidad psíquica de grupo, 144
145 La rela.cwn del sujeto can el grupo según el modelo
del aparato ps{quico grupal
El grupo es Wl objeto de investiduras pulsíonal.es y de representaciones inconscientes, 145. Los grupos i.ntel".llOS son los organizadoréS psíquicos inconscientes de los viocu1os con el grupo y del aparato psíquico dfll grupo, 146. El grupo como escenario, libreto, lugar de una acción psíquica, de une. figuracilin
dnunatizeda, 147. El grupo es para 5US sqjetos un lugar y un
medio de reali:iaciones psíquicas, 148. El sujeto en el grupo y el
sujeto del grupo, 149
150 La coordinacwn de UuJ psiques por el apara.to psíquico
gru¡xd
Las dos series de organizadores: psíquicos y socioculturales,
150. El traba.jo de acop1am.iento en la fa.se inicial del grupo,
9
152. La formación del aparato pstq_uico grupal y las exig•mcias
de tntbajo psfquico que impone el acoplamiento, 165. Los procesOll del ac:oplamiento. 158. Las modalidades del acoplamiento, 161. Tres posiciones de la mentalidad grupal: ideológica.
mitopoética. utópica, 166. El interés teórico y clínico del modelo del aperato psíquico grupal. 167
169
7. Los procesos asociativos en los grupos
170 Especificidad del proceso asociativo en los conjuntos
plurisubjetivos
La plu-ralidad de los CÜSC\.n;sos, la ill.terdiscursividad y los puntos de anudamiento de los procesos asociativos. 170
172
&torno a la. cl!nica.. Los procesos asociativos y las
cadenas asociat.iuas en el grupo con Marc y l.os otros
Análisis de tres caden111s a.socistivas, 172. Genealogia y estruc-
turación de los organi%adores del proceso asociativo,
asociativos tras el sueño de Michl!le, 185
un. Los
pTOCesos
186
lriUrd~cursi.vidad y polífoni,o. en el proceso asociativo
grupal. El trabajo del preconsciente
La genealogía de los organizadores del proceso asociativo eomo
indicador de la mterdiscursividad, 186. Interdiscunividad y
polifonía, 188. Poerspectivs.s sobre el proceso asociativo y el trabajo del preconsci.ente, 190
193
8. Las funciones fóricas. Porta·palabra,
porta-síntoma, porta-sueño
194 La. caJ:egoria de lo interrrudiario en el pensamiento
de. Freud
Intermediario y discontinuidad int.ra.psiquka, 194. lnterme·
diario y mediación en Psicología. de las masas . .. y en Tótem y
tabú, 195
198 Las fu~iones f6ricas
Laa funciones del porta-{Jltlabra, 198. Las funciones del porta·
palabra en los grupos: estudios elinioo.s, 202. La función f6rica
del porta-sueb.o, 2()5. El porta•sintoma, 206. El porta-ideal y
otras funciones f6rieas, 207
208
La. doble determinación de. las funciones fdrica.s
Los emplazamientos i.JnpuestQs por la organi:i:ación del grupo y
las detenninaciooes intersubjetivas de las funciones fóricas,
208. Las detenninacio.nes intrapsíquicas de la función fórica
del portador, :211. Algunos caracteres comunes e. todas las funciones fóricas, 213
10
217
9. El espacio onírico común y compartido.
La poliforua del sueño
217
Algunas J""CR,Or&es
para l"ffCOn.siderar la teoria. del slU!ñ.o
l....e da.usura metodológica deJ eapaciu 'Psíquico del sueño, 218.
Revisión de la teoría del sueño, 220. Tres proposiciones sobre el
sueño,221
222
La polifonía ckl sueño en el grupo
La trlUI>a onlrfr.a del grupo, 222, El sueilo en In trama onírica
del grupo: ejemplos clínicos, 225. Las funciones del suei\o en
los grupos, 228. ¿En qué coll5Lsle el trabajo de análiai.s del sueilo en grupo?, 230
231 El e9paci.D onúico común y compartido en la situación
ck la cura psicoanalítica. Estudios clínicos
Los dos hermanos y la matriz materna de sus sueños, 231. Sueños del analista, sueños del analiLando, 233. El espacio onírico
originario: la cWla psíquica del rec;én nacido, 236
24-1
Los conceptas ck espaci.D onirü:o común y r:om.partido,
de ombligo intersu.bjetivo ckl sueño y ck poli{rmta
del sueño, ¿pueden ilustrartws sobre los procesos
generaks que la caracurizan?
Un espacio onírico común y compartido entre varios soñantes,
241. Los dos ombligos del i:meilo, 242. La poliíonía del s~ño.
244. Para continuar, 245
247
10. Las alianzas inconscientes
248
Las alianzas inconscrentes organizan el ulnculo
inU?rsu.bjetiva y el inconsciente de sus su.jetos
250
Las alianzas inconscientes estructurantes
El paeto fraterno y el contrato con el Padre, 250. El contrato de
renunciwruento a la r:ealizs.ci6n directa de las metas pulsionales destructoras, 252. Los coritratos y pactos .oarcísist.aB, 253
255 Las alianzas inconscient.es ofensivas, ckfensívas
y alienantes
Las alia=as ofensivas, 255. El pacto negativo, 256. El pacto
negativo en los grupos: ejemplos cl.ínlcos, 266. El pacto negativo y las alianzas inconscientes en la cura individual. A propósito de dos curas inaugurales del psic08Jlálisi.s, 262. La comunidad de renegaci6n y la alian2\a negadora, 2'72. El contrato perverso, 273. Alcance amt.apsicol6giC() e interés clioico de la noción de alianz.as incoDSCieo.tes, 274-
11
275 11. El sujeto del inconsciente. sujeto del vínculo
275 Lo mat.rú i.n.tersubjetiva ~ la sub}etioacidn
FJ concepto de sujeto, 276. La sujeción, 277. El acceso a la fantasía secundaria y el proceso de eubjetivaci6n. Desprendimiento del ..Se~ y del ..unq,., y acceso al Yo, 279. SubjetiYacíón e in·
tersubjetividad, 281
282
La posiciOn ~l sujeto del inconsci.ente
en f.o. intersubjetivi.do.d
El sqjeto del inconsciente es sujeto del vúu:Wo, 282
284 Algunas reformulaci.ones metapsü:ológicas
con 7especto a la teoria. del inconsciente
La doble pertenencia roetapsicológica de los conceptos propuestos, 285. Tópicas del iuconsciente, 286. Din.árnica COl:Q·
puesta de los con..flict.os psíquicos, 286. Element.oe de una economía cruzada, 288
289
Conclusión general
291
Bibliografía
12
Prefacio
La presente obra está dirigida a un universo de lectores más vasto que el constituido por los psicoanalistas
experimentados en la práctica del grupo. Fue escrita con
la idea de que las investigaciones que comencé hace cuarenta años sobre los grupos y la grupalldad psíquica pudieran contribuir a un.debate importante en el campo del
psicoanálisis contemporáneo. 1 La cuestión central consiste, en realidad, en comprender cómo el sujeto s ingular, el
que tratamos en el diván, es también un sttjeto cuyo inconsciente se sostiene y moldea en los vínculos intersubjetivos de los cuales es parte, en las alianzas inconscientes que lo preceden y que él suscribe por s u propia cuenta,
en los espacios p síquicos comunes que comparte con
otros. El abordaje psicoanalítico de los grupos es uno de
los medios para plantear esta cuestión y para encontrar
algunos elementos de respuesta. No obstante, para llegar
a ello hay que comprender primero cómo funciona un grupo y cómo se forma la realidad psíquica que le es propia.
Tras el Con~so de Nueva Orleáns (marzo de 2004), cuyo tema
fue El psicoanálÍ$is :y sus fronuT'C$, la Comisión de Publicaciones de la
Asociación Psicoanalítica Internacional me propuso escribir un libro
que respondiera a esta pregunta: «¿En qué atañe el abordaje pBÍOO·
analítico de los ,g rupos a los psiooanalistas?... Acepté con agradecimiento responder a la pregunta que me fue planteada. porque era testimonio de una apertu~a que el psicoanálisis necesitaba. La versión
inglesa d e esta obra es publicad.a simultáneamente por Karnac Books
en Londres bajo el titulo de Lin.kin.g, Alliances and Shared Space:
Groups o nd the Psychoanalyst (V(ncul.os, alianzas y espacies ps(quico:s
com.partidos: ros grupos y el psicoanalista]. El proyecto de este libro fue
iniciado y sostenido por Emma Piccioli y Cesare Sacerdoti, a quienes
deseo agradecer calurosamente. Expreso asimismo mi reconocimiento
a Christine A.oT.íeu, A.adré Misseoard y Jea.a Henriet por su dispo·
sición a hacer una lectura atenta de los primeros esbozos de esta obra.
1
13
Intenté aportar un prim.er esbozo, no de respuesta, sino de la problemática de esta cuestión proponiendo un modelo bastante general que diera cuenta del ajuste y la armonización de las psiques y de la realidad psíquica original resultante, sin por eso dejar de lado la parte que en
esas fonnaciones originales corresponde a la psique de los
sajetos que CQmponen ese grupo. Este doble punto de vista me pareda indispensable para hacer el enlace entre el
psicoanálisis de loa procesos grupales y el psicoanálisis de
los procesos individuales. Dicho modelo fue publicado en
1976, con la ayuda y el apoyo de Didier Anzieu, bajo el titulo-programa de El aparato psíquico grupal. Construcciones <kl grupo. Desanollaba alli la idea de que este espacio psíquico común y compartido se caracteriza por una
tópica, una dinámica y una economía propias. En otras
palabras, hay una creación de entidades psíquicas que no
se producen sin e1 agrupamiento. La obra describía su
organización y funcionamiento.
Unos años más tarde retomé ese modelo y reformulé
su.s enwiciados principales. Me centré no tanto en la metapsicología de este aparato de ligar y transformar las psiques, sino en las formas de subjetividad que en él se generan. El problema capita1 consistía, pues, en establecer
cómo puede pensarse el concepto de grupo con la hipótesis
del inconsciente. Me preocupaba también por su corolario:
¿de qué modo el concepto del inconsciente se transforma
con la hipótesis del grupo? El grnpo y e/, sujeto del grupo
(1993) presentaba un primer estado de mis investigaciones sobre las alianzas inconscientes. Podía precisar la meta de las exploraciones que había realizado hasta entonces: a partir de los conocimientos del inCQnsciente a los
que nos dan acc.eso la situación de la cura individual y la
situación psicoanalítica de grupo, instalar y poner en
práctica las hipótesis y los conceptos que posibilitan la inteligibilidad del acopl.ami.ento entre esos dos espacios. Cada una de estas dos situaciones es lugar de emergencia,,
pero también matriz de transformación de la experiencia1
psíquica estructurada por el inconsciente. Se trata final··
mente de encontrar en el psiCQanálisis la materia y la ra··
zón de una teorúi gener-W <kl grupo que pueda tener sen-
14
tido para la comprensión de la psique individual y de la
psique de grupo. Me fundaba en Varios estudios clínicos
para sostener que el sajeto del ineonsciente es sujet:.o del
grupo y, más generahnente, sujeto de y en la intersubjetividad.
Mis proposiciones iniciales contenían necesariamente
una parte especulativa, si bien me preocupé por asentar
IIÚs investigaciones sobre bases clínicas suficientemente
sólidas. Me faltaba dar cuenta de eso y definir con la mayor precisión posible el marco metodológico de mi práctica. La palabra y el vt'.n.culo. Pro~sos a.soci.ativos en l.os grupos (1994) me dio ocasión de mostrar en qué consiste el
dispositivo psicoanalítico de grupo en su relación con las
exigencias metodológicas del psicoanálisis. En esa obra
expuse las características morfológicas de la situación de
grupo (pluralidad, cara a cara, interdiscursividad) para
def'mir, a partir del enunciado de la regla fundamental,
sus incidencias en las transferencias, los procesos asociativos, los mecanismos de defensa y las modalidades de la
interpretación. En la clínica así constituida, intenté discernir los principales procesos del trabajo psicoanalítico
en situación de grupo.
Esta tercera parte del políptico que se construía progresivamente implicaba un debate epistemológico central: era indispensable preguntarse una vez más de qué
modo un dispositivo de acceso a procesos y formaciones
psíqwcas inaccesibles de otra maTU?ra puede abrir Ja vía a
nuevos desarrollos en la concepción psicoanalítica del inconsciente. O, para decirlo en otras palabras, ¿cómo pensar el sujeto del inconsciente y el inconsciente en el grupo
a partír del momento en que el encuadre metodológico
muestra nuevas configuraciones del objeto fundamental
del psicoanálisis?
El trabajo sobre el espacio onírico y el sueño en los conjwitos plurisubjetivos relanzó sobre otras bases la puesta
a prueba de esas hipótesis, esta vez ubicando el nudo de la
investigación en el espacio y en la experiencia psíquica
concebidos por Freud como los más íntimos, los más
.-egoístas», los menos expuestos a los efectos de la ínter~
suQjetividad.
15
Lo que Freud pensó del sueño no describe todas las experiencias oníricas de las que puede dar cuent.a el psicoanálisis. Hoy, el sueño ya no se considera solamente como
la realización alucinatoria del deseo y como vfa regía de
acceso al inconsciente. Aun cuando seguimos ent.endiendo
el sueño en función del espacio de la realidad intrapsíquica, donde necesariamente es producido por un soñante
singular, el estudio de sus condiciones internas, sus procesos, sus contenidos y su sentido muestra que es también
una experiencia creadora, reparadora, transformadora.
Pero es verdad que la concepción del sueño en el espacio
intrapsíquico está estrechamente ligada al conocimiento
que tenemos de la psique a partir del dispositivo de la cura1
individual.
Por otra parte, algunos psicoanalistas han prestado
atención, en la clínica de la cura individual, a la formación; consistencia y destino de los sueños cruzados del
analista y del analizando, a las interferencias entre sus
sueños de sesiones y al estatuto de los sueños contratranf1ferenciales del analista.
Finalmente, las prácticas psicoanalíticas que tuvieron
por objeto la realidad psíquica. en las con.figuraciones vinculares. y que la exploraron principalmente en situaci6n
de grupo y de familia, nos lleYaron a t.omar en consideración otros órdenes de determinación del sueño. Los efectos
del vinculo en espacios psíquicos comunes y compartidos
se inscriben también en los espacios oníricos y en los sULeños mismos, incidiendo en sus contenidos y funciones. JLa
pregunta. central deviene ent.onces est.a: ¿Cómo pensar la
experiencia onírica cuando la relación de los soñantes c:on
sus sueños es atravesada por los sueños de otros sofüm·
tes? A esta pregunta intenté responder en La pol.ífonia del
sueño (2002). Supuse un espacio onírico común y compartido donde el sueño es trabajado por y en una muhiplici·
dad de espacios, tiempos, sentidos y voces. El espacio interno del suefio, las condiciones de su formación y organización, están asociados con el espacio onírico oomparlido y
oomún a varios soñ.antes. En este espacio, el sueño se fabrica. se sueña. y se comparte en el relato que se hace de
él. He dado al respecto varios ejemplos.
16
Retomando la metáfora freudiana del ombligo del sueño anclado en el micelio psicosomático, introduje la idea
de que existe un segundo ombligo del sueñ.o, un lugar de
pa.saje en el cual el sueño se sumerge en el inconsciente de
los vínculos interpsíquicos más antiguos. El grupo familiar es la primera cuna onírica del recién nacido. Esos dos
ombligos se fundan en «lo desconocido» del que surgen los
sueños.
El concepto de polifoní,a, del sueño integra la noción de
un espacio onírico plural, común y compartido, con la de
los dos ombligos del sueño. Describe cómo este es trabajado por y en una multiplicidad de espacios y tiempos, de
imágenes y voces. En cada sueño, restos diurnos y nocturnos de sueños propios y de sueños de algunos otros funnan
su materia prima, y esta materia es polifónica.. El trabajo
del sueño transforma esos restos, a medias borrados y a
medias legibles, como en un palimpsesto, amalgamad.os
en un texto que sólo se hace descifrable si disponemos de
una hipótesis suficientemente precisa para desencriptarlos y restituir la experiencia omrica en sus procedimientos
de creación poética.
Este libro es, pues, una especie de obra de síntesis, al
mismo tiempo que reúne algunas interrogaciones quepodrian constituir el motivo de investigaciones ulteriores.
Por ejemplo, de qué modo nuestra concepción de los procesos psíquicos inconscientes cuyo lugar es el grupo podría
esclarecer el funcionamiento del grupo de los primeros
psicoanalistas, o de algunos otros grupos innovadores. O
bien, otro ajemplo. cómo podría el complejo fraterno, hasta hace poco tiempo un gran olvidad.o de la clínica y la teorización psicoanalíticas, recuperar consistencia y relieve a
la luz de esas investigaciones.
Tras algunos capítulos de introducción, opté por orgarúzar mi exposición en torno a una situación clínica prínceps ya conocida por mis lectores. Esta elección se justifica
por la riqueza y la complejidad de los ni'l/eles de :realidad
psíquica. que revela y que sustentan el afán de comprender sus fundamentos. Sus muchas facetas autorizan, en
efecto, diferentes niveles de lectura y aportan u.ns. materia favorable o.l análisis de ciertos procesos fundamenta-
17
les, tanto desde el punto de vista de la realidad psíquica
común y compartida ·qu-acterlstica de este grupo como de
la que corresponde a cada uno de sus sujetos miembros.
En definitiva, la preocupación cenb-al de estas investigaciones es el sujet.o, el sujeto del inconsciente tal como en
una parte decisiva lo forma el grupo. Y esta obra tiene su
hilo conductor en la atención prestada al proceso de subjetivación, al devenir Yo* en un conjunto intersubjetivu.
El grupo primario es el espacio y el proceso en que el Yo
puede advenir. a condición de que el sajet.o, habiendo an udado y concertado allí las alianzas estructurantes necesarias para la formación de su vida psíquica, deje ese grupo y en e1 movimiento de una nueva afiliación ponga en
juego, para poder apropiárselas, sus apuestas filiat.orias.
Este libro no se podría haber escrito sin las aperturas y
el impulso que Didier Anzieu dio a estas investigaciones,
cuya vía él abrió a varias generaciones de clínicos y estudiosos con El grupo y el inc.onsci.ente, publícado en 1975. A
su memoria dedico estas páginas.
•A las efect.os de distinguir en la tr¡¡,ducción el término Je, introducida por Piera Aµlaguier para designar al sajeto de la enunciación, del
término moi, que designa al yo de la segunda tópica freudien.a. escribiremos el primero con inicial mayúscula. <.N. de la T.)
18
Introducción
Las investigaciones que expongo en este libro están
atravesadas por una interrogación constante que constituye su hilo conductor: me propuse saber cómo se forma,
se transforma o se aliena la psique del sujeto singular a
través de las diversas modalidades de los vínculos intersubjetivos que lo preceden. que él establece y que finalmente Jo constituyen, en una parte decisiva, como sujeto
del inconsciente. Desde este punto de vist.a, las alianzas
inconscientes que se anudan entre los sujetos de una configuración vincular (se trate de una paraja., una familia,
un gn.ipo.. .) son poderosas interfaces entre la realidad
psíquica del vínculo y la de cada sujeto considerado en su
singularidad.
Estas investigaciones no son seguramente ajenas a las
preocupaciones de Freud: él mismo esbozó, de modo especulativo, varias de sus direcciones, pero el método del
diván no le peT"mitía desarrollarlas en forma satisfactoria
porque no abre un acceso directo a las formaciones y los
procesos psíquicos propios de las configuraciones -vinculares intersubjetiva.a, aun cuando la formación de alianzas
inconscientes no sea ajena a la experiencia psicoanalítica
de la cura. Sin embargo, el campo tránsfero-contratransferencial no se reduce a tal configuración, y aunque proporciona una primera idea de ella, se limita a recoger algunos de sus efectos en un sujeto considerado en su singularidad, en condiciones en que el psicoanalista no se presenta al analizando como un cor:úunto de otros reales, sino
como un representante imaginario o simbólico de sus objetos y personajes internos.
Diferentes del dispositivo de la cura índiv'idual son
aquellos en los que varios sujetos se encuentran en pre-
19
sencia de un psicoanalista en un encuadre preciso, regulado por el método psicoanalítico. Desde la segunda mitad
del siglo XX, el traba.jo psicoanalítico en grupo y con grupos ha permitido caract.erizar lo que designo como la realidad psíquica inconsciente propia de conjuntos plurisubjetivos como los grupos, las familias y las parejas. Sobre la
base de estos dispositivos se ha realizado un importante
trabajo de teorización, y la mayoría de esas construcciones se e.entraron en la descripción de las formaciones y los
procesos de la realidad psíquica propia de esos conjuntos.
Pichon-Riviere, Bion, Foulkes, Anzieu y algunos otros
concibieron, cada uno de ellos, una t.eoría del grupo que lo
considera WlA entidad especifica.
Mi trabajo consistió en intentar una articulación entre
la realidad psíquica del grupo y la del sujeto singular con
miras a dar cuenta de la parte que este toma en la formación de aquella, y de la manera en que el sujeto se forma
en la intersubjetividad como sujeto del inconsciente.
Así precisada, la apuesta de estas investigaciones
supera el objetivo de un psicoanálisis aplicado al grupo.
Awique la clínica ocupa un lugar importante en esta obra,
no he redactado wi tratado de psicoterapia psicoanalítica
de grupo. El método psicoanalítico del grupo presenta seguramente gran interés terapéutico, pero es también una
vía de acceso a un problema fundaniental: la consistencia
inconBcient.e del vínculo intersubjetivo, el funcionamiento
inconsciente del s\.\}eto en el "1nculo y el sujeto del inconscient.e en cuanto es sujeto del vínculo. Del estudio de
las relaciones entre esos tres espacios de la realidad psíquica se desprende una determinada concepción del inconsciente.
Se trata de wi proyecto complejo. con postulados, supuestos e hipótesis que habremos de explicitar. Pero se
admitirá que si llegamos a fundar esas hlpótesis en la clínica y en la t.eoría, y a abrir algunos caminos de pasaje entre esos tres espacios psíquicos, es probable que ciertos
contenidos del conocimiento psicoanalítico, tanto como los
límites de su práctica, deban a la par ser reevaluados.
En esta medida, las cuestiones de que trata la presente
obra deberían ret:.ener nuestra atención de psicoanalistas,
20
ya sea que trabajemos con el dispositivo del diván y/o ron
otros dispositivos adaptados al análisis de las configuraciones vincula.res. Intentemos explicar de qué modo esas
cuestiones tienen un sentido para los psicoanalistas y
cómo encuentran su lugar en el psicoanálisis.
Los tres pilares del psiquismo
El psiquismo humano se asienta sobre tres pilares
fundamentales: la sexualidad infantil, la palabra y los
vínculos intersubjetivos. Este es el postulado básico de
mis investigaciones, y supongo que puede ser compartido
por muchos psicoanalistas. Por otro lado, esos tres pilares
están en estrecha interrelación: la larga dependencia
inicial del recién nacido, debida a su prematuraci6n al
nacer, es su lugar geométrico, determina su sexualidad,
sus vínculos y su acceso a la palabra y al lenguaje. La palabra y el lenguaje llegan al infans (el que no habla} marcados por la represión de su sexualidad infantil y por las
condiciones intersubjetivas en las que su primer entomo
-la madre-- se los aporta transmitiéndole sus propios
contenidos inconscientes y su propia represión: estas c.ondiciones son a la vez subjetivas (la psique materna) e intersubjetivas (el encuentro entre esta y la psique del in.fa.ns). Correlativamente, el vínculo intersubjetiva se inscribe en la se.xualidad y en la palabra y las marca con sus
efectos. Sexualidad, palabra y vínculo concurren de manera distinta y fundamental a la formación del inconsciente
del sujeto y a la construcción de su Yo. En el mismo movimiento, estos tres pilares concurren a la formación de la
realidad psíquica inconsciente del vínculo int.ersubjetivo.
'lbda la obra de Freud contiene proposiciones que no
limitan el conocimiento del inconsciente a la sola dimensión de la sexualidad, aunque él Ja baya ubicado en el centro de su descubrimiento y se haya provisto de un método
paradigmático dirigido a explorar su consistencia y articularla con ese otro pilar que es la palabra. La idea de
que para la psique de cada cual el prójimo es un objeto, un
21
modelo, un sost:én y un adversario (1921, G. W. , XITI. pág.
71). de que «el destino d el hombre indívidual depende de
sus relaciones con los otros hombres» (1932, G. W., XV, pág.
180; <Euvres completes, XIX, págs. 242-68), es también Wla
proposición recurrente, pero pertenece a la construcción
especulativa d e la teoría psicoanalítica. Constituye, no
obstante, una hipótesis fuerte que corresponde al concepto teórico-clínico de la identificación . Sin e mbargo, con ese
solo concepto, como con el de relación de objeto, no podemos construir una teoría psiooanalítica del vínculo, porque en e ste último el otro está presente de manera concreta y no es reductible al mundo interno de sus sujetos. Para
validar la hipótesis de los tres pilares del psiquismo y la
idea de que el vínculo se construye en una realidad psíquica original, que no se produciría sin el encuentro intersubjetiva, era indispensable someterlas a la prueba de la clínica en un dispositivo apropiado para esos fines y conforme con las exigencias metodológicas del psicoanálisis. En
consecuencia, los psicoanalistas podían sentirse implicados por el trabajo psicoanalítico de grupo, al menos, por
tres razones.
El aporte de la clínica psicoanalítica del grupo
y de l sujet.o en el grupo al tratamíent.o
de sufrimient.os psíquicos ~inaccesibles de
otro modo»
Una primera razón corresponde a los aportes especificos que el trabajo psicoanalítico en situación plu.risubjetiva1 proporcionó al tratamiento de los sufrimientos p síquicos y d e las psicopatologías «apenas accesibles de otro
moda».2 Abordar estos aporte.s en términos de nosografía
.,'
f
1
Me refiero esencialmeote al dispositivo de .grupo conducido según.
las exigencias del método psicoanalítico. Acerca de los criterios de este
.m étodo, véase más adelante, capítulo 3 .
2 Retomo en este punto los términos utilizados p or Freud (1923a,
G. W., XIII, pág. 211) cuando define al psicoanálisis como ..u,n procedi-
'l
l
i
22
es relativamente accesorio en relación. con factores más
generales que contribuyen de una manera decisiva a producirlos.
El interés que los psicoanalistas atribuyen, desde mediados del siglo pasado, al valor práctico del grupo como
dispositivo de trabajo psicoanalítico y a la inteligibilidad
de los procesos que se producen en él se inscribe en un
cam.po cultural muy preciso. Esquematizando, podría decirse que la modernidad, por las rupturas que introduce
en los marcos silenciosos en que reposa la vida psíquica
-las pertenencias comunitarias, las creencias comparti-
das proveedoras de certezas, las alianzas fundadas en las
prolúbiciones fundainentale&-, hizo necesario pensar las
funciones metapsú¡_zú.cas3 del grupo. Llamo «metapsíquicas» a formaciones y funciones que enmarcan la vida psíquica de cada sujeto. Se encuentran en el trasfondo de la
psique individual y entre esta y los marcos más ainplios
--culturales, sociales, políticos, religiosos-- en las que se
apoyan. El desajust.e, las deficiencias o las defectos de estas funciones metapsíquicas afectan directamente la es-t.ructuración y el desarrollo de la vida psíquica de cada
cual. He llegado a la idea de que hay tres grandes tipos de
deficiencias.
Un primer conjunt.o corresponde a las deficiencias o las
defectos de los dispositivos intersubjetivos de prot.ección
antiestímulo (Rei.zschutz) y de represión en la estructuramiento de investigación de procesos psíquicos que de otro modo son
apenas accesibles-.
a Meta: cuando esta partícula entra en la composición de ciertos conceptos, im:fü:a un. cambio de lugar, de condición o de emplaza.miento
{metáfora, metabolismo, metátesis) o la sucesión en el tiempo o en el
espacio (mita. ta pht,J.Bika: la metafis~ viene ckspt,J.élf de la fisica en
AriBt.óteles; sigulendo el mismo modelo: meta.matemática. meta.psicología, et.e.}. Es esta segunda ace~n la que me intEresa. porque indi·
ca qu.e debemos pensar aprls-cou.p los clispositivos de trasfondo que
encuadran los procesos o las formaciones que observwnos, y que por
consiguiente preexistEn a ellos. Se podña admitir que el nivel meta
designa un nivel de determinación de e.sos fenómenos. Cuando me refiero a o~ion.es metapsíquicas, lo hago en ese sentido: el espacio
del grupo se halla en posición meta con relación al espacio psíquico individual.
23
ci.ón de los apuntalamientos de la vida pulsional. En lugar
de la formación de oqjetos int.emos estables y fiables, se
desarrollan formaciones escindidas y no subjetivadas,
desfavorables a los procesos de simbolización y sublimación. En la base de las conductas antisocíales que se desarrollan en estas condiciones hay un intenso sufrimiento
narcisista. Estas deficiencias afectan las condiciones de la
formación del inconsciente y del preconscient.e.
Un segun.do conjunto está constituido por las deficiencias en los procesos de formación de las ide.ntificaciones y
de las alianzas intersubjetivas eatructurantes básicas.
Estas alianzas son la sustancia del vínculo intersubjetiva,
están en posición meta con relación a las formaciones
intrapsíquicas. Consist.en en los pactos que instituyen las
prohibiciones capitales (prohibición del asesinato del semejant.e, del canibalismo, del incesto), en lo que S. Freud
describió como la comunidad de renunciamiento a la realización directa de las metas pulsionales destrnctoras, y
en lo que P. Castoriadis-Aulagnier (1975) t.eorizó como
contrato narcisista. Estas alianzas forman los marcos o
los zóca.los intersubjetivos de la subjetividad, son las condiciones y los garantes metapsíquicas del espacio en el
que "4?1 Yo puede advenir-, aseguran la transmisión de la
vida psíquica entre las generaciones. Su defecto o su deficiencia ponen de manifiesto la regresión de las formas
contractuales del vínculo hacia relaciones de fuerza que
favorecen a aquellos grupos que ost.entan el poder de definir de manera arbitraria y violenta las normas sociales y
el lugar de cada cual, el otden y los valores dominantes.
Conducen a quienes los sufren a deterioros sociales y psíquicos radicales.
Un tercer conjunto corresponde a las deficiencias en
los procesos de transformación y m.ediacwn. Lo más frágil
en cualquier organización viva son las formaciones intermediarias y los procesos articulares. En la vida psíquica,
estos son condición de posibilidad del trabajo de simbolización y de formación de la alteridad, pero también de la
capacidad de amar, trabajar, jugar y soñar. Estas formaciones y estos procesos son los más amenazados por las
crisis que afectan a los garantes metapsíquicos. La princi24
pal consecuencia de su deficiencia es el denumbe y la
desactivación del preoonsciente, el arrasamiento de la capacidad de pensar por el desmoronamiento de las representaciones verbales. El trabajo del preconsciente está
siempre asociado de manera estrecha a la actividad de
simbolización y a la construcción del sentido en el vínculo
intersubjetivo.
El concepto de intersubjetividad y la formación
del sujeto en el vfuculo, las alianzas
inconscientes y los espacios psíquicos comunes
y compartidos
Una segunda ra:zón para que los psicoanalistas se sientan involucrados por el abordaje psicoanalítico del grupo y
del sujeto en el grupo reside en la c.ontribución de este
enfoque a la problemática de la intersubjetividad. Esta
cuestión importa a la mayoría de los psicoanalistas conteD;lporáneos, pero los opone según sus tradiciones culturales y sus referencias teóricas.
No es mi propósito extendenne sobre la cuestión de la
intersubjetividad. pero necesito explicitar cómo he trabajado c.on este concepto;' Utilizo esta noci6n en su sentido y
4
Recordaré solam.<;!nte que el concepto de intersubjetividad se cons·
truyó, en primer lugar, con las problemáticas filosóficas y psicológicas
de la conciencia y del sujeto eu. sus relaciones Clln el reconocimiento
del otro. Las fu.ent~ de inspiración de estas problemáticas son diversas: surgieTon de la íen.omenologfa, de la lingüística de la enunciación,
de la psicología de la interaccián {con G. H. Mead), de la etnología.
Cuando el etnólogo y psicoanalista G. Devereux descubre, en la década de 1930, que él es --otro para esos otros.. cuya civil.Uación busca conocer, abre una nueva per.!ipectiva sabre la cuestión. Estos enfoques
modernos tienen algunos an~dentes: mucho aDtes de Hegel y Husserl. antes de la eclosron de lrui filosotl.a.s di!! reconacimjeoto y de la .reeiprocidwi con Buber y Levi.na.s. la alteridad del otl'o et> pensada en relación con la alteridad interna. Montaígne nos antecede en algunos si·
glos cuando escribe que .-hay tanta diferencia de nosotros a n0&otros
mismos como de nosotros a otro... Esta intuición de una diferencia interna, de una distancia de sí misma a sí mismo en el centro del sujeto,
25
su context.o europeos. Por intersubjetividad entiendo, no
un régimen de interacciones conductuales entre individuos que cmnunican sus sentimientos por empatía, sino la
experiencia y el espacio de la realidad psíquica especificada por sus relaciones de sajetos en cuanto son sujetos del
inconsciente. La intersubjetividad es lo que comparten
quienes están formados y ligados entre sí por sus sujeciones recíprocas --estructurantes o alienantes- a los mecanismos constitutivos del inconsciente: las represiones y
las renegacianes en común, las fantasías y los significantes compartidos, los deseos inconscientes y las prohibiciones fundamentales que los organizan. 5
El desarrollo de las problemáticas no psicoanalíticas
de la intersubjetividad contrasta con la pobreza de la elaboración de esta cuestión en el psicoanálisis, salvo algunas notables excepciones.6 En el campo del psicoanálisis
contiene las premisas de la moderna sentencia de RiJ:nbaud: ..yo es
Otro... fórmula seguramente intrasubjetiva, que devela a un sujeto dividido pero que falta coajugar con un cuntrapunto necesario pare. fundar cualqu]er reciprocidad intersubjetiva: la experiencia de que Yo es
Otro se funda en esa experiencia previa de que el Otro es Wl. Yo para
otro Yo. Se puede considerar con justa razón que esta reciprocidad, simétrica o asimétrica, es una adquisición t.ardl.a tanto en 1a especie como para cada sajeto. Es igualmente válido que esta concepción. de una
alteridad que pasa por las vicisitudes de la alteridad inl:.ern.a define a
la intersubjetividad de manera mucho menos operatoria que la del interaccionismo, que remite en lo esencial a circuitos de compurtamientos o, con Stolorow y At:wood (1992), al contextualismo.
6 Para desarrollos más amplios sobre la cuestión del sujeto, de le. intersubjetividad y de la subjetivaeión, d. Kaés, 1993, 1998, 2006.
8 Podemos preguntarnos por qué los psicoSDalistas se mantuvieron
tantQ tiempo rezagados en este debate. Deben 4:0nsiderar::ie variaa respuestas. Acasv se temió que plantear la intersubjetividad como oondi·
cidn de posibilidad de la vida psíquica seria arriesgarse a hacer derivar el campo del psicoanálisis de lo intrapsíquica hat.ia lo relacional o
hacia lo int.eraccional, temor parcialmente fundado, pero que confunde el problema (la intersubjetividad como co·fundamento, junto con lo
corporal. de la psique) con uno de sus enfoques conceptuales (el inl:.er·
aocionisxno conductual). Empero, sobre todo la sola denuncia do e!iU
desvío acaba por eru:nascarar una cantidad de datos básicos decisivos
para el propio psicnanálili!is: que Ja cuestión de la intersubjetividad es·
tá planteada, desde la fundación deJ psicoanálisis, como una de w
condicione& de la vida psíquica.
26
posfreudiano coexisten varias t.eorías de la intersubjetividad. En la línea del poshegelianismo, La.can fue uno de los
primeros en introducir la noción, privilegiando sus erectos
de alienación sobre un sujet.o esencialmente sujetado al
deseo del otro, el cual no es más que un representante inadecuado del gran Otro. Lacan únicamente describe la realidad psíquica. que se produce en y por el vínculo intersubjetivo para destacar su consistencia imaginaria. Su critica
respecto del gnipo es consecuencia de ello.
Incluso si el concepto de int.ersubjetividad no aparece
como tal en P. Cast.oriadis-Aulagnier, esta autora presta,
sin embargo, una asidua atención a esas conjunciones de
subjetividades. Esta preocupación se reconoce en tres importantes nociones: por un lado, el contrato narcisista concertado entre el sujeto y «el conjwtt.o en el que el Yo puede
advenir» y su función identiñcat.oria; por el otro, la función de porta-palabra cwnplida por la madre, quien acompaña las experiencias psíquicas del niño y la estructuración de su psique con los enunciados de la prohibición;
finahnente, los estados de alienación y el tratamiento del
deseo de autoalienación por el colectivo.
Para tomar en consideración el conjunto de procesos y
formaciones de la intersubjetividad es preciso recurrir a
otra lógica de los procesos psíquicos. A una lógica de
procesos y formaciones internos es necesario articular
una lógica de correlaciones de subjetividade.s, una lógica
de conjunción y disyunción cuya fórmula podría ser enunciada del siguiente modo: «No el uno sin el otro y sin el
conjunto que los constituye y los contiene; el uno sin el
otro, pero en el conjunt.o que los reúne... Esta fórmula sos~
tiene que no podemos no estar en 1a intersubjetividad. Es~
to significa, como lo pensó Winnicott en lo que respecta al
bebé, que el sujeto se manifiesta y existe tan sólo en su
relación con el otro, a lo cual cabe agregar. con más de un
otro. Esto significa, además, que la vía del -devenir Yo.. ,
del Ich werden freudiano, así como los escollos y los impedimentos de este devenir, están trazados en la relación interaubjetiva con el otro: est.o es válido para el niño, para el
devenir hombre y el devenir mujer, para el devenir padre
y el devenir madre.
27
La intersubjetividad no es sólo la parte constitutiva del
sujet.o sostenida en la subjetividad del otro o de más de un
otro. Se constru.ye en un espacio psíquico propio de cada
configuración vincular. Esto equivale a decir que la cue&tión de la intersuQjetividad consiste en el reconocimiento
y la articulación de dos espacios psíquicos parcialmente
heterogéneos, cada uno dotado de lógicas propias. 7
Entendida en este registro, la problemática de la intersubjetividad nos permite acceder a sufrimientos psíquicos
y a formas de la psicopatología contemporánea que sólo
pueden ser comprendidos, analizados y aliviados articulándolos con los valores y las funciones que han cobrado o
siguen cobrando para otro, para varios otros y finalmente
para el grupo del cual el sujet.o es parte constituida y parte
constituyente.
Resumiendo mi posición, diré que la problemática de la
intersubjetividad abre una cuestión central del psicoanálisis: atañe a las oondiciones intersubjetivas de formación
del inconsciente y del sujeto del inconsciente. En estas
condiciones, denomino «intersubjetividad- a la estructura
dinámica. del espacio psíquico entre dos o varios sajet.os.
Este espacio comprende procesos, formaciones y experiencias específicos, cuyos efectos det.erminan el advenllniento
de los sujetos del inconsciente y su devenir Yo en el seno
de un Nosotros. Según esta definición, est.amos muy alejados de una perspectiva que reduciría la intersubjetividad
a fenómenos de interacción.
7 El prefijo in ter denota que, máe allá de una reciprocidad necesaris,
l!liinétrica o asimétrica, entre dos o varios sajetos, son las 11eparaciones
entre estos s'!Qetos las que ha.cea posible Ja ewergencia. del Yo. Mien+
trll5 que en el concepto de transubjetividad el prefijo tra113 designa lo
que se juega a través de los sujetos y define una constante y una conti+
nuidad. el prefijo irit.er señala la di5continuidad.. la separación y la dí+
fen.ncia entre los sajetos en relación. donde su <listinción define sus
relaciones de identid,.¡¡d oponibles (e( Kat!s, 1.993).
28
La superación epistemológica de la oposición
entre individuo y grupo
..
~
Hay una tercera razón para interesarse en la articulación entre las formaciones y los procesos de la realidad
psíquica propios del sujeto singular y los que determinan
la realidad del grupo. De orden epistemológico, corresponde al campo de los objetos que el psicoanálisis se ocupa de
conocer mediante su método específico. Debemos admitir
que esos objetos nunca estuvieron circunscriptos al estudio exclusivo de la psique individual, si bien el método de
acceso al conocimiento del inconsciente se construyó a
partir de la situación paradigmática de la cura individual.
La base principal del conocimiento psicoanalítico se apoya
en esa situación, pero siempre se confrontó, en la vertiente especulativa o en la de las aplicaciones, con objetos más
vastos y con saberes constituidos en otras disciplinas: la
biología, la lingüística, la etnología, la psicología social.
Entre los problemas que surgen cuando intentamos
pensar la articulación del sujeto singular con el grupo en
el campo propio del psicoanÁJisie, la oposición entre el individuo y el grupo retorna con regularidad. En mi opinión,
se trata de un falso problema, y lo importante es comprender que la fidelidad a esta oposición deriva de varias
fuentes. Una de ellas está histórica y culturalmente ligada a la confrontación del pensamiento occidental con el
prodigioso ascenso de las masas urbanizadas e industriales en la segunda mitad del siglo XIX. Este ascenso condujo a muchos pensadores europeos a desarrollar concepcio·
nes capaces de dar cuenta de las fuerzas yfonnaciones específicas que organizan a las multitudes e instituciones, y
que determinan su locura y sus desviacion~. La multitud
es loca y vuelve loco al individuo. Tarde, Le Bon y Dnrkheim, Weber y Canetti, pero también Freud y Moreno sobre bases diferentes, participaron de este movimiento.
Era necesario, asimismo, esclarecer el papel singular que
podían jugar los pequeños grupos como variable de regulación entre el individuo y las masas y como sede de procesos específicos. Aun cuando haya sido de los primeros en
emplear la noción de psique de grupo (Gruppenpsyche),
29
Freud no se interesó en ese nivel de la organización psicosocial. Fueron K. Lewin y algunos otros quienes más
tarde, con otros métodos y otros postulados, dieron cuenta
de la dinámica de los grupos concibiéndolos como entidades específicas. Es notable que esas preocupaciones por
las masas y por el grupo hayan aparecido en el mismo momento en que comenzaban a instalarse los mitos y las
ideologíaB individualistas. Los efectos de rnptura que la
modernidad introdujo en las continuidades entre el gn.ipo, la sociedad global y los individuos se tradujeron. esencialmente, en una oposición del individuo a la multitud, a
las instituciones y al grupo.
Freud supera esta oposición, pero no sin dificultad,
porque ella afecta al proyecto epistemológico inicial del
psicoanálisis. Para constituir su objeto, reconocerle su
identidad fuerte y la revolución que esta implicaba, Freud
trató el inconsciente y la realidad psíquica que este genera, en el limite del espacio intrapsíquico y de su accesibilidad, mediante la cura individual. El modelo de la cura se
funda en el del sueño, paradigma del espacio intrapsíqwco y sus objetos. Si bien este recorte epistemológico reclamaba una congruencia metodológica rigurosa, colocaba al
mísmo tiempo fuera de su campo cualquier objeto que se
situara en el exterior del espacio princeps. intrapsíquico.
Aunque el pensamiento especulati\To descubre que el
campo teórico del psicoanálisis se extiende más allá de
este espacio -los trabajos de «psicoanálisis aplicada» de
los primeros psicoanalistas lo atestiguan-. se impone
muy pronto al grupo de los pioneros la necesidad de salvaguardar la práctica de la cura y la transmisión del psico~
análisis mediante el exclusivo uso del diván, y ello, contra
las prácticas desviacionistaB o temidas como tales.
Este temor, y las acusaciones y condenas que lo nutren,
se manifiestan principalmente en relación con el grupo:
son constantes en el movimiento psicoanalítico, tanto en
Freud, cuando T. Borrow le propone extender la práctic:a
del psicoanálisis al dispositivo de gn.ipo,8 como en Klein,
cuando conmina a Bion a .renunciar a su interés por el
B Sobre
30
este episodio, cf. Ruitenbeek. 1966, y Burrow, 1927.
F"'
...... .
grupo, y en Lacen, gran denwtciente de la obscenidad que
los efectos imaginarios del grupo instauran y sostienen.
Estas posiciones no son sola.mente medidas preservadoras de la identidad del psicoanalista, de las instituciones del psjcoanálisis y de la ortodoxia de las teorías que
este último fundó en la exploración del inconsciente y el
tratamiento de los conflictos internos de un sujeto singular. Y es verdad que constituir al grupo como un dispositivo de trabajo psicoanalítico, pensarlo como un espacio
donde el inconsciente produce efectos específicos -aunque esta vez se trate no de denunciarlos sino de conocerlos, de con~bir sus consecuencias en el espacio intrapsíquico y en la formación del suj et.o del inconsciente-, es correr el riesgo de introducir otro paradigma en la epistemo·
logía del psicoanálisis. Pero tomar ese riesgo significa
también abrir las fronteras del psicoanálisis mismo, como
fue el caso del psicoanálisis de niños y de pacientes psicóticos o bordR.rline.
Tumar ese riesgo es también orientar la escucha psicoanalítica hacia los erectos de grupo que, desde la fundación del psicoanálisis, se propagan en sus instituciones, en
sus grupos y en la transmisión del psicoanálisis mismo.
Vemos ahora que la oposición entre individuo y grupo
está sostenida por varios tipos de apuestas. El debate
epistemológico se alimenta de varios fooos de resistencia
al conocimiento de los efectos grupales del inconsciente:
algunos de ellos son epistemofilicos y los otros institucionales. Podemos hacer de estas resistencias el motor de
una investigación.
A pesar de estas resistencias y de sus expresiones tá.c·
tica.s, Freud nunca sostuvo verdaderamente por sus fundaro.entos la oposición entre individuo y grupo. En el lenguaje de su época, formuló los primeros esbozos de la superación de esta oposición con conceptos construidos a
partir de la situación de la cura individual
Tres momentos de esta superación son paradigmáticos. El primero puede verse ya en Tótem y tabú (19121913) con la hipótesis (die An.nahme) de una psique de
masa (einer Massenpsyclu!), noción que describe a la vez
una realidad psíquica particular y una continuidad con la
31
psique de los individuos que componen el grupo. Esta
noción se especifica como psique de grupo o alma de grupo
(Gruppen.psycM, Gru.ppenseele) en Psicologúl de las masas y análisis del yo (1921).
El segundo momento es muy próximo al primero. En
1914, Freud escribe, en «Introducción del narcisismo»,
que el individuo lleva una doble exist.encia: es para sí mismo su propio fin y está sttjeto a «una cadena» de la que es
eslabón, beneficiario, servidor y heredero. En ese mismo
texto, Freud destaca que el narcisismo del niño se apWl·
tala en los sueños de deseo irrealizados de sus padres. Podemos leer esta observación como una consecuencia de
esa doble existencia. Observamos entonces que Freud no
habla solamente del individuo en su anclaje corporal y
biológico; se trata del sujeto. en cuanto está sometido a un
orden intersubjetiva que lo constituye: el de los deseos inconscientes de quienes lo pre<:eden.
Esta primera proposición i.Illplica de hecho una doble
determinación de la vida psíquica de ..el individuo... : una
interna y otra externa, que probablemente son interdependientes; pero la cuestión no está planteada directamente en tales términos. Esta proposición permaneció
casi como letra muerta en la medida en que la oposición
entre el individuo y el grupo persistió en la cultura psicoanalítica, sosteniendo así grandes reticencias a introducir ..el conjwtto.., y más precisamente el grupo, como WlO
de los términos de la formación del sujeto.
El tercer momento se afirma en 1921 en la Introducción de Psicologla de /.as masas y análisis del yo. Esta Introducción nos resulta particularmente valiosa: anuncia
que "'en la vida psíquica del individuo considerado en forma aislada (der Einzelne), el otro (der Andere) interviene
con total regularidad CQIIlO modelo, sostén y adversario, y
por eso la psicología individual es también, de entrada y
simultáneamente, nna psicología social, en un sentido
amplio pero plenamente justificado». Si admitimos que
aquello de lo que habla Freud se afirma mucho más del
lado del sujeto que del lado del individuo, encontramos en
ese texto uno de los ennnciados fundadores de un aborda·
je intersubjetiva del sujeto, al mismo tiempo que la hi~
32
tesis de que los otros construyen, en conjunto. una Gruppenpsyche.
Aunque el propio Freud nos da las premisas de un pensamiento que busca ese pasaje entre el sujeto singular y el
grupo, es verdad que estas aperturas mantuvieron un
carácter especulativo. Por las razones sobTedeten:ninadas
que he supuesto, no fueron sometidas a la prueba de la clínica en un dispositivo apropiado y congruente con las exigencias metodológicas enunciadas a partir de la situación
paradigmática de la cura de adultos neuróticos. Sólo más
tarde -hace hoy más de dos tercios de siglo-- algunos
psicoanalistas trabajaron con dispositivos de grupo (luego
de familia y de pareja). Construyeron entonces modelos y
conceptos para dar cuenta de la consistencia y las modalidades de la realidad psíquica que descubrían.
En esa ocasión hubiera podido abrirse un debate epistemológico, no sólo porque esos conceptos y modelos obligan a repensar las hipótesis fundadoras del psicoanálisis,
sino también porque reclaman un examen crítico de las
condiciones metodológicas que enmarcan nuestras concepciones del inconsciente. Ahora bien, nada de esto ocurrió y, hasta donde sé, nadie se ha preguntado por qué.
Por lo tanto, es hora de emprender este debate sobre la
cuestión epistemológica decisiva: ¿Cómo pensar, con lo
que nos ha enseñado el abordaje psicoanalítico del grupo y
del sujeto en el grupo, las relaciones entre la construcción
de la teoría psicoanalítica, su objeto fundamental y el método que da acceso a su conocimiento y a sus procesos de
transformación? Cabe esperar que sus apuestas propiamente psicoanalíticas aparezcan con mayor claridad al
cabo de este estudio.
Confío en haber empezado a mostrar de qué modo
atañe a los psicoanalistas el conocimiento de la -realidad
psíquica que especifica a los grupos con encuadre psicoanalltico. Distinguí tres motivos principales: caracterizar
la experiencia del inconsciente que esos dispositivos posibilitan; conducir el tratamiento de los sufrimientos psíquicos surgidos en los vínculos, alianzas y espacios psíquicos intersubjetivos y que la cura individual sólo puede tratar a través de sus efectos en un sujeto considerado en su
33
singularidad; elaborar las interrogaciones epistemológicas y metodológicas que dicha práctica genera. El objetivo
de esta obra es desarrollar tales proposiciones y con ello
hacer aparecer con mayor nitidez sus apuestas propiamente psicoanalíticas.
Los cuatro primeros capítulos tendrán por :finalidad
presentar el marco general del abordaje psicoanalítico de
los grnpos. En primer lugar, deberemos caracterizar los
diversos problemas que plantea la extensión del campo de
investigación y de prácticas del psicoanálisis. Señalaremos luego algunas etapas significativas en el surgimiento
del interés por el grnpo en el seno del movimiento psicoanalítico. Luego definiremos las dimensiones propias de
un dispositivo y una situación del psicoanálisis de grnpo.
Finalment.e, daremos una descripción sustancial de los
procesos y las formaciones de la realidad psíquica subjetiva e intersubjetiva a partir de la clínica de un grupo con
setting psicoanalítico, rulo conductor de las elaboraciones
conceptuales ulteriores.
Sobre estas bases, a lo largo de los seis capítulos siguientes describiremos los principales elementos de un
modelo psicoanalítico del grupo y del sujeto en el grnpo.
Este modelo distingue y articula tres niveles de realidad
psíquica en los cuales se manifiestan los efectos del inconscient.e. El primero describe al grupo como una formación intrapsíquica: los conceptos de grnpos internos y de
grnpalidad psíquica dan cuenta de ello. El segundo nivel
considP..ra la realidad psíquica del grupo; est.e es concebido
como una formación específica que, a la vez que precede al
sujeto. se construye por el acoplamiento o el ensambla.do
de las psiques de SUB miembros y adquiere autonomía con
relación a estas. Los conceptos de aparato psíquico grupal,
alianzas inconscientes, espacio omrico común, fantasías
compartidas, síntomas conjuntos, cadena asociativa y
pensamiento de grupo describen esas formaciones y esos
procesos. El tercer nivel trate. sobre los procesos, formaciones y personas que ofician de enlace entre el grupo y los
miembros del grupo. Estas personas cumplen principalmente las funciones fóricas de porta-palabra, porta-síntoma, porta-sueño o porta-ideal
34
1
l
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r
¡;
1-
1S
lo-
Cuando estas proposiciones hayan sido establecidas.
podremos volver a la cuestión central que nos preocupa
como psicoanalistas: comprender de qué modo el sujeto
del inconsciente está. ineluctablemente sujetado a un conjunto intersubjetiva de sujet.os del inconsciente. Si el sujeto del inconsciente es sujeto del vínculo, no basta con que
la meta del análisis se enuncie como «aro donde era ello,
Yo debe devenir»;• es necesario además que Yo se desprenda de las formaciones estructurant:.es y alienantes del gnipo para asumirse como heredero de su hist.oria ~ida en la
intersubjetividad .
..
1
''
•En el original, "1.d o!l. 'mil.
r;a. Je
doit rhuen.i,.,,_ (N_ de la T.)
35
l. Cómo se ha plant.eado la cuestión
del grnpo en el psicoanálisis
El grupo fue primero una -aplicación» del psicoanálisis
a sujetos que no podían beneficiarse de la cura o de una
psicoterapia individual en sus formas clásicas. Más tard.íament.e, se hi?.O evident.e que el dispositivo de grupo, en
razón de los procesos que generan sus propias caract.erísticaa morfológicas, podía presentar un notable int.erés para el tratamiento de sttjetos afectados por trastornos específicos: neurosis graves, psícosia o estados límite. Otra
aplicación del grupo, efectuada principalment.e por Bion,
permitió tratar de una manera económica los sufrimientos psíquicos ligados a traumatismos actuales colectivos
--en su caso, en tiempos de guerra-.
A estas tres aplicaciones más conocidas se agrega
aquella en que el dispositivo de grupo es utilizado oon fines de formación personal en el conocimiento de los •d°enómenos de gn.ipo», especialmente en el conocimiento, mediante la experiencia, de loa efectos del inconsciente que
se producen en esa situación. Otra aplicación con fines formativos concienie al aprendizaje de una práctica o al desarrollo de una identidad profesional. Es el caso en que
una part.e de la supervisión de los psicoanalistas en formación se efectúa en grupo, o bien este último constituye
un pasaje en la formación de los psicoanalistas (el cartel
tuvo esta función en la economía del «pase» en Lacan), o
bien se utiliza el grupo para estnicturar la identidad y la
experiencia clínica de los médicos bajo la conducción de
psicoanalistas médicos (grupos Balint).
1bdas estas prácticas dieron lugar a elaboraciones más
o menos precisas, pero que muy a menudo quedaron al
margen de los debates que su explici t.ac:ión hubiera debido
promover legítimamente en la comunidad psicoanalítica.
37
Muy por el contrario. la mayoría de estas prácticas suscitaron y aún suscít.an reacciones que van de ~indiferencia
silenciosa a la tolerancia desconfiada a aJ violento rechazo
pasional. Al menos por este motivo, seria rawnable examinar el modo en que el grupa. como configuración vincular, como objeto de investiduras (o de oont.rainvestiduras)
y de representaciones, y como vehículo de estas prácticas,
es portador de apuestas tan importantes para la identi~
dad de los psicoanalistas, para la transmisión del psicoanálisis y para la institución psicoanalítica.
Las teorias psicoanalíticas del grupo concebidas en Europa, en Estados Unidos y en la Argentina se ocuparon
ante todo de pensarlo como tal, independientemente de
los miembros que lo componen, es decir, como un conjunto
que forma una entidad especifica. Este primer abordaje,
centrado en el grupo, era sin duda necesario para acceder
al conocimiento psicoanalítico de la realidad psíquica que
se constituye en él, mas planteaba también la cuestión de
la legitimidad de este objeto en relación con el psicoanáli~
sis fundado en la práctica de la cura individual. La problemática del sujeto singular (del individuo) en su relación
con el grupo apareció mucho más tarde y de modo relativamente marginal. A partir de ese momento se plantearon otras cuestiones, pero que no fueron puestas a debate.
Lo cierto es que, considerada desde el dispositivo de la cu~
ra o desde el del gru.po, cambia la concepción del sujeto, y
con ella, el pensamiento sobre el inconsciente.
Exponer la historia de estos desarrollos excede los objetivos y los límites de este capítulo. Sin embargo, es útil
describir, si no acontecimientos y sus encadenamientos,
más bien las principales orientaciones de la investigación,
los énfasis y las tendencias que finalmente constituyeron
los elementos del pensamiento psicoanalítico sobre el grupo. Intentaré, .sobre todo, precisar de qué modo el grnpo
problematiza la práctica y la teoria psicoanalíticas, esperando encontrar en el discernimiento de sus aportes y obstáculos la materia de un debate sobre los objetos fundamentales del psicoanálisis, la ext.ensión de su campo y las
fronteras que se asigna en su práctica contemporánea.
38
s
Los pioneros de la invención psicoanalítica
del grupo
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T.
Cuando algunos psicoanalistas se encontraron ante la
necesidad de inventar una alternativa a la cura individual, bastante rápidamente el dispositivo del grupo pareció adecuado para el tratamíento de ciertos pacientes. La
mayoría de estos psicoanalistas afrontaban situaciones
en que debían tratar graves problemas de psiquiatría en
dispositivos institucionales que los empeoraban, según
una lógica insensata de acoplamiento de la locura con conjuntos colectivos cuya tarea primaria es precisamente
tratarla: fue el caso de E. Pichon-Rivi~re en Buenos Aires.
Muchos de ellos, como S. H. Foulkes en Londres, debieron
buscar alternativas terapéuticas ante los fracasos de la
cura tipo: por entonces, dadas las divergencias teórico-cl1nicas que producían, las adaptaciones necesarias eran dificilmente concebibles con las cat:egorlas del psicoanálisis.
Otros, además, tuvieron que ocuparse de las situaciones
de urgencia, ias neurosis traumáticas generadas por la
guerra, para cuyo tratamiento debieron inventar dispositivos económicos (en el sentido financiero y psíquico del
término). y descubrieron asf su eficacia: fue el caso de W.
R. Bion en el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
También hubo quienes, entre los psicoanalistas. se interesaron por contemplar imperativos de salud pública y de
gestión de recursos terapéuticos. En Francia, el desan'Ollo
de las prácticas de grupo terapéutico inspiradas por el psicoanálisis, al final de la Segunda Guerra Mundial. estuvo
determinado, en una parte no despreciable, por los objetivos de la seguridad social naciente y por el proyecto de reforzar los procesos de socialización malogrados por la guerra y la urbanización. Entre los primeros intentos. muchos se inscribían en la tradición que hacía del grupo un
instnunento al servicio de lo social o lo pedagógico.
Ahora bien, el psicoanálisis apunta a otro objetivo: el
de liberar a la psique de sus obstá.culos. El psicoanálisis
grupal se sitúa en esa dirección: su objetivo es desmontar
los vínculos intersubjetivos generadores de trastornos en
los vmculos y en los. sujetos del vínculo. Al abrir la vía al
39
conocimiento de esta parte de la psique individual integrada en ..el alma de grupe»>, ligada a esta por formaciones
y procesos que superan a cada sujeto, estos psicoanalistas
se vieron con.fnmtados con problemas clúrlcos, met.odológi.cos y teóricos que los condujeron a los confines del psicoanálisis y de otras disciplinas. Estas últimas, fundadas en
otras concepciones de la vida psíquica, contaban con hipótesis que tarde o temprano habrían de revelarse en oposición con la hipótesis constitutiva del psicoanálisis: la de
un inoonsciente paicosexual de origen infantil separado de
le conciencie pero actuando sobre ella de modo específico y
constant.e.
Las primeras teorías psicoanalíticas del grupo, como
ya veremos. no se constituyeron desde el comienzo sobre
bases metodológicas psicoanalíticas. La importación de
conceptos extraterritoriales aJ campo del psicoanálisis se
hizo a riesgo de teoriz:aciones a \reces bastardas y de
prácticas ambiguas, pero también dio ocasión para naturalizar problemáticas hasta entonces excluidas del campo
de la investigación psicoanalítica: los conceptos de int.ersubjetividad, pertenencia y alienación nacieron de esta
aculturación. Según su herencia cultural y el genio propio
de sus fundadores, las diferentes corrient.es o escuelas
psicoanalíticas elaboraron corpus teóricos destinados a
explicar las formaciones y los procesos psíquicos CU.Yo lugar es el grupo. No obstante, la construcción de una metapsicología de la intersubjetividad y de una teoría del sujeto del inconsciente, en cuanto este es a la vez sujeto del
grupo, b.lvo lugar con posterioridad. Esta es la vía por la
que orienté progresivamente mis investigaciones.
Pichon-Riviere y el grupo operativo
En la.Argentina, las primeras investigaciones de E . Pichon·Riviere sobre la utilización del grupo como instrumento de formación y t.erapia preceden en algunos años a
las iniciativas de Foulkes y Bion. La idea inicial tiene como fuente su práctica de psiquiatra confrontado con las
disfunciones del hospital: él tnismo comprueba que el gro.·
40
1
po es un poderoso medio de acción social y un notable instnimento terapéutico para el individuo. En esta ocasión
nacen varios conceptos práctico-teóricos, principalmente
el de grupo operativo.
Pichon-Riviere definió el grupo operativo como «Un
grupo centrado en la tarea cuya finalidad es aprender a
pensar en términos de resolución de las dificultades creadas y manifestadas en el campo grupal, y no en cada uno
de sus miembros, lo que seria un análisis individual en
grupo. Tampoco está centrado exclusivamente en el gnipo
como en las concepciones guestálticas, sino que en cada
aqul-ahora-conmigo en la tarea gnipal se opera en esas
dos dimensiones, constituyendo en cierta medida una síntesis de t.odas las corrientes. Consideramos al enfermo
que enuncia un acontecimiento como el portavoz de s(
mismo y de las fantasías inoonscientes del gnipo.. (1965,
El proceso grupal., edición de 1980. pág. 128).
Comentando esta definició~ M. Bemard.1 mostró cla-ramente la i.J:nporlancia que tenía en Pichon-Riviére la referencia a la psicología social norteamericana; por ejemplo, con los conceptos de grupo centrado en la tarea y de
aprendizaje social. Sin embargo, con la noción del trabajo
o,qu(-ahora-conmigo, Pichon-Riviere toma en cuenta las
dimensiones del campo transferencial.. ya reconocidas por
Foul.kes cuando distinguía la transferencia horizontal
(grupal) y la transferencia vertical (individual).
Los principios rectores del pensamiento de PichonRivi~re se manifestaron más tarde. Su modelo propone
una comprensión del grupo en términos más marcados
por una psicología social psicoanalítica.2 Estas líneas escritas en 1972 recapitulan bastante bien las principales
hipótesis de eu investigación:
'1
~psicología
social que postulamos se inscribe en una
cntic:a de la vida ootidiana. Lo que abordamos es el hombre
inmerso en sus relacíones cotidianas. Nuestra conciencia
1
2
IJÍa.
Cf. J . Puget y rols. (1982).
El subtítulo de El proceso grupal es Del psicoan.6.lisis a la psicol.osocial.
41
de esas relaciones pierde su carácter trivial en la medida en
que el instnunent.o teórico y su metodologla nos permit.en
investigar la génesis de los hechos sociales.(. ..1La psicología social que postulamos tiene como objeto de estudio el
desarrollo y la transformación de una relación dialéctica
que se establece entre la estructura. social y la fantasía inconsciente del sujeto, y que se apoya en relacione..s fundadeB
en las neoesidadea de este. Dicho de otro modo, se trata de
la relación entre la estructura social y la =nilguTación del
mundo interno del sujeto, relación que se ahorna a través
de la noción de vinculo. [...J El sujeto no es solamente un
sujeto en relaciones, ea también un s~eto producí.do en una
praxis: nada hay en él que no sea la resultante de la int.eracción entre individuo, grupos y clases. Siendo esta. relación el objeto de la psicología social, el grupo constituye el
campo operacional privilegiado de esta disciplina; y esto,
por el hecho de que permito la investigación del juego eotre
lo psicosocial (grupo interno) y lo socioclinámico (grupo externo) mediante la observación de las formas de interacción, de los mecanismos por los cuales los roles son adjudicados y asumidos. Y es precisamente el análisis de las fol'ma.s de interacción lo que nos permite establecer las híp6~
sis sobre sus procesos determinantes,,.
Aquí se ve nítidamente su tentativa de articulación,
más que de síntesis, entre ciertas hipótesis psicoanalíticas y otras tomadas tanto de la psicología como de diversas corrientes filosóficas: la escuela guestáltica, la psicología del aprendizaje, el interacciorúsmo grupal, la dialéctica marxista y sartreana. En cuanto al psicoanálisis, varios conceptos de Pichon~Riviere están inspirados en el
pensamiento de M. Klein y de S. Isaac, en particular cuando toma de ellos ciertas características de su concepción
de la fantasía, pero modificándolas considerablemente.
Pichon señala en forma e:xplícita que el objetivo del grupo
operativo es la detección e int.erpretación de las fantasías
inconscientes subyacent.es que emergen de la tarea manifiesta y se condensan en el grupo en temores específicos
-el del at.aque al yo (angustias paranoides) y el de la pérdida del objeto (angustias depresivas)-- y en resistencias
al cambio. Sin embargo, para Pichon-Riviere estas fantasías no son de origen pulsional: son el resultado de las ex-
42
periencias relacionales de los mienibros del grupo. Tunemos aquí un punto de debate entre este autor notablemente creativo e innovador y algunos de sus contemporáneos y sucesores.
S. H.
Foul~s y
la corriente del grupoanálisis
Al comienzo de la década de 1940, S. H. Foulkes, J.
Rickman y H. Ezriel fundan en Londres las bases de lo
que constituirá la corriente del Group-an.alysis. Estacorriente se inscribe en la perspectiva estructural del guestaltismo. Fonnado en Franefort, Foulkes conservó la idea
central del enfoque estructural del coIIlportamiento inaugurado por Goldstein, y lo aplicó a su concepción del individuo y del grupo. A riesgo de simplificar, podríamos caracterizar esta perspectiva mediante tres proposiciones:
el grupo es una totalidad y la totalidad precede a las partes, es más elemental que ellas, no es la suma de sus elementos; el individuo y el grupo forman un conjunto del tipo figura-fondo; el individuo en un grupo es como el punto
nodal en la red de las neuronas. Foulkes asigna al grupo
como entidad específica la prioridad teórico-clínica. Las
tres proposiciones sitúan al grupo como precedencia del
indivíduo y a este como Wl elemento de aquel, no como un
sujeto que sería parte activa en la construcción del grupo.
En este punto, mi concepción difiere de la de Foulkes.
De estas tres proposiciones deriva, para dicho aut.or, la
de que el grupo tiene propiedades terapéuticas especfficas. Justifica así la práctica del análisis de grupo. que él
desarrolla en Londres al comienzo de los años cuarenta:
-.La idea del grupo como mat.riz psíquica, el terreno común de las relaciones operativas, incluidas todas las interacciones de los miembros participantes del grupo, es primordial para 1a teoría y el proceso de la terapia. Todas las
comunicaciones sobrevienen dentro de est.e m.arco de referencia. Siempre esté. presente un fondo de oomprensión inconsciente, en el que se producen reacciones y comunicaciones muy complejas» (S. H. Foulkes, 1964; trad. fr., 1970,
pág. 109).
43
Foulkes considera que toda enfermedad se produce
dentro de una compleja red de relaciones interpersonales,
y en ese sentido sostiene que «la psicoterapia de grupo es
una tentativa de tratar la red entera de trastornos, ya sea
en el punto de nacimiento del grupo originario -primitivo-, ya sea ubicando al individuo perturbado en condiciones de transferencia en un grupo externo» (1964). El grupo tiene propiedades terapéuticas específicas que expresan las cinco ideas fundamentales del grupoanálisis foulkesiano:
La decisión de escuchar, comprender e inteq>ret.ar
al grupo como totalidad en «el aquí-ahora».
2) La sola consideración de la transferencia ..del grupo» sobre el analista, y no de las transferencias lat;e..
rales.
3) La noción de resonancia fantasmática inconsciente
entre los miembros del grupo.
4) La tensión común y el común denominador de las
fantasíws inconscientes del grupo.
5) La noción de grupo como matriz psíquica y marco de
referencia de todas las interacciones.
1)
En sentido amplio, el grupoanálisis es un método de investigación de las formaciones y los procesos psíquicos
que se desarrollan en un grupo: funda sus conceptos y su
t.écnica en algunos de los datos fundamentales de la teoría
y el método psicoanalíticos, y en elaboraciones psicoanalíticas originales requeridas por la apreciación del grupo como entidad específica. En un sentido más estricto, el grupoanállsis es una técnica de psicoterapia de grupo y un
dispositivo de experiencia psicoanalítica del inconsciente
en situación de grupo.
W. R. Bi.on y la mentalidad grupal
En el mismo momento en que Foulkes inventa el grupoanálisis, y en el mismo hospital de Northfield, W. R.
Bion propone otra concepción original de las formacione·s
y los procesos de grupo. Como Foulkes, que busca una al-
ternativa a l0s límites de la cura individual, Bion se apoya
en la movilización específica de los procesos grupales para
~,.
el tratamiento de ciertas patologías tramnáti.cas, bo-rderline y psicóticas, pero su teoría del gnipo y su práctica se
construyen sobre otras hipótesis. Bíon (1961) funda su
análisis en categorías centrales del psicoanálisis cuando
distingue dos modalidades del funcionamiento psíquico
en los pequeños gnipos: el grupo de trabajo, donde prevalecen los procesos y las exigencias de la lógica secundaria
que organizan la representación del objeto y del objetivo
del grupo, e.sí como la planificación de la tarea y de los sistemas de comunicación que permiten su realización, y el
grupo de base, donde predominan los procesos primarios
en forma de supuestns básicos (basic assumption) en t.ensión con el grupo de trabajo.
La mentalidad de grupo es la actividad mental que se
despliega en él a partir de la opinión, la voluntad y los de-seos inconscientes, unánimes y anónimos de sus miembros. Las contribuciones de estns a la mentalidad de grupo, que constituye su continente, permiten cierto grado de
satisfacción de sus pulsiones y deseos; sin embargo, deben
estar en conformidad con las otras contribuciones del fondo común y ser sostenidas por él. La mentalidad de grupo
garantiza así el acuerdo de la vida grupal con los supuestos básicos que organizan su curno.
Los tres supuestos básicos (dependencia. ataque-fuga
y emparejamiento) que caracterizan a los diferentes contenidos posibles de la mentalidad gnipal son los representantes de tres estados emocionales específicos. Cumplen
un papel determinante en la organización de nn grupo, en
la realización de su tarea y en la satisfacción de las necesídades y los deseos de sus miembros. Son y permanecen inconscientes., expresan fantasías inconscient.es y están sometidos al proceso primario. Son utilizados por los miembros del grupo como técnicas mágicas destinadas a tratar
las dificultades con que tropiezan y, en particular, para
evitar la frustración inherente al aprendizaje por medio
de la experiencia. Bion pu.so en evidencia la semejanza de
sus rasgos con los fenómenos descriptos por M. Klein en
45
sus teorías sobre los oQjetos parciales, l~ angustias psicóticas y las defensas primarias. Desde este punto de vista,
los supuestos bá5icos son reacciones gnipales defensivas
contra las angustias psicóticas reactivadas por la regresión que la situación de grupo impone al individuo.
J. Bleger y el depósito del núcleo aglutinado
en. el g'7jjJo
Debemos a J. Bleger muchas contribuciones importantes a la teoiia psicoanalítica de los grupos, aparte de los
conceptos de encuadre, núcleo aglutinado y depósito. Le
debemos, en primer lugar, una distínción fundamental
entre dos formas de sociabilidad: la sociabilidad sincrética
y la sociabilidad por interacción. Existe -escribe-- «en
todo grupo un tipo de relación que es, paradójicamente,
una no-relación, en el sentido de una no-individuación;
ella se impone como matriz o como estructura básica de
todo grupo y persiste de manera variable durante toda su
exist.encia. La llamaré sociabilidad sincrética, para düerenciarla de la sociabilidad por interacción...» (Bleger,
1970; trad. fr., 1987, pág. 48). La sociabilidad sincrética se
funda en una inmovilización de las partes no diferencia·
das o simbióticas de la personalidad. En un grupo o una
institución, estas partes están clivadas de las formaciones
diferenciadas que, a su vez, se movili;¡;an en la sociabilidad por interacción; esta última corresponde a un juego de
intercambios intersubjeüvos que producen efectos indi·
viduantes y dispositivos manifiestos de interacción.
E1 concepto de sociabilidad sincrética incluye el de núcleo aglutinado: unos años antes (1967), Bleger había supuesto que los primeros contenidos de la psique del bebé
estaban constituidos por un núcleo aglutinado, depositado primero en la psique materna. Este núcleo es la base, a
partir de mecanismos de identiñcación proyectiva, de la
sociabilidad sincrética, zócalo inconsciente que constituye
la i.nfuiestructura profunda de todo vínculo ulterior. este
núcleo será depositado en la pareja y en la familia, y 1~
go. en todo grupo y en toda institución.
46
En sus construcciones conceptuales, Bleger se apoya
sobre trabajos de investigación psicológica (la psicología
del desarrollo de relaciones sociales de Wallon). pero les
da otro contenido. Ocurre lo mismo con las nociones de
pertenencia y de cohesión grupal, que el toma de las investigaciones de la psicología social Para Bleger (1970).
la cohesión reposa en la fuerza de atracción que un grupo
ejerce sobre sus miembros para que permanezcan juntos,
de modo que el grupo deviene ea rererente de sus actitudes sobre la base de su sentimiento de pertenencia a él. El
aporte específico de Bleger estriba en haber comprendido
que la identidad grupal por pertenencia y la dependencia
asociada a ella están constítuidas por el depósit.o del núcleo aglutinado de sus miembros en la estructura del grupo. Con el concepto de depósito del núcleo aglutinado, Bleger esboza una apertura hacia la consideTación del sujeto
en el grupo. En mi propio lenguaje, diré que el depósito
vuelve isomórficos al sujeto y al grupo: entiendo así que
toda separación con relación a este depósito nuclear provoca angustias de despersonalización que podemos observar en todos los gnipos, pero que prevalecen en ciertas organizaciones psicopatológicas.
Balance y desaTTollo de las primeras investigaciones
psicoanalíticas sobre los grupos
Las primeras teorias psicoanalíticas del g:ru.po intentaron hacer inteligible la consistencia de los «fenómenos de
grupo», fundar la hipótesis de que este es una entidad relativamente independiente de los individuos que lo conforman, una organización y un lugar de producción de una
realidad psíquica propia. Estos descubrimientos mostraron que los gnipos están organizados por estructuras y
procesos de diferentes niveles. Unos son neuróticos. se
disponen alrededor del confücto nuclear edípico y de la
ambivalencia respecto de la figura del jefe. Otros, preedípicos y pregenitales, movilizan formaciones narcisistas,
borderline y psicóticas: fantasías arcaicas, ídentificacio·
nes primarias, angustias primitivas, mecanismos de de47
feosa ajenos a la represión y relaciones de objeto parcial,
especialmente las que corresponden a la organización oral
de las pulsiones.
Es verdad que la concepción del inconsciente involucrada en estos modelos sigue siendo aún difusa. Al igual
que Bion, Foulkes supone que el inconsciente produce
efec.t.os específicos en el grupo, pero uno y otro lo tratan
más como una cualidad ligada a los fenómenos de grupo
que como un sistema constitutivo de formaciones y procesos iotersubjetivos. La cuestión es apenas referenciada
por Pichon-Riviere, pero con Bleger comienza a tomar wia
co11Bistencia original.
En ese primer momento epistemológico es necesario,
ante todo, conocer al grupo como entidad específica y constituirlo como dispositivo terapéutico. Toda la atención clínica y teórica está dirigída a los conceptos básicos que
deberán dar cuenta del conocimiento de la ..psique de grupo». En estas condiciones, la cuestión del sujeto en el grupo --a fortiori, la del sujeto del grupo-- no es tomada en
consideración. Sin embargo, no se daja de lado al individuo, aun cuando se lo toma en cuenta esencialmente en su
calidad de elemento del conjunto, en la medida en que
contribuye de manera «anónima» (Bion) a la mentalidad
grupal, o como agente de transmisión en el funcionamient.o del sistema grupo (Foulkes). Pichon-Riviére vuelve a
ocuparse del sujet.o, pero en particular como sajet.o psicosocial. Bajo este aspecto, en las primeras teorías del grupo
el sujeto del inconsciente desaparece, y con él, aquello que
lo singulariza: sus deseos, su historia, su emplazamiento
en la fantasía inconsciente, la idiosincrnsia de sus pulsiones. de sus afectos y representaciones, de su represión.
Empero, tal como sucede en relación con el sujet.o singular, la atención no se centra en la naturaleza de los vínculos ent.re los aajet.os reunidos en grupo.
Las consecuencias metodológicas y clínicas de estas
concepciones no son desdeñables. Si las examinamos, por
ejemplo, desde el punt.o de vista de la interpretación, se
evidencia que sólo -el grupo» como conjunt.o es a la vez objeto y destinatario de la interpret.ación. No obstante. aun
cuando esta última se piensa y se da en términos de gru48
~
.:
f;=
¡:
po, se consideran obvios sus efectos en cada individuo a
través de los vínculos que lo ligan a la matriz del grupo,
que lo sitúan en su campo de fuerzas y lo vuelven parte involucrada de una basic assumption. Pero ni este vínculo
ni lo que cada uno compromete en él serán interpretados
directamente. Aquí también Pichon-Riviere inaugura una
posición diferente: con su noción del trabajo aqul-ahoraconmigo. las dos dimensiones del campo transferencia],
horizontal y vertical, lo conducen a distinguir una interpretación en dos tiempos y para dos destinatarios --el
grupo y el portavoz-.
La corriente francesa de las investigaciones
psicoanalíticas sobre el grupo
En ra-zón de que mis trabajos encontraron su anclaje y
una cierta impronta en la comente franc.esa de investigación psicoanalítica acerca de los grupos, consideré que debía otorgarle a esta un lugar particular. Empero, hay otra
razón para detenerse en la manera en que se desarrolló en
Francia el interés de los psicoanalistas por el grupo. Como
en la Argentina o en Inglaterra, la cultura psicoanalítica
desempeña en dicho país un papel contextual importante.
Allí, la cuestión del grnpo se inscribe en una doble tradición cultural, conformada por las Luces y la Revolución.
Una de esas tradiciones, la del individualismo, se inclinó
por centrar la atención en el sujet.o singular, hasta el punto de excluir, aun corno pura alienación, toda referencia al
grupo en su formación y en su historia. La otra tradición,
anclada en la corriente socialista, insistió en el grupo comovía para la revolución y como element.o básico de la libertad de opinión. Estas dos comentes convergen en las
ideologías que atraviesan el movimiento psicoanalítico
francés, más influido por Tarde y Le Bon que por Durkheim, y por eso más propenso a desconfiar del grupo de un
modo u otro.
Históricamente, la cuestión (¿]a querella?) del grupo se
cristalizó en la agitación causada por las TUpturas que
49
afectaron a las instituciones psicoanalíticas al comienzo
de la década de 1960, y unos añ.os más tarde, en las revoluciones en la mentalidad producidas en 1968. Agrandes
rasgos, diríamos que el interés psicoanalítico por el grupo
se desarrolló en tres etapas. que conducen progresivamente a prestar una atención cada vez más insistente en
las articulaciones entre el s'ajeto y el grupo.
El interés por el grupo en la Fro.ncia de posguerra
La primera fase tiene como contexto la Francia de posguerra. El esfuerzo por reconstruir la estructura económica y social favoreció el interés por el grupo en los ambientes psicológicos y psiquiátricos. Al final de la Segunda
Guerra Mundial, los psicosociólogos franceses descubren
las ideas y los métodos de Lewin sobre la dinámica de los
grupos y los de Moreno sobre el psicodrama. El laboratorio, el hospital psiquiátrico y la empresa - y algunos establecimientos escolares- son el terreno de su práctica y
de su investigación. En cuanto a los psiquiatras ~ntre
ellos. algunos psicoanaliatas--, son varios los que abrigan
el proyecto de renovar la institución psiquiátrica y el interés de tratar a la mayor cantidad de pacientes mediante
nuevas técnicas terapéuticas. También se interesan en los
trabajos de Lewin y de Moreno, y encuentran en las «técnicas de grupo.. inspiradas en ellos dos ventajas notables:
la posibilidad de tratar por ese medio a Wl número mayor
de pacientes y, en consonancia con las teoríBs entonces dominantes sobre la función adaptativa del yo, de sostener
los procesos psíquiros de integración social. Se perfilará
un tercer tipo de interés: el grupo es uno de los recursos
básicos de la psicoterapia institucional.
Entre los primeros psicoanalistas se forman dos grandes corrientes. que subsistirán hasta hoy. La primera reúne a los que se interesan por aplicar los datos del psicoanálisis al tratamiento psicoterapéutico de los individuos
en situación de grupo. Las técnicas que se desarrollan según esta perspectiva utilizan casi siempre el psicodrama
psicoanalítico llamado «individual»: un equipo de psico-
50
r
r·
í
i
dramatistas trata a un paciente mediante el psicodrama.
Esta primera corriente está inspira.da ante todo por Lebovici, Diatkine, Decobert y Kestemberg, y luego, por Lacan
en el psicodrama puesto a punto por P. y G. Lemoine en la
década siguiente. Si bien la virtud terapéutica del grupo
(o del «eolectivo») se comprneba empíricamente, la conceptualización de los procesos que la sostienen parece ser una
aventura riesgosa. Basta con recurrir a los conceptos freudianos clásicos para describir, justificar o denunciar la capacidad movilizadora de las identificaciones, los efectos de
resonancia de las fantasías y la consolidación de los mecanismo_s de defensa en el contexto grupal.
Los psicoanalistas que forman la segunda corriente intentan descubrir los procesos inconscientes que obran en
el seno del grupo, y en esa tarea tropiezan con dos dificultades. La primera obedece a la aplicación directa de conceptos psicoanalíticos a las hipótesis y técnicas elaboradas
poT Lewin, Rogers y Moreno. Este ..:bricolaje>• da testimonio de la preocupación de poner a prueba (y en ocasiones
sólo de ilustrar) las proposiciones especulativas de Freud
sobre su «psicología social» y sobre la psique de grupo, pero produce una especie de sincretismo epistemológico bastante azaroso. La segunda dificultad reside en el hecho de
que los conceptos utilizados han surgido de la teorización
psicoanalítica de la psique individual. El trabajo de teorización es bastante endeble, y durante este primer período
los aportes de Pichon-Riviere. Bion, Foulkes y Bleger no
son conocidos t.odavía por la mayoría de los psicoanalistas
franceses.
Los enunciados fundadores de los años sesenta
y l.a primera ruptura epist-emológü:a
La expansión de las investigaciones psicoanalíticas sobre el gru.po está estrechamente ligada a las vicisitudes
que afectaron al movimiento psicoanalítico francés al comienzo de los años sesenta. Los conflictos y 12.5 escisiones
en que derivaron las divergencias sobre la formación psicoanalítica, sobTe la dirección de la cu~a y sobre las rela-
51
ciones con la Asociación Psicoanalítica Internacional tuvieron por consecuencia la creación de nuevas institucio~
nes: la Escuela Freudiana de París en 1963, la Asociación
Psicoanalítica de Francia en 1964. Esas rupturas y esas
creaciones estuvieron acompañadas de violentos efectos
de grupo, que fueron a la vez cultivados y denunciados. Al
no reconocer su consistencia traumática, una ex.citación
por momentos activista, por momentos paralizante, reforzó la prohibición -o cuando menos la resistencia- de
pensar el grupo y las instituciones con lo que el psicoanálisis nos podía enseñar en relación con ellos. La crítica, a
menudo violenta, se aplicaba a priori a todos aquellos que
se introducían en una práctica grupal que se declarara
psicoanalítica.
Conviene ciertamente ir más lejos en el análisis de las
reticencias y las resistencias que las instituciones psicoanalíticas opusieron respecto del grupo. El sostenido desconocimiento del considerable papel desempeftado por el
grupo en la fundación del psicoanálisis, el influjo ideológico del grupo sobre los primeros psicoanalistas, t.odos estos
impensados y silenciados, sostuvieron, amplificándola, la
repetición de los traumatismos originarios. El rechazo del
grupo como objeto y como situación antipsicoanalíticos,
inadecuados para cualquier elaboración desde el psico~
análisis, no podía sino mantener wia peligrosa división en
las instituciones, con un retorno de la violencia en lo real
de estas.ª
La posición de J. La.can, más que su pensamiento, ajerció una influencia decisiva en t.oda esta efervescencia en
los cf:rculos psicoanalíticos y en t:omo a los grupos: posición paradójica en Wl hombre que a la vez instaura el grupo (el «carteh) como la instancia por la cual el psicoanalista se autoriza (•por sí mismo y por algunos otros•), y
que denwicia los efectos de grupo como el lugar de la alienación en lo imaginario del Uno: ..-Mido el efecto de gn.ipo», escribe Lacan (1973, pág. 31), upar la obscenidad que
agrega al efecto imaginario del discurso».
3 Sobre
estas cuestiones, remito a dos de mis estudios sobre el grupo
de los primeros psiwanalistas:
52.
Ka~s.
1994b y 2000.
Paradójicamente, no se trata de conocer los detonadores de los «efectos de grupo,. con las herramientas que nos
ofrece el psicoanálisis, y de desprenderse de ellos mediante el trabajo del análisis, principalmente el dlspositivo
gn.ipal: hay que denunciarlos y---0mnipotencia contra angustia- basta con hacerlo. Una posición tan absurda como categórica no es sólo un anatema arrojado contra toda
práctica psicoanalítica de grupo: es también una prolúbición de pensar sus apuestas inconscientes y la posición
subjetiva de los psicoanalistas en los grupos. Resulta
siempre posible, entonces, manipular los efectos del inconsciente en los grupos que uno crea -hasta la inversión
fatal del manipulador manipulado por su propia estratagema~.
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Hacia mediados de la década de 1960, algunos psicoanalistas frwiceses ligados poco antes a Lacan, entre ellos
.Anzieu, Bejarano, Pontalis, proponen otro abordaje psicoanalítico del grupo. Pontalis y Anzieu critican la aplicación dlrecta de los conceptos psicoanalíticos al grupo: esos
conceptos deben ser repensados en relación con su nuevo
objeto. Muestran también las contradicciones y los atolladeros que para el pensamiento psicoanalítico implica la
dinámica de grupo lewiniwia y del imaginario moreniano
de curación social por el psicodrama y la sociometría.
Pontalis le reprocha a la teoría de Lewin su impregnación ideológica, fundada en la búsqueda de la buena comunicación. Anzieu retomará por su cuenta esta critica
para desprenderse de )as técnicas gn.ipales utilizadas en
la institución fundada por él en 1962,4 y que se componen,
en ese momento, de una combinación de elementos tomados de la psicología social de Lewin y del psicoaruilisis.Anzieu le reprocha a la teoría lewiniana que no tome en
cuenta la significación inconsciente de loa movimientos
grupales. A esta critica se le puede objetar que ese no era
el marco de referencia de Lewin, sino más bien el que nosotroe tomábamos parcialmente de él. Y, en efect.o, consi4 El CEFFRAP (Cercle d'Études F~ses pour la Formation et la
Recherche Active en Psychologie: dynamique des groupes et de la
personnalité).
53
deradas desde un punto de vista psicoanalítico, las técnicas lewinianas sostienen una idealización del coordinador grupal y, en forma con-elativa, la emergencia de una
ideología del «buen» grupo. La prioridad atribuida al éxito
en el cumplimiento de la tarea y a la eficacia de la red de
comunicación conduce a una manipulación de la tnmsferencia con miras a esos objetivos, y no a su comprensión e
int.erpretación. El abordaje psicoanalítico de los grupos
debe, pues, volver a hipótesis y objetivos acordes con el objeto del psicoanálisis.5 Desde mediados de los años sesenta, los trabajos de los psicoanalistas franceses sobre el
gru.po se despliegan según cuatro proposiciones principales, que sólo serán desaITOlladas en la década siguiente.
El p~quefío grupo conw objeto
Los trabajos de la escuela francesa restituyeron ant.e
todo al grupo su valor de objeto psíquico, de investiduras
pulsionales y de representaciones inconscientes para sus
sujetos. J.-B. Pontalis escribe en 1963:
.. No basta develar los procesos inconscientes que operan
en el seno de un grupo, cualquiera que sea le ingeniosidad
de que entonces se pueda dar prueba: no bien se sitúa la
imagen misma del grupo fuera del campo del análisis, con
las fantasías y los valores que esa imagen conlleva, se elude
de hecho toda cuestión acerca de la función inconsciente del
gru¡x>...
Este estudio marca un punto de inflexión en la teoría
psicoanalítica de grupo.
6 El abandono de las t.éCPicas psicosociales no fue iDmediato: tuvo
que trEW.scurrir un periodo de transición. para que se produjeran las
kans!annacione11 que desembocarían en el establecimiento de un dispositivo de grupo netamente psiccanalítko_ Sin embargo, la critica de
Pontalis y An.rieu funcionó COlDO una especie de 01an.ifiest.o liminar en
la ruptura del movimiento p:>icoanalítioo gruPQ). francés con sus J'aíres
lewinianas y monmianas.
54
El grupo es, como el. sueño, un medio de realizacüjn
del.os deseos inconscientes
Ya no se considera al grupo como la forma y la estructura de un sistema de relaciones interpersonales en el
cual operan fuerzas de equilibrio, representaciones productoras de normas y de procesos de influencia, presiones
conformistas, redes de comunicación, emplazamientos de
estatutos y de roles .
D. Anzieu propone en 1966 un modelo de comprensión
del grupo como entidad en cuyo seno opeTan procesos
inconscientes. Confluye así con los enfoques de Bion y de
Foulkes, pero por una vía de entrada a la vez clásica y original: a partir del modelo del sueño. ·El gnipo,.,, escribeAnzieu, cces, como el sueño, medio y lugar de la realización
imaginaria de deseos inconscientes inf'antiles». Según este modelo, los diversos fenómenos que se presentan en los
grupos se aaemejan a oont.enidos manifiestos, derivan de
una cantidad limitada de contenidos lat.entes. La referencia al modelo del sueño implica que los procesos que constituyen al grupo como objeto del deseo común de sus int.e-grant.es son los mismos que los del sueño, y que en el grupo
resultan determinantes: desplazamiento, condensación,
figuración simbólica y transformación en lo contrario.6 Ya
sea que cumpla eficazmente la tarea que se ha asignado o
que esté paralizado, el grupo es, para Anzieu, un debate
con una fantasía subyacente. Es una escena de proyección
de las tópicas internas. Como el sueño o el síntoma, el grupo es la asociación de un deseo inconsciente que busca su
vía de realización imaginaria y de defensas contra la anw
gustia que suscitan en el yo esas realizaciones.
Si bien las formaciones y los procesos psíquicos de
gru.po obedecen a mecanismos generales y propios de toda
producción del inconsciente, algunos son específicos de la
situación grupal -..<0mo la ilusión grupal que Anzieu
describe en 1971-.
6 He agregado a. esta lista otros dos procesos capitales particularmente activados en los grupos: la difracción y la multiplicación del ele~
mento idéntico.
55
Los cuatro objetos de la tmnsfenmcia
y la escucha analítica
A. Bejarano publica en 1972 un estudio (redactado en
1966) donde examina las condiciones de una escucha psicoanalítica aplicada al contexto grupal. Llega muy rápidamente a preguntarse por el régimen de las transferencias. En los grupos, los objetos y contenidos de la transferencia se desarrollan según las vicisitudes de la situación
grupal y personal. El discurso manifiesto de un grupo y su
actividad deben ser considerados pskoanaüticament.e en
cuanto ocultan y expresan a la vez un discurso latente.
Se trata --corno en la cura- de descifrar ese discurso
latente, de restaurar su sentido y. tanto como sea posible,
de conducir al grupo a la conciencia de los procesos inconscientes que lo organizan. En el trecho entre ese discurso
latente y el discurso manifiesto se expresa la resistencia.
En el contexto grupal, la transferencia es múltiple: se dirige al psicoanalista (transferencia central), a los otros participantes (transferencias laterales), al grupo como tal
(transferencia grupal) y a objetos externos al grupo (otro
grupo, la institución, la sociedad, etcétera).
El acoplamiento grupal de las psiques
Durant.e la segun.da mitad de la década de 1960 colal»ré con Anzieu en la puesta a punto de un dispositivo psicoanalítico de grupo acorde con las exigencias metodológicas del psicoanálisis. Mis primeras investigaciones estuvieron estrechamente ligadas a las suyas. Buscábamos
instaurar las condiciones met.odológicas, clínicas y t.eoréticas a partir de las cuales pudiera sostenerse la hipótesis
de que el grupo es sede de una realidad psíquica propia.
Mis primeros trabajos (1965-1968) se centraron en el
estudio de las representaciones inconscientes y de las investiduras pulsionales cuyo objeto es el grupo, en el sentido que J.-B. Ponte.lis acababa de dar a esta problemáti·
ca. En primer lugar, dilucidé los núcleos organi2adores de
las representaciones del grupo y distinguí dos tipos: los or56
ganizadores fantasmáticos inconscientes y los organizadores socioculturales. Describí los organizadores inconscientes como ~pos del adentro» estructurados según le-yes de composición que obedecen a los procesos primarios.
Más tarde los denominé «grUpos internos», dando a este
concepto Wl sentido bastante diferente del que le atribuyeron Pichon-Riviere y D. N apolitani.
Luego comencé a estudiar los efectos de la grupalidad
psíquica en la organización de los procesos de grupo y a
poner a punto wi modelo de articulación entre el espacio
psíquico individual y el espacio psíquico propio del grupo.
La concepción del modelo del aparato psíquico grupal
(1968-1969) me ayudó a pensar el modo en que la realidad
psíquica del grupo es producida, contenida, transformada,
ligada y administrada por ese aparato, cuya función principal es establecer las relaciones de ajuste entre las formaciones intrapsíq uicas y las formaciones intersubjetiva.a
y transubjetivas producidas por el grupo. Entre Jos principios activos de este aparato se reconocía un papel organizador a los grupos internos.
El interés del modelo del aparato psíquico grupal re-side en que sirve para comprender los procesos de investidura, producción y tratamiento de la realidad psíquica en
el grupo y en los sujetos que son sus miembros. Contiene
conceptos centrados en las diversas modalidades de articulación entre el sujeto y el grupo, y principalmente en
los anudamientos de los efectos de grupo con los del inconsciente.
El desarrol/,o de las investigacumes psicoanaUticas
sobre el grupo, <ksck com"ien:ws de los años setenta
hasta nuestros días
Las investigaciones psicoanalíticas sobre el grupo se
desarrollaron a comienzos de los ail.os setenta siguiendo
dos direcciones principales. La primera prosiguió la investigación de las formaciones y los procesos cuyo lugar es el
grupo como oonjunto. Tundré que limitarme aquí a mencionar los principales trabajos de D. Anzieu (la ilusión
57
grupal, la envoltura grupal), J .-C. Rouchy (los procesos arcaicos, la noción de pertenencia). O. Avron (la noción de interpulaionalidad) y quien escribe (el desarrollo del m.odelo
del aparato psíquico grupal, las posiciones ideológica, utópica y mitopoética, las alianzas inconscientes, los espacios
oníricos comunes y compartidos. los procesos asociativos y
las cadenas asociativas grupales). La mayoría de estas investigaciones integraron progresivamente los aportes de
los estudios anglosajones, más particularmente los conceptos y el enfoque de Bion: es el caso de las investigaciones de O. Avron (1996) y de J.-C. Rouchy (1998), quien trabajó también con conceptos surgidos de las elaboraciones
de M. 'lbroky N.Abraham.Aestas investigaciones se enlazan trabajos de.atinados al análisis de los procesos terapéuticos del grupo, de las transferencias, de 1a.s particularidades de la labor de ca-análisis o de ca-terapia, de los
procesos asociativos. Otros estudios tratan la especificidad de los grupos de niños y adolescentes (Privat, Haag) y
del grupo familiar (Ruffiot, Caillot, Decherf, Pigott, Eiguer, Granjon).
La segunda línea de investigación es mucho menos frecuentada: se interesa en la posición del sujeto en el grupo
y examina lo que he llamado «funciones fóricas», es decir,
los emplazamientos y las funciones cumplidas en el grupo
por algunos de sus miembros cuando son porta-palabra,
porta-síntoma, porta-sueño, porta-ideal o porta-muerte,
etc. Se ocupa también de un conjunto de problemas a los
que presté particular atención porque conciernen plenamente a todos los psicoanalistas. Se trata del papel que
desempeña el grupo en Ja estrncturación del psiquismo.
Pasé varios años intentando comprender cómo se trabajan y construyen en la matriz del grupo primario, en los
vínculos intersubjetivos, los procesos de apuntalamient.o,
los mecanismos constitutivos del inconscient.e (represión,
escisión, renegación), 1a formación de los síntomas y el re~
torno del inconsciente no reprimido, las identificaciones,
el régimen del narcisismo, la función de pensamiento y de
significancia. las organizaciones defensivas, las formas de
subjetivación. He aquí una cantera apasionante y siempre abierta. Adquirí el hábito de formular su apuesta di-
58
ciendo que el sujeto del in.consciente es sujeto del grupo.
No se trat.a de una proposición puramente especulativa:
está en el fundamento de la concepción del trabajo psicoanalítico que un sujeto puede efectuar en un gnipo; es sobre todo una. manera de repensar nuestra concepción del
sujeto y del inconsciente.
He limitado mi examen histórico a tres principales focos activos en la formación del pensamiento psicoanalítico
sobre el grupo y la grupalidad. Mi objetivo era mostrar cómo se formó ese pensamiento, lo que este concibe y en qué
conciernen a los psicoanalistas el pensamiento y la práctica del psicoanálisis de grupos. Si se tratara de dar cuenta
de todos los campos de la investigación psicoanalítica centrada en el grupo. seria evidentemente injusto limitarse a
estos tres focos. Varios estudios inspirados en mayor o menor grado en estas bases, sobre todo en las corrientes bionienas y foulkesianas, se desarrollaron en muchos países
de Europa, e·n Estados Unidos, en América Latina y en
Asia.
Ha llegado el momento de examinar con mayor detenimiento los problemas epistemológicos, metodológicos y
clínicos que plantea la extensión del campo de los o\:üetos
y las prácticas del psicoanálisis.
59
2. El problema epistemológico del grupo
en el psicoanálisis
Tal como el dispositivo pri.n.ceps de la cura individual,
cada uno de los que se inspiran en el método general del
psicoanálisis se asienta sobre principios e hipótesis teórico-clínicos. Estos principios e hipótesis están habitualmente implícitos, pero cuando surgen extensiones de la
práctica psicoanalítica salen a la luz, y a veces de manera
intempestiva. Es importante, entonces, explicitar tanto
como sea posible aquello que funda tales extensiones en
esos principios. Para llegar a ello son necesarias algunas
consideraciones epistemológicas y clínicas acerca del objeto, el método y las fronteras del psicoanálisis.
La especificidad del objeto y del método
del psicoanálisis. La extensión de su campo
El psicoanálisis se constituyó mediante la construcción
progresiva de un campo de objetos teóricos y prácticas a
partir de un dispositivo metodológico claramente identificado: el de la cura individual de adultos neuróticos. Para
pensar la consistencia psicoanalítica del grupo no sólo con
los conceptos del psicoanálisis, sino en el campo del psicoanálisis, podemos partir de lru:; características que Freud
reconocía a este cuando lo defuúa, en 1923, en tres dimensiones:
«Psicoanálisis es el nombre: 1) de un procedimiento que
sirve para indagar procesos anímicos dificilmente accesibles por ot.ras vías; 2) de un método de trat.ruWento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación, y 3) de
60
una serie de int.eleccíones psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido coligando en una nueva
disciplina científica» (G. W., XIII, pág. 211).
De la misma manera, podemos decir que, en el campo
del psicoanálisis así definido. el grupo es un método de indagación y conocimiento de una realidad psíquica inconsciente específica, inaccesible de otro modo, irreductible a
la de sus sajetos constituyentes. Este dispositivo es capaz
de movilizar un proceso de trabajo psicoana1ítico para el
tratamiento de los trastornos psíquicos. Los datos de la
clínica son objeto de un trabajo de teorización que describe la realidad psíquica inconsciente y las moda1idades
correspondientes de la subjetividad desarrolladas en el
espacio psíquico coml1n y compartido del grupo.
Estas tres proposiciones sitúan la cuestión del grupo
en una perspectiva que ya no es la del psicoanálisis aplicado. Significan que el modelo del aparato psíquico surgido
de la práctica de la cura llamada «individual» no puede
·« aplicarse» sin transformación a otra configuración psíquica que la del sujeto considerado en su singularidad. A
partir del momento en que un dispositivo metodológico
confiere a prácticas «fuera de la cura» una pertinencia determinada respecto del objeto del psicoanálisis, el debate
se inscribe en los campos de conocimiento del inconsciente
que hoy podemos reconocerle a aquel.
Incluir la realidad psíquica inconsciente propia del
grupo entre los objetos teóricos del psicoanálisis obliga a
redefinir los enunciados constitutivos del radica.1 psicoanalítico, tal como se constituyeron sobre la base de la
práctica de la cura. Debemos, por lo tanto, exponer las
proposiciones en las que fundamos nuestra concepción del
objeto del psicoanálisis, de su mét.odo y su extensión. Además del postulado referido a los tres pilares del psiquismo, esto es, la sexualidad infantil, la palabra y el vínculo,
establezco tres proposiciones principalt!s.
61
La realidad psú¡uica inconscümte
El inconsciente, o lo que Freud denomina, de manera
más descriptiva, «la realidad psíquica inconsciente», es la
hipótesis constitutiva del psicoanálisis. Freud describe el
inconsciente de diversas formas: como una estructura,
una tópica, una economía y una dinámica de la psique.
Este enunciado tunda.mental implica el reconocinüento de
la división estructural de 1a psique como efect.o del inconsciente, siendo la pulsionalidad y la sexualidad infantil los
organizadores de esta división y de la conflictividad psíquica. El inconsciente debe ser especificado por sus modalidades constitutivas y por sus tópicas particulares: las del
inconsciente originario, el inconsciente reprimido y el inconsciente no reprimido resultante de la escisión, la renegación y el rechazo. La fantasía, el sfnt.oma y el sueño son
sus formaciones accesibles. Freud describe también el inconsciente como una cualidad de la mat.eria psíquica sometida a los mecanismos que la constituyen como tal.
La hipótesis fundadora del psicoanálisis -la del inconsciente y la realidad psíquica in.consciente-- abrió tres
grandes áreas de trabajo en las investigaciones con respecto al grupo.
El grupo comn realúlad psCquica específica
El principal problema epistemológico al que nos vemos
confrontados corresponde a tres coajunt.os de cuestiones.
El primero inquiere si podemos concebir y caracterizar
una realidad psíquica consiat.ente formada por los efectos
del inconsciente en un espacio común y compartido tal como el grupo. Si ese es el caso, ¿de qué modo el concepto de
grupo es pensable con la hipótesis del inconsciente? Y. como corolario, ¿de qué modo el concept.o del inconsciente se
transforma con la hipót.esis del grupo?
En el capítulo ant.erior he recordado cómo se concibió
la idea de que existen ..fenómenos de grupo» irreductibles
a los fenómenos individuales de los sujet.os que lo componen. Antes de Lewin, Freud sostuvo esta idea de modo es62
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peculativo y, siguiendo a este, los psicoanalistas que se int.eresaron en el grupo la han validado: la psique de grupo
consiste en formaciones y procesos psíquicos específicos, y
en su seno operan pTOcesos inconscientes. Diversas teorías han dado cuenta de esta concepción.
Por mi parte, acepté esta lúpótesis precisándola: si, como pienso. el grupo dispone de estructuras, organizaciones y procesos psíquicas que le son propios, se crean entidades psíquicas que no existirían sin el agrupamiento. Me
pareció procedente describir y caracterizar la tópica, 1a dinámica y la econonúa que les son propios, tal como int.enté
hacerlo al proponer elementos para pensar una •"tercera
tópica ...
La relación ckl sujeto con el grupo
y la posición del Bujeto en el grupo
Si se admjte que la realidad psíquica inconscient.e se
extiende más allá del espacio psíquico individual, se impone a nuestra reflexión un segundo conjunto de cuestiones.
Los modelos centrados únicamente en el grupo como
entidad (Bion, Foulkes, Pichan-Riviere, Anzieu) no mesatisfacían, no en razón de su inadecuación para dar cuenta
de la realidad psíquica del grupo, sino porque no tomaban
en consideración la cuestión del sujeto en el proceso grupal, o lo hacían de modo insuficiente.Ahora bien, esa articulación es decisiva parad ar cuenta de la parte correspondiente al sujeto en el proceso del grupo y, recíprocamente,
para definir la parte que en la formación del inconsciente
del sujeto corresponde a sus determinantes intersubjetivos y grupales. Este doble punto de vista es indispensable
para establecer el nexo con el psicoanálisis de los procesos
individuales.
La atención a la posición del sujeto en el grupo me llevó
a pensar que las identificaciones comunes, las fantasías y
representaciones compartidas, las formaciones del ideal,
la matriz onírica común, así como las alianzas inconscientes, son los puntos de pasaje y las líneas de rnptura entre
el espacio intrapsíquico y el espacio intersubjetiva. De es63
te espacio común emergen sujetos que cumplen para sí
mismos y para el grupo funciones de porta-síntoma, de
porta-sueño y de porta-palabra; algunos son portadores
de ideales e ilusión, otros son portadores de muerte:l to-dos son agentes de ligazón (go-between.). Llamé ..fóricas» a
estas funciones.
Los efectos del grupo sobre la psiq_Ui! del sujeto.
El sujeto del grupo
Este tercer campo de investigación retuvo particularmente mi atención. Como psicoanalista de cura individual
y de grupo, me importaba comprender cómo se construye
la vida psíquica del sujeto en sus relaciones con el espacio
psíquico común y compartido por varios sujetos en los
vínculos y en la matriz del grupo primario.
Utilizo aquí la noción de sujeto para describir un modo
de existencia del individuo en cuanto está bajo el efecto de
un orden de realidad que lo gobierna y lo organiza: sus
pulsiones, sus fantasías, sus deseos y sus conflictos inconscientes. El sujeto no está dividido sólo por dentro, como efecto de la Spalt.ung creada por el inconsciente: está
también dividido entre la realización de su propio fin y el
lugar que debe aswnir en los vínculos que lo han constituido. Esta segunda división es, también ella, estructural
y ejerce lU1 efecto decisivo sobre la formación del sujeto del
inconsciente.
He sostenido la proposición según la cual el sujeto del
inconsciente se construye en el espacio del grupo originario. Precisemos esta hipótesis: los mecanismos de co-represión o de renegación conjunta, los contratos que fundan el narcisismo del sttjeto y el del conjnnto, y de rma manera más general las alianws inconscientes, cumplen un
papel detennínante en las modalidades constitutivas del
inconsciente del sujeto, en sus contenidos, en las condicio~
nes del retorno de lo reprimido y de la formación de los
síntomas.
l
64
Sobre la posición Mrica del tanatóforo, cf. E. Diet (1996}.
Es en esta medida que sostengo que el sujeto del inconsciente es in.disociablemente sujeto del grupo y que, correlativamente, este es una dimensión de aquel. Al adoptar este punto de vista admito también que una parte del
sujeto está ..,fuera del sujeto», que este tiene varios centros, que algunas de sus formaciones inconscientes están
desplazadas, exportadas y depositadas en lugares psíquicos que el grupo predispone y que el sujeto utiliza.
El problema epistemológico toma entonces otra dimensión. Debemos pensar las relaciones entre la realidad psíquica del gnipo (o de cualquier otra configuración vincular), la de cada sujeto considerado en su singularidad y la
que forma la materia psíquica de los vfucu1os entre los sujetos que lo componen. Nos encontramos aquf muy cerca
de la pregunta que concierne a todos los psicoanalistas:
¿Qué efectos puede atribuirse a la interferencia de estos
espacios sobre la formación del sujeto del inconsciente?
Para pensar estas relaciones propuse, a fines de la década de 1960, un modelo capaz de dar cuenta de la realidad psíquica propia del grupo, de los vfucu1os de grupo y
del sujeto en el grupo. El modelo del aparato psíquico grupal me permitió describir las relaciones entre las instancias estn.icturales, los regímenes económicos y dinámicos
del aparato psíquico individual y del aparato psíquico de
grupo. 2 Con este modelo, el conocimiento psicoanalítico
puede extenderse a la consistencia psíquica de cada uno
de estos tres espacios y a la de los procesos y las formaciones que los unen y los separan.
Un dispositivo adecuado a la finalidad
del trohajo psic.oan.alítico
El conocimiento de la realidad psíquica inconsciente
s6lo es posible a través de un dispositivo adecuado a la do2
Más adelante (capituJo 6) describiré sus procesos, su funciona·
mieDto y sus principales formaciones, pero puntuaba desde ahora
qu.e el apllJ'ato ps{quico grupal no se confunde con el aparato psfquico
individual: no es erltapOUiciÓII de este.
65
ble finalidad del trabajo psicoanalítico: la traru;formación
de la realidad psíquica inconscíent.e y el conocimient.o del
inconsciente. Sabemos que el caznpo teórico-clínic.o del
psicoanálisis se constituyó, en un grado determinante, a
partir del método de la cura, y que es sobre la base de esta
práctica como la teoria del psicoanálisis da cuenta de los
esquemas de con.strncción y funciona.miento del aparato
psíquico en su lógica int.erna. del advenimiento del sujeto
y del Yo que lo asume. Notemos que se necesitó cierto
tiempo para pensar las correlaciones entre el método, la
clínica que este hace posible y las teorías que construye.
Sin embargo, admitimos que el campo teórico-clúrico
del psicoanálisis nunca estuvo restringido a la sola práctica de la cura --como todas las especulaciones &eudianas
nos lo muestran-, que en teoría no está limitado a esta
única prácticaª y que, por lo tant.o, regularmente la desborda. En efecto, cuando la clínica confrontó a los psicoanalistas con la labor de tratar a adultos psicóticos y borderline, niños y adolescent.es afectados por trast.ornos psíquicos graves, se introdujeron modificaciones en nuestro
conocimiento del inconscient.e y en los dispositivos de tratamiento de esos trast.ornos. Son conocidos los debates y
las controversias generados por esas transformaciones,
que siguieron poniendo en crisis la c.oncepción freudiana
del inconsciente.
Evidentemente, el problema que hemos formulado no
es tratable fuera de sus relaciones con el mét.odo y la técnica del psicoanálisis en situación de grnpo. Rlcy que establecer, pues, las características de W1 dispositivo psicoanalítico
de grupo y examinar qué transformaciones conceptuales son necesarias para oomprender cómo se organizan las
transferencias y los procesos asociativos, cómo se eligen
los objetos y las modalidades de la interpretación.
Debemos considerar que el trab:tjo psíquico que se produce en los dispositivos plurisubjetivos no es idéntico al
que posibilita el dispositivo de la cura. Sí bien es probable
3 ..-El uso del análi.fils para la t.erapia de las neurosis es sólo una de
sus aplicaciones; quillis el futuro muestre que ao es la mli$ imporl.ant.e,,, escribe Freud ep 1926 (G. W:, XIV. pág. 283; O. C., XVIll, pág. 76).
66
que en cada uno de estos dispositivos, en la cura y ®era
de la. cura.. , actúen pl'OCesos transve:raales, lo que nos interesa es comprender de qué modo lo que nos enseña el trabajo «fuera de la cura» afecta el trabajo dentro de ella.
La exünsión cont:rolada de las prácticas
psí.coanalíticas es un efecto de la mfinitud
~ nuestro con.ocimient:o del inconsciente
Estos problemas nos conducen al nivel más profundo
del debate epistemológico: en la medida en que no podemos desdeñar los efectos de cualquier extensión del campo de la práctica psicoanalítica --en un caso el tratamiento de los niños, luego el de los psicóticos, aquí el abordaje
psicoanalítico del grupo-- sobre la teoría del psicoanálisis, debemos reflexionar permanentemente acerca de los
objetos, métodos y ümites de este.
No es, pues, sorprendente que esta tensión crí~ que
marca toda la historia del psicoanálisis y lo mantiene vivo, se haya renovado a partir del momento en que algunas
prácticas psicoanalCticas se extendieron al tratamiento de
las relaciones entre padres e lrijos, las relaciones de pareja
y de familia y las relaciones de grupo. Esta extensión de
las prácticas del psicoanálisis, a condición de que sea controlada, es un efecto de la infinitud de nuestro conocimiento del incoru;ciente. El alcance epistemológico de esta
proposición es que las condiciones del conocimiento del inconsciente no están establecidas de una vez y para siempre, y que el objeto teórico del psícoanáJisis, sus modalidades de constitución y sus fronteras deben ser revisados periódicamente por el pensamiento crítico.
Dicho de otro modo, cada dispositivo del método psicoanalítico produce, a partir de los datos clínicos que él genera y trabaja, campos específicos de teorización; esto significa que el conocimiento del inconsciente se modifica con
los cambios sobrevenidos en la práctica del psicoanálisis.
Toda innovación reclama la transformación de ciertas
concepciones metapsicológicas anteriormente establecidas, y cada dispositivo está él mismo fundado en hipót.esis
67
teórico-clínicas a menudo implícitas en cuanto a sus principios y que conviene explicitar.
He señalado que el abordaje psicoanalítico del grupo
me introdujo en otros dos e.spacio.s: el de la int.ersubjetividad y el del sajet.o en la int.ersubjetividad. Cada uno de estos espacios está organi~do por una lógica diferente de la
de la psique individual, pero entre esta y esos dos espacios
hay numer<lsos puntos de convergencia.
La complejidad de los niveles lógicos
del problema psicoanalítico del grupo
He distinguido tres niveles lógicos en el estudio de la
realidad psíquica del grupo: el del grupo, el de los vínculos
entre los sujetos que lo componen y el de cada sujet.o considerado en su singularidad Si., como creo, el grupo es un
espacio psíquico común y compartido, no sólo hay que tomar en cuenta lo que corresponde a la psique de los sujetos en las formaciones originales que componen el grupo,
sino también especificar lo que es singular y privado. lo
que es común y compartido y lo que permanece diferente.
Lo singular privado, lo común,
lo diferente
w compartido,
Lo «singular» corresponde al espacio psíquico individuado que marca con su especificidad la estructura, la hist.oria y la subjetividad de un sttjeto singular. su organización pulsiona1, sus fantasías secundarias, sus mecanismos de defensa y sus cont.enidos reprimidos o escindidos,
sus identificaciones, sus relaciones de objeto: en suma, lo
que singulariza su deseo inconsciente. Sin embargo, una
parte de lo que es «Singulari. tiene su origen en lo que el
sujet.o ha heredado. en lo que ha adquirido y transformado, o en lo que permaneció para él sin transformación. Como Freud lo seftala en •Introducción del narcisismo... ..el
individuo lleva realmente una doble existenc:i a: en cuanto
68
es fin para sí mismo y en cuanto eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario contra su voluntad, o al menos sin que medie esta», La tensión entre ser para sí mis-mo su propio fin y ser eslabón, beneficiario, servidor y heredero de una cadena intersubjetiva y transgeneracional
define al sujeto como sujeto del inconsciente en la parte
que corresponde a su posición como sajel:D del grupo. Pero
debemos llevar más lejos las consecuencias de este punto ·
de vista: la singularidad del espacio psíquico privado coexiste con las zonas de realidad común y compartida con
otros sujetos.
Lo «romún» es la sustancia psíquica que une a quienes
son miembros de un vínculo, 4 cualquiera que sea su configuración: una familia, una pareja o un grupo. Son comunes o devienen tales: una fantasía, un sueño, un deseo,
identificaciones, ideales, significantes, una ilusión, alianzas inconscientes. El cont-ral:D narcisista (Castoriadis·Aulagnier, 1975) es la matriz común de la vida psíquica del
infan.s con su madre en los tiempos originarios: la madre
inscribe entonces al infans en su propio narcisismo, lo
fwid.a en su propia psique y en el espacio psíquico familiar. No emte vínculo sin esta sustancia psíquica común a
los sujetos de un vínculo. Lo «COmún» exige el abandono o
la pérdida de ciertos límites individuales de los sujet.os en
el víncu1o, cierta indiferenciación. pero es también Ja materia psíquica básica necesaria para que emerja el sujeto
en su singularidad. Lo acomún» tiene matices: es igual o
desigualmente común.
Lo «compartid0» corresponde a la parte que toma cada
sujeto o al lugar propio y complementario que ocupa en
una fa.ntasia, Wla alianza, un contrato, un sistema defensivo común a los sujetos de un vmculo. Una fantasía cuyo
enunciado expresa ...
progenitor amenaza/repara a un
hijo» es común a los miembros de un grnpo, a la ve.:z; que
organiza las relaciones entre estos. Todos son movilizados
por esta fantasía, y cada uno es. alterna ti va o sün ultánea~
mente, el actor pasivo o activo, o incluso el observador de
un
4
En Tótem y tabú, Freud define la Küiship como ..la sustancia co-
mán que une a los miembros de un clan...
69
esta acción psíquica. Sin embargo, cada sujeto puede ocupar en esta fantasía cierto lugar, el lugar que le es propio y
que lo singulariza. La fantasía compartida denota un proceso de individuación subjetivante en el espacio común y
compartido. Este régimen de lo compartido garantiza los
t.érminos de un intercambio intersubjetiva.
Lo 4jdiferenteio toma en cuenta la separación de los sujetos en el vínculo allí donde su diferencia revela lo que no
puede ser entre ellos ni común ni compartido. En la diferencia surgen la alteridad radical del otro y el indicio de lo
que sigue siendo singular y privado.
Para decirlo en otras palabras: no existe vínculo sin
materia común. Un vínculo no puede reposar sobre la exclusividad de la diferencia. Precisamente porque existen
lo común y la differa.nce (J. Derrida), puedo oompaTtir (:¡
soy compartido).
Estatuto de /ns formaciones psíquicas
en los tres espacios ps'{c¡uicos
La experiencia del gn.ipo es, esencialmente, la experiencia del ensamble, o del acoplrun.iento, entre estos tres
espacios: el del grupo, el de los vínculos intersubjetivos y
el intrapsfquico, y este acoplamiento asigna un lugar variable a cada una de las cuatro modalidades. Para dar un
ejemplo, diría que la fantasía o el sueño no presentan las
mismas características en el espacio interno, singular y
privado, que en el espacio común y compartido o en el espacio transpaiquico.
La figura 2.1 refleja la idea de que los contenidos y las
modalidades de funcionamiento de la fantasía operan diversamente en la situación de grupo y en la situación de la
cura. En la priDlera son movilizadas, sobre todo, las propiedades estructurales de la fantasía, especialmente los
emplazamientos del sajeto en la escena de la fantasía y
los emplazamientos que asigna al otro en esta escena.
Otra aplicación de esta propooición -respecto de la cual
tendré ocasión de volver más adelante-- consiste en que
los síntomas son producidos y mantenidos por los miem70
bros del grupo en virtud de la función que cumplen en la
vida psíquica de cada uno de ellos y simultáneamente en
el proceso grupal.
Por este motivo, la determinación de la posición del sujeto en su historia singular es menos trabajada en la situación de grupo que en la cura. En cambio, la posición del
sqjeto en la intersubjetividad, en su relación con otro y
con un conjunto de otros, lo es más en el dispositivo de
grupo.
E"pac\o \ntmpalc¡11icD,
&i.nsuW", privado
l!:ap~cio
inU!rpdq.U.:0
dc:l gn¡po y del ""1culo
.SU.iioo-....,.,~
v.......1... ~llri.M
Figw:a 2.1. Estatuto de /.as formaciones pr;(,quicas en los tres espacios.
Principios epistemológicos para el análisis
de las relaciones entre los espacios de la realidad
psíquica incluidos en el grupo
El curso de mis investigaciones me llevó a definir varios principios de análisis para pensar las relaciones entre
los diferentes espacios psíquicos incluidos en el grupo. Los
cuatro primeros corresponden a la organización de esos espacios psíquicos y tienen alcance epistemológico y clínico.
Distingo el principio de constancia y de transversalidad
de la materia psíquica, el principio de complementa.riedad, el principio de plurifocalidad y el principio polifónico.
71
Los tres siguientes son principios que organizan el pensamiento teórico. Selecciono el de complejidad, el de incertidumbre y el de indeterminación multüactorial.
El principw de constancia y de transversaüdad
de la materia psíquica
Este principio da cuenta de la constancia relativa de la
materia psíquica en los tres espacios psíquioos: el del grupo corno entidad. el de los vínculos de grupo y el del sujeto
singula:r en el grupo. Esta constancia es, sin embargo, relativa, porque el sistema formado por esos diferentes espacios no está totalmente cerrado. Se puede retomar aquí
el ejemplo de la fantasía o del sueño: su materia es constante, atraviesa los espacios psíquicos, pero su organización y las modalidades de su funcionamiento son diferentes en la psique de grupo y en la psique individual. Otro
ejemplo de esta proposición es que el inconsciente se inscribe varias veces en cada wio de esos espacios, según formas y efectos distintos,
Podemos considerar que la materia psíquica atraviesa,
transformándose, esos diferentes espacios, y que se mantiene relativamente constante más allá de las formas específicas que la realidad psíquica adquiere en cada uno de
ellos.
El principi.o de complerrumtariedad
El principio de complementariedad aporta una precisión al principio de transversalidad: el grupo forma una
entidad psicológica y está él mismo en relación de oomplementariedad con otras organizaciones de la vida psíquica.
Este principio es muy útil en la investigación psicoanalítica cuando se trata de trabajar en el conocimiento del inconsciente en sus diversos espacios de manifestación.5 De
~La recuperación de la noción de complementariedad de N. Bohr
por O. Devereux (1972) se inscribe en el campo del tllétodoy de la epis-
72
conformidad con uno de sus postulados, las formaciones y
los procesos psíquicos se hallan dispuestos de manera
diferente y cumplen funciones diversas cuando son movilizados en cada uno de los espacios. Así pues, ciertas propiedades de la fantasía son utilizadas en el vínculo con
efectos específicos, principalmente como organizadora de
este.
El principio de plurifocaJ,idad
Pese a la representación común según la cual el giupo
es un círculo y posee un centro atractor único, debemos
admitir que tiene varios y que cuando unos están activos
Jos otros están en latencia. Sólo la fantasía del Uno y del
Centro nos hace creer en esta concepción unifocal. Bion,
en cam.bio, trabajó sobre el principio ternario de los supuestos básicos. Suscribo esta concepción y adopto el principio de plurifocalidad para sostener la idea de que el espacio psíquico en el grupo posee una pluralidad de focos (o
de sistemas) organizadores. Nos encontramos aquí ante
una mutación equivalente al pasaje de la cosmología copernicana (el centro del mundo no es la Tierra, sino el Sol)
a la kleperiana, que admite varios centros organizadores
del universo. Esta última cosmología marca el fin del heliocentrismo.
El principio polifónico
Este principio es una consecuencia de los tres ya expuestos: el de constancia-transversalidad, el de complementariedad y el de plurifoca.lida~ Por polifonf.a entiendo, siguiendo las teorías de M. Bajtin, que en el espacio
psíquico del grupo, como en cualquier con.figuración vincular, se hacen escuchar varias voces y varios enunciados
temología: la referencia constante ele Devereux ea que las dUcursos
psicológicos y los discursos sociológicos son mutuamente irreductibles
y que entre ellos existe una
relación de compl.ementariedad.
73
cuyos direccionamientos atañen a varios destinatarios.
La noción central es aquíla de resonancia, independientemente de cualquier búsqueda de una armonía o de un unísono. Este principio implica una hipótesis sobre la tópica
del inconsciente y una consecuencia clínica sobre la concepción psicoanalítica de las transferencias y de los procesos asociativos en los grupos. Organiza nuestra escucha
de los diversos lugares en los que se enuncia el inconsciente en el vinculo. 6
El principi,o de complejidad
Este principio nos es útil para pensar los procesos de
organización y reorganización de los espacios de la realidad psíquica de los sujetos miembros del grupo (o de cualquier otra configuración vincular), entre ellos y en el gru.po. Este último (como cualquier configuración vincular)
nos sitúa ante un objeto complejo, pero concebible como
tal a partir de las tres proposiciones fundamentales del
pensamiento complejo: el principio dialógico, que considera una unidad de n elementos opuestos y complementarios en tensión casi permanente; el circuito recursivo de
retroacción de los efectos sobre las causas, y el principio
hologramático, según el cual cada elemento contiene en
pequeña escala la totalidad de la cual es una parte.
Comprendemos fácilmente que la triad.a intra/inter/
transpsíquico crea perturbaciones (desorganizaciones) en
cada uno de sus componentes a causa de las modalidades
de ajust.e entre esos diversos regímenes psíquicos. L as regulaciones (organizaciones) y creaciones originales (reorganizaciones) que se imponen utilizan y transforman cada u.no de estos regúnenes.
Las teorias de la complejidad y del caos han aportado
valiosos esquemas para pensar la organización, dispersión y reacomodación de la e nergía psíquica y de las repre6 Para decirlo con mayor precisión: polifonía no quiere decir armonía, sino combinación de v~as voces de frecuencia diferente. Cf. Kai!s,
La. polyphon.k du r~ve.
74
sentaciones en el grupo. Pensar el grupo como un sistema
dinámico que incluye procesos de organización episódicos
roás o menos estables. fluctuantes y aleatorios, como nos
lo propone la teoría del caos. permite considerar la complejidad desde el punto de vista del proceso. Según los estudiosos de la teoría del caos. 7 tales sistemas poseen dos
características fundamentales: la sensibilidad a las condiciones iniciales y la existencia de a tractores. La primera
significa. que pequeñas variaciones pueden provocar comportamientos no predecibles del sistema (el ejemplo clásico es el batir del ala de la mariposa como causa lejana y no
lineal de tempestades). Los atractores son organizadores
temporarios. repetitivos o no, del sistema: atraen el sistema hacia una organización dada.
Conforme a esta perspectiva, la complajidad es el resultado de la degradación (entropía) del grupo como sist.ema iiricial en beneficio de sus elementos oonstítuyentes
sujetos miembros), con posterior retorno sobre la reorganización más compleja del propio grupo. Dicho de otro
modo, el proceso de subjetivación a partir del grnpo encuentra su materia y su energía en la declinación episódica de la atracción grupal para sus sujetos; la energía y las
representaciones liberadas son transformadas en complejidad según la fórmula propia de cada sujeto y pueden ser
reinvestidas en el grnpo, que se ve así complejizado en su
organización.
En esta medida, la complejidad debe entenderse como
un problema planteado al conocimiento de las articulaciones entre estrncturas psíquicas: las de cada sujeto ligado
a otros sujetos en una organización del vfu.culo y las de ese
vínculo mismo. El principio de complajidad contrasta con
los procesos de reducción de la complejidad, a la vez en el
proceso de conocimiento y en el de regulación de la complejidad.
aos
7
Por ejemplo, Nicolis y Prigogine (1989), Fogelman Soulié (1991),
Morin (1990).
75
El principio de in.a!rl:idumhre
El principio de incertidumbre tal como lo utilizo aquí
no está inspirado en el concepto de relaciones de incertidumbre formulado por W. Heísenberg, sino en el sentido
que ha adquirido en las teorías probabilísticas bajo el
nombre de ..probabilidad subjetiva"', es decir, una teoría
normativa de la probabilidad en la cual «el coajunto de los
juicios emitidos por un individuo hipotético deriva, por
fuerza, de las suposiciones a las que se entrega libremente
en condiciones de incertidumbre». En la situación que nos
concieme, las condiciones de incertidumbre dependen de
que cada sajeto miembro del grupo se ve confrontado con
la complejidad de organizaciones psíquicas diversas y plurales, y de que estas se acomodan de una manera no previsible en forma sistemática, es decir, de manera parcialmente aleatoria. El hecho de que nos resulte imposible
prever con cerlez:a las conductas del otro -y, a fortiori, de
más de un otro--no significa que no podamos comprender
apres coup su lógica. En la situación de grupo, las condiciones de incertidumbre .reclaman la utilización de procesos reductores de esta para disminuir la perplcajidad (Puget, 2002) a ella asociada.
El principio de interdeterminacwn multifactorial
De los dos principios precedentes resulta que los procesos y las fonnaciones que rigen las relaciones de loa sujetos en el gn.ipo (o en cualquier otra con.figuración vincular) y al grupo mismo son determinados de modo interdependiente y multifactorial. El propio espacio psíquico del
sujeto considerado como tal está también bajo el efecto de
este tipo de causalidad.
76
Particularidades de la clínica en las fronte.ras
de los espacios intrapsíquicos e interpsíquicos
La diversidad y la heterogeneidad de las formas y los
procesos psíquicos definen la complejidad de la clínica a
que nos enfrentamos en los grupos. Estos espacios son heterogéneos, su consistencia y su lógica son distintas, pero
se comunican entre ellos. Captamos su dimensión cuando
intentemos comprender cómo se articulan las transferencias comunes y compartidas en el grupo y las transferencias específicas de cada sujeto. Nuestra escucha psicoanalítica se encuentra con esta complejidad cuando se sitúa
en las fronteras y en las interferencias de los tres espacios
psíquicos que he distinguido.
Gimeralmente reducimos est.a complejidad centrando
nuestra atención en uno solo de los niveles de la realidad
psíquica implica.da en el grupo: o bien en el del sujeto en el
grupo, o bien en el de los vínculos entre los sujetos, o bien
en el del grnpo como entidad o como «totalidad... Bion,.
Foulkes y An.:t.ieu centraron su atención y su teorización
en este último nivel (históricamente el primero). PichonRiviere comenm a articular dos términos: el sujeto como
~mergente» o portavoz* del grupo y el grupo como conjunto.
Conclusi.ón
Al término de este capítulo, hemos podido precisar una
de las claves de la cuestión que queremos est.ablecer. El
abordaje psicoanalítico de los grupos atañe a los psicoanalistas en la medida en que el conocimiento del inconsciente a que nos da acceso la situación psicoanalítica de grupo
aporta una nueva inteligibilidad de las relaciones entre
varios espacios psíquicos. Se trata finalmente de eru:on•En francés,porte-uoi:r, diferente del término porta-palabra (po~­
Kaes caracteriza en su teoria La función fórica comspondiente. En cuanto a la diferencia conceptual entni a robos, d: in(ra, pág. 210, n.. 7. (N. ch la T.)
parvw), con que, inspirado en 1a.s idees de P. Aulagnier, R
77
trar en el psicoanálisis la materia y la razón de una t.eorla
general que pueda tener sentido para la comprensión tanto de la psique individual romo de la psique de las configuraciones vinculares, de las que el grupo es una figura paradigmática.
Nos queda por describir el dispositivo metodológico
mediant.e el cual se manifiesta la clínica psicoanalítica de
los grupos. Luego deberemos explicitar de qué modo los
datos clínicos sobre los que se apoyan nuestros desarrollos
conceptuales son ellos mismos polarizados por hipótesis y
por modelos te6ricos que forman el trasfondo de nuestra
escucha parejamente flotante.
78
3. El grupo como situación psicoanalítica
A lo largo del capítulo precedente hemos vieto que la
extensión del campo de los objetos teóric.o-clínicos del psicoanálieía ha acarreado siempre una crisis epistemológica: los requisitos fundamentales del método psicoanalítico
debieron experimentar ajustes para hacer accesible el conocimiento de nuevos objetos, y este conocimiento trajo
consigo una modificación de la teoría.
El grupo como artefacto no quedó al margen de esta regla. La extensión se efectuó a partir de los principios metodológicos que estructuraron el modelo inaugural de la
cura individual, pero con las transformaciones impuest.as
por las características morfológicas del grupo: pluralidad
de sujetos, prevalencia del cara a cara e interdísCUIBividad. Estos tres caracteres morfológicos determinan la especificidad de la realidad psíquica del grupo y la de aquella que es movilizada en los sajetos que son sus miembros;
por otro lado, confieren inflexiones particulares a las
transferencias, a los procesos asociativos, a la escucha y a
la interpretación, e influyen en la manera en que son recibidos y en que funcionan la regla fundamental y, finalmente, el_ modo de trabajo del psicoanalista. en situación
psicoanalítica. de grupo.
Examinaremos en este capítulo los principios metodol6gicos sobre los cuales se construyó el dispositivo psicoanalítico de grupo. Podremos establecer, de t.a1. modo, en
qué se parece y en qué se distingue este dispositivo del
modelo de la cura.
79
El método del psicoanálisis:
consideraciones generales
De una manera general. el método abre la via al conocimiento de una realidad inaccesible de otro modo. Por
«método psicoanalític0n entendemos un conjunto de procedimientos de conocimiento de la realidad psíquica y de
tratamiento de los trastornos psíquicos. Es preciso cuidarse de sobrevalorar el carácter impersonal del método. Por
el contrario, el método psicoanalítico incluye en medida
determinante lo que es propio de la persona del analista.
1res proposiciones sobre el método del psicoaná.l.isis
Me remito a tres enunciados que constituyen, en mi
opinión, lo esencial del método psicoanalítico:
l. La meta del análisis es el tratamiento de trastornos
psíquicos -«inaccesibles de otro modo... Es importante
recordar que esta meta es «de tipo terapéutiC0>1, pero
que no se reduce a la sola realización de este fin. Est.e
tratamiento exige, en efecto, que se desarrolle un proceso psicoanalítico durante el cual sea posible una auténtica experiencia del inconsciente en la transferencia que la situación psicoanalítica suscita, acoge y disuelve. La cura de los adultos neuróticos fue la forma
priru:eps del tratamiento psicoanalítico, el primer paradigma del método de acceso al inconsciente.
2. El psicoanálisis .se produce en una situaci.ón adecuada
para movilizar, conocer y hacer trabajar los procesos y
las formaciones del inconsciente de un sujeto considerado en la singularidad de su estructura y su historia.
Esta situación se desarrolla a partir de un dispositivo,
un encuadre y una cantidad limitada de reglas estructurantes asumidas comn «regla fundamental». La instalación del dispositivo, del encuadre y de la regla fundamental por el analista, que se convierte ensugarante. genera los procesos que especifican esta situación
como psicoanalítica.
80
3. La eficacia del proceso psicoanalítico depende de la
enunciación de la regla fundamental, de los movimientos de transferencia y contratransferencia, de la
función de la interpretación en la situación psicoanalítica. 'Tudo lo que adviene en la situación psicoanalítica,
los síntomas, los sueños y las asociaciones. se relaciona
con la transferencia, sus modalidades, sus objetos y
sus contenidos, y también con la resistencia al proceso
psicoanalítico. El analista ejerce la función de la interpretación y está atento a la forma en que la recibe el
analizando. En efecto, la interpretación se produce en
el campo trán.sfero-c.ontratransferencial, y vuelve a él
transformándolo.
Las relaciones entre método y teorización
El psicoanálisis ha construido su teoría a través de este
paradigma y de esta situación. Elaboró modelos de inteligibilidad centrados en los fenómenos psíquicos que las
propiedades de la situación princeps hicieron cognoscibles. Esta situación funcionó como referencia cuando fue
necesario organizar el protocolo básico para hacer posibles otras formas de trabajo psiwanalítico.
En t.énninos generales, un método se rige por dos principios: el de posibilidad y el de limitación. Estos dos principios definen el campo de sus objetos teóricamente cognoscibles.
Según el principio de posibilidad, el método tiene por
función trazar el camino que nos conduce hacia el objeto a
conocer, encuadrándolo mediante el dispositivo en el que
se produce. Al proceder a.sí, el psicoanálisis realizó un encuadTamiento metodológico de SU objeto teórico que rozo
posible conocer la organización, las formaciones y los procesos del inconsciente. Freud intentó dar congruencia a
las manifestaciones más típicas del inconsciente (el sueño, el síntoma, la repetición y la transferencia} oon un método capaz de abrir la vía «regia"' de su conocimiento y del
tratamiento de sus efectos patógenos. Este encuadra.miento del objeto es una exigencia del método: sin él, el or81
den de las formaciones y los procesos del inconsciente no
podría manifestarse, ni sus efectos ser reconocidos por lo
que son, para un sujeto singular, en esta situación psicoanalítica.
Según el principio de limitación, el método deja subsistir, más allá del encuadramiento que él instituye para trazar el camino hacia su objeto, un «reSto por conocer» y, por
definición, algo desconocido. Este resto por conocer del inconsciente, que puede encontrar una vía de acceso en un
acondicionamiento metodológico adecuado, depende, por
hipótesis, del campo de los objetos teóricamente cognoscib1es por el psicoanálisis. Es lo que aconteció con la invención de un método de tratamiento psicoanalítico de niños,
de pacientes psicóticos o borderline. La misma cuestión se
plantea cuando el tratamiento psicoanalítico mediante el
grupo requiere acondicionamientos del método.
Apuestas del problema metodológico
En efecto, cuando el psicoanálisis tiene como finalidad
un nuevo objeto -no ya el sujeto singular, sino el grupo y
los sujetos singulares que lo componen-, debe imperativamente constnñr un dispositivo capaz de responder, a la
vez, a las característicw; de este objeto y a los criterios de
cualquier situación psicoanalítica. Conviene, pues, examinar de qué modo las características morfológicas del
grupo y la regla fundamental movilizan ciertos efectos del
inconsciente y definen un espacio específico de la realidad
psíquica.
Así planteado, el problema metodológico que nos ocupa
no corresponde al psicoanálisis «aplicado.. ni a la urgencia
por verificar si las especulaciones freudianas sobre el grupo y la ~psique de grupo» se pueden mantener. El problema consiste en la constrncción de un objeto psicoanalítico
nuevo a través de una metodología adecuada. Se trata,
entonces, de definir esta situación en el máximo de supotencia heurística.
82
Dispositivo, situación y encuadre psü:oanaUticos
Antes de especificar en qué condiciones el di5positivo
de grupo satisfuce las exigencias del método del psicoanálisis, debemos precisar cómo utilizamos los conceptos de
dispositivo, situación y encuadre.
El dispositivo es un aparato de trabajo construido con
determinado fin. Es artificio, construcción. Es la organización de elementos espaciotemporales y materiales acorde
con un objetivo de conocimiento y transformación. No está, pues, inscripto en nada que tenga carácter absoluto,
sino en la adecuación Telativa de un objeto o instrumento
a un proyecto y a cierto estado de cosas. El dispositivo es
aquello de lo que dispone y aquaio que dispone el psicoanalista para practicar el psicoanálisis: el artificio que él
instala vuelve manifiesto cierto orden de la realidad psíquica indiscernible de otro modo y sobre el cual ninguna
operación de transformación seria posible sin ese dispositivo. Para producir ese efecto es preciso introducir una
roptura en el curso de las cosas, operar una reducción de
lo difuso, neutralizar los órdenes de la realidad que interfieren .maturalmente» oon el de la realidad psíquica, cuya
manüestación se entiende favorecida por el dispositivo.
Por la razón funda.mental de que corresponde al objeto
del psicoanálisis, el dispositivo sólo produce efectos de
análisis al ser propuesto y sostenido por el psicoanalista,
quien, en su triple función de objeto de transferencia, garante del dispositivo e intéq>rete, está también sometido a
él. La pertinencia del disposítivo se evalúa así según varios criterios: el de la :finalidad perseguida, el del método,
el de la.ética, el de la teoría y el dela práctica del psicoanálisis. Esta no puede ser disociada de la ecuación pen;onal
del psicoanalista.
La situacwn psicoanalítica se desarrolla sobre la base
de un dispositivo ajustado a las necesidades del método;
puede definirse según dos aspectos: en términos de la finalidad perseguida, es decir, la eXperiencia y el conocimiento del inconsciente por un sujeto singular, y en términos de los procesos psicoanalíticos que el dispositivo activa. Estos procesos se desanollan a partir del enunciado de
83
un número limitado de reglas estru.cturantes (asumidas
coma la «regla fundamental») cuyo garante es el psicoanalista. Consisten, esenciahnent.e, en el conjunt.o de los movimientos de repetición y creación que especifican el campo contratránsfero-traru;ferencial y en un discurso designado «asociación libre». Es importante, por lo tanto, que
se establezca y preserve la capacidad de experimentar,
decir e interpretar la que se manifiesta en la situación psicoanalítica. Las formaciones del inconsciente sólo son cognoscibles en esas condiciones, sin las cuales desaparece la
posibilidad misma de una práctica analítica.
El concepto de encuadre no debe confundirse con las invariantes del dispositivo de investigación, tratamiento o
exploración. El concepto psicoanalítico de encuadre fue
construido de manera progresiva a partir de los trabajos
de J. Bleger, quien, en su artículo Psicoanálisis del encuadre psicoanaUtico (1967), propuso la idea de que el encuadre recibe y estabiliza los contenidos psíquicos que emanan de la "'Parte psicótica de la personalidad». Esta parle
psicótica es, en esencia, un lugar tópico escindido en el int.erior del yo: no tiene mucho que ver con la psicosis clfnica
ni con la desestructuración del yo y su restitución delirante. El encuadre es fundamental.mente el lugar donde se
depositan y descansan esos elementns arcaicos. Está constituido ante t.odo por la psique del psicoanalista y luego
por una extensión de esta en el espacio psicoanalítico. La
función principal del encuadre consiste en alcanzar la estabilidad para que haya proceso, movilidad y creatividad.
Sin embargo, ningún encuadre es perfectamente estable:
por obra del analizando o del psicoanalista, está sometido
a transformaciones que revelan su función y sus contenidos. El encuadre mantiene, pues, una relación dialéctica
con el proceso.
El encuadre no es tan sólo el receptáculo de lo arcaico:
también lo es de lo originario; es posible, pues, pensar la
relación del encuadre con la violencia originaria que «descansa en élio. Sin embargo, ciertos elementos del encuadre
son portadores de una problemática edípica, en la medida
en que define límit.es y prohibiciones.
He distinguido seis funciones del encuadre:
84
La primera es la función cont;inente descripta por Bleger cuando dice que el encuadre, "'receptor de la simbiosis.. , contiene la -«parte psicótica de la personalidad». En esta primera función podemos distinguir la
continencia como receptáculo o coacción, el depósito, ya
sea pura y simple consignación, ya sea lugar donde se
depositan ciertos objet.os para conservarlos o ponerlos
a l'esguardo, y la cripta, que recibe lo oculto y lo arcaico.
- La segunda función, de limi.tación, garantiza la distinción entre el "'}'O» y el "ll.0-:yo». El encuadre es el garante de
los límites del sujeto, de su espacio corporal y psíquico.
- La tercera función del encuadre es transi.cional: frontera entre el yo y el no-yo, el encuadre articula el adentro
y el afuera y participa de ese espacio conoeptualizado
por Wmnicott donde reinan la paradojicidad y la indecidibilidad. Encontrado-creado, el encuadre no es ni
subjetivamente concebido ni objetivamente percibido.
Uno de los problemas consecuentes es el mantenimiento de su dimensión contractual confrontado con su adecuación y acondicionamiento. Este problema define en
parte el contenido de lo que he denominado «análisis
transicional» (Kaes, 1979).
- El encuadre cumple una cuarta función de adosamiento y de apuntalamienw, siguiendo el modelo del apoyo
sobre el objeto de trasfondo; los trabajos de J. Grntstein, J. Sandler y G. Haag pusieron en evidencia. el papel de este objeto en la formación del sentimiento de seguridad e identidad.
- La quinta función es la de «COntene<ÍLJr»: corresponde a
la función de figuración y transformación de las representaciones de objetos y afectos en representaciones de
palabras hechas posíbles por el encuadre.
- Cuando estas cinco condiciones son satisfechas, el encuadre puede ejercer wia sexta función, sünbolizante,
condición capital de la formación del pensamiento.
-
He recurrido a la noción de metaencuadre, 1 o de encuadre del encuadre, para dar cuenta del hecho de que todo
l Sobre el concept.o de «mela.., cf. sitpra, lntroducci6n, pág. 23.
85
encuadre está él mismo encuadrado por un encuadre que
lo contiene, lo sostiene, se le superpone o lo obstaculiza.
Esta noción es swnamente útil para comprender las relaciones entre el encuadre psicoanalítico de la cur~ el encuadre psicoanalítico de la supervisión y el encuadre psicoanalítico de la institución psicoanalítica.2
El grupo como dispositivo, situación
y encuadre psicoanalíticos
A fin de precisar en qué condiciones el grupo puede
constituir un paradigma metodológico apto para hacer
manifiesta la realidad psíquica de los sujetos en el grupo y
la realidad }l6íquica del grupo es necesario, en primer lugar, describir las propiedades morfológicas de la situación
de grupo.
Los caracteres mor{ol6gicos de las situaciones
de.grupo
He distinguido cuatro características morfológicas del
dispositivo psicoanalítico de grupo: la precedencia de un
principio deseante y organizador; la pluralidad y la presencia simultánea de las personas; el cara a cara, y la pluralidad de discursos y la interdiscursividad. Estas características son comunes a todos los dispositivos de grupo,
cualesquiera que sean su finalidad y su técnica (grnpos terapéuticos, de formación, de psicodrama psicoanalítico,
grupoanálisis), la duración y el ritmo de las sesiones, las
modalidades de apertura y ciene del grupo (grupo lentamente abierto o grupo cerrado).
2 Es útil también para analizar, en una estructura hospitalaria
psiquiátrica, por ejemplo, las relaciones del encuadre terapéutico, individual o de grupo, con el encuadre institucional. En muchos casos de
sufrimiento institucinn.al, se trata de hacer reconocer y de reinstaurar
la reciprocidad de los encuadres cuando sus relaciones han devenido
antagonistas o destructoras.
86
La precedencia de un principio deseant.e
y organizador
Comparto con A Missenard la idea de que el psicoanalista que reúne a un grupo para un trabajo psicoanalítico
es situado por los miembros del grupo en posición imaginaria de fundador de este.
Sin embargo. conviene recordar que es el psicoanalista
quien enuncia las reglas portadoras del proceso de simbolización. Esta precedencia tiene --<:orno veremos- incidencias notables sobre la cuestión del origen, sobre el contenido y sobre el régimen de la transferencia y la contratransferencia.
La pluralidad y la presencia si.multánea
de personas extroñas unas a otras
La pluralidad es una caracteristica notable de la morfología grupal. Genera una combinatoria relacional cuyos
efectos se inscriben en los objetos de las transferencias, en
los procesos asociativos, en la diversidad de las formas del
vinculo (parejas, trias, subgrupos) y en los recursos disponibles para la figuración de las escenas psíquicas.
En los dispositivos que utilizamos, el grupo reúne a varios sujetos extraños unos a otros. Cada uno de lo.s sujet.os
que se apresta a devenir miembro del grupo se ve inmediatamente confrontado con un encuentro múltiple e intenso con varios otros: para él, son otros tantos objetos de
investid u ras puJ sion.ales, de emociones, de afectos y de represeri taciOnes que entran en complementariedad o en
antagonismo, en resonancia o en disonancia. unos con
otros. Cabe suponer que en una situación tal se va a producir una excitación importante, que probablemente se
alimentará de la excitación de los otros, en un juego muy
complejo de proyecciones y de identificaciones recíprocas.
La pluralidad provoca así efectos de co--excítación interna y de ca-excitación mutua, desarrolla experiencias
pasajeras de desborde y de fracaso de la capacidad de asociar las estimulaciones con representaciones. Estas expe87
riencias son potencialmente traumatógenas cuando los
dispositivos de protección antiestímulo son insuficientes.
Si admitimos que existe una relación oonstante entre los
componentes intrapsíquioos y los componentes intersul>
jetivos del protector antiestúnulo, podemos suponer que
en los grupos se reúnen ciertas condiciones que presiden
la formación del inconsciente originario. La hlpótesiB de
Freud según la cual la represión originaria se constituye.
probablemente, al fracturarse el protector antiestímulo
encuentra aquí un interesante campo de observación.
Uno de los mecanismos de defensa utilizados por los
miembros de un grupo para tratar la situación precaria de
desborde y de no-ligazón a que puede verse expuesto su yo
es remitir la situación múltiple a una situación conocida o
a una situación regresiva más restringida, que se controlará mejor; por ajemplo, a una relación dual. Otro mecanismo, descubierto por A Missenard (1972), es la identificación en urgencia, en que la noción de urgencia viene a
connotar la situación precaria de desborde. Los miembros
del grupo se identifican con un objeto común capaz de sostener una ligazón íntrapsíquica y de apaciguar el pánico;
establecen así la continencia de la realidad psíquica momentáneamente descompuesta. El objet.o de identificación en urgencia no es cualquier objeto: es un objeto elegido por su función defensiva, que podrá movilizar en t.odos
y en cada uno diversas modalidades identificatorias, adhesivas o proyectivas.
He distinguido un tercer mecanismo de tratamiento de
la situación inicial peligrosa. Desde los primeros momentos del encuentro grupal, los miembros del grupo instalan,
sin saberlo y por consentimiento tácito, mecanismos de
defensa conjuntos y comunes. La represión, la renegación
o la escisión de las representaciones peligrosas y la supresión de los afectos penosos concurren a la producción precoz de oontenidos inconscientes ligados a la situación grupal. Ahí se encuentran el origen, el principio y las fun.ciones de las alianzas inconscientes ikfen$vas: pactos nega·
tivoa, renegaciones en común, rechazos compartidos.
Estas formaciones tienen gran importancia, puesto
que los contenidos inconscientes de estas alianzas defen-
88
sivas iniciales ret.ornarán en el grupo según las vías propias de cada uno, pero también a través de las modalidades grupales de las transferencias, de la formación de los
síntomas y del proceso asociativo. Debemos, pues, considerar est.os mecanismos de defensa como W18 parte constitu ti.va del vínculo de grupo, del vínculo con el grupo, pero
tam.bién de la realidad psíquica del grnpo y de los sujetos
en el grupo.
Como resultado de estos diferentes tratamientos de la
pluralidad, se produce un acondicionamiento inconsciente de las zonas p.síquicas donde el vínculo es posible. A través de estos procesos, la pluralidad se transforma en agrupamiento, se dota de un objeto unificador y de un espacio
común a partir de los cuales se efectúan las primeras delimitaciones del adentro y del afuera.
El cara a cara
Esta tercera característica distingue también la situación de grupo de la situ ación psicoanalítica de la cura individual clásica. Con el análisis de Dora, Freud instauró un
dispositivo espacial tal que el analista se sustrae de la
mirad.a del analizando. La necesidad de pasar por la palabra, y no por la escena espectacular, abrió ent.onces la vía
a las representaciones de palabras y a la escena de la fantasía. En estas condiciones, a veces se ha objetado que los
sujetos dispuestos cara a e.ara en situación de grnpo son
colocados en un espacio y un tiempo prepsicoanalíticos.
Por mi parte, temo que esas objeciones sean tan sólo
especulativas. La clínica nos muestra constantomente
que si el cara a cara moviliza las modalidades de comwricación no verbal, y si las investiduras de la mirada encuentran en el espacio del grupo un escenario privilegiado
para las apuestas especulares de las identificaciones, la
necesidad de decir, a propósit.o de lo que ocurre aquí y ahora en el escenario del grupo, abre la vía a las representaciones de palabras y a la palabra proferida y escuchad.a.
89
La plurali.dad de discursos y la in.terdiscu.rsividad
En situación de grupo, los enunciados de palabra y los
significantes asociados a las mímicas, posturas y gestos
constituyen una pluralidad de niveles de discurso. Est.os
se organizan según un doble eje sincrónico y diacrónico,
individual e intersubjetiva. En efecto, cuando los miembros de un grupo hablan, sus enunciados están siempre situados en el punto de anudamiento de dos cadenas asociativas: una, propia de cada uno, está regida por las representaciones-meta individuales; la otra, formada por el
coajunto de los enunciados, está regida por las repre.senta.ciones inconscientes organizadoras de los vínculos de
grupo.
Denomino in.terdiscursividad al estatuto del discurso
que se construye en estos dos niveles intercuI'r'ente.s: él
discurso de cada sujeto y el que forman los de todos en
conjunto. Las enunciaciones y los enunciados están deternúnados según este doble eje. El discurso asociativo en el
grupo se arlna de tal forma que cada sujeto anuda o desanuda en él sus propias representaciones con las de los
otros.3 De ello resulta un modo de funcionamiento del proceso asociativo diferente y más complejo que el de la cura
individual, aunque cada una de estas situaciones pueda
ser considerada como el lugar de procesos de ca-pensamiento descriptos por D. Widlocher (1986).
He caracterizado a menudo el proceso asociativo grupal como un dispositivo de reactivación y transformación
de la actividad del preconsciente de los sujetos miembros
del grupo. Ciertas representaciones inconscientes que
hasta entonces no habían podido encontrar las vías hacia
el preconsciente pueden devenir disponibles y utilizables.
El análisis de las fimciones fóricas (porta-palabra, porta.síntoma y porta-sueño) abrió también nuevas vías a la
comprensión de la actividad del preconsciente y de las
condiciones intersubjetivas del pensar.
3 Cf. mi libro La parole et J.e lien. (1994), centrado en los procesos asociativos individuales y grupales que se despliegan en un dispositivo
psicoanalítico~ grupo.
90
Un aspecto particular de esta propiedad interdiscursiva del proceso asociativo reside en que nos informa acerca
de las condiciones que facilitan la construcción o la reconstrucción de la memoria individual en presencia del grupo;4 algunos acontecimientos que ~afectan,, al grupo desencadenan en sus miembros el retomo de lo reprimido y
estimulan el trabajo de pensamiento, en la medida en que
funcionan los protectores antiestimulo. Esta propiedad es
utilizable en el trabajo con pacientes que sufren trastornos de la memoria o trawnatismos psíquicos de diversos
orígenes.
Las reglas estructurantes. Las transferencias
y la contratransferencia en situaci.ón de grupo
Las cuatro características morfológicas del dispositivo
grupal que acabamos de examinar son interdependientes.
Inciden en las reglas del método (asociación libre, abstinencia, dispositivo o setting espacíotemporal de las sesiones) y en el proceso psicoanalítico. Examinemos algunas
consecuencias de la pluralidad.
Las transferencias en situacwn de grupo
La transferencia es el resultado de la propiedad de la
situación y de lo transferido específico convocado en ella.
Esta proposición válida para la cura lo es también para el
grupo. Sin embargo, en la situación grupal, la complejidad
de los niveles en los cuales se producen los procesos psíquicos (niveles intragrupal e intergrupal) hace a veces
dificil la detección clínica de los movimientos de transferencia y de los contenidos transferidos de un nivel a otro.
Nos encontrarnos con una economía y una tópica de las
transferencias absolutamente particulares, que requie• Otra es la cuestión de la memoria colectiva o grupal: el problema
estribe. en comprender lo que deja huella para un grupo. Sobre esto, cf.
Kai!s. 1989b.
91
ren una lectura precisa de la articulación de esos diferentes nivele.s. Uno de los puntos de articulación consiste
en las funciones fóricas, en virtud de que son emergencias
de las transferencias.
La primera consecuencia de la pluralidad es que el
grnpo es un lugar de emergencia de configuraciones particulares de la transferencia. Lo transferido no son solamente objetos, sino conexiones de objet.os con sus relaciones. Lo que Freud señaló en la cura a propósit.o del análisis de Dora es pertinente para el grupo. El espacio grupal
permite una actualización sincrónica de los Schal.tstücke,
piezas de conexiones (Freud, 1895b; G. W., I, pág. 301) y relaciones que el sujeto mantiene con sus objetos inconscientes y entre sus objetos inconscientes. Este modelo de
conexión será ulteriormente aplicado a los pensamientos
del sueño, a los sínt.omas y a las transferencias, y lo verificamos en lo atinente al grupo. Para un mismo sujet.o, estas transferencias están conectadas entre ellas; por ejemplo, los «armónicos.. complementarios del complejo de Edipo y del complejo fraterno. Su organización dinámica y su
economía son el objet.o del trabajo de interpretación.
Otra característica de la transferencia en situación de
gni.po es que los contenidos transferidos en la sincronía
son organizaciones psíquicas heterog.éneas: arcaicas, originarias, neuróticas, psicóticas, simbióticas. Aquí se desarrollan de un modo a la vez sincrónico y diacrónico, en tanto que, salvo excepción, en la cura individual se manifiestan de manera sucesiva.
La eJC:cepción que señalo roe llevó a considerar de otra
forma la teoría y la interpretación de las transferencias
laterales y de la escisión de la transferencia en la cura: generahnente son analizadaB como resistencias a la transferencia, mientras que en algunos casos son resistencias de
transferencia. Se podría decir que las transferencias laterales son el régimen normal de las situaciones de grupo:
se producen en la sincronía. según el proceso primario
predominante de la difracción de la transferencia. Estas
transferencias diacrónicas difractadas proporcionan así
una figuración de las conexinnes ck objetos transferidos, es
decir, de lo que denomino ..grupo interno...
92
La distribución o difracc:ión de las transferencias sobre
el conjunto de los miembros del grupo, sobre el grupo y sobre el analista no es, pues, una dilución de la transferencia. Se dirá, más bien, que en el dispositivo de grupo las
transferencias plurales, multilat.erales y conectadas entre
ellas son difractadas en los objetos predispuestos a recibirlas en el escenario sincrónico del gn.ipo.
Esta característica de las transferencias en situación
de gn.ipo determina a est.e como una situación de trabajo
psicoanalítico para sujetos que no podrían tolerar un único objeto de transferencia: es el caso de los pacientes psicóticos, borderline o antisociales. La difracción de la transferencia es también wia distribución económica de las cargas pulsionales asociadas al objeto de la transferencia.
Cabe agregar que el concepto de difracción-distribución de la transferencia es wio de los aportes específicos
del enfoque grupal a la comprensión de la transmisión
psíquica entre las generaciones: podemos observar cómo
se efectúa, para un sujeto determinado, el despliegue sincrónico, en la transferencia, de los objetos transmitidos y
recibidos en su historia intersubjetiva. 5 El ejemplo clínico
expuesto en el próximo capítulo ilustrará esta cuestión.
En los grupos, como en la cura, la transferencia sólo es
analizable en la distancia entre la posición del analista y
la de los otros miembros del grupo en el campo tránsfe~
contratransferencial. El analista garantiza su función
analítica cuando mantiene esta distancia para analizar
las transferencias, mientras que los participantes se tratan como otros y se :responden en Jo real a las transferencias de las que son objeto. El mantenimiento de esta distancia es la condición para reconocer y analizar las á.lianzas inoonscientes que conciertan los sajetos miembros del
grupo.
5 Algunos trabajos fundados en estos dispositjvos derivados de la cura hicieron progn!sar la investigación sobre los i:ont.enidos y las modalidades de la transmisión de la vida psíquica entre generaciones, lo
que implica algunas consecuencias en las concepciones teóricas que el
psicoarullisis ise ha formado acerca de la estructuración de la psique
del sujeto del inconsciente (Ka~, Faimber:g y otros, 1.993).
93
El grupo desa'l"l"Olla además otras modalidades de la
transferencia. Los miembros de un grupo establecen
entre ellos una relación transferencial diferente de la que
establecería cada uno con su analista en la situación de
cura individual. Por necesidad morfológica de grupo, el
psicoanalista es objeto en este de transferencias simultáneas o sucesivas de varios sajeto.s, y no es el único objeto
de la transferencia. Por otra parte, como lo he señalado, al
tratarse de un conjunto reunido por el psicoanalista, la
precedencia de este último adquiere Wl valor imaginario
de fundación; ella moviliza ipso [act,o la fantasmática del
origen y la problemática de lo originario. Estas dos características determinan aspectos particulares de la contratransferencia del psicoanalista en situación de grupo.
Cumplen sobre todo un papel considerable en las modalidades particulares de la transferencia y la contratransferencia cuando dos o varios analistas se eligen para asumir
juntos la función psicoanalítica en un grupo. En ese caso,
deben elaborar lo que he denominado ...intertransrerencia» (Kaea, 1982).
La intertran.sferencia
La ínt.ertransferencia describe el esta.do de la realidad
psíquica transferida entre los psicoanalistas en cuanto es
inducida por la situación grupal, por las transferencias
que redben. por sus propias disposiciones eontratransferenciales y por su elección de trabajar juntos. La íntertransferencia no puede, por lo tanto, ser tratada independientement.e de la transferencia y de la contratransferencia. Está hecha de los mismos constituyentes. de las mismas apuestas con relación al devenir consciente: es a la
vez repetición y creación, resistencia y vía de acceso al conocimiento de los movimientos del deseo inconscient.e.
El a.ndlisis intertransferencial es la elaboración prescripta a la función psicoanalítica de los analistas en el dispositivo de grupo. Concierne a los emplazamientos tran.sferenciales atribuidos por cada psicoanalista al otro psicoanalista en la situación de grupo, y a los efectos contra-
94
transferenciales de cada uno sobre el otro; este análisis es.
en ciertos casos, una condición necesaria para la elaboración de la interpretación.
Aunque en este aspecto particular de la técnica la conducción psicoanalítica de un grupo se distingue de la inherente a la cura individnal, la problemática de la intertransferencia puede ilustrarnos sobre algunos aspectos de
los anudamientos de las transferencias incluidas en la situación y el proceso psicoanalíticos de la cura y en los procesos de control y supervisión. Tudas estas situaciones
ponen en juego conjunciones de subjetividad, alianzas inconscientes, pactos y contratos que inciden en la contratransíerencia y su efecto en la elaboración de las transferencias.
71-es proposidones para concluir
El dispositivo psicoanalítico de grupo es un método que
permite al sujeto hacer la experiencia del erecto producido
por él y en él en el encuentro de su inconsciente con el del
otro, de más de un otro, en una configuración vincular como el grupo. Este dispositivo da acceso a una organización
de la realidad psíquica inaccesible de otTa manera: la del
grupo en cuanto tal.
Para mostrar de qué modo el dispositivo de gn.ipo delineó nuevos contornos y nuevos contenidos en la noción
de realidad psíquica fue necesario describir los medios
utilizados para acceder a ello. Hemos caracterizado así el
régimen específico de las transferencias y de Jos procesos
asociativos a partir de los rasgos de la morfología gn.ipal.
Estas reflexiones sobre el método dan mayor precisión
a la hipótesis de que en el grupo, como en cualquier vínculo intersubjetiva, el inconsciente se inscribe y se manifiesta varias veces, en varios registros y en varios lenguajes:
en los de cada sujeto, en los del vínculo intersubjetiva yen
los del grupo.
95
4. Clínica del trabajo psíquico
en situación de grupo
Un ejemplo clínico nos permitirá comprender cómo se
configura la realidad psíquica del grupo, cómo se efectúa
el acoplamiento de las psiques y qué procesos actúan en el
trabajo psíquico del sujeto en situación de grupo. Este
ejemplo nos ha de proporcionar la materia sensible de los
desarrollos conceptuales y t:eóricos que expondremos con
posterioridad..
Se trata de un grupo de corla duración cuyo objetivo es
posibilitar que los participantes experimenten y estén en
condiciones de pensar ciertos efectos del inconsciente en
ellos mismos, entre ellos y en el grupo. En estos casos, los
psicoanalistas no se proponen transmitirles a los participantes una forma de saber sobre el grupo, ni inducirlos a
conducir grupos, ni majorar sus comunicaciones, ni ofrecerles una experiencia de adaptación del yo a las normas
de grupo. Está claro que esos efectos de aprendizaje pueden pl'(lducirse. Estos grupos tampoco se proponen como
grupos de finalidad terapéutica, aun cuando la demanda
de los participantes puede originarse en un sufrimiento
psíquico. Observamos, sin embargo, que con ocasión de esta experiencia se producen efectos terapéuticos. Finalmente, estos grupos no se proponen como grupos de psicoanálisis, en el sentido del gnipoanálisis foulkesiano, es
decir, como una cura psicoanalítica llevada a cabo mediante el grupo. No obstante, comprobamos que en este tipo de dispositivo se produce en algunos sujetos un verdad.ero trabajo psicoanalítico, que tiene un efecto de análisis
profundo y duradero sobre su organización psíquica. He
podido verificarlo ya sea antes de que algunos de ellos emprendan una cura individual, ya sea - y en ciertas condiciones-- durante su cura, o incluso después de esta.
96
He preferido presentar este tipo de clínica porque ella
intensifica los procesos de la organización psíquica grupal
y moviliza los procesos individuales más sensibles a los
efect.os de grupo.
La he preferido también por otra razón. Su riqueza y
su complejidad, que me dieron ocasión de proponer varios
niveles de análisis, ilustran adecuadamente la hipótesis de
que en los grupos nos hallamos ante tres espacios psíquicos: el del grupo como entidad específica, el de los vínculos
entre sus miembros y el del sujeto singular en su grupalidad intrapsíquica. Pienso que estos tres espacios son heterogéneos el uno al otro, que su consistencia y su lógica son
distintas, pero que se comWlican entre ellos.
El hilo conductor de mi relato será, pues, la articulación entre el proceso psíquico de este grupo y el de varios
participantes. Comenzaré por hacer un relato detallado
de las cuatro primeras sesiones, y luego reswniré ciertos
momentos significativos de las sesiones siguientes. Preferí proceder así porque un relato exhaustivo sería casi imposible, y si pese a todo nos arriesgáramos a hacerlo, sería
fastidioso y se volverla rápidamente muy confuso, a causa
de los niveles de organización compleja de la realidad psíquica. Así pues, voy a proceder como A Kurosawa en su
filme Rashomón, proponiendo en este capítulo y en los siguientes varios pWltos de vista sobre este grupo. Lo estudiaré desde el punto de vista de la fantasía considerada
como organizadora psíquica inconsciente de la realidad
psíquica grupal; luego lo analizaré desde el punto de vista
de los procesos asociativos grupales, de la actividad onírica y sus efectos en el grupo, de los afectos y las transmisiones del afecto, y finalmente examinaré cómo se instala
en el trabajo del grupo el proceso de subjetivación de algunos participantes.
Presentación del grupo
En este tipo de grupos se reúne generalmente a una
docena de personas. No guardan entre ellas relaciones de
97
parentesco, amistosas o jerárquicas; no son seleccionadas
mediante una entrevista previa. Las sesiones se escalonan en tres, cuatro o seis días, a razón de cuatro sesiones
de una hora y cuarto por día: dos en la mañana y dos en la
tarde. Una pausa de media hora separa las dos sesiones
de cada media jornada. Los participantes se reúnen en la
misma sala, a lm; horas convenidas; están sentados frente
a frente, por lo general dispuestos en círculo, ya sea porque los sitios están determinados así, ya porque ellos mismos los colocan en esa forma. 1
Las cinco primeras seswnes
En este grupo, de dieciséis sesiones repartidas en cua-
tro días, se habían inscripto diez participantes. Lo conducíamos dos psicoanalistas: Sopbie y yo.
Primera sesión: equívoco, desorientaci6n, pérdida
cÍ2 las referencias: estar <<{r.u!ra cÍ2 si»
Cuando llegan a la primera sesión, estos diez participantes son diez desconocidos para nosotros y para ellos
mismos. Algunos están ya aguardando ante la puerta de
la sala cuando llegamos pma abrirla; otros arnbanin cuando estemos instalados en nuestros lugares, silenciosos, esperando por unos instantes a los retrasados. Nueve de
ellos están presentes cuando Sophie y yo tomamos la palabra: los recibimos, les recordamos que han solicitado
inscribirse en este grnpo, describimos los elementos constantes del dispositivo: lugar, horario, duración de las sesiones. Luego les presentamos las reglas que organizan
nuestro trabajo: son invitados a decir aquí, pero sólo a de1 En otros dispositiva.9 espaciales que he utilizado, los participantes
y el analista se c:.oloc::an en círculo pero de espaldas, sin verse. Al quedar provisoriamente suspendidos los apuntalamientos viauales. se
movilizan intensalllente otros prOClesas perceptivos (audición, olfacción, sensibilidad térmica.. . ). Cf. Kaes, 1994a.
98
cir, lo que les venga a la ment.e, como se les presente, sin
crítica ni restricción. En correlación con esto, los analistas
sólo estable<:erán con ellos relaciones de palabra, únicamente en las sesiones. Estos dos enunciados constituyen
la regla fundamental y la regla de abstinencia. Son las dos
reglas indispensables, a las cuales se agregan dos recomendaciones, una de discreción, la otra de <<restitución»:
por la primera, los participantes son invitados a guardar
discreción, fuera del grupo. respecto de las personas que
han conocido en él; por la segunda, se les propone que reintegren en sesión lo que hayan podido decirse entre ellos
fuera de las sesiones, durante las pausas.
Un largo silencio sigue al enunciado de las reglas y recomendaciones. Es interrumpido por Jacques, quien pide
que se haga «Wl.a ronda de nombres para saber a quién se
dirige uno, qUién habla a quién»; necesita estas ..referencias .. [rep1:~:res] para continuar. 2 Marc dice de sí misma:
..Me llaman Mare», y luego permanece silencioso hasta
pT'Omediar la sesión.3
El pedido de Jacques queda en suspenso durante cierto
tiempo. Sylvie habla de una experiencia extraña que ha
terudo al comienzo de la sesión, antes de que Sophie se
presentara como ro-analista del grupo. Sylvie habla de su
«eqWvoeo»: se preguntó quién sería Saphie y dudó entre
dos mujeres a quienes, sei\alándolas, les pide que digan
2 Esta propuesta es frecuente en la primera sesión: se sugiere ..una
ronda de intervenciones.., se solicitan presentaciones; es un recurso
clásico para crear un protector antiestímulo que resguarde de lo desconocido y su carácter inquiei;;l.nte. Jacques utiliza una e:icpresión
inhabitual cuando insiste sobre los nocobres de pila, y mi atención se
detieoe momentáneamente en esto; se ve .movilizada por el hecho de
que su propuesta de q¡;abe.f quién habla a quién» entra Ein reSQnancia
a&Oci.ativa con la preocupación que me acompaful. en esta época y que
experimento al acudir a este grupo: ¿eólno funciona el prot:eso asociativo? Sorprendido por la fórmula de Jaeques, admito que él no sabe
nada de mi interés por esta cuestión, pero DO excluyo que, cuando Íot"mulé la. regla fundamental, algunas entonaciones hayan podido dajar
tnslucil' UD signo apenas ~ible, salvo par&. él,. de iW investiduni.;
aunque la hipótesis es plausible, la pregunta subsiste: ¿por qué él?
3
Ea el relato de est.e grupo, todos los nombr-es fueron cambiados salvo el de Man; por razones que luego se verán con más claridad.
99
su nombre. Michele lo da gustosament.e; Solange, con reticencia.
Aprovechando la ocasión, J acques sugiere que se continúe la qonda de nombres,,, pero no es acompañado. Varios participantes están más bien movilizados por el
..equívoco» de Sylvie, dicen haberse hecho la misma pregunta en silencio al comienzo de la sesión. Ahora saben y.
como Sylvie, se han tranquilizado. Me int.errogo sobre por
qué la pregunt.a de Sylvie les importa a otros, por qué era
tan ~nte identificar a la mujer en la pareja de los analistas, y para tranquilizarse de qué. Supongo que se trata
de una identificación en urgencia, pero, ¿contra qué peligro?, y ¿es el mismo para las mujeres y para los hombres?
Me pregunto también qué está denotando Sylvie al hablar
de su equívoco, y qué efecto pt'Oduce este en Sophie. Es
notable que el grnpo haya comenzado con un movimiento
transferencial («tomar a alguien por otro») tan fuerte, pero por el momento nada me lo aclara, y el silencio que se
instala está probablemente ocupado en su totalidad por la
represión de este fugitivo y peligroso reconocimiento en
Sylvie de un movimiento de transferencia sobre Sophie.
Más tarde comprenderemos que, desde los primeros momentos de est.e grupo, los participant.es quedaron atrapados en una alianza inconsciente transferencia! y resistencial, cuyo sentido se desplegará. luego.
El silencio es interrumpido por Marc: sient.e, dice, un
vago malestar, ya no puede pensar, hilar dos ideas; tiene
la cabeza vacía. Boris expresa el mismo sentimiento: ya
no sabe muy bien dónde está, ni quién es. Uno y otro concuerdan con una fórmula de Jacques, retomada y completada por Marc: perdieron sus <IY'eferencia&>, están .._fuera
de sí». Este malestar es compartido por Sylvie y Anne-Marie, luego por Solange y Michele. Una secuencia asociativa bastante larga insiste sobre la confusión, la pérdida de
referencias, diversas experiencias de equívoco.
Noto, sin expresarla, la polisemía de la expresión o.estar fuera de sí-.: señala una desorientación del yo, pero ~­
presa también la cólera experÍlllentada en esta desorganización caótica. Esta irrupción bastante intempestiva de
Wl malestar perdurará hasta el final_ de la sesión. La re-
100
presentación que tengo en ese momento es que, efectivamente, los particípantes han perdido sus «referencias
identificatorias» y que se esfuerzan por reencontrarlas;
estoy atento a la violencia de la expresión del malestar de
Marc y de Boris, a la intensidad de la transferencia de Sylvie sobre Sophie.
Durante la pausa, también Sophie me habla de sumalestar ante la angustia de los participantes y de las transferencias masivas de que ella es objeto, principalmente
por las mujeres. Me refiere su temor de no estar "'ª la altura» y cuenta conmigo para hacer frente a esto. Nos hacemos el relato de la sesión, esperan.do encontrar un hilo
conductor a través de esta actividad narrativa
Segunda sesión: el dobu y la movilización
de una fantos!a ck escena primitiua uinlenta
Al inicio de la sesión, Solange repite su nombre: «Esta
vez voluntariamente», aclara dirigiéndose a Sylvie. Y de
inmediato agrega que se sintió intrigada, incómoda e
incluso bastante angustiada por el hecho de que Sylvie la
tomara por Sophie. Se preguntó qué parte podía corres·
ponderle en este equívoco. Sylvie le responde, de un modo
bastant.e enigmático, que tal vez entre Sophie y Solange
hay algo más que la primera sílaba de sus nombres.
Solange retoma la idea de equívoco para hablar de su
expectativa respecto de este grupo: dice que se ha inscripto para aprender a "'hablar bien», es decir, a expresarse
con fluidez, lo cual le es necesario para ejercer su profesión; pero acaba de darse cuenta de que quizá no es por el
uhablar bien» que está aquí en este momento. Está aquí
para encontrar las pe.labras que necesita para decir lo que
siente, pe.labras para nombrar lo que la hace sufrir, un
..paquete por deshace~ del que nada puede decir, decirse a
sí misma. Este descubrimiento le vino a la mente cuando
Marc dijo que estaba ..fuera de sí», frase que ella tradujo:
al lado de él mismo como si tuviera un doble. Y est.o la había impactado retroactiva.mente por haber sido objeto de
un eql.Úvoco cuando Sylvie imaginó que ella podía ser So-
101
·¡;.
·.- ··
phie, en ciert.o modo su doble. Esto la angustió. Alguíen le
dijo que ella no escuchó lo que Sylvie le sugirió sobre la
inicial común de sus nombres, pero varios ya no se acuerdan de eso y el grupo está nueva.ro.ente en la confusión.
Solange dice que este equívoco la llevó a sentir cierta
decepción con respecto al grupo. Sylvie insinúa: ..¿Una decepción por no ser realmente Sophie?». Solange responde,
con voz débil y en un tono defensivamente desafectado,
que le hubiera gustado mucho ser Sophie, pero enseguida
se recompone y dice, con voz más erüática, que ha decidido
permanecer en este grupo pese a esa decepción: ocurre
algo diferente de lo que esperaba y se ha sorprendido. Le
interesó mucho lo que ocurrió entre Marc y Boris, su forma de devolverse la pelota y de decirse mutuamente lo
que sentían, que habían perdido sus referencias: como
ellos, tampoco sabía ya dónde estaba.
Por este rasgo común que tiene con ellos, Solange identifica muy rápidamente la relación Marc/Boris como una
relación de doble: ella misma está captada en una relación
de este tipo con Michele y con Sophie. Est.o es sin duda lo
que Sylvie quiso hacerle entender. Sylvie colocó de pronto
a Solange ante su identificación con Sophie. Supongo que
está angustiada por haberse visto confrontada de manera
directa con lo que representa para ella esta relación de doble: fue al mismo tiempo convocada en sus identificaciones homosexuales con el semejante (la hermana) y con la
imago materna de su deseo edípico idealizado, «fuera de
sf,., a una distancia que la angustia, y probablemente en
una distribución con rivales que la privan de eso. Como es
obvio, yo no transformo este pensamiento en una interpretación: seria sólo una interpretación individual que t.odavía no sé articular con el proceso grupal. Por otra parte,
tendría por efecto detener el proceso que se está desarro-
llando.
La manera en que Solange inventa una salida para
sustraerse a su breve abatimiento depresivo c.onfinna que
era conveniente esperar. En un nuevo y brusco cainbio de
tono y de tema, ella comienza a criticar con énfasís lo que
llama nuestro .-recibimient0»: esperaba que hiciéramos
las presentaciones y no respondimos al pedido de J acques.
102
Hubiera deseado una verdadera coordinación y nosotros
somos demasiado pasivos. Sabe perfectamente que lo que
no ha obtenido le pennitió descubrir otra cosa, pero sigue
esperando «Verdaderos coordinadores». Algunos participantes le piden que aclare su expectativa, pero ella no
puede (o no quiere) decir nada más.
La critica de Solange tiene tanto más alcance en la medida en que enuncia en voz alta reproche.s que los otros no
formulan en ese moment.o, peI1) que ~nocerán IIlÁs tarde
como propios. Solange y el grupo entero quedan en silencio,
tal vez bajo el efecto de la angustia ante la posibilidad de
que la crítica de ella desencadene en nosotros el abandono
del grupo. El afecto de cólera y el temor a ser abandonados
se transforma en agresión contra Solange: ella habla demasiado, invade al grupo, critica todo...
Señalo este desplazamiento: Solange es atacada. porque devela sentimientos hostiles hacia nosotros. Mi interpretación alcanza su objetivo, pues desencadena nuevos
reproches contra nosotros: «Ustedes están en silencio y
abandonan al gnipo», fón:nu1a de la angustia de abandono. Se nos dirigen nuevos reproches en los que, llamativament.e, no participan Marc, ni Sylvie, ni Solange. Las críticas conciernen a la disposición de la sala (¡a todo lo largo?), al color de la alfombra (¡es roja, agresiva, sucia!), al
apilamiento desordenado de mesas y sillas aque dan a la
hahita.cí.ón (chambre] el aspecto de un campo [champ] de
batalla,,. Michele tiene la impresión de que no sólo hay
.-un gran desorden, sino que este aflora por todos lados ...
hay demasiada gente aquí... hubíera debido restringirse
la cantidad de participantes-. Sophie destaca el poder de
vida y muerte que se nos atribuye.
La representación de la sala {salle] (sucia [sale]) como
«habitación de batalla» debe relacionarse con la fantasía
de que hemos abandonado al grupo: lo hemos desat.endido
para hacer niños, demasiados niños. Yo no señalo ni int.erpreto el lapsus porque el ponerlo de relieve aumentaría la
persecución, estimularía probablemente las defensas contra una evocación demasiado directa de la fantasía subyacente, todavía muy reprimida, y sobrecargaría la vía interpretativa abierta por Soplúe.
103
EJ trabajo prosigue de tma manera muy interesante,
puesto que el deslizamiento de sentido de la saJa a la habitación es descubierto por los propios participantes. Traerá
consigo dos efectos opuestos: para unos CMarc. Boris. Anne-Marie), el lapsus agrega a las vivencias de confusión la
angustia de la violencia y de la muerte. Para otros, por el
contrario, abre la vía a un juego con las paJabras, con las
investiduras de placer y de vida. Jacques (que busca ligar
las representaciones y establecer lazos con los otros)
transforma la fórmula de la pérdida de referencias (reperes] en «también perdíroos nuestros refugios lrepaires]».
Esta referencia a un espacio de protección hace volver en
la cadena asociativa la representación de estar ..fuera de
sí». Me pregunto si e.sos afectos de violencia, desorientación y cólera no estaban alú desde los primeros momentos
del grupo. Mi sentimiento es que comienzan a ligarse entre ellos. Me parece entonces posible hacerles notar que
ciertas palabras utilizadas desde la primera sesión son
ahora reto!Iladas con significaciones nuevas: pérdida de
referencias y angustia de abandono (refugio); estar .,fuera
de sí~, que condensa la confusión y la cólera contra nosotros; habitación transformada en campo de batalla.
Mi intervención fue posibilitada por los efectos de la interpretación de Sophie acerca del poder de vida y muerte
que el grupo nos atribuye. Pero no llegaré a decir que su
cólem es la de niños excluidos de la habitación de batalla
donde se ha refugiado la pareja de los «padres..., y su oonfusión, la de verse confrontados con el caos de su apareamiento prolífico. Pienso que el afedo actual es todavía el
de estar .fuera de sí».
La interpretación de Sophie y mi intervención tendrán
otros efectos: volviendo sobre lo que Solange declaró acer~
ca de su expectativa sobre el grupo, varios participantes
dirán por qué se inscribieron en él. Sylvie se limitará a dar
una información: una de sus amigas pazticipó en un grupo
con Sophie (de allí, aclara, su preocupación urgente por
saber quién era Sophie).4 Tras hacer notar que falta un
4
Esto no aclara por qué esa preocupación era urgente también para
otros participa.nt:.es.
104
cuarto de hora para el final de la sesión, Marc dirá que
vino a hacer este grupo corunigo. que se inseribió -sobre
mi nombre [sur mon nom] .. ,• 10 cual provoca risas y preguntas. La fórmula sorprende, como sorprendió la presentación que hizo de sí mismo, pero Marc no la comenta.
El final de la sesión estará ocupado en su t.otalidad por
un juego sobre el significante repere, repaire, re-pere, re·
paire (referencia, refugio, re-padre, re-par] (¿Sophie y
yo?). La sesión se detiene en el momento en que :Marc observa que la serie de loe ..re» denota una repetición. como
en re-padre. Se pregunta si lo mismo vale pera mi nombre
(Re-né [re-nacido})_
Durante esta sesión se movilizó una fantasía de escena
originaria de la que destacaremos su función de organizador inconsciente de la realidad psíquica y de los vínculos
de grupo. En el espacio intrapsíquic:o, esta fantasía es la
escena de una acción, con protagonistas intenios y emplazamientos subjetivos correspondientes. En el espacio grupal. esta fantasía aporta una representación y un lugar de
origen de los participant.es en el grupo: una habitación de
batalla. figuración de la violencia originaria fundadora en
la que se aupone que «Soplúe» y ~~ los hemos concebido
y en la que ellos se sienten todavía inmersos, desoriente.dos, confundidos, con pérdida de referencias, paralizados
de cólera.
En la pausa, durante el almuerzo, Sophie y yo hablamos poco del grupo: volvemoe sobre nuestras intervenciones, sobre las que esbozamos en sesión, sobre los pensamientos que nos vinieron a la mente.. Hablamos de algunos participantes, de Marc («inscripto sobre mi nombre.
pero perdido entre sus re-padres~), de Sylvie (su equívoco
• La traducción literal de esta expresi6n aJ castellano la haoe más
Gorprendtmte a6n de lo que resulta e.o francés, puesto que lit preposición aur se utiliza -regtilarmente para el verbo ~rire, como eu ol caso
e.u que alguien i.m>cribe su nombre o el nombre de ot;,ro ..sLtno UDa lista
o un registro. De CWllquier manera, la f6rm.ula original e.s not.able por
1e. variedad de significaciones que se le pueden atribuir, desde la más
evidente, de bonadure. del n.omhni del analista, hasta las otn.s, que el
autor señala a lo largo del texto, de afili81'8e a él, tomar su nombre,
volverse 611 hijo. f.N_ &e lo. T.)
105
[m.éprise] y su dominio [emprise] sobre Solange), de Solange (dividida entre hablar de ella misma, por ella misma y por otros). Hablamos también de nuestras vacaciones, de accidentes ocurridos a personas cercanas, de la dificultad de escribir la clínica de las curas psicoanalíticas,
de un filme que planeamos ir a ver esa noche. Después del
almuerzo, me retiro para tomar notas y dejarme llevar en
soledad a mis asociaciones.
'.Iercera seswn: la enigmática confesi.ón de Marc
Al iniciarse la sesión, Marc declara que se siente obligado a confesar ante el oorrjunt.o del grupo un «acontecimiento que lo marcó mucho» y del cual habló a algunos
participantes durante la pausa. Obedece así, aclara, a la
«regla» de restitución que yo había formulado. El acontecimiento «mareante.. es el impacto traumático que sufrió en
un gnipo similar a este. Evoca entonces, de manera confusa, vaga y elíptica, una «intapretación» salvaje que le habria hecho el psicoanalista que conducía ese grupo, un
cuarto de lwra ant.es del final. de la última sesión. Esta interpretación habría sido para él como un golpe en la cabe-za que lo dejó atunlido y desorientado, y del que apenas se
está reponiendo.
Esta «confesión» nos sorprende y deja atónitos a los
participantes; quieren (como nosotros) saber más: por
qué, cómo, qué se le dijo, etc. Pero Mare se calla, no responde a ninguna de las preguntas que se le formulan y, como es obvio, nosotros no lo interrogamos. Repetirá su
«e0nfesión», .insistiendo sobre «la marea recibida», el acontecimiento «mareante», que lo «marcó», el ..cuarto de hora
antes del final», Noto la insistencia de los significantes
4'1Dal'Ca» y ..último cuarto de hora», la violencia del afecto
transmitido por su voz, la imposibilidad (¿o el rehusamiento?) de comunicar una representación del contenido
de la interpretación incriminada. El término ..confesión»
supone un sentimiento o un acto por mucho tiempo rese!"vado, sin duda un sentimient.o o un acto culpable, que se
debe mantener ocult.o.
106
Marc precisa que eligió a los dos psicoanalistas de este
grupo .. porque espera que con ellos va a poder salir de est0». 'Ibdos entendemos que su presencia en este grupo está
sostenida por un pedido manifiesto de reparación y que
este pedido está particularmente dirigido a mí. Recuerdo
que al final de la sesión anterior, al hacer notar que faltaba un cuarto de hora para que terminara, Marc declaró
que vino a hacer este grupo «sobre mi nombre», sin más
precisión pese a las preguntas que se le plantearon en ese
momento. Sabemos que en mi nombre de pila él señala
una repetición, la de un renaci.mient.o, y por lo tanto la de
una muerte atravesada o negada. Tengo la hipótesis de
que su nombre de pila, el mío y mi apellido son para él significantes cruciales de un drama que él revive en la transferencia. Mis asociaciones me conducen a la fórmula que
utilizó al presentarse: ..Me llaman Marc... Supongo que
una fantasía inconsciente quedó fijada en esta escena
traumática y se reactivó en el último cuarto de hora de la
última sesión.
De esta escena sólo ha quedado activo el afecto violento. Si prestamos atención a lo que Marc está no sólo diciendo sino haciendo <:on su decir, comprenderemos que
busca hacer experirrum.tar a los otros, y en particular a Sophle y a mf, lo que él mismo experimenta repetitivam.ente.
Busca transmitir su afecto suscitando una identificación
afectiva en los otros.
Al escuchar a Marc en el silencio de perplejidad y estupor que sigue a su ..confesión•, me pregunto de qué podría
él ser culpable: ¿de su fantasía de violencia, del goce experimentado al recibir ese acontecimiento «mareante»? Debemos esperar la continuación. Por el moment.o, me formulo la hipótesis de que ni antes -¿pero cuándo?- ui
ahora Marc ha tenido a su disposición las representaciones de palabra que faltaron a su excitación y a la simbolización de lo que pudo estar en juego para él en ese .-acontecimiento mareante». Este sólo adquiere todo su peso de
la fantasía que Marc actualiza y sin saberlo realiza, cumpliendo «fuera de él» su destino, cuyos hilos vi.ene aquí a
enlazar de nuevo, «sobre mi nombre». Pero debo esperar a
que lo transmitido por vía del afecto, para ser experimen107
tado, pueda primero facilita:rse un camino en las asociaciones de los participantes, antes de que Sophie o yo tengamos algo que decir para desanudar el enigma analizando la transferencia.
Después del silencio que siguió a la declaración de :Ma.rc,
Boris retoma la palabra para expresar nuevamente el malestar de hallarse desorientado, de haber perdido sus referencias, de no poder pensar más. La dificultad de pensar
es, sin duda, uno de los efectos inconscientes busca.dos por
Marc: es expresado por Boris y experimentado por la mayoría de los participantes. El grupo entero está ligándose
en la repetición de los afectos de cólera y en la angustia de
la desorientación.
Me parece que seria útil puntuar mediante una interpretación el enlace entre esta dificultad, la interrupción
del proceso asociativo, y su anclaje en la transferencia.
Advierto que cuento con Sophie para hacer esta interpretación: me siento demasiado cargado por la transferencia
de Marc sobre mí. Pienso que en aquel momento temía repetir el ..golpe en la cabeza,,, a no ser que me abstuviera
de asestárselo en un movimiento contratransferencial de
agresividad hacia él. Mas Sophie no interviene, no siente
la urgencia. Yo la siento, y me molesto con ella por dejarme en la obligación de enfrentar est.o, sin encontrar la mejor vía para liberanne. Al mismo tiempo, no puedo dejar
sin palabras, sin representación de palabra hablada, el
efecto traumático de la confesión violenta de ~re.
Intervengo entonces para destacar que Jo que ahora se
repite, tras la confesión de Mace, es un sentüniento ya expresado de pérdida de las referencias. Marc evocó un impacto, algo que ocurrió en otro lado--en un grupo como
este-, y habló de ello de manera fuerte y alusiva, lo que
suscita quizás el temor de que ese mismo algo se reprodw:ca aquí en este grupo. Cada uno reacciona a e.se algo
con emociones que le son propias y que tal vez lo ponen en
contacto con algo que está ...fuera de sí». Pero, al parecer,
también estas emociones, estas angustias y el sentimiento de perder las referencias son comunes y compartidos
por el conjunto del gru.po. Poder decir qué son este malestar y esta desorientación oonstituye un problema para ca-
108
da uno; ¿tal vez e) temor a recibir interpretaciones ..salvajes» --como dice Marc haber recibido in e:rtremis su golpe
en la cabeza- impide hablar?
El efecto inmediato de mi intervención es un sílencio
que se prolonga hasta el final de la sesión,. no un cuarto de
hora, sino unos minutos.
Durante Ja pausa. Sophie y yo hablamos de la emoción
- a decir verdad, el estupor- que provocó en nosotros la
confesión de Marc, como si tuviéramos que defendernos
contra la alegación de realidad que sugería, y que nos confronta, a cada. uno en su versión, con nuestros movimientos de violencia hacia los participantes, con la fantasía de
que podríamos ser salvajes en este grupo de salvajes. Hablamos de mi expectativa de una intervención de Sophie,
de su silencio colmado del enigma de Mare, del análisis
que hice de mi contratransferencia y de la interpretación
que le siguió, del alivio que mi intervención produjo en
ella, y t.al vez en el grupo, pese al silencio.
Sigo interrogándome por lo que se repite con insistencia y por este dominio que «la confesión .. ejerce de Man: sobre todo el grupo y sobre nosotros. E1 efecto de esta confesión, la huella afectiva que reaviva en los participantes.
confiere claramente una dimensión grupal al relato de ese
..acontecimiento...
Cuarta sesión.: Solange, porta-palabra
La sesión, muy silenciosa, me parece pesada y caótica
Me siento desalentado y no consigo dejar que se formen
asociaciones ni mantener una atención ""Pareja .. o suficientemente flotante. Un trabajo de represión o de borradura de lo que se dice se efectúa sin que yo lo sepa, y
Sophie comprobará que tampoco ella recuerda con mayor
ex.actitud lo que se dice durante esta sesión.
Luego, de nuevo algo se repite: Solange declara a su
vez, alrededor de un cuarto de hora antes del final de la
sesión, que se siente obligada a hablar en ese momento,
que no puede diferir por más tiempo el hacen;e «porta-palabra» de lo que le ha confiado Anne-Marie durante la
109
pausa: su hija está hospitalizada desde hace WlOS días para un examen que debería confirmar o desestimar un
diagnóstico de cáncer. Este acontecimiento las conmocionó a ambas, madre e hija, hasta el punto de que la participación de Anne-Marie en este grupo fue puesta en duda.
Después de hablar de esto con los médicos, y tras asegurarse de que la joven enferma estaría en buenas manos,
decidieron de común acuerdo que Anne-Marie viniera a
este grupo, para el que se inscribió hace largo tiempo y del
que espera mucho.
El relato que Solange hace por Anne-Marie no es lineal. Aquella est.á. invadida por una fuerte emoción, pues
mientras portaba la palabra de otra recordó de pronto una
amenaza que su propia tnadre había proferido hacia ella:
la joven Solange contraerla cáncer si seguía fu.mando en
forma tan desmedida. Por entonces, ella tenía máa o menos la misma edad que la hija de Anne-Marie. Había olvidado esta amenaza, hasta este día.
Anne-Marie, también ella muy emocionada, agradece
a Sola.nge haber hablado en su lugar, como se lo había pedido. Anne-Marie y Solange lloran, las lágrimas asoman a
loa ojos de Jacques. Solange dirá que puede comprender la
carga de la que Anne-Marie tenía que aliviarse: también
ella se siente aliviada. Anne-Marie dice hasta qué punto
se sentía culpable de desear venir aquí, y cómo su hija, al
consentir que se ausentara, la ha disculpado. Pero, ¿quién
creería en esta disculpa? Anne-Marie declara que es posible que se vea obligada a ausentarse si el estado de su hija
llega a agravarse.
Duran te esta secuencia., Solange y Anne-Marie dirigen
su mirada a Sophie, pero ni una ni otra le hablan. Las asociaciones que preceden al final de la sesión versan sobre el
peso determinante de ciertas palabras de los padres dirigidas a sus hijos: se evocan sobre todo los efectos devastadores, a veces salvadores, de las palabras de madres di-
chas a las hijas.
El final de esta sesión aclara retrospectivamente el
malestar del comienzo, sin duda el de la primera sesión, y
tal vez también las frecuentes rupturas en el proceso asociativo. Acaso fue necesaria una nueva «confesión,._ fuera
110
de sesión y el cumplimiento in extremis de la misión del
porta-palabra para que se nos evidencie hasta qué punto
están movilizadas en este grupo angustias de muerte: lo
demuestra la significativa repetición de la confesión del
«últiJno cuarto de hora... Pero no hemos terminado con este significante.
La quinta sesí.ón: el sr.ueño de Michele
La sesión del día siguiente se destaca por el relato de
un sueño que Michele tuvo la noche anterior: ella «hacía el
amor, en una habitación muy desordenada. con el padre
de Man:, o tal vez con el mío; ambos tenían el cabello entrecano». Conmocionada por su propio relato, Michele
agrega que no sabe muy bien lo que está diciendo (risas,
salvo Marc).
Cada elemento del sueño es el punto de partida de varias series asociativas. Una primera serie se organiza a
partir de la incertidumbre sobre la identidad del padre
(¿el de Marc o el de Michele?) y sobre el rasgo común entre
ambos (el cabello entrecano). Las asociaciones se detienen
cuando el reconocimiento de la apuesta transferencia! sobre mí es inminente (el mismo cabello entrecano que los
«padres del sueñ0oo) y cuando la figuración del deseo incestuoso respecto del padre deviene demasiado perturbadora. 'Ibdavía es muy pronto para interpretar las resistencias. Marc está silencioso e incómodo cuando se evoca el
lugar de su padre en el sueño de Michele.
La segunda serie asociativa tiene como punto de partida la «habitación muy desordenada». Esta escena es en el
sueño de Michele la figuración de un resto diurno: el desorden amoroso mencionado el día anterior, la proliferación de be~ y la mancha de sangre alucinada en la al·
fombra de la habitación de batalla. Marc participa activamente en las asociaciones «casando,. pa.J'1tias cuyas relaciones espía. Dota de una mujer a los hombres sobre los
que traslada su conflicto defensivo. A Sophie y a mí nos
..ve» atentos el uno al otro, formando una pareja armoniosa . ..Casa~ a Sylvie y J acq ues, también, según él, perfecta.-
111
ment.e complementarios. Verá en Jacques una especie de
hijo. un hijo que él imagina en conflicto con un padre
lejano. sapiente, amenazante y atractivo, cuya fue~ e
int.eligencia de las -cosas de la vida» admira. Varios parlicipant.es evocan Wl filme5 cuyo t.ema principal es un accidente de automóvil y una amnesia trawnática.
La tercera serie asociativa se instaura a partir de la
idea de la catástrofe y del accidente . Se evocan varios
acont.ecimientos traumáticos: la muerte brntal y precoz
de un padre, la desaparición en la montaña de un amigo
muy querido, la parálisis de una madre a consecuencia de
un accident.e automovilístico.
Un cuart.o hilo asociativo se origina en la reínvestidura
libidinal suscitada por esta evocación de la muerte. Se
anuda al motivo central del sueoo: ..¿Pueden los participantes hacer el amor sin transgredir la prohibición del incesto, o bien la regla de abstinencia es aplicable únicament.e a las relaciones entre los psicoanalistas y los participantes?1>.
El sueño de Michele confrontó a "Marc con una escena
incestuosa en la cual su padre figura como actor. Hemos
notado cómo se defiende él de esto. "casando» a algunas
parejas. Al hacer de J a.cques su hijo, aclara la posición que
ocupa en la fantasía de seducción del hijo por el padre, y la
defensa que instala contra esta fantasía. Esta seducción
amenazant.e encubre una escena de violencia que va a estallar cuando Jacques proteste contra esa filiación impuesta. Marc agrede a Jacques amenazándolo con interpretarle sus resistencias a escuchar lo que él le dice: ¡que
lo ama como a un hijo!
Señalo inm.ediatament.e la repetición de la amenaza de
interpretación «salvaje» y la reiteración en la transferencia de una configuración vincu1ar padre-hijo en la que es·
tamos implicados Jacques, Marc. Boris, el «psicoanalista
.salvaje» y yo. Dejo en claro que estas apuestas de deseo,
seducción y amena:z.a deben situarse, además, en relación
con las resonancias incestuosas (bija-padre) aportadas
por el relato del sueño de Mich~le. Amar a un hombre co15
Les CM9eB ~ la, víe, de C. Saute~
112
mo a un hijo, ¿es amarlo como un padre ama a su hijo o un
hijo a su padre, o como un compañero sexual?
¿Cómo comprender que Michele integre a Marcen su
sueño figurando a su padre como objeto del desplazamiento de su deseo incestuoso? Mich~le sueña para ella misma
y para una parte desconocida de ella misma, da forma de
representación onírica a su propio deseo. Su sueño está fabricado con lo que toma de los contenidos psíquicos que se
formaron el día anterior en el grupo. El sueño de Michele
es también una interpretación de lo que percibió inconscientemente sobre las fantasías en juego en «el acontecimiento» traumático relatado por Marc y sobre los conflictos psicosexuales inconscientes de este. Estas fantasías le
involucran, puesto que se trata de su fantasía de seducción incestuosa por parte del padre.
Tendré ocasión de retomar el análisis del sueño de Mi·
ch.ele, pero quisiera destacar desde ahora que este suedo
se produce en la matriz onírica del grupo y para un conjunto de destinatarios: se dirige a Marc por lo que este representa para ella y para mí, presente-oculto en el sueño.
Se dirige a mí por lo que represento para ella y para Marc.
Se dirige también a Sophie, por lo que representa para
ella y para mí.
A partir del sueño de MichMe se produce una transformación en el núcleo de la fantasía organizadora del grupo.
A la fantasía de represalias cootra la interpretación «salvaje» que Maro habría recibido se asocian las de seducción, fustigación y escena originaria. Nos acercamos al
sentido que el acontecimiento «mareante» adquirió para
Marc, pero este sentido sólo podrá develarse progresivamente en la transferencia y en el proceso asociativo del
grupo, cuando los síntomas comunes y compartidos se hayan repetido lo suficiente.
El trabajo sobre cl significante "'último cuarto
de hora»
Durante las sesiones que siguen. el significante «Wtimo cuarto de hora" se va a instalar como "síntoma sosteni113
do desde varios lados», en cada uno y en el grupo. Algunas
sesiones se inauguran o concluyen con un silencio de un
cuarlo de hora; un cuarto de hora ant.es del final de la última sesión de la terrera jornada se anuncia una futura ausencia.
Interpreto la asociación ausencia-silencio-muerte y
..último cuarto de hora» pwitualizando nuevamente la repetición y la relación que tiene, a mi parecer, oon el aoontecimiento ..mareante,. de Marc. Mi intervención relanza
el proceso asociativo. Se evoca el fin del mundo. Boris se
entrega a un complicado cálculo obsesivo sobre el cuarto
de hora de más que tiene la sesión de grupo en relación
con la unidad horaria (una hora y cuarto), y el cu.arlo de
hora de menos que corresponde a la duración de una sesión de cura (tres cuartos de hora). Michele retoma su sueilo para evocar el ..buen cuarto de hora,. del orgasmo y para preguntar, con falsa ingenuidad. qué son este de más y
este de menos, y a quién hacen gozar más: ¿al hombre o a
la mujer? Jacques asocia sobre el significante «último
cuarto de hora .. y sobre la muerte que introduce tanto en
la separación como en la oonfusión.
Las sesiones sucesivas estarán centradas en el análisis
de las relaciones de sexo y de generación tal como se anudaron en el grupo a través de las transferencias. Marc
comprenderá entonces lo que había sido traumático para
él en el grupo anterior: confrontado con su fantasía de seducción por el padre, había temido su realización en su
transferencia sobre el analista y al mismo tiempo la había
oonsumado in. e:xtremis acusándolo de una interpretación
salvaje.
Perspectivas de análisis
Como lo he anunciado, proseguiré el análisis de este
grupo en los próximos capítulos. Sin embargo, quisiera
abrir algunas perspectivas acerca de mi concepción de su
realidad psíquica.
114
La fant:asía organizadora psíq_uica inconsciente
delgnLpo
La realidad psíquica del grupo y el proceso grupal están estructurados por un esquema organizador inconsciente (figura 4.1) cuya fórmula es aquí la fantasía: «Un
progenitor amenaza/repara a un/a hijo/a,,._ Este organizador sostiene las identificaciones y el vínculo entre todos
los sujetos del grupo: es la representación actual de un
acontecimiento traumático «mareante>-, sin duda originario, fuera del tiempo, fuera del pensamiento y fuera de la
palabra, inaccesible a cada uno directamente.
P•------~·-'"'-e~-•-"•
0
------büo
,._....... 11as..1o.na.,
r .....,iadelltan:
Figura 4.1. EstrW!tura genérica ck la fantasía organizadora. del
grupo.
Este organizador fantasmático corresponde a lo que
denomino ..grupo interno»: su estructura define posiciones correlativas, complementarias y reversibles del sujeto, del objeto y de la acción. Su fórmula genérica es la de
una frase: Sujeto - Wrbo - Complemento <k objeto. El
sujeto (progenitor) y el complemento (hijo/a) pueden permutar y el verbo puede ser activo o pasivo: amenazar-ser
am.enazado. Este grupo interno funciona como un esquema organizador del acoplamiento de las psiques en el grupo, como un.a estructura de convocación y de emplazamientos psíquicos. La fórmula del organizador principal
de este grupo se despliega en veinte enunciados teórica.mente posibles. Algunos enunciados no se actualizan
en el grupo, otros se actualizan para diferentes sujetos al
115
mismo tiempo o en tiempos diferentes, varios pueden actualizarse sucesivamente para un mismo sujet.o.
La fantasía organizadora es un atractor de libretos
fantasmáticos y de emplazamientos suhjetivos
La fantasía funciona como un esquema organizador
del acoplamient.o de las psiques en el grupo. Cada sujeto
miembro del grupo es parte activa de este organizador según la versión singular de su fantasía personal. La fantasía «Un progenitor amenaza/repara a un/a hijo/a» es un
atractor de libretos fantasmáticos y de emplazamient.os
subjetivos. Su efecto es construir la consistencia psíquica
del grupo, pero su funnación está precedida por movilizaciones fantasmáticas que convergen y se organizan progresivament.é.
Recordemos que durante la primera sesión el «equívoOO» de Sylvie creó la confusión; se reveló el afecto asociado
a esa tnmaferencia masiva, se produjeron identificaciones
por el afecto, activando libret.os fantasmáticos cuyos derivados se manifestaron en los síntomas compartidos y oomlllles de ..pérdida de las referencias», de estar .fuera de
sí.., pero la fuente de esos afectos pennaneció inconsciente. He notado que para Sylvie, como para Marc y AnneMarie, se instaló una estimulación f antasmática desde
antes de la primera sesión, se atribuyó anticipadamente
lugares imaginarios a varios miembros del grupo, en particular a los analistas.
La fórmula que reuniría esos movimientos psíquicos
caóticos podría ser: .Se busca un origen», pero diferentes
versiones declinaron esta fórmula (¿quién es Sophie?, ¿a
quién se dirige uno en este grupo?) sin que se instalara
una fantasía organizadora. Nos encontramos más bien
ante estados afectivos y movi.m.ientos identificatorios in~
estables. La pregunta que Sylvie se planteaba acerca de
Sophie y la confusión de pensa.núento que experimentaban Marc, Boris, Sylvie, Solange, Michele y Anne-Marie
estaban, sin duda, vinculadas a esos estados, mareados por
la incertidumbre y la perplejidad. La expresión de la cóle116
ra (estar «fuera de sí»} se hallaba ligada a esta incertidumbre, la cual provocó el ataque de Solange contra los
analistas y contra el encuadre. La propia Solange fue
agredida por habernos agredido.
Al señalar el desplazamiento de la transferencia descubri otra fantas?a, cuyo triple enunciado traduce la cólera por ser excluido de la habitación de los padres: ..unos
padres hacen el amor en una habitación de batalla. Hacen
demasiados'niños». La fantasía de escena originaria sádica (eaquizoparanoide) se duplicó entonces con una fantasía de abandono (depresivo) y de exclusión.
Cuando al comienzo de la tercera sesión sobreviene la
confesión del acontecimiento «Illarcante», todos los participan tes son movilizados por la cuestión del origen (la escena originaria) y de la muerte (el golpe en la cabeza, el último cuarto de hora). Esta confesión ocurre después del
anuncio de Marc de que se inscribió «sobre mi nombre•.,
tras su alusión al renacimiento y su pedido de reparación.
La inyección del afecto desencadena la identificación por
el afecto, que por falta de representación contribuye a la
confusión y a la amenaza.
En mi contra.transferencia y en la íntertransferencia
con Sophie estoy implicado por esta fantasía en varios
niveles: por la posición del padre ameaa.i.a.nte y reparador a
la que me convoca Mere, por mi expectativa de una interpretación salvadora y protectora de Sophle contra mi fantasía de repetir el ..golpe en la cabeza». Llego, empero, a
desprenderme de esta f antasfa, por haberla reconocido a
tiempo en su relación con la de Marc y la de algunos otros.
La cuarta sesión aportó un indicio bastante convincente de la instalación de una fantasía común y compartida:
la historia deAnne-Marie y el retorno de lo reprimido en
Solange cuando, al hacerse porta-palabra, deviene co~ac­
triz en ese libret.o: «Un progenitor amenaza a un/a hijo/a:
se busca un reparador».
El relato del sueño incestuoso de Mich~le. el día síguient.e, se fabrica sobre est.e ombligo f antasmático intersubjetivo. Recuerdo su enunciado; «Hacía el amor. en una
habitación muy desordenada, oon el padre de Marc, o t.al
vez con el mío; ambos tenían el ca.bello entrecano...
117
El sueño aporta a la vez una respuesta únaginaria a la
reparación: el incesto; y precisa la natw-aleza de la amenaza: el riesgo de muerte. En efecto, sí el contenido manifiest.o es explícito: ••Una hija (un hijo) hace el amor con
un padre (¿un progenitor?).. , las asociaciones aportan connotaciones más complejas: preguntas sobre la identidad
del padre. medidas defensivas contra la escena incestuosa
(Marc casa parejas, se procura un hijo, lo ainenaza), rememoración de acontecimientos traumáticos y de la muerte
de allegados íntimos, pedido de reaseguro sobre la prohibición del íncest.o (entre hermanos y hermanas).
Se instala un segundo esquema organizador que transforma al primero (figura 4.2). La seducción aparece en primer plano, con su correlato: la ainenaza.
Figwa 4. 2. La segunda fantasía
o~ganizadorn.
El acceso a la fantasía indivUJ.ual y el proceso
c:k subjetivación
Las sesiones que siguen se organizan en t.orno al significante ecúltimo cuarto de ho~, ligado a las angustias de
muerte asociadas a la fantasía de castración. La interpretación que damos entonces suscita pensamientos sobre la
diferencia de los sexos, la bisexualidad y la castración
simbólica.. A partir de este momento se realiza un trabajo
psíquico que descondensa el núcleo principal de la fantasía organizadora y permite a cada uno descubrir su fantasía singular. Aunque a menudo se ha objetado que el descubrimiento de la posición fantasmática del sujeto en su
hist.oria singular es menos trabajado en la situación de
grupo que en la de la cura, el ejemplo de este grupo, en lo
118
que respecta. a Marc, contradice parciabnente esa idea. El
pasaje por una organización de la realidad psíquica coroún y compartida, tal como esta fantasía del grupo, es ne.
cesarlo para que el gnrpo funcione. Empero, a través de)
proceso grupal, las variaciones de esta fantasfa producen
una transformación importante: la singularización de cada uno en su fantasía secundaria. La. fantasía deja de funcionar en la modalidad impersonal y anónima y da lugar a
una versión individual que sei\ala el advenimiento del
proceso de subjetivación.
En Marc se efectúa, no sin resistencias, esta transformación. En la estructura genérica de la fantasía, pudo oscilar entre el lugar de la víctima (pasividad). el del observador silencioso, el del seductor y el del perseguidor activo
de su «hijo» Jacques . En cada uno de estos libretos asigna
a los otros a lugares complementarios del de Af, pero sin
poder reconocerse en el deseo inconsciente que lo anima.
La fórmula de la fantasía secundaria propia de Ja posición
subjetiva de Marc se develará en el mismo momento en
que él se haya reconocido en las vicisitudes de las transferenciHB y en su análisis: «Mi padre en otro tiempo y lugar,
pero siempre aquí present.e para mf, seduce/amenaza/repara a su hijo, que encuentra en ello su '"marca""-
De qué manero el proceso grupal abre a Marc
el acceso a su historia. El trabajo
de la intersubjetividad
Detengámonos ahora en la historia de Marcen este
grupo. Antes propuse la noción de trabajo psíquico de Ja
intersubjetividad para describir esa elaboración. Quisiera
mostrar en este ejemplo cómo funciona esta noción con el
modelo de análisis que propongo y que se expresa en dos
conceptos básicos.
119
El acoplamienln entre l.as organizaciones intrapsíquicas
El grupo es un aparato de transformación del traumatismo mediante un trabajo de aooplamiento inconsciente
de las psiques que oonstruye el espacio psíquico de aquel y
organiza los vínculos entre sus integrantes. Se instalan
procesos y formaciones psíquicas originales. entre las cuales se ha~ desde los primeros instant.es de la vida del
grupo, la represión, la renegación, el rechazo o la escisión
de las representaciones peligrosas. Estos mecanismos de
defensa forman la materia y la razón de las alianzas inconscientes.
Podemos observar cómo polariza Marc los movimientos psíquicos inconscientes que van a organizar al grupo.
Marc pasa a ser, después de Sophle, un segundo objeto de
identificación de urgencia en la medida en que ofrece a la
situación inicial de confusión y caos un oont.cnido de figuración traumática. Su «eonfesión>- facilitó la vía a representaciones de palabra y las ligó a representaciones anteriores hasta entonces inaccesibles para varios participantes: angustias de pét'dida de las referencias, afectos de
cólera y marasmo, vivencias de equívoco y de confusión de
identidad, nominación sin sujeto. Al mismo tiempo que incrementa la carga traumática, Marc contribuye a la ruptura del protector antiestímulo y sostiene las identificaciones por el afecto. Lo que tomó valor de aoontecimiento
impensado para él deviene en experiencia oompartida por
varios miembros del grupo y organiza la realidad psíquica
de este a través de las alianzas inconscientes.
Los efectos de estos mecanismos de defensa son detectables en el contenido y las modalidades de las transferen..
cias y del trabajo asociativo: los contenidos inconscientes
retornan por las vías que son propias de cada uno, pero
también a través de las producciones psíquicas del grupo
como coajunto.
La fijación al objeto traumático tiene como correlato la
espera oonfiada de un objeto reparador que sea capaz de
calmar la angustia de desborde y de movilizar movimientos transferenciales positivos. La demanda de reparación
de Marc despierta en otros una demanda que concierne,
120
también e~ a un acontecimiento que ha adquirido valor
traumático porque el sentido no se pudo constituir en ese
momento.
El trobqjo de las asociaciones y las funci.ones
de porta-palabra abren la ula del retorno
de lo reprimido
El trabajo psíquico de la intersubjetividad se apoya en
una segunda idea: el proceso asociativo grupal, los sueños
en grupo y las funciones fóricas son ecpuntos de anudamiento» que mantienen juntas las psiques, y también lugares de pasaje de una subjetividad a otra.
Solange se constituye y es constituida como porta-palabra, no sólo de Anne-Marie sino de varios miembros del
grnpo, en particular de Marc. El proceso asociativo grnpal
concierne a la -.confesión» de un secreto a través de la
palabra de la que otro es portador para otro, de recuerdos
de violencias en las relacíones entre padres e hijos, de
apuestas de vida y muerte. Más tarde, el relat.o del sueño
de Mich~le, que pone en escena un acto incestuoso con el
padre de Marc, revelará otros componentes del drwna de
este último.
Para precisar la función de porta-palabra y de discurso
del grupo, podemos observar que este último es portador
de una palabra de la cual algunos de sus miembros no disponen, pero también de una palabra que importa a los
otros, y cuyos términos los porta-palabra despliegan sin
saberlo. Cuando el sentido faltante ha devenido asunto de
varios, la palabra faltante puede aparec.er en la organización intersubjetiva del discurso grupal. En estas condiciones, el proceso asociativo grnpal facilita las vías del retorno de lo reprimido.
A través del trabajo psíquico del grupo, Marc habrá
descubierto tres cosas: que lo que presentó como su traumatismo, su aacantecimiento mareante», era efecto de su
fantasía de seducción por el padre y de la amenaza de fustigación homosexual primaria (ser golpeado y seducido
por él), a lo cual se asoció una intensa angustia de castra-
121
ción; que en su nombre de pila llevaba la huella -la marca- de la inscripción que había tomado para él su posici6n en una fantasía probablemente compartida por el padre; que repetía el libreto respectivo en los grupos, a la vez
para gozar de él y para re.clamar reparación.
Observaciones sobre la meta y los procesos
del trabajo psicoanaUtico en la situacwn
psicoanalítica de grupo
El caso clínico que presenté permite caracterizar la
meta <kl trabajo psicoana/.lti.co en la situación psicoanalítica de grupo. El objetivo es hacer posible la experiencia
del inconsciente, en las formas y en los procesas que se
manifiestan en el grupo para los sujetos que lo constituyen. Los movimientos de las transferencias, la organización y el fimcionamiento de] proceso asociativo dan acceso
a esta experiencia.
El trabajo del análisis concierne a los vínculos que se
constituyeron en las relaciones con los objetos del grupo
originario y que se repiten, se ajustan, se reordenan y se
transforman en el espacio grupal de la transferencia y de
la contratransferencia. Pero la situación psicoanalítica
grupal presenta otra característica esencial: es un encuentro con los desconocidos, con lo desconocido, lo imprevisible. En este doble registro de la repetición y del encuentro aleatorio se activan las relaciones que el sujeto
mantiene con sus propios objetos inconscientes, con los
objetos inconscientes de los otros y con los objetos comunes y compartidos.
122
5. El grupo corno formación intrapsíquica
Grupalidad psú¡uü:a y grupos interrws
El análisis clínico que acabo de presentar ilustra el modo en que la hipótesis fundadora del psicoanálisis -la del
inconsciente y la realidad psíquica inconsciente-- abrió
tres áreas de investigación sobre los gn.ipos. Las recordaré brevemente.
La primera se constituye sobre la noción de que existe
una psique de grupo, de que el grupo dispone de estructuras, organizaciones y procesos psíquicos inconscientes que
le son propios y que no se producen sin el agrupamient.o.
El análisis clínico ha dado una idea intuitiva de la manera
en que se construye y se transforma la realidad psíquica
del gn.ipo.
La segunda área trabaja las relaciones del sujeto con el
grupo. Pudimos confirmar la hipótesis de que este último
es, para sus sujetos, un objeto de investiduras pulsionales
y de representaciones inconscientes, y pudimos percibir
también las funciones que est.as cumplen en el sujeto y en
el proceso gn.ipal. El grupo es el escenario donde se externalizan formaciones y procesos psíquicos que pertenecen
a sus sujetos miembros. El análisis clínico mostró cómo se
organizan en el grupo las relaciones entre el espacio inter-.
no de cada sujeto y el espacio común y compartido por varios de ellos.
El tercer campo de investigación concierne a los efectos
del grupo sobre la psique del sujeto. Interroga la manera
en que se organizan y transforman sus furmaciones y procesos inconscientes si admitimos que su psique está estructurada en la matriz y en los vínculos int.ersubjetivos
del gn.ipo primario. El grupo es también el encuadre activo, metapsíquico, de la formación y transformación del
sujeto.
123
Grnpos internos y grnpalidad psíquica
En este capítulo vamos a comenzar a exponer de manera más sistemática las principales nociones que configuran nuestra concepción psicoanalítica del grnpo, de los
vínculos intersubjetivos y del sujete del inconsciente.
Los grupos no son sólo entidades específicas relativamente independientes de los sujet.os que los constituyen.
Están dentro de nosotros mismos, nosotros somos grupo.
He denominado «grupos intemos» a furmaciones y procesos intrapsíquicos cuyas propiedades actúan a la vez en el
espacio interno y en el de los grupos.
En el diván, los analizandos nos enseñan muchas c<>sas sobre estos grupos internos: descubrimos sus efectos
en la estructura de las -fantasías, en la red de las identificaciones, en la organización de las relaciones de objeto, en
los complajos edípico y fraterno, en la imagen del cuerpo y
hasta en la organización de los sueños.
El trabajo de creación literaria, en particular el de la
novela, pero también el de otras expresiones de la creatividad (el dibujo en el niño, por ejemplo), nos enseiia que
estos grupos internos cumplen funciones importantes en
la organización de una obra. Finalmente, el trabajo psicoanalítico en dispositivo de grupo me condujo a la noción de
grupo interno para dar cuenta de formaciones psíquicas
preferentemente movilizadas en los procesos de organización de los vínculos de grupo y del espacio psiquioo común
y compartido.
A continuación expondré a grandes rasgos los motivos
que me llevaron a t.onurr esta vía y describiré sus principales resultados.
Los grupos intenws
Mis primeras investigaciones estuvieron referidas al
estudio del objeto-grupo en cuanto es un objeto de investiduras pulsionales y de representaciones inconscientes.
Procuré identificar los esquemas organizadores que comandan esas investiduras y esas representaciones: pri124
mero los llainé ..grupos del adentro», luego «grupos internos», y describí el papel organizador psíquico inconsciente
que desempeñan siete principales gn.ipos internos en la
formación del objeto-gn.ipo. Estos son: la imagen del cuerpo, las fantasías originarias, los sistemas de relaciones de
objeto, la red de identificaciones, los complejos edípico y
fraterno, las imagos, las instancias del aparato psíquico,
especialmente el yo.
Al identificar así estos grupos internos, y adoptando el
punto de vista del sujeto, concebí la noción de que el grupo
es ant.e todo la forma, la función y e 1 proceso que ocupa en
el espacio de la realidad psíquica interna. Me he preguntado si era pertinente hablar de grupos internos o, como
propone Freud a propósito de la identificación, tan sólo de
«pluralidad <Mehrlieit} de porsonas psíquicas» (Manuscrito L, del 2 de mayo de 1897). Me parecía que los grupos
internos que yo describía no se reducían a la pluralidad o
a la multiplicidad de objetos psíquicos reunidos en un simple conglomerado. Efectivamente, lo que confiere su especificidad y su carácter propio a un grupo, interno o inters ubjeti vo, es el vínculo entre los elementos que lo componen, y sobre todo la unidad estructural, dinámica y funcional que esos vínculos establecen entre dichos elementos y
con el conjunto. La primera definición freudiana no describe un simple conglomerado, sino un grupo interno formado por la red de identificaciones del yo del sujeto.
El análisis profundo de dos grupos conducidos por D.
Anzieu en 1965 y 1966 me llevó a pensar que los grupos
internos no cumplen solamente un papel organizador en
las representaciones del objeto-grupo. Su organización grupal les confiere un papel decisivo en cuanto esquemas or~
gan.izadores inconscientes del proceso grupal, de la realidad psíquica incoru;ciente del grupo y de los vínculos de
grupo.
La grupalidad psíquica
En 1980, reuni bajo el concepto de grupalidad psíquica
el conjwito de los caracteres específicos de los grupos in125
ternos. amplié su extensión y precisé su contenido_ Me faltaba discutir la idea, en mi opinión demasiado restrictiva,
según la cual los grupos internos serían la simple reproducción analógica de los grupos intersubjetivos, o la pura
introyecci6n de los objetos y las relaciones intersubjetívas
constituidas en el gn.ipo familiar. Al integrar la noción de
grupo interno en el concept.o de grupalidad psíquica, proponía un modelo de fimcionamient.o más preciso.
Llegaba finalmente a la idea de que la grnpalidad psíquica designa formaciones intrapsiquícas dotadas de una
estructura y de fimciones de ligazón entre las pulsiones,
los objetos, las representaciones y las instancias del aparato psíquico, en la medida en que forman (y desde el punto de vista de) un sistema de relación que liga sus elementes constituyentes unos a otros.
Sin embargo, esta defiJñción n.o daba cuentti de un carácter que me parecía más importante aún. El trabajo que
emprendí sobre los pl"Oee50S asociativos y sobre el sueño,
tant.o en la cura como en los gn.ipos, me llevó a considerar
la grupalidad psíquica como una propiedad general de la
materia psíquica. Esta propiedad es la de asociar, desligar, nivelar objetos psíquicos, formar conjuntos con ellos
según leyes de composición y transformación, por efecto
de los movimientos pulsionales de vida y muerte, así como
también de la represión o de mecanismos de defensa ajenos a ella, de escisión, renegación o rechazo. Esta eJCtensión del concepto rea.firmó mi idea inicial de que la grupalidad psíquica es la forma, la función y el proceso que ocupa el grupo en el espacio de la realidad psíquica interna.
Debate sobre la concepcwn de los grupos interrws
Cuando comencé a trabajar sobre los «grupos del adentro», en 1966, no sabía que mis investigaciones confluirían
con las que elaboraban, en otros contextos t.eórioo-clínicos,
E. Pichon-Riviére y. más tarde, D. NapolitanL Aunque no
teníamos conocimiento de nuestros respectivos trabajos,
los tres habíamos concebído la idea de que en el proceso
grupal se reactivan grupos «internos». Es interesante con-
126
siderar esta convergencia desde el punto de vista de la génesis de las hipótesis explicativas! cada uno de nosotros
buscó articular formaciones intrapsíquicas con la organización psíquica del gru¡x>.
El tratamiento de los pacientes psicóticos impuso a Pichon-Rivi~re (1971) la idea de ..la existencia de objetos internos, de múltiples '"imagos" que se articulan en un mundo construido según un proceso progresivo de interiorización». La inspiración kleiniana que lo alentaba en esa época lo llevó a describir así «las relaciones intrasubjetivas, o
estn.icturas de vínculos interiorizados y articulados en un
mundo interno». Sin embargo, lo que Pichon-Riviere llama -«mundo interno» o «grupo interno• es la reconstitución
intrasist.émica de la trama relacional por interiorización
del sistema de relaciones interaubjetivas y sociales de las
que surge el sujeto. Para Pichon, este sujeto es sujeto tanto social como psíquico.
La concepción del grupo interno formulada por D. Napolitani (1987) se acerea bastante a la de Píchon~Riviere:
el grupo int.erno es la red de modalidades relacionales de
las que el individuo ha participado, la representación de
las relaciones de cada uno con el otro y con el entorno, las
significaciones y los códigos ligados a esas relaciones. El
grupo interno se form.a por •la internalización, a través de
los procesos identificatorios, del conjunto de relaciones en
las que el individuo participó desde su nacimiento, principal.mente por la introyección de los objetos y de las imagos
constituidas en el grupo familiar y de los valores que priman dentro de la familia».
La inspiración kleizúana en Pichon y Napolitaní, la referencia freudiana en mí, nos llevaron a concebir una noción bastante similar. 'Tunemos en común la idea de que
los grupos internos son organizaciones de objetos int.ernos
interiorizados que orientan la acción hacia los otros en las
relaciones intersubjetivas. Pero, más allá de esta semejanza, nuestras concepciones son sólo parcialmente coincidentes. Nuestras fuentes son diferentes, y el concepto no
dio lugar a los mism.os desarrollos en cada uno de nosotros. Para Pichon-Riviere y Napolitani, los grupos internos resultan de la interiorización de relaciones psicosocia127
les, pero ellos no toman en cuenta su génesis propiamente
endopsíquica y estas relaciones no describen su estructura ni su funcionamiento.
La,
organización grupal, de
/,a
materia psí.quica
Mi concepción de los grupos internos difiere de las de
y Napolitani en dos puntos importantes.
El primero es que los gn.ipos internos no son sólo reactiva·
dos en el proceso grupal; son, más fundamentalmente, sus
principios organizadores inconscientes. El segundo es que
los grupos internos son una organización de la materia
psíquica.
'lbcamos aquí nuestra principal diferencia: los gn.ipos
internos no son tan sólo resultado de la internalización de
experiencias relacionales, de una interiorización de relaciones de objeto y de una organización de las identificaciones. Responden a una organización inherente a esta propiedad de la materia psíquica que acabo de mencionar: la
de asociarse y organizarse en gn.ipo.
He llegado a esta idea por tres vías. La primera es
anecdótica, pero sólo en parte: al comienzo de la década de
1970, en pleno auge de las tesis de La.can, yo había propuest.o la fórmula de que "'el inconsciente está estructurado como un gn.ipo». Lo que entonces era una especie de
chanza se transformó tras una nueva lectura del «Proyecto de psicologían: las especulaciones de Freud sobre los
grupos psíquicos escindidos y la organización del inconsciente originario confirmaban mis hipótesis sobre la grupalidad interna La tercera vía, que ya he mencionado, fue
abierta por la atención que simultáneamente comencé a
prestar a la organización grupal de los sueños y de los procesos a.sociativos en la cura y en los grupos. Estas investigaciones transformaron mi proposición «lacaniarui» lúdica en una hipótesis de trabajo de alcance más genera]:
Ja materia psíquica tiende a organizarse estructural y dinámicamente según un modelo de grupo.
Pichon-Rivi~re
128
Formas y procesos de los grupos internos
El inconsci.ente como grupo interno originari.o
Desde el «Proyecto de psicología,,. (1895a) y los Estu·
di,os sobre la histeria (1895b), el grupo aparece primerament.e como un modelo de la organización y el funcionamiento intrapsfquicos: es una forma y un proceso de la
psique individual. Un siglo antes de los gn.tpos neuronales de Edelman, Freud denomina «grupo psíquico» {die
psychisch.€ Gruppe) a 1,lJl conjunto de elementos (neuronas, representaciones. afectos, pulsiones ... ) ligados entre
sí por investiduras mutuas. formando cierta masa y funcionando como atra.ctores de ligazón. El grupo psíquico está dotado de fuerzas y de principios de organización específicos, de 1,lJl sistema de protección y representación-delegación de sí mismo por una parte de sí mismo. El grupo
psíquico establece relaciones de tensión con elementos
aislados o desligados que, por esta razón, son capaces de
modificar ciertos equilibrios intrapsíquicos. El primer esbozo freudiano de la representación del inconsciente es el
de 1,lJl grupo psíquico escindido (eiM abgespaltene psychis·
ch.€Gruppe).
Es probable que el ser viviente sea gn.rpo: movimiento
de agrupamiento y desagrupamiento, bajo el efecto de
Narciso, de Eros y de Tánatos. Para circunscribirme al dominio de la vida psíquica, reservo la noción de grupo psl·
quico originnrio para dar cuenta de la ligazón originaria
de los objetos en una estructura y en formas que constituyen el inconsciente. El inconscient.e, estructurado como
un grupo, se recombina permanent.ement.e en sus figuras,
en su energía, en sus formaciones y en sus efect.os.
La fantasía como paradigma estructural.
del grupo interno originn.rio
El ejemplo clínico del capítulo precedente nos mostró
de qué modo el abordaje estrud;ural de la fantasía ilustra
el concepto de grupo interno originario. Este abordaje ¡xr
129
ne de manifiesto su principal propiedad, Últimamente ligada a su estructura distributiva, pennutativa y dramática: la fantasía es un libreto de realización de deseo inconsciente. Este libreto gobierna los ordenam.ientos de lugares
y de acciones psíquicas correlativas. Considerada desde
est.e punto de vista, la fantasía manifiesta claramente su
propiedad de poner en escena diferentes versiones de la
relación del sujeto con sus objetos, con su deseo, con un
otro y con más de un otro.
El análisis estnictural de las fantasías del Hombre de
las Ratas (1909) da cuenta de la autorrepresentación del
paciente de Fnmd en tres «personalidades,, escindidas y
desagregadas: el Hombre de las Ratas sitúa las partes
fragmentadas del <ecapitán cruel» en otros personajes.
también ellos fragmentados, o en sus sueñ.os, últimos continentes psíquicos de lo que su cuerpo no puede tolerar.
Este abordaje estru.ctural de la organización de la fantasía nos es familiar desde el análisis de la fantasía de
Schreber. Freud puso en evidencia su organización lingüística (1911) desarrollando la idea de una transformación de la «lengua fundamental» de un mismo enunciado
fantasmático en diferentes organizaciones psioopatológicas surgidas de la paranoia.
El análisis de la fantasía ..un niño es pegad0» conduce
a Freud, en 1919, a explorar las variaciones de la correlación sujeto-acción-objeto según un mismo modelo de transformación. La traducción francesa habitual del enunciado
de la fantasía como uOn bat un enfant [Pegan a un niño]»
en lugar de .. un enfant est battu [Un niño es pegado] ..
(«Ein Kind wird geschlagen») da claramente cuenta de la
indetenninación del actor de la fustigación en la estrnctura formal de la fantasía. La fantasía es ese guitin en el
cual el sujeto se figura participando en la escena, «sin que
se le pueda asignar un lugar» (Laplanche y Pontalis,
1964). Al mismo tiempo que está siempre presente en la
fantasía, el sujeto puede hacerlo bajo una forma desubjetivada, es decir, en la sintaxis misma de la secuencia fan-
tasmática.
La estructura de la fantasía es una estructura de entradas múltiples cuyo enunciado fundamental es el re pre130
sentante de una serie de enunciados obtenidos por derivación, sustitución, inversión, masoquista o sádica, de cada
unidad sintáctica. Dicha estructura es trabajada por diversos procesos primarios: condensación, desplazamient.o,
permutación. negación, inversión, <lifracción.
Esta concepción estructural y dinámica de la fantasía
está atenta a los principios que rigen su transformación.
Aporta además un contenido más preciso a las nociones
de int.erfant.asmatización y de resonancia fantasmática.
Los grupos internos primarios
Los grupos internos primarios se adquieren por interiorización, internalización o introyección: son la red de
las identificaciones, el gn.ipo de las relaciones de objet.o, la
estructura grupal del yo, los complejos edípico y fraterno,
la imagen del cuerpo. Su análisis puede ajustarse al abordaje estrnctural dinámico que propuse para los grupos
internos originarios. En todos los grupos internos, el sujeto se representa en sus relaciones con otras partes de sí
mismo y/o con sus objetos interoos. Comento, reswniéndolas aquí, tres variedades: la red de identificaciones, el
sistema de relaciones de objeto, los complejos (Ka.es, 1993,
págs. 26-30}.
La red de identificaciones
La cura individual nos confronta con las identificaciones histéricas de algunos de nuestros pacientes. Solía ocu·
rrir que una de mis pacientes me hacía escuchar sucesivamente, en la misma sesión, varias voces: una voz de hombre, la de una niña melindrosa o plañidera, la de una enamorada provocativa, la de una dama refinada o la de wta
mujer vulgar. Diversos acentos (parisino, meridional) reproducían las huellas de encuentros pasados_ En otros
moment.os, como en la época clásica.. su cuerpo era el escenario de su posesión por varios personajes. Pensando en
Bion, yo me decía que era poT sí sola una majer-grupo cu-
131
ya representación ella me ofreda, igual que en los grupos
que frecuentaba, para hacerme luego el relato satisfecho
de los efectos producidos en los otros por sus aptitudes
transformacionistas. Yo pensaba también en el filme de
Woody Allen, Zelig. Este personaje me enseñaba algo
esencial acerca del ~elig» humano: precisamente esta
capacidad de ser una «pluralidad de personas psíquicas•,
personas cuyas relaciones permanecen inconscientes para el sltjeto y que pueden estar ya sea escindidas unas de
otras, ya sea reunidas en el mismo grupo interno, conflictivo o consensuado. Me enseñaba también que el espacio
de la cura, como el del grupo, podía ser este escenario donde eran convocados varios personajes para representar
(representificar, en la transferencia) para ella (y sin duda
para cada uno de ellos) un drama compartido, sosten.ido,
regulado por SUB fantasías bisexuales. Como analista, yo
debía aceptar y reconocer estos personajes y SUB vínculos
internos, nombrarlos hasta en su fuente y no apegarme a
ninguno de ellos.
A menudo he recordado que la primera formulación de
Freud sobre la identificación la define como «Pluralidad
de personas psíquicas». Este primer esbozo de una concepción del grupo interno formado por internalización adquiere precisión en La inf.R.rpretación de los sueños, cuando Fl-eud analiza las identificaciones histéricas que intervienen en la formación del sueño (en el así llamado «sueño
del caviar» o ..de la carnicera»). Ese mismo sueño inspira a
Freud la noción de comunidad de las fantasías, mientras
que el análisis de Dora le aporta la de las identificaciones
por el síntoma: dos nociones decisivas para pensar el concepto de grupalidad psíquica.
En el marco de la segunda tópica, la segunda teoría de
las identificaciones se refiere aún más a un modelo grupal
(identificaciones plurifacéticas, personalidades múltiples
o disociadas). Se articula más precisamente con una teoría grupal del yo y del supe:ryó (Psi.colog{a ~ las masas y
análisis del yo, 1921; El yo y el etlo, 1923).
132
El sistema de relacínn.es de objeto
El sistema de relaciones de objeto es una de las formas
de la grupalidad psíquica. Al utilizar el término «sistema»
pongo el acento en la red de relaciones de ol:tjeto y en su
interdependencia.
En este capítulo no me es posible esbozar una presentación, por breve que fuera, de este concepto. 1 Lo que nos
interesa aquí es comprender el modo en que la noción de
relación de objeto describe un grupo interno. En esta noción, la palabra ~relación» toma un sentido que incluye no
sólo la forma en que el sujeto constituye sus objetos, sino
también aquella en que estos modelan su actividad. Esta
interrelación implica la oo-constitución del sajeto y del objeto: hablar de una relación con. el objeto significaría la
preexistencia de uno u otro.
Sobre esta base, entiendo que el sistema de relaciones
de objeto funciona como un grupo interno en la medida en
que resulta de la introyección o la incorporación de los oh-.
jetos y de las relaciones entre estos: del Otro de esos objetos (Green) en sus relaciones con el sujeto, de los otros en.
el objeto (Ka.es) sobre el que se apuntalan la pulsión, las
identificaciones del yo y sus mecanismos de defensa.
Este grupo de las relaciones de objeto se reabsorbe por
regresión defensiva fusional en el estado simbiótico del
vúiculo: H. Rosenfeld ha obsenado que este tipo de relación de objeto narcisista omnipotente se moviliza siempre
particularmente en los grupos.
1 Me apoyaré en la definición sintética que Laplanche y Pontalis
(1967) propusierun de él concibiéndolo como .-el modo de ~laci6n del
sujeto con su mundo. relación que es el resultado compl~o y total de
una cierta organización de la personalidad. de una aprehensión más o
menos fantasm.ática de los objetos y de ciertos tipos privilegiados de
defeusa ... Esta nocióo posfreudiana, que cobró creciente im.porlanda
desde 1930, se inscribe en un movimiento de ideas más amplio: ya no
se considera al orgamsmo en estado aislado, sino en intera.ccjón con el
eotorno. Cabe notar que est.e punto de vista había sido enunciado por
Freud ya en 1905, en los 71-es en.sayos, y precisado en las notas agregadas en 1915. El objeto es claramente aquello a lo que apunta la pulsión, pero se sastieoe en una relación que llamo deco·apUlltalamiento
con los objetos de la madre_
133
El compl.ejo de Edipo y el complejo fraterno
El compl~o es un grupo interno. Es un conjunto organizado de representaciones y de investiduras inconscientes, constituido a partir de las fantasías yde las relaciones
intersubjetiva.sen las cuales la persona toma su lugar de
sujeto deseante por relación con otros sujetos deseantes.
Lo mismo ocurre con el complejo de Edipo y con el complejo fraterno. La concepción estnictural del complajo lo inscribe en una organización intrapsíquica triangular, en la
que cada elemento se define por la relación privilegiada
que mantiene con cada uno de los otros elementos y por
aquella de la cual está excluido. Este último punto destaca que es necesario tomar en consideración lo negativo o la
no-relación como una dimensión del complajo, y la manera en que es representada en el complejo.
En mis investigaciones he trabajado particularmente
sobre el complejo fraterno, tanto en la cura como en los
grupos e instituciones (Ka~s, 1992). Se denomina «eomplejo fraterna.. a una organización fundamental de lo.s deseos amorosos, narcisistas y objetales, del odio y de la
agresividad respecto de ese «0tro>o que un sujeto reoonoce
como hermano o hermana. Esta definición amplia pone de
manifiesto que el complajo fraterno no corresponde necesariamente a la existencia real de vínculos fraternos, como lo demostraron los análisis de sujetos que fueron hijos
únicos y, en particular, los estudios de Sutberland (1950) y
Bion (1950) sobre el mellizo imaginario y los de Benson y
Prior (1973) sobre el compañero imaginario. Si bien el
complejo se funda, en parte, en los vfuculos interpersonales e intergeneracionales constituido.s en la historia infantil, no se r:onfunde con esos vínculos.
Los grupos internos secundari.IJs
Algunos grupos internos se presentan en el espacio intrapsíquico con todos los atributos de los grupos externos:
en los suei'ios, por ejemplo. bajo la forma de un grupo heroico, o de un grupo de amigos, o de un equipo deportivo.
134
Otros tienen una forma más difusa: la de una multitud,
un c.onglomerado o una simple reunión. Estos grupos son
representaciones de los objetos del soñante y de su yo: toman rasgos que pertenecen a los grupos de la realidad externa, pero son puestos al servicio de la figurabilidad (por
ejemplo, de las pulsiones: caso de la horda interna) y de
las realizaciones inconscient.es (del narcisismo: cf. la «pandilla narcisista» descripta por MeUzer). o de los ideales
(por ejemplo, los grupos heroicos internos).
Los procesos de la gropal.idad psíquica
Los grupos internos están regidos por los mismos procesos generales que actúan en el aparato psíquico. Encontranios en ellos los procesos originarios, que funcionan según el modelo del pictograma «Wlión-recha2:o» descripto
por P. Castoriadis-Aulagrúer (1975). Los principales procesos primarios (la condensación, el desplazamiento, la
permutación o la inversión) están al servicio de la puesta
en figurabilidad de los representantes pulsionales, de las
representaciones de objeto y de los representantes del yo_
Sin embargo, algunos procesos primarios son preferentemente movilizados en los grupos internos: he destacado el
papel marcadamente específico que juegan en ellos la difracción y la multiplicación del elemento idéntico.
La concknsación y el grupo interno: «lrma>> en Freud
La condensación es uno de los procesos capitales del
sueño, y es también uno de los principales procesos de los
grupos internos. El análisis del sueño de la inyección de
Irma ofrece a Freud la ocasión de descubrir e ilustrar ese
proceso en algunas figuras condensadas que aparecen en
ese sueño: los llama ..-las personas reunidas y mezcladas»
(die Sam~l - und mischpersorum). Podemos comprender
que esas figuras forman uno de los grupos internos de
Freud; gracias a la condensación, la representación de su
pacient.e Emma Eckstein se encuentra a la vez disimu-
135
lada en la Irma del sueño y conectada a otras figuras femeninas (su hija Anna, otra Anna, su majer Martha, otra
paciente). Tudas estas figuras de lo femenino son así identificadas entre ellas, y mediante este procedimiento FTeud
puede desconocer su propio deseo en la desastrosa operación de los cornetes nasales de su paciente, cometida con
Fliess.
La difracción y el ~.grupo-Doro.<>
El pToceao primario de la difracción es, en cierto modo,
antagonista del de condensación, pero uno y otro organizan de una roaneTa específica la figuración múltiple de los
aspectos del yo representado por sus personajes y por sus
objetos, que fonnanjuntos un grupo interno.
Freud señala alusiva.mente el proceso de difracción en
1901, en Sobre el sueño, 2 cuando escribe:
«El análisis nos dese.ubre otra particularidad de esos intercambios complicados entre cont.enido del sueño e idea latente. Al lado de esos hilos divergentes, que parten de cada
uno de los detalles del sueño, existen otros que parten de
las ideas latentes y van divergiendo hacia el contenido del
sueño; de manera que una sola idea latente puede ser representada por varins elementos, y entre el contenido manifiesto del sueño y su contenido latente se forma una com·
pleja red de hilos entrecruzados,; (G. W, II-ITT, pág. 666).
La difracción del yo del soñante, de sus objetos y sus
pensamientos, produce una figuración grupal .icen múltiples», efecto de las identificaciones múltiples o plurifacéticas (mehrfache oder vielseítige Identifizierungen.) del yo.
El proceso consiste, pues, en una descondensación del
yo que se representa en la multiplicidad de sus pulsiones,
objetos, imágenes, yo(es) parciales, donde cada elemento
2
Aunque la noción fue formulada en 1901, se la analiza en varios
suedos de La in.U1'pretaciá11 de los sueños (1900); por $mplo, en «El
sueño del
soltero~
(G. W., ll-lll, pág. 498) y en ..Er sueño del instituto
ortopédico" (i.bid., pág. 206).
136
representa un aspecto del conjunto y mantiene con los
otros relaciones de equivalencia, analogía, oposición o
complementariedad.
Considerada desde el púnto de vista de la econoi:nía interna, la difracción es un proceso de reparto de las cargas
pulsionales sobre varios objetos. Desde esta perspectiva,
debe diferenciarse de un mecanismo de defensa por fragmentación contra el carácter peligroso del oQjeto.
La difracci.6n opera en el sueño, en las transferencias y
en los vínculos de agn.ipamíento. El análisis de las transferencias de Dora sugiere que estas se hallan organizadas
por la difracción sobre Freud de su grupo interno, compuesto por su padre enfermo, su madre contaminada por
el padre, la señora K, el señor K.., la prima y la gobernanta. 'lbdos estos personajes internos están relacionados entre sí según diversas modalidades, formando el conjunto
de lo que propuse llam.ar «grupo-Dora». Es este grupo el
que llega al consultorio de Freud.
Los distintos miembros de un g:ru.po pueden representar para un sujeto dado los diferentes aspectos de su grupo interno. El grupo es para cada uno el escenario de la
puesta en :figuración de sus grupos internos, cuyos elementos están repartidos en diversos lugares psíquíoos por
razones varias: de figuración tópica o dinámica, pero también económica, gracias a la derivación o la fragmentación
de las cargas pulsionales.3 La diversidad de los lugares
psíquicos en que se difractan los grupos internos plantea
el problema de una tópica ..ect.ópiea».
El análisis de los procesos que actúan en los grupos internos nos enseña que, al lado de la difracción y la conden~
sación, también la repetición o la multiplicación del elemento idéntico son procesos al serncio de la dramatiza~
ción, de la puesta en escena intrapsíquica y de las exigencias de la censura.
3 R. Springlnan (1976} ha descripto este mecanismo en kis grupos en
término.s de fragmentación para evitar el contacto con el objeto: algunos fragmentos de objeto y de yo soo diseminados por el mundo exterior siD encontrar necesariamente un continente que los reciba y
transforme.
137
Los gr-upos interlWS y la transferencia
El concepto de grupalidad psíquica nos ilustra sobre
ciertas modalidades de la transferencia en los gTI.lpoS, en
especial sobre la relación entre la configuración de las
transferencias y las propiedades estructurales del dispositivo grupal. En este sentido, he señalado que la noción de
una dilución de la transferencia ha impedido comprender
que el gn.ipo nos coloca, más bie~ ante una difracción de
las transferencias y ante conexiones entre los objetos del
deseo inconsciente.
Entre los rasgos que caracterizan al grupo como el lugar de emergencia de configuraciones particulares de la
transferencia, debemos asimismo estar atentos al hecli.o
de que el psicoanalista, por necesidad morfológica de grupo, no es el único objeto de aquella.
Conexwn y di{raccwn de las transferencias
En el relato de la cura de Dora, Freud trata la cuesti6n
de la transferencia concibiéndola como la reproducción
sucesiva o simultánea, sobre el psícoanalista, de los objetos y las personas del deseo ínfimtil inconsciente. Sin embargo, para el enfermo no se trata sólo de reemplazar a
una persona por la del psicoanalista: el enfenno reemplaza también, sucesiva o sim.ultáneamente, la rela.cién entre
varias personas por la relación con el médico. Freud no
concibe la transferencia únicamente en su dimensión plural: die Übert.ragungen, la.s transferencias. Es razonable
considerar que el modelo del grupo se halla también presente en su concepción de las conexú;in,es entre los objetos
transferidos.
Esta concepción grupal de la transferencia en la sítuación de la cura define un rasgo constante de la transferencia en la situación de grupo: las propiedades morlológi.cas
de esta propician la manifestación de este tipo de configuración transferencial, en rma dinámica favorecida por los
procesos de desplazamiento, condensación y difracción de
loa grupos internos.
138
En la situación de grupo nos encontramos con un doble
proceso de difracción y conexión de las transferencias. Yo
puse el acento en el primer proceso. J.-C. Rouchy (1980)
destacó la importancia del segundo, al escribir:
...Así, no solamente pueden ser transferidos en el grupo
oQjet.os parciales o personajes, sino también los elementos
recompuestos de las redes de interacción fa.miliares. Esta
sustitución puede incluso recaer principalmente sobre estas relecíonee m.ismas: lo transferido son las conexiones».
Los objetos psíqu~s transferidos en la situacüm
de grupo
Los conceptos de grupo interno y grnpalidad psíquica
abren una via para pensar los objetos y procesos privilegiadamente transferidos en la situación de grupo. En loa
grupos son movilizadas las formas arcaicas y edípicaa de
la grupalidad psíquica, las constelaciones detenninadas
de los objetos infantiles y de los vínculos entre esos objetos, la repetición de las experiencias infantiles durante las
cuales se constituyeron los objetos y procesos de los grupos internos. Los objetos y las constelaciones de objetos
transferidos son tambi~n formas y procesos transindividuales, transgeneracionales y transubjetivos que no corresponden propiamente a cada sujeto en a u singularidad,
sino a su pertenencia al grupo primario y al conjunto social, y sobre los cuales cada uno constnlye la versión subjetivante de su historia psíquica.
En conclusión
Introduje el concepto de grnpalidad psíquica para describir formaciones y procesos notables del inconsciente
que llam~ «grupos int.ernos... Describí su estructura, su dinámica y su economía en el espacio interno, a partir de la
clínica de la cura. Luego retom~ una intuición de Freud y
desanollé la idea de que los grupos internos designan una
139
propiedad del inconsciente de formarse como un gn.ipo
psíquico escindido, atractor de contenidos reprimidos y no
reprimidos.
El análisis de las configuraciones transferenciales en
situación de gn.ipo ha mostrado que se movilizan preferentement.e algunos procesos primarios de la grnpalidad
psíquica (difracción, condensación, puesta en figurabilidad por la dramatización). El grupo es un dispositivo que
permite vivir y detectar las correlaciones entre los objetos
de la transferencia. Los grupos internos contienen algo reprimido, algo :renegado o algo rechazado que se constituyó
en la matriz grupal y en los vínculos primarios del sajet.o;
llevan la huella de las alianzas inconscientes.
Espero haber comenzado a dar consistencia a lo que
fue primero una fórmula intuitiva: que «SOmos grupos» y
que a causa de esta grupa.lidad devenimos sujet.os «Singulares plurales.. , que «el inconsciente está estructurado como un grupo», que el sujeto del inconsciente es sajet.o del
grnpo.
Hemos he<:ho algunas otras adquisiciones. El concept.o
de grupalidad interna nos aporta un elemento de respuesta a la pregunta sobre cómo se agrupan los sujetos. Supusimos que los grupos internos funcionan como organizadores psíquicos del grupo. Ahora tenemos que mostrar la
manera en que lo hacen.
140
6. Formas y procesos de la realidad
psíquica del grupo
El apara.to psíquico grupal
La idea de que existe una psique de grupo y una realidad psíquica que le corresponde puede sorprender a los
psicoanalistas, quienes generalmente sólo conocen la realidad psíquica individual. Acaso pueda interesarles si procuram.os articular estas dos organizaciones de la realidad
psíquica.
Disponemos de varios argumentos para fundamentar
esta lúpótesis y discutirla: podemos retomar por nuestra
cuenta las proposiciones en las cuales, después de Freud.
Pichon-Riviere, Bion, Foulkes, Anzieu y algunos otros
fwidaron sus investigaciones sobre el grupo. Construyeron modelos teóricos pertinentes para exponer la idea de
que el grupo es una entidad original en la que se produce
una realidad psíquica propia, dota.da de procesos y formaciones específicos: supuestos básicos y mentalidad grupal
(Bíon), matriz grupal (Foulkes), esquema conceptual, referencial y operativo (Pichon-Riviere), modelo onírico del
grupo (Anz.ieu), campo grupal (Neri). 1
Sin embargo, estos autores dejaron de lado dos cuestiones que en mi opinión son decisivas. La primera corresponde a las formaciones y los procesos de la realidad psíquica del sujeto singular en el grupo. La segunda atañe a
las formaciones y los procesos psíquicos comunes y compartidos que cumplen una función intermediaria entre el
grupo y ca.da sujeto en el grupo.2
1 U na visi6n de coajunto sobre estos modelos se encuentra en Kal!s,
1999a.
2
La obra de C. Neri (1997) constituy¡: wia excepción. a esta opinión:
su libro está <Jrganizado, en efecto, alrndedor de un model<J de inteligibilidad esencialmente centrado en la •oaturalfaacióID> de Ja teoría de1
campo operada por la <XJmprensión psicoanalítica del gru.po. Los tra-
141
Mi investigación incursionó en esas dos direcciones.
He querido elaborar una concepción que integrara estas
dos cuestiones y, en con.secuencia, introdajera más complejidad en nuestra concepción del inconsciente.
El modelo del aparato psíquico grupal
Hacia fines de la década de 1960 elaboré un marco conceptual general a los efectos de integrar y distinguir, en
una concepción de conjunto, la relación del sujeto con el
grupo, el ordenamiento de su psique en función de los
vínculos de grupo y la consistencia de la realidad psíquica
grupal. 3 El modelo del aparato psíquico grupal fue construido con el propósito de alcanzar este objetivo, pero su
fin último era comprender las relaciones reciprocas entre
las formaciones del inconsciente en los grupos y en el espacio intrapsíquico.
Al igual que el modelo del aparato psíquico «individual», el modelo del aparato psíquico ..grupal» tampoco cobajos de M. y W. Bara.nger habtan introducido la idea bá.5ica de que la
íantasla. incon.eciente de la ...par~a,. anali.eta-analfaando constituye
una rorma y una fuE1rza organizadora del prooe&o psicoanel.ítico. A.l extender la noción de campo bipersonal a la situación analítica de grupo,
C. Neri inscribe su bósqueda en la i.ove.~tígación bioni11Da sobre las
características psíquicas propias del espacio grupal. E.ata .. natuniliu.ción~ transfonua en buena medida las apuestas de inteligibilidad de
los procesos interper.;onales y del dispositivo metodológico que la.a ha~ peD.6ables y tratables.. Otra innnvación ea el concepto de commul.ing, que C. N eri utiliza para describir el pasaje y le.s relaciones entre
Ja dimensión del individuo y la dimensidn del grupo. Comparto con él
este proyecto de dar cuenta de ese intercambio ent.nl los espacios intre.psíquicoi¡ y el espacio del grupo. Con lo.s conceptos de campo, de
comrnu.ting, de semioesfera, nos situamos en esa lógica de implicacioDes redproc.as del sujeto y del objeto --no lo uno sin lo otro--, una
lógica qW! renueva la compnm.sión del aparato psíquico.
3 El modelo de roqjunto fue publicado en 1976 en un libro titulado
L'appaneil psyclaiqu.egr-oupal. Coll.Btrut:tion.B du gro u.pe. Posteriormente, otros investiga.dores extendieron la aplicación de este mooelo al
análisi!I de la realidad psíquica propia de la familia, Ja panúa y las instituciones.
142
rresponde a un observable concreto: fue construido con fines heurísticos y de inteligibilidad, es una ..ficción eficaz,.,
como dice Freud acerca de su propia construcción metapsioológica. 4
Elegí la noción freudiana de aparato psiqui.co porque
me parecía la más adecuada para dar cuenta del trabajo
psíquico activado por el grupo. La idea de que la psique se
puede pensar como un dispositivo y un proceso de ligazón
y transformación era capital para mi propósito en razón
de sus implicaciones clínicas.
Las enunciados básicos del modelo
del aparato psú¡ui.co ~pal
Los enunciados básicos de este modelo son los que se
enumeran a continuación:
1) No estamos sólo ante una colección de individuos, sino
ante un grupo, con fenómenos específicos, cuando entre los individuos que lo constituyen se ha operado una
construcción psíquica común y compartida. El aparato
psíquico grupal es el medio de esta construcción y el resultado de una determinada acomodación combinatoria de las psiques.
2) El aparato psíquico grnpa1 cumple un trabajo específico: liga, reúne, acuerda entre ellas y conflictualiza partes de ]a psique individual movilizadas para construir
el grupo.
3) El aparato psíquico grupal no es la extrapolación del
aparato psíquico individual, sino una estructura independiente de las psiques que él reúne según sus propias leyes, y que posee su propia organización y su
"' ..Comprender lo que ocurre a nuestro alrededor equivale, en realidad, a construir m.odel.os y a confrontarlos con nuestras observaeiooes.., escriben Nicolis y Prigogine (1989, pág. 279). Este enunciado se
aplica más allá de la física o de la química. ataiie a cua.lq_llier trabajo
de ~ori.zación. La idea de Charoot ea correcta pero demasiado simple:
¡._ clínica psic:oamilltica no es ínteliglble sin un modelo te&ico de trBSIondo.
143
propio funcionamiento. Los procesos que gobiernan Ja
realidad psíquica común y compartida son tributarios
de una lógica diferente de la que gobierna al individuo.
4) Este acoplamiento ea el que c.onstituye la realidad psíquica de. y en el grupo. Esta se organiza según modalidades donde lo «común» y lo ..compartido» predominan
sobre lo «privad.O» y lo ..aiferente».
5) El aparato psíquico individual se forma, en parte, en
est.e acopla.miento, procede de él y en él se transforma,
de él se diferencia y. en ciertas condiciones, adquiere su
propia autonomía.
Las de-terminaciones de la r-ealidad psíquica
de grupo
La realidad psíquica propia del grupo se define por los
espacios psíquic.os oomunes y compartidos que se coDBtroyen en él y por los procesos y las formaciones que en él se
despliegan bajo el efecto compuesto de tres órdenes de det.erminación. El primero corresponde a la estructura del
propio grupo, estructura que pree.xist.e a los sujetos y, al
mismo tiempo, sólo existe por y para ellos. El segundo tie·
ne su fuente en los aportes de los sujetos al grupo cuando
d~vienen miembros de este: entre las formaciones y los
procesos intrapsíquicos preferent.ement.e movilízados, la
grupalidad psíquica interna curo ple un papel decisivo. El
tercer orden de determinación procede de los vúiculos
entre los miembros del grupo.
La realidad psíquica del grupo no es reductible a la de
cada sujeto ni a la de los vúiculos intersubjetivos contraídos grupalmente. Sin embargo, en el grupo, la realidad
psíquica de cada sujeto está atravesada por la de aquel.
Es importante tener siempre presente estas distinciones,
porque dan cuente, de la diversidad, la heterogeneidad y
la complejidad de las formaciones y los procesos psíquicos
que debemos tratar en la clínica de los grupos.
Est.e modelo integra efectivamente la heterogeneidad
de los espacios psíquicos, la reconoce como el principal resorte de los movimientos psíquicos en el gnipo. Empero. al
144
mismo tiempo admite que ciertos procesos y formaciones
psíquicas son comunes y compartidos por los sujetos
mietnbros, mientras que otros son propios de cada uno de
ellos. Finalmente, afirma que ciertas formaciones y procesos intrapsíquicos sólo aparecen y se transforman en situación de grupo. Este modelo aporta, pues, una respuesta compleja a datos complejos.
El concepto de aparato psíquico, sea individual o grupal, es fecundo en la metapsicología. Sin embargo, presenta el inconveniente de que deja de lado la cuestión del inconsciente en su relación con la subjetividad. Reintroduje
esta problemática a fines de la década de 1980, cuando comencé a criticar los lúnit.es de ese primer modelo, en la
medida en que no permitía pensar la cuestión del sujeto
del inconsciente y de la intersubjetividad en el grupo.
La relación del sujeto con el grupo según
el modelo del aparato psíquico grupal
El modelo del aparato psíquico grupal incluye proposiciones aptas para pensar la relación del sujeto con el grupo. Las resumo en cinco enunciados.
El grupo es un objeto de investiduras pulsi.onales
y de representaci.ones inconscientes
Retomo aquí la hipótesis de J.-B. Pontalis según la
cual el grupo es para sus miembros un objeto de investiduras pulsionales y de representaciones inconscientes. El
gn..ipo es investido por diversas pulsiones a las que se asocian representaciones inconscientes y afectos ligados o no
a esas representaciones: las pulsiones de. a.pego (ocnófilas
y fildbat.as), oral.es (el grupo es una boca, tlll pecho, un pecho-inodoro), anaks (es una cloaca, un vientre), geTUtales
(es un pene, una vagina, un útero. una «matriz»). El grupo
es investido por pulsiones de autooonservación del yn, por
pulsiones narcisistas (es un espajo), y t.ambién por las di-
145
versas manifestaciones de la pulsión de muerte. De ello
dedu.u:o que la naturaleza y la fuerza de las pulsíones movilizadas en los miembros del grupo det:erminan la cualidad y la pot:encia. de las ligazones y des ligazones en el ensamble de las psiques. 5
En un grupo, estas investiduras pulsionales (y las representaciones inconscientes que les corresponden) varían según los moment.os del proceso grupal y son diferentes en cada sujet.o. La cuestión estriba en comprender de
qué modo el funcionamiento del grnpo permite que las
pulsiones de cada uno hallen en él su apuntalamiento y su
objeto, cómo entran en tensión y en conflict.o en cada sujet.o y con las de los otros, cómo son domesticadas o permanecen salvajes. Las pulsiones no pueden divergir demasiado o dispersarse sin alterar la consistencia suficiente
del espacio psíquico grupal. Es necesario comprender, entonces, de qué manera se concilian y combinan, y cómo
aceptan los sujet.os el .renunciamiento» (der %r.zicht) a su
realización directa, para que advenga .. ta oomwrldad que
le garantiza a cada uno la seguridad y el amor» (Freud,
1929; G. W., XIV, págs. 460-3).
Los grupos internos son los organizadores psiquicos
inconscientes de /,os vínculos con el grupo
y ckl aparato psf.quico del gropo
Como lo mencioné antes, durante mis investigaciones
sobre el objeto-grupo descubrique las investiduras pulsionales y las representaciones inconscientes del grupo están
sostenidas por organizaciones psíquicas cuyas caract.eristicas estructurales y funcionales me condujeron a descriw
birlas como grupos internos. l.A.iego de.scubrí que esos mis~
mos grupos int.ernos funcionan como esquemas organizadores inconscientes de los vínculos de grnpo y del grupo
como conjunto. Les propiedades escénicas, dramáticas y
sintagmáticas de los grupos internos deflnen emplaza6
El punt.o de vista puls\onal no es tvmado en consideración en las
olras teorí~ del grupo y es rechazado par Pic:hon-Rivi~re.
146
mientos predispuestos para ser ocupados por los sujetos
de un grnpo según las apuestas y las necesidades de la dinámica y la economia psíquicas de cada sujeto y las del
gnipo como conjunto. En razón de estas propiedades, los
gnipos internos garantizan la estrnctura básica del acoplamiento de las psiques en el grnpo.
El grupo como esc.enario, libroto, lugar ck una
acción psú¡uica,. ck una figuracwn dramatizada
Un aspecto importante de la relación del sujeto con el
grupo reside en que este es, para cada uno de sus miembros, el lugar y el escenario de una externalización de ciertos objetos y procesos de su mundo interno. Anzieu había
propuesto en 1966 la idea de que el grupo es la «tópica proyectada» de sus miembros. Esta idea. fecunda debía, en mi
opinión, ser precisada y completada. El grupo no es sólo
una pluralidad de «tópicas proyectadas»: es el coajunt.o de
las tópicas acopladas; los vínculos entre los miembros del
grupo reposan en una combinación especifica de sus «tópicas», pero también de sus economías y sus dinámicas psíquicas.
El acoplamiento de esta pluralidad se organiza en un
escenario y una acción psíquicas, según un libreto cuyo
paradigma es la fantasía y cuya fórmula es: un (o varios)
sujeto(s), un verbo (activo/pasivo), un (o varios) complemento(s) de objeto_ El grupo cuya clínica he relatado ilustra esta proposición en la fórmula «Un progenitor amenaza/repara a un/a hijo/aio. Varios gnipos internos, o bien
uno solo de ellos, pueden ser convocados como esquemas
organizadores de la escena grnpal. El grupo es el escenario de una acción psíquica cuyo libreto ejerce una función
de convocación o de atractor para los emplazamientos psíquicos de sus miembros.
Sobre este escenario y siguiendo un atractor predominante. las tópicas de los sujetos que componen el grupo se
acomodan según diversas modalidades (proyección. depósi to., rechazo, exportación). Las formaciones psíquicas de
los sujetos son puestas en figurabilidad en un doble regis147
tro externo-interno, y la puesta en figurabilidad utiliza de
manera privilegiada la combinatoria y la economía de la
pluralidad. Por lo t.anto, serán privilegiados los mecaniamos de dramatización, conde.nsación ("'\Ulo representa a
todos»), <Usplazamiento de un elemento hacia otro y difTacción (uno se represent.a en varios) o multiplicación <kl
elemento idéntico. Los mismos procesos primarios movilizados en el sueño, en los síntomas y en las transferencias
son eficaces en el escenario del grupo. Sobre esta bese se
podrá formular la hipótesis de que el grupo es esa otra escena del inconsciente donde el sujeto se represent.a o se
hace representar.
Reencontramos aquí las preguntas que nos hemos
planteado a propósito de la investidura pulsional y de las
representaciones del grupo. En lUl grupo, los grupos internos y los libretos de convocación son diversos y difieren de
un sujeto a otro. En estas condiciones, es importante saber cómo se combinan, concilian o excluyen. Y si se combinan, ¿cómo se organizan las puestas en figurabilidad de
las formaciones psíquicas singulares en formaciones psíquicas comunes? Para responder a estas preguntas debemos plantear otra: ¿cuáles son las metas inconscientes de
los sujetos que son atraídos en estos libretos?
El grupo es para sus sujetos un lugar
y un medio de reaJ:izaci.on.es psú¡uicas
D. Anzieu había dado a este interrogante la siguiente
respuesta: el grupo es como un sueño, es un medio para la
realización alucinatoria de deseos inconscientes de sus
miembros. Por fuerte y pertinente que sea la respuesta,
no agota la cuestión: el grupo es también un lugar y un
medio para la experiencia de dependencia, la defensa contra los objetos malos, la expectativa mesiánica, como propuso Bion con sus basic assumptinns. El grupo es además
un medio de protección contra la soledad y el miedo (G.
Róbeim). un objeto de e.spera confiada, de participación en
los ideales comunes y en las ilusiones. un lugar de estructuración de las identificaciones, un espacio «donde el Yo
148
puede advenir» (P. Castoriadis-Aulagnier), un continente
metapsíquico, el espacio donde se anudan las alianzas inconscientes estructurantes, defensivas, ofensivas o alienantes, et.cétera.
Volvemos a toparnos con la misma pregunta que antes:
En un grupo, lugar y medio de realizaciones psíquicas,
¿cómo se satisfacen las investiduras, diversas, comwies y
düerentes, de cada sujeto; cómo se mantienen sus singularidades, en qué condiciones y a qué precio, y cómo pueden combinarse, acomodarse y conciliarse, o entrar en
conflicto y revelarse incompatibles?
El sujeto en el grupo y el sujeto del grupo
La relación del sujeto con el grupo debe ser tratada en
otro nivel, desde mi punto de vista el más importante:
aquel donde se plant.ea, estrictamente hablando, la cuestión del sujeto del inconsciente, a la cual consagraré un
próximo capítulo. Ella se plantea efectivamente a partir
del momento en que se consideran los efectos que tienen
sobre el inconsciente de los sujetos miembros del grupo
las formaciones y los procesos del inconsciente que actúan
en él. La existencia de ta.les efectos es bastante fácil de
demostrar cwmdo se observa el destino de la represión y
de los mecanismos de defensa arcaicos que el grupo impone a sus miembros para constituirse. Por otro lado, cada
sujeto se impone a sí mismo tales medidas defensivas por
razones internas ligadas a su pertenencia y a sus vúiculos
de grupo y para llevar a cabo realizaciones inconscientes
inaccesibles como no sea en un grupo.
Entre estas formaciones grupales, las alianzas inconscientes ocupan un lugar preponderante. Según el análisis
bifocal que intento llevar a cabo. el grupo es a la vez el lugar de formación del sujeto del inconsciente y el lugar que
moviliza, recibe y transforma las formaciones y los procesos inconscientes de cada sujeto.
149
La coordinación de las psiques
pol' el aparato psíquico grupal
Recuerdo brevemente los principios del modelo: el aparato psíquico grupal moviliza, liga y combina formaciones
y procesos de la psique de cada miembro del grupo en eJ
trabajo psíquico que se les impone para construirlo. Desde
este punto de vista, la furmación de la realidad psíquica de
grupo se apoya en la psique de sus miembros, se construye con su materia, con sus organizadores y según sus procesos. Pero el grupo los recibe, los capta, los utiliza, los administra y los transforma según su propia lógica y sus
propios procesos. Funciona como una entidad autónoma
dotada de una realidad psíquica específica. La realidad
psíquica así producida puede ser común a los miembros
del grupo y al conjunto que forman, puede ser compartida,
escindida o separada, usurpada o invadida.
Las dos series de organizadnres.psíquicos y sociocultural.es
En el proceso de acoplamiento se movilizan dos series
de o~anizadores. El concepto de organizador psíquico del
grupo fue introducido en mis investigaciones para designar formaciones inconscientes relativamente complejas
que hacen posible, sostienen y organizan el desarrollo integrado de los vfuculos de agrupamiento: son los principales grupos internos paradigmáticos que identifiqué.
La segunda serie está constítuida por los organizadores socioculturales. Son esquemas de figurabilidad y significación construidos socialmente por el trabajo de la cultura y cuyas representantes más acabados son los mitos.
Encontramos ajemplos emblemáticos en el grupo mítico
de los Caballeros de la Mesa Redonda o de los cOlllpañeros
de Ulises. Proporcionan también modelos los grupos religiosos (el de los doce apóstoles, el de los compañeros del
Profeta), los grupos de discípulos de un maestro (el de los
primeros psicoanalistas), los grupos heroicos Oos a.moti-
150
nadas delBounty, los náufragos de la Balsa de La Medusa,
el grupo de la expedición «Acali», los sobrevivientes de
una catástrofe aérea), los gn.ipos de innovadores (de pintores o músicos, el grupo surrealista, un grupo de matemáticos), los grupos deportivos (determinado equipo de
fütbol o de rugby), los comandos militares, etc. Est.os organizadores socioculturales tienen una doble función: aportan modelos normativos y secundarizados a los organizadores psíquicos inconscientes, y son un sostén de la función narrativa y legitimante que todo grupo utiliza para
aut.orrepresentarse, aut.oidentificarse, construirse un origen y diferenciarse de los otros grupos.
Cada grupo se caracteriza por una pareja de organizadores psíquico y sociocultural predominante a partir de
los cuales se establecen su identidad y las identificaciones
de sus miembros.
El organizador psf,quico inconsciente del grupo:
de-tecciones clínicas
Examinemos ahora cómo funciona.ron est.os organizadores en el grupo con Marc.
El proceso grupal estuvo gobernado por un organizador fantasmático inconsciente cuya fórmula fue variando
en torno a este enunciado central: «Un progenitor amenaza/repara a un/a hijafa... Pudimos establecer que esta fantasía organizadora es un atractor de libretos fantasmátioos y que su efecto fue dar consistencia a la realidad psíquica común y compartida del grupo. Esta fantasía sostuvo las identificaciones de todos los sujetos miembros. El
vínculo que se estableció entre ellos se organizó alrededor
de la representación actual de un «acontecimiento» traumático «mareante», huella originaria de la efracción del
deseo, fuera del tiempo, fuera del pensamient.o y fuera de
la palabra, del que cada uno tiene una versión propia pero
que permanece inaccesible a cada uno directamente. Para
su puesta en figurabilidad en este grupo, esta huella encontró un lugar, un escenario y la materia psíquica aportada por varios participantes.
151
He int.entado mostrar que la estructura fantasmática
básica de est.e grupo se transformó, y que se introdujeron
variaciones en la sucesión de los organizadores_ Estas variaciones son necesarias para que se produzca un importante proceso: la singularización de la fantasía secunda.ria
de cada uno de los sujetos. Est.e cambio señala que el sujeto pudo desprenderse de la fantasía organizadora del grupo y que pudo t.ener acceso a la versión subjetiva de su
propia fantasía. Vimos que est.e proceso de subjetivación
no se efectúa sin suscitar resistencias en Marc y en el conjunto, pero desembocará en el descubrimiento que aquel
hace de la fórmula de la fantasía que le es propia: «Mi padre en otro lugar y tiempo, pero siempre aquí presente para mí, seduce/amenaza/repara a su hijo, que encuentra
en ello su "marca",.,_ Marc y los otros deben est.e descubrimiento al trabajo del proceso grupal.
En este grupo, el organizador sociocultural no se manifestó con tanta legibilidad como el organizador psíquico
inconsciente, pero no estaba ausente: la idealización de la
que Sophie y yo é?'8.Inos objeto, correlato de las angustias
persecutorias que los participant.es experimentaban respecto de nosotros, suscitó la representación de que su grupo seria un grupo heroico, siguiendo el modelo del que había fundado D.Anzieu y del que Sophie yyo éramos núembros. Tudas estos movimieutos fueron escuchados e interpretados en la transferencia_
El trabajo de acoplami.ento
en la fase inicial del grupo
El trabajo de acoplamiento de les psiques no comienza
en el momento en que los sujetos se encuentran por primera vez. Ant.es de encontrarse, los participantes de un
grupo, sea terapéutico, de fonnaci6n o analítico, ya han
concebido ciertas representaciones y establecido ciertas
investiduras sobre el grupo, como objeto que los implica
personalment.e y como objeto que tendrán en común. Este
trabajo de las expectativas es también el de la activación
de las pretransferencias. Se manifestará cuando Marc,
152
Sylvie, Solange y Arme~Marie hablen de los pensamientos
que tuvieron antes del grupo y de lo que los llevó a participar en él.
Sin embargo, el encuentro efectivo con una pluralidad
de otros, extraños y todavía no suficientemente conocidos,
suscita en cada uno turbulencias e incertidumbres que
ellos deberán reducir por medio de varios factores.
La necesidad de protegerse de las e.o-excitaciones pulsionales constrnyendo un protector antiestúnulo eficaz y
moderado es en todos los casos prioritaria. En efecto, en
ese momento inicial de la construcción del grupo, los dispositivos de protección antiestúnulo internos son insuficientes o excesivos. Lo serán, por otra parte, cada vez que
la estructura del grupo se desorganice para transformarse. Hay una conjunción constante entre los momentos de
desorganización o cambio de los organizadores-atractores
y los debilitamientos o la rigidificación de los dispositivos
de protección antiestímulo.
La enunciación de las reglas constitutivas del trabajo
psicoanalftico por el analista concurre, junto con los elementos iniciales de la transferencia, a establecer una
protección común y compartida. Mas la experiencia muestra que esta medida no basta y que son necesarias otras.
Entre ellas, la identíficación en urgencia es particularmente (y transitoriamente) eficaz pues aporta a cada uno
la certeza de la presencia de un objeto dentro de sí y de cada u.no de los otros. No sólo está otra vez disponible en cada sujeto un objeto, sino que, sobre todo, este es idéntico,
común y compartible, y constituye un lazo entre ellos. La
identificación en wgencia no es, pues, sólo una medida de
protección antiestímulo, ya que inicia el proceso del acoplamiento de un modo notable: por primera vez, el espacio
interno y el espacio del grupo coinciden momentáneamente, y los sujetos devienen miembros del grupo en esta primera convocación de sus grupos internos.
¿Fue exactamente así como ocurrieron las cosas en el
grupo con Mare? Desde loe primeros momentos de la primera sesión, Sylvie y varios otros experimentan la urgencia de identificar a Sopbie porque buscan localizar en
ella a un objeto reasegurador. El equívoco no hace más
153
que reforzar esa urgencia, y la perturbación que suscita
conduce a la proposición de la "'ronda de nombres» y a la
presentación de cada uno. Este procedim.ient.-0 de toma
sucesiva de la palabra es clásico: su finalidad manifiesta
es determinar quién habla a quién, proveer puntos de referencia, pero su finalidad profunda es reasegurarse y
proteger al yo y al grupo, que comienza a tomar form.a.,
contra la angustia ante lo desconocido, en el exterior y en
el interior. Empero, en ese grupo esta medída no basta: el
desborde interno, la experiencia de una despersonalización pasajera, de perder los propios límites, hacen imperativa la identificación en urgencia con un doble (Marc - Boris, Sylvie - Solange - Michele). No obstante, esta nueva
medida produce efectos contrarios: de tranquilizadora familiaridad y de inquietante extrañeza.
Comprendemos que este grupo se ve frente a una gran
dificultad para format un objeto común suficientemente
reasegurador. Durante toda la primera sesión y buena
parte de la segunda, lo que prevalece es la confrontación
con un objeto traumático incontrolable: la cabeza vacía no
puede llenarse de objetos buenos y de buenos pensamientos.Además, la identificación en urgencia se realiza de un
modo paradójico: cuanto más se necesita encontrar el objeto, más peligro hay de equivocación acerca de él Y si el
objeto no puede ser conocido, ellos no pueden saber sí es
bueno o malo. La fórmula aportada al grupo por Jacques
da sentido a esta incertidumbre y proporciona un primer
acuerdo: ellos están ..fuera de sí,,., el interior está en el exterior; carecen de referencias y son maltratados.
Otras medidas serán, pues, necesarias para que el grupo se forme sobre bases viables. Una de ellas es notable
porque participa en la formación de la realidad psíquica
inconsciente en el gIUpo, en los vínculos entre los participantes y en los sujetos miembros. Se trata de la alianza
inconsciente que se establece entre los participantes, desde est.e periodo inicial, en lo que atañe a la represión del
movimient.-0 de transferencia de Sylvie sobre Sophie. Esta
alianza se reforzará cuando Marc confirme el peligro de
amenaza por su ..confesión», cuyo objeto permanece enigmático. Y para reprimir la representación peligrosa, Man:
154
propondrá un objeto destinado a contrarrestar la amenaza: el mismo que amenaza puede también reparar y proveer «referencias».
Resumamos 10 que hemos establecido: el trabajo psíquico de ensamble de las psiques de loa sujetos comienza
mucho antes de que los participantes se conozcan; una vez
reunido el grupo. las primeras medidas de acoplamiento
son las que garantizan una función de protección antiestímulo y establecen las primeras alianzas inconscientes.
Según el modelo del aparato psíquico gnipal. el grupo es
Wl atractor de investiduras y de representaciones, funciona como una estructura de convocación hacia emplazamientos psíquicos necesarios para su funcionamiento y
mantenimiento. En esos emplazamientos vienen a representarse los objetos, las imagos, las instancias y los significantes aportados por los miembros del gnipo y que en lo
sucesivo serán administrados y transformados por la organización grupal. El grupo se forma y se construye así según dos dinámicas principales: una es la que moviliza los
recursos de los sujetos miembros; otra es la del gnipo que
se autoorganiza aprovechando, por atracción y coacción,
los recursos psíquicos disponibles en sus participantes. El
principio del acoplamiento se basa en la sinergia entre estas dinámicas.
La formación del aparato psíquico grupal
y las exigencias de trabajo psú¡uü:o
qW? impone el acoplamien"to
Hasta aquí sólo he descripto una parte del proceso: debo completar mi análisis considerando laa exigencias de
trabajo psíquico impuestas para el acoplamiento. El gnipo impone efectivamente a sus sujetos, y estos a :sí mis·
mos, cierta. cantidad de coacciones psíquicas. Es decir, el
encuentro con el otro exige cierto trabajo psíquicos para
6
Freud propone
111
noción de exigencia de trabajo psíquico en los
7res- ~n.50.)'G&" (1905) y luego en un texto de 1915, ..Pulsi.ones y deatinos
de pu]si6n». Considel'ando la cuestión de la pulsión desde el Angulo de
155
que las psiques o partes de ellas se asocien y ensamblen,
para que se experimenten en sus diferencias y se pongan
en tensión, para que se regulen.
Distingo hoy cuatro principales exigencias de trabajo
psíquico impuestas por el acoplamiento de gru.po:
La primera es la obligación del sujeto de investir el
grupo con su libido narcisista y objeta! a fin de recibir, a
cambio, las investiduras necesarias para ser reconocido por el conjunto y por los otros como sujeto miembro.
Esta exigencia de trabajo se constituye siguiendo el
modelo del contrato narcisista descripto por P. Castoriadis-Aulagnier (1975). 7
- La segunda exigencia es la puesta en latencia o el renunciamiento o abandono de ciertas formaciones psíquicas propias del sujeto. En 1921, Freud había señalado que, para devenir miembro de Wl gru.po, el yo tiene que abandonar una parte de sus identificaciones y
sus ideales personales en favor de los ideales comunes
y a cambio de los beneficios esperados del gru.po y/o del
jefe. Es decir, el grupo impone coerciones de creencia,
de representación, de normas perceptivas, de adhesión
a los ideales y sentimientos comWles. El acoplamiento no implica tan sólo que ciertas funciones psíquicas
sean inhibidas o reducidas y que otras sean preferentemente movilizadas y amplificadas. Extendiendo el
a1cance de esta segunda exigencia, se debe admitir que
es también una exigencia de no--trabajo psíquico. Suele
ocurrir que ciertos grupos requieran en fonna expresa
abandonos de pensamiento, borraduras de los límites
del yo o de una parte de la realidad psíquica que especifica y diferencia a cada sujeto. Es el caso de los grupos
-
la vida psíquica, Freud escribe: .."La pulsión" se nos presenta como un
concepto lbnite entre lo 8JlÍUÚCO y lo somático, como Uil representarite
psíquico de los est{Jnulos procedeutes del interior del cuerpo, que arriban al alma., y comCJ una magnitud de la exigencia de trabajo impuesta
a Jo anímicn e. cnnsecuen.cia de su conexión con lo somático» (G. W., X.
pág. 214).
7 cr. i.n{ro, en el eapítulo 10, la e~cíón en relación con el contrato
narcisista.
156
-
-
sectarios o ideológicos. Empero, debemos convenir en
que la cuestión es mas compleja, porque debe también
ser considerada desde el punto de vista de los procesos
de autoalienación puestos al servicio de esas exigencias grupales.
La terceTa exigencia corresponde a la necesidad de llevar a cabo operaciones de represión, renegación o rechazo para que se forme el conjunto y se mantengan
los vínculos_ Estas operaciones no ataften solam.ente a
los apoyos metadefensivos que los miembros de un
grupo pueden encontrar en este, como haoo tiempo lo
mostró E. Jaques (1955): atañen al gro.po o a cualquier
otra con.figuración vincular que garantice y mantenga
los dispositivos metadefensivos necesarios para su autoconserv ación y para la realización de sus fines. Así
pues, son requeridas a la ve:z: por el grupo y por los intereses personales que los sujetos tienen en mira al suscribirlas, como el estatuto y la función de las alianzas
inconscientes defensiuas. Estas operaciones son los
procesos productores del inconsciente actual en el grupo, fonnan los nudos neurótiC06 y psicóticos del -vinculo, y por este conjunto de razones son las piezas maestras en la formación de la realidad psíquica del gru.po.
La cuarta exigencia se articula con las prohibiciones
fundwnentales en sus relaciones con el trabajo de civilización <K.ulturarbeit) y con los procesos de simbolización. Freud insistió (1927, 1929) en la necesidad del
mutuo renunciamiento a Ja realización directa de las
metas pulsionales prohibidas para que se establezca
una -comunidad de derecho» que garantice vínculos
estables y fiables_ El resultado de esta exigencia son
las alianzas inconscientes estructurantes --categoria
en que ubicamos el contrato narcisista, el pacto entre
los Hermanos y con el Padre y el contrato de mutuo
renunciamiento----, así corno la formación del sentido, la
actividad de simbolización y de interpretación, pero
también la capacidad de amar, jugar, pensar y trabajar.
Desde el punto de vista del grupo, estas cuatro exigen~
cias concurren a la creación de un espacio psíquico común
167
y compartido. Consideradas desde la perspectiva del suje-
to al que le son impuestas, estas exigencias son estructur:antes y conflictivas. La conflictividad central se sitúa
entre la necesidad de ser para sí mismo su propio fin y la
de ser un sujeto en el grupo y para el grupo. Al cumplir es-
te trabajo psíquico, los miembros de un grupo se atribuyen o reo"ben a cambio beneficios y cargas. Respecto de lo
que ganan y lo que pierden por satisfacer estas exigencias
se establece un balance económico, positivo o negativo.
En cierta manera, no tenemos la opción de sustraemos
a estas exigencias: debemos someternos a ellas para entrar en un vfuculo y para existir como sujetos. Pero también tenemos que desprendemos, desligamos, cada vez
que estas exigencias y las alianzas que las sancionan sirven a nuestra autoalienación y e. la a1ienación que imponemos a los otros, las más de las veces sin que ninguno lo
sepa. Pienso que sólo desde este. perspectiva podríamos
definir el campo práctico del trabajo psicoanalítico en situación de grupo.
Los procesos del acoplami,en.to
Varios procesos organizan el acoplamiento de las psiques en un grupo. Algunos se especializan en el trabajo de
ligazón y desligazón; otros, en el ensamble y la separación; otros, en la similitud y la diferenciación, y otros, finalmente, en la conciliación o la división. En esta construcción se movilizan todos los procesos originarios, primarios, secundarios y ten:iarios.
Los procesos ori.ginarú:Js, primarios,
secundarios y terciarios
Según la teorización de P. Aulagnier, el pictograma de
unión-rechazo caract.eriza al proceso originario; es el lanzamiento inaugural de la búsqueda de objetos complementarios y la sustancia común que entrelaza a la madre
y al hijo en un vúiculo somat.opsíquico compartido: el es-
158
pacio boca-pecho_ Este proceso opera en todos los grupos
en diferentes momentos, y no solamente en la fase iniciaL
En el grupo que presenté, lo encontram.os cuando Sylvie
busca en Sophie un objeto zona-complementa.ria: un objeto de unión, de apuntalamiento y de identificación. Si el
objeto no está alú o si hay un error acerca de él (acerca de
su capacidad de estar ahí), es rechazado.
El pictograma es transcripto y transformado en el proceso primario: en el grupo, la fantasía de amenaza/reparación, luego la fantasía de abandono y de exclusión, son
sus avatares. El proceso primario rige el curso de las representaciones inconscientes, el sueño, la fantasía y el
síntoma: se presenta en las diversas modalidades del desplazamiento, la condensación y la difracción, la dramatización y la inversión en lo contrario. El proceso primario
rige la lógica de los grupos internos.
El proceso secundario regula el curso del pensamiento
lógico discursivo racional según el principio de no contradicción, sometido él mismo al principio de realidad. Implica una separación de sus objetos respecto de los regidos
por los procesos originarios y primarios.
El proceso terciario puede ser descripto de dos maneras: según A. Green (1972), garantiza la ligazón entre el
primario y el secundario, mientras que para E. Dodds
(1959) describe el modo en que el mito obedece a la vez a la
lógica social y cultural y a la del sueño. Esta concepción es
indispensable para comprender la doble consistencia psíquica y sociocultural de los organizadores mitopoéticos.
'lbdos estos procesos intervienen en el desaITOllo de las
cadenas asociativas, en la formación del espacio onírioo y
de la estructura narrativa, así como en la de los sfutomas
y las funciones fóricas.
Los procesos de la identificación
Las identificaciones forman un segundo conjunto de
procesos. Sabemos desde Freud que son el aglutinante libidinal de los vínculos de grnpo y que deben distinguirse
de la incorporación. He precisado ya las diversas modali159
dades identificatorias movilizadas en el trabajo del acoplamiento: identificaciones adhesivas, proyectivas e introyectivas. Estos procesos están en la base de los fenómenos
de resonancia fantasmática o de interfantasmatización.
En el grupo, el ejemplo más significativo es el de la resonancia de la fantasía ...Am.enazan/reparan a un/a niftola»:
las identificaciones con Marc se precisan en identificaciones y contraidentificaciones con los protagonistas de la
fantasía común y compartida, es decir, del grupo interno
a tractor.
Otro ajemplo: muchas observaciones muestran que el
grupo (sea su finalidad terapéutica o formativa) se acopla
sobre un sujeto a quien los miembros consideran enfermo
o frágil pero está investido positivamente por ellos. La
mayoria puede identificarse con esta pernona. En un grupo de psicodrama que vívió angustias de fragmentación
bastante intensas, Laura, que hasta entonces había estado muy atenta a los otros, un poco retraída y a menudo angustiada, anuncia que no se sient.e bien en el grupo y que
piensa dejar de asistir a las sesiones. Nadie le pregunta
por qué, pero un médico que vuelve de un congreso de etnopsiquiatría habla de una sesión de t.erapia tradicional
mencionada en una conferencia. Se propone un tema de
juego: un chamán tendría que curar a una pequeña, reuniría a sus padres con ella, pero necesitaría un traductor
porque él no habla su lengua. Dos participantes se proponen para representar a los padres y piden a Laura que represente a la pequeña enferma. Ella acepta y representa a
una niñita autista, que no habla, completamente absorta
en su balanceo y sus ritmias. Al cabo de ciert.o tiempo toda
la familia se balancea a su ritmo, y el traductor «traduce»
poniendo en claro (interpreta) las palabras íncomprensi~
bles del chamán y de los padres. Hay una intensa emoción
al escuchar a la pequeña ponerse a hablar de su soledad.
Este psicodrama restituyó una real consistencia psíquica al grupo reacoplando a sus miembros en torno al
cuidado de sus partes sufrientes: los participantes pudieron inventar una situación transferencia! rica, plantear
los problemas de la parle enferma de cada lUlO, .. tra~ a
Laura y a través de ella a otros participantes, encontrar
160
f'.·'
las palabras justas y desprenderse del cuerpo a cuerpo y
de los movimientos regresivos.
Proyección, depósito, exportacwn, rechazo.
Las alianzas inconscientes
Un tercer conjunto de procesos está constituido por los
mecanismos de proyección, depósito, exportación, rechazo. Estos mecanismos de defensa individuales actúan en
los primeros momentos del proceso de acoplamiento. Dan
nacimiento a mecanismos de defensa conjuntos que constituyen una parle de las alianzas inconscientes meta-defensiv as y alienantes.
Las fim.cionu fóri.cas
Ciertos miembros del grupo cumplen funciones intermediarias entre el espacio intrapsíquioo, el espacio intersubjetiva y el espacio del grupo, y contribuyen así al proceso de acoplamiento. Estos sujetos encarnan figuras significativas: las del ancestro, el niño rey, el Muerto, el Héroe,
el jefe, la víctima emisaria. Son también personas que garantizan en los grnpos las fwlciones del porta-palabra, del
porta-síntoma, del porta-sueño; son portadoras de ideales
y de ilusiones, de muerte o de vida; son agent.es de ligazón.
Estas figuras, funciones y emplazamientos que denota el
concepto de funciones fóricas (Ka.es, 1993} deben entenderse, simultánea y correlativamente, desde el punto de
vista de la subjetividad de los sujetos que las encarnan, el
de los vínculos intersubjetivos a los que sirven y el de sus
funciones en la estructura del grupo.
Las modalidades del acoplamiento
El aparato psíquico grupal se desarrolla en la tensión
entre dos polos principales que estructuran las relaciones
entre cada sujeto y el conjunto. Entre esto.s dos polo.s os161
cila w i campo inestable, caótíco, que corresponde a la desorganización periódica de los atractores.
El polo isomórfi,co
El polo isomórfico corresponde a la situación en que el
organizador del grupo es idéntico en todos los sujetos que
componen este. La correspondencia término a término
implica la formación de Wl espacio psíquico común e indiferenciado, producto de la fusión imaginaria de los espacios psíquicos individuales y del espacio psíquico grupal.
En esta medida, el polo isomórfico caracteriza una experiencia de coincidencia completa entre el objeto (el grupo)
y su zona complementaria en el espacio interno. La formación de este polo supone la pérdida de los limites individuales de sus miembros. Para los sujetos miembros del
grupo existe un solo espacio psíquico homogéneo, y no espacios psíquicos distintos.
Este polo imaginario, narcisista e indiferenciado del
acoplamiento funciona desde la fase inicial, activando los
procesos originarios de unión-rechazo, las identificaciones
en urgencia, la multiplicación del elemento idéntico, y~
aparece en otros momentos de la vida del grupo. Por ejemplo, cada vez que este se ve confrontado con una situación
de crisis o de peligro grave, tiende a acoplarse ligando a
sus miembros en la unidad sin falla de un «espíritu de
cuerpo». Funciona al modo de la metonimia: "llllO para todos y todos para uno.. , como cuando se presenta un momento de creación colectiva, una especie de dilatación del
yo en el grupo y del grupo en el yo. Así lo ilustra el grupo
de psicodrama que inventa la sesión de curación con el
chamán.
Un ejemplo típico de est.a modalidad de acoplamiento
es lo que D. Anzieu describió como la ilusión grupal, es
decir, la creencia, compartida por todos los miembros, de
que el grupo que forman y su grupo interno idealizado
coinciden. La ilusión compartida, necesaria para la formación del grupo, articula dos procesos: la coincidencia
idealizada es la respuesta individual y grupal a la urgen-
162
cia identificatoria. En un dispositivo estructurado por el
método psicoanalítico, el gn..ipo es la experiencia de esta
ilusión transitoria y de la necesaria desilusión.
El polo isomórtico es periódico, pero también puede ser
una modalidad durable o permanent.e de la organización
del gn..i po. Cuando prevalece este tipo de acoplamiento fijo
y congelado, la distancia entre el espacio psíquico gn..ipaly
el espacio psíquico subjetivo es, de manera constante y
estructural, negada o abolida: todo lo que sobreviene en
un espacio es vivido como ocurriendo idénticamente en el
otro. 'Thdo lo que ocurre adentro ocurre también afuera, y
recíprocamente. Si un elemento del grupo llega a cambiar;
ese cambio amenaza a cada sujeto y a su vínculo con el
conjunto. Esta coincidencia obliga a cada uno a sostener el
lugar y la función que le son asignados en el gn..ipo o los
que él se ha autoasignado motu proprio, pero cada cual
debe también vigilar que nadie cambie de lugar o de ftm.ción. Predomina el pensamiento metonímico: confunde la
parte y el todo, mediante lo imaginario hace coincidir todos los espacios, los hace homogéneos e indiferenciados.
Este régimen de co-inherencia8 entre los grupos internos y el grupo intersubjetiva caracteriza el régimen psicótico del vínculo intersubjetiva en todas las otras configuraciones vinculares: en la familia, en la pareja y en la institución.
El polo lwmeomórfi.co
El polo homeomórfico se caracteriza, en cambio, por la
difurenciación entre los espacios individuales y el del grupo, entre el grupo interno y el grupo externo. pero también
entre los propios sujetos miembros del grupo. Sin embargo, la correspondencia mí:níma requiere cierta similitud.
El acoplamiento se estableee entonces sobre una relación
de tensión entre la similitud y la diferencia de los espacios
8 ..Co-ínberen.cia.. es el ténníno utilizado por R. Laing (1969) pera
describir la peñecta coincidencia entre la ..familia.. interna y el grupo
íamili1u en los pacientes psicóticos.
163
psíquicos. La distancia entre los espacios permite pensar
la heterogeneidad y la similitud de sus contenidos y de las
lógica.a que los gobiernan.
La integración de las díferencias es consecuencia del
acceso a lo simbólico y de la preva1encia de las relaciones
de pensamiento metafóricas. Para que este polo se constituya, las prohibiciones estructurantes deben haber sido
enunciadas e integradas, y la relación con la ley de grupo
debe estar en condiciones de suscitar y contener conflictos, acoger sentimientos de ambivalencia y posibilitar las
separaciones. Una palabra individuada puede surgir en la
medida en que está regulada por la referencia a la. ley, y no
por la omnipotencia de un idea] crnel y mortífero encamado por un tirano o por el grupo mismo.
El «torbellino>• y el momento caótico
Entre estas dos polaridades mayores se interpone un
campo inestable que oscila entre ellas como un torbellino,
resultado de la inestabilidad caótica de la coD:Lbinación de
las psiques. Ese momento corresponde a un cambio de
atra.ctor o a un conflicto entre los organizadores.
Introduje esta modalidad intermediaria a fin de dar
euenta de dificultades que había encontrado en la clfuica.
En el momento de la fase inicia] de un grupo, los participantes no llegaban a acoplarse entre ellos sustentados en
algún organizador, ni a establecer ninguna ligazón estable y satisfactoria entre su espacio interno y el del grupo:
una excitación intensa venía a llenar de confusión este
fracaso. Los tnovimientos caóticos que predominaban en
ese momento de la vida del grupo eran resultado del conflicto entre las pulsiones de autoconservación y )as dirigidas hacia aquel. En otro grupo, el caos apareció como efecto de un tratamiento paradójico del acoplamiento: los partícípantes se combinaban al modo de Za no-combinación,
para establecer un vínculo no-vínculo permanentemente
atacado y desplazado, a la manera de un torbellino.
Ya me había visto confrontado con ese momento desorganizador en el grupo con Marc. Durant.e una de las Ult.i-
164
mas sesiones, los participantes permutaban sin cesar en-
tre los lugares dispuestos en la estnictura de la fantasía
inicial («Un progenitor amenaza/repara a un/a hijo/a ..)
súbitam.ente removilizada. No se desplazaban para explorar esos lugares, como había sucedido antes. Clínicamente, ese torbellino coITespondía a una organización maníaca del acoplamiento e implicaba un funcionamiento consecuente de los grupos intenios en los miembros del grupo.
Ese momento caótico se instaló cuando en el grnpo se iniciaba un proceso de subjetivación caracterizado por el encuentro del sujeto con su lugar de sujeto en la fantasía que
le es propia. En ese encuentro apropiativo, que se podría
describir, con Bion, como el momento catastrófico del encuentro en O, suele ocunir que la fantasía se :inmovilice o
que entre en un torbellino. Est.e encuentro no es un descubrimiento inmediato, no se hace de una .sola vez. Por medio de la experiencia del remolino y su efecto errático, por
medio de esa peregrinación, el sujeto descubre que no
puede ocupar todos los lugares sucesiva o simultáneamente, sino sólo el suyo_
Tudas estas modalidades del torbellino y del caos se
manifiestan en los momentos de transformación correlativa del espacie> psíquico gn.ipal y del espacio intrapsíquico.
El torbellino puede aparecer cuando el acoplamiento no se
produce, ya sea por falta de organizador o porque hay demasiada distancia entre el espacio grupal y el espacio int.emo, o porque-esos espacios están escindidos, o cuando el
acoplamiento es demasiado invasivo y es preciso desprenderse de él. El torbellino y el caos sobrevienen también en
el momento de un cambio de a tractor. En todos estos casos
predominan las angustías paranoides o depresivas, que
suscitan mecanismos de defensa maníaca que alt.ernan
con defensas por la apatía.
Los dos polos que he descripto mantienen relaciones
antagónicas, y la tell9ión que se establece entre ellos se
puede considerar como un buen indicio del trabajo psíquico efectuado en el grupo. La oscilación entre estos dos polos es necesaria: el trabajo psíquico de transfurmación se
produce a través de los movimientos de ligazón y disocia-
165
ción, de unificación y conflictualización, del aparat.o psíquico grupal.
1h?s posicwnes de la mentalidad grupal:
Ukolégica, mitopOf!tica, utópica
Los grupos se organizan según tres posiciones mentales principales, que corresponden a sendas visiones del
mundo (die Weltan.schauungen): la posición ideológica, la
posición ut.ópica y la posición mit.opoética. No son parte de
un orden evolutivo, pero se forman y se estabilizan en
ciertos momen t.os de la organización mental del grupo. 'Tudas estas posiciones son portadoras de representaciones
acerca de la causalidad y configuran un sistema más o
menos abierto de explicación del mundo, del origen, el final y las finalidades del grupo.
La posición ideológica está bajo el dominio de la omnipotencia de la Idea, la supremacía del ideal y la tiranía del
ídolo (del fetiche). Portadora de certezas absolutas, está
regulada por un pact.o narcisista riguroso que no tolera
nínguna transformación. Es imperativa, desconfiada, no
admite ninguna diferencia, ninguna alteridad, y pronuncia prohibiciones de pensamient.o. Se funda en el polo isomórfico del acoplamient.o. Subyacen en ella angustias de
aniquilación inminente y fantasías grandiosas de tipo paranoico. Es también una medida defensiva contra los momentos caóticos.9
La posicíón mitopoética sostiene una mentalidad fundada en la actividad de representación del origen y en el
encuentro con la incertidumbre que acompaña a esta
actividad. Es también una posición cuyo advenimiento
tiene como condición una crisis, un deterioro o una pérdida del sentido. La posición mit.opoética fabrica nuevo sentido que incluye la representación de la catástrofe. Es una
especie de fábrica de sentido abierta a sus avatares, a su
complejidad y a su propio proceso de producción, es decir,
9 Sobre la posición ideológica, remito al lector a mis ínvestigat:iones
acerca de este tema (KW!.s, 1980, 200.36).
166
a su genealogía. Por este motivo telera que existan distintas versiones del mito.
La posición utópica también tiene como zócalo una experiencia de crisis y una representación de la catástrofe.
Pero las modalidades de elaboración difieren de las de la
posición ideológica. Oscila entre «juego y locura razonadora», entre el espacio potencial y los muros de la razón delirante. Imagina un no-Jugar de la catástrofe, que es al mismo tiempo lugar de lo posible. En consecuencia, puede
transformarse en posición ideológica, cuando lo posible
deviene imperativo, por lo cual se vuelve sistemática e intenta encarnarse en la historia, o también en posición mitopoética, cuando mantiene un espacio onírico, con capacidad de manifestarse puntualmente y de sostener un proyecto de devenir; dicho de otro modo, cuando le reconoce al
pensador un poder de pensainiento.
Estas tres posiciones de la mentalidad grupal son creaciones colectivas. Son el trasfondo de nuestra vida psíquica, pero forman también uno de sus horizontes.
El interés teórico y clinico del mrxklo
del aparato psí.quico grupal
Ha llegado el momento de discutir el interés del modelo del aparato psíquico grupal. Este modelo fue concebido para pensar, con los enunciados del psicoanálisis, estructuras, lugares, economías y diruimicas de la psique en
la conjunción de la realidad psíquica del sujeto y la del
grupo. Su función es la de un modelo descriptivo, heurístico, eventualmente explicativo. Por lo tanto, tiene cierta
utilidad en la teoría del psicoanálisis cuando esta amplía
su campo, razón por la cual puede interesar a los psicoanalistas.
Un primer interés teórico del modelo del aparato psíquico grupal reside en que permite pensar la consistencia
de la realidad psíquica del grupo de otro modo que como
una pura especulación. Esta realidad es específica: está
constituida por formaciones y procesos inaccesibles fuera
del dispositivo de grupo.
167
Un segundo interés teórico del modelo estriba en que
nos hace inteligible el hecho de que el aparato psíquico
grnpal es común al sujeto y al grupo. Este modelo da cuenta de las relaciones de <»-apuntalamiento y estructuración recíproca del aparato psíquico individual y del aparato psíquico gro.pal. Los ensambles. conflictos y transformaciones que resultan de este aroplamíento afectan correlativamente al grupo y al aparato psíquico de sus miembros.
A:fect.an en particular - y este punto atañ.e al objeto especifico del psicoanálisis-- al inconsciente del sajeto en razán de que queda así conformado por los procesos y vínculos del grupo.
El interés clínico del modelo reside en la atención que
presta a los procesos y las formaciones psíquicas movilizadas y trabajadas en el sujeto singular en el grupo, en los
vínculos intersubjetivos y en el grupo como tal. Limitando
mis observaciones al punto de vista del sujeto, yo diría que
el principal interés clínico de este modelo estriba en que
concibe al grupo como un aparato de transformación de la
realidad psíquica de sus miembros. Lo que se transforma
es la configuración particular de los objetos internoa, propia de cada sujeto, que el grupo moviliza y que se alía con
otros grupos internos. El modelo llama la atención del
clínico sobre loa aportes de cada sujeto a la construcción y
el ftmcionamiento de la realidad psíquica del grupo. La
formación y la función de las alianzas inconscientes nos
instruyen acerca de la combinación de los intereses de cada uno con el del grupo. El modelo llama tarobíén la at.eiición sobre la especificidad de los procesos asociativos que
se desarmllan en él 'Ibdos estos procesos que conciernen
al sujeto deben pensarse en los 'términos de la dinámica y
la eoononúa de las transferencias desplegadas en el espacio gro.pal.
Sabre la base de estas consideraciones, el principal objetivo del trabajo psicoanaUtico en situación de grupo puede formulanie así: hacer posible la experiencia del inconsciente, en las formas y los procesos que .se manifiestan en
el grupo, para los sujetos que son parte constituyente de
este.
168
7. Los procesos asociativos en los grupos
Para el psicoanálisis aplicado a la cura individual, la
asociación libre es a·social, en el sentido de que los efectos
sociales de la enunciación y de la escucha se suspenden a
fin de dejar lugar sólo a los ehWlciados determinados por
los efectos del inconsciente. La"'ª"' de «a-social» no es privativa sino suspensiva: alude al objetivo metodológico de
la regla fundamental, es decir, el conocimiento del inconsciente en la medida en que este se manifiesta a través de
sus efectos en la repetición, en el discurso de asociación libre y en la transferencia. Si bien el dispositivo psicoanaUtico se organiza de tal modo que los efectos sociales del discurso quedan suspendidos, sus determinaciones no se suprimen, sino que pe:n;isten y a veces insisten de una manera que debe ser reconocida por lo que ellas son: distintas
de las determinaciones del inconsciente, y a veces capaces
de influir en ellas.
Cuando enunciamos la regla fundamental en situación
de grupo, se modifican las condiciones, los procesos y los
contenidos de la cadena asociativa. Sin embargo, el objetivo metodológico es siempre el mismo: hacer posible, por
medio de la regla fundamental, del análisis de las transferencias y de la interpretación, el conocimiento de los efectos del inconsciente. Sin embargo, nos hallamos en un dispositivo de grupo, no en el de la cura individual, y por lo
t.anto debemos atenernos a ciertas especificidades del régimen asociativo.
169
Especificidad del proceso asociativo
en los conjW'ltos plurisubjetivos
En la situación psicoanalítica de grupo nos enfrentamos a una pluralidad de discursos imbricados unos en
otros, a una pluralidad de transferencias, a la intrincación
de espacios psíquicos de estructuras diferentes. Los enunciados de palabra coexisten con significantes corporales:
mímicas, posturas, gestos. El proceso asociativo está bajo
el efecto de varios órdenes de determinantes: intrapsíquicos, intersubjetivos y grupales; se forma según un doble
aje temporal: sincrónico y diacrónico, y se caracteriza por
su interc:liscursividad
Nuestro problema es el siguiente: ¿cómo escuchar est.os discursos, sus principios organi.zadores, sus efectos, y
a qué conocimiento del in.consciente dan acceso?
La pluralidad de ws discursos,
la interdiscursioid.ad y los puntos de an.udami.ento
de los procesos asociativos
El discurso asociativo en grupo produce dos cadenas
asociativas: la de cada sujeto en el grupo y la del gn.ipo.
Cada una es portadora de los efectos del inconsciente.
La doble determüu:u:wn del proceso asoci.atiuo
y sus puntos de anudamum.to
Cuando los miembros de un grupo hablan, y a fortiori
bajo el efecto de la regla de la asociación libre. sus en\lllciados aparecen siempre «situados» en el punto de anudamiento de una doble cadena asociativa. La primera es la.
que se forma en la sucesión de los enunciados singulares.
de cada sujeto, y está determinada por las representacio-·
nes-met.a y por las vías de ligazón que le son propias. Esta
cadena se halla atravesada por las asociaciones que la
preceden, pero cuando la escuchamos en su desanollo diacrónico constituye un oonjunto discursivo original que, en
170
ese nivel, lleva la in~ripción de los efectos del inconsciente del sujeto.
Los enunciados que se suceden en el grupo, aunque
emanan de sujetos distintos, forman una segunda cadena
asociativa, portadora también ella de los efectos del inconsciente. Está comandada por los organizadores inconscientes de la realidad psíquica del grupo e interfiere con
las cadenas asociativas de cada sujeto.
'lbdos los enunciados y todos los significantes están
disponibles para t.odos; pueden ser utilizables por otro suj et.o, que encuentra entonces en esas asociaciones la desobstrucción (o la facilitación: di.e Bahnung) del pasaje de sus
representaciones inconscientes hacia el preconsciente. El
proceso asociativo en el grupo funciona entonces como un
dispositivo de transformación y metabolización que hace
posible que se simbolicen, gracias a la actividad del preconsciente, representaciones bloqueadas por la represión.
Se podría ilustrar ese proceso asociativo en el grupo
con Marc y los otros: Un miembro del grupo hace surgir en
el proceso asociativo algo que para él es enigmático. Secoloca a la espera de las asociaciones de los otros respecto de
su enunciado, y escucha en su despliegue una vía de acceso a su enigma: sus resistencias se ven entonces reforzadas. Los miembros del grnpo asociaron desplegando sus
propios enunciados al tiempo que se man.tenían en relación con el enigma de este hombre. A la escucha de lo que
dicen, y cuando las resistencias han cedido, él encuentra
en las palabras de ellos el significante que le falta. En este
ejemplo podemos ver cómo la intersubjetividad organiza
las enunciaciones y contextualiza los enWlciados según
este doble eje. Una asociación no existe más que por las
otras asociaciones, en la doble malla de las que son propias de cada uno y de las que vienen del otro o de más de
Wl otro. Debemos prestar particular atención a los pWltos
de anudamiento que produce esta interdiscursividad. Algunos de estos pUn.tos de anudamiento son los suefios, los
síntomas, las alianzas im:onscientes.
Por lo tanto, debemos estar atentos al hecho de que los
procesos primarios que sostienen la asociación libre están
en constante interferencia, de tensión o de concordancia,
171
con los procesos primarios que sostienen los vínculos intersubjetivos. Hay una tensión o lllla concordancia entre
la palabra que surge en grupo del inconsciente del sajeto,
con su cifra personal y su subjetividad, y el direccionamiento de esta palabra a sus destinatarios: el destinatario
interno (el otro en el adentro) y los destinatarios externos
(el analista y los otros miembros del grupo). También hay
una tensión o una concordancia entre la palabra del sujet.o y las que la precedieron.
El funcionamiento del proceso asociativo es diferente y
más complejo que el de la cura individual.
Ret.omo a la clínica. Los procesos asociativos
y las cadenas asociativas en el gn1po con Marc
y los otros
Análisis de tres ca.de.nas asociativas
El análisis de la primera secuencia del grupo con Marc
y los otros nos llevó a distinguir tres cadenas asociativas
generadas por los procesos asociativos del grnpo. Estas
tres cadenas están organizadas por las determinaciones
inconscientes y preconscientes de la realidad psíquica en
el grupo y en los sujetos miembros de este. El lugar geométrico de las tres cadenas asociativas está constituido
por las partes de realidad psíquica que se ensamblaron, ligaron y combinaron entre Marc, Solange y Anne-Marie,
princípales artesanos de la realidad psíquica común y
compartida en el grupo en ese momento. Están compuestas por los movimientos y los objetos de las transferencias
en el grupo. Expresan la relación de los miembros del grnpo con la palabra, con lo traumático, con la elección del
nombre, y tienen un punto en común: la palabra, lo que la
palabra puede y quiere decir o no decir de una experiencia
traumática, el carácter traumático de ciertos enunciados,
la nominación como palabra decisiva para la identidad de
cada sujeto_ Examinémoslas una por una.
172
La pri~ra cadena asociativa: en torno
a la palabra. Lo que quiere decir «hablar..
Esta serie es inaugurada. por el pedido de Jacques sobre la «ronda de nombres,. y por su deseo de saber "ª quién
le habla uno». Este pedido y este deseo están implicados
en las transferencias: pregunta sobre la identidad de los
psicoanaliste.s (Sylvie), Mere y la interpretación «Salvaje»,
su expectativa de una palabra reparadora. Solange, en la
transferencia, después de haber sido captada por Sophie,
habla de su equívoco en lo atinente al objetivo del grupo:
aprender el «hablar bien» o tener acceso a la cipalabra para decir» lo que está estancado. Desde los primeros momentos del grupo se plantea una triple pregunta: ¿Quién
es el otro? ¿Qué es hablar? ¿Qué violencia contiene la interpretación?
La confesión de Marc sobre un acontecimiento traumático «mareante» oondensa estas preguntas. La ce.usa alegada del trauma se relaciona oon una interpretación (una
palabra salvaje), pero falta la palabra sobre la palabra
«mareante.. : sólo se transmiten el afecto y su violencia. La
palabra permanece desconocida, enigmática, y por eso
mismo, amenazante. Sin embargo, en la ambivalencia
respecto de los objetos t.ransferencia1es, la palabra de los
psicoanalistas es dotada del poder de destruir y reparar.
Esta palabra amenazante sólo puede ser dicha en el
último cuarto de hora: palabra decisiva, última, asociada
a la muerte. Aquí, el proceso asociativo no sólo recae sobre
contenidos verbales, sino que utiliza también los procedimientos de la palabra: antes de ser dicha frent.e al grupo
reunido, y especialmente a aquellos que ostentan el temible poder de destnñr y reparar mediante la palabra, debe
ser dicha fuera de sesión, ensayada en su ausencia ant.e
un pequeño gnipo de semajantes. Debe ser exorcizada de
la amenaza de muerte que ella transporta, depositada en
un porta-palabra para ser re-dicha luego an t.e un destinatario finalmente constituido para escuchar, y donde el
grupo funciona oomo coro, continente, apoyo o testigo. En
ese momento es importante que los psicoanalistas, destinatarios del discurso de Marc, escuchen su oonfesión en
173
los movimientos de las transferencias sobre ellos, sobre el
grnpo y sobre Marc.
El carácter elíptico de la confesión de Maro tendrá un
doble efecto: en primer lugar, de estupor y parálisis del
pensamiento -incluso en los analista~; luego, de restricción del desarrollo asociativo. La estructura de la fantasía inconsciente que ella moviliza se complejizará en
una especie de polifonía a la que van a contribuir varios
miembros del grupo.
Con Marc, luego con Aime-Marie, se recurre a una acción por medio de la palabra. Identificado con el agresor,
Marc actúa, valiéndose de ella, la transmisión (y la transferencia) directa del afecto violento sobre el grupo en su
conjunto. Actúa en la repetición traumática. En cuanto a
Anne-Marie, también ella consuma una acción por la palabra, pero en diferido, pidiendo a Solange que porte su
palabra, que la transporte por ella, en su lugar. El efecto
de esta palabra-acción se manifiesta en el descubrimiento
que sorprende a Solange: que la palabra de otra que ella
porta a otros la habla a ella misma, le atañe en lo más vivo
de su historia.
Aquí se observa con absoluta claridad que la palabra
de los otros abre para Solange la vía al retorno de lo reprimido. El porta-palabra habla en lugar de otro, por otro,
pero habla también por el Otro que está en él: encuentra
en la palabra del otro una representación que no le estaba
disponible.
Al lado de estas representaciones de la palabra asociada a la vida y a la muerte se desarrolla en contrapunto
otro hilo asociativo, en el placer del juego con los vocablos
y su polisemia (repere., re-pere., repaire, paire. ... [referencia, re-padre, reparar, par...]).
Durante esas primeras sesiones, la palabra habrá sido
un motivo central del proceso asociativo. Lo habrá sido para los participantes: palabras antiguas, oídas y mal entendidas, ligadas y emergentes en palabras aquí supuestas.
oídas, mal entendidas y no oídas ni entendidas, borradas
o reprimidas; palabras de amenaza o de salvación, de expectativas reparadoras o de temores devastadores. Lo habrá sido para Sophie y para mí en nuestras recurrent.es
174
preguntas sobre la oportunidad de proponer o de no proponer una int.e:rpretación o de esperarla del otro. Lo habrá
sido para mí, llegado a este grupo con preguntas sobre el
proceso asociativo en los grupos y enoontrando cierta resonancia entre estas cuestiones y las que se plant.ean Jacques, Marc y Solange.
La. segun.da cadena asoci.atiua: sobre
el acontecimíento traumático
También esta serie comienza con la propuesta de Jacques acerca de la •ronda de nombres». Ella inaugura wta
cuestión recurrente sobre la incertiduznbre en cuanto al
sujeto de la palabra, a su destinatario y a la identidad de
cada uno. Marc, Jacques y Boris despliegan y amplifican
este interrogante expresando su desorientación, su pérdida de las referencias, su sensación de t.ener le. cabeza vacía, de estar «fuera de sí»: sienten extrañeza y cólera.
Estos temas atravesarán las asociaciones de Solange
cuando descubra que la palabra que ella 9uisiera dominar
en el «hablar bien» puede servir para decir un «paquete de
vocablos» en suspenso, «males» todavía innombrables,
que permanecen «al lado de ella misma». Más tarde sabrá
qué vocablos le faltaban.
Es probable que el •equívoco» de que Solange fue objeto al inicio de la primera sesión la haya puesto en oontacto
con su deseo y su conflicto inconscientes, a los cuales rozó
y que despertaron en ella una zona de sufrimiento que ignore., pero de la que debe protegerse. Podemos ent.ender
así el tono ..-desafectado» que adopta, y que oculta mal un
movim:ient.o depresivo, cuan.do dice que le hubiera encantado ser Sophie. No obstante, enseguida su voz se toma
más viva cuando manifiesta su interés por el diálogo entre Marc y Boris. Segu,-ament.e, Solange se identifica con
ellos por este rasgo que los tres tienen en común: la pérdida de las referencias; pero en Marc y Boris identifica otro
rasgo que le int.eresa: ellos «se hablan», no sólo en el sentido de que uno le habla al otro, sino sobre todo en el de que
uno habla al otro. Uno es porta-palabra del otro; cada uno
175
encuentra en el otro la palabra que le falta en el momento
en que se encuentra sin representación de palabra, librado a la amenaza de la cosa y a la angustia de ser invadido
o vaciado por ella.
Desde luego, en el instante en que Solange se muestra
sensible a esta función de porta-palabra, nada sabemos
todavía. que nos permita comprender el valor traumático
adquirido por la amenaza materna 1 en su fantasía --ella
misma no lo sabe--; pero tenemos algunas razones para
suponer que, a partir de ese momento, lo que ella dará a
conocer de su identificación con Sylvie y con la relación
Marc-Boris determinará la elección que Anne-Marie hará
de Solange como su porta-palabra y la predisposición de
esta a dejarse elegir como tal. Vemos aquí c6roo funciona
el aparato de interpretar/significar (der Apparat zu deuten.1 Freud, 1913): lo que Solange significa, Anne-Marie lo
interpreta confiándole esta función que sirve a sus intereses conjuntos.
Recordemos que esos movimientos de identificación de
Solange suscitan en ella un pasaje depresivo inmediatamente seguido de la critica que dirige a los «coordina.dores», a su recibimiento defectuoso, frio y decepcionante.
'lbdo ocurre como si el desasosiego provocado por el «equívoco.. inicial, por el despertar de su ambivalencia edípíca,
por su decepción respecto de nuestra acogida, reclam8l"a
la representación de una causa y el señalamiento de culpables. Esta crítica debe ent.enderse, además, como un llamado de ayuda hacia «Verdaderos coordinadores». Pero
Solange se detiene en ese movimiento y es ella quien, convertida momentáneamente en porta~palabra de varios
miembros del grupo, se abstiene de avanzar por esta vía
demasiado peligrosa para ella, a causa de la intensidad de
sus transferencias y de la angustia de que esas criticas
ocasionen una represalia de nuestra parte y los abandonemos. Es notable que sean los miembros del grupo al parecer menos directamente comprometidos en la transferencia quienes, en esa coyuntura, tomen el relevo de la
1 Se
trata de la amenaza de cáncer can que la madre procuraba im·
pedir que su hija adDlescente fumara..
176
..
crítica. A su turno, se hacen porta-palabra de Solange, de
Sylvie y de Marc, que observan en silencio lo que está ocurriendo.
Arribamos aquí a una :instancia típica del funcionamiento asociativo grupal, que he descripto como el momento del caos. El curso de los acont.ecinúentos asociativos no ha encontrado aún un organizador su.ficientement.e
estructurado. Se desarrolla en una serie de variaciones e.n
torno a varios núcleos in.conscientes constituidos por afectos, angustias y representaciones inestables: el encuentro
con lo desconocido no identificable, la pérdida de líroite, la
cólera, la decepción. Fuertes movimientos transferenciales movilizan estos núcleos inconscientes y se instalan
identificaciones.
Cuando una vía asociativa establece una conexión más
precisa entre los núcleos :inconscientes y la transferencia
sobre los analistas -aqllf, una tranBferencia negativa-,
se inicia un retomo de lo reprimido que requiere otras medidas defensivas contra la emergencia de los contenidos
inconscientes. En la transferencia, los analistas son los
que ca.usan el malestar del grupo. La transferencia es resistencia al conocimiento de las apuestas inconscientes
del malestar, de la angustia, de la dificultad de pensar, para cada uno y para el gn.ipo. Empero, cuanto más se desarrolla la transferencia, más se acerca a los núcleos :inconscientes a cuyos accesos se opone, más revela sus componentes y más los organiza.
Podemos verificarlo en la siguiente secuencia. La critica con respecto al recibimiento se transforma de pronto
en una nueva representación. más precisa, organizada en
un escenario que es al mismo tiempo la representación de
una causa, de un origen y de emplazamientos subjetivos
correlativos: son los psicoanalistas quienes i.mpondrian a
los participantes estar presentes en la habitación prolífica
y caótica donde pululan los niños, en un ca.os de campo de
batalla. La precipitación y la rapidez de los enunciados
asociativos son un buen fndice del surgimiento de representaciones hasta entonces inconscientes.
Esta representación transferencial de] deseo de los padres, de su.s relaciones sexuales ininterrumpidas, del ori177
gen de los niños, de la razón de ser hermanos y hermanas,
conduce necesariamente a reactivar la violencia del encuentro originario con el objeto sexual, a movilizar una
fantesía que pueda representar esa violencia hasta en la
causa de su presencia en el grupo. He seftalado que el lapsus sucio/ sala/habitación/ campo de batalla [sale/ salk /
chamhrelchamp de bataille] condensa en forma notable,
como en un síntoma, los diferentes componentes de los
contenidos reprimidos que retornan. Cuanto más se acercan al preconsciente, más perturban las mentes cuando se
trata de saber bajo el efecto de qué deseos, y de qué sujetos
deseantes, están ellos aquí reunidos. Un primer organizador grupal del curso asociativo aparece así de manera más
manifiesta, y aclara retroactivamente las asociaciones anteriores que convergen hacia él.
En el comienzo de la tercera sesión, la «confesión» de
Mere viene entonces a inscribirse en esas series asociativas y a dar W1B. nueva dimensión a la fantasía de escena
originaria que acaba de instalarBe como organizador de
las asociaciones, de las transferencias y de los emplazamientos suQ.letivos en el grupo. Marc destaca con insistencia que este enigmátioo acontecimiento «mareante.. es su
propio nombre, que él es su pregunta; esta marca lo representa para el grupo y, como se verá por lo que sigue, para
su re-padre [re-pere] en la transferencia, es decir, para mí.
Pero la fantasía inconBciente inducida por la confesión de,
Marc obtiene su potencia organizadora del grupo, en cuan-·
to polariza todas las asociaciones, todas las transferen··
cías, todas las identificaciones y las angustias sobreveni-·
das antes de esta confesión.
El modelo de la confesión efectuada primero fuera de ls1
sesión, durante la pausa, será utilizado más adelante, a.1
igual que la repetida referencia al último cuarto de hora
antes del final. Como si fuese necesario significar con este
momento fuera de la sesión el tiempo de anterioridad de
la realización traumática. O también, como si hiciera falta
un primer espacio para decir, un espacio que representarla entonces la tópica del preconsciente, lugar y función
previos a la asunción de su historia por el Yo. O bien, como
si se necesitara que aquello que no se puede decir directa178
mente en la cara a los padres, y que les concierne, fuera
metabolizado en la instancia de los hermanos y hermanas, y confirmado por ella. Pero, ¿de qué se trata sino de
una culpa?, como lo acredita la denominación de una confesión: en lo que ocurrió, el sujeto es parte interesada.. y lo
que ocurrió realiza demasiado su deseo de que esto sea
así; allí está el impacto traumático: en el exceso.
El libreto utilizado por Marc par.a transmitir la carga
traumática desorganiza primero la relativa continuidad
del proceso asociativo. En realidad, la organiza duraderamente. Sirve de modelo a Anne-Marie para introducir en
la cadena asociativa y en la red transferencial su propio
acontecimiento traumático actual, que es puesto a distancia doblemente: por su devela miento fuera de la sesión ante Solange y por la elección de una porta-palabra encargada de hablar por ella, en su nombre, al grupo y a los analistas. Anne-Marie permite al mismo tiempo a Solange representar a Sophie.
Aquí, nuevamente, una carga de culpabilidad acompaña la evocación del acontecimiento doloroso. Notemos, sin
embargo, que Anne-Marie no se libera de una confesión,
sino de un <'Secreto»: esta madre que abandona a su hija
-aunque fuese con su acuerdo-- sólo puede decir su «cu1pa» depositándola primero en otra. Esta otra es elegida
por cierta similitud que tiene con ella en este aspecto, a tal
punto que la delegada de la madre se descubre y se reconoce en la hija amenazada de cáncer por la madre cuya
historia relata. La palabra que ella transporta habla de
un acontecimiento traumático actual (aquí., para otra) que
a ella le ha llegado de otra parle, en otro momento. Así se
anuda entre el depositante y la depositaria ese vinculo de
identificación analizado por J. Bleger (1967) y que, según
mis propias perspectivas, es un fundamento de las alianzas inoonscientes.
La serie sobre el acontecinúento traumático se ramifica en otras adyacente.a; una serie sobre la culpa y la reparación, otra sobre los tiempos (ahora~ antes, la repetición,
el último cuarto de hora) y sobre los lugares (aquí, en otro
lugar, en un mismo/otro grupo; desorientación, fuera de
sf. habitación, campo de batalla, hospital...). Mi intaven179
ción del final de la tercera sesión remarca esta serie y la
articula con la del traumatismo.
Thrcera serie asociativa: sobre el nombre
Esta tercera serie se origina, nuevamente, por la demanda de Jacques Cuna «ronda de nombres»). Jacq_ues es
el primero en hablar después de Sophie y de mí, el primero en expresar su necesidad de referencias. Después de un
tiempo de suspenso, la serie es indirectamente relanzada
por Sylvie, quien, ante su duda sobre la identidad de la
psicoanalista, pide a Solange y a Mich~le que digan su
nombre, y ellas lo hacen.
Sin embargo, al comienzo de la segunda sesión, Solange sentirá la necesidad de decix ella misma su nombre en
forma espontánea, como para reforzar la embestida de
Sylvie, pero no llegará a impulsar a los otros a seguirla; la
...ronda de nombres» se complet.ará al día siguiente. Sylvie,
decididament.e atenta a los nombres, hará notar a Solange que la sílaba inicial de su nombre es común con la de
Sophie. Por este rasgo, Solange puede representar a Sophie, ser oomo ella; pero Sylvie, implicada ella misma por
la letra inicial de su propio nombre, no se incluirá en este
juego de identificaciones; más tarde, dirá que su madre
había deseado un varon en su lugar y que su nombre (aquí
cam.biado) es la feminización del que estaba destinado al
hijo esperado.
Cuando llegue el momento de decir lo que ha conducido a cada uno a este grupo, Marc dirá que él se «inscribió
sobre mi nombre», respecto de lo cual debemos formular
otra vez una doble hipót.esis:
-
Marc adquiere ~inscripción» de su nombre sobre el mío;
es probable que la observación de Sylvie, quien, por razones que le son propias, reencuentra el nombre de Solange en el de Sophie, haya facilitado la vía a esta formulación, cuya representación inconsciente ya estaba
alú cuando él se inscribió en el grupo. En ese momento,
en la transferencia y en el contexto de las asociaciones,
180
-
la fonnulación de Marc significa, rozando su representación inconsciente, la relación con su re-padre [re-pere] identíficatorio (véase su observación acerca de mi
nombre).
La insistencia de Marcen representarse él mismo en el
acontecimiento mareante denot~ probablemente, la
insistencia de su nombre coIDO significante de su inscripción como sujeto, significante del cual podemos
pensar que se sostiene en una escena que atañe a su
origen y a su filiación: su transferencia (inscribirse sobre mi nombre, su intetTOgación acerca de mi nombre)
es una actualización de esto.
Genealogía y estructuración de los organUadores
del proceso asocí,ativo
Las tres series asociativas examinadas son resultado
del trabajo asociativo de los miembros del gru.po. Este trabajo se apoya en los vínculos int.ersubjetivos y en las ligazones entre las representaciones. Vamos a intentar comprender cómo esas diferentes series están organizadas
por una o varias representaciones-meta inconscientes,
cuáles son sus ordenamientos, su coherencia y sus efectos.
Supongo que un organizador predonrlna.nt:.e define los
eroplazamientos correlativos a partir de los cuales seordenan la palabra de cada uno y el proceso asociativo del
nivel del grupo. Solange, Man:, Sylvie y Jacques se afianzan en emplazamientos decisivos y cumplen funciones
particulares en este proceso: se situaron ellos mismos y
fueron ubicados por los otros en el punto de anudamiento
de los procesos individuales, inl:.ersubjetivos y grupales.
Estos sujetos portadores de funciones fóricas2 y los organizadores psíquicos inconscientes del grupo actúan como
operadores del proceso asociativo gro.pal.
Si examinamos oomo se organi2a el prooeso asociativo
durante esta secuencia. podemos discernir una genealo2 El próximo capítulo se centra en las funciones intermediarias y en
las funcionea fóricas de porta-palabra. porta-sin toma y porta-weño.
181
gía de tres organizadores fantasmáticos originarios cuyas
apuestas específicas están todavía sepultadas en el inconsciente de los sujetos. El primero es la fantasía de la
escena originaria; el segundo, la fantasía de una esc.ena
traumática; el tercero. la fantasía de seducción.
Antes de que aparezcan estos organizadores, una fase
has tante caótica aporta elementos precursores del organizador principal: son sensaciones, emociones, afectos, expresiones de angustia bastante diversas, pero cuyos rasgos COIDWleS están denotados por el encuentro con lo desconocido, la pérdida de los límites y de las referencias
identificatorias.
La «ha.bitací.ón de batalla» proUfi.ca y la e~rgeru::ia.
de la fantasfa de la escena originaria
A partir de la segunda sesión, el proceso asociativo se
organiza sobre la base de una fantasía de escena primitiva cuya fórmula, «Unos padres, en una habitación debatalla, hacen el amor/la gueITa. Hacen demasiados niiia&>,
contiene dos polos pulsionales complementarios y antagonistas: el amor/la guerra. Sobre esta fantasía se articulan
las representaciones de la violencia y los afectos asociados
a ella durante toda la fase preliminar: violencia de la fundación del grupo en el caos, cólera por la pérdida de los límites, violencia del exceso procreativo (tras la violencia de
la carencia), violencia de la omnipotencia de vida y muerte de los padres sobre los hijos, violencia de la envidia respecto de los otros miembros del grupo.
La fiintasta de aban.dono I exclusión
La primera versión de la fantasía de escena primitiva
se organiza sobre las angustias y representaciones de Wla
escena sádica, en la que predomina la violencia persecut.oria. Una segunda versión de esta escena deja aparecer la
violencia del rechazo y del abandono. Se enuncia así:
«Unos padres abandonan/excluyen a unos hijo&>.
182
La fantasía de una escena tro.umá.tíca
Es también la violencia aquello por lo cual la fantasía
de amenaza/reparación se encaja en la de la escena originaria. Se instala a partir de «la confesión» de Marc y del
ímpacto de su relato sobre el grupo. Una primera formulación de esta fantasía, la que más se aproxima al enunciado de Marc, podría ser: «Un padre amenaza/repara a un
hijo, que encuentra en eso su marca».
Esta fantasía inconsciente reorganiza el proceso asoci.ativo, los movimientos de transferencias, los emplazamientos subjetivos e intersubjetivos. Diluyendo la singularidad de la escena del acontecimiento que él presenta
como real, Marc suscita la constrncción de la escena inconBciente de aquella. Al privilegiar en su relato la acción
y la carga pulsional de violencia, las inscribe en las fantasías precedentes, que facilitaron aquel. Al golpe que recibió en otra parte, pasivamente, in extremis, de Wl analista
salvaje, hace eco el golpe dado a los ..coordinadores» {«animateurs»] que no se ocupan lo suficient.e de sus hijos porque están ocupados en otra parte, en la "'habitación debatalla», haciendo otros. Un lugar de la escena originaria ha
sido encontrado, y en el entreabrirse del lapsus retoma algo reprimido mantenido como tal para y por varios miembros del grupo, en el mismo estupor desorganizador que el
provocado por el relato de Marc. Esta escena de proliferación caótica, donde rondan la violencia y la muerte, restablece la confusión de los primeros instantes de la vida del
gru.po; nuevament.e aquí, el relato de Ma.rc, por la primacía que otorga a la carga afectiva del trauma evocado, indica una causa y repite el trauma de los orígenes: el de la
confusión.
El efecto de est.e relato residir;i en dar mayor consistencia a la fantasía organizadora del grupo. Al actuar esta
violencia sobre el grupo y sobre mí (tal es su meta inconscient.e), Marc señala también que est.e padre amenazant.e,
en otro tiempo y lugar, sigue aquí present.e awique pueda
además ser un padre reparador del daño causado al hijo.
Por consiguiente, esta fantasía se halla colmada de wia
gran carga de angustia, a causa del odio que la recorre y
183
que la demanda defensiva de reparación ocult.a y acentúa
ala vez.
Esta fantasía será en lo sucesivo el motor de las transferencias positivas y negativas y el organizador de los procesos asociativos; será el aglutinante afectivo de las identificaciones entre los participantes. Hemos señalado que
ella reorganiza las representaciones anteriores: será sobre todo el atractor de nuevas representaciones, nuevas
fantasías, recuerdos, nuevos afectos y nuevos emplazamient.os subjetivos en el grupo. Esta potencia organizadora de la fantasía corresponde además a otra característica: la de situarse en el punto de anudamiento de las tres
cadenas asociativas, sobre la palabra, el trauma y el nombre. El relato de Marc dice que una palabra lo ha herido y
que su nombre es la inscripción de ello .
.Alguruui versiones de esta escena fantasmática de entradas múltiples, de variaciones pennut.ativas, serán declinadas en la continuidad de las asociaciones. La relación
padre-hijo anunciada por Jacques y Marc,. en que se incluye Boris, es relanzada por Solange a propósito de la pérdida de «re-padres lre-~resl», pero declinada en una relación
homóloga (madre-hija) y luego invertida <hija-madre).
Un rasgo común a Marc y a Solange fue identificado inconscientemente por Anne-Marie, pol" identificación proyectiva. Tumbién esta última tiene en común con ellos el
haber perdido sus referencias, ser amenazada-amenazante y reasegurarse de su capacidad de ser una madre reparadora: en Solange/Sophie, invoca a esta madre doble que
se siente culpable de no haber sabido proteger a su hija contra el mal. ese ..golpe de la suertei+, como lo llamará luego.
El descubrimiento de Solange de que ella. misma es portadora de una palabra matenla amenazante para la hija
que ella fue, confirma en cierto modo la intuición de AnneMarie. La emoción que enlaza a una con otra ante esta
confesión y este descubrimiento sella su identificación en
la fantasia cuyo enunciado se transformará así: «Un padre/una madre amenaza/repara a un hijo/una hija...
La consolidación de la fantasía está a partir de aquí
asegurada, y su estructura de grupo interno sostendrá
otras dimensiones del acoplamiento psíquico de los miem-
184
bros del grupo e incrementará la coherencia de su realidad psíquica: por ejemplo, serán refbrzadas las identificaciones por el síntoma.
Al cabo de las cuatro primeras sesiones, todas las configuraciones de esta estructura se habrán actualizado en
las series asociativas y en las transferencias. El sueño de
Michele constituirá un pivote en la genealogía de los organizadores del proceso asociativo.
Los procesos asociativos tras el sueño de Mic~e
Recordemos que la primera sesión del segundo día se
inicia con el relato de un sueño que Michele tuvo a la noche: «Tuve un sueño sorprendente: soñé que hada el amor,
en una habitación muy desordenada, con el padre de Marc,
o tal vez con el mio; ambos tenían el cabello entrecan0».
La fantasía incestuosa subyacente en el sueño desencadenó varias series a.socia.ti vas. La primera serie se organiza en torno a la incertidumbre sobre la identidad del padre. sobre el rasgo común a ambos {el cabello entrecano),
sobre el reconocimiento del deseo incestuoso. La segunda
serie retoma el hilo de la primera a partir de un elemento
evocado el día anterior: la «habitación muy desordenada».
Se trata del desorden amoroso y del incesto. La tercera serie se organiza en tomo a la evocación de catástrofes y accidentes: la muerte bn.1tal y precoz de un padre; una madre enlutada y una depresión en la adolescencia; la desaparición de un amigo en la montaña; un hermano mayor
muerto a corta edad; la parálisis de una madre; un accidente de automóvil. La cuarta serie se apoya en la rein"Vestidura libidinal consecutiva a la evocación de esos
acontecimientos traumáticos y de la muerte; está conect.ada con el motivo ceatral del sueño, oon la fantasia de trans·
gredir la prohibición del incesto fraterno.
El sue:n.o retoma los principales elementos de las asociaciones del día anterior, que la soñante trabaja en su
producción onírica. Sueña por ella misma y por el grupo.
El sueño reelabora el organizador fanta.smático del trauma, siempre presente y activo, y las asociaciones que de185
sencadena inducen a suponer que vuelve al primer plano
cuando se perfilan las consecuencias peligrosas de la
transgresión: accidente, catástrofe, muerte brntal, desaparición. La transferencia sobre los analistas está sostenida por la conjunción de esas dos fantasías: se les demanda
que tranquilicen a los participantes en cuanto a los límites de la barrera del incesto.
Por todas estas vías nos acercamos al núcleo inconsciente, sexual, violento, trawnático, de la fantasfa principal que organiza la realidad psíquica de este grupo. No es
sorprendente, pues, que las asociaciones que se desarrollan luego del relato del sueño se encuentren con un movimiento defensivo contra la fantasía de seducción sexual
del hijo por el padre. Empero, al mismo tiempo se reconoce, sin lugar a dudas, que a partir del sueño de Michele se
produjo una transformación en la fantasía organizadora
del gn..ipo: la fantru:iía del trauma y de la amenaza se asocia a parlir de aquí con la de seducción y de incesto.
Las transformaciones que afectaron el contenido de las
asociaciones se correlacionan con el desprendimiento de
ciertas transferencias y con el comienzo de la apropiación
por cada uno de su fantasía singular. Es el caso de Marc.
El relato del sueño, el trabajo asociativo y el análisis de
las transferencias posibilitaron dar un sentido a su síntoma e iniciar un proceso de transformación de su representación, confusa y desconcertante, del trauma. Es también
el caso de otros participantes.
Interdiscursividad y polifonía en el proceso
asociativo grnpal. El trabajo del preconsciente
La geneal.og(a de los organi2adores de.l proceso
asociativo como indicador del.a interdiscursivi.dad
El análisis genealógico de las fantasías nos llevó a
formular varias hipótesis sobre los organizadores del proceso asociativo en el gn.Jpo:
186
-
-
-
La primera plantea que el proceso asociativo se construye sobre una doble serie de organiz.adores: unos son
propios de cada sujeto; otros. compartidos y comunes a
todo el grupo. No podemos establecer si los organizadores individuales detenninan a los grupales o si es a la
inversa. Marc, como los otros, llega al grupo con su fantasía, que adquiere una potencia organizadora porque
sus apuestas inconscientes pueden ser compartidas
por otros miembros de aquel: esto es lo que explora la
fase inicial, en torbellino. Devenida grupal, apta para
acoplar las psiques, la fantasía organizadora deviene
un atractor de otras que hacen variar su escena, sus
versiones, las posiciones de los sujetos en ella.
La segunda hípótesis atañe al hecho de que el proceso
asociativo oscila entre las distintas uersion.es de una
fantas'ia. Destaco dos características de ellas: las distancias entre las versiones de una misma fantasía ponen en evidencia la potencia organizadora de la fantasía básica y la riqueza de sus dimensiones, al igual que
las distintas "\l"ersiones de un mito revelan su sentido
profundo, como lo mostró C. Lévi-Strauss. A1 mismo
tiempo, estas versiones son también utilizables como
formaciones defensivas contra la emergencia de la
posición del sujeto en su propia fantasía secundaria.
La tercera hipótesis se refiere a la suceswn de las fantaseas organ.izadoras. Una fantasía predominante (y
sus versiones) organiza la secuencia asociativa. determina sus contenidos y sus procesos, pero la secuencia
asociativa hace emerger nuevos contenidos afectivos y
representaciones que atraen, por contigüidad, contraste o continuidad, a otro organizador fantasmático. Somos advertidos de est.o por las transformaciones que se
producen en el curso de las asociaciones. Sólo prestando atención el proceso asociativo y a los movimientos
de las transferencias podemos tener acceso a los organizadores inconscientes. La violencia, el equívoco. la
decepción, la apuesta de la nominación, son significados, resignificados y reinterpretados a través de los
avatares de la escena de la fantasía que surge en la
confesión de Marc.
187
-
Una cuarta hipótesis sostiene que cada grupo recibe
los caracteres específicos de su realidad psíquica de
wia fantasía organizadora que le es propia y que soporta una amplia variación de su estructura. La geneaJ.o..
gía de los sucesivos organizadores da acceso a la estructura inconsciente del gru.po Y. a través de sus variaciones, a su historia y su prehistoria.
Interdiscursiuidad y polifonía
Al comienzo de este capítulo recordé que la pluralidad
de los discursos y la interdiscwsividad de los procesos a.sociativos son una característica decisiva del dispositivo de
grupo. El análisis clínico de la.s cadenas asociativas acaba
de mostrarnos cómo se acomoda, acopla y transforma el
curso de las asociaciones bajo el efeclo de su triple nivel de
organización: individual, intersubjetivo y grupal. Los discursos interactúan, se anudan, se separan y se diferencian.
Lo que se dice entre los sujetos dice también algo de cada
uno de ellos y a cada uno de ellos. El análisis genealógiro de
los organizadores asociativos ha mostrado cómo funciona
la ínterdiscursívidad en la diacn>nía.
La polifonía de la cadena asociativa grupal es un efecto
de la interdiscursívidad. Tumo la noción de polifonía de los
trabajos de Bajtin-Vorochilov sobre la estructura de la
obra literaria.3 Bajtin sostiene que la novela polifónica se
elabora en el cruce de varias estructuras, así como el vocablo es una polífonfn de varias escrituras: las del escritor,
sus personajes, el destinatario, el contexto histórico, ético
y cultural. Esta organización polifónica caracteriza a la
esfera misma del lenguaje, y Bajtin extiende este principio a toda producción semiótic.a: la lógica que la organiza
no es la de la determinación lineal y la identidad, síno la
lógica, transgresiva, del sueño o la revolución: alli opera
otra ley.
S He recw-rido a la noci6n de ¡xiliíonía en mis trabajos sobre el proceso asociativo (1994) y más recientemente a propósito del suefio
(2002.n. 2002b); cf. infra, capítulo 9.
188
Bajtin no limita su análisis al estatuto del lenguaje
poético en la novela polifónica. Sostiene la idea de Wl auditorio social interno, propio de cada individuo, en «cuya
atmósfera se construyen sus deducciones, sus motivaciones, sus apreciaciones ... ~. El análisis de las novelas de
Dostoievski muestra cómo funcionan polifonía y dialogismo interno; por ejemplo, en El adol.escente, Bajtin distingue la voz propia del héroe, la de su interlocutor interno y
la voz narrativa tercera, y luego señala el fondo común de
vocablos que atraviesa y Wle esta estructura a tres voces,
producto de los efectos de concordancia y discordancia.
Constantemente surge la pregunta: ¿quién habla, quién
piensa, quién siente, quién sueña? Y esos momentos de incertidumbre se resuelven por la emergencia de un Yo que,
como héroe, asume la polifonía y la supera.
Dos conceptoa atraviesan toda la obra de Bajtin: el de
alteridad y el de dialogismo. Podemos valemos de ellos
aportándoles las transformaciones necesarias. El primero
plantea que no somos mónadas psíquicas, sino sujetos cuyos deseos y creencias están en relación con los otros sujetos, inscriptos en una sociedad: «Yo se oculta en el Otro y
en los Otros», escribe. El lenguaje, y más rigurosamente el
discurso, es el canipo de este encuentro: «El discurso se
encuentra con el discurso de otro en todos los caminos que
llevan hacia su objeto, y no puede sino entrar en vi va e intensa interacción con él» (1934-1935; trad. fr., 1978, pág.
92). O también: ~l locutor busca orientar su discurso, y
hasta el horizonte que lo determina, con relación al horizonte de otro.. übid., págs. 95-6).
El concepto de dialogismo designa el hecho de que cada
enunciado presenta relaciones con otros enunciados sobre
el mismo objeto, mucho más allá de que puede ser una respuesta de W1 locutor al enunciado de su ínterlocutor. Así,
incluso el enunciado monológico tiene una dimensión dialógica. Bajtin denomina «pluridiscursividad» a la fuerza
dialógica del lenguaje, en lucha contra la reificación monológica del discurso. Este fue el contexto en que utilicé el
concepto de polifonía aJ analizar el proceso asociativo, para colocar el acento en las resonancias y la transformación
de los enWlciados asociativos mediante su ensamble.
189
Perspectivas sobre el proceso asoci.ativo
y el trabajo de.l preconsciente
El análisis de los procesos asociativos dio ocasión para
poner a prueba el modelo del aparat.o psíquico grupal y las
hipótesis que contiene. La cuestión principal residía en t.e-ner acceso, mediante el aparato del lenguaje, a algunas
articulaciones entre las formaciones. los procesos y las
t.ópicas del inconsciente en el espacio intrapsíquico, en el
intersubjetivo y en el grupal.
El análisis nos enseñó que los procesos asociativos se
organizan en los grupos a partir de una triple fuente de los
contenidos inconscientes surgidos de la represión, de la
renegación o del rechazo. U na de esas fuentes es propia de
cada sujeto considerado en la singularidad de su estructura y de su hist.oria. La otra es producto de las relaciones
entre los miembros del grupo para construir los vínculos
de grupo. La tercera es importante y no debemos desatenderla: es producida por los analistas en situación de grupo
en sus relaciones con el grupo. Cada uno de estos contenidos del inconsciente se enlaza de un modo original y retorna en las manifestaciones del proceso asociativo. Este
análisis nos ha permitido conocer los efectos de la represión (o de la renegación) y las modalidades del ret.orno de
lo reprimido en el grupo y en los miembros del grupo. Nos
ha aportado valiosas informaciones sobre el modo de formación del sujeto del inoonsciente, del sujet.o de la palabra
y del sujeto del grupo.
Quisiera abrir una perspectiva que podrá interesar al
conjunto de los psicoanalistas. Se trata de lo que nos enseña el análisis del proceso asociativo grupal sobre la formación y el trabajo del preconsciente.
He destacado que en la fa.se inicial de un grupo, pero
también en otros momentos del proceso grupal, la intensidad y las modalidades del encuentro pulsional con el otro,
con más-de-un-Qtro, ponen provisoriamente en peligro la
actividad del preconsciente a causa de la multiplicidad de
solicitaciones con que tiene que enfrentarse el yo de los
miembros de un grupo. La capacidad del yo para ligar representaciones y afectos, fantasear y pensar es puesta a
190
•' ~
prueba en la medida en que los protectores entiestímulo
internos y externos son insuficientes. Ahora bien, la función antiestímulo es una función capital del preconsciente: este la cumple utilizando las predisposiciones .significantes y las representaciones de palabra que tiene disponibles. El estudio del proceso asociativo, especialmente
el de sus modalidades grupales, me llevó a conceder un lugar sustancial a la actividad del preconsciente y a definir
su formación y funcionamiento en el contacto con la actividad psíquica preconsciente del otro.
Estos estudios nos resultan valiosos porque la clínica,
incluida la de la cura individual, nos muestra regularmente que en una cierta cantidad de patologías y de sufrimientos psíquicos la actividad del precansciente del sujeto
es deficiente o no ha podido constituirse. Es el caso de lo
que llamainos, de un modo global, las «patologías de los
estados límite-.
Si relacionamos estos impedimentos del trabajo del
preconsciente con la actividad del preconsciente del otro o
de un conjwito de otros, podernos comprender mejor esas
patologías y tratar mejor a esos sujetos. Debemos recordar que las primeras representaciones de palabra nos son
provistas inicialmente por la palabra de la madre en el
grupo primario, por un/a otro/a, por más de un otro. Para
cada uno de nosotros, est.a palabra, su estilo, su entonación, sus efectos, están ligados a esas primeras experiencias que nos han seIVído para nombrar las cosas de nuestras percepciones. Para que la palabra sea dicha y oída
son necesarias una sintaxis y una semántica suficientemente comunes, debe funcionar un dispositivo interpretativo compartido. Freud (1913) denominó «aparato de significar-interpret.ar.. (.Apparat zu deuten.) al dispositivo que
nos permite dar sentido a las palabras y a las intenciones
de otro.
El trabajo del preconsciente que un sujeto está en condiciones de efectuar se funda al comienzo en la actividad
psíquica de la madre, apuntalada ella misma en su entorno, cuando cumple la función alfa (W. R. Bion), cuando
sueña al niño (D. W. Wiruúcott) y cuando se constituye como porta-palabra del niño respecto de las estimulaciones
mt.erna.s y externas con las que se ve confrontado (P. Castoriadis-Aulagnier). En condiciones ulteriores, en la cura
o en una situación de gnipo, est.e trabajo del preconsciente
garantiza las condiciones de un resurgllniento de la actividad de simbolización en los sujetos que no pudieron acceder a ella.
De esta manera, y siguiendo este modelo. articulo por
mi parte la formación del preconsciente con la int.ersubjetividad, y más especialmente con la función de la palabra
hablada. El análisis. del grupo con Marc y los otros nos
ilustró sobre este punto mostrándonos que el gnipo funciona como un aparato de transformación de la experiencia traumática. Podemos observar la forma en que funcionó allí el preconsciente de los participantes, cómo lo sostuvo el proceso asociativo y de qué modo algunas reformulaciones en a.pres-coup con.firmaron este trabajo, un trabajo
que por estas razones podemos denominar trabajo de la
intersubjetividad.
192
8. Las funciones fóricas
Porta-palabra, porta-síntoma, porta-sueoo
El modelo del aparato psíquico grupa1 y la clínica en la
que se apoya habrían de conducirme a prestar una atención particular a las formaciones y los procesos psíquicos
que cumplen una función articular entre el grupo y el sujeto singular.
El análisis de los procesos asociativos nos mostró la
existencia de puntos de anudamiento y de formaciones
intermediarias entre las cadenas asociativas individuales
y la cadena asociativa que se forma en el grupo. Reveló las
funciones que cwnplen algunas personas que en est.e encarnan y representan esos puntos de anudamiento: son
los porta-palabra, los porta-sfutoma, los porta-sueño. pero
t.am.bién otros sujetos portadores de los ideales, de las figuras de la muerte o de la salvación, etcétera.
Nos encontrainos con estas personas cuando llegan a
la cura individual y analizamos las dimensiones vinculadas a los conflictos intrapsíquicos que estas funciones generan y en las que participan. Freud nos dio un ejemplo
oon el análisis de la cura de Dora. La situación psicoanalítica de grnpo nos enseña que las fun.<;.igfU!S {óricas que estas personas asumen son simultánea y correlativamente
subjetivas, intersubjetivas y grupales. Por lo tanto, podemos analizarlas en el contexto de cada rma de ellas y en
sus relaciones.
Para elaborar esas funciones recurrí, en primer término, a la categoría de lo intermediario, cuyas premisas
podemos encontrar en Freud, Róbeim y Winnicott. Esta
categoría, cuya extensión y sentido varían en cada uno de
dichos autores, les sirve a estos para concebir formaciones intrapsíquicas e intersubjetivas: el objeto y el espacio
transicionales son su prototipo. Limitare mi exposición a
193
describir brevemente esta categoria en el pensamiento de
Freud. 1
La categoría de lo intermediario
en el pensamiento de Freud
La categoria de lo intermediario atraviesa toda la obra
de Freud: se forma en 1895 y se mantiene hasta 1939.
Aunque jamás la haya constituido como un concepto específico, ella es una constante de su pensamiento, y los grandes momentos de rectificación teórica son también tiempos de recuperación de esta categoría.
Intermediario y discontinuidad intraps{quica
Freud recurre a la noción de formación intermediaria
cuando se ve necesitado de pensar el vfuculo entre dos órdenes discontinuos de realidad: entre el adentro y el afuera., entre lo consciente y lo inconsciente, entre los pensamientos latentes del sueño y los pensamientos del sueño
manifiesto, entre las exigencias del yo, del superyó y del
ello, entre estas y la realidad externa, entre el individuo y
el grupo. En todos estos casos, las formaciones y los procesos intermediarios cumplen funciones específicas de ligazón, mediación y transformación.
El aparato psíquico dispone asf, en su organización interna, de instancias o sistemas especialmente afectados al
trabajo de }os procesos intermediarios: el sistema preconsciente, la instancia del yo, que Freud describe como Wl
ser-frontera (ein. Grenzwesen). La pulsión y la fantasía,
descriptas por aquel como seres mixtos, de sangre mezclada o mestizos, corresponden a esta categoría, igual que las
formaciones de compromiso; el síntoma, el sueño. Este úl1 Acerca de los desarrollos de esta categoría en el pensamiento de
Freud, Róheim y Winnfoott, me permito reJDitir a mi estudia (Ka.e;,
1985a, retomado en 1994a.),
194
timo es a la vez un intermediario entre dos estados del yo:
el yo de la vigilia y el yo onírioo; se forma a través de los
pensrunientos intermediarios, que dan acceso a su análisis. Cuando esboza su «psiooJogía social.., Freud atribuye
al líder, como al poeta y al historiador (der Dichter), funciones que corresponden también a la categoría de lo intermediario. Si consideramos el yo del líder, tenemos un
ejemplo de la articulación de formaciones int:ermediarias.
Estos casos ponen de inanifiesto que Freud dio a esta
categoría un valor central, al mismo tiempo que le reservó
un uso relativamente limita.do a ciettas formaciones, procesos, funciones. Y se trata de un valor central si consideramos que Freud describe tant.o fonnaciones fronterizas
en el interior del espacio intrapsíquico como formaciones
que marcan un límite entre la realidad psíquica y la realidad biológica (caso de la pulsión) o la realidad social (caso
del líder). Un uso preciso y limitado, si admitimos que se
aplica a formaciones psíquicas origina.les destinadas a superar los términos de una separación, una efracción, una
ruptura o un conflicto, o a asumir una ligazón entre elementos heterogéneos.
Intermediario y mediaci.ón en Psicología de las
masas ... y en Tótem y tabú
En tant.o que el pensamiento de Freud sobre lo int.ermediario en el aparato psíquico individual se apoya en la
clínica de la cura psicoanalítica, sus perspectivas sobre esta categoría en los grupos (y en la cultura) corresponden a
la especulación: aunque no hayan podido ser puestas a
prueba en dispositivos met.odológicos apropiados, tienen
sin embargo un gran valor heurístico.
Comenzaré por el texto de 1921, más explícit.o sobre es·
ta cuestión que el de 1913. En Psicowg{a de las masas y
análisis del yo, la noción de intermediario es mencionada
a propósito de la fuerza misteriosa del hipnotizador y de
su mirada. Freud destaca la relación entre esta fuerza y el
aspecto peligroso e insoportable de la mirada en el momento en que eljefe o la divinidad son vist.os o pueden ver
195
a sus súbditos. Freud da como ejemplo de este carácter peligroso el hecho de que Moisés sea llamado a ser intermediario entre Yah.vé y su pueblo:
.cMoisés tiene que hacer de int.ermediario2 entre su pueblo y Yahvé, pues el pueblo no soporta.ria la visión de Dios;
a.sí, estuvo en presencia de Él, y cuando regresó su rostro
despedía rayos: una parte del "mana." se había transferido
a él, como le OCUITe al mediador (Mittler) entre loa primiti·
VOS» (G. W., XIII, pág. 140).
Freud utili:z.a estas dos palabras (der Mittelsm.an, der
M ittkr) en una frase de cinco lmeas para caracterizar esta
función primera del mediador: la de afrontar lo insoporta.
ble y el peligro. El mediador funciona como una especie de
pantalla fi.ltrant.e, como wi protector anti estímulo entre la
fuente divina de la Omnipot.encia y los que están expue,s.
tos a ella.
Además, Freud menciona otro rasgo específico del intermediario: Moisés participa de las características de los
dos conjuntos de los cuales ~l es el Mittelsman: no sólo es
semejante al pueblo y ha visto a Yahvé, sino que es delega·
do por el pueblo y recibe de Yahvé una parte de su poder.
Por lo tanto, es doblemente instalado en ese lugar de in·
termediario, tanto por delegación como por investidwa.
Los rayos que emanan del rostro de Moisés pueden consti·
tuir una figuración metafórica del carácter ambiguo de
ese vínculo entre el pueblo y Yahvé --ambiguo porque e.se
vínculo es Wla potencia salvadora y/o destructora-. El
peligro proviene del carácter insoportable de dos elemen·
tos que no pueden ser colocados uno frente a otro dinM:ta·
mente; ese peligro ubica a Moisés en posición de tercero
en esta relación. Moisés es el que reúne los dos fragmentos separados de W1 conjunto unido por 1Ul.a alianza. Por lo
tanto, su posición tercera también debe ser considerada
desde el punto de vista de la instalación de un proceso de
2 La palabra alemana (der Mittel.sma11) desjgna a la vez a «un hombre del medio. y a un hombre ..medio•, en el sentido de que se sirve de
un o:iedio para hacer algo; en cierto DlDdo, un hombre in.strum.eD.tD.
196
simbolización. La persona de Moisés simboliza en parte a
Dios y en parte a su pueblo: es írreductible a uno u otro, es
un mediador entre ellos.
Freud retoma y desarrolla en este texto varios elementos de un análisis esbozado siete años antes en Tótemy tabú. Se trata del tabú y de la ambivalencia de los sentinlientos:
cEl tabú de un rey es demae:iado intenso para sus súbdi·
toe porque es demasiado grande la diferencia entre ambos.
Pero un .ministro puede servirles de intermediario inofensivo. Traducido esto del lenguaje del tabú al de la psioología
normal: el .súbdito, a quien le horroriza la grandiosa tenla·
ción que le depararía el contacto con el rey, puede tolerar el
trato con el funcionario a quien no necesita envidiar tanto y
cuyo puesto hasta puede parecerle asequible. Y el ministro
puede amortiguar su envidia hacia el rey considerando el
poder que a él mismo se le concede» (G. W., IX. págs. 43-4).
Unas líneas después, Freud observa que la transgresión de las prohibiciones-tabú implica un peligro social de-
sastroso para la propia sociedad: en ese contexto, el intermediario cwnple una función social de ligazón y de com·
promiso. Este es un ejemplo de una función intermediaria
que puede comprenderse desde el punto de vista de los
procesos intrapaíquicos y desde el de los procesos grupales
intersubjetivos. El mediador (der 'Vermittler) se sitúa en·
tre el yo de los sujetos y aquello que la figura divina o real
despierta en ellos como «la herencia arcaica.» (como superyó arcaico), como relación con el padre originario. El mediador rompe el vínculo hipnótico, introduciendo el lazo
social en la «masa de dos» (G. W., XIII. pág. 142). Reduce la
distancia entre el yo y los ídeales del yo. Ya se trate de
Moisés o del ministro, la principal relación que liga a esas
figuras con el pueblo o con los sülxlitos es el carácter ambi~
valente de su relación con una instancia religiosa o políti·
ca, soporte del ideal, garante metañsico, metasocial y metapsíquico. El proceso psíquico central es la identificación
con personas intermediarias: ellas pueden compartir un
rasgo común ron el objeto sin destruirlo y sin ser destruidas por éL
197
Las funciones fóricas
Estos primeros esbozos me aportaron valiosas indicaciones sobre las funciones intermediarias que cumplen algunos sujetos en los pasajes entre los espacios psíquicos
de cada uno y los espacios psíquicos comunes y compartidos: en una pareja, un grupo, una familia, una institución.
Llamé fóri.ca.s 3 a esas funciones porque incluyen y superan la sola ligazón entre dos bordes separados, la frontera
entre dos espacios discontinuos. Las personas que las encaman son responsables también de estas funciones, las
perlan tanto como son portadas por ellas, llevan la huella
de lo que las ha creado y de aquello en lo que se fundan.
El concepto de funciones fóricas adquiere así una dimensión más precisa y más compleja en la medida en que
posee una consistencia específica simultáneamente en el
campo intrapsíquico e intersubjetiva. Pongamos a prueba
estas proposiciones analizando tres funciones fórícas: las
de porta-palabra, las de porta-síntoma y las de porta-sueño.
Las funciones del porta-palabra
El ooncepto de porta-palabra es adecuado para examinar la cuestión de la palabra en los conjuntos intersubjetivos. El análisis del proceso asociativo me llevó a ocupanne
de la forma en que la palabra le es aportada al sujeto, de la
forma en que es tomada, en que él se apropia de ella y la
carga con sus propios deseos y prohibiciones, de la forma
en que la delega o se desentiende de ella.
En los grupos nos encontramos con las dos funciones
principales del porta-palabra que P. Castoriadis-Aulag~
nier (1975) reconoce a la madre en la estructuración de la
psique del in[ans. Las describiré brevemente.
3 El concepto de funciones fóricas se fOJ:IDB. a partir del verbo griego
phoreirt. (po~), cuya raíz ee encuentra en vmeWora" (métaphorein:
transportar, desplazar).
198
Las principales funciones del porta-palabra
según P. Castoriadis-Au.lagnier
La primera de estas funciones pone el acent.o en la voz
materna, en sus dimensiones fisicas, vibratorias, sonoras
y musicales, pero también en las palabras que llegan a
través de ella. Esta palabra aparece en la madre mucbo
antes del nacimient.o del bebé, pero sobre todo cuando este
llega al mundo. Son pa1abras que acompañan, comentan,
predicen las actividades y los supuestos pensamientos del
infans. La primera función del porta-palabra está entramada en las actividades mímicas, las miradas y las sonrisas, los gritos y los llant.os, los olores, el corrjunto de los
contact.os, los cuidados y las actitudes de la madre y del
bebé. Se instaura en el momento del baño de este, en el del
amamantamiento y el adonnecirniento, en el momento en
que el niño grita, cuando debe ser cambiado; en suma, en
todos los momentos que son de placer y de displacer para
el ínfans. En ese tipo de experiencia, la madre lleva al in.fans o la palabra, lo sostiene en la pa1abra y lo constituye
por la palabra, le abre la puerta a ella. Pero me parece
justo señalar que el niño también sostiene a la madre en
la palabra que ella le aporta, es un atract.or de la palabra.
En esta función de porta-palabra, la presencia y la actividad hablante de la madre forman un protector antiestúnulo ext.erno, modelan la organización libidinal y narcisista del cuerpo del bebé, y, de modo más general, participan en la estructuración de su aparato psíquico y, por lo
tanto, de sus sist.emas inconsciente y preconscient.e. Sin
duda, aquí debe hacerse una conelación entre la función
de porta-palabra y la fi.tncíón alfa definida por Bion: la actividad hablante de la madre actúa como inductora de
preconcepciones que ulteriormente podrán ser utilizadas
por el niño.
La segunda función del porta-palabra ejercida por la
madre, o por quien ocupa su lugar y su rol ante el infans,
consiste en el hecho de que le lleva la palabra de otro: un.a
palabra que la madre ha recibido por delegación de otro,
generalmente el padre, que en nuestras sociedades encama la funció.n paterna y a quien ella representa ante
199
otro, el infans. Aunque la madre que cumple esta segunda
función del porta-palabra no hable en su nombre; alUlque,
al no ser ella misma su causa ni su origen, hable en nombre de otro, es ella, sin embargo, la que habla e interpreta
esa palabra. La madre cumple esta función cuando enuncia las reglas, las leyes, las prohibiciones y las representaciones que le corresponden. Al mismo tiempo que las palabras de prohibición instauran en el niño la referencia a la
ley, le dan representaciones de ella. Est.os enunciados organizan las relaciones del niño con el cuerpo de la madre,
con el mlUldo, con las diferencias fundamentales: animado-inanimado, muerto-vivo, animal-humano, hombremujer, padres-hijos. La madre es porta-palabra de un orden intersubjetiva al que ella misma se halla su.jet.a y que
organiza su propia subjetividad en su relación con la del
infans.
Estas dos dimensiones de la función materna del porta-palabra son distintas y están articuladas. Caracterfaan
la función de ..pr6tesi5"' que la psique materna cumple para el in[o.ns. La madre habla al rujo y por el hijo: acompaña con palabras su experiencia y hace posible al niño el acceso a su palabra.
Cabe hacer aquí varias puntualizaciones. La primera
es que el feto, luego in{ans, escucha también la voz del padre y la distingue muy pronto de la de la madre. Al menos
dos voces se hacen oír. Por otra parte, la madre y el padre
no sólo ponen la palabra al servicio del infans: también satisfacen la exigencia de este de encontrar predisposiciones
significantes. Por su actividad de sajeto porta-palabra. la
madre -pero también el pa~ responde a esa necesidad fundamental de la psique hUIIlana: poner a disposición del infans los medios para representarse su propia
experiencia, para introducirlo en la capacidad de pensar y
de pensarse.4 La madre -sostenida ella misma por la
función paterna- sostiene esta capacidad cuando el infana debe afrontar la experiencia de la separación y ..encontrar-creal"I> significantes transicionales, como lo mues4 Su función fórica ee entonces la que se podría llamar, inspirándose
en Bion, la de "P(lrt.a-penslllDiento•.
200
tra el juego del carretel. Ella no lo desilusiona en cuanto a
que las palabras que él utiliza son palabras que él cree
haber inventado creándolas. El niño podrá entonces genera r significaciones que le son propias y confrontarlas con
las significaciones comunes, en la medida en que la madre
haya dejado desarrollarse en él lo que me gustaría llamar
una iluswn poiti.ca, tal como el poeta tiene la ilusión de recrear el mundo a partir de palabras que no son totalmente
las suyas, que él encuentra y recrea. Ella lo hace poeta y
recitador. La capacidad asociativa del infans, su estilo
asociativo, estarán ulteriormente marcados por esa forma
en que la madre sostuvo y toleró el juego con las palabras
junto con los efectos propios de su represión.
Agregaré, además, que la madre se habla a través de
su función de porta-palabra, se habla a sí misma, en su
primera función tanto como en la segun.da cuando habla
en la relación de investidura y de delegación que ha recibido del conjunto, y principalmente del padre. La madre es
portadora de una palabra a la que adhiere. Si no adhiere,
se produce una escisión catastrófica., en lo que el niño escucha, entre lo que la madre le dice y lo que representa
para ella lo que le dice al niño. A través de su función de
porta-palabra, la madre aporta su propia investidura pulsional a la psique del in{ans y ella también recibe la investidura de parte de este.
La necesidad de la presencia de Otro no puede reducirse a las funciones vitales que este debe cumplir ante el infe,ns como suplencia por la prematuración propia de la especie; de la misma manera le está exigida una respuesta a
las «necesidadea» de la psique. Una condición capital es
obligatoria: los objetos de experiencia y de encuentro que
la madre propone al niño, y que ella asocia con palabras,
sólo pueden ejercer su poder de representabilidad y figurabilidad ante el infe,ns si han sido marcados por la actividad de la psique mat.erna, que los dota de un indicio libidinal y, de ese modo, de un estatuto de objeto psíquico
acorde a las «necesidades» de la psique. La representabilidad y la figurabilidad tienen, como materiales y como condición, objetos modelados por el trabajo de la psique materna. La impronta que la madre deja sobre el objeto es
201
una condición previa necesaria para estas dos metabolizaciones. P. Aulagnier menciona su deuda con la teoría de J.
Lacan: el objet.o sólo es metabolizable por la actividad psíquica del infans siempre que el discurso de la madre lo haya dotado de un sentido confirmado por su denominación.
El sentido es tragado junto con el objeto: mediante esta
fórmula, Lacan designaba la íntroyección originaria del
significante y la inscripción del rasgo wiario entre lamadre y el hijo.
Las /Unciones del porta-paJ.ahra en los grup0s:
estudios clínicos
La primera función descripta por P. Aulagnier es fácilmente detectable en los gn.ipos: una voz y un discurso que
acompañan, comentan, mecen y ponen en sentido cumplen esta función, no para unos infa11B, sino para sujetos
hablantes a los que en ese momento les falta la palabra.
De manera general, esta función establece ligazones entre la experiencia y su designación, una asociación entre
las palabras, una transformación de la experiencia y del
uso de la palabra. La formación del aparato para pensar
los pensamientos descripto por Bion tiene lugar, en los
grupos, a través de esta función del porta-palabra, que corresponde a lo que F. Corra.o (1981) denominó, por analogía, cfunción-gamma».
La segunda función, metafórica, describe una instan-
cia de delegación y de representación de un orden exterior
al grupo y cuyas leyes, principios y prohibiciones enuncia
el discurso en el grupo. Esta función metafórica introduce
la referencia a un orden tercero en la unidad dual que
tiende a fonnarse o a reformarse permanentemente entre
el gn.ipo y sus miembros.
Quisiera hacer notar que en la situación psicoanalítica, sea individual o de grupo, esta función es, ante todo y
específicamente, la que cumple el psicoanalista cuando
enuncia la regla fundamental. El psicoanalista no es amo
de esta regla: él mismo está sujeto a ella. es su porta-pala·
bra. Es el portador de una palabra que ha recibido, que lo
202
constituye en su función de analista y que lo inscribe en
un orden simbólico. El psicoanalista es portador de una
palabra apta para posibilitar el levantamiento de la represión, pero a condición de mantener una prohibición en
cuanto al cumplimiento directo de los deseos arcaicos y
edípicos. En este registro, la interpretación es una palabra sometida al principio de realidad, no al de placer. En
esas condiciones. la enunciación de la regla fundamental
hace posible la interpretación y, en consecuencia, la constitución de un ..espacio en el que el Yo puede· advenir» como subjetividad separada, distinta, portadora de sus propias palabras.
Sugiero tomar en consideración una tercera función,
representativa, del porta-palabra. El porta-palabra porta
la palabra de los otros y los representa ante otros. A tr.avés
de él se anudan los emplazamientos subjetivos de varios
miembros del grupo. Recordemos la función de porta-palabra que Solange recibe y cmnple en el grupo. la cual la
constituye como porta-palabra manifiesta y explícita de
Anne-Marie, pero también de Marc y de varios otros. Ella
los representa, y esa función representativa est.á ligada al
emplazamiento ocupado por el porta-palabra: en la trama
del gn.ipo, se sitúa en los puntos de anuda.miento de tres
espacios: el de la fantasía, el del discurso asociativo y el de
la estructura intersubjetiva de los vínculos grupales.
Señalemos que en los grupos, aunque el porta-palabra
habla por rm mandatario y para un destinatario, no por
eso es siempre escuchado por ellos, tal como el porta-smtoma no es espontáneamente reconocido como tal. El portapalabra habla también de lo que se deja de lado, y en ese
caso es importante que haya al menos un oyente: es función del psicoanalista prestarle oídos.
La relación del porta-pal.abro. con la pal.abra:
la ekcción de Solange
La elección de Solange como porta-palabra de Anne:Marie, Mare y algunas otras personas en el grupo es resultado de varias series de determinaciones. Algunas son
203
propias de Solange, de la estructura y la historia de su psique: son determinaciones intrapsíquicas. Entre las que
son movilizadas y se actualizan en este grupo, algunas
son percibidas e investidas por Anne-Ma.rie: son detenninaciones intersubjetivas. Otras están definidas por la organización de las fantasías, de las transferencias y del
proceso asociativo en el grupo: son determinaciones grupales. Examinémoslas en sus relaciones.
Mi hipót.esis es que Solange predispone los signos que
van a sostener la elección que se hará de ella como porta.palabra. Ella esta dispuesta a representar para otro.y para más de un otro, una imago reparadora en el lugar y la
posición de Sophie, imago para ella demasiado peligrosa,
rival, supeeyoica: ella lo sabe con un saber preconsciente
cuando se pregunta si no habrá hecho algo para que se la
t.ome por Sophie. Solange se dice portadora de una pregunta sobre la palabra; descubre que el "'hablar bien» que
quisiera adquirir oculta otra expectativa, mucho más seria
e importante: hablar de lo que justa.mente no está disponible a su palabra para expresar esos «paquetes» suyus que
han quedado en suspenso. Está atenta a los intel'CaIIlbios
entre Man: y Boris, ..que se hablan.. en una palabra complementaria y común. Solange se identifica con uno de
esos lugares en esta relación intersubjetiva en que otros
lúgares correlativos están disponibles y pueden ser ocupados: es precisament.e uno de esos lugares el que Solange
va a ocupar cuando Anne-Marie le pida que la hable.
Vemos aquí que Solange elige ser elegida. La elección
de Solange como porta-palabra está sobredeterminada
por rasgos que dependen de su historia, de sus identificaciones, de su conflicto inconsciente, de su fantasía. Estos
rasgos son percibidos e interpretados por los otros en función de su propio «aparato de int.erpretar.... Constituyen,
por lo tanto, otros tantos receptores para las identificaciones y movimientos de transferencia de Sylvie y de AnneMarie sobre Solange.
Sin embargo, también debemos considerar que la elección de Solange como porta-palabra está sobredet.enninada por la organización de la red asociativa constituida por
las tres series principales sobre la palabra, el aconteci204
miento traumático y el nombre. Estas series se entrecruzan y se despliegan; están sostenidas por algunos sujetos
en los cuales se anudan varios hilos de la asociación, y
orienta.das por los movimientos de las transferencias, particulatment.e por las transferencias sobre los psicoanalistas, y por las fantasías que las organizan.
Solange se sitúa efectivamente en el punto de equilibrio y condensación de la organización fantasmática del
grupo. Ella misma se representa allí en un emplazamiento inverso al deAnne-Marie (madre amenazante) y homólogo al de Marc (hijo amenazado). Está en el punto de conversión de las acciones paaívas y activas, en el punto de
composición entre la fantasía de amenaza y la fantasía de
reparación. Se ubica y es ubicada, con su asentimiento y
sin saberlo, en el lugar mismo de su conflict:o (amenazar/
reparar), de sus identificaciones ambivalentes respect.o de
la imago mat.erna. Su puesto en la fantasía está en el lugar mismo de su sínt:oma. y será merced a rasgos que son
comunes a varios como se van a efectuar las identificaciones con Solange. He aquí un ejemplo notable de identificación por el síntoma.
Comprobamos ahora que el porta-palabra cumple su
función fórica por el movimiento de su propio deseo, y que
es convocado a ella por otros que, juntos, lo llevan a ocupar est.e emplazamiento y esta función. El porta-palabra
habla en lugar de otro, por otro, pero también habla por el
otro que está en él: encuentra así en la palabra del otro
una representación que hasta ese momento no le estaba
disponible.
La función fórica del porta-sueño
La figura del porta-sueño nos instrnye a la vez sobre la
función de est.e y sobre la función del sueña en los grupos
(y en todas las formaciones intersubjeti.vas: parajas, familias e instituciones). Esta figura apareció en nuestro grupo con el sueño de Michble y la función que elJa cumplió en
aquel al soñar y relatar su sueño. Ya he analizado esto
ampliamente y volveré todavía sobre ello en el próximo
205
capitulo. Aquí me limitaré a señalar que los porta-sueño
sueñan por su propia cuenta. y que algunos acontecimientos de la víspera. las identificaciones y transferencias que
los movilizan, determinan el contenido de su suefio. Sin
embargo, como los pacientes en la cura, ellos sueñan para
al,gui,en en la transferencia. No es entonces sorprendente
que la destinación del sueño (el/los destinat.ario/s) incida
en su contenido y que después el relato del sueño y sus
efectos lo inscriban en la intersubjetividad, en todas direcciones.
Estos «soñantes» del grupo sueñan también en lugar
de alguien, por identificación proyectiva o introyectiva.
Esta función puede evidentemente codificarse en los grupos, las familias y las instituciones, y movilizar, junto a los
procesos primarios y secundarios, procesos terciarios que
obedecen a la 16gica social y eul tura.! y articulan el suei'io y
el mito (Dodds, 1959; Ka~s. 2004). Estos soñantes devienen porta-sueño por efecto de la necesidad ínt.erna de est.ablecer, mediante el sueño, un espacio psíquico máB vasto que el suyo, cuyos lúnites son extendidos a los de otro, a
los de más de un otro, a todo un grupo.
El porta-síntoma
El análisis de Dora puso en evidencia, desde los inicios
del psicoanálisis, la figura del porta-s!ntoma. La lectura
que propuse de él sostiene que todos los protagonistas del
grupo en torno a Dora contribuyen a sostener el síntoma
mediante las identificaciones, en una alianza inconsciente de la que cada uno obtiene un beneficio. Freud participa
de ella cuando desconooe que el amor de Dora por sumadre forma el nudo de los smtomas de aquella y de sus propios sfrltomas.''5
El análisis del grupo reveló, asimismo, la función de
porta-síntoma que cumple Marc por cuenta de otros sujetos míembros del grupo, pero también por su propia cuen-
y
6 Ka.es, 1985b; véase también 8upra, en el capítulo 6, ~La difracción
el "'grupo-Dora",. (pág. 136).
206
ta. donde el acceso a la primera bloquea el acceso a la segunda. Del mismo modo y con los mismos efectos. Solange
representa para An.ne-Marie, pero también para otros, un
punto de anudamiento de los síntomas. El porla-smtoma
cumple una función fórica y una función intermediaria.
Es también, por todas estas razones, un lugar de retomo
de lo reprllrúdo en el espacio psíquico del grupo yen los espacios internos de cada uno de sus miembros. Cuando el
síntoma daja aparecer sus fundam.entos, o bien se resuelve, o bien se desplaza, o bien se transforma--el análisis
del grupo proporcionó al respecto muchos ejemplos--, pero es raro que desaparezca, porque lo que subsiste de todas estas maneras es también lo que organiza la realidad
psíquica del grupo y su permanencia. Por lo tanto, es posible preguntarse si todo grupo no produce siempre al menos un porta-síntoma.
El porta-ideal y otros funci.on.es fóricas
Podemos llamar porta-ideal al sujeto que Freud describe como el que representa. y porta o encarna los sueños de
deseos irrealizados de los otros. Heredero o fuente del
narcisismo de estos, es tanto Su majestad el Bebé como el
Ancestro. El porta-ideal se encarna también en la figura
del líder, que recibe y representa la parte abandonada de
las fonnaciones del ideal de cada uno. Este abandono, necesario para que se establezca la identificaci.6n con un objeto oom ún, potente y unificador, está en la base de la C<r
munidad de los ideales. El porta-ideal representa, encarna, el alma del cuerpo imaginario grupal, garantiza la
permanencia del vínculo y de la existencia de cada uno.
La lista de las funciones fóricas y de las figuras que
adoptan es seguramente extensa y habría que emprender
una serie de estudios para describir cada una de ellas. Debemos mencionar la función del parta-cripta (o criptóforo)
propuesta por N. Abraham y M. 'lbrok (1978), la delportadaño, cuyas figuras principales son las del chivo emisario
y el poseído, o también la del porta-memoria (historiador,
poeta) o el porta-niño. Sería interesante exa.m.inar bajo es207
te aspect.o la figura del Mensajero, cuyo lugar en la escena
primitiva mostró muy bien el filme de J. Losey, mientras
que las mitologías atestiguan su función vital en la representación del vínculo entre la ruvinidad y los hombres.
La doble determinación de las funciones fóricas
Entre otras cuestiones que plantean, las funciones f6ricBB denotan lo que corresponde propiamente al sujeto en
la función que cumple y lo que le es Mignado en esa fuñción por el proceso grupal.6 El sujeto que cumple una función fórica se encuentra bajo el efecto de varios tipos de
det.erminaciones. Es convocado a esa función por otros sujetos a los cuales está ligado y con quienes tiene un interés
común en hacer existir ese emplazamient.o y esa función.
Pero también se encuentra en ese emplazamiento por el
movimiento de su propio deseo. Podemos formular la lú~
tesis de que los emplazamientos fóricos determinados por
los vínculos intersubjetivos o por 1a organización del grupo
aportan nna poderosa confirmación a las determinaciones
internas que impulsan a los sujetos hacia esas funciones.
Tal es lo que ocurre con todas las funciones fóricas.
Los empla2amientos impuestos por la organizaci.ón
ckl grupo y las cktenninaciones intersubjenvas
ck las funciones fóricas
Los sujetos que cumplen estas funciones ocupan un
cierto lugar en el conjunto, a menudo sin saberlo, por efec6 Esta posición permite precisar la diferencia entre el cow::epto de
función Córiea. y el que propone la teoría sistémica a prop6sit<J del pa~
ciente designado Q del portador del sCnt<J.roa familiar. El coocepto de
ñmción f6rica no considera al sujeto como un element<J de un isistema,
sino cio.mo un sujel:<i del .inconsciente. La parte que corresponde propiamente al sujeto en la función fórica que cumple es ntco.nocida y se
conjuga con la forma en que el grupo la utiliza para su propio pn>ee&o
y conduee al sujeto a este emplaza.miento.
208
to de una determinación propia de este, en el que son parte activa y parte constituyente. Estos emplazamientos y
estas funciones, que se requieren para la instalación de
cualquier vínculo, son necesarios para el proceso psíquico
intersubjetivo; empero, cabe destacar que los sujetos que
cumplen esas funciones extraen de ellas ciertos beneficios
y sufren por ellas a]gunos inoonvenientes.
La pertenencia a un grupo (pareja, familia o institución) requiere cierta división del trabajo psíquico: para el
mantenimiento y la continuidad del conjunto es necesario
un reparto de las cargas psíquicas. El sujeto que cumple
una función fórica participa de esta división y de este reparto: el porta-palabra toma o recibe la carga de hablar en
nombre de varios, en el lugar de Otro o de un conjunto de
otros. Él es su delegado y los representa. pero su función le
es atribuida por el conjunto.
El emplazamiento fórico, la eleo::ión del portador, la/a
función/ea que cumple están determinados por necesidades estructurales de la vida en grupo. Los organízadores
psíquicos inconscientes que presiden la formación del
aparato psíquico grupal determinan la distribución de loo
lugares y las cargas. En este sentido, no es sólo el sujeto
portador el que cumple una función fórica: cada uno se
sitúa en predisposiciones de empwamiento regidas por
las redes identificatorias, los libretos fantasmáticos, los
sistemas de relaciones de objeto, los sistemas de defensa o
los enunciados fundamentales del grupo. Cada uno se sitúa en el conjunto y es asignado por el conjunto en w i determinado lugar. Desde esta perspectiva, el líder CUDlpl~
su función por necesidad de la estru.ctura.
Este punto de vista centrado en el grupo debe ser confrontado con aquel que considera el papel de las funciones
fóricas en la formación y en los procesos de la intersubjetividad. Un sujeto porta y transporta-sin saberlo- por
otro, o por un conjunto de otros--sin que ellos lo sepan-.
signos, afectos, objetos, buenos o malos, escenas inconscientes, ideas e ideales. Los sujetos así transportados establecen con el portador vínculos inconscient.es fundados
en su interés común en esos transportes de materia inconsciente.
209
Ya sean las determjnaciones grupales o intersubjetivas, en todos los casos lo portado y transportado es materia psíquica sometida a efectos del inconsciente que sólo
son observables en situación de grupo. Tudas las funciones fóricas se sitúan en los puntos de anudamiento de la
fantasía inconsciente común y compartida, de los discursos asociativos y de las transferencias. 'Ibdas furman e informan la materia de las alianzas inconscientes, de los
contratos narcisistas, de los pactos negativos, de la comunidad de renegación: los sajetos ..fóricos» sostienen su lugar y sus funciones en una alianza inconsciente con quienes se los asignan. Los sujetos portadores son entonces,
para quien los escucha en el proceso grupal e intersubjetiva, excelentes indicadores o reveladores 7 de la tópica, la
economía, la di.nánrica y la semiótica de esos procesos.
7 Coincido aquí, pero en 1t11a problemática muy distinta, con Ja conoopción de Pichan-Rivi~re sobre el portavo.i: «El portavoz. es aquel que,
e.n el grupo, en W1. determinado momento dice algo, y ese algo es el signo de un proceso grupal que, hasta ese momento, ha permanecido latente o implícito, como escandido dentro de la totalidad del grupo. Como signo, lo que denuncie el porta.vo:z: debe ser decodificado, es decir
que es preciso de~IU' su aspecto implfcito. De esta manera e:; decodificado por el grupo -particulannente por el coordinador~ que señala la significación de este aspect.o ·(iinplícito}. El portavM- no tiene
conciencia de enunciar algo de la signifieación grupal vigente en ese
momento, sino que enuncia o hace algo que él vive como propia.. (1970,
pág. U).
Ha.y algunas diferencia!: notables entre el pensamiento de PichonRiviére sobre el porlauo:. y mi concepción del porta-palabra. Nuestras
investigaciones se inscriben en contextos históricos diferentes y nos
referimoi; a organizaciones conceptuales diferentes. Al trabajar para
poner e11 evidencia los fenómenos de grupo, la orientación del pensa.mie11to de Piclwn-Riviere está marcada por las primeras iDvestigaciolles de psjcologfa social, en un momento en que el grupo era esencialmente concebido, a tTavés de loa trabajos de Kurt Leww, como UD8. tot.alidad dinámica en la que cada uno de los elementos del conjunto es
solidario de este, y algunos de ellos, «emet"gen.tes.. o ..~e]adores .. de
la estructura. Pichon-Ri.viére dajó en segundo plano la. cuestión del sujeto en el grupo. Mi trabajo ha consjstido en pensar la articulación entre el sujeto en el grupo, el grupo y el E1Ujet.o del pupo con las c:atego·
rías del psiooanálisis. En lo que respecta a la cnncepción de Pichon·Ri·
viére y el análisis que hice de ella, el lector puede remitirse a Kaes,
1993 y 1994a.
210
'Ibdas las funciones fóricas tienen su vertiente. psicopatológica, su versión neurótica. perversa o psicótica. Una
versión psicótica es la identificación del porta-palabra con
la que dice, como la del mensajero con aquello que anuncia. 8 Una versión perversa de la utilización del mensajero
es el goce obtenido en hacerle decir y repetir, eventualmente bajo coacción. lo que se rechaza en uno mismo.
Las determinaciones intrapsíquicas
de la función fórica del portador
Esta lectura gnipal e intersubjetiva de la función fórica es i.n.suficient;e. No basta con decir que lo que conduce a
determinado sujeto a cumplir una función fórica y a ocupar el lugar correspondiente en un grupo está determinado y predispuesto por la organización del conjunto. Esta
función y este lugar deben ser examinados desde otro ángulo: el porta-palabra. el porta-sueño o el porta-smtoma
son llevados a ocupar esas funciones y esos emplazamientos por el movimiento de su propio deseo inoonsciente. 'Il>dos ellos portan sin duda la palabra, las fantasías, los
conflictos y las síntomas de algunos otros, pero los portan
junto con los propios, sin saberlo. Al cumplir sus funciones
de portadores y de delegados, cumplen su propio fin y se
constituyen como eslabones, servidores y beneficiarios del
conjunto al que están sujetos. La idea de un mandato del
grupo o de una parte del grupo no podría definir por com·
pleto las funciones que ejercen. El sujeto cumple las funciones fóricas en el gni.po en razón de intereses singulares
det;en:ninados por su historia y su estructura. La problemática en la que se inscribe la necesidad interna de la función fórica es la del sujeto del inconsciente en cuanto es
sujeto del grupo. Es t.ambién la de la persons, en el sentido de persona: Ja máscara a través dela cual se habla.
s Este meeanismo de defensa fue descripto por Uvy·Bruhl, cuyo
análisis no es válido sólo para las sociedades llamadas primitivas: «El
~todo universalmente empleado para prote~rse de 111 desgracia
anunciada ei; suprimir el propio objeLo anunciador>•.
211
Sí retomamos el ejemplo del líder, vemos que no se encuentra en esa condición exclusivamente a partir de la
función que cumple en el grupo: deviene líder a partir de
la determinación intrapsíquica que lo lleva a este emplazamient.o. El líder sólo puede cumplir su función de portaideal para los miembros del grupo ai él mismo está implicado de lleno por la función que se le encomienda cumplir
y para la cual él mismo se autoprescribe. No conoce esta
función y este lugar anticipadament.e: sólo los conoce en la
situación en que su capacidad de portar el ideal y de funcionar en esta posición intermediaria será puesta a prueba. Es por ello que propuse esta formulación: el sujeto que
cumple una función fórica elige ser elegido. Lo mismo cabe decir respecto de todll.'3 las funciones fóric.as.
Un análisis diferencial podría poner en evidencia las
necesidades psíquicas internas que conducen a determinado sujeto a cumplir una función fórica más bien que
otra. pero es posible delinear una problemática transversal mostrando que en esta elección intervienen varios tipos de determinaciones. Los movimientos psíquicos que
orientan al sajeto portador hacia su emplazamiento fórico
y hacia las funciones correspondientes son suscitados por
las particularidades de la organización y el funcionamiento de sus fantasías, sus relaciones de objeto, sus conflictos,
sus identificaciones, su posición pulsional pasiva/activa.
El sujeto portador encuentra allí la ocasión (eufórica) de
satisfacer deseos inconscientes, de montar mecanismos
de defensa correlativos. Algunos deseos narcisistas se sostienen en identificaciones heroicas (por ejemplo, el sí mismo grandioso de algunos •sostenes de familia ..) o en los
componentes masoquistas de la pulsión de dominio, en
defensa contra el cumplimiento de los ideales. Otras det.ermin.aciones son orquestadas por las apuestas del conflicto edípico o del complejo fraterno: la rivalidad con el lider lleva a determinado porta-palabra a precipitarse hacia la posición del aegwido (del lugarteniente) o del doble,
sombra del padre. de la madre o de un hermano mayor.
Otras det.enninaciones fantasmáticas e identificaciones
correspondientes intervienen en la formación del mensajero (go-between) a partir de su posición subjetiva -entre212
ellos-dos,. en la fantasía de la escena primitiva. La función
del porta-sueño puede explicarse a la luz de su necesidad
intem.a de incluir en su espacio onírico, por medio de identificaciones proyectivas, un espacio psíquico más vasto
que el suyo propio, o de extender este espacio a las dimensiones de todo un grupo, para ronvertirlo en un contenedor onírico más eficaz. Esta determinación podria taro- ·
bién describir la que int.erviene en el caso de los médiums
en los cultos de posesíón mágica.
Algunos caracreres comunes a todas
ms /Unciones fóricas
En la cura pueden descubrinie algunos caract.eres generales de las funciones fóricas en el sujeto destinado a
devenir porta-palabra, porta-sueño o porta-síntoma. Sin
embargo, estas funciones sólo manifiestan la complejidad
de sus determinaciones en situación de grupo, el cual las
requiere y gobierna según las exigencias de su propia lógica y de sus propios intereses. En el trabajo psicoanalítico en situación de grupo no es posible tratar independientemente los diferentes niveles de su organización. Por el
contrario, como sucede con las cadenas asociativas, tenemos que trabajar sobr.e sus puntos de anudamiento y despajar lo que corresponde a la estructura y a la historia de
aquellos que devienen jefes o segundos, héroes o víctimasemísarios, porta-palabra, porta-síntoma o porta-sueño, y
lo que depende de la estructura del grupo y de las exigencias de su funcionamiento. La tarea principal del psicoanálisis en situación de grupo es, precisamente, operar
esa discriminación del yo y de la Massenpsychologie.
La det.enninación plurifactorial es un carácter común
a todas las funciones fóricas. Estas se sitúan en las fronteras entre los sujetos, entre ellos yel coQjunto, en la articulación de la tópica, la economía y la dinámica intrapsfquicas con la meta.psicología gnipal, en los límites y puntos
de pasaje entre inconsciente y preconsciente, pulsión y
fantasía, afecto y representación. Las funciones fóricas
son funciones intermediarias, y las figuras que las en.car213
nan son les de «paseros ...* Son varios los caract.eres que
est.os tienen en común.
La delegación, la representanáa y la tronsmisi6n
Las funciones fóricas asumen tareas de delegación, representancia y transmisión. El porta-palabra habla en
nombre de otro, en el lugar de otro: es su delegado, su representante, su depositario y su eslabón de transmisión.
El proceso de delegación sigue una vía complaja en la que
se conjugan proyección, identificación proyectiva o depósito en un aparato psíquico externo, predispuesto para reci.bir partes de la psique (afect.os, emociones, cargas pulsionales y representaciones) que otro (o más de un otro) no
puede o no quiere retener en él y que evacua o pone a resguardo en este otro a fin de sustraerlas del destino que
tendrían si las conservara en su propio espacio psíquico.
Esta delegación es, de hecho, una extensión extratópica
del espacio del sujeto. Los ejemplos de tales procesos
pueden ser observados en la función del doble en una fratría o en una panaja, en el alojamiento en el hijo de una
parte inaceptable o irrealizable de la psique de un progenitor o de ambos. Es bastante frecuente que el conjunto
ejerza su dominio sobre estos sujetos portadores para
mantenerlos en esos lugares y funciones.
La continencia
El sujeto portador no sólo tiene por función portar y
transportar, transmitir y transferir la palabra, el ideal, el
sueño o el síntoma. Su función es también contener esas
formaciones cuando estas no pueden ser contenidas en el
espacio subjetivo o en el del grupo. El porta-palabra alberga, contiene, vuelve decible y audible la palabra de otro, al
*En francés se denolllÍDa ")JtlSttU,..... a quien conduce una balsa o un
barco para atravesar un curso de agua, a quien pasa clandestinamen·
te una frontera o atraviesa una zona prohibida, y también, en algunos
deportes de equipo, a quien hace un pase. pasa el balón. <N. de l.c T.)
214
igual que el porta-síntoma es también el continente de los
conflictos no simbolizados de otro modo.
La semwtización y la simbolización
El sujeto que asume una función fórica es un portador
de signos: un semáforo. El porta-palabra realiza la semiotización de la palabra no advenida o impedida; el portasíntoma da consistencia y visibilidad a los conflictos intrapsíquicos latentes o reprimidos. Uno y otro participan así
en el proceso de simbolización, que puede apoyarse sobre
estos signos pero que sólo puede desplegarse sí se establece el vínculo entre ellos y lo que significan o representan.
Es función de la interpretación crear ese vínculo.
Otros caracteres comunes a parcialmente comunes
Otros caracteres son comunes o parcialmente comunes
a las funciones fóricas; por ejemplo, el holding, el han.d·
ling, el apuntalamiento, el sostén. Un análisis diferencial
de las funciones fóricas mostraría que algunas de ellas se
caracterizan por el hecho de que portan hacia el exterior
con adosamiento en un punto de apoyo, mientras que
otras portan hacia el interior, en repliegue ventral. Algunas funciones son estrictamente estáticas (el mismo sujeto porta siempre las mismas cosas sin transformación), en
tanto que otras son dinámicas: se desplazan y transforman, trazando un camino, un recorrido. Unas son transit.orias, otras permanentes; unas son unidireccionales e
irreversibles, otras bidireccionales o pluridireccionales y
reversibles y reciprocas; unas están organizadas en abis·
mo: 9 A porta a B que porta a C que porta a Xy/o Y, etc.• en
tanto que otras están encajadas como muñecas rnsas.
9
En Francia se designa ,.efecto Rípolin» o efecto «Vache-qu.i·rit»
[-voca"ilue-rfe.,l a esta organi:tación en abismo de UDa i=agen que in·
cluye su propia reproducción en forma idéntica en una eerie io.finita.
215
Observación sobre la inversión de La función {riri.ca
Quisiera destacar un rasgo notable que corresponde
solamente a algunas funciones fóricas: pueden invertirse
en lo contrario, por motivos intrapsíquicos e intersubjetivos. Esto aparece con nitidez en el caso del porta-palabra,
que puede transformarse en tergiversa-palabra, en invierte-palabra, en portador de una palabra persecutoria.
El dominio que el sujeto portador puede Etiercer sobre la
palabra por él portada se articula con la fantasía grandiosa de hablar al otro hasta el punto de privarlo de su palabra. Si bien el porta-palabra es una condición del pensamiento, perfectamente se invierte en la posícióo de aquel
que impide el pensamiento. Esta inversión es observable
en el porta-ideal, que puede invertirse en portador de persecución.
Una cuestión adyacente merece nuestra at.ención: atañe a la consistencia psíqui.Ca, para los sujetos y para el
grupo, o para cualquier otra configuración vincular, de lo
que no es portado, transportado, desplazado, transmitido,
transferido, contenido, semiotizado. Esto lleva a preguntarse por el destino de esos restos que no son llevados al
sentido y que permanecen fuera de la simbolización.
216
9. El espacio onírico común y compartido
La polifonía ckl sueño
Algunas razones para reconsiderar
la teoría del sueño
Dado que el sueño es una experiencia eminentemente
personal. ¿puede ser comparlible, conjunta y común con la
de otros sujetos? Sostener este intenogant:.e en el campo
del psicoanálisis conduce a considerar sobre nuevas bases
la noción de espacio orurico, las condiciones de formación
del sueño, el sueño mismo, el destinatario del sueño y los
efectos del relato de este último, la naturaleza del vínculo
entre los sujetos que comparten un espacio como ese.
Como en los tiempos prefreudianos, t.ambién hoy el
sueño es, para Ja mayor parte de los hombres, un asunto
de grnpo; más preciswnent:.e, de comunidad. El sueño tiene un valor eminente para el soñante en su relación con el
grnpo, para el grupo y para las relaciones con los grandes
principios organizadores del mundo.l
1
EDtre los hebreos, los egipcios y Jos latinos. los suei'los son sofiados
por un porta-sueño. Como E. Dodds (1959} lo ha most.rado respecto de
los griegos de la época clásica, son intecpret.ados según UD sistema regido por UD código común y ClOillpartido. Tal es el caso incluso hoy en los
in.dios pum4l de los Andes peruanos, en la cultura cand0D1blé de Bahía
o en Cón:ega, c:on el i::na=erismo y la ÍllllCÜ5n atribuida a ciertas mujeres de soñar a los muertos futurus en su pueblo.
He dejado de lado en e!':lte capítulo otras deteri:rünaciones y otros
abordajes del sueño. Entre estos, gnmde as nuestra deuda con algunos fundadores de la antropología psicoanalítica del suefio (G. Róheiin, G. Devereux}. Aunque su objeto sea diferente del nuestro, taul·
hién debemru muclw a los tcab¡¡jos de los soci6logos y etnólogos sobre
el sueño. Pienso 5Qbre .t.odo en los estudios sociológieos de R. Bastide,
J. Duvignaud y C. Beradt. en las investigaciones etnológicas de R.
Caillois, M. Penin. B. 'Tudlock, G. Orobitg-Canol. No me fue posible
217
Con Freud, pero ya a lo largo de todo el siglo XIX con
los trabajos de Hervey Saint-Denis y de Maury, se produce
una revolución que restituye el sueño su espacio íntim.o,
establece su sentido y su función en el espacio psíquico y
se provee de los medíos para conocer los procesos que lo
producen. Estos descubrimientos no hubieran sido posibles sin una cierta cantidad de condiciones, las unas relativas a la hipótesis del inconsciente y a la definición de su
objeto, y las otras, al método del psicoanálisis tal como lo
pone en ejercicio el dispositivo de la cura.
La clausura metodológica del espacio psíquico
del sueñ.o
La concepción de un espacio onírico compartido y com ún a varios soñantes puede aparecer, a priori, en contradicción con la postura de Freud cuando afirma, invariablemente, que la oondición de posibilidad de la experien~
cia del sue.do es la retracción de la investidura respecto
del mrmdo exterior. Freud concibe el espacio onírico como
clausurado, por varias razones.
Una de ellas es la necesidad psíquica: la suspensión
momentánea de las conex:ione5 con el mrmdo exterior y la
investidura del espacio interno por inhibición de la motricidad son las condiciones necesarias (pero no suficientes)
para que el sueño advenga, y con él, la satisfacción del
narcisismo del sueño (del soñante como héroe del sueño) y
del narcisismo del dormir (el ideal de inercia).
El espacio psíquico está clausurado por una segunda
razón: por necesidad epistemológica, para «circunscribir
estrictamente el inoonsciente» y acceder a su lógica interna. Desde el momento en que el sistema percepción-condar cuenta de los aportes de G.-W. Lawrence (1998), quien descubrió
una técnica de trabajo de grupo, el SOt!ia.Z dreami11g. Según este dispositivo, la significación de un suefto para el «mundo interior- del soiian·
te queda en segundo plaM, mientras que la atención se centra en el
contex.to social en el que surgen los sueños y en su significaci6n social.
Véase el desarrollo de estas investigaciotles en C. Neri (2001, 2004).
218
ciencia es puesto entre paréntesis y queda inhibida la acción, el sueño se abre al mundo interno y la investigación
del inconsciente se hace posible. 'lbmado e interpretado
como una via «regia.. de acceso al inconsciente, el sueño
adquirirá una condición demcxlelo de inteligibilidad paradigmático, cuyo valor reside en que define la consistencia
de la realidad psíquica tal como se manifiesta en el espacio interno de un sujeto dividido por los efectos del inconsciente. Este modelo permitirá, además, caracterizar los
procesos primarios que rigen esta realidad.
Sobre este modelo se fundará el método de la cura, y
así se explica que el espacio esté clausurado por rma tercera razón: la que corresponde al dispositivo metodológico
establecido por el psicoanálisis y al modo de acceso al sueño que este dispositivo autoriza. Desde los primeros tiempos del descubrimiento freudiano, el modelo epistemológico del sueño no fue solamente el modelo del aparato psíquico: fue también el modelo del dispositivo metodológico
de la cura.
La congniencía epistemológica entre el objeto del psicoanálisis, la teoría del sueño y el método produjo un descubrimiento posibilitado por la puesta en suspenso de las
variables que oscurecerían su acceso: la realidad psíquica
inconsciente, sus formaciones y sus procesos. Se abrió así
el e.amino al conocimiento del espacio psíquico del sueño y
al descubrimiento del trabajo de su fabricación, de su lógica interna y de sua contenidos inconscientes.
La constrncción freudiana de w i espacio psíquico clausurado por estas tres razones no significa que se conciba
este espacio como cerrado, pero cabe pensar que el fecundo encuadramiento operado por Freud deíme al mismo
tiempo los limites de su investigación y genera, negativamente en cierto modo, restos por conocer. Podemos suponer que lo que Freud pensó del sueño no describe todas las
experiencias oníricas de las que el psicoanálisis puede dar
cuenta cuando se funda únicamente en el dispositivo,
princeps y paradigmático, de la cura. Esos límites y esos
restos son los que hacen nec.esario reconsiderar nuestra
concepción del sueño.
219
Revisión de la tooria del sueño
Hoy es común admitir que al sueño ya no se lo considera sólo bajo el aspecto con que Freud lo descubrió: corno
realización alucinatoria del deseo inconsciente. Aun cuando seguim.os incluyendo el sueño dentro del espacio de la
realidad intrapsiquica donde es necesariamente producido por un soñante singular, el estudio de sus condiciones
internas, sus procesos, SUB contenidos, su sentido, muestra que el sueño es también una experiencia creadora
(Meltzer, 1993), reparadora (KJein, 1930, 1933), transformadora CAnzieu, 1985). Es, además, una experiencia que
comienza antes del sueño mismo y prosigue después de él.
Otra razón para reconsiderar la teoría del sueño es el
desplazamiento, dentro del campo de la cura psicoanalítica, del interés por el espacio íntrapsíquico del sueño hacia
su emergencia y su función en el espacio tránsfero-rontratransferencial. Varios psicoanalistas prestaron atención a
la formación, la consistencia y el destino de los sueños cruzados del analist.a y del analizando, a las interferencias
entre sus sueños de sesiones y al estatuto de los sueños
contratransferenciales del analista.
Una tercera ra7.6n para retomar nuestro trabajo sobre
el sueño reside en el hecho, ahora establecido, de que a fin
de responder a otras modalidades de investigación y tratamiento de los efectos del inconsciente en la psique se
construyeron otros dispositivos de trabajo psicoanalítico
derivados del de la cura. Surgieron de esto nuevas perspectivas sobre los límites del espacio intrapsfquico, más
abierto en cuanto a sus bordes y sus interferencias con los
espacios psíquicos de otros sujetos. Esta orientación introdujo el sueño en otro espacio, donde encuentra otra fuente
de estimulación y desarrolla efectos específicos.
Nuestra pregunta inicial: ...¿Cómo pensar la experiencia omrica cuando la relación de los soñ.antes con sus sueños está atravesada por los sueños de otros sotiantes?»,
puede hoy ser sometida a la investigación psicoanalítica
sobre una base clínica suficientemente firme. Por mi parte, he trabajado en un doble abordaje del sueño. En primer lugar, retuvieron mí atención los sueños producidos
220
en grupo, cuyo relato se hace en grupo. De est.e enfoque
extraje algunas proposiciones útiles para reconsiderar el
espacio onírico de la cura y para interrogar al sue.ño llamado «individual», tal como nos es contado en la cura. Este enfoque mantiene la concepción del sueño oomo formación intrapsíquica necesariamente producida por un soñante singular, como creación individual ~ísta» (Freud).
pero admite que el sueño está profundamente entramado
en la intersubjetividad. Explora sus condiciones, sus procesos, sus contenidos, su sentido y sus efectos.
7res proposiciones sobre el sueño
Mis investigaciones sobre el sueño estuvieron organizadas por tres proposiciones principales:2
-
La primera es la de un espacio onírico común y comparti.d.-0. No es ocioso recordar que este espacio está originalmente estnJ.ctura.do por la capacidad onírica. de otro
-la madre-- y más de un otro -el grupo familiar o la
comunidad-, y que esta capacidad es un fact.or esencial en la fabricación del sueño y en el desarrollo de sus
funciones en el bebé. El grupo familiar es la primera
cuna onírica del recién nacido. El grupo mismo es .ar
mo un sueñ0» (Anzieu, 1966), es el continente de la capacidad de ensoñación (Kaes, 1976); la familia funciona sobre este fondo onírico originario (Ru:ffiot, 1981).
La segunda proposición sostiene la idea de que al lado
del ombligo del sue:iio, hundido en el micelio corporal,
es útil admitir un segundo ombligo de la adiuidad ontri.ca, hundido en el micelio intersubjetiva. Retomando
la metáfora freud.iana, admitimos que esos dos ombligos reposan en «lo desconocido- de donde sUigen los
suenos. Desde esta perspectiva, el sueño encontrarla
su sustancia energética en el ombligo corporal, y su
sustancia relacional y narrativa, en el ombligo intersubjetiva.
-
2
Fueron expuesta!! en~ libro La polyphoní,e du. riue (2002a).
221
-
La tercera proposición introduce el concepto de pol.ifonía. del sZU?ño. Este concepto describe el modo en que el
sueño es trabajado por y en una multiplicidad de espacios y tiempos, de imágenes y voces. Integra la idea de
un espacio onírico plural, común y compartido, y de los
dos ombligos del sueño. Hemos observado que, en cada
sueño, su materia prima está formada por restos diurnos y nocturnos de los sueños propios y de los de algunos otros: los sueflos se forman unos con relación a
otros y se interpretan en sus relaciones de adosamient.o recíproco. La hipótesis de la polifonía del sueño nos
lleva a una «fábrica de sueños» donde varios espacios
oníricos se interpenetra~ donde varios soñantes se
dan señales y se hacen escuchar por varios soñantes,
varios oyentes, internos y externos.
La polifonía del sueño en el grupo
En los grupos constituidos como artefacto metodológico para el trabajo psicoanalítico, el sue.n.o se manifiesta
con caracteristicas distintas de las que prevalecen. en la
cura. AJguíen suefla en el grupo, construye un relato que
dirige a otros, y el relato de ese suefio suscita diversos movimientos psíquicos en los miembros del grupo: se habla
de él, se lo rechaza, se lo calla. Las más de las veces se instala un proceso asociativo, un proceso interdiscursivo,
polilOnico, entramado en las modalidades y los contenidos
de las transferencias, en las resistencias y represiones,
pero también en las representaciones hasta ese momento
inaccesibles a las que el trabajo de las asociaciones facilitó
una vía hasta el preconsciente.
La trama onírica del grupo
Antes de explorar en dos ejemplos las manifestaciones
clínicas del sueño, el estatuto del soñante y el destino del
sueño en la situación psicoanalítica de grupo, propongo
222
volver a la idea de que el espacio psíquico de los grupos es
un espacio onírico. El punto de partida de esta proposición fue un estudio de D. Anzieu (1966) sobre la
analogía entre el grupo y el sueño.
ya él mismo
El grupo es «como un sl.U!ño» CA112ieu, 1966)
Esta tesis gira en torno a los tres enunciados principales siguientes:
1) El grupo es ~como un sueño»: ..Los sujetos humanos
van a los grnpos de la misma manera en que al dormir entran en el sueño».
2) El grupo es el medio y el lugar de la realización imaginaria de los deseos inconscientes de sus miembros. Los
deseos que se realizan en los grupos son sus deseos infantiles y sus deseos de la víspera. Como el sueño, como el
síntoma, el grupo es la asociación de deseos inconscientes
que bu.sean su vía de realización imaginaria y de defensas
contra la angustia que suscitan. esas consumaciones en e]
yo de los participantes.
3) Los fenómenos que se producen en los grupos son
análogos a los del sueño. Se parecen a contenidos manifiestos y derivan de una cantidad limitada de contenidos latentes; los procesos primarios, velados por una fachada de
procesos secundarios, son determinantes. El grnpo, ya sea
que cumpla eficazmente la tarea que se ha asignado o que
esté paralizado, es un debate can una fantasía subyacente.
A partir de estas proposiciones, An2ieu concibe la idea
de que el sueño es el principio de inteligibilidad de los
fenómenos psíquicos inconscientes que se manifiestan en
los grupos. El grupo es entonces como el sueño, la vía regia de acceso al inconsciente.
Varios puntos de la tesis deAnzieu retuvieron mi atención. Para que el grupo sea est.e •canalogon» del sueño. en
los sujetos que son sus miembros debe efectuarse un retiro de la investidura corporal por parte de la conciencia;
además, son indispensables una regresión tópica y for-
223
mal, una atenuación y una dilatación de los límites del yo
en la frontera del encastre de las envolturas individuales
y grupales. Este abandono momentáneo de los lúnites internos en favor del espacio del grupo tiene como cnntravalor el hecho de que el espacio del grupo deviene, en parte o
totalmente, coextensible con el espacio interno de cada
miembro del grupo. Este último funciona, pues, según el
modo que he descripto como isomórlico. Anzieu nos invita
a pensar que el grupo y el sueño son, bajo diferentes formas, espacios de lo imaginario onírico, lugares de ensoñación y de imaginaciones, pero también de la ilusión y de lo
ilusorio.
Lo esencial de la propuesta de Anzieu consistía en mostrar que el grupo es uno de los lugares de la realización
onírica de deseos inconscientes reprimidos en la infancia o
en la víspera. Su propuesta no era restituir al soñante su
subjetividad en el grnpo. Ahora bien, consideraremos que
esta realización y esta manifestación se producen en dos
espacios psíquicos articulados el uno con el otro: el del sujeto singular y el del grupo considerado como espacio de
una realidad psíquica irreductible a la de sus sujetos tomados aisladamente. Más precisa aún es la idea de que
los miembros de un grupo se comunican por su yo onírico
y de que es de este modo como se constituye la materia
psíquica del grupo.
Finalmente, y ampliando más el campo, podemos considerar que esta trama onírica del grupo es sólo una versión del fundamento onírico del vínculo intersubjetivo.
Entonces, la analogía entre el grupo y el sueño implica
p~os psíquicos comunes que corresponden al proceso
primario: condensación, desplazamiento, multiplicación,
difracción> figuración, puesta en escena y dramatización.
'lbdos estos procesos se combinan según un principio organizador de los pensamientos del sueño (la representación·meta): son los mismos principios organi:r.adores de
los vínculos de grupo Oos organizadores inconscientes,
principalmente los grnpos internos).
224
El sueño en la trama onírica del grupo:
ejemplos clínU:.os
Un sueño en el perf.odo inicial del grupo
En las noches que preceden al inicio de un gnlpO, los
sueños de los participantes y de los analistas tienen como
tema, frecuentemente, la representación de la relación
confusa de los límites entre el adentro y el afuera, la formación incierta de la envoltura grnpal amenazada, o la
angustia de no ser contenido en el grnpo. Los contenidos
transferenciales de esos sueñ.os son a menudo muy intensos, como en aquel sueño que tuvo Robert la noche anterior al comienzo de un grnpo y que relató en la primera
sesión: «Yo llegaba al ensayo de una pequeña orquesta; tenía mi violín en la mano y estaba muy inquieto por saber
si conseguiría armonizar [accorder] mi instrumento con
los de los otros músicos; había muchas disonancias y repentinamente mi arco dejó de tener cuerdas. El director
me miraba fijamente y yo sólo podía bajar la vistan.
Su relato no suscita ninguna asociación, al menos en
las palabras que se pronuncian: sólo algunas risas (a propósito del pequeño violín sostenido en la mano). Varios
participantes dirán que quedaron paralizados por la amenaza de que este sueño fuera premonitorio de un fracaso
del grupo, y el soñante será agredido como si hubiera atacado las condiciones que generarían la ilusión grupal necesaria para la formación del grnpo. La elaboración del sueño sólo podrá ser emprendida después de que los participantes hayan comprendido que el sueño había tenido para ellos ese impacto y que había sacado a la superficie sus
mecanismos de defensa contra la amenaza de no ponerse
de acuerdn [s'accorder], en el momento en que precisamente todas sus investiduras estaban dirigidas hacia ese
proyecto. El sonante, por su lado, reconooerá que con ese
relato había cargado al grnpo con su angustia de no formar parte de él, angustia que su suefio figuraba como la
de ser castrado de su instrumento y su vergüenza ante los
otros, y que fue fácilmente detectada por el propio soiiante
y los miembros del grupo. El suero adquiere sentido y va-
225
lor en su transferencia preliminar sobre el psicoanalista y
sobre el grupo, los dos destinatarios del sueño: Robert esperaba ser tranquilizado por el director en lo que :respecta
a su potencia y oont.ra las miradas reprobadoras de la orquesta.
El sueño de Robert es un sueño de grupo,3 moviliza la
grupalidad interna del soñante y de todos los participantes. Es un grnpo interno amenazado de discordancia. Tanto el contenido del sueño como su relato hicieron emerger,
cuando el continente grnpo no estaba todavía constituido,
una de las angustias específicas que aoompa:ñan a la fase
inicial de la experiencia psíquica en los grupos: la combinación [accordage) o el acoplamiento de las psiques a través de \Ul organizador suficientemente común, compartido por los miembros del grnpo. Por eso en los comienzos de
un grupo son muchos los sueños traumáticos, pero no todos son contados desde la primera sesión.
Si nos interrogamos no ya sobre el contenido del sueño,
sino sobre el efecto del relato del sueño, se evidencia que el
soñante «actuc5» de entrada Wl8. tensión vivida como paradójica en la fase inicial de la experiencia grnpal: la paradoja es ser y rw ser del grnpo. Para el yo de los participantes se trata, al mismo tiempo, de afirmarse entero y singular contra la regresión hacia lo parcial y lo impersonal y de
constituirse como elemento perfectamente ajustado de
una wúdad má.s grande, como miembro del ..cuerpo grupal» unificado. La exigencia de ser a la vez indiviso y
miembro de un grupo moviliza angustias de rotura y de
disonancia interna (incluso de escisión), resultado del conflicto que divide al yo entre su autoconservación y las partes de sí mismo que deberá abandonar (y que vive como
una castración) para realizar su deseo de estar integrado
3 Algunos suefioe, que nos son relatados durante un.a cura psicoan.alltlca individual o una sesión de grupo. ponen en esama. varios person.s,jes eo. relación unvs con otros, que c:oDStituyen en coiJjUDto un pequefi.o grupo, uD.a reunión más amplia o una multitud. Est.os sueños,
que he deuomin.ado ..suefios de grupo•, son una forma de figuración
del yo onfriai del soñant.e., el escenario de sus personajes y de sus oQjet.QS intel'lloS. Hice un estudio profundo de estos sueños en La polyphD-
nie du t'fue.
226
en un grupo unido. Esta exigencia se resuelve generalmente (y provisoria.mente) en la ilusión grupal. Tal es el
conflicto que organiza el sueño de Robert, pero su relat.o es
recibido en un campo que no permite transformar en ilusión ese momento paradójico.
El ejemplo del sueño de Robert muestra con claridad
que no era transformable mientras la función contenedor
del grupo no se hubiera constituido. pero muestra también que puede ser elaborado luego en el proceso grupal, y
ser interpretado en el movimiento de las transferencias.
Formar gnipo y estar en grupo suscita una tensión
fundamental entre las exigencias de c.ontribuir a su unidad y al mantenimiento del narcisismo grupal y las del
sujeto singular en su deseo de ser parn. sí mismo su propio
fin y diferenciarse de los otros. La actividad onírica se inscribe en esta tensión en equilibrio inestable. El sueño y el
relato del sueño, producción personal pero desde ese momento cornpartible, siguen esta oscilación y movilizan esta tensión entre el narcisismo del soñante y el narcisismo
del grupo. Este ejemplo nos ha permitido observar que
esas exigencias narcisistas no se c.omunican entre ellas: es
lo que amenaza al grupo y a cada participante en esta fase
inicial.
La articulación entre el espacio onúico del soñante
y el del grupo: el sueño de Michele
El sueño de Michele, ya ampliamente analizado. nos
permite volver sobre la articulación entre el espacio orurico del soñante y el del grupo. Hemos mostrado que su
sueño está formado por restos diurnos que circularon en
la víspera sin que se los pudiera simbolizar en el grupo.
Mi.chille sueña por ella misma, pero también sueña en el
espacio onírico grupal. El relato de su sueño suscitó un
movimiento defensivo contra la fantw;ía de seducción sexual del hijo por el padre, pero brindó a cada miembro del
grupo y al grupo en su conjunto modelos de figuración de
los conflictos incoDBCientes que los atraviesan y emplazamientos en las escenas fantasmáticw; que los organizan.
227
Notemos aquí una particularidad del relato del sueño
en los grupos: el sueño es utilizado por otros (algunos
otros) que no son el soñante: es puesto a disposición de
ellos, produce sentido para los otros y en el campo gn.ipal,
y es probable que lo que produce sentido para unos no produzca sentido para los otros. La estrnctura polifónica e interdiscursiva del sueño supera el sentido que lo caracteriza para el soñante, y es en el proceso asociativo donde sur·
gen las asociaciones que permitirán hallar su sentido pa·
ra este, en lo que Hamo ...trabajo de la intersubjetividad ...
Las funcinnes del sueño en los grupos
Sobre la base de los análisis que he realizado, propongo
una visión de conjunto acerca de las principales funciones
del suedo en los grupos:
-
-
Una función de retorrw de lo reprimido en una figuración aceptable por el preconsciente del soñante. Esta figuración es propuesta al grupo en el relato del sueño.
Ti ene, por lo t.a.nto, también una función en el grupo. El
relato del sueito y las asociaciones de los miembros hacen surgir significantes hasta entonces no disponibles
para otros miembros del gn.ipo y devenidos utilizables
por ellos.
Una función co11.tenedor que consiste en el tratamiento
int.ersubjetivo de los pensamientos y los afectos inconscientes, de los restos diurnos portadores de significaciones que permanecieron inconscientes y cargadas de
investiduras pulsionales sofocadas en la víspera. El
sueño, como el grupo, es un espacio psíquico compartido en el que se producen efectos de continencia y de
transformación, para el soñante y para el grupo. En
este último, la función gamma (Corrao) es una creación de los miembros del grupo, sostiene la función contenedor. Se manifiesta por la búsqueda y el cumplimiento de la función alfa del otro, de más de un otro, del
grupo mismo. Cuando es imposible recurrir a la función
contenedor del grupo, el soñante hace otra tentativa
228
-
-
para encontrar un contenedor, produce un acting (Pontalis y Khan), .xsueña afuera~ (Racamier) o aporta un
objeto externo reaJ (Friedman).
Una función de representacwn escenificada y dramdtica del aparato psíquico grupal y de los emplazamientos
subjetivos de cada uno en este espacio_ El emplazamiento privilegiado del soñante en la tópica, la dinámica y la economía grupales, y por lo tanto en las dimensiones de las transferencias, es el del porta-sueiW. He
intentado descubrir qué necesidades internas conducen a un sajeto más bien que a otro, por el movimiento
de su propio deseo, a cwnplir una función fórica de porta·suedo. También podemos investigar la codificación
del porta-suedo en los grupos, las familias y las instituciones, y tratar de comprender cómo, junto a los procesos primarios y secundarios, se movilizan procesos que
obedecen a la lógica social y cultural específicamente
mitopoét.i.ca y que hacen del relato del sueño en grupo
un instrwnento terapéutico capital, conocido desde la
Antigüedad.
Una función euacuatioo del sueño (Bion, Bemard, Gaburri, Friedman) que consiste en desembarazarse del
deseo mediante el sueño, más que en elaborar los deseos que aspiran a realizarse. Lo que Meltzer teorizó
en la cura como el pecho-inodoro se aplica también al
gnipo, que es investido y utilizado como pecho-inodoro.
Cabría incluir en esta categoría los sueños profusos o
en avalancha, que pueden o no favorecer la elaboración
psíquica en el gnipo, respecto de lo cual el factor decisivo es su utilización en las transferencias.
Podemos verificar que estas cinco funciones son las
que cumple el relato del sueño de Mich~e en el grupo: antes de su sueño, el síntoma de Marc se apoya e~ la alegación de realidad del acontecimiento que alo marca,,, del
que recibió «la marca... El relato del sueño, el trabajo asociativo y el análisis de las transferencias abren el acceso ·ª
la puesta en sentido de su síntoma: el acceso a la fantasía
y al pensamiento de su relación incestuosa con su padre
instalará un proceso de transforma.ció.u de su representa229
ción, confusa y confusionante, del trauma; pero también
algún o alguna participante tendrá aoceso a su fantasía
incestuosa como consecuencia del relato del suefio y de las
asociaciones de los miembros del grupo.
¿En qué consiste el trabajo de anáU.sis del sueño
en grupo?
Sobre est.as bases, podemos precisar en qué consiste el
trabajo de análisis del sueño en grupo. Desde mi punto de
vista, consiste esencialmente en hacer visible el espacio
onúico común y compartido en el cual se re-presentan las
formaciones del inconsciente de los sujetos en su encuentro con el otro (más de un otro). No siempre es útil trabajar
sobre el contenido del sueno, pero en todos los casos me
parece necesario trabajar sobre el hecho de que se hizo un
relato de él
El direccionamiento del sueño se constituye antes que
este, es parte activa en la fabricación del sueño y de su relat.o, y de este modo el sueño incluye al otro en su contenido latente. Por tal motivo, es necesario estar atentos a varias cosas: a la forma en que el sueño es recibido, si es rechazado o ignorado, o si suscita asociaciones. Ello es un
muy buen indicador del proceso grupal, de la situación de
las transferencias. Resulta provechoso observar de qué
manera utiliza el soñante el relato del sueño en las transferencias sobre los. terapeutas, sobre los miembros del
grnpo y sobre el grupo mismo. Para no perder su sueño, el
soñante necesita encontrar un oyente después de haberlo
inventado en aquel. No me p~ce que sea necesario requerir al soñante sus propias asociaciones, porque eso sería transgredir la situación psicoanaütica de grupo para
hacerla desviar hacia una situación de pseudo-cura individual en grnpo.
Conviene prestar una atención particular al emplazamiento tópico y a la función económica del porta-sueño en
el grupo. Los sueños de los porta-sueño están atravesados
por la polifonía del espacio onírico. En las situaciones psicoanalíticas que he analizado, los porta-sueño sueñan en
230
la transferencia, para alguien o para algunos; también
suefian ..en lugar» de alguien o de algunos. Estos soñantes
devienen porta-suei'io bajo el efecto de la necesidad interna de establecer mediante identificaciones adhesivas y
proyectivas normales un espacio psíquico más vasto que
el suyo, depositarlo en un continente extratópico: el de
otro, de más de un otro, de todo un grupo.
Tanto en los gnipos como en la cura debemos conservar en la mente lo que Freud decía a propósito de la interpretación: es infinita, puesto que en último análisis el ombligo irreductible del suei'ío permanece en la sombra y hace imposible la interpretación exhaustiva de este. Hemos
supuesto dos ombligos del sueño, y esto debe volvernos
más prudentes aún, porque ahora sabemos que el verdadero soñante del sueño sigue siendo un interrogante.
El espacio onírico común y compartido
en la situación de la cura psicoanalítica.
Estudios clínicos
He intentado establecer que el concepto de un espacio
onírico compartido y común a varios soi'iantes da cuenta
del anclaje del sueño en una matriz intersubjetiva. Este
concepto significa que cada soñante sueña en el espacio de
una pluralidad de soñantes cuyos sueños atraviesan los
sueños de cada uno. La situación de la cura individual nos
aporta importantes elementos para confirmar la idea de
que ciertos sueños se funnan en el cruce de varios espacios
oníricos comunes, coajuntos y compartidos. Veamos algunos ajemplos.
Los dos hermanos y la matriz materna
de sus sueños
Cuando eran pequeños, mi paciente y su hermano menor compartían la misma cama. Peleaban mucho, a veces
violentamente; esto los dajaba muy tristes y deseosos de
231
reconciliarse. Cuando evoca esta época, mi paciente encuentra este recuerdo: algunas noches, antes de dormirse,
los dos hermanos se contaban los sueños que habían tenido la noche anterior, con la idea de soñar los mismos sueños la noche siguiente. A partir de los restos diurnos de
sus sueños fabricaban restos diurnos comunes. Cierta palabra, cierta emoción, cierta imagen, t.enían esta función
de influir en sueños en los cuales aparecían los mismos
personajes, los mismos animales, que habían evocado antes de dormirse. A menudo llegaban a concretar esos sueños, o t.al vez al contárselos se hadan un relato que los llevaba a pensar que lo habían logrado. Si el sueño había
conseguido unirlos no peleaban en todo el día, como si cada uno tuviera la guarda de ese sueño y de los objetos que
habían puesto en común.
Una noche, ant.es de dormirse, evocaron una novela de
aventuras, El escuadrón. blanco, que los apasionaba, y se
prometieron ir un día juntos al desierto, perseguir gacelas, como las ciervas que sorprendían a veces en los bosques. La noche siguiente, uno y otro sueñan «casi el mismo- sueño que se relatan al despertar: una brigada de soldados en camello se pierde en el desierto y para sobrevivir
persiguen a un gn.ipo de gacelas. uEn mí sueño; quiero
que los soldados capturen una, tienen fusiles extremadamente pot.entes, pero que no la maten. Mi sueño termina
en el momento en que se acercan a la gacela. En el sueño
de mi hermano, los soldados son socorridos por una patrulla que salió en su búsqueda...
La especificidad del sueño de mi paciente corresponde
a lo que t.<xlavía no está simbolizado en cuanto a los VÍnCUloa con su hermano. Lo que permanece oscuro en relación
con ese vínculo, y que se sum.erge a la vez en las relaciones
precoces del bebé y la madre y en las raíces del complajo
fraterno, es llevado al escenario orurico por el segundo ombligo del sueño. De este ombligo interpsíqu.ico, que forma
la matriz materna de los sueños de ambos hermanos, surgen los materiales de la producción onírica. El sueño de
mi paciente rea.li%a, en primer lugar, el deseo de soñar los
mismos sueños en un espacio onírico común y compartido
con su· hermano.
232
El deseo de encontrarse en el mismo espacio onírico
busca su vía de realización en los objetos oníricos comunes. El espacio onírico común redobla la cama compartida, devela las apuestas incestuosas del vínculo que une a
mi paciente con su hermano: la estrategia que aplican moviliza las inducciones en el trabajo de la víspera para hacer surgir en cada uno, de su propio sueño, el deseo de uno
de encontrarse allí con el otro.
Las asociaciones del soñante lo conducen hacia lo que
el sueño común preserva: el vínculo de amor narcisista homosexual, refrendado por su defensa conjunta contra. los
sentimient.os hostiles que experimentan uno hacia el otro,
contra la rivalidad fraterna, contra los pensamientos de
asesinato respecto del otro: estos son desplazados sobre
las gacelas, que no resultan muertas. En el capítulo IV de
Tótem y tabú, Freud se refiere a1 estudio de W. Robe:rtson
Smith para describir lo que constituye la sustancia común
que une a los núembros de un clan: la Küu;hip permanentemente reanimada en la comida tomada en común confirma que se está hecho de la misma. sustancia. Pienso que
el sueño común y compartido es una expresión de la Kinship. Al igual que en la comida común que consolida la
Kin.ship, la realización nocturna de la fantasía de sueño
común los protege de la hostilidad durante t.odo el día.
Por ello, e.a.da uno de los soñantes está en contacto con
«el lugar donde este ombligo reposa en lo desconocido.. ,
con esa otra parle del inconsciente enclavado en la experiencia corporal. Sus sueños no son idénticos; tienen rasgos comunes y compartidos, pero cada uno sueña su sueño
sost.enido por el mismo deseo: juntarse con el hermano en
el espacio onírico imaginario común. Esto hace que su
sueño sea ..casi el mism0r> que el de su hermano.
Sueños del analista, sueños del analizando
'lbdos los analistas han soMdo con sus pacientes, pero
son pocos los que han prestado atención a los efectos de
sus sueños sobre los sueños de aquellos, y recíprocamente.
También son pocos los que han prestado atención a sus
...~33
-sueños de sesión». 4 M. Enriquez ha referido lo que se produce en la contratransferencia cuando esos sueños sobrevienen en el analista, la valiosa ayuda que halló al soñar
con sus pacientes disarmónicos .. en los momentos en que
ellos [la] confrontaban con la prueba del límite de lo soport.ahle» (1984, pág. 244). Los sueños de sesiones que ella t.enía exhibían las características descriptas por M. N eyraut
en los analizandos que tienen ese tipo de sueños: como en
el analizando, la prohibición de contacto ya no es respetada, el espacio íntimo es penetrado. Los sueños de sesiones remiten al analista a una condición de paciente y le
dan la dimensión de sus conflict.os psíquicos despertados o
vueltos a despertar por la situación analítica e implicados
en su compromiso con el psicoanálisis. Lo preservan, además, «de los riesgos del actuar o de la desinvestidura, tan
tentadores en las curas difíciles, y dan testimonio de un
esfuerzo y de un deseo de reunir, de religw-, el proceso y la
situación; en suma, de rearmonizar la CUI1b> (ibUI., págs.
244-5).
El análisis de un sueño de sesión del analista nos apor·
ta elementos suplementarios para explorar el espacio onírico compartido en la cura. Se trata de un sueño relatado a
mi colega A. Missen.ard (1987) por una analista. Jennie, a
quien recibe en supervisión en relación con la cura de uno
de sus pacientes. En un período en que siente a su analizando como molesto durante las sesiones, Jennie relata
que en el curso de una sesión ella se adormeció un instante y tuvo el siguiente sueño: ..Gérard. t.enía su cabeza en el
hueco de mi hombro"'. Este sueño le pareció edípioo y la remitió a la historia del paciente. Circunstancias sociales
alejaron al padre de ~rard durant.e largos años en su in" M. Neyraut describió en los aneli.zandos ese tipo de sueños cuya
particularidad es referirne a la situación ps.iroa.nalítica. Por su complejidad y su organización. estos suedos son un buen indicador de la
integración del proeeso analítico y de la evolución de la neurosis de
transferencia. Testi=nian une. ..dramatización de la neurosis en
torno a la situación psicoanaUtica,.., una transgresión imaginaria de
las reglas de esta, y su especificidad consiste en traducir que «Se ha establecido un puenta simbdlico entre las eomliciones del llDál~is y una
relación infantil determinada~ (197-', pág. 245).
234
fancia, quedó solo con su madre, luego su padre volvió pero murió bastante rápidamente. El material dominante
en este periodo de la cura es ilustrado por suei\os de mar
desencadenado con olas terroríficas. en los cuales ~l está
en un camino escarpado, en situación de peligro. Es necesario un salvataje. La transferencia es positiva, bastante
fuerte, pero contenida. De esto seguramente procede su
incapacidad para soñar otras fantasías y no esas representaciones de mar terroríficas.
Miasen.aro propuso la hipót.esis de que el sueño de la
analista responde a la insistencia de las imagoe maternas
amenazantes, pregenitales, mediante una puesta en escena edípica. ~ paciente conesponderia la expresión de la
resistencia, y a la analis~ la figuración de la transferencia en su sueñ0». Un sueñ.o como este constituye, en la psique de la analista, .cuna elaboración de la problemática
del caso de manera casi análoga, en sus efectos, a lo que
habría sido el mismo sueño si lo hubiese tenido el paciente
(y se hubiera atrevido a expresarlo)», lo que confirma la
tesis de M. Enriquez. Desde esta perspectiva, el analista
funciona como una parte de la psique del paciente, como
en una relación de intercambios transicionales entre una
madre y su bebé. A continuación se produjeron algunas
transformaciones en la vida social, profesional y amorosa
del paciente. Es sin duda interesante observar que el analizando sueña, luego de ello, que es recibido por su analista en una fiesta: aquí aparece un sueño de sesión que es
un sueño de grupo.
Podríamos preguntarnos si para que el sueño de la
analista llegara a tener efectos clinicos y dinámicos sobre
la evolución del paciente fue suficiente que su deseo inconsciente deviniera representable en el pensamiento de
ella. Acordaré de buen grado con el comentario de Missenard cuando escribe que -el sueño traduce el deseo inconsciente del paciente en cuanto se enca.stra en la psique de
la soñante, quien literalment.e sueña por él el sueñ.o que él
no puede soñar por sí mismo»; ahora bien, Missenard añade que «el sueño de la analista expresa en este caso el deseo edípico del paciente, pero también la contra.transferencia de ella».
235
Este punto es decisivo: en el ejemplo que acabamos de
ver,5 podemos considerar que la analista sueña a su paciente, sin duda, por él, en lugar de él, pero no es menos
cierto que sueña por ella misma. Pienso que es, ant.e todo,
porque la analista sueña por ella misma que el sueño adquiere en el campo tránsfero-contratransferencial su valor de :representación figurativa para su pacient.e. Si esta
es la consistencia del espacio onírico común, el trabajo de
la analista opera sobre la psique común que se ha desannllado entre ellos. He aquí lo que Missenard quiere especificar, justament.e, cuando señala que uel sueño del psicoahalista corresponde a la organización psíquica inconsciente que se ha desanollado entre los dos participant.es
de la paraja psicoanalizando-psicoanalista: el sueño es su
simbolización».
En un espacio onírico común, el sueño es la co-creación
de varios soñantes. Este espacio no corresponde solamente al dormir y al sueño, sino también a la vigilia, al relato
de los sueños y su carácter compartido, a la capacidad de
jugar con los sueños, las fantasías y los pensamientos. El
es~cio onírico participa de la zona transicional, de la ilusión fundadora de una oontinuidad entre la realidad psíquica y la realidad externa, lo que hace posible explorar
sin conflicto sus .fluctuaciones y sus limites.
El espacio onírico originario: la cuna psú:¡ui.ca
del reci.én nacido
El feto sueña en el seno mat.emo: los registros de su actividad ceyebral autorizan a pensarlo y especifican que
suena a] mismo tiempo que su madre. Estos datos nos son
valiosos, pero nada sabemos de sus sueños, porque él no
los relata. Suponer reminiscencias relanza la cuestión de
las hu.ellaa precocísimas y de su transformación. En todo
caso, podemos imaginar que este co-soil.ar forma un espacio psíquico común.
6
Al igllal que en muehos otros sueños que he descripto en La paly-
phonic du rl!ue.
236
Sabemos que la madre, el padre y el entorno fammar
sueñan al niño. Sueñan «un n.í:iío" imaginario, narcisista.
edípico; sueñan monstruos o niños muertos; sueñan con
un niño divino o heroico.
Freud es el primero en hablarnos de este espacio onírico prenatal cuando escribe (1914) que ..su majestad el
Bebé» ha sido soñado por la madre cuWJ.do estaba en su
seno, y desde antes de que se fijara en est.e, por la madre,
el padre y el conjunto del grupo familiar. El niño es el portador y la esperanza de cumplimiento de los ...-sueftos de
deseo irrealizadoe,. de quienes lo han precedido y engendrado. Sobre esos «sueños de deseo irrealiza.dos11, escribe
Freud, el niñ.o apuntala su narcisismo. Podemos imaginar
que lo que Bion llamará más tarde ..función materna de
ensoñación» se establece desde este espacio onírico prenatal. La madre y el grupo familiar sueñan al bebé imaginario, lo incluyen en su sueño, le reservan un lugar. En ese
momento, su psique no está separada de quienes forman
su cuna psíquica.
Así, la espera-de un hijo inscribe a este en la organización psíquica. inconsciente de la pareja parental y de la familia. Es en esta organización donde su propio desarrollo
afectivo, ment.al y relacional podrá desplegarse según líneas de fuerza y estructuras en parte preestablecidas por
sus sueños comunes. Sus identificaciones primeras, sus
primeros vínculos, sus ideales, sus mecanismos de defensa, su pensamiento, estarán apuntalados en esta cuna
psíquica.
Muchas proposiciones abogan en favor de la hipótesis
de una apertura de la psique sobre la psique de los otros
más cercanos, o la inclusión en esta de lugares psíquicos
comunes y compartidos. Las investigaciones de D. Meltzer lo llevaron a suponer un estado primitivo de la psique
cuyos contornos difusos y sus fronteras mal definidas
crean zonas indistintas. Tampoco faltan referencias en M.
Mahler. Por su lado. H. Searles ha supuesto en todo individuo Wla tendencia a establ~r ..relaciones simbióticas»
que denotan en cada uno la supervivencia de un esta.do
original de indivisión y de indistinción entre sí mismo y
los otros. Bleger propone una idea análoga con el concept.o
237
de vínculo sincrético. Las investigaciones de estL>s psico·
analistas permiten caracterizar ya sea espacios psíquicos
comunes a varios sujetos, ya sea partes comunes a la psique de los sujetos de un conjunto.
El e{e.cfLJ del sueño materno en el beM
Hasta donde sé, son pocas aún las investigaciones psicoanalític.as sobre la existencia y los efectos de estos espacios oníricos comunes prenatales y posnatales. Las consultas madre-hijo abren acceso a la cuestión, porque a menudo es un trastorno en este espacio la razón per la cual
los padres {la madre en la mayoria de los casos) llegan a
consultar. Muy frecuenteniente se trata de trastornos en
la capacidad de soiíar.
L. Kreisler (1984) relata el caso de un bebé de cuatro
meses seguida en consulta por él a causa de trastornos
graves del dormir, acompañados de agitación, alaridos y
dificultades alimentarias. Nacido en estado de muerte
aparente, el bebé había sido reanimado. Su madre tuvo
una severa conmoción durante la anestesia y estuvo a
punto de morir. La historia que precede al nacimiento del
niño está excepcionalmente marcada por la muerte y la
enfermedad en la fratría de la madre: ella misma había
hecho un aborta espontáneo un año antes, mientras su
hermana mayor perdía un bebé in u"tero. Durante su embarazo, había perdido a otra hermana de muerte violenta,
y al mes siguiente un hermano había tenido una enfermedad repentina y gt"a.ve. Para prevenir un parto prematuro,
debió guardar ca.Dla durante los últimos meses de su embarazo. La madre ya no sueña.
Durante la consulta, L. Kreisler pone en cuestión la tesis sostenida por el pediatra y la madre misma sobre el carácter orgánico de los trastornos del bebé. Abre así la vía
hacia una exploración del malestar actual en su relación
con los acont.ecimientos sobrevenidos antes del embarazo
y durante este. En la siguiente consulta, en la que participan el padre y la madre, los tras tomos del bebé habían desaparecido. La madre relata que al morir su hermana ha238
J·
J<k·
,_,
} .'
·.{_'.•
.~:
bía temido un aborto espontáneo y se había esforzado en
amurallar su tristeza. Luego cuenta voluntariamente el
~ iguiente sueño: ··Una comida, la gran m esa familiar don·
d~ no falta nad ie. J eanne (la hermana muerta) conv ersa y
ríe~ nadie se sorprende; si n embargo, todo el mundo sabe
que es tá r e almente muerta».
En un coment ario sobre es ta cons ulta, A. Missenard
t 198 5) des taca que el restablecimie nto de la capacidad de
sofis.r d e la madre e :; t.á direct.runente ligado a l levant.amiento del bloqueo d e su tristeza ante la muerte de su
hermana, y q ue es consecuencia del cuestíonamiento de
Kreisler al día.gnós t ico organicista res pecto de la enfermedad d el bebé. AJ proponerle a la madre que había un m á s
allá tras el cierre realizado p or ella, Krnisler se erigió com o la parte sofocada d e ella misma que podia volver a hacerse accesible. El sueñ o r es tablP.ció la comunicación con
la figura reprimida y renegada de la muerte. Su be bé ya
no encarnaba la figura del niño muerto. La madre literalmente reanimó a s u hijo y a sí misma mediante su actividad onírica.
Precisado esto, subsis te una segunda pregunta; ¿Cu á les s on los mecanismos y las moda1idades de la a cción del
!::iue ño mnt.P.rno sobre la evolución del n.iri.o? Es predso recordar aquí que la psique del bebé n o tiene aún limites
propios , que s u funcionamiento , principalmente ps icosomático, t!stá ligado al lugar quP- ocupa en la psique materna. Además, P-l carácter «directo, inmediato y anterior a
cualqu1er relación de objeto•· <Frcud , El ,:v oy el ellu , 1923)
que caracteriza a los vínculos primarios entre la madre y
el hijo corres ponde, en esencia, a l papel que cumplen las
identificaciones proy ectiva s empáticas, donde los vínculos
se forman por la proyección d~ sí mismo en e l objeto y por
la ide ntifica ción de partes del objeto con partes d e sí mis·
mo. Finalmente, en la unidad dual madre-hijo el narcisism o prima rio jue ga un papel determinante en el espacio
orúrico común y compartido.
En el caso tratado PQr L . Kreisler, la escis ión entre la
madre y una parte de ella misma -la que e ra portadora
de des eos d e muerte d e hijo y que s u bebé representaba
para ella- hacía imposible que los vínculos precoces ne-
<:, ~:
1
~~t,
2E
cesarios para la formación de la vida psíquica se establecieran de manera fiable y simbolfaante. Las investigaciones sobre la transmisión de la vida psíquica entre las generaciones han confirmado esta proposición: lo que no
puede representarse en la psique materna es desplazado
y soportado por el hijo. En esta psicoterapia, el restablecimiento del espacio onírico de la madre, mediante el sueño
que figura la superación de la renegación de la muerte de
una persona querida, restablece al mismo tiempo al niño
en un espacio psíquíco interno apaciguado.
Las hipótesis planteadas para dar cuenta de este efecto del sueñ.o materno sobre la psique del hijo tienen un carácter más general. Para cada miembro de la pareja y de
la familia, para los hermanos y hermanas, y eventualmente otros miembros de la familia, el nacimiento de un
niño es ocasión de movimientos regresivos que ponen a cada uno en contacto con las partes infantiles de su propia
historia, y principalmente con los mitos familiares en los
que son representadas las figuras ancestrales y el destino
de los niños. Supongo que el sueño está ligado a esta o:r:ganización psíquica inconsciente compartida, y que las inscripciones que hacen huella en la psique del niño reaparecen en los sueños de sus familiares y luego en los propios.
Lo que impacta aquí es que el sueño aparece como el
lugar de la comunicación primordial inconsciente, a la
vez, en el espacio íntrapsíquico de la madre y en el espacio
común y compartido que la liga a su bebé. Esta observación confirma una de las funciones importantes de la psique materna: garantizar la protección contra las excitaciones del bebé y constituir para él, gracias a la función
alfa, los element.os de un aparat.o de pensar loa pensamient.os (Bion). Agregaré que la actividad de porta-palabra cumplida por la madre y la función del preconsciente
parental juegan un papel decisiva en la estructuración de
la vida fantasmática del bebé, en la instalación del protector antiestímulo y en la construcción del aparato de lenguaje. 'lbdas estas funciones contribuyen a definir la consist.encia del espacio psíquico común y compartido.
240
Los conceptos de espacio onírico común
y compartido, de ombligo intersubjetivo
del sueño y de poliforúa del sueño, ¿pueden
ilustrarnos sobre los procesos generales
que lo caracterizan?
Al término de este capítulo, concluimos: en el dispositivo de la cura, como en el del gn.ipo, el espacio onírico de cada sujeto está atravesado por los sueños cruzados del otro.
de más de un otro. La formación del sueño, mucho más
acá de su direccionamiento, lleva la marca del encuentro
con el otro, el otro del objeto y el otro en el objeto, porque se
produce en un espacio onírico común, un espacio poroso,
extrafio y a veces inquietante. Más allá del deseo de los
sujetos que desean soñar juntos, he indagado en el trabajo
realizado por el soñante en el espacio onírico común y en
las funciones cumplidas por el st.tjeto porta-sueño de otros
sujetos. Mostré cómo se efectúa la reapropiación del espacio «egmsta.. del sueño a través del proceso asociativo.
¿Los resultados que obtuvimos pueden ilustranios sobre los procesos generales del sueño? ¿En qué modifican
nuestra escucha de la experiencia onírica? ¿Cómo nos lleva esta escucha a pensar de otra manera los límites del espacio psíquico? Al comienzo de este capítulo hice tma concisa descripción de las tres hipótesis principales sobre las
cuales se organizaron mis investigaciones con respecto al
sueño. hipótesis que fueron sometidas a la prueba de la
clínica en la cura y en los grupos. Cabe examinar ahora en
qué se han convertido.
Un espacio onirico común y compartido
entre varios soñantes
En primer lugar, supuse que el sueño es elaborado por
uno o varios sorumtes en el cruce de su acoplamiento intersubjetiva y de su resonancia identificatoria y fantasmática con los sueños de otros soñantes. Tales sueños se
hallan ligados unos a otros en el tejido onírico del que es-
241
tán urdidos el grupo, la familia y la pareja. Ese es también
el caso cuando, en la cura, los sueños se cruzan y se responden.
Al poner el acento en el espacio onírico compartido y común a varios soilantes, no pierdo de vista. por cierto, que
el sueño es la creación de un soñ.ante, que este es «egoísta». La capacidad de soñar, el deseo del sueño, el trabajo
del sueño, las funciones y el sentido del sueño en la experiencia onírica, están determinados, según proporciones
variables, en cada uno de esos espacios. Seguramente,
cuando se produce en un gnipo, entran en la fabricación
del sueño elementos figurativos personales: el hecho de
que el soñ.ante sueñe por otro, con otro, en otro, no va en
desmedro de que es él quien fabrica su sueño. Cuando algunos element.os de este están co-determina.dos por el espacio onírico común y compartido, por el efecto de la situación intersubjetiva, el inconsciente del soñante elige determinada escena y no otra, y esa «elección» depende de su
propia historia y de la presencia del otro, como objeto
interno, en esta. Tampoco pierdo de vista que el deseo de
soñar en el espacio onírico común es una realización del
deseo más antiguo del ser humano.
Otros sueños se organizan de manera predominante
con los materiales (escenas, afect:.os, fantasías) movilizados en los vínculos intersubjetivos, porque hay enigma
a figurar, trauma a reparar, angustias a transformar, deseo de reencontrar más acá o más ailá de la separación,
una z;natriz onírica común. Por eso digo que cada soñante
sueña en el cruce de varias fábricas de sueños, en el espacio que liga a una pluralidad de soñantes cuyos sueños
atraviesan los sueños de cada uno. Es posible, pues, hablar de una politopí.a del sueño.
Los dos ombligos del sueño
La segunda hipótesis que formulé es la siguiente: el
sueño tend:ria dos cunas, dos ombligos. Pera precisar esta
hipótesis me apoyé en la metáfora freudiana del ombligo
del sueño.
242
«En los sueños mejor interpretados --escribe Freudes preciso a menudo dejar un lugar en .sombras, parque en
la interpretación se observa que de ahí arranca una madeja
(ein. KIUi.uel) de pensamientos onú:icos que no se dejan de-
senredar, peru que tampoco rum hecho otras contribuciones
al cont.enido del sueño. Entonces, ese es el ombligo del sueño, el lugar en que él se asienta en lo no conocido. Los pen-
samientos oníricos oon que nos topamos a raíz de la int.erpretación tienen que permanecer sin clausura alguna y
partir en todas las direcciones dentro de la enmarafiada
red de nuestro mundo de pensamientos. Y desde un lugar
más espeso de ese tejido se eleva luego el deseo del sueño como el hongo d,e su micelio. (G. W., II-III, pág. 530).
Lo que en el deseo del sueño surge de lo ro.ás profundo
del inconsciente está anclado en la experiencia corporal y
transita a través del ombligo del sueño: es en ese conducto, en ese lugar de pasaje y de transformación, donde
se forma el tejido en el que se mezclan el interior y el exterior, la apropiación y la sujeción, lo activo y lo pasivo.
Pienso que el primer ombligo del sueño se comunica
con el segu.odo. Algunos elementos se refieren predominantemente a la estructura profunda del mundo interno
del soñante y a esquemas de figuración que son los gnipos
internos. Empero, el inconsciente del soñante elige elementos de figuración y de puesta en escena que están determinados pcir su situación en el vínculo. Sobre ese micelio onírico intersubjetivo se alimentan los sueños. Se trata
de otro espacio germinativo donde el suefio «Se asienta en
lo no conocido».
En los gnipos, el soñante fabrica su sueño con los roa·
t.eriales directa.mente tomados del grupo, sueña lo impensado de este o de un participante <Michele por Marc). Esta
proposición se extiende a otras figuras de] vínculo, como
nos lo han mostrado el ejemplo de la pareja madre-hijo, el
sueño de los dos hermanos y el sueño de la analista. Lo no·
table es que un mismo elemento sirve para figurar el
mundo interno y pensamientos t.odavía no figurados en el
grupo.
La JXJlifonia del sueño
La tercera lúpótesis me permitió describir cómo, a partir de las conexiones entre los dos ombligos del sueño y de
la formación de un espacio onírico plural, común y compartido, el sueño se organiza como una combinación de
varias voces o de varias partes de voces, de varias imágenes, de varios cuadros que form.an un conjunto.6 El sueño
es una polifonía de varias ..escrituras» de él, tiene su fuente en una serie de enunciados y de enunciaciones cons·
tituidas en la infancia, en la víspera o en otros sueños, en
escenas reales y fantasmáticas que encuentran un espacio de figuración en el sueño, deformadas por el trabajo
de est.e. Las int.erferencias entre la diversidad de fuentes,
materiales y funciones crean la polifonía del sueño.
He tratado la polifonía del sueño en un doble nivel.
Uno de estos niveles es el de su organización polifónica in·
terna. Sólo podemos tener acceso a la organización polifónica del sueño infiriéndola de su relato, de las asociaciones que suscita y de la interdiscursividad propia de la ca·
dena asociativa. Este relato se efectda a través de las palabras, de un lenguaje, de una palabra dirigida a otro o a
más de un otro. Un sueño, luego otro, soñado por otro soñante, abre la vía a la polifonía del espacio onírico.7
El sue"do se fabrica a partir de las producciones y los
procesos internos del soñante, a través de las características de sus personajes internos, del destinatario interno
(uno o varios). de los residuos diurnos y de las huellas o
improntas de otro inscriptas en las identificaciones del so6 En la teoria musical, la noción de polifonía hace referencia a una
combinación de varias voces o de varios sonidos. Empero, en el contexto eo que utilizamos la noción de polifonía, esta debe comprender tam·
bién la materia ic6nica y las fl>rmas visuales del sueti.o. Es necesario
entonces hablar de poli-icorúa del sueño, o incluso de políptjco, si que·
nnnos dar cuenta de los D.luchos pliegues del sueao en los cuadros que
se enlazgn nnos a otras. Por convención, admitiremos que el término
"J)Olifon.ía.. , más euí?Snioo, abarca todas estas dimensiones.
7 Es también lo que se desprende de las investigaciones de E. Gaburri (2003) cuando muestra que la constelación onírica se produce por
el sueño re-soñado por el grupo.
244
ñante. Los determinantes intrapsíquioos responsables del
carácter polifóniro del sueño deben remitirse, en lo esencial, a la gn.ipalidad interna y a los procesos primarios que
los rigen: condensación, desplazamiento, difracción, multiplicación de un elemento similar. Son los mismos procesos que rigen el sueño. Dicho de otro modo, este se halla
atravesado de lado a lado, mucho antes de que se produzca y después de que ha sido soñado, por discursos heterogéneos que forman su materia misma.
El otro nivel es el de la producción polifónica del sueño.
Est.a lúpótesis nos remite a una «fábrica de sueños» donde
los propios de varios sofiantes están atravesados por los
enWlCiados o las percepciones de los otros, se corresponden y se int.erpenetran. donde varios soñantes se dan se·
i'iales y se hacen escuchar por otros varios soñantes, por
varios oyentes, internos y externos, lo que aumenta proporcionalmente la polisemia y la riqueza de la experiencia
orurica.
Los ejemplos clínicos nos han mostrado que en cada
sueño int.ervienen varias voces, rest.os diurnos y nocturnos de los propios sueños y de los de algunos otros. La mat.eria prima del sueil.o se halla en esta mat.eria polifónica.
El trabajo del sueño los transforma, medio borrados y medio legibles, como en un palimpsesto, amalgamados en un
texto que sólo se hace descifrable si disponemos de una hipótesis suficientemente precisa para desencriptarlos y
restituir la experiencia onírica en sus procedimient.os de
creación poética. 8
Paro continuar
Si el sueño se forma en las condiciones que he supues-
t.o, y si la experiencia onírica es caract.erizable por las tres
8 Es interesante tomar eo consideración el con~to de polifunía desde otro punto de vista: en literatura, cuestiona la creencia en la unicidad del autor; en el análisis del sueño, cuestiona la singularidad del soiiante. Efectivamente, si los suenos, unos más que otros, están atn.ve·sados por los sueños de deseo de otro, entonces, ¿quién sueña en el soiiante, de qué voces se hace portador, cuál es el sujeto del sueño?
245
dllnensiones que describí, el sueño es. sin duda. esa vía
«regia,. de acceso al inconsciente, y la perspectiva que propongo debería sostener más aún esta idea.
'lbdos esos análisis perlllan, en efecto, ese espacio orurico relativamente poroso, conectado a otros tres espacios:
el espacio físico y corporal, el espacio intrapsíquko y el espacio ínt.eraubjetivo. El inconsciente se inBcribe de entrada en t.odos esos espacios del sueño desde el comienzo de
la vida psíquica.
El espacio psíqtrlco y el espacio orúrico están abiertos
desde el origen al otro, a más de un otro. Dentro de esta
corriente de pensamiento concebimos la hipótesis según
la cual el espacio del suei'i.o es un espacio personal, pero
atravesado y, por cierto, en parte organizado por la exis~
tencia de un espacio onírico compartido y común. La concepción de un espacio psíquico común y compartido entre
varios sujetos, y de tul espacio onírico parcialmente abierto a la presencia del otro en la psique del soñant.e, debe ponerse en tensión, y no en oposición, con las proposiciones
que nos aporta el abordaje clásico del sueño en el marco de
la cura. Entre estas, son adquisiciones básicas el descubrimiento de que el suefio es el cum.plimiento alucinatorio de
un deseo inconsciente reprimido y la necesaria clausura
del espacio psíquico para que el sueño se forme.
246
10. Las alianzas inconscientes
Para hacer VÚlculo, desde el origen de la vida psíquica,
y más tarde para formar una pareja, vivir en familia, aso-
ciamos en grupo, vivir en comunidad con otros humanos,
somos investidos y nos investimos electiva.mente unos a
otros, nos identificamos en forma inconsciente entre nosotros y, desde ahí, con un objeto y con un rasgo comunes.
Nuestras identificaciones, que se despliegan según diferentes modalidades --especulares, narcisistas, adhesivas, proyectivas e introyectivas-, estarán fundadas en
consonancias previas, en las ecopraxias, las ecolalias y los
ecomimetismos que acompañan a nuestras primeras experiencias intersubjetivas, más acá o al margen de la palabra; habrán suscitado y encontrado resonancias funtasmáticas, cumplimientos de deseos y frustraciones. Para
hacer vfuculo se necesitan estas experiencias y est.os procesos, así como otros; pero ello no basta: debemos además
anudar y sellar entre nosotros alianzas, algunas conscientes y otras inconscient.es, cuya función principal es mantener y estrechar (contraer) nuestros vínculos, fijar sus
apuestas y sus términos e instalarlos en el tiempo. Cada
uno de nosotros, a menos que seamos autistas, necesita
del otro para realizar aquellos de sus deseos inconscientes .
que son irrealizables sin el otro, y recíprocamente. y las
más de las veces el acuerdo resultante permanece inconsciente, por razones que vamos a explicitar.
La consumación de una alianza es el acto por el cual
dos o más personas se ligan entre sí para realizar un fin
preciso, lo que implica de su parle un interés común y un
compromiso mutuo. Desde el punto de vista del psicoanálisis, esta entrada del hombre en alianza se apoya en
procesos y apuestas específicos, diferentes de los que orga-
247
nizan las alianzas en que se int.eresan la antropología social, la religión, la filosoña política o el derecho.
He denominado «alianza inconscient.e"' a wia fonnación psíquica intersubjetiva construida por los sujetos de
un vínculo para reforzar en c.ada uno de ellos, y establecer
en la base de ese vínculo, las investiduras narcisistas y objetales necesarias, los procesos, funciones y estructuras
psíquicas que necesitan y que proceden de la represión, o
de la renegación [déni), del rechazo y de la desmentida
[désaueu]. • La alianza se construye de tal manera que el
vínculo adquiere para c.ada uno de sus sujetos un valor
psíquico decisivo. El coajunto así ligado (el grupo, la familia, la pareja) obtiene su realidad psíquica de las alianzas,
contratos y pactos que sus sujetos estable<:en y que su lugar en el conjunto les obliga a mantener.
Las alianzas inconscientes organizan el vmculo
intersubjetiva y el inconsciente de sus sujetos
Las alianzas inconscient.es se inscriben de manera fundamental en la formación psíquica del vinculo intersubjetiva: el concepto de intersubjetividad puede encontrar en
ellas su materi.3-, y la realidad psíquica del vínculo, su consist.encia. Las alianzas inconscient.es producen sus efectos
más allá de los sujetos, de las circunstancias y del momento que las hicieron necesarias y que las elaboraron: son el
agente y la mat.eria de la transmisión de la vida psíquica
entre generaciones y entre contemporáneos. El concepto de alianza inoonsciente da un contenido preciso a esta
fórmula que he utilizado para caracterizar la lógica del
vínculo: ~o uno sin el otro, y sin el vínculo que los une y
los contiene.o..
Las alianzas inoonscient.es tienen otra dim.ensión, que
atañe a cada sujeto comprometido en ellas. Requieren de
+--Los términos dLrii y dé.mueu son dos variantes de la traducción
fni.ncesa de dis VerleugriU/llf. tal COlllO lo son en castellano reM¡:cu:ióri
y
tÜ$memida.. CN. dtZ la T.)
.248
est.os obligaciones y sujeciones, les distribuyen beneficios
y les prometen gratificaciones: los beneficios que aportan
las alianzas inconscientes deben ser juzgados según los
costos psíquicos que ellas exigen de sus s ujetos. Sin embargo, nuestra atención debe dirigirse a un punto más ilnportante aún: cada uno de nosotros es ~ujeto del inconsciente bajo el efecto de las alian2as inconscientes. Estas
fabrican una parte del inconsciente y de la realidad psíquica de cada sajeto.
He distinguido tres grande~ categorías de alianzas.
Las primeras concurren a la estructuración de la psique:
el pacto edípíco concertado con el Padre y entre los Hermanos, e l contrato de renunciamiento mutuo a la realización directa de los fines pulsionales destructores (Freud,
1913, 1927, 1929) y el oontrato narcisista (Castoriadis-Aulagnie r, 1975) son parte de ellas. Pertenecen a la segunda
categoría las alianzas defensivas, principalmente el pacto
negativo (Kaes, 1989aJ, y sus derivaciones alienantes y
patológicas, como la comunidad de r enegación y el contrato perverso. entre otras. Una tercera categoría está constituida por las alian2as ofensivas, que sellan el acuerdo de
un grupo para conducir un ataque, una proeza, o ejercer
una supremacía.
Ya sean estructur~tes, ofensivas o defensivas, o que
deriven en ataduras alienantes y psicopatológicas, las
alianzas inconscientes son el cemento de la materia psíquica que nos liga unos a otros en una pareja, una familia,
un grupo o un conjunto institucional. Las alianzas inconscientes son orgarúzaciones metapsíquicas: contribuyen a
l a estructuración de la psique en su organización nar~
cisista y objetal , e n sus modalidades de realización de
deseo, en sus formaciones defens ivas o alienantes . En es~
capítulo me abocaré a desarrollar estas propos iciones. 1
1
Retomo eo sustancia, sin entrar aquí en el detalle de su descripción, varios análisis de alianzas inronscientes (Ka~s. 1989a, 1993.
2007).
249
Las aHanzas inconscientes estructurantes
El pacto fraterno y el contrato con el Padre
En Tótem y tabú, Freud describe dos formas de una
alianza que tiene lugar en lo que él denomina «mito científico de la Horda primitiva»: la primera de ellas es el pacto que une a los hermanos en el asesina.to repetitivo del
Padre an:aico de la borda; la segunda es el contrato totémico que los asocia con el Padre simbolizado y, desde abi,
entre ellos. Este contrato participa de la función estructurante de las alianzas inconscientes porque contiene el
garante simbólico de la alianza de los hermanos con el padre, El acto de rebelión se transforma en acto fundador de
una alianza, simultáneamente momento del sentido y
superación del complejo de Edipo. El contrat.o de renunciamiento a la realización directa de las metas pulsionales destructoras, cuyo principia y efectos son expuestos
por Freud en El ponJenir de una ilusi.ón y en El malestar
en la cultura, penieguini la misma meta y garantizará la
transmisi.bilidad de las prohibiciones y de los ideales co-
munes.
El pacto de los Hermanos se apoya en un.a coalición, o
en una liga; su alianza es ofensiva: su finalidad es suprimir al Padre omnipotente, autoritario, que se opone con
fu.en.a (miichtig) a la necesidad de potencia <Macht:bedürfnis) de los hijos. Poseedor de todas las mujeres, el Padre
celoso impide la satisfacción de las tendencias sexuales directas de sus hijo.s imponiéndoles la abstinencia. En Psicol.og(,a. de las masas y análisis del yo, Freud observa que
la consecuencia de esta imposición de poder desmesurado
consistió en que .Jos hermanos se ligaran al Padre y unos
a otros por vínculos que podían nacer de las tendencias de
meta sexual inhibida: los obligaba, por así decir, a entrar
en la psicología de las masas» (G. W., XIII, pág. 139; trad.
fr., pág. 63). Expulsados y separados del Padre, los hijos
-tal es lo que supone Freud- pudieron entonces «franquear el paso que va de la identificación mutua al amor
objetal homosexual y adquirir la libertad de matar al Padre» (ibid..).
250
Para matar al Padre tiránico y persecutorio, los hermanos tuvieron que aliarse y ligarse entre ellos: ninguno
podía realizar solo el asesinato. Sin duda, varias tentatívas desembocaron en el fracaso. Tras su primera asociación y la rivalidad sobrevinient.e por la apropiación de las
mujeres, la figura del Padre arcaico resurgió en aquel de
los hermanos que lo había reemplazado, a quien, en esas
condiciones, era necesario suprimir. Para vivir juntos y
salir de la repetición, los hermanos tuvieron que inventar
el pasaje de una relación de poder a un.a relación de autoridad.
Este pasaje se realizó bajo el efecto de tres prohibiciones organizadoras: los hermanos tuvieron que instituir la
prohibición del incesto, umediante la cual todos renunciaban a la posesión de las mujeres codiciadas, cuando era
principalmente para asegurarse su posesión que habían
matado al padre». Esa fue la primera prohibición de la humanidad. La segunda prolúbición estuvo sostenida por la
institución del tabú, que apuntaba a proteger la vida del
animal totémico, sustituto del padre muerto y ocasión de
una reconciliación con él: ~l sistema totémico era un contrato concertado con el padre .. .n, escribe Freud, un sistema que comprometía a no reiterar en él el acto asesino, a
cambio de su protección y sus favores. Por lo tanto, el contrato totémico protegía también a la fra~áa:
«Garantizándose recíprocamente la vida, los hermanos
se comprometen a no tratarse nunca unos a otros como trataron al padre. A la prohibición de matar al tótem, que es de
naturaleza religiosa, se agrega ahora la prohibición, de carácter social, del fratricidio».
La prohibición del incesto, la de matar al animal totémico y la del fratricidio son las tres prohibiciones preacriptru; en el contrato totémico que pone término al crimen
cometido en común sobre el que se funcia la sociedad. El
contrato totémico de los hermanos garantiza, en lo sucesivo, la organización del grupo estnlcturado por las prohibiciones fundam.entales y por el orden simbólico que instaura los procesos de civilización. Sobre este contrato se fun-
251
dan las identificaciones simbólicas. De ofensiva y destructora que ccn, su alianza se volvió estruct:uninte.
El modelo propuesto por Freud en Tótem y tabú es el de
un cambio en el orden del agrupamiento: consiste en el
desplazamient.o de las investiduras megalomaníacas y de
las identificaciones con la omnipotencia atribuida al Padre hacia las investiduras sobre la figura del Padre simbólico y simbolígeno y sobre los valores de la cultura. Este
dcsplazamient.o es la consecuencia de una crisis. una ruptura y una superación que signan el p&Baje del vínculo
ahistórico de la Horda al vínculo intersubjetiva, histórico
y simbólico del grnpo totémico patriarcal.
El contrato de renunciami.ento a la reali:zacwn
directa ch las 11tl!las pulsi.nna.le.s <kstructoras
Al igual que el pacto fraterno y el contrat.o simbólico
con el Padre, el contrato de renwiciamient.o a la realización directa de las metas pulsioriales cumple una función
estructurante en la formación de la psique.
En El malestar en lo culturo., Freud se interroga acerca
de las fuentes del sufrimiento humano, principalmente de
la vinculada a la incapacidad de los hombres para ragu1ar
sus relaciones entre ellos en el seno de la familia, del Estado y de la sociedad. Freud se pregunta por qué las instituciones de las que somos autores no nos dispensarían tan
sólo poder y ventajm;. Y propone la siguient:e explicación;
el element.o cultural en el· que reposan las instituciones
está dado por la primera tentativa de reglamentación de
las relacione.s soclaJes. Gracias al renunciamiento a la satisfacción directa de las pulsiones destructoras (canibalismo, asesinato del semejante, incesto) aparece la posibilidad de establecer un contrat.o beneficioso para los miembros de una comunidad que, en cuan.t.o es una comunidad
de derecho, «nos protege contra la violencia, impone la necesidad y hace posible el aDlOJ")>.
Este pasaje del derecho del más fuerte al derecho de la
comunidad tiene la consecuencia de que -.nadie, desde ese
momento, podrá ser sometido a la arbitrariedad de quien252
quiera que forme parte de la comunidad». El derecho que
funda a la comunidad exige que para beneficiarnos de la
protección de esta debemos, a cambio, renunciar a dert.as
satisfacciones. Las realizaciones de la cultura son posibles
con esta condición.
Renunciamiento pulsional y advenimiento de la comunidad. de derecho tienen una función y una significación
tanto en el espacio psíquico singular como en el espacio
psíquico de las agrupamientos sociales e institucionales.
Freud describe simultáneamente el cimiento psíquico de
la fundacióu jurídica de la institución. las condiciones de
la afiliación legítima de sus sajetos a un conjunto social y
las exigencias de trabajo psíquico impuestas por la cultura a la economía, la dinámica y la tópica pulsional. El pacto de renunciamiento mutuo a la reali:z.ación directa de las
metas pulsiona1es instaura la no-inmediatez: el rodeo impuesto es obra de la autoridad, y la obra de la autoridad es
hacer advenir el pensamiento y el vínculo en lugar de1
cuerpo a cuerpo. El trabajo de 1a cultura y sus adquisiciones son una conquista. sobre las pulsioncs asesinas y sobre
el narcisismo. Cada vez que el narcisismo está gravemente amenazad.o, estas conquistas COTTen pelígro.2
El contrato de renunci.amiento involucra rurectamente
a los componentes individuales y colectivos del proceso de
sublimación. Freud reafirma aquí la similitud del proceso
cultural con el desarrollo libidinal del individuo. La sublimación de las metas pulsionales, "1"BBSQ saliente del desarrollo libidinal del individuo .., es también resultado del trabajo de formación de la civilización: uno y otro se obtienen
por coacción y renunciamiento CEZ makstar. .• , G. W., xrv,
pág. 457).
Los contratos y pactos narcisistas
P. Castoriadis-Aula.gnier introdujo 1a noción de contrato narcisista para postular que cada sujeto viene simultáneamente al mundo de la vida psíquica, de la sociedad y
2
Est.a.s nociones son propuestas por Freud desde 1912-1914.
253
de la sucesión de las generaciones siendo portador de una
misión: asegurar la continuidad del cortjunto al qUe pertenece. A caxnbio, el cortjunto tiene que investir narcisistament:.e al nuevo individuo. Este contrato atribuye a cada
nno \Ul lugar determinado en el grupo, lugar que le es significado por el conjunto de las voces que, antes que cada
sujeto, ha sostenido ciert.o discurso conforme aJ mito fundador del grupo. Este discurso incluye los ideales y los valores, transmite la cultura y las palabras de certeza del
conjunto social. Cada st.tjeto debe, en cierta manera, reto:rnarlo por su cuenta. Por medio de él se enlaza al ancestro
fundador.
En tales condiciones, el concepto de contrat.o narcisista
da cuenta de que la investidura narcisista que en cada individuo hace posible el cumplimiento de su propio fin sólo
puede ser verdaderamente sostenida en la medida en que
una cadena, de la que el sujeto es miembro y parte activa,
inviste narcisista.mente a ese sujeto como portador de una
continuidad del conjunto. Es así como los padres, en primer lugar. hacen del niñ.o el portador de la realización de
sus ~sueños de dese<> no realizados» (Freud, 1914), y de
ese modo aseguran su apuntalamiento narcisista, tal como a través de ellos el deseo de las generaciones precedentes ha sostenido, positiva o negativamente, su llegada al
mundo y su propio anclaje narcisista.
He aportado algunos coroplemen tos al concepto de contrato narcisista, distinguiendo varias modalidades.
El contrato narcisista originario, fundado en investiduras de autoronservación, define un oontrat.o de filiación
transgeneracional: está al servicio del conjunto y del sujeto de este coajunto, del cual es un eslabón, un servidor, nn
beneficiario y un he~dero.
El contrato narcisista secundario, basado en el narcisismo secundario, es un contrato de afiliación que redistribuye las investiduras del contrat.o narcisista originario y
entra en conflicto con él (principalmente, cuando el sujeto
establece vínculos extrafamiliares). Estos dos tipos de
contrato están al servicio de la vi.da.
El pacw narcisist.a es resultado de una asignación inmutable a un emplazamiento de perfecta coincidencia
254
narcisista_ Es patógeno y, en ciertos casos, mortífero. Corresponde a la categoría de las alianzas alienantes.
Me resultó evidente que, tanto en el espacio intrapsíquico del sajeto como en el espacio del vfu.culo, el equilibrio económico entre el narcisismo, por un lado, y la tendencia original del yo a deshacerse de su propia sustancia
y ceder una parte de su libido en beneficio de lo que está
afuera, por el otro,3 es una dimensión central del oontrato
narcisista.
Las alianzas estructurantes son complementarias, solidarias y sínérgicas. El contrato de renunciamiento sólo
puede sostenerse si el contrato narcisista asume sus principales funciones, y recíprocamente.
Las alianzas inconscientes ofensivas,
defensivas y alienantes
Las alianzas ofeTL.<1ivas
Las alianzas ofensivas se establecen sobre la base de
una coalición organizada oon miras a un ataque contra
otro o más de un otro, a fin de ejercer sobre él una dominación, someterlo o destruirlo: un equipo de fütbol, un comando, un equipo de trabajo, una pandilla se organizan
sobre tales alianzas. J.-P. Pínel (2001) propuso la noción
de alianza psicopática para dar cuenta. de una modalidad
general del accionar violento, con fines destructivos respecto de otro «mediante una coalición rnás o menos abierta y consciente entre un (algunos) actante(s) y un (algunos) cómplice(s) mudo(s) contra una víctima que sufre el
accionar violento... La nlianza psicopática es una alianza
alienante ofensiva.
3 Este. tendencia fue teari:Lada por F. Pasche (1964) con e] concepto
de antina.rcisismo.
255
El pacto negativo
El pacto negativo (Kaea, 1989a) caracteriza a llll acuerdo inconsciente sobre lo inconsciente impuesto o concert.ado mutuamente para que el vínculo se organice y se
mantenga en la complementariedad de los intereses de
cada sttjeto y de su vínculo. El precio del vfu.culo es precisamente lo que no podria ser cuestionado por aquellos que
él enlaza, en razón de la doble economía cruza.da que rige
las relaciones de los sqjetos singulares y de la cadena de la
que son miembros.
El pacto negativo es un.a metadefensa que se funda en
diversas operaciones defensívas: de represión y negación,
pero también de renegación, desmentida, rechazo o enquistamiento. Al mismo tiempo que es necesario para la
formación del vínculo, crea en este último algo no-signüicable, no transformable, zonas de silencio, bolsones de intoxicación que mantienen a los sujetos de un vínculo ajenos a su propia lústoria y a la historia de los otros. Pondremos a prueba estas proposiciones en la clínica de los grupos y en la de la cura.
El pacto negativo en los grupos: ejemplos clínicos
Como lo ha mostrado la clínica, en los primeros instantes de la vida de los grupos se movilizan la represión, la renegación, el rechazo o la escisión de las representaciones
peligrosas. El pacto negativo es, a la vez, resultado de las
operaciones de represión o de renegación mutuamente
impuestas y uno de los procesos del acoplamiento. En términos generales, las primeras medidas de acoplamiento
inst.auran las primeras alianzas inconscientes, y la aleación de sus conterúdos inconscientes forma la materia de
la realidad psíquica inconsciente en el grupo.
Hemos detectado este triple advenimiento de la alianza, del acoplamiento y de la realidad psíquica en el grupo
con Marc: la pregunta plant.eada por Sylvie con respecto a
la identidad de la psicoanalista interesa a otros, pero el
silencio que le sigue está completamente ocupado por la
256
represión de ese fugitivo y peligroso movimiento de transferencia sobre Sophie. Este primer esbozo de un pac:t.o negativo se refuerza cuando Marc evoca mediante su «eonfesión» el peligro a que se exponen los participantes, sin que
se admita y piense una representación de aquello que
constituye la amenaza. Lo inacept.a.ble es reprimido por
todos y depositado en el grupo. Para completar la instalación del pacto, Marc sen.ala un objeto capaz de oponerse a
la amenaza; el mismo que amenaza puede (y debe) reparar los dai'1os causados por el traumatismo. Esta exigencia
de reparación surge en lugar del pensamiento del cambio
catastrófico que serla el retomo de lo reprimido_
Pacto negatiuo y cambio catastrófico.
El grupo de los «analistas ensartados»
Otra situación clínica ilustra la relación constante entre la alianza defensiva y el cambio catastrófico. Data de
los años en que, con un pequeño grupo de psicoanalistas
reunido por D.Anzieu, comenzábamos a trabajaren un dispositivo que consistía en una alternancia de sesiones en
pequeños grupos, conducidos por una pareja de psicoanalistas, y sesiones en grupo amplio que reunían al conjunto
de los participant.es y de los psicoonalista.s. Est.e dispositivo, que denominábam.os «seminario», se desarrollaba a lo
largo de una semana, a razón de cuatro sesiones por día.
Cada noche, los psicoanalistas realizaban una sesión entre ellos para intentar comprender la dinámica ioconscient.e de los grupos y del seminario en su cor:üunto, incluida la de su propio grupo.
La noche anterior al comienzo del seminario, D. Anzieu nos comunica que renuncia a la conduoción de las sesiones en grupo amplio y que espera que dos colegas cumplan esta función en su lugar. En nuestro equipo se plant.ea una discusión bastante fuerte a propósito de esta decisión tardía, sorprendente y enojosa: contrariamente a
nuestros hábitos de trabajo, se nos impone cambiar un
dispositivo sin haberlo medítadojuntos. Empero, no decimos nada de lo que provoca nuestra angUstia ante esta
.257
decisión: tomar el lugar del fundador o rechazar su proposición, hacer «pareja.. en el grupo, cuestiones violentas
estas a las que debíamos dar una. respuesta con urgencia.
Ante el temor a un estallido del equipo, no sólo son esquivados los conflictos que nos dividen, sino que se sella un
acuerdo t.á.cilo para mantener su unidad en este inicio de
seminario, y dos de nosotros, una colega y yo, nos hacemos
cargo de la conducción del grupo amplio.
Las tensiones que atraviesan a nuestro grupo son tales
que, bajo diversos pretextos, las reuniones durante las
cuales analizamos las modalidades de nuestro funcionamiento de equipo son suspendidas las dos noches siguientes. El pacto negativo que se instaló- nos llevó a abandonar
Wla parte de nuestra función analítica. En lugar de trabajar sobre lo que nos dividía, silenciamos nuestros desacuerdos, reprimimos los contenidos inconscientes que nos
angustiaban, dejamos de lado el análisis del funcionamiento de nuestro propio grupo, de nuestras intertransferencias y de los efectos transferenciales que ello traía
aparejado en los participantes. La suspensión de nuestras
reuniones era un actin.g que hacía imposible cualquier
despejamiento.
En el transcurso de la última sesi6n del seminario, los
participantes se sent.aron frente a nosotros. alineados y en
espejo respecto de nuestro grupo: nosotros también nos
habíamos dispuesto alineados, apretados unos contra
otros, y nos sentíamos muy incómodos por habernos ubicado de esta manera especular e inmóvil. Se produjo un
lazgo silencio hasta el momento en que un participante se
dirigió a los otxos exclamando: "'¡Pues bien, tenemos un
equipo de psicoanalistas ensartados!». Esta figuración de
la soldadura defensiva que había sellado nuestra alianza
desbloqueó nuestra capacidad de pensar y también la de
los participantes. y pudimos trabajar con ellos en el análisis de otras alianzas concertadas en los grupos y en el seminario.
258
Al.guno.s hipótesis sobre las alianzas incorisci.en.tes
en las grupos
Tras el seminario, elaboramos en nuestro grupo ese
momento crítico. 4 El análisis puso en evidencia ciertos
conflictos inconscientes que nos fijaban en el pacto negativo encargado de reprimirlos o de renegarlos. El deseo
consciente deAnzieu era desprenderse de las transferencias idealizantes y persecutorias que le valía su posición
de fundador de nuestro equipo y de analista heroico del
grupo amplio, capaz de afrontar las angustias más arcaicas, contenerlas y reducirlas. Pero su deseo inconsciente
era que lo sustituyese wia pareja que hiciera sus veces
con riesgo de verla fracasar en su misión imposible. La
mayoría de nosotros, hombres y mujeres, hadamos causa
común con él, y no queríamos saber nada de nuestra ambivalencia ante el lugar que repentinamente había dejado
vacante de modo ambiguo, ni de la rivalidad fraterna que
au renuncia suscitaba entre nosotros. Nuestro pacto negativo se fundaba en el miedo a perder un objeto de amor, wi
protector y el reaseguro narcisista que habíamos contratado con él desde la fundación de nuestro gnipo. El pact.o
apuntaba a renovar el ideal de un grupo unido ante todo y
contra todo.
Por mi parte, de esta experiencia extraje varias hipótesis de trabajo sobre la formación del pacto negativo concertado entre nosotros y sobre sus efectos en el proceso
analítico.
El análisis me enseñó que lo que cada uno de nosotros
reprimió o renegó fue objeto de wia alianza inconsciente
para que cada cual se asegurara, y todos se aseguraran
mutuamente, de no saber nada de sus propios deseos, de
sus propios afectos (cólera, abandono, odio), ni de las representaciones insostenibles (hacer pareja ante el «padre .., ser actores y espectadores de una escena originaria)
con las que nos veíamos confrontados. No quisimos saber
ni sentir nada de eso, como sujetos singulares y al mismo
.¡ Al respecto, Anzieu. Missenard, B~ar.i.no y ~ mísmo hemos propuesto y publica.do a.nAlisis düerenl.es y complementarios.
259
tiempo para salvaguardar nuestros vínculos con los otros
y conAn.zieu. Nuestro pacto realizaba la meta inconscien-
te que buscábamos: conformar un grnpo soldado, ensartado por la vara del falo paterno arcaico. El pacto negativo
constituía una salida a la angustia que provocaba en nosotros ese cambio catastrófico; ocupaba el lugar de nuestra incapacidad o de nuestro rehusamiento a pensar lo
que se jugaba en ese cambio. También ocupaba el lugar de
una alianza estructurante entre hermanos para tomar el
lugar del Padre. Pero, además de ello, era efecto de la posición adoptada por Anzieu en ese conflicto. No podíamos
atacarlo ní huir de él.
Comprendí también que lo reprimido y/o renegado en
los psicoanalistas fue representado en er grupo de los participantes y lo o:rganizó como un doble de nuestro propio
espacio psíquico. El pacto quedó encarnado en la disposición espacial de nuestro grupo frente al de los participantes, en el espajo que nos congeló en una inquietante simetría, en una repetición inniovilizada en el espacio. Fueron
los participantes quienes recobraron la palabra, inventando la metáfora para pasar de un significante formal
(eso se aglutina) a una fantasía (una colección de objetos
parciales o de fragmentos de objetos atravesados por la
brocheta, listos para ser comidos) y a una palabra interpretativa.
El pacto formado en tales condiciones está asociado al
trauma inaugural que significó el cambio catastrófico del
dispositivo; hizo volar en pedazos los dispositivos de protección anti.estímulo y el aroplamiento grupal que utilizábrunos habltualmente. En esas circunstancias, tuve razones para suponer que lo que había sido renegado o reprimido por los analistas, aquí en posición imaginaria de
fundadores del seminario para los participantes, había
adquirido para estos últimos las caracte:dsticas de los con·
tenidos y las cualidades de lo reprimido originario. Si mi
hipótesis es correcta, la alianza inconsciente defensiva deviene entonces para todos un poderoso atract.or de la represión secundaria. Si ese es el caso, se abren interesan·
tes perspectivas sobre la formación y la transmisión de lo
originario y de los significantes enigmáticos (o arcaicos)
260
mediante las alianzas inconscientes en los grupos y en
t.odas las configuraciones vinculares.
Sobre estas bases, e integrando el aporte de otros análisis clínicos, llego a un a::injunto de hipótesis de carácter
más general. He procurado establecer un punt.o de vista
que muestra que la situación psicoanalítica de grupo da
acceso al conocimiento de las estTucturas individuales de
las formaciones del inconsciente en sus articulaciones con
las estrncturas intersubjetivas inconscientes de un conjunto. Las alianzas inconscientes se sitúan en los puntos
de anudamiento de estas estructuras. Consideradas desde la perspectiva de la tópica, de la dinámica y de la economía psíquica en el grupo, son concertadas para que los
vfuculos y el gru.po se formen y perduren, cualquiera que
sea su .finalidad o su cualidad: estructurante, defensiva,
patógena o alienante.
La clínica nos eDBeña que las alianzas inconscientes
defensivas se anudan desde el periodo inicial del agn.ipamiento, durante el primer encuentro entre los miembros
de un grupo. Para asocian;e, los miembros de un gn.ipo (o
de cualquier otra configuración vincular) deben concertar,
sin saberlo, un acuerdo inconsciente según el cual deberán
repriinir, renegar, rechazar o borrar ciertas representaciones. Las alianzas inconscientes no se constituyen solamente para mantener inconscientes algunas representaciones según el interés conjunt.o y mutuam.ente garantizado de varios sujetos, sellando así su vínculo; las alianzas
mismas permanecen inconscientes ta.nt.o como los vínculos fundados en ellas.
Las alianzas inconscientes encuentran su materia, su
energía y sus contenidos en estas representaciones co-reprimidas, o ca-renegadas, o ca-rechazadas. Las alianzas
actuales se asocian a formaciones y procesos inconscientes ya establecidos en cada uno de los sujetos. El ret.orno
de los contenidos inconscientes, cuando se trata de contenidos reprimidos. se efectúa a través de sus efectos en la
cadena asociativa grupal, en las transferencias, en los smtomas compartidos, en los sueños, en las funciones fóricas.
Cuando se trata de a::intenidos arcaicos no reprimidos (renegados o forcluidos), el retomo de los contenidos incons261
cientes se efectúa a través de los actings, las escisiones, los
delirios colectivos, los objetos brutos, bizarros, o los significantes enigmáticos.
El análisis de las alianzas inconscientes nos ilustra
sobre la arqueología del grupo y sobre la arqueología del
sujeto. 5 Aquellas aseguran funciones especificas en la
formación del espacio intrapsíquico, y principalmente en
sus dim.ensiones :in.conscientes, al mismo tíem.po que sostienen la formación y los procesos de los vínculos intersubjetivos, que a su vez reafirman formaciones y procesos intrapsíquicos.
Cada vez que una alianza inconsciente defensiva puede ser desanudada, es fuente de un descubrimiento importante para los sujetos que se encuentran ligados en
ella. Desde este punto de vista, es bastante notable que el
propio psicoanálisis haya podido hacer muchos de sus descubrimientos fundadores en el desanudamiento de tales
alianms defensivas.
El pacto negati.vo y las a/.ianzas in.conscien:tes
en la curo individual. A propósito ck dos curas
inaugurales ckl psicoanálisis
Incluso el propio Freud se vio apresado en una alianza
inconsciente defensiva con Fliess a propósito de la operación de los cornetes nasales de Em.ma Eckstein, igual
que con Dora y con los hombres de Dora en la cura de esta.
Para tener una idea de la dimensión de las apuestas in6 Nos ilustra también sobre Dtzas modalidades del pacto negativo,
més radicales y detectables ea cualquier grupo, pero espedalment.e en
aquellos de fuerte derivación alienante, como los grupos sectarios. Al
deSIUTOllar el concepto de pact.o negativo en el campo social, S. Aoiati
Sas (2002} describió un.a alianza defensiva. tDés automática, tal vez
asujetal, que electaría a ws sttjetos coafrontados con ciertas situaciDnes de violencia traumática colec:ti va :insostenibles para la realidad
psíquica, pero que devienen triviales, o aceptables, a consecuencia de
esta a.Wuua defensiva. La autora denomina ..adaptación a cualquier
c:osa.o a esta alianza invisible de familiaridad con circunstancias ca.ta&t.rófü:as, ..como s¡,. na.da pasara.
262
c.onscientes de estas alianzas, detengámonos en esos dos
momentos decisivos en la invención del psicoanálisis. 6
La alianza sangri2nta de Freud y Fliess
en la cura de Emma Eckstein
El primero de esos momentos es el pacto negativo concertado por dos hombres, Freud y Fliess, para operar, penetrar y finahnente herir el cuerpo de una mujer en análisis con Freud, un cuerpo femenino que ellos se reparten
en su vínculo amoroso. Este pacto no sólo es una resistencia
masiva contra la alianza estructurante de la situación anaütica: la ataca y la destruye. Muestra el poder de desconocimiento que el pacto conlleva para preservar las apuestas
inconscientes del vúiculo ent.re esos dos hombres y entre
ellos y la mujer. Pero este episodio revela, además, qué
vías de desprendimiento eligió cada uno de ellos.
Recordemos los hechos: 7 en el curso de sus debates (sus
«Congresos») sobre la bisexualidad, a Freud y a Flieas se
les impone que Emma debe ser operada por Fliess de los
cornetes nasales, que serían, según este, la sede orgánica
de su neurosis histérica. Durante la operación, que tiene
lugar en presencia de Freud, Fliess «olvidará!'> varias decenas de centímetros de gasa yodoformada en los oom.etes
nasales de su paciente. Cuando Freud le describa los males que sufre Emma luego de la operación, renegará hacerle cualquier reproche sobre la conducción de esta (carta
del 8 de marzo de 1895), desde el momento en que con este
apoyo Fliess se rehúsa a reconocer su error quirúrgico. Su
propia negación y el eco que esta halla en Fliess colocarán
a Freud en la situación de tener que avalar esta voluntad
de desconocimiento si quiere conservar su amistad.
6 He desa:rro119.do este análisis en Le grol4pe et le s~t du groupe,
págs. 264-71.
"l Los d0C1J.ment.os de referencia son, principalmente, las cartas de
Freud a Fliess dsl 4, By 28 de roe.no, 11 y 20 de abril, y 15 de mayo de
1895 (edición alemana, 1986}, y el estudio de M. Schur (1966) sobre
..,)Qs restos diurnas del sueño de la i.nyeccidn de Irma...
263
Mas esto no basta. Para conservar ese vínculo, FTeud
est.á sacrificando justo aquello que acaba de conseguir ligar por medio del pensamíento: la articulación entre el
traumatismo y la fantasía, y termina precisamente de escribirlo a Fliess. Para disculpar a este («no he querido reprocharte nada», carta del 20 de abril de 1895), Freud señalará incluso, de manera ambigua, que <1naturalment.e,
ella comienza a manifestar nuevas formas de histeria, a
partir de los acontecimientos de estos últimos tiempos,.
(carta del 28 de marzo de 1895).
Para estos dos hombres, para ese "4Sexo fuerte» del que
Emma se burla cuando ve a Freud retroceder vacilante
frente a la visión de su sangre, Emma es la figura del agujero que ellos quieren simultáneamente explorar y taponar dándole un contenido de gasa y sangre. Su pacto se
funda en la negación de su deseo y de su Vínculo homosexual; es también para Freud la negativa a admitir su pl"Opio descubrimient.o de la fantasía de seducción. Este pacto
denuncia aquello contra lo que protege y de lo cual preserva. El mantenimiento de su vínculo exige de ellos la represión y/o renegación corrjunta de lo que podría amenazarlo
encada uno.
El pacto utiliza varios mecanismos de defensa: la represión conjunta del vínculo homosexual entre Freud YFliess; la renegación en común del error quirúrgico de
Fliess; la negativa a renunciar a la realización directa de
las metaB pulsionales destructoras (aquí, la satisfacción
salvaje de la pulsión epistemofilica sobre el cuerpo de Emma); finalmente, la desmentida del saber adquirido por
Freud sobre la seducción. Esta desmentida, que encuentra en la teoría de Fliess wta garantía, es una verdadera
automutilación de pensamiento. un sacrificio obligado
para mantener el vínculo con Fliees y destrabar el pasaje
al acto sobre el cuerpo de Emma, lugar de la representación insostenible. La consecuencia es la proyección sobre
Emma de la falta conjuntamente renegada y de la culpa
por haber realizado un deseo prohibido. Pero, más profundrunente, si Freud atribuye la causa de los trastornos posoperatorios a la histeria de Em.ma, no es tanto para imponerle esa responsabilidad como para mantener lo que de264
be ser reprimido de su vinculo con Fliess y de su propio
pensamiento.
El análisis del gnipo de los psicoanalistas «ensartados"
mostró que la apuesta de su pact.o se representaba en la
renegación de su división. Sobre este episodio del pacto
entre Freud y Fliess, verificamos que su alianza contiene
la representación de lo que justamente quieren mantener
irrepresentado: el agujero de lo femenino, su fantasía co·
mún dé explorarlo, agredirlo y taponarlo, la apuesta homosexual de su vínculo. Lo irrepresentado del pacto está
totalmente condensado y representado en el cuerpo de
Emma, verdadera puente entre Freud y Fliess. Es ese
cuerpo infectado lo que aparece en el sueño de Freud (el
llamado «sueño de la inyección de Inna»), y que él recono·
cerá en el análisis de su suefio. El retorno de la parte reprimida en el pacto ocllrt'e para Freud por ia vía del sueño
princeps que inaugura La interpre:taci6n ~los sueños y la
teoria del acceso al inconsciente por la vía regia del sueño.
Sin embargo, ese cueqm esf;á present.e también en las
formas de la renegación con que se organizan las acusaciones mutuas de robo de ideas que se dirigen Flíess y
Freud.. Estas acusaciones aparecen, desde ese punt.o de
vista, como un desplazamiento de lo que fue para ellos insostenible en la intrusión en el cuerpo de Emma. Desembocarán en su ruptura.
El pacto no se construye, pues, sólo sobre la represión
neurótica. Los mecanismos del pacto negativo que se fundan en la renegación, el rechazo, la desmentida y la proyección no se despejarán por completo, sino que producirán
efectos análogos en otras circwlstancias. Se reconocerá su
fórmula genérica en lo que Freud dirá tant.o sobre la rela·
ción entre Jung y S. Spielrein como sobre la de Ferenczi con
Gizella Palos: «No somos usted o yo los responsables o los
que estamos cuestionados: es el otro, es ella... La fórmula
es eficaz para servir a la aut.oexculpa.ción y a la proyección
de la traición en el otro. El móvil de la identificación con
Fliess, con Jung y con Ferenczi., sost.enida por el amor homosexual y reprimida en la rivaJidad fraterna. es también
el de t.odas las proyecciones paranoicas cuya teoría elaborará Freud para intentar desprenderse de ellas.
265
Fundar el psicoanálisis será ubicar en el centro de su
debate elprotonpseudos y la cuestión del sujeto en su re..
lación con aquello que lo representa; para F'Teud, se trata
de Fliess tanto como de Emma. Fundar el psicoanálisis
será también, para Freud, sustraerse al pacto negativo
alienante y patógeno concertado con Fliess. Este primer
desprendimiento de lo que más tarde llamará «pSique de
masa» exige que salga de la indiferenciación de los espacios comunes entre él y Fliess, que encarnan el cuerpo y la
sangre de Emma Este desprendimiento, cuyo motor será
el sueño, resultará necesario para acceder a la subjetivación creadora tanto de su historia como de su obra.8
Las alianzas inconscientes en el análú;iB de Dora
La cura de Dora fue otro momento decisivo de la invención del psicoanálisis. Padece también el efecto de una
alianza inconsciente cuyo desasimiento abrió la vía a la
invención del espacio analítico. El relato que Freud nos
dejó sobre el análisis de Dora inmediata.mente después de
la int.errupción de la cura (1899), las notas que agregó en
1923 tras la prosecución del análisis con R. Mack Brunswick. nos muestran romo la contratransferencia de Freud
se alió con la resist.encia de su joven paciente y con las defensas que los allegados de esta desplegaban contra el
proceso del análisis. Nos muestran también cómo Freud,
al desbp~endersedde esta ~~anza. defedns iva, prosiguió ~el
d escu nmiento e a tran=erencia y e 1a contratrans1erencia.
No desarrollaré aquí mi análisis de las apuestas de esta. alianza. Destacaré que ella se instaló desde la demanda
que el padre de Dora dirigió a Freud para que restablezca
en su hija una conducta dócil. Freud ofrece a Dora una es·
cucha sutil cuando ella le dice que su padre tenía una relación con la señora K y que el señor K le había hech.o in.si-
1
8 El vinculo de Freud con Fliess es una figura de la transferencia pasional que atravesó el autoanálisís de Freud. Sobre este punto, cf: Ja
obra de D. Anzieu (1959).
266
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nuaciones a ella. Freud da crédito a Dora cuando ella habla de este arreglo tácito entre su padre y el señor K y percibe claramente cóm.o los dos hombres han concertado el
pacto que les permite sacar provecho de Dora para satisfacer sus propios deseos amorosos.
Empero, al mismo tiempo que reconoce la existencia y
la apuesta de esta alianza. Freud se extravía en su explicación. Según Freud, Dora sólo querla obligar a su padre a
renunciar a la señora K porque estaba enamorada, no de
la sei\ora K. -he aquí la ceguera-, sino de su padre.
Freud se convenció de que su amor por él era utilizado como una defensa contra su actual sentimiento amoroso hacia el señor K
Podríamos decir de Freud lo que él dice de Dora: perspicaz en una dirección, la del pacto del que ella es objeto,
él se extravía en la otra, la de la alianza inconsciente que
establece con ella. Se extravía. ante todo, en la explicación
que da de la conducta de Dora: enamorada del señor K,
había aceptado por un tiempo el intercambio y las relaciones entre los adultos.
Freud sólo podrá reoonocer posteriormente, en su nota
de 1923, el frac.aso del muy corto psicoanálisís de Dora. Es
en esta fecha cuando atribuye ese fracaso al vínculo homosexual entre Dora y la señora K: «Omití adivinar a
tiempo y comunicar a la enferma que su amor homosexual ·(ginecofilía) por la señora K era su tendencia psíquica inconsciente más fuerte» (G. W:, V, pág. 284-; trad. fr.,
pág. 90). Lo que organizó la relación de objeto de Dora-el
deseo homoseltllal por su madre, con la que se identificaba
secretamente-9 fue también lo que organizó su transferencia sobre Freud. En la contratransferen.cia, este se ubicó sucesiva o simultáneamente ahí donde él deseaba que
Dora lo esperara: fumaba sin cesar como el señor K, de
quien en forma inconsciente se presentaba como sustitu9 H. Stroebn (1985) percibió notablemente la apueste. de este a.mor
de Dora por su madre: ..Su~ fuente de su. deseo, de su decepción
y de su angustia. por ser aba.ndooada por ella~. Evidentemente, es a su
madre a quien busca bast.a en su identificación hostil con el padre
(Stroeken, trad. fr., 1987, pág. 89).
267
t:.o. De modo tal que, además de otras razones, se las arregló para no reconocer ni el deseo ..ginecofilico... de Dora, ni
su propia defensa contra ese deseo. es decir, la transferencia homosexual de Dora sobre su propia parte femenina.
En este punt:.o ciego de la contratransferen.cia de Freud, la
transferencia de Dora en Freud movilizó hasta su punt:.o
máximo la resistencia de este.
«La teoría del Edipo clásico protegía a Freud», señala
H. Stroeken. Observaremos cómo, otra vez aquí, la relación
de Freud con su propia teoría se pone al servicio del desconocimien to en las alianzas inconscientes que ha concertado con Fliess, con Dora y con los hombres de Dora.
Las alianzas inconscientes, la contratran.s{erencia
y el apego mutuo al, síntoma en la cura psicoanal.itica
En los dos ttlemplos examinados nos encontramos con
una alianza concertada para la realización de deSEos que
no podrían ser satisfechos sin el concurso del otro y sin el
interés.que est.e encuentra en contraer tal alianza con otro
para realizar sus propios deseos.
En estos dos casos también se trata de una alianza defensiva: el pact:.o negativo es la medida de la exigencia de
trabajo psfquíco--.aquí, la represión y la renegación-im-
puesta a Freud para que no tenga que reconocer la represión ni la renegación que le son propias y que se hal1an
en resonancia. con las de Fliess y Dora. Correlativamente,
la Tepresión y la renegación propias de Fliess y Dora no
pueden ser reconocidas por Freud en la medida en que sirven a sus propios intereses de desconocimiento. De esta
misma forma. Fliess, Dora y los hombres de.Dora son preservados de este conocimiento en Ja medida en que loa intereses de Freud sirven a sus propios intereses de desconocimient:.o: cada uno refuerza y sirve a los intereses del
otro al mismo tiempo que sirve a los suyos propios.
El debate que especifica a estas alianzas defensivas
--el pacto negativo-- en la cura se centra en la contratransferencia. Este debate no corresponde sólo a la teoría
de la práctica. La cuestión de la contratransferencia im-
268
.•,
plica un problema epistemológico de fondo, oomo lo puso
muy bien en evidencia J. Guillaumin (1994). El dispositivo en el cual evolucionan el analista y el analizando se halla siempre potencialmente expuesto a efectos de desborde por las apuestas intersubjetivas en las que wio y otro
están, sin saberlo, en profunda relación. 1 0 La alianza estructurante establecida sobre la regla fundamental y sobre el encuadre psicoanalítico tiene pi;-ecisamente esta
función de constituir un límite, Wia. contención y una figuración apta para la simbolización de los efectos perturbadores de esas correlaciones de subjetividad. Sin embargo,
el encuadre sólo puede tratar una dificultad si las condiciones en que se ha originado pueden ser reconocidas y
elaboradas.
La alianza y la com.u11.idad de ide.ntificaciones
por los sCntomas com.partidos
En la alianza con Fliess, como en la que se anuda con
Dora, se produce una comunidad de identificaciones por el
síntoma. La producción de síntomas comunes y compartidos está sometida a esta necesidad del vínculo: sujetar a
cada sujeto a su sintoma,_cn relación con la función que
cumple para él mismo y para otro1 en y para el vínculo. El
síntoma recibe así un reforzamiento multiplicado.
Si sólo tomamos en consideración la función económica
y dínámica que el síntoma cumple para el sujeto que lo
produce, ínscribiéodolo en su historia singular y en su
propia estructura, omitimos su valor para la economía. de
los vínculos úiteraubjetivos. Omitimos la investidura que
lO La tranefereocia y la amtre.transfe.rencia no pueden considerarse
tan a6lo en términos de operaciones de d.e<M:arga o carga de las invesLi-
d urae en la psique de otro, de una extensión t.ópica que seria en el
afuera e\ receptáculo de lo irrepl'E!.&ent.able del adentro, o la delegación
a ot.ro del tratamiento de lcu; representaciones no reprimi.da.s. Convendría. i;in duda, sustituir esta penpectiva por Ja problemática de una
resonancia y una interfei-encia de las t.ópicas, con espacios comunes y
dispositivos inteTSuhjetivos de administraci6n de las eoonomfais y las
dinámicas psíquicas.
269
recibe de parte de otro, o de más de un otro, para mantener unido el vínculo, pero a un precio que paga la parte de
represión que corresponde a cada uno en la alianza.
El análisis debe entonces orientarse al nudo intersubjetiva donde el síntoma ha tomado, para el sujeto que se
hace su portador, una parte inestimable de su valor. En
estas configuzaciones, el síntoma no necesita sólo rm aporte de dos lados, como Freud lo descubrió claramente en el
análisis de Dora (G. W., V, pág. 200): del lado de la complacencia somática y del lado psíquico (de los pensamientos
inconscientes). El informe de Freud acerca del análisis de
Dora muestra que el síntoma se mantiene por un aporte
suplementario que viene de un tercer lado: el del vfuculo
intenrubjetivo. 11 Este aporte suplementario debe buscarse del lado de las alianzas, de los contratos y de los pactos
que mantienenjuntos a los :sujetos de un vínculo, a través
del síntoma y del sufrimiento de aquel que, en su lugar y
posición, se vuelve el porta-cuerpo y el porta-síntoma, para él mismo y para los otros. Esa es su función fórica: el sujeto se constituye corno tal porque ya se ha encontrado
predispuesto a constituirse así, para servir tanto a su propio interés como al de aquellos a los que está ligado por
alianza de deseo y por alianza defensiva.
Apuestas de las alianzas inconscientes en. la cura
Estos dos ejemplos ilustran un tipo tenaz de la resistencia que oponen a los esfuenos del análisis las alianzas
inconscientes narcisistas, perversas o negativas en que
pueden incurrir los psicoanalistas y sus pacient.es. Algunas curas son interrumpidas en forma abrupta para salvar la apuesta de uno ylo del otro en la alianza que los tiene sujetados mutuamente, puesto que el análisis y el desasimiento de las alianzas son para ellos más peligrosos
11 Más adelante en el mismo l.exto. Freud insiste en el hecho de que
«las diversas significaciones de W\ síntoma se combinan enti-e SÍ», que
el síntoma corresponde simultáneamente a varias signi.f"J.caciones y
que puede tomarlas BllCeSwllnwnte (ibid., pág. 213).
270
que la alienación cuyo precio pagan. Aquello que los pacientes (o los analistas) mantienen fuera del análisis no es
únicaIJlente el lugar que ellos mismos ocupan en la alianza, sino también el lugar del otro. Nos enfrentamos así con
una tópica, una economía y una dinámica intersubjetiva
que involucra a dos, tres o varios sujetos, y en la cual los
efectos de conjunto se refuerzan de manera solidaria porque son administrados de consuno y en el mismo sentido
por todos los aliados.
Los efectos de esta alianza se ponen de manifiesto, por
lo general, mediante Wl acto autodestructivo, un delirio,
una severa inhibición de pensar o una conducta perversa.
Cuando el paciente rompe el análisis, a menudo trata de
preservar al analista de las co..;¡secuencias que una alianza semejante podría acarrear si se reprodujera efectivamente con él. Pero esta resistencia a la transferencia protegea la alian~a misma, y el analista puede mantenerla
por razones que le conciernen.
¿Es entonces necesario pensar, ante el obstáculo, que
el análisis no resulta de ninguna ayuda para tales sujetos,
y que son refractarios a él? Frente a estas dificultades,
nuestras interrogaciones se dirigen, naturalmente, hacia
lo que en el analista se ha mostrado ínadecuado para
recibir la transferencia de esas conexiones de vínculos y
de investiduras soldadas en una alianza devenida inconsciente. Por consiguiente, es posible inteIJ>retar o reconstruir las apuestas que ahí se juegan para el analista y para el sujeto analizando; pero también hay casos en que
una alternativa a la situación psicoanalítica clásica (terapia coajunta de un padre y su hijo, psicoterapia psicoanalítica de la familia mediante el grupo, psicoanálisis en situación de grupo, grupo de psicoterapia psicoanalítica) le
permite al sujeto hacer con un psicoanalista la experiencia de lo que lo liga al ot.ro y al conjunto de los otros. En un
espacio tránsfero--0<mtratransferencial más apto para recibir esos envites puede abrirse otro acceso al análisis de
las apuestas individua.les e intersubjetivas de la alianza.
271
La comunidad ck renegación y la alianza rw.gadora
En su función defensiva, el pacto negativo debe asimilarse a otras dos formaciones: la comunidad de renegación, brevemente evocada por M. Fain (1981), y la alianza
negadora, introducida por M.-T. Couchoud (1986). Son dos
alianzas alienantes.
M. Fain propuso la noción de comunidad de renegación
para dar cuenta de una modalidad de identificación del niño con su madre cu.ando, al no desprenderse esta de aquel
para designar en un lugar distinto del hijo un objeto de deseo (el padre), la renegación de la existencia del deseo por
el padre es a la vez obra del hijo y de la madre. En ese caso, la comunidad de renegación se centra sobre la realidad
del objeto del deseo del otro y sostiene así una identificación proyectiva cru~da: mantiene de ese modo la no separación entre la madre y el hijo. La noción introducida por
Fain en tal contexto tiene una extensión mayor y se aplica
a t.odas las modalidades y a todas las determinaciones de
la renegación en común.
Otra problemá.tica corresponde al modelo de la alí.anza
rn?ga.dora. Un ejemplo permitirá comprender cómo las dos
modalidades de la represión y la renegación son utilizadas para anudar este tipo de alianza. A partir de la psicoterapia conjunta de una madre y su hija, M.-T. Couchoud
ha mostrado que su alianza se manifiesta en la sobreinvestidura alucinatoria, por parte de la hija, de las representaciones no reprimidas y conjlUltamente negad.as por
la psique de la madre. Una y otra mantienen subsistente
en la vida cotidiana aquello que en la madre no pudo ser
elaborado o reprimido, de modo tal que todo lo que surja
esté tan desprovisto de sentido que sólo pueda ser atribuido por la madre a la locura de su hija. La madre, que no
pudo reprimir el contenido de sus propios traumatismos,
es preservada del delirio gracias a que induce en sti hija lo
que hubiera sido su propio delirio. Correlativamente, la
hija delira para que la madre siga olvidando lo que para
ella no es reprimible.
Una alianza como esta caracteriza a una situación en
que el vinculo es utilizado para mantener fuera de la re-
272
presión secundaria representaciones rechazadas mediante la renegación. La noción centra] es la de un fracaso en
reprimir. Este fracaso es el móvil de los medios utilizados
para hacer imposible el develamiento de los contenidos no
reprimidos y garantizar la veladura de lo que debe ser renegado.
El contrato perverso
Los psicoanalistas prestaron pronta atención al dominio que el perverso ejerce sobre sus partenaires: la relación del fetichista con su fetiche adquiere valor por el poder que este último tiene de fascinar al otro y suscitar su
complacencia en sufrir la perversión. Algunos de aquellos
fueron más sensibles a la alianza alienante que liga a uno
y otro (M. Khan, J. Puget e l. Berenstein, A Eiguer). Entre ellos, J. Clavreul {1967) destacó la importancia del secreto en el contrato que liga a los dos integrantes de lapareja perversa. La denuncia del secreto, la puesta al corriente de terceros, el escándalo, constituyen la ruptura:
..La ruptura eventual de tales contratos tiene un sentido
muy diferente y un muy distinto alcance que el fracaso del
amor entre sujetos normales o neuróticos. El hecho de que
sean secretos, que tanto sus términos como sus prácticas
sólo sean conocidos por los interesados, no significa de ningún modo que el tercero esté ausente. Por el cont.rario, esta
ausencia misma del tercero, su apartamiento, constituye la
pieza fundwnental de este extraño contrato. Ese tercero,
que está necesariamente presente para atestiguar o, más
bien, para refrendar la autenticidad de un vínculo amo.roso
normal. deberá aquí ser excluido -má.s exactamente, pre·
sente, aunque en Wla posición t.al que sea necesariamente
ciego o cómplice o impot.ent.e--».
Por su lado, P. Castoriadia-Aulagnier (1967) puso en
evidencia las exigencias de la puesta en escena perversa,
de la cual estará excluido el azar, de modo -t.a]_ que se opere
la estricta coincidencia entre un fragmento de lo real y la
escena donde se jugará la fantasía del perverso. La ley
273
que rige el oontrat.o y g3J'alltiza la coincidencia es la ley
del goce:
«Lo demandado y que debe ser aceptado por el copartícipe no remite a la mediación del wnoT o la alegación amoroS8> sino al placer toma.do como objeto. El placer es el único
garante de la existencia del objeto del deseo (la falta está
negada), de la axi.uladón de la distancia ent're el objeto de la
demanda (el objeto mediador) y el objeto del deseo (el objeto
111et.af6rico y perdido)~ (1967, pág. 122).
El ...gecret.0& frent.e a t.erceros, la escena de la coincidencia. entre el fragmento de lo real y la fantasía, constituye el
fundamento del contrato. El goce es la ley que lo rige.
AJ.canee metapsírológico e interés clínico
de la noci.ón de alianzas inconscientes
La principal caracteristica de las alianzas en que nos
hemos interesa.do aquí es que son inconscientes: esto signific.a que se anudan de tal modo que ciertos contenidos y
objetos, ciertas metas y apuestas de su vínculo, son inconscientes para los sujetos de este último. Algunas de estas alianzas son estructurantes y otras tienen una funcionalidad esencialmente defensiva, patógena o alienante.
Lo que nos resta ahora ~ evaluar el alcance metapsicológico de las alianzas inconscientes y esbozar el lugar que
podrían ocupar en una teoría psicoanalítica del vínculo y
del sujeto del vínculo. Este será uno de los objetos del próximo capítulo.
Desde el punto de vista clínico, el análisis de las alianzas inconscientes puso de relieve el interés del dispositivo
psicoanalítico de grupo: el sujeto es sometido a la prueba
de la experiencia de laB alianzas inconscientes en las que
ha sido parte activa y de las que debe desprenderse para
advenir a la conciencia de que estas alianzas han sido, en
parte, constitutivas de su subjetividad.
274
11. El sujeto del :inconsciente, sujeto
del vínculo
Al término de est.e líbro, quisiera recordar las dos preguntas que lo han organizado: ¿Concierne a los psicoanalistas el abordaje psicoanalítico de los grupos? ¿En qué
puede este contribuir a la teoría y a la práctica del psicoanálisis?
Si he establecido suficientemente que el grupo es el lugar de una experiencia original del inconsciente y de ciertas formas de subjetividad, quisiera intentar responder a
estas dos preguntas fonnulándolas de otro modo. La primera sería esta: ¿Puede el sujeto en el que se interesa el
psicoanálisis. el sujeto del inconsciente, comprenderse a
partir de sus solas determinaciones intrapsíquicas. o es
preciso admitir que se fonna conjuntamente en la int.ersubjetívidad? La segunda se plantea en el momento mismo en que se admite que la intersubjetividad describe una
realidad psíquica específica: ¿Cómo pensar la organización de este espacio psíqwco común y compartido?
La matriz intersubjetiva de la subjetivación
Una de las cuestiones que hoy interesan a los psicoanalistas es la de la subjetivación. Podemos coro.prender
en este término no sólo el proceso de fotmación del sujeto
sino, más precisamente, su transformación en un Yo capaz de pensar su lugar y su condición de sujeto del inconsciente. Mis investigaciones sobre las alianzas inconscientes, las funciones fóricas y el espacio onírico común y compartido me llevaron a pensar que la subjetivación se produce conforme a un doble proceso psíquico, que por un lado se despliega en cada sujeto según sus det.erminantes
275
internos, y por el otro se desarrolla a partir del espacio psíqt.rico íntersubjetivo. La idea que propongo es que el Yo,
término del proceso de subjet.iva.ción, sólo puede advenir
en su organización reflexiva y en la apropiación de su propia subjetividad en un coajunto intersubjetiva del que es,
en primer lugar, tributario y del cual deberá desprendet"Se, sin liberat"Se no obstante de él radicalmente.l 'Ibda
la cuestión radica en comprender de qué manera se articulan uno a otro estos procesos, y de qué modo la auqjetivación hace trabajar las nociones de sujet.o, sujeción e intersubjetividad.
El concepto ele sujeto
Aun cuando el concepto de sujeto es posfreudiano, sus
premisas están dadas por Freud (en 1915, en «Pulsiones
y destinos de pulsión") cuando caracteriza al sujeto (de.r
Subjekt) por el doble movimiento que lo constituye: mediant.e la invenión de las polaridades pulsion.ales activas/
pa..~ivas y mediant.e la variación de las posiciones correlativas del objeto y el sujet.o, del yo y el otro. De objeto pasivo
de las pulsiones del otro, el sajeto deviene tal imponiendo
a su propio yo una pasividad que lo transforma en objeto
de sus propias pulsiones. Se observará que, en est.e t.exto.
Freud sugiere una articulación entre el concepto de sujeto, lo pulsional y el vínculo con el otro.
La critica dirigida po:r Lacan a la confusión del yo y el
st.tjeto introduce otra perspectiva: el sujeto es en lo esencial un st.tjeto estructuralmente dividido por efecto de las
formaciones y los procesos del inconsciente. En el modelo
lacaniano, el sqjeto está bajo el efecto de (sajetado a) la
Spa/.tung originaria constitutiva de la psique, pWltualizada por Freud desde 1895. El concept.o de subjetivación no
se encuentra en La.can. En la medida en que la subjetiva1
Reconozco aqu! mi deuda respecto de un.a de las aportaciones
esenciales de P. Castmiadis·Aulagnier (1984): habernos introducido
en la noción de que el. sajet.o es un sujeto en devenir, tran.sfurmado por
el proceso de la histomaci.óo, e. través del cual adviene como Yo.
276
ción implica un proceso de transformación y de historización, este concepto no tiene lugar en el estructuralismo radical de Lacan.
Pienso que estas dos conoopciones son 'Yaliosas, pero
insuficientes: el sujeto no es tan sólo efecto de la inversión
de las polaridades pasivas/activas de la pulsión y de la variación de las posiciones yo-otro. No está dividido únicamente en el interior: también lo está en sus vínculos con el
otro, y con -más de \lll otro.
Si volvemos por un momento a la clínica del grupo centrándonos en Marc, notaremos que su enigmática confesión señala con bastante precisión su posición de sujeto en
el sentido que Freud dio esta noción. Marc se presenta
f;;Olllo objeto pasivo de las pulsiones sádicas que atribuye
al analista del grupo precedente, y luego se apropia de la
posición de sujeto invirtiendo las polaridades de esas pulsiones sobre él, pero dirigiéndolas además sobre otros (por
ejemplo, Jacques). Los movimientos de la transferencia
va.rían las posiciones correlativas del objet.oyel sujeto, del
yo y el otro.
a
La sujecwn
El concepto de sujet.o no estaría suficientemente construido si no hiciéramos intervenir otra noción: la de suje~
ción. El sujeto freudiano que procede de las inversiones
pulsionales y de las variaciones de posición, o el sujeto lacaniano que se constituye por efecto de la división (die
Spaltung) estructural de la psique. es un sajeto s~etado.
El sujet.o del inconsciente es un sujeto sujetado a las formaciones y los procesos del inconsciente; está bajo el efect.o de un orden, de una instancia, de una ley que lo constituye como sujeto. La sujeción está ligada a la noción de
asignación correlativa del sujeto y del objeto a. emplazamientos comanda.dos por la exigencia de trabajo de la pulsión, por los libretos fantasmáticos y por el abandono de
las identificaciones del yo para adoptar otras nuevas al
servicio del Ideal. Destaco la paradoja del sujeto: est.á sujetado y estructurado en esta sujeción. Precísamente por-
277
que ha es tado sujetado e~ que re~ulta posible el proceso de
subjetívación, ¿¡,menos que la s ujeción se haya fijado como
alienación.2
L a sujeción no e s sola mente un proceso interno, pues
s e ins cribe también ~ o las relaciones mut uas entre el sujeto y el otro. Recordemos cómo el acoplarrúento p s íquico
de loi:; miembros del grupo se efectuó sobre la base d e un
organizador inconsciente com ún y compartido: ..Aineua ·
zan/reparan a un niño». Esta fantasía es un atractor de (i.
bretos fa.utas ináticos. Su efecto es doble: construir la consistencia psíq uica del grupo e impedir la singulari~ación
de las versiones subjetivantes d e cada uno en su fantasía
secundaria.
Marc está s ujetado n o sólo a sus pulsion<.!s y a s u fantasía incons cientt.", sino tainbíén a las relaciones que anuda
con e l ínconscienl..e de los otros sujetos miembTOs del grupo. L a realidad psíquica del gntpo que se organiza en torno a la confesión d e Marc l:;ujeta a cada uno a las alianzas
incon scientes q ue m antienen la represión y la renegación.
Esta s ujeción en el pacto negativo exim e a Marc - pero
también a otros- d e tener que .reconocer su fautasía. inconsciente y su posición lle ::;uje to. Sujetado a s u fantasía
incon),;ciente, Marc s<-' asignó él mismo al luga r· de víctima
(pasividad sufrida ). y posteriormentt.", por mia inversión
d f' las pnlaridades pu.lsionales y de los emplazamientos en
la fan tasía, al de victimario tactivo). En esta coyuntura de
autoalien ación, permanece escindido de la apuesta in·
consciente de s u fantasía, se mantiene alienado en el deseo del otro, lugar que yo represento para él en la transfe·
rencia.
2 0n fuerl,.f, v(nculo asocia sujeción y alíen.ación . La sujeción no tiene
como c.or relato la alienación, pero la alienación es uno d e \os destinos
d e la sujecion. La alie oaeiou ..,sel ~bandono o el sacnficio de una parte
de s í misnio en beneficio dt.>.I poder de otro interno o e x-temo 1 i.nstaocia..
pe rsona, idea. . .). Un ejemplo de a utoalienación es el abandono dt- las
i.denti.licaciones del yo en benefic:io de las exigencias dd Ideal.
278
El acceso a la fantasía secundaria y el proceso
de subjetivacwn. Despnmdimi.ento del «Se»
y del «Uno•»" y acceso al 10
El proceso intersubjetiva y el trabajo interno del suj et.o
abren la vía al proceso de subjetivación. Lo sostienen en
su desprendimiento de las identificaciones alienantes y de
las alianzas inconscientes que lo mantienen en la sujeción.
La clínica nos ensei'hl eon insistencia que la desujeción
pasa por movimientos complejos y correlativos de desasignación en los emplazamientos intrapsíquicos e intersubje·
tivos, que esos movimientos se encuentran necesariamente con la experiencia de la separación, la desilusión (de la
caída narcisista), el desprendimiento de la autoalienación
en las alianzas ínconscientes alienan.tes. En el grupo, la
transformación se singulariza a partir del momento en
que la fantasía organizadora es integrada por los sujetos
como parte constituyente de su subjetividad, es decir.
cuando la fantasía deja de funcionar sólo en el modo impersonal y anónimo que es eJ del inconsciente originario.
Para encontrar su camino hacia la subjetivación, Marc
tendrá que desprenderse de la posición que ocupa en la
fantasía: el oonjunto del grupo lo ha retenido allí, con su
consentimiento inconsciente y con el sostén del pacto negativo que los ha ligado. Marc es el portador de un síntoma compartido, sostenido desde varios lados, en su economía propia y en la del grnpo. También es, por lo tanto, el
portador de la resistencia al trabajo del análisis. Será necesario que se desprenda de 1a transferencia que ha esta~
blecido sobre mí, sobre mi colega, sobre un participante y
sobre el grupo. Su transferencia sobre Jacques abrirá esa
Y'f~ en espejo, lo asigna en.su propio papel de hijo. Lo seduce, lo ani.enaza. Como en su fantasía secundaria, se pro-dujo una doble trasposición: una trasposición del deseo de
seducción en amenaza del padre respecto del hijo; una
trasposición de la amenaza sufrida en amenaza actuada
en la transferencia sobre un hijo que lo representa a él
mismo en su vínculo con su padre.
Hemos obseivado que esta oscilación subjetivante en
la relación con la funtasía provoca un.a vacilación del yo en
279
sus identificaciones: aparecen angustias de abandono del
yo por sus objetos de identificación, ligadas al cambio
correlativo del Yo y de sus vínculos con sus objetos.
En las últimas sesiones, alguien le recuerda a Marc la
presentación que había hecho de sí mismo al inicio del
grupo: -.Me llaman. Marc» {«On m'appelle Marc»],"' había
dicho. Marc se había identificado en ese momento con «la
marca» de su sujeción a otro hasta ent.onces innombrable
para él.Al t.érmino del trabajo psicoanalítico con el grupo.
Marc puede remnocer en su propio nombre lo que para él
signa la violencia traumática de su fantasía de seducción
homosexual por su padre: ...En otro lugar, en otro moment.o, un aoontecimient.o mareante me había prohibido pen·
sanne como hijo de ese padre». Desde ese momento puede
asumir el «Yo» que lleva su nombre, y nombrar al padre
del que ha recibido est.e nombre. Ya no se inscribe sobre mi
nombre, .sino sobre el de su padre. Esta transformación
cumple el proceso de las identificaciones subjetivantes de
Marc a través de su trabajo en este grupo.
Podríamos decir entonces, apoyándonos en la palabra
de Freud, 3 que ahí donde eran las alianzas inconscientes
y ahí donde siempre son, el Yo puede advenir, en la medida en que se desprenda del sujeto alienado en las identifi·
caciones y en las alianzas inconscientes que lo mantienen
en la sujeción. Seria ilusorio, por lo tanto, pensar que la
subjet.ivación se hace de una vez y para siempre, que la
superación no deja ningún resto. La vida psíquica oscila
entre movimientos contrarios en el proceso del devenir Yo.
El sujet.o en devenir en el Yo recompone sin cesar su historia a medida que se subjetiva. En est.o, el trabajo de hist.orizacíón es un trabajo que se efectúa en la sucesión de los
apres-coups.
• En el On de la frase francesa se subsl..Wlf! el ..Se.. del subtítulo, in·
directamente presente en la expresión ..Me lhu.nann, que equivale a
«Se me llame.». (N: rU. la. T.)
3 «Wo Ea wa.r, ooll lc:h werden ... En alemán. Ich significa «Yo .. (Je] o
.yo• [moil. Opto poT la traducción que destaca un ..devenir Yo", porque
el Yo es diferente del sujeto y del )IQ·
280
Suhjetiuación. e intersubjetividad
La subjetivación es un proceso de la transformación
del sujeto a.sumido por el Yo, y este proceso está bajo el
efecto de la int.eraubjetividad, es decir, de la situación de
los sujetos del inconsciente en el vínctilo. Se podría decir
también que la condición del proceso de subjetivación es
la intersubjetividad.
He dado eJ nombre de «intersubjetividad» a la estructura dinámica del espacio psíquico entre dos o varios sujetos. Este espacio común, conjunto, compartido y diferenciado comprende procesos, formaciones y una experiencia
especfficos, a través de Jos cuales cada sujeto se constituye, en wia parte que concierne a su propio inconsciente.
En este espacio, en ciertas condiciones -principalmente.,
la del desprendimiento de las alianzas que lo mantienen
sujetado o. los efectos del inconscient.e, pero también que
lo estructuran-, un p:roooso de s ubjetivación hace posible
deYezúr Yo, un Yo que piensa su lugar de sujeto en el seno
de un Nosotros.
Podemos completar el concepto de int.ersubjetividad
con el de trabajo de la intersubjetividad. En esta obra lo
he utilizado en varias oC88iones para denotar que la intersubjetividad debe considerarse desde un punto de vista
dinámico: impone a la psique una exigencia de trabajo
psíquico, a causa precisamente de la necesaria situación
intersubjetiva del sujeto. Esta exigencia de trabajo redobla la que impone a la psique su necesaria liga'Zón con lo
corporal. Podemos describirla a partir de las prohibiciones
capitales y de las obligaciones que el grupo impone a sus
sujetos para establecer y mantener su propio orden. Tiene
como consecuencia algunas reformulaciones sobre la teoría del apuntalamiento y la articulación entre pulsión e
intersubjetividad, sobre el espacio onírico común y compartido y los ombligos del sueño. Imprim.e a la formación,
a los sistemas, instancias y procesos del aparato psíquico,
y por lo tanto al inconsciente. contenidos y modos de funcionamiento específicos. Un correlato de estas obligaciones y exigencias es que el sujeto las suscribe y en ciertos
casos las exige pár8. establecer su propia exi.st.encia.
281
El concepto de trabajo de la intersubjetividad implica
la idea de que cada sujeto es representado y busca hacerse
representar en las relaciones de objeto, en las im.agos, las
identificaciones y las fantasías inconscientes de otro y de
un conjunto de otros. De la misma manera, cada sujeto se
liga en formaciones psíquicas de este tipo con los representantes de otros sajetos, con los objetos de objet.os que
alberga en él. Los liga entre si.
Llamo ,¡:trabajo de la intersubjetividad» al trabajo psíquico del inconsciente del otro o de más-de-un-otro en la
psique del sujeto del inconsciente, de donde se derivan algunas consecuencias en nuestt-a concepción del incons~
ciente y del sujeto del inconsciente. Es est.o lo que pasaré a
exam.inar a continuación.
La posición del sujeto del inconsciente
en la intersubjetividad
El sujeto del inconsciente es sujeto del uíncul,o
Entre los conceptos construidos para dar cuenta de la
realidad psíquica en el grupo (el aparato psíquico grupal,
las funciones fóricas, el trabajo de la intersubjetividad, el
espacio oriírico común y compartido), el de las alianzas inconscientes nos ha abierto una vía eficaz pat'a el análisis
del proceso de formación del sujeto del inconsciente en la
intersubjetividad.
En razón de su estructura, sus contenidos y sus funciones, las alianzas inconscientes constituyen el zócalo y el
cemento de la realidad psíquica que nos liga a los otros,
forman la materia de la realidad propia de un vínculo intersubjetivo: una pareja, una familia, un grupo. un conjunto institucional. Las alianzas inconscientes resultan
eficaces en otro nivel: representan uno de los modos de
producción del inconsciente reprimido y del inconsciente
no reprimido exigidos para est.ar en el vínculo. Fabrican
una parte del inconsciente de cada sajet.o: cada uno de
nosotros es sujeto de tales alianzas. Ellas son con.stituti282
vas de la realid::i.d psiqwca d el suj~to singula r, en cuanto
es sujeto del vinculo .4
L as alianzas inoonsci entP.s están implicadas en \os procesos de form ación del inconsciente en razón d e la parte
del inconsciente d el otro <o de m ás de un otro) que vuelve
en la formación del inconsciente del sujet.o. En esta m edida podemos hablar de co-represión, de co-desmentida. de
co-renegación. El campo del p sicoanálisis se abre, entonces, a todas las configur::i.ciones de las relaciones entre la
renegación de uno y la alucinación de otro, entre el r echazo en uno y determinado síntoma en el otro. Algunas formaciones del inconsciente son expulsadas, proyectadas,
exportadas por un sujeto o por un conjunto de sujetos a
otro lugar psíquico: a la psique de otro sujeto o d e varios
s ujetol::l, ya estén actualment:e reWiidos o l igados en una
rela ción intergeneracionaL
En los conjuntos intersubjetivos primarios (díada m adre-hijo, p areja parental, familia) y secundarios (grupos,
instituciones ), algunas fonnaciones del inconsciente se
transmiten a través de la cadena d e las generaciones y la
d e los contempor áneos. según m odalidades fijadas p or las
alianzas, pactos y contratos inconscientes. L a formación
d el superyó y de las funciones del ideal sigue también esta
d e U!rm.inación intersubjetiva .
Algunas alianzas n os han precedido. Las alianzas inconscicnt:.cs actúan d esde el origen, es decir, desde antes
de la llegada del sujeto al mundo, en lus procesos de formación del inconsciente y d e l a subjetividad de los sujetos
que se han a l iado entre sí. Cada un.o de nosotros llega a l
mundo de la vida p síquica e n la trama d e las alianzas que
han sido establecidas antes de él y en la que su lugar e stá
marcado p or anticipado. Este lugar que lo cons tituye en
su subjetividad sólo podrá ser ocupado en la mE:dida en
que, a su vez. suscriba los términos de la alianza prescripta para él, pero también para el conjunto. La lústoria de
s u formación como Yo es simultáneamente la de su s ujeción a es te lugar y la de las distancias que el s ujeto deb erá
4 He desarrolla.do más ampliamente estas proposiciones ea La parole et u líen...
283
experimentar y sost.ener con relación a este lugar prescripto.5
Propuse considerar que el sujeto de estas alianzas es
sujeto del inconsciente y que, correlativamente. su alianza con el inconsciente del otro, o de más de W1 otro. lo caracteriza corno sujeto del inconsciente. El sujeto del inconsciente se forma en la división entre el cumplimiento
de su propio fin y su inscripción en los vínculos intersubjetivos. El sajeto del inconsciente es W1 «intersujeto.. ineluctablemente sujetado a un conjunto intersubjetiva de sujetos del inconsciente. Est.e doble estatuto, las exigencias
de trabajo psíquico contradictoriamente asociadas en él
por el hecho mismo de su ligazón con los conjuntos intersubjetivos. lo dividen desde adentro y se concilian con la
división constitutiva del inconsciente.
Una consecuencia de estas proposiciones radiCA en que
paro. una parte de cada sujeto del inconsciente existe un
lugar ectópico o extratópico, un topos inaccesible por los
medios del rnét.odo priru:eps del psicoanálisis -la práctiCA
de la cura individual-y, por lo tanto, impensable con las
categorías de la metapsicología surgida de él.
Algunas refonnulaciones metapsicológicas
con respecto a la teoria del inconsciente
El conocimiento del inconsciente no termina con la experiencia que posibilita la cura psicoanalítica. Es necesario que la meta.psicología construida sea revisada cuando
la práctica del psicoanálisis se ve modificada y nuestro conocimiento del aparato psíquico se transforma.
La hipótesis de una psique compartida en la intersubjetividad nos lleva a construir modelos de inteligibilidad
!. Recuerdo que la perspectiva abierta por P. Ca.storiadis-Aulagnier
sobre el contrat.o narcisiata y las funciones del porta-palabra inscribe
la formación del aparato psíquico eo los confines de la realidad intrapsíquic:a, del lenguaje y de la intersubjetividad, a los que abarca y
articula. Cf. rru.p'"U, capítulos 8 y 10-
284
de esta realidad,. de su consistencia, sus estructuras y sus
leyes de transformación.
Conviene, pues, pensar en Wla tercera tópica,6 o en una
tercera metapsicología, capa2 de dar cuenta del inconscient.e en la int.e:rsubjetividad. Los conceptos de alianzas
inconscientes, funciones fóricas y espacio onírico polifónico tienen una doble valencia, subjetiva e intersubjetiva,
y están en condiciones de aportar algunos elementos para
dar respuesta a la segunda pregunta: ¿Cómo pensar Ja organización de un espacio psíquico común y compartido?
La dobk pertenencia metapsicológi.ca
~ los conceptos propuest;os
Todos los conceptos que acabo de mencionar tienen
una dobJe pertenencia metapsicológica. Son configuraciones psíquicas bifaces, doblemente organizadas. No pertenecen propiamente al sujeto singular, aun cuando él sea
parte activa y constituyente del conjunto, ni a este último,
que no existiría sin sus sujetos. Podemos describirlas desde el punto de vista de que producen y ligan la materia inconsciente de los vínculos intersubjetivos, y comprenderlas según los términos de una tópica, de una ecoJWmfa
y de una dinámica intersubjetivas. Es posible también
describirlas desde el punto de vista de la organización
intraps!quica de cada sujeto singular: las alianzas inconscientes son contraídas y mantenidas inconscientes para la
realización de los deseos inconscient.es de cada sujeto; son
uno de los modos de producción del inconsciente reprimido y del inconsciente no reprimido exigidos de cada uno de
ellos para estar en el vínculo.
Estos dos punt.Ds de vista tienen relaciones dialógicas:
la clínica nos muestra que cualquier modificación en las
alianzas, los contratos o los pactos que fundan la realidad
6 La n~cesidad de construir una tercera tópica se me presentó en
1976 con el modelo del aparato psíquico grupal Precisé sus perspectivas y modalidades en varios textos ( 1993, 1999 y, más recientemente,
durante la Le~on en el Congreso de \a IPA, en marzo de 2004}.
285
psíquica común y compartida del vinculo cuestiona la estructura psíquica inconsci'ente de cada sujeto. A la inversa, cualquier modificación de la estructura, la economía o
la dinámica del sujeto (por ejemplo, durante una cura, o
en la adolescencia, o en ocasión de un divorcio) se topa con
las fu.erzas que sostienen las alianzas concertadas en el
vfucuJo del cual el sujeto es parte constituyente.
Tópicas del inconsciente
No puedo más que esbozar esa metapsicología. Debe
construirse una tercera tópica para tomar en consideración el carácter a la vez heterogéneo, ectópico y heterotópico del inconsciente. Otros lugares psíquioos son sus depcisitarios y sue agentes de producción y transformación.
Los espacios psíquicos del vfncu)o son esos otros lugares
del inconsciente, cuyos procesos y formaciones, econon:úa
y dinámica hemos comenzado a conocer.
Las alianzas inconscientes, las :funciones fóricas y los
sueños comunes y compartidos tienen una doble tópica:
las alianzas se sitúan en los puntos de anudamiento de las
relaciones reprimidas que mantienen los sujetos singulares y los col\iuntos, en esa conjunción que no es la del colectivo, sino la de la intersubjetividad. Esta tópica plural
nos incita a pensar que el inconsciente no está enteramente contenido en los límites del espacio psíquico individual.
No es localizable por entero ni en la primera ni en la segunda tópica de la metapsicología freudiana. El espacio
psíquico del vínculo y el de los conjuntos son otros lugares
del inconsciente. Los conceptos de ectopismo y de politopismo podrían dar cuenta de esta metapsicología de los lu~
gares de la psique.
Dinámica compuesta de los con/li.ctos psíq_ui,cos
Debe construi:nie una nueva dináillica del inconsciente. El trabajo psicoanalítico en situación de grupo modifica nuestra concepción del conflicto psíquico inconsciente..
286
Al lado del conflicto intrapsíquico de origen psicosexual
infantil existe un conflicto inconsciente e ntre e l sajeto y la
parte de su psique detentada por otro (o más de un otro) o
depositada en él (en ellos). Freud señaló una de las claves
respectivas en ..Jntroducción del narcisismo»: e1 sujeto e stá dividido entre las exigencias que le impone la necesidad de ser para sí mismo su propio fin y las que d erivan de
su e s tatuto y de s u función d e miembro d e una cad ena intersubjetiva, dE: la que es conjuntamente servidor, eslabón
de transmisión, heredero y actor.
Desde este punto de vista, el aná lisis de las alianzas inconscientes nos ha enseñado que se trata de metadefensas al servicio de la función represora o renegadora, y que
en ese sentido son medidas de re doblamiento de la represión o d e la renegación, puesto que pesan no solamente sobre contenidos inconscientes, sino sobre la alianza misma:
esta permanece inconsciente e n cuanto al inconsciente
que ella produce y mantie ne.
H e descripto cómo actúan las grandes operaciones de
defensa constitutivas d el inconsciente en las alianzas defensivas: l as defensas por represión y por rencgación. rechazo, exporladón, d esmentida, d e positación o borradura. O bien todos los sujetos de un vinculo e fectú.all las mism as operaciones. o bie n uno::i reprimen mientras los ot.ros
reniegan . Clínicam ente, l a configuración heterogénea es
más eficaz p ara el d esprendimiento de las alianzas: cuando el retorno de lo reprimido se produce en algunos sujetos, transforma el equilibrio d e la alianza al reve lar s u s
nudos no reprimidos-renegados. Este movim iento es una
de las palancas para s alir d e l contra to pe rverso o de la
alianza mixta del tipo d e la alianza negadora.
L a s alianzas incon scientes son resultado d e los compromisos concertados y mantenidos entre varios sujetos.
E stá11 organizadas para la producción y ~ 1 mantenimiento
de los síntomas, en función de los intereses de cada uno: la
alianza es su servidor. Las alianzas inconscientes no hacen más que sostener la función de desconocimiento lígad a al síntoma; la producción d e síntomas compartidos
cumple, además, esta finalidad de sujetar a cada sujeto a
s u síntoma en relación con la función que cumple para
287
otro, o para más de un otro, en y para el vínculo. El síntoma recibe así un reforzamiento multiplicado, lo cual aumenta la dificultad de desligarlos.
Elementos de una eronomía cruza.da
Debe elaborarse una nueva economía. El punt.o de vista económico adquiere su pertinencia en la noción de trabajo psíquico. El análisis del acoplamient.o de las psiques
nos ha enseñado cómo el vínculo moviliza la energía pulsional en cada uno de loa miembros del grupo y se organiz.a con miras a la dmninación y transformación de las ex:citaciones cuya acumulación amenaza con ser patógena. El
aparato del vínculo es una organización metapsíquica de
administración y transformación de las psiques individuales, pero es también una estructura que las forma y
las informa.
Un aspecto importante de la economía psíquica cruzada es la transferencia de la economía individual a la economía del vínculo, y recíprocamente. Se producen desplazamientos de energía de un polo del aparato grupal hacia
el otro, pero también e 1 reparto de las ca.rgas de investidura se efectúa sobre varios objetos del grupo, más o menos
correlacionados entre sí. Las investigaciones sobre el proceso de difracción pusieron en evidencia el modo en que se
efectúan la transferencia y la transmisión (die Übertragung) de las cargas energéticas sobre el conjunto de los
componentes del vinculo. Esta noción nos resulta útil para comprender la clínica de las transferencias y de las contratransferencias laterales en los procesos de la cura llamada -dndividual,,.: la organización económica de las transferencias en la cura de Dora, como en la de Emma, podría
ilustrar esta aserción.
288
Conclusión general
El debate epistemológico que hemos emprendido al comienzo de esta obra situó la a.puesta de este trabajo más
allá del «psicoanálisis aplicado"'.
Con el grupo hemos cambiado de vért.ex: hemos pasado
del «uno por uno,, de la cura al «Varios juntos» yal «Uno entre ptros» del grupo. Este cambio nos ha obligado a pensar
la orgruúzación de la realidad psíquica y de las formas de
subjetividad que se desarrollan en las fronteras del espacio intrapsíquico y del espacio intersubjetivo.
En este recorrido hemos encontrado obstáculos de diferente orden.
Nuevos dispositivos metodológicos han permitido tratar de un modo distinto del de la especulación la experiencia psíquica del inconsciente a la que abrían acceso. Pero
faltaba constituir sobre bases metodológicas suficientemente seguras un campo de práctica y de investigación
que conservara sus propiedades psicoanalíticas evolucionando a partir de las características de la cura individual.
Esta dificultad metodológica se acrecienta con un problema epistemológico delicado: los conceptos construidos
a partir del dispositivo de la cura, ¿podían ser uaplicadas»
sin distorsión a lo que se descubría como una realidad psíquica bastante diferente y en todo caso especifica en esos
nuevos disp0sitivos psicoanalíticos? Pregunta inquietante, que ponía en cuestión cierlas aserciones de la teoría, si
pese a todo se probaba que los datos surgidos de la práctica psicoanalítica en situación de grnpo hactan aparecer
nuevas configuraciones de los procesos y formaciones del
inconsciente.
Sólo la clínica --y la clúrica comparada de las diversas
practicas psicoanalíticas centradas en las configuraciones
289
vinculares-- nos permitió caracterizar la c1>nsistencia de
la realidad psíquica de los vínculos intersubjetivos en los
grupos, las fainilias, las parejas y las instituciones. Esta
realidad, sus procesos y sus formaciones sólo son accesibles por medio de tales dispositivos. 'lbdavía es necesario
precisar a qué experiencias del inconsciente dan acceso
los diversos dispositivos del psicoanálisis, y de qué manera y con qué conceptos y modelos podem.os pensarlos.
Iniciado este trabajo, se plantearon otras preguntas:
¿Inciden esas experiencias y esos conceptos en nuestra re-presentación de la vida psíquica, del inconsciente y del sujeto, y con ella se ve modífi.cado el e.ampo de los objetos t:.eórioos y prácticos del psicoanálisis?
Hrunos tenido que retomar, pues, sobre otras bases ese
antiguo problema epistemológico, siempre pendiente: Si,
conservando al mismo tíempo su postulado fundamental,
introducimos en el campo de la práctica psicoanalítica un
paradigma metodológico distinto del de la cura individual,
¿nos vemos llevados a modificar la metapsicología del
aparato psíquico y reformular la cuestión del sujeto del
inconsciente? Si hemos construido un nuevo paradigma
epistemológico, ¿no debemos preguntarnos una vez más
de qué da cuenta. y de qué no da cuenta el psicoaruilisis7
A lo largo de estas investigaciones debí asumir el hecho de que trabajar en las fronteras entre el espacio subje·
tivo y el espacio íntersubjetivo nos confronta con formas
mestizas de la realidad, con formaciones mixtas. con «Sangres mezcladas... corno lo fueron para Freud la pulsión y la
fantasía, en las fronteras de lo corporal y lo psíquico. Con
el mestizaje se instala la duda sobre la estabilidad de los
territoños del pensamiento y de los marcos de la práctica.
Estas dudas pueden derivar en momentos de soledad. de
confusión y de desaliento, pero que son f~undos: la his·
toria del psicoanálisis lo atestigua y en esto hallrunos una
razón para confiar en su creatividad, su potencial revolucionario y su capacidad de curar.
Al asumir esta posición he querido inscribir el remrrido de esta investigación y sus resultados en el marco de
una contribución a la teoría y la práctica general del psicoanálisis en el mundo oontem_poráneo.
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