Subido por Domingo Lizana Chauca

Módulo 1 CETAH

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MOOC
Cómo elaborar un texto
académico en Humanidades
y Ciencias Sociales
[enero 2015]
Módulo 1. El texto académico. Introducción
En el presente módulo, de carácter introductorio, tratamos de presentar
al alumno el marco general en que se desarrolla la escritura académica,
describiendo los rasgos que definen el conocimiento humano y su proyección
sobre los textos cuya finalidad es progresar en dicho ámbito. Por esta vía,
seremos capaces de describir los rasgos distintivos de los textos académicos
frente a otras modalidades discursivas, así como las variables implicadas en su
proceso productivo. Finalmente, ofreceremos, a modo de ejemplo, la
descripción de seis de las tipologías textuales más comunes dentro de la
escritura académica para que el alumno comience a familiarizarse con ellas.
Objetivos
a. Comprender la finalidad última de todo texto académico.
b. Descubrir los rasgos fundamentales que definen el conocimiento
humano.
c. Concebir el modo en que se relaciona un texto académico con la
tradición a la que se adscribe.
d. Conocer cuáles son los rasgos distintivos del texto académico frente
a otras formas de escritura.
e. Conocer cuáles son las variables implicadas en la producción de un
texto académico.
f. Distinguir los rasgos característicos de seis tipologías textuales
(trabajo fin de grado, trabajo fin de máster, tesis doctoral, monografía,
artículo científico y reseña) surgidas en el marco de la escritura
académica.
Tabla de contenido
1. El texto académico en el proceso de conocimiento ................................................. 3
2. Rasgos distintivos del texto académico ..................................................................... 3
3. Variables implicadas en la producción de textos académicos: representación,
lectura y escritura................................................................................................................. 4
a. Representación de la tarea ............................................................................................................... 4
b. Conocimientos del autor .................................................................................................................. 5
c. Otros textos y el propio texto ya producido .............................................................................. 6
4. Algunas tipologías de texto académico ..................................................................... 6
a. Trabajo fin de grado (TFG)............................................................................................................... 6
b. Trabajo fin de máster (TFM) ............................................................................................................ 7
c. Tesis doctoral....................................................................................................................................... 7
d. Monografía ............................................................................................................................................ 7
e. Artículo de investigación ................................................................................................................... 7
f. Reseña..................................................................................................................................................... 8
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1. El texto académico en el proceso de conocimiento
La elaboración de un texto académico tiene siempre como objetivo avanzar en el conocimiento.
Esto significa participar a través de un nuevo escrito en los procesos de investigación llevados a cabo
por la comunidad científica en su conjunto. De ahí que cada nueva contribución, además de ofrecer
contenidos originales, deba tener en consideración las aportaciones realizadas por quienes se han
ocupado con anterioridad del mismo asunto. Como afirma el tópico clásico, las nuevas generaciones
avanzan en el conocimiento alzándose sobre los hombros de sus predecesores, que pusieron las
bases para que otros hombres alcanzasen horizontes más lejanos.
La escritura de un texto académico lleva implícito, por consiguiente, el contacto con otros textos,
cuya lectura ha de permitirnos, en primera instancia, conocer el estado de la cuestión de un tema
determinado. Se trataría, pues, siguiendo con el símil, de escalar con su ayuda hasta la cota más alta
alcanzada hasta ese momento por la comunidad científica. A partir de ahí, tras dialogar con quienes
nos han señalado el camino e indicado la ruta correcta –tomando como referente algunas
aportaciones, y descartando o matizando otras– habremos de ser nosotros los que ataquemos la
cumbre, aunque solo sea para avanzar unos pasos más allá. De este modo se construye el
conocimiento, a lo largo de los siglos y con notable esfuerzo, siempre con la participación de
innumerables voces que trataron en su día de conocer la verdad o de plantear, al menos, una
hipótesis razonada sobre el funcionamiento de la realidad. Su legado es lo que ha conformado con el
tiempo la tradición, una tradición que representa ahora nuestro punto de partida.
De ahí que todo texto académico se nutra e incorpore los planteamientos de otros autores, con
los que el escritor dialoga diacrónicamente al contrastar los métodos y conclusiones ajenas con el
juicio propio, un juicio que ha de ser crítico, maduro y objetivo si se desea aplicar con rigor científico
y ética profesional. Frente a esa variedad de voces que le precedieron –y cuyo eco resuena todavía
en su composición– el escritor novel, en consecuencia, ha de definir su propia voz, con objeto de
posicionarse claramente en el seno de la tradición académica. Solo así su creación será lo
suficientemente original y novedosa como para ser considerada en el seno de la comunidad científica
–en última instancia, su receptor más amplio– y servir en el futuro como referente a otros autores.
Es el paso, en fin, de lector a autor de textos académicos.
A la luz de estas observaciones, parece manifiesto que las tareas de lectura y escritura académica
se hallan plenamente integradas, pues en realidad constituyen distintas fases de un proceso de
producción laborioso y complejo, que va desde la concepción general del proyecto hasta su
publicación. De ahí que en módulos sucesivos nos ocupemos de la planificación del trabajo, de las
labores de documentación e investigación, de la revisión del texto o de su presentación ante la
comunidad científica. Igualmente, trataremos de explicar cuáles son los rasgos estilísticos y formales
exigidos a todo texto para integrarse en la tradición, muchos de los cuales están determinados
precisamente por la intertextualidad (la referencia constante a otros textos) y el carácter dialógico
de la escritura académica (la necesidad de conversar y posicionarse con respecto a los mismos), tales
como, por ejemplo, el uso abundante de citas y referencias bibliográficas.
2. Rasgos distintivos del texto académico
Antes de avanzar, no obstante, debemos repasar cuáles son los rasgos distintivos del texto
académico, es decir, en qué se diferencia de otros escritos. En ese sentido, podemos afirmar que, en
tanto que acto de comunicación, el texto académico presenta las siguientes características:
a. Autor: es un miembro de la comunidad académica o científica, que desea ofrecer una
contribución personal destinada a progresar en el conocimiento.
b. Receptor: en el caso de un trabajo académico integrado en los estudios de grado o de
postgrado, el receptor puede ser, en primera instancia, el profesor o tribunal encargado de
evaluar dicho ejercicio. Superado ese trámite, no obstante, el receptor último de todo texto
académico pasa a ser siempre la comunidad científica en su conjunto, que es la que a la
postre juzga y pondera el valor de cada aportación.
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c. Contexto: es el mundo académico, que posee sus propias reglas y convenciones, de manera
que sus usos y tradiciones son los que establecen la norma, el canon de lo que se puede y no
se puede decir, y de qué forma.
d. Medio de comunicación: es, fundamentalmente, el texto escrito, si bien su presentación
pública puede realizarse también de manera oral a través del discurso académico, cuya
preparación debe partir preferentemente, en todo caso, de aquél, tal y como veremos.
e. Finalidad del discurso: comunicar un conocimiento, exponiendo y explicando con claridad
unos hechos que permitan sostener, en la argumentación, una determinada postura, pues el
fin último de un texto académico es, desde el punto de vista retórico, persuadir al receptor
de la veracidad y consistencia de nuestras conclusiones.
f. Posicionamiento: todo texto académico se integra dentro de una tradición, de manera que ha
de posicionarse dialécticamente frente a los demás trabajos que forman parte de esa misma
rama del conocimiento, aceptando, rechazando o matizando los postulados enunciados con
anterioridad por otros autores.
Por su parte, si consideramos el texto académico en tanto que discurso, puede afirmarse que:
a. Maneja un registro formal, no cotidiano ni coloquial.
b. Es un texto escrito que se elabora en el tiempo como resultado de un proceso de
preparación con fases bien delimitadas: guión, borrador, revisión…
c. Puede estar precedido de un paratexto que sirva de presentación o introducción al propio
texto: prólogo, prefacio…
d. Puede ir acompañado de un paratexto que se agregue después del propio texto: epílogo,
apostilla…
e. Internamente tiene partes materiales que segmentan el texto, pero que deben conformar una
unidad coherente en su conjunto.
f. Estas partes deben presentarse conforme a un orden lógico establecido y articularse
mediante conectores lingüísticos que expliciten la relación entre los distintos segmentos,
garantizando tanto la cohesión del texto como la progresión temática.
g. Debe ajustarse a la tipografía, disposición, normativa y convenciones vigentes en la
comunidad académica.
h. Emplea el metadiscurso para referirse a las distintas partes del texto y facilitar así la
comprensión del mismo.
3. Variables implicadas en la producción de textos académicos:
representación, lectura y escritura
En la producción de todo texto académico existen tres variables implicadas:
a. La representación de la tarea, esto es, la idea de lo que queremos hacer.
b. Los conocimientos del escritor, que pueden ampliarse mediante la lectura.
c. El propio texto u otros textos ya escritos con anterioridad.
Estas variables son interdependientes, es decir, se influyen mutuamente a lo largo del proceso de
escritura. Dicho proceso, en todo caso, no es una actividad lineal, pues constantemente se hace
preciso pasar de la conceptualización a la lectura (buscando aquellas fuentes bibliográficas que nos
ayuden a cumplir nuestros objetivos), de la lectura a la escritura (preparando un borrador del texto
donde se consideren e integren las aportaciones ajenas), de la lectura a la conceptualización (porque
al ampliar nuestros conocimientos estimamos oportuno replantearnos el trabajo), etc. Pasemos,
pues, a analizar las tres variables pormenorizadamente.
a. Representación de la tarea
Se entiende por representación de la tarea la conceptualización de la actividad de escritura en una
situación determinada. Se trata, por tanto, de pensar sobre lo que se va a escribir para definir los
objetivos del texto, su estructura, su relación con otras obras de la misma tradición académica, las
novedades que pretende ofrecer, etc…
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El paso de unas ideas vagas y abstractas a una conceptualización precisa de la tarea de escritura
acontece, en todo caso, de manera progresiva. Si en un principio podemos tener una idea
aproximada acerca de las características de nuestro texto, solo paso a paso, a la par que leemos y
escribimos, vamos resolviendo ese problema retórico consistente en trasladar a los lectores
nuestros planteamiento con el fin de que, finalmente, compartan el punto de vista defendido en el
trabajo: nuestro punto de vista.
En ese sentido, debemos señalar que existen cuatro aspectos que ayudan a clarificar la tarea y
contribuyen a mejorar nuestra planificación:
1. La propia tradición disciplinar, que nos indica a través de numerosos ejemplos (otros
escritos que sirven de referente o modelo) lo que se podría esperar, en líneas generales,
de un nuevo texto académico adscrito a la misma.
2. Trabajar de manera colegiada formando parte de un equipo de investigación, lo cual
facilita sobremanera la conceptualización del trabajo por dos razones. La primera, porque
mediante las discusiones en grupo, los comentarios o la revisión de los textos escritos el
autor novel comprende los aspectos clave a los que debe prestar atención. La segunda,
porque la integración en un equipo ayuda a acotar el objeto de estudio, al sumarse a una
línea de investigación en curso y contar con el referente de otros trabajos relacionados.
3. Dedicar a la escritura un tiempo suficiente, particularmente en las fases iniciales de
producción, con sesiones de al menos tres horas, cuando el escritor ha de hacerse una
idea clara de lo que quiere elaborar.
4. La práctica previa que uno pueda tener y, consecuentemente, el conocimiento de la
tensión que supone ese primer momento en el que es preciso representarse el texto
desde la nada y vencer la ansiedad de la página en blanco.
En muchas ocasiones, los escritores noveles no dedican la suficiente atención a la fase de
conceptualización del texto, lo cual acarrea notables problemas a medio plazo, cuando, quizás tras
días o semanas de intenso trabajo, no se sabe bien ni cuáles son sus objetivos concretos, ni qué
partes habrán de conformar el escrito, ni cuál es la relación lógica entre ellas, ni cuál la metodología
aplicada, etc. Esto genera una gran desorientación y pone en peligro la culminación del proceso. Por
eso, nuestro consejo es que se dedique al principio suficiente atención a la representación mental del
trabajo, aunque después puedan matizarse algunos aspectos conforme aumenten nuestros
conocimientos sobre el tema.
b. Conocimientos del autor
Un segundo aspecto relevante es el de los conocimientos del autor en el momento de ponerse a
escribir. En líneas generales, estos conocimientos tienen que ver no solo con el dominio del tema,
sino también con aspectos más generales, como las destrezas retóricas, lingüísticas y formales
adquiridas a lo largo del tiempo o la propia conciencia acerca de lo que supone el proceso de
composición de un texto académico.
Para nosotros, resulta particularmente importante conocer aquí dicho proceso (sus fases, sus
momentos críticos, etc.), así como las estrategias necesarias para culminarlo con éxito, pues aunque
se esté familiarizado con las versiones finales de otros textos (ya pulidos y acabados), no es muy
frecuente la indagación y la reflexión específica sobre los aspectos procedimentales.
Para ir comprendiendo con mayor profundidad lo que supone el proceso de escritura académica,
te sugerimos que atiendas a las siguientes consideraciones:
1. Desde el punto de vista conceptual es necesario asumir que vamos a tener que lidiar con
problemas a la hora de escribir, y que todo texto académico es el resultado de un arduo
proceso de composición. Esto es, no suele ser fruto de un momento de inspiración, ni surge
de una vez con desenvuelta pluma, sino que, al contrario, cobra forma a lo largo del tiempo,
con fatiga y trabajo, lentamente, tras atravesar numerosos estadios y fases de elaboración, en
las que el autor reflexiona, lee, escribe, revisa, corrige…
2. Desde el punto de vista actitudinal debemos asumir nuestras propias limitaciones, así como
las dificultades aparejadas a nuestra inexperiencia en el campo de la escritura, procurando
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controlar nuestra ansiedad y asumiendo que lo que nos ocurre es normal dada nuestra edad
o corta trayectoria.
3. Desde el punto de vista procedimental, resulta fundamental avanzar en el conocimiento de
las estrategias que ya conocemos para gestionar la complejidad del proceso de escritura. Hay
que aprender, por tanto, a regularlo mediante la revisión constante del texto a la luz de los
objetivos, de la representación imaginaria del hipotético receptor, etc.
Este es un nuevo tipo de conocimiento que debemos adquirir para enfrentarnos con
garantías al proceso de escritura académica, y que habremos de añadir, por consiguiente, a nuestros
conocimientos generales sobre el tema y sobre la lengua para convertirnos en escritores expertos.
c. Otros textos y el propio texto ya producido
Resulta también fundamental atender a los textos anteriormente producidos sobre el tema para
establecer una relación dialógica entre nuestra creación y los testimonios que conforman aquella
tradición académica a la que se adscribe. Esto implica erigirnos en autores de nuestro propio texto y
reconocer, al tiempo, a otros autores en los textos con los que deseamos interactuar.
Dar este paso resulta complicado cuando uno se inicia en la escritura académica porque apela a
nuestra identidad. Y es que desde el punto de vista psicológico, la escritura de un texto científico de
envergadura trae consigo un cambio crucial: el de nuestra propia imagen delante de los otros.
Desde el punto de vista discursivo, se trata de posicionarse en la disciplina de forma diferente,
pasar de lector a autor, de consumidor a productor de conocimiento. Esto exige tanto entrar en
diálogo con otros autores (mediante la revisión crítica de la bibliografía y su adecuada citación y
ponderación), como desarrollar una voz propia, algo extraordinariamente difícil de lograr.
Entonces, ¿cómo superar las dificultades a las que nos enfrentamos cuando nos disponemos a
escribir un texto académico? Para ello existen ciertas técnicas y procedimientos, útiles y necesarios,
que permiten gestionar y regular de forma eficaz el propio proceso de producción. De todo ello
daremos cuenta a lo largo del curso.
4. Algunas tipologías de texto académico
Antes de concluir el tema y a modo de ejemplo, no obstante, os ofrecemos una breve
descripción de algunas de las tipologías más frecuentes de texto académico, que quizás se
correspondan con la tarea que debáis emprender en próximas fechas.
En el ámbito estrictamente universitario, existen tres tipologías textuales que es necesario cultivar
para superar distintas fases del aprendizaje. Cada una de ellas cierra una etapa formativa al tiempo
que acredita, a efectos curriculares, los conocimientos requeridos para alcanzar, respectivamente, los
títulos de grado, maestría y doctorado. Son las siguientes:
a. Trabajo fin de grado (TFG)
Es obligatorio para concluir los estudios universitarios de grado, aunque no existe todavía una
norma común. Suele tratarse de un trabajo realizado sobre fuentes bibliográficas cuyo objetivo no es
tanto avanzar en el conocimiento, sino mostrar el dominio de un tema a partir de la asimilación de
aportaciones ajenas.
Para que un TFG sea realizado con éxito, el alumno debe acreditar por medio del mismo que
sabe: acotar adecuadamente un tema de estudio, abordarlo desde una perspectiva crítica y madura,
obtener y asimilar la bibliografía necesaria para el conocimiento del mismo, citar correctamente las
fuentes utilizadas conforme a las convenciones de la escritura académica, diferenciar su propia voz de
la de otros autores, crear un texto bien escrito, estructurado y cohesionado procediendo a la
separación en partes y empleando tanto los conectores lingüísticos como el metadiscurso.
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b. Trabajo fin de máster (TFM)
Es un trabajo obligatorio para la maestría que supone un primer acercamiento a la investigación.
Al realizarlo, se obtiene el diploma que acredita la capacitación para la investigación. Es la puerta del
postgrado y en muchas ocasiones representa una aproximación al tema de una futura tesis doctoral.
En un trabajo fin de máster se exige al alumno, además de los requisitos anteriormente señalados
para el TFG, que muestre competencia en la obtención y tratamiento crítico de fuentes (ya no solo
bibliográficas, sino también fuentes primarias, como textos literarios, documentos históricos, series
de datos, etc.), que asuma conscientemente los presupuestos y metodología de un determinado
paradigma o escuela a la hora de abordar su objeto de estudio, que sepa justificar debidamente esa
elección en función del objeto de estudio y del entorno académico en que se mueve, que sepa
incorporar su trabajo a la tradición académica a la que se adscriba y, finalmente, que aporte alguna
novedad al asunto abordado, bien con la presentación de nuevos datos, bien mediante el tratamiento
original de datos ya conocidos (aplicando un nuevo enfoque, por ejemplo).
c. Tesis doctoral
Es la cumbre del proceso formativo de todo investigador. El título de doctor abre la puerta de la
carrera académica y trae consigo el reconocimiento de la plena madurez del investigador.
Junto a las características señaladas para las dos tipologías anteriores, podemos añadir que una
tesis doctoral es un trabajo muy voluminoso, de una extensión notable, para cuya elaboración son
necesarios varios años de trabajo. Su fin último es alcanzar un avance importante en el conocimiento
de un tema determinado, de modo que para lograr la excelencia en una tesis doctoral es
imprescindible la originalidad del planteamiento y la novedad de las conclusiones. Por ello, resulta
ahora crucial el dominio integral de toda la bibliografía al respecto, la presentación de fuentes
inéditas o poco conocidas, y el empleo de los métodos científicos más avanzados y rigurosos para el
tratamiento de las mismas. Ahora más que nunca, se hace cierta esa imagen de mirar más allá alzados
sobre los hombros de quienes nos precedieron.
Por su parte, en el ámbito propiamente científico podemos destacar, entre otras, las siguientes
tipologías:
d. Monografía
Es un documento que aborda de manera analítica y crítica un tema en particular empleando para
ello diversas fuentes compiladas y procesadas por un autor u autores. Estos estudios, extensos en
muchas ocasiones, permiten evaluar la capacidad del autor para desarrollar una investigación
científica de modo independiente, pues al realizar una monografía, entre otros saberes, se aprende a:
delimitar un problema, descubrir y reunir información adecuada a través de fuentes diversas,
clasificar los materiales, establecer contacto con personalidades e instituciones, ejercitar el espíritu
crítico y, finalmente, comunicar los resultados por escrito.
Una monografía se considera científica si cumple las siguientes pautas: trata un objeto de estudio
(el tema) de manera que sea reconocible para los demás, dice cosas sobre ese objeto que no se han
dicho antes o lo analiza desde una óptica novedosa, resulta útil para los demás y, finalmente,
proporciona elementos que permitan confirmar o refutar las hipótesis que presenta, de manera tal
que otros autores puedan continuar el trabajo en el futuro o ponerlo en tela de juicio.
e. Artículo de investigación
Es un texto escrito que informa por primera vez de los resultados de una investigación y que es
redactado y publicado siguiendo unas normas muy concretas aceptadas por la comunidad científica
internacional, cuyo uso asegura la comunicación efectiva de la información en todo el mundo. Según
la UNESCO, la finalidad principal de un artículo científico es comunicar los resultados de
investigaciones, ideas y debates de una manera clara, concisa y fidedigna.
Un artículo de investigación debe reunir las siguientes características: ser consecuencia de una
investigación cuyos resultados se difunden, ser original y aportar algo novedoso al campo científico al
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que se dedica, presentar una estructura adecuada a esta tipología y ajustarse a las normas de
publicación de la revista donde va a ver la luz.
f. Reseña
Es una evaluación o crítica constructiva, la cual puede ser positiva o negativa dependiendo del
criterio de quien la realice. Si bien una reseña puede dar cuenta de muchos tipos de creaciones, en el
ámbito de la literatura científica una reseña consiste en el análisis de una obra con el fin de dar
cuenta de su relevancia para el mundo académico en un determinado momento. En su contenido
debe recoger la interpretación y evaluación crítica de quien la realiza con intención de evitar sesgos
de carácter personal.
En ocasiones, puede tratarse de una revisión por pares, mediante la cual los científicos revisan y
evalúan el trabajo que sus colegas han presentado para ser publicado en alguna editorial académica.
En otros, por su parte, la reseña sirve para presentar una publicación reciente al mundo académico
desde las páginas de una revista especializada.
Una reseña debe organizarse siguiendo una estructura argumentativa, lo que implica comenzar
con la presentación del objeto que se comenta y con su ubicación en la tradición académica,
proseguir con una toma de posición personal frente al texto que se justifica mediante argumentos u
opiniones introducidos al paso de la descripción pormenorizada del contenido, y cerrarse resaltando,
a modo de síntesis, los aspectos más relevantes del trabajo al tiempo que se efectúa una valoración
final del mismo a partir de los aspectos concretos señalados con anterioridad.
La reseña es, en conclusión, un escrito breve que trata de dar una visión panorámica y a la vez
crítica sobre un texto, extrayendo lo esencial del contenido, reflejando la interpretación y evaluación
crítica de quien la realiza y ofreciendo una opinión justificada sobre su valor que resulte útil a la
comunidad científica.
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