Departamento de Lenguaje Fila A Prueba de Lenguaje Séptimo Básico Nombre:____________________________________________________ Curso:______________ Fecha:____________________________ Preguntas: Lee el siguiente poema y luego responda las preguntas 1 y 2 Explico algunas cosas Chacales que el chacal rechazaría, piedras que el cardo seco mordería escupiendo, víboras que las víboras odiaran! Frente a vosotros he visto la sangre de España levantarse para ahogaros en una sola ola de orgullo y de cuchillos! Generales traidores: mirad mi casa muerta, mirad España rota: pero de cada casa muerta sale metal ardiendo en vez de flores, pero de cada hueco de España sale España, pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos, pero de cada crimen nacen balas que os hallarán un día el sitio del corazón. Preguntaréis por qué su poesía no nos habla del sueño, de las hojas, de los grandes volcanes de su país natal? Venid a ver la sangre por las calles, venid a ver la sangre por las calles, venid a ver la sangre por las calles! Pablo Neruda. “Explico algunas cosas”. RAE, 2010 (fragmento). 1 ¿Cuál de las siguientes alternativas describe mejor la situación del hablante lírico del poema? A. El hablante ha presenciado un terrible crimen. B. El hablante siente nostalgia de un tiempo pasado idílico. C. El hablante experimenta con dolor los acontecimientos que relata. D. El hablante se dispone a tomar las armas para enfrentarse a sus enemigos. 2 ¿Cuál es el temple de ánimo que predomina en el fragmento leído? A. Rabia. B. Tristeza. C. Rebeldía. D. Nostalgia. Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 3 Aliosha 'el puchero' León Tolstoi Aliosha era el hermano menor. Lo habían apodado «Puchero» porque un día su madre le había mandado que llevara un puchero de leche a la mujer del diácono y él había tropezado y lo había roto. Su madre le pegó y los niños, para hacerle rabiar, empezaron a llamarle «Puchero», que a partir de entonces se convirtió en su apodo. Aliosha era un muchacho menudo, con grandes orejas (que sobresalían como alas) y gruesa nariz. Los muchachos se burlaban de él, diciendo: «La nariz de Aliosha parece un perro en una colina». En la aldea había una escuela, pero Aliosha carecía de dotes para el estudio y además no tenía tiempo. Su hermano mayor vivía en la ciudad, en casa de un comerciante, y Aliosha había tenido que echar una mano a su padre desde muy niño. A los seis años cuidaba, con su hermanita, la oveja y la vaca en el prado; y, cuando creció un poco, empezó a vigilar los caballos, tanto de día como de noche. A partir de las doce empezó a arar y a conducir el carro. No tenía muchas fuerzas, pero era habilidoso. Siempre estaba contento. Cuando los muchachos se burlaban de él, Aliosha guardaba silencio o se reía. Si el padre le regañaba, él escuchaba sin abrir la boca. Y, en cuanto dejaba de reñirle, sonreía y se ponía manos a la obra. Aliosha tenía diecinueve años cuando reclutaron a su hermano. Entonces el padre envió a Aliosha a casa del mercader, para que se ocupara de las labores de guardián que había desempeñado su hermano. Le dieron las viejas botas de este, la gorra de su padre y un abrigo, y lo llevaron a la ciudad. Aliosha estaba entusiasmado con su atuendo, pero el comerciante se mostró muy descontento de su aspecto. —Pensaba que para sustituir a Semión traerías a una persona como Dios manda —dijo el mercader, después de examinar a Aliosha—. Y en cambio vienes con un mocoso. ¿Qué puedo hacer con él? —Sabe hacer de todo: engancha los caballos, va a donde le mandes y trabaja de firme. A simple vista parece un palo, pero es de constitución fibrosa. —Bueno, ya se verá. —Y sobre todo es muy sumiso y le gusta mucho trabajar. — ¡Qué le vamos a hacer! Que se quede. Y Aliosha empezó a vivir en casa del comerciante, cuya familia no era muy numerosa; la componían su mujer, su anciana madre, el hijo mayor —hombre casado, de escasa formación, que ayudaba a su padre en los negocios—, otro hijo —que había acabado el instituto y había ingresado en la universidad, de donde le habían expulsado; ahora vivía en casa— y una hija, que estudiaba en el instituto. En un principio Aliosha no les había caído bien: era un auténtico paleto, iba mal vestido, no tenía modales y tuteaba a todo el mundo, pero pronto se acostumbraron a él. Cumplía con sus obligaciones mejor que su hermano. Era en verdad sumiso, hacía cualquier trabajo que le mandaban con premura y buen ánimo, y pasaba sin interrupción de una labor a otra. Como había sucedido en la aldea, también en casa del comerciante Aliosha acabó ocupándose de toda clase de cometidos. Cuanto más hacía, más tareas le encomendaban. La mujer del comerciante, su madre, su hija, su hijo, el administrador y la cocinera: todos lo mandaban de acá para allá y le pedían que hiciera esto o aquello. No se oía más que: «Corre, muchacho», o: «Aliosha, ocúpate de esto. Aliosha, ¿no te habrás olvidado de lo que te he mandado? Aliosha, no te olvides de hacer lo que te he dicho». Y Aliosha iba de un lado para otro, se ocupaba de todo, vigilaba. No se olvidaba de nada, llegaba siempre a tiempo y nunca perdía la sonrisa. No tardó en destrozar las botas del hermano; el amo le regañó por ir con las botas llenas de agujeros, enseñando los dedos desnudos, y le ordenó que se comprara unas nuevas en el bazar. Aliosha estaba muy contento con sus botas nuevas, pero, como los pies eran los de siempre, por la tarde le dolían de tanto ir y venir, y se enfadaba con ellos. Además, Aliosha tenía miedo de que su padre le riñera cuando viniera a cobrar el dinero de su paga, porque el amo le había descontado el importe de las botas. En invierno se levantaba antes del amanecer, cortaba leña, luego barría el patio, daba de comer a la vaca y a los caballos, los llevaba al abrevadero. Después, encendía las estufas, cepillaba las botas y la ropa del amo, sacaba los samovares y los limpiaba. Más tarde el administrador le llamaba para que descargara la mercancía o la cocinera le ordenaba que amasara el pan o fregara los cacharros. A continuación lo mandaban a la ciudad para que entregara un billete, para que recogiera a la hija en el instituto, para que comprara aceite de quemar para la anciana. «¿Dónde te metes, maldito? —le decía tan pronto uno como otro—. ¿Para qué va a ir usted? Mejor que vaya Aliosha de una carrera. ¡Aliosha! ¡Eh, Aliosha!». Y Aliosha se presentaba corriendo. Desayunaba de pie y rara vez tenía tiempo para sentarse a comer con los demás. La cocinera le regañaba porque no llegaba nunca con el resto de sus compañeros, pero se compadecía de él y le guardaba siempre un plato caliente, tanto para la comida como para la cena. El trabajo era especialmente abundante los días de fiesta y las vísperas. A Aliosha le gustaban las fiestas, sobre todo porque le daban propina; es verdad que reunía muy poco, no más de sesenta kopeks, pero era su propio dinero. Podía gastarlo como mejor le pareciera. La paga no la veía nunca. El padre llegaba, cogía el dinero de manos del mercader y se limitaba a regañar a Aliosha por haber desgastado tan pronto las botas. Cuando con esas propinas logró reunir dos rublos, se compró una chaqueta roja de punto, siguiendo el consejo de la cocinera. En cuanto se la puso, se sintió tan satisfecho que no podía dejar de sonreír. Aliosha hablaba poco y sus palabras eran breves y entrecortadas. Cuando le encomendaban alguna tarea o le preguntaban si podía hacer esto o lo otro, decía siempre, sin la menor vacilación: «Desde luego», y acto seguido se ponía manos a la obra. No conocía ninguna oración; había olvidado las que le había enseñado su madre; pero de todos modos, rezaba por la mañana y por la noche: rezaba con las manos y se santiguaba. Así vivió Aliosha un año y medio; luego, en la segunda mitad del segundo año, se produjo el acontecimiento más extraordinario de toda su vida. Con gran estupor descubrió que, además de las relaciones derivadas de las necesidades mutuas de los seres humanos (aquellas que obligaban a un hombre a cepillar botas, hacer recados o enganchar el caballo), había otras de una clase muy distinta, en virtud de las cuales una persona, aun sin tener ningún compromiso, sentía la necesidad de servir y ser amable con otra. Por medio de la cocinera Aliosha había conocido a Ustinia, una joven huérfana que trabajaba tanto como Aliosha. La muchacha había empezado a compadecerse de Aliosha, que había sentido por primera vez que otro ser humano se interesaba por él, no por sus servicios. Apenas había prestado atención cuando su madre, a veces, le mostraba compasión, pues le parecía que así debía ser, que era como si él se compadeciera de sí mismo. Pero ahora, de pronto, se había dado cuenta de que Ustinia, una muchacha con la que no tenía ninguna relación de parentesco, se compadecía de él, le dejaba en la cazuela gachas con mantequilla y, mientras comía, lo miraba con la barbilla apoyada en el brazo remangado. Cuando Aliosha le echaba una ojeada, ella se echaba a reír y él la secundaba. Era una sensación tan nueva y extraña que al principio Aliosha se asustó. Se daba cuenta de que le impediría servir como hasta entonces. Pero de todos modos estaba contento y, cuando se miraba los pantalones, que Ustinia le había remendado, movía la cabeza y sonreía. A menudo se acordaba de Ustinia mientras trabajaba o se dirigía a algún sitio y se decía: « ¡Ah, sí, Ustinia!». La muchacha le ayudaba siempre que podía y él hacía lo mismo. Le había contado su vida: cómo se había quedado huérfana, cómo la había recogido una tía que al cabo del tiempo la había enviado a la ciudad, donde el hijo del comerciante había querido convencerla para que hiciera una tontería, aunque ella lo había puesto en su sitio. A ella le gustaba hablar y a él escucharla. Había oído decir que en la ciudad era frecuente que los trabajadores de origen campesino acabaran casándose con cocineras. Una vez ella le preguntó si iba a casarse pronto. Él respondió que no lo sabía y que no quería unirse a una muchacha de la aldea. —¿Le has echado el ojo a alguna? —preguntó ella. —Sí, me gustaría casarme contigo. ¿Aceptarías? —¡Vaya con el Puchero! ¡Menuda labia tiene! —exclamó ella, dándole un golpe en la espalda con el trapo que llevaba en la mano—. ¿Y por qué no? Por Carnaval el viejo vino a la ciudad para cobrar el sueldo de Aliosha. La mujer del mercader se había enterado de que el muchacho tenía intención de casarse con Ustinia, y la noticia no le había gustado. «Se quedará embarazada y con un niño no servirá para nada», le había dicho a su marido. El amo entregó el dinero al padre de Aliosha. — ¿Qué, se porta bien mi hijo? —preguntó el campesino—. Ya te dije que es muy sumiso. —Sí que lo es, pero se le ha metido en la cabeza una estupidez. Pretende casarse con una cocinera. Y yo no quiero gente casada. Esas cosas no nos gustan. — ¡Qué tonto, pero qué tonto! ¡Vaya una ocurrencia! —exclamó el padre—. No te preocupes. Ya me encargaré yo de quitarle esa idea de la cabeza. El padre fue a la cocina y se sentó a la mesa, en espera de que volviera el hijo. Aliosha había ido corriendo a hacer unos recados y volvió jadeando. —Pensaba que eras más sensato. Pero ¿qué es lo que se te ha ocurrido? —dijo el padre. —Nada. —¿Cómo que nada? Quieres casarte. Ya te casaré yo cuando llegue el momento. Y elegiré a alguien que te convenga, no a una pelandusca de ciudad. El padre habló mucho. Aliosha estaba de pie y suspiraba. Cuando su padre terminó, Aliosha sonrió. —Entonces, debo abandonar esa idea. —Así es. Cuando el padre salió y Aliosha se quedó a solas con Ustinia, le dijo (ella había estado escuchando detrás de la puerta mientras el padre hablaba con su hijo): —Nuestros planes no van a ningún lado, es imposible, ¿lo has oído? Se ha enfadado y no me ha dado permiso. Ella lloraba en silencio, tapándose la boca con el delantal. Aliosha chasqueó la lengua. —No podemos desobedecer. No hay más remedio que olvidarse de todo. Por la tarde, cuando la mujer del comerciante lo llamó para cerrar los postigos, le dijo: —¿Qué? ¿Has hecho caso a tu padre? ¿Te has dejado ya de tonterías? —Pues claro —dijo Aliosha echándose a reír, e inmediatamente rompió a llorar. A partir de ese momento Aliosha no volvió a hablar con Ustinia de matrimonio y siguió viviendo como antes. Durante la cuaresma el administrador le mandó que quitara la nieve del tejado. Aliosha se encaramó a él, lo limpió de arriba abajo, empezó a retirar la nieve endurecida que había junto a los canalones, resbaló y se cayó con la pala. Por desgracia, no cayó sobre la nieve, sino sobre la placa de hierro de la entrada. Ustinia y la hija del amo acudieron corriendo. —¿Te has hecho daño, Aliosha? —Solo me faltaba eso. No, no es nada. Trató de levantarse, pero no pudo y se quedó sonriendo. Lo llevaron a la habitación del vigilante. Vino un enfermero, que lo examinó y le preguntó dónde le dolía. —Me duele todo, pero no es nada. Lo que temo es que el amo se enfade conmigo. Habría que avisar al viejo. Aliosha guardó cama dos días enteros; al tercero mandaron llamar al pope. —¿No irás a morirte? —le preguntó Ustinia. — ¿Y por qué no? No se puede vivir eternamente. A todo el mundo le llega su hora — dijo Aliosha con apresuramiento, como siempre—. Gracias por haberte compadecido de mí, Ustinia. Menos mal que no dejaron que nos casáramos. No habría salido bien. Es mucho mejor así. Acompañado del pope, rezó con las manos y con el corazón. Su corazón le decía que se está bien en el mundo cuando se obedece y no se ofende a los demás, y que también estaría bien allí. Hablaba poco. Solo pedía de beber y parecía sorprenderse de algo. En un determinado momento se estiró y, sin abandonar esa expresión de sorpresa, exhaló el último suspiro. Tomado de http://promociondelecturabiblimonar.blogspot.com 3 Considerando el tiempo de la narración, ¿qué afirmación es correcta sobre la vida de Aliosha? A. Conoce a Ustinia cuando todavía era un niño. B. Fallece cuando aún era un hombre muy joven. C. Sufre el accidente en su primer año de servicio. D. Comienza a trabajar antes que su hermano mayor. Lee el siguiente texto y luego responda las preguntas 4, 5, 6 y 7 Diana vive La mano de cuatro años de Santiago, mi hermano, aprieta la mía con fuerza. Por la diferencia de edad creo que hasta podría ser mi hijo, pero afortunadamente es solo mi hermano. Caminamos como todos los días hacia el jardín de infantes y yo pienso un poco en mis cosas, y otro poco en cómo hacer para responder las preguntas que él me hace constantemente. Cierro mis ojos detrás de los lentes de sol y dejo por unos segundos que esa mano tibia me arrastre por un camino seguro. Hace rato que comenzó la primavera y eso me está poniendo de buen humor. Mi hermano, sin embargo, sigue con su interrogatorio. — ¿Y Batman dónde vive? —pregunta por segunda vez. La respuesta me la sé de memoria. — ¿Batman? En Ciudad Gótica. — ¿Dónde queda eso? —pregunta ahora, justo antes de que el perro negro de la casona de la esquina nos ladre furiosamente como todos los días. —En realidad no existe, está solo en los dibujitos, en las revistas que te presté. — Él me mira con el ceño fruncido. Creo que debí decírselo de otra forma. Es casi como que te digan que los Reyes Magos son los padres. Ojalá que cambie de tema. — ¿Y la Mujer Maravilla? — ¿Qué? — ¿Dónde vive? —Vive lejos, en Estados Unidos. Pero vino de una isla que se llama Themyscira. —¿Temiqué? —The –my – sci –ra. —Ah. Seguimos caminando. Nos faltan algunas cuadras. En la calle hay bastante gente yendo y viniendo, pero todos parecen entender que hoy es un buen día. “El buen tiempo hace milagros”, pienso. — ¿Y puede volar? — ¿Quién? —La Mujer Maravilla. —Sí, claro. Vuela. Acelero el paso, pero Santiago me dice que está cansado. Como aún tenemos tiempo, decido entrar en el quiosco para comprarle un alfajor. El viejo que nos atiende tiene la maldita costumbre de hablarle como si fuese subnormal; yo me limito a preguntarle cuánto le debo. De pronto oímos unos gritos de mujer que vienen de la calle y mi hermano se me escapa de la mano. Salimos todos, el viejo también, y vemos que un tipo de unos treinta años tiene tomada por el cuello a una señora y le apunta a la cabeza con un revólver increíblemente brillante. Pongo a Santiago detrás de mí, pero él se niega: no quiere perderse detalle. El tipo mueve el arma hacia todos lados. La gente grita y se tira al suelo. Nosotros hacemos lo mismo. Aparecen policías de no sé dónde, pero no pueden hacer nada. El hombre se pone nervioso, grita que no se acerquen y escupe saliva con cada palabra. La mujer está muerta de miedo. Pero en ese momento un viento repentino nos despeina y todos se callan. Comienzan a señalarnos, a mi hermano y a mí. “¿Qué les pasa?”, pienso, “¿qué hicimos?”, Santiago me hace mirar atrás nuestro. Ella pasa junto a nosotros y se dirige seriamente hacia el delincuente. “Tire esa arma, amigo”, dice con firmeza, y el tipo desconcertadocomienza a dispararle. Ella mueve sus muñecascon rapidez y las tres balas golpean en sus brazaletes. Todos saltamos del susto. Puedo jurar que una chispa de los impactos cayó sobremi zapato. Ahora toma el lazo que tiene en su cintura y lo maneja con tanta habilidad que en un momento el hombre queda atrapado y la señora en libertad. Todos vitorean. Santiago y yo cruzamos miradas. Esto no puede ser verdad. Ella domina al tipo como si fuese un globo de cumpleaños atado a un alambre de cobre. Pero todo es verdad.Su traje es de verdad. El azul, el rojo y el oro son de verdad. Sus músculos son de verdad. Entrega el tipo a los policías y estos agradecen exageradamente y le preguntan sobre el material con que están hechos los brazaletes. Ella vuelve a subir con mucha gracia a la vereda, y antes de tomar vuelo pone sus manos en la cintura, nos mira seriamente y dice con voz cálida: “no lleguen tarde al colegio, chicos”. Veo que uno de sus cristalinos ojos azules se cierra en forma de saludo. Mi hermano se ríe a carcajadas. Yo no puedo ni hablar. Ella se eleva triunfalmente y nos volvemos a despeinar. — ¡Tenés razón! ¡Puede volar! ¡Puede volar! –grita Santiago, mientras salta de alegría. Es el único que puede decir alguna cosa y su voz retumba en los oídos de toda esta gente con ojos enormes y bocas entreabiertas. Creo que se quedarán así por el resto de sus vidas. Natalia Mardero. Posmonauta. Montevideo: Editorial Latina, 2000. 4 ¿En qué parte de la secuencia narrativa los personajes se tiran al suelo? A. El inicio. B. El final. C. El nudo. D. El desenlace. 5 ¿Qué tipo de personajes son Santiago y el narrador? A. Circunstanciales. B. Protagonistas. C. Secundarios. D. Heroicos. 6 ¿Qué personaje representa la fuerza contraria a la supuesta mujer maravilla? A. El peligro. B. El viejo del quiosco. C. La mujer amenazada. D. El tipo con un revólver. 7 ¿Cómo era el ambiente psicológico del relato después de que el hombre del revólver apareció? A. De duda y pesadumbre. B. De temor y desconcierto. C. De melancolía y angustia. D. De necesidad y padecimiento. Lee el siguiente poema y luego responda la pregunta 8 Romance de la luna, luna La luna vino a la fragua con su polisón de nardos. El niño la mira, mira. El niño la está mirando. En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño. Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos. Niño, déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño, déjame, no pises mi blancor almidonado. El jinete se acercaba tocando el tambor del llano. Dentro de la fragua el niño, tiene los ojos cerrados. Por el olivar venían, bronce y sueño, los gitanos. Las cabezas levantadas y los ojos entornados. Cómo canta la zumaya, ¡ay, cómo canta en el árbol! Por el cielo va la luna con un niño de la mano. Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. El aire la vela, vela. El aire la está velando. Federico García Lorca Romancero gitano. Santiago, Chile: Quimantú 1972. 8 Este poema es un romance porque: A. tiene un tema romántico y verso libre. B. tiene diez versos por estrofa y rima consonante. C. tiene un tema romántico y versos de diez sílabas. D. tiene versos de ocho sílabas y rima asonante en los pares. Lee el siguiente texto y luego responda la pregunta 9 La banda de lunares Me vestí a toda prisa, y a los pocos minutos estaba listo para acompañar a mi amigo a la sala de estar. Una dama vestida de negro y con el rostro cubierto por un espeso velo estaba sentada junto a la ventana y se levantó al entrar nosotros. —Buenos días, señora —dijo Holmes animadamente—. Me llamo Sherlock Holmes. Este es mi íntimo amigo y colaborador, el doctor Watson, ante el cual puede hablar con tanta libertad como ante mí mismo. Ajá, me alegro de comprobar que la señora Hudson ha tenido el buen sentido de encender el fuego. Por favor, acérquese a él y pediré que le traigan una taza de chocolate, pues veo que está usted temblando. —No es el frío lo que me hace temblar —dijo la mujer en voz baja, cambiando de asiento como se le sugería. —¿Qué es, entonces? —El miedo, señor Holmes. El terror —al hablar, alzó su velo y pudimos ver que efectivamente se encontraba en un lamentable estado de agitación, con la cara gris y desencajada, los ojos inquietos y asustados, como los de un animal acosado. Sus rasgos y su figura correspondían a una mujer de treinta años, pero su cabello presentaba prematuras mechas grises, y su expresión denotaba fatiga y agobio. Sherlock Holmes la examinó de arriba a abajo con una de sus miradas rápidas que lo veían todo. —No debe usted tener miedo —dijo en tono consolador, inclinándose hacia delante y palmeándole el antebrazo—. Pronto lo arreglaremos todo, no le quepa duda. Veo que ha venido usted en tren esta mañana. —¿Es que me conoce usted? —No, pero estoy viendo la mitad de un billete de vuelta en la palma de su guante izquierdo. Ha salido usted muy temprano, y todavía ha tenido que hacer un largo trayecto en coche descubierto, por caminos accidentados, antes de llegar a la estación. La dama se estremeció violentamente y se quedó mirando con asombro a mi compañero. —No hay misterio alguno, querida señora —explicó Holmes sonriendo—. La manga izquierda de su chaqueta tiene salpicaduras de barro nada menos que en siete sitios. Las manchas aún están frescas. Solo en un coche descubierto podría haberse salpicado así, y eso solo si venía sentada a la izquierda del cochero. —Sean cuales sean sus razones, ha acertado usted en todo —dijo ella—. Salí de casa antes de las seis, llegué a Leatherhead a las seis y veinte y cogí el primer tren a Waterloo. Señor, ya no puedo aguantar más esta tensión, me volveré loca de seguir así. No tengo a nadie a quien recurrir... solo hay una persona que me aprecia, y el pobre no sería una gran ayuda. He oído hablar de usted, señor Holmes; me habló de usted la señora Farintosh, a la que usted ayudó cuando se encontraba en un grave apuro. Ella me dio su dirección. ¡Oh, señor! ¿No cree que podría ayudarme a mí también, y al menos arrojar un poco de luz sobre las densas tinieblas que me rodean? Por el momento, me resulta imposible retribuirle por sus servicios, pero dentro de uno o dos meses me voy a casar, podré disponer de mi renta y entonces verá usted que no soy desagradecida. —Soy todo oídos, señora. —Me llamo Helen Stoner, y vivo con mi padrastro, último superviviente de una de las familias sajonas más antiguas de Inglaterra, los Roylott de Stoke Moran, en el límite occidental de Surrey. Holmes asintió con la cabeza. —El nombre me resulta familiar —dijo. —En otro tiempo, la familia era una de las más ricas de Inglaterra, y sus propiedades se extendían más allá de los límites del condado, entrando por el norte en Berkshire y por el oeste en Hampshire. Sin embargo, en el siglo pasado hubo cuatro herederos seguidos de carácter disoluto y derrochador, y un jugador completó, en tiempos de la Regencia, la ruina de la familia. No se salvó nada, con excepción de unas pocas hectáreas de tierra y la casa, de doscientos años de edad, sobre la que pesa una fuerte hipoteca. Allí arrastró su existencia el último señor, viviendo la vida miserable de un mendigo aristócrata; pero su único hijo, mi padrastro, comprendiendo que debía adaptarse a las nuevas condiciones, consiguió un préstamo de un pariente, que le permitió estudiar medicina, y emigró a Calcuta, donde, gracias a su talento profesional y a su fuerza de carácter, consiguió una numerosa clientela. Sin embargo, en un arrebato de cólera, provocado por una serie de robos cometidos en su casa, azotó hasta matarlo a un mayordomo indígena, y se libró por muy poco de la pena de muerte. Tuvo que cumplir una larga condena, al cabo de la cual regresó a Inglaterra, convertido en un hombre huraño y desengañado. Durante su estancia en la India, el doctor Roylott se casó con mi madre, la señora Stoner, joven viuda del general de división Stoner, de la artillería de Bengala. Mi hermana Julia y yo éramos gemelas, y solo teníamos dos años cuando nuestra madre se volvió a casar. Mi madre disponía de un capital considerable, con una renta que no bajaba de las mil libras al año, y se lo confió por entero al doctor Roylott mientras viviésemos con él, estipulando que cada una de nosotras debía recibir cierta suma anual en caso de contraer matrimonio. Mi madre falleció poco después de nuestra llegada a Inglaterra... hace ocho años, en un accidente ferroviario cerca de Crewe. A su muerte, el doctor Roylott abandonó sus intentos de establecerse como médico en Londres, y nos llevó a vivir con él en la mansión ancestral de Stoke Moran. El dinero que dejó mi madre bastaba para cubrir todas nuestras necesidades, y no parecía existir obstáculo a nuestra felicidad. Tomado de http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/doyle/la_banda_de_lunares.htm (fragmento). 9 ¿Es adecuado el registro que usa Holmes para hablar con la señora? A. Sí, porque es una mujer de mucha edad y debe tratarla con respeto. B. No, porque es muy formal para personas que frecuentan la misma gente. C. Sí, porque ellos no se conocen y la señora es un cliente de Sherlock Holmes. D. No, porque ambos personajes son de la misma clase; así que debería tutearla. Observa la siguiente imagen y luego responda la pregunta 10 10 De acuerdo con el gráfico anterior, ¿qué porcentaje de la producción de uva suman los países sudamericanos? A. 4% B. 8% C. 12% D. 18% Lea detenidamente las preguntas referidas a los distintos textos y luego responda la pregunta 11 Viaje de Gulliver a Liliput (Jonathan Swift) (…) No sería propio molestar al lector con los detalles de nuestras aventuras en aquellos mares. Baste con informarle de que, en nuestra travesía desde allí hasta las Indias Orientales, una fuerte tempestad nos llevó al noroeste de la Tierra de Van Diemen. Según nuestras observaciones, estábamos a los 30 grados y 2 minutos de latitud sur. Doce de nuestros tripulantes habían muerto a causa del trabajo excesivo y la mala alimentación, y los demás se hallaban muy débiles. El 5 de noviembre, que es el comienzo del verano en aquellas regiones, los marineros divisaron entre la espesa niebla una roca a medio cable de distancia del barco. El viento era tan fuerte, que lanzó directamente contra ella al navío y lo estrelló. Seis miembros de la tripulación, y yo entre ellos, arriamos un bote al agua y conseguimos apartarnos del barco que se hundía y de la roca. Remamos, según mis cálculos, unas tres leguas, hasta que nos fue imposible seguir adelante, pues estábamos ya agotados con el esfuerzo realizado en el barco. En consecuencia, nos entregamos a merced de las olas y al cabo de una media hora volcó al bote una súbita ráfaga del norte. No puedo decir qué fue de mis compañeros del bote, ni de los que se salvaron en la roca o se quedaron en el barco, pero supongo que perecieron todos. Por mi parte, nadé a la ventura, empujado por el viento y la marea. Con frecuencia hundía las piernas, sin poder tocar fondo; pero cuando estaba ya casi perdido e incapaz de seguir luchando, hice pie. Para entonces la tormenta había amainado mucho. El declive era tan pequeño que anduve más de mil metros para llegar a la playa, lo que hice, según mi cálculo, a eso de las ocho de la noche. Seguí avanzando tierra adentro, pero no pude descubrir señal alguna de casas ni habitantes; por lo menos estaba tan débil que no los veía. Me hallaba extremadamente cansado, y con eso y lo caluroso del tiempo y la taza de coñac que había bebido al dejar el barco, sentía mucho sueño. Me tendí en la hierba, que era muy corta y suave, y dormí tan profundamente como no recuerdo haberlo hecho nunca en mi vida. Creo que fueron unas nueve horas, pues cuando desperté amanecía. Traté de levantarme, pero no podía moverme. Estaba de espaldas y me encontré con los brazos y las piernas fuertemente sujetos por ambos lados al suelo, y con el cabello, que era largo y espeso, atado de la misma manera. Igualmente sentí delgadas ligaduras cruzarme el cuerpo, desde las axilas hasta los muslos. Solo podía mirar hacia arriba. El sol comenzaba a calentar y la luz me hacía daño en los ojos. Oía a mi alrededor un rumor confuso, pero en la postura en que estaba únicamente podía ver el cielo. Un momento después sentí que algo vivo se movía en mi pierna izquierda y que, avanzando suavemente hacia mi pecho, me llegaba casi hasta la barbilla; dirigiendo la mirada hacia abajo todo lo que pude, vi que se trataba de una criatura humana de menos de quince centímetros de altura, con un arco y una flecha en las manos y el carcaj a la espalda. Entretanto, sentí que por lo menos otros cuarenta de la misma especie (según mis suposiciones) seguían al primero. Yo estaba sumamente asombrado y di un grito tan fuerte que todos huyeron asustados. Algunos, como me dijeron más tarde, se hirieron al saltar de mis costados a la tierra. Sin embargo, regresaron pronto y uno de ellos, que se atrevió a acercarse hasta que pudo mirarme de lleno a la cara, levantando las manos y los ojos a manera de admiración, exclamó con voz chillona, pero clara: ¡Hekinah degul! Los otros repitieron las mismas palabras varias veces, pero entonces yo no sabía lo que significaba. Jonathan Swift. Los viajes de Guliver. Tomado de ww2.educarchile.cl 11 ¿Cómo describirías el espacio físico o el ambiente del relato? A. Acogedor. B. Misterioso. C. Asombroso. D. Amenazante. Lee el siguiente texto y luego responda las preguntas 12 y 13 Veintisiete vagones de algodón Escena primera (Ha caído la tarde y el cielo está teñido de un leve tono rosado entre las sombras del crepúsculo. Poco después de levantarse el telón, Jake Meighan, un hombre grueso, de unos sesenta años, sale agachándose por la puerta con una lata de petróleo y dobla a toda prisa la esquina de la casa. Un perro le ladra. Se oye arrancar un automóvil que se aleja rápidamente. Un momento después Flora llama desde el interior de la casa.) FLORA: ¡Jake! ¡He perdido mi bolsillo blanco de cabritilla! (Más cerca de la puerta.) ¿Jake? ¡Mira a ver si lo puse en el balancín! (Pausa.) ¿Crees que puedo haberlo dejado en el coche? (Llega hasta la puerta de tela metálica.) Jake. Mira a ver si me lo dejé en el coche. ¿Jake? (Sale al exterior, ya envuelto en sombras. Enciende la luz del porche y mira a su alrededor, espantando a los mosquitos atraídos por la luz. Solo le responden las cigarras. Flora llama con una voz nasal, alargando las sílabas.) ¡Jaaaaaaake! (Una vaca muge a lo lejos con la misma inflexión. A una distancia de media milla aproximadamente se produce una explosión apagada. Aparece un extraño resplandor centelleante, el reflejo de una llamarada. Se oyen voces distantes). VOCES: (Chillando estridentes, cacareando como gallinas)¿Oíste ese ruido? ¡Sí, sonó como si hubiesen echado una bomba! ¡Oh, mira! ¡Fíjate, es un incendio! ¿Dónde? ¿Dónde dices? ¡La plantación del Sindicato! ¡Oh, Dios mío! ¡Vamos! VOZ (Al otro lado de la carretera de tierra): ¿Señora Meighan? FLORA: ¿Sí? VOZ: ¿No va usted al incendio? FLORA: Quisiera, pero Jake se ha llevado el coche. VOZ: ¡Vamos, venga con nosotros, querida! FLORA: ¡Oh, no puedo dejar la casa abierta de par en par! Jake se ha llevado las llaves. ¿Qué es lo que se ha incendiado? VOZ: ¡La plantación del Sindicato! FLORA: ¿La plantación del Sindicato? (El coche arranca y se aleja.)¡Oh, Dios mío! (Sube trabajosamente al porche y se sienta en el balancín situado de cara al frente. Se dice trágicamente a sí misma.)¡Nadie! ¡Nadie! ¡Nunca! ¡Nunca!¡Nadie!(En un tono de enfado pueril): ¡Muy bien! JAKE: ¿Qué pasa, nena? FLORA: ¡Nunca pensé que un ser humano pudiera ser tan grosero y desconsiderado! JAKE: ¡Ah, vamos, esa es una afirmación demasiado amplia para que usted la haga, señora Meighan! ¿Cuál es la queja esta vez? FLORA: ¡Salir de casa sin decir media palabra! JAKE: ¿Qué hay de malo en ello? FLORA: ¡Te dije que me amenazaba un dolor de cabeza y que tenía que tomar una CocaCola! No quedaba una sola botella en casa, y tú dijiste: «Sí, ponte un vestido e iremos a la ciudad ahora mismo.» Me vestí y no podía encontrar mi bolsillo blanco de cabritilla. Entonces recordé que lo había dejado en el asiento de delante del coche. Salgo aquí para cogerlo.¿Dónde estás tú? ¡Te has ido! ¡Sin una palabra! ¡En ese momento se oye una gran explosión! ¡Tócame el corazón! JAKE: ¿El corazón de mi nena?(Pone una mano en el enorme busto de ella) FLORA: ¡Sí, mira cómo late, golpeando como un martillo! ¿Cómo iba yo a saber lo que pasaba? ¡Tú no estabas aquí, habías desaparecido! JAKE (Vivamente): ¡Cállate! FLORA: ¡Jake! ¿Por qué haces eso? JAKE: ¿No me gusta que grites! ¡Todo lo dices gritando! FLORA: ¿Qué te pasa? JAKE: ¡No me pasa nada! FLORA: Bueno, ¿Por qué te fuiste? JAKE: ¡No me fui a ninguna parte! FLORA: ¡Claro que te fuiste! ¿Tendrás el valor de decirme que no saliste cuando acabo de verte y oírte volver en el coche? ¿Por quién me tomas? ¿Crees que soy una imbécil? JAKE: ¡Si no eres una imbécil, ten la boca cerrada! FLORA: ¡No me hables así! JAKE: Vamos dentro. FLORA: No quiero. ¡Un egoísta y desconsiderado, eso es lo que eres! ¡Te lo dije en la cena: no hay una sola botella deCoca-Cola en la casa! Tú dijiste: «Muy bien, en cuanto terminemos de cenar iremos en el coche al supermercado y traeremos una buena provisión...» Cuando salgo de la casa... JAKE: ¡Mírame! ¡Escucha lo que voy a decirte! FLORA: ¡Jake! JAKE: ¡Chss! Calla y escucha, nena. ¡Trata de concentrarte en lo que te digo! FLORA: ¿Qué me dices? JAKE: Yo no he salido del porche. FLORA: ¿Qué? JAKE: ¡No he salido del porche desde que cenamos! ¿Has comprendido? FLORA: ¡Jake, cariño, has perdido el juicio! JAKE: Es posible. No te importe. No tienes más que enterarte de esto y metértelo en la cabeza. Yo no he salido del porche de esta casa después de la cena. Tennessee Williams. Veintisiete vagones de algodón(adaptación). 12 ¿Qué nombre reciben los fragmentos escritos entre paréntesis y en letra cursiva? A. Aparte. B. Diálogo. C. Acotaciones. D. Parlamentos. 13 ¿En qué momento del conflicto dramático se encuentra el fragmento que acabas de leer? A. En el desarrollo del conflicto. B. En la presentación del conflicto. C. En el desenlace del conflicto. D. En el clímax. Lea el siguiente poema y luego responda las preguntas 14 y 15 Rima XIII (Gustavo Adolfo Bécquer) Tu pupila es azul, y cuando ríes su claridad suave me recuerda el trémulo fulgor de la mañana que en el mar se refleja. Tu pupila es azul, y cuando lloras las transparentes lágrimas en ella se me figuran gotas de rocío sobre una violeta. Tu pupila es azul, y si en su fondo como un punto de luz radia una idea, me parece en el cielo de la tarde ¡una perdida estrella! Bécquer, Gustavo Adolfo. “Rima XIII”. En Rimas y leyendas. Del Pacífico, 1979. 14 En la última estrofa, el hablante: A. contempla los ojos de su amada. B. mira el cielo y piensa en su amada. C. observa las estrellas al anochecer. D. conversa con su amada durante la tarde. 15 ¿Qué figura literaria prevalece en el verso en negrita? “Tu pupila es azul, y cuando ríes /su claridad suave me recuerda / el trémulo fulgor de la mañana”. A. Anáfora. B. Metáfora. C. Hipérbole. D. Sinestesia. Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 16 16 ¿Cuál es la forma más informativa de invitar a conocer esta muestra? A. “Se expone la importancia del desierto de Atacama en la cultura Chinchorro”. B. “Importante muestra precolombina es traída al museo de San Miguel de Azapa”. C. “Importante muestra de momias Chinchorro en museo de San Miguel de Azapa”. D. “La cultura Chinchorro a través de sus objetos, en museo de San Miguel de Azapa”. Lea el siguiente poema y luego responda la pregunta 17 Soneto XXIII (Garcilaso de la Vega) En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazón y lo refrena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogió, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena: coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre; marchitará la rosa el viento helado. Todo lo mudará la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre. De la Vega, Garcilaso. “Soneto XXIII”. Tomado de www.ciudadseva.com 17 Es correcto afirmar que el poema presenta: A. versos libres. B. versos regulares. C. versos octosílabos. D. versos pentasílabos. Lea el siguiente texto y luego responda las preguntas 18 y 19 18 ¿Cuál de estas expresiones es una opinión? A. “En Iquique, cuando un incendio casi destruye el Teatro Municipal, la gente lloraba”. B. “Iquique instaló en el imaginario nacional un repertorio de hechos que le da su identidad”. C. “El modelo de las ciencias naturales es limitado, no sirve para aprehender los fenómenos de la identidad”. D. “La sociología y la antropología cultural disponen de herramientas tanto teóricas como metodológicas para atender el tema de la identidad”. 19 ¿Cuál es el planteamiento que se argumenta en este texto? A. Hay que rechazar la modernización de la ciudad de Iquique. B. No hay políticas para resguardar la ciudad de Iquique como patrimonio. C. Iquique se ha transformado en una de las ciudades más peligrosas de Chile. D. La causa principal del deterioro de Iquique son los incendios de edificios patrimoniales. Lee el siguiente texto y luego responda las preguntas 20, 21 y 22 En una lejana ciudad nació en cierta ocasión un niño que era transparente. Se podía ver a través de sus miembros como se ve a través del aire y del agua. Era de carne y hueso y parecía de vidrio, y si se caía no se rompía en mil pedazos, sino que, como máximo, se hacía un chichón en la frente. Se veía latir su corazón y se veían sus pensamientos, inquietos como los peces de colores en su pecera. Una vez el niño dijo una mentira, por equivocación, y la gente vio inmediatamente algo como una bolita de fuego a través de su frente; dijo la verdad, y la bolita de fuego desapareció. Durante el resto de su vida no volvió a decir más mentiras. En otra ocasión, un amigo le confió un secreto y todos vieron inmediatamente algo como una bolita negra que giraba ininterrumpidamente dentro de su pecho, y el secreto dejó de serlo. El niño creció, se hizo un muchachote, luego hombre, y todos podían leer sus pensamientos, y cuando se le hacía una pregunta adivinaban su respuesta antes de que abriera la boca. Se llamaba Jaime, pero la gente le llamaba Jaime de Cristal, y lo apreciaban por su lealtad, y a su lado todos se volvían amables. Desgraciadamente, un día subió al gobierno de aquel país un feroz dictador y comenzó entonces un período de opresiones, de injusticias y de miseria para el pueblo. El que osaba protestar desaparecía sin dejar huella. El que se rebelaba era fusilado. Los pobres eran perseguidos, humillados y ofendidos de cien maneras. La gente callaba y aguantaba, temerosa de las consecuencias. Pero Jaime no podía callar. Aunque no abriese la boca, sus pensamientos hablaban por él: era transparente y todos leían en su frente sus pensamientos de desdén y de condena a las injusticias y violencias del tirano. Luego, a escondidas, la gente comentaba los pensamientos de Jaime y así renacía en ellos la esperanza. El tirano hizo detener a Jaime de Cristal y ordenó que lo encerraran en la más oscura de las prisiones. Pero entonces sucedió algo extraordinario. Las paredes de la celda en que había sido encerrado Jaime se volvieron transparentes, y luego también las paredes del edificio, y finalmente también los muros exteriores de la prisión. La gente que pasaba cerca de la cárcel veía a Jaime sentado en su taburete, como si la prisión fuese también de cristal, y continuaban leyendo sus pensamientos. Por la noche la prisión esparcía a su alrededor una gran luminosidad y el tirano hacía cerrar todas las cortinas de su palacio para no verla, pero ni así conseguía dormir. Incluso estando encarcelado, Jaime de Cristal era más poderoso que él, porque la verdad es más poderosa que cualquier otra cosa, más luminosa que el día, más terrible que un huracán. Gianni Rodari. “Jaime de cristal”. Cuentos por teléfono. 20 ¿Por qué el dictador encerró a Juan? A. Porque no era capaz de guardar secretos en su interior. B. Porque todo el pueblo recurría a él para quejarse del tirano. C. Porque no podía esconder sus pensamientos acerca del tirano. D. Porque le molestaba la luz que se proyectaba en todo lo que rodeaba a Juan. 21 En el enunciado: “comenzó entonces un período de opresiones, de injusticias y de miseria para el pueblo”, ¿por qué debe ir la coma utilizada? A. Porque se enumera distintos elementos. B. Porque se divide la condición de su causa. C. Porque se divide un inciso del resto de la oración. D. Porque se separa un vocativo de la idea expresada. 22 En el fragmento: “Pero Jaime no podía callar. Aunque no abriese la boca, sus pensamientos hablaban por él”, ¿a qué se refiere la palabra destacada? A. A “callar”. B. A “podía”. C. A “Jaime”. D. A “pensamientos”. Lea el siguiente poema y luego responda las preguntas 23 y 24 Campo (Antonio Machado) La tarde está muriendo como un hogar humilde que se apaga. Allá, sobre los montes, quedan algunas brasas. Y ese árbol roto en el camino blanco hace llorar de lástima. ¡Dos ramas en el tronco herido, y una hoja marchita y negra en cada rama! ¿Lloras?...Entre los álamos de oro, lejos, la sombra del amor te aguarda. Tomado de www.ciudadseva.com 23 ¿Cómo interpretas los siguientes versos en el contexto del poema? “Allá, sobre los montes,/ quedan algunas brasas”. A. El fuego del hogar se ha apagado. B. Quedan a lo lejos, las brasas de un amor. C. Las últimas luces del atardecer se reflejan en los montes. D. Quedan restos de fuego o de una fogata sobre los montes. 24 ¿Qué figura retórica reconoces en la expresión destacada de los siguientes versos? “La tarde está muriendo / como un hogar humilde que se apaga”. A. Hipérbole. B. Aliteración. C. Comparación. D. Personificación. Lee el siguiente texto y luego responda la pregunta 25 25 ¿Qué características del texto informativo se pueden reconocer dentro del texto? A. Utiliza palabras técnicas propias del tema tratado. B. Utiliza palabras propias de la argumentación del tema. C. Utiliza palabras y marcas que muestran la opinión del autor. D. Utiliza imágenes e información de conocimiento general del tema. Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 26 26 ¿Cuál era la última esperanza de fray Bartolomé ante los indígenas? A. Salvarse de la muerte a través del miedo infringido. B. Convertirse en el chamán adivinador de la comunidad. C. Escapar de los nativos aprovechando la noche del eclipse. D. Enseñar su cultura europea a los que consideraba bárbaros. Lee el siguiente texto y luego responda la pregunta 27 Psique Psique (en griego la palabra quiere decir “alma”) era una princesa de una belleza tan extraordinaria que la misma diosa Afrodita estaba celosa de ella. Sin embargo, Psique era tan bella que seguía soltera porque su belleza sobrehumana asustaba a sus pretendientes. Afrodita ordenó a su hijo Eros, el dios del amor, que castigara a la atrevida mortal. Por eso, algún tiempo después, un oráculo mandó al padre de Psique, bajo la amenaza de una terrible calamidad, que llevara a su hija a una roca solitaria donde sería devorada por un monstruo. Pero el dios Eros, cuando vio a la muchacha que tenía que morir en la boca del monstruo que la esperaba abajo, quedó tan impresionado por su belleza que tropezó y se pinchó con una de sus propias flechas -esas flechas que utilizaba de manera tan eficaz para llevar el amor súbito tanto a los mortales como a los dioses-. Así fue como Eros se enamoró de la persona que su madre le había mandado eliminar. Temblando, pero resignada, Psique estaba esperando en su roca solitaria la ejecución del oráculo, cuando de repente se sintió suavemente elevada por los vientos; era Céfiro, el viento del Oeste, que la llevó a un valle donde se quedó dormida, sobre un verde cesped. Al despertar, Psique descubrió ante sí un magnífico palacio de oro y mármol que comenzó a explorar. Las puertas se abrían y voces incorpóreas la guiaban y se presentaban como sus esclavas. Cuando cayó la noche y Psique estaba a punto de dormirse, un misterioso ser la abrazó en la oscuridad, explicándole que él era el esposo para el cual estaba destinada. Ella no conseguía ver sus rasgos, pero su voz era dulce y su conversación llena de ternura. Su matrimonio se consumó, pero antes de que volviera la aurora, el extraño visitante desapareció, haciéndole prometer primero a Psique que jamás intentaría ver su rostro. Psique no estaba descontenta con su nueva vida. No le faltaba nada excepto su encantador esposo, que solo iba a visitarla en la oscuridad de la noche. Sin embargo, presa de la nostalgia, una noche pidió a su marido que la dejase visitar a sus hermanas. Eros accedió a cambio de lo que le había hecho prometer a Psique. Visitó entonces a sus dos hermanas que, devoradas por la envidia, sembraron en su corazón las semillas de la sospecha, diciéndole que su esposo debía ser un horrible monstruo para esconderse así de ella. La criticaron tanto que una noche Psique, a pesar de su promesa, se levantó de la cama que compartía con su esposo, con disimulo encendió una lámpara y la sostuvo encima del misterioso rostro. En vez de un espantoso monstruo, contempló al joven más hermoso del mundo -el propio Eros-. A los pies de la cama estaban su arco y sus flechas. En su conmoción y su gozo, Psique tropezó y se pinchó con una de las flechas, por lo que acabó por enamorarse profundamente del joven dios que antes había aceptado por haberse enamorado él de ella. Pero su movimiento hizo que una gota de aceite caliente cayera sobre el hombro desnudo del dios. Él se despertó enseguida, regañó a Psique por faltar a su palabra e inmediatamente desapareció. El palacio desapareció también, y la pobre Psique se encontró en la roca solitaria otra vez, en una espantosa soledad. Al principio pensó en suicidarse y se tiró a un río que había cerca de allí, pero las aguas la llevaron suavemente a la otra orilla. Desde entonces ella vagó por el mundo en busca de su perdido amor, perseguida por la ira de Afrodita y obligada por la diosa a someterse a cuatro terribles pruebas, que consiguió superarlas una tras otra, gracias a la ayuda de las criaturas de la Naturaleza las hormigas, los pájaros, los juncos-. Finalmente tuvo que descender incluso al mundo subterráneo, a donde ningún mortal puede ir. Tenía que pedirle a Perséfone un frasco de agua de Juvencia que le estaba prohibido abrir. Psique desobedeció movida por la curiosidad y quedó sumida en un profundo sueño. Al final, conmovido por el arrepentimiento de su infeliz esposa, a la que nunca había dejado de amar y proteger, Eros despertó a Psique con un flechazo de su sueño mortal y, subiendo al Olimpo, le pidió permiso al dios Zeus para que Psique se reuniera con él. Zeus se lo concedió y le otorgó a Psique la inmortalidad, dándole de comer la Ambrosía. Afrodita olvidó su rencor y la boda de los dos enamorados se celebró en el Olimpo con gran regocijo. Tomado de http://mitosyleyendascr.com/mitologia-griega/grecia52/ (adaptación). 27 De acuerdo a las características del mito y al texto anterior, Eros es un dios porque: A. es muy bello. B. es hijo de Afrodita. C. se enamora de Psique. D. tiene poderes sobrenaturales. Lea el siguiente texto y luego responda las preguntas 28, 29 y 30 El momento feliz Hace algunos años fueron los abrazos gratis. En los últimos meses, en cambio, son las fotos de momentos cotidianos que le alegran la vida a la gente, desde un baño de tina hasta el recital del artista favorito. El desafío de los 100 días felices es la última campaña que conmueve a los bienintencionados de este mundo globalizado. por Tania Opazo Parece de 14 pero Dmitry Golubicvhy tiene 27 años. Al ver su piel blanca, sus mejillas regordetas y su sonrisa gigante, no sorprende que lo suyo sea “ser feliz”. Él es responsable de que las redes sociales estén más llenas que nunca de fotos de comida, grupos de amigos y mascotas. Golubicvhy tiene un trabajo estable en Education First, en Suiza, pero su corazón ucraniano está puesto en un proyecto que de personal pasó a ser global: el movimiento de los 100 días felices. Los participantes de este desafío deben identificar cada día, durante ese período, algo que les alegre la vida, sacarle una foto y subirla a internet. Algo así como la campaña publicitaria “Piensa Positivo”, que existió a comienzos de la década del 2000, pero en versión 2.0. “Ser feliz es una opción, todos podemos serlo si nos enfocamos en las pequeñas cosas de la vida en vez de caer en una persecución constante de expectativas”, dice Dmitry. Con esa filosofía, a fines de 2013 creó el sitio 100happydays.com, y según sus cálculos desde entonces cerca de un millón de personas se ha registrado para tratar de cumplir el desafío. Nunca se esperó tanto éxito. “A medida que más gente me seguía, me sentía como Forrest Gump en la famosa escena donde cruzaba Estados Unidos corriendo”. Lo que hay de fondo La campaña es solo el último síntoma del entusiasmo actual por el concepto de la felicidad. “La felicidad, como lo planteó la ONU en su asamblea general de 2012, es la máxima aspiración humana. Por esto, ha crecido el interés por entenderla desde distintos ámbitos, como el académico, las organizaciones sociales o las políticas públicas”, dice el psicólogo de la Universidad Adolfo Ibáñez, Wenceslao Unanue, quien agrega que esto se relaciona con los altos niveles de estrés de la sociedad. La pregunta es si una campaña de este tipo ayuda a la gente a acercarse a ese estado: “La clave del desafío es cambiar la atención de la gente”, explica Dmitry. Que en vez de enfocarse en las cosas negativas, las personas le den más relevancia a los aspectos positivos. “Gran parte de nuestra felicidad depende de lo que hagamos para conseguirla, es decir, de nuestra actitud. Por lo tanto, si existen iniciativas que nos muestren ese camino claramente pueden ayudar”, agrega Wenceslao Unanue. Le pasó a Miguel Schweitzer (24), estudiante de Historia en la Universidad Católica. “Si bien yo igual era bien positivo, creo que esto lo amplió”, dice el joven quien va en el día 23 del desafío. “En Chile estamos acostumbrados a buscar lo malo. Centrarnos en lo positivo nos ayuda a combatir el estrés”. Pero aunque suene obvio, no es sencillo seguir esta política. Según Wenceslao Unanue, no todos los seres humanos estamos “cableados” para mirar las cosas positivamente. Identificar momentos alegres en forma sistemática puede hacerse cuesta arriba, como lo revelan los resultados del desafío de los 100 días: un 71% de los que empiezan la iniciativa desertan a medio camino. La principal razón es falta de tiempo, a lo que Dmitry responde “¿acaso no tienes tiempo para ser feliz?”. En contraste, según sus encuestas, quienes terminan reportan un aumento de 29% en sus niveles de felicidad. A Unanue no le sorprende: “La felicidad está en las cosas simples y muchas veces no nos damos cuenta. Pensamos que hay que tener dinero, fama, poder y muchas veces descuidamos las relaciones, la ayuda a la comunidad, el autodesarrollo y otras cosas que sí nos hacen felices”. Por esto en la actualidad, explica el psicólogo, se incentiva a las personas a practicar el altruismo, la gratitud y el optimismo realistas. Dedicar tiempo a estar con quienes nos importan y hacer cosas que nos gustan puede hacer una importante diferencia, que es en parte lo que promueve la campaña: identificar qué te hace feliz y compartirlo. Comidas, mascotas, fútbol... La campaña de los 100 días felices permite descubrir qué alegra a la gente. Las comidas, las mascotas, la música, los libros, el deporte, las salidas con los amigos y la familia son los temas que más se aparecen en las fotos #100happydays. El entusiasmo generado por los 100 Happy Days trajo como consecuencia que pasara de movimiento a fundación. Los interesados pueden donar pequeños montos y a cambio reciben, al terminar el desafío, un pequeño álbum con sus fotos. La gracia es que estos son hechos a mano por personas con discapacidad. “Ellos están extremadamente felices de armar estos libros y generar ingresos propios”, explica Dmitry. Así, agrega, la campaña no solo aumenta la felicidad de los participantes, sino que también hace felices a otros. Tomado de www.latercera.com 28 ¿Por qué se entrevista en el texto a Miguel Schweitzer? A. Es un testimonio chileno de la campaña. B. Para explicar mejor cómo se puede participar. C. Es un psicólogo que opina sobre el movimiento. D. Para dar un ejemplo a seguir a otros estudiantes. 29 Según el texto, la campaña ayuda a combatir el estrés porque: A. las personas dedican más tiempo a estar felices. B. las personas comparten más con sus mascotas y amigos. C. la campaña permite ver en internet fotos de situaciones felices. D. las personas que participan dejan de enfocarse en situaciones negativas. 30 A partir del texto, ¿qué es lo que más alegra a las personas? A. Alcanzar fama, dinero y poder. B. Intercambiar fotos divertidas en internet. C. Difundir por internet información sobres gustos y pasatiempos. D. Compartir con seres queridos y disfrutar de placeres cotidianos. Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 31 Poema épico de Hua Mulan (Anónimo) Los insectos celebran con su canto la tarde. Mulan está tejiendo ante la puerta. No se oye girar la lanzadera, tan solo los lamentos de la niña. Preguntan dónde está su corazón. Preguntan dónde está su pensamiento. En nada está pensando, si no es en el rey Kong, su bello amado. La lista del ejército ocupa doce rollos y el nombre de su padre figura en todos ellos. No hay un hijo mayor para el padre, un hermano mayor que Mulan. «Yo iré a comprar caballo y una silla, yo acudiré a luchar por nuestro padre.» Ha comprado en oriente un caballo de porte, ha comprado en poniente una silla y cojín, ha comprado en el sur una brida ha comprado en el norte un buen látigo. Al alba se despide de su padre y su madre; cuando anochece, acampa junto al Río Amarillo. Ya no escucha el llamado de su padre y su madre, tan solo el chapoteo del caballo en el agua. Al alba abandona el Río Amarillo; cuando anochece, llega a la Montaña Negra. Ya no escucha el llamado de su padre y su madre, tan solo a los caballos relinchando en el monte. Cruzó miles de millas en busca de la guerra, corrió como volando por pasos y montañas, las ráfagas del cierzo traían son de hierro, a la luz de la luna brillaban armaduras. Allí los generales luchando en cien batallas morían, y después de haber dado diez años volvían a su casa, valientes, los soldados. De vuelta, es recibida por el Hijo del Sol, que se sienta en la Sala de los Resplandores. Le concede medallas por sus méritos muchos, le ofrece alas de pato crujientes por millares. El Khan le ha preguntado qué quiere hacer ahora. «Mulan no necesita honores oficiales, dame un burro robusto de cascos bien ligeros y envíame de vuelta a casa de mis padres.» Cuando escuchan sus padres que su hija se acerca, los dos salen a verla, dándose de codazos. Cuando escucha su hermana que su hermana se acerca, se arregla y se coloca delante de la puerta. Cuando escucha su hermano que su hermana se acerca, saca filo al cuchillo, sacrifica un cordero. «He abierto la puerta de mi cuarto oriental, y en el occidental me he sentado en la cama. Me quité la armadura que llevaba en la guerra y me he puesto la ropa que llevé en otro tiempo. Delante del espejo, cerca de la ventana me he peinado el cabello enmarañado y he adornado mi frente con pétalos dorados.» Cuando Mulan salió ante sus camaradas, todos se sorprendieron, quedáronse perplejos. Doce años estuvieron con ella en el ejército y ninguno sabía que era una muchacha. Las patas del conejo saltan más, los ojos de la hembra son algo más pequeños, mas cuando ves un par corriendo por el campo, ¿quién logra distinguir la liebre del conejo? Tomado de www.latorredelvirrey.org 31 ¿Qué hizo Mulan durante el viaje que emprendió? A. Fue a encontrarse con su amado Rey Kong. B. Fue a Oriente para comprar un caballo. C. Fue a acampar cerca del río Amarillo. D. Fue a reemplazar a su padre en la guerra. Lea el siguiente texto y luego responda las preguntas 32 y 33 “Los enanos mágicos” (Hermanos Grimm) Había un zapatero que, a consecuencia de muchas desgracias, llegó a ser tan pobre que no le quedaba material más que para un solo par de zapatos. Lo cortó por la noche para hacerlo a la mañana siguiente: después, como era hombre de buena conciencia, se acostó tranquilamente, rezó y se durmió. Al levantarse al otro día fue a ponerse a trabajar, pero encontró encima de la mesa el par de zapatos hecho. Grande fue su sorpresa, pues ignoraba cómo había podido ocurrir esto. Tomó los zapatos, los miró por todas partes y estaban tan bien hechos, que no tenían falta ninguna: eran una verdadera obra maestra. Entró en la tienda un comprador, al que agradaron tanto aquellos zapatos, que los pagó al doble de su precio y el zapatero pudo procurarse con este dinero cuero para dos pares más. Los cortó también por la noche y los dejó preparados para hacerlos al día siguiente, pero al despertar los halló también concluidos; tampoco le faltaron compradores entonces, y con el dinero que sacó de ellos pudo comprar cuero para otros cuatro pares. A la mañana siguiente, los cuatro pares estaban también hechos, y por último, toda la obra que cortaba por la noche la hallaba concluida a la mañana siguiente, de manera que mejoró de fortuna y casi llegó a hacerse rico. Una noche cerca de Navidad, cuando acababa de cortar el cuero e iba a acostarse, le dijo su mujer: -Vamos a quedarnos esta noche en vela para ver quiénes son los que nos ayudan de esta manera. Dejaron una luz encendida, se escondieron en un armario, detrás de los vestidos que había colgados en él, y aguardaron para ver lo que iba a suceder. Cuando dieron las doce de la noche, entraron en el cuarto dos lindos enanitos completamente desnudos, se pusieron en la mesa del zapatero y tomando con sus pequeñas manos el cuero cortado, comenzaron a trabajar con tanta ligereza y destreza que era cosa que no había más que ver. Trabajaron casi sin cesar hasta que estuvo concluida la obra, y entonces desaparecieron de repente. Al día siguiente le dijo la mujer: -Esos enanitos nos han enriquecido; es necesario manifestar nuestro reconocimiento hacia ellos. Deben estar muertos de frío, teniendo que andar casi desnudos, sin nada con que cubrirse el cuerpo; ¿no te parece que haga a cada uno una camisa, casaca, chaleco y pantalones, y además un par de medias? Hazle tú también a cada uno un par de zapatos. El marido aprobó este pensamiento, y por la noche, cuando estuvo todo terminado, colocaron estos regalos en vez del cuero cortado encima de la mesa, y se ocultaron otra vez para ver cómo los tomaban los enanos. Iban a ponerse a trabajar al dar las doce, cuando en vez de cuero hallaron encima de la mesa los lindos vestiditos. En un principio manifestaron su asombro, y bien pronto sucedió una grande alegría. Se pusieron en un momento los vestidos y comenzaron a cantar. Después empezaron a saltar y a bailar encima de las sillas y de los bancos, y por último, se marcharon bailando. Desde aquel momento no se les volvió a ver más; pero el zapatero continuó siendo feliz el resto de su vida, y todo lo que emprendía le salía bien. Tomado de www.ciudadseva.com 32 “Al día siguiente le dijo la mujer: -Esos enanitos nos han enriquecido; es necesario manifestar nuestro reconocimiento hacia ellos”. ¿A qué estilo narrativo corresponde el ejemplo anterior? A. Directo. B. Diálogo. C. Indirecto. D. Monólogo. 33 De acuerdo con la lectura, ¿a qué tipo de personaje corresponden los enanos mágicos? A. Protagonistas dentro de la historia. B. Antagonistas dentro de la historia. C. Secundarios que apoyan al antagonista. D. Secundarios que apoyan al protagonista. Lee el siguiente texto y luego responda la pregunta 34 Héroes degradados Querida Eudocia: Para nosotros, los bizantinos, los héroes son figuras como Hércules, Aquiles, Ulises y Alejandro Magno... seres humanos o mitológicos que con sus acciones se ganaron la admiración de sus pares, sus países y hasta del mundo entero. Siempre he pensado que esta era, más o menos, la definición de un héroe. Pero acá en el hemisferio occidental he descubierto, con grande sorpresa, un uso extravagante de la palabra “héroe”. El 11 de septiembre de 2001, por ejemplo, sobre tres mil personas murieron en las Torres Gemelas de Nueva York debido a un ataque terrorista. Eran personas normales: secretarias, conserjes, ejecutivos, vendedores. Sin embargo, a partir de ese día el gobierno y la prensa del Imperio del Norte los ha proclamado “héroes” a todos, sin ninguna distinción. Asimismo ocurre con los soldados del Imperio que participan de la invasión de Irak. Cada vez que uno de ellos padece daño o muere a causa de una bomba o de un disparo enemigo, de inmediato la prensa occidental lo proclama héroe. De hecho, no importa cómo muera: si su helicóptero se estrella debido a un desperfecto mecánico, si su camión se vuelca, si un compañero le dispara por error, si sufre un ataque al corazón... no importa, este soldado recibe el título inmediato de “héroe”. Este fenómeno estrambótico no se limita a situaciones extraordinarias, como las guerras o el terrorismo. Acá he notado, querida Eudocia, que para ser héroe basta con que un autobús choque y todos sus pasajeros mueran: de inmediato la prensa anuncia que el ómnibus iba lleno de “héroes”. Si un barco turista se hunde y perecen 200 pasajeros o un gran fuego destruye un edificio residencial, al instante se proclama “héroes” a todos los muertos, ya sean niños, jóvenes o viejitos. Desde que estoy por acá ha llamado mi atención este uso excéntrico de la palabra “héroe”, pero no había hecho nada al respecto. Hoy decidí buscar en el diccionario y encontré lo siguiente: “Héroe: famoso por sus hazañas o virtudes”. En efecto, esta es la definición que, durante más de dos milenios, tanto los bizantinos como el resto de la humanidad le ha dado a esta palabra. Pero mi indagación no se detuvo. Casi por impulso decidí, de pronto, buscar otra palabra: “Víctima: persona que padece daño o muere por culpa ajena o por causa fortuita”. ¿Qué palabra usan acá para describir a los héroes verdaderos, a los que realizan auténticas hazañas? No lo sé. Luis López Nieves.Cartas Bizantinas.Tomado de www.ciudadseva.com (adaptación). 34 De acuerdo al texto y a las características del héroe, ¿qué característica corresponde a la figura del héroe? A. Es una persona normal que la prensa denomina héroe. B. Muere trágicamente y de manera fortuita. C. Posee virtudes y realiza hazañas admirables. D. Participan en guerras o en situaciones extraordinarias. 35 “Es una división menor dentro de la obra dramática. Esta se indica generalmente por el ingreso o salida de los personajes del escenario” ¿A qué unidad de texto dramático corresponde la definición anterior? A. Acto. B. Cuadro. C. Escena. D. Aparte. Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 36 El médico a palos (Molière) SEGUNDO ACTO ESCENA QUINTA BARTOLO. Vean ustedes aquí una enferma que tiene un semblantecapaz de hacer perder la chavetaal hombre más tétrico del mundo. Yo, con todos mis aforismos, le aseguro a usted... ¡Bonita cara tiene! DOÑA PAULA. ¡Ah!, ¡ah!, ¡ah! DON JERÓNIMO. Vaya, gracias a Dios que ríe la pobrecita. BARTOLO. ¡Bueno! ¡Gran señal! ¡Gran señal! Cuando el médico hace reír a las enfermas es linda cosa... Y bien, ¿qué le duele a usted? DOÑA PAULA. Ba, ba, ba. BARTOLO. ¿Eh? ¿Qué dice usted? DOÑA PAULA. Ba, ba, ba. BARTOLO. Ba, ba, ba, ba. ¿Qué diantre de lengua es ésa? Yo no entiendo palabra. DON JERÓNIMO. Pues ese es su mal. Ha venido a quedarse muda sin que se pueda saber la causa. Vea usted qué desconsuelo para mí. BARTOLO. ¡Qué bobería! Al contrario, una mujer que no habla es un tesoro. La mía no padece esta enfermedad, y si la tuviese, yo me guardaría muy bien de curarla. DON JERÓNIMO. A pesar de eso yo le suplico a usted que aplique todo su esmero a fin de aliviarla y quitarle ese impedimento. BARTOLO. Se la aliviará, se le quitará; pierda usted cuidado. Pero es curación que no se hace así como quiera. ¿Come bien? D. JERÓNIMO. Sí, señor, con bastante apetito. BARTOLO. ¡Malo!... ¿Duerme? ANDREA. Sí, señor; unas ocho o nueve horas suele dormir regularmente. BARTOLO. ¡Malo!... ¿Y la cabeza, le duele? D. JERÓNIMO. Ya se lo hemos preguntado varias veces; dice que no. BARTOLO. ¿No? ¡Malo!... Venga el pulso... Pues, amigo, este pulso indica... ¡Claro!, está claro. D. JERÓNIMO. ¿Qué indica? BARTOLO. Que su hija tiene secuestrada la facultad de hablar. D. JERÓNIMO. ¿Secuestrada? BARTOLO. Sí, por cierto; pero buen ánimo, ya lo he dicho: curará. D. JERÓNIMO. Pero, ¿de qué ha podido proceder este accidente? BARTOLO. Este accidente ha podido proceder y procede (según la más recibida opinión de los autores), de habérsela interrumpido a mi señora doña Paulita el uso expedito de la lengua. D. JERÓNIMO. Este hombre es un prodigio. LUCAS. ¿No se lo dijimos a usted? ANDREA. Pues a mí me parece un macho. LUCAS. Calla. D. JERÓNIMO. Y en fin, ¿qué piensa usted que se puede hacer? BARTOLO. Se puede y se debe hacer... El pulso... ( Tomando el pulso a PAULA) Aristóteles en sus protocolos, habló de este caso con mucho acierto. D. JERÓNIMO. ¿Y qué dijo? BARTOLO. Cosas divinas... La otra... ( Le toma el pulso en la otra mano, y le observa la lengua ) A ver la lengüecita... ¡Ay, qué monería!... Dijo... ¿Entiende usted el latín? D. JERÓNIMO. No, señor, ni una palabra: BARTOLO. No importa. Dijo: Bonus bona bonum, uncias duas, mascula sunt maribus, honora medicum, acinax acinacis, est modus in rebus; amarylida silvas. Que quiere decir que esta falta de coagulación en la lengua la causan ciertos humores que nosotros llamamos humores... acres, proclives, espontáneos y corrumpentes. Porque como los vapores que se elevan de la región... ¿Están ustedes? ANDREA. Sí, señor, aquí estamos todos. BARTOLO. De la región lumbar, pasando desde el lado izquierdo, donde está el hígado, al derecho, en que está el corazón, ocupan todo el duodeno y parte del cráneo: de aquí es, según la doctrina de Ausías March y de Calepino (aunque yo llevo la contraria), que la malignidad de dichos vapores... ¿Me explico? D. JERÓNIMO. Sí, señor, perfectamente. BARTOLO. Pues, como digo, supeditando dichos vapores las carúnculas y el epidermis, necesariamente impiden que el tímpano comunique al metacarpo los sucos gástricos. Doceo, doces, docere, docui, doctum, ars tonga, vita brevis; templum, templi; augusta vindelicorum et reliquía. ¿Qué tal? ¿He dicho algo? D. JERÓNIMO. Cuanto hay que decir. GINÉS. Es mucho hombre este. D. JERÓNIMO. Solo he notado una equivocación en lo que... BARTOLO. ¿Equivocación? No puede ser. Yo nunca me equivoco. D. JERÓNIMO. Creo que dijo usted que el corazón está al lado derecho y el hígado al izquierdo; y en verdad que es todo lo contrario. BARTOLO. ¡Hombre ignorantísimo sobre toda la ignorancia de los ignorantes! ¿Ahora me sale usted con esas vejeces? Sí, señor, antiguamente así sucedía, pero ya lo hemos arreglado de otra manera. D. JERÓNIMO. Perdone usted, si en esto he podido ofenderle. BARTOLO. Ya está usted perdonado. Usted no sabe latín, y por consiguiente está dispensado de tener sentido común. Moliére. Tomado de www.edu.mec.gub.uy 36 ¿Qué provoca un conflicto dentro de la obra? A. La soberbia de Bartolo. B. La enfermedad de Paula. C. La falsa profesión de Bartolo. D. La discriminación sociocultural. Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 37 De los ecosistemas nativos a las plantaciones forestales EL BOSQUE CHILENO Entre alerces y araucarias, el bosque chileno ha sufrido una serie de transformaciones por la acción del hombre. Estos cambios se han realizado desde tiempos prehispánicos para la explotación de la madera y para despejar los suelos para el asentamiento humano. El bosque chileno está compuesto por ecosistemas, paisajes y especies únicas, como son el alerce, la araucaria, el lingue, el roble pellín, el quillay y la palma chilena, entre otras. Desde tiempos inmemoriales ha sufrido diversas transformaciones por la intervención humana. Incluso a la llegada de los españoles el bosque no era tan abundante, virgen y prístino. Los pueblos originarios, entre ellos el pueblo mapuche, conocieron el uso del fuego y practicaban la agricultura lo que, sumado al millón de habitantes que poblaban el territorio, permitió la ampliación de las áreas despejadas de bosques. La incorporación del territorio al comercio internacional del trigo y del cobre intensificó la explotación de los bosques ya sea por su utilización como combustible o madera en las actividades mineras o por su destrucción para despejar terrenos propicios para desarrollar la agricultura. Así en los siglos XVIII y XIX el fuego se convirtió en el principal enemigo del bosque. La práctica de utilizar el fuego o roce seguido por el cultivo de cereales provocó la pérdida de la cubierta vegetal y progresivamente fue apareciendo el fenómeno de l a erosión de suelos, lo que alarmó a los amantes de la naturaleza; a científicos como Federico Albert y posteriormente, a los ingenieros agrónomos del país, quienes estimaban que con la pérdida de los suelos producto de esta práctica se estaba arriesgando la sobrevivencia de Chile. Como respuesta a la erosión de los suelos y acorde a las tendencias internacionales se planteó una política de plantaciones forestales, basada en una serie de incentivos tributarios o bien en subsidios directos del Estado como lo estableció el Decreto de Ley 701 de 1974. En un principio, tanto los sectores preocupados principalmente por la conservación de la naturaleza como aquellos dedicados a su explotación, estaban de acuerdo en que el medio para detener los efectos nocivos de la erosión de suelos era la forestación. Las plantaciones de especies de crecimiento rápido, como el pino insigne y el eucalipto eran además un medio para elevar la productividad de los suelos y satisfacer la demanda internacional por productos derivados de los bosques, como la madera y la celulosa. Hacia el año 2000 había en el país más de dos millones de hectáreas plantadas con pino insigne y eucaliptos. Los productos forestales, como la madera, la celulosa y el papel se habían transformado en uno de los pilares de la economía nacional, convirtiendo al sector forestal en el segundo mayor exportador del país después de la minería, pero el primero en utilizar un recurso renovable. Sin embargo, desde la década de 1980 los grupos conservacionistas iniciaron una dura crítica a las plantaciones pues, a su juicio, se estaba sustituyendo lo que quedaba de bosque nativo por forestaciones uniformes que tenían impactos negativos sobre el medio ambiente, como la pérdida de biodiversidad, de la flora y fauna, y de los recursos hídricos -ya que las plantaciones desecaban las vertientes y manantiales- y adicionalmente acidificaban los suelos. En términos sociales las plantaciones estimulaban e incluso forzaban las migraciones del campo a la ciudad, aumentando de este modo los bolsones de pobreza urbana en las ciudades de Chile. En suma, las plantaciones estaban transformando el territorio nacional en un verdadero "desierto verde". Para los ecologistas la sustitución era la verdadera tragedia del bosque nativo chileno, pues con ella se eliminaban radicalmente los ecosistemas nativos. Tomado de www.memoriachilena.cl 37 Se empieza a plantar pino y eucaliptos para: A. levantar la agricultura. B. rescatar el bosque nativo. C. frenar la erosión de los suelos. D. evitar la migración del campo a la ciudad. Lea el siguiente poema y luego responda las preguntas 38 y 39 38 ¿Cuál es el motivo lírico en el poema? A. El amor. B. La tristeza. C. La juventud. D. La naturaleza. 39 ¿Qué expresión denota la juventud del amado o la amada del poema? A. “Y las hojas caían en el agua de tu alma”. B. “Hojas secas de otoño giraban en tu alma”. C. “boina gris, voz de pájaro y corazón de casa”. D. “Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!”. Lea el siguiente texto y luego responda la pregunta 40 Los hijos de Nut Hace mucho tiempo, Ra, el señor de todos los dioses, aún reinaba sobre la Tierra como faraón. Vivía en un enorme palacio a orillas del Nilo, y todos los habitantes de Egipto acudían a presentarle sus respetos. Los cortesanos no dudaban en complacerlo, y él pasaba el tiempo cazando, jugando y celebrando fiestas. ¡Una vida realmente placentera! Pero un día llegó a palacio un cortesano que le contó una conversación que había oído. Thot, el dios de la sabiduría y la magia, le había dicho a la diosa Nut que algún día su hijo sería faraón de Egipto. Ra se puso muy furioso. Nadie salvo él era digno de ser faraón. Caminaba de un lado a otro gritando: -¡Cómo se atreve Thot a decir eso! ¡Ningún hijo de Nut me destronará! Reflexionó sobre ello largo tiempo, al cabo del cual, tras invocar sus poderes mágicos, lanzó la siguiente maldición: "Ningún hijo de Nut nacerá en ningún día ni en ninguna noche de ningún año". La noticia pronto se extendió entre los dioses. Cuando Nut se enteró de la maldición. Se sintió muy apesadumbrada. Deseaba un hijo, pero sabía que la magia de Ra era muy poderosa. ¿Cómo podría romper el maleficio? La única persona que podía ayudarla era Thot, el más sabio de todos los dioses, así que fue a verlo. Thot quería a Nut y, al verla llorar, decidió ayudarla. -No puedo romper la maldición de Ra, pero puedo evitarla. Espera -le pidió. Thot sabía que Jonsu, el dios Luna, era jugador, así que lo retó a una partida de senet. Jonsu no pudo resistirse y cedió al desafío. -¡Oh, Thot! -exclamó-. ¡Tal vez seas el dios más sabio, pero yo soy el mejor jugador de senet! No he perdido ninguna partida. Jugaré contigo y te ganaré. Los dos se sentaron a jugar. Thot comenzó ganando todas las partidas. -Has tenido suerte, Thot -dijo Jonsu-. Apuesto una hora de mi luz a que te gano la siguiente partida. ¡Pero también perdió! Thot continuó ganando y Jonsu siguió apostando su luz hasta que Thot hubo conseguido una luz equivalente a la de cinco días. Entonces Thot se puso en pie, dio las gracias a Jonsu y se fue llevándose la luz consigo. -¡Menudo cobarde! -murmuró Jonsu-. Mi suerte empezaba a cambiar. ¡Habría ganado esta partida! Thot colocó los cinco días entre el final de ese año y el comienzo del siguiente. En aquella época, un año tenía 12 meses de 30 días cada uno, lo que sumaba un total de 360 días. Nut se sintió feliz cuando Thot le contó lo que había hecho. Como los cinco días no pertenecían a ningún año, sus hijos podrían nacer en esos días sin romper el maleficio de Ra. El primer día Nut dio la luz a Osiris, que sería faraón después de Ra; el segundo día, a Harmachis, que está inmortalizado en la Esfinge; el tercer día, a Seth, que más tarde mataría a Osiris y se convertiría en faraón; el cuarto día, a Isis, que sería la esposa de Osiris; y el quinto día, a Neftis, que sería la esposa de Seth. En cuanto a Jonsu, el dios Luna, quedó tan debilitado tras la partida que ya no pudo brillar con fuerza todo el tiempo. Aún hoy, la Luna solo brilla toda entera durante unos cuantos días del mes, y ha de pasar el resto del tiempo recobrando fuerzas. Tomado de www.ciudadseva.com 40 ¿Qué palabra puede reemplazar la expresión destacada en el siguiente enunciado? “Reflexionó sobre ello largo tiempo, al cabo del cual, tras invocar sus poderes mágicos, lanzó la siguiente maldición”. A. Gritar. B. Llamar. C. Predecir. D. Exclamar.