Subido por Jonathan Riquelme

Evaluacion07

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Departamento de Lenguaje
Fila A
Prueba de Lenguaje Séptimo Básico
Nombre:____________________________________________________
Curso:______________
Fecha:____________________________
Preguntas:
Lee el siguiente poema y luego responda las preguntas 1 y 2
Explico algunas cosas
Chacales que el chacal rechazaría,
piedras que el cardo seco mordería escupiendo,
víboras que las víboras odiaran!
Frente a vosotros he visto la sangre
de España levantarse
para ahogaros en una sola ola
de orgullo y de cuchillos!
Generales
traidores:
mirad mi casa muerta,
mirad España rota:
pero de cada casa muerta sale metal ardiendo
en vez de flores,
pero de cada hueco de España
sale España,
pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,
pero de cada crimen nacen balas
que os hallarán un día el sitio
del corazón.
Preguntaréis por qué su poesía
no nos habla del sueño, de las hojas,
de los grandes volcanes de su país natal?
Venid a ver la sangre por las calles,
venid a ver
la sangre por las calles,
venid a ver la sangre
por las calles!
Pablo Neruda. “Explico algunas cosas”. RAE, 2010 (fragmento).
1
¿Cuál de las siguientes alternativas describe mejor la situación del hablante lírico del
poema?
A. El hablante ha presenciado un terrible crimen.
B. El hablante siente nostalgia de un tiempo pasado idílico.
C. El hablante experimenta con dolor los acontecimientos que relata.
D. El hablante se dispone a tomar las armas para enfrentarse a sus enemigos.
2
¿Cuál es el temple de ánimo que predomina en el fragmento leído?
A. Rabia.
B. Tristeza.
C. Rebeldía.
D. Nostalgia.
Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 3
Aliosha 'el puchero'
León Tolstoi
Aliosha era el hermano menor. Lo habían apodado «Puchero» porque un día su madre
le había mandado que llevara un puchero de leche a la mujer del diácono y él había
tropezado y lo había roto. Su madre le pegó y los niños, para hacerle rabiar, empezaron a
llamarle «Puchero», que a partir de entonces se convirtió en su apodo.
Aliosha era un muchacho menudo, con grandes orejas (que sobresalían como alas) y
gruesa nariz. Los muchachos se burlaban de él, diciendo: «La nariz de Aliosha parece un
perro en una colina». En la aldea había una escuela, pero Aliosha carecía de dotes para el
estudio y además no tenía tiempo. Su hermano mayor vivía en la ciudad, en casa de un
comerciante, y Aliosha había tenido que echar una mano a su padre desde muy niño. A
los seis años cuidaba, con su hermanita, la oveja y la vaca en el prado; y, cuando creció
un poco, empezó a vigilar los caballos, tanto de día como de noche. A partir de las doce
empezó a arar y a conducir el carro. No tenía muchas fuerzas, pero era habilidoso.
Siempre estaba contento. Cuando los muchachos se burlaban de él, Aliosha guardaba
silencio o se reía. Si el padre le regañaba, él escuchaba sin abrir la boca. Y, en cuanto
dejaba de reñirle, sonreía y se ponía manos a la obra.
Aliosha tenía diecinueve años cuando reclutaron a su hermano. Entonces el padre envió
a Aliosha a casa del mercader, para que se ocupara de las labores de guardián que había
desempeñado su hermano. Le dieron las viejas botas de este, la gorra de su padre y un
abrigo, y lo llevaron a la ciudad.
Aliosha estaba entusiasmado con su atuendo, pero el comerciante se mostró muy
descontento de su aspecto.
—Pensaba que para sustituir a Semión traerías a una persona como Dios manda —dijo
el mercader, después de examinar a Aliosha—. Y en cambio vienes con un mocoso. ¿Qué
puedo hacer con él?
—Sabe hacer de todo: engancha los caballos, va a donde le mandes y trabaja de firme.
A simple vista parece un palo, pero es de constitución fibrosa.
—Bueno, ya se verá.
—Y sobre todo es muy sumiso y le gusta mucho trabajar.
— ¡Qué le vamos a hacer! Que se quede.
Y Aliosha empezó a vivir en casa del comerciante, cuya familia no era muy numerosa;
la componían su mujer, su anciana madre, el hijo mayor —hombre casado, de escasa
formación, que ayudaba a su padre en los negocios—, otro hijo —que había acabado el
instituto y había ingresado en la universidad, de donde le habían expulsado; ahora vivía
en casa— y una hija, que estudiaba en el instituto.
En un principio Aliosha no les había caído bien: era un auténtico paleto, iba mal
vestido, no tenía modales y tuteaba a todo el mundo, pero pronto se acostumbraron a él.
Cumplía con sus obligaciones mejor que su hermano. Era en verdad sumiso, hacía
cualquier trabajo que le mandaban con premura y buen ánimo, y pasaba sin interrupción
de una labor a otra. Como había sucedido en la aldea, también en casa del comerciante
Aliosha acabó ocupándose de toda clase de cometidos. Cuanto más hacía, más tareas le
encomendaban. La mujer del comerciante, su madre, su hija, su hijo, el administrador y la
cocinera: todos lo mandaban de acá para allá y le pedían que hiciera esto o aquello. No se
oía más que: «Corre, muchacho», o: «Aliosha, ocúpate de esto. Aliosha, ¿no te habrás
olvidado de lo que te he mandado? Aliosha, no te olvides de hacer lo que te he dicho». Y
Aliosha iba de un lado para otro, se ocupaba de todo, vigilaba. No se olvidaba de nada,
llegaba siempre a tiempo y nunca perdía la sonrisa.
No tardó en destrozar las botas del hermano; el amo le regañó por ir con las botas
llenas de agujeros, enseñando los dedos desnudos, y le ordenó que se comprara unas
nuevas en el bazar. Aliosha estaba muy contento con sus botas nuevas, pero, como los
pies eran los de siempre, por la tarde le dolían de tanto ir y venir, y se enfadaba con ellos.
Además, Aliosha tenía miedo de que su padre le riñera cuando viniera a cobrar el dinero
de su paga, porque el amo le había descontado el importe de las botas.
En invierno se levantaba antes del amanecer, cortaba leña, luego barría el patio, daba
de comer a la vaca y a los caballos, los llevaba al abrevadero. Después, encendía las
estufas, cepillaba las botas y la ropa del amo, sacaba los samovares y los limpiaba. Más
tarde el administrador le llamaba para que descargara la mercancía o la cocinera le
ordenaba que amasara el pan o fregara los cacharros. A continuación lo mandaban a la
ciudad para que entregara un billete, para que recogiera a la hija en el instituto, para que
comprara aceite de quemar para la anciana. «¿Dónde te metes, maldito? —le decía tan
pronto uno como otro—. ¿Para qué va a ir usted? Mejor que vaya Aliosha de una carrera.
¡Aliosha! ¡Eh, Aliosha!». Y Aliosha se presentaba corriendo.
Desayunaba de pie y rara vez tenía tiempo para sentarse a comer con los demás. La
cocinera le regañaba porque no llegaba nunca con el resto de sus compañeros, pero se
compadecía de él y le guardaba siempre un plato caliente, tanto para la comida como
para la cena. El trabajo era especialmente abundante los días de fiesta y las vísperas. A
Aliosha le gustaban las fiestas, sobre todo porque le daban propina; es verdad que reunía
muy poco, no más de sesenta kopeks, pero era su propio dinero. Podía gastarlo como
mejor le pareciera. La paga no la veía nunca. El padre llegaba, cogía el dinero de manos
del mercader y se limitaba a regañar a Aliosha por haber desgastado tan pronto las botas.
Cuando con esas propinas logró reunir dos rublos, se compró una chaqueta roja de
punto, siguiendo el consejo de la cocinera. En cuanto se la puso, se sintió tan satisfecho
que no podía dejar de sonreír.
Aliosha hablaba poco y sus palabras eran breves y entrecortadas. Cuando le
encomendaban alguna tarea o le preguntaban si podía hacer esto o lo otro, decía
siempre, sin la menor vacilación: «Desde luego», y acto seguido se ponía manos a la obra.
No conocía ninguna oración; había olvidado las que le había enseñado su madre; pero
de todos modos, rezaba por la mañana y por la noche: rezaba con las manos y se
santiguaba.
Así vivió Aliosha un año y medio; luego, en la segunda mitad del segundo año, se
produjo el acontecimiento más extraordinario de toda su vida. Con gran estupor descubrió
que, además de las relaciones derivadas de las necesidades mutuas de los seres
humanos (aquellas que obligaban a un hombre a cepillar botas, hacer recados o
enganchar el caballo), había otras de una clase muy distinta, en virtud de las cuales una
persona, aun sin tener ningún compromiso, sentía la necesidad de servir y ser amable
con otra. Por medio de la cocinera Aliosha había conocido a Ustinia, una joven huérfana
que trabajaba tanto como Aliosha. La muchacha había empezado a compadecerse de
Aliosha, que había sentido por primera vez que otro ser humano se interesaba por él, no
por sus servicios. Apenas había prestado atención cuando su madre, a veces, le mostraba
compasión, pues le parecía que así debía ser, que era como si él se compadeciera de sí
mismo. Pero ahora, de pronto, se había dado cuenta de que Ustinia, una muchacha con la
que no tenía ninguna relación de parentesco, se compadecía de él, le dejaba en la cazuela
gachas con mantequilla y, mientras comía, lo miraba con la barbilla apoyada en el brazo
remangado. Cuando Aliosha le echaba una ojeada, ella se echaba a reír y él la secundaba.
Era una sensación tan nueva y extraña que al principio Aliosha se asustó. Se daba
cuenta de que le impediría servir como hasta entonces. Pero de todos modos estaba
contento y, cuando se miraba los pantalones, que Ustinia le había remendado, movía la
cabeza y sonreía. A menudo se acordaba de Ustinia mientras trabajaba o se dirigía a
algún sitio y se decía: « ¡Ah, sí, Ustinia!». La muchacha le ayudaba siempre que podía y él
hacía lo mismo. Le había contado su vida: cómo se había quedado huérfana, cómo la
había recogido una tía que al cabo del tiempo la había enviado a la ciudad, donde el hijo
del comerciante había querido convencerla para que hiciera una tontería, aunque ella lo
había puesto en su sitio. A ella le gustaba hablar y a él escucharla. Había oído decir que
en la ciudad era frecuente que los trabajadores de origen campesino acabaran casándose
con cocineras. Una vez ella le preguntó si iba a casarse pronto. Él respondió que no lo
sabía y que no quería unirse a una muchacha de la aldea.
—¿Le has echado el ojo a alguna? —preguntó ella.
—Sí, me gustaría casarme contigo. ¿Aceptarías?
—¡Vaya con el Puchero! ¡Menuda labia tiene! —exclamó ella, dándole un golpe en la
espalda con el trapo que llevaba en la mano—. ¿Y por qué no?
Por Carnaval el viejo vino a la ciudad para cobrar el sueldo de Aliosha. La mujer del
mercader se había enterado de que el muchacho tenía intención de casarse con Ustinia, y
la noticia no le había gustado. «Se quedará embarazada y con un niño no servirá para
nada», le había dicho a su marido.
El amo entregó el dinero al padre de Aliosha.
— ¿Qué, se porta bien mi hijo? —preguntó el campesino—. Ya te dije que es muy
sumiso.
—Sí que lo es, pero se le ha metido en la cabeza una estupidez. Pretende casarse con
una cocinera. Y yo no quiero gente casada. Esas cosas no nos gustan.
— ¡Qué tonto, pero qué tonto! ¡Vaya una ocurrencia! —exclamó el padre—. No te
preocupes. Ya me encargaré yo de quitarle esa idea de la cabeza.
El padre fue a la cocina y se sentó a la mesa, en espera de que volviera el hijo. Aliosha
había ido corriendo a hacer unos recados y volvió jadeando.
—Pensaba que eras más sensato. Pero ¿qué es lo que se te ha ocurrido? —dijo el
padre.
—Nada.
—¿Cómo que nada? Quieres casarte. Ya te casaré yo cuando llegue el momento. Y
elegiré a alguien que te convenga, no a una pelandusca de ciudad.
El padre habló mucho. Aliosha estaba de pie y suspiraba.
Cuando su padre terminó, Aliosha sonrió.
—Entonces, debo abandonar esa idea.
—Así es.
Cuando el padre salió y Aliosha se quedó a solas con Ustinia, le dijo (ella había estado
escuchando detrás de la puerta mientras el padre hablaba con su hijo):
—Nuestros planes no van a ningún lado, es imposible, ¿lo has oído? Se ha enfadado y
no me ha dado permiso.
Ella lloraba en silencio, tapándose la boca con el delantal.
Aliosha chasqueó la lengua.
—No podemos desobedecer. No hay más remedio que olvidarse de todo.
Por la tarde, cuando la mujer del comerciante lo llamó para cerrar los postigos, le dijo:
—¿Qué? ¿Has hecho caso a tu padre? ¿Te has dejado ya de tonterías?
—Pues claro —dijo Aliosha echándose a reír, e inmediatamente rompió a llorar.
A partir de ese momento Aliosha no volvió a hablar con Ustinia de matrimonio y siguió
viviendo como antes.
Durante la cuaresma el administrador le mandó que quitara la nieve del tejado. Aliosha
se encaramó a él, lo limpió de arriba abajo, empezó a retirar la nieve endurecida que
había junto a los canalones, resbaló y se cayó con la pala. Por desgracia, no cayó sobre la
nieve, sino sobre la placa de hierro de la entrada. Ustinia y la hija del amo acudieron
corriendo.
—¿Te has hecho daño, Aliosha?
—Solo me faltaba eso. No, no es nada.
Trató de levantarse, pero no pudo y se quedó sonriendo.
Lo llevaron a la habitación del vigilante. Vino un enfermero, que lo examinó y le preguntó
dónde le dolía.
—Me duele todo, pero no es nada. Lo que temo es que el amo se enfade conmigo.
Habría que avisar al viejo.
Aliosha guardó cama dos días enteros; al tercero mandaron llamar al pope.
—¿No irás a morirte? —le preguntó Ustinia.
— ¿Y por qué no? No se puede vivir eternamente. A todo el mundo le llega su hora —
dijo Aliosha con apresuramiento, como siempre—. Gracias por haberte compadecido de
mí, Ustinia. Menos mal que no dejaron que nos casáramos. No habría salido bien. Es
mucho mejor así.
Acompañado del pope, rezó con las manos y con el corazón. Su corazón le decía que
se está bien en el mundo cuando se obedece y no se ofende a los demás, y que también
estaría bien allí.
Hablaba poco. Solo pedía de beber y parecía sorprenderse de algo.
En un determinado momento se estiró y, sin abandonar esa expresión de sorpresa,
exhaló el último suspiro.
Tomado de http://promociondelecturabiblimonar.blogspot.com
3
Considerando el tiempo de la narración, ¿qué afirmación es correcta sobre la
vida de Aliosha?
A. Conoce a Ustinia cuando todavía era un niño.
B. Fallece cuando aún era un hombre muy joven.
C. Sufre el accidente en su primer año de servicio.
D. Comienza a trabajar antes que su hermano mayor.
Lee el siguiente texto y luego responda las preguntas 4, 5, 6 y 7
Diana vive
La mano de cuatro años de Santiago, mi hermano, aprieta la mía con fuerza. Por
la diferencia de edad creo que hasta podría ser mi hijo, pero afortunadamente es solo mi
hermano. Caminamos como todos los días hacia el jardín de infantes y yo pienso un poco
en mis cosas, y otro poco en cómo hacer para responder las preguntas que él me hace
constantemente. Cierro mis ojos detrás de los lentes de sol y dejo por unos segundos que
esa mano tibia me arrastre por un camino seguro. Hace rato que comenzó la primavera y
eso me está poniendo de buen humor. Mi hermano, sin embargo, sigue con su
interrogatorio.
— ¿Y Batman dónde vive? —pregunta por segunda vez. La respuesta me la sé de
memoria.
— ¿Batman? En Ciudad Gótica.
— ¿Dónde queda eso? —pregunta ahora, justo antes de que el perro negro de la
casona de la esquina nos ladre furiosamente como todos los días.
—En realidad no existe, está solo en los dibujitos, en las revistas que te presté. —
Él me mira con el ceño fruncido. Creo que debí decírselo de otra forma. Es casi como que
te digan que los Reyes Magos son los padres. Ojalá que cambie de tema.
— ¿Y la Mujer Maravilla?
— ¿Qué?
— ¿Dónde vive?
—Vive lejos, en Estados Unidos. Pero vino de una isla que se llama Themyscira.
—¿Temiqué?
—The –my – sci –ra.
—Ah.
Seguimos caminando. Nos faltan algunas cuadras. En la calle hay bastante gente
yendo y viniendo, pero todos parecen entender que hoy es un buen día. “El buen tiempo
hace milagros”, pienso.
— ¿Y puede volar?
— ¿Quién?
—La Mujer Maravilla.
—Sí, claro. Vuela.
Acelero el paso, pero Santiago me dice que está cansado. Como aún tenemos
tiempo, decido entrar en el quiosco para comprarle un alfajor. El viejo que nos atiende
tiene la maldita costumbre de hablarle como si fuese subnormal; yo me limito a
preguntarle cuánto le debo. De pronto oímos unos gritos de mujer que vienen de la calle y
mi hermano se me escapa de la mano. Salimos todos, el viejo también, y vemos que un
tipo de unos treinta años tiene tomada por el cuello a una señora y le apunta a la cabeza
con un revólver increíblemente brillante. Pongo a Santiago detrás de mí, pero él se niega:
no quiere perderse detalle. El tipo mueve el arma hacia todos lados. La gente grita y se
tira al suelo. Nosotros hacemos lo mismo. Aparecen policías de no sé dónde, pero no
pueden hacer nada. El hombre se pone nervioso, grita que no se acerquen y escupe saliva
con cada palabra. La mujer está muerta de miedo. Pero en ese momento un viento
repentino nos despeina y todos se callan. Comienzan a señalarnos, a mi hermano y a mí.
“¿Qué les pasa?”, pienso, “¿qué hicimos?”, Santiago me hace mirar atrás nuestro. Ella
pasa junto a nosotros y se dirige seriamente hacia el delincuente. “Tire esa arma, amigo”,
dice con firmeza, y el tipo desconcertadocomienza a dispararle. Ella mueve sus
muñecascon rapidez y las tres balas golpean en sus brazaletes. Todos saltamos del susto.
Puedo jurar que una chispa de los impactos cayó sobremi zapato. Ahora toma el lazo que
tiene en su cintura y lo maneja con tanta habilidad que en un momento el hombre queda
atrapado y la señora en libertad. Todos vitorean. Santiago y yo cruzamos miradas.
Esto no puede ser verdad. Ella domina al tipo como si fuese un globo de cumpleaños
atado a un alambre de cobre. Pero todo es verdad.Su traje es de verdad. El azul, el rojo y
el oro son de verdad. Sus músculos son de verdad. Entrega el tipo a los policías y estos
agradecen exageradamente y le preguntan sobre el material con que están hechos los
brazaletes. Ella vuelve a subir con mucha gracia a la vereda, y antes de tomar vuelo pone
sus manos en la cintura, nos mira seriamente y dice con voz cálida: “no lleguen tarde al
colegio, chicos”. Veo que uno de sus cristalinos ojos azules se cierra en forma de saludo.
Mi hermano se ríe a carcajadas. Yo no puedo ni hablar. Ella se eleva triunfalmente y nos
volvemos a despeinar.
— ¡Tenés razón! ¡Puede volar! ¡Puede volar! –grita Santiago, mientras salta de
alegría. Es el único que puede decir alguna cosa y su voz retumba en los oídos de toda
esta gente con ojos enormes y bocas entreabiertas. Creo que se quedarán así por el resto
de sus vidas.
Natalia Mardero. Posmonauta. Montevideo: Editorial Latina, 2000.
4
¿En qué parte de la secuencia narrativa los personajes se tiran al suelo?
A. El inicio.
B. El final.
C. El nudo.
D. El desenlace.
5
¿Qué tipo de personajes son Santiago y el narrador?
A. Circunstanciales.
B. Protagonistas.
C. Secundarios.
D. Heroicos.
6
¿Qué personaje representa la fuerza contraria a la supuesta mujer maravilla?
A. El peligro.
B. El viejo del quiosco.
C. La mujer amenazada.
D. El tipo con un revólver.
7
¿Cómo era el ambiente psicológico del relato después de que el hombre del revólver
apareció?
A. De duda y pesadumbre.
B. De temor y desconcierto.
C. De melancolía y angustia.
D. De necesidad y padecimiento.
Lee el siguiente poema y luego responda la pregunta 8
Romance de la luna, luna
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.
Federico García Lorca Romancero gitano. Santiago, Chile: Quimantú 1972.
8
Este poema es un romance porque:
A. tiene un tema romántico y verso libre.
B. tiene diez versos por estrofa y rima consonante.
C. tiene un tema romántico y versos de diez sílabas.
D. tiene versos de ocho sílabas y rima asonante en los pares.
Lee el siguiente texto y luego responda la pregunta 9
La banda de lunares
Me vestí a toda prisa, y a los pocos minutos estaba listo para acompañar a mi
amigo a la sala de estar. Una dama vestida de negro y con el rostro cubierto por un
espeso velo estaba sentada junto a la ventana y se levantó al entrar nosotros.
—Buenos días, señora —dijo Holmes animadamente—. Me llamo Sherlock Holmes.
Este es mi íntimo amigo y colaborador, el doctor Watson, ante el cual puede hablar con
tanta libertad como ante mí mismo. Ajá, me alegro de comprobar que la señora Hudson
ha tenido el buen sentido de encender el fuego. Por favor, acérquese a él y pediré que le
traigan una taza de chocolate, pues veo que está usted temblando.
—No es el frío lo que me hace temblar —dijo la mujer en voz baja, cambiando de
asiento como se le sugería.
—¿Qué es, entonces?
—El miedo, señor Holmes. El terror —al hablar, alzó su velo y pudimos ver que
efectivamente se encontraba en un lamentable estado de agitación, con la cara gris y
desencajada, los ojos inquietos y asustados, como los de un animal acosado. Sus rasgos y
su figura correspondían a una mujer de treinta años, pero su cabello presentaba
prematuras mechas grises, y su expresión denotaba fatiga y agobio. Sherlock Holmes la
examinó de arriba a abajo con una de sus miradas rápidas que lo veían todo.
—No debe usted tener miedo —dijo en tono consolador, inclinándose hacia
delante y palmeándole el antebrazo—. Pronto lo arreglaremos todo, no le quepa duda.
Veo que ha venido usted en tren esta mañana.
—¿Es que me conoce usted?
—No, pero estoy viendo la mitad de un billete de vuelta en la palma de su guante
izquierdo. Ha salido usted muy temprano, y todavía ha tenido que hacer un largo trayecto
en coche descubierto, por caminos accidentados, antes de llegar a la estación.
La dama se estremeció violentamente y se quedó mirando con asombro a mi
compañero.
—No hay misterio alguno, querida señora —explicó Holmes sonriendo—. La manga
izquierda de su chaqueta tiene salpicaduras de barro nada menos que en siete sitios. Las
manchas aún están frescas. Solo en un coche descubierto podría haberse salpicado así, y
eso solo si venía sentada a la izquierda del cochero.
—Sean cuales sean sus razones, ha acertado usted en todo —dijo ella—. Salí de
casa antes de las seis, llegué a Leatherhead a las seis y veinte y cogí el primer tren a
Waterloo. Señor, ya no puedo aguantar más esta tensión, me volveré loca de seguir así.
No tengo a nadie a quien recurrir... solo hay una persona que me aprecia, y el pobre no
sería una gran ayuda. He oído hablar de usted, señor Holmes; me habló de usted la
señora Farintosh, a la que usted ayudó cuando se encontraba en un grave apuro. Ella me
dio su dirección. ¡Oh, señor! ¿No cree que podría ayudarme a mí también, y al menos
arrojar un poco de luz sobre las densas tinieblas que me rodean? Por el momento, me
resulta imposible retribuirle por sus servicios, pero dentro de uno o dos meses me voy a
casar, podré disponer de mi renta y entonces verá usted que no soy desagradecida.
—Soy todo oídos, señora.
—Me llamo Helen Stoner, y vivo con mi padrastro, último superviviente de una de
las familias sajonas más antiguas de Inglaterra, los Roylott de Stoke Moran, en el límite
occidental de Surrey.
Holmes asintió con la cabeza.
—El nombre me resulta familiar —dijo.
—En otro tiempo, la familia era una de las más ricas de Inglaterra, y sus
propiedades se extendían más allá de los límites del condado, entrando por el norte en
Berkshire y por el oeste en Hampshire. Sin embargo, en el siglo pasado hubo cuatro
herederos seguidos de carácter disoluto y derrochador, y un jugador completó, en
tiempos de la Regencia, la ruina de la familia. No se salvó nada, con excepción de unas
pocas hectáreas de tierra y la casa, de doscientos años de edad, sobre la que pesa una
fuerte hipoteca. Allí arrastró su existencia el último señor, viviendo la vida miserable de
un mendigo aristócrata; pero su único hijo, mi padrastro, comprendiendo que debía
adaptarse a las nuevas condiciones, consiguió un préstamo de un pariente, que le
permitió estudiar medicina, y emigró a Calcuta, donde, gracias a su talento profesional y
a su fuerza de carácter, consiguió una numerosa clientela. Sin embargo, en un arrebato
de cólera, provocado por una serie de robos cometidos en su casa, azotó hasta matarlo a
un mayordomo indígena, y se libró por muy poco de la pena de muerte. Tuvo que cumplir
una larga condena, al cabo de la cual regresó a Inglaterra, convertido en un hombre
huraño y desengañado.
Durante su estancia en la India, el doctor Roylott se casó con mi madre, la señora
Stoner, joven viuda del general de división Stoner, de la artillería de Bengala. Mi hermana
Julia y yo éramos gemelas, y solo teníamos dos años cuando nuestra madre se volvió a
casar. Mi madre disponía de un capital considerable, con una renta que no bajaba de las
mil libras al año, y se lo confió por entero al doctor Roylott mientras viviésemos con él,
estipulando que cada una de nosotras debía recibir cierta suma anual en caso de contraer
matrimonio. Mi madre falleció poco después de nuestra llegada a Inglaterra... hace ocho
años, en un accidente ferroviario cerca de Crewe. A su muerte, el doctor Roylott
abandonó sus intentos de establecerse como médico en Londres, y nos llevó a vivir con él
en la mansión ancestral de Stoke Moran. El dinero que dejó mi madre bastaba para cubrir
todas nuestras necesidades, y no parecía existir obstáculo a nuestra felicidad.
Tomado de
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/doyle/la_banda_de_lunares.htm
(fragmento).
9
¿Es adecuado el registro que usa Holmes para hablar con la señora?
A. Sí, porque es una mujer de mucha edad y debe tratarla con respeto.
B. No, porque es muy formal para personas que frecuentan la misma gente.
C. Sí, porque ellos no se conocen y la señora es un cliente de Sherlock Holmes.
D. No, porque ambos personajes son de la misma clase; así que debería tutearla.
Observa la siguiente imagen y luego responda la pregunta 10
10
De acuerdo con el gráfico anterior, ¿qué porcentaje de la producción de uva suman los
países sudamericanos?
A. 4%
B. 8%
C. 12%
D. 18%
Lea detenidamente las preguntas referidas a los distintos textos y luego
responda la pregunta 11
Viaje de Gulliver a Liliput
(Jonathan Swift)
(…)
No sería propio molestar al lector con los detalles de nuestras aventuras en aquellos
mares. Baste con informarle de que, en nuestra travesía desde allí hasta las Indias
Orientales, una fuerte tempestad nos llevó al noroeste de la Tierra de Van Diemen. Según
nuestras observaciones, estábamos a los 30 grados y 2 minutos de latitud sur. Doce de
nuestros tripulantes habían muerto a causa del trabajo excesivo y la mala alimentación, y
los demás se hallaban muy débiles. El 5 de noviembre, que es el comienzo del verano en
aquellas regiones, los marineros divisaron entre la espesa niebla una roca a medio cable
de distancia del barco. El viento era tan fuerte, que lanzó directamente contra ella al
navío y lo estrelló. Seis miembros de la tripulación, y yo entre ellos, arriamos un bote al
agua y conseguimos apartarnos del barco que se hundía y de la roca. Remamos, según
mis cálculos, unas tres leguas, hasta que nos fue imposible seguir adelante, pues
estábamos ya agotados con el esfuerzo realizado en el barco. En consecuencia, nos
entregamos a merced de las olas y al cabo de una media hora volcó al bote una súbita
ráfaga del norte. No puedo decir qué fue de mis compañeros del bote, ni de los que se
salvaron en la roca o se quedaron en el barco, pero supongo que perecieron todos. Por mi
parte, nadé a la ventura, empujado por el viento y la marea. Con frecuencia hundía las
piernas, sin poder tocar fondo; pero cuando estaba ya casi perdido e incapaz de seguir
luchando, hice pie. Para entonces la tormenta había amainado mucho. El declive era tan
pequeño que anduve más de mil metros para llegar a la playa, lo que hice, según mi
cálculo, a eso de las ocho de la noche. Seguí avanzando tierra adentro, pero no pude
descubrir señal alguna de casas ni habitantes; por lo menos estaba tan débil que no los
veía. Me hallaba extremadamente cansado, y con eso y lo caluroso del tiempo y la taza
de coñac que había bebido al dejar el barco, sentía mucho sueño. Me tendí en la hierba,
que era muy corta y suave, y dormí tan profundamente como no recuerdo haberlo hecho
nunca en mi vida. Creo que fueron unas nueve horas, pues cuando desperté amanecía.
Traté de levantarme, pero no podía moverme. Estaba de espaldas y me encontré con los
brazos y las piernas fuertemente sujetos por ambos lados al suelo, y con el cabello, que
era largo y espeso, atado de la misma manera. Igualmente sentí delgadas ligaduras
cruzarme el cuerpo, desde las axilas hasta los muslos. Solo podía mirar hacia arriba. El sol
comenzaba a calentar y la luz me hacía daño en los ojos. Oía a mi alrededor un rumor
confuso, pero en la postura en que estaba únicamente podía ver el cielo. Un momento
después sentí que algo vivo se movía en mi pierna izquierda y que, avanzando
suavemente hacia mi pecho, me llegaba casi hasta la barbilla; dirigiendo la mirada hacia
abajo todo lo que pude, vi que se trataba de una criatura humana de menos de quince
centímetros de altura, con un arco y una flecha en las manos y el carcaj a la espalda.
Entretanto, sentí que por lo menos otros cuarenta de la misma especie (según mis
suposiciones) seguían al primero. Yo estaba sumamente asombrado y di un grito tan
fuerte que todos huyeron asustados. Algunos, como me dijeron más tarde, se hirieron al
saltar de mis costados a la tierra. Sin embargo, regresaron pronto y uno de ellos, que se
atrevió a acercarse hasta que pudo mirarme de lleno a la cara, levantando las manos y
los ojos a manera de admiración, exclamó con voz chillona, pero clara: ¡Hekinah degul!
Los otros repitieron las mismas palabras varias veces, pero entonces yo no sabía lo que
significaba.
Jonathan Swift. Los viajes de Guliver. Tomado de ww2.educarchile.cl
11
¿Cómo describirías el espacio físico o el ambiente del relato?
A. Acogedor.
B. Misterioso.
C. Asombroso.
D. Amenazante.
Lee el siguiente texto y luego responda las preguntas 12 y 13
Veintisiete vagones de algodón
Escena primera
(Ha caído la tarde y el cielo está teñido de un leve tono rosado entre las sombras del
crepúsculo. Poco después de levantarse el telón, Jake Meighan, un hombre grueso, de
unos sesenta años, sale agachándose por la puerta con una lata de petróleo y dobla a
toda prisa la esquina de la casa. Un perro le ladra. Se oye arrancar un automóvil que se
aleja rápidamente. Un momento después Flora llama desde el interior de la casa.)
FLORA: ¡Jake! ¡He perdido mi bolsillo blanco de cabritilla! (Más cerca de la puerta.) ¿Jake?
¡Mira a ver si lo puse en el balancín! (Pausa.) ¿Crees que puedo haberlo dejado en el
coche? (Llega hasta la puerta de tela metálica.) Jake. Mira a ver si me lo dejé en el coche.
¿Jake? (Sale al exterior, ya envuelto en sombras. Enciende la luz del porche y mira a su
alrededor, espantando a los mosquitos atraídos por la luz. Solo le responden las cigarras.
Flora llama con una voz nasal, alargando las sílabas.) ¡Jaaaaaaake! (Una vaca muge a lo
lejos con la misma inflexión. A una distancia de media milla aproximadamente se produce
una explosión apagada. Aparece un extraño resplandor centelleante, el reflejo de una
llamarada. Se oyen voces distantes).
VOCES: (Chillando estridentes, cacareando como gallinas)¿Oíste ese ruido?
¡Sí, sonó como si hubiesen echado una bomba!
¡Oh, mira!
¡Fíjate, es un incendio!
¿Dónde? ¿Dónde dices?
¡La plantación del Sindicato!
¡Oh, Dios mío! ¡Vamos!
VOZ (Al otro lado de la carretera de tierra): ¿Señora Meighan?
FLORA: ¿Sí?
VOZ: ¿No va usted al incendio?
FLORA: Quisiera, pero Jake se ha llevado el coche.
VOZ: ¡Vamos, venga con nosotros, querida!
FLORA: ¡Oh, no puedo dejar la casa abierta de par en par! Jake se ha llevado las llaves.
¿Qué es lo que se ha incendiado?
VOZ: ¡La plantación del Sindicato!
FLORA: ¿La plantación del Sindicato? (El coche arranca y se aleja.)¡Oh, Dios mío!
(Sube trabajosamente al porche y se sienta en el balancín situado de cara al frente. Se
dice trágicamente a sí misma.)¡Nadie! ¡Nadie! ¡Nunca! ¡Nunca!¡Nadie!(En un tono de
enfado pueril): ¡Muy bien!
JAKE: ¿Qué pasa, nena?
FLORA: ¡Nunca pensé que un ser humano pudiera ser tan grosero y desconsiderado!
JAKE: ¡Ah, vamos, esa es una afirmación demasiado amplia para que usted la haga,
señora Meighan! ¿Cuál es la queja esta vez?
FLORA: ¡Salir de casa sin decir media palabra!
JAKE: ¿Qué hay de malo en ello?
FLORA: ¡Te dije que me amenazaba un dolor de cabeza y que tenía que tomar una CocaCola! No quedaba una sola botella en casa, y tú dijiste: «Sí, ponte un vestido e iremos a la
ciudad ahora mismo.» Me vestí y no podía encontrar mi bolsillo blanco de cabritilla.
Entonces recordé que lo había dejado en el asiento de delante del coche. Salgo aquí para
cogerlo.¿Dónde estás tú? ¡Te has ido! ¡Sin una palabra! ¡En ese momento se oye una gran
explosión! ¡Tócame el corazón!
JAKE: ¿El corazón de mi nena?(Pone una mano en el enorme busto de ella)
FLORA: ¡Sí, mira cómo late, golpeando como un martillo! ¿Cómo iba yo a saber lo que
pasaba? ¡Tú no estabas aquí, habías desaparecido!
JAKE (Vivamente): ¡Cállate!
FLORA: ¡Jake! ¿Por qué haces eso?
JAKE: ¿No me gusta que grites! ¡Todo lo dices gritando!
FLORA: ¿Qué te pasa?
JAKE: ¡No me pasa nada!
FLORA: Bueno, ¿Por qué te fuiste?
JAKE: ¡No me fui a ninguna parte!
FLORA: ¡Claro que te fuiste! ¿Tendrás el valor de decirme que no saliste cuando acabo de
verte y oírte volver en el coche? ¿Por quién me tomas? ¿Crees que soy una imbécil?
JAKE: ¡Si no eres una imbécil, ten la boca cerrada!
FLORA: ¡No me hables así!
JAKE: Vamos dentro.
FLORA: No quiero. ¡Un egoísta y desconsiderado, eso es lo que eres! ¡Te lo dije en la cena:
no hay una sola botella deCoca-Cola en la casa! Tú dijiste: «Muy bien, en cuanto
terminemos de cenar iremos en el coche al supermercado y traeremos una buena
provisión...» Cuando salgo de la casa...
JAKE: ¡Mírame! ¡Escucha lo que voy a decirte!
FLORA: ¡Jake!
JAKE: ¡Chss! Calla y escucha, nena. ¡Trata de concentrarte en lo que te digo!
FLORA: ¿Qué me dices?
JAKE: Yo no he salido del porche.
FLORA: ¿Qué?
JAKE: ¡No he salido del porche desde que cenamos! ¿Has comprendido?
FLORA: ¡Jake, cariño, has perdido el juicio!
JAKE: Es posible. No te importe. No tienes más que enterarte de esto y metértelo en la
cabeza. Yo no he salido del porche de esta casa después de la cena.
Tennessee Williams. Veintisiete vagones de algodón(adaptación).
12
¿Qué nombre reciben los fragmentos escritos entre paréntesis y en letra cursiva?
A. Aparte.
B. Diálogo.
C. Acotaciones.
D. Parlamentos.
13
¿En qué momento del conflicto dramático se encuentra el fragmento que acabas de
leer?
A. En el desarrollo del conflicto.
B. En la presentación del conflicto.
C. En el desenlace del conflicto.
D. En el clímax.
Lea el siguiente poema y luego responda las preguntas 14 y 15
Rima XIII
(Gustavo Adolfo Bécquer)
Tu pupila es azul, y cuando ríes
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.
Tu pupila es azul, y cuando lloras
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.
Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
¡una perdida estrella!
Bécquer, Gustavo Adolfo. “Rima XIII”. En Rimas y leyendas. Del Pacífico, 1979.
14
En la última estrofa, el hablante:
A. contempla los ojos de su amada.
B. mira el cielo y piensa en su amada.
C. observa las estrellas al anochecer.
D. conversa con su amada durante la tarde.
15
¿Qué figura literaria prevalece en el verso en negrita?
“Tu pupila es azul, y cuando ríes /su claridad suave me recuerda / el trémulo fulgor
de la mañana”.
A. Anáfora.
B. Metáfora.
C. Hipérbole.
D. Sinestesia.
Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 16
16
¿Cuál es la forma más informativa de invitar a conocer esta muestra?
A. “Se expone la importancia del desierto de Atacama en la cultura Chinchorro”.
B. “Importante muestra precolombina es traída al museo de San Miguel de
Azapa”.
C. “Importante muestra de momias Chinchorro en museo de San Miguel de
Azapa”.
D. “La cultura Chinchorro a través de sus objetos, en museo de San Miguel de
Azapa”.
Lea el siguiente poema y luego responda la pregunta 17
Soneto XXIII
(Garcilaso de la Vega)
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre;
marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
De la Vega, Garcilaso. “Soneto XXIII”. Tomado de www.ciudadseva.com
17
Es correcto afirmar que el poema presenta:
A. versos libres.
B. versos regulares.
C. versos octosílabos.
D. versos pentasílabos.
Lea el siguiente texto y luego responda las preguntas 18 y 19
18
¿Cuál de estas expresiones es una opinión?
A. “En Iquique, cuando un incendio casi destruye el Teatro Municipal, la gente
lloraba”.
B. “Iquique instaló en el imaginario nacional un repertorio de hechos que le da su
identidad”.
C. “El modelo de las ciencias naturales es limitado, no sirve para aprehender los
fenómenos de la identidad”.
D. “La sociología y la antropología cultural disponen de herramientas tanto
teóricas como metodológicas para atender el tema de la identidad”.
19
¿Cuál es el planteamiento que se argumenta en este texto?
A. Hay que rechazar la modernización de la ciudad de Iquique.
B. No hay políticas para resguardar la ciudad de Iquique como patrimonio.
C. Iquique se ha transformado en una de las ciudades más peligrosas de Chile.
D. La causa principal del deterioro de Iquique son los incendios de edificios
patrimoniales.
Lee el siguiente texto y luego responda las preguntas 20, 21 y 22
En una lejana ciudad nació en cierta ocasión un niño que era transparente. Se podía ver a
través de sus miembros como se ve a través del aire y del agua. Era de carne y hueso y
parecía de vidrio, y si se caía no se rompía en mil pedazos, sino que, como máximo, se
hacía un chichón en la frente.
Se veía latir su corazón y se veían sus pensamientos, inquietos como los peces de colores
en su pecera. Una vez el niño dijo una mentira, por equivocación, y la gente vio
inmediatamente algo como una bolita de fuego a través de su frente; dijo la verdad, y la
bolita de fuego desapareció. Durante el resto de su vida no volvió a decir más mentiras.
En otra ocasión, un amigo le confió un secreto y todos vieron inmediatamente algo como
una bolita negra que giraba ininterrumpidamente dentro de su pecho, y el secreto dejó de
serlo.
El niño creció, se hizo un muchachote, luego hombre, y todos podían leer sus
pensamientos, y cuando se le hacía una pregunta adivinaban su respuesta antes de que
abriera la boca.
Se llamaba Jaime, pero la gente le llamaba Jaime de Cristal, y lo apreciaban por su lealtad,
y a su lado todos se volvían amables.
Desgraciadamente, un día subió al gobierno de aquel país un feroz dictador y comenzó
entonces un período de opresiones, de injusticias y de miseria para el pueblo. El que
osaba protestar desaparecía sin dejar huella. El que se rebelaba era fusilado. Los pobres
eran perseguidos, humillados y ofendidos de cien maneras. La gente callaba y aguantaba,
temerosa de las consecuencias.
Pero Jaime no podía callar. Aunque no abriese la boca, sus pensamientos hablaban por él:
era transparente y todos leían en su frente sus pensamientos de desdén y de condena a
las injusticias y violencias del tirano. Luego, a escondidas, la gente comentaba los
pensamientos de Jaime y así renacía en ellos la esperanza.
El tirano hizo detener a Jaime de Cristal y ordenó que lo encerraran en la más oscura de
las prisiones.
Pero entonces sucedió algo extraordinario. Las paredes de la celda en que había sido
encerrado Jaime se volvieron transparentes, y luego también las paredes del edificio, y
finalmente también los muros exteriores de la prisión. La gente que pasaba cerca de la
cárcel veía a Jaime sentado en su taburete, como si la prisión fuese también de cristal, y
continuaban leyendo sus pensamientos. Por la noche la prisión esparcía a su alrededor
una gran luminosidad y el tirano hacía cerrar todas las cortinas de su palacio para no
verla, pero ni así conseguía dormir. Incluso estando encarcelado, Jaime de Cristal era más
poderoso que él, porque la verdad es más poderosa que cualquier otra cosa, más
luminosa que el día, más terrible que un huracán.
Gianni Rodari. “Jaime de cristal”. Cuentos por teléfono.
20
¿Por qué el dictador encerró a Juan?
A. Porque no era capaz de guardar secretos en su interior.
B. Porque todo el pueblo recurría a él para quejarse del tirano.
C. Porque no podía esconder sus pensamientos acerca del tirano.
D. Porque le molestaba la luz que se proyectaba en todo lo que rodeaba a Juan.
21
En el enunciado: “comenzó entonces un período de opresiones, de injusticias y de
miseria para el pueblo”, ¿por qué debe ir la coma utilizada?
A. Porque se enumera distintos elementos.
B. Porque se divide la condición de su causa.
C. Porque se divide un inciso del resto de la oración.
D. Porque se separa un vocativo de la idea expresada.
22
En el fragmento: “Pero Jaime no podía callar. Aunque no abriese la boca, sus
pensamientos hablaban por él”, ¿a qué se refiere la palabra destacada?
A. A “callar”.
B. A “podía”.
C. A “Jaime”.
D. A “pensamientos”.
Lea el siguiente poema y luego responda las preguntas 23 y 24
Campo
(Antonio Machado)
La tarde está muriendo
como un hogar humilde que se apaga.
Allá, sobre los montes,
quedan algunas brasas.
Y ese árbol roto en el camino blanco
hace llorar de lástima.
¡Dos ramas en el tronco herido, y una
hoja marchita y negra en cada rama!
¿Lloras?...Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
Tomado de www.ciudadseva.com
23
¿Cómo interpretas los siguientes versos en el contexto del poema?
“Allá, sobre los montes,/ quedan algunas brasas”.
A. El fuego del hogar se ha apagado.
B. Quedan a lo lejos, las brasas de un amor.
C. Las últimas luces del atardecer se reflejan en los montes.
D. Quedan restos de fuego o de una fogata sobre los montes.
24
¿Qué figura retórica reconoces en la expresión destacada de los siguientes
versos?
“La tarde está muriendo / como un hogar humilde que se apaga”.
A. Hipérbole.
B. Aliteración.
C. Comparación.
D. Personificación.
Lee el siguiente texto y luego responda la pregunta 25
25
¿Qué características del texto informativo se pueden reconocer dentro del texto?
A. Utiliza palabras técnicas propias del tema tratado.
B. Utiliza palabras propias de la argumentación del tema.
C. Utiliza palabras y marcas que muestran la opinión del autor.
D. Utiliza imágenes e información de conocimiento general del tema.
Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 26
26
¿Cuál era la última esperanza de fray Bartolomé ante los indígenas?
A. Salvarse de la muerte a través del miedo infringido.
B. Convertirse en el chamán adivinador de la comunidad.
C. Escapar de los nativos aprovechando la noche del eclipse.
D. Enseñar su cultura europea a los que consideraba bárbaros.
Lee el siguiente texto y luego responda la pregunta 27
Psique
Psique (en griego la palabra quiere decir “alma”) era una princesa de una belleza tan
extraordinaria que la misma diosa Afrodita estaba celosa de ella.
Sin embargo, Psique era tan bella que seguía soltera porque su belleza sobrehumana
asustaba a sus pretendientes. Afrodita ordenó a su hijo Eros, el dios del amor, que
castigara a la atrevida mortal. Por eso, algún tiempo después, un oráculo mandó al padre
de Psique, bajo la amenaza de una terrible calamidad, que llevara a su hija a una roca
solitaria donde sería devorada por un monstruo.
Pero el dios Eros, cuando vio a la muchacha que tenía que morir en la boca del monstruo
que la esperaba abajo, quedó tan impresionado por su belleza que tropezó y se pinchó
con una de sus propias flechas -esas flechas que utilizaba de manera tan eficaz para
llevar el amor súbito tanto a los mortales como a los dioses-.
Así fue como Eros se enamoró de la persona que su madre le había mandado eliminar.
Temblando, pero resignada, Psique estaba esperando en su roca solitaria la ejecución del
oráculo, cuando de repente se sintió suavemente elevada por los vientos; era Céfiro, el
viento del Oeste, que la llevó a un valle donde se quedó dormida, sobre un verde cesped.
Al despertar, Psique descubrió ante sí un magnífico palacio de oro y mármol que comenzó
a explorar. Las puertas se abrían y voces incorpóreas la guiaban y se presentaban como
sus esclavas.
Cuando cayó la noche y Psique estaba a punto de dormirse, un misterioso ser la abrazó
en la oscuridad, explicándole que él era el esposo para el cual estaba destinada. Ella no
conseguía ver sus rasgos, pero su voz era dulce y su conversación llena de ternura. Su
matrimonio se consumó, pero antes de que volviera la aurora, el extraño visitante
desapareció, haciéndole prometer primero a Psique que jamás intentaría ver su rostro.
Psique no estaba descontenta con su nueva vida. No le faltaba nada excepto su
encantador esposo, que solo iba a visitarla en la oscuridad de la noche. Sin embargo,
presa de la nostalgia, una noche pidió a su marido que la dejase visitar a sus hermanas.
Eros accedió a cambio de lo que le había hecho prometer a Psique.
Visitó entonces a sus dos hermanas que, devoradas por la envidia, sembraron en su
corazón las semillas de la sospecha, diciéndole que su esposo debía ser un horrible
monstruo para esconderse así de ella. La criticaron tanto que una noche Psique, a pesar
de su promesa, se levantó de la cama que compartía con su esposo, con disimulo
encendió una lámpara y la sostuvo encima del misterioso rostro.
En vez de un espantoso monstruo, contempló al joven más hermoso del mundo -el propio
Eros-. A los pies de la cama estaban su arco y sus flechas. En su conmoción y su gozo,
Psique tropezó y se pinchó con una de las flechas, por lo que acabó por enamorarse
profundamente del joven dios que antes había aceptado por haberse enamorado él de
ella. Pero su movimiento hizo que una gota de aceite caliente cayera sobre el hombro
desnudo del dios. Él se despertó enseguida, regañó a Psique por faltar a su palabra e
inmediatamente desapareció.
El palacio desapareció también, y la pobre Psique se encontró en la roca solitaria otra vez,
en una espantosa soledad. Al principio pensó en suicidarse y se tiró a un río que había
cerca de allí, pero las aguas la llevaron suavemente a la otra orilla.
Desde entonces ella vagó por el mundo en busca de su perdido amor, perseguida por la
ira de Afrodita y obligada por la diosa a someterse a cuatro terribles pruebas, que
consiguió superarlas una tras otra, gracias a la ayuda de las criaturas de la Naturaleza las hormigas, los pájaros, los juncos-.
Finalmente tuvo que descender incluso al mundo subterráneo, a donde ningún mortal
puede ir. Tenía que pedirle a Perséfone un frasco de agua de Juvencia que le estaba
prohibido abrir. Psique desobedeció movida por la curiosidad y quedó sumida en un
profundo sueño.
Al final, conmovido por el arrepentimiento de su infeliz esposa, a la que nunca había
dejado de amar y proteger, Eros despertó a Psique con un flechazo de su sueño mortal y,
subiendo al Olimpo, le pidió permiso al dios Zeus para que Psique se reuniera con él. Zeus
se lo concedió y le otorgó a Psique la inmortalidad, dándole de comer la Ambrosía.
Afrodita olvidó su rencor y la boda de los dos enamorados se celebró en el Olimpo con
gran regocijo.
Tomado de http://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/grecia52/ (adaptación).
27
De acuerdo a las características del mito y al texto anterior, Eros es un dios porque:
A. es muy bello.
B. es hijo de Afrodita.
C. se enamora de Psique.
D. tiene poderes sobrenaturales.
Lea el siguiente texto y luego responda las preguntas 28, 29 y 30
El momento feliz
Hace algunos años fueron los abrazos gratis. En los últimos meses, en cambio,
son las fotos de momentos cotidianos que le alegran la vida a la gente, desde
un baño de tina hasta el recital del artista favorito. El desafío de los 100 días
felices es la última campaña que conmueve a los bienintencionados de este
mundo globalizado.
por Tania Opazo
Parece de 14 pero Dmitry Golubicvhy tiene 27 años. Al ver su piel blanca, sus mejillas
regordetas y su sonrisa gigante, no sorprende que lo suyo sea “ser feliz”. Él es
responsable de que las redes sociales estén más llenas que nunca de fotos de comida,
grupos de amigos y mascotas. Golubicvhy tiene un trabajo estable en Education First, en
Suiza, pero su corazón ucraniano está puesto en un proyecto que de personal pasó a ser
global: el movimiento de los 100 días felices.
Los participantes de este desafío deben identificar cada día, durante ese período, algo
que les alegre la vida, sacarle una foto y subirla a internet. Algo así como la campaña
publicitaria “Piensa Positivo”, que existió a comienzos de la década del 2000, pero en
versión 2.0.
“Ser feliz es una opción, todos podemos serlo si nos enfocamos en las pequeñas cosas de
la vida en vez de caer en una persecución constante de expectativas”, dice Dmitry. Con
esa filosofía, a fines de 2013 creó el sitio 100happydays.com, y según sus cálculos desde
entonces cerca de un millón de personas se ha registrado para tratar de cumplir el
desafío. Nunca se esperó tanto éxito. “A medida que más gente me seguía, me sentía
como Forrest Gump en la famosa escena donde cruzaba Estados Unidos corriendo”.
Lo que hay de fondo
La campaña es solo el último síntoma del entusiasmo actual por el concepto de la
felicidad. “La felicidad, como lo planteó la ONU en su asamblea general de 2012, es la
máxima aspiración humana. Por esto, ha crecido el interés por entenderla desde distintos
ámbitos, como el académico, las organizaciones sociales o las políticas públicas”, dice el
psicólogo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Wenceslao Unanue, quien agrega que esto se
relaciona con los altos niveles de estrés de la sociedad.
La pregunta es si una campaña de este tipo ayuda a la gente a acercarse a ese estado:
“La clave del desafío es cambiar la atención de la gente”, explica Dmitry. Que en vez de
enfocarse en las cosas negativas, las personas le den más relevancia a los aspectos
positivos. “Gran parte de nuestra felicidad depende de lo que hagamos para conseguirla,
es decir, de nuestra actitud. Por lo tanto, si existen iniciativas que nos muestren ese
camino claramente pueden ayudar”, agrega Wenceslao Unanue.
Le pasó a Miguel Schweitzer (24), estudiante de Historia en la Universidad Católica. “Si
bien yo igual era bien positivo, creo que esto lo amplió”, dice el joven quien va en el día
23 del desafío. “En Chile estamos acostumbrados a buscar lo malo. Centrarnos en lo
positivo nos ayuda a combatir el estrés”.
Pero aunque suene obvio, no es sencillo seguir esta política. Según Wenceslao Unanue, no
todos los seres humanos estamos “cableados” para mirar las cosas positivamente.
Identificar momentos alegres en forma sistemática puede hacerse cuesta arriba, como lo
revelan los resultados del desafío de los 100 días: un 71% de los que empiezan la
iniciativa desertan a medio camino. La principal razón es falta de tiempo, a lo que Dmitry
responde “¿acaso no tienes tiempo para ser feliz?”. En contraste, según sus encuestas,
quienes terminan reportan un aumento de 29% en sus niveles de felicidad.
A Unanue no le sorprende: “La felicidad está en las cosas simples y muchas veces no nos
damos cuenta. Pensamos que hay que tener dinero, fama, poder y muchas veces
descuidamos las relaciones, la ayuda a la comunidad, el autodesarrollo y otras cosas que
sí nos hacen felices”.
Por esto en la actualidad, explica el psicólogo, se incentiva a las personas a practicar el
altruismo, la gratitud y el optimismo realistas. Dedicar tiempo a estar con quienes nos
importan y hacer cosas que nos gustan puede hacer una importante diferencia, que es en
parte lo que promueve la campaña: identificar qué te hace feliz y compartirlo.
Comidas, mascotas, fútbol...
La campaña de los 100 días felices permite descubrir qué alegra a la gente. Las comidas,
las mascotas, la música, los libros, el deporte, las salidas con los amigos y la familia son
los temas que más se aparecen en las fotos #100happydays.
El entusiasmo generado por los 100 Happy Days trajo como consecuencia que pasara de
movimiento a fundación. Los interesados pueden donar pequeños montos y a cambio
reciben, al terminar el desafío, un pequeño álbum con sus fotos. La gracia es que estos
son hechos a mano por personas con discapacidad. “Ellos están extremadamente felices
de armar estos libros y generar ingresos propios”, explica Dmitry. Así, agrega, la
campaña no solo aumenta la felicidad de los participantes, sino que también hace felices
a otros.
Tomado de www.latercera.com
28
¿Por qué se entrevista en el texto a Miguel Schweitzer?
A. Es un testimonio chileno de la campaña.
B. Para explicar mejor cómo se puede participar.
C. Es un psicólogo que opina sobre el movimiento.
D. Para dar un ejemplo a seguir a otros estudiantes.
29
Según el texto, la campaña ayuda a combatir el estrés porque:
A. las personas dedican más tiempo a estar felices.
B. las personas comparten más con sus mascotas y amigos.
C. la campaña permite ver en internet fotos de situaciones felices.
D. las personas que participan dejan de enfocarse en situaciones negativas.
30
A partir del texto, ¿qué es lo que más alegra a las personas?
A. Alcanzar fama, dinero y poder.
B. Intercambiar fotos divertidas en internet.
C. Difundir por internet información sobres gustos y pasatiempos.
D. Compartir con seres queridos y disfrutar de placeres cotidianos.
Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 31
Poema épico de Hua Mulan
(Anónimo)
Los insectos celebran con su canto la tarde.
Mulan está tejiendo ante la puerta.
No se oye girar la lanzadera,
tan solo los lamentos de la niña.
Preguntan dónde está su corazón.
Preguntan dónde está su pensamiento.
En nada está pensando,
si no es en el rey Kong, su bello amado.
La lista del ejército ocupa doce rollos
y el nombre de su padre figura en todos ellos.
No hay un hijo mayor para el padre,
un hermano mayor que Mulan.
«Yo iré a comprar caballo y una silla,
yo acudiré a luchar por nuestro padre.»
Ha comprado en oriente un caballo de porte,
ha comprado en poniente una silla y cojín,
ha comprado en el sur una brida
ha comprado en el norte un buen látigo.
Al alba se despide de su padre y su madre;
cuando anochece, acampa junto al Río Amarillo.
Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan solo el chapoteo del caballo en el agua.
Al alba abandona el Río Amarillo;
cuando anochece, llega a la Montaña Negra.
Ya no escucha el llamado de su padre y su madre,
tan solo a los caballos relinchando en el monte.
Cruzó miles de millas en busca de la guerra,
corrió como volando por pasos y montañas,
las ráfagas del cierzo traían son de hierro,
a la luz de la luna brillaban armaduras.
Allí los generales luchando en cien batallas
morían, y después de haber dado diez años
volvían a su casa, valientes, los soldados.
De vuelta, es recibida por el Hijo del Sol,
que se sienta en la Sala de los Resplandores.
Le concede medallas por sus méritos muchos,
le ofrece alas de pato crujientes por millares.
El Khan le ha preguntado qué quiere hacer ahora.
«Mulan no necesita honores oficiales,
dame un burro robusto de cascos bien ligeros
y envíame de vuelta a casa de mis padres.»
Cuando escuchan sus padres que su hija se acerca,
los dos salen a verla, dándose de codazos.
Cuando escucha su hermana que su hermana se acerca,
se arregla y se coloca delante de la puerta.
Cuando escucha su hermano que su hermana se acerca,
saca filo al cuchillo, sacrifica un cordero.
«He abierto la puerta de mi cuarto oriental,
y en el occidental me he sentado en la cama.
Me quité la armadura que llevaba en la guerra
y me he puesto la ropa que llevé en otro tiempo.
Delante del espejo, cerca de la ventana
me he peinado el cabello enmarañado
y he adornado mi frente con pétalos dorados.»
Cuando Mulan salió ante sus camaradas,
todos se sorprendieron, quedáronse perplejos.
Doce años estuvieron con ella en el ejército
y ninguno sabía que era una muchacha.
Las patas del conejo saltan más,
los ojos de la hembra son algo más pequeños,
mas cuando ves un par corriendo por el campo,
¿quién logra distinguir la liebre del conejo?
Tomado de www.latorredelvirrey.org
31
¿Qué hizo Mulan durante el viaje que emprendió?
A. Fue a encontrarse con su amado Rey Kong.
B. Fue a Oriente para comprar un caballo.
C. Fue a acampar cerca del río Amarillo.
D. Fue a reemplazar a su padre en la guerra.
Lea el siguiente texto y luego responda las preguntas 32 y 33
“Los enanos mágicos”
(Hermanos Grimm)
Había un zapatero que, a consecuencia de muchas desgracias, llegó a ser tan pobre
que no le quedaba material más que para un solo par de zapatos. Lo cortó por la noche
para hacerlo a la mañana siguiente: después, como era hombre de buena conciencia, se
acostó tranquilamente, rezó y se durmió. Al levantarse al otro día fue a ponerse a
trabajar, pero encontró encima de la mesa el par de zapatos hecho. Grande fue su
sorpresa, pues ignoraba cómo había podido ocurrir esto. Tomó los zapatos, los miró por
todas partes y estaban tan bien hechos, que no tenían falta ninguna: eran una verdadera
obra maestra.
Entró en la tienda un comprador, al que agradaron tanto aquellos zapatos, que los
pagó al doble de su precio y el zapatero pudo procurarse con este dinero cuero para dos
pares más. Los cortó también por la noche y los dejó preparados para hacerlos al día
siguiente, pero al despertar los halló también concluidos; tampoco le faltaron
compradores entonces, y con el dinero que sacó de ellos pudo comprar cuero para otros
cuatro pares. A la mañana siguiente, los cuatro pares estaban también hechos, y por
último, toda la obra que cortaba por la noche la hallaba concluida a la mañana siguiente,
de manera que mejoró de fortuna y casi llegó a hacerse rico.
Una noche cerca de Navidad, cuando acababa de cortar el cuero e iba a acostarse, le
dijo su mujer:
-Vamos a quedarnos esta noche en vela para ver quiénes son los que nos ayudan de esta
manera.
Dejaron una luz encendida, se escondieron en un armario, detrás de los vestidos que
había colgados en él, y aguardaron para ver lo que iba a suceder. Cuando dieron las doce
de la noche, entraron en el cuarto dos lindos enanitos completamente desnudos, se
pusieron en la mesa del zapatero y tomando con sus pequeñas manos el cuero cortado,
comenzaron a trabajar con tanta ligereza y destreza que era cosa que no había más que
ver. Trabajaron casi sin cesar hasta que estuvo concluida la obra, y entonces
desaparecieron de repente.
Al día siguiente le dijo la mujer:
-Esos enanitos nos han enriquecido; es necesario manifestar nuestro reconocimiento
hacia ellos. Deben estar muertos de frío, teniendo que andar casi desnudos, sin nada con
que cubrirse el cuerpo; ¿no te parece que haga a cada uno una camisa, casaca, chaleco y
pantalones, y además un par de medias? Hazle tú también a cada uno un par de zapatos.
El marido aprobó este pensamiento, y por la noche, cuando estuvo todo terminado,
colocaron estos regalos en vez del cuero cortado encima de la mesa, y se ocultaron otra
vez para ver cómo los tomaban los enanos. Iban a ponerse a trabajar al dar las doce,
cuando en vez de cuero hallaron encima de la mesa los lindos vestiditos. En un principio
manifestaron su asombro, y bien pronto sucedió una grande alegría. Se pusieron en un
momento los vestidos y comenzaron a cantar.
Después empezaron a saltar y a bailar encima de las sillas y de los bancos, y por
último, se marcharon bailando.
Desde aquel momento no se les volvió a ver más; pero el zapatero continuó siendo
feliz el resto de su vida, y todo lo que emprendía le salía bien.
Tomado de www.ciudadseva.com
32
“Al día siguiente le dijo la mujer:
-Esos enanitos nos han enriquecido; es necesario manifestar nuestro reconocimiento
hacia ellos”.
¿A qué estilo narrativo corresponde el ejemplo anterior?
A. Directo.
B. Diálogo.
C. Indirecto.
D. Monólogo.
33
De acuerdo con la lectura, ¿a qué tipo de personaje corresponden los enanos
mágicos?
A. Protagonistas dentro de la historia.
B. Antagonistas dentro de la historia.
C. Secundarios que apoyan al antagonista.
D. Secundarios que apoyan al protagonista.
Lee el siguiente texto y luego responda la pregunta 34
Héroes degradados
Querida Eudocia:
Para nosotros, los bizantinos, los héroes son figuras como Hércules, Aquiles,
Ulises y Alejandro Magno... seres humanos o mitológicos que con sus acciones se ganaron
la admiración de sus pares, sus países y hasta del mundo entero. Siempre he pensado
que esta era, más o menos, la definición de un héroe. Pero acá en el hemisferio occidental
he descubierto, con grande sorpresa, un uso extravagante de la palabra “héroe”.
El 11 de septiembre de 2001, por ejemplo, sobre tres mil personas murieron en
las Torres Gemelas de Nueva York debido a un ataque terrorista. Eran personas normales:
secretarias, conserjes, ejecutivos, vendedores. Sin embargo, a partir de ese día el
gobierno y la prensa del Imperio del Norte los ha proclamado “héroes” a todos, sin
ninguna distinción.
Asimismo ocurre con los soldados del Imperio que participan de la invasión de
Irak. Cada vez que uno de ellos padece daño o muere a causa de una bomba o de un
disparo enemigo, de inmediato la prensa occidental lo proclama héroe. De hecho, no
importa cómo muera: si su helicóptero se estrella debido a un desperfecto mecánico, si su
camión se vuelca, si un compañero le dispara por error, si sufre un ataque al corazón... no
importa, este soldado recibe el título inmediato de “héroe”.
Este fenómeno estrambótico no se limita a situaciones extraordinarias, como las
guerras o el terrorismo. Acá he notado, querida Eudocia, que para ser héroe basta con
que un autobús choque y todos sus pasajeros mueran: de inmediato la prensa anuncia
que el ómnibus iba lleno de “héroes”. Si un barco turista se hunde y perecen 200
pasajeros o un gran fuego destruye un edificio residencial, al instante se proclama
“héroes” a todos los muertos, ya sean niños, jóvenes o viejitos.
Desde que estoy por acá ha llamado mi atención este uso excéntrico de la
palabra “héroe”, pero no había hecho nada al respecto. Hoy decidí buscar en el
diccionario y encontré lo siguiente: “Héroe: famoso por sus hazañas o virtudes”. En
efecto, esta es la definición que, durante más de dos milenios, tanto los bizantinos como
el resto de la humanidad le ha dado a esta palabra.
Pero mi indagación no se detuvo. Casi por impulso decidí, de pronto, buscar otra palabra:
“Víctima: persona que padece daño o muere por culpa ajena o por causa fortuita”.
¿Qué palabra usan acá para describir a los héroes verdaderos, a los que realizan
auténticas hazañas? No lo sé.
Luis López Nieves.Cartas Bizantinas.Tomado de www.ciudadseva.com (adaptación).
34
De acuerdo al texto y a las características del héroe, ¿qué característica corresponde
a la figura del héroe?
A. Es una persona normal que la prensa denomina héroe.
B. Muere trágicamente y de manera fortuita.
C. Posee virtudes y realiza hazañas admirables.
D. Participan en guerras o en situaciones extraordinarias.
35
“Es una división menor dentro de la obra dramática. Esta se indica generalmente por
el ingreso o salida de los personajes del escenario” ¿A qué unidad de texto dramático
corresponde la definición anterior?
A. Acto.
B. Cuadro.
C. Escena.
D. Aparte.
Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 36
El médico a palos
(Molière)
SEGUNDO ACTO
ESCENA QUINTA
BARTOLO. Vean ustedes aquí una enferma que tiene un semblantecapaz de hacer perder
la chavetaal hombre más tétrico del mundo. Yo, con todos mis aforismos, le aseguro a
usted... ¡Bonita cara tiene!
DOÑA PAULA. ¡Ah!, ¡ah!, ¡ah!
DON JERÓNIMO. Vaya, gracias a Dios que ríe la pobrecita.
BARTOLO. ¡Bueno! ¡Gran señal! ¡Gran señal! Cuando el médico hace reír a las enfermas
es linda cosa... Y bien, ¿qué le duele a usted?
DOÑA PAULA. Ba, ba, ba.
BARTOLO. ¿Eh? ¿Qué dice usted?
DOÑA PAULA. Ba, ba, ba.
BARTOLO. Ba, ba, ba, ba. ¿Qué diantre de lengua es ésa? Yo no entiendo palabra.
DON JERÓNIMO. Pues ese es su mal. Ha venido a quedarse muda sin que se pueda saber
la causa. Vea usted qué desconsuelo para mí.
BARTOLO. ¡Qué bobería! Al contrario, una mujer que no habla es un tesoro. La mía no
padece esta enfermedad, y si la tuviese, yo me guardaría muy bien de curarla.
DON JERÓNIMO. A pesar de eso yo le suplico a usted que aplique todo su esmero a fin de
aliviarla y quitarle ese impedimento.
BARTOLO. Se la aliviará, se le quitará; pierda usted cuidado. Pero es curación que no se
hace así como quiera. ¿Come bien?
D. JERÓNIMO. Sí, señor, con bastante apetito.
BARTOLO. ¡Malo!... ¿Duerme?
ANDREA. Sí, señor; unas ocho o nueve horas suele dormir regularmente.
BARTOLO. ¡Malo!... ¿Y la cabeza, le duele?
D. JERÓNIMO. Ya se lo hemos preguntado varias veces; dice que no.
BARTOLO. ¿No? ¡Malo!... Venga el pulso... Pues, amigo, este pulso indica... ¡Claro!, está
claro.
D. JERÓNIMO. ¿Qué indica?
BARTOLO. Que su hija tiene secuestrada la facultad de hablar.
D. JERÓNIMO. ¿Secuestrada?
BARTOLO. Sí, por cierto; pero buen ánimo, ya lo he dicho: curará.
D. JERÓNIMO. Pero, ¿de qué ha podido proceder este accidente?
BARTOLO. Este accidente ha podido proceder y procede (según la más recibida opinión de
los autores), de habérsela interrumpido a mi señora doña Paulita el uso expedito de la
lengua.
D. JERÓNIMO. Este hombre es un prodigio.
LUCAS. ¿No se lo dijimos a usted?
ANDREA. Pues a mí me parece un macho.
LUCAS. Calla.
D. JERÓNIMO. Y en fin, ¿qué piensa usted que se puede hacer?
BARTOLO. Se puede y se debe hacer... El pulso... ( Tomando el pulso a PAULA) Aristóteles
en sus protocolos, habló de este caso con mucho acierto.
D. JERÓNIMO. ¿Y qué dijo?
BARTOLO. Cosas divinas... La otra... ( Le toma el pulso en la otra mano, y le observa la
lengua ) A ver la lengüecita... ¡Ay, qué monería!... Dijo... ¿Entiende usted el latín?
D. JERÓNIMO. No, señor, ni una palabra:
BARTOLO. No importa. Dijo: Bonus bona bonum, uncias duas, mascula sunt maribus,
honora medicum, acinax acinacis, est modus in rebus; amarylida silvas. Que quiere decir
que esta falta de coagulación en la lengua la causan ciertos humores que nosotros
llamamos humores... acres, proclives, espontáneos y corrumpentes. Porque como los
vapores que se elevan de la región... ¿Están ustedes?
ANDREA. Sí, señor, aquí estamos todos.
BARTOLO. De la región lumbar, pasando desde el lado izquierdo, donde está el hígado, al
derecho, en que está el corazón, ocupan todo el duodeno y parte del cráneo: de aquí es,
según la doctrina de Ausías March y de Calepino (aunque yo llevo la contraria), que la
malignidad de dichos vapores... ¿Me explico?
D. JERÓNIMO. Sí, señor, perfectamente.
BARTOLO. Pues, como digo, supeditando dichos vapores las carúnculas y el epidermis,
necesariamente impiden que el tímpano comunique al metacarpo los sucos gástricos.
Doceo, doces, docere, docui, doctum, ars tonga, vita brevis; templum, templi; augusta
vindelicorum et reliquía. ¿Qué tal? ¿He dicho algo?
D. JERÓNIMO. Cuanto hay que decir.
GINÉS. Es mucho hombre este.
D. JERÓNIMO. Solo he notado una equivocación en lo que...
BARTOLO. ¿Equivocación? No puede ser. Yo nunca me equivoco.
D. JERÓNIMO. Creo que dijo usted que el corazón está al lado derecho y el hígado al
izquierdo; y en verdad que es todo lo contrario.
BARTOLO. ¡Hombre ignorantísimo sobre toda la ignorancia de los
ignorantes! ¿Ahora me sale usted con esas vejeces? Sí, señor, antiguamente así sucedía,
pero ya lo hemos arreglado de otra manera.
D. JERÓNIMO. Perdone usted, si en esto he podido ofenderle.
BARTOLO. Ya está usted perdonado. Usted no sabe latín, y por consiguiente está
dispensado de tener sentido común.
Moliére. Tomado de www.edu.mec.gub.uy
36
¿Qué provoca un conflicto dentro de la obra?
A. La soberbia de Bartolo.
B. La enfermedad de Paula.
C. La falsa profesión de Bartolo.
D. La discriminación sociocultural.
Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 37
De los ecosistemas nativos a las plantaciones forestales
EL BOSQUE CHILENO
Entre alerces y araucarias, el bosque chileno ha sufrido una serie de transformaciones por
la acción del hombre. Estos cambios se han realizado desde tiempos prehispánicos para la
explotación de la madera y para despejar los suelos para el asentamiento humano.
El bosque chileno está compuesto por ecosistemas, paisajes y especies únicas, como son
el alerce, la araucaria, el lingue, el roble pellín, el quillay y la palma chilena, entre otras.
Desde tiempos inmemoriales ha sufrido diversas transformaciones por la intervención
humana. Incluso a la llegada de los españoles el bosque no era tan abundante, virgen y
prístino. Los pueblos originarios, entre ellos el pueblo mapuche, conocieron el uso del
fuego y practicaban la agricultura lo que, sumado al millón de habitantes que poblaban el
territorio, permitió la ampliación de las áreas despejadas de bosques.
La incorporación del territorio al comercio internacional del trigo y del cobre intensificó la
explotación de los bosques ya sea por su utilización como combustible o madera en las
actividades mineras o por su destrucción para despejar terrenos propicios para desarrollar
la agricultura. Así en los siglos XVIII y XIX el fuego se convirtió en el principal enemigo del
bosque. La práctica de utilizar el fuego o roce seguido por el cultivo de cereales provocó
la pérdida de la cubierta vegetal y progresivamente fue apareciendo el fenómeno de
l a erosión de suelos, lo que alarmó a los amantes de la naturaleza; a científicos como
Federico Albert y posteriormente, a los ingenieros agrónomos del país, quienes estimaban
que con la pérdida de los suelos producto de esta práctica se estaba arriesgando
la sobrevivencia de Chile.
Como respuesta a la erosión de los suelos y acorde a las tendencias internacionales se
planteó una política de plantaciones forestales, basada en una serie de incentivos
tributarios o bien en subsidios directos del Estado como lo estableció el Decreto de Ley
701 de 1974. En un principio, tanto los sectores preocupados principalmente por la
conservación de la naturaleza como aquellos dedicados a su explotación, estaban de
acuerdo en que el medio para detener los efectos nocivos de la erosión de suelos era la
forestación. Las plantaciones de especies de crecimiento rápido, como el pino insigne y el
eucalipto eran además un medio para elevar la productividad de los suelos y satisfacer la
demanda internacional por productos derivados de los bosques, como la madera y la
celulosa.
Hacia el año 2000 había en el país más de dos millones de hectáreas plantadas con pino
insigne y eucaliptos. Los productos forestales, como la madera, la celulosa y el papel se
habían transformado en uno de los pilares de la economía nacional, convirtiendo al sector
forestal en el segundo mayor exportador del país después de la minería, pero el primero
en utilizar un recurso renovable.
Sin embargo, desde la década de 1980 los grupos conservacionistas iniciaron una dura
crítica a las plantaciones pues, a su juicio, se estaba sustituyendo lo que quedaba de
bosque nativo por forestaciones uniformes que tenían impactos negativos sobre el medio
ambiente, como la pérdida de biodiversidad, de la flora y fauna, y de los recursos hídricos
-ya que las plantaciones desecaban las vertientes y manantiales- y adicionalmente
acidificaban los suelos. En términos sociales las plantaciones estimulaban e incluso
forzaban las migraciones del campo a la ciudad, aumentando de este modo los bolsones
de pobreza urbana en las ciudades de Chile. En suma, las plantaciones estaban
transformando el territorio nacional en un verdadero "desierto verde". Para los ecologistas
la sustitución era la verdadera tragedia del bosque nativo chileno, pues con ella se
eliminaban radicalmente los ecosistemas nativos.
Tomado de www.memoriachilena.cl
37
Se empieza a plantar pino y eucaliptos para:
A. levantar la agricultura.
B. rescatar el bosque nativo.
C. frenar la erosión de los suelos.
D. evitar la migración del campo a la ciudad.
Lea el siguiente poema y luego responda las preguntas 38 y 39
38
¿Cuál es el motivo lírico en el poema?
A. El amor.
B. La tristeza.
C. La juventud.
D. La naturaleza.
39
¿Qué expresión denota la juventud del amado o la amada del poema?
A. “Y las hojas caían en el agua de tu alma”.
B. “Hojas secas de otoño giraban en tu alma”.
C. “boina gris, voz de pájaro y corazón de casa”.
D. “Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!”.
Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 40
Los hijos de Nut
Hace mucho tiempo, Ra, el señor de todos los dioses, aún reinaba sobre la Tierra como
faraón. Vivía en un enorme palacio a orillas del Nilo, y todos los habitantes de Egipto
acudían a presentarle sus respetos. Los cortesanos no dudaban en complacerlo, y él
pasaba el tiempo cazando, jugando y celebrando fiestas. ¡Una vida realmente placentera!
Pero un día llegó a palacio un cortesano que le contó una conversación que había oído.
Thot, el dios de la sabiduría y la magia, le había dicho a la diosa Nut que algún día su hijo
sería faraón de Egipto. Ra se puso muy furioso. Nadie salvo él era digno de ser faraón.
Caminaba de un lado a otro gritando:
-¡Cómo se atreve Thot a decir eso! ¡Ningún hijo de Nut me destronará!
Reflexionó sobre ello largo tiempo, al cabo del cual, tras invocar sus poderes mágicos,
lanzó la siguiente maldición:
"Ningún hijo de Nut nacerá en ningún día ni en ninguna noche de ningún año".
La noticia pronto se extendió entre los dioses. Cuando Nut se enteró de la maldición. Se
sintió muy apesadumbrada. Deseaba un hijo, pero sabía que la magia de Ra era muy
poderosa. ¿Cómo podría romper el maleficio? La única persona que podía ayudarla era
Thot, el más sabio de todos los dioses, así que fue a verlo.
Thot quería a Nut y, al verla llorar, decidió ayudarla.
-No puedo romper la maldición de Ra, pero puedo evitarla. Espera -le pidió.
Thot sabía que Jonsu, el dios Luna, era jugador, así que lo retó a una partida de senet.
Jonsu no pudo resistirse y cedió al desafío.
-¡Oh, Thot! -exclamó-. ¡Tal vez seas el dios más sabio, pero yo soy el mejor jugador de
senet! No he perdido ninguna partida. Jugaré contigo y te ganaré.
Los dos se sentaron a jugar. Thot comenzó ganando todas las partidas.
-Has tenido suerte, Thot -dijo Jonsu-. Apuesto una hora de mi luz a que te gano la
siguiente partida.
¡Pero también perdió! Thot continuó ganando y Jonsu siguió apostando su luz hasta que
Thot hubo conseguido una luz equivalente a la de cinco días.
Entonces Thot se puso en pie, dio las gracias a Jonsu y se fue llevándose la luz consigo.
-¡Menudo cobarde! -murmuró Jonsu-. Mi suerte empezaba a cambiar. ¡Habría ganado esta
partida!
Thot colocó los cinco días entre el final de ese año y el comienzo del siguiente. En aquella
época, un año tenía 12 meses de 30 días cada uno, lo que sumaba un total de 360 días.
Nut se sintió feliz cuando Thot le contó lo que había hecho. Como los cinco días no
pertenecían a ningún año, sus hijos podrían nacer en esos días sin romper el maleficio de
Ra.
El primer día Nut dio la luz a Osiris, que sería faraón después de Ra; el segundo día, a
Harmachis, que está inmortalizado en la Esfinge; el tercer día, a Seth, que más tarde
mataría a Osiris y se convertiría en faraón; el cuarto día, a Isis, que sería la esposa de
Osiris; y el quinto día, a Neftis, que sería la esposa de Seth.
En cuanto a Jonsu, el dios Luna, quedó tan debilitado tras la partida que ya no pudo brillar
con fuerza todo el tiempo. Aún hoy, la Luna solo brilla toda entera durante unos cuantos
días del mes, y ha de pasar el resto del tiempo recobrando fuerzas.
Tomado de www.ciudadseva.com
40
¿Qué palabra puede reemplazar la expresión destacada en el siguiente
enunciado?
“Reflexionó sobre ello largo tiempo, al cabo del cual, tras invocar sus poderes
mágicos, lanzó la siguiente maldición”.
A. Gritar.
B. Llamar.
C. Predecir.
D. Exclamar.
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