Subido por catalina albrisi

produccion de subjetividad en la era de la fluidez

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LEWKOVICZ IGNACIO: PENSAR SIN ESTADO: LA SUBJETIVIDAD EN LA ERA DE LA FLUIDEZ 2006
Lewkowicz Ignacio (2006), Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez.- 1" eo. 21
reimp.- Buenos Aires: Paidós
En este texto el autor plantea la construcción de la posmodernidad en la Argentina tras los
acontecimientos sociales y políticos del 2001. Se propone pensar la consigna social “que se
vayan todos” en tanto punto de irrupción en la caída de la lógica del Estado-nación como
formato de cohesión social y productor de subjetividad. Tras el 2001 se agotan las
posibilidades del Estado-nación de organizar el pensamiento y de formar lazo social desde el
modelo en el que estábamos acostumbrados a hacerlo.
El estado, en tanto representante del lazo social, se apoya en el discurso como soporte en la
institución de la sociedad como conjunto. Lo que hace que un pueblo se instituya como tal,
desde la heterogeneidad que lo caracteriza, tiene que ver con la construcción de la historia
compartida, pero ¿Qué historia?. La hegemonía del discurso histórico se vuelve un aparato
ideológico del Estado por excelencia para el sostenimiento del lazo social. El soporte subjetivo
del lazo social es el ciudadano. El ciudadano es el sujeto del Estado Nación.
“El lazo social moderno está basado en la ficción del ciudadano, en la ficción de las naciones, en
la historia como donadora de la identidad, en la representación como dispositivo de
funcionamiento, y fundamentalmente basado en la idea de progreso” (pp 57)
En este punto es donde el autor sitúa la transición entre la concepción del Estado-nación hacia
la construcción de un Estado-técnico administrativo, en tanto manifestación práctica del
desfondamiento de las instituciones de la modernidad y el auge de la posmodernidad en la
organización social y política de la Argentina. El sujeto del Estado técnico administrativo paso a
ser el consumidor. También se transforman los modos de hacer lazo en una sociedad
enmarcada en una nueva modalidad de Estado. A partir del estallido social del 2001 y la
emergencia de un Estado que interpela a los consumidores como los sujetos que lo demandan,
se instala el intercambio de productos y de imagines como nueva modalidad de lazo social.
Deja de ser la historia compartida el factor de cohesión social para ser el consumo. Aquellxs
que no consumen, quedan fuera de la condición de sujetos del Estado.
INSITUTCIONES MODERNAS
El autor plantea que las instituciones de la modernidad se caracterizan por su organicidad,
interrelacion y racionalidad.
Por una lado, las instituciones se articulan entre sí en la producción de ciudadanos aptos para
reproducir el sistema social del que emergen. El estado, en tanto meta-institución, se vuelve
garante del engranaje entre las instituciones. Se trata de un sistema funcionalista del Estado
nación. La racionalidad con la que se organizan sus operaciones se basa en la verticalidad y
jerarquización de sus funciones dando por sentado la posibilidad de controlar sus efectos de
antemano. El Estado genera condiciones de producción de ciudadanía que luego es capaz de
controlar.
En la modernidad tardía, esta organicidad institucional se debilita. Cada una de las
instituciones produce por si misma los sujetos que necesita para su perpetuidad. Se comportan
como instituciones totales en el sentido de que por sí mismas construyen las identidades que
necesitan exacerbando con ello la violencia institucional que las mismas ejercen. El autor se
refiera a que “Lo que llamarnos violencia emerge o irrumpe ahí donde queda suspendido o
comprometido lo que hace vínculo entre las personas, el discurso y las prácticas que producen
una comunidad, lo que hace que una sociedad sea una sociedad y esa sociedad. Y la violencia
aparece ahí, en las orillas del discurso, porque precisamente por fuera del discurso no hay nada
que decir (…)Entonces, sólo la violencia puede volver a poner en su lugar los cuerpos que ese
orden social necesita para restablecer su propia ley: la ocupación precisa de los lugares
sociales. La podernos llamar violencia normalizadora.” (pp.55)
Ante el cambio del modo de hacer lazo en una sociedad inevitablemente emerge la violencia
alteradora dado que el discurso pierde la potencialidad de hacer lazo. “Porque e! paso de una
legitimidad a otra legitimidad es fatalmente ilegítimo; y sólo un acto ilegítimo, por fuera de los
discursos establecidos, puede cambiar ese universo de discurso establecido --eso que llamamos
un tanto ambiciosamente legitimidad” (pp 56). Ante la precarización del discurso nos
encontramos con la precarización del lazo lo cual constituye la columna vertebral de la
violencia.
El discurso actual hace lazo solo económico, quienes no puedan acceder al consumo quedan
fuera del discurso, lo cual se instituye en acto de violencia por excelencia, la no inscripción, la
imposibilidad de subjetivación dentro de los parámetros sociales actuales. En palabras del
autor: “Comprenderemos algo de nuestra violencia SI comprendemos que lo que cambia es el
estatuto de los excluidos: excluidos de la imagen y el consumo. Cambia el estatuto de los
excluidos pero cambia también el mecanismo de la exclusión: no hay un discurso claro de la
exclusión. La exclusión actual, eminentemente pragmática, procede sin discurso. Excluir sin
discurso es la operación pura de la violencia” pp.61). En el estado moderno, la exclusión del
discurso se manifestaba en la reclusión, caracterizada por establecer un lugar y un tiempo para
la exclusión. En la actualidad, los modos de exclusión que se desarrollan tienen que ver con la
expulsión del discurso que interpela a los sujetos. El discurso económico interpela a les
consumidores, quienes no puedan acceder a esa dinámica de intercambio no se inscriben en
él, quedan expulsados.
“Si volvemos una vez más sobre los términos tradicionales de inclusión y exclusión, la violencia
generalizada podrá caracterizarse como una situación en que, por un lado, los mecanismos de
inclusión no producen lazo entre los incluidos y en que, por otro, los mecanismos de exclusión
tampoco generan lazo entre los excluidos. De más está decir que, sin estos átomos de
vincularidad, tampoco se verifica lazo alguno entre excluidos e incluidos.” (pp. 62) Los modos
de ordenar a los sujetos del Estado se transforma, la clave está en pensar la construcción
ontológica que el discurso propone: “Las distintas modalidades de exclusión propias de los
Estados nacionales tienen en común el modo de organización que es la reclusión. A los
excluidos se los recluye. Ahora bien, la modalidad específica de exclusión, en nuestras
condiciones actuales, no es la reclusión sino la expulsión. No es el encierro, para que haya un
espacio libre de la presencia de los hostiles; es la expulsión, si se quiere, hacia las zonas
excluidas de la humanidad, hacia una tierra no simbólica” (pp. 79)
La imposibilidad del Estado en determinar, o al menos condicionar, el curso del devenir los
transforma en Estados técnicos-administrativos que ejercen su gobierno sobre las
consecuencias de procesos que no controlan. El mercado se vuelve el organizador social por
excelencia e instituye a los consumidores como los sujetos producidos por el discurso estatal,
desde la fragmentación de sus instituciones. El Estado le cedió al mercado su potencia
soberana, lo cual nos deja en situación de desolación. No hay a quien reclamarle e interpelar
como Estado responsable, nos tocan tiempos de pensar sin Estado.
Subjetividad- subjetivación:
“En nuestra perspectiva, el tipo de subjetividad propio de cada situación se define por las
prácticas y los discursos que organizan la consistencia de esa situación. Lo llamamos
subjetividad instituida. Si se organiza un sujeto capaz de alterar las condiciones, ese sujeto va a
tener que considerar inevitablemente las condiciones específicas de la subjetividad instimida de
la que parte. Quizás sea un mero tecnicismo, pero en el campo de la historia de la subjetividad
se puede distinguir entre subjetividad instituida y subjetivación. Llamamos subjetividad
instituida al tipo de ser humano que resulta de las prácticas discursivas propias de una
situación. Llamamos subjetivación a los procesos, por lo general colectivos, por los cuales se va
más allá de la subjetividad instituida, A partir de un plus producido por la institución misma se
organiza un recorrido más allá de las condiciones, que altera esas condiciones. Por haber
instituido un tipo de humanidad específica se produce algo más; y ese algo más permite criticar
o desarticular o ir más allá o destotalizar ese tipo de humanidad específica que se ha instituido
en esa situación.” (pp. 75)
El consumidor se encuentra subsumido en su propio mundo, la característica de la producción
de subjetividad del consumidor se instala en la eliminación del lazo social. Por lo tanto, el
Estado técnico administrativo busca la producción de dispositivos de atomización, a diferencia
del Estado nación que requería de dispositivos de normalización para la producción de
subjetividad. La soledad se vuelve el modo de habitar los tiempos que corren, el lazo social
queda obsoleto.
APORTES PEQUEÑOS SOBRE LA FAMILIA
El estado técnico administrativo deja de trasladar a la familia la función primordial para la
construcción de subjetividad funcional a su lógica de gobierno. El Estado actual, desde su rol
de regulador de las consecuencias de procesos que no controla, como es de esperarse, deja a
la familia la libertad de constituirse de diversas maneras. La familia perdió el valor
constituyente característico del Estado-nación. La subjetividad producida desde las
organizaciones familiares se encuentra desprovista de los dispositivos de normalización. El
estado técnico administrativo prescinde de los ciudadanos y busca la producción de
consumidores, a mas diversidad en la subjetividad, más amplio el espectro del consumo. Por
tal motivo, la diversidad funcional de las familias actuales contribuye a la construcción de una
sociedad de consumidores sin lazo.
DERECHOS EN EL ESTADO TECNICO ADMINISTRATIVO
Al transformarse las nociones con las que se pensaba la producción de subjetividad ante el
advenimiento del Estado técnico administrativo, se ven interpeladas las nociones de derecho.
Se desvanece la potencia ordenadora de la ley, se desdibujan los marcos estructurales a partir
de los cuales se piensa el ordenamiento social y la garantía de derechos ciudadanos que tal
estructura delimitaba. Por lo tanto, en el Estado técnico administrativo, existe una enunciación
imaginaria sobre la potestad de poseer los derechos que se nombran. Se prescinde del marco
ordenador de la ley-norma para dar un lugar central al atomismo del sujeto consumidor
constituido por las dinámicas del mercado.
Al ser las dinámicas del mercado las que dejan al libre albedrio los intercambios de los sujetos
consumidores, los derechos no encuentran su límite en las prohibiciones de la ley-norma
características del Estado-Nación, sino en las (im)posibilidades del Estado técnico
administrativo:
“la imposibilidad real se revela en el cuerpo a cuerpo de quienes, en ausencia de ley
estructurarte, poseen derechos imaginariamente equivalentes pero coyunturalmente
antagónicos. Ahí aparece con impotencia el enunciado reivindicativo: tengo derecho; pero no
de hecho.” (pp. 132)
ESTADO DE CRISIS
“Que el mercado determine no significa que sustituya al viejo Estado-nación en sus funciones
de articulador simbólico. El mercado desarrolla otra operatoria. Si el Estado proveía un sentido
para lo que allí sucediera, e! mercado es una dinámica que conecta y desconecta lugares,
Mercancías, personas, capitales, sin que esa conexión-desconexión proponga un sentido”
(PP.156)
El autor sugiere que la crisis en la que nos encontramos como sociedad tiene que ver con el fin
de un modo estructurarte de producir subjetividad. La primacía del mercado como dinámica
de interacción social establece la falta de sentido como característica primordial. Nos
encontramos ante un devenir en desconcierto, sin previsibilidades ni lógicas ante las cuales
pronosticar un orden. La crisis, no se instala como una interrupción que marca un paso entre
una forma y otra forma nueva, sino que se presenta como permanente, el orden de las cosas
es sin orden. La crisis es la no-forma que adquiere la realidad en la que ancla el estado actual.
Las dinámicas del mercado organizan la interacción en el estado técnico administrativo. Los
procedimientos del mercado no operan en el orden simbólico, como el estado, sino en el plano
real: se trata de conexiones y desconexiones aleatorias, sin lógica, sin rumbo, sin estructura.
SUBJETIVIDAD EN TIEMPOS DE FLUIDEZ
En un marco de producción de subjetividad sin estado, ¿es posible el devenir de procesos de
socialización en la construcción subjetiva de las infancias actuales? En un contexto de nológicas que propone el marcado ¿Cuáles son los modos de sociabilidad que se instalan? ¿Se
puede pensar a la socialización como dispositivo de normalización del Estado-nación y a la
sociabilidad como devenir propuesto por el estado técnico administrativo?
“Definimos el medio fluido con una propiedad bastante evidente: la contingencia perpetua”
(pp.159)
Los marcos de estabilidad que podría pensarse que instalaban los estados naciones se liquidan
en el sentido literal del término, se vuelven fluidos con posibilidades infinitas de movimiento,
su devenir se vuelve impredecible. “nos importa ver cómo se ligan entre sí los términos en su
devenir sin componer estructura ni quedar afectados por el hecho de haberse desanudado”
(p.163)
El correlato en la producción vincular se plasma en des-relación so cial, los vínculos se
volatizan como modo de lazo social.
“La perplejidad ¿sobreviene por el hecho de haber abandonado un terreno habitual, o por el
hecho de estar aquí independientemente de la procedencia? Si sobreviene por haber
abandonado un terreno habitual, la perplejidad nos abandonará cuando nos habituemos al
nuevo horizonte. Pero si la perplejidad es un dato de la dinámica inmanente de lo que estamos
viviendo, entonces vino para quedarse. Y en este sentido, una perplejidad estable sí es una
novedad: una perplejidad que no se destina como transición sino como un hábito, incluso como
un hábito saludable” (p.169)
En este marco, las formas de sufrimiento se transforman junto con el modo de pensar y vivir la
experiencia social. El Estado se desarticula en su carácter de meta-institución, es decir, de
marco contendor de las otras instituciones. No se puede pensar a las instituciones sin un
marco institucional que disponga de las condiciones de institucionalidad, dado que la
reproducción es una característica inherente a las instituciones. Por lo tanto su
interdependencia se vuelve ineludible.
El desfondamiento del Estado como meta-institución genera el agotamiento de lo institucional
como lógica ordenadora de la experiencia social, ¿Qué estrategias podemos pensar para
habitar este vacío institucional? ¿Cómo nos organizamos en la experiencia social sin el anclaje
de las instituciones? ¿Cómo pensar lo social en tiempos de fluidez? ¿Cómo se construye la
subjetividad por fuera de los atravesamientos institucionales? En estas condiciones, Lewcovicz
plantea que la incertidumbre y la perplejidad se vuelven crónica en el modo de habitar lo
social en estos tiempos. En los tiempos del no-lazo, el otro deja de constituirse como
semejante para pasar a presentarse como otro en su completa otredad. La semejanza no es
posible sin la meta-institución del Estado que iguala las condiciones de producción de
subjetividad bajo el criterio de normalización. En los tiempos del mercado, la normalización se
pierde, y la producción de semejantes también. Los modos de agrupamiento dejan de ser
institucionales y se erigen en términos organizacionales.
Las condiciones en las que transitamos el devenir social actual, dejan de articular bajo el
Estado-nacion las normas jurídicas, con las leyes simbólicas y las reglas sociales en su
operatoria fundacional. La capacidad de hacer lazo se deshace, la posibilidad de configurar
experiencias también. Habrá que habitar(nos) de otro modo, habrá que pensar y hacer otros
modos de encuentro con el otro.
La destitución de la soberanía del estado nación tiene que ver con el abondo de las
determinaciones que configuraba el capital productivo. En los tiempos actuales, la dinámica
del estado técnico administrativo se rige por el capital financiero lo cual desestabiliza las
dimensiones en las que se anclaba la estructuración de realidad del estado-nación como la
dimensión temporal y la espacial. El estado no gobierna sobre la solidez del territorio sino en la
fluidez del capital.
“Este paradigma de la fluidez nos hace transitar otra temporalidad. Es cierto que hay sucesión,
pero en ella no hallamos forma ni sentido: un instante sustituye sin resto al anterior; en la
fugaz presencia de! segundo queda abolida la eficacia del primero” (pp.195)
El tiempo en el paradigma que corre deja de ligarse desde una lógica lineal, de causaconsecuencia y pasa a establecerse en tiempo del ahora. El capital financiero funciona en la
simultaneidad, se acumula capital desde y en la rapidez. En la fluidez el tiempo se erige desde
la contingencia subjetiva. En relación al espacio, el capital productivo funcionaba anclado en
espacio sólido. El capital financiero se desarrolla en el ciber espacio, en la virtualidad: se
instituye el espacio virtual como realidad posible. El capital aspira a la absolutización de la
fluidez y el lazo social no encuentra de dónde agarrarse.
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