Quédate conmigo... (Spanish Edition)

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QUÉDATECONMIGO…
AnnaGarcía
Título:Quédateconmigo…
©2015AnnaGarcía
PrimeraEdición:Diciembre2015
ISBN-13:978-1519350701
ISBN-10:1519350708
Licencia:Todoslosderechosreservados
DiseñodeportadaCésarGil
Queda prohibido reproducir el contenido de este texto, total o
parcialmente, por cualquier medio analógico y digital, sin permiso
expresodelaautoraconlaLeydeDerechosdeAutor.
Los personajes, eventos y sucesos presentados en esta obra son
ficticios.Cualquiersemejanzaconpersonasvivasodesaparecidasespura
coincidencia.
INDICE
1.Kate
2.Jack
3.Nathan
4.Maddie
5.Kate
6.Dr.Monroe
7.Nathan
8.Maddie
9.Jack
10.Kate
11.Nathan
12.Dr.Monroe
13.Maddie
14.Jack
15.Kate
16.Dr.Monroe
17.Nathan
18.Jack
19.Maddie
20.Dr.Monroe
21.Kate
22.Nathan
23.Jack
24.Maddie
25.Kate
26.Nathan
27.Dr.Monroe
28.Maddie
29.Jack
30.Kate
31.Maddie
32.Nathan
33.Jack
34.Dr.Monroe
35.Kate
36.Nathan
37.Maddie
38.Dr.Monroe
39.Nathan
40.Jack
41.Kate
42.Maddie
43.Jack
44.Dr.Monroe
45.Nathan
46.Kate
47.Maddie
48.Cody
Epílogo
Agradecimientos
"Paramissuperhéroesfavoritos"
CAPÍTULO1
Kate
—Cariño,ereslasiguiente.
—Gracias,Bobby.
Me miro en el espejo para darme los últimos retoques al
maquillaje.Lasbolsasdedebajodelosojossesiguennotandodemasiado,
así que vuelvo a ponerme algo más de crema y maquillaje anti-ojeras.
Miroelresultadoyresoploresignada.
—Aestashoras,noestoyparamilagros…
—Estásfantástica,tonta.
—Tú que me miras con ojos de amiga incondicional, Pipper…
Estasojerasnolasdisimuloniconunkilodepintura,asíqueasísequeda.
Mesubolacremalleradelasbotas,mecolocobienlaminifalday
miroquelacamisaenseñelojusto,almenosdemomento.Ahorametoca
elnumeritodelacolegiala…¡porDios,cómoloodio!Peroalosclientes
quevienenlesencanta,asíqueaquíestoy,con25años,haciéndomepasar
porunaadolescenteconuniformequedeinocentetienelomismoquede
monja.
—Venga,queeselúltimobailedelanoche—meanimadenuevo
Pipper—.Yestástremenda.
—¿Hamejoradoalgoelpúblicodehoy?—lepregunto.
—Sientodesilusionarte,perono—contestahaciendounamuecade
ascoconlaboca—.Losviejossalidoshabituales,ungrupodeejecutivos,
unpardeborrachosqueestánaunpasodequeKlauslosmandeatomarel
aire,yunadespedidadesoltero.
—¿Qué esperáis? —nos dice Bobby, que aparece de nuevo en la
sala para avisarme de que salga al escenario—. ¿Que vengan Channing
TatumysuscolegasdeMagicMikeaverelespectáculo?
—Bobby,sonlascuatrodelamadrugada,llevodesdelassietede
la mañana en pie, he servido cafés durante ocho horas y llevo cuatro
bailandoparaunmontóndebabosossubidaenestostacones...Yasícinco
días a la semana —le digo resignada—. Creo yo que ya me voy
mereciendo un cliente para el que me apetezca bailar y no solo por las
propinas.
—Venga,preciosa—diceélmientrasmeacompañaalasalidadel
escenario—. Arrímate a los ejecutivos que son de los que dan buenas
propinas.
—Gracias,Bobby—digodándoleunbeso.
Sin Bobby no sabríamos qué hacer. No es exactamente el dueño,
porqueaesenuncalevemos,sinoelencargado,ysiempreestádisponible
para nosotras. Es, como decimos Pipper y yo, un “amigo/padre” y, en
muchasocasiones,nuestropañodelágrimas.
Trasoírcomoanuncianminúmeroporlosaltavocesdellocal,las
notas de la canción Naughty Girl de Beyoncé empiezan a sonar. Respiro
hondo.LaverdaderaKatedejapasoalaKatebailarinadestriptease.
Salgo al escenario caminando lentamente, mordiéndome el labio
inferior mientras una mano juega inocentemente con un mechón de mi
pelo.Todosloshombresmemirandeformalascivayalgunoyatienela
mandíbula desencajada cuando una de mis piernas se enrosca
sensualmente en la barra del centro del escenario. Juego con la barra
durante un buen rato, subiendo por ella y colgándome boca abajo,
agarrada por las piernas, mientras me deslizo suavemente hacia abajo.
Luego, una vez en el suelo, camino de rodillas, como si fuera un felino
acechando a su presa. Una vez en el borde del escenario, me quedo de
rodillasmientrasmequitolacamisaymecontoneosensualmentealritmo
delacanción.Muevomicabezaaunladoyaotroyhagoquemipelose
balanceehastaquemequitolafalda,quedándomeenropainterior.
Aunque parte de mi número consiste en mirar a la gente del
público,insinuartantoconelcuerpocomoconlamirada,muchasveces
meolvidoycierrolosojos.Cuandosalgoalescenariointentodisfrutarlo
máximoposibledemipasión,laúnicarazónporlaquesigoaguantando
estetrabajo,apartedeporquelasgenerosaspropinasmeayudanapagar
las facturas, bailar. Esta vez no es diferente. Procuro disfrutar de la
canción, pensar que bailo para mí sola, delante del espejo de mi
habitación.Omejoraún,queestoybailandodanzaclásicaenunteatrode
Broadway.
Eseeraelsueñodemividaybailéenunparderepresentaciones,
perolascircunstanciasdelavidameapartarondelosescenariosdurante
untiempo,ycuandovolvínoteníanilaedadnilaagilidadnecesaria.Tiré
latoallaydejédepresentarmeapruebasyaudiciones,encontrétrabajode
camarera en una cafetería del SoHo y meses después, viendo que servir
cafésdurante8horasnoerasuficienteparapagarlasfacturas,mebusqué
esteotrotrabajo.Noeseltipodebailequeyosoñabahacerencimadeun
escenario,peroalmenosestábienpagado,yKlaushacequelosclientes
cumplanarajatablalanorma“semiraperonosetoca”.
Cuando acaba la canción, me incorporo, recojo mi ropa y los
billetes que han ido cayendo alrededor mío. Justo en ese momento, un
chico de los del grupo de la despedida de soltero se levanta y llama mi
atenciónconunfajodebilletesenlamano.
—Eh, tú, preciosa —dice acercándose al borde del escenario—.
Ven,acércate.
Interpretandoaregañadientesmipapel,meacercosonriendoyme
agachounpoco.
—¿Vesesedeahí?—balbuceabastantebebido,señalandoauntío
disfrazadodegorila—.Pueseldomingoquevienesecasa.
—Pues dale la enhorabuena de mi parte a la mona Chita —digo
girándome.
—Espera,espera.—Mecogedelbrazoparadetenermeymegiro,
zafándomeconrapidezdesuagarre—.¿Quéteparecesitedoytodoeste
dineroylehacesunfavorcito?
—Lo siento pero esto es un club de striptease, no un prostíbulo.
Además,lazoofilianoeslomío.
—¡Eh,zorra!—Estavezmeagarraconmásfuerzaycasimehace
caerdelescenario.
Klausaparecealinstanteymeloquitadeencimacogiéndoledelos
hombros. Enseguida invita amablemente a todo el grupo a abandonar el
localyyomedirijoaloscamerinospara,porfin,darporfinalizadami
agotadora jornada de trabajo. A lo mejor estas cosas deberían afectarme
más,peropordesgracia,esunaconstanteyempiezoaestaracostumbrada.
Parece ser que muchos hombres no tienen clara la diferencia entre las
palabrasbailarinayprostituta.Asíqueestonoesalgoaisladoyalmenos
unavezalasemana,algunadenosotrastienequepasarporello.
Yaenelcamerino,juntotodoslosbilletes,losatoenunagomay
los meto en mi bolso. Esta noche no se ha dado mal, algo más de 75
dólares.Medesmaquilloymecambioderopamientrascharlounratocon
Pipper,quemehaesperadoparairhastalaparadademetrojuntas.
—¿Mañanaigual?—mepregunta.
—Ajá—contestocondesgana—.Nolibrohastapasadomañana.
—Sisiguesaesteritmo,algúndíatedaráalgo.
—Lonecesito,Pipper…—digocolgándomeelbolsoalhombro.
—Losé,peroKate,deberíasvolveraprobar—dicemientrasnos
encaminamosalasalidadelclub—.Erasbuena,muybuena.Adiós,Klaus.
—Adiós, Klaus. Gracias por lo de antes —digo besándole en la
mejilla.
—A sus pies, señoras —responde haciéndonos una reverencia,
gestoqueenuntíonegro,conunosbrazoscomomisdospiernasjuntasy
casi2metrosdealtura,resultabastantecómico.
Caminamos unos metros más, riendo por el gesto, y retomamos
nuestra conversación mientras nos dirigimos a la estación de metro,
dondehabitualmentenosseparamosporquecogemoslíneasdiferentes,yo
haciaelVillageyellahaciaTribeca.
—Pipper, las chicas que se presentan a las pruebas tienen, como
poco,cincoañosmenosqueyoyeldobledecurrículum.Semepasóla
oportunidad. Ahora solo me queda esperar a que me toque la lotería —
prosigoconeltemadeconversacióndeantes.
—O puedes esperar a que tu príncipe azul aparezca. ¿Cómo tenía
queserél?Mitadpríncipeazul,mitadhéroeestiloMarine.¿Eraeso?
—Exacto—contestoriendo—.Yavesquesoydefácilcontentar…
Asímeva,quesigoesperando.
—Nodesesperes.QuizáparabailarenBroadwaysíquehayaedad,
peroCupidonoentiendedeesascosas,asíqueesperaremosloquehaga
falta.
—¡Bien dicho! Pero que no se haga de rogar demasiado, por
Dios… —digo mirando al cielo y cruzando los dedos, haciendo reír a
Pipper.
Nosdespedimosenlaestaciónycadaunasedirigehaciasuandén.
Camino casi arrastrando los pies y en cuanto llega el metro y entro, me
dejocaerenunodelosasientos.Aestashoras,elvagónestácasivacío,a
excepcióndeunviejodurmiendoalprincipiodelvagón,yuntíoleyendo
unlibrounosasientosmásallá,asíquedecidoestirarlospiesocupandoel
asientodedelanteygirolacabezahacíalaventana.Cuandoentramosenel
túnelveomireflejoenlaventana.Lasexybailarinasehaesfumadoyla
Katerealharesurgidodelascenizas.Conelpeloatadoenunacoleta,sin
maquillaje, con unos vaqueros y unas simple camiseta. Si alguno de los
clientesquehanvenidoestanochemevieranahora,pasaríandelargosin
darsecuentadequesoylamismachicaquehaceunashorasloshapuesto
cachondosvestidadecolegiala.
Sonrío ante mi pensamiento y miro hacia el otro lado del vagón,
justoantesdellegaralasiguienteestación,ymefijoenelotropasajero
consciente del vagón, el lector empedernido. Está sentado de espaldas a
mí,asíquenopuedoverleconclaridad.Soloséquellevaunagorrayuna
chaqueta tipo militar. Imagino que debe de venir de trabajar, aunque no
veo que lleve ninguna mochila o maleta, solo el libro. Qué horas más
rarasparaleerunlibro…
Enesemomento,elmetroseparaylaspuertasdelvagónseabren.
Ungrupodetíosborrachosentranhablandoagritosyriendo.Laspuertas
sevuelvenacerraryelconvoyprosiguelamarcha.Lostíosempiezana
eructar y reírse como simples neandertales y me giro para mirarles de
reojo.Justoentonces,unodeellosmemiraynosreconocemosalinstante.
Es el capullo que me ha querido liar antes en el club con su amigo el
gorila.
—Joder, fantástico —susurro para mí misma—. Pues este sí que
mehareconocido...
—¡Hombre! ¡Mirad a quién tenemos aquí, chicos! —dice
acercándoseamíytrayendoconsigoalosdosamigosqueleacompañan.
—Veo que los de la protectora de animales se han llevado a tu
amigo —comento mientras los tres se sientan a mi alrededor,
obligándomeaquitarlaspiernasdelasientodedelante.
—¡Jajaja! Sí, ahora quedamos los hombres de verdad. Este es mi
amigoChuck,esteesMikeyyosoyelhombredetuvida.—Mecogela
mano para besármela e incluso a esta distancia me llega el hedor de su
aliento,queapestaaalcoholquedagusto.
—Elhombredemivida,ya.Puesmiraquelodudo...
—Ahora en serio —dice acercándose más y poniendo su brazo
encimademishombros—.Subomioferta.Yanoteofrezcoamiamigo
Terry…
—Elsimio—lecorto.
—Elmismo—contesta—.Sinoqueloqueteofrezcoesesto.
Le miro mientras señala su cara, provocando que mi boca se
debataindecisaentreformarunasonrisadecircunstanciasounamuecade
asco.
—Ahora en serio —digo quitando su brazo de mis hombros—,
hombredemivida,paso.
—Eso lo dices porque no has probado la mercancía —dice
acercandosucaraalamíamientrasyoretrocedohastaquemicabezatoca
conelcristaldelaventana,mientrassusdosamigossepartendelarisa,
manteniendolaverticalidadaduraspenas.
Coloca la mano en mi pierna mientras sus dedos me tocan el
interior de los muslos. La aparto varias veces pero él insiste una y otra
vez.Suotramanointentacogermicaraparaatraerlahacialasuyayenun
actoreflejo,ledoyuntortazo.Laexpresióndesucaracambiaalinstante
mientras se toca la mejilla. Aprieta los labios con fuerza mientras los
agujeros de la nariz se le agrandan y los ojos parece que se le vayan a
salir de las órbitas. Levanta la mano para devolverme el golpe y me
encojoenelasientodeformainconsciente,cuandoderepenteunamanole
agarradelhombroylelanzaalosasientosdealladoconfuerza.
—¡Pero serás hijo de puta! —grita él mientras los otros dos se
quedanquietossinsaberquéhacer.
Reconozcoamisalvadorcomoelhombredelagorra,ellector,y
le doy las gracias mentalmente sin perder de vista a los otros dos
especímenesquetengodelante.
—Eh,gilipollas,estoesalgoentrelarubiayyo—diceelpesado,
levantándosedenuevoyagarrándoledelassolapasdelachaqueta.
El chico se zafa de su agarre y lo lanza hacia un lado de un
puñetazoquelehacesangrarporlanariz.Miraalosotrosdosque,como
sipillaranlaindirectamuda,selevantandelasientoycorrenalladodesu
amigo, intentando acercarse lo menos posible de mi salvador. En ese
momento llegamos a la siguiente estación. Nadie abre las puertas para
entrar, así que el chico se dirige a ellos, coge al capullo del jersey y lo
arrastra como si fuera un pelele ante la mirada asustada de sus amigos.
Aprietaelbotóndeaperturadelaspuertasylelanzaalandén.Unavezque
seaseguradequenotieneelvalorsuficienteparavolveraentrar,miraa
sus dos amigos que, como pasó antes, le obedecen al instante y saltan
fueradelvagón.Yoobservotodalaescenadesdemiasiento,conlosojos
comoplatosy,porquénoconfesarlo,unasonrisaenloslabios.
Sequedaenlapuertainclusocuandoelpitidodelcierredepuertas
suena y solo se mueve cuando el vagón se vuelve a poner en marcha.
Entonces,comosinohubierapasadonada,sedirigeasuasiento,cogeel
libroysigueleyendo.Sinmás,sinmirarme,sinpreguntarmecómoestoy,
sinabrirlabocaparanada.
Mequedounratosinsaberquéhacer,sentadaenmiasientoconla
boca abierta y agarrada a mi bolso como si fuera un escudo protector,
mientraspaseomisojosentreélylapuerta.
Cuandoentramoseneltúnel,elruidodelasruedasdelvagóncon
lasvíasmedevuelvealarealidadytragosaliva.
Deberíalevantarmeydarlelasgracias,¿no?Aunqueéltampocose
hamolestadoenpreguntarsiestababien...Saltaalavistaqueestoyentera
ylosquesehanllevadolapeorpartehansidoellos...Peroesqueesun
poco rarito, ¿no? Ahí solo, leyendo, a estas horas… ¡Pero es de bien
nacidoselseragradecidos!Quéorgullosaestaríalaabuelasimehubiera
oídodeciresoenvozalta...
Escuchandolasvocesdemiconcienciaeintentandodecidircuálde
ellasteníamásrazón,oigoqueanuncianmiestaciónporlamegafonía.Me
levanto,caminandocontimidez,ypasoalladodemihéroesinatreverme
amirarle.
¿Peroquénaricesestoyhaciendo?
Dejo ir un sonoro suspiro, quedándome inmóvil en el sitio. Giro
sobrelostalonesylemirodirectamente.Élmantienelacabezaagachada,
leyendoellibroquetieneenlasmanos,muyconcentrado.Laviseradesu
gorraletapatotalmentelacara,asíqueaúnnohesidocapazdeverlecon
claridad.
—Esto…Noquierointerrumpirtulecturanimolestarte…
El convoy empieza a frenar al llegar a la estación. Miro hacia el
exterior por las ventanas y me vuelvo de nuevo hacia él, que sigue sin
levantarlavistadellibro.PorDios,oesunlibrobuenísimo,oessordo
perdido,opasademí.Peromedaigualquenomehagacaso,einclusosi
nomemira,yoledarélasgraciasyasímiconciencia(ylasvocesdemi
cabeza)sequedarántranquilas.
—Solo quiero darte las gracias por lo de antes… Has sido muy
amable.
Frunzoelceñoalverqueélnisiquieramehamiradoy,nicortani
perezosa, me agacho para comprobar que sigue despierto y no está
durmiendo. Me quedo casi en cuclillas en medio del pasillo y entonces
giralacabezahaciamí.
Nuestras miradas se encuentran por primera vez y me quedo
hipnotizada al instante. Durante unos segundos pierdo la noción del
tiempohastaelpuntodenodarmecuentadequeelconvoyllevaunrato
detenido en mi estación. Solo en el momento en que oigo el pitido
anunciando el cierre de puertas, consigo reaccionar. Salgo corriendo y
doyunsaltohaciaelandéncuandolaspuertasyaseestabancerrando.Mi
agilidad me permite que caiga con los dos pies en el suelo y me evita
hacer uno de los ridículos más espantosos de mi vida. El vagón sigue
detenido durante unos segundos, seguramente porque el conductor tiene
que estar descojonándose de la risa al verme hacer semejante acrobacia,
así que no me atrevo a darme la vuelta. Simplemente me levanto y me
dirijoalasalida.
Decaminoacasanoparodepensarenlosucedido.Cuandoabrola
puertaymeencuentroconRosesentadaenelsofá,debodeseguirconla
mismacara,porqueenseguidasedacuentadequealgohapasado.
—¿Quétepasa?—mepreguntasindilación.
—¿Por?—contestointentandodisimular.
—Porquevienescomoacalorada…Estásrojacomountomate.Ya
sabesquenohacefaltaquevengascorriendo,queyomequedoconCody
eltiempoquehagafalta.
—Lo sé, Rose —digo abrazándola—. No sé qué haría sin ti…
¿Cómosehaportadohoy?
—Muy bien, como siempre. Pero creo que algo le preocupa
porqueestabamuycalladoysehaidoprontoasuhabitacióndespuésde
cenar, sin ver la televisión siquiera… Y se ha tirado un buen rato
escuchandomúsicaconelcacharroeseenlasorejas…
—Gracias,Rose.Mañanacuandolellevealcolegiolepreguntaré.
—Vale,yahora,¿quétepasaparaquevengasconesoscalores?
Leexplicotodalahistoriaysoloabrelabocaalfinal.
—¿Ydicesqueestabaaprovechableesechico?
—Yonohedichonadadeeso.
—Bueno, algo tenía que tener para dejarte en este estado de
catarsis…
—Sí, bueno, no le pude ver bien del todo... pero tenía unos ojos
muy bonitos —confieso—. De todos modos, da igual, no creo que le
vuelvaaver,ysilohago,mehademostradoquenotienemuchaintención
deentablarunaconversaciónconmigo.
—Bueno,notecierrespuertas…—dicesonriéndomepícara—.Me
voyacasa.¿Mañanaigual?
—Sí,mañanaigualquehoy.
—Tendríasquetomartelascosasconmáscalma,cariño.
—Lo sé. Pero también sé que tengo que pagar las facturas, sin
mucha calma. Y además está Cody… Quiere ir de campamentos con el
colegioynopuedodecirlequeno.
—Telorepito.PuedoayudarteKate…
—¡Nihablar!Yahacessuficientequedándoteconélporlasnoches
ysincobrarmenadaporello.Yamesientoendeudacontigo.Lohemos
habladomuchasvecesylarespuestasiguesiendono.
—Vale, vale… Hasta mañana, cielo —sonríe y me da un gran
abrazoantesdesalirporlapuertaydejarmesola.
Roseescomomiángeldelaguarda.Comohadiceella:“unángel
de la guarda algo viejo, afroamericano y rechoncho”. Ella es la que
recoge a Cody en el colegio y la que se queda con él cuando yo estoy
trabajando,quepordesgraciaescasitodoeldía.Viveenelmismobloque
queyoycuidademídesdequememudéestandoembarazada,haceyamás
de seis años. Se ha convertido en alguien tan importante para mí, que la
consideropartedemifamilia.Dehecho,laveomuchomásaellaqueami
propiopadre.
MedirijoalahabitacióndeCodyymesientoasuladoenlacama.
Acariciosupelorubioyunasonrisasemedibujaenlacara.Noimporta
lo cansada que llegue, él siempre consigue hacerme sentir mejor, aún
estandodormido.
—¿Mamá?
—Shhhh…Sí,soyyo.Duermecariño.Noqueríadespertarte.
Entoncesmefijoenunpapelqueguardaconfuerzaensumanoy
suspiro resignada. Cuando se vuelve a dormir, con cuidado para no
despertarle, se lo quito de las manos sabiendo perfectamente de qué se
trata porque a mí me hacía lo mismo cuando era pequeña. Esta es la
manera que tiene mi padre de comunicarse con nosotros. Se las arregla
paradejarnospapelitosconmensajesendiferentessitioscomoelfelpudo
delaentrada,lamacetadelavecinaolapapeleradedelantedecasa.Lo
hacíaconmigocuandoerapequeñayahoralohaceconsunieto.Codyse
ha acostumbrado a mirar cada día en esos sitios por si su abuelo da
señales de vida. Es agente del FBI y trabaja encubierto, así que para no
ponerenpeligroniasustapaderasnianosotros,nopuedetenerningún
tipodecontactorealconsufamilia.Esefueelmotivoporelquemimadre
seseparódeélensudía,cansadadeestarcasadaconunfantasma,como
elladecía.
“Noosolvido.Osquiero”
CAPÍTULO2
Jack
—¡Vamosjoder,vamos!¡Putamáquinademierda!—digomientras
laemprendoagolpescontraella.
Sigodándolehastaquealgoparecidoaunlíquidomarrónempieza
agoteardentrodelataza.Resoploduranteloquemepareceunaeternidad,
hasta que mi paciencia se agota, y apago la máquina cuando mi vaso
contieneunsolodedodellíquidoquedeberíasercaféperoquenitieneel
color,nihuelecomocaféydefinitivamente…
—¡Ah!¡Joder!¡Quéasco!¡¿Estoquécoñoes?!
No,definitivamentenosabeacafé.Tirolatazaalfregadero,para
quehagacompañíaalrestodelavajillaquellevaallícomodossemanas,
y me enciendo un cigarrillo justo en el momento en que llaman a mi
puerta.
Giro sobre mis talones y miro sorprendido el reloj. Son solo las
nueve de la mañana. Es temprano. Se supone que Viktor no me viene a
recogerhastalasnueveymedia.Enunactoreflejo,llevolamanoderecha
amiespaldayagarrolaculatademipistola,queasomaporlacinturilla
delpantalón,mientrasmedirijoalapuerta.
—¿Quiénes?
—¡Hola! —contesta una voz femenina que no reconozco—. Soy
Maddie,sunuevavecina.
Frunzoelceñoypongounojoenlamirilla.Unamujerpelirroja
está al otro lado de la puerta y empieza a mover la mano saludando
cuandosedacuentadequelaestoymirando.
—Perfecto—susurroparamímismo—.Silapelirrojallegaaser
unmatónconasuntospendientesconmigo,ahoramismotendríanomenos
dediezagujerosportodoelcuerpo.
Suspiro resignado por mi falta de concentración y precaución,
debido seguro a la falta de cafeína, y abro la puerta sin apartar aún la
manodemi9mm.
—Hola—mesaludadenuevoconunasonrisaenlacaraquesele
vadifuminandoconformememiradearribaaabajo.
Sigosumiradaymemiroporprimeravezentodoeldía.Vale,no
hepuestomuchodemiparteparaqueesasonrisapreciosasemantuviera
ensucarapormuchotiempo.Llevounacamisetablancademangacorta
con varias manchas, entre ellas restos del sucedáneo de café, y unos
vaqueros azules muy desgastados igual de sucios. Completo el modelito
con una barba de varios días y el pelo bastante despeinado. Vamos, soy
todounpartidazodignodeadmirar.
—¿Quería usted algo o es solo una inspección? —le pregunto
haciendogalademisencantaosinnatos.
—Perdone—contestasaliendodesuestupor—.Comoledecía,soy
Maddie,sunuevavecina.Memudéayerymeacabodedarcuentadeque
el fregadero pierde algo de agua… He llamado al casero pero dice que
hastaestatardenopuedevenir.Tengoquesaliratrabajarynopuedodejar
que vaya goteando agua porque entonces al volver tendré que entrar en
casaanado…
Micaravacambiandoconformesiguehablandosinparar.Levanto
lascejassorprendido,intentandoasimilartodalainformaciónquemeva
dandomientrasmicabezaintentaaveriguarelmotivorealdesuvisita.
—Mi marido, bueno, mi ex marido solía hacer este tipo de cosas
pero no creo que sea muy difícil porque él no es que fuera demasiado
mañoso.Supongoqueserásolocuestióndeapretarunatuercaoalgopor
elestilopero…
—Maddie… Disculpe —la interrumpo al final—. Es que tengo
algo de prisa… ¿Podría darme alguna pista más concreta acerca del
motivodesuvisita?Sintantosdetalles,sipuedeser…
—Oh,perdone,esquecuandomepongonerviosahablosinparar
—dice sonrojándose mientras agacha la cabeza y se coloca algunos
mechonesdepelodetrásdelaoreja—.Queríasabersiseríatanamablede
prestarmeunaherramientadeesasquesirvenparaarreglarestascosas.
Cuando levanta la vista para mirarme de nuevo, sigue aún algo
roja.Melaquedomirandoduranteunossegundos,fijándomeenalgunos
detalles como las pecas que se le marcan en el puente de la nariz, las
arrugas al lado de los ojos o ese labio inferior que se muerde con
nerviosismo. Realmente es una mujer preciosa, aunque a simple vista
parece vulnerable y, sobre todo, muy transparente. Sin esforzarme
demasiado, he averiguado que es separada o divorciada, que acaba de
mudarse,quetrabajayquenoestámuypuestaencuantoaherramientasse
refiereperoqueestádecididaaponerleremedio.
—Eh…Sí—digoobligándomeareaccionar—.Pase,creoquepor
aquíteníalacajadeherramientas.
Me doy media vuelta, escondiendo antes la pistola debajo de la
camisetaydejoqueellacierrelapuertadetrásdesí.Medirijoalacocina
y me agacho frente a uno de los armarios del fregadero. Cuando
encuentro la caja y me incorporo, veo que ella mira alrededor con una
muecadeascodibujadaensucara.Supongoqueahoramismotieneque
estarpreguntándosequéclasedetíoguarrotieneporvecino…Platosde
dossemanasenelfregadero,unapiladeropasuciasepultandoelcubode
la colada, cajas de pizza vacías y latas de cerveza estrujadas por toda la
encimera…Yesoquenohavistoelrestodelapartamento.
—Siento el desorden… No paso mucho tiempo en casa… —me
sientoconlanecesidaddeexcusarmeynoséporqué—.Tenga,aquítiene
unallaveinglesa.
Cuandolacoge,lamiracomosifueralaprimeravezqueveuna,
asíquemeveoenlaobligacióndeexplicarlecómofunciona.
—Estaruedadeaquísirveparaagrandaresto…—observosucara
deasombroalverlapiezamoverseynopuedoevitarsonreír—.Esto…
tengo algo de tiempo antes de ir a trabajar. ¿Quiere que la acompañe un
momento a casa y mire cómo está la cosa? Puede que sean solo cinco
minutos…
—Pues si no le importa —dice iluminándose la cara—, se lo
agradeceríaenelalma.
—Claro, vamos. —Doy una última calada y sin pensarlo
demasiado,tirolacolillaaúnencendida,alfregadero.
—Acompáñeme —me responde con una mueca de asco, mirando
enladirecciónenlaquehacaídolacolilla.
Desdeluego,sinohacaídorendidaamispiespormipresencia,lo
hará por mis buenos modales… Me estoy luciendo… Dejo la pistola
disimuladamente debajo de unos trapos y la sigo hasta el interior de su
apartamentoque,aunqueestállenodecajas,estámuyordenadoylimpio.
—Esaquí—diceseñalandolastuberíasdedebajodelfregadero.
Me agacho y compruebo cómo, efectivamente, una de las juntas
estáhúmeda.
—Cadavezqueabroelgrifo,elaguaempiezaagotearporaquí—
señalaagachadajustoamilado,consucaraaescasoscentímetrosdela
mía.
¿Cómo lo hace? ¿Cómo consigue hechizarme hasta dejarme en
blanco?Elolordesupelomeinundaymeahoga,haciéndomeincapazde
articular palabra. La miro fijamente durante un rato, totalmente
descolocado.
—¿Hola?—Paseasumanopordelantedemisojosdevolviéndome
alarealidad.
—Perdone…
—Lepreguntabaquesiquierequeabraelgrifo.
—Sí,sí,claro.—Yalpocodehacerlo,elaguaempiezaacaerpor
unadelasjuntasdelatubería—.Cierreya.Elproblemaestáaquí.Espere
aquíunminutoquevoyabuscarunacosaamicasa.
Pocossegundosdespués,vuelvoasucocinaconunrollodecinta
deteflónenlasmanos.Meestirocabezaarribadentrodesufregadero,y
empiezo a desenroscar el trozo de tubería. Ella se agacha y mira con
curiosidadtodalaoperación.
—Voyaponercintadeteflónenestajuntayvolveremosaenroscar
el codo. Eso debería hacer el apaño, pero tarde o temprano tendrá que
cambiar esta tubería porque parece oxidada. Dígaselo a su casero —
comento mientras hago fuerza para enroscar todo de nuevo—. Abra el
grifoahora.
—¡Genial! Ya no cae nada. Es usted mi héroe —dice cuando se
agachaamirar.
—No es para tanto —digo limpiándome las manos contra el
pantalón.
—Ledebouna…—Vuelveahaceresegestomordiéndoseellabio
ypeinándoseelpeloconlosdedos.
—Deberíairme—contestoprecipitadamenteparahuirallíloantes
posible.
—Sí, yo también debería ponerme en marcha, porque empiezo a
trabajar en un rato —dice mirando nerviosa su reloj—. ¡Madre mía! En
veinte minutos debería estar abriendo la floristería y aún tengo que
cambiarmeyarreglarme.Menosmalquesoymipropiajefa…
Laobservomientrashablasinparar,justocomopasóantes.Ahora
sé que lo hace cuando se pone nerviosa. ¿Seré yo el motivo de su
nerviosismo?Realmente,meencantaríaserlo…
—Perdone,yaloestoyhaciendootravez.
—Sí… Bueno, nos iremos viendo —digo mientras salgo por la
puerta.
Cuando estoy a punto de entrar en mi apartamento de nuevo, ella
vuelveaaparecerporelpasilloy,sobresaltándome,mepregunta.
—¡Perdone!Nomehadichosunombre…
—Jack—contestosinpensar.
Al cerrar la puerta, golpeo mi cabeza repetidas veces contra ella.
Respiroprofundamentemientrasmiroalrededor,intentandodescifrarqué
acabadesuceder.EsapelirrojapodríatrabajarperfectamenteparalaCIA
porqueendiezminutoshaconseguidomandaralamierdaañosyañosde
experiencia como agente infiltrado. Acabo de romper varias reglas
inquebrantables,pormipropiaseguridadyporladelosdemientorno.
—¿Jack? ¿Acabas de darle a esa mujer tu verdadero nombre?
¿Cómopuedessertangilipollas?—digosindejardegolpearmelacabeza
contra la puerta—. ¿Y qué es eso de mirarla con cara de imbécil y
quedarteenblanco?
Enciendo un cigarrillo y me dirijo al baño. Después de mear, me
lavo las manos y me quedo un rato mirando mi reflejo en el espejo. La
verdad es que doy bastante asco… No sé ni cómo he podido siquiera
pensar en ser el motivo de su nerviosismo, o quizá sí lo soy, pero por
temoramí.
Apoyoelcigarrilloenlapicamientrasmelavolacara.Mesacola
camisetaybuscounalimpia.Alfinaldesistoybuscoentrelaropasuciala
que huela menos mal y tenga menos manchas. Me pongo la cazadora de
cueroencima,vuelvoaguardarlapistolaenmiespalda,cojoelteléfonoy
bajoalacalle.
ElcochedeViktoryaesperadelantedelportal,asíquesindemora,
salgoalexteriorjustocuandooigodenuevosuvozdetrásdemí.
—Quetengaunbuendía—diceconunagransonrisaenloslabios.
Mierda…Nodigasnadamás…Nomesonrías…Fingequenonos
conocemos…Mirohaciaotroladoyentroenelcoche.
—¡Davay!—lepidoaViktorquearranqueelcocheenmiperfecto
ruso.
Él obedece al instante y disimulando miro hacia la acera. Ella ha
empezadoacaminarcogiendoelasadesubolso.Tienequehaberpensado
que soy un capullo, pero no puedo permitir que la relacionen conmigo
porsupropiobien.Estetrabajonoentiendedeamistades,niderelaciones,
nidefamilia…Yahecometidoelerrordedecirlemiverdaderonombre,
datoquetansolosabenmissuperioresenelFBIylasdospersonasmás
importantesdemividareal:mihijayminieto.
Suspiroalacordarmedeellos.Intentoaferrarmeconfuerzaalos
cincoañosquevivíalladodemipequeña.Esoscincoañosenlosquefui
testigodesusrisas,susbesosysusabrazos.Testigodesualegríacuando
bailabaportodalacasaymepedíaquelalevantaracomoaunabailarina.
Fueron tiempos felices, sobre todo porque a la vez iba ascendiendo
rápidamente en el FBI, hasta que finalmente me ofrecieron trabajar de
encubierto.Eramisueño,paraloquellevabapreparándometodalavida,
pero yo no contaba con que eso era totalmente incompatible con una
familia. No podía ponerlas en peligro ya que mis nuevos “amigos” eran
gente peligrosa y si me descubrían, irían a por ellas sin pensárselo dos
veces.Asípues,pocoapocomefuialejandodemividaanterior:deJanet,
mimujerydeKate,miniñapreciosa.Variosañosdespués,Janetsecansó
de esperarme para cenar, se cansó de acostarse cada noche pensando si
estaríavivoomuerto,secansódetenerqueponermilesdeexcusasaKate
cuandollegabasucumpleañosyyonoestabaasulado…Básicamente,se
cansódeestarcasadaconunfantasma.Ylaverdadesquenolaculpo.
Nuncalesperdídeltodolapista.Dehecho,laúnicacondiciónque
puse a mis superiores en la agencia era que me mantuvieran informado
siempredesudirección.Nopodíaacercarmeaellas,peroqueríasaberde
su vida, así que empecé a dejarle notas a Kate. Notas a las que ella
contestabasiempre,contándomecómoleibaenelcolegio,olocontenta
queestabacuandoJanetlaapuntóalaescueladebaile,oloasustadaque
estabaalquedarseembarazadadeuncapullodelauniversidadqueladejó
tirada.Fueenesaépocacuandovolvíatenercontactofísicoconella.Fue
en el entierro de Janet, que murió después de nacer Cody, tras luchar
duranteañoscontraelcáncer.Asistíalentierroyaunquememantuveen
unsegundoplano,pudeveramihijasonreírmedenuevo,sosteniendoen
susbrazosaminieto.
Minieto…Cody…Nuncaleheabrazado,nuncamehavistoyno
he hablado jamás con él, excepto por las notas. ¿Habrá encontrado la
últimaqueledejéenlamacetadelaventanadelavecina?
Por ese mismo motivo, porque no quiero que nadie que me
importesalgaperjudicadodebidoamitrabajo,noquieroquerelacionena
Maddie conmigo. Espera Jack, ¿acabas de reconocer que la pelirroja te
importa? ¿Diez minutos a su lado y te ha calado hondo? Me remuevo
nervioso en el asiento negando esa posibilidad. ¿Por qué sino entonces
llevaríamásdemediahoraconsuimagenmetidaenlacabeza?
—¿Ty v poryadke? —Viktor me nota taciturno y me pregunta si
estoybien.
—Da, da —respondo intentando dejar atrás a Jack, el marido
fantasma,elpadreausente,elabueloinvisible,elvecinosucio,paradejar
pasoaIgor,manoderechadeKolyaKozlov,jefedelclandelosKozlov,
que controlan el tráfico ilegal de armas desde Rusia y principales
suministradoresdegruposterroristascomoAlQaeda.
Llegamosalalmacéndondeguardamoslamercancíayenseguida
nos cruzamos con varios miembros del clan. Nos saludan con mucho
respeto,perosobretodoconmiedo,sabiendoqueunpasoenfalsoporsu
parte,ynodudaréniunsegundoenmeterlesunabalaentrecejayceja.De
algún modo he tenido que ganarme la confianza de Kolya. Aquí dentro
estoy solo y me he tenido que ganar su confianza durante muchos años,
muchasvecesconmedidasdrásticas.
—¿Vsegotovo?—preguntoaunodelostiposdelinteriorsitodo
estálisto.
—Da.
Viktoryyocomprobamoslapartedeatrásdelafurgoneta,donde
hay diez cajas con diez kalashnikov cada una. En total, cien fusiles que
caerán en manos de una de las milicias de Al Qaeda y con la que
probablemente matarán a varios soldados estadounidenses. Ya no me
inmuto ante esa idea, he aprendido a vivir con ello, convenciéndome de
que las vidas que salvaremos cuando acabemos con esto, serán más
importantesquelosinocentesquehanmuertohastaahora.
Enestomeheconvertido.Enalguiencapazdematarasangrefría
a un compañero o de permitir que cientos de vidas de inocentes sean
sesgadasconlasarmasqueyomismoheproporcionado.
Por eso me ha sorprendido tanto que Maddie haya sido capaz de
trastocar mi mundo en solo diez minutos. Creo incluso que, por unos
segundos, mi corazón volvió a latir y una débil sonrisa asomó en mis
labios.¿Porquéledijeminombrecuandoyacasinomeacordabadeél?
¿Quizáporquemegustalaideadequeellasepaalgodemíquenoseauna
burdamentiraounatapadera?
—Vsevporyadke—digodandoelvistobuenoalamercancía.
Cojomimóvilyllamoanuestrocontactodelacédulaterrorista,
marcando antes el número que activa la conexión que permite que mis
colegasdelFBIpuedanescucharlaconversación.
—Igor—contestaunavozconacentoárabealotroladodelalínea.
—Da —Y prosigo hablando en inglés—. Todo en orden. La
mercancía va camino del aeropuerto. Te mandaré un mensaje con los
detallesdevuelo.
—Perfecto.ComosiempreIgor.—Leoigodarunaordenenárabe
a alguien—. La mitad del pago está ahora mismo transfiriéndose a la
cuenta acordada. La otra mitad, cuando recibamos y comprobemos la
mercancía.
Horas después, cuando llego a casa, no puedo evitar echar un
vistazoalapuertadeMaddiecuandopasoporsulado.Oigomúsicajazz
procedente del interior. Sin saber bien porqué, me acerco a su puerta y
apoyo la frente y mis manos en ella. Cierro los ojos y me la imagino
sentadaenlabarradelacocina,conunacopadevinoenlamano,yluego
veosuimagensonriéndomemientrassecolocaelpelodetrásdelaoreja.
Abro los ojos de repente, asustado por lo que esa mujer está haciendo
conmigo.
Corro literalmente a mi apartamento y decido darme una ducha
fría.Mequitolaropadecaminoalbañoyladejotiradaporelsuelo.Me
quedodebajodelchorrodeaguahelada,dejandoquedespejemimentey,
tal y como hice antes, apoyo las manos y la frente en las frías baldosas.
Incapaz de quitarme aún su imagen de mi cabeza, me doy de cabezazos
contra la pared hasta que viendo que lo único que conseguiré será un
chichón,apagoelgrifoysalgo.Mesecoconunatoallahúmedaquehuele
fatal,mepongounbóxernegroyunpantalóndechándal.
—Vale, venga, mente ocupada, mente ocupada… —Me fijo en la
toallaasquerosaquesostengo—.Colada.Voyahacerlacolada.
Cojoelcuborebosantederopaybajohastaelsótano,alcuartode
laslavadoras.AbrolapuertayallíestáMaddie,charlandoconuntipocon
elquemeparecehabercoincididoalgunavezenelvestíbulodeledificio.
Por su lenguaje corporal me doy cuenta de que él se está haciendo
descaradamenteelsimpático.Serágilipollas…
Carraspeo para hacerme notar y cuando se giran, fuerzo una
sonrisa de buen vecino. Quiero arreglar el desplante de esta mañana,
cuandonoshemoscruzadoenelportal.
—Bueno Maddie, que veo que hay cola y yo ya he acabado.
¿Quedamosentoncesenquenostomamosuncaféalgunatarde?—diceel
capullo.
—Mepareceperfecto.—Estáclaramentemintiendo,enrealidadno
leapetecenada.
—Nosvemos—diceposandounamanoenelbrazodeMaddie.
Comounresorteempiezoacaminarensudirecciónysinquese
note demasiado, me interpongo entre ellos apoyando el cesto de la ropa
encimadelalavadoraqueelimbécilhadejadolibre.
—Adiós,Barry—diceellaconunasonrisaenlacara.
Cuandonosquedamossolos,ellasiguedoblandolaropaquesaca
delasecadora.
—Hola—lasaludofinalmentepasadosunossegundos.
—Vaya,¿ahorasimehabla?
Mierda, mi comportamiento de esta mañana no le ha pasado
desapercibido.
—Losiento…
Pero la miro y ya estoy perdido. Mi capacidad de habla y
raciocinioquedaanuladaporcompletoysolosoycapazdemirarla.Tras
varios segundos, consigo apartar los ojos e intento concentrarme en mi
ropasucia.Mirolalavadoraperosoyincapazdeencontrarlapuertapara
abrirla,hastaquemefijoenlaqueestáutilizandoella.Quitoelcestode
encimaylaabro,procesoquemehallevadoalgomástiempodelqueme
esperaba. Sin ningún cuidado, vierto toda la ropa dentro del agujero,
aprietoparaquequepatodaycierrolapuerta.
—Espere —dice poniendo una mano encima de la mía que ya
estabaapuntodeapretarelbotóndeencendidodelalavadora—.¿Piensa
lavartodoesodegolpe?Ylomásimportante,¿novaaponerlealgode
jabón?
Arrugolafrentesinpodercreermiineptitudymeríotapándome
losojos,avergonzado.Esarisaconsiguedescargaralgodelatensiónque
llevoacumuladadesdequeestamujerirrumpióenmividaestamañana.
—Nohapensadoeneljabón,¿no?—Ycuandovequeniegoconla
cabezaañadedivertida—:Yaledejoyodelmío.Dejequeleayude.Yoya
estabasacandolaropadelalavadoraasíquerepartiremoslasuyaenlas
dos.Aguanteesto.
Como un autómata extiendo los brazos y aguanto el cesto con su
ropamientrasmeechoaunladoobservandocómosemuevedeunladoa
otro.Agacholavistaymequedosinhablaalverunapiladetangas,unos
lisos, otros de encaje… Abro mucho los ojos y trago saliva, notando
cómolatemperaturademicuerposubevariosgrados.
—Perdone—dicesonrojándosealdarsecuentadelacaradetonto
quetengoenestemomentoviendosuropainterior.
—Nopasanada.Graciasporlaayuda.Comove,soybastanteinútil
paraestascosas.
—Bueno,almenoslointenta.Miexmaridocreoquenoseacercó
nuncaamenosdecienmetrosdeunalavadora.
—Es lo que tiene vivir solo… Seguramente él ahora tendrá que
arreglárselassiquierellevarropalimpia…
Empleosimplestécnicasdeinterrogatorioylapobrecaedecuatro
patas.Necesitosabercosasdeella,yaúnnoséelmotivo.¡Quécojones!Sí
losé.Porquemegusta,megustamucho.Esdivertida,listaysaltaalavista
quemuyguapa.
—No se crea. Su novia veinteañera se ocupará de ello… —
respondeconunasonrisaenloslabios—.Bueno,¿sabeseguirsolodesde
aquí?Soloesesperaraqueacabe,abrirlapuertaylisto.
—Lointentaré—contestoconlasonrisamássinceraquerecuerdo
haber puesto en varios meses—. Pero por favor, ¿por qué no nos
tuteamos?Nosomostanmayores.Solotengo48años.
—Bueno,aúnlegano—Yahíestádenuevoesegestoquememata,
agachando la cabeza mientras se coloca el pelo, mientras añade
tímidamente—:52.Asíquesísoyalgomayor.
—Tonterías.
—Bueno,Jack,nosvemosporaquí.—Sedespideyguiñándomeun
ojo,añade—:Llámamesitienesalgunadudacuandotedecidasafregarla
piladeplatosquetienesenlacocina.
—Lo mismo digo si te surge alguna chapuza más que hacer en
casa.
Ysaledelcuartodejándomeconunacaradebobomáspropiade
un adolescente lleno de granos que de uno de los mafiosos rusos más
respetadosdeladécada.
CAPÍTULO3
Nathan
—¡Wesley!¡Wes!¡¿Dóndeestás?!
—¡Coronel!¡Aquí!¡Joder,cómoduele!
Lebuscoentrelosescombros,aunquesehacemuydifícilveralgo
porculpadelanubedepolvoquemeenvuelve.
—¡Háblame,Wes!¡Gritaparaquemeoriente!
—¡Aquí!¡Aquí,porfavor,coronel!¡Nomedejesolo!¡Noquiero
morir!
Corroaciegashaciadondeprocedenlosgritoshastaque,pasados
unosminutosqueparecenhoras,doyconél.Meagachoasuladoyhago
un diagnóstico rápido de la situación. Cuando el proyectil estalló en la
zona, la pared de la casa que estábamos registrando cayó encima de
Wesley, sepultando su cuerpo del pecho para abajo. Compruebo sus
constantes vitales y veo que respira con dificultad y que su pulso es
bastante débil. Si no lo saco de aquí en breve, morirá. Él parece leer la
preocupaciónenmirostroyseagarraconfuerzaamibrazo.
—Coronel,nomedejeporfavor—diceconlágrimasenlosojos
—.Porfavor.
—Tranquilo,tesacarédeaquí.
Evalúo las piedras que le sepultan e intento mover algunas. Las
primerassalenconbastantefacilidad,peroelproblemaeslagrandeque
tienejustoencima.
—Wes,escúchame.Voyaintentarmoverlaperotútienesqueponer
detuparteeintentararrastrarteparasalir,¿deacuerdo?
Le miro y cuando asiente, cuento hasta tres y levanto el muro
sacando fuerzas de donde creía que no me quedaban. En ese momento,
notounapresenciacercadenosotros.Esunniñoquenosmiraasustado.
Me quedo quieto mirándole, aguantando aún el peso del hormigón con
mis brazos. De repente, saca una pistola y gritando consignas en árabe,
disparavariostirosaWesleyenlacabeza.
—¡No!—gritocontodasmisfuerzas.
Apartirdeahí,lasimágenesenmicabezasucedenaunavelocidad
devértigo.Elniñoapuntasupistolaahorahaciamí.Agacholacabezay
veoaWesleymuerto.Sinpensarlodosveces,miinstintodesupervivencia
renacedelascenizasydejocaerelmuroencimadelcuerposinvidademi
soldadoaltiempoquesacomipistolaydisparoalcríoenlacabeza.No
contentoconello,caminohaciaélypresodelarabia,vacíomicargador
ensupequeñocuerpomientraslaslágrimasbrotandemisojossinfreno.
Meincorporoenlacamadeunsobresalto.Respirocondificultady
tengoelcuerpoempapadoensudor.Además,mehevueltoamearencima.
Otravezlasputaspesadillas.
—Genial Dr. Monroe, andaba usted bastante desencaminado, no
solo no desaparecen sino que parecen ser más intensas que hace unas
semanas.
Melevantodelacama,arrastrandoconmigolassábanas,quemeto
enlalavadoraparalavarlas,ymevoyaladucha.Abroelgrifoyesperoa
que el agua salga caliente mientras me quedo mirando mi reflejo en el
espejoduranteunrato.
Las pesadillas van variando según el día. No siempre son las
mismas, pero se empeñan en recrear tan al pie de la letra algunos
episodios que viví en Afganistán, que a veces creo que no estoy
durmiendo, sino que todo está volviendo a suceder. Cansado de ver el
reflejo de mi imagen lleno de “recuerdos” de la guerra, doy un fuerte
puñetazo al espejo, rompiéndolo en varios pedazos y provocándome
varioscortesenlamano.
Memetoenladuchaymequedoinmóvilbajoelchorrodeagua,
dejando que resbale por mi cuerpo. Abro la mano herida y la pongo
también debajo del agua para intentar limpiar la herida. Cuando veo la
sangre brotar, la habitación empieza a dar vueltas y me veo obligado a
apoyar la espalda contra las baldosas de la ducha. Mi respiración se
acelera y empiezo a frotarme nervioso la mano, intentado hacer
desaparecer todo rastro rojo. Cuando me doy cuenta de que es una tarea
complicada, empiezo a temblar y, derrotado y sin fuerzas para seguir
luchando, resbalo por la pared hasta quedarme sentado en el plato de la
ducha.Meabandono,dejandoquemicuerpoactúesincontrol,mientrasla
sangrebrotapormimanoylaslágrimaspormisojos.Dejoqueunpeso
sobrehumanomeaprisioneelpecho.Mecuestarespirarconnormalidady
el sonido de los latidos de mi corazón rebota en los tímpanos de mis
oídos. Balanceo mi cuerpo hacia delante y hacia atrás, como si lo
estuvierameciendo,duranteunespaciodetiempoincalculable.
—¡Esunaorden,Coronel!
—Peroseñor,esunacasaparticular.
—Sí,lacasadenuestroobjetivo.
—Pero…Habrániñosycivilesinocentes.
—Yo prefiero llamarles daños colaterales —contesta el Mayor
Phillips,misuperior,atravésdelteléfonovíasatélite—.Yahora,entren
enesacasaydisparenatodoloquesemueva.Nopodemoscorrerriesgos
innecesarios.¡Esunaorden!
Doy la señal a mis hombres, suelto aire con fuerza y dando una
patadaalapuertaentramosenlacasadeunodeloslugartenientesdeBin
Laden.Lamisiónresultatodounéxitoporqueacabamosconsuvidaycon
ladedoshombresimportantesdentrodelacédulaterrorista.Unéxitoal
menosparamissuperioresylaopiniónpública,porqueyonopuedodejar
depensarenlosmásdeveinte“dañoscolaterales”queyacentumbadosen
elsuelo.Esosdañoscolateralesqueminutosantesmemirabansuplicantes
con las manos levantadas en señal de rendición. Esos daños colaterales
queprotegíanconsucuerpoasushijos.Esosdañoscolateralesconojos
aterradoscomolosdelniñodeaquellacasa.
Dos horas más tarde, tras superar la pequeña crisis de antes, me
encuentrosentadoenmitaddeunvagóntotalmentevacío.Sacoellibroy
empiezoaleerpordondelohabíadejado.Estoyapuntodeacabarlo,así
que esta semana, cuando vaya a la visita del Dr. Monroe, tendré que
devolverlelosquemellevelasemanapasadaypedirleprestadosalgunos
más.
Mividasehaconvertidoenunputobuclesinfin.Duermomáximo
una hora al día, tengo pesadillas, me levanto sudado y muchas veces
meado,meducho,mevengoaquí,leohastaelamanecer,salgoatomarun
café,paseoporCentralParkdurantehoras,comocualquiercosa,vuelvoa
casa,metirovariashorasviendolatelevisiónomejordichocambiando
deuncanalaotrosinprestaratenciónanadaenparticular,salgoacorrer,
vuelvoacasa,cenoloquehayaenlaneveraquenoestépodrido,ysobre
las2delamadrugada,mevuelvoalacamaparamihoradiariadesueño.
Yasídíatrasdía,exceptolosviernes,quemirutinasevemodificadapor
lavisitasemanalalpsiquiatraquemepagaelgobiernoparaayudarmea
curar lo que diagnosticaron como estrés post-traumático provocado por
loscasiseisañosquemetiréenAfganistándefendiendoamipaís.
A pesar de que me encantaría estirarme en la cama y poder
conciliarelsueñodurantealmenoscuatrohorasseguidas,laspesadillas
nomedejandormirmásdeunahoraseguida.Asípues,paraevitarvolver
a cerrar los ojos y no tener que revivir ese horror, me las apañé para
encontrarunsitioconelsuficienteruidocomoparamantenermedespierto
toda la noche, como es el metro. Y para mantener la mente ocupada,
empecéaleerdeformacompulsiva.
Esta semana está siendo especialmente dura. Estamos a jueves y
creo que desde el sábado pasado no he sido capaz de dormir más de 5
horasentotal.Tengotantacafeínaenelcuerpoquecreoquepodríamear
café.Aúnasí,meempiezaacostarenfocarlamiradaylaslíneasdellibro
empiezan a solaparse. Me froto los ojos repetidamente y finalmente
decidodejardeleeryrelajarlavistaunratocerrandolosojos.
Noveonada.Mehantapadolacabezaconunaespeciedebolsade
teladesaco.Oigohablarárabeamialrededor.Intentoagudizareloídoy
soycapazdedistinguiralmenostresvocesdiferentes,todasdehombres.
Hablanenárabeydistingopalabrasyfrasessueltascomo“muertononos
sirvedenada”,“paliza”,“coronel”o“matanzadeKandahar”.
Derepenteunfuertegolpeenlacejametumba.Noloesperaba,no
estaba alerta porque estaba concentrado escuchando la conversación. El
dolor es insoportable, pero no les doy el gusto de gritar ni quejarme.
Simplemente,aprietolosdientesconfuerzayrespiroprofundamente.Me
agarrandelassolapasdeluniformeyvuelvenaponermederodillas.Me
sientocomounpelele,conlasmanosatadasalaespaldaysinpoderverlo
que pasa a mi alrededor. Dependo totalmente de lo que mis oídos son
capacesdeescuchar.
Empiezoanotarenlabocaelsabormetálicodemipropiasangre
ysientocómoelpárpadosemevacerrandoamedidaquesehincha.Otro
golpeenlascostillasmehacedoblardenuevo,cortándomelarespiración.
Abrolabocaparaintentarqueelpocoairequequedadentrodelabolsa
entre directo a mis pulmones, pero se me llena de sangre y toso,
provocándome un dolor insoportable en la zona abdominal. De repente
vuelven a incorporarme y me quitan la bolsa de la cabeza. Mi primera
reacción es inspirar todo lo profundo que el dolor en las costillas me
permitayluegoalzolacabezaparaintentarreconoceramiscaptores.
—¡Nonosmires!—gritaneninglés,golpeándomedenuevoconla
culatadelkalashnikov—.¡Agachalacabezaynoseteocurralevantarla!
¡Muestrarespeto!
—¡Danos las coordenadas del campamento base! —me grita otro
deellos.
Me interrogan durante horas y como me niego a darles la
información, me golpean y torturan sin piedad hasta que la vista se me
nublaytodoempiezaadarmevueltas.
Abro los ojos sobresaltado, con la respiración entrecortada.
¡Mierda, me he quedado dormido en el vagón! Miro a mi alrededor,
asustado y desorientado, y entonces la veo de pie a mi lado, la misma
chica de ayer, a la que le espanté a esos capullos de encima y que luego
saltódelvagóncomosiestuvieraenllamas.Instintivamentemirohaciami
entrepiernaydoylasgraciasalcomprobarque,almenosestavez,nome
hemeadoencima.Bastantevergonzosoesquemehayavistoaterrorizado,
en plena crisis, como para que encima me hubiera visto meándome de
miedo.
—¿Estás bien? —me pregunta con voz dulce—. Estaba ahí detrás
sentadayderepenteteheoídogritar...
Confundido,arrugolafrenteymepongoenpiesinsaberbienqué
haceracontinuación.Doyvueltassobremímismoconlasensacióndeque
me falta algo. Mi cabeza aún intenta ponerse en orden y soy incapaz de
pensarconclaridad.
—Toma,setedebedehabercaído—dicetendiéndomeellibro—.
Estabaenelsuelo.
Libro.Sí.Esoechabaenfalta.Loagarroysusojossefijanenel
vendajequecubremimanoyyoreparodenuevoenél.Laverdadesque
nopusemuchoempeñoencurarmeyprotegerlaherida,yelresultadose
notaporquelasangrehaempapadopartedelavenda,tiñendoelblancode
rojo.
—Deberías de ir a que te miraran eso. Parece que no está curado
del todo y si es una herida grande, necesitarás puntos —me dice con
naturalidadsinincomodarmeconpreguntasacercadecómomelohice.
¿Quécoñohagoaquídepieaún?Encondicionesnormales,huiría
de cualquier tipo de contacto humano, pero tiene como un imán que me
impide alejarme. ¿Por qué me siento atraído por ella? Y lo más
importante, ¿por qué ella parece cómoda conmigo? ¿Por qué no huye?
¿Acaso no me ve? ¿Acaso no se da cuenta de que soy un desecho social
incapazderelacionarse?
Levantolacabezaymisojosseencuentranconlossuyos.Nome
juzgan,sinoquememiranconinterésydesprendensinceridadysencillez.
Sigosinsaberquédecir.Séquedeberíaseramable,quieroserlo.
Darle las gracias por recogerme el libro, decirle que estoy bien aunque
salta a la vista que no es verdad y, sobre todo, borrar de mi cara la
expresión de loco que debo de tener ahora mismo. Pero soy incapaz de
hablar. El Dr. Monroe me diría, como muchas otras veces he oído, que
uno de los síntomas del estrés post-traumático es la incapacidad para
relacionarme con los demás. Yo creo que es el miedo a que los demás
veanenloquemeheconvertido.Esporesoquellevomásdeunañosin
entablarconversaciónconnadiequenoseaelpsiquiatra,yseguroqueél
tendríaalgoqueobjetardiciendoqueconversarnoesexactamenteloque
hacemoslamayoríadedías.
Peroconellaesdiferente.Ellahasidotestigodemipeorversióny
aquísigue,interesándosepormí,siendoamableydándomeconversación.
—“1984″ de George Orwell. Me encanta. Es uno de mis libros
favoritos.
Miroellibrodenuevoeintentoreaccionarcontodasmisfuerzas.
Mehumedezcoloslabiosytragosaliva.Tengolabocasecaypormásque
lamuevointentandovocalizar,migargantanoemiteningúnsonido.Ella
memirayporunmomentocreoqueescapazdeverlabatallaqueseestá
librando en mi interior entre mis ganas de relacionarme y la
imposibilidad de hacerlo. Me sonríe y echándome un cable, sigue
dándomeconversación.
—Leesmucho,¿verdad?Siemprequeteveollevasunlibroentre
lasmanos.Amítambiénmegustamucho.¿Conoces“Elguardiánentreel
centeno” de J.D. Salinger? Es muy bueno también. —Cualquier otro
hubierapasadohaceratodeconversarconunapared,peroellano—.Si
nolohasleído,telorecomiendo.Tegustará.
Lavozanunciandolapróximaparadaresuenaportodoelvagón,
intentandoromperelhechizo,peroaúnasí,nosseguimosmirandoalos
ojos. Me siento hipnotizado por ella, por cómo sus palabras y su
expresión me hacen sentir cómodo y relajado. El convoy frena poco a
pocoyellasegirahacialaspuertas.
—Bueno,yomebajoaquí.Supongoquenosiremosviendo,¿no?
Parecequesomosbastantenocturnos.—Trasvariossegundosesperando
una respuesta, o al menos una reacción por mi parte, agacha la cabeza
resignadayagarrandoelasadesubolso,sedamediavuelta.
Laobservomientrassepierdeporelandénynoapartolamirada
ni cuando el metro se vuelve a poner en marcha y entramos en el túnel.
Noto mi corazón latir con más fuerza de lo habitual y tengo que hacer
verdaderosesfuerzospararecobrarlacompostura.
Me dejo caer en el asiento mientras clavo la vista en el libro que
sostengo con fuerza en las manos. No puedo dejar de darle vueltas al
hechodequeesachicahasidotestigodeunademispesadillasyenlugar
de alucinar y correr hasta el vagón más alejado, se quedó a mi lado. En
lugar de poner una mueca de asco, me regaló una preciosa sonrisa. En
lugar de agachar la cabeza y pasar de mí, se preocupó y conversó
conmigo durante un rato. ¿Y qué le doy yo a cambio? Nada… Bueno,
miento, sí le di algo, una cara de loco como la que tengo cada noche
cuandomedespiertosobresaltadotrasunapesadilla.
Definitivamente,hetenidosuficientelecturaporhoy.Necesitosalir
al exterior y tomar el aire, así que me bajo en la siguiente estación y
decidovolveracasacaminando,aunquehastaBrooklyntengamásdeuna
horaapie.Mevendrábien.
Durante el paseo hasta mi apartamento, no paro de dar vueltas a
todo lo sucedido. Es una completa desconocida, de hecho, no sé ni su
nombre,aunquenoesqueyolehayadadomuchopieadecírmelo…Solo
séloqueseveasimplevista,queesrubia,conojosazules,quesebajadel
metroenelVillageyporloqueparece,siemprealamismahora.Loque
mehacepreguntarme,¿quéhaceunachicacomoellacogiendoelmetroa
altashorasdelamadrugada?Espeligroso...Asaberloquehabríapasado
sinollegoaestaryolaotranoche…
Además, ha dicho que siempre que me ha visto estaba leyendo…
¿Hacemuchoquecoincidimos?Comointentoconcentrarmeporcompleto
enlalectura,nomehefijadoenellahastalaotranoche.Ytampocohabría
llamadomiatenciónsiesosimbécilesnolahubieranmolestado.
Cuando llego a casa, abro la nevera y saco una cerveza. Doy un
gran sorbo, me siento en el sofá y echo la cabeza hacia atrás. Solo
entoncessoyconscientedelhecho.Desdequemehablóysepreocupópor
mí,nohepodidoquitármeladelacabezayloqueesmásimportante,ella
ha sido la única dueña de mis pensamientos. Se ha convertido en una
especie de analgésico para calmar los gritos, llantos, disparos y
explosiones que viven dentro de mí desde que hace algo más de un año.
Quizádebería…bueno,podríaintentarhablarconella.Aunqueconeldon
de gentes que tengo últimamente, no sé si seré capaz de pronunciar
palabra.
—Hola —digo en voz alta—. Soy Nathan. ¿Y tú te llamas…? De
nadaporlodelotrodía.Sí,megustaleer,mantienemimenteocupaday
no,noheleído“ElGuardiánentreelcenteno”perololeeré.¿Tomamos
uncafé?
¿Noparecetandifícil,¿verdad?Vale,colega,ahorasólotienesque
intentarloconelladelante.Miroelreloj.Estáapuntodeamanecer.Voya
saliracorreryluegopararéaporuncaféparamantenermedespiertoel
restodeldíay,sobretodo,parallegarenteroalanoche.Estoydecidido,
voyaintentarlo.
CAPÍTULO4
Maddie
—¿QuiénesBarry?
—Unvecino—contestoextrañada—.¿Por?
—Serás perra —me responde achinando los ojos—. Ya no me
cuentasnada…
—Andrew, no hay nada que contar. Además, ¿tú cómo conoces a
Barry?
—Porque llamó antes de que llegaras y te dejó un mensaje… —
diceponiendounasonrisadeorejaaoreja—.Perocomoyanomecuentas
nada,tequedassinsaberquédecíaelmensaje.
—Puesvale…
Me doy la vuelta y me meto en la trastienda para empezar a
prepararlosencargosdeldía.SéqueAndrewnovaapoderaguantarsin
que le cuente quién es Barry con todo lujo de detalles, así que tarde o
temprano me enteraré del mensaje, que por otra parte me tiene bastante
intrigada.
—¡¿Pero cómo puedes ser tan cruel?! —me grita menos de un
minutodespués.
—Andrew, estás muy desesperado por un cotilleo. Ni un minuto
hastardadoenvolverarrastrándote.
—Escierto,estoyfaltodevidasocial.Laszorrasdemisamigosno
me proporcionan nada nuevo. Todos están en una época demasiado
monógama…Vamos,loquevienesiendoaburrido.
—EnserioAndrew,losgaisnosiempreestáisobligadosacumplir
coneltopicazodequesoispromiscuosyunoscotillas…
—Pues a mí me encantan los topicazos, así que venga por Dios.
¿QuiénesBarry?¿Dóndeleconociste?¿Porquétehadejadounmensaje
paraquelellamesyquedéisparatomarosuncafé?
Lemiroymemuestraelpapeldondetieneapuntadounnúmerode
teléfono.Melotiendeponiendocaradepenaparaqueselocuentetodo.Y
comoleadoroynomepuedoresistir,alfinalclaudico.
—Aver,porpartes.Barryesunvecinodemiedificio…
—¡¿Perdona?! —dice poniendo su mano encima del pecho de
formaexagerada—.¿Temudastehacecuánto?¿Antesdeayer?¿Yyaestás
ligando?Deverdadqueestásrecuperandoeltiempoperdido.
—¿Puedo?
—Sí,perdona.Esquemeemocionoconestascosas.
LeexplicolahistoriadecómoconocíaBarryenelcuartodelas
lavadoras.Deloamablequefueconmigoydeloagradablequefuehablar
conélmientrasAndrewmemiraatentocomosiestuvieratomandonotas
paraunexamen.
—¿Yaquéesperasallamarle?—mediceseñalandoconlamirada
elpapelquemehadadoantes.
—Sí…Sí,ahoralellamo.
—Uy…¿Pero...?
—¿Qué?No…nohaypero…Parece,perfecto.
—Maddie,nosconocemoshaceaños.Sélomalquelohaspasado
conelinnombrableytevoyadecirunacosa:temerecesserfeliz.Nadiete
dicequeesetalBarryseaelhombredetuvida,perosinolocatas,nolo
sabrásnunca.
—Losé…
—Ah,quehayotroperoentonces…—mecogedelamanoyme
hacesentarenuntaburete,haciendolopropioéleneldedelante—.Esto
seponeinteresante.CuéntaseloalDoctorAmor.
Sonrío tímidamente agachando la cabeza porque lo cierto es que
estonoesnadapropiodemí,aunqueyonolohayabuscado.Siemprehe
sidounaesposatímidaysumisa,yunaamadecasaaplicadayservicial.
NuncahicenadaqueMarknoquisiera,nuncafui…mala,porasídecirlo.
Quizá me sentía en deuda con él por no haberme dejado cuando nos
enteramos de que yo no podía tener hijos. Como si aquello fuera culpa
mía.¡Quétontafui!¡Estaragradecidaaalguienpornodejarme!Cadavez
que lo pienso… Total, para luego enterarme de que él se había buscado
una amiguita que, si hubiéramos tenido hijos, posiblemente tendría la
mismaedadquealgunodeellos…
—Maddie—interrumpeAndrewmispensamientos—.Meencanta,
quelosepas.
—¿Elquéteencanta?—contestoconfundida.
—Queseteformeesasonrisaenlacaraporunhombre.
Me abraza y me da un beso en la frente. Por primera vez en
muchosaños,estoyilusionadaconalgo.Meencantalaperspectivademi
nuevavida.
—La verdad es que aunque estoy harta de lavar calzoncillos, la
ideaquealgúnhombrepuedadespertarlasmariposasdemiestómago,me
encanta.
—Diquesí.Queyoempezabaapensarquetusmariposasestaban
disecadas.
—Serás…—digohaciendoelamagodedarleunmanotazo.
—Venga, pues descríbeme a este tal Barry que ha obrado el
milagro.
—Bueno, es que en realidad… —empiezo a decir intentando
buscar las palabras adecuadas—. Barry está bien. Es muy simpático,
educado,amable,parecelimpio,culto…
—Sabíaquehabíaunpero…¡Confiesa,bellaca!
—Queelquemehahechosentir…algo,noesBarry,esJack.
—¡¿Jack?!¡¿Yesequiénes?!Mejordicho,¡¿quiénerestúyquéhas
hechoconmiamiga?!
Mepongorojaalinstante.Laverdadesquesíparezcounafresca.
Empiezoaretorcerelpapeldecelofánparaenvolverlasfloresquetenía
en las manos y me giro para esconderme de Andrew, pero él me agarra
delbrazo.
—Eh,noseastonta.Esbromamujer…
—Esquedichoenvozalta,síparezcounafresca.
—¿Una fresca? ¿Pero qué has hecho? ¿Ha habido…? —dice
mientrasjuntalosdedoshaciendounaseñaobscena.
—¡No!¡PorDios,no!
—Puesentoncestranquila,noeresunafresca.Tesorprenderíasde
lasqueandansueltasporahí…Venga,esetalJack,cuenta.
Suelto un largo suspiro y pienso en cómo describirle sin que
Andrewmemirecomosihubieraperdidolacabeza.
—Jackesmivecinodeallado—empiezoadecir,comedida—.Le
conocíporqueelgrifodelacocinaperdíaaguayfuiapedirleunallave
inglesa.
—Mmmm… Eso es muy de peli porno amiga… En plan, ¿me
prestastuherramienta?
Suelta una carcajada al ver mi cara. Me he puesto roja hasta el
puntodequeparecequevoyaestallar.
—Te estás convirtiendo en una puerca, ¿eh? —dice cogiéndome
por el cuello y acercándome a él—. ¡Qué orgulloso estoy de ti! Mis
consejossurtenefecto.Continúa,joven“padawan”.
—Pues eso —digo tras varios segundos en los que intento
recomponerme—.Quealfinalvinoacasayarreglóelgrifo.Yluegopor
lanoche…
—Aymadre,¿tengoquehacerpalomitas?
—¡Calla!Meponesnerviosadiciendoesascosas.Medavergüenza,
lo sabes. No estoy acostumbrada a ir… ligando con vecinos, y con tus
comentarios no me ayudas… Además, te imaginas cosas que no han
pasado.
—Vale, vale. Perdona —dice enseñándome su mejor cara de
arrepentimiento, y haciendo un movimiento con la mano, me insta a
continuar—.Yluegoporlanoche…
—Coincidimostambiénenelcuartodelaslavadoras—lemiroy
séquesemuerepordeciralgo,consusojosabiertoscomoplatosylos
labios apretados en una fina línea, así que rápidamente sigo—: Llegó
cuandoestabahablandoconBarryycuandoéstesefue,leayudéahacerla
colada.
Sonríoalrecordarsuexpresióncontrariada,mirandolalavadora
comosifueraunrompecabezasdiabólico.Alrecordarsurisacuandole
hice darse cuenta de que le faltaba el detergente. ¡Cómo le cambia la
expresióncuandosonríe!Aunquealgomedicequenolohaceamenudo.
Cuando levanto la vista hacia Andrew, le veo sonreírme con las cejas
levantadas.
—¿Qué?—lepreguntoriendo—.Nomemiresasí…
—PuesqueahoraestabaspensandoenesetalJackylacaraquese
tehapuestoesparaenmarcar…
—Caradeboba,quieresdecir.
—No, cara de felicidad y de ilusión, Maddie. Una cara que hacía
tiempoquenoteveía.EseJack,yamecaebien.
—De todos modos, no creo que él esté demasiado interesado en
mí.
—¿Y eso como lo sabes? ¿Te lo ha dicho él? No te ofendas
Maddie,perollevasdemasiadotiempo“fueradelmercado”comoparaser
tanperspicazenestostemas.
—Bueno, lo digo más que nada porque se notaba que Barry
quería… agradar, ser simpático. No digo que no lo sea en realidad, que
conste. En cambio Jack… es bruto y borde, no sonrió excepto en una
ocasión,memirabacomosivieraaunfantasma…
—Joder,meestásdescribiendoaunajoya.Peroencambio,cuando
hablasdeél,seteiluminalacara,asíquealgotendrá.
—Aún tengo que descubrirlo, pero me atrae. Es diferente. No sé
cómoexplicarlo.
—Creoqueteentiendo,BarryeselnuevoMark,másdelomismo.
Listo,amable,caballeroso,educado,peroquepuedesalirrana.Jackesla
antítesisaloqueestabasacostumbrada.
—Y tan antítesis. Cuando le vi por primera vez iba sin afeitar,
despeinado,conunacamisetayunpantalónllenodemanchasyfumando,
pero todo el conjunto me pareció de lo más… sexy. Y ya cuando me
arreglóelgrifoyleviahídebajodelfregaderoestiradoyluegoselimpió
lasmanosenelpantalón…
—Teentiendo.Delomáscamioneroperotanvaronil…
—¡Exacto! Además luego por la noche me mostró una cara
bastante más amable. Se había duchado, aunque su vestimenta no era
ningunamaravilla,sedebióponerlomenossucioqueencontró,yaunque
alprincipiosemostróigualdeesquivoqueporlamañana,luegoincluso
conseguíquesonrierayestuvimoscharlandounrato.
—Esuncomienzo…
—Ya,perofueunaconversacióncortaenlaqueyohabléporlos
codosyélselimitóaescucharme.Leexpliquéquetengounafloristería,
queestoyseparada,quetengo52años…ydeélsoloaverigüéquetiene48
años.Mediolaimpresióndequenoestabamuyporlalabor…
—¿Y qué vas a hacer? Si tus impresiones son correctas, Barry sí
está interesado pero a ti no te hace tilín y Jack no está interesado y tú te
mueresporquitarlelaroñaalametones.
—PorDios,Andrew,nomeseasguarro.
—Aix, perdone alteza por mis aberrantes palabras. Pero
respóndamelapregunta…
—Bueno,tengoganasdesalirydedivertirmeunrato,queyame
toca —digo arrancando el papel con el número de teléfono de Barry de
susmanos—.AsíquecomoJacknoestáporlalabor,voyadevolverlela
llamadaaBarry.
Quedamosentomarnosuncaféporlatarde.Encuantosalgadela
oficinapasaráporlatiendaarecogerme.
—¿Ya? ¿Hoy mismo? ¡Pues sí que tiene ganas de salir contigo,
chica!
El resto del día pasa relativamente rápido y como tenemos
bastantesencargosquepreparar,Andrewseescapaalatiendavegetariana
de la esquina y trae comida para los dos. Así que no salgo de la tienda
hastaquealasseisdelatarde,lacampanilladeencimadelapuertasuena
y al levantar la vista veo a Barry con una gran sonrisa en la cara. Al
instante noto la presencia de Andrew revoloteando alrededor para no
perderseniundetalle.Lemiradearribaabajosinningúndisimulo.Como
éldijo,mepasaríaabuscaralsalirdelaoficina,asíquevavestidocon
trajeyllevaelmaletínenlamano.Segúnmecontóelotrodía,trabajaen
labolsaperonoesdelosquepegangritosenmediodelasalacomprando
yvendiendoactivos,sinodelosqueatiendenporteléfonolaspeticiones
desusclientesylesaconsejanacercadeenquéinvertir.
—Hola,Maddie—mesaludaacercándoseparadarmedosbesosy
letiendelamanoaAndrew—.Hola.SoyBarry.
—Hola,Barry—dicemirándoleachinandolosojosyarrugandola
nariz,comosiestuvieraestudiándolealmáspuroestiloRobocop.
—Hola, Barry —digo yo dándole un codazo en las costillas a
Andrew—.Cojoelbolsoyahorasalgo.
—Vale—diceyempiezaamiraralrededorinteresado.
Unavezdentroenlatrastienda,estoyguardandotodoenelbolsoy
meretocounpocoelmaquillaje,cuandoAndrewentradetrásdemí.
—Noestámal—diceespiándoleatravésdelacortina—.Escomo
dices.Másdelomismo.
—Andrew…Simedasesosánimos,vamoslistos…
—Cariño, yo puedo decir misa, que la que decides eres tú. Si te
gusta,adelante.
MiramoslosdosdisimuladamentehaciaBarryylevemosplantado
donde estaba, mirando aún alrededor, curioso, hasta que encuentra un
espejoyseacercaaél.Sealisabienlaamericanaysecolocaelnudodela
corbataensusitio.Luegosepeinaelpeloconlosdedosycompruebael
resultado.
—Síhijo,sí.Yaestásperfecto—comentaAndrewconunamueca
enlacara,ganándoseungolpeenlascostillasdemiparte—.¡Ah!Bruta…
—Otecomportasonoteescriboluegoparacontartenada.
≈≈≈
La cita resulta ser muy amena y cumple con los cánones
establecidos y las “normas no escritas” de las primeras citas. Me lleva a
tomaruncaféyentodomomentosecomportacomouncaballero,hastael
punto de colocarme la silla para sentarme, como si estuviéramos en el
Ritz.
Mecuentaquetiene58años,queestádivorciado,quetiene2hijas
ya casadas y 3 nietos. Hablamos de los motivos de ambos para
divorciarse,aunquemaquillémiversiónconunsimple,seacabóelamor,
motivo no del todo falso pero no el real. Él me explica que su mujer le
presentó los papeles del divorcio de buenas a primeras y que aún está
intentando averiguar el motivo, pero que los firmó porque siempre ha
queridoverasumujerfelizyesoesloqueellaquería.Siestuvieraaquí
Andrewestaríaretorciéndoseensuasientoyhaciendomuecasdeasco.
Luegopasamosalasaficionesymecuentaqueesaficionadoala
músicaclásica.Alyoexplicarlequemeencantaeljazzyelsoulperoque
nuncamehesentidoespecialmenteatraídaporlamúsicaclásica,promete
llevarmealaópera.
Acabamosfinalmentehablandodenuestrosrespectivostrabajos.Él
habla con pasión del suyo, confesándome la adrenalina que recorre su
cuerpo ante el ritmo frenético de las transacciones y las decisiones
tomadas en fracciones de segundo, mientras yo hablo del orgullo que
sientoaltenerypodertirarparaadelanteunnegociototalmentemío.
Soncasilasnuevecuandogiramoslaesquinadenuestracalle.Él
yallevaunratohablándomedesitiosdelbarrioquepuedensermeútiles
comodóndecomprarlosmejorescronuts,unsupermercadoconprecios
asequiblesounalicoreríadóndeencontrarbuenvino.Perocuandolevanto
lavistahaciaelportal,veouncocheaparcadoenfrenteyaJackhablando
conunhombre.Aesadistanciapuedoobservarledetenidamente,aunqueal
seroscuro,notodolobienquemegustaría.Llevaunosvaquerososcuros
y una camiseta de manga corta que se le ciñe al bíceps de forma
escandalosa. Está fumando y coge el cigarrillo de una forma que se me
antojadelomássexy.
—Maddie, ¿te parece bien? —dice Barry devolviéndome a la
realidad—. Decía que si te parece bien, podríamos quedar un día de la
semanaquevieneparacenar,ocomerotomarnosunacopadevino.Lo
quequieras…Siteapetece,claro.
Sonríocomorespuesta,porqueaunquemisojoslemiranaél,mi
menteestáocupada,pendientedelhombrequetengoamiderechaahora
mismo.Cuandonoscruzamos,yolemirodereojoyporunafracciónde
segundo,nuestrasmiradassecruzan.Yentoncesmequedodepiedraaloír
hablarenrusoalhombrequeestájuntoaél.Intentodisimularmisorpresa
lo máximo posible y retener con todas mis fuerzas las ganas de girar la
cabezayecharleunrepasoasuespaldaysuculo.
Barrymeacompañahastamipuerta,aunqueélvivedospisospor
debajo.Nosquedamosunratoenesesilencioincómodotanpropiodelas
primerascitas.
—HasidomuyagradableBarry.Gracias.
—Cuandoquieras,repetimos.Solotienesquedecirmequédíadela
semanaquevienetevabieny…
YanooigomásporqueveoapareceraJackporlasescalerascon
su típica expresión seria. Cuando nos ve, ni siquiera nos saluda,
simplemente agacha la cabeza y solo la levanta para mirarme a los ojos
cuandopasapornuestrolado.Esunsegundodenada,peroalinstanteme
hace sonrojar y sin poder evitarlo, me pongo nerviosa y me muerdo el
labio inferior disimuladamente. La respiración se me vuelve irregular y
solorecobrolacomposturacuandoentraensuapartamento.
—¿TeparecebienMaddie?¿Quedamosasí?—insisteBarry.
—Perdona. ¿Decías? —respondo sintiéndome culpable al instante
por no hacer caso a ese hombre que es atractivo, educado, inteligente,
agradableyqueademássaltaalavistaqueestáinteresadoenmí.
BarrymirahacialapuertadelapartamentodeJackantesdehablar.
Seguroquehanotadocómomisojoseranincapacesdedespegarsedemi
vecino, el cual, en su línea habitual, no ha demostrado el más mínimo
interésenmíysehacomportadotanesquivocomosiempre.
—Que cuando te apetezca salir un rato, sabes donde vivo —
contestaconuntonodederrotaqueleesdifícildedisimular.
—Vale, lo tendré en cuenta —digo poniendo mi mano en su
antebrazo.
Leveoperderseescalerasabajoymetolallaveenlacerradurade
miapartamento.Antesdeentrar,vuelvoamirarhacialapuertadeallado
deformainstintiva.Cierrolapuertadetrásdemíyapoyolaespaldayla
cabezaenella.Pasadosunosminutos,voyamidormitorio,mequitolos
tacones y me quedo descalza. Me pongo mi pantalón de chándal y una
camiseta ancha y abro la nevera. Tras varios segundos sin poderme
concentrar,lacierroycojoelmóvildelbolsoparallamaraAndrew.Ya
tengovariosmensajessuyos,lacotillaqueviveenélhavueltoatomarlas
riendasdesucuerpo.
“¿Cómovalacita?”
“No me dices nada. Eso es señal de que te lo estás pasando en
grande”
“¿Aúnnohasvueltoacasa?”
“Esperoquenisetehayapasadoporlacabezallegaracasayno
llamarme”
“Perra”
El último es de hace escasos minutos, así que al ver que sigue
despiertoyansiosoporsaber,lellamo.Descuelgaalprimertono.
—Dimequeacabasdellegaracasa.
—Acabodellegaracasa.
—¿Enserio?¿Nomemientes?
—Palabrita.
—Vale.—Ycambiandoeltonodevozconsiderablementeañade—:
Cuéntamelotodo.
Y así durante más de veinte minutos. Respondo a sus preguntas
religiosamenteydándoletodotipodedetallesqueparamípodíanresultar
insignificantes hasta el punto de no haberme siquiera fijado, pero que
según él son claves en una cita. Así pues, tengo que responder a cosas
como si me miraba a los ojos constantemente o si miraba nervioso
alrededorcuandohablaba,sillevabaanillodecasadoaúnohacíaelgesto
inconscientedetocárselo,sienalgúnmomentomerozóosimemiraba
lastetas.
—Bueno,puesparecequehaidobien,¿no?
—Sí.Haestadobien.Mehadichoquelellamecuandomeapetezca
salir.
—¿Cómo?¿Notehapropuestofijarningúndíaconcreto?¿Yase
ha rendido y deja en tus manos que le llames cuando te apetezca? Qué
raro…
—Bueno… quizá haya pasado algo que ha minado sus
esperanzas…
—Yaestástardando.¡Cuenta!
—Cuandonosestábamosdespidiendoenlapuertademicasa,nos
hemoscruzadoconJack.
—¿Jackelsucio?
—Sí —contesto soltando una sonrisa—. O Jack el ruso, como
prefieras.
Leexplicoqueestandoenlacalle,oícomosucompañero,quecreí
reconocer como el mismo que le vino a recoger la otra mañana, le
hablabaenrusoyélasentía.
—Vaya,estehombreesunacajadesorpresas…—Ypasadosunos
segundos,prosigue—.Entoncesdoyporhechoquenotesacasalrusode
lacabeza…
—No puedo… Tiene algo que me atrae… Es… peligroso y me
gusta.Ynoparodedarlevueltasatufrase…
—¡Ay, madre! ¿Qué frase? ¿Qué dije? No me hagas
arrepentirme…
—Antes me dijiste, refiriéndote a mi cita con Barry: “si te gusta,
adelante”yelquemegustaesJack…
—Puesadelante—contestaconunasonrisa.
Alcabodevariosminutos,cuelgoelteléfonoaúnconunlíoenla
cabeza. Doy vueltas por casa, intentando ordenar mis ideas, cuando
empiezoaescucharlamúsicainconfundibledeJohnColtrane,unodemis
músicosdeJazzfavoritos,procedentedelapartamentodeallado.Entorno
losojos,sorprendida,yesbozounasonrisa.Asíquesinpensarlo,salgode
casaycuandomedoycuenta,misnudillosestánpicandoensupuerta.
Alratolaabre,aúnvestidocomoantesperodescalzo.Entoncesme
doy cuenta de que he salido sin molestarme en cambiarme de ropa y
desmaquillada.
—Hola—diceserioyalgosorprendido—.¿Quéhasroto?
Al principio me quedo cortada sin saber cómo tomarme su tono
seco,peroentoncesveocomounasonrisaempiezaacurvarsuslabiosyal
instantemerelajo.
—Nada. Realmente no sé qué hago aquí, pero he escuchado esa
música y no he podido resistirme… —Me coloco unos mechones detrás
de la oreja y empiezo a retroceder justo en el momento en que él me
agarradelbrazo,frenandomihuida.
—Ya que has venido, ¿quieres entrar a tomarte una cerveza? Así
vesmisprogresosencuantoalalimpieza.
Mispies,comosifueranautónomos,decidenaceptarlainvitación
yenseguidameencuentrodentrodesuapartamento.
—¿Quémedicesaesacerveza?
—Vale —contesto sin pensar, ya que no soy de tomar cerveza,
cuando me percato de la cocina limpia y totalmente recogida—. ¡Vaya!
¡Quécambio!
—Gracias. Toma. —Y al ver mi cara de horror se ve obligado a
decir—.Espera,perdona.Quieresunvaso,supongo.
—No,no,no.Tranquilo.Asímismomevabien.—Paradisimular,
doyungrantragoalabotellayparamisorpresa,saberealmentebien.
—Ven,pontecómoda—diceseñalandoasusofá.
—Nosabíaquetegustaraestamúsica—digosentándome—.Qué
tontería… De hecho no sé por qué lo he dicho porque realmente no nos
conocemosdenada.
—Bueno,sabesquearreglogrifos,quemecuestahacerfuncionar
unalavadora,quecuandoquieropuedoserlimpio…
—Quenosuelesafeitarteamenudo,quetegustalamúsicaJazzy
quehablasruso.
Sequedaparadomirándomeensilencio,conunaexpresiónqueme
cuestadescifrar,hastaquefinalmentesurostroserelajaydecidehablar.
—Sí, lo del afeitado no lo llevo muy bien —dice tocándose la
barba.
—No te queda mal —contesto intentando reconducir mi posible
meteduradepata.
—Yahoraqueséesedato,lollevarépeor.
Enseguida nos vemos enfrascados en una conversación muy
animada acerca de música, discos míticos y conciertos a los que hemos
asistido.Mesorprendecuandodicequealgunanocheseescapaalrecién
re-inauguradoCottonClubparaescucharalgunaactuaciónendirecto.Me
siento tan cómoda, que pasada una hora me encuentro bebiendo mi
segunda cerveza y sentada de lado, de cara a él, con los pies encima del
sofá.
Otra hora después, la voz de mi conciencia me recuerda que
mañana,aunqueessábado,tengoqueabrirlatiendadenuevo,asíquemuy
amipesar,medespidodeél.
—Oye,Maddie—mediceapoyadoenlapuertacuandoyaestoyen
elpasillo—.¿QuieresquelapróximavezquevayaalCottonteavise?
—Meencantaría.—Ysegundosdespuésdedecirlomedoycuenta
dequehepodidoparecerdemasiadodesesperada.
—¿Mañanaporlanoche?
—¡Genial!—Denuevodemasiadoansiosa,peromedaigual.
—Bien —dice sonriéndome—. ¿Te recojo a las siete y cenamos
algo?
—Me parece perfecto. Hasta mañana entonces —digo
encaminándomehaciamiapartamento,yentonces,enunarrebatomuyde
mujer, me giro y le pregunto—. Oye, ¿cómo tengo que ir vestida?
¿Arregladaoinformal?
—Comoquieras…Estaráspreciosaigual.
Entonces, roja como un tomate y como si fuera una colegiala,
corrohaciamiapartamentollenadevergüenza.Cierrolapuertaycomo
hice antes, vuelvo a apoyar la espalda en ella, pero esta vez sonrío de
orejaaoreja.Definitivamente,mismariposasnoestándisecadas.
CAPÍTULO5
Kate
Hagoeldesayunobailandoalsondelamúsica,comocadadía,ala
vezquecontestoaPipperasumensajepreguntándomesivianocheaJoe.
Asíescomohemosdecididollamaralmisteriosohombredelmetro.
“Sílevi…Esuntipodelomásraro,Pipper…Perotienealgoque
megusta…”
Surespuestanosehaceesperarmásdeunminuto.
“Luego paso por la cafetería y me cuentas. Ya decidiré yo si es
raroosonmaníastuyasymeexplicascontodolujodedetalles,quétiene
para que te guste tanto sin haberle oído hablar aún… ¡Soy muy lista y
huelomacizoakilómetros!”
Sonríosinpoderevitarloyantesdequesemequemenlastortitas,
lesdoymediavueltaylecontesto.
“Entroalas9,despuésdellevaraCodyalcolegio.Apartirdeesa
horaydurante8más,nomemoverédeallí”
—Mama…
—¡Hola,cariño!
—Nomeencuentrobien…
—Mmmm… ¿Y eso? – digo tocándole la frente y comprobando
quedebeseruncasodecuentitisaguda—.¿Quéteduele?
—Pueeeees…
—Si te lo piensas tanto es porque es mentira —me apresuro a
decirletalycomomimadremedecíaamí—.Siéntateaquíquetepongo
un desayuno especial de la casa con doble de chocolate y vemos si se te
pasa.
Le pongo una tortita con mi toque especial en forma de carita
sonriente hecha de Nutella y le planto el plato delante. Él lo mira y no
puedeevitarsonreírcariñosamente.
—¿Ves?Curado.Misdesayunosobranmilagros,yesoqueaúnno
lohasprobado…
Resignado,cogeelcuchilloyeltenedoryempiezaadevorarlasin
compasiónpormiobradearteenformadeemoticonoycuandollevamos
unratoensilencio,yleveomásanimado,empiezoahablarle.
—Dentro de pocas semanas te vas de campamentos, ¿eh? ¿Estás
nervioso?
—Nosésiquieroir,mamá…
—¿Yeso?—digoconcaradesorpresa—.Hacemesesquellevas
hablandodeellocariño.Nomepuedocreerquenoquierasirahora…¿Ha
pasadoalgoenelcolegio,Cody?
—No,quéva.Enelcoletodoguay.
—¿Entonces? —le veo hacer muecas con la boca mientras su
cabecita piensa si contarme o no el motivo de su preocupación y su
repentino cambio de opinión—. Cody, soy yo… Siempre nos lo hemos
contadotodo,¿no?
—Esque…—Arrugalafrenteduranteunossegundos,hastaqueal
final claudica—. Me parece que los campamentos valen mucho dinero y
tienesquetrabajarmuchashorasenlacafeteríaparapagarlo.Yyanome
importa quedarme con Rose porque los días que tienes fiesta hacemos
cosaschulasperoesquellegasmuytardeacasa,cuandoyaesdenochey
losmalosestánenlacalle.
—Cody, cariño —digo sin poderme creer que mi hijo de cinco
años sea capaz de razonar ese tipo de cosas y esté preocupado por mi
seguridad—.Notepreocupespormí,enserio,mivida.
—Peroesmuyoscurocuandovuelvesporqueyointentoesperarte
despiertoymepongomúsicaperosiempreacabodurmiéndome,asíque
esoquieredecirqueessúpertarde…
—Cariño, no tienes que preocuparte porque llegue tan tarde
porque…
—¿Porqué?—dicepasadosunossegundosalverqueyonosigo
conmifrase.
Le miro a los ojos y quiero quitarle la preocupación que veo en
ellosyquenotieneporquésentirunniñotanpequeño,asíquemetiroala
piscinasinpensardemasiadoenlasconsecuencias.
—Puesporqueunamigomeacompañaacasaymeprotege.
—¿En serio? —dice relajando la cara ostensiblemente—. ¿Y es
fuerte?
—Mucho.
—Genial….¿FuertecomoBatman,comoLobeznoocomoHulk?
—Bueno… verde no es, creo que no le salen cuchillas de los
nudillosyvisteconropanormalnocomounmurciélago…Esmáscomo
unsoldadodeélite,comounboinaverde.
—Aver—diceentornandolosojos—.¿Puedecogeraunmalodel
cuelloylanzarloporlosaires?
—Sí —digo asintiendo con la cabeza y orgullosa de no estar
mintiendoporqueesohevistoquepuedehacerlo.
—Guau…Molamucho…
—¿Tequedasmástranquilo?
—Sí,peroundíadilequesubaquequieroquemeenseñeahacer
algunascosas.
Tres horas más tarde, tras dejar a Cody en el colegio y cuando
llevo cerca de unas dos horas sirviendo cafés, Pipper aparece por la
puerta,ávidadenoticias.
—Vale,venga,explícamelotododenuevodesdeelprincipio—me
pidePippersentándoseaunladodelabarra,enlazonareservadaparalos
camareros.
—Buenosdíastengaustedtambién—digomirándoladereojocon
unasonrisamientraslescobrounpardecafésconlecheaunosclientes—.
¿Vuestrosnombres?
—Yo soy Adrian y él es Joel y ya de paso… —dice inclinándose
sobreelmostradorparacogerotrovasodecartón—,toma,apuntaaquítu
nombreytuteléfonoytellamoluegoparaquedar.
Lemiroalzandounacejamientrasescribosusnombresenelvaso
decartónyselospasoamicompañeroparaquelesprepareloscafés.
—Espero que mi cara sea suficiente para responderte. Tomad el
cambio. Mi compañero os dará los cafés —digo señalando hacia mi
izquierdaconeldedo.
—Mujer,quécarácter…Puestútelopierdes…
—No lo dudo —Apoyo los brazos en la barra y pongo un gesto
teatreroparaañadir—.Noerestú,soyyo.
LoschicossevanymeacercoaPipperllevándolesucafésoloen
lamano.
—¿Algúndíapagarásporalgunodeestoscafés?
—Algúndía—dicesonriendo—.Peronomecambiesdetema.
Durantealgunosminutos,narrotodoloquepasóayerenelvagón,
yconformelovoyexplicando,másconvencidaquedodequeJoenoestá
interesadoenquenuestrarelaciónpaseamayores.
—¿Y ya está? ¿Te fuiste y no pasó nada más? Algo debiste notar
porsuexpresión…Algotetuvoquedaraentender…Empiezoapensar
quehayalgoquenomeestáscontandoporquenopuedeser.
—Es que no hay nada más que contar… Los dos encuentros han
sido tal y como te los he explicado. No he omitido ni olvidado ningún
detalle.MiG.I.Joetienepocodepríncipeazulyyaestá.
—Puesalomejoresmuytímido…
—Sí… o sordo, o mudo, o no hablamos el mismo idioma… O
simplemente,unbordequepasademicara.
—Alomejoresquenofuistelosuficientementeinsistente…
—Pipperporfavor.¿Quéquerías?¿Quémearrastrase?Enplan“te
lo suplico, ¡háblame!” —digo aderezando mi brillante interpretación
poniendocaradepenayjuntandolasmanoscomosiestuvierarezando.
—Solo digo que a veces hay que ahogar un poquito al príncipe
paraquesevuelvaazul…
—Pipper,siayerhubieraapretadomás,lehabríaahogado.
—Los hombres son muy básicos y a veces más que un empujón,
necesitanquelestiresdelprecipicio.
—Créeme, no hay nada que rascar… —digo bajando la vista y
suspirando mientras estrujo mi delantal verde—. Me arrastré tanto que
hasta me da vergüenza recordarlo y sabes que no es mi estilo. Se veía
claramente que no quería hablar conmigo y yo ahí, venga a hablarle y
preguntarlecosas…Yaúnantesdesalirdelvagón,voyyleinsinúoque
nosvolveríamosaver…
—Kate,dimelaverdad,esetíoestátremendo,¿verdad?
En ese momento, la campanilla de la puerta suena e
inconscientemente me dirijo hacia la caja registradora para tomar nota.
Echounvistazoyveoaunchicocongorraychándalparadoenmediodel
pasillo.Noleveolacaraporqueselatapalavisera,mientrasbuscaunas
monedasensusbolsillos.DirijodenuevolavistahaciaPipperysigola
conversaciónesperandoaqueelclientellegue.
—Laverdadesquemehipnotizó.Tieneunosojos…
Dirijolamiradahaciadelantejustoenelmomentoenqueelcliente
llegaalmostradorsinhaberlevantadoaúnlacabeza.
—Hola—digoenmitonojovialdedependienteeficazysimpática.
Entonces, cuando el cliente levanta la vista, ambos nos quedamos
depiedramirándonosfijamente.
—¡Vaya! —digo mirando de reojo a Pipper para ver que está
prestando atención a la escena—. Parece que ya no solo nos vamos a
encontrarenelmetroaaltashorasdelamadrugada,¿eh?
Por el rabillo del ojo veo como el cuello de mi amiga se estira
hasta límites insospechados para intentar no perderse nada y
especialmente,parahacerleunexamenenprofundidadamiJoe.Examen,
que le hago yo también, aunque de manera más disimulada, mientras
esperoaquesedecidaaabrirlaboca.Parecevenirdecorrerporqueviste
conunchándalyllevaunagorraenlacabeza.Elpeloqueseleveporla
nucalotienecompletamenteempapadoytienelacararoja,loqueacentúa
aúnmáselazuldesusojos.
—¿Teechouncable?—preguntoalverquenomedicenadayque
se está formando algo de cola detrás suyo—. Veamos, puesto que has
entradoenunacafetería,doyporhechoquequieresuncafé.
Oigo como Pipper se atraganta con el café y empieza a toser. La
miroduranteunafraccióndesegundoconmicarade“¿mecreesahora?”
y empezamos uno de nuestros diálogos sin palabras, solo con miradas,
quesololasmujeressomoscapacesdehaceryentender.Ellamehaceun
gestoparaqueseaalgomásbenevolenteconélyyolecontestoqueestoy
hastalasnaricesdearrastrarmeyvoyacomportarmecomoloharíauna
mujerconamorpropio.Pormuchoquemecueste.¡Oh,Diosmío!Yme
va a costar, y más aún si su lengua vuelve a asomarse por su boca para
humedecerseellabioinferior.
—Vale—empiezoadecirdenuevointentandoimaginarqueelque
tengodelanteeselgraciosillodeantesynosemejanteDiosgriego—.No
leolasmentes,asíquemeseríademuchaayudasimedijerasquéquieres
tomarytunombreparaapuntarloenelvaso…
Élnohaapartadosusojosdelosmíosenningúnmomento,hasta
quealacabarmifrase,tragasalivacondificultadyempiezaaesquivarmi
miradamoviendonerviosolosojosyagachandolacabeza.
—Venga, que has empezado muy bien… Has dicho “hola” y
ahora… —le hago un gesto con la mano para que continúe mientras
sonríoamablemente.
Sigue sin mirarme y su respiración empieza a entrecortarse.
Incluso creo que está sudando más que cuando entró. Empiezo a estar
cansadadelaactituddeestetíoycreoquelosclientesdelacolatambién,
asíqueexasperada,cojounvaso,marcoenéllacasilladelcaféconleche
yescriboenlapartesuperior.
—Sondosdólares—digoentonomuyseco.
Mi compañero encargado de la cafetera coge el vaso que le he
dejadoyalmirarlosueltaunacarcajadaynegandoconlacabezadice:
—¡Vaya tío! Algo gordo tienes que haberle hecho para hacerla
enfadartanto…
Él le mira confundido sin saber aún porqué y luego deja los dos
dólares en el mostrador justo enfrente mío. Yo sin inmutarme miro por
encimadesuhombroyempiezoaatenderalrestodeclientesconlamejor
demissonrisas:
—¡Hola,Pete!
—Hola, preciosa —me responde el abogado adicto al café y, por
lotanto,clienteasiduo.
—¿Lodesiempre?
—Cómolosabes…
“Joe”sehaechadoaunladoymantienelavistafijaensusmanos,
quetieneapoyadasenlabarra,esperandomientrasacabandeprepararleel
café. Hago verdaderos esfuerzos por pasar de él porque, aunque su
comportamientomecabrea,algomedicequeunafuerzasuperioraéles
laqueleimpidecomportarsecomoquiere,ylabuenasamaritanaquevive
dentrodemímetientaparaseguirintentandocomprenderleyayudarle.Le
echo una mirada de soslayo y me arrepiento al instante de lo que he
escritoenelvaso,porquealversucaraséquealgovamal,ymegustaría
agarrarleporloshombrosyzarandearlehastahacerlereaccionar.Osaltar
porencimadelabarraymeterlelalenguahastalacampanilla,aúnnosé
cualescogería.
—Aquí tienes —oigo que le dice mi compañero tendiéndole el
vasohumeante—.Ahíestáelazúcar,lasacarinaylascucharitas.
Él coge el vaso y cuando lee lo que he escrito, sus labios se
aprietan en una fina línea y sus ojos se contraen unos segundos. Su cara
reflejaunasoledadquemeparteelcorazón.Séqueloqueheescritoleha
dolido y me maldigo al instante por mi impulsividad. Sin volverme a
mirar,segiraysedirigealasalida,justoenelmomentoenqueledoyel
cambioalúltimoclientedelacolayPipperseponedelantedemí.
—¿Estásbien,Kate?—mepreguntaalverquesigoconlavistafija
enlapuerta,aunqueélhadesaparecidoporellahacerato.
—Soy una imbécil, Pipper —contesto con los ojos llorosos y
cuandolasprimeraslágrimasmeresbalanporlasmejillas,megirohacia
micompañeroyledigo—.Sustitúyemeunmomento,¿vale?
—Claro.
Salgo del mostrador quitándome el delantal y me dirijo hacia la
calledeatrásseguidaporPipper.Cuandoabrodeunmanotazolapuerta
delalmacén,meapoyocontralapareddeladrilloyalinstante,alverque
yanohaytestigos,dejoquelaslágrimasbrotensinoponerresistencia.Me
pongo una mano delante de la boca para mitigar los sollozos y cuando
Pippermeabraza,hundolacaraensucuello.Pasadosvariosminutosen
losquemedejadesfogarme,seseparademíysecomislágrimas.
—¿Porquédicesquehassidoimbécil?
—Másqueimbécil,hesidomezquina…
—Vale, les has contestado un poco seca, de acuerdo, pero no es
muchopeorqueloquehahechoélestosdías,¿no?
—Pipper,escribí“tontodelculo”ensuvaso…
Pipperabrelosojoscomoplatosalescucharme,peroesunabuena
amiga, y al momento intenta aparentar normalidad para hacerme sentir
mejor.
—Ytodoporquenomehacecaso…—Doblounpocolasrodillas
y me peino el pelo hacia atrás—. Por favor, hasta Cody es más maduro
queyo.
—Notetortures.Lohecho,hechoestá.Notelotomesasí…Alo
mejor,silehubierasescrito“hazmetuyaaquíyahora”sehubieraquedado
con la misma cara de flipado y ahora estarías maldiciéndote por no
haberlellamado“tontodelculo”.
Consigue hacerme sonreír por unos segundos y empiezo a
secarmelaslágrimasconlaspalmasdelasmanos.Respirohondovarias
vecesmirandoalcieloparaintentartranquilizarme.
—La verdad es que el chico, paradito es… Y hablador, lo que se
dice hablador… pues como que no… —vuelve a decir ella—. Pero está
tremendono,losiguiente.¿Esosojossonsuyos?
—¿En serio Pipper? —digo con los ojos como platos y la
mandíbuladesencajada.
—Ay, qué tonta. Es que estoy acostumbrada a criticar las tetas de
lasnuevasbailarinasquecontrataBobbyylapreguntamesalesola…
Ahora sí que estallo en carcajadas hasta el punto que tengo que
agarrarmeelestómago.
—Asísímegustaverte—medice—.Además,vistoquehablarno
sabemossisabe,peroleersí,estanochecuandolevuelvasaver,daleun
vasodecafécontunúmerodeteléfono.¡Omejor!¡Tutalladesujetador!
¡No, no, no, espera! Ponle la dirección del club y le escribes “Ven y te
dedicounbaileparatisolo”
—Uy,deesonada…Mitrabajonocturnosequedaensecreto.
—¿Por?—mepreguntaella—.Yonuncaloheocultadoanadie.No
meavergüenzo.
—Yotampocomeavergüenzo.Seloocultoamihijoporquetiene
cincoaños,yseloocultaréacualquiertíoalquequieraligarme.
—¿Por?
—Porque quiero que esté conmigo por como soy, no porque
esperequelehagaunnumeritocadanoche.
—¿Por?
—Pipper, ¡qué pesadita! Además, no sé si quiero volver a
encontrarmeconJoe…
—¿Quién?¡Ah!Terefieresa“tontodelculo”—Yalvermicara
alzalasmanosysedisculpa—.Perdona,perdona.Sigue…
—Decíaquedespuésdeloquehapasado,nosésiquierovolvera
encontrármeloyesposiblequeélsientalomismo…Asíque,teniendoen
cuenta que Nueva York tiene más de ocho millones de personas, es
probablequenovuelvaaverle.
—Eso no lo puedes asegurar… cosas menos probables se han
visto… ¿Quién sabe? A lo mejor esta noche coincidís de nuevo en el
metroyteestáesperandoconunramoderosasparapedirteperdón…
—Sí, es lo más probable: “Oye, ¡tonto del culo! y él: ¡Gracias,
tomaunasflores!
—Oye,¿ysinotehablaporquelecortasdemasiado?Esdecir,alo
mejorsolosevuelvemudocontigo…
—¿Cuántosañostiene?¿Siete?
—Nosé…—diceempezandoarendirseellatambién.
—Pipper, mi vida ha sido bastante complicada siempre. Incluso
ahora que estoy más estabilizada, sigue siendo algo caótica. No me
apetece complicármela más… ¿Tan difícil es encontrarme un tío en el
supermercado,quemepidaqueleaconsejeacercadeldetergentequedeje
la ropa más limpia, que hablemos un rato, me pida el teléfono y
empecemosasalir?Sinmás.Sinencuentrosmisteriososenelmetro.Sin
tenerquearrastrarmeparasacarleunsimplehola…
Me mira comprensiva y tras unos segundos, me incorporo
decididaavolveraltrabajo.
—¿Ysidecidesnocomplicártelayresultaqueélsíeraelpríncipe
azul?
—Pues seguiré buscándolo, y quizá baje mi nivel de exigencia a
solopríncipe,seadelcolorquesea…
CAPÍTULO6
Dr.Monroe
Me quito las gafas y me froto los ojos, cansado. Ha sido un día
agotador,tantoquecreoqueestabamásenterotrasacabarlamaratónel
añopasado.Yaúnmequedalopeor.Miroelrelojydecidoestirarmeenel
divánpararelajarmeunpocoantesdequelleguemisiguientepaciente,el
máscomplicadodetodoslosquetengo,yalavez,alquemásganastengo
deayudar.
Nathan Anderson. 32 años. Coronel de los Marines de USA.
Desplegado en Afganistán del 2005 hasta finales del 2011, cuando le
otorgaron la baja con un diagnóstico de estrés post-traumático. Se
convirtió en paciente mío hace algo más de un año, después de que un
tribunal médico dictara su incapacidad y su necesidad de recibir
tratamientopsicológico.Elgobiernopagasussesiones,supongoquepara
expiar la culpa de haber convertido a un chico de Texas normal y
corrienteenunapersonatraumatizadaqueprobablementeacabemedicada
deporvida.
Desdeentonces,nopuedootorgarmeelméritodeningunamejora,
exceptoporelhechodequecuandollegónoserelacionabaconnadiey
ahora habla conmigo. Bueno, estoy siendo muy generoso, porque la
mayoríadesesionesseconviertenenunmonólogopormipartemientras
él mantiene la mirada perdida. En las primeras sesiones llegué incluso a
pensar que dormía con los ojos abiertos. Luego descubrí que,
simplemente, no dormía casi nunca para evitar revivir los episodios
traumáticosvividosenAfganistán.Lerecetépastillasparadormir,peroél
se niega a tomarlas. Así que subsiste a base de cafés y ha habituado su
cuerpo a poco más de una hora al día de sueño. Aunque no paro de
recordarlequealfinalestolepasaráfactura,nodasubrazoatorcer.
Al igual que tampoco he conseguido aplicar ninguna de mis
técnicas para intentar hacerle la situación más llevadera. Curar a un
pacienteconestetipodeenfermedadnoesfácilymuchasveces,algunode
lossíntomaspersistetodalavida.Comoelinsomnio,quesemitigaconla
ayuda de las pastillas que Nathan se niega a tomar, o los sobresaltos al
escucharruidosfuertes.Soloendosocasionesleconvencíparasometerle
a hipnosis. Revivió durante algo menos de media hora varios episodios
vividos allí y le pareció tan real y pasó tanto miedo, que no ha querido
repetirlo.
Asípues,nuestrassesionessebasanenpreguntasqueyolehagoy
queélresponde,ensumayorparte,conevasivas.Aveceslepreguntopor
losseisañosdeconflictoquevivió,otrasporsuinfanciaysufamilia,y
otras tantas por su día a día. Con sus escuetas respuestas y el informe
médico que me enviaron del ejército, estoy redactando un informe con
másespaciosenblancodelosquemegustaría.
A pesar de sus largos silencios, sus ojos son tan expresivos que
puedo sentir su dolor a través de ellos. Además, nunca ha faltado a
ninguna sesión, por lo que me da esperanzas de que algo en nuestras
reunioneslehagasentirbien.Poresosmotivos,Nathansehaconvertido
pocoapocoenmiasignaturapendiente,yheidocogiéndolecariñohasta
elpuntodequeséquemealegrarémásdesusprogresosanivelpersonal
queprofesional.
De repente abro un ojo al escuchar un ruido a mi derecha. Me
incorporo apoyando los codos en las piernas y me quedo mirando la
escena.Antemí,Nathansemuevepordelantedemilibreríabuscando,al
parecer, un libro en concreto. Carraspeo para llamar su atención y él se
gira.
—¿Buscasalgo?
—Pensabaqueestabasdormidoynoqueríamolestarte.
—Notepreocupes,soloestabarelajandolamenteyordenandomis
ideas.Además,yaeslahoradenuestrasesión—digomirandomireloj—.
Asíquecuéntame,¿cómohaidolasemana?
Hoydecidooptarporesaestrategia,lamássencillaylaquemeha
dadomejorresultadoconNathan.Además,yanoinsistoenquesesiente,
sino que dejo que se mueva por la habitación y haga lo que le apetezca.
Soy consciente de que nuestras sesiones se salen completamente de lo
establecido,peroalgomedicequeeseeselcaminoaseguir.
Trasvariossegundosenlosquenomehacenicaso,melevanto,
aprietoelbotónrojoenelmandoadistanciadelacámaradevídeopara
empezaragrabarlasesiónymeacercoaélhastaquedarmeasulado.Le
miro en busca de la respuesta que él no me da. Busca algo con mucho
anhelomientrassucarasecontraecomosiestuvieraentensión.
—Simedicesellibroquebuscas,tepodréayudar.
Resignado, agacha la cabeza y luego la gira hacia mí. Frunce el
ceñoyaprietaloslabiosyentoncessoyconscienteplenamentedequealgo
ha pasado durante esta semana. Por algún motivo que desconozco aún,
buscaunlibroenconcretoquedebetenerunsignificadoespecial,cuando
hastaahoraselimitabaaleercualquiercosaqueyoponíaensusmanos.
Unasonrisasemedibujaenloslabiossinpoderesconderla.
—Nathan…—insistosonriente.
—“Elguardiánentreelcenteno”.
—De J.D. Salinger. Buenísimo —añado yo tras unos segundos en
losquemehabíahechoilusionesdequesiguierahablando.
Me muevo a un lado y me subo a la escalera para alcanzarlo.
Tengounamemoriacasifotográficaysédondeestánubicadoslamayoría
demislibros,asíquesolomellevaunossegundosencontrarlo.Cuandose
lodoy,loagarraconfuerzaylomirasinpestañear.
—Quienteloharecomendadotienemuybuengustoliterario…—
comentosinquererdarmuchaimportanciaamispalabrasperosinperder
devistasureacción.
Enrealidadsospechoqueahíestálaclavedetodo,yestoydecidido
a aprovechar este sutil cambio para intentar dar un paso adelante, por
pequeño que sea. Me siento en uno de los sofás, apoyo los pies en la
mesitaymeenciendouncigarrillo.Quitoeltapónalabotelladewhiskyy
mesirvounpocoenunvaso.Porelrabillodelojovoycontrolandosus
movimientos,ycuandoveoquepocoapocoseacercaysesientaenfrente
demídecidoseguirconmiestrategia.
—¿Quieres? —digo tendiéndole el paquete, y ante su negativa,
añado—:¿Tetomaslaspastillas?Porquesisiguessinhacermecasoysin
tomártelas,tepuedoofrecerunacopa…
Comonomeresponde,cojounvaso,viertounpocodewhiskyen
él y se lo tiendo. Lo mira durante un rato y al final lo coge. Lo mueve
entre los dedos durante unos segundos, haciendo bailar el líquido en su
interior, hasta que al final suelta un suspiro y apoya la espalda contra el
respaldodelsofá.Imitandomigesto,apoyalospiesenlamesitayechala
cabeza hacia atrás. Creo que es la primera vez que le veo afectado de
algún modo por algo que no sean sus recuerdos y necesito saber qué
misterioseescondedetrásdeeselibro.
—¿Y bien? ¿Quién es el ávido lector que te aprecia tanto como
paraquererquedisfrutesdeunlibrocomoese?—digoseñalandoellibro
quedescansaensuregazo—:¿Oávidalectora?
Apoya el brazo en el respaldo del sofá, sin soltar el vaso, con la
bebidaaúnintacta,mientrassefrotalosojosconlaotramano.
—Nathan,llevomásdeunañotratándoteynuncatehabíavistotan
interesado por algo como lo estás por ese libro, así que por favor,
necesito saber quién ha obrado el milagro —le digo echando mi cuerpo
hacia delante, apoyando mis codos en las piernas—. Al menos necesito
saber a quién tengo que decirle al gobierno que le dé mis honorarios,
porqueparecehaberconseguidoalgohastaahoraimposibleparamí…
Consigohacerquesonríaycreoquepocoapocovoyrompiendo
suresistencia.
—¿Hombre o mujer? Tengo mucha paciencia Nathan y sabes que
eresmiúltimopacientedeldía,conloquenotengoprisa…Mimujerya
sabequelosviernesvienestúysabeloquetoca.
Me mira durante un rato entornando los ojos hasta que al final
chasquealalenguaresignado.
—Mujer.
—¿Lahasconocidoestasemana?
—Sí.
Dos palabras en menos de diez segundos. La cosa va bien. Como
no quiero tensar la cuerda tanto como para llegar a romperla, voy a
echarleuncable.
—Yteniendoencuentaqueterecomendóunlibro,supongoquela
conocisteenunodetustrayectosnocturnosenmetro,¿no?
—Sí.
—¿Ylahasvistosoloesavezomásveces?
—Tresveces.
—¿Todasenelmetro?
—No.
—Entonces… —No puede ser… pero tengo que asegurarme—.
¿Habéisquedadooalgo?
—No.Estamañanahemoscoincididoporcasualidadenlacafetería
dondeellatrabaja.
Sinofueraporquesoyuntíoformal,ahoramismomepondríaa
darsaltospormidespacho.Ynoesparamenos,porqueeslaprimeravez
desdequeNathanesmipacientequeleoigounafrasetanlarga.
—¿Y cómo te has sentido al hablar con alguien? Aparte de
conmigo,claroestá.
Le observo durante un rato y su rostro se contrae. Mira el vaso,
queaprietaconsumanocomosiintentararomperlo.Séqueelcristales
bueno,perotambiénsoyconscientedequepodríallegarahacerlosiselo
propusiera,asíqueempiezoaponermenerviosoeintentodistraerle.
—Nomedigasquetengoqueponermecelosoporqueahorahablas
conalguienmásapartedeconmigo…
Posa de nuevo sus ojos en mí y soltando aire con fuerza por la
nariz,vuelvearelajarse.
—Nohacefaltaquetepreocupes.
—¿Por qué, Nathan? —digo sentándome cada vez más al filo del
sofáparaacercarmeaél.
Nervioso, empieza a frotarse la sien con la mano, con la mirada
perdida en algún punto indefinido del suelo. Empieza a mover la pierna
compulsivamente y aunque me gustaría poner mi mano en su hombro y
tranquilizarle diciéndole que todo irá bien, valoro mi vida demasiado
comoparahacerlo.Sellevaelvasoaloslabiosydeuntragosebebetodo
elwhisky.
—¿No has hablado con ella? —digo en el tono más conciliador
posible.
Se inclina hacia delante y junta las manos apoyando su frente en
ellas. Finalmente niega con la cabeza y aunque decenas de preguntas se
agolpan en mi cabeza, decido darle tiempo. Así que durante varios
minutosleobservomientrasélsigueconlasmanoshundidasensupelo,
mirandoalsueloconrabia.
—Quiereshablarconella—meaventuroadecir.
Sunerviosismohacequecambiedeposturadeformabrusca.Esta
situación le incomoda. No quiere mostrarme sus sentimientos, pero a la
vez sabe que hoy por hoy soy el único que le escucha y puede ayudarle.
Apoya la espalda de nuevo en el respaldo del sofá y vuelve a coger el
libro.Acaricialatapaconlospulgaresduranteunrato.
—Mehallamadotontodelculo.
Alinstantedeescucharesaspalabras,nopuedoevitarescupirparte
del whisky que tenía en la boca, sin darme tiempo a ponerme la mano
delante.
—¿Quetehallamadoqué?
—Tontodelculo.
Mepongodepieycaminoporlahabitaciónmientrasélmesigue
conlamirada.Metapolabocaconlamanointentandonoreírme,peroal
final una carcajada emerge de mi boca. Me doblo hacia delante,
cogiéndomeelestómagoeinclusosemeescapanalgunaslágrimas.
—Perdona —digo secándome las lágrimas con la mano mientras
él me mira totalmente confundido por mi reacción—. Joder, lo siento.
Peroesachicameencanta,quelosepas.
—Yaveo—dicedejandoelvasoenlamesitayponiéndoseenpie.
Leveodirigirsealapuerta,contrariadoybastantecabreado.
—¿Adóndevas?
—Melargo.
Nopiensodejarescaparestaoportunidaddeoro,asíquesinpensar
bienenlasconsecuenciaslefrenoagarrándoledelbrazo.Noseesperaba
eso y su reacción es inmediata. Se gira bruscamente y se suelta de mi
agarredeunmanotazo.Alzaelpuñoyloechaparaatrásconlaintención
de estampármelo en la cara pero de repente parece que una luz se le
enciendeenlacabezayenlugardeeso,retrocedeasustadovariospasos,
alejándosedemítodoloposible.Porelcaminotropiezaconelrevistero,
haciéndoleperderelequilibrio,perosiguearrastrándosehaciaatráshasta
quesuespaldatocacontralapared.
Lentamente me acerco a él y me agacho. Podía haberme asestado
unpuñetazoperfectamente.Letoquéyademásdeimprovisto,mezclando
dosfobiasdelospacientesconestréspost-traumático:elcontactofísicoy
los sobresaltos. Y aún así, algo en él se encendió haciéndole detenerse
justoatiempo.Quizáhemoshechomásprogresosdelosqueyocreía.
—Losiento—dicefinalmente.
—No,losientoyoporhabermereído.
—Eslaverdad.—Levantalacabezayclavasusojosazulesenmí
—.Mehecomportadoconellacomounimbécil.
—Bueno,yonodiríatanto.—Mepongocómodosentándomeenel
suelo delante de él—. Te has comportado con ella como un enfermo de
estréspost-traumáticoharía.
—Peroyonoquería.
—Vale,peronoestanfácil.¿Cuántotiempollevamosviéndonostú
yyo?¿Másdeunaño,no?—Élasienteconlacabezadándomelarazón—.
Y es la primera vez que puedo asegurar que estamos teniendo una
conversación.Yhasidojustodespuésdeconocerlaaella.
Memirapensativo,peroheaprendidoainterpretarhastatalpunto
sus silencios, que sé que dentro de su cabeza la maquinaria funciona a
todo trapo y está dándose cuenta de que lo que le estoy diciendo es
totalmentecierto.
—Tuveunapesadilladelantedeella.
Asiento con la cabeza intentando que mi cara tenga la expresión
másneutraposible,aunqueahoramismoellocoquehaydentrodemí,y
quevivedentrodetodoslospsiquiatras,locreanono,seestáponiendo
lasmanosenlacabezaytienelamandíbulaarasdesuelo.
—La… la segunda vez que coincidimos en el metro, me dormí y
empecé a tener una de mis pesadillas… —Traga saliva repetidas veces
entrelaspalabras—.Cuandoabrílosojosasustado,ellaestabaamilado.
Estabapreocupadapormí,noasustadademí.
—Sigo sin entender que eso te sorprenda Nathan. Sé que te has
alejadodetufamiliayquenoterelacionasconlagenteporquecreesque
sepensaránqueestáslocoyhuirándeti.Peronoesjusto,porquenoles
daslaoportunidaddedemostrartequenoesasí.Estásenfermo,Nathan,no
loco.
—Puesmeenviaronaunloquero…
—Te enviaron aquí porque soy un médico con el que se puede
hablar y que a la vez puede recetar medicinas. ¿No me dirás que no
molamosmásqueesosmatasanos?
—Supongo —dice esbozando una sonrisa—. Y en cuanto a lo de
alejarmedemifamilia…
—Vale, puede que tu padre no encajara muy bien tu marcha del
ejército,peronopuedespensarquetodoelmundoesigual.Tealejastede
tumadreydetuhermanasintenerencuentasusposturas—digotirando
delainformaciónfamiliardelarchivoquemedioelgobiernoyaqueéles
laprimeravezquemehabladeello.
—Paraél,desertéynuncamelovaaperdonar.
—Bueno—digoencogiéndomedehombros—,élpiensaasí.¿Qué
piensanlosdemás?¿Leshasdadosiquieralaoportunidaddejuzgartepor
ellos mismos? ¿Sabes si tu madre piensa como tu padre? No lo sabes,
Nathan.
Denuevosuvistaseposaenellibroquesostieneentresusmanos.
Aprieta los labios en una fina línea hasta que vuelven a despegarse para
volverahablar.
—Ellanopiensaqueestoyloco…Peroseguroquepiensaquesoy
retrasadooalgoasí.
—Ono…—insisto,dándolepieaquesigahablando.
—Tresvecesquenoshemosvisto,tresvecesquehesidoincapaz
de decir nada. La primera vez le quité de encima a unos gilipollas y
cuandomediolasgracias,nisiquieralevantélacabezaparamirarla.
—Espera, espera… ¿Le quitaste de encima a unos gilipollas? ¿Te
dasdehostiasynomelocuentas?Cariño,ennuestrarelaciónempiezaa
haberfaltadecomunicación—digoarrancándoleunasonrisa.
—Sí,nadadelotromundo…—comentaquitandohierroalasunto
con la mano—. La segunda vez fue cuando la pesadilla. Se quedó a mi
lado,mepreguntócómomeencontraba,merecogióellibrodelsuelo,me
dioconversación,merecomendóestelibroy,¿quéhiceyo?Mirarlacon
caradeimbécil.
—Ylatercerahasidocuandotehabautizadodefinitivamente,¿no?
—Ajá,enlacafeteríadondetrabaja.
Nos miramos durante un buen rato. No puedo evitar sentirme
eufórico porque siento este progreso no solo como una medalla a nivel
profesional, sino que me alegro que por fin este chico pueda empezar a
salirdelpozodondeestaba,oalmenosdarsecuentaqueallíabajo,muy
cómodonoseestá.
—¿Yahora?Quieresverladenuevo.¿Harásporverladenuevo?
—Es que creo que ella me dejó muy claro que no tiene ganas de
verme,¿no?
—¿Túcrees?¿Tellamótontodelculootedijoquenoqueríaverte
más? —se piensa la respuesta pero antes de que conteste, yo añado—:
Además,creoqueenelfondoyahasdecididoquéhacer.
—¿Cómo?
—Si no, ¿para qué me pides el libro? ¿O pretendes torturarte
leyéndoloypensandoenlachicaquehasdejadoescapar?
—No… Supongo que leer el libro es una excusa por si me la
encuentroymeveconélenlasmanos…Sinosoycapazdehablarlede
nuevo,quealmenossepaquelaescuchoytengoencuentaloquemedice.
—¿Túquieresvolveraverla?¿Tegusta?¿Tehacesentirbien?
—Sí —dice tragando saliva después de varios segundos sin
atreverseaconfesarmeloqueesevidente.
—Puesinténtalo—digocerrandolasmanosenpuñoparaenfatizar
mispalabras—.Nathan,luchaporella.
CAPÍTULO7
Nathan
Estoynervioso.Jodersiloestoy.Frotomismanosrepetidamente
contramisvaquerosalavezquemipierepiquetearepetidamentecontrael
suelodelvagón.Inclusosiendoconscientedequequedanalgunasparadas
parallegaralasuya,nopuedoevitarcontenerlarespiraciónymirarde
reojoalaspuertascadavezelconvoyparaenalgunaestación.
Tengo el libro en mis manos, pero he sido incapaz siquiera de
abrirlo. Ahora que lo pienso, si me pregunta si me gusta no sabré qué
decirle…Lementiréylediréquemeestágustando.¡Quécojones!Incluso
sin haberlo leído, para mí ya se merece el Nobel de la Literatura. Si
consigue que después de haberme comportado como un imbécil, ella
vuelvaahablarmeoinclusosimplementequenomegirelacara,yahabrá
servidodealgo.
Estabatannerviosoyexcitadodespuésdelasesiónconeldoctor
Monroe,lacualsehaalargadomásdelohabitual,quenohesidocapazde
volver a casa. Necesitaba mantenerme ocupado y he estado vagando sin
rumbofijo,montandoenmicabezaunesquemadecómodeberíahacerlas
cosassiestanochelaviera.Intentandopensarcómoactuarsiconsigoque
mi garganta emita algún sonido y cómo hacerlo en el caso, más que
probable,dequevuelvaaparecerautista.Creoqueduranteestashoras,he
repasadotantosescenariosposiblesquehastaheescritounguiónmental
demisfrases.¡Quépatéticosoy!
Pero no puedo engañarme, esa chica me gusta… mucho. Cuando
medespertédelapesadillalaotranocheylaencontréamilado,parecía
unángeldecabellosrubiosyojosclarosyesaimagensuyamehaestado
persiguiendocadavezquecierrolosojos.Poresoestoytannervioso.No
essoloporelinterésdeentablarconversaciónconalguienquenoseael
Dr. Monroe, sino por intentar gustarle. Ella me hace… sentir muchas
cosas,cuandoyacreíaquenopodríahacerlonuncamás,¿peroquiénme
aseguraqueaellalepaselomismoqueamí?
Hundolacaraentremismanosymemantengoasíduranteunrato.
La verdad es que doy bastante pena. Es una chica preciosa y seguro que
debe de tener novio o incluso puede estar casada… Y yo aquí
devanándome los sesos puede que para nada… Bueno, si tiene pareja, al
menos la experiencia me servirá para dar un paso adelante en mi
recuperación,¿no?Fracasado…
Derepente,lavozdelamegafoníadelmetroanuncialapróxima
parada, la suya. Inconscientemente, mis manos empiezan a sudar y mi
respiración se acelera. Aprieto el libro entre las manos, como
aferrándomeaella,ymemuevoinquietoenelasiento.Miromireflejoen
la ventana y me peino el pelo con los dedos. ¿Estoy bien? Oh, joder, ni
siquiera me he cambiado de ropa… Quizá debería haberme puesto algo
más…formal,queunvaquerodesgastado,unasimplecamisetademanga
corta y unas zapatillas de deporte. Me he cambiado al volver de correr,
trasllegaracasadespuésdenuestroencuentroenlacafetería,peroaúnasí
agarro la camiseta y la huelo para asegurarme. ¿En serio? ¿Qué coño
hagocomprobandomiaspectoypreguntándomesiestoybien?Parezcoun
adolescente…
Notocomoelconvoyaminoralamarchayentraenlaestación.Sin
poderevitarlo,megiroenelasientoparatenerunavistaprivilegiadadel
andén.Aestashorasdelamadrugada,esfácildistinguiraunapersonaen
él.Misojossepaseanrápidamentedeunladoaotrobuscándola.Nopuede
ser. No la veo. Me levanto del asiento y me acerco a una de las puertas
justo en el momento en que el convoy se detiene totalmente. Allí no hay
nadie…Estáclaroquenoquiereverme…Derrotado,apoyolafrenteenel
cristaldelapuertayempiezoadarmepequeñoscabezazos.
—PorgilipollasNathan,porgilipollas…
“Luchaporella”.OigoenmicabezalavozdelDr.Monroe.“Lucha
porella”.
Yentonces,enunactoinconsciente,aprietoelbotóndeaperturade
lapuerta.Cuandoseabren,mispiernassemuevencomosituvieranvida
propiaymesacandelvagón.Mequedodepie,ahíplantadoconlavista
fija en el suelo. Oigo el sonido que indica que las puertas se cerrarán y
que el convoy seguirá su marcha y cuando lo hace, el aire que provoca
muevemicamisetaymedespeinaelpelo.Cuandoelruidosepierdeporel
túnel y todo se queda en silencio, giro sobre mis talones y levanto la
cabeza. Miro alrededor y compruebo que estoy solo. Miro el libro que
sostengo en la mano y trago saliva al notar una especie de nudo en la
garganta. ¿Qué coño me pasa? No ha venido, vale, ¿y qué esperabas
capullo? Una tía como esa no da segundas oportunidades a autistas
inadaptadoscomotú…
“¿Quieres volver a verla?” Sigo oyendo fragmentos de mi
conversaciónconelDr.Monroedeestatarde.“Ellanocreequeestéloco”.
Miro hacia la escalera con la esperanza de verla aparecer. Cierro
los ojos y su imagen vuelve a formarse en mi cabeza, sonriéndome con
sinceridad, ladeando la cabeza para mirarme a los ojos cuando yo me
escondíadebajodelagorra,recogiendodelsueloellibroquesemehabía
caído, hablándome con normalidad, interesándose por mí después de
verme gritar como un loco por culpa de una pesadilla, dándome las
graciasporhaberlaayudadoconesosgilipollas…
¡Espera! ¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si se ha encontrado por el
camino con algún impresentable? Mi respiración vuelve a acelerarse
mientras aprieto la mandíbula con fuerza. Debería salir y mirar por si
acaso,piensomirandodenuevohacialasescaleras.Pero…alomejorno
havenidoporquenolehadadolagana,oporquehacogidounmetroque
hayapasadoantes,oporque…
—¡Joder!—gritohundiendounamanoenmipeloydandovueltas
sobremímismo.
El eco de mi grito resuena por toda la estación. Ahora sí que me
estoyvolviendoloco.Aversivaaresultarqueellaeselremediodemi
enfermedadyalavezlacausantedemilocura…
“¿Tegusta?”,mepreguntalavozdelDr.Monroeenmicabeza.
—Sí…—digoyelecodevuelvemirespuestarepetidasveces.
Comosiesaafirmaciónfueraloquenecesitabaparadecidirme,sin
pensarlomás,salgocorriendoporelandénhacialasescaleras,quesubo
de tres en tres. Cuando llego a las puertas, no quiero perder tiempo
buscando mi billete, así que directamente salto el torno y moviendo la
cabezadeunladoaotro,buscolasalidaalacalle.Algodentrodemíme
hacecorrerynoséporqué.Tengoqueintentarverla.Necesitoverla.Yno
perderniunsegundomásparademostrarlequenosoyuntontodelculo,
bueno,oalmenosquepuedointentarnoserlo…
Yanotoelairedelacalle.Deunsaltosubolosúltimosescalonesy
cuandollegoalacalleporfin,mefrenoenseco.Aescasostresmetrosde
mí, apoyada en una farola hablando con una chica, está ella. Las dos se
giran hacia mí, supongo que alertadas por el ruido de mis pasos, y me
miran de arriba a abajo con cara de asombro. Si antes tenía una pinta
desastrosa, ahora después de haberme pegado una carrera y de haber
subidounmontóndeescaleras,debodeestarderisa.Lamirofijamentee
intento pensar en cualquiera de las cientos de conversaciones que he
estadoensayandoenmicabeza,peromehequedadototalmenteenblanco.
—Esto… —dice la amiga mirándonos a uno y a otro—. Me voy
quetengounpocodeprisa,¿vale?
—Vale—contestaellaalcabodeunossegundos.
—Mañananovienes,¿verdad?
—No,mañanapasaréeldíaconCody—Seabrazanyveocomosu
amigaledicealgoaloídomientrasellaasienteconlacabeza.
¿Loves?TienenovioomaridooloqueseaesetalCody.Dios,qué
ridículomesientoahoramismo.Miroalsuelorascándomelacabezasin
saberquéhacer.Quierodarmelavueltaeirme,perosuamigasevayno
quierodejarlasola.Porlomenoscompórtatecomouncaballeroyquese
décuentadequenoeresundesechohumano.
Suamigapasapormiladoynosmiramosdereojo.Estásonriendo
abiertamente,comosidealgúnmodo,mirepentinaapariciónenescenale
parecieraunabuenaidea.
—Cuídamela,Joe—diceguiñándomeunojo.
¿Porquémesonríe?¿Porquémeguiñaunojo?¿Joe?¿Quiénes
Joe?Lasigoconlamiradamientrassepierdeporlaesquinaycuandome
vuelvoagirar,ellasehaacercadohastaquedarseaunmetroescasodemí.
Me mira a los ojos aún sorprendida porque esté aquí, y supongo
queporhaberaparecidocorriendo.Entonces,fijalavistaenellibroque
llevo en las manos. Ladea la cabeza para leer el título y sonríe. Mira al
suelosinborraresaexpresióndesucaraysepeinaelpeloconlosdedos.
Me tiene hipnotizado y solo soy capaz de mirarla embelesado,
memorizándolaparacuandonotengalasuertedetenerlatancerca.Cada
uno de sus gestos, por simples e inocentes que sean, acelera mi corazón
hastalímitesinsospechados.
—Hola—dicemirándomedenuevo.
Susojosbrillanyséquemepodríaperderenellosdurantetodala
eternidad, pero mi intención es quitarme de encima ese apodo que me
pusoestamañana,asíqueparaellodeberíaintentarhablar.
—Nathan—consigodecirderepenteconunhilodevoz.
—¿Cómodices?
—MellamoNathan.
—Hola, Nathan. —Y en su cara se vuelve a dibujar esa enorme
sonrisaquemetieneloco—.YosoyKate.
Mepongonerviosoporsiintentaunacercamientocomodarmela
manoo,Diosmíono,darmedosbesos,asíqueintentonomovermedel
sitio.Yfunciona,porqueellatieneunamanocogiendoelasadesubolsoy
laotrametidaenelbolsillodesusshorts.Sinpretenderlorealmente,mi
vistasesitúaenesosminúsculospantalonesybajanporsuspiernashasta
llegarasuspies,quellevanpuestoslassandaliasdetirasquemedejanver
sus dedos, con las uñas pintadas. El simple repaso visual que le estoy
echandodespiertaciertaspartesdemicuerpo,acelerandoloslatidosdemi
corazón, y empezándome a poner peligrosamente nervioso. Nathan, has
empezadomuybien,nolacaguesahora…
Agacholacabezaparaintentarrecobrarlacompostura.Perotodas
laspartesdemicuerpodecidenempezarafuncionarporsucuentaymi
bocasecurvaenunasonrisaboba,mientrasmicabezarepitesunombre
sinparar.Kate…Esunnombreprecioso…Kate…
—Veo que has seguido mi consejo… —dice sacándome de mi
ensoñación.
Cuandolavuelvoamirar,veoqueseñalaellibroquellevoenlas
manos.Loagarroconfuerzacomosideesemodoledieralasgraciaspor
ser,dealgunamanera,elartíficedeesteencuentro.
—Sí…Aún…aúnnoloheempezado—decidonomentirle.
—Tegustará.Amímeencantó.
Asiento con la cabeza apretando los labios e intentando respirar
connormalidad.Sonmuchascosasdelasquemetengoqueencargarpara
parecer “normal” como hablar, intentar respirar con un ritmo normal,
hacerquemicorazónnosesalgadelpecho…asíqueunpocodeayuda
porsuparte,quemelopongatodotanfácil,sinpreguntasincómodas,me
vienedemaravilla.
—Yomeibayaparacasa…—empiezaadecirella.
—Sí,yotambién.
—¿Vamosjuntos?—respondeseñalandolaentradadelmetro.
—¿Viveslejos?¿Quieresirdandounpaseo?
Mesorprendoamímismoalhaberpreguntadoeso.Parecequemi
cabeza, bajo presión, vuelve a actuar con eficacia, como en los viejos
tiempos. Aunque eso es un arma de doble filo. Si vamos caminando,
tardaremos más y estaré más tiempo a su lado, pero si no consigo
mantenerlacordura,ellapuedetenermástiempoparaelevarmiapodode
tontodelculoaalgodemayorrango.
Ellaniegaconlacabezaysinpoderloevitarseleescapalarisa.Se
tapalabocaconlasmanosysegiraavergonzada.
—Perdona,perdona—dicedeespaldasamíycuandoparecehaber
sidocapazdeacallarsurisa,segirayañade—:Meparecebienirdando
unpaseo.Haceunanocheestupenda.
Empezamosacaminarendirecciónhaciadondeellameindica.Es
cierto que hace una noche estupenda. La luna brilla con intensidad en el
cielo iluminando lo justo y necesario para convertir ese paseo en algo
maravilloso. Seguiría siendo maravilloso para mí incluso si lloviera a
cántaros,peroreconozcamosquecuandocuentasestetipodeencuentros,
siempre queda mejor decir paseo a la luz de la luna que carrera bajo la
lluvia.
—¿Porquétereías?
—Es que… Sabes hablar. Me había montado tantas teorías en mi
cabeza… Pipper, mi amiga, la que has visto, decía que eras tímido. Yo
penséquealomejorerassordo,omudooinclusoquenoerasdeaquíy
nohablabasnientendíaselinglés…
—Losiento…
No soy capaz de decir más que eso. No puedo darle más
información. Necesito al menos este paseo con ella y si se lo cuento,
saldrá huyendo despavorida. Quizá si la sigo viendo, algún día me
arriesgue a contarle la verdad. Total, tiene a ese tal Cody, así que lo
nuestronollegaráapasarnuncadeuna…¿amistad?
—Normalmentecojoelmetropornocaminarsola—dicecomosi
sehubieradadocuentademirepentinaincomodidad—.Perositengoami
G.I.Joeparaprotegerme…
—¿TuG.I.Joe?
—EsunabromaquetenemosconPipper…—Semuerdeellabioy
misojossalendisparadoshaciaesazona.Diosmío,dejadehacereso…
—. Ya sabes, por lo que pasó en el vagón el otro día. Por la manera de
hacertecargodelasituación.Cuandoseloconté,ledijequeparecíasun
G.I.Joe,yasísequedó.
—Por eso me llamó Joe cuando se iba… —sonrío al
comprenderlo—.Joemegustamásque“tontodelculo”.
—Oh,porfavor—diceponiéndosedeliciosamenterojaalinstante
—.Perdónameporeso.Fuemuycruelymeportécomounaimbécil.
—Nopasanada.
—Nathantequedamejor.
Memirasonriendo,aúnconlacarasonrojada,colocándoseelpelo
detrásdelaorejayencogiéndosedehombros.Combinaciónletalparamí.
Las manos empiezan a temblar, mi respiración se acelera y cada vez me
resulta más difícil controlarla y encima noto como el sudor empieza a
poblarmifrente.Esopornohablardemientrepierna…SiKateconsigue
este efecto en mí, sin siquiera tocarme, el día que lo haga necesitaré un
desfibrilador.
EntoncesmeacuerdodenuevodeesetalCody…Joder,¡¿quéteva
a tocar imbécil?! Me siento aturdido, como en una montaña rusa. De
repenteestoycontentoporvercómoestoysiendocapazdehablarle,luego
ellamemiraycasipuedoflotardelaemociónycuandomesonríeparece
queelcorazónsemevaasalirporlaboca.Peroentoncesrecuerdoaese
mamarracho y me doy de bruces contra el suelo. ¿Cómo puedo haber
pasadodenosentirnadaasentirlotodocontantaintensidad?
—Nathan…¿Hola?
—Perdona.
—Estabasenlaluna.
No,estoyenelséptimocielo…
—Tepreguntabasitrabajasdenoche.Comosiempre,exceptoesta
mañana,coincidimosalamismahoramásomenos…
—No… —A ver cómo salgo de ésta—. Digamos… que duermo
pocoyaprovechoparaleer.
—Ah…
Memiraconojosinterrogantesduranteunossegundosysupongo
que mi respuesta no la ha dejado satisfecha, así que antes de que se le
ocurrapreguntarnadamás,contraataco.
—¿Y tú? A esas horas, la mayoría de gente con la que me cruzo
sonborrachos,gentequesaledemarchaylocoscomoyo.
—¿Enquéquedamos?¿Eresmiembrodelasfuerzasdeéliteoun
loco?—mepreguntamirándomedereojodivertida.
—Supongo que un poco de las dos cosas —respondo algo
avergonzado—.Peronomehascontestado.
—Trabajo para que te puedas encontrar borrachos y gente de
marchaenelmetro.Sirvocopasenunadiscoteca—merespondepasados
unossegundos.
Ysitesirvedeconsuelotambiéntieneselpoderdevolverlocaala
gente…almenosamí.
—Asíquelotuyoesservirbebidas,yaseacaféowhisky.
—Pues parece que sí… —contesta riendo mientras agacha la
cabeza—.Esporallí,yacasillegamos.Estaesmicalle.
¡No! No quiero perderla de vista tan pronto… ¿Cuánto llevamos
caminando? ¿Media hora? Rápido, tarugo, dale conversación, que si
llegamos a su portal, al menos sigamos hablando un rato más. Abro la
boca pero de mi garganta no sale ningún sonido. Mierda, mierda,
mierda… No sé cuál de todos los edificios de la calle es el suyo, y
mientrascaminamosempiezoaponermecadavezmásnervioso.
—Esaquí.—Esaspalabrascaencomounalosasobremíycuando
nos paramos delante de su portal, sé que se ha acabado mi suerte—.
Graciasporacompañarme.
—De… —Me veo obligado a carraspear para que las palabras
vuelvanasalirdemiboca—.Denada…
—Bueno…—diceellasubiendolostresescalonesyaconlallave
enlamano—.Supongoquenosveremosalgunanoche,¿no?
—Sí. —Espero no haber parecido demasiado desesperado y ya
tirándomedecabezaalapiscina,añado—:Mañanaheoídoqueledecíasa
tuamigaquenotrabajabas,¿verdad?
Memiraconunaexpresiónquemecuestadescifrar.Nosésiestá
sorprendida, asustada, molesta, halagada, contenta… Así que, nervioso,
sigohablando.
—Lo pregunto por si mañana tengo que ser Joe o puedo seguir
siendounlocoinsomnecualquiera.
Desde el escalón de arriba veo como vuelve a sonreír. Al menos
parece que he conseguido mi propósito y la expresión de su cara se ha
definido del todo, regalándome una imagen de ella que seguro guardaré
enmimemoriaparamicolecciónprivada.Traspensarlovariossegundos,
mientras juega con las llaves en las manos, pasándoselas de una a otra,
dice.
—MañanapuedesserNathan,tedoyfiesta.Perosiquieres,pasado
mañana, si nos vemos de nuevo, puedes seguir siéndolo porque me ha
caídobienesetipo…
—Vale,lotendréencuenta.—Agacholavistayvuelvoafijarme
en el libro, que alzo y me doy unos golpecitos en el pecho con él—.
Mañanaloempezaréaleerdurantemipaseonocturno…Yatecontaré.
—Vale…
Levantasumanoparadecirmeadiósmientrascaminahaciaatrás,
sin dejar de mirarme ni de sonreír. Yo hago lo propio, aunque me
encantaríasubirdeunsaltoesosescalones,hundirmilenguaensuboca,
siesonomefueraaprovocaruncolapsonervioso,claroestá,yretenerla
conmigotodalanoche.
—Hasta pasado mañana. —Siento la necesidad de decir, como un
“tenemos una cita” y casi contengo la respiración hasta que oigo su
respuesta.
—Hastapasadomañana—dicejustoantesdeperdersedetrásdela
puerta.
Pasacasiunminutoyyosigoalpiedeesasescaleras,conlavista
clavada en su portal. Empiezo a respirar profundamente, inspirando y
expirando grandes bocanadas de aire e incluso me agacho apoyando las
manos en mis rodillas. Estoy agotado, supongo que de la tensión que he
aguantado todo el rato, teniendo que estar pendiente de tantas cosas…
algunastanbásicascomorespirarconnormalidad,otenercuidadodeque
nometocaracuandogesticulabapormiedoatenerunacrisis.
Unaluzseenciendeenelbloqueyasustadoretrocedohaciaatrás.
Miespaldachocacontraalgoymegirobruscamente,paradarmecuenta
quetansoloeraunafarola.Mepongounamanoenelpechoporquecreo
que los latidos del corazón me van a partir el pecho en dos y entonces
empiezoareíraldarmecuentadelotontoquesoy.
—¿Tehashechodaño?
Mirohaciaarriba,dedondeprocedelavozyveoaunniñorubio
asomadoaunaventana.¿Quéhacedespierto?Ylomásimportante,¿meha
vistohaceresteridículo?Intentocontestarleyabrolabocaparahacerlo,
perounflashcruzamicabeza.Laimagendeeseniño,conlapistolaenla
manoapuntándomemientrasgritabaconsignasenárabe.Notocomotodo
empiezaadarmevueltasalrededor.Lavistasemeempiezaanublaryme
faltaelaire.
—¡Cody!¿Quéhacesahíasomado?
—Hablandoconeseseñor.
¿Es ella? ¿Es mi Kate a la que oigo? Noto como poco a poco el
mareosedisipayempiezoavercadavezmásnítido.Suvozmehasacado
del pozo, ella me ha rescatado de una posible crisis. Miro hacia arriba
alucinadoporloquehasidocapazdehacerylaveoalladodelniñorubio
deantes.Espera…¿eseesCody?¿Codynoessunovioosumarido?
—Se ha dado un golpe con esa farola, mamá. Para ser un
superhéroeesunpocopatoso—diceelniñohaciendoqueKatesuelteuna
carcajadaqueintentadisimularconlamano.
Pero a mí me da igual porque, ¡es su hijo! De repente me siento
eufórico y no puedo quitarme la sonrisa de bobo que se me acaba de
formarenlacara.
—¿Estásbien,Nathan?
—Sí—digorascándomelacabeza—.Nolavi…Bueno,yoyame
iba…
—Hastapasadomañana—mediceKate.
—Gracias por proteger a mi madre —me dice Cody—. Pasado
mañanaigual,¿eh?Cuentocontigo.
—Descuida.Pasadlobienmañana.
Mealejodeledificioconpasotranquiloyrelajado,guardandolas
apariencias por si me estuvieran mirando aún, cuando lo que tengo son
unas ganas tremendas de salir corriendo y saltando por la euforia que
sientoahoramismo.
Séqueessolounpequeñopaso,séquenosabemosprácticamente
nadaelunodelotro,séquesilecuentoalgúndíamiproblemapuedesalir
huyendo, sé que puede que no sienta lo mismo que yo… Pero voy a
intentardejardeescucharyverelhorrorenmicabezaparaintentarverla
aella.
CAPÍTULO8
Maddie
Hoymehelevantadodiferente.Mientrasmeduchabaydesayunaba,
nopodíadejardesonreíryyadecaminoalatienda,mehedadocuenta
quemehabíapasadotodalamañanatarareandolascancionesdeColtrane
queescuchéayerencasadeJack.
¿PorquétodoloquehacemejoraconcrecesaBarry?Entróenel
cuarto de las lavadoras y convirtió una conversación circunstancial en
algodivertido.Yanoche…anochesinsiquieraproponérselomeregalóla
mejorcitadetodamivida.Nolehizofaltaningúnadorno,solounsofá,
unas cervezas, buena música y él. No trata de tenerlo todo medido al
milímetro, ni sus palabras, ni sus gestos, ni su vestimenta. Es tal cual se
muestra,quizáalgosecoeneltratoconlosdemás,bastantedesastreenlas
cosasdecasaynadacoqueto,peroparamíesperfectamenteimperfecto.
Llegoalafloristeríayloprimeroquehagoalabriresbuscarel
CD de John Coltrane, ponerlo en el reproductor y subir el volumen. Si
cierrolosojosaúnpuedovermesentadaenesesofá,charlandoconél,tan
cómodayrelajadacomosileconocieradehacetiempo.
—Alguienhatenidounsueñohúmedoestanoche.
La voz de Andrew me saca de mi fantástico recuerdo. Abro los
ojos con una mueca de resignación, pero le veo cargado con dos vasos
enormes de café cargado y un par de cronuts y el enfado se me ha
esfumado.
Trasdarlelosbuenosdías,cojomivasoymicronutymesiento
en el taburete. Doy un mordisco y acto seguido bebo un gran sorbo de
café.Cierrolosojossaboreandoparaconcentrartodasmisfuerzasenel
sentidoquemeinteresa,elgusto.
—Nomeniegaselsueñohúmedoyahoraponescaradeviciosa…
—No voy ni a intentar negarte nada porque aunque lo haga,
seguiráspensandoloquetedélagana.Ynopongocaradeviciosa,pongo
caradeadictaalacafeínarecibiendosudosis.
—Si tú lo dices… Pero te veo muy feliz para lo sosilla que fue
ayerlacita,¿no?
—¡Oye!—lereprendo—.PobreBarry…
—Eh,queyonomeinventonada…Trabajaenlabolsa,trajeado,
músicaclásica,niterozóenlaprimeracita—Yactoseguidodejacaersu
cabezahaciadelante,cierralosojosysimulaqueronca.
—¿Peroporquiénmehastomado?¿Túquétepiensas?¿Quéme
voydejarmeterlalenguahastalacampanillaenlaprimeracita?
—¡Uy, no, por Dios! ¡Menuda fresca! —Y empieza a burlarse
santiguándose—.¡Esoespecadomujer!¡Sucia!¡Másquesucia!
Elmuycretinoseestáburlandodemísinningúnreparo.Asíque
decidocontraatacarydarleenloquemásleduele…
—Bueno, creo que estoy empezando a quitarme el hábito de
monja…AyerporlanochelopasémuybienencasadeJack…
Yvayasifunciona.Alinstante,memiraconlosojoscomoplatosy
empieza a toser como un desesperado. Al parecer, del susto, se le ha
quedado un trozo de cronut en la garganta y está haciendo verdaderos
esfuerzos para tragarlo. Cuando le veo rojo del esfuerzo, empiezo a
asustarmeylegolpeolaespalda.
—Bebeunpocodecaféaversibaja—ledigoacercándoleelvaso
sindejardegolpearsuespalda.
Pasadosunossegundos,parecequehaconseguidotragareltrozo
problemáticoyelcolordesucaravuelvealanormalidad.Sedapequeños
golpesenelpechoylevantalavistaaltechorespirandoprofundamente.
—Eso es —digo acariciando su espalda—. Respira con
tranquilidad.¿Mejor?
—Déjate de historias y explícame qué querías decir con que lo
pasastemuybienanocheencasadeJack–diceaúnconlavoztomadapor
elesfuerzo.
—Puesesomismo…
—Maddie, casi muero por tu culpa. Ten compasión. Creo que es
justoquemelocuentes.
—Puesdejadereírtedemí…Quesoytujefaytepuedoecharen
cualquiermomento.
—Vamos,meadorasMaddie,ylosabes.Yyo,sinofueramásgay
quePriscillaReinadelDesierto,estaríalocamenteenamoradodeti—dice
abrazándome—.Además,soytanjodidamentebuenoconlosclientes,que
entranparacomprarunarosaysellevanunjardínentero,ylosabes.
Enesotienerazón.Esunacotillamala,perotienetantamanocon
los clientes que le comprarían lo que él quisiera. Además, siempre ha
estado a mi lado apoyándome, desde que le contraté, y era el único que
alegraba mis días en los peores momentos de mi matrimonio. Así que
suspiroysonríorindiéndomedenuevoantesusencantos.Mesientoenel
taburetedesuladoyleexplicomicitanocturna.
—Pocodespuésdecolgarcontigoanoche,empecéaoírlamúsica
deColtranequesonabaenelpisodeJack.Ynomepreguntescómo,acabé
llamando a su puerta. Cuando me di cuenta de lo que había hecho, él ya
habíaabiertoyestabadelantedemímirándomeextrañadopormivisita.
Me quedo un rato con la mirada perdida, rememorando esos
instantes,viéndoleapoyadocontralapuerta,consuaspectodesaliñadoy
descalzo.Aúnsumidaenmisrecuerdos,sigoconmiexplicación.
—Le dije que había escuchado la música desde mi apartamento y
que me encantaba Coltrane y él me invitó a entrar —sonrío cuando
recuerdoelaspectodesupisoreciénrecogido—.Habíalimpiadoelpiso
Andrew…Lacocinaestabarecogidayyanohabíaropatiradaportodas
partes.
—Hombreinteligente…Barry0,Jack3.
—¿Tres puntos lleva ya? ¿Y los dos primeros, se puede saber
cómoloshaganado?
—Fácil.Elmodocamioneroesmuchomássexyqueel“loúnico
quequieroesverlafeliz”—Condosdedoshacecomosiselosmetieraen
labocaparaprovocarseelvómitohaciéndomereírporquecuandoBarry
medijoesafrase,sabíaqueAndrewharíaesegesto—.Asíque1a0.
—Vale—contestoaúnriendo—.¿Yelsegundopunto?
—¿Bromeas? Con todos mis respetos para la música clásica —Y
vuelve a hacer que se duerme roncando—, pero no tiene nada que hacer
contralosgrandesmitosdeljazz.2a0.
—La verdad es que no te falta razón… —le digo cada vez más
convencidadelasgrandesdiferenciasdeunoyotro.
—Vale,sigue,quetemevuelvesaperderentupropiacabeza–me
apremia.
—Puesmeofrecióunacerveza…
—Ya claro… Tú. Cerveza. Y encima me dirás que la bebiste a
morro.
—Puessí.
—¡Quéperraca!¡Lequisisteponercachondo!¿Túsabesloqueles
gustaaloshombresveraunamujerbebercervezaamorro?
—Pues no, no lo sé… Si Mark me hubiera visto hacerlo alguna
vez, se habría horrorizado y me hubiera enumerado las miles de
infeccionesquehabríapodidopillar.
—Cuanto más sé de Mark, mejor me cae, ¿eh? —contesta
irónicamente—. Qué muermo te quitaste de encima chica. No, si en el
fondo, te hizo un favor liándose con la niñata esa… Sigue, va, que nos
vamosporlasramas.
—¡Perosierestúelquemeinterrumpetodoelrato!
—Nointerrumpo,aderezolahistoria,quenoeslomismo.
—Loquetúdigas.Buenopueseso,mediounacervezaymedijo
quemepusieracómodaynossentamosensusofá.Estuvimoshablandode
música sobre todo y pronto me sentía tan a gusto, que cuando me di
cuenta, llevábamos más de una hora, me estaba tomando la segunda
cervezayestabarecostadaconlospiesencimadelsofá.Comosiestuviera
enmipropiacasaAndrew…Ibahastaenchándal…
Lemiroesperandoquemeinterrumpadenuevo,perosimplemente
meobservaapoyandolabarbillaenlamano,mientrassellevaelcronuta
laboca.
—Total,quecomosehizotarde,melevantéparairmeperoenese
momento—VeocomoAndrewsetensaensusillaysinserconscientede
ello,seacercamásamíhastaelpuntodequeestáapuntodecaersedel
taburete—.MepreguntósimegustaríairconélacenaryluegoalCotton
Clubestanoche.
Sueltaungrititodelomásgay,inclusoponiéndoselamanoenel
pecho,todomuyteatralélytrasunossegundosenlosquecreoquehasta
seestáemocionando,añade:
—Ylehasdichoquesí,¿verdad?Dimequelehasdichoquesí.
Asientomientrasmecontagiodesuemoción.Mesientoeufórica,
como si fuera una adolescente ante su primer baile de primavera. Estoy
muy ilusionada por la cita de esta noche, por la cena, por la música y
sobretodo,pordisfrutardetodoelloconesehombrequemegustatanto
comomeintriga.
En ese momento se oye la campanilla de la puerta y entra una
clienta. Andrew se levanta enseguida y me deja sola en la trastienda. Me
levanto,tiroalabasuralosrestosdenuestrodesayunoymirolaagenda
para empezar a preparar los encargos. Mientras lo hago, me permito
cerrarlosojosdevezencuandoytarareolamúsica.
—Vuelvesasonreírpensandoenél—diceAndrewvolviendoala
trastienda tras atender a la clienta—. Yo quiero conocer a este hombre
paradarlelasgraciaspordevolveratucaraesapreciosasonrisa.
Me agarra de la cintura mientras que con la otra mano agarra la
míaymedaunasvueltascomosiestuviéramosbailando.
—¿Quétevasaponer?
—Aúnnolotengodecidido.
—Pues aquí es donde entro yo. Es muy fácil, solo tienes que
responderme a un pregunta —dice mientras bailamos—. ¿Quieres
provocarleundolorenlaentrepiernaapropósitoohaciendoverqueno
lohacesapropósito?
Me freno al instante y me lo quedo mirando directamente a los
ojoslevantandounaceja.
—Nomemiresasí.Noestoydiciendoqueteacuestesconélenla
primeracita.Yaséquenoeresdelasque“sedejameterlalenguahastala
campanilla”alasprimerasdecambio,peronomenegarásquetegustaría
quetetuviera…digamos…muypresentedurantetodalanocheysipuede
serhorasmástardeensucasatambién.
Mi cara deja poco a poco de poner expresión de sorprendida
mientrasmicabezaprocesalaspalabrasdeAndrew.Claroquequieroque
Jack me desee. Claro que quiero que me desnude con la mirada. Y por
supuestoquequieroquesellevemirecuerdoconélalacama.Ysolode
pensarlo,mepongorojacomountomate.
—Vale, esa cara me dice que tengo razón. Ahora queda que me
respondasalapregunta.¿Quesenoteoenplan“mehepuestoloprimero
queheencontrado”?
—Bueno,meparecequemedecantomásporlasegundaopción.
—Hecho. Voy a hacer un repaso mental de todo tu armario e iré
descartando —dice poniéndose en pie de un salto, con una libreta y un
bolígrafoyaenlamano—.Cuandocerremoslatiendaalmediodía,como
yanoabrimosporlatarde,meinvitasacomerentucasayentonces,con
tranquilidad,decidimos.
Le miro con la boca abierta. ¿Todo esto lo ha pensado así de
sopetón?
—TúloquequieresesveraJack…
—También,paraquevoyanegarlo.Quieroquepasemiinspección
ycomprobarquenotenganiunpequeñoramalazogay.
—Quéconsideradoportuparte…
—Nobonita.Deconsideradonada.Quecomolepilleyounpuntito
gay,porpequeñoquesea,meloquedoparamísolito.
Los sábados hay mucho movimiento por la tienda, así que la
mañana pasa rapidísima, entre clientes, preparar y recibir nuevos
encargos.Sobrelasdosdelatarde,bajamoslapersianaynosdirigimosal
restauranteThaidelaesquina.Pedimosquenospreparenlacomidapara
llevar porque según Andrew, tenemos mucho trabajo que hacer,
explicaciónquenosécómotomarme…
—¿Ésta es su puerta? —pregunta Andrew señalando hacia ella en
cuantoponemosunpieenmirellano.
—Shhhh —digo poniéndome un dedo delante de la boca para
hacerlecallar—.Hablamásbajo.Nosésiestáencasa.
—Oseaquesí.
Seacercayponelaorejapegadaalapuertaparaintentarescuchar
algo. Es increíble lo que es capaz de obligarle a hacer la maruja cotilla
queviveenél.Sinhacerlecaso,aunquesinperderledevistaporquenome
fíounpelo,caminohastamipuertaylaabro.Entro,dejolasbolsasenla
encimeradelacocinayalnoverleentrar,mevuelvoaasomaralrellano.
—¡Por el amor de Dios, Andrew! —le reprendo en voz baja
cuandoleveoagachadointentandoverporlaestrecharendijadedebajo
delapuerta—.Lotuyoesdepsiquiatra,enseriotelodigo.
—Nolopuedoevitar—diceexcusándosecuandopasapormilado
ganándoseunmanotazoenelculo.
—¡Oye! —se para antes de entrar en mi casa, y hace una mueca
frotándoselanalga—.¿Qué?¿Entrenandoparaestanoche?
—Callaypasadeunavez.
Horasmástarde,tengolamesallenadeenvasesdecomidaThaiy
de post-it de colores escritos por Andrew con todas las prendas de mi
armario.Mientrasyosientocomosilacabezamevaaexplotar,élparece
unniñolamañanadeNavidad.Comosiestuvieraentrance,conlosojos
muyabiertoseinclusorelamiéndoseloslabios,pegaydespegalospost-it
creandodiferentescombinacionesdevestuario.Llegaunpuntoenelque
creoquemipresenciaestestimonial,porquehaceydeshaceasuantojoy
hablasolo.
—Andrew,enserio,llevamostreshorasasí.Nisiquierasabíaque
tuviera tanta ropa en el armario. Jack pasará a buscarme en una hora y
como no forre mi cuerpo con todos estos papelitos, aún no tengo ni la
másremotaideadequéponerme.
—Un vestido de post it eh… ¡Qué original! Seguro que vemos a
LadyGagadentrodepococonalgoasí.Perono…—dicehaciéndomeun
repasodearribaaabajo—.Atinoteveo…
—Era broma Andrew… Por favor. —Pongo mis manos como si
estuvierarezando—.Telopido…
—Vale, vale… Es que no lo entiendes, cada combinación insinúa
algodiferenteynohayquedejarnadaalazar…
—A ver cariño. Es Jack… Estamos hablando de un hombre que
despuésdevermeenchándalyyopreguntarlecómodebíairvestidapara
esta noche, me dijo que daba igual. —Y agachando la cabeza y
sonrojándome de nuevo al recordar sus palabras, añado—: Me dijo que
estaríapreciosadecualquierforma.
—¿Tedijoeso?¿Yahoramelocuentas?—Selevantacontrariado
arrancando tres de los cientos de post it repartidos por toda la mesa—.
Haberempezadoporahí…
Me coge de la mano y me arrastra hasta mi dormitorio.
Cogiéndomeporloshombros,mecolocacomosifueraunmuñecodonde
élquiereytrasabrirmiarmario,notardanidossegundosenelegirmi
ropa.
—¿Túhasestadohusmeandomiarmarioantes,no?—lepregunto.
—No, pero soy muy observador, me encanta la ropa y tengo
memoria fotográfica para estas cosas. No me pidas que enumere los
presidentesquehemostenidoenelsigloXXI,peropregúntamecómoiba
vestidaLaurenBacallen“Cómocasarseconunmillonario”yseríacapaz
hastadedecirteelcolordesusbragas.
Seponedelantedemíconunaperchaencadamano,unaconunos
vaquerosnegrosyajustadosyotroconunablusadegasatambiénnegra
quellevaunacamisetadetirantesdebajoparaqueseamenostransparente.
—Estoyloszapatosnegrosdetacónquetecomprasteparaaquella
bodaalaquefuistehacedosañosyestarácomiendodetumanoencuanto
entreporlapuerta.
—Ni yo misma me acordaba de esos zapatos… Cuando hice la
mudanza, guardé las cajas por aquí… —digo agachándome delante del
armario—.¿Terefieresaestos?
—Perfecto —contesta cuando se los enseño—. Pelo suelto, no te
maquillesdemasiado…¡ylista!
Y la verdad que tras ponerme todo el conjunto y maquillarme lo
justo,meveogenial.Memirodelantedelespejoydoyunavueltasobre
mímisma.Sonunosvaquerosmuyajustadosquetengohacetiempo,pero
despuésdelomalquelohepasadoestosúltimosmeses,headelgazadolo
justo para caber en ellos perfectamente y me sienten como un guante.
Además,esostaconazosestilizanmispiernas.
—Madremíanena.Estásquetesales.Yesostaconazos…Yodeél
acabaríalanocheentucamaobligándoteadejártelospuestosmientraste
hacíaelamor.
—Andrew…—lereprendoperoestavezconunasonrisapícaraen
la cara—. Aunque con estos tacones, estaré bastante más cerca de su
boca…
—Maddie… —me dice imitándome haciendo ver que está
escandalizado.
Memuerdoellabiocuandosuenaeltimbredecasa.Mesobresalto
yempiezoamiraralrededornerviosa.¿Ya?Compruebolahorayveoque
pasancincominutosdelassiete.Meparecequenoestabapreparada.Me
tocoelpeloyrepasomiaspectounayotravezenelespejo.
—Tranquila —me dice Andrew cogiéndome por los hombros—.
Respiraprofundamenteyrelájate.Recuerdalocómodaqueestabasconél
anoche.Voyaabrir.Tútranquilízateysalcuandoteveaslista.
—Porfavornoledigasnadararo.
—¿Por quién me tomas? —pregunta pero al verme la cara añade
—.Vale,loprometo.
Me deja sola en la habitación y apoyo las manos en el tocador.
Intento tranquilizarme pero a la vez estoy en tensión porque conozco a
Andrewyséqueescapazdesoltarlealgunaperlaqueleincomode.Pobre
Jack, no debería pasar por el trago de conocer a mi querido amigo tan
pronto,yencambio,lovaatenerquehacerdebuenasaprimeras.
Oigo la puerta abrirse y casi aguanto la respiración para poder
escucharconatención.
—Hola…—oigolavozdeJackextrañada—.¿EstáMaddie?
—Sí,claro.Pasa.SoyAndrew,unamigodeMaddie.Ahoramismo
sale.Pontecómodo.¿Quierestomaralgo?
—Eh…No…
—Bueno,bueno…AsíquealCottonClub,¿eh?
—Sí…
—YosoymásdeiralocalestipoSatanasa…¿loconoces?
—Puesno…
—Puesestámuybien.Ambientegayperodelfino,¿eh?
Lemato.Yolemato.Seacabó,voyarescatarle,aunqueestéhecha
un flan. Salgo del dormitorio y cuando nuestros ojos se encuentran, nos
quedamosmirandofijamente.Élvisteconunosvaquerosyunacamiseta
gris que se le ciñe al pecho y a los brazos. Mi mente no para de
imaginarmeesetorsodesnudoyesquesimegustaconropa,sinellano
quiero ni pensarlo. En la mano lleva una cazadora de cuero negra que
estoy deseando verle puesta. ¿En qué quedamos Maddie? ¿Desnudo o
vestido?Yentoncesmedoycuentaquellevadoscascosdemoto.¿Tiene
moto? ¿Vamos a ir en moto? Nunca he subido en una moto. ¿Y si me
caigo?
—Bueno —me dice Andrew interponiéndose en mi campo de
visión—.Yoyamevoy.Pasadlobien.
Yadeespaldasaél,amparadoporsuespaldaqueimpidequeJack
le vea la cara, me hace una mueca con la boca mordiéndose el labio
inferioryponecaradevicioso.Vamos,quelehaencantado.
—Deacuerdo—digoabrazándole—.Graciasportodo.
—De nada. No tienes que preocuparte por él, si no conoce
Satanasa, no es gay. Te lo cedo —me dice al oído y alejándose, cuando
pasaalladodeJack,añade—:Cuídamela,¿deacuerdo?
—Claro—respondeJackdándolelamano.
Cuando sale por la puerta, sigue mirando en esa dirección hasta
queempiezoahablar.
—Losiento.Esunalocabocazas,peroesmuybuentío.
—No lo dudo —dice mirándome de arriba a abajo sin ningún
disimulo.
—Estoy lista —digo abriendo los brazos—. Cuando quieras nos
vamos.
—Perfectoentonces.
—¿Vamos a ir en moto? —pregunto señalando a los cascos que
llevaenlamanomientrasélasiente.
Bajamosalacalleyentoncesveounamotocicletaenormeynegra.
Noentiendonadademotos,perosíveoqueesunaYamaha.Metiendeuno
deloscascosymemiradivertidoalvermicara.
—¿Has montado alguna vez en moto? —me pregunta con una
sonrisaenlacara.
—No…
Agacha la cabeza sonriendo, cuelga los cascos del manillar y me
tiendelacazadora.
—Toma.Póntela.
—Siquieressuboaporalgo…
—Notepreocupes.
Meobservamientrasmelapongoyentoncesmetiendeelcasco.
—¿Bien?–mepreguntacuandomeloato.
—Mesientoridícula.
—Créeme,decuero,concascoysubidaenunamoto,ridículaeslo
menosquepareces.
Semontayarrancaelmotor,haciendoqueelruidomesobresalte
un poco. Hablando de cosas sexys… Verle ahí subido marcando bíceps
agarrandoelmanillar…
—Subeyagárratefuerteamí.
Ynovoyaseryoquienlecontradiga,asíqueconmásagilidadde
laqueyomepensabaquetenía,mesubodetrásdeél.Mequedotiesacomo
unpalosinsaberbienquéhacerhastaqueélsegiraunpocohaciamíy
agarrándomedelasmanos,mehacerodearlelacinturaconellas.
—¿Estáscómoda?–mepregunta.
—Sí.
Cómoda no es la palabra exacta, pienso para mí. Apretando mi
pecho contra su fuerte espalda y tocando su pack completo de
abdominales,loqueestoyestremendamenteexcitadaylistaparadisfrutar
demicita.
CAPÍTULO9
Jack
Nobajeslasmanos…Nobajeslasmanos…Oh,Dios.Estoesuna
tortura.Notosucuerpopegadoalmíoylosdedosdesumanoizquierda
acariciando mi pecho, mientras que los de su mano derecha están más
abajo,peligrosamentecercadelacinturademipantalónypeligrosamente
cercadenotarquenosoyinmuneaesecontacto.
Conduzco con los cinco sentidos puestos en la carretera, de la
maneramássuaveyfinadelaquesoycapazyaúnasí,cadavezquegiro,
susbrazosmeaprietanconmásfuerzaynotosucuerpocontraelmío.El
corazónmelatedesbocadoyconsumanoahí,ellatienequenotarlo,así
que intento respirar profundamente e imaginarme que viajo solo, como
unadeesastantasvecesenlasquenecesitoescapardelamentiradevida
enlaquevivoyconduzcosinrumbofijodurantehoras.
Diez minutos más tarde, después de serpentear el tráfico de la
ciudad,entramosenBrooklynypocodespuésaparcofrenteaGrimaldi’s,
la famosa pizzería de mi amigo Vinnie. Sus pizzas son famosas en toda
NuevaYork,yellocalsiempreestálleno,perosiemprequelellamo,me
guardaunamesitaapartadadelgentío.
Paroelmotordelamotoymequedoconlosdospiesclavadosen
elsueloesperandoaquesebaje.Lamirodereojoyconunmovimiento
delomássexy,apoyasusmanosenmishombrosysebaja.Mebajo,me
quitoelcascoylaayudoconelsuyo,yaquelaveoconproblemasconel
cierre.Cuandoseloquito,sesonrojaysepeinaelpeloconlosdedos.
—Comoves,soyunpocotorpeconestascosas…
—¿Perotehagustadoelpaseo?—digobuscandosumirada.
—Mucho.
—Pues ya le cogerás la práctica entonces —digo haciéndole una
claraindirectapararepetirestepaseotodaslasvecesqueellaquiera.
—¿Qué es este sitio? —dice dándose la vuelta rompiendo el
silencioalgoincómodoquesehabíaquedadotrasmispalabras.
—¿Tegustalapizza?
—Sí.
—Puesaquíhacenlamejor.
Le aguanto la puerta a Maddie como un caballero y cuando pasa
pormiladomemiradereojosonriéndome.Inhalosuperfumeymimano,
enunactoreflejo,estáapuntodeposarseenlapartebajadesuespalda,
pero consigo pararla a tiempo. Cuando entramos en el local, está lleno
como siempre, así que me coloco a su espalda y la guío hacia la barra,
dondedivisoaVinnie.Encuantomeve,seacercaanosotrosymedaun
fuerteabrazo.ConversamosunratoenitalianoyencuantomiroaMaddie
parapresentársela,laveomirándomeconlabocaabierta.
—Nomemiresasí,nosédecirmuchomásdeloquemehasoído.
Maddie,élesmibuenamigoVinnie.
—Vinnie,leièlamiaamicaMaddie.
—BellissimaMaddie—dicebesándolelamano—.Unpiacere.
LaobservosonriendoaVinnie,tannatural,inclusoalgoabrumada
por tantas atenciones y no puedo evitar colgarme de ella cada vez más.
Luego nos acompaña a nuestra mesa, como siempre, apartada del resto,
consumanteldecuadrosnegrosyrojosysuvelaenelcentro.
—Ora ritorno con la carta —dice Vinnie mezclando palabras en
italianoyeninglés.
TrasayudaraMaddieconlasilla,mesientofrenteaellaylamiro
mientras hace un recorrido visual por todo el restaurante. Temía que el
sitio no fuese suficiente para ella, y barajé la posibilidad de llevarla a
algúnrestaurantemásselecto,peroluegopenséqueconellaqueríaseryo
mismo,sinmentiras,soloJack,yyonosoyderestaurantesdeetiquetay
copasdecristal,yosoydepizzaycervezaamorro.Quieroversiencaja
enmimundoreal,siporfinencuentroaalguienconlaquenotengoque
interpretarningúnpapel.
—Me encanta este sitio —me dice de repente encogiendo los
hombros.
Sé que me dice la verdad porque lo veo en sus ojos. Si algo he
aprendidoysacadodeprovechodemiprofesiónesasaberinterpretarcon
casi una certeza absoluta, cuando alguien me miente. Ese don me ha
ahorrado muchas horas de interrogatorios y muchas palizas de esas que
tengo que dar para hacer creíble a Igor, pero a las que como Jack no
consigoacostumbrarme.
—Mealegro—digojustoenelmomentoenqueVinnievuelvecon
lacarta.
—¿Cuál me recomiendas? —me dice mirándome cuando
volvemosaquedarnossolos.
—No soy imparcial, me gustan todas. Pero como son enormes,
eligestúycompartimos.Seguroquenonoslaacabamos.
—¡Quépresión!¿Ysinotegustalaqueelija?
—¡Ja! Lo dudo… —digo acercando mi cara al centro de la mesa
retándola—.Ponmeaprueba.
Yveocomocontratodopronóstico,acercatambiénsucarahacia
el centro de la mesa y, achinando los ojos, intenta poner cara de dura
aunquesinéxito,aceptandomidesafío.
—Vale, pues elijo una pizza con verduras y solo verduras. Sin
queso.
Medejaconlabocaabierta.¿Enserio?Bueno,queporellasería
capaz de comerla y la verdura me gusta, pero es como entrar en una
hamburguesería y pedir una ensalada. De repente empieza a reírse a
carcajadas.
—Tendrías que verte la cara ahora mismo. Es en plan, ¿verdura?
¿Esoquées?
—Siquierespediresa…Nomeimporta…
—No te haré esa putada, tranquilo —dice mirando de nuevo la
cartaparadecidirsesinsaberquesiellamelopidiera,pasaríaelrestode
mi vida alimentándome de acelgas crudas—. ¿Qué te parece una de
pepperoniyqueso?
—Perfecto—contestohaciéndoleunaseñalaVinnie.
En cuanto se planta a nuestro lado, le pido la pizza y cuando nos
preguntaporlabebida,lamiroyalinstante,sinmediarpalabra,medice:
—Queseandos.
¿Cómo lo hace? ¿Cómo consigue hacerme tan feliz con un solo
gesto?¿Porquéestansencilloseryoasulado?
—DoscervezasbienfríasVinnie,sinvaso.
Cuandonoslastraejuntoconunaaceitunas,damosunlargotrago
peroenmicaso,sindejardeobservarladisimuladamente.Tienelacabeza
inclinada hacia atrás, dejándome una vista privilegiada de su cuello y
puedonotarcomoellíquidopasaporsugarganta.Alinstantemeimagino
una gota recorriendo su piel blanca, perdiéndose por su canalillo… O
mejor, cambio la gota por mi lengua… Me obligo a parpadear varias
veces para intentar quitarme esa imagen de mi cabeza mientras dejo la
botellaenlamesaycojounpardeaceitunas.
—Así que también sabes hablar italiano… —dice ella de repente
cruzándosedepiernasysentándosedelado,permitiéndomeversuzapato
detacón.
—Pues…
Vamos Jack, por Dios, haz ver que no te afecta tanto todo lo que
hace… No me digas que llevas veinte años haciéndote pasar por ruso
habiendonacidoenCaliforniaperoeresincapazdehacerverquepuedes
mantenerunaconversaciónfluidasinbalbucearduranteunanoche…
—No sé mucho más de lo que me has oído, la verdad —consigo
decirfinalmente.
—Pues cuela, en serio, si alguna vez quieres impresionar a una
mujer,utilizaestabaza.
—¿Teheimpresionadoati?
—Puede…
Intentaaguantarmelamiradaperosutimidezlaobligaaagacharla
cabeza, provocando a continuación esos gestos inconscientes que me
noquean.Fijolavistaensusdientesmordiendoellabioinferiorymataría
poracercarmeyacariciarloconelpulgar.
Porsuerte,Vinnieaparececonnuestrapizzayrompeesemomento
queempezabaaseralgoincómodo,almenosparamientrepierna.
—Grazieamico—ledigo.
Maddie mira la enorme pizza con la boca abierta y luego la veo
buscar los cubiertos. Sonrío ante su cara de sorpresa mientras cojo un
trozoconunamanoymelollevoalaboca.Ellameobservayfinalmente
me imita. Al principio se la ve cortada, pero enseguida se le dibuja una
caradegozocuandosaboreaelbocado.
—Estoestádelicioso—dicetapándoselabocaconlamano.
Empiezoacomermeelsegundotrozocuandoellaseestáacabando
elprimero.Entoncesselimpiaconunaservilleta,dauntragodelabotella
ymemirapensativa.
—Voyahacerunrepasoatodoloquesédeti…—Miraaltecho
divertidamientrasenumeraconlosdedos—.Fontaneroocasional,amode
casa novato, amante de la buena música, gourmet exquisito, y con
facilidadparalosidiomas.
Río a carcajadas con su rápida y concreta descripción de mí,
mientrasmicabezaenumeramuchasotrascosasquenosabedemíyque
seguroquenoenumeraríaconesapreciosasonrisaenlacara.
—¿Semeolvidaalgo?
—Poco realmente importante… ¿Quieres que enumere yo lo que
sédeti?
—¡Venga!—contestaanimadacogiendootrotrozodepizza.
—Divorciada. 52 años. Sin hijos. Ordenada. Limpia. Alegre. Fiel.
Cariñosa.Sumisa…Siemprehasintentadoseguirlasnormas,tantoentu
matrimonio como en la vida cotidiana. Nunca has hecho nada que no
debieras hacer. Siempre fuiste una esposa servicial, y antepusiste los
deseosdetuexmaridoalostuyos.Porcomomirasciertascosas,escomo
si las descubrieras por primera vez, así que doy por hecho que vuestra
vidaencomúneraunpoco…aburrida,simepermitesdecirlo.Comotu
matrimonio no te llenaba, te centraste en tu negocio, y le pusiste todo el
amorquepudisteporqueeradondepodíastomarlasdecisioneseimponer
tucriterio.
Veo como lleva un rato sin masticar, mirándome fijamente,
sorprendida de que sepa tantas cosas de ella. Y por su expresión, estoy
acertandodelleno.Estaesotradelashabilidadesquemehaotorgadomi
trabajo,lacapacidaddeobservardetenidamentealagenteparaaveriguar
cosas sin que me las dijeran. Por supuesto, muy útil también en los
interrogatorios.
—Tesonrojasconfacilidadycuandolohaces,laspecasdetunariz
senotanmás.Cuandoestásnerviosatemuerdesellabioinferior,tetocas
en pelo y hablas sin parar. Intentas aparentar normalidad ante muchas
situaciones,perotusojostedelatan.Tienesmiedoperoeresmuyvaliente
eintentasafrontarlascosas.Porejemplo,nuncahassidomuyamantede
la cerveza y creo que mucho menos de beberla a morro, pero la otra
nocheloprobasteytegustóporquehoylohasvueltoapedir.Séquehas
tenidomiedocuandohassabidoqueveníamosenmotoperoaúnasí,tehas
arriesgado y creo que has acabado disfrutando. Además, creo que lo de
comerpizzaconlasmanosnuncahasidotufuerte,peromírate,aquíestás
consalsadetomateenlasmanosyenlaboca.
Al principio no reacciona, hasta que pasados unos segundos,
agarralaservilletayselimpialabocaylasmanos.Niegaconlacabezay
evitamimiradaunrato,peroentonces,decididayvalientecomosiempre,
arrugandolafrenteclavasuspreciososojosazulesenmí.
—¿Cómosabestodoeso?
—Fijándomeenti—contestohipnotizado—.¿Heacertadoentodo?
—Sabes más de mí en tres días que Mark en casi 20 años de
matrimonio.
—Quizá… —Empiezo a decir pero me veo obligado a tragar
salivaparacontinuar.Tengoganasdedecirlequeyosolotengoojospara
ella,quesuimagensemegrabaafuegoenlamenteyqueinclusocuando
cierro los ojos, ella sigue ahí, pero cambio mis palabras en el último
momento—.Soymuyobservador.
Agachalavistayseempiezaatocarelpeloycuandosedacuenta
deloqueestáhaciendo,separaensecoymirasumano.
—¡Esverdadquelohago!Nuncamehabíadadocuenta…—sonrío
antesuinocenciacuandoañade—:Puesmeestoydandocuentadequeyo
sé muy poco de ti entonces… ¡Esto se merece un interrogatorio en toda
regla!
—¡Jajaja!Bueno,serásimedejo…Soymuyreservado…
—Es que no es justo. No estamos en igualdad de condiciones —
acerca la silla a la mesa—. Venga, te dejo no responder a tres de mis
preguntas.
—Vale —claudico finalmente abriendo mis brazos—. Soy todo
tuyo.
Sonríecomounaniñapequeña,comosiestuvierapreparandouna
travesura. Arruga la nariz y se humedece los labios. Dios, es preciosa…
Gracias,Markporseruncompletogilipollas.
—¿Casado,separado…?—empiezaapreguntar.
—Viudo.
—Oh,losiento.
Sueltounacarcajadaantesurespuestayellamemiraconcarade
sorpresaantemireacción.
—¿Esotehacegracia?—mepregunta.
—Me río porque no te podrías ganar la vida haciendo
interrogatoriossierestanempáticaconlagente.Yencuantoalodemiex
mujer, no te preocupes, estábamos separados desde hacía mucho tiempo
cuandomurió.Fuedecánceryestuvoluchandodurantemuchosaños,así
quetuvimostiempodehacernosunaidea.
Cojo la botella y doy otro trago mientras espero su siguiente
pregunta.
—¿Hijos?
—Unahijayunnieto.Informaciónextra.
—Oh, qué bien —dice con una sonrisa en la cara—. ¿La tuviste
joven,no?
—Con23años.Ahoraellatiene25yminieto5.—Cierrolosojos
demanerainconscienteparacomprobarquesuimagensigueahí,quesigo
acordándomedeminiñaydemihombrecitoymetranquilizoalverque
esasí—.Mesientomayorcuandohablodeellos,¿sabes?
—¿VivenaquíenNuevaYork?
—Sí, pero les veo poco —confieso tragando saliva y me
arrepientoalinstante.
—¿Porqué?
—Bueno… cuando su madre y yo nos separamos, empezamos a
distanciarnosydesdequemurió,noshemosvistopoco.
Se me empieza a formar un nudo en la garganta y empiezo a
sentirme algo incómodo. Creo que ella se da cuenta que es algo
complicadoparamíhablardeesto,yrápidamentecambiadetema.
—¿Porquésabesruso?
—Portrabajo.
—¿Enquétrabajas?
—En una empresa de importación y exportación —Mentira no
es…
—¿Quéhacesentutiempolibre?
—Nosuelotenermuchotiempolibre.
—Ya,perocuandolotienes,¿quétegustahacer?
—Estomismo—digoabriendolasmanosseñalandoalamesaya
ella.
—Y… —No sé que iba a preguntar, pero se ha puesto roja y ha
agachadolacabeza.Buscosumiradahastaquelaencuentro.
—Suéltalo,sinmiedo.Pregúntame.
—Teibaapreguntarsisuelestenerestasveladascon…—Seríey
vuelveadesviarlamiradaavergonzada,asíquedecidoecharleuncable.
—Normalmente vengo solo. Igual que al Cotton Club. Nunca he
llevado a nadie excepto a mi ex mujer. ¿Era eso lo que querías
preguntarme?—Asienteconlacabezaatreviéndoseamirarmealosojos
ymeprovocaotrademissonrisasdebobo.Creoqueestoycubriendoya
elcupoporhoy.
Contestovariaspreguntasmás,hastaquenosdamoscuentaqueel
local se ha vaciado considerablemente. Ambos miramos hacia atrás
sorprendidosmientrasmiramoselreloj.
—¿Cuántollevamosaquí?—pregunto.
—Treshoras.
—¡Vengaya!¿Tienesmáshambre?
—¡Quéva!Estoyllena.
—Pues si quieres, vamos tirando porque se nos hará tarde y nos
perderemosgranpartedelaactuación.
—Venga—diceponiéndoseenpie.
Tras pagar y despedirnos de Vinnie, me atrevo a hacer lo que no
hiceantesylaacompañofueradellocalponiendomimanoensuespalda,
algomásarribadeloquemegustaría,perotocándolaalfinyalcabo.
—¿Lista? —digo antes de ponerme el casco, viendo como se ata
mi cazadora—. Esta vez tendré que correr un poco más para llegar a
tiempo…
—Dalecaña.
Madremía,estáincreíblementesexy.Cojoelcuellodelacazadora
y se lo subo para que no le de demasiado aire en el cuello, y cuando lo
hago,mispulgaresrozansupielcondelicadeza.Agradezcoquelleveya
el casco puesto, porque de lo contrario no sé si sería capaz de aguantar
misganasdeclavarmisdedosensunucayatraerlahaciamislabios.Por
otrolado,creoqueellanohasidoinmuneamiroce,porquesucuerpose
hatensadolevemente.
Cuandoarrancolamoto,sinnecesidaddeayudarla,sepegacontra
mi espalda y me agarra fuertemente de la cintura y el pecho. Conduzco
algomásrápidoqueantes,esquivandoalrestodecochesytomandoatajos
parallegarprontoanuestrodestinoypoderdisfrutarelmáximotiempo
posibledelamúsica.Así,tansolodiezminutosdespuésaparcocercadela
entradadellocal.Encuantoentramos,elsonidodeunsaxonosenvuelve.
Laobservomientrassusojosrecorrenellocalconcuriosidad.Enseguida
unacamareranosacompañaaunamesalibreyencuantonossentamos,
me permito la osadía de cerrar los ojos y dejarme llevar por la música,
comohagosiemprequevengo.
—Sonfantásticos—oigoqueMaddiedice,haciendoquelamezcla
de esa música y de su voz hagan que no pueda imaginarme estar en un
sitiomejor.
—Lo son. Hacen jazz pero verás cuando luego toquen algo de
swing… —contesto con una sonrisa en la cara y cuando se acerca la
camarera,lepregunto—:¿Quéquierestomar?
—UnTomCollins–ledicealachica,decidida.
—Yyounwhiskydoble.
Disfrutamos de la música durante más de una hora, cuando el
grupollevayaratotocandomúsicamáspausada.Deboreconocerqueen
esta ocasión no estoy prestando tanta atención como otras veces, como
ahora, que parezco idiota mirando a Maddie escuchando la canción con
los ojos cerrados, moviendo la cabeza levemente de un lado a otro. Se
lleva la copa a los labios y veo como sus labios se humedecen por el
contacto con el frío vaso. Desvío mi mirada hacia la pista y veo como
variasparejasbailanlascancioneslentasqueelgrupotoca.
—Maddie, ¿quieres bailar? —digo acercándome a ella tendiendo
mimano.
Abre los ojos y me mira sorprendida pero enseguida sonríe y
agarramimano.Seponeenpieyquedándonosaescasoscentímetrosbajo
mivistahacianuestrasmanos.Laaprietodibujandosuavestrazosconmi
pulgar.Lallevohacialapistadebailemientrasempiezanasonarlasnotas
deunaversióndelacanciónMyGirldeOtisRedding.Cuandollegamosa
lapistaylaabrazo,apretándolacontramicuerpo,ellaapoyasucabezaen
mihombro.Siagacholacabeza,minarizymislabiossequedanaescasos
centímetros de su pelo, y puedo inhalar su olor. Sonrío al darme cuenta
que el azar no podía haber escogido mejor canción para este momento,
porqueenmediodetodamifarsa,ellaescomoungolpedeairefresco.
Toda la canción es cierta. No quiero nada más excepto a ella…
Abrazarlaynodejarlairjamás.Todoesciertoexceptoqueellanoesmi
chica…ypormuchoqueyoquiera,nopuedodejarquelosea.Nopuedo
mezclarla en mi vida, ella es demasiado perfecta y no encaja con Igor,
aunque Jack la desee con todas sus fuerzas. Esto no está bien, no puedo
seguirengañándomecreyendoquepuedoestarconellasinconsecuencias.
Nopuedopermitirquelarelacionenconmigoyponerlaasíenpeligro.
Cuando la canción acaba, mi humor ha cambiado. Necesito
alejarme de ella cuanto antes, impedir que se meta en mi cabeza y no
puedaolvidarla.
—Sehacetarde.¿Nosvamos?
—Vale, como quieras —contesta seria ante mi cambio brusco de
humor.
Conduzco lo más rápido que puedo, repitiendo una y otra vez en
micabezaquetodoestoesunerror.Aparcodelantedenuestroedificioy
la observo quitarse el casco. Su cara ha cambiado también, ya no sonríe
sinoquesusojosestántristesymemiransinentenderquéhaprovocado
este cambio en mí. Nos quedamos quietos durante unos segundos, y sin
poderevitarloleapartounmechóndepelodelacarayselocolocodetrás
de la oreja. Dejo mi mano allí, acariciando su pelo con mis dedos
mientrassusojosmeobservanpidiendounaexplicación.
Sacolasllavesdelbolsilloeignorandosusúplicasinpalabras,me
dirijo a la puerta del edificio. En silencio, subimos las escaleras hasta
nuestropisoypasandodelargopordelantedemipuerta,nosquedamos
delantedelasuya.
—Gracias por todo, Jack —dice sin mirarme antes de girarse y
empezar a meter la llave en la cerradura—. Hacía tiempo que no me lo
pasabatanbien.Nosvemos,¿vale?
Yactoseguidocierralapuertadetrásdesuespaldasinesperaruna
palabrapormiparte.Meapoyoenlabarandillaymeagarroconfuerzaa
ella, haciendo que mis nudillos se vuelvan blancos. ¿Cómo he podido
permitirmellegaraestepunto?Yaesdemasiadotardeparaquitármelade
la cabeza… De hecho, eso creo que no es culpa mía porque a los cinco
segundosdeconocerla,yasehabíaadueñadodeunapartedemí.
Eneseinstanteseabresupuertaconbrusquedadyellaaparececon
michaquetaenlasmanos.Ambosnossobresaltamosalnoesperarvernos
ynosquedamosparadossinmovernosnidecirnada.Descubroquetiene
losojosbañadosenlágrimasylacaramojada,asíquemeacercoaella
apartandoaunladosumanoconlachaqueta.Pongomismanosaambos
lados de su cara e intento secarla con los dedos. Paseo mi pulgar por
debajodesuojoyresigolacurvadesumejillahastallegaralacomisura
de sus labios. Mis ojos observan con detenimiento todo el camino, hasta
quellegoasulabio,esequequieromorderdesdeelprimermomentoen
que le vi hacerlo a ella. Paso mi dedo por encima y su boca se abre
soltando un suspiro. Miro a sus ojos y los veo cerrados, con la cabeza
echadaligeramentehaciaatrás,comocuandoestábamosenelclub.
Sinpensarlo,acercomislabiosalossuyoshastaqueserozan.Su
bocareaccionaabriéndosemásysoltandounpequeñogemidoqueacojo
en la mía. Sus manos rodean mi cintura hasta llegar a mi espalda y me
aprietan contra su cuerpo, así que mi lengua entiende el mensaje como
“vía libre” y ataca sin piedad. Agarro el pelo de su nuca impidiendo
cualquiermovimientohaciaatrásporsuparte,aunquecreoquenodebería
temer por ello, porque la dulce y tímida Maddie se ha convertido en
ardienteypasional.Nosbesamosdurantevariosminutossindespegarnos
ni un centímetro el uno del otro y camino hacia delante, haciéndola
retroceder hasta que su trasero toca contra la encimera de la cocina.
Aprieto mi cuerpo contra el suyo sin ningún reparo, haciéndole notar la
tremendaerecciónquemehaprovocadodesdeelmismoinstanteenquese
subióalamoto.Entonceslalevantoylasientoencimadelmueble.Abre
laspiernasymeacogeentreellasysinningúnpudorsefrotacontrami
entrepierna. Pasados unos minutos en los que ni nuestras manos, ni
nuestraslenguas,ninuestroscuerposseseparan,apartolabocadelasuya
yapoyomifrenteenladeella.Ambosnosquedamosasíunossegundos,
respirando con fuerza por la boca. Agarro su cara con mis manos y la
mirodirectamentealosojos.
—Ponmelascosasfáciles.Dimequemeapartedetiymevaya—
lesuplicoconunhilodevoz.
Peroenlugardeeso,ellametelasmanosentrenuestroscuerposy
agarrando mi erección a través del vaquero, sin dejar de mirarme a los
ojosdice:
—Fóllame.
Joder.Mevuelveloco.Peronopuedoparar,asíquelaagarrodel
culo y coloco sus piernas alrededor de mi cintura. Me muevo por la
cocinabuscandolasalida,tanteandolaparedconlamanoyaquemisojos
están demasiado ocupados en ella. Cuando salimos, de reojo veo el sofá
enelsalónydecidonodarmásvueltas.Pongounamanoensuespalday
con toda la delicadeza del mundo, y sin despegar mi boca de la suya, la
tiendoenél.Ellamequitalacamisetaymeencantaverlacaraquepone
mientrasresiguemipechoconsusdedos.Ledesabrochoelvaqueroytiro
deélhaciaabajodescubriendolaminúsculabraguitanegraqueescondía
debajo. Cuando le quito el pantalón, mis manos suben por sus piernas
mientras mis labios besan cada centímetro de su piel. Entonces, cuando
llego a la tela de braguita y notarla tan húmeda, no puedo resistirme y
hundomicaraenella.Maddieintentaencogerlaspiernasymeagarradel
pelo.
—¿Quépasa?
—¿Quéhaces?—dicejadeando.
—¿Túquécrees?—Yentonescaigo—.Nomejodasquenunca…
Su cara me lo dice todo, así que sonrío pícaro y tirando de sus
braguitashaciaabajo,sindejardemirarla,ledigo.
—Puesconfíaenmíydéjatehacer.
Vuelvoahundirmibocaensuentrepierna,pasandolalenguapor
suslabios,ycuandotocosuclítoris,suespaldasearqueaysusdedosme
agarrandelpelo,peroestavezparaimpedirquemealeje.
—Jack…
Cuandosusjadeossehacenmásintensos,buscomicarteraysaco
un preservativo. Me bajo los pantalones y los bóxers sin molestarme en
quitármelos del todo y tras ponerme la goma, subo por su cuerpo hasta
quemicararozalasuya,dirijomierecciónysindejardemirarnos,me
hundo en ella. Me rodea con sus piernas y sus dedos se pasean por mi
espaldamientrashundomicaraensucuello.Aprietolosdientesdurante
un rato porque no quiero correrme antes que ella así que cuando su
cuerposetensadebajodemíylosmúsculosdesuvaginasecontraen,me
dejoiryotambiénemitiendounsonidoguturalcomosifueraunanimal.
Minutosdespués,habiendointercambiadonuestrasposicionesenel
sofá,consucuerpoencimadelmíoytapadosconunafinacolcha,lamiro
embelesadomientrasleretiroalgunosmechonesmojadosdelacara.
—Perdónameporlodeantes.Noqueríahacertellorar.
—Penséquehabíahechoalgoquetehabíadisgustado.Noentendía
nadaporquepensabaquelacitahabíaidobien…
—Nocontabacon...contigo.
—¿Yquéhacambiado?
—Hedecididocontar.Quierovertesonreíryquieroserelcausante
deello.Quierohacertedescubrircosascomohehechoestanoche.Quiero
quemebesesymeabracesmientrassusurrasminombre,comohashecho
antes.
CAPÍTULO10
Kate
En cuanto vuelvo a entrar en el camerino, Pipper me acorrala de
nuevo, sin dejarme siquiera sentar para quitarme, por fin, esas botas
infernalesdetacónquemeestánmatando.
—¡Venga!¡Cuenta!¿Cómofuevuestracitadeayer?
—Déjame quitarme esto y te lo acabo de contar todo – digo
sentándomeenlasilla.
—¿Cuántas citas lleváis ya? Esto empieza a ser una relación casi
formal, ¿no? Nathan y Kate —Empieza a divagar dando vueltas—.
¿Nathanquémás?
—Cuatro,peroalonuestronolepuedesllamarcita.Simplemente
nos encontramos en el metro y hablamos durante el trayecto y luego el
ratoquecaminamosdelaestaciónamiedificio.Ydemomentonohemos
intimado tanto como para saber su apellido —respondo masajeando mis
piestrassacarlosdelasbotas—.Oh,Dios,quéplacerquitarmeestasbotas
del infierno… ¿Por qué a los hombres no les pondrá cachondos vernos
bailarenzapatillasdedeporte?
—Nathan y Kate se complacen en invitarles a su enlace que se
celebrará…Sí,quedabien.
—Estáspirada…
Cierrolosojosysigoalomíoduranteunratohastaquecuando
losabro,meencuentroaPippermirándomeaescasosdiezcentímetrosde
mi cara, con una ceja levantada y una mueca de impaciencia en la boca.
Decido no hacerle caso y me tomo mi tiempo para desmaquillarme y
cepillarme el pelo. Al final, se cansa y se pone delante del espejo,
impidiéndome ver mi reflejo en él. Me quita el peine de las manos, me
alcanzalacamisetaymiszapatillas.Memiradearribaaabajoduranteun
rato hasta que finalmente me agarra de los hombros y me obliga a
sentarmeenunasilla,sentándoseellaenotrafrenteamí.
—Yaestásperfecta.Ahoraexplica.
Miro el reloj y sabiendo que puedo provocarle un colapso
nervioso si no le explico cada noche cómo me fue con Nathan la noche
anterior,lamiroylesuelto.
—Es que no hay nada nuevo que te interese por contar… Te
conozco y tú quieres oír cosas como que me ha declarado su amor
incondicionaloquemeagarródelacinturaymediounbesodepelícula.
Ynisiquieranoshemosrozado.
Abrelabocamientrasmepongoenpieyagarromibolso.Cuando
reaccionaviendoquevoyasalir,selevantadegolpeycomounvendaval,
cogeelbolso,supañueloparaelcuello,semetelaspropinasdelanoche
enelbolsillodelpantalónycorreamilado.
—Esbroma,¿no?Teestásquedandoconmigo—dicecogiéndome
delbrazomientrasniegoconlacabeza—.¡PorelamordeDios!¡¿Aeste
chicoquélepasa?!
—Pues lo evidente, que solo quiere alguien con quien hablar, sin
más.Otienepareja,onobuscaunarelación,ysilabusca,yonosoyla
elegida.
—¿Pero tú le viste la cara el domingo pasado? Salió del metro
claramentebuscándote.Estenotevioenlaestaciónysalióabuscarte,te
lodigoyo.Asíquelegustas,tantositieneparejacomosinolatiene,tanto
silabuscacomosinolohace.Legustas,seguro.
Pippersiempresabequédecirmeentodomomentoparahacerme
sentir bien. O es eso, o me dice lo que quiero oír para que le cuente
novedades.
—Yo quiero pensar eso… Y reconozco que en cierto modo me
gusta que me respete tanto, es muy diferente a lo que estamos
acostumbrados, pero a la vez me gusta tanto que creo que cuando me
toque,explotaré.
—Bueno, mientras llegado el momento sepa rozarse bien, tú
tranquila.
Salimos a la calle y nos encaminamos a la parada de metro
mientrasprosigomihistoria.
—Aver,asícomonovedaddeayer…déjamepensar…¡Ah!Sí,es
deTexas.
—Mmmm…¿Unvaqueroeh?Megusta.¿Padres,hermanas,algún
hermanosolteroparatuamigadelalma?
—Padresyhermana.Losiento.Peronosémuchomás.
—¿YCody?¿Hanhabladoalgomás?
—Cadanoche.Encuantoentroensuhabitación,élenciendelaluz
corriendoyseasomaalaventana.
—Meencantaelchiquitín.¿Yquésedicen?
—Ayer por ejemplo cuando Cody le preguntó qué tal había ido,
Nathan se le cuadró con un saludo militar y le respondió algo así como
“Sinnovedadenelfrente,señor”.
—Parecequesellevanbien,¿no?
—Bueno, Cody lo tiene como en un pedestal… Se ha hecho a la
idea de que es como un superhéroe y no hay quien le quite eso de la
cabeza…YNathan,bueno,almenosnohuyóalsaberquetengounhijoy
essimpáticoconél…
—Eso es bueno. Siempre dices que Cody y tú sois un pack, que
quienquieraestarcontigo,tendráquequererleaéltambién.
Pipper pasa su brazo por encima de mis hombros y me aprieta
contraellacuandovequeagacholacabeza.
—Teestáscolgandodeél…
—Eso parece… Pero no nos conocemos de nada. La otra noche
escuché su voz por primera vez, así que no quiero hacerme ilusiones.
Puede parecer un lobo con piel de cordero. ¿Quién me dice que no está
haciendounpapel?
—Quémalpensada…
—Cosas peores se han oído. Así que de momento, si le intereso
como dices, tendrá que currárselo más. Marketing. Que se venda bien, y
entoncesalomejorlecompro.
Giramoslaesquinayyaveolasescalerasquebajanalaparadadel
metro.Tengoquereconocerqueheaguantadolarespiraciónalgirarpor
sileveíaesperándomeahíymehellevadounapequeñadecepciónalno
ser así. Siempre nos vemos en el vagón, pero aún así siempre tengo la
esperanza de encontrármelo esperándome en las escaleras, como si
vinieraabuscarme…nocomoahoraqueparecequenosencontremospor
casualidad…
Cuandollegamosaloaltodelasescaleras,nosdetenemosyyome
quedounossegundosmirandohaciaabajo.
—¿Y del club le has hablado? ¿O sigue pensando que eres
camarera?—mepregunta.
—A tanto no me he atrevido… Hijo, stripper, demasiada
informaciónqueprocesar.
—Puesquéquieresquetediga,yocreoquecuantoanteslosepa,
mejor. Es mejor saber de buenas a primeras si te acepta con todas las
“cargas” —dice enmarcando la palabra con los dedos—. Que luego te
cuelgasdeltíoylopasaspeor.
Eso me hace reflexionar. Puede que Pipper tenga razón. Quizá
debería confesarle que trabajo en un club de striptease. No es un
prostíbulo, aunque muchos hombres piensen lo contrario y se crean que
echándonosunosbilletespuedenhacerconnosotrasloquequieran.
—Venga, corre, baja ya, no vaya a ser que pase el metro y estés
aquíperdiendoeltiempoconmigo.Yamecontaráscómohaido.
—Mañanaviernestengolanochelibre,acuérdate…
—¿Yporquélodicesconesacara?Podrásdescansar…—Ytras
unossegundosañade—:Ysiteapetece,podríasinsinuárseloaNathanya
lo mejor pilla la indirecta y te invita a tomar algo… O si no lo hace él,
atreverteainvitarletú…
Me muerdo el labio porque aunque no lo quiera reconocer, tener
undíadefiestasignificadescansarypasartiempoconCody,perotambién
significanoverle,yesonomeapetece…Meheacostumbradoaél.
—Yaveréquéhago…
—Perotegustalaidea.Teconozco.
Nosabrazamos,bajolasescalerasysacoelbilleteparavalidarlo.
Lo meto en la máquina, me lo devuelve, pero las puertas no se abren.
Como pasa a menudo, me dirijo a la máquina de al lado pero sucede lo
mismo.
—¡Venga! —digo dándole un golpe a la máquina—. ¡Trágate el
billetedeunapuñeteravez!
Y eso es lo que la máquina hace. Exactamente. Tragárselo, no
devolvérmelo y no abrir las puertas, dejándome por unos segundos con
cara de idiota. Cara que sustituyo a los dos segundos por una de rabia y
desesperación absoluta cuando oigo a lo lejos el ruido del metro
acercándosealaestación.
—¡Mierda! ¡Ábrete ya! —digo golpeando y pateando para que se
abranlaspuertas—.¡Puñeteramáquina!¡Ábrete!
Entonces los dioses parecen haberme escuchado y las puertas
ceden a mis plegarias, pero justo en el momento en que las traspaso, se
vuelvenacerrar,dejandomicuerpoaunladoymibolsoalotro.Miroun
momento a las escaleras que bajan al andén, que ahora me parecen más
lejanasquehaceunrato.
—¡¿Pero qué mierda pasa aquí?! —digo ya con los nervios
apoderándosedemicuerpomirandolatiradelbolsoytirandodeellasin
importarmequeserompa—.¡Suéltame!¡Déjameir!
A lo lejos oigo como el metro se pone en marcha y yo solo soy
capazdequedarmequietaescuchandocomomisesperanzasdeteneruna
“cita”estanochesepierdendenuevoporeltúnel.
—¡No!¡Joder!¡¿Peroquétehehechoyo?!—Notocomolosojos
semeempiezanahumedecer—.¿Yaestáscontenta?Puesala,yamevasa
hacerllorar.Yosoloqueríasubirmeaesemetroqueseacabadeirytú,
máquinadeldemonio…
Lavuelvoapatearcontantafuerzaquemehagohastadañoenel
pieyyalaslágrimasresbalanpormismejillassincontrol.
—¿Kate?
Meincorporodegolpealoírsuvozamiespalda.Nisiquierame
giroparaquenomeveaenesteestado,porqueahoramismodebodeestar
defoto,pelosdeloca,caradesencajadayrojacomountomate.¿Cuánto
hacequellevaahí?¿Mehaoídogritar?
—Hola.
Tarde,lotengoamilado,apoyadoenlamáquinaquehadecidido
robarmeelbolso,mirándomeconunasonrisaenlacara.
—Hola—contestogirandolacaraalladocontrarioysecándome
laslágrimasparaintentarconservaralgodedignidad.
—¿Algúnproblema?—Veoporelrabillodelojoquemiraalotro
ladodelaspuertas,dondemibolsocuelgaaún.
—¿Túcrees?
—¿Ycontodoloquelehasdichoalamáquinanosehaacojonado
ynotehadevueltoelbolso?
Vale,ahíestámiconfirmación,hapresenciadoalmenosunaparte
demihisterismo.
—Ah, ¿te refieres a esos… gritos? —digo yo muy digna
intentando disimular mientras él aprieta los labios en una fina línea y
asienteconlacabeza—.Esqueletengomuchoaprecioaestebolsoyno
queríaqueserompiera…
—Puestirabasdeélcomositefueralavidaenello…
—Oye,calladitoestabasmásmajo.
—Yotambiénteníaganasdeverte.
Sorprendida,levantolacabezayleencuentromirándomeconuna
sonrisa tímida en la cara. Intento procesar sus palabras mientras noto un
cosquilleo crecer en mi barriga. Me ha dejado muda y no soy capaz de
hacerotracosaquequedarmeembobadayperdidaenesosojosazulesque
meatraparondesdeelprimerdía.
—¿Quieres que vayamos paseando o cogemos el metro? —me
preguntaalverquenoarticulopalabra.
—Pues…
Madremía,tengolabocaseca.Esaspalabrasmehanafectadomás
deloqueyomepensaba…Yo,quetengorespuestaparatodo…Mirode
nuevoalaspuertas,quesiguenatrapandomibolso.
—Espera.Vamosaverquépodemoshaceraquí.
Apoya las manos en la máquina y de un salto, con una facilidad
pasmosa, se sube encima. Me fijo en sus brazos fibrados, donde se le
marcan varios músculos y creo ver un tatuaje en el derecho, aunque la
manga no es lo suficiente corta como para apreciarlo del todo y solo
atisboloquecreoquesonletras.Mefijoquellevaellibroenelbolsillo
de atrás del vaquero y sonrío. Luego pasa al otro lado de un salto y se
quedafrenteamí.
—Yointentoforzarlasparaqueseabranytúintentasacarelasa,
¿deacuerdo?
—Vale.
—¿Lista?—dicemirándomealosojosconunasonrisademedio
lado.
En cuanto asiento, coge las dos partes de la puerta por arriba y
tirandocadaunahaciasulado,empiezaahacerfuerza.Alpocoempiezan
a ceder y rápidamente puedo hacer pasar el bolso por el pequeña hueco
queNathanhalogradohacer.
—¡Ya!—gritoeufórica.
—¿Qué hago ahora? —dice manteniendo aún la separación—.
Metroocaminando.
—Caminando—contesto.
Sinpensármelo,mepongodeladoeintentopasaralotroladopor
laestrecharendija,mientrasélsigueaguantandolaspuertas.Cuandopaso
al otro lado me quedo a escasos centímetros de él, apretando el bolso
contra el pecho, atrapada en el hueco que queda entre su cuerpo y la
máquina.
Levantolavistahaciaélyleveomirarme…¿asustado?Tienelos
ojosmuyabiertosycreoqueestáapretandolosdientesconfuerzaporque
puedoapreciarsumandíbulaaambosladosdelacara.Respiraconfuerza
por la nariz mientras sus ojos se pasean nerviosos por mi cara. Me
gustaría posar mis manos en su pecho y acercar mis labios a los suyos,
peroalgomedicequedeberíaesperaraqueéldieraelprimerpaso,como
si algo le impidiera acercarse a mí, así que me aseguro de no rozarle
siquiera.
—Creoquepuedessoltarlaspuertas—digotancercadesuboca
quemialientotienequehacerlecosquillas.
Al instante las suelta y retrocede varios pasos, poniendo entre
nosotrosladistancianecesariaparaquesucuerpovuelvaarelajarse.Veo
ademáscomopocoapocosuexpresiónvuelveaserladehaceunrato.
—¿Vamos? Tengo a Rose de canguro con Cody, y no quiero
volver muy tarde —digo como si nada de esto hubiera ocurrido,
intentando aparentar la normalidad que creo que él necesita en estos
momentos.
Salimos a la calle y emprendemos el camino a casa en silencio
hasta que pasado un rato, cansada del Nathan taciturno, decido traer de
vueltaamisuperhéroeyempiezoadarleconversacióndenuevo.
—¿Aúnnotehasacabadoellibro?
—¿Eh?—contestaaúnalgodespistado.
—El libro —digo señalando el bolsillo trasero de su pantalón—.
Quenotelohasacabadoaún.¿Notegusta?
—Ah,símegusta,peroúltimamenteleomenos.
—¿Yeso?
—Digamosqueantesleíaparamantenerlamenteocupadayahora
tengootras…cosasquememantienendistraído.
—¿Cómoqué?
Aunque tiene la vista clavada al frente puedo ver su expresión
incómoda.Séquelecuestaabrirseamíyporsushábitossolitarios,creo
queatodoelmundo,peronecesitosabermásdeél.Necesitosabersiyole
interesoparadarelsiguientepaso.Ese“yotambiénteníaganasdeverte”
esunaclaradeclaracióndeintenciones,peromehellevadomuchospalos
yestaveznecesitomás.Yparecequeestodehacermelatontasemedade
maravilla.
—¿Salir a correr? ¿Ver la tele? ¿Escuchar música? No sé… —le
veotragarsaliva—.¿Salirconamigos?
Parecequeestomevaacostarmásdeloqueyopensaba.Incluso
noto que ha aumentado el ritmo al andar. ¿En serio quiere llegar cuanto
antesamicasaparanotenerquecontestaramispreguntas?Esoparamí
no es venderse demasiado bien y si no le conozco más, no voy a
arriesgarme,asíquehagotodolocontrarioaloqueestáhaciendoél.Me
detengoderepenteenmediodelaacerasindecirnada.Élnosedacuenta
de ello hasta que da varios pasos más. Entonces mira a su alrededor
buscándomeycuandosegiraymevedetrássuyo,quietayconcaraseria,
levantalosbrazosyencogeloshombrosconfundido.
—¿Quéhaces?—mepreguntaarrugandolafrente.
—No,¿quécoñohacestú?
Niegaconlacabezaalzandolascejassinentendernada.
—Huyesdemí.Hasaumentadoelritmoinclusoparadejarmeantes
encasa.Nomehacefaltaquemeacompañes,nosoyunainválidayllevo
unesprayenelbolsoporsialgúnimbéciltratadepropasarse.PorCody
notepreocupes,lementirécomolementíahastaahoradiciéndolequesí
mehasacompañadoalapuerta.
—Nomedoycuenta…—diceconcaradeasustado.
—¿Enserioteníasganasdeverme?Porquenoloparece.
—Síteníaganasdeverte.Me…sientocómodocontigo.
—Nathan, te pregunto por curiosidad, no te estoy interrogando y
noteestoyponiendounapistolaenlacabeza.Sinoquieres,nohacefalta
quemecontestes.
Justo después de soltar esas palabras, su cuerpo se tensa por
completo. Aprieta la mandíbula como hizo en la estación al tenerme tan
cercay,aunquesusojosmeenfocan,sumiradaestáperdidayséqueen
realidadnomeestámirando.
—Dimequenomeestoyhaciendofalsasilusionescontigo.Quiero
creerquenoestoyperdiendoeltiempo,peronoteconozcoynoquieres
queteconozca.Megustaestarcontigoperonopuedopasarmetodalavida
así.
Agachalacabezaymiraalsuelo.Suspuñospermanecenapretados
aambosladosdelcuerpo.Parecefrágileindefensoymesabemalserle
tan franca, pero me gusta demasiado y no quiero hacerme falsas
esperanzas.
—Si necesitas más tiempo, dímelo porque te esperaré, pero
necesitosaberquenoeresuncobardeyquelucharáscontratimismopor
mí.
Sin esperar su respuesta, empiezo a caminar de nuevo y cuando
llego a su lado, me paro un segundo y girando levemente la cabeza le
digo.
—No hace falta que me acompañes. Tómate tu tiempo para
pensarlo.Mañanatengolibreasíquenonosveremos.Ypasado,depende
deti…
Ysigocaminandojustocuandoempiezoanotarcomolosojosse
me humedecen de nuevo. ¡Pero bueno! ¡¿Qué narices me pasa cuando
estoyasulado?!Yo,quesiemprehesidofuerteyhelloradopoquísimoen
mivida,derepentemeheconvertidoenunablanda…
—¡Túeresquiénocupamimentelas24horasdeldía!—oigoque
gritacuandoyaestoybastantealejadadeél.
Mefrenoperonomegiroaún.Tragosalivaparaintentarquitarme
elnudoenlagargantaquesemehaformadohaceunrato,peroenlugar
deeso,cuandoabrolaboca,unfuertesollozoescapadeella.
—¡Noleoporquenomepuedoconcentrarennadaquenoseastú!
Giro sobre mis talones poco a poco y me lo quedo mirando
fijamente. Me enjuago las lágrimas con la mano y me coloco el pelo
detrásdelasorejas.
—Sí, salgo a correr por las mañanas. No suelo ver la tele, solo
cambiodeuncanalaotro.Noescuchomúsicaaunquemeencantaysilo
quehayentretúyyoesamistad,sí,suelosalircadanocheconunaamiga
apasear.
Camina un poco hacia mí, pero entonces se frena y se rasca la
cabezaconansiedad.
—No soy un cobarde… o al menos no solía serlo pero ahora
mismonoestoyenmimejormomentoytengomiedodemostrarmeante
tiyquehuyas.
—Nomeasustoconfacilidad…—digoalcabodeunrato.
Caminadenuevoyestavezsíllegahastamí.Sonríecontimidezy
semetelasmanosenlosbolsillos,nervioso.Pareceunchicoasustado.
—¿Me dejas acompañarte? Para que no tengas que mentir a
Cody…
—Claro—digosonriendocomounatonta.
Durante unos metros, permanecemos en silencio, aunque los dos
seguimos sonriendo. Creo que a ambos nos han quedado claras las
intencionesdelotroyhasidocomounaespeciedeconfesiónparalosdos.
Devezencuandoélgiralacabezaparamirarmecomosicomprobaraque
sigoahí,sonriendocomounaadolescente.
Cuandoenfilamosmicalle,parececomosisedieracuentadeque
selehaechadoeltiempoencimayempiezaahablardenuevo.
—¿Quéharásmañana?
—EstarconCody.Porundíaquenovayaalcolenopasanaday
vamosairapasareldíaaCentralPark.Nosllevaremoslacomidayun
balóndefútbol.
—¿Juegasalfútbol?—preguntasorprendido.
—Eso de dar patadas a una pelota se me da fatal, para qué
engañarte.PeroaCodyleencanta.Juegaenelequipodelcolegioytodo
—contestoorgullosa.
—Yentonces…¿quésetedabien?Esdecir,séquetienesmuchas
cualidades…Esto…Queseguroquehacesmuchascosasbien…
Estárojocomountomateyyosolopuedoreírmealvercómose
haliadoélsolo.Alfinalsacaunamanodelbolsilloyserascalacabeza
mientrassueltaaireporlabocaconfuerza.
—¿Ves como tienes que tener paciencia conmigo? Como habrás
notado,estoamísemedafatal.
Sigoriendosinpararcuandollegamosalapuertademiedificioy
nosquedamosparadosunodelantedelotro.
—Todoeselíoquemehemontadoyosolitoeraparasaber…—
Vuelve a soltar aire con fuerza y durante un rato mueve los ojos de un
ladoaotro,comosisucabezaestuvieraescogiendolaspalabrasindicadas
—. Sé que mañana pasarás el día con Cody, pero me preguntaba si te
apeteceríahaceralgoporlanoche…
—¿Terefieresasalirporahí?
—Sí bueno, sé que es tu día de fiesta y si no te va bien podemos
quedarenotromomento…Además,tendríasquehablarconRoseparaver
sisepuedequedarconCody…
—No,no,no.Ahoraquetehasatrevido,novoyadejarescaparla
oportunidad.YameapañaréconRose¿Dóndequieresir?
—Nosé.Dondetúquieras.¿Quéteapetece?
—Bueno…¿quéteparecesalirabailar?Aunadiscoyeso.Hace
siglosquenovoy…
Veoqueabrelosojoscomoplatosylevantalascejasasustado.
—Vale,noeslotuyo.Hacemosotracosa,notepreocupes.
—No, no, tranquila. Solo que pensaba que al pasarte todas las
nochesponiendocopasteapeteceríaalgomás…relajado.
—Loquehagocadanocheesvercomolosdemássedivierten…
Peronopasanada,hacemosalgomáscalmadooquenosgustealosdos.
—No,venga,vale.¿Aquéhoraterecojo?
—Veamos,dejaquemeorganice—piensoduranteunossegundos
todoelmontajequetengoquehacerydigoalfinal—.¿Sobrelasdiez?Así
dejo a Cody bañado, cenado y en la cama y estoy el máximo de tiempo
posibleconél.
—Hecho.
—Genial.
Ahora viene el famoso momento incómodo de cada noche en el
que yo espero que él dé el paso y que tras varios segundos acabamos
diciéndonos adiós con la mano como si tuviéramos la peste y no
pudiéramostocarnos.
—¿Dóndevaismañana?
Ambosmiramoshaciaarribasorprendidos.
—¿Sepuedesaberquéhacesdespierto?—ledigoaCody.
—Esperarte —Entonces gira la cabeza hacia dentro, supongo que
porque Rose le habrá escuchado y le estará preguntando—. Hablo con
mamáyelsuperhéroe.
En ese momento la cabeza de Rose se asoma por la ventana
tambiénylosdoslassaludamos.Yaestamostodosinvitadosalafiesta.
—Hola —dice mirándonos a los dos con una sonrisa en la cara
productoquesabeloqueNathanhaestadodespertandoenmíporqueselo
heestadocontando—.Katelosiento.Pensabaquedormía.
—Tranquila.Cadanochehacelacomprobacióndeturno.
—¿Todo bien? —pregunta Cody a Nathan haciendo el saludo
militar.
—Todoenordenseñor—diceélcontestandoconelmismogesto.
—Rose,meparecequemañanamevasatenerquecuidarporque
vanasalirabailar.
—¡Oye!—lerecrimino—.¿Cuántotiempollevasescuchando?
—Oshevistogirarlaesquina.
—No tienes remedio… —le contesto y viendo que tanto Cody
comoRosesiguenapostadosenlaventanamirandosinningúndisimulo,
decido dar nuestra cita por terminada—. Bueno, nos vemos mañana
entonces.
—Sí.Alasdiez.
—Alasdiez—digosubiendolasescalerasmarchaatrás.
Y como cada noche, nos despedimos diciéndonos adiós con la
mano,aunqueestavezalgohacambiado.
CAPÍTULO11
Nathan
—Nathan,miopiniónesquenoesbuenaidea…
—Nomeimportaloqueopines.
—Puesdebería,básicamenteporqueaesosquetepaganlapensión,
déjame pensar quiénes eran… Ah, sí, el gobierno de los Estados Unidos
deAmérica…aellos,lesimportamiopinión.
Me levanto bruscamente del sofá y empiezo a moverme nervioso
por la habitación. No sé qué hacer con las manos. A ratos me rasco la
cabeza,luegomeagarrodelanucaysegundosmástardemelasmetoen
losbolsillosdelpantalón.Conlospiesnovoymuchomejor.Cuandono
me estoy moviendo sin parar, cambio el peso del cuerpo de uno a otro
constantemente. Ahora mismo necesito descargar tensiones y estar
encerradoenunahabitacióncomoestanomeestáayudando.
—Nathan…
No debería haber venido. Estoy demasiado nervioso y necesito
desahogarme.Quizálastreshorasqueheestadocorriendoestamañanano
han sido suficientes. A lo mejor si me largo ahora me daría tiempo de
salirahaceralgunosquilómetrosmás.¿Quéhoraes?¿Lasseisya?¿Llevo
aquídentrodoshorasya?
—¡Nathan!
MegirohaciaelDr.Monroedegolpeyleveoobservándomecon
detenimiento aún sentado en el sofá. Con la mano me señala el sillón de
delanteparaquemesiente.Dudounossegundoshastaquealfinal,resoplo
paramostrarmiresignaciónymesiento.
—Nathan, mírate. Estás en un estado de excitación que no te va
bien. Deberías intentar calmarte, y créeme que no lo conseguirás
metiéndoteenunadiscoteca.
—Noestoynervioso.
—¿Ah, no? Te reto. Quédate sentado hablando conmigo durante
cincominutos.Sinexaltarte,sinlevantarte,hablandotranquilamentecomo
estoy haciendo yo ahora. ¿No dices que no estás nervioso?
Demuéstramelo.
—Vale,venga.¿Dequéquiereshablar?
El Dr. Monroe me mira con los ojos muy abiertos y de repente
empiezaareírseacarcajadas.Yolemiroalzandounaceja,sinentendersu
reacciónyesperohastaquesecalma,secándosealgunaslágrimasquese
lehanescapadodelarisa.
—Me matas Nathan, en serio. De qué quieres hablar dice… —se
levantalasgafas,dejándolasencimadesucabeza,sefrotalosojosdebido
alcansancioycuandoselascolocadenuevoymemira,mevelacaray
entoncesreacciona—.Espera.¿Hablasenserio?¿Meestáspreguntandoen
seriodequéquierohablar?
Asientoconlacabezasinentendernada.
—Hablasenserio–resoplafrotándoselanuca.
—Estás cansado. Dejemos esto para la semana que viene —digo
intentandolevantarmeperoélreaccionarápidoyponeunamanodelante
demísintocarme,parafrenarme.
—Nilointentes.Siéntateahí.Vamosaver—selevantaysesienta
enlamesadecentroquenosseparabaparaestarmáscercamío—.Creo
que hemos hablado muchas veces de lo que tienes, ¿verdad? Entonces
sabesquéeseltrastornodeestréspostraumático.Sépocoacercadeloque
teloprovocó,sololopocoquemehascontadoyloqueaverigüéenlas
dos sesiones de hipnosis a las que accediste someterte. Pero lo que sí
tenemos claro son los síntomas y lo que puede provocarte las crisis,
¿verdad?Ansiedad,estrésytensión.
Me mira esperando una respuesta que yo no le doy. Darla sería
comoadmitirmiderrota.Séquetienerazónyséquelodeestanocheno
puedetraernadabueno,peronecesitointentarlo,porella.
—Voyatomarmeesesilenciocomounsí—apoyaloscodosenlas
rodillasyseacercamásamí,acorralándomeenelsillón—.Uno.Evitasa
la gente y los ruidos estridentes y te vas a meter en una discoteca
abarrotada y con música tan alta que casi no oirás ni tus propios
pensamientos. Dos. Vives en una tensión permanente, en híper vigilancia
perpetua, siempre buscando signos de peligro y vas a estar con la chica
que te gusta, rodeado de otras cientos de personas, intentando controlar
que nadie le haga daño. Tres. No eres capaz de concentrarte en algo
durante poco rato ni estando aquí los dos solos. ¿Crees tú que podrás
concentrarteenellacontantosestímulosatualrededor?
Porfinsecalla.Haceratoqueintentonoescucharleaunquealgoen
miinteriormeobligaaellosiempre.Algodentrodemírepiteunayotra
vezquelehagacaso,quetienerazónyquemelodicepormibien.Estu
amigo, me repite. Ja, seguro… Mi amigo… Porque le pagan que si no
seguro que no iba a aguantar mis problemas. Intento tragar saliva pero
algoenmigargantameloimpide.Meremuevoincómodoenelsillóny
como ya es habitual en mí cuando algo me incomoda, mis extremidades
empiezanaactuarasulibrealbedrío.Unpieempiezaarepiquetearenel
suelomientrasunademismanosseempeñaenrascarlateladelbrazodel
sillón.
—Nathan,escúchameporfavor…
—Quiero ser normal —susurro en un hilo de voz—. Al menos,
quieroparecernormalaojosdeKate.Ellapodríateneracualquierayno
quieroperderlaoportunidad.
—Tú lo has dicho, podría tener a cualquiera y en cambio parece
haberteelegidoati,¿no?
—Porqueintentoparecernormal,másomenos.
—Si no fueras “normal” —dice enmarcando la palabra con los
dedos—, ¿no te habría dado esta oportunidad? ¿No dices que te vio
mientrasteníasunapesadillayaúnasítesiguióhablandoconnormalidad?
—Ella no sabe nada de nada. Solo vio la punta del iceberg. Si
supieratodo,nomedaríaestaoportunidad.Nadiequieresalirconuntío
queestáloco.
—Túnoestásloco.
—No, para nada. Solo oigo voces en mi cabeza constantemente,
tengo pesadillas cada vez que cierro los ojos hasta el punto de mearme
encimadelmiedo,tengoproblemaspararelacionarmeconlagentehasta
el punto que no permito que me toquen, me asusto con cualquier ruido
comosisetratarandedisparos,sufrodoloresdecabeza,mareos,aveces
parecequeelcorazónsemevaasalirdelpechoypuedollegarinclusoa
desmayarme.Sí,definitivamentehoynadamásverlaseloexplicarétodo,
ylediré,“oye,peronoestoyloco,¿eh?”
Me levanto y esquivándole, salgo de mi acorralamiento. Necesito
moverme de nuevo, así que empiezo a caminar de arriba a abajo. Aún
oigolavozdelDr.Monroeenmicabeza,recitándomeunaaunatodaslas
cosasquepuedenpasarestanoche.Cierrolosojosconfuerza,cruzolos
brazospordelantedemipechoyapoyolafrenteenlapared.
—Quieroestarconella—digoconlavozentrecortada.
—Yonoteestoydiciendoquenosalgasconella.Soloquepodíais
haberelegidoalgomástranquilo,adaptadoatusnecesidades…
—Es tarde para eso ya… —digo al girarme hacia él,
encogiéndomedehombros.
AhoraeselDr.Monroeelqueresoplaresignado.Selevantayse
acercahastamí.Levantalasmanoscomosimeintentaratocaryalverque
mi reacción es echarme para atrás asustado, las baja negando con la
cabeza.
—Tienesminúmerograbadoenelmóvil,¿verdad?
—Sí…—contestoextrañado.
—Déjameelteléfono.
Losacodemibolsilloyselotiendo.Éltrasteavariasteclashasta
quemeenseñalapantalla.
—He puesto las siglas AA delante de mi nombre para ser la
personaalaqueavisenencasodequepasaraalgo.¿Deacuerdo?
Asiento sin decir nada, apretando los labios hasta convertirlos en
unfinalínea.
—Escúchame, para cualquier cosa, llámame. Y cuando llegues a
casa avísame, ¿vale? Si quieres mañana podemos vernos y me cuentas
cómohaido.
—Mañananotocasesión.
—Nohacefaltaquenosveamosaquíyquenoslotomemoscomo
unasesiónhabitual.Podemosiratomarunacervezaaalgúnsitio.Vamos,
siteapetece.
—¿Y también me irás persiguiendo con esa cámara de vídeo? —
digoseñalandoalpuntorojoqueintentadisimularenlaestanteríallenade
libros—.¿ComosifueraselGranHermano?
—No… —Y sonriendo negando con la cabeza añade—. ¿Cómo
sabíaslodelacámaradevídeo?
—Ytienesunmicroenlalámparadetumesa—Memiraaúnmás
sorprendido—.Notepreocupes,séqueestásentuderechodeusarestos
métodos. Yo firmé el consentimiento, así que no tienes porqué
esconderlos.
—Losescondoparaquetesientasmáscómodo.Pensabaquenolos
habíasvisto.
—Enlaprimerasesiónnoestaban.Enlasegundapusisteelmicro.
Ylaluzrojalaempecéaverenlacuartasesión.Estarépirado,peroaún
soyMarine.Estamosentrenadosparaolerestascosasaquilómetros.
Miroelrelojyconlatonteríayasoncasilassietedelatarde.
—Doc…Tendríaqueirme…
—Sí… —Consulta su reloj y alza las cejas sorprendido—. Dios
mío,Stellemevaamatar…
—Stelledebeodiarmecontodassusfuerzas…
—Notecreas,solounpoco—Ambosreímosagachandolacabeza
—.Mantenmeinformadoytenmuchocuidado,¿vale?Respirayrelájate.
—Vale. Me voy ya que supongo que tendré que ducharme, y
afeitarmey...nosé—digomirandomivestimenta—,cambiarmederopa.
Hasta…mañana,¿no?
Talycomopenséenlaconsulta,corrodecaminoacasaenlugar
de coger el metro. Incluso decido dar un rodeo, así que cuando llego a
casasonyalasocho.Antesdesubircomprounbocadilloenlatiendadela
esquinaymelovoycomiendoporlaescalera.
Cuando entro en casa, voy al dormitorio, abro el armario y me
quedounratoahídelantedecidiendoquéponerme.¿Cómosesuponeque
vavestidalagentealadiscoteca?Pantalónoscuro,vale,hastaahíbien.Y
luego… camisa, sí, debería llevar camisa. Busco la que esté menos
arrugadaperotodasparecenhaberpermanecidoenelarmariohechasun
ovillo, así que al final me decanto por una camiseta negra. Vale, venga,
adjudicada.Nolopiensesmás.
Entonces me dirijo al baño, abro el grifo del agua y empiezo a
desnudarme.Miromireflejoenelespejomediorotoaúndelpuñetazodel
otro día. Veo las cicatrices de mi cuerpo y trago saliva varias veces.
Recuerdosconstantesdelapesadillaqueviví.Misojossedesvíanhaciael
tatuaje de mi brazo. El lema de los Marines, Semper Fidelis. Apoyo mis
manosenlapicayagacholacabeza.Loditodoporellos,hastacasimi
vida y lo único que yo me llevé a cambio fue su repulsión cuando se
dieron cuenta de que algo dentro de mi cabeza no funcionaba muy bien.
Sinsiquierasentirsemínimamenteculpablesalsaberqueloquevivíallí
fueloqueprovocómiestadoactual.Paratodos,incluidomipadre,nunca
tuveloscojonesparasabertragarmeloqueviyvivíallí.Asíqueenmi
caso, el lema no tuvo significado para ambas partes… Yo sí les fui
siemprefiel,peroellosamíno…
Cuando entro en la ducha, me quedo debajo del chorro helado
durante una eternidad, apoyando las manos en la pared y dejando que el
aguaresbaleportodomicuerpo.
Cuando salgo, me afeito, me visto y puesto no sé o no puedo
quedarme quieto, decido salir hacia casa de Kate, aún sabiendo que falta
bastanteparalahoraalaquehabíamosquedado.Mepasotodoelcamino
practicandounarespiracióntranquilaypausadayensayandoenmicabeza
comosalirdevariassituacionesquesemepuedenpresentar.Asíalfinal,
acabo por montarme un guión que suena bien sencillo, al menos en mi
cabeza. Para evitar aglomeraciones, buscar un sitio más apartado, así
además podré tenerla solo para mí. Para evitar las luces cegadoras de
láser y eso, mirar todo lo que pueda al suelo. Para los ruidos de la
música…buenoyasemeocurriráalgosobrelamarcha.Simetoca…ya
pensarécómohacerparanoapartarmebruscamenteporquedeverdadque
noquierohacerlo…Másbienalcontrario…Quieroquemetoque,quiero
besarla, sostenerla en mis brazos con fuerza, arramblarla contra una
pared…Vale,ponenprácticaesarespiraciónquehemosestadoensayando
antes…
CuandollegoalacalledeKatepasanpocosminutosdelasnuevey
media,asíqueaminoroelpasoydecidoquemesentaréenlasescalerasde
su edificio a esperar a que sea algo más tarde para llamar a su timbre.
Pero en cuanto me siento en las escaleras, oigo una vocecita que ya me
resultafamiliar.
—Eh,superhéroe…
Mirohaciaarribayleveoahíasomadocomocadanoche.
—¿Quéhacesahí?
—Esperaraquevinieras—diceenvozbajaechandovistazoshacia
atrás de vez en cuando para comprobar que no le ven—. Mi madre está
decidiendo aún qué ponerse y Rose le está aconsejando. Mujeres, ya
sabes…
—¡Jajaja!Sísupongo…
—¿Quéhacesaquítanpronto?
Meparoapensarmirespuestaunossegundos.Tengoquerecordar
queesunniñodesolocincoaños,aunqueavecesparecemásmaduroque
yo,asíquedebomedirloquedigo.Peroantesdeencontrarlaspalabras,
élmeinterrumpe.
—Oye,¿quieressubir?Asímehacescompañíamientrasmimadre
seviste…
—Eh…Puesnosésidebería.
—Tonterías.Teabro.
Enseguidasemetehaciadentro,asíquemelevantoymedirijoala
puerta, que se abre segundos después. Subo las escaleras nervioso,
frotándomelasmanoscontraelpantalón.Entonces,cuandollegoaltercer
pisoveounapuertaabiertayaCodyesperandoallado.Vavestidoconun
pijamadelasTortugasNinjaysonríealverme.
—Hola,superhéroe…—dicecuandoestoydelantesuyo.
—Hola,tortuganinja—contesto.
—Joder,quéaltoeres.Ostias,hedichounapalabrota—Ysetapala
bocaalmomento—.Bueno,dos.Seránuestrosecreto,¿vale?Porquesino
metocarápagarmultaymeterundólarenelbote.
—Prometido.
—Pasa.
Cierralapuertasinhacerruidocuandoentramos.Miroalrededory
veoloquepareceserelsalóncomedor.Noesmuygrande,conunamesa
enfrente de mí y un sofá de tres plazas a mano derecha, delante de un
mueble donde se apoya la televisión. De las paredes no cuelgan cuadros
impersonales,sinofotosdeCodyydeKate.Megusta.Esacogedor.
—Ven—susurraCody—.Vamosamihabitación.
Lesigoporunpasillo,pasandoporalladodeunapuertacerradaa
travésdelacualseoyenlasvocesdeKateyRose,hastaquellegamosa
unahabitaciónllenadedibujosdesuperhéroesporlasparedes,cómicsy
librosenlasestanterías,balonesdefútbolenelsueloymuñecosdeacción
porlacama.
—¿Temola?
—Mucho—digocogiendounodelosmuñecos.
—Eseerestú.
Lemirolevantandolascejassorprendidomientrasobservomásde
cercaalmuñeco.Vavestidoconununiformedecombateyenunadelas
mangas lleva la bandera de las barras y estrellas. En la cabeza lleva una
boinadelado.
—Es un boina verde. ¿Sabes lo que son? —le miro y veo como
niegaconlacabeza,asíqueañado—.EsungrupodeFuerzasEspeciales
delEjército.
—¿Ysonfuertes?
—Ajá—digosindejardemirarelmuñeco—.Yexpertosencosas
comodesactivarexplosivos,paracaidismo,emboscadas,camuflaje…
—Mola… Yo juego a que Spiderman y Batman y Hulk —dice
cogiendolostresmuñecos—,lehanpasadosuspoderesaJoeyélsalvaa
todos.Comotú,quesalvasteamamá.
Dejoelmuñecosobrelacamayéllocogeyseestiraenlacama
tapándoseconlasábana.Sacadedebajodelcojínuncómicymemira.
—Sesuponequemamátendríaqueleermelaspáginasquetocande
este cómic, pero mira, en lugar de eso, está ahí probándose todo su
armarioydiciendocosascomo:“estemehacemuygorda”,“esteenseña
poco”o“esteenseñademasiado”—diceponiendovozdechicamientrasa
mísemeescapalarisa.
—¡Cody!
MegirosobresaltadoalescucharlavozdeKatedetrásdemí.Rose
estádetrásdeellaconlabocaabierta.
—Losiento…yo…—empiezoadecir.
—¿Quéhacesaquí?—mepregunta.
—Yo le dejé subir mamá. Estaba abajo y yo estaba aquí solo
mientrastúteprobabasropaconRose…—diceCodybastantemásrápido
dereflejosqueyo—.Leibaapedirquemeleyeraéllasdospáginasque
tocabanhoy…
—Cody,dejaaNathantranquilo—dicecogiéndoleelcómicdelas
manos—.Mañanateleocuatropáginasenlugardedosylistos.
—Amínomeimporta…—intervengoyotímidamente.
—¿Lo ves? No le importa. Tú ves a acabar de ponerte pinturas y
déjanossolos.
Katememiracomopreguntándomesinomeimportaperoyosigo
mirandoaCodyalucinadoporcómoseexpresa.
—Enserio,nopasanada.Haztranquila,queyomequedoconél.
—Vale…—contestaaúndudando—.Notardonada.
Cuandonosquedamossolosdenuevo,Codymealcanzaelcómicy
loabreporlapáginamarcada.
—Vale,¿poraquí?–digoseñalandolaprimeraviñeta.
—Sí,perotienesqueirenseñándomelosdibujos.
Empiezo a leer cada viñeta y se la voy enseñando pero es tan
incómodoavecesquealfinal,alverquelacamaesgrande,ledigoquese
echeaunladoymeestiroasuladoconelcómicenaltoparaquemientras
yo lo lea, él pueda mirar las viñetas. Conforme yo leo los diálogos, él
acabauniéndoseamíhaciendolosruidosdelosgolpesypuñetazos.
—Estoylista—oigoquediceKate.
Aparto el cómic y me la quedo mirando de arriba a abajo. Está
increíble con unos vaqueros ajustados, unos zapatos de tacón y una
camisetanegra.
—Peroqueosveotanrelajadosquenosésiponermeelpijama.
Me incorporo mirando a Cody. Hago una señal en la página del
cómicyleguiñounojo.
—Metengoqueircolega.
—Vale,nopasanada.Hemosleídomásdedospáginas.
—¿En serio? —digo haciéndome el tonto mientras él sonríe
enseñándomesuspequeñosdientecitos—.¿Mehasengañado?
—¿Vendrásotrodíaaleer?
—Venga,yaveremos—diceKatearropándole.
Tras despedirnos de Rose, y salir a la calle, nos dirigimos a la
paradadelmetrodandounpaseo.Ellaeligeelsitioasíquemedejoguiar.
Aestashorasestámásllenoquealashorasalasquesuelocogerlo,así
queaquítengomiprimerapruebadefuego.Nostenemosquequedarde
pie cerca de las puertas, cogidos a las barras del techo. Respiro
profundamente y mientras charlamos, no puedo evitar estar en guardia
mirandoatodoslados.Aúnasíconsigocentrarmeenlaconversaciónyen
ella,quememiraysonríeconstantemente.
—¿CuántollevasviviendoenNuevaYork?
—¿Eh?—mierda,mehapilladodespistado.
—MedijistequeeresdeTexas,perovivesaquí…¿Desdecuándo?
—Algomásdeunaño.¿Ytú?
—Todalavida.Soyneoyorquinaal100%,asíquetencuidadoque
yasabesquedicenqueestamosunpocolocos.
—¿Enserio?—Pueshasidoadarconlapersonaindicada…—.Lo
tendréencuenta…
—Ya está. Hemos llegado. Esta es nuestra parada —dice ella
sonriéndometímidamente.
Salimosalacalleysolotenemosquecaminarunospocosmetros
paraencontrarnosdelantedeloquepareceellocalelegidoporKate,una
discotecallamadaCielo.Hayalgodecolaenlapuertaynosponemosal
final.
—Esto…AvecesCodypuedeserunpocopesado.Sientositeha
puesto en un compromiso al hacerte subir y casi secuestrarte en su
habitación.
—Paranada.Esunchicoestupendoymehereídomuchoconél—
digorecordandocuandoimitabaasumadrediciendoesasfrases.
—Sí ya… Ya sé de qué os reíais y le voy a dar… No he tardado
tanto en decidir qué ponerme —Se sonroja al decirlo y sé que está
mintiendo,aparteporqueséqueCodynomementiría—.Setedanbienlos
niños.
—Es el primero que se me da bien, te lo aseguro —Sí, digamos
que la última interacción que tuve con un niño no salió del todo bien y
acabóenunbañodesangre,provocándomegranpartedemispesadillas.
—¿Hasvenidoalgunavez?—mepregunta.
—No…—contestometiendolasmanosenlosbolsillos.
—Te gustará, ya verás —Lo dudo—. Ponen música de todo tipo.
Medijistequetegustabamucholamúsicaaunquenolaescuchabas.Nolo
entendímuybien…Yonopodríavivirsinlamúsica,sinescucharla,sin
sentirlaysobretodosinbailarla.
La miro embelesado mientras habla. Se nota su pasión por ello.
Estolahacefeliz,veniraquílahacesonreírynovoyaseryoelquelo
arruine. Así que en cuanto pasamos las puertas y la música atronadora
empiezaallegaramisoídos,empiezoarespirarprofundamente.
—La sala está abajo —me informa ella señalando las escaleras
parabajar.
Genial, como si fuera un zulo… Esto se pone cada vez peor.
Mientras bajamos las escaleras, oímos la música con más intensidad y
aumentaeltráficodegenteconlaquenoscruzamos.Ellavadelantemíoy
aunqueellanolevea,larodeoconunbrazosintocarlaparaquenadiele
de un golpe. Cuando llegamos al pie de las escaleras, ella se gira y
subiendounescalónparaquedarseamialtura,mesusurraaloído.
—¿Tomamosalgoantes?
Yo miro al suelo mientras la escucho, concentrado en su voz, su
cercanía,ennomirarlaslucesquemeciegan,enpensarqueloquetortura
misoídosesmúsicaynadamás,yenevitarquenadiemetoqueamínile
déungolpeaella.Fácil.
Nos dirigimos a la barra y conseguimos ponernos en un sitio
desdeelquepuedomanejarbastantebienlasituación.Apoyomiespalda
contralaparedyasíyanotengoquepreocuparmedeloquepasedetrásde
mí.Sostengomicervezaenlamanomientraslaobservodeespaldasamí
mirandoalapista.Nopuedeestarsequietaysemuevetímidamentealson
de la música. Su pelo se mueve y consigue casi hipnotizarme. Si me
concentro en ella con fuerza, todo alrededor deja de existir, así que esa
deberíasermitácticaaseguir.
Cuandoseacabasumojito,lodejaenlabarraysegiraamícon
unasonrisaenlacara.
—¿Vamos?—diceseñalandoconundedodetrássuyohacialapista
—.Estacanciónmeencanta.
Mequedosinsaberquéhacer,mirandodeunladoaotro,hastaque
reparo en mi cerveza, a la que aún le queda un culo por beber. Claro,
estabadistraídomirándola.Lalevantodelantesuyoparaindicarlequeno
heacabadoymelaquitadelasmanosyselabebedeuntrago.
—Arreglado—dejalabotellaenlabarra—.Vamos.
Me agarra de la camiseta tirando de mí hacia la pista. Empiezo a
notar los latidos de mi corazón en los oídos. Miro hacia su mano, que
aunquecogelacamiseta,rozamipechoenalgunaocasión.Acabamosen
medio de la pista, rodeados de gente moviéndose al ritmo de la música,
alzandolasmanos,mientraslucesláserdecolorazulsemuevenportoda
lapista.Miroarribayunadeellasmeciegacasiporcompleto.Cierrolos
ojos y lo que veo entonces es a mí en medio del desierto, de noche,
cegado por la luz de un helicóptero buscándome. Me quito esa imagen
moviendolacabezayvuelvoaabrirlosojos.
Katebailadelantedemí,contoneándosemientrasLadyGagasigue
cantando. Realmente, verla bailar Applause es una maravilla. Se mueve
sexy, poniendo una mano en su nuca y recogiéndose el pelo. Cuando se
ponedeespaldasamí,medanganasdelanzarmeasucuelloymorderlo
mientras mis manos recorren su cuerpo. Eso es Nathan, céntrate en ella.
Entonces se gira y la veo bailar con los ojos cerrados. Ladeo la cabeza
admirandolorelajadaqueestáenmediodetodoesto.Abrelosojosyme
mira sonriendo al verme. No es para menos, debo de tener una cara de
boboalucinante.Entoncesseacercaamíbailando,sindejardemirarmea
losojosymecogedelacamisetaatrayéndomehaciaella.Ponesusbrazos
alrededor de mi cuello y se contonea frotándose contra mi cuerpo. Mi
respiración,pormásquemeesfuerce,seentrecortaysevuelveirregular,
y la vista se me empieza a nublar. Ella parece darse cuenta y apoya una
mano en mi pecho, encima del corazón. Acerca sus labios a mi cuello y
losdejaapoyadosallíunossegundos.Enunactoreflejo,levantolacabeza
yentonceslaslucesvuelvenacegarme.Elritmodelamúsicasecalmay
cuandovuelveasubirdevolumen,seoyenunossonidosrepetitivos,como
sifueran…disparos.Lasalaempiezaadarvueltas.MealejodeKateydoy
vueltassobremímismohastaquemechocóconotrotíoalqueletirola
bebida.
—¿Pero eres subnormal o qué te pasa? —dice dándome un
empujón.
Yentoncesyanosoydueñodemisactosylasimágenessesuceden
antemícomosilovieradesdefuerademicuerpo.Meabalanzosobreese
tíoyempiezoapegarlepuñetazosenlacarahastaquelerevientolanariz.
Él se vuelve y yo recibo también lo mío, hasta que aparecen los de
seguridad.Derepenteestoyenlacalle,pegándomecontresarmariosde
tíosyluegoestoyenunaambulancia.¿Porquévoyatado?Mierda,¿dónde
estáKate?
—¡¿Kate?!—grito—.¡¿Kate?!
Memuevoinquietointentandodesatarmeperomeinyectanalgoen
el brazo que me relaja de inmediato. Lucho para mantener los ojos
abiertosmirandoatodosladosyentoncescreoverlaamilado.Merelajo
almomentoviendosuimagenyreposolaespaldacontralacamilla.Está
conmigo.Estáamilado…
CAPÍTULO12
Dr.Monroe
—Tony…teléfono…
—No…unratomás…
—Anthony,cogeelmalditoteléfono.Alguiendebenecesitarayuda
psicológicaalas4delamadrugada.
Me incorporo de un salto. Confundido, intento ver algo mientras
misojosseacostumbranalaoscuridad.AmiladoveoaStelletaparsecon
lasábanamientrassedalavuelta.Aúnsentadoenlacama,miroaunlado
yaotrointentandosituarme.Teléfono,sí.Gafas,sí.Melaspongoyalno
recordardondeestámimóvil,intentoseguirelrastroporsusonido.
Allevantarmesemeenredaunpieconlasábanaycaigodebruces
al suelo, llevándome toda la tela conmigo y destapando a Stelle, que se
sienta en la cama. Enciende la luz de la mesita de noche y me mira con
cara de mala leche. La miro intentando pedirle disculpas con la mirada
perotengoqueestarridículo,encalzoncillosyconcaradetonto,acuatro
patassobrelamoqueta.Ellaresopla,selevantadelacamayrebuscaenlos
bolsillosdemichaqueta,colgadaencimadeunasilla.
Miralapantallaysuspirando,meacercaelteléfono.
—Nosénicómolohedudado.Toma.EsNathan.
Enseguidareaccionoyaqueesonopuedesernadabueno.Nathan,
llamándomealascuatrodelamadrugada,solopuedensermalasnoticias.
Me pongo en pie y salgo de la habitación mientras aprieto al botón de
descolgar.
—¡Nathan!¿Estásbien?—digoconuntonodevozpreocupado.
—Hola…—diceunavozdemujer.
Mequedoquietoalinstanteenmediodelpasillo.
—Hola…Soyel…UnamigodeNathan.¿Élestábien?
—No.Estáenelhospital.
—¿Quéhapasado?
—Pues…siledigolaverdad…nolosé.Sepeleó,noséporqué.
Loecharondeladiscotecareduciéndoleentretrestíosdeseguridadyle
trajeronaquí.Sepusomuyviolento…Escuche,yotengoqueirmeacasa.
—¡No! —Doy vueltas sobre mí mismo nervioso—. Espera, voy
paraallá,peronoledejessolo.
—Estásedado.
—Esto…—digocorriendohaciaeldormitorio.
—Kate.
—¿Kate?¿EresKate?—Meparofrentealapuerta.
—Sí… —contesta extrañada de que la conozca—. No sabía qué
hacerycuandomedieronsuscosas,cogísuteléfonoyvisunombreenla
agenda como persona de contacto en caso de emergencia… ¿Dice usted
queesamigosuyo?¿PorquéletienemarcadocomoDr.Monroe?
Apoyo el teléfono entre el hombro y la mandíbula mientras me
pongo los pantalones. Stelle se vuelve a incorporar y me mira
pacientemente.Agarromicamisayunachaquetaymeacercoaella.
—Esperaunmomento—digoalteléfonoyluegoloaprietocontra
mipechoparataparelauricular—.Cariño,tengoqueirme.Noséloque
tardaré,¿vale?
—¿QuélehapasadoaNathan?—diceacariciandomicara.
—Nolosé…Estáenelhospital…
—Corre.Veconél.Notepreocupes.
—Gracias—Joder,tengolamujermáscomprensivadelmundo—.
Tequiero.
—Yyo.
Corro por el pasillo poniéndome la camisa, cojo las llaves del
coche,salgodecasaymemetoenelgaraje.Todoellosindejardehablar
conKate,intentandoquenosevaya.
—Kate, espera que conecto el manos libres en el coche… —
Arrancoelmotorycomprueboqueellasiguealotroladodelalínea—.
Kate,¿siguesahí?
—Sí.
—Bien.Estoydecamino.Noledejessolo,porfavor.Espéramey
hablamos.
—Verá…necesitoquemeaclareunacosa…¿quéclasededoctor
esusted?—Mepreguntaella.
—Soypsiquiatra,Kate.
Se hace el silencio al otro lado de la línea. Solo la oigo suspirar
confuerza.
—¿Nathanespacientesuyo?—mepreguntaalcabodeunrato.
—Sí.
—¿Quélepasa?
—Kate, me temo que eso es algo que yo no puedo revelarte.
Secretoprofesional,yasabes.Esoselodeberíaspreguntaraél.
—Esigual.Nosésimeapetece.
—¡Kate!¡Espera!
Conduzco como un loco por las calles agradeciendo el poco
tráfico que me encuentro. Paso algún semáforo en lo que yo llamo un
verde apurado, o lo que es lo mismo, un verde de lo más anaranjado
posible.
—Mire, no sé nada de Nathan porque no me quiere contar nada,
peroaúnasímearriesguéasalirconél.Sabíaquealgolepasabaporque
su comportamiento no era de lo más normal, pero pensé que todos
tenemosnuestrascosas.Peroestanocheleveofueradesí,esenoerael
Nathan que he conocido estos días —Oigo como solloza y sé que está
llorando—.Ahoraaveriguoqueestáentratamientopsiquiátrico.Tengoun
niño pequeño y ese hombre ha estado esta misma noche sentado con él
leyéndoleuncómic,ynisiquierasésiespeligrosoonoporqueustedno
melopuedecontar.
—Kate,confíaenmí.
—No,perdoneperonoconfíoennadie.
—Nathannuncateharíadaño.Yatuhijotampoco…
—Ustednohavistoloqueyohevistoestanoche…Lohantenido
que reducir entre tres tíos enormes y luego le han tenido que sedar…
Ahoraletienenatado.
Joder, la tienes que haber liado en grande, ¿eh machote? Sedado,
atado,porDios,niquefueraHannibalLecter…
—Kate,¿meesperasaquellegueyhablamos?
—Nomepuedecontarnada.Ustedmismomelohadicho…
—Daigual.Hazmeesefavor.Espérame.Yallego.
La escucho suspirar y casi puedo oír la batalla en su interior
decidiendo qué hacer. Contengo la respiración hasta que escucho su
respuesta.
—Deacuerdo…Peronotardeporfavor.
Estoy a pocas calles del Hospital Presbiteriano de Nueva York, a
donde han trasladado a Nathan. Aparco sin molestarme en mirar si el
cochequedaentrelasdoslíneasquedelimitanelestacionamientoycorro
hacia la entrada principal de urgencias. Cuando llego al mostrador, me
pongodelantedelaenfermerayllamosuatención.
—BuscoaNathanAnderson.Letrajeronaquíaurgenciashace…
—Sí,sí,séquiénes.Box3—contestasinquitarojodelarevista
delcorazónqueestabaleyendo.
Caminodeprisahaciaallíyentoncesabrolapuertacorredera.Una
chicarubiaquedebeserKateselevantadelasillaalvermeentrar.Alzalas
cejas supongo que sorprendida. Es la reacción de muchos al verme, no
debodetenerlaimagendelpsiquiatraqueseimaginan.
—Hola, Kate —digo acercándome a ella y dándole la mano—.
Gracias.Esperaunmomento,¿vale?
Vuelvoasaliralmostradorderecepciónyllamoalaenfermera.
—Perdone pero, ¿por qué le tienen atado? Está sedado, ¿no es
suficienteconeso?
—Yocumploórdenes.Estácatalogadocomounpacienteviolento
yestoysolaaquí.Notengoganasdequesedespierteymeagreda.
A este paso por quien va a tener que preocuparse para que no la
agredaespormí,noporNathan.
—¿Atadoinclusoestandosedado?PorelamordeDios…¿Dónde
estáelmédicoquelehaatendido?Quierohablarconél.
—Estábien.Leavisaréperoestáenunaoperacióndeurgencia.No
leprometoquevengarápido.
Vuelvo al box y veo a Kate mirando a Nathan con gesto triste y
muyconfundida.Meagachodelantedeellayesperoaquememire.
—Gracias—ledigoentonces.
—¿Esrealmenteviolento?
—Conmigonuncalohasido—lerespondo—.¿Contigo?
—No…—dicemirándoledenuevomientrasniegaconlacabeza.
—Kate,queyoseasucontactoencasodeemergenciahasidocosa
mía.Ylohehechomáscomoamigoquecomomédico.
—Peroessupsiquiatra.
—Losoy.
—¿Nathanestáloco?
—¿Qué entiendes tú por loco? Si tu imagen es la de una persona
con camisa de fuerza, gritando y diciendo cosas sin sentido, no, no está
loco. Si te refieres a alguien que ha pasado por una mala experiencia y
necesita hablar para olvidar, sí, entonces sí está loco. Pero dime, ¿quién
entoncesnoloestá?¿Quiénnohanecesitadoalgunavezalguienconquien
hablar?
—Verá…—diceponiéndoseenpie,trasunosminutospensandoen
lo que he dicho—. Debería irme. Tenga el teléfono de Nathan y algo de
dinero,eratodoloquellevabaensusbolsillos.
SeacercaalacamillaymiraunúltimoinstanteaNathan.Levanta
una mano y la acerca poco a poco a la cabeza de él, pero a pocos
centímetros de tocarle se lo piensa y se detiene. Agacha la cabeza y sale
delpequeñocubículo.
—Kate —La llamo desde la puerta—. ¿Qué le digo cuando se
despierte?
—Nada…
—Peropreguntaráporti.
—Verá—diceacercándosedenuevoamí—.Tengo25añosyun
niñodecinco.Tengodostrabajosparapoderdarletodoloquesemerece,
y aún así no puedo dárselo todo. Es todo ya lo suficientemente difícil
comoparacomplicármelomás.
—Estoy seguro de que Nathan no quiere complicarte la vida…
Comopsiquiatranopuedodartedetallesdenuestrasconversaciones,pero
comoamigotepuedodecirquesíestámuyloco,peroporti.
—Estoy cansada de secretos y mentiras. De pequeña viví rodeada
deesoynoquierovolveravivirloymuchomenos,hacerpasaraCody
porello.Losiento…—dicemientrassealejaconlágrimasenlosojos.
Laobservoperdersetraslaspuertasdeentrada.Realmenteparece
una chica estupenda y puedo incluso llegar a entender que quisiera
cometerlalocuradeestanoche.Perocreoquevaatenerquelucharcon
todassusfuerzassiquiererecuperarla.
MesientoenlasillaqueocupabaKateyobservoaNathandormir.
Por lo menos algo de bueno ha sacado de todo lo de esta noche ya que
debeestarrecuperandoalgodesueñoperdido.Envíounmensajedetexto
a Stelle para que se quede tranquila y me recuesto en la silla intentando
pillarlamáscómodadelasposturasposibles.
—¿Kate?
Me incorporo al momento, provocándome un dolor agudo que
recorretodamicolumnavertebral.
—¡Joder!—gritoponiendounamuecadedolor.
—Kate…
Nathanbalbuceasunombresinhaberabiertoaúnlosojos.Mueve
lacabezadeunladoaotroycontraelacaraconfuerza.Mirelojmarcalas
nueve de la mañana. Bueno, al menos ha dormido seguro unas cinco
horas.Sonríoparamímismoalpensarquedeberíainyectarlealgunode
estossedantesdevezencuandoydejarleenelsillóndemiconsulta.
Entonces empieza a abrir los ojos poco a poco, dejando que se
acostumbrenpocoapocoalaluz.Cuandoconsiguemantenerlosabiertos
algomásdecincosegundos,giralacabezahaciamíyarrugalafrente.
—¿Qué…?—carraspeaparaaclararselavoz—.¿Dóndeestoy?
Alintentarmoversesepercatadelascorreasqueleatandepiesy
manosytrasunossegundosdeforcejeo,alfinalcaerendidodenuevoen
la camilla. Mira alrededor y entonces su cara va cambiando por
momentos,dándosecuentadedóndeestá.
—¿DóndeestáKate?—preguntaconlosojosmuyabiertos.
—Sefuehaceunashoras.
—¿Sefue?
—Teacompañóhastaaquíyellafuelaquemellamó.¿Recuerdas
que me puse como persona de contacto en caso de emergencia en tu
agenda? Pues funcionó —le miro intentando desviar la conversación—.
Estáshechouncromo,¿eh?
—Desátame.
Miro hacia fuera, hacia el mostrador para comprobar que mi
amigalaenfermeranonosmiraycuandocomprueboqueesasí,lequito
los cuatro amarres. Me siento un poco inútil al ver cómo se incorpora
pocoapococoncaradedolor,peronomeatrevoatocarlenoyaporno
provocarleunacrisisaél,sinopormiedoaquemesuelteunpuñetazoque
me empotre contra la pared de enfrente. Creo que hasta ahora no era
conscientedeloqueNathanpodíallegarahacerconsusmanos..
—¿Quéhice?—preguntaunavezsentadoenlacamilla.
—Puesdartedehostiasconuntíodentrodeladiscotecayluegono
tuvistesuficienteytepegasteconlostresguardiasdeseguridaddellocal.
Tetuvieronquesedarlosdelaambulanciaparacalmarte.
—¿YKate?¿Mevio?
—Sí…Noseseparódetuladoenningúnmomento—Intentosacar
lopositivodetodo.
—Debedehaberalucinado…Estáasustada,¿verdad?
—Nosemarchóhastaqueyolleguéparanodejartesolo.
—Tony. —Me callo al escucharle llamarme por mi nombre por
primeravez—.¿Estáasustada?
—Sí, Nathan, sí. Está asustada y muy confusa. Tiene muchas
preguntasqueyonopuedoresponder…
—Seacabó…—diceponiéndoseenpieysaliendodelbox.
—¿Quéhaces?Nopuedeslevantarteeirtesinmás.
—Se supone que estoy loco y no puedo tomar decisiones por mí
mismo,¿no?¿Meequivoco?Puesfirmaelaltavoluntariapormí.
—Joder, Nathan… —Empiezo a decir cuando la enfermera toca
pelotasapareceporelmostrador.
—¿Sepuedesaberquépasaaquí?—dice.
—Melargo.Élfirmaráelaltavoluntariapormí.Esmipsiquiatra
comopuedeleerenmiinformeasíquetienelapotestadparahacerlo.
Serácabronazo.Mequedoparadoenmitaddelasaladudandoqué
hacer. Si me quedo a firmar los papeles le perderé de vista y no podré
evitar que cometa cualquier tontería. Pero mi conciencia de médico me
impide irme de aquí sin firmar toda la burocracia necesaria. Así que
esperopacientementeaquemiamigaimprimatodoslosrequisitos.
—Espere porque me parece que la impresora no funciona —me
dicepasadosvariosminutos.
—¿Tiene papel? —pregunto irónicamente repiqueteando el
mostradorconelbolígrafopreparadoparaestamparmifirmaencuanto
elpapelseposeenlamadera.
—Papelsí…Ah,peronoestabaencendida…
Frotomisojosdesesperadoantelaineptituddeesamujerquejuro
quemevaasacardemiscasillasymevaacausarunticnervioso.Meveo
automedicándomecomoesaimpresoranoescuparápidoelformulario.
En cuanto lo pone sobre el mostrador, agarra un bolígrafo y
empiezaamarcardondetengoquefirmar.
—Aquí…y…
—Déjeme—digogirandoelpapel—.Séleer.
Se lo entrego y sin esperar que me dé el visto bueno, salgo
corriendo por la puerta. El ruido del tráfico de por la mañana contrasta
conlatranquilidadquesevivíadentrodelhospital.Miroaunladoyaotro
de la calle por si le veo, pero enseguida me doy cuenta de que es algo
imposibleyaqueconlatonteríaheperdidocasidiezminutos.
Sacoelmóvildelbolsilloparallamarleperoencuantomarcoalgo
empiezaavibrarenmibolsillodelacamisa.
—¡Mierda,joder!—digoaldarmecuentadequemequedéconsu
teléfono—.Vale,vale.¿Quéharíaél?
Una hora de horroroso atasco más tarde, aparco el coche delante
del edificio de apartamentos donde vive Nathan. Llamo varias veces al
timbredelinterfonoyesperorespuestadurantevariosminutos,hastaque
un vecino sale y aprovecho para subir. Cuando llego a su puerta, llamo
insistentementevariasvecessinobtenerrespuesta,asíquealratoacaboa
manotazosconlamaderagritandosunombre.
—Esevidentequenoestá,¿no?—diceunancianoasomándoseala
puertadeallado.
—Losientocaballero…Veráesquenecesitohablarconsuvecino.
Esalgomuyimportante.
—Puesélparecequenoquierehablarconusted…
Clavado.Endossegundoshaclavadolasituación.
—¿Con quién hablas? —dice una mujer asomándose al lado del
anciano.
—Alguienquedicequenecesitahablarconelraritodeallado.
—¿Elguapetón?
—Ese mismo, señora —digo dirigiendo mi conversación hacia
ella de la que creo que sacaré más información—. Soy un amigo suyo.
AnthonyMonroe.Encantadodeconocerla.
—YosoyMarthayélesmimaridoJerry.
En cuanto me da la mano, me inclino y se la beso como un
caballero.Eltrucodeintensificarmisraícesinglesassiemprefunciona,y
estaveznoesunaexcepción,porqueveocomosedibujaunasonrisaenla
caradelaanciana.
—Laverdadesquenolovemosdemasiado.Parecealgotaciturno
ysolitario.
—Puesesustedmuyobservadoraporqueparahaberlovistopoco,
le ha descrito perfectamente —me acerco algo más a ella como si
estuviera haciéndole una confidencia—. Estoy algo preocupado por él
porque no está pasando por una buena racha y está lejos de casa…
Digamosquesolometieneamí…
Estonopuedefallar.Simezclomiencantoinglés,conalabarsus
cualidades de maruja y apelar a su sentido maternal, el resultado solo
puedeserlavictoria.
—¿Yestáencasa?Porquenoseveluz…
—Meimaginoquesí…Heestadoconélhaceunratoycreoque
veníaparaaquí.¿Notendránustedesunallaveosabránsielporterotiene
una?
—Puesno…Peroestaspuertastienentruco,¿sabe?
¿Estátratandodedecirloqueyocreo?Lamiroalzandounacejay
ella agacha la cabeza algo avergonzada. ¿Tenemos una allanadora de
moradasdelaterceraedadantenosotros?
—Martha, ¿está intentando decirme que en el hipotético caso de
quefueranecesario,podríamosencontrarlamaneradeabrirestapuerta?
—digoseñalandoalapartamentodeNathan.
—Ajá.Sinohacerradoconllave,sí.Jerry,enséñalecómoseabren
estaspuertas.
—Al final me buscarás un problema. ¿Tú te fías de este tío? —
contestasumarido.
Encuantomemira,pongomimejorcaradeyernoideal,esaque
hizoquemisuegrasedeshicierapormisencantosaloscincosegundosde
haberentradoensucasa.
—Nohacefaltaquelohagaustedsinoquiere…Explíquemecómo
hacerloyyomeencargo.Nadiesabránuncacómolohice…
—Está bien —claudica tras unos segundos—. Pero yo no quiero
saber nada. ¿Tiene una tarjeta? Alguna a la que no le tenga mucho
aprecio…Ladelvideocluboladelsupermercado,porejemplo.
—Sí—digosacandomicarteradelbolsillodelpantalón—.Aquí.
—Métala en la ranura al lado de la cerradura —Va explicando
mientras sigo sus instrucciones—. Mueva la tarjeta para que se vaya
introduciendoenelhueco,condelicadezanovayaaserqueserompa,y
entoncesagarreelpomoytireparaustedy…
Lapuertamilagrosamenteseabreconunpequeñochasquido.Con
la boca abierta miro hacia mis cómplices del delito. Jerry se mete en su
casasindecirnadamásyMarthamemiraconunasonrisaenlacara.
—Dígale al guapetón que tengo caldo de pollo en casa. Luego
pasaréadejarleunpoco.
—Gracias,Martha—digobesandosumano.
En cuanto traspaso la puerta y la cierro detrás de mí compruebo
quetodoelapartamentoestáaoscurashastaelpuntoquehacermellegara
pensarquemeheequivocadoynoestáencasa.
—¿Nathan?—Buscoatientaselinterruptordelaluz—.Joder,esto
parecelaBatcueva.¿Nathan?SoyTony.¿Estásaquí?
Consigodarconelinterruptorycuandodoyalaluzmesorprendo
al encontrarme un apartamento más recogido de lo que yo pensaba.
Aunque claro, con lo poco que duerme, en algo tiene que mantenerse
ocupado.
Medirijoalahabitacióndelfondoyentoncesleveoallí.Sentado
enelsuelo,conlaspiernasencogidas,agarrándoselasrodillasylacabeza
agachada. Le oigo sollozar y hablar en voz baja, como si estuviera
rezando,mientrasmecesucuerpoadelanteyatrás.
—¿Nathan?—digoenvozbajaparanoasustarle.
Alnohaberreacciónporsuparte,meacercoymeagachodelante
deél.Estácomoentranceynosehapercatadosiquierademipresencia.
—Oye…
Levanto una mano y tras pensármelo mucho, viendo que con mis
palabrasnoessuficiente,laapoyoensurodilla.Lareacciónesinmediata
y se abalanza sobre mí, haciéndome caer hacia atrás. Con una mano me
agarra del cuello, apretándome contra el suelo, mientras con su rodilla
inmovilizamispiernas.Tienelosojosrojosylacaradesencajada.Respira
con fuerza por la boca y parece estar fuera de sí. Mis manos agarran la
muñeca para intentar aflojar la presión de mi cuello porque el aire
empiezaafaltarenmispulmones.
—Nathanporfavor.Soyyo.Suéltame.
Me cuesta articular las palabras y por más fuerza que hago, soy
incapaz de moverle, así que vuelvo a insistir hablándole, a pesar de que
cuantomáslohago,menosoxígenomequeda.
—Nate…Por…Favor.
Entoncesunaluzseenciendeensuinterioryaflojalapresiónde
micuello.Confundido,seechahaciaatrásmirándoselasmanosmientras
yo empiezo a incorporarme. Me froto el cuello mientras trago saliva
repetidasveces.
—¿Qué…?¿Quéhacesaquí?¿Cómohasentrado?
—Larga historia… —consigo decir no sin esfuerzo mientras le
indicoconlamanoquemedealgomásdetiempopararecuperarme.
—Losiento…Noqueríahacertedaño…
—No pasa nada —digo segundos después—. Me parece que
necesitashablarconalguien,¿no?
—Lo tuyo es vocación pura y dura, ¿no? —me pregunta
asombrado—.¿Tehasarriesgadoaqueteahogarasoloporquecreíasque
necesitaba hablar con alguien? Definitivamente, escogiste bien tu
profesión.
—No vengo aquí como el Dr. Monroe para tratar al Coronel
Anderson.SinocomoTonyparahablarconNathan.
Élsemequedamirandounossegundosyluegoagachadenuevola
cabeza. Dirige los ojos a sus manos, que reposan en su regazo, y que
empiezan a estar mojadas por algunas lágrimas. Se frota los ojos con
insistencia, pero es incapaz de reprimir por más tiempo el cúmulo de
sentimientosquellevaencerrandoensucorazóndurantetantotiempo.
—Nopasanada.Llorasiquieres.
Encogelasrodillasyapoyaloscodosenellas,apretandolospuños
contra los ojos mientras los sollozos se escapan por su boca. Nos
quedamos así varios minutos, el tiempo que él necesita para recobrar la
composturayhacerquesurespiraciónvuelvaasernormal.
Con una postura que me parece de lo más valiente, aún con los
ojosllenosdelágrimas,levantalacabezaparamirarme.Aprietaloslabios
confuerzamientrassorbeporlanariz.
—En serio creía que las cosas podían ser diferentes… Creía que
podría soportarlo… Pensaba que era más fuerte, o… que estaba menos
jodidodeloquerealmenteestoy.
—Es cierto que quizá no haya sido la mejor decisión de tu vida,
perohasidounactodeamorincreíble,Nathan.Tehaspuestoenpeligro
porellaysilehacesvereso…
—Debedepensarquesoyunmonstruo.Nocreoquetengaganas
dehablarconmigo.
—Puesyocreoqueunachicaquehaconseguidoesosavancesen
ti, se merece que sigas luchando por ella. Pero tienes que explicárselo
todo,tienesquesersinceroconella.Lohablamosantes.
Hago una pausa para que procese mis palabras y para yo mismo
poderordenarmisideas.
—Noestásloco,Nathan.Noeresunmonstruo.Estásenfermo.
—Estaba conmigo en la ambulancia, ¿verdad? Fue verla y…
tranquilizarmedegolpe.
—Sí,notedejósoloniunmomento.
—Peroestáasustada.Tienemiedodemí.
—Tienemiedoporquenoconoce.Notienemiedodeti,sinodela
partedetiquenoconoce.
Me acuerdo entonces de su teléfono, que sigo teniendo en mi
bolsillo.Losacoyselotiendo,creyendoquehallegadoelmomentode
marcharmeydejarquesepienselascosasconcalma.
—Toma. Nathan, no estás solo, ¿vale? Quiero ayudarte. Me
preocupoporti,deverdad.Asíquellámameparaloquenecesites.Yahas
vistoquesoycapazdeconvertirmeenundelincuentequeallanacasaspor
ti…
Él sonríe al escucharme decir eso y su reacción me deja más
tranquilo.
—Piénsatelo,peroheconocidoaKateyrealmenteesperfecta.Yvi
comotemirabay…Nathan,sigueluchando.
Me pongo en pie para irme, dejando la decisión en sus manos,
convencidodequeharálocorrecto,aunquelecuesteuntiempo.
—Porcierto,tengounmensajedepartedeMartha.Literal.Dileal
guapetón que he hecho caldo de pollo y que luego pasaré a llevarle un
poco.
—¿QuiénesMartha?
—La ancianita que vive aquí al lado. Aparte de hacer caldo de
polloydenopoderresistirseamiacentoinglés,creequeeresatractivoy
sabeallanarcasas,asíquetencuidado.
CAPÍTULO13
Maddie
—Perdona,perdona,perdona…Llegotarde.
—Andrew,nopasanada…
—Sí pasa. No puedo creer que me haya dormido… O espera —
dice dejando una bolsa de papel encima del mostrador—. Sí puedo
creerlo, porque me quedé despierto hasta las tantas de la madrugada
esperando a que cierta persona me diera noticias frescas de cómo había
idosucita…
—Andrew…
—No,no,no.NiAndrewnileches.Nomelopuedocreer.Nome
dijistenadaelsábadoporlanoche,vale,estabascansada,lopuedollegara
entender. ¿Pero ayer domingo tampoco? Después de lo que me curré tu
vestuario…Notenerniladecenciadeenviarmeuntristemensaje…
Intento intervenir pero él pone su mano delante de mi boca y se
paseadearribaaabajopronunciandosudiscursoque,conociéndole,debe
llevartodoelfindesemanapreparando.
—Contodoloqueyoteheapoyadoestosaños.Conladechismes
quetehecontadoyalaprimeraoportunidadquetienesparadevolverme
elfavor,vasytecallascomounaperra.
En el fondo sé que tiene razón. No me costaba nada enviarle un
mensajeenelquesimplementepusieraquetodoibabien.SéqueAndrew
no se hubiera conformado solo con esa escueta frase, pero al menos no
me podría echar en cara que no le di noticias y ahora no estaría
soportandoestésermón.
—Con lo fácil que hubiera sido coger el teléfono y teclear un
mensajeparatuamigoypañodelágrimasocasional—Gesticulatantocon
las manos que parece que en lugar de estar en la trastienda de la
floristería, esté en un teatro de Broadway interpretando una obra de
Shakespeare—. Yo me hubiera conformado con un simple “ha ido todo
bien”, o un “le he dado un besito en la mejilla para despedirme”, o un
“hemoscaminadocogidosdelamano”…
Será rencoroso… No se callará hasta que recite su discurso de
cabo a rabo… Supongo que es el precio que tengo que pagar por haber
sidotanmalaamiga.Asíqueledejointerpretarsupapelsininterrumpirle,
mientras mi mente viaja por los recuerdos de lo vivido desde el sábado
porlanoche.
Después de una cita sencilla e inolvidable, después de que me
hicierasentircosasquenuncaenmividahabíasentido,deexperimentar
cosasquenuncaimaginéposibles,sequedóapasarlanocheconmigoen
mi casa. Me dormí entre sus brazos mientras me apretaba con fuerza
contrasupecho,haciéndomesentirsegura,perosobretodoamadacomo
hacíamuchosañosquenomesentía.Ynosolopasólanoche,sinoqueel
domingo empezó sorprendiéndome al meterse en la ducha conmigo. Me
cogióenvolandasy,aprisionandomicuerpoentreelsuyoylapared,me
regalóotroorgasmomaravilloso.Nodejamosdemirarnosalosojosni
unsegundo,comosituviéramosmiedodeparpadearyquetodoresultara
unsueño.Luegomeduché,mientrasélmebañabaabesos,consupecho
pegadoamiespalda…
—Jack… —Intenté apartarme de él un poco para evitar las
cosquillasquemehacíaenelhombroconsubarba.
—Me encanta como suena mi nombre en tus labios —dijo
acariciandomipielconsubarbilla.
—¡Jack!
—Esoes…
—Oye,habloenserio,¿eh?—Megiródecaraaélysemeescapó
larisa.
—Estásmuyguapacuandoteenfadas.
—Túnomehasvistoamíenfadada…
—Ydudoqueteveaporquenolovoyapermitir.
Traseso,desayunamosylamañanapasórápidaentrecarantoñasy
roces. Luego preparé un risotto de setas que devoró como si fuera la
primeravezenañosquecomíaalgoencondiciones,hechoquetampoco
mesorprenderíamuchosifueraciertoviendosuniveldeconocimientos
conlastareasdelhogar.
Después de comer, nos sentamos en el sofá, pusimos música y
mientrasyoleía,élseestiróapoyandolacabezaenmispiernas.Sequedó
dormido al poco rato y pude aprovechar para observarle con
detenimiento. Con su aspecto relajado, tan distinto al que le conocí al
principio.Mepaséunbuenratoacariciandosupeloysonriendoalquerer
pensarqueesecambiotansustancialenéllohabíaprovocadoyomisma.
Cuandosedespertó,mesentóensuregazoyapartándomeellibro
delasmanosmeabrazódurantenosécuántotiempo,mientrasyoapoyaba
lacabezaenelhuecodesuhombroymicuerposemecíaalcompásdesu
respiración.
—Voy a tener que levantarme… Llevo todo el día sin mirar el
teléfonoydebodetenerdecenasdellamadasperdidas…
—Yonoheoídonada.
—Porqueantesdepasararecogerteayer,loapagué.Noqueríaque
nadaninadienosinterrumpieran.
—Bueno…siesloquequieres…
—Claro que no es lo que quiero. Quiero pasarme el resto de mi
vidaencerradoaquícontigo.
Y así fue como poco después, tras despedirnos dándonos besos
durante más de media hora, se marchó a su apartamento, dejándome
flotando por casa, con un cosquilleo intenso en la barriga cada vez que
recordabasusbesosycariciasyelcontactodesusdedosenmipiel.
—¡Túhasfollado!
DerepentemiroaAndrewymedoycuentaqueletengofrentea
mí,cruzadodebrazosylamandíbulacasirozandoelsuelo.
—¡Tienescaradezorrasatisfecha!
—¡Andrew,porDios!
—Toma —dice pasándome la bolsa de papel que dejó antes en el
mostrador—.Tudesayunoabasedeazúcarycafeína.Algomediceque
necesitasrecobrarfuerzas.Cuéntamelotodoporfavor…Tenpiedad.
—¿Yahasacabadotudiscurso?¿Puedohablar?
—Sí—merespondeconcaradealtivo—.Perosinotesoltabael
rollonomequedabaagusto.¿Túsabeslomalquelohepasado?¿Cuántas
llamadas perdidas y mensajes míos tenías? Estuve a punto hasta de
pasarmeportucasa…
—Puesnoshubierasencontradoalosdosallí…
—¡Losabía!¡Telohastirado!
Asiento con la cabeza mientras no puedo disimular una gran
sonrisa.Inclusomeruborizoalpensarlo.
—Espera, espera… ¿tú no eras de las que no dejaban que les
metiesenlalenguahastalatráqueaenlaprimeracita?Alomejoresque
yoloentendímal…Oloentendíbienyloquequeríasdeciresquenote
dejasmeterlalenguaperosíotrascosas…
—Andrew,porDios.
—Vale, me he pasado, perdona… Pero… ¿sí? —me pregunta
levantandolascejasparadarmásénfasisasupregunta.
—Ajá…—Memuerdoellabioinferioralresponderyrecordarlo
bienquelohepasado.
—Vale, desde el principio. Joder, qué nervios. ¿Si bajamos la
persianaparaquenadieentre?—Yalvermelacaranonecesitarespuesta
—.Vale,vale,perosihoynosoytansimpáticoconlosclienteseintento
echarlesantesparanocortarlahistoria,luegonotequejes.
Sesientaeneltaburetedelantedemíyconsucaféenunamanoy
sudonutenlaotra,secruzadepiernasycomosifueralapresentadorade
unprogramadecorazón,medice:
—Adelantecariño.Empiezadesdeelprincipio.Lacena.
—Genial, divertida, romántica, sencilla… —digo suspirando—.
Me llevó a un italiano en Brooklyn regentado por un amigo suyo.
Compartimos una pizza exquisita, bebimos cerveza y charlamos hasta
perderlanocióndeltiempo.Cuandonosdimoscuentallevábamosmásde
treshorasallí.Mecontóqueesviudo,aunqueyaestabaseparadocuando
sumujermurió,quetieneunahijayunnieto.
—¿Abuelo?
—Sí, tuvo a su hija muy joven y ella a su vez tuvo al crío con
veinteaños.
—Miraquéprecocesellos…Sigue.
—Trabaja en una empresa de importación y por eso domina el
ruso,aunquetambiéncomprobéquesedefiendeconelitaliano.Yensus
ratoslibres,queporsutrabajonosonmuchos,legustaescucharmúsicao
cogerlamotoeirselejossinundestinoconcreto.Medijoqueundíame
recogeríaymellevaríaconél.
—Joder,quérománticoeso…
—Sí…laverdadesquesubidoenlamotoestádeunsexy…
Me quedo un rato embelesada recordando la imagen de Jack
subido en esa moto negra, con el cuerpo semi-recostado encima del
depósitodegasolinaymarcandomúsculosenlosbrazosporaguantarel
peso.
—¿Hola? Tierra llamando a Maddie… —me dice pasando las
manos por delante de mi cara—. Definitivamente, esta cita no tiene nada
que ver con la que tuviste con el sosainas ese de Barry… Sigue bonita,
sigue,quenohemosllegadoalointeresante…
Lecuentoentoncescuandomesacóabailarysucambiobruscode
actitud. Como nos fuimos de repente, lo chafada que me quedé al
despedirme de él con lágrimas en los ojos, preguntándome qué había
hechoyoparaprovocaresoysobretodo,loquesentícuandoalabrirla
puertaparadevolverlelachaqueta,élmecogiólacaraconsusmanosy
me besó con tanto sentimiento que todo empezó a dar vueltas a mi
alrededor. Le dejo con la boca abierta al narrarle nuestro primer
encuentrosexualyseponeunamanoenelpechocuandollegoalaparte
enlaqueJackmehizodeliraralhundirsucabezaentremispiernas.
—Estoyenamorado.¿Seguroquenolevisteniunramalazogay?
¿Porpequeñoquefuera?
Tras quitarle la ilusión a Andrew, le sigo contando el resto de la
nocheyeldomingo,contestandoatodasycadaunadesuspreguntas.
—Poresonisiquierameacordédemirarelteléfono…—digoal
final.
—Nomeextrañanena…
—Supongo que si antes Jack eclipsaba a Barry comportándose
comouncapullo,ahorayanitedebesacordardeél,¿no?
—¿Barry? ¿Qué Barry? —contesto mientras reímos a carcajadas
—.No,ahoraenserio.ConBarrymelopasébien,peronosentínada.En
cambio,Jackmehizosentirtantascosasenunanoche…cosasquehacía
añosquenosentía…Andrew,mesentíespecial…Cuandoélmemira,me
ve.Nosésimeexplico.
—AltoyclaroMaddie…
—Yanoestoyhablandosolodesexo,aunqueahoraséporquéno
me apetecía hacer el amor con Mark. Hablo de cosas como el sentirme
protegida entre sus brazos, sentirme deseada cuando me miraba,
escuchadacuandolehablaba,oamadacuandomeacariciaba.
Andrew se levanta y con lágrimas en los ojos, solo es capaz de
abrazarme.Esunadelaspocasvecesqueleveoquedarsesinpalabras.En
esemomentoentraunclienteyAndrewseapresuraaatenderlemientras
yointentoseralgoproductiva,ymepongoahacerlascuentas.
Al final acaba siendo un día ajetreado, hasta el punto de que
comemosporturnossinpodernosdespegardelmostradoryalosclientes
noparandeentrarylosencargostampoco.Además,afinalesdesemana
tenemos que entregar los arreglos florales para dos bodas, así que
siempre hay algo que hacer. Finalmente, agotados cuando cerramos la
persianadellocal,Andrewmepregunta:
—¿Yahoraqué?
—¿Quédequé?
—¿Quésois?¿Pareja?¿Follamigos?¿Follavecinos?
—Esto… No lo sé… —digo agachando la mirada confundida—.
¿Follamigosyfollavecinos?
—Está claro hija… Un follamigo es algo así como “¡Hola!
¿Vamos al cine y luego follamos?” y un follavecino es “¡Hola! ¿Me
prestasunpocodesalyluegofollamos?”.¿Enquépuntoestáisvosotros?
—Nohemoshabladodeello…
Empiezoaestarpreocupada…¿Tendríaquehaberaclaradoconél
quéclasederelaciónqueremostener?Esmás,¿sélaclasederelaciónque
quieroteneryo?
—Creo que lo primero que tienes que pensar es en qué clase de
relación quieres tener con él —dice Andrew como si me leyera el
pensamiento.
—Esoestabapensandoyoahora…Noquieronadaserionioficial
perotampoconadaesporádico…
—Vamos, que de momento no quieres lavar calzoncillos pero sí
verlostiradosporelsuelodetudormitorio.
—Más o menos… Me gustaría que fuéramos… algo más que
follamigos o follavecinos, como quieras llamarlo pero algo menos que
parejaformal.Élensucasayyoenlamía,¿sabes?Quierodivertirme,y
conéllohago,ymucho.
Andrew pasa un brazo por encima de mis hombros mientras me
acompañauntrozodetrayectoacasa.
—¿Vasaverleestanoche?
—Nolosé…
—¿Yquévasahacer?¿Esperaraquetellame?
—No…Bueno,talvez…
—¿Solovaisadivertiroscuandoélquiera?Maddie,yafuisteuna
tontaconformistaconMark,tomalainiciativaconJack.Siteapeteceestar
conél,aunqueseaparatomarunacerveza,llámale.
Llegamosalaesquinadondesolemosdespedirnosynosquedamos
quietosmirándonos.Élmemiraconsusdespiertosojosmarronesdetrás
deunasgafasdepastanegra,quenonecesita,peroqueélseponeporque
dicequelehacentenerunestiloretroquevaconsupersonalidad.
—Levoyallamar—digodecididaalcabodeunrato.
—Esa es mi chica. Venga. Hazlo —dice cruzándose de brazos
mientrasseempiezaamorderlauñadeldedopulgar.
—Nilosueñes.Andaytiraparatucasa.Lellamoenprivado.
Memiraponiéndoselasmanosenelpechoyabriendolabocade
maneraexagerada.
—No me mires así, que tampoco es como para hacer un drama.
Mañanatelocuentotodo—digocerrandosuboca,poniendomismanosa
ambos lados de su cara y dándole un beso en los labios—. Te quiero
muchocariño.
—Yyoylosabes.Poresoteperdono.
Emprendemoscadaunonuestrocaminoyentonces,antesdequese
mepaselavalentía,sacoelteléfonodelbolsoytrascomprobarconalgo
depenaqueélnosemehaadelantadoynomehallamadooescrito,busco
su número en la agenda y aprieto el botón de llamada. Tras seis tonos,
cuandoestabaapuntodecolgar,oigosuvozronca.
—¿Chegotykhochesh?
—Eh…¿Jack?
Se oye un silencio al otro lado de la línea y voces en ruso de
fondo. Creo que él aparta un momento el teléfono y se dirige a alguien
excusándose.Trasunossegundosmás,oigodenuevosuvoz.
—¿Quéhaces?—medicemuyenfadado.
Mequedocalladasinsaberquéresponder.Eslamismabrusquedad
quemedemostrócuandonosvolvimosdelclub,peropensabaquedespués
de todo lo que pasó, la cosa había cambiado… Incluso lo habíamos
hablado.Élmedijoquenoesqueyohubierahechonada,sinoqueestaba
algo confuso porque no esperaba conocer a alguien que pusiera su vida
delrevés.Esecomentariomepareciómuyrománticoayer,aunquequizá
ahoraparecequeparaélsuvidaestababiencomoestaba.
—Losiento…Noqueríamolestarte.
—¿QuécoñohacesllamándomeenhorasdetrabajoMaddie?
—Es que no sé cuando son tus horas de trabajo, Jack —contesto
sorprendidademímisma—.Solotellamabaparasabercómotehabíaido
eldía.
—Puesyatellamaréyo.
Ahora oigo a Andrew en mi cabeza repitiendo “ya fuiste una
conformista con Mark” y sé que tiene toda la razón del mundo. Cuando
toméladecisióndesepararmedeél,sabíaqueibaaestarsolaynotengo
miedo a estarlo. Jack apareció sin haberlo buscado, y si la cosa no
funciona,aunquemeduela,estarépreparada.
—Puesalomejornomevabiencuandomellames.
Ysinesperarunarespuesta,cuelgoelteléfono.¡Serácapullo!¿Qué
se cree? ¿Que soy su putita de la que va a poder disponer cuando le
apetezca?¡Yunamierda!Cabreadayaúnsoltandoalgúntaco,entroenla
tienda de licores de cerca de casa y compro una botella de vino que me
piensobebertranquilamenteestanoche.
Alentrarenelportal,medirijoalosbuzonesymientrassacola
propaganda, mis ojos se desvían al buzón de al lado. Solo indica el
númerodepiso,sinnombres,unaincógnita,asíesJack.Segundosdespués
meobligoarecordarmequeestoycabreadaconélymeobligoavolvera
larealidad.
Cuando llego a mi apartamento, abro el agua de la ducha, y
enseguidamemetodebajo.Dejoqueelaguacorrapormicuerpomientras
apoyo las manos en mis hombros, masajeándomelos con mimo, como
hizoJackayerporlamañana,justoenestemismositio.
Vuelvo a obligarme a dejar de pensar en él, así que la ducha
relajada se convierte en rápida y acabo de enjabonarme y aclararme en
menosdecincominutos.Cuandosalgoymeseco,mepongomipantalón
depijamagrisyunacamisetadetirantes.Enciendolaradio,pongounos
fideosenunwokycojoelmóvilparadarlelabuenanoticiaaAndrew.
“El muy capullo me pegó bronca por haberle llamado y me dijo
queyamellamaríaél”
Suelto el teléfono en la encimera y me sirvo una copa de vino
mientras salteo los fideos concentrada al máximo en mi tarea, sin dejar
queJacksecueleenmimentedenuevo.Elsonidodelteléfonomeobliga
adejarlacopadevino,perocuandoleoenlapantallaelnombredeJack,
lamaricamalaqueviveenmíaprietaelbotónrojodecolgarycojode
nuevolacopa.
—Esoes,Maddie—digosonriendo—.Duraconél.
En la radio empieza a sonar una canción muy movida y me
sorprendoalvermemoverlascaderas
Mientraslabailocomotuvieraveinteañosyestuvieraenunafter,
voydándomecuentadelaletrayempiezoadesanimarmepormomentos.
Élrealmentemehizosentircomosifueralaúnicaenelmundo,comosi
todo girara en torno a mí. Me miraba como si fuera un milagro y me
tocabacomosimefueraaromper.
Y de repente, ¡zas! todo eso se esfumó. Cuando los ojos me
empiezan a escocer, el sonido del teléfono vuelve a la carga. Miro la
pantallayveoelnombredeAndrew.
—Hola…—contestollorando.
—Pero…eh…Maddie…nolloresporfavor…
—Esungilipollas,Andrew.
—Cuéntamequétedijo.
—Pues —digo sorbiéndome los mocos—, lo primero no lo
entendíporquecreoquemelodijoenruso.Luegomedijoquequécoño
hacíallamándoleenhorasdetrabajoyyolecontestéquenosabíacuales
erassushorasdetrabajoyquesoloqueríasabercómoestabayélmedijo
queyamellamaríayyolecontestéquealomejorcuandolohicierano
meapetecíahablarconél…
Andrewsequedaunratocalladoprocesandotodalainformación
queporpurohisterismohesoltadodeltirón.Peroantesdequediganada,
vuelvoalacarga.
—Y me ha llamado hace un rato y le he colgado. ¡Por tu culpa!
¡Porescuchartemeheconvertidoenunaespeciedemaricamalahetero!
—Eh… —se queda callado porque sabe perfectamente que yo no
eraasíyélmeanimóaello—.Bueno…alomejorcomonoentiendesel
ruso, cuando descolgó te dijo “mi amor, ahora no puedo hablar pero te
quiero con toda mi alma y te veo luego”. Ya sabes que el ruso, muy
melosoyrománticonosuena…
—Andrew por favor. Eso sonaba más a “qué coño haces
llamándome loca del demonio” antes que a “mi vida, te adoro, qué
maravillosaideahastenidollamándome”.
—Losiento…—dicefinalmente.
Suspiro profundamente al darme cuenta que Andrew no tiene la
culpa.Suconsejoesbuenoyeselquedeberíahaberseguidotodamivida.
—Andrew,notepreocupes…Noesculpatuya.Essuya,queesun
capullo,ymíaporhacermeilusionesdemasiadopronto.
—¿Estarásbien?¿Quieresquevaya?
—No,tranquilo.Ahoraacabarédecenarymeiréalacamaaleer.
Soloqueríallamarteparatenerteinformado.
—Vale.Tequiero,heteromala…
—Yyo,maricamala.
CAPÍTULO14
Jack
—VamosMaddie,vamos…Cógemelo…¡Joder!
Mierda. Me ha colgado sin más. ¿Y te extraña imbécil? ¿Qué
maneraesesadecontestarle?Solollamabaparasabercómotehabíaido
eldía…Gilipollas…
¿Quecómomehaidoeldía?Puesteniendoencuentaquenadamás
llegar a mi apartamento el domingo por la noche, tenía varias llamadas
perdidasdemisjefesdeamboslados,rusosyamericanos,preguntándome
donde coño me había metido, y que desde entonces no he parado ni un
momento,nopuedodecirquehayatenidounbuendía.
Viktor e incluso el mismísimo Kolya Kozlov me dejaron varios
mensajes porque una de las entregas de armas en Rusia olía a
chamusquina.Elpagosehabíarealizadoperoencambionosdabanlargas
encuantoalafechadeentregayesonopodíamospermitirlo.Sinosotros
no recibimos a tiempo la mercancía, no podríamos entregárselas a
nuestrosclienteseneltiempopactadoyellosnoseandabancontonterías.
Asíqueencuantohabléconellos,memarchédecasaparareunirmecon
KolyayhaceralgunasllamadasconmiscontactosenRusia.
Por otro lado, Sean, el mismísimo subdirector del FBI me llamó
varias veces también para preguntarme porqué Viktor y Kozlov trataban
deponerseencontactoconmigosinéxito.Mepegóunsermónacercadel
tiempohabíainvertidolaagenciaenestaoperaciónydelosrecursosque
habían puesto como para echarlo todo por tierra ahora que estaban tan
cercadelfinal.
—Sean,créeme,soymuyconscientedeltiempoquehainvertidoel
FBI en esta operación… el mismo tiempo que yo le he dedicado,
quitándolodelquetendríaquehaberdedicadoamifamilia.
—Jack,sabemoslomuchoquehassacrificadoporestaoperación.
Yporesomismo,tepedimosquehagasquetodoesesacrificiovalgala
pena.Poresotenemosqueirconpiesdeplomo.
—Estoy cansado Sean —dije frotándome los ojos—. Quiero
dejarlo…
—Y lo entiendo, lo entiendo —Se notaba la preocupación en su
tonodevoz—.SolounpocomásJack.Aguantaunpocomás.Tienesmi
palabradequetesacodeestoencuantopillemosaKozlov.
—¿Ysinolepillamos?Sialgoheaprendidoenestosañosesque
esuntipolistoyconmuchoscontactos.
—Loharemos…
Vamos,quepormuydiferentesqueseanlosdosbandosentrelos
quememuevo,sítienenalgoencomún:darporhechoquenotengovida
propiayquenopuedotomarmeniundíadedescanso.
Así pues, llevo colgado al teléfono desde ayer por la noche,
concretando la fecha de entrega de la mercancía, coordinando los
transportes, hablando con mi contacto en Afganistán para la recepción y
todo ello, intentando no pensar demasiado en la pelirroja de ojos azules
queintentacargarsedeunplumazotodamitapadera.
—Igor, khochu chtoby vy prisutstvovat na postavki tovarov —me
diceKozlovencuantovuelvoaentrarensudespachotraslanegativade
Maddieahablarconmigo.
Mierda. Me lo temía… Kozlov no se fía de sus propios
compatriotasyquierequevayaaRusiaparaestarpresenteenlaentregade
lasarmasyasíasegurarmedequetodoestáenorden.
—Ty yedinstvennyy, komu ya doveryayu —dice que soy el único
enelqueconfía…Siélsupiera…
No quiero irme y pasar varios días alejado de Maddie. No puedo
permitirquesecansedeesperarmeysalgaconotro.Noséquéquierede
mí, que sea su amigo, que follemos ocasionalmente o mantener una
relaciónmásomenosformal,peroloquesíséesquesoloimaginármela
enbrazosdeotro,mehiervelasangre.
—Kolya,net…
Me quedo callado a media frase. ¿Cómo sigo? No puedo
simplemente decirle que no quiero ir. Kolya no entiende un no como
respuestayyonuncamehenegadoanadaqueélmehayapedido,enparte
porcumplirconelquerealmenteesmitrabajoperotambiénporquepor
culpadeélnoteníanadamejorquehacer.Almenoshastaahora.
—¿Chtoetotakoye,Igor?Posetiliotvlekat’syavesden.
Joder,sisehadadocuentadequellevotodoeldíadistraídoesque
noestoyinterpretandomipapeldemasiadobien.VamosJackjoder,porel
biendeMaddie,quítateladelacabeza.Nopuedopermitirqueellossepan
de su existencia, ni unos ni otros. Suspiro e intentando recomponerme y
volvermeameterdellenoenelpapeldeIgor,claudicoyledigoaKozlov
que cuente conmigo para ir a Rusia. De este modo, no les haré
replantearse mi implicación con ellos y pondré algo de distancia con la
pelirroja.
—Nichego. Ya spal malo —Pongo la excusa de que he dormido
pocoylepreguntocuandodeberíairme—.¿Kogdayadolzhenidti?
—Zavtra.
¿Mañana? Enseguida me entran las prisas. Todo está yendo a un
ritmo demasiado precipitado, así que sin perder tiempo, tras darme las
últimas indicaciones, me despido de Kozlov prometiendo mantenerle
informadodetodo.Encuantosalgoporlapuerta,cojomiotroteléfono,
elamericanocomoyolellamo,yenvíounmensajeamissuperioresdel
FBIparamantenerlesinformadosdelosúltimosacontecimientos.
Arranco el motor de la moto y conduzco como un loco hasta
llegaracasa,saltándometodoslossemáforosenrojoquesehancruzado
enmicaminoyhaciendocasoomisodelasseñalesdetráfico.
Nopuedoirmeasí.TengoquearreglarlascosasconMaddieantes,
asíqueencuantoentroennuestroedificio,subocorriendolasescalerasy
en lugar de entrar en mi apartamento para ultimar detalles de toda la
operación, paso de largo mi puerta y empiezo a llamar al timbre de la
suya.
—Maddie —la llamo mientras golpeo suavemente la puerta—.
MaddiesoyJack.Ábremeporfavor.
Pasadosunossegundos,apoyomifrenteenlamaderamientraslas
palmas de mis manos la golpean con más intensidad. Cierro los ojos y
agudizo el oído para escucharla. Me conformo con oír sus pasos pero
solo oigo una tenue música. La imagino entonces sentada en el sofá,
escuchando música relajada mientras yo apoyo la cabeza en su regazo y
dejo que me revuelva el pelo. Eso es lo que quiero hacer el resto de mi
vida…
—Perdóname por favor. Necesito verte y hablar contigo. Voy a
estar unos días fuera y no me puedo ir sabiendo que estás enfadada
conmigo…
Entoncesellaabrelapuertayautomáticamentesegiradándomela
espalda y dejándome allí plantado. Doy dos pasos hacia dentro y cierro
detrásdemímientraslaobservodirigirsedenuevoalsofá,cogerunlibro
queteníaabiertoyponersealeerignorándomeporcompleto.Laobservo
encogerlaspiernasytaparseconlamismasábanaquenosenvolvióalos
doshorasantes.Llevaelpelomojadoyalinstantemimenteviajaaayer
por la mañana, cuando debajo del chorro de agua, pude besar cada
centímetrodesupiel.
—¿No querías hablar? Pues hazlo y lárgate —me dice con una
expresióndistantequemeparteelalma.
Dejoelcascodelamotoylacazadoraencimadelaencimeradela
cocinaymedirijohaciaella,quedándomeaciertadistancia.Megustaría
poder contarle todo, soltárselo del tirón y desfogarme por fin, pero no
puedo.Paraprotegerla,tengoqueseguirmintiendo.
—Maddie —digo agachándome delante de él, en busca de su
mirada—.Mírameporfavor.
Pongounamanoensurodillaperoellamedirigeunamiradatan
fría que la aparto enseguida. Suspiro y bajo la vista al suelo mientras
hundolosdedosdelamanoenmipelo.
—Sehacetarde.Sinovasadecirnada,serámejorquetevayas—
Suspalabrassevuelvenaclavarenmicorazóncomosifueranpuñales.
Almenosheconseguidoquecerraraellibroyparecedispuestaa
prestarme atención durante unos minutos, así que intento mentirle lo
menos posible, contándole verdades a medias para no sentirme tan
miserable.
—Maddie, siento mucho como te he contestado antes al teléfono.
Llevoundíadelocos.Hemostenidounproblemaconnuestroproveedor
ruso y en cuanto llegué anoche a casa tuve que irme a la oficina. Llevo
todo el día al teléfono, intentando evitar tener que irme para allá… —
trago saliva intentando deshacer el nudo que se ha formado en mi
garganta.
—Perotienesqueirte.
—Sí —contesto con un hilo de voz asintiendo a la vez con la
cabeza.
—¿Ycuándotevas?
—Mañana.
—¿Yvuelves?
—Nolosé.
Ella asiente y agacha la cabeza para mirarse las manos, que
descansan en su regazo. Poco a poco acerco mi mano a las suyas pero
antes de llegar a tocarla, levanta la vista y clava sus ojos, totalmente
bañadosenlágrimas,enlosmíos.
—¿En qué punto estamos Jack? —me pregunta apartando sus
manosdemialcance.
Lamirosorprendidosinsaberquéresponder.Esamismapregunta
meheestadohaciendoyotodoeldíayrealmentenosélarespuesta.Sélo
quequieroperonosésipuedodárselo.Nopudedarloantesynoveoque
lacosahayacambiadodemasiado.
—¿Quéquieresquehayaentrenosotros?—meinsiste.
Me mira durante unos segundos hasta que al final se levanta y se
dirigealapuerta.Laabreyseapoyaenellaesperandomireacción.
—Jack, a estas alturas de mi vida, y después de haberlo pasado
realmente muy mal, puedo afirmar que por fin tengo muy claras mis
prioridades en la vida —me levanto y camino hacia ella hasta quedarme
paradodelantesuyo,alladomismodelapuerta—.Markfuemiprioridad
durante muchos años, demasiados. Incluso le antepuse a mi propia
felicidadyesoyanovaapasarmás.Nomehacefaltaestarconalguien,
perosiloencuentro,megustaríaquetuvieralascosastanclarascomoyo
yporquéno,sersucentrodeluniverso,sersuprioridad.
—Maddieyo…–nopuedodecírselo…simplementenopuedo,así
queagacholacabezaydejocaerlosbrazosaambosladosdemicuerpo.
—¿Qué?¿Túqué?
—Losiento,Maddie…
—Adiós,Jack—diceagarrandolapuerta.
—Maddie,nopuedoirmesabiendoqueestásenfadadaconmigo…
—Vale,puesnoestoyenfadadacontigo.Adiós—diceinvitándome
asalirconlamano.
—Notecreo…
—Estuproblema.
Empiezoacaminarhaciafueraresignado.OtravezIgorvuelvea
joderlelavidaaJack.
—Lo que te dije ayer era verdad… —Me paro justo después de
salirporlapuertaydeespaldasaellaañado—.Yono…Noteníaplaneado
quelonuestropasara.Noentrabasenmisplanes,peroquieroqueestésen
ellos.
—YaJack,peroyonoquierosertucitadelasochodelatardede
losviernes,¿meentiendes?Yonoquierosertuputitaparacuandotengas
unhuecoenlaagenda.Yamehasdejadoclarohoyqueesoesloquetú
quieres y mi respuesta es no. No te estoy pidiendo una relación formal,
pero tampoco voy a quedarme en casa esperando tu llamada cuando te
aburrasotengasunahoralibre.Losiento.
—No puedo darte más… —me giro y nos miramos a los ojos
comosiestuviéramosdespidiéndonos.
—Graciasportusinceridad.
Yveocomolapuertasecierralentamentedelantedemisnarices.
¿Porquénolehedichoqueyoquierolomismoqueella?¿Porquénole
he confesado que quería evitar el viaje a Rusia porque no quiero
separarme de ella? ¿Por qué no le he explicado que ha cambiado por
completomisprioridadeshastaelpuntodequererdejarlotodoporella?
—Peroquierodartemás—susurroenvozbaja.
Mequedounratoenelpasillo,conlaesperanzadequelapuerta
vuelva a abrirse, pero es algo que no va a suceder, así que finalmente
arrastrolospieshastamiapartamento.Tiroelcascoylacazadoraalsofá
yabrolanevera.Cojounacervezaylasopesoenlamanoduranteunos
segundos.Notocomosemehumedecenlosojosyunasensaciónextraña
se apodera de mi pecho. ¿Qué estás haciendo conmigo? Yo no era así…
Contrariadoymuycabreado,lanzolabotellaconfuerzacontralapared
contraria,laqueseparamiapartamentodelsuyo.Loscristalesvuelanpor
todas partes mientras, con los ojos rojos y respirando con fuerza por la
boca,observoellíquidocaerporlapared.
Uno de mis teléfonos, el americano, empieza a sonar. La pantalla
me enseña el nombre de Sean. Me tapo los oídos con las manos y doy
vueltas sobre mí mismo como un tonto. No puedo más, necesito huir de
todaestafarsa.
Sin pensarlo, salgo de mi apartamento dejando el teléfono sonar.
Cojolamotoyconduzcovariosminutos,dejandoqueelairegolpeemi
cara,sinimportarmequemeparelapolicíaparaponermeunamultapor
nollevarelcasco.QuelapagueelFBI.Sinsaberbiencómo,llegoasu
calleyaparcodelantedesuedificio.Paroelmotor,mebajodelamotoy
mequedomirandohacialasventanasdesuapartamento.Noveoluz,así
queconcuidadomeacercohacialaventanadelavecinadelbajo.Aparto
unas flores y, escondido entre la maceta y la tierra, algo mojado por la
humedad,encuentrounpapeldoblado.Rápidamentelometoenelbolsillo
delpantalónymealejodenuevo.Cuandollegoalladodelamoto,cojoel
mecheroparailuminarlanotaypoderleeralgo.Sonríoalcomprobarla
letra de Cody y me enorgullezco al ver los grandes progresos que está
haciendoalescribir.Trasvariosminutosintentandoleereljeroglíficoque
mehaescrito,deduzcoqueelmensajedice:
“Hola, Abu. Voy a ir de campamento pero no te preocupes por
mamáquenosequedarásolaporquetieneunsuperhéroequelacuida.Te
quieromuchoyquieroquevengasavermeaalgúnpartido,aunqueséque
nopodemoshablarporqueesunsecreto.Cody”
Adoro a este niño, con todas mis fuerzas. Y no puedo estar más
orgullosodemihijaporestarcriándolesolaporqueloestáhaciendode
maravilla,talycomosumadrehizoconella.
Volveratenercontactoconmiyoverdaderoyverqueparaalguien
Jackexisterealmente,mehacesentirbienymedafuerzasparacontinuar.
Porellos,porlosqueformanpartedelavidadeJackynodeladeIgor,
aguantaréunpocomás,intentandoimaginarcómoseráeldíaqueporfin
pueda abrazar a mi hija y a mi nieto, y quizá, si ella quiere, tener otra
oportunidadconMaddie.
Releolanotaunayotravez,hastaquemesalelavenaprotectora
depadre.¿Superhéroe?¿Quéquieredecirconeso?Amímesuenaanovio
o algo así, pero mi confidente es un niño de cinco años, así que todo
puedeser…
Saco la cartera y guardo la nota de Cody junto a las otras. Aún
tengo guardadas las primeras que Kate me escribió. Saco un trozo de
papelyellápizdelbolsilloyescribolarespuesta.
“Hola,Cody. ¡Qué bien escribes! Estoy muy orgulloso. Me alegro
quevayasairdecampamento.Pásalomuybien.
¿Superhéroe? ¿Quién es ese superhéroe que tiene mamá? ¿Es un
noviooalgoasí?¿Atitecaebien?
Escucha,tengoqueirmedeviajeunosdíasynosécuandovolveré.
Cuida de mamá y dile al superhéroe que cuide de los dos o le quito los
superpoderesdeunpuñetazo.
Osquieroalosdoscontodasmisfuerzas,dileamamáquenolo
olvide,séquetúnolohaces”
Lanotaesmáslargadelohabitual,perosientoquecuantomásles
escriba,máscercaestarédeellos.Dobloelpapelylopongoenelmismo
sitio,sabiendoqueCodyseencargarádecogerlomañana.Memontoenla
moto y arranco el motor, echando un último vistazo a sus ventanas al
pasarporsulado.
Cuandollegoalrellanodemiedificioyvoyameterlallaveenla
cerradurademipuerta,miroamiderecha.Yanosaleluzpordebajodela
puerta, así que debe haberse ido a dormir. Me quedo pensando unos
segundos,conlamanoenlallave,singirarla.QuieroserJackunratomás
yaqueapartirdemañana,lodejaréaparcadodurantealgunosdías,asíque
alentrarencasa,cojomiteléfonoyleescribounmensaje.
“Síséloquequiero.Quierohacertesonreír.Quierohacertefeliz.
Quiero hacerte sentir. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, pero
primerotengoqueponerlaenorden.Espérameporfavor”
CAPÍTULO15
Kate
—Mamá,¿dóndeestáNathan?
—¿Cómo?—contestohaciéndomeladespistada.
—Hacevariasnochesquenoleveo…Meprometióquenodejaría
quevinierassolaacasa…
—Sí me acompaña. Lo que pasa es que me deja en la esquina
porque tiene prisa. Pero no te preocupes porque se queda mirando hasta
queentroenelportal.
Lemientoporquenoquieroquesepreocupe,perolociertoesque
desde que me fui del hospital el sábado pasado, no he vuelto a ver a
Nathan. He evitado coger el metro a las horas que lo cogía cada noche,
entreteniéndomeporelcaminoconPipperoinclusocaminandohastaotra
estación para no coincidir. De todos modos, él tampoco parece haber
hechonadaporverme.
—Peronohavenidoningunanochealeerelcómicconmigoyme
dijoquevendría…
—Bueno,yateloleoyo,¿no?
—Pero…esqueconélmemolamás…
—¡¿Perdona?!—lemiroporencimadelatazadecafé,levantando
una ceja y con la boca abierta sin poderme creer lo que oigo—. Llevo
leyéndoteesashistoriasdesdehacenosécuántotiempo,inclusohaciendo
lasvocesdeldichosotrolverdefeoodelmelenasdelmartillitoese,¿yme
lopagasasí?
—Mamá, son Hulk y Thor. Por eso prefiero que me los lea él.
Porqueselostomaenserio,llamaalospersonajesporsunombre,ypor
supuestonocriticasilasmallasdeSpidermantienenuncolorhorroroso,
siThoriríamáscómodoconunacoletaosiaHulklehacendescuentoen
lastiendasderopaporlacantidadquedebecomprar.
Hombres,deverdad,quépocosentidodelhumor…Seguroquesi
estecómicloleyeraconPippermedivertiríamuchomásyacabaríamos
hastaporencontrarlenovioalrubitodelasmelenas…PerdónaThor,que
estáclarísimoqueesgayynolohadescubiertoaún.
—Lo siento, Cody. Esta noche prometo no hacer ese tipo de
comentariosyceñirmealguión…
—Vale,perodileaNathanqueeldíaquetengamenosprisa,subaa
leer conmigo, ¿vale? O si no puede, al menos que se espere abajo y así
hablounratoconél.
—Esto…selodiré…—Mientorecogiendolosvasosdeldesayuno
mientrasCodyvaavestirseparairalcolegio.
Me siento mal al mentirle porque es algo que prometí que nunca
haría. Ya cubrí el cupo durante mi infancia, sé que esas mentiras acaban
afectando a todo tu entorno y no voy a permitir que mis malos actos
afectenaCody.Peroenestecaso,aligualqueeneltemademipadre,no
tengomásremedio.
Mediahoramástarde,salimosporlapuertadeledificio.Miroal
cieloporqueaúnestandoaprimerosdejunio,elcieloestáencapotadoy
parecequeencualquiermomentovaaponerseallover.Codysesueltade
mimanoysesubealpequeñomurodelasjardineras.Apartaconlamano
algunasplantasdelavecinaysacadedentrounpapel.
—¡Bien!—gritabajandodelmuretedeunsalto—.Mamá,tenemos
unanotadelAbu.
Vaya,hablandodemipadre…Correhaciamípletóricoblandiendo
el papel en la mano. Cody ha cogido mi relevo y ahora es él el que se
“cartea” con mi padre. Para él, su abuelo es un espía y por eso no
podemosvernosysolonospodemoscomunicarmediantenotascomola
queacabadeencontrar.Otramentiraamedias…
—Mamá,¡leelanota!¡Corre!
—Aver…—digocogiéndoseladelasmanosconunasonrisaenla
cara.Entiendosuemociónporqueeralamismaqueyosentíacuandotenía
exactamentesuedad—.Hola,Cody…
—¡Esesoyyo!—dicedandosaltitosamialrededor.
—¡Qué bien escribes! Estoy muy orgulloso —digo poniendo
muchoénfasisenmispalabras—.¿Hasvistocomonoesamordemadre
como tú dices? El abuelo también piensa que escribes muy bien. Y si
practicarasmás,seguroqueloharíasmejor…
—Valemamá…—diceparahacermecallarseñalándomeelpapel
paraquesigaleyendo.
—Me alegro mucho de que vayas al campamento. Pásatelo muy
bien —le miro asintiendo y sonriendo levantando los brazos un rato
mientrasélmeimitaporlaemoción,hastaquevuelvoacentrarmeenla
notaysigoleyendo—.¿Superhéroe?¿Quiénesesesuperhéroequetiene
mamá?¡Cody!
Meparoenmediodelacallelevantandolosbrazospidiéndoleuna
explicaciónalbocazasdemihijo.Élseencogedehombrossinentender
quéhahechomal.
—¿Qué?—mepreguntasinentendernada.
—No te callas nada, ¿eh? ¿Qué le has explicado al abuelo de
Nathan?
—Nada —niega con la cabeza—. Cuando le dije que me iba de
campamentos,ledijequenosepreocuparaporquenoteibasaquedarsola
porqueteníasunsuperhéroequeteprotegía.
Vamos,nadadenada.Ahoramipadretienequeestarlocoperdido
montándose películas acerca de cuan íntima es mi relación con ese
superhéroe, como si lo viera… Por Dios, espero que ni se le ocurra
hacerle ninguna visita de cortesía como le hizo aquella vez a Bob, un
clientedelacafeteríaqueseenamoródemíymeseguíaatodaspartes.La
verdadesqueenelfondomehizounfavor,perotampocoeracomopara
amenazarlehastaelpuntodeobligarleacambiardecafetería.Máscomo
élymijefemedespediríaporeldescensoenlasventas.
—No he dicho nada malo, ¿no mamá? Es para que el abu no se
preocupecuandoyonoesté…
Sí,sequedarámuchomástranquiloimaginándoseporejemploque
aprovecharemoscuandonoestésparatenerelapartamentoparanosotros
solos… Por Dios, si se llega a imaginar esas cosas, a saber qué le hará.
Oh,Dios,esperoquenoseleocurrapedirfavoresasuscompañerosdel
FBIcomoaquellaotravezconJustin…SiveoaNathandeberíaadvertirle
quesinotaquealguienlesigueolevigila,quenoseasuste,quedebede
sermipadre.
Me río al pensar tal tontería. Primero porque no creo que vea a
Nathan en una temporada y segundo porque sé que tenerlo en mi
apartamentohaciendoloquemipadresepuedellegaraimaginar,esalgo
imposible.
—Nocariño.Notepreocupes.Tienesrazón.Elabuelosequedará
mástranquilosabiendoqueestoybienprotegida.¿Sigo?—digoseñalando
elpapelmientrasempezamosacaminardenuevo.
—¡Sí!—contestamuchomásanimado.
—Tengoqueirmedeviajeunosdíasynosécuandovolveré.
Otravezunodeesosviajes.Otravezvariosdíassinsaberdeély
aunque he intentado hacerme más fuerte con el tiempo, y que estas
ausencias no me afecten tanto, no puedo dejar de pensar que un día
llamaránamipuertaparainformarmedecualquierdesgraciaquelehaya
ocurrido.
—Cuida de mamá y dile al superhéroe que cuide de los dos o le
quitolossuperpoderesdeunpuñetazo.
—¿Ves mamá? Tengo que ver a Nathan para decirle eso de parte
delabuelo.
Sícariño,túdileesoyyaveráslobienqueselotomaél…
—Osquieroalosdoscontodasmisfuerzas,dileamamáqueno
loolvide,séquetúnolohaces…
Vuelvoadoblarelpapelyseloentregomientrasintentocontodas
mis fuerzas que las lágrimas se queden donde están, pero si algo tengo
conCodyesunvínculotanfuertequesabeperfectamenteloquemepasa.
—Mamá, no llores, ¿vale? Pero no olvides que el abuelo nos
quiere mucho —me agacho para estar a su altura y mirarle a los ojos
mientrasélmeenjuagaalgunaslágrimas,hastaqueacercasuboquitaami
orejaymesusurra—.Peroyotequieromuchomás.
Leestrujocontramicuerpoymelocomoabesos.Eslomejorque
he hecho en mi vida y cada vez tengo más claro que mi decisión de
alejarmedeNathanhasidolacorrecta,porCody,aunqueyolopasemal
untiempotratandodeolvidarle.
Cuandolecojoenbrazosyempiezoacaminardenuevohaciael
colegio con él a cuestas, mi ánimo mejora al instante. Pone sus brazos
alrededordemicuelloymeempiezaahablardetodoloqueleshadicho
su profesora que tienen que llevar a los campamentos. Me habla de la
linterna que quiere que le compre, que descrita por él parece tan
sofisticadaycontantostiposderáfagasdeluzdiferentesquenosécómo
nosehanplanteadocomprarlasenlasdiscotecasyahorrarseunapastaen
focos.
—Cody,¿quéllevasenelbolsillo?Meestoyclavandoalgo.
—Ah.DebeserNathan.
—¿Qué?—digonocreyéndomeloquehadicho.
Se mete la mano y saca su muñeco favorito. Un soldado vestido
conuntrajedecamuflajeyunaespeciedegorroenlacabeza.
—Esunboinaverde,¿sabesmamá?
—¿Unboinaverde?
—Sí.Losboinasverdessonungrupodesoldadosespeciales,los
más fuertes. Y son expertos en camuflaje, paracaidismo, desactivan
explosivosytodoeso.
—Vaya…
—MeloexplicóNathan.
—Ah.¿YestemuñecosellamaNathan?
—Sí. No tenía nombre pero entonces me explicaste los puñetazos
quepegóNathanaesostiposchungosdelmetroycomoteacompañacada
noche hasta casa… Además, este muñeco siempre ha dormido conmigo
desdequemeloenvióelabuelopormicumpleañosymeprotege,como
haceNathancontigo.
—Ah…—digoponiéndoleenelsueloyadelantedelapuertadesu
colegio—.Findetrayectocariño.
—Toma,quédateloyasíteprotegehoy.Además,simelopillala
profe,meloquitaynoquieroquedarmesinNathan.
—Anda,dame—digocogiéndoselodelasmanos—.Tequieromi
vida.
—Yyomamá.
Me espero hasta que le veo perderse dentro del edificio. Luego
agacholamiradaalmuñecoymeloquedomirandounrato.
—Como no me protejas tú, dudo mucho que el otro Nathan lo
vuelvaahacer…—meloacercoparaverleconmásdetalle—.Aunque…
notelotomesamalperoeldecarneyhuesoestábastantemásbuenoque
tú.
Guardo el muñeco en mi bolsillo y me dirijo a la cafetería. A
medio camino tengo que empezar a correr porque empieza a llover. Me
tapolacabezaconelbolsoaunquesirvedepocoyllegoalacalledela
cafetería con la ropa empapada y el pelo chorreando pegado a mi cara.
AntesdeentrarmeencuentroconJill,unacompañeradetrabajo,quellega
tambiénenesemomento.
—¡Pero qué manera de llover por favor! —me dice cuando nos
encontramosdebajodeltoldodelacafetería.
—Sí —contesto sonriendo mientras intento enjuagar mi camiseta
estrujándola—.Seráunatormentadeverano,¿no?
—Puesdicenquevaaestartodoeldíaasí—Yentoncesmirando
por encima de mi hombro añade—: Ya está ese tío raro otra vez ahí
plantado.
—¿Quétío?—digohaciendoademándegirarmehastaqueJillme
frena.
—No te gires ahora, porque está mirando hacia aquí —dice
agarrándome de los brazos—. Ayer se estuvo un montón de horas ahí
mismo,sinmoverseprácticamenteymirandohacialacafetería.
—Estaráesperandoaalguien…
—Yaclaro.Ayeryhoy,¿no?Amímedayuyu…quéquieresquete
diga…Ahíenplanacosador…—dicegirándoseyabriendolapuerta.
Cuando veo que entra, la curiosidad puede conmigo y me giro
haciaelextraño,quedándomedepiedracuandolereconozco.
—¿Entras?—mediceJill.
—Eh…Sí—digoacompañándoladentrosindejardegirarmepara
verle.
EsNathan,enpersona,totalmenteempapadoporlalluvia,mirando
fijamente hacia la cafetería, hacia mí. Tiene las manos metidas en los
bolsillosydejaquelaintensalluviagolpeesucuerpo.
—Jill,¿ydicesqueayertambiénestaba?Nomefijé.
—Sí, no sé desde qué hora, pero se pasó ahí mucho rato. ¿Le
conoces?
—No,no…
Nos ponemos el delantal y paso detrás del mostrador donde
enseguidaempiezoaservircafésconunritmofrenéticoyaquenoparan
de entrar clientes. Supongo que los días de lluvia es lo que tienen, que
aunque haga calor como es el caso de hoy, parece que apetece más
tomarse un café caliente. De vez en cuando echo rápidos vistazos hacia
fuera, y compruebo que aunque sigue lloviendo a mares, Nathan sigue
apostadoenelmismositio.
Poco antes del mediodía, Pipper entra en el local totalmente
equipadaparaundíadelluvia,nocomoyohellegadoantes.
—Teinvitoacomerytúluegomeinvitasalcafé—medice.
—Meparecejusto.Mequedandiezminutosysalgo.
—Vale.Teespero.
Mientras atiendo a algunos clientes, mi vista se desvía
irremediablementehaciafuera.Miactitudtampocoeslamásservicialque
tengoyaquemimenteestápendientedelapersonaqueestáalcruzarla
calle.
—Nena,perdona…¡Oye!
—¿Eh?¿Quéquiere?—contestoalgobruscasindejardemiraral
exterior.
—A ver si estamos por lo que estamos… ¿El azúcar? Te estoy
diciendoquemefaltaelazúcar—mecontestadeunamaneraaltivayde
malasmaneras.
—El azúcar se lo pone usted misma. Lo tiene allí mismo. Y las
cucharitas también. ¿O quizá prefiere que alguien remueva el café por
usted?
La pija estirada me mira con la boca abierta y sin atreverse a
contestarme nada más, se gira hacia el mostrador de delante y cuando
cogeloquenecesita,saleporlapuertaconprisa.
Acabo de limpiar un poco el mostrador cuando y me quito el
delantal.Aestahoranoentranmuchosclientesallocalyreinaunsilencio
poco habitual permitiendo que se oiga la radio que siempre está puesta
peronuncasoycapazdeescuchar.
—¡QueaprovecheNuevaYork!Sonla1ymevoyacomer—dice
el locutor de la radio—. Os dejo con una canción ideal para un día de
lluviacomohoy,ItWillRaindeBrunoMars.
Genial,preciosacanciónquenomeapetecenadaescucharahora.
Meparecequeellocutornosehapreocupadoenescucharbienla
letrayentenderlaporquenocreoquehabledelalluviaensí,sinodelas
lágrimasantelaposibilidaddeperderalapersonaquequieres.Vuelvoa
levantar la vista hacia fuera. El nudo de mi garganta tiene ya un tamaño
considerableylosojosmeescuecenunabarbaridad.
—¿Kate? ¿Qué ha sido eso? ¿Qué te pasa? —me pregunta Pipper
preocupadaalvermelacara.
—Nada —contesto mirando a Nathan—. ¿Qué se creía la pija
maleducadaesa?
—Hombre… llevaba un buen rato pidiéndote el azúcar y tú
parecíasperdidaentumundo…Peronomerefieroaeso…Estásapunto
dellorarynocreoqueseaporelencontronazoconlatipaesa.
Encuantosalimosdelacafetería,Pippersecolocafrenteamíyse
poneahablar.Almenosparecequehadejadodelloverperoigualmente
tiene la ropa muy mojada y puede coger un fuerte resfriado. Intento
descifrarsusintencionesporsuexpresión,asíquelemirofijamentealos
ojos.Élmemantienelamirada,perosuexpresióncorporalmeindicaque
está nervioso. Tiene los puños apretados a ambos lados del cuerpo y su
respiraciónesagitadaporquesupechosubeybajaconrapidez.
—Kate, ¿seguro que estás bien? —me pregunta Pipper al tiempo
que se gira para mirar hacia donde se dirigen mis ojos—. Ese es…
¿Nathan?
Nos mira a los dos repetidamente esperando que le de alguna
explicación, hasta que cansada, se pone justo delante mío exigiendo
respuestas.
—¿Quéhaceahí,Kate?
—No lo sé. Vamos a comer —digo cogiéndola del brazo y
arrastrándola.
Mientras caminamos hacia la sandwichería a la que vamos
habitualmente,Pippernodejademirarhaciaatrás.
—Sequedaahíparado,Kate.Noentiendonada.
—Puesyotampoco.Camina.
En cuanto entramos, cogemos de las neveras los bocadillos, los
pagamosynossentamosenunamesalibre.Mientrasyohagocomoque
nopasanadayabroelenvase,doyuntragodeaguadelabotellaydoyun
mordisco,ellamemirafijamenteconlabocaabierta.
—Vale,cuéntameloporfavor…Necesitosaberquépasaaquí.
—Pipper…—suspiroperoséquenopararáhastaquelecuentelo
que sé, o sea nada—. No sé qué hace ahí de pie. De hecho, ya estaba
cuandohellegadoestamañanayJillmehadichoqueayertambiénestuvo.
—¿Enserio?
—Esoparece.Yoayernomefijé,laverdad.
—¿Ynotehadichonada?Porqueestáclaroqueteesperaati…
—¿Esperar a qué? Tú misma lo has visto. Hemos salido fuera y
hemosestadounratoparadasalotroladodelacalleynohahechonada…
Jilldicequepareceunacosador—contestosonriendocuandorecuerdosu
caraderepulsaaldecirlo.
—¿Y dices que lleva allí desde esta mañana? ¿Con lo que ha
llovido?
—Ajá—contestodandootromordiscoalsándwich.
—Pueshija,estáclaroquequierehablarcontigo.
—¡Puessiestabadelantesuyoynohamovidounpelo!
—Porquequierehablarcontigoasolas,ylosabes.Notehagasla
tonta porque te conozco demasiado. La pregunta es, ¿quieres hablar con
él?¿nocreesqueantesdecerrarteenbanda,tendríasqueescucharle?
—Pipper,nopuedopermitirqueNathanhagadañoaCody.Nosé
quétieneperoestáentratamientopsicológico…¿Ysiespeligroso?
—Pero no lo sabes… Deja que se explique, parece que él quiere
contártelo…Luegodecidessiquieresestarconélono.
—Pipper, él es el que parece no querer nada conmigo. Recuerda
quelodelaotranochelodesencadenóunrocedemislabiosensucuello,
soloeso,yretrocedióasustadocomosihubieravistounfantasma.
—Tonterías, ese tío está loco por ti. Date una oportunidad Kate
porqueséquetegusta.Sinotegustara,alsalirhabríasidohaciaélyle
habríasechadodemalamanera,comohashechoconlapijaesadelcafé
deantes.Enelfondotegustaqueestéahífuera,todomojado,conlaropa
enganchadaalcuerpoyelpelodespeinado…
—¡Calla!—digoriendotirándoleuntrozodepan.
—Perosabesquetengorazón…
Acabamos de comer entre risas y cuando salimos de nuevo a la
calle,ellasedespidedemí.
—Pero,¿noqueríasqueteinvitaraauncafé?
—Déjalo, prefiero dejarte sola para que hables con Nathan. En
lugardepagarmeuncafé,luegomepagasconinformación.
—Estásloca…
—Pues a lo mejor debería pedir cita con el psicólogo ese, ¿no?
¿Estarácasado?
—Niidea…
—Puesaveriguaesotambién.
De camino a la cafetería no puedo evitar estar algo nerviosa.
Enfrentarmedenuevoaél,despuésdeloquepasólaotranoche,vaaser
algo difícil. Pero si él es lo suficientemente valiente como para venir a
verme, yo lo seré también para escuchar lo que tenga que decirme.
Caminohastalapuertadelacafeteríaycuandoestoyenfrente,desvíolos
ojosamiizquierdayleveosentadoenelbordillo.Secogeelpechocon
losbrazoscomosiestuvieraabrazándose.Encuantolevantalavistayme
ve, se pone de pie como un resorte. Me quedan aún quince minutos de
descanso.Entroenlacafetería,preparounpardecafésconleche,cojoun
donutyvuelvoasalir.Élhaagachadolacabeza,supongoquepensándose
quemevolvíaatrabajar,asíquecuandomesientoasuladoyletiendoel
caféyeldonut,nopuedeevitarsobresaltarseyecharseaunlado.
—Toma. No has comido nada, ¿no? —Él niega con la cabeza
mientras coge de mis manos las dos cosas—. Estás empapado y puedes
cogerunresfriado…Almenospodríashaber…
—Kate, lo siento mucho —me interrumpe de repente—. Siento
haberteasustado.
Nosquedamosunratocalladosmirándonos.Susojosmeobservan
suplicantes, pidiéndome y a la vez agradeciéndome esta oportunidad.
Aunqueloquemásmeconmueveeselmiedoquereflejan…pero¿miedo
aqué?
—Nathan…Yotambiénsientohabermeidodelhospital…
—No, no, no —dice negando con la cabeza—. Lo entiendo
perfectamente…Teasustaste.Loentiendo.Cuandotengouna…crisis,me
conviertoenalguienquenosoy…Escomo…sielmonstruoqueviveen
micabezatomaraelcontroldemicuerpo…
¿Monstruo?Diosmío,dondemeestoymetiendo…
—Tengo un hijo y… él… te adora, te tiene en un pedestal… —
Saco el muñeco del bolsillo y se lo doy—. Mira, este eres tú. Lo lleva
siempre encima para protegerle y hoy me lo ha dado a mí para que me
cuide…
—Losé,melodijolaotranoche…
—Inclusolehahabladodetiamipadre—meatrevoadecirlepara
tenerleprevenidoantecualquierintentodeacojonequepuedaquererdarle
—.Lehadichoquenosepreocupecuandoélsevayadecampamentosen
dossemanas,porquemehebuscadounsuperhéroequecuidademí.
—¿Tu…padre?—memiraconlosojosmuyabiertos.
—Sí… Por cierto… —me froto la frente intentando buscar las
palabras adecuadas—. A algún… amigo, alguna vez le ha intentado
acojonardealgunamanera…Lodigoporsinotasquetesiguenoalgo.
—Eh…vale…Peronodeberíasaclararleanteslascosas…
—Sí,lointentaré,perosialgoselemeteenlacabeza…—dejola
miradaperdidaalfrentemientrasrecojolaspiernasymelasabrazo—.A
lo que quiero llegar, Nathan, es que mi hijo se ha encariñado mucho
contigoyprefieroponerdistanciaentrenosotrosantesdequevayaamás.
No sé qué te pasa, no sé qué es lo que tienes y no quiero que ese…
monstruotuyohagadañoaCody.
—Lo entiendo. Pero quiero que sepas que yo jamás haría daño a
Cody —se gira levemente hacia mí y le veo tragar saliva—. Ni a ti
tampoco.
—LoséNathan…
—Eres… eres especial para mí. La otra noche… No quiero que
pienses que no… —se gira de nuevo mirando al frente—. Me gustas
mucho. Por eso quiero que sepas todo lo que me pasa. Kate, quiero que
vengasaunsitioconmigo.¿Cuándotieneslapróximanochelibre?
—Eh…—Estoyconfusa—.Estanoche…
—Bien, bien —contesta con prisa mientras escribe una dirección
en un papel—. Esta noche es perfecto. Toma. Esta es la dirección de la
consulta de mi psiquiatra. Quiero que vengas a una de mis sesiones.
Quieroqueseastestigodetodoloquemepasa,quelooigasdemiboca,
quelovivas.Noquierotenersecretosparati,ysiparaellometengoque
someteraunasesióndehipnosisyvolverarevivirloquepasó,loharé.
Cojoelpapelyloobservocondetenimiento.¿Sesióndehipnosis?
¿Volverarevivirloquepasó?
—Kate,solotepidoquevengashoy…
—Nathan —digo mirando mi reloj—. Se me acabó el descanso.
Tengoquevolverdentro…
—Solohoy.Déjameexplicartemisproblemas,déjamepresentarte
amimonstruo.Unavezlehayasconocido,decidesiquieresmásono.Si
decidesqueno,loentenderé,lojuro.Séquenosoyfácilyya…estodo
muydifícilcomoparacomplicarlomás.
Me pongo en pie y él me imita. Sus ojos me miran nerviosos,
esperandounarespuestaqueahoramismosoyincapazdedarle.Muevolas
manosperolaspalabrasnosalendemiboca.
—Kate, yo quiero estar contigo pero no te puedo engañar y creo
que… yo también te gusto pero estás asustada porque no sabes a qué te
enfrentas.Siquieresdejardetenermemiedo,venestanoche,porfavor.
Empiezoacaminarhacialacafetería,girandolacabezadevezen
cuando.Unavezenlapuerta,justoantesdeabrirla,oigodenuevosuvoz.
—Kate…
Megiroyleencuentroaescasoscentímetrosdedistancia,casitan
cerca que puedo sentir su aliento. Levanto la vista hacia arriba para
mirarle a los ojos aunque no puedo evitar fijarme también en su
mandíbulacuadrada,ensurectanarizyensuslabioscarnosos
—TomaaNathan,quesinoCodyloecharáenfalta.
—Gracias—digocogiéndoleelmuñecodelasmanos.
—Esperoverteluego.
CAPÍTULO16
Dr.Monroe
—Nathan,meestásmareando.Estatequietoeintentarelajarte.
—Nopuedo…
—Sesuponequeluegotengoquehipnotizarteparalaterapiayte
puedo asegurar que en el estado que estás ahora, será prácticamente
imposible.
Camina de un lado a otro de la sala, sin saber qué hacer con las
manos. A ratos las mete en los bolsillos, luego se las frota contra el
pantalón para más tarde rascarse la cabeza. Cuando intenta seguir mi
consejoysentarseenelsofá,muevelaspiernassinpararcomosituviera
unticnerviosoyacababalanceandosucuerpohaciadelanteyhaciaatrás.
Vamos,queparecemáscuerdocuandoestádepie.
—¿SehamolestadomuchoStelle?—mepreguntaalcabodeunos
minutossupongoqueparaintentarpensarenotracosaquenoseaKate.
—¿Quiereslaversiónlargaolareducida?
—La…reducida,supongo.
—Te odia con todas sus fuerzas. Dice que eres el paciente más
pesadoquehetenidodesdequeejerzoestaprofesiónperoalavezteestá
agradecida porque hacía tiempo que no me veía tan volcado y
entusiasmadoenalgocomoenti.
Me mira frunciendo el ceño y entornando los ojos hasta que al
finalesbozaunasonrisa.Parecequeempiezaasentirsemásrelajado.
—Puesyodetiempezaríaavolcarmealgomásenella,¿no?
—Esointento,solisto,peroresultaunpocodifícilhacerlocuando
pasomástiempoaquídentroqueenmicasa…
Sonríeagachandolacabeza.
—En cuanto a lo de hoy… gracias, de verdad. No podía
desaprovecharlaoportunidadycuandomehadichoquenotrabajabaesta
noche…
—Tranquilo. Yo tampoco podía desaprovechar la oportunidad de
quemedejarashacerunasesióncontigoencondiciones…Enserioquelo
que esta chica está consiguiendo contigo, es una maravilla. Ojalá te la
hubierascruzadohaceunaño.
—Tienealgoquemeimpidealejarmedeella.Memira…comosi
fueranormalynopuedopermitirquedejedehacerlo.
Otravezesadefiniciónquenosoporto.Normal.¿Aquiénpodemos
considerarnormalyaquiénno?
—Losé.Séloquemevasadecir—sigueél—.Quesoynormal,
quenometengoqueavergonzardeestaraquíyquesoymuyvalienteal
quererenmendarlasituación.
Sonrío negando con la cabeza. Definitivo, pasamos demasiadas
horasjuntos.Sesuponequesoyyoelquetienequellegarasabercómo
piensaélynoalrevés.
—Esomismoestabapensando—digoyo—.Aunquesigodiciendo
queloquequiereshacerestanoche,esirdemasiadolejos.
—Medaigual.
—NodaigualNathan.Nopuedohacerterevivirtodoloquepasó.
Esdemasiadoratoenestadohipnóticoydemasiadosrecuerdos.Estásasí
porculpadeesasvivenciasqueocurrieronenuntiempoespaciadode5o
6años…Imagínatecomoacabarássilasrevivestodasdegolpe…
—Confío en ti. Hazme las preguntas correctas y condúceme por
aquí dentro —dice señalándose la cabeza—, hasta mostrárselo todo. No
quieroesconderlenada.
—¿Te das cuenta que yo también descubriré hoy cosas de ti? ¿Y
qué puede que tú vuelvas a revivir cosas que tu mente enterró por tu
propiobien?
Se levanta nervioso, esquivando mi mirada. Eso realmente sí
parece asustarle. Descubrir nuevos miedos, recordar cosas que su mente
decidióolvidarporalgunarazón.
—Bueno,alomejordecidenovenir…—dicequedándosefrentea
lapuerta,deespaldasamí.
—Nathan, tranquilo. Tienes que saber afrontar las cosas y estar
preparado,paratodo,lasbuenasylasmalasnoticias
Me levanto acercándome a él para intentar que preste atención a
mispalabras.
—Vamosahacerunacosa,explícameahoraquépasaaquídentro
—digo señalando a su pecho sin tocarle—, en lugar de en tu cabeza.
¿Cómotesientesahora?
—¿Acasonoesobvio?—medicearrugandolafrente.
—Paramísí.Veamossiloesparati.Venga,dimecómotesientes
ahoramismo.
Sincambiarlaexpresióndesucara,agachalamiradaysopesala
respuestaduranteunossegundos,escuchandorealmenteloquesucorazón
ledice.
—Nerviosoyasustado.
—¿Nerviosoporlaespera?
—Sí.
—¿Yasustadoporlahipnosis?
—No.Asustadoporquenoaparezca.Asustadoporperderla.
—¿Notienesmiedodeloquepuedasvolverarevivir?
—No.Esomedaigual.Séqueesalgoquetengoquehacersiella
quiere darme una oportunidad… Tengo que… curarme o como quieras
llamarlo.
—Meestásdiciendoquesiellanotedaesaoportunidad,¿tedará
igual curarte? — le miro a los ojos sin podérmelo creer mientras él se
encoge de hombros a modo de respuesta—. ¿Y lo que hemos estado
haciendotúyyoestosmeses?¿Meestásdiciendoqueestoyperdiendoel
tiempo?¿Paraquévienescadasemanaentonces?
—Yonocreoqueestemosperdiendoeltiempo…¿Túsí?
—Nathan,necesitosaberqueestoyhaciendoalgoporti…
—Por supuesto que estás haciendo algo por mí… A lo mejor
nuestrosencuentrosnoseránunejemplodeterapiacomolasquesalenen
loslibros,peroamímeayudan…Sinohubierasvenidoamicasayme
hubieras abierto los ojos, yo no me habría atrevido a hablar con ella
hoy…
—Fuiatucasacomoamigo,nocomopsiquiatra…
—Vale, por eso. Sí estás haciendo algo por mí, ser mi amigo
cuandonadieloqueríaser…Cuandotodosmedejarondelado,incluida
mifamilia.
Aunqueahorameencantaríadarleunabrazoporsuspalabras,solo
nos miramos y nos sonreímos como harían dos machotes, al estilo
Anderson,sincontactoalguno.
—Esunhonorsertuamigo.Aunquesabesquenoestoydeacuerdo
enlodetufamilia.Tumadreytuhermananopiensancomotupadre.
—Pero…
Unosgolpessuavesenlapuertaleinterrumpen.Seponeenpiede
golpe. La expresión de su cara cambia de golpe y me mira con los ojos
muyabiertos.Surespiraciónempiezaaacelerarse.
—Eh, eh, Nathan mírame —digo poniéndome delante suyo—.
Tranquilo.Respira.
—¿Seráella?—diceconunasonrisaasomandoensuslabios.
—Oellaomimujer,yportubien,esperoqueseaKate…
Sonríe agachando la cabeza mientras se muerde el labio inferior.
Frotasusmanoscontraelpantalónyselaspasaporlacarayelpelo.
—¿Estáspreparado?
—Sí,sí—contestacomounniñoimpacienteparaabrirlosregalos
lamañanadenavidad.
Medirijohacialapuertasuplicandoqueseaellaporquenoestoy
segurodequeNathanseacapazdesoportarunadesilusióndetalcalibre.
Encuantolaabroylaveoalotrolado,conlacabezaagachada,cogiendo
con fuerza el asa de su bolso y con la mirada asustada, suelto aire con
fuerzayledoylabienvenidaconunagransonrisaenlacara.
—Hola,Kate.Pasa—digoechándomeaunladoparadejarlapasar.
—Hola—contestaellatímidamente.
Entra en mi despacho y se queda a cierta distancia de Nathan,
mirándolealgoasustada,mientrasélnopuededisimularsualegría.
—Hola—lediceél—.Graciasporvenir.
—Sientohabertardado…HetenidoqueesperaraquellegaraRose
paraquedarseconCody.
—Loentiendo.Notepreocupes.Esto…significamuchoparamí…
—Bueno… —dice ella mirándome de reojo antes de agachar la
vistaalsuelo—.Yatedijequenomeasustoconfacilidad.Losmonstruos
nomesuelendarmiedo,ymenossitengoamisuperhéroecerca…
—Nuncateharédaño,teloprometo…
—Losé.
—NiaCody.
—Tambiénlosé.Nathan,loqueveoyconozcodeti,megusta—
diceellaacercándoseunpocoaél—.Peronecesitosaberquéhaydetrás
detodo.Poresohevenido.
Lesescuchoatentamente,incapazdeinterrumpirlesycasideseando
esfumarme de esa habitación. Me gusta como suenan esas promesas de
futuroenbocadeNathanyesavalentíadeKate.
—Eh…Tony…—interrumpeNathanmispensamientos—.Cuando
quieras.
—Vale… A ver. Venid, vamos a sentarnos. Nathan, ahí —digo
señalandoelsofágrandemientrasKateyyonossentamosenelpequeño,
justoenfrente—.Creoqueantesdeempezardeberíasexplicarlealgomás
deti…Yasabes,tuprofesiónsobretodo…
—Sí…Cierto…
Nathan suelta aire con fuerza por la boca intentando calmarse.
Tardaunratoenhablar,buscandolaspalabrasadecuadas,yendoconpies
deplomoparaintentarsuavizarsuspalabraslomáximoposible.
—Kate—suspiramientrasellaclavasusojosenél,quizáalgomás
nerviosa por el misterio que crean sus pausas—. Soy el Coronel Nathan
AndersondelasFuerzasEspecialesdelosMarinesdelosEstadosUnidos
deAmérica.
Laobservaunossegundosesperandoversureacción,aligualque
yo, que no hago más que observarla mientras él le empieza a abrir su
corazón.Katelemiraconlascejaslevantadasycaradesorpresa.
—Vaya…Oseaquealfinyalcabosíteparecesalmuñequitode
Cody…
—Más o menos —contesta él riendo y relajándose un poco para
luego volverse a poner algo más serio al proseguir la historia—. Me
enrolé en los Marines nada más acabar el instituto por… digamos…
tradición familiar. Participé en varias operaciones rutinarias y enseguida
pedíeltrasladoalCuerpodelasFuerzasEspeciales.Ahífuiascendiendo
hastaconvertirmeencoroneldelquintoregimiento.Afinalesdel2005nos
destinaronaAfganistán,dondeformamospartedelaOperaciónLibertad
Duradera,hastael2011cuandomedieronlabajaporincapacidad.
Nathan hace una pausa y traga saliva, así que decido echarle un
cableyaqueestamosapuntodeentrarenmiterreno.
— La… —interrumpo—, la baja por incapacidad se la dieron al
diagnosticarleelSíndromedeEstrésPostraumático.¿Sabesloqueeseso,
Kate?
—No—dicemuyseria,pasandolavistadeunoaotro.
—Nathanvivióduranteesosseisañosmuchascosasparalasque,
aun estando entrenado, no estaba preparado. Y todo eso le ocasionó
ciertos…problemas,algunodeloscualestúhasvivido.
—¿Qué viste? —dice dirigiéndose a él entornando los ojos
preocupada—. ¿Qué… pasó allí? ¿El monstruo que dices que vive en tu
cabeza,esconsecuenciadeello?Elataquequetuvisteenladiscoteca…el
queprovoquéyoal…besarte,¿esporculpadeloquepasóallí?
Éllevantalavistaylamiraalosojos.Sefrotalasmanosnervioso
antetantapregunta,sabiendoquelarespuestaaellasesafirmativa.
—Desde… desde que volví de Afganistán, tengo ciertos
problemas…—ríeporpuronerviosismoyestáluchandocontrasímismo
paramantenersesentado—.Nosénipordóndeempezar…
Gira la cabeza hacia mí y le miro intentándole transmitir toda la
fuerza posible. Sé que esto que está haciendo era impensable hace solo
unassemanasyestoyconvencidodelesfuerzoquesuponeparaél,perolo
está haciendo tan bien que no puedo evitar sentirme tremendamente
orgulloso.
—Noduermomásdeunahoraseguida…
Empiezaahablar,enumerandoconlosdedosdelamano.Levana
faltar dedos si tiene intención de confesarle todas las secuelas que esos
seisañosdeterrorledejaron.
—Esomelohabíaimaginado…—contestaellacariñosamente.
—Cuandocierrolosojos,nohagomásquerevivirunayotravez
variosepisodiosquevivíallí.Sufropesadillastanrealesquellegoincluso
adespertarmecontaquicardiasoinclusohellegadoamearmeencimadel
miedo.
—Esanocheenelmetro…
—Mequedédormidoytuveunapesadilla.Cuandomedespertéyte
vi a mi lado… no podía creer que siguieras ahí, que no hubieras salido
huyendo…
—Cody también ha tenido alguna pesadilla y no por ello voy a
dejarlesolo…
Élselaquedamirandofijamente.Estátotalmentecolgadoporella
y no sabe disimularlo. No creo que pretenda hacerlo, pero creo que sí
quiereguardaralgodedignidadporquepasadosunossegundosdesvíasu
atenciónhaciamí.Asientodándoleaentenderquesigaporesecamino.
—Nopuedosoportarlosruidosfuertes.Merecuerdandemasiadoa
lasbombasquecaíanamíalrededoroalosdisparos.
—¿Por eso no escuchas música? —dice ella tras un silencio de
unossegundos—.¿Yentoncesporquéaccedisteairaesadiscoteca?
Sonrío agachando la cabeza al comprobar que esa chica le está
diciendoexactamenteloqueyoleadvertíensumomento.
—Porque quería que pensaras que era… normal. Quería que
hiciéramosalgoquetegustara…
—Perosilohubierasabidonotehabríametidoenunadiscoteca.
Nathan—diceellabuscandosumirada—.Nopuedesvolverahacereso…
—Poresoestamosaquí,¿no?—intervengoyo—.Sisabestodolo
queleafecta,yanoseréelúnicoqueintentedetenerledecometeralguna
tontería…
—Pero —sigue ella volviendo a centrar su atención en él—. Esa
noche…cuandote…besé…
Levantolascejassorprendidoantetalrevelaciónygirolacabeza
haciaNathan.¿Besar?Esapartenomelahabíasexplicado,¿eh?
—Nofueesebeso,Kate…Supongoqueesegestofueeldetonante
perollevabatodalanocheluchando…Intentéhacermeelvalienteperose
juntaron demasiadas cosas… La música estridente, las luces láser, la
aglomeracióndegente,elcontactofísico…Todoesoes…superioramí.
—Peroantesdebesarte…teabracé…
—¿Yteparecíaqueestababien?Encuantoteacercasteamí,lasala
entera empezó a girar a mi alrededor —Agacha la cabeza y aprieta la
mandíbulahastaqueselemarcaaambosladosdelacara.
—Todoeso…¿nopuedesaguantarlo?
Veo que Nathan sigue sin levantar la cabeza y traga saliva
constantemente mientras Kate también rehúye cualquier posibilidad de
contactovisualysepeinaelpeloconlosdedos.Ambossonconscientesde
ladificultaddeunaposiblerelaciónentrelosdosyahíresideelmiedode
él porque como ya me ha dicho varias veces, Kate se merece estar con
alguienquelaabraceconfuerzaylabeseatodashoras,yesoparaéles
imposibledemomento.
—Bueno—interrumpoantesdequeNathanseecheatrásycreaque
nomerecelapenaseguirconlasesión—.Siosparece,empezamosconla
sesión.
Me pongo en pie y saco de un armario la máquina para
monitorizarsusconstantesvitales.Noquieroqueledéunataquicardiay
quiero tenerle controlado en todo momento. Ya la utilicé en las dos
sesionesanterioresymefuerondemuchaayudaenamboscasos.
—Comolavezanterior,¿vale?—digosentándomeenlamesitade
centro, justo delante suyo—. Te pones esto en el dedo y estos dos
electrodosenelpecho,unojustoencimadelcorazón.
Ledoyloselectrodos,conscientedequeélnopermitiríaqueyose
lospusiera.Mientrasélloscoge,nopierdodevistaaKate,conscientede
quecuandoNathanselevantelacamiseta,ellapuedesorprendersealver
todaslascicatricesquetiene.Asíqueencuantoélselevantalaropayyo
compruebo que se coloca cada electrodo correctamente, doy rápidos
vistazoshaciaella,quetalycomopensabalemiraconlabocaabierta.En
cuantoacaba,sebajalacamisetaconrapidez,avergonzadoporsuaspecto,
yseestiraenelsofá.Enciendolamáquinayencuandoempiezaaindicar
suspulsaciones,girolacabezahaciaélylesonrío.
—¿Listo?—Élrespiraprofundamenteasintiendoconlacabeza—.
EscúchameNathan.Siveoqueteexcitasdemasiado,pararé.
—No.Meloprometiste.
—Nopuedo.Nopuedohacerteesoynopuedovertepasarporello.
Teprometoqueaguantarétodoloquepueda,esoteloaseguro,peronote
voyahacersufrirmásdelacuenta.¿Deacuerdo?
—Está bien —contesta resignado sabiendo que tiene todas las de
perderyaqueseréyoelquelocontrole.
—Vale. Empecemos pues —Veo como antes de cerrar los ojos
miraaKatedereojo,quesehaquedadosentadaalfilodelsofáconcara
de preocupación—. Cierra los ojos y concéntrate en mi voz. Respira
profundamente,concentrándoteencomotucuerposerelajacadavezmás
ymás.
Compruebo como su respiración se hace cada vez más pesada y
conunritmoconstante.Supechosubeybajarítmicamente.Nomeesmuy
difícilllevarleaesteestadodebidoalagranfaltadesueñoquellevaasus
espaldas, así que en menos de cinco minutos, Nathan yace totalmente
dormidoenelsofá.
—Ahorasolodeberíaoírmeamí,¿valeKate?—ledigoenuntono
bajoparaquesolomeoigaella,queasienteconelmiedoreflejadoensus
ojos—.Tranquila.Novoyapermitirquesufra.
Mevuelvoasentarenlamesadecentroparaasítenerunavisión
enteradeNathanypodervigilarsusconstantes,queporelmomentoson
perfectas.
—Deacuerdo,CoronelAnderson,estáenAfganistán,alfrentedel
quintoregimientodelasFuerzasEspecialesdelosMarines.¿Quéve?
Nathansehumedeceloslabiosysucabezasemueveunpocohacia
amboslados.Derepentesusojossecierranunosinstantesconmásfuerza
yempiezaahablar.
—Nolosé.Noveonada.Solooigovoces.
—¿Quévoces?
—Oigollantosde…nosédequién.
—¿Puedesacercarte?
—Sí… Llevo el rifle colgado del cuello y apunto a un lado y a
otro. Varios soldados de mi batallón me informan de la situación. Oigo
gritoscomo“tododespejado,señor”.Unavozquemeordenaatravésdel
auriculardelaoreja.Mepreguntasiveoalgoyyolerespondoquenoveo
supervivientes,aunquetampocoleinformodeesosllantosqueoigo.
—Acércatemás…—leayudo.
—Camino hacia la siguiente habitación y enfoco con la luz del
rifleaunaesquina.Agazapadosencuentroaunhombreyunamujerque
arropa a un bebé entre sus brazos. La mujer es la que llora mientras el
hombrelegrita.
—¿Puedesentenderloqueledice?
—Sí… —Vuelve a apretar los ojos con fuerza—. Le grita que se
calle. Que no diga nada, que si tienen que morir será porque Alá así lo
quiere. Mi superior me grita al oído que acabe con ellos, que no quiere
supervivientes.Yolesapuntoconelrifle,sinpoderapartarlosojosdeesa
mujeryelbebéqueduermeensusbrazosenmediodetodoelcaos.
Su respiración empieza a agitarse y sus signos vitales se alteran.
Kate se acerca y se sienta a mi lado para estar más cerca de Nathan. Le
miraconcaradepreocupaciónyséquesuinstintoledicequelecojala
manoylearropeconsupresencia,perotambiénveoquecomprendeque
esopuedehacerlemásmalquebien.
—Los gritos de mi superior y del hombre a mis pies me ponen
nervioso. Uno me grita que les mate y el otro grita a la mujer mientras
ellamegritaamípalabrasquenollegoaentenderdeltodo…
—¿Quépasóentonces?—digotrasvariossegundosdesilencio.
—Cierrolosojos—Supechosubeybajarápidamenteysucuerpo
empiezaaconvulsionarselevemente—.Sigooyendolosgritosyloúnico
quequieroesqueparen…Nopuedomás,asíquesinabrirlosojosaprieto
elgatilloynolodejoirhastaqueyanooigonada.Cuandolosabro,lo
único que oigo es a mi superior felicitándome por el buen trabajo,
mientrasyomeapartoaunladoyvomitohastalaprimeracomidadeldía.
MiroaKatealoírunossollozosyveosucaratotalmentemojada
porlaslágrimasquelecaendelosojos.
—Lo siento —susurra bajito al ver que la miro, mordiéndose el
labioysecándoselaslágrimas.
—No pasa nada —digo pasando un brazo por sus hombros y,
besándolaenlafrente,añado—:Voyaseguir,¿vale?
CuandoasienteconlacabezayvuelveaposarsusojosenNathan,
séacienciaciertaqueloqueélsienteporellaestotalmenterecíproco.Le
mira deseando evitarle todo ese dolor, justo como él quiere de ella al
someterseaestecalvario.
—De acuerdo, Coronel. Avanzamos un poco más en el tiempo.
¿Dóndeestá?
—Estoyenunpuestodevigilanciacondosdemishombres.Esuna
nochetranquilayamboshablandesusfamiliasencasa.Weshabladesu
noviaymeenseñalafotoconunasonrisaenlacara,mientrasPetehabla
delosguisosdesumadre.
—¿YtúNathan?¿Dequiénleshablas?
—Denadie.Yosololesescucho.
Kateyyotragamossalivaalavez,haciéndonoslamismapregunta.
¿No les habla de la familia que ha dejado en casa porque no quiere o
porquenopuede?
—¿Noleshablasdetupadreydetumadre?¿Detuhermanaode
algunanovia?—meatrevoapreguntar.
—No.Notengoanadieesperándomeencasa.Paramipadretengo
quepermanecerenelfrenteelmáximotiempoposibleparahonrarami
paísysimueroenelintento,mejor.Creoquemequerrámáscomomártir
que si vuelvo entero. Mi madre hace lo que mi padre le dice y nunca
intentará contradecirle o incluso pensar algo diferente a él. Mi hermana
eramuypequeñacuandomeenroléenelejércitoycasinomeconoce.Y
no tengo novia porque mi padre no me dejaba porque decía que eran
simplesdistracciones.
—Vale… —me he quedado sin palabras ya que esto era algo que
yonosabía—.Entonceselloshablandesusfamiliasytúlesescuchas…
—Pete se levanta un momento riendo y entonces una ráfaga de
disparos atraviesan todo su cuerpo. Wes y yo nos ponemos de pie
cogiendonuestrosriflesperoalgomegolpealacabezaytodosevuelve
negro.
—¿Tehancapturado?
—Sí. No veo nada y solo oigo hablar en árabe. Muchos gritos,
creoquealgunosdirigidosamíaunquenoestoyseguro.Recibogolpesen
lacaraynotoelsabordelasangreenmiboca.Intentoescupirperolatela
deloquemetapameimpiderespirarconnormalidad,asíquemelimitoa
dejarlaresbalarpormislabios.
—¿Entiendes algo de lo que te gritan? —le pregunto cuándo se
quedacallado.
—Notodo.Séquequierenquelesdigadóndeestáretenidoalguno
delossuyos,noséquiénytampocosélarespuesta…Muchasveces,solo
unapersonasabelarespuesta,precisamenteparaevitarestassituaciones.
—¿Cuántotiempoestásretenido?
—No lo sé… Al principio intento saberlo por los cambios de
temperatura,queeneldesiertosonmuybruscos,peropasadosdiezdías,
pierdo la conciencia a menudo por las palizas y torturas que recibo, así
quemeesimposibleasegurarlo.
—¿Teliberan?
—Sí,mesueltanenmitaddeldesierto.Medesmayoycuandoabro
losojos,unamujerdelaquesoloveolosojosmeestádandodebeber.Me
intentoincorporarasustado,peroeldolormeloimpide.Ellamehablaen
árabeyentoncesapareceunancianoasulado.Creoquepasountiempo
bajo sus cuidados, hasta que llega un día que me puedo poner en pie e
inclusodarpaseospordentrodelahabitación.Elancianohablaconmigo
todoslosdías.Esmuyinteligenteytotalmenteencontradelosconflictos
bélicos y de las ideologías radicales. Me gusta hablar con él y por las
noches, ella cuida de mí… Cuando me recupero, me acogen como uno
másyyolesayudoentodoloquepuedo.
Surostroserelajaostensiblemente.Senotaqueesamujersehizo
un hueco en su corazón. Miro de reojo a Kate, que le mira embelesado
comosiestuvieraescuchandouncuento.
—¿Estásenamoradodeesamujer?—pregunto.
—Nolosé,perosientoalgo…SellamaSalma.Nuncameenseña
más allá de sus ojos, pero cuando ayudo al anciano con las tierras,
nuestrasmiradassecruzanysusojosmesonríentímidamente—Setoma
untiempoparacontinuar—.Ahoraesdenocheylaencuentrofueradela
casa mirando las estrellas. Me acerco a ella y conversamos un rato. Yo
hablo algo más de árabe que cuando llegué y ella ha aprendido algo de
inglés. En un arrebato, la cojo de la cintura y la miro a los ojos
acercándola a mí. Ella me acaricia la mejilla mientras con la otra mano
meaparta.Medicequeaunquemisojossonelreflejodelmar,ellanunca
podrábañarseenellos.
—Joder, qué bonito —susurra Kate cuando sus ojos vuelven a
humedecerse—.Perdón.
—¿Quépasóluego?—leinstoaseguir.
—Unanoche,pocodespuésdeeso,vienenarescatarme,sintener
encuentaqueyonoquieroserrescatado.Yonoquieroirme,peronoselo
puedodeciraesossoldados…Aparecenenunhelicóptero,veintedemis
hombres,parahacerfrenteaunancianoyaunamujer.MatanaSalmaya
supadredelantedemíyyosoyincapazdeimpedirlo.
LaslágrimascaenporlasmejillasdeNathan,aúnteniendolosojos
cerrados.Surespiraciónseentrecortaynitragandosalivaladevuelveal
ritmonormal.Kateacercasusmanosasucara,peroamediocaminose
arrepienteylasdejacaerensuregazo.
—De acuerdo —digo intentando disimular la emoción por la
historia que acaba de contar y la cual desconocía por completo—.
Avancemosalgomás.¿DóndeestáahoraCoronel?
—En un campamento enemigo en Kandahar. Hay escombros por
todaspartesyoigoaWespidiéndomeayuda.
EsahistoriasímelaséyelfinalpuedeimpactarmuchoaKate,así
que mientras la narra, intento no quitarle ojo disimuladamente. Cuenta
comoencuentraasucompañero,comoelniñoapareceasuladoconun
Kalashnikov en las manos, como dispara a su compañero mientras grita
consignasbélicasenárabeycomoluegoleapuntaaél.
—¿Y qué pasó luego? —insisto al ver que pasa unos minutos
callado, forzándole a explicar el final de la que quizá fue la experiencia
másduradetodaslasquevivióallí.
—Cierro los ojos y aunque por un momento pienso en dejarme
matar por ese crío, mi instinto de supervivencia prevalece y me hace
actuar.Aprietoelgatillohastaacabarcontodaslasbalasdelrifle.Gritoy
lloroalavez.Cuandomiarmayanohaceruido,abrolosojosyveoel
cuerpodelniñoenelsuelototalmentecubiertodesangre.
Kate automáticamente de endereza y se lleva las manos a la boca
paratapárselayasíahogarelgritoquesalíadeella.
El monitor empieza a pitar porque las pulsaciones de Nathan
empiezan a acelerarse de una manera drástica. Su cuerpo empieza a
convulsionaralavezyélmuevelacabezadeunladoaotrosindejarde
hablar.
—Me dejo caer de rodillas y me echo encima del niño. Intento
reanimarle aunque sé que es totalmente imposible. Tenía que haberme
dejadomatar.Lecojoenbrazosysalgoconélalexterior.Unamujersale
de la nada gritando y llorando y justo cuando está delante mío, me
arrodillodelantesuyoydejoelcuerpodelniñoasuspies.Lloroylepido
perdónporloquehehecho.Teníaquehabermedejadomatar.Yoteníaque
habersidoese.
Las pulsaciones ya están muy por encima del límite. Además,
compruebo que se ha meado encima, como ha contado que le ha pasado
algunavezantes.Decidoquehallegadoelmomentodeparar.
—Nathan, escúchame. Cuando cuente cinco te despertarás
lentamente —digo acercando mi boca a su cara—. Cinco. Cuatro. Tres.
Dos.Uno…
—Teníaquehabermedejadomatar.
Sucuerpo,lejosderelajarse,sigueconvulsionándosesinparar.
—¡Nathan! —le llamo en un tono de voz más alto—. ¡Nathan,
despierta!
Entonces,Kate,aúnconlágrimasenlosojos,searrodillaasulado
yleponeunamanoencimadelpechomientrasconlaotraleacariciael
pelo,yacercándoseasuoídoempiezaahablarlesuavemente.
—Nathan,escúchame.SoyKate.ElDr.Monroeyyoestamosaquía
tulado.Nopasanada.Vuelveconnosotros.Quédateconmigo.
Comosihubieraactivadounbotónensuinterior,Nathanabrelos
ojos como platos y se incorpora mientras Kate aparta sus manos de su
cuerpo.Élnosmiraaambosjadeandoyderepenteselevantacorriendo.
Tropiezavariasvecesporelestadodeshockenelqueseencuentra,hasta
queunavezenelbaño,empiezaavomitarenlatazadelváter.
Varios minutos más tarde, aún con la cara desencajada y con el
pelo mojado, sale del baño y al ver a Kate llorar, algo dentro de él se
rompe.
—Lo siento. Lo siento mucho —dice llorando encaminándose
hacialapuerta—.Noteníaquehabertehechopasarporesto.
—¡Nathan,espera!
Le llamo pero ya es demasiado tarde. La puerta se cierra con
fuerzatrasélynopuedoseguirleporquetengoaotrapersonaamilado
llorando desconsoladamente. Kate se mira las manos mientras las
lágrimascorrensincontrolporsucara.Laatraigohaciamíydejoquese
desfogueeltiempoquenecesite.YairéaporNathanluego,sabiendoque
estaráescondidoensuapartamentoyqueahorapuedoentrarsinqueélme
abra.
CAPÍTULO17
Nathan
Salgoalacallemirandoaamboslados.Mesientocomoperdido,
comosinosupieradondeestoyytardounratoenaveriguarlo.Empiezoa
caminar hacia mi apartamento con las manos en los bolsillos, hasta que
notolahumedaddemipantalónylassacoponiendounamuecadeascoen
lacara.
—¡Joder!Quéasco.Teestáscubriendodegloria…
No sé ni cómo se me pasó por la cabeza que Kate se llegara a
interesarenalguiencomoyo.Vale,puedogustarlefísicamentepero,¿en
seriocreíaquedespuésdevermecomomehavistoydesaberloquesabe,
iba a querer estar conmigo? ¿Después de saber que he matado a gente
inocente?¿Despuésdesaberquesentíaalgoporesachicayquenohice
nada por impedir que la mataran delante de mis narices? ¿Después de
saberquesoyincapazdeabrazarlaybesarla?¿Despuésdevermemearme
encimayvomitardespuésderememorarlapesadilla?
Sinsaberporqué,empiezoacorrerparaalejarmeloantesposible
de ella. Necesito poner distancia entre nosotros porque ella se merece a
alguienmejorqueyo,alguienquelaabraceylabesetodoslosdíasdesu
vida,quelerecuerdeatodashoraslomaravillosaqueesylerepitaunay
otravezquelaquiere,queestátotalmenteenamoradoyquedaríaloque
fueraporella.Ysobretodo,yaunquemeduelaafirmarlo,queesealguien
noseaunlocoquesedejadominarporelmonstruoqueviveensucabeza.
Queesealguiennoseayo.
No aminoro el ritmo en ningún momento, al contrario, corro
comosimefueralavidaenello.Nomepreocupoporlagenteconlaque
me cruzo que me mira extrañada, ni por esperar a que los semáforos se
ponganenverde,niporloscochesquemepitancuandosalgodelanaday
les esquivo ni por los insultos que me dedican sus conductores. No me
preocupopornadahastaqueadoscallesdemicasa,cruzosinmiraryun
taxi me embiste. Afortunadamente mis reflejos siguen estando bastante
bien y me mantengo en una buena forma física, teniendo en cuenta las
circunstancias, y salto a tiempo cayendo encima del capó. El conductor
saledeltaxigritando,máspreocupadoporlosdañosquelepuedahaber
hecho a la chapa que por mi estado físico. Cuando me agarra por la
camisetaparabajarmedeencimadelcoche,sigoaúnalgoaturdidoporel
leve golpe que me he llevado en la cabeza y tardo algo en reaccionar,
aunque cuando lo hago, me zafo de su agarre con facilidad y totalmente
fueradecontrol,leempotrocontralapuertadesucocheagarrándolede
cuello.Elhombreabremucholosojos,aterradomientrasmuevesusojos
demicaraalpuñoquemantengolevantadoalladodemicarapreparado
para asestarle un puñetazo. Sus manos agarran mi muñeca e intentan
aflojarsinéxitolapresiónsobresucuello.Aprietolosdientesconfuerza
ymipechosubeybajaalcompásdemirespiraciónagitada.Pasadosunos
segundos,reaccionoyconsigohacercallaraesavozenmiinteriorque
meinstaaestamparmipuñoenlacaradeesehombre,asegurándomeque
así me sentiré mejor. Es mentira, nunca me siento mejor. Así, suelto su
cuelloybajandoelpuñoretrocedovariospasos.
—Tranquilo.Nohapasadonada—mediceaterradofrotándoseel
cuello con una mano mientras la otra la levanta entre los dos como
protegiéndose.
Veocomosemeteprecipitadamenteenelcocheyarrancaelmotor
dando un acelerón para salir pitando. Me miro las manos porque me
tiemblansinpararypormásqueintentomantenerlasquietas,soyincapaz
de conseguirlo. No puedo creer que fuera a pegar a ese hombre cuando
todalaculpadelosucedidoeramía…
Cuandollegoalapuertademiapartamento,mecuestahastahacer
coincidirlallaveconlacerradura.Aprietoconfuerzaelmetalentremis
dedos y tengo que ayudarme de la otra mano para intentar paliar en
temblor.
—¡Joder! —grito mientras aporreo la madera con los puños de
puraimpotencia.
Laslágrimasempiezanacaerpormismejillasdenuevo.Apoyola
frente y las palmas de las manos en la puerta mientras mi cuerpo se
convulsionaconcadasollozo.
—¡Mierda, joder! —digo al tiempo que golpeo la puerta con las
palmasdelasmanos—.Eresunimbécil.Ellanoesparati…
—¿Estásbien,cielo?
Me giro sobresaltado y veo a los vecinos de al lado mirándome
desde su puerta. Incapaz de articular palabra y avergonzado al ser
conscientedelespectáculoqueestoydando,meenjuagolaslágrimascon
eldorsodelamanoeintentometerlallaveenlacerraduradenuevo.
—Dame—medicelaancianayaamiladomostrándomesumano
paraqueledejelallave.
Dudounossegundosmientraslamiroconfundidohastaquetrago
saliva,dejolallaveensupalmaymeechoaunladoparadejarlahacer.
—Toma—medicedevolviéndomelacuandoabrelapuerta.
Entro y la observo desde dentro sin saber qué decir. Agacho la
mirada y me rasco la cabeza sin fuerzas siquiera para disimular mi
tristeza.
—Gracias—susurrosinmirarla.
—Denada.Haydíasdeesosenlosqueparecequetodotesalemal,
¿verdad?—contestaellaconunasonrisabonachonaenlacara.
—Sí…
—Martha, deja al chico ya en paz —oigo decir al hombre desde
fuera.
—Entra en casa, Jerry. Ahora voy —Y cuando vuelve a mirarme
añade—.Tienesunpocodesangreenelpómulo.
Debodehabérmelohechocuandomehegolpeadocontraelcapó
del taxi. Cojo un trozo de papel de la cocina y lo pongo donde ella me
señala. Pasados unos segundos, lo compruebo y veo que se ha teñido de
rojoconrapidez,asíquearrancootrotrozoyloaprietocontralaherida
denuevo.
—Noquisierametermedondenomellaman,peroantesteheoído
insinuaralgosobreunachicaycreoadivinarqueellaeselmotivodeque
estésasí.¿Aceptasunconsejo?
Levanto la cabeza y aprieto los labios formando una fina línea
hastaquepasadosunossegundosasientoincapazdehablar.
—En los temas del corazón, no des nunca las cosas por sentado.
Por amor se cometen tantas locuras, que a veces lo que nos parece más
inverosímil,sehacerealidad.¿Porquécreesqueesachicanoesparati?
¿Telohadichoella?—Esperaunarespuestapormiparte,peroestoytan
abrumado que solo soy capaz de negar con la cabeza levemente—. Pues
entoncesnoterindas,luchaporella.
Semeescapalarisaalrecordarqueesasmismaspalabrasyalashe
oído antes. Tiro el manojo de llaves y me froto la cabeza con ambas
manosmientrascaminohacialapuertaparacerrarla.
—No tengo nada que ofrecerle —digo al final apoyado en la
maderacuandoveoquelamujersedirigeasucasa—.Yellasemerecea
alguienmejor.
—Deja que ella decida eso —me contesta entrando en su
apartamento.
Cuandolapierdodevistaycierromipuerta,voyalacocinaysaco
unacervezadelanevera.Medirijoamirincónoscuroeneldormitorioy
mesientoenelsuelo,apoyandolaespaldacontralapared.Pasadosunos
minutos en los que intento no pensar en nada y concentrarme en la
cerveza, mi teléfono vibra en el bolsillo del pantalón. Cuando lo saco y
veoenlapantallaelnombredeTony,cuelgodirectamente.Insistevarias
vecesmásconidénticoresultado,hastaquealacuartallamada,apagoel
teléfono.
LaimagendeKatellorandodespuésdeescucharloquehecontado
esta tarde sigue golpeándome la mente y ya ni siquiera hace falta que
cierre los ojos para verla. Esas lágrimas son el resultado de haber
conocidoalmonstruo,elquemedominaavecesydelquesoyincapazde
desprenderme.
—¿Nathan? —me llama Tony desde alguna parte de mi
apartamento.
¿Enserio?Voyatenerqueplantearmeseriamentecambiaresaputa
puerta.
—Nathan, soy yo —dice acercándose suponiendo correctamente
queestoyagazapadoenelmismositiodondemeencontrólaotravez.
—Joder. Después dices que Stelle me odia y te tira indirectas
acercadetuimplicaciónenciertosasuntos…Teloganasapulsomacho
—digosinmolestarmeenlevantarlacabezacuandonotosupresenciaen
eldormitorio.
—Aquítedejo—dice—.Simenecesitas,llámame.
¿Dequéhabla?Levantolavistaymequedopetrificadoalverque
Tony abraza a Kate y se da media vuelta dejándonos solos en el oscuro
dormitorio. Ella se queda de pie frente a mí mientras yo soy incapaz de
aguantarlelamirada,avergonzadoportodoloquehaaveriguadodemí,
confusoporsuvisitayasustadoacercadelmotivodelamisma.
Laobservomientrasmiraalrededorconelbolsoenlamanohasta
quefinalmentedecidedejarloencimadelacama.Entonces,atientas,busca
elinterruptordelaluzycuandolaenciendemeveoobligadoaparpadear
varias veces para acostumbrar a mis ojos a la claridad. Mira de nuevo
alrededor, sorprendida supongo al descubrir que está bastante más
ordenadodeloqueellapensaba.Juegoconventajayaquenuncameestiro
en la cama y solo entro para coger ropa del armario y sentarme en mi
rincónoscuro.
Ellaseagachadelantedemíyarrugalafrentehaciendounamueca
almirarmealacara.
—¿Quétehapasadoenelpómulo?
Durante una fracción de segundo nuestros ojos se encuentran.
Aparto enseguida la mirada al recordarla tan frágil, llorando por mi
culpa.
—Nathan.
—Noesnada.
—Puesestássangrando.¿Tienesaguaoxigenada,yodooalgopor
elestilo?—preguntaponiéndoseenpiedandovueltasparaqueleindique
haciadondetienequedirigirse.
Me levanto para acompañarla al baño, donde creo recordar que
tengoalgodeesoenunodeloscajonesdelmueble.
—Creoqueporaquíhayalgo…—digorebuscando—.Sí,aquí.
—Siéntate—mediceseñalándomelatazadelváter.
Laobservodeespaldasamí,comprobandoalgunosbotes,sacando
unas tijeras y cogiendo un trozo de gasa. Cuando se gira hacia mí, debe
verelpánicoreflejadoenmicara,porquesonríeymedice:
—Venga, no me creo que el Coronel Anderson tenga miedo a un
pocodeescozordeyodo…
Aprieto la mandíbula y me remuevo incómodo cuando ella se
acercamuchoamí,colocándoseenelhuecoquequedaentremispiernas.
—Tranquilo —me dice en un tono de voz suave y dulce—.
Intentarénotocarte,¿vale?¿Confíasenmí?
Asientolentamentetragandosaliva.Colocomismanosencimade
mis rodillas e intento disimular mi respiración forzada. Miro al suelo
intentandofijarmeenunpuntodelosazulejosdelsueloparanoperderel
control.
—Mírameparaqueteveabienlaherida—dicederepenteechando
altrastemisplanes.
Ella está concentrada poniendo yodo en la gasa así que de
momentonovelacaradeboboquepongoalmirarla.Metienehechizado
ynosoloporsubelleza,queesinnegable,sinoporsuvalentíaysugran
corazón.¿Quéhaceaquícuidandodemí?¿Porquénomeponelascosas
fácilesymedejasolo?
Cuando se gira, me mira a los ojos y me sonríe con ternura.
Acercalagasaamimejillaydudaunossegundosaldarsecuentaqueibaa
apoyarlaotramanoenmihombro.
—Nomemiresconesacara,quenoesparatanto.Soloesuncorte
pequeño.Siquieressoploparaquenotepique—dicequitandohierroala
situación.
Alescucharsuspalabrassonríoysueltounabocanadadeaireque
manteníaatrapadaenmispulmones.Micuerposerelajaalinstante,justo
enelmomentoenquelagasatocamipiel.Ellamantienelavistafijaenla
herida, concentrada en su tarea, así que puedo observarla con
detenimiento.Acercasucaraalamíaysoplacariñosamenteenmimejilla.
Todosucedeacámaralenta.Sucaraagachándoseamialtura,suslabios
apretados dejando pasar el aire a través de un pequeño orificio y su
posteriorsonrisaalgirarsucaraamirarme.
—Listo.¿Aquenotehapicadonada?
Contesto negando con la cabeza, aún en estado de shock por su
cercaníamientrasellaguardatododenuevoenelcajónysaleconlagasa
enlamanoparatirarlaenlapapelera.Salgotrasellaymequedoparado
enlapuertadelacocina,fascinadoalverlamoversecontantasolturapor
miapartamento.
—Ven —dice pasando por mi lado con un vaso de agua en la
mano,dirigiéndoseamidormitoriodenuevo.
Cuandoentramos,dejaelvasoenlamesitaysacaunaspastillasdel
bolsillodelpantalón.Arrugolafrentemirandosusmovimientos.Parezco
un extraño en mi propia casa, descolocado por su presencia, intentando
comprenderelmotivodesuvisita,peroalavezsinquererhacerodecir
nadaquelahagamarcharse.
—¿Qué…?—Dejolafraseamedias.
Quieropreguntarlequéhaceenmicasa,peronoquieroquepiense
quememolestasupresencia.
—Necesitas dormir un poco Nathan. Tony me ha dado esas
pastillasqueteayudaránarelajarte.Mehadichoquenosonfuertes,note
preocupes.
—No…Nopuedo…—digosentándomeenlacama.
—Yomevoyaquedarcontigo—sesientaamilado,mirándome
mientrasladealacabeza—.Simedejas…
Lamiroconlabocaabiertaduranteunossegundos,hastaqueme
veoobligadoaapartarlamirada,totalmenteabrumado.
—Pero…
—¿Pero?—insistealverquemequedocallado.
—No puedo volver a… tener una pesadilla delante de ti… No
quierovolverapasarporelloyporsupuestoquenovoyapermitirquetú
lovivasotravez.
—¿Sabes una cosa? —dice, acercándose a mí simulando que me
cuenta un secreto—. Antes en la consulta he sido capaz de domar a ese
monstruo tuyo. No te dejaba despertarte de la hipnosis, le hablé y me
escuchó.Asíquetranquilo,porquecreoquetumonstruometienemiedo,
oalomejoresqueconfíaenmí…
Me guiña un ojo y se levanta para dejar el bolso en una silla,
sacandodesuinteriorunlibroyunIpodconauriculares.
—Vengopreparada—diceenseñándomeambascosas—.YRosese
queda con Cody toda la noche, aunque tendré que irme temprano para
llevarlealcolegio.
Cogelapastillayelvasoymelostiende,mientrasyo,aúnsentado
enlacama,alzolacabezaparamirarla.
—Quédateconmigo…
—¿Qué?—diceellaconfundidasonrojándosealinstante.
—Escuché esas palabras en mi cabeza. Pensé que lo había
soñado…¿Erastú?
—Sí.
Sindudarloentonces,cojoelvasoytrasmetermelapastillaenla
boca,doyuntragolargohastadejarlovacío.
—¿Puedo utilizar el baño? Tengo que quitarme las lentillas,
ponermelasgafasyeso…
—Claro,claro.
—Ytúdeberíasponertealgocómodoparadormirantesdequelas
pastillastehaganefectoytecaigasredondoenelsuelo,porquesitepasa,
ahítequedasporquenopodrécontigo.
—Vale.
La veo perderse por el pasillo mientras me dirijo al armario.
Distraído,sinpodermecreerloqueestápasando,cojounacamisetayun
pantalón cualquiera. Pensé que escucharla diciéndome que me fuera con
ellahabíaformadoproductodelahipnosisyahoraséquenoesasí,que
ella realmente me dijo eso. ¿Me lo diría para ayudarme a despertar o
porquerealmentequiereestarconmigo?Medescubrosonriendocomoun
bobosolodepensarlo.Meencantatenerlaaquíyahoramearrepientode
habermetomadoesapastillaporqueseríacapazdemantenermedespierto
toda la noche mirándola. ¿Debería acercarle algo cómodo para dormir?
Sin pensarlo demasiado, agarro una camiseta y me dirijo hasta la puerta
delbaño,queestácerrada.Antesdellamar,tragosalivaycierrolosojos.
Sueltounabocanadadeaireparacalmarme,peroantesdevolveraabrir
losojos,lapuertaseabredegolpeyKatemepillaconlosojoscerrados,
respirando profundamente, con una camiseta en una mano y la otra a
puntodeestamparlelosnudillosenlafrente.
—Esto…toma—digotendiéndolelacamiseta—.Hepensadoquea
lomejorquerríasponertealgocómodo.Tevendráenorme…Pantalones
detutallanotengo…
—Gracias—mediceconunasonrisaenloslabiosmientrasvuelve
aencerrarseenelbañoconmicamisetaenlamano.
Vuelvo al dormitorio y tras desvestirme, me pongo el pantalón y
cuando me voy a poner la camiseta, me quedo mirando mi reflejo en el
cristal de la ventana. Siempre me pasa, no lo puedo evitar, aunque haya
visto estas cicatrices cientos de veces. Un carraspeo me saca de mi
ensoñaciónymegirorápidamenteponiéndomelacamiseta.Ladescubro
con la boca abierta, supongo que sorprendida por haberme visto la
espaldallenademarcas.
—Tequedaenorme—digoparallenarelsilencioincómodoquese
hacreado.
Sonríoparadisimular,porqueenrealidadloquequierodecirlees
queestápreciosa.Laprendalecubrehastamediomuslo,dejándomeverel
resto de sus piernas. Se ha recogido en pelo en una coleta y lleva unas
gafasdepastanegrasqueledanunaireintelectualquemeencanta.
—Nomeacostumbroaircongafas.Nomegusta—dicebajando
lavistaalsuelo—.Nomemiresmucho.
Ya,comosiesofueraposible…
—Puestequedanmuybien.Tedanunairedelistilla—digoriendo.
—Muy gracioso, Coronel Anderson… —dice—. ¿En qué lado
duermes?
Lamiroalzandolascejasmientrasencojoloshombros.
—Nuncahedormidoenestacamaasíquenotengositioasignado.
—¿Nunca?
—No.Llevopocomásdeunañoviviendoaquíyparaunamierda
dehoraalosumoquecierrolosojoscadanoche,prefierohacerloenel
sofáconlateledefondo.
—Vale,puesentonceselijoyo—dicedejandoellibroencimadela
almohadaenelladoizquierdodelacama—.Mepidoalladodelaventana.
Observo cómo se sienta en la cama, encima de las sábanas,
encogiendo las piernas como un indio y apoyando la espalda contra la
almohada,quehacolocadopegadaalapared.Memiramientrasdestapo
lassábanasymeestirodentro,bocaarriba,poniendolosbrazosdetrásde
lanuca.
—¿Enquépiensas?—mepreguntatrasunossegundoscallados.
Megirohaciaellaapoyandolacabezaenlamano.
—¿EresunaenviadadelDr.Monroeparacontinuarconmiterapia
enplanintensivo?
—Me has pillado —dice achinando los ojos y arrugando la cara
haciendounamuecadivertida.
—Vale,¿quéquieressaber?—digosegundosdespués.
—¿Siemprehasqueridosermilitar?
—Noconocíaotracosa.Notuveopción.MipadrefueMarine,mi
abuelofueMarine,mibisabuelotambiénlofue…Cuandoteníalaedadde
Cody,yojugabaconpistolas,escopetasyhacíacircuitosderesistencia.
—Venga ya… —dice estirándose de cara a mí, quedándose en la
mismaposturaqueyo.
—Notemiento—digosonriendomuyamipesar—.Supongoque
siempre quise ser militar porque no probé otras cosas, ni me llegué a
plantearquemellegaraagustarotracosa.Queríaquemipadreestuviera
orgullosodemí.
—Yloestará.
—Lodudo.
—Nathan,estupadre…
—Noconocesamipadre,Kate.
Niegoconlacabezamientrasempiezoanotarcomolospárpados
mepesan.Bostezomientrasmerascolosojosdecansancio.
—LasdrogasdeDocestánsurtiendoefectoparece…
—Bieeeeeeen,adormiiiiiiiiir—diceenvozbajaamododeburla.
—Kate…simepongoviolento…salcorriendo,¿vale?
—Esonovaapasar…
—Kate—digomásserio.
—Vale,loprometo.
Se vuelve a sentar en la cama apoyando la espalda en la pared.
TocavariosbotonesdesuIpod,seponelosauricularesyabreellibropor
lapáginamarcada.Antesdeconcentrarseenlalectura,memiraysonríe.
Ledevuelvoelgestoycierrolosojos.Aunquetengosuimagengrabadaa
fuegoenmimente,nopuedoperderlaoportunidaddeseguirviéndolaen
directo,asíquealpocorato,intentandoqueellanosedécuenta,vuelvoa
abrir los ojos. La observo durante largo rato, sin cansarme de ella. Me
encantaverlatanrelajadasentadaenmicama,comosifueraalgohabitual.
Ella tiene ese poder, no le cuesta nada hacer las cosas, nada nuevo la
asusta.Memorizocadacentímetrodesupielylamirocuandocambiade
postura, o cuando se muerde el labio, o cuando apoya la cabeza en la
palmadesumano.
Derepentelaveomoverlaboca,cantandoensilenciolacanción
que debe sonar por sus auriculares. Se mece de un lado a otro como si
estuviera bailando mientras cierra los ojos dejándose invadir por la
música.Eslaimagenmásbonitaquehevistoenmividaydoygraciaspor
estar tapado con la sábana, porque mi entrepierna está totalmente de
acuerdo conmigo. Me remuevo incómodo intentando que ella no se de
cuentadenada.
—¿Aún estás despierto? —me dice de repente quitándose uno de
losauriculares.
—Sí… —rehúyo su mirada disimulando, como si estuviera
haciendo algo malo, hasta que me intento tranquilizar y le hablo con
naturalidad—.¿Quéescuchas?
—HoymehadadoporChristinaAguilera.¿Laconoces?
—Algomesuena.
—A mí me encanta porque tiene canciones movidas para cuando
meapetecebailarydespuéssacaesechorrodevozconalgunasbaladasde
esasdelloraramocotendido.
—Ahora estabas con una de esas lentas, ¿no? Parecía que lo
estuvieras dando todo encima de un escenario… —digo haciéndole una
mueca.
—¿Me estabas espiando? —me mira divertida—. ¿Quieres
escucharalgunacanción?
Lamiroconlosojosmuyabiertos.
—Nosésiserámuybuenaidea…
—Lenta, nada de sonidos estridentes. En la mayor parte de la
canciónsoloseoyeunpianoysuvoz.Confíaenmí.
SonríoamododerespuestapensandoquecuandoTonyseentere
deesto,levaaregalarsutítulodepsicología.Ellaseestiradecaraamíy
seacercaunpocoparaqueelcabledelauricularlleguebien.Meloday
esperaaquemeloponga.
—¿Listo?—dicemirándomeconunasonrisaenlacara—.Esuna
canción preciosa y te advierto que a veces me emociono cuando la
escucho.
—Vale,asíporunavezteveréllorarsinseryoelcausante.
—Noseastonto…—dicemientrastoqueteaelIpod.
El cable de los auriculares nos hace estar separados por unos
treinta centímetros escasos, así que cualquier movimiento de su cuerpo
puedellegararozarmeyesomeponebastantenervioso,aunqueporotra
partenoquieroalejarmeniuncentímetro.
EntoncesellalevantalavistadelIpodyclavasusojosenlosmíos.
Unpianoempiezaasonarenmioreja,yaunquealprincipiomicuerpose
tensa como lo hace ante cualquier estímulo, poco a poco noto como me
relajodejándomeenvolverporlamúsica.
Trago saliva y entonces me doy cuenta del nudo que se me ha
formado en la garganta. Además, noto como mis ojos me escuecen y
decido evitar levantar la cabeza para que no me vea afectado por la
canción. La oigo tararear levemente y entonces decido arriesgarme a
mirarla.
La está cantando como antes, con los ojos cerrados, con la
diferenciadequeahoralatengoaescasoscentímetrosdedistancia.
Joder, no puedo dejar de mirarla. Paseando mis ojos con rapidez
porcadacentímetrodepieldesucara,comosialtenerlosojoscerrados
medieravíalibreparaobservarlasinreparo.Medetengoensuslabiosy
sin pensarlo, como si siguiera estando hipnotizado, dirijo mi mano para
rozarlosconmisdedos.
Ellaabreentonceslosojosylaslágrimascorrenporsusmejillas.
Abro mucho los ojos al verme sorprendido con intenciones de tocarla,
pero a ella parece darle igual y sin dejar de mirarme a los ojos, sigue
tarareandolacanción.
Mi mano sigue a media distancia entre los dos, suspendida en el
aire,decidiendoquéhacer,sopesandosiservaliente,atreverseatocarlay
aceptarcualquierreacciónquemicabezadecidateneroseguirsiendoun
cobardeydedicarleunasonrisabobaamododeconsuelo.
—Me equivocaba —digo tragando saliva—. No me gusta verte
llorarnunca.Inclusosituslágrimasnolasprovocoyo.
Acerco mi mano a su mejilla y en cuanto toco su piel, cierro los
ojos apretándolos con fuerza, temeroso de mi reacción. Pasados unos
segundos,notosusmanostocándome.Conunameagarralamuñecapara
que no la aparte de su mejilla mientras la otra la posa encima de mano,
acariciándome. Abro los ojos lentamente y nos quedamos estancados el
unoenelotro.
Yonopuedoavanzarmás,aunquequieraylodeseecontodasmis
fuerzas,peroalgodentrodemímehacesaberqueporhoyessuficiente.Y
como siempre, facilitándome las cosas como si pudiera leerme el
pensamiento,ellasedacuentadeello.Muevelacaraybesalapalmademi
mano.Migarganta,sinyoproponérmelo,sueltaunjadeoyelestómagose
meencoge.
—Dime que no te cansarás de esperarme… —susurro cerrando
pocoapocolosojosrindiéndomeagotado—.Temerecesqueteabraceny
tebesentodoslosdíasyprometoqueundíaloharé.Loprometo.Yme
esforzaréparaquesealoantesposible.¿Vale?
Aprietamimanoyvuelveabesarlamientrassonríeasintiendo.
—Claroqueteesperaré.Estásprogresandorápidoytengomucha
paciencia.
—Voy a tener que despedir a Tony —digo sonriendo ya con los
ojoscerrados—.Nomesueltes,¿vale?
—Vale.Duermetranquilo.
—Mehagustadoesacanción…
—Mañanatepongootra.Duerme.
—Sitengounapesadilla…
—Nathan…Duerme…
Cuandoabrodenuevolosojos,laclaridadqueentraporlaventana
mesorprende.Nopuedeser…¿Cuántohedormido?Buscoelmóvilpara
mirar la hora y me quedo helado al comprobar que son las nueve de la
mañana.Miroalladoypongolamanoencimadelassábanas.Estánfrías.
Dijo que tenía que llevar a Cody al colegio, así que debe haberse
marchado ya. Entonces me doy cuenta del sobrecito que parpadea en la
pantallademiteléfono.
“Pesadillasnocturnas,3.Todobajocontrol.Miamigoelmonstruo
sehaportadomuybienymehahechocasoalaprimeraenlostrescasos.
VoyallevaraCodyalcolegio.Tehegrabadolacanciónenelmóvilyte
regaloloscascos.Luegotepasoalgunacanciónmás”
Miro a la mesita de noche y veo allí los cascos. Busco en el
teléfono y cuando encuentro la canción, le doy al play y enseguida ese
pianovuelveasonar.Comounadolescente,conunasonrisaenormeenla
cara,medejocaerhaciaatrásenlacama.
CAPÍTULO18
Jack
—Mysobirayemsyapriyekhat’,ser.
—Spasibo—contestodistraído.
Llevotodoeltrayectomirandoporlaventana,sinprestaratención
a nada en concreto. Sin preocuparme por el encuentro que voy a tener
ahoraconYuriOrovichparaescucharsusexcusasacercadelretrasoenla
entregadelamercancía.Séquelareuniónacabarámal,séquenomevoy
a creer sus excusas, y sé que tendré que amenazar o incluso cargarme a
algunodesushombresparaquenostomenenserio.
Necesitamosqueestaentregaserealice,todos.Losrusosporquees
la mayor operación de todos los tiempos, la que nos dará más dinero y
prestigio si sale bien. Los americanos porque si los pillamos con las
manos en la masa, si los cogemos a todos como tenemos planeado,
acabaremos con la mayor red de contrabando de armas de la historia. Y
yo…porqueentoncesseacabó,lodejo,parasiempre…
Me va la vida en esta operación, así que debería prepararme
mentalmente, concentrarme en todos los detalles. Pero en lo único en lo
quepuedopensaresenella.Llevodiezdíasaquí,enlafronteradeRusia
con Kazakstán. Diez interminables días sin saber nada de ella. No
respondióelmensajequeleenviéantesdeirme.Esperévariosdíasmásy
volvíainsistir,ytampocomerespondió.Anochelallaméperonomelo
cogióyestamañanaheinsistidoymehacolgado.
—Ser,myprishli.
Puede que no recibiera mi mensaje… O no lo haya leído… Le
confesé que quiero pasar el resto de mi vida con ella… Esas palabras
deberíanhaberservidoparacalmarunpocosuenfado,¿no?
—Ser…
Aprieto suavemente mi puño contra los labios mientras sopeso
todas las posibilidades. Ella dijo que tiene muy claras sus prioridades…
Yotambién.Miprioridadesellayporeso,porella,paraprotegerla,no
puedodarlemásdeloqueledoy…demomento.
—Ser—Unodemishombresllamamiatenciónyentoncesmedoy
cuentaqueelcochesehadetenido—.Myprishli,ser.
—Da.Da.
Hemosllegado.Medejansoloenelcochemientrasseacercanami
puerta para abrirla, momento que aprovecho para soltar aire con fuerza
porlaboca.Diosmío,eslaprimeravezdespuésdetantosañosencubierto
quevoyaenfrentarmeaalgotanimportantesinhabermepreparadonada
denada.Noséquédiréynosécomoactuarésegúnlasituaciónqueme
encuentre.Estoyjodido…
Vuelvo a soltar aire por la boca cuando se abre la puerta. Hola,
Igor.Adiós,Jack…Adiós,Maddie…
—Dobryyden’,ser—Mesaludaenseguidaunodeloshombresde
Orovich. Creo que es uno de los hombres de confianza de Orovich,
inclusomeparecerecordarqueessuyerno…
Yo sigo caminando hacia el interior del almacén, sin prestarle
siquieraatención,peromesiguevisiblementepreocupadoynervioso.
—Gospod’Orovichpriytichut’pozzhe—mediceasustado.
¿Que Orovich va a llegar tarde a nuestra reunión? Me freno en
seco. Esto es una falta de respeto hacia nosotros increíble, la gota que
colma el vaso. En casi las dos semanas que llevo aquí, he podido
averiguar que han estado intentando vender nuestras armas, las que
nosotrosyahabíamospagado,aalguiendelotroladodelafrontera.Por
esonosdabanlargasylaentregaseretrasabamásdelohabitual.Cuando
decidimos hacernos visibles y que vieran que habíamos venido
personalmente, desmintieron todo, y enseguida organizaron esta reunión
para que yo mismo comprobara el producto. Kolya está informado de
todo y he sido yo el que ha ido calmando sus ánimos, para no echar al
traste con la operación. Pero si se entera de este nuevo desplante, me
obligará a matar a Orovich y lo necesito vivo tanto como a Kolya. Si
ademásaveriguaqueyonohicenadaalrespecto,elquemoriréseréyo,
asíquehallegadoelmomentoderemediarloydemostrarlesqueconlos
Kozlovnosejuega.
Empiezo a caminar hacia él, obligándole a retroceder mientras
levanta las manos como si quisiera protegerse de mí. Decenas de
pensamientosirrumpenenmicabeza.Frasescomo:seguroquetienehijos
o él no tiene la culpa de que su suegro sea un completo gilipollas
irresponsable.
Cuando su espalda choca contra la pared del almacén, con un
movimiento rápido saco mi pistola que llevaba a la espalda y le apunto
entrecejayceja.Mishombresapuntanasuvezalosotrosdosquehabía
porelpatio.Lemiroapretandolamandíbulamientrasnotocomomisojos
se humedecen. Él lo nota y una sombra de sorpresa cruza por su cara.
Seguro que nunca se había imaginado que la mano derecha de Kolya
Kozlov tenía sentimientos, seguro que la fama que me precede me
convertíaenunaputamáquinademataraojosdelosdemás.
—Yuriyskazat’yemu,chtoyakhochuvidet’yego,teper ’!—Grito
quequieroverasujefe.
Trasdecirestaspalabras,cerrandolosojossinquelosdemásme
vean,aprietoelgatillo.Lasangremesalpicaalinstanteyelcuerpocaea
plomo al suelo. Miro de reojo a los otros dos hombres, que se miran
asustados. Uno de ellos deja el rifle en el suelo y alza las manos
indicándonos que solo quiere sacar algo del bolsillo. Antes de darle
permiso,meacercoaélymetolamanoenelhuecodesuchaquetaysaco
suteléfono.Comprueboquenotenganadasospechosoyselodevuelvo.
—Pozvonitesvoyemubossu—Lepidoquellameasujefeynole
pierdoojomientraslohaceconvoztemblorosa.
—Pribyvayet v pyat’ minut —me contesta que viene en cinco
minutos.
—Davayteboltat’sya.
Esaspalabrasaterranalosdoshombres.Vamosapasarelrato,les
digo y ellos ya se imaginan que nos vamos a divertir a su costa. Miro
alrededor.LamentedeIgorvaamilporhora,buscandoalgúnaccesorio
que nos pueda servir. Agarro una silla y la arrastro hasta uno de los
hombres.
—Sidet’!
Viktorobligaaesehombreasentarseenlasillayleatalasmanos
y los pies a ella mientras yo le observo impasible. Cuando acaban, se
apartanymedejandelantedeél,quemeobservaaterrado,aligualquesu
compañerosabiendoqueluegollegarásuturno.
—Pozhaluysta Igor ’, pozhaluysta —Me suplica con lágrimas en
losojosylamandíbuladesencajada.
—Pozhaluysta,chto?—lecontesto.
—Neubivaymenya—mesuplicaquenolemate.
—Net.Yaneub’yu—ledigoquenolevoyamatarymeagacho
delantesuyohastaquemicaraquedaalaalturadelasuya—.Otkryvayet
rot.
—Chto?—seremuevenerviosoenlasilla.
—Otkryvayetrot!—lerepitoqueabralaboca.
Encuantomeobedece,pasadosunossegundos,cojounagranada
demanoylaencajoentresusdientessintirardelaanilla.
—Yeslitykhoroshiy,udalit’yegoizvashegorta.
Susojosmemiranaterrados.Estásudandoytienelabocallenade
saliva.Lehedichoquesiseportabien,cuandomevayalequitaréesode
la boca. Le pregunto si me ha entendido y él asiente con fuerza con la
cabeza,sinperderdevistaalagranadaquetieneenlaboca.Ledigoquesi
se le ocurre tirarla, le meto un tiro entre ceja y ceja como hice con su
compañeroqueyaceenelsuelo.
Entonces me giro hacia donde mis hombres retienen al otro
individuo. Al instante, su cuerpo entero se tensa y hace un ademán de
retroceder,peroelcuerpodeViktorseloimpide.
—Ovas?
Niegaconlacabezasinpararmientraslevantalasmanos.Cuando
estoy a escasos centímetros suyos, se deja caer de rodillas y llorando
comounniñomesuplicaquenolehagadaño.
—Igor.
LavozdeYuriresuenaportodoelalmacén.Mirahacialapuertay
le veo rodeado por dos de mis hombres, que permanecían
estratégicamentesituadosenelexterior.Élobservaasushombresycreo
que se sorprende al ver que aún queda uno vivo. Es lo que tiene criar
fama,queluegoteprecedeylagenteesperacosasdeticonstantemente.
—Vynamchest’svoimvizitom—medicequeestánmuyhonrados
conmivisita.
—Gdeoruzhiye?—Noestoyparahalagos,quierosaberyamismo
dondeestánlasarmas,comprobarquetodoestábienylargarmeparacasa.
—No ne bylo nikakoy neobkhodimosti —me dice que no hacía
faltaqueviniera.
—Gde oruzhiye?! —repito gritando y esta vez apuntando mi
pistolaasufrente.
Estoy tan desesperado que sería capaz de dispararle y echar al
trastecontodo.Quieroacabarcontodocuantoantesyvolveracasapara
intentar arreglar las cosas con Maddie. Necesito abrazarla, acariciar su
piel,besarla,inspirarsuolor…Ysiparaellotengoquecargarmeatodo
elquesemueva,loharé.
YcreoqueYurihacaptadoesadeterminaciónenmisojosporque
enseguida nos pide que le acompañemos mientras llama por teléfono a
algunodesushombresylesdainstruccionesdequetenganlamercancíaa
puntoparaserrevisada.
Media hora después, tengo delante el cargamento entero. He
ordenado abrir todas las cajas y comprobar cada arma, una por una. Yo
personalmentemeacercoaunadelascajas,cojounodeloskalashnikov,
lequitoelcargador,lovuelvoacolocaryapuntoenlafrentedeYuri,que
alsegundosetapaconlasmanosenunactoreflejo.
—¡Bum! —digo con cara seria para asustarle mientras él intenta
relajarsepormibroma,queseguronolehahechonipizcadegracia.
Trasreírsedemalaganaseacercaamilado.
—Vsevporyadke?—mepregunta.
—Da —contesto con sequedad guardando el rifle en la caja
mientrasconunchasquidodededosdoyunaseñalaunodemishombres
—.Onbudetsoprovozhdat’gruzovikavsyudorogu.
Yuri me mira con cara de sorpresa al informarle de que ese
hombreibaaacompañaralconvoyhastalaentregafinalanuestrocliente.
Pensabaqueíbamosafiarnosdeellosdespuésdetodalapantomimaque
hanmontado.
—Ty mne ne doveryayesh’? —me pregunta si no me fío de él…
Nomehagasreír…
—Yanedoveryayusebeili—Yesaeslaverdad…Noconfíonien
mímismo.
El teléfono empieza a sonar en mi bolsillo. Debe ser Kolya para
sabercómovatodo,asíquelosacoymequedoheladoalverelnúmero
en la pantalla. Un número que no he grabado en la agenda pero que he
conseguidoaprendermedememoria.ElnúmerodeMaddie.
Me pongo nervioso al instante. ¿Me arriesgo a cogerlo y que me
oiganhablareninglésymeoiganpronunciarsunombre?¿Noselocojo
ypierdoquizálaúnicaoportunidadparaarreglarlascosas?
—Proshchat’ —me excuso rápidamente tomando una decisión en
décimasdesegundo.
Antesdedescolgar,mealejoatodaprisadeposiblesojosyoídos
curiosos.Antesdesalirdelalmacén,caminoapasoligeroaunqueguardo
las formas. Una vez fuera, empiezo a correr como un desesperado para
seguir alejándome lo suficiente rezando para que ella no se canse de
esperarycuelgue.
—¡Maddie!
—Jack,¿estásbien?
—Sí…
—Pareces…¿hascorridoparacogerlallamada?
—Sí—ríonervioso—.Teníaelteléfonolejos…
Me apoyo en el tronco de un árbol y me dejo resbalar hasta
sentarmeenelsuelo.Suvozmetranquilizaymedevuelveamirealidad,
unarealidaddesemiverdadesymentiras,unarealidadquedistamuchode
serreal,peroqueeslomejorquemehapasadoenmuchotiempo.
—Estaba preocupado —le confieso al cabo de unos segundos—.
Nohasrespondidoamismensajesniamisllamadas…
—Estabapensando.
—Loqueteescribílaotranoche…Lodigomuyenserio…
—Enesoprecisamenteheestadopensando.
—Y…—Dios…¿cómopuedosentirmetaninseguroconella?—.
¿Quéhaspensado?
—¿Cuándovuelves?
—Esperoquepronto.Dos,tresdías,máximo.
—Hablamosentoncescuandovuelvas,¿vale?
—Maddie…
—¿Qué?
—Notevayas…Háblameporfavor…Necesitoescuchartuvoz.
—¿Enserioestásbien?¿Hassolucionadoelproblema?
—Sí,estácasisolucionado.Soloestoymuycansadoytengoganas
devolveracasa…contigo.
La oigo sonreír al otro lado del teléfono y se me contagia al
instante.Sonríocomountontoylevantolacabezamirandoalcielo,enel
queempiezanaaparecercientosdeestrellasporqueestáoscureciendo.
—¿Hacefrío?¿Vasabrigado?
—¡Jajaja!
—¿Dequéteríes?
—Denada…No,nohacedemasiadofrío.
Entre tanto rifle, granada, sangre y disparos, que alguien se
preocupe por si voy bien abrigado, no deja de sorprenderme y sacarme
unasonrisa.Ellaesdemasiadodulce,noencajaenestemundodemierda
enelquevivo,asíquetengoquesaliryadeél.Esensumundoenelque
quierovivir,enelqueJackdebevivir.
—TeechodemenosMaddie…—ledigotragandosaliva.
—Yyo—Ycuandolodicenopuedoevitargolpearmirodillacon
elpuñoporlaemoción.
—Bien—digoconunasonrisaenlacara.
—Noteemocionestantoqueaúnsigopensando.
—Peromehasdevueltolallamada.
—Esoescierto—sucumbealcabodeunossegundos.
—Prometo que te voy a dar más… Te lo prometo Maddie. ¿Me
crees?
—Quierohacerlo.
—Cuandovuelvanosvamosaescaparjuntos.
—Ya—diceriendo.
—Habloenserio.
—Sabesquenopuedoirme.Latiendanofuncionasola.
—Perosiséquetienesalraritoparaayudarte.
—¿Rarito?—sueltaunacarcajada—.¡Cuandoselodigateodiará
todalavida!Conloqueélteapoya…Estolevaacaercomounalosa.
—¿Meapoya?
—Si te estoy devolviendo la llamada es por su insistencia. De
hecho,sigueteniendolamínimaesperanzaenqueteaparezcaelramalazo
gayparapodertetirarlacaña.
—Siento desanimarle pero dile que me van más las pelirrojas
pecosasdeojosverdes.
—Odiomispecas.
—Meencantantuspecas.
Nos quedamos en silencio durante varios segundos, intentando
evitarelfinaldelaconversación.Noquierodejardeescucharla,aunque
séqueenbrevemiausenciaempezaráaparecerextraña,asíquemuyami
pesar,medespidodeella.
—Maddie,tengoquecolgar…
—Vale.Teesperaré.
—Gracias…
—Hastadentrodeunosdías.
—Hastaluego…
Atréveteimbécil.Suéltaselo.
—¡Maddie! —intento llamar su atención pero es demasiado tarde
porqueyahacolgado.
Oigoelsonidodelalíneatelefónicaduranteunossegundosantes
de colgar. No me ha dado tiempo a confesárselo. Son unas palabras que
llevan rondándome por la cabeza desde que llegué aquí y empecé a
preguntarme por qué la echaba tanto de menos y a asombrarme por la
cantidad de horas que pasaba pensando en ella. Me bailan en la mente
desdequeaverigüélarespuesta:porquelaquiero.
Cuandovuelvoalalmacén,elcamiónestálistoparasalir.Doylas
últimasinstruccionesamihombreycuandolosveopartirnopuedoevitar
sentirmealgomáseufóricoaún.Empiezoaverlaluzalfinaldeltúnel.
—Vy nakhodites’ v luchshem nastroyenii —Viktor nota mi sutil
cambiodehumorymelohacesaber.
—Da. Ya s neterpeniyem zhdu chto vse rabotayet —Y es cierto,
tengomuchasganasdequetodoacabe.
Dos días después, mientras sobrevolamos el Atlántico, recibo un
mensajedeKolyaparaquemereúnaconélnadamásaterrizar.Aunquees
delomásnormalquequieraquesuhombredeconfianzaleexpliquede
caboarabotodoelviaje,nopuedoevitarsentirmealgodesanimadopor
tenerqueretrasarmiencuentroconMaddie.Reclinoelasientoalmáximo
ycojoelmóvilentrelasmanos.Pasadosunossegundosmesorprendoal
darme cuenta que estoy acariciando la pantalla con el pulgar, pasando el
dedoporencimadesunúmerodeteléfono.Parezcoidiotaperoahoraeso
eslomáscercaqueestoydeella.
Cinco horas después, tras un paseo en un coche que Kolya envió
para recogerme al aeropuerto, yo y mi horroroso jet lag estamos
llamandoasupuerta.
—Vpered!—diceélenseguida.
—Kolya—Leestrecholamanoalentrarperoélmeacercayme
abrazaconfuerza.
—Igor, moy drug. Chto delat’ bez tebya? —Eso de amigo es
discutible…YapensarádiferentecuandolearresteelFBI.Yencuantoala
pregunta,escierto,yotampocoséquécojonesharíaélsinmí.
Estamoscomomediahoracharlandodetodalaoperación.Media
hora en la que le doy toda la información, le contesto todo lo que me
pregunta,peroenlaquenodejodemirarelrelojnervioso.
—Imet’ svidaniye s kem-to? —Vale, me lo ha notado y me
preguntasihequedadoconalguien.
—Net.Yaprostoustal—Disimulodiciéndolequeestoycansado.
—Khorosho. Idi domoy i otdokhnut’ —Por fin me da “permiso”
parairmeacasa.
—SpasiboKolya.
—Poluchayetneskol’kosvobodnykhdney.
Al escuchar esas palabras, se me ilumina la cara. ¿Unos días
libres?¿Enserio?Nopuedocreerlo.
—KhoroshoprovestivremyasMaddie.
La sonrisa se me borra al momento de la cara. “Pásalo bien con
Maddie”.Mequedopetrificadoalescucharelnombredeellaenbocade
Kolya. ¿Cómo sabe de su existencia? Y lo más importante, ¿qué sabe de
ella?
—No me mires así Jack… —dice Kolya de repente en un inglés
conmuchoacentoruso.
Abro los ojos como platos. ¿Me ha llamado Jack? Mi mano se
dirigelentaydisimuladamentehaciamiespalda.Sihallegadoelmomento
enelquemedescubren,prefierocargármeloyquitarleunproblemadeen
medioalasociedad.
—EsaMaddietienequeserunamujerdegranbellezaparaquete
distraigadeesamanera,amigoIgor.
Se acerca a mí y me pasa su brazo por encima de los hombros.
Aunque es más bajo que yo y está en peor forma que yo, tiene un aire
intimidatorioquemedejaparalizado.
—Notepreocupesamigo.Entiendoquenoeresdepiedra.Tengo
que admitir que me siento un poco celoso por tener que compartir a mi
mejor hombre con una mujer, pero lo entiendo. Además, que hayas
decidido utilizar una tapadera para estar con ella sin poner en peligro
nuestraorganización…—Dapalmadasenmihombrorepetidasveces—.
Esonohacemásquereafirmarmiconfianzaenti.
Empiezoaatarcabos.KolyasepiensaqueJackesunatapaderade
Igor para poder estar con Maddie, cuando en realidad, Igor es una
tapaderadeJackparapoderacabarcontodosuimperio.Ironíasdelavida.
—Noesnadaserio.Esunatíaquemetiroaveces,peronoquería
arriesgar el negocio… Por eso le dije que me llamaba Jack —digo
poniendoacentorusoamiinglésdelacostaoeste.
—Deacuerdo.Veteypásalobienconella—dicevolviendodetrás
desuescritorio.
—Gracias.
Empiezo a caminar hacia la puerta, tragando saliva presintiendo
que la cosa no acaba ahí, así que cuando vuelvo a oír su voz, estoy
preparado.
—Aunqueparaserunatíaalaquetetirasdevezencuando,parece
tenertebastantepillado,¿no?¿TehasenamoradoIgor?
—Puede…
—Tranquilo.Nopasanadaporadmitirlo.
No, lo que me preocupa no es admitir que estoy enamorado de
Maddieporqueseríacapazdepregonarloaloscuatrovientos.Loqueme
preocupaesqueKolyalosepa,ysolosemeocurreunacosa,quetenga
pinchado el teléfono. Tendré que asegurarme, porque si es así, querrá
decir que su nivel de paranoia roza ya límites insospechados, o que se
huelealgo,encuyocasotendremosqueprecipitarelfinaldelamisión.
—CorreconMaddie,Igor.
—Spasibo.
—Denada,camarada.
En cuanto salgo del almacén, me dirijo al parking donde dejé la
moto. Me pongo el casco y enseguida le doy gas. Me dirijo a nuestro
bloque de apartamentos, sorteando el tráfico haciendo zig zag entre los
coches, saltándome varios semáforos y haciendo caso omiso de los
límites de velocidad. Puede que las palabras de Kolya no sean una
amenaza,perohastaquenolaveanopodrérespirartranquilo.
Aparcofrenteanuestroedificioysaltolosescalonesdetresentres
hastallegaranuestropiso.Golpeosupuertaconinsistenciayalnorecibir
respuesta consulto el reloj. Debe estar en la tienda aún. Entro en mi
apartamento,cojoelotrocascoysalgosinpreocuparmepornadamás.
Diez minutos después, aparco delante de la floristería, que sigue
conlapersianasubida.Bajodelamototannerviosoyansiosoqueparece
queelcorazónsemevaasalirporlaboca.Mequitoelcascoylocuelgo
en el manillar junto al otro. Estoy sudando la gota gorda y eso que está
oscureciendo y se ha levantado una suave brisa muy agradable, pero no
puedo evitar tomarme las palabras de Kolya como una amenaza… Y si
algo le pasara a Maddie, juro que acabo con él con mis propias manos.
Corro hacia la entrada y abro la puerta con fuerza. Tengo la cara
descompuesta,lamandíbuladesencajada,losojosllenosderabiaytemor,
ylarespiraciónagitada.
Encuantopongounpiedentrodelatienda,cuatroparesdeojosse
clavan en mí. Dos clientas que me miran como si les fuera a robar el
bolso,ydetrásdelmostrador,elrarito,quememiraconunasonrisade
medioladocuandosedacuentadequiénsoy,yasuladoella.Memiracon
losojosmuyabiertos,mientrasmerepasadearribaaabajo.Debodetener
un aspecto espantoso: sudado, desaliñado, con la cara desencajada, con
ojerasporlafaltadesueño…Aunqueporotrolado,mehallegadoaver
en peores condiciones. Mi pecho sube y baja con rapidez debido a mi
respiración,peroellaestábien,asíquepocoapocoempiezoacalmarme
yunaespeciedesonrisaempiezaaasomarenmislabios.
—Hola,Maddie…—digoacercándomeaella.
—Hola,Jack…
—Tenía…ganasdeverte.
—Yaveoya…—diceriendomientrassalededetrásdelmostrador.
Yyanopuedoresistirlomás.Doydospasosalfrenteconrapidezy
laagarrodelanucaatrayéndolaamiboca.Laatacoconviolenciayansia,
y es que mi fuerza de voluntad para no hacerlo se ha ido a la mierda.
Necesito de su contacto como respirar. Mi lengua entra en su boca sin
compasiónymisdientesmuerdensulabiohastadejárselohinchado.Oigo
susjadeosenmibocaquenohacenmásquedarmealas,asíquecamino
hacia la trastienda sin despegarme ni un centímetro de ella. Cuando
traspasamos la puerta, le doy un golpe con el talón y en cuanto la oigo
cerrarse,agarroaMaddiedelculoypongosuspiernasalrededordemi
cintura. Camino con ella a cuestas, sin saber bien dónde dirigirme, a
ciegas,incapazdeprestaratenciónaalgoquenoseasuboca,sulengua,
susojos…
Alfinalchocamoscontraunamesa,conunojomiroquenohaya
peligroyalcomprobarlo,ladejosentadaencima,justoenelborde.Mis
manos enmarcan su cara, retirando el pelo para poder admirarla con
detenimiento.Mislabiosbesancadacentímetrodesupielmientrasellame
sonríe,regalándomelaimagenmásbonitaquehevistoenmuchotiempo.
Unosgolpestenuessuenanenlapuerta.
—Siento interrumpir —oímos al rarito llamarnos desde el otro
lado—. Pero solo quería deciros que me voy a casa. Dejo la persiana
bajadasinelcerrojo.
Apoyo mi frente en la de Maddie, escuchándole mientras
sonreímos.
—Vale,Andrew—diceella—.Gracias.
—Denada.
—Andrew—lellamoyoentonces.
—Eh… Dime —contesta sorprendido mientras Maddie me mira
conlamismacaradesorpresaesperandoloquevayaadecir.
—¿Teimportaestarmañanasoloenlatienda?
—Ah…esto…no…
—Es que quiero escaparme con Maddie un par de días… —digo
mirándolaalacaramientrasellamerespondeconlascejaslevantadasyla
bocaabierta.
—Vale,yomeencargo.
—Gracias,tío.Tedebouna.
En cuanto oímos como se cierra la persiana, Maddie vuelve a
centrartodasuatenciónenmí.
—¿Dos días juntos? ¿En serio? —dice tapándose la boca con las
manos mientras yo asiento—. ¿Sin llamadas de última hora? ¿Sin que
tengasqueirtecorriendo?
—Mira…
Saco mi teléfono del bolsillo y delante suyo presiono la tecla de
apagadodurantevariossegundoshastaquelapantalladefundeennegro.
—Estoyatucompletadisposición.
—¡Joder,québien!AY—Setapalabocaconlamanoavergonzada
—.Perdón.
—Teestoyconvirtiendoenunapandillera—digoriendomientras
ellamesueltaunmanotazo.
La beso con cariño, cerrando los ojos, sin miedo a perderla.
Quiero saborear ese beso y el resto de sentidos me sobran. Ya no tengo
prisa, solo quiero disfrutar al máximo de estos días que son un bendito
regalo.Ellaapoyalasmanosenmipechoymeseparalevemente.
—¿Ydóndepiensasllevarme?
—Yaloverás…
—Deberíapasarporcasaacogeralgoderopa…
—Pues nos vamos ya. No quiero perder más tiempo. Te quiero
paramísolo.Noquierocompartirteconnadie,nitansiquieraconlagente
deestaciudad.Solostúyyo.
CAPÍTULO19
Maddie
Nunca en la vida he tardado tan poco en prepararme el equipaje.
Corro arriba y abajo de mi apartamento mientras él me espera con la
espalda apoyada en la puerta de entrada de mi apartamento y los dos
cascosenlamano.Mesigueconlamiradayunasonrisaenlacara.Parece
queelespectáculoleestádivirtiendo.
—¿Pero cómo voy a meter todo en una simple mochila? —digo
algodesesperadaporlapresión.
—Maddie, ten en cuenta que deberás cargar a tu espalda lo que
quierasllevarte…Además,¿aquéterefierescon“todo”?
—PuestodoJack…Ropa,calzado,productosdeaseo,maquillaje,
unlibro,algoparapicarparaelcamino…
Mientrashabloveocomosubocaysusojossevanabriendopoco
apocoyalfinalestallaenunacarcajada.
—Este es todo mi equipaje —dice levantando la mano y
enseñándomeunosbóxeryunoscalcetines.
—Nopuedeshablarenserio…—ledigomirándolealucinada.
Camina lentamente hacia mí arrugando la frente aún divertido.
Dejaloscascosenlaencimeraymequitalamochiladelasmanos.
—Vamos a ver… —dice mirándome de reojo antes de echar un
vistazoalinterior.
Una a una, empieza a sacar las cosas que ya había metido. Lo
primeroqueencuentraenunpaquetedegalletasyunatabletadechocolate.
Suspiranegandoconlacabezasinpoderevitarsonreír.
—¿Comida? Maddie, no te voy a dejar morir de hambre y no te
llevoaningúnsitioalejadodelacivilización.Sitieneshambre,solotienes
quedecírmeloyparamosacomprarloquequieras.
—Vale…Reconozcoqueaquímehepasado.
—¿Soloaquí?—memiraalzandounacejaburlándosedemícon
mi neceser en la mano—. Maquillaje. No lo necesitas, estás perfecta tal
cual.
—¿Peroysisalimosporahí?Nopuedoirsinmaquillar.
—Maddie—seacercaamíyagarrándomedelacinturasusurraen
mioído—.Notevoyacompartirconnadiemás.Notevaavernadiemás.
Durantealgomásde24horasvasasersolomía.Aduraspenasvasair
vestida,asíquenocreoquenecesitesmaquillaje…
Soydébil,ynotarsualientoacariciandomiorejayescucharluego
sus palabras, hacen que todo mi organismo se derrita y a duras penas
recuerdo mi nombre, así que me da igual lo que meta en la puñetera
mochila.
—Ropa —dice volviendo a centrar su atención en el equipaje—.
Vamos a pasar una noche fuera, y ya te he dicho que en mis planes no
entraquevayasmuyvestida…
Sacaunosvaqueros,unablusaymipijamadelamochila,peroen
cuantoseencuentraconlostangasdeencaje,frenaenseco.
—¿Ves?Estosítelopuedesllevar—dicecogiendounoauno.
—Peroalomejor,ahoraquelodices,síhepuestodemasiados—
digohaciéndomelatontainocenteyquitándoselosdelasmanos.
—Nihablar—meagarradelacinturaymeatraehaciasupecho—.
Sitotal,noocupannada…Telospuedestraertodos…
Ríocuandosunarizrozamicuelloyluegocuandosusdientesme
danpequeñosmordiscos.Agarrosupelomientrasmeinclinahaciaatrásy
subocasigueuncaminoimaginariohaciaelcanalillo.
—¿Y si echamos el cerrojo y nos encerramos aquí mismo? —le
digoconunasganaslocasdearrancarlelaropa.
—No.Quierollevartelejosdetodo—Seseparalevementedemíy
yaleechodemenos—.Vamos,nomedistraigasmás.Sigamos.
—¿Yotedistraigo?Puessíqueeresfacilón.
Sequedaquietoymemiradereojoconexpresiónseria.Esacara
de rudo y peligroso es la que me tiene loca. Esa mirada de no estar
pensandonadabuenohacequedeseequepongaenprácticaconmigotodos
esos pensamientos oscuros. Tras varios segundos abrasándome con la
mirada, durante los cuales no soy capaz de reaccionar más que para
morderme el labio lascivamente, vuelve a meter la mano dentro de la
mochila.
—¿Unlibro?¿Enseriotienestanpocaconfianzaenmí?
—No —digo quitándoselo de las manos y lanzándolo hacia atrás
sinmirarsiquieradondecae.
—Bien…
—Peromúsicasínosllevamos,¿no?—digoenseñándolemiIpod
ymisaltavocesdeviaje.
—Me parece una idea estupenda —contesta metiéndolo en la
mochilajuntoconmistangasysuropainterior—.¿Vesquebien?Hasta
nossobrasitio.Toma,pontemichaquetaqueyohecogidounasudadera.
Encuantomelapongo,mecolocalamochilaenlaespalda,meda
uno de los cascos y agarrándome de la mano bajamos a la calle. Me
encanta notar la presión de su agarre porque con ese simple gesto me
sientomásprotegidaymuchomásamadadeloquemehesentidojamás
conMark.Poreso,cuandollegamosalacalle,antesdequenospongamos
loscascos,tirodesumanoyleacercoamí.Atacosubocasinpiedady
aunque al principio él se queda parado por mi demostración pública,
enseguida su mano libre reacciona y se enreda en mi pelo apretándome
contraél,impidiéndomeunahuidaquenosemepasaríaporlacabezani
remotamente.Cierralamanoalrededordemipeloyloestiralevemente
haciaatrás,dejandomicuellototalmenteexpuestoyasumerced.Recorre
consulengualapielquevadesdelaclavículahastamiorejaymuerdeel
lóbulo,consiguiendoquesemeericelapiel.
—Meponesmuycachondo—diceapretandosuentrepiernacontra
lapartebajademivientre—.Asíqueonossubimosyamismoaesamoto,
otefolloaquímismo.
Estaeslaclasedemaldadqueestoydeseandoexperimentarenmis
carnes desde la noche en que me hizo suya en ese sofá. Incluso me
sorprendoamímismacuandomenotodecepcionadaalverqueponealgo
de distancia entre nosotros y se coloca el casco. Vamos mujer, ¿acaso
estabas dispuesta a dejarte hacer de todo encima de la moto y en plena
calle?Solodeimaginármelo,elestómagomepegaunsaltoynotocierto
palpitarenmientrepierna,asíquelarespuestaessí,estaríadispuesta.
Una hora más tarde, descubro que entramos en el estado
dePennsylvania.Eltrayectosemeestáhaciendocorto.Estoydisfrutando
del paisaje, de la soledad de la carretera, por la que circulamos sin
cruzarnoscasiconningúncoche,ydelacortadistanciaquemantengocon
Jack,alqueabrazoporlacintura,notandosulisoyfibradovientre.
Pocos minutos después paramos en una tienda donde compramos
algo de comida y bebida, que guardamos en la mochila y seguimos
nuestrocamino.
—Yaquedapoco—mediceantesdevolveraarrancarelmotory
yo le respondo con una sonrisa porque sería capaz de pasarme horas
agarradaaél.
NosdesviamosalentrarenunlugarllamadoPoconoPines.Esuna
población pequeña de casas de madera, rodeada de altos pinos y que
bordeaunlago.Nopuedodejardemiraraunladoyaotro,admirandolas
bellas construcciones de madera, con sus pequeños porches. Incluso
levanto un poco la visera del casco para poder oler el aroma a pino. Él
tambiénseincorporaalgomásenlamotoyconducemuylentamentepara
que pueda ver todo sin prisas. Maneja el manillar solo con una mano
mientraslaotralaposaenmipierna,hastaquepocodespuésdesalirdel
pueblo,sedetienefrenteaunacasademadera.
Paraelmotorycuandonosbajamosynosquitamosloscascos,me
mirailusionadoymedirigehaciaelinteriorllevándomedelamano.
—¿Dóndeestamos?—digomirandoalrededor.
—Enmicasa.
—¿Tucasa?
Se gira por unos segundos y me sonríe sin dejar de caminar.
Pasamosporalladodeunbuzónviejoenelqueveoescrito“J.Horan”.
¿Seráél?¿JackHoran?
—¿TellamasJackHoran?—Peronomeresponde.
Saca una llave del bolsillo y en cuanto entramos, noto un intenso
olor a madera y algo a cerrado. Pero ni siquiera me da tiempo a darme
cuenta de nada más, porque en cuanto la puerta se cierra detrás de
nosotros,Jackseabalanzasobremícomoundesesperado.Meagarraen
volandas y hunde su lengua en mi boca con ansia, haciendo chocar sus
dientes contra los míos, lamiendo y mordiendo mis labios hasta que los
noto incluso palpitar. Escucharle jadear en mi boca me encanta y
reconozcoquemeexcitasaberquecausoeseefectoenél.
Vamosatrompiconesdeunaestanciaaotra,comosimeestuviera
haciendounarutaturísticaprecipitadaporlacasa,hastaquellegamosalo
queparecesereldormitorio.Mesueltaunmomento,dejándomedepieen
el suelo, se quita la sudadera sin dejar de besarme y la camiseta
despegandosuslabiosdelosmíosdurantesolodossegundos.Luegollega
miturnoyenunabrirycerrardeojos,meencuentrodesnudadecintura
paraarriba,mientrassuslabiosbesancadacentímetrodemipiel.Vuelvea
agarrarmedelculodenuevo,dejandomispechosalaalturadesuboca.
Entonces sin compasión, se mete uno de mis pezones en la boca y lo
muerde,haciéndomesoltarungritoquenosabríadecirsiesdedolorode
placer.Leagarrodelpeloyleobligoaecharlacabezahaciaatrás.Aprieta
los dientes mientras me observa mirarle. Se le marca la mandíbula a
ambosladosdelasmejillasyentonces,estirándoleaúndelpelo,leinclino
más la cabeza y le muerdo el mentón. Suelta un jadeo cuando mis
mordiscos bajan por su cuello hasta su clavícula, mientras mis uñas
arañansuavementesusbícepsentensiónportenermecogida.
Me deja suavemente en el suelo, pasando sus manos por mis
caderas y subiendo hacia los pechos hasta cogerme los brazos y
ponérmelosporencimadelacabeza,apoyadoscontralapared.Aprietasu
pechocontraelmío,rozandomislabiosconlossuyosyabrasándomecon
sumirada.Acariciamisbrazospasandosusdedosarribayabajosindejar
demirarme,hastaquesedejacaerderodillasyempiezaadesabrocharme
el pantalón. Sin poder evitarlo, tan solo imaginando lo que viene a
continuación, me muerdo el labio y cierro los ojos un rato. Cuando los
vuelvoaabrir,mipantalónhadesaparecidoylosdedosdeJackrecorren
latirademitanganegrodeencaje.Mirohaciaabajoymeencuentrocon
susojos,quememiranprovocándomemientrasdeslizalaprendapiernas
abajo. Acerca luego su boca a mi pubis y aunque aún no me ha tocado,
solo sintiendo su aliento, ya estoy totalmente mojada. Cuando su lengua
empieza a acariciar mis labios, las descargas que recorren mi cuerpo se
hacencasiinsoportablesymeimpidenquedarmequieta.
Pasados varios minutos de asedio, Jack se ha hecho el dueño
completodemicuerpo.Jadeocuandoéllodecide,convulsionocuandose
lenguamerozaymequedosinrespiracióncuandosuslabiossuccionan
miclítoris.Mellevaincontablesvecesalbordedelabismoyjustocuando
estoyapuntodecaerporél,sedetieneyalargamidulceagonía.
Por eso, cuando se pone de pie y se empieza a desabrochar el
pantalónsindejardemirarmealosojos,llevomismanosalacinturadel
vaquero y aparto las suyas. Mientras desabrocho el botón y bajo la
cremalleraapretandoapropósitolamanocontrasuerección,élcierralos
ojosyapoyalaspalmasdelasmanosenlapared,encerrándomeamíen
medio.Acercomibocaalasuyaymuerdosulabioinferior,tirandodeél,
altiempoquesupantalóncaealsuelojuntoalbóxernegro.
—Maddie…—jadeaminombre.
—Shhhh…
Me echo un poco hacia atrás para contemplar el espectáculo que
tengofrenteamí.Unhombretremendamentesexy,totalmentedesnudoya
mi completa merced. Paseo mis dedos por su pecho y voy bajando,
agachándomealavezhastaquedarmederodillas.Tengoqueadmitirque
estoyalgonerviosa,porqueesalgoquenosolíahacerconMark.Nunca
me comporté de esta manera tan desinhibida con él. Quizá porque él no
medabalaseguridadquemedaJack.Quizáporqueconélnomesentía
valorada y por supuesto, no me sentía tan deseada como me siento con
este hombre. Agarro la base de su pene y automáticamente él suelta aire
confuerzaporlaboca.Yencuantoempiezoaintroducirsuglandeenmi
bocayaapretartodasulongitudconmislabios,dejaescaparunsonido
gutural que me indica que estoy haciendo las cosas bien. Pasados varios
minutos, se aparta de mí, busca en su cartera un preservativo como un
desesperadoyencuantoselocoloca,mevuelveacogerenvolandasyse
clavadentrodemísinningúncuidado.Apesardesurudeza,nomehace
daño,sinoquemeproduceunmorboincreíble.
—Nodejesdemirarme—jadeaenmiboca—.Nocierreslosojos.
Apoyoloscodosensushombrosmientrasmismanoshundenlos
dedosensupelo.Yhaciéndolecaso,lemiroalosojostodoelrato,casi
sinpestañear,apesardequesusfuertesembestidasmehacenestremecer
tanto de placer que me quitan toda capacidad de raciocinio. Mi espalda
chocaconstantementecontralapared,perotampocomemolestaesosino
alcontrario,asíqueacercomibocaasuoídoylepidoquenosedetenga.
Escucharme decirle cosas al oído le excita porque se mueve con más
rapidezysehundeaúnmásprofundoenmí,provocandoquemebalancee
al borde del abismo de nuevo, con la diferencia de que esta vez no se
frena.Aprietalosdientesconfuerzaymeabrazaconfuerzaaltiempoque
ambosnoscorremosalavez.
Intentamosrecobrarelalientoalavez,sindejardemirarnosalos
ojos, sin dejar de sorprendernos por la química impresionante que hay
entre nosotros. Cuando sale de mí, me lleva en brazos a la cama y me
estiraenella,tapándomeconlafinacolchamientrasélsedirigealbaño.
Vuelve poco después y se estira a mi espalda, abrazándome entre sus
fuertesbrazos.Oigosurespiraciónpegadaamiorejayelmovimientode
supechomemecesuavemente.
—Maddie…—susurraenmiorejaapretándomecontrasupecho.
Mequedoexpectanteporsivaadecirmealgomásyalcabodeun
rato me giro de cara a él, sin salir de su abrazo. Le sonrío pero él en
cambio cierra los ojos con fuerza, como si estuviera preocupado por
algo. Enmarco su cara con mis manos y le acaricio con mis pulgares,
besandosuavementesuslabios.
—Jack —empiezo a decir—. Te voy a esperar el tiempo que
necesites.
Abrelosojosalinstanteymemirasorprendidopormispalabras.
Entorna los ojos levemente y aprieta los labios con fuerza. Deja ir aire
confuerzaporlabocayagachalamirada,peroyoleagarrodelabarbilla
y le obligo a mirarme. Tiene los ojos bañados en lágrimas, por eso
apartabalacaraavergonzado.ElduroyrudoJack,elbordeysuciovecino
deallado,hadejadocaersucorazaymemuestrasussentimientos.
—Habloenserio—insisto—.Noséquénecesitasarreglarynote
lo voy a preguntar, ya me lo dirás si quieres, pero cuando acabes, ahí
estaré.
—Vale…—diceconunaespeciedesonrisaasustadaenloslabios
—.Tecompensaré,loprometo.
—Solotepidoquemequierasymehagassentircomomesiento
ahora.
—¿Ycómotesientesahora?—preguntabuscandomimirada.
—Mejorquenuncaymedahastavergüenzaconfesarlo,despuésde
tantosañosdematrimonio…Debodeparecerunaidiotaperohastaahora,
nuncamehabíasentidoasí.
—Maddie —me corta poniendo un dedo en mis labios—. Te
quiero.
Al escuchar esas palabras se me humedecen los ojos y me veo
obligadaaparpadearvariasvecesporelescozorenmisojos.Hundomi
caraensupechoporvergüenzamientrasélmebesaelpelo.
—Oye—dicecogiendomicara—.Noquierohacertellorar,yate
lodijelaotravez.
—No son las mismas lágrimas… —digo secando mi cara—. ¿Te
confiesounacosa?Eslaprimeravezquemediceneso.
—¿Cómo?¿Hablasenserio?—mepreguntasorprendidoymeda
tantavergüenzaquevuelvoaagacharlavista—.Eh,eh…Mírame.Note
avergüences,elquedeberíahacerloesesecapullo.
Sonrío tímidamente con la cara aún mojada por las lágrimas. Él
melasecacariñosamenteconlosdedosyloslabios.
—¿Teconfiesoyoalgo?—medicecomosifueraunjuego.
—Vale—digoempezandoareírdenuevo.
—Estoyenamoradodetidesdeelinstantequellamasteamipuerta.
Ycuandoteviconesesosoenelcuartodelaslavadoras,teníaganasde
estamparlelacaracontralapared.Ycuandoluegosupequehabíassalido
conél,tejuroquedeseéquetehubierasaburridocomounaostra.Yluego
cuandoteinvitéasaliresanoche,nopodíadejardemirarteydedarlas
gracias a Mark por haber sido un completo gilipollas y haber dejado
escaparaunamujercomotú.
—Esoesmásdeunaconfesión.
—Mesientogeneroso.
—¿Y puedo aprovecharme de ello? —le digo mordiéndome el
labio.
—¿Más?
—Muygracioso…
—Aver,pregunta—medice.
—¿Estacasaestuyarealmente?
—Sí. El apartamento al lado del tuyo es alquilado porque
necesitabavivirenlaciudad.Esto,aunqueesprecioso,noesfuncionalsi
trabajasenNuevaYork.Yaunquemeencantairenmoto,nopuedopasar
treshorasdiariasenlacarretera.
—¿EntoncestuapellidoesHoran?
—Ajá…—mecontesta.
—JackHoran…Megusta.
—Amímegustacómosuenaentuboca.
Norecuerdonicuandomequedodormida,perosíséquelohago
acurrucadaentresusbrazos,yqueélsiguedespiertoobservándome.
Cuandolaclaridadempiezaamolestarmeenlosojos,losempiezo
aabrirpocoapocoyalaquemivistaseacostumbra,lebuscoatientas
pero no está en la cama conmigo. Me remuevo entre las sábanas y
entonces,algirarmehacialaventana,leveodeespaldasamíadmirando
elpaisaje,conunbrazoapoyadoenelmarcoyvestidoconlamismaropa
deayer,aunquedescalzo.
—Buenosdíastíosexy—ledigo.
—Hola…—Segiraconunagransonrisaenlacarayseacercaala
cama, agachándose hasta dejar su cara a la altura de la mía—. ¿Has
dormidobien?
—Demasiadobien.
—¿Yahorateapeteceuncafé?
—Puesnoestaríamal,laverdad…
—Heidoabuscardesayunotambién.
—¿Túnoduermes?
—Preferíamirarte.
Mebesadulcementemientrasmecogeenbrazosymeponeensu
regazo.Comonomehadejadotraerpijamayhedormidodesnuda,agarra
lafinacolchaymeenvuelveconella.Apoyolacabezaenelhuecodesu
hombro y le observo durante un rato. Su mirada vuelve a perderse más
allá de la ventana. Hoy parece algo taciturno y vuelve a tener esa
expresión de preocupación que se asomó anoche durante unos segundos
porsusojos.
—¿Quétepasa,Jack?
—Nada —dice con una sonrisa forzada que no me convence—.
Vamosadesayunar.
Después de desayunar, empezamos a besarnos de nuevo y
acabamos haciendo el amor, esta vez en la cama y muy lentamente, sin
prisa, como queriendo disfrutar cada segundo que pasamos el uno en el
otro.Después,nosduchamosjuntosysalimosapasearporelbosqueque
rodeaelpueblo.Meagarradelamanoysonríomirandonuestrosdedos
entrelazados.
—¿Qué?—medice—.NomedigasqueMarktampocotecogíade
lamano.
—Pues no… —contesto—. No era de demostraciones públicas de
cariñoeircogidosdelamanoleparecíadeadolescentes.
—Pedazodegilipollas…—dicemásparaélmismoqueparamí.
MellevahastaellagoNaomi,dondenossentamosenunaespecie
de embarcadero y me cuenta que en verano el sitio se llena de canoas.
Pasamoshorasallísentados,hablando,aunquenuncadenadademasiado
personal.
Despuésdecomer,pongoalgodemúsicamientrasnostomamosel
café.Cuandomevoyasentar,meatraehaciaélymesientaencimadela
encimeradelacocina.
—Meencantaestesitio—ledigo.
—Amítambién.Esbonito.
—Aparte de eso, me gusta porque te veo diferente aquí. Más
relajado…Más…
—Más Jack —me interrumpe—. Este soy yo. Y esto es mi hogar.
Es…comounsitioenelquepuedoseryomismo,alejadodelapresión
deltrabajo.EsoesloquetengoquesolucionarMaddie.Encuantoacabe
conlaoperaciónquetenemosentremanos,lodejoyentoncestelopodré
dartodocomoteprometí.
—Yameloestásdandotodo,Jack.
—Aquí,perocuandovolvamosaNuevaYork,nopodréhacerlo…
Séquesuspalabrasescondenundoblesignificadoquenomedirá
por más que le insista, así que me quedo con esas palabras e intento
aprovecharlasalmáximo.
—Entoncesdicesqueaquímelodastodo…—digocogiéndolede
la cintura—. Vale, pues quiero quedarme un día más. Es lo justo. Un día
más y luego volvemos y solucionas lo que tengas que solucionar. Te
esperaréenlapuertadeallado.
—¿Yanotepreocupanotenerropa?
—Si me quedo sin ropa interior limpia, iré sin ella —contesto
provocándole.
—¿YAndrewaceptaráquedarsesoloundíamás?
—Uy, te sorprenderías de lo que es capaz de hacer Andrew por
algodeinformaciónfresca…
—¿Informaciónfresca?¿Quélevasacontar?
—Todo.Quesemueradeenvidia—digolevantándomeytirando
deélalescucharunacanciónquemeencanta—.Ven.Bailaconmigo.
Aprieto mi mejilla contra su pecho cerrando los ojos, sintiendo
comomíastodasycadaunadelaspalabrasdelacanciónporqueesjusto
comomesientoasulado.
Justoantesdeacabarlasúltimasnotasdelacanción,mebesayme
dirige hacia la cama, donde permanecemos enredados el uno en el otro
durantehoras,sinlevantarnossiquieraparacenar.
—¿Cuánto hace que no ves a tu hija? —le pregunto cuándo llevo
unratoconlacabezaapoyadaensupecho.
—Demasiado.
—¿Osdistanciasteiscuandoteseparastedetumujer?
—Sí.
—Lo siento. No hace falta que me contestes —digo notando que
vuelveaalzarlabarreraentrenosotros.
—No,no,no.Perdona—dicelevantandomicaraparaquelemire
mientrashabla—.Noestoyacostumbradoahablarconnadiedemihijay
de mi nieto. No es que no quiera contestarte. De hecho, quiero volver a
retomarlarelación,quieroejercerdeabueloparaCody.
—¿Vasaserdeesosabuelosqueconsientenalosnietos?
—Supongo —dice riendo—. No sé. Nunca me he planteado la
posibilidad… Nunca pensaba que podría… tener la oportunidad de
conocerle…Pero,megustaría,nosé,quemihijaledejaraquevinieraa
dormiramicasaypoderllevarleaveralgúnpartido,oalcine…
—¡Jajaja!¿Yaquieresqueteendosealniño?
—Bueno,esohacenlospadrescuandosequierenirporahísolos,
¿no?
—Ah,entendíquetuhijaeramadresoltera…—digo.
—Sí, sí. El padre de Cody era un gilipollas que nunca se quiso
hacerresponsabledesusactos,peroahoramihijatieneunaespeciede…
noviooalgoasíconelquesale.UnsuperhéroesegúnCody.
—¡Jajaja!Parecequelecaebien.Esoesbueno.
—Sí,esoparece…
—Estáspreocupado,¿no?Senotaquenotefíasdeél…
—Esmilitar,Marineparaserexactosy…nosé,algodeesonome
gusta.
—¿Lehasinvestigado?—digosentándomeenlacama—.Nomelo
puedo creer. ¡Qué fuerte! ¿Cómo has averiguado eso? ¿Has buscado su
nombreenGoogle?
—Tengomiscontactos…
—¿Yamímehasbuscado?
—¿Tienes algo que esconderme? ¿Si lo hiciera descubriría algún
secretooscuro?—diceponiéndoseencimamío.
—Qué va… Pobre de mí… Si era un ama de casa abnegada y
sumisa.Teaburriríasleyendomihistoria.
—Ahora empieza lo bueno entonces, ¿no? —Muerde mi labio y
tiradeél.
—¿Esesounaamenaza?
—No.Esunapromesa.
CAPÍTULO20
Dr.Monroe
—Nathan…¿Hola?TierrallamandoaNathan…
Llevacasimediahoraenlaconsultaysolohepodidosacarletres
monosílabos. Y no porque tenga uno de sus días… llamémoslos…
complicados, sino más bien al contrario. Está pletórico y muy
comunicativo,peronoconmigo,sinoconKateatravésdelteléfono.
—¿Esto es cachondeo no? —digo poniéndome delante de él y
tapando la pantalla del móvil con mi mano—. Por Dios, esperad a que
acabelasesiónalmenos.Yocobraréigualhablemosono,peroestarasí
esmuyaburrido.¿Tepiensasquemehicepsiquiatrasoloporayudarala
gente?Lacotillaqueviveenmíestárabiandoahoramismo.
—Perdona…
—Bien,meestásmirando…
—Es que Kate ha salido un momento de la cafetería y
aprovechamosparahablarnosunrato.
—¿Peronohabláislosuficiente?—lesuelto.
—Sí, hacemos poco más que hablar… —dice devolviendo su
atenciónalteléfonocuandovuelveasonardenuevo.
—Noqueríadeciresoylosabes…Loquehasconseguidoenestas
dossemanasesunapasadaNathan…
Peroélyanomehacecasosinoqueseponeenpienervioso,mete
lamanoenelbolsillotraserodelosvaquerosysacaunosauricularesque
enchufa al teléfono. Se pone los cascos y escucha con atención, con la
miradaperdidaenalgúnpuntodeltecho.Yoleobservosinentendernada
y algo preocupado por su extraño comportamiento, la verdad. Más aún
cuandoenmitaddeloqueestáescuchandoseponeareíracarcajadas.
—Está pirada —dice tecleando lo que debe ser un mensaje
respuesta.
Esperohastaquesequitaloscascosyparecequevuelveanotarmi
presencia.
—¿Ella? —intervengo mirándole por encima de las gafas—. ¿En
serioqueellaeslapiradadevosotrosdos?¿Leapuntocitaaversiasíme
enterodealgo?
—Perdona. Tienes razón. Mira —me dice dejando el teléfono
encima de la mesa—. Dejo el móvil y prometo ser más comunicativo a
partirdeahora.
—Katehavueltoaltrabajo,¿verdad?—lepreguntolevantandouna
ceja.
—Pillado.
—Voy a cogerle celos. Nuestro matrimonio se va a pique —digo
señalándonosaambosconeldedo—.Yanotenemoscomunicación…
—¡Jajaja!Sabesquelonuestroesespecial—diceguiñándomeun
ojo.
—Esoqueescuchabasenelmóvil…¿Eramúsica?
—Sí. Es una especie de juego entre los dos. Desde la otra noche,
comodescubrimosqueciertamúsicasípuedoescucharlasinproblemas,
me dijo que me enviaría más. Y así empezó la cosa y cada vez nos
atrevemos con algo más movido, hasta llegar a esto —dice cogiendo de
nuevoelteléfonoydándomelo.
Cuandolocojo,leoelmensajequelehaenviadoKate.
“AcabadesonarlacanciónMonsterdeLadyGagaenlacafeteríay
nohepodidoevitarsonreíryacordarmedenosotros”
Ledoyalplayyyalaprimerafrasemedejahelado.
Levantolavistahaciaél,quememiraexpectanteconunasonrisa
enloslabios.¿Enserioellalehaenviadoestacanción?Sigoescuchándola
alucinado.Inclusohayunmomentodelacanciónenlaqueparececantar
esemonstruoynopuedoevitarsoltarunacarcajada.
—Kate es amiga de tu monstruo, ¿eh? —digo mientras él asiente
conlacabeza.
Ellaesamigadelmonstruoquevivedentrodesucabeza,elquele
impedíahastaahorarelacionarseconnadie,elqueleobligaarevivircada
nochelaspesadillas,elquelesusurracosasaloídocuandoentraencrisis,
elque,básicamente,provocaesascrisis.
—Creo que en lugar de cogerle celos, la contrataré. Si consigue
estasmejoríasentodosmispacientes…
—Nihablar.Ellaesmía—Ycuandolodice,susojosseiluminan.
—Claroquesí…
Sonrío mientras me levanto hacia la nevera a por un par de
cervezas,peromequedoparadocuandomelarechazaconungestodela
mano.
—Creoquenopuedotomarlaconlamedicación,¿no?
—¿Quémedicación?—contesto.
—¿Quémedicaciónvaaser?¡Laquetúmediste!
Medejocaerenelsofá,aúnconlasbotellasenambasmanosycon
labocaabiertatotalmente.Nopuedeser…Nopuedeestar…
—Nathan,¿teestástomandolamedicaciónparadormir?
—Ajá—contestaélsindarleimportancia—.¿Porquéteparecetan
raro?
—Esunabroma…
—¿Quéesbroma?¿Quémelastomeoquetepregunteporquéte
pareceraro?
—Pasodelacerveza.Voyaporalgomásfuerteporquemeestás
estresando…
DevuelvolascervezasalaminineveraquemeregaloStellehace
un año al darse cuenta que empezaba a pasar más tiempo despierto aquí
que en casa y que muchos de mis pacientes me provocaban unas ganas
locasdetomarmeuntragodespuésdelasesión.Cojounodelosvasosde
cristalgruesoyviertoundedodewhisky.Observoelvasoduranteunos
segundos y antes de volver a poner el tapón a la botella, me lo pienso
mejorymesirvounpocomás.AunqueavecesNathanmesaquedemis
casillas,estagranvictoriahayquecelebrarlaportodoloalto.
—Volvamosaempezar—digosentándomedenuevoenelsofá—.
Hagamos un reset. ¿Te estás tomando las pastillas para dormir cada
noche?Despuésdemásdeunañodeinsistencia,¿mehashechocaso?
—Sí.SelasdisteaKate…
—Sí,séporellaqueesanochetelatomasteydormistebastantes
horas para lo que estabas acostumbrado. Lo que no sabía es que te la
tomarascadanoche.¡Esoesfantástico!
—Gracias—dicesonriendomientrasagachalacabeza.
—Pero… ¿Kate se ha quedado contigo todas las noches…? Para
asegurarsedequetetomabaslapastilla,digo…
—No, solo se ha quedado conmigo la noche que tú la trajiste a
casa.
—Peroaúnasítetomaslapastillacadanoche…
—Ellamerecuerdaquelohaga.
—Adoroaesachica—digogolpeandomirodillaporlaemoción
—.¿Yquétal?¿Consiguesdormirseguidomuchashoras?
—Sí…—dicerascándoselacabeza—.Unastresocuatrohorasy
luegomedespierto…Avecesmás…Vaadías.
—¿Pesadillas?
—Sí… Es entonces cuando me despierto y ya no puedo volver a
dormir,exceptolanochequeellasequedóconmigo…
Sí, sé que aquella noche ella consiguió que se calmara mientras
teníaunapesadilla.Serelajóescuchandosuvozeinclusollegóadormirse
denuevo.Loqueesachicaescapazdehacerconélesalgoquenodejade
sorprendermeyentiendoqueenelfondoNathansesientacomoendeuda
ylepreocupenopoderdarlemás.
—Cuando me despierto, le envío un mensaje y le digo el tiempo
quehedormido…Esunatontería,peromehacesentirmejor—medice
comoavergonzado,frotándoselasmanosyesquivandomimirada.
—Amínomepareceunatontería.Sihaceresotehacesentirmás
cercadeella,hazlo.
—Ella me dijo que lo hiciera… Y muchas veces me responde,
aunqueseanlastantasdelamadrugada.
—Vaya…Aesachicalegustas,¿eh?
—Eso parece, ¿verdad? Me tiene loco Tony —Y cuando se da
cuentadesuspalabras,empiezaareír—.Másdeloqueestoy.Esverlay…
noséexplicarloconpalabras.Nomehacefaltanadiemás.
—EstásenamoradoNathan—Élagachatímidolacabezaeincluso
creoverquesesonroja—.¿YconCodyquétal?
—Eh…Bien,buenoigual.
—¿Qué pasa? —Porque sé que algo pasa—. Según dijo Kate, ese
niñoteadora.¿Quéhacambiado?
—Nada…Soloquenolehevueltoaverynohemoshabladodesde
la noche que estuve leyéndole el cómic —empieza a decir—. Creo que
Kate quiere algo de distancia entre los dos. Cada noche cuando la
acompaño,mepidequenosdespidamosenlaesquinaantesdellegarasu
calle. Es normal, yo tampoco me fiaría de alguien que ha… matado a
variosniñosasangrefría…
—Joder,Nathan.Notetorturesdiciendoesascosas.
—Sonlaverdad…Yentiendoquetengamiedodequeestécercade
suhijo.
—¿Peroteduelequelopiense?
—Peroesnormal.
—Yonoteestoydiciendoquenoseanormal.Teestoypreguntando
sitemolestaquepienseeso,aunqueentiendaslosmotivos.
Traga saliva mientras se frota la incipiente barba del mentón con
lasmanos.Sopesasurespuestadurantevariossegundoshastaqueparece
quealfinalencuentralaspalabras.
—Símemolesta—confiesaconelceñofruncido—.Yojamásles
haríadañoaningunodelosdos.Séqueellalosabe,peroaúnnosefíadel
tododemí.
—Bueno,esprontoaún,osestáisconociendo.Sabéispocoeluno
del otro y lo que ella sabe de ti es algo… oscuro. Quizá si supiera algo
másdetupasado,delNathandeantesdeAfganistán…
—¿Mipasado?—contestaaúnconfundido.
—Digo que a lo mejor confiaría algo más en ti si supiera la
persona que eras y la que puedes llegar a volver a ser. Sé que lo que
viviste allí te marcó para siempre, pero vamos a intentar recuperarte,
¿verdad?Volveraserlomásparecidoalqueerasantes.Asíque,¿porqué
notelallevasatucasaparaqueveaalgomásdeeseNathan?
—¿A qué casa? —pregunta con cara de sorprendido—. ¿A la de
mispadres?Nihablar.
—Perotuspadrestienenunafincaenorme,¿no?Ymecontasteque
dentro de la finca tus padres te dieron una casa para ti cuando volviste,
¿no?
—Sí,perosigueestandodentrodelosterrenosdemipadreypaso
dellevarlaallí…
—¿Porqué?
—Porqueno…
—¿Porquenoporellaoporquenoporti?¿Tienesmiedodeque
Kate conozca a tu familia o tienes miedo de volver a encontrarte con
ellos?
Leobservomientrasselevantaypaseaporlahabitación.Seasoma
alaventanaapoyándoseenelmarcoysequedapensativounrato.
—Sigo sin entender que des la espalda a todo por culpa de una
persona.
—Mipadremeechó…Medijoqueyonoestabaenfermo,quesolo
era puto cobarde, y que cuando volviera a tener los cojones suficientes
paravolveraponermeeluniforme,queentoncespodríavolveracasa.Mi
madrenodijonada,nimedefendióniimpidióquemefuera.Nodigoque
pienseigual,perolopermitió.
—Nathan,hehabladovariasvecescontumadreporteléfono…—
melevantoymeacercoaél.
—¡¿Qué?!
—Ella me llamó hace cosa de seis meses para interesarse por ti
porque decía que no le cogías el teléfono. Y desde entonces, hemos
habladovariasveces…
—¡¿Qué cojones le has dicho?! —se gira de forma brusca y
amenazadora, con los ojos inyectados en sangre y empieza a caminar
haciamímientrasyoretrocedobastanteasustado.
—¡NadaNathan,nada!—Alzolasmanosparaprotegerme—.Telo
prometo.
—¡¿Yelsecretoprofesional?!¡¿Telohaspasadoporelforro?!—
grita totalmente fuera de sí—. ¡Eres mi psiquiatra y te prohíbo que le
cuentesnadaanadie!
—¡¿Tepiensasquelehecontadoalgo?!
Mefrenoenseco,yencuantosedacuentadequeestáapuntode
chocarse conmigo, se detiene a escasos centímetros. Está totalmente
descolocadoyrespiraconfuerzaporlaboca.
—Nathan,nolehecontadonadaynosoloporqueseatupsiquiatra,
sino porque soy tu amigo, o al menos eso creía yo. Los amigos no se
traicionanyaunquenofueratumédico,noharíanadaquetemolestara,lo
creasono.
Ahoraelqueestámuycabreadosoyyo.¿Esqueacasosoyelúnico
imbécilquecreeennuestraamistad?
—A ver pedazo de capullo —digo sabiendo que es probable que
meganeunahostiaquemevaaempotrarcontralapareddelotroladodel
despacho—.¿Quésoyyoparati?¿Solounputoloquero?¿Tepiensasque
tengoporcostumbreiracasademispacientesavercómoestán?¿Yqué
corroalastantasdelamadrugadaalhospitalparaestarasulado?
Confundido, agacha la cabeza y se gira para poner algo de
distancia entre los dos, pero estoy envalentonado y ya nada puede
pararme.Vamosaprobarconlaterapiadechoque,apesardequepueda
llegaracostarmeunojomorado.
—¿Y tú hablas de confianza? ¿Te duele que Kate no confíe en ti
cuando hace poco más de un mes que os conocéis? —le sigo intentando
situarmedentrodesucampodevisión—.¿Yyoentoncescomometengo
quesentircuandodespuésdemásdeunañohablando,siguessinconfiar
enmí?
Y entonces, sin pensarlo demasiado, apoyo ambas manos en sus
hombros y le empujo contra la pared. Me lo imaginaba como un fuerte
muro de cemento, cuando en realidad me he encontrado con un cuerpo
frágil y manejable, así que cuando su espalda choca contra la pared, me
doycuentaquequizáheempleadomásfuerzadelanecesaria.
—Porsupuestoquenolehecontadonadadeloquehablamosen
nuestras sesiones. Lo que pasaste allí, y las consecuencias de ello, se
quedanentretúyyo—digoyaconuntonomásrelajadoalverelmiedo
reflejadoensusojos—.PeroestumadreNathan.Ellanoquieresaberqué
tepasóallí,soloquieresabersiestásbien.YesevidentequeKatetehace
bien. Por eso he pensado que si la llevaras sería beneficioso en varios
aspectos…Ellaconoceríacómoerasantesytumadreveríaqueestásbien
ypodríasintentarrecuperarlarelación.
—Pero mi padre no me quiere ver… —dice con la cabeza
agachada,aúnsinmirarme.
—Pues que no te vea. Tú estarás en tu casa y él en la suya. Si
quiere,yasabedóndeestás.Perotúnotienesporquédejardeveralresto
detufamiliayamigos.
Levanto una mano hacia él, y aunque me lo pienso mucho,
finalmente me decido, la poso en su cabeza y le revuelvo el pelo
cariñosamente.
—Piénsaloalmenos…
Melevantoparadejarelvasovacíoenlamesayledejocalladoy
pensativo,apoyadoaúncontralapared.Abrelabocavariasvecescomosi
quisiera decir algo pero luego la cierra, como si calibrara las palabras
antesdesoltarlas.
Suteléfonoempiezaasonarentoncesyyoqueestoyalladomiro
lapantalla.
—EsKate,Nathan—digoacercándoselo.
Memiraalosojosantesdedescolgaryséquemidiscursoleha
caladohondo.Quizálaterapiadechoquedéresultadospositivosalfinyal
cabo.
—Hola —responde algo tocado mientras me alejo un poco para
darlesalgodeintimidad.
Apagoelportátil,loguardoenmimaletínyempiezoarecogerla
mesa. Pasados unos minutos, cuando lo tengo todo ordenado, abro el
archivadorycojoelexpedientedeNathanylagrabacióndeaudiodehoy
pararepasarloduranteelfindesemana.
—¿Quénariceshaces?—Mequitaelexpedientedelasmanosylo
metedenuevoenelarchivador—.Descansademíydisfrutadetumujer.
Sueltounlargosuspiroporqueséquetienerazón.LedeboaStelle
unosdíasdededicacióncompletaaella,selomerece.Cojolaamericana
delcolgadorylacuelgodemihombroagarrandoelmaletínconlaotra
mano. Cierro el despacho y bajamos juntos por las escaleras hasta que
llegamosalacalle.
—Cuando llegue sin nada de trabajo y le diga que este fin de
semana estoy a su entera disposición, se va a pensar que le oculto algo,
quetengounaaventura,queestoyenfermoterminaloalgoporelestilo.
—Puesimagínatelasorpresaquesellevaráalverquevasenserio.
—Sí, después de tomarme la temperatura varias veces para
comprobar que no tengo fiebre y mirar mi correo electrónico y mi
blackberryenbuscadealgúnmensajedeotra,creoqueleharáilusión.¿Y
tú?¿HasquedadoconKate?¿Quéplanestenéisparaelfindesemana?
—¿Planesparaelfindesemana?Ninguno.Somosmásdeplanesa
corto plazo. Ahora la paso a recoger por la cafetería. Esta noche no
trabaja porque mañana por la mañana se va Cody de campamentos y
quiereestarconél.Yapartirdeahí,niidea.
—YsiestáconCodyestanoche,noestácontigo.
—Esoes.
—Puestendrásquehacerqueesocambie…
—Dejadehacermeterapia—Haceungestoconlamanoparaque
corte—.NosoytaninteresanteTony.Túquepuedes,disfrutadetumujer.
—Tienesrazón,tevoyahacercaso.Voyapasardosdíasenteros
conmimujeryharéelamorconellacadanochehastaelamanecer.
—Pues no olvides pasar por la farmacia a por Viagra —dice
sonriendo.
—Oh, qué gracioso estás hoy… —contesto irónicamente pero
entoncesveoqueélhadejadodesonreírymirahaciaelotroladodela
calle—.¿Quépasa?
Me giro pero no veo a nadie al otro lado de la calle, aunque
empiezaaoscurecerymivisiónnocturnanoesqueseaunamaravilla.
—¿Quémirabas?
—Nolosé—dicearrugandolafrenteyalejándoseunosmetrosde
mímientrasyolesigointrigado.
—¿Aquiénbuscas?
—Esigual…Debendesercosasmías…
—¿Quécosastuyas?
—Yasabescosasdemicabeza.Yaeslasegundavezenpocosdías
quenotoquemesiguen…Haceunasnochesnotéaalguiencercamientras
acompañaba a Kate a casa y ahora me ha parecido ver a otro mirando
fijamentehacianosotros,haciamí…
—¿Estás seguro? Quiero decir, en Nueva York vivimos más de
ocho millones de personas, lo lógico es que siempre tengas a alguien
siguiéndote.
—Nosé.Puedequetengasrazón.Bueno,mevoyabuscaraKate.
Disfrutadetufindesemana.
Cuandoacabalafraseveoquemetiendelamanoyyomelaquedo
mirando fijamente. Cuando finalmente se la estrecho, le miro con una
sonrisaenlacara.
—Tú también intenta disfrutar de Kate. Oye, si mañana por la
nocheCodynoestá,quizápodríashacerunintentodeaproximación,¿no?
Merefieroacena,algodemúsicadeesaquetúpuedessoportar…Deesa
lentaidealparabailaragarrados…
—Pasaralsiguientenivel,¿no?
—Hombre, si te quieres saltar varios no creo que Kate se queje,
perovamos,quedigoyoqueparaquenomevuelvanallamarparaque
vayacorriendoalhospitalabuscarte,mejorirpasoapaso,¿no?
—Cierto,cierto,queestufindesemanalibredemí.Nopodemos
correr riesgos innecesarios —contesta riendo—. A lo mejor te hago
caso…
—A veces, escucharme funciona… Al menos tengo un título
colgadoenlapareddemidespachoquediceeso.
—MiamigoTonydamejoresconsejosqueesetalDr.Monroe—
Semetelasmanosenlosbolsillosyagachandolacabezasealejademí—.
¿Nosllamamosellunesynoscontamosquétalhanidonuestrosintentos
depasardenivel?
—Cuentaconello.
CAPÍTULO21
Kate
—Mamá,¿ylalinternanueva?
—La metí en uno de los bolsillos laterales Cody… No te
preocupes.
Ningunodelosdoshapegadoojoestanoche,élporlaemocióny
yo por la pena de separarme de mi pequeño aunque solo sea por dos
noches.Elequipajellevahechodesdeelviernesporlanoche,cuandose
empeñó en prepararlo para que no se le olvidara nada por ir con prisa.
Aúnasí,estamañana,antesdelamanecer,yaestabasaltandoenmicama
recordándome, por si no lo tuviera muy presente, que se iba de
campamentosyqueteníamosqueponernosenmarcha.
Bajamos las escaleras con una gran sonrisa en la cara. La suya
sincera, la mía fingida. No lo puedo evitar, será la primera vez que
duermafueradecasa.Llegamosalacalleyempezamosacaminarhaciael
colegio. Él tira de mi mano porque voy más lenta de lo habitual,
intentandoalargarnuestropequeñotrayecto.
—¡Mamá!¡Caminamásrápidoporfavor!Vamosallegartardeyel
autocarseirásinmí.
Aversiesverdad,piensoenvozbaja.
—¿Qué?—Olohedichoenvozalta…
—Nada,nada…Quetranquiloquenoseiránsinti.
Noesquenoquieraquevayadecampamentos,esalgoenloque
lleva pensando desde principio de curso y está muy ilusionado por ello.
Además,lohepagadoylomíomehacostado.Hetenidoqueemplearlas
propinasdevariosbabosos.Propinasquenormalmentesueloutilizarpara
pagarotroscaprichoscomolaluz,elgasoelalquiler,vamos,minucias
varias…
Essimplemente,quenuncahepasadoundíalejosdeCody.Desde
quenacióseconvirtióenmiprioridad,enelcentrodemiuniverso.Porél
lodejétodo,hastamisilusiones,ymelohacompensadoconcreces,con
sussonrisas,susabrazosysucariño.
Leobservocargandosumochilaconmuchoesfuerzo,queescasi
más grande que él y se me escapa la risa. Siempre ha querido ser el
hombre de la casa y se toma mi protección muy en serio, hasta el punto
queaveces,másquemihijoparecemiguardaespaldas.
—Cody,¿teayudoconlamochila?Teprometoquepocoantesde
llegaralcolegioteladevuelvoyhacemoscomoquelahasllevadotodoel
camino.
—¡Quenomamá!Quelallevoyo—dicemientrasyoniegoconla
cabezamientraschasqueolalenguaporsutozudez.
Entonces,algirarlacabeza,veounafiguraalotroladodelacalle,
pocos metros por delante nuestro, en la acera de enfrente. Me quedo
mirándolefijamenteporque,aunquellevaunagorrayunasgafasdesol,
creoquelereconozco.Esmipadre.Cuandollegamosasualtura,veoque
sonríealmirarnosylevantaunamanoamododesaludo.Soyincapazde
devolvérselo porque me he quedado parada, creo que físicamente no le
veíadesdeelfuneraldemamá.¿Porquéapareceahoradenuevo?¿Yano
hacefaltaqueseesconda?
—Mamá…teestásquedandoatrásdenuevo…
MirodenuevoaCodyintentandodisimularmiasombro,sindejar
decontrolaramipadreporelrabillodelojo.
—Sí,sícariño—Yesbozandounasonrisaconsigocalmarunpoco
suenfadopormilentitud.
Lecojodelamanoyaumentamoselritmomientrasélempiezaa
contarme,otravez,todaslascosasqueleshaexplicadosuprofesoraque
harán, salida nocturna con linterna incluida. Mientras le escucho
asintiendoconlacabezadevezencuando,voyechandovistazosalaotra
acera y compruebo que mi padre camina en la misma dirección que
nosotros.Lemirointentandobuscarrespuestasyélmehaceunaseñacon
lamanoparadecirmequetenemosquehablar.¿Ahora?Nihablar.Nocon
Codydelante.Noséaquévieneesterepentinocambio,perositengoque
hacercasoatodoloquehevividoestosaños,noesseguroquemeveana
sulado,asíquenovoyapermitirquelerelacionenconmihijohastaque
meloaclaretodo.Yasíselohagosaber,alzandounamanoydiciéndole
que no con un dedo, disimulando sin que Cody me vea y prácticamente
imperceptibleparaelrestodegente.
—¡Mamá!
—Dime.
—¡Queteestoyhablando!¡¿Quesimehaspuestolagorra?!
—¿Lagorra?
Me quedo helada sin poder de reacción. La imagen de la gorra
colgadadeltendederometaladralacabeza.Diosmíomelahedejadoallí.
Ytodopormicabezonería,porquererlavarlaparaquelallevaralimpia,
aunqueélmedijeraunayotravezquedabaigual.
—Esacaranomegustanada…¿Telahasolvidado?
—Lo siento, cariño… —Me agacho a su altura cogiéndole de las
solapasdelasudadera.
—Telodije,quenohacíafaltaquelalavaras,quenoestabasucia
—dicecruzándosedebrazos—.¿Ysivolvemosabuscarla?
Miro el reloj y hago una mueca al ver que si volvemos a casa,
seguroquellegaremosmuytardeyentoncessíesposiblequesemarchen
sinél.
—Nonosdatiempocariño.
—Claro… ¡has ido tan lenta! —dice enfurruñado, reanudando la
marchaydejándomeagachadaenlaacera.
Mesientofatal.Séqueesunatontería,peronoqueríafallarle.Me
peino el pelo con los dedos y me froto la sien contrariada. Miro a la
izquierda y compruebo que mi padre sigue mirándome con ojos
interrogantes.
—Comoves,noesunbuenmomento—susurroseguraquenome
oyenadieaunquesabiendoqueélmehaentendidoalleermeloslabios.
Arranco a correr un poco para alcanzar a Cody. Me pongo a su
lado y le miro con cara de circunstancias. Él arruga la frente y mira al
suelocontrariado.
—Perdóname,cariño.Losientomuchísimo.
Tras varios segundos, pensativo, al final chasquea la lengua y
levantalavistahaciamí.
—Nopasanada…Notepreocupesmamá—Avecesnoséquiénes
más adulto de los dos—. Lo importante es que voy de campamentos. Ya
metaparéasíconlamanosimemolestaelsol.
—¿Sabescuántotequiero?—ledigocasialbordedelllanto.
—Todoesto—contestahaciendouncírculoconlasmanoshaciala
espaldahastatocarselamochila—.Mamá,¿Nathansabequehoymevoy
decampamentos?
—Sí,cariño—contestoalgosorprendida.
—Y… Mami… ¿Puedo hablar con él? ¿Le puedes llamar? Para
despedirmeydecirlequetecuidemuchomientrasyonoestoy…
Me mira con los ojos muy abiertos y apretando los labios hasta
convertirlosenunafinalínea.Aunquenomehapreguntadoabiertamente
ysehaconformadoconlaexcusadequeNathannoveníaaverleporque
tenía prisa, se ha dado cuenta de que algo pasa. No me puedo negar,
porqueaúnmesientoculpableporhabermedejadolagorra,yporqueestá
claroqueCodyleechademenos.Sacoelteléfonodelbolsilloybuscoen
laagendasucontactomientrascaminamosdelamanohaciaelcolegio.
—Hola,Nathan—digocuandodescuelga.
—Hola—contestaresoplando.
—¿Quétepasa?
—Hesalidoacorrer.
—Ah,vale.Tellamoporquetengoaalguienamiladoquequiere
hablarcontigo—miroaCodyquesonríeyseleiluminanlosojos—.Pero
sinoesbuenmomento…
—Sí,sí,tranquila,pásamelo—contestaélentusiasmadoyantesde
quelepaseelteléfonoaCody,oigoquemellama—.Kate…gracias.
—Denada.Aunqueesélelquehapedidohablarcontigo—lepaso
elteléfonoaCodyquemesonríeenseñándometodoslosdientes—.Toma
cariño.
—Gracias,mami—empiezaacaminardenuevoaltiempoquese
llevaelmóvilalaoreja—.¡Hola,Nathan!
Le observo durante un rato, cogiendo el teléfono con las dos
manitas, con la cara iluminada y sonriendo como nunca, y siento una
punzadaenelcorazón.Ningunodelosdossehaquejadoperoséquese
echandemenosyhanaceptadolasituaciónporquehasidomidecisión.
—Sí.Lalinternalallevoytambiéntellevoati—oigoqueledice.
Capazdehabersellevadoalsoldaditoytodo,piensosonriendo.
—Peromeheolvidadolagorra…Sí,mamálalavóporqueestaba
suciaysehaquedadotendida.
Giramos la esquina y llegamos a la puerta del colegio, donde el
autocaryaestáparadoylamayoríadepadres,profesoresyalumnosestán
esperando. Saludo a varias madres y me paro al lado de ellas mientras
Codysiguehablando.
—Hola… ¿Qué? ¿Está muy emocionado? —me pregunta una
mamá—. Jason estaba insoportable. Le he dicho que si esto va a ser así
siempre,elañoquevienenova.
—Nosotrosteníamoshechalamochiladesdeelviernes—digoyo
—. Cody no ha dormido casi nada esta noche de la emoción. Me ha
despertadoantesdelamaneceryencimasemehaolvidadosugorraporel
estrés…Peroporverleslacara,merecelapena.Laquelovaapasarpeor
soyyo…Seránsusprimerasnochesfueradecasa.
—Uy,puesnosotrosvamosaaprovecharparairalcine.Vamosa
dejaralmayorconmispadresytodo.Comocuandoéramosnovios.Aún
nomelocreo—sonríoescuchándola—.Deberíashacerlomismo.
No me ven mucho por el colegio, solo por las mañana y con
prisas,ynotengorelaciónconningunamadre,asíquenosabennadade
mividapersonal.
—Toma,mami—diceCodyfrenteamídevolviéndomeelteléfono
—.Nathanvaavenirahoraatraermeunagorra.
—¿Cómo?—digosinpodercreerloqueoigo.
—Que Nathan me ha dicho que lleva su gorra puesta y que se
desvíaunpocodesurutaymeladeja.¡Quéguay!
Sevasaltandohaciasuprofesora,quienencuantolevelequitala
mochila y la deja junto al resto. Enseguida Cody se junta con sus
compañerosdeclase,queestántanemocionadoscomoél.
—¿Nathanessupadre?
Mepreguntalamadrecotillayencuantomegiroparacontestarle,
vuelvo a ver a mi padre haciéndome señas para que me acerque. Miro a
Codyyalverleocupado,medisculpoymeacercoaél.Laverdadesque
aunque tiene algo más de canas, está exactamente igual a como lo
recordaba.Consupelocortadomuycorto,suaspectodeduro,subarbade
variosdíasysuinseparablecigarrilloenlaboca.Sigueestandoenforma,
comocuandometirabaporlosairesenelparqueyyopresumíadepadre
delante de mis amigas. Qué lástima que pude hacerlo durante tan poco
tiempo, y cuánto le eché de menos en los festivales del colegio, en mi
graduaciónenelinstituto,durantelaenfermedaddemimadreocuandodi
aluzasunieto.
Encuantomepongoasulado,mecogedelbrazoymeapartade
posibles miradas indiscretas, colocándonos detrás de una furgoneta de
ventadecafésypretzels.
—Hola,cariño—medicecuandocreequeestamosabuenrecaudo
—.Estáspreciosa.
—¿Quéquieres?—contestomirandoaamboslados—.¿Quépasa?
¿Ahorayapuedenvermecontigo?
Élsuspiraantemisecarespuesta,agachalamiradayresignado,se
dacuentaquenovaaserunencuentrocordial.
—Soloqueríaadvertirte…
—¿Advertirme?¿Advertirmedequé?
—Acercadetuamigo.
—¿Perdona?
—DeNathanAnderson.
—Espera… —Niego con la cabeza arrugando la frente—. No
entiendonada.
—Cariño, ese chico es un problema y no creo que sepas toda la
verdaddeél.Ymepreocupaqueoshagadaño,atioaCody.
—¿Qué sabes de Nathan aparte de lo que te dijo Cody? ¿Le has
hechounseguimiento?Porfavordimequenolehashechoningunavisita
decortesíadelastuyas.
—Kate, Nathan es Marine y tiene problemas. Está de baja
psiquiátrica…
—Papá—Yaloírquelellamoasísecalladegolpe—.Vete.
—Pero Kate, cariño. Tienes que escucharme. Solo miro por tu
bien…
—¿Desdecuándo?—lecorto.
Clavo mis ojos en los suyos intentando hacerle daño. Quiero que
sientaeldolorqueyoheexperimentadotodoslosañosenlosquemehe
sentidosola.Quieroquesientalapenadetodaslaslágrimasquemimadre
derramóporél,inclusoañosdespuésdehaberseseparado.
—Nomepuedocreerqueteacerquesamí,despuésdeveinteaños,
para advertirme que no me acerque a alguien. No puedo entender que
consideres este motivo lo suficientemente importante como para que
decidas“ponermeenpeligro”yencambionolofueraelnacimientodetu
nietooelentierrodemamá.
—Cariño…
—No, no quiero más excusas ni más mentiras. Sé que Nathan es
Marine. Sé que tiene problemas, conozco los motivos por los que los
tiene,heexperimentadoenprimerapersonaloquelepasaytambiénque
estáintentandoponerleremedio.¿Ysabesporquélosé?—Intentohablar
calmada para no montar una escena y de vez en cuando echo vistazos
haciaatrásparatenercontroladoaCody—.Porqueél,adiferenciadeti,
nomehaescondidonada.Hasidosinceroconmigoentodomomentoyha
queridoenseñarmeloquehay.
Noto como las lágrimas se agolpan en mis ojos y aprieto los
dientesyloslabiosparaobligarmeanodejarlassalir.Noquieroparecer
débildelantedeélynoquieroqueCodymeveallorarenundíatanfeliz
paraél.
—Y eso es más de lo que yo estoy haciendo por él. Así que por
favor,déjamevivirmividaconquienyoquiera.Veteysiguesiendosolo
unrecuerdoparamí.
Me giro y me enjuago las lágrimas rápidamente antes de
acercarme de nuevo al resto de madres. Siempre había pensado que
cuandomereencontraraconmipadre,laslágrimasmeimpediríanhablar,
pero ha sido al revés, las palabras me salían solas mientras que las
lágrimas se quedaban retenidas en mis ojos. Y al pronunciarlas sin
pensarlas demasiado, me he dado cuenta que son verdad. Hasta ahora,
Nathan ha sido completamente sincero conmigo, mientras que yo sigo
ocultándolelamayorpartedemivida.
Cuandollegoalaalturadelrestodemadres,yaestoybastantemás
entera.CodysegiraparamirarsillegaNathanconsugorraycuandome
ve,alzasumanoymesaludaconunagransonrisadibujadaenlacaraque
meayudaarecuperarmedeltodo.
La profesora se acerca a ellos y nos llama a los padres para que
nosacerquemos.
—Vamos despidiéndonos y empezamos a subir al autocar, chicos
—diceella—.¡Quenosvamos!
—Noooooo… —dice Cody mirando a todos lados—. Me he
olvidadolagorrayNathanmedejalasuya.
—Cody—dicelaprofesoraagachándoseasulado—.Tranquilo.Si
notienesgorra,yotedejolamía,peronopodemosesperarmuchomás…
—Peroesrosa—diceCodymirandolaqueellallevaenganchada
en la presilla del pantalón—. Y si Nathan me ha dicho que viene, es que
viene.
—Cariño—digoagachándomeyotambiénparaecharunamanoa
la pobre chica—. No te preocupes. Seguro que estará viniendo lo más
rápidoposible,peroalomejorestabalejosynoledatiempo.Ycuanto
mástardéiseniros,menostiempotendréisparajugar,¿verdad?
—Ya…—diceagachandolacabeza.
—Cariño, mírame y dame un besazo enorme. Te voy a echar
muchodemenos,¿losabesverdad?
—Yyoati,mamá.
—Perotelovasapasarengrande,¿aquesí?
—Prometido —dice mientras le abrazo con más fuerza de la que
unniñodecincoañospuedesoportar—.Mamá,quemechafas…
Cuandolaprofesoralesllamadenuevoyleshacesubiralautocar
poco a poco, él sigue sin perder la esperanza, echando la vista atrás,
mirandoatodosladosy,aunqueestácontentoporirse,susojosestánalgo
tristes.Sesientaensusitio,alladodelaventanaymemiraforzandouna
sonrisamientrasyolelanzobesosyledigoadiósconlamano.Cuando
mevelloraragrandasusonrisaparaintentaralegrarmeeinclusomesaca
lalengua.Elruidodelmotordelautocarmesobresaltaunpocoyélhace
unúltimointentodemiraraambosladosdelacalle.Cuandoseempiezan
aalejarlloroyasinconsuelo.
—¡Esperad!
No puede ser… Es la voz de Nathan. Me giro y le veo llegar
corriendocomounlococonlagorraenlamano.
—Hola,Kate—dicecuandopasapormilado.
Secolocaalaalturadelautocaryempiezaamoverlosbrazospara
llamar la atención de los niños, de los profesores o del conductor. De
repenteleveosubirseaunodeloscochesqueestánaparcadosenlaacera
paraestarmásalto.Codyleveporfinyveocomollamalaatencióndesu
profesoraque,conunasonrisaenloslabios,creoqueavisaalconductor
paraquesedetengaunmomento.
Al ver el vehículo pararse, Nathan baja del coche y apoya las
manos en las rodillas, intentado recobrar el aliento. Las puertas del
autocarseabrenyCodysaledisparadohaciaNathan,quesigueagachado,
mientraslaprofesoraesperaenlasescaleras.
—¡Nathan!¡Sabíaquevendrías!
Y sin esperárselo, Cody se lanza a sus brazos y le abraza con
fuerza. Nathan se queda parado unos segundos sin saber qué hacer, sin
devolverle el abrazo. Sus brazos se mantienen abiertos mientras se pone
en pie totalmente aturdido con Cody colgado de su cuello. Me llevo una
manoalabocaparaahogarungritoporquenosécómovaareaccionar
Nathananteesegesto,hastaahoratabúparaél,queademáslehallegado
demaneraimprovista.Peroentonces,Nathanhundelacaraenelpequeño
hombrodeCodyyledevuelveelabrazoagarrándoledelaespaldaydela
cabeza.SequedaunratoasíhastaqueCodycogelacaradeNathanconsus
manitas y tras decirle algo, pega los labios en su mejilla durante largo
rato.
Nathan le vuelve a poner en el suelo y le pone la gorra en la
medidamáspequeña,aunquesigueviniéndolegrande.ACodynoparece
importarle, porque la mira abriendo mucho los ojos y se le dibuja una
sonrisaenorme.
—Mamá, es una gorra de los Marines —dice mirando hacia mí
mientras yo asiento con la cabeza y alzo el pulgar incapaz de nada más
porlaemotividaddelmomento.
Mirohaciamipadreyleveoobservandolaescenaconlosbrazos
cruzados. Si estaba preocupado por algo, supongo que esta imagen le
habrá demostrado que el niño le adora y que Nathan sería capaz de
cualquiercosaporél.
Cody se pone la gorra y Nathan le arregla cariñosamente la
sudaderamientraslediceunaspalabrasyelniñoasienteenérgicamente.
—Cody,dileadiósapapáysubealautocar.Correquenostenemos
queir—gritaunadelasprofesorasdesdeelvehículo.
Ambossemiransonriendoperoningunodelosdosdesmienteala
mujer,aunqueveoqueNathansehasonrojadoyagachalavistamientras
Codycorredenuevohaciaelautocar.Cuandoyaestáensusitio,ponelas
palmasdelasmanosylafrentecontraelcristalenseñándoleaNathansu
muñeco.Éllesonríeylevantalamanoparadecirleadiós,hastaqueCody
lehaceelsaludomilitaryNathanselodevuelve.
El autocar se pierde calle abajo y el resto de padres empiezan a
desperdigarse. Algunas madres me echan una mirada cómplice cuando
pasanpormilado,mientrasqueotrasdirectamentememiranmuertasde
envidia.Yolessonríoymedanganasdegritar:“Sí,esmichico.Esede
ahí,sí,yescapazdehacercosascomoesapormihijo”.
Me acerco hasta Nathan, que sigue con la mirada perdida calle
abajo, por donde se perdió el autocar, con las manos metidas en los
bolsillosdelpantalóndechándal.
—Esohasido…—empiezoahablarlecuandomepongoasulado
perolavozsemecortaporelnudoquesemehaformadoenlagarganta
—.EstoquehashechoporCody…
Gira la cara hacia mí para mirarme y le veo los ojos totalmente
bañadosenlágrimasylacaradesencajada.
—Losiento…Deberíahabertepreguntadoprimerosipodíatraerle
lagorra.Séquenoquieresquelevea…
Esaspalabrasmerompenelcorazón,ynoporquenoseanverdad,
sinoportodolocontrario…porquesíloson.Porqueaunqueélsabíaque
nunca nos haría daño, porque aunque me lo había repetido varias veces,
aceptó mi decisión sin más, esperando a que me diera cuenta por mí
mismadequesuspalabraseranverdad.
—Él no sabe que no te puede… tocar. Nunca se lo he explicado.
Sientositehahechosentirincómodo.
—Nomehahechosentirincómodoparanada.
Me sonríe abiertamente mientras veo su pecho subir y bajar a
través de la camiseta sudada. Agacho la vista hacia sus manos, aún
escondidasdentrodelosbolsillos.Lecojodelantebrazoyliberounade
susmanos,entrelazandomisdedosconlossuyos.Quieroecharmeasus
brazostalycomoCodyhahechoantes,peronomeatrevoahacerlo.Pero
empiezaaserunanecesidadimperiosaquemeabrace,quemetoque,que
mebese…
—¿Estásbien?—dicebuscandomimirada.
—¿Eh? —Madre mía me he acalorado solo de imaginarme a
Nathanbesándomeymenotolacaraarder—.Sí,estoybien…Tengoque
irmeatrabajaralacafetería.
—¿Teacompaño?
—Megustaría…
En cuanto empezamos a andar miro de reojo hacia mi padre y
comprueboqueyanoestá.Parecehabersedadoporvencidooalmenos
haberseconvencidodequeNathannoesunaamenazaparamí.Espero.
Caminamos cogidos de la mano, aunque de vez en cuando
reconozco que rozo deliberadamente mi brazo con el suyo. Incluso
cuandonosparamosenunsemáforo,pegomicuerpoalsuyoymeagarro
desubícepsenunactototalmenteconscienteaunquesimulandoquenoha
sido así. Él no hace ningún gesto raro, así que el tiempo que dura el
semáforo en rojo, mis dedos acarician su piel, descubriendo su tatuaje,
hastaahoratapadoporlamanga.
—¿SemperFidelis?
—EsellemadelosMarines.
Levantolavistahaciaélymeencuentroconsusojos.
—¿Quésignifica?—pregunto.
—Siemprefiel.
—¿Ellosatiotúaellos?
—Ambascosas—contestasonriendomientrasagachalacabeza.
El semáforo se pone en verde y empezamos a andar los últimos
metroshastalacafetería.
—Supongo que ese lema ya no tiene mucho sentido para mí. Mi
padremeloarrancaríaporhaberlodeshonrado.
—Puesyocreoqueporloquesé,hassidomásquefielaellos…
Hashechocosasporellosconlasqueclaramentenoestabasdeacuerdo.
Hasllegadoacaerenfermoporserlesfiel…
Nos paramos justo antes de llegar al escaparate de la cafetería.
Sigosinsoltarledelamanoyélseponedelantedemí.Memirafijamente
alosojosmientrassupechomerozaligeramentealrespirar.
—Además—añadoagachandolacabeza,huyendodesumirada—,
creo que es un lema muy bonito que puedes aplicar a otros ámbitos.
Puedessersiemprefielaotrascosas…opersonas.
Sumanosesueltadelagarredelamíaynotocomosusdedosse
posanenmibarbilla.Melevantalacaralentamentehastaquenuestrosojos
vuelven a conectar. Trago saliva, nerviosa cuando veo su cara acercarse
lentamente.Susojossepaseanpormirostro,aunquesetomanmásratoen
mis labios. Su cuerpo también se acerca al mío, incluso noto su mano
posarsecontimidezenmicintura.Sequedaparadoaescasoscentímetros
demicaraynotocomosusdedosaprietanmipielconsuavidad.Suotra
manoseposaenmimejillaymeacariciaconelpulgar.Surespiraciónya
esmuyagitadaysupechochocacontraelmíocadavezquesube.
Comohicelaotranoche,posomimanoencimadelasuyaycon
un ligero movimiento de cabeza, beso su palma con suavidad ante su
asombro.Seveobligadoacerrarlosojosporunossegundosparaintentar
serenarse,perocuandolosvuelveaabrirnoparecehaberloconseguido.
Abremucholosojos,comosiestuvieraasustado,yentonces,comosiun
resorteseactivaradentrodeél,apoyasufrentecontralamía,cierralos
ojosysueltaunlargosuspiroderesignación.
Tengo que admitir que estoy algo decepcionada porque por un
momentohellegadoapensarqueseibaaatreverabesarmeoalmenosa
abrazarme como ha hecho antes con Cody, pero enseguida cambio mi
expresión y poniendo mis manos a ambos lados de su cara, le sonrío
cariñosamente.
—Deberíaentrar.
—Vale —contesta cogiéndome con fuerza de las muñecas—.
¿Trabajasestanoche?
—Ajá.
—¿Quedamosdondesiempreyteacompañoacasa?
—Por supuesto. No querrás que Cody se entere de que me has
dejadocaminarsolaenplenanoche…
—No…—Yriendoañade—.Mehahechoprometerqueahoraque
noestáél,teacompañaríainclusohastalapuerta.
—Puesesperoquelocumplas…
Y lentamente me separo de él con el corazón latiendo a toda
velocidadycontantafuerzaqueparecequesemevayaasalirdelpecho.
Estechicopuedeconmigo.Minatodamiresistenciasoloconrozarme,así
quenoquieronipensarcómoserácuandosedecidaporfinadarunpaso
más.
CAPÍTULO22
Nathan
Heestadoapuntodehacerlo.Casiloconsigo.Heestadoapuntode
rozarsuslabios.Hallegadounmomentoenelquesoloeracapazdesentir
su aliento rozándome, pero me pone demasiado nervioso aún y soy
incapazdecontrolarme…Parecíaqueelcorazónsemeibaasalirporla
boca.Ymeheasustado.Hetenidomiedodemiposiblereacción.Mucho.
¿Ysilehagodaño?Nosécómovoyareaccionarnuncaanteestas
situaciones y cuando lo hago es de forma inconsciente. Cuando Cody se
mehaechadoalosbrazosantes,hetenidoquerespirarhondovariasveces
paratranquilizarme.Enelmomentoenquemehepuestoenpie,heestado
variossegundosdesorientado,hastaquemehedadocuentaqueélseguía
colgado de mi cuello. Entonces mi instinto de protección ha prevalecido
sobretodoslosdemásymehahechoabrazarlecontodasmisfuerzas.Y
reconozcoqueunavezsuperadoelshockinicial,hasidogenialvolvera
sentirunabrazo.Mehubierapodidoquedaragarradoaéltodoeldía.
Por un momento vuelvo al presente y miro el reloj. Llevo algo
másdeunahoracorriendo.DespuésdedejaraKateenlacafetería,tenía
laspulsacionestanrevolucionadasquenopodíametermeencasa,asíque
decidíquemaradrenalinacorriendodenuevo.Besarnolabesarémucho,
peroloqueescorrer…Desdequelaconozcollevorecorridoskilómetros
suficientescomoparacubrirvariasveceselcircuitodelamaratón.Alo
mejoresteañodeberíaplanteármelocomoreto.Además,mesirvecomo
terapiaporquedesdehaceunassemanascorroconmúsicayasímepongo
a prueba haciendo varias cosas a la vez: correr, estar atento a lo que
sucedeamialrededor,escucharlamúsicaypensar.Sobretodopensar.Y
por encima de todo, pensar en ella, en la chica de la eterna sonrisa que
irrumpió en mi mundo para intentar ponerlo en orden sin pedir nada a
cambio porque básicamente, no tengo nada que ofrecerle. Ni un simple
beso,niunabrazofortuito…solounsimpleroce,ounatímidacaricia…
¿Y si luego no estás a la altura? ¿Y si finalmente te atreves a
besarla y no es lo que ella esperaba? ¿Y si la cosa se calienta y no eres
capazdehacerladisfrutar?¿Ysitecorresnadamástebese?Joder,joder,
joder… Ya estamos otra vez. Mi monstruo y yo en uno de nuestros ya
habitualesdiálogos.Niegoconlacabezaconfuerzaparaintentardespejar
todosestospensamientosmientrasaumentoelritmoysuboalmáximoel
volumendelamúsica.Respiroconfuerzaporlaboca,conlavistafijaen
elcamino,sinfijarmeenlagenteconlaquemecruzo.
La música se para porque alguien me llama. Aminoro el ritmo
paulatinamente sin llegar a pararme del todo. Me quito los auriculares y
descuelgosinhaberrecobradoelaliento.
—¿Diga?–contestoresoplando.
—¿Otravezcorriendo?
Lasonrisatontasemedibujaalinstanteenlacaraalescucharsu
vozymedetengoporcompletoparaprestarletodamiatención.
—Sí…—contestocomounbobo.
—¿Estás bien? —pregunta al cabo de un rato al ver que soy
incapazdedecirnadamás.
—Sí…—Teestáscubriendodegloria…
—Ya veo —dice riendo—. Cuando recuperes la capacidad de
hablarmeavisas.
—Ya—contestomientrasmemuevonerviosomirandoalsueloy
pateando alguna piedra que me encuentro por el camino—. Es que… no
podíametermeencasa.Necesitabamantenermeocupado.
—¿Otravezdecharlaconmiamigo?
—Meconocesdemasiadoya…—confieso—.¿Ytú?¿Yaestásentu
descanso?
—Sí. Lo necesitaba… —Se hace el silencio entre nosotros—. No
podíadejardepensarenti.EnloquehashechoestamañanaporCody…y
enloquecasihacesluegoenlapuertadelacafeteríapormí.
Tragosalivaybuscounbancodondesentarme.Estandirectaquea
vecesmedescolocayanulamicapacidaddereacción,yabastantelentade
porsí…
—Eh…
—Espera —La noto sonreír al otro lado de la línea—. No hace
faltaquedigasnadaqueteestásempezandoaponernerviosoya.
—Vale—contestosuspirando.
Metieneloco,nopuedoevitarlo.Niquiero.
—Séqueantes,cuandohasintentadobesarme,lohashechopormí.
Yquieropedirtedisculpasporquehesidoyolaquetehaforzadoaello—
Se queda callada un rato y si cierro los ojos, me la puedo imaginar
tocándoseelpeloconlosdedos—.Estamañananecesitabatocarteymehe
rozado deliberadamente contigo y sé que te has dado cuenta… Y has
intentado forzarte a hacer algo para lo que no estás preparado. Y lo has
hechopormí…
Intento decir algo pero solo me sale un sonido gutural extraño y
meveoobligadoacarraspearparaaclararmelavoz.
—Kate…
—Escucha Nathan —me corta—. Te he dicho varias veces que te
esperaré lo que haga falta, y lo decía en serio, ¿vale? Así que siento
habertepuestoenuncompromiso.Notevoyamentir,tengomuchasganas
de…iralgomásallá,perodemomentomeconformoconverte,queme
cojasdelamanooconunasimplecaricia.Noquieroestropearlonuestro
porque…estoy…estoyenamoradadeti.Yaestá.Yalohedicho.
Tengolavistafijaenelsueloyelmundoparecehabersedetenido
amialrededor.Mepongoenpiedegolpealescucharesaspalabras.¿Está
enamorada?¿Demí?Mehesonrojadoderepente.Miroaunladoyaotro
por si hubiera algún testigo de mi repentino retroceso a la adolescencia
pero por suerte la llamada me ha pillado en un lugar algo apartado de
CentralParkporlaquenosuelepasarmuchagente.
—Nosvemosluego,¿vale?
Corta la llamada sin esperar mi respuesta. Creo que se ha puesto
nerviosaconmisilencio.Peroyoquieroquemeescuche,quieroqueme
oigadecirqueyosientolomismo,quiero…¡Joder!Caminosinrumbode
unladoaotromientrasmisdedostemblorososintentanvolverallamarla
almóvil.
Entonces, sin verlo venir, alguien me coge por la camiseta y me
empuja, haciéndome caer hacia atrás. Mi teléfono sale volando de mis
manos mientras yo, aún de espaldas en el suelo y confundido, miro
alrededor buscándolo. Cuando lo veo, giro mi cuerpo a la izquierda y
cuando voy a cogerlo, alguien pone un pie encima de mi muñeca
impidiéndomehacerlo.¿Quécojonesestápasandoaquí?¿Mequiererobar
elteléfono?
—¡¿Quécojoneshaces?—grito
Intentoverlacaraamiagresor,peroestáacontraluzyelsolme
ciegalosojos.Medaigualquiensea,asíqueconunrápidomovimiento,
muevolapiernaderechaylepropinounapatadaenlarodilladelapierna
queapoyasupeso.Nosecae,perolehacetambalearseyperderunpoco
el equilibrio. Lo justo para que yo coja el teléfono, me lo guarde en el
bolsillo y me abalance hacia mi agresor. Le arrollo agarrándole de las
solapas de la chaqueta y le hago caer de espaldas conmigo encima. Me
siento encima de su pecho y le propino un par de puñetazos en la cara.
Lejos de amedrentarse, el tío reacciona y aún no sé cómo me pega un
cabezazoenelpómuloquemedejaaturdido.Sezafademíyagarrando
unaramadeárbolquehabíacercadenosotros,mepropinaungolpecon
ellaenelestómago.Meencojoporeldolor,intentandorecuperarelaire
queesegolpemehanegado.
Elteléfonovuelveasonaryenunactoreflejo,metolamanoenel
bolsillo todo lo rápido que puedo para que no me lo quite. Me cuesta
horrores respirar, así que lo único que puedo hacer es agarrarme el
estómago con la mano libre y permanecer encogido esperando el
próximo envite. Segundos después, al ver que no sucede nada, y ya con
algomásdeaireenlospulmones,muevoligeramentelacabezaaunlado
ycomprueboquemiasaltantehadesaparecido.Aliviado,meestiroboca
arribayabrolosbrazostodoloquepuedo.
—Joder,cómoduele—digotocándomeelestómago.
Antesdequeelteléfonodejedesonar,descuelgoymelopongoa
laoreja.
—¿Diga?—digoaúnresoplando.
—Esto…Sitepilloenmalmomento…
—MepillastiradoenelcéspeddeCentralPark.
—Vale,perdónporlainterrupción.Tellamoluego.
—¿Qué?¡Tony!¡Eh,Tony!¡Mierda!
Hacolgado.Metomounossegundospararespirarprofundamente
ymeincorporounpoco.Pasadounratovuelvoallamarle.
—Tony—digocuandoresponde.
—¿ConquetiradoenelcéspeddeCentralParkeh?
—Asíes.Peronoporloquetepiensas—Ytrasunsilencioañado
—.Untíomeacabadeagredir.
—¿Cómo?
—Loqueoyes…
—¿Peroestásbien?¿Tehahechoalgo?
—Puesestoyalgoaturdidoporquemehadadouncabezazoenla
caraycreoquevoyatenerenbreveunhematomaenelestómago,pero
apartedeeso,nadamás.
—¿Yporquécojonesibaaagredirte?¿Lehashechoalgo?
—Graciasporlaconfianza.No,nolehehechonada.Enrealidad,
yo iba tan tranquilo corriendo, me llamó Kate, estuve un rato hablando
con ella y cuando colgó, sin darme tiempo a reaccionar, ese tipo me
empujó…
—Querríarobarteelteléfono.
—Esopenséyo,perocuandomehadejadoatontadoporelgolpe
en el pómulo, o cuando me quedé doblado en el suelo sin
respiración,tuvolaoportunidaddequitármeloynolohizo…
—Vale,yentonces,¿tequeríapegarporpegarte?
—Puesnosé…Noleencuentrootraexplicación.
—¿Leconocías?
—No pude verle… Fue todo muy rápido y cuando tuve la
oportunidaddemirarlealacara,estabaacontraluzynolevibien.Pero
sabíaloquesehacía.
—¿Cómo?
—Quehepeleadocuerpoacuerpovariasvecesyesetíosabíalo
quesehacía.
—¿Militar?
—Puede…nosé.Detodosmodos,fuemuyrápido—Mepongoen
pie con algo de dificultad—. Me voy a casa. Me parece que he tenido
demasiadasemocionesporestamañana.
—¿Emocionesenplural?¿Hahabidomásemocionesapartedela
quehascompartidocontunuevoamigoenelparque?
—Sí.Algoasí.
Lecuentotodo,desdeelreencuentroconCodyhastamicasibeso
conKate.
—¿Sabesqué?Sientomuchascosas.
—Esoesbueno.
—Una vez me dijiste que uno de los síntomas del estrés
postraumáticoesquela…¿cómolallamaste?¿Insensibilidademocional?
—Ajá… La falta de sentimientos. Como si nada de afectara o
importara.Comosinosintierasnada.
—Puesyaestoycuradodeeso.Losientotodo,tantoquehastame
asusto. He pasado de la sorpresa y la alegría con el abrazo de Cody, al
orgulloalverqueélnocorregíaasuprofesoracuandomeconfundiócon
su padre, pena al verle marchar con el autocar, felicidad extrema al
caminarcogidodelamanodeKatecomosifuéramosunaparejanormal,
nerviosocuandomicuerporozabaeldeKate,excitadocuandometocaba,
asustadocuandomicorazónempezóalatirdemasiadorápido…yluego
comouncompletogilipollascuandomecaguédemiedoynolabesé.
—¡Joder!Sí,estáscurado.
—Puesmesientocomo…sobrepasado…Mevoyacasa…
—Vale.
Empiezo a caminar para salir del parque con el teléfono aún
pegadoalaoreja.Leoigorespiraralotrolado.
—Estanochehequedadoconelladenuevo…
—¿Quétipodecita?
—Como siempre, pero me ha pedido que esta vez la acompañe
hastacasa.
—Bien.
—No…Noestábien.
—¿Por? Ella te lo ha dicho y te lo ha repetido varias veces. No
hacefaltaquehagasnada.Notevaapresionaryvaairaturitmo.
—Losé.Elproblemasoyyo.Yosíquierodarlemásy,lonecesito,
pormí.Necesitosaberquepuedohacerlo—Chasqueolalenguaymepaso
lamanoporelpelonervioso—.Quiero…comprobarquepuedohacerlo.
—Nathan,laimpotencianoesunodelossíntomascomunesdetu
enfermedad.
—Joder,québruto…
—¿Peroesloquetepreocupa?
—Unpoco—confiesoalcabodeunossegundos.
—¿Ellatepone…cachondo?
—Niteloimaginas.
—Puestranquiloentonces.Pocoapoco.Dapequeñospasos.Yala
cogesdelamano,bien,puesahora,abrázala.Mañana,seráotrodía.Oye,
tengoquedejartequeentraunpaciente.¿Hablamosmañana?
—El resto de tus pacientes tienen que ser un verdadero coñazo,
¿no?
—Nosabescuánto…—contestamientrasreímosacarcajadas.
—Hastaluego,Tony.
—Hastamañana,Nathan.
Llegoprontoanuestrositiohabitualdeencuentro.Meapoyoenla
barandilla, aliso mi camisa un poco y se me escapa una mueca de dolor
cuandolamanomerozaelestómago.Desdemediatarde,elhematomaya
eramuyvisibleydoloroso.Metolasmanosenlosbolsillosdelvaqueroy
fijolavistaenelsuelointentadorelajarme.Suspalabrasdeestamañana
nosemequitandelacabezaymehacendibujarunasonrisaenmicara…
yasíllevotodoeldía.Nielextrañoencontronazoenelparquenieldolor
hanconseguidohacermedesaparecerestasensacióndeeuforia.
—Hola.
Levantolacabezaconrapidezylaveodelantedemí,conPippera
sulado.Otravezmepillafueradejuego.
—Hola.Hola,Pipper.
—¡Hola!—merespondesuamigamirándomedescaradamentecon
unasonrisaenormeenlacara.
Nos quedamos en silencio durante unos interminables segundos
hastaquelainsistentemiradadeKateparecesurtirefecto.
—Bueno, me parece que sobro… Ya que no os contáis nada, os
dejo.HastamañanaKate—diceabrazándola—.ChaoNathan.
—Adiós—decimoslosdosalavez.
Cuando vemos que se pierde por la esquina, nos quedamos unos
segundossinsaberbienquédecirnos.Mirosusdedos,queagarranelasa
desubolsoconfuerzaymedoycuentaqueesalgoquehacesiempreque
nosabequéhacerconlasmanos.
—¿Vamos?—lepreguntotendiéndolemimanoqueellaagarracon
decisión.
—Sí.
Mientrascaminamoslaaprietoconfuerzaparanotarsucontacto,
mientrasacariciosupielconelpulgar.
—¿Hassalidoacorrertambiénestatarde?—mepreguntaconuna
sonrisademediolado.
—No. Ya he tenido bastante con el ejercicio de esta mañana —
sonríomirandoalsuelomientrasrespondo—.¿SabesalgodeCody?¿Han
llegadobien?
—Sí. Me han enviado un mensaje al móvil desde la dirección del
colegio informando de que han llegado bien… —Se coloca varios
mechones de pelo detrás de la oreja—. Así que ahora, hasta pasado
mañana… Le voy a echar mucho de menos. No me he separado de él
nunca…
—Peroélestarábien.Seloestarápasandogenial.
—Losé.Ytevoyaconfesarunacosaperonoselodigasanadie
—arruga la nariz mientras me dice eso y está adorable. Estoy acabado.
Soyunputotítereensusmanos—.Enelfondomedaunpocodepenaque
selopasebiensinmí.Esdecir…porDiossuenafatal…
Lamiromientrassemeescapalarisaporsureacción.
—No te rías. Es que suena fatal porque no me he explicado bien.
Quería decir que sé que conmigo se lo pasa bien e intento hacer cosas
divertidas con él y eso, pero por ejemplo, nunca me he podido permitir
irme de vacaciones con él. Por eso me da algo de cosa que se vaya de
campamentossinmí…porqueyonuncalehepodidollevar.
¿Nunca se han ido de vacaciones? La observo pensativo mientras
asiento con la cabeza durante un segundo solo, el tiempo suficiente para
abrirlabocaysoltar:
—¿Quieres venirte conmigo de vacaciones? Es decir, tú y Cody.
¿Quéhacéisparaelpuentedel4dejulio?
Abremucholosojosydeformainconsciente,aminoraelpaso.
—¿Contigodevacaciones?¿Dónde?
—Buenoverás…Tengointencióndepasarunosdíasenmicasa…
enTexas.Siquieresvenir…Noseránvacacionesenlaplayayeso,pero
podemos hacer cosas. Mis padres tienen caballos ¿Has montado alguna
vez?
—No—contestasonriendo.
—Puespodemoshaceralgunaexcursión.Siquierespodemosirde
campamentolostres.
Sin darnos cuenta prácticamente, estamos ya delante del portal de
suedificio.Hasidoeltrayectomáscortodemivida.Sacalasllavesdesu
bolsoysequedaunratoconellasenlamano.
—¿Lodicesenserio?—levantalavistayveocaerunaslágrimas
desusojos.
—Eh… No llores… Sabes que no puedo verte llorar —
confundido, alargo mi mano libre e intento secarle las mejillas—. Claro
quehabloenserio.Megustaríaquevinierais…Sabeslapocarelaciónque
tengoconmispadres,ymeayudaríamuchoqueestuvieraisallíconmigo.
—Vale —contesta intentando contener más lágrimas—. Creo que
melopodríamontarporquenuncahecogidodíasdevacaciones.ACody
levaaencantarelplan.
—Genial…
Mimanosigueposadaensumejillayellamelacoge.
—¿Quieressubiratomaralgo?
—Vale.
Y a la vez me acojona. Subimos por las escaleras y durante el
trayecto intento respirar profundamente varias veces dándome ánimos y
consignas. Repito una y otra vez las palabras de Tony: “paso a paso”,
“poco a poco”, “ella te esperará”, pero de repente las palabras de Kate
retumbandenuevoenmicabeza:“estoyenamoradadeti”.
Entramos en su pequeño apartamento y espero de pie en el salón
mientrasellavaasuhabitaciónadejarelbolsoyelpañueloquellevaba
enelcuello.
—¿Quéquierestomar?¿Unacerveza?
—Nopuedo…Conlamedicaciónnopuedobeberalcohol.
—Oh,vaya—Entraenlacocinaysacandolacabezaporelmarco
delapuertaañade—:¿UnzumitodeCody?
—Loqueveas—contestodistraídosinlevantarlavistadelsuelo.
De repente noto su presencia delante de mí. Busca mi mirada
agachando la cabeza y luego, acercando su mano muy lentamente y
siempredemaneravisibleparanoasustarme,mecogelacaraconambas
manosymelevantalacabezahastaquenuestrosojosseencuentran.
—¿Estásbien?Estásserio…
—Estoyconcentrado.
—¿Concentrado?—contestasonriendo—.¿Enqué?
La miro apretando los labios y hago una pequeña mueca con la
boca.Esentoncescuandosedacuentaqueellaeselmotivodemiestado
anímico.
—¿En mí? —pregunta mientras yo asiento—. No soy tan
complicada.Nohacefaltaqueteconcentrestanto,créeme.
Dejo caer mi peso hacia atrás y apoyo la espalda contra la pared
mientrasellaseacercasonriendohastacolocarseentreelhuecoquedejan
mis piernas. Suelto aire con fuerza por la boca. Aunque estoy asustado,
confíoenellabastantemásdeloqueconfíoenmímismo,asíqueséquea
pesardesucercanía,noharánadaquemeincomode.
—Ven.¿Quieresbailarconmigo?¿Teatreves?
Me coge de la mano y me dejo guiar por ella. Se acerca al
reproductordemúsicaytrastocarvariosbotones,empiezaabuscarensu
Ipod.
—Déjameamí—digoponiéndomedelante—.Laelijoyo.
—No la pongas muy alta que debemos ser los únicos locos
despiertosaestashorasdelamadrugada.
Sélacanciónquebusco.SéqueleencantaRobbieWilliamsyque
tienetodassuscanciones,asíquenopuedefaltar.Cuandolaencuentro,le
doyalplayymegirohaciaella.
—Meencanta…—dicealescucharlasprimerasnotasyaveriguar
quécanciónes.
—Lo sé. Aunque parezca mentira por mi cara de tonto, te presto
atencióncuandohablas.
—Mírame —dice mostrándome las manos y acercándolas poco a
pocoamí—.Lasvoyaponeralrededordetucuello.
Trago saliva cuando noto su piel contra la mía, que se eriza sin
poderlo evitar. Se supone que tengo que agarrarla, así que me armo de
valoryrespiroconfuerzaporlaboca.
—Tranquilo.Nopasanada.
Escuchar su voz me tranquiliza, así que cierro los ojos y acerco
mis manos a su cintura. Cuando la toco, aguanto la respiración durante
unas décimas de segundo y sonrío aliviado cuando al abrir los ojos de
nuevo,lahabitaciónnodavueltasamialrededor.
—¿Bien?—mepreguntaalzandolacabezahaciamí.
—Bien.Muybien—respondosonriéndole.
Nunca habíamos estado tan cerca, pero estoy decidido a ir algo
más allá. Doy un paso hacia delante hasta que mi cuerpo roza el suyo y
mis manos se trasladan a la parte baja de su espalda. Mi mejilla roza la
suyaytengosuorejaaescasoscentímetrosdemislabios.
—¿Estásenamoradademí?—susurroensuoído.
—Algoasí—contesta—.Meestoycolgandounpoquitodeti.
—Mealegrasaberlo.Porqueyoestoycompletamentelocoporti.
Necesitoestarcercadeti,piensoentiatodashoras,cierrolosojosyestu
imagenlaqueveo,oigotuvozynopuedodejardesonreír,quierocuidar
de ti y de Cody… Y no quiero joderlo… —Giro un poco la cabeza
haciendo que mi escasa barba acaricie su mejilla y mis labios rocen su
oreja—.Antesnomehadadotiempoacontestarteperoquieroquesepas
queyotambiénestoyenamoradodeti.
Me separo un poco y la miro a los ojos, expectante para ver su
reacción.Respiroprofundamente,provocandoquemipechoroceelsuyo
constantemente.Misdedosacariciansuespaldaatravésdesucamisetade
tirantes y procuro mantener la distancia de cintura para abajo porque no
quieroquenotequemientrepiernatambiénestámuyagradecidaporesta
proximidad.
—Vale—dicepasadosunossegundosasintiendoconlacabeza—.
Mehasdejadosinpalabras.
—Perosonríes.Yconesomebasta.
Sonríe mientras se muerde el labio inferior. Despego una de mis
manosdesuespaldaylaacercoasubocaparaliberarellabio.Cuandolo
hagoveocomorecobrasucolornaturalpocoapocoyloacaricioconel
dedo.Deslizolamanohaciasunucayatraigosucaraalamíahastaque
minarizrozalasuya.Abrelabocaydejaescaparunpequeñogemidoque
causa que mi erección se apriete aún más contra mi pantalón. Su aliento
hacecosquillasenmislabiosymirespiraciónsehacecadavezmásymás
irregular. Noto los latidos del corazón retumbar en mis oídos y la
habitación empieza a girar a mi alrededor. Creo que doy algún traspié
aunqueconsigonoperderelequilibrio.
—Nathan —niega con la cabeza mientras pone dos dedos encima
demislabiosmientraslaotramanolaapoyaenmipecho.
Suspirocontrariadomientrasseparomicaradelasuya.
—Pero ahora que me estás abrazando, ni se te ocurra soltarme
jamás—susurra.
Apoyalacabezaenelhuecodemihombromientrasyoobedezcoy
laacercoamicuerpomientrasseguimosbailandolasúltimasnotasdela
canción. Sus brazos rodean entonces mi cintura y cuando aprieta, no
puedoevitarsoltarunpequeñoquejidodedolor.
—¿Quépasa?—diceseparándosedemí—.¿Tehehechodaño?
—Noesnada…
—Tehasquejadocuandotehetocadoaquí—Yalhacerelintento
derozarmedenuevo,retrocedoenunactoreflejo—.Nathan,¿quétienes?
—Noesnada.Esungolpe.
—Déjame verlo —dice cogiendo mi camisa con sus manos y
mirándomecomoparapedirmepermiso.
Agacho la cabeza, resignado, y eso le sirve para empezar a
desabrochar los botones desde abajo. Lo hace lentamente y con mucho
cuidadodenorozarmipiel.
—Lo tienes morado. ¿Con qué te has dado? —dice arrugando la
frentemirandomiestómagoconlacamisayaabierta—.Nomemientas.
—Untíomeasaltóenelparqueestamañana.Peronoesnada,es
soloungolpe,tranquila.
—¡¿Qué?!¡¿Quéquería?!¡¿Leconocías?!
—Nolosé—contestoencogiéndomedehombros—.Alprincipio
penséquequeríarobarmeelteléfonoperocuandotuvolaoportunidad,no
lohizo.Nolepudeverbien,perolepudedarunpardepuñetazos.
—¿Yteduelemucho?—dicepreocupada—.¿Tehaspuestoalgo?
—Unpoco,perosolocuandometoco.Nosabíaquéponermeasí
queno,nomehepuestonada.
—Vale,puesintentarénotocarte.
Entoncesveocomosusojossedesplazanhaciaarribaymerepasa
todoelpecho.Seempiezaadarcuentadelrestodecicatricesysedetiene
enelpecho,dondeestálacicatrizmásescandalosa.Seacercaunpocoy
cogelateladelacamisaparaapartarlaunpocoypodervermejor.
—¿Yesto?—pregunta.
—Uno de los recuerdos que me traje de Afganistán —contesto
mientraspongolamanoencimaparatapármelo.
—No hace falta que te tapes delante de mí —Me quita la mano y
entrelazasusdedosconlosmíosmientrasrepasamipielconlosojos.
Se acerca poco a poco hasta mí y con mucho cuidado apoya la
cabezaenmipechodesnudo,justoencimadelaenormecicatriz.Merodea
la cintura con ambas manos y aunque quiero moverme y devolverle el
gesto,misbrazospermaneceninertesaambosladosdelcuerpo.Echola
cabezahaciaatrásycierrolosojos.Noestoymareadoynadadavueltasa
mialrededor.Kateabrazamitorsodesnudoysigoaquídeunapieza.
—¿Tequedasconmigoestanoche?—preguntamientrassualiento
acariciamipiel.
—Notraigonada…
—¿Muyatrevidodormirencalzoncillos?—mepreguntahaciendo
unamueca.
—Siatinoteimporta,amímenos.
—¿Meabrazarás?
—Mepasaríatodalavidaabrazándote.
—Tetomolapalabra.
Unahoramástarde,sigodespiertoconlavistaclavadaenella.Su
cabeza reposa sobre mi pecho y me rodea la cintura con un brazo. La
abrazo con fuerza e inspiro el olor de su pelo mientras la tapo con la
sábanaconmimo.Paseomisdedosporlapieldesnudadesubrazo.Esta
nochehemosdadovariospasosadelantemás,piensomientraslaobservo.
—Te quiero —digo en un susurro casi inaudible con los labios
pegadosasupelomientrasnotocomolosojossemecierranpocoapoco.
CAPÍTULO23
Jack
Miroelreloj.Lasnuevedelamañana.Sinoestoyequivocado,ysé
quenoloestoy,estáapuntodesalirdecasaparadirigirsealacafeteríaa
trabajar.
Cojo el teléfono americano, el desechable y marco el número de
mijefe.
—Ya estoy aquí. Pueden decirles a los de la vigilancia que se
larguen.
—Deacuerdo.Unmomento.
Oigo como deja el teléfono y habla a lo lejos con alguien. Miro
arribayabajodelacalleperosoyincapazdeaveriguarenquécocheestá
el agente de paisano haciendo el trabajo encomendado por Sean. De
repente,veopasaruncochepordelantedemíyalratooigodenuevola
vozdelsubdirectordelFBI.
—Yaestá–meinforma.
—Losé.¿Cómohaido?
—EstoesenfermizoJack.Dejaatuhijavivirsuvida.
—NotehepreguntadotuopiniónSean,tehepreguntadocómoha
ido.
—No —suspira al otro lado de la línea—. No ha salido del
apartamento.Hapasadolanocheconella.
Aprieto los labios con fuerza y cierro el puño hasta que los
nudillos se me vuelven blancos. Mis ojos se dirigen a la portería del
edificio.
—Jack, es normal. Son jóvenes y tu nieto no está en casa. ¿Qué
esperabas?
—¡No es normal! Él le oculta algo. No es de fiar. Está en
tratamientopsiquiátrico.
—Nometiresdelalenguaporquecreoquemásdeunodeberíair
con ese chico a terapia… Jack, escúchame, ella te lo dijo. Ese chico es
cierto que está en tratamiento, pero Kate lo sabe y aún así sigue con él.
Puede que esté siendo sincero y se lo haya contado todo. Siento decirte
esto,peronotodoelmundoescomonosotros…Notodoelmundotiene
unadoblevida…
—Losé…Perosilehacedañoaminiña,lemato.
—Siellalehacontadotodoacercadeti,puedequeelquequiera
matarte sea él… Y por cierto, te advierto, se acabaron tus pequeñas
sesionesdeacosoporelparque.¿Entendido?
—Entendido.Peroteníaqueasustarle…Nolopensé…
—Puesyavesquehaservidodemucho…
Seproduceunsilencioentrelosdosmientrassopesosuspalabras.
Tienerazón.Loúnicoqueheconseguidoesunmoradoenelpómuloyun
corteenellabioinferior.
—¿Cómovalaoperación,Sean?—digopasadosunossegundos—.
Necesitosalirya…
—Lo sé y casi lo tenemos. En cuanto se realice la entrega, les
detenemos a todos y se acabó. Recuerda que te necesitamos dentro y
tendremosquedetenerteatitambién.TienesqueseguircomoIgorhastael
final…Peroyanoquedanada.
—Tengoaunodemishombresconlasarmas.Encuantovayana
hacerlaentrega,meavisará.
—Perfecto.Entoncessoloquedaesperar.
—Lo sé —suelto un largo suspiro de resignación—. Pero por
favor,telopido.ManténlavigilanciasobreKate,CodyyMaddie.Kolya
sospechaalgoymedamuchomiedoloquelespuedallegarahacer.
—Esoestáhecho.YtúvetedeahíydejaqueKatevivasuvidaal
ladodequienellaquiera.Créeme,pormuchoquelesdigas,elloshacenlo
que les da la real gana. Tengo un pelele anti sistema, tatuado y lleno de
piercingsporyerno.Eltuyoalmenosparecenormalito…
AmbosreímosunossegundostraselcomentariodeSean.Sacoun
cigarrilloymeloenciendodandovariascaladasprofundas.Sí,laverdad
esqueparecedecente,ycapazdeprotegerlasifueranecesario.Elcabrón
pegaduroybien…Peroeltemadelloqueromeescamaymetienemuy
preocupado.
—Jack,tellamoencuantoestétodolisto,¿vale?
—Vale.
Colgamos el teléfono sin despedirnos. Es algo habitual entre
nosotros, desde hace veinte años. Guardo el móvil en el bolsillo y me
apoyo contra la pared del edificio mientras apuro el cigarrillo dando
grandes caladas. Vuelvo a mirar el reloj. Maddie debe estar saliendo de
casa también. Hemos vuelto a pasar la noche juntos en su apartamento,
como cada noche desde que volvimos de nuestra pequeña escapada a mi
casa.Mehacostadohorroressepararmedeellaestamañana,perosiento
la necesidad de comprobar con mis propios ojos que todos están bien.
Además,séqueenmiausencia,alguienlavigilará.
Entonces oigo un ruido procedente de la acera de enfrente. Es la
puertadeledificiodeKatealcerrarseyellasaliendoconunagransonrisa
dibujadaensucara.Laobservomientraslevantalavistahacialasventanas
desuapartamentoyvuelveacentrarseenelmóvilquellevaentremanos.
Sonrío al verla tan feliz, aunque siento una punzada de envidia al darme
cuentaquemeencantaríaseryoelmotivodeesasonrisa.
Mirohaciaeledificioantesdeempezaraseguirla.¿Ledejaensu
casa? ¿Tanto confía en él? ¿Por qué él no la acompaña a trabajar? Me
hagotodasesaspreguntasmientrasellasigueconcentradaensuscosas.Al
cabo de un rato, guarda el teléfono en su bolso, comprueba la hora y
aumentaelritmoparanollegartarde.
Gira una esquina y entonces corro un poco para no perderla de
vista. Y al girar, me encuentro de repente con sus ojos mirándome con
rabia. Me estoy haciendo viejo y descuidado… Esto en mis buenos
tiemposnomehabríapasado.Aunqueestáclaroquenopuedenegarque
esmihija,esmuyinteligenteysabeperfectamentecuandoalguienlasigue
ycomodespistarle.
—¡¿Se puede saber qué cojones estás haciendo?! Pensaba que las
cosashabíanquedadoclarasayer…
—Sí…Veráscariño,yo…
—¿Teduelenestosgolpesenlacara?¿Cómoteloshicistepapá?
—dicecaminandohaciamímientrasyoretrocedo.
Vale Jack, pregunta trampa porque ella sabe la respuesta, así que
intentasuavizartuspalabrasalmáximo.
—Kate,solomepreocupoporti.Necesitosaberqueestásbieny…
soloquería…
—¿Queríasqué?¿Asustarle?¿AlejaraNathandemilado?¿Alejar
al hombre del que estoy enamorada? ¿Es que acaso quieres que no sea
feliznunca?
Medejasinpalabrasyconlabocaabierta.¿Estáenamoradadeese
tipo? Rehúyo su mirada mientras mi cabeza procesa sus palabras. Está
enamoradadeél.
—Losiento,cariño—digodejandocaerlosbrazosaamboslados
delcuerpo—.Noeraconscientedelomuchoqueteimportaesetío.
—Pues sí me importa papá —responde ella ya en un tono más
tranquiloaunqueconlágrimasenlosojos—.Yyotambiénaél.Yyasé
quetieneproblemas,perojuntosvamosavencerlostodos.
—Vale…
Levantomimanoparaacariciarsubrazooinclusoparaabrazarla
pero a medio camino me detengo. No hemos tenido contacto en veinte
años,asíqueesperoencontrarunmomentomásadecuadoparatenerlode
nuevo…Unmomentoenelqueellanomeestéechandolabroncayyono
estéarrinconadodándoleexplicaciones,porejemplo.
—Entonces, ¿eres feliz con Nathan? —le pregunto agachando la
cabeza.
—Mucho —contesta suspirando pasados unos segundos—. Y es
genialconCodytambién.Seadoran…
—Lo sé. Lo vi. No quiero hacer nada que te moleste. Solo me
preocupoportiynoquieroquenadietehagadaño…
El nudo que se me ha formado en la garganta me impide seguir
hablandoyenelfondoesperoqueellaseapiadedemí.Peroesduracomo
yo lo era en mis tiempos y, aunque su semblante se ha relajado
considerablemente, no me da un segundo de respiro y se queda muda
esperandoaquesigahablando.
—Soyconscientedequeelmayordañotelohiceyo…Yporeso
quierovolveraintentarlo.Escuchacariño—Merascolacabezanervioso
—. A lo mejor, si todo va bien, dentro de poco dejaré el trabajo… Si tú
quieres, podríamos… volver a tener contacto… Recuperar el tiempo
perdido…
—Pueshaymuchoquerecuperar…—subocaesbozaunasonrisa
muy leve, aunque suficiente para conseguir un cambio sustancial en mi
ánimo.
—Lo sé… —sonrío—. Oye… Dile a Nathan que te cuide mucho,
¿vale?
—Yalohace,papá.
—Ya,pero…megustaríaquepasaramuchotiempoatulado…
—Espera.Primerointentasalejarledemíyahoraquieresquepase
conmigoelmáximodetiempoposible…¿Quépasapapá?¿Hayalgoque
debasaber?¿Estamos…enpeligro?
—Nolosécariño…Noquieromentirte.Tencuidado,¿vale?
—Papá,¿yCody?—mepreguntaconlosojosmuyabiertos—.Te
juroquesialgolepasa…
—Tranquila. Ya he puesto medios en ello y esto acabará muy
pronto.
—¿Que has puesto medios? ¿Qué tipo de medios? ¿Nos está
siguiendoalguien?¿Eseso?—buscamimiradamientrasyolarehúyo.
Definitivamente, o estoy perdiendo facultades o mi talón de
Aquilessonlasdosmujeresdemivida.
—Sí,elFBIhapuestoaunagenteaseguirosyestarpendientede
lostres…
—De…¿delostres?¿Quétrespapá?
—Deti,deCodyy…ydeMaddie.
—¿Maddie?¿QuiénesMaddie?
—Una… persona que he conocido y con la que estoy empezando
una…relación.
—¡Venga ya! ¿Estás enamorado? —dice riendo mientras mira de
nuevosureloj—.¡Joder!Papá,tengoqueirmeomeecharán.
—Lo sé, lo entiendo —digo aliviado en parte para poder escapar
deesteinterrogatoriodelinfiernoalquemeestásometiendo.
—Me gustaría poder continuar esta conversación y saber más de
Maddie…
—Losé,perosabesqueesmejorquemantengamosladistancia.
—Puesúltimamentenolocumplesmucho.
—Losé.Perotengoquehacerlo.Poresotepidoquetemantengas
todolocercadeNathanquepuedas.Séquepegabien—digotocándome
inconscientementeelpómulo—.Asíquepodráprotegerte.AtiyaCody.
—Mehainvitadoapasarelpuentedel4dejulioconél.
—Esoesbueno.Tenedcuidado,¿vale?
—Lomismodigo.
Seproduceunsilencioincómodoentrelosdos,sinsaberquéhacer
acontinuación,hastaqueellacogemimanoymelaestrechaconfuerza.
Son solo unos segundos, pero me sirven para darme las fuerzas
suficientesparaseguiradelante,paraseguirluchandoahoraquequedatan
pocoparaelfinal.
—Esperoverteprontopapá.Peronoporquemeestésespiando.
—Yotambiénmivida—mironuestrasmanosentrelazadas—.Dale
muchos besos a Cody por mí y saluda a Nathan de mi parte. Dile que
sientolodelparque.
—Papá,nolehecontadonadaacercadeti…
—Ah, vale, como quieras… Pero quizá debería ser el momento,
¿no? Tú misma me dijiste que él estaba siendo sincero contigo y te lo
habíacontadotodo.Nocometaslosmismoserroresqueyo.
—Lo pensaré —dice arrugando la nariz y regalándome una
sonrisaespectacularcalcadaalasquemedabasumadre.
Me mira y se aleja poco a poco, echando vistazos hacia atrás,
sonriéndome.Nomemuevohastaquelaveoentrarenlacafetería,justo
despuésdedecirmeadiósconlamano.Levantolamíaylesonríocomo
unbobo.
Esteacercamientomehasabidoagloria,aunquehayansidounos
minutos,ysoncomounainyeccióndeadrenalinaparapasarelrestodel
día. Voy hacia el almacén, hago un par de llamadas a mi hombre para
comprobar que el trayecto con las armas discurre con normalidad.
También calmo los ánimos de nuestro cliente informándole de los
progresos y firmo unos cuantos documentos. Además, puedo hacerlo
tranquiloporqueKolyanosehapresentadoynotengoquesoportarsus
posiblesindirectas.Cuandomedoycuenta,yaesmediatarde.Maddiedebe
estaraúnenlafloristeríaasíquedecidoirabuscarlaallí.Cojolamotoy
alirsoloynollevarladepaquete,puedoconducirhaciendozigzagentre
loscoches,comoamímegusta,disparandomisnivelesdeadrenalinaal
máximo. Cuando aparco frente la floristería, enciendo mi teléfono
americanoymandounmensajeaSeanparainformarlequepuederetirar
la vigilancia de Maddie por hoy. No me muevo hasta recibir su visto
buenoamododerespuesta.
Entroyalverlatraselmostrador,semeagrandalasonrisaquese
medibujóenlacaraestamañana.EsperoaqueMaddieacabedeatendery
me apoyo contra el escaparate. Ella me mira de vez en cuando y las
comisurasdesuslabiosdecurvanhaciaarriba.
—Hola,Jack—diceAndrewsaliendodelatrastienda.
—Hola —le contesto sin dejar de observar a Maddie que está
atendiendo a la clienta más pesada del día, precisamente ahora que he
llegadoyo.
—Tienes mejor lo de la cara… —me dice Andrew mientras
Maddiedesvíasuatenciónporunsegundodelaclientaparalanzarleuna
miradaasesina.
—Sí,gracias.Fuesolounrasguño.
—¿Unrasguño?Puesamímehandichoquetediobien.
—Andrew,porfavor—diceMaddiederepente—.Enlatrastienda
hay pedidos por preparar. ¿Por qué no adelantas un poco de faena?
Gracias,cariño.
Se miran durante unos segundos en los que estoy seguro que
mantienenundiálogoquesoloellospuedenentender.Finalmente,parece
quelabatallalaganaMaddieyAndrewsemarchahacialatrastienda.
—Entonces, Maddie querida, ¿crees que una kentia aguantará
mejorenmisalónqueunficus?—suspiroantelaenésimapreguntaquela
señorapesadaformula.
—Aguantarán igual. Su decisión debe depender en este caso del
tamañodelaplanta.Lakentiapuedellegaraseraltayvoluminosa…—
respondeellacontodalapacienciadelmundo.
Cuandolaseñorasegira,Maddiememirayyoempiezoahacerle
gestosconlasmanoscomosiquisieraestrangularla.Aellaseleescapala
risayseencogedehombroshaciéndomeverquenopuedehacernada.
—Vale,¡puesmellevoelficus!
Alzolosbrazosenseñaldevictoriayhagocomosicelebraraun
tantoacámaralenta.
—Fantástica elección —dice Maddie con una sonrisa provocada
pormisgestos.
Cincominutosdespués,cuandolaseñorasaleporlapuerta,echoel
pestillo de la puerta y me acerco a Maddie sin perder un segundo. La
agarro por la cintura y la atraigo a mi cuerpo mientras la beso con
premura.
—Oye, que tampoco hace tanto que no nos vemos… —me dice
despegándoselosescasoscincocentímetrosquelepermito.
—Demasiado.Además,pensabaqueesamujernoseibaairnunca
porDios.¡Porunapuñeteraplantalaquehaliado!
—PuesesunademisclientasVIP.Vienecadasemana.
—Joder, si me quedo sin curro algún día, no te pediré que me
contrates…
—Nisemepasaríaporlacabezacontratarte.Notienesmuchodon
degentesquedigamos…
Lamiroconlascejaslevantadas,sorprendidoantesusinceridady,
porquénodecirlo,algoheridoenmiorgullo.
—Nomemiresasí.Nomelopuedesnegar.Notienesmuchasdotes
deconversación.
—Puesatinoparecióimportarte…
—Es que yo no he dicho que no me guste eso… Así me aseguro
quenointentashacerteelsimpáticoconalgunafrescaqueintentepescarte.
Apoyomifrenteenlasuyayacariciosunarizconlamía.Agarro
suspiernasyleobligoaponerlasalrededordemicintura.Ellaponesus
brazosenmishombrosyenredasusdedosenelpelodeminuca.Mientras
volvemosabesarnos,medirijohacialatrastienda.Atientasbuscolamesa
detrabajoylasientoenella.
—Vale…Ahorasupongoquequieresquevuelvaalmostrador—
dice Andrew, mientras yo le respondo con un movimiento de la mano,
indicándole que se largue—. Me parece que no cobro lo suficiente para
soportaresterechazo…¡Mesientoexcluido!
—No,sitepareceteinvitoalafiesta—digoseparandomislabios
deMaddielojustoparaquesemeentienda.
—Ah,yAndrewcariño,quitaelpestilloporfavor,queaúnqueda
unahoraparacerrar—añadeMaddie.
—¡Yencimaexplotado!
Maddieleobservamientraséldesapareceatravésdelacortinaque
separaambasestanciasyhaceunamuecaconlaboca.
—Tranquila,selepasaráelcabreo.Túcuéntaleluegoconpelosy
señalesnuestropróximoescarceoamorosoylisto.
—Cómoleconocesya…
Vuelvoasellarnuestroslabioshastaqueaprovechoqueellaabre
labocaparadejarescaparungemidoyhundomilenguaenella.Ellame
tiradelpelo,peroenlugardeapartarme,aprietamibocacontralasuya.
Mismanosagarransuculoyloacercanalbordedelamesa.Mecoloco
entre sus piernas y froto mi entrepierna contra ella para que note mi
erección.
—Jack… que está Andrew… —jadea ella en mi oreja mientras
mordisqueosucuello.
—Dilequesientraledespides.
—Además,terecuerdoquenohaypuerta,solounasimplecortina.
Puedeoírnos,élytodoslosclientes.
—Puestendréqueamordazarte…—Mismanostirandelamanga
de su camiseta hasta dejar su hombro al descubierto lo suficiente como
paraquemislabiospuedanacariciarsupiel.
Pocoapoconotocomosuresistenciasehaceañicos.Sucuerpose
relaja,sucabezaseempiezaaladearparadarleamislabiosplenoacceso
y su boca la delata emitiendo pequeños jadeos como respuesta a mis
caricias.Entoncessusmanostomanlasriendasdelasituación,meagarran
delassolapasdelachaquetatirandodeellashaciaabajo,deshaciéndosede
la prenda y tirándola al suelo sin contemplaciones. Luego sus dedos se
dirigenalbajodemicamisetayempiezaasubírmelaconrapidez.Cuando
estáalaalturadelcuello,centrasusatencionesenmipechoysusdientes
empiezanadarmepequeñosmordiscosysuslabiossuccionanmipielcon
laintenciónclarademarcarme.Yyonomevoyaquejar.
Derepente,notocomosuslabiosseseparandemipielysusdedos
dejandetirardemicamiseta.AbrolosojosymiroaMaddieextrañado.
Ellatienelamiradaperdida,claramenteponiendosuscincosentidosenlo
quesucedealotroladodelacortina.
—¿Quépasa?—lepreguntoextrañado.
—Shhh…Callaunmomento—diceellaponiendoundedoenmis
labios.
—Vale guapetón, entonces has venido al sitio indicado.
Empezamosaentendernos.Siguientepaso,¿paraquiénsonlasflores?¿Tu
abuela?¿Tumadre?¿Tu…novio?
—Le mato. Yo le mato —dice mientras se recompone la ropa y
haceademándebajarsedelamesa.
—¿Adóndevas?—lepreguntoconcaradepánicoagarrándoledel
brazo.
—AatenderaeseclienteantesdequeAndrewleespante—Yalver
micaradeestupor,añade—:Cadavezqueentraunhombredesutipo,le
acosahastatalpunto,queselarganasustadosantesdecomprarnadayya
novuelvenmás.Ycréeme,últimamenteeltipodehombredeAndrewes
cualquiervarónquecaminemedianamenterectoysealosuficientemente
limpio…Asíqueaestepaso,noseacercaráningúnhombreamenosde
cienmetrosdelapuerta.
Cuando se aleja de mí, dejo caer la cabeza, resignado al ver que
tendré que soportar este dolor de huevos al menos hasta llegar a su
apartamento.
—Saltúporquesilohagoyo,tejuroquesílemato—digojusto
antesdequeellatraspaselacortina.
Empiezo a recoger el lapicero, las tijeras y varios enseres que
hemos tirado de la mesa durante nuestro arrebato pasional mientras la
escuchohablar.
—Andrew,yameocupoyo.Vetúaprepararlospedidossiquieres.
—¿Porqué?Soloestabaayudandoadecidirsea…¿cómomehas
dichoquetellamabas?
—No te lo he dicho… —contesta el pobre chico al cabo de unos
segundos.
Suelto aire por la boca mientras niego con la cabeza. Tengo que
reconocerqueAndrewleponeempeño,peroesdemasiadodescarado.
—Bueno,puesestabaayudándoleaacotarunpoquitosudecisión.
¿Noescierto?
—Andrew…—repiteMaddie.
—¡¿Qué?!Hapedidounasfloresyyosolointentabaaconsejarlelo
mejorposible.Nolevasaregalarlasmismasfloresatuabuela,queatu
madre,queatunovio,¿no?
—Andrewporfavor…—insisteMaddiemostrandoelmismonivel
depacienciaquetuvoantesconsuclientaVIP.
—Sonparami…paraminovia…—seveobligadoacontestarel
pobrechico.
—¿Contento?
Meneolacabezaaunladoyaotro.PoreltonodevozdeMaddie,
sé que empieza a estar realmente enfadada y casi puedo imaginármela
apretandolamandíbulamientrashabla.Yodeti,Andrew,huiríaantesde
quefuerademasiadotarde.
—Vale, ya está. Son para su novia. Ahí lo tienes —dice Andrew
mientrasempiezaavenirhacialatrastienda—.Ahorayateserámásfácil
aconsejarlesabiamente.
—Graciasportuvaliosacolaboración—oigoquelediceMaddie
conalgodesorna.
Andrewtraspasalacortinaymeencuentramirándolefijamente.
—¡Mierda! ¿Qué? No me mires así. Ese tío de ahí fuera está
tremendo.Teníaqueintentarlo.
—Joder,Andrew,córtateunpocoporqueasílesespantas,pormuy
maricasquesean.Además,lapróximavezquevuelvasacortarmeelrollo
conMaddie,teagarrodeloshuevosyteconviertoeneunucoencuestión
deminutos.
Meacercohastaquedarmeasuladoyechounvistazoatravésde
lacortina.Encuantoveoalclienteencuestión,rápidamenteydemanera
casi inconsciente, doy varios pasos hacia atrás. El gesto no pasa
desapercibido para Andrew, y su expresión pasa del pánico por mis
palabrasalasombropormireacción.
—¿Qué pasa? —me pregunta—. Actúas como si hubieras visto a
unatíavestidaconchándalybotines.
Le miro sin entender nada de lo que me acaba de decir mientras
sigoretrocediendohastaquemiculochocacontralamesa.
—Jack…¿Estásbien?
Cuando reacciono, vuelvo a acercarme a la cortina y escucho la
conversaciónprocurandonoservisto.Andrewmesigueyseponealotro
lado de la puerta, sin dejar de interrogarme con los ojos aunque sin
obtenerrespuestapormiparte.
—Laverdadesquenotengoniideadeestascosasynuncaanteshe
compradofloresparanadie.Perdonesisoytantorpe.
—Tranquilo. Aunque no lo crea, tengo muchos clientes en su
situaciónysiempreacabamosencontrandojustoloquequiere.
Niquelojures…
—Su color favorito es el amarillo. ¿Sirve de algo? —dice él
rascándoselacabeza.
—¡Claro! Veamos entonces algo en amarillo —dice Maddie
moviéndose hacia un lateral de la tienda que no llego a ver desde la
posiciónenlaqueestoy—.¿Quéteparecenunasmargaritasamarillas?
—Puesnosé…Sonbonitassupongo…
Leentiendo,yotampocoseríacapazdeelegirlasadecuadas.Dame
aelegirunarmayenseguidasabrécuálescogerentretodaunavariedad,
pero pídeme que me decante por alguna de las flores de la tienda y me
quedoconcaradetonto.Ycreoqueesjustamenteloqueleestápasandoa
él.
—¿Sabesquésignifican?—lepreguntaMaddie.
—¿Quésignificanqué?¿Lasflores?—sonríoalescucharmehacer
exactamentelamismapreguntaenmicabeza.
—Claro. Cada flor tiene su significado. Las margaritas son el
perfecto equilibrio entre sencillez y la belleza. Están relacionadas con la
poesía y la literatura y se dice que activa la concentración y el
intelecto.Cuandosonblancas,sonunsímbolodeamistadysentimientos
inocentes.Sisonamarillasencambioestánpreguntándote:“¿Meamas?”.
Sehaceelsilencioenambasestancias.Andrewmemiraamíyyo
tengo la vista fija en las dos personas detrás de la cortina. Él mira a
Maddie con la boca abierta y ella le mira con una sonrisa franca en los
labios, consciente de que, una vez más, ha conseguido ayudar a otro
clienteindeciso.
—Sí,sí…Esto…Estassonperfectas…—contestaélpasadosunos
segundos,sonrojadohastaelpuntoqueparecequelacaralevaaardery
rascándoselacabezaavergonzado.
—Perfecto.Levanaencantar.¿Selasdastúmismooquieresque
selasentreguemosnosotrosdondenosdigas?
—No… —dice él mirando su reloj—. Se las llevo yo. Me da
tiempoderecogerlaahoracuandosalgadetrabajar.
—Perfecto.Aquílastienes.
Observo cómo Maddie le entrega las flores y él paga con una
sonrisaenlacara.Lemirocuandosaleporlapuertaeinclusomeatrevoa
salirdelatrastiendayabrirlapuertadelacalleparaverlealejarsecalle
abajo.Ytodoellolohagoconelceñofruncido,hastaquesegundosmás
tarde y de manera irremediable, una sonrisa empieza a formarse en mis
labios al darme cuenta de que lo que Kate me ha dicho esta mañana, es
totalmentecierto.Estechicoestáenamoradodemihija.
Cuando vuelvo a entrar, me encuentro a Maddie y a Andrew
interrogándomeconlamirada.Seguroqueelmaricacotillalahapuesto
alcorrientedemireacciónalverleyestánesperandounaexplicación.
—¿Estás bien? —me pregunta Maddie al ver que me he quedado
plantadodelantedeellossinabrirlaboca.
—Es…EseeraNathan,elnoviodemihijaKate.
CAPÍTULO24
Maddie
—¿EseesNathan?—pregunto.
—Joder,¿peroquéospasaenestafamilia?—diceAndrewconsu
tonoteatrerocatastrófico—.¡Mequitáisatodosloshombresapetecibles!
—Andrew…—intentohacerlecallarmientrasmeacercoaJack—.
¿Estásbien?
—Sí…
—¿Por qué no has salido a saludarle? —El cotilla de Andrew no
puedeestarsecalladitoniporunsegundo.
Girolacabezaconbrusquedadylelanzomimiradade“cállatede
una vez por Dios de mi vida, no metas más la pata”, que parece surtir
efecto porque hace una mueca con la boca y enseguida se mete en la
trastiendadejándonosalgodeintimidad.
—¿Seguro que estás bien? —Me pongo delante de él y cojo sus
manosbuscandosumirada—.¿Estásaúnpreocupadoporquenotefíasde
él como me dijiste? Es un detalle muy bonito el que va a tener con ella,
¿no?Selevemuyenamoradodetuhija…
—Sí…
—¿Pero?
Niegaconlacabezayfrotamisbrazosesbozandounasonrisamuy
forzada,peroquecaptoalinstante.Noquierehablardeltema.
—¿Nosvamos?—lepregunto—.¿Medejasquerecojaunpocoahí
atrás?
Élasienteconlacabezaymientrasyomevoyalatrastienda,veo
comosalealacalleyseenciendeuncigarrillo.
—¿Hedichoalgomalo?—mepreguntaAndrewcuandomeve.
—Sitedigolaverdad,no.Perotodoslostemasrelacionadoscon
suhija,soncomotabú.Leduelehablardeello.
—Losiento…
—Nopasanada.Vete,yarecojoyo.
—No. Vete tú que creo que hay alguien ahí fuera que te necesita
más que yo. Así al menos me sentiré algo mejor por las continuas
metedurasdepataquemibocazaprovoca.
—Gracias—digodándoleunbesoenlamejilla—.Tequiero.
—Denada—dicemientrasmeabrazaconfuerzaduranteunrato,
justoantesdeañadir—:Peroprométemequealgomecontarás.
Le doy un manotazo en el hombro pero enseguida le sonrío
mientras cojo mis cosas y me dirijo al exterior. Cuando salgo me
encuentroaJacksentadoenlamoto,conlacabezaagachada,apurandoel
cigarrillo.
—Yaestoy—digoacercándomeaél.
Me mira y me muestra una sonrisa de medio lado, dando una
últimacaladaytirandoalsuelolacolilla.Sindecirmenada,mealcanzami
casco y espera paciente mientras me lo coloco y me siento detrás de él.
Está raro, algo le pasa aunque él insista en desmentirlo, así que decido
darle el tiempo que necesite e intento transmitirle mi apoyo de la única
maneraquesemeocurre,haciéndolesaberqueestoyahíparacuandome
necesite,abrazandoconfuerzasucintura.
Eltrayectohastacasa,comoeshabitualcuandoyovoyconél,lo
haceconrelativacalma.Sepermitedarmásgasenalgunostramosrectos,
peronocometeningunalocuradelasqueestoyseguraquehacecuando
yonoestoy.
Menos de media hora más tarde, entramos en mi apartamento.
Cuando salgo del dormitorio después de haber dejado mis cosas, le veo
tirado en el sofá con una cerveza en la mano y un brazo tapándose los
ojos.Suscosasestánrepartidasportodoelapartamento:suchaquetaenel
respaldo del sofá, el casco y las llaves en la encimera de la cocina, los
teléfonos encima de la mesa del comedor… O sea, todo tirado en el
primer sitio que ha visto mientras hacía el recorrido cocina – nevera –
sofá.
Espera… ¿Dos teléfonos? Nunca hasta ahora se los había visto…
Unoseráeldetrabajoyelotroelpersonal,aunqueyosiemprelehevisto
utilizar el mismo… Me encojo de hombros y me dirijo a la cocina a
servirme una copa de vino y a mirar qué hago de cena. Por el camino
enciendoelreproductordelIpodyempiezaasonarunatrompetaaritmo
de jazz. Sonrío al recordar la tarde y parte de noche que pasamos
guardandocentenaresdecancionesenelaparato.Fueunadeesasveladas
en las que todo lo que ocurriera fuera de mis cuatro paredes, carecía de
importancia.Todolocontrarioahoy,piensotorciendoelgesto.
Veinteminutosdespués,conlasalsadelosespaguetisyahechayla
pastahirviendo,pongoeltemporizadordelacocinaparanoolvidarmede
ellos, cojo la copa de vino y me acerco a Jack, que sigue en la misma
posturadeantes.Mearrodilloasuladoypasomimanoporsupelo.Al
notar el contacto, aparta su brazo y me mira entornando los ojos y
esbozandolamismasonrisafalsadeantes.
—No te esfuerces, Jack. Empiezo a conocerte lo suficiente como
parasaberqueesasonrisaesforzada.¿Enserionoquierescontármelo?
Élmecogelamanoymelabesa.Memiraperosiguesindecirme
nada. Se limita a tragar saliva como si su garganta estuviera atravesada
porcuchillosyledolierahorroreshacerlo.
—AntesdequeNathanentraraenlatiendaestabasbien,oseaque
tucambiodehumorlohaprovocadoél.Hacer,nohevistoquehayahecho
nadamalo,alcontrario,asíquedebeserporalgoquesabesdeél.Mediste
aentenderquelehabíasinvestigadounpocoyquenotefiabasdeél.Yo
pensaba que era el típico sentimiento protector de padre, que ningún
hombreessuficientementebuenoparasuhija,peroempiezoapensarque
esalgomás…
—Eresbuena—dicelevantandounaceja.
—Entonces,¿tengorazón?
Dejaescaparelaireporlabocaconfuerzaysefrotalasiencon
los dedos. Me subo al sofá y, encogiendo las piernas, me acurruco a su
lado mientras él se medio incorpora para hacerme sitio. Me mira
fijamente durante unos segundos, hasta que al final parece rendirse y
compartirlainformaciónquesabeyquepareceestarmachacándole.
—Nathan es Marine. Ha estado cerca de seis años destinado en
Afganistán, hasta que le dieron la baja psiquiátrica por estrés
postraumático. Sufre insomnio, tiene pesadillas recurrentes, ansiedad al
relacionarse con otras personas, alucinaciones, episodios violentos
cuandoseencuentrabajopresión,palpitacionesytaquicardias,ydecenas
desíntomasmás…
Le observo atentamente sin siquiera parpadear para no perder
detalle de sus explicaciones. Él hace una pausa buscando las palabras
adecuadas,agachandolavistayentreteniéndoseenquitarlaetiquetadela
botelladecerveza.
—Pero… ¿Kate lo sabe? O sea, quiero decir, si Nathan es
peligrosoparaella,tuhijadeberíasaberlo.
—Losabe—diceaúnconcentradoenlabotella.
Mequedoconlabocaabiertaduranteunossegundos.
—Entonces… —Intento sopesar mis palabras detenidamente pero
enseguidamequedoenblanco.
—Nathanestáentratamiento.Katelosabeyleestáayudando.Élle
fue sincero desde el primer día. Ella dice que él nunca le hará daño y,
aunque no puedo evitar preocuparme, la creo. Sé que en ningún caso le
harámásdañodelqueyolehicealabandonarla.
Agacha la vista y sus dedos siguen rascando la etiqueta de la
botella con terquedad. Poso mi mano encima de las suyas para
tranquilizarle y cuando me mira, sus ojos me muestran una infinita
tristeza.Measustoalverletanfrágilyvulnerable,muydiferentedelJack
queyoconozco.
—Ymedoycuentadelogilipollasquehesido.Conél,conella…
contigo.
¿Conmigo?Arrugolafrenteenseñaldeincomprensión,aunqueno
digonada.Creoqueessumomentoparadesfogarse,paraliberarpalabras
queapresabaensuinteriordesdehacíatiempo.Yahabrátiempoluegode
obtenerrespuestas,asíqueaprietounpocomássumanoyledejoseguir
hablando.
—No sé hacerlo de otro modo, Maddie —dice negando con la
cabeza—.Nosérelacionarmeconlagentesinoeshaciéndolesdaño.
—Jack… Eso no es verdad. A mí me haces feliz —digo
acercándomemásaélyacariciandosumejilla.
—No —Mueve la cara bruscamente y retiro mi mano algo
sorprendida—.ApesardequeKatemedijoqueerafelizconélydever
conmispropiosojosqueadoraaminietoyquehacemaravillasporél,
decidícomportarmecomoelcapulloquesoyyleasaltéenelparque.Ni
siquiera sé porqué lo hice… Es lo que había hecho con los tíos que se
habíanacercadoaella,aunqueenesoscasos,ellanoestabaenamorada…
Yahorasíloestá,amboslosestán.
—¿Pegaste a Nathan en el parque? —pregunto sin poderme creer
deltodomipregunta—.¿Éltehizoestoenlacara?
—Sí, no contaba con que además, en este caso, él sabe pegar
bastante bien. Encima, por imbécil, me podría haber llevado una buena
palizasinohubierasalidocorriendoatiempo.
Sepasalamanoporelpeloymiraaltechoresoplando.Sequeda
enesaposturamientrasyoleobservo.Veolanuezensugargantasubiry
bajarcuandotragasaliva.
Seacabó.Yanopuedoaguantarmisilenciomás.Cadavezsonmás
las preguntas que me asaltan la cabeza e intento hacerme un esquema
mental para no olvidarme ninguna y aunque intento dejarle el tiempo
necesario, hay varias dudas que me asaltan y que siento la necesidad de
solventar.
—Me dijiste que hacía tiempo que no tenías contacto con Kate.
¿Cómo sabes entonces que está enamorada de él? ¿Cómo conoces a
Nathan? —Hundo los dedos en mi pelo como si de esa manera aclarara
misideasyaunquequierohablarcontranquilidadynoagobiarlecontanta
pregunta, la verdad es que no puedo parar—. ¿Has dicho que has sido
testigocontuspropiosojosdelabuenasintoníaentreNathanytunieto?
¿Cómo sabes de su enfermedad? Tienes que tener unos contactos muy
buenos…¿Nosesuponequeexisteunaespeciedesecretoprofesional?
Jack carraspea y se incorpora del todo hasta quedarse sentado
frenteamí.Parecealgoagobiadoporlacantidaddepreguntasquelehe
hecho,perohedecididoque,aunquevoyadarletiempoyaayudarleenlo
quepueda,estoyalgocansadadesecretos.Sémuypocodeélynecesito
conocerle.
—Hehabladoconellavariasveces.La…laheseguidoy…mehe
escritonotasduranteañosconella…hastaquesecansódenuestrojuego,
yentoncesCodycogiósurelevo…
Palidezcopormomentosconformelaspalabrasbrotandesuboca.
¿Seguirla?¿Notas?¿Quéclasederelaciónhatenidoconsuhija?
—Noentiendonada,Jack…
—Maddie,tengoquecontarteunacosa,quierohacerlo,perotengo
miedodeque…huyasdemí.Noquieroquemedejes.
—Vale,ahorasímeestásasustando…
Meapartounoscentímetrosdeéldemanerainconscientemientras
las lágrimas resbalan por el rostro de Jack. Sin poderlo evitar, me
contagioyyotambiénempiezoallorarporquealgomedicequeaunque
hemos empezado hablando de su hija, la conversación gira bruscamente
enotrorumbo.
—¿Jack?
—¿Ves?—dicenegandoconlacabeza—.Soloconsigohacerdaño
alosquemerodean…NopuedovertellorarMaddie.
Selevantadelsofádejandolabotellaenlamesadecentro.Pasea
nerviosoarribayabajopordelantedemí.Setocaelpeloconstantemente
ysefrotalosojosconambasmanos.
—¡Dimeyaloqueseaquetengasquedecirme,porqueestaagonía
me está matando! —digo en un tono más alto de lo habitual en mí,
productodelosnerviosquemecorroen.
—Maddie…VeraNathanhoy…mehahechodarmecuentaque,al
igualqueélhahechoconKate,yotengoquesersincerotambiéncontigo.
Telodebo,eslojusto.Yaunquemeaterre,porqueahoramismonosabría
qué hacer sin ti, cuando sepas mi verdad tú decides si quieres seguir
dándomeunaoportunidad.
Meremuevoenelsofáydejolacopaenlamesadecentro.Poso
lasmanosenmiregazoyempiezoafrotarlascontraelpantalón.Nosoy
capaz de mirarle durante largo rato, así que intento fijarme en un punto
indefinido de la habitación, preparándome para lo que venga. Lo estoy
pasandofatal,tengolacaradescompuesta,lasmejillastotalmentemojadas
porlaslágrimasyellabiometiemblasinparar.Intentosecarmelosojos
constantemente,peronodejodellorarysollozar.
Entonces Jack se acerca y se sienta en la mesa de centro frente a
mí,poniendounapiernaacadaladodelasmíasycogiendomismanos.
—Maddie, no te he dicho toda la verdad acerca de mi trabajo —
Resoplacomosiestuvieraarmándosedevalor—.Enrealidad,soyagente
del FBI, agente encubierto. Llevo veinte años infiltrado en un clan de la
mafiarusaquesededicaalacompra-ventailegaldearmas.
Sequedacalladounossegundos,expectantepormireacción.Creo
quesiabromáslosojos,semellegaránasalirdelascuencasyllevotanto
ratoconlabocaabierta,quesemehasecadolagargantaysoyincapazde
emitirningúnsonido.
—Poresomealejédemimujerydemihija.Mitapaderateníaque
ser perfecta. Además, el clan de los Kozlov es gente muy peligrosa y
violentaysillegabanadescubrirme,preferíaquememataranamíantes
queamifamilia.Mealejédeellasparaprotegerlas,peroJanetsecansóde
esperarme y se divorció de mí, llevándose a Kate con ella. Decía que
estaba harta de estar casada con un fantasma… Años después, tras sufrir
una larga enfermedad, ella murió. No estuve a su lado para apoyarla en
esos momentos duros, y ella se encargó sola de criar a nuestra preciosa
hija.JustoloqueahoraestáhaciendoKateconCody,conladiferenciade
queellahaencontradoaesealguienespecial.
Agacha la vista hacia nuestras manos entrelazadas y yo hago lo
propio. Me acaricia con sus pulgares, trazando líneas imaginarias en mi
piel.Siguetragandosalivacondificultadysurespiraciónesmuyagitada.
En ese momento, como una interrupción divina, el reloj de la
cocina suena para informar de que el tiempo de cocción de la pasta ha
llegado a su fin. Me levanto con rapidez, como queriendo escapar de la
situaciónqueyomismamehebuscado.Apagoelfuego,buscouncolador
yescurrolapastaenelfregadero.Lohagotodoconmuchalentitud,como
simecostarahorrores,comosideesamaneraretrasaratodoloposible
volveraesaconversación.Retrasandoalmáximoelhechodeconocerla
realidaddelapersonadelaquemeheenamorado.
Derepentenotosualientoenminuca.Noseatreveatocarme,pero
supresenciaesmásqueevidenteparamíporquetienealgoquehaceque
toda mi piel se erice. Poco a poco, como si me pidiera permiso, noto
comosusbrazosrodeanmicinturaysupechosepegaamiespalda.Oigo
surespiraciónagitadayséquetienemiedodemireacción,ynoleculpo,
porque yo también la tengo. Aunque tengo muchas dudas que quiero
resolver, y muchas preguntas rondando mi cabeza, tengo pavor a las
posiblesrespuestas.
—Y… ¿Y cuál es exactamente tu papel con… con los rusos? —
preguntosinlevantarlavistadelacomidaysingirarme.
—Bueno…empecésiendoelchicodelosrecados,porasídecirlo,
yahorasoylamanoderechadeKolya,elcabecilla.Soylacabezavisible
porqueélsemantienealasombra,tomalasdecisiones,peroyosoyelque
lasllevaacabo.
—¿Llevaracaboqué?
—Todo —dice soltando un largo suspiro—. Mediar con nuestro
proveedor y nuestro comprador, coordinar recogidas y entregas,
comprobarlamercancía,controlaranuestrostrabajadores…
—¿Pero a la vez eres agente del FBI? ¿Y llevas veinte años así?
¿Porquétantotiempo?
—Nosotrostambiénpensábamosquelosíbamosaatraparantes…
Peromisjefesquierenpillarlesatodos,Kolyaincluidoycréemecuando
te digo que es muy listo… Como ya te he dicho, él toma las decisiones,
pero yo soy la cabeza visible. Primero necesitamos el tiempo necesario
para ascender dentro de la organización, para ganarme la confianza
suficiente para estar donde estoy ahora. Una vez conseguido eso,
esperamosatenerunaoperaciónlosuficientementegrandecomoparaque
los cargos fueran los suficientes como para encerrarles de por vida. Y
luego,conseguirqueKolyaseinvolucraralosuficientecomoparapoder
pillarleaéltambién.
—¿Yesostrabajos…?Eslamafiarusa…
Nomeatrevoaseguirhablando.Labolaquellevalargoratoenmi
gargantasehahechotangrandequenomedejacasirespirar,asíquede
hablar ya ni hablamos. De todas formas, creo que él se imagina lo que
quieropreguntarporqueentoncesmegiralentamenteparaquelemireala
cara.Susmanossiguenenmicinturamientrassusojosinspeccionancada
porodepieldemicaraparaintentardescifrarmireacciónasuspalabras.
Arrugalafrenteysuslabiosseaprietanformandounafinalínea.Porsu
gesto, me imagino su respuesta y casi de manera inconsciente, intento
alejarmedeéllospocoscentímetrosquelaencimeradelacocinamedeja.
Agacholacabezapreparándomeparalopeor.
—Maddie,hehechocosashorriblesdelasquenoestoyorgulloso.
Vale,ahíestálaconfirmación.
—Muchas veces, para hacer creíble mi tapadera, he tenido que
comportarme como ellos, hacer las cosas que ellos hacen… —Se queda
ensilencioyentonces,comosimehubieradadounaseñal,levantolavista
hastaquenuestrosojosseencuentran.
—¿Inclusomatar?
Susojossequedanestancadosenlosmíosduranteunossegundos
quesemeantojaneternos.Intentatransmitirmeconellostodalacalmaque
nisusgestosnisuspalabrasconsiguen.
—Inclusomatarasangrefría…—confiesafinalmente.
Sinpensarlo,retirosusmanosdemicinturaymeescabullohacia
elsalón.Mequedounratoplantadaenmediodelaestancia,dandovueltas
sobremímisma,sinsaberexactamentequéhaceracontinuación.Incluso
mecruzalaideadecogerlapuertaylargarme,peroluegorecuerdoque
estamosenmiapartamentoynoenelsuyo.Finalmente,misojosseposan
en la copa del vino que dejé antes en la mesa de centro y me tiro a ella
desesperadamente.Mebeboellíquidodeuntragoymedirijoalacocina
paravolverallenarmelacopa.Cuandoestoyamediacopa,Jacksepone
frenteamí,alargalamano,mecogelacopayladejadenuevoencimadel
mármol.
—Maddie,porfavor…Mírame…
Soy incapaz de levantar la cabeza. Soy incapaz de mantenerle la
miradayenfrentarmeaél,veralnuevoJackquesepresentaantemí.Me
faltaelaire,necesitorespirar,asíquepongodistanciaentrenosotrospero
élmealcanzacuandollegoadormitorio.Intentacogermedelbrazopara
frenarmihuidayyomegirobruscamentedándoleunmanotazoparaque
nometoque.Mireacciónledejaperplejo,peronolointentadenuevo.
Ambosnosmiramosdetenidamente,sinmovernos,respirandocon
tanta fuerza que nuestros pechos suben y bajan sin cesar. Los dos con la
cara desencajada y bañada por las lágrimas, los dos con el miedo
reflejado en los ojos. Miedo a que yo no sea capaz de encajar que la
personadelaqueestoyenamorada,lapersonaquemehahechorevivir,
hayahechocosasterribles.
—¡¿Porquémelocuentasahora?!—legrito.
—Yo… —Empieza a contestar confundido—. No te lo dije antes
porquequeríaprotegerte.Porlamismarazónquemealejédemimujery
mihija,aunquedetimeesimposiblealejarme…
—¿Ymelocuentasahoraporqueyanohaypeligro?¿Oporquete
da igual que algo me pase? —digo moviéndome nerviosa por la
habitaciónconJacksiguiéndome.
—¡No!Telocuentoporque…porque…porquemehedadocuenta
dequenointentoprotegertedeellossinodemí.Notengomiedodeque
Kolyaseenterequetengounarelación,muchoslatienenynopasanada.
Tengo miedo de que no quieras estar conmigo por quien tengo que ser
debidoamitrabajo.
Me dejo caer en la cama con las manos en mi regazo. Jack se
agachadelanteaunquenoseatreveatocarmesinoqueapoyalasmanosen
elcolchónaambosladosdemispiernas.
—Desde que estoy contigo no he estado centrado al 100% en mi
trabajo… Y Kolya se ha dado cuenta. Han comprobado mi teléfono y
saben de tu existencia —Levanta una de las manos como si fuera a
acariciarmelacara,peroselopiensamejoryladejasuspendidaenelaire
amediocamino—.Nopasanada,Kolyanomepuedeimpedirquesalga
conalguien…Soloquedeberíassaberquehastaquetodoestoacabe,no
estássaliendoconJackHoran,sinoconIgorKuznetsov.
—Perosihancomprobadotuteléfonoesporque…
—Sí—asienteconlacabeza—.Porquepuedentenersospechasde
mí. Pero no saben nada ni pueden probar nada en mi contra. No pasa
nada…
—¿Yporquémelocuentas?—sollozo.
—¿Preferiríasnosaberlo?—preguntasorprendidoypasadosunos
segundosenlosquenorespondoporquerealmentenoséquécontestar,él
añade—:NathanhasidosinceroconKateentodomomentoymehadado
ciertaenvidiayquizá…nosé…teneresperanzasdequepodríasseguira
miladoaúnsabiendoloquesoy…
Laslágrimasmojanmismanosymeveoobligadaasorberporla
narizvariasveces.Séquedebodeestardepena,peroahoramismoesees
elmenordemisproblemas.
—Maddie, esto va a acabar en breve. La operación está casi
acabada y si todo sale bien, en pocas semanas pueden estar todos entre
rejas. Y entonces lo dejo, te juro que lo dejo. Antes no me lo había
planteadosiquieraporquenoteníaanadieesperándomefuera,yolesalejé
demilado…peroahoratetengoati…
Mevaaestallarlacabeza.Noparodedarlevueltasatodoloque
mehacontado.
—¿Yaquiénheconocidoyo?¿AJackoaIgor?¿Quiéndelosdos
eselquemeabrazabaalbailar?¿Elquemehacíareír,elquemebesabao
el que me follaba por las noches? —digo siendo consciente que mi voz
tiene cierto tono de ira—. Siento como si de repente haya estado
compartiendo cama con un desconocido… Un extraño capaz de pegar
palizasoincluso…matar.
—Yo soy así —dice abriendo los brazos—. Tal cual me he
mostrado ante ti. Soy el que te llevó a la cabaña aquellos días, el que
piensaenticadasegundodeldía,elqueteechademenossinotepuede
tocar,aúnteniéndoteenfrente…Nosoyelquemataopegapalizas,aunque
ten por seguro que si fuera necesario, mataría por ti sin dudarlo un
segundo.
Coge mi cara entre sus manos y levanta mi cabeza hasta que
nuestrosojosvuelvenaencontrarse.Intentoveratravésdeellosmientras
decenas de palabras rebotan en mi cerebro. Palabras como “mafia” o
“ventailegal”bailanjuntoaotrasmáspositivascomo“agentedelFBI”o
“sinceridad”.Lacuestiónahoraes:¿quépalabrastendránmáspesoenmi
cabeza?
—Maddie…—Tragasalivaysusojosvuelvenahumedecersetras
unossegundosdesequía—.Túeresloúnicorealenmivida.
Comounaautómata,melevantodelacamay,esquivándole,salgo
deldormitoriocomosialejándomedeélpudieracogerelairesuficiente
como para poder volver a respirar con normalidad. Llego a la cocina y
apoyolaspalmasdelasmanosenelfríomármoldelaencimera.Estavez,
nomehaseguido,hasalidodeldormitorioperosehaquedadoapoyado
enlaparedopuestadelsalón.Tienelasmanosmetidasenlosbolsillos,y
lacabezaagachadaconlavistafijaenelsuelo.
—¿Quieresquememarche?—preguntaconunhilodevoz.
Niyomismasélarespuesta.¿Quieroquesemarche?¿Soycapaz
deestarconélsabiendoqueencuantosaleporlapuertaseconvierteen
uno de los cabecillas de la mafia rusa? O por el contrario, ¿puedo vivir
sinelhombredelqueestoyperdidamenteenamoradaporlapersonaque
esfueradeestascuatroparedes?
Cierro los ojos y respiro profundamente. Todo está en silencio
alrededor,exceptoporlamúsicadeunadelascancionesfavoritasdeJack,
“Stillgottheblues”deGaryMoore.
Yo no la conocía hasta que me la puso esa tarde que pasamos
estirados en el sofá escogiendo las canciones para nuestra lista del Ipod.
Medijoquesiemprelehabíagustado,peroquedesdequeestabaconmigo,
laletracobrabaaúnmássentidoparaél.
De repente sé la respuesta. Adoro esos momentos que pasamos
juntosporsusencillez,porquenonoshacefaltanadamásquetenernosel
uno al otro. Me encanta poder ser yo misma con él y es justo lo que él
pretendeconseguirconmigo,mostrarsetalcual,sinocultarmenada.
Empiezoacaminarhaciaélymesitúoenelhuecoquehadejado
entre sus piernas. Le cojo la cara y levanta la vista con los ojos muy
abiertos.Memiraconunamezcladesorpresayesperanza,sinsabercómo
tomarseaúnmireacción.
—No.Noquieroquetevayas.
Segundos después de escuchar mis palabras, Jack rompe a llorar
desconsoladamente.Sinfuerzasyaniparatenerseenpie,dejaresbalarsu
espaldaporlaparedhastaquedarsesentado.Doblalasrodillasyapoyalos
codos en ellas, hundiendo la cara entre las manos, mientras su cuerpo
tiemblairremediablemente.Meagachoymehagositioentresuspiernas,
apoyándomedecostadoensupecho,besandosuslágrimasyacariciando
su mejilla con mi mano. Él esconde su cara en mi cuello mientras sus
brazosmerodeanymeaprietancontrasucuerpo.
—Gracias.Gracias.Gracias—Noparaderepetircontramicuello
—. No te voy a decepcionar y te prometo que en cuanto todo acabe, lo
dejo.
—Mas te vale porque ahora que sé que tu trabajo es algo más…
peligroso,novoyarespirartranquilahastaquenotetengaamiladocada
noche.
—Eresincreíble—dicemirándomealosojosmientrasyoleseco
cariñosamentelasúltimaslágrimasdelacara.
—Ya será menos —digo esbozando una leve sonrisa—. Lo que
pasaesquenoquieroperderalaúnicapersonaquemehahechofelizen
todamivida.Nomássecretos,¿vale?
—Vale—diceasintiendoalavezconlacabeza.
—Yprométemequetendrásmuchocuidado.Noquieroperderte.
—Loprometo.
—Y… —digo girándome algo más para quedar cara a cara—.
Yo…¿Creesquesiguensospechandodeti?
—Nolosé.Perotengomigenteenello,alosmíosdeverdad,mis
compañerosdelFBI—tragasalivayagachaunsegundolacabeza,hasta
que vuelve a mirarme y añade—: Hace días que tengo a varios hombres
pendientesdeKate,deCodyydeti.
—¿Quéquieresdecir?¿Mesiguen?
—Noexactamente,perodigamosquecuandonoestoyyocontigo,
hayalguienpendientedeti.
—¿Enlatienda?
—Ajá.
—¿YdeKateyCody?
—También.Poresosétambiéntantascosasdeellos.
—¿Creesenserioquenospuedenhaceralgo?
—Notienennadaynoleshedadomotivosparadesconfiar.Perosé
cómoactúanynoestádemásprevenir.Perotejuropormividaqueno
permitiréquetepasenada.
—¿Ahorahayalguienabajo?
—No.Ahorateprotejoyo.
—¿YconKate?¿OaellalaprotegeNathan?
—Podría hacerlo, sin dudarlo, pero no sabe que tiene que
protegerlaniaquiénseenfrentasitienequehacerlo,asíqueensucaso,
aunqueélestéconella,hayunagentevigilando.InclusoahoraqueCody
estádecampamentos,hayunhombreinfiltradoporlazona.
Micaradepreocupacióndebeserevidenteporqueenseguidalleva
sumanoamimejillayempiezaaacariciarme.
—Sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero te prometo que
todoacabaráprontoynovoyapermitirquenadaospase.
Me acurruco entre sus brazos mientras dejo que me cuide. Me
acaricia y me besa durante largo rato y aunque seguimos sentados en el
suelo,estamostanagustoqueninosacordamosdelacenahastacasidos
horasdespuéscuandooímosrugirlastripasdeJack.
—Será mejor que alimente a mi guardaespaldas si quiero que
ejerzasumisiónconlamayordelasgarantías.
Mientras cenamos prácticamente no hablamos, pero algo en el
rostrodeJackhacambiado.Tienelamismacaraderelajaciónquetenía
cuando pasamos esos días en su casa, cuando me dijo que ahí era él
mismo. Y ese nuevo Jack, a pesar de la doble vida que se ve obligado a
llevar,meencanta.
—¿Nuncahastenidomiedoenestosveinteaños?—ledigoalgunas
horasdespués,estiradosenlacama,conmicabezaapoyadaensupecho
mientrasnotosuscariciasenmiespalda.
—Cada día, pero nada comparado con el que he sentido hace un
rato,cuandopensabaquemeibasadejar.
CAPÍTULO25
Kate
—¿Es tuyo este coche? ¿Por qué no me lo has enseñado antes?
¿Porquévassiempreenmetro?¿Porquénomevienesabuscaralcole
conél?¿Porquéllevasunasilladeniño?
Nathanlemiraatravésdelespejoconcaradeasustadoyagobiado
mientrassucabezaprocesalaspreguntasdeCodyatodavelocidad.
—Porfavor,dimequenotearrepientesaúndehabernosinvitadoa
pasar estos días contigo —le digo poniendo cara de circunstancia—.
Cuandoduermeesunamonada…
—Tranquila.Esrápido,peromeestoyacostumbrandopocoapoco
—diceantesdevolveracentrarseenelpreguntónquellevamosdetrás—.
Síesmío.Noteloheenseñadoantesporquesiempreestáaparcadoenel
garaje.Voysiempreenmetrooapieporqueesmásrápido.Notevoya
buscaralcoleconélporquevivesacincominutosapie.Yllevounasilla
paraniñodesdeayerporquelafuiacomprarespecialmenteparati.¿Me
he olvidado de responder algo? ¿Te parecen bien las respuestas? ¿Es
cómodalasilla?¿Tieneshambre?
—Eh…No.Sí.Síyaúnno.
Se sonríen mutuamente mostrando la buena conexión que tienen.
VeocomoCodylevantaelpulgarmientrasNathanmirasatisfechohaciala
carretera.
—¿Dormiremosenelcoche?—dicemientrasenciendeyapagasu
linterna, que ha insistido en llevar con él a pesar de que le he repetido
decenas de veces que no iremos de acampada nada más bajarnos del
coche.
—Tú puedes dormir cuando quieras, pero pararemos a pasar la
nocheamediocamino.
—¡Guay!¿YmontaráslatiendadecampañaNathan?
Resignada y resoplando por la boca, apoyo la frente en el
reposacabezasdelasientoymirodereojoaNathan,alqueseleescapala
risa.
—Laideaesdormirenalgúnhoteldecarretera,perosiatitehace
ilusión,cojolatiendaytelamontoparaqueduermasdentro—contestaél
divertido.
—No, con vosotros. Me lo prometisteis —dice Cody poniendo
caradepena.
—Oye, te prometimos que iríamos de acampada y te dije que no
seríaloprimeroqueharíamos.¿Síono?¿Quétedijecuandomeinsististe
enllevarlalinternaenlamano?—ledigoalgocansada.
—Que la guardara porque no íbamos a ir de acampada nada más
llegar—merespondeenvozbaja,demaneraquecasinoseleescuchay
esquivandomimiradaconscientedequetengorazón.
—Bueno —dice Nathan mirando a Cody a través del espejo de
dentrodelcoche—.Yaveremosavercómonoslomontamos,¿vale?
Codylemiraconunasonrisadeorejaaorejamientrasasientecon
la cabeza y levanta los brazos. Miro a Nathan levantando una ceja y
poniendo cara de circunstancia, gesto al que él responde haciendo un
chasquidoconlalenguayquitándoleimportancia.
—Déjale. No pasa nada. Estamos de vacaciones, ¿no? —dice en
voz baja, dejando de mirar a la carretera solo por un segundo para
guiñarmeunojo.
—Leconsientesdemasiado.
—Talvez—contestaencogiéndosedehombros.
Sonríomientrasmesientodeladoyleobservo.Laverdadesque
nosmimamuchoalosdosynomehacostadonadaacostumbrarmeaello.
Nuestra relación, a falta de algunos detalles, se ha convertido en más o
menosformal,comolaquetienenmuchasparejas.Cadatarde,Nathanse
encargaderecogeraCodyenelcolegioyjuntosvienenaesperarmeala
cafetería.Despuésvamosalparqueinfantil,apasearoinclusoacomprar
alsupermercado.Porlanoche,mientrasRosesequedaconCody,Nathan
me espera en la parada de metro de siempre y me acompaña hasta casa.
Sube conmigo, lee unas páginas del cómic que toque con Cody y luego,
trascharlarduranteunrato,sevuelveparasucasa.
—Comocualquierpareja…—pienso.
Conlaexcepcióndequeseguimossinirmásalládecogernosde
lamanoydeabrazarnos.Hahabidovariosintentosdebesoperosiempre
se han ido al traste, o por interrupciones del enano, o por su propia
imposibilidad para ir más allá. Además, desde que Cody ha vuelto del
campamento, no se ha quedado a dormir en casa ninguna noche más.
Aunque han remitido considerablemente y soy totalmente capaz de
calmarle, Nathan no quiere que sea testigo de sus pesadillas para no
asustarle.
Asíque,aunquemeavergüenceadmitirloporqueséqueledijeque
leesperaríaeltiempoquenecesitara,tengomuchasesperanzasenqueen
algúnmomentodeestasminivacacioneshayaeseacercamientoquetanto
espero.
—¡Noseoyelaradioooooo!—Elbichodeatrásmealejademis
pensamientos y me doy cuenta que Nathan tiene un ojo puesto en la
carreterayotroenlaradiomientrascambiadedialintentandobuscaruna
emisora.
—¿Esta? —dice con una sonrisa burlona mirando a Cody por el
espejocuandoseempiezaaoírmúsicareligiosaporlosaltavoces.
—¡No!—contestaCodydivertidonegandoconlacabeza.
—¿Yesta?—dicemientrasseoyelavozdeunlocutordeportivo
narrandounpartidodefútbolamericano.
—¡Sí!—dicenlosdosalavezalzandolasmanos.
—¡Nihablar!—saltoyodándoleunmanotazoaNathanenlamano
—.Déjamebuscaramí.
Trasvariosintentos,encuentrounaemisoraenlaqueestásonando
una canción que sé que a Cody le encanta, y que solemos bailar como
locoscadavezquesuenaenmiIpod,asíqueladejoylemiroguiñándole
unojomientrasaélseleiluminalacara.
—¡Sí! —dice levantando las manos por encima de la cabeza y
moviendosupequeñocuerpotodoloquelasillalepermite.
Los dos cantamos la canción a gritos mientras bailamos como
solemos hacerlo en la cocina de casa cuando la escuchamos. Ambos
hacemos como si cantáramos con un micrófono en la mano mientras
Nathanríeacarcajadas.
—Estáisfatal…—dicenegandoconlacabeza.
—Nosencantaestacanción.¿Senota?—digoponiendounamueca
divertida.
—Y luego te disculpas cuando tu hijo se comporta como si le
hubieranmetidounadosisdeadrenalinaenvena…¿Novesquécanciones
escucha?—medicemientrasyolesacolalenguacomorespuesta.
Cuando la canción acaba, me recuesto en el asiento mientras
recobro el aliento y le observo conducir. Sus ojos se desvían de vez en
cuando hacia mí y hacia el asiento trasero para comprobar que Cody va
bien. Me encanta la pose sexy que tiene cuando está concentrado, y es
comohipnótico,nopuedodejardemirarle…
—¿Kate?¿Kate?Eh…
Abrolosojospocoapoco.Mellevavariossegundosdarmecuenta
dedondeestoy,hastaqueveoaNathanamilado,manteniendolapuertade
miladoabierta.
—¿Me he dormido durante mucho rato? —pregunto aún algo
desorientada.
—Unmontonazo—diceCodyapareciendotambiénanuestrolado.
—Unas dos horas —me dice Nathan sonriendo cariñosamente—.
Heencontradounhotelquetienebuenapinta.Tienenhabitacioneslibresy
restaurante,asíquepodemoscenaraquítambién.¿Teparecebien?
Asientoysalgodelcoche.Medesperezoymedoycuentaqueyaes
denoche,asíquemiroelrelojyveoquesonlasochopasadas.
—¿Dóndeestamos?
—A las afueras de Fort Payne, Alabama —Y al ver mi cara de
sorpresa añade—: No estaba cansado y he decidido hacer algunos
kilómetrosmás…Asímañanatenemosmenoshorasdecamino.
—Sientohabermedormido.Menudacopilototehasbuscado…
—No te preocupes. Cody no ha parado de hablar en todo el
trayecto.
—Madremía—digonegandoconlacabezayapoyandolafrente
ensupechomientrasmedejoabrazarporsusfuertesbrazos.
—¡Vamos! ¡Vamos! —dice Cody saltando a nuestro alrededor—.
Vamosaacampar.
—¿Segura de que no ha tomado café? —susurra Nathan en mi
oreja—.¿Éxtasisquizá?
—Te juro que aunque ahora te parezca mentira, se dormirá —
contesto.
Reímos un rato con el pequeño saltamontes danzando a nuestro
alrededormientrasnosdirigimosalarecepcióndelhotel,quetienepinta
desereltípicodecarretera.Lashabitacionessoncomominiapartamentos
adosadosunoalladodelotroyhayunpequeñorestaurantealladodela
recepción.
—Venga, Cody. Vamos a pedir las habitaciones —dice Nathan
mientrascaminamoshacialarecepción.
—¿Habitaciones? —Cody se frena en seco—. ¿No duermes con
mamáyconmigo?
—Eh…—balbuceaNathansinsaberbienquéresponder.
—¿Eso te parecería bien, Cody? —pregunto agachándome a su
altura.
—¿El qué? ¿Que Nathan duerma en la cama contigo? Es lo que
hacenlosnovios,¿no?
Le miro con los ojos muy abiertos y luego miro a Nathan, que
niegaconlacabezademaneraimperceptibleparaCody.Mepongoenpie
delantedeélypongolentamentemismanosalrededordesucintura,como
meheacostumbradoahacerdesdequeestoyconél.
—Tranquilo.
—¿Ysitengounapesadilla?
—Puesnopasaránada.
—Noquieroasustarle…
—Confíaenmí,¿vale?—digoacariciandosucaraconmismanos
mientrasélcierralosojosresignado.
Tras alquilar la habitación para pasar la noche, cenamos en el
restaurante.Codysiguesindarsignosdedesfallecerysepasatodoelrato
enumerandotodaslascosasquequierehacercuandolleguemosacasade
Nathan, mientras nosotros no podemos dejar de mirarle entre
sorprendidosydivertidos.
—Ypodríamosiravercomomontanaloscaballosesosqueestán
locos.
—Unrodeo—contestaNathan—.Vale.
—Y me gustaría llevar un sombrero de vaquero cuando me
enseñesamontaracaballo.
—Algunodebedehaberporcasadecuandoyoerapequeño.Todo
tuyo.
—Ytambién…
—Cody —le interrumpo—. Relájate. Respira. Quieres hacer
muchascosasysolovamosaestarcuatrodías.Intentaremoshacermuchas
cosasdivertidas,teloprometo.Ahoraacábatelaspatatas.
—Toma —dice Nathan dejando unos billetes en la mesa y
guiñándomeunojo—.Yovoyyendohacialahabitación.Ahoratellamoy
venís,¿vale?
—Vale—contestoalgointrigadaapretandolamanoquemetiende.
Le sigo con la mirada mientras sale del restaurante. Incluso me
quedomirandoalapuertaunavezéldesapareceporella.Memuerdoel
labio inferior de manera inconsciente porque me estoy dando cuenta sé
que me estoy enamorando de él cada día más. Loca y perdidamente
enamorada.YvercómosecomportaconCody,mehaceestarloaúnmás.
—Tegusta.
MegirohaciaCodyyleveosonriendoconlacabezaagachaday
rojocomountomate.
—¡Oye!—digolanzándoleunapatatafrita—.¿Yati?¿Tegusta?
—Me cae bien mamá, ya lo sabes. Y es guay conmigo. Como le
gustas,tienequetenermecontento.Eslisto.
—¡Pero bueno! Eso no es verdad. A Nathan le caes bien y no
porquetengaquehacertelapelota.
—Nosé—dicearrugandolanariz—.Aqueltíoconelquetedabas
besoshaceuntiempo,tambiéneraguayconmigoymecomprabamuchas
cosas,peroloúnicoquequeríaenrealidaderaestarcontigoasolas.
—¿YcreesenserioqueNathanesigual?Yocreoquetequiereun
montón, cariño —digo, mientras Cody mira sus manos y se muerde la
mejilla,comosinotuvieraclaroquécreer—.Telodigoenserio.
EnesemomentomesuenaelteléfonoyveoqueesNathan.
—Hola—contesto.
—Yapodéisveniralahabitación.
—Eh…vale…EsperaqueCodyseacabeelbatido.
No sé qué es, pero algo trama Nathan, pienso mientras cuelgo el
teléfono.Pocosminutosdespués,nosdirigimoshacianuestrahabitación.
Cody sigue igual de emocionado, aunque el cansancio de todo el día se
nota que va haciendo mella en él y su nivel de excitación ha bajado
considerablemente. Camina cogido de mi mano hasta que ve a Nathan
esperando fuera de la habitación. Entonces corre hacia él y se le tira en
brazos.
—¿Hascenadobien?¿Estababuenoelbatidodechocolate?
—Sí—diceélapoyandolacabecitaensuhombro—.Peroestoyun
pococansadoya.
—¿En serio? —contesta Nathan mirándome con las cejas
levantadas mientras yo levanto los pulgares en señal de victoria—. Pues
perfectoporqueteacabodepreparartutiendadecampañaparadormir.
—¿Qué?—decimoslosdosalavez.
CodydespegalacabezadelhombrodeNathanylemirafijamente
conlosojosmuyabiertos.
—¿Unatiendadecampaña?¿Dónde?—dicemirandoalrededor.
—Ennuestrahabitación—contestaNathanseñalandohacianuestra
puerta.
Ledejapocoapocoenelsueloysacalallavedelbolsillo.Codyse
cogedesumanoyNathanmemiraconunasonrisaenlacara.Juntolas
palmas de mis manos delante de mi boca y le devuelvo la sonrisa
encogiendomishombrosalavez.Noséquéhatramadoperomeencanta
veramihijotanemocionado.
—¿Listo?—lepreguntamientrasCodyasientemirándoleconlos
ojosllenosdeilusión—.Puesvamos.
Abre la puerta y se queda en el umbral, sin traspasarlo mientras
entroenlahabitacióndetrásdeCody.
—¡Estoesgeniaaaaaaaaaaaaaaaal!—gritaelenanodandosaltos.
—¿Cómo…?¿Cómohashechoesto?—pregunto.
Me giro y le veo apoyado en la puerta con las manos en los
bolsillos.
—Conlassábanasyunospalosdeescoba—contestarascándosela
cabeza—.EsunachorradaperoesloúnicoquepodíahacerparaqueCody
tuvierasutiendadecampañaenlahabitación.
—¡Me encanta! —grita Cody echándose a sus brazos de nuevo—.
Venga,vamosaentrar.¿Ymilinterna?Vamosaapagarlasluces.
—Eh, no tan rápido, listo. Primero hay que lavarse los dientes y
ponerseelpijama—digoyo—.Losdos.Venga.
—Síseñora—contestaNathanhaciéndomeelsaludomilitar,gesto
queCodyimita.
Cuando salgo del baño, con mi pantalón corto y la camiseta del
equipodefútboldelinstitutodeNathanquemeagenciéhaceunassemanas
yqueyaesmásmíaquesuya,meencuentroconlaslucesdelahabitación
apagadas. Ellos ya están metidos dentro de la tienda de campaña
improvisadayelhalodeluzdelalinternadeCody,traspasalatelablanca.
La verdad es que está muy bien lograda. Ha juntado las dos camas, y ha
puestodospalosdeescobaenlaunión.Deesamanera,alponerlasábana
porencimadelospalos,haquedadounaformatriangular.
—¿Sepuede?—digometiendolacabezapordebajodelasábanaa
unladodelacama.
—Sí,venmami,venamilado.
—Pasaporencimademí—mediceNathan—.Concuidadodeque
nosenosdesmonteelinvento,quemuyfiablenoes…
Cuandomeestiroenmediodelosdos,Codyseacurrucaamilado,
mientrashaceformasenlasábanaconlaluzdelalinterna.
—Nathan, cuéntame una historia de miedo —dice entonces Cody
—.Seguroqueenlaguerra,porlasnochescontabaishistoriasdeesas,¿a
quesí?
No puedo ver la cara de Nathan porque estoy estirada de lado
mirandohaciaCody,peronotocomosucuerposetensaunpoco.
—Verás, no contábamos historias de miedo Cody porque lo que
veíamosduranteeldíayadabaelmiedosuficiente.
—Vaya…¿Pasastemuchomiedo?
—Mucho —responde casi en un susurro—. A veces, aún tengo
pesadillasporlasnoches.
Aloírsurespuesta,meechoparaatráshastaquemiespaldatocasu
pecho. Noto su calor y su respiración al entrecortarse un poco, pero en
lugardeecharseparaatráscomohubierahechoantaño,semantieneenel
mismositioyrodeamicinturaconsubrazoderecho,mientrasmantiene
lacabezaapoyadaensumanoizquierda.
—¿Pesadillas? Pero tú eres muy valiente, Nathan —dice Cody
empezandoabostezar.
—Notanto…Measustanmuchascosas.
—¿Enserio?Entonces…¿sepuedetenermiedoysersoldado?
—Claroquesepuede.
—¿Aquétienesmiedo?
—Aperderos.
—¡Yonomevoyaperder!—contestariendosinhaberentendido
claramentelaspalabrasdeNathan.
—Mequedomástranquiloentonces—sonríeNathan.
—¿Tupapáteníamiedotambiéncuandoibaalaguerra?
—Supongo.
—Yointentarénotenerlocuandovaya.
Suspiro amargamente al escuchar esas palabras. Ya lleva tiempo
conesaideaenlacabeza,desdequemipadreleregalóeldichosomuñeco
ydesdequeconoceaNathan,laidea,lejosdeolvidarla,legustaaúnmás.
Sabe que no me gusta la idea, de hecho se la he intentado quitar de la
cabeza en innumerables ocasiones, pero no ha surtido efecto nunca. Así
quedecidídejarloestaryesperarqueconeltiempo,alhacersemayor,se
lepase.
Le observo mientras los ojos se le cierran y le acaricio la frente
paraayudarlearelajarsetalycomohagocadanochecuandoseduermea
milado.
—Selepasará—diceNathanamioído.
—¿Y si no se le pasa? —digo cuando ya se ha quedado
profundamentedormido—.Nopodríasoportarlaideadequesefueray…
novolviera,ovolviera…
—¿Comoyo?—Aumentalafuerzadesuabrazomientrashundesu
cara en mi pelo—. Escúchame, no voy a permitir que nada os pase y si
tengoqueevitarqueCodycometalalocuradealistarseenelejército,lo
haré.¿Deacuerdo?
—Vale—digoasintiendoalavezconlacabeza.
LamanodeNathanseacercaaCodyyleapartaunosmechonesde
pelodelafrentemientrasyomepongobocaarribaparaverle.
—Gracias por lo de hoy —le digo cogiendo su cara entre mis
manos—.LoquehashechoporCody…Notengopalabras.
—Nohasidonada.Meencantaverlefelizylaverdadesquecuesta
bienpocohacerlo.
Agachalavistahaciamíyesodejasucaraaescasoscentímetros
delamía.
—Oye,¿esacamisetanoesmía?—pregunta.
—Era—levantalascejas,sorprendidoantemirespuestamientras
esbozaunasonrisapícaraenloslabios—.Nomemiresasí.Teladejastey
hueleati.Yaquenoqueríasquedarteadormirconmigo…
—Yosíquieroquedarme,perotampocoquiero…asustaraCody.
Me da algo de… vergüenza, que pueda ver el estado en el que me
despiertotrassufrirunapesadilla.
—Bueno,probemosestosdíasaverquétalva,¿vale?
Asientelentamentemientrasacercasumanoamimejillaysuvista
sepaseaportodamicara.Sonríomordiéndomeellabioinferioryélimita
migesto.Dibujaunalíneaconsusdedosportodamicaraempezandopor
la frente, pasando por las cejas, los pómulos, baja por la nariz y
finalmenteposasupulgarenmislabios.Susojosseposandefinitivamente
enelloscomosifueranelcentrodeluniverso.Sinpoderevitarlo,abrolos
labiosysemeescapaunpequeñogemido.Cierrolosojosenelmomento
enquesientoqueelcosquilleoquerecorríamicuerpohaprovocadoque
me humedeciera por completo. ¿Cómo es posible que me provoque esto
sinhabermesiquierabesado?¿Cómopuedeserque,aunsabiendoqueno
vaapasarnadamásporquetenemosaCodyaescasoscentímetros,elroce
desupielmeprovoquetodasestassensaciones?
—No cierres los ojos —Su aliento rozando mis labios delata su
cercanía—.Nodejesdemirarme.
Mepierdoenelabismodesusojosazules,comosimehundieraen
el océano, y me agarro con fuerza a su muñeca como si fuera la única
manerademantenermeaflote.
Apoyasuslabiosenlosmíosduranteunossegundosysientocomo
siunadescargarecorrieramicuerpo.Entornalosojoslevementeyestoy
segura qué él también ha notado su cuerpo reaccionar ante nuestro
contacto.Abrelabocaysueltaunjadeoqueacojoenlamíaymismanos
se hunden en su pelo a ambos lados de su cabeza. Succiona mi labio
inferiorytiradeélmientrasmiespaldasearquea.Empiezoanotarcomo
todo su cuerpo se tensa y cómo su respiración de vuelve cada vez más
irregular.Pongounamanoensupecho,cercadelcorazón,ycompruebo
como sus latidos también están descompasados. Entiende mi mirada de
preocupación al instante y su mano se posa en mi nuca apretándome
contra él e impidiéndome retroceder. Su lengua se introduce en mi boca
mientras lentamente, y sin despegarse ni un centímetro, recuesta mi
espaldacontraelcolchónyseinclinaencimademíapoyandosupesoen
losantebrazos.Esunbesocálidoysuave,aunquearatosseacelerayse
vuelveanhelante,ysulenguaatacasinpiedadalamía.
EchaunvistazorápidoaCodyparacomprobarquesiguedormido.
Cuandosumiradavuelveacentrarseenmí,sucolorazulsehavueltomás
intenso y oscuro y su mano derecha empieza a acariciar mi cintura por
debajodelacamiseta.Notosusdedosascendiendopormipielynopuedo
evitarcerrarlosojosyecharlacabezahaciaatrás.Serecuestamásencima
míoparallegaramibocaynotosuerecciónapretandocontramivientre.
Micuerpo,delqueyanosoydueñaenabsoluto,actúaporcuentapropia,y
mispiernasseabrenparaacogerleentreellas.Élseacomodaycuandosu
erección roza deliberadamente mi sexo, le cojo de la cara e intento
apartarleparaquedejedebesarme.Aldarsecuentadeello,seseparade
golpeymemirajadeando,conelpechosubiendoybajandorápidamente.
—Lo siento. Lo siento. No… —empieza a negar de forma
compulsiva,conlacabeza—.Nopretendía…
—Shhhhhh—digoatrayéndoledenuevohaciamí—.Tranquilo.
—No puedo controlarme —susurra en mi oído—. No quiero que
piensesquequieroforzarte…Porfavor,perdóname…
—Lo sé. Tranquilo —Acerco mis labios a los suyos y le doy un
beso casto pero intenso, manteniendo el contacto entre nosotros durante
variossegundos—.Amítambiénsemehaidolacabezaynoeradueñade
misactos…
Sonríedejandoirelaireporlabocayapoyandosufrentecontrala
mía.
—Meencantaquemebeses—Apoyolasmanosensushombrosy
pocoapocovoydescendiendohastasuspectorales,hastaqueempiezoa
notar sus cicatrices a través de la tela de la camiseta—. No dejes de
hacerlo,¿vale?
—Vale —dice cumpliendo su palabra, y dándome varios besos
cortos por toda la cara—. Aunque de momento tendremos que
conformarnosconestos.
Se estira a un lado, dejándome a mí en el medio de la cama. Me
acerco hasta hundir la cara en su pecho. Inhalo su aroma, el mismo que
dejóimpregnadoenlacamisetaquellevopuestamientrasnotosusdedos
enmiespaldadándomeunascariciasrelajantes.
—TequieroNathan.Hastaelinfinitoymásallá.
Oigocomoríeyamítambiénsemecontagia.
—Estáspirada.¿Losabías?Másqueyo.Tevoyatenerquepedir
citaconTony…
—Oye, no te rías… —digo dándole la espalda simulando estar
enfadada con él—. Es algo que siempre me dice Cody. Es una frase de
BuzzLightyeardelapelículaToyStory.
—Vale,vale.Tecreo.
Me rodea con sus brazos y me aprieta contra su pecho mientras
hunde la cara en mi pelo. Oigo como inspira con fuerza mi aroma y,
cuandosueltaelairesegundosdespués,meestremezcodepiesacabeza.
—Yo también te quiero. Y a esa cosa de ahí, también —dice
señalandoconeldedoaCody,quepermaneceestiradobocaarribaconlos
brazosylaspiernasestirados,ocupandotrescuartaspartesdelacama.
Yasímequedodormida,mecidaporelmovimientodesupechoy
arropada por sus brazos, hasta que los ecos del ruido procedente de la
ducha empiezan a llegar a mis oídos. Me remuevo perezosa mientras
estirobrazosypiernas.Sigodebajodelatiendadecampañaimprovisada,
peroaúnasínonotoentrarclaridad,asíquedebeserbastantetemprano.
MiroamiizquierdayveoaCodydormirrelajadoconlabocaabierta.Sin
hacer mucho ruido ni moverme demasiado para no despertarle, me
escabullodelacamacuandooigocerrarseelgrifodelagua.Meacercoa
laventanayveoqueaúnnohasalidoelsol.Medirijoconsigiloalbañoy
llamo tímidamente a la puerta con los nudillos. Sin esperar a recibir
respuesta,abropocoapocoymemetodentro.
—¿Qué haces despierta tan temprano? —me dice Nathan
sorprendidocuandomeve.
—Teechabademenos…
La verdad es que no sé cómo he sido capaz de articular esas
palabras porque la imagen que tengo frente a mí, es simplemente
espectacular.Llevaunatoallaanudadaalacinturamientrassesecaelpelo
conotraquellevaenlasmanos.
—Noqueríadespertarte—diceacogiéndomeentresusbrazos.
—Bueno, así salimos temprano, ¿no? Dejaré dormir a Cody y le
metemos en el coche tal cual —digo con los labios de Nathan pegados
totalmente a los míos—. Cuando se despierte ya le cambiaré. ¿Te parece
bien?
—Ajá —Pierde el contacto conmigo lo justo y necesario para
articular esa palabra y vuelve a la carga introduciendo su lengua en mi
bocadenuevo.
—Me quiero dar una ducha rápida —consigo articular con una
sonrisa.
—Puessepáratedemí…
—Aléjatetú…
—Comosiesofueratanfácil…—responde.
—Vale—digoobligándoleadespegarsedemíagarrándoleporlos
hombros—.Saldelbaño,vístete,veteaporunoscafésyunosdonutsyno
meprovoquesmás.
—Ala,casinada.
Lasoncehorasrestantesdetrayectosepasanrelativamenterápidas.
Codyduermedurantelasprimerascuatroycargapilaslosuficientecomo
para acribillarnos a preguntas, chistes e historias varias durante el resto
del camino. Nathan aguanta como un campeón a todas y cada una de las
preguntasmientrasyolesmirodivertida.
—¿Yatumadrenoletienesquepreguntarnada?—intentadesviar
suatenciónhaciamí.
—No —contesta Cody con determinación—. ¿Y cuántos caballos
hay?
—Nolosé.Hacetiempoquenovengo—Estádemostrandotener
unapacienciadesanto.
—Ah…¿Ycuántosañostienetuhermana?
—Puesahoradebedetener…dieciocho.
—¿Dieciocho? —digo yo metiéndome en la conversación que
manteníanlosdos.
—¿Ahoratambiéntú?¿Esunabroma?—diceriendoacarcajadas.
—No, no. Perdona. Es solo que me ha extrañado que os llevéis
tantosaños.
—Catorce. Mi hermana y yo fuimos concebidos entre guerra y
guerra supongo — contesta encogiéndose de hombros—. Cuando mi
padrevolvíaacasa,lodebíandecelebrarportodoloalto.
—¿Ycómosellama?—interrumpeCodynuestrasrisas.
—Abby.¿Algomásquequierassaber?Nosésitienenovio,pero
esalgomayorparatuedad,¿nocrees?
—¡Oye!¡Quéasco!Noquieronovias.
—Comoparecestaninteresadoenella...
Tan solo una hora después, cruzamos la valla que cerca la
propiedaddelospadresdeNathanynotocomosetensaalinstante.Intenta
disimularloyparecerrelajado,peroveocómoagarraelvolanteconmás
fuerzaycómoaprietalamandíbula.
Lleva sin venir desde que le enviaron a Afganistán, algo más de
seisaños,losmismosquellevasinverasuhermana.Yesquecuandole
dieron la baja, le enviaron a un hospital militar donde, según me ha
explicado, le tuvieron atado a una camilla la mayor parte del tiempo
debidoasusbrotesviolentosproducidosporlosacontecimientosvividos,
que por aquel entonces estaban muy recientes. Durante el tiempo que
permanecióallí,solorecibiólavisitadesuspadresporqueprohibierona
suhermanairparaquenolevieraeneseestado.Ledieronelaltasemanas
después,ysolocuandoaccedióasometerseaterapiacontrolada.Asífue
comosemudóaNuevaYorkysedesvinculócompletamentedesufamilia
ysuanteriorvida.
Poco después el coche se detiene delante de una gran casa de
madera. Suelta aire con fuerza antes de salir y me mira buscando una
miradadecomplicidad.Agarrosumanoylaaprietomientrasmeacercoa
él y le doy un beso en la boca. Mientras se lo doy ambos caemos en la
cuentaalavezdequeeslaprimeravezquenosbesamosdelantedeCody,
almenosestandodespierto,yencuantonosseparamos,lemiramosporel
rabillo del ojo buscando su reacción. Lo único que él hace es reír
enseñandotodossusdientesmientrasNathanalargalamanoparahacerle
cosquillasenlabarriga.
—Bueno, bajo un momento para decir que hemos llegado y nos
vamosparacasa,¿vale?
—¿Puedobajarcontigo?—preguntaCodymirándonosalosdos.
—Pormívale—lerespondeNathan—.Quítateelcinturón.
—Venga,quebajamostodos—digoyofinalmente.
CuandoabrelapuertayayudaaCodyabajardel4×4,lapuertade
la casa se abre y aparece una chica rubia que supongo debe de ser su
hermana. Ella baja poco a poco los escalones del porche, y empieza a
andarhacianosotrossinapartarlavistadeNathan.Él,cuandodejaaCody
enelsuelo,laobservaduranteunosinstantes,sorprendidoporelcambio
enelaspectodesuhermana,queenestosseisañoshapasadodeseruna
críaaunachicauniversitaria.Finalmentelesonríeyellaempiezaacorrer
hastalanzarseasusbrazosyllorardesconsoladamente.
—Eh, tranquila —le dice Nathan al cabo de un rato cuando ha
pasadoelmomentodeshockantetalrepentinocontacto.
—Perdona —dice ella enjuagándose las lágrimas—. No quería
ponermeasí,peroteheechadotantodemenos…¡Cómopudisteirtesin
más!
Ledaunlevemanotazoenelbrazoaunqueesincapazdemostrarse
enfadada, ya que se nota que las ganas de volver a verle prevalecen por
encimadetodo.
—Losiento…—Esloúnicoqueélpuederesponder.
—Lo sé. No hace falta que digas nada. Pero prométeme que no
volverásapasardemí.Medaigualsinotehablasconél.¿Vale?—dice
mientrasNathanasienteconunasonrisaenlacara.
EntoncesellanosmiraamíyaCody,quesehaquedadoamilado
cogidodemimano.Seacercaanosotrosconunagransonrisaenlacara.
—Hola—dicemientrasnosdamosdosbesos—.SoyAbby.
—Hola—respondo—.YosoyKateyestedeaquíesCody.
—Hola, Cody —dice agachándose a su altura y tendiéndole la
mano—.¿Cómoestás?
—¡Bien!Aunqueunpococansadoyempiezoatenerhambre.
—¿Quieres que le de algo? —me pregunta Abby—. Si quieres
entroylehagounbocadillo…
—No te preocupes. Solo hemos parado para decir que hemos
llegadoyyanosíbamosacasa—respondeNathan.
—Vale…Oye…¿Vendréisluego?Amamáyamínosgustaríaque
vinieraisacenar…
—Eh…Nosé…Estamosalgocansados…
Enesemomento,veocomounamujersaledelacasaysequedaen
el porche. Abby se da cuenta hacia donde miro y enseguida llama la
atencióndeNathan.
Élarrugalafrenteyentornalosojos,pensativo.Aprietaloslabios
con fuerza y traga saliva con dificultad. Pasado un rato en el que ni
siquierasemueve,segirahaciamíymemiracomopidiéndomeconsejo.
DejoirlamanodeCodyymeacercoaélaltiempoqueagachalacabeza.
—Veahablarconella—digotomandosucaraentremismanos—.
Ysiquieres,luegopodemosveniracenartambién.Amínomeimporta,
peroesdecisióntuya.
Meabrazaapretandomicabezacontrasupechomientrasyorodeo
sucintura.
—Vale. Ahora vengo —me da un beso en los labios y le veo
alejarse.
Veo como su madre se lleva las manos a la cara, emocionada,
mientrasempiezaaandarhaciaél.Nathanaceleraelpasohastaquellegaa
abrazarla. Se me forma un nudo en la garganta e instintivamente aprieto
conmásfuerzalamanodeCody,quememiraextrañadosinsaberbienlo
queestápasando.Laslágrimascorrenpormismejillas,aunquelohagoen
silencio,comositemieraquealemitircualquiersonidopudieraromperel
momento.MirodereojoaAbbyymesientoalgoaliviadaalverqueella
estáenlasmismascondicionesqueyo.Hablanduranteunratomientrassu
madrenoparadetocarlelacara,eltorsoylosbrazos,comosilepalpara
paraasegurarsequeerarealmentesuhijoelqueestabadelantedeella.
Pasadosunosminutos,cuandoempiezanacaminarhacianosotros,
me froto la cara con las manos en un vano intento de secarme las
lágrimas.
—Mamá, ella es Kate, mi… —se queda callado sin saber cómo
referirse a mí, ya que es la primero vez que tiene que presentarme a
alguien.
—Unaamiga—digoyoparaayudarleasalirdelpaso.
—Encantada, Kate —dice dándome la mano y dándome un corto
perocálidoabrazo.
—YélesCody.
—Hola,Cody—diceconunasonrisabondadosaenlacara.
—Hola—contestaélconalgodetimidezperomostrandounagran
sonrisaenlacara.
—¿Tegustaesto?
—Sí—contestaasintiendoconlacabezamirandoaNathan,quele
devuelve la sonrisa y le tiende los brazos para cogerle—. Nathan me ha
dichoquemevaallevaramontaracaballoyaacampar.
—Mepareceunplanperfecto—contestaella.
—¿Esverdadquetieneunsombrerodecowboyqueaélyanole
sirve?
—Sí, creo que por casa hay unos cuantos. Cuando vengas te lo
pruebasytellevaselquemásteguste.
—¿Puedo, puedo, puedo? —le pregunta repetidas veces cogiendo
lacaradeNathanentresusmanitas—¿Cuándovenimos?
—Bueno…Vamosahoraacasaadejarlascosasyvenimosluego
acenar.¿OsVabien?—preguntamirandoasumadre,quienesbozauna
gransonrisaquedelatasurespuestadeantemano.
—Perfecto.Claro.Venidalahoraquequeráis.
—Recuerdolasreglas.Antesdelasochoestaremosentucasa.
CAPÍTULO26
Nathan
—Vale, ¿y dónde duermes tú Nathan? —me pregunta Cody
saltandodeculoensucama.
—Allí,alfinaldelpasillo.
—¿Ymamá?
—Eh…—empiezoadecirmientrasmeacercoparasentarmeasu
lado—.Conmigo,enlamismahabitaciónqueyo.¿Teparecebien?
—Sí.Asíellatecuidarásitienesunapesadilla,aunquesiquieres,
puedes venir conmigo que aquí tengo sitio —dice dando palmadas en el
colchón.
—Gracias —le digo revolviéndole el pelo cariñosamente—. Lo
tendréencuenta.
Seestirabocaarribamirandoaltechoyponiendolasmanosdetrás
de la cabeza y yo imito su gesto. Permanecemos los dos en la misma
posturaduranteunrato,ensilencio,algopocohabitualenCody.
—Nathan.
—¿Qué?
—¿Porquéhacíatantoquenovenías?¿Esporquenotehablascon
tupapá?
Giro la cabeza y le miro con la boca abierta, asombrado y sin
palabras,durantelargorato.Hasidolosuficientementeinteligentecomo
paradarsecuentaquepasabaalgoraroyasociarideas.Ahoranosécómo,
niquéresponderle.¿Letratocomoelniñoqueesylesuavizolarespuesta
oletratocomoeladultoquepareceserlamayorpartedeltiempoylesoy
sinceroalcienporcien?
—Escomplicado,Cody…
—¿Dicesesoporqueesdeverdadcomplicadooporquenosabessi
debescontármelo?
—Mematas,enserio,medejasalucinado—contestoriendo.
Meincorporoylesientoenmiregazo.Memiraconlosojosmuy
abiertos,atentoyávidodeinformación.
—Amipadrelehubieragustadoqueyomequedaraenlaguerra
todoeltiempoquefueranecesario.
—¿Porquétefuiste?¿Tehirieron?
—Sí,algoasí.
—Pero tienes que curarte, por eso te viniste. Es como cuando yo
me encuentro mal en el cole, llaman a mamá para que me recoja y me
lleveacasaynovuelvoaclasehastaquemepongobueno.
—Exacto.
—Yseenfadócontigoyporesonohasvenidoaverle…Pero,ytu
mamáyAbby,¿ellastambiénseenfadaron?
—No,ellasno.
—Puestendríasquehabervenidoaverlasaellas—Bajalamirada
y arruga la nariz pensando un rato, hasta que me dice—: Si mamá y tú
algúndíaosenfadáis,¿dejaríasdeveniravermeydesermiamigo?
—No,no.Esonuncapasará—niegorápidamenteaunqueélsigue
sinestarconvencido,asíquebuscosumiradaycuandoloconsigo,añado
—:Séqueestuvomalquenovinieraaverlasaellas.Poresoestoyaquí
ahora.Túyyoseremosamigossiempre,paseloquepase.
—¿Meloprometes?—medicefinalmente.
—Teloprometo.Además,notengointencióndeirmemuylejos…
—Mimamátegustamucho,¿verdad?
—Sí.
—¿Osvaisacasar?
—Uf,vasdemasiadorápido.
—Peroesoesloquehacenlosnovios.
—¿Ah,sí?—contestoriendo—.Lotendréencuenta.
Apoyasucuerpoenmipechoyyoleestrechoconfuerzaentremis
brazosmientrasapoyomislabiosensucabeza.Cierrolosojosintentando
guardarestemomentoparasiempreenmicabeza.
—Nathan.
—¿Qué?
—Tequierohastaelinfinitoymásallá.
—Yyo,campeón.
Ahora entiendo las palabras de Kate. Ya no me hace gracia el
comentario.Loquesientoesunenormeorgulloporsermerecedordeese
sentimiento,yestoytremendamenteemocionado.
Agacholavistaparamirarleyleveoapoyadoenmí,consumano
aferrada por completo a mi camiseta, y me vienen flashes del pasado.
Recuerdosdecuandollevéenbrazoselcuerpoinertedeunniñocomoél,
decuandoselollevabaasumadreynoparabadepedirleperdónconlos
ojosbañadosenlágrimas.Inconscientemente,empiezoamecersucuerpo
lentamente mientras con una mano le aprieto contra mi cuerpo como si
quisieraprotegerledealgoyconlaotraacariciosupelo.
—Tequiero,Cody—susurrocontrasupelo—.Ynovoyapermitir
quenadietehagadaño.
Tras unos minutos abrazándole sin querer despegarme de él, me
doy cuenta que se ha quedado dormido en mis brazos, así que le estiro
encimadelacama.Tenemosaúnunashorasdemargenantesdeiracenar,
asíquepuedeecharseunapequeñasiesta.Meagachoalladodelacama,
apoyandolabarbillaenelcolchónmientrasleobservodormirtotalmente
relajado. Abre la boca y suelta un pequeño suspiro que me provoca una
sonrisallenadeternura.
—Descansa—susurroensuorejatrasdarleunbesoenlamejilla.
Cuandollegoalpisodeabajo,buscoaKatehastaquedoyconella
enelsalón.Estáconcentradamirandounaparedllenadefotosqueantes
noestabanahí.Extrañado,meacercohastaquedarmeasuladoyobservo
condetenimientolapared.
—¿Has deshecho la maleta? —me pregunta Kate agarrándome de
lacinturaporelcostado.
—No—contestoserioyconelceñofruncido—.EstabaconCody.
—¿Yquésecuenta?
—Sehadormido.
—Sabes que eso quiere decir que esta noche nos va a dar guerra
hastalastantas,¿no?
—Sí.
—¿Estásbien?—preguntafinalmentealverquesigoserioymás
concentradoenesetrozodeparedqueennuestraconversación.
Sin contestarle, me zafo de su abrazo y una a una, voy quitando
algunas de las fotografías de la pared. Rápidamente Kate se interpone
entrelaparedymicuerpoyapoyasumanoenmibrazo.
—¿Quéhaces?
—Esasfotosnoestabanahí.
—Peroahorasíloestán.Supongoquetumadreotuhermanalas
pusieronaquíporalgunarazón,¿no?
Coge las que yo había quitado y, dándome la espalda, vuelve a
colgarlasunaauna.Cuandoacaba,retrocedehastaquesuespaldachoca
contra mi pecho y me coge de las manos para que la abrace. Echa hacia
atrás la cabeza y la apoya en mi hombro. La observo durante unos
segundos, mientras su vista sigue fija en las fotos, y veo como sus ojos
pasandeunaaotra.
—Sonpreciosas—diceentonces—.¿Esteerestú?Ahídebíastener
másomenoslaedaddeCody,¿no?
Tirademíhastaponernosdelantedelafotoencuestión.Unafoto
enlaquesalgoconlagorradelosMarinesdemipadreyunrifle.
—Esta es la misma gorra que le regalaste a Cody, ¿no? —me
pregunta echando la vista hacia atrás para mirarme mientras asiento—.
CuandoveaCodyquetútambiénllevabasesagorra,sevaavolverloco.
¿Cuántosañostenías?
—Seis.Fueronmisregalosdenavidad.
—¿Elrifletambién?¿Meestáshablandoenserio?
—Totalmente. Yo quería una bici, pero… —digo haciendo una
muecaapretandoloslabios.
Katememiraconlabocaabierta,supongoqueempezandoadarse
cuentarealmentedequenuncasemedieronmuchasmásopcionesquela
desermilitar.Pasadounrato,vuelveamiraralaparedymeseñalaotra
de las que había quitado. Es una foto que nos tomó mi madre en la base
aérea,pocoantesdequemipadremarcharaaunamisión,enlaquesalgo
asulado,élconeluniformedeservicio,yyoconunagransonrisaenla
cara. Se me escapa la risa al recordar la foto y Kate me mira con la
esperanzadequeesafotomehayatraídobuenosrecuerdos.
—Osparecéismuchísimo—medice—.¿Cuántosañosteníasaquí?
—13o14.MimadreestabaembarazadadeAbby.
—Puesyaerasmuyguapo.
—¿Sabes por qué sonreía? —La miro y cuando niega con la
cabeza, vuelvo a clavar los ojos en la instantánea—. Porque mi padre se
iba a una misión. Recuerdo a todos los familiares llorando, incluida mi
madre,yyoencambionopodíadejardesonreír.Inclusointentédisimular
y que se me cayera alguna lágrima, pero no fui capaz porque estaba
contentísimo.
MeacercoalafotocogiendoaúnlamanodeKate.
—¿Queríasquetupadresefuera?
—Sí. Que mi padre estuviera de servicio significaba que durante
unosmeses,ibaapoderserunchiconormal.Alsalirdelcolegiopodría
salirconmisamigosdeclase,jugaralfútboloinclusosalirconalguna
chica.Yoqueríahacertodoesoyélnomedejabaporquedecíaqueesome
distraía de mis verdaderas obligaciones. Por eso cuando no estaba, mi
madresímelopermitía.
—¿Verdaderas obligaciones? ¿Que obligaciones tiene un niño de
13 años aparte de ir al colegio, hacer los deberes y divertirse con los
amigos?
—Ayudarle con los caballos y las cuadras, y sobre todo, hacer
prácticas de tiro y prepararme físicamente para entrar en el cuerpo de
Marines.
—¿Prácticas de tiro? ¿Prepararte… qué? —Está totalmente
confundida—.¿Paraqué?¿Con13años?
—Con 13 años hacía el circuito de mi padre en menos de 5
minutos…
—¿Circuito? Estoy alucinando Nathan. ¿Tu padre quién era? ¿El
sargentodehierro?
—Mi padre recreó en la parte de atrás de casa un circuito de
entrenamientocomoelqueutilizanlosMarinesenelcuartelparaentrenar.
Me obligaba a hacerlo día tras día, daba igual si llovía, nevaba o
estuviéramosa40gradosdetemperatura,desdequeteníalaedaddeCody.
Alprincipiomelotomabacomounjuegoperoseconvirtióenobligación
conelpasodeltiempo.DecíaquesiqueríaentrarenlosMarinesyllegar
altoenelcuerpo,teníaquehaceresecircuitoenmenosde4minutos.
—¿Ytumadrenodecíanada?Esdecir,yoteveosacaraCodyala
calle lloviendo para ir a correr y de la mirada que te echo das media
vueltasinrechistar.
—Loquedecíamipadreibaamisa—contestoencogiéndomede
hombros—.Ellafuesiempretestigodetodo,sabíaqueyoloodiabayaún
asínohizonuncanada.Noseatrevióaenfrentarseaél.
—Miedoaenfrentarseaél…¿Esquealgunavezospegóolepegó
aella?
—No,aellayaAbby,nunca.
—¿Yati?
—Noeralohabitual,peronodudabaenutilizarcualquiermétodo
contaldeimponersucriterio.
—Nathan…losiento—diceacariciandomimejilla.
—Nopasanada.Laironíaesqueélpensabaquetodoesomeharía
fuerte, indestructible… Imagínate la cara que puso cuando se enteró que
me habían dado la baja psiquiátrica. Para él eso no es una enfermedad,
sino simple cobardía, y era una mancha en el historial militar de la
familia.
Pongo mis brazos alrededor de su cuerpo y la atraigo hacia mí,
besandosufrente.
—¿Yesecircuitoaúnexiste?
—¿Para?¿Quiereshacerlo?
—Puede…Alomejortesorprendoylohagoenmenostiempodel
quetepiensas…
—¡Jajaja! Ni idea… Mi padre tiene ahora tiene ya 68 años, pero
anteslohacíatodoslosdíasyescapazdeseguirhaciéndolo,asíquepuede
queexistaaún.
—Vale,mevoyhaciendounaideadecómoeselseñorAnderson
—diceKateconcaradeasustada.
—SargentoThomasAndersonparaserexactos.
Se cuadra haciéndole el saludo militar a la foto mientras se le
escapalarisa,contagiándomelaamítambién.Seguimosmirandoelresto
defotosmientrasyolecuentoloquerecuerdodeellas.Pocoapocome
sientomásrelajado,hastaelpuntoquenoveotanmalqueesasfotosestén
ahí.EnalgunasyasaleAbby,conmigoyaadolescenteyenotrassalgocon
mimadre,aunqueellaseparadelantedeunaenlaquevoyvestidoconel
uniforme de gala. Es del día de mi promoción a Coronel, cuando me
otorgaronlasinsignias,pocoantesdedestinarmeaAfganistán.
—¡Quétremendoestásenestafotoporfavor!—diceacercándose
casihastaquesunariztocaelcristalsinsoltarmelamano—.Meparece
que me la voy a llevar para casa cuando nos vayamos. Qué pelo más
cortitollevabas,ymeencantaesteuniformeazul.¿Loconservas?
—Yono.
—Vaya…¿Lotendrátumadre?
—Nosé.¿Peroparaquéloquieres?
—Ay,puesnosé…¿Quéchicanohasoñadoalgunavezconserla
protagonista de “Oficial y Caballero”? Pues eso, me gustaría vértelo
puestoalgunavez…Noenpúblico,soloparamí.
—Soloparati,¿eh?—digotirandodesumanohastatenerlaentre
misbrazos.
—Sí—diceponiendolaspalmasdelasmanosenmipecho—.Te
quierosoloparamí.
—Vaya, pues llamaré a la otra para decirle que al final no voy a
estardisponible…
—¿A la otra eh? —dice acercando su cara a la mía mientras yo
asientoconunasonrisaenloslabios.
Sus manos suben por mi pecho hasta colocarse en mi nuca,
permitiendo que sus dedos se enreden en mi pelo. Acerco lentamente mi
boca a la suya sin dejar de mirarla a los ojos y me detengo a solo unos
centímetros.Subolasmanosdesdelacinturahastapoderacariciarsucara.
Ahuecounamanoylacolocoensumejillamientrasellacierralosojosy
echa la cabeza provocando que su pelo haga cosquillas a mi otra mano,
situadaensunuca.Trazounalíneaensulabioinferiorconelpulgarylo
separo suavemente de su otra mitad, dejando su boca entreabierta. Dejo
quietoeldedoensulabioyentoncesloatrapaentresusdientes.Abrelos
ojos y me mira, provocando al instante que todo mi cuerpo se tense.
Agarro su pelo y tiro de él haciendo que incline la cabeza hacia atrás.
Observosureaccióndetenidamenteporquenoquieroparecerbrusco,no
quieroquemicuerpoactúeporsucuentayhacerledaño,asíquecuando
jadeaymesueltaeldedo,nopuedoevitarsonreírsatisfecho.Acercomis
labios a su hombro y empiezo a besarlo con delicadeza mientras oigo
comoKatesuspiracomoreacciónamiscaricias.Cuandollegoalcuello,
no puedo controlar más mis impulsos y mis caricias cariñosas se
convierten besos rudos y ansiosos, como si quisiera saborear cada
centímetro de su piel y hubiera una cuenta atrás que al llegar a cero me
separaradeella.Cuandollegoasuorejamuerdosulóbuloytirodeél.
De repente cuando sus piernas topan con el sofá, me doy cuenta
quenoshemosestadomoviendoportodalaestancia,cuandoyopensaba
que estábamos aún quietos al lado de la pared de las fotos. Cojo su cara
entre mis manos mientras mi pecho sube y baja de forma incontrolable,
totalmentefueradecontrol.Esperosureacciónparaayudaracalmarme,
queposesusmanosenmipechoomesonríadulcementeparadevolverme
a la normalidad, pero en lugar de eso, me mira con ojos ardientes y
mordiéndoseellabioinferiordeformalasciva.Yesoesmiperdición,es
el pistoletazo de salida. La agarro del trasero y ella enrosca las piernas
alrededordemicintura.Enredounamanoensupelo,apretandosufrente
contralamíamientrasellafrotasucuerpocontramierección.Cierrolos
ojos soltando aire con fuerza por la boca cuando su roce en mi
entrepiernaaumentadevelocidad.Hundesulenguaenmibocaymientras
nosbesamosconansias,mismanossemetenpordebajodesucamisetay
tocancadacentímetrodesuespalda.Entansolodossegundosdesabrocho
elcierredesusujetadoryellaseparasucaradelamíasorprendida.
—Eresrápidoamigo—diceconunasonrisaenlacara—.Esosolo
puedesignificarquetienesmuchapráctica.¿Metengoquepreocupar?
—Puede —digo a los pies del sofá mientras la estiro boca arriba
consumocuidado.
—Creía que el Sargento Anderson no te permitía salir con
chicas…
—TerecuerdoqueelSargentoAndersonpasómuchotiempofuera
de casa… —digo mientras beso su vientre, subiéndole la camiseta a
medidaquemislabiosdibujanelcaminoascendente.
—¡Oye!¿Esoesunaafirmación?
Dejodebesarsupielduranteunossegundosylamiroconunaceja
levantada.
—Vale, es un sí. Estoy celosa, que lo sepas —Pero su voz se
interrumpeahí,cuandomislabiosvuelvenaposarseensupielyllegana
suspechos—.Vale,medaigual,esaguapasada,yaloheolvidado.
Río a carcajadas ante su respuesta mientras agarro la tela del
sujetador. Saco sus pechos, mordiendo uno de sus pezones ya erectos
mientras masajeo el otro con mis dedos. Arquea la espalda y aprovecho
para posar mis manos en ella, haciéndola incorporarse hasta quedar
sentadafrenteamíyobservándolaunrato.
—¿Estás bien? —me pregunta algo preocupada poniendo una
manoencimademicorazón.
—Mejor que nunca —digo mirándola como si fuera el centro de
miuniversomientraspeinosupeloconmisdedos.
—Vale—Susojossedesvíanhacialaescaleraparacomprobarque
seguimossolos.
—¿Pordóndeíbamos?
—Meparecequemeestabasbesando…
—¿Ah,sí?
Meacercoaellaycojosulabioinferiorconmisdientesmientras
agarrounodesuspechosconmimano.Conelotrobrazolaagarrodela
cintura y la siento a horcajadas encima de mis piernas. Sus manos bajan
pormitorso,desdemishombroshastamásabajodemivientre.Agarran
lacinturademipantalónyunadesusmanossemetedentromientrascon
la otra trata de desabrochar el botón del vaquero. Automáticamente mis
manosseponenenmovimientoyempiezanasubirlelafaldahastadejarla
porencimadelacintura.Tocolateladesusbraguitasysueltounjadeoal
notarlahúmeda.
—No tengo un preservativo a mano —No sé ni cómo consigo
articularpalabra.
—Tomo la píldora y me fío de ti, así que ni se te ocurra parar
ahora.
Conungruñido,lavuelvoaestirarbocaarribaymelanzoencima
deella.Ambostenemosprisa,asíqueninospreocupamosenquitarnosla
parte de arriba de la ropa, simplemente me bajo el pantalón lo justo y
empiezoaapartarlateladesubraguita.
—¿Mami?
ComounresortemeseparodeKatedandounsaltotangrandeque
casillegoalacocina.Mesuboelpantalónmientrasellasebajalafalday
sevuelveaabrocharelsujetadorconunafacilidadpasmosa.Miramoscon
cara de susto hacia la escalera y respiramos algo más tranquilos cuando
vemosqueCodynosllamabadesdeelpisodearribayaúnnohallegado
abajo.
—Dimecariño—dicemientrasmesonríealiviada.
—¿Es de día o de noche? —pregunta Cody mientras vemos su
pequeñocuerpoasomandomientrasbajalosescalones.
—¿Cómo?—contestaKatedescolocada.
—¿Que si tengo que seguir durmiendo o me puedo despertar?
Porquenotengomássueño.
—Tepuedeslevantar—ledigoyo.
—Ah, pues genial —dice mientras se planta de un salto a nuestro
lado, con la gorra de los Marines que yo le regalé en la cabeza y su
muñeco favorito en una mano, mirando a uno y a otro con una gran
sonrisaenlacara.
Una hora escasa después, tras habernos duchado, en mi caso con
aguafría,subimoslasescalerasdelporchedecasademispadres.Suelto
aire con fuerza, preparándome para una velada que será, como poco,
incómoda.
—¿Listo?—mediceKateposandosumanoenmibrazo.
—Vamosallá.
Llamoalapuertademaderaconlosnudillosyenseguidaaparece
Abbytrasella.
—Hola—saludacontenta,aunquealgonerviosa.
—Hola.
Kateledaunabrazoycuandoseagachadelantedeél,Codyleda
unbesoenlamejilla.Cuandoseplantadelantedemí,yaunqueantesseha
lanzadoamisbrazosproductodelaemocióndelmomento,ahoranosabe
bien cómo reaccionar. Se nota que sabe de mi enfermedad y qué
consecuenciasmehaprovocado.
—Hola, Abby —digo acercándome a ella y dándole un abrazo al
querespondeapretandomicuerpocomosimeintentaraasfixiar.
—Hola—contestaemocionada,conlágrimasenlosojos.
—Hola,Sra.Anderson—oigoqueKatesaludaamimadre.
—Hola,cariño—respondedándoleunabrazoaellayotroaCody
antesdedirigirseamí—.Hola,hijo.
—Hola,mamá—meabrazayledoyunbesocortoenlamejilla.
—Tupadreahoraviene.Haidoalcobertizounmomento.
Asiento mientras noto mi corazón latir con tanta fuerza como si
quisieratraspasarmeelpecho.Hallegadoelmomentodeenfrentarmede
nuevoaélynosésiestoypreparado,aunqueloquemásmepreocupaes
la imagen que puedan llevarse Kate y Cody. Empiezo a plantearme si ha
sidobuenaideatraerlesaquí.
—MiraNathan—diceCodycogiéndomedelamanoytirandode
mí—.Unaescopetadeverdad.
Me arrastra hasta una de las vitrinas del salón, donde mi padre
tiene expuestas varias de las armas que ha utilizado a lo largo de su
carrera.Essupequeñomuseodeloshorrores.
—Moooolaaaaaa —dice con los ojos abiertos como platos—.
Cógemeparavermejor.
Lecojoenbrazosbajolaatentamiradademimadreymihermana.
Supongo que se sorprenden al verme comportarme con Cody como una
personasociableynormal.
—¿Esosonlasinsigniasdetupapá?
—Sí —contesto mirándolas en su estantería, como si no hubiera
pasadoeltiempo.
—¿Yesapistoladeallícuáles?
—Esuna…
—Es una Beretta de 9 mm —Me quedo petrificado al escuchar la
voz grave de mi padre detrás de nosotros—. Es nuestra pistola
reglamentaria.
“Nuestra”, las cosas no han cambiado nada. Sigue siendo fiel a
todas las consignas de los Marines. Seguro que en algún momento de la
nochesueltalafamosafrase:“NuncadejasdeserMarine.Puedesdejarel
cuerpo,perosiempretequedalaactitud”.
Cody gira la cabeza para mirarle mientras yo permanezco como
anclado en el suelo. Oigo como se presenta a Kate y sé que debe estar
mirando hacia Cody, al que sin ser consciente del todo, llevo abrazando
conmásfuerzadesdequeheescuchadosuvoz.
Me giro tras soltar aire con fuerza de forma disimulada y me
enfrentoasuimagendenuevo.DejoaCodyenelsueloyalinstanteme
cogedelamano.Creoquemipadreleimpone.Tanalto,tancorpulento,
con su bigote y su porte serio. Cody está experimentando la misma
sensacióndemiedoyrespetoqueyoasuedad.
—Hola —digo acercándome y alargando la mano para
estrechársela.
—Hola—contestaéldevolviéndomeelgestoconfuerza.
Katenosmirasorprendidaymeentranganasdedecirle:“sí,estaes
lamayormuestradeafectoquemipadremevaadarnunca”.
Entonces fija la vista en Cody, que le mira con la boca abierta,
pegado a mi pierna y apretando mi mano con fuerza. Le acaricio con el
pulgarparaintentartranquilizarleyenseguidacomprendoquemiactitud
noleestáayudandonadaatranquilizarse,asíquemeagachoasuladoyle
sonrío.
—Ven —le susurro al oído tendiéndole los brazos—. No tengas
miedo.Yoestoycontigo,¿vale?
Se agarra a mi cuello esbozando una leve sonrisa y cuando le
levanto,miraamipadreylevantasupequeñamano.
—Hola.SoyCody.
—Hola,Cody—respondemipadredándolelamano—.Megusta
tugorra.
—A mí también —levanta la vista hacia la visera y la agarra con
ambasmanos—.Melaregalóél.¿Aqueeratuya?¿AquesíNathan?
—Ajá—respondo.
Nos quedamos envueltos en un silencio incómodo que
afortunadamente Cody rompe pidiéndome ir al baño. Le acompaño
subiendolasescalerasypasandopordelantedeloqueeramihabitación.
MientrasesperoaCody,nopuedoresistirlatentacióndeagarrarelpomo
delapuertayecharunvistazodentro.Comosospechaba,estátotalmente
vacía.Noquedaningúnrecuerdomíoenestacasa.
—¿Qué hay aquí? —pregunta Cody entrando en la habitación—.
Nohaynada…
—Exacto.Nada.
—Mamá guardó todas tus cosas en cajas. Deben de estar en el
cobertizo.
MegiroyveoaAbbyacompañadadeKate,quememiraconcara
depena.Esjustoelsentimientoquenoquierodespertarennadie,poreso
melarguédeaquí.Ymuchomenoselquequierodespertarenella.
—¿Estásbien?—diceacercándoseamí.
—Sí—contestoconelceñofruncidoyhuyendodesuabrazo.
—Nathan… —dice ella cogiéndome de nuevo del brazo y
poniéndosedelantedemí.
—¡No quiero que me mires así! —le suelto incapaz de mirarla a
losojos.
—¿Mirartecómo?—contestaellaconfundida.
—Comoconpena.
—Cody, ven que te enseño mi habitación. ¿Quieres? —dice mi
hermana alejando al crío de nuestro lado, que cuando pasa por nuestro
ladonosmiraaambosconlabocaabierta.
Cuando se pierden por el pasillo, resoplo y apoyo mi espalda
contralapared.AgacholacabezacuandoveoqueKateseplantadelantede
míeintentacogermelacaraparaquelamirealosojos.
—Nathan, por favor. Soy yo. No me tienes que esconder nada. Si
noquieresestaraquí,nosvamosypunto.
Finalmente consigue que la mire y posa sus labios encima de los
míos. Sin más, sin movernos, sin que nuestras lenguas entren en juego.
Nos quedamos así unos segundos, hasta que me separo de ella para
enterrarmicaraensucuellomientraslaabrazoconfuerza.
—Te quiero, Kate —le digo más seguro que nunca de ese
sentimiento.
—Yyo.
—Losé.Noparasdedemostrármelocongestoscomoeldeahora,
devolviéndomearealidadcuandosemevalacabezayreaccionocomoun
capullo…Yaúnnoséquéhehechoparamerecerte.
—Me parece a mí que aún no eres muy consciente de lo
maravillosoquepuedesllegaraser…—Apoyasucabezaenmipechoy
cierro los ojos inspirando con fuerza el olor de su pelo—. Venga,
bajemos,quetumadreyateníalacenacasilista.
Bajamos cogidos de la mano y cuando llegamos al comedor
comprobamos que Cody ya está sentado al lado de Abby y ríe animado
conella.Mipadretambiénestásentadoensusitiohabitual,presidiendola
mesayséquemisitiosiemprehasidoeldesuizquierda.Miroaesasilla
vacíayentoncesnotolapresióndeKatealapretarmelamano.Cuandola
miro, dibuja una gran sonrisa en su cara y me guiña el ojo de manera
cómplice.Seacerca,medaunbesocastoenloslabiosysealejahaciala
cocina.
—¿La ayudo en algo? —oigo que dice mientras se pierde por la
puertaquedaalacocina.
Vuelvo a mirar a la mesa y veo que mi padre señala mi silla de
siempre,supongoquedándosecuentademiindecisión.Aprietoloslabios
eintentoesbozarunasonrisaaltiempoquemesientoenlasilla.Codyme
mira y me sonríe enseñándome todos sus dientes mientras Kate y mi
madreentranconlosplatosdelacena.
—¿TegustaelpolloalhornoCody?—lepreguntamimadre.
—Sí,megustatodo.¿Aquesímami?
—Sí,buenomenoslasacelgas…
—Ylacoliflor—añadoyo.
—Yelpepino—diceKate.
—Yelqueso…
—Vale,vale—nosinterrumpeCodyponiendolosojosenblanco
—.Peroelpollosímegusta.
—Perfecto—dicemimadreriendodivertida.
Empezamosacomer,siendoCodyelcentrodeatenciónyentorno
alquegiralaconversaciónyyoloagradezco.Katelesexplicaqueleha
criado ella sola con la ayuda de Rose y ahora la mía y responde
escuetamenteperoconamabilidadcuandolepreguntansobresufamilia.
—Me gusta ese pelo más largo que llevas ahora —me dice mi
hermanaalcabodeunrato.
—Mira—contestoriendo—.PueshoyKatehavistounafotomía
dehaceuntiempoylehagustadomáscorto.
—Loshombresdebenllevarelpelocorto,noesepelorevueltoque
llevas —dice mi padre mirándome casi con cara de asco—. Y el niño
tambiénlollevamuylargo.
—Tom,porfavor—intervienemimadreparacalmarle.
—¿Qué es eso que llevas en la mano Cody? —le pregunta mi
hermanaparacambiardetemayenfriarelambiente.
Levantolavistadelplatoyveoquellevasumuñecoenlamano.
—EsNathan—diceriendomientrasmemira—.¿Aquesí?
—Esoparece—contestoyoencogiéndomedehombros.
—Suabueloseloregalóporsucumpleañosynoseseparabadeél
y ya cuando Nathan le explicó que era no sé qué verde y lo que sabían
hacer…nioscuento…
—Noloexplicasbien.Esunboinaverde,mamá.Losboinasverdes
son un grupo de Fuerzas Especiales del Ejército especializados
en desactivar explosivos, paracaidismo, emboscadas, camuflaje… —
contestacasisinrespirar—.¿AquesíNathan?
Asientosonriendomientraslemiroorgulloso.
—Loquesea…Ydesdehacealgúntiempo,dicequeesNathan—
diceKate.
—Loes.Porquenosprotege.
—NathanteníamásrangoqueunBoinaVerde.
La voz de mi padre resuena en todo el comedor haciendo que el
restonosquedemosensilencio.
—¿Más?—diceCodyconlosojosabiertoscomoplatos.
—Nathan era un Marine, el grupo militar más importante de los
Estados Unidos, y además, de las Fuerzas Especiales, los de más alto
rangodentrodelosmismosMarines.
Si no le conociera lo suficiente, pensaría que incluso le noto un
deje de orgullo en la voz, cosa que sé que es imposible, a tenor de sus
propiaspalabrascuandomevinoaveralhospital.
—¿Enserio?—preguntaCodydenuevo.
Cuando levanto la vista para contestarle, veo que los demás
tambiénmemiran,Kateinclusoconlasorpresareflejadaensucara.Odio
ser el centro de atención, así que me limito a asentir con la cabeza y
vuelvoaintentarconcentrarmeenlacomidadelplato.
—Mola…—diceCodyquedándoseembobadomirándomedurante
unrato—.Demayorvoyasercomoél.
Empiezoanegarconlacabezamientrasarrugolafrenteyaprieto
loslabios.
—Voy a ser tan fuerte como tú. Vamos a volver a salir a correr
como el otro día, ¿verdad? —insiste—. Yo también voy a estar en las
FuerzasEspeciales,asíquemetengoqueentrenar.
—Cody… —dice Kate intentando calmarle al ver que su nivel de
excitaciónaumentapormomentos.
—Nathan a tu edad ya entrenaba en el circuito —interviene mi
padre—. Así, cuando tuvo que hacer la prueba de acceso, lo acabó en 3
minutosymedio.Creoquesiguesiendoelrécord.
—¿Quécircuito?—preguntaCody.
Empiezo a ponerme muy nervioso, jugando con la comida de un
ladoaotrodelplatoymoviendolapiernaconunmovimientocompulsivo
yconstante.
—El circuito que hacen los Marines para entrenar y que es
requisitoindispensableparapasarlaspruebasypoderentrarenelcuerpo
—explica mi padre que hasta casi sonríe al ver a Cody tan interesado—.
AquíatrásconstruíunaréplicaexactaparaqueNateentrenara.
—¡Yoloquierover!¡Vamos!¡Vamos!—diceCodyentusiasmado
bajandodelasilla.
—¡No!—gritoderepenteclavandolosojosenCodyysoltandoel
tenedorconfuerzaencimadelplato—.¡Novasahaceresecircuito!
Codymemiraconlosojosmuyabiertos.Estámuyasustadoalver
mi reacción, que ha sido totalmente desmedida. Veo como empieza a
temblarleellabioinferioryenseguidasemeencogeelcorazón.
—Perdóname—digolevantándomedelasillayacercándomeaél
—.PerdonaCody.Sientohabertegritado.
Me quedo un rato agachado frente a él, esperando su reacción y
deseandonohaberleasustadodemasiado.Veosusojoshúmedosyséque
hace un esfuerzo tremendo para que esas lágrimas no se escapen,
haciéndoseelvaliente.
—Joder, Cody —le abrazo porque soy incapaz de verle así y
encimasaberquehesidoyoelcausante—.Soyunimbécil.¿Meperdonas?
Meechalosbrazosalcuelloynotocomoasienteconlacabeza.Le
estrechocontramicuerpodurantelargorato.
—Si quieres mañana salimos tú y yo y haces algunas partes del
circuito,¿sí?—ledigomientraslesientodenuevoenlasillayélasiente
conlacabeza.
—¿Porquénolovaahacerentero?
—Puesporqueno—contestoserioamipadre—.Novoyahacerle
arrastrarse bajo un alambre de espino para que se corte y mucho menos
voyadejarleempuñarunrifle.
—Puestúasuedadlohacías.
—Porquetúmeobligabas.
—Porquetúqueríassermilitarcomoyo.
—¿Acasotuveotraopción?
—Nuncamedijistelocontrario.
—PorquenomeatrevíayporquesabíaquesiendoMarineseríala
única manera de entrar en tu mundo y que te sintieras orgulloso de mí.
Ojalá me hubieras dicho que daba igual lo que hiciera, que estarías
orgullosodemíigualmente,peronofueasí.Dehecho,lapruebaestáen
quemedieronlabajaymerepudiastecomosifueraunapestado.
Nuestroduelodialécticoestáincomodandoalresto,asíqueagacho
lacabezaymedirijoalacocinaaporotracerveza,dejandoamipadre
conlapalabraenlaboca.Crasoerror.
—¿Huyes de nuevo? —dice mi padre alzando la voz—. Estamos
conversandoNathan.
—Noestoyhuyendo,perocreoquenoeselmomentoniellugar
para hablar de esto —digo parándome a medio camino, dándole la
espalda.
—¡Míramecuandotehabloalmenos!
Me giro lentamente mientras le miro con ojos desafiantes.
Libramos una especie de batalla durante unos segundos hasta que mi
madreselevantaparaempezararecogerlosplatosytraerelpostre.
—Dejamamá,teayudo—ledigo.
—No,yalohacemosAbbyyyo.Siéntate.
—Nihablar.
—¡Siéntate, Nathan! —grita mi padre dando un puñetazo en la
mesa.
—¿Perdona?—lemirolevantandolascejasycogiendolosplatos
delasmanosdemimadre.
Dejolosplatosdentrodelfregaderoymeapoyoenelmármol.Lo
hagocontantafuerzaquelosnudillossemeponenblancos.Respiropor
labocaconfuerzamientrasagacholacabezamirandoalsuelo.
—Nathan…—diceKateponiendounamanoenmiespalda.
—Joder,Kate,lointento—digodándomelavueltaparamirarlay
encontrándomeamimadreymihermanaenlacocinatambién.
—Lo sé. Tranquilo… —Pasa una mano por mi pecho
cariñosamente.
—SientohaberlegritadoaCody.
—Nopasanada.Yatehasdisculpadoyéltehaperdonado.
—Lo siento, mamá —digo mirándola a ella y a mi hermana—.
Abby…
—No pasa nada cariño —responde mi madre con los ojos
húmedos.
Cuandosalimosalcomedornosquedamosdepiedraalnovernia
mipadreniaCodyallí.Enseguidamealarmoyempiezoabuscarle.
—¿Cody?—digomientrascaminorápidamente.
—Aquí —dice en el mismo instante en que entro en el salón—.
Queríaverlasinsignias.
—Ah,vale…Vamosatomarelpostre.Corre,quetieneshelado.
Nos sentamos a la mesa y esta vez Cody lo hace encima de mí.
Espera paciente a que le quite el papel a su cucurucho mientras no me
pierdedevista.
—Québuenapintatieneesto…Meparecequemelovoyacomer
yo…—digounavezabiertohaciendoverquemelollevoalaboca.
—¡No, no! ¡Es mío! —dice mientras intenta cogerlo riendo a
carcajadas.
—Toma.
Locogeyserecuestasobremipechoacomérselo.Pareceestara
su aire mientras nos escucha hablando a los demás, a todos menos a mi
padrequenohavueltoaabrirboca.Cuandoseacabaelhelado,veoque
llamasuatencióndandounosgolpecitosensubrazo.
—¿Quéesmás?¿SargentooCoronel?
Cuandooigosupregunta,abrolosojoscomoplatosymiroaKate.
—Pues…Coronel—respondemipadre.
—EntoncesNathantienemás…¿cómosediceNathan?¿Rango?—
memiraylerespondoafirmativamenteconlacabeza—.Nathantienemás
rangoqueusted.
—Sí—dicemipadrepasadosvariossegundos.
—Vaya…¿YporquélegritaaNathan?Essusuperior,¿no?Alo
mejordeberíacontestarlecon“¡Síseñor!”
—Yaestá,Cody.Noestamosdeservicio.Esetratoseguardapara
cuandovamosconeluniforme.
—Ah,vale—contestaélsonriéndome.
—Además,élyanoesMarine—gruñemipadremostrandoqueel
comentario,aúnviniendodeunniñopequeño,nolehagustadonada—.De
hecho,dudoquealgunavezlofuera.
—Papá…—leempiezaarecriminarAbby.
—¡Calla Abby! —le grita él—. Ser Marine se lleva dentro y yo
pensabaqueéllollevaba,peronoesasí,¿verdadNathan?
—Déjameenpaz.
—No tienes ni idea de la deshonra que supone para la familia.
NuncaningúnAndersonfuerelegadodesucargopor…porestarloco.
—¿Loco?—diceCodymirándome.
—¡Tom!¡Bastaya!
KatecogeaCodydemiregazoymeponeunamanoenelhombro.
—Vámonos,Nathan.
—¿Mamá?¿Nathanestáloco?
—Nocariño.
—¿No me digas que el niño no sabe por qué ya no estás en los
Marines?—insistecruelmentemipadre.
—¡Papá,bastaya!–lereprendeAbby.
MelevantodelasillasinpoderapartarlosojosdeCody,queme
mirainterrogante,aunqueloquemásmepreocupaeslapizcademiedoy
decepciónqueveoensusojos.
—¿Nolehasdichonada?¿Nosabequevasalpsiquiatra?
KatesaledecasaconCodyenbrazosantelamiradaavergonzada
de mi madre. Cuando salen por la puerta, me dirijo hacia mi padre, que
sigue sentado a la mesa sin inmutarse. Le cojo por las solapas de la
camisa, obligándole a levantarse y empotrándolo contra el aparador,
provocandounestruendodeplatosrotosensuinterior.
—¡Nathan, no! —grita mi madre cogiéndome del brazo—. ¡Basta
ya!
Le suelto y la miro sin poder creer que las cosas no hayan
cambiado ni un ápice. ¿Por qué tengo que dar yo siempre el brazo a
torcer?Meescuecenlosojosyaprietolosdientesporquenoquierodarle
elplacerdequemeveallorar.
Aturdido,doyvariospasoshaciaatrásconlavistafijaenelsuelo
mientrasmetapolasorejasconambasmanos.Lasvocesdemicabezahan
vueltoynoquieroescucharlas.
“Cobarde”
¡No!¡Fuera!
“Dalefuerte”
No, no, no porque si empiezo a pegarle no voy a ser capaz de
parar.
“Loco”,“Vergüenza”,“Deshonra”.
—Nathan, cariño —dice mi madre acercándose a mí intentando
tranquilizarme.
Levantolaspalmasdelasmanosparadetenerlayadvertirlequeno
seacerque.Laesquivoysalgocorriendodecasa.Alsaliralporche,me
topoconAbby,KateyCody,quesigueenbrazosdesumadreytienela
carabañadaenlágrimas.
—Lo siento. —Es lo único que soy capaz de decir mirándole
directamenteaél,antesdesalircorriendoparaalejarmedeaquí.
CAPÍTULO27
Dr.Monroe
—Y para finalizar, como colofón a esta maravillosa cena…
¡tachán!¡Coulantdechocolate!
Delamaneramásteatralquepuedo,eimitandoauncamarerode
un restaurante de lujo, planto el plato de porcelana blanca delante de las
naricesdeStelle.
—¡Bravo!—diceellaaplaudiendoconunasonrisaenloslabios.
—No ha salido todo lo perfecto que yo quería… En la foto del
libroderecetassalíacomomás…entero—digohaciendounamuecacon
labocayobservandomicreacióndándolevueltasalplato.
—Noimporta.Contodaladedicaciónyelcariñoquehaspuestoen
prepararme todo esto —contesta ella señalando con la mano a la mesa
llena de platos vacíos—, me basta y me sobra. Además, aunque quizá la
presentaciónnoesdefoto,tengoquedecirqueestabatodobuenísimo.Ya
sabesqueyonojuzgolascosasporelenvoltorio.
—Esoescierto…Sinoclaramentenoestaríasconmigo…—digo
mientrasmesientoenlasillalibreasulado.
—Sabesqueesonoesverdad.Túloquequieresesquetevuelvaa
decirloterriblementesexyqueteencuentro…—diceacercandosucaraa
lamía,haciendoungestomuygraciosoachinandolosojos.
—Puede… —me acerco hasta quedarme a escasos centímetros de
suslabios,dejandoquesualientomehagacosquillas—.¿Losoy?
—Mucho.Endiabladamentesexy—dicemientrasmecogelacara
porlabarbillaymedapequeñosbesosenloslabios.
—Losé—contestoalzandounacejaenplanchulo.
—¡Peromiraqueerescreído!—medicemientrasmelevantodela
sillayletiendolamano.
—Lo sé —tiro de ella y la acojo entre mis brazos—. Pero te
encantaquelosea.
Seríenegandoconlacabeza.Estamosjuntosdesdehacealgomás
deveinteaños,siemprehesidoasíyyanomevaacambiar.
Recuerdoquecuandonosconocimosenlauniversidadellapasaba
de mí. Me costó más de un año, varias horas interminables en clase de
francés,asignaturaalaquemematriculésoloparaestarcercadeella,y
más de 200 dólares en cafés a los que la invité, pero finalmente un día
aceptómiproposiciónparasalir.
La cita fue un verdadero desastre. La invité al cine, y la película
resultósertanmalaque,intentandohacermeelinteresadosinperderojoa
lapantalla,acabédurmiéndome.Despuéslallevéacenaraunrestaurante
que para poder pagar tuve que ahorrar durante semanas quitándome de
varios vicios superfluos como por ejemplo, comer. Pues bien, digamos
quelafamadelsitioestababastantesobrevaloradaypaguéhamburguesas
apreciodesolomillo.Yyacomorematefinal,decidollevarlaatomaruna
copaaungaritoquemehabíarecomendadomiamigoJesse.Todoibade
miedo, bailando, bebiendo y riendo, hasta que algún borracho
inepto acercó un cigarrillo a una de las cortinas e incendió el local.
Vamos,unacitaparaolvidar…Peroentonces,cuandomediporvencidoy
laacompañéasuresidenciaenelcampus,enlasescalerasdelaentrada,
medijoalgoqueconvirtióesemomentodesilencioincómodoenelmás
bonitodetodamivida.
—Bueno…Puesnada…—dijeyo—.Yanosveremospor…
Agacho la vista a mis pies y veo mis pantalones y mis zapatos
completamente empapados debido al agua que ha caído del techo para
apagar el fuego del local. Entonces la miro a ella de arriba a abajo.
También va completamente calada. Sus vaqueros, su camisa blanca, su
chaqueta de cuero marrón y mi chaqueta que le he dejado para ponerse
encima y resguardarse del frío. Su pelo rubio también está hecho un
desastre,totalmentemojadoypegadoalacara,peroaúnasíestápreciosa.
—Es igual, no nos engañemos —dije entonces resignado con los
brazosinertesaambosladosdelcuerpo—.Nomevasaquerervolvera
ver.Graciasdetodosmodosporaceptarmiinvitación.
—¿Quieredeciresoquenomevasavolverainvitarasalir?
—¿Quieredeciresoquequieresquetevuelvaainvitar?—contesté
sinpodermecreerqueloquehabíaoídofueraverdad.
—Puede —respondió encogiéndose de hombros—. Quizá no ha
sido la mejor cita de la historia, pero tú has conseguido que fuera…
interesante.Sihasconseguidoesoestanoche,eldíaquemellevesasitios
decentes,lacitapuedellegarasermemorable.
Y vaya si hubo citas memorables a partir de ese día, aunque
siemprerecordaremoslaprimeracomonuestraperfectacitaimperfecta.
Sonrío melancólico al recordar nuestros inicios. Nunca me pude
creerdeltodoqueStellemedieraaquellaoportunidad.Ellaeraunachica
lista,seguradesímisma,muyeleganteyconmuchocarisma,yyoerauna
mezcladecerebritoybichoraro…vamos,todounpartidazo.Peroalgo
vioenmí,algoqueaúnafechadehoynoheaveriguado,peroquenome
voyaarriesgarapreguntar.Mequedoconloquesísé.Queleencantami
sonrisa de pícaro de medio lado. Que alce la ceja al hablar. El
compromisoquetengoconmispacientes,aunqueúltimamentealgunode
ellosinsisteenjugarconloslímitesdesupaciencia.Ymicapacidadpara
hacerlesacarunasonrisainclusocuandoestámuycabreadaconmigo.
Cierrolosojoseinspiroconfuerzaelaromadesupelomientras
cambioelpesodeunpiealotro,comosiestuviéramosbailando.
—¿No nos tomamos el postre? —dice separándose de mí
levementeparamirarmealosojos—.Queseafeonoquieredecirqueno
seacomestible…
—Dejemosesepostrefeoperocomestibleparaluego…
Retiroelpelodesucaraconunamanoyselocolocodetrásdela
oreja.Mantengolapalmacontrasumejillamientrasacariciosupielconel
pulgaryacercomicaralentamentealasuya.
—¿Qué te parece comerte ahora un postre igual de comestible
aunquejodidamentesexy?
Ríe a carcajadas y no puedo hacer más que mirarla embelesado.
Otra vez he conseguido mi propósito de hacerla reír y así escuchar mi
sonidofavoritodeestemundo.
—Oh, no… —oigo que dice de repente apoyando la frente en mi
pecho.
—¿Qué?¿Quépasa?—preguntoconfundido.
—Escucha—diceponiendoundedoalaalturadelaoreja.
Mequedoquietoyagudizoeloídoyentoncesescuchoelmotivo
desudecepción.Miteléfonoestásonando,reclamandomiatencióndesde
lamesitadelrecibidor,dondelodejécuandolleguéacasa.
—Déjalo. No le hagas caso. No estoy de servicio las 24 horas de
día—digovolviendoaenterrarminarizensupelo.
—Tony, te conozco y vas a estar distraído el resto de la noche
pensando quién te ha podido llamar. A lo mejor incluso puede que se
hayanequivocado.Veaverquiénes.
—Peroesnuestranoche…Telaprometí.
—¿YsiesNathan?
—Nathan está de vacaciones. Y yo también me he cogido
vacacionesdeél.
—Esonotelocreesnitú—diceseparándosedemíymirándome
desafiante—.Teconozcolosuficienteparasaberquecadadíaquepasate
preguntasporquénotehallamado.Eresdemasiadotercocomoparasaber
que tengo razón cuando te digo que si quieres saber de él, le llames tú.
SoisamigosTony,tesientesdealgunamaneraresponsabledeél.Nopasa
nada,noexisteelconflictodeinteresesenestecaso.
Me lo pienso durante unos segundos, pero entonces el teléfono
dejadesonar.
—¿Loves?—ledigoabriendolosbrazos—.Problemaresuelto.
Pero como si los dioses me hubieran escuchado, diez segundos
mástarde,vuelveasonarlamúsica.
—Vale,segundaoportunidad.Veacogerlo.
—¿Por qué aún conociéndome tanto me sigues queriendo? —le
pregunto.
—Puesporesomismo,porqueteconozcoyadoroloquesédeti.
Sinohicierasestascosasnoseríastúynoestaríaenamoradadeti.Corre
—dicedándomeunbesoenloslabios.
Meacercoalteléfonosonriendoaunqueconunnudoenlabocadel
estómago. Siempre que suena el teléfono a estas horas de la noche, mi
primer pensamiento va hacia Nathan. Stelle lo sabe y sé que por eso ha
insistidotantoenquelocogiera.
Cojo el teléfono y el nombre que leo en la pantalla aún me deja
más preocupado. Me giro bruscamente hacia Stelle, y ella me mira
sorprendida.
—¿Aquévieneesacara?¿Quiénes?
—Es…EsKate—respondomuyserio.
—¿Kate, la de Nathan? —pregunta mientras yo asiento con la
cabeza—.¿Yaquéesperas?¡Cógelo!
EnmomentoscomoesteescuandomealegrodequeStellesepala
historia de Nathan. Se dio cuenta desde el primer momento que con él
teníaunaconexiónespecialyquemesentíaenciertomodo,responsable
deél.Poreso,cuandolarelaciónentrelosdospasódeserprofesionala
algomáspersonal,empecéahacerlepartícipedevariascosasparaqueasí
entendieralanaturalezademissentimientos.RecuperaraNathan,ayudarle
a salir del pozo, se había convertido en un reto personal, y para
conseguirlo necesitaba de la comprensión de Stelle. Y aunque mi
implicaciónconélavecescolmasupaciencia,séqueenelfondoellale
hacogidociertocariñotambién,apesardenoconocerleaúnenpersona.
—Hola, Kate —intento sonar lo más calmado y relajado posible
peroalescucharlalloraralotroladodelalínea,todomiempeñoseviene
abajo—.Kate,¿quépasa?
—NosédóndeestáNathan—diceellaentresollozos.
—¿Cómo?Aver,porpartes…
—Sepeleóconsupadre…ysaliócorriendoynohavueltoaún…
EstoyconCodyensucasa…Abbyhasalidoabuscarleperotampocole
encuentra…
Me dejo caer en la silla al lado de Stelle, que está devorando el
Coulant,supongoquedándosecuentaqueparasaborearsuotropostre,o
seayo,tendráqueesperarunpocomás.Apoyolacabezaenlamanoyme
frotolafrenteconlosdedos.
—¿Porquésehapeleadoconsupadre?¿Quéhapasado?
Escucho la historia mientras veo como Stelle intenta descifrarla
porlasreaccionesdemirostro.
—Esemalditocabrónsevaacargareltrabajodetodounaño—
digotapandoelauriculardelteléfono.
—¿Quién?—susurraStelleconlacucharillaenlabocayelplato
depostreenlamano.
—ElpadredeNathan—ledigoenvozbajaprovocandoenellauna
muecaderabia.
Me centro en Kate de nuevo mientras me cuenta el final de la
velada. Desde el comentario de Cody, como el consiguiente cruce de
palabras,lasdurasacusacionesdeTomhaciasuhijoyelderrumbamiento
deNathan.
—Vale,Kateescucha,¿cuántohacequeNathansefue?
—Nosé…Unascuatrohorasquizá.
—¿YdicesqueAbbyhasalidoabuscarle?
—Sí.Mehallamadohaceunratoalmóvilparadecirmequenole
había encontrado aún, pero que seguía intentándolo. Me ha dicho que le
ibaapedirayudaaalguienquepodríasaberdondeestá—oigocomose
suenalanarizconunpañueloynotocómoesincapazdeparardellorar
—. Te llamaba porque a lo mejor podrías llamarle por teléfono. Estoy
muypreocupadaTony…Cuandosefueestabafueradesí,comocuandose
despertódelasesióndehipnosisentuconsulta…
—¿Túhasprobadoallamarle?
—Sí…Perosuenaysuenayalfinalsaltaelcontestador.
—Vale,ahoralellamaréyoaverquétal.
—Dimealgo,¿vale?
—Teloprometo.Hastaahora.
Cuelgoydejoirunagranbocanadadeaireporbocamientrasmis
dedosbuscanrápidamenteenlaagendadecontactoselteléfonodeNathan.
—¿Nathanestábien?—mepreguntaStelle.
—Eso espero… —digo pasándome la mano por el pelo mientras
me llevo el teléfono a la oreja—. No saben nada de él desde hace unas
cuatrohoras.
El teléfono da señal y, como me ha explicado Kate hace un rato,
suenavariasveceshastaquesaltaelcontestador.
—Nathan, soy Tony. Llámame por favor. No te encierres, habla
conmigo.
Cuelgotrasdejarleelmensajeydejoelmóvilencimadelamesa.
Mellevolasmanosalacarayapoyolaespaldaenelrespaldodelasilla.
—Eh…—Stellemecogedelasmuñecasymeobligaamirarla—.
Estarábien.Necesitatiempoparaaclararsusideas.
—Me preocupo porque le conozco lo suficiente como para saber
que las decisiones que toma cuando está en este estado, no son muy
acertadas.
—Pero lleva meses de terapia contigo, y está claro que algo
aprendiódeti…
—Lo sé, pero aún así… —muevo la cabeza de un lado a otro—.
¡Joder!LahecagadoStelle…
—¿Porqué?
—Porqueyoleinsistíenquefueraahacerunavisitaasuspadres.
Leveíatanbien…tan…ilusionado.Nolleguéapensarqueaunqueélsi
estuvieradispuestoadarelpaso,supadrenoestaríatanporlalabor…Me
sientocomosilehubieralanzadoalabocadellobo.
Stelle pone su mano encima de mi brazo y me aprieta
cariñosamentemientrasresoplocontrariado.Cojodenuevoelteléfonoy
buscoelnúmerodeKate.Odiotenerquedecirlequenohepodidohacer
nada, que no ha respondido a mi llamada, porque en el fondo tenía la
esperanzadequesílohiciera.
—Tony—respondeKatealprimertono.
—Hola,Kate—digocondecepción—.Nomelohacogido.Lehe
dejadounmensajeenelcontestador.¿SabesalgodeAbby?
—No…Aúnno…
—¿YCodycómoestá?¿Hashabladoconél?
—Lo he intentado, pero es un poco complicado. No quiero
mentirle,perotampocoquieroasustarlemásdeloqueyaestá.
—¿Duermeahora?
—No,estáensuhabitaciónperoacabodesubirparaecharleunojo
yestádespierto.
—¿Quieresquehableconél?
—Teloagradecería…Esperaaverquetelopaso.
Oigosuspasosyesperopacientemientrasellallegaalahabitación
delcríoylehablaconcariño.
—Cody, cariño, ¿sabes que te he dicho que Nathan visita a un
médicoqueleayudaaponersebien?Puesletengoalteléfono.¿Quieres
hablarconélyasílepuedespreguntartodoloquequieras?—Sehaceel
silencioduranteunratomientrasesperasurespuesta—.Tony,telopaso.
—Hola—mesaludaunavocecitacompungidaquehacequeseme
encojaelcorazóndegolpe.
—Hola,campeón.¿Cómoestás?
—Mal.
Sincero,claroyconciso.Poresosoyreticenteenteneramenores
comopacientes,sontansincerosquemeasustan.
—¿PorquéestásmalCody?¿Estásasustado?¿Oenfadado?
—Enfadadono…—Haceunapausayoigosurespiración.
—Cariño —oigo a Kate de fondo—. Puedes hablarlo con él, no
pasanada.
—Tengomiedo—confiesafinalmente.
—¿Dequién,Cody?—pregunto—.¿DeNathan?
—No,notengomiedodeNathan.Tengomiedodeperderle.Loque
hehechohaestadomal.
—¿Quéhashecho,Cody?—preguntoyo.
—Cody,túnohashechonada—oigodeciraKate.
—Es que… fue culpa mía que el papá de Nathan se enfadara…
Yo… yo sí sabía que Coronel era más que Sargento y lo pregunté
igualmenteporquenomegustabacomoeseseñorhablabaaNathan.
Tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no reír. ¡Pequeño
bastardo!¡Meencanta!Cuandocreosercapazdehablarsincarcajearme,
respiroprofundamenteysigohablando.
—Cody, ese señor lleva enfadado mucho tiempo. No fue culpa
tuya.
—PerohablómalaNathanyélsefuecorriendo.
—¿Sabes qué Cody? A mí me parece que a Nathan le da igual lo
quepiensesupadredeél.Loquedeverdadleimportaesloquetúpienses.
—¿Cómo?—preguntaélconfundido.
—Que Nathan se ha ido porque tiene miedo de haberte
decepcionadoyquetehayascreídolaspalabrasdesupadre.¿Telashas
creído,Cody?
—¿ElpadredeNathanhadichomentiras?
—No—digointentandoserlomásdiplomáticoposible—.Loque
pasa es que no sabe lo que le pasa a Nathan. ¿Tú crees que está loco,
Cody?
—No.YonocreoqueNathanestéloco.Esmiamigoy…—leoigo
como sorbe los mocos por la nariz—. Y yo sé que me quiere y no me
haríadañonuncaenlavida.
—Pues eso es lo más importante. Yo creo que lo que tienes que
haceresdecirleesocuandolevuelvasaver.¿Nocrees?
—Sí. Le diré que yo sé que no está loco, que solo está malito. Y
que no quiero que se vaya, que quiero que se quede conmigo para
siempre. Y con mamá también porque cuando no está él, mamá se pone
tristeyllora.
—Esoestáperfecto,Cody.Levaaencantar.
—Gracias.
—De nada campeón. Oye, cuando volváis a Nueva York, quizá
podamosirundíaalparqueajugaralfútbol,¿no?
—Molaría,sí—Yleoigobostezar.
—Venga,Cody—lediceKate—.DespídetedeTonyyadormir.
—Adiós,Tony.
—Adiós,pequeño.
—Pero mamá, quiero esperar a que vuelva Nathan —oigo a lo
lejosquelepideél.
—Cuandovuelvayoteprometoquetedespierto.Venga.Adentro.
Minutosmástarde,Katevuelveaponersealteléfonoylaescucho
bajarlasescaleras.
—Yahacaído.Estabareventado.Graciasporhablarconél.
—Denada.Esuntíogrande,Kate.Enhorabuenaporelgrantrabajo
quehashechoconél.
—Gracias —dice visiblemente emocionada—. Me siento un poco
inútil aquí encerrada, esperándole. Estaba tan bien… Tan tranquilo…
Parecíamoscasiunaparejanormal.
—Llevo muchos meses con él, y realmente no le vi ninguna
evolución hasta que te conoció… Por ti ha hecho cosas impensables…
Hastahacedosmeses,nadiepodíanisiquierarozarleyyonoconseguía
sonsacarlemásquemerosmonosílabos.
—Tengomiedodevolveraretroceder—confiesadiciendoenvoz
altaunodemismayorestemoresenestosmomentos.
—Noloharásitúestásasulado.Además…
Derepenteoigoelsonidodeotrallamadaentrante.
—EsperaKate,quecreoquetengootrallamada—Separoelmóvil
delaorejaymeentranlasprisascuandoleosunombreenlapantalla—.
¡Kate!¡EsNathan!
—Vale,vale.Nocuelgo,déjameenespera.
—Vale.
LevantolavistayderepentemedoycuentaqueStellesiguedelante
de mí. Me mira con una sonrisa en la cara mientras me saluda con la
mano. Me conoce perfectamente y sabe que me había olvidado
completamentedeella,yaúnasí,ahíestá,sonriéndomeylanzándomeun
beso, haciéndome darme cuenta de nuevo que soy el hombre más
afortunadodelmundo.
—¡Nathan! —contesto precipitadamente, dándome igual como
sueno.
—¿Quéquieres?
Oh,genial,estáborracho.SiyaeradifícildialogarconelNathan
queconocíhaceunosmeses,ebriotienequeseryael“novamás”.
—¿Dónde estás? —Opto por la táctica de preguntas cortas y
directas.
—Nolosé—Vale,máscortasaún.
—¿Estásbien?
—Supongo…
Diosmío,estovaasermuycomplicado…Mefrotoelpeloconla
manomientrasmelevantoaponermeunacopadewhisky.Necesitoalgo
fuerte.
—Nathan,heestadohablandoconKate.Mehaexplicadoloqueha
pasado.
—¿Y?
—Está sola, en una casa extraña, con un niño asustado, y
muypreocupadaporti.
—Codymetienemiedo.
—No, Cody tiene miedo, pero no de ti. Tiene miedo de que te
alejes de su lado como has hecho esta noche. Ese niño te adora. Me ha
confesadoquesabíaperfectamenteloqueledecíaatupadre,quequería
quedejaradehablartemal…
—Quécabronazo.
—Losé—digosonriendo—.Eseniñoesdinamitayteadora…Y
yanohablemosdeKate.
—Kate…—repiteélcasienunsusurro.
—Dime dónde estás para que pueda decírselo y que te vaya a
buscar.
—Nolosé.Hecorridosinmiraratrás.Creoqueyaheestadoaquí
algunavez…
—Vale, espera Nathan, no me cuelgues —Aprieto el botón y
vuelvoconella—.Kate,estáborracho.Dicequenosabedóndeestá,pero
beberhabebidooseaque,¿algúnsitiodecopasquizá?Noseoyeruido
poreso…Espera,quevoyaversipuedosacarlealgomás.
—¿Tony?¿Estábien?
—Másomenos.Ahoravuelvo.
—Vale—medicellorando.
—Yaestoyaquídenuevo.
—Y yo tampoco me he movido. De hecho, no creo que pueda
hacerloestanoche.Todomedavueltas.
—¿QuéhayatualrededorNathan?
—Nada—contestariendoporalgoque,evidentementesololehace
graciaaél.
—Vale, y ¿qué hay en ese nada? ¿Ves gente? ¿Algún bar?
¿Carretera?¿Coches?
—No,no,noy…espera…no,esonoesuncoche.
RespiraTony,respira,piensoapretandoelpuñoyllevándomeloa
laboca.Stellemediantegestosmepidelomismo,quecojaaireconfuerza
ylodejeirlentamenteporlaboca.Cuandovuelva,juroquelecojoporel
cuelloyleestrangulo.
—Eso que no es un coche, ¿qué es Nathan? —Hablo con una
sonrisafalsadibujadaenlacara.
—Untractor…creo.
—¿Untractor?—Joder,quépueblomásrural.
—Ah,no,esperaquemirebien…
—Sítío,sí,enfocabienlavista—Quecuandotepilletevoyadar
talhostiaquepuedequetedejebizco.
—¡Jajaja!Puesesunaexcavadora…creo.
—¿Estásenunaobra?
—Noveoningúnalbañil…Nosé…Aquínotrabajanadie…Pero
síhayladrillosporelsuelo.Ylasparedesestánpintadas.Laverdadesque
yoestolohevivido.
—¿Quieresdecirqueyahasestadoahíantes?
—Puede…nosétío.
—Espera Nathan, ahora vuelvo —Vuelvo a apretar el botón para
dejarleenesperayrecuperaraKate—.Vale,estáenalgúnsitioamedio
construir. Ladrillos en el suelo, paredes pintadas… Dice que hay una
excavadora cerca, aunque al principio creía que era un tractor, y cree
haber estado antes. Como si fuera un sitio que lleva así mucho tiempo.
Todoesto,fiándonosdesucriterio,queahoramismonoesmuyacertado.
—Vale,selovoyadeciraAbby.Cuelgo.Llámamecuandoacabes
conNathan.
—Vale. Hasta luego —Repito la operación de antes y capturo la
otralínea—.Vuelvoaestaraquí.¿Cómoestátumadre?
—¿Esbromano?Nomeapetecehablar…Ymenosdemifamilia.
Ya, pero yo tengo que mantenerte en la línea despierto hasta que
sepaquealguientehaencontrado.
—¿CómoestáStelle?—mesorprendeél—.¿Todavíameodia?
—¿Stelle?—levantolavistaynuestrosojosseencuentran,ambos
igualdeasombrados—.Stellenoteodia.
—¿Estáatuladoverdad?
—Sí, la tengo aquí —Para estar tan borracho, a veces tiene
momentos de verdadera lucidez—. Estábamos cenando. De hecho ya
habíamoscenado.
—Lo siento… Otra vez te jodí el plan… —respira con fuerza—.
Pásamela.
—¿Que te la pase? —Miro a mi mujer y ella enseguida tiende la
manoyasienteconlacabeza—.Esperaquesepone.
—Hola, Nathan —dice ella con una voz muy afable poniendo el
“manoslibres”.
¡Esaesmichica!
—Hola,Sra.Monroe—diceél.
—Nathan cariño, me has chafado los suficientes planes con mi
maridocomoparaquemellamesporminombre.Stelle,porfavor.
—Vale,Stelle—contestaélriendocomportándosealgomástímido
queconmigo.
—Oye,¿sabesquetienesaunachicamuyenamoradaypreocupada
porti?
—Esoparece…
—¿Yteparecebienhaberladejadosola?—lehagogestosaStelle
para que suavice sus palabras pero directamente me ignora dándome un
manotazo.
—Nopenséenloquehacía.Soloquería…quitarmedesuvista…
porque sé que me mirarían como hacen todos, con lástima o peor, con
miedo.
Rompeallorarcomounniñopequeñoytemoquesederrumbedel
todo,asíquerezoparaquesuhermanaleencuentreprontoylellevede
vueltaconKate,laúnicaquepuedeenderezarlasituación.
—Nathan, tranquilo —le dice Stelle con voz suave—. Ni Kate ni
Codysientenlástimaporti,nimiedo,teloaseguro.Ambostequierencon
locura. Lo vuestro es un amor incondicional. Lo que habéis superado
ambosparallegarhastadondeestáis,essencillamentemaravilloso.
—Sí —contesta pasados unos segundos con la voz tomada por la
emoción.
—¿Nathan? —oímos la voz de una tercera persona—. ¿Eres tú
Nathan?
—EsadebedeserAbby,quelehaencontrado—susurroaStelleen
vozbaja.
—Sí…Estoyaquí—contestaNathanalgoconfuso.
—Aquí estás. Vaya, siempre pensé que la vez que nos
reencontráramos tendrías mejor pinta, la verdad —Escuchamos que dice
la voz mientras nos miramos algo extrañados al dar por hecho por sus
palabrasdequenodebesersuhermana.
—¿Rachel?—preguntaNathan.
—¿Rachel?—diceStelle—.¿QuiénesRachel,Tony?
—Suexnovia—contestoconlabocaabierta.
—¿Exnovia?—gritaenvozbaja—.Esonomegustanadadenada.
Dimequeestáfelizmentecasadaytienecincohijos,tresperros,dosgatos
yuncanario.
—¿Quéhacestúaquí?—oímosquepreguntalavozdeNathan.
—Tuhermanamellamó.Mecontóloquehabíapasadoysabíaque
tú y yo habíamos… compartido mucho, y podría saber dónde estabas. Y
cuandomehadichoqueparecíasestarenunaobraenconstrucción,sabía
queestabasaquí.
—¡Eh! —vuelve a llamarme la atención Stelle gritándome en
susurros—.¿Quésabesdeella?
—Poco —contesto—. Fue su novia desde el instituto hasta que se
alistóenelejército.Nadamás.
—Ahora que me fijo —oímos que le dice Rachel cuando nos
volvemosacentrarensuconversación—.Elsitioesrománticodenarices,
¿eh?Miraqueerascrápula…traermeaquí…
—¿Qué…?NoteentiendoRachel…
—Estamos espesos, ¿eh? He venido a buscarte y llevarte a casa
con…
—Noquieroiracasa—lacortaNathan—.Nopuedoiracasaen
esteestado.
—Aver,hazmeunsitio.¿Quépasa?¿Tunoviasevaaasustarsite
veenesteestado?
—No,peronoquieroqueellaoCodymeveanasí.
—Conniñoytodo…Quéresponsablesehavuelto,señorNathan
Anderson…
—Hecambiado,Rachel.
—¿Enserio?Notecreo…Nopuedeserquetehayasdeshechode
esapartedeti…
SeproduceunsilencioqueprovocaqueStelleyyoaguantemosla
respiración.Situvierapalomitasamano,juroquelascomería.Metienen
totalmente enganchado. Stelle mueve las manos nerviosa, como
apremiando a Nathan y a Rachel a seguir hablando. Ella también está
totalmenteenganchada.
—En el fondo, la envidio… Tiene que ser muy especial para
conseguirquesienteslacabezaporella…
—Nohasidoméritosuyo—diceNathanmientrasStellemuevelas
manoscomosiquisieraestrangularle.Conozcoesasensación—.Locreas
ono,sentélacabezaenAfganistán…Aunqueellasíesmuyespecial.
Stelleaplaudeconunagransonrisaenlacara.Estáclarodelbando
queestamoslosdos.
—Chicaconsuerte.Ven.Quetellevoacasa.Siestanespecial,le
daráigualcomolleguesmientraslohagas.
Escuchamos ruidos y suponemos que le está ayudando a ponerse
enpiemientrasoímosotrogrupodepasosllegando.
—¡Nathan!—gritaunavozjoven.
—Abby…—contestaél.
—PorDios,estábamosmuypreocupadas.
—Ahoralellevabaacasa.
—Gracias, Rachel. Yo me encargo —dice Abby mientras Stelle
asientedandosuaprobación.
—¿Bromeas?¿Yarriesgarteaquevomiteenelcochedetupadre?
Yalellevoyo.
—Deacuerdo,Rachel.Tesigo.
Doy gracias porque Nathan siga llevando el teléfono en la mano
sinacordarsedequenocortólallamadayasípodersertestigosindirectos
de toda la situación. Y sobre todo rezo para que la comunicación no se
cortéenestemomentotaninteresanteporqueaStelleledaríauninfarto…
bueno,ypuedequeamítambién.
—Esoes…Esperaquetepongaelcinturón.Intentarénotocarte…
—¿Qué pasa? ¿Mi madre os fue con el chisme a todos? ¿Todos
sabéisquémierdamepasa?
—No,Nathan…
—¡Puedestocarme!—legritaél.
—Nathan,nofueasí…Tumadreno…
Pero le dejamos de oír y en su lugar escuchamos los sonidos
clarosdeunbeso.YoabromucholosojosyStellesellevalasmanosala
boca. Pasados unos interminables segundos, volvemos a escuchar la voz
deRachel.
—Nathannomehagasesto…Sabesperfectamentequenuncatehe
olvidado, pero estás borracho, no sabes lo que haces. Y esa chica que te
esperapreocupadaencasa,tampocosemerecequelehagasesto.
SomostestigosdeltrayectoencochehastacasadeNathan,quelo
hacen en un absoluto silencio, al igual que Stelle y yo, que ni siquiera
apartamoslavistadelteléfono.Unosdiezminutosmástardeoímoscomo
elmotordelcochesepara,seabrenlaspuertasycaminanhacialapuerta.
—Kate,somosnosotros–diceAbby.
—Hola—oímosquesaludaKatellorando—.Diosmío,Nathan…
—Lo siento, lo siento, lo siento —No para de repetir él, no sé si
refiriéndoseahaberhuidooalbesoqueleacabadedaraRachel.
—Vamosallevarlearriba—VuelveahablarKate—.Concuidado
queCodyestádurmiendoynoquieroqueleveaasí.
Duranteunosminutosoímosdiferentesruidoshastaquelavozde
Abbynosllegadenuevo.Hablanenvozbajaparanodespertaralcrío.
—Kate,ellafuequienleencontró.EsRachel,la…
—UnaamigadeNathan—diceRachel—.Metengoqueir…
—Muchasgracias,Rachel—diceKate—.Graciasalasdos.
—Mañanatellamo—lediceAbby—.Cuídalemucho.
—Loharé.
El teléfono vuelve a quedarse en silencio unos minutos y estoy a
punto de colgar la comunicación, cuando oímos de nuevo la voz de
Nathan.
—Kate…
—Estoyaquí—lesusurra—.Descansa.
—Losiento…
—Shhhhhh.Duerme.Esoes,cierralosojos.Yomequedoatulado
todalanoche.
Stelle cuelga el teléfono con lágrimas en los ojos y me mira
encogiéndosedehombros.
—Nolopuedoevitar—sedisculpa—.Soydelágrimafácil.
—Eresincreíble.
—Ufff…Semerecentantoserfelices…
—Losé.
—Ytú—diceponiendoambasmanosenlasmejillas—.Hasvuelto
ahacerlo.Hasvueltoaregalarmeotraperfectacitaimperfecta.
CAPÍTULO28
Maddie
—Suéltame,Jack.
—No.
—Habloenserio.
—Yotambién.
—Necesitolevantarme.
—Yyonecesitoquenolohagas.
—Algunostenemosqueiratrabajar.
Dejo de forcejear porque es inútil. Me tiene cogida por ambos
brazos, manteniéndolos pegados a mi espalda. Levanto la mirada y me
topo con su barbilla poblada por una incipiente barba y sus labios
formandounasonrisaburlona,conscientedequevaasalirseconlasuya,
denuevo.Agacholamiradanegandoconlacabezaydejandoescaparel
aire por la boca. Pasado un rato en el que noto como me observa
detenidamente,sueltaunodemisbrazosconvencidodequenomevoya
escaparymecogedelabarbillaparaobligarmeamirarlealosojos.Me
mirasindecirnada,solosonríe,peroveocomosusojossemuevenpara
inspeccionarcadaporodemipiel,comosiestuvieramemorizándome.
—Te quiero —dice sellando sus palabras con un beso tierno que
contrastaconsuaspectorudo.
Muevo mi brazo hasta que mi mano toca su cara, trazando una
línea imaginaria que la recorre. Paso los dedos por su frente hasta que
relajaelrostroylaslíneasdelasarrugasdesaparecen.Luegorepasosus
cejasyperfilosunarizhastaquemeposoensuslabios.Losacariciohasta
que le hago cosquillas y los esconde. Entonces muevo mi mano hacia
abajoyempiezoaacariciarsupechoyajugarconelescasovelloquele
creceenelcentrodelmismo.Meacercoasucuerpoyapoyolacabezade
lado, escuchando el latir de su corazón. Él pone su mano en mi espalda
desnuda y me abraza con fuerza mientras apoya la barbilla en mi pelo.
Cierro los ojos y saboreo el momento. Me siento plena a su lado:
escuchada,amada,protegida…Nopuedopedirmás.
—Quieroquedarmeasíparasiempre—mediceconesavozronca
quetantomegusta.
—Yyo—digoinspirandoconfuerzaelaromadesupiel—.Pero
lamentablemente,tengoqueiratrabajar.
—¡Vengaya!Pensabaquehabíaconseguidoquitarteesaideadela
cabeza.LlamaaAndyyqueabraél…
—Jack, Andrew ha hecho tantas horas extras desde que estoy
contigo,quealfinalvoyatenerquesubirleelsueldo.
Y es verdad. Desde que Jack y yo compartimos esta especie de
“convivencia no oficial”, porque aunque vivimos juntos no hemos
habladodeellooficialmente,nohahabidoniundíaenelquenolehaya
pedidoaAndrewqueabrieralatiendaporqueJackmereteníaenlacama.
—Además, ¿tú no tienes que trabajar? ¿Es que acaso, en el
calendariolaboraldelamafiarusa,hoyestámarcadofestivo?
—¡Jajaja! Algo tendré que hacer sí… Pero primero tengo que
hablarconSean.
—Tu jefe, jefe, el de verdad —digo mientras él asiente con la
cabeza—.EldelFBI.
Pocoapocovoyhaciéndomeunesquemamentalconlosnombres
quevansurgiendoenlasconversacionesquetenemos,cuandoalllegara
casamecuentacómolehaidoeldía.Laverdadesquesueleserfácil,todo
nombre que suene a ruso, a un lado, y el resto, al otro. Lo difícil es
aprenderseloscargosdecadauno,aunquehaydosquetengoclaros.Sean,
susuperiorenestamisiónyprácticamenteelúnicocontactoquehatenido
con el FBI en estos veinte años. Y Kolya, su jefe ruso, del que me ha
contadobienpocoperoporelquesientoverdaderopavor.
—Hacemos un trato. Hoy me dejas llegar a mi hora por primera
vez en… no sé cuánto tiempo porque he perdido la cuenta, y mañana le
pido a Andrew que se haga cargo de la tienda por la mañana y no nos
movemos de la cama —le digo y acto seguido me muerdo el labio
esperandosurespuesta.
—Si sigues mordiéndote el labio, no habrá trato porque te ataré
ahoramismoalacama.
EnseguidasueltoellabioyJackfijalavistaenél.Acercasubocay
lo acoge entre los suyos mientras su lengua lo acaricia con tanta
parsimonia que no puedo evitar cerrar los ojos y soltar un gemido de
placer.
—Tucuerpotedelata…—dicemirándomealosojossindespegar
subocadelamía.
Levantounacejaamododeinterrogación,ynotocomosumano
alfinaldemiespaldadejalibrealamíaparaempezaramasajearmelas
nalgas. Acerca su cuerpo al mío y se sitúa de tal manera que noto su
erecciónenmisexo.
—Me refiero a que insistes en que tienes que levantarte para ir a
trabajar, pero en cambio sigues aquí a mi lado, a pesar de que ya no te
retengo,temuerdesellabiolascivamente,jadeasantemiscariciasyestás
completamenteempapada.
Suelta su frase y me mira con ojos oscuros y perversos, con su
sonrisademedioladoyconeseportesuyotansegurodesímismoquele
hacetanendiabladamentesexy.
Tengo que empezar a aprender a ser inmune a sus encantos si
quierosacaradelanteminegocio,queeslabasedemisustento,yaquela
pensión que me pasa Mark no me da ni para pagar el alquiler de este
apartamento…
—Jack—contraatacoyosindejardebesarle—.Tucuerpotambién
me lanza ciertas indirectas… Me miras con ojos de puro vicio, estás
empalmadoy…
Bajolamanohastallegaralagomadesuscalzoncillosyentonces
laintroduzcodentro,agarrandosuereccióndesdelabaseydeslizandomi
manohaciaarriba.Jackcierralosojosydejaescaparunsonidogutural
porlaboca.
—…ytambiénjadeascuandotetoco—digosacandomimanode
dentrodelbóxer.
—Peromicuerponomecontradice.Yotedigoquequieroquete
quedesymicuerpotelopideagritos.Estamosdeacuerdo—meresponde
con una sonrisa pícara en la cara mientras insiste en volverse a colocar
entremispiernas.
—Yonoteestoydiciendoquenoquieraquedarmecontigo.Solote
digo que tengo que ir a trabajar. Además, no has respondido a mi
propuesta.
—¿Ytupropuestanopuedeampliarseunpoco?
—Define,ampliarseunpoco…Queteconozco.
—PuesquemeparecebienquelepidasaAndrewqueseencargue
delatiendamañanaporlamañana,peroqueyadepaso,podríaspedirle
quelohicierahoytambién—Acercasubocaamiorejaenseñándomelos
dientesyañade—.Yyapuestos,elrestodelasemana.
—No—digoalejándomedeéltodoloquesubrazomedeja—.Y
noutilicestusartimañas,porquenovanafuncionar.
—¿No?¿Segura?
De repente me coge de ambas muñecas y me coloca los brazos
contra la almohada, justo encima de mi cabeza. Se pone encima de mí y
colocalasrodillasentremispiernas,obligándomeaabrirlas,ysinningún
reparofrotasuerecciónenelcentrodemisexo.Mimalditocuerpo,que
no sabe disimular ni un pelo cuando se trata de él, demuestra que no es
inmune a su roce. Todos mis músculos se tensan y mi espalda se arquea
comositrataradehacerelpinopuente.Estoyperdida.Losé,ylopeorde
todo es que él también. Por eso acerca su boca a mi hombro y me da
pequeños mordiscos de camino al cuello. Empieza a mover las caderas
comosimeestuvierapenetrando,soloqueambosseguimosconlaropa
interior puesta, y aún así consigue provocar pequeñas descargas que
empiezan a concentrarse en la parte baja de mi vientre. Cuando consigo
enderezardenuevolaespaldaylacabeza,abrolosojosymeloencuentro
a escasos cinco centímetros de distancia, sonriendo de medio lado y
devorándomeconlamirada.
—Me parece que estamos llegando a un acuerdo, ¿no? —dice
acercandosunarizamicara,acariciándomeconella,mientrasnocesasu
movimientopélvico.
¿Esposiblequeconsigaestareacciónenmísinhabermequitadola
ropa interior? Igualito que el otro… ¿cómo se llamaba? ¡Qué más da!
¡Jajaja!
Perocuandoyamehabíarendidodeltodoyestabaasucompleta
merced, su teléfono empieza a sonar. Ambos nos quedamos totalmente
quietosparaescucharlasintoníayasíaveriguarcuáldelosdoseselque
suena.
—Elamericano–decimosalavez.
Es raro que suene a estas horas, por eso Jack pega un salto de la
cama y va corriendo para contestar. Yo me levanto también, cojo lo
primero que encuentro, que resulta ser una camisa de Jack, y voy a su
encuentro.
—¿Cómo?Noentiendo…NoSean,necesitoquemeloexpliqueél.
Dameelnúmerodelagentequetienesenlazona.¡Melasuda!¡Damesu
número!
Da vueltas sobre sí mismo con los brazos extendidos hasta que
entiendoloquebuscayleacercounbolígrafo.Sinsiquieramirarme,me
lo coge de las manos, se apunta un número en el antebrazo y cuelga sin
siquieradespedirse.
—¿QuépasaJack?—lepregunto.
Élparecenoescucharme.Conelceñofruncido,pasalavistadesu
brazoalteléfonomientrasmarcaelnúmero.Cuandoacabayselollevaa
laoreja,ysepaseanerviosoporelapartamentopasándoselamanoporel
pelo,esperandoaquealguiencontestealotrolado.
—¿Paul?SoyJackHoran.¿Quéhapasado?
Vale,yaqueélnomeloexplica,tendréqueempezaraatarcabos
yosolita.DemomentoséqueanteslellamóSeanyahorahablaconuntal
Paul.
—¿Cómoqueselargó?¿Yladejósolaconelniño?¿Porquése
largó?
¿Niño? Espera, ¿algo pasa con Kate y Cody? ¿No estaban de
vacacionesconNathanaprovechandoelpuentedel4dejulio?
—Vale.Ahoraentoncesestáconella…Necesitotodoelexpediente.
Sí,mándamelopormail.
Le observo mientras sigue hablando de espaldas a mí. Está muy
tensoyasílodemuestrantantosuspalabrascomosusgestos,asíquealgo
nodebeirbienconKate.
—¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! —grita golpeando con los puños en la
encimeracuandocuelgaelteléfono.
—Jack cariño… —digo en el tono más suave que puedo,
intentandoacercarmeaél—.¿Quéhapasado?
Meesquivaysaledemiapartamentosinimportarleirvestidotan
soloconunoscalzoncillos.Trasunossegundosdeestupor,cojolasllaves
demipisoysalgotrasél.Entroenelsuyoantesdequelapuertasecierre
ylebuscohastadarconélensudormitorio,sentadoensucamaconun
portátildelante.Allíestátodomásdesordenadoqueenelrestodelpiso.Se
nota que es la única estancia de su apartamento donde Jack pasa más de
cinco segundos últimamente, cuando viene a buscar ropa, y de ahí el
desorden…
Mequedoenunsegundoplano,alladodelapuerta,desdedonde
tengo una vista más o menos buena de la pantalla del ordenador. Teclea
varias contraseñas de acceso, enchufa un USB para la conexión wifi
inalámbrica y abre un programa que lo primero que muestra es una
pantalla azul con el logotipo y las siglas del FBI bien grandes. Escribe
varias contraseñas más en lo que parece una especie de programa de
correo electrónico y espera paciente a que se actualice la bandeja de
entrada.Tansolounminutodespués,seoyeunlevesonidoyapareceun
correoqueélleesinperdertiempo.Abretodoslosarchivosadjuntosque
contieneyenseguidaaparecelaimagendeunmilitarposandomuyserio
paralacámara.NoesNathan,peroseleparecebastanteylafotoparece
antigua, así que supongo que debe ser… ¿su padre? Lee durante varios
minutosesearchivo,hastaquepasaalsiguienteyentoncessíreconozcoal
chicoenamoradoquevinohaceunosdíasacomprarunasfloresparala
hijadeJack.Aunqueestáserio,sumiradaesmuchomásamablequelade
supadre,aúnteniendoelmismotonoazulqueél.
No sé el tiempo que pasa Jack leyendo todos los archivos y
tomandonotasenuncuadernoquehasacadodelamesitadenoche,pero
decidoquehapasadoelprudencialcomoparaacercarmeaél.
—Jack—digoagachándomeasulado—.¿Puedohaceralgo?
Vuelveanohacermecaso.Nisiquieramemira.Cogeelteléfonoy
selollevaalaoreja.
—Sean.PaulmehaenviadotodoslosinformesdeNathan,incluido
el informe médico de la baja. También me ha enviado el expediente del
ejércitodesupadre—haceunapausaparaescucharasujefe—.Necesito
saberquéhapasadoyparaellotengoqueconocersuhistoria.Alparecer
PauldicequeunachicalellevódevueltaacasajuntoaKate…
¿Una chica llevó a Nathan a casa? No entiendo nada y me muero
porsabermásdetalles,peroparecequesoyinvisibleyyotampocoquiero
molestaraJackconmispreguntas.
—Supadretambiénfuemilitar,ysuabuelo,subisabuelo…Vamos,
tradición familiar. Me temo que su padre no debió encajar muy bien la
baja de Nathan y supongo que por ahí debe ir el motivo de su pelea —
Vuelveahacerseelsilencioduranteunossegundos—.NecesitoaNathan
conmihija,Sean…Nopuedopermitirqueladejesola…Porfavor,dilea
Paulquesenoseparedeellos.
Se frota la frente con los dedos y tras varios minutos más de
conversación,cuelgaelteléfonoylodejacaerencimadelcolchón.
—¿EstábienKate?—insistocogiéndoledelamano.
—¡Nolosé!—megritasoltándosedemiagarredemalasmaneras
—.¡Nolosé!¡¿Vale?!Asíquedejadeatosigarmeconpreguntasqueno
puedoresponder…
Mequedoinmóvilenelsitio,mientrasélcaminanerviosoporla
habitación,conlasmanosenlacabeza,hablandoparasímismo.Estáclaro
queahoramismonopuedohacernadaporélmásquemolestarle,asíque
muyamipesar,salgodelahabitaciónsindecirnada.
Llego a mi apartamento y me meto en la ducha, y solo entonces
permitoquelaslágrimasresbalenpormismejillasyseconfundanconel
agua que cae encima de mí. No paro de decirme que está nervioso, que
está preocupado por su hija y que no era su intención gritarme de esa
manera,perootrapartedemíesperabaquesehubieradadocuentadesu
erroryquehubieravenidodetrásdemíparadisculparse.
Consigorecomponermelevementeymediahoramástardecierro
lapuertademiapartamentoparairmeatrabajar.Pasodelargocomouna
exhalación por delante de la puerta del apartamento de Jack, tan solo
mirándola de reojo y cuando llego abajo compruebo que su motocicleta
no está. Ni siquiera se ha molestado en venir a recoger su casco, que
estabaenmicasa.
Camino sumida en mis pensamientos y ni me paro a comprar mi
dosisdecafeínamatutina,asíquetansolodiezminutosdespués,entroen
lafloristería.
—Perdone pero aún no hemos abierto al público —dice Andrew
con sorna mirándome apoyado en el quicio de la puerta que da a la
trastienda—. Ah, eres tú Maddie. Perdona pero te había confundido con
unaclienta.Comonoestoyacostumbradoavertetantempranoporaquí…
Sinhacercasodesuprovocación,pasoporsuladoyentroenla
trastiendaparadejarmiscosasycomounaautómataabroellibrodelos
encargosparaponermeaellos.
—Maddie…¿estásbien?
—Hoyvendránarecogerunosadornosfloralesparaelcincuenta
aniversariobodadelosMiller.Deberíasasegurartede…
—¿Maddie? —me interrumpe Andrew cerrando el libro de
encargosycogiéndomedeambasmanos.
Memirapreocupadomientrasnotocomomisojossehumedeceny
mi labio inferior empieza a temblar. Enseguida me derrumbo en sus
brazos,balbuceandopalabrassinsentidointentadoexplicarlelosucedido
mientrasélasientetodoelrato.
—No te preocupes. Estaba preocupado por su hija. Seguro que
cuando se tranquilice, viene a verte y lo arregláis todo —dice cuando
acabo de escupir toda la retahíla de palabras inconexas volviéndome a
demostrar que nuestra conexión es tan grande que nos entendemos a las
milmaravillas.
—Esoesloqueyoquierocreer…—digosecándomelaslágrimas
coneldorsodelamano.
—SeguroMaddie.Tienesaesehombrelocoporti,teloaseguro.
Meabrazadurantetodoelratoquenecesito,hastaqueesbozouna
sonrisa medianamente sincera para él y me deja ir satisfecho. Me cuida
duranteelrestodeldía.Metraecaféyunbolloporlamañana,meinvitaa
comeralmediodía,atiendealasclientasmáspesadaseindecisaspormíy
ni siquiera intenta sonsacarme más información acerca de Kate y de
Nathan,aunqueséquesemuereporsabermásdeloquehapasado.
Una hora antes de cerrar, un chico entra por la puerta y se queda
mirandoaAndrewduranteunossegundos.Élledevuelvelamiradaycasi
mecaigoalsuelocuandoveoquesesonrojayagachalacabeza.Miroa
unoyaotrosinpodercreermeloqueveo,asíquelecojodelacamisetay
lemetoalatrastienda.
—Vale, ¿qué está pasando aquí? —le digo intentando disimular
enfadoaunqueconunasonrisaasomandoenmislabios—.¿Quiénesese
chicoquetehahechosonrojarporprimeravezentuvida?
—Jason.
—¿Y...? —digo haciendo gestos con las manos para instarle a
seguirconlaexplicación—.Dimequiénesporquenotienepintadeserun
clientequevieneaporunramo…
Ríeilusionadomientrascruzalasmanospordelantedelpecho.
—Entróayerporlamañanaacomprarunramodeflores.
—Ylehicistetuhabitualinterrogatorio…
—Sí—seleescapaunarisitamuydegay—.Ymedijoqueelramo
era para regalar pero no me aclaró nada más. Tampoco insistí yo,
recordandovuestrosconsejosacercadedejardeparecertandesesperado.
—Denada.
—Yentonces,anoche,despuésdequeJackytúosfuerais,cuando
cerré la persiana, al girarme me lo encontré delante ofreciéndome el
ramo.
—¡Oh!—mellevolamanoalabocaporlaemoción.
—Me acompañó a casa y estuvimos charlando. Se llama Jason,
tiene 41 años, vive aquí delante, está soltero y sin compromiso y ha ido
picoteandodeaquíydeallíhastaencontraralapersonaideal,osea,yo.
—¿Y?
—Ylosubíamicasaymelotiré.Yhoytenemosnuestraprimera
citaformal.Ledijequevinieraunpoquitoantesdecerrarporquequería
queleconocieras.Notelohabíacontadoantesporquenolocreíoportuno
despuésdeloquemehascontado.
—Cariño—digoabrazándoleconfuerza—.Mealegrounmontón.
—¿Sí?MegustaMaddie,megustamucho—dicemientrasambos
damossaltitosdeemocióncogidosdelamano—.Venquetelopresento.
En cuanto salimos de la trastienda, me lleva casi a rastras hasta
Jason, el cual me parece un chico encantador y de lo más asentado. Me
cuentaquetrabajaenlabolsaymecuadra,porquevienevestidodetraje,
aunque con la corbata algo desanudada. Es tan diferente de Andrew, que
sonelclaroejemplodequelospolosopuestosseatraen.
Selesnotatantoenlamiradaqueestándeseandoestarsolos,que
cojoaparteaAndrewyledigoquesevaya.
—No,esigual,yamequedocontigo—mediceél.
—Andrew,porfavor,telodebo.VeconJason.Solofaltarecoger
unpocoycerrar.Puedohacerlosola.
—¿VendráJackarecogerte?
—Sí…—contestointentandoparecerconfiadaaunqueenelfondo
tengoseriasdudasyaquenohesabidonadadeélentodoeldía.
—¿Seguro?
—Jason —digo esquivando a Andrew—. Llévatelo de aquí y
divertíos.
Cinco segundos después de salir, la puerta se vuelve a abrir y
apareceAndrew,quecorrehaciamíymedaunfuerteabrazo.
—Gracias.Gracias.Gracias.¿Quéteparece?¿Aqueestácañón?
—De nada. Es una monada. Me encanta para ti. Pero corre.
¡Veteeeeeeee!
Sale de nuevo por la puerta, recojo un poco el mostrador y voy
hacialatrastienda,cuandovuelvoaoírlacampanita.
—Andrewporfavor.Veteya,queparaunacitaquetienes,lavasa
acabar…—Perocuandoacabodedarmelavuelta,medoycuentaqueno
es Andrew el que está frente a mí—. Oh, perdone, creí que era otra
persona.
Mesonrojoy,algonerviosa,mecolocoelpelodetrásdelaoreja.
—Nosepreocupe—merespondeelhombreconunasonrisaenla
cara.
—¿Enquépuedoayudarle?
En lugar de responder a mi pregunta, se pasea por la tienda
mirandodetenidamentetodaslasflores,tiestosyadornosquecuelgande
mis paredes. De vez en cuando me mira y me sonríe, gesto que le
devuelvosinsaberbienquéhacer.
Vavestidoconunpantalónnegro,unacamisagrisarremangadaa
laalturadeloscodosyllevalacorbatatambiénencolornegro.Esconde
una mano en el bolsillo del pantalón, mientras con la otra se cuelga la
americana en el hombro. Tiene el pelo rubio oscuro con algunas canas,
peinado con gomina hacia atrás. Es elegante, pero a la vez muy
inquietante,quizádebidoalostatuajesquellevatantoenlosbrazoscomo
inclusoenlasmanos.
Finalmente, se da por satisfecho y se acerca al mostrador. Apoya
ambas manos en él y me mira sonriéndome y ladeando la cabeza. La
verdadesquecadavezmeestáponiendomásnerviosasuactitud.
—Ahoraentiendoporquéestabatandistraídoúltimamente—dice
sindejardemirarme.
—¿Perdone?—contestoesbozandounasonrisa.
—Maddie,hacesquemimejorhombrecometaerroresdenovato.
¿Cómosabeminombre?¿Quiénessumejorhombre?¿Distraído?
Derepentecaigoenlacuentadequeelhombrequetengodelantedemíno
es otro que el mismísimo Kolya Kozlov. Me agarro con fuerza al
mostradorparanocaermedeculoeintentoparecerlomáscalmadaque
puedo.
—EntoncesusteddebedeserelseñorKozlov—digotendiéndole
lamanoconlamejordemissonrisas.
—PorfavorMaddie,llámameKolya—dicecogiendomimanoy
llevándoselaaloslabiossindejardemirarme.
—¿Yaquédeboelhonordesuvisita,Kolya?
—Pues verás, Maddie —dice caminando hacia el otro lado del
mostrador, o sea, hacia mí—. Como últimamente pasa tanto tiempo
contigo,mepreguntabasisabíasdóndeestá.
—No entiendo… —digo alejándome de él disimuladamente,
caminandomarchaatrás—.Noleveodesdeestamañana.
—Puesyalehasvistomásqueyo…
—Laverdadesquenohehabladoconélentodoeldía…—digo
justoenelmomentoenquemiespaldatocacontralapared,impidiéndome
seguirhuyendo.
Élavanzahaciamíhastaquedarseapocoscentímetrosdedistancia.
Levantaunbrazoyapoyalapalmadelamanoenlapared,justoalladode
micara.Mirodereojolostatuajesdesusantebrazos,palabrasenrusoque
no soy capaz ni de leer y vuelvo a fijar la vista en sus ojos azules, que
lejosdeatraermecomolosdeJack,meponenmuynerviosa.
—Sientonopoderayudarle…
—Oh, no, te equivocas Maddie —Acerca la mano a mi cara y
acaricia mi mejilla mientras sonríe enseñándome los dientes—. Puedes
sermedemásayudadelaquetepiensas.
—Nosécómo…—digomoviendolacabezaparadeshacermede
sucaricia.
Cogemicaraporlabarbillaconunamanoymeobligaamirarlea
los ojos. Acerca su nariz a mi cuello e inspira con fuerza para olerme
mientrasconlaotramanoinmovilizamibrazocontralapared.
—Québienhueles,Maddie…
Yactoseguidosacalalenguaymelametodoelcuelloenungesto
queapuntoestádehacermevomitar.
—Vamosahacerunacosa—susurraenmioído—.Comoamíno
mecogeelteléfono,levasadarunrecadoaIgordemiparte.Dilequeme
llamemañanaporlamañana,sinfalta.Estanocheseladejolibreparaque
tefolleagusto.
Muerdeellóbulodemiorejamientrasyonopuedohacerotracosa
que cerrar los ojos y apretar los dientes porque su mano impide que
muevalacara.
—¡Quésuertetieneelcabronazo!Meencantaríafollarteyomismo,
perolasmujeresdeloscamaradasnosetocan…almenoshastaquedejan
deserlo.
Mesueltalacarayabrolosojos.Leveomirarmedearribaaabajo
mientrassepasalalenguaporloslabios.
—¿Le darás ese recado a mi camarada? —dice volviendo a
acariciarmelamejillamientrasyoasiento—.Bien.Puesentonces,yame
voy.
Coge mi mano y vuelve a besarla tal y como ha hecho antes. Se
pone la americana, que había dejado pulcramente doblada encima del
mostradorysaleporlapuertasinmás.
Tardovariosminutosenreaccionar,hastaquemicuerpoempieza
atemblarsinpararylaslágrimasarodarpormismejillassincontrol.Mi
enterezasevieneabajoycuandonotoquemisrodillassonincapacesde
mantenermeenpie,dejoresbalarmiespaldaporlaparedhastaquedarme
sentada en el suelo. Cojo mis piernas haciéndome un ovillo y lloro
desconsoladamente intentando deshacerme de toda la tensión acumulada
detodoeldía,porquelavisitadeKolyahasidolagotaquehacolmadoun
vaso que se ha ido llenando poco a poco conforme pasaban las horas y
Jacknoseponíaencontactoconmigo.
Noquieromovermepormiedoaencontrarmeconéloconalguno
de sus matones fuera, aunque tampoco creo que pueda mover un solo
músculo.AsíqueesperoaqueJackaparezca,ycuandopierdolanoción
deltiempoymedoycuentaquenovaaaparecer,decidoquemedaigual,
queprefieropasarlanocheenlatiendaantesquevolversolaacasa.
Oigo mi teléfono sonar insistentemente en la trastienda, y aunque
intento levantarme al principio, me doy por vencida cuando mis piernas
no responden. Solo tengo ganas de llorar, así que me acurruco y lloro
desconsoladamente.
—¡Maddie! —La puerta se abre de golpe, chocando contra la
pared, y Jack aparece enseguida a mi lado con la cara desencajada—.
¡Maddie!
Seagachaamiladoymecogelacaraentrelasmanos.Secamis
lágrimasconsusdedosmientrasinspeccionamicuerpoenbuscadeuna
heridaomoratón.
—¿Quéhapasado?
—Nofuisteatrabajar…—sollozo.
—¿Qué…?
—Kolya…
—¿Kolyahaestadoaquí?Diosmío,Maddie…¿tehahechoalgo?
—Novinisteapormí…—digosinpoderparardellorar.
—Lo siento… Lo siento… —Aprieta mi cabeza contra su pecho
mientrasmeacariciaelpeloconlasmanos.
No sé cuánto tiempo paso en sus brazos, hasta que me coge en
brazosymesacaalacalle.Llamaauntaxiquepasaporlacalleenese
momento y se mete dentro. Me lleva en su regazo todo el trayecto
mientrassoyconscientequeelconductornosmiraporelespejo.Cuando
llegamosanuestrobloque,lepagaymellevaacasaenbrazos.
—Bájamealsuelo—ledigonadamáscerrarselapuerta.
Sin más, me dirijo al cuarto de baño. Abro el grifo del agua
caliente,medesnudoymemetodentro,quedándomeenlamismaposición
encogidaqueteníaenlatienda.
Le oigo a lo lejos hablando por teléfono, supongo que con Sean.
Aunque no presto atención, puedo averiguar que el agente encargado de
vigilarmehadesaparecidoyquesospechanquealgunodeloshombresde
Kolyahayasidoelcausanteparadarlevíalibreasujefeparahacermela
visita.
—Medaigual.Mañanairéaverleylemataré—oigoquediceJack
—.Nosécómoestá…Aparentementebien,nolehevistoningunaherida,
pero algo le ha hecho. Conozco a Kolya y he visto que puede hacer que
tíos de dos metros de alto se meen de miedo en los pantalones. Lo haré.
Vale.Mañanahablamos.
Alpocoratoveocomolapuertadelbañoseabrelentamenteyél
aparececoncaradeasustado.Sesientaenelsueloalladodelabañeray
meobservadurantelargorato.
—Dimequenotehahechodaño—mepide.
—No me ha hecho daño —respondo sin molestarme en girar la
cabeza.
—MírameMaddie,porfavor…
Hago lo que me pide y giro la cabeza para mirarle sin mostrar
ningúnsentimientomásqueapatía.
—¿Quétedijo?
—Quelellamesmañanaporlamañana.
—Hoy he estado con Sean ultimando los detalles de la operación
—Empieza a decirme como si se sintiera en la obligación de darme
explicaciones—.Lasemanaquevieneseacabatodo.Yaestá.
—Muybien—Vuelvoagirarlacabezamientrasélsearrodillaa
miladoyacariciamipelomojado.
—Maddie,perdóname—dicellorando.
—¿Kateestábien?—lepregunto.
—Sí, sí. Nathan está con ella de nuevo. Parece estar todo
controlado.
—Bien.Mealegrodequetengaaalguienquelaproteja.Jack,vete.
Necesitoestarsola.
—No.Porfavor.Quieroestarcontigo,quierocuidardeti.
—Ojaláhubieraspensadoasíhaceunashoras.Vete,Jack.
CAPÍTULO29
Jack
La puerta del apartamento de Maddie se abre y me pongo en
guardiaenseguida.Melevantodeunsaltoaunquemellevounamanoen
losriñones,queseresiententrashaberpasadotodolanochesentadoenel
suelodelpasillo.
Ella se queda parada aguantando la puerta sin decirme nada hasta
que pasados unos segundos, me da la espalda para cerrar la puerta del
apartamentoconllave.
—¿A dónde vas? —le pregunto cuándo se gira mientras me
interpongoensucamino.
—Atrabajar—contestaintentandoesquivarme.
—Preferiríaquenolohicieras.
—Puesmuybien.
—NoMaddie,noloentiendes—digoagarrándoladeloshombros.
—¡No! ¡Lo entiendo perfectamente! —me grita soltándose de mi
agarreyclavándomeeldedoenelpecho—.Séqueesetíoespeligroso,
créeme que me di cuenta cuando me agarró de la cara y me empotró
contra pared. Pero no puedo quedarme encerrada en casa. Aunque a mí
mismameparezcamentira,sigoconfiandoentiytúdijistequenotenía
nadaentucontra.Asíqueparaquesigaasíynosospechemás,creoque
debemosseguirconnuestrasvidasconnormalidad.
—Te… ¿te empotró contra la pared? —digo tragando saliva
mientrasnotocomomehiervelasangre.
—Jack… —dice frotándose la frente con los dedos—, hazme un
favor,llamaaKolyatalycomomedijoquehicierasytodoirábien.
—Maddie,nomehasrespondido.¿Tehizodaño?¿Teamenazó?
Me acerco a ella con la intención de acariciar su rostro, pero al
instante retrocede poniendo su mano delante para quitarme la idea de la
cabeza. ¿Cómo he podido pasar de estar en su cama haciéndola jadear a
que ni siquiera quiera que la toque? Niego con la cabeza apretando los
dientes con fuerza para detener el nudo que se me está formando en la
gargantaylevantolaspalmasdelamanoparahacerleverquenovoya
intentarlodenuevo.
—¿Yquéganassabiéndolo?¿Tevolveráslocoeirásaporélpara
matarlecontuspropiasmanos,echandoaperdereltrabajodetodosestos
años?¿Haciendoquealejartedetuvidanohayaservidodenada?Opeor
aún, ¿provocando que sus matones te maten a ti en tu intento de obtener
justicia?
—Eso me suena a un sí —digo apretando los puños con fuerza a
ambosladosdemicuerpo.
Noto como la sangre hierve en mi interior, porque sé que tiene
razón. Me encantaría citarme con él y matarle con mis propias manos,
aunque eso significara echar al traste la operación. El problema es que
entonces, estos 20 años sacrificando mi vida entera, no habrían servido
paranada.Asíquetrasmeditarloduranteunrato,yantesdequeMaddie
pierda la paciencia y se largue, respiro profundamente varias veces y la
encarodenuevo.
—Necesitosaberquétehizoparainformaramissuperioresyver
cómo proceder —digo lo más calmado que puedo—. A la vista de los
acontecimientos, puede que tengamos que tomar algunas decisiones
urgentes…
Agacha la cabeza y apoya la espalda contra la pared. Se frota
ambosbrazosconlasmanosysehumedeceloslabios.Sopesalaspalabras
con cautela y eso me pone muy nervioso porque sé que lo que voy a
escucharnomevaagustarnada.
—Me… arrinconó contra la pared y me cogió de la cara para…
olerme y… lamer mi cuello —sus manos viajan inconscientemente a su
cuelloysusdedosacariciansupiel—.Yluegomedijoquetedijeraquele
llamarasestamañana.
—Te…—hundolasmanosenmipelosinpoderquedarmequieto
—.¿Sepropasócontigo?
—No. Dijo que las mujeres de sus camaradas son intocables —
asiento con la cabeza, algo más aliviado al escuchar que Kolya sigue al
piedelaletrasucódigodehonor—,hastaquedejandesercamaradas…
Vale,esoesunaamenazaclarahaciamíyporconsiguientehacia
Maddie.Tengoquehaceralgoparaacabarconestodeunavezportodas
porquenovoyapermitirquelepongaunamanoencimanuncamás.
Camino de un lado a otro con la cabeza a pleno rendimiento.
Necesito aclararme, ver todas las opciones que tengo y jugar bien mis
cartas. Lo primero que haré es hablar con Sean y explicarle la nueva
situación, y luego llamaré a Kolya, aunque antes debería pensar qué
excusa darle por mi ausencia de ayer… Y sobre todo, serenarme para
poderinterpretarbienmipapelynoecharportierramitapadera.
Entonces me doy cuenta que, una vez más, me he olvidado de
Maddie.Levantolacabezaymequedoparadofrenteaella,quememira
resignada,comosi…sehubieradadoporvencida.
—No puedo creer que te hiciera daño —digo finalmente
reprimiendo unas ganas locas de abrazarla con todas mis fuerzas y no
soltarlanuncamás.
—No,élsolomeasustó—contestacolocándosevariosmechones
pelirrojosdetrásdelaoreja—.Túmehicistemásdaño.
Me quedo totalmente quieto, como si una barra me hubiera
atravesado el cuerpo y me hubiera anclado en el suelo, partiendo mi
corazónasupasopormipecho.Creoquecasipuedoescucharelsonido
del mismo al romperse en mil pedazos. Yo preocupado por si Kolya le
habíahechodaño,yresultaqueelcausantedesuslágrimas,hesidoyo.
—Yo…—consigoarticularconlavoztomada.
—Nopasanada,Jack—diceellaconesaresignaciónqueanteshe
vistoensumirada—.Notengositioentuvida.Yaestá.Simplementeeso.
Loasumo.Yaestabaadvertida,melohabíasdicho…Yonoentrabaentus
planes.Hasintentadohacermeunhueco,peroesocasiarruina20añosde
trabajo,asíquecasiqueestoeslomejorparaambos.
—Maddie… —digo con lágrimas en los ojos—. No me hagas
esto…
—Loqueteestoyhaciendoesunfavor.Mepreocupoporti,yno
quieroquetus…amigosrusossospechendetipormiculpa.
—Pero…Peroyotequiero…
—Y yo —contesta con la cara totalmente mojada—. Por eso me
alejodeti.
Me tambaleo, perdiendo el equilibrio, hasta que mi espalda toca
conlapareddelpasillo.Creoquemefaltaelaire,asíqueapoyolasmanos
enlasrodillaseintentorespirarconfuerza.Nopuedoperderla.Meniego
ahacerlo.
—Toma—levantolavistaylaveoconloscascosdelamotoenlas
manos—.Acuérdatedequetumotosigueaparcadadelantedelatienda.
Loscojoconambasmanosylamiroconlabocaabierta,sinsaber
quémáshacer,hastaquemicuerporeaccionaalverlabajarlasescaleras.
Escomosiunaalarmasonaraenmicabezayalguienmegritara:“¡Corre
soidiota!”
—¡No,no,no!
Dejo caer los cascos al suelo mientras la persigo corriendo
escaleras abajo, hasta que la alcanzo antes de llegar a la portería. Me
pongo delante de ella y extiendo mis manos hacia delante para hacerla
deteneryobligarlaaquemeescuche.
—Maddie,porfavor…Tenecesito…
—Yyo…peronotepuedotener.
Seacercaamíyacercasumanoamimejilla.Ladejasuspendida
enelaireduranteunossegundos,indecisasinsaberquéhacer.Alfinal,la
apoya en mi pecho y acaricia mi camiseta, agarrándola entre sus dedos
cuandocierraelpuño.
—Tencuidadoporfavor.
La veo salir a la calle y me acerco al cristal para seguirla con la
mirada. No es buena idea que salga tras ella, aunque me da pavor saber
quecaminarásolalascuatromanzanashastalatienda.Asíqueactúocon
rapidezysacoelteléfonodelbolsillo.
—Sean —digo en cuanto descuelga al primer tono—. Kolya
amenazóaMaddie.
—Tengo a dos hombres siguiéndola ahora mismo. No te
preocupesporquenolavamosadejarsola.Detodosmodos,creoqueno
hasidobuenaideaquesalgaalacalle.
—Intenta convencerla tú porque a mí no me va a escuchar. La he
cagadoSean…ylaestoyperdiendo—digosecándomelaslágrimasconel
dorsodelamano—.Ynoquiero…
—Jack,tranquilízate.Nopodemosjoderlaahoraconloquenosha
costadollegarhastaaquí…
—Me la suda, Sean. Ahora mismo solo puedo pensar en su
seguridad y lo demás… es secundario. Es como si fuera incapaz de
controlarnada.Todosemeescapadelasmanos.
—Escucha,Jack—diceconuntonoconciliadormientrasmesiento
en las escaleras totalmente sobrepasado por la situación—. No te
preocupes por su seguridad porque ya no pasará lo de anoche. Ahora
necesitasunacoartadacreíbleparajustificartuausenciadeayer.Llamaa
Kolyaydilequeteseguimosyqueayerestuvistetodoeldíatratandode
darnos esquinazo. Él sabe que tenemos hombres vigilando vuestros
movimientos,aprovechemoseso.
Apoyolacabezaenmisrodillasycierrolosojosbrevemente.Las
piezasvuelvenaencajarenmicabeza,peroestoyagotado,ylohacenmuy
lentamente. La idea puede funcionar, pero Kolya es muy listo, así que
tendréquesermuyconvincente.
—Jack,¿quéteparece?
—Quepuedefuncionar…Ahoratengoquellamarle.Temantendré
informado.¿Sesabealgodelagentequeteníasanochevigilandolatienda?
—Me temo que no… —Se hace el silencio entre los dos porque
ambossabemosloqueesosignifica—.Jack,solotepidounasemana,dos
alosumo.
—Te doy una —respondo mientras oigo a Sean suspirar al otro
lado.
—Hecho.
—Escucha,Sean…SiletieneKolya…
—Losé…Intentahacerloposibleporintentarquesalgaconvida,
pero en ningún caso pongas en peligro tu coartada o a ti mismo —Se
quedacalladosintiendogranpesaraldeciresaspalabras,tantocomoyoal
escucharlas,peroasíesnuestrotrabajo—.Estamosencontacto.
—Vale.
—YJack…TeprometoquevoyahacerdelaseguridaddeMaddie,
KateyCody,algopersonal.
—Gracias…Teloagradezco.
Cuelgo el teléfono y subo de dos en dos las escaleras hasta mi
apartamento.Entroyvoydirectoalacocina.Abrounodelosarmariosy
cojo la botella de whisky. Me sirvo dos dedos en el primer vaso limpio
que encuentro y lo bebo de un trago. Sé que este no es el desayuno
equilibrado que recomiendan, pero teniendo en cuenta que mi vida muy
equilibradatampocoesquesea,supongoqueyamevabien.Dejoelvaso
y me agarro de la encimera de la cocina con las dos manos. Respiro
profundamentemientrascambioelpesodemicuerpodeunapiernaaotra,
repetidasveces,comosimeestuvierapreparandoparaafrontarquizá,el
momentomásdelicadoenestosveinteañosdetrabajo.
Mirolabotellaysinpensarlo,viertoundedomásenelvasoyme
lollevoaloslabios.Vuelvoabebérmelodeuntrago,dejoelvasoenla
encimera y marco el número de Kolya sin darme tiempo a pensármelo
demasiado.
—Igor, pensaba que se te había tragado la tierra —Vuelve a
contestarme en su inglés perfecto—. Incluso fui a hacerle una visita a tu
amigaMaddie.¿Telodijo?Todaunabelleza…
Memuerdoellabioinferiorhastanotarelsaboralgometálicode
lasangrealavezqueaprietoelpuñodemimanolibre.
—Kolya, ayer tuve a un agente del FBI siguiéndome todo el puto
día—digosinsiquieramolestarmeareírlelagraciaporsucomentario,y
la urgencia de mi respuesta parece surtir efecto, porque le dejo sin
palabras durante unos segundos—. Por eso no me arriesgué a ir al
almacén.Estuvemareándoleporlaciudadsinrumbofijoyluegovolvía
casa. Registré mi apartamento en busca de micros y luego comprobé mi
teléfono.Poresonotehellamadoantes,hastaquenoheestadosegurode
queestoylimpio.
—¿Estás seguro de que no nos escuchan? —dice con un tono de
voz totalmente diferente al de hace unos segundos. Casi puedo notar el
miedoensuvoz,yesotengoquereconocerquemeencanta.
—Kolya, si no lo estuviera no estaríamos manteniendo esta
conversación.
Mirespuestaparececonvencerleporqueescuchocomodejairaire
por la boca con fuerza, como si se hubiera quitado un gran peso de
encima.Detodosmodos,nomearriesgoydecidoirunpocomásalláen
mirepresentación.
—Kolya,deberíastenercuidadoycubrirtelasespaldas.Simehan
seguidoamí,puedequevayantambiéndetrásdeti.¿Hasvistoalgofuera
delocomún?
—No…—esbozounasonrisaalnotarsutonodevozinseguro—.
Pero ayer sí había un agente apostado en la puerta de la tienda de tu
amiguita.
¡Bingo!
—¡¿Cómo?! —grito intentando sonar todo lo convincente que
puedo.
—Tranquilo, ella no parecía saber nada —se queda en silencio
esperandomirespuesta,peroalverquenotengointencióndedecirnada,
básicamente porque estoy apretando los dientes con tanta fuerza que
parecequequierohacerlosañicos,añade—.Hemosestadointerrogandoal
capullo,peronosueltaprenda.
—¿Letenéisvosotros?—digointentandonosonarpreocupado.
—Sí, le tenemos en el almacén. ¿Vendrás? Te necesito aquí cerca
Igor.
—Sinomesiguen,vendré.Salgoendiezminutos.
Cuelgosinesperarsurespuesta,sinsalirmeniunpocodelestilo
deIgor.Además,estoyalgomástranquiloalcomprobarqueKolyaparece
haberse quedado convencido con mi excusa para no haber estado
localizableentodoeldíadeayer.
Envío un mensaje a Sean desde mi otro teléfono y le informo de
misprogresos,incluyendoelparaderodenuestroagente,yantesdesalir
decasadecidohaceralgoquellevopensandodesdequeMaddiesaliópor
lapuertaestamañana.Buscoelnúmerodeteléfonoenlaagendayespero
trestonoshastaquemeresponden.
—¿Hola?
—Andrew,soyJack.
—Eh…Hola…—contestatotalmenteextrañado.
—¿HallegadoMaddie?
—Sí…—Yalescucharsurespuestasuspiroalgoaliviado—.Pero,
esperaunmomento…
Notocomoseparaelteléfonodesuorejayentoncesoigosuvoza
lolejos,preguntándolealgoaMaddie.
—Salgoaporloscafés.¿Lodesiempre?—escuchodecir.
—Sí.Gracias,cariño—contestaMaddie.
Cierro los ojos inconscientemente. Me duele escuchar su voz tan
apagadayserconscientequeyosoyelcausante.
—Vale,yaestoyenlacalle.¿QuéhapasadoJack?
—Escomplicado,Andrew…
—No,noloes.Noestoysegurodequéhapasadoporquenomelo
haqueridocontar,perositengoqueapostarporalgo,apuestoaquehas
sido tú el que la ha cagado. Así que arrástrate como un perro y pídele
perdón.
—Sí,lahecagado.Digamosqueayernoestuvetodoloatentoque
tenía que estar y la dejé de lado… Me olvidé de ella… He intentado
disculparme,peronoquiereescucharme.Dicequenotengositioparaella
enmivida.
—¿Yesoescierto?Porquesiloes,teexijoquelehagasunhueco
inmediatamente.Jack,noteconozcomucho,perosílaconozcoaella,yla
sonrisaquellevabaestosdíasensucara,noselahabíavistonunca.Ytú
eraselcausantedeella…
Suspiro mientras me dejo caer en el sofá. Echo la cabeza hacia
atrásymiroaltechomientrasmefrotolosojosquemeescuecenproducto
delestrésyelcansancioacumulado.
—Soluciónalo,¿vale?—insisteAndrew.
—Lointentaré.
—Hazlo.
—Vale —digo mientras se me escapa una sonrisa—. Lo haré.
Cuídamela,¿vale?
—Eso está hecho. Haré campaña en tu favor, que lo sepas. Me
gustas.
—Tútambiénamí.
—Demasiadotarde,guapo.Yahayunhombrequesehaadueñado
de mi corazón —niego con la cabeza pensando que no cambiará nunca,
aunque, bien pensado, ese es el encanto de Andrew, y si no dijera estas
cosas,noseríatangenuino.
—Bueno, qué se le va a hacer. Ahogaré mis penas en silencio —
digomientrasambosreímos—.Gracias,Andrew.
—Denadaguapo.
—Noledigasquetehellamado,¿vale?
—¡Ytantoqueselovoyadecir!
—Pero…
—¡Calla! Déjame a mí. Formará parte de mi campaña pro-Jack.
Encuentrosúperrománticoquehayasconseguidomiteléfonoparasaber
deellasinagobiarla.Esodicemuchodeti…Escomodarlesuespaciosin
perderladevista.
Lopiensoduranteunossegundos.Ensubocanosuenanadamaly
si se lo vende a Maddie la mitad de bien, será de gran ayuda, la verdad.
Además,tampococreoquepuedaconvencerledequenolohaga,asíque
simplementeledoylasgraciasporelloynosdespedimos.
Voyhaciaeldormitorio,mequitolacamiseta,lalanzoalotrolado
de la habitación, y me pongo la primera que cojo de la estantería del
armario.Voyalbañoyabroelgrifodellavamanos.Memojovariasveces
lacaraconaguaheladaylevantolavistaparavermireflejoenelespejo.
Observocomolasgotascaenpormirostromientrasintentoreconocerme
enlaimagenqueveodelantedemí.Unasolanochesinellayyaveolos
estragosquesuausenciahaprovocado.Tengoojerasdebajodelosojos,
labarbaqueayermehacíasexy,hoymeconvierteenunmendigo,yestoy
bastantepálido.Además,mimiradareflejaunmiedonadapropioenmíy
mirespiraciónesentrecortada.
Decido no prestar más atención a mi desastroso aspecto ya que
afortunadamente no es algo por lo que mi jefe se vaya a preocupar.
Agarro el casco y cuando llego a la calle, arranco el motor de mi
motocicleta y salgo quemando rueda. La velocidad ayuda a relajarme y
cuando aparco delante del almacén, he recuperado parte de la confianza
perdida.
Entrodecididomientrastodosloshombresconlosquemecruzo
mesaludaninclinandolacabezademostrandorespeto.Yonomeparoni
miroaninguno,sinoque,sinperdertiempo,voydirectoaldespachode
Kolya.
Cuando llego a su puerta, llamo con tres golpes secos y la abro
cuando oigo la voz de Kolya dándome el permiso necesario. En cuanto
entro, la imagen que me encuentro me deja petrificado. Hay un hombre
arrodilladoenmediodeldespacho,conlasmanosatadasalaespaldayla
cara bañada en sangre. Kolya lleva una camisa negra arremangada a la
altura de los codos, dejando a la vista todos sus tatuajes, y una corbata
gris,ycaminaasualrededorconparsimonia,tomándosetodoeltiempo
necesario entre pregunta y pregunta. Cada respuesta va seguida por un
puñetazoqueletiraalsueloycadavezquecae,élleagarradelpeloyle
vuelveaponerderodillas.Asíqueaunquevavestidotanelegantecomo
siempre,vallenodesalpicadurasdesangre,tantoenlacara,comoenlos
brazos,comoenlaropa.
—Hoy no es tu día de suerte, porque, ¿ves a ese tío de ahí? —
Kolyaagarradelpeloalagenteyleobligaamirarme—.Latíaalaque
estabassiguiendo,essunovia.
Lemiroachinandolosojosyarrugandolafrente.Intentodescifrar
por su cara si me reconoce o no, pero creo que tiene los ojos tan
hinchadosquenocreoqueseacapazdevernada.
—Igor —dice Kolya ya a mi lado encendiéndose un cigarrillo y
ofreciéndomeotroamí—.Nohemosconseguidoquediganada.¿Quieres
intentarlotú?
—¿No le habéis sacado nada de nada? —le pregunto sin dejar de
miraraesehombrearrodilladoquemuevelacabezanerviosointentando
adivinarsiestamoscercaypordondelecaeráelsiguientegolpe.
Kolya niega con la cabeza dando una larga calada y mirándome
conunojomediocerradoporcausadelhumo.
—Todo tuyo —dice dándome unas palmadas en el hombro—.
HazloporMaddie.
Le miro de reojo y aprieto la mandíbula para no asestarle un
puñetazoqueledejesindientes.Meacercolentamentehaciaelagente,al
quedoygraciasdenohaberlevistonuncalacaraparanohacerestoaún
más difícil de lo que ya es de por sí y empiezo a dar vueltas a su
alrededor,observándoledetenidamenteyponiéndolenerviosoalescuchar
mispasos.
—¿Paraquiéntrabajas?—digocontodalacalmadelmundodando
unacaladaamicigarrillomientrasobservoaKolyaporelrabillodeojo.
Elagentesemantieneimpertérrito,sinabrirboca,aunquetiembla
asustado.VuelvoamiraraKolya,queobservalaescenaconunasonrisa
enlacarayséquevoyatenerquedarleaestetíoparaquenoveanada
raroenmiactitud.Asíqueleasestotalpuñetazoqueletirodeespaldasy
lehagosaltardosdientes.Merecompongorápidamenteylecojodelpelo
para volverlo a poner en su sitio, imitando a Kolya, que sigue
carcajeándosepormigolpe.
—Repito la pregunta —digo dando una larga calada al cigarrillo
hastaapurarlo—.¿Paraquiéntrabajas?
Antesusilencio,acercoelcigarrilloasucuelloyloaprietocontra
supiel,provocandoquesuelteunalaridodedolorquelehacerodarporel
suelo y que provoca que Kolya aplauda entusiasmado por el espectáculo
queleestoyofreciendo.
Tras varios golpes más, sabiendo que he disipado cualquier
posibledudaquemijefepudieratener,meacercoaélyledigo:
—No creo que consigamos nada. Es un profesional y está
entrenado para soportar estas cosas. No hablará por mucho que le
hagamos.
—¿Yquéproponesquehagamosconél?—mepreguntaaunquesé
quesoloaceptaráunarespuesta,asíquemelemirolevantandounacejay
mecaptaalinstante—.Amigomío,noséquéharíasinti.
Se lleva la mano a su espalda y saca su pistola automática. Me la
tiende y agacho la vista antes de cogerla. Le miro de nuevo alzando una
ceja.Paravariar,podráempezareltrabajo,peronuncaselepodráachacar
ningunamuerte.
Cojo la pistola y me acerco al agente arrodillado. Me acero con
pasodecidido,quitoelseguroycolocoelcañónenlasiendeesepobre
hombre. Trago saliva mientras repito una y otra vez: “Ya casi se acabó
Maddie…Yacasiestá…Espérame…”
El sonido del disparo resuena en toda la habitación y su eco me
acompañacuandomeacercoaKolyaparadevolverleelarma.
—Toma—Ydándomeigualdecomopuedatomárseloodeloque
pueda hacerme, añado—: Y como me entere que vuelves a ponerle un
dedoencimaaMaddie,temetoelcañónporelculoyaprietoelgatillo.
—¡Jajaja! Tranquilo camarada. Solo olí la mercancía, pero no la
caté.Estodatuya.
El sonido del disparo me acompaña incluso cuando, varias horas
después,siendoyadenoche,salgodelalmacényarrancoelmotordela
motocicleta en dirección a mi apartamento. Conduzco como un loco de
vuelta a casa, como si intentara provocar tener un accidente, creyendo
hacerleunfavoralmundosialgomepasaraymurieraenelasfalto.
Aparco delante de mi edificio y subo las escaleras hasta mi piso
con lentitud, como si llevara un peso en cada tobillo. Cuando llego al
rellano,veolaluzdelapartamentodeMaddieescapándosepordebajode
lapuerta.Meplantodelante,dejoelcascoenelsueloyapoyolaspalmas
delasmanosylafrenteenlamadera.Lasnotasdeunacanciónllegana
misoídos.Cierrolosojosymelaimaginofeliz,sentadaenelsofá,con
una copa de vino, con un libro en las manos. Como si nada hubiera
cambiado. Quiero creer que es así como está, no quiero pensar que está
como yo, destrozado, adorando una puerta de madera porque es lo más
cercaquepuedopermitirmeestardeella.
Medejocaerderodillas,aúnconlafrenteylasmanosencontacto
con la puerta y dejo salir todo lo acumulado durante estas horas. Lloro
desconsoladamente mientras mis manos acarician la madera como si se
trataradesucuerpo.Mezomicuerpohaciadelanteyhaciaatrásmientras
susurro en voz baja para que no sepa que estoy ahí, para que esté tal y
comoellaquiere,alejadademí.
—Tequiero,Maddie…Noterindasconmigo…Quierocuidarde
ti…
CAPÍTULO30
Kate
—Cody,¿entoncesqué?¿Tevienesalapiscinaono?—lepregunta
Abbyconlatoallacolgadaalhombro.
—No—lecontestaélsentadoenelúltimopeldañodelasescaleras.
Llevaahícercadeunahora,desdequeleheprohibidoentrarenel
dormitoriodeNathan.Dicequetienequehablarconélyestádispuestoa
abordarlenadamásselevante.Lacosaesque,teniendoencuentaelnivel
de alcohol que ingirió anoche y las 2 veces que se ha despertado
sobresaltado durante la noche debido a las pesadillas, no creo yo que se
despierteenbreve.
—Qué cabezota es… —digo mientras le observo desde la cocina
conunatazadecaféenlamano.
—¿A quién se parece? —me pregunta Abby—. Quiero decir,
físicamenteesobvioquesepareceati,pero¿ydecarácter?
—Bueno,puessupongoquetieneunpocodetodo…Quieropensar
quedesupadrebiológiconotienenada,aunqueesasonrisaquemetraede
cabezamerecuerdamuchoalaqueprovocóquecayerarendidaalospies
deeseindeseable.Enlocabezotaesigualquemipadre—digofrunciendo
elceño—.Siempresetienenquesalirconlasuya…Peroalavezesmuy
independienteylegustahacerlascosasélsolo,desdebienpequeño,yeso
lo ha sacado de mí. Supongo que también porque se ha visto obligado a
valerse por sí mismo porque no estoy a su lado todo lo que quisiera.
Tengodostrabajosparasaliradelante…
—Vaya,esadmirable.
—Bueno, he tenido ayuda de Rose, una vecina que hacía de
cangurosincobrarmenada.Yahoratengoatuhermano,quedesdehace
unassemanas,recogeaCodyenelcolegioyleentretienehastaquesalgo
detrabajar.Lellevaalparque,hacenlosdeberesycosasasí.
—Nomeimaginoamihermanohaciendode…padre.
—Puestepuedoasegurarqueseledademiedo…Oalomejores
queconCodyhaconectadoenseguida…¿Porquéteextrañatanto?
—Noséporqué,yoconozcodosversionesdemihermano,elque
veíacuandomipadreestabaencasayelqueveíacuandomipadreestaba
en una misión. Eran dos versiones completamente diferentes. Cuando mi
padreestabaencasa,Nathaneracallado,taciturno.Sudíaadíasereducía
airaclase,entrenar,comerydormir.Noserelacionabaconnadieporque
básicamente mi padre no le permitía tener distracciones y en casa se
encerraba en su habitación y respondía con monosílabos cuando le
hablábamos.
—Por favor… No te ofendas, ¿eh? Pero con la propaganda que
tengodeélyloquehecomprobadoconmispropiosojos,¿sesuponeque
me tiene que caer bien tu padre? —digo mientras Abby encoge los
hombrosyaprietaloslabiosamododerespuesta—.¿Ycuandonoestaba?
—EseNathaneratotalmentediferente—Empiezaadecirclavando
la vista en su café mientras una sonrisa asoma en sus labios—. Era muy
divertidoyrisueño.Jugabaalfútboldespuésdeclase,teníaunmontónde
amigosytodoelmundoleadmiraba.Encasa,siempreayudabaamamáen
todo y cuidaba de mí. Recuerdo que cuando me recogía en el colegio,
todasmisamigasbabeabanysepeleabanporestaramiladoyasíestarlo
máscercadeél,inclusocuandoveníaconRachel.
—Con…¿Rachel?
—Sí… Rachel y Nathan estuvieron bastante tiempo saliendo…
Creoquedesdelos15o16hastaqueNathanentróenlaacademiadelos
Marinescon18años.
PorDios,¿porquénotocomosiderepentelasangremehirviera?
¿Rachel? ¿La misma Rachel que le trajo ayer a casa? ¿Esa chica tan
guapa?¿Buencuerpo,ojazosenormesyazules,pelomorenoypielblanca
delicada como la porcelana? Aunque ahora que lo pienso, demasiado
blanca,¿no?Casiparecía…nosé,comounespectro,comosiestuviera…
poseída…
Nopasanada,todostenemosunpasado.Dehecho,Nathantrataa
diario con un recordatorio continuo de mi pasado, Cody, así que yo
tampocotengoderechoaponermeasí…¡Peronopuedoevitarlo!Yseme
debenotarmuchoporqueAbbymemiraconlascejaslevantadas.
—¿Estásbien?—mepregunta.
—¡Sí!—contestoenseguida.
Pongo una sonrisa que intenta parecer despreocupada y natural
pero,aunquebailarsemedamuybien,actuarnoesmifuerte.
—Puescualquieralodiríaportucara…HasidonombraraRachel
y…
—¡Qué va! —digo mientras me giro para dejar la taza en el
fregadero y así descansar un poco los músculos de la cara porque esta
sonrisa falsa me está matando—. Parece una chica simpática. Vamos, al
menosesaimpresiónmediolopocoquelatratéanoche…
—Sí, mucho. Yo creo que si Nathan no se hubiera alistado,
seguiríanjuntos,porqueeranperfectoselunoparaelotro.
—¿Ah,sí?—Cállateya…
—Sí.Estabanmuyenamoradosporloquesé.Vamos,queélnome
contabaesascosas,peroloséporloquemehadichomiamigaSara,que
eshermanadeRachel.Losdoslopasaronfatalcuandoellaledejó.
—¿Le dejó ella? —Qué horror… qué tortura… ¿por qué sigo
haciendo ver que me interesa cuando en realidad quiero que se calle y
olvidaraRachelparasiempre?
—Sí. Intentaron llevar la relación a distancia. Se escribían y se
llamabanylaspocasvecesqueNathanvinodepermiso,noseseparabade
ella.Peroconformeélibaascendiendo,sucontactoseibaperdiendo,sus
permisosdisminuyendo…Yellaprefiriódejarlo.
—Esloquetienenlasrelacionesadistancia…—meveoobligada
adecirintentandonoparecerdemasiadoentusiasmada,aunqueenrealidad
tengoganasdegritar“¡tomaya!”.
Me agarro con fuerza a la encimera y aprieto los dientes. Tanta
sinceridadmeestámatando.¿Esquenovaatenernadamalola“poseída”?
Cuandomedoycuenta,tengoaAbbyamiladoquememirafijamentecon
labocaabierta.
—Eh…¿seguroqueestásbien?
—Sí, voy a ver si puedo convencer a Cody para que se vaya
contigoalapiscina.
Ymealejodeellaparaquenooigamisdientesrechinarderabia.
—Cody, cariño —digo agachándome delante de él—. Nathan
tardaráendespertarse.VealapiscinaconAbbyyencuantosedespierte,
nosotrosvamosparaalláyhablasconéldeloquequieras.
—Pero es que tengo que decirle algo importante… Me lo dijo el
doctordeNathan.
—Y se lo dirás. Pero ahora mismo aquí sentado no vas a hacer
nada. Aprovecha las vacaciones y vete con Abby a la piscina —ladeo la
cabezayleobservomientrasselopiensa,mordiéndoselamejillaconla
vistaclavadaensumuñecoyconsuyainseparablegorraenlacabeza—.
¿Subimosytepongoelbañador?
—Vale—claudicaalfinalconloshombroscaídos.
—Hijo, cualquiera diría que te estoy obligando a hacer algo
horroroso—ledigohaciéndolecosquillasparaverlereír—.¡Quetevasa
lapiscina!
—Ya ves… Para que me vean con los manguitos puestos… —
contestaélcontodaladesganadelmundo.
—Oye, ¡que no pasa nada! —le anima Abby que se ha acercado
hastanosotros—.Quemuchosniñosdetuedadvanconmanguitos.
—Nathanmedijoquemeenseñaría…
—Tambiéntepuedoenseñaryo—insisteAbby,animada.
—No te ofendas, pero si tengo que poner mi vida en manos de
alguien,mefíomásdeunMarinequedeunachica…
Y dejándonos a ambas con la boca abierta, se gira y, resignado,
empiezaasubirlasescaleras.
—Medejaalucinada–diceAbby.
—Medejaamíyconvivoconéladiario…
Entonces reacciono y subo las escaleras tras él para ayudarle y,
como le conozco, para evitar que entre en la habitación y despierte a
Nathan. Le alcanzo justo en el momento en que pasa por delante de la
puertadesuhabitaciónpisandoconfuerzaacadapasoqueda,haciendo
todoelruidoposibleyasíprobandosuerteparaversiobraelmilagroy
Nathansedespierta.Lecojoporlasaxilasylolevantolojustoparaque
lospiesnolelleguenalsuelo.
—Toma,elbañador—ledigounavezestamosensuhabitación.
—Mamá por favor —se queja cuando lo ve—. ¿Tenías que
ponermeeldeMickeyMouse?¿Noteníaotromenosdebebé?
—¡Pero si te encantaba! —digo en un tono de voz más alto del
habitualconelquehabloaCody,conscientequenoeselmejormomento
paraquemihijosepongaimpertinente.
—¡Ya,peroentreelbañadorylosmanguitos,sevanareírdemí!
—me replica gritando, haciendo aspavientos con los brazos y poniendo
losojosenblanco.
—¡Puesnotehetraídootro,asíqueoteponeseste,otebañasen
pelotas!—digotirandoeltrozodetelaencimadelacamademalagana—.
Yvigilaesetonitodeniñopedante,quenoestoydehumor.
Megirodenuevohaciaelarmarioparabuscarsutoalladebaño.
Cuando la encuentro y me doy cuenta que va a juego con el dichoso
bañador,dejoirelaireconfuerza,totalmenteagotadaysinfuerzaspara
soportar otro bufido por su parte. Y sin saber cómo, noto las lágrimas
resbalarpormismejillas.
—Puesnotengoyobastanteconla“poseída”comoparatenerque
aguantaral“niñodelexorcista”—digoentresollozos.
—Mami…
MesecorápidamenteconlatoallacuandosoyconscientequeCody
está a mi lado, con el bañador puesto, y mirándome con cara de no
entendernada.
—¿Ya te lo has puesto? —digo para disimular—. Pues tu toalla
tambiénesdeMickey,perotoma,llévatelamía.
—No…Esigual…Mellevolamía,peronollores.
—Cariño—digoagachándomeasualtura—.Perdóname.Noestoy
enfadadacontigo.Solounpococansada.
—Vale…Puestedejodescansar.MevoyconAbbyalapisci…Si
quieresveconNathanalacama.
—Esto…vale…—digototalmentealucinadayporquénodecirlo,
algosonrojadaconsucomentario.
—Asítúpuedesdescansarysiéltieneunapesadilla,lecuidas.
Bajamos las escaleras de nuevo y nos encontramos con Abby
esperandoapoyadaenelrespaldodelsofá.
—¡Peroquébañadormáschulo,Cody!—dicemientrasyolehago
señasparaquesecalle,sinéxito,claroestá—.¡PerosiesdeMickey!¡Y
llevaslatoallaajuego!
—Menoscachondeo…—contestaél.
—Oye,quetelodigoenserio.Mepareceunamonería.
—Eseesjustoelproblema.Noquieroparecerunamonería,quiero
estarguay,quieromolar…Esigual,nomeentendéis…Paraestascosases
paralasquenecesitoaNathan.
—¿En serio tiene solo cinco años? —me pregunta Abby al oído
condisimulo.
—Esocreo,aunqueavecestengomisdudas…
—Bueno… Cody, dale un beso a mamá que nos vamos. Nos
esperanenlapiscina.
—¿Quiénnosespera?¿Tunovio?
—Eh…Notengonovio…
—¿Elchicoquetegusta?
—Tampoco.Hequedadoconunasamigas.
—Perotehaspuestoroja.Síestaráelchicoquetegusta.
—Tienerazón—meatrevoadecirsonriendodebrazoscruzadosa
decirantelamiradaasesinadeAbby.
—Puedo hacerme el monísimo y realizar un acercamiento
disimulado. ¿A que sí, mamá? ¿A que a veces lo habíamos hecho en el
parquecuandomedecíasquetiraralapelotahaciaunchicoquetegustaba
ytúlaibasabuscar?
AhoraesAbbylaquememiralevantandounacejayconcarade
chiste.
—¿Enseriosabehacereso?—mepreguntafinalmenteriendo.
—Sí, lo tengo adiestrado para ello —contesto y las dos reímos a
carcajadasduranteunrato.
—Valeeeeeee, vámonos —interviene Cody—. Mamá, promételo,
cuandosedespierteNathan,vendréis.
—Palabra.
—Adiós—dicenlosdosalunísonoantesdecerrarselapuerta.
Doyvueltasporelsalónsinsaberbienquéhacer,hastaquereparo
queenunaesquinahayunascajasdecartón.Meacercoaellasyleoenla
parte superior en nombre de Nathan escrito con un rotulador. Deben ser
lascosasdesuhabitación.Pasolosdedosporencimadelasletras,cojode
unodelosbordesdelcartónylosiguientequeséesqueelcontenidodela
caja se muestra ante mí. Miro disimuladamente hacia el interior durante
unossegundosyveoalgunoslibrosypósters.
—Estonoestábien—digoapartandolamirada—.Sonsuscosas,
nolasmías.
Pero antes siquiera de plantearme hacerle caso a mi buena
conciencia,lamala,yademáscotilla,tomalasriendasdemicuerpoyme
encuentrosacandocosasdelacajasinningúnreparo.Apartedeloslibros
y pósters, saco algún banderín de los Cowboys de Dallas, un equipo de
fútbolsupongo,yalgúntrofeo,supongoqueconseguidocuandosupadre
andabaconeluniformepuesto.Enlassiguientesdoscajasencuentroropa
biendobladaytengoqueadmitirque,comounalocaobsesiva,cojouna
delascamisetasymelaacercoalanarizparaolerla.Cuandollegoala
última, me llevo una decepción al encontrarme con libros de texto del
instituto.Aúnasí,sacoalgunoylohojeo.Enseguidamedoycuentademi
error,cuandoempiezoaencontrarmeanotacionesydibujosenlosbordes
delamayoríadepáginas.Anotacionescomo“Nathan+Rachel”,escritas
con letra pulcra de chica, y dibujos de corazones. Chasqueo la lengua
viendolasucesióndedibujosyanotacionesporelestilo,hastaqueenotra
página,unapequeñaconversación,llamamiatención.
“¿Estanoche?”
“Sí”
“¿Dóndesiempre?”
“Quesí”
“¿Quémepongo?”
“Nada”
Me sorprendo arrugando un poco la hoja y enseguida quiero
enmendar mi error alisándola con el brazo y dando por finalizado este
absurdoquenohacemásqueponermedemalhumor.Perocuandointento
guardar el libro en la caja, varias fotografías caen de su interior. Las
recojo del suelo y las paso una a una, maldiciendo por verlas pero sin
poder parar de hacerlo. Son imágenes de Rachel y de Nathan de
adolescentes, sonriendo en unas, besándose en otras… Incluso encuentro
unaenlaqueNathanluceeluniformeverdemilitaryellasaleabrazándole
por la espalda, tomada supongo durante alguno de esos permisos en los
queAbbymehacontadoquenoseseparaban.
Finalmente, consigo despegar los ojos de ellas y las lanzo al
interior de la caja sin ningún miramiento. Me levanto y voy a la cocina
paraservirmeotratazadecafé.
¿Cómo puedo ser tan tonta como para ponerme celosa por algo
que sucedió hace tantos años? Y de repente sé la respuesta… Porque su
pasado era su pareja perfecta, porque es guapísima, porque no fue él el
que decidió dejarlo, porque puede que no lo haya superado, porque
anocheestuvieronjuntosysobretodo,porqueeseidílicopasadoestámás
cercaquenunca.
—Hola…
Me giro sobresaltada al escuchar su voz detrás de mí. No tiene
buena cara, con ojeras debajo de los ojos, algo pálido y con el pelo
revuelto.Sehaquedadoenlapuerta,sinllegaraentrarenlacocina,con
lasmanosenlosbolsillosdelvaqueroymirándomecomosimeestuviera
pidiendoperdón.
—Hola—digoacercándomeaélsinperderunsegundo.
Rodeo su cintura con mis brazos y él se queda parado sin saber
cómoreaccionar.Quizáesperabaqueestuvieraenfadadaporhaberseido,
y puede que lo estuviera anoche, pero con el paso de las horas, ese
sentimiento se tornó en preocupación hasta convertirse en lo que siento
ahora,quenosonmásqueunasganaslocasdeabrazarleysentirlemío.
Enseguida hunde su cara en mi cuello y rodea mi espalda y mi
cuello con fuerza. Inspira profundamente para oler mi pelo, como suele
hacersiempre,ysientocomosurespiraciónsecalmapocoapoco.
—Losiento—susurra—.Losientomucho.
—No te preocupes —contesto acariciando su espalda con mis
dedos—.Nopasanada.
—Noquería…nopodíadejarquemevieraisfuerademí…
—Loentiendo.Metuvistemuypreocupada,peroafortunadamente,
yapasó.
—Tengo…QuierohablarconCody.
—Mira,puesyasoisdos…Éltambiénquierehablarcontigo.
—¿Cómoestá?
—Asustado —contesto separándome unos centímetros de él para
mirarlealacara.
—Joder…—diceagachandolacabeza.
—Peronodeti—Memiradenuevoconfundido—.Tienemiedode
quetealejesdeélporqueporsuculpatefuistecorriendo.
—¿Porsuculpa?Noloentiendo…
—Yateexplicaráél…Tranquilo…—digoesbozandounasonrisa
—.Ven,siéntatequetepreparouncafé.¿Tieneshambre?
—No—diceponiendounamuecadeasco.
—Puesdeberíasporquenotienesnadaenelestómago…
—¿Tanmalllegué?
—¿Teacuerdasdealgo?—preguntocondobleintención.
—No.
—Esoteindicalomalquellegaste.
Mesientoenlasillafrenteaélmientrasponesusmanosalrededor
delatazaymiraelcafédetenidamente.
—Peroentonces,¿Codynoestáenfadadoconmigo?
—No, está enfadado conmigo porque le he traído el bañador de
MickeyMouse.
—Kate,¿MickeyMouse?Quetienecincoaños…
—Puesporeso…Tienesolocincoaños…
—UnniñodecincoañosnoquierellevaraMickey,quierellevara
Spiderman,aBatmanoaSuperman.
—O sea, no quiere llevar un ratoncito monísimo con su trajecito
rojoperosíaunasquerosoquelanzatelarañas,oaunmurciélagoafónico
o a un tío vestido de lycra con el calzoncillo por fuera y un mechón de
pelodelomenosvaronilenlafrente.Quienosentienda,queoscompre
—Ypasadounratoempiezoareírmeconganas.
—¿Por qué te ríes? —me pregunta sonriendo al ver que llevo un
rato.
—Porque le traje la toalla a juego. Y encima estaba enfadado
porqueaúnllevamanguitos.
—Leprometíqueleenseñaría.
—Losé,nosloshadichoatuhermanayamí.Ycréeme,nosefía
denadiemásparaesamisión…
—Vale,metomoelcaféynosvamos.
—Deacuerdo.
Memuerdoellabio,nerviosa,sopesandosidecirlequefueRachel
quien le trajo a casa. En realidad sí estoy decidida a hacerlo. Puedo
intentar hacerlo con normalidad y así comprobar su reacción cuando
escuchesunombre.Simplementepiensolamaneradeencararlo.
—AnocheconocíaRachel—comentodelaformamásnaturalque
puedo.
Éldejadebeberalinstante,peromantienelatazaentresuslabios,
mirándome por encima de ella. Ahí está su reacción. De momento, su
nombrenolepasadesapercibido.¿Yquéesperabas,mujer?Fuesunovia
de la adolescencia… Seguramente con ella perdió la virginidad…
Además, sólo se ha quedado parado, ni se ha sobresaltado, ni se le ha
caídolataza,nisehaatragantado…
—¿ARachel?–preguntaentonces.
—Sí, es la que te trajo a casa. Al ver que no volvías, tu hermana
salió a buscarte y le pidió ayuda pensando que ella sabría donde
encontrarte… Y parece que así fue — Y finalizo la frase con una gran
sonrisa.
Achina los ojos levemente cuando su frente se arruga. Mira a un
lado y a otro de la cocina mientras su mente hace verdaderos esfuerzos
porrecordaralgo.
—Incluso llamé a Tony para ver si te podía localizar y sé que
hablócontigo.
—¿Tony?¿LlamasteaTonytambién?—preguntaconlosojosmuy
abiertos—.Oh,joder,mevaapegarlacharlacuandomepille.¿Yquéle
dije?
—Puesledistedetallesvagosdedondeestabas.Élmelosdioamí,
yoaAbby,ellaaRachelyellateencontró.
—Vaya,unpocomásyllamáisalaGuardiaNacional…
—Oye, no me culpes. Estaba preocupada y sola con Cody, en un
sitioextraño…
—Lo sé, lo sé… Perdona —dice poniendo su mano encima de la
mía.
—Losuyoesquefuncionó…Yesoqueconlosdatosquenosdiste
podrían describirse cientos de sitios así, pero Rachel supo enseguida
dóndeestabas.
Yeslaverdad.Eso,sumadoaqueNathandijoqueleparecíaque
ya había estado en ese lugar, me da a pensar que es un sitio que tanto él
comoellaconocenbien.Unsitioquelesunedealgunamanera.
—¿Qué…?¿Quédije?
—Déjame pensar… —disimulo, aunque en el fondo puedo
describir ese sitio como si yo misma hubiera estado allí—. Dijiste que
había ladrillos por el suelo, que había una excavadora fuera y que las
paredesestabanpintadas…
Nathanresoplaconfuerzaporlabocayagachalacabezamientras
selarasca.
—La antigua biblioteca. Iban a convertirla en un local social
cuando abrieron la nueva, empezaron a hacer reformas y así se quedó,
desdehaceunosquinceaños…
—Yseconvirtióeneltípicositioabandonadoalqueirabebery
fumar, ¿no? —No sé si quiero saberlo pero aún así no puedo parar de
hablar.
—Sí…algoasí…
Vale, no me da más detalles, pero no me hace falta porque su
escueta respuesta habla por sí sola. Ese era un sitio que ambos solían
frecuentarjuntos,losé.Quizásusitioespecial,ese“dondesiempre”que
leí antes, algo raro, sí, pero lo suficientemente especial como para
refugiarteenélañosdespués.
—Mevoyaponerelbikini,¿vale?
Lesonríoymelevantosinesperarrespuesta.Élintentacogermela
manoperohagoverquenomedoycuentaysigomicamino.Nopuedo
quedarme delante de él por más tiempo porque ya soy incapaz de
disimularmiscelos.Sonirracionales,losé,porqueestánbasadosenalgo
quesucedióhaceaños,peronopuedoevitarlos.
—¿Porquétengolasensacióndequetehehechoalgoytengoque
disculparme? — me dice cuando salimos del coche, tras aparcar en el
exterior de la piscina después de haber hecho todo el recorrido en
silencio.
Disimulo haciendo que busco a Abby y a Cody en la piscina. La
verdad es que no hay mucha gente para ser un día tan caluroso. Si lo
intentáramos hacer en una piscina de Nueva York, puede que no
hubiéramospodidoniestirarlatoalla.Asíquemellevapocoratodarcon
ellos,ymequedopetrificadaalverconquienestáhablandoCody.
—Nopuedeser…
—¿Qué?—Mierda,¿hehabladoenvozalta?
—¡Nathaaaaaaaaaaaaaaaaaan! —oigo entonces la voz de Cody
llamándolealrepararennuestrapresencia.
Ambos miramos hacia ellos y mi mirada se encuentra con la de
Rachel, que me sonríe abiertamente durante unos segundos, para luego
posarsedescaradamenteenNathan.Tengoqueadmitirquecomprobarque
NathansiguemirándomeamísinpercatarsedelapresenciadeRachel,me
subelaautoestimabastante.Abbymesaludaconlamanoycuandoveque
selodevuelvoconlacaradescompuesta,creoquesedacuentadealgoy
miraaunayaotrarepetidamente.
Afortunadamente,Codyllegaanosotrosconrapidezysetiraalos
brazosdeNathan,haciendoquecentretodasuatenciónenélyseolvidede
mí.
—VoyconAbby,¿vale?
—Vale,ahoravamosnosotros—mecontestaNathansinmirarme
—.Quierohablarconestehombrecito.
—Cody, ¿no te has bañado aún? —le pregunto al verle
completamenteseco.
—No, le esperaba a él —dice señalando con su dedo a Nathan—.
Nomepiensoponerlosmanguitos.
—Nomelocreo…—digoparamímismamientrasniegoconla
cabeza—.Bueno,yavendréis.
—Hastaahora—diceNathanacercándoseamí.
Poneunamanoenmicinturamientrasconlaotraagarralamano
de Cody y posa sus labios en los míos. Me besa con suavidad y luego
apoyasufrenteenlamía,manteniendolosojoscerrados.
—Lo siento. No sé porqué, pero me da igual. Lo siento.
Perdóname.
Mealejodeellosconunasonrisaenloslabios,queperdurahasta
que llego al lado de Abby y me presenta a todos sus amigos como la
“noviadesuhermanoNathan”.
—Hola—mesaludaRacheldándomeuncálidoabrazo.
—Hola—respondo.
—¿Cómosehalevantado?—mepreguntaAbbycuandomesiento
en mi toalla que he colocado a su lado, afortunadamente lo
suficientementealejadadeRachel.
—Bastantebienparacómollegó—contestosindejardemirarles.
NathanhasentadoaCodyenelcapódelcocheyélsehaapoyadoa
sulado,escuchándoleatentamentemientrasmipequeñolehabla.Mefijo
enellosdurantetodasuconversación,hastaqueNathanselevanta,lecoge
enbrazosyempiezanacaminarhacianosotros.Ambosríenacarcajadas,
como si nada hubiera cambiado entre ellos. Incluso Cody le hace
confidencias al oído, que Nathan escucha con una sonrisa en la cara y
mirándomedivertidohastaquellegananosotros.
—Hola—saludaalllegarhastaelgrupo.
Los chicos se levantan a darle la mano. Con alguno cruza varias
frases, mientras las chicas se acercan a darle dos besos, alguna nerviosa
visiblementehastaelpuntodellegarasonrojarse.Semeocurrequeserán
lasmismasquecuandoeranniñas,babeabancuandoélrecogíaaAbbyen
elcolegio.
—Hola de nuevo —le saluda Rachel cuando se acerca a ella,
convirtiéndoseenseguidaenelcentrodeatencióndetodaslasmiradas.
—Gracias.YamehacontadoKate.
—Denada—contestaellaagachandolacabeza.
PorDios,estácoqueteandodescaradamente.¡¿Esquenadiemáslo
ve?!
—¿Cómotevatodo?—lepreguntaéleducadamente.
—Bien,aunqueyaveoquenomejorqueati—consiguequecasi
creaqueesasonrisaessincera.
—Sí,laverdadesquenomepuedoquejar.
—Oye,cuandotengasunmomento,¿podríamoscharlarunrato?
—Claro,claro.
—Nathan, por favor… —dice Cody tirando de su brazo
deshaciendoelhechizoqueellaejercesobreél.
—Deacuerdo,amigo—diceagachándosedelantedeCodyunavez
finalizan los saludos—. Te tienes que poner los manguitos un rato, al
menosalprincipio.Luegotelosquito.
—PeroNathan…—respondebajitosinabrirdemasiadolaboca.
—Nopasanada…Mira,hacemosuntrato.Túteponesmanguitosy
yomequitolacamiseta.
—¿Ytevanavertodoslascicatrices?—preguntamientrasNathan
asienteconlacabeza.
—Perotútienesqueponertelosmanguitos.
Cody arruga la nariz y tuerce la boca mientras se lo piensa. Me
miraamíyluegoaAbbyyalresto.
—Yocreoqueesuntratojusto—ledigoyo,sabiendoqueNathan
va a hacer un gesto increíble por Cody ya que sé lo que le cuesta
mostrarseantelagente.
—Además,tampocohaytantagenteenlapiscina—añadeAbby.
—Vale. Trato hecho —Y le planta la mano delante a Nathan para
queselaestreche.
—Venga, dile a tu madre que te los ponga —le dice mientras se
poneenpieysequitalacamisetaporlacabeza.
Casi todos nos lo quedamos mirando. El resto disimulan su
asombro bastante bien, unas más que otras. Yo le miro a los ojos para
darle así todo mi apoyo y mi confianza, gesto que él agradece con una
sonrisa tímida. En cambio Cody es incapaz de disimular. Le mira con la
boca abierta mientras yo acabo de colocarle bien los manguitos en los
brazos. Y sigue así cuando Nathan le tiende la mano y le lleva hasta las
duchas.
—¿Teduelen?—oigoquelepreguntamientrassealejan.
—No.Aveces,hastaconsigoolvidarmedequeestánahí.
Cuandoestádebajodelchorrodeaguamepermitounossegundos
paraadmirarlecondetenimiento,yaquedehecho,eslaprimeravezquele
veocontanpocaropa.Notieneniungramodegrasaentodoelcuerpoy
parececomoesculpidoconcincel.Hombrosanchos,brazosfuertes,pecho
marcado y el pack completo de abdominales. Además, para mi completa
perdición,loshuesosdelascaderasleasomanporelbañadorformando
los dos vértices de un triángulo invertido que me invita a mirar hacia
abajo.
—Cierralabocaqueempiezasababear—oigoqueAbbysusurra
enmioído.
La miro sonrojada mientras se me escapa una risa tonta. Intento
disimularcolocándomevariosmechonesdepeloensusitio,peroellame
buscalamirada.
—No te preocupes, él también está loco por ti —insiste—. Me
parecequeanteshablédemás…Anadielegustaoírbondadesdelaexde
tu pareja, ¿no? Y encima va y te la encuentras aquí. Lo siento, yo había
quedadoconmisamigos,peroesunpueblopequeño…
—No pasa nada. Si en realidad me siento como una tonta —
confieso finalmente mordiéndome el labio inferior y echando miradas
furtivas hacia Rachel—. Yo también tengo un pasado y a él no parece
importarle. Es más, ahí está, cuidando de la prueba fehaciente de ese
pasado.
—¿Entonces por qué te molesta tanto? Él está contigo y solo
contigo.Quetehayatraídoaquí,creoquesignificamucho.
—Lo sé… Verás… —miro alrededor disimuladamente para
comprobar que nadie más nos escucha y cuando estoy segura, abro mi
corazón a Abby—. Me parece que lo llevo mal porque él y Rachel
compartieron cosas juntos que yo no he podido compartir aún con tu
hermano.
—¿Cosascómo…?—empiezaapreguntarmehastaqueadivinala
respuesta—. Ah… ¿Te refieres a…? Bueno, supongo que empezar un
noviazgoconpequeñosobstáculos,escomplicado,¿no?
Asiento con la cabeza mientras arranco unas briznas de hierba y
juegoconellaentremisdedos.MirohaciaelaguayveoaNathanconlos
brazos extendidos mientras camina hacia atrás, haciendo que Cody, con
losmanguitospuestos,muevapiesymanosconenergíaparaalcanzarle.
—Ynomemalinterpretes,soymuyfelizconloquetengo—digo
sonriendoalveraCodyagarrarsealcuellodeNathan—.Tuhermanoes
increíbleconmigo…
—Unacosanoquitalaotra—Ytrasunapausaañade—.Detodos
modos, teniendo en cuenta lo que su psiquiatra nos contaba, creo que ha
hechograndesavances,¿no?
—Muchos.Alprincipionolepodíasiquieratocar.
—¿Sabes qué os hace falta? Un rato a solas. Sin Cody de por
medio.
—Eso estaría bien, pero es algo difícil, como puedes comprobar
—digocuandounmanguitomedaenlacabeza.
—¡Toma mamá! —me grita Cody cogido al borde de la piscina
mientrasmelanzaelotro—.Guárdalosquevoyaintentarlosinellos.
Lesonríomientraslevantolospulgaresparaanimarle.Guardolos
manguitos en la bolsa y me acerco hasta sentarme en el borde y así
observarlesmásdecerca.
—Cógete ahí al lado de mamá y cuando estés preparado, vienes
haciamí—lediceNathanconelaguaalaalturadelacintura.
—Vale,peropontemáscerca.
NathanleobedeceyseacercaunpasomásmientrasCodylehace
señasconlamanoparaquesigaavanzando.Entoncesaprietaloslabios,se
suelta, dándose impulso con los pies y, nadando como un perrito,
haciendo verdaderos esfuerzos por mantener la cabeza a flote, se dirige
haciaNathan.
—¡Vamos cariño! —le animo, tan emocionada que me tengo que
taparlacaraconlasmanos.
—Esoes—lediceNathanestirandolosbrazosalrededordeCody
—.Unpoquitomás.
—¡Sí!—gritaunavezsecogealcuellodeNathan—.¡Loconseguí!
¿Lohasvistomamá?¿Abbymehasvisto?
—Estupendo cariño —le digo mientras aplaudo con los ojos
empeñadosporlaslágrimas.
—Yo creo que ese esfuerzo, se merece un helado —dice Abby
agachándoseenelbordemientraslecogeenbrazosparasacarledelagua
—.¿Quéteparece?
—¿Puedomami?
—¡Claro que puedes! —le dice Abby sin esperar mi respuesta
mientrasmeguiñaunojo.
Observocómolesecaunpococonlatoallayenseguidasevanlos
doscogidosdelamanohaciaelquioscodeloshelados.Cuandovuelvoa
miraralagua,Nathansesumergehastalanarizyseacercaamícomosi
acechara a una presa. Cuando llega hasta mí, emerge salpicándome un
pocoyelaguafríamehaceencogerme,apesardequehacemuchocalor.
—¿No te metes? —me pregunta apoyando ambas manos en el
bordedelapiscinaalosladosdemispiernas.
—Esqueestáunpocofría…—contestoarrugandolanariz.
—Tonterías—Ysindarmetiempoparaprotestar,meagarradela
cinturaymemetedentrodelaguacontodaladelicadezadelmundo.
Suelto un pequeño grito por la impresión debido al cambio de
temperatura, pero enseguida me rodea con su cuerpo y empiezo a
sentirmemásagusto.
—¿Mejor?—preguntaconsucaraaescasoscentímetrosdelamía.
—Mucho mejor —respondo mientras intento peinarle el pelo
mojado.
—Megustaquelleves…—dicemientrasmemiradearribaaabajo
sindespegarsedemíniuncentímetro—,tanpocaropa.
—Lomismodigo.
Pongomispiernasalrededordesucinturamientrasatraposulabio
inferior con mis dientes. Suelta un jadeo que acojo en mi boca y noto
comosusbrazosmeaprietanconmásfuerza.
—Ojalátodaestagentedesapareciera–dicecontramislabios.
Ojalá,piensoyo.Sobretodouna.
—Sinolesmiras,noestán—digoponiendomismanosaambos
ladosdesucaramientrasreímosconganas.
—¡Mami!¡Miraquecachoheladoquetengo!
—Diosmío,noveoanadieperooigovoces…—secachondeaél.
—¡Muybiencariño!—lerespondosinsiquieragirarme.
—¡Perosinolohasmirado!—insisteCody.
—Oh, por Dios —digo exasperada mientras me giro—. ¡Qué
buenapinta,cariño!
—Lohaceparaquenoteolvidesdequeestáahí…
—Esoesimposible.Nocallanunca.
—Yhablandodequenocalla…Antesmehaexplicadoquetehas
enfadadoconélyconlaposeída.¿Quiéneslaposeída?
Lasonrisasemecongelaalinstanteylaspiernassemeescurren
desucintura,dejandoqueseaélelquememantengaaflote.
—Eh,¿quépasa?
—Nada—digomientrasmezafodesuagarreyempiezoanadar
haciaelborde.
Élbuceaysalealasuperficieparacortarmeelpaso,colocándose
entremicuerpoylapareddelapiscina.
—¿Por qué tengo la sensación de que tu enfado de antes y tu
cambiodehumordeahoratienenalgoquever?¿Quéhapasado,Kate?En
seriotelopido,dimequéhehecho.Sealoquesea,tepidoperdón.
MivistasedesvíahaciaRachelsinquereryentoncesescuandoél
lasigueysedacuentadetodo.
—¿EsporRachel?—mepreguntaconcaradenopodérselocreer
—.¿Enserio?
Suspiroyrehúyosumiradaconscientedequehesidounatontapor
ponermecelosasinmotivo.
—Espera,¿la“poseída”esRachel?
Oh,mierda,yoymibocaza.YaséaquiénhasalidoCody.
—Pero…¿quétehahechoella?Alcontrario,segúnmehasdicho,
salióanocheabuscarmeymetrajodevueltaacasa…—Esperaaquediga
algoperosoyincapazdearticularpalabraporquetienerazónentodo—.
Kate,todostenemosunpasadoynoesjustoqueteenfadesconmigoocon
ellaporello…YoconvivoadiarioconCodyynopiensoconstantemente
quetetirasteasupadre.
Se me queda mirando durante un rato, con una mueca de
desaprobaciónenlacara,hastaquealfinalchasquealalenguaysaledel
aguadándomelaespalda.Leobservomientrasagarrasutoallayseseca
rápidamente.Seponelacamiseta,secalzalasNikeyempiezaacaminar
hacialasalida.
—Nathan, ¿te vas? —se apresura a seguirle Cody, pero Abby,
testigodecasitodo,seloimpide.
—Sí… Tengo que hacer unas cosas —le contesta él—. Luego te
veo.
Cuandoestácasiensucoche,Rachel,quetampocosehaperdidoni
unodenuestrosgestos,agarrasuscosasysalecorriendotrasél.Memira
cuandopasapormiladoylocuriosoesquenoveootracosaensusojos
exceptopreocupación.
—¡Espera,Nathan!—legritamientrascorrehaciaél,queleespera
apoyadoenlapuertaabiertadesucoche.
Cuandoveoquequieneshanestadoprestándonosatenciónvuelven
acentrarseensuspropiosasuntos,salgodelaguacabizbaja.
—¿Qué ha pasado? —me pregunta Abby, que ha tenido la buena
ideadedejarlesuIpodaCodyparaquenooiganuestraconversación.
—Puesquelahecagadobiencagada…
CAPÍTULO31
Maddie
Meacercoalapuertadecasasigilosamenteypongoelojoenla
mirilla.Comoyopensaba,ahíestádenuevo,apoyandolaespaldacontra
la barandilla de la escalera, con las piernas flexionadas contra el pecho,
losbrazosapoyadosenlasrodillasylacabezasobreellos.Duerme,pero
séqueencuantooyeunruidoseponeenguardiaenseguida,comopasó
ayer,deahímisigilo.Parezcounaintrusaenmipropiacasa.
Suspiro contrariada porque verle ahí cada mañana va a ser una
dura prueba para mí. Me duele pensar que prefiera dormir en el suelo a
hacerloensuapartamento,quedescuidesusaludysuaspectofísico,saber
quelohaceparademostrarsupreocupaciónpormí,perosobretodome
duelequeesegestomeablandecomoloestáhaciendo.
Cojoaire,loretengoenlospulmonesduranteunossegundos,me
repitolasconsignasenmicabeza,lodejoir…ycuandoyatengolamano
enelpicaporte,chasqueolalengua,doymediavuelta,viertounpocode
caféenunatazaycojounamagdalenadechocolatedelarmario.
Abro la puerta y tal y como pasó ayer, Jack se levanta
inmediatamente,conunamuecadedolorenlacarayllevándoselamanoa
lazonalumbar.
—Hola—mediceconlavozroncamientrasyoledoylaespalda
paracerrarlapuertaynoenfrentarmeasuimagendurantemuchorato—.
Hoyes4dejulio.Pensabaquenotrabajarías.¿Nocerráislatienda?
—Toma—ledigoponiendolatazaylamagdalenaensusmanosy
empezandoabajarlasescaleras—.Comealgo.
—Pero…—balbuceahaciendoelademándeseguirme—.Dimeal
menosdóndevas…
—¿Para qué? Ya tienes a agentes siguiéndome. ¿No te mantienen
informado?
—¡Maddie!
Noto un deje de desesperación en su voz, así que me giro para
mirarle,estandoyacasienelrellanodelpisodeabajo.Élmeobservaaún
desdeelpisodearriba,conlacaradesencajadaylarespiraciónagitada.
—No,Jack—digotrassoltarunlargosuspiro—.Hoynoabrimos.
HequedadoconAndrewyJason.¿Puedo?
—Sí claro —contesta totalmente derrotado, como si no hubiera
notadoelsarcasmoenmivoz—.Pásalobien.
—Loharé.
Me giro y sigo bajando porque su imagen me está matando. No
puedoverleasí.AcostumbradaalJackquemeconquistódesdeelprimer
día,rudo,segurodesímismoytremendamentesexy,ahorasoyincapazde
enfrentarmeaestenuevoJack,vulnerableyfrágil,ypensarqueyosoyla
causadeestegrancambioenél.
Caminoapasoligero,quizáalejándomelomásrápidoposiblede
él, hasta llegar a la puerta de la tienda, que es donde he quedado con
AndrewyJasonparairatomarelbrunch.Cuandogirolaesquinalosveo
a los dos esperando, mientras se besan y se hacen carantoñas. Veo a
Andrew reír a carcajadas, tan espontáneo, estrafalario y loco como
siempre,mientrasJasonagachalacabezasonriendoalsueloysesonroja,
mucho más reservado y serio. Es increíble como los polos opuestos se
atraen,comomepasóamícuandoviaJackeldíaquelefuiapedirayuda
conmiescapedeagua.Eratan…seco,despreocupado…tan…diferentea
míyconunavidatanalejadaalaqueyoestabaacostumbrada,quedesde
quelevinomelopudequitardelacabeza.
—¡Hola,cielo!—mesaludaefusivamenteAndrewcuandollegoa
sulado.
—Hola, Andrew —digo devolviéndole el gesto y dándole dos
besos.
—Hola, Maddie —me saluda entonces Jason, mucho más
comedido.
—Hola—contestodándoledosbesos.
Empezamosacaminarhacialacafeteríadelfinaldelacalle,donde
tenemoslamesareservada.AndrewsedespegadeJason,cosaqueparecía
increíble que fuera a suceder hace escasos minutos, y pasa su brazo por
encimademishombros,atrayendomicuerpohaciaelsuyodeunamanera
quemereconfortatanto,queinclusollegoaapoyarlacabezaensupecho.
—¿Qué tal llevas tu tercer día D.J.? —me pregunta después de
darmeunbesocariñosoenlacabeza.
—¿D.J.?—preguntointrigada
—DespuésdeJack…
—Muygracioso…Ja,jayja.
—Vale, vale, perdona —dice acariciando mi pelo—. ¿Cómo lo
llevas?Asecas…
—Mal —confieso tras pensarlo varios segundos—. Además, eso
de tenerle como un perrito abandonado apostado en mi puerta, lo llevo
fatal.
—¿Perritoabandonado?
Jasonnossostienelapuertacomouncaballeromientrasentramos
enlacafetería.Andrewalpasarpordelantedeélhaceunintentodetocarle
laentrepiernaperoJasonleesquivaconunasonrisapícaraenlacara.
La camarera nos acompaña a nuestra mesa y en cuanto nos
sentamos,Andrewapoyaloscodosenlamesa,ponesusmanosdebajode
labarbillaymemiraconojosinquisitivos.
—Noshabíamosquedadoenlodelperritoabandonado…
—Pueseso…Queduermeenlapuertademicasa,enelpasillo.
—¡Venga ya! —dice Andrew mientras Jason me mira sin dar
créditoamispalabras.
—Yeso…saberqueestáahífuera,tiradoenelsuelo…memata.
Minamifuerzadevoluntad.Hoyporejemplo,lehesacadouncaféyuna
magdalena.
La camarera nos trae las cartas y dejo de hablar para sonreírle
agradecida. Cuando se va, me concentro en la elección de lo que voy a
comerytrasvariosminutosmirando,cierrolacartayladejoaunlado.
Jason hace lo mismo, pero Andrew aún la sostiene en sus manos, sin
siquiera haberla abierto ni mirado. Me sigue mirando esperando que
continúemiexplicación.
—¿Duermeenelpasillo?—preguntatotalmentealucinado.
—Drew, ¿ya sabes lo que vas a pedir? —le pregunta Jason
cariñosamente.
—Nomedistraigas—lecortaAndrewlevantandounamanojusto
enelmomentoenquelacamareraseacercaparatomarnosnota.
—¿Yasabenloquevanatomar?
—Yotomaréunaensaladaderúcula,unoshuevosalabenedictina
yuncafé—digo.
—Yolosrollitosdesalmón,loshuevosyunzumodezanahoria—
pideJasonmirandoaAndrewdivertidoviendoqueaúnsigueconlavista
fijaenmí.
—¿Yustedcaballero?—preguntalacamareramirándoleconuna
sonrisa.
—Lo mismo que él —contesta sin siquiera mirarla—. Pero en
lugardelzumoeserarito,ponmeuncafébiencargado.
—Muybien.Enseguidalestraigotodo.
Trasunsilenciodepocossegundos,Andrewvuelvealacarga.
—Maddie,¿enserioduermeenelpasillo?
—Enserio.Ycreedme,salirdecasayverleahí…
—No me extraña por Dios. ¿Y cómo le dejas dormir ahí? ¡¿Qué
eresdepiedraoqué?!
—Andrew, me dejó de lado, se olvidó de mí… —digo obviando
las consecuencias que sus actos tuvieron después, la visita de Kolya,
porqueesonoselohecontado.
—¿YquéesperabasMaddie?¡Esunhombre!Nodanmásdesí…
Nopuedenhacerdoscosasalavez.Sivenlatelevisión,nopuedenleer.
Tengo serias dudas de que puedan caminar y comer a la vez. Así que es
normalquesiestabapreocupadoporalgodeltrabajo,sinquerer,tedejara
de lado. Están muy buenos, pero son solo fachada —contesta ante la
mirada perpleja de Jason—. No me mires así, nosotros somos la
evolucióndelaespecie,cuerpodehombre,mentedemujer.
Lostresreímosacarcajadasduranteunrato,incluidoJasonquese
nota que aún tiene que acostumbrarse a Andrew, a sus salidas, a su
indiscreción y a su falta de pudor, pero que le mira con unos ojos de
enamoradoquenopasandesapercibidos.
—Bueno, ¿qué vas a hacer esta noche? —me pregunta Andrew
cuandoestamosyatomándonoselcafé.
—¿Estanoche?—contestodespistada.
—¿Hola?¿4dejulio?¡Yuju,yuju,quéindependientessomos!¿Te
suenadealgo?
—Ah, pues no pensaba hacer nada especial. Quedarme en casa,
cenartranquila,conbuenamúsica,unabotelladevino,unapelículaoun
libro…
—Unperritoenlapuerta…
—¡Andrew!—lerecrimino.
—¿Qué? —dice mientras hace una mueca de dolor y se frota el
brazodondeJasonlehadadounmanotazo,justocomoyohabríahechosi
lehubieratenidoatiro.
—Maddie,¿porquénotevienesconnosotros?
—Gracias,Jason,peroenserioquemeapetecemásquedarmeen
casatranquila.Notengoelcuerpoparamuchasfiestas.
—Tampoco es que vayamos a montarnos la juerga del siglo,
Maddie… Vamos a ver los fuegos artificiales desde Brooklyn y luego
quizáaunpubatomarunascopas.
—QuizáunosbailesenSatanasa…—intervieneAndrewhaciendo
que Jason se gire para mirarle—. ¿Qué? Mitad y mitad. Rollo tranquilo
comoatitegustayluegounpocodemeneocomoamímegusta.
Jason acerca su boca a la oreja de Andrew y le susurra algo que
hace que mi querido amigo se sonroje como aquella tarde en la tienda.
Encoje los hombros y agacha la cabeza mientras se le escapa una risa
tímida.
Letieneloco,dehecho,estánlocoselunoporelotro,ynopuedo
hacer más que sonreír. Me alegro por ellos, sobre todo por Andrew,
quien, no nos engañemos, ya no tenía edad para ir de flor en flor como
veníahaciendohastaahora.Perotampocopuedoevitarsentirunapunzada
decelos.HacepocosdíaseraJackelquemedecíacosasaloídoyelque
mehacíasonrojar.
—Eh —llama mi atención Andrew, al verme cabizbaja,
cogiéndomelamanoporencimadelamesa—.Sinoteapetecevenircon
nosotrosyprefieresquedarteencasa,¿porquénoinvitasaalguien?
Le miro sonriendo mientras niego con la cabeza. Es increíble lo
persistentequepuedellegaraser.
—Bueno…podríaverquéplanestieneBarry…
—¿Barry? ¡¿Tú estás loca o qué?! ¿Qué quieres? ¿Morir de
aburrimiento?
—Esperad, que me he perdido —interviene Jason—. ¿Quién es
Barry?
—Unmuermo.
—Andrew…—lerecriminaJason,casicomoyoloharía.
—Es un vecino con el que salí una vez. Amable, simpático,
educado,agradable…
Andrew hace como que se ha dormido y ronca ruidosamente,
ganándosequeJasonyyoledemossendosmanotazosalavez.
—¡Oye!Vosotrosdososestáisllevandodemasiadobien.Retirola
invitación.Nopuedesvenirconnosotrosestanoche—sequejamientras
nosotrosreímos.
—EnserioMaddie—diceJason—.Pareceunbuentipo,¿no?
—Loes.Cuandosalimosmelopasémuybien.
—¿Entonces?¿Quétienedemalo?
Piensoduranteunossegundosmientrasjuegoconlacucharilladel
café. Aprieto los labios y suspiro varias veces, porque aunque intento
buscarotrarespuesta,solounamevienealacabeza.
—PuesquenoesJack.
Unahoramástarde,medespidodeloschicos,quehaninsistidoen
acompañarmehastalamismapuertadeledificio.
—Ya sabes, piénsatelo, tienes varias opciones… O venirte con
nosotros,oquedarteentucasaconJack,oquedarteconJackensucasa…
—OllamaraBarry…—intervieneJason.
—Esonoesunaopción—lecortaAndrew.
—¡Sílaes!Jacklacagó,Drew…
—Peroestáarrepentido.Loestápasandofatal.
Lesobservodiscutirduranteunossegundos,hastaqueagradecida
porteneradospersonasquesepreocupentantopormí,lesdoyunabrazo
ymedespidodeellos.
—Enseriochicos,mequedaréencasa.Sola.
Subolasescalerasconlentitud.Echovistazosrápidoshaciaarriba,
preparándome para volver a encontrarme de nuevo con la imagen
desoladoradeJack,perocuandollegoanuestrorellano,élnoestáallí.Su
lugar delante de la puerta lo ha ocupado la taza que le di esta mañana,
pulcramentelavada,conunpapelensuinterior.Lacojo,abrolapuertay
entroencasa.Dejolasllavesenlaencimeradelacocinaymesientoen
unodelostaburetes.Cojoelpapelylodesdobloconcuidado.
“Norompaslanotasinleerlaporfavor.
TequieroMaddieynecesitoquemedesotraoportunidad.Séque
noeslaprimeravezquetelopidoynopretendoquetepaseselrestodetu
vidadándomeoportunidades,ytepuedoasegurarquenoloharás,porque
te prometo que no la voy a cagar más. Aprendí a vivir la vida de
otro, acaté la decisión de Janet cuando decidió separarse de mí, me
acostumbréavivirsinKate,noséloquesesientealabrazaraminieto,
perosinti…sintinosoynadie.NiIgor,niJack…nadie.
Tú has hecho que quiera tener una vida. Te amo Maddie y nunca
quisehacertedaño.
Noloolvides.Jack”
Unalágrimacaeenelpapelysoloentoncessoyconscientedeque
estoyllorando.Intentosecarlaypartedelatintasecorre.Muevoelpapel
comosifueraunabanicoparasecarloconrapidezycuandocreohaberlo
conseguido, lo froto contra mi camiseta, como si fuera un tesoro que
preservar.
Ahoraqueestanfansuyo,siAndrewvieraestanota,sevolvería
locoymediríaquesalieradecasayfueraasuencuentro.Queledijera
queleperdonoyqueledoyotraoportunidad.Queyotambiénleamoy
quenohesentidonadaparecidopornadie,nuncaenlavida.
Espera,¿esoesloquemediríaAndrewquehiciera?¿Oesloque
yoquerríahacerenestosmomentos?
Me quedo quieta durante unos segundos, pensando en ello, hasta
que niego con la cabeza en un movimiento rápido e insistente para
quitarmeesaideadelacabeza.Medirijoalacocina,cojounacopayla
botella para servirme un poco de vino. Espero que el alcohol nuble mi
mente, que la adultere para quitarme ese tipo de ideas estúpidas y
camicaces.Mesientoenelsofádejandolacopaenlamesitademiladoy
apoyo el libro en el regazo. Me acurruco y me dispongo a empezar mi
festejodelcuatrodejulio.
Una hora más tarde, una música estridente hace retumbar las
paredes de mi apartamento y hace bailar el vino dentro de mi copa.
Extrañada,melevantoymeacercoalaparedqueseparamiapartamento
deldeJack.Apoyolaspalmasycomprueboqueefectivamente,proviene
desupiso.Arrugolafrenteextrañadayaquenoeseltipodemúsicaqueél
suele escuchar. Entonces el volumen vuelve a subir considerablemente,
haciéndome sobresaltar y obligándome a taparme los oídos con las
manos.
¿Estarábien?¿Estaráborracho?¿Serárealmenteélelqueestáen
el piso o habrá recibido la visita de alguno de sus amigos rusos y esa
música es para acallar otros ruidos? Esa última pregunta me pone los
pelos de punta, así que sin pensármelo demasiado, y sabiendo que me
arrepentirédeello,decidoirahacerleunavisitayverquépasa.
Tengo que llamar varias veces, la última ya golpeando con el
puño,paraquemeoiga.Segundosdespués,lapuertaseabreylaimagen
que se presenta ante mis ojos me deja sin palabras. Jack abre la puerta
vestidotansoloconunpantalóncorto,coneltorsototalmentebañadoen
sudorylasmanosvendadas.Lamezcladelamúsicaydeesaimagenme
descolocatantoquemequedodelantedeélconlabocaabierta.
—¿Qué?—mepreguntasacándomedemiletargo.
—¿Cómoquequé?¿Asíescomosaludas?—digoalzandolavoz
losuficienteparaquesemeoigaporencimadelruidodelamúsica.
Surespuestanosolomehasacadodemiensoñación,sinoqueha
hechoquitarmedelacabezacualquierintenciónquetuvieradeperdonarle
debuenasaprimeras,deolvidareldañoquemehizoalolvidarsedemí.
¿Asíescomomevaademostrarquemeamayquequierecompartirsu
vidaconmigo?
Pongounamanoensupechoyleapartoaunladoparaentrarensu
apartamento. Voy decidida hasta su equipo de música y lo apago sin
muchas contemplaciones. Me giro y veo a Jack mirándome, aún
agarrandolapuertaabierta.
—Muchomejorasí.¿Quénariceshaces?—lepregunto.
—Boxear —dice señalando el saco en una esquina del salón—.
Necesitabadesfogarme.
—Perfecto.¿Yesonolopuedeshacerconlamúsicamásbaja?No
mesorprenderíasialgúnvecinohubierallamadoalapolicía.
—Hetenidounmaldía—diceacercándoseamíconcarademala
leche.
Sequedadelantedemí,aescasoscentímetros.Notosualientoen
micara,suolorcorporalpenetraenmisfosasnasalesysupechomeroza
cadavezquesubeparacogeraire.Sindejardemirarmealosojos,vuelve
a encender el reproductor y la música vuelve a atronar. Me asusto de
nuevo e intento volver a apagarlo, pero su mano agarra la mía y me lo
impide.Tiradeellahaciaélymeacercahastaquechococontrasupecho
y con un movimiento rápido que soy incapaz de prever, me inmoviliza
ambas manos a la espalda. Me mira a los ojos, apretando la mandíbula
hastaquenotoloshuesossobresaliraambosladosdesucaraylentamente
agachalacabezahastaquesualientohacecosquillasenmicuello.Cierro
los ojos cuando noto que empiezo a perder el control sobre mi cuerpo.
Misrodillasparecenestarhechasdegelatinayempiezaacostarmetrabajo
mantenermeenpieporméritospropios.
—Dehecho—susurraenmioído—.Portuculpallevoyavarios
díasasí…Desdequetefuistedemilado…
Abro los ojos de golpe y forcejeo para escapar de su agarre.
Confundido,mesueltaymemirafrunciendoelceño.
—¿Pormiculpa?¡Yunamierda!Aquíelúnicoquehaprovocado
estasituación,erestú.Asíquesiestásdemalaleche,otienesunmaldía,
cúlpate a ti mismo. Tú me echaste de tu lado y estaría loca si volviera
corriendoatusbrazossinmás.
—¿Quéhacesaquíentonces?—mepreguntadesafianteintentando
acercarsedenuevoamí.
—Estaba… preocupada —digo huyendo de su cuerpo y de su
mirada.
—¿Preocupada?—Atrapamicuerpoentreelsuyoylapared—.Me
quieres. Aún me quieres. Que estés preocupada por mí solo puede
significarqueaúnsientesalgopormí.
—¡Pues claro que siento algo por ti! ¿Por qué si no me iban a
afectartantotusactosdelotrodía?¿Porquésinoibaaestarlibrandocada
díaunaluchainteriorcuandoabromipuertayteveoallí?
Acercasucaraalamíaydejasuslabiossuspendidosdelantedelos
míos durante unos segundos. Vuelve a intentar incapacitarme con su
cercanía, con su olor, con sus caricias… El corazón me late a tal
velocidad que parece que se me vaya a salir del pecho, las piernas
empiezan a flaquearme y la música sigue martilleando mis oídos. La
cabezamedavueltasysucercaníameabruma.
—¡No!¡Apártate!—Yleempujoconfuerza,haciéndoleretroceder
asustado,mientrasalzalaspalmasdesusmanosvendadas.
Respiroconfuerzaymantengolosojosmuyabiertos.
—¡Aléjatedemí!—repitofuerademí.
—Lo siento, Maddie —su mirada ha cambiado y ahora ya no
muestraniunápicedetosquedad,sinoqueahoravuelvoaverelmiedoy
lasúplicareflejadoenellos—.¿Visteminota?
—Sí,Jack,sí.Vitunota.Muybonitaspalabras.Ahorafaltaquete
lascreas.
CAPÍTULO32
Nathan
Me meto en el coche y ni me molesto a ponerme el cinturón.
EsperoaqueRachelcierresupuerta,arrancoelmotorypisoafondoel
acelerador.Conduzcoabastantemásvelocidaddelapermitida,agarrando
elvolantecontantafuerzaquetengolosnudillosblancosyapretandolos
dienteshastaqueparecequemevaareventarelhuesodelamandíbula.
Cuando noto que la cabeza me da vueltas y concentrarme en el
tráficoempiezaasermásdifícildeloquedebería,aminorolavelocidady
mecentroenescucharelsonidodemirespiración.Lavozdemicabeza
nomedatregua.Intentohacerlacallarnegandorepetidamentedeunladoa
otro,enunmovimientoquepuedellegaraparecerhastacasicompulsivo,
pero insiste en volverme loco hasta el punto que me veo obligado a
detenerelcocheaunladodelacalle.Apagoelmotoryapoyolafrenteen
elvolante.
“Nohasidobuenaideatraerla”—repitelavozdemicabezaunay
otravez.
—¡Calla,joder!¡Esonoesverdad!¡Quieroqueestéaquíconmigo!
—gritogolpeandoelvolanteconlasmanos.
Salgodelcocheycierrolapuertaconunfuertegolpe.Voydando
tumbosporlaaceramientrasmecojolacabezaconlasmanos.
—¡Eh!—medicealguienconelquehechocado—.¿Estásbien?
No le contesto, solo levanto las palmas de las manos y retrocedo
hasta que mi espalda vuelve a chocar contra algo, aunque esta vez no es
unapersona,sinounapared.Elhombrememiraextrañado,perosiguesu
camino sin más. Me giro y levanto la vista hacia el edificio que se alza
detrásdemí.
La antigua biblioteca… Sin ser consciente de ello, he conducido
hasta aquí de nuevo. Arrugo la frente y me doy la vuelta extrañado,
buscando mi coche, y entonces reparo en ella. Rachel está ahí de pie,
apoyadaenlapuertadelcopiloto.Meobservaconlosbrazoscruzadosy
la preocupación reflejada en la mirada. Ladea la cabeza y sonríe para
tranquilizarmemientrasseacercaamílentamente.
—Yapasó—susurracondulzura,aescasoscentímetrosdemicara
—.Tranquilo.Respiraprofundamente.
Apoyo la espalda y la cabeza contra la pared. Cierro los ojos y
vuelvo a intentar concentrarme en mi respiración. Necesito agarrarme a
algo,sentirmeacompañado,asíquemecojodelasmuñecasdeRachel.Me
quedo así, callado y concentrado durante varios minutos, escuchando la
vozsuavedeRachelquedevezencuandomehabla,perolasvocesdemi
cabezanocesan.
“Noesbuenaidea”
—No,no,no—digocogiéndomelacabezaconambasmanos.
“Nopuedesmantenerunarelaciónconnadie.Noestáspreparado”
Algunas lágrimas empiezan a resbalar por mis mejillas. Estoy
totalmentesobrepasado.Loslatidosdelcorazónretumbanenmisoídos,y
mirespiraciónesmuyirregular.Apesardemisintentosporcalmarmey
delaspalabrasdeRachelparadevolvermealarealidad,estoyapuntode
tenerunacrisis.
La agarro por los hombros, apartándola de mí y empiezo a
caminarsinrumbofijo.Estoysudando,llorandoymeduelelamandíbula
de apretar los dientes con fuerza. Debo de dar miedo, porque me cruzo
con varias personas que me miran como si fuera un apestado. Sin
pensármelo,saltolavalladeobraqueimpidealaccesoalabiblioteca,ya
casi en ruinas, para así alejarme de esas miradas indiscretas. Entro en el
edificio, pero no consigo ir muy lejos porque la vista se me nubla y la
sensacióndeahogoescadavezmayor.Asíquemeacercoatientasauna
pared,medejocaerderodillas,encogiéndomeyhaciéndomeunovillo.
Esto no está funcionando. Mis intentos de tranquilizarme son en
vano y tengo miedo de acabar desmayándome, como me pasaba hace
variassemanas…AntesdeconoceraKate.
—Kate…Kate…
Noto como me abrazan por la espalda y me incorporan hasta
dejarmesentado.
—Ya está —dice apoyando mi cabeza contra su pecho y
acariciandomipelo.
—Kate,ayúdame.
—Respira…
Notolascariciasenmicara.Alzolacabezaenbuscadesuimagen
pero todo está borroso y da vueltas a mi alrededor. Entonces noto sus
labios contra los míos. Es un simple contacto, un leve roce, al que
respondo enseguida poniendo mi mano detrás de su nuca, atrayéndola
hacia mí. Al principio su cuerpo reacciona ante mí con timidez, pero
pasados unos segundos, apoya sus manos en mis hombros y me mueve
hastadejarmesentado,apoyandolaespaldacontralapared,ysesientaa
horcajadas encima de mí. Pongo mis manos en su cintura y recorren un
caminoascendenteporsuscostados,dejandoquesucuerposefrotecontra
elmíocondescaro.
Me siento totalmente sobrepasado, fuera de mí. Las voces de mi
cabezanosehancalladodeltodo,mirespiracióneserrática,soyincapaz
de enfocar la vista, los latidos de mi corazón retumban en mis oídos y
estascariciasmeestánexcitandodemasiadocomoparallegaracalmarme.
Empiezoasentircomomicuerpotiemblasintenerfrío.Estonovabien.
Estavezesmuydiferentealasdemás.
Consigo poner las manos a ambos lados de su cara y apartarla
unoscentímetrosparaintentarrecuperarelaliento.
—Kate…Esperaunmomento…
—Nathan…NosoyKate—oigoquemedice—.SoyRachel.
Sinpensarlodosveces,laempujoparaquitármeladeencimayme
arrastrolejosdeella.
—Nathan,espera…Escúchame.
—¡No!—levantounamanoparaimpedirqueseacerqueamí.
—¡Túqueríasestotantocomoyo!
—¡¿Qué?!
—Piénsalo. Te peleaste con tu padre y viniste aquí, a nuestro
refugio. Luego cuando te fui a recoger para llevarte a casa, me besaste.
Hoytusubconscientetehavueltoatraerhastaaquí.Vienesamíunayotra
vez…
—¿Qué?Te…¿tebesé?
—Asíes…
—Joder…joder…
Me pongo en pie a duras penas, apoyando la espalda contra la
pared. Me froto los ojos con insistencia para intentar enfocar la vista.
Resoplo con fuerza por la boca hasta conseguir que la respiración se
acompaseunpoco.
—¿Katelosabe?¿Katesabequetebesé?
—Yo no se lo dicho y estábamos solos, así que tranquilo, será
nuestrosecreto.
—Eso no estuvo bien… No estuvo bien —digo cogiéndome la
cabezaconlasmanos.
—¿PorquénoestuvobienNathan?
Sepegaamíycolocasusmanosconsuavidadencimadelasmías.
—Yo te sigo queriendo y sé que juntos podremos superar tu
problema —Muevo la cabeza a un lado y a otro, esquivando su mirada,
queintentaconectarconmigoinsistentemente—.Teconozcolosuficiente
y sé que puedo ayudarte. Sé que aún me quieres. Tus actos me lo dicen.
Hastadeformainconsciente,hacescosasqueteacercanamí.
—Túmedejaste—consigodecir.
—Porqueeraincapazdeestarseparadadeti.Noteníasentidoque
siguiéramosjuntos.Peronuncaconseguíolvidarmedeti.
—¡No! —grito empujándola para separarla de mí—. Estoy
enamoradodeKate,nodeti.
—Vamos, ¿cuánto hace que os conocéis? No puedes comparar lo
quetienesconellaaloqueteníasconmigo.Además—diceacercándose
denuevoamí—.Ellatienecelosdemí,ysilostieneesporquenotaque
entre nosotros sigue habiendo una química innegable. Las mujeres
podemospercibireso.
—¡Calla!¡Esonoesverdad!¡Entretúyyonohaynada!
—¿Ah, sí? ¿Y por qué está celosa entonces? Si no sabe lo de
nuestrobeso,¿dequétienemiedo?Imagínatesiseenterara…¿Quécrees
queharásiseentera?¿Seguiráaquícontigoocogeráasuhijoysealejará
detitodoloquepueda?
La habitación vuelve a girar a mi alrededor. Siento náuseas. Me
dejocaerderodillasymeagarroelestómagoconambasmanos.Apoyo
lafrenteenelfríocementoyempiezoapensarenlaspalabrasdeRachel.
Imágenes de Kate y Cody asaltan entonces mi cabeza. Imágenes de estas
semanas a su lado, de sus sonrisas, sus abrazos, sus caricias, su amor
incondicional…Yentoncesséloquetengoquehacer.
Me pongo en pie y corro hacia el exterior del edificio, dando
tumboscontralasparedesytropezandovariasvecesporelcamino.Llego
alladodemicocheybuscolasllavesenlosbolsillosdelbañador.Alno
teneréxito,mirohaciaelinteriordelcoche,porsimelashubieradejado
puestasenelcontacto,perotampocotengosuerte.
—¿Buscasesto?
MegirobruscamenteyveoaRachelconlasllavesenlamano.Me
acercohastaellayjustocuandolasvoyacoger,melasescondedetrásde
suespalda.
—¿Quévasahacer?—mepregunta.
—Rachel…
—Dimequévasahaceryquizátelasdé.
—Damelasllaves,Rachel.
—No—contestamientrasforcejeamos.
—¡Damelasputasllaves!—gritoaescasoscentímetrosdesucara.
La he asustado, mucho, y prueba de ello es que unas tímidas
lágrimasempiezanaasomarseporsusojos.Sulabioinferiorempiezaa
temblarmientrassumanosaledesurefugioensuespaldaymetiendelas
llaves.
—Pero yo te quiero, Nathan —dice ya con las lágrimas bañando
porcompletosusmejillas.
—Peroyoyano,Rachel—suspiropararelajareltonodemivoz
—.Tequise,mucho,peromedejasteymerompisteelcorazón.Ahorahe
tenido la suerte de conocer a Kate y ella me ha salvado la vida. Sé que
llevamospocoyquenohemosvividomuchojuntos,peroloimportante
es que quiero hacerlo, quiero pasar el resto de mi vida con ella. Quiero
cuidardeKateydeCody.
—Joder…
Sollozasecándoselaslágrimasconeldorsodelamanomientras
intentarecomponerse.
—Cómodueleescuchareso…—dicesecándoselacaraconambas
manostrasvariosminutosllorando—.Toma,corre,vejuntoaella.
Ponelasllavesenmimanoysedamediavuelta.Mequedoparado
observándolamientrassealejacabizbaja.Mirolasllavesycorrohaciael
coche.NecesitohablarconKate,pedirleperdónpormireaccióndehoyy
explicarleloquepasóanocheentreRachelyyo.Necesitoserletotalmente
sincero.
Miprimeraparadaesenlapiscina.Bajodelcocheydoyunvistazo
alrededor,peronohaynirastrodeellos.Miroelreloj.Lascuatrodela
tardeya,normalquenoesténaúnaquí.Puedequeesténencasa.Aprietoel
aceleradorypocosminutosdespuésderrapodelantedelapuertayentro
comounaexhalación.
—¡Kate! ¡Cody! —les llamo mientras recorro el piso inferior—.
¡Mierda!
Suboalpisodearribaaunquenotengoesperanzasdeencontrarles
porque no oigo ruido. De repente, un pensamiento aterrador recorre mi
cabeza. ¿Se habrán ido? Entro en la habitación de Cody y respiro al ver
suscosasallí.Meapoyocontralapareddelpasilloymepongounamano
encimadelpecho.
—Tranquilo,tranquilo—merepitounayotravez.
Saco el teléfono del bolsillo y llamo a Kate. Suena varios tonos,
pero al final salta el contestador, así que opto por mi segunda opción,
Abby.Buscosuteléfonoymientrasesperoquedeseñal,mefijoqueaún
voyvestidoconelbañador.
—Nathan.
—¡Abby!¿EstáKatecontigo?
—Sí,tranquilo.KateyCodyestánaquí.
—Menosmal…—resoplomientrasmepasolamanoporelpelo.
—Hemosvenidoacomeralpuebloconmamáypapá.Barbacoaen
laplazacomocada4dejulio,¿teacuerdas?
—Sí,esverdad.
—¿Dóndehascomidotú?
—Eh,nohecomido.
—Puesporaquínoquedamucho…
—Notepreocupes,notengohambre.Oye…me,mevoyaduchar
ycambiaryvoyparaallá.
—Vale,aquíestaremos.
—Abby—lallamoantesdequecuelgue—.¿Cómoestá?
—Unpocotriste…perobien.
—Vale…Enunratovoy.
Me desnudo y me meto en la ducha. Aunque el agua me está
ayudandoadespejarme,noquieroentretenermedemasiado,asíquepoco
ratodespués,conunatoallaanudadaalacintura,sacounospantalonesy
unacamisademangacortadelarmario.
Mediahoradespués,aúnconelpelohúmedo,aparcoenelcentro
del pueblo. Respiro profundamente varias veces y salgo del coche,
buscándolaentrelamultitud.Muchagentemeparaasaludarme,respondo
amablementeperonoprestoatenciónanadadeloquemedicen.
—¡Nathaaaaaaaaaaan! —oigo la voz de Cody y pocos segundos
despuésletengoagarradoamispiernas—.¿Yahasacabadodehaceresas
cosasqueteníasquehacer?
—¿Qué?—respondoaúnalgoaturdido.
—Antestehasidodelapiscinaporqueteníasunascosasquehacer.
¿Hasacabado?¿Tequedasconnosotros?—dicemirándomeconlosojos
muyabiertosmientrasmeagarradelamano.
—SíCody,mequedoconvosotros—lecontestoconunasonrisa
tímidaenlacaramientrasmicabezaacabalafraseconlaspalabras“situ
madremeperdona”—.¿Tumadrenoestácontigo?
—Yo estoy jugando con esos niños de allí —dice señalándome a
ungrupodecríosdemásomenossuedad—.Ymamá,Abbyytuspadres
estaban…
Empiezaadarvueltasalrededorsinsoltarmedelamano,hastaque
tirademíenunadirección.
—¡Allí!
YentonceslaveohablandoconAbby.Ynopuedeestarmásguapa,
vestida con una falda tejana y una blusa blanca, colocándose unos
mechones de pelo detrás de la oreja mientras escucha atentamente a mi
hermana.Puedoverensucaraqueestápreocupadaytriste,aunqueintenta
disimularlocontrarioconunasonrisamuyforzada.
—¡Mamá!—empiezaallamarlaCody.
Cuandosegiraparececomosisucedieraacámaralenta.Mevey
agachalacabezatímidamente.Abbyempiezaacaminarhacianosotrosy,
muy hábilmente, se agacha delante de Cody y se lo lleva aparte,
dejándonosaKateyamísolos,unofrentealotro.
—Tengoquehablarcontigo—digotrasunossegundosdesilencio.
—Vale…
—Ven.—Laapartodelgentío,llevándolaaunladodelaplaza.
Agarro su mano mientras caminamos. Necesito sentirla conmigo
enloquequizásealaúltimavezquemedejetocarla.Cuandollegamosal
lado del ayuntamiento, me paro y me sitúo delante de ella. Trago saliva
varias veces mientras mis ojos repasan todo su cuerpo, intentando
memorizarla.Quieroacercarmeaella,abrazarlaybesarla,ycreoqueella
quiere lo mismo, pero primero necesito que escuche todo lo que tengo
que decirle. Pienso en cómo empezar a explicárselo todo, y agacho la
cabeza,avergonzado.
—Losiento—diceellaentonces.
Levantolavistasorprendido,arrugandolafrente.
—¿Qué?No…Espera,Kate.Soyyoelquelosiente.
—No…EstabacelosadeRachelymecomportécomounaimbécil,
sinrazón.Entiendoqueteenfadaras.Lainsultésinmotivoalgunoyestuvo
malporqueellaesunaparteimportantedetuviday…
—Espera, espera, espera —digo acercándome a ella hasta que
nuestroscuerposserozan—.Nosigasporquetengoquedecirtealgoyme
loestásponiendomuydifícil.Kate,teníasrazón.Yo…bueno,nosécómo
pasóniporqué,nolorecuerdo,peroayerporlanochebeséaRachel.
Alzo la vista hacia ella aunque mantengo la cabeza agachada. La
veo arrugar la frente y en su cara se empieza a atisbar una sombra de
duda…Muevelosojosdeunladoaotroyabrelabocacomosifueraa
deciralgo,perolainterrumpoparacontinuarconmiconfesión.
—Nomeacuerdodenada.Nofuiconscientedeello.Aligualque
tampocohesidoconscientedelodehoy.Cuandomelarguédelapiscina,
mientrasconducíasinrumbofijo,empecéatenerunacrisis.Paréelcoche
y de repente me encontré en el mismo sitio de ayer… y Rachel estaba
conmigo.Tejuroquenosabíaloquehacía…estabatodoconfuso,noveía
bienytodomedabavueltas.Mefaltabalarespiraciónysentíanáuseas…Y
ellamebesó,yyopensabaqueerastú…
—¿Qué…? —dice con los ojos brillantes por las lágrimas que
empiezanaasomar.
—Enelfondo,creoquepodíasentirquealgonoibabien,porque
siempre que he tenido una crisis y tú estabas a mi lado, tus palabras y
caricias me han calmado, y esta vez no estaba siendo así —Quiero
levantar la mano para acariciar su mejilla, pero a medio camino me lo
piensomejorporquequieroqueseaellalaquedecidasipuedohacerlo—.
Peroencuantomedijoquenoerastú,laapartédemí.Solotequieroati.
Tenecesito,Kate.
Se la ve derrotada, con los brazos inertes a ambos lados del
cuerpo,conlacabezaagachadaylacaradesencajadadedolorybañadaen
lágrimas.Medueletantoverlaasí,saberqueesmiculpa,queyotambién
agacho la cabeza, totalmente avergonzado, y empiezo a llorar como un
niño pequeño esperando su castigo. No me muevo del sitio, esperando
escuchar las palabras que temo pero que sé que me merezco, esperando
quemedélapatadayverlaalejarsedemíparasiempre.
Entonces noto sus manos a ambos lados de mi cara. Me obliga a
mirarlaynuestrosojosseencuentrandenuevo.Mipechosubeybajaaun
ritmofrenéticoyentonces,ellasepegaamíymebesa.Micuerpohaceun
espasmo pero Kate me abraza con fuerza, obligándome a permanecer
juntoaella,nodejandoquesemevayalacabeza.
—Losiento—digodespegandomislabiosdelossuyos.
—Tranquilo.Nopasanada.
—Pero…
—Shhhh —me hace callar poniendo un dedo sobre mis labios—.
Nopuedocreerlovalientequehassidoalcontármelo.
—Te prometí que no te escondería nada. Nada de secretos entre
nosotros.Losabestododemí.Loqueves,esloquehay.
—Lo sé —responde con una sonrisa preciosa en la cara—. Te
quieroNathan.
—Yyo—digosinpodermecreeraúnloafortunadoquesoy.
Besocadacentímetrodesupielmientrasmismanoslaagarrande
lacinturaydelanuca,atrayendosucuerpoalmíomientrascaminohasta
que su espalda toca la pared del edificio del ayuntamiento. Muerdo su
labio inferior mientras ella echa la cabeza hacia atrás. Abre la boca e
introduzco la lengua lentamente, como si la saboreara por primera vez,
muyconscientedequeheestadoapuntodeperderla.
—¿Tequedasconmigo?—lepreguntocuandolaabrazoyella,con
lacarahundidaenmihombro,asienteenérgicamente—.¿Parasiempre?
—Megustacómosuenaeso…
—¿Parasiempre?
—Parasiempre…
Meseparodeellaunoscentímetrosycojosucaraentremismanos.
Acaricio su piel con mis pulgares y sonrío como un bobo. Ella gira la
cara y, tal y como hizo la noche que nos tocamos por primera vez, me
besalapalmadelamano.Soytanfelizquelaagarroporlacinturayla
levanto varios centímetros del suelo, dando vueltas sobre mí mismo,
mientrasellaríeacarcajadas.
—Tuspadresnosestánmirando—diceconunasonrisatímidaen
lacaracuandoladejoenelsuelo.
—Medaigual—respondoencogiéndomedehombros.
—YCodyysusamigostambién—dicemirandoporencimademi
hombro—.Ymiranhaciaaquíhaciendoverquedanbesosalaire.
Entonces la agarro como si estuviéramos bailando, girándome
hastadejarnosdelado,yveoaCodyhaciendounaformadecorazóncon
lasmanosylanzandobesosalairedeformacómica.
—¡Soisnovios!—dicemientrassemuevedeunaladoaotrocomo
sibailara—.¡Yosbesáis!
—Estoy enamorada —dice otro de los niños simulando voz de
niña.
Miro a Kate y le guiño un ojo antes de salir corriendo tras ellos.
Gritanyríenmientraslespersigoduranteunrato.
—¡Correeeeeeeeee! —grita Cody al otro niño cuando le atrapo y
melocuelgodelhombrohaciéndolecosquillas—.Para,para,porfavor.
Lehagocasoylecojoenbrazos.Apoyalacabezaenmihombro
mientras intenta recuperar el aliento y sus pequeños brazos rodean mi
cuello.
—¿Alfinalosvaisacasar?—mepreguntaalcabodeunrato.
—Noterindes,¿eh?—ledigomientrasélmemiranegandoconla
cabeza—.Novayastanrápidoaún.
—Perosoisnovios,¿verdad?
—Sí,esocreoquesípodemosdecirlo.
—¿Y vas a dormir en mi casa con mamá todos los días o te
seguirásyendoalatuya?
—Pues… me gustaría quedarme en la tuya… ¿A ti te parecería
bien?
—Claro.
—Genial—digoconunasonrisaenlacara.
—Genial—meimitaél.
Leabrazoconfuerzadenuevoduranteunrato,hastaqueloscríos
deantesvienenabuscarle.
—Cody, corre, vamos a jugar —le dicen mientras le dejo en el
suelo.
—¿Puedo un rato más? —Cuando asiento, me sonríe y añade—.
Guay.
Miro alrededor buscando a Kate, y la encuentro con Abby y mi
madre. Me acerco de nuevo a ella, sin poder disimular mi felicidad
mientrascamino.
—Hola,cariño—memiraconunasonrisacómpliceenlacara.
—Hola,mamá—respondodándoleunbesoenlamejilla.
—¿Quéplanestenéisestanoche?
—Nosé—contestomirandoaKate,queseencogedehombros—.
¿Siguehabiendofuegosartificialesyesascosas?
—Ajá —responde mi hermana—. Fuegos, baile y copas. ¿Os
apuntáis?¿Codyaguantará?
—¿Cody?—contestoriendo—.Aversilesiguestúelritmo.
—Me apetece ese plan. Algo de baile… ¿Qué me dices? —me
preguntaKate.
—¡Sí, sí, a bailar! —dice Cody que ha aparecido de la nada
mientrasAbbylecogeenbrazosyempiezaahablarlealoído.
—Bueno, pues por lo que parece, esos son los planes para esta
noche…—digo.
Resoployhagounamuecaderesignaciónconlabocaporqueodio
bailar. Ella sabe que no es lo mío, y pone los brazos alrededor de mi
cuellomientrasmesonríeparadarmelasgracias.Loquenosabeesque
porestarconella,hastaclavarmepalillosdebajodelasuñasmeparecería
unbuenplan.
—¿Y qué te parece si ahora nos vamos a pasar un rato los tres
solos?¿Teapetecedarunpaseoacaballo?—lesusurroaKatealoído—.
Tú,yoyCody.
—Meencantaría.
—Mami—nosinterrumpeCody—.¿Estanochemepuedoquedara
dormirconAbbyencasadelospapásdeNathan?
Los dos nos quedamos parados, mirándole mientras él nos mira
juntandolasmanosdelantedelaboca.
—Porfi…¿Puedo?
Levantamos la vista hacia mis padres y mi hermana. Abby nos
guiñaunojomientrasmimadresonríeabiertamente.Mipadrepareceno
haberse enterado del plan maléfico de las dos mujeres que habitan en su
casa.
—Pues…bueno…—diceKate—.Siaellosnolesimporta…
—¡Bieeeeeeeeeeeen! —grita Cody dando saltos a nuestro
alrededor.
Dos horas más tarde, volvemos hacia casa a lomos de unos
caballos, después de haber disfrutado de un maravilloso paseo. Cody
montaenunodeloscaballosyaquesehaempeñadoenirsolomientras
Kateyyovamosjuntos.
Ellamantieneapoyadalaespaldaenmipecho.Elolordesupeloes
embriagador y nubla el resto de mis sentidos. Así que cierro los ojos e
inhaloconfuerza,acercandominarizasucuello.Elrocedeminarizle
hacecosquillasyserevuelveenlasilla,frotándosecontramicuerpode
unaformaquemeestávolviendoloco.
Sonríodemanerapícarayposomislabiosensucuello.Succiono
levementesupiel,mirandodereojoaCody,quesiguedisfrutandodesu
paseoacaballoconelsombreroquemimadrelehadadodecuandoyo
erapequeño.Ellaseríemientrasseencoge.
—Quieto…—mepide.
—Nopuedo…
—Inténtalo.
—Yalohago.Peropuedesconmigo.
—Hacemosuntrato.Silointentasconmásganas,estanochesoy
todatuyaynoopongoresistencia.
CAPÍTULO33
Jack
Ha sido un día largo y complicado, lleno de innumerables
llamadasparaacabardeatarlosúltimoscabosydarcarpetazoalamisión.
Mis superiores quieren tenerlo todo controlado, no dejar ningún cabo
sueltoalqueKolyasepuedaagarraryporelquesepuedalibrar.Tienen
razónymicabezasabequelatienen,peromicorazónseniegaaaceptarlo
porquenecesitoacabarcontodocuantoantes.Asíquealllegaracasa,he
puestolamúsicaatodotrapo,mehecambiadoyheidodirectoalsacode
boxeoparaliberarlatensiónacumulada.
Cuando Maddie llamó a mi puerta, aún no me había librado del
todo de la frustración y lo pagué con ella. Empecé a cagarla nada más
abrir la puerta. Venía preocupada por mí y mi saludo seco y borde hizo
que sus buenas intenciones se esfumaran de un plumazo. A partir de ahí,
todo fue de mal en peor, y ha acabado desencadenando en el portazo en
misnaricesquemeacabadedar.
—¡Maddie!—gritogolpeandolapuertadesuapartamentoconlas
palmasdemismanos.
—¡Vete,Jack!—oigoquemegritadesdedentrodesuapartamento.
—¡Perdóname,Maddie!¡Noqueríahablarteasí!Hetenidounmal
díaylohepagadocontigo.
Espero un rato por una respuesta que no llega, así que vuelvo a
golpearsupuertaconlasmanos.
—¡Maddie!Dejaquemeexplique—insisto.
—¡Escríbemeunanotamejor,Jack!¡Esmásdetuestilo!
Chasqueo la lengua contrariado y golpeo la madera con el puño.
Melotengomerecido,porimbécil.Tengoganasdetirarsupuertaabajo,
peronocreoqueesoarreglenuestrasituación,másbienalcontrario,así
quedecidovolverapagarloconelsaco.
Vuelvoamiapartamentoyestavez,sinponermúsica,empiezoa
dar golpes de nuevo. Al principio guardan cierto orden lógico, como si
estuvieran ensayados. Derecha, derecha, izquierda. Amago, derecha,
amago,izquierda.Derecha,derecha,izquierda.Cuandollevounosveinte
minutos así, con el sudor resbalando de nuevo por mi torso, los golpes
vuelan hacia el saco sin seguir ningún patrón, provocando que mi
respiración tampoco sea muy acompasada que digamos… Así que poco
después, agotado por ese ritmo frenético, me agarro al saco intentando
recuperarelaliento.
Este rato de ejercicio me ha servido para descargar adrenalina,
pero sigo teniendo un peso en el pecho que no hay manera de quitarme.
Solohayunapersonacapazdehacerlo,yestáalotroladodeesapared.La
imaginosentadaenelsofá,leyendounlibro,relajada,tocándoseelpelo,
mordiéndose el labio inferior tímidamente… Esos gestos tan suyos que
me cautivaron desde el primer día. Me remuevo incómodo al darme
cuentaquesinquerer,estoysonriendocomountontoenamorado,además
de empezar a notar cierta tirantez en mi entrepierna. Decido darme una
duchadeaguafría,asíquemedirijoalbañoquitándomelasvendasque
protegíanmismanos,desnudándomeporelcamino.
Entro en la ducha y abro el grifo del agua. La impresión inicial
enseguidadejapasoaunestadodecompletarelajación.Apoyolaspalmas
de las manos en las frías baldosas, agacho la cabeza y dejo que el agua
golpee mi nuca. Me quedo así largo rato, intentando no pensar en nada,
dejandolamentecompletamenteenblanco,hastaqueelsonidodeunode
misteléfonosrompeelúnicomomentodepazquehetenidoendías.
Apagoelgrifo,meanudounatoallaalacintura,ymedirijoala
cocina.Miroquiénmellamaynopuedoevitarponercaradesorpresa.
—Andrew. ¿Qué pasa? —respondo caminando hacia mi
dormitorio.
—Jack,tengounproblemaytienesqueayudarme—medicecasial
bordedeunataquedenervios—.Maddiemematará.Joder,joder,joder…
—Eh,Andrew,tranquilo,respira.
—Dimequevendrásaayudarme.Porfavor…
—Bueno,espera.Cuéntamequéhapasado.
—Pues, verás… Es que esta noche quería darle una sorpresa a
Jason.Estoypreparandounacenarománticaenmicasayyaloteníacasi
todo listo. Me ha quedado precioso porque he puesto un mantel de raso
moradoquehacejuegoconlassábanasquecompréconMaddielasemana
pasadacuandofuimosderebajas.¿Mesigues?
—No.
—Bueno, es igual. Que para esta noche he planeado una cena
romántica…
—Sí,hastaahílohecogido.Yconunosmantelesmuybonitos.
—¿Lovescomosímeescuchas?
—Andrew.Algrano,quemepillasenmitaddeladucha.
—Uy…¿yestásdesnudo?
Cuelgoelteléfonoylotiroencimadelacama.Vuelvoalcuartode
baño para afeitarme pero entonces vuelve a sonar de nuevo. Resoplo y
decido darle una segunda oportunidad porque está intercediendo en mi
tema con Maddie y me consta que está haciendo campaña a mi favor.
Descuelgoymellevoelmóvilalaoreja.
—Perdona,perdona.Esqueavecesnomedoycuentaymesaleel
ramalazodemaricamala.
—Segundayúltimaoportunidad.¿Cuáleselgranproblema?Yno
mehablesdesábanasnidemanteles.
—Verás,hevenidoalafloristeríaparacogerunasvioletasajuego
con…—peroantesdeseguirconlafrase,parecequesucabezareacciona
atiempo—.Acogerunasfloresylapersianasemehaatascadoyahora
nopuedocerrarla.Nopuedodejarlatiendasinlapersianacerrada,yno
puedo llamar a Maddie porque… porque no le hará gracia que haya
abiertosoloparacogerunasfloresparamí…
—¿Ytumachonopuedeayudarte?
—¿Hola? ¿La palabra sorpresa te dice algo? Mi hombre es muy
macho y seguro que podría desatascar esta mierda pero empezará a
hacerme preguntas de porqué he venido a la tienda y ya sabes que
mantenerlabocacerradanoeslomío…
—Niquelojures…
—¡Oye!Joder,quenoveaslopesaditoquemeestoyponiendocon
Maddie hablándole de ti… Al final hasta se va a pensar que me acuesto
contigo.Jackporfavor,eresmiúnicaesperanza…
—Estábien—claudicoresignadoalcabodeunrato—.Esperaque
mevistoyvoyparaallá.
—Asíquesívasdesnudo…Mmmm…
—Nohagasquemearrepienta.Hastaahora.
—Perdona—Y,justocuandomeseparoelteléfonodelaoreja,le
escucho murmurar—. Qué poco sentido del humor. No follar es lo que
tiene…Demasiadatensiónacumulada.
Mevistocogiendoloprimeroqueencuentro.Memiroenelespejo
delbañoymepasounamanoporlabarba.Tampocoesparatanto,heido
peorotrasveces,asíqueelafeitadotendráqueesperar.Cojoelcascodela
moto y salgo de mi apartamento, mirando de reojo la puerta de Maddie.
Nooigoningúnruidoytampocoveoluzasomarpordebajodesupuerta,
asíquesupongoquedebehabersalido.Es4dejulio,haymilesdefiestas
repartidas por toda la ciudad y una mujer como ella tendrá decenas de
planes donde elegir. Puede incluso que el coñazo de Barry se haya
aventuradoainvitarladenuevoasalir.
—Gilipollas—murmuromientrasbajolasescaleras.
Conduzco hacia la floristería tranquilamente, ya me estresará
Andrewcuandollegue.Quiénmehubieradichoamíhaceunosmesesque
ibaasalirdecasaparaayudaraunalocazagayenapuros.Sonríonegando
conlacabeza.Tampocoesquetuvieramejoresplanesparaestanoche.
Aparcodelantedelatienda.Hayluzenelinterior,asíquesupongo
queAndrewmeestáesperandodentro.Abrolapuertaconelcascoenla
manoymequedoheladodeinmediato.Maddieestádentrotambiényme
miraconlamismacaradeasombro.ArrugolafrenteymiroaAndrew,y
entoncesreparoenJason,quetambiénestápresente.
—¿Qué…?—empiezoadecir.
—¡Corre,Jason!—gritaAndrew.
Amboscorrenentonceshacialapuertayencuantosalen,bajanla
persiana.Maddiepasapormiladocomounaexhalacióneintentasubirla,
peroesdemasiadotardeporqueyahanpuestoelcandado.
—¡¿Se puede saber qué narices hacéis?! —les grita forcejeando
aún,comosisefueraaabrirporartedemagia.
—Echarosuncable—respondeAndrew.
Maddiecorrehacialatrastiendamientrasyomeacercoalapuerta
conunasonrisademedioladodibujadaenlacara.
—¡La puerta de la trastienda también está cerrada Maddie! —le
gritaJason—.¡Nohacefaltaquetemolestes!
—No la cagues, ¿vale? —me dice Andrew cuando me planto
delantedeellosconelceñofruncido.
—Noesunbuenmomento…Estábastantecabreadaconmigo.
—Ybastanteenamoradatambién,asíquetúverás…
—¿Vosotroshabéisorganizadotodoesto?
AndrewmesonríeenseñándometodaladentaduramientrasJason
esmáscomedidoylohacedemaneramástímida.
—Estanochededícaselaaella,¿vale?Soloparaella.
—Hecho—digosonriendomientrasmiromivestuarioyabrolos
brazos—.Mepuseloprimeroquepilléenelarmario…Yellaestátan…
tanguapa.
—Notepreocupesporeso.Aellalegustastalcual,esaestubaza.
Maddie está enamorada de Jack, tal cual es. No quiere un Mark, ni un
Barry —dice Andrew dándome unos golpecitos amistosos en mi mano,
que mantengo apoyada en la persiana—. Mañana vendré a abrir. Te
llamaréantes.
—Vale.
—Pasadlobien—dicenlosdosconunagransonrisaenlacara.
—Gracias…
—Denada.Hazquevalgalapena,¿vale?
Observo cómo se marchan mientras Jason pasa un brazo por
encima de los hombros de Andrew y le da un beso. Cierro la puerta
lentamenteyapoyolaespaldaenella.Suspiroymirohacialatrastienda,
pordondehaceunratoMaddieseperdióydedondenohasalidoaún.
Caminolentamentehaciaallíymeapoyoenelquiciodelapuerta
que separa ambas estancias. Me quedo alucinado con todo lo que han
montado esos dos. La estancia está iluminada por decenas de pequeñas
velas y la mesa donde preparan los encargos la han convertido en una
elegantemesaparacenar,conunmantelmoradoencimaycontodoslos
cubiertosdispuestos,comosisetrataradeunrestauranteelegante.Parece
quenomehamentidoentodo,elmantelesmorado,piensosonriendo.
—Almenosveoqueestolehacegraciaaalguien…
Miro hacia Maddie y la encuentro cruzada de brazos, apoyada en
unaestanteríajustoenlaparedopuestaadondeyoestoy.
—Yonosabíanadadeesto—digodisculpándome—.Andrewme
llamóconlaexcusadequeselehabíaatascadolapersiana…
—AmímellamóJasonpidiéndomequeleayudaraaescogerunas
flores para Andrew… Si me llego a imaginar algo, evidentemente no
hubieravenido.Digamosquequedarmeaquíencerradacontigonoentraba
enmisplanesparapasarel4dejulio—diceponiendoespecialénfasisen
ese“entrabaenmisplanes”,imitandomispropiaspalabras.
Asientoconlacabezaapretandoloslabiosconfuerza.Memerezco
esas palabras, por capullo. ¿Qué esperaba? ¿Que me perdonara y me
siguieraesperando,apesardeldañoquemeempeñoenhacerle?
Ella se gira dándome la espalda, pero sus gestos me indican que
estámuynerviosa.Mantienelosbrazoscruzados,abrazadosalcuerpo,sin
poderquedarsequietaenunmismositiodurantemásdecincosegundos.
Nomevoyarendir.Esenoessuestilo,esaspalabraslasdicepero
séquenolassiente.AndrewyJasonsehanesforzadomuchoymelohan
dejado todo demasiado bien encarrilado como para rendirme tan
fácilmente.
Echo un vistazo alrededor y entonces veo una pequeña nevera de
camping. Me acerco a ella y veo que está llena de cubitos de hielo y
cervezas.Además,enunaestanteríahandejadodosbotellasdevinoyuna
botella de whisky. Estos dos han pensado en todo, y ya que tenemos que
quedarnosaquítodalanoche,vamosaintentarpasarlolomejorposible.
Sacounpardecervezas,lasabroymeacercoaMaddie,quesigue
dándomelaespalda.Mequedoaunadistanciaprudencialyleplantouna
botelladelantedelosojos.Lacogepasadosunossegundosysegirapara
mirarme poniéndome su peor cara de mala leche, que la verdad, no
intimidademasiado.Sonríoantesuintentointimidatorioyparecequeesa
reacciónsílahaceenfadardeverdad.
—¿Sepuedesaberquétehacetantagracia?
—Me río porque ese papel de borde no te pega nada —digo
mientrasmegirohaciéndomeelinteresanteparaatraersuatención.
Aprieto los ojos con fuerza mientras deseo una y otra vez haber
heridosuegoyqueserebote.Asíquecuandomeagarradelbrazoyme
girabruscamente,tengoquehacerverdaderosesfuerzosparareprimirmi
alegría.
—¿Túteloestáspasandoengrandecontodoesto,no?
—Bueno,laverdadesqueadiferenciadeti,miideaparapasarun
perfecto 4 de julio se aproxima mucho a esta. Tú, yo, y nada más. Si
además le sumas que Andy y Jason han pensado en todo, y han añadido
comida y bebida a la ecuación —hago una pausa abriendo los brazos—.
¿Quémáspuedopedir?
Me vuelvo a girar para dirigirme a la mesa y levantar los platos
quecubrenlacomida.Losojossemeabrencomoplatosalverlacantidad
decosasquehanpreparado.Haysándwichesdebaconyhuevo,muslosde
pollorebozado,ensaladadecol…Ydepostreveounatartadearándanos
quetieneunapintaincreíble.Cojounsándwichymelollevoalaboca.
—Mmmm…¡Joder!Estoestábuenísimo—digocerrandolosojos
yechandolacabezahaciaatrás.
EntoncesMaddieseacercaalamesaparaecharunojoatodoslos
manjares,peroantesdequellegue,mepongodelantedeélyabriendolos
brazos,lecierroelpaso.
—No, no. Este es mi 4 de julio ideal. Como no es el tuyo, no
quiero que lo pases mal, así que no hace falta que hagas tal esfuerzo.
Puedesquedarteenesaesquinadeallíconcaradecabreo.
—Aparta—diceintentandomovermeaunlado.
—Es que me sabe fatal que hagas este esfuerzo por mí… —
contestosinmovermeunmilímetrodelsitio.
—A ver —Pone las manos a ambos lados de su cintura y sopla
exasperada intentando quitarse un mechón de pelo que se le ha caído
delante de los ojos—. No es mi plan ideal, pero ya que esos dos se han
esforzadotanto,almenosnolesharemoselfeodenoprobarlacomida.
—Claro,claro—digomientrassemeescapalarisa—.¿Entonces
qué? ¿Cenas conmigo? Me refiero a sentados a la mesa como dos
personascivilizadas.
—Vale.
—Pues venga —digo retirando una silla y haciéndole una seña
paraquesesiente—.Señora,simepermite…
—Gracias—mecontestaconunasonrisaasomándoletímidamente
enlacara.
Mesientoenfrenteymefrotolasmanospaseandolavistaportoda
lacomida.
—La verdad es que todo tiene una pinta fantástica —dice ella
cogiendounaalitadepollo.
—¡Salud!—digoalzandomibotellayesperandoaqueellabrinde
conmigo.
—Salud—contestaellaalzandolasuya.
—Feliz4dejulio,Maddie.
—Igualmente,Jack.
—Alomejor,buenoquierodecir,yaqueestamosaquí,siquieres,
puedointentarhacerquetu4dejuliosealomásllevaderoposible…
Maddiesonríeagachandolacabeza.Nomecontesta,peronomeha
dicho que no. Estoy dispuesto a hacerla feliz, al menos por esta noche.
Quiero volver a verla sonreír. Doy un trago a mi botella, recostando la
espaldaenelrespaldodelasilla,ylamiroduranteunratomientrasme
llevoalabocaunpocodeensaladadecol.Laobservocogerunsándwich
ycómoalmorderlosemanchadesalsaellabioylabarbilla.Enseguida
coge una servilleta y se limpia. Levanta la vista y se sonroja al darse
cuentaquelaestoymirando.
—Tienes un poco aún en el labio —digo sin dejar de mirarla
fijamente.
—Soy una patosa… —dice pasando el dedo por el labio y luego
chupándoselo en un acto totalmente inconsciente y espontáneo que
provocaseriosproblemasamientrepierna.
—Eh…—disimulocuandomepilladevorándolaconlamirada—.
IntentanomancharelpreciosomantelmoradodeAndrewquehacejuego
conlassábanasquecomprócontigohaceunosdías.
—¿Cómo? —contesta riendo a carcajadas—. No me puedo creer
quetehayametidoeserolloyquetúlehayasescuchado.
Le cuento toda la conversación que he mantenido con Andrew,
incluyendocuandolehecolgadoelteléfono.Reímosunbuenratoantesus
salidasyellamecuentacómohasidosuconversaciónconJason.
—Empiezoaestarlleno—digotocándomelabarriga.
—Pues a mí aún me queda un hueco para el postre —dice
abalanzándosesobrelatartamientrasarrugalanarizysemuerdeellabio
inferior—.¿Quieres?
Me mira y me vuelve a pillar embobado. Mi plan de hacerme el
duro se va al traste por momentos, aunque al final parece que sí
conseguiréquesería…demí,viendomiladomáspatético,claroestá.
—Sí,sí—digointentandodisimulardenuevomirandoaotrolado.
Entoncesmefijoenunreproductordemúsicaquehayencimade
unaestantería.Asuladoveounanotaescritaamano.Achinolosojosy
melevantoaleerelpapel,presodelacuriosidad.
—¿Quéeseso?—mepreguntacuandolotengoenlamano.
—UnanotadeAndrew.Telaleo.“Mehepermitidolalibertadde
amenizarvuestraveladaconalgodemúsicadelabuena…”
—El concepto de buena música de Andrew, dista mucho del
nuestro,créeme…—meinterrumpeella.
—“Maddie, sé lo que vas a decir y sí, es muy buena”. —Río a
carcajadas al comprobar lo mucho que se conocen el uno al otro—.
“Jasonhadadoelvistobueno”.
—Ah, bueno, entonces quizá no encontremos nada de las Spice
Girls después de todo —dice mientras yo pongo cara de horrorizado—.
Sí,nomemiresasí.Andrewmehallegadoatorturarponiendoesamúsica
aquíenlatienda.
—Joder, qué horror… Bueno, sigo. A ver por dónde iba… Sí.
“Jason, bla, bla, bla… visto bueno. La primera de todas es mi favorita.
Cada vez que la escucho me acuerdo de vosotros. Os quiero a los dos,
perosoisunoscompletosidiotas.Maddie,nuncatehevistotanfelizcomo
cuandoestabasconJackyJack,colega,senotatantoque—carraspeopara
intentarquitarmeelnudoquesemehaformadoenlagarganta,esquivola
miradadeMaddieysigohablandoenuntonobastantemásbajoqueantes
—,queestásenamoradodeella…”
Doblo la nota sin acabar de leerla y me la guardo en el bolsillo
mientrasintentonocruzarmeconlamiradainterrogantedeella.Ledoyla
espaldayenseguidacaptamiincomodidad.Nomepidequesigaleyendo
nimedicenada,tansoloseponedelantedelreproductor,loenciendeyle
daalplay.
Cojo otra cerveza y me alejo de ella todo lo que puedo,
apoyándomeenlaparedopuesta.Miroaltechocuandolacanciónempieza
asonar.
Tragosalivarepetidasveces.Noconozcolosgustosmusicalesde
Andrew,peroconestacanciónloestáclavando,porquerealmenteMaddie
meestámatando.
¡Oh, joder! Que se acabe ya. Esta canción me está dejando en
evidencia.¡PutoAndrew!Lematarécuandolevea…Empiezoacaminar
conpasodecididohaciaelreproductorparapararlamúsicaydeteneresta
agonía,cuandolavozdelhombreseapagayahoraaquiénseescuchaesa
unamujer.
Ahora quién agacha la cabeza es Maddie. Mira a todas partes
menosamí.Sefrotalasmanoscontraelvaquero,esetanajustadoqueme
está matando, como diría la dichosa canción. Ahora sí me lo estoy
pasandobienypruebadeelloeslasonrisaquesemeempiezaadibujaren
lacara.Encambioellaloestápasandofatal.¿Seráverdadloquedicela
canción?¿Lahagosentirtandeseada?
—Asíqueenelfondo,tegustaquemesaltelossemáforosenrojo,
¿eh?—ledigodesenfadadointentandorelajarelambiente.
—Notecreastodoloquedicelacanción—respondeaúnsinser
capazdelevantarlavistahaciamí.
—¿No?—decidoarriesgarmeymeacercoaúnmásaella,rezando
para que no se eche atrás—. Entonces, ¿no sientes como si quisiera
desnudarte?
Lacojodelabarbillaylaobligoamirarmealosojos.Nolatoco
más,soloeselevecontactodemisdedosyelroceeventualdemipecho
contraelsuyoalrespirar.
—PorquetepuedoasegurarqueAndrewlohaclavadoconmigo…
—confiesopaseandomivistaporcadacentímetrodesupiel—.Megusta
tododeti…MeestásmatandoMaddie.
Meescuchaconlabocamedioabiertayunpequeñojadeoescapa
entresuslabios.Encuantosedacuentadeello,vuelveaesquivarmisojos
ysecolocaelpelodetrásdelasorejasconambasmanos.Sinpensarlodos
veces,avanzoelpequeñopasoquenosseparabaylaagarroporlacintura.
Esperosureacciónconelcorazónapuntodeestallardentrodemipecho.
Lentamente, baja sus manos desde su cabeza hasta dejarlas apoyadas en
misbrazos.Almenosnomehaapartadodeellayesomedafuerzaspara
continuarmipequeñoataque.
—Maddie,mírame…
Me obedece lentamente. Nos miramos a los ojos durante varios
segundos,hastaquemedesvíohastasuslabios.Acercomibocaalasuyay
medetengoaescasoscentímetros,cuandomialientocosquilleaensupiel.
Levanto de nuevo la vista y entonces es cuando ya puedo leer el deseo
reflejadoensusojos.
Se lanza a mi boca, agarrando con fuerza el pelo de mi nuca,
apretándome contra ella. Respondo a su beso con anhelo, hundiendo mi
lenguaensubocasinningunadelicadeza.Muerdemilabioinferiorytira
de él con fuerza y yo la agarro del culo, la levanto y pongo sus piernas
alrededor de mi cintura. Camino hasta que su espalda choca contra la
pared y entonces aprieto mi cuerpo contra el suyo. Froto mi erección
contrasuentrepiernamientrasmismanosbuscanelbajodesucamiseta.
Ellalevantalosbrazosysedejahacer.Pasomismanosasuespaldaycon
unrápidomovimientodelosdedos,ledesabrochoelsujetador.Cuandoya
está desnuda de cintura para arriba, con sus piernas alrededor de mi
cinturaysusbrazosapoyadosenmishombros,medetengoaobservarla
duranteunossegundos.
—Erespreciosa—digomientrasrepasosupielblancayperfecta.
Sonríeyacercasubocaamioreja.
—Tedeseo.Llévamedondequieras—mesusurraparafraseandola
canciónqueAndrewnoshadedicado.
Cierrolosojoscuandomuerdeellóbulodemiorejaytiradeél.
Jadeoymepongoaúnmásduro.Llevomisdedosalbotóndesuvaquero
ylodesabrocho.Ladejodepieenelsuelomientrasmeagachoabajarle
lospantalones,dejándolasoloconeltanganegrodeencaje.
—Joder…—digoalcontemplarlaarrodilladoenelsuelo.
Acercominarizalatelaeinspiroconfuerza,poniendomismanos
ensusnalgasyapretándolacontramí.Ellahundesusdedosenmipeloy
suestómagoseencogemientrasmilenguarecorrelateladeencaje.
—Eh…—dicetirandohaciaatrásdemipelo,obligándomeamirar
haciaarriba—.Llevasdemasiadaropa.
Me pongo en pie con una sonrisa de medio lado y empiezo a
desabrocharmeelbotóndelvaquero.Entoncesellamedalavueltayme
empujacontralaparedconrudeza.Apartamismanosydejaquelassuyas
continúenconlafaena.Mebajalacremalleraeintroduceunamanossin
haberme quitado nada más. Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás
cuandonotosumanocerrarsealrededordemierección.
—Mírame…—dicehaciendoquesualientohagacosquillasenmis
labios.
Obedezco y abro los ojos, aunque tengo que hacer verdaderos
esfuerzos por mantenerlos así. Intento concentrarme en mi respiración,
queesruidosaeirregular.Nopuedocerrarlabocaymantengotodoslos
músculosdemicuerpoentensión.Maddiedejacaermisvaquerosyluego
seagachaparaquitarmelosbóxers.
—Joder… —suelto cuando siento su lengua recorriendo la
longituddemipene.
Resoploconfuerzacuandosuslabiosrodeanlapuntayempiezana
introducírsela en la boca. Si sigue así, mi cuerpo, que lleva días de
penitenciaechándolademenos,novaasercapazderesistirmuchomás,
así que la levanto y vuelvo a poner sus piernas alrededor de mi cintura.
Cogiéndolaporlacintura,sindejardemirarlaalosojos,ydeunasola
embestida,mehundoenellaconfuerza.Losdossoltamosunfuertejadeo
y nos quedamos quietos unos segundos debido a la intensidad del
momento.Apoyomifrenteenlasuyaylamiroalosojos.Ellaacariciami
cara con delicadeza. Repasa con sus dedos mis labios, los pómulos, la
nariz,lafrentearrugadaporelesfuerzoyentoncessehundendenuevoen
mipeloytiradeélconfuerza.
—Fóllame —me dice echando mi cabeza hacia atrás y
provocándome,mordiendodenuevomilabio.
Respondo a su provocación soltándome de su agarre, apretando
losdientesconfuerzayembistiendoconfuerzaunavezmás.Maddiejadea
confuerzayseabrazaamí,clavandosusuñasenmicuelloymihombro.
Me hundo en ella varias veces más, empujando hasta el fondo.
Cadaembestidavaacompañadadenuestrosjadeosyentoncesellaaprieta
losdientescontramipielymuerdemihombroconfuerza.Mehacedaño,
peroconsigueexcitarmeaúnmás.Asíquedesdeesemomentomuevomis
caderassincesar,confuerza,sinningunadelicadezapormiparte.Empujo
sucuerpocontralaparedunayotravezhastaquegritaminombreynoto
como sus músculos se relajan levemente. Esa es mi señal para dejarme
llevar.Solocuandoellasecorre,mepermitoellujodehacerloyo,asíque
tras dos embestidas más, agarro con fuerza su cintura y me dejo ir
soltandounrugidoanimal.
Nosquedamosvariossegundosabrazados,intentandorecuperarel
aliento. Mantengo la cabeza apoyada en su hombro mientras sus dedos
acaricianmipeloymebesalamejillacondulzura.
—Nodejesdeabrazarme—medicealoído.
—Nunca…Peromeestoyquedandosinfuerzas.
Mecogelacaraentrelasmanosymesonríecondulzura.
—Nohasdormidomuchoúltimamente,¿no?
—Nomucho—leconfieso.
—¿Tesirveesesofádeallí?—mediceseñalándoloconlabarbilla
—. Me temo que a Andrew y a Jason no les dio tiempo de traer un
colchón.
—Mesirvehastaelsuelo,siempreycuandonoteseparesdemíen
todalanoche.
—Tampoco puedo ir muy lejos —me dice ya con los pies en el
suelohundiendosucaraenmipecho—.Ven,estírateconmigoenelsofá.
Me dejo guiar hasta allí, me dejo caer casi sin fuerzas y ella se
estiraamilado,tapándonosconunafinasábana.
—QuéfalloporpartedeAndrew—digochasqueandolalengua—.
Miraquenotraerlasábanamoradaajuegoconelmantel…
—Mañana se lo decimos —me mira apoyando la barbilla en mi
pecho—.Tienespintadeestarderrotado.
—Lo estoy. Pero me estoy resistiendo a cerrar los ojos porque
tengo la sensación de que debería aprovechar esta noche hasta el último
minuto.
—¿Quéquieresdecir?¿Queencuantoacabelanoche,seromperá
elhechizo?
—Espero que no, pero tenía tantas ganas de volver a besarte y
abrazartequemesabeapoco…
—Bueno,yoesperoquemañanamevuelvasabesaryaabrazary
yapuestos…afollar…
—Insaciable—ledigoacariciandosupielconminariz—.Teestoy
convirtiendoenunamacarra…¿Dóndehasaprendidoesaspalabras?
Maddieríeacarcajadascontramipechoyyonopuedohacerotra
cosaqueadmirarla.Metienetotalmentehechizado.
—Megustacuandomemirasasí—mediceentonces.
—¿Asícómo?
—Comosifueraelcentrodetuuniverso.
—Loeres—ledigo.
Ella sonríe agachando la mirada y apretando los labios en una
muecaquemedicequenoacabadecreérselodeltodo,asíquelaaparto
con cuidado y busco la nota de Andrew en el bolsillo de mi pantalón.
Vuelvo a estirarme boca arriba en el sofá y ella se acurruca a mi lado
mientrasabrolanotadecididoaleerleelfinalqueantesmediovergüenza
quesupiera.
—“…YJack,colega,senotatantoqueestásenamoradodeella…
Maddie, tienes que saberlo. Jack me llama cada noche para preguntarme
porti,parasabercómotehaidoeldíayparapreguntarmesitehehecho
sonreír. Daría la vida por ti, Maddie, estoy seguro de ello. Así pues,
dejaros de tonterías y disfrutad de esta noche a solas. Feliz 4 de julio
pareja”
Girolacabezaparamirarlacuandomequitaelpapeldelasmanos.
Leelanotaycuandoacaba,susojosestánllenosdelágrimas.
—No, no, no —digo pasando el pulgar para secarlas—. Quiero
quesonrías,noquellores.
—¿Llamas a Andrew cada noche? —me pregunta cogiendo mi
manoparaapartarladesucara.
—Yalmediodíaavecestambién.
—Soyelcentrodetuuniverso—diceconundejedesorpresaen
suvoz.
—Porsupuestoqueloeres.
CAPÍTULO34
Dr.Monroe
El reloj marca las seis de la tarde. Es viernes y 4 de julio.
Viernes… Va a ser el primero en algo más de un año que no nos
veamos. Una sonrisa se me dibuja en la cara al darme cuenta de que no
puedoevitaracordarmedeél.
Sé por Kate que llegó a casa, algo borracho, pero en buenas
condiciones. Pero quiero saber cómo le ha ido desde entonces… Tengo
tantaspreguntasenmicabeza…¿HablóconCody?¿SabeKatequeRachel
es su ex novia? ¿Sabe que Nathan y Rachel se besaron? ¿Sigue Kate
confiandoenél?¿Hapodidohablarconsupadreylimarasperezas?Vale,
lo confieso, muchas de esas preguntas no son por interés puramente
profesional, pero no puedo evitar sentir curiosidad por ello. Me… me
preocupo por él, no puedo evitarlo, y reconozco que su recuperación y,
porquénodecirlo,subienestar,sehanconvertidoenunretopersonal.
—Hola,cariño—digoalentrarencasa.
—Hola, tío sexy —me saluda Stelle en cuanto entro en la cocina,
dándomeunbesoenloslabios.
—Québienhuele—digointentandoabrirlapuertadelhornopara
cotillearensuinterior.
Stelle me da un manotazo impidiéndomelo y poniéndose delante
paracerrarmeelpaso.
—Nihablar.Tenemosuntrato.Yomeencargodelacenaytúdela
ambientación…Yqueyosepa—diceestirandoelcuellohaciaelsalón—,
sonlasseisdelatardepasadasynohaspuestonilamesa…
—Tenemos tiempo, no seas tan quisquillosa… —contesto
cogiéndoladelacinturayacercándolaamí.
Hundolanarizensucuelloydejoquesupelomehagacosquillas
en la cara. Inspiro con fuerza para que el olor de su champú inunde por
completomissentidos.
—¡Eh,quetemedespistas!—diceapartándosedemímientrasyo
hago una mueca de niño pequeño y la empiezo a seguir con los brazos
extendidos—. Te advierto que este año no me quiero perder los fuegos
artificiales.
—¡Jooooooo! No te despegues de mí —digo siguiéndola
alrededordelaisladelacocina.
—¡Quieto! —dice ella huyendo de mí sin poder disimular la
sonrisa—. Te lo advierto. Quiero ver los fuegos artificiales, quiero una
cenarománticaytranquila,yquierobailar.Ycomonotepongasyaaello,
me veo cenando en la cocina y viendo el espectáculo pirotécnico por la
televisión.
—¡Quenoooooooo!Queestátodocontrolado…
—Sí…controladísimo—dicemirandoelsalóndesdelapuertacon
losbrazoscruzados—.Aquíserespirafiestaycelebración.
Me pego a su espalda y la abrazo de nuevo cogiéndola por la
cintura. La giro hacia mí agarrándola por los hombros y cojo su cara
entremismanos.
—Te dije que lo dejaras en mis manos, ¿verdad? Que tú te
encargarasdelacenaymedejaraselrestoamí,¿verdad?—ellaasiente
poniendo cara de resignación—. Pues eso. Confía en mí. ¿Cuando te he
falladoyo?
—Déjame pensar… El año pasado dónde vi los fuegos
artificiales…Ah,sí,solaencasa,sentadaenelsofá,conmivestidonuevo
de400dólares.¿Ydóndeestabastú?
—Vale, vale, no he sido un marido ejemplar que digamos…
Peeeeeeeeeero —digo poniendo mucho énfasis en mis palabras—, este
añoNathanestálejosasíquenohayposibilidaddequemeseparedeti.
Memiralevantandounaceja,aúnsinpodercreérselodeltodo.
—Te conozco demasiado —dice chasqueando la lengua mientras
sedirigealacocina.
—¿Qué? —empiezo a seguirla confundido—. ¿Por qué dices que
meconoces?
—¿Qué día es hoy Tony? —se gira de golpe y me quedo
paralizado, sentándome en uno de los taburetes que rodean las isla de la
cocina.
—4dejulio…—contesto
—¿Ydíadelasemana?
—Viernes… —contesto con un hilo de voz porque sé por dónde
vanlostiros.
—¿SabesalgodeNathan?—niegoconlacabeza—.¿Cuántasveces
hasmiradoelteléfonohoy?
—Muchas…—confiesoagachandolacabeza.
Ellaseacercaamíyrodeamicuelloconsusbrazos,sentándoseen
mi regazo. Me observa durante un rato mientras yo mantengo la mirada
perdida.
—Talvez…—empiezoadeciralcabodeunosminutos—.Debería
llamarleyo,¿no?
—Ysiguesdiciendoqueessolounpacientemás,¿verdad?
Resoplonegandoconlacabezaporqueunavezmás,mehapillado.
—Tony cariño… No pasa nada. No me enfado —dice
acariciándomelacara—.Estáspreocupadoporélporquees4dejulio…
Elañopasadotuvistequesalircorriendoarecogerlealacomisaríatras
un brote de esos de los suyos… Y encima hoy es viernes, vuestro día
habitualdesesión…TengoasumidoqueNathanestucuentapendientey
estoydispuestaacompartirteconél.
Abro la boca para decir algo pero ella me pone un dedo en los
labiosparaimpedírmelo.
—Noheacabado.Tehedichoquenomeenfadoporello,perosí
mepreocupoporti.Notepuedesponerasíporquenosehayapuestoen
contacto contigo. Está de vacaciones, no tenéis sesión. No tiene porqué
contartenada.Quizá…—dicehaciendounapausaparamedirsuspalabras
—.Deberíasempezaraplanteartequeeressupsiquiatra,punto.Aunquetú
quieras ver algo más o le tengas cierto apego, puede que no sea
recíproco…¿no?
Me observa durante unos segundos. Sus palabras caen sobre mí
comounalosa,peronoporquenoseanciertas,sinoalcontrario,porque
comosiempre,tienerazón.Pormásqueyointenteconvencermedeotra
cosa,pormásquealgunavezmehayaparecidolocontrario,paraél,lo
nuestronodejadeserunarelaciónestrictamenteentremédicoypaciente.
—Tienesrazón…—confiesoagachandolacabezadenuevo.
—Me encanta la implicación que tienes, pero me preocupo por ti
porqueteveosufrir.
Levantolavistaylamiroalosojosesbozandounasonrisaqueme
obligoadibujarenloslabios.
—Yqueconstequeyotambiénlehecogidomuchocariño,aunque
te parezca mentira —sigue diciendo con la intención clara de hacerme
sonreír—. Con lo que he llegado a odiarle, con la de citas que nos ha
chafado,conladecenasrecalentadasquenoshaobligadoadegustar…
—Cabronazo—digoriendo.
Laestrujoentremisbrazos,cerrandolosojosconfuerza.Siempre
sabequédecirmeentodomomento.Sialguiendeberíatenerundiploma
colgadoenlaparedalardeandodeserexpertaenpsiquiatría,esaesStelle.
—¿Elpróximoviernesleverás?—mesorprendepreguntándome.
—Pues…supongoquesí…—contestoarrugandolafrente—.Creo
quevuelvenpasadomañana…
—Vale,puesacuérdatedepreguntarlecómoacabólacosa,queme
quedéconganasdesabereldesenlace.Ysobretodo,cómoacabóeltema
conRachel.
—Cotilla… —le digo mientras ella encoge los hombros—.
Además,lachicasecomportóbien…Leparólospies…
—Ya…Túdilequeteloexpliqueporquemehueloquelachicano
estansantacomotúlaimaginas…
Sonríeymecolocabienlasgafasenungestocariñoso.Segira,se
ponelamanopladecocinayabreelhornoparavercómovalacena,que
sisabeigualquehuele,estaráincreíble.
Realmentesemerecequeledediquetodoslosminutosysegundos
de mi vida. Es increíble cómo me conoce y cómo es capaz de hacerme
feliz.Admirosupacienciaysuinfinitaconfianzaenmí,apesardequeyo
insistaenponerlasapruebaconstantemente.Pruebadeelloesqueloque
hemontadoparaestanoche…Sinohepreparadonadaencasaesporque
novamosacenarennuestrosalón,sinovariospisosmásarriba,alaluz
de la luna. Y allí arriba, sí está todo listo, y si consigo que no me
estranguleantespormiaparentepasividad,seguroqueleencantará.
Apoyo el codo en la encimera de la cocina y dejo descansar mi
cabezaenlamano,mientraslaobservomoverseporlacocina.Devezen
cuando me mira y me regala alguna sonrisa mientras yo dejo escapar
algúnsuspiro.Realmentepodríapasarmehorasmirándola.
En ese momento, el móvil empieza a sonar en mi bolsillo y me
devuelvealarealidad.Losacodistraído,sindejardeobservarla.Mirola
pantalladelteléfonoymeincorporodegolpe.
—¿QuépasaTony?¿Quiénes?—mepreguntaStelleextrañadapor
mireacción.
—Es…EsNathan—digomostrándoleelmóvil.
Nosédescifrarconexactitudsucara.Nosésiveomásalegríapor
mí, porque sabe que necesitaba esta llamada, o miedo por pensar que
nuestracenarománticasepuedeiraltraste.
—¡Contesta! —me apremia con una sonrisa en los labios, tras
variossegundosdeduda.
—Nathan—digoconunamezcladepreocupaciónyalegríaenla
voz.
—¡Hola,doc!—oigosuvozanimada.
—¿Quétecuentas?—digoaúnconalgodetemorenlavoz.
—Esquehoyesviernesycomononosvamosaver…
—Sí… Es viernes… —Y cuando lo digo, levanto la vista hacia
Stelleconunagransonrisaenlacara,mientrasellameponelosojosen
blancoymelanzaeltrapodecocina.
—Mevoyaponercelosa—diceacercandolabocaalauricularde
miteléfono—.Empezáisaparecerunmatrimonio.
—Hola,Stelle—diceNathanentrecarcajadas.
—Dice que hola —le digo a mi mujer y cuando de nuevo me
centroenél,lepregunto—.¿Cómotehaslevantado?¿Mucharesaca?
—Unpoco—contestaél—.¿Laliémucho?
—Bueno…Kateestababastantepreocupadacuandomellamó.
—Losé…Oye,graciasportodo…
—No es nada… Lo único que hice fue mantenerte al teléfono un
rato y sonsacarte como pude el máximo de información para que te
encontraran…TambiénhablasteconStelle,nosésiteacordarás…
—¿En serio? Dios mío… No me acuerdo de nada… —dice
mientras yo niego con la cabeza para confirmarle a Stelle que no se
acuerda de nada de lo que pasó—. Espero no haberle dicho ninguna
tontería.Sifueasí,losiento,deveras.
—No,tranquilo.Noledijistenadafueradelugar.Dehecho—digo
sonriendoaStelle—,hablasteisunratoyteemocionaste…
—Oh,joder,quéhorror…
Stellecorrehaciauncajóndelacocinayvuelveconunblocyun
bolígrafo. Se sienta en el taburete de mi lado y, con el tapón en la boca,
empiezaaescribircomounaloca,ycuandolevantaelpapelalaalturade
misojos,leo:
“¿Rachel?”
Asiento con la cabeza con una sonrisa en la cara mientras con la
manolepidoquetengapaciencia.
—Menosmalqueconlopocoquetesonsaqué,Rachelpudosaber
dónde estabas —digo mientras ella levanta los dos pulgares
enérgicamente,sindespegarlosojosdemí.
—Eh…sí…—contestaél.
—¿Estásbien,Nathan?¿Hayalgoquequierascontarme?
—La verdad es que no sé por dónde empezar —me confiesa
finalmente—.Hanpasadomuchascosas…
—Bueno,porelprincipio.Cuándotelevantaste,¿cómoreaccionó
Kate?
—Bien… Estaba muy preocupada por mí. Yo esperaba que
estuviera enfadada por haberme largado pero no fue así… No paró de
darmebesosyabrazarmeyhacermeprometerquenolovolveríaahacer.
Ella me cuidó toda la noche… De hecho, ella fue la que me dijo que
Rachelmehabíatraídoacasa…
—Nathan… ¿qué pasa con Rachel? Cada vez que la nombras, te
quedascallado…
—Bueno…LuegofuimosalapiscinaarecogeraCody,queestaba
allí con mi hermana… y bueno, también estaba Rachel… y acabé
discutiendoconKateporquelallamó“poseída”…
—La… ¿Qué? ¿Quién? Espera, espera… Me parece que no te he
escuchado bien… — digo poniendo una cara que hace que Stelle se
acerqueamíymeagarredelacamisapidiéndomeexplicaciones.
—Kate llamó poseída a Rachel porque estaba celosa de ella y yo
meenfadéconellaporello…
—¿QueteenfadasteconKateporllamarposeídaaRachel?
—Es lo que te acabo de decir… Espera, ¿lo estás repitiendo para
queloescucheStelle?
Me quedo blanco al instante. Dios mío, es justo lo que estoy
haciendo y se supone que entre nosotros, en todas nuestras
conversaciones,existeunsecretoprofesionalquedeborespetarsiempre.
—Tony,¿Stelleestácontigo?—insisteNathanmientrasmiroami
mujerconcaradepánico.
—Esto…Sí…Ellahablócontigoyconocetodalahistoria…
Stelle me coge el teléfono de las manos y aprieta la tecla para
conectarelmanoslibres.Lodejaenlaencimerayempiezaahablar.
—Nathan,síestoyaquí.Ysínecesitosaberquépasó,peroporque
necesitosaberquetúyKatevaisaestarbien.Cariño…—sehumedecelos
labios para seguir hablando—, no cortaste la llamada y estuvimos
escuchando todo lo que pasó. Sabemos que besaste a Rachel, y
escuchamoscuandotedejóencasa.
Hundo la cabeza en mis manos ante el silencio de Nathan. Esto
puedeserelfinaldenuestrarelaciónprofesional.Hevioladounodelos
principiosbásicos…
—EllateníarazónStelle…Mesentícomounamierdaporhaberme
enfadado con ella. No entendía por qué estaba celosa porque los dos
tenemos un pasado. Me enfadé y huí, como siempre… Rachel me siguió
y…mevolvióabesar…
—Lo sabía —susurra Stelle interrumpiéndole—. Lo siento,
perdona…
—¿Losabías?—preguntaél.
—Nathan, cuando la besaste la noche anterior, ella dijo algo así
como“nomehagasesto”…Seportóbienynodejóquefueraamás,pero
yo vi claro durante toda vuestra conversación, que ella no te había
olvidado.
—Medioaentenderqueyolehabíadadopieapensarsequeseguía
queriendoalgoconella…¿Enseriohiceeso,Stelle?
—Bueno, aparte del beso, que también creo que fue más un
arrebatoderabiaportupartequealgoquesintierasquedebíashacer,no
viindiciosdenadamás…Encambiocuandohablamos,sepodíanotarque
estáscompletamenteenamoradodeKateyelladeti.
—Pues ya ves… —suspira profundamente—. Me sentí como una
mierda. Encima estaba en medio de una crisis de las gordas… Mareado,
sudando,conlamiradatotalmentedesenfocada,connáuseas…
En ese momento, yo, que había permanecido completamente al
margen,alucinadoporlaconversaciónentreellosdos,porlafacilidadde
NathandeabrirseaStelleyporlanaturalidaddeellaalhablarle,doyun
saltodeltabureteymeacercoalteléfono.
—Nathan,¿unacrisis?
—Sí Tony… De las grandes… Oía a Rachel hablarme y, y… me
tuvequeagacharporquenomemanteníaenpie…
—¿Ycómo…?
—Katemerescatódenuevo…
—¿Fueabuscarte?
—No… me acordé de ella, y de Cody… De todo este tiempo
juntos, de sus sonrisas, de sus abrazos, de los besos de Kate, de lo feliz
quesoyasulado…yenseguidasupequeteníaquereaccionar.Conseguí
calmarme,másomenos,yfuiensubusca.
—¿Me estás hablando en serio? —le pregunto confundido y
alucinadoalavez.
—Ajá…
—Increíble.Ennadayanomevasanecesitar.¿Tedascuenta?
Cuandolodigo,unasombradetristezaasomaporlaexpresiónde
mirostro.Stellesedacuentadeelloyseacercaamídándomeunsuave
golpeconsuhombroenelmío.Ladeasucabezaymemirasonriendo.
—¿Enserio?¿Mevasadarelalta?
—Bueno…estáscercadeello…
—No…noquierovolver…
—Notepreocupesporeso,¿vale?
—No permitas que me hagan volver —me ruega con voz
entrecortada.
—Nathan, tú eres el que decide eso. Nadie te puede obligar a
volver.
Nosquedamoscalladosmientrasleoímosrespiraralotroladode
lalínea.
—MequieroquedarconKate—susurra—.Yséquepuedocuidar
deCody.
—Yotampocolopongoenduda.Porcierto,¿hablasteconél?—le
preguntoparaintentarrelajarleunpoco.
—Sí…
Funcionaporqueleescuchosonreír.
—Estabamuypreocupadoporsitehabíasenfadadoconél…
—Me lo dijo… Y me pidió perdón porque provocó a mi padre a
propósito.
—Lo sé —confieso mientras reímos a carcajadas—. ¡Qué cabrito
elniño!
—Es el mejor —contesta Nathan cuando deja de reír—. Quiero
verle crecer y quiero hacerle feliz… Está preocupado por si alguna vez
Kateyyonospeleamos.
—¿Preocupado?
—Sí,porquedicequesiesopasa,élyyodejaremosdevernos…Y
medijoqueparaqueesonopase,metengoquecasarconKate.
—¡Vaya!
—Sí,tienelascosasmuyclaras.Dicequelospadresdeunamigo
suyosehanpeleadoperocomoestabancasados,élnohadejadodevera
ningunodelosdosypasauntiempoconcadauno.
—Me parece que se piensa que eres su amigo solo porque estás
con su madre, Nathan —interviene Stelle—. Y te quiere atar de alguna
manera.Eseniñoquierequeteconviertasensupadre,peromepareceque
noseatreveadecírteloabiertamente.
—Stelle, ¿crees que puedo hacerlo? Quiero decir, aún estoy
aprendiendoacuidardemímismo…
—Estoyconvencidadeello.
Vuelve a hacerse el silencio entre los tres mientras sonreímos,
hastaqueNathandecideromperlocambiandodetema.
—Oye, Tony, ¿qué harás esta noche sin mí? Espero que
recompensesaStelleconunabuenacena…
—Puesdemomentolacenalaestoyhaciendoyo—intervieneella
antesdequeyopuedacontestar—.Asíqueyaves…
—Tony…—diceélentonodereproche.
—A ver, dejadlo ya. Hemos quedado que ella se encargaría de la
cenayyodelresto.Yasíserá.
—¿Te digo qué es el resto, Nathan? —me corta Stelle—. Pues ni
idea,porquenohapuestonilamesa…
—Bueno,confíaunpoquitomásenél.Parecequeno,perosabelo
quehace…
—Gracias… Aunque no sé cómo tomarme eso —respondo yo—.
¿Ytú?¿Vaisahaceralgoespecial?
—Sí, bueno, vamos a ir a ver los fuegos artificiales, y luego…
bueno,Codysequedaadormirencasademispadres–dicecarraspeando.
—Espera… —Stelle y yo nos miramos sonriendo—. ¿Vais a
estar…?
—Solos,sí.
—Osdejoquehabléis—diceStelleentoncesmientrasmeacaricia
lamejilla—.CuídateNathan,ydaleunbesoaKateyCodydemiparte.
—Descuida,loharé.
—Cuando volváis, podríais venir a cenar alguna noche. ¿Qué te
parece?Asínosconocemosporfinenpersona…
—Meencantaría.
Stellemedaunbesocogiéndomedelmentónysaledelacocina,
haciéndome señas para que me ponga las pilas con los preparativos. Le
sonrío y levanto el pulgar para tranquilizarla, aunque no lo consigo,
porqueponelosojosenblancodándomeporimposible.
—¿Sigues ahí Nathan? —pregunto de nuevo sentándome en un
taburete.
—Sí.
—Asíquevaisapasarlanochesolos…
—Sí.
Cojoelbolígrafoquereposaenelmármolyjuegoconélunrato.
—¿Nervioso?—preguntofinalmentealverqueélnosedecide.
—Algo…Verás,ayertuvimosunaespeciede…pre-calentamiento.
—Definepre-calentamiento…
—Bueno,Codyestabadurmiendoarribayempezamosabesarnos
y la cosa se puso más… intensa. Estuvimos a punto, pero Cody se
despertó.
—¿Y cómo te sentiste? No quiero pelos y señales —le advierto
riendo—.Sololoquemeinteresaanivelprofesional.
—Bien —contesta divertido—. Algo mareado, pero supongo que
fue tan de repente, sin planearlo, que no me dio tiempo a ponerme
nervioso… Lo de esta noche es diferente… Noto como una presión…
Sientocomoqueestátodotanpreparadoypredispuestoaquepase,quesi
luegonopuedo…
—¿Consejo?
—Porfavor…
—Déjatellevaryconfíaenella.EsKate.
—Losé…Esfuerte…Parecemiprimeravez…Porfavor,sime
vieran ahora mis colegas, se les caería un mito —dice mientras los dos
noscarcajeamos,soltandoalgodetensión—.Bueno,tevoyadejaryaque
faltapocoparalosfuegos.
—¿Paraesotambiénestáspreparado?
—Novolveráapasarlodelañopasado.Losfuegosdeaquínoson
los de allí, menos presupuesto, ya sabes… Me llevo a Kate y a Cody a
verlosalbosque,lostressolos,yluegoiremosalafiestaconlosdemás.
—Buenplan…—contestoyo.
—¿Ytú?¿QuésorpresalehaspreparadoaStelle?
—¿Cómo puede ser que tú confíes en mí y sepas que no voy a
fallarleyellaencambionosefíe?
—Porqueteconocemejorqueyo.
—Cierto,meloheganadoapulso.Bueno,pasadlobien,¿vale?
—Igualmente.Tony,volvemospasadomañana.Quieresque…¿Te
apetecequenostomemosunascervezas?
—Esoseríagenial.Nosllamamos,¿vale?
—Hastaluegocolega.
—Adiós,Nathan.
Cuelgo el teléfono con una gran sonrisa en la cara, justo en el
momento en que Stelle vuelve a entrar en la cocina. Me abraza por la
espaldayapoyalafrenteenella.Cojosusmanosylasaprietocontrami
pecho.
—¿Mejor?—mepregunta.
—Mucho.Muchomejor.
Y durante unos minutos, nos mantenemos así, abrazados, sin
necesidad de hablar más porque ella sabe perfectamente lo que esta
llamadahasignificadoparamí.
—Oye—digofinalmente—.¿Estálistaesacena?
—Lacenasí,peronosédondeservirla—mecontestaalzandouna
ceja.
—Mmmm… Déjame pensar… —contesto mientras saco la cena
delhorno—.Ahoravuelvo.Notemuevasdeaquí.
Suboalaazoteaydejolacenaenlamesaqueheimprovisado.Le
doyalinterruptoryhagoqueseenciendaslasdecenasdelucesdecolores
que he colgado por todas partes. Antes de volver a bajar, doy un último
vistazoalrededor.
—Perfecto…
Vuelvoabajaranuestroapartamentoymedirijoalacocina.Me
freno en seco al no encontrarla allí, así que confuso, doy media vuelta
parasalirabuscarla.Encuantolohago,memaravilloalverla.
—El año pasado no tuve la oportunidad de estrenarlo como es
debido… —dice abriendo los brazos ante mi cara de estupor—. ¿Qué te
parece?
—¿Qué…? ¿Qué… que qué me parece? —balbuceo cuando
consigo que mi cerebro vuelvo a funcionar caminando lentamente hacia
ella—. Que se me está quitando el apetito y que total son cuatro cohetes
maltirados…El4dejulioestásobrevalorado.Quedémonosencasa.
—Tentador—respondeellaechandolacabezaaunladomientras
beso su cuello—. Pero entonces me deberías dos celebraciones en
condiciones…Piensaqueelañoquevienetendríasqueliarlamuygorda
pararesarcirte…
La miro con mi sonrisa de medio lado, esa que sé que la vuelve
loca,ysinmediarpalabra,agarrosumanoytirodeellahacialaazotea.
Ellamesigueconfundidacuandoentramosenelascensorypicoalúltimo
botón.
—¿Dónde…?
—Shhhh…
Atrapo su cuerpo contra el espejo del ascensor mientras beso su
cuello y mis manos recorren un camino descendente desde sus hombros
hastasucintura,pasandoporsusbrazos.Cuandolaspuertasdelascensor
deabren,sindejardebesarlaladirijohacialapuertadesalidaalaazotea
yencuantolaabro,dejoqueellasalgaprimero,quedándomeasuespalda
expectanteporsureacción.
—¡Venga ya! —grita llevándose las manos a la boca—. Todo
esto…
Incapaz de articular más palabras, mira alrededor embelesada,
fijándoseentodosycadaunodelosdetalles.Yolaobservomientraslas
lucesdecoloressereflejanensucarayensupiel.
—¿Tegusta?
—¿Bromeas?¡Meencanta!—diceaúnmirandoalrededor—.¿Esas
sonnuestraslucesdenavidad?
—Ylasdelosvecinosdeprimero—contestoseñalando—.Ylasde
losvecinosdeallado,ylasdelosvecinosdelbloquedeenfrente,ylasdel
árboldelRockefellerCenter…
—Estásloco—dicegirándosedecaraamí.
—Shhhh… Que no se enteren… A ver si me van a quitar el
diplomaquetengocolgadoeneldespacho…
—Sientohaberdudadodeti.
—Sientohabertedadomotivossuficientesparahacerlo.
—¿Entonces, vas a romper tu racha de citas desastrosas? —dice
forzandocaradepena.
—Nomesubestimes.Sabesdesobraquepuedocagarlaencuestión
desegundos,peromeapetecehacerlascosasbienporestavez…¿Quéme
dices?
—Quetequiero.
—Losé…Peronomásqueyoati.
CAPÍTULO35
Kate
—¡Lista!—digodándomelavueltaunavezcerradalapuertadela
casa.
Ninguno de los dos me contesta ni repara en mi presencia. Están
concentradosmirandoelcieloestrellado,Nathanestiradoencimadelcapó
desucoche,conlaespaldaapoyadaenelcristal,yelenanoencimadeél.
CodylevantaelbrazoyseñalaunpuntoconcretoyNathanselocogeyle
ayudaaseguirunalíneaimaginariadeestrellas.Meapoyoenlamaderay
lesobservoconunasonrisaenlacara.Podríapasarmehorasespiándoles.
—Vale,entonces,esoquepareceuncucharón,eslaosamayor—
oigoquediceCody—.Perolaotraosa,lapequeña,nolaveo…
—Volvamos a intentarlo —contesta Nathan cogiéndole el brazo y
volviendoatrazarunalíneaimaginaria—.Porahí,yluegohaciaarriba…
—¡Miraesaestrella!¿Hasvistocómobrilla?¡Eslaquemásbrilla
detodas!¿Aquesí?
—Puede… No las vemos todas, pero de las que están encima de
nosotros,síeslaquemásbrilla.¿Sabesquetienennombre?
—¿Cómosellaman?—Codysegiraysesientaencimadelvientre
deNathan,quedandodecaraaél.
—PuesestáSirio,Vega,Rigel…
—Qué nombres más raros… ¿Quién se los ha puesto? ¿Las
estrellastienenpadres?
—Puesnolosé…¿Quieresquelepongamosnosotrosunnombre
a esa? —dice Nathan señalando la brillante estrella encima de nuestras
cabezas.
—Sí,lavamosallamar…
—Cody—lecortaNathan.
—¿Qué?
—Cody.
—¡¿Qué?!
—Queno…—ríeNathan—.QuelavamosallamarCody.
—¿Comoyo?¿Ypodemoshacerlo?
—¿Yquiénnoslovaaimpedir?
Codymiraalcieloysequedacalladounossegundos.
—Serámiestrella,latuyaylademamá—dice—.Ladelostres,
¿vale?
—Hecho —responde Nathan mostrándole el puño para que se lo
choque—.Yhablandodetumadre…Aversivieneya…
—Estará probándose toda la ropa que ha traído, como hace
siemprequetevaaver.
—¿En serio? ¿Y cómo era lo que decía? —le pregunta Nathan
riendomientrasCodyseponedepieenelcoche.
—Estepantalónmehacemuchoculo—empiezaahablarponiendo
vozdeniñarepipiyahacerverquesemiraenunespejo—.Estacamiseta
mehacebarriga.
Sinquemevean,sigilosamente,meacercoaellosmientrasCody
sigueconsubrillanteinterpretaciónyNathanríeacarcajadas.Entonces,
meplantoasuladodebrazoscruzadosyambospalidecenalinstante.
—Peromiraquesoisgraciososlosdos.Esquelloroytodo…—
lesdigoderepente.
—Mamá…losiento…
—Kate, no te enfades… Era broma… Tú estás siempre
impresionante.¿AquesíCody?
—Sí mamá. Siempre estás guapa. Eres la más guapa del mundo
mundial.
Ambos me miran con expresión de pánico. Casi puedo ver las
gotasdesudorcayendoporsufrente.Pocossegundosdespués,Nathanse
ponedepieamiladoymeabrazaconcautela,tragandosalivaincluso,y
escuandoyanopuedoaguantarmáslarisayestalloencarcajadas.
—Venga,vámonos—lesdigoabriendolapuertadeatrásdelcoche
paraquesesienteCodyyasípoderatarleasusilla.
Ambosestáncalladosmientrasentranenelcoche,mirándomede
reojo de vez en cuando, no fiándose de si mi risa era sincera o por el
contrarioestoyplaneandomivenganza.
—Mamá… ¿nos perdonas, de verdad? —le miro por el espejo
interiorencogiéndomedehombros.
Miro por la ventanilla, que me devuelve el reflejo de Nathan y
Cody mirándose, sabiendo que la han cagado y que se lo voy a hacer
pagarcaro.Laverdadesquemeloestoypasandodemiedoasucosta.
—Mamá,perdóname.Haréloquesea…
—Mmmm… ¿Lo que sea eh? —Veo que Nathan abre mucho los
ojos esperándose lo peor—. Muy bien. Cody, cuando volvamos a casa y
durante… digamos… una semana, harás las camas cada día. La mía y la
tuya.
—Mamá…Esonoesjusto…
—Estavidanoesjustacariño…Ytú—digoderepenteapuntando
aNathanconeldedoycortandodegolpelasonrisaqueasomabaensus
labios.
—Te recuerdo que yo era un simple espectador —empieza a
disculparse.
—¡Cobarde!—lerecriminaCody—.¡Estábamosjuntosenesto!
—Nomelopuedocreer.¿DejandoqueCodycarguecontodaslas
culpas? Pues por canalla, te vas a llevar la peor parte… Dos castigos
tendrás.
—¿Dos? —se queja Nathan apartando los ojos de la carretera a
ratos,mirándomeconlosojosmuyabiertos.
—Elprimero:mañanamismotecortaselpelo.
—¿Cómodecorto?—mepreguntaresoplando.
—Comoyoquiera—sonríosatisfecha.
—Bueno,puedollevargorra—contestaguiñándomeunojo.
—Y el segundo: esta noche bailarás conmigo. Y antes de que lo
preguntes,cuandoyoquiera,eltipodemúsicaqueyoquiera,ylasveces
queyoquiera.
Nathan deja caer la cabeza hacia delante mostrando su pesar
mientrasCodymemiraconlabocamuyabiertaylosbrazosextendidos.
—¡Peroquésuerte!—dice—.Telocambio.Túhaceslascamasy
yomecortoelpeloybailotodalanoche.
—Nobonito,no—contesto—.Cadaunosucastigo.
Nathanaparcaelcocheenuncaminodetierraapocosminutosde
casa. Caminamos poco más hasta llegar al claro de un bosque y nos
detenemosalladodeunagranroca.Nathansesientaenelsuelo,apoyando
laespaldaenlapiedraysesientaaCodyencima.
—Simirashaciaallí,veráslosfuegosartificialesperfectamente.
—¿Danmiedo?—lepreguntamientrasyomesientoasuladoyles
alcanzosusbocadillos.
—¿Ati?¡Quéva!Conlovalientequetúeres…
Cuando acabamos de cenar, Cody se levanta, coge su linterna y
empieza a hacer un “reconocimiento del terreno” exhaustivo. De vez en
cuandovuelveanosotrospararegalarmeunafloramí,oparaqueNathan
leguardealgúnpaloconformarara,comoéldice.
MecolocoentrelaspiernasdeNathanydejoquemeabrace.Noto
como hunde la cara en mi cuello y cómo su aliento me acaricia la piel.
Girolacarahaciaélyveosusojosiluminadosporelreflejodelaluna.
Sonríocomounabobamientrasélcolocalapalmadesumanoenmicara.
—Tequiero,Kate.
Abro la boca para contestarle, pero él aprovecha ese momento
parainvadirmeconsulengua.Sindespegarsubocadelamía,mecogelas
piernas y me sienta a horcajadas encima de él. Coge mi cara entre sus
manosysientosusdedosenminuca.Uncalorabrasadorinvadetodomi
cuerpo y se empieza a concentrar peligrosamente en la parte baja de mi
estómago.Meagarroconfuerzadesucamisacuandosubocaempiezaa
descenderpormicuello.Apoyalafrenteenmipechoysualientosecuela
pormicanalillo.OigonuestrasrespiracionesagitadasylavozdeCodya
lolejos.EntoncesNathanlevantalavistahaciamíyveosusojosllenosde
deseomientrassupechosubeybajaconrapidez.
—Necesitoparar…
—¿Estás bien? —pregunto apoyando las palmas en su pecho,
sintiendoloslatidosaceleradosdesucorazón.
—Sí—contestariendo—.Perosinoparoahora…norespondode
misactos…
—Vale—acariciosucaraconmisdedos.
—MegustasdemasiadoKate…
—¿Y eso es malo? —Apoyo mi frente en la suya mientras nos
miramosalosojos.
—Me tienes acojonado. Eres el remedio de mi enfermedad y la
causademilocura.
Lagrimasdeemocióninundanmisojosporculpadeesaspalabras,
justoenelmomentoenqueelprimercoheteestallaenelcielo.Segundos
después,lesiguenotros,peroningunodelosdosleprestamosatención,
sinoquenosquedamosestancadosunoenelotro.Veolaluzdelosfuegos
artificialesreflejadaenelrostrodeNathan,quememiraembelesado.
—¡Bieeeeeeeeeeeen!—gritaCodysaltandodelantedenosotroscon
lavistafijaenelcielo—.¡Dejaddedarosbesosymiradarriba,queoslos
estáisperdiendo!
—Shhhh… no le escuches —le digo a Nathan tapando sus orejas
conmismanos—.Imaginemosquenoestáahí…
—¡Eh! —dice Cody de repente a nuestro lado, tirando de las
camisadeNathan.
—Demasiadotarde…—ríecondulzura—.Ven,Cody.Siéntateaquí
connosotros.
Asíacabamosviendolosfuegoslostres.Codyyyoapoyadosenel
pechodeNathan,mientrasélnosabraza.Devezencuando,cuandoalgún
cohetesuenaconmásintensidadqueotros,notocomoNathanaprietami
manoconmásfuerza,asíquemecolocodecostadoypaseomimanopor
supechoparaintentartranquilizarle.Apoyomicabezaenelhuecodesu
hombroyleobservomiraralcielo.Aprietaloslabiosconfuerzaytraga
salivacuandoresuenanlosestallidosdelatracafinal.
—Tequiero—susurrorozandosuorejaconmislabios.
Sefijaenmíalinstante,sonriéndomeabiertamente.Veocomosus
ojos se pasean por todo mi rostro, y su mano se posa en mi mejilla,
repasandomislabiosconelpulgar.
—Mami,¿teacordastedecogermepijama?
Cody nos mira con las cejas levantadas y una gran sonrisa que
enseñatodossuspequeñosdientecitos,sinserconscientedelmomentotan
bonitoqueacabadechafar.
—¿Qué?—nospregunta
—Sí,Cody,sí.Tecogípijama—respondoalcabodeunrato,aún
descolocada.
—Genial—Seponeenpiecogiendolamochila—.¿Nosvamosde
fiestaoqué?
Nathan se incorpora de repente y le agarra colgándole de su
hombro.LellevaasítodoelcaminodevueltaalcochemientrasCodyno
paradereíragarradoasuespalda.
—Semebajalasangrealacabeza—gritaelenano—.Aversivoy
a“gomitar”entucoche…
Unosquinceminutosmástarde,Nathanaparcaelcochecercadel
parquedondesecelebralafiesta.
—Dejalamochilaenelcoche.Luego,cuandonosvayamosdela
fiesta,seladamosaAbby—resoplocuandoveoquepretendeircargado
conella.
Encuantoentramosenelparque,CodysalecorriendohaciaAbby
ysusamigosencuantolesve.EntoncesNathantirademimanoymeatrae
hacia él. Choco contra su pecho y enseguida me atrapa entre sus brazos.
Mebesasinprisas,saboreandocadacentímetrodepiel.Enredomisdedos
ensupelo,echandolacabezaaunladocuandosientosuslabiosbajarpor
micuelloymordersuavementemihombro.
—Vámonos a casa… —oigo que dice sin despegar sus labios de
mipiel.
—Nopodemos…BastantemalmesientoyaencasquetandoaCody
contuspadresestanoche…—consigocontestarhaciendoacopiodetoda
mifuerzadevoluntad.
—Seguro que no les importa —Vuelve Nathan a la carga
acariciando mi cintura y subiendo hacia los hombros, pasando
peligrosamentecercademispechos.
—Oh,joder…Para…—jadeoagarrándoledelpeloparaapartarle
unos centímetros de mí—. Además, si te piensas que te vas a librar de
bailarconmigoestanoche,vasmuyequivocado.
—¡Mierda!Nohaspicado…—mediceprovocadorlevantandouna
ceja.
—Apuntoheestado,peroquierovertesufrirenlapistadebaile—
Tirodeélagarrándoledelacamisa.
Me acoge entre sus brazos, haciéndome cosquillas mientras
entramosenelparque.
—Mami,¿puedoirallíajugarconesosniños?—nosabordaCody
nadamásllegar.
—Vale, pero de vez en cuando ven para que te veamos y no te
alejesdemasiado,¿deacuerdo?
—Tranqui—respondecuandoyahasalidocorriendo.
Abby nos saluda desde la barra del bar, donde está con varios
amigos.
—Ven,vamosasaludaratumadreunmomento—ledigotirando
desubrazo.
—¿Esnecesario?—contestaélviendoqueestáacompañadadesu
padre,hablandoconmásgente.
—Síloes.SaludamosynosvamosconAbby.
ArrastroaNathanhaciaellos,agarrandosumanoconfuerza.
—Hola,Mary—saludoconunasonrisaenlacara—.Hola,señor
Anderson.
—Hola,cariño—meabrazaellaafable—.Hola,hijo.
—Hola—Nathanledevuelveelabrazo.
—Codyyacorreporallí—empiezoadecirparaintentarromper
latensiónquesehaformadoentrepadreehijo,queserehúyenlamirada.
—Sí,havenidoasaludarnosyadecirnosquesupijamaestáenuna
mochilaenelcochedeNathan—contestaMaryriendo.
—Es un caso… ¿De verdad que no os importa? Es que me sabe
fatal…
—No,no,no.Meencanta.
—Maryestádeseandoserabuela.¿Senotano?—dicelamujerque
estáasulado.
—¡Elizabeth!—lereprendeella.
—¿Acaso estoy mintiendo? —Acercándose algo más a mí, añade
—:Hastahacompradogalletasdeniñosychocolates.
Todosreímos,incluidaMary.Peroloquemásmesorprendeesla
actitud de Tom, que niega con la cabeza, divertido, con una sonrisa
asomandoensuslabios.
—¿Cómo estás Nate? —le pregunta el marido de Elizabeth
poniendounbrazoporencimadesushombros—.Saltaalavistaquemuy
bien,¿eh?
—Sí…—contestaéltímidamente.
—Mealegro—lerevuelveelpelocariñosamente—.Mira,porallí
vieneabuscartemihijoGreg.
—¡NathanAnderson!
En cuanto Greg llega a su lado, se queda parado sin saber cómo
saludarle,hastaqueNathanlesonríeyseacercaparadarleunabrazo.
—¿QuépasaGreg?
—Bientío.¿Ytú?Teveogenial.
—Sí,laverdadesquenomepuedoquejar—Ygiralacabezapara
mirarmeconunasonrisa.
—Yaveoya…Hola.SoyGreg—diceacercándoseparadarmedos
besos—.Nathanyyonosconocemosdesdelaguardería.
—Hola.YosoyKate.
—¿Osvenísconnosotros?Tenemosmuchoquecontarnoschaval.
Algomásdeunahoradespués,traslaspresentacionesconelresto
del grupo de amigos, después de bebernos algunas copas, de escuchar
variasanécdotasdeadolescencia,inclusodespuésdequeNathanexplique
a grandes rasgos algo de su paso por el infierno, los chicos se quedan
hablandoenlabarraylaschicasnosvamosabailar.Abbyysusamigasse
unenanosotrastambién.
—NoesunclubdeNuevaYork,peronoestátanmal,¿no?—me
dice la novia de Greg levantando la voz todo lo que puede para que la
escucheporencimadelamúsica.
—¡Estámuybien!Yasíalairelibre,esdiferente.
—¡Sí! Escucha… —dice acercándose a mí para hablarme más
íntimamente—. Me alegro mucho por Nathan. Sé por Greg que lo ha
pasado muy mal y que cuando volvió de Afganistán no era el mismo de
siempre…Encambioahora…Sólohayqueverle.
Las dos dirigimos la vista hacia los chicos y veo a Nathan reír a
carcajadas,sentadoenunodelostaburetesdelabarra,mientrasunodelos
chicoslesexplicaalgogesticulandocomounloco.
—Es increíble —digo sin apartar la vista de él—. Y la verdad es
quemehacemuyfeliz,amíyaCody,queleadora.
—Poraquíteníamuchasfans—dicemirándomedereojo.
—Sí,heconocidoaalguna…—contestomirándolaintrigadapor
loquemevayaadecir.
—Rachel es amiga mía, pero no tiene nada que hacer con él. Es
ciertoquehaceunosaños,nopodíasimaginarlosseparados,peroellale
rompióelcorazónaldejarle,ytepuedoasegurarquecomotemiraati—
dice señalando disimuladamente con la cabeza hacia Nathan—, no la
mirabaaella…
Entonces vuelvo a mirar hacia él y nuestros ojos se encuentran.
Nossonreímosyelrestodegentedesaparece,mientrasmantenemosuna
conversaciónsinpalabras.Mehaceungestoconlacabezainsistiendoen
que nos vayamos, al que contesto negando con la cabeza y con un dedo
levantado.Intentaponercaradepenaperoloqueconsigueesquemería
conganas.Entonceslepidoconeldedoqueseacerque,mientrasélniega
conlacabeza,asustado,sabiendoqueselopidoparaquebaileconmigo.
Así que sin más, me acerco lentamente a él y sin mediar palabra, me
colocoenelhuecoquequedaentresusrodillas,leagarroporelcuellode
lacamisaacercandosucaraalamía,yhundomilenguaensuboca.No
oponeningunaresistencia,esmás,susmanosenseguidasecolocanami
espaldaymeacercanasucuerpo.Atraposulabioinferiorconlosdientes
y provoco que suelte un jadeo por la boca. Sus amigos empiezan a
vitorearysilbaranteesademostración,llamandolaatencióndelrestode
lagente,quesegirahacianosotrosparamirarnos.Asíquemecogedela
cinturaydespegandomispiesdelsuelo,mellevaaunlugarmásapartado,
alejadodemiradasajenas.
—Tedecíaquesivienesabailar—preguntoseparandomislabios
delossuyosporunafraccióndesegundo.
—Yyotepreguntabaquesinosvamosacasa…
—Espera,meparecequenomehasentendido…
Enredomisdedosensupeloytirodeél,echandosucabezahacia
atrás. Paso los labios por su cuello, trazando un camino ascendente,
dejando que su incipiente barba me haga cosquillas. Cuando llego al
mentón,lomuerdodelicadamente.Levantolavistayveocomopermanece
conlosojoscerradosyresoplaconfuerzaporlaboca.Cuandomislabios
rozan los suyos de nuevo, él me acoge sin miedo. Mi lengua acaricia la
suya,juegaconellaunratoyluegoseretira,jugandoaseducirle.
—¿Bailasconmigo?—Vuelvoapreguntarle.
Asiente, aún con los ojos cerrados, incapaz de contestar con
palabras,rendidototalmenteamí.Creoqueheconseguidomiobjetivo.
Camino hacia atrás, llevándole cogido de las manos. Camina con
los ojos abiertos, pero sin apartarlos de mí. Nos colamos en la pista,
rodeadosdegentequebailaalrededornuestro.Leobservodetenidamente,
prestandoatenciónasusreacciones,porquenoquieroqueestasesiónde
baileacabecomolaanterior.Cuandocomprueboqueestábien,sueltosus
manos y empiezo a bailar al ritmo de la música que suena. Él se queda
quieto delante de mí, mirándome de arriba a abajo, devorándome con la
mirada. Veo como traga saliva repetidas veces mientras yo me contoneo
delante de él. Le estoy provocando, lo reconozco, y lo estoy haciendo
totalmenteaconciencia.
Me acerco a él despacio, agachando tímidamente la cabeza
mientrasmemuerdoellabioinferior.Pongomisbrazosalrededordesu
cuelloyenredomisdedosenelpelodesunuca.
—No estás cumpliendo con tu castigo… —susurro en su oreja
tirándoledellóbuloconmisdientescuandomeseparodeél.
Abrelabocaperonoemiteningúnsonido,incapazdepronunciar
ningunapalabra.Soloescapazdemirarme,totalmenteabrumado,asíque
cuandoescuchoquelacanciónquesuenaacontinuaciónesunamáslenta,
decidoponerlelascosasfáciles.Meacercohastaquenuestroscuerposse
rozanyapoyolacabezaenelhuecodesuhombro.Notocomosusbrazos
rodeanpocoapocomicinturayescuchosurespiraciónenmioído.
Cierro los ojos mientras me dejo llevar por él. Siento sus dedos
acariciandomiespaldaysualientorozandomimejilla.Colocounamano
encimadesucorazón,paraestarpendienteentodomomentodecualquier
cambioderitmopeligrosoquepuedainduciraunataque,mientraslaotra
siguejugandoaenredarseensupelo.
Suspiro profundamente, acomodando mi cabeza en su hombro,
mientras mi nariz roza su cuello e inhala su olor. Él me estrecha con
fuerzacontrasucuerpoysebalanceadeunladoaotro.Másquebailando,
parecequemeestémeciendosuavemente,peromeencanta,porqueentre
susbrazosmesientosegura.Acariciamipeloconsumanoyacercasus
labiosamicuello.Mebesasuavementehastallegaralhuecodedebajode
mioreja,dondeserecreadurantemasrato,provocandoqueuncosquilleo
vuelvaaarremolinarseenelcentrodemiestómago.
—¿Nosvamosya?—digototalmentesofocada.
—Penséquenolodiríasnunca—sueltaélconvozronca.
Mecogedelamanoytirademífueradelapista,hacialasalida
delparque.Vatandeprisaquemeobligaaseguirlecasicorriendo.
—¡Nathan! —le llamo riendo—. Tenemos que avisar a tus padres
dequenosvamosparaqueesténatentosdeCody…
Se frena de golpe agachando la cabeza y los brazos, resoplando
conresignación.
—Venga, va —digo poniéndome delante de él—. No pasa nada
porquenosretrasemosdiezminutosmás,¿no?
—Hablaporti.
Caminohaciaatrássindejardesonreírmientrasélmesiguecomo
un perrito faldero. Cuando volvemos a entrar en el parque, me giro y
buscoasuspadres.
—Nopuedeser…—diceNathanagarrándomeporlacintura.
Mirohaciadondesedirigensusojosymequedodepiedraalvera
CodyenbrazosdeTom.Leestáexplicandoalgomientrasesteleescucha
atentamente.EntonceselpadredeNathandicealgoquehacequeCodyría
acarcajadas.
—Estoyflipando…
—Yyo…Peromeencanta—sonríoabiertamente.
—Loquenoconsigaeseniño...
Empezamos a caminar hacia ellos, siendo testigos de la buena
sintoníaquehayentrelosdos,hastaqueCodynosveysemeechaalos
brazos.
—¡Hola,mami!Estoyunpococansadoyaynosvamosairacasa.
—Sí… —interviene Tom—. Mary ha ido a buscaros para
decíroslo.Esperadquelabusque.
—Yo voy a buscar la mochila —me dice Nathan—. ¿Me esperas
aquí?
—Ajá—confirmodevolviéndoleelbesobajolaatentamiradade
Cody.
—¿Osvaisacasar?—preguntacuandonosquedamossolos.
—¡Cody!¿Aquévieneeso?
—Esloquehacenlosnovios,¿no?
—Nocorrastanto…
—EslomismoquemediceNathan.
—¿Nathan? Por Dios, no me digas que también se lo has
preguntadoaél.
—Variasveces—contestaconcaradenoentendermisorpresa—.
Ymedijoquelotendríaencuenta.
—¿Quetendríaencuentaqué?
—Puesqueyoledijequeseteníaquecasarcontigoporqueesoes
loquehacenlosnoviosymedijoquelotendríaencuenta.
EnesemomentoTomvuelveconMaryyAbby.
—¿Nosvamosenano?—ledicelahermanadeNathan.
—¡Sí!Esperad,queNathanhaidoapormimochila.Allíviene.—
Y retorciéndose en mis brazos me hace dejarle en el suelo para correr
haciaél.
Nathan viene con la mochila colgada al hombro. Le tiende los
brazos y en cuanto le coge, le lanza por los aires mientras Cody abre
manosypiesyríecontento.
—Graciasporeso—mediceMaryseñalandoasuhijosonriente.
—Gracias a usted por eso —le digo señalando a su marido, que
estádepieasulado,mirandoasuhijoconunamediosonrisaenlacaray
meaventuroadecirqueinclusoorgulloreflejadoensusojos.
—¿Te portarás bien, verdad? —oímos que le pregunta Nathan a
Codycuandollegaanuestrolado.
—Claro que sí. Y a lo mejor mañana, podemos ir a jugar al
circuito,¿no?—dicemirandoaTom.
—YatehedichoqueparaesotienenqueestartumadreyNathan.
—Pero me lo puedes enseñar, ¿no? —pregunta mientras Tom se
encoge de hombros—. ¿Me lo puede enseñar, Nathan? Solo enseñar y
luegocontigointentohaceralgunaspruebas.¿Porfavor?
Codyleruegaconlasmanosdelantedelacara,comosiestuviera
rezando. Entonces mira a su padre, que aprieta los labios y levanta las
cejas.
—No sé quién tiene más ganas de ir al circuito… —dice Nathan
mirandoasupadreconlascejaslevantadasmientrasestevuelveaencoger
loshombrosyanegarconlacabeza.
—Sinduda,tupadre—diceMary—.Semueredeganasdevolvera
compartirconalguiensupatiodejuegos.
—Vale,pero…
—Lo sé, lo sé —dice Tom levantando las palmas—. Nada de
armas.
—¡Geniaaaaaaaaaaaaaaal!—CodyledaunbesoenormeaNathan
enlamejillaysetiraalosbrazosdeTom—.Perometienesquecontarel
tiempo, ¿vale? Y en las partes a las que no llegue, también me puedes
ayudar, ¿vale? ¿Son muchas pruebas? ¿Todas las puedo hacer o hay
algunaparamásmayores?¿Conlaszapatillasquellevopuedohacerlas?
—Corre y vámonos antes de que se arrepientan… —me dice
Nathanmientrastirademíyempezamosaretrocederconcautela.
TommiraaCodyconcaradeasustado,intentandoprocesartodas
laspreguntasquelehaceperosintiempoacontestarningunaporquenole
datiempo.MaryyAbbyseríenynosdicenadiósconlamano.
—¡Mami!
—No,no,no—legritaNathan—.Desdeestemismomomento,no
estumadre.Essolomía,asíquehazcomoquenonosves…
—Noseasmalo—leincrepodándoleunmanotazoenelbrazo—.
¡Adiós,mivida!Nosvemosmañana.
Hacemos el trayecto a casa en silencio, yo sentada de lado,
observándoledetenidamente,mientrasélseconcentraenlacarreterayme
lanza alguna mirada de reojo. En los pocos minutos que llevamos en el
coche,lehevistotragarsalivavariasvecesyapretarelvolanteconfuerza
hasta poner blancos sus nudillos. Su comportamiento ha cambiado y
conformeseacercaelmomento,lenotocadavezmásnervioso.
Aparca el coche delante de casa y hacemos el camino a casa sin
decirnosnada.Megirohaciaélycaminodeespaldasmientraslesonrío
mordiéndome el labio inferior. Él camina con las manos metidas en los
bolsillosdelosvaqueros,yagachalacabezacontimidez.Metelallaveen
lacerradurayapoyolaespaldaenlapuertamientraslohace.Encuantose
abre,entroymedescalzo.
—Oh, por Dios, qué bien —digo frotándome los pies
aguantándomeenelrespaldodelsofá.
Levantolavistayleveoapoyadoenlapuertayacerrada.Vuelvea
tenerlasmanosenlosbolsillosysupechosubeybajaconrapidez.Está
muy nervioso y eso lo encuentro adorable. Sonrío y me coloco el pelo
detrásdelasorejasmientrasempiezoacaminarlentamentehaciaél.
—Sabes… —digo cuando llego, poniendo las palmas de mis
manos en su firme pecho—. Me alegro de haber esperado… De no
haberlo…hechoelotrodía…yasabes,conprisas.
—Sitúlodices…
—¿Noestásdeacuerdo?—Misdedosseacercanalosbotonesde
sucamisayempiezanadesabrocharelprimerodeellos.
Agachalavistahaciamismanosmientrasestassiguenenfrascadas
ensutrabajo,siguiendouncaminodescendente.
—Estoy un poco… nervioso —Ya le he desabrochado la camisa
por completo y se la estoy quitando tirando de ella por los hombros,
dejándolacaeralsuelo—.Escomosifuerami…miprimeravez.
—Bueno, técnicamente, es nuestra primera vez —Mis dedos
repasan sus cicatrices con ternura y él cierra los ojos echando la cabeza
haciaatrás—.Ycomoesnuestraprimeravez,quieroquesea,perfecta,sin
prisas.
Llevolasmanosalbajodemicamisetaytirodeellahaciaarriba,
lentamente,sindejardemiraraNathan,comprobandoquehaabiertolos
ojosdenuevoynopierdedetalle.Vestidasoloconelsujetador,meacerco
denuevoaélyagacholavistahaciasusabdominalesperfectos,pasando
eldedoporencimadeellos.Acariciosupielcondelicadezahastallegara
lacinturadesusvaqueros.Entonceslevantaunbrazoyllevasusdedosala
tirademisujetador.Ladejacaerlentamentepormihombroymeobserva
duranteunossegundos.Parececomosimepidierapermisoantesdehacer
lo mismo con el otro tirante, así que le sonrío para darle confianza. Se
apartadelapuertaymerodeahastaquedarseamiespalda.Notosusdedos
pasarporencimadelateladelsujetadorhastallegaralcierre.Enseguida
siento como libera mis pechos y sus labios se posan en mis hombros.
Ladeo la cabeza mientras succiona mi piel y sus dedos la recorren.
Primero acarician mi espalda, haciendo que se arquee casi de forma
involuntaria,yluegosedirigenamivientre,mientrassupechodesnudo
sepegaamiespalda.Susmanossubenhaciamispechosylosmasajean
sindejardelamermicuello.Micuerposeretuerceincontrolableyjadeo
porculpadelascariciasquesusdedosregalanamispezones.Sientosu
erección totalmente pegada a la parte baja de mi espalda y cómo su
respiración se vuelve cada vez más irregular. Me giro lentamente para
asegurarmedequeestábien.Lecojolacaraentremismanosybuscosu
mirada.Nomehacefaltapreguntar,asienteconlacabezaconunasonrisa
demedioladodelomássexy.
—Ven… —digo cogiéndole de las manos dirigiéndome hacia las
escalerasparasubiraldormitorio.
Encuantoentramos,lellevohastalospiesdelacamaylesiento
con un suave empujón. Él apoya las palmas de las manos en el colchón,
echandolaespaldaligeramentehaciaatrás,paraasíadmirarmedearribaa
abajo.Derepentemesientocomosiestuvieraenelclub,sóloqueestavez
sí me apetece desnudarme delante de este espectador. Me desabrocho el
botón del pantalón, lentamente y lo deslizo por mis caderas. Cuando me
quedosoloconeltanganegro,Nathanseincorporayacercasusmanosa
mi piel mientras vuelve a mirarme como si me pidiera permiso para
tocarme.Susdedossedeslizanpormivientrehastatocarlateladeencaje.
Levanta la vista hasta mis ojos y empieza a bajarme el tanga, dejándolo
caer hasta mis tobillos. Acerca su boca a mi pubis e incluso antes de
rozarme,sualientoyamehaceestremecerdeplacer.Susmanosseposan
enmitraseroymeaprietancontrasuboca.
Antesdequelasrodillasmeempiecenaflaquear,apoyolasmanos
en sus hombros y le obligo a echarse en la cama, subiendo hacia el
cabezal.Comounfelino,asciendohastasuboca.Muerdosulabioinferior
yacercandolabocaasuoreja,lesusurro:
—Me parece que no estamos en igualdad de condiciones. Voy a
ponerleremedio.
Beso cada centímetro de su piel desde su cuello hasta su vientre,
poniendoespecialénfasisensuscicatrices.Cuandollegoasuspantalones,
decuyobotónyameencarguéantes,tirodeelloshaciaabajo,llevándome
también su bóxer negro y liberando su erección. Cuando le tengo a mi
merced, admiro a mi hombre con detenimiento, por primera vez desde
que estamos juntos. Y madre mía si me gusta lo que veo. Es perfecto,
comosiestuvieraesculpidoenpiedra.
—Oh,joder—Nopuedoevitardecir—.Yerestodomío.
Eso le hace reír y consigo liberarle un poco de ese nerviosismo
que le agarrota todos los músculos. Entonces se incorpora y en un
movimientotanrápidoquenoloveovenir,meagarraporlacinturayme
ponebocaarriba.Ahoralastornashancambiadoyesélelquemeadmira
condetenimiento.Veotantodeseoensusojosquenopuedomantenerme
quietabajosucuerpo.
—Eres preciosa —dice acercando su cara a la mía, apoyando el
pesodesucuerpoenlosantebrazos.
—Ytodatuya.
—Ytodamía…—repiteantesdebesarme.
Le agarro del pelo y enredo una pierna alrededor de su trasero
para atraerle hacia mí. Quiero tenerle dentro de mí, es una necesidad
imperiosa,ytienequeserahoramismo.
—Esperaquecojaunpreservativo—jadeaélenmioído.
—Nohacefalta.Tomolapíldoraymefíodeti.
—Deacuerdo…—contestasindejardemirarme.
—Tranquilo—ledigoatrayendosucaraalamía.
En el momento en que deja caer su cuerpo contra el mío, noto
como su erección me penetra. Ambos soltamos un jadeo y él apoya la
frenteenlamía,intentandoacompasarsurespiración.
—Eso es… —le digo de la manera más cariñosa que puedo, sin
dejardeacariciarlelacara.
—Joder,Kate…meponesacien…
—Quédateasí,quietodentrodemí…Ymíramealosojos.
Cuandolohace,veoquelostienetotalmentebañadosenlágrimas.
—Novoyapoder…
—Puesyocreoquesí.
Ysinesperarrespuesta,saqueosubocaconmilengua.Terapiade
choque.Sinopuedeacompasarsurespiración,haréquerespirecuandoyo
lohaga.Siempreapoyandounamanoensucorazón,enrollomispiernas
alrededordesutraseroyleaprietodenuevocontramicuerpo.Emiteun
sonorojadeoqueacojodentrodemibocayenseguidavuelvoarepetirla
acción. Cuando lo voy a hacer por tercera vez, Nathan abre los ojos y
sientocomoesélelquemuevelascaderashastaclavarsedentrodemícon
fuerza. Ahora soy yo la que jadea con fuerza, echando la cabeza hacia
atrás, dejando mi cuello totalmente al descubierto y vulnerable para que
suslabiosmelocubrandebesos.Muevelascaderasdenuevohaciafuera
ysindarmetiempoaabrirlosojosdenuevo,meembistehastaelfondo
contodalasuavidaddelaqueescapaz.Meagarroasucuelloyélhunde
lacaraenmicuello.
—TedeseoKate—leoigodecir—.Másqueanadaenelmundo.
Vuelve a repetir el movimiento varias veces más, y aunque su
corazón sigue desbocado y su respiración no es acompasada, sus
embestidastienenunritmoconstanteincansablequemehaceenloquecer.
Entoncesponesusmanosenmiespaldaymelevantamientrasélse
sientaenelcolchón,apoyandolaespaldaenelcabecerodelacama.Peina
mipelohaciaatrásconambasmanosymemiraembelesado.Meagarro
delcabezalyempiezoacabalgarencimadeél.Leveocerrarlosojoscon
fuerza,apretandoloslabioshastaconvertirlosenunafinalínea.
—Joder…—jadea—.Novoyaaguantarmuchomás…
—Vale—contestoconmislabiospegadosasuoreja—.Puesdéjate
ir…
—Nihablar.
Vuelve a tumbarme boca arriba, deslizando mi espalda por las
finas sábanas, hundiéndose en mí a la par que me coge una pierna y me
obligaaponerlaalrededordesucintura,provocandoquesusembestidas
lleguenmásprofundas.Suotramanoagarraunodemispechosyllevala
boca hasta el pezón. Lo lame y lo aprieta levemente con los dientes,
tirandodeélalavezqueunafuerteembestidamelanzaalabismo.Letiro
delpelomientrasgritosunombrecuandodecenasdedescargasrecorren
micuerpo,desdelosdedosdelospieshastalacabeza.
Solo entonces él se da por satisfecho y tras dos embestidas más,
apretandolamandíbulaconfuerza,sevacíaporcompletoenmiinterior.
Resopla con fuerza una y otra vez, mientras agarro su cara entre mis
manos y perfilo sus cejas con mis pulgares para relajar la tensión en su
rostro.
Se deja caer boca arriba a mi lado, abriendo los brazos para
intentarrecobrarelaliento.Megirohaciaélyposolamanoensupecho.
Observocomosubeybajaconrapidez,hastaquepasadosunosminutos,
abrelosojosygiralacabezahaciamí.
—Hola—lesaludosonriendo.
—Eh—respondetotalmenteagotado—.¿Estásbien?
—Sí.Mucho.¿Ytú?
—Sobreviviré.
—Mealegro—digomirandosupechoyrepasandoconeldedola
cicatrizmásgrande,laquelecubrepartedelpectoralderecho.
—¿Noteasustanitedaasco?—mepreguntaabrazándomeporla
cinturadejándomeencimadeél.
—Nadadetimeasustaymedaasco.Eresperfecto.
—Túmehashechoasí—medice.
—Quéva…Yaerasasí,perolohabíasolvidado.Loúnicoqueyo
hehechohasidorecordártelo.
—Vale…¿Ycómotepagoportusservicios?
—Enespecias,sindudarlo.Peromitrabajonohaacabado,tendré
que seguir rehabilitándote… Así que me debes muchos como el de esta
noche…
—Lotendréencuenta.
—Demomento,quierodormirentretusbrazos,asíquecógemey
nomesueltes.
Nosmovemoshastaapoyarlacabezaenlaalmohadaysecolocaa
mi espalda, totalmente pegado a mi cuerpo, rodeándolo con sus brazos.
Incluso puedo sentir su corazón latiendo con fuerza contra mi espalda.
Pocoapoco,meciéndomealcompásdesurespiración,voycerrandolos
ojos,dejándomellevarporelsueño.
El colchón empieza a moverse, y unos movimientos bruscos
empiezanadespertarme.
—Kate…
Entonces soy consciente de lo que pasa. Una pesadilla. Me giro
hacia él y enseguida le veo mover la cabeza de un lado a otro, solo que
estávez,suexpresiónesrelajadaeinclusosonríe.
—Kate…Tequiero…
Entoncesmedoycuentadequenoestáreviviendounapesadillade
Afganistán,sinoqueyosoylaprotagonistadesussueños.Meacurrucoa
su lado y acaricio su rostro, besando su mejilla y poniendo una mano
encimadesucorazón,gestoqueyasehavueltohabitualenmí.
—Yotambiéntequiero…
CAPÍTULO36
Nathan
Medespiertodegolpe.Girolacarahacialaventana,peroporella
no entra nada de claridad. Busco a tientas el teléfono en la mesita de
noche, le doy a uno de los botones y enseguida la pantalla se ilumina
informándomequesonlas5:15delamañana.Resoploconfuerzaymiro
altechodenuevo.Soyincapazdedormirmás,aunqueestavezsientoque
elratoquelohehecho,heconseguidodescansar.
Entonces reparo en la mano que yace encima de mi pecho, justo
encima de mi corazón. Giro la cabeza hacia mi derecha y veo a Kate
durmiendo,estiradadecostadodecaraamí.Posomimanoencimadela
suyaylaagarroconcuidadoparagirarmedecaraaella,intentandoser
todolocuidadosoposibleparanodespertarla.Dejosumanoapoyadaen
elcolchónylaobservoduranteunrato.Siguedesnuda.Dehecholosdos
loestamos,asíquelaarropobienconlasábanapeseaquenohacefrío.
Tiene la expresión totalmente relajada y la boca ligeramente abierta. Le
aparto con cuidado algunos mechones de pelo rubio que le caen por la
cara,yseloscolococondelicadezadetrásdelaoreja.
Estanochehesoñadoconella,losé,lorecuerdo.Lahevistobailar
delantedemí,reíracarcajadasentremisbrazosyjadeardeplacerbajo
mi cuerpo. Ha sido increíble… ella es increíble. En unos meses ha
conseguidoerradicarlasimágenesdehorrorquehabitabanenmicabeza
ysustituirlasporotrasmuchomásbellas…
Me pregunto qué estará soñando ella, y deseo con todas mis
fuerzasquesisueñaconalguien,queseaconmigo.Rozosupielconmis
dedos,descendiendoporelbrazohastallegarasucintura.Agacholavista
hacia mi mano, que acaricia su vientre liso, y me veo obligado a tragar
salivarepetidamente.Acercomicaraalasuyaysusurrocercadesuoreja.
—Teamo.
Meapartocuandoveoqueseremueve.Arrugalanarizenungesto
adorableysemuerdeellabioinferiormientrasseledibujaunasonrisa,
gesto que se me contagia. Estoy totalmente colgado por ella, me tiene
tonto.
Aunque me encantaría despertarla, hacer caso a los deseos de la
tremenda erección que acaba de provocarme aún estando dormida, y
hundirme de nuevo en ella, no voy a hacerlo. Dejaré que descanse. Me
cuesta horrores despegarme de ella, pero tengo que desahogarme de
algunamanera,asíquemediahoradespués,trasdejarleunanotaporsise
despertara, vestido con un pantalón corto y una sudadera con capucha,
estoyenelporchedelanterodecasa,listoparasaliracorrer.Mepongo
los auriculares en las orejas y trasteo el móvil para poner la música.
Cuando empieza a sonar, subo el volumen y empiezo a estirar los
músculos,mirandoalhorizonte,pordondejustoempiezaaasomarelsol.
Salgo a un ritmo lento para empezar a coger tono. Los primeros
metros me los tomo como un calentamiento para desentumecer los
músculos. El recorrido que hacía cuando vivía aquí es de unos 11 o 12
kilómetros y si quiero mantener mi marca debería acabarlo en unos 40
minutos.Coneseretoenmente,encuantopasopordelantedelacasade
mispadres,aumentoelritmo.Doylavueltaatodoelpueblo,pordetrás
del instituto, bordeando la fundición donde trabajan la mayoría de
hombresdelpueblo,hastallegaralasgranjasdemásalEste,justoantes
deemprenderelcaminodevuelta.Sinocalculomal,medebendequedar
unos 5 kilómetros hasta llegar a casa. Miro el reloj y veo que llevo 32
minutos corriendo. Puedo bajar mi marca, así que aprieto los dientes e
intento dar lo máximo de mí, aunque estoy empapado y siento que mis
piernasempiezanadesfallecer.
Yaveolacasademispadresalolejos.Vuelvoamirarelreloj.37
minutos. Vamos, Nathan, que tú puedes. Entonces, al llegar cerca del
establo, veo a mi padre dentro del cercado de madera. En cuanto oye el
ruidodemiszancadas,giralacabezahaciamíysemequedamirando.De
manera inconsciente, mis piernas aminoran el ritmo hasta que llego a él
caminando. Detengo el cronómetro del reloj, apoyo las manos en las
rodillasagachandoelcuerpoyresoploconfuerza.
—¿Cuánto?—oigoquemepregunta.
Meincorporoypongolasmanosenmicinturamientrascaminode
un lado a otro recobrando el aliento. Luego miro el reloj y me acerco
hastaapoyarmeenlasmaderas.
—37 minutos 48 segundos —respondo quitándome la capucha de
lasudadera.
Mipadreaprietaloslabiosyasientevariasvecesconlacabezaen
señaldeaprobación.Eselmáximoreconocimientoquevoyarecibirpor
suparte,asíquemedoyporsatisfecho.Élsegiraysesientaenuntaburete
de madera con unas tenazas y unos clavos en la mano para herrar a un
caballo.
Doy un paso atrás como para emprender el camino a casa, pero
entonces me detengo de nuevo. Sé que Kate me daría un empujón y me
impediría irme, animándome a entablar conversación con él, así que me
suboalcercadoymesientoeneltablónmásalto.
—¿CómosehaportadoCody?—lepreguntopararomperelhielo.
—Bien—contestasinmirarme—.¿Eseniñonocallanunca?
—¡Jajaja! —Río imaginándome el trayecto a casa que debió de
darles—.No.Esmuycuriosoyquieresaberlotodo.
—Ni que lo jures. No paró de preguntarme cosas durante todo el
trayecto. Luego quiso tomarse un vaso de leche con galletas y tampoco
paródehablar.Menosmalqueluegotuhermanaytumadreselollevaron
arribaaacostarle.Aúnestarádurmiendo,espero.
—Seguro… Si no ya le tendrías aquí fuera preguntándote qué
haces.
—Estodounpersonaje—dicemientrasseleescapalarisa.
Agacholacabezayarrugolafrentemientrassujetoconfuerzala
maderadondeestoysentado.Mipadresegiraligeramentehastamirarme
defrenteesperandomirespuesta.
—Losé…
Senotaqueningunodelosdosestamosacostumbradosahablarde
estostemasyqueestamoshaciendounverdaderoesfuerzo.Esfuerzoque
sedebeenpartealainsistenciadelasdosmujeresquetenemosanuestro
lado,mimadreyKate
—Quierocuidardeél…—consigodeciralcabodeunrato.
—Esoesbueno…
—Losé,peroaúnestoyaprendiendoacuidardemímismo,asíque
nosésiserélosuficientementebuenoparaél.
—Ser padre es muy complicado Nathan, sea cual sea tu estado.
Inclusoapesardequeestésconvencidodeestarhaciendolascosasbien,
deestarhaciendolomejorparaél,puedequeestésequivocado.
Levantolavistahaciaélynuestrasmiradasseencuentran.Arrugo
la frente, confundido, porque ya no sé si hablamos de mi relación con
Codyodelanuestra.
—Bueno…—digobajandoalsuelo—.MevoyacasaaversiKate
sehadespertadoya…
—¿Vendréisacomer?
—Sí…Poresomevoyya,porqueantesKatequierellevarmeaque
mecorteelpelo.
—Loquenoconsigaunamujer…—Ríeconfuerzaagachandola
cabeza.
—Noterías,¿vale?
—Diosmelibre—dicelevantandolaspalmashaciéndomereír.
—Bueno, nos vemos luego —digo empezando a caminar con las
manosenlosbolsillosdelasudadera.
—Adiós,hijo.
Me sonríe mientras levanta la mano, gesto que yo imito antes de
darmelavueltaycogerelcaminodetierraquellevaamicasa.
—¡Espera!
Me giro para verle cómo pasa por encima del cercado con más
facilidaddelaquecabríaesperarenunhombrede68años.Caminahacia
mí frotándose las manos contra el vaquero y desviando la mirada,
evitandoencontrarseconmisojos.
—Oye,siquieres…yotengounamáquina…
—¿Máquina?¿Dequé?—contestosinentendernada.
—Paracortarteelpelo.
—¿Qué? —digo abriendo mucho los ojos y retrocediendo unos
pasoshaciaatrás—.Estásdecoña,¿no?
—YolodecíaporsiqueríasdarleunasorpresaaKate.Porloque
has dicho, le hace bastante… ilusión. Pero tú mismo… Nos vemos a la
horadecomer—dicemientrassedalavuelta,cogesusherramientasyse
dirigehaciaelestabloaguardarlas.
Le observo unos metros mientras los mecanismos de mi cabeza
funcionan a toda velocidad. Pensamientos como “me quiere echar una
mano”, “es un gesto amable por su parte”, “debería aceptar su
ofrecimiento”o“Diosmío,mevaadejarcalvo”,asaltanmicerebrosin
piedad.
—¡Espera!—lellamoantesdequemearrepienta—.¿Sabes…?
—¿Quiéntelocortabacuandoeraspequeño?
—Ya… Sí… Pero no lo quiero tan corto… Creo que Kate se
conformaráconalgomáscortoqueahora…Osea,noloquiero…
—Vale,vale.Lopillo—dicecaminandohaciamí—.Espérameen
elestabloquevoyaporlamáquina.
—¡¿Enelestablo?!¡Joder,papá!Niquefueraunanimal…
—Lamáquina,silenciosanoes…Ydeningúnmodovoyahacerel
ruidosuficienteparadespertaraeseenanocharlatán…Asíqueesloque
hay…
—Mesientocomounaputaoveja…
—Loquellegamosahacerporamor,¿eh?—dicemientrassealeja
caminodesucasa.
Poramoryporretomarrelacionesquecreíamosacabadas…Aún
nolastengotodasconmigo,asíquemejornodarlemásvueltas.Pocorato
despuésentramipadreporlapuertaconladichosamáquinaenlamanoy
unasonrisadesatisfacciónenlacara.
—Estásdisfrutandoconesto,¿verdad?
—Toma—dicelanzándomeunatoalla—.Sécateelsudor,quítatela
sudaderaparanosellenedepelosysiéntateenesetaburete.
—Por favor—digo empezando a desabrochar la sudadera—. No
muycorto,¿vale?
—Hijo,estáscagadodemiedo.Cualquieradiríaquehasestadoen
el frente… —dice aún de espaldas a mí preparando la cuchilla de la
máquina—.Puesnohabrécortadoyocrinesycolasdecaballoenmivida.
—Eso,tranquilízame—contestoyaconeltorsodesnudo,dejando
lasudaderaaunladoycogiendolatoalla.
Cuandomipadresegiraymeve,nopuededisimularsuasombro.
Eslaprimeravezquevemiscicatrices,yaunqueintentaquenoleafecte,
veocomofrunceelceñoyaprietalamandíbula.
—A ver qué cuchilla has puesto —digo para intentar romper el
silencioincómodoquesehabíaformadoentrelosdos.
—¿Contento?Venga,agachalacabeza.
Tansolodiezminutosmástarde,escuchocomolamáquinadejade
hacer ruido. Ladeo la cabeza y abro un ojo con algo de miedo. Me
encuentroamipadremirándomesatisfecho.
—¿Ya? —le pregunto alzando la mano y llevándola a la cabeza
lentamenteparapalparelresultado.
—Túmismo—diceseñalandounespejoalfondodelestablo.
Cuandomeveo,laverdadesqueelresultadonoestanmalocomo
yomepensaba.Síesungrancambioperotampocomeloharapadocomo
cuando servía en los Marines. Paso las dos manos por mi pelo y sonrío
satisfecho.
—¿AKatelegustará?—mepregunta.
—Esoespero.Laverdadesquenohaquedadotanmal.
—Eresguapocomotupadre…¿quéesperabas?
Cojolamangueraymemojolacabezaparaquitarmelosrestosde
pelossueltosquepuedanquedar.Luegomesecoconlatoallaymevuelvo
aponerlasudadera.
—¿Tardaron mucho en curarse esas heridas? —pregunta con la
cabezagacha.
Me quedo en silencio, con la mano aún en la cremallera a medio
subir.Creoqueeslaprimeravezque,asumanera,sepreocupaporloque
mepasó.
—No, estas no. —Dibujo una sonrisa de circunstancias en mis
labiosalaparqueélmemiraconpreocupación.Sefrotaelcuelloconla
mano, nervioso y claramente incómodo, así que decido dar el tema por
zanjado—.Nopasanada.Estoymejorando.Mucho.
—Peroyonotefacilitélascosas.Nada.
—Nuncaestarde…
Sevuelveacrearesesilencioentrenosotros.Supongoqueentreun
padre y un hijo “normales”, ahora vendría el momento del abrazo o de
una muestra de cariño similar, pero eso son palabras mayores. Me
conformaréconretenerestamañanaenmimemoriacomoelmomentoen
queempezamosalimarasperezas.
—Bueno,ahorasímevoyconKate.
—Deacuerdo—dicesonriendo—.Queleguste.
—Esoespero.
Caminohaciamicasasinpoderborrarlasonrisademicara.Estoy
haciendo tantos progresos desde que estamos aquí, que cuando se lo
cuente a Tony va a alucinar. Le diré que le tendré que despedir, pienso
riendo. Aunque él me dirá que fue idea suya que viniera aquí, y además
quelohicieraacompañadodeKateyCody,méritoquetampocolepuedo
negar.
Entro en casa y escucho música y el ruido del agua de la ducha.
Subo las escaleras y entro en el dormitorio para dirigirme al baño, de
dondeprovienetodoelruido.Encuantomeasomoporlapuerta,elvaho
merodea,impidiéndomevernada.SoloescuchoaKatecantandoagritos
lacanciónquesuenaporelIpod.Vuelvoacerrarlapuertadetrásdemíy
apoyolaespaldaenella.Sonríoalescucharlayalempezaraversusilueta
atravésdelamampara.Llevaunbotedechampúenlamano,amodode
micrófono, y baila al son de la canción mientras el agua cae por su
cuerpo.
Me acerco lentamente hacia la mampara. No quiero asustarla, así
queesperoaqueacabelacanciónyyanohayatantoruidodentrodelbaño
paracarraspearsuavemente,llamandoasísuatención.
—¿Yahasvueltode…?—diceasomandolacabezaporfueradela
mampara,dejandolafraseamediasyquedándoseconlabocaabiertade
parenpar.
La miro con timidez, apretando los labios con fuerza, expectante
por su reacción. Me parecen los segundos más largos de mi vida, hasta
queveoquesellevaunamanoalabocaypordetrásleasomaunagran
sonrisa.
—¿Satisfecha?—Lamirolevantandounaceja.
—¿Cuándo…? ¿Dónde…? ¡Oh, Dios mío! ¡Da igual! —Y saca la
manoparaagarrarmedelasudaderaymemetehaciadentrodeladucha.
—Espera,espera—digoquitándomelaszapatillasantesdequese
mojen.
En cuanto lo hago y entro en la ducha, Kate cierra de nuevo la
puertadelamamparaypegasuslabiosalosmíos.Mequedojustodebajo
del chorro de agua, empapando mi ropa. La sudadera empieza a pesar
horrores y el agua me impide abrir los ojos del todo, pero no pienso
quejarme. Kate atrapa mi labio entre sus dientes y tira de él haciéndome
jadearcomounanimal.Susmanosviajanalacremallerademisudaderay
luego a las mangas, aunque están tan pegadas a mis brazos que cuestan
horroresquitarlas.
—Espera… —digo despegándome de ella unos segundos para
echarleuncable.
Rápidamente,medespojodelasudaderay,yaqueestamospuestos,
me quito el resto de la ropa, que lanzo por encima de la mampara. En
cuantoestoytotalmentedesnudo,mevuelvoaabalanzarsobreella.Pongo
una mano en su nuca mientras con la otra agarro una de sus piernas y
aprietosucuerpocontralasfríasbaldosasblancas.Arquealaespaldadela
impresióndebidoalcontrastedetemperaturasysuspechossealzanhacia
mí, hecho que no desaprovecho para llevarme uno de sus pezones a mi
boca.Susjadeossemehacenirresistiblesynecesitosentirlaalrededorde
mierección,asíquelaagarrodelculoylalevanto.Esperounossegundos
antesdepenetrarla,haciendoqueellaabralosojosymemireconfusaante
talinterrupción.Lesonríoalzandosolounladodemislabios,yjustoen
esemomento,agarrándolaporlacintura,mehundoenellahastaelfondo.
Kategritayclavasusuñasenmiespalda.Mantengounbrazorodeandosu
espalda a la altura de la cintura para poder alzarla y ayudarme en cada
embestidamientrasconlaotraleapartoelpelomojadodelacara.Cuando
ya nada se interpone en mi visión de su rostro, la embisto de nuevo,
hundiéndome profundamente en ella y retrocediendo lentamente. Su
imagen, con la boca abierta, los ojos cerrados y la cabeza echada hacia
atrásesfirmecandidataapermanecerenmicerebroparaserprotagonista
demisfuturossueños.
—¿Entonces dices que te gusta cómo me queda? —susurro en su
orejamientrasellamantienesusbrazosalrededordemicabeza,ysucara
contramicuello.
—No te queda mal —contesta separándose de mí para mirarme
directamentealosojosmientrassemuerdeellabioinferior.
En ese momento la agarro con fuerza por la cintura con ambas
manosytirodeellahaciaabajomientraslavuelvoapenetrar.Elgritoque
emite es casi desgarrador y se agarra con fuerza a mi cabeza. Intenta
cogerme del pelo, pero como lo llevo mucho más corto, se le hace
imposible,asíquesintiempodereacción,sonríoyvuelvoaembestirlade
nuevo.
—Oh,joder…—jadea.
Repitolaoperaciónalgunasvecesmás.Mehundoenellacontoda
la fuerza que puedo sin llegar a hacerle daño y luego me retiro con la
máximalentitudquemifuerzadevoluntadmepermite.Notocomoellase
aprieta alrededor de mi erección y no sé si voy a ser capaz de aguantar
muchomás,asíqueaprietolamandíbulayresoploconfuerza.Derepente
notosusdientescontralapieldemicuelloylaoigogritarminombre,así
quelaaprietocontramicuerpomientrasmevacíoporcompletodentrode
ella.
Nos quedamos quietos durante varios minutos, el tiempo que
necesitannuestrasrespiracionesparavolveralritmonormal.Permanezco
conlacaraenterradaensucuellomientrasagradezcoelchorrodeagua
que cae directamente sobre mi espalda. Entonces noto sus dedos
acariciando mi hombro, justo por encima de donde sus dientes se
apretabanhaceunosminutos.
—Meparecequeteacabodedejarunamarcanuevaenelcuerpo.
Me aparto de ella sin soltarla todavía y miro hacia sus dedos. En
efecto,veolapielrojaylasmarcasdesusdientesenmipiel.
—Bueno, no pasa nada. Estas marcas no me van a traer malos
recuerdos—contestoconunasonrisapícaraenloslabios.
Apago el grifo del agua, abro la mampara y salgo de la ducha.
DejoaKateconcuidadoenelsueloylaarropoenseguidaconunatoalla.
Envuelvo su cuerpo y me siento en la banqueta de madera, sentándola a
ella de lado en mi regazo. Apoya la cabeza en mi hombro y me sonríe
pasandounamanopormipelo.
—Estásguapísimo.Meencanta.
—Lohenotadoligeramente…—contestoarrugandolanariz.
—¿Enserio?
—Nosédecirtesicuandotehasquedadosinpalabrasalvermeo
cuandomehasarrastradodentrodeladuchavestido…
Ella ríe dándome un suave manotazo en el hombro mientras
chasquealalengua.
—¿Cuándotelohascortado?Pensabaquehabíassalidoacorrer…
—Yasífue.Peroalentrardenuevoenlafinca,meencontréami
padreenelcercadoalladodelestabloyestuvimosunratocharlando…—
Levanto la vista hacia Kate y la veo mirándome con los ojos y la boca
abierta.
—¿Yél…?¿Dequé…?¿Éltecortóelpelo?Espera,espera…¿de
quéestuvisteishablando?
—¿Qué te contesto antes? —le pregunto divertido—. Sí, él me
cortóelpelo.Nosécómoempezólacosa…Alprincipioestuvetentadode
no pararme, de seguir corriendo, pero algo me lo impidió y creo que
fuistetú…
—¿Yo?
—Sí…Tuafánporarreglarlascosas,por…arreglarmeamí—
Nos sonreímos unos segundos mientras ella acaricia mi mejilla—. Le
pregunte por Cody, me dijo que se había portado muy bien pero que no
habíaparadodehablar…Meparecequeleagobióunpoco.
—¿Cody?¿Hablar?Nopuedeser…
—Sí… ¿Te lo puedes creer? —Sonrío levantando las cejas y,
pasado un rato, añado—: Pues no sé aún cómo acabamos hablando de
ser…padres.LedijequeyoqueríacuidardetiydeCodyylehabléde…
bueno,demitemorpornoserlosuficientementebuenoparaélyacabó
diciéndomequeavecescreesestarhaciendolascosascorrectamentepero
estamos equivocados. Ya en ese punto no sé si hablaba de Cody o de mí
o…nosé…
La miro de nuevo a los ojos y entonces veo que los tiene
totalmentehumedecidos.Mecogelacaraentresusmanos,trasenjuagarse
algunaslágrimas.
—Vasenserio,¿verdad?
—¿Qué?—lecontestototalmentedescolocado.
—Realmente quieres formar parte de nuestras vidas, de la de los
dos.
—Claro que sí. Cody no me sobra, para nada. Pensaba que os lo
habíadejadoclaro.
—Sí,lotenemosclaro,perooírtelodecir…guau…
Mebesacondelicadeza,sinpretendernadamás,soloposandosus
labiosenlosmíosyacariciándomelosconsulenguadevezencuando.
—¿Yentoncestecortóelpelo?—mepreguntaalcabodeunrato,
recostadadenuevosobremipecho,acurrucadaentremisbrazos.
—Síbueno,tocómipuntodébil,oseatú,ymeconvenció.
—¿Perdona?
—Me dijo que te podría dar una sorpresa si me presentaba así y
mira…
—Pues le daré las gracias cuando le vea luego. No sé si me ha
gustadomáselcortedepelooelpolvazodedespués.
—Esaúltimapartetelapuedesahorrar—contestoenseguida.
Variashorasmástarde,estamossentadosalamesaencasademis
padres,conlosplatosyavacíosynuestrosestómagosllenos.Codyseestá
acabandosuheladosentadoenmiregazo,decaraamí,mientrasobserva
condetenimientominuevocortedepelo.
—Tom,¿melopuedescortaramícomoaél?—lepreguntaantela
atónitamiradadetodos,incluidomipadre.
Kate le hace señas sin que Cody le vea para que se niegue a
hacerlo,asíquemuyastuto,decidedistraerleconotracosa.
—Oye, ¿qué te parece si mejor salimos a ver si te atreves con
algunapartedelcircuito?
Los ojos de Cody se iluminan de repente y gira la cabeza
rápidamenteparamirarme.Semetetodoloquelequedabadeheladode
golpeenlabocayseponelasdosmanosdelantedelabocacomosime
estuvierarogando.
—¿Podemos? ¿Por favor? Prometo que no he salido sin ti. Te he
esperado…
—Escierto—dicemimadre.
—Vengava—claudicofinalmente.
Cody me agarra de la mano y literalmente me arrastra hasta la
partedeatrásdelacasa.Mipadrebajaconnosotrosmientrasmimadre,
mihermanayKatesequedanmirándonosdesdeelporche.
Le echo un ojo al circuito, que recuerdo como si no hubiera
pasadoeltiempo.Mirounaauna,todaslaspruebasytrazomentalmente
todos los movimientos. Creo incluso que si cierro los ojos, puedo
escucharamipadredándomelasinstruccionesprecisasencadamomento.
Sortear haciendo zigzag los diez palos clavados en el suelo, los
diez neumáticos en el suelo, el alambre de espino que hay que sortear
reptandopordebajo,elterrenoembarradoquehayqueevitarcolgándose
de las barras, luego las flexiones, el muro por el que hay que trepar
agarrándoseaunacuerda,lazonadelasabdominales,correrdosvueltas
alrededordelacasayfinalmentelazonadedisparo.
—¿Quéhago?Dime,dime.¿Quéhago?—diceCodysaltandoami
alrededor.
—Todo, menos la parte del alambre y el final, porque no vas a
disparar.
—¡Vale!¡Estoylisto!¡Estoylisto!¡Mamá,voyahacerlo!¡Mírame!
—¡Valecariño!—gritaKatedesdeelporche—.Tencuidado.
—¿Mevasacontareltiempo,Tom?—lepreguntamientrasyono
puedodejardesonreírantesuexcitación.
—Claro que sí —le responde mi padre quitándole la gorra y
masajeándoleloshombros—.¿Estáslisto?
—¡Sí!
—Venga—lellamoponiéndomeenlasalida—.Yoestaréatulado.
¿Preparado?
Cody me mira apretando los labios y frunciendo el ceño. Asiente
conlacabezaeintentotomármelotanenseriocomoél,aunquesucaraes
muydivertida.
—¿Preparado?¿Listo?¡Ya!
Sale disparado apretando los puños. Esquiva los palos saltándose
algunoyllegaalapartedelosneumáticos.Estalecuestaaúnmásporque
espequeño,amíensudíamepasabalomismo.Lospasatodos,sacando
inclusolalengua,muyconcentrado.
—Esto nos lo saltamos —digo cogiéndole hasta colgarle de las
barrasparasortearelbarro.
No le suelto en ningún momento porque sé que esta es una parte
muydifícil.Yhagobien,porqueenlasúltimasbarrasseleescurrenlos
dedosdebidoalesfuerzo.
—Venga, una flexión aquí. ¡Vamos que tú puedes! —le animo
mientrassetirabocaabajoenelsuelo—.¡Esoes!
Cuando llegamos al muro, le subo hasta arriba del todo y espero
en el otro lado para recogerle. Esta le lleva un poco de tiempo porque
estar ahí arriba, tan alto, le impresiona un poco. Cuando se decide y se
lanzaamisbrazos,levuelvoadejarenelsueloyledigoquetieneque
hacerunaabdominal.Levantainclusolospiesdelesfuerzo,tirandodesu
cuelloconfuerza.
—¿Y ahora? —pregunta resoplando estirado boca arriba en el
suelo.
—Pues si quieres lo puedes dejar aquí porque lo has hecho de
maravilla—lerespondoagachándomeasulado.
—¡No!—dicelevantándose.
—Puesunavueltaalacasa—lecontesto.
—Nomemientas…Erandos—resopla.
—Peroparalosniñosdecincoaños,essolouna—lemiento.
Empieza a correr conmigo a su lado. Pasamos por delante del
porchemientraslastresleaniman.Esoledaalgodefuerzaextra.Amedio
camino estoy tentado en cogerle en brazos pero recuerdo que yo a su
edad,nolohubierapermitido,pormuchoqueodiarahacerelcircuito,así
quedecidonohacerlo.
—Vamoscampeón—empiezoaanimarle—.Loestáshaciendode
maravilla. Estoy muy orgulloso de ti. Yo sé que tú puedes acabarlo. Un
poquitomás.Ahíestáelfinal.
Entoncesgiralacabezahaciamíymesonríeabiertamente.Corre
losúltimosmetrosymedetengoparaobservarlemientrasleaplaudo.Mi
padrememiraamí…mevealzandolosbrazos,meveabrazandoaCody
cuandosemelanzaencimaunavezacabadoelrecorridoysobretodo,ve
micaradeorgullocuandoledejoenelsueloparaquevayaaabrazara
Kate.Medaigualeltiempoquehayapodidohacer.Medoyporsatisfecho
al ver cómo se ha esforzado y su cara de felicidad al escuchar mis
palabrasdeánimos.Nosacercamosalporchejustoenelmomentoenque
Cody acaba de beberse el gran vaso de limonada que mi madre le ha
preparadocomorecompensa.
—¿Cuántohetardado,Tom?—lepreguntaCodyalcabodeunos
segundos.
Mi padre me mira como preguntándome qué hacer. No sabe si
maquillar el resultado o decirle la verdad. Yo le asiento con la cabeza
porque no quiero que le mienta y porque sea cual sea el resultado, tiene
queestarsatisfechoporcómolohahecho.
—9minutosy33segundos—dicefinalmente.
—Esoesmucho,¿no?—diceCodymirándole.
—Estámuybien—lecontestamipadre.
—¿Nathanlohacíaenesetiempotambién?
—Eh…—intervengoyo—.Lohashechodemaravilla.¿Cómote
sientes?
—Guay…Hamoladomucho.
—Puesesoesloqueimporta.Yosiempreestaréorgullosodeti.
—Hazlo tú —me dice de repente poniéndose en pie—. Haz el
circuitoNathan.Quieroverlo.
—Pero…—empiezoadecirconfundido.
—Porfavor…—diceponiendosusmanitasenmismejillas.
—Estoyalgodesentrenado…—Meexcuso.
—Yosiempreestaréorgullosodeti—mecontestaélenseñándome
todaladentadura.
Lesonríoymiroamipadre.Picalamaderadelabarandillacon
lasmanosmientrassonríemostrandosutotalconformidadconlapetición
deCody.Enmenosdecincominutos,hadispuestoelarmacargadaensu
sitioypreparadoelartilugioquedispararálostresplatosalosquetendré
queacertar.
—Tengoquereconocerquetodoestomeponeunpoco…—dice
Kateamioídoabrazándomeporlaespalda—.YdigolomismoqueCody,
no te preocupes porque pase lo que pase, los dos estaremos siempre
orgullososdeti.
Lesonríomientraslaabrazoporlacinturaylabeso.
—Estoestálisto—oigoquedicemipadre.
Resoployagacholacabeza.Katemebesalafrenteyluegogirola
cabezaparamiraraCody,quesehaplantadoamiladoymehacogidode
lamano.
—Venga,vamosallá—digoacercándomealpuntodesalida.
—¿Listo?—mepreguntamipadremientrasyoestirolosmúsculos
demisbrazosymispiernas.
—Listo —contesto preparándome para salir en cuanto me de la
señal.
—Tres.Dos.Uno.¡Ya!
En cuanto pronuncia esa palabra, se me activa algo dentro de mi
cabeza.Meséelrecorridocasidememoria,asíquemisemblantecambia
ycorrocomosimefueralavidaenello.Zigzagueoentrelospalos,paso
lazonadelosneumáticos,ladelalambredeespinoylasbarrasconuna
facilidad pasmosa. Me tiro para hacer las flexiones, salto el muro
agarrando la cuerda, realizo las abdominales sin casi esfuerzo y me
dispongoacorrerlasdosvueltasalrededordelacasa.Séquetengoque
hacer un buen tiempo para luego poderme tomar mi tiempo y
concentrarmeenlazonadedisparo.Esassiempreeranlaspalabrasdemi
padre.Dateprisaenlaprimerapartedelcircuitoytómatetodoeltiempo
quenecesitescuandotengaselrifleentrelasmanos.
—¡CorreNathan,corre!—meanimaCodysaltandoenelporche.
—¡Vamoscariño!¡Correquetúpuedes!
Nuncahabíaoídoningunapalabradeánimohaciendoelcircuito,y
la verdad es que te ayuda a sacar fuerzas de donde crees que no las hay.
Así,completolasdosvueltasconunasonrisaenlacara,hastaquellegoal
arma.
Me freno en seco, cierro los ojos y resoplo con fuerza. Se me
taponan los oídos y todo empieza a moverse como a cámara lenta a mi
alrededor. Es la primera vez que tocaré un arma desde que volví de
Afganistán.Girolacabezahaciamipadre,quearrugalafrente,extrañado,
yluegomiroaKateyaCody.Élmegritaanimándomemientraslevanta
lospulgares,peroKatesabequealgonovabiendeltodo.Meobservacon
la preocupación reflejada en sus ojos aunque intenta infundirme toda la
confianzaquepuede.Mesonríecogiéndoseaunodelospostesdemadera
delporcheymueveloslabiosparadecirmequemequiere.
Sin pensarlo más, agarro el rifle y me lo pongo al hombro. Los
objetivossalendisparadoshaciaelcielo,lostresalavezyendirecciones
opuestas. Rápidamente evalúo a qué objetivo debería disparar primero
teniendoencuentalaalturaquehantomado,yaquedebodarlesantesde
que caigan al suelo. En menos de cinco segundos, giro el rifle a la
derecha, aprieto el gatillo, luego a la izquierda, vuelvo a apretar, y
finalmentedoyunospasosatrásapuntandoencimademicabeza.
Dejo que el rifle resbale por mi mano hasta caer al suelo. Mis
brazos permanecen inertes a ambos lados de mi cuerpo mientras una
sensación de angustia recorre mi cuerpo y sube por mi garganta. De
repente me siento mareado y parece que empiezo a perder el equilibrio.
Doyalgúntraspié,hastaquecaigoalsuelo.Tododavueltasymeesmuy
complicadoenfocarlavistaycentrarmeenunpuntodereferencia,hasta
quemiángelaparecedelantedemí.
—Nathan, mírame —dice cogiendo mi cara entre sus manos
regalándomeunasonrisapreciosa—.Estoyaquí.
Consigosentarmeensueloyellasearrodillaenelhuecoquedejo
entremispiernas.Meabrazamientrasmerepitealoídoquenoestoysolo,
quesequedaconmigo.
—¿Quieresbeberunpocodeagua?—mepreguntaalcabodeun
rato.
Asiento sin articular palabra y enseguida me acerca un vaso.
Levanto la vista y me encuentro rodeado por todos, que me miran
preocupados.MiroaCody,queseagachaamiladoasustado,ylesonrío
paratranquilizarle.
—¿Cómolohehecho?—lepreguntoguiñándoleunojo.
—¡Ha sido una pasada! —grita echándose a mi cuello, y
enseñándomeelcronómetro—.4minutosy21segundos.
—Mira,ahoranoentraríaenlosMarines—contestohaciendouna
muecaconlaboca.
—Pero eso no es nada. Si entrenas un poco más, seguro que lo
harías en menos tiempo. —Se abraza a mí mientras acaricio su pequeña
espalda hasta que, como si una luz se encendiera en su cabeza, se
incorporayañade—:Pero…túnotevasairalaguerramás,¿no?
—No le agobies Cody, ¿vale? —le pide Kate al saber que es un
tema un tanto complicado para tratarlo aquí—. ¿Qué te parece si nos
vamosadescansar?Quemañananosesperaunlargorecorridodevueltaa
casa.
—¿Aquéhoraosmarcháis?—preguntamimadre.
—Temprano,sobrelasseis—digoponiéndomeenpiecogiendoa
Cody en brazos—. Haremos noche a medio camino, como cuando
vinimos,yluegoyadeltirón.
—¿Pararéisparadespediros?—preguntaAbby.
—¿Estarásdespiertatantemprano?¿Enserio?—meburlodeella.
—Sí,listo.
—Vale,puesentoncespararemosmañanaantesdeirnos.
Cuando llegamos a casa hacemos las maletas y las cargo en el
maletero del coche. Cenamos algo ligero y salimos al porche de atrás a
sentarnosenelbalancín.Cody,comoyaeshabitualenél,sesientaencima
demíyapoyalaespaldacontramipecho.
—Miracómobrillanuestraestrella—medice.
—Sí.Laquemás—contestoyo.
—¿Mevolverásatraeraquí,Nathan?
—¿Túquieresvolver?¿Telohaspasadobien?
—Sí, me lo he pasado genial. Y yo creo que tu papá ya no está
enfadado.
—¿No?—preguntodivertidomientrasKateyyonosmiramos.
—No.Tequiereunmontón.Peromamáyyotequeremosmás.Yo
másquetodos.
—¡Anda! ¡Míralo él qué listo! —protesta Kate haciéndole
cosquillas.
—Venga,¡alacama!—digoalcabodeunrato—.Quemañananos
esperaunabuenapaliza.
—¿Puedo dormir con vosotros? Os dejo daros besos un rato si
queréis.
—Es una oferta imposible de rechazar, ¿no crees? —contesto
mirandoaKate.
Alamañanasiguiente,nosdespertamosantesdequesalgaelsol.
DesayunamosobservandoaCody,divertidos.Sostieneunamagdalenaen
la mano y hace verdaderos esfuerzos por mantener los ojos abiertos.
Inclusodaalgunaqueotracabezada.
Poco después de las seis, paro el coche delante de casa de mis
padres.Entramosyloprimeroquehacemimadreesabrazarconfuerzaa
Cody.
—Nathandicequemevaatraerotrodía—lediceyamuchomás
despierto.
—Meencantará.Inclusopodríasvenirapasarunosdíasahoraen
agosto, si quieres y a vosotros os va bien —contesta mi madre
mirándonos.
—¡Esoseríagenial!¿Podrémami?
—Bueno,yaveremos—contestaellaconunasonrisaenloslabios,
yabrazandoamimadrelaoigodecir—.Graciasportodo.
—Ni hablar. Gracias a ti, por esto —contesta mi madre
emocionada—,pordevolvermeamihijo.
—Mamá…–chasqueolalenguaylaestrechoentremisbrazos.
Me despido de Abby prometiéndole que la llamaré a menudo y
estrecholamanodemipadremientrasnossonreímos.Salimosdelacasa,
sientoaCodyensusilla,mientrasKateentratambiéndentro.
—¿Listo?—digoasegurándomedehaberleatadobien.
—Listo—contestaCodychocándomeelpuño.
—Nathan—oigolavozdemipadrequemellamaamediocamino
entremicocheylacasa—.Espera.
Meacercoaélalgoconfundido,caminandomientrasmiroaKatey
amimadre,ambasconlamismacaradesorpresaqueyo.
—Esto… —dice colocándose bien la gorra—. Sé que lo vas a
hacergenial.Notienesporquétenernadademiedo.Eseniñoteadoraysé
por qué. Te he visto con él, te vi animándole ayer mientras corría, te he
visto preocuparte por su seguridad y te he visto queriendo hacerle feliz.
Vasaserunpadreestupendo.
—Gracias—consigocontestarapesardelnudoquesehaformado
enmigarganta.
—Ojalá yo hubiera sido la mitad de bueno contigo de lo que tú
eresconél.Lo…losientomucho.Cuandoteviayerlascicatrices,algo
dentrodemíempezóahervir…Nopodíacreermequelohubieraspasado
tanmalyyonohubierahechonadaporremediarlo.
—Nopodíashacernada…
—¡Sípodía!Podríahaberteahorradotodoeso,podría…
No puedo escucharle más. Me abalanzo sobre él y le abrazo
apoyando la frente contra su hombro. Le agarro de la chaqueta mientras
sollozosinpoderevitarlo.
—Te quiero mucho hijo, ¿vale? —me dice mientras yo asiento
enérgicamente—. Y quiero que sepas que voy a estar ahí para ti, para lo
quemenecesites,aunqueseatarde…
—Nuncaestarde…
—Vale —ríe feliz sin dejar de estrecharme entre sus brazos—.
Vale…
Creo que es la primera muestra de afecto que me da en la vida y
realmente sienta muy bien. No quiero que acabe nunca, me encantaría
detenereltiempoenesteprecisoinstante.
—Corre,vecontufamilia—dicealcabodeunrato,separándose
demí.
—Vale —contesto enjuagándome las lágrimas con el dorso de la
mano.
—Esunagranchica,Nathan.Cuídalabien.
—Loharé.Laquierocontodasmisfuerzas.
—Lo sé —dice riendo—. Y ella también. Esa cara con la que os
miráis,nopasadesapercibida.
—Nosvemospronto,¿deacuerdo?
—Tetomolapalabra.
Camino hacia atrás, manteniendo la mano alzada mientras me
despido.Alolejosveoamimadrellorandodesconsoladamenteenbrazos
de mi hermana y sonrío con cariño. Mi padre les dice adiós a Kate y a
Cody, mientras este le levanta el pulgar y le guiña el ojo lo mejor que
sabe,haciendounamuecabastantegraciosaaunquemuyaparatosa.
Arranco el coche en silencio, con Kate sentada de lado en su
asiento,sindejardemirarmeconunasonrisaenloslabios.
—¿Cuándovolvemos?Puedoveniryosolo,siavosotrosnoosva
bien…prometoquemeportarébien.¿Hayunaviónquevayadenuestra
casaalasuya?PorquemiamigoBrucehaidosoloenavióncuandovaa
visitarasusabuelos.Osino,¿puedenveniravernosellosaNuevaYork?
Asímepodríanveniraverjugarunpartidodefútbol.
—¿Notienessueñocariño?—leinterrumpeKate.
—¡No!¡Ponmúsica,Nathan!—chillalevantadolosbrazos.
—Noshemosolvidadoelcloroformo…—digoyoenvozbaja.
—Definitivamente, la próxima vez venimos en avión, que son
menoshoras.
CAPÍTULO37
Maddie
Medespiertoalnotarunaslevescosquillasenlapieldemibrazo.
Nosoncosquillasmolestas,másbiencaricias,peroaúnasí,meremuevo
en mi sitio. Ronroneo perezosamente, me recuesto de lado y dejo ir un
largo suspiro. Lejos de cesar, las caricias se trasladan a mi mejilla
izquierda. Recorren un camino imaginario desde allí, pasando por el
cuelloyelhombro,hastallegaralbrazo.
Sueltounquejidomientrasunasonrisaseempiezaadibujarenmi
cara. Ya no me molesta despertarme cada mañana, porque lo hago a su
lado,envueltaentresusbrazosyarropadaporsupecho.Lentamenteabro
unojoymeencuentroconsumirada,esaquehacambiadotantoenestas
semanas,desdeque,comoélsueledecir,irrumpíensuvida.Sehavuelto
muchomásamableysobretodo,muchomásfeliz,aunqueséqueparaque
esa felicidad sea completa, aún debe recuperar a las otras dos personas
másimportantesensuvida.
Sonrío abiertamente, gesto que él imita, y entonces, al agachar la
mirada,medoycuentaqueestávestido.
—¿Quéhoraes?—preguntosorprendida.
—Algomásdelasseis.
—¿Yquéhacesyavestido?
—Hoyeseldía...
—¡¿Cómo?! —contesto incorporándome de golpe en la cama—.
¡¿Ya?!
—Sí...—asiente—.Vuélveteaestiraramiladounratomás.
Lehagocasoymeacurrucoentresusbrazos,hundiendolacaraen
sucamiseta,inspirandoconfuerzasuolor.
—Noqueríairmesinvertesonreírdenuevo.
—¿Cuándovolverás?
—No lo sé... Ya lo hemos hablado, Maddie. La entrega será esta
nocheysolocuandoestemossegurosdepillarlosatodos,darélaordena
Seanparaqueentrenlosgruposespeciales.Puedeserqueesosucedaesta
mismanoche,opuedequeseamañana,inclusopasado...
—Dimequevasatenercuidado...
—Voyatenercuidado.
—Hablo en serio —replico apartándome de él un poco para
mirarlealosojos.
—Yyo—diceponiendolapalmadesumanoenmimejilla—.¿Te
piensasquevoyaecharaltrastelaoportunidaddetenerunavidaallado
delamujerqueamo?Yatedigoyolarespuesta.Nihablar.Vivosolopara
elmomentoenquevuelvaaentrarporesapuertayteestrecheentremis
brazos.Yprepárate,porquecuandolohaga,notesoltarénitedejarésalir
decasaenvariosdías.
—Tetomolapalabra—sonríobesandosuslabios.
Veo cómo cierra los ojos y se deja hacer. Mantiene la boca
entreabiertaparaqueletomeamiantojo.Yesoesloquehago,sinprisas,
consuavidad,alargandonuestrobesolomáximoposible.
—¿Ycuándotevas?—digosindespegarmislabiosdelossuyos.
—Debería haber salido por la puerta hace un rato —contesta
apoyandolafrentecontralamía—.Peromecuestahorroresdejarte...
Yo tampoco quiero dejarle ir. Cojo su camiseta con fuerza y,
aunque quiero ponerle buena cara, en el fondo estoy muy asustada. No
puedo soportar la idea de que le pase algo, de hecho, me aterroriza
pensarlo.
—Tranquila, ¿vale? —dice como si me leyera el pensamiento,
cogiéndomedelabarbillaparalevantarmelacarayquenuestrosojosse
encuentren.
Unalágrimaseescapaysedeslizapormimejilla.Jackmelabesa
ylasecacondelicadeza.
—Lohemoshablado,Maddie...
—Losé.Pero...pero...sitepasaraalgo...Igornoexiste...—lemiro
de soslayo pero al ver su frente arrugada, me doy cuenta de que no me
estoyexplicandobien—.Jack,¿cómosabréyositehapasadoalgo?
—Nomevaapasarnada...Eh,mírame—diceenmarcandomicara
consusmanos—.Teloprometo,¿vale?Ycuandotodoacabe,tellamaré
yomismoparadecirtequetodohaidobien,queKolyaestáentrerejas,o
muerto,yquemeesperesconunacopadevino,lamúsicaencendidaysi
puedeserdesnuda,mejor.
Sorbolosmocosporlanarizmientrasmelimpiolaslágrimascon
eldorsodelamano.Haconseguidosacarmeunasonrisa.
—Además, me parece que no te va a dar tiempo a echarme de
menos—añadeentonces.
—Lodudo...
—Bueno,yaverás...
Memiraalzandounacejaysemuevehastaponerseencimademí,
atrapandomicuerpoentreelsuyoyelcolchón.Instintivamente,micuerpo
leacogeabriendolapiernasyenrollándolasalrededordesutraseroysu
cintura.Cojosucaraentremismanosybesocadacentímetrodesupiel.
Hunde su nariz en mi cuello, sin dejar caer su peso sobre mí, y le oigo
suspirarconfuerza.
—Metengoqueir.
—Vale.
Pero sigue sin despegarse de mí. Aprieto su cabeza contra mi
cuello, hundiendo mis dedos en su pelo, y noto como su barba rasca mi
piel.Finalmentedejairunlargosuspiroyseincorpora,sentándoseenla
camaconmigoenganchadaasucuello.
—Mevoy—dicecogiéndomelosbrazoseintentandodespegarlos
desupielmientrasyotuerzoellabioponiendocaradepena.
Seponeenpieymetiendelamanoparaqueselacoja.Memirade
arribaaabajomientrastirademíparaacercarmelentamenteaél.Mecoge
enbrazosycaminahaciaelsalónaciegas,tapadopormicuerpo,mientras
inspiraprofundamenteoliendomipiel.
Cuandollegamosalacocina,mesientaenunodelostaburetesy
entoncesmedoycuentaquemehapreparadoeldesayuno.Observotodo
condetenimiento,tapándomelabocaconlamano.Nofaltaniundetalle,y
estanabundantequepodríaalimentaracuatropersonas.
—¿Yesto?—preguntofinalmente.
—Paranodartetiempoaecharmedemenos.
Coge el mando a distancia del equipo de música y segundos
después de apretar el botón, empieza a sonar la misma canción que
Andrewnosdedicólanochequenosencerróenlatienda.
—Haspensadoentodo...—digoconunagransonrisa.
Me mira mientras mueve los labios cantando la canción,
provocándome. Desde que la escuchamos esa noche, nos la hemos
agenciado como "nuestra canción" y sabe que me encanta que me la
tararee,sobretodosilohacesusurrándomealaoreja.
—"You'rekillingme..."—susurraenmioídotirandodellóbuloal
alejarse.
Apoyo las palmas de las manos en su pecho mientras observo
cómosellevalamanoalbolsillotraserodelpantalónysacasucartera.La
abreysacaunafotografíadoblada.
—No me la puedo llevar —dice, dejando el billetero en la
encimera—.Peroestafotosevieneconmigo.
—Aver...—digoconlacabezaladeadamientrasesperoaqueme
laenseñe.
—Telahicecuandoestábamosenmicasa,cuandonosfuimosesos
días... — contesta algo avergonzado—. Estabas durmiendo con la cabeza
apoyadaenmipecho...Tanrelajada,tanfeliz,tan...mía.Esperoquenote
importequetelahiciera...
—Para nada —contesto al cabo de unos segundos—. Pero
prométeme que cuando vuelvas, nos haremos muchas fotos juntos, los
dos.
—Te lo prometo —dice guardándose de nuevo la foto en el
bolsillodelpantalón.
—Ysitodovabien—Añadopasandomisbrazosalrededordesu
cintura—.Tepodréhacerfotoscontunieto...
Unbrilloespecialasomaensusojoscuandosopesaesaspalabras.
Séqueestáimaginandoelmomento.
—Y... podremos traerlo aquí, a casa, para que pase un fin de
semana con su abuelo... —digo recordando sus propias palabras de hace
unassemanas.
—Sí...—contestaagachandolacabeza.
—Ylepodrásmalcriarcomohacentodoslosabuelos...
—Esosería...comounsueño...
—Nocreoquetuhijaestétandeacuerdoenqueseaunsueñoque
malcríesaCody...
—Cierto —contesta riendo mientras me abraza y posa sus labios
enmicabeza.
Respiraprofundamenteypasalasmanosporlacabeza,levantando
conellosucamisetaydejandoentreverlapieldedebajodesuombligoy
esafinalíneadepeloqueselepierdepordentrodelpantalón.
—Vale,estoyarayalaprovocación—bromeoparaquitarhierroa
lasituación—.Venga,largoantesdequemearrepienta.
Sefrotalacaraconlasmanos,yseacercaaunodeloscajonesde
lacocina,dondeguardaelarma.Conunaprecisiónmilimétrica,comosi
tuvieralosmovimientostotalmentememorizados,hacelacomprobación
rutinaria.Quitaelcargador,lodejaencimadelmármol,quitaelseguro,
sacaunabaladelarecámara,ladejaalladodelcargador,aprietaelgatillo
ycompruebaquenohayanadaqueloatasqueyentonceshaceelprocesoa
lainversa.Alfinal,secolocalacartucherasobaquera,yguardalapistola
dentro.Seponelacazadoradecueroencimaysecierralacremallera.
—Prométemequecuandoteretires,conservaráseso...
—¿Elqué?¿Lacartuchera?
—Ajá...Meponemucho.
—Lotendréencuenta...
Agarraelcascodelamoto,seponelasgafasdesolenlacabezay
se me queda mirando unos segundos, como si me estuviera estudiando,
memorizándome centímetro a centímetro. Separo las piernas y extiendo
mis brazos para que venga a abrazarme de nuevo. Añado además al
conjuntomicaradepena,alaqueséquenosepuederesistir.
—Lohacesapropósito.Sabesquenopuedoresistirmeaesacara
—Asientoconunasonrisadeculpabilidadenlacara—.Unabrazoyme
voy,¿vale?
—Vale—Sonríoenseñandotodaladentadura.
Seacercaysecolocaenelhuecoquedejanmispiernas.Secoloca
elcascoenelcodoyagarramicaraconambasmanos.Alinstante,como
unactoreflejo,separoloslabioseinvitoasulenguaaentrar,invitación
que acepta sin pensárselo dos veces. Me besa con mucha dulzura y sin
nadadeprisa,hastaquenotocomoseremuevenervioso.
—Me largo con dolor de huevos, que lo sepas —dice separando
nuestrascaraspocoscentímetros.
—¡Jajaja!¡Quétonto!—contestodándoleunapalmadacariñosaen
elantebrazo—.Tequiero.
—Yyo.Nosvemospronto,¿vale?
—Melohasprometido.
—Losé.
Camina hacia atrás hasta la puerta. Coge el pomo y lo gira sin
dejardemirarme.Seponelasgafasdesolymemiraconesasonrisasexy
quemeobligaamordermeellabio.
—Teecharédemenos—medice.
—Esoespero—respondo.
Encuantolapuertasecierra,corrohaciaellaylaabro.Salgoal
rellano pero ya no puedo verle, solo escucho sus pasos al bajar las
escalerascorriendo.Seguroquelohahechoapropósitoparanoalargar
más la despedida, cosa que en el fondo agradezco, pero no puedo evitar
sentirmesolaalinstante.
Vuelvo a entrar en casa y en cuanto cierro la puerta, apoyo mi
espalda en ella. Miro alrededor y cada rincón me recuerda a él. Siento
hastafrío,yesoqueestamoscasiafinalesdejulio.Mefrotolosbrazos
confuerzamientrasmevuelvoasentareneltabureteparacalentarmecon
el café. Subo el volumen de la música y me llevo una tostada con
mantequillaalaboca.Estátododeliciosoynohadejadoningúndetalleal
azar.Inclusoenlaservilletahaescrito"Yateechodemenos",gestoque
consiguevolverahacermesonreír.Cuandomeacaboelzumodenaranja,
veo que ha sobrado mucho desayuno, así que le hago una foto, se la
mandoaAndrewyleescribounmensaje.
"Traesolocafé.EldesayunocorreacuentadeJack"
Surespuestanosehaceesperar,peseasercercadelassiete.
"Detallazo. Dile que yo también le quiero pero que lo nuestro es
imposible"
Niegoconlacabezaresignadamientrasllevolosplatosyvasosal
fregadero cuando me vuelve a sonar un mensaje. Es una imagen, y en
cuantolaabro,chasqueolalengua.
"¡Andrew!¿Porquécreesnecesarioqueveaelculodetunovio?"
Aunqueahoraquemirobienlaimagen,deboreconocerqueJason
tieneunbuencuerpo,notantocomoeldemiJack,perotieneunmuybuen
culo,síseñor.
"Para que Jack vea que ya tengo a otro hombre que ocupa mi
cama"
Siempre tiene una salida para todo, así que este tipo de
comentarios,yanomesorprenden.
"Nosésipodrásoportarlo...Detodosmodos,yasehaido.Sitodo
vabien,lamisiónacabaprontoyseretira.Cruzalosdedos"
AndrewsabecasitodalahistoriadeJack,aunquelahemaquillado
bastante para no comprometerle. Por ejemplo sabe que es policía
encubierto, pero no sabe de qué va la misión. Le he mentido diciéndole
queesconfidencialyqueniyomismalosé.Ysabequesitodosalebien,
este será su último caso, y que estaba deseando que este día llegara,
aunquetambiénmeaterrorizaba.
"Todosaldrábien,Maddie.Jackesuntipoduro.Mevistoytepaso
arecoger"
Yasaliósuvenaprotectora.
"Nohacefalta..."
Noséparaquéinsistoporqueacabaráviniendo.
"Tepicoenunahora"
Esomismo.Asíqueenvuelvoloquehasobradodeldesayuno,lo
metoenunabolsaquedejoenlaencimeraparanoolvidarlaymedirijoa
laducha.
Una hora y media más tarde, Andrew me recoge en la puerta de
casaynosdirigimosdandounpaseohacialacafetería.Cogemosunpar
decafésconlecheydiezminutosmástarde,entramosenlafloristería.
En cuanto entro en la trastienda, me quedo helada. Encima de la
mesa,enunjarrónprecioso,hayungranramodeliriosblancos,miflor
favorita.Debedehaberporlomenos,cincuenta.
—Pero...—intentohablarperomequedosinpalabras.
MegiroyveoaAndrewamiespalda,conunasonrisaenlacara,
encogiéndosedehombros.
—Te ha comprado todos los que teníamos en la tienda. Y ha
pagado.Eldineroestáenlacaja.
—Es...esprecioso—digoacercándomelentamentehastaelramo.
Cojoelpequeñopapelmetidoentrelostallosyloabroconmanos
temblorosasdelaemoción.
"Gracias por darle sentido a mi vida. Te llevo siempre conmigo.
Teamo.Jack"
—Joder... —sollozo mientras intento, en vano, limpiarme las
lágrimasdelasmejillas.
—Le tienes loco, ¿eh? —me dice Andrew abrazándome por la
espalda.
—Esoparece...
—Ven.
Mellevadelamanohastaeltaburete,disponeeldesayunoencima
delamesaysesientaamilado,decaraamí.Yonopuedoapartarlosojos
demiramo,mientrasdoysorbosamicafé.
—Comealgomujer—diceAndrewsacándomedemiletargo.
—Notepreocupes—contestomeneandolamanonegativamente—.
Anteshecomidohastareventar.Además,semehacerradoelestómago.
—Peroesquesoycapazdecomérmelotodo...
—Todotuyo,sinremordimientos.
—¡Peronopuedohacerlo!¿Túhasvistoconelmaromoconelque
meacuesto?¿Hasvistoquécuerpazo?¿Tecreesquemepuedorelajarun
segundo? A la que coja 3 kilos de nada, me pongo fofo, y las zorras al
acechocaeránsobreélcomobuitresalacarroña.
Sé que quiere que le diga lo que quiere oír, así que sin prestarle
casiatención,sueltoeldiscursocasidecarrerilla.
—Andrew, tienes una constitución privilegiada. Por más que
comas, no engordas, así que te lo puedes permitir. Come sin
remordimientos.
—Tienesrazón.
Ahí está. En menos de un minuto, he logrado convencerle y ya
vuelve a tener un bollo de crema en la boca y un donut en la mano
esperandosuturnoparaserengullido.Mientrasdacuentadesudesayuno,
yo sigo sumida en mis pensamientos, cogiendo el vaso desechable entre
mismanos.
—¿Estásasustada?—preguntafinalmenteacercandosutabureteal
mío.
—Aterrorizada.
—Confía en él... Es un tipo duro —dice pasando un brazo por
encimademishombrosacercándomeaél.
—Lo sé, confío ciegamente en él —contesto arrugando con
cuidadoelvasodecartón
—Estoyaterrorizadaporquecreoquenosabríavivirsinél...Yeso
medamuchomiedoporquepensabaquenovolveríaateneresasensación
nuncamás.
—Puesyocreoquetehaidomuybiensinél...
—PorqueteníaaJack.PiénsaloAndrew...Leconocítansoloundía
despuésdeindependizarmey...
—Tresdíasdespuéstelohabíastirado.
—¡Andrew!—lereprendodándoleunmanotazo.
—¿Miento?
—No, pero escuchándolo en boca de otros, sueno bastante más
putaquecuandolopiensoyo.
—¡Oh!Hasdichounapalabrota—seburlademíponiendocarade
sentirse ofendido por mis palabras, llevándose incluso la mano al pecho
paraexagerarelgesto.
—Ahoraenserio...Loquequierodeciresquequizásífuicapazde
vivirsinMarkporqueteníaaJack,comosihubierasustituidoaunoporel
otro.Yahora...simefaltaJack...
—¿Te planteas a quién pillar ahora, no? —Bromea, intentando
hacerme sonreír pero al ver las lágrimas correr por mis mejillas, se
incorporadegolpeymeabraza,apoyandomicabezaensupecho—.Eh,
eh...Erabromacariño...
Dejaqueempapesucamisaconmislágrimasduranteunratomás,
hastaquenotaquemecalmounpoco,yentoncesmeagarralacarayme
obligaamirarlealosojos.
—Escúchame con atención. No quiero que pienses ni por un
segundoquetevasaquedarsolasipasaraalgo,porqueyosiemprevoya
estarahí.
—Gracias... Lo sé... Pero... ¿por qué esta vez siento como si
realmente no fuera capaz de salir adelante sin él? ¿Por qué tengo la
sensaciónqueestavezesdiferentequeconMark?
—Ay, hija mía... La respuesta está muy clara. Respóndeme una
cosa:¿quésentíascuandoestabasenlacamaconMark?Yqueconsteque
digo"estarenlacama"porquedudomuchoqueesemuermosepaquées
follar.
Mequedomirándoleconlabocaylosojosmuyabiertos,sinsaber
bien qué responder a esa pregunta. ¿Qué sentía? ¿Puede ser que lo haya
olvidado?Yocreíaquesentíaplacer,peroestáclaroquedesdequeestoy
con Jack, la definición de esa palabra ha cambiado considerablemente
paramí.
—Vale, no me contestes a eso, te lo voy a poner más fácil —
interviene Andrew de nuevo—. ¿Qué sientes cuando Jack te mira? ¿Qué
sientescuandotetoca?¿Quétehacesentirenlacama?
Alinstantesemedibujaunasonrisaenlacara.Agacholavistay
froto las palmas de mis manos contra mi pantalón. Intento pensar en las
respuestas a esas preguntas, y me cuesta responder pero esta vez porque
sonmuchascosaslasquesiento.Esaesladiferencia.
—Ya sé la respuesta a la pregunta de antes, Andrew. Ya sé lo que
sentíaconMark.Nada.
Andrewsonríesatisfechoantemirespuesta.
—EncambioconJack,sientotantascosas,quemedoycuentadelo
tontaquefuiantes,deloafortunadaquehesidoestassemanasydelmiedo
quetengoahoramismo...
CAPÍTULO38
Dr.Monroe
Odio este calor, lo odio con todas mis fuerzas, pero desde que
Nathan cuida de Cody, como el niño no tiene colegio porque está en
plenas vacaciones de verano, nuestras sesiones semanales se han visto
alteradas.Enlugardehacerlasenmidespacho,bajoelbenditochorrode
aire frío procedente de mi carísimo aparato de aire acondicionado, nos
vemosobligadosahacerlasensitiosdondepodamosestarlostressinque
Codytengaqueestarconstantementepegadoanosotros.
Asíque,desdequevolvierondelpuentedel4dejulio,estaserála
tercerasesiónquehagamos,yningunahasidonormal.
La primera fue en el parque, mientras Cody jugaba el último
partidodefútboldelatemporadaconsuequipodelcolegio.Hablamosun
rato,peroNathanestabamáspendientedelpartidoquedeexplicarmesus
progresos con Kate, así que le acabé dejando correr la banda, gritando
consignasalosniñoscomounloco.Yoamivez,acabéconlacorbataen
elbolsillodelaamericana,lasmangasdelacamisaarremangadasporlos
codos e insultando al árbitro, despertando al hooligan que todo inglés
llevadentroyquehacíatiempoquemanteníaescondido.Unagozadayuna
granmaneradeliberarlatensiónacumuladadurantetodalasemana.Cody
pasó tanta vergüenza que me prohibió ir a verle más, pero mereció la
pena.
Lasemanapasadafuimosalzooyaunquelleguéacasaapestandoa
mierda de elefante, reconozco que me lo pasé en grande viendo sufrir a
Nathan intentando responder a las miles de preguntas que Cody le hacía.
Disfruté tanto, que me llevé varias collejas al animarme yo también a
hacerle alguna pregunta. Memorable el momento en el que nos
encontramos con dos tortugas gigantes saciando su apetito sexual, la
hembraemitiendounossonidosdignosdeacojone,yCodypreguntóqué
estaban haciendo. Aun me río al recordar la cara de pánico de Nathan...
Menosmalqueelniñotiene5añosyesfácildemanipularydistraercon
unsimpleperoeficaz"¿quieresunhelado?"
Y hoy hemos vuelto a quedar en el parque, cerca de las fuentes
dondetodoslosniñosjueganamojarseconelagua,conlaclaraintención
de tener a Cody entretenido allí, mientras nosotros intentamos tener lo
másparecidoposibleaunasesión.
Así que aquí estoy, sentado en el banco a la sombra de un gran
sauce, esperando a que aparezcan, mientras observo como los niños
juegandebajodelaguay,porquénodecirlo,deseandoquelamorenade
piernasinterminablescaigadentrodelafuenteymeregaleunespectáculo
dignodelconcursode"MissCamisetaMojada".
—¿Qué miras con esa cara de bobo? —me sorprende Nathan
sentándose a mi lado en el banco, dirigiendo la vista hacia donde yo
miraba—.Omejordicho,¿aquiénmirabasconesacaradebobo?
—Llegáistarde.Casimederritoaquí—contestointentandodesviar
laatención.
—Es que hemos ido a comprar una cosa —contesta Cody
sacándose las zapatillas y la camiseta mientras intenta guiñar el ojo a
Nathan, gesto que no domina del todo porque de repente su cara se ha
parecidoaSlothdelosGoonies.
—Anda,tira,bocazas—lecontestaNathanresoplandoresignado.
—¿Qué habéis ido a comprar? —pregunto en cuanto vemos que
Codysemeteenlafuenteajugarconloschorrosjuntoalrestodeniños.
—¡Ten cuidado, Cody! ¡No te vayas a resbalar! —grita Nathan
mientraselcríolevantaelpulgarconunasonrisaenlacara.
Nathan ríe mientras le observa durante unos segundos, hasta que
gira la cara hacia mí y me ve mirándole fijamente, momento en que la
sonrisaseleborradegolpe.
—¿Qué?
—¿Qué habéis comprado, Nathan? —Y mientras lo pregunto,
intentoimitarlamuecaqueCodyhacíaalintentarguiñarelojo.
—Eseniñomevaallevaralaruina—contestaélresoplando.
—Vamos —le animo—. No se lo diré a nadie. Sabes que tus
secretosestánasalvoconmigo...Joder,soytuloquero,tío.
—¿Mis secretos a salvo contigo? Estás de coña, ¿no? ¿Stelle no
cuentaentonces?¿Deboconsiderarlacomomipsiquiatrareserva?
—Nathan,pasabatantotiempocontigoymeheimplicadotantoen
tu caso, que mi mujer empezaba a dudar que fuera gay. Se lo tenía que
contarporelbiendemimatrimonio.Además,teadoraytehaayudadoun
montón, así que no te desvíes del tema y dime de una vez qué has
comprado.
—¿Quieres una cerveza? —pregunta buscando un quiosco donde
comprarla.
—Yapenséenesomientrasvenía.Toma—Ylemiroforzandouna
sonrisa y parpadeando repetidamente, poniendo mi cara más angelical
posible, mientras le tiendo una botella fresquita de cerveza—.
Desembucha,¿quélehascompradoaKate?
Nathanarrugalafrentemientrascogelabotella,intentandodesviar
la mirada. Sopesa su respuesta durante unos segundos, sabiendo que no
tieneescapatoriayquevaatenerquecontestarmetardeotemprano.
—He decidido dar un paso más... —contesta con la cabeza
agachada,mirándomedereojo.
Sinpoderloevitar,cuandoprocesosuspalabrasenmicabeza,me
atragantoconlacervezaymeveoobligadoaescupirla,tosiendocomoun
desesperadoparaintentarrecuperarlarespiración.Golpeomipechocon
fuerza,mientrasNathanmedaunaspalmadasenlaespalda.
—Joder,tío,quenoesparatanto.
—¿Quenoesparatanto?—digoalcabodeunratoaúnconlavoz
tomada—. A ver, a ver si yo lo he entendido bien y recuerdo como se
juega a esto de las pistas... Has comprado algo, sé que es para Kate, me
dices que has decidido dar un paso más, con lo que debe ser algo más...
valientequeunasflores.
—Le he comprado un anillo, ¿contento? —Empieza a tocarse el
pelo,queyalehacrecidobastantedesdeese"reconciliador"cortequele
hizo su padre—. Pero no es que le vaya a pedir que se case conmigo ni
nadadeeso...Noquiero...asustarla,más.
—¿Le vas a regalar un anillo pero no le vas a pedir que se case
contigo?Meparecequevaarecibirunmensajeequivocadocomonolo
aclaresunpocomás...
—Merefieroaquenolevoyapedirquesecaseconmigoahora,le
voyadecirquesiquiere,deaquíauntiempo,cuandoaellaleapetezca,
podemoscasarnos.
—Mepareceestupendo—contestoalcabodeunossegundos.
Nathanlevantalavistahaciamí,mirándomeconfundidomientras
nopuedodejardesonreír.Joder,estoyorgullosodeél.
—¿Entoncesporquétehasatragantado?
—Porquenocreíquefuerascapazdehacerlotanpronto.
—¿Hacerqué?¿Comprarleunanillo?
—No,demostrarlequevasenserioconella.
—Yatelodije,quierocuidardeKateydeCody...
—Túlosabes,yoloséyellalosabe,peroeseanillolodemuestra.
Aveceshacenfaltagestosparacreerenlaspalabras.
Sonrío al ver su pose característica que tantas veces he visto en
nuestras sesiones, cabeza agachada, ceño fruncido y ojos mirando
nerviosos de un lado a otro, sopesando todo lo que le digo a una
velocidaddevértigo.
—Eh—digoremoviéndoleelpeloconunamanoparaobligarlea
dejar de comerse la cabeza—. Déjalo, no le des más vueltas, no te
preocupesmás.EsalgoincreíbleNathan.Lavasadejaralucinada.
—¿Y si me dice que no? —me pregunta de repente apretando los
labiosconfuerza—.¿Ysinoquierecasarseconmigonunca?
—Pues le dices que se quede el anillo igualmente y seguís como
hastaahora...¿Atinotesirvelasituacióncomolatenéisahora?
—Amísí.Yononecesitounpapelquedigaqueestoycasadocon
Kateparasaberqueeslamujerdemivida.PeroCody...—dejadehablar
duranteunossegundos,pensandosuspalabras,mientrasyomeacomodo
mejorenelbanco—.Ellameexplicóquehatenidoalgunarelaciónantes,
peroquenohabíanfuncionadoporqueCodynoentrabaenlosplanesde
esostíos...YoquieroqueCodyveaqueesimportanteparamí,quequiero
hacermecargodeél.
—Ycreesquelosabrásivequeturelaciónconsumadreesmás...
formal—digoentrecomillandoesaúltimapalabraconmisdedos.
—Exacto. Por alguna razón, que me case con Kate es importante
paraCody.Nohaparadodeinsistirdesdehacesemanas.
—Cody quiere un padre, Nathan. Y se piensa que para tenerlo, su
madretienequeestarcasadaconél.Noescapazdeverqueestoqueestás
haciendoconél,llevarleadondeélquiere,estarconél,hacerlesonreír,
yaesserpadre.
Nathansequedaabsorto,mirandoaCodycorriendodeunladoa
otro con los brazos extendidos. Sonríe al verle reír, totalmente relajado,
unestadoenelquenuncalehabíavistohastaahora.Daunlargosorboa
sucervezaylaapoyaensurodilla.
EntoncesseoyeelllantodeunniñoyNathan,comounresorte,se
poneenpiedejandolabotellaenelbanco,ysalecorriendohacialafuente.
Melevantoconfundido,sinsaberquéhapasadoycómoreaccionar,hasta
queveoqueesCodyelqueestátendidoenelsuelollorando.Nathanllega
a su lado en décimas de segundo, y enseguida se agacha a su lado y le
ayudaaponerseenpie.Losacafueraymirahaciadondeleseñalaelniño.
Comprueba que no tenga nada de gravedad y en un gesto cariñoso, le
retira el pelo mojado de la frente. Cody recupera enseguida la sonrisa,
justo en el momento en que la morenaza de antes se acerca a ellos. Se
agacha al lado de ellos para interesarse por Cody, pero cuando este sale
corriendohaciaelagua,centratodasuatenciónenNathan.Seincorporan
y charlan durante unos minutos en los que adivino por su lenguaje
corporal,queenelfondoloquelepasaraalniñoselatraíasincuidado.
Toca deliberadamente el brazo de Nathan y ríe sus comentarios de una
formaexagerada.Nopuedohacerotracosaquepensarquesieserocelo
hubiera hecho meses atrás, la reacción de él la hubiera asustado hasta el
punto de que hubiera salido corriendo, a pesar de los tacones de 10
centímetrosquecalza.
—Veo que has recuperado tus artes para ligar... —le suelto en
cuantoestáaunadistanciaprudencial.
—¿Ligar?¿Conlatíaesaalaquetúnoquitabasojocuandohemos
llegado? —contesta levantando una ceja—. Solo hemos hablado de los
niños...
—Pues deberías estar contándole algo graciosísimo porque no
veas lo que se reía la mujer... Y sentía la necesidad imperiosa de tocarte
constantemente...Aeso,enmipaís,lellamamos"tirarlacaña".
Nathan, ya sentado de nuevo a mi lado en el banco, me mira
fijamenteconunaexpresióndivertidayacercándoseamíalgomás,baja
eltonodevozymedice:
—¿Estásceloso?Acabasdesonarcomounanoviaenplenoataque
decelos...AversiStelleteníarazónensussospechas...—Meguiñaelojo
pasando el brazo por encima de mis hombros y añade—: No te
preocupes,noesmitipo.Lasprefierorubiasomorenosconperillacomo
tú.
—Quecorraelaire—ledigoquitándoleelbrazodemishombros
mientrasélríeacarcajadas—.¿EstábienCody?
—Sí —contesta cuando recupera el aliento después de las
carcajadas—.Seharesbaladoconelaguaperonosehahechonada,niun
rasguñoquejustificarconsumadre.
—Me alegro. Sabes... —Apuro la cerveza de un trago y continúo
hablando señalándole con la botella—. Eso que acabas de hacer, hablar
conmigo sin dejar de prestarle atención a Cody, reaccionar
inmediatamentealoírlellorar...esotambiénesmuydepadre.
—Es mi responsabilidad... —contesta abriendo los brazos—. No
megustaríadevolvérseloasumadreconalgunatara.
—Ya,claro...porsumadre—digochocandosuhombroconelmío
—.Seteveenlacaraquetepreocupasporél.Adorasaeseniño.
Serascalanucamientrassonríeapretandoloslabiosmirandoalo
lejos.
—Yentonces,¿haspensadocómoloharás?
—Bueno—contestaélriendo—.Másomenos.
—Venga,saciamicuriosidad.¿Cuándo?
—Estanoche.
—¿En serio? —digo abriendo mucho los ojos—. Vas lanzado...
¿Dónde?
—Cuandolarecojaeneltrabajo.
—¿Enelmetro?—lepreguntomientrasNathanchasquealalengua
negando con la cabeza—. No me digas que no sería como cerrar un
círculo...Suenarománticoyesoalastías,lesencanta.
—¡Jajaja!Sí,noteniegoquenoseríaoriginal...
—Pero...
—Pero voy a hacerlo bien, como un verdadero caballero. La
recogeréeneltrabajo,daremosunpaseoporelparque,yselopediré.
—¿Derodillas?
—¿Qué? ¿Estás loco? Espera, espera, ¿tú se lo pediste a Stelle
hincando la rodilla en el suelo? —Asiento solemnemente mientras él
aplaudeymeagarradelcuello—.Nuncapenséquelohubierashechode
esamaneratanformal.
—Bueno... pensaba que así es como le gustaba a las chicas... y no
debíirmuydesencaminado,porquedijoquesí.Esmás,nolodudóniun
instanteysepusoadarsaltitosytodo.
El semblante de Nathan se ha ensombrecido de repente. Quizá no
había pensado cómo hacerlo y ahora se ha dado cuenta de ello y se está
asustandopormomentos.
—Esto...¿asíescomolesgusta?—preguntatragandosaliva—.No
esmuy...demasiado...¿antiguo?
—¿Cómoteníaspensadohacerlotú?
—No lo sé —dice alzando los hombros—. La verdad es que
pensabaimprovisarsobrelamarcha...
—Improvisar...Nosé,nosé...quedespuéstequedasenblanco...—
empiezo a decir mientras me pongo en pie para tirar la botella al
contenedorcercano.
—¿Entonces tengo que hincar la rodilla? —dice siguiéndome
asustado—.Tampocoqueríaquefueratansolemne...
—Hombre, solemne... Depende de cómo lo hagas... Te puedes
agacharasí—digoapoyandounarodillaenelsuelodelantedeél—.Sin
necesidaddehacerleunareverencia.
—Mesiguepareciendoridículo—dicemirándomereceloso.
—No hombre... Le agarras la mano así —digo cogiendo la suya
mientrasélmemiralevantandounaceja—,ytannaturallesueltas:"Kate,
cuandoquierascasarte,aquíestaréesperándote".Nosuenanadapomposo,
¿no?
—No... —contesta Nathan retirando la mano dudoso—. Supongo
que no. Bueno, ya veré cómo lo hago. No digas nada, ¿vale? Sólo lo
sabéistúyCody.Rosevendráacuidardeélduranteelratoqueyovayaa
recogeraKate,comohacesiempre,perotampocolehemosdichonada...
—Soyunatumba...
—Ni a Stelle —añade mirando el reloj—. Nos tenemos que ir
porque tengo que dejar listo a Cody antes de que venga Rose y le he
prometidoquecenaremospizzas.
—Padrazo...
—Síbueno...
Coge la mochila que traían y saca una toalla mientras nos
dirigimoshacialafuente.
—Cody,nostenemosqueir.
—¿Puedounratomás?
—Si quieres cenar pizza, no. Te recuerdo que las tenemos que
hacer.
—¡Pizza!Nomeacordaba.¡Genial!
Nathan se agacha delante de Cody y le envuelve con la toalla
mientrasfrotasucuerpoparasecarle.
—¿Telohaspasadobien?—lepreguntoalniñosonriendo.
—Genial —contesta—. ¿Y vosotros habéis podido hablar
tranquilos?
—Sí.Graciasporelinterés—respondoinclinandolacabeza.
Enesemomento,lamorenapasapornuestroladoacompañadade
suhijo,conelqueCodyhaestadojugando.
—Hastaluego—diceelniño.
—Adiós—respondeél.
—Nosvemos—diceentonceslamorena.
—Sí,hastaotra—respondeNathansinmirarla,prestandoatención
aCody,queestáponiéndoseunpantalónseco.
La morena se aleja, pero se detiene a los pocos pasos y luego
vuelvehacianosotros.SenosacercaaNathanyamíyentonces,bajando
lavoz,nosdice:
—Quieroquesepáisquemeparecefantásticoloquehacéis...
—¿Lo que hacemos...? —contesto yo sin entender nada mientras
Nathanlamiraconfundido.
—Ya sabéis... —dice señalándonos a ambos con el dedo—. Que
criéisaCodylosdos...comopareja...
Nos miramos durante unos segundos, con los ojos muy abiertos,
hasta que la risa se nos empieza a escapar aún teniendo la boca cerrada.
Cuando ya no podemos aguantar más, estallamos en sonoras carcajadas
quenoshacenhastasaltarlaslágrimas.Nospasamosasívariosminutos,
antelaatónitamiradadelamorenaylosniños,quenosmirandivertidos,
sinsaberaquévienetodo.
—Uf...—dicealfinalNathan,secándosealgunaslágrimas—.Esto...
gracias,supongo,peronosomos...noestamos...
—¿Ah,no?Quécorte,perdonad—dicetiñéndosetodaelladerojo
intenso—.Entonceseres...¿ereshetero?
—Puessí...—contestaNathanasintiendoconlacabeza,divertido.
—Menosmal...—diceellaponiéndoseelpelodetrásdelaorejade
formacompulsiva.
—Pero no está soltero —interviene Cody que parecía que no se
enterabadenada—.Dehecho,levaapediramimamáquesecaseconél.
—Ah,bueno,¡genial!Esto...Reese,vamoscariño,quenosvamos
—Da vueltas en círculo, nerviosa, buscando a su hijo que sigue frente a
ella,aescasoscentímetros—.Bueno,¡suerte!
Vemoscómosealejalomásrápidoposible,tirandoconfuerzade
suhijo,queparaseguirsuritmotienequecorrertrasella.
—Puesaúnsevadignamente...Despuésdetantasmetedurasdepata,
nosécómonohacogidounapalaysehapuestoacavarunagujeropara
meterse dentro — digo poniéndome al lado de Nathan, que la observa
alejarse.
—¿Tengo pinta de gay? —me pregunta mirándome de arriba a
abajo.
—¡¿Yyo?!—contestoabriendolosbrazos.
—Psss...¡Túdirás!Teponesahacerescenitasdeesasenmediodel
parquecogiéndomelamano...
Se gana un leve puñetazo en el brazo mientras emprendemos el
caminoparasalirdelparque.
—Bueno,lodicho—digocuandonuestroscaminossetienenque
separar—.Valoryyasabes...adelante.
—Sí...—contestaagachandolacabezamientrasserascalanuca—.
Gracias.Te...¿tellamomañanaytecuento?
—¡Pobredetiquenolohagas!
—Cotilla...
—Noteequivoques,esmeracuriosidadprofesional.
—Pues si es curiosidad profesional, mejor espero a nuestra
próximasesión,elviernesqueviene.
—Me parece que ya no hace falta que tengamos más sesiones,
Nathan—contestoapretandoloslabiosconlasmanosenlosbolsillos.
Élmemiraachinandolosojosyarrugandolafrente.Pareceestar
decidiendo si ha oído bien mis palabras. Incluso abre la boca en varias
ocasionesparadeciralgo,cerrándolaalinstantepensándoselomejor.Le
miroyasientoconlacabezaparaconfirmarlesussospechas.
—He recomendado tu alta, Nathan. De hecho, tengo los papeles
preparadosparaenviarlos,peroqueríacomentarlocontigoantes.
—Esoes...Guau...Noséquédecir...
—Nada. No es mérito mío. Es gracias a tus progresos aunque
quizá,estapersonitadeaquíysumadresítenganmuchoquever.
—Ytútambién...
—Bueno...entoncesgracias—sonríoconfranqueza—.Escucha,ya
lo hablaremos con calma, pero como sé que no quieres volver a hacer
trabajo de campo, podría recomendar tu alta con ciertos matices... No
tienes por qué dejar de formar parte de los Marines, pero sí podemos
mirarqueteasignenalgúntrabajomás...administrativoodeformación.
—Eso sería fantástico —contesta asintiendo con la cabeza
visiblementeemocionado.
—Vale,lohablamosentonces.
—Vale,mañanatellamo.
—Nopasanadasiosabrazáis,¿eh?—nosinterrumpeCody—.No
parecéisgaisninadadeeso...
—Nosé...—contestaNathan—.Queestesemearrimayluegolas
tíassepiensancosasequivocadasyyanoligo...Miraantesconlamadre
deReese...
—¡PeroatilamadredeReesetetienequedarigual!¡Atitegusta
mamá y ninguna más! —empieza a recriminarle Cody mientras Nathan
asienteobedienteatodoloqueledice—.¡Cómoteveamirándoleelculoa
otratevoyadarunapatada!
—Esto... será mejor que me marche... —intervengo aguantando la
risa revolviendo el pelo de Cody—. No seas muy duro con él. Llámame
Nate.
—Prometido.
Hago todo el camino de vuelta a casa dando un paseo. Llevo la
americanacolgandodeunbrazoylasmanosmetidasenlosbolsillos.La
corbata aflojada, la camisa por fuera y las gafas de sol puestas. Camino
relajadoysonriente,porquehoyporfin,sientoquemehequitadoungran
peso de encima. Estoy eufórico al ver el gran cambio que ha hecho en
estosúltimosmeses,cambioquesisoysincero,nocreíaposibleverenél
cuando, llevando ya varios meses de sesión, aún no había sido capaz de
escucharnisiquierasupropiavoz.
Entroencasaymedirijoalaterraza,alencuentrodeStelle,que
estáenmodojardinera,conunpañueloenlacabezaylacaraylasmanos
manchadasdetierra.
—¡Hola! —me saluda con una gran sonrisa en la cara—. ¡Qué
temprano!¿Hoyesviernes,no?
—Sí.
—¿HastenidosesiónconNathan?
—Sí.
—¿Yesasonrisaenlacara?
—Lehedadoelalta,Stelle.
—¿En serio? —dice llevándose una mano a la boca mientras se
poneenpieycaminahaciamí.
—Ajá...
—Esoesfantástico.¡Mealegromuchoporél!
Yséqueesverdad,lopuedoverensucara.Apesardetodoloque
hatenidoqueaguantar,apesardelosdesplantesquelehedadoporestar
conNathan,ellasealegraporél.Asídemaravillosaeslamujerqueamo.
—¿Asíqueyaestátotalmenterecuperado?—preguntaconlosojos
vidriosos.
—No le puedo pedir más, Stelle... Va a dar el gran paso. Va a
pedirleaKatequesecaseconél.
CAPÍTULO39
Nathan
—Lepongosalchichas.Ybacon.Yqueso—varecitandotodoslos
ingredientes conforme los echa en la masa de pizza llena de tomate que
tienedelante.
Lemirodereojosinpoderreprimirunasonrisa.Tienetomatepor
todoelcuerpoylaropa,ysechupalosdedoscomiéndoselosrestosde
quesoqueselehanquedadoenganchados.
—¿Yaestás?—lepreguntoalrato.
Memiraconlosojosmuyabiertosylosdedosenlaboca.Cuando
se da cuenta que le he pillado, sonríe pícaro mientras asiente con la
cabeza.
—Vale,puescuidadoqueabroelhorno,notevayasaquemar—
digocogiendolapizzaymetiéndoladentro—.Vale.10minutosyvemos
cómosigue.Vamosaduchartequetienestantotomateencimaquetevoya
confundirconlapizzaytevoyahincareldienteati.
Le agarro por las piernas y le alzo hasta el techo mientras él
extiende las manos hacia arriba. Es algo que hacemos habitualmente. Le
levanto y le dejo ir de golpe, volviéndole a coger antes de que caiga al
suelo,claroestá.Esunniñodeemocionesfuertes.
—¿Ya?—preguntomirandohaciaarriba.
—Listo —responde con los brazos levantados y la cara llena de
expectación.
En cuanto le dejo ir, suelta un pequeño grito que se convierte en
carcajadasencuantolevuelvoacoger.Reposalabarbillaenmihombro
mientraslellevoporelpasillocaminoasuhabitación.Allícojosupijama
delasTortugasNinjaynosdirigimosalbaño.Ledejodepieencimadel
lavaboyenciendoelagua.Encuantocomprueboquelatemperaturasale
bien,mepongodelantedeélyleayudoadesvestirse.Estoyconcentrado
en la tarea cuando me doy cuenta al mirarle que se muerde el labio
inferiorytienelosojosvidriosos.
—¿Quétepasa?—lepreguntopreocupado.
—No es nada —me responde con la voz entrecortada y las
primeraslágrimascayendoporsusmejillas.
—Soyyo.Amímelopuedescontar,¿losabes,verdad?
—Lo sé —dice sonriendo antes de agachar la cabeza algo
avergonzado y empezar a hablar sin parar—. No lloro por estar triste...
Estoy muy contento. No sé por qué estoy llorando en realidad, pero me
salensolas.Me...gustaesto.Megustaquecuidesdemí.Rosemecaebien
peroprefieroestarcontigotodoslosdías.Estoymuycontentoporquevas
acasarteconmamá...
Sinlevantarlacabeza,alzalavistaparamirarme,paracomprobar
quesigoatentoaloquedice.Sesorbelosmocosyselimpialaslágrimas
coneldorsodelamano.
—Yporque...—siguediciendo—,porqueseas...mipapá.
Lelevantolacaraeintentosecarlelosrestosdelaslágrimascon
losdedos.Nosoycapazdedecirlenada,sololesonríohastaqueélseme
tiraalcuello.Sientosuspequeñasmanosenmiespalda,apretándomecon
fuerzacontraél,ysurespiracióncontramicuello.Tragosalivarepetidas
vecesmientrasleestrechoconfuerza,admirándoleportenerelvalorde
mostrarsussentimientoscontantafacilidad,talycomohahechosumadre
conmigodesdequenosconocemos.
—¿Sabes? —digo sentándome en el borde de la bañera con él en
mi regazo—. Yo también estoy muy contento. Pero, ¿me guardas un
secreto?
—Sí—respondeCodyponiéndosemuyseriodegolpe.
—Estoyunpocoasustado.
—¿Porqué?¿Porsermipapá?—Asientoapretandoloslabios.
—Nosésihagobienlascosas...Ynoquierodecepcionarte.
—Yonosétampocoquécosashacenlospapás,nisiquieraséqué
cosashacenlosabuelosporquesólohetenidoamamá.Perosísécuando
megustaestarconalguienydesdequeteconocí,supequemegustaríaque
sialgunaveztuvieraunpadre,separecieraati...
—Bueno —contesto sonriendo—. Cuánta responsabilidad... Si
algunaveznolohagobien,¿melodirás?
—Tratohecho—diceestrechandomimano.
—Yencuantoalodeestanoche...—Empiezoadecirrascándome
la nuca—. También me da un poco de miedo... A mí me cuesta un poco
más demostrar mis sentimientos. No se me da bien decir estas cosas.
Cuando lo hacéis tú y tu madre, parece sencillo, pero cuando lo intento
hacer yo... abro la boca y simplemente, las palabras no salen. ¿Y si me
encalloynoséquédecirle?Pareceréunidiotadelantesuyoconcarade
imbécil.
A Cody se le empieza a escapar la risa viéndome poner cara de
tonto, intentando recrear lo que sucedería si llego a Kate y me quedo
totalmente en blanco. Así, entre risas, le ayudo a bañarse y a ponerse el
pijamajustoenelmomentoenqueelrelojdelhornoempiezaapitar.
—¿Podemos cenar en el sofá viendo el partido? —me pregunta
Cody.
—¿Enelsofá?¿Tumadretedeja?
—Pues...-semuerdeellabioporunladoyesquivamimirada—.
No...Peroprometoquenovoyamancharnada.
—Buenova...nosarriesgaremos.
Minutosdespués,estamoslosdossentadosviendoelpartido,Cody
conlaspiernasestiradasencimadelamesadedelantedelateleyelplato
enelregazo.
—Contrólate con la Coca-Cola, Cody —le digo al verle dar un
largotragodelvaso,poniendohastalosojosbizcos—.Queluegoestarás
despiertohastalastantas.
—Esa es la idea —responde él sin dudarlo y sin parar de beber,
hasta que varios segundos después, se da cuenta que le estoy mirando
fijamente—.¿Quépasa?Metendréisqueexplicartodo,¿no?
—Cotilla...
—¿Esoquebebesescerveza?¿Puedoprobar?
—Ni hablar. ¿Tú quieres que tu madre me odie, verdad? Te dejo
prepararlapizzayacabascontomatehastaenlasorejas,tedejocenaren
elsofáconelpeligroquelehagasuntapizadonuevo,bebiendoCoca-Cola
como para estar despierto dos noches seguidas y ahora pretendes que te
dejebebercerveza...¿Estamoslocosoqué?
—Soloibaaserunsorbodenada...Además,teníaqueintentarlo.
—Mira, huele —digo acercando el cuello de la botella a su nariz
—.¿Aquenotegusta?
—Huelebien—Yentoncessacalalenguaychupaelborde.
—¡Oye!¡Serásguarro!—digoriendo.
Rose llega más tarde, cuando hemos acabado de cenar y hemos
fregadoinclusolosplatos.Meduchoymedirijoalahabitaciónconuna
toallaanudadaenlacintura.Encuantoentro,meencuentroaCodysentado
enlacamadelantedelarmarioabierto.
—¿Qué haces aquí? —pregunto mirando por el pasillo para ver
dondeestáRose.
—Está viendo la serie que le gusta —me contesta él—. A mí me
aburre.¿Quétevasaponer?
—Eh...Puesnosé.¿Quécreestúquedeboponerme?
—¡Y yo que sé! Nunca le he pedido a ninguna niña que se case
conmigo.
—¡Niyo!
—Puesestamosjodidos...
—¡Un dólar! —digo poniendo la palma de la mano delante de él
mientrasmesientoenlacamaasulado.
—¡Perdón!¡Perdón!Seránuestrosecreto.¿Porfavor?—responde
poniendocaradepena.
—Demasiados secretos te estoy guardando hoy. Bueno, a lo que
vamos.Nomepuedoponerunchándal,esoestáclaro.
—Qué raras son las chicas, ¿no? —dice Cody cruzándose de
brazos—.¿Quémásdarálaropaquellevespuesta?Estaríassupermolón
conlacamisetadeFlash.
—¿Aquesí?—contestosonriendomientrasmepongoenpieyme
apoyoenelmarcodelarmarioyrepasolaropaqueduranteestassemanas
he traído a casa de Kate—. Me voy a tener que apañar con lo que tengo
aquí,asíque...¿vaquerosycamisa?Tengotambiénunaamericanaquese
empeñótumadrequemetrajeraparaalgunaocasiónespecial.
—¡Venga!
En cuanto me visto, me doy la vuelta al ponerme la americana y
extiendolosbrazos.
—¿Quéteparece?—lepreguntodecaraaél.
—QueconlacamisetadeFlashmolasmás,peroamamálevasa
encantar.
—Los que somos guapos, somos guapos, nos pongamos lo que
nospongamos...—contestoguiñándoleunojo.
—¿Lollevas?¿Llevaselanillo?
—Aquí está —digo sacándolo del cajón donde lo escondí esta
tarde.
Cierro el puño alrededor de la caja y cierro los ojos resoplando
confuerza,antesdeguardarloenelbolsillodelaamericana.Compruebo
el reloj por enésima vez desde que llegó Rose. Falta una hora y media
paraqueKatesalgadetrabajarperonecesitodespejarmeyCodydormir,
asíquedecidosalirdecasaeirdandounpaseopararelajarme.
—Bueno,mevoyairya.Cody,túalacama—digosaliendodela
habitaciónhaciaelsalónparahablarconRose.
—Noooooo...—meruegaélsiguiéndomeporelpasillo.
—Rose,mevoyabuscaraKate.
—¿Ya? —contesta ella y se queda con la boca abierta cuando me
ve, repasándome de arriba a abajo con descaro—. ¡Vaya! Kate se va a
ponercontenta...
—¿Loves?—diceCodyamilado.
—Gracias,Rose.
—De nada cariño —dice poniendo sus manos en mis hombros
alisandolaamericanayponiendobienelcuellodelacamisa—.Ahorasí.
Ytújovencito,alacama.
—No, quiero... —contesta mirando alrededor—, ¡ver la serie
contigo!
—Perosinotegusta,nodigastonterías.Vengava,queteleolos
garabatosesos...
—Mal vamos si llamas "garabatos" a mis cómics —contesta
resoplando mientras se gira para dirigirse a su habitación, susurrando
cuandopasapormilado—.Notardéisporfavor...
—Teveoluegocampeón—contestorevolviéndoleelpelo.
Metolasllavesenelbolsillo,memiroenelespejodelrecibidor,
respiroprofundamentevariasvecesycontodaladecisiónquesoycapaz
dereunir,abrolapuertaymeenfrentoalanochequeesperoseaunade
lasmásfelicesdemivida.
Camino con las manos metidas en los bolsillos del vaquero,
palpando nervioso de vez en cuando si la cajita del anillo sigue en la
chaqueta. El trayecto no me está relajando para nada, más bien al
contrario.Parececomosicaminaraatravésdeuntúnel,yconformemás
me acerco a mi destino, a la luz del final, más miedo tengo de lo que
puedapasar.
Sé que el local donde trabaja se llama Sapphire, pero no lo
conozco.Tampocoesqueseaextraño,yaqueenelañoymedioquellevo
viviendo en Nueva York, la única vez que me metí en una discoteca fue
conKate,yaduraspenasmediotiempodefijarmeenellugarantesde
liarmeapuñetazos.Peroestoydecidido,yvoyahacerlascosasbien.Voy
arecogerlaallí,noaesperarlaenlaparadadelmetrocomosuelohacer.
Acordamos en hacerlo así debido a mis "problemas" con las discotecas,
pero las cosas han cambiado mucho desde aquella noche. He mejorado
mucho,inclusoparecequeestoyoficialmentecurado.Yasoynormalyasí
escomoactúanlasparejasnormales,¿no?Noquieroqueparezcaquenos
encontramos de forma casual, quiero que la gente sepa que ella es mi
chica.
Conesepensamientollegoalapuertadellocal.Hayungrupode
tíosapostadosaunlado,fumandoyriendoacarcajadas.Cuandopasopor
suladocaptoalgunasfrasessueltasyenseguidamedoycuentaquehablan
demujeresenuntonobastanteobsceno.Entoncesmefijoenelportero,un
tíoenormequememiradearribaaabajoencuantomeacerco.Supongo
que puede oler mi nerviosismo a kilómetros. Respiro hondo repetidas
veces, intentando parecer tranquilo, acercándome a la puerta, y el tío se
mueve a un lado para abrírmela. Enseguida me inunda el ruido de la
músicaqueprovienededentrodellocal.
—Buenasnoches—mediceconvozgrave.
—Hola—contestosinsiquieramirarle.
En cuanto entro, me quedo cerca de la puerta, que se vuelve a
cerrar detrás de mí. Tengo la vista fija en el suelo y trago saliva varias
vecesantesdeatrevermealevantarla.Encuantolohago,mesorprendoal
no quedarme ciego por las típicas luces láser, así que respiro algo más
tranquiloyempiezoapasearlavistaportodoellocal.Frenteamí,enla
paredopuesta,hayunescenarioenformadeT,cuyopasilloseadentraun
pocoenunazonademesasysillones.Aambosladosdedichoescenario,
hay dos podios altos con una chica bailando en cada uno. La música,
aunque está alta, no lo está tanto como la noche que fuimos a esa
discoteca,yapartedeesasdoschicas,noveoanadiebailando,aunqueel
local está lleno. A mano izquierda encuentro la barra y varios chicos
detrássirviendocopas,perosigosinencontraraKate.Decidoacercarme
aellosypreguntarles.
—Hola—digoapoyandolasmanosenlabarradelantedeunode
lostipos.
—¿Quétepongo?
—Eh...Dehecho,estoybuscandoaKate.
—Túytodos.
—¿Qué?
—Que sale en cinco minutos —dice sonriendo ante la cara de
perdidoquedebotenerahoramismo—.¿Quierestomaralgomientrasla
esperas?
—Eh...
Muy confundido, arrugo la frente sin saber qué responder. Estoy
tan fuera de lugar que el tío empieza a alucinar conmigo, así que me
apresuroaresponder.
—Unacerveza.
Eltíomelasirve,ledejoelbilleteenlabarrayencuantomedael
cambio,mesientoenuntabureteapoyandolaespaldaenlabarra,decara
alescenario.Doyunsorboycentromiatenciónamiizquierda,dondeun
grupodetreschicoshablanavocesmirandoaunadelaschicasdelpodio.
—Joder,nomedigáisquenoestábuena.Sisemueveasíbailando,
cómodebeserenlacama—diceunoqueprácticamenteestábabeandosin
quitarleojoalachica.
—Pues ya veréis ahora. Esta sí que está tremenda. Solo de
pensarlo...—Yentoncessetocalaentrepiernahaciendoungestoobsceno.
Entonces me sobresalto cuando suena una especie de sirena y las
luces se apagan de golpe. Solo se enciende un foco que apunta al centro
del escenario. Empieza a sonar una música y al instante veo como el
grupodetíosdemiladosedanpalmadasentreellos.
—Ahora,ahora.¡Joder!¡Voyempalmadoyaúnnihasalido!
Vuelvo a mirar al escenario con una mueca de asco en la cara,
mientrasdoyuntragoalacerveza.Entoncessaleunafiguraalescenario,
aunquelaslucesnomedejanverlabien.Encuantocomienzaamoverse,
empiezo yo a darme cuenta de que esto se parece cada vez menos a una
discoteca, y cada vez más a... ¿un club de striptease? Vuelvo a pasear la
vista por el local y entonces las piezas me empiezan a encajar. Nadie
bailando, la mayoría de gente sentada en las mesas alrededor del
escenario, en el que ahora me fijo también que hay una barra en la que
creo que las chicas hacen algunos ejercicios, música a un volumen
demasiado bajo como para ser una discoteca... Además, me doy cuenta
ahoraquetodoslosclientessonhombres,yquelasúnicaschicassonlas
queestabanenlospodios,queahorahandesaparecido,ylachicaquebaila
ahoraenmediodelescenario.
Entonces me quedo totalmente paralizado. Todo a mi alrededor
deja de tener importancia. No veo a los tíos de mi lado tocándose
excitados.Noveoalosquesehanacercadoalpasillodelescenarioyque
casi babean sin perderla de vista. No oigo la música, ni los gritos
obscenos,nilossilbidosypalmadas.Sololaveoaella,moviéndosemuy
provocativa,vestidacasienropainterior.Labotellasemeresbaladelas
manos y cae al suelo, pero no soy consciente de ello, y tampoco me
importa.
Melevantopocoapocoymeacercoalescenarioconelcorazón
encogido.Mecuestarespirarymeveoobligadoaabrirlabocacomoun
idiota para no caerme redondo. Me paro justo delante del pico del
escenario,conlosbrazosinertesaambosladosdelcuerpo,viendocomo
Kate baila casi desnuda para una panda de babosos. Mantiene los ojos
cerrados y sus manos acarician todo su cuerpo. Trago saliva al
contemplarlaescena,recordandolosmomentosenlasquesonmismanos
ymilengualasquerecorrenesecuerpo.Meremuevoincómodocuando
noto la tela de mis vaqueros tensarse a la altura de mi entrepierna y
entoncessoyconscientedequesiesomeestápasandoamí,tambiénpuede
estar pasándole a todos los otros. Miro a mi alrededor y compruebo las
caras de los demás, cómo la mayoría tiene el mismo problema que yo
intentando contener sus erecciones, cómo la miran lascivamente y cómo
todosestándispuestosadarlepartedesusueldo.
Empiezo a sentir los latidos de mi corazón retumbando en mis
oídos, aturdiéndome, sin dejarme pensar con claridad. Mi pecho sube y
bajasinpararyaprietolospuñoscontralaspiernas.Entonces,cuandoun
tíoseponeenpieyseacercaalescenarioconbilletesenlamanoyselos
tira gritando obscenidades y tocándose sus partes, es como si un
interruptorseapagaraenmí,mandandoalamierdatodomiauto-control.
—¡Aléjatedeella!—legritoagarrándoledelasolapadelacamisa
mientrasleasestovariospuñetazosenlacara,queimpactanlamayoríaen
sunariz,tiñendoenseguidaderojotodosurostroymipuño.
El tío cae al suelo tapándose la cara con ambas manos,
arrastrándose hacia atrás con miedo, alejándose de mí, mientras sus
amigos siguen el camino contrario y se abalanzan sobre mí. Enseguida
aquello se convierte en una batalla campal, arrasando con las mesas, los
sillonesylosvasos,quesalenvolandoporlosaires.Elrestodeclientes
dealrededorselevantanasustadosmientrassealejandellío.
Yaseaporelniveldealcoholensangredeesostíosoporquelaira
quesientoarderdentrodemíahoramismomedafuerzas,nomecuesta
nada darles una paliza a todos a los que se les ocurre meterse. Así, uno
trasotro,todoelquemeponeunamanoencima,recibe,ynomeparoa
distinguir entre los que quieren agredirme realmente o los que
simplementelohacenparaintentartranquilizarme.Tampocosoydeltodo
consciente de los ruidos de mi alrededor. En algunos momentos oigo
vocesquemegritanquepareyotrasquemedicenqueestoyloco.Creo
incluso que la música ha dejado de sonar, pero no lo sé con certeza. En
realidad,notengolacertezadenadaenabsolutoenestosmomentos,pero
nopuedodejardedargolpes,cegadoysordoporlairaylaconfusión.
Entoncestresparesdebrazosseabalanzanpormíyconsiguen,no
sin esfuerzo, retenerme contra el suelo. Uno inmoviliza mis manos a la
espalda,mientrasaprietasusrodillasenella,provocandoquesupresión
mehagamuydifícilrespirar.Otromeagarraporelpeloymantienemi
cabeza contra el suelo, levantándola de vez en cuando para golpear con
ellacontralamoquetamientrasmegritacosasaloídoquemecerebroes
incapaz de entender. El tercero se ocupa de atrapar mis piernas para que
no pueda patearles. Así me mantienen unos minutos, en los que hago
verdaderosesfuerzospormantenermeconsciente,respirandoporlaboca
mientrasnotoelsabormetálicodelasangreenella.
—Ya hemos avisado a la policía. Sacadle de aquí para que todo
vuelva a la normalidad lo antes posible - oigo que dice una voz a mi
espalda.
Me incorporan sin muchos miramientos y me sacan a la calle
rápidamente. En cuanto siento el frescor en la cara, parece como si
recobraraunpocoelsentido,ademásdepoderrespirarconmásfacilidad.
—¿Letienescontrolado?—preguntaunodelostreshombres.
—Sí —contesta el más grande mientras me empotra de cara a la
pared, golpeando mi cabeza contra ella, y obligándome a separar las
piernasdándomepatadas—.Idtranquilos,queyalecontroloyo.
Antes de irse, aprovechando que estoy totalmente inmovilizado y
que no hay muchos testigos cerca, uno de ellos me pega un fuerte
puñetazo en el costado que me obliga a doblarme de dolor. Intento
recobrarelaliento,resoplandoconfuerzaporlaboca,escupiendorestos
de sangre, cuando noto en la nuca el aliento del tipo que me está
agarrando.
—¿Sepuedesaberquémoscatehapicadoahídentro?
Agarrándomeaúnporelpelo,vuelveagolpearmicabezacontra
lapared.Cierroelojoalnotarcomolasangrecaedemiceja.
—¿Quépasa?¿Eresuntaradoquesepiensaqueesaschicassonde
tupropiedad?¿Quenadiemáslaspuedemirar?
Intentorevolvermeperosoloconsigoqueelgorilameaprieteaún
más contra la pared, pero entonces veo cómo acerca su cara a mi oído
paravolveradecirmealgoycontodamifuerzagolpeosucabezaconla
mía. Al instante me suelta y se lleva las manos a la cara, gesto que yo
aprovecho para embestirle, derribándole al suelo. En cuanto le tiro, me
siento encima de su pecho y la emprendo a puñetazos contra su cara. Le
pego tan rápido, que solo puede intentar protegerse con los brazos,
aunquemásdeunoleimpactadelleno.
—¡Nathan para! ¡Nathan por favor! —Me llega el eco de su voz
comosiestuvieraakilómetrosdemí,peroencuantomecentro,medoy
cuentaqueestáasolounosmetros—.Porfavor...
Encuantolaoigosollozar,mipuñosequedasuspendidoenelaire.
Aprieto la mandíbula con tanta fuerza que oigo mis dientes rechinar,
aunque poco a poco relajo el brazo y lo dejo caer a un lado. Giro la
cabezaparamiraraKateylaencuentroconlacaratotalmentebañadaen
lágrimas y desencajada. Va vestida igual que cuando ha salido al
escenario, o sea, casi en cueros, así que rápidamente me pongo en pie y
mequitolaamericana.
—Nathan... yo... —dice intentando acercar sus manos a mi cara,
mirándomeconcaradepreocupación.
La esquivo arrugando la frente, incapaz de mirarla a los ojos
mientrasletiendolaamericana.
—Ponteesto—ledigoentonosecoycortante.
Ellasesecalaslágrimasconlosdedosymehacecasoalinstante,
agradecida también porque aunque no hace frío, la brisa que corre no
invita a salir a la calle en ropa interior. En ese momento sale un tío de
dentro del local, y al verme tan cerca de Kate, se abalanza sobre mí
aprovechando mi momento de descuido. Me embiste por el estómago
hastaquemiespaldachocacontrauncocheaparcadoenlaacera.Porel
rabillodelojocontroloquemiotroamigonosehayalevantadoaúnyasí
poder centrarme en mi nuevo contrincante. Le agarro de la cabeza y le
propino un rodillazo en la cara, rompiéndole la nariz. Cae al suelo y
empiezoapatearlesinmiramientos,completamentecegado.
—¡Nathan!¡Nathanpara!¡Levasamatar!
LavozdeKatedejadeserunmurmullolejano,hastaquenotoun
contacto en mi brazo. Instintivamente, doy un codazo para defenderme,
pero entonces oigo su grito. Me giro al instante y la veo tendida de
rodillas y entonces comprendo que el contacto que había notado en mi
brazoeraeldesumano.
—¡No,no,no!Kate,perdóname—digoagachándomeasulado.
Intentocogersusmanosparadestaparsucarayverelalcancede
micodazo.
—¡Aléjatedeella!—oigoquegritaPipperacercándoseanosotros
—.¿Atiquétepasacapullo?
—NoPipper,espera—intervieneKate.
Me incorporo y retrocedo varios pasos, intentando ver la escena
desdealgomáslejos.AsustadoporsaberlaverdaddeKate.Asustadopor
lasituaciónquesehadesencadenado.Asustadoporloquelehehechoa
Kate.Asustadodemímismo,denuevo.
—¿Porquéno...?—empiezoabalbucearmirándolaconfundido—.
¿Porquénomedijistenada?
—Porque no quería que te hicieras una idea equivocada —
respondeellaentrelágrimas,yaenpie.
—¿Ideaequivocada?
—Noqueríaquepensarasquesoyuna...una...
—¡¿Unaqué?!—legritofuerademí.
—¡Unaputa!
—¿Eres...?
—¡No! —contesta gritando—. Eso es precisamente lo que no
queríaquellegarasapensar.
—Yo —Las lágrimas me nublan la vista y rehúyo su mirada,
dirigiendolamíaalsuelo
—Yomeabríporcompletoati.Noteheescondidonada...Nosé
porquénohashecholomismo.Yoconfiéenti...
Empiezoaretrocederaúnmás,caminandohaciaatrásalzandolas
palmas de las manos. Por alguna razón que no comprendo, necesito
alejarme de todo esto, necesito huir, correr hasta no sentir las piernas,
hastaquemeardanlospulmones.
—¿Adóndevas?¿Acasoqueseabailarinadestripteasecambialas
cosasentrenosotros?¿Eseso?
—No,peroquenohayasconfiadoenmí,sílohace.
CAPÍTULO40
Jack
—¡Brindaconmigocamarada!—mediceKolyapasandosubrazo
pormishombros.
Esbozounasonrisaqueesperonoparezcatodoloforzadaqueen
realidades,mientrasagacholacabezaymiromivasollenohastaarriba
del vodka más caro de la bodega de Kolya. Es el tercer vaso que me
acerca,ymientrasélyaempiezaaarrastrarlaspalabras,yosigobastante
entero.Esincreíblelaresistenciaalalcoholqueheidodesarrollandocon
losaños.
—Somos ricos, Igor. ¿Te das cuenta? —dice colgándose de mi
hombro,cadavezmásnecesitadodeunpuntodeapoyoparamantenerse
enpie.
—Sí —contesto dando un largo trago para disimular mi
incomodidad.
—¿Quétepasa,amigomío?Tenotodistante,másdelohabitual.
LaverdadesquesiempreheintentadoqueIgorfuerauntipofríoy
calculador,carentedeemociones,parcoenpalabrasyreticenteamostrar
sussentimientos.Muydiferentedelapersonaquesoyrealmente,yesesa
diferencialaquemehaayudadoaseparartanbienmisdosmundos.Pero
es cierto que Igor debería estar mucho más contento esta noche por lo
bienquehaidoelintercambio,larapidezconlaquesehahecho,ysobre
todoporeldineroquenoshemosembolsado.¿Elproblema?Quecuanto
máscercaveoelfinal,másdifícilmeesinterpretarelpapeldeIgorcon
credibilidad. Quiero que todo esto acabe ya. Quiero abrazar a mi hija,
jugarconminietoyllevarmeaMaddielejosdetodoesto.
—¿Sabesqué?—Seplantadelantedemí,conlasmanosapoyadas
en los hombros—. Me he permitido el lujo de hacernos un regalo... Y
debenestaralcaer...
—Kolya, yo... —intento excusarme porque conociéndole, sé del
tipoderegaloquesetrata.
—Losé,losé...Tienesaunamujerhermosaesperándoteencasay
doyfequeestátremenda,lamuyzorra—Aprietocontantafuerzaelvaso
queesperoqueseacristaldelbueno,novayaaserquemeexploteentre
losdedos—.Perolasputasquetetraigoestanoche...Selotragantodoy
lespuedeshacerdetodo...Yameentiendes...
Lomejorseráqueasientaconlacabezaypongalamejorcaraque
puedaparaquesequedetranquiloymedejeunratoamiaire.Yesohago,
dejandoquemezarandeehastaqueelteléfonoempiezaavibrarmeenel
bolsillo. Kolya apura su vaso de nuevo y se dirige a la estantería donde
reposa la botella para volver a echarse más vodka. ¿Qué coño hacen
llamándome en estos momentos? Pero por otra parte, debe ser algo lo
suficientemente grave como para arriesgarse a hacerlo... Miro alrededor
nervioso, y cuando compruebo que nadie se fija en mí, lo saco del
bolsillo. Es uno de los números de los agentes que están haciendo la
vigilanciaalosmíos.
—¿Sí?—contestodeformaseca.
—Tenemosunproblema.
—¿Conquiénestás?—preguntocerrandolosojosconfuerza.
—Consuhija,señor.
Levanto la cabeza y descubro a Kolya mirándome fijamente. Le
hago un gesto disimulando para que se piense que quien me llama es
Maddieyempiezoacaminarhacialasalida.Entoncesélmecortaelpaso
ysinqueyopuedahacernadaparaimpedirlo,mequitaelteléfonodelas
manos.
—Maddie preciosa —Empiezo a sudar y trago saliva repetidas
veces—. No te preocupes porque voy a cuidar muy bien de tu hombre,
peroestanochenoleesperesdespierta.
Esperoqueelagentesehayadadocuentadelasituaciónynosele
ocurraabrirlaboca,peroporsiacasonolohace,learrebatoelteléfonoa
Kolya de las manos, arriesgándome a que no se lo tome bien. Durante
unas décimas de segundo nos miramos muy serios, hasta que él esboza
una sonrisa que deja a la vista varios dientes de oro y levantando las
palmasdelasmanos,empiezaacaminarhaciaatrás.
—Maddie... —Empiezo a decir saliendo de la habitación mirando
alrededorcomoundesesperado.
—Eseera...Kozlov,¿señor?
—Sí.
En cuanto salgo al exterior, apoyo la espalda contra la pared del
almacénymedejocaerhastaquedarmesentadoencuclillas.
—¿Quéhapasado?—pregunto.
—Noloséexactamenteseñor,perohevistoentraralnoviodesu
hija en el local y cómo lo sacaban entre tres tipos una media hora más
tarde.Sehapegadoconellosduranteunratoyentoncessuhijahasalido.
Cuandoellaintentabacalmarleparaquedejaradeapalizaraunodeesos
armarios,éllehadadouncodazofortuito.
—¿Ellaestábien?—preguntoconlaansiedadapoderándosedemí.
—Físicamente sí... Pero... señor, si me lo permite, diría que
anímicamenteno...
Mefrotoconfuerzalosojosygolpeolaparedconlapartedeatrás
demicabeza.
—Alchicoselohallevadolapolicía...Debenhaberlosllamadolos
deseguridaddellocal.
—¿Aquécomisaría?
—Nolosé,peropuedointentaraveriguarlo,señor.
—Hazlo —digo poniéndome en pie de repente—. Y envíame un
mensajecuandolosepas.¿Dóndeestás?
—Enelclub,señor.
—Notemuevasdeallí.Voyparaallá.
—Peroseñor...
Cuelgo sin dejarle acabar la frase. No voy a perder tiempo
entrando de nuevo en el almacén para coger mi casco, evitando también
cruzarmeconKolya.TampocomemolestaréenllamaraSeanycontarle
el cambio de planes ya que estoy seguro que el agente le pondrá al
corrienteenseguida.Asíquemesuboalamoto,arrancoelmotorysalgo
quemando rueda contra el asfalto. Me salto todos los semáforos en rojo
quemeencuentro,esquivotodosloscochesquesemecruzanyhagocaso
omiso de los claxon y los improperios que los conductores me dedican.
Medaigual.Dehecho,medaigualtodo.Soloquieroestaralladodemi
hija. Me necesita y no puedo quedarme impasible sabiendo que lo está
pasando mal, mientras dejo que una puta me chupe la polla para
interpretarelpapelynosalirmedelguiónestablecido.
Veinteminutosmástardeaparcolamotoenlaacerafrentealclub
donde trabaja Kate. No puedo evitar maldecirme cuando veo la fachada
porqueaunqueséqueellasolobailaallídentro,quenuncalastocanadie,
saberquelohacecasidesnuda,mientrascientosdetíosnolequitanojo,
me revuelve el estómago. Y sospecho que eso es lo que le ha pasado a
Nathan...Ynoleculpoporello.Dehecho,siyohubieraestadodentrocon
él, ahora seguramente le estaría haciendo compañía en la celda de la
comisaría.
Bajodelamotoymiroarribayabajodelacalle,intentandoveral
agenteysonríoalcomprobarquemeesimposible,señaldequeestamos
haciendolascosasbien.Sacoelmóvildelbolsilloycomprueboquetengo
unmensajeconladireccióndelacomisaríadondeestáNathan.
—¿Seguroqueestáisbien,chicas?
Encuantooigolavoz,levantolavistahaciasuprocedencia.Veoa
untiponegroenormeaguantarlapuertadelclubmientrasmihijayotra
chicasalendeél.Encuantolapuertasecierraasusespaldas,lesvuelvoa
escucharcontotalclaridad.
—Sí,gracias,Klaus.Ahoralaacompañoyoacasa.
—Comoqueráis.Nosvemosmañanaentonces—diceabrazandoa
laotrachica.
—Gracias, Klaus —dice entonces Kate abrazándole también—. Y
sientolodetucara.
—Yo también siento haberle dado, no sabía que era tu chico...
Aunque, el bastardo pega fuerte —contesta él tocándose la mandíbula—.
Sialgunaveznecesitauntrabajo,dilequemellame.
—Hastamañana—contestaKatecariñosamente.
—Hastaluego,chicas.
Encuantoeltipovuelvedentroyellasempiezanacaminar,decido
salir de la penumbra donde me había refugiado. Notan mi presencia
enseguidaymientraslaotrachicamemiraalgoasustada,Katelohacecon
losojosylabocamuyabiertos.
—¿Quéhacesaquí?—medice.
—Kateyo...
—Noestoydehumorparasermones...
—Lo sé —contesto agachando la cabeza con las manos en los
bolsillos—.Noesmiintenciónsermonearte.Sóloqueríasabersiestabas
bien...
—Joder... —dice mesándose los cabellos con una mano—. Cómo
mehubieragustadoescucharesohacequinceaños...
Su amiga que hasta ahora nos miraba a uno y a otro, como si
estuviera presenciando un partido de tenis, con la frente arrugada sin
entender nada, parece estar viendo la luz y su semblante pasa de la
incomprensiónalasorpresa.
—Es...—preguntaaKateseñalándome.
—Sí,Pipper,tepresentoamipadre.Papá,ellaesmimejoramiga,
Pipper.
—Encantado,Pipper—digoyoponiendolamejordemissonrisas.
—Joder... —contesta ella mirándome de arriba a abajo
descaradamente hasta que se da cuenta de la mirada de Kate y añade—:
Bueno...mevoyairyendoparacasa...
—Vale.Tellamomañana,¿vale?
—Claro —Se despiden con un abrazo y al pasar por mi lado
levantaunamanoydice
—Adiós.
—Hastaluego,Pipper.
Encuantonosquedamossolos,mirohaciaelparquequehaymás
abajoyseñalándolopregunto:
—¿Quieres...?
Kate se encoge de hombros y empieza a caminar calle abajo. Me
pongo a su lado y la observo por el rabillo del ojo. Cada vez se parece
más a su madre físicamente. Sonrío al recordar que cuando se lo decía,
Janetmecontestabaqueencambiodecarácter,eraclavaditaamí.
En cuanto llegamos al parque, nos sentamos en un banco y
seguimos callados durante un rato. No me importa, porque aprovecho
para disfrutar del momento de poder contemplar a mi hija tan de cerca,
algoquehacíaveinteañosquenopodíahacer.
Ellanomemira,sinoquetienelavistafijaenunaamericanaque
reposa en su regazo. Acaricia la tela con delicadeza, mientras algunas
lágrimaslamojanyellasededicaasecarlasconrapidez.
—¿EsdeNathanlachaqueta?—lepreguntopasadounrato.
Ella asiente con tristeza mientras se aferra a la prenda como si
fuera lo único que le quedara de él. Entiendo esa sensación. Yo lo hacía
concadanotaqueellameescribía.
—Él... Yo... —Reposa la espalda en el banco, apretando la
americanacontrasupechoyagachandolacabezaparainhalarsuolor—.
No sabía que trabajo de stripper... No me atreví nunca a decírselo y no
encontraba el momento de hacerlo... No quería que malinterpretara las
cosas,quesepensaraquesoy...unaputa...
Las lágrimas corren por sus mejillas sin control y yo levanto un
brazoparaacercarmimanoasucaraeintentarsecarlas,peromefrenoen
seco. No sé si después de tantos años ella va a aceptar que tengamos
contacto como si no hubiera pasado nada, así que no quiero tentar a la
suerteyaqueestoesmuchomásdeloqueyohabríasoñadodespuésde
todoesetiempo.
—Cariño...NocreoqueaNathanleimportetutrabajo...
Clavasuspreciososojosazulesenmíymeescuchaconatención
apretandoloslabiosconfirmeza.
—Losé...
—Creoquesehavueltolocoalveratodosesostíosmirándote.Y
no le culpo... Ya sabes lo que pienso —Levanto las palmas de las manos
cuandoveoqueabrelabocaparareplicarme—.Losé,nadadesermones.
Ya sé lo que me vas a decir, y lo entiendo, pero entiéndeme a mí como
padre...yaNathancomonovio.
—NocreoqueNathanseamásmi,novio—Subelospiesalbanco
y aprieta las piernas contra su pecho, con cuidado de no arrugar
demasiado la chaqueta—. ¿Sabes? Por un tiempo casi parecíamos una
parejanormal.
—¿Yquiéndicequenopodáisseguirsiéndolo?
—Él confió en mí. Se abrió de par en par ante mí. Y yo, en
cambio...tuvemiedo.Miedodeperderleporcontarlelaverdad.Yahorale
pierdopornohabérselacontado.
—¿Túlequieresapesardesabertodoloquehahecho?
Tengolamiradaperdida,pensandoenMaddie,encómoapesarde
saberlaverdadsobremí,mearropóentresusbrazosymepidióqueme
quedara a su lado. Entonces giro la cabeza hacia Kate, viendo como me
miraasintiendoconlacabeza.
—Puesconfíaenél—digosonriendo—.Porquequizálecuesteun
tiempoaveriguarlo,perosedarácuentadequetequiere,apesardetodo
lo que haya podido pasar... A pesar de todo lo que pueda venir... Por
encimadetodo...
Entoncespasaalgomágico.Veocomopocoapocoseacercaamí
y apoya su cabeza en mi hombro. Por unos segundos aguanto hasta la
respiración, temiendo hacer cualquier cosa que cambie la situación. No
meatrevosiquieraaparpadear.Tragosalivaycierrolosojos.Inspiropor
la nariz y me inunda su olor, el mismo que cuando era pequeña y la
lanzaba por los aires. La cabeza se me llena de pequeños flashes de
recuerdosquesalenalaluz,comosimimenteloshubieraenterradopara
queIgornolosborrara.
—¿Estás bien? —oigo que me dice pasando sus dedos por mis
mejillasysecandounaslágrimasquenimehabíadadocuentaqueestaba
derramando.
—Mejorquenunca—lecontestopasandounabrazoporencimade
sushombros.
La aprieto contra mi cuerpo y beso su pelo. Mantengo los labios
pegadosasucabezaduranteunossegundos.
—¿Maddie sabe lo tuyo? —me pregunta de repente—. ¿Se lo has
contado?
—Sí...
—Y se quedó a tu lado a pesar de todo... —dice como una
afirmaciónparaellamismamásquecomounapregunta.
—Exacto.ComotútequedastealladodeNathanapesardesaber
todo lo que vivió en Afganistán y a pesar de saber las consecuencias
psicológicasquelehabíaacarreado.
—Yo le quiero y quería ayudarle. Sabía que quería estar con él.
Algo me decía que él era el indicado y me daba igual lo que hubiera
hecho,solomeimportabaquienera.
—Tuchicoyyonosomostandiferentes...Hemoshechocosasde
lasquenoestamosmuyorgullosos,peroenelfondo,nosomostanmala
gente por lo que parece —Acaricio su pelo, despejando su frente de
algunosmechonessueltos—.Daletiempo,recapacitará.
Pasamosvariosminutossindecirnosnada,hastaqueellamirasu
relojyempiezaaincorporarse.
—Deboirme.RoseestáencasacuidandodeCodyyesmuytarde.
Sedebedeestarpreocupando.
—Yyovoyaversipuedosacaratuchicodelacomisaría.
—Me... ¿me dirás si está bien? Supongo que aunque no te lo he
dadonunca,debesdetenerminúmerodeteléfono...
—Ajá—digoponiéndomeenpieasulado—.Tellevo.Hevenido
enmoto.Sincascoporeso...¿Teimportasaltartelaleyconmigo?
Mesonríeyseagarrademibrazo,comocuandoeraminiña.Se
me dibuja una sonrisa en los labios que no me quito ni cuando quince
minutosmástardeaparcodelantedesuedificio.
—Bueno...graciasportodo.Portraermeypor...lacharla.
—Denadacariño.Graciasatipordejarquemeacercaraahablar
contigo.Lonecesitaba.
—¿Y ahora qué? —pregunta levantando las cejas—. ¿Cuando... te
volveréaver?
—Pronto.Teloprometo.
Nos miramos sonriéndonos, indecisos sin saber cómo
despedirnos,siconunabrazooconunsimplemovimientodelamano.
—¿DóndeestáNathan?—lavozdeunniñonosinterrumpe.
Miramoshaciaarribayveoaminietoapoyadoenelquiciodela
ventana.Eslaprimeravezquemeveynodebedesaberquiénsoy.
—Codycariño.Vuelvedentro.Ahorasubemamá.
—¡No!—contestaconungrito—.¡¿Dóndeestá?!¡¿Quiénesese?!
—Cody, por favor —contesta Kate alzando la voz sin gritar para
nomontarunaescena—.Ahorasubo.
Semetedentroycierralaventanaconfuerza,mostrandosutotal
desacuerdo. Cuando se gira, me pilla sonriendo como un bobo, aún
mirandohaciaarriba.
—Yo no me río... Ahora a ver cómo le explico lo que ha pasado
conNathan...Mevaaodiar...
Entonces oímos como la puerta del edificio se abre y vemos a
Codysalircorriendo,descalzoyenpijama.
—¿Sepuedesaberquéhaces?—lepreguntaKateperoélnolehace
nicaso,mirandoarribayabajodelacalle—.¿DóndeestáRose?
—¡Cody! —grita una señora que doy por hecho que será Rose,
saliendo del edificio despavorida—. Entra dentro inmediatamente. Lo
sientoKate,semeescapó.
—NotepreocupesRose.VamosCody—Ymirándomeamí,dice
—:Hastaluego.
—Adiós—respondoyo—.Adiós,Cody.
Entonces Cody se suelta del agarre de la mano de su madre y
vuelveadondeestábamos,mirandonerviosoaunladoyaotro.Katese
acercaaélyagarrándoleporloshombros,seagachaasualtura.
—Cariño, Nathan no está —le dice con toda la delicadeza que
puede.
—¿Porqué?—contestaCodyempezandoallorar.
—Verás...Hemosdiscutidoy...
—¡No, no, no! —Se revuelve tapándose los oídos y cerrando los
ojos.
—Escúchamecariño—diceKateconpaciencia,agarrándoledelas
manos.
EntoncesCodyabrelosojosypalpalasmanosdesumadre.Parece
comprobaralgo,comosibuscaraalgo.
—¿Telohadado?Mamá,¿telohadado?—preguntanervioso.
—¿Darmequé?Cody,relájate.
EntonceselniñoreparaenlachaquetaqueKatellevaenlamanoy
selaquitaconrapidez.Sinningúnmiramiento,arrastrándolaporelsuelo,
rebuscaentrelosbolsillos.
—¡Cody!—gritaKate.
—Cariño,vuelvedentro—diceRoseacercándoseaél.
Pero Cody ya no las oye. Sostiene una pequeña caja entre sus
manosmientraslloradesconsoladamenteysupequeñocuerpotiemblasin
control.
—Cariño,¿quéllevasahí?—lepreguntaKateacercándose.
—Era para ti —consigue decir entre sollozos—. Nathan te lo ha
compradoparati.
—¿Elqué?
—¡Elanillo!¡Nathanibaasermipapáyahoraoshabéispeleado!
¡Teodio!¡Osodioalosdos!
Codytiralacajitaalsueloysalecorriendohaciaeledificio.Rose
reaccionaatiempodeseguirleyacompañarlehaciaarribamientrasKate
sequedaclavadaenelmismositioqueestaba.Miralacajita,quesigueen
elsuelo.Meacercolentamentehastaellay,aunquedudounossegundos,la
agarrodelcodoylalevanto,cogiendolacajaconlaotramano.
—¿Es...?-mepregunta.
—Nolosé,cariño,perotienetodalapinta...
—¿Ibaapedirme..?
—Puesesoparece...
—Diosmío—dicegirándosehaciaeledificioylevantandolavista
hacialahabitacióndeCody—.Tengoquesubirahablarconél.
—Toma—digotendiéndoleelanillo.
—No. Toma tú —responde tendiéndome la americana—. ¿Vas a
verle,verdad?
—Sí...
—Puesllévaselo.Nocreoqueleapetezcapedirmequemecasecon
élytampocoquemequedeconelanillo...
—¿Quieresqueledigaalgo?—ledigoresignado.
—No...Supongoqueaúnmeodiarámáscuandoledigasqueeres
mipadre...Tampocoleconténadadeti...
—Bueno, eso lo entenderá. Es información clasificada, incluso
paraél...Aunquepuedequemereconozcademi...pequeñaincursiónenel
parque...yasabes,cuandointentéquesealejaradeti...
—Notepreocupesporeso.Sabedetutendenciaaintentaralejara
misposiblesnovios.
—Mejor, así nos ahorramos las presentaciones —Sonrío
intentandoqueserelaje,cosaquenoconsigo,comopuedocomprobarpor
suexpresióncuandosealeja—.Cariño,veráscómosesolucionatodo.
La observo hasta que entre en el edificio y antes de volver a
subirme a la moto, compruebo ambos teléfonos, que no han parado de
vibrardentrodelosbolsillosdemisvaqueros.Meparecequehecabreado
aunpocoaSeanyaquemehallamadomásdeunadecenadeveces,pero
loquemásmepreocupasonlasdosllamadasquetengodelpropioKolya.
No quiero que sospeche, pero quiero ver a mi hija feliz, y parte de esa
felicidaddependedeNathan,asíqueaúnnopuedovolveralalmacén.
Entroenlacomisaríadelacalle42ycomonoveoaningúnagente
detrásdelmostrador,medirijoalosdespachos.
—¿Qué cojones hace aquí dentro? —suelta uno de los agentes
levantándosedelsofádondeestáestiradodormitando—.¡Debeesperaren
elmostradorderecepciónhastaseratendido!
—Nathan Anderson —digo sin hacer caso al agente—. Le han
traídoharácosadedoshoras.Vengoasacarle.
—¿Sacarle?¿Estádebroma?¿Quiéncojonesesusted?
—JackHoran.FBI.
—Ya, claro. La placa —dice el agente haciendo un gesto con la
mano.
—No la llevo. Pero esperen —Marco el teléfono de Sean y en
cuantomecontesta,gritándomeporsupuesto,lecortodiciéndole—.Sean,
luegoteexplico.Hazloquetepido.Estoyenlacomisaríadelacalle42.
Necesitosacaraalguiendeaquí.Tepasoconunagenteyseloexplicas.
Sin siquiera esperar respuesta, le tiendo el teléfono al agente y
haciendocasodemisentidodelaorientación,empiezoadirigirmehacia
las escaleras que bajan al sótano, lugar donde siempre se encuentran los
calabozos.BajolasescalerasaúnoyendoalagentehablarconSean.
Abajo hay tres calabozos grandes, pero Nathan está solo, cosa
extraña siendo de noche y en una ciudad como Nueva York. Me planto
delante de los barrotes y le observo sin decir nada. Está sentado en el
suelo,conlaespaldaapoyadaenunaesquina,parapodertenerunavisión
completadetodoellugaryasícontrolarlasituaciónentodomomento.Se
nota su formación militar en estos casos, yo hubiera hecho lo mismo.
Mantienelasrodillasflexionadasylacaraenterradaensusbrazos.
—Nathan—digoenuntonobajoparaintentarnoasustarle.
Lentamente levanta la cabeza y compruebo que no parece estar
muymagullado,tansolounpequeñocorteenunaceja,quehadejadoun
pequeñorastrodesangreyaseca.
—Vaya—digosonriendo—.Trestíospegándoteyesoesloúnico
quehanconseguidohacerte.
Me mira serio, sin abrir la boca para contestarme, seguramente
haciéndome un escáner completo para intentar averiguar quién cojones
soyyoylasintencionesquetengo.Justoloqueyoestaríahaciendo.
—Deacuerdo—oigolavozdelagentebajandolasescaleras.
En cuanto llega a mi lado, me devuelve el teléfono y, muy
avergonzado,agachalacabeza.
—Losientoseñor—dicemetiendolasllavesenlacerraduradela
puertadelacelda.
Asientoconlacabezamientrasmeguardoelmóvilenelbolsillo
del pantalón. La puerta se queda abierta y el agente se queda al lado de
ella,mirandohaciaNathan.
—Puede irse, señor. Y... lo siento mucho. No... No sabía que era
ustedMarine,señor.
Nathannosmiraaunoyaotroconelceñofruncido.Seponeen
pieypasapornuestroladosindirigirnoslapalabra.Elagenteinclusose
cuadraylehaceelsaludomilitarcuandopasapordelantedeél.
—Gracias, agente —le digo cuando Nathan empieza a subir las
escaleras.
—Denada,señor.Ydenuevo...sientohaberlehabladoantescontan
pocorespeto...
AsientoconlacabezaysigoaNathanantesdequesemeescape.
Subolasescalerasdetresentresysalgodelacomisaríacorriendo.
—Espera—digo.
Camina calle abajo con las manos en los bolsillos y la cabeza
agachada, sin molestarse en girarse hacia mí y mucho menos en
contestarme.
—Tengo algo que es tuyo —grito a la desesperada—. Algo... de
partedeKate.
El simple hecho de escuchar su nombre, le paraliza. Se frena en
seco y tras unos segundos de dilación, empieza a darse la vuelta
lentamente. Nos quedamos de frente, estudiándonos con detenimiento,
hasta que me atrevo a dar unos pasos hacia él. Me sé de memoria su
historialmédicoyconozcosusproblemascomosifuerasupsiquiatra,así
quealzolasmanosylevantolaspalmas,dándoleaentenderquenovoya
intentarnadararo.Sugestonoserelajaniporunmomento,peroentonces
sepercatadelaamericanaquellevoenlamano.
—Estoestuyo—ledigomientrasselatiendo.
Éllacogeconambasmanosylaobservaduranteunossegundos.
Sé que decenas de preguntas se agolpan en su cabeza, así que decido
ponerlelascosasfáciles.
—Me la dio Kate para que te la devolviera. Ella está bien. Solo
tieneunpequeñocorteenellabio.
Levantalavistahaciamí,conelmiedoreflejadoensusojos,pero
enseguidaesquivamimirada.Puedovercómosusojossemuevendeun
ladoaotrosinparar,intentandoordenarlainformación,alavezquesus
manosestrujanlaamericana.
—Cody está... un poco disgustado. Pero Kate y Rose están
intentandocalmarle.
Alinstante,susojosseclavanenmí.Supechoempiezaasubiry
bajarconfuerzaeinclusosoycapazdeescucharsurespiración.
—Escúchame,tranquilo—Meacercounpocomásalaparqueél
retrocede—.Espera,novoyahacertenada.Confíaenmí,porfavor.
Al final de la calle, a su espalda, veo el cartel de una cafetería
iluminado, anunciando que está abierta las 24 horas del día. Muy
apropiadoalladodeunacomisaría,pienso.
—Te invito a un café —digo señalándola con el dedo—. Tienes
pintadenecesitarunobiencargadoyamítampocomevendríanadamal.
Avanzounospasosyalvermesolo,megiroyleobservo.Esbozo
una sonrisa intentando infundirle tranquilidad. Normalmente, en los
interrogatorios consigo llevar a la gente a mi terreno con mucha
facilidad,perolaformaciónmilitardeNathanmeestáponiendolascosas
muchomásdifícilesestavez.Hoynopuedofingir,loqueledigatieneque
ser verdad, porque si no lo es, tengo la sensación de que se dará cuenta
enseguida.
Tengo que reprimir un salto de alegría cuando veo que sus pies
empiezanamoverse,avanzandohaciamíaunqueconreparo.Entramosen
la cafetería, que permanece vacía como cabía esperar. Tampoco se oye
ningúnruido,sólounamúsicaprocedentedeunequiposituadodetrásde
la barra. Nos sentamos en un mesa apartada de la barra, pero al ver que
nadiesaleaatender,melevantoparapedir.
—¿Solo?—Élasienteconlacabezasinmirarme.
Me dirijo a la barra y golpeo una pequeña campana. Aparece un
hombre mayor con pinta de haber estado durmiendo y le pido los dos
cafés bien cargados. En cuanto me los prepara y le pago, vuelve a la
trastienda sin más, sin pensar que perfectamente ahora podría meter la
manoenlacajayllevarmetodalarecaudación.Megirosuspirandoyveo
aNathanagarrandoaúnlaamericanaconfuerza,conlamiradaperdidaen
algúnpuntomásalládelaventana.
—Toma—digodejandoelvasoenlamesa—.¿Azúcar?
Niegaconlacabezaydejodenuevoelsobredeazúcarquehabía
traído del mostrador. Yo tampoco suelo tomar. Otra coincidencia más,
piensosonriendomientrasmesientodelantedeél.Damosvariossorbos
ensilencio,hastaquealfinal,levantalavistahaciamíymeencuentrocon
susojosazulesbañadosenlágrimas.
—¿Estámuyenfadadoconmigo?
—¿Cody?—Élasiente—.Unpoco,laverdad.Peroselepasará.
Leveonegarconlacabezaduranteunrato.
—¿Quéeres?—preguntatrasunosminutosmásdesilencio.
—¿Cómo?—contestosinentenderle.
—El agente te trató de señor, y no tenía pinta de ser tan educado
contodoelmundo...Además,llevasdospistolasdebajodelachaqueta.
—FBI —contesto apretando los labios hasta convertirlos en una
finalínea.
Sopesalarespuestaduranteunrato,hastaquealfinalparecedarse
cuenta que no tengo intención de mentirle y busca las respuestas a las
muchaspreguntasqueseleagolpanenlacabeza.
—¿YquécojonesquieredemíelFBI?¿Porquémepagauncaféel
gobierno?
—El FBI no quiere nada de ti excepto agradecerte tus años de
servicio defendiendo a nuestro país —contesto palpando mi chaqueta en
buscadeuncigarrillo—.¿Teimportasifumo?
—No.
—¿Quieresuno?
—Nofumo.
—Aunque en el fondo no sé si os enviaban allí para defender a
nuestro país o para meternos donde no nos llaman... —sigo diciendo
encendiendoelcigarrilloydándoleunacalada—.Seaporloquesea,creo
que el precio que tuviste que pagar fue demasiado alto, y solo podemos
dartelasgraciasporello.
—Vale.¿Ylaformadedemostrarsuagradecimientoessacarmede
loslíoseinvitarmeauncafé?
—Noestaríamal,¿eh?Perono.Estonotienenadaqueverconel
FBI...—Mequedocalladobuscandocómosoltarlabomba.
—Noentiendoentonces...¿Nosconocemosdealgo?
—Sí,yno.Dehecho,yanoshemosvistounavezantes,aunqueno
sabes quién soy—. Nathan levanta las cejas pidiendo algo más de
explicaciones,asíqueresoploconfuerzaporlabocaymedecidoadecir
—.SoyJackHoran,elpadredeKate.
AlinstanteNathanechalaespaldahaciaatrás,poniendolamáxima
distancia posible entre los dos. Me mira con recelo, con los ojos muy
abiertos, mientras soy capaz de ver cómo su cabeza empieza a
recomponerelrompecabezas.
—Kate no podía contarte nada de mí, Nathan. Soy agente
encubiertoyllevoveinteañostrabajandodeincógnitoenunamisión.De
hecho,llevoveinteañosseparadodeellayminietonomeconoce.Hoy
porejemplo,nomehareconocidocuandomehavisto.
—Perosinotenéisrelación...¿porquéteníasmiamericana?
—Lamisiónqueestoyllevandoacabosehacomplicadounpocoy
temo que puedan descubrir mi tapadera, así que por seguridad, tengo a
agentesdelFBIsiguiendoamifamilia.Unagentehapresenciadoloque
hapasadoestanoche,ymellamóparainformarme.
Apoyaloscodosenlamesaysostienelacabezaenlaspalmasde
las manos. Se frota los ojos repetidas veces, respirando profundamente
paraintentarasimilartodalainformación.Apagoelcigarrillodentrode
mitazavacíadecafé.
—Fuihaciaelclubparavercomoestaba.Estuvimoscharlandoun
rato, la primera vez en veinte años, y luego la llevé a casa. Cody estaba
esperándola,asomadoalaventanayalnoverteconellasehapuestoun
poco nervioso. Kate le ha explicado que habéis discutido y no se lo ha
tomado muy bien —Hago una pausa para darle tiempo a su cabeza para
quesigaencajandolaspiezasycontinúopocodespués—.Amítampoco
megustaquetrabajeenelclub,Nathan...Peronuncahepodidohacernada,
es mayorcita y además, sacando adelante a Cody ella sola, necesitaba el
dinero.
—Eso lo entiendo —contesta él volviendo a mirar a través de la
ventana—.Peronopuedosoportarlaideadeque...otroslamiren.Séque
no soy su dueño, ni mucho menos, pero quiero ser el único que la vea,
quieroquebailesoloparamí...
Chasquealalenguaysefrotalosojos,desviandolamiradahacia
la calle. Apoya la cabeza en el cristal de la ventana y suspira dando
muestrasdeagotamiento.Leobservoduranteunratoensilenciomientras
se empieza a escuchar una balada lenta por los altavoces del equipo de
música.Cruzalosbrazosencimadelpechoytragasalivarepetidasveces,
visiblementeemocionado.
—Me ha dicho que no te lo había contado por miedo a lo que
pudierasllegarapensardeella...
—¿Miedoella?—Niegaconlacabezasonriendoirónicamente.
—Losé,losé...Yellatambiénsehadadocuentadequetútenías
másmotivosparaestarasustadoyqueaúnasísiemprefuistesincero.
—Noleheescondidonada...Pormuymaloquefuera...
—Losé.Melohacontado...
—Quería que estuviera conmigo sabiendo todo lo que hay. No
queríatenerlaengañada.No...Noveíajustoquenolosupieratododemí...
yconmásmotivoestandoCodydepormedio.
Joder, me encanta este tipo. No trata de aparentar nada delante de
mí, a pesar de saber que soy el padre de Kate. Se muestra tal cual,
hablándome con franqueza. Le quiero para mi hija y tampoco me
importaríaqueseconvirtieraenunreferentepaternoparaCody.
—Tengo que pedirte disculpas —digo entonces cambiando de
táctica.Estoyaesunretopersonal.Nopuedohaberestadoencientosde
interrogatoriosyamedrentadoainfinidaddetíospeligrososyencambio
nopodersolucionarunadiscusióndepareja.
—¿Por?—memiraextrañadoarrugandolafrente.
—Porhaberintentado...asustarteenelparque.
Me mira fijamente, intentando asimilar mis palabras, hasta que
parecequeseiluminadegolpe.
—¿Túfuisteelquemeatacóenelparque?—preguntamientrasyo
asientoconlacabeza-¿Porqué?
—Verás—Empiezoadecirencogiéndomedehombroscuandoél
meinterrumpe.
—Katemeexplicóquealgunavezhabíasagredidoaalgunodesus
ligues,peropensabaqueesohabíasidohacíatiempo,enlaadolescencia...
—Y así es... Esta vez, realmente quería que te alejaras de ella. Te
creía,peligroso...Paraellayparaminieto.Measustabaqueestuvieracon
alguiencomotú.
Estoy siendo duro, lo sé, pero esa es mi intención. Quiero que
centralice su cabreo en mí y no en Kate. Y parece estar funcionando, a
tenordesuexpresiónencendida.Sepasalasmanosporelpelosincesar,
repiqueteandoelsueloconloszapatosdebidoaunticnervioso.
—Compréndelo, Nathan —continúo sin piedad—. No podía
permitir que alguien con tus antecedentes y tus problemas psicológicos,
estuvieraconmihija.Aunqueestuvieralejos,siemprehequeridolomejor
paramihija,ymehepreocupandosiempredeella,ycomopadre,unloco
noesloquenadieesperacomoyerno.
—¡Yo no estoy loco! —grita fuera de sí golpeando la mesa con
ambasmanos—.Yonoestoyloco...Noestoyloco...
Seabrazaelpechoconlosbrazosyagachalavista,negandoconla
cabezamientraslaslágrimascaenensuregazo.
—Ahoralosé.YfueKatelaquemehizoabrirlosojos.Apesarde
que intenté advertirle varias veces, ella me repetía lo mismo una y otra
vez.Medecíaquetequeríayqueconocíatodostusproblemas,peroque
juntoslosibaisasuperar.Ymeparecequehasidoasí,¿no?—meinclino
hacia él buscando su mirada—. Eso demuestra bastante valentía por su
parte,¿nocrees?
Leobservoconformesecalmapocoapoco.Dejadellorar,seseca
laslágrimasycarraspeavariasveces.Seremueveincómodoenelsitio,al
fin y al cabo es un hombre y no estamos demasiado acostumbrados a
mostrarnuestrossentimientosdeunaformatanabierta.
—Nunca se rindió conmigo... —dice como si estuviera
convenciéndoseasímismo.
—Puesalomejordeberíasnorendirtetúahora...
Empiezoalevantarmedemisitioporqueestácasiamaneciendoy
tengoquevolveralalmacén.AúnnoséquéexcusalepondréaKolyapor
miausencia,peroalgosemeocurrirá.Élparecenecesitarunpocomásde
tiempoynosemuevedelsitio.Tienelavistaclavadaensuamericana,la
cualsigueestrujandoentresusmanos.
—Porcierto,elanillosigueenelbolsillo.
Oigo como a Nathan se le corta la respiración. Me mira con los
ojos muy abiertos, intentando descifrar si estoy de acuerdo o no con el
gestoqueibaahacer.Supongoqueledebohaberconfundidounpoco,y
admitoqueverlecontralascuerdasmegusta.
—Sí,ellatambiénlohavisto,perohapreferidodevolvértelo—De
formainconsciente,palpalacajitaatravésdelatela,sinmeterlamanoen
elbolsillo—.¿Quieresmiopinión?
—Eh...sí...—contestasinatreverseamirarme.
—No te lo ha devuelto porque no quiera casarse contigo. De
hecho, creo que te diría que sí con los ojos cerrados —Me cierro la
cremallera de cazadora y me subo el cuello para guarecerme—. Tengo
queirme.Esperovertepronto,Nathan.
CAPÍTULO41
Kate
—Cody,cariño...Ábremelapuerta...
—¡Tehedichoquemedejesenpaz!
Asíllevamosdesdequehasubidoysehaencerradoenelbaño.Yo
sentada el suelo, apoyada en la puerta, intentando convencerle para que
abrayélgritándomequeledejeenpaz.
—Kate,cariño—diceRoseacercándoseamídesdeelsalón—.Son
lastresdelamadrugada.DeberíasdormirunpocoyCodytambién.
—Nopuedodejarleahídentro.
—Quiere estar solo. Quizá lo mejor sería respetar su decisión.
Daletiempoparapensar,yquizásalgaporsupropiopie.Siquieres,yame
quedo yo sentada en una silla aquí delante, pero tú ve a la cama a
descansarunrato.Sino,luegonotetendrásenpieenlacafetería.
—Nopuedo...—digohaciendoungestoconlamanoseñalandoa
lapuertayamí.
—¿Ynoirásatrabajar?
—Tengoqueir—contestoresignadayresoplando.
—Pues no se hable más —responde levantándome agarrando mi
manoyllevándomealacama.
Misprotestassonenvano,aunquetambiéntengoqueadmitirque
estoy tan agotada, que la resistencia que opongo no es grande. Como si
fueraunamuñecadetrapo,meconducehastamidormitorio.Mesientoen
lacamaysindesvestirmesiquiera,meestiroencimadelacolcha.Megiro
hacia el lado vacío que anoche mismo ocupaba Nathan y cojo su
almohada, agarrándola e inhalando su olor como si fuera él. Enseguida
laslágrimasquecaenpormismejillasmojanlatela,perotampocotengo
fuerzasparasecármelasniparaimpedirquesalgan,asíquesimplemente,
dejoquebroten.
—Yo cuidaré de Cody —dice Rose acariciándome el pelo—.
Intentadescansarunpoco.
—Avísameparaloquesea...
—Lo sé. Tranquila —Me corta cerrando la puerta de mi
dormitorioalsalir.
Acaricio la almohada como si se tratara de Nathan y sin darme
cuenta,empiezoahablarle.
—Losientomucho...Noqueríaqueacabaraasí...Semefuedelas
manos...
Enesemomentonotolavibracióndemiteléfonoenelbolsillode
mis vaqueros. Tardo un rato en reaccionar, así que cuando lo hago, lo
sacotodolorápidoquepuedo,conmanostemblorosas.Enseguidaveoel
icono del sobre en la pantalla y producto de los nervios, me lleva tres
intentosapretarlateclacorrectaparaleerelmensaje.
"Nathanyaestáfuera.Hemosestadocharlandounpoco.Grantipo.
Megusta.Tequiero.Teveomuypronto"
Aunqueelnúmeronolotengograbadoenlaagenda,estáclaroque
es mi padre. Y aunque yo nunca se lo he dado, tampoco voy a
sorprenderme de que lo tenga. Conozco sus métodos y sé que sus
contactossonmuchosymuyeficaces.Mirespiraciónsevuelveagitadade
golpe, porque aunque me alegro de saber que Nathan está bien, esa
conversaciónentrelosdosmeinquietaunpoco.Derepentenecesitosaber
de qué han hablado, necesito oír de viva voz cómo está Nathan y sobre
todo, que mi padre me explique de qué han hablado y qué ha hecho o
dicho para caerle tan bien. Así que sin pensarlo dos veces, llamo a ese
número desconocido que pienso guardar como contacto en cuanto
cuelgue.Encuantosaltaelcontestador,nopuedoevitardesanimarmeyme
derrumbo de nuevo encima de la almohada. Miro la pantalla de mi
teléfono y mis dedos actúan por su cuenta, queriendo recordarme de
nuevo aquellos días en los que no podía dejar de sonreír. Mi dedo se
desliza por la pantalla, mientras decenas de fotos de Nathan pasan por
delantedemisojos.Unasenlasquesaleélsolo,otrasenlasquesalimos
losdos,ymisfavoritas,lasquesalejuntoaCody.
Y pienso en el anillo, y en lo cerca que hemos estado de formar
nuestrapropiafamiliayconvertiresasimágenes,enalgocotidianoenmi
díaadía.Piensoencómoloteníatodoplaneado,yencómodebiósentirse
al ver a la mujer a la que pretendía pedirle matrimonio, bailando
prácticamentedesnudaenelescenariodeunclubdestriptease.
Elteléfonosemeresbaladelasmanoscuandoempiezaavibrarsin
parar.Lorecojoysemecortalarespiracióncuandoleosunombreenla
pantalla.Escomosieluniversoestuvierajugandoconmigo,poniendomi
corazón a prueba. Así que, entre las lágrimas nublándome los ojos, la
respiración entrecortada y el temblor de mis dedos, me cuesta un rato
poderatenderlallamada.
—Hola... —contesto con la voz tomada por la emoción aunque
intentandorelajarme.
—Hola—contestaéldeigualmanera.
Elratodespués,tiempoquenopuedoprecisarconexactitudsison
pocos segundos o varios minutos, lo pasamos completamente callados,
escuchando nuestras respiraciones. Intento hablar varias veces, pero la
emoción se apodera de mí en todas ellas, y soy incapaz de hacer salir
ningúnsonidopormiboca.Oigosurespiraciónatravésdelauriculardel
teléfonoycierrolosojos,imaginándomequemeabrazaporlaespalday
sualientorozamioreja.
—¿Estáisbien?
Escuchosuspalabrasyalinstanteempiezoasollozardenuevo.La
emoción me embarga por completo y mi cuerpo empieza a temblar de
manerainconsciente.
—No —contesto entre lágrimas—. No estamos bien. Cody se ha
encerradoenelbañoyaúnnohasalido.Meodia,ynoleculpoporqueyo
tambiénlohago.Nopuedocreerquelohayaestropeadotodo...
Trago saliva con dificultad, intentando de esa manera calmar los
sollozos,elhipoylaansiedadqueseapoderademí.
—Nathan,losientomucho—digosorbiendoporlanariz—.Seme
fue de las manos. Quería contártelo todo pero nunca encontraba el
momento.Meresultabamuydifícilcontárteloporqueteníamiedodeque
medejaras...
Oigounjadeoalotroladodelalínea,seguidoporunossuspiros.
Séloqueestápensando.Séloquemevaadecir,ytienetodalarazóndel
mundo.
—Séquenofuijustacontigo.Túteníasmuchosmásmotivosque
yoparaestarasustado,yaúnasímelocontastetodo.Losientodeveras,
Nathan.
—Yotambién...TenecesitoKate...Yquieroestarcontigo,perono
sésiserécapazde...Solopensarloquehacesenelclubcadanoche...
—Nathan, solo bailo, nada más. Siempre hay algún listo que se
piensa que tiene derecho de pernada, como los de la noche que nos
conocimos,peroafortunadamentenoeslohabitual.Teloprometo,bailar
esloúnicoquehago.
—Casidesnuda...
Suspiroresignadaporqueesonolopuedonegar.
—Necesitoeldinero,Nathan.Yenelclub,graciasalaspropinas,
gano muy bien y puedo darle a mi hijo todo lo que necesita. Le estoy
criandosola,yesmuydifícil...
Vuelvoaescucharsurespiraciónpesadaalotrodelalínea.Coge
aire varias veces con la intención de decirme algo, pero se arrepiente al
rato, así que estamos varios minutos como al principio de la llamada.
Puedo imaginármelo con el ceño fruncido y los ojos moviéndose de un
ladoaotro,sopesandoconprudencialaspalabras.Inclusomeaventuroa
adivinarquedebeestarrascándoselacabezayrepiqueteandoenelsuelo
conelpie.
—Yanoestássola-diceinterrumpiendomispensamientos.
¿Hadichorealmenteesaspalabrasosimplementelashesoñado?Y
másimportanteaún,¿significanloquemicabeza,ysobretodoloquemi
corazón,quierenhacermecreer?¿Puedequesuspalabrassolosignifiquen
quetengoagenteamialrededorquemepuedeayudar?¿Oinsinúanalgo
relacionadoconesacajitaquenomeheatrevidosiquieraaabrir?Siento
mi corazón latir con tanta fuerza que retumba en mis oídos, y
ademásparecequemevayaaestallardentrodelpecho.
—Oye,tenemosquehablar...
Ahora me siento totalmente derrotada. Ese "tenemos que hablar"
mehahechopasardelaeuforiaalamiseriaenpocossegundosyesque
esaspalabras,nuncaprecedennadabueno.Ellabioinferiormeempiezaa
temblar y como si fuera una niña pequeña, quiero incluso taparme los
oídosparanoescucharloquevienenacontinuación.
—Peroahoraesmuytardeyaymañanaempiezastempranoenla
cafetería,¿verdad?
—Sí—consigobalbucearnosinesfuerzo.
—¿Comemosjuntosmañana?
—Vale...
Soyincapazderesponderconalgomásquemonosílabos.Porun
lado,micuerposesientealiviadoporquenohapronunciadolastemidas
palabras, que suelen ser del tipo "no eres tú, soy yo", "lo nuestro no
funciona"o"deberíamosempezaravernosconmásgente".Peroporotro
lado,estonoharámásquealargarmiagoníahastamañanaalmediodía.
Estoyseguraquemepresentaréaesacomidatotalmentedesquiciada,sin
uñasyalomejorsintrabajocuandoamijefelelluevanlasquejashacia
mípornosercapazdeserviruncaféencondicionesentodalamañana.Y
todo ello por que tendré la cabeza ocupada intentando averiguar cuáles
seránlaspalabrasexactasdeNathanparadejarme.
—Hasta mañana Kate —Su voz suena como un susurro, como si
meestuvierahablandoaloído,haciéndomeestremecer.
Incapaz de contestar nada, cuelgo el teléfono sin despedirme
siquiera.Mevaadejar,estoyconvencidadeello.Portonta,porcobarde,
pornohabercorrespondidoasuvalentíaconsinceridad.
Pero es que yo no quiero perderle... Nunca he sido más feliz que
duranteestosmeses,inclusocuandoloúnicoquenosuníanerannuestros
paseos nocturnos en metro. A pesar de todo lo que tuve que luchar para
conseguirqueseabrieraamí.Apesardelmiedoquesentíaenocasiones
pornosabercómoreaccionaríaasegúnquéestímulos.
"Nomedejes"
Le envío el mensaje sin meditarlo demasiado, arrastrándome sin
importarme hacerlo. Me da igual suplicarle, porque lo haría si hiciera
falta. Miro la pantalla del teléfono sin pestañear, esperando recibir una
respuestaporsuparte.Pasandiezminutosycomprueboqueelmensajese
haya enviado. Pasa media hora y miro si tengo cobertura para recibir la
respuesta. Pasa una hora y estoy convencida de que ya no quiere saber
nadademí.
Doyunsaltodelacamacuandoelteléfonoempiezaabrincarami
lado. Me lleva un rato darme cuenta que lo que suena es la alarma
despertadorquetengoprogramadacadamañana.Entoncesvoycorriendo
haciaelbañoyveolapuertaabierta.VoyhacialahabitacióndeCodyyle
veo durmiendo en brazos de Rose mientras ella se mece en la misma
hamacadondeyoledormíacuandoeraunbebé.
—Hola —susurra Rose aún despierta—. Hace una hora que le
convencíparaqueabrieralapuerta.Leprometíquemequedaríaconél.
—NosécómoagradecérteloRose...—digoagachándomeasulado
yacariciandoelpelodemihijo.
—Nohacefaltaquelohagas.Osquierocomosifueraismihijay
minieto.
—¿Cómoestá?
—Muytriste.Peroesunniño,porsuerteopordesgracia,olvidan
pronto,asíqueselepasará.¿Ytúcómoestás?Teheoídollorartodala
noche...
—Muytristetambién—contestoagachandolavista.
—Anocheteoíhablarporteléfono...¿Hablabasconél?
—Ajá...Hemosquedadoparacomerjuntos...yhablar.
—Esoesbueno,¿no?
—No—digopeinandoconlosdedosmimarañadepeloderecién
levantada—. No creo que quiera quedar para solucionar las cosas
conmigo.Creoquequierequedarparazanjarlonuestrodefinitivamente.
Rose levanta las cejas y me mira sin decir nada, esperando más
explicacionespormiparte.
—Me dijo "tenemos que hablar" —comento gesticulando con las
manoscomodandoporobvioelsignificadodeesaspalabras.
—Vale...¿Yesoquieredecirquequieradejarte?
—Claro.¿Quévienedespuésdeesafrase?Todoelmundosabeque
cuando alguien te dice eso, no viene nada bueno después. Nadie dice
"tenemosquehablar,tequiero",o"tenemosquehablar,cásateconmigo".
—Me parece que estás dando muchas cosas por sentado... Por el
amor de Dios, Kate, te compró un anillo... ¿Te piensas que puede pasar
páginatanfácilmente?
—No lo sé... Pero me dijo que no era capaz de estar conmigo
sabiendoloquehagoenelclub...
—Bueno,alomejorquiereversiseríascapazdedejarloporél...
De hecho, quizá es el momento de dejarlo, y ya no por él, sino por ti
misma.Hacetiempoquedicesqueestáscansadadeesetrabajoyquesino
lo dejabas era por el dinero. Creo que Cody entenderá no poder ir de
campamentosacambiodequepasestodaslasnochesconél.
Tiene razón, lo he comentado varias veces. Quiero estar con mi
hijo y ya estoy cansada de la vida nocturna y de los babosos que van a
verme bailar, aunque sus propinas me ayuden a darle a Cody todos los
caprichosqueconmisueldoenlacafeteríanopodría.
—Kate,hevistocómotemira,cómobesaelsueloporelquepisas,
cómoseleiluminalacaracuandoteve.Hevistocómosecomportacon
Cody, cómo se entienden y cómo le cuida cuando tú no estás. ¿Estás
realmente segura de que quiere quedar contigo para acabar con vuestra
relación?
—Esque...nolosé—contestotapándomelacaraconambasmanos
—, pero estoy agobiada. La he cagado y tiene todo el derecho a estar
dolido conmigo y necesito verle para contárselo todo de una vez por
todas...perotengomuchomiedodeperderle...Yesjustoelmotivoporel
quenoselodijeantes.
Entonces miro a Cody ladeando la cabeza. Acaricio su pelo con
ternurayconcuidadoparanodespertarle.Aprietoloslabiosresignaday
Rose,queparecequemeleelamente,medice:
—Selepasará.Déjaledescansar.
—Peromedueleverleasípornuestraculpa.
—Pues arregladlo y todo volverá a enderezarse —Me coge la
mano y la aprieta cariñosamente con una gran sonrisa en la cara—. Me
quedo con él todo el rato que haga falta, no te preocupes. Cuando se
despierte,iremosadarunpaseoalparque.
—Gracias de nuevo, Rose. No sé qué haría sin ti —contesto
poniéndomeenpie—.Mevoyadarunaducharápidaparadespejarmeque
alfinalllegotarde.
Quinceminutosdespués,yaduchadayvestida,merecojoenpelo
enunacoletayvuelvoalahabitacióndeCodyparadecirleaRosequeme
marcho.Codysiguedurmiendoensusbrazos.
—Memarcho,Rose.
—Vale, cariño —contesta ella—. Luego a lo mejor pasamos a
verte.Ydisfrutadelahoradelacomida...
—Esoespero...
—MellevaréaCodyacomeramicasa.¿Aquéhorahasquedado
conNathan?
—Aninguna.Seimaginaráquecomoalamismahoradesiempre
yvendráarecogerme...
—¿Ysileenvíasunmensajepara...recordarlevuestracita?—me
diceconunasonrisacómplicedibujadaensuslabios.
—Yaleenviéanocheunmensajesuplicante,enelquesólomefaltó
enviarle una foto mía arrastrándome para pedirle perdón, y sigo
esperandorespuesta.Asíquecomocreoqueyanomequedamásdignidad
queperder,esperaréaquevengaarecogermeporlacafetería.
AcercomislabioshastalafrentedeCodyylabesocondelicadeza
paranodespertarle.BesoenlamejillaaRoseysalgoporlapuertadecasa
conelbolsocolgandodelhombro.
Unavezenlacalle,yapesardesertantemprano,unabofetadade
calor me da los buenos días. Agosto en Nueva York es horroroso. Me
pongolasgafasdesolyempiezoarecorrerlaspocasmanzanasqueme
separan de la cafetería. Cojo los auriculares y como todas las canciones
quetengoguardadasenelmóvilmerecuerdanaNathan,decidoescuchar
laradio.Suenanlasnotasdeunacanciónbastantecañera,ymedescubro
tarareándola con un amago de sonrisa en la cara y el ánimo algo más
recuperado. Pero como los dioses me odian con todas sus fuerzas, la
canciónquevieneacontinuaciónmehundeenlamiseria.
Rendirse...¿EsesoloqueNathanvaahacerconmigo?Porqueyo
nomerendíconél,nunca,nisiquieracuandonosoportabaquelerozara,
cuandonisiquieramehablaba.
Enseguidadescargolacanciónymelaguardoenelteléfono.Abro
elprogramademensajesycopiolacanciónparaenviársela,aunqueantes
de hacerlo lo sopeso unos segundos, rozando con la yema del dedo en
botón. ¿Le escribo unas palabras o le envío la canción sin más? Al
principiolohacíamosporqueparecíaqueleservíacomoterapiayyole
enviaba las que creía que él podría soportar sin bloquearse. Pero con el
tiempo se convirtió en parte de un juego, y nos las enviábamos sin un
motivo concreto: unas veces porque nos gustaba, otras porque nos
recordaba al otro, o simplemente para enfatizar las palabras que
escribíamosenlosmensajes.
Mis dedos toman la decisión por mí. Aprietan el botón y acto
seguido, mientras se está enviando, teclean unas palabras de
acompañamiento.
"¿Estoesloquevasahacerconmigo?¿Rendirte?Porqueyonolo
hicecontigo,ynomearrepientodeello"
El chivato del programa me dice que está conectado y como una
posesa,niparpadeohastapoderverlapalabra"escribiendo"reflejadaen
lapantalla.Agarroelteléfonoconfuerzaynisiquieraprestoatenciónal
tráfico. He hecho este camino tantas veces que creo que soy capaz de
llegaralacafeteríaconlosojoscerrados.
—¡Vamosjoder!¡Escribe!¡Séqueestásconectado!—legritoami
teléfono.
Me paro mientras espero a que el semáforo se ponga en verde y
entoncesmedoycuentadequedebohaberlodicholosuficientementealto
comoparallamarlaatencióndelosqueestánamialrededor,porqueme
siento observada. Pero me da igual, tengo cosas más importantes de las
quepreocuparme.Dehecho,unasolaenestosmomentos,queelinsensato
que me hace hacer cosas nada propias de mí, agarre el teléfono y me
contesteelpuñeteromensaje.
—Perdoneseñorita...
Vamos,porfavor.¿Quétecuesta?
—Perdone.
Resoplodándomeporvencidacuandonadahacambiadodesdeque
envié el mensaje. Ya debería de haberle dado tiempo de escuchar la
canción,leermimensajeypensarseunarespuesta,¿no?Además,esigual,
nohacefaltaqueselapiense.Aestasalturasmeconformaríaconuntriste
y simple monosílabo. Levanto la cabeza y miro alrededor para darme
cuentaqueelsemáforosedebehaberpuestoverdeyyanohaynadie...a
excepcióndelhombrequesehabajadodeltodoterrenoquesehaparado
delantedemí.
—Perdone —dice con un claro acento extranjero, sosteniendo un
mapaensusmanos—.¿Mepuedeecharuncable?
—Claro—contestocuandoconsigosalirdemiensimismamiento,
guardandoporfinelteléfonoenelbolsillodeatrásdelosvaqueros.
En cuanto me acerco a él, suelta el mapa y con un movimiento
rápido, me tapa la boca con una mano y me agarra de la cintura,
metiéndosedenuevoenlapartedeatrásdelcocheyarrastrándomeamí
conél.
Una vez dentro, otro hombre me inmoviliza mientras mi captor
coge cinta adhesiva de una bolsa. Al ver que mis labios ya no están
tapados, grito con todas mis fuerzas, pero las puertas ya están cerradas.
Además, a través de los cristales puedo comprobar que ya nos hemos
introducido en la vorágine del tráfico de la ciudad, donde cientos de
bocinascamuflanmisintentosdellamarlaatención.
Actoseguido,micaptorsellamislabiosconuntrozodecinta,tapa
mi cabeza con una bolsa de tela opaca y ata mis muñecas y tobillos con
unas bridas. Todo muy rápido, sin dejar cabos sueltos, sin posibles
testigos... todo, muy profesional. Pongo entonces los sentidos que me
quedanenalertaeintentoescuchartodoloquedicen,peroenseguidame
doy cuenta de que me va a servir de poco, aunque me permite darme
cuenta que no me han escogido al azar. Hablan ruso, así que esto solo
puedetenerqueverconunapersona:mipadre.
CAPÍTULO42
Maddie
Eldespertadordebedeestarapuntodesonar,peroestanocheme
ha sido difícil conciliar el sueño y cuando lo he conseguido, no lo he
hecho durante más de una hora seguida. Hace un buen rato que estoy
despierta,dandovueltasentrelassábanas,pensandoenél.
Dentrodepocoharáundíaenteroquenoleveo,yaunqueélyame
advirtióquelacosapodríaalargarse,teníaunapequeñaesperanzadeque
nofueraasí.Además,lafaltadeinformaciónmeestámatando.Nosaber
cómo está yendo la operación, si todo marcha como esperaban y sobre
todo si está bien, es lo que me hace perder el sueño. Ahora mismo me
conformaría con escuchar su voz por unos segundos, creo que incluso,
soloconverleunrato.
Mi móvil empieza a temblar en la mesita. Son las ocho de la
mañana, y la alarma del despertador se pone a trabajar. Empiezo a
incorporarmehastaapoyarlaespaldaenelcabecerodehierroforjadode
la cama, y me froto los ojos perezosamente. Entonces me doy cuenta de
quelacanciónquesuenaesdiferentealahabitual.Estanoes"Wakemeup
beforeyougo-go"deWham!¿Seráunallamada?Aunquetampocoesel
tonoquesuelesonar...Apartolasmanosdelacaraymeinclinoaunlado
para alcanzar el teléfono. En la pantalla brinca el dibujo del reloj
despertador,confirmandomisprimerassospechas.Entonces,laexpresión
de mi cara va cambiando poco a poco, pasando de la confusión e
incomprensión inicial a la sorpresa y, por qué no decirlo, a la felicidad
másabsoluta.
Muerdo mi labio inferior, mientras abrazo mi teléfono como un
tesoro.Jackcambiólasintoníaparaquemedespertaraconlacanciónque
élquería,laqueeligióparamí.QueríaqueStevieWondermecantaralo
queporsuausencia,élnopodíadecirmeenpersona.
Yentonces,cuandolacanciónacabaytengoelcorazónencogido
porlaemoción,cuandopiensoquenopuedehabermepodidoleermejor
elpensamiento,cuandocreoquenopuedoquererlemás,escuchosuvoz
claraynítida.
"Buenosdías,preciosa.Esperoquehayasdormidobien,aunqueen
el fondo, una parte de mí desea que no hayas pegado ojo echándome de
menos. Sabes que no te puedo llamar, pero espero que esta sorpresa te
haya hecho sonreír. Estoy seguro de que a estas alturas yo también te
estaré echando de menos, pero saber que pronto acabará todo, me da
fuerzas para continuar. Quiero pasar el resto de mi vida abrazándote,
besándote,cuidándote,haciéndoteelamor...Tequieromásqueanadieen
el mundo y no quiero que te preocupes porque voy a volver ileso para
poder vivirte al máximo. Y ahora... que aproveche. Maddie, te amo más
queamivida.Espérame"
El timbre de casa suena pocos segundos después de finalizar la
grabación. Me pilla con la cara empapada en lágrimas y viéndome
obligada a sorber por la nariz constantemente, cuando estoy a punto de
reproducir el mensaje de nuevo y empiezo a plantearme seriamente
pedirlequecuandovuelvamegrabeunmensajediferentecadanocheyasí
poderdespertarconsuvozcadamañana.Eltimbre,impaciente,suenade
nuevoymelevantolimpiandomicaraconlacamisetadelpijama.
—Voy—digointentandosonarlomásserenaposible.
Echounvistazoporlamirilladelapuerta.Pareceunrepartidory
llevaunaespeciedebandejaenlasmanos.Frunzoelceñoyabrolapuerta
lentamente,aúnconlasorpresareflejadaenmiexpresión.
—Hola...—saludoconfusa.
—¡Hola! —contesta el chico muy jovial haciendo una ligera
inclinaciónconlacabeza—.¿MaddieSmith.
—Eh —vacilo mirando la bandeja llena de platos con tapas de
aluminio—.Sí...soyyo...
—Estupendo.Letraigoeldesayuno.¿Dóndeselodejo?
—Eh... No sé —contesto sorprendida, echando un vistazo hacia
dentro—.Siquiere,demelabandejaqueyaveréyodondelotomo...
—Deesonada.Tengolaordendeservirleeldesayuno,asíquesi
medicedónde,tomeasientoyyoselosirvo.
—Ah —contesto con una sonrisa tímida, colocándome el pelo
detrás de las orejas—. Pues... pase. Déjelo allí mismo, en la barra de la
cocina.
Mehagoaunladoycierrolapuertadetrásdeél.Medirijohaciala
barra americana de la cocina y me siento en uno de los taburetes altos.
Recojo mi pelo en una coleta alta y encojo los hombros emocionada
mientrasélcolocalabandejafrenteamíyempiezaadestapartodoslos
platos. No falta ningún detalle: un cruasán, un bollo de crema, tostadas,
envases individuales con mantequilla y cinco sabores diferentes de
mermelada,galletasrecubiertasdechocolateeninclusohuevosrevueltos.
Lo miro todo embelesada y la verdad es que el apetito se me está
despertandopocoapoco.Cuandotodoslosplatosestánalavista,sacaun
pequeño jarrón de una bolsa, lo coloca a un lado, vuelve a agacharse y
saca un lirio blanco y lo mete dentro. No puedo evitar sonreír al pensar
quesehaacordadoinclusodeestedetalle,ynodejodeasombrarmepor
ello,yaquesuimagensealejamuchodeladeuntipotandetallista.Por
último,elchicodejaunpequeñosobreapoyadoeneljarrón.
—¿Estododesuagrado,señora?
—Pues...yodiríaquesí—contestodivertida.
—Entonces, misión cumplida. No hace falta que se levante,
conozcoelcamino.Queaproveche.
—Gracias —digo mientras le observo alejarse hacia la puerta,
abrirlayperdersetrasella.
Suspiro mientras vuelvo a centrar la atención en mi abundante
desayuno,elsegundoconsecutivo.LaverdadesqueJacksehapropuesto
queempieceeldíaconenergía,yaseacuandoélestáocuandono.
Cojoelbollodecremaylepegounmordisco,seguidodeuntrago
del sabroso café. El corazón me late a tal velocidad, que aunque quiero
hacerlo,soyincapazdetranquilizarme.Pensarquehahechotodoestopor
mí,apesardelaspreocupacionesconlasquetienequelidiarcadadía,me
hacequererletantoquemedamiedo.Asustadadelodependientequeme
estoy volviendo de él, clavo la vista en el sobre y saco la tarjeta del
interior.
"Gracias por devolverme las ganas de vivir mi propia vida. Eres
como un sueño del que no quiero despertar. Y como te dije antes, que
aproveche.Tequiero,Jack"
Cierro los ojos apretando la nota contra mi pecho, mientras
mastico el bollo, saboreándolo como nunca antes he saboreado antes un
desayuno.Tomándometodoeltiempodelmundo,doycuentadecasitodo
lo que había en los platos, aunque guardo el cruasán para Andrew. Me
dirijoaladuchacaminandocomosiestuvieraenunanubeydescubroal
mirarmeenelespejoquemicarareflejaunafelicidadquenosentíahace
unahoraescasa,yesquehaconseguidocambiarmiestadodeánimosin
estar presente. He pasado de la tristeza y la añoranza, del pesar por su
ausencia, a la felicidad de sentirme amada sin condiciones y a la ilusión
porvolveratenerleamilado.
Abroelgrifodelaguamientrastrasteoelteléfonoparaquesuene
denuevolavozdeStevieWonderymecantelaque,desdeestamañana,se
ha convertido en mi canción favorita. Cuando me meto en la ducha, ni
siquieratratodefrotarmipiel,tansolodejoqueelaguaresbalepormi
cuerpoasuantojo.Ycuandoabromiarmarioparadecidirquéponerme,
tampocosoypartícipedelaeleccióndemivestuario,sinoquedejotodoel
trabajoamismanosyalapropiainerciamatinal.
Así pues, casi una hora después, habiéndome tomado mucho más
tiempodelhabitualysabiendoquellegarétarde,salgoporlapuertademi
apartamento. Cuando salgo a la calle, me pongo las gafas de sol y miro
alrededor con una gran sonrisa en la cara. Es cierto que Nueva York en
agosto es comparable con el mismísimo infierno y normalmente suelo
llevarlofatalyvolvermeirritable,perohoytengoelánimoporlasnubes.
SacoelteléfonodelbolsoparallamaraAndrewparadisculparme
por el retraso que llevo y ya de paso, para intentar mitigar su posible
enfadosobornándoleconelcruasánqueheguardadoparaél.
—No me lo digas, llegas tarde —dice nada más descolgar el
teléfonosinsiquierasaludarme.
—Buenosdíasparatitambién.
—Uy,parecesestardemuybuenhumorparaserlasdiezymedia
de la mañana y estar a 30 grados... —me conoce demasiado—. ¡No me
digasquehasfollado!¿Havueltoya?
—Andrew,porfavor,nomeseasbruto.
—Perdonepormisimproperiosseñoracondesa—mecontestacon
tonodeburla—.¿Havueltoelcaballeroapernoctarensusaposentos?
Siesquemetengoquereír...
—No—contestoaúnriéndome—.Peromehadespertadoymeha
enviadoeldesayuno.
—Pero...¿nosesuponíaquenopodíaponerseencontactocontigo?
—Y no lo ha hecho... En realidad, lo tenía todo preparado desde
ayer.Mecambiólaalarmadeldespertadorparaquesonaraunacanciónen
concreto y después grabó un mensaje para poder escuchar su voz como
cadamañana.
—Oh,joder...—dicesonandovisiblementeemocionado.
—Yluegoademás,hizoquemetrajeraneldesayuno.Confloresy
dedicatoriaincluidas.
—Puesyapuedesdarlegraciasaquesuabsorbentetrabajonoledé
tiempo para tener ninguna relación, porque de no ser por eso, ¡ni de
bromaesehombreibaaandarsolteroporlavida!¿Eresconsciente,no?
Ylaverdadesquetienetodalarazóndelmundo.Sinoesporeste
trabajosuyo,delqueAndrewsabelojusto,Jackysumujernosehabrían
divorciadoy,porlotanto,élyyononoshubiéramosconocidonunca.
—Losé...
—Estehombreesunajoya.
—Bueno... que aparte de para excusar mi retraso, te llamaba para
decirte que no te compres desayuno, que te llevo un cruasán que me ha
sobrado.
—Tarde, ya he comprado donuts para los dos. Pero no te
preocupes,queyonoleharéascos.Peronotardes,elcaféteespera.
—Vale,estoyyadecamino.
—Oye,espera,yyaqueestamos,¿quécanciónera?
—Peromiraqueerescotilla...Yameextrañabaquenopidierasmás
datos...¿Nopuedesesperaraquellegueyteloexplicotodo?
—Dame un adelanto, por caridad. Que en el quiosco no tenían
ningunarevistainteresanteyestoyávidodecotilleoseinformación.
—"Foronceinmylife"deStevieWonder.
Le oigo tararear la canción durante un rato, como recordando la
letra.Laheescuchadotresvecesyaenloquellevamosdemañana,asíque
muevoloslabiosalaparqueél.
—¡Ay,mimadre!
—Losé.
—¿Túsabesladecosasquetehadichoconsolounacanción?
—Ajá—contestoilusionada,mordiéndomeellabioinferior.
—¡Joder!¡Québonito!
—¿Estás llorando, Andrew? —pregunto porque realmente lo
parece.
—Pues casi... —contesta mientras le imagino con una mano en el
pechoyabanicándoselosojosparaevitarllorar,dosgestosmuypropios
deél.
—Puesentoncesnotecuentoniloquemedecíaenelmensajenilo
queescribióenlanota,novayaaserquetedéuncolapsoemocional.
—¿Bonitoentoncesno?
—Niteloimaginas...
—Joder...Estehombreesideal...Escomolamezclaperfectaentre
ChuckNorrisyMichaelBublé.
—¡Por el amor de Dios, Andrew! ¿No podías haber escogido
mejorcomparación?
—Losé,peromehasentendidoperfectamente.Oye,túcorreyven
rápidoqueseteenfríaelcaféymicabeza,afaltadelaverdad,empiezaa
imaginarsequétehaescritoyyasabesquetengounamentemuyjodida...
—Vale. Dame unos cinco minutos y llego. Estoy a solo tres
manzanas.
Entoncesgirounaesquinaychococontraalgo.Mecuestaunrato
darmecuentaqueesunapersonaporquepareceunmurodecemento.Se
mecaeelteléfonoalsueloperoantesderecogerlo,levantolavistahasta
quemeencuentroconsusojos.
—Perdone —digo algo asustada por la expresión seria de ese
hombre—.Nolehabíavistoporqueibadistraída.
Él no contesta y empiezo a tener serias dudas de que me haya
entendido, ya que tiene pinta de ser extranjero. Quizá... de Europa del
Este...Alinstante,unaluzseenciendeenmicabezayunapequeñaseñalde
alarma me pone en alerta. Me giro rápidamente y agacho la vista para
buscar mi teléfono por el suelo. Lo cojo y cuando intento huir de allí,
siento como un fuerte brazo me agarra por la cintura. Enseguida siento
como mis pies dejan de tener contacto con el suelo, y es que mi captor,
apartedetenerunbrazomásanchoquemisdospiernasjuntas,debemedir
cercadedosmetrosdealtura.Abrolabocaparagritareintentarllamarla
atencióndealguien,perounamanoenormemelatapa.Empiezoapatalear
yretorcermeparaintentarliberarme,peroesosoloconsiguequeapriete
suagarreconmásfuerza,asíqueoptoporlaúnicaopciónquesemepasa
porlacabeza,morderle.
—Yebat'!—oigocómomaldiceenruso,idiomaqueduranteestas
semanajuntoaJack,meheacostumbradoaescucharconfrecuencia.
El mordisco no consigue su objetivo, que no era otro que
conseguirquedejaradetaparmelabocayasípodergritaraplenopulmón
para pedir ayuda. Su mano sigue impidiéndome llamar la atención, pero
entoncesmepercatodequetengoelmóvilenlamano,ysiAndrewnoha
colgado, debe estar escuchándolo todo. A tientas, palpo el teléfono hasta
encontrar la tecla de bloqueo y me lo guardo en el bolsillo delantero,
rezandoparaquemiforcejeodistraigaalrusodemisintenciones.
Un enorme coche negro con las lunas tintadas aparece a nuestro
lado,oquizállevabaallítodoelrato,aunqueyomehayapercatadoahora.
La puerta trasera se abre y de dentro sale otro tipo que me coge de las
piernasyayudaalprimeroameterme.
Estoyaterrorizada,peroesquizáesemiedoelquemehaceactuar
como lo hago, y enseguida pateo el pecho del segundo hombre,
clavándole los tacones de mis zapatos. Como hizo antes su compañero,
maldiceenrusoyseabalanzasobremí,agarrandomismuñecasconuna
sola mano. Entonces liberan mi boca y empiezo a gritar con todas mis
fuerzas,noparallamarlaatencióndelostranseúntesdelacalle,sinopara
darleaAndrewmáspistasdeloquesucede.
—¡¿Quiénes sois?! ¡¿Qué queréis de mí?! —grito mientras sigo
pataleandosincesar.
Nopuedoveralconductordelcocheporqueuncristaloscuronos
separadeél,aunquepuedoescucharcómolesdaunasconsignasalosdos
hombres que están conmigo. Estos reaccionan mirándose y, tras
contestarle,empiezanahablarentreellosenuntonomuybajo.Apesarde
noentendernada,lesmiroconlosojosmuyabiertos.
—¿Dónde me lleváis? —grito forcejeando aprovechando su leve
distracción.
Vuelvenamirarme,aúnsincontestarmeunapalabra,aunqueséque
me están entendiendo perfectamente y, entre los dos, se las apañan para
atarmelasmuñecasylostobillosconbridas.Detodosmodos,yotambién
melasarregloparaasestarlesalgúngolpe,recibiendovariostortazosen
lacaraamododerespuesta.
—Malditazorra—diceunodeellosponiéndomeunabolsadetela
negraenlacabeza.
—A ver si ahora eres tan valiente —me susurra el otro al oído,
haciéndomeestremecerdeascoyobligándomeainclinarmehaciaellado
opuesto.
Esemovimientosoloconsigueacercarmemásalotrohombre,que
no hace otra cosa que pasarme la lengua por el cuello. Grito y me
revuelvoenelasiento.
—¡Dejadmeenpaz!
—TevoyafollarmientrasobligoaIgoramirar...
Esas palabras consiguen congelarme al instante. Me quedo muy
quieta y entonces soy consciente plenamente de la gravedad de la
situación.SimediceestoesporquehandescubiertolatapaderadeJacky
esta es la manera de hacérselo pagar, si es que no lo están haciendo ya,
torturándolehastalaextenuación.Andrewesmiúnicaesperanzaenestos
momentos,asíqueesperoquesepacómoreaccionar,yquelohagarápido
porquemeparecequelapaciencianoesunadelasvirtudesdeestostipos.
Estoytansumidaenmispreocupaciones,quenosoyconscientede
que nos hemos parado hasta que noto una suave brisa por un costado y
unosbrazostiranconbrusquedaddemí,sacándomealexterior.Lafaltade
visión y la poca movilidad que me han dejado, hacen que esté muy
desorientada, aunque intento prestar atención a todos los estímulos a mi
alrededor. Oigo a varias personas hablar en ruso. A mis captores se les
hanañadidovariostiposmás,yaqueescuchovocesquesonnuevaspara
mí.
Puedonotarcómomellevancasiarastrashastaelinteriordeun
edificio que no puedo precisar. Ya no noto brisa y las voces rebotan
haciendoeco,asíqueintuyoqueseráunanaveindustrialoalgosimilar.
Me llevan en volandas por dentro de la nave, hasta que pasados unos
minutos, nos detenemos y oigo el ruido de una cerradura. Una puerta
chirría al abrirse y escucho como cortan las bridas que me ataban. Me
quitanlabolsaysindarmetiempoaacostumbrarmealapocaclaridad,me
empujanconrudezadentrodelahabitación.Caigoalsueloyrápidamente
memuevohastadejarapoyadalaespaldaenlaparedopuestaalapuerta.
Encojomicuerpoyescondolacabezaentromisbrazos,protegiéndome
de lo que puedan hacerme esos desalmados, pero entonces escucho unas
risas burlonas y la puerta al cerrarse de nuevo. Levanto la vista poco a
poco y espero unos segundos hasta que empiezo a ver mejor. Cuando
compruebo que estoy completamente sola entre cuatro paredes, sin
ninguna ventana y con esa puerta como una vía de escape, saco
rápidamentemiteléfonodelbolsilloymelollevoalaoreja.
—¡Andrew!-susurrolomásaltoquepuedoparaquenomeoigan.
—¿Quécojoneshapasado?¿Estásbien?
EscucharlavozdeAndrewalotroladodelaparato,provocaque
suelte todo el aire que retenía en los pulmones. Como un resorte, mi
cuerpo se relaja y deja ir todas las emociones que el miedo estaba
atenazando.Empiezoatemblarcompulsivamenteyallorarsinfreno.
—¡Maddie!¡Maddieporfavor!¡Háblame!—oigoquemegrita.
—Nosédondeestoy—intentodecir,aunquemiestadodenervios
me impide expresarme con claridad y no sé si me habrá entendido—.
AvisaaJack.
—¿Túestásbien?
—¡AvisaaJack,Andrew!
—Vale,loharé.¡Perodimequeestásbien!
Oigo pasos en el exterior de la habitación, y enseguida cuelgo la
llamada y me guardo el teléfono de nuevo en el bolsillo. Retengo la
respiración cuando escucho los pasos por delante de mi puerta, aunque
pasandelargo.Seabreunapuertaenalgúnlugaryentoncesescuchouna
vozhablandoenuninglésperfecto,aunqueconunleveacento.
—Hola,Kate...
¿Kate?¿LahijadeJack?
—Nometengasmiedoporquenotevoyahacernada...siemprey
cuandotupadrecolabore...¿Sabesdóndeestá?
¿Jack no está aquí? ¿Dónde está entonces? Está claro que la
operación,onohaempezado,ohaacabadomal,yaquelosrusossiguen
vivosylibres,cuandodeberíanestarmuertosoentrerejas.Asíqueseme
ocurre pensar que Jack esté con sus compañeros del FBI, esperando el
momentoidóneo.Almenosnolehanpilladonileestántorturando,como
mehellegadoaimaginarantes.
Memuevosigilosamentehastapegarmealapareddemiderecha,
dedondepareceprocederlavoz.
—Voyasermuyclaritorubia...Notengoningúnreparoenmatar
para conseguir mis objetivos. De hecho, maté a mi propio padre para
obtenerelcontroldetodo,asíquecomocomprenderás,matarteati,atu
padreoasuputita,alaquetengoaquíalladotuyo,nosupondráningún
problemaparamí.
Suputitadebodeseryo,yporlainformaciónquehadado,elque
habla con Kate debe de ser el mismísimo Kolya. Me estremezco aún al
recordarnuestropequeñoperointensoencuentroenlafloristería.
—Nosédondeestá...—diceKateconunhilodevoz.
—Buena chica... Aunque no sé si creerlo del todo. Resulta que tu
padre se largó de aquí por la noche y mis contactos me han dicho que
estuvo contigo, y luego con tu amiguito. Así que, ¿me estás contando la
verdad?¿Cómoséyoquenotecontósusplanes?
—Tedigolaverdad.
—¿Seguro? A ver si nos entendemos mejor... Tienes un hijo muy
guapo,¿sabes?Seríaunapenaquelepasaraalgo.
—¡DejaaCodyenpaz!¡Élnotehahechonada!
—¿Sabesdóndeestátupadre?
—¡No! ¡Lo juro! ¡No lo sé! —Entonces Kate se derrumba por
completo y empieza a llorar desconsoladamente—. Por favor... No le
hagáisdaño...Esloúnicoquemequeda...
—De acuerdo. Te creo. ¿Ves qué sencillo es todo cuando nos
entendemos?—Sehaceelsilencioporunossegundos,hastaquevuelvoa
oírsuvoz—.Bueno,hasidounplacerhablarcontigo.
La puerta se ab
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