QUÉDATECONMIGO… AnnaGarcía Título:Quédateconmigo… ©2015AnnaGarcía PrimeraEdición:Diciembre2015 ISBN-13:978-1519350701 ISBN-10:1519350708 Licencia:Todoslosderechosreservados DiseñodeportadaCésarGil Queda prohibido reproducir el contenido de este texto, total o parcialmente, por cualquier medio analógico y digital, sin permiso expresodelaautoraconlaLeydeDerechosdeAutor. Los personajes, eventos y sucesos presentados en esta obra son ficticios.Cualquiersemejanzaconpersonasvivasodesaparecidasespura coincidencia. INDICE 1.Kate 2.Jack 3.Nathan 4.Maddie 5.Kate 6.Dr.Monroe 7.Nathan 8.Maddie 9.Jack 10.Kate 11.Nathan 12.Dr.Monroe 13.Maddie 14.Jack 15.Kate 16.Dr.Monroe 17.Nathan 18.Jack 19.Maddie 20.Dr.Monroe 21.Kate 22.Nathan 23.Jack 24.Maddie 25.Kate 26.Nathan 27.Dr.Monroe 28.Maddie 29.Jack 30.Kate 31.Maddie 32.Nathan 33.Jack 34.Dr.Monroe 35.Kate 36.Nathan 37.Maddie 38.Dr.Monroe 39.Nathan 40.Jack 41.Kate 42.Maddie 43.Jack 44.Dr.Monroe 45.Nathan 46.Kate 47.Maddie 48.Cody Epílogo Agradecimientos "Paramissuperhéroesfavoritos" CAPÍTULO1 Kate —Cariño,ereslasiguiente. —Gracias,Bobby. Me miro en el espejo para darme los últimos retoques al maquillaje.Lasbolsasdedebajodelosojossesiguennotandodemasiado, así que vuelvo a ponerme algo más de crema y maquillaje anti-ojeras. Miroelresultadoyresoploresignada. —Aestashoras,noestoyparamilagros… —Estásfantástica,tonta. —Tú que me miras con ojos de amiga incondicional, Pipper… Estasojerasnolasdisimuloniconunkilodepintura,asíqueasísequeda. Mesubolacremalleradelasbotas,mecolocobienlaminifalday miroquelacamisaenseñelojusto,almenosdemomento.Ahorametoca elnumeritodelacolegiala…¡porDios,cómoloodio!Peroalosclientes quevienenlesencanta,asíqueaquíestoy,con25años,haciéndomepasar porunaadolescenteconuniformequedeinocentetienelomismoquede monja. —Venga,queeselúltimobailedelanoche—meanimadenuevo Pipper—.Yestástremenda. —¿Hamejoradoalgoelpúblicodehoy?—lepregunto. —Sientodesilusionarte,perono—contestahaciendounamuecade ascoconlaboca—.Losviejossalidoshabituales,ungrupodeejecutivos, unpardeborrachosqueestánaunpasodequeKlauslosmandeatomarel aire,yunadespedidadesoltero. —¿Qué esperáis? —nos dice Bobby, que aparece de nuevo en la sala para avisarme de que salga al escenario—. ¿Que vengan Channing TatumysuscolegasdeMagicMikeaverelespectáculo? —Bobby,sonlascuatrodelamadrugada,llevodesdelassietede la mañana en pie, he servido cafés durante ocho horas y llevo cuatro bailandoparaunmontóndebabosossubidaenestostacones...Yasícinco días a la semana —le digo resignada—. Creo yo que ya me voy mereciendo un cliente para el que me apetezca bailar y no solo por las propinas. —Venga,preciosa—diceélmientrasmeacompañaalasalidadel escenario—. Arrímate a los ejecutivos que son de los que dan buenas propinas. —Gracias,Bobby—digodándoleunbeso. Sin Bobby no sabríamos qué hacer. No es exactamente el dueño, porqueaesenuncalevemos,sinoelencargado,ysiempreestádisponible para nosotras. Es, como decimos Pipper y yo, un “amigo/padre” y, en muchasocasiones,nuestropañodelágrimas. Trasoírcomoanuncianminúmeroporlosaltavocesdellocal,las notas de la canción Naughty Girl de Beyoncé empiezan a sonar. Respiro hondo.LaverdaderaKatedejapasoalaKatebailarinadestriptease. Salgo al escenario caminando lentamente, mordiéndome el labio inferior mientras una mano juega inocentemente con un mechón de mi pelo.Todosloshombresmemirandeformalascivayalgunoyatienela mandíbula desencajada cuando una de mis piernas se enrosca sensualmente en la barra del centro del escenario. Juego con la barra durante un buen rato, subiendo por ella y colgándome boca abajo, agarrada por las piernas, mientras me deslizo suavemente hacia abajo. Luego, una vez en el suelo, camino de rodillas, como si fuera un felino acechando a su presa. Una vez en el borde del escenario, me quedo de rodillasmientrasmequitolacamisaymecontoneosensualmentealritmo delacanción.Muevomicabezaaunladoyaotroyhagoquemipelose balanceehastaquemequitolafalda,quedándomeenropainterior. Aunque parte de mi número consiste en mirar a la gente del público,insinuartantoconelcuerpocomoconlamirada,muchasveces meolvidoycierrolosojos.Cuandosalgoalescenariointentodisfrutarlo máximoposibledemipasión,laúnicarazónporlaquesigoaguantando estetrabajo,apartedeporquelasgenerosaspropinasmeayudanapagar las facturas, bailar. Esta vez no es diferente. Procuro disfrutar de la canción, pensar que bailo para mí sola, delante del espejo de mi habitación.Omejoraún,queestoybailandodanzaclásicaenunteatrode Broadway. Eseeraelsueñodemividaybailéenunparderepresentaciones, perolascircunstanciasdelavidameapartarondelosescenariosdurante untiempo,ycuandovolvínoteníanilaedadnilaagilidadnecesaria.Tiré latoallaydejédepresentarmeapruebasyaudiciones,encontrétrabajode camarera en una cafetería del SoHo y meses después, viendo que servir cafésdurante8horasnoerasuficienteparapagarlasfacturas,mebusqué esteotrotrabajo.Noeseltipodebailequeyosoñabahacerencimadeun escenario,peroalmenosestábienpagado,yKlaushacequelosclientes cumplanarajatablalanorma“semiraperonosetoca”. Cuando acaba la canción, me incorporo, recojo mi ropa y los billetes que han ido cayendo alrededor mío. Justo en ese momento, un chico de los del grupo de la despedida de soltero se levanta y llama mi atenciónconunfajodebilletesenlamano. —Eh, tú, preciosa —dice acercándose al borde del escenario—. Ven,acércate. Interpretandoaregañadientesmipapel,meacercosonriendoyme agachounpoco. —¿Vesesedeahí?—balbuceabastantebebido,señalandoauntío disfrazadodegorila—.Pueseldomingoquevienesecasa. —Pues dale la enhorabuena de mi parte a la mona Chita —digo girándome. —Espera,espera.—Mecogedelbrazoparadetenermeymegiro, zafándomeconrapidezdesuagarre—.¿Quéteparecesitedoytodoeste dineroylehacesunfavorcito? —Lo siento pero esto es un club de striptease, no un prostíbulo. Además,lazoofilianoeslomío. —¡Eh,zorra!—Estavezmeagarraconmásfuerzaycasimehace caerdelescenario. Klausaparecealinstanteymeloquitadeencimacogiéndoledelos hombros. Enseguida invita amablemente a todo el grupo a abandonar el localyyomedirijoaloscamerinospara,porfin,darporfinalizadami agotadora jornada de trabajo. A lo mejor estas cosas deberían afectarme más,peropordesgracia,esunaconstanteyempiezoaestaracostumbrada. Parece ser que muchos hombres no tienen clara la diferencia entre las palabrasbailarinayprostituta.Asíqueestonoesalgoaisladoyalmenos unavezalasemana,algunadenosotrastienequepasarporello. Yaenelcamerino,juntotodoslosbilletes,losatoenunagomay los meto en mi bolso. Esta noche no se ha dado mal, algo más de 75 dólares.Medesmaquilloymecambioderopamientrascharlounratocon Pipper,quemehaesperadoparairhastalaparadademetrojuntas. —¿Mañanaigual?—mepregunta. —Ajá—contestocondesgana—.Nolibrohastapasadomañana. —Sisiguesaesteritmo,algúndíatedaráalgo. —Lonecesito,Pipper…—digocolgándomeelbolsoalhombro. —Losé,peroKate,deberíasvolveraprobar—dicemientrasnos encaminamosalasalidadelclub—.Erasbuena,muybuena.Adiós,Klaus. —Adiós, Klaus. Gracias por lo de antes —digo besándole en la mejilla. —A sus pies, señoras —responde haciéndonos una reverencia, gestoqueenuntíonegro,conunosbrazoscomomisdospiernasjuntasy casi2metrosdealtura,resultabastantecómico. Caminamos unos metros más, riendo por el gesto, y retomamos nuestra conversación mientras nos dirigimos a la estación de metro, dondehabitualmentenosseparamosporquecogemoslíneasdiferentes,yo haciaelVillageyellahaciaTribeca. —Pipper, las chicas que se presentan a las pruebas tienen, como poco,cincoañosmenosqueyoyeldobledecurrículum.Semepasóla oportunidad. Ahora solo me queda esperar a que me toque la lotería — prosigoconeltemadeconversacióndeantes. —O puedes esperar a que tu príncipe azul aparezca. ¿Cómo tenía queserél?Mitadpríncipeazul,mitadhéroeestiloMarine.¿Eraeso? —Exacto—contestoriendo—.Yavesquesoydefácilcontentar… Asímeva,quesigoesperando. —Nodesesperes.QuizáparabailarenBroadwaysíquehayaedad, peroCupidonoentiendedeesascosas,asíqueesperaremosloquehaga falta. —¡Bien dicho! Pero que no se haga de rogar demasiado, por Dios… —digo mirando al cielo y cruzando los dedos, haciendo reír a Pipper. Nosdespedimosenlaestaciónycadaunasedirigehaciasuandén. Camino casi arrastrando los pies y en cuanto llega el metro y entro, me dejocaerenunodelosasientos.Aestashoras,elvagónestácasivacío,a excepcióndeunviejodurmiendoalprincipiodelvagón,yuntíoleyendo unlibrounosasientosmásallá,asíquedecidoestirarlospiesocupandoel asientodedelanteygirolacabezahacíalaventana.Cuandoentramosenel túnelveomireflejoenlaventana.Lasexybailarinasehaesfumadoyla Katerealharesurgidodelascenizas.Conelpeloatadoenunacoleta,sin maquillaje, con unos vaqueros y unas simple camiseta. Si alguno de los clientesquehanvenidoestanochemevieranahora,pasaríandelargosin darsecuentadequesoylamismachicaquehaceunashorasloshapuesto cachondosvestidadecolegiala. Sonrío ante mi pensamiento y miro hacia el otro lado del vagón, justoantesdellegaralasiguienteestación,ymefijoenelotropasajero consciente del vagón, el lector empedernido. Está sentado de espaldas a mí,asíquenopuedoverleconclaridad.Soloséquellevaunagorrayuna chaqueta tipo militar. Imagino que debe de venir de trabajar, aunque no veo que lleve ninguna mochila o maleta, solo el libro. Qué horas más rarasparaleerunlibro… Enesemomento,elmetroseparaylaspuertasdelvagónseabren. Ungrupodetíosborrachosentranhablandoagritosyriendo.Laspuertas sevuelvenacerraryelconvoyprosiguelamarcha.Lostíosempiezana eructar y reírse como simples neandertales y me giro para mirarles de reojo.Justoentonces,unodeellosmemiraynosreconocemosalinstante. Es el capullo que me ha querido liar antes en el club con su amigo el gorila. —Joder, fantástico —susurro para mí misma—. Pues este sí que mehareconocido... —¡Hombre! ¡Mirad a quién tenemos aquí, chicos! —dice acercándoseamíytrayendoconsigoalosdosamigosqueleacompañan. —Veo que los de la protectora de animales se han llevado a tu amigo —comento mientras los tres se sientan a mi alrededor, obligándomeaquitarlaspiernasdelasientodedelante. —¡Jajaja! Sí, ahora quedamos los hombres de verdad. Este es mi amigoChuck,esteesMikeyyosoyelhombredetuvida.—Mecogela mano para besármela e incluso a esta distancia me llega el hedor de su aliento,queapestaaalcoholquedagusto. —Elhombredemivida,ya.Puesmiraquelodudo... —Ahora en serio —dice acercándose más y poniendo su brazo encimademishombros—.Subomioferta.Yanoteofrezcoamiamigo Terry… —Elsimio—lecorto. —Elmismo—contesta—.Sinoqueloqueteofrezcoesesto. Le miro mientras señala su cara, provocando que mi boca se debataindecisaentreformarunasonrisadecircunstanciasounamuecade asco. —Ahora en serio —digo quitando su brazo de mis hombros—, hombredemivida,paso. —Eso lo dices porque no has probado la mercancía —dice acercandosucaraalamíamientrasyoretrocedohastaquemicabezatoca conelcristaldelaventana,mientrassusdosamigossepartendelarisa, manteniendolaverticalidadaduraspenas. Coloca la mano en mi pierna mientras sus dedos me tocan el interior de los muslos. La aparto varias veces pero él insiste una y otra vez.Suotramanointentacogermicaraparaatraerlahacialasuyayenun actoreflejo,ledoyuntortazo.Laexpresióndesucaracambiaalinstante mientras se toca la mejilla. Aprieta los labios con fuerza mientras los agujeros de la nariz se le agrandan y los ojos parece que se le vayan a salir de las órbitas. Levanta la mano para devolverme el golpe y me encojoenelasientodeformainconsciente,cuandoderepenteunamanole agarradelhombroylelanzaalosasientosdealladoconfuerza. —¡Pero serás hijo de puta! —grita él mientras los otros dos se quedanquietossinsaberquéhacer. Reconozcoamisalvadorcomoelhombredelagorra,ellector,y le doy las gracias mentalmente sin perder de vista a los otros dos especímenesquetengodelante. —Eh,gilipollas,estoesalgoentrelarubiayyo—diceelpesado, levantándosedenuevoyagarrándoledelassolapasdelachaqueta. El chico se zafa de su agarre y lo lanza hacia un lado de un puñetazoquelehacesangrarporlanariz.Miraalosotrosdosque,como sipillaranlaindirectamuda,selevantandelasientoycorrenalladodesu amigo, intentando acercarse lo menos posible de mi salvador. En ese momento llegamos a la siguiente estación. Nadie abre las puertas para entrar, así que el chico se dirige a ellos, coge al capullo del jersey y lo arrastra como si fuera un pelele ante la mirada asustada de sus amigos. Aprietaelbotóndeaperturadelaspuertasylelanzaalandén.Unavezque seaseguradequenotieneelvalorsuficienteparavolveraentrar,miraa sus dos amigos que, como pasó antes, le obedecen al instante y saltan fueradelvagón.Yoobservotodalaescenadesdemiasiento,conlosojos comoplatosy,porquénoconfesarlo,unasonrisaenloslabios. Sequedaenlapuertainclusocuandoelpitidodelcierredepuertas suena y solo se mueve cuando el vagón se vuelve a poner en marcha. Entonces,comosinohubierapasadonada,sedirigeasuasiento,cogeel libroysigueleyendo.Sinmás,sinmirarme,sinpreguntarmecómoestoy, sinabrirlabocaparanada. Mequedounratosinsaberquéhacer,sentadaenmiasientoconla boca abierta y agarrada a mi bolso como si fuera un escudo protector, mientraspaseomisojosentreélylapuerta. Cuandoentramoseneltúnel,elruidodelasruedasdelvagóncon lasvíasmedevuelvealarealidadytragosaliva. Deberíalevantarmeydarlelasgracias,¿no?Aunqueéltampocose hamolestadoenpreguntarsiestababien...Saltaalavistaqueestoyentera ylosquesehanllevadolapeorpartehansidoellos...Peroesqueesun poco rarito, ¿no? Ahí solo, leyendo, a estas horas… ¡Pero es de bien nacidoselseragradecidos!Quéorgullosaestaríalaabuelasimehubiera oídodeciresoenvozalta... Escuchandolasvocesdemiconcienciaeintentandodecidircuálde ellasteníamásrazón,oigoqueanuncianmiestaciónporlamegafonía.Me levanto,caminandocontimidez,ypasoalladodemihéroesinatreverme amirarle. ¿Peroquénaricesestoyhaciendo? Dejo ir un sonoro suspiro, quedándome inmóvil en el sitio. Giro sobrelostalonesylemirodirectamente.Élmantienelacabezaagachada, leyendoellibroquetieneenlasmanos,muyconcentrado.Laviseradesu gorraletapatotalmentelacara,asíqueaúnnohesidocapazdeverlecon claridad. —Esto…Noquierointerrumpirtulecturanimolestarte… El convoy empieza a frenar al llegar a la estación. Miro hacia el exterior por las ventanas y me vuelvo de nuevo hacia él, que sigue sin levantarlavistadellibro.PorDios,oesunlibrobuenísimo,oessordo perdido,opasademí.Peromedaigualquenomehagacaso,einclusosi nomemira,yoledarélasgraciasyasímiconciencia(ylasvocesdemi cabeza)sequedarántranquilas. —Solo quiero darte las gracias por lo de antes… Has sido muy amable. Frunzoelceñoalverqueélnisiquieramehamiradoy,nicortani perezosa, me agacho para comprobar que sigue despierto y no está durmiendo. Me quedo casi en cuclillas en medio del pasillo y entonces giralacabezahaciamí. Nuestras miradas se encuentran por primera vez y me quedo hipnotizada al instante. Durante unos segundos pierdo la noción del tiempohastaelpuntodenodarmecuentadequeelconvoyllevaunrato detenido en mi estación. Solo en el momento en que oigo el pitido anunciando el cierre de puertas, consigo reaccionar. Salgo corriendo y doyunsaltohaciaelandéncuandolaspuertasyaseestabancerrando.Mi agilidad me permite que caiga con los dos pies en el suelo y me evita hacer uno de los ridículos más espantosos de mi vida. El vagón sigue detenido durante unos segundos, seguramente porque el conductor tiene que estar descojonándose de la risa al verme hacer semejante acrobacia, así que no me atrevo a darme la vuelta. Simplemente me levanto y me dirijoalasalida. Decaminoacasanoparodepensarenlosucedido.Cuandoabrola puertaymeencuentroconRosesentadaenelsofá,debodeseguirconla mismacara,porqueenseguidasedacuentadequealgohapasado. —¿Quétepasa?—mepreguntasindilación. —¿Por?—contestointentandodisimular. —Porquevienescomoacalorada…Estásrojacomountomate.Ya sabesquenohacefaltaquevengascorriendo,queyomequedoconCody eltiempoquehagafalta. —Lo sé, Rose —digo abrazándola—. No sé qué haría sin ti… ¿Cómosehaportadohoy? —Muy bien, como siempre. Pero creo que algo le preocupa porqueestabamuycalladoysehaidoprontoasuhabitacióndespuésde cenar, sin ver la televisión siquiera… Y se ha tirado un buen rato escuchandomúsicaconelcacharroeseenlasorejas… —Gracias,Rose.Mañanacuandolellevealcolegiolepreguntaré. —Vale,yahora,¿quétepasaparaquevengasconesoscalores? Leexplicotodalahistoriaysoloabrelabocaalfinal. —¿Ydicesqueestabaaprovechableesechico? —Yonohedichonadadeeso. —Bueno, algo tenía que tener para dejarte en este estado de catarsis… —Sí, bueno, no le pude ver bien del todo... pero tenía unos ojos muy bonitos —confieso—. De todos modos, da igual, no creo que le vuelvaaver,ysilohago,mehademostradoquenotienemuchaintención deentablarunaconversaciónconmigo. —Bueno,notecierrespuertas…—dicesonriéndomepícara—.Me voyacasa.¿Mañanaigual? —Sí,mañanaigualquehoy. —Tendríasquetomartelascosasconmáscalma,cariño. —Lo sé. Pero también sé que tengo que pagar las facturas, sin mucha calma. Y además está Cody… Quiere ir de campamentos con el colegioynopuedodecirlequeno. —Telorepito.PuedoayudarteKate… —¡Nihablar!Yahacessuficientequedándoteconélporlasnoches ysincobrarmenadaporello.Yamesientoendeudacontigo.Lohemos habladomuchasvecesylarespuestasiguesiendono. —Vale, vale… Hasta mañana, cielo —sonríe y me da un gran abrazoantesdesalirporlapuertaydejarmesola. Roseescomomiángeldelaguarda.Comohadiceella:“unángel de la guarda algo viejo, afroamericano y rechoncho”. Ella es la que recoge a Cody en el colegio y la que se queda con él cuando yo estoy trabajando,quepordesgraciaescasitodoeldía.Viveenelmismobloque queyoycuidademídesdequememudéestandoembarazada,haceyamás de seis años. Se ha convertido en alguien tan importante para mí, que la consideropartedemifamilia.Dehecho,laveomuchomásaellaqueami propiopadre. MedirijoalahabitacióndeCodyymesientoasuladoenlacama. Acariciosupelorubioyunasonrisasemedibujaenlacara.Noimporta lo cansada que llegue, él siempre consigue hacerme sentir mejor, aún estandodormido. —¿Mamá? —Shhhh…Sí,soyyo.Duermecariño.Noqueríadespertarte. Entoncesmefijoenunpapelqueguardaconfuerzaensumanoy suspiro resignada. Cuando se vuelve a dormir, con cuidado para no despertarle, se lo quito de las manos sabiendo perfectamente de qué se trata porque a mí me hacía lo mismo cuando era pequeña. Esta es la manera que tiene mi padre de comunicarse con nosotros. Se las arregla paradejarnospapelitosconmensajesendiferentessitioscomoelfelpudo delaentrada,lamacetadelavecinaolapapeleradedelantedecasa.Lo hacíaconmigocuandoerapequeñayahoralohaceconsunieto.Codyse ha acostumbrado a mirar cada día en esos sitios por si su abuelo da señales de vida. Es agente del FBI y trabaja encubierto, así que para no ponerenpeligroniasustapaderasnianosotros,nopuedetenerningún tipodecontactorealconsufamilia.Esefueelmotivoporelquemimadre seseparódeélensudía,cansadadeestarcasadaconunfantasma,como elladecía. “Noosolvido.Osquiero” CAPÍTULO2 Jack —¡Vamosjoder,vamos!¡Putamáquinademierda!—digomientras laemprendoagolpescontraella. Sigodándolehastaquealgoparecidoaunlíquidomarrónempieza agoteardentrodelataza.Resoploduranteloquemepareceunaeternidad, hasta que mi paciencia se agota, y apago la máquina cuando mi vaso contieneunsolodedodellíquidoquedeberíasercaféperoquenitieneel color,nihuelecomocaféydefinitivamente… —¡Ah!¡Joder!¡Quéasco!¡¿Estoquécoñoes?! No,definitivamentenosabeacafé.Tirolatazaalfregadero,para quehagacompañíaalrestodelavajillaquellevaallícomodossemanas, y me enciendo un cigarrillo justo en el momento en que llaman a mi puerta. Giro sobre mis talones y miro sorprendido el reloj. Son solo las nueve de la mañana. Es temprano. Se supone que Viktor no me viene a recogerhastalasnueveymedia.Enunactoreflejo,llevolamanoderecha amiespaldayagarrolaculatademipistola,queasomaporlacinturilla delpantalón,mientrasmedirijoalapuerta. —¿Quiénes? —¡Hola! —contesta una voz femenina que no reconozco—. Soy Maddie,sunuevavecina. Frunzoelceñoypongounojoenlamirilla.Unamujerpelirroja está al otro lado de la puerta y empieza a mover la mano saludando cuandosedacuentadequelaestoymirando. —Perfecto—susurroparamímismo—.Silapelirrojallegaaser unmatónconasuntospendientesconmigo,ahoramismotendríanomenos dediezagujerosportodoelcuerpo. Suspiro resignado por mi falta de concentración y precaución, debido seguro a la falta de cafeína, y abro la puerta sin apartar aún la manodemi9mm. —Hola—mesaludadenuevoconunasonrisaenlacaraquesele vadifuminandoconformememiradearribaaabajo. Sigosumiradaymemiroporprimeravezentodoeldía.Vale,no hepuestomuchodemiparteparaqueesasonrisapreciosasemantuviera ensucarapormuchotiempo.Llevounacamisetablancademangacorta con varias manchas, entre ellas restos del sucedáneo de café, y unos vaqueros azules muy desgastados igual de sucios. Completo el modelito con una barba de varios días y el pelo bastante despeinado. Vamos, soy todounpartidazodignodeadmirar. —¿Quería usted algo o es solo una inspección? —le pregunto haciendogalademisencantaosinnatos. —Perdone—contestasaliendodesuestupor—.Comoledecía,soy Maddie,sunuevavecina.Memudéayerymeacabodedarcuentadeque el fregadero pierde algo de agua… He llamado al casero pero dice que hastaestatardenopuedevenir.Tengoquesaliratrabajarynopuedodejar que vaya goteando agua porque entonces al volver tendré que entrar en casaanado… Micaravacambiandoconformesiguehablandosinparar.Levanto lascejassorprendido,intentandoasimilartodalainformaciónquemeva dandomientrasmicabezaintentaaveriguarelmotivorealdesuvisita. —Mi marido, bueno, mi ex marido solía hacer este tipo de cosas pero no creo que sea muy difícil porque él no es que fuera demasiado mañoso.Supongoqueserásolocuestióndeapretarunatuercaoalgopor elestilopero… —Maddie… Disculpe —la interrumpo al final—. Es que tengo algo de prisa… ¿Podría darme alguna pista más concreta acerca del motivodesuvisita?Sintantosdetalles,sipuedeser… —Oh,perdone,esquecuandomepongonerviosahablosinparar —dice sonrojándose mientras agacha la cabeza y se coloca algunos mechonesdepelodetrásdelaoreja—.Queríasabersiseríatanamablede prestarmeunaherramientadeesasquesirvenparaarreglarestascosas. Cuando levanta la vista para mirarme de nuevo, sigue aún algo roja.Melaquedomirandoduranteunossegundos,fijándomeenalgunos detalles como las pecas que se le marcan en el puente de la nariz, las arrugas al lado de los ojos o ese labio inferior que se muerde con nerviosismo. Realmente es una mujer preciosa, aunque a simple vista parece vulnerable y, sobre todo, muy transparente. Sin esforzarme demasiado, he averiguado que es separada o divorciada, que acaba de mudarse,quetrabajayquenoestámuypuestaencuantoaherramientasse refiereperoqueestádecididaaponerleremedio. —Eh…Sí—digoobligándomeareaccionar—.Pase,creoquepor aquíteníalacajadeherramientas. Me doy media vuelta, escondiendo antes la pistola debajo de la camisetaydejoqueellacierrelapuertadetrásdesí.Medirijoalacocina y me agacho frente a uno de los armarios del fregadero. Cuando encuentro la caja y me incorporo, veo que ella mira alrededor con una muecadeascodibujadaensucara.Supongoqueahoramismotieneque estarpreguntándosequéclasedetíoguarrotieneporvecino…Platosde dossemanasenelfregadero,unapiladeropasuciasepultandoelcubode la colada, cajas de pizza vacías y latas de cerveza estrujadas por toda la encimera…Yesoquenohavistoelrestodelapartamento. —Siento el desorden… No paso mucho tiempo en casa… —me sientoconlanecesidaddeexcusarmeynoséporqué—.Tenga,aquítiene unallaveinglesa. Cuandolacoge,lamiracomosifueralaprimeravezqueveuna, asíquemeveoenlaobligacióndeexplicarlecómofunciona. —Estaruedadeaquísirveparaagrandaresto…—observosucara deasombroalverlapiezamoverseynopuedoevitarsonreír—.Esto… tengo algo de tiempo antes de ir a trabajar. ¿Quiere que la acompañe un momento a casa y mire cómo está la cosa? Puede que sean solo cinco minutos… —Pues si no le importa —dice iluminándose la cara—, se lo agradeceríaenelalma. —Claro, vamos. —Doy una última calada y sin pensarlo demasiado,tirolacolillaaúnencendida,alfregadero. —Acompáñeme —me responde con una mueca de asco, mirando enladirecciónenlaquehacaídolacolilla. Desdeluego,sinohacaídorendidaamispiespormipresencia,lo hará por mis buenos modales… Me estoy luciendo… Dejo la pistola disimuladamente debajo de unos trapos y la sigo hasta el interior de su apartamentoque,aunqueestállenodecajas,estámuyordenadoylimpio. —Esaquí—diceseñalandolastuberíasdedebajodelfregadero. Me agacho y compruebo cómo, efectivamente, una de las juntas estáhúmeda. —Cadavezqueabroelgrifo,elaguaempiezaagotearporaquí— señalaagachadajustoamilado,consucaraaescasoscentímetrosdela mía. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo consigue hechizarme hasta dejarme en blanco?Elolordesupelomeinundaymeahoga,haciéndomeincapazde articular palabra. La miro fijamente durante un rato, totalmente descolocado. —¿Hola?—Paseasumanopordelantedemisojosdevolviéndome alarealidad. —Perdone… —Lepreguntabaquesiquierequeabraelgrifo. —Sí,sí,claro.—Yalpocodehacerlo,elaguaempiezaacaerpor unadelasjuntasdelatubería—.Cierreya.Elproblemaestáaquí.Espere aquíunminutoquevoyabuscarunacosaamicasa. Pocossegundosdespués,vuelvoasucocinaconunrollodecinta deteflónenlasmanos.Meestirocabezaarribadentrodesufregadero,y empiezo a desenroscar el trozo de tubería. Ella se agacha y mira con curiosidadtodalaoperación. —Voyaponercintadeteflónenestajuntayvolveremosaenroscar el codo. Eso debería hacer el apaño, pero tarde o temprano tendrá que cambiar esta tubería porque parece oxidada. Dígaselo a su casero — comento mientras hago fuerza para enroscar todo de nuevo—. Abra el grifoahora. —¡Genial! Ya no cae nada. Es usted mi héroe —dice cuando se agachaamirar. —No es para tanto —digo limpiándome las manos contra el pantalón. —Ledebouna…—Vuelveahaceresegestomordiéndoseellabio ypeinándoseelpeloconlosdedos. —Deberíairme—contestoprecipitadamenteparahuirallíloantes posible. —Sí, yo también debería ponerme en marcha, porque empiezo a trabajar en un rato —dice mirando nerviosa su reloj—. ¡Madre mía! En veinte minutos debería estar abriendo la floristería y aún tengo que cambiarmeyarreglarme.Menosmalquesoymipropiajefa… Laobservomientrashablasinparar,justocomopasóantes.Ahora sé que lo hace cuando se pone nerviosa. ¿Seré yo el motivo de su nerviosismo?Realmente,meencantaríaserlo… —Perdone,yaloestoyhaciendootravez. —Sí… Bueno, nos iremos viendo —digo mientras salgo por la puerta. Cuando estoy a punto de entrar en mi apartamento de nuevo, ella vuelveaaparecerporelpasilloy,sobresaltándome,mepregunta. —¡Perdone!Nomehadichosunombre… —Jack—contestosinpensar. Al cerrar la puerta, golpeo mi cabeza repetidas veces contra ella. Respiroprofundamentemientrasmiroalrededor,intentandodescifrarqué acabadesuceder.EsapelirrojapodríatrabajarperfectamenteparalaCIA porqueendiezminutoshaconseguidomandaralamierdaañosyañosde experiencia como agente infiltrado. Acabo de romper varias reglas inquebrantables,pormipropiaseguridadyporladelosdemientorno. —¿Jack? ¿Acabas de darle a esa mujer tu verdadero nombre? ¿Cómopuedessertangilipollas?—digosindejardegolpearmelacabeza contra la puerta—. ¿Y qué es eso de mirarla con cara de imbécil y quedarteenblanco? Enciendo un cigarrillo y me dirijo al baño. Después de mear, me lavo las manos y me quedo un rato mirando mi reflejo en el espejo. La verdad es que doy bastante asco… No sé ni cómo he podido siquiera pensar en ser el motivo de su nerviosismo, o quizá sí lo soy, pero por temoramí. Apoyoelcigarrilloenlapicamientrasmelavolacara.Mesacola camisetaybuscounalimpia.Alfinaldesistoybuscoentrelaropasuciala que huela menos mal y tenga menos manchas. Me pongo la cazadora de cueroencima,vuelvoaguardarlapistolaenmiespalda,cojoelteléfonoy bajoalacalle. ElcochedeViktoryaesperadelantedelportal,asíquesindemora, salgoalexteriorjustocuandooigodenuevosuvozdetrásdemí. —Quetengaunbuendía—diceconunagransonrisaenloslabios. Mierda…Nodigasnadamás…Nomesonrías…Fingequenonos conocemos…Mirohaciaotroladoyentroenelcoche. —¡Davay!—lepidoaViktorquearranqueelcocheenmiperfecto ruso. Él obedece al instante y disimulando miro hacia la acera. Ella ha empezadoacaminarcogiendoelasadesubolso.Tienequehaberpensado que soy un capullo, pero no puedo permitir que la relacionen conmigo porsupropiobien.Estetrabajonoentiendedeamistades,niderelaciones, nidefamilia…Yahecometidoelerrordedecirlemiverdaderonombre, datoquetansolosabenmissuperioresenelFBIylasdospersonasmás importantesdemividareal:mihijayminieto. Suspiroalacordarmedeellos.Intentoaferrarmeconfuerzaalos cincoañosquevivíalladodemipequeña.Esoscincoañosenlosquefui testigodesusrisas,susbesosysusabrazos.Testigodesualegríacuando bailabaportodalacasaymepedíaquelalevantaracomoaunabailarina. Fueron tiempos felices, sobre todo porque a la vez iba ascendiendo rápidamente en el FBI, hasta que finalmente me ofrecieron trabajar de encubierto.Eramisueño,paraloquellevabapreparándometodalavida, pero yo no contaba con que eso era totalmente incompatible con una familia. No podía ponerlas en peligro ya que mis nuevos “amigos” eran gente peligrosa y si me descubrían, irían a por ellas sin pensárselo dos veces.Asípues,pocoapocomefuialejandodemividaanterior:deJanet, mimujerydeKate,miniñapreciosa.Variosañosdespués,Janetsecansó de esperarme para cenar, se cansó de acostarse cada noche pensando si estaríavivoomuerto,secansódetenerqueponermilesdeexcusasaKate cuandollegabasucumpleañosyyonoestabaasulado…Básicamente,se cansódeestarcasadaconunfantasma.Ylaverdadesquenolaculpo. Nuncalesperdídeltodolapista.Dehecho,laúnicacondiciónque puse a mis superiores en la agencia era que me mantuvieran informado siempredesudirección.Nopodíaacercarmeaellas,peroqueríasaberde su vida, así que empecé a dejarle notas a Kate. Notas a las que ella contestabasiempre,contándomecómoleibaenelcolegio,olocontenta queestabacuandoJanetlaapuntóalaescueladebaile,oloasustadaque estabaalquedarseembarazadadeuncapullodelauniversidadqueladejó tirada.Fueenesaépocacuandovolvíatenercontactofísicoconella.Fue en el entierro de Janet, que murió después de nacer Cody, tras luchar duranteañoscontraelcáncer.Asistíalentierroyaunquememantuveen unsegundoplano,pudeveramihijasonreírmedenuevo,sosteniendoen susbrazosaminieto. Minieto…Cody…Nuncaleheabrazado,nuncamehavistoyno he hablado jamás con él, excepto por las notas. ¿Habrá encontrado la últimaqueledejéenlamacetadelaventanadelavecina? Por ese mismo motivo, porque no quiero que nadie que me importesalgaperjudicadodebidoamitrabajo,noquieroquerelacionena Maddie conmigo. Espera Jack, ¿acabas de reconocer que la pelirroja te importa? ¿Diez minutos a su lado y te ha calado hondo? Me remuevo nervioso en el asiento negando esa posibilidad. ¿Por qué sino entonces llevaríamásdemediahoraconsuimagenmetidaenlacabeza? —¿Ty v poryadke? —Viktor me nota taciturno y me pregunta si estoybien. —Da, da —respondo intentando dejar atrás a Jack, el marido fantasma,elpadreausente,elabueloinvisible,elvecinosucio,paradejar pasoaIgor,manoderechadeKolyaKozlov,jefedelclandelosKozlov, que controlan el tráfico ilegal de armas desde Rusia y principales suministradoresdegruposterroristascomoAlQaeda. Llegamosalalmacéndondeguardamoslamercancíayenseguida nos cruzamos con varios miembros del clan. Nos saludan con mucho respeto,perosobretodoconmiedo,sabiendoqueunpasoenfalsoporsu parte,ynodudaréniunsegundoenmeterlesunabalaentrecejayceja.De algún modo he tenido que ganarme la confianza de Kolya. Aquí dentro estoy solo y me he tenido que ganar su confianza durante muchos años, muchasvecesconmedidasdrásticas. —¿Vsegotovo?—preguntoaunodelostiposdelinteriorsitodo estálisto. —Da. Viktoryyocomprobamoslapartedeatrásdelafurgoneta,donde hay diez cajas con diez kalashnikov cada una. En total, cien fusiles que caerán en manos de una de las milicias de Al Qaeda y con la que probablemente matarán a varios soldados estadounidenses. Ya no me inmuto ante esa idea, he aprendido a vivir con ello, convenciéndome de que las vidas que salvaremos cuando acabemos con esto, serán más importantesquelosinocentesquehanmuertohastaahora. Enestomeheconvertido.Enalguiencapazdematarasangrefría a un compañero o de permitir que cientos de vidas de inocentes sean sesgadasconlasarmasqueyomismoheproporcionado. Por eso me ha sorprendido tanto que Maddie haya sido capaz de trastocar mi mundo en solo diez minutos. Creo incluso que, por unos segundos, mi corazón volvió a latir y una débil sonrisa asomó en mis labios.¿Porquéledijeminombrecuandoyacasinomeacordabadeél? ¿Quizáporquemegustalaideadequeellasepaalgodemíquenoseauna burdamentiraounatapadera? —Vsevporyadke—digodandoelvistobuenoalamercancía. Cojomimóvilyllamoanuestrocontactodelacédulaterrorista, marcando antes el número que activa la conexión que permite que mis colegasdelFBIpuedanescucharlaconversación. —Igor—contestaunavozconacentoárabealotroladodelalínea. —Da —Y prosigo hablando en inglés—. Todo en orden. La mercancía va camino del aeropuerto. Te mandaré un mensaje con los detallesdevuelo. —Perfecto.ComosiempreIgor.—Leoigodarunaordenenárabe a alguien—. La mitad del pago está ahora mismo transfiriéndose a la cuenta acordada. La otra mitad, cuando recibamos y comprobemos la mercancía. Horas después, cuando llego a casa, no puedo evitar echar un vistazoalapuertadeMaddiecuandopasoporsulado.Oigomúsicajazz procedente del interior. Sin saber bien porqué, me acerco a su puerta y apoyo la frente y mis manos en ella. Cierro los ojos y me la imagino sentadaenlabarradelacocina,conunacopadevinoenlamano,yluego veosuimagensonriéndomemientrassecolocaelpelodetrásdelaoreja. Abro los ojos de repente, asustado por lo que esa mujer está haciendo conmigo. Corro literalmente a mi apartamento y decido darme una ducha fría.Mequitolaropadecaminoalbañoyladejotiradaporelsuelo.Me quedodebajodelchorrodeaguahelada,dejandoquedespejemimentey, tal y como hice antes, apoyo las manos y la frente en las frías baldosas. Incapaz de quitarme aún su imagen de mi cabeza, me doy de cabezazos contra la pared hasta que viendo que lo único que conseguiré será un chichón,apagoelgrifoysalgo.Mesecoconunatoallahúmedaquehuele fatal,mepongounbóxernegroyunpantalóndechándal. —Vale, venga, mente ocupada, mente ocupada… —Me fijo en la toallaasquerosaquesostengo—.Colada.Voyahacerlacolada. Cojoelcuborebosantederopaybajohastaelsótano,alcuartode laslavadoras.AbrolapuertayallíestáMaddie,charlandoconuntipocon elquemeparecehabercoincididoalgunavezenelvestíbulodeledificio. Por su lenguaje corporal me doy cuenta de que él se está haciendo descaradamenteelsimpático.Serágilipollas… Carraspeo para hacerme notar y cuando se giran, fuerzo una sonrisa de buen vecino. Quiero arreglar el desplante de esta mañana, cuandonoshemoscruzadoenelportal. —Bueno Maddie, que veo que hay cola y yo ya he acabado. ¿Quedamosentoncesenquenostomamosuncaféalgunatarde?—diceel capullo. —Mepareceperfecto.—Estáclaramentemintiendo,enrealidadno leapetecenada. —Nosvemos—diceposandounamanoenelbrazodeMaddie. Comounresorteempiezoacaminarensudirecciónysinquese note demasiado, me interpongo entre ellos apoyando el cesto de la ropa encimadelalavadoraqueelimbécilhadejadolibre. —Adiós,Barry—diceellaconunasonrisaenlacara. Cuandonosquedamossolos,ellasiguedoblandolaropaquesaca delasecadora. —Hola—lasaludofinalmentepasadosunossegundos. —Vaya,¿ahorasimehabla? Mierda, mi comportamiento de esta mañana no le ha pasado desapercibido. —Losiento… Pero la miro y ya estoy perdido. Mi capacidad de habla y raciocinioquedaanuladaporcompletoysolosoycapazdemirarla.Tras varios segundos, consigo apartar los ojos e intento concentrarme en mi ropasucia.Mirolalavadoraperosoyincapazdeencontrarlapuertapara abrirla,hastaquemefijoenlaqueestáutilizandoella.Quitoelcestode encimaylaabro,procesoquemehallevadoalgomástiempodelqueme esperaba. Sin ningún cuidado, vierto toda la ropa dentro del agujero, aprietoparaquequepatodaycierrolapuerta. —Espere —dice poniendo una mano encima de la mía que ya estabaapuntodeapretarelbotóndeencendidodelalavadora—.¿Piensa lavartodoesodegolpe?Ylomásimportante,¿novaaponerlealgode jabón? Arrugolafrentesinpodercreermiineptitudymeríotapándome losojos,avergonzado.Esarisaconsiguedescargaralgodelatensiónque llevoacumuladadesdequeestamujerirrumpióenmividaestamañana. —Nohapensadoeneljabón,¿no?—Ycuandovequeniegoconla cabezaañadedivertida—:Yaledejoyodelmío.Dejequeleayude.Yoya estabasacandolaropadelalavadoraasíquerepartiremoslasuyaenlas dos.Aguanteesto. Como un autómata extiendo los brazos y aguanto el cesto con su ropamientrasmeechoaunladoobservandocómosemuevedeunladoa otro.Agacholavistaymequedosinhablaalverunapiladetangas,unos lisos, otros de encaje… Abro mucho los ojos y trago saliva, notando cómolatemperaturademicuerposubevariosgrados. —Perdone—dicesonrojándosealdarsecuentadelacaradetonto quetengoenestemomentoviendosuropainterior. —Nopasanada.Graciasporlaayuda.Comove,soybastanteinútil paraestascosas. —Bueno,almenoslointenta.Miexmaridocreoquenoseacercó nuncaamenosdecienmetrosdeunalavadora. —Es lo que tiene vivir solo… Seguramente él ahora tendrá que arreglárselassiquierellevarropalimpia… Empleosimplestécnicasdeinterrogatorioylapobrecaedecuatro patas.Necesitosabercosasdeella,yaúnnoséelmotivo.¡Quécojones!Sí losé.Porquemegusta,megustamucho.Esdivertida,listaysaltaalavista quemuyguapa. —No se crea. Su novia veinteañera se ocupará de ello… — respondeconunasonrisaenloslabios—.Bueno,¿sabeseguirsolodesde aquí?Soloesesperaraqueacabe,abrirlapuertaylisto. —Lointentaré—contestoconlasonrisamássinceraquerecuerdo haber puesto en varios meses—. Pero por favor, ¿por qué no nos tuteamos?Nosomostanmayores.Solotengo48años. —Bueno,aúnlegano—Yahíestádenuevoesegestoquememata, agachando la cabeza mientras se coloca el pelo, mientras añade tímidamente—:52.Asíquesísoyalgomayor. —Tonterías. —Bueno,Jack,nosvemosporaquí.—Sedespideyguiñándomeun ojo,añade—:Llámamesitienesalgunadudacuandotedecidasafregarla piladeplatosquetienesenlacocina. —Lo mismo digo si te surge alguna chapuza más que hacer en casa. Ysaledelcuartodejándomeconunacaradebobomáspropiade un adolescente lleno de granos que de uno de los mafiosos rusos más respetadosdeladécada. CAPÍTULO3 Nathan —¡Wesley!¡Wes!¡¿Dóndeestás?! —¡Coronel!¡Aquí!¡Joder,cómoduele! Lebuscoentrelosescombros,aunquesehacemuydifícilveralgo porculpadelanubedepolvoquemeenvuelve. —¡Háblame,Wes!¡Gritaparaquemeoriente! —¡Aquí!¡Aquí,porfavor,coronel!¡Nomedejesolo!¡Noquiero morir! Corroaciegashaciadondeprocedenlosgritoshastaque,pasados unosminutosqueparecenhoras,doyconél.Meagachoasuladoyhago un diagnóstico rápido de la situación. Cuando el proyectil estalló en la zona, la pared de la casa que estábamos registrando cayó encima de Wesley, sepultando su cuerpo del pecho para abajo. Compruebo sus constantes vitales y veo que respira con dificultad y que su pulso es bastante débil. Si no lo saco de aquí en breve, morirá. Él parece leer la preocupaciónenmirostroyseagarraconfuerzaamibrazo. —Coronel,nomedejeporfavor—diceconlágrimasenlosojos —.Porfavor. —Tranquilo,tesacarédeaquí. Evalúo las piedras que le sepultan e intento mover algunas. Las primerassalenconbastantefacilidad,peroelproblemaeslagrandeque tienejustoencima. —Wes,escúchame.Voyaintentarmoverlaperotútienesqueponer detuparteeintentararrastrarteparasalir,¿deacuerdo? Le miro y cuando asiente, cuento hasta tres y levanto el muro sacando fuerzas de donde creía que no me quedaban. En ese momento, notounapresenciacercadenosotros.Esunniñoquenosmiraasustado. Me quedo quieto mirándole, aguantando aún el peso del hormigón con mis brazos. De repente, saca una pistola y gritando consignas en árabe, disparavariostirosaWesleyenlacabeza. —¡No!—gritocontodasmisfuerzas. Apartirdeahí,lasimágenesenmicabezasucedenaunavelocidad devértigo.Elniñoapuntasupistolaahorahaciamí.Agacholacabezay veoaWesleymuerto.Sinpensarlodosveces,miinstintodesupervivencia renacedelascenizasydejocaerelmuroencimadelcuerposinvidademi soldadoaltiempoquesacomipistolaydisparoalcríoenlacabeza.No contentoconello,caminohaciaélypresodelarabia,vacíomicargador ensupequeñocuerpomientraslaslágrimasbrotandemisojossinfreno. Meincorporoenlacamadeunsobresalto.Respirocondificultady tengoelcuerpoempapadoensudor.Además,mehevueltoamearencima. Otravezlasputaspesadillas. —Genial Dr. Monroe, andaba usted bastante desencaminado, no solo no desaparecen sino que parecen ser más intensas que hace unas semanas. Melevantodelacama,arrastrandoconmigolassábanas,quemeto enlalavadoraparalavarlas,ymevoyaladucha.Abroelgrifoyesperoa que el agua salga caliente mientras me quedo mirando mi reflejo en el espejoduranteunrato. Las pesadillas van variando según el día. No siempre son las mismas, pero se empeñan en recrear tan al pie de la letra algunos episodios que viví en Afganistán, que a veces creo que no estoy durmiendo, sino que todo está volviendo a suceder. Cansado de ver el reflejo de mi imagen lleno de “recuerdos” de la guerra, doy un fuerte puñetazo al espejo, rompiéndolo en varios pedazos y provocándome varioscortesenlamano. Memetoenladuchaymequedoinmóvilbajoelchorrodeagua, dejando que resbale por mi cuerpo. Abro la mano herida y la pongo también debajo del agua para intentar limpiar la herida. Cuando veo la sangre brotar, la habitación empieza a dar vueltas y me veo obligado a apoyar la espalda contra las baldosas de la ducha. Mi respiración se acelera y empiezo a frotarme nervioso la mano, intentado hacer desaparecer todo rastro rojo. Cuando me doy cuenta de que es una tarea complicada, empiezo a temblar y, derrotado y sin fuerzas para seguir luchando, resbalo por la pared hasta quedarme sentado en el plato de la ducha.Meabandono,dejandoquemicuerpoactúesincontrol,mientrasla sangrebrotapormimanoylaslágrimaspormisojos.Dejoqueunpeso sobrehumanomeaprisioneelpecho.Mecuestarespirarconnormalidady el sonido de los latidos de mi corazón rebota en los tímpanos de mis oídos. Balanceo mi cuerpo hacia delante y hacia atrás, como si lo estuvierameciendo,duranteunespaciodetiempoincalculable. —¡Esunaorden,Coronel! —Peroseñor,esunacasaparticular. —Sí,lacasadenuestroobjetivo. —Pero…Habrániñosycivilesinocentes. —Yo prefiero llamarles daños colaterales —contesta el Mayor Phillips,misuperior,atravésdelteléfonovíasatélite—.Yahora,entren enesacasaydisparenatodoloquesemueva.Nopodemoscorrerriesgos innecesarios.¡Esunaorden! Doy la señal a mis hombres, suelto aire con fuerza y dando una patadaalapuertaentramosenlacasadeunodeloslugartenientesdeBin Laden.Lamisiónresultatodounéxitoporqueacabamosconsuvidaycon ladedoshombresimportantesdentrodelacédulaterrorista.Unéxitoal menosparamissuperioresylaopiniónpública,porqueyonopuedodejar depensarenlosmásdeveinte“dañoscolaterales”queyacentumbadosen elsuelo.Esosdañoscolateralesqueminutosantesmemirabansuplicantes con las manos levantadas en señal de rendición. Esos daños colaterales queprotegíanconsucuerpoasushijos.Esosdañoscolateralesconojos aterradoscomolosdelniñodeaquellacasa. Dos horas más tarde, tras superar la pequeña crisis de antes, me encuentrosentadoenmitaddeunvagóntotalmentevacío.Sacoellibroy empiezoaleerpordondelohabíadejado.Estoyapuntodeacabarlo,así que esta semana, cuando vaya a la visita del Dr. Monroe, tendré que devolverlelosquemellevelasemanapasadaypedirleprestadosalgunos más. Mividasehaconvertidoenunputobuclesinfin.Duermomáximo una hora al día, tengo pesadillas, me levanto sudado y muchas veces meado,meducho,mevengoaquí,leohastaelamanecer,salgoatomarun café,paseoporCentralParkdurantehoras,comocualquiercosa,vuelvoa casa,metirovariashorasviendolatelevisiónomejordichocambiando deuncanalaotrosinprestaratenciónanadaenparticular,salgoacorrer, vuelvoacasa,cenoloquehayaenlaneveraquenoestépodrido,ysobre las2delamadrugada,mevuelvoalacamaparamihoradiariadesueño. Yasídíatrasdía,exceptolosviernes,quemirutinasevemodificadapor lavisitasemanalalpsiquiatraquemepagaelgobiernoparaayudarmea curar lo que diagnosticaron como estrés post-traumático provocado por loscasiseisañosquemetiréenAfganistándefendiendoamipaís. A pesar de que me encantaría estirarme en la cama y poder conciliarelsueñodurantealmenoscuatrohorasseguidas,laspesadillas nomedejandormirmásdeunahoraseguida.Asípues,paraevitarvolver a cerrar los ojos y no tener que revivir ese horror, me las apañé para encontrarunsitioconelsuficienteruidocomoparamantenermedespierto toda la noche, como es el metro. Y para mantener la mente ocupada, empecéaleerdeformacompulsiva. Esta semana está siendo especialmente dura. Estamos a jueves y creo que desde el sábado pasado no he sido capaz de dormir más de 5 horasentotal.Tengotantacafeínaenelcuerpoquecreoquepodríamear café.Aúnasí,meempiezaacostarenfocarlamiradaylaslíneasdellibro empiezan a solaparse. Me froto los ojos repetidamente y finalmente decidodejardeleeryrelajarlavistaunratocerrandolosojos. Noveonada.Mehantapadolacabezaconunaespeciedebolsade teladesaco.Oigohablarárabeamialrededor.Intentoagudizareloídoy soycapazdedistinguiralmenostresvocesdiferentes,todasdehombres. Hablanenárabeydistingopalabrasyfrasessueltascomo“muertononos sirvedenada”,“paliza”,“coronel”o“matanzadeKandahar”. Derepenteunfuertegolpeenlacejametumba.Noloesperaba,no estaba alerta porque estaba concentrado escuchando la conversación. El dolor es insoportable, pero no les doy el gusto de gritar ni quejarme. Simplemente,aprietolosdientesconfuerzayrespiroprofundamente.Me agarrandelassolapasdeluniformeyvuelvenaponermederodillas.Me sientocomounpelele,conlasmanosatadasalaespaldaysinpoderverlo que pasa a mi alrededor. Dependo totalmente de lo que mis oídos son capacesdeescuchar. Empiezoanotarenlabocaelsabormetálicodemipropiasangre ysientocómoelpárpadosemevacerrandoamedidaquesehincha.Otro golpeenlascostillasmehacedoblardenuevo,cortándomelarespiración. Abrolabocaparaintentarqueelpocoairequequedadentrodelabolsa entre directo a mis pulmones, pero se me llena de sangre y toso, provocándome un dolor insoportable en la zona abdominal. De repente vuelven a incorporarme y me quitan la bolsa de la cabeza. Mi primera reacción es inspirar todo lo profundo que el dolor en las costillas me permitayluegoalzolacabezaparaintentarreconoceramiscaptores. —¡Nonosmires!—gritaneninglés,golpeándomedenuevoconla culatadelkalashnikov—.¡Agachalacabezaynoseteocurralevantarla! ¡Muestrarespeto! —¡Danos las coordenadas del campamento base! —me grita otro deellos. Me interrogan durante horas y como me niego a darles la información, me golpean y torturan sin piedad hasta que la vista se me nublaytodoempiezaadarmevueltas. Abro los ojos sobresaltado, con la respiración entrecortada. ¡Mierda, me he quedado dormido en el vagón! Miro a mi alrededor, asustado y desorientado, y entonces la veo de pie a mi lado, la misma chica de ayer, a la que le espanté a esos capullos de encima y que luego saltódelvagóncomosiestuvieraenllamas.Instintivamentemirohaciami entrepiernaydoylasgraciasalcomprobarque,almenosestavez,nome hemeadoencima.Bastantevergonzosoesquemehayavistoaterrorizado, en plena crisis, como para que encima me hubiera visto meándome de miedo. —¿Estás bien? —me pregunta con voz dulce—. Estaba ahí detrás sentadayderepenteteheoídogritar... Confundido,arrugolafrenteymepongoenpiesinsaberbienqué haceracontinuación.Doyvueltassobremímismoconlasensacióndeque me falta algo. Mi cabeza aún intenta ponerse en orden y soy incapaz de pensarconclaridad. —Toma,setedebedehabercaído—dicetendiéndomeellibro—. Estabaenelsuelo. Libro.Sí.Esoechabaenfalta.Loagarroysusojossefijanenel vendajequecubremimanoyyoreparodenuevoenél.Laverdadesque nopusemuchoempeñoencurarmeyprotegerlaherida,yelresultadose notaporquelasangrehaempapadopartedelavenda,tiñendoelblancode rojo. —Deberías de ir a que te miraran eso. Parece que no está curado del todo y si es una herida grande, necesitarás puntos —me dice con naturalidadsinincomodarmeconpreguntasacercadecómomelohice. ¿Quécoñohagoaquídepieaún?Encondicionesnormales,huiría de cualquier tipo de contacto humano, pero tiene como un imán que me impide alejarme. ¿Por qué me siento atraído por ella? Y lo más importante, ¿por qué ella parece cómoda conmigo? ¿Por qué no huye? ¿Acaso no me ve? ¿Acaso no se da cuenta de que soy un desecho social incapazderelacionarse? Levantolacabezaymisojosseencuentranconlossuyos.Nome juzgan,sinoquememiranconinterésydesprendensinceridadysencillez. Sigosinsaberquédecir.Séquedeberíaseramable,quieroserlo. Darle las gracias por recogerme el libro, decirle que estoy bien aunque salta a la vista que no es verdad y, sobre todo, borrar de mi cara la expresión de loco que debo de tener ahora mismo. Pero soy incapaz de hablar. El Dr. Monroe me diría, como muchas otras veces he oído, que uno de los síntomas del estrés post-traumático es la incapacidad para relacionarme con los demás. Yo creo que es el miedo a que los demás veanenloquemeheconvertido.Esporesoquellevomásdeunañosin entablarconversaciónconnadiequenoseaelpsiquiatra,yseguroqueél tendríaalgoqueobjetardiciendoqueconversarnoesexactamenteloque hacemoslamayoríadedías. Peroconellaesdiferente.Ellahasidotestigodemipeorversióny aquísigue,interesándosepormí,siendoamableydándomeconversación. —“1984″ de George Orwell. Me encanta. Es uno de mis libros favoritos. Miroellibrodenuevoeintentoreaccionarcontodasmisfuerzas. Mehumedezcoloslabiosytragosaliva.Tengolabocasecaypormásque lamuevointentandovocalizar,migargantanoemiteningúnsonido.Ella memirayporunmomentocreoqueescapazdeverlabatallaqueseestá librando en mi interior entre mis ganas de relacionarme y la imposibilidad de hacerlo. Me sonríe y echándome un cable, sigue dándomeconversación. —Leesmucho,¿verdad?Siemprequeteveollevasunlibroentre lasmanos.Amítambiénmegustamucho.¿Conoces“Elguardiánentreel centeno” de J.D. Salinger? Es muy bueno también. —Cualquier otro hubierapasadohaceratodeconversarconunapared,peroellano—.Si nolohasleído,telorecomiendo.Tegustará. Lavozanunciandolapróximaparadaresuenaportodoelvagón, intentandoromperelhechizo,peroaúnasí,nosseguimosmirandoalos ojos. Me siento hipnotizado por ella, por cómo sus palabras y su expresión me hacen sentir cómodo y relajado. El convoy frena poco a pocoyellasegirahacialaspuertas. —Bueno,yomebajoaquí.Supongoquenosiremosviendo,¿no? Parecequesomosbastantenocturnos.—Trasvariossegundosesperando una respuesta, o al menos una reacción por mi parte, agacha la cabeza resignadayagarrandoelasadesubolso,sedamediavuelta. Laobservomientrassepierdeporelandénynoapartolamirada ni cuando el metro se vuelve a poner en marcha y entramos en el túnel. Noto mi corazón latir con más fuerza de lo habitual y tengo que hacer verdaderosesfuerzospararecobrarlacompostura. Me dejo caer en el asiento mientras clavo la vista en el libro que sostengo con fuerza en las manos. No puedo dejar de darle vueltas al hechodequeesachicahasidotestigodeunademispesadillasyenlugar de alucinar y correr hasta el vagón más alejado, se quedó a mi lado. En lugar de poner una mueca de asco, me regaló una preciosa sonrisa. En lugar de agachar la cabeza y pasar de mí, se preocupó y conversó conmigo durante un rato. ¿Y qué le doy yo a cambio? Nada… Bueno, miento, sí le di algo, una cara de loco como la que tengo cada noche cuandomedespiertosobresaltadotrasunapesadilla. Definitivamente,hetenidosuficientelecturaporhoy.Necesitosalir al exterior y tomar el aire, así que me bajo en la siguiente estación y decidovolveracasacaminando,aunquehastaBrooklyntengamásdeuna horaapie.Mevendrábien. Durante el paseo hasta mi apartamento, no paro de dar vueltas a todo lo sucedido. Es una completa desconocida, de hecho, no sé ni su nombre,aunquenoesqueyolehayadadomuchopieadecírmelo…Solo séloqueseveasimplevista,queesrubia,conojosazules,quesebajadel metroenelVillageyporloqueparece,siemprealamismahora.Loque mehacepreguntarme,¿quéhaceunachicacomoellacogiendoelmetroa altashorasdelamadrugada?Espeligroso...Asaberloquehabríapasado sinollegoaestaryolaotranoche… Además, ha dicho que siempre que me ha visto estaba leyendo… ¿Hacemuchoquecoincidimos?Comointentoconcentrarmeporcompleto enlalectura,nomehefijadoenellahastalaotranoche.Ytampocohabría llamadomiatenciónsiesosimbécilesnolahubieranmolestado. Cuando llego a casa, abro la nevera y saco una cerveza. Doy un gran sorbo, me siento en el sofá y echo la cabeza hacia atrás. Solo entoncessoyconscientedelhecho.Desdequemehablóysepreocupópor mí,nohepodidoquitármeladelacabezayloqueesmásimportante,ella ha sido la única dueña de mis pensamientos. Se ha convertido en una especie de analgésico para calmar los gritos, llantos, disparos y explosiones que viven dentro de mí desde que hace algo más de un año. Quizádebería…bueno,podríaintentarhablarconella.Aunqueconeldon de gentes que tengo últimamente, no sé si seré capaz de pronunciar palabra. —Hola —digo en voz alta—. Soy Nathan. ¿Y tú te llamas…? De nadaporlodelotrodía.Sí,megustaleer,mantienemimenteocupaday no,noheleído“ElGuardiánentreelcenteno”perololeeré.¿Tomamos uncafé? ¿Noparecetandifícil,¿verdad?Vale,colega,ahorasólotienesque intentarloconelladelante.Miroelreloj.Estáapuntodeamanecer.Voya saliracorreryluegopararéaporuncaféparamantenermedespiertoel restodeldíay,sobretodo,parallegarenteroalanoche.Estoydecidido, voyaintentarlo. CAPÍTULO4 Maddie —¿QuiénesBarry? —Unvecino—contestoextrañada—.¿Por? —Serás perra —me responde achinando los ojos—. Ya no me cuentasnada… —Andrew, no hay nada que contar. Además, ¿tú cómo conoces a Barry? —Porque llamó antes de que llegaras y te dejó un mensaje… — diceponiendounasonrisadeorejaaoreja—.Perocomoyanomecuentas nada,tequedassinsaberquédecíaelmensaje. —Puesvale… Me doy la vuelta y me meto en la trastienda para empezar a prepararlosencargosdeldía.SéqueAndrewnovaapoderaguantarsin que le cuente quién es Barry con todo lujo de detalles, así que tarde o temprano me enteraré del mensaje, que por otra parte me tiene bastante intrigada. —¡¿Pero cómo puedes ser tan cruel?! —me grita menos de un minutodespués. —Andrew, estás muy desesperado por un cotilleo. Ni un minuto hastardadoenvolverarrastrándote. —Escierto,estoyfaltodevidasocial.Laszorrasdemisamigosno me proporcionan nada nuevo. Todos están en una época demasiado monógama…Vamos,loquevienesiendoaburrido. —EnserioAndrew,losgaisnosiempreestáisobligadosacumplir coneltopicazodequesoispromiscuosyunoscotillas… —Pues a mí me encantan los topicazos, así que venga por Dios. ¿QuiénesBarry?¿Dóndeleconociste?¿Porquétehadejadounmensaje paraquelellamesyquedéisparatomarosuncafé? Lemiroymemuestraelpapeldondetieneapuntadounnúmerode teléfono.Melotiendeponiendocaradepenaparaqueselocuentetodo.Y comoleadoroynomepuedoresistir,alfinalclaudico. —Aver,porpartes.Barryesunvecinodemiedificio… —¡¿Perdona?! —dice poniendo su mano encima del pecho de formaexagerada—.¿Temudastehacecuánto?¿Antesdeayer?¿Yyaestás ligando?Deverdadqueestásrecuperandoeltiempoperdido. —¿Puedo? —Sí,perdona.Esquemeemocionoconestascosas. LeexplicolahistoriadecómoconocíaBarryenelcuartodelas lavadoras.Deloamablequefueconmigoydeloagradablequefuehablar conélmientrasAndrewmemiraatentocomosiestuvieratomandonotas paraunexamen. —¿Yaquéesperasallamarle?—mediceseñalandoconlamirada elpapelquemehadadoantes. —Sí…Sí,ahoralellamo. —Uy…¿Pero...? —¿Qué?No…nohaypero…Parece,perfecto. —Maddie,nosconocemoshaceaños.Sélomalquelohaspasado conelinnombrableytevoyadecirunacosa:temerecesserfeliz.Nadiete dicequeesetalBarryseaelhombredetuvida,perosinolocatas,nolo sabrásnunca. —Losé… —Ah,quehayotroperoentonces…—mecogedelamanoyme hacesentarenuntaburete,haciendolopropioéleneldedelante—.Esto seponeinteresante.CuéntaseloalDoctorAmor. Sonrío tímidamente agachando la cabeza porque lo cierto es que estonoesnadapropiodemí,aunqueyonolohayabuscado.Siemprehe sidounaesposatímidaysumisa,yunaamadecasaaplicadayservicial. NuncahicenadaqueMarknoquisiera,nuncafui…mala,porasídecirlo. Quizá me sentía en deuda con él por no haberme dejado cuando nos enteramos de que yo no podía tener hijos. Como si aquello fuera culpa mía.¡Quétontafui!¡Estaragradecidaaalguienpornodejarme!Cadavez que lo pienso… Total, para luego enterarme de que él se había buscado una amiguita que, si hubiéramos tenido hijos, posiblemente tendría la mismaedadquealgunodeellos… —Maddie—interrumpeAndrewmispensamientos—.Meencanta, quelosepas. —¿Elquéteencanta?—contestoconfundida. —Queseteformeesasonrisaenlacaraporunhombre. Me abraza y me da un beso en la frente. Por primera vez en muchosaños,estoyilusionadaconalgo.Meencantalaperspectivademi nuevavida. —La verdad es que aunque estoy harta de lavar calzoncillos, la ideaquealgúnhombrepuedadespertarlasmariposasdemiestómago,me encanta. —Diquesí.Queyoempezabaapensarquetusmariposasestaban disecadas. —Serás…—digohaciendoelamagodedarleunmanotazo. —Venga, pues descríbeme a este tal Barry que ha obrado el milagro. —Bueno, es que en realidad… —empiezo a decir intentando buscar las palabras adecuadas—. Barry está bien. Es muy simpático, educado,amable,parecelimpio,culto… —Sabíaquehabíaunpero…¡Confiesa,bellaca! —Queelquemehahechosentir…algo,noesBarry,esJack. —¡¿Jack?!¡¿Yesequiénes?!Mejordicho,¡¿quiénerestúyquéhas hechoconmiamiga?! Mepongorojaalinstante.Laverdadesquesíparezcounafresca. Empiezoaretorcerelpapeldecelofánparaenvolverlasfloresquetenía en las manos y me giro para esconderme de Andrew, pero él me agarra delbrazo. —Eh,noseastonta.Esbromamujer… —Esquedichoenvozalta,síparezcounafresca. —¿Una fresca? ¿Pero qué has hecho? ¿Ha habido…? —dice mientrasjuntalosdedoshaciendounaseñaobscena. —¡No!¡PorDios,no! —Puesentoncestranquila,noeresunafresca.Tesorprenderíasde lasqueandansueltasporahí…Venga,esetalJack,cuenta. Suelto un largo suspiro y pienso en cómo describirle sin que Andrewmemirecomosihubieraperdidolacabeza. —Jackesmivecinodeallado—empiezoadecir,comedida—.Le conocíporqueelgrifodelacocinaperdíaaguayfuiapedirleunallave inglesa. —Mmmm… Eso es muy de peli porno amiga… En plan, ¿me prestastuherramienta? Suelta una carcajada al ver mi cara. Me he puesto roja hasta el puntodequeparecequevoyaestallar. —Te estás convirtiendo en una puerca, ¿eh? —dice cogiéndome por el cuello y acercándome a él—. ¡Qué orgulloso estoy de ti! Mis consejossurtenefecto.Continúa,joven“padawan”. —Pues eso —digo tras varios segundos en los que intento recomponerme—.Quealfinalvinoacasayarreglóelgrifo.Yluegopor lanoche… —Aymadre,¿tengoquehacerpalomitas? —¡Calla!Meponesnerviosadiciendoesascosas.Medavergüenza, lo sabes. No estoy acostumbrada a ir… ligando con vecinos, y con tus comentarios no me ayudas… Además, te imaginas cosas que no han pasado. —Vale, vale. Perdona —dice enseñándome su mejor cara de arrepentimiento, y haciendo un movimiento con la mano, me insta a continuar—.Yluegoporlanoche… —Coincidimostambiénenelcuartodelaslavadoras—lemiroy séquesemuerepordeciralgo,consusojosabiertoscomoplatosylos labios apretados en una fina línea, así que rápidamente sigo—: Llegó cuandoestabahablandoconBarryycuandoéstesefue,leayudéahacerla colada. Sonríoalrecordarsuexpresióncontrariada,mirandolalavadora comosifueraunrompecabezasdiabólico.Alrecordarsurisacuandole hice darse cuenta de que le faltaba el detergente. ¡Cómo le cambia la expresióncuandosonríe!Aunquealgomedicequenolohaceamenudo. Cuando levanto la vista hacia Andrew, le veo sonreírme con las cejas levantadas. —¿Qué?—lepreguntoriendo—.Nomemiresasí… —PuesqueahoraestabaspensandoenesetalJackylacaraquese tehapuestoesparaenmarcar… —Caradeboba,quieresdecir. —No, cara de felicidad y de ilusión, Maddie. Una cara que hacía tiempoquenoteveía.EseJack,yamecaebien. —De todos modos, no creo que él esté demasiado interesado en mí. —¿Y eso como lo sabes? ¿Te lo ha dicho él? No te ofendas Maddie,perollevasdemasiadotiempo“fueradelmercado”comoparaser tanperspicazenestostemas. —Bueno, lo digo más que nada porque se notaba que Barry quería… agradar, ser simpático. No digo que no lo sea en realidad, que conste. En cambio Jack… es bruto y borde, no sonrió excepto en una ocasión,memirabacomosivieraaunfantasma… —Joder,meestásdescribiendoaunajoya.Peroencambio,cuando hablasdeél,seteiluminalacara,asíquealgotendrá. —Aún tengo que descubrirlo, pero me atrae. Es diferente. No sé cómoexplicarlo. —Creoqueteentiendo,BarryeselnuevoMark,másdelomismo. Listo,amable,caballeroso,educado,peroquepuedesalirrana.Jackesla antítesisaloqueestabasacostumbrada. —Y tan antítesis. Cuando le vi por primera vez iba sin afeitar, despeinado,conunacamisetayunpantalónllenodemanchasyfumando, pero todo el conjunto me pareció de lo más… sexy. Y ya cuando me arreglóelgrifoyleviahídebajodelfregaderoestiradoyluegoselimpió lasmanosenelpantalón… —Teentiendo.Delomáscamioneroperotanvaronil… —¡Exacto! Además luego por la noche me mostró una cara bastante más amable. Se había duchado, aunque su vestimenta no era ningunamaravilla,sedebióponerlomenossucioqueencontró,yaunque alprincipiosemostróigualdeesquivoqueporlamañana,luegoincluso conseguíquesonrierayestuvimoscharlandounrato. —Esuncomienzo… —Ya,perofueunaconversacióncortaenlaqueyohabléporlos codosyélselimitóaescucharme.Leexpliquéquetengounafloristería, queestoyseparada,quetengo52años…ydeélsoloaverigüéquetiene48 años.Mediolaimpresióndequenoestabamuyporlalabor… —¿Y qué vas a hacer? Si tus impresiones son correctas, Barry sí está interesado pero a ti no te hace tilín y Jack no está interesado y tú te mueresporquitarlelaroñaalametones. —PorDios,Andrew,nomeseasguarro. —Aix, perdone alteza por mis aberrantes palabras. Pero respóndamelapregunta… —Bueno,tengoganasdesalirydedivertirmeunrato,queyame toca —digo arrancando el papel con el número de teléfono de Barry de susmanos—.AsíquecomoJacknoestáporlalabor,voyadevolverlela llamadaaBarry. Quedamosentomarnosuncaféporlatarde.Encuantosalgadela oficinapasaráporlatiendaarecogerme. —¿Ya? ¿Hoy mismo? ¡Pues sí que tiene ganas de salir contigo, chica! El resto del día pasa relativamente rápido y como tenemos bastantesencargosquepreparar,Andrewseescapaalatiendavegetariana de la esquina y trae comida para los dos. Así que no salgo de la tienda hastaquealasseisdelatarde,lacampanilladeencimadelapuertasuena y al levantar la vista veo a Barry con una gran sonrisa en la cara. Al instante noto la presencia de Andrew revoloteando alrededor para no perderseniundetalle.Lemiradearribaabajosinningúndisimulo.Como éldijo,mepasaríaabuscaralsalirdelaoficina,asíquevavestidocon trajeyllevaelmaletínenlamano.Segúnmecontóelotrodía,trabajaen labolsaperonoesdelosquepegangritosenmediodelasalacomprando yvendiendoactivos,sinodelosqueatiendenporteléfonolaspeticiones desusclientesylesaconsejanacercadeenquéinvertir. —Hola,Maddie—mesaludaacercándoseparadarmedosbesosy letiendelamanoaAndrew—.Hola.SoyBarry. —Hola,Barry—dicemirándoleachinandolosojosyarrugandola nariz,comosiestuvieraestudiándolealmáspuroestiloRobocop. —Hola, Barry —digo yo dándole un codazo en las costillas a Andrew—.Cojoelbolsoyahorasalgo. —Vale—diceyempiezaamiraralrededorinteresado. Unavezdentroenlatrastienda,estoyguardandotodoenelbolsoy meretocounpocoelmaquillaje,cuandoAndrewentradetrásdemí. —Noestámal—diceespiándoleatravésdelacortina—.Escomo dices.Másdelomismo. —Andrew…Simedasesosánimos,vamoslistos… —Cariño, yo puedo decir misa, que la que decides eres tú. Si te gusta,adelante. MiramoslosdosdisimuladamentehaciaBarryylevemosplantado donde estaba, mirando aún alrededor, curioso, hasta que encuentra un espejoyseacercaaél.Sealisabienlaamericanaysecolocaelnudodela corbataensusitio.Luegosepeinaelpeloconlosdedosycompruebael resultado. —Síhijo,sí.Yaestásperfecto—comentaAndrewconunamueca enlacara,ganándoseungolpeenlascostillasdemiparte—.¡Ah!Bruta… —Otecomportasonoteescriboluegoparacontartenada. ≈≈≈ La cita resulta ser muy amena y cumple con los cánones establecidos y las “normas no escritas” de las primeras citas. Me lleva a tomaruncaféyentodomomentosecomportacomouncaballero,hastael punto de colocarme la silla para sentarme, como si estuviéramos en el Ritz. Mecuentaquetiene58años,queestádivorciado,quetiene2hijas ya casadas y 3 nietos. Hablamos de los motivos de ambos para divorciarse,aunquemaquillémiversiónconunsimple,seacabóelamor, motivo no del todo falso pero no el real. Él me explica que su mujer le presentó los papeles del divorcio de buenas a primeras y que aún está intentando averiguar el motivo, pero que los firmó porque siempre ha queridoverasumujerfelizyesoesloqueellaquería.Siestuvieraaquí Andrewestaríaretorciéndoseensuasientoyhaciendomuecasdeasco. Luegopasamosalasaficionesymecuentaqueesaficionadoala músicaclásica.Alyoexplicarlequemeencantaeljazzyelsoulperoque nuncamehesentidoespecialmenteatraídaporlamúsicaclásica,promete llevarmealaópera. Acabamosfinalmentehablandodenuestrosrespectivostrabajos.Él habla con pasión del suyo, confesándome la adrenalina que recorre su cuerpo ante el ritmo frenético de las transacciones y las decisiones tomadas en fracciones de segundo, mientras yo hablo del orgullo que sientoaltenerypodertirarparaadelanteunnegociototalmentemío. Soncasilasnuevecuandogiramoslaesquinadenuestracalle.Él yallevaunratohablándomedesitiosdelbarrioquepuedensermeútiles comodóndecomprarlosmejorescronuts,unsupermercadoconprecios asequiblesounalicoreríadóndeencontrarbuenvino.Perocuandolevanto lavistahaciaelportal,veouncocheaparcadoenfrenteyaJackhablando conunhombre.Aesadistanciapuedoobservarledetenidamente,aunqueal seroscuro,notodolobienquemegustaría.Llevaunosvaquerososcuros y una camiseta de manga corta que se le ciñe al bíceps de forma escandalosa. Está fumando y coge el cigarrillo de una forma que se me antojadelomássexy. —Maddie, ¿te parece bien? —dice Barry devolviéndome a la realidad—. Decía que si te parece bien, podríamos quedar un día de la semanaquevieneparacenar,ocomerotomarnosunacopadevino.Lo quequieras…Siteapetece,claro. Sonríocomorespuesta,porqueaunquemisojoslemiranaél,mi menteestáocupada,pendientedelhombrequetengoamiderechaahora mismo.Cuandonoscruzamos,yolemirodereojoyporunafracciónde segundo,nuestrasmiradassecruzan.Yentoncesmequedodepiedraaloír hablarenrusoalhombrequeestájuntoaél.Intentodisimularmisorpresa lo máximo posible y retener con todas mis fuerzas las ganas de girar la cabezayecharleunrepasoasuespaldaysuculo. Barrymeacompañahastamipuerta,aunqueélvivedospisospor debajo.Nosquedamosunratoenesesilencioincómodotanpropiodelas primerascitas. —HasidomuyagradableBarry.Gracias. —Cuandoquieras,repetimos.Solotienesquedecirmequédíadela semanaquevienetevabieny… YanooigomásporqueveoapareceraJackporlasescalerascon su típica expresión seria. Cuando nos ve, ni siquiera nos saluda, simplemente agacha la cabeza y solo la levanta para mirarme a los ojos cuandopasapornuestrolado.Esunsegundodenada,peroalinstanteme hace sonrojar y sin poder evitarlo, me pongo nerviosa y me muerdo el labio inferior disimuladamente. La respiración se me vuelve irregular y solorecobrolacomposturacuandoentraensuapartamento. —¿TeparecebienMaddie?¿Quedamosasí?—insisteBarry. —Perdona. ¿Decías? —respondo sintiéndome culpable al instante por no hacer caso a ese hombre que es atractivo, educado, inteligente, agradableyqueademássaltaalavistaqueestáinteresadoenmí. BarrymirahacialapuertadelapartamentodeJackantesdehablar. Seguroquehanotadocómomisojoseranincapacesdedespegarsedemi vecino, el cual, en su línea habitual, no ha demostrado el más mínimo interésenmíysehacomportadotanesquivocomosiempre. —Que cuando te apetezca salir un rato, sabes donde vivo — contestaconuntonodederrotaqueleesdifícildedisimular. —Vale, lo tendré en cuenta —digo poniendo mi mano en su antebrazo. Leveoperderseescalerasabajoymetolallaveenlacerradurade miapartamento.Antesdeentrar,vuelvoamirarhacialapuertadeallado deformainstintiva.Cierrolapuertadetrásdemíyapoyolaespaldayla cabezaenella.Pasadosunosminutos,voyamidormitorio,mequitolos tacones y me quedo descalza. Me pongo mi pantalón de chándal y una camiseta ancha y abro la nevera. Tras varios segundos sin poderme concentrar,lacierroycojoelmóvildelbolsoparallamaraAndrew.Ya tengovariosmensajessuyos,lacotillaqueviveenélhavueltoatomarlas riendasdesucuerpo. “¿Cómovalacita?” “No me dices nada. Eso es señal de que te lo estás pasando en grande” “¿Aúnnohasvueltoacasa?” “Esperoquenisetehayapasadoporlacabezallegaracasayno llamarme” “Perra” El último es de hace escasos minutos, así que al ver que sigue despiertoyansiosoporsaber,lellamo.Descuelgaalprimertono. —Dimequeacabasdellegaracasa. —Acabodellegaracasa. —¿Enserio?¿Nomemientes? —Palabrita. —Vale.—Ycambiandoeltonodevozconsiderablementeañade—: Cuéntamelotodo. Y así durante más de veinte minutos. Respondo a sus preguntas religiosamenteydándoletodotipodedetallesqueparamípodíanresultar insignificantes hasta el punto de no haberme siquiera fijado, pero que según él son claves en una cita. Así pues, tengo que responder a cosas como si me miraba a los ojos constantemente o si miraba nervioso alrededorcuandohablaba,sillevabaanillodecasadoaúnohacíaelgesto inconscientedetocárselo,sienalgúnmomentomerozóosimemiraba lastetas. —Bueno,puesparecequehaidobien,¿no? —Sí.Haestadobien.Mehadichoquelellamecuandomeapetezca salir. —¿Cómo?¿Notehapropuestofijarningúndíaconcreto?¿Yase ha rendido y deja en tus manos que le llames cuando te apetezca? Qué raro… —Bueno… quizá haya pasado algo que ha minado sus esperanzas… —Yaestástardando.¡Cuenta! —Cuandonosestábamosdespidiendoenlapuertademicasa,nos hemoscruzadoconJack. —¿Jackelsucio? —Sí —contesto soltando una sonrisa—. O Jack el ruso, como prefieras. Leexplicoqueestandoenlacalle,oícomosucompañero,quecreí reconocer como el mismo que le vino a recoger la otra mañana, le hablabaenrusoyélasentía. —Vaya,estehombreesunacajadesorpresas…—Ypasadosunos segundos,prosigue—.Entoncesdoyporhechoquenotesacasalrusode lacabeza… —No puedo… Tiene algo que me atrae… Es… peligroso y me gusta.Ynoparodedarlevueltasatufrase… —¡Ay, madre! ¿Qué frase? ¿Qué dije? No me hagas arrepentirme… —Antes me dijiste, refiriéndote a mi cita con Barry: “si te gusta, adelante”yelquemegustaesJack… —Puesadelante—contestaconunasonrisa. Alcabodevariosminutos,cuelgoelteléfonoaúnconunlíoenla cabeza. Doy vueltas por casa, intentando ordenar mis ideas, cuando empiezoaescucharlamúsicainconfundibledeJohnColtrane,unodemis músicosdeJazzfavoritos,procedentedelapartamentodeallado.Entorno losojos,sorprendida,yesbozounasonrisa.Asíquesinpensarlo,salgode casaycuandomedoycuenta,misnudillosestánpicandoensupuerta. Alratolaabre,aúnvestidocomoantesperodescalzo.Entoncesme doy cuenta de que he salido sin molestarme en cambiarme de ropa y desmaquillada. —Hola—diceserioyalgosorprendido—.¿Quéhasroto? Al principio me quedo cortada sin saber cómo tomarme su tono seco,peroentoncesveocomounasonrisaempiezaacurvarsuslabiosyal instantemerelajo. —Nada. Realmente no sé qué hago aquí, pero he escuchado esa música y no he podido resistirme… —Me coloco unos mechones detrás de la oreja y empiezo a retroceder justo en el momento en que él me agarradelbrazo,frenandomihuida. —Ya que has venido, ¿quieres entrar a tomarte una cerveza? Así vesmisprogresosencuantoalalimpieza. Mispies,comosifueranautónomos,decidenaceptarlainvitación yenseguidameencuentrodentrodesuapartamento. —¿Quémedicesaesacerveza? —Vale —contesto sin pensar, ya que no soy de tomar cerveza, cuando me percato de la cocina limpia y totalmente recogida—. ¡Vaya! ¡Quécambio! —Gracias. Toma. —Y al ver mi cara de horror se ve obligado a decir—.Espera,perdona.Quieresunvaso,supongo. —No,no,no.Tranquilo.Asímismomevabien.—Paradisimular, doyungrantragoalabotellayparamisorpresa,saberealmentebien. —Ven,pontecómoda—diceseñalandoasusofá. —Nosabíaquetegustaraestamúsica—digosentándome—.Qué tontería… De hecho no sé por qué lo he dicho porque realmente no nos conocemosdenada. —Bueno,sabesquearreglogrifos,quemecuestahacerfuncionar unalavadora,quecuandoquieropuedoserlimpio… —Quenosuelesafeitarteamenudo,quetegustalamúsicaJazzy quehablasruso. Sequedaparadomirándomeensilencio,conunaexpresiónqueme cuestadescifrar,hastaquefinalmentesurostroserelajaydecidehablar. —Sí, lo del afeitado no lo llevo muy bien —dice tocándose la barba. —No te queda mal —contesto intentando reconducir mi posible meteduradepata. —Yahoraqueséesedato,lollevarépeor. Enseguida nos vemos enfrascados en una conversación muy animada acerca de música, discos míticos y conciertos a los que hemos asistido.Mesorprendecuandodicequealgunanocheseescapaalrecién re-inauguradoCottonClubparaescucharalgunaactuaciónendirecto.Me siento tan cómoda, que pasada una hora me encuentro bebiendo mi segunda cerveza y sentada de lado, de cara a él, con los pies encima del sofá. Otra hora después, la voz de mi conciencia me recuerda que mañana,aunqueessábado,tengoqueabrirlatiendadenuevo,asíquemuy amipesar,medespidodeél. —Oye,Maddie—mediceapoyadoenlapuertacuandoyaestoyen elpasillo—.¿QuieresquelapróximavezquevayaalCottonteavise? —Meencantaría.—Ysegundosdespuésdedecirlomedoycuenta dequehepodidoparecerdemasiadodesesperada. —¿Mañanaporlanoche? —¡Genial!—Denuevodemasiadoansiosa,peromedaigual. —Bien —dice sonriéndome—. ¿Te recojo a las siete y cenamos algo? —Me parece perfecto. Hasta mañana entonces —digo encaminándomehaciamiapartamento,yentonces,enunarrebatomuyde mujer, me giro y le pregunto—. Oye, ¿cómo tengo que ir vestida? ¿Arregladaoinformal? —Comoquieras…Estaráspreciosaigual. Entonces, roja como un tomate y como si fuera una colegiala, corrohaciamiapartamentollenadevergüenza.Cierrolapuertaycomo hice antes, vuelvo a apoyar la espalda en ella, pero esta vez sonrío de orejaaoreja.Definitivamente,mismariposasnoestándisecadas. CAPÍTULO5 Kate Hagoeldesayunobailandoalsondelamúsica,comocadadía,ala vezquecontestoaPipperasumensajepreguntándomesivianocheaJoe. Asíescomohemosdecididollamaralmisteriosohombredelmetro. “Sílevi…Esuntipodelomásraro,Pipper…Perotienealgoque megusta…” Surespuestanosehaceesperarmásdeunminuto. “Luego paso por la cafetería y me cuentas. Ya decidiré yo si es raroosonmaníastuyasymeexplicascontodolujodedetalles,quétiene para que te guste tanto sin haberle oído hablar aún… ¡Soy muy lista y huelomacizoakilómetros!” Sonríosinpoderevitarloyantesdequesemequemenlastortitas, lesdoymediavueltaylecontesto. “Entroalas9,despuésdellevaraCodyalcolegio.Apartirdeesa horaydurante8más,nomemoverédeallí” —Mama… —¡Hola,cariño! —Nomeencuentrobien… —Mmmm… ¿Y eso? – digo tocándole la frente y comprobando quedebeseruncasodecuentitisaguda—.¿Quéteduele? —Pueeeees… —Si te lo piensas tanto es porque es mentira —me apresuro a decirletalycomomimadremedecíaamí—.Siéntateaquíquetepongo un desayuno especial de la casa con doble de chocolate y vemos si se te pasa. Le pongo una tortita con mi toque especial en forma de carita sonriente hecha de Nutella y le planto el plato delante. Él lo mira y no puedeevitarsonreírcariñosamente. —¿Ves?Curado.Misdesayunosobranmilagros,yesoqueaúnno lohasprobado… Resignado,cogeelcuchilloyeltenedoryempiezaadevorarlasin compasiónpormiobradearteenformadeemoticonoycuandollevamos unratoensilencio,yleveomásanimado,empiezoahablarle. —Dentro de pocas semanas te vas de campamentos, ¿eh? ¿Estás nervioso? —Nosésiquieroir,mamá… —¿Yeso?—digoconcaradesorpresa—.Hacemesesquellevas hablandodeellocariño.Nomepuedocreerquenoquierasirahora…¿Ha pasadoalgoenelcolegio,Cody? —No,quéva.Enelcoletodoguay. —¿Entonces? —le veo hacer muecas con la boca mientras su cabecita piensa si contarme o no el motivo de su preocupación y su repentino cambio de opinión—. Cody, soy yo… Siempre nos lo hemos contadotodo,¿no? —Esque…—Arrugalafrenteduranteunossegundos,hastaqueal final claudica—. Me parece que los campamentos valen mucho dinero y tienesquetrabajarmuchashorasenlacafeteríaparapagarlo.Yyanome importa quedarme con Rose porque los días que tienes fiesta hacemos cosaschulasperoesquellegasmuytardeacasa,cuandoyaesdenochey losmalosestánenlacalle. —Cody, cariño —digo sin poderme creer que mi hijo de cinco años sea capaz de razonar ese tipo de cosas y esté preocupado por mi seguridad—.Notepreocupespormí,enserio,mivida. —Peroesmuyoscurocuandovuelvesporqueyointentoesperarte despiertoymepongomúsicaperosiempreacabodurmiéndome,asíque esoquieredecirqueessúpertarde… —Cariño, no tienes que preocuparte porque llegue tan tarde porque… —¿Porqué?—dicepasadosunossegundosalverqueyonosigo conmifrase. Le miro a los ojos y quiero quitarle la preocupación que veo en ellosyquenotieneporquésentirunniñotanpequeño,asíquemetiroala piscinasinpensardemasiadoenlasconsecuencias. —Puesporqueunamigomeacompañaacasaymeprotege. —¿En serio? —dice relajando la cara ostensiblemente—. ¿Y es fuerte? —Mucho. —Genial….¿FuertecomoBatman,comoLobeznoocomoHulk? —Bueno… verde no es, creo que no le salen cuchillas de los nudillosyvisteconropanormalnocomounmurciélago…Esmáscomo unsoldadodeélite,comounboinaverde. —Aver—diceentornandolosojos—.¿Puedecogeraunmalodel cuelloylanzarloporlosaires? —Sí —digo asintiendo con la cabeza y orgullosa de no estar mintiendoporqueesohevistoquepuedehacerlo. —Guau…Molamucho… —¿Tequedasmástranquilo? —Sí,peroundíadilequesubaquequieroquemeenseñeahacer algunascosas. Tres horas más tarde, tras dejar a Cody en el colegio y cuando llevo cerca de unas dos horas sirviendo cafés, Pipper aparece por la puerta,ávidadenoticias. —Vale,venga,explícamelotododenuevodesdeelprincipio—me pidePippersentándoseaunladodelabarra,enlazonareservadaparalos camareros. —Buenosdíastengaustedtambién—digomirándoladereojocon unasonrisamientraslescobrounpardecafésconlecheaunosclientes—. ¿Vuestrosnombres? —Yo soy Adrian y él es Joel y ya de paso… —dice inclinándose sobreelmostradorparacogerotrovasodecartón—,toma,apuntaaquítu nombreytuteléfonoytellamoluegoparaquedar. Lemiroalzandounacejamientrasescribosusnombresenelvaso decartónyselospasoamicompañeroparaquelesprepareloscafés. —Espero que mi cara sea suficiente para responderte. Tomad el cambio. Mi compañero os dará los cafés —digo señalando hacia mi izquierdaconeldedo. —Mujer,quécarácter…Puestútelopierdes… —No lo dudo —Apoyo los brazos en la barra y pongo un gesto teatreroparaañadir—.Noerestú,soyyo. LoschicossevanymeacercoaPipperllevándolesucafésoloen lamano. —¿Algúndíapagarásporalgunodeestoscafés? —Algúndía—dicesonriendo—.Peronomecambiesdetema. Durantealgunosminutos,narrotodoloquepasóayerenelvagón, yconformelovoyexplicando,másconvencidaquedodequeJoenoestá interesadoenquenuestrarelaciónpaseamayores. —¿Y ya está? ¿Te fuiste y no pasó nada más? Algo debiste notar porsuexpresión…Algotetuvoquedaraentender…Empiezoapensar quehayalgoquenomeestáscontandoporquenopuedeser. —Es que no hay nada más que contar… Los dos encuentros han sido tal y como te los he explicado. No he omitido ni olvidado ningún detalle.MiG.I.Joetienepocodepríncipeazulyyaestá. —Puesalomejoresmuytímido… —Sí… o sordo, o mudo, o no hablamos el mismo idioma… O simplemente,unbordequepasademicara. —Alomejoresquenofuistelosuficientementeinsistente… —Pipperporfavor.¿Quéquerías?¿Quémearrastrase?Enplan“te lo suplico, ¡háblame!” —digo aderezando mi brillante interpretación poniendocaradepenayjuntandolasmanoscomosiestuvierarezando. —Solo digo que a veces hay que ahogar un poquito al príncipe paraquesevuelvaazul… —Pipper,siayerhubieraapretadomás,lehabríaahogado. —Los hombres son muy básicos y a veces más que un empujón, necesitanquelestiresdelprecipicio. —Créeme, no hay nada que rascar… —digo bajando la vista y suspirando mientras estrujo mi delantal verde—. Me arrastré tanto que hasta me da vergüenza recordarlo y sabes que no es mi estilo. Se veía claramente que no quería hablar conmigo y yo ahí, venga a hablarle y preguntarlecosas…Yaúnantesdesalirdelvagón,voyyleinsinúoque nosvolveríamosaver… —Kate,dimelaverdad,esetíoestátremendo,¿verdad? En ese momento, la campanilla de la puerta suena e inconscientemente me dirijo hacia la caja registradora para tomar nota. Echounvistazoyveoaunchicocongorraychándalparadoenmediodel pasillo.Noleveolacaraporqueselatapalavisera,mientrasbuscaunas monedasensusbolsillos.DirijodenuevolavistahaciaPipperysigola conversaciónesperandoaqueelclientellegue. —Laverdadesquemehipnotizó.Tieneunosojos… Dirijolamiradahaciadelantejustoenelmomentoenqueelcliente llegaalmostradorsinhaberlevantadoaúnlacabeza. —Hola—digoenmitonojovialdedependienteeficazysimpática. Entonces, cuando el cliente levanta la vista, ambos nos quedamos depiedramirándonosfijamente. —¡Vaya! —digo mirando de reojo a Pipper para ver que está prestando atención a la escena—. Parece que ya no solo nos vamos a encontrarenelmetroaaltashorasdelamadrugada,¿eh? Por el rabillo del ojo veo como el cuello de mi amiga se estira hasta límites insospechados para intentar no perderse nada y especialmente,parahacerleunexamenenprofundidadamiJoe.Examen, que le hago yo también, aunque de manera más disimulada, mientras esperoaquesedecidaaabrirlaboca.Parecevenirdecorrerporqueviste conunchándalyllevaunagorraenlacabeza.Elpeloqueseleveporla nucalotienecompletamenteempapadoytienelacararoja,loqueacentúa aúnmáselazuldesusojos. —¿Teechouncable?—preguntoalverquenomedicenadayque se está formando algo de cola detrás suyo—. Veamos, puesto que has entradoenunacafetería,doyporhechoquequieresuncafé. Oigo como Pipper se atraganta con el café y empieza a toser. La miroduranteunafraccióndesegundoconmicarade“¿mecreesahora?” y empezamos uno de nuestros diálogos sin palabras, solo con miradas, quesololasmujeressomoscapacesdehaceryentender.Ellamehaceun gestoparaqueseaalgomásbenevolenteconélyyolecontestoqueestoy hastalasnaricesdearrastrarmeyvoyacomportarmecomoloharíauna mujerconamorpropio.Pormuchoquemecueste.¡Oh,Diosmío!Yme va a costar, y más aún si su lengua vuelve a asomarse por su boca para humedecerseellabioinferior. —Vale—empiezoadecirdenuevointentandoimaginarqueelque tengodelanteeselgraciosillodeantesynosemejanteDiosgriego—.No leolasmentes,asíquemeseríademuchaayudasimedijerasquéquieres tomarytunombreparaapuntarloenelvaso… Élnohaapartadosusojosdelosmíosenningúnmomento,hasta quealacabarmifrase,tragasalivacondificultadyempiezaaesquivarmi miradamoviendonerviosolosojosyagachandolacabeza. —Venga, que has empezado muy bien… Has dicho “hola” y ahora… —le hago un gesto con la mano para que continúe mientras sonríoamablemente. Sigue sin mirarme y su respiración empieza a entrecortarse. Incluso creo que está sudando más que cuando entró. Empiezo a estar cansadadelaactituddeestetíoycreoquelosclientesdelacolatambién, asíqueexasperada,cojounvaso,marcoenéllacasilladelcaféconleche yescriboenlapartesuperior. —Sondosdólares—digoentonomuyseco. Mi compañero encargado de la cafetera coge el vaso que le he dejadoyalmirarlosueltaunacarcajadaynegandoconlacabezadice: —¡Vaya tío! Algo gordo tienes que haberle hecho para hacerla enfadartanto… Él le mira confundido sin saber aún porqué y luego deja los dos dólares en el mostrador justo enfrente mío. Yo sin inmutarme miro por encimadesuhombroyempiezoaatenderalrestodeclientesconlamejor demissonrisas: —¡Hola,Pete! —Hola, preciosa —me responde el abogado adicto al café y, por lotanto,clienteasiduo. —¿Lodesiempre? —Cómolosabes… “Joe”sehaechadoaunladoymantienelavistafijaensusmanos, quetieneapoyadasenlabarra,esperandomientrasacabandeprepararleel café. Hago verdaderos esfuerzos por pasar de él porque, aunque su comportamientomecabrea,algomedicequeunafuerzasuperioraéles laqueleimpidecomportarsecomoquiere,ylabuenasamaritanaquevive dentrodemímetientaparaseguirintentandocomprenderleyayudarle.Le echo una mirada de soslayo y me arrepiento al instante de lo que he escritoenelvaso,porquealversucaraséquealgovamal,ymegustaría agarrarleporloshombrosyzarandearlehastahacerlereaccionar.Osaltar porencimadelabarraymeterlelalenguahastalacampanilla,aúnnosé cualescogería. —Aquí tienes —oigo que le dice mi compañero tendiéndole el vasohumeante—.Ahíestáelazúcar,lasacarinaylascucharitas. Él coge el vaso y cuando lee lo que he escrito, sus labios se aprietan en una fina línea y sus ojos se contraen unos segundos. Su cara reflejaunasoledadquemeparteelcorazón.Séqueloqueheescritoleha dolido y me maldigo al instante por mi impulsividad. Sin volverme a mirar,segiraysedirigealasalida,justoenelmomentoenqueledoyel cambioalúltimoclientedelacolayPipperseponedelantedemí. —¿Estásbien,Kate?—mepreguntaalverquesigoconlavistafija enlapuerta,aunqueélhadesaparecidoporellahacerato. —Soy una imbécil, Pipper —contesto con los ojos llorosos y cuandolasprimeraslágrimasmeresbalanporlasmejillas,megirohacia micompañeroyledigo—.Sustitúyemeunmomento,¿vale? —Claro. Salgo del mostrador quitándome el delantal y me dirijo hacia la calledeatrásseguidaporPipper.Cuandoabrodeunmanotazolapuerta delalmacén,meapoyocontralapareddeladrilloyalinstante,alverque yanohaytestigos,dejoquelaslágrimasbrotensinoponerresistencia.Me pongo una mano delante de la boca para mitigar los sollozos y cuando Pippermeabraza,hundolacaraensucuello.Pasadosvariosminutosen losquemedejadesfogarme,seseparademíysecomislágrimas. —¿Porquédicesquehassidoimbécil? —Másqueimbécil,hesidomezquina… —Vale, les has contestado un poco seca, de acuerdo, pero no es muchopeorqueloquehahechoélestosdías,¿no? —Pipper,escribí“tontodelculo”ensuvaso… Pipperabrelosojoscomoplatosalescucharme,peroesunabuena amiga, y al momento intenta aparentar normalidad para hacerme sentir mejor. —Ytodoporquenomehacecaso…—Doblounpocolasrodillas y me peino el pelo hacia atrás—. Por favor, hasta Cody es más maduro queyo. —Notetortures.Lohecho,hechoestá.Notelotomesasí…Alo mejor,silehubierasescrito“hazmetuyaaquíyahora”sehubieraquedado con la misma cara de flipado y ahora estarías maldiciéndote por no haberlellamado“tontodelculo”. Consigue hacerme sonreír por unos segundos y empiezo a secarmelaslágrimasconlaspalmasdelasmanos.Respirohondovarias vecesmirandoalcieloparaintentartranquilizarme. —La verdad es que el chico, paradito es… Y hablador, lo que se dice hablador… pues como que no… —vuelve a decir ella—. Pero está tremendono,losiguiente.¿Esosojossonsuyos? —¿En serio Pipper? —digo con los ojos como platos y la mandíbuladesencajada. —Ay, qué tonta. Es que estoy acostumbrada a criticar las tetas de lasnuevasbailarinasquecontrataBobbyylapreguntamesalesola… Ahora sí que estallo en carcajadas hasta el punto que tengo que agarrarmeelestómago. —Asísímegustaverte—medice—.Además,vistoquehablarno sabemossisabe,peroleersí,estanochecuandolevuelvasaver,daleun vasodecafécontunúmerodeteléfono.¡Omejor!¡Tutalladesujetador! ¡No, no, no, espera! Ponle la dirección del club y le escribes “Ven y te dedicounbaileparatisolo” —Uy,deesonada…Mitrabajonocturnosequedaensecreto. —¿Por?—mepreguntaella—.Yonuncaloheocultadoanadie.No meavergüenzo. —Yotampocomeavergüenzo.Seloocultoamihijoporquetiene cincoaños,yseloocultaréacualquiertíoalquequieraligarme. —¿Por? —Porque quiero que esté conmigo por como soy, no porque esperequelehagaunnumeritocadanoche. —¿Por? —Pipper, ¡qué pesadita! Además, no sé si quiero volver a encontrarmeconJoe… —¿Quién?¡Ah!Terefieresa“tontodelculo”—Yalvermicara alzalasmanosysedisculpa—.Perdona,perdona.Sigue… —Decíaquedespuésdeloquehapasado,nosésiquierovolvera encontrármeloyesposiblequeélsientalomismo…Asíque,teniendoen cuenta que Nueva York tiene más de ocho millones de personas, es probablequenovuelvaaverle. —Eso no lo puedes asegurar… cosas menos probables se han visto… ¿Quién sabe? A lo mejor esta noche coincidís de nuevo en el metroyteestáesperandoconunramoderosasparapedirteperdón… —Sí, es lo más probable: “Oye, ¡tonto del culo! y él: ¡Gracias, tomaunasflores! —Oye,¿ysinotehablaporquelecortasdemasiado?Esdecir,alo mejorsolosevuelvemudocontigo… —¿Cuántosañostiene?¿Siete? —Nosé…—diceempezandoarendirseellatambién. —Pipper, mi vida ha sido bastante complicada siempre. Incluso ahora que estoy más estabilizada, sigue siendo algo caótica. No me apetece complicármela más… ¿Tan difícil es encontrarme un tío en el supermercado,quemepidaqueleaconsejeacercadeldetergentequedeje la ropa más limpia, que hablemos un rato, me pida el teléfono y empecemosasalir?Sinmás.Sinencuentrosmisteriososenelmetro.Sin tenerquearrastrarmeparasacarleunsimplehola… Me mira comprensiva y tras unos segundos, me incorporo decididaavolveraltrabajo. —¿Ysidecidesnocomplicártelayresultaqueélsíeraelpríncipe azul? —Pues seguiré buscándolo, y quizá baje mi nivel de exigencia a solopríncipe,seadelcolorquesea… CAPÍTULO6 Dr.Monroe Me quito las gafas y me froto los ojos, cansado. Ha sido un día agotador,tantoquecreoqueestabamásenterotrasacabarlamaratónel añopasado.Yaúnmequedalopeor.Miroelrelojydecidoestirarmeenel divánpararelajarmeunpocoantesdequelleguemisiguientepaciente,el máscomplicadodetodoslosquetengo,yalavez,alquemásganastengo deayudar. Nathan Anderson. 32 años. Coronel de los Marines de USA. Desplegado en Afganistán del 2005 hasta finales del 2011, cuando le otorgaron la baja con un diagnóstico de estrés post-traumático. Se convirtió en paciente mío hace algo más de un año, después de que un tribunal médico dictara su incapacidad y su necesidad de recibir tratamientopsicológico.Elgobiernopagasussesiones,supongoquepara expiar la culpa de haber convertido a un chico de Texas normal y corrienteenunapersonatraumatizadaqueprobablementeacabemedicada deporvida. Desdeentonces,nopuedootorgarmeelméritodeningunamejora, exceptoporelhechodequecuandollegónoserelacionabaconnadiey ahora habla conmigo. Bueno, estoy siendo muy generoso, porque la mayoríadesesionesseconviertenenunmonólogopormipartemientras él mantiene la mirada perdida. En las primeras sesiones llegué incluso a pensar que dormía con los ojos abiertos. Luego descubrí que, simplemente, no dormía casi nunca para evitar revivir los episodios traumáticosvividosenAfganistán.Lerecetépastillasparadormir,peroél se niega a tomarlas. Así que subsiste a base de cafés y ha habituado su cuerpo a poco más de una hora al día de sueño. Aunque no paro de recordarlequealfinalestolepasaráfactura,nodasubrazoatorcer. Al igual que tampoco he conseguido aplicar ninguna de mis técnicas para intentar hacerle la situación más llevadera. Curar a un pacienteconestetipodeenfermedadnoesfácilymuchasveces,algunode lossíntomaspersistetodalavida.Comoelinsomnio,quesemitigaconla ayuda de las pastillas que Nathan se niega a tomar, o los sobresaltos al escucharruidosfuertes.Soloendosocasionesleconvencíparasometerle a hipnosis. Revivió durante algo menos de media hora varios episodios vividos allí y le pareció tan real y pasó tanto miedo, que no ha querido repetirlo. Asípues,nuestrassesionessebasanenpreguntasqueyolehagoy queélresponde,ensumayorparte,conevasivas.Aveceslepreguntopor losseisañosdeconflictoquevivió,otrasporsuinfanciaysufamilia,y otras tantas por su día a día. Con sus escuetas respuestas y el informe médico que me enviaron del ejército, estoy redactando un informe con másespaciosenblancodelosquemegustaría. A pesar de sus largos silencios, sus ojos son tan expresivos que puedo sentir su dolor a través de ellos. Además, nunca ha faltado a ninguna sesión, por lo que me da esperanzas de que algo en nuestras reunioneslehagasentirbien.Poresosmotivos,Nathansehaconvertido pocoapocoenmiasignaturapendiente,yheidocogiéndolecariñohasta elpuntodequeséquemealegrarémásdesusprogresosanivelpersonal queprofesional. De repente abro un ojo al escuchar un ruido a mi derecha. Me incorporo apoyando los codos en las piernas y me quedo mirando la escena.Antemí,Nathansemuevepordelantedemilibreríabuscando,al parecer, un libro en concreto. Carraspeo para llamar su atención y él se gira. —¿Buscasalgo? —Pensabaqueestabasdormidoynoqueríamolestarte. —Notepreocupes,soloestabarelajandolamenteyordenandomis ideas.Además,yaeslahoradenuestrasesión—digomirandomireloj—. Asíquecuéntame,¿cómohaidolasemana? Hoydecidooptarporesaestrategia,lamássencillaylaquemeha dadomejorresultadoconNathan.Además,yanoinsistoenquesesiente, sino que dejo que se mueva por la habitación y haga lo que le apetezca. Soy consciente de que nuestras sesiones se salen completamente de lo establecido,peroalgomedicequeeseeselcaminoaseguir. Trasvariossegundosenlosquenomehacenicaso,melevanto, aprietoelbotónrojoenelmandoadistanciadelacámaradevídeopara empezaragrabarlasesiónymeacercoaélhastaquedarmeasulado.Le miro en busca de la respuesta que él no me da. Busca algo con mucho anhelomientrassucarasecontraecomosiestuvieraentensión. —Simedicesellibroquebuscas,tepodréayudar. Resignado, agacha la cabeza y luego la gira hacia mí. Frunce el ceñoyaprietaloslabiosyentoncessoyconscienteplenamentedequealgo ha pasado durante esta semana. Por algún motivo que desconozco aún, buscaunlibroenconcretoquedebetenerunsignificadoespecial,cuando hastaahoraselimitabaaleercualquiercosaqueyoponíaensusmanos. Unasonrisasemedibujaenloslabiossinpoderesconderla. —Nathan…—insistosonriente. —“Elguardiánentreelcenteno”. —De J.D. Salinger. Buenísimo —añado yo tras unos segundos en losquemehabíahechoilusionesdequesiguierahablando. Me muevo a un lado y me subo a la escalera para alcanzarlo. Tengounamemoriacasifotográficaysédondeestánubicadoslamayoría demislibros,asíquesolomellevaunossegundosencontrarlo.Cuandose lodoy,loagarraconfuerzaylomirasinpestañear. —Quienteloharecomendadotienemuybuengustoliterario…— comentosinquererdarmuchaimportanciaamispalabrasperosinperder devistasureacción. Enrealidadsospechoqueahíestálaclavedetodo,yestoydecidido a aprovechar este sutil cambio para intentar dar un paso adelante, por pequeño que sea. Me siento en uno de los sofás, apoyo los pies en la mesitaymeenciendouncigarrillo.Quitoeltapónalabotelladewhiskyy mesirvounpocoenunvaso.Porelrabillodelojovoycontrolandosus movimientos,ycuandoveoquepocoapocoseacercaysesientaenfrente demídecidoseguirconmiestrategia. —¿Quieres? —digo tendiéndole el paquete, y ante su negativa, añado—:¿Tetomaslaspastillas?Porquesisiguessinhacermecasoysin tomártelas,tepuedoofrecerunacopa… Comonomeresponde,cojounvaso,viertounpocodewhiskyen él y se lo tiendo. Lo mira durante un rato y al final lo coge. Lo mueve entre los dedos durante unos segundos, haciendo bailar el líquido en su interior, hasta que al final suelta un suspiro y apoya la espalda contra el respaldodelsofá.Imitandomigesto,apoyalospiesenlamesitayechala cabeza hacia atrás. Creo que es la primera vez que le veo afectado de algún modo por algo que no sean sus recuerdos y necesito saber qué misterioseescondedetrásdeeselibro. —¿Y bien? ¿Quién es el ávido lector que te aprecia tanto como paraquererquedisfrutesdeunlibrocomoese?—digoseñalandoellibro quedescansaensuregazo—:¿Oávidalectora? Apoya el brazo en el respaldo del sofá, sin soltar el vaso, con la bebidaaúnintacta,mientrassefrotalosojosconlaotramano. —Nathan,llevomásdeunañotratándoteynuncatehabíavistotan interesado por algo como lo estás por ese libro, así que por favor, necesito saber quién ha obrado el milagro —le digo echando mi cuerpo hacia delante, apoyando mis codos en las piernas—. Al menos necesito saber a quién tengo que decirle al gobierno que le dé mis honorarios, porqueparecehaberconseguidoalgohastaahoraimposibleparamí… Consigohacerquesonríaycreoquepocoapocovoyrompiendo suresistencia. —¿Hombre o mujer? Tengo mucha paciencia Nathan y sabes que eresmiúltimopacientedeldía,conloquenotengoprisa…Mimujerya sabequelosviernesvienestúysabeloquetoca. Me mira durante un rato entornando los ojos hasta que al final chasquealalenguaresignado. —Mujer. —¿Lahasconocidoestasemana? —Sí. Dos palabras en menos de diez segundos. La cosa va bien. Como no quiero tensar la cuerda tanto como para llegar a romperla, voy a echarleuncable. —Yteniendoencuentaqueterecomendóunlibro,supongoquela conocisteenunodetustrayectosnocturnosenmetro,¿no? —Sí. —¿Ylahasvistosoloesavezomásveces? —Tresveces. —¿Todasenelmetro? —No. —Entonces… —No puede ser… pero tengo que asegurarme—. ¿Habéisquedadooalgo? —No.Estamañanahemoscoincididoporcasualidadenlacafetería dondeellatrabaja. Sinofueraporquesoyuntíoformal,ahoramismomepondríaa darsaltospormidespacho.Ynoesparamenos,porqueeslaprimeravez desdequeNathanesmipacientequeleoigounafrasetanlarga. —¿Y cómo te has sentido al hablar con alguien? Aparte de conmigo,claroestá. Le observo durante un rato y su rostro se contrae. Mira el vaso, queaprietaconsumanocomosiintentararomperlo.Séqueelcristales bueno,perotambiénsoyconscientedequepodríallegarahacerlosiselo propusiera,asíqueempiezoaponermenerviosoeintentodistraerle. —Nomedigasquetengoqueponermecelosoporqueahorahablas conalguienmásapartedeconmigo… Posa de nuevo sus ojos en mí y soltando aire con fuerza por la nariz,vuelvearelajarse. —Nohacefaltaquetepreocupes. —¿Por qué, Nathan? —digo sentándome cada vez más al filo del sofáparaacercarmeaél. Nervioso, empieza a frotarse la sien con la mano, con la mirada perdida en algún punto indefinido del suelo. Empieza a mover la pierna compulsivamente y aunque me gustaría poner mi mano en su hombro y tranquilizarle diciéndole que todo irá bien, valoro mi vida demasiado comoparahacerlo.Sellevaelvasoaloslabiosydeuntragosebebetodo elwhisky. —¿No has hablado con ella? —digo en el tono más conciliador posible. Se inclina hacia delante y junta las manos apoyando su frente en ellas. Finalmente niega con la cabeza y aunque decenas de preguntas se agolpan en mi cabeza, decido darle tiempo. Así que durante varios minutosleobservomientrasélsigueconlasmanoshundidasensupelo, mirandoalsueloconrabia. —Quiereshablarconella—meaventuroadecir. Sunerviosismohacequecambiedeposturadeformabrusca.Esta situación le incomoda. No quiere mostrarme sus sentimientos, pero a la vez sabe que hoy por hoy soy el único que le escucha y puede ayudarle. Apoya la espalda de nuevo en el respaldo del sofá y vuelve a coger el libro.Acaricialatapaconlospulgaresduranteunrato. —Mehallamadotontodelculo. Alinstantedeescucharesaspalabras,nopuedoevitarescupirparte del whisky que tenía en la boca, sin darme tiempo a ponerme la mano delante. —¿Quetehallamadoqué? —Tontodelculo. Mepongodepieycaminoporlahabitaciónmientrasélmesigue conlamirada.Metapolabocaconlamanointentandonoreírme,peroal final una carcajada emerge de mi boca. Me doblo hacia delante, cogiéndomeelestómagoeinclusosemeescapanalgunaslágrimas. —Perdona —digo secándome las lágrimas con la mano mientras él me mira totalmente confundido por mi reacción—. Joder, lo siento. Peroesachicameencanta,quelosepas. —Yaveo—dicedejandoelvasoenlamesitayponiéndoseenpie. Leveodirigirsealapuerta,contrariadoybastantecabreado. —¿Adóndevas? —Melargo. Nopiensodejarescaparestaoportunidaddeoro,asíquesinpensar bienenlasconsecuenciaslefrenoagarrándoledelbrazo.Noseesperaba eso y su reacción es inmediata. Se gira bruscamente y se suelta de mi agarredeunmanotazo.Alzaelpuñoyloechaparaatrásconlaintención de estampármelo en la cara pero de repente parece que una luz se le enciendeenlacabezayenlugardeeso,retrocedeasustadovariospasos, alejándosedemítodoloposible.Porelcaminotropiezaconelrevistero, haciéndoleperderelequilibrio,perosiguearrastrándosehaciaatráshasta quesuespaldatocacontralapared. Lentamente me acerco a él y me agacho. Podía haberme asestado unpuñetazoperfectamente.Letoquéyademásdeimprovisto,mezclando dosfobiasdelospacientesconestréspost-traumático:elcontactofísicoy los sobresaltos. Y aún así, algo en él se encendió haciéndole detenerse justoatiempo.Quizáhemoshechomásprogresosdelosqueyocreía. —Losiento—dicefinalmente. —No,losientoyoporhabermereído. —Eslaverdad.—Levantalacabezayclavasusojosazulesenmí —.Mehecomportadoconellacomounimbécil. —Bueno,yonodiríatanto.—Mepongocómodosentándomeenel suelo delante de él—. Te has comportado con ella como un enfermo de estréspost-traumáticoharía. —Peroyonoquería. —Vale,peronoestanfácil.¿Cuántotiempollevamosviéndonostú yyo?¿Másdeunaño,no?—Élasienteconlacabezadándomelarazón—. Y es la primera vez que puedo asegurar que estamos teniendo una conversación.Yhasidojustodespuésdeconocerlaaella. Memirapensativo,peroheaprendidoainterpretarhastatalpunto sus silencios, que sé que dentro de su cabeza la maquinaria funciona a todo trapo y está dándose cuenta de que lo que le estoy diciendo es totalmentecierto. —Tuveunapesadilladelantedeella. Asiento con la cabeza intentando que mi cara tenga la expresión másneutraposible,aunqueahoramismoellocoquehaydentrodemí,y quevivedentrodetodoslospsiquiatras,locreanono,seestáponiendo lasmanosenlacabezaytienelamandíbulaarasdesuelo. —La… la segunda vez que coincidimos en el metro, me dormí y empecé a tener una de mis pesadillas… —Traga saliva repetidas veces entrelaspalabras—.Cuandoabrílosojosasustado,ellaestabaamilado. Estabapreocupadapormí,noasustadademí. —Sigo sin entender que eso te sorprenda Nathan. Sé que te has alejadodetufamiliayquenoterelacionasconlagenteporquecreesque sepensaránqueestáslocoyhuirándeti.Peronoesjusto,porquenoles daslaoportunidaddedemostrartequenoesasí.Estásenfermo,Nathan,no loco. —Puesmeenviaronaunloquero… —Te enviaron aquí porque soy un médico con el que se puede hablar y que a la vez puede recetar medicinas. ¿No me dirás que no molamosmásqueesosmatasanos? —Supongo —dice esbozando una sonrisa—. Y en cuanto a lo de alejarmedemifamilia… —Vale, puede que tu padre no encajara muy bien tu marcha del ejército,peronopuedespensarquetodoelmundoesigual.Tealejastede tumadreydetuhermanasintenerencuentasusposturas—digotirando delainformaciónfamiliardelarchivoquemedioelgobiernoyaqueéles laprimeravezquemehabladeello. —Paraél,desertéynuncamelovaaperdonar. —Bueno—digoencogiéndomedehombros—,élpiensaasí.¿Qué piensanlosdemás?¿Leshasdadosiquieralaoportunidaddejuzgartepor ellos mismos? ¿Sabes si tu madre piensa como tu padre? No lo sabes, Nathan. Denuevosuvistaseposaenellibroquesostieneentresusmanos. Aprieta los labios en una fina línea hasta que vuelven a despegarse para volverahablar. —Ellanopiensaqueestoyloco…Peroseguroquepiensaquesoy retrasadooalgoasí. —Ono…—insisto,dándolepieaquesigahablando. —Tresvecesquenoshemosvisto,tresvecesquehesidoincapaz de decir nada. La primera vez le quité de encima a unos gilipollas y cuandomediolasgracias,nisiquieralevantélacabezaparamirarla. —Espera, espera… ¿Le quitaste de encima a unos gilipollas? ¿Te dasdehostiasynomelocuentas?Cariño,ennuestrarelaciónempiezaa haberfaltadecomunicación—digoarrancándoleunasonrisa. —Sí,nadadelotromundo…—comentaquitandohierroalasunto con la mano—. La segunda vez fue cuando la pesadilla. Se quedó a mi lado,mepreguntócómomeencontraba,merecogióellibrodelsuelo,me dioconversación,merecomendóestelibroy,¿quéhiceyo?Mirarlacon caradeimbécil. —Ylatercerahasidocuandotehabautizadodefinitivamente,¿no? —Ajá,enlacafeteríadondetrabaja. Nos miramos durante un buen rato. No puedo evitar sentirme eufórico porque siento este progreso no solo como una medalla a nivel profesional, sino que me alegro que por fin este chico pueda empezar a salirdelpozodondeestaba,oalmenosdarsecuentaqueallíabajo,muy cómodonoseestá. —¿Yahora?Quieresverladenuevo.¿Harásporverladenuevo? —Es que creo que ella me dejó muy claro que no tiene ganas de verme,¿no? —¿Túcrees?¿Tellamótontodelculootedijoquenoqueríaverte más? —se piensa la respuesta pero antes de que conteste, yo añado—: Además,creoqueenelfondoyahasdecididoquéhacer. —¿Cómo? —Si no, ¿para qué me pides el libro? ¿O pretendes torturarte leyéndoloypensandoenlachicaquehasdejadoescapar? —No… Supongo que leer el libro es una excusa por si me la encuentroymeveconélenlasmanos…Sinosoycapazdehablarlede nuevo,quealmenossepaquelaescuchoytengoencuentaloquemedice. —¿Túquieresvolveraverla?¿Tegusta?¿Tehacesentirbien? —Sí —dice tragando saliva después de varios segundos sin atreverseaconfesarmeloqueesevidente. —Puesinténtalo—digocerrandolasmanosenpuñoparaenfatizar mispalabras—.Nathan,luchaporella. CAPÍTULO7 Nathan Estoynervioso.Jodersiloestoy.Frotomismanosrepetidamente contramisvaquerosalavezquemipierepiquetearepetidamentecontrael suelodelvagón.Inclusosiendoconscientedequequedanalgunasparadas parallegaralasuya,nopuedoevitarcontenerlarespiraciónymirarde reojoalaspuertascadavezelconvoyparaenalgunaestación. Tengo el libro en mis manos, pero he sido incapaz siquiera de abrirlo. Ahora que lo pienso, si me pregunta si me gusta no sabré qué decirle…Lementiréylediréquemeestágustando.¡Quécojones!Incluso sin haberlo leído, para mí ya se merece el Nobel de la Literatura. Si consigue que después de haberme comportado como un imbécil, ella vuelvaahablarmeoinclusosimplementequenomegirelacara,yahabrá servidodealgo. Estabatannerviosoyexcitadodespuésdelasesiónconeldoctor Monroe,lacualsehaalargadomásdelohabitual,quenohesidocapazde volver a casa. Necesitaba mantenerme ocupado y he estado vagando sin rumbofijo,montandoenmicabezaunesquemadecómodeberíahacerlas cosassiestanochelaviera.Intentandopensarcómoactuarsiconsigoque mi garganta emita algún sonido y cómo hacerlo en el caso, más que probable,dequevuelvaaparecerautista.Creoqueduranteestashoras,he repasadotantosescenariosposiblesquehastaheescritounguiónmental demisfrases.¡Quépatéticosoy! Pero no puedo engañarme, esa chica me gusta… mucho. Cuando medespertédelapesadillalaotranocheylaencontréamilado,parecía unángeldecabellosrubiosyojosclarosyesaimagensuyamehaestado persiguiendocadavezquecierrolosojos.Poresoestoytannervioso.No essoloporelinterésdeentablarconversaciónconalguienquenoseael Dr. Monroe, sino por intentar gustarle. Ella me hace… sentir muchas cosas,cuandoyacreíaquenopodríahacerlonuncamás,¿peroquiénme aseguraqueaellalepaselomismoqueamí? Hundolacaraentremismanosymemantengoasíduranteunrato. La verdad es que doy bastante pena. Es una chica preciosa y seguro que debe de tener novio o incluso puede estar casada… Y yo aquí devanándome los sesos puede que para nada… Bueno, si tiene pareja, al menos la experiencia me servirá para dar un paso adelante en mi recuperación,¿no?Fracasado… Derepente,lavozdelamegafoníadelmetroanuncialapróxima parada, la suya. Inconscientemente, mis manos empiezan a sudar y mi respiración se acelera. Aprieto el libro entre las manos, como aferrándomeaella,ymemuevoinquietoenelasiento.Miromireflejoen la ventana y me peino el pelo con los dedos. ¿Estoy bien? Oh, joder, ni siquiera me he cambiado de ropa… Quizá debería haberme puesto algo más…formal,queunvaquerodesgastado,unasimplecamisetademanga corta y unas zapatillas de deporte. Me he cambiado al volver de correr, trasllegaracasadespuésdenuestroencuentroenlacafetería,peroaúnasí agarro la camiseta y la huelo para asegurarme. ¿En serio? ¿Qué coño hagocomprobandomiaspectoypreguntándomesiestoybien?Parezcoun adolescente… Notocomoelconvoyaminoralamarchayentraenlaestación.Sin poderevitarlo,megiroenelasientoparatenerunavistaprivilegiadadel andén.Aestashorasdelamadrugada,esfácildistinguiraunapersonaen él.Misojossepaseanrápidamentedeunladoaotrobuscándola.Nopuede ser. No la veo. Me levanto del asiento y me acerco a una de las puertas justo en el momento en que el convoy se detiene totalmente. Allí no hay nadie…Estáclaroquenoquiereverme…Derrotado,apoyolafrenteenel cristaldelapuertayempiezoadarmepequeñoscabezazos. —PorgilipollasNathan,porgilipollas… “Luchaporella”.OigoenmicabezalavozdelDr.Monroe.“Lucha porella”. Yentonces,enunactoinconsciente,aprietoelbotóndeaperturade lapuerta.Cuandoseabren,mispiernassemuevencomosituvieranvida propiaymesacandelvagón.Mequedodepie,ahíplantadoconlavista fija en el suelo. Oigo el sonido que indica que las puertas se cerrarán y que el convoy seguirá su marcha y cuando lo hace, el aire que provoca muevemicamisetaymedespeinaelpelo.Cuandoelruidosepierdeporel túnel y todo se queda en silencio, giro sobre mis talones y levanto la cabeza. Miro alrededor y compruebo que estoy solo. Miro el libro que sostengo en la mano y trago saliva al notar una especie de nudo en la garganta. ¿Qué coño me pasa? No ha venido, vale, ¿y qué esperabas capullo? Una tía como esa no da segundas oportunidades a autistas inadaptadoscomotú… “¿Quieres volver a verla?” Sigo oyendo fragmentos de mi conversaciónconelDr.Monroedeestatarde.“Ellanocreequeestéloco”. Miro hacia la escalera con la esperanza de verla aparecer. Cierro los ojos y su imagen vuelve a formarse en mi cabeza, sonriéndome con sinceridad, ladeando la cabeza para mirarme a los ojos cuando yo me escondíadebajodelagorra,recogiendodelsueloellibroquesemehabía caído, hablándome con normalidad, interesándose por mí después de verme gritar como un loco por culpa de una pesadilla, dándome las graciasporhaberlaayudadoconesosgilipollas… ¡Espera! ¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si se ha encontrado por el camino con algún impresentable? Mi respiración vuelve a acelerarse mientras aprieto la mandíbula con fuerza. Debería salir y mirar por si acaso,piensomirandodenuevohacialasescaleras.Pero…alomejorno havenidoporquenolehadadolagana,oporquehacogidounmetroque hayapasadoantes,oporque… —¡Joder!—gritohundiendounamanoenmipeloydandovueltas sobremímismo. El eco de mi grito resuena por toda la estación. Ahora sí que me estoyvolviendoloco.Aversivaaresultarqueellaeselremediodemi enfermedadyalavezlacausantedemilocura… “¿Tegusta?”,mepreguntalavozdelDr.Monroeenmicabeza. —Sí…—digoyelecodevuelvemirespuestarepetidasveces. Comosiesaafirmaciónfueraloquenecesitabaparadecidirme,sin pensarlomás,salgocorriendoporelandénhacialasescaleras,quesubo de tres en tres. Cuando llego a las puertas, no quiero perder tiempo buscando mi billete, así que directamente salto el torno y moviendo la cabezadeunladoaotro,buscolasalidaalacalle.Algodentrodemíme hacecorrerynoséporqué.Tengoqueintentarverla.Necesitoverla.Yno perderniunsegundomásparademostrarlequenosoyuntontodelculo, bueno,oalmenosquepuedointentarnoserlo… Yanotoelairedelacalle.Deunsaltosubolosúltimosescalonesy cuandollegoalacalleporfin,mefrenoenseco.Aescasostresmetrosde mí, apoyada en una farola hablando con una chica, está ella. Las dos se giran hacia mí, supongo que alertadas por el ruido de mis pasos, y me miran de arriba a abajo con cara de asombro. Si antes tenía una pinta desastrosa, ahora después de haberme pegado una carrera y de haber subidounmontóndeescaleras,debodeestarderisa.Lamirofijamentee intento pensar en cualquiera de las cientos de conversaciones que he estadoensayandoenmicabeza,peromehequedadototalmenteenblanco. —Esto… —dice la amiga mirándonos a uno y a otro—. Me voy quetengounpocodeprisa,¿vale? —Vale—contestaellaalcabodeunossegundos. —Mañananovienes,¿verdad? —No,mañanapasaréeldíaconCody—Seabrazanyveocomosu amigaledicealgoaloídomientrasellaasienteconlacabeza. ¿Loves?TienenovioomaridooloqueseaesetalCody.Dios,qué ridículomesientoahoramismo.Miroalsuelorascándomelacabezasin saberquéhacer.Quierodarmelavueltaeirme,perosuamigasevayno quierodejarlasola.Porlomenoscompórtatecomouncaballeroyquese décuentadequenoeresundesechohumano. Suamigapasapormiladoynosmiramosdereojo.Estásonriendo abiertamente,comosidealgúnmodo,mirepentinaapariciónenescenale parecieraunabuenaidea. —Cuídamela,Joe—diceguiñándomeunojo. ¿Porquémesonríe?¿Porquémeguiñaunojo?¿Joe?¿Quiénes Joe?Lasigoconlamiradamientrassepierdeporlaesquinaycuandome vuelvoagirar,ellasehaacercadohastaquedarseaunmetroescasodemí. Me mira a los ojos aún sorprendida porque esté aquí, y supongo queporhaberaparecidocorriendo.Entonces,fijalavistaenellibroque llevo en las manos. Ladea la cabeza para leer el título y sonríe. Mira al suelosinborraresaexpresióndesucaraysepeinaelpeloconlosdedos. Me tiene hipnotizado y solo soy capaz de mirarla embelesado, memorizándolaparacuandonotengalasuertedetenerlatancerca.Cada uno de sus gestos, por simples e inocentes que sean, acelera mi corazón hastalímitesinsospechados. —Hola—dicemirándomedenuevo. Susojosbrillanyséquemepodríaperderenellosdurantetodala eternidad, pero mi intención es quitarme de encima ese apodo que me pusoestamañana,asíqueparaellodeberíaintentarhablar. —Nathan—consigodecirderepenteconunhilodevoz. —¿Cómodices? —MellamoNathan. —Hola, Nathan. —Y en su cara se vuelve a dibujar esa enorme sonrisaquemetieneloco—.YosoyKate. Mepongonerviosoporsiintentaunacercamientocomodarmela manoo,Diosmíono,darmedosbesos,asíqueintentonomovermedel sitio.Yfunciona,porqueellatieneunamanocogiendoelasadesubolsoy laotrametidaenelbolsillodesusshorts.Sinpretenderlorealmente,mi vistasesitúaenesosminúsculospantalonesybajanporsuspiernashasta llegarasuspies,quellevanpuestoslassandaliasdetirasquemedejanver sus dedos, con las uñas pintadas. El simple repaso visual que le estoy echandodespiertaciertaspartesdemicuerpo,acelerandoloslatidosdemi corazón, y empezándome a poner peligrosamente nervioso. Nathan, has empezadomuybien,nolacaguesahora… Agacholacabezaparaintentarrecobrarlacompostura.Perotodas laspartesdemicuerpodecidenempezarafuncionarporsucuentaymi bocasecurvaenunasonrisaboba,mientrasmicabezarepitesunombre sinparar.Kate…Esunnombreprecioso…Kate… —Veo que has seguido mi consejo… —dice sacándome de mi ensoñación. Cuandolavuelvoamirar,veoqueseñalaellibroquellevoenlas manos.Loagarroconfuerzacomosideesemodoledieralasgraciaspor ser,dealgunamanera,elartíficedeesteencuentro. —Sí…Aún…aúnnoloheempezado—decidonomentirle. —Tegustará.Amímeencantó. Asiento con la cabeza apretando los labios e intentando respirar connormalidad.Sonmuchascosasdelasquemetengoqueencargarpara parecer “normal” como hablar, intentar respirar con un ritmo normal, hacerquemicorazónnosesalgadelpecho…asíqueunpocodeayuda porsuparte,quemelopongatodotanfácil,sinpreguntasincómodas,me vienedemaravilla. —Yomeibayaparacasa…—empiezaadecirella. —Sí,yotambién. —¿Vamosjuntos?—respondeseñalandolaentradadelmetro. —¿Viveslejos?¿Quieresirdandounpaseo? Mesorprendoamímismoalhaberpreguntadoeso.Parecequemi cabeza, bajo presión, vuelve a actuar con eficacia, como en los viejos tiempos. Aunque eso es un arma de doble filo. Si vamos caminando, tardaremos más y estaré más tiempo a su lado, pero si no consigo mantenerlacordura,ellapuedetenermástiempoparaelevarmiapodode tontodelculoaalgodemayorrango. Ellaniegaconlacabezaysinpoderloevitarseleescapalarisa.Se tapalabocaconlasmanosysegiraavergonzada. —Perdona,perdona—dicedeespaldasamíycuandoparecehaber sidocapazdeacallarsurisa,segirayañade—:Meparecebienirdando unpaseo.Haceunanocheestupenda. Empezamosacaminarendirecciónhaciadondeellameindica.Es cierto que hace una noche estupenda. La luna brilla con intensidad en el cielo iluminando lo justo y necesario para convertir ese paseo en algo maravilloso. Seguiría siendo maravilloso para mí incluso si lloviera a cántaros,peroreconozcamosquecuandocuentasestetipodeencuentros, siempre queda mejor decir paseo a la luz de la luna que carrera bajo la lluvia. —¿Porquétereías? —Es que… Sabes hablar. Me había montado tantas teorías en mi cabeza… Pipper, mi amiga, la que has visto, decía que eras tímido. Yo penséquealomejorerassordo,omudooinclusoquenoerasdeaquíy nohablabasnientendíaselinglés… —Losiento… No soy capaz de decir más que eso. No puedo darle más información. Necesito al menos este paseo con ella y si se lo cuento, saldrá huyendo despavorida. Quizá si la sigo viendo, algún día me arriesgue a contarle la verdad. Total, tiene a ese tal Cody, así que lo nuestronollegaráapasarnuncadeuna…¿amistad? —Normalmentecojoelmetropornocaminarsola—dicecomosi sehubieradadocuentademirepentinaincomodidad—.Perositengoami G.I.Joeparaprotegerme… —¿TuG.I.Joe? —EsunabromaquetenemosconPipper…—Semuerdeellabioy misojossalendisparadoshaciaesazona.Diosmío,dejadehacereso… —. Ya sabes, por lo que pasó en el vagón el otro día. Por la manera de hacertecargodelasituación.Cuandoseloconté,ledijequeparecíasun G.I.Joe,yasísequedó. —Por eso me llamó Joe cuando se iba… —sonrío al comprenderlo—.Joemegustamásque“tontodelculo”. —Oh,porfavor—diceponiéndosedeliciosamenterojaalinstante —.Perdónameporeso.Fuemuycruelymeportécomounaimbécil. —Nopasanada. —Nathantequedamejor. Memirasonriendo,aúnconlacarasonrojada,colocándoseelpelo detrásdelaorejayencogiéndosedehombros.Combinaciónletalparamí. Las manos empiezan a temblar, mi respiración se acelera y cada vez me resulta más difícil controlarla y encima noto como el sudor empieza a poblarmifrente.Esopornohablardemientrepierna…SiKateconsigue este efecto en mí, sin siquiera tocarme, el día que lo haga necesitaré un desfibrilador. EntoncesmeacuerdodenuevodeesetalCody…Joder,¡¿quéteva a tocar imbécil?! Me siento aturdido, como en una montaña rusa. De repenteestoycontentoporvercómoestoysiendocapazdehablarle,luego ellamemiraycasipuedoflotardelaemociónycuandomesonríeparece queelcorazónsemevaasalirporlaboca.Peroentoncesrecuerdoaese mamarracho y me doy de bruces contra el suelo. ¿Cómo puedo haber pasadodenosentirnadaasentirlotodocontantaintensidad? —Nathan…¿Hola? —Perdona. —Estabasenlaluna. No,estoyenelséptimocielo… —Tepreguntabasitrabajasdenoche.Comosiempre,exceptoesta mañana,coincidimosalamismahoramásomenos… —No… —A ver cómo salgo de ésta—. Digamos… que duermo pocoyaprovechoparaleer. —Ah… Memiraconojosinterrogantesduranteunossegundosysupongo que mi respuesta no la ha dejado satisfecha, así que antes de que se le ocurrapreguntarnadamás,contraataco. —¿Y tú? A esas horas, la mayoría de gente con la que me cruzo sonborrachos,gentequesaledemarchaylocoscomoyo. —¿Enquéquedamos?¿Eresmiembrodelasfuerzasdeéliteoun loco?—mepreguntamirándomedereojodivertida. —Supongo que un poco de las dos cosas —respondo algo avergonzado—.Peronomehascontestado. —Trabajo para que te puedas encontrar borrachos y gente de marchaenelmetro.Sirvocopasenunadiscoteca—merespondepasados unossegundos. Ysitesirvedeconsuelotambiéntieneselpoderdevolverlocaala gente…almenosamí. —Asíquelotuyoesservirbebidas,yaseacaféowhisky. —Pues parece que sí… —contesta riendo mientras agacha la cabeza—.Esporallí,yacasillegamos.Estaesmicalle. ¡No! No quiero perderla de vista tan pronto… ¿Cuánto llevamos caminando? ¿Media hora? Rápido, tarugo, dale conversación, que si llegamos a su portal, al menos sigamos hablando un rato más. Abro la boca pero de mi garganta no sale ningún sonido. Mierda, mierda, mierda… No sé cuál de todos los edificios de la calle es el suyo, y mientrascaminamosempiezoaponermecadavezmásnervioso. —Esaquí.—Esaspalabrascaencomounalosasobremíycuando nos paramos delante de su portal, sé que se ha acabado mi suerte—. Graciasporacompañarme. —De… —Me veo obligado a carraspear para que las palabras vuelvanasalirdemiboca—.Denada… —Bueno…—diceellasubiendolostresescalonesyaconlallave enlamano—.Supongoquenosveremosalgunanoche,¿no? —Sí. —Espero no haber parecido demasiado desesperado y ya tirándomedecabezaalapiscina,añado—:Mañanaheoídoqueledecíasa tuamigaquenotrabajabas,¿verdad? Memiraconunaexpresiónquemecuestadescifrar.Nosésiestá sorprendida, asustada, molesta, halagada, contenta… Así que, nervioso, sigohablando. —Lo pregunto por si mañana tengo que ser Joe o puedo seguir siendounlocoinsomnecualquiera. Desde el escalón de arriba veo como vuelve a sonreír. Al menos parece que he conseguido mi propósito y la expresión de su cara se ha definido del todo, regalándome una imagen de ella que seguro guardaré enmimemoriaparamicolecciónprivada.Traspensarlovariossegundos, mientras juega con las llaves en las manos, pasándoselas de una a otra, dice. —MañanapuedesserNathan,tedoyfiesta.Perosiquieres,pasado mañana, si nos vemos de nuevo, puedes seguir siéndolo porque me ha caídobienesetipo… —Vale,lotendréencuenta.—Agacholavistayvuelvoafijarme en el libro, que alzo y me doy unos golpecitos en el pecho con él—. Mañanaloempezaréaleerdurantemipaseonocturno…Yatecontaré. —Vale… Levantasumanoparadecirmeadiósmientrascaminahaciaatrás, sin dejar de mirarme ni de sonreír. Yo hago lo propio, aunque me encantaríasubirdeunsaltoesosescalones,hundirmilenguaensuboca, siesonomefueraaprovocaruncolapsonervioso,claroestá,yretenerla conmigotodalanoche. —Hasta pasado mañana. —Siento la necesidad de decir, como un “tenemos una cita” y casi contengo la respiración hasta que oigo su respuesta. —Hastapasadomañana—dicejustoantesdeperdersedetrásdela puerta. Pasacasiunminutoyyosigoalpiedeesasescaleras,conlavista clavada en su portal. Empiezo a respirar profundamente, inspirando y expirando grandes bocanadas de aire e incluso me agacho apoyando las manos en mis rodillas. Estoy agotado, supongo que de la tensión que he aguantado todo el rato, teniendo que estar pendiente de tantas cosas… algunastanbásicascomorespirarconnormalidad,otenercuidadodeque nometocaracuandogesticulabapormiedoatenerunacrisis. Unaluzseenciendeenelbloqueyasustadoretrocedohaciaatrás. Miespaldachocacontraalgoymegirobruscamente,paradarmecuenta quetansoloeraunafarola.Mepongounamanoenelpechoporquecreo que los latidos del corazón me van a partir el pecho en dos y entonces empiezoareíraldarmecuentadelotontoquesoy. —¿Tehashechodaño? Mirohaciaarriba,dedondeprocedelavozyveoaunniñorubio asomadoaunaventana.¿Quéhacedespierto?Ylomásimportante,¿meha vistohaceresteridículo?Intentocontestarleyabrolabocaparahacerlo, perounflashcruzamicabeza.Laimagendeeseniño,conlapistolaenla manoapuntándomemientrasgritabaconsignasenárabe.Notocomotodo empiezaadarmevueltasalrededor.Lavistasemeempiezaanublaryme faltaelaire. —¡Cody!¿Quéhacesahíasomado? —Hablandoconeseseñor. ¿Es ella? ¿Es mi Kate a la que oigo? Noto como poco a poco el mareosedisipayempiezoavercadavezmásnítido.Suvozmehasacado del pozo, ella me ha rescatado de una posible crisis. Miro hacia arriba alucinadoporloquehasidocapazdehacerylaveoalladodelniñorubio deantes.Espera…¿eseesCody?¿Codynoessunovioosumarido? —Se ha dado un golpe con esa farola, mamá. Para ser un superhéroeesunpocopatoso—diceelniñohaciendoqueKatesuelteuna carcajadaqueintentadisimularconlamano. Pero a mí me da igual porque, ¡es su hijo! De repente me siento eufórico y no puedo quitarme la sonrisa de bobo que se me acaba de formarenlacara. —¿Estásbien,Nathan? —Sí—digorascándomelacabeza—.Nolavi…Bueno,yoyame iba… —Hastapasadomañana—mediceKate. —Gracias por proteger a mi madre —me dice Cody—. Pasado mañanaigual,¿eh?Cuentocontigo. —Descuida.Pasadlobienmañana. Mealejodeledificioconpasotranquiloyrelajado,guardandolas apariencias por si me estuvieran mirando aún, cuando lo que tengo son unas ganas tremendas de salir corriendo y saltando por la euforia que sientoahoramismo. Séqueessolounpequeñopaso,séquenosabemosprácticamente nadaelunodelotro,séquesilecuentoalgúndíamiproblemapuedesalir huyendo, sé que puede que no sienta lo mismo que yo… Pero voy a intentardejardeescucharyverelhorrorenmicabezaparaintentarverla aella. CAPÍTULO8 Maddie Hoymehelevantadodiferente.Mientrasmeduchabaydesayunaba, nopodíadejardesonreíryyadecaminoalatienda,mehedadocuenta quemehabíapasadotodalamañanatarareandolascancionesdeColtrane queescuchéayerencasadeJack. ¿PorquétodoloquehacemejoraconcrecesaBarry?Entróenel cuarto de las lavadoras y convirtió una conversación circunstancial en algodivertido.Yanoche…anochesinsiquieraproponérselomeregalóla mejorcitadetodamivida.Nolehizofaltaningúnadorno,solounsofá, unas cervezas, buena música y él. No trata de tenerlo todo medido al milímetro, ni sus palabras, ni sus gestos, ni su vestimenta. Es tal cual se muestra,quizáalgosecoeneltratoconlosdemás,bastantedesastreenlas cosasdecasaynadacoqueto,peroparamíesperfectamenteimperfecto. Llegoalafloristeríayloprimeroquehagoalabriresbuscarel CD de John Coltrane, ponerlo en el reproductor y subir el volumen. Si cierrolosojosaúnpuedovermesentadaenesesofá,charlandoconél,tan cómodayrelajadacomosileconocieradehacetiempo. —Alguienhatenidounsueñohúmedoestanoche. La voz de Andrew me saca de mi fantástico recuerdo. Abro los ojos con una mueca de resignación, pero le veo cargado con dos vasos enormes de café cargado y un par de cronuts y el enfado se me ha esfumado. Trasdarlelosbuenosdías,cojomivasoymicronutymesiento en el taburete. Doy un mordisco y acto seguido bebo un gran sorbo de café.Cierrolosojossaboreandoparaconcentrartodasmisfuerzasenel sentidoquemeinteresa,elgusto. —Nomeniegaselsueñohúmedoyahoraponescaradeviciosa… —No voy ni a intentar negarte nada porque aunque lo haga, seguiráspensandoloquetedélagana.Ynopongocaradeviciosa,pongo caradeadictaalacafeínarecibiendosudosis. —Si tú lo dices… Pero te veo muy feliz para lo sosilla que fue ayerlacita,¿no? —¡Oye!—lereprendo—.PobreBarry… —Eh,queyonomeinventonada…Trabajaenlabolsa,trajeado, músicaclásica,niterozóenlaprimeracita—Yactoseguidodejacaersu cabezahaciadelante,cierralosojosysimulaqueronca. —¿Peroporquiénmehastomado?¿Túquétepiensas?¿Quéme voydejarmeterlalenguahastalacampanillaenlaprimeracita? —¡Uy, no, por Dios! ¡Menuda fresca! —Y empieza a burlarse santiguándose—.¡Esoespecadomujer!¡Sucia!¡Másquesucia! Elmuycretinoseestáburlandodemísinningúnreparo.Asíque decidocontraatacarydarleenloquemásleduele… —Bueno, creo que estoy empezando a quitarme el hábito de monja…AyerporlanochelopasémuybienencasadeJack… Yvayasifunciona.Alinstante,memiraconlosojoscomoplatosy empieza a toser como un desesperado. Al parecer, del susto, se le ha quedado un trozo de cronut en la garganta y está haciendo verdaderos esfuerzos para tragarlo. Cuando le veo rojo del esfuerzo, empiezo a asustarmeylegolpeolaespalda. —Bebeunpocodecaféaversibaja—ledigoacercándoleelvaso sindejardegolpearsuespalda. Pasadosunossegundos,parecequehaconseguidotragareltrozo problemáticoyelcolordesucaravuelvealanormalidad.Sedapequeños golpesenelpechoylevantalavistaaltechorespirandoprofundamente. —Eso es —digo acariciando su espalda—. Respira con tranquilidad.¿Mejor? —Déjate de historias y explícame qué querías decir con que lo pasastemuybienanocheencasadeJack–diceaúnconlavoztomadapor elesfuerzo. —Puesesomismo… —Maddie, casi muero por tu culpa. Ten compasión. Creo que es justoquemelocuentes. —Puesdejadereírtedemí…Quesoytujefaytepuedoecharen cualquiermomento. —Vamos,meadorasMaddie,ylosabes.Yyo,sinofueramásgay quePriscillaReinadelDesierto,estaríalocamenteenamoradodeti—dice abrazándome—.Además,soytanjodidamentebuenoconlosclientes,que entranparacomprarunarosaysellevanunjardínentero,ylosabes. Enesotienerazón.Esunacotillamala,perotienetantamanocon los clientes que le comprarían lo que él quisiera. Además, siempre ha estado a mi lado apoyándome, desde que le contraté, y era el único que alegraba mis días en los peores momentos de mi matrimonio. Así que suspiroysonríorindiéndomedenuevoantesusencantos.Mesientoenel taburetedesuladoyleexplicomicitanocturna. —Pocodespuésdecolgarcontigoanoche,empecéaoírlamúsica deColtranequesonabaenelpisodeJack.Ynomepreguntescómo,acabé llamando a su puerta. Cuando me di cuenta de lo que había hecho, él ya habíaabiertoyestabadelantedemímirándomeextrañadopormivisita. Me quedo un rato con la mirada perdida, rememorando esos instantes,viéndoleapoyadocontralapuerta,consuaspectodesaliñadoy descalzo.Aúnsumidaenmisrecuerdos,sigoconmiexplicación. —Le dije que había escuchado la música desde mi apartamento y que me encantaba Coltrane y él me invitó a entrar —sonrío cuando recuerdoelaspectodesupisoreciénrecogido—.Habíalimpiadoelpiso Andrew…Lacocinaestabarecogidayyanohabíaropatiradaportodas partes. —Hombreinteligente…Barry0,Jack3. —¿Tres puntos lleva ya? ¿Y los dos primeros, se puede saber cómoloshaganado? —Fácil.Elmodocamioneroesmuchomássexyqueel“loúnico quequieroesverlafeliz”—Condosdedoshacecomosiselosmetieraen labocaparaprovocarseelvómitohaciéndomereírporquecuandoBarry medijoesafrase,sabíaqueAndrewharíaesegesto—.Asíque1a0. —Vale—contestoaúnriendo—.¿Yelsegundopunto? —¿Bromeas? Con todos mis respetos para la música clásica —Y vuelve a hacer que se duerme roncando—, pero no tiene nada que hacer contralosgrandesmitosdeljazz.2a0. —La verdad es que no te falta razón… —le digo cada vez más convencidadelasgrandesdiferenciasdeunoyotro. —Vale,sigue,quetemevuelvesaperderentupropiacabeza–me apremia. —Puesmeofrecióunacerveza… —Ya claro… Tú. Cerveza. Y encima me dirás que la bebiste a morro. —Puessí. —¡Quéperraca!¡Lequisisteponercachondo!¿Túsabesloqueles gustaaloshombresveraunamujerbebercervezaamorro? —Pues no, no lo sé… Si Mark me hubiera visto hacerlo alguna vez, se habría horrorizado y me hubiera enumerado las miles de infeccionesquehabríapodidopillar. —Cuanto más sé de Mark, mejor me cae, ¿eh? —contesta irónicamente—. Qué muermo te quitaste de encima chica. No, si en el fondo, te hizo un favor liándose con la niñata esa… Sigue, va, que nos vamosporlasramas. —¡Perosierestúelquemeinterrumpetodoelrato! —Nointerrumpo,aderezolahistoria,quenoeslomismo. —Loquetúdigas.Buenopueseso,mediounacervezaymedijo quemepusieracómodaynossentamosensusofá.Estuvimoshablandode música sobre todo y pronto me sentía tan a gusto, que cuando me di cuenta, llevábamos más de una hora, me estaba tomando la segunda cervezayestabarecostadaconlospiesencimadelsofá.Comosiestuviera enmipropiacasaAndrew…Ibahastaenchándal… Lemiroesperandoquemeinterrumpadenuevo,perosimplemente meobservaapoyandolabarbillaenlamano,mientrassellevaelcronuta laboca. —Total,quecomosehizotarde,melevantéparairmeperoenese momento—VeocomoAndrewsetensaensusillaysinserconscientede ello,seacercamásamíhastaelpuntodequeestáapuntodecaersedel taburete—.MepreguntósimegustaríairconélacenaryluegoalCotton Clubestanoche. Sueltaungrititodelomásgay,inclusoponiéndoselamanoenel pecho,todomuyteatralélytrasunossegundosenlosquecreoquehasta seestáemocionando,añade: —Ylehasdichoquesí,¿verdad?Dimequelehasdichoquesí. Asientomientrasmecontagiodesuemoción.Mesientoeufórica, como si fuera una adolescente ante su primer baile de primavera. Estoy muy ilusionada por la cita de esta noche, por la cena, por la música y sobretodo,pordisfrutardetodoelloconesehombrequemegustatanto comomeintriga. En ese momento se oye la campanilla de la puerta y entra una clienta. Andrew se levanta enseguida y me deja sola en la trastienda. Me levanto,tiroalabasuralosrestosdenuestrodesayunoymirolaagenda para empezar a preparar los encargos. Mientras lo hago, me permito cerrarlosojosdevezencuandoytarareolamúsica. —Vuelvesasonreírpensandoenél—diceAndrewvolviendoala trastienda tras atender a la clienta—. Yo quiero conocer a este hombre paradarlelasgraciaspordevolveratucaraesapreciosasonrisa. Me agarra de la cintura mientras que con la otra mano agarra la míaymedaunasvueltascomosiestuviéramosbailando. —¿Quétevasaponer? —Aúnnolotengodecidido. —Pues aquí es donde entro yo. Es muy fácil, solo tienes que responderme a un pregunta —dice mientras bailamos—. ¿Quieres provocarleundolorenlaentrepiernaapropósitoohaciendoverqueno lohacesapropósito? Me freno al instante y me lo quedo mirando directamente a los ojoslevantandounaceja. —Nomemiresasí.Noestoydiciendoqueteacuestesconélenla primeracita.Yaséquenoeresdelasque“sedejameterlalenguahastala campanilla”alasprimerasdecambio,peronomenegarásquetegustaría quetetuviera…digamos…muypresentedurantetodalanocheysipuede serhorasmástardeensucasatambién. Mi cara deja poco a poco de poner expresión de sorprendida mientrasmicabezaprocesalaspalabrasdeAndrew.Claroquequieroque Jack me desee. Claro que quiero que me desnude con la mirada. Y por supuestoquequieroquesellevemirecuerdoconélalacama.Ysolode pensarlo,mepongorojacomountomate. —Vale, esa cara me dice que tengo razón. Ahora queda que me respondasalapregunta.¿Quesenoteoenplan“mehepuestoloprimero queheencontrado”? —Bueno,meparecequemedecantomásporlasegundaopción. —Hecho. Voy a hacer un repaso mental de todo tu armario e iré descartando —dice poniéndose en pie de un salto, con una libreta y un bolígrafoyaenlamano—.Cuandocerremoslatiendaalmediodía,como yanoabrimosporlatarde,meinvitasacomerentucasayentonces,con tranquilidad,decidimos. Le miro con la boca abierta. ¿Todo esto lo ha pensado así de sopetón? —TúloquequieresesveraJack… —También,paraquevoyanegarlo.Quieroquepasemiinspección ycomprobarquenotenganiunpequeñoramalazogay. —Quéconsideradoportuparte… —Nobonita.Deconsideradonada.Quecomolepilleyounpuntito gay,porpequeñoquesea,meloquedoparamísolito. Los sábados hay mucho movimiento por la tienda, así que la mañana pasa rapidísima, entre clientes, preparar y recibir nuevos encargos.Sobrelasdosdelatarde,bajamoslapersianaynosdirigimosal restauranteThaidelaesquina.Pedimosquenospreparenlacomidapara llevar porque según Andrew, tenemos mucho trabajo que hacer, explicaciónquenosécómotomarme… —¿Ésta es su puerta? —pregunta Andrew señalando hacia ella en cuantoponemosunpieenmirellano. —Shhhh —digo poniéndome un dedo delante de la boca para hacerlecallar—.Hablamásbajo.Nosésiestáencasa. —Oseaquesí. Seacercayponelaorejapegadaalapuertaparaintentarescuchar algo. Es increíble lo que es capaz de obligarle a hacer la maruja cotilla queviveenél.Sinhacerlecaso,aunquesinperderledevistaporquenome fíounpelo,caminohastamipuertaylaabro.Entro,dejolasbolsasenla encimeradelacocinayalnoverleentrar,mevuelvoaasomaralrellano. —¡Por el amor de Dios, Andrew! —le reprendo en voz baja cuandoleveoagachadointentandoverporlaestrecharendijadedebajo delapuerta—.Lotuyoesdepsiquiatra,enseriotelodigo. —Nolopuedoevitar—diceexcusándosecuandopasapormilado ganándoseunmanotazoenelculo. —¡Oye! —se para antes de entrar en mi casa, y hace una mueca frotándoselanalga—.¿Qué?¿Entrenandoparaestanoche? —Callaypasadeunavez. Horasmástarde,tengolamesallenadeenvasesdecomidaThaiy de post-it de colores escritos por Andrew con todas las prendas de mi armario.Mientrasyosientocomosilacabezamevaaexplotar,élparece unniñolamañanadeNavidad.Comosiestuvieraentrance,conlosojos muyabiertoseinclusorelamiéndoseloslabios,pegaydespegalospost-it creandodiferentescombinacionesdevestuario.Llegaunpuntoenelque creoquemipresenciaestestimonial,porquehaceydeshaceasuantojoy hablasolo. —Andrew,enserio,llevamostreshorasasí.Nisiquierasabíaque tuviera tanta ropa en el armario. Jack pasará a buscarme en una hora y como no forre mi cuerpo con todos estos papelitos, aún no tengo ni la másremotaideadequéponerme. —Un vestido de post it eh… ¡Qué original! Seguro que vemos a LadyGagadentrodepococonalgoasí.Perono…—dicehaciéndomeun repasodearribaaabajo—.Atinoteveo… —Era broma Andrew… Por favor. —Pongo mis manos como si estuvierarezando—.Telopido… —Vale, vale… Es que no lo entiendes, cada combinación insinúa algodiferenteynohayquedejarnadaalazar… —A ver cariño. Es Jack… Estamos hablando de un hombre que despuésdevermeenchándalyyopreguntarlecómodebíairvestidapara esta noche, me dijo que daba igual. —Y agachando la cabeza y sonrojándome de nuevo al recordar sus palabras, añado—: Me dijo que estaríapreciosadecualquierforma. —¿Tedijoeso?¿Yahoramelocuentas?—Selevantacontrariado arrancando tres de los cientos de post it repartidos por toda la mesa—. Haberempezadoporahí… Me coge de la mano y me arrastra hasta mi dormitorio. Cogiéndomeporloshombros,mecolocacomosifueraunmuñecodonde élquiereytrasabrirmiarmario,notardanidossegundosenelegirmi ropa. —¿Túhasestadohusmeandomiarmarioantes,no?—lepregunto. —No, pero soy muy observador, me encanta la ropa y tengo memoria fotográfica para estas cosas. No me pidas que enumere los presidentesquehemostenidoenelsigloXXI,peropregúntamecómoiba vestidaLaurenBacallen“Cómocasarseconunmillonario”yseríacapaz hastadedecirteelcolordesusbragas. Seponedelantedemíconunaperchaencadamano,unaconunos vaquerosnegrosyajustadosyotroconunablusadegasatambiénnegra quellevaunacamisetadetirantesdebajoparaqueseamenostransparente. —Estoyloszapatosnegrosdetacónquetecomprasteparaaquella bodaalaquefuistehacedosañosyestarácomiendodetumanoencuanto entreporlapuerta. —Ni yo misma me acordaba de esos zapatos… Cuando hice la mudanza, guardé las cajas por aquí… —digo agachándome delante del armario—.¿Terefieresaestos? —Perfecto —contesta cuando se los enseño—. Pelo suelto, no te maquillesdemasiado…¡ylista! Y la verdad que tras ponerme todo el conjunto y maquillarme lo justo,meveogenial.Memirodelantedelespejoydoyunavueltasobre mímisma.Sonunosvaquerosmuyajustadosquetengohacetiempo,pero despuésdelomalquelohepasadoestosúltimosmeses,headelgazadolo justo para caber en ellos perfectamente y me sienten como un guante. Además,esostaconazosestilizanmispiernas. —Madremíanena.Estásquetesales.Yesostaconazos…Yodeél acabaríalanocheentucamaobligándoteadejártelospuestosmientraste hacíaelamor. —Andrew…—lereprendoperoestavezconunasonrisapícaraen la cara—. Aunque con estos tacones, estaré bastante más cerca de su boca… —Maddie… —me dice imitándome haciendo ver que está escandalizado. Memuerdoellabiocuandosuenaeltimbredecasa.Mesobresalto yempiezoamiraralrededornerviosa.¿Ya?Compruebolahorayveoque pasancincominutosdelassiete.Meparecequenoestabapreparada.Me tocoelpeloyrepasomiaspectounayotravezenelespejo. —Tranquila —me dice Andrew cogiéndome por los hombros—. Respiraprofundamenteyrelájate.Recuerdalocómodaqueestabasconél anoche.Voyaabrir.Tútranquilízateysalcuandoteveaslista. —Porfavornoledigasnadararo. —¿Por quién me tomas? —pregunta pero al verme la cara añade —.Vale,loprometo. Me deja sola en la habitación y apoyo las manos en el tocador. Intento tranquilizarme pero a la vez estoy en tensión porque conozco a Andrewyséqueescapazdesoltarlealgunaperlaqueleincomode.Pobre Jack, no debería pasar por el trago de conocer a mi querido amigo tan pronto,yencambio,lovaatenerquehacerdebuenasaprimeras. Oigo la puerta abrirse y casi aguanto la respiración para poder escucharconatención. —Hola…—oigolavozdeJackextrañada—.¿EstáMaddie? —Sí,claro.Pasa.SoyAndrew,unamigodeMaddie.Ahoramismo sale.Pontecómodo.¿Quierestomaralgo? —Eh…No… —Bueno,bueno…AsíquealCottonClub,¿eh? —Sí… —YosoymásdeiralocalestipoSatanasa…¿loconoces? —Puesno… —Puesestámuybien.Ambientegayperodelfino,¿eh? Lemato.Yolemato.Seacabó,voyarescatarle,aunqueestéhecha un flan. Salgo del dormitorio y cuando nuestros ojos se encuentran, nos quedamosmirandofijamente.Élvisteconunosvaquerosyunacamiseta gris que se le ciñe al pecho y a los brazos. Mi mente no para de imaginarmeesetorsodesnudoyesquesimegustaconropa,sinellano quiero ni pensarlo. En la mano lleva una cazadora de cuero negra que estoy deseando verle puesta. ¿En qué quedamos Maddie? ¿Desnudo o vestido?Yentoncesmedoycuentaquellevadoscascosdemoto.¿Tiene moto? ¿Vamos a ir en moto? Nunca he subido en una moto. ¿Y si me caigo? —Bueno —me dice Andrew interponiéndose en mi campo de visión—.Yoyamevoy.Pasadlobien. Yadeespaldasaél,amparadoporsuespaldaqueimpidequeJack le vea la cara, me hace una mueca con la boca mordiéndose el labio inferioryponecaradevicioso.Vamos,quelehaencantado. —Deacuerdo—digoabrazándole—.Graciasportodo. —De nada. No tienes que preocuparte por él, si no conoce Satanasa, no es gay. Te lo cedo —me dice al oído y alejándose, cuando pasaalladodeJack,añade—:Cuídamela,¿deacuerdo? —Claro—respondeJackdándolelamano. Cuando sale por la puerta, sigue mirando en esa dirección hasta queempiezoahablar. —Losiento.Esunalocabocazas,peroesmuybuentío. —No lo dudo —dice mirándome de arriba a abajo sin ningún disimulo. —Estoy lista —digo abriendo los brazos—. Cuando quieras nos vamos. —Perfectoentonces. —¿Vamos a ir en moto? —pregunto señalando a los cascos que llevaenlamanomientrasélasiente. Bajamosalacalleyentoncesveounamotocicletaenormeynegra. Noentiendonadademotos,perosíveoqueesunaYamaha.Metiendeuno deloscascosymemiradivertidoalvermicara. —¿Has montado alguna vez en moto? —me pregunta con una sonrisaenlacara. —No… Agacha la cabeza sonriendo, cuelga los cascos del manillar y me tiendelacazadora. —Toma.Póntela. —Siquieressuboaporalgo… —Notepreocupes. Meobservamientrasmelapongoyentoncesmetiendeelcasco. —¿Bien?–mepreguntacuandomeloato. —Mesientoridícula. —Créeme,decuero,concascoysubidaenunamoto,ridículaeslo menosquepareces. Semontayarrancaelmotor,haciendoqueelruidomesobresalte un poco. Hablando de cosas sexys… Verle ahí subido marcando bíceps agarrandoelmanillar… —Subeyagárratefuerteamí. Ynovoyaseryoquienlecontradiga,asíqueconmásagilidadde laqueyomepensabaquetenía,mesubodetrásdeél.Mequedotiesacomo unpalosinsaberbienquéhacerhastaqueélsegiraunpocohaciamíy agarrándomedelasmanos,mehacerodearlelacinturaconellas. —¿Estáscómoda?–mepregunta. —Sí. Cómoda no es la palabra exacta, pienso para mí. Apretando mi pecho contra su fuerte espalda y tocando su pack completo de abdominales,loqueestoyestremendamenteexcitadaylistaparadisfrutar demicita. CAPÍTULO9 Jack Nobajeslasmanos…Nobajeslasmanos…Oh,Dios.Estoesuna tortura.Notosucuerpopegadoalmíoylosdedosdesumanoizquierda acariciando mi pecho, mientras que los de su mano derecha están más abajo,peligrosamentecercadelacinturademipantalónypeligrosamente cercadenotarquenosoyinmuneaesecontacto. Conduzco con los cinco sentidos puestos en la carretera, de la maneramássuaveyfinadelaquesoycapazyaúnasí,cadavezquegiro, susbrazosmeaprietanconmásfuerzaynotosucuerpocontraelmío.El corazónmelatedesbocadoyconsumanoahí,ellatienequenotarlo,así que intento respirar profundamente e imaginarme que viajo solo, como unadeesastantasvecesenlasquenecesitoescapardelamentiradevida enlaquevivoyconduzcosinrumbofijodurantehoras. Diez minutos más tarde, después de serpentear el tráfico de la ciudad,entramosenBrooklynypocodespuésaparcofrenteaGrimaldi’s, la famosa pizzería de mi amigo Vinnie. Sus pizzas son famosas en toda NuevaYork,yellocalsiempreestálleno,perosiemprequelellamo,me guardaunamesitaapartadadelgentío. Paroelmotordelamotoymequedoconlosdospiesclavadosen elsueloesperandoaquesebaje.Lamirodereojoyconunmovimiento delomássexy,apoyasusmanosenmishombrosysebaja.Mebajo,me quitoelcascoylaayudoconelsuyo,yaquelaveoconproblemasconel cierre.Cuandoseloquito,sesonrojaysepeinaelpeloconlosdedos. —Comoves,soyunpocotorpeconestascosas… —¿Perotehagustadoelpaseo?—digobuscandosumirada. —Mucho. —Pues ya le cogerás la práctica entonces —digo haciéndole una claraindirectapararepetirestepaseotodaslasvecesqueellaquiera. —¿Qué es este sitio? —dice dándose la vuelta rompiendo el silencioalgoincómodoquesehabíaquedadotrasmispalabras. —¿Tegustalapizza? —Sí. —Puesaquíhacenlamejor. Le aguanto la puerta a Maddie como un caballero y cuando pasa pormiladomemiradereojosonriéndome.Inhalosuperfumeymimano, enunactoreflejo,estáapuntodeposarseenlapartebajadesuespalda, pero consigo pararla a tiempo. Cuando entramos en el local, está lleno como siempre, así que me coloco a su espalda y la guío hacia la barra, dondedivisoaVinnie.Encuantomeve,seacercaanosotrosymedaun fuerteabrazo.ConversamosunratoenitalianoyencuantomiroaMaddie parapresentársela,laveomirándomeconlabocaabierta. —Nomemiresasí,nosédecirmuchomásdeloquemehasoído. Maddie,élesmibuenamigoVinnie. —Vinnie,leièlamiaamicaMaddie. —BellissimaMaddie—dicebesándolelamano—.Unpiacere. LaobservosonriendoaVinnie,tannatural,inclusoalgoabrumada por tantas atenciones y no puedo evitar colgarme de ella cada vez más. Luego nos acompaña a nuestra mesa, como siempre, apartada del resto, consumanteldecuadrosnegrosyrojosysuvelaenelcentro. —Ora ritorno con la carta —dice Vinnie mezclando palabras en italianoyeninglés. TrasayudaraMaddieconlasilla,mesientofrenteaellaylamiro mientras hace un recorrido visual por todo el restaurante. Temía que el sitio no fuese suficiente para ella, y barajé la posibilidad de llevarla a algúnrestaurantemásselecto,peroluegopenséqueconellaqueríaseryo mismo,sinmentiras,soloJack,yyonosoyderestaurantesdeetiquetay copasdecristal,yosoydepizzaycervezaamorro.Quieroversiencaja enmimundoreal,siporfinencuentroaalguienconlaquenotengoque interpretarningúnpapel. —Me encanta este sitio —me dice de repente encogiendo los hombros. Sé que me dice la verdad porque lo veo en sus ojos. Si algo he aprendidoysacadodeprovechodemiprofesiónesasaberinterpretarcon casi una certeza absoluta, cuando alguien me miente. Ese don me ha ahorrado muchas horas de interrogatorios y muchas palizas de esas que tengo que dar para hacer creíble a Igor, pero a las que como Jack no consigoacostumbrarme. —Mealegro—digojustoenelmomentoenqueVinnievuelvecon lacarta. —¿Cuál me recomiendas? —me dice mirándome cuando volvemosaquedarnossolos. —No soy imparcial, me gustan todas. Pero como son enormes, eligestúycompartimos.Seguroquenonoslaacabamos. —¡Quépresión!¿Ysinotegustalaqueelija? —¡Ja! Lo dudo… —digo acercando mi cara al centro de la mesa retándola—.Ponmeaprueba. Yveocomocontratodopronóstico,acercatambiénsucarahacia el centro de la mesa y, achinando los ojos, intenta poner cara de dura aunquesinéxito,aceptandomidesafío. —Vale, pues elijo una pizza con verduras y solo verduras. Sin queso. Medejaconlabocaabierta.¿Enserio?Bueno,queporellasería capaz de comerla y la verdura me gusta, pero es como entrar en una hamburguesería y pedir una ensalada. De repente empieza a reírse a carcajadas. —Tendrías que verte la cara ahora mismo. Es en plan, ¿verdura? ¿Esoquées? —Siquierespediresa…Nomeimporta… —No te haré esa putada, tranquilo —dice mirando de nuevo la cartaparadecidirsesinsaberquesiellamelopidiera,pasaríaelrestode mi vida alimentándome de acelgas crudas—. ¿Qué te parece una de pepperoniyqueso? —Perfecto—contestohaciéndoleunaseñalaVinnie. En cuanto se planta a nuestro lado, le pido la pizza y cuando nos preguntaporlabebida,lamiroyalinstante,sinmediarpalabra,medice: —Queseandos. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo consigue hacerme tan feliz con un solo gesto?¿Porquéestansencilloseryoasulado? —DoscervezasbienfríasVinnie,sinvaso. Cuandonoslastraejuntoconunaaceitunas,damosunlargotrago peroenmicaso,sindejardeobservarladisimuladamente.Tienelacabeza inclinada hacia atrás, dejándome una vista privilegiada de su cuello y puedonotarcomoellíquidopasaporsugarganta.Alinstantemeimagino una gota recorriendo su piel blanca, perdiéndose por su canalillo… O mejor, cambio la gota por mi lengua… Me obligo a parpadear varias veces para intentar quitarme esa imagen de mi cabeza mientras dejo la botellaenlamesaycojounpardeaceitunas. —Así que también sabes hablar italiano… —dice ella de repente cruzándosedepiernasysentándosedelado,permitiéndomeversuzapato detacón. —Pues… Vamos Jack, por Dios, haz ver que no te afecta tanto todo lo que hace… No me digas que llevas veinte años haciéndote pasar por ruso habiendonacidoenCaliforniaperoeresincapazdehacerverquepuedes mantenerunaconversaciónfluidasinbalbucearduranteunanoche… —No sé mucho más de lo que me has oído, la verdad —consigo decirfinalmente. —Pues cuela, en serio, si alguna vez quieres impresionar a una mujer,utilizaestabaza. —¿Teheimpresionadoati? —Puede… Intentaaguantarmelamiradaperosutimidezlaobligaaagacharla cabeza, provocando a continuación esos gestos inconscientes que me noquean.Fijolavistaensusdientesmordiendoellabioinferiorymataría poracercarmeyacariciarloconelpulgar. Porsuerte,Vinnieaparececonnuestrapizzayrompeesemomento queempezabaaseralgoincómodo,almenosparamientrepierna. —Grazieamico—ledigo. Maddie mira la enorme pizza con la boca abierta y luego la veo buscar los cubiertos. Sonrío ante su cara de sorpresa mientras cojo un trozoconunamanoymelollevoalaboca.Ellameobservayfinalmente me imita. Al principio se la ve cortada, pero enseguida se le dibuja una caradegozocuandosaboreaelbocado. —Estoestádelicioso—dicetapándoselabocaconlamano. Empiezoacomermeelsegundotrozocuandoellaseestáacabando elprimero.Entoncesselimpiaconunaservilleta,dauntragodelabotella ymemirapensativa. —Voyahacerunrepasoatodoloquesédeti…—Miraaltecho divertidamientrasenumeraconlosdedos—.Fontaneroocasional,amode casa novato, amante de la buena música, gourmet exquisito, y con facilidadparalosidiomas. Río a carcajadas con su rápida y concreta descripción de mí, mientrasmicabezaenumeramuchasotrascosasquenosabedemíyque seguroquenoenumeraríaconesapreciosasonrisaenlacara. —¿Semeolvidaalgo? —Poco realmente importante… ¿Quieres que enumere yo lo que sédeti? —¡Venga!—contestaanimadacogiendootrotrozodepizza. —Divorciada. 52 años. Sin hijos. Ordenada. Limpia. Alegre. Fiel. Cariñosa.Sumisa…Siemprehasintentadoseguirlasnormas,tantoentu matrimonio como en la vida cotidiana. Nunca has hecho nada que no debieras hacer. Siempre fuiste una esposa servicial, y antepusiste los deseosdetuexmaridoalostuyos.Porcomomirasciertascosas,escomo si las descubrieras por primera vez, así que doy por hecho que vuestra vidaencomúneraunpoco…aburrida,simepermitesdecirlo.Comotu matrimonio no te llenaba, te centraste en tu negocio, y le pusiste todo el amorquepudisteporqueeradondepodíastomarlasdecisioneseimponer tucriterio. Veo como lleva un rato sin masticar, mirándome fijamente, sorprendida de que sepa tantas cosas de ella. Y por su expresión, estoy acertandodelleno.Estaesotradelashabilidadesquemehaotorgadomi trabajo,lacapacidaddeobservardetenidamentealagenteparaaveriguar cosas sin que me las dijeran. Por supuesto, muy útil también en los interrogatorios. —Tesonrojasconfacilidadycuandolohaces,laspecasdetunariz senotanmás.Cuandoestásnerviosatemuerdesellabioinferior,tetocas en pelo y hablas sin parar. Intentas aparentar normalidad ante muchas situaciones,perotusojostedelatan.Tienesmiedoperoeresmuyvaliente eintentasafrontarlascosas.Porejemplo,nuncahassidomuyamantede la cerveza y creo que mucho menos de beberla a morro, pero la otra nocheloprobasteytegustóporquehoylohasvueltoapedir.Séquehas tenidomiedocuandohassabidoqueveníamosenmotoperoaúnasí,tehas arriesgado y creo que has acabado disfrutando. Además, creo que lo de comerpizzaconlasmanosnuncahasidotufuerte,peromírate,aquíestás consalsadetomateenlasmanosyenlaboca. Al principio no reacciona, hasta que pasados unos segundos, agarralaservilletayselimpialabocaylasmanos.Niegaconlacabezay evitamimiradaunrato,peroentonces,decididayvalientecomosiempre, arrugandolafrenteclavasuspreciososojosazulesenmí. —¿Cómosabestodoeso? —Fijándomeenti—contestohipnotizado—.¿Heacertadoentodo? —Sabes más de mí en tres días que Mark en casi 20 años de matrimonio. —Quizá… —Empiezo a decir pero me veo obligado a tragar salivaparacontinuar.Tengoganasdedecirlequeyosolotengoojospara ella,quesuimagensemegrabaafuegoenlamenteyqueinclusocuando cierro los ojos, ella sigue ahí, pero cambio mis palabras en el último momento—.Soymuyobservador. Agachalavistayseempiezaatocarelpeloycuandosedacuenta deloqueestáhaciendo,separaensecoymirasumano. —¡Esverdadquelohago!Nuncamehabíadadocuenta…—sonrío antesuinocenciacuandoañade—:Puesmeestoydandocuentadequeyo sé muy poco de ti entonces… ¡Esto se merece un interrogatorio en toda regla! —¡Jajaja!Bueno,serásimedejo…Soymuyreservado… —Es que no es justo. No estamos en igualdad de condiciones — acerca la silla a la mesa—. Venga, te dejo no responder a tres de mis preguntas. —Vale —claudico finalmente abriendo mis brazos—. Soy todo tuyo. Sonríecomounaniñapequeña,comosiestuvierapreparandouna travesura. Arruga la nariz y se humedece los labios. Dios, es preciosa… Gracias,Markporseruncompletogilipollas. —¿Casado,separado…?—empiezaapreguntar. —Viudo. —Oh,losiento. Sueltounacarcajadaantesurespuestayellamemiraconcarade sorpresaantemireacción. —¿Esotehacegracia?—mepregunta. —Me río porque no te podrías ganar la vida haciendo interrogatoriossierestanempáticaconlagente.Yencuantoalodemiex mujer, no te preocupes, estábamos separados desde hacía mucho tiempo cuandomurió.Fuedecánceryestuvoluchandodurantemuchosaños,así quetuvimostiempodehacernosunaidea. Cojo la botella y doy otro trago mientras espero su siguiente pregunta. —¿Hijos? —Unahijayunnieto.Informaciónextra. —Oh, qué bien —dice con una sonrisa en la cara—. ¿La tuviste joven,no? —Con23años.Ahoraellatiene25yminieto5.—Cierrolosojos demanerainconscienteparacomprobarquesuimagensigueahí,quesigo acordándomedeminiñaydemihombrecitoymetranquilizoalverque esasí—.Mesientomayorcuandohablodeellos,¿sabes? —¿VivenaquíenNuevaYork? —Sí, pero les veo poco —confieso tragando saliva y me arrepientoalinstante. —¿Porqué? —Bueno… cuando su madre y yo nos separamos, empezamos a distanciarnosydesdequemurió,noshemosvistopoco. Se me empieza a formar un nudo en la garganta y empiezo a sentirme algo incómodo. Creo que ella se da cuenta que es algo complicadoparamíhablardeesto,yrápidamentecambiadetema. —¿Porquésabesruso? —Portrabajo. —¿Enquétrabajas? —En una empresa de importación y exportación —Mentira no es… —¿Quéhacesentutiempolibre? —Nosuelotenermuchotiempolibre. —Ya,perocuandolotienes,¿quétegustahacer? —Estomismo—digoabriendolasmanosseñalandoalamesaya ella. —Y… —No sé que iba a preguntar, pero se ha puesto roja y ha agachadolacabeza.Buscosumiradahastaquelaencuentro. —Suéltalo,sinmiedo.Pregúntame. —Teibaapreguntarsisuelestenerestasveladascon…—Seríey vuelveadesviarlamiradaavergonzada,asíquedecidoecharleuncable. —Normalmente vengo solo. Igual que al Cotton Club. Nunca he llevado a nadie excepto a mi ex mujer. ¿Era eso lo que querías preguntarme?—Asienteconlacabezaatreviéndoseamirarmealosojos ymeprovocaotrademissonrisasdebobo.Creoqueestoycubriendoya elcupoporhoy. Contestovariaspreguntasmás,hastaquenosdamoscuentaqueel local se ha vaciado considerablemente. Ambos miramos hacia atrás sorprendidosmientrasmiramoselreloj. —¿Cuántollevamosaquí?—pregunto. —Treshoras. —¡Vengaya!¿Tienesmáshambre? —¡Quéva!Estoyllena. —Pues si quieres, vamos tirando porque se nos hará tarde y nos perderemosgranpartedelaactuación. —Venga—diceponiéndoseenpie. Tras pagar y despedirnos de Vinnie, me atrevo a hacer lo que no hiceantesylaacompañofueradellocalponiendomimanoensuespalda, algomásarribadeloquemegustaría,perotocándolaalfinyalcabo. —¿Lista? —digo antes de ponerme el casco, viendo como se ata mi cazadora—. Esta vez tendré que correr un poco más para llegar a tiempo… —Dalecaña. Madremía,estáincreíblementesexy.Cojoelcuellodelacazadora y se lo subo para que no le de demasiado aire en el cuello, y cuando lo hago,mispulgaresrozansupielcondelicadeza.Agradezcoquelleveya el casco puesto, porque de lo contrario no sé si sería capaz de aguantar misganasdeclavarmisdedosensunucayatraerlahaciamislabios.Por otrolado,creoqueellanohasidoinmuneamiroce,porquesucuerpose hatensadolevemente. Cuandoarrancolamoto,sinnecesidaddeayudarla,sepegacontra mi espalda y me agarra fuertemente de la cintura y el pecho. Conduzco algomásrápidoqueantes,esquivandoalrestodecochesytomandoatajos parallegarprontoanuestrodestinoypoderdisfrutarelmáximotiempo posibledelamúsica.Así,tansolodiezminutosdespuésaparcocercadela entradadellocal.Encuantoentramos,elsonidodeunsaxonosenvuelve. Laobservomientrassusojosrecorrenellocalconcuriosidad.Enseguida unacamareranosacompañaaunamesalibreyencuantonossentamos, me permito la osadía de cerrar los ojos y dejarme llevar por la música, comohagosiemprequevengo. —Sonfantásticos—oigoqueMaddiedice,haciendoquelamezcla de esa música y de su voz hagan que no pueda imaginarme estar en un sitiomejor. —Lo son. Hacen jazz pero verás cuando luego toquen algo de swing… —contesto con una sonrisa en la cara y cuando se acerca la camarera,lepregunto—:¿Quéquierestomar? —UnTomCollins–ledicealachica,decidida. —Yyounwhiskydoble. Disfrutamos de la música durante más de una hora, cuando el grupollevayaratotocandomúsicamáspausada.Deboreconocerqueen esta ocasión no estoy prestando tanta atención como otras veces, como ahora, que parezco idiota mirando a Maddie escuchando la canción con los ojos cerrados, moviendo la cabeza levemente de un lado a otro. Se lleva la copa a los labios y veo como sus labios se humedecen por el contacto con el frío vaso. Desvío mi mirada hacia la pista y veo como variasparejasbailanlascancioneslentasqueelgrupotoca. —Maddie, ¿quieres bailar? —digo acercándome a ella tendiendo mimano. Abre los ojos y me mira sorprendida pero enseguida sonríe y agarramimano.Seponeenpieyquedándonosaescasoscentímetrosbajo mivistahacianuestrasmanos.Laaprietodibujandosuavestrazosconmi pulgar.Lallevohacialapistadebailemientrasempiezanasonarlasnotas deunaversióndelacanciónMyGirldeOtisRedding.Cuandollegamosa lapistaylaabrazo,apretándolacontramicuerpo,ellaapoyasucabezaen mihombro.Siagacholacabeza,minarizymislabiossequedanaescasos centímetros de su pelo, y puedo inhalar su olor. Sonrío al darme cuenta que el azar no podía haber escogido mejor canción para este momento, porqueenmediodetodamifarsa,ellaescomoungolpedeairefresco. Toda la canción es cierta. No quiero nada más excepto a ella… Abrazarlaynodejarlairjamás.Todoesciertoexceptoqueellanoesmi chica…ypormuchoqueyoquiera,nopuedodejarquelosea.Nopuedo mezclarla en mi vida, ella es demasiado perfecta y no encaja con Igor, aunque Jack la desee con todas sus fuerzas. Esto no está bien, no puedo seguirengañándomecreyendoquepuedoestarconellasinconsecuencias. Nopuedopermitirquelarelacionenconmigoyponerlaasíenpeligro. Cuando la canción acaba, mi humor ha cambiado. Necesito alejarme de ella cuanto antes, impedir que se meta en mi cabeza y no puedaolvidarla. —Sehacetarde.¿Nosvamos? —Vale, como quieras —contesta seria ante mi cambio brusco de humor. Conduzco lo más rápido que puedo, repitiendo una y otra vez en micabezaquetodoestoesunerror.Aparcodelantedenuestroedificioy la observo quitarse el casco. Su cara ha cambiado también, ya no sonríe sinoquesusojosestántristesymemiransinentenderquéhaprovocado este cambio en mí. Nos quedamos quietos durante unos segundos, y sin poderevitarloleapartounmechóndepelodelacarayselocolocodetrás de la oreja. Dejo mi mano allí, acariciando su pelo con mis dedos mientrassusojosmeobservanpidiendounaexplicación. Sacolasllavesdelbolsilloeignorandosusúplicasinpalabras,me dirijo a la puerta del edificio. En silencio, subimos las escaleras hasta nuestropisoypasandodelargopordelantedemipuerta,nosquedamos delantedelasuya. —Gracias por todo, Jack —dice sin mirarme antes de girarse y empezar a meter la llave en la cerradura—. Hacía tiempo que no me lo pasabatanbien.Nosvemos,¿vale? Yactoseguidocierralapuertadetrásdesuespaldasinesperaruna palabrapormiparte.Meapoyoenlabarandillaymeagarroconfuerzaa ella, haciendo que mis nudillos se vuelvan blancos. ¿Cómo he podido permitirmellegaraestepunto?Yaesdemasiadotardeparaquitármelade la cabeza… De hecho, eso creo que no es culpa mía porque a los cinco segundosdeconocerla,yasehabíaadueñadodeunapartedemí. Eneseinstanteseabresupuertaconbrusquedadyellaaparececon michaquetaenlasmanos.Ambosnossobresaltamosalnoesperarvernos ynosquedamosparadossinmovernosnidecirnada.Descubroquetiene losojosbañadosenlágrimasylacaramojada,asíquemeacercoaella apartandoaunladosumanoconlachaqueta.Pongomismanosaambos lados de su cara e intento secarla con los dedos. Paseo mi pulgar por debajodesuojoyresigolacurvadesumejillahastallegaralacomisura de sus labios. Mis ojos observan con detenimiento todo el camino, hasta quellegoasulabio,esequequieromorderdesdeelprimermomentoen que le vi hacerlo a ella. Paso mi dedo por encima y su boca se abre soltando un suspiro. Miro a sus ojos y los veo cerrados, con la cabeza echadaligeramentehaciaatrás,comocuandoestábamosenelclub. Sinpensarlo,acercomislabiosalossuyoshastaqueserozan.Su bocareaccionaabriéndosemásysoltandounpequeñogemidoqueacojo en la mía. Sus manos rodean mi cintura hasta llegar a mi espalda y me aprietan contra su cuerpo, así que mi lengua entiende el mensaje como “vía libre” y ataca sin piedad. Agarro el pelo de su nuca impidiendo cualquiermovimientohaciaatrásporsuparte,aunquecreoquenodebería temer por ello, porque la dulce y tímida Maddie se ha convertido en ardienteypasional.Nosbesamosdurantevariosminutossindespegarnos ni un centímetro el uno del otro y camino hacia delante, haciéndola retroceder hasta que su trasero toca contra la encimera de la cocina. Aprieto mi cuerpo contra el suyo sin ningún reparo, haciéndole notar la tremendaerecciónquemehaprovocadodesdeelmismoinstanteenquese subióalamoto.Entonceslalevantoylasientoencimadelmueble.Abre laspiernasymeacogeentreellasysinningúnpudorsefrotacontrami entrepierna. Pasados unos minutos en los que ni nuestras manos, ni nuestraslenguas,ninuestroscuerposseseparan,apartolabocadelasuya yapoyomifrenteenladeella.Ambosnosquedamosasíunossegundos, respirando con fuerza por la boca. Agarro su cara con mis manos y la mirodirectamentealosojos. —Ponmelascosasfáciles.Dimequemeapartedetiymevaya— lesuplicoconunhilodevoz. Peroenlugardeeso,ellametelasmanosentrenuestroscuerposy agarrando mi erección a través del vaquero, sin dejar de mirarme a los ojosdice: —Fóllame. Joder.Mevuelveloco.Peronopuedoparar,asíquelaagarrodel culo y coloco sus piernas alrededor de mi cintura. Me muevo por la cocinabuscandolasalida,tanteandolaparedconlamanoyaquemisojos están demasiado ocupados en ella. Cuando salimos, de reojo veo el sofá enelsalónydecidonodarmásvueltas.Pongounamanoensuespalday con toda la delicadeza del mundo, y sin despegar mi boca de la suya, la tiendoenél.Ellamequitalacamisetaymeencantaverlacaraquepone mientrasresiguemipechoconsusdedos.Ledesabrochoelvaqueroytiro deélhaciaabajodescubriendolaminúsculabraguitanegraqueescondía debajo. Cuando le quito el pantalón, mis manos suben por sus piernas mientras mis labios besan cada centímetro de su piel. Entonces, cuando llego a la tela de braguita y notarla tan húmeda, no puedo resistirme y hundomicaraenella.Maddieintentaencogerlaspiernasymeagarradel pelo. —¿Quépasa? —¿Quéhaces?—dicejadeando. —¿Túquécrees?—Yentonescaigo—.Nomejodasquenunca… Su cara me lo dice todo, así que sonrío pícaro y tirando de sus braguitashaciaabajo,sindejardemirarla,ledigo. —Puesconfíaenmíydéjatehacer. Vuelvoahundirmibocaensuentrepierna,pasandolalenguapor suslabios,ycuandotocosuclítoris,suespaldasearqueaysusdedosme agarrandelpelo,peroestavezparaimpedirquemealeje. —Jack… Cuandosusjadeossehacenmásintensos,buscomicarteraysaco un preservativo. Me bajo los pantalones y los bóxers sin molestarme en quitármelos del todo y tras ponerme la goma, subo por su cuerpo hasta quemicararozalasuya,dirijomierecciónysindejardemirarnos,me hundo en ella. Me rodea con sus piernas y sus dedos se pasean por mi espaldamientrashundomicaraensucuello.Aprietolosdientesdurante un rato porque no quiero correrme antes que ella así que cuando su cuerposetensadebajodemíylosmúsculosdesuvaginasecontraen,me dejoiryotambiénemitiendounsonidoguturalcomosifueraunanimal. Minutosdespués,habiendointercambiadonuestrasposicionesenel sofá,consucuerpoencimadelmíoytapadosconunafinacolcha,lamiro embelesadomientrasleretiroalgunosmechonesmojadosdelacara. —Perdónameporlodeantes.Noqueríahacertellorar. —Penséquehabíahechoalgoquetehabíadisgustado.Noentendía nadaporquepensabaquelacitahabíaidobien… —Nocontabacon...contigo. —¿Yquéhacambiado? —Hedecididocontar.Quierovertesonreíryquieroserelcausante deello.Quierohacertedescubrircosascomohehechoestanoche.Quiero quemebesesymeabracesmientrassusurrasminombre,comohashecho antes. CAPÍTULO10 Kate En cuanto vuelvo a entrar en el camerino, Pipper me acorrala de nuevo, sin dejarme siquiera sentar para quitarme, por fin, esas botas infernalesdetacónquemeestánmatando. —¡Venga!¡Cuenta!¿Cómofuevuestracitadeayer? —Déjame quitarme esto y te lo acabo de contar todo – digo sentándomeenlasilla. —¿Cuántas citas lleváis ya? Esto empieza a ser una relación casi formal, ¿no? Nathan y Kate —Empieza a divagar dando vueltas—. ¿Nathanquémás? —Cuatro,peroalonuestronolepuedesllamarcita.Simplemente nos encontramos en el metro y hablamos durante el trayecto y luego el ratoquecaminamosdelaestaciónamiedificio.Ydemomentonohemos intimado tanto como para saber su apellido —respondo masajeando mis piestrassacarlosdelasbotas—.Oh,Dios,quéplacerquitarmeestasbotas del infierno… ¿Por qué a los hombres no les pondrá cachondos vernos bailarenzapatillasdedeporte? —Nathan y Kate se complacen en invitarles a su enlace que se celebrará…Sí,quedabien. —Estáspirada… Cierrolosojosysigoalomíoduranteunratohastaquecuando losabro,meencuentroaPippermirándomeaescasosdiezcentímetrosde mi cara, con una ceja levantada y una mueca de impaciencia en la boca. Decido no hacerle caso y me tomo mi tiempo para desmaquillarme y cepillarme el pelo. Al final, se cansa y se pone delante del espejo, impidiéndome ver mi reflejo en él. Me quita el peine de las manos, me alcanzalacamisetaymiszapatillas.Memiradearribaaabajoduranteun rato hasta que finalmente me agarra de los hombros y me obliga a sentarmeenunasilla,sentándoseellaenotrafrenteamí. —Yaestásperfecta.Ahoraexplica. Miro el reloj y sabiendo que puedo provocarle un colapso nervioso si no le explico cada noche cómo me fue con Nathan la noche anterior,lamiroylesuelto. —Es que no hay nada nuevo que te interese por contar… Te conozco y tú quieres oír cosas como que me ha declarado su amor incondicionaloquemeagarródelacinturaymediounbesodepelícula. Ynisiquieranoshemosrozado. Abrelabocamientrasmepongoenpieyagarromibolso.Cuando reaccionaviendoquevoyasalir,selevantadegolpeycomounvendaval, cogeelbolso,supañueloparaelcuello,semetelaspropinasdelanoche enelbolsillodelpantalónycorreamilado. —Esbroma,¿no?Teestásquedandoconmigo—dicecogiéndome delbrazomientrasniegoconlacabeza—.¡PorelamordeDios!¡¿Aeste chicoquélepasa?! —Pues lo evidente, que solo quiere alguien con quien hablar, sin más.Otienepareja,onobuscaunarelación,ysilabusca,yonosoyla elegida. —¿Pero tú le viste la cara el domingo pasado? Salió del metro claramentebuscándote.Estenotevioenlaestaciónysalióabuscarte,te lodigoyo.Asíquelegustas,tantositieneparejacomosinolatiene,tanto silabuscacomosinolohace.Legustas,seguro. Pippersiempresabequédecirmeentodomomentoparahacerme sentir bien. O es eso, o me dice lo que quiero oír para que le cuente novedades. —Yo quiero pensar eso… Y reconozco que en cierto modo me gusta que me respete tanto, es muy diferente a lo que estamos acostumbrados, pero a la vez me gusta tanto que creo que cuando me toque,explotaré. —Bueno, mientras llegado el momento sepa rozarse bien, tú tranquila. Salimos a la calle y nos encaminamos a la parada de metro mientrasprosigomihistoria. —Aver,asícomonovedaddeayer…déjamepensar…¡Ah!Sí,es deTexas. —Mmmm…¿Unvaqueroeh?Megusta.¿Padres,hermanas,algún hermanosolteroparatuamigadelalma? —Padresyhermana.Losiento.Peronosémuchomás. —¿YCody?¿Hanhabladoalgomás? —Cadanoche.Encuantoentroensuhabitación,élenciendelaluz corriendoyseasomaalaventana. —Meencantaelchiquitín.¿Yquésedicen? —Ayer por ejemplo cuando Cody le preguntó qué tal había ido, Nathan se le cuadró con un saludo militar y le respondió algo así como “Sinnovedadenelfrente,señor”. —Parecequesellevanbien,¿no? —Bueno, Cody lo tiene como en un pedestal… Se ha hecho a la idea de que es como un superhéroe y no hay quien le quite eso de la cabeza…YNathan,bueno,almenosnohuyóalsaberquetengounhijoy essimpáticoconél… —Eso es bueno. Siempre dices que Cody y tú sois un pack, que quienquieraestarcontigo,tendráquequererleaéltambién. Pipper pasa su brazo por encima de mis hombros y me aprieta contraellacuandovequeagacholacabeza. —Teestáscolgandodeél… —Eso parece… Pero no nos conocemos de nada. La otra noche escuché su voz por primera vez, así que no quiero hacerme ilusiones. Puede parecer un lobo con piel de cordero. ¿Quién me dice que no está haciendounpapel? —Quémalpensada… —Cosas peores se han oído. Así que de momento, si le intereso como dices, tendrá que currárselo más. Marketing. Que se venda bien, y entoncesalomejorlecompro. Giramoslaesquinayyaveolasescalerasquebajanalaparadadel metro.Tengoquereconocerqueheaguantadolarespiraciónalgirarpor sileveíaesperándomeahíymehellevadounapequeñadecepciónalno ser así. Siempre nos vemos en el vagón, pero aún así siempre tengo la esperanza de encontrármelo esperándome en las escaleras, como si vinieraabuscarme…nocomoahoraqueparecequenosencontremospor casualidad… Cuandollegamosaloaltodelasescaleras,nosdetenemosyyome quedounossegundosmirandohaciaabajo. —¿Y del club le has hablado? ¿O sigue pensando que eres camarera?—mepregunta. —A tanto no me he atrevido… Hijo, stripper, demasiada informaciónqueprocesar. —Puesquéquieresquetediga,yocreoquecuantoanteslosepa, mejor. Es mejor saber de buenas a primeras si te acepta con todas las “cargas” —dice enmarcando la palabra con los dedos—. Que luego te cuelgasdeltíoylopasaspeor. Eso me hace reflexionar. Puede que Pipper tenga razón. Quizá debería confesarle que trabajo en un club de striptease. No es un prostíbulo, aunque muchos hombres piensen lo contrario y se crean que echándonosunosbilletespuedenhacerconnosotrasloquequieran. —Venga, corre, baja ya, no vaya a ser que pase el metro y estés aquíperdiendoeltiempoconmigo.Yamecontaráscómohaido. —Mañanaviernestengolanochelibre,acuérdate… —¿Yporquélodicesconesacara?Podrásdescansar…—Ytras unossegundosañade—:Ysiteapetece,podríasinsinuárseloaNathanya lo mejor pilla la indirecta y te invita a tomar algo… O si no lo hace él, atreverteainvitarletú… Me muerdo el labio porque aunque no lo quiera reconocer, tener undíadefiestasignificadescansarypasartiempoconCody,perotambién significanoverle,yesonomeapetece…Meheacostumbradoaél. —Yaveréquéhago… —Perotegustalaidea.Teconozco. Nosabrazamos,bajolasescalerasysacoelbilleteparavalidarlo. Lo meto en la máquina, me lo devuelve, pero las puertas no se abren. Como pasa a menudo, me dirijo a la máquina de al lado pero sucede lo mismo. —¡Venga! —digo dándole un golpe a la máquina—. ¡Trágate el billetedeunapuñeteravez! Y eso es lo que la máquina hace. Exactamente. Tragárselo, no devolvérmelo y no abrir las puertas, dejándome por unos segundos con cara de idiota. Cara que sustituyo a los dos segundos por una de rabia y desesperación absoluta cuando oigo a lo lejos el ruido del metro acercándosealaestación. —¡Mierda! ¡Ábrete ya! —digo golpeando y pateando para que se abranlaspuertas—.¡Puñeteramáquina!¡Ábrete! Entonces los dioses parecen haberme escuchado y las puertas ceden a mis plegarias, pero justo en el momento en que las traspaso, se vuelvenacerrar,dejandomicuerpoaunladoymibolsoalotro.Miroun momento a las escaleras que bajan al andén, que ahora me parecen más lejanasquehaceunrato. —¡¿Pero qué mierda pasa aquí?! —digo ya con los nervios apoderándosedemicuerpomirandolatiradelbolsoytirandodeellasin importarmequeserompa—.¡Suéltame!¡Déjameir! A lo lejos oigo como el metro se pone en marcha y yo solo soy capazdequedarmequietaescuchandocomomisesperanzasdeteneruna “cita”estanochesepierdendenuevoporeltúnel. —¡No!¡Joder!¡¿Peroquétehehechoyo?!—Notocomolosojos semeempiezanahumedecer—.¿Yaestáscontenta?Puesala,yamevasa hacerllorar.Yosoloqueríasubirmeaesemetroqueseacabadeirytú, máquinadeldemonio… Lavuelvoapatearcontantafuerzaquemehagohastadañoenel pieyyalaslágrimasresbalanpormismejillassincontrol. —¿Kate? Meincorporodegolpealoírsuvozamiespalda.Nisiquierame giroparaquenomeveaenesteestado,porqueahoramismodebodeestar defoto,pelosdeloca,caradesencajadayrojacomountomate.¿Cuánto hacequellevaahí?¿Mehaoídogritar? —Hola. Tarde,lotengoamilado,apoyadoenlamáquinaquehadecidido robarmeelbolso,mirándomeconunasonrisaenlacara. —Hola—contestogirandolacaraalladocontrarioysecándome laslágrimasparaintentarconservaralgodedignidad. —¿Algúnproblema?—Veoporelrabillodelojoquemiraalotro ladodelaspuertas,dondemibolsocuelgaaún. —¿Túcrees? —¿Ycontodoloquelehasdichoalamáquinanosehaacojonado ynotehadevueltoelbolso? Vale,ahíestámiconfirmación,hapresenciadoalmenosunaparte demihisterismo. —Ah, ¿te refieres a esos… gritos? —digo yo muy digna intentando disimular mientras él aprieta los labios en una fina línea y asienteconlacabeza—.Esqueletengomuchoaprecioaestebolsoyno queríaqueserompiera… —Puestirabasdeélcomositefueralavidaenello… —Oye,calladitoestabasmásmajo. —Yotambiénteníaganasdeverte. Sorprendida,levantolacabezayleencuentromirándomeconuna sonrisa tímida en la cara. Intento procesar sus palabras mientras noto un cosquilleo crecer en mi barriga. Me ha dejado muda y no soy capaz de hacerotracosaquequedarmeembobadayperdidaenesosojosazulesque meatraparondesdeelprimerdía. —¿Quieres que vayamos paseando o cogemos el metro? —me preguntaalverquenoarticulopalabra. —Pues… Madremía,tengolabocaseca.Esaspalabrasmehanafectadomás deloqueyomepensaba…Yo,quetengorespuestaparatodo…Mirode nuevoalaspuertas,quesiguenatrapandomibolso. —Espera.Vamosaverquépodemoshaceraquí. Apoya las manos en la máquina y de un salto, con una facilidad pasmosa, se sube encima. Me fijo en sus brazos fibrados, donde se le marcan varios músculos y creo ver un tatuaje en el derecho, aunque la manga no es lo suficiente corta como para apreciarlo del todo y solo atisboloquecreoquesonletras.Mefijoquellevaellibroenelbolsillo de atrás del vaquero y sonrío. Luego pasa al otro lado de un salto y se quedafrenteamí. —Yointentoforzarlasparaqueseabranytúintentasacarelasa, ¿deacuerdo? —Vale. —¿Lista?—dicemirándomealosojosconunasonrisademedio lado. En cuanto asiento, coge las dos partes de la puerta por arriba y tirandocadaunahaciasulado,empiezaahacerfuerza.Alpocoempiezan a ceder y rápidamente puedo hacer pasar el bolso por el pequeña hueco queNathanhalogradohacer. —¡Ya!—gritoeufórica. —¿Qué hago ahora? —dice manteniendo aún la separación—. Metroocaminando. —Caminando—contesto. Sinpensármelo,mepongodeladoeintentopasaralotroladopor laestrecharendija,mientrasélsigueaguantandolaspuertas.Cuandopaso al otro lado me quedo a escasos centímetros de él, apretando el bolso contra el pecho, atrapada en el hueco que queda entre su cuerpo y la máquina. Levantolavistahaciaélyleveomirarme…¿asustado?Tienelos ojosmuyabiertosycreoqueestáapretandolosdientesconfuerzaporque puedoapreciarsumandíbulaaambosladosdelacara.Respiraconfuerza por la nariz mientras sus ojos se pasean nerviosos por mi cara. Me gustaría posar mis manos en su pecho y acercar mis labios a los suyos, peroalgomedicequedeberíaesperaraqueéldieraelprimerpaso,como si algo le impidiera acercarse a mí, así que me aseguro de no rozarle siquiera. —Creoquepuedessoltarlaspuertas—digotancercadesuboca quemialientotienequehacerlecosquillas. Al instante las suelta y retrocede varios pasos, poniendo entre nosotrosladistancianecesariaparaquesucuerpovuelvaarelajarse.Veo ademáscomopocoapocosuexpresiónvuelveaserladehaceunrato. —¿Vamos? Tengo a Rose de canguro con Cody, y no quiero volver muy tarde —digo como si nada de esto hubiera ocurrido, intentando aparentar la normalidad que creo que él necesita en estos momentos. Salimos a la calle y emprendemos el camino a casa en silencio hasta que pasado un rato, cansada del Nathan taciturno, decido traer de vueltaamisuperhéroeyempiezoadarleconversacióndenuevo. —¿Aúnnotehasacabadoellibro? —¿Eh?—contestaaúnalgodespistado. —El libro —digo señalando el bolsillo trasero de su pantalón—. Quenotelohasacabadoaún.¿Notegusta? —Ah,símegusta,peroúltimamenteleomenos. —¿Yeso? —Digamosqueantesleíaparamantenerlamenteocupadayahora tengootras…cosasquememantienendistraído. —¿Cómoqué? Aunque tiene la vista clavada al frente puedo ver su expresión incómoda.Séquelecuestaabrirseamíyporsushábitossolitarios,creo queatodoelmundo,peronecesitosabermásdeél.Necesitosabersiyole interesoparadarelsiguientepaso.Ese“yotambiénteníaganasdeverte” esunaclaradeclaracióndeintenciones,peromehellevadomuchospalos yestaveznecesitomás.Yparecequeestodehacermelatontasemedade maravilla. —¿Salir a correr? ¿Ver la tele? ¿Escuchar música? No sé… —le veotragarsaliva—.¿Salirconamigos? Parecequeestomevaacostarmásdeloqueyopensaba.Incluso noto que ha aumentado el ritmo al andar. ¿En serio quiere llegar cuanto antesamicasaparanotenerquecontestaramispreguntas?Esoparamí no es venderse demasiado bien y si no le conozco más, no voy a arriesgarme,asíquehagotodolocontrarioaloqueestáhaciendoél.Me detengoderepenteenmediodelaacerasindecirnada.Élnosedacuenta de ello hasta que da varios pasos más. Entonces mira a su alrededor buscándomeycuandosegiraymevedetrássuyo,quietayconcaraseria, levantalosbrazosyencogeloshombrosconfundido. —¿Quéhaces?—mepreguntaarrugandolafrente. —No,¿quécoñohacestú? Niegaconlacabezaalzandolascejassinentendernada. —Huyesdemí.Hasaumentadoelritmoinclusoparadejarmeantes encasa.Nomehacefaltaquemeacompañes,nosoyunainválidayllevo unesprayenelbolsoporsialgúnimbéciltratadepropasarse.PorCody notepreocupes,lementirécomolementíahastaahoradiciéndolequesí mehasacompañadoalapuerta. —Nomedoycuenta…—diceconcaradeasustado. —¿Enserioteníasganasdeverme?Porquenoloparece. —Síteníaganasdeverte.Me…sientocómodocontigo. —Nathan, te pregunto por curiosidad, no te estoy interrogando y noteestoyponiendounapistolaenlacabeza.Sinoquieres,nohacefalta quemecontestes. Justo después de soltar esas palabras, su cuerpo se tensa por completo. Aprieta la mandíbula como hizo en la estación al tenerme tan cercay,aunquesusojosmeenfocan,sumiradaestáperdidayséqueen realidadnomeestámirando. —Dimequenomeestoyhaciendofalsasilusionescontigo.Quiero creerquenoestoyperdiendoeltiempo,peronoteconozcoynoquieres queteconozca.Megustaestarcontigoperonopuedopasarmetodalavida así. Agachalacabezaymiraalsuelo.Suspuñospermanecenapretados aambosladosdelcuerpo.Parecefrágileindefensoymesabemalserle tan franca, pero me gusta demasiado y no quiero hacerme falsas esperanzas. —Si necesitas más tiempo, dímelo porque te esperaré, pero necesitosaberquenoeresuncobardeyquelucharáscontratimismopor mí. Sin esperar su respuesta, empiezo a caminar de nuevo y cuando llego a su lado, me paro un segundo y girando levemente la cabeza le digo. —No hace falta que me acompañes. Tómate tu tiempo para pensarlo.Mañanatengolibreasíquenonosveremos.Ypasado,depende deti… Ysigocaminandojustocuandoempiezoanotarcomolosojosse me humedecen de nuevo. ¡Pero bueno! ¡¿Qué narices me pasa cuando estoyasulado?!Yo,quesiemprehesidofuerteyhelloradopoquísimoen mivida,derepentemeheconvertidoenunablanda… —¡Túeresquiénocupamimentelas24horasdeldía!—oigoque gritacuandoyaestoybastantealejadadeél. Mefrenoperonomegiroaún.Tragosalivaparaintentarquitarme elnudoenlagargantaquesemehaformadohaceunrato,peroenlugar deeso,cuandoabrolaboca,unfuertesollozoescapadeella. —¡Noleoporquenomepuedoconcentrarennadaquenoseastú! Giro sobre mis talones poco a poco y me lo quedo mirando fijamente. Me enjuago las lágrimas con la mano y me coloco el pelo detrásdelasorejas. —Sí, salgo a correr por las mañanas. No suelo ver la tele, solo cambiodeuncanalaotro.Noescuchomúsicaaunquemeencantaysilo quehayentretúyyoesamistad,sí,suelosalircadanocheconunaamiga apasear. Camina un poco hacia mí, pero entonces se frena y se rasca la cabezaconansiedad. —No soy un cobarde… o al menos no solía serlo pero ahora mismonoestoyenmimejormomentoytengomiedodemostrarmeante tiyquehuyas. —Nomeasustoconfacilidad…—digoalcabodeunrato. Caminadenuevoyestavezsíllegahastamí.Sonríecontimidezy semetelasmanosenlosbolsillos,nervioso.Pareceunchicoasustado. —¿Me dejas acompañarte? Para que no tengas que mentir a Cody… —Claro—digosonriendocomounatonta. Durante unos metros, permanecemos en silencio, aunque los dos seguimos sonriendo. Creo que a ambos nos han quedado claras las intencionesdelotroyhasidocomounaespeciedeconfesiónparalosdos. Devezencuandoélgiralacabezaparamirarmecomosicomprobaraque sigoahí,sonriendocomounaadolescente. Cuandoenfilamosmicalle,parececomosisedieracuentadeque selehaechadoeltiempoencimayempiezaahablardenuevo. —¿Quéharásmañana? —EstarconCody.Porundíaquenovayaalcolenopasanaday vamosairapasareldíaaCentralPark.Nosllevaremoslacomidayun balóndefútbol. —¿Juegasalfútbol?—preguntasorprendido. —Eso de dar patadas a una pelota se me da fatal, para qué engañarte.PeroaCodyleencanta.Juegaenelequipodelcolegioytodo —contestoorgullosa. —Yentonces…¿quésetedabien?Esdecir,séquetienesmuchas cualidades…Esto…Queseguroquehacesmuchascosasbien… Estárojocomountomateyyosolopuedoreírmealvercómose haliadoélsolo.Alfinalsacaunamanodelbolsilloyserascalacabeza mientrassueltaaireporlabocaconfuerza. —¿Ves como tienes que tener paciencia conmigo? Como habrás notado,estoamísemedafatal. Sigoriendosinpararcuandollegamosalapuertademiedificioy nosquedamosparadosunodelantedelotro. —Todoeselíoquemehemontadoyosolitoeraparasaber…— Vuelve a soltar aire con fuerza y durante un rato mueve los ojos de un ladoaotro,comosisucabezaestuvieraescogiendolaspalabrasindicadas —. Sé que mañana pasarás el día con Cody, pero me preguntaba si te apeteceríahaceralgoporlanoche… —¿Terefieresasalirporahí? —Sí bueno, sé que es tu día de fiesta y si no te va bien podemos quedarenotromomento…Además,tendríasquehablarconRoseparaver sisepuedequedarconCody… —No,no,no.Ahoraquetehasatrevido,novoyadejarescaparla oportunidad.YameapañaréconRose¿Dóndequieresir? —Nosé.Dondetúquieras.¿Quéteapetece? —Bueno…¿quéteparecesalirabailar?Aunadiscoyeso.Hace siglosquenovoy… Veoqueabrelosojoscomoplatosylevantalascejasasustado. —Vale,noeslotuyo.Hacemosotracosa,notepreocupes. —No, no, tranquila. Solo que pensaba que al pasarte todas las nochesponiendocopasteapeteceríaalgomás…relajado. —Loquehagocadanocheesvercomolosdemássedivierten… Peronopasanada,hacemosalgomáscalmadooquenosgustealosdos. —No,venga,vale.¿Aquéhoraterecojo? —Veamos,dejaquemeorganice—piensoduranteunossegundos todoelmontajequetengoquehacerydigoalfinal—.¿Sobrelasdiez?Así dejo a Cody bañado, cenado y en la cama y estoy el máximo de tiempo posibleconél. —Hecho. —Genial. Ahora viene el famoso momento incómodo de cada noche en el que yo espero que él dé el paso y que tras varios segundos acabamos diciéndonos adiós con la mano como si tuviéramos la peste y no pudiéramostocarnos. —¿Dóndevaismañana? Ambosmiramoshaciaarribasorprendidos. —¿Sepuedesaberquéhacesdespierto?—ledigoaCody. —Esperarte —Entonces gira la cabeza hacia dentro, supongo que porque Rose le habrá escuchado y le estará preguntando—. Hablo con mamáyelsuperhéroe. En ese momento la cabeza de Rose se asoma por la ventana tambiénylosdoslassaludamos.Yaestamostodosinvitadosalafiesta. —Hola —dice mirándonos a los dos con una sonrisa en la cara productoquesabeloqueNathanhaestadodespertandoenmíporqueselo heestadocontando—.Katelosiento.Pensabaquedormía. —Tranquila.Cadanochehacelacomprobacióndeturno. —¿Todo bien? —pregunta Cody a Nathan haciendo el saludo militar. —Todoenordenseñor—diceélcontestandoconelmismogesto. —Rose,meparecequemañanamevasatenerquecuidarporque vanasalirabailar. —¡Oye!—lerecrimino—.¿Cuántotiempollevasescuchando? —Oshevistogirarlaesquina. —No tienes remedio… —le contesto y viendo que tanto Cody comoRosesiguenapostadosenlaventanamirandosinningúndisimulo, decido dar nuestra cita por terminada—. Bueno, nos vemos mañana entonces. —Sí.Alasdiez. —Alasdiez—digosubiendolasescalerasmarchaatrás. Y como cada noche, nos despedimos diciéndonos adiós con la mano,aunqueestavezalgohacambiado. CAPÍTULO11 Nathan —Nathan,miopiniónesquenoesbuenaidea… —Nomeimportaloqueopines. —Puesdebería,básicamenteporqueaesosquetepaganlapensión, déjame pensar quiénes eran… Ah, sí, el gobierno de los Estados Unidos deAmérica…aellos,lesimportamiopinión. Me levanto bruscamente del sofá y empiezo a moverme nervioso por la habitación. No sé qué hacer con las manos. A ratos me rasco la cabeza,luegomeagarrodelanucaysegundosmástardemelasmetoen losbolsillosdelpantalón.Conlospiesnovoymuchomejor.Cuandono me estoy moviendo sin parar, cambio el peso del cuerpo de uno a otro constantemente. Ahora mismo necesito descargar tensiones y estar encerradoenunahabitacióncomoestanomeestáayudando. —Nathan… No debería haber venido. Estoy demasiado nervioso y necesito desahogarme.Quizálastreshorasqueheestadocorriendoestamañanano han sido suficientes. A lo mejor si me largo ahora me daría tiempo de salirahaceralgunosquilómetrosmás.¿Quéhoraes?¿Lasseisya?¿Llevo aquídentrodoshorasya? —¡Nathan! MegirohaciaelDr.Monroedegolpeyleveoobservándomecon detenimiento aún sentado en el sofá. Con la mano me señala el sillón de delanteparaquemesiente.Dudounossegundoshastaquealfinal,resoplo paramostrarmiresignaciónymesiento. —Nathan, mírate. Estás en un estado de excitación que no te va bien. Deberías intentar calmarte, y créeme que no lo conseguirás metiéndoteenunadiscoteca. —Noestoynervioso. —¿Ah, no? Te reto. Quédate sentado hablando conmigo durante cincominutos.Sinexaltarte,sinlevantarte,hablandotranquilamentecomo estoy haciendo yo ahora. ¿No dices que no estás nervioso? Demuéstramelo. —Vale,venga.¿Dequéquiereshablar? El Dr. Monroe me mira con los ojos muy abiertos y de repente empiezaareírseacarcajadas.Yolemiroalzandounaceja,sinentendersu reacciónyesperohastaquesecalma,secándosealgunaslágrimasquese lehanescapadodelarisa. —Me matas Nathan, en serio. De qué quieres hablar dice… —se levantalasgafas,dejándolasencimadesucabeza,sefrotalosojosdebido alcansancioycuandoselascolocadenuevoymemira,mevelacaray entoncesreacciona—.Espera.¿Hablasenserio?¿Meestáspreguntandoen seriodequéquierohablar? Asientoconlacabezasinentendernada. —Hablasenserio–resoplafrotándoselanuca. —Estás cansado. Dejemos esto para la semana que viene —digo intentandolevantarmeperoélreaccionarápidoyponeunamanodelante demísintocarme,parafrenarme. —Nilointentes.Siéntateahí.Vamosaver—selevantaysesienta enlamesadecentroquenosseparabaparaestarmáscercamío—.Creo que hemos hablado muchas veces de lo que tienes, ¿verdad? Entonces sabesquéeseltrastornodeestréspostraumático.Sépocoacercadeloque teloprovocó,sololopocoquemehascontadoyloqueaverigüéenlas dos sesiones de hipnosis a las que accediste someterte. Pero lo que sí tenemos claro son los síntomas y lo que puede provocarte las crisis, ¿verdad?Ansiedad,estrésytensión. Me mira esperando una respuesta que yo no le doy. Darla sería comoadmitirmiderrota.Séquetienerazónyséquelodeestanocheno puedetraernadabueno,peronecesitointentarlo,porella. —Voyatomarmeesesilenciocomounsí—apoyaloscodosenlas rodillasyseacercamásamí,acorralándomeenelsillón—.Uno.Evitasa la gente y los ruidos estridentes y te vas a meter en una discoteca abarrotada y con música tan alta que casi no oirás ni tus propios pensamientos. Dos. Vives en una tensión permanente, en híper vigilancia perpetua, siempre buscando signos de peligro y vas a estar con la chica que te gusta, rodeado de otras cientos de personas, intentando controlar que nadie le haga daño. Tres. No eres capaz de concentrarte en algo durante poco rato ni estando aquí los dos solos. ¿Crees tú que podrás concentrarteenellacontantosestímulosatualrededor? Porfinsecalla.Haceratoqueintentonoescucharleaunquealgoen miinteriormeobligaaellosiempre.Algodentrodemírepiteunayotra vezquelehagacaso,quetienerazónyquemelodicepormibien.Estu amigo, me repite. Ja, seguro… Mi amigo… Porque le pagan que si no seguro que no iba a aguantar mis problemas. Intento tragar saliva pero algoenmigargantameloimpide.Meremuevoincómodoenelsillóny como ya es habitual en mí cuando algo me incomoda, mis extremidades empiezanaactuarasulibrealbedrío.Unpieempiezaarepiquetearenel suelomientrasunademismanosseempeñaenrascarlateladelbrazodel sillón. —Nathan,escúchameporfavor… —Quiero ser normal —susurro en un hilo de voz—. Al menos, quieroparecernormalaojosdeKate.Ellapodríateneracualquierayno quieroperderlaoportunidad. —Tú lo has dicho, podría tener a cualquiera y en cambio parece haberteelegidoati,¿no? —Porqueintentoparecernormal,másomenos. —Si no fueras “normal” —dice enmarcando la palabra con los dedos—, ¿no te habría dado esta oportunidad? ¿No dices que te vio mientrasteníasunapesadillayaúnasítesiguióhablandoconnormalidad? —Ella no sabe nada de nada. Solo vio la punta del iceberg. Si supieratodo,nomedaríaestaoportunidad.Nadiequieresalirconuntío queestáloco. —Túnoestásloco. —No, para nada. Solo oigo voces en mi cabeza constantemente, tengo pesadillas cada vez que cierro los ojos hasta el punto de mearme encimadelmiedo,tengoproblemaspararelacionarmeconlagentehasta el punto que no permito que me toquen, me asusto con cualquier ruido comosisetratarandedisparos,sufrodoloresdecabeza,mareos,aveces parecequeelcorazónsemevaasalirdelpechoypuedollegarinclusoa desmayarme.Sí,definitivamentehoynadamásverlaseloexplicarétodo, ylediré,“oye,peronoestoyloco,¿eh?” Me levanto y esquivándole, salgo de mi acorralamiento. Necesito moverme de nuevo, así que empiezo a caminar de arriba a abajo. Aún oigolavozdelDr.Monroeenmicabeza,recitándomeunaaunatodaslas cosasquepuedenpasarestanoche.Cierrolosojosconfuerza,cruzolos brazospordelantedemipechoyapoyolafrenteenlapared. —Quieroestarconella—digoconlavozentrecortada. —Yonoteestoydiciendoquenosalgasconella.Soloquepodíais haberelegidoalgomástranquilo,adaptadoatusnecesidades… —Es tarde para eso ya… —digo al girarme hacia él, encogiéndomedehombros. AhoraeselDr.Monroeelqueresoplaresignado.Selevantayse acercahastamí.Levantalasmanoscomosimeintentaratocaryalverque mi reacción es echarme para atrás asustado, las baja negando con la cabeza. —Tienesminúmerograbadoenelmóvil,¿verdad? —Sí…—contestoextrañado. —Déjameelteléfono. Losacodemibolsilloyselotiendo.Éltrasteavariasteclashasta quemeenseñalapantalla. —He puesto las siglas AA delante de mi nombre para ser la personaalaqueavisenencasodequepasaraalgo.¿Deacuerdo? Asiento sin decir nada, apretando los labios hasta convertirlos en unfinalínea. —Escúchame, para cualquier cosa, llámame. Y cuando llegues a casa avísame, ¿vale? Si quieres mañana podemos vernos y me cuentas cómohaido. —Mañananotocasesión. —Nohacefaltaquenosveamosaquíyquenoslotomemoscomo unasesiónhabitual.Podemosiratomarunacervezaaalgúnsitio.Vamos, siteapetece. —¿Y también me irás persiguiendo con esa cámara de vídeo? — digoseñalandoalpuntorojoqueintentadisimularenlaestanteríallenade libros—.¿ComosifueraselGranHermano? —No… —Y sonriendo negando con la cabeza añade—. ¿Cómo sabíaslodelacámaradevídeo? —Ytienesunmicroenlalámparadetumesa—Memiraaúnmás sorprendido—.Notepreocupes,séqueestásentuderechodeusarestos métodos. Yo firmé el consentimiento, así que no tienes porqué esconderlos. —Losescondoparaquetesientasmáscómodo.Pensabaquenolos habíasvisto. —Enlaprimerasesiónnoestaban.Enlasegundapusisteelmicro. Ylaluzrojalaempecéaverenlacuartasesión.Estarépirado,peroaún soyMarine.Estamosentrenadosparaolerestascosasaquilómetros. Miroelrelojyconlatonteríayasoncasilassietedelatarde. —Doc…Tendríaqueirme… —Sí… —Consulta su reloj y alza las cejas sorprendido—. Dios mío,Stellemevaamatar… —Stelledebeodiarmecontodassusfuerzas… —Notecreas,solounpoco—Ambosreímosagachandolacabeza —.Mantenmeinformadoytenmuchocuidado,¿vale?Respirayrelájate. —Vale. Me voy ya que supongo que tendré que ducharme, y afeitarmey...nosé—digomirandomivestimenta—,cambiarmederopa. Hasta…mañana,¿no? Talycomopenséenlaconsulta,corrodecaminoacasaenlugar de coger el metro. Incluso decido dar un rodeo, así que cuando llego a casasonyalasocho.Antesdesubircomprounbocadilloenlatiendadela esquinaymelovoycomiendoporlaescalera. Cuando entro en casa, voy al dormitorio, abro el armario y me quedounratoahídelantedecidiendoquéponerme.¿Cómosesuponeque vavestidalagentealadiscoteca?Pantalónoscuro,vale,hastaahíbien.Y luego… camisa, sí, debería llevar camisa. Busco la que esté menos arrugadaperotodasparecenhaberpermanecidoenelarmariohechasun ovillo, así que al final me decanto por una camiseta negra. Vale, venga, adjudicada.Nolopiensesmás. Entonces me dirijo al baño, abro el grifo del agua y empiezo a desnudarme.Miromireflejoenelespejomediorotoaúndelpuñetazodel otro día. Veo las cicatrices de mi cuerpo y trago saliva varias veces. Recuerdosconstantesdelapesadillaqueviví.Misojossedesvíanhaciael tatuaje de mi brazo. El lema de los Marines, Semper Fidelis. Apoyo mis manosenlapicayagacholacabeza.Loditodoporellos,hastacasimi vida y lo único que yo me llevé a cambio fue su repulsión cuando se dieron cuenta de que algo dentro de mi cabeza no funcionaba muy bien. Sinsiquierasentirsemínimamenteculpablesalsaberqueloquevivíallí fueloqueprovocómiestadoactual.Paratodos,incluidomipadre,nunca tuveloscojonesparasabertragarmeloqueviyvivíallí.Asíqueenmi caso, el lema no tuvo significado para ambas partes… Yo sí les fui siemprefiel,peroellosamíno… Cuando entro en la ducha, me quedo debajo del chorro helado durante una eternidad, apoyando las manos en la pared y dejando que el aguaresbaleportodomicuerpo. Cuando salgo, me afeito, me visto y puesto no sé o no puedo quedarme quieto, decido salir hacia casa de Kate, aún sabiendo que falta bastanteparalahoraalaquehabíamosquedado.Mepasotodoelcamino practicandounarespiracióntranquilaypausadayensayandoenmicabeza comosalirdevariassituacionesquesemepuedenpresentar.Asíalfinal, acabo por montarme un guión que suena bien sencillo, al menos en mi cabeza. Para evitar aglomeraciones, buscar un sitio más apartado, así además podré tenerla solo para mí. Para evitar las luces cegadoras de láser y eso, mirar todo lo que pueda al suelo. Para los ruidos de la música…buenoyasemeocurriráalgosobrelamarcha.Simetoca…ya pensarécómohacerparanoapartarmebruscamenteporquedeverdadque noquierohacerlo…Másbienalcontrario…Quieroquemetoque,quiero besarla, sostenerla en mis brazos con fuerza, arramblarla contra una pared…Vale,ponenprácticaesarespiraciónquehemosestadoensayando antes… CuandollegoalacalledeKatepasanpocosminutosdelasnuevey media,asíqueaminoroelpasoydecidoquemesentaréenlasescalerasde su edificio a esperar a que sea algo más tarde para llamar a su timbre. Pero en cuanto me siento en las escaleras, oigo una vocecita que ya me resultafamiliar. —Eh,superhéroe… Mirohaciaarribayleveoahíasomadocomocadanoche. —¿Quéhacesahí? —Esperaraquevinieras—diceenvozbajaechandovistazoshacia atrás de vez en cuando para comprobar que no le ven—. Mi madre está decidiendo aún qué ponerse y Rose le está aconsejando. Mujeres, ya sabes… —¡Jajaja!Sísupongo… —¿Quéhacesaquítanpronto? Meparoapensarmirespuestaunossegundos.Tengoquerecordar queesunniñodesolocincoaños,aunqueavecesparecemásmaduroque yo,asíquedebomedirloquedigo.Peroantesdeencontrarlaspalabras, élmeinterrumpe. —Oye,¿quieressubir?Asímehacescompañíamientrasmimadre seviste… —Eh…Puesnosésidebería. —Tonterías.Teabro. Enseguidasemetehaciadentro,asíquemelevantoymedirijoala puerta, que se abre segundos después. Subo las escaleras nervioso, frotándomelasmanoscontraelpantalón.Entonces,cuandollegoaltercer pisoveounapuertaabiertayaCodyesperandoallado.Vavestidoconun pijamadelasTortugasNinjaysonríealverme. —Hola,superhéroe…—dicecuandoestoydelantesuyo. —Hola,tortuganinja—contesto. —Joder,quéaltoeres.Ostias,hedichounapalabrota—Ysetapala bocaalmomento—.Bueno,dos.Seránuestrosecreto,¿vale?Porquesino metocarápagarmultaymeterundólarenelbote. —Prometido. —Pasa. Cierralapuertasinhacerruidocuandoentramos.Miroalrededory veoloquepareceserelsalóncomedor.Noesmuygrande,conunamesa enfrente de mí y un sofá de tres plazas a mano derecha, delante de un mueble donde se apoya la televisión. De las paredes no cuelgan cuadros impersonales,sinofotosdeCodyydeKate.Megusta.Esacogedor. —Ven—susurraCody—.Vamosamihabitación. Lesigoporunpasillo,pasandoporalladodeunapuertacerradaa travésdelacualseoyenlasvocesdeKateyRose,hastaquellegamosa unahabitaciónllenadedibujosdesuperhéroesporlasparedes,cómicsy librosenlasestanterías,balonesdefútbolenelsueloymuñecosdeacción porlacama. —¿Temola? —Mucho—digocogiendounodelosmuñecos. —Eseerestú. Lemirolevantandolascejassorprendidomientrasobservomásde cercaalmuñeco.Vavestidoconununiformedecombateyenunadelas mangas lleva la bandera de las barras y estrellas. En la cabeza lleva una boinadelado. —Es un boina verde. ¿Sabes lo que son? —le miro y veo como niegaconlacabeza,asíqueañado—.EsungrupodeFuerzasEspeciales delEjército. —¿Ysonfuertes? —Ajá—digosindejardemirarelmuñeco—.Yexpertosencosas comodesactivarexplosivos,paracaidismo,emboscadas,camuflaje… —Mola… Yo juego a que Spiderman y Batman y Hulk —dice cogiendolostresmuñecos—,lehanpasadosuspoderesaJoeyélsalvaa todos.Comotú,quesalvasteamamá. Dejoelmuñecosobrelacamayéllocogeyseestiraenlacama tapándoseconlasábana.Sacadedebajodelcojínuncómicymemira. —Sesuponequemamátendríaqueleermelaspáginasquetocande este cómic, pero mira, en lugar de eso, está ahí probándose todo su armarioydiciendocosascomo:“estemehacemuygorda”,“esteenseña poco”o“esteenseñademasiado”—diceponiendovozdechicamientrasa mísemeescapalarisa. —¡Cody! MegirosobresaltadoalescucharlavozdeKatedetrásdemí.Rose estádetrásdeellaconlabocaabierta. —Losiento…yo…—empiezoadecir. —¿Quéhacesaquí?—mepregunta. —Yo le dejé subir mamá. Estaba abajo y yo estaba aquí solo mientrastúteprobabasropaconRose…—diceCodybastantemásrápido dereflejosqueyo—.Leibaapedirquemeleyeraéllasdospáginasque tocabanhoy… —Cody,dejaaNathantranquilo—dicecogiéndoleelcómicdelas manos—.Mañanateleocuatropáginasenlugardedosylistos. —Amínomeimporta…—intervengoyotímidamente. —¿Lo ves? No le importa. Tú ves a acabar de ponerte pinturas y déjanossolos. Katememiracomopreguntándomesinomeimportaperoyosigo mirandoaCodyalucinadoporcómoseexpresa. —Enserio,nopasanada.Haztranquila,queyomequedoconél. —Vale…—contestaaúndudando—.Notardonada. Cuandonosquedamossolosdenuevo,Codymealcanzaelcómicy loabreporlapáginamarcada. —Vale,¿poraquí?–digoseñalandolaprimeraviñeta. —Sí,perotienesqueirenseñándomelosdibujos. Empiezo a leer cada viñeta y se la voy enseñando pero es tan incómodoavecesquealfinal,alverquelacamaesgrande,ledigoquese echeaunladoymeestiroasuladoconelcómicenaltoparaquemientras yo lo lea, él pueda mirar las viñetas. Conforme yo leo los diálogos, él acabauniéndoseamíhaciendolosruidosdelosgolpesypuñetazos. —Estoylista—oigoquediceKate. Aparto el cómic y me la quedo mirando de arriba a abajo. Está increíble con unos vaqueros ajustados, unos zapatos de tacón y una camisetanegra. —Peroqueosveotanrelajadosquenosésiponermeelpijama. Me incorporo mirando a Cody. Hago una señal en la página del cómicyleguiñounojo. —Metengoqueircolega. —Vale,nopasanada.Hemosleídomásdedospáginas. —¿En serio? —digo haciéndome el tonto mientras él sonríe enseñándomesuspequeñosdientecitos—.¿Mehasengañado? —¿Vendrásotrodíaaleer? —Venga,yaveremos—diceKatearropándole. Tras despedirnos de Rose, y salir a la calle, nos dirigimos a la paradadelmetrodandounpaseo.Ellaeligeelsitioasíquemedejoguiar. Aestashorasestámásllenoquealashorasalasquesuelocogerlo,así queaquítengomiprimerapruebadefuego.Nostenemosquequedarde pie cerca de las puertas, cogidos a las barras del techo. Respiro profundamente y mientras charlamos, no puedo evitar estar en guardia mirandoatodoslados.Aúnasíconsigocentrarmeenlaconversaciónyen ella,quememiraysonríeconstantemente. —¿CuántollevasviviendoenNuevaYork? —¿Eh?—mierda,mehapilladodespistado. —MedijistequeeresdeTexas,perovivesaquí…¿Desdecuándo? —Algomásdeunaño.¿Ytú? —Todalavida.Soyneoyorquinaal100%,asíquetencuidadoque yasabesquedicenqueestamosunpocolocos. —¿Enserio?—Pueshasidoadarconlapersonaindicada…—.Lo tendréencuenta… —Ya está. Hemos llegado. Esta es nuestra parada —dice ella sonriéndometímidamente. Salimosalacalleysolotenemosquecaminarunospocosmetros paraencontrarnosdelantedeloquepareceellocalelegidoporKate,una discotecallamadaCielo.Hayalgodecolaenlapuertaynosponemosal final. —Esto…AvecesCodypuedeserunpocopesado.Sientositeha puesto en un compromiso al hacerte subir y casi secuestrarte en su habitación. —Paranada.Esunchicoestupendoymehereídomuchoconél— digorecordandocuandoimitabaasumadrediciendoesasfrases. —Sí ya… Ya sé de qué os reíais y le voy a dar… No he tardado tanto en decidir qué ponerme —Se sonroja al decirlo y sé que está mintiendo,aparteporqueséqueCodynomementiría—.Setedanbienlos niños. —Es el primero que se me da bien, te lo aseguro —Sí, digamos que la última interacción que tuve con un niño no salió del todo bien y acabóenunbañodesangre,provocándomegranpartedemispesadillas. —¿Hasvenidoalgunavez?—mepregunta. —No…—contestometiendolasmanosenlosbolsillos. —Te gustará, ya verás —Lo dudo—. Ponen música de todo tipo. Medijistequetegustabamucholamúsicaaunquenolaescuchabas.Nolo entendímuybien…Yonopodríavivirsinlamúsica,sinescucharla,sin sentirlaysobretodosinbailarla. La miro embelesado mientras habla. Se nota su pasión por ello. Estolahacefeliz,veniraquílahacesonreírynovoyaseryoelquelo arruine. Así que en cuanto pasamos las puertas y la música atronadora empiezaallegaramisoídos,empiezoarespirarprofundamente. —La sala está abajo —me informa ella señalando las escaleras parabajar. Genial, como si fuera un zulo… Esto se pone cada vez peor. Mientras bajamos las escaleras, oímos la música con más intensidad y aumentaeltráficodegenteconlaquenoscruzamos.Ellavadelantemíoy aunqueellanolevea,larodeoconunbrazosintocarlaparaquenadiele de un golpe. Cuando llegamos al pie de las escaleras, ella se gira y subiendounescalónparaquedarseamialtura,mesusurraaloído. —¿Tomamosalgoantes? Yo miro al suelo mientras la escucho, concentrado en su voz, su cercanía,ennomirarlaslucesquemeciegan,enpensarqueloquetortura misoídosesmúsicaynadamás,yenevitarquenadiemetoqueamínile déungolpeaella.Fácil. Nos dirigimos a la barra y conseguimos ponernos en un sitio desdeelquepuedomanejarbastantebienlasituación.Apoyomiespalda contralaparedyasíyanotengoquepreocuparmedeloquepasedetrásde mí.Sostengomicervezaenlamanomientraslaobservodeespaldasamí mirandoalapista.Nopuedeestarsequietaysemuevetímidamentealson de la música. Su pelo se mueve y consigue casi hipnotizarme. Si me concentro en ella con fuerza, todo alrededor deja de existir, así que esa deberíasermitácticaaseguir. Cuandoseacabasumojito,lodejaenlabarraysegiraamícon unasonrisaenlacara. —¿Vamos?—diceseñalandoconundedodetrássuyohacialapista —.Estacanciónmeencanta. Mequedosinsaberquéhacer,mirandodeunladoaotro,hastaque reparo en mi cerveza, a la que aún le queda un culo por beber. Claro, estabadistraídomirándola.Lalevantodelantesuyoparaindicarlequeno heacabadoymelaquitadelasmanosyselabebedeuntrago. —Arreglado—dejalabotellaenlabarra—.Vamos. Me agarra de la camiseta tirando de mí hacia la pista. Empiezo a notar los latidos de mi corazón en los oídos. Miro hacia su mano, que aunquecogelacamiseta,rozamipechoenalgunaocasión.Acabamosen medio de la pista, rodeados de gente moviéndose al ritmo de la música, alzandolasmanos,mientraslucesláserdecolorazulsemuevenportoda lapista.Miroarribayunadeellasmeciegacasiporcompleto.Cierrolos ojos y lo que veo entonces es a mí en medio del desierto, de noche, cegado por la luz de un helicóptero buscándome. Me quito esa imagen moviendolacabezayvuelvoaabrirlosojos. Katebailadelantedemí,contoneándosemientrasLadyGagasigue cantando. Realmente, verla bailar Applause es una maravilla. Se mueve sexy, poniendo una mano en su nuca y recogiéndose el pelo. Cuando se ponedeespaldasamí,medanganasdelanzarmeasucuelloymorderlo mientras mis manos recorren su cuerpo. Eso es Nathan, céntrate en ella. Entonces se gira y la veo bailar con los ojos cerrados. Ladeo la cabeza admirandolorelajadaqueestáenmediodetodoesto.Abrelosojosyme mira sonriendo al verme. No es para menos, debo de tener una cara de boboalucinante.Entoncesseacercaamíbailando,sindejardemirarmea losojosymecogedelacamisetaatrayéndomehaciaella.Ponesusbrazos alrededor de mi cuello y se contonea frotándose contra mi cuerpo. Mi respiración,pormásquemeesfuerce,seentrecortaysevuelveirregular, y la vista se me empieza a nublar. Ella parece darse cuenta y apoya una mano en mi pecho, encima del corazón. Acerca sus labios a mi cuello y losdejaapoyadosallíunossegundos.Enunactoreflejo,levantolacabeza yentonceslaslucesvuelvenacegarme.Elritmodelamúsicasecalmay cuandovuelveasubirdevolumen,seoyenunossonidosrepetitivos,como sifueran…disparos.Lasalaempiezaadarvueltas.MealejodeKateydoy vueltassobremímismohastaquemechocóconotrotíoalqueletirola bebida. —¿Pero eres subnormal o qué te pasa? —dice dándome un empujón. Yentoncesyanosoydueñodemisactosylasimágenessesuceden antemícomosilovieradesdefuerademicuerpo.Meabalanzosobreese tíoyempiezoapegarlepuñetazosenlacarahastaquelerevientolanariz. Él se vuelve y yo recibo también lo mío, hasta que aparecen los de seguridad.Derepenteestoyenlacalle,pegándomecontresarmariosde tíosyluegoestoyenunaambulancia.¿Porquévoyatado?Mierda,¿dónde estáKate? —¡¿Kate?!—grito—.¡¿Kate?! Memuevoinquietointentandodesatarmeperomeinyectanalgoen el brazo que me relaja de inmediato. Lucho para mantener los ojos abiertosmirandoatodosladosyentoncescreoverlaamilado.Merelajo almomentoviendosuimagenyreposolaespaldacontralacamilla.Está conmigo.Estáamilado… CAPÍTULO12 Dr.Monroe —Tony…teléfono… —No…unratomás… —Anthony,cogeelmalditoteléfono.Alguiendebenecesitarayuda psicológicaalas4delamadrugada. Me incorporo de un salto. Confundido, intento ver algo mientras misojosseacostumbranalaoscuridad.AmiladoveoaStelletaparsecon lasábanamientrassedalavuelta.Aúnsentadoenlacama,miroaunlado yaotrointentandosituarme.Teléfono,sí.Gafas,sí.Melaspongoyalno recordardondeestámimóvil,intentoseguirelrastroporsusonido. Allevantarmesemeenredaunpieconlasábanaycaigodebruces al suelo, llevándome toda la tela conmigo y destapando a Stelle, que se sienta en la cama. Enciende la luz de la mesita de noche y me mira con cara de mala leche. La miro intentando pedirle disculpas con la mirada perotengoqueestarridículo,encalzoncillosyconcaradetonto,acuatro patassobrelamoqueta.Ellaresopla,selevantadelacamayrebuscaenlos bolsillosdemichaqueta,colgadaencimadeunasilla. Miralapantallaysuspirando,meacercaelteléfono. —Nosénicómolohedudado.Toma.EsNathan. Enseguidareaccionoyaqueesonopuedesernadabueno.Nathan, llamándomealascuatrodelamadrugada,solopuedensermalasnoticias. Me pongo en pie y salgo de la habitación mientras aprieto al botón de descolgar. —¡Nathan!¿Estásbien?—digoconuntonodevozpreocupado. —Hola…—diceunavozdemujer. Mequedoquietoalinstanteenmediodelpasillo. —Hola…Soyel…UnamigodeNathan.¿Élestábien? —No.Estáenelhospital. —¿Quéhapasado? —Pues…siledigolaverdad…nolosé.Sepeleó,noséporqué. Loecharondeladiscotecareduciéndoleentretrestíosdeseguridadyle trajeronaquí.Sepusomuyviolento…Escuche,yotengoqueirmeacasa. —¡No! —Doy vueltas sobre mí mismo nervioso—. Espera, voy paraallá,peronoledejessolo. —Estásedado. —Esto…—digocorriendohaciaeldormitorio. —Kate. —¿Kate?¿EresKate?—Meparofrentealapuerta. —Sí… —contesta extrañada de que la conozca—. No sabía qué hacerycuandomedieronsuscosas,cogísuteléfonoyvisunombreenla agenda como persona de contacto en caso de emergencia… ¿Dice usted queesamigosuyo?¿PorquéletienemarcadocomoDr.Monroe? Apoyo el teléfono entre el hombro y la mandíbula mientras me pongo los pantalones. Stelle se vuelve a incorporar y me mira pacientemente.Agarromicamisayunachaquetaymeacercoaella. —Esperaunmomento—digoalteléfonoyluegoloaprietocontra mipechoparataparelauricular—.Cariño,tengoqueirme.Noséloque tardaré,¿vale? —¿QuélehapasadoaNathan?—diceacariciandomicara. —Nolosé…Estáenelhospital… —Corre.Veconél.Notepreocupes. —Gracias—Joder,tengolamujermáscomprensivadelmundo—. Tequiero. —Yyo. Corro por el pasillo poniéndome la camisa, cojo las llaves del coche,salgodecasaymemetoenelgaraje.Todoellosindejardehablar conKate,intentandoquenosevaya. —Kate, espera que conecto el manos libres en el coche… — Arrancoelmotorycomprueboqueellasiguealotroladodelalínea—. Kate,¿siguesahí? —Sí. —Bien.Estoydecamino.Noledejessolo,porfavor.Espéramey hablamos. —Verá…necesitoquemeaclareunacosa…¿quéclasededoctor esusted?—Mepreguntaella. —Soypsiquiatra,Kate. Se hace el silencio al otro lado de la línea. Solo la oigo suspirar confuerza. —¿Nathanespacientesuyo?—mepreguntaalcabodeunrato. —Sí. —¿Quélepasa? —Kate, me temo que eso es algo que yo no puedo revelarte. Secretoprofesional,yasabes.Esoselodeberíaspreguntaraél. —Esigual.Nosésimeapetece. —¡Kate!¡Espera! Conduzco como un loco por las calles agradeciendo el poco tráfico que me encuentro. Paso algún semáforo en lo que yo llamo un verde apurado, o lo que es lo mismo, un verde de lo más anaranjado posible. —Mire, no sé nada de Nathan porque no me quiere contar nada, peroaúnasímearriesguéasalirconél.Sabíaquealgolepasabaporque su comportamiento no era de lo más normal, pero pensé que todos tenemosnuestrascosas.Peroestanocheleveofueradesí,esenoerael Nathan que he conocido estos días —Oigo como solloza y sé que está llorando—.Ahoraaveriguoqueestáentratamientopsiquiátrico.Tengoun niño pequeño y ese hombre ha estado esta misma noche sentado con él leyéndoleuncómic,ynisiquierasésiespeligrosoonoporqueustedno melopuedecontar. —Kate,confíaenmí. —No,perdoneperonoconfíoennadie. —Nathannuncateharíadaño.Yatuhijotampoco… —Ustednohavistoloqueyohevistoestanoche…Lohantenido que reducir entre tres tíos enormes y luego le han tenido que sedar… Ahoraletienenatado. Joder, la tienes que haber liado en grande, ¿eh machote? Sedado, atado,porDios,niquefueraHannibalLecter… —Kate,¿meesperasaquellegueyhablamos? —Nomepuedecontarnada.Ustedmismomelohadicho… —Daigual.Hazmeesefavor.Espérame.Yallego. La escucho suspirar y casi puedo oír la batalla en su interior decidiendo qué hacer. Contengo la respiración hasta que escucho su respuesta. —Deacuerdo…Peronotardeporfavor. Estoy a pocas calles del Hospital Presbiteriano de Nueva York, a donde han trasladado a Nathan. Aparco sin molestarme en mirar si el cochequedaentrelasdoslíneasquedelimitanelestacionamientoycorro hacia la entrada principal de urgencias. Cuando llego al mostrador, me pongodelantedelaenfermerayllamosuatención. —BuscoaNathanAnderson.Letrajeronaquíaurgenciashace… —Sí,sí,séquiénes.Box3—contestasinquitarojodelarevista delcorazónqueestabaleyendo. Caminodeprisahaciaallíyentoncesabrolapuertacorredera.Una chicarubiaquedebeserKateselevantadelasillaalvermeentrar.Alzalas cejas supongo que sorprendida. Es la reacción de muchos al verme, no debodetenerlaimagendelpsiquiatraqueseimaginan. —Hola, Kate —digo acercándome a ella y dándole la mano—. Gracias.Esperaunmomento,¿vale? Vuelvoasaliralmostradorderecepciónyllamoalaenfermera. —Perdone pero, ¿por qué le tienen atado? Está sedado, ¿no es suficienteconeso? —Yocumploórdenes.Estácatalogadocomounpacienteviolento yestoysolaaquí.Notengoganasdequesedespierteymeagreda. A este paso por quien va a tener que preocuparse para que no la agredaespormí,noporNathan. —¿Atadoinclusoestandosedado?PorelamordeDios…¿Dónde estáelmédicoquelehaatendido?Quierohablarconél. —Estábien.Leavisaréperoestáenunaoperacióndeurgencia.No leprometoquevengarápido. Vuelvo al box y veo a Kate mirando a Nathan con gesto triste y muyconfundida.Meagachodelantedeellayesperoaquememire. —Gracias—ledigoentonces. —¿Esrealmenteviolento? —Conmigonuncalohasido—lerespondo—.¿Contigo? —No…—dicemirándoledenuevomientrasniegaconlacabeza. —Kate,queyoseasucontactoencasodeemergenciahasidocosa mía.Ylohehechomáscomoamigoquecomomédico. —Peroessupsiquiatra. —Losoy. —¿Nathanestáloco? —¿Qué entiendes tú por loco? Si tu imagen es la de una persona con camisa de fuerza, gritando y diciendo cosas sin sentido, no, no está loco. Si te refieres a alguien que ha pasado por una mala experiencia y necesita hablar para olvidar, sí, entonces sí está loco. Pero dime, ¿quién entoncesnoloestá?¿Quiénnohanecesitadoalgunavezalguienconquien hablar? —Verá…—diceponiéndoseenpie,trasunosminutospensandoen lo que he dicho—. Debería irme. Tenga el teléfono de Nathan y algo de dinero,eratodoloquellevabaensusbolsillos. SeacercaalacamillaymiraunúltimoinstanteaNathan.Levanta una mano y la acerca poco a poco a la cabeza de él, pero a pocos centímetros de tocarle se lo piensa y se detiene. Agacha la cabeza y sale delpequeñocubículo. —Kate —La llamo desde la puerta—. ¿Qué le digo cuando se despierte? —Nada… —Peropreguntaráporti. —Verá—diceacercándosedenuevoamí—.Tengo25añosyun niñodecinco.Tengodostrabajosparapoderdarletodoloquesemerece, y aún así no puedo dárselo todo. Es todo ya lo suficientemente difícil comoparacomplicármelomás. —Estoy seguro de que Nathan no quiere complicarte la vida… Comopsiquiatranopuedodartedetallesdenuestrasconversaciones,pero comoamigotepuedodecirquesíestámuyloco,peroporti. —Estoy cansada de secretos y mentiras. De pequeña viví rodeada deesoynoquierovolveravivirloymuchomenos,hacerpasaraCody porello.Losiento…—dicemientrassealejaconlágrimasenlosojos. Laobservoperdersetraslaspuertasdeentrada.Realmenteparece una chica estupenda y puedo incluso llegar a entender que quisiera cometerlalocuradeestanoche.Perocreoquevaatenerquelucharcon todassusfuerzassiquiererecuperarla. MesientoenlasillaqueocupabaKateyobservoaNathandormir. Por lo menos algo de bueno ha sacado de todo lo de esta noche ya que debeestarrecuperandoalgodesueñoperdido.Envíounmensajedetexto a Stelle para que se quede tranquila y me recuesto en la silla intentando pillarlamáscómodadelasposturasposibles. —¿Kate? Me incorporo al momento, provocándome un dolor agudo que recorretodamicolumnavertebral. —¡Joder!—gritoponiendounamuecadedolor. —Kate… Nathanbalbuceasunombresinhaberabiertoaúnlosojos.Mueve lacabezadeunladoaotroycontraelacaraconfuerza.Mirelojmarcalas nueve de la mañana. Bueno, al menos ha dormido seguro unas cinco horas.Sonríoparamímismoalpensarquedeberíainyectarlealgunode estossedantesdevezencuandoydejarleenelsillóndemiconsulta. Entonces empieza a abrir los ojos poco a poco, dejando que se acostumbrenpocoapocoalaluz.Cuandoconsiguemantenerlosabiertos algomásdecincosegundos,giralacabezahaciamíyarrugalafrente. —¿Qué…?—carraspeaparaaclararselavoz—.¿Dóndeestoy? Alintentarmoversesepercatadelascorreasqueleatandepiesy manosytrasunossegundosdeforcejeo,alfinalcaerendidodenuevoen la camilla. Mira alrededor y entonces su cara va cambiando por momentos,dándosecuentadedóndeestá. —¿DóndeestáKate?—preguntaconlosojosmuyabiertos. —Sefuehaceunashoras. —¿Sefue? —Teacompañóhastaaquíyellafuelaquemellamó.¿Recuerdas que me puse como persona de contacto en caso de emergencia en tu agenda? Pues funcionó —le miro intentando desviar la conversación—. Estáshechouncromo,¿eh? —Desátame. Miro hacia fuera, hacia el mostrador para comprobar que mi amigalaenfermeranonosmiraycuandocomprueboqueesasí,lequito los cuatro amarres. Me siento un poco inútil al ver cómo se incorpora pocoapococoncaradedolor,peronomeatrevoatocarlenoyaporno provocarleunacrisisaél,sinopormiedoaquemesuelteunpuñetazoque me empotre contra la pared de enfrente. Creo que hasta ahora no era conscientedeloqueNathanpodíallegarahacerconsusmanos.. —¿Quéhice?—preguntaunavezsentadoenlacamilla. —Puesdartedehostiasconuntíodentrodeladiscotecayluegono tuvistesuficienteytepegasteconlostresguardiasdeseguridaddellocal. Tetuvieronquesedarlosdelaambulanciaparacalmarte. —¿YKate?¿Mevio? —Sí…Noseseparódetuladoenningúnmomento—Intentosacar lopositivodetodo. —Debedehaberalucinado…Estáasustada,¿verdad? —Nosemarchóhastaqueyolleguéparanodejartesolo. —Tony. —Me callo al escucharle llamarme por mi nombre por primeravez—.¿Estáasustada? —Sí, Nathan, sí. Está asustada y muy confusa. Tiene muchas preguntasqueyonopuedoresponder… —Seacabó…—diceponiéndoseenpieysaliendodelbox. —¿Quéhaces?Nopuedeslevantarteeirtesinmás. —Se supone que estoy loco y no puedo tomar decisiones por mí mismo,¿no?¿Meequivoco?Puesfirmaelaltavoluntariapormí. —Joder, Nathan… —Empiezo a decir cuando la enfermera toca pelotasapareceporelmostrador. —¿Sepuedesaberquépasaaquí?—dice. —Melargo.Élfirmaráelaltavoluntariapormí.Esmipsiquiatra comopuedeleerenmiinformeasíquetienelapotestadparahacerlo. Serácabronazo.Mequedoparadoenmitaddelasaladudandoqué hacer. Si me quedo a firmar los papeles le perderé de vista y no podré evitar que cometa cualquier tontería. Pero mi conciencia de médico me impide irme de aquí sin firmar toda la burocracia necesaria. Así que esperopacientementeaquemiamigaimprimatodoslosrequisitos. —Espere porque me parece que la impresora no funciona —me dicepasadosvariosminutos. —¿Tiene papel? —pregunto irónicamente repiqueteando el mostradorconelbolígrafopreparadoparaestamparmifirmaencuanto elpapelseposeenlamadera. —Papelsí…Ah,peronoestabaencendida… Frotomisojosdesesperadoantelaineptituddeesamujerquejuro quemevaasacardemiscasillasymevaacausarunticnervioso.Meveo automedicándomecomoesaimpresoranoescuparápidoelformulario. En cuanto lo pone sobre el mostrador, agarra un bolígrafo y empiezaamarcardondetengoquefirmar. —Aquí…y… —Déjeme—digogirandoelpapel—.Séleer. Se lo entrego y sin esperar que me dé el visto bueno, salgo corriendo por la puerta. El ruido del tráfico de por la mañana contrasta conlatranquilidadquesevivíadentrodelhospital.Miroaunladoyaotro de la calle por si le veo, pero enseguida me doy cuenta de que es algo imposibleyaqueconlatonteríaheperdidocasidiezminutos. Sacoelmóvildelbolsilloparallamarleperoencuantomarcoalgo empiezaavibrarenmibolsillodelacamisa. —¡Mierda,joder!—digoaldarmecuentadequemequedéconsu teléfono—.Vale,vale.¿Quéharíaél? Una hora de horroroso atasco más tarde, aparco el coche delante del edificio de apartamentos donde vive Nathan. Llamo varias veces al timbredelinterfonoyesperorespuestadurantevariosminutos,hastaque un vecino sale y aprovecho para subir. Cuando llego a su puerta, llamo insistentementevariasvecessinobtenerrespuesta,asíquealratoacaboa manotazosconlamaderagritandosunombre. —Esevidentequenoestá,¿no?—diceunancianoasomándoseala puertadeallado. —Losientocaballero…Veráesquenecesitohablarconsuvecino. Esalgomuyimportante. —Puesélparecequenoquierehablarconusted… Clavado.Endossegundoshaclavadolasituación. —¿Con quién hablas? —dice una mujer asomándose al lado del anciano. —Alguienquedicequenecesitahablarconelraritodeallado. —¿Elguapetón? —Ese mismo, señora —digo dirigiendo mi conversación hacia ella de la que creo que sacaré más información—. Soy un amigo suyo. AnthonyMonroe.Encantadodeconocerla. —YosoyMarthayélesmimaridoJerry. En cuanto me da la mano, me inclino y se la beso como un caballero.Eltrucodeintensificarmisraícesinglesassiemprefunciona,y estaveznoesunaexcepción,porqueveocomosedibujaunasonrisaenla caradelaanciana. —Laverdadesquenolovemosdemasiado.Parecealgotaciturno ysolitario. —Puesesustedmuyobservadoraporqueparahaberlovistopoco, le ha descrito perfectamente —me acerco algo más a ella como si estuviera haciéndole una confidencia—. Estoy algo preocupado por él porque no está pasando por una buena racha y está lejos de casa… Digamosquesolometieneamí… Estonopuedefallar.Simezclomiencantoinglés,conalabarsus cualidades de maruja y apelar a su sentido maternal, el resultado solo puedeserlavictoria. —¿Yestáencasa?Porquenoseveluz… —Meimaginoquesí…Heestadoconélhaceunratoycreoque veníaparaaquí.¿Notendránustedesunallaveosabránsielporterotiene una? —Puesno…Peroestaspuertastienentruco,¿sabe? ¿Estátratandodedecirloqueyocreo?Lamiroalzandounacejay ella agacha la cabeza algo avergonzada. ¿Tenemos una allanadora de moradasdelaterceraedadantenosotros? —Martha, ¿está intentando decirme que en el hipotético caso de quefueranecesario,podríamosencontrarlamaneradeabrirestapuerta? —digoseñalandoalapartamentodeNathan. —Ajá.Sinohacerradoconllave,sí.Jerry,enséñalecómoseabren estaspuertas. —Al final me buscarás un problema. ¿Tú te fías de este tío? — contestasumarido. Encuantomemira,pongomimejorcaradeyernoideal,esaque hizoquemisuegrasedeshicierapormisencantosaloscincosegundosde haberentradoensucasa. —Nohacefaltaquelohagaustedsinoquiere…Explíquemecómo hacerloyyomeencargo.Nadiesabránuncacómolohice… —Está bien —claudica tras unos segundos—. Pero yo no quiero saber nada. ¿Tiene una tarjeta? Alguna a la que no le tenga mucho aprecio…Ladelvideocluboladelsupermercado,porejemplo. —Sí—digosacandomicarteradelbolsillodelpantalón—.Aquí. —Métala en la ranura al lado de la cerradura —Va explicando mientras sigo sus instrucciones—. Mueva la tarjeta para que se vaya introduciendoenelhueco,condelicadezanovayaaserqueserompa,y entoncesagarreelpomoytireparaustedy… Lapuertamilagrosamenteseabreconunpequeñochasquido.Con la boca abierta miro hacia mis cómplices del delito. Jerry se mete en su casasindecirnadamásyMarthamemiraconunasonrisaenlacara. —Dígale al guapetón que tengo caldo de pollo en casa. Luego pasaréadejarleunpoco. —Gracias,Martha—digobesandosumano. En cuanto traspaso la puerta y la cierro detrás de mí compruebo quetodoelapartamentoestáaoscurashastaelpuntoquehacermellegara pensarquemeheequivocadoynoestáencasa. —¿Nathan?—Buscoatientaselinterruptordelaluz—.Joder,esto parecelaBatcueva.¿Nathan?SoyTony.¿Estásaquí? Consigodarconelinterruptorycuandodoyalaluzmesorprendo al encontrarme un apartamento más recogido de lo que yo pensaba. Aunque claro, con lo poco que duerme, en algo tiene que mantenerse ocupado. Medirijoalahabitacióndelfondoyentoncesleveoallí.Sentado enelsuelo,conlaspiernasencogidas,agarrándoselasrodillasylacabeza agachada. Le oigo sollozar y hablar en voz baja, como si estuviera rezando,mientrasmecesucuerpoadelanteyatrás. —¿Nathan?—digoenvozbajaparanoasustarle. Alnohaberreacciónporsuparte,meacercoymeagachodelante deél.Estácomoentranceynosehapercatadosiquierademipresencia. —Oye… Levanto una mano y tras pensármelo mucho, viendo que con mis palabrasnoessuficiente,laapoyoensurodilla.Lareacciónesinmediata y se abalanza sobre mí, haciéndome caer hacia atrás. Con una mano me agarra del cuello, apretándome contra el suelo, mientras con su rodilla inmovilizamispiernas.Tienelosojosrojosylacaradesencajada.Respira con fuerza por la boca y parece estar fuera de sí. Mis manos agarran la muñeca para intentar aflojar la presión de mi cuello porque el aire empiezaafaltarenmispulmones. —Nathanporfavor.Soyyo.Suéltame. Me cuesta articular las palabras y por más fuerza que hago, soy incapaz de moverle, así que vuelvo a insistir hablándole, a pesar de que cuantomáslohago,menosoxígenomequeda. —Nate…Por…Favor. Entoncesunaluzseenciendeensuinterioryaflojalapresiónde micuello.Confundido,seechahaciaatrásmirándoselasmanosmientras yo empiezo a incorporarme. Me froto el cuello mientras trago saliva repetidasveces. —¿Qué…?¿Quéhacesaquí?¿Cómohasentrado? —Larga historia… —consigo decir no sin esfuerzo mientras le indicoconlamanoquemedealgomásdetiempopararecuperarme. —Losiento…Noqueríahacertedaño… —No pasa nada —digo segundos después—. Me parece que necesitashablarconalguien,¿no? —Lo tuyo es vocación pura y dura, ¿no? —me pregunta asombrado—.¿Tehasarriesgadoaqueteahogarasoloporquecreíasque necesitaba hablar con alguien? Definitivamente, escogiste bien tu profesión. —No vengo aquí como el Dr. Monroe para tratar al Coronel Anderson.SinocomoTonyparahablarconNathan. Élsemequedamirandounossegundosyluegoagachadenuevola cabeza. Dirige los ojos a sus manos, que reposan en su regazo, y que empiezan a estar mojadas por algunas lágrimas. Se frota los ojos con insistencia, pero es incapaz de reprimir por más tiempo el cúmulo de sentimientosquellevaencerrandoensucorazóndurantetantotiempo. —Nopasanada.Llorasiquieres. Encogelasrodillasyapoyaloscodosenellas,apretandolospuños contra los ojos mientras los sollozos se escapan por su boca. Nos quedamos así varios minutos, el tiempo que él necesita para recobrar la composturayhacerquesurespiraciónvuelvaasernormal. Con una postura que me parece de lo más valiente, aún con los ojosllenosdelágrimas,levantalacabezaparamirarme.Aprietaloslabios confuerzamientrassorbeporlanariz. —En serio creía que las cosas podían ser diferentes… Creía que podría soportarlo… Pensaba que era más fuerte, o… que estaba menos jodidodeloquerealmenteestoy. —Es cierto que quizá no haya sido la mejor decisión de tu vida, perohasidounactodeamorincreíble,Nathan.Tehaspuestoenpeligro porellaysilehacesvereso… —Debedepensarquesoyunmonstruo.Nocreoquetengaganas dehablarconmigo. —Puesyocreoqueunachicaquehaconseguidoesosavancesen ti, se merece que sigas luchando por ella. Pero tienes que explicárselo todo,tienesquesersinceroconella.Lohablamosantes. Hago una pausa para que procese mis palabras y para yo mismo poderordenarmisideas. —Noestásloco,Nathan.Noeresunmonstruo.Estásenfermo. —Estaba conmigo en la ambulancia, ¿verdad? Fue verla y… tranquilizarmedegolpe. —Sí,notedejósoloniunmomento. —Peroestáasustada.Tienemiedodemí. —Tienemiedoporquenoconoce.Notienemiedodeti,sinodela partedetiquenoconoce. Me acuerdo entonces de su teléfono, que sigo teniendo en mi bolsillo.Losacoyselotiendo,creyendoquehallegadoelmomentode marcharmeydejarquesepienselascosasconcalma. —Toma. Nathan, no estás solo, ¿vale? Quiero ayudarte. Me preocupoporti,deverdad.Asíquellámameparaloquenecesites.Yahas vistoquesoycapazdeconvertirmeenundelincuentequeallanacasaspor ti… Él sonríe al escucharme decir eso y su reacción me deja más tranquilo. —Piénsatelo,peroheconocidoaKateyrealmenteesperfecta.Yvi comotemirabay…Nathan,sigueluchando. Me pongo en pie para irme, dejando la decisión en sus manos, convencidodequeharálocorrecto,aunquelecuesteuntiempo. —Porcierto,tengounmensajedepartedeMartha.Literal.Dileal guapetón que he hecho caldo de pollo y que luego pasaré a llevarle un poco. —¿QuiénesMartha? —La ancianita que vive aquí al lado. Aparte de hacer caldo de polloydenopoderresistirseamiacentoinglés,creequeeresatractivoy sabeallanarcasas,asíquetencuidado. CAPÍTULO13 Maddie —Perdona,perdona,perdona…Llegotarde. —Andrew,nopasanada… —Sí pasa. No puedo creer que me haya dormido… O espera — dice dejando una bolsa de papel encima del mostrador—. Sí puedo creerlo, porque me quedé despierto hasta las tantas de la madrugada esperando a que cierta persona me diera noticias frescas de cómo había idosucita… —Andrew… —No,no,no.NiAndrewnileches.Nomelopuedocreer.Nome dijistenadaelsábadoporlanoche,vale,estabascansada,lopuedollegara entender. ¿Pero ayer domingo tampoco? Después de lo que me curré tu vestuario…Notenerniladecenciadeenviarmeuntristemensaje… Intento intervenir pero él pone su mano delante de mi boca y se paseadearribaaabajopronunciandosudiscursoque,conociéndole,debe llevartodoelfindesemanapreparando. —Contodoloqueyoteheapoyadoestosaños.Conladechismes quetehecontadoyalaprimeraoportunidadquetienesparadevolverme elfavor,vasytecallascomounaperra. En el fondo sé que tiene razón. No me costaba nada enviarle un mensajeenelquesimplementepusieraquetodoibabien.SéqueAndrew no se hubiera conformado solo con esa escueta frase, pero al menos no me podría echar en cara que no le di noticias y ahora no estaría soportandoestésermón. —Con lo fácil que hubiera sido coger el teléfono y teclear un mensajeparatuamigoypañodelágrimasocasional—Gesticulatantocon las manos que parece que en lugar de estar en la trastienda de la floristería, esté en un teatro de Broadway interpretando una obra de Shakespeare—. Yo me hubiera conformado con un simple “ha ido todo bien”, o un “le he dado un besito en la mejilla para despedirme”, o un “hemoscaminadocogidosdelamano”… Será rencoroso… No se callará hasta que recite su discurso de cabo a rabo… Supongo que es el precio que tengo que pagar por haber sidotanmalaamiga.Asíqueledejointerpretarsupapelsininterrumpirle, mientras mi mente viaja por los recuerdos de lo vivido desde el sábado porlanoche. Después de una cita sencilla e inolvidable, después de que me hicierasentircosasquenuncaenmividahabíasentido,deexperimentar cosasquenuncaimaginéposibles,sequedóapasarlanocheconmigoen mi casa. Me dormí entre sus brazos mientras me apretaba con fuerza contrasupecho,haciéndomesentirsegura,perosobretodoamadacomo hacíamuchosañosquenomesentía.Ynosolopasólanoche,sinoqueel domingo empezó sorprendiéndome al meterse en la ducha conmigo. Me cogióenvolandasy,aprisionandomicuerpoentreelsuyoylapared,me regalóotroorgasmomaravilloso.Nodejamosdemirarnosalosojosni unsegundo,comosituviéramosmiedodeparpadearyquetodoresultara unsueño.Luegomeduché,mientrasélmebañabaabesos,consupecho pegadoamiespalda… —Jack… —Intenté apartarme de él un poco para evitar las cosquillasquemehacíaenelhombroconsubarba. —Me encanta como suena mi nombre en tus labios —dijo acariciandomipielconsubarbilla. —¡Jack! —Esoes… —Oye,habloenserio,¿eh?—Megiródecaraaélysemeescapó larisa. —Estásmuyguapacuandoteenfadas. —Túnomehasvistoamíenfadada… —Ydudoqueteveaporquenolovoyapermitir. Traseso,desayunamosylamañanapasórápidaentrecarantoñasy roces. Luego preparé un risotto de setas que devoró como si fuera la primeravezenañosquecomíaalgoencondiciones,hechoquetampoco mesorprenderíamuchosifueraciertoviendosuniveldeconocimientos conlastareasdelhogar. Después de comer, nos sentamos en el sofá, pusimos música y mientrasyoleía,élseestiróapoyandolacabezaenmispiernas.Sequedó dormido al poco rato y pude aprovechar para observarle con detenimiento. Con su aspecto relajado, tan distinto al que le conocí al principio.Mepaséunbuenratoacariciandosupeloysonriendoalquerer pensarqueesecambiotansustancialenéllohabíaprovocadoyomisma. Cuandosedespertó,mesentóensuregazoyapartándomeellibro delasmanosmeabrazódurantenosécuántotiempo,mientrasyoapoyaba lacabezaenelhuecodesuhombroymicuerposemecíaalcompásdesu respiración. —Voy a tener que levantarme… Llevo todo el día sin mirar el teléfonoydebodetenerdecenasdellamadasperdidas… —Yonoheoídonada. —Porqueantesdepasararecogerteayer,loapagué.Noqueríaque nadaninadienosinterrumpieran. —Bueno…siesloquequieres… —Claro que no es lo que quiero. Quiero pasarme el resto de mi vidaencerradoaquícontigo. Y así fue como poco después, tras despedirnos dándonos besos durante más de media hora, se marchó a su apartamento, dejándome flotando por casa, con un cosquilleo intenso en la barriga cada vez que recordabasusbesosycariciasyelcontactodesusdedosenmipiel. —¡Túhasfollado! DerepentemiroaAndrewymedoycuentaqueletengofrentea mí,cruzadodebrazosylamandíbulacasirozandoelsuelo. —¡Tienescaradezorrasatisfecha! —¡Andrew,porDios! —Toma —dice pasándome la bolsa de papel que dejó antes en el mostrador—.Tudesayunoabasedeazúcarycafeína.Algomediceque necesitasrecobrarfuerzas.Cuéntamelotodoporfavor…Tenpiedad. —¿Yahasacabadotudiscurso?¿Puedohablar? —Sí—merespondeconcaradealtivo—.Perosinotesoltabael rollonomequedabaagusto.¿Túsabeslomalquelohepasado?¿Cuántas llamadas perdidas y mensajes míos tenías? Estuve a punto hasta de pasarmeportucasa… —Puesnoshubierasencontradoalosdosallí… —¡Losabía!¡Telohastirado! Asiento con la cabeza mientras no puedo disimular una gran sonrisa.Inclusomeruborizoalpensarlo. —Espera, espera… ¿tú no eras de las que no dejaban que les metiesenlalenguahastalatráqueaenlaprimeracita?Alomejoresque yoloentendímal…Oloentendíbienyloquequeríasdeciresquenote dejasmeterlalenguaperosíotrascosas… —Andrew,porDios. —Vale, me he pasado, perdona… Pero… ¿sí? —me pregunta levantandolascejasparadarmásénfasisasupregunta. —Ajá…—Memuerdoellabioinferioralresponderyrecordarlo bienquelohepasado. —Vale, desde el principio. Joder, qué nervios. ¿Si bajamos la persianaparaquenadieentre?—Yalvermelacaranonecesitarespuesta —.Vale,vale,perosihoynosoytansimpáticoconlosclienteseintento echarlesantesparanocortarlahistoria,luegonotequejes. Sesientaeneltaburetedelantedemíyconsucaféenunamanoy sudonutenlaotra,secruzadepiernasycomosifueralapresentadorade unprogramadecorazón,medice: —Adelantecariño.Empiezadesdeelprincipio.Lacena. —Genial, divertida, romántica, sencilla… —digo suspirando—. Me llevó a un italiano en Brooklyn regentado por un amigo suyo. Compartimos una pizza exquisita, bebimos cerveza y charlamos hasta perderlanocióndeltiempo.Cuandonosdimoscuentallevábamosmásde treshorasallí.Mecontóqueesviudo,aunqueyaestabaseparadocuando sumujermurió,quetieneunahijayunnieto. —¿Abuelo? —Sí, tuvo a su hija muy joven y ella a su vez tuvo al crío con veinteaños. —Miraquéprecocesellos…Sigue. —Trabaja en una empresa de importación y por eso domina el ruso,aunquetambiéncomprobéquesedefiendeconelitaliano.Yensus ratoslibres,queporsutrabajonosonmuchos,legustaescucharmúsicao cogerlamotoeirselejossinundestinoconcreto.Medijoqueundíame recogeríaymellevaríaconél. —Joder,quérománticoeso… —Sí…laverdadesquesubidoenlamotoestádeunsexy… Me quedo un rato embelesada recordando la imagen de Jack subido en esa moto negra, con el cuerpo semi-recostado encima del depósitodegasolinaymarcandomúsculosenlosbrazosporaguantarel peso. —¿Hola? Tierra llamando a Maddie… —me dice pasando las manos por delante de mi cara—. Definitivamente, esta cita no tiene nada que ver con la que tuviste con el sosainas ese de Barry… Sigue bonita, sigue,quenohemosllegadoalointeresante… Lecuentoentoncescuandomesacóabailarysucambiobruscode actitud. Como nos fuimos de repente, lo chafada que me quedé al despedirme de él con lágrimas en los ojos, preguntándome qué había hechoyoparaprovocaresoysobretodo,loquesentícuandoalabrirla puertaparadevolverlelachaqueta,élmecogiólacaraconsusmanosy me besó con tanto sentimiento que todo empezó a dar vueltas a mi alrededor. Le dejo con la boca abierta al narrarle nuestro primer encuentrosexualyseponeunamanoenelpechocuandollegoalaparte enlaqueJackmehizodeliraralhundirsucabezaentremispiernas. —Estoyenamorado.¿Seguroquenolevisteniunramalazogay? ¿Porpequeñoquefuera? Tras quitarle la ilusión a Andrew, le sigo contando el resto de la nocheyeldomingo,contestandoatodasycadaunadesuspreguntas. —Poresonisiquierameacordédemirarelteléfono…—digoal final. —Nomeextrañanena… —Supongo que si antes Jack eclipsaba a Barry comportándose comouncapullo,ahorayanitedebesacordardeél,¿no? —¿Barry? ¿Qué Barry? —contesto mientras reímos a carcajadas —.No,ahoraenserio.ConBarrymelopasébien,peronosentínada.En cambio,Jackmehizosentirtantascosasenunanoche…cosasquehacía añosquenosentía…Andrew,mesentíespecial…Cuandoélmemira,me ve.Nosésimeexplico. —AltoyclaroMaddie… —Yanoestoyhablandosolodesexo,aunqueahoraséporquéno me apetecía hacer el amor con Mark. Hablo de cosas como el sentirme protegida entre sus brazos, sentirme deseada cuando me miraba, escuchadacuandolehablaba,oamadacuandomeacariciaba. Andrew se levanta y con lágrimas en los ojos, solo es capaz de abrazarme.Esunadelaspocasvecesqueleveoquedarsesinpalabras.En esemomentoentraunclienteyAndrewseapresuraaatenderlemientras yointentoseralgoproductiva,ymepongoahacerlascuentas. Al final acaba siendo un día ajetreado, hasta el punto de que comemosporturnossinpodernosdespegardelmostradoryalosclientes noparandeentrarylosencargostampoco.Además,afinalesdesemana tenemos que entregar los arreglos florales para dos bodas, así que siempre hay algo que hacer. Finalmente, agotados cuando cerramos la persianadellocal,Andrewmepregunta: —¿Yahoraqué? —¿Quédequé? —¿Quésois?¿Pareja?¿Follamigos?¿Follavecinos? —Esto… No lo sé… —digo agachando la mirada confundida—. ¿Follamigosyfollavecinos? —Está claro hija… Un follamigo es algo así como “¡Hola! ¿Vamos al cine y luego follamos?” y un follavecino es “¡Hola! ¿Me prestasunpocodesalyluegofollamos?”.¿Enquépuntoestáisvosotros? —Nohemoshabladodeello… Empiezoaestarpreocupada…¿Tendríaquehaberaclaradoconél quéclasederelaciónqueremostener?Esmás,¿sélaclasederelaciónque quieroteneryo? —Creo que lo primero que tienes que pensar es en qué clase de relación quieres tener con él —dice Andrew como si me leyera el pensamiento. —Esoestabapensandoyoahora…Noquieronadaserionioficial perotampoconadaesporádico… —Vamos, que de momento no quieres lavar calzoncillos pero sí verlostiradosporelsuelodetudormitorio. —Más o menos… Me gustaría que fuéramos… algo más que follamigos o follavecinos, como quieras llamarlo pero algo menos que parejaformal.Élensucasayyoenlamía,¿sabes?Quierodivertirme,y conéllohago,ymucho. Andrew pasa un brazo por encima de mis hombros mientras me acompañauntrozodetrayectoacasa. —¿Vasaverleestanoche? —Nolosé… —¿Yquévasahacer?¿Esperaraquetellame? —No…Bueno,talvez… —¿Solovaisadivertiroscuandoélquiera?Maddie,yafuisteuna tontaconformistaconMark,tomalainiciativaconJack.Siteapeteceestar conél,aunqueseaparatomarunacerveza,llámale. Llegamosalaesquinadondesolemosdespedirnosynosquedamos quietosmirándonos.Élmemiraconsusdespiertosojosmarronesdetrás deunasgafasdepastanegra,quenonecesita,peroqueélseponeporque dicequelehacentenerunestiloretroquevaconsupersonalidad. —Levoyallamar—digodecididaalcabodeunrato. —Esa es mi chica. Venga. Hazlo —dice cruzándose de brazos mientrasseempiezaamorderlauñadeldedopulgar. —Nilosueñes.Andaytiraparatucasa.Lellamoenprivado. Memiraponiéndoselasmanosenelpechoyabriendolabocade maneraexagerada. —No me mires así, que tampoco es como para hacer un drama. Mañanatelocuentotodo—digocerrandosuboca,poniendomismanosa ambos lados de su cara y dándole un beso en los labios—. Te quiero muchocariño. —Yyoylosabes.Poresoteperdono. Emprendemoscadaunonuestrocaminoyentonces,antesdequese mepaselavalentía,sacoelteléfonodelbolsoytrascomprobarconalgo depenaqueélnosemehaadelantadoynomehallamadooescrito,busco su número en la agenda y aprieto el botón de llamada. Tras seis tonos, cuandoestabaapuntodecolgar,oigosuvozronca. —¿Chegotykhochesh? —Eh…¿Jack? Se oye un silencio al otro lado de la línea y voces en ruso de fondo. Creo que él aparta un momento el teléfono y se dirige a alguien excusándose.Trasunossegundosmás,oigodenuevosuvoz. —¿Quéhaces?—medicemuyenfadado. Mequedocalladasinsaberquéresponder.Eslamismabrusquedad quemedemostrócuandonosvolvimosdelclub,peropensabaquedespués de todo lo que pasó, la cosa había cambiado… Incluso lo habíamos hablado.Élmedijoquenoesqueyohubierahechonada,sinoqueestaba algo confuso porque no esperaba conocer a alguien que pusiera su vida delrevés.Esecomentariomepareciómuyrománticoayer,aunquequizá ahoraparecequeparaélsuvidaestababiencomoestaba. —Losiento…Noqueríamolestarte. —¿QuécoñohacesllamándomeenhorasdetrabajoMaddie? —Es que no sé cuando son tus horas de trabajo, Jack —contesto sorprendidademímisma—.Solotellamabaparasabercómotehabíaido eldía. —Puesyatellamaréyo. Ahora oigo a Andrew en mi cabeza repitiendo “ya fuiste una conformista con Mark” y sé que tiene toda la razón del mundo. Cuando toméladecisióndesepararmedeél,sabíaqueibaaestarsolaynotengo miedo a estarlo. Jack apareció sin haberlo buscado, y si la cosa no funciona,aunquemeduela,estarépreparada. —Puesalomejornomevabiencuandomellames. Ysinesperarunarespuesta,cuelgoelteléfono.¡Serácapullo!¿Qué se cree? ¿Que soy su putita de la que va a poder disponer cuando le apetezca?¡Yunamierda!Cabreadayaúnsoltandoalgúntaco,entroenla tienda de licores de cerca de casa y compro una botella de vino que me piensobebertranquilamenteestanoche. Alentrarenelportal,medirijoalosbuzonesymientrassacola propaganda, mis ojos se desvían al buzón de al lado. Solo indica el númerodepiso,sinnombres,unaincógnita,asíesJack.Segundosdespués meobligoarecordarmequeestoycabreadaconélymeobligoavolvera larealidad. Cuando llego a mi apartamento, abro el agua de la ducha, y enseguidamemetodebajo.Dejoqueelaguacorrapormicuerpomientras apoyo las manos en mis hombros, masajeándomelos con mimo, como hizoJackayerporlamañana,justoenestemismositio. Vuelvo a obligarme a dejar de pensar en él, así que la ducha relajada se convierte en rápida y acabo de enjabonarme y aclararme en menosdecincominutos.Cuandosalgoymeseco,mepongomipantalón depijamagrisyunacamisetadetirantes.Enciendolaradio,pongounos fideosenunwokycojoelmóvilparadarlelabuenanoticiaaAndrew. “El muy capullo me pegó bronca por haberle llamado y me dijo queyamellamaríaél” Suelto el teléfono en la encimera y me sirvo una copa de vino mientras salteo los fideos concentrada al máximo en mi tarea, sin dejar queJacksecueleenmimentedenuevo.Elsonidodelteléfonomeobliga adejarlacopadevino,perocuandoleoenlapantallaelnombredeJack, lamaricamalaqueviveenmíaprietaelbotónrojodecolgarycojode nuevolacopa. —Esoes,Maddie—digosonriendo—.Duraconél. En la radio empieza a sonar una canción muy movida y me sorprendoalvermemoverlascaderas Mientraslabailocomotuvieraveinteañosyestuvieraenunafter, voydándomecuentadelaletrayempiezoadesanimarmepormomentos. Élrealmentemehizosentircomosifueralaúnicaenelmundo,comosi todo girara en torno a mí. Me miraba como si fuera un milagro y me tocabacomosimefueraaromper. Y de repente, ¡zas! todo eso se esfumó. Cuando los ojos me empiezan a escocer, el sonido del teléfono vuelve a la carga. Miro la pantallayveoelnombredeAndrew. —Hola…—contestollorando. —Pero…eh…Maddie…nolloresporfavor… —Esungilipollas,Andrew. —Cuéntamequétedijo. —Pues —digo sorbiéndome los mocos—, lo primero no lo entendíporquecreoquemelodijoenruso.Luegomedijoquequécoño hacíallamándoleenhorasdetrabajoyyolecontestéquenosabíacuales erassushorasdetrabajoyquesoloqueríasabercómoestabayélmedijo queyamellamaríayyolecontestéquealomejorcuandolohicierano meapetecíahablarconél… Andrewsequedaunratocalladoprocesandotodalainformación queporpurohisterismohesoltadodeltirón.Peroantesdequediganada, vuelvoalacarga. —Y me ha llamado hace un rato y le he colgado. ¡Por tu culpa! ¡Porescuchartemeheconvertidoenunaespeciedemaricamalahetero! —Eh… —se queda callado porque sabe perfectamente que yo no eraasíyélmeanimóaello—.Bueno…alomejorcomonoentiendesel ruso, cuando descolgó te dijo “mi amor, ahora no puedo hablar pero te quiero con toda mi alma y te veo luego”. Ya sabes que el ruso, muy melosoyrománticonosuena… —Andrew por favor. Eso sonaba más a “qué coño haces llamándome loca del demonio” antes que a “mi vida, te adoro, qué maravillosaideahastenidollamándome”. —Losiento…—dicefinalmente. Suspiro profundamente al darme cuenta que Andrew no tiene la culpa.Suconsejoesbuenoyeselquedeberíahaberseguidotodamivida. —Andrew,notepreocupes…Noesculpatuya.Essuya,queesun capullo,ymíaporhacermeilusionesdemasiadopronto. —¿Estarásbien?¿Quieresquevaya? —No,tranquilo.Ahoraacabarédecenarymeiréalacamaaleer. Soloqueríallamarteparatenerteinformado. —Vale.Tequiero,heteromala… —Yyo,maricamala. CAPÍTULO14 Jack —VamosMaddie,vamos…Cógemelo…¡Joder! Mierda. Me ha colgado sin más. ¿Y te extraña imbécil? ¿Qué maneraesesadecontestarle?Solollamabaparasabercómotehabíaido eldía…Gilipollas… ¿Quecómomehaidoeldía?Puesteniendoencuentaquenadamás llegar a mi apartamento el domingo por la noche, tenía varias llamadas perdidasdemisjefesdeamboslados,rusosyamericanos,preguntándome donde coño me había metido, y que desde entonces no he parado ni un momento,nopuedodecirquehayatenidounbuendía. Viktor e incluso el mismísimo Kolya Kozlov me dejaron varios mensajes porque una de las entregas de armas en Rusia olía a chamusquina.Elpagosehabíarealizadoperoencambionosdabanlargas encuantoalafechadeentregayesonopodíamospermitirlo.Sinosotros no recibimos a tiempo la mercancía, no podríamos entregárselas a nuestrosclienteseneltiempopactadoyellosnoseandabancontonterías. Asíqueencuantohabléconellos,memarchédecasaparareunirmecon KolyayhaceralgunasllamadasconmiscontactosenRusia. Por otro lado, Sean, el mismísimo subdirector del FBI me llamó varias veces también para preguntarme porqué Viktor y Kozlov trataban deponerseencontactoconmigosinéxito.Mepegóunsermónacercadel tiempohabíainvertidolaagenciaenestaoperaciónydelosrecursosque habían puesto como para echarlo todo por tierra ahora que estaban tan cercadelfinal. —Sean,créeme,soymuyconscientedeltiempoquehainvertidoel FBI en esta operación… el mismo tiempo que yo le he dedicado, quitándolodelquetendríaquehaberdedicadoamifamilia. —Jack,sabemoslomuchoquehassacrificadoporestaoperación. Yporesomismo,tepedimosquehagasquetodoesesacrificiovalgala pena.Poresotenemosqueirconpiesdeplomo. —Estoy cansado Sean —dije frotándome los ojos—. Quiero dejarlo… —Y lo entiendo, lo entiendo —Se notaba la preocupación en su tonodevoz—.SolounpocomásJack.Aguantaunpocomás.Tienesmi palabradequetesacodeestoencuantopillemosaKozlov. —¿Ysinolepillamos?Sialgoheaprendidoenestosañosesque esuntipolistoyconmuchoscontactos. —Loharemos… Vamos,quepormuydiferentesqueseanlosdosbandosentrelos quememuevo,sítienenalgoencomún:darporhechoquenotengovida propiayquenopuedotomarmeniundíadedescanso. Así pues, llevo colgado al teléfono desde ayer por la noche, concretando la fecha de entrega de la mercancía, coordinando los transportes, hablando con mi contacto en Afganistán para la recepción y todo ello, intentando no pensar demasiado en la pelirroja de ojos azules queintentacargarsedeunplumazotodamitapadera. —Igor, khochu chtoby vy prisutstvovat na postavki tovarov —me diceKozlovencuantovuelvoaentrarensudespachotraslanegativade Maddieahablarconmigo. Mierda. Me lo temía… Kozlov no se fía de sus propios compatriotasyquierequevayaaRusiaparaestarpresenteenlaentregade lasarmasyasíasegurarmedequetodoestáenorden. —Ty yedinstvennyy, komu ya doveryayu —dice que soy el único enelqueconfía…Siélsupiera… No quiero irme y pasar varios días alejado de Maddie. No puedo permitirquesecansedeesperarmeysalgaconotro.Noséquéquierede mí, que sea su amigo, que follemos ocasionalmente o mantener una relaciónmásomenosformal,peroloquesíséesquesoloimaginármela enbrazosdeotro,mehiervelasangre. —Kolya,net… Me quedo callado a media frase. ¿Cómo sigo? No puedo simplemente decirle que no quiero ir. Kolya no entiende un no como respuestayyonuncamehenegadoanadaqueélmehayapedido,enparte porcumplirconelquerealmenteesmitrabajoperotambiénporquepor culpadeélnoteníanadamejorquehacer.Almenoshastaahora. —¿Chtoetotakoye,Igor?Posetiliotvlekat’syavesden. Joder,sisehadadocuentadequellevotodoeldíadistraídoesque noestoyinterpretandomipapeldemasiadobien.VamosJackjoder,porel biendeMaddie,quítateladelacabeza.Nopuedopermitirqueellossepan de su existencia, ni unos ni otros. Suspiro e intentando recomponerme y volvermeameterdellenoenelpapeldeIgor,claudicoyledigoaKozlov que cuente conmigo para ir a Rusia. De este modo, no les haré replantearse mi implicación con ellos y pondré algo de distancia con la pelirroja. —Nichego. Ya spal malo —Pongo la excusa de que he dormido pocoylepreguntocuandodeberíairme—.¿Kogdayadolzhenidti? —Zavtra. ¿Mañana? Enseguida me entran las prisas. Todo está yendo a un ritmo demasiado precipitado, así que sin perder tiempo, tras darme las últimas indicaciones, me despido de Kozlov prometiendo mantenerle informadodetodo.Encuantosalgoporlapuerta,cojomiotroteléfono, elamericanocomoyolellamo,yenvíounmensajeamissuperioresdel FBIparamantenerlesinformadosdelosúltimosacontecimientos. Arranco el motor de la moto y conduzco como un loco hasta llegaracasa,saltándometodoslossemáforosenrojoquesehancruzado enmicaminoyhaciendocasoomisodelasseñalesdetráfico. Nopuedoirmeasí.TengoquearreglarlascosasconMaddieantes, asíqueencuantoentroennuestroedificio,subocorriendolasescalerasy en lugar de entrar en mi apartamento para ultimar detalles de toda la operación, paso de largo mi puerta y empiezo a llamar al timbre de la suya. —Maddie —la llamo mientras golpeo suavemente la puerta—. MaddiesoyJack.Ábremeporfavor. Pasadosunossegundos,apoyomifrenteenlamaderamientraslas palmas de mis manos la golpean con más intensidad. Cierro los ojos y agudizo el oído para escucharla. Me conformo con oír sus pasos pero solo oigo una tenue música. La imagino entonces sentada en el sofá, escuchando música relajada mientras yo apoyo la cabeza en su regazo y dejo que me revuelva el pelo. Eso es lo que quiero hacer el resto de mi vida… —Perdóname por favor. Necesito verte y hablar contigo. Voy a estar unos días fuera y no me puedo ir sabiendo que estás enfadada conmigo… Entoncesellaabrelapuertayautomáticamentesegiradándomela espalda y dejándome allí plantado. Doy dos pasos hacia dentro y cierro detrásdemímientraslaobservodirigirsedenuevoalsofá,cogerunlibro queteníaabiertoyponersealeerignorándomeporcompleto.Laobservo encogerlaspiernasytaparseconlamismasábanaquenosenvolvióalos doshorasantes.Llevaelpelomojadoyalinstantemimenteviajaaayer por la mañana, cuando debajo del chorro de agua, pude besar cada centímetrodesupiel. —¿No querías hablar? Pues hazlo y lárgate —me dice con una expresióndistantequemeparteelalma. Dejoelcascodelamotoylacazadoraencimadelaencimeradela cocinaymedirijohaciaella,quedándomeaciertadistancia.Megustaría poder contarle todo, soltárselo del tirón y desfogarme por fin, pero no puedo.Paraprotegerla,tengoqueseguirmintiendo. —Maddie —digo agachándome delante de él, en busca de su mirada—.Mírameporfavor. Pongounamanoensurodillaperoellamedirigeunamiradatan fría que la aparto enseguida. Suspiro y bajo la vista al suelo mientras hundolosdedosdelamanoenmipelo. —Sehacetarde.Sinovasadecirnada,serámejorquetevayas— Suspalabrassevuelvenaclavarenmicorazóncomosifueranpuñales. Almenosheconseguidoquecerraraellibroyparecedispuestaa prestarme atención durante unos minutos, así que intento mentirle lo menos posible, contándole verdades a medias para no sentirme tan miserable. —Maddie, siento mucho como te he contestado antes al teléfono. Llevoundíadelocos.Hemostenidounproblemaconnuestroproveedor ruso y en cuanto llegué anoche a casa tuve que irme a la oficina. Llevo todo el día al teléfono, intentando evitar tener que irme para allá… — trago saliva intentando deshacer el nudo que se ha formado en mi garganta. —Perotienesqueirte. —Sí —contesto con un hilo de voz asintiendo a la vez con la cabeza. —¿Ycuándotevas? —Mañana. —¿Yvuelves? —Nolosé. Ella asiente y agacha la cabeza para mirarse las manos, que descansan en su regazo. Poco a poco acerco mi mano a las suyas pero antes de llegar a tocarla, levanta la vista y clava sus ojos, totalmente bañadosenlágrimas,enlosmíos. —¿En qué punto estamos Jack? —me pregunta apartando sus manosdemialcance. Lamirosorprendidosinsaberquéresponder.Esamismapregunta meheestadohaciendoyotodoeldíayrealmentenosélarespuesta.Sélo quequieroperonosésipuedodárselo.Nopudedarloantesynoveoque lacosahayacambiadodemasiado. —¿Quéquieresquehayaentrenosotros?—meinsiste. Me mira durante unos segundos hasta que al final se levanta y se dirigealapuerta.Laabreyseapoyaenellaesperandomireacción. —Jack, a estas alturas de mi vida, y después de haberlo pasado realmente muy mal, puedo afirmar que por fin tengo muy claras mis prioridades en la vida —me levanto y camino hacia ella hasta quedarme paradodelantesuyo,alladomismodelapuerta—.Markfuemiprioridad durante muchos años, demasiados. Incluso le antepuse a mi propia felicidadyesoyanovaapasarmás.Nomehacefaltaestarconalguien, perosiloencuentro,megustaríaquetuvieralascosastanclarascomoyo yporquéno,sersucentrodeluniverso,sersuprioridad. —Maddieyo…–nopuedodecírselo…simplementenopuedo,así queagacholacabezaydejocaerlosbrazosaambosladosdemicuerpo. —¿Qué?¿Túqué? —Losiento,Maddie… —Adiós,Jack—diceagarrandolapuerta. —Maddie,nopuedoirmesabiendoqueestásenfadadaconmigo… —Vale,puesnoestoyenfadadacontigo.Adiós—diceinvitándome asalirconlamano. —Notecreo… —Estuproblema. Empiezoacaminarhaciafueraresignado.OtravezIgorvuelvea joderlelavidaaJack. —Lo que te dije ayer era verdad… —Me paro justo después de salirporlapuertaydeespaldasaellaañado—.Yono…Noteníaplaneado quelonuestropasara.Noentrabasenmisplanes,peroquieroqueestésen ellos. —YaJack,peroyonoquierosertucitadelasochodelatardede losviernes,¿meentiendes?Yonoquierosertuputitaparacuandotengas unhuecoenlaagenda.Yamehasdejadoclarohoyqueesoesloquetú quieres y mi respuesta es no. No te estoy pidiendo una relación formal, pero tampoco voy a quedarme en casa esperando tu llamada cuando te aburrasotengasunahoralibre.Losiento. —No puedo darte más… —me giro y nos miramos a los ojos comosiestuviéramosdespidiéndonos. —Graciasportusinceridad. Yveocomolapuertasecierralentamentedelantedemisnarices. ¿Porquénolehedichoqueyoquierolomismoqueella?¿Porquénole he confesado que quería evitar el viaje a Rusia porque no quiero separarme de ella? ¿Por qué no le he explicado que ha cambiado por completomisprioridadeshastaelpuntodequererdejarlotodoporella? —Peroquierodartemás—susurroenvozbaja. Mequedounratoenelpasillo,conlaesperanzadequelapuerta vuelva a abrirse, pero es algo que no va a suceder, así que finalmente arrastrolospieshastamiapartamento.Tiroelcascoylacazadoraalsofá yabrolanevera.Cojounacervezaylasopesoenlamanoduranteunos segundos.Notocomosemehumedecenlosojosyunasensaciónextraña se apodera de mi pecho. ¿Qué estás haciendo conmigo? Yo no era así… Contrariadoymuycabreado,lanzolabotellaconfuerzacontralapared contraria,laqueseparamiapartamentodelsuyo.Loscristalesvuelanpor todas partes mientras, con los ojos rojos y respirando con fuerza por la boca,observoellíquidocaerporlapared. Uno de mis teléfonos, el americano, empieza a sonar. La pantalla me enseña el nombre de Sean. Me tapo los oídos con las manos y doy vueltas sobre mí mismo como un tonto. No puedo más, necesito huir de todaestafarsa. Sin pensarlo, salgo de mi apartamento dejando el teléfono sonar. Cojolamotoyconduzcovariosminutos,dejandoqueelairegolpeemi cara,sinimportarmequemeparelapolicíaparaponermeunamultapor nollevarelcasco.QuelapagueelFBI.Sinsaberbiencómo,llegoasu calleyaparcodelantedesuedificio.Paroelmotor,mebajodelamotoy mequedomirandohacialasventanasdesuapartamento.Noveoluz,así queconcuidadomeacercohacialaventanadelavecinadelbajo.Aparto unas flores y, escondido entre la maceta y la tierra, algo mojado por la humedad,encuentrounpapeldoblado.Rápidamentelometoenelbolsillo delpantalónymealejodenuevo.Cuandollegoalladodelamoto,cojoel mecheroparailuminarlanotaypoderleeralgo.Sonríoalcomprobarla letra de Cody y me enorgullezco al ver los grandes progresos que está haciendoalescribir.Trasvariosminutosintentandoleereljeroglíficoque mehaescrito,deduzcoqueelmensajedice: “Hola, Abu. Voy a ir de campamento pero no te preocupes por mamáquenosequedarásolaporquetieneunsuperhéroequelacuida.Te quieromuchoyquieroquevengasavermeaalgúnpartido,aunqueséque nopodemoshablarporqueesunsecreto.Cody” Adoro a este niño, con todas mis fuerzas. Y no puedo estar más orgullosodemihijaporestarcriándolesolaporqueloestáhaciendode maravilla,talycomosumadrehizoconella. Volveratenercontactoconmiyoverdaderoyverqueparaalguien Jackexisterealmente,mehacesentirbienymedafuerzasparacontinuar. Porellos,porlosqueformanpartedelavidadeJackynodeladeIgor, aguantaréunpocomás,intentandoimaginarcómoseráeldíaqueporfin pueda abrazar a mi hija y a mi nieto, y quizá, si ella quiere, tener otra oportunidadconMaddie. Releolanotaunayotravez,hastaquemesalelavenaprotectora depadre.¿Superhéroe?¿Quéquieredecirconeso?Amímesuenaanovio o algo así, pero mi confidente es un niño de cinco años, así que todo puedeser… Saco la cartera y guardo la nota de Cody junto a las otras. Aún tengo guardadas las primeras que Kate me escribió. Saco un trozo de papelyellápizdelbolsilloyescribolarespuesta. “Hola,Cody. ¡Qué bien escribes! Estoy muy orgulloso. Me alegro quevayasairdecampamento.Pásalomuybien. ¿Superhéroe? ¿Quién es ese superhéroe que tiene mamá? ¿Es un noviooalgoasí?¿Atitecaebien? Escucha,tengoqueirmedeviajeunosdíasynosécuandovolveré. Cuida de mamá y dile al superhéroe que cuide de los dos o le quito los superpoderesdeunpuñetazo. Osquieroalosdoscontodasmisfuerzas,dileamamáquenolo olvide,séquetúnolohaces” Lanotaesmáslargadelohabitual,perosientoquecuantomásles escriba,máscercaestarédeellos.Dobloelpapelylopongoenelmismo sitio,sabiendoqueCodyseencargarádecogerlomañana.Memontoenla moto y arranco el motor, echando un último vistazo a sus ventanas al pasarporsulado. Cuandollegoalrellanodemiedificioyvoyameterlallaveenla cerradurademipuerta,miroamiderecha.Yanosaleluzpordebajodela puerta, así que debe haberse ido a dormir. Me quedo pensando unos segundos,conlamanoenlallave,singirarla.QuieroserJackunratomás yaqueapartirdemañana,lodejaréaparcadodurantealgunosdías,asíque alentrarencasa,cojomiteléfonoyleescribounmensaje. “Síséloquequiero.Quierohacertesonreír.Quierohacertefeliz. Quiero hacerte sentir. Quiero pasar el resto de mi vida contigo, pero primerotengoqueponerlaenorden.Espérameporfavor” CAPÍTULO15 Kate —Mamá,¿dóndeestáNathan? —¿Cómo?—contestohaciéndomeladespistada. —Hacevariasnochesquenoleveo…Meprometióquenodejaría quevinierassolaacasa… —Sí me acompaña. Lo que pasa es que me deja en la esquina porque tiene prisa. Pero no te preocupes porque se queda mirando hasta queentroenelportal. Lemientoporquenoquieroquesepreocupe,perolociertoesque desde que me fui del hospital el sábado pasado, no he vuelto a ver a Nathan. He evitado coger el metro a las horas que lo cogía cada noche, entreteniéndomeporelcaminoconPipperoinclusocaminandohastaotra estación para no coincidir. De todos modos, él tampoco parece haber hechonadaporverme. —Peronohavenidoningunanochealeerelcómicconmigoyme dijoquevendría… —Bueno,yateloleoyo,¿no? —Pero…esqueconélmemolamás… —¡¿Perdona?!—lemiroporencimadelatazadecafé,levantando una ceja y con la boca abierta sin poderme creer lo que oigo—. Llevo leyéndoteesashistoriasdesdehacenosécuántotiempo,inclusohaciendo lasvocesdeldichosotrolverdefeoodelmelenasdelmartillitoese,¿yme lopagasasí? —Mamá, son Hulk y Thor. Por eso prefiero que me los lea él. Porqueselostomaenserio,llamaalospersonajesporsunombre,ypor supuestonocriticasilasmallasdeSpidermantienenuncolorhorroroso, siThoriríamáscómodoconunacoletaosiaHulklehacendescuentoen lastiendasderopaporlacantidadquedebecomprar. Hombres,deverdad,quépocosentidodelhumor…Seguroquesi estecómicloleyeraconPippermedivertiríamuchomásyacabaríamos hastaporencontrarlenovioalrubitodelasmelenas…PerdónaThor,que estáclarísimoqueesgayynolohadescubiertoaún. —Lo siento, Cody. Esta noche prometo no hacer ese tipo de comentariosyceñirmealguión… —Vale,perodileaNathanqueeldíaquetengamenosprisa,subaa leer conmigo, ¿vale? O si no puede, al menos que se espere abajo y así hablounratoconél. —Esto…selodiré…—Mientorecogiendolosvasosdeldesayuno mientrasCodyvaavestirseparairalcolegio. Me siento mal al mentirle porque es algo que prometí que nunca haría. Ya cubrí el cupo durante mi infancia, sé que esas mentiras acaban afectando a todo tu entorno y no voy a permitir que mis malos actos afectenaCody.Peroenestecaso,aligualqueeneltemademipadre,no tengomásremedio. Mediahoramástarde,salimosporlapuertadeledificio.Miroal cieloporqueaúnestandoaprimerosdejunio,elcieloestáencapotadoy parecequeencualquiermomentovaaponerseallover.Codysesueltade mimanoysesubealpequeñomurodelasjardineras.Apartaconlamano algunasplantasdelavecinaysacadedentrounpapel. —¡Bien!—gritabajandodelmuretedeunsalto—.Mamá,tenemos unanotadelAbu. Vaya,hablandodemipadre…Correhaciamípletóricoblandiendo el papel en la mano. Cody ha cogido mi relevo y ahora es él el que se “cartea” con mi padre. Para él, su abuelo es un espía y por eso no podemosvernosysolonospodemoscomunicarmediantenotascomola queacabadeencontrar.Otramentiraamedias… —Mamá,¡leelanota!¡Corre! —Aver…—digocogiéndoseladelasmanosconunasonrisaenla cara.Entiendosuemociónporqueeralamismaqueyosentíacuandotenía exactamentesuedad—.Hola,Cody… —¡Esesoyyo!—dicedandosaltitosamialrededor. —¡Qué bien escribes! Estoy muy orgulloso —digo poniendo muchoénfasisenmispalabras—.¿Hasvistocomonoesamordemadre como tú dices? El abuelo también piensa que escribes muy bien. Y si practicarasmás,seguroqueloharíasmejor… —Valemamá…—diceparahacermecallarseñalándomeelpapel paraquesigaleyendo. —Me alegro mucho de que vayas al campamento. Pásatelo muy bien —le miro asintiendo y sonriendo levantando los brazos un rato mientrasélmeimitaporlaemoción,hastaquevuelvoacentrarmeenla notaysigoleyendo—.¿Superhéroe?¿Quiénesesesuperhéroequetiene mamá?¡Cody! Meparoenmediodelacallelevantandolosbrazospidiéndoleuna explicaciónalbocazasdemihijo.Élseencogedehombrossinentender quéhahechomal. —¿Qué?—mepreguntasinentendernada. —No te callas nada, ¿eh? ¿Qué le has explicado al abuelo de Nathan? —Nada —niega con la cabeza—. Cuando le dije que me iba de campamentos,ledijequenosepreocuparaporquenoteibasaquedarsola porqueteníasunsuperhéroequeteprotegía. Vamos,nadadenada.Ahoramipadretienequeestarlocoperdido montándose películas acerca de cuan íntima es mi relación con ese superhéroe, como si lo viera… Por Dios, espero que ni se le ocurra hacerle ninguna visita de cortesía como le hizo aquella vez a Bob, un clientedelacafeteríaqueseenamoródemíymeseguíaatodaspartes.La verdadesqueenelfondomehizounfavor,perotampocoeracomopara amenazarlehastaelpuntodeobligarleacambiardecafetería.Máscomo élymijefemedespediríaporeldescensoenlasventas. —No he dicho nada malo, ¿no mamá? Es para que el abu no se preocupecuandoyonoesté… Sí,sequedarámuchomástranquiloimaginándoseporejemploque aprovecharemoscuandonoestésparatenerelapartamentoparanosotros solos… Por Dios, si se llega a imaginar esas cosas, a saber qué le hará. Oh,Dios,esperoquenoseleocurrapedirfavoresasuscompañerosdel FBIcomoaquellaotravezconJustin…SiveoaNathandeberíaadvertirle quesinotaquealguienlesigueolevigila,quenoseasuste,quedebede sermipadre. Me río al pensar tal tontería. Primero porque no creo que vea a Nathan en una temporada y segundo porque sé que tenerlo en mi apartamentohaciendoloquemipadresepuedellegaraimaginar,esalgo imposible. —Nocariño.Notepreocupes.Tienesrazón.Elabuelosequedará mástranquilosabiendoqueestoybienprotegida.¿Sigo?—digoseñalando elpapelmientrasempezamosacaminardenuevo. —¡Sí!—contestamuchomásanimado. —Tengoqueirmedeviajeunosdíasynosécuandovolveré. Otravezunodeesosviajes.Otravezvariosdíassinsaberdeély aunque he intentado hacerme más fuerte con el tiempo, y que estas ausencias no me afecten tanto, no puedo dejar de pensar que un día llamaránamipuertaparainformarmedecualquierdesgraciaquelehaya ocurrido. —Cuida de mamá y dile al superhéroe que cuide de los dos o le quitolossuperpoderesdeunpuñetazo. —¿Ves mamá? Tengo que ver a Nathan para decirle eso de parte delabuelo. Sícariño,túdileesoyyaveráslobienqueselotomaél… —Osquieroalosdoscontodasmisfuerzas,dileamamáqueno loolvide,séquetúnolohaces… Vuelvoadoblarelpapelyseloentregomientrasintentocontodas mis fuerzas que las lágrimas se queden donde están, pero si algo tengo conCodyesunvínculotanfuertequesabeperfectamenteloquemepasa. —Mamá, no llores, ¿vale? Pero no olvides que el abuelo nos quiere mucho —me agacho para estar a su altura y mirarle a los ojos mientrasélmeenjuagaalgunaslágrimas,hastaqueacercasuboquitaami orejaymesusurra—.Peroyotequieromuchomás. Leestrujocontramicuerpoymelocomoabesos.Eslomejorque he hecho en mi vida y cada vez tengo más claro que mi decisión de alejarmedeNathanhasidolacorrecta,porCody,aunqueyolopasemal untiempotratandodeolvidarle. Cuandolecojoenbrazosyempiezoacaminardenuevohaciael colegio con él a cuestas, mi ánimo mejora al instante. Pone sus brazos alrededordemicuelloymeempiezaahablardetodoloqueleshadicho su profesora que tienen que llevar a los campamentos. Me habla de la linterna que quiere que le compre, que descrita por él parece tan sofisticadaycontantostiposderáfagasdeluzdiferentesquenosécómo nosehanplanteadocomprarlasenlasdiscotecasyahorrarseunapastaen focos. —Cody,¿quéllevasenelbolsillo?Meestoyclavandoalgo. —Ah.DebeserNathan. —¿Qué?—digonocreyéndomeloquehadicho. Se mete la mano y saca su muñeco favorito. Un soldado vestido conuntrajedecamuflajeyunaespeciedegorroenlacabeza. —Esunboinaverde,¿sabesmamá? —¿Unboinaverde? —Sí.Losboinasverdessonungrupodesoldadosespeciales,los más fuertes. Y son expertos en camuflaje, paracaidismo, desactivan explosivosytodoeso. —Vaya… —MeloexplicóNathan. —Ah.¿YestemuñecosellamaNathan? —Sí. No tenía nombre pero entonces me explicaste los puñetazos quepegóNathanaesostiposchungosdelmetroycomoteacompañacada noche hasta casa… Además, este muñeco siempre ha dormido conmigo desdequemeloenvióelabuelopormicumpleañosymeprotege,como haceNathancontigo. —Ah…—digoponiéndoleenelsueloyadelantedelapuertadesu colegio—.Findetrayectocariño. —Toma,quédateloyasíteprotegehoy.Además,simelopillala profe,meloquitaynoquieroquedarmesinNathan. —Anda,dame—digocogiéndoselodelasmanos—.Tequieromi vida. —Yyomamá. Me espero hasta que le veo perderse dentro del edificio. Luego agacholamiradaalmuñecoymeloquedomirandounrato. —Como no me protejas tú, dudo mucho que el otro Nathan lo vuelvaahacer…—meloacercoparaverleconmásdetalle—.Aunque… notelotomesamalperoeldecarneyhuesoestábastantemásbuenoque tú. Guardo el muñeco en mi bolsillo y me dirijo a la cafetería. A medio camino tengo que empezar a correr porque empieza a llover. Me tapolacabezaconelbolsoaunquesirvedepocoyllegoalacalledela cafetería con la ropa empapada y el pelo chorreando pegado a mi cara. AntesdeentrarmeencuentroconJill,unacompañeradetrabajo,quellega tambiénenesemomento. —¡Pero qué manera de llover por favor! —me dice cuando nos encontramosdebajodeltoldodelacafetería. —Sí —contesto sonriendo mientras intento enjuagar mi camiseta estrujándola—.Seráunatormentadeverano,¿no? —Puesdicenquevaaestartodoeldíaasí—Yentoncesmirando por encima de mi hombro añade—: Ya está ese tío raro otra vez ahí plantado. —¿Quétío?—digohaciendoademándegirarmehastaqueJillme frena. —No te gires ahora, porque está mirando hacia aquí —dice agarrándome de los brazos—. Ayer se estuvo un montón de horas ahí mismo,sinmoverseprácticamenteymirandohacialacafetería. —Estaráesperandoaalguien… —Yaclaro.Ayeryhoy,¿no?Amímedayuyu…quéquieresquete diga…Ahíenplanacosador…—dicegirándoseyabriendolapuerta. Cuando veo que entra, la curiosidad puede conmigo y me giro haciaelextraño,quedándomedepiedracuandolereconozco. —¿Entras?—mediceJill. —Eh…Sí—digoacompañándoladentrosindejardegirarmepara verle. EsNathan,enpersona,totalmenteempapadoporlalluvia,mirando fijamente hacia la cafetería, hacia mí. Tiene las manos metidas en los bolsillosydejaquelaintensalluviagolpeesucuerpo. —Jill,¿ydicesqueayertambiénestaba?Nomefijé. —Sí, no sé desde qué hora, pero se pasó ahí mucho rato. ¿Le conoces? —No,no… Nos ponemos el delantal y paso detrás del mostrador donde enseguidaempiezoaservircafésconunritmofrenéticoyaquenoparan de entrar clientes. Supongo que los días de lluvia es lo que tienen, que aunque haga calor como es el caso de hoy, parece que apetece más tomarse un café caliente. De vez en cuando echo rápidos vistazos hacia fuera, y compruebo que aunque sigue lloviendo a mares, Nathan sigue apostadoenelmismositio. Poco antes del mediodía, Pipper entra en el local totalmente equipadaparaundíadelluvia,nocomoyohellegadoantes. —Teinvitoacomerytúluegomeinvitasalcafé—medice. —Meparecejusto.Mequedandiezminutosysalgo. —Vale.Teespero. Mientras atiendo a algunos clientes, mi vista se desvía irremediablementehaciafuera.Miactitudtampocoeslamásservicialque tengoyaquemimenteestápendientedelapersonaqueestáalcruzarla calle. —Nena,perdona…¡Oye! —¿Eh?¿Quéquiere?—contestoalgobruscasindejardemiraral exterior. —A ver si estamos por lo que estamos… ¿El azúcar? Te estoy diciendoquemefaltaelazúcar—mecontestadeunamaneraaltivayde malasmaneras. —El azúcar se lo pone usted misma. Lo tiene allí mismo. Y las cucharitas también. ¿O quizá prefiere que alguien remueva el café por usted? La pija estirada me mira con la boca abierta y sin atreverse a contestarme nada más, se gira hacia el mostrador de delante y cuando cogeloquenecesita,saleporlapuertaconprisa. Acabo de limpiar un poco el mostrador cuando y me quito el delantal.Aestahoranoentranmuchosclientesallocalyreinaunsilencio poco habitual permitiendo que se oiga la radio que siempre está puesta peronuncasoycapazdeescuchar. —¡QueaprovecheNuevaYork!Sonla1ymevoyacomer—dice el locutor de la radio—. Os dejo con una canción ideal para un día de lluviacomohoy,ItWillRaindeBrunoMars. Genial,preciosacanciónquenomeapetecenadaescucharahora. Meparecequeellocutornosehapreocupadoenescucharbienla letrayentenderlaporquenocreoquehabledelalluviaensí,sinodelas lágrimasantelaposibilidaddeperderalapersonaquequieres.Vuelvoa levantar la vista hacia fuera. El nudo de mi garganta tiene ya un tamaño considerableylosojosmeescuecenunabarbaridad. —¿Kate? ¿Qué ha sido eso? ¿Qué te pasa? —me pregunta Pipper preocupadaalvermelacara. —Nada —contesto mirando a Nathan—. ¿Qué se creía la pija maleducadaesa? —Hombre… llevaba un buen rato pidiéndote el azúcar y tú parecíasperdidaentumundo…Peronomerefieroaeso…Estásapunto dellorarynocreoqueseaporelencontronazoconlatipaesa. Encuantosalimosdelacafetería,Pippersecolocafrenteamíyse poneahablar.Almenosparecequehadejadodelloverperoigualmente tiene la ropa muy mojada y puede coger un fuerte resfriado. Intento descifrarsusintencionesporsuexpresión,asíquelemirofijamentealos ojos.Élmemantienelamirada,perosuexpresióncorporalmeindicaque está nervioso. Tiene los puños apretados a ambos lados del cuerpo y su respiraciónesagitadaporquesupechosubeybajaconrapidez. —Kate, ¿seguro que estás bien? —me pregunta Pipper al tiempo que se gira para mirar hacia donde se dirigen mis ojos—. Ese es… ¿Nathan? Nos mira a los dos repetidamente esperando que le de alguna explicación, hasta que cansada, se pone justo delante mío exigiendo respuestas. —¿Quéhaceahí,Kate? —No lo sé. Vamos a comer —digo cogiéndola del brazo y arrastrándola. Mientras caminamos hacia la sandwichería a la que vamos habitualmente,Pippernodejademirarhaciaatrás. —Sequedaahíparado,Kate.Noentiendonada. —Puesyotampoco.Camina. En cuanto entramos, cogemos de las neveras los bocadillos, los pagamosynossentamosenunamesalibre.Mientrasyohagocomoque nopasanadayabroelenvase,doyuntragodeaguadelabotellaydoyun mordisco,ellamemirafijamenteconlabocaabierta. —Vale,cuéntameloporfavor…Necesitosaberquépasaaquí. —Pipper…—suspiroperoséquenopararáhastaquelecuentelo que sé, o sea nada—. No sé qué hace ahí de pie. De hecho, ya estaba cuandohellegadoestamañanayJillmehadichoqueayertambiénestuvo. —¿Enserio? —Esoparece.Yoayernomefijé,laverdad. —¿Ynotehadichonada?Porqueestáclaroqueteesperaati… —¿Esperar a qué? Tú misma lo has visto. Hemos salido fuera y hemosestadounratoparadasalotroladodelacalleynohahechonada… Jilldicequepareceunacosador—contestosonriendocuandorecuerdosu caraderepulsaaldecirlo. —¿Y dices que lleva allí desde esta mañana? ¿Con lo que ha llovido? —Ajá—contestodandootromordiscoalsándwich. —Pueshija,estáclaroquequierehablarcontigo. —¡Puessiestabadelantesuyoynohamovidounpelo! —Porquequierehablarcontigoasolas,ylosabes.Notehagasla tonta porque te conozco demasiado. La pregunta es, ¿quieres hablar con él?¿nocreesqueantesdecerrarteenbanda,tendríasqueescucharle? —Pipper,nopuedopermitirqueNathanhagadañoaCody.Nosé quétieneperoestáentratamientopsicológico…¿Ysiespeligroso? —Pero no lo sabes… Deja que se explique, parece que él quiere contártelo…Luegodecidessiquieresestarconélono. —Pipper, él es el que parece no querer nada conmigo. Recuerda quelodelaotranochelodesencadenóunrocedemislabiosensucuello, soloeso,yretrocedióasustadocomosihubieravistounfantasma. —Tonterías, ese tío está loco por ti. Date una oportunidad Kate porqueséquetegusta.Sinotegustara,alsalirhabríasidohaciaélyle habríasechadodemalamanera,comohashechoconlapijaesadelcafé deantes.Enelfondotegustaqueestéahífuera,todomojado,conlaropa enganchadaalcuerpoyelpelodespeinado… —¡Calla!—digoriendotirándoleuntrozodepan. —Perosabesquetengorazón… Acabamos de comer entre risas y cuando salimos de nuevo a la calle,ellasedespidedemí. —Pero,¿noqueríasqueteinvitaraauncafé? —Déjalo, prefiero dejarte sola para que hables con Nathan. En lugardepagarmeuncafé,luegomepagasconinformación. —Estásloca… —Pues a lo mejor debería pedir cita con el psicólogo ese, ¿no? ¿Estarácasado? —Niidea… —Puesaveriguaesotambién. De camino a la cafetería no puedo evitar estar algo nerviosa. Enfrentarmedenuevoaél,despuésdeloquepasólaotranoche,vaaser algo difícil. Pero si él es lo suficientemente valiente como para venir a verme, yo lo seré también para escuchar lo que tenga que decirme. Caminohastalapuertadelacafeteríaycuandoestoyenfrente,desvíolos ojosamiizquierdayleveosentadoenelbordillo.Secogeelpechocon losbrazoscomosiestuvieraabrazándose.Encuantolevantalavistayme ve, se pone de pie como un resorte. Me quedan aún quince minutos de descanso.Entroenlacafetería,preparounpardecafésconleche,cojoun donutyvuelvoasalir.Élhaagachadolacabeza,supongoquepensándose quemevolvíaatrabajar,asíquecuandomesientoasuladoyletiendoel caféyeldonut,nopuedeevitarsobresaltarseyecharseaunlado. —Toma. No has comido nada, ¿no? —Él niega con la cabeza mientras coge de mis manos las dos cosas—. Estás empapado y puedes cogerunresfriado…Almenospodríashaber… —Kate, lo siento mucho —me interrumpe de repente—. Siento haberteasustado. Nosquedamosunratocalladosmirándonos.Susojosmeobservan suplicantes, pidiéndome y a la vez agradeciéndome esta oportunidad. Aunqueloquemásmeconmueveeselmiedoquereflejan…pero¿miedo aqué? —Nathan…Yotambiénsientohabermeidodelhospital… —No, no, no —dice negando con la cabeza—. Lo entiendo perfectamente…Teasustaste.Loentiendo.Cuandotengouna…crisis,me conviertoenalguienquenosoy…Escomo…sielmonstruoqueviveen micabezatomaraelcontroldemicuerpo… ¿Monstruo?Diosmío,dondemeestoymetiendo… —Tengo un hijo y… él… te adora, te tiene en un pedestal… — Saco el muñeco del bolsillo y se lo doy—. Mira, este eres tú. Lo lleva siempre encima para protegerle y hoy me lo ha dado a mí para que me cuide… —Losé,melodijolaotranoche… —Inclusolehahabladodetiamipadre—meatrevoadecirlepara tenerleprevenidoantecualquierintentodeacojonequepuedaquererdarle —.Lehadichoquenosepreocupecuandoélsevayadecampamentosen dossemanas,porquemehebuscadounsuperhéroequecuidademí. —¿Tu…padre?—memiraconlosojosmuyabiertos. —Sí… Por cierto… —me froto la frente intentando buscar las palabras adecuadas—. A algún… amigo, alguna vez le ha intentado acojonardealgunamanera…Lodigoporsinotasquetesiguenoalgo. —Eh…vale…Peronodeberíasaclararleanteslascosas… —Sí,lointentaré,perosialgoselemeteenlacabeza…—dejola miradaperdidaalfrentemientrasrecojolaspiernasymelasabrazo—.A lo que quiero llegar, Nathan, es que mi hijo se ha encariñado mucho contigoyprefieroponerdistanciaentrenosotrosantesdequevayaamás. No sé qué te pasa, no sé qué es lo que tienes y no quiero que ese… monstruotuyohagadañoaCody. —Lo entiendo. Pero quiero que sepas que yo jamás haría daño a Cody —se gira levemente hacia mí y le veo tragar saliva—. Ni a ti tampoco. —LoséNathan… —Eres… eres especial para mí. La otra noche… No quiero que pienses que no… —se gira de nuevo mirando al frente—. Me gustas mucho. Por eso quiero que sepas todo lo que me pasa. Kate, quiero que vengasaunsitioconmigo.¿Cuándotieneslapróximanochelibre? —Eh…—Estoyconfusa—.Estanoche… —Bien, bien —contesta con prisa mientras escribe una dirección en un papel—. Esta noche es perfecto. Toma. Esta es la dirección de la consulta de mi psiquiatra. Quiero que vengas a una de mis sesiones. Quieroqueseastestigodetodoloquemepasa,quelooigasdemiboca, quelovivas.Noquierotenersecretosparati,ysiparaellometengoque someteraunasesióndehipnosisyvolverarevivirloquepasó,loharé. Cojoelpapelyloobservocondetenimiento.¿Sesióndehipnosis? ¿Volverarevivirloquepasó? —Kate,solotepidoquevengashoy… —Nathan —digo mirando mi reloj—. Se me acabó el descanso. Tengoquevolverdentro… —Solohoy.Déjameexplicartemisproblemas,déjamepresentarte amimonstruo.Unavezlehayasconocido,decidesiquieresmásono.Si decidesqueno,loentenderé,lojuro.Séquenosoyfácilyya…estodo muydifícilcomoparacomplicarlomás. Me pongo en pie y él me imita. Sus ojos me miran nerviosos, esperandounarespuestaqueahoramismosoyincapazdedarle.Muevolas manosperolaspalabrasnosalendemiboca. —Kate, yo quiero estar contigo pero no te puedo engañar y creo que… yo también te gusto pero estás asustada porque no sabes a qué te enfrentas.Siquieresdejardetenermemiedo,venestanoche,porfavor. Empiezoacaminarhacialacafetería,girandolacabezadevezen cuando.Unavezenlapuerta,justoantesdeabrirla,oigodenuevosuvoz. —Kate… Megiroyleencuentroaescasoscentímetrosdedistancia,casitan cerca que puedo sentir su aliento. Levanto la vista hacia arriba para mirarle a los ojos aunque no puedo evitar fijarme también en su mandíbulacuadrada,ensurectanarizyensuslabioscarnosos —TomaaNathan,quesinoCodyloecharáenfalta. —Gracias—digocogiéndoleelmuñecodelasmanos. —Esperoverteluego. CAPÍTULO16 Dr.Monroe —Nathan,meestásmareando.Estatequietoeintentarelajarte. —Nopuedo… —Sesuponequeluegotengoquehipnotizarteparalaterapiayte puedo asegurar que en el estado que estás ahora, será prácticamente imposible. Camina de un lado a otro de la sala, sin saber qué hacer con las manos. A ratos las mete en los bolsillos, luego se las frota contra el pantalón para más tarde rascarse la cabeza. Cuando intenta seguir mi consejoysentarseenelsofá,muevelaspiernassinpararcomosituviera unticnerviosoyacababalanceandosucuerpohaciadelanteyhaciaatrás. Vamos,queparecemáscuerdocuandoestádepie. —¿SehamolestadomuchoStelle?—mepreguntaalcabodeunos minutossupongoqueparaintentarpensarenotracosaquenoseaKate. —¿Quiereslaversiónlargaolareducida? —La…reducida,supongo. —Te odia con todas sus fuerzas. Dice que eres el paciente más pesadoquehetenidodesdequeejerzoestaprofesiónperoalavezteestá agradecida porque hacía tiempo que no me veía tan volcado y entusiasmadoenalgocomoenti. Me mira frunciendo el ceño y entornando los ojos hasta que al finalesbozaunasonrisa.Parecequeempiezaasentirsemásrelajado. —Puesyodetiempezaríaavolcarmealgomásenella,¿no? —Esointento,solisto,peroresultaunpocodifícilhacerlocuando pasomástiempoaquídentroqueenmicasa… Sonríeagachandolacabeza. —En cuanto a lo de hoy… gracias, de verdad. No podía desaprovecharlaoportunidadycuandomehadichoquenotrabajabaesta noche… —Tranquilo. Yo tampoco podía desaprovechar la oportunidad de quemedejarashacerunasesióncontigoencondiciones…Enserioquelo que esta chica está consiguiendo contigo, es una maravilla. Ojalá te la hubierascruzadohaceunaño. —Tienealgoquemeimpidealejarmedeella.Memira…comosi fueranormalynopuedopermitirquedejedehacerlo. Otravezesadefiniciónquenosoporto.Normal.¿Aquiénpodemos considerarnormalyaquiénno? —Losé.Séloquemevasadecir—sigueél—.Quesoynormal, quenometengoqueavergonzardeestaraquíyquesoymuyvalienteal quererenmendarlasituación. Sonrío negando con la cabeza. Definitivo, pasamos demasiadas horasjuntos.Sesuponequesoyyoelquetienequellegarasabercómo piensaélynoalrevés. —Esomismoestabapensando—digoyo—.Aunquesigodiciendo queloquequiereshacerestanoche,esirdemasiadolejos. —Medaigual. —NodaigualNathan.Nopuedohacerterevivirtodoloquepasó. Esdemasiadoratoenestadohipnóticoydemasiadosrecuerdos.Estásasí porculpadeesasvivenciasqueocurrieronenuntiempoespaciadode5o 6años…Imagínatecomoacabarássilasrevivestodasdegolpe… —Confío en ti. Hazme las preguntas correctas y condúceme por aquí dentro —dice señalándose la cabeza—, hasta mostrárselo todo. No quieroesconderlenada. —¿Te das cuenta que yo también descubriré hoy cosas de ti? ¿Y qué puede que tú vuelvas a revivir cosas que tu mente enterró por tu propiobien? Se levanta nervioso, esquivando mi mirada. Eso realmente sí parece asustarle. Descubrir nuevos miedos, recordar cosas que su mente decidióolvidarporalgunarazón. —Bueno,alomejordecidenovenir…—dicequedándosefrentea lapuerta,deespaldasamí. —Nathan, tranquilo. Tienes que saber afrontar las cosas y estar preparado,paratodo,lasbuenasylasmalasnoticias Me levanto acercándome a él para intentar que preste atención a mispalabras. —Vamosahacerunacosa,explícameahoraquépasaaquídentro —digo señalando a su pecho sin tocarle—, en lugar de en tu cabeza. ¿Cómotesientesahora? —¿Acasonoesobvio?—medicearrugandolafrente. —Paramísí.Veamossiloesparati.Venga,dimecómotesientes ahoramismo. Sincambiarlaexpresióndesucara,agachalamiradaysopesala respuestaduranteunossegundos,escuchandorealmenteloquesucorazón ledice. —Nerviosoyasustado. —¿Nerviosoporlaespera? —Sí. —¿Yasustadoporlahipnosis? —No.Asustadoporquenoaparezca.Asustadoporperderla. —¿Notienesmiedodeloquepuedasvolverarevivir? —No.Esomedaigual.Séqueesalgoquetengoquehacersiella quiere darme una oportunidad… Tengo que… curarme o como quieras llamarlo. —Meestásdiciendoquesiellanotedaesaoportunidad,¿tedará igual curarte? — le miro a los ojos sin podérmelo creer mientras él se encoge de hombros a modo de respuesta—. ¿Y lo que hemos estado haciendotúyyoestosmeses?¿Meestásdiciendoqueestoyperdiendoel tiempo?¿Paraquévienescadasemanaentonces? —Yonocreoqueestemosperdiendoeltiempo…¿Túsí? —Nathan,necesitosaberqueestoyhaciendoalgoporti… —Por supuesto que estás haciendo algo por mí… A lo mejor nuestrosencuentrosnoseránunejemplodeterapiacomolasquesalenen loslibros,peroamímeayudan…Sinohubierasvenidoamicasayme hubieras abierto los ojos, yo no me habría atrevido a hablar con ella hoy… —Fuiatucasacomoamigo,nocomopsiquiatra… —Vale, por eso. Sí estás haciendo algo por mí, ser mi amigo cuandonadieloqueríaser…Cuandotodosmedejarondelado,incluida mifamilia. Aunqueahorameencantaríadarleunabrazoporsuspalabras,solo nos miramos y nos sonreímos como harían dos machotes, al estilo Anderson,sincontactoalguno. —Esunhonorsertuamigo.Aunquesabesquenoestoydeacuerdo enlodetufamilia.Tumadreytuhermananopiensancomotupadre. —Pero… Unosgolpessuavesenlapuertaleinterrumpen.Seponeenpiede golpe. La expresión de su cara cambia de golpe y me mira con los ojos muyabiertos.Surespiraciónempiezaaacelerarse. —Eh, eh, Nathan mírame —digo poniéndome delante suyo—. Tranquilo.Respira. —¿Seráella?—diceconunasonrisaasomandoensuslabios. —Oellaomimujer,yportubien,esperoqueseaKate… Sonríe agachando la cabeza mientras se muerde el labio inferior. Frotasusmanoscontraelpantalónyselaspasaporlacarayelpelo. —¿Estáspreparado? —Sí,sí—contestacomounniñoimpacienteparaabrirlosregalos lamañanadenavidad. Medirijohacialapuertasuplicandoqueseaellaporquenoestoy segurodequeNathanseacapazdesoportarunadesilusióndetalcalibre. Encuantolaabroylaveoalotrolado,conlacabezaagachada,cogiendo con fuerza el asa de su bolso y con la mirada asustada, suelto aire con fuerzayledoylabienvenidaconunagransonrisaenlacara. —Hola,Kate.Pasa—digoechándomeaunladoparadejarlapasar. —Hola—contestaellatímidamente. Entra en mi despacho y se queda a cierta distancia de Nathan, mirándolealgoasustada,mientrasélnopuededisimularsualegría. —Hola—lediceél—.Graciasporvenir. —Sientohabertardado…HetenidoqueesperaraquellegaraRose paraquedarseconCody. —Loentiendo.Notepreocupes.Esto…significamuchoparamí… —Bueno… —dice ella mirándome de reojo antes de agachar la vistaalsuelo—.Yatedijequenomeasustoconfacilidad.Losmonstruos nomesuelendarmiedo,ymenossitengoamisuperhéroecerca… —Nuncateharédaño,teloprometo… —Losé. —NiaCody. —Tambiénlosé.Nathan,loqueveoyconozcodeti,megusta— diceellaacercándoseunpocoaél—.Peronecesitosaberquéhaydetrás detodo.Poresohevenido. Lesescuchoatentamente,incapazdeinterrumpirlesycasideseando esfumarme de esa habitación. Me gusta como suenan esas promesas de futuroenbocadeNathanyesavalentíadeKate. —Eh…Tony…—interrumpeNathanmispensamientos—.Cuando quieras. —Vale… A ver. Venid, vamos a sentarnos. Nathan, ahí —digo señalandoelsofágrandemientrasKateyyonossentamosenelpequeño, justoenfrente—.Creoqueantesdeempezardeberíasexplicarlealgomás deti…Yasabes,tuprofesiónsobretodo… —Sí…Cierto… Nathan suelta aire con fuerza por la boca intentando calmarse. Tardaunratoenhablar,buscandolaspalabrasadecuadas,yendoconpies deplomoparaintentarsuavizarsuspalabraslomáximoposible. —Kate—suspiramientrasellaclavasusojosenél,quizáalgomás nerviosa por el misterio que crean sus pausas—. Soy el Coronel Nathan AndersondelasFuerzasEspecialesdelosMarinesdelosEstadosUnidos deAmérica. Laobservaunossegundosesperandoversureacción,aligualque yo, que no hago más que observarla mientras él le empieza a abrir su corazón.Katelemiraconlascejaslevantadasycaradesorpresa. —Vaya…Oseaquealfinyalcabosíteparecesalmuñequitode Cody… —Más o menos —contesta él riendo y relajándose un poco para luego volverse a poner algo más serio al proseguir la historia—. Me enrolé en los Marines nada más acabar el instituto por… digamos… tradición familiar. Participé en varias operaciones rutinarias y enseguida pedíeltrasladoalCuerpodelasFuerzasEspeciales.Ahífuiascendiendo hastaconvertirmeencoroneldelquintoregimiento.Afinalesdel2005nos destinaronaAfganistán,dondeformamospartedelaOperaciónLibertad Duradera,hastael2011cuandomedieronlabajaporincapacidad. Nathan hace una pausa y traga saliva, así que decido echarle un cableyaqueestamosapuntodeentrarenmiterreno. — La… —interrumpo—, la baja por incapacidad se la dieron al diagnosticarleelSíndromedeEstrésPostraumático.¿Sabesloqueeseso, Kate? —No—dicemuyseria,pasandolavistadeunoaotro. —Nathanvivióduranteesosseisañosmuchascosasparalasque, aun estando entrenado, no estaba preparado. Y todo eso le ocasionó ciertos…problemas,algunodeloscualestúhasvivido. —¿Qué viste? —dice dirigiéndose a él entornando los ojos preocupada—. ¿Qué… pasó allí? ¿El monstruo que dices que vive en tu cabeza,esconsecuenciadeello?Elataquequetuvisteenladiscoteca…el queprovoquéyoal…besarte,¿esporculpadeloquepasóallí? Éllevantalavistaylamiraalosojos.Sefrotalasmanosnervioso antetantapregunta,sabiendoquelarespuestaaellasesafirmativa. —Desde… desde que volví de Afganistán, tengo ciertos problemas…—ríeporpuronerviosismoyestáluchandocontrasímismo paramantenersesentado—.Nosénipordóndeempezar… Gira la cabeza hacia mí y le miro intentándole transmitir toda la fuerza posible. Sé que esto que está haciendo era impensable hace solo unassemanasyestoyconvencidodelesfuerzoquesuponeparaél,perolo está haciendo tan bien que no puedo evitar sentirme tremendamente orgulloso. —Noduermomásdeunahoraseguida… Empiezaahablar,enumerandoconlosdedosdelamano.Levana faltar dedos si tiene intención de confesarle todas las secuelas que esos seisañosdeterrorledejaron. —Esomelohabíaimaginado…—contestaellacariñosamente. —Cuandocierrolosojos,nohagomásquerevivirunayotravez variosepisodiosquevivíallí.Sufropesadillastanrealesquellegoincluso adespertarmecontaquicardiasoinclusohellegadoamearmeencimadel miedo. —Esanocheenelmetro… —Mequedédormidoytuveunapesadilla.Cuandomedespertéyte vi a mi lado… no podía creer que siguieras ahí, que no hubieras salido huyendo… —Cody también ha tenido alguna pesadilla y no por ello voy a dejarlesolo… Élselaquedamirandofijamente.Estátotalmentecolgadoporella y no sabe disimularlo. No creo que pretenda hacerlo, pero creo que sí quiereguardaralgodedignidadporquepasadosunossegundosdesvíasu atenciónhaciamí.Asientodándoleaentenderquesigaporesecamino. —Nopuedosoportarlosruidosfuertes.Merecuerdandemasiadoa lasbombasquecaíanamíalrededoroalosdisparos. —¿Por eso no escuchas música? —dice ella tras un silencio de unossegundos—.¿Yentoncesporquéaccedisteairaesadiscoteca? Sonrío agachando la cabeza al comprobar que esa chica le está diciendoexactamenteloqueyoleadvertíensumomento. —Porque quería que pensaras que era… normal. Quería que hiciéramosalgoquetegustara… —Perosilohubierasabidonotehabríametidoenunadiscoteca. Nathan—diceellabuscandosumirada—.Nopuedesvolverahacereso… —Poresoestamosaquí,¿no?—intervengoyo—.Sisabestodolo queleafecta,yanoseréelúnicoqueintentedetenerledecometeralguna tontería… —Pero —sigue ella volviendo a centrar su atención en él—. Esa noche…cuandote…besé… Levantolascejassorprendidoantetalrevelaciónygirolacabeza haciaNathan.¿Besar?Esapartenomelahabíasexplicado,¿eh? —Nofueesebeso,Kate…Supongoqueesegestofueeldetonante perollevabatodalanocheluchando…Intentéhacermeelvalienteperose juntaron demasiadas cosas… La música estridente, las luces láser, la aglomeracióndegente,elcontactofísico…Todoesoes…superioramí. —Peroantesdebesarte…teabracé… —¿Yteparecíaqueestababien?Encuantoteacercasteamí,lasala entera empezó a girar a mi alrededor —Agacha la cabeza y aprieta la mandíbulahastaqueselemarcaaambosladosdelacara. —Todoeso…¿nopuedesaguantarlo? Veo que Nathan sigue sin levantar la cabeza y traga saliva constantemente mientras Kate también rehúye cualquier posibilidad de contactovisualysepeinaelpeloconlosdedos.Ambossonconscientesde ladificultaddeunaposiblerelaciónentrelosdosyahíresideelmiedode él porque como ya me ha dicho varias veces, Kate se merece estar con alguienquelaabraceconfuerzaylabeseatodashoras,yesoparaéles imposibledemomento. —Bueno—interrumpoantesdequeNathanseecheatrásycreaque nomerecelapenaseguirconlasesión—.Siosparece,empezamosconla sesión. Me pongo en pie y saco de un armario la máquina para monitorizarsusconstantesvitales.Noquieroqueledéunataquicardiay quiero tenerle controlado en todo momento. Ya la utilicé en las dos sesionesanterioresymefuerondemuchaayudaenamboscasos. —Comolavezanterior,¿vale?—digosentándomeenlamesitade centro, justo delante suyo—. Te pones esto en el dedo y estos dos electrodosenelpecho,unojustoencimadelcorazón. Ledoyloselectrodos,conscientedequeélnopermitiríaqueyose lospusiera.Mientrasélloscoge,nopierdodevistaaKate,conscientede quecuandoNathanselevantelacamiseta,ellapuedesorprendersealver todaslascicatricesquetiene.Asíqueencuantoélselevantalaropayyo compruebo que se coloca cada electrodo correctamente, doy rápidos vistazoshaciaella,quetalycomopensabalemiraconlabocaabierta.En cuantoacaba,sebajalacamisetaconrapidez,avergonzadoporsuaspecto, yseestiraenelsofá.Enciendolamáquinayencuandoempiezaaindicar suspulsaciones,girolacabezahaciaélylesonrío. —¿Listo?—Élrespiraprofundamenteasintiendoconlacabeza—. EscúchameNathan.Siveoqueteexcitasdemasiado,pararé. —No.Meloprometiste. —Nopuedo.Nopuedohacerteesoynopuedovertepasarporello. Teprometoqueaguantarétodoloquepueda,esoteloaseguro,peronote voyahacersufrirmásdelacuenta.¿Deacuerdo? —Está bien —contesta resignado sabiendo que tiene todas las de perderyaqueseréyoelquelocontrole. —Vale. Empecemos pues —Veo como antes de cerrar los ojos miraaKatedereojo,quesehaquedadosentadaalfilodelsofáconcara de preocupación—. Cierra los ojos y concéntrate en mi voz. Respira profundamente,concentrándoteencomotucuerposerelajacadavezmás ymás. Compruebo como su respiración se hace cada vez más pesada y conunritmoconstante.Supechosubeybajarítmicamente.Nomeesmuy difícilllevarleaesteestadodebidoalagranfaltadesueñoquellevaasus espaldas, así que en menos de cinco minutos, Nathan yace totalmente dormidoenelsofá. —Ahorasolodeberíaoírmeamí,¿valeKate?—ledigoenuntono bajoparaquesolomeoigaella,queasienteconelmiedoreflejadoensus ojos—.Tranquila.Novoyapermitirquesufra. Mevuelvoasentarenlamesadecentroparaasítenerunavisión enteradeNathanypodervigilarsusconstantes,queporelmomentoson perfectas. —Deacuerdo,CoronelAnderson,estáenAfganistán,alfrentedel quintoregimientodelasFuerzasEspecialesdelosMarines.¿Quéve? Nathansehumedeceloslabiosysucabezasemueveunpocohacia amboslados.Derepentesusojossecierranunosinstantesconmásfuerza yempiezaahablar. —Nolosé.Noveonada.Solooigovoces. —¿Quévoces? —Oigollantosde…nosédequién. —¿Puedesacercarte? —Sí… Llevo el rifle colgado del cuello y apunto a un lado y a otro. Varios soldados de mi batallón me informan de la situación. Oigo gritoscomo“tododespejado,señor”.Unavozquemeordenaatravésdel auriculardelaoreja.Mepreguntasiveoalgoyyolerespondoquenoveo supervivientes,aunquetampocoleinformodeesosllantosqueoigo. —Acércatemás…—leayudo. —Camino hacia la siguiente habitación y enfoco con la luz del rifleaunaesquina.Agazapadosencuentroaunhombreyunamujerque arropa a un bebé entre sus brazos. La mujer es la que llora mientras el hombrelegrita. —¿Puedesentenderloqueledice? —Sí… —Vuelve a apretar los ojos con fuerza—. Le grita que se calle. Que no diga nada, que si tienen que morir será porque Alá así lo quiere. Mi superior me grita al oído que acabe con ellos, que no quiere supervivientes.Yolesapuntoconelrifle,sinpoderapartarlosojosdeesa mujeryelbebéqueduermeensusbrazosenmediodetodoelcaos. Su respiración empieza a agitarse y sus signos vitales se alteran. Kate se acerca y se sienta a mi lado para estar más cerca de Nathan. Le miraconcaradepreocupaciónyséquesuinstintoledicequelecojala manoylearropeconsupresencia,perotambiénveoquecomprendeque esopuedehacerlemásmalquebien. —Los gritos de mi superior y del hombre a mis pies me ponen nervioso. Uno me grita que les mate y el otro grita a la mujer mientras ellamegritaamípalabrasquenollegoaentenderdeltodo… —¿Quépasóentonces?—digotrasvariossegundosdesilencio. —Cierrolosojos—Supechosubeybajarápidamenteysucuerpo empiezaaconvulsionarselevemente—.Sigooyendolosgritosyloúnico quequieroesqueparen…Nopuedomás,asíquesinabrirlosojosaprieto elgatilloynolodejoirhastaqueyanooigonada.Cuandolosabro,lo único que oigo es a mi superior felicitándome por el buen trabajo, mientrasyomeapartoaunladoyvomitohastalaprimeracomidadeldía. MiroaKatealoírunossollozosyveosucaratotalmentemojada porlaslágrimasquelecaendelosojos. —Lo siento —susurra bajito al ver que la miro, mordiéndose el labioysecándoselaslágrimas. —No pasa nada —digo pasando un brazo por sus hombros y, besándolaenlafrente,añado—:Voyaseguir,¿vale? CuandoasienteconlacabezayvuelveaposarsusojosenNathan, séacienciaciertaqueloqueélsienteporellaestotalmenterecíproco.Le mira deseando evitarle todo ese dolor, justo como él quiere de ella al someterseaestecalvario. —De acuerdo, Coronel. Avanzamos un poco más en el tiempo. ¿Dóndeestá? —Estoyenunpuestodevigilanciacondosdemishombres.Esuna nochetranquilayamboshablandesusfamiliasencasa.Weshabladesu noviaymeenseñalafotoconunasonrisaenlacara,mientrasPetehabla delosguisosdesumadre. —¿YtúNathan?¿Dequiénleshablas? —Denadie.Yosololesescucho. Kateyyotragamossalivaalavez,haciéndonoslamismapregunta. ¿No les habla de la familia que ha dejado en casa porque no quiere o porquenopuede? —¿Noleshablasdetupadreydetumadre?¿Detuhermanaode algunanovia?—meatrevoapreguntar. —No.Notengoanadieesperándomeencasa.Paramipadretengo quepermanecerenelfrenteelmáximotiempoposibleparahonrarami paísysimueroenelintento,mejor.Creoquemequerrámáscomomártir que si vuelvo entero. Mi madre hace lo que mi padre le dice y nunca intentará contradecirle o incluso pensar algo diferente a él. Mi hermana eramuypequeñacuandomeenroléenelejércitoycasinomeconoce.Y no tengo novia porque mi padre no me dejaba porque decía que eran simplesdistracciones. —Vale… —me he quedado sin palabras ya que esto era algo que yonosabía—.Entonceselloshablandesusfamiliasytúlesescuchas… —Pete se levanta un momento riendo y entonces una ráfaga de disparos atraviesan todo su cuerpo. Wes y yo nos ponemos de pie cogiendonuestrosriflesperoalgomegolpealacabezaytodosevuelve negro. —¿Tehancapturado? —Sí. No veo nada y solo oigo hablar en árabe. Muchos gritos, creoquealgunosdirigidosamíaunquenoestoyseguro.Recibogolpesen lacaraynotoelsabordelasangreenmiboca.Intentoescupirperolatela deloquemetapameimpiderespirarconnormalidad,asíquemelimitoa dejarlaresbalarpormislabios. —¿Entiendes algo de lo que te gritan? —le pregunto cuándo se quedacallado. —Notodo.Séquequierenquelesdigadóndeestáretenidoalguno delossuyos,noséquiénytampocosélarespuesta…Muchasveces,solo unapersonasabelarespuesta,precisamenteparaevitarestassituaciones. —¿Cuántotiempoestásretenido? —No lo sé… Al principio intento saberlo por los cambios de temperatura,queeneldesiertosonmuybruscos,peropasadosdiezdías, pierdo la conciencia a menudo por las palizas y torturas que recibo, así quemeesimposibleasegurarlo. —¿Teliberan? —Sí,mesueltanenmitaddeldesierto.Medesmayoycuandoabro losojos,unamujerdelaquesoloveolosojosmeestádandodebeber.Me intentoincorporarasustado,peroeldolormeloimpide.Ellamehablaen árabeyentoncesapareceunancianoasulado.Creoquepasountiempo bajo sus cuidados, hasta que llega un día que me puedo poner en pie e inclusodarpaseospordentrodelahabitación.Elancianohablaconmigo todoslosdías.Esmuyinteligenteytotalmenteencontradelosconflictos bélicos y de las ideologías radicales. Me gusta hablar con él y por las noches, ella cuida de mí… Cuando me recupero, me acogen como uno másyyolesayudoentodoloquepuedo. Surostroserelajaostensiblemente.Senotaqueesamujersehizo un hueco en su corazón. Miro de reojo a Kate, que le mira embelesado comosiestuvieraescuchandouncuento. —¿Estásenamoradodeesamujer?—pregunto. —Nolosé,perosientoalgo…SellamaSalma.Nuncameenseña más allá de sus ojos, pero cuando ayudo al anciano con las tierras, nuestrasmiradassecruzanysusojosmesonríentímidamente—Setoma untiempoparacontinuar—.Ahoraesdenocheylaencuentrofueradela casa mirando las estrellas. Me acerco a ella y conversamos un rato. Yo hablo algo más de árabe que cuando llegué y ella ha aprendido algo de inglés. En un arrebato, la cojo de la cintura y la miro a los ojos acercándola a mí. Ella me acaricia la mejilla mientras con la otra mano meaparta.Medicequeaunquemisojossonelreflejodelmar,ellanunca podrábañarseenellos. —Joder, qué bonito —susurra Kate cuando sus ojos vuelven a humedecerse—.Perdón. —¿Quépasóluego?—leinstoaseguir. —Unanoche,pocodespuésdeeso,vienenarescatarme,sintener encuentaqueyonoquieroserrescatado.Yonoquieroirme,peronoselo puedodeciraesossoldados…Aparecenenunhelicóptero,veintedemis hombres,parahacerfrenteaunancianoyaunamujer.MatanaSalmaya supadredelantedemíyyosoyincapazdeimpedirlo. LaslágrimascaenporlasmejillasdeNathan,aúnteniendolosojos cerrados.Surespiraciónseentrecortaynitragandosalivaladevuelveal ritmonormal.Kateacercasusmanosasucara,peroamediocaminose arrepienteylasdejacaerensuregazo. —De acuerdo —digo intentando disimular la emoción por la historia que acaba de contar y la cual desconocía por completo—. Avancemosalgomás.¿DóndeestáahoraCoronel? —En un campamento enemigo en Kandahar. Hay escombros por todaspartesyoigoaWespidiéndomeayuda. EsahistoriasímelaséyelfinalpuedeimpactarmuchoaKate,así que mientras la narra, intento no quitarle ojo disimuladamente. Cuenta comoencuentraasucompañero,comoelniñoapareceasuladoconun Kalashnikov en las manos, como dispara a su compañero mientras grita consignasbélicasenárabeycomoluegoleapuntaaél. —¿Y qué pasó luego? —insisto al ver que pasa unos minutos callado, forzándole a explicar el final de la que quizá fue la experiencia másduradetodaslasquevivióallí. —Cierro los ojos y aunque por un momento pienso en dejarme matar por ese crío, mi instinto de supervivencia prevalece y me hace actuar.Aprietoelgatillohastaacabarcontodaslasbalasdelrifle.Gritoy lloroalavez.Cuandomiarmayanohaceruido,abrolosojosyveoel cuerpodelniñoenelsuelototalmentecubiertodesangre. Kate automáticamente de endereza y se lleva las manos a la boca paratapárselayasíahogarelgritoquesalíadeella. El monitor empieza a pitar porque las pulsaciones de Nathan empiezan a acelerarse de una manera drástica. Su cuerpo empieza a convulsionaralavezyélmuevelacabezadeunladoaotrosindejarde hablar. —Me dejo caer de rodillas y me echo encima del niño. Intento reanimarle aunque sé que es totalmente imposible. Tenía que haberme dejadomatar.Lecojoenbrazosysalgoconélalexterior.Unamujersale de la nada gritando y llorando y justo cuando está delante mío, me arrodillodelantesuyoydejoelcuerpodelniñoasuspies.Lloroylepido perdónporloquehehecho.Teníaquehabermedejadomatar.Yoteníaque habersidoese. Las pulsaciones ya están muy por encima del límite. Además, compruebo que se ha meado encima, como ha contado que le ha pasado algunavezantes.Decidoquehallegadoelmomentodeparar. —Nathan, escúchame. Cuando cuente cinco te despertarás lentamente —digo acercando mi boca a su cara—. Cinco. Cuatro. Tres. Dos.Uno… —Teníaquehabermedejadomatar. Sucuerpo,lejosderelajarse,sigueconvulsionándosesinparar. —¡Nathan! —le llamo en un tono de voz más alto—. ¡Nathan, despierta! Entonces,Kate,aúnconlágrimasenlosojos,searrodillaasulado yleponeunamanoencimadelpechomientrasconlaotraleacariciael pelo,yacercándoseasuoídoempiezaahablarlesuavemente. —Nathan,escúchame.SoyKate.ElDr.Monroeyyoestamosaquía tulado.Nopasanada.Vuelveconnosotros.Quédateconmigo. Comosihubieraactivadounbotónensuinterior,Nathanabrelos ojos como platos y se incorpora mientras Kate aparta sus manos de su cuerpo.Élnosmiraaambosjadeandoyderepenteselevantacorriendo. Tropiezavariasvecesporelestadodeshockenelqueseencuentra,hasta queunavezenelbaño,empiezaavomitarenlatazadelváter. Varios minutos más tarde, aún con la cara desencajada y con el pelo mojado, sale del baño y al ver a Kate llorar, algo dentro de él se rompe. —Lo siento. Lo siento mucho —dice llorando encaminándose hacialapuerta—.Noteníaquehabertehechopasarporesto. —¡Nathan,espera! Le llamo pero ya es demasiado tarde. La puerta se cierra con fuerzatrasélynopuedoseguirleporquetengoaotrapersonaamilado llorando desconsoladamente. Kate se mira las manos mientras las lágrimascorrensincontrolporsucara.Laatraigohaciamíydejoquese desfogueeltiempoquenecesite.YairéaporNathanluego,sabiendoque estaráescondidoensuapartamentoyqueahorapuedoentrarsinqueélme abra. CAPÍTULO17 Nathan Salgoalacallemirandoaamboslados.Mesientocomoperdido, comosinosupieradondeestoyytardounratoenaveriguarlo.Empiezoa caminar hacia mi apartamento con las manos en los bolsillos, hasta que notolahumedaddemipantalónylassacoponiendounamuecadeascoen lacara. —¡Joder!Quéasco.Teestáscubriendodegloria… No sé ni cómo se me pasó por la cabeza que Kate se llegara a interesarenalguiencomoyo.Vale,puedogustarlefísicamentepero,¿en seriocreíaquedespuésdevermecomomehavistoydesaberloquesabe, iba a querer estar conmigo? ¿Después de saber que he matado a gente inocente?¿Despuésdesaberquesentíaalgoporesachicayquenohice nada por impedir que la mataran delante de mis narices? ¿Después de saberquesoyincapazdeabrazarlaybesarla?¿Despuésdevermemearme encimayvomitardespuésderememorarlapesadilla? Sinsaberporqué,empiezoacorrerparaalejarmeloantesposible de ella. Necesito poner distancia entre nosotros porque ella se merece a alguienmejorqueyo,alguienquelaabraceylabesetodoslosdíasdesu vida,quelerecuerdeatodashoraslomaravillosaqueesylerepitaunay otravezquelaquiere,queestátotalmenteenamoradoyquedaríaloque fueraporella.Ysobretodo,yaunquemeduelaafirmarlo,queesealguien noseaunlocoquesedejadominarporelmonstruoqueviveensucabeza. Queesealguiennoseayo. No aminoro el ritmo en ningún momento, al contrario, corro comosimefueralavidaenello.Nomepreocupoporlagenteconlaque me cruzo que me mira extrañada, ni por esperar a que los semáforos se ponganenverde,niporloscochesquemepitancuandosalgodelanaday les esquivo ni por los insultos que me dedican sus conductores. No me preocupopornadahastaqueadoscallesdemicasa,cruzosinmiraryun taxi me embiste. Afortunadamente mis reflejos siguen estando bastante bien y me mantengo en una buena forma física, teniendo en cuenta las circunstancias, y salto a tiempo cayendo encima del capó. El conductor saledeltaxigritando,máspreocupadoporlosdañosquelepuedahaber hecho a la chapa que por mi estado físico. Cuando me agarra por la camisetaparabajarmedeencimadelcoche,sigoaúnalgoaturdidoporel leve golpe que me he llevado en la cabeza y tardo algo en reaccionar, aunque cuando lo hago, me zafo de su agarre con facilidad y totalmente fueradecontrol,leempotrocontralapuertadesucocheagarrándolede cuello.Elhombreabremucholosojos,aterradomientrasmuevesusojos demicaraalpuñoquemantengolevantadoalladodemicarapreparado para asestarle un puñetazo. Sus manos agarran mi muñeca e intentan aflojarsinéxitolapresiónsobresucuello.Aprietolosdientesconfuerza ymipechosubeybajaalcompásdemirespiraciónagitada.Pasadosunos segundos,reaccionoyconsigohacercallaraesavozenmiinteriorque meinstaaestamparmipuñoenlacaradeesehombre,asegurándomeque así me sentiré mejor. Es mentira, nunca me siento mejor. Así, suelto su cuelloybajandoelpuñoretrocedovariospasos. —Tranquilo.Nohapasadonada—mediceaterradofrotándoseel cuello con una mano mientras la otra la levanta entre los dos como protegiéndose. Veocomosemeteprecipitadamenteenelcocheyarrancaelmotor dando un acelerón para salir pitando. Me miro las manos porque me tiemblansinpararypormásqueintentomantenerlasquietas,soyincapaz de conseguirlo. No puedo creer que fuera a pegar a ese hombre cuando todalaculpadelosucedidoeramía… Cuandollegoalapuertademiapartamento,mecuestahastahacer coincidirlallaveconlacerradura.Aprietoconfuerzaelmetalentremis dedos y tengo que ayudarme de la otra mano para intentar paliar en temblor. —¡Joder! —grito mientras aporreo la madera con los puños de puraimpotencia. Laslágrimasempiezanacaerpormismejillasdenuevo.Apoyola frente y las palmas de las manos en la puerta mientras mi cuerpo se convulsionaconcadasollozo. —¡Mierda, joder! —digo al tiempo que golpeo la puerta con las palmasdelasmanos—.Eresunimbécil.Ellanoesparati… —¿Estásbien,cielo? Me giro sobresaltado y veo a los vecinos de al lado mirándome desde su puerta. Incapaz de articular palabra y avergonzado al ser conscientedelespectáculoqueestoydando,meenjuagolaslágrimascon eldorsodelamanoeintentometerlallaveenlacerraduradenuevo. —Dame—medicelaancianayaamiladomostrándomesumano paraqueledejelallave. Dudounossegundosmientraslamiroconfundidohastaquetrago saliva,dejolallaveensupalmaymeechoaunladoparadejarlahacer. —Toma—medicedevolviéndomelacuandoabrelapuerta. Entro y la observo desde dentro sin saber qué decir. Agacho la mirada y me rasco la cabeza sin fuerzas siquiera para disimular mi tristeza. —Gracias—susurrosinmirarla. —Denada.Haydíasdeesosenlosqueparecequetodotesalemal, ¿verdad?—contestaellaconunasonrisabonachonaenlacara. —Sí… —Martha, deja al chico ya en paz —oigo decir al hombre desde fuera. —Entra en casa, Jerry. Ahora voy —Y cuando vuelve a mirarme añade—.Tienesunpocodesangreenelpómulo. Debodehabérmelohechocuandomehegolpeadocontraelcapó del taxi. Cojo un trozo de papel de la cocina y lo pongo donde ella me señala. Pasados unos segundos, lo compruebo y veo que se ha teñido de rojoconrapidez,asíquearrancootrotrozoyloaprietocontralaherida denuevo. —Noquisierametermedondenomellaman,peroantesteheoído insinuaralgosobreunachicaycreoadivinarqueellaeselmotivodeque estésasí.¿Aceptasunconsejo? Levanto la cabeza y aprieto los labios formando una fina línea hastaquepasadosunossegundosasientoincapazdehablar. —En los temas del corazón, no des nunca las cosas por sentado. Por amor se cometen tantas locuras, que a veces lo que nos parece más inverosímil,sehacerealidad.¿Porquécreesqueesachicanoesparati? ¿Telohadichoella?—Esperaunarespuestapormiparte,peroestoytan abrumado que solo soy capaz de negar con la cabeza levemente—. Pues entoncesnoterindas,luchaporella. Semeescapalarisaalrecordarqueesasmismaspalabrasyalashe oído antes. Tiro el manojo de llaves y me froto la cabeza con ambas manosmientrascaminohacialapuertaparacerrarla. —No tengo nada que ofrecerle —digo al final apoyado en la maderacuandoveoquelamujersedirigeasucasa—.Yellasemerecea alguienmejor. —Deja que ella decida eso —me contesta entrando en su apartamento. Cuandolapierdodevistaycierromipuerta,voyalacocinaysaco unacervezadelanevera.Medirijoamirincónoscuroeneldormitorioy mesientoenelsuelo,apoyandolaespaldacontralapared.Pasadosunos minutos en los que intento no pensar en nada y concentrarme en la cerveza, mi teléfono vibra en el bolsillo del pantalón. Cuando lo saco y veoenlapantallaelnombredeTony,cuelgodirectamente.Insistevarias vecesmásconidénticoresultado,hastaquealacuartallamada,apagoel teléfono. LaimagendeKatellorandodespuésdeescucharloquehecontado esta tarde sigue golpeándome la mente y ya ni siquiera hace falta que cierre los ojos para verla. Esas lágrimas son el resultado de haber conocidoalmonstruo,elquemedominaavecesydelquesoyincapazde desprenderme. —¿Nathan? —me llama Tony desde alguna parte de mi apartamento. ¿Enserio?Voyatenerqueplantearmeseriamentecambiaresaputa puerta. —Nathan, soy yo —dice acercándose suponiendo correctamente queestoyagazapadoenelmismositiodondemeencontrólaotravez. —Joder. Después dices que Stelle me odia y te tira indirectas acercadetuimplicaciónenciertosasuntos…Teloganasapulsomacho —digosinmolestarmeenlevantarlacabezacuandonotosupresenciaen eldormitorio. —Aquítedejo—dice—.Simenecesitas,llámame. ¿Dequéhabla?Levantolavistaymequedopetrificadoalverque Tony abraza a Kate y se da media vuelta dejándonos solos en el oscuro dormitorio. Ella se queda de pie frente a mí mientras yo soy incapaz de aguantarlelamirada,avergonzadoportodoloquehaaveriguadodemí, confusoporsuvisitayasustadoacercadelmotivodelamisma. Laobservomientrasmiraalrededorconelbolsoenlamanohasta quefinalmentedecidedejarloencimadelacama.Entonces,atientas,busca elinterruptordelaluzycuandolaenciendemeveoobligadoaparpadear varias veces para acostumbrar a mis ojos a la claridad. Mira de nuevo alrededor, sorprendida supongo al descubrir que está bastante más ordenadodeloqueellapensaba.Juegoconventajayaquenuncameestiro en la cama y solo entro para coger ropa del armario y sentarme en mi rincónoscuro. Ellaseagachadelantedemíyarrugalafrentehaciendounamueca almirarmealacara. —¿Quétehapasadoenelpómulo? Durante una fracción de segundo nuestros ojos se encuentran. Aparto enseguida la mirada al recordarla tan frágil, llorando por mi culpa. —Nathan. —Noesnada. —Puesestássangrando.¿Tienesaguaoxigenada,yodooalgopor elestilo?—preguntaponiéndoseenpiedandovueltasparaqueleindique haciadondetienequedirigirse. Me levanto para acompañarla al baño, donde creo recordar que tengoalgodeesoenunodeloscajonesdelmueble. —Creoqueporaquíhayalgo…—digorebuscando—.Sí,aquí. —Siéntate—mediceseñalándomelatazadelváter. Laobservodeespaldasamí,comprobandoalgunosbotes,sacando unas tijeras y cogiendo un trozo de gasa. Cuando se gira hacia mí, debe verelpánicoreflejadoenmicara,porquesonríeymedice: —Venga, no me creo que el Coronel Anderson tenga miedo a un pocodeescozordeyodo… Aprieto la mandíbula y me remuevo incómodo cuando ella se acercamuchoamí,colocándoseenelhuecoquequedaentremispiernas. —Tranquilo —me dice en un tono de voz suave y dulce—. Intentarénotocarte,¿vale?¿Confíasenmí? Asientolentamentetragandosaliva.Colocomismanosencimade mis rodillas e intento disimular mi respiración forzada. Miro al suelo intentandofijarmeenunpuntodelosazulejosdelsueloparanoperderel control. —Mírameparaqueteveabienlaherida—dicederepenteechando altrastemisplanes. Ella está concentrada poniendo yodo en la gasa así que de momentonovelacaradeboboquepongoalmirarla.Metienehechizado ynosoloporsubelleza,queesinnegable,sinoporsuvalentíaysugran corazón.¿Quéhaceaquícuidandodemí?¿Porquénomeponelascosas fácilesymedejasolo? Cuando se gira, me mira a los ojos y me sonríe con ternura. Acercalagasaamimejillaydudaunossegundosaldarsecuentaqueibaa apoyarlaotramanoenmihombro. —Nomemiresconesacara,quenoesparatanto.Soloesuncorte pequeño.Siquieressoploparaquenotepique—dicequitandohierroala situación. Alescucharsuspalabrassonríoysueltounabocanadadeaireque manteníaatrapadaenmispulmones.Micuerposerelajaalinstante,justo enelmomentoenquelagasatocamipiel.Ellamantienelavistafijaenla herida, concentrada en su tarea, así que puedo observarla con detenimiento.Acercasucaraalamíaysoplacariñosamenteenmimejilla. Todosucedeacámaralenta.Sucaraagachándoseamialtura,suslabios apretados dejando pasar el aire a través de un pequeño orificio y su posteriorsonrisaalgirarsucaraamirarme. —Listo.¿Aquenotehapicadonada? Contesto negando con la cabeza, aún en estado de shock por su cercaníamientrasellaguardatododenuevoenelcajónysaleconlagasa enlamanoparatirarlaenlapapelera.Salgotrasellaymequedoparado enlapuertadelacocina,fascinadoalverlamoversecontantasolturapor miapartamento. —Ven —dice pasando por mi lado con un vaso de agua en la mano,dirigiéndoseamidormitoriodenuevo. Cuandoentramos,dejaelvasoenlamesitaysacaunaspastillasdel bolsillodelpantalón.Arrugolafrentemirandosusmovimientos.Parezco un extraño en mi propia casa, descolocado por su presencia, intentando comprenderelmotivodesuvisita,peroalavezsinquererhacerodecir nadaquelahagamarcharse. —¿Qué…?—Dejolafraseamedias. Quieropreguntarlequéhaceenmicasa,peronoquieroquepiense quememolestasupresencia. —Necesitas dormir un poco Nathan. Tony me ha dado esas pastillasqueteayudaránarelajarte.Mehadichoquenosonfuertes,note preocupes. —No…Nopuedo…—digosentándomeenlacama. —Yomevoyaquedarcontigo—sesientaamilado,mirándome mientrasladealacabeza—.Simedejas… Lamiroconlabocaabiertaduranteunossegundos,hastaqueme veoobligadoaapartarlamirada,totalmenteabrumado. —Pero… —¿Pero?—insistealverquemequedocallado. —No puedo volver a… tener una pesadilla delante de ti… No quierovolverapasarporelloyporsupuestoquenovoyapermitirquetú lovivasotravez. —¿Sabes una cosa? —dice, acercándose a mí simulando que me cuenta un secreto—. Antes en la consulta he sido capaz de domar a ese monstruo tuyo. No te dejaba despertarte de la hipnosis, le hablé y me escuchó.Asíquetranquilo,porquecreoquetumonstruometienemiedo, oalomejoresqueconfíaenmí… Me guiña un ojo y se levanta para dejar el bolso en una silla, sacandodesuinteriorunlibroyunIpodconauriculares. —Vengopreparada—diceenseñándomeambascosas—.YRosese queda con Cody toda la noche, aunque tendré que irme temprano para llevarlealcolegio. Cogelapastillayelvasoymelostiende,mientrasyo,aúnsentado enlacama,alzolacabezaparamirarla. —Quédateconmigo… —¿Qué?—diceellaconfundidasonrojándosealinstante. —Escuché esas palabras en mi cabeza. Pensé que lo había soñado…¿Erastú? —Sí. Sindudarloentonces,cojoelvasoytrasmetermelapastillaenla boca,doyuntragolargohastadejarlovacío. —¿Puedo utilizar el baño? Tengo que quitarme las lentillas, ponermelasgafasyeso… —Claro,claro. —Ytúdeberíasponertealgocómodoparadormirantesdequelas pastillastehaganefectoytecaigasredondoenelsuelo,porquesitepasa, ahítequedasporquenopodrécontigo. —Vale. La veo perderse por el pasillo mientras me dirijo al armario. Distraído,sinpodermecreerloqueestápasando,cojounacamisetayun pantalón cualquiera. Pensé que escucharla diciéndome que me fuera con ellahabíaformadoproductodelahipnosisyahoraséquenoesasí,que ella realmente me dijo eso. ¿Me lo diría para ayudarme a despertar o porquerealmentequiereestarconmigo?Medescubrosonriendocomoun bobosolodepensarlo.Meencantatenerlaaquíyahoramearrepientode habermetomadoesapastillaporqueseríacapazdemantenermedespierto toda la noche mirándola. ¿Debería acercarle algo cómodo para dormir? Sin pensarlo demasiado, agarro una camiseta y me dirijo hasta la puerta delbaño,queestácerrada.Antesdellamar,tragosalivaycierrolosojos. Sueltounabocanadadeaireparacalmarme,peroantesdevolveraabrir losojos,lapuertaseabredegolpeyKatemepillaconlosojoscerrados, respirando profundamente, con una camiseta en una mano y la otra a puntodeestamparlelosnudillosenlafrente. —Esto…toma—digotendiéndolelacamiseta—.Hepensadoquea lomejorquerríasponertealgocómodo.Tevendráenorme…Pantalones detutallanotengo… —Gracias—mediceconunasonrisaenloslabiosmientrasvuelve aencerrarseenelbañoconmicamisetaenlamano. Vuelvo al dormitorio y tras desvestirme, me pongo el pantalón y cuando me voy a poner la camiseta, me quedo mirando mi reflejo en el cristal de la ventana. Siempre me pasa, no lo puedo evitar, aunque haya visto estas cicatrices cientos de veces. Un carraspeo me saca de mi ensoñaciónymegirorápidamenteponiéndomelacamiseta.Ladescubro con la boca abierta, supongo que sorprendida por haberme visto la espaldallenademarcas. —Tequedaenorme—digoparallenarelsilencioincómodoquese hacreado. Sonríoparadisimular,porqueenrealidadloquequierodecirlees queestápreciosa.Laprendalecubrehastamediomuslo,dejándomeverel resto de sus piernas. Se ha recogido en pelo en una coleta y lleva unas gafasdepastanegrasqueledanunaireintelectualquemeencanta. —Nomeacostumbroaircongafas.Nomegusta—dicebajando lavistaalsuelo—.Nomemiresmucho. Ya,comosiesofueraposible… —Puestequedanmuybien.Tedanunairedelistilla—digoriendo. —Muy gracioso, Coronel Anderson… —dice—. ¿En qué lado duermes? Lamiroalzandolascejasmientrasencojoloshombros. —Nuncahedormidoenestacamaasíquenotengositioasignado. —¿Nunca? —No.Llevopocomásdeunañoviviendoaquíyparaunamierda dehoraalosumoquecierrolosojoscadanoche,prefierohacerloenel sofáconlateledefondo. —Vale,puesentonceselijoyo—dicedejandoellibroencimadela almohadaenelladoizquierdodelacama—.Mepidoalladodelaventana. Observo cómo se sienta en la cama, encima de las sábanas, encogiendo las piernas como un indio y apoyando la espalda contra la almohada,quehacolocadopegadaalapared.Memiramientrasdestapo lassábanasymeestirodentro,bocaarriba,poniendolosbrazosdetrásde lanuca. —¿Enquépiensas?—mepreguntatrasunossegundoscallados. Megirohaciaellaapoyandolacabezaenlamano. —¿EresunaenviadadelDr.Monroeparacontinuarconmiterapia enplanintensivo? —Me has pillado —dice achinando los ojos y arrugando la cara haciendounamuecadivertida. —Vale,¿quéquieressaber?—digosegundosdespués. —¿Siemprehasqueridosermilitar? —Noconocíaotracosa.Notuveopción.MipadrefueMarine,mi abuelofueMarine,mibisabuelotambiénlofue…Cuandoteníalaedadde Cody,yojugabaconpistolas,escopetasyhacíacircuitosderesistencia. —Venga ya… —dice estirándose de cara a mí, quedándose en la mismaposturaqueyo. —Notemiento—digosonriendomuyamipesar—.Supongoque siempre quise ser militar porque no probé otras cosas, ni me llegué a plantearquemellegaraagustarotracosa.Queríaquemipadreestuviera orgullosodemí. —Yloestará. —Lodudo. —Nathan,estupadre… —Noconocesamipadre,Kate. Niegoconlacabezamientrasempiezoanotarcomolospárpados mepesan.Bostezomientrasmerascolosojosdecansancio. —LasdrogasdeDocestánsurtiendoefectoparece… —Bieeeeeeen,adormiiiiiiiiir—diceenvozbajaamododeburla. —Kate…simepongoviolento…salcorriendo,¿vale? —Esonovaapasar… —Kate—digomásserio. —Vale,loprometo. Se vuelve a sentar en la cama apoyando la espalda en la pared. TocavariosbotonesdesuIpod,seponelosauricularesyabreellibropor lapáginamarcada.Antesdeconcentrarseenlalectura,memiraysonríe. Ledevuelvoelgestoycierrolosojos.Aunquetengosuimagengrabadaa fuegoenmimente,nopuedoperderlaoportunidaddeseguirviéndolaen directo,asíquealpocorato,intentandoqueellanosedécuenta,vuelvoa abrir los ojos. La observo durante largo rato, sin cansarme de ella. Me encantaverlatanrelajadasentadaenmicama,comosifueraalgohabitual. Ella tiene ese poder, no le cuesta nada hacer las cosas, nada nuevo la asusta.Memorizocadacentímetrodesupielylamirocuandocambiade postura, o cuando se muerde el labio, o cuando apoya la cabeza en la palmadesumano. Derepentelaveomoverlaboca,cantandoensilenciolacanción que debe sonar por sus auriculares. Se mece de un lado a otro como si estuviera bailando mientras cierra los ojos dejándose invadir por la música.Eslaimagenmásbonitaquehevistoenmividaydoygraciaspor estar tapado con la sábana, porque mi entrepierna está totalmente de acuerdo conmigo. Me remuevo incómodo intentando que ella no se de cuentadenada. —¿Aún estás despierto? —me dice de repente quitándose uno de losauriculares. —Sí… —rehúyo su mirada disimulando, como si estuviera haciendo algo malo, hasta que me intento tranquilizar y le hablo con naturalidad—.¿Quéescuchas? —HoymehadadoporChristinaAguilera.¿Laconoces? —Algomesuena. —A mí me encanta porque tiene canciones movidas para cuando meapetecebailarydespuéssacaesechorrodevozconalgunasbaladasde esasdelloraramocotendido. —Ahora estabas con una de esas lentas, ¿no? Parecía que lo estuvieras dando todo encima de un escenario… —digo haciéndole una mueca. —¿Me estabas espiando? —me mira divertida—. ¿Quieres escucharalgunacanción? Lamiroconlosojosmuyabiertos. —Nosésiserámuybuenaidea… —Lenta, nada de sonidos estridentes. En la mayor parte de la canciónsoloseoyeunpianoysuvoz.Confíaenmí. SonríoamododerespuestapensandoquecuandoTonyseentere deesto,levaaregalarsutítulodepsicología.Ellaseestiradecaraamíy seacercaunpocoparaqueelcabledelauricularlleguebien.Meloday esperaaquemeloponga. —¿Listo?—dicemirándomeconunasonrisaenlacara—.Esuna canción preciosa y te advierto que a veces me emociono cuando la escucho. —Vale,asíporunavezteveréllorarsinseryoelcausante. —Noseastonto…—dicemientrastoqueteaelIpod. El cable de los auriculares nos hace estar separados por unos treinta centímetros escasos, así que cualquier movimiento de su cuerpo puedellegararozarmeyesomeponebastantenervioso,aunqueporotra partenoquieroalejarmeniuncentímetro. EntoncesellalevantalavistadelIpodyclavasusojosenlosmíos. Unpianoempiezaasonarenmioreja,yaunquealprincipiomicuerpose tensa como lo hace ante cualquier estímulo, poco a poco noto como me relajodejándomeenvolverporlamúsica. Trago saliva y entonces me doy cuenta del nudo que se me ha formado en la garganta. Además, noto como mis ojos me escuecen y decido evitar levantar la cabeza para que no me vea afectado por la canción. La oigo tararear levemente y entonces decido arriesgarme a mirarla. La está cantando como antes, con los ojos cerrados, con la diferenciadequeahoralatengoaescasoscentímetrosdedistancia. Joder, no puedo dejar de mirarla. Paseando mis ojos con rapidez porcadacentímetrodepieldesucara,comosialtenerlosojoscerrados medieravíalibreparaobservarlasinreparo.Medetengoensuslabiosy sin pensarlo, como si siguiera estando hipnotizado, dirijo mi mano para rozarlosconmisdedos. Ellaabreentonceslosojosylaslágrimascorrenporsusmejillas. Abro mucho los ojos al verme sorprendido con intenciones de tocarla, pero a ella parece darle igual y sin dejar de mirarme a los ojos, sigue tarareandolacanción. Mi mano sigue a media distancia entre los dos, suspendida en el aire,decidiendoquéhacer,sopesandosiservaliente,atreverseatocarlay aceptarcualquierreacciónquemicabezadecidateneroseguirsiendoun cobardeydedicarleunasonrisabobaamododeconsuelo. —Me equivocaba —digo tragando saliva—. No me gusta verte llorarnunca.Inclusosituslágrimasnolasprovocoyo. Acerco mi mano a su mejilla y en cuanto toco su piel, cierro los ojos apretándolos con fuerza, temeroso de mi reacción. Pasados unos segundos,notosusmanostocándome.Conunameagarralamuñecapara que no la aparte de su mejilla mientras la otra la posa encima de mano, acariciándome. Abro los ojos lentamente y nos quedamos estancados el unoenelotro. Yonopuedoavanzarmás,aunquequieraylodeseecontodasmis fuerzas,peroalgodentrodemímehacesaberqueporhoyessuficiente.Y como siempre, facilitándome las cosas como si pudiera leerme el pensamiento,ellasedacuentadeello.Muevelacaraybesalapalmademi mano.Migarganta,sinyoproponérmelo,sueltaunjadeoyelestómagose meencoge. —Dime que no te cansarás de esperarme… —susurro cerrando pocoapocolosojosrindiéndomeagotado—.Temerecesqueteabraceny tebesentodoslosdíasyprometoqueundíaloharé.Loprometo.Yme esforzaréparaquesealoantesposible.¿Vale? Aprietamimanoyvuelveabesarlamientrassonríeasintiendo. —Claroqueteesperaré.Estásprogresandorápidoytengomucha paciencia. —Voy a tener que despedir a Tony —digo sonriendo ya con los ojoscerrados—.Nomesueltes,¿vale? —Vale.Duermetranquilo. —Mehagustadoesacanción… —Mañanatepongootra.Duerme. —Sitengounapesadilla… —Nathan…Duerme… Cuandoabrodenuevolosojos,laclaridadqueentraporlaventana mesorprende.Nopuedeser…¿Cuántohedormido?Buscoelmóvilpara mirar la hora y me quedo helado al comprobar que son las nueve de la mañana.Miroalladoypongolamanoencimadelassábanas.Estánfrías. Dijo que tenía que llevar a Cody al colegio, así que debe haberse marchado ya. Entonces me doy cuenta del sobrecito que parpadea en la pantallademiteléfono. “Pesadillasnocturnas,3.Todobajocontrol.Miamigoelmonstruo sehaportadomuybienymehahechocasoalaprimeraenlostrescasos. VoyallevaraCodyalcolegio.Tehegrabadolacanciónenelmóvilyte regaloloscascos.Luegotepasoalgunacanciónmás” Miro a la mesita de noche y veo allí los cascos. Busco en el teléfono y cuando encuentro la canción, le doy al play y enseguida ese pianovuelveasonar.Comounadolescente,conunasonrisaenormeenla cara,medejocaerhaciaatrásenlacama. CAPÍTULO18 Jack —Mysobirayemsyapriyekhat’,ser. —Spasibo—contestodistraído. Llevotodoeltrayectomirandoporlaventana,sinprestaratención a nada en concreto. Sin preocuparme por el encuentro que voy a tener ahoraconYuriOrovichparaescucharsusexcusasacercadelretrasoenla entregadelamercancía.Séquelareuniónacabarámal,séquenomevoy a creer sus excusas, y sé que tendré que amenazar o incluso cargarme a algunodesushombresparaquenostomenenserio. Necesitamosqueestaentregaserealice,todos.Losrusosporquees la mayor operación de todos los tiempos, la que nos dará más dinero y prestigio si sale bien. Los americanos porque si los pillamos con las manos en la masa, si los cogemos a todos como tenemos planeado, acabaremos con la mayor red de contrabando de armas de la historia. Y yo…porqueentoncesseacabó,lodejo,parasiempre… Me va la vida en esta operación, así que debería prepararme mentalmente, concentrarme en todos los detalles. Pero en lo único en lo quepuedopensaresenella.Llevodiezdíasaquí,enlafronteradeRusia con Kazakstán. Diez interminables días sin saber nada de ella. No respondióelmensajequeleenviéantesdeirme.Esperévariosdíasmásy volvíainsistir,ytampocomerespondió.Anochelallaméperonomelo cogióyestamañanaheinsistidoymehacolgado. —Ser,myprishli. Puede que no recibiera mi mensaje… O no lo haya leído… Le confesé que quiero pasar el resto de mi vida con ella… Esas palabras deberíanhaberservidoparacalmarunpocosuenfado,¿no? —Ser… Aprieto suavemente mi puño contra los labios mientras sopeso todas las posibilidades. Ella dijo que tiene muy claras sus prioridades… Yotambién.Miprioridadesellayporeso,porella,paraprotegerla,no puedodarlemásdeloqueledoy…demomento. —Ser—Unodemishombresllamamiatenciónyentoncesmedoy cuentaqueelcochesehadetenido—.Myprishli,ser. —Da.Da. Hemosllegado.Medejansoloenelcochemientrasseacercanami puerta para abrirla, momento que aprovecho para soltar aire con fuerza porlaboca.Diosmío,eslaprimeravezdespuésdetantosañosencubierto quevoyaenfrentarmeaalgotanimportantesinhabermepreparadonada denada.Noséquédiréynosécomoactuarésegúnlasituaciónqueme encuentre.Estoyjodido… Vuelvo a soltar aire por la boca cuando se abre la puerta. Hola, Igor.Adiós,Jack…Adiós,Maddie… —Dobryyden’,ser—Mesaludaenseguidaunodeloshombresde Orovich. Creo que es uno de los hombres de confianza de Orovich, inclusomeparecerecordarqueessuyerno… Yo sigo caminando hacia el interior del almacén, sin prestarle siquieraatención,peromesiguevisiblementepreocupadoynervioso. —Gospod’Orovichpriytichut’pozzhe—mediceasustado. ¿Que Orovich va a llegar tarde a nuestra reunión? Me freno en seco. Esto es una falta de respeto hacia nosotros increíble, la gota que colma el vaso. En casi las dos semanas que llevo aquí, he podido averiguar que han estado intentando vender nuestras armas, las que nosotrosyahabíamospagado,aalguiendelotroladodelafrontera.Por esonosdabanlargasylaentregaseretrasabamásdelohabitual.Cuando decidimos hacernos visibles y que vieran que habíamos venido personalmente, desmintieron todo, y enseguida organizaron esta reunión para que yo mismo comprobara el producto. Kolya está informado de todo y he sido yo el que ha ido calmando sus ánimos, para no echar al traste con la operación. Pero si se entera de este nuevo desplante, me obligará a matar a Orovich y lo necesito vivo tanto como a Kolya. Si ademásaveriguaqueyonohicenadaalrespecto,elquemoriréseréyo, asíquehallegadoelmomentoderemediarloydemostrarlesqueconlos Kozlovnosejuega. Empiezo a caminar hacia él, obligándole a retroceder mientras levanta las manos como si quisiera protegerse de mí. Decenas de pensamientosirrumpenenmicabeza.Frasescomo:seguroquetienehijos o él no tiene la culpa de que su suegro sea un completo gilipollas irresponsable. Cuando su espalda choca contra la pared del almacén, con un movimiento rápido saco mi pistola que llevaba a la espalda y le apunto entrecejayceja.Mishombresapuntanasuvezalosotrosdosquehabía porelpatio.Lemiroapretandolamandíbulamientrasnotocomomisojos se humedecen. Él lo nota y una sombra de sorpresa cruza por su cara. Seguro que nunca se había imaginado que la mano derecha de Kolya Kozlov tenía sentimientos, seguro que la fama que me precede me convertíaenunaputamáquinademataraojosdelosdemás. —Yuriyskazat’yemu,chtoyakhochuvidet’yego,teper ’!—Grito quequieroverasujefe. Trasdecirestaspalabras,cerrandolosojossinquelosdemásme vean,aprietoelgatillo.Lasangremesalpicaalinstanteyelcuerpocaea plomo al suelo. Miro de reojo a los otros dos hombres, que se miran asustados. Uno de ellos deja el rifle en el suelo y alza las manos indicándonos que solo quiere sacar algo del bolsillo. Antes de darle permiso,meacercoaélymetolamanoenelhuecodesuchaquetaysaco suteléfono.Comprueboquenotenganadasospechosoyselodevuelvo. —Pozvonitesvoyemubossu—Lepidoquellameasujefeynole pierdoojomientraslohaceconvoztemblorosa. —Pribyvayet v pyat’ minut —me contesta que viene en cinco minutos. —Davayteboltat’sya. Esaspalabrasaterranalosdoshombres.Vamosapasarelrato,les digo y ellos ya se imaginan que nos vamos a divertir a su costa. Miro alrededor.LamentedeIgorvaamilporhora,buscandoalgúnaccesorio que nos pueda servir. Agarro una silla y la arrastro hasta uno de los hombres. —Sidet’! Viktorobligaaesehombreasentarseenlasillayleatalasmanos y los pies a ella mientras yo le observo impasible. Cuando acaban, se apartanymedejandelantedeél,quemeobservaaterrado,aligualquesu compañerosabiendoqueluegollegarásuturno. —Pozhaluysta Igor ’, pozhaluysta —Me suplica con lágrimas en losojosylamandíbuladesencajada. —Pozhaluysta,chto?—lecontesto. —Neubivaymenya—mesuplicaquenolemate. —Net.Yaneub’yu—ledigoquenolevoyamatarymeagacho delantesuyohastaquemicaraquedaalaalturadelasuya—.Otkryvayet rot. —Chto?—seremuevenerviosoenlasilla. —Otkryvayetrot!—lerepitoqueabralaboca. Encuantomeobedece,pasadosunossegundos,cojounagranada demanoylaencajoentresusdientessintirardelaanilla. —Yeslitykhoroshiy,udalit’yegoizvashegorta. Susojosmemiranaterrados.Estásudandoytienelabocallenade saliva.Lehedichoquesiseportabien,cuandomevayalequitaréesode la boca. Le pregunto si me ha entendido y él asiente con fuerza con la cabeza,sinperderdevistaalagranadaquetieneenlaboca.Ledigoquesi se le ocurre tirarla, le meto un tiro entre ceja y ceja como hice con su compañeroqueyaceenelsuelo. Entonces me giro hacia donde mis hombres retienen al otro individuo. Al instante, su cuerpo entero se tensa y hace un ademán de retroceder,peroelcuerpodeViktorseloimpide. —Ovas? Niegaconlacabezasinpararmientraslevantalasmanos.Cuando estoy a escasos centímetros suyos, se deja caer de rodillas y llorando comounniñomesuplicaquenolehagadaño. —Igor. LavozdeYuriresuenaportodoelalmacén.Mirahacialapuertay le veo rodeado por dos de mis hombres, que permanecían estratégicamentesituadosenelexterior.Élobservaasushombresycreo que se sorprende al ver que aún queda uno vivo. Es lo que tiene criar fama,queluegoteprecedeylagenteesperacosasdeticonstantemente. —Vynamchest’svoimvizitom—medicequeestánmuyhonrados conmivisita. —Gdeoruzhiye?—Noestoyparahalagos,quierosaberyamismo dondeestánlasarmas,comprobarquetodoestábienylargarmeparacasa. —No ne bylo nikakoy neobkhodimosti —me dice que no hacía faltaqueviniera. —Gde oruzhiye?! —repito gritando y esta vez apuntando mi pistolaasufrente. Estoy tan desesperado que sería capaz de dispararle y echar al trastecontodo.Quieroacabarcontodocuantoantesyvolveracasapara intentar arreglar las cosas con Maddie. Necesito abrazarla, acariciar su piel,besarla,inspirarsuolor…Ysiparaellotengoquecargarmeatodo elquesemueva,loharé. YcreoqueYurihacaptadoesadeterminaciónenmisojosporque enseguida nos pide que le acompañemos mientras llama por teléfono a algunodesushombresylesdainstruccionesdequetenganlamercancíaa puntoparaserrevisada. Media hora después, tengo delante el cargamento entero. He ordenado abrir todas las cajas y comprobar cada arma, una por una. Yo personalmentemeacercoaunadelascajas,cojounodeloskalashnikov, lequitoelcargador,lovuelvoacolocaryapuntoenlafrentedeYuri,que alsegundosetapaconlasmanosenunactoreflejo. —¡Bum! —digo con cara seria para asustarle mientras él intenta relajarsepormibroma,queseguronolehahechonipizcadegracia. Trasreírsedemalaganaseacercaamilado. —Vsevporyadke?—mepregunta. —Da —contesto con sequedad guardando el rifle en la caja mientrasconunchasquidodededosdoyunaseñalaunodemishombres —.Onbudetsoprovozhdat’gruzovikavsyudorogu. Yuri me mira con cara de sorpresa al informarle de que ese hombreibaaacompañaralconvoyhastalaentregafinalanuestrocliente. Pensabaqueíbamosafiarnosdeellosdespuésdetodalapantomimaque hanmontado. —Ty mne ne doveryayesh’? —me pregunta si no me fío de él… Nomehagasreír… —Yanedoveryayusebeili—Yesaeslaverdad…Noconfíonien mímismo. El teléfono empieza a sonar en mi bolsillo. Debe ser Kolya para sabercómovatodo,asíquelosacoymequedoheladoalverelnúmero en la pantalla. Un número que no he grabado en la agenda pero que he conseguidoaprendermedememoria.ElnúmerodeMaddie. Me pongo nervioso al instante. ¿Me arriesgo a cogerlo y que me oiganhablareninglésymeoiganpronunciarsunombre?¿Noselocojo ypierdoquizálaúnicaoportunidadparaarreglarlascosas? —Proshchat’ —me excuso rápidamente tomando una decisión en décimasdesegundo. Antesdedescolgar,mealejoatodaprisadeposiblesojosyoídos curiosos.Antesdesalirdelalmacén,caminoapasoligeroaunqueguardo las formas. Una vez fuera, empiezo a correr como un desesperado para seguir alejándome lo suficiente rezando para que ella no se canse de esperarycuelgue. —¡Maddie! —Jack,¿estásbien? —Sí… —Pareces…¿hascorridoparacogerlallamada? —Sí—ríonervioso—.Teníaelteléfonolejos… Me apoyo en el tronco de un árbol y me dejo resbalar hasta sentarmeenelsuelo.Suvozmetranquilizaymedevuelveamirealidad, unarealidaddesemiverdadesymentiras,unarealidadquedistamuchode serreal,peroqueeslomejorquemehapasadoenmuchotiempo. —Estaba preocupado —le confieso al cabo de unos segundos—. Nohasrespondidoamismensajesniamisllamadas… —Estabapensando. —Loqueteescribílaotranoche…Lodigomuyenserio… —Enesoprecisamenteheestadopensando. —Y…—Dios…¿cómopuedosentirmetaninseguroconella?—. ¿Quéhaspensado? —¿Cuándovuelves? —Esperoquepronto.Dos,tresdías,máximo. —Hablamosentoncescuandovuelvas,¿vale? —Maddie… —¿Qué? —Notevayas…Háblameporfavor…Necesitoescuchartuvoz. —¿Enserioestásbien?¿Hassolucionadoelproblema? —Sí,estácasisolucionado.Soloestoymuycansadoytengoganas devolveracasa…contigo. La oigo sonreír al otro lado del teléfono y se me contagia al instante.Sonríocomountontoylevantolacabezamirandoalcielo,enel queempiezanaaparecercientosdeestrellasporqueestáoscureciendo. —¿Hacefrío?¿Vasabrigado? —¡Jajaja! —¿Dequéteríes? —Denada…No,nohacedemasiadofrío. Entre tanto rifle, granada, sangre y disparos, que alguien se preocupe por si voy bien abrigado, no deja de sorprenderme y sacarme unasonrisa.Ellaesdemasiadodulce,noencajaenestemundodemierda enelquevivo,asíquetengoquesaliryadeél.Esensumundoenelque quierovivir,enelqueJackdebevivir. —TeechodemenosMaddie…—ledigotragandosaliva. —Yyo—Ycuandolodicenopuedoevitargolpearmirodillacon elpuñoporlaemoción. —Bien—digoconunasonrisaenlacara. —Noteemocionestantoqueaúnsigopensando. —Peromehasdevueltolallamada. —Esoescierto—sucumbealcabodeunossegundos. —Prometo que te voy a dar más… Te lo prometo Maddie. ¿Me crees? —Quierohacerlo. —Cuandovuelvanosvamosaescaparjuntos. —Ya—diceriendo. —Habloenserio. —Sabesquenopuedoirme.Latiendanofuncionasola. —Perosiséquetienesalraritoparaayudarte. —¿Rarito?—sueltaunacarcajada—.¡Cuandoselodigateodiará todalavida!Conloqueélteapoya…Estolevaacaercomounalosa. —¿Meapoya? —Si te estoy devolviendo la llamada es por su insistencia. De hecho,sigueteniendolamínimaesperanzaenqueteaparezcaelramalazo gayparapodertetirarlacaña. —Siento desanimarle pero dile que me van más las pelirrojas pecosasdeojosverdes. —Odiomispecas. —Meencantantuspecas. Nos quedamos en silencio durante varios segundos, intentando evitarelfinaldelaconversación.Noquierodejardeescucharla,aunque séqueenbrevemiausenciaempezaráaparecerextraña,asíquemuyami pesar,medespidodeella. —Maddie,tengoquecolgar… —Vale.Teesperaré. —Gracias… —Hastadentrodeunosdías. —Hastaluego… Atréveteimbécil.Suéltaselo. —¡Maddie! —intento llamar su atención pero es demasiado tarde porqueyahacolgado. Oigoelsonidodelalíneatelefónicaduranteunossegundosantes de colgar. No me ha dado tiempo a confesárselo. Son unas palabras que llevan rondándome por la cabeza desde que llegué aquí y empecé a preguntarme por qué la echaba tanto de menos y a asombrarme por la cantidad de horas que pasaba pensando en ella. Me bailan en la mente desdequeaverigüélarespuesta:porquelaquiero. Cuandovuelvoalalmacén,elcamiónestálistoparasalir.Doylas últimasinstruccionesamihombreycuandolosveopartirnopuedoevitar sentirmealgomáseufóricoaún.Empiezoaverlaluzalfinaldeltúnel. —Vy nakhodites’ v luchshem nastroyenii —Viktor nota mi sutil cambiodehumorymelohacesaber. —Da. Ya s neterpeniyem zhdu chto vse rabotayet —Y es cierto, tengomuchasganasdequetodoacabe. Dos días después, mientras sobrevolamos el Atlántico, recibo un mensajedeKolyaparaquemereúnaconélnadamásaterrizar.Aunquees delomásnormalquequieraquesuhombredeconfianzaleexpliquede caboarabotodoelviaje,nopuedoevitarsentirmealgodesanimadopor tenerqueretrasarmiencuentroconMaddie.Reclinoelasientoalmáximo ycojoelmóvilentrelasmanos.Pasadosunossegundosmesorprendoal darme cuenta que estoy acariciando la pantalla con el pulgar, pasando el dedoporencimadesunúmerodeteléfono.Parezcoidiotaperoahoraeso eslomáscercaqueestoydeella. Cinco horas después, tras un paseo en un coche que Kolya envió para recogerme al aeropuerto, yo y mi horroroso jet lag estamos llamandoasupuerta. —Vpered!—diceélenseguida. —Kolya—Leestrecholamanoalentrarperoélmeacercayme abrazaconfuerza. —Igor, moy drug. Chto delat’ bez tebya? —Eso de amigo es discutible…YapensarádiferentecuandolearresteelFBI.Yencuantoala pregunta,escierto,yotampocoséquécojonesharíaélsinmí. Estamoscomomediahoracharlandodetodalaoperación.Media hora en la que le doy toda la información, le contesto todo lo que me pregunta,peroenlaquenodejodemirarelrelojnervioso. —Imet’ svidaniye s kem-to? —Vale, me lo ha notado y me preguntasihequedadoconalguien. —Net.Yaprostoustal—Disimulodiciéndolequeestoycansado. —Khorosho. Idi domoy i otdokhnut’ —Por fin me da “permiso” parairmeacasa. —SpasiboKolya. —Poluchayetneskol’kosvobodnykhdney. Al escuchar esas palabras, se me ilumina la cara. ¿Unos días libres?¿Enserio?Nopuedocreerlo. —KhoroshoprovestivremyasMaddie. La sonrisa se me borra al momento de la cara. “Pásalo bien con Maddie”.Mequedopetrificadoalescucharelnombredeellaenbocade Kolya. ¿Cómo sabe de su existencia? Y lo más importante, ¿qué sabe de ella? —No me mires así Jack… —dice Kolya de repente en un inglés conmuchoacentoruso. Abro los ojos como platos. ¿Me ha llamado Jack? Mi mano se dirigelentaydisimuladamentehaciamiespalda.Sihallegadoelmomento enelquemedescubren,prefierocargármeloyquitarleunproblemadeen medioalasociedad. —EsaMaddietienequeserunamujerdegranbellezaparaquete distraigadeesamanera,amigoIgor. Se acerca a mí y me pasa su brazo por encima de los hombros. Aunque es más bajo que yo y está en peor forma que yo, tiene un aire intimidatorioquemedejaparalizado. —Notepreocupesamigo.Entiendoquenoeresdepiedra.Tengo que admitir que me siento un poco celoso por tener que compartir a mi mejor hombre con una mujer, pero lo entiendo. Además, que hayas decidido utilizar una tapadera para estar con ella sin poner en peligro nuestraorganización…—Dapalmadasenmihombrorepetidasveces—. Esonohacemásquereafirmarmiconfianzaenti. Empiezoaatarcabos.KolyasepiensaqueJackesunatapaderade Igor para poder estar con Maddie, cuando en realidad, Igor es una tapaderadeJackparapoderacabarcontodosuimperio.Ironíasdelavida. —Noesnadaserio.Esunatíaquemetiroaveces,peronoquería arriesgar el negocio… Por eso le dije que me llamaba Jack —digo poniendoacentorusoamiinglésdelacostaoeste. —Deacuerdo.Veteypásalobienconella—dicevolviendodetrás desuescritorio. —Gracias. Empiezo a caminar hacia la puerta, tragando saliva presintiendo que la cosa no acaba ahí, así que cuando vuelvo a oír su voz, estoy preparado. —Aunqueparaserunatíaalaquetetirasdevezencuando,parece tenertebastantepillado,¿no?¿TehasenamoradoIgor? —Puede… —Tranquilo.Nopasanadaporadmitirlo. No, lo que me preocupa no es admitir que estoy enamorado de Maddieporqueseríacapazdepregonarloaloscuatrovientos.Loqueme preocupaesqueKolyalosepa,ysolosemeocurreunacosa,quetenga pinchado el teléfono. Tendré que asegurarme, porque si es así, querrá decir que su nivel de paranoia roza ya límites insospechados, o que se huelealgo,encuyocasotendremosqueprecipitarelfinaldelamisión. —CorreconMaddie,Igor. —Spasibo. —Denada,camarada. En cuanto salgo del almacén, me dirijo al parking donde dejé la moto. Me pongo el casco y enseguida le doy gas. Me dirijo a nuestro bloque de apartamentos, sorteando el tráfico haciendo zig zag entre los coches, saltándome varios semáforos y haciendo caso omiso de los límites de velocidad. Puede que las palabras de Kolya no sean una amenaza,perohastaquenolaveanopodrérespirartranquilo. Aparcofrenteanuestroedificioysaltolosescalonesdetresentres hastallegaranuestropiso.Golpeosupuertaconinsistenciayalnorecibir respuesta consulto el reloj. Debe estar en la tienda aún. Entro en mi apartamento,cojoelotrocascoysalgosinpreocuparmepornadamás. Diez minutos después, aparco delante de la floristería, que sigue conlapersianasubida.Bajodelamototannerviosoyansiosoqueparece queelcorazónsemevaasalirporlaboca.Mequitoelcascoylocuelgo en el manillar junto al otro. Estoy sudando la gota gorda y eso que está oscureciendo y se ha levantado una suave brisa muy agradable, pero no puedo evitar tomarme las palabras de Kolya como una amenaza… Y si algo le pasara a Maddie, juro que acabo con él con mis propias manos. Corro hacia la entrada y abro la puerta con fuerza. Tengo la cara descompuesta,lamandíbuladesencajada,losojosllenosderabiaytemor, ylarespiraciónagitada. Encuantopongounpiedentrodelatienda,cuatroparesdeojosse clavan en mí. Dos clientas que me miran como si les fuera a robar el bolso,ydetrásdelmostrador,elrarito,quememiraconunasonrisade medioladocuandosedacuentadequiénsoy,yasuladoella.Memiracon losojosmuyabiertos,mientrasmerepasadearribaaabajo.Debodetener un aspecto espantoso: sudado, desaliñado, con la cara desencajada, con ojerasporlafaltadesueño…Aunqueporotrolado,mehallegadoaver en peores condiciones. Mi pecho sube y baja con rapidez debido a mi respiración,peroellaestábien,asíquepocoapocoempiezoacalmarme yunaespeciedesonrisaempiezaaasomarenmislabios. —Hola,Maddie…—digoacercándomeaella. —Hola,Jack… —Tenía…ganasdeverte. —Yaveoya…—diceriendomientrassalededetrásdelmostrador. Yyanopuedoresistirlomás.Doydospasosalfrenteconrapidezy laagarrodelanucaatrayéndolaamiboca.Laatacoconviolenciayansia, y es que mi fuerza de voluntad para no hacerlo se ha ido a la mierda. Necesito de su contacto como respirar. Mi lengua entra en su boca sin compasiónymisdientesmuerdensulabiohastadejárselohinchado.Oigo susjadeosenmibocaquenohacenmásquedarmealas,asíquecamino hacia la trastienda sin despegarme ni un centímetro de ella. Cuando traspasamos la puerta, le doy un golpe con el talón y en cuanto la oigo cerrarse,agarroaMaddiedelculoypongosuspiernasalrededordemi cintura. Camino con ella a cuestas, sin saber bien dónde dirigirme, a ciegas,incapazdeprestaratenciónaalgoquenoseasuboca,sulengua, susojos… Alfinalchocamoscontraunamesa,conunojomiroquenohaya peligroyalcomprobarlo,ladejosentadaencima,justoenelborde.Mis manos enmarcan su cara, retirando el pelo para poder admirarla con detenimiento.Mislabiosbesancadacentímetrodesupielmientrasellame sonríe,regalándomelaimagenmásbonitaquehevistoenmuchotiempo. Unosgolpestenuessuenanenlapuerta. —Siento interrumpir —oímos al rarito llamarnos desde el otro lado—. Pero solo quería deciros que me voy a casa. Dejo la persiana bajadasinelcerrojo. Apoyo mi frente en la de Maddie, escuchándole mientras sonreímos. —Vale,Andrew—diceella—.Gracias. —Denada. —Andrew—lellamoyoentonces. —Eh… Dime —contesta sorprendido mientras Maddie me mira conlamismacaradesorpresaesperandoloquevayaadecir. —¿Teimportaestarmañanasoloenlatienda? —Ah…esto…no… —Es que quiero escaparme con Maddie un par de días… —digo mirándolaalacaramientrasellamerespondeconlascejaslevantadasyla bocaabierta. —Vale,yomeencargo. —Gracias,tío.Tedebouna. En cuanto oímos como se cierra la persiana, Maddie vuelve a centrartodasuatenciónenmí. —¿Dos días juntos? ¿En serio? —dice tapándose la boca con las manos mientras yo asiento—. ¿Sin llamadas de última hora? ¿Sin que tengasqueirtecorriendo? —Mira… Saco mi teléfono del bolsillo y delante suyo presiono la tecla de apagadodurantevariossegundoshastaquelapantalladefundeennegro. —Estoyatucompletadisposición. —¡Joder,québien!AY—Setapalabocaconlamanoavergonzada —.Perdón. —Teestoyconvirtiendoenunapandillera—digoriendomientras ellamesueltaunmanotazo. La beso con cariño, cerrando los ojos, sin miedo a perderla. Quiero saborear ese beso y el resto de sentidos me sobran. Ya no tengo prisa, solo quiero disfrutar al máximo de estos días que son un bendito regalo.Ellaapoyalasmanosenmipechoymeseparalevemente. —¿Ydóndepiensasllevarme? —Yaloverás… —Deberíapasarporcasaacogeralgoderopa… —Pues nos vamos ya. No quiero perder más tiempo. Te quiero paramísolo.Noquierocompartirteconnadie,nitansiquieraconlagente deestaciudad.Solostúyyo. CAPÍTULO19 Maddie Nunca en la vida he tardado tan poco en prepararme el equipaje. Corro arriba y abajo de mi apartamento mientras él me espera con la espalda apoyada en la puerta de entrada de mi apartamento y los dos cascosenlamano.Mesigueconlamiradayunasonrisaenlacara.Parece queelespectáculoleestádivirtiendo. —¿Pero cómo voy a meter todo en una simple mochila? —digo algodesesperadaporlapresión. —Maddie, ten en cuenta que deberás cargar a tu espalda lo que quierasllevarte…Además,¿aquéterefierescon“todo”? —PuestodoJack…Ropa,calzado,productosdeaseo,maquillaje, unlibro,algoparapicarparaelcamino… Mientrashabloveocomosubocaysusojossevanabriendopoco apocoyalfinalestallaenunacarcajada. —Este es todo mi equipaje —dice levantando la mano y enseñándomeunosbóxeryunoscalcetines. —Nopuedeshablarenserio…—ledigomirándolealucinada. Camina lentamente hacia mí arrugando la frente aún divertido. Dejaloscascosenlaencimeraymequitalamochiladelasmanos. —Vamos a ver… —dice mirándome de reojo antes de echar un vistazoalinterior. Una a una, empieza a sacar las cosas que ya había metido. Lo primeroqueencuentraenunpaquetedegalletasyunatabletadechocolate. Suspiranegandoconlacabezasinpoderevitarsonreír. —¿Comida? Maddie, no te voy a dejar morir de hambre y no te llevoaningúnsitioalejadodelacivilización.Sitieneshambre,solotienes quedecírmeloyparamosacomprarloquequieras. —Vale…Reconozcoqueaquímehepasado. —¿Soloaquí?—memiraalzandounacejaburlándosedemícon mi neceser en la mano—. Maquillaje. No lo necesitas, estás perfecta tal cual. —¿Peroysisalimosporahí?Nopuedoirsinmaquillar. —Maddie—seacercaamíyagarrándomedelacinturasusurraen mioído—.Notevoyacompartirconnadiemás.Notevaavernadiemás. Durantealgomásde24horasvasasersolomía.Aduraspenasvasair vestida,asíquenocreoquenecesitesmaquillaje… Soydébil,ynotarsualientoacariciandomiorejayescucharluego sus palabras, hacen que todo mi organismo se derrita y a duras penas recuerdo mi nombre, así que me da igual lo que meta en la puñetera mochila. —Ropa —dice volviendo a centrar su atención en el equipaje—. Vamos a pasar una noche fuera, y ya te he dicho que en mis planes no entraquevayasmuyvestida… Sacaunosvaqueros,unablusaymipijamadelamochila,peroen cuantoseencuentraconlostangasdeencaje,frenaenseco. —¿Ves?Estosítelopuedesllevar—dicecogiendounoauno. —Peroalomejor,ahoraquelodices,síhepuestodemasiados— digohaciéndomelatontainocenteyquitándoselosdelasmanos. —Nihablar—meagarradelacinturaymeatraehaciasupecho—. Sitotal,noocupannada…Telospuedestraertodos… Ríocuandosunarizrozamicuelloyluegocuandosusdientesme danpequeñosmordiscos.Agarrosupelomientrasmeinclinahaciaatrásy subocasigueuncaminoimaginariohaciaelcanalillo. —¿Y si echamos el cerrojo y nos encerramos aquí mismo? —le digoconunasganaslocasdearrancarlelaropa. —No.Quierollevartelejosdetodo—Seseparalevementedemíy yaleechodemenos—.Vamos,nomedistraigasmás.Sigamos. —¿Yotedistraigo?Puessíqueeresfacilón. Sequedaquietoymemiradereojoconexpresiónseria.Esacara de rudo y peligroso es la que me tiene loca. Esa mirada de no estar pensandonadabuenohacequedeseequepongaenprácticaconmigotodos esos pensamientos oscuros. Tras varios segundos abrasándome con la mirada, durante los cuales no soy capaz de reaccionar más que para morderme el labio lascivamente, vuelve a meter la mano dentro de la mochila. —¿Unlibro?¿Enseriotienestanpocaconfianzaenmí? —No —digo quitándoselo de las manos y lanzándolo hacia atrás sinmirarsiquieradondecae. —Bien… —Peromúsicasínosllevamos,¿no?—digoenseñándolemiIpod ymisaltavocesdeviaje. —Me parece una idea estupenda —contesta metiéndolo en la mochilajuntoconmistangasysuropainterior—.¿Vesquebien?Hasta nossobrasitio.Toma,pontemichaquetaqueyohecogidounasudadera. Encuantomelapongo,mecolocalamochilaenlaespalda,meda uno de los cascos y agarrándome de la mano bajamos a la calle. Me encanta notar la presión de su agarre porque con ese simple gesto me sientomásprotegidaymuchomásamadadeloquemehesentidojamás conMark.Poreso,cuandollegamosalacalle,antesdequenospongamos loscascos,tirodesumanoyleacercoamí.Atacosubocasinpiedady aunque al principio él se queda parado por mi demostración pública, enseguida su mano libre reacciona y se enreda en mi pelo apretándome contraél,impidiéndomeunahuidaquenosemepasaríaporlacabezani remotamente.Cierralamanoalrededordemipeloyloestiralevemente haciaatrás,dejandomicuellototalmenteexpuestoyasumerced.Recorre consulengualapielquevadesdelaclavículahastamiorejaymuerdeel lóbulo,consiguiendoquesemeericelapiel. —Meponesmuycachondo—diceapretandosuentrepiernacontra lapartebajademivientre—.Asíqueonossubimosyamismoaesamoto, otefolloaquímismo. Estaeslaclasedemaldadqueestoydeseandoexperimentarenmis carnes desde la noche en que me hizo suya en ese sofá. Incluso me sorprendoamímismacuandomenotodecepcionadaalverqueponealgo de distancia entre nosotros y se coloca el casco. Vamos mujer, ¿acaso estabas dispuesta a dejarte hacer de todo encima de la moto y en plena calle?Solodeimaginármelo,elestómagomepegaunsaltoynotocierto palpitarenmientrepierna,asíquelarespuestaessí,estaríadispuesta. Una hora más tarde, descubro que entramos en el estado dePennsylvania.Eltrayectosemeestáhaciendocorto.Estoydisfrutando del paisaje, de la soledad de la carretera, por la que circulamos sin cruzarnoscasiconningúncoche,ydelacortadistanciaquemantengocon Jack,alqueabrazoporlacintura,notandosulisoyfibradovientre. Pocos minutos después paramos en una tienda donde compramos algo de comida y bebida, que guardamos en la mochila y seguimos nuestrocamino. —Yaquedapoco—mediceantesdevolveraarrancarelmotory yo le respondo con una sonrisa porque sería capaz de pasarme horas agarradaaél. NosdesviamosalentrarenunlugarllamadoPoconoPines.Esuna población pequeña de casas de madera, rodeada de altos pinos y que bordeaunlago.Nopuedodejardemiraraunladoyaotro,admirandolas bellas construcciones de madera, con sus pequeños porches. Incluso levanto un poco la visera del casco para poder oler el aroma a pino. Él tambiénseincorporaalgomásenlamotoyconducemuylentamentepara que pueda ver todo sin prisas. Maneja el manillar solo con una mano mientraslaotralaposaenmipierna,hastaquepocodespuésdesalirdel pueblo,sedetienefrenteaunacasademadera. Paraelmotorycuandonosbajamosynosquitamosloscascos,me mirailusionadoymedirigehaciaelinteriorllevándomedelamano. —¿Dóndeestamos?—digomirandoalrededor. —Enmicasa. —¿Tucasa? Se gira por unos segundos y me sonríe sin dejar de caminar. Pasamosporalladodeunbuzónviejoenelqueveoescrito“J.Horan”. ¿Seráél?¿JackHoran? —¿TellamasJackHoran?—Peronomeresponde. Saca una llave del bolsillo y en cuanto entramos, noto un intenso olor a madera y algo a cerrado. Pero ni siquiera me da tiempo a darme cuenta de nada más, porque en cuanto la puerta se cierra detrás de nosotros,Jackseabalanzasobremícomoundesesperado.Meagarraen volandas y hunde su lengua en mi boca con ansia, haciendo chocar sus dientes contra los míos, lamiendo y mordiendo mis labios hasta que los noto incluso palpitar. Escucharle jadear en mi boca me encanta y reconozcoquemeexcitasaberquecausoeseefectoenél. Vamosatrompiconesdeunaestanciaaotra,comosimeestuviera haciendounarutaturísticaprecipitadaporlacasa,hastaquellegamosalo queparecesereldormitorio.Mesueltaunmomento,dejándomedepieen el suelo, se quita la sudadera sin dejar de besarme y la camiseta despegandosuslabiosdelosmíosdurantesolodossegundos.Luegollega miturnoyenunabrirycerrardeojos,meencuentrodesnudadecintura paraarriba,mientrassuslabiosbesancadacentímetrodemipiel.Vuelvea agarrarmedelculodenuevo,dejandomispechosalaalturadesuboca. Entonces sin compasión, se mete uno de mis pezones en la boca y lo muerde,haciéndomesoltarungritoquenosabríadecirsiesdedolorode placer.Leagarrodelpeloyleobligoaecharlacabezahaciaatrás.Aprieta los dientes mientras me observa mirarle. Se le marca la mandíbula a ambosladosdelasmejillasyentonces,estirándoleaúndelpelo,leinclino más la cabeza y le muerdo el mentón. Suelta un jadeo cuando mis mordiscos bajan por su cuello hasta su clavícula, mientras mis uñas arañansuavementesusbícepsentensiónportenermecogida. Me deja suavemente en el suelo, pasando sus manos por mis caderas y subiendo hacia los pechos hasta cogerme los brazos y ponérmelosporencimadelacabeza,apoyadoscontralapared.Aprietasu pechocontraelmío,rozandomislabiosconlossuyosyabrasándomecon sumirada.Acariciamisbrazospasandosusdedosarribayabajosindejar demirarme,hastaquesedejacaerderodillasyempiezaadesabrocharme el pantalón. Sin poder evitarlo, tan solo imaginando lo que viene a continuación, me muerdo el labio y cierro los ojos un rato. Cuando los vuelvoaabrir,mipantalónhadesaparecidoylosdedosdeJackrecorren latirademitanganegrodeencaje.Mirohaciaabajoymeencuentrocon susojos,quememiranprovocándomemientrasdeslizalaprendapiernas abajo. Acerca luego su boca a mi pubis y aunque aún no me ha tocado, solo sintiendo su aliento, ya estoy totalmente mojada. Cuando su lengua empieza a acariciar mis labios, las descargas que recorren mi cuerpo se hacencasiinsoportablesymeimpidenquedarmequieta. Pasados varios minutos de asedio, Jack se ha hecho el dueño completodemicuerpo.Jadeocuandoéllodecide,convulsionocuandose lenguamerozaymequedosinrespiracióncuandosuslabiossuccionan miclítoris.Mellevaincontablesvecesalbordedelabismoyjustocuando estoyapuntodecaerporél,sedetieneyalargamidulceagonía. Por eso, cuando se pone de pie y se empieza a desabrochar el pantalónsindejardemirarmealosojos,llevomismanosalacinturadel vaquero y aparto las suyas. Mientras desabrocho el botón y bajo la cremalleraapretandoapropósitolamanocontrasuerección,élcierralos ojosyapoyalaspalmasdelasmanosenlapared,encerrándomeamíen medio.Acercomibocaalasuyaymuerdosulabioinferior,tirandodeél, altiempoquesupantalóncaealsuelojuntoalbóxernegro. —Maddie…—jadeaminombre. —Shhhh… Me echo un poco hacia atrás para contemplar el espectáculo que tengofrenteamí.Unhombretremendamentesexy,totalmentedesnudoya mi completa merced. Paseo mis dedos por su pecho y voy bajando, agachándomealavezhastaquedarmederodillas.Tengoqueadmitirque estoyalgonerviosa,porqueesalgoquenosolíahacerconMark.Nunca me comporté de esta manera tan desinhibida con él. Quizá porque él no medabalaseguridadquemedaJack.Quizáporqueconélnomesentía valorada y por supuesto, no me sentía tan deseada como me siento con este hombre. Agarro la base de su pene y automáticamente él suelta aire confuerzaporlaboca.Yencuantoempiezoaintroducirsuglandeenmi bocayaapretartodasulongitudconmislabios,dejaescaparunsonido gutural que me indica que estoy haciendo las cosas bien. Pasados varios minutos, se aparta de mí, busca en su cartera un preservativo como un desesperadoyencuantoselocoloca,mevuelveacogerenvolandasyse clavadentrodemísinningúncuidado.Apesardesurudeza,nomehace daño,sinoquemeproduceunmorboincreíble. —Nodejesdemirarme—jadeaenmiboca—.Nocierreslosojos. Apoyoloscodosensushombrosmientrasmismanoshundenlos dedosensupelo.Yhaciéndolecaso,lemiroalosojostodoelrato,casi sinpestañear,apesardequesusfuertesembestidasmehacenestremecer tanto de placer que me quitan toda capacidad de raciocinio. Mi espalda chocaconstantementecontralapared,perotampocomemolestaesosino alcontrario,asíqueacercomibocaasuoídoylepidoquenosedetenga. Escucharme decirle cosas al oído le excita porque se mueve con más rapidezysehundeaúnmásprofundoenmí,provocandoquemebalancee al borde del abismo de nuevo, con la diferencia de que esta vez no se frena.Aprietalosdientesconfuerzaymeabrazaconfuerzaaltiempoque ambosnoscorremosalavez. Intentamosrecobrarelalientoalavez,sindejardemirarnosalos ojos, sin dejar de sorprendernos por la química impresionante que hay entre nosotros. Cuando sale de mí, me lleva en brazos a la cama y me estiraenella,tapándomeconlafinacolchamientrasélsedirigealbaño. Vuelve poco después y se estira a mi espalda, abrazándome entre sus fuertesbrazos.Oigosurespiraciónpegadaamiorejayelmovimientode supechomemecesuavemente. —Maddie…—susurraenmiorejaapretándomecontrasupecho. Mequedoexpectanteporsivaadecirmealgomásyalcabodeun rato me giro de cara a él, sin salir de su abrazo. Le sonrío pero él en cambio cierra los ojos con fuerza, como si estuviera preocupado por algo. Enmarco su cara con mis manos y le acaricio con mis pulgares, besandosuavementesuslabios. —Jack —empiezo a decir—. Te voy a esperar el tiempo que necesites. Abrelosojosalinstanteymemirasorprendidopormispalabras. Entorna los ojos levemente y aprieta los labios con fuerza. Deja ir aire confuerzaporlabocayagachalamirada,peroyoleagarrodelabarbilla y le obligo a mirarme. Tiene los ojos bañados en lágrimas, por eso apartabalacaraavergonzado.ElduroyrudoJack,elbordeysuciovecino deallado,hadejadocaersucorazaymemuestrasussentimientos. —Habloenserio—insisto—.Noséquénecesitasarreglarynote lo voy a preguntar, ya me lo dirás si quieres, pero cuando acabes, ahí estaré. —Vale…—diceconunaespeciedesonrisaasustadaenloslabios —.Tecompensaré,loprometo. —Solotepidoquemequierasymehagassentircomomesiento ahora. —¿Ycómotesientesahora?—preguntabuscandomimirada. —Mejorquenuncaymedahastavergüenzaconfesarlo,despuésde tantosañosdematrimonio…Debodeparecerunaidiotaperohastaahora, nuncamehabíasentidoasí. —Maddie —me corta poniendo un dedo en mis labios—. Te quiero. Al escuchar esas palabras se me humedecen los ojos y me veo obligadaaparpadearvariasvecesporelescozorenmisojos.Hundomi caraensupechoporvergüenzamientrasélmebesaelpelo. —Oye—dicecogiendomicara—.Noquierohacertellorar,yate lodijelaotravez. —No son las mismas lágrimas… —digo secando mi cara—. ¿Te confiesounacosa?Eslaprimeravezquemediceneso. —¿Cómo?¿Hablasenserio?—mepreguntasorprendidoymeda tantavergüenzaquevuelvoaagacharlavista—.Eh,eh…Mírame.Note avergüences,elquedeberíahacerloesesecapullo. Sonrío tímidamente con la cara aún mojada por las lágrimas. Él melasecacariñosamenteconlosdedosyloslabios. —¿Teconfiesoyoalgo?—medicecomosifueraunjuego. —Vale—digoempezandoareírdenuevo. —Estoyenamoradodetidesdeelinstantequellamasteamipuerta. Ycuandoteviconesesosoenelcuartodelaslavadoras,teníaganasde estamparlelacaracontralapared.Ycuandoluegosupequehabíassalido conél,tejuroquedeseéquetehubierasaburridocomounaostra.Yluego cuandoteinvitéasaliresanoche,nopodíadejardemirarteydedarlas gracias a Mark por haber sido un completo gilipollas y haber dejado escaparaunamujercomotú. —Esoesmásdeunaconfesión. —Mesientogeneroso. —¿Y puedo aprovecharme de ello? —le digo mordiéndome el labio. —¿Más? —Muygracioso… —Aver,pregunta—medice. —¿Estacasaestuyarealmente? —Sí. El apartamento al lado del tuyo es alquilado porque necesitabavivirenlaciudad.Esto,aunqueesprecioso,noesfuncionalsi trabajasenNuevaYork.Yaunquemeencantairenmoto,nopuedopasar treshorasdiariasenlacarretera. —¿EntoncestuapellidoesHoran? —Ajá…—mecontesta. —JackHoran…Megusta. —Amímegustacómosuenaentuboca. Norecuerdonicuandomequedodormida,perosíséquelohago acurrucadaentresusbrazos,yqueélsiguedespiertoobservándome. Cuandolaclaridadempiezaamolestarmeenlosojos,losempiezo aabrirpocoapocoyalaquemivistaseacostumbra,lebuscoatientas pero no está en la cama conmigo. Me remuevo entre las sábanas y entonces,algirarmehacialaventana,leveodeespaldasamíadmirando elpaisaje,conunbrazoapoyadoenelmarcoyvestidoconlamismaropa deayer,aunquedescalzo. —Buenosdíastíosexy—ledigo. —Hola…—Segiraconunagransonrisaenlacarayseacercaala cama, agachándose hasta dejar su cara a la altura de la mía—. ¿Has dormidobien? —Demasiadobien. —¿Yahorateapeteceuncafé? —Puesnoestaríamal,laverdad… —Heidoabuscardesayunotambién. —¿Túnoduermes? —Preferíamirarte. Mebesadulcementemientrasmecogeenbrazosymeponeensu regazo.Comonomehadejadotraerpijamayhedormidodesnuda,agarra lafinacolchaymeenvuelveconella.Apoyolacabezaenelhuecodesu hombro y le observo durante un rato. Su mirada vuelve a perderse más allá de la ventana. Hoy parece algo taciturno y vuelve a tener esa expresión de preocupación que se asomó anoche durante unos segundos porsusojos. —¿Quétepasa,Jack? —Nada —dice con una sonrisa forzada que no me convence—. Vamosadesayunar. Después de desayunar, empezamos a besarnos de nuevo y acabamos haciendo el amor, esta vez en la cama y muy lentamente, sin prisa, como queriendo disfrutar cada segundo que pasamos el uno en el otro.Después,nosduchamosjuntosysalimosapasearporelbosqueque rodeaelpueblo.Meagarradelamanoysonríomirandonuestrosdedos entrelazados. —¿Qué?—medice—.NomedigasqueMarktampocotecogíade lamano. —Pues no… —contesto—. No era de demostraciones públicas de cariñoeircogidosdelamanoleparecíadeadolescentes. —Pedazodegilipollas…—dicemásparaélmismoqueparamí. MellevahastaellagoNaomi,dondenossentamosenunaespecie de embarcadero y me cuenta que en verano el sitio se llena de canoas. Pasamoshorasallísentados,hablando,aunquenuncadenadademasiado personal. Despuésdecomer,pongoalgodemúsicamientrasnostomamosel café.Cuandomevoyasentar,meatraehaciaélymesientaencimadela encimeradelacocina. —Meencantaestesitio—ledigo. —Amítambién.Esbonito. —Aparte de eso, me gusta porque te veo diferente aquí. Más relajado…Más… —Más Jack —me interrumpe—. Este soy yo. Y esto es mi hogar. Es…comounsitioenelquepuedoseryomismo,alejadodelapresión deltrabajo.EsoesloquetengoquesolucionarMaddie.Encuantoacabe conlaoperaciónquetenemosentremanos,lodejoyentoncestelopodré dartodocomoteprometí. —Yameloestásdandotodo,Jack. —Aquí,perocuandovolvamosaNuevaYork,nopodréhacerlo… Séquesuspalabrasescondenundoblesignificadoquenomedirá por más que le insista, así que me quedo con esas palabras e intento aprovecharlasalmáximo. —Entoncesdicesqueaquímelodastodo…—digocogiéndolede la cintura—. Vale, pues quiero quedarme un día más. Es lo justo. Un día más y luego volvemos y solucionas lo que tengas que solucionar. Te esperaréenlapuertadeallado. —¿Yanotepreocupanotenerropa? —Si me quedo sin ropa interior limpia, iré sin ella —contesto provocándole. —¿YAndrewaceptaráquedarsesoloundíamás? —Uy, te sorprenderías de lo que es capaz de hacer Andrew por algodeinformaciónfresca… —¿Informaciónfresca?¿Quélevasacontar? —Todo.Quesemueradeenvidia—digolevantándomeytirando deélalescucharunacanciónquemeencanta—.Ven.Bailaconmigo. Aprieto mi mejilla contra su pecho cerrando los ojos, sintiendo comomíastodasycadaunadelaspalabrasdelacanciónporqueesjusto comomesientoasulado. Justoantesdeacabarlasúltimasnotasdelacanción,mebesayme dirige hacia la cama, donde permanecemos enredados el uno en el otro durantehoras,sinlevantarnossiquieraparacenar. —¿Cuánto hace que no ves a tu hija? —le pregunto cuándo llevo unratoconlacabezaapoyadaensupecho. —Demasiado. —¿Osdistanciasteiscuandoteseparastedetumujer? —Sí. —Lo siento. No hace falta que me contestes —digo notando que vuelveaalzarlabarreraentrenosotros. —No,no,no.Perdona—dicelevantandomicaraparaquelemire mientrashabla—.Noestoyacostumbradoahablarconnadiedemihijay de mi nieto. No es que no quiera contestarte. De hecho, quiero volver a retomarlarelación,quieroejercerdeabueloparaCody. —¿Vasaserdeesosabuelosqueconsientenalosnietos? —Supongo —dice riendo—. No sé. Nunca me he planteado la posibilidad… Nunca pensaba que podría… tener la oportunidad de conocerle…Pero,megustaría,nosé,quemihijaledejaraquevinieraa dormiramicasaypoderllevarleaveralgúnpartido,oalcine… —¡Jajaja!¿Yaquieresqueteendosealniño? —Bueno,esohacenlospadrescuandosequierenirporahísolos, ¿no? —Ah,entendíquetuhijaeramadresoltera…—digo. —Sí, sí. El padre de Cody era un gilipollas que nunca se quiso hacerresponsabledesusactos,peroahoramihijatieneunaespeciede… noviooalgoasíconelquesale.UnsuperhéroesegúnCody. —¡Jajaja!Parecequelecaebien.Esoesbueno. —Sí,esoparece… —Estáspreocupado,¿no?Senotaquenotefíasdeél… —Esmilitar,Marineparaserexactosy…nosé,algodeesonome gusta. —¿Lehasinvestigado?—digosentándomeenlacama—.Nomelo puedo creer. ¡Qué fuerte! ¿Cómo has averiguado eso? ¿Has buscado su nombreenGoogle? —Tengomiscontactos… —¿Yamímehasbuscado? —¿Tienes algo que esconderme? ¿Si lo hiciera descubriría algún secretooscuro?—diceponiéndoseencimamío. —Qué va… Pobre de mí… Si era un ama de casa abnegada y sumisa.Teaburriríasleyendomihistoria. —Ahora empieza lo bueno entonces, ¿no? —Muerde mi labio y tiradeél. —¿Esesounaamenaza? —No.Esunapromesa. CAPÍTULO20 Dr.Monroe —Nathan…¿Hola?TierrallamandoaNathan… Llevacasimediahoraenlaconsultaysolohepodidosacarletres monosílabos. Y no porque tenga uno de sus días… llamémoslos… complicados, sino más bien al contrario. Está pletórico y muy comunicativo,peronoconmigo,sinoconKateatravésdelteléfono. —¿Esto es cachondeo no? —digo poniéndome delante de él y tapando la pantalla del móvil con mi mano—. Por Dios, esperad a que acabelasesiónalmenos.Yocobraréigualhablemosono,peroestarasí esmuyaburrido.¿Tepiensasquemehicepsiquiatrasoloporayudarala gente?Lacotillaqueviveenmíestárabiandoahoramismo. —Perdona… —Bien,meestásmirando… —Es que Kate ha salido un momento de la cafetería y aprovechamosparahablarnosunrato. —¿Peronohabláislosuficiente?—lesuelto. —Sí, hacemos poco más que hablar… —dice devolviendo su atenciónalteléfonocuandovuelveasonardenuevo. —Noqueríadeciresoylosabes…Loquehasconseguidoenestas dossemanasesunapasadaNathan… Peroélyanomehacecasosinoqueseponeenpienervioso,mete lamanoenelbolsillotraserodelosvaquerosysacaunosauricularesque enchufa al teléfono. Se pone los cascos y escucha con atención, con la miradaperdidaenalgúnpuntodeltecho.Yoleobservosinentendernada y algo preocupado por su extraño comportamiento, la verdad. Más aún cuandoenmitaddeloqueestáescuchandoseponeareíracarcajadas. —Está pirada —dice tecleando lo que debe ser un mensaje respuesta. Esperohastaquesequitaloscascosyparecequevuelveanotarmi presencia. —¿Ella? —intervengo mirándole por encima de las gafas—. ¿En serioqueellaeslapiradadevosotrosdos?¿Leapuntocitaaversiasíme enterodealgo? —Perdona. Tienes razón. Mira —me dice dejando el teléfono encima de la mesa—. Dejo el móvil y prometo ser más comunicativo a partirdeahora. —Katehavueltoaltrabajo,¿verdad?—lepreguntolevantandouna ceja. —Pillado. —Voy a cogerle celos. Nuestro matrimonio se va a pique —digo señalándonosaambosconeldedo—.Yanotenemoscomunicación… —¡Jajaja!Sabesquelonuestroesespecial—diceguiñándomeun ojo. —Esoqueescuchabasenelmóvil…¿Eramúsica? —Sí. Es una especie de juego entre los dos. Desde la otra noche, comodescubrimosqueciertamúsicasípuedoescucharlasinproblemas, me dijo que me enviaría más. Y así empezó la cosa y cada vez nos atrevemos con algo más movido, hasta llegar a esto —dice cogiendo de nuevoelteléfonoydándomelo. Cuandolocojo,leoelmensajequelehaenviadoKate. “AcabadesonarlacanciónMonsterdeLadyGagaenlacafeteríay nohepodidoevitarsonreíryacordarmedenosotros” Ledoyalplayyyalaprimerafrasemedejahelado. Levantolavistahaciaél,quememiraexpectanteconunasonrisa enloslabios.¿Enserioellalehaenviadoestacanción?Sigoescuchándola alucinado.Inclusohayunmomentodelacanciónenlaqueparececantar esemonstruoynopuedoevitarsoltarunacarcajada. —Kate es amiga de tu monstruo, ¿eh? —digo mientras él asiente conlacabeza. Ellaesamigadelmonstruoquevivedentrodesucabeza,elquele impedíahastaahorarelacionarseconnadie,elqueleobligaarevivircada nochelaspesadillas,elquelesusurracosasaloídocuandoentraencrisis, elque,básicamente,provocaesascrisis. —Creo que en lugar de cogerle celos, la contrataré. Si consigue estasmejoríasentodosmispacientes… —Nihablar.Ellaesmía—Ycuandolodice,susojosseiluminan. —Claroquesí… Sonrío mientras me levanto hacia la nevera a por un par de cervezas,peromequedoparadocuandomelarechazaconungestodela mano. —Creoquenopuedotomarlaconlamedicación,¿no? —¿Quémedicación?—contesto. —¿Quémedicaciónvaaser?¡Laquetúmediste! Medejocaerenelsofá,aúnconlasbotellasenambasmanosycon labocaabiertatotalmente.Nopuedeser…Nopuedeestar… —Nathan,¿teestástomandolamedicaciónparadormir? —Ajá—contestaélsindarleimportancia—.¿Porquéteparecetan raro? —Esunabroma… —¿Quéesbroma?¿Quémelastomeoquetepregunteporquéte pareceraro? —Pasodelacerveza.Voyaporalgomásfuerteporquemeestás estresando… DevuelvolascervezasalaminineveraquemeregaloStellehace un año al darse cuenta que empezaba a pasar más tiempo despierto aquí que en casa y que muchos de mis pacientes me provocaban unas ganas locasdetomarmeuntragodespuésdelasesión.Cojounodelosvasosde cristalgruesoyviertoundedodewhisky.Observoelvasoduranteunos segundos y antes de volver a poner el tapón a la botella, me lo pienso mejorymesirvounpocomás.AunqueavecesNathanmesaquedemis casillas,estagranvictoriahayquecelebrarlaportodoloalto. —Volvamosaempezar—digosentándomedenuevoenelsofá—. Hagamos un reset. ¿Te estás tomando las pastillas para dormir cada noche?Despuésdemásdeunañodeinsistencia,¿mehashechocaso? —Sí.SelasdisteaKate… —Sí,séporellaqueesanochetelatomasteydormistebastantes horas para lo que estabas acostumbrado. Lo que no sabía es que te la tomarascadanoche.¡Esoesfantástico! —Gracias—dicesonriendomientrasagachalacabeza. —Pero… ¿Kate se ha quedado contigo todas las noches…? Para asegurarsedequetetomabaslapastilla,digo… —No, solo se ha quedado conmigo la noche que tú la trajiste a casa. —Peroaúnasítetomaslapastillacadanoche… —Ellamerecuerdaquelohaga. —Adoroaesachica—digogolpeandomirodillaporlaemoción —.¿Yquétal?¿Consiguesdormirseguidomuchashoras? —Sí…—dicerascándoselacabeza—.Unastresocuatrohorasy luegomedespierto…Avecesmás…Vaadías. —¿Pesadillas? —Sí… Es entonces cuando me despierto y ya no puedo volver a dormir,exceptolanochequeellasequedóconmigo… Sí, sé que aquella noche ella consiguió que se calmara mientras teníaunapesadilla.Serelajóescuchandosuvozeinclusollegóadormirse denuevo.Loqueesachicaescapazdehacerconélesalgoquenodejade sorprendermeyentiendoqueenelfondoNathansesientacomoendeuda ylepreocupenopoderdarlemás. —Cuando me despierto, le envío un mensaje y le digo el tiempo quehedormido…Esunatontería,peromehacesentirmejor—medice comoavergonzado,frotándoselasmanosyesquivandomimirada. —Amínomepareceunatontería.Sihaceresotehacesentirmás cercadeella,hazlo. —Ella me dijo que lo hiciera… Y muchas veces me responde, aunqueseanlastantasdelamadrugada. —Vaya…Aesachicalegustas,¿eh? —Eso parece, ¿verdad? Me tiene loco Tony —Y cuando se da cuentadesuspalabras,empiezaareír—.Másdeloqueestoy.Esverlay… noséexplicarloconpalabras.Nomehacefaltanadiemás. —EstásenamoradoNathan—Élagachatímidolacabezaeincluso creoverquesesonroja—.¿YconCodyquétal? —Eh…Bien,buenoigual. —¿Qué pasa? —Porque sé que algo pasa—. Según dijo Kate, ese niñoteadora.¿Quéhacambiado? —Nada…Soloquenolehevueltoaverynohemoshabladodesde la noche que estuve leyéndole el cómic —empieza a decir—. Creo que Kate quiere algo de distancia entre los dos. Cada noche cuando la acompaño,mepidequenosdespidamosenlaesquinaantesdellegarasu calle. Es normal, yo tampoco me fiaría de alguien que ha… matado a variosniñosasangrefría… —Joder,Nathan.Notetorturesdiciendoesascosas. —Sonlaverdad…Yentiendoquetengamiedodequeestécercade suhijo. —¿Peroteduelequelopiense? —Peroesnormal. —Yonoteestoydiciendoquenoseanormal.Teestoypreguntando sitemolestaquepienseeso,aunqueentiendaslosmotivos. Traga saliva mientras se frota la incipiente barba del mentón con lasmanos.Sopesasurespuestadurantevariossegundoshastaqueparece quealfinalencuentralaspalabras. —Símemolesta—confiesaconelceñofruncido—.Yojamásles haríadañoaningunodelosdos.Séqueellalosabe,peroaúnnosefíadel tododemí. —Bueno,esprontoaún,osestáisconociendo.Sabéispocoeluno del otro y lo que ella sabe de ti es algo… oscuro. Quizá si supiera algo másdetupasado,delNathandeantesdeAfganistán… —¿Mipasado?—contestaaúnconfundido. —Digo que a lo mejor confiaría algo más en ti si supiera la persona que eras y la que puedes llegar a volver a ser. Sé que lo que viviste allí te marcó para siempre, pero vamos a intentar recuperarte, ¿verdad?Volveraserlomásparecidoalqueerasantes.Asíque,¿porqué notelallevasatucasaparaqueveaalgomásdeeseNathan? —¿A qué casa? —pregunta con cara de sorprendido—. ¿A la de mispadres?Nihablar. —Perotuspadrestienenunafincaenorme,¿no?Ymecontasteque dentro de la finca tus padres te dieron una casa para ti cuando volviste, ¿no? —Sí,perosigueestandodentrodelosterrenosdemipadreypaso dellevarlaallí… —¿Porqué? —Porqueno… —¿Porquenoporellaoporquenoporti?¿Tienesmiedodeque Kate conozca a tu familia o tienes miedo de volver a encontrarte con ellos? Leobservomientrasselevantaypaseaporlahabitación.Seasoma alaventanaapoyándoseenelmarcoysequedapensativounrato. —Sigo sin entender que des la espalda a todo por culpa de una persona. —Mipadremeechó…Medijoqueyonoestabaenfermo,quesolo era puto cobarde, y que cuando volviera a tener los cojones suficientes paravolveraponermeeluniforme,queentoncespodríavolveracasa.Mi madrenodijonada,nimedefendióniimpidióquemefuera.Nodigoque pienseigual,perolopermitió. —Nathan,hehabladovariasvecescontumadreporteléfono…— melevantoymeacercoaél. —¡¿Qué?! —Ella me llamó hace cosa de seis meses para interesarse por ti porque decía que no le cogías el teléfono. Y desde entonces, hemos habladovariasveces… —¡¿Qué cojones le has dicho?! —se gira de forma brusca y amenazadora, con los ojos inyectados en sangre y empieza a caminar haciamímientrasyoretrocedobastanteasustado. —¡NadaNathan,nada!—Alzolasmanosparaprotegerme—.Telo prometo. —¡¿Yelsecretoprofesional?!¡¿Telohaspasadoporelforro?!— grita totalmente fuera de sí—. ¡Eres mi psiquiatra y te prohíbo que le cuentesnadaanadie! —¡¿Tepiensasquelehecontadoalgo?! Mefrenoenseco,yencuantosedacuentadequeestáapuntode chocarse conmigo, se detiene a escasos centímetros. Está totalmente descolocadoyrespiraconfuerzaporlaboca. —Nathan,nolehecontadonadaynosoloporqueseatupsiquiatra, sino porque soy tu amigo, o al menos eso creía yo. Los amigos no se traicionanyaunquenofueratumédico,noharíanadaquetemolestara,lo creasono. Ahoraelqueestámuycabreadosoyyo.¿Esqueacasosoyelúnico imbécilquecreeennuestraamistad? —A ver pedazo de capullo —digo sabiendo que es probable que meganeunahostiaquemevaaempotrarcontralapareddelotroladodel despacho—.¿Quésoyyoparati?¿Solounputoloquero?¿Tepiensasque tengoporcostumbreiracasademispacientesavercómoestán?¿Yqué corroalastantasdelamadrugadaalhospitalparaestarasulado? Confundido, agacha la cabeza y se gira para poner algo de distancia entre los dos, pero estoy envalentonado y ya nada puede pararme.Vamosaprobarconlaterapiadechoque,apesardequepueda llegaracostarmeunojomorado. —¿Y tú hablas de confianza? ¿Te duele que Kate no confíe en ti cuando hace poco más de un mes que os conocéis? —le sigo intentando situarmedentrodesucampodevisión—.¿Yyoentoncescomometengo quesentircuandodespuésdemásdeunañohablando,siguessinconfiar enmí? Y entonces, sin pensarlo demasiado, apoyo ambas manos en sus hombros y le empujo contra la pared. Me lo imaginaba como un fuerte muro de cemento, cuando en realidad me he encontrado con un cuerpo frágil y manejable, así que cuando su espalda choca contra la pared, me doycuentaquequizáheempleadomásfuerzadelanecesaria. —Porsupuestoquenolehecontadonadadeloquehablamosen nuestras sesiones. Lo que pasaste allí, y las consecuencias de ello, se quedanentretúyyo—digoyaconuntonomásrelajadoalverelmiedo reflejadoensusojos—.PeroestumadreNathan.Ellanoquieresaberqué tepasóallí,soloquieresabersiestásbien.YesevidentequeKatetehace bien. Por eso he pensado que si la llevaras sería beneficioso en varios aspectos…Ellaconoceríacómoerasantesytumadreveríaqueestásbien ypodríasintentarrecuperarlarelación. —Pero mi padre no me quiere ver… —dice con la cabeza agachada,aúnsinmirarme. —Pues que no te vea. Tú estarás en tu casa y él en la suya. Si quiere,yasabedóndeestás.Perotúnotienesporquédejardeveralresto detufamiliayamigos. Levanto una mano hacia él, y aunque me lo pienso mucho, finalmente me decido, la poso en su cabeza y le revuelvo el pelo cariñosamente. —Piénsaloalmenos… Melevantoparadejarelvasovacíoenlamesayledejocalladoy pensativo,apoyadoaúncontralapared.Abrelabocavariasvecescomosi quisiera decir algo pero luego la cierra, como si calibrara las palabras antesdesoltarlas. Suteléfonoempiezaasonarentoncesyyoqueestoyalladomiro lapantalla. —EsKate,Nathan—digoacercándoselo. Memiraalosojosantesdedescolgaryséquemidiscursoleha caladohondo.Quizálaterapiadechoquedéresultadospositivosalfinyal cabo. —Hola —responde algo tocado mientras me alejo un poco para darlesalgodeintimidad. Apagoelportátil,loguardoenmimaletínyempiezoarecogerla mesa. Pasados unos minutos, cuando lo tengo todo ordenado, abro el archivadorycojoelexpedientedeNathanylagrabacióndeaudiodehoy pararepasarloduranteelfindesemana. —¿Quénariceshaces?—Mequitaelexpedientedelasmanosylo metedenuevoenelarchivador—.Descansademíydisfrutadetumujer. Sueltounlargosuspiroporqueséquetienerazón.LedeboaStelle unosdíasdededicacióncompletaaella,selomerece.Cojolaamericana delcolgadorylacuelgodemihombroagarrandoelmaletínconlaotra mano. Cierro el despacho y bajamos juntos por las escaleras hasta que llegamosalacalle. —Cuando llegue sin nada de trabajo y le diga que este fin de semana estoy a su entera disposición, se va a pensar que le oculto algo, quetengounaaventura,queestoyenfermoterminaloalgoporelestilo. —Puesimagínatelasorpresaquesellevaráalverquevasenserio. —Sí, después de tomarme la temperatura varias veces para comprobar que no tengo fiebre y mirar mi correo electrónico y mi blackberryenbuscadealgúnmensajedeotra,creoqueleharáilusión.¿Y tú?¿HasquedadoconKate?¿Quéplanestenéisparaelfindesemana? —¿Planesparaelfindesemana?Ninguno.Somosmásdeplanesa corto plazo. Ahora la paso a recoger por la cafetería. Esta noche no trabaja porque mañana por la mañana se va Cody de campamentos y quiereestarconél.Yapartirdeahí,niidea. —YsiestáconCodyestanoche,noestácontigo. —Esoes. —Puestendrásquehacerqueesocambie… —Dejadehacermeterapia—Haceungestoconlamanoparaque corte—.NosoytaninteresanteTony.Túquepuedes,disfrutadetumujer. —Tienesrazón,tevoyahacercaso.Voyapasardosdíasenteros conmimujeryharéelamorconellacadanochehastaelamanecer. —Pues no olvides pasar por la farmacia a por Viagra —dice sonriendo. —Oh, qué gracioso estás hoy… —contesto irónicamente pero entoncesveoqueélhadejadodesonreírymirahaciaelotroladodela calle—.¿Quépasa? Me giro pero no veo a nadie al otro lado de la calle, aunque empiezaaoscurecerymivisiónnocturnanoesqueseaunamaravilla. —¿Quémirabas? —Nolosé—dicearrugandolafrenteyalejándoseunosmetrosde mímientrasyolesigointrigado. —¿Aquiénbuscas? —Esigual…Debendesercosasmías… —¿Quécosastuyas? —Yasabescosasdemicabeza.Yaeslasegundavezenpocosdías quenotoquemesiguen…Haceunasnochesnotéaalguiencercamientras acompañaba a Kate a casa y ahora me ha parecido ver a otro mirando fijamentehacianosotros,haciamí… —¿Estás seguro? Quiero decir, en Nueva York vivimos más de ocho millones de personas, lo lógico es que siempre tengas a alguien siguiéndote. —Nosé.Puedequetengasrazón.Bueno,mevoyabuscaraKate. Disfrutadetufindesemana. Cuandoacabalafraseveoquemetiendelamanoyyomelaquedo mirando fijamente. Cuando finalmente se la estrecho, le miro con una sonrisaenlacara. —Tú también intenta disfrutar de Kate. Oye, si mañana por la nocheCodynoestá,quizápodríashacerunintentodeaproximación,¿no? Merefieroacena,algodemúsicadeesaquetúpuedessoportar…Deesa lentaidealparabailaragarrados… —Pasaralsiguientenivel,¿no? —Hombre, si te quieres saltar varios no creo que Kate se queje, perovamos,quedigoyoqueparaquenomevuelvanallamarparaque vayacorriendoalhospitalabuscarte,mejorirpasoapaso,¿no? —Cierto,cierto,queestufindesemanalibredemí.Nopodemos correr riesgos innecesarios —contesta riendo—. A lo mejor te hago caso… —A veces, escucharme funciona… Al menos tengo un título colgadoenlapareddemidespachoquediceeso. —MiamigoTonydamejoresconsejosqueesetalDr.Monroe— Semetelasmanosenlosbolsillosyagachandolacabezasealejademí—. ¿Nosllamamosellunesynoscontamosquétalhanidonuestrosintentos depasardenivel? —Cuentaconello. CAPÍTULO21 Kate —Mamá,¿ylalinternanueva? —La metí en uno de los bolsillos laterales Cody… No te preocupes. Ningunodelosdoshapegadoojoestanoche,élporlaemocióny yo por la pena de separarme de mi pequeño aunque solo sea por dos noches.Elequipajellevahechodesdeelviernesporlanoche,cuandose empeñó en prepararlo para que no se le olvidara nada por ir con prisa. Aúnasí,estamañana,antesdelamanecer,yaestabasaltandoenmicama recordándome, por si no lo tuviera muy presente, que se iba de campamentosyqueteníamosqueponernosenmarcha. Bajamos las escaleras con una gran sonrisa en la cara. La suya sincera, la mía fingida. No lo puedo evitar, será la primera vez que duermafueradecasa.Llegamosalacalleyempezamosacaminarhaciael colegio. Él tira de mi mano porque voy más lenta de lo habitual, intentandoalargarnuestropequeñotrayecto. —¡Mamá!¡Caminamásrápidoporfavor!Vamosallegartardeyel autocarseirásinmí. Aversiesverdad,piensoenvozbaja. —¿Qué?—Olohedichoenvozalta… —Nada,nada…Quetranquiloquenoseiránsinti. Noesquenoquieraquevayadecampamentos,esalgoenloque lleva pensando desde principio de curso y está muy ilusionado por ello. Además,lohepagadoylomíomehacostado.Hetenidoqueemplearlas propinasdevariosbabosos.Propinasquenormalmentesueloutilizarpara pagarotroscaprichoscomolaluz,elgasoelalquiler,vamos,minucias varias… Essimplemente,quenuncahepasadoundíalejosdeCody.Desde quenacióseconvirtióenmiprioridad,enelcentrodemiuniverso.Porél lodejétodo,hastamisilusiones,ymelohacompensadoconcreces,con sussonrisas,susabrazosysucariño. Leobservocargandosumochilaconmuchoesfuerzo,queescasi más grande que él y se me escapa la risa. Siempre ha querido ser el hombre de la casa y se toma mi protección muy en serio, hasta el punto queaveces,másquemihijoparecemiguardaespaldas. —Cody,¿teayudoconlamochila?Teprometoquepocoantesde llegaralcolegioteladevuelvoyhacemoscomoquelahasllevadotodoel camino. —¡Quenomamá!Quelallevoyo—dicemientrasyoniegoconla cabezamientraschasqueolalenguaporsutozudez. Entonces,algirarlacabeza,veounafiguraalotroladodelacalle, pocos metros por delante nuestro, en la acera de enfrente. Me quedo mirándolefijamenteporque,aunquellevaunagorrayunasgafasdesol, creoquelereconozco.Esmipadre.Cuandollegamosasualtura,veoque sonríealmirarnosylevantaunamanoamododesaludo.Soyincapazde devolvérselo porque me he quedado parada, creo que físicamente no le veíadesdeelfuneraldemamá.¿Porquéapareceahoradenuevo?¿Yano hacefaltaqueseesconda? —Mamá…teestásquedandoatrásdenuevo… MirodenuevoaCodyintentandodisimularmiasombro,sindejar decontrolaramipadreporelrabillodelojo. —Sí,sícariño—Yesbozandounasonrisaconsigocalmarunpoco suenfadopormilentitud. Lecojodelamanoyaumentamoselritmomientrasélempiezaa contarme,otravez,todaslascosasqueleshaexplicadosuprofesoraque harán, salida nocturna con linterna incluida. Mientras le escucho asintiendoconlacabezadevezencuando,voyechandovistazosalaotra acera y compruebo que mi padre camina en la misma dirección que nosotros.Lemirointentandobuscarrespuestasyélmehaceunaseñacon lamanoparadecirmequetenemosquehablar.¿Ahora?Nihablar.Nocon Codydelante.Noséaquévieneesterepentinocambio,perositengoque hacercasoatodoloquehevividoestosaños,noesseguroquemeveana sulado,asíquenovoyapermitirquelerelacionenconmihijohastaque meloaclaretodo.Yasíselohagosaber,alzandounamanoydiciéndole que no con un dedo, disimulando sin que Cody me vea y prácticamente imperceptibleparaelrestodegente. —¡Mamá! —Dime. —¡Queteestoyhablando!¡¿Quesimehaspuestolagorra?! —¿Lagorra? Me quedo helada sin poder de reacción. La imagen de la gorra colgadadeltendederometaladralacabeza.Diosmíomelahedejadoallí. Ytodopormicabezonería,porquererlavarlaparaquelallevaralimpia, aunqueélmedijeraunayotravezquedabaigual. —Esacaranomegustanada…¿Telahasolvidado? —Lo siento, cariño… —Me agacho a su altura cogiéndole de las solapasdelasudadera. —Telodije,quenohacíafaltaquelalavaras,quenoestabasucia —dicecruzándosedebrazos—.¿Ysivolvemosabuscarla? Miro el reloj y hago una mueca al ver que si volvemos a casa, seguroquellegaremosmuytardeyentoncessíesposiblequesemarchen sinél. —Nonosdatiempocariño. —Claro… ¡has ido tan lenta! —dice enfurruñado, reanudando la marchaydejándomeagachadaenlaacera. Mesientofatal.Séqueesunatontería,peronoqueríafallarle.Me peino el pelo con los dedos y me froto la sien contrariada. Miro a la izquierda y compruebo que mi padre sigue mirándome con ojos interrogantes. —Comoves,noesunbuenmomento—susurroseguraquenome oyenadieaunquesabiendoqueélmehaentendidoalleermeloslabios. Arranco a correr un poco para alcanzar a Cody. Me pongo a su lado y le miro con cara de circunstancias. Él arruga la frente y mira al suelocontrariado. —Perdóname,cariño.Losientomuchísimo. Tras varios segundos, pensativo, al final chasquea la lengua y levantalavistahaciamí. —Nopasanada…Notepreocupesmamá—Avecesnoséquiénes más adulto de los dos—. Lo importante es que voy de campamentos. Ya metaparéasíconlamanosimemolestaelsol. —¿Sabescuántotequiero?—ledigocasialbordedelllanto. —Todoesto—contestahaciendouncírculoconlasmanoshaciala espaldahastatocarselamochila—.Mamá,¿Nathansabequehoymevoy decampamentos? —Sí,cariño—contestoalgosorprendida. —Y… Mami… ¿Puedo hablar con él? ¿Le puedes llamar? Para despedirmeydecirlequetecuidemuchomientrasyonoestoy… Me mira con los ojos muy abiertos y apretando los labios hasta convertirlosenunafinalínea.Aunquenomehapreguntadoabiertamente ysehaconformadoconlaexcusadequeNathannoveníaaverleporque tenía prisa, se ha dado cuenta de que algo pasa. No me puedo negar, porqueaúnmesientoculpableporhabermedejadolagorra,yporqueestá claroqueCodyleechademenos.Sacoelteléfonodelbolsilloybuscoen laagendasucontactomientrascaminamosdelamanohaciaelcolegio. —Hola,Nathan—digocuandodescuelga. —Hola—contestaresoplando. —¿Quétepasa? —Hesalidoacorrer. —Ah,vale.Tellamoporquetengoaalguienamiladoquequiere hablarcontigo—miroaCodyquesonríeyseleiluminanlosojos—.Pero sinoesbuenmomento… —Sí,sí,tranquila,pásamelo—contestaélentusiasmadoyantesde quelepaseelteléfonoaCody,oigoquemellama—.Kate…gracias. —Denada.Aunqueesélelquehapedidohablarcontigo—lepaso elteléfonoaCodyquemesonríeenseñándometodoslosdientes—.Toma cariño. —Gracias,mami—empiezaacaminardenuevoaltiempoquese llevaelmóvilalaoreja—.¡Hola,Nathan! Le observo durante un rato, cogiendo el teléfono con las dos manitas, con la cara iluminada y sonriendo como nunca, y siento una punzadaenelcorazón.Ningunodelosdossehaquejadoperoséquese echandemenosyhanaceptadolasituaciónporquehasidomidecisión. —Sí.Lalinternalallevoytambiéntellevoati—oigoqueledice. Capazdehabersellevadoalsoldaditoytodo,piensosonriendo. —Peromeheolvidadolagorra…Sí,mamálalavóporqueestaba suciaysehaquedadotendida. Giramos la esquina y llegamos a la puerta del colegio, donde el autocaryaestáparadoylamayoríadepadres,profesoresyalumnosestán esperando. Saludo a varias madres y me paro al lado de ellas mientras Codysiguehablando. —Hola… ¿Qué? ¿Está muy emocionado? —me pregunta una mamá—. Jason estaba insoportable. Le he dicho que si esto va a ser así siempre,elañoquevienenova. —Nosotrosteníamoshechalamochiladesdeelviernes—digoyo —. Cody no ha dormido casi nada esta noche de la emoción. Me ha despertadoantesdelamaneceryencimasemehaolvidadosugorraporel estrés…Peroporverleslacara,merecelapena.Laquelovaapasarpeor soyyo…Seránsusprimerasnochesfueradecasa. —Uy,puesnosotrosvamosaaprovecharparairalcine.Vamosa dejaralmayorconmispadresytodo.Comocuandoéramosnovios.Aún nomelocreo—sonríoescuchándola—.Deberíashacerlomismo. No me ven mucho por el colegio, solo por las mañana y con prisas,ynotengorelaciónconningunamadre,asíquenosabennadade mividapersonal. —Toma,mami—diceCodyfrenteamídevolviéndomeelteléfono —.Nathanvaavenirahoraatraermeunagorra. —¿Cómo?—digosinpodercreerloqueoigo. —Que Nathan me ha dicho que lleva su gorra puesta y que se desvíaunpocodesurutaymeladeja.¡Quéguay! Sevasaltandohaciasuprofesora,quienencuantolevelequitala mochila y la deja junto al resto. Enseguida Cody se junta con sus compañerosdeclase,queestántanemocionadoscomoél. —¿Nathanessupadre? Mepreguntalamadrecotillayencuantomegiroparacontestarle, vuelvo a ver a mi padre haciéndome señas para que me acerque. Miro a Codyyalverleocupado,medisculpoymeacercoaél.Laverdadesque aunque tiene algo más de canas, está exactamente igual a como lo recordaba.Consupelocortadomuycorto,suaspectodeduro,subarbade variosdíasysuinseparablecigarrilloenlaboca.Sigueestandoenforma, comocuandometirabaporlosairesenelparqueyyopresumíadepadre delante de mis amigas. Qué lástima que pude hacerlo durante tan poco tiempo, y cuánto le eché de menos en los festivales del colegio, en mi graduaciónenelinstituto,durantelaenfermedaddemimadreocuandodi aluzasunieto. Encuantomepongoasulado,mecogedelbrazoymeapartade posibles miradas indiscretas, colocándonos detrás de una furgoneta de ventadecafésypretzels. —Hola,cariño—medicecuandocreequeestamosabuenrecaudo —.Estáspreciosa. —¿Quéquieres?—contestomirandoaamboslados—.¿Quépasa? ¿Ahorayapuedenvermecontigo? Élsuspiraantemisecarespuesta,agachalamiradayresignado,se dacuentaquenovaaserunencuentrocordial. —Soloqueríaadvertirte… —¿Advertirme?¿Advertirmedequé? —Acercadetuamigo. —¿Perdona? —DeNathanAnderson. —Espera… —Niego con la cabeza arrugando la frente—. No entiendonada. —Cariño, ese chico es un problema y no creo que sepas toda la verdaddeél.Ymepreocupaqueoshagadaño,atioaCody. —¿Qué sabes de Nathan aparte de lo que te dijo Cody? ¿Le has hechounseguimiento?Porfavordimequenolehashechoningunavisita decortesíadelastuyas. —Kate, Nathan es Marine y tiene problemas. Está de baja psiquiátrica… —Papá—Yaloírquelellamoasísecalladegolpe—.Vete. —Pero Kate, cariño. Tienes que escucharme. Solo miro por tu bien… —¿Desdecuándo?—lecorto. Clavo mis ojos en los suyos intentando hacerle daño. Quiero que sientaeldolorqueyoheexperimentadotodoslosañosenlosquemehe sentidosola.Quieroquesientalapenadetodaslaslágrimasquemimadre derramóporél,inclusoañosdespuésdehaberseseparado. —Nomepuedocreerqueteacerquesamí,despuésdeveinteaños, para advertirme que no me acerque a alguien. No puedo entender que consideres este motivo lo suficientemente importante como para que decidas“ponermeenpeligro”yencambionolofueraelnacimientodetu nietooelentierrodemamá. —Cariño… —No, no quiero más excusas ni más mentiras. Sé que Nathan es Marine. Sé que tiene problemas, conozco los motivos por los que los tiene,heexperimentadoenprimerapersonaloquelepasaytambiénque estáintentandoponerleremedio.¿Ysabesporquélosé?—Intentohablar calmada para no montar una escena y de vez en cuando echo vistazos haciaatrásparatenercontroladoaCody—.Porqueél,adiferenciadeti, nomehaescondidonada.Hasidosinceroconmigoentodomomentoyha queridoenseñarmeloquehay. Noto como las lágrimas se agolpan en mis ojos y aprieto los dientesyloslabiosparaobligarmeanodejarlassalir.Noquieroparecer débildelantedeélynoquieroqueCodymeveallorarenundíatanfeliz paraél. —Y eso es más de lo que yo estoy haciendo por él. Así que por favor,déjamevivirmividaconquienyoquiera.Veteysiguesiendosolo unrecuerdoparamí. Me giro y me enjuago las lágrimas rápidamente antes de acercarme de nuevo al resto de madres. Siempre había pensado que cuandomereencontraraconmipadre,laslágrimasmeimpediríanhablar, pero ha sido al revés, las palabras me salían solas mientras que las lágrimas se quedaban retenidas en mis ojos. Y al pronunciarlas sin pensarlas demasiado, me he dado cuenta que son verdad. Hasta ahora, Nathan ha sido completamente sincero conmigo, mientras que yo sigo ocultándolelamayorpartedemivida. Cuandollegoalaalturadelrestodemadres,yaestoybastantemás entera.CodysegiraparamirarsillegaNathanconsugorraycuandome ve,alzasumanoymesaludaconunagransonrisadibujadaenlacaraque meayudaarecuperarmedeltodo. La profesora se acerca a ellos y nos llama a los padres para que nosacerquemos. —Vamos despidiéndonos y empezamos a subir al autocar, chicos —diceella—.¡Quenosvamos! —Noooooo… —dice Cody mirando a todos lados—. Me he olvidadolagorrayNathanmedejalasuya. —Cody—dicelaprofesoraagachándoseasulado—.Tranquilo.Si notienesgorra,yotedejolamía,peronopodemosesperarmuchomás… —Peroesrosa—diceCodymirandolaqueellallevaenganchada en la presilla del pantalón—. Y si Nathan me ha dicho que viene, es que viene. —Cariño—digoagachándomeyotambiénparaecharunamanoa la pobre chica—. No te preocupes. Seguro que estará viniendo lo más rápidoposible,peroalomejorestabalejosynoledatiempo.Ycuanto mástardéiseniros,menostiempotendréisparajugar,¿verdad? —Ya…—diceagachandolacabeza. —Cariño, mírame y dame un besazo enorme. Te voy a echar muchodemenos,¿losabesverdad? —Yyoati,mamá. —Perotelovasapasarengrande,¿aquesí? —Prometido —dice mientras le abrazo con más fuerza de la que unniñodecincoañospuedesoportar—.Mamá,quemechafas… Cuandolaprofesoralesllamadenuevoyleshacesubiralautocar poco a poco, él sigue sin perder la esperanza, echando la vista atrás, mirandoatodosladosy,aunqueestácontentoporirse,susojosestánalgo tristes.Sesientaensusitio,alladodelaventanaymemiraforzandouna sonrisamientrasyolelanzobesosyledigoadiósconlamano.Cuando mevelloraragrandasusonrisaparaintentaralegrarmeeinclusomesaca lalengua.Elruidodelmotordelautocarmesobresaltaunpocoyélhace unúltimointentodemiraraambosladosdelacalle.Cuandoseempiezan aalejarlloroyasinconsuelo. —¡Esperad! No puede ser… Es la voz de Nathan. Me giro y le veo llegar corriendocomounlococonlagorraenlamano. —Hola,Kate—dicecuandopasapormilado. Secolocaalaalturadelautocaryempiezaamoverlosbrazospara llamar la atención de los niños, de los profesores o del conductor. De repenteleveosubirseaunodeloscochesqueestánaparcadosenlaacera paraestarmásalto.Codyleveporfinyveocomollamalaatencióndesu profesoraque,conunasonrisaenloslabios,creoqueavisaalconductor paraquesedetengaunmomento. Al ver el vehículo pararse, Nathan baja del coche y apoya las manos en las rodillas, intentado recobrar el aliento. Las puertas del autocarseabrenyCodysaledisparadohaciaNathan,quesigueagachado, mientraslaprofesoraesperaenlasescaleras. —¡Nathan!¡Sabíaquevendrías! Y sin esperárselo, Cody se lanza a sus brazos y le abraza con fuerza. Nathan se queda parado unos segundos sin saber qué hacer, sin devolverle el abrazo. Sus brazos se mantienen abiertos mientras se pone en pie totalmente aturdido con Cody colgado de su cuello. Me llevo una manoalabocaparaahogarungritoporquenosécómovaareaccionar Nathananteesegesto,hastaahoratabúparaél,queademáslehallegado demaneraimprovista.Peroentonces,Nathanhundelacaraenelpequeño hombrodeCodyyledevuelveelabrazoagarrándoledelaespaldaydela cabeza.SequedaunratoasíhastaqueCodycogelacaradeNathanconsus manitas y tras decirle algo, pega los labios en su mejilla durante largo rato. Nathan le vuelve a poner en el suelo y le pone la gorra en la medidamáspequeña,aunquesigueviniéndolegrande.ACodynoparece importarle, porque la mira abriendo mucho los ojos y se le dibuja una sonrisaenorme. —Mamá, es una gorra de los Marines —dice mirando hacia mí mientras yo asiento con la cabeza y alzo el pulgar incapaz de nada más porlaemotividaddelmomento. Mirohaciamipadreyleveoobservandolaescenaconlosbrazos cruzados. Si estaba preocupado por algo, supongo que esta imagen le habrá demostrado que el niño le adora y que Nathan sería capaz de cualquiercosaporél. Cody se pone la gorra y Nathan le arregla cariñosamente la sudaderamientraslediceunaspalabrasyelniñoasienteenérgicamente. —Cody,dileadiósapapáysubealautocar.Correquenostenemos queir—gritaunadelasprofesorasdesdeelvehículo. Ambossemiransonriendoperoningunodelosdosdesmienteala mujer,aunqueveoqueNathansehasonrojadoyagachalavistamientras Codycorredenuevohaciaelautocar.Cuandoyaestáensusitio,ponelas palmasdelasmanosylafrentecontraelcristalenseñándoleaNathansu muñeco.Éllesonríeylevantalamanoparadecirleadiós,hastaqueCody lehaceelsaludomilitaryNathanselodevuelve. El autocar se pierde calle abajo y el resto de padres empiezan a desperdigarse. Algunas madres me echan una mirada cómplice cuando pasanpormilado,mientrasqueotrasdirectamentememiranmuertasde envidia.Yolessonríoymedanganasdegritar:“Sí,esmichico.Esede ahí,sí,yescapazdehacercosascomoesapormihijo”. Me acerco hasta Nathan, que sigue con la mirada perdida calle abajo, por donde se perdió el autocar, con las manos metidas en los bolsillosdelpantalóndechándal. —Esohasido…—empiezoahablarlecuandomepongoasulado perolavozsemecortaporelnudoquesemehaformadoenlagarganta —.EstoquehashechoporCody… Gira la cara hacia mí para mirarme y le veo los ojos totalmente bañadosenlágrimasylacaradesencajada. —Losiento…Deberíahabertepreguntadoprimerosipodíatraerle lagorra.Séquenoquieresquelevea… Esaspalabrasmerompenelcorazón,ynoporquenoseanverdad, sinoportodolocontrario…porquesíloson.Porqueaunqueélsabíaque nunca nos haría daño, porque aunque me lo había repetido varias veces, aceptó mi decisión sin más, esperando a que me diera cuenta por mí mismadequesuspalabraseranverdad. —Él no sabe que no te puede… tocar. Nunca se lo he explicado. Sientositehahechosentirincómodo. —Nomehahechosentirincómodoparanada. Me sonríe abiertamente mientras veo su pecho subir y bajar a través de la camiseta sudada. Agacho la vista hacia sus manos, aún escondidasdentrodelosbolsillos.Lecojodelantebrazoyliberounade susmanos,entrelazandomisdedosconlossuyos.Quieroecharmeasus brazostalycomoCodyhahechoantes,peronomeatrevoahacerlo.Pero empiezaaserunanecesidadimperiosaquemeabrace,quemetoque,que mebese… —¿Estásbien?—dicebuscandomimirada. —¿Eh? —Madre mía me he acalorado solo de imaginarme a Nathanbesándomeymenotolacaraarder—.Sí,estoybien…Tengoque irmeatrabajaralacafetería. —¿Teacompaño? —Megustaría… En cuanto empezamos a andar miro de reojo hacia mi padre y comprueboqueyanoestá.Parecehabersedadoporvencidooalmenos haberseconvencidodequeNathannoesunaamenazaparamí.Espero. Caminamos cogidos de la mano, aunque de vez en cuando reconozco que rozo deliberadamente mi brazo con el suyo. Incluso cuandonosparamosenunsemáforo,pegomicuerpoalsuyoymeagarro desubícepsenunactototalmenteconscienteaunquesimulandoquenoha sido así. Él no hace ningún gesto raro, así que el tiempo que dura el semáforo en rojo, mis dedos acarician su piel, descubriendo su tatuaje, hastaahoratapadoporlamanga. —¿SemperFidelis? —EsellemadelosMarines. Levantolavistahaciaélymeencuentroconsusojos. —¿Quésignifica?—pregunto. —Siemprefiel. —¿Ellosatiotúaellos? —Ambascosas—contestasonriendomientrasagachalacabeza. El semáforo se pone en verde y empezamos a andar los últimos metroshastalacafetería. —Supongo que ese lema ya no tiene mucho sentido para mí. Mi padremeloarrancaríaporhaberlodeshonrado. —Puesyocreoqueporloquesé,hassidomásquefielaellos… Hashechocosasporellosconlasqueclaramentenoestabasdeacuerdo. Hasllegadoacaerenfermoporserlesfiel… Nos paramos justo antes de llegar al escaparate de la cafetería. Sigosinsoltarledelamanoyélseponedelantedemí.Memirafijamente alosojosmientrassupechomerozaligeramentealrespirar. —Además—añadoagachandolacabeza,huyendodesumirada—, creo que es un lema muy bonito que puedes aplicar a otros ámbitos. Puedessersiemprefielaotrascosas…opersonas. Sumanosesueltadelagarredelamíaynotocomosusdedosse posanenmibarbilla.Melevantalacaralentamentehastaquenuestrosojos vuelven a conectar. Trago saliva, nerviosa cuando veo su cara acercarse lentamente.Susojossepaseanpormirostro,aunquesetomanmásratoen mis labios. Su cuerpo también se acerca al mío, incluso noto su mano posarsecontimidezenmicintura.Sequedaparadoaescasoscentímetros demicaraynotocomosusdedosaprietanmipielconsuavidad.Suotra manoseposaenmimejillaymeacariciaconelpulgar.Surespiraciónya esmuyagitadaysupechochocacontraelmíocadavezquesube. Comohicelaotranoche,posomimanoencimadelasuyaycon un ligero movimiento de cabeza, beso su palma con suavidad ante su asombro.Seveobligadoacerrarlosojosporunossegundosparaintentar serenarse,perocuandolosvuelveaabrirnoparecehaberloconseguido. Abremucholosojos,comosiestuvieraasustado,yentonces,comosiun resorteseactivaradentrodeél,apoyasufrentecontralamía,cierralos ojosysueltaunlargosuspiroderesignación. Tengo que admitir que estoy algo decepcionada porque por un momentohellegadoapensarqueseibaaatreverabesarmeoalmenosa abrazarme como ha hecho antes con Cody, pero enseguida cambio mi expresión y poniendo mis manos a ambos lados de su cara, le sonrío cariñosamente. —Deberíaentrar. —Vale —contesta cogiéndome con fuerza de las muñecas—. ¿Trabajasestanoche? —Ajá. —¿Quedamosdondesiempreyteacompañoacasa? —Por supuesto. No querrás que Cody se entere de que me has dejadocaminarsolaenplenanoche… —No…—Yriendoañade—.Mehahechoprometerqueahoraque noestáél,teacompañaríainclusohastalapuerta. —Puesesperoquelocumplas… Y lentamente me separo de él con el corazón latiendo a toda velocidadycontantafuerzaqueparecequesemevayaasalirdelpecho. Estechicopuedeconmigo.Minatodamiresistenciasoloconrozarme,así quenoquieronipensarcómoserácuandosedecidaporfinadarunpaso más. CAPÍTULO22 Nathan Heestadoapuntodehacerlo.Casiloconsigo.Heestadoapuntode rozarsuslabios.Hallegadounmomentoenelquesoloeracapazdesentir su aliento rozándome, pero me pone demasiado nervioso aún y soy incapazdecontrolarme…Parecíaqueelcorazónsemeibaasalirporla boca.Ymeheasustado.Hetenidomiedodemiposiblereacción.Mucho. ¿Ysilehagodaño?Nosécómovoyareaccionarnuncaanteestas situaciones y cuando lo hago es de forma inconsciente. Cuando Cody se mehaechadoalosbrazosantes,hetenidoquerespirarhondovariasveces paratranquilizarme.Enelmomentoenquemehepuestoenpie,heestado variossegundosdesorientado,hastaquemehedadocuentaqueélseguía colgado de mi cuello. Entonces mi instinto de protección ha prevalecido sobretodoslosdemásymehahechoabrazarlecontodasmisfuerzas.Y reconozcoqueunavezsuperadoelshockinicial,hasidogenialvolvera sentirunabrazo.Mehubierapodidoquedaragarradoaéltodoeldía. Por un momento vuelvo al presente y miro el reloj. Llevo algo másdeunahoracorriendo.DespuésdedejaraKateenlacafetería,tenía laspulsacionestanrevolucionadasquenopodíametermeencasa,asíque decidíquemaradrenalinacorriendodenuevo.Besarnolabesarémucho, peroloqueescorrer…Desdequelaconozcollevorecorridoskilómetros suficientescomoparacubrirvariasveceselcircuitodelamaratón.Alo mejoresteañodeberíaplanteármelocomoreto.Además,mesirvecomo terapiaporquedesdehaceunassemanascorroconmúsicayasímepongo a prueba haciendo varias cosas a la vez: correr, estar atento a lo que sucedeamialrededor,escucharlamúsicaypensar.Sobretodopensar.Y por encima de todo, pensar en ella, en la chica de la eterna sonrisa que irrumpió en mi mundo para intentar ponerlo en orden sin pedir nada a cambio porque básicamente, no tengo nada que ofrecerle. Ni un simple beso,niunabrazofortuito…solounsimpleroce,ounatímidacaricia… ¿Y si luego no estás a la altura? ¿Y si finalmente te atreves a besarla y no es lo que ella esperaba? ¿Y si la cosa se calienta y no eres capazdehacerladisfrutar?¿Ysitecorresnadamástebese?Joder,joder, joder… Ya estamos otra vez. Mi monstruo y yo en uno de nuestros ya habitualesdiálogos.Niegoconlacabezaconfuerzaparaintentardespejar todosestospensamientosmientrasaumentoelritmoysuboalmáximoel volumendelamúsica.Respiroconfuerzaporlaboca,conlavistafijaen elcamino,sinfijarmeenlagenteconlaquemecruzo. La música se para porque alguien me llama. Aminoro el ritmo paulatinamente sin llegar a pararme del todo. Me quito los auriculares y descuelgosinhaberrecobradoelaliento. —¿Diga?–contestoresoplando. —¿Otravezcorriendo? Lasonrisatontasemedibujaalinstanteenlacaraalescucharsu vozymedetengoporcompletoparaprestarletodamiatención. —Sí…—contestocomounbobo. —¿Estás bien? —pregunta al cabo de un rato al ver que soy incapazdedecirnadamás. —Sí…—Teestáscubriendodegloria… —Ya veo —dice riendo—. Cuando recuperes la capacidad de hablarmeavisas. —Ya—contestomientrasmemuevonerviosomirandoalsueloy pateando alguna piedra que me encuentro por el camino—. Es que… no podíametermeencasa.Necesitabamantenermeocupado. —¿Otravezdecharlaconmiamigo? —Meconocesdemasiadoya…—confieso—.¿Ytú?¿Yaestásentu descanso? —Sí. Lo necesitaba… —Se hace el silencio entre nosotros—. No podíadejardepensarenti.EnloquehashechoestamañanaporCody…y enloquecasihacesluegoenlapuertadelacafeteríapormí. Tragosalivaybuscounbancodondesentarme.Estandirectaquea vecesmedescolocayanulamicapacidaddereacción,yabastantelentade porsí… —Eh… —Espera —La noto sonreír al otro lado de la línea—. No hace faltaquedigasnadaqueteestásempezandoaponernerviosoya. —Vale—contestosuspirando. Metieneloco,nopuedoevitarlo.Niquiero. —Séqueantes,cuandohasintentadobesarme,lohashechopormí. Yquieropedirtedisculpasporquehesidoyolaquetehaforzadoaello— Se queda callada un rato y si cierro los ojos, me la puedo imaginar tocándoseelpeloconlosdedos—.Estamañananecesitabatocarteymehe rozado deliberadamente contigo y sé que te has dado cuenta… Y has intentado forzarte a hacer algo para lo que no estás preparado. Y lo has hechopormí… Intento decir algo pero solo me sale un sonido gutural extraño y meveoobligadoacarraspearparaaclararmelavoz. —Kate… —Escucha Nathan —me corta—. Te he dicho varias veces que te esperaré lo que haga falta, y lo decía en serio, ¿vale? Así que siento habertepuestoenuncompromiso.Notevoyamentir,tengomuchasganas de…iralgomásallá,perodemomentomeconformoconverte,queme cojasdelamanooconunasimplecaricia.Noquieroestropearlonuestro porque…estoy…estoyenamoradadeti.Yaestá.Yalohedicho. Tengolavistafijaenelsueloyelmundoparecehabersedetenido amialrededor.Mepongoenpiedegolpealescucharesaspalabras.¿Está enamorada?¿Demí?Mehesonrojadoderepente.Miroaunladoyaotro por si hubiera algún testigo de mi repentino retroceso a la adolescencia pero por suerte la llamada me ha pillado en un lugar algo apartado de CentralParkporlaquenosuelepasarmuchagente. —Nosvemosluego,¿vale? Corta la llamada sin esperar mi respuesta. Creo que se ha puesto nerviosaconmisilencio.Peroyoquieroquemeescuche,quieroqueme oigadecirqueyosientolomismo,quiero…¡Joder!Caminosinrumbode unladoaotromientrasmisdedostemblorososintentanvolverallamarla almóvil. Entonces, sin verlo venir, alguien me coge por la camiseta y me empuja, haciéndome caer hacia atrás. Mi teléfono sale volando de mis manos mientras yo, aún de espaldas en el suelo y confundido, miro alrededor buscándolo. Cuando lo veo, giro mi cuerpo a la izquierda y cuando voy a cogerlo, alguien pone un pie encima de mi muñeca impidiéndomehacerlo.¿Quécojonesestápasandoaquí?¿Mequiererobar elteléfono? —¡¿Quécojoneshaces?—grito Intentoverlacaraamiagresor,peroestáacontraluzyelsolme ciegalosojos.Medaigualquiensea,asíqueconunrápidomovimiento, muevolapiernaderechaylepropinounapatadaenlarodilladelapierna queapoyasupeso.Nosecae,perolehacetambalearseyperderunpoco el equilibrio. Lo justo para que yo coja el teléfono, me lo guarde en el bolsillo y me abalance hacia mi agresor. Le arrollo agarrándole de las solapas de la chaqueta y le hago caer de espaldas conmigo encima. Me siento encima de su pecho y le propino un par de puñetazos en la cara. Lejos de amedrentarse, el tío reacciona y aún no sé cómo me pega un cabezazoenelpómuloquemedejaaturdido.Sezafademíyagarrando unaramadeárbolquehabíacercadenosotros,mepropinaungolpecon ellaenelestómago.Meencojoporeldolor,intentandorecuperarelaire queesegolpemehanegado. Elteléfonovuelveasonaryenunactoreflejo,metolamanoenel bolsillo todo lo rápido que puedo para que no me lo quite. Me cuesta horrores respirar, así que lo único que puedo hacer es agarrarme el estómago con la mano libre y permanecer encogido esperando el próximo envite. Segundos después, al ver que no sucede nada, y ya con algomásdeaireenlospulmones,muevoligeramentelacabezaaunlado ycomprueboquemiasaltantehadesaparecido.Aliviado,meestiroboca arribayabrolosbrazostodoloquepuedo. —Joder,cómoduele—digotocándomeelestómago. Antesdequeelteléfonodejedesonar,descuelgoymelopongoa laoreja. —¿Diga?—digoaúnresoplando. —Esto…Sitepilloenmalmomento… —MepillastiradoenelcéspeddeCentralPark. —Vale,perdónporlainterrupción.Tellamoluego. —¿Qué?¡Tony!¡Eh,Tony!¡Mierda! Hacolgado.Metomounossegundospararespirarprofundamente ymeincorporounpoco.Pasadounratovuelvoallamarle. —Tony—digocuandoresponde. —¿ConquetiradoenelcéspeddeCentralParkeh? —Asíes.Peronoporloquetepiensas—Ytrasunsilencioañado —.Untíomeacabadeagredir. —¿Cómo? —Loqueoyes… —¿Peroestásbien?¿Tehahechoalgo? —Puesestoyalgoaturdidoporquemehadadouncabezazoenla caraycreoquevoyatenerenbreveunhematomaenelestómago,pero apartedeeso,nadamás. —¿Yporquécojonesibaaagredirte?¿Lehashechoalgo? —Graciasporlaconfianza.No,nolehehechonada.Enrealidad, yo iba tan tranquilo corriendo, me llamó Kate, estuve un rato hablando con ella y cuando colgó, sin darme tiempo a reaccionar, ese tipo me empujó… —Querríarobarteelteléfono. —Esopenséyo,perocuandomehadejadoatontadoporelgolpe en el pómulo, o cuando me quedé doblado en el suelo sin respiración,tuvolaoportunidaddequitármeloynolohizo… —Vale,yentonces,¿tequeríapegarporpegarte? —Puesnosé…Noleencuentrootraexplicación. —¿Leconocías? —No pude verle… Fue todo muy rápido y cuando tuve la oportunidaddemirarlealacara,estabaacontraluzynolevibien.Pero sabíaloquesehacía. —¿Cómo? —Quehepeleadocuerpoacuerpovariasvecesyesetíosabíalo quesehacía. —¿Militar? —Puede…nosé.Detodosmodos,fuemuyrápido—Mepongoen pie con algo de dificultad—. Me voy a casa. Me parece que he tenido demasiadasemocionesporestamañana. —¿Emocionesenplural?¿Hahabidomásemocionesapartedela quehascompartidocontunuevoamigoenelparque? —Sí.Algoasí. Lecuentotodo,desdeelreencuentroconCodyhastamicasibeso conKate. —¿Sabesqué?Sientomuchascosas. —Esoesbueno. —Una vez me dijiste que uno de los síntomas del estrés postraumáticoesquela…¿cómolallamaste?¿Insensibilidademocional? —Ajá… La falta de sentimientos. Como si nada de afectara o importara.Comosinosintierasnada. —Puesyaestoycuradodeeso.Losientotodo,tantoquehastame asusto. He pasado de la sorpresa y la alegría con el abrazo de Cody, al orgulloalverqueélnocorregíaasuprofesoracuandomeconfundiócon su padre, pena al verle marchar con el autocar, felicidad extrema al caminarcogidodelamanodeKatecomosifuéramosunaparejanormal, nerviosocuandomicuerporozabaeldeKate,excitadocuandometocaba, asustadocuandomicorazónempezóalatirdemasiadorápido…yluego comouncompletogilipollascuandomecaguédemiedoynolabesé. —¡Joder!Sí,estáscurado. —Puesmesientocomo…sobrepasado…Mevoyacasa… —Vale. Empiezo a caminar para salir del parque con el teléfono aún pegadoalaoreja.Leoigorespiraralotrolado. —Estanochehequedadoconelladenuevo… —¿Quétipodecita? —Como siempre, pero me ha pedido que esta vez la acompañe hastacasa. —Bien. —No…Noestábien. —¿Por? Ella te lo ha dicho y te lo ha repetido varias veces. No hacefaltaquehagasnada.Notevaapresionaryvaairaturitmo. —Losé.Elproblemasoyyo.Yosíquierodarlemásy,lonecesito, pormí.Necesitosaberquepuedohacerlo—Chasqueolalenguaymepaso lamanoporelpelonervioso—.Quiero…comprobarquepuedohacerlo. —Nathan,laimpotencianoesunodelossíntomascomunesdetu enfermedad. —Joder,québruto… —¿Peroesloquetepreocupa? —Unpoco—confiesoalcabodeunossegundos. —¿Ellatepone…cachondo? —Niteloimaginas. —Puestranquiloentonces.Pocoapoco.Dapequeñospasos.Yala cogesdelamano,bien,puesahora,abrázala.Mañana,seráotrodía.Oye, tengoquedejartequeentraunpaciente.¿Hablamosmañana? —El resto de tus pacientes tienen que ser un verdadero coñazo, ¿no? —Nosabescuánto…—contestamientrasreímosacarcajadas. —Hastaluego,Tony. —Hastamañana,Nathan. Llegoprontoanuestrositiohabitualdeencuentro.Meapoyoenla barandilla, aliso mi camisa un poco y se me escapa una mueca de dolor cuandolamanomerozaelestómago.Desdemediatarde,elhematomaya eramuyvisibleydoloroso.Metolasmanosenlosbolsillosdelvaqueroy fijolavistaenelsuelointentadorelajarme.Suspalabrasdeestamañana nosemequitandelacabezaymehacendibujarunasonrisaenmicara… yasíllevotodoeldía.Nielextrañoencontronazoenelparquenieldolor hanconseguidohacermedesaparecerestasensacióndeeuforia. —Hola. Levantolacabezaconrapidezylaveodelantedemí,conPippera sulado.Otravezmepillafueradejuego. —Hola.Hola,Pipper. —¡Hola!—merespondesuamigamirándomedescaradamentecon unasonrisaenormeenlacara. Nos quedamos en silencio durante unos interminables segundos hastaquelainsistentemiradadeKateparecesurtirefecto. —Bueno, me parece que sobro… Ya que no os contáis nada, os dejo.HastamañanaKate—diceabrazándola—.ChaoNathan. —Adiós—decimoslosdosalavez. Cuando vemos que se pierde por la esquina, nos quedamos unos segundossinsaberbienquédecirnos.Mirosusdedos,queagarranelasa desubolsoconfuerzaymedoycuentaqueesalgoquehacesiempreque nosabequéhacerconlasmanos. —¿Vamos?—lepreguntotendiéndolemimanoqueellaagarracon decisión. —Sí. Mientrascaminamoslaaprietoconfuerzaparanotarsucontacto, mientrasacariciosupielconelpulgar. —¿Hassalidoacorrertambiénestatarde?—mepreguntaconuna sonrisademediolado. —No. Ya he tenido bastante con el ejercicio de esta mañana — sonríomirandoalsuelomientrasrespondo—.¿SabesalgodeCody?¿Han llegadobien? —Sí. Me han enviado un mensaje al móvil desde la dirección del colegio informando de que han llegado bien… —Se coloca varios mechones de pelo detrás de la oreja—. Así que ahora, hasta pasado mañana… Le voy a echar mucho de menos. No me he separado de él nunca… —Peroélestarábien.Seloestarápasandogenial. —Losé.Ytevoyaconfesarunacosaperonoselodigasanadie —arruga la nariz mientras me dice eso y está adorable. Estoy acabado. Soyunputotítereensusmanos—.Enelfondomedaunpocodepenaque selopasebiensinmí.Esdecir…porDiossuenafatal… Lamiromientrassemeescapalarisaporsureacción. —No te rías. Es que suena fatal porque no me he explicado bien. Quería decir que sé que conmigo se lo pasa bien e intento hacer cosas divertidas con él y eso, pero por ejemplo, nunca me he podido permitir irme de vacaciones con él. Por eso me da algo de cosa que se vaya de campamentossinmí…porqueyonuncalehepodidollevar. ¿Nunca se han ido de vacaciones? La observo pensativo mientras asiento con la cabeza durante un segundo solo, el tiempo suficiente para abrirlabocaysoltar: —¿Quieres venirte conmigo de vacaciones? Es decir, tú y Cody. ¿Quéhacéisparaelpuentedel4dejulio? Abremucholosojosydeformainconsciente,aminoraelpaso. —¿Contigodevacaciones?¿Dónde? —Buenoverás…Tengointencióndepasarunosdíasenmicasa… enTexas.Siquieresvenir…Noseránvacacionesenlaplayayeso,pero podemos hacer cosas. Mis padres tienen caballos ¿Has montado alguna vez? —No—contestasonriendo. —Puespodemoshaceralgunaexcursión.Siquierespodemosirde campamentolostres. Sin darnos cuenta prácticamente, estamos ya delante del portal de suedificio.Hasidoeltrayectomáscortodemivida.Sacalasllavesdesu bolsoysequedaunratoconellasenlamano. —¿Lodicesenserio?—levantalavistayveocaerunaslágrimas desusojos. —Eh… No llores… Sabes que no puedo verte llorar — confundido, alargo mi mano libre e intento secarle las mejillas—. Claro quehabloenserio.Megustaríaquevinierais…Sabeslapocarelaciónque tengoconmispadres,ymeayudaríamuchoqueestuvieraisallíconmigo. —Vale —contesta intentando contener más lágrimas—. Creo que melopodríamontarporquenuncahecogidodíasdevacaciones.ACody levaaencantarelplan. —Genial… Mimanosigueposadaensumejillayellamelacoge. —¿Quieressubiratomaralgo? —Vale. Y a la vez me acojona. Subimos por las escaleras y durante el trayecto intento respirar profundamente varias veces dándome ánimos y consignas. Repito una y otra vez las palabras de Tony: “paso a paso”, “poco a poco”, “ella te esperará”, pero de repente las palabras de Kate retumbandenuevoenmicabeza:“estoyenamoradadeti”. Entramos en su pequeño apartamento y espero de pie en el salón mientrasellavaasuhabitaciónadejarelbolsoyelpañueloquellevaba enelcuello. —¿Quéquierestomar?¿Unacerveza? —Nopuedo…Conlamedicaciónnopuedobeberalcohol. —Oh,vaya—Entraenlacocinaysacandolacabezaporelmarco delapuertaañade—:¿UnzumitodeCody? —Loqueveas—contestodistraídosinlevantarlavistadelsuelo. De repente noto su presencia delante de mí. Busca mi mirada agachando la cabeza y luego, acercando su mano muy lentamente y siempredemaneravisibleparanoasustarme,mecogelacaraconambas manosymelevantalacabezahastaquenuestrosojosseencuentran. —¿Estásbien?Estásserio… —Estoyconcentrado. —¿Concentrado?—contestasonriendo—.¿Enqué? La miro apretando los labios y hago una pequeña mueca con la boca.Esentoncescuandosedacuentaqueellaeselmotivodemiestado anímico. —¿En mí? —pregunta mientras yo asiento—. No soy tan complicada.Nohacefaltaqueteconcentrestanto,créeme. Dejo caer mi peso hacia atrás y apoyo la espalda contra la pared mientrasellaseacercasonriendohastacolocarseentreelhuecoquedejan mis piernas. Suelto aire con fuerza por la boca. Aunque estoy asustado, confíoenellabastantemásdeloqueconfíoenmímismo,asíqueséquea pesardesucercanía,noharánadaquemeincomode. —Ven.¿Quieresbailarconmigo?¿Teatreves? Me coge de la mano y me dejo guiar por ella. Se acerca al reproductordemúsicaytrastocarvariosbotones,empiezaabuscarensu Ipod. —Déjameamí—digoponiéndomedelante—.Laelijoyo. —No la pongas muy alta que debemos ser los únicos locos despiertosaestashorasdelamadrugada. Sélacanciónquebusco.SéqueleencantaRobbieWilliamsyque tienetodassuscanciones,asíquenopuedefaltar.Cuandolaencuentro,le doyalplayymegirohaciaella. —Meencanta…—dicealescucharlasprimerasnotasyaveriguar quécanciónes. —Lo sé. Aunque parezca mentira por mi cara de tonto, te presto atencióncuandohablas. —Mírame —dice mostrándome las manos y acercándolas poco a pocoamí—.Lasvoyaponeralrededordetucuello. Trago saliva cuando noto su piel contra la mía, que se eriza sin poderlo evitar. Se supone que tengo que agarrarla, así que me armo de valoryrespiroconfuerzaporlaboca. —Tranquilo.Nopasanada. Escuchar su voz me tranquiliza, así que cierro los ojos y acerco mis manos a su cintura. Cuando la toco, aguanto la respiración durante unas décimas de segundo y sonrío aliviado cuando al abrir los ojos de nuevo,lahabitaciónnodavueltasamialrededor. —¿Bien?—mepreguntaalzandolacabezahaciamí. —Bien.Muybien—respondosonriéndole. Nunca habíamos estado tan cerca, pero estoy decidido a ir algo más allá. Doy un paso hacia delante hasta que mi cuerpo roza el suyo y mis manos se trasladan a la parte baja de su espalda. Mi mejilla roza la suyaytengosuorejaaescasoscentímetrosdemislabios. —¿Estásenamoradademí?—susurroensuoído. —Algoasí—contesta—.Meestoycolgandounpoquitodeti. —Mealegrasaberlo.Porqueyoestoycompletamentelocoporti. Necesitoestarcercadeti,piensoentiatodashoras,cierrolosojosyestu imagenlaqueveo,oigotuvozynopuedodejardesonreír,quierocuidar de ti y de Cody… Y no quiero joderlo… —Giro un poco la cabeza haciendo que mi escasa barba acaricie su mejilla y mis labios rocen su oreja—.Antesnomehadadotiempoacontestarteperoquieroquesepas queyotambiénestoyenamoradodeti. Me separo un poco y la miro a los ojos, expectante para ver su reacción.Respiroprofundamente,provocandoquemipechoroceelsuyo constantemente.Misdedosacariciansuespaldaatravésdesucamisetade tirantes y procuro mantener la distancia de cintura para abajo porque no quieroquenotequemientrepiernatambiénestámuyagradecidaporesta proximidad. —Vale—dicepasadosunossegundosasintiendoconlacabeza—. Mehasdejadosinpalabras. —Perosonríes.Yconesomebasta. Sonríe mientras se muerde el labio inferior. Despego una de mis manosdesuespaldaylaacercoasubocaparaliberarellabio.Cuandolo hagoveocomorecobrasucolornaturalpocoapocoyloacaricioconel dedo.Deslizolamanohaciasunucayatraigosucaraalamíahastaque minarizrozalasuya.Abrelabocaydejaescaparunpequeñogemidoque causa que mi erección se apriete aún más contra mi pantalón. Su aliento hacecosquillasenmislabiosymirespiraciónsehacecadavezmásymás irregular. Noto los latidos del corazón retumbar en mis oídos y la habitación empieza a girar a mi alrededor. Creo que doy algún traspié aunqueconsigonoperderelequilibrio. —Nathan —niega con la cabeza mientras pone dos dedos encima demislabiosmientraslaotramanolaapoyaenmipecho. Suspirocontrariadomientrasseparomicaradelasuya. —Pero ahora que me estás abrazando, ni se te ocurra soltarme jamás—susurra. Apoyalacabezaenelhuecodemihombromientrasyoobedezcoy laacercoamicuerpomientrasseguimosbailandolasúltimasnotasdela canción. Sus brazos rodean entonces mi cintura y cuando aprieta, no puedoevitarsoltarunpequeñoquejidodedolor. —¿Quépasa?—diceseparándosedemí—.¿Tehehechodaño? —Noesnada… —Tehasquejadocuandotehetocadoaquí—Yalhacerelintento derozarmedenuevo,retrocedoenunactoreflejo—.Nathan,¿quétienes? —Noesnada.Esungolpe. —Déjame verlo —dice cogiendo mi camisa con sus manos y mirándomecomoparapedirmepermiso. Agacho la cabeza, resignado, y eso le sirve para empezar a desabrochar los botones desde abajo. Lo hace lentamente y con mucho cuidadodenorozarmipiel. —Lo tienes morado. ¿Con qué te has dado? —dice arrugando la frentemirandomiestómagoconlacamisayaabierta—.Nomemientas. —Untíomeasaltóenelparqueestamañana.Peronoesnada,es soloungolpe,tranquila. —¡¿Qué?!¡¿Quéquería?!¡¿Leconocías?! —Nolosé—contestoencogiéndomedehombros—.Alprincipio penséquequeríarobarmeelteléfonoperocuandotuvolaoportunidad,no lohizo.Nolepudeverbien,perolepudedarunpardepuñetazos. —¿Yteduelemucho?—dicepreocupada—.¿Tehaspuestoalgo? —Unpoco,perosolocuandometoco.Nosabíaquéponermeasí queno,nomehepuestonada. —Vale,puesintentarénotocarte. Entoncesveocomosusojossedesplazanhaciaarribaymerepasa todoelpecho.Seempiezaadarcuentadelrestodecicatricesysedetiene enelpecho,dondeestálacicatrizmásescandalosa.Seacercaunpocoy cogelateladelacamisaparaapartarlaunpocoypodervermejor. —¿Yesto?—pregunta. —Uno de los recuerdos que me traje de Afganistán —contesto mientraspongolamanoencimaparatapármelo. —No hace falta que te tapes delante de mí —Me quita la mano y entrelazasusdedosconlosmíosmientrasrepasamipielconlosojos. Se acerca poco a poco hasta mí y con mucho cuidado apoya la cabezaenmipechodesnudo,justoencimadelaenormecicatriz.Merodea la cintura con ambas manos y aunque quiero moverme y devolverle el gesto,misbrazospermaneceninertesaambosladosdelcuerpo.Echola cabezahaciaatrásycierrolosojos.Noestoymareadoynadadavueltasa mialrededor.Kateabrazamitorsodesnudoysigoaquídeunapieza. —¿Tequedasconmigoestanoche?—preguntamientrassualiento acariciamipiel. —Notraigonada… —¿Muyatrevidodormirencalzoncillos?—mepreguntahaciendo unamueca. —Siatinoteimporta,amímenos. —¿Meabrazarás? —Mepasaríatodalavidaabrazándote. —Tetomolapalabra. Unahoramástarde,sigodespiertoconlavistaclavadaenella.Su cabeza reposa sobre mi pecho y me rodea la cintura con un brazo. La abrazo con fuerza e inspiro el olor de su pelo mientras la tapo con la sábanaconmimo.Paseomisdedosporlapieldesnudadesubrazo.Esta nochehemosdadovariospasosadelantemás,piensomientraslaobservo. —Te quiero —digo en un susurro casi inaudible con los labios pegadosasupelomientrasnotocomolosojossemecierranpocoapoco. CAPÍTULO23 Jack Miroelreloj.Lasnuevedelamañana.Sinoestoyequivocado,ysé quenoloestoy,estáapuntodesalirdecasaparadirigirsealacafeteríaa trabajar. Cojo el teléfono americano, el desechable y marco el número de mijefe. —Ya estoy aquí. Pueden decirles a los de la vigilancia que se larguen. —Deacuerdo.Unmomento. Oigo como deja el teléfono y habla a lo lejos con alguien. Miro arribayabajodelacalleperosoyincapazdeaveriguarenquécocheestá el agente de paisano haciendo el trabajo encomendado por Sean. De repente,veopasaruncochepordelantedemíyalratooigodenuevola vozdelsubdirectordelFBI. —Yaestá–meinforma. —Losé.¿Cómohaido? —EstoesenfermizoJack.Dejaatuhijavivirsuvida. —NotehepreguntadotuopiniónSean,tehepreguntadocómoha ido. —No —suspira al otro lado de la línea—. No ha salido del apartamento.Hapasadolanocheconella. Aprieto los labios con fuerza y cierro el puño hasta que los nudillos se me vuelven blancos. Mis ojos se dirigen a la portería del edificio. —Jack, es normal. Son jóvenes y tu nieto no está en casa. ¿Qué esperabas? —¡No es normal! Él le oculta algo. No es de fiar. Está en tratamientopsiquiátrico. —Nometiresdelalenguaporquecreoquemásdeunodeberíair con ese chico a terapia… Jack, escúchame, ella te lo dijo. Ese chico es cierto que está en tratamiento, pero Kate lo sabe y aún así sigue con él. Puede que esté siendo sincero y se lo haya contado todo. Siento decirte esto,peronotodoelmundoescomonosotros…Notodoelmundotiene unadoblevida… —Losé…Perosilehacedañoaminiña,lemato. —Siellalehacontadotodoacercadeti,puedequeelquequiera matarte sea él… Y por cierto, te advierto, se acabaron tus pequeñas sesionesdeacosoporelparque.¿Entendido? —Entendido.Peroteníaqueasustarle…Nolopensé… —Puesyavesquehaservidodemucho… Seproduceunsilencioentrelosdosmientrassopesosuspalabras. Tienerazón.Loúnicoqueheconseguidoesunmoradoenelpómuloyun corteenellabioinferior. —¿Cómovalaoperación,Sean?—digopasadosunossegundos—. Necesitosalirya… —Lo sé y casi lo tenemos. En cuanto se realice la entrega, les detenemos a todos y se acabó. Recuerda que te necesitamos dentro y tendremosquedetenerteatitambién.TienesqueseguircomoIgorhastael final…Peroyanoquedanada. —Tengoaunodemishombresconlasarmas.Encuantovayana hacerlaentrega,meavisará. —Perfecto.Entoncessoloquedaesperar. —Lo sé —suelto un largo suspiro de resignación—. Pero por favor,telopido.ManténlavigilanciasobreKate,CodyyMaddie.Kolya sospechaalgoymedamuchomiedoloquelespuedallegarahacer. —Esoestáhecho.YtúvetedeahíydejaqueKatevivasuvidaal ladodequienellaquiera.Créeme,pormuchoquelesdigas,elloshacenlo que les da la real gana. Tengo un pelele anti sistema, tatuado y lleno de piercingsporyerno.Eltuyoalmenosparecenormalito… AmbosreímosunossegundostraselcomentariodeSean.Sacoun cigarrilloymeloenciendodandovariascaladasprofundas.Sí,laverdad esqueparecedecente,ycapazdeprotegerlasifueranecesario.Elcabrón pegaduroybien…Peroeltemadelloqueromeescamaymetienemuy preocupado. —Jack,tellamoencuantoestétodolisto,¿vale? —Vale. Colgamos el teléfono sin despedirnos. Es algo habitual entre nosotros, desde hace veinte años. Guardo el móvil en el bolsillo y me apoyo contra la pared del edificio mientras apuro el cigarrillo dando grandes caladas. Vuelvo a mirar el reloj. Maddie debe estar saliendo de casa también. Hemos vuelto a pasar la noche juntos en su apartamento, como cada noche desde que volvimos de nuestra pequeña escapada a mi casa.Mehacostadohorroressepararmedeellaestamañana,perosiento la necesidad de comprobar con mis propios ojos que todos están bien. Además,séqueenmiausencia,alguienlavigilará. Entonces oigo un ruido procedente de la acera de enfrente. Es la puertadeledificiodeKatealcerrarseyellasaliendoconunagransonrisa dibujadaensucara.Laobservomientraslevantalavistahacialasventanas desuapartamentoyvuelveacentrarseenelmóvilquellevaentremanos. Sonrío al verla tan feliz, aunque siento una punzada de envidia al darme cuentaquemeencantaríaseryoelmotivodeesasonrisa. Mirohaciaeledificioantesdeempezaraseguirla.¿Ledejaensu casa? ¿Tanto confía en él? ¿Por qué él no la acompaña a trabajar? Me hagotodasesaspreguntasmientrasellasigueconcentradaensuscosas.Al cabo de un rato, guarda el teléfono en su bolso, comprueba la hora y aumentaelritmoparanollegartarde. Gira una esquina y entonces corro un poco para no perderla de vista. Y al girar, me encuentro de repente con sus ojos mirándome con rabia. Me estoy haciendo viejo y descuidado… Esto en mis buenos tiemposnomehabríapasado.Aunqueestáclaroquenopuedenegarque esmihija,esmuyinteligenteysabeperfectamentecuandoalguienlasigue ycomodespistarle. —¡¿Se puede saber qué cojones estás haciendo?! Pensaba que las cosashabíanquedadoclarasayer… —Sí…Veráscariño,yo… —¿Teduelenestosgolpesenlacara?¿Cómoteloshicistepapá? —dicecaminandohaciamímientrasyoretrocedo. Vale Jack, pregunta trampa porque ella sabe la respuesta, así que intentasuavizartuspalabrasalmáximo. —Kate,solomepreocupoporti.Necesitosaberqueestásbieny… soloquería… —¿Queríasqué?¿Asustarle?¿AlejaraNathandemilado?¿Alejar al hombre del que estoy enamorada? ¿Es que acaso quieres que no sea feliznunca? Medejasinpalabrasyconlabocaabierta.¿Estáenamoradadeese tipo? Rehúyo su mirada mientras mi cabeza procesa sus palabras. Está enamoradadeél. —Losiento,cariño—digodejandocaerlosbrazosaamboslados delcuerpo—.Noeraconscientedelomuchoqueteimportaesetío. —Pues sí me importa papá —responde ella ya en un tono más tranquiloaunqueconlágrimasenlosojos—.Yyotambiénaél.Yyasé quetieneproblemas,perojuntosvamosavencerlostodos. —Vale… Levantomimanoparaacariciarsubrazooinclusoparaabrazarla pero a medio camino me detengo. No hemos tenido contacto en veinte años,asíqueesperoencontrarunmomentomásadecuadoparatenerlode nuevo…Unmomentoenelqueellanomeestéechandolabroncayyono estéarrinconadodándoleexplicaciones,porejemplo. —Entonces, ¿eres feliz con Nathan? —le pregunto agachando la cabeza. —Mucho —contesta suspirando pasados unos segundos—. Y es genialconCodytambién.Seadoran… —Lo sé. Lo vi. No quiero hacer nada que te moleste. Solo me preocupoportiynoquieroquenadietehagadaño… El nudo que se me ha formado en la garganta me impide seguir hablandoyenelfondoesperoqueellaseapiadedemí.Peroesduracomo yo lo era en mis tiempos y, aunque su semblante se ha relajado considerablemente, no me da un segundo de respiro y se queda muda esperandoaquesigahablando. —Soyconscientedequeelmayordañotelohiceyo…Yporeso quierovolveraintentarlo.Escuchacariño—Merascolacabezanervioso —. A lo mejor, si todo va bien, dentro de poco dejaré el trabajo… Si tú quieres, podríamos… volver a tener contacto… Recuperar el tiempo perdido… —Pueshaymuchoquerecuperar…—subocaesbozaunasonrisa muy leve, aunque suficiente para conseguir un cambio sustancial en mi ánimo. —Lo sé… —sonrío—. Oye… Dile a Nathan que te cuide mucho, ¿vale? —Yalohace,papá. —Ya,pero…megustaríaquepasaramuchotiempoatulado… —Espera.Primerointentasalejarledemíyahoraquieresquepase conmigoelmáximodetiempoposible…¿Quépasapapá?¿Hayalgoque debasaber?¿Estamos…enpeligro? —Nolosécariño…Noquieromentirte.Tencuidado,¿vale? —Papá,¿yCody?—mepreguntaconlosojosmuyabiertos—.Te juroquesialgolepasa… —Tranquila. Ya he puesto medios en ello y esto acabará muy pronto. —¿Que has puesto medios? ¿Qué tipo de medios? ¿Nos está siguiendoalguien?¿Eseso?—buscamimiradamientrasyolarehúyo. Definitivamente, o estoy perdiendo facultades o mi talón de Aquilessonlasdosmujeresdemivida. —Sí,elFBIhapuestoaunagenteaseguirosyestarpendientede lostres… —De…¿delostres?¿Quétrespapá? —Deti,deCodyy…ydeMaddie. —¿Maddie?¿QuiénesMaddie? —Una… persona que he conocido y con la que estoy empezando una…relación. —¡Venga ya! ¿Estás enamorado? —dice riendo mientras mira de nuevosureloj—.¡Joder!Papá,tengoqueirmeomeecharán. —Lo sé, lo entiendo —digo aliviado en parte para poder escapar deesteinterrogatoriodelinfiernoalquemeestásometiendo. —Me gustaría poder continuar esta conversación y saber más de Maddie… —Losé,perosabesqueesmejorquemantengamosladistancia. —Puesúltimamentenolocumplesmucho. —Losé.Perotengoquehacerlo.Poresotepidoquetemantengas todolocercadeNathanquepuedas.Séquepegabien—digotocándome inconscientementeelpómulo—.Asíquepodráprotegerte.AtiyaCody. —Mehainvitadoapasarelpuentedel4dejulioconél. —Esoesbueno.Tenedcuidado,¿vale? —Lomismodigo. Seproduceunsilencioincómodoentrelosdos,sinsaberquéhacer acontinuación,hastaqueellacogemimanoymelaestrechaconfuerza. Son solo unos segundos, pero me sirven para darme las fuerzas suficientesparaseguiradelante,paraseguirluchandoahoraquequedatan pocoparaelfinal. —Esperoverteprontopapá.Peronoporquemeestésespiando. —Yotambiénmivida—mironuestrasmanosentrelazadas—.Dale muchos besos a Cody por mí y saluda a Nathan de mi parte. Dile que sientolodelparque. —Papá,nolehecontadonadaacercadeti… —Ah, vale, como quieras… Pero quizá debería ser el momento, ¿no? Tú misma me dijiste que él estaba siendo sincero contigo y te lo habíacontadotodo.Nocometaslosmismoserroresqueyo. —Lo pensaré —dice arrugando la nariz y regalándome una sonrisaespectacularcalcadaalasquemedabasumadre. Me mira y se aleja poco a poco, echando vistazos hacia atrás, sonriéndome.Nomemuevohastaquelaveoentrarenlacafetería,justo despuésdedecirmeadiósconlamano.Levantolamíaylesonríocomo unbobo. Esteacercamientomehasabidoagloria,aunquehayansidounos minutos,ysoncomounainyeccióndeadrenalinaparapasarelrestodel día. Voy hacia el almacén, hago un par de llamadas a mi hombre para comprobar que el trayecto con las armas discurre con normalidad. También calmo los ánimos de nuestro cliente informándole de los progresos y firmo unos cuantos documentos. Además, puedo hacerlo tranquiloporqueKolyanosehapresentadoynotengoquesoportarsus posiblesindirectas.Cuandomedoycuenta,yaesmediatarde.Maddiedebe estaraúnenlafloristeríaasíquedecidoirabuscarlaallí.Cojolamotoy alirsoloynollevarladepaquete,puedoconducirhaciendozigzagentre loscoches,comoamímegusta,disparandomisnivelesdeadrenalinaal máximo. Cuando aparco frente la floristería, enciendo mi teléfono americanoymandounmensajeaSeanparainformarlequepuederetirar la vigilancia de Maddie por hoy. No me muevo hasta recibir su visto buenoamododerespuesta. Entroyalverlatraselmostrador,semeagrandalasonrisaquese medibujóenlacaraestamañana.EsperoaqueMaddieacabedeatendery me apoyo contra el escaparate. Ella me mira de vez en cuando y las comisurasdesuslabiosdecurvanhaciaarriba. —Hola,Jack—diceAndrewsaliendodelatrastienda. —Hola —le contesto sin dejar de observar a Maddie que está atendiendo a la clienta más pesada del día, precisamente ahora que he llegadoyo. —Tienes mejor lo de la cara… —me dice Andrew mientras Maddiedesvíasuatenciónporunsegundodelaclientaparalanzarleuna miradaasesina. —Sí,gracias.Fuesolounrasguño. —¿Unrasguño?Puesamímehandichoquetediobien. —Andrew,porfavor—diceMaddiederepente—.Enlatrastienda hay pedidos por preparar. ¿Por qué no adelantas un poco de faena? Gracias,cariño. Se miran durante unos segundos en los que estoy seguro que mantienenundiálogoquesoloellospuedenentender.Finalmente,parece quelabatallalaganaMaddieyAndrewsemarchahacialatrastienda. —Entonces, Maddie querida, ¿crees que una kentia aguantará mejorenmisalónqueunficus?—suspiroantelaenésimapreguntaquela señorapesadaformula. —Aguantarán igual. Su decisión debe depender en este caso del tamañodelaplanta.Lakentiapuedellegaraseraltayvoluminosa…— respondeellacontodalapacienciadelmundo. Cuandolaseñorasegira,Maddiememirayyoempiezoahacerle gestosconlasmanoscomosiquisieraestrangularla.Aellaseleescapala risayseencogedehombroshaciéndomeverquenopuedehacernada. —Vale,¡puesmellevoelficus! Alzolosbrazosenseñaldevictoriayhagocomosicelebraraun tantoacámaralenta. —Fantástica elección —dice Maddie con una sonrisa provocada pormisgestos. Cincominutosdespués,cuandolaseñorasaleporlapuerta,echoel pestillo de la puerta y me acerco a Maddie sin perder un segundo. La agarro por la cintura y la atraigo a mi cuerpo mientras la beso con premura. —Oye, que tampoco hace tanto que no nos vemos… —me dice despegándoselosescasoscincocentímetrosquelepermito. —Demasiado.Además,pensabaqueesamujernoseibaairnunca porDios.¡Porunapuñeteraplantalaquehaliado! —PuesesunademisclientasVIP.Vienecadasemana. —Joder, si me quedo sin curro algún día, no te pediré que me contrates… —Nisemepasaríaporlacabezacontratarte.Notienesmuchodon degentesquedigamos… Lamiroconlascejaslevantadas,sorprendidoantesusinceridady, porquénodecirlo,algoheridoenmiorgullo. —Nomemiresasí.Nomelopuedesnegar.Notienesmuchasdotes deconversación. —Puesatinoparecióimportarte… —Es que yo no he dicho que no me guste eso… Así me aseguro quenointentashacerteelsimpáticoconalgunafrescaqueintentepescarte. Apoyomifrenteenlasuyayacariciosunarizconlamía.Agarro suspiernasyleobligoaponerlasalrededordemicintura.Ellaponesus brazosenmishombrosyenredasusdedosenelpelodeminuca.Mientras volvemosabesarnos,medirijohacialatrastienda.Atientasbuscolamesa detrabajoylasientoenella. —Vale…Ahorasupongoquequieresquevuelvaalmostrador— dice Andrew, mientras yo le respondo con un movimiento de la mano, indicándole que se largue—. Me parece que no cobro lo suficiente para soportaresterechazo…¡Mesientoexcluido! —No,sitepareceteinvitoalafiesta—digoseparandomislabios deMaddielojustoparaquesemeentienda. —Ah,yAndrewcariño,quitaelpestilloporfavor,queaúnqueda unahoraparacerrar—añadeMaddie. —¡Yencimaexplotado! Maddieleobservamientraséldesapareceatravésdelacortinaque separaambasestanciasyhaceunamuecaconlaboca. —Tranquila,selepasaráelcabreo.Túcuéntaleluegoconpelosy señalesnuestropróximoescarceoamorosoylisto. —Cómoleconocesya… Vuelvoasellarnuestroslabioshastaqueaprovechoqueellaabre labocaparadejarescaparungemidoyhundomilenguaenella.Ellame tiradelpelo,peroenlugardeapartarme,aprietamibocacontralasuya. Mismanosagarransuculoyloacercanalbordedelamesa.Mecoloco entre sus piernas y froto mi entrepierna contra ella para que note mi erección. —Jack… que está Andrew… —jadea ella en mi oreja mientras mordisqueosucuello. —Dilequesientraledespides. —Además,terecuerdoquenohaypuerta,solounasimplecortina. Puedeoírnos,élytodoslosclientes. —Puestendréqueamordazarte…—Mismanostirandelamanga de su camiseta hasta dejar su hombro al descubierto lo suficiente como paraquemislabiospuedanacariciarsupiel. Pocoapoconotocomosuresistenciasehaceañicos.Sucuerpose relaja,sucabezaseempiezaaladearparadarleamislabiosplenoacceso y su boca la delata emitiendo pequeños jadeos como respuesta a mis caricias.Entoncessusmanostomanlasriendasdelasituación,meagarran delassolapasdelachaquetatirandodeellashaciaabajo,deshaciéndosede la prenda y tirándola al suelo sin contemplaciones. Luego sus dedos se dirigenalbajodemicamisetayempiezaasubírmelaconrapidez.Cuando estáalaalturadelcuello,centrasusatencionesenmipechoysusdientes empiezanadarmepequeñosmordiscosysuslabiossuccionanmipielcon laintenciónclarademarcarme.Yyonomevoyaquejar. Derepente,notocomosuslabiosseseparandemipielysusdedos dejandetirardemicamiseta.AbrolosojosymiroaMaddieextrañado. Ellatienelamiradaperdida,claramenteponiendosuscincosentidosenlo quesucedealotroladodelacortina. —¿Quépasa?—lepreguntoextrañado. —Shhh…Callaunmomento—diceellaponiendoundedoenmis labios. —Vale guapetón, entonces has venido al sitio indicado. Empezamosaentendernos.Siguientepaso,¿paraquiénsonlasflores?¿Tu abuela?¿Tumadre?¿Tu…novio? —Le mato. Yo le mato —dice mientras se recompone la ropa y haceademándebajarsedelamesa. —¿Adóndevas?—lepreguntoconcaradepánicoagarrándoledel brazo. —AatenderaeseclienteantesdequeAndrewleespante—Yalver micaradeestupor,añade—:Cadavezqueentraunhombredesutipo,le acosahastatalpunto,queselarganasustadosantesdecomprarnadayya novuelvenmás.Ycréeme,últimamenteeltipodehombredeAndrewes cualquiervarónquecaminemedianamenterectoysealosuficientemente limpio…Asíqueaestepaso,noseacercaráningúnhombreamenosde cienmetrosdelapuerta. Cuando se aleja de mí, dejo caer la cabeza, resignado al ver que tendré que soportar este dolor de huevos al menos hasta llegar a su apartamento. —Saltúporquesilohagoyo,tejuroquesílemato—digojusto antesdequeellatraspaselacortina. Empiezo a recoger el lapicero, las tijeras y varios enseres que hemos tirado de la mesa durante nuestro arrebato pasional mientras la escuchohablar. —Andrew,yameocupoyo.Vetúaprepararlospedidossiquieres. —¿Porqué?Soloestabaayudandoadecidirsea…¿cómomehas dichoquetellamabas? —No te lo he dicho… —contesta el pobre chico al cabo de unos segundos. Suelto aire por la boca mientras niego con la cabeza. Tengo que reconocerqueAndrewleponeempeño,peroesdemasiadodescarado. —Bueno,puesestabaayudándoleaacotarunpoquitosudecisión. ¿Noescierto? —Andrew…—repiteMaddie. —¡¿Qué?!Hapedidounasfloresyyosolointentabaaconsejarlelo mejorposible.Nolevasaregalarlasmismasfloresatuabuela,queatu madre,queatunovio,¿no? —Andrewporfavor…—insisteMaddiemostrandoelmismonivel depacienciaquetuvoantesconsuclientaVIP. —Sonparami…paraminovia…—seveobligadoacontestarel pobrechico. —¿Contento? Meneolacabezaaunladoyaotro.PoreltonodevozdeMaddie, sé que empieza a estar realmente enfadada y casi puedo imaginármela apretandolamandíbulamientrashabla.Yodeti,Andrew,huiríaantesde quefuerademasiadotarde. —Vale, ya está. Son para su novia. Ahí lo tienes —dice Andrew mientrasempiezaavenirhacialatrastienda—.Ahorayateserámásfácil aconsejarlesabiamente. —Graciasportuvaliosacolaboración—oigoquelediceMaddie conalgodesorna. Andrewtraspasalacortinaymeencuentramirándolefijamente. —¡Mierda! ¿Qué? No me mires así. Ese tío de ahí fuera está tremendo.Teníaqueintentarlo. —Joder,Andrew,córtateunpocoporqueasílesespantas,pormuy maricasquesean.Además,lapróximavezquevuelvasacortarmeelrollo conMaddie,teagarrodeloshuevosyteconviertoeneunucoencuestión deminutos. Meacercohastaquedarmeasuladoyechounvistazoatravésde lacortina.Encuantoveoalclienteencuestión,rápidamenteydemanera casi inconsciente, doy varios pasos hacia atrás. El gesto no pasa desapercibido para Andrew, y su expresión pasa del pánico por mis palabrasalasombropormireacción. —¿Qué pasa? —me pregunta—. Actúas como si hubieras visto a unatíavestidaconchándalybotines. Le miro sin entender nada de lo que me acaba de decir mientras sigoretrocediendohastaquemiculochocacontralamesa. —Jack…¿Estásbien? Cuando reacciono, vuelvo a acercarme a la cortina y escucho la conversaciónprocurandonoservisto.Andrewmesigueyseponealotro lado de la puerta, sin dejar de interrogarme con los ojos aunque sin obtenerrespuestapormiparte. —Laverdadesquenotengoniideadeestascosasynuncaanteshe compradofloresparanadie.Perdonesisoytantorpe. —Tranquilo. Aunque no lo crea, tengo muchos clientes en su situaciónysiempreacabamosencontrandojustoloquequiere. Niquelojures… —Su color favorito es el amarillo. ¿Sirve de algo? —dice él rascándoselacabeza. —¡Claro! Veamos entonces algo en amarillo —dice Maddie moviéndose hacia un lateral de la tienda que no llego a ver desde la posiciónenlaqueestoy—.¿Quéteparecenunasmargaritasamarillas? —Puesnosé…Sonbonitassupongo… Leentiendo,yotampocoseríacapazdeelegirlasadecuadas.Dame aelegirunarmayenseguidasabrécuálescogerentretodaunavariedad, pero pídeme que me decante por alguna de las flores de la tienda y me quedoconcaradetonto.Ycreoqueesjustamenteloqueleestápasandoa él. —¿Sabesquésignifican?—lepreguntaMaddie. —¿Quésignificanqué?¿Lasflores?—sonríoalescucharmehacer exactamentelamismapreguntaenmicabeza. —Claro. Cada flor tiene su significado. Las margaritas son el perfecto equilibrio entre sencillez y la belleza. Están relacionadas con la poesía y la literatura y se dice que activa la concentración y el intelecto.Cuandosonblancas,sonunsímbolodeamistadysentimientos inocentes.Sisonamarillasencambioestánpreguntándote:“¿Meamas?”. Sehaceelsilencioenambasestancias.Andrewmemiraamíyyo tengo la vista fija en las dos personas detrás de la cortina. Él mira a Maddie con la boca abierta y ella le mira con una sonrisa franca en los labios, consciente de que, una vez más, ha conseguido ayudar a otro clienteindeciso. —Sí,sí…Esto…Estassonperfectas…—contestaélpasadosunos segundos,sonrojadohastaelpuntoqueparecequelacaralevaaardery rascándoselacabezaavergonzado. —Perfecto.Levanaencantar.¿Selasdastúmismooquieresque selasentreguemosnosotrosdondenosdigas? —No… —dice él mirando su reloj—. Se las llevo yo. Me da tiempoderecogerlaahoracuandosalgadetrabajar. —Perfecto.Aquílastienes. Observo cómo Maddie le entrega las flores y él paga con una sonrisaenlacara.Lemirocuandosaleporlapuertaeinclusomeatrevoa salirdelatrastiendayabrirlapuertadelacalleparaverlealejarsecalle abajo.Ytodoellolohagoconelceñofruncido,hastaquesegundosmás tarde y de manera irremediable, una sonrisa empieza a formarse en mis labios al darme cuenta de que lo que Kate me ha dicho esta mañana, es totalmentecierto.Estechicoestáenamoradodemihija. Cuando vuelvo a entrar, me encuentro a Maddie y a Andrew interrogándomeconlamirada.Seguroqueelmaricacotillalahapuesto alcorrientedemireacciónalverleyestánesperandounaexplicación. —¿Estás bien? —me pregunta Maddie al ver que me he quedado plantadodelantedeellossinabrirlaboca. —Es…EseeraNathan,elnoviodemihijaKate. CAPÍTULO24 Maddie —¿EseesNathan?—pregunto. —Joder,¿peroquéospasaenestafamilia?—diceAndrewconsu tonoteatrerocatastrófico—.¡Mequitáisatodosloshombresapetecibles! —Andrew…—intentohacerlecallarmientrasmeacercoaJack—. ¿Estásbien? —Sí… —¿Por qué no has salido a saludarle? —El cotilla de Andrew no puedeestarsecalladitoniporunsegundo. Girolacabezaconbrusquedadylelanzomimiradade“cállatede una vez por Dios de mi vida, no metas más la pata”, que parece surtir efecto porque hace una mueca con la boca y enseguida se mete en la trastiendadejándonosalgodeintimidad. —¿Seguro que estás bien? —Me pongo delante de él y cojo sus manosbuscandosumirada—.¿Estásaúnpreocupadoporquenotefíasde él como me dijiste? Es un detalle muy bonito el que va a tener con ella, ¿no?Selevemuyenamoradodetuhija… —Sí… —¿Pero? Niegaconlacabezayfrotamisbrazosesbozandounasonrisamuy forzada,peroquecaptoalinstante.Noquierehablardeltema. —¿Nosvamos?—lepregunto—.¿Medejasquerecojaunpocoahí atrás? Élasienteconlacabezaymientrasyomevoyalatrastienda,veo comosalealacalleyseenciendeuncigarrillo. —¿Hedichoalgomalo?—mepreguntaAndrewcuandomeve. —Sitedigolaverdad,no.Perotodoslostemasrelacionadoscon suhija,soncomotabú.Leduelehablardeello. —Losiento… —Nopasanada.Vete,yarecojoyo. —No. Vete tú que creo que hay alguien ahí fuera que te necesita más que yo. Así al menos me sentiré algo mejor por las continuas metedurasdepataquemibocazaprovoca. —Gracias—digodándoleunbesoenlamejilla—.Tequiero. —Denada—dicemientrasmeabrazaconfuerzaduranteunrato, justoantesdeañadir—:Peroprométemequealgomecontarás. Le doy un manotazo en el hombro pero enseguida le sonrío mientras cojo mis cosas y me dirijo al exterior. Cuando salgo me encuentroaJacksentadoenlamoto,conlacabezaagachada,apurandoel cigarrillo. —Yaestoy—digoacercándomeaél. Me mira y me muestra una sonrisa de medio lado, dando una últimacaladaytirandoalsuelolacolilla.Sindecirmenada,mealcanzami casco y espera paciente mientras me lo coloco y me siento detrás de él. Está raro, algo le pasa aunque él insista en desmentirlo, así que decido darle el tiempo que necesite e intento transmitirle mi apoyo de la única maneraquesemeocurre,haciéndolesaberqueestoyahíparacuandome necesite,abrazandoconfuerzasucintura. Eltrayectohastacasa,comoeshabitualcuandoyovoyconél,lo haceconrelativacalma.Sepermitedarmásgasenalgunostramosrectos, peronocometeningunalocuradelasqueestoyseguraquehacecuando yonoestoy. Menos de media hora más tarde, entramos en mi apartamento. Cuando salgo del dormitorio después de haber dejado mis cosas, le veo tirado en el sofá con una cerveza en la mano y un brazo tapándose los ojos.Suscosasestánrepartidasportodoelapartamento:suchaquetaenel respaldo del sofá, el casco y las llaves en la encimera de la cocina, los teléfonos encima de la mesa del comedor… O sea, todo tirado en el primer sitio que ha visto mientras hacía el recorrido cocina – nevera – sofá. Espera… ¿Dos teléfonos? Nunca hasta ahora se los había visto… Unoseráeldetrabajoyelotroelpersonal,aunqueyosiemprelehevisto utilizar el mismo… Me encojo de hombros y me dirijo a la cocina a servirme una copa de vino y a mirar qué hago de cena. Por el camino enciendoelreproductordelIpodyempiezaasonarunatrompetaaritmo de jazz. Sonrío al recordar la tarde y parte de noche que pasamos guardandocentenaresdecancionesenelaparato.Fueunadeesasveladas en las que todo lo que ocurriera fuera de mis cuatro paredes, carecía de importancia.Todolocontrarioahoy,piensotorciendoelgesto. Veinteminutosdespués,conlasalsadelosespaguetisyahechayla pastahirviendo,pongoeltemporizadordelacocinaparanoolvidarmede ellos, cojo la copa de vino y me acerco a Jack, que sigue en la misma posturadeantes.Mearrodilloasuladoypasomimanoporsupelo.Al notar el contacto, aparta su brazo y me mira entornando los ojos y esbozandolamismasonrisafalsadeantes. —No te esfuerces, Jack. Empiezo a conocerte lo suficiente como parasaberqueesasonrisaesforzada.¿Enserionoquierescontármelo? Élmecogelamanoymelabesa.Memiraperosiguesindecirme nada. Se limita a tragar saliva como si su garganta estuviera atravesada porcuchillosyledolierahorroreshacerlo. —AntesdequeNathanentraraenlatiendaestabasbien,oseaque tucambiodehumorlohaprovocadoél.Hacer,nohevistoquehayahecho nadamalo,alcontrario,asíquedebeserporalgoquesabesdeél.Mediste aentenderquelehabíasinvestigadounpocoyquenotefiabasdeél.Yo pensaba que era el típico sentimiento protector de padre, que ningún hombreessuficientementebuenoparasuhija,peroempiezoapensarque esalgomás… —Eresbuena—dicelevantandounaceja. —Entonces,¿tengorazón? Dejaescaparelaireporlabocaconfuerzaysefrotalasiencon los dedos. Me subo al sofá y, encogiendo las piernas, me acurruco a su lado mientras él se medio incorpora para hacerme sitio. Me mira fijamente durante unos segundos, hasta que al final parece rendirse y compartirlainformaciónquesabeyquepareceestarmachacándole. —Nathan es Marine. Ha estado cerca de seis años destinado en Afganistán, hasta que le dieron la baja psiquiátrica por estrés postraumático. Sufre insomnio, tiene pesadillas recurrentes, ansiedad al relacionarse con otras personas, alucinaciones, episodios violentos cuandoseencuentrabajopresión,palpitacionesytaquicardias,ydecenas desíntomasmás… Le observo atentamente sin siquiera parpadear para no perder detalle de sus explicaciones. Él hace una pausa buscando las palabras adecuadas,agachandolavistayentreteniéndoseenquitarlaetiquetadela botelladecerveza. —Pero… ¿Kate lo sabe? O sea, quiero decir, si Nathan es peligrosoparaella,tuhijadeberíasaberlo. —Losabe—diceaúnconcentradoenlabotella. Mequedoconlabocaabiertaduranteunossegundos. —Entonces… —Intento sopesar mis palabras detenidamente pero enseguidamequedoenblanco. —Nathanestáentratamiento.Katelosabeyleestáayudando.Élle fue sincero desde el primer día. Ella dice que él nunca le hará daño y, aunque no puedo evitar preocuparme, la creo. Sé que en ningún caso le harámásdañodelqueyolehicealabandonarla. Agacha la vista y sus dedos siguen rascando la etiqueta de la botella con terquedad. Poso mi mano encima de las suyas para tranquilizarle y cuando me mira, sus ojos me muestran una infinita tristeza.Measustoalverletanfrágilyvulnerable,muydiferentedelJack queyoconozco. —Ymedoycuentadelogilipollasquehesido.Conél,conella… contigo. ¿Conmigo?Arrugolafrenteenseñaldeincomprensión,aunqueno digonada.Creoqueessumomentoparadesfogarse,paraliberarpalabras queapresabaensuinteriordesdehacíatiempo.Yahabrátiempoluegode obtenerrespuestas,asíqueaprietounpocomássumanoyledejoseguir hablando. —No sé hacerlo de otro modo, Maddie —dice negando con la cabeza—.Nosérelacionarmeconlagentesinoeshaciéndolesdaño. —Jack… Eso no es verdad. A mí me haces feliz —digo acercándomemásaélyacariciandosumejilla. —No —Mueve la cara bruscamente y retiro mi mano algo sorprendida—.ApesardequeKatemedijoqueerafelizconélydever conmispropiosojosqueadoraaminietoyquehacemaravillasporél, decidícomportarmecomoelcapulloquesoyyleasaltéenelparque.Ni siquiera sé porqué lo hice… Es lo que había hecho con los tíos que se habíanacercadoaella,aunqueenesoscasos,ellanoestabaenamorada… Yahorasíloestá,amboslosestán. —¿Pegaste a Nathan en el parque? —pregunto sin poderme creer deltodomipregunta—.¿Éltehizoestoenlacara? —Sí, no contaba con que además, en este caso, él sabe pegar bastante bien. Encima, por imbécil, me podría haber llevado una buena palizasinohubierasalidocorriendoatiempo. Sepasalamanoporelpeloymiraaltechoresoplando.Sequeda enesaposturamientrasyoleobservo.Veolanuezensugargantasubiry bajarcuandotragasaliva. Seacabó.Yanopuedoaguantarmisilenciomás.Cadavezsonmás las preguntas que me asaltan la cabeza e intento hacerme un esquema mental para no olvidarme ninguna y aunque intento dejarle el tiempo necesario, hay varias dudas que me asaltan y que siento la necesidad de solventar. —Me dijiste que hacía tiempo que no tenías contacto con Kate. ¿Cómo sabes entonces que está enamorada de él? ¿Cómo conoces a Nathan? —Hundo los dedos en mi pelo como si de esa manera aclarara misideasyaunquequierohablarcontranquilidadynoagobiarlecontanta pregunta, la verdad es que no puedo parar—. ¿Has dicho que has sido testigocontuspropiosojosdelabuenasintoníaentreNathanytunieto? ¿Cómo sabes de su enfermedad? Tienes que tener unos contactos muy buenos…¿Nosesuponequeexisteunaespeciedesecretoprofesional? Jack carraspea y se incorpora del todo hasta quedarse sentado frenteamí.Parecealgoagobiadoporlacantidaddepreguntasquelehe hecho,perohedecididoque,aunquevoyadarletiempoyaayudarleenlo quepueda,estoyalgocansadadesecretos.Sémuypocodeélynecesito conocerle. —Hehabladoconellavariasveces.La…laheseguidoy…mehe escritonotasduranteañosconella…hastaquesecansódenuestrojuego, yentoncesCodycogiósurelevo… Palidezcopormomentosconformelaspalabrasbrotandesuboca. ¿Seguirla?¿Notas?¿Quéclasederelaciónhatenidoconsuhija? —Noentiendonada,Jack… —Maddie,tengoquecontarteunacosa,quierohacerlo,perotengo miedodeque…huyasdemí.Noquieroquemedejes. —Vale,ahorasímeestásasustando… Meapartounoscentímetrosdeéldemanerainconscientemientras las lágrimas resbalan por el rostro de Jack. Sin poderlo evitar, me contagioyyotambiénempiezoallorarporquealgomedicequeaunque hemos empezado hablando de su hija, la conversación gira bruscamente enotrorumbo. —¿Jack? —¿Ves?—dicenegandoconlacabeza—.Soloconsigohacerdaño alosquemerodean…NopuedovertellorarMaddie. Selevantadelsofádejandolabotellaenlamesadecentro.Pasea nerviosoarribayabajopordelantedemí.Setocaelpeloconstantemente ysefrotalosojosconambasmanos. —¡Dimeyaloqueseaquetengasquedecirme,porqueestaagonía me está matando! —digo en un tono más alto de lo habitual en mí, productodelosnerviosquemecorroen. —Maddie…VeraNathanhoy…mehahechodarmecuentaque,al igualqueélhahechoconKate,yotengoquesersincerotambiéncontigo. Telodebo,eslojusto.Yaunquemeaterre,porqueahoramismonosabría qué hacer sin ti, cuando sepas mi verdad tú decides si quieres seguir dándomeunaoportunidad. Meremuevoenelsofáydejolacopaenlamesadecentro.Poso lasmanosenmiregazoyempiezoafrotarlascontraelpantalón.Nosoy capaz de mirarle durante largo rato, así que intento fijarme en un punto indefinido de la habitación, preparándome para lo que venga. Lo estoy pasandofatal,tengolacaradescompuesta,lasmejillastotalmentemojadas porlaslágrimasyellabiometiemblasinparar.Intentosecarmelosojos constantemente,peronodejodellorarysollozar. Entonces Jack se acerca y se sienta en la mesa de centro frente a mí,poniendounapiernaacadaladodelasmíasycogiendomismanos. —Maddie, no te he dicho toda la verdad acerca de mi trabajo — Resoplacomosiestuvieraarmándosedevalor—.Enrealidad,soyagente del FBI, agente encubierto. Llevo veinte años infiltrado en un clan de la mafiarusaquesededicaalacompra-ventailegaldearmas. Sequedacalladounossegundos,expectantepormireacción.Creo quesiabromáslosojos,semellegaránasalirdelascuencasyllevotanto ratoconlabocaabierta,quesemehasecadolagargantaysoyincapazde emitirningúnsonido. —Poresomealejédemimujerydemihija.Mitapaderateníaque ser perfecta. Además, el clan de los Kozlov es gente muy peligrosa y violentaysillegabanadescubrirme,preferíaquememataranamíantes queamifamilia.Mealejédeellasparaprotegerlas,peroJanetsecansóde esperarme y se divorció de mí, llevándose a Kate con ella. Decía que estaba harta de estar casada con un fantasma… Años después, tras sufrir una larga enfermedad, ella murió. No estuve a su lado para apoyarla en esos momentos duros, y ella se encargó sola de criar a nuestra preciosa hija.JustoloqueahoraestáhaciendoKateconCody,conladiferenciade queellahaencontradoaesealguienespecial. Agacha la vista hacia nuestras manos entrelazadas y yo hago lo propio. Me acaricia con sus pulgares, trazando líneas imaginarias en mi piel.Siguetragandosalivacondificultadysurespiraciónesmuyagitada. En ese momento, como una interrupción divina, el reloj de la cocina suena para informar de que el tiempo de cocción de la pasta ha llegado a su fin. Me levanto con rapidez, como queriendo escapar de la situaciónqueyomismamehebuscado.Apagoelfuego,buscouncolador yescurrolapastaenelfregadero.Lohagotodoconmuchalentitud,como simecostarahorrores,comosideesamaneraretrasaratodoloposible volveraesaconversación.Retrasandoalmáximoelhechodeconocerla realidaddelapersonadelaquemeheenamorado. Derepentenotosualientoenminuca.Noseatreveatocarme,pero supresenciaesmásqueevidenteparamíporquetienealgoquehaceque toda mi piel se erice. Poco a poco, como si me pidiera permiso, noto comosusbrazosrodeanmicinturaysupechosepegaamiespalda.Oigo surespiraciónagitadayséquetienemiedodemireacción,ynoleculpo, porque yo también la tengo. Aunque tengo muchas dudas que quiero resolver, y muchas preguntas rondando mi cabeza, tengo pavor a las posiblesrespuestas. —Y… ¿Y cuál es exactamente tu papel con… con los rusos? — preguntosinlevantarlavistadelacomidaysingirarme. —Bueno…empecésiendoelchicodelosrecados,porasídecirlo, yahorasoylamanoderechadeKolya,elcabecilla.Soylacabezavisible porqueélsemantienealasombra,tomalasdecisiones,peroyosoyelque lasllevaacabo. —¿Llevaracaboqué? —Todo —dice soltando un largo suspiro—. Mediar con nuestro proveedor y nuestro comprador, coordinar recogidas y entregas, comprobarlamercancía,controlaranuestrostrabajadores… —¿Pero a la vez eres agente del FBI? ¿Y llevas veinte años así? ¿Porquétantotiempo? —Nosotrostambiénpensábamosquelosíbamosaatraparantes… Peromisjefesquierenpillarlesatodos,Kolyaincluidoycréemecuando te digo que es muy listo… Como ya te he dicho, él toma las decisiones, pero yo soy la cabeza visible. Primero necesitamos el tiempo necesario para ascender dentro de la organización, para ganarme la confianza suficiente para estar donde estoy ahora. Una vez conseguido eso, esperamosatenerunaoperaciónlosuficientementegrandecomoparaque los cargos fueran los suficientes como para encerrarles de por vida. Y luego,conseguirqueKolyaseinvolucraralosuficientecomoparapoder pillarleaéltambién. —¿Yesostrabajos…?Eslamafiarusa… Nomeatrevoaseguirhablando.Labolaquellevalargoratoenmi gargantasehahechotangrandequenomedejacasirespirar,asíquede hablar ya ni hablamos. De todas formas, creo que él se imagina lo que quieropreguntarporqueentoncesmegiralentamenteparaquelemireala cara.Susmanossiguenenmicinturamientrassusojosinspeccionancada porodepieldemicaraparaintentardescifrarmireacciónasuspalabras. Arrugalafrenteysuslabiosseaprietanformandounafinalínea.Porsu gesto, me imagino su respuesta y casi de manera inconsciente, intento alejarmedeéllospocoscentímetrosquelaencimeradelacocinamedeja. Agacholacabezapreparándomeparalopeor. —Maddie,hehechocosashorriblesdelasquenoestoyorgulloso. Vale,ahíestálaconfirmación. —Muchas veces, para hacer creíble mi tapadera, he tenido que comportarme como ellos, hacer las cosas que ellos hacen… —Se queda ensilencioyentonces,comosimehubieradadounaseñal,levantolavista hastaquenuestrosojosseencuentran. —¿Inclusomatar? Susojossequedanestancadosenlosmíosduranteunossegundos quesemeantojaneternos.Intentatransmitirmeconellostodalacalmaque nisusgestosnisuspalabrasconsiguen. —Inclusomatarasangrefría…—confiesafinalmente. Sinpensarlo,retirosusmanosdemicinturaymeescabullohacia elsalón.Mequedounratoplantadaenmediodelaestancia,dandovueltas sobremímisma,sinsaberexactamentequéhaceracontinuación.Incluso mecruzalaideadecogerlapuertaylargarme,peroluegorecuerdoque estamosenmiapartamentoynoenelsuyo.Finalmente,misojosseposan en la copa del vino que dejé antes en la mesa de centro y me tiro a ella desesperadamente.Mebeboellíquidodeuntragoymedirijoalacocina paravolverallenarmelacopa.Cuandoestoyamediacopa,Jacksepone frenteamí,alargalamano,mecogelacopayladejadenuevoencimadel mármol. —Maddie,porfavor…Mírame… Soy incapaz de levantar la cabeza. Soy incapaz de mantenerle la miradayenfrentarmeaél,veralnuevoJackquesepresentaantemí.Me faltaelaire,necesitorespirar,asíquepongodistanciaentrenosotrospero élmealcanzacuandollegoadormitorio.Intentacogermedelbrazopara frenarmihuidayyomegirobruscamentedándoleunmanotazoparaque nometoque.Mireacciónledejaperplejo,peronolointentadenuevo. Ambosnosmiramosdetenidamente,sinmovernos,respirandocon tanta fuerza que nuestros pechos suben y bajan sin cesar. Los dos con la cara desencajada y bañada por las lágrimas, los dos con el miedo reflejado en los ojos. Miedo a que yo no sea capaz de encajar que la personadelaqueestoyenamorada,lapersonaquemehahechorevivir, hayahechocosasterribles. —¡¿Porquémelocuentasahora?!—legrito. —Yo… —Empieza a contestar confundido—. No te lo dije antes porquequeríaprotegerte.Porlamismarazónquemealejédemimujery mihija,aunquedetimeesimposiblealejarme… —¿Ymelocuentasahoraporqueyanohaypeligro?¿Oporquete da igual que algo me pase? —digo moviéndome nerviosa por la habitaciónconJacksiguiéndome. —¡No!Telocuentoporque…porque…porquemehedadocuenta dequenointentoprotegertedeellossinodemí.Notengomiedodeque Kolyaseenterequetengounarelación,muchoslatienenynopasanada. Tengo miedo de que no quieras estar conmigo por quien tengo que ser debidoamitrabajo. Me dejo caer en la cama con las manos en mi regazo. Jack se agachadelanteaunquenoseatreveatocarmesinoqueapoyalasmanosen elcolchónaambosladosdemispiernas. —Desde que estoy contigo no he estado centrado al 100% en mi trabajo… Y Kolya se ha dado cuenta. Han comprobado mi teléfono y saben de tu existencia —Levanta una de las manos como si fuera a acariciarmelacara,peroselopiensamejoryladejasuspendidaenelaire amediocamino—.Nopasanada,Kolyanomepuedeimpedirquesalga conalguien…Soloquedeberíassaberquehastaquetodoestoacabe,no estássaliendoconJackHoran,sinoconIgorKuznetsov. —Perosihancomprobadotuteléfonoesporque… —Sí—asienteconlacabeza—.Porquepuedentenersospechasde mí. Pero no saben nada ni pueden probar nada en mi contra. No pasa nada… —¿Yporquémelocuentas?—sollozo. —¿Preferiríasnosaberlo?—preguntasorprendidoypasadosunos segundosenlosquenorespondoporquerealmentenoséquécontestar,él añade—:NathanhasidosinceroconKateentodomomentoymehadado ciertaenvidiayquizá…nosé…teneresperanzasdequepodríasseguira miladoaúnsabiendoloquesoy… Laslágrimasmojanmismanosymeveoobligadaasorberporla narizvariasveces.Séquedebodeestardepena,peroahoramismoesees elmenordemisproblemas. —Maddie, esto va a acabar en breve. La operación está casi acabada y si todo sale bien, en pocas semanas pueden estar todos entre rejas. Y entonces lo dejo, te juro que lo dejo. Antes no me lo había planteadosiquieraporquenoteníaanadieesperándomefuera,yolesalejé demilado…peroahoratetengoati… Mevaaestallarlacabeza.Noparodedarlevueltasatodoloque mehacontado. —¿Yaquiénheconocidoyo?¿AJackoaIgor?¿Quiéndelosdos eselquemeabrazabaalbailar?¿Elquemehacíareír,elquemebesabao el que me follaba por las noches? —digo siendo consciente que mi voz tiene cierto tono de ira—. Siento como si de repente haya estado compartiendo cama con un desconocido… Un extraño capaz de pegar palizasoincluso…matar. —Yo soy así —dice abriendo los brazos—. Tal cual me he mostrado ante ti. Soy el que te llevó a la cabaña aquellos días, el que piensaenticadasegundodeldía,elqueteechademenossinotepuede tocar,aúnteniéndoteenfrente…Nosoyelquemataopegapalizas,aunque ten por seguro que si fuera necesario, mataría por ti sin dudarlo un segundo. Coge mi cara entre sus manos y levanta mi cabeza hasta que nuestrosojosvuelvenaencontrarse.Intentoveratravésdeellosmientras decenas de palabras rebotan en mi cerebro. Palabras como “mafia” o “ventailegal”bailanjuntoaotrasmáspositivascomo“agentedelFBI”o “sinceridad”.Lacuestiónahoraes:¿quépalabrastendránmáspesoenmi cabeza? —Maddie…—Tragasalivaysusojosvuelvenahumedecersetras unossegundosdesequía—.Túeresloúnicorealenmivida. Comounaautómata,melevantodelacamay,esquivándole,salgo deldormitoriocomosialejándomedeélpudieracogerelairesuficiente como para poder volver a respirar con normalidad. Llego a la cocina y apoyolaspalmasdelasmanosenelfríomármoldelaencimera.Estavez, nomehaseguido,hasalidodeldormitorioperosehaquedadoapoyado enlaparedopuestadelsalón.Tienelasmanosmetidasenlosbolsillos,y lacabezaagachadaconlavistafijaenelsuelo. —¿Quieresquememarche?—preguntaconunhilodevoz. Niyomismasélarespuesta.¿Quieroquesemarche?¿Soycapaz deestarconélsabiendoqueencuantosaleporlapuertaseconvierteen uno de los cabecillas de la mafia rusa? O por el contrario, ¿puedo vivir sinelhombredelqueestoyperdidamenteenamoradaporlapersonaque esfueradeestascuatroparedes? Cierro los ojos y respiro profundamente. Todo está en silencio alrededor,exceptoporlamúsicadeunadelascancionesfavoritasdeJack, “Stillgottheblues”deGaryMoore. Yo no la conocía hasta que me la puso esa tarde que pasamos estirados en el sofá escogiendo las canciones para nuestra lista del Ipod. Medijoquesiemprelehabíagustado,peroquedesdequeestabaconmigo, laletracobrabaaúnmássentidoparaél. De repente sé la respuesta. Adoro esos momentos que pasamos juntosporsusencillez,porquenonoshacefaltanadamásquetenernosel uno al otro. Me encanta poder ser yo misma con él y es justo lo que él pretendeconseguirconmigo,mostrarsetalcual,sinocultarmenada. Empiezoacaminarhaciaélymesitúoenelhuecoquehadejado entre sus piernas. Le cojo la cara y levanta la vista con los ojos muy abiertos.Memiraconunamezcladesorpresayesperanza,sinsabercómo tomarseaúnmireacción. —No.Noquieroquetevayas. Segundos después de escuchar mis palabras, Jack rompe a llorar desconsoladamente.Sinfuerzasyaniparatenerseenpie,dejaresbalarsu espaldaporlaparedhastaquedarsesentado.Doblalasrodillasyapoyalos codos en ellas, hundiendo la cara entre las manos, mientras su cuerpo tiemblairremediablemente.Meagachoymehagositioentresuspiernas, apoyándomedecostadoensupecho,besandosuslágrimasyacariciando su mejilla con mi mano. Él esconde su cara en mi cuello mientras sus brazosmerodeanymeaprietancontrasucuerpo. —Gracias.Gracias.Gracias—Noparaderepetircontramicuello —. No te voy a decepcionar y te prometo que en cuanto todo acabe, lo dejo. —Mas te vale porque ahora que sé que tu trabajo es algo más… peligroso,novoyarespirartranquilahastaquenotetengaamiladocada noche. —Eresincreíble—dicemirándomealosojosmientrasyoleseco cariñosamentelasúltimaslágrimasdelacara. —Ya será menos —digo esbozando una leve sonrisa—. Lo que pasaesquenoquieroperderalaúnicapersonaquemehahechofelizen todamivida.Nomássecretos,¿vale? —Vale—diceasintiendoalavezconlacabeza. —Yprométemequetendrásmuchocuidado.Noquieroperderte. —Loprometo. —Y… —digo girándome algo más para quedar cara a cara—. Yo…¿Creesquesiguensospechandodeti? —Nolosé.Perotengomigenteenello,alosmíosdeverdad,mis compañerosdelFBI—tragasalivayagachaunsegundolacabeza,hasta que vuelve a mirarme y añade—: Hace días que tengo a varios hombres pendientesdeKate,deCodyydeti. —¿Quéquieresdecir?¿Mesiguen? —Noexactamente,perodigamosquecuandonoestoyyocontigo, hayalguienpendientedeti. —¿Enlatienda? —Ajá. —¿YdeKateyCody? —También.Poresosétambiéntantascosasdeellos. —¿Creesenserioquenospuedenhaceralgo? —Notienennadaynoleshedadomotivosparadesconfiar.Perosé cómoactúanynoestádemásprevenir.Perotejuropormividaqueno permitiréquetepasenada. —¿Ahorahayalguienabajo? —No.Ahorateprotejoyo. —¿YconKate?¿OaellalaprotegeNathan? —Podría hacerlo, sin dudarlo, pero no sabe que tiene que protegerlaniaquiénseenfrentasitienequehacerlo,asíqueensucaso, aunqueélestéconella,hayunagentevigilando.InclusoahoraqueCody estádecampamentos,hayunhombreinfiltradoporlazona. Micaradepreocupacióndebeserevidenteporqueenseguidalleva sumanoamimejillayempiezaaacariciarme. —Sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero te prometo que todoacabaráprontoynovoyapermitirquenadaospase. Me acurruco entre sus brazos mientras dejo que me cuide. Me acaricia y me besa durante largo rato y aunque seguimos sentados en el suelo,estamostanagustoqueninosacordamosdelacenahastacasidos horasdespuéscuandooímosrugirlastripasdeJack. —Será mejor que alimente a mi guardaespaldas si quiero que ejerzasumisiónconlamayordelasgarantías. Mientras cenamos prácticamente no hablamos, pero algo en el rostrodeJackhacambiado.Tienelamismacaraderelajaciónquetenía cuando pasamos esos días en su casa, cuando me dijo que ahí era él mismo. Y ese nuevo Jack, a pesar de la doble vida que se ve obligado a llevar,meencanta. —¿Nuncahastenidomiedoenestosveinteaños?—ledigoalgunas horasdespués,estiradosenlacama,conmicabezaapoyadaensupecho mientrasnotosuscariciasenmiespalda. —Cada día, pero nada comparado con el que he sentido hace un rato,cuandopensabaquemeibasadejar. CAPÍTULO25 Kate —¿Es tuyo este coche? ¿Por qué no me lo has enseñado antes? ¿Porquévassiempreenmetro?¿Porquénomevienesabuscaralcole conél?¿Porquéllevasunasilladeniño? Nathanlemiraatravésdelespejoconcaradeasustadoyagobiado mientrassucabezaprocesalaspreguntasdeCodyatodavelocidad. —Porfavor,dimequenotearrepientesaúndehabernosinvitadoa pasar estos días contigo —le digo poniendo cara de circunstancia—. Cuandoduermeesunamonada… —Tranquila.Esrápido,peromeestoyacostumbrandopocoapoco —diceantesdevolveracentrarseenelpreguntónquellevamosdetrás—. Síesmío.Noteloheenseñadoantesporquesiempreestáaparcadoenel garaje.Voysiempreenmetrooapieporqueesmásrápido.Notevoya buscaralcoleconélporquevivesacincominutosapie.Yllevounasilla paraniñodesdeayerporquelafuiacomprarespecialmenteparati.¿Me he olvidado de responder algo? ¿Te parecen bien las respuestas? ¿Es cómodalasilla?¿Tieneshambre? —Eh…No.Sí.Síyaúnno. Se sonríen mutuamente mostrando la buena conexión que tienen. VeocomoCodylevantaelpulgarmientrasNathanmirasatisfechohaciala carretera. —¿Dormiremosenelcoche?—dicemientrasenciendeyapagasu linterna, que ha insistido en llevar con él a pesar de que le he repetido decenas de veces que no iremos de acampada nada más bajarnos del coche. —Tú puedes dormir cuando quieras, pero pararemos a pasar la nocheamediocamino. —¡Guay!¿YmontaráslatiendadecampañaNathan? Resignada y resoplando por la boca, apoyo la frente en el reposacabezasdelasientoymirodereojoaNathan,alqueseleescapala risa. —Laideaesdormirenalgúnhoteldecarretera,perosiatitehace ilusión,cojolatiendaytelamontoparaqueduermasdentro—contestaél divertido. —No, con vosotros. Me lo prometisteis —dice Cody poniendo caradepena. —Oye, te prometimos que iríamos de acampada y te dije que no seríaloprimeroqueharíamos.¿Síono?¿Quétedijecuandomeinsististe enllevarlalinternaenlamano?—ledigoalgocansada. —Que la guardara porque no íbamos a ir de acampada nada más llegar—merespondeenvozbaja,demaneraquecasinoseleescuchay esquivandomimiradaconscientedequetengorazón. —Bueno —dice Nathan mirando a Cody a través del espejo de dentrodelcoche—.Yaveremosavercómonoslomontamos,¿vale? Codylemiraconunasonrisadeorejaaorejamientrasasientecon la cabeza y levanta los brazos. Miro a Nathan levantando una ceja y poniendo cara de circunstancia, gesto al que él responde haciendo un chasquidoconlalenguayquitándoleimportancia. —Déjale. No pasa nada. Estamos de vacaciones, ¿no? —dice en voz baja, dejando de mirar a la carretera solo por un segundo para guiñarmeunojo. —Leconsientesdemasiado. —Talvez—contestaencogiéndosedehombros. Sonríomientrasmesientodeladoyleobservo.Laverdadesque nosmimamuchoalosdosynomehacostadonadaacostumbrarmeaello. Nuestra relación, a falta de algunos detalles, se ha convertido en más o menosformal,comolaquetienenmuchasparejas.Cadatarde,Nathanse encargaderecogeraCodyenelcolegioyjuntosvienenaesperarmeala cafetería.Despuésvamosalparqueinfantil,apasearoinclusoacomprar alsupermercado.Porlanoche,mientrasRosesequedaconCody,Nathan me espera en la parada de metro de siempre y me acompaña hasta casa. Sube conmigo, lee unas páginas del cómic que toque con Cody y luego, trascharlarduranteunrato,sevuelveparasucasa. —Comocualquierpareja…—pienso. Conlaexcepcióndequeseguimossinirmásalládecogernosde lamanoydeabrazarnos.Hahabidovariosintentosdebesoperosiempre se han ido al traste, o por interrupciones del enano, o por su propia imposibilidad para ir más allá. Además, desde que Cody ha vuelto del campamento, no se ha quedado a dormir en casa ninguna noche más. Aunque han remitido considerablemente y soy totalmente capaz de calmarle, Nathan no quiere que sea testigo de sus pesadillas para no asustarle. Asíque,aunquemeavergüenceadmitirloporqueséqueledijeque leesperaríaeltiempoquenecesitara,tengomuchasesperanzasenqueen algúnmomentodeestasminivacacioneshayaeseacercamientoquetanto espero. —¡Noseoyelaradioooooo!—Elbichodeatrásmealejademis pensamientos y me doy cuenta que Nathan tiene un ojo puesto en la carreterayotroenlaradiomientrascambiadedialintentandobuscaruna emisora. —¿Esta? —dice con una sonrisa burlona mirando a Cody por el espejocuandoseempiezaaoírmúsicareligiosaporlosaltavoces. —¡No!—contestaCodydivertidonegandoconlacabeza. —¿Yesta?—dicemientrasseoyelavozdeunlocutordeportivo narrandounpartidodefútbolamericano. —¡Sí!—dicenlosdosalavezalzandolasmanos. —¡Nihablar!—saltoyodándoleunmanotazoaNathanenlamano —.Déjamebuscaramí. Trasvariosintentos,encuentrounaemisoraenlaqueestásonando una canción que sé que a Cody le encanta, y que solemos bailar como locoscadavezquesuenaenmiIpod,asíqueladejoylemiroguiñándole unojomientrasaélseleiluminalacara. —¡Sí! —dice levantando las manos por encima de la cabeza y moviendosupequeñocuerpotodoloquelasillalepermite. Los dos cantamos la canción a gritos mientras bailamos como solemos hacerlo en la cocina de casa cuando la escuchamos. Ambos hacemos como si cantáramos con un micrófono en la mano mientras Nathanríeacarcajadas. —Estáisfatal…—dicenegandoconlacabeza. —Nosencantaestacanción.¿Senota?—digoponiendounamueca divertida. —Y luego te disculpas cuando tu hijo se comporta como si le hubieranmetidounadosisdeadrenalinaenvena…¿Novesquécanciones escucha?—medicemientrasyolesacolalenguacomorespuesta. Cuando la canción acaba, me recuesto en el asiento mientras recobro el aliento y le observo conducir. Sus ojos se desvían de vez en cuando hacia mí y hacia el asiento trasero para comprobar que Cody va bien. Me encanta la pose sexy que tiene cuando está concentrado, y es comohipnótico,nopuedodejardemirarle… —¿Kate?¿Kate?Eh… Abrolosojospocoapoco.Mellevavariossegundosdarmecuenta dedondeestoy,hastaqueveoaNathanamilado,manteniendolapuertade miladoabierta. —¿Me he dormido durante mucho rato? —pregunto aún algo desorientada. —Unmontonazo—diceCodyapareciendotambiénanuestrolado. —Unas dos horas —me dice Nathan sonriendo cariñosamente—. Heencontradounhotelquetienebuenapinta.Tienenhabitacioneslibresy restaurante,asíquepodemoscenaraquítambién.¿Teparecebien? Asientoysalgodelcoche.Medesperezoymedoycuentaqueyaes denoche,asíquemiroelrelojyveoquesonlasochopasadas. —¿Dóndeestamos? —A las afueras de Fort Payne, Alabama —Y al ver mi cara de sorpresa añade—: No estaba cansado y he decidido hacer algunos kilómetrosmás…Asímañanatenemosmenoshorasdecamino. —Sientohabermedormido.Menudacopilototehasbuscado… —No te preocupes. Cody no ha parado de hablar en todo el trayecto. —Madremía—digonegandoconlacabezayapoyandolafrente ensupechomientrasmedejoabrazarporsusfuertesbrazos. —¡Vamos! ¡Vamos! —dice Cody saltando a nuestro alrededor—. Vamosaacampar. —¿Segura de que no ha tomado café? —susurra Nathan en mi oreja—.¿Éxtasisquizá? —Te juro que aunque ahora te parezca mentira, se dormirá — contesto. Reímos un rato con el pequeño saltamontes danzando a nuestro alrededormientrasnosdirigimosalarecepcióndelhotel,quetienepinta desereltípicodecarretera.Lashabitacionessoncomominiapartamentos adosadosunoalladodelotroyhayunpequeñorestaurantealladodela recepción. —Venga, Cody. Vamos a pedir las habitaciones —dice Nathan mientrascaminamoshacialarecepción. —¿Habitaciones? —Cody se frena en seco—. ¿No duermes con mamáyconmigo? —Eh…—balbuceaNathansinsaberbienquéresponder. —¿Eso te parecería bien, Cody? —pregunto agachándome a su altura. —¿El qué? ¿Que Nathan duerma en la cama contigo? Es lo que hacenlosnovios,¿no? Le miro con los ojos muy abiertos y luego miro a Nathan, que niegaconlacabezademaneraimperceptibleparaCody.Mepongoenpie delantedeélypongolentamentemismanosalrededordesucintura,como meheacostumbradoahacerdesdequeestoyconél. —Tranquilo. —¿Ysitengounapesadilla? —Puesnopasaránada. —Noquieroasustarle… —Confíaenmí,¿vale?—digoacariciandosucaraconmismanos mientrasélcierralosojosresignado. Tras alquilar la habitación para pasar la noche, cenamos en el restaurante.Codysiguesindarsignosdedesfallecerysepasatodoelrato enumerandotodaslascosasquequierehacercuandolleguemosacasade Nathan, mientras nosotros no podemos dejar de mirarle entre sorprendidosydivertidos. —Ypodríamosiravercomomontanaloscaballosesosqueestán locos. —Unrodeo—contestaNathan—.Vale. —Y me gustaría llevar un sombrero de vaquero cuando me enseñesamontaracaballo. —Algunodebedehaberporcasadecuandoyoerapequeño.Todo tuyo. —Ytambién… —Cody —le interrumpo—. Relájate. Respira. Quieres hacer muchascosasysolovamosaestarcuatrodías.Intentaremoshacermuchas cosasdivertidas,teloprometo.Ahoraacábatelaspatatas. —Toma —dice Nathan dejando unos billetes en la mesa y guiñándomeunojo—.Yovoyyendohacialahabitación.Ahoratellamoy venís,¿vale? —Vale—contestoalgointrigadaapretandolamanoquemetiende. Le sigo con la mirada mientras sale del restaurante. Incluso me quedomirandoalapuertaunavezéldesapareceporella.Memuerdoel labio inferior de manera inconsciente porque me estoy dando cuenta sé que me estoy enamorando de él cada día más. Loca y perdidamente enamorada.YvercómosecomportaconCody,mehaceestarloaúnmás. —Tegusta. MegirohaciaCodyyleveosonriendoconlacabezaagachaday rojocomountomate. —¡Oye!—digolanzándoleunapatatafrita—.¿Yati?¿Tegusta? —Me cae bien mamá, ya lo sabes. Y es guay conmigo. Como le gustas,tienequetenermecontento.Eslisto. —¡Pero bueno! Eso no es verdad. A Nathan le caes bien y no porquetengaquehacertelapelota. —Nosé—dicearrugandolanariz—.Aqueltíoconelquetedabas besoshaceuntiempo,tambiéneraguayconmigoymecomprabamuchas cosas,peroloúnicoquequeríaenrealidaderaestarcontigoasolas. —¿YcreesenserioqueNathanesigual?Yocreoquetequiereun montón, cariño —digo, mientras Cody mira sus manos y se muerde la mejilla,comosinotuvieraclaroquécreer—.Telodigoenserio. EnesemomentomesuenaelteléfonoyveoqueesNathan. —Hola—contesto. —Yapodéisveniralahabitación. —Eh…vale…EsperaqueCodyseacabeelbatido. No sé qué es, pero algo trama Nathan, pienso mientras cuelgo el teléfono.Pocosminutosdespués,nosdirigimoshacianuestrahabitación. Cody sigue igual de emocionado, aunque el cansancio de todo el día se nota que va haciendo mella en él y su nivel de excitación ha bajado considerablemente. Camina cogido de mi mano hasta que ve a Nathan esperando fuera de la habitación. Entonces corre hacia él y se le tira en brazos. —¿Hascenadobien?¿Estababuenoelbatidodechocolate? —Sí—diceélapoyandolacabecitaensuhombro—.Peroestoyun pococansadoya. —¿En serio? —contesta Nathan mirándome con las cejas levantadas mientras yo levanto los pulgares en señal de victoria—. Pues perfectoporqueteacabodepreparartutiendadecampañaparadormir. —¿Qué?—decimoslosdosalavez. CodydespegalacabezadelhombrodeNathanylemirafijamente conlosojosmuyabiertos. —¿Unatiendadecampaña?¿Dónde?—dicemirandoalrededor. —Ennuestrahabitación—contestaNathanseñalandohacianuestra puerta. Ledejapocoapocoenelsueloysacalallavedelbolsillo.Codyse cogedesumanoyNathanmemiraconunasonrisaenlacara.Juntolas palmas de mis manos delante de mi boca y le devuelvo la sonrisa encogiendomishombrosalavez.Noséquéhatramadoperomeencanta veramihijotanemocionado. —¿Listo?—lepreguntamientrasCodyasientemirándoleconlos ojosllenosdeilusión—.Puesvamos. Abre la puerta y se queda en el umbral, sin traspasarlo mientras entroenlahabitacióndetrásdeCody. —¡Estoesgeniaaaaaaaaaaaaaaaal!—gritaelenanodandosaltos. —¿Cómo…?¿Cómohashechoesto?—pregunto. Me giro y le veo apoyado en la puerta con las manos en los bolsillos. —Conlassábanasyunospalosdeescoba—contestarascándosela cabeza—.EsunachorradaperoesloúnicoquepodíahacerparaqueCody tuvierasutiendadecampañaenlahabitación. —¡Me encanta! —grita Cody echándose a sus brazos de nuevo—. Venga,vamosaentrar.¿Ymilinterna?Vamosaapagarlasluces. —Eh, no tan rápido, listo. Primero hay que lavarse los dientes y ponerseelpijama—digoyo—.Losdos.Venga. —Síseñora—contestaNathanhaciéndomeelsaludomilitar,gesto queCodyimita. Cuando salgo del baño, con mi pantalón corto y la camiseta del equipodefútboldelinstitutodeNathanquemeagenciéhaceunassemanas yqueyaesmásmíaquesuya,meencuentroconlaslucesdelahabitación apagadas. Ellos ya están metidos dentro de la tienda de campaña improvisadayelhalodeluzdelalinternadeCody,traspasalatelablanca. La verdad es que está muy bien lograda. Ha juntado las dos camas, y ha puestodospalosdeescobaenlaunión.Deesamanera,alponerlasábana porencimadelospalos,haquedadounaformatriangular. —¿Sepuede?—digometiendolacabezapordebajodelasábanaa unladodelacama. —Sí,venmami,venamilado. —Pasaporencimademí—mediceNathan—.Concuidadodeque nosenosdesmonteelinvento,quemuyfiablenoes… Cuandomeestiroenmediodelosdos,Codyseacurrucaamilado, mientrashaceformasenlasábanaconlaluzdelalinterna. —Nathan, cuéntame una historia de miedo —dice entonces Cody —.Seguroqueenlaguerra,porlasnochescontabaishistoriasdeesas,¿a quesí? No puedo ver la cara de Nathan porque estoy estirada de lado mirandohaciaCody,peronotocomosucuerposetensaunpoco. —Verás, no contábamos historias de miedo Cody porque lo que veíamosduranteeldíayadabaelmiedosuficiente. —Vaya…¿Pasastemuchomiedo? —Mucho —responde casi en un susurro—. A veces, aún tengo pesadillasporlasnoches. Aloírsurespuesta,meechoparaatráshastaquemiespaldatocasu pecho. Noto su calor y su respiración al entrecortarse un poco, pero en lugardeecharseparaatráscomohubierahechoantaño,semantieneenel mismositioyrodeamicinturaconsubrazoderecho,mientrasmantiene lacabezaapoyadaensumanoizquierda. —¿Pesadillas? Pero tú eres muy valiente, Nathan —dice Cody empezandoabostezar. —Notanto…Measustanmuchascosas. —¿Enserio?Entonces…¿sepuedetenermiedoysersoldado? —Claroquesepuede. —¿Aquétienesmiedo? —Aperderos. —¡Yonomevoyaperder!—contestariendosinhaberentendido claramentelaspalabrasdeNathan. —Mequedomástranquiloentonces—sonríeNathan. —¿Tupapáteníamiedotambiéncuandoibaalaguerra? —Supongo. —Yointentarénotenerlocuandovaya. Suspiro amargamente al escuchar esas palabras. Ya lleva tiempo conesaideaenlacabeza,desdequemipadreleregalóeldichosomuñeco ydesdequeconoceaNathan,laidea,lejosdeolvidarla,legustaaúnmás. Sabe que no me gusta la idea, de hecho se la he intentado quitar de la cabeza en innumerables ocasiones, pero no ha surtido efecto nunca. Así quedecidídejarloestaryesperarqueconeltiempo,alhacersemayor,se lepase. Le observo mientras los ojos se le cierran y le acaricio la frente paraayudarlearelajarsetalycomohagocadanochecuandoseduermea milado. —Selepasará—diceNathanamioído. —¿Y si no se le pasa? —digo cuando ya se ha quedado profundamentedormido—.Nopodríasoportarlaideadequesefueray… novolviera,ovolviera… —¿Comoyo?—Aumentalafuerzadesuabrazomientrashundesu cara en mi pelo—. Escúchame, no voy a permitir que nada os pase y si tengoqueevitarqueCodycometalalocuradealistarseenelejército,lo haré.¿Deacuerdo? —Vale—digoasintiendoalavezconlacabeza. LamanodeNathanseacercaaCodyyleapartaunosmechonesde pelodelafrentemientrasyomepongobocaarribaparaverle. —Gracias por lo de hoy —le digo cogiendo su cara entre mis manos—.LoquehashechoporCody…Notengopalabras. —Nohasidonada.Meencantaverlefelizylaverdadesquecuesta bienpocohacerlo. Agachalavistahaciamíyesodejasucaraaescasoscentímetros delamía. —Oye,¿esacamisetanoesmía?—pregunta. —Era—levantalascejas,sorprendidoantemirespuestamientras esbozaunasonrisapícaraenloslabios—.Nomemiresasí.Teladejastey hueleati.Yaquenoqueríasquedarteadormirconmigo… —Yosíquieroquedarme,perotampocoquiero…asustaraCody. Me da algo de… vergüenza, que pueda ver el estado en el que me despiertotrassufrirunapesadilla. —Bueno,probemosestosdíasaverquétalva,¿vale? Asientelentamentemientrasacercasumanoamimejillaysuvista sepaseaportodamicara.Sonríomordiéndomeellabioinferioryélimita migesto.Dibujaunalíneaconsusdedosportodamicaraempezandopor la frente, pasando por las cejas, los pómulos, baja por la nariz y finalmenteposasupulgarenmislabios.Susojosseposandefinitivamente enelloscomosifueranelcentrodeluniverso.Sinpoderevitarlo,abrolos labiosysemeescapaunpequeñogemido.Cierrolosojosenelmomento enquesientoqueelcosquilleoquerecorríamicuerpohaprovocadoque me humedeciera por completo. ¿Cómo es posible que me provoque esto sinhabermesiquierabesado?¿Cómopuedeserque,aunsabiendoqueno vaapasarnadamásporquetenemosaCodyaescasoscentímetros,elroce desupielmeprovoquetodasestassensaciones? —No cierres los ojos —Su aliento rozando mis labios delata su cercanía—.Nodejesdemirarme. Mepierdoenelabismodesusojosazules,comosimehundieraen el océano, y me agarro con fuerza a su muñeca como si fuera la única manerademantenermeaflote. Apoyasuslabiosenlosmíosduranteunossegundosysientocomo siunadescargarecorrieramicuerpo.Entornalosojoslevementeyestoy segura qué él también ha notado su cuerpo reaccionar ante nuestro contacto.Abrelabocaysueltaunjadeoqueacojoenlamíaymismanos se hunden en su pelo a ambos lados de su cabeza. Succiona mi labio inferiorytiradeélmientrasmiespaldasearquea.Empiezoanotarcomo todo su cuerpo se tensa y cómo su respiración de vuelve cada vez más irregular.Pongounamanoensupecho,cercadelcorazón,ycompruebo como sus latidos también están descompasados. Entiende mi mirada de preocupación al instante y su mano se posa en mi nuca apretándome contra él e impidiéndome retroceder. Su lengua se introduce en mi boca mientras lentamente, y sin despegarse ni un centímetro, recuesta mi espaldacontraelcolchónyseinclinaencimademíapoyandosupesoen losantebrazos.Esunbesocálidoysuave,aunquearatosseacelerayse vuelveanhelante,ysulenguaatacasinpiedadalamía. EchaunvistazorápidoaCodyparacomprobarquesiguedormido. Cuandosumiradavuelveacentrarseenmí,sucolorazulsehavueltomás intenso y oscuro y su mano derecha empieza a acariciar mi cintura por debajodelacamiseta.Notosusdedosascendiendopormipielynopuedo evitarcerrarlosojosyecharlacabezahaciaatrás.Serecuestamásencima míoparallegaramibocaynotosuerecciónapretandocontramivientre. Micuerpo,delqueyanosoydueñaenabsoluto,actúaporcuentapropia,y mispiernasseabrenparaacogerleentreellas.Élseacomodaycuandosu erección roza deliberadamente mi sexo, le cojo de la cara e intento apartarleparaquedejedebesarme.Aldarsecuentadeello,seseparade golpeymemirajadeando,conelpechosubiendoybajandorápidamente. —Lo siento. Lo siento. No… —empieza a negar de forma compulsiva,conlacabeza—.Nopretendía… —Shhhhhh—digoatrayéndoledenuevohaciamí—.Tranquilo. —No puedo controlarme —susurra en mi oído—. No quiero que piensesquequieroforzarte…Porfavor,perdóname… —Lo sé. Tranquilo —Acerco mis labios a los suyos y le doy un beso casto pero intenso, manteniendo el contacto entre nosotros durante variossegundos—.Amítambiénsemehaidolacabezaynoeradueñade misactos… Sonríedejandoirelaireporlabocayapoyandosufrentecontrala mía. —Meencantaquemebeses—Apoyolasmanosensushombrosy pocoapocovoydescendiendohastasuspectorales,hastaqueempiezoa notar sus cicatrices a través de la tela de la camiseta—. No dejes de hacerlo,¿vale? —Vale —dice cumpliendo su palabra, y dándome varios besos cortos por toda la cara—. Aunque de momento tendremos que conformarnosconestos. Se estira a un lado, dejándome a mí en el medio de la cama. Me acerco hasta hundir la cara en su pecho. Inhalo su aroma, el mismo que dejóimpregnadoenlacamisetaquellevopuestamientrasnotosusdedos enmiespaldadándomeunascariciasrelajantes. —TequieroNathan.Hastaelinfinitoymásallá. Oigocomoríeyamítambiénsemecontagia. —Estáspirada.¿Losabías?Másqueyo.Tevoyatenerquepedir citaconTony… —Oye, no te rías… —digo dándole la espalda simulando estar enfadada con él—. Es algo que siempre me dice Cody. Es una frase de BuzzLightyeardelapelículaToyStory. —Vale,vale.Tecreo. Me rodea con sus brazos y me aprieta contra su pecho mientras hunde la cara en mi pelo. Oigo como inspira con fuerza mi aroma y, cuandosueltaelairesegundosdespués,meestremezcodepiesacabeza. —Yo también te quiero. Y a esa cosa de ahí, también —dice señalandoconeldedoaCody,quepermaneceestiradobocaarribaconlos brazosylaspiernasestirados,ocupandotrescuartaspartesdelacama. Yasímequedodormida,mecidaporelmovimientodesupechoy arropada por sus brazos, hasta que los ecos del ruido procedente de la ducha empiezan a llegar a mis oídos. Me remuevo perezosa mientras estirobrazosypiernas.Sigodebajodelatiendadecampañaimprovisada, peroaúnasínonotoentrarclaridad,asíquedebeserbastantetemprano. MiroamiizquierdayveoaCodydormirrelajadoconlabocaabierta.Sin hacer mucho ruido ni moverme demasiado para no despertarle, me escabullodelacamacuandooigocerrarseelgrifodelagua.Meacercoa laventanayveoqueaúnnohasalidoelsol.Medirijoconsigiloalbañoy llamo tímidamente a la puerta con los nudillos. Sin esperar a recibir respuesta,abropocoapocoymemetodentro. —¿Qué haces despierta tan temprano? —me dice Nathan sorprendidocuandomeve. —Teechabademenos… La verdad es que no sé cómo he sido capaz de articular esas palabras porque la imagen que tengo frente a mí, es simplemente espectacular.Llevaunatoallaanudadaalacinturamientrassesecaelpelo conotraquellevaenlasmanos. —Noqueríadespertarte—diceacogiéndomeentresusbrazos. —Bueno, así salimos temprano, ¿no? Dejaré dormir a Cody y le metemos en el coche tal cual —digo con los labios de Nathan pegados totalmente a los míos—. Cuando se despierte ya le cambiaré. ¿Te parece bien? —Ajá —Pierde el contacto conmigo lo justo y necesario para articular esa palabra y vuelve a la carga introduciendo su lengua en mi bocadenuevo. —Me quiero dar una ducha rápida —consigo articular con una sonrisa. —Puessepáratedemí… —Aléjatetú… —Comosiesofueratanfácil…—responde. —Vale—digoobligándoleadespegarsedemíagarrándoleporlos hombros—.Saldelbaño,vístete,veteaporunoscafésyunosdonutsyno meprovoquesmás. —Ala,casinada. Lasoncehorasrestantesdetrayectosepasanrelativamenterápidas. Codyduermedurantelasprimerascuatroycargapilaslosuficientecomo para acribillarnos a preguntas, chistes e historias varias durante el resto del camino. Nathan aguanta como un campeón a todas y cada una de las preguntasmientrasyolesmirodivertida. —¿Yatumadrenoletienesquepreguntarnada?—intentadesviar suatenciónhaciamí. —No —contesta Cody con determinación—. ¿Y cuántos caballos hay? —Nolosé.Hacetiempoquenovengo—Estádemostrandotener unapacienciadesanto. —Ah…¿Ycuántosañostienetuhermana? —Puesahoradebedetener…dieciocho. —¿Dieciocho? —digo yo metiéndome en la conversación que manteníanlosdos. —¿Ahoratambiéntú?¿Esunabroma?—diceriendoacarcajadas. —No, no. Perdona. Es solo que me ha extrañado que os llevéis tantosaños. —Catorce. Mi hermana y yo fuimos concebidos entre guerra y guerra supongo — contesta encogiéndose de hombros—. Cuando mi padrevolvíaacasa,lodebíandecelebrarportodoloalto. —¿Ycómosellama?—interrumpeCodynuestrasrisas. —Abby.¿Algomásquequierassaber?Nosésitienenovio,pero esalgomayorparatuedad,¿nocrees? —¡Oye!¡Quéasco!Noquieronovias. —Comoparecestaninteresadoenella... Tan solo una hora después, cruzamos la valla que cerca la propiedaddelospadresdeNathanynotocomosetensaalinstante.Intenta disimularloyparecerrelajado,peroveocómoagarraelvolanteconmás fuerzaycómoaprietalamandíbula. Lleva sin venir desde que le enviaron a Afganistán, algo más de seisaños,losmismosquellevasinverasuhermana.Yesquecuandole dieron la baja, le enviaron a un hospital militar donde, según me ha explicado, le tuvieron atado a una camilla la mayor parte del tiempo debidoasusbrotesviolentosproducidosporlosacontecimientosvividos, que por aquel entonces estaban muy recientes. Durante el tiempo que permanecióallí,solorecibiólavisitadesuspadresporqueprohibierona suhermanairparaquenolevieraeneseestado.Ledieronelaltasemanas después,ysolocuandoaccedióasometerseaterapiacontrolada.Asífue comosemudóaNuevaYorkysedesvinculócompletamentedesufamilia ysuanteriorvida. Poco después el coche se detiene delante de una gran casa de madera. Suelta aire con fuerza antes de salir y me mira buscando una miradadecomplicidad.Agarrosumanoylaaprietomientrasmeacercoa él y le doy un beso en la boca. Mientras se lo doy ambos caemos en la cuentaalavezdequeeslaprimeravezquenosbesamosdelantedeCody, almenosestandodespierto,yencuantonosseparamos,lemiramosporel rabillo del ojo buscando su reacción. Lo único que él hace es reír enseñandotodossusdientesmientrasNathanalargalamanoparahacerle cosquillasenlabarriga. —Bueno, bajo un momento para decir que hemos llegado y nos vamosparacasa,¿vale? —¿Puedobajarcontigo?—preguntaCodymirándonosalosdos. —Pormívale—lerespondeNathan—.Quítateelcinturón. —Venga,quebajamostodos—digoyofinalmente. CuandoabrelapuertayayudaaCodyabajardel4×4,lapuertade la casa se abre y aparece una chica rubia que supongo debe de ser su hermana. Ella baja poco a poco los escalones del porche, y empieza a andarhacianosotrossinapartarlavistadeNathan.Él,cuandodejaaCody enelsuelo,laobservaduranteunosinstantes,sorprendidoporelcambio enelaspectodesuhermana,queenestosseisañoshapasadodeseruna críaaunachicauniversitaria.Finalmentelesonríeyellaempiezaacorrer hastalanzarseasusbrazosyllorardesconsoladamente. —Eh, tranquila —le dice Nathan al cabo de un rato cuando ha pasadoelmomentodeshockantetalrepentinocontacto. —Perdona —dice ella enjuagándose las lágrimas—. No quería ponermeasí,peroteheechadotantodemenos…¡Cómopudisteirtesin más! Ledaunlevemanotazoenelbrazoaunqueesincapazdemostrarse enfadada, ya que se nota que las ganas de volver a verle prevalecen por encimadetodo. —Losiento…—Esloúnicoqueélpuederesponder. —Lo sé. No hace falta que digas nada. Pero prométeme que no volverásapasardemí.Medaigualsinotehablasconél.¿Vale?—dice mientrasNathanasienteconunasonrisaenlacara. EntoncesellanosmiraamíyaCody,quesehaquedadoamilado cogidodemimano.Seacercaanosotrosconunagransonrisaenlacara. —Hola—dicemientrasnosdamosdosbesos—.SoyAbby. —Hola—respondo—.YosoyKateyestedeaquíesCody. —Hola, Cody —dice agachándose a su altura y tendiéndole la mano—.¿Cómoestás? —¡Bien!Aunqueunpococansadoyempiezoatenerhambre. —¿Quieres que le de algo? —me pregunta Abby—. Si quieres entroylehagounbocadillo… —No te preocupes. Solo hemos parado para decir que hemos llegadoyyanosíbamosacasa—respondeNathan. —Vale…Oye…¿Vendréisluego?Amamáyamínosgustaríaque vinieraisacenar… —Eh…Nosé…Estamosalgocansados… Enesemomento,veocomounamujersaledelacasaysequedaen el porche. Abby se da cuenta hacia donde miro y enseguida llama la atencióndeNathan. Élarrugalafrenteyentornalosojos,pensativo.Aprietaloslabios con fuerza y traga saliva con dificultad. Pasado un rato en el que ni siquierasemueve,segirahaciamíymemiracomopidiéndomeconsejo. DejoirlamanodeCodyymeacercoaélaltiempoqueagachalacabeza. —Veahablarconella—digotomandosucaraentremismanos—. Ysiquieres,luegopodemosveniracenartambién.Amínomeimporta, peroesdecisióntuya. Meabrazaapretandomicabezacontrasupechomientrasyorodeo sucintura. —Vale. Ahora vengo —me da un beso en los labios y le veo alejarse. Veo como su madre se lleva las manos a la cara, emocionada, mientrasempiezaaandarhaciaél.Nathanaceleraelpasohastaquellegaa abrazarla. Se me forma un nudo en la garganta e instintivamente aprieto conmásfuerzalamanodeCody,quememiraextrañadosinsaberbienlo queestápasando.Laslágrimascorrenpormismejillas,aunquelohagoen silencio,comositemieraquealemitircualquiersonidopudieraromperel momento.MirodereojoaAbbyymesientoalgoaliviadaalverqueella estáenlasmismascondicionesqueyo.Hablanduranteunratomientrassu madrenoparadetocarlelacara,eltorsoylosbrazos,comosilepalpara paraasegurarsequeerarealmentesuhijoelqueestabadelantedeella. Pasadosunosminutos,cuandoempiezanacaminarhacianosotros, me froto la cara con las manos en un vano intento de secarme las lágrimas. —Mamá, ella es Kate, mi… —se queda callado sin saber cómo referirse a mí, ya que es la primero vez que tiene que presentarme a alguien. —Unaamiga—digoyoparaayudarleasalirdelpaso. —Encantada, Kate —dice dándome la mano y dándome un corto perocálidoabrazo. —YélesCody. —Hola,Cody—diceconunasonrisabondadosaenlacara. —Hola—contestaélconalgodetimidezperomostrandounagran sonrisaenlacara. —¿Tegustaesto? —Sí—contestaasintiendoconlacabezamirandoaNathan,quele devuelve la sonrisa y le tiende los brazos para cogerle—. Nathan me ha dichoquemevaallevaramontaracaballoyaacampar. —Mepareceunplanperfecto—contestaella. —¿Esverdadquetieneunsombrerodecowboyqueaélyanole sirve? —Sí, creo que por casa hay unos cuantos. Cuando vengas te lo pruebasytellevaselquemásteguste. —¿Puedo, puedo, puedo? —le pregunta repetidas veces cogiendo lacaradeNathanentresusmanitas—¿Cuándovenimos? —Bueno…Vamosahoraacasaadejarlascosasyvenimosluego acenar.¿OsVabien?—preguntamirandoasumadre,quienesbozauna gransonrisaquedelatasurespuestadeantemano. —Perfecto.Claro.Venidalahoraquequeráis. —Recuerdolasreglas.Antesdelasochoestaremosentucasa. CAPÍTULO26 Nathan —Vale, ¿y dónde duermes tú Nathan? —me pregunta Cody saltandodeculoensucama. —Allí,alfinaldelpasillo. —¿Ymamá? —Eh…—empiezoadecirmientrasmeacercoparasentarmeasu lado—.Conmigo,enlamismahabitaciónqueyo.¿Teparecebien? —Sí.Asíellatecuidarásitienesunapesadilla,aunquesiquieres, puedes venir conmigo que aquí tengo sitio —dice dando palmadas en el colchón. —Gracias —le digo revolviéndole el pelo cariñosamente—. Lo tendréencuenta. Seestirabocaarribamirandoaltechoyponiendolasmanosdetrás de la cabeza y yo imito su gesto. Permanecemos los dos en la misma posturaduranteunrato,ensilencio,algopocohabitualenCody. —Nathan. —¿Qué? —¿Porquéhacíatantoquenovenías?¿Esporquenotehablascon tupapá? Giro la cabeza y le miro con la boca abierta, asombrado y sin palabras,durantelargorato.Hasidolosuficientementeinteligentecomo paradarsecuentaquepasabaalgoraroyasociarideas.Ahoranosécómo, niquéresponderle.¿Letratocomoelniñoqueesylesuavizolarespuesta oletratocomoeladultoquepareceserlamayorpartedeltiempoylesoy sinceroalcienporcien? —Escomplicado,Cody… —¿Dicesesoporqueesdeverdadcomplicadooporquenosabessi debescontármelo? —Mematas,enserio,medejasalucinado—contestoriendo. Meincorporoylesientoenmiregazo.Memiraconlosojosmuy abiertos,atentoyávidodeinformación. —Amipadrelehubieragustadoqueyomequedaraenlaguerra todoeltiempoquefueranecesario. —¿Porquétefuiste?¿Tehirieron? —Sí,algoasí. —Pero tienes que curarte, por eso te viniste. Es como cuando yo me encuentro mal en el cole, llaman a mamá para que me recoja y me lleveacasaynovuelvoaclasehastaquemepongobueno. —Exacto. —Yseenfadócontigoyporesonohasvenidoaverle…Pero,ytu mamáyAbby,¿ellastambiénseenfadaron? —No,ellasno. —Puestendríasquehabervenidoaverlasaellas—Bajalamirada y arruga la nariz pensando un rato, hasta que me dice—: Si mamá y tú algúndíaosenfadáis,¿dejaríasdeveniravermeydesermiamigo? —No,no.Esonuncapasará—niegorápidamenteaunqueélsigue sinestarconvencido,asíquebuscosumiradaycuandoloconsigo,añado —:Séqueestuvomalquenovinieraaverlasaellas.Poresoestoyaquí ahora.Túyyoseremosamigossiempre,paseloquepase. —¿Meloprometes?—medicefinalmente. —Teloprometo.Además,notengointencióndeirmemuylejos… —Mimamátegustamucho,¿verdad? —Sí. —¿Osvaisacasar? —Uf,vasdemasiadorápido. —Peroesoesloquehacenlosnovios. —¿Ah,sí?—contestoriendo—.Lotendréencuenta. Apoyasucuerpoenmipechoyyoleestrechoconfuerzaentremis brazosmientrasapoyomislabiosensucabeza.Cierrolosojosintentando guardarestemomentoparasiempreenmicabeza. —Nathan. —¿Qué? —Tequierohastaelinfinitoymásallá. —Yyo,campeón. Ahora entiendo las palabras de Kate. Ya no me hace gracia el comentario.Loquesientoesunenormeorgulloporsermerecedordeese sentimiento,yestoytremendamenteemocionado. Agacholavistaparamirarleyleveoapoyadoenmí,consumano aferrada por completo a mi camiseta, y me vienen flashes del pasado. Recuerdosdecuandollevéenbrazoselcuerpoinertedeunniñocomoél, decuandoselollevabaasumadreynoparabadepedirleperdónconlos ojosbañadosenlágrimas.Inconscientemente,empiezoamecersucuerpo lentamente mientras con una mano le aprieto contra mi cuerpo como si quisieraprotegerledealgoyconlaotraacariciosupelo. —Tequiero,Cody—susurrocontrasupelo—.Ynovoyapermitir quenadietehagadaño. Tras unos minutos abrazándole sin querer despegarme de él, me doy cuenta que se ha quedado dormido en mis brazos, así que le estiro encimadelacama.Tenemosaúnunashorasdemargenantesdeiracenar, asíquepuedeecharseunapequeñasiesta.Meagachoalladodelacama, apoyandolabarbillaenelcolchónmientrasleobservodormirtotalmente relajado. Abre la boca y suelta un pequeño suspiro que me provoca una sonrisallenadeternura. —Descansa—susurroensuorejatrasdarleunbesoenlamejilla. Cuandollegoalpisodeabajo,buscoaKatehastaquedoyconella enelsalón.Estáconcentradamirandounaparedllenadefotosqueantes noestabanahí.Extrañado,meacercohastaquedarmeasuladoyobservo condetenimientolapared. —¿Has deshecho la maleta? —me pregunta Kate agarrándome de lacinturaporelcostado. —No—contestoserioyconelceñofruncido—.EstabaconCody. —¿Yquésecuenta? —Sehadormido. —Sabes que eso quiere decir que esta noche nos va a dar guerra hastalastantas,¿no? —Sí. —¿Estásbien?—preguntafinalmentealverquesigoserioymás concentradoenesetrozodeparedqueennuestraconversación. Sin contestarle, me zafo de su abrazo y una a una, voy quitando algunas de las fotografías de la pared. Rápidamente Kate se interpone entrelaparedymicuerpoyapoyasumanoenmibrazo. —¿Quéhaces? —Esasfotosnoestabanahí. —Peroahorasíloestán.Supongoquetumadreotuhermanalas pusieronaquíporalgunarazón,¿no? Coge las que yo había quitado y, dándome la espalda, vuelve a colgarlasunaauna.Cuandoacaba,retrocedehastaquesuespaldachoca contra mi pecho y me coge de las manos para que la abrace. Echa hacia atrás la cabeza y la apoya en mi hombro. La observo durante unos segundos, mientras su vista sigue fija en las fotos, y veo como sus ojos pasandeunaaotra. —Sonpreciosas—diceentonces—.¿Esteerestú?Ahídebíastener másomenoslaedaddeCody,¿no? Tirademíhastaponernosdelantedelafotoencuestión.Unafoto enlaquesalgoconlagorradelosMarinesdemipadreyunrifle. —Esta es la misma gorra que le regalaste a Cody, ¿no? —me pregunta echando la vista hacia atrás para mirarme mientras asiento—. CuandoveaCodyquetútambiénllevabasesagorra,sevaavolverloco. ¿Cuántosañostenías? —Seis.Fueronmisregalosdenavidad. —¿Elrifletambién?¿Meestáshablandoenserio? —Totalmente. Yo quería una bici, pero… —digo haciendo una muecaapretandoloslabios. Katememiraconlabocaabierta,supongoqueempezandoadarse cuentarealmentedequenuncasemedieronmuchasmásopcionesquela desermilitar.Pasadounrato,vuelveamiraralaparedymeseñalaotra de las que había quitado. Es una foto que nos tomó mi madre en la base aérea,pocoantesdequemipadremarcharaaunamisión,enlaquesalgo asulado,élconeluniformedeservicio,yyoconunagransonrisaenla cara. Se me escapa la risa al recordar la foto y Kate me mira con la esperanzadequeesafotomehayatraídobuenosrecuerdos. —Osparecéismuchísimo—medice—.¿Cuántosañosteníasaquí? —13o14.MimadreestabaembarazadadeAbby. —Puesyaerasmuyguapo. —¿Sabes por qué sonreía? —La miro y cuando niega con la cabeza, vuelvo a clavar los ojos en la instantánea—. Porque mi padre se iba a una misión. Recuerdo a todos los familiares llorando, incluida mi madre,yyoencambionopodíadejardesonreír.Inclusointentédisimular y que se me cayera alguna lágrima, pero no fui capaz porque estaba contentísimo. MeacercoalafotocogiendoaúnlamanodeKate. —¿Queríasquetupadresefuera? —Sí. Que mi padre estuviera de servicio significaba que durante unosmeses,ibaapoderserunchiconormal.Alsalirdelcolegiopodría salirconmisamigosdeclase,jugaralfútboloinclusosalirconalguna chica.Yoqueríahacertodoesoyélnomedejabaporquedecíaqueesome distraía de mis verdaderas obligaciones. Por eso cuando no estaba, mi madresímelopermitía. —¿Verdaderas obligaciones? ¿Que obligaciones tiene un niño de 13 años aparte de ir al colegio, hacer los deberes y divertirse con los amigos? —Ayudarle con los caballos y las cuadras, y sobre todo, hacer prácticas de tiro y prepararme físicamente para entrar en el cuerpo de Marines. —¿Prácticas de tiro? ¿Prepararte… qué? —Está totalmente confundida—.¿Paraqué?¿Con13años? —Con 13 años hacía el circuito de mi padre en menos de 5 minutos… —¿Circuito? Estoy alucinando Nathan. ¿Tu padre quién era? ¿El sargentodehierro? —Mi padre recreó en la parte de atrás de casa un circuito de entrenamientocomoelqueutilizanlosMarinesenelcuartelparaentrenar. Me obligaba a hacerlo día tras día, daba igual si llovía, nevaba o estuviéramosa40gradosdetemperatura,desdequeteníalaedaddeCody. Alprincipiomelotomabacomounjuegoperoseconvirtióenobligación conelpasodeltiempo.DecíaquesiqueríaentrarenlosMarinesyllegar altoenelcuerpo,teníaquehaceresecircuitoenmenosde4minutos. —¿Ytumadrenodecíanada?Esdecir,yoteveosacaraCodyala calle lloviendo para ir a correr y de la mirada que te echo das media vueltasinrechistar. —Loquedecíamipadreibaamisa—contestoencogiéndomede hombros—.Ellafuesiempretestigodetodo,sabíaqueyoloodiabayaún asínohizonuncanada.Noseatrevióaenfrentarseaél. —Miedoaenfrentarseaél…¿Esquealgunavezospegóolepegó aella? —No,aellayaAbby,nunca. —¿Yati? —Noeralohabitual,peronodudabaenutilizarcualquiermétodo contaldeimponersucriterio. —Nathan…losiento—diceacariciandomimejilla. —Nopasanada.Laironíaesqueélpensabaquetodoesomeharía fuerte, indestructible… Imagínate la cara que puso cuando se enteró que me habían dado la baja psiquiátrica. Para él eso no es una enfermedad, sino simple cobardía, y era una mancha en el historial militar de la familia. Pongo mis brazos alrededor de su cuerpo y la atraigo hacia mí, besandosufrente. —¿Yesecircuitoaúnexiste? —¿Para?¿Quiereshacerlo? —Puede…Alomejortesorprendoylohagoenmenostiempodel quetepiensas… —¡Jajaja! Ni idea… Mi padre tiene ahora tiene ya 68 años, pero anteslohacíatodoslosdíasyescapazdeseguirhaciéndolo,asíquepuede queexistaaún. —Vale,mevoyhaciendounaideadecómoeselseñorAnderson —diceKateconcaradeasustada. —SargentoThomasAndersonparaserexactos. Se cuadra haciéndole el saludo militar a la foto mientras se le escapalarisa,contagiándomelaamítambién.Seguimosmirandoelresto defotosmientrasyolecuentoloquerecuerdodeellas.Pocoapocome sientomásrelajado,hastaelpuntoquenoveotanmalqueesasfotosestén ahí.EnalgunasyasaleAbby,conmigoyaadolescenteyenotrassalgocon mimadre,aunqueellaseparadelantedeunaenlaquevoyvestidoconel uniforme de gala. Es del día de mi promoción a Coronel, cuando me otorgaronlasinsignias,pocoantesdedestinarmeaAfganistán. —¡Quétremendoestásenestafotoporfavor!—diceacercándose casihastaquesunariztocaelcristalsinsoltarmelamano—.Meparece que me la voy a llevar para casa cuando nos vayamos. Qué pelo más cortitollevabas,ymeencantaesteuniformeazul.¿Loconservas? —Yono. —Vaya…¿Lotendrátumadre? —Nosé.¿Peroparaquéloquieres? —Ay,puesnosé…¿Quéchicanohasoñadoalgunavezconserla protagonista de “Oficial y Caballero”? Pues eso, me gustaría vértelo puestoalgunavez…Noenpúblico,soloparamí. —Soloparati,¿eh?—digotirandodesumanohastatenerlaentre misbrazos. —Sí—diceponiendolaspalmasdelasmanosenmipecho—.Te quierosoloparamí. —Vaya, pues llamaré a la otra para decirle que al final no voy a estardisponible… —¿A la otra eh? —dice acercando su cara a la mía mientras yo asientoconunasonrisaenloslabios. Sus manos suben por mi pecho hasta colocarse en mi nuca, permitiendo que sus dedos se enreden en mi pelo. Acerco lentamente mi boca a la suya sin dejar de mirarla a los ojos y me detengo a solo unos centímetros.Subolasmanosdesdelacinturahastapoderacariciarsucara. Ahuecounamanoylacolocoensumejillamientrasellacierralosojosy echa la cabeza provocando que su pelo haga cosquillas a mi otra mano, situadaensunuca.Trazounalíneaensulabioinferiorconelpulgarylo separo suavemente de su otra mitad, dejando su boca entreabierta. Dejo quietoeldedoensulabioyentoncesloatrapaentresusdientes.Abrelos ojos y me mira, provocando al instante que todo mi cuerpo se tense. Agarro su pelo y tiro de él haciendo que incline la cabeza hacia atrás. Observosureaccióndetenidamenteporquenoquieroparecerbrusco,no quieroquemicuerpoactúeporsucuentayhacerledaño,asíquecuando jadeaymesueltaeldedo,nopuedoevitarsonreírsatisfecho.Acercomis labios a su hombro y empiezo a besarlo con delicadeza mientras oigo comoKatesuspiracomoreacciónamiscaricias.Cuandollegoalcuello, no puedo controlar más mis impulsos y mis caricias cariñosas se convierten besos rudos y ansiosos, como si quisiera saborear cada centímetro de su piel y hubiera una cuenta atrás que al llegar a cero me separaradeella.Cuandollegoasuorejamuerdosulóbuloytirodeél. De repente cuando sus piernas topan con el sofá, me doy cuenta quenoshemosestadomoviendoportodalaestancia,cuandoyopensaba que estábamos aún quietos al lado de la pared de las fotos. Cojo su cara entre mis manos mientras mi pecho sube y baja de forma incontrolable, totalmentefueradecontrol.Esperosureacciónparaayudaracalmarme, queposesusmanosenmipechoomesonríadulcementeparadevolverme a la normalidad, pero en lugar de eso, me mira con ojos ardientes y mordiéndoseellabioinferiordeformalasciva.Yesoesmiperdición,es el pistoletazo de salida. La agarro del trasero y ella enrosca las piernas alrededordemicintura.Enredounamanoensupelo,apretandosufrente contralamíamientrasellafrotasucuerpocontramierección.Cierrolos ojos soltando aire con fuerza por la boca cuando su roce en mi entrepiernaaumentadevelocidad.Hundesulenguaenmibocaymientras nosbesamosconansias,mismanossemetenpordebajodesucamisetay tocancadacentímetrodesuespalda.Entansolodossegundosdesabrocho elcierredesusujetadoryellaseparasucaradelamíasorprendida. —Eresrápidoamigo—diceconunasonrisaenlacara—.Esosolo puedesignificarquetienesmuchapráctica.¿Metengoquepreocupar? —Puede —digo a los pies del sofá mientras la estiro boca arriba consumocuidado. —Creía que el Sargento Anderson no te permitía salir con chicas… —TerecuerdoqueelSargentoAndersonpasómuchotiempofuera de casa… —digo mientras beso su vientre, subiéndole la camiseta a medidaquemislabiosdibujanelcaminoascendente. —¡Oye!¿Esoesunaafirmación? Dejodebesarsupielduranteunossegundosylamiroconunaceja levantada. —Vale, es un sí. Estoy celosa, que lo sepas —Pero su voz se interrumpeahí,cuandomislabiosvuelvenaposarseensupielyllegana suspechos—.Vale,medaigual,esaguapasada,yaloheolvidado. Río a carcajadas ante su respuesta mientras agarro la tela del sujetador. Saco sus pechos, mordiendo uno de sus pezones ya erectos mientras masajeo el otro con mis dedos. Arquea la espalda y aprovecho para posar mis manos en ella, haciéndola incorporarse hasta quedar sentadafrenteamíyobservándolaunrato. —¿Estás bien? —me pregunta algo preocupada poniendo una manoencimademicorazón. —Mejor que nunca —digo mirándola como si fuera el centro de miuniversomientraspeinosupeloconmisdedos. —Vale—Susojossedesvíanhacialaescaleraparacomprobarque seguimossolos. —¿Pordóndeíbamos? —Meparecequemeestabasbesando… —¿Ah,sí? Meacercoaellaycojosulabioinferiorconmisdientesmientras agarrounodesuspechosconmimano.Conelotrobrazolaagarrodela cintura y la siento a horcajadas encima de mis piernas. Sus manos bajan pormitorso,desdemishombroshastamásabajodemivientre.Agarran lacinturademipantalónyunadesusmanossemetedentromientrascon la otra trata de desabrochar el botón del vaquero. Automáticamente mis manosseponenenmovimientoyempiezanasubirlelafaldahastadejarla porencimadelacintura.Tocolateladesusbraguitasysueltounjadeoal notarlahúmeda. —No tengo un preservativo a mano —No sé ni cómo consigo articularpalabra. —Tomo la píldora y me fío de ti, así que ni se te ocurra parar ahora. Conungruñido,lavuelvoaestirarbocaarribaymelanzoencima deella.Ambostenemosprisa,asíqueninospreocupamosenquitarnosla parte de arriba de la ropa, simplemente me bajo el pantalón lo justo y empiezoaapartarlateladesubraguita. —¿Mami? ComounresortemeseparodeKatedandounsaltotangrandeque casillegoalacocina.Mesuboelpantalónmientrasellasebajalafalday sevuelveaabrocharelsujetadorconunafacilidadpasmosa.Miramoscon cara de susto hacia la escalera y respiramos algo más tranquilos cuando vemosqueCodynosllamabadesdeelpisodearribayaúnnohallegado abajo. —Dimecariño—dicemientrasmesonríealiviada. —¿Es de día o de noche? —pregunta Cody mientras vemos su pequeñocuerpoasomandomientrasbajalosescalones. —¿Cómo?—contestaKatedescolocada. —¿Que si tengo que seguir durmiendo o me puedo despertar? Porquenotengomássueño. —Tepuedeslevantar—ledigoyo. —Ah, pues genial —dice mientras se planta de un salto a nuestro lado, con la gorra de los Marines que yo le regalé en la cabeza y su muñeco favorito en una mano, mirando a uno y a otro con una gran sonrisaenlacara. Una hora escasa después, tras habernos duchado, en mi caso con aguafría,subimoslasescalerasdelporchedecasademispadres.Suelto aire con fuerza, preparándome para una velada que será, como poco, incómoda. —¿Listo?—mediceKateposandosumanoenmibrazo. —Vamosallá. Llamoalapuertademaderaconlosnudillosyenseguidaaparece Abbytrasella. —Hola—saludacontenta,aunquealgonerviosa. —Hola. Kateledaunabrazoycuandoseagachadelantedeél,Codyleda unbesoenlamejilla.Cuandoseplantadelantedemí,yaunqueantesseha lanzadoamisbrazosproductodelaemocióndelmomento,ahoranosabe bien cómo reaccionar. Se nota que sabe de mi enfermedad y qué consecuenciasmehaprovocado. —Hola, Abby —digo acercándome a ella y dándole un abrazo al querespondeapretandomicuerpocomosimeintentaraasfixiar. —Hola—contestaemocionada,conlágrimasenlosojos. —Hola,Sra.Anderson—oigoqueKatesaludaamimadre. —Hola,cariño—respondedándoleunabrazoaellayotroaCody antesdedirigirseamí—.Hola,hijo. —Hola,mamá—meabrazayledoyunbesocortoenlamejilla. —Tupadreahoraviene.Haidoalcobertizounmomento. Asiento mientras noto mi corazón latir con tanta fuerza como si quisieratraspasarmeelpecho.Hallegadoelmomentodeenfrentarmede nuevoaélynosésiestoypreparado,aunqueloquemásmepreocupaes la imagen que puedan llevarse Kate y Cody. Empiezo a plantearme si ha sidobuenaideatraerlesaquí. —MiraNathan—diceCodycogiéndomedelamanoytirandode mí—.Unaescopetadeverdad. Me arrastra hasta una de las vitrinas del salón, donde mi padre tiene expuestas varias de las armas que ha utilizado a lo largo de su carrera.Essupequeñomuseodeloshorrores. —Moooolaaaaaa —dice con los ojos abiertos como platos—. Cógemeparavermejor. Lecojoenbrazosbajolaatentamiradademimadreymihermana. Supongo que se sorprenden al verme comportarme con Cody como una personasociableynormal. —¿Esosonlasinsigniasdetupapá? —Sí —contesto mirándolas en su estantería, como si no hubiera pasadoeltiempo. —¿Yesapistoladeallícuáles? —Esuna… —Es una Beretta de 9 mm —Me quedo petrificado al escuchar la voz grave de mi padre detrás de nosotros—. Es nuestra pistola reglamentaria. “Nuestra”, las cosas no han cambiado nada. Sigue siendo fiel a todas las consignas de los Marines. Seguro que en algún momento de la nochesueltalafamosafrase:“NuncadejasdeserMarine.Puedesdejarel cuerpo,perosiempretequedalaactitud”. Cody gira la cabeza para mirarle mientras yo permanezco como anclado en el suelo. Oigo como se presenta a Kate y sé que debe estar mirando hacia Cody, al que sin ser consciente del todo, llevo abrazando conmásfuerzadesdequeheescuchadosuvoz. Me giro tras soltar aire con fuerza de forma disimulada y me enfrentoasuimagendenuevo.DejoaCodyenelsueloyalinstanteme cogedelamano.Creoquemipadreleimpone.Tanalto,tancorpulento, con su bigote y su porte serio. Cody está experimentando la misma sensacióndemiedoyrespetoqueyoasuedad. —Hola —digo acercándome y alargando la mano para estrechársela. —Hola—contestaéldevolviéndomeelgestoconfuerza. Katenosmirasorprendidaymeentranganasdedecirle:“sí,estaes lamayormuestradeafectoquemipadremevaadarnunca”. Entonces fija la vista en Cody, que le mira con la boca abierta, pegado a mi pierna y apretando mi mano con fuerza. Le acaricio con el pulgarparaintentartranquilizarleyenseguidacomprendoquemiactitud noleestáayudandonadaatranquilizarse,asíquemeagachoasuladoyle sonrío. —Ven —le susurro al oído tendiéndole los brazos—. No tengas miedo.Yoestoycontigo,¿vale? Se agarra a mi cuello esbozando una leve sonrisa y cuando le levanto,miraamipadreylevantasupequeñamano. —Hola.SoyCody. —Hola,Cody—respondemipadredándolelamano—.Megusta tugorra. —A mí también —levanta la vista hacia la visera y la agarra con ambasmanos—.Melaregalóél.¿Aqueeratuya?¿AquesíNathan? —Ajá—respondo. Nos quedamos envueltos en un silencio incómodo que afortunadamente Cody rompe pidiéndome ir al baño. Le acompaño subiendolasescalerasypasandopordelantedeloqueeramihabitación. MientrasesperoaCody,nopuedoresistirlatentacióndeagarrarelpomo delapuertayecharunvistazodentro.Comosospechaba,estátotalmente vacía.Noquedaningúnrecuerdomíoenestacasa. —¿Qué hay aquí? —pregunta Cody entrando en la habitación—. Nohaynada… —Exacto.Nada. —Mamá guardó todas tus cosas en cajas. Deben de estar en el cobertizo. MegiroyveoaAbbyacompañadadeKate,quememiraconcara depena.Esjustoelsentimientoquenoquierodespertarennadie,poreso melarguédeaquí.Ymuchomenoselquequierodespertarenella. —¿Estásbien?—diceacercándoseamí. —Sí—contestoconelceñofruncidoyhuyendodesuabrazo. —Nathan… —dice ella cogiéndome de nuevo del brazo y poniéndosedelantedemí. —¡No quiero que me mires así! —le suelto incapaz de mirarla a losojos. —¿Mirartecómo?—contestaellaconfundida. —Comoconpena. —Cody, ven que te enseño mi habitación. ¿Quieres? —dice mi hermana alejando al crío de nuestro lado, que cuando pasa por nuestro ladonosmiraaambosconlabocaabierta. Cuando se pierden por el pasillo, resoplo y apoyo mi espalda contralapared.AgacholacabezacuandoveoqueKateseplantadelantede míeintentacogermelacaraparaquelamirealosojos. —Nathan, por favor. Soy yo. No me tienes que esconder nada. Si noquieresestaraquí,nosvamosypunto. Finalmente consigue que la mire y posa sus labios encima de los míos. Sin más, sin movernos, sin que nuestras lenguas entren en juego. Nos quedamos así unos segundos, hasta que me separo de ella para enterrarmicaraensucuellomientraslaabrazoconfuerza. —Te quiero, Kate —le digo más seguro que nunca de ese sentimiento. —Yyo. —Losé.Noparasdedemostrármelocongestoscomoeldeahora, devolviéndomearealidadcuandosemevalacabezayreaccionocomoun capullo…Yaúnnoséquéhehechoparamerecerte. —Me parece a mí que aún no eres muy consciente de lo maravillosoquepuedesllegaraser…—Apoyasucabezaenmipechoy cierro los ojos inspirando con fuerza el olor de su pelo—. Venga, bajemos,quetumadreyateníalacenacasilista. Bajamos cogidos de la mano y cuando llegamos al comedor comprobamos que Cody ya está sentado al lado de Abby y ríe animado conella.Mipadretambiénestásentadoensusitiohabitual,presidiendola mesayséquemisitiosiemprehasidoeldesuizquierda.Miroaesasilla vacíayentoncesnotolapresióndeKatealapretarmelamano.Cuandola miro, dibuja una gran sonrisa en su cara y me guiña el ojo de manera cómplice.Seacerca,medaunbesocastoenloslabiosysealejahaciala cocina. —¿La ayudo en algo? —oigo que dice mientras se pierde por la puertaquedaalacocina. Vuelvo a mirar a la mesa y veo que mi padre señala mi silla de siempre,supongoquedándosecuentademiindecisión.Aprietoloslabios eintentoesbozarunasonrisaaltiempoquemesientoenlasilla.Codyme mira y me sonríe enseñándome todos sus dientes mientras Kate y mi madreentranconlosplatosdelacena. —¿TegustaelpolloalhornoCody?—lepreguntamimadre. —Sí,megustatodo.¿Aquesímami? —Sí,buenomenoslasacelgas… —Ylacoliflor—añadoyo. —Yelpepino—diceKate. —Yelqueso… —Vale,vale—nosinterrumpeCodyponiendolosojosenblanco —.Peroelpollosímegusta. —Perfecto—dicemimadreriendodivertida. Empezamosacomer,siendoCodyelcentrodeatenciónyentorno alquegiralaconversaciónyyoloagradezco.Katelesexplicaqueleha criado ella sola con la ayuda de Rose y ahora la mía y responde escuetamenteperoconamabilidadcuandolepreguntansobresufamilia. —Me gusta ese pelo más largo que llevas ahora —me dice mi hermanaalcabodeunrato. —Mira—contestoriendo—.PueshoyKatehavistounafotomía dehaceuntiempoylehagustadomáscorto. —Loshombresdebenllevarelpelocorto,noesepelorevueltoque llevas —dice mi padre mirándome casi con cara de asco—. Y el niño tambiénlollevamuylargo. —Tom,porfavor—intervienemimadreparacalmarle. —¿Qué es eso que llevas en la mano Cody? —le pregunta mi hermanaparacambiardetemayenfriarelambiente. Levantolavistadelplatoyveoquellevasumuñecoenlamano. —EsNathan—diceriendomientrasmemira—.¿Aquesí? —Esoparece—contestoyoencogiéndomedehombros. —Suabueloseloregalóporsucumpleañosynoseseparabadeél y ya cuando Nathan le explicó que era no sé qué verde y lo que sabían hacer…nioscuento… —Noloexplicasbien.Esunboinaverde,mamá.Losboinasverdes son un grupo de Fuerzas Especiales del Ejército especializados en desactivar explosivos, paracaidismo, emboscadas, camuflaje… — contestacasisinrespirar—.¿AquesíNathan? Asientosonriendomientraslemiroorgulloso. —Loquesea…Ydesdehacealgúntiempo,dicequeesNathan— diceKate. —Loes.Porquenosprotege. —NathanteníamásrangoqueunBoinaVerde. La voz de mi padre resuena en todo el comedor haciendo que el restonosquedemosensilencio. —¿Más?—diceCodyconlosojosabiertoscomoplatos. —Nathan era un Marine, el grupo militar más importante de los Estados Unidos, y además, de las Fuerzas Especiales, los de más alto rangodentrodelosmismosMarines. Si no le conociera lo suficiente, pensaría que incluso le noto un deje de orgullo en la voz, cosa que sé que es imposible, a tenor de sus propiaspalabrascuandomevinoaveralhospital. —¿Enserio?—preguntaCodydenuevo. Cuando levanto la vista para contestarle, veo que los demás tambiénmemiran,Kateinclusoconlasorpresareflejadaensucara.Odio ser el centro de atención, así que me limito a asentir con la cabeza y vuelvoaintentarconcentrarmeenlacomidadelplato. —Mola…—diceCodyquedándoseembobadomirándomedurante unrato—.Demayorvoyasercomoél. Empiezoanegarconlacabezamientrasarrugolafrenteyaprieto loslabios. —Voy a ser tan fuerte como tú. Vamos a volver a salir a correr como el otro día, ¿verdad? —insiste—. Yo también voy a estar en las FuerzasEspeciales,asíquemetengoqueentrenar. —Cody… —dice Kate intentando calmarle al ver que su nivel de excitaciónaumentapormomentos. —Nathan a tu edad ya entrenaba en el circuito —interviene mi padre—. Así, cuando tuvo que hacer la prueba de acceso, lo acabó en 3 minutosymedio.Creoquesiguesiendoelrécord. —¿Quécircuito?—preguntaCody. Empiezo a ponerme muy nervioso, jugando con la comida de un ladoaotrodelplatoymoviendolapiernaconunmovimientocompulsivo yconstante. —El circuito que hacen los Marines para entrenar y que es requisitoindispensableparapasarlaspruebasypoderentrarenelcuerpo —explica mi padre que hasta casi sonríe al ver a Cody tan interesado—. AquíatrásconstruíunaréplicaexactaparaqueNateentrenara. —¡Yoloquierover!¡Vamos!¡Vamos!—diceCodyentusiasmado bajandodelasilla. —¡No!—gritoderepenteclavandolosojosenCodyysoltandoel tenedorconfuerzaencimadelplato—.¡Novasahaceresecircuito! Codymemiraconlosojosmuyabiertos.Estámuyasustadoalver mi reacción, que ha sido totalmente desmedida. Veo como empieza a temblarleellabioinferioryenseguidasemeencogeelcorazón. —Perdóname—digolevantándomedelasillayacercándomeaél —.PerdonaCody.Sientohabertegritado. Me quedo un rato agachado frente a él, esperando su reacción y deseandonohaberleasustadodemasiado.Veosusojoshúmedosyséque hace un esfuerzo tremendo para que esas lágrimas no se escapen, haciéndoseelvaliente. —Joder, Cody —le abrazo porque soy incapaz de verle así y encimasaberquehesidoyoelcausante—.Soyunimbécil.¿Meperdonas? Meechalosbrazosalcuelloynotocomoasienteconlacabeza.Le estrechocontramicuerpodurantelargorato. —Si quieres mañana salimos tú y yo y haces algunas partes del circuito,¿sí?—ledigomientraslesientodenuevoenlasillayélasiente conlacabeza. —¿Porquénolovaahacerentero? —Puesporqueno—contestoserioamipadre—.Novoyahacerle arrastrarse bajo un alambre de espino para que se corte y mucho menos voyadejarleempuñarunrifle. —Puestúasuedadlohacías. —Porquetúmeobligabas. —Porquetúqueríassermilitarcomoyo. —¿Acasotuveotraopción? —Nuncamedijistelocontrario. —PorquenomeatrevíayporquesabíaquesiendoMarineseríala única manera de entrar en tu mundo y que te sintieras orgulloso de mí. Ojalá me hubieras dicho que daba igual lo que hiciera, que estarías orgullosodemíigualmente,peronofueasí.Dehecho,lapruebaestáen quemedieronlabajaymerepudiastecomosifueraunapestado. Nuestroduelodialécticoestáincomodandoalresto,asíqueagacho lacabezaymedirijoalacocinaaporotracerveza,dejandoamipadre conlapalabraenlaboca.Crasoerror. —¿Huyes de nuevo? —dice mi padre alzando la voz—. Estamos conversandoNathan. —Noestoyhuyendo,perocreoquenoeselmomentoniellugar para hablar de esto —digo parándome a medio camino, dándole la espalda. —¡Míramecuandotehabloalmenos! Me giro lentamente mientras le miro con ojos desafiantes. Libramos una especie de batalla durante unos segundos hasta que mi madreselevantaparaempezararecogerlosplatosytraerelpostre. —Dejamamá,teayudo—ledigo. —No,yalohacemosAbbyyyo.Siéntate. —Nihablar. —¡Siéntate, Nathan! —grita mi padre dando un puñetazo en la mesa. —¿Perdona?—lemirolevantandolascejasycogiendolosplatos delasmanosdemimadre. Dejolosplatosdentrodelfregaderoymeapoyoenelmármol.Lo hagocontantafuerzaquelosnudillossemeponenblancos.Respiropor labocaconfuerzamientrasagacholacabezamirandoalsuelo. —Nathan…—diceKateponiendounamanoenmiespalda. —Joder,Kate,lointento—digodándomelavueltaparamirarlay encontrándomeamimadreymihermanaenlacocinatambién. —Lo sé. Tranquilo… —Pasa una mano por mi pecho cariñosamente. —SientohaberlegritadoaCody. —Nopasanada.Yatehasdisculpadoyéltehaperdonado. —Lo siento, mamá —digo mirándola a ella y a mi hermana—. Abby… —No pasa nada cariño —responde mi madre con los ojos húmedos. Cuandosalimosalcomedornosquedamosdepiedraalnovernia mipadreniaCodyallí.Enseguidamealarmoyempiezoabuscarle. —¿Cody?—digomientrascaminorápidamente. —Aquí —dice en el mismo instante en que entro en el salón—. Queríaverlasinsignias. —Ah,vale…Vamosatomarelpostre.Corre,quetieneshelado. Nos sentamos a la mesa y esta vez Cody lo hace encima de mí. Espera paciente a que le quite el papel a su cucurucho mientras no me pierdedevista. —Québuenapintatieneesto…Meparecequemelovoyacomer yo…—digounavezabiertohaciendoverquemelollevoalaboca. —¡No, no! ¡Es mío! —dice mientras intenta cogerlo riendo a carcajadas. —Toma. Locogeyserecuestasobremipechoacomérselo.Pareceestara su aire mientras nos escucha hablando a los demás, a todos menos a mi padrequenohavueltoaabrirboca.Cuandoseacabaelhelado,veoque llamasuatencióndandounosgolpecitosensubrazo. —¿Quéesmás?¿SargentooCoronel? Cuandooigosupregunta,abrolosojoscomoplatosymiroaKate. —Pues…Coronel—respondemipadre. —EntoncesNathantienemás…¿cómosediceNathan?¿Rango?— memiraylerespondoafirmativamenteconlacabeza—.Nathantienemás rangoqueusted. —Sí—dicemipadrepasadosvariossegundos. —Vaya…¿YporquélegritaaNathan?Essusuperior,¿no?Alo mejordeberíacontestarlecon“¡Síseñor!” —Yaestá,Cody.Noestamosdeservicio.Esetratoseguardapara cuandovamosconeluniforme. —Ah,vale—contestaélsonriéndome. —Además,élyanoesMarine—gruñemipadremostrandoqueel comentario,aúnviniendodeunniñopequeño,nolehagustadonada—.De hecho,dudoquealgunavezlofuera. —Papá…—leempiezaarecriminarAbby. —¡Calla Abby! —le grita él—. Ser Marine se lleva dentro y yo pensabaqueéllollevaba,peronoesasí,¿verdadNathan? —Déjameenpaz. —No tienes ni idea de la deshonra que supone para la familia. NuncaningúnAndersonfuerelegadodesucargopor…porestarloco. —¿Loco?—diceCodymirándome. —¡Tom!¡Bastaya! KatecogeaCodydemiregazoymeponeunamanoenelhombro. —Vámonos,Nathan. —¿Mamá?¿Nathanestáloco? —Nocariño. —¿No me digas que el niño no sabe por qué ya no estás en los Marines?—insistecruelmentemipadre. —¡Papá,bastaya!–lereprendeAbby. MelevantodelasillasinpoderapartarlosojosdeCody,queme mirainterrogante,aunqueloquemásmepreocupaeslapizcademiedoy decepciónqueveoensusojos. —¿Nolehasdichonada?¿Nosabequevasalpsiquiatra? KatesaledecasaconCodyenbrazosantelamiradaavergonzada de mi madre. Cuando salen por la puerta, me dirijo hacia mi padre, que sigue sentado a la mesa sin inmutarse. Le cojo por las solapas de la camisa, obligándole a levantarse y empotrándolo contra el aparador, provocandounestruendodeplatosrotosensuinterior. —¡Nathan, no! —grita mi madre cogiéndome del brazo—. ¡Basta ya! Le suelto y la miro sin poder creer que las cosas no hayan cambiado ni un ápice. ¿Por qué tengo que dar yo siempre el brazo a torcer?Meescuecenlosojosyaprietolosdientesporquenoquierodarle elplacerdequemeveallorar. Aturdido,doyvariospasoshaciaatrásconlavistafijaenelsuelo mientrasmetapolasorejasconambasmanos.Lasvocesdemicabezahan vueltoynoquieroescucharlas. “Cobarde” ¡No!¡Fuera! “Dalefuerte” No, no, no porque si empiezo a pegarle no voy a ser capaz de parar. “Loco”,“Vergüenza”,“Deshonra”. —Nathan, cariño —dice mi madre acercándose a mí intentando tranquilizarme. Levantolaspalmasdelasmanosparadetenerlayadvertirlequeno seacerque.Laesquivoysalgocorriendodecasa.Alsaliralporche,me topoconAbby,KateyCody,quesigueenbrazosdesumadreytienela carabañadaenlágrimas. —Lo siento. —Es lo único que soy capaz de decir mirándole directamenteaél,antesdesalircorriendoparaalejarmedeaquí. CAPÍTULO27 Dr.Monroe —Y para finalizar, como colofón a esta maravillosa cena… ¡tachán!¡Coulantdechocolate! Delamaneramásteatralquepuedo,eimitandoauncamarerode un restaurante de lujo, planto el plato de porcelana blanca delante de las naricesdeStelle. —¡Bravo!—diceellaaplaudiendoconunasonrisaenloslabios. —No ha salido todo lo perfecto que yo quería… En la foto del libroderecetassalíacomomás…entero—digohaciendounamuecacon labocayobservandomicreacióndándolevueltasalplato. —Noimporta.Contodaladedicaciónyelcariñoquehaspuestoen prepararme todo esto —contesta ella señalando con la mano a la mesa llena de platos vacíos—, me basta y me sobra. Además, aunque quizá la presentaciónnoesdefoto,tengoquedecirqueestabatodobuenísimo.Ya sabesqueyonojuzgolascosasporelenvoltorio. —Esoescierto…Sinoclaramentenoestaríasconmigo…—digo mientrasmesientoenlasillalibreasulado. —Sabesqueesonoesverdad.Túloquequieresesquetevuelvaa decirloterriblementesexyqueteencuentro…—diceacercandosucaraa lamía,haciendoungestomuygraciosoachinandolosojos. —Puede… —me acerco hasta quedarme a escasos centímetros de suslabios,dejandoquesualientomehagacosquillas—.¿Losoy? —Mucho.Endiabladamentesexy—dicemientrasmecogelacara porlabarbillaymedapequeñosbesosenloslabios. —Losé—contestoalzandounacejaenplanchulo. —¡Peromiraqueerescreído!—medicemientrasmelevantodela sillayletiendolamano. —Lo sé —tiro de ella y la acojo entre mis brazos—. Pero te encantaquelosea. Seríenegandoconlacabeza.Estamosjuntosdesdehacealgomás deveinteaños,siemprehesidoasíyyanomevaacambiar. Recuerdoquecuandonosconocimosenlauniversidadellapasaba de mí. Me costó más de un año, varias horas interminables en clase de francés,asignaturaalaquemematriculésoloparaestarcercadeella,y más de 200 dólares en cafés a los que la invité, pero finalmente un día aceptómiproposiciónparasalir. La cita fue un verdadero desastre. La invité al cine, y la película resultósertanmalaque,intentandohacermeelinteresadosinperderojoa lapantalla,acabédurmiéndome.Despuéslallevéacenaraunrestaurante que para poder pagar tuve que ahorrar durante semanas quitándome de varios vicios superfluos como por ejemplo, comer. Pues bien, digamos quelafamadelsitioestababastantesobrevaloradaypaguéhamburguesas apreciodesolomillo.Yyacomorematefinal,decidollevarlaatomaruna copaaungaritoquemehabíarecomendadomiamigoJesse.Todoibade miedo, bailando, bebiendo y riendo, hasta que algún borracho inepto acercó un cigarrillo a una de las cortinas e incendió el local. Vamos,unacitaparaolvidar…Peroentonces,cuandomediporvencidoy laacompañéasuresidenciaenelcampus,enlasescalerasdelaentrada, medijoalgoqueconvirtióesemomentodesilencioincómodoenelmás bonitodetodamivida. —Bueno…Puesnada…—dijeyo—.Yanosveremospor… Agacho la vista a mis pies y veo mis pantalones y mis zapatos completamente empapados debido al agua que ha caído del techo para apagar el fuego del local. Entonces la miro a ella de arriba a abajo. También va completamente calada. Sus vaqueros, su camisa blanca, su chaqueta de cuero marrón y mi chaqueta que le he dejado para ponerse encima y resguardarse del frío. Su pelo rubio también está hecho un desastre,totalmentemojadoypegadoalacara,peroaúnasíestápreciosa. —Es igual, no nos engañemos —dije entonces resignado con los brazosinertesaambosladosdelcuerpo—.Nomevasaquerervolvera ver.Graciasdetodosmodosporaceptarmiinvitación. —¿Quieredeciresoquenomevasavolverainvitarasalir? —¿Quieredeciresoquequieresquetevuelvaainvitar?—contesté sinpodermecreerqueloquehabíaoídofueraverdad. —Puede —respondió encogiéndose de hombros—. Quizá no ha sido la mejor cita de la historia, pero tú has conseguido que fuera… interesante.Sihasconseguidoesoestanoche,eldíaquemellevesasitios decentes,lacitapuedellegarasermemorable. Y vaya si hubo citas memorables a partir de ese día, aunque siemprerecordaremoslaprimeracomonuestraperfectacitaimperfecta. Sonrío melancólico al recordar nuestros inicios. Nunca me pude creerdeltodoqueStellemedieraaquellaoportunidad.Ellaeraunachica lista,seguradesímisma,muyeleganteyconmuchocarisma,yyoerauna mezcladecerebritoybichoraro…vamos,todounpartidazo.Peroalgo vioenmí,algoqueaúnafechadehoynoheaveriguado,peroquenome voyaarriesgarapreguntar.Mequedoconloquesísé.Queleencantami sonrisa de pícaro de medio lado. Que alce la ceja al hablar. El compromisoquetengoconmispacientes,aunqueúltimamentealgunode ellosinsisteenjugarconloslímitesdesupaciencia.Ymicapacidadpara hacerlesacarunasonrisainclusocuandoestámuycabreadaconmigo. Cierrolosojoseinspiroconfuerzaelaromadesupelomientras cambioelpesodeunpiealotro,comosiestuviéramosbailando. —¿No nos tomamos el postre? —dice separándose de mí levementeparamirarmealosojos—.Queseafeonoquieredecirqueno seacomestible… —Dejemosesepostrefeoperocomestibleparaluego… Retiroelpelodesucaraconunamanoyselocolocodetrásdela oreja.Mantengolapalmacontrasumejillamientrasacariciosupielconel pulgaryacercomicaralentamentealasuya. —¿Qué te parece comerte ahora un postre igual de comestible aunquejodidamentesexy? Ríe a carcajadas y no puedo hacer más que mirarla embelesado. Otra vez he conseguido mi propósito de hacerla reír y así escuchar mi sonidofavoritodeestemundo. —Oh, no… —oigo que dice de repente apoyando la frente en mi pecho. —¿Qué?¿Quépasa?—preguntoconfundido. —Escucha—diceponiendoundedoalaalturadelaoreja. Mequedoquietoyagudizoeloídoyentoncesescuchoelmotivo desudecepción.Miteléfonoestásonando,reclamandomiatencióndesde lamesitadelrecibidor,dondelodejécuandolleguéacasa. —Déjalo. No le hagas caso. No estoy de servicio las 24 horas de día—digovolviendoaenterrarminarizensupelo. —Tony, te conozco y vas a estar distraído el resto de la noche pensando quién te ha podido llamar. A lo mejor incluso puede que se hayanequivocado.Veaverquiénes. —Peroesnuestranoche…Telaprometí. —¿YsiesNathan? —Nathan está de vacaciones. Y yo también me he cogido vacacionesdeél. —Esonotelocreesnitú—diceseparándosedemíymirándome desafiante—.Teconozcolosuficienteparasaberquecadadíaquepasate preguntasporquénotehallamado.Eresdemasiadotercocomoparasaber que tengo razón cuando te digo que si quieres saber de él, le llames tú. SoisamigosTony,tesientesdealgunamaneraresponsabledeél.Nopasa nada,noexisteelconflictodeinteresesenestecaso. Me lo pienso durante unos segundos, pero entonces el teléfono dejadesonar. —¿Loves?—ledigoabriendolosbrazos—.Problemaresuelto. Pero como si los dioses me hubieran escuchado, diez segundos mástarde,vuelveasonarlamúsica. —Vale,segundaoportunidad.Veacogerlo. —¿Por qué aún conociéndome tanto me sigues queriendo? —le pregunto. —Puesporesomismo,porqueteconozcoyadoroloquesédeti. Sinohicierasestascosasnoseríastúynoestaríaenamoradadeti.Corre —dicedándomeunbesoenloslabios. Meacercoalteléfonosonriendoaunqueconunnudoenlabocadel estómago. Siempre que suena el teléfono a estas horas de la noche, mi primer pensamiento va hacia Nathan. Stelle lo sabe y sé que por eso ha insistidotantoenquelocogiera. Cojo el teléfono y el nombre que leo en la pantalla aún me deja más preocupado. Me giro bruscamente hacia Stelle, y ella me mira sorprendida. —¿Aquévieneesacara?¿Quiénes? —Es…EsKate—respondomuyserio. —¿Kate, la de Nathan? —pregunta mientras yo asiento con la cabeza—.¿Yaquéesperas?¡Cógelo! EnmomentoscomoesteescuandomealegrodequeStellesepala historia de Nathan. Se dio cuenta desde el primer momento que con él teníaunaconexiónespecialyquemesentíaenciertomodo,responsable deél.Poreso,cuandolarelaciónentrelosdospasódeserprofesionala algomáspersonal,empecéahacerlepartícipedevariascosasparaqueasí entendieralanaturalezademissentimientos.RecuperaraNathan,ayudarle a salir del pozo, se había convertido en un reto personal, y para conseguirlo necesitaba de la comprensión de Stelle. Y aunque mi implicaciónconélavecescolmasupaciencia,séqueenelfondoellale hacogidociertocariñotambién,apesardenoconocerleaúnenpersona. —Hola, Kate —intento sonar lo más calmado y relajado posible peroalescucharlalloraralotroladodelalínea,todomiempeñoseviene abajo—.Kate,¿quépasa? —NosédóndeestáNathan—diceellaentresollozos. —¿Cómo?Aver,porpartes… —Sepeleóconsupadre…ysaliócorriendoynohavueltoaún… EstoyconCodyensucasa…Abbyhasalidoabuscarleperotampocole encuentra… Me dejo caer en la silla al lado de Stelle, que está devorando el Coulant,supongoquedándosecuentaqueparasaborearsuotropostre,o seayo,tendráqueesperarunpocomás.Apoyolacabezaenlamanoyme frotolafrenteconlosdedos. —¿Porquésehapeleadoconsupadre?¿Quéhapasado? Escucho la historia mientras veo como Stelle intenta descifrarla porlasreaccionesdemirostro. —Esemalditocabrónsevaacargareltrabajodetodounaño— digotapandoelauriculardelteléfono. —¿Quién?—susurraStelleconlacucharillaenlabocayelplato depostreenlamano. —ElpadredeNathan—ledigoenvozbajaprovocandoenellauna muecaderabia. Me centro en Kate de nuevo mientras me cuenta el final de la velada. Desde el comentario de Cody, como el consiguiente cruce de palabras,lasdurasacusacionesdeTomhaciasuhijoyelderrumbamiento deNathan. —Vale,Kateescucha,¿cuántohacequeNathansefue? —Nosé…Unascuatrohorasquizá. —¿YdicesqueAbbyhasalidoabuscarle? —Sí.Mehallamadohaceunratoalmóvilparadecirmequenole había encontrado aún, pero que seguía intentándolo. Me ha dicho que le ibaapedirayudaaalguienquepodríasaberdondeestá—oigocomose suenalanarizconunpañueloynotocómoesincapazdeparardellorar —. Te llamaba porque a lo mejor podrías llamarle por teléfono. Estoy muypreocupadaTony…Cuandosefueestabafueradesí,comocuandose despertódelasesióndehipnosisentuconsulta… —¿Túhasprobadoallamarle? —Sí…Perosuenaysuenayalfinalsaltaelcontestador. —Vale,ahoralellamaréyoaverquétal. —Dimealgo,¿vale? —Teloprometo.Hastaahora. Cuelgoydejoirunagranbocanadadeaireporbocamientrasmis dedosbuscanrápidamenteenlaagendadecontactoselteléfonodeNathan. —¿Nathanestábien?—mepreguntaStelle. —Eso espero… —digo pasándome la mano por el pelo mientras me llevo el teléfono a la oreja—. No saben nada de él desde hace unas cuatrohoras. El teléfono da señal y, como me ha explicado Kate hace un rato, suenavariasveceshastaquesaltaelcontestador. —Nathan, soy Tony. Llámame por favor. No te encierres, habla conmigo. Cuelgotrasdejarleelmensajeydejoelmóvilencimadelamesa. Mellevolasmanosalacarayapoyolaespaldaenelrespaldodelasilla. —Eh…—Stellemecogedelasmuñecasymeobligaamirarla—. Estarábien.Necesitatiempoparaaclararsusideas. —Me preocupo porque le conozco lo suficiente como para saber que las decisiones que toma cuando está en este estado, no son muy acertadas. —Pero lleva meses de terapia contigo, y está claro que algo aprendiódeti… —Lo sé, pero aún así… —muevo la cabeza de un lado a otro—. ¡Joder!LahecagadoStelle… —¿Porqué? —Porqueyoleinsistíenquefueraahacerunavisitaasuspadres. Leveíatanbien…tan…ilusionado.Nolleguéapensarqueaunqueélsi estuvieradispuestoadarelpaso,supadrenoestaríatanporlalabor…Me sientocomosilehubieralanzadoalabocadellobo. Stelle pone su mano encima de mi brazo y me aprieta cariñosamentemientrasresoplocontrariado.Cojodenuevoelteléfonoy buscoelnúmerodeKate.Odiotenerquedecirlequenohepodidohacer nada, que no ha respondido a mi llamada, porque en el fondo tenía la esperanzadequesílohiciera. —Tony—respondeKatealprimertono. —Hola,Kate—digocondecepción—.Nomelohacogido.Lehe dejadounmensajeenelcontestador.¿SabesalgodeAbby? —No…Aúnno… —¿YCodycómoestá?¿Hashabladoconél? —Lo he intentado, pero es un poco complicado. No quiero mentirle,perotampocoquieroasustarlemásdeloqueyaestá. —¿Duermeahora? —No,estáensuhabitaciónperoacabodesubirparaecharleunojo yestádespierto. —¿Quieresquehableconél? —Teloagradecería…Esperaaverquetelopaso. Oigosuspasosyesperopacientemientrasellallegaalahabitación delcríoylehablaconcariño. —Cody, cariño, ¿sabes que te he dicho que Nathan visita a un médicoqueleayudaaponersebien?Puesletengoalteléfono.¿Quieres hablarconélyasílepuedespreguntartodoloquequieras?—Sehaceel silencioduranteunratomientrasesperasurespuesta—.Tony,telopaso. —Hola—mesaludaunavocecitacompungidaquehacequeseme encojaelcorazóndegolpe. —Hola,campeón.¿Cómoestás? —Mal. Sincero,claroyconciso.Poresosoyreticenteenteneramenores comopacientes,sontansincerosquemeasustan. —¿PorquéestásmalCody?¿Estásasustado?¿Oenfadado? —Enfadadono…—Haceunapausayoigosurespiración. —Cariño —oigo a Kate de fondo—. Puedes hablarlo con él, no pasanada. —Tengomiedo—confiesafinalmente. —¿Dequién,Cody?—pregunto—.¿DeNathan? —No,notengomiedodeNathan.Tengomiedodeperderle.Loque hehechohaestadomal. —¿Quéhashecho,Cody?—preguntoyo. —Cody,túnohashechonada—oigodeciraKate. —Es que… fue culpa mía que el papá de Nathan se enfadara… Yo… yo sí sabía que Coronel era más que Sargento y lo pregunté igualmenteporquenomegustabacomoeseseñorhablabaaNathan. Tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no reír. ¡Pequeño bastardo!¡Meencanta!Cuandocreosercapazdehablarsincarcajearme, respiroprofundamenteysigohablando. —Cody, ese señor lleva enfadado mucho tiempo. No fue culpa tuya. —PerohablómalaNathanyélsefuecorriendo. —¿Sabes qué Cody? A mí me parece que a Nathan le da igual lo quepiensesupadredeél.Loquedeverdadleimportaesloquetúpienses. —¿Cómo?—preguntaélconfundido. —Que Nathan se ha ido porque tiene miedo de haberte decepcionadoyquetehayascreídolaspalabrasdesupadre.¿Telashas creído,Cody? —¿ElpadredeNathanhadichomentiras? —No—digointentandoserlomásdiplomáticoposible—.Loque pasa es que no sabe lo que le pasa a Nathan. ¿Tú crees que está loco, Cody? —No.YonocreoqueNathanestéloco.Esmiamigoy…—leoigo como sorbe los mocos por la nariz—. Y yo sé que me quiere y no me haríadañonuncaenlavida. —Pues eso es lo más importante. Yo creo que lo que tienes que haceresdecirleesocuandolevuelvasaver.¿Nocrees? —Sí. Le diré que yo sé que no está loco, que solo está malito. Y que no quiero que se vaya, que quiero que se quede conmigo para siempre. Y con mamá también porque cuando no está él, mamá se pone tristeyllora. —Esoestáperfecto,Cody.Levaaencantar. —Gracias. —De nada campeón. Oye, cuando volváis a Nueva York, quizá podamosirundíaalparqueajugaralfútbol,¿no? —Molaría,sí—Yleoigobostezar. —Venga,Cody—lediceKate—.DespídetedeTonyyadormir. —Adiós,Tony. —Adiós,pequeño. —Pero mamá, quiero esperar a que vuelva Nathan —oigo a lo lejosquelepideél. —Cuandovuelvayoteprometoquetedespierto.Venga.Adentro. Minutosmástarde,Katevuelveaponersealteléfonoylaescucho bajarlasescaleras. —Yahacaído.Estabareventado.Graciasporhablarconél. —Denada.Esuntíogrande,Kate.Enhorabuenaporelgrantrabajo quehashechoconél. —Gracias —dice visiblemente emocionada—. Me siento un poco inútil aquí encerrada, esperándole. Estaba tan bien… Tan tranquilo… Parecíamoscasiunaparejanormal. —Llevo muchos meses con él, y realmente no le vi ninguna evolución hasta que te conoció… Por ti ha hecho cosas impensables… Hastahacedosmeses,nadiepodíanisiquierarozarleyyonoconseguía sonsacarlemásquemerosmonosílabos. —Tengomiedodevolveraretroceder—confiesadiciendoenvoz altaunodemismayorestemoresenestosmomentos. —Noloharásitúestásasulado.Además… Derepenteoigoelsonidodeotrallamadaentrante. —EsperaKate,quecreoquetengootrallamada—Separoelmóvil delaorejaymeentranlasprisascuandoleosunombreenlapantalla—. ¡Kate!¡EsNathan! —Vale,vale.Nocuelgo,déjameenespera. —Vale. LevantolavistayderepentemedoycuentaqueStellesiguedelante de mí. Me mira con una sonrisa en la cara mientras me saluda con la mano. Me conoce perfectamente y sabe que me había olvidado completamentedeella,yaúnasí,ahíestá,sonriéndomeylanzándomeun beso, haciéndome darme cuenta de nuevo que soy el hombre más afortunadodelmundo. —¡Nathan! —contesto precipitadamente, dándome igual como sueno. —¿Quéquieres? Oh,genial,estáborracho.SiyaeradifícildialogarconelNathan queconocíhaceunosmeses,ebriotienequeseryael“novamás”. —¿Dónde estás? —Opto por la táctica de preguntas cortas y directas. —Nolosé—Vale,máscortasaún. —¿Estásbien? —Supongo… Diosmío,estovaasermuycomplicado…Mefrotoelpeloconla manomientrasmelevantoaponermeunacopadewhisky.Necesitoalgo fuerte. —Nathan,heestadohablandoconKate.Mehaexplicadoloqueha pasado. —¿Y? —Está sola, en una casa extraña, con un niño asustado, y muypreocupadaporti. —Codymetienemiedo. —No, Cody tiene miedo, pero no de ti. Tiene miedo de que te alejes de su lado como has hecho esta noche. Ese niño te adora. Me ha confesadoquesabíaperfectamenteloqueledecíaatupadre,quequería quedejaradehablartemal… —Quécabronazo. —Losé—digosonriendo—.Eseniñoesdinamitayteadora…Y yanohablemosdeKate. —Kate…—repiteélcasienunsusurro. —Dime dónde estás para que pueda decírselo y que te vaya a buscar. —Nolosé.Hecorridosinmiraratrás.Creoqueyaheestadoaquí algunavez… —Vale, espera Nathan, no me cuelgues —Aprieto el botón y vuelvoconella—.Kate,estáborracho.Dicequenosabedóndeestá,pero beberhabebidooseaque,¿algúnsitiodecopasquizá?Noseoyeruido poreso…Espera,quevoyaversipuedosacarlealgomás. —¿Tony?¿Estábien? —Másomenos.Ahoravuelvo. —Vale—medicellorando. —Yaestoyaquídenuevo. —Y yo tampoco me he movido. De hecho, no creo que pueda hacerloestanoche.Todomedavueltas. —¿QuéhayatualrededorNathan? —Nada—contestariendoporalgoque,evidentementesololehace graciaaél. —Vale, y ¿qué hay en ese nada? ¿Ves gente? ¿Algún bar? ¿Carretera?¿Coches? —No,no,noy…espera…no,esonoesuncoche. RespiraTony,respira,piensoapretandoelpuñoyllevándomeloa laboca.Stellemediantegestosmepidelomismo,quecojaaireconfuerza ylodejeirlentamenteporlaboca.Cuandovuelva,juroquelecojoporel cuelloyleestrangulo. —Eso que no es un coche, ¿qué es Nathan? —Hablo con una sonrisafalsadibujadaenlacara. —Untractor…creo. —¿Untractor?—Joder,quépueblomásrural. —Ah,no,esperaquemirebien… —Sítío,sí,enfocabienlavista—Quecuandotepilletevoyadar talhostiaquepuedequetedejebizco. —¡Jajaja!Puesesunaexcavadora…creo. —¿Estásenunaobra? —Noveoningúnalbañil…Nosé…Aquínotrabajanadie…Pero síhayladrillosporelsuelo.Ylasparedesestánpintadas.Laverdadesque yoestolohevivido. —¿Quieresdecirqueyahasestadoahíantes? —Puede…nosétío. —Espera Nathan, ahora vuelvo —Vuelvo a apretar el botón para dejarleenesperayrecuperaraKate—.Vale,estáenalgúnsitioamedio construir. Ladrillos en el suelo, paredes pintadas… Dice que hay una excavadora cerca, aunque al principio creía que era un tractor, y cree haber estado antes. Como si fuera un sitio que lleva así mucho tiempo. Todoesto,fiándonosdesucriterio,queahoramismonoesmuyacertado. —Vale,selovoyadeciraAbby.Cuelgo.Llámamecuandoacabes conNathan. —Vale. Hasta luego —Repito la operación de antes y capturo la otralínea—.Vuelvoaestaraquí.¿Cómoestátumadre? —¿Esbromano?Nomeapetecehablar…Ymenosdemifamilia. Ya, pero yo tengo que mantenerte en la línea despierto hasta que sepaquealguientehaencontrado. —¿CómoestáStelle?—mesorprendeél—.¿Todavíameodia? —¿Stelle?—levantolavistaynuestrosojosseencuentran,ambos igualdeasombrados—.Stellenoteodia. —¿Estáatuladoverdad? —Sí, la tengo aquí —Para estar tan borracho, a veces tiene momentos de verdadera lucidez—. Estábamos cenando. De hecho ya habíamoscenado. —Lo siento… Otra vez te jodí el plan… —respira con fuerza—. Pásamela. —¿Que te la pase? —Miro a mi mujer y ella enseguida tiende la manoyasienteconlacabeza—.Esperaquesepone. —Hola, Nathan —dice ella con una voz muy afable poniendo el “manoslibres”. ¡Esaesmichica! —Hola,Sra.Monroe—diceél. —Nathan cariño, me has chafado los suficientes planes con mi maridocomoparaquemellamesporminombre.Stelle,porfavor. —Vale,Stelle—contestaélriendocomportándosealgomástímido queconmigo. —Oye,¿sabesquetienesaunachicamuyenamoradaypreocupada porti? —Esoparece… —¿Yteparecebienhaberladejadosola?—lehagogestosaStelle para que suavice sus palabras pero directamente me ignora dándome un manotazo. —Nopenséenloquehacía.Soloquería…quitarmedesuvista… porque sé que me mirarían como hacen todos, con lástima o peor, con miedo. Rompeallorarcomounniñopequeñoytemoquesederrumbedel todo,asíquerezoparaquesuhermanaleencuentreprontoylellevede vueltaconKate,laúnicaquepuedeenderezarlasituación. —Nathan, tranquilo —le dice Stelle con voz suave—. Ni Kate ni Codysientenlástimaporti,nimiedo,teloaseguro.Ambostequierencon locura. Lo vuestro es un amor incondicional. Lo que habéis superado ambosparallegarhastadondeestáis,essencillamentemaravilloso. —Sí —contesta pasados unos segundos con la voz tomada por la emoción. —¿Nathan? —oímos la voz de una tercera persona—. ¿Eres tú Nathan? —EsadebedeserAbby,quelehaencontrado—susurroaStelleen vozbaja. —Sí…Estoyaquí—contestaNathanalgoconfuso. —Aquí estás. Vaya, siempre pensé que la vez que nos reencontráramos tendrías mejor pinta, la verdad —Escuchamos que dice la voz mientras nos miramos algo extrañados al dar por hecho por sus palabrasdequenodebesersuhermana. —¿Rachel?—preguntaNathan. —¿Rachel?—diceStelle—.¿QuiénesRachel,Tony? —Suexnovia—contestoconlabocaabierta. —¿Exnovia?—gritaenvozbaja—.Esonomegustanadadenada. Dimequeestáfelizmentecasadaytienecincohijos,tresperros,dosgatos yuncanario. —¿Quéhacestúaquí?—oímosquepreguntalavozdeNathan. —Tuhermanamellamó.Mecontóloquehabíapasadoysabíaque tú y yo habíamos… compartido mucho, y podría saber dónde estabas. Y cuandomehadichoqueparecíasestarenunaobraenconstrucción,sabía queestabasaquí. —¡Eh! —vuelve a llamarme la atención Stelle gritándome en susurros—.¿Quésabesdeella? —Poco —contesto—. Fue su novia desde el instituto hasta que se alistóenelejército.Nadamás. —Ahora que me fijo —oímos que le dice Rachel cuando nos volvemosacentrarensuconversación—.Elsitioesrománticodenarices, ¿eh?Miraqueerascrápula…traermeaquí… —¿Qué…?NoteentiendoRachel… —Estamos espesos, ¿eh? He venido a buscarte y llevarte a casa con… —Noquieroiracasa—lacortaNathan—.Nopuedoiracasaen esteestado. —Aver,hazmeunsitio.¿Quépasa?¿Tunoviasevaaasustarsite veenesteestado? —No,peronoquieroqueellaoCodymeveanasí. —Conniñoytodo…Quéresponsablesehavuelto,señorNathan Anderson… —Hecambiado,Rachel. —¿Enserio?Notecreo…Nopuedeserquetehayasdeshechode esapartedeti… SeproduceunsilencioqueprovocaqueStelleyyoaguantemosla respiración.Situvierapalomitasamano,juroquelascomería.Metienen totalmente enganchado. Stelle mueve las manos nerviosa, como apremiando a Nathan y a Rachel a seguir hablando. Ella también está totalmenteenganchada. —En el fondo, la envidio… Tiene que ser muy especial para conseguirquesienteslacabezaporella… —Nohasidoméritosuyo—diceNathanmientrasStellemuevelas manoscomosiquisieraestrangularle.Conozcoesasensación—.Locreas ono,sentélacabezaenAfganistán…Aunqueellasíesmuyespecial. Stelleaplaudeconunagransonrisaenlacara.Estáclarodelbando queestamoslosdos. —Chicaconsuerte.Ven.Quetellevoacasa.Siestanespecial,le daráigualcomolleguesmientraslohagas. Escuchamos ruidos y suponemos que le está ayudando a ponerse enpiemientrasoímosotrogrupodepasosllegando. —¡Nathan!—gritaunavozjoven. —Abby…—contestaél. —PorDios,estábamosmuypreocupadas. —Ahoralellevabaacasa. —Gracias, Rachel. Yo me encargo —dice Abby mientras Stelle asientedandosuaprobación. —¿Bromeas?¿Yarriesgarteaquevomiteenelcochedetupadre? Yalellevoyo. —Deacuerdo,Rachel.Tesigo. Doy gracias porque Nathan siga llevando el teléfono en la mano sinacordarsedequenocortólallamadayasípodersertestigosindirectos de toda la situación. Y sobre todo rezo para que la comunicación no se cortéenestemomentotaninteresanteporqueaStelleledaríauninfarto… bueno,ypuedequeamítambién. —Esoes…Esperaquetepongaelcinturón.Intentarénotocarte… —¿Qué pasa? ¿Mi madre os fue con el chisme a todos? ¿Todos sabéisquémierdamepasa? —No,Nathan… —¡Puedestocarme!—legritaél. —Nathan,nofueasí…Tumadreno… Pero le dejamos de oír y en su lugar escuchamos los sonidos clarosdeunbeso.YoabromucholosojosyStellesellevalasmanosala boca. Pasados unos interminables segundos, volvemos a escuchar la voz deRachel. —Nathannomehagasesto…Sabesperfectamentequenuncatehe olvidado, pero estás borracho, no sabes lo que haces. Y esa chica que te esperapreocupadaencasa,tampocosemerecequelehagasesto. SomostestigosdeltrayectoencochehastacasadeNathan,quelo hacen en un absoluto silencio, al igual que Stelle y yo, que ni siquiera apartamoslavistadelteléfono.Unosdiezminutosmástardeoímoscomo elmotordelcochesepara,seabrenlaspuertasycaminanhacialapuerta. —Kate,somosnosotros–diceAbby. —Hola—oímosquesaludaKatellorando—.Diosmío,Nathan… —Lo siento, lo siento, lo siento —No para de repetir él, no sé si refiriéndoseahaberhuidooalbesoqueleacabadedaraRachel. —Vamosallevarlearriba—VuelveahablarKate—.Concuidado queCodyestádurmiendoynoquieroqueleveaasí. Duranteunosminutosoímosdiferentesruidoshastaquelavozde Abbynosllegadenuevo.Hablanenvozbajaparanodespertaralcrío. —Kate,ellafuequienleencontró.EsRachel,la… —UnaamigadeNathan—diceRachel—.Metengoqueir… —Muchasgracias,Rachel—diceKate—.Graciasalasdos. —Mañanatellamo—lediceAbby—.Cuídalemucho. —Loharé. El teléfono vuelve a quedarse en silencio unos minutos y estoy a punto de colgar la comunicación, cuando oímos de nuevo la voz de Nathan. —Kate… —Estoyaquí—lesusurra—.Descansa. —Losiento… —Shhhhhh.Duerme.Esoes,cierralosojos.Yomequedoatulado todalanoche. Stelle cuelga el teléfono con lágrimas en los ojos y me mira encogiéndosedehombros. —Nolopuedoevitar—sedisculpa—.Soydelágrimafácil. —Eresincreíble. —Ufff…Semerecentantoserfelices… —Losé. —Ytú—diceponiendoambasmanosenlasmejillas—.Hasvuelto ahacerlo.Hasvueltoaregalarmeotraperfectacitaimperfecta. CAPÍTULO28 Maddie —Suéltame,Jack. —No. —Habloenserio. —Yotambién. —Necesitolevantarme. —Yyonecesitoquenolohagas. —Algunostenemosqueiratrabajar. Dejo de forcejear porque es inútil. Me tiene cogida por ambos brazos, manteniéndolos pegados a mi espalda. Levanto la mirada y me topo con su barbilla poblada por una incipiente barba y sus labios formandounasonrisaburlona,conscientedequevaasalirseconlasuya, denuevo.Agacholamiradanegandoconlacabezaydejandoescaparel aire por la boca. Pasado un rato en el que noto como me observa detenidamente,sueltaunodemisbrazosconvencidodequenomevoya escaparymecogedelabarbillaparaobligarmeamirarlealosojos.Me mirasindecirnada,solosonríe,peroveocomosusojossemuevenpara inspeccionarcadaporodemipiel,comosiestuvieramemorizándome. —Te quiero —dice sellando sus palabras con un beso tierno que contrastaconsuaspectorudo. Muevo mi brazo hasta que mi mano toca su cara, trazando una línea imaginaria que la recorre. Paso los dedos por su frente hasta que relajaelrostroylaslíneasdelasarrugasdesaparecen.Luegorepasosus cejasyperfilosunarizhastaquemeposoensuslabios.Losacariciohasta que le hago cosquillas y los esconde. Entonces muevo mi mano hacia abajoyempiezoaacariciarsupechoyajugarconelescasovelloquele creceenelcentrodelmismo.Meacercoasucuerpoyapoyolacabezade lado, escuchando el latir de su corazón. Él pone su mano en mi espalda desnuda y me abraza con fuerza mientras apoya la barbilla en mi pelo. Cierro los ojos y saboreo el momento. Me siento plena a su lado: escuchada,amada,protegida…Nopuedopedirmás. —Quieroquedarmeasíparasiempre—mediceconesavozronca quetantomegusta. —Yyo—digoinspirandoconfuerzaelaromadesupiel—.Pero lamentablemente,tengoqueiratrabajar. —¡Vengaya!Pensabaquehabíaconseguidoquitarteesaideadela cabeza.LlamaaAndyyqueabraél… —Jack, Andrew ha hecho tantas horas extras desde que estoy contigo,quealfinalvoyatenerquesubirleelsueldo. Y es verdad. Desde que Jack y yo compartimos esta especie de “convivencia no oficial”, porque aunque vivimos juntos no hemos habladodeellooficialmente,nohahabidoniundíaenelquenolehaya pedidoaAndrewqueabrieralatiendaporqueJackmereteníaenlacama. —Además, ¿tú no tienes que trabajar? ¿Es que acaso, en el calendariolaboraldelamafiarusa,hoyestámarcadofestivo? —¡Jajaja! Algo tendré que hacer sí… Pero primero tengo que hablarconSean. —Tu jefe, jefe, el de verdad —digo mientras él asiente con la cabeza—.EldelFBI. Pocoapocovoyhaciéndomeunesquemamentalconlosnombres quevansurgiendoenlasconversacionesquetenemos,cuandoalllegara casamecuentacómolehaidoeldía.Laverdadesquesueleserfácil,todo nombre que suene a ruso, a un lado, y el resto, al otro. Lo difícil es aprenderseloscargosdecadauno,aunquehaydosquetengoclaros.Sean, susuperiorenestamisiónyprácticamenteelúnicocontactoquehatenido con el FBI en estos veinte años. Y Kolya, su jefe ruso, del que me ha contadobienpocoperoporelquesientoverdaderopavor. —Hacemos un trato. Hoy me dejas llegar a mi hora por primera vez en… no sé cuánto tiempo porque he perdido la cuenta, y mañana le pido a Andrew que se haga cargo de la tienda por la mañana y no nos movemos de la cama —le digo y acto seguido me muerdo el labio esperandosurespuesta. —Si sigues mordiéndote el labio, no habrá trato porque te ataré ahoramismoalacama. EnseguidasueltoellabioyJackfijalavistaenél.Acercasubocay lo acoge entre los suyos mientras su lengua lo acaricia con tanta parsimonia que no puedo evitar cerrar los ojos y soltar un gemido de placer. —Tucuerpotedelata…—dicemirándomealosojossindespegar subocadelamía. Levantounacejaamododeinterrogación,ynotocomosumano alfinaldemiespaldadejalibrealamíaparaempezaramasajearmelas nalgas. Acerca su cuerpo al mío y se sitúa de tal manera que noto su erecciónenmisexo. —Me refiero a que insistes en que tienes que levantarte para ir a trabajar, pero en cambio sigues aquí a mi lado, a pesar de que ya no te retengo,temuerdesellabiolascivamente,jadeasantemiscariciasyestás completamenteempapada. Suelta su frase y me mira con ojos oscuros y perversos, con su sonrisademedioladoyconeseportesuyotansegurodesímismoquele hacetanendiabladamentesexy. Tengo que empezar a aprender a ser inmune a sus encantos si quierosacaradelanteminegocio,queeslabasedemisustento,yaquela pensión que me pasa Mark no me da ni para pagar el alquiler de este apartamento… —Jack—contraatacoyosindejardebesarle—.Tucuerpotambién me lanza ciertas indirectas… Me miras con ojos de puro vicio, estás empalmadoy… Bajolamanohastallegaralagomadesuscalzoncillosyentonces laintroduzcodentro,agarrandosuereccióndesdelabaseydeslizandomi manohaciaarriba.Jackcierralosojosydejaescaparunsonidogutural porlaboca. —…ytambiénjadeascuandotetoco—digosacandomimanode dentrodelbóxer. —Peromicuerponomecontradice.Yotedigoquequieroquete quedesymicuerpotelopideagritos.Estamosdeacuerdo—meresponde con una sonrisa pícara en la cara mientras insiste en volverse a colocar entremispiernas. —Yonoteestoydiciendoquenoquieraquedarmecontigo.Solote digo que tengo que ir a trabajar. Además, no has respondido a mi propuesta. —¿Ytupropuestanopuedeampliarseunpoco? —Define,ampliarseunpoco…Queteconozco. —PuesquemeparecebienquelepidasaAndrewqueseencargue delatiendamañanaporlamañana,peroqueyadepaso,podríaspedirle quelohicierahoytambién—Acercasubocaamiorejaenseñándomelos dientesyañade—.Yyapuestos,elrestodelasemana. —No—digoalejándomedeéltodoloquesubrazomedeja—.Y noutilicestusartimañas,porquenovanafuncionar. —¿No?¿Segura? De repente me coge de ambas muñecas y me coloca los brazos contra la almohada, justo encima de mi cabeza. Se pone encima de mí y colocalasrodillasentremispiernas,obligándomeaabrirlas,ysinningún reparofrotasuerecciónenelcentrodemisexo.Mimalditocuerpo,que no sabe disimular ni un pelo cuando se trata de él, demuestra que no es inmune a su roce. Todos mis músculos se tensan y mi espalda se arquea comositrataradehacerelpinopuente.Estoyperdida.Losé,ylopeorde todo es que él también. Por eso acerca su boca a mi hombro y me da pequeños mordiscos de camino al cuello. Empieza a mover las caderas comosimeestuvierapenetrando,soloqueambosseguimosconlaropa interior puesta, y aún así consigue provocar pequeñas descargas que empiezan a concentrarse en la parte baja de mi vientre. Cuando consigo enderezardenuevolaespaldaylacabeza,abrolosojosymeloencuentro a escasos cinco centímetros de distancia, sonriendo de medio lado y devorándomeconlamirada. —Me parece que estamos llegando a un acuerdo, ¿no? —dice acercandosunarizamicara,acariciándomeconella,mientrasnocesasu movimientopélvico. ¿Esposiblequeconsigaestareacciónenmísinhabermequitadola ropa interior? Igualito que el otro… ¿cómo se llamaba? ¡Qué más da! ¡Jajaja! Perocuandoyamehabíarendidodeltodoyestabaasucompleta merced, su teléfono empieza a sonar. Ambos nos quedamos totalmente quietosparaescucharlasintoníayasíaveriguarcuáldelosdoseselque suena. —Elamericano–decimosalavez. Es raro que suene a estas horas, por eso Jack pega un salto de la cama y va corriendo para contestar. Yo me levanto también, cojo lo primero que encuentro, que resulta ser una camisa de Jack, y voy a su encuentro. —¿Cómo?Noentiendo…NoSean,necesitoquemeloexpliqueél. Dameelnúmerodelagentequetienesenlazona.¡Melasuda!¡Damesu número! Da vueltas sobre sí mismo con los brazos extendidos hasta que entiendoloquebuscayleacercounbolígrafo.Sinsiquieramirarme,me lo coge de las manos, se apunta un número en el antebrazo y cuelga sin siquieradespedirse. —¿QuépasaJack?—lepregunto. Élparecenoescucharme.Conelceñofruncido,pasalavistadesu brazoalteléfonomientrasmarcaelnúmero.Cuandoacabayselollevaa laoreja,ysepaseanerviosoporelapartamentopasándoselamanoporel pelo,esperandoaquealguiencontestealotrolado. —¿Paul?SoyJackHoran.¿Quéhapasado? Vale,yaqueélnomeloexplica,tendréqueempezaraatarcabos yosolita.DemomentoséqueanteslellamóSeanyahorahablaconuntal Paul. —¿Cómoqueselargó?¿Yladejósolaconelniño?¿Porquése largó? ¿Niño? Espera, ¿algo pasa con Kate y Cody? ¿No estaban de vacacionesconNathanaprovechandoelpuentedel4dejulio? —Vale.Ahoraentoncesestáconella…Necesitotodoelexpediente. Sí,mándamelopormail. Le observo mientras sigue hablando de espaldas a mí. Está muy tensoyasílodemuestrantantosuspalabrascomosusgestos,asíquealgo nodebeirbienconKate. —¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! —grita golpeando con los puños en la encimeracuandocuelgaelteléfono. —Jack cariño… —digo en el tono más suave que puedo, intentandoacercarmeaél—.¿Quéhapasado? Meesquivaysaledemiapartamentosinimportarleirvestidotan soloconunoscalzoncillos.Trasunossegundosdeestupor,cojolasllaves demipisoysalgotrasél.Entroenelsuyoantesdequelapuertasecierre ylebuscohastadarconélensudormitorio,sentadoensucamaconun portátildelante.Allíestátodomásdesordenadoqueenelrestodelpiso.Se nota que es la única estancia de su apartamento donde Jack pasa más de cinco segundos últimamente, cuando viene a buscar ropa, y de ahí el desorden… Mequedoenunsegundoplano,alladodelapuerta,desdedonde tengo una vista más o menos buena de la pantalla del ordenador. Teclea varias contraseñas de acceso, enchufa un USB para la conexión wifi inalámbrica y abre un programa que lo primero que muestra es una pantalla azul con el logotipo y las siglas del FBI bien grandes. Escribe varias contraseñas más en lo que parece una especie de programa de correo electrónico y espera paciente a que se actualice la bandeja de entrada.Tansolounminutodespués,seoyeunlevesonidoyapareceun correoqueélleesinperdertiempo.Abretodoslosarchivosadjuntosque contieneyenseguidaaparecelaimagendeunmilitarposandomuyserio paralacámara.NoesNathan,peroseleparecebastanteylafotoparece antigua, así que supongo que debe ser… ¿su padre? Lee durante varios minutosesearchivo,hastaquepasaalsiguienteyentoncessíreconozcoal chicoenamoradoquevinohaceunosdíasacomprarunasfloresparala hijadeJack.Aunqueestáserio,sumiradaesmuchomásamablequelade supadre,aúnteniendoelmismotonoazulqueél. No sé el tiempo que pasa Jack leyendo todos los archivos y tomandonotasenuncuadernoquehasacadodelamesitadenoche,pero decidoquehapasadoelprudencialcomoparaacercarmeaél. —Jack—digoagachándomeasulado—.¿Puedohaceralgo? Vuelveanohacermecaso.Nisiquieramemira.Cogeelteléfonoy selollevaalaoreja. —Sean.PaulmehaenviadotodoslosinformesdeNathan,incluido el informe médico de la baja. También me ha enviado el expediente del ejércitodesupadre—haceunapausaparaescucharasujefe—.Necesito saberquéhapasadoyparaellotengoqueconocersuhistoria.Alparecer PauldicequeunachicalellevódevueltaacasajuntoaKate… ¿Una chica llevó a Nathan a casa? No entiendo nada y me muero porsabermásdetalles,peroparecequesoyinvisibleyyotampocoquiero molestaraJackconmispreguntas. —Supadretambiénfuemilitar,ysuabuelo,subisabuelo…Vamos, tradición familiar. Me temo que su padre no debió encajar muy bien la baja de Nathan y supongo que por ahí debe ir el motivo de su pelea — Vuelveahacerseelsilencioduranteunossegundos—.NecesitoaNathan conmihija,Sean…Nopuedopermitirqueladejesola…Porfavor,dilea Paulquesenoseparedeellos. Se frota la frente con los dedos y tras varios minutos más de conversación,cuelgaelteléfonoylodejacaerencimadelcolchón. —¿EstábienKate?—insistocogiéndoledelamano. —¡Nolosé!—megritasoltándosedemiagarredemalasmaneras —.¡Nolosé!¡¿Vale?!Asíquedejadeatosigarmeconpreguntasqueno puedoresponder… Mequedoinmóvilenelsitio,mientrasélcaminanerviosoporla habitación,conlasmanosenlacabeza,hablandoparasímismo.Estáclaro queahoramismonopuedohacernadaporélmásquemolestarle,asíque muyamipesar,salgodelahabitaciónsindecirnada. Llego a mi apartamento y me meto en la ducha, y solo entonces permitoquelaslágrimasresbalenpormismejillasyseconfundanconel agua que cae encima de mí. No paro de decirme que está nervioso, que está preocupado por su hija y que no era su intención gritarme de esa manera,perootrapartedemíesperabaquesehubieradadocuentadesu erroryquehubieravenidodetrásdemíparadisculparse. Consigorecomponermelevementeymediahoramástardecierro lapuertademiapartamentoparairmeatrabajar.Pasodelargocomouna exhalación por delante de la puerta del apartamento de Jack, tan solo mirándola de reojo y cuando llego abajo compruebo que su motocicleta no está. Ni siquiera se ha molestado en venir a recoger su casco, que estabaenmicasa. Camino sumida en mis pensamientos y ni me paro a comprar mi dosisdecafeínamatutina,asíquetansolodiezminutosdespués,entroen lafloristería. —Perdone pero aún no hemos abierto al público —dice Andrew con sorna mirándome apoyado en el quicio de la puerta que da a la trastienda—. Ah, eres tú Maddie. Perdona pero te había confundido con unaclienta.Comonoestoyacostumbradoavertetantempranoporaquí… Sinhacercasodesuprovocación,pasoporsuladoyentroenla trastiendaparadejarmiscosasycomounaautómataabroellibrodelos encargosparaponermeaellos. —Maddie…¿estásbien? —Hoyvendránarecogerunosadornosfloralesparaelcincuenta aniversariobodadelosMiller.Deberíasasegurartede… —¿Maddie? —me interrumpe Andrew cerrando el libro de encargosycogiéndomedeambasmanos. Memirapreocupadomientrasnotocomomisojossehumedeceny mi labio inferior empieza a temblar. Enseguida me derrumbo en sus brazos,balbuceandopalabrassinsentidointentadoexplicarlelosucedido mientrasélasientetodoelrato. —No te preocupes. Estaba preocupado por su hija. Seguro que cuando se tranquilice, viene a verte y lo arregláis todo —dice cuando acabo de escupir toda la retahíla de palabras inconexas volviéndome a demostrar que nuestra conexión es tan grande que nos entendemos a las milmaravillas. —Esoesloqueyoquierocreer…—digosecándomelaslágrimas coneldorsodelamano. —SeguroMaddie.Tienesaesehombrelocoporti,teloaseguro. Meabrazadurantetodoelratoquenecesito,hastaqueesbozouna sonrisa medianamente sincera para él y me deja ir satisfecho. Me cuida duranteelrestodeldía.Metraecaféyunbolloporlamañana,meinvitaa comeralmediodía,atiendealasclientasmáspesadaseindecisaspormíy ni siquiera intenta sonsacarme más información acerca de Kate y de Nathan,aunqueséquesemuereporsabermásdeloquehapasado. Una hora antes de cerrar, un chico entra por la puerta y se queda mirandoaAndrewduranteunossegundos.Élledevuelvelamiradaycasi mecaigoalsuelocuandoveoquesesonrojayagachalacabeza.Miroa unoyaotrosinpodercreermeloqueveo,asíquelecojodelacamisetay lemetoalatrastienda. —Vale, ¿qué está pasando aquí? —le digo intentando disimular enfadoaunqueconunasonrisaasomandoenmislabios—.¿Quiénesese chicoquetehahechosonrojarporprimeravezentuvida? —Jason. —¿Y...? —digo haciendo gestos con las manos para instarle a seguirconlaexplicación—.Dimequiénesporquenotienepintadeserun clientequevieneaporunramo… Ríeilusionadomientrascruzalasmanospordelantedelpecho. —Entróayerporlamañanaacomprarunramodeflores. —Ylehicistetuhabitualinterrogatorio… —Sí—seleescapaunarisitamuydegay—.Ymedijoqueelramo era para regalar pero no me aclaró nada más. Tampoco insistí yo, recordandovuestrosconsejosacercadedejardeparecertandesesperado. —Denada. —Yentonces,anoche,despuésdequeJackytúosfuerais,cuando cerré la persiana, al girarme me lo encontré delante ofreciéndome el ramo. —¡Oh!—mellevolamanoalabocaporlaemoción. —Me acompañó a casa y estuvimos charlando. Se llama Jason, tiene 41 años, vive aquí delante, está soltero y sin compromiso y ha ido picoteandodeaquíydeallíhastaencontraralapersonaideal,osea,yo. —¿Y? —Ylosubíamicasaymelotiré.Yhoytenemosnuestraprimera citaformal.Ledijequevinieraunpoquitoantesdecerrarporquequería queleconocieras.Notelohabíacontadoantesporquenolocreíoportuno despuésdeloquemehascontado. —Cariño—digoabrazándoleconfuerza—.Mealegrounmontón. —¿Sí?MegustaMaddie,megustamucho—dicemientrasambos damossaltitosdeemocióncogidosdelamano—.Venquetelopresento. En cuanto salimos de la trastienda, me lleva casi a rastras hasta Jason, el cual me parece un chico encantador y de lo más asentado. Me cuentaquetrabajaenlabolsaymecuadra,porquevienevestidodetraje, aunque con la corbata algo desanudada. Es tan diferente de Andrew, que sonelclaroejemplodequelospolosopuestosseatraen. Selesnotatantoenlamiradaqueestándeseandoestarsolos,que cojoaparteaAndrewyledigoquesevaya. —No,esigual,yamequedocontigo—mediceél. —Andrew,porfavor,telodebo.VeconJason.Solofaltarecoger unpocoycerrar.Puedohacerlosola. —¿VendráJackarecogerte? —Sí…—contestointentandoparecerconfiadaaunqueenelfondo tengoseriasdudasyaquenohesabidonadadeélentodoeldía. —¿Seguro? —Jason —digo esquivando a Andrew—. Llévatelo de aquí y divertíos. Cinco segundos después de salir, la puerta se vuelve a abrir y apareceAndrew,quecorrehaciamíymedaunfuerteabrazo. —Gracias.Gracias.Gracias.¿Quéteparece?¿Aqueestácañón? —De nada. Es una monada. Me encanta para ti. Pero corre. ¡Veteeeeeeee! Sale de nuevo por la puerta, recojo un poco el mostrador y voy hacialatrastienda,cuandovuelvoaoírlacampanita. —Andrewporfavor.Veteya,queparaunacitaquetienes,lavasa acabar…—Perocuandoacabodedarmelavuelta,medoycuentaqueno es Andrew el que está frente a mí—. Oh, perdone, creí que era otra persona. Mesonrojoy,algonerviosa,mecolocoelpelodetrásdelaoreja. —Nosepreocupe—merespondeelhombreconunasonrisaenla cara. —¿Enquépuedoayudarle? En lugar de responder a mi pregunta, se pasea por la tienda mirandodetenidamentetodaslasflores,tiestosyadornosquecuelgande mis paredes. De vez en cuando me mira y me sonríe, gesto que le devuelvosinsaberbienquéhacer. Vavestidoconunpantalónnegro,unacamisagrisarremangadaa laalturadeloscodosyllevalacorbatatambiénencolornegro.Esconde una mano en el bolsillo del pantalón, mientras con la otra se cuelga la americana en el hombro. Tiene el pelo rubio oscuro con algunas canas, peinado con gomina hacia atrás. Es elegante, pero a la vez muy inquietante,quizádebidoalostatuajesquellevatantoenlosbrazoscomo inclusoenlasmanos. Finalmente, se da por satisfecho y se acerca al mostrador. Apoya ambas manos en él y me mira sonriéndome y ladeando la cabeza. La verdadesquecadavezmeestáponiendomásnerviosasuactitud. —Ahoraentiendoporquéestabatandistraídoúltimamente—dice sindejardemirarme. —¿Perdone?—contestoesbozandounasonrisa. —Maddie,hacesquemimejorhombrecometaerroresdenovato. ¿Cómosabeminombre?¿Quiénessumejorhombre?¿Distraído? Derepentecaigoenlacuentadequeelhombrequetengodelantedemíno es otro que el mismísimo Kolya Kozlov. Me agarro con fuerza al mostradorparanocaermedeculoeintentoparecerlomáscalmadaque puedo. —EntoncesusteddebedeserelseñorKozlov—digotendiéndole lamanoconlamejordemissonrisas. —PorfavorMaddie,llámameKolya—dicecogiendomimanoy llevándoselaaloslabiossindejardemirarme. —¿Yaquédeboelhonordesuvisita,Kolya? —Pues verás, Maddie —dice caminando hacia el otro lado del mostrador, o sea, hacia mí—. Como últimamente pasa tanto tiempo contigo,mepreguntabasisabíasdóndeestá. —No entiendo… —digo alejándome de él disimuladamente, caminandomarchaatrás—.Noleveodesdeestamañana. —Puesyalehasvistomásqueyo… —Laverdadesquenohehabladoconélentodoeldía…—digo justoenelmomentoenquemiespaldatocacontralapared,impidiéndome seguirhuyendo. Élavanzahaciamíhastaquedarseapocoscentímetrosdedistancia. Levantaunbrazoyapoyalapalmadelamanoenlapared,justoalladode micara.Mirodereojolostatuajesdesusantebrazos,palabrasenrusoque no soy capaz ni de leer y vuelvo a fijar la vista en sus ojos azules, que lejosdeatraermecomolosdeJack,meponenmuynerviosa. —Sientonopoderayudarle… —Oh, no, te equivocas Maddie —Acerca la mano a mi cara y acaricia mi mejilla mientras sonríe enseñándome los dientes—. Puedes sermedemásayudadelaquetepiensas. —Nosécómo…—digomoviendolacabezaparadeshacermede sucaricia. Cogemicaraporlabarbillaconunamanoymeobligaamirarlea los ojos. Acerca su nariz a mi cuello e inspira con fuerza para olerme mientrasconlaotramanoinmovilizamibrazocontralapared. —Québienhueles,Maddie… Yactoseguidosacalalenguaymelametodoelcuelloenungesto queapuntoestádehacermevomitar. —Vamosahacerunacosa—susurraenmioído—.Comoamíno mecogeelteléfono,levasadarunrecadoaIgordemiparte.Dilequeme llamemañanaporlamañana,sinfalta.Estanocheseladejolibreparaque tefolleagusto. Muerdeellóbulodemiorejamientrasyonopuedohacerotracosa que cerrar los ojos y apretar los dientes porque su mano impide que muevalacara. —¡Quésuertetieneelcabronazo!Meencantaríafollarteyomismo, perolasmujeresdeloscamaradasnosetocan…almenoshastaquedejan deserlo. Mesueltalacarayabrolosojos.Leveomirarmedearribaaabajo mientrassepasalalenguaporloslabios. —¿Le darás ese recado a mi camarada? —dice volviendo a acariciarmelamejillamientrasyoasiento—.Bien.Puesentonces,yame voy. Coge mi mano y vuelve a besarla tal y como ha hecho antes. Se pone la americana, que había dejado pulcramente doblada encima del mostradorysaleporlapuertasinmás. Tardovariosminutosenreaccionar,hastaquemicuerpoempieza atemblarsinpararylaslágrimasarodarpormismejillassincontrol.Mi enterezasevieneabajoycuandonotoquemisrodillassonincapacesde mantenermeenpie,dejoresbalarmiespaldaporlaparedhastaquedarme sentada en el suelo. Cojo mis piernas haciéndome un ovillo y lloro desconsoladamente intentando deshacerme de toda la tensión acumulada detodoeldía,porquelavisitadeKolyahasidolagotaquehacolmadoun vaso que se ha ido llenando poco a poco conforme pasaban las horas y Jacknoseponíaencontactoconmigo. Noquieromovermepormiedoaencontrarmeconéloconalguno de sus matones fuera, aunque tampoco creo que pueda mover un solo músculo.AsíqueesperoaqueJackaparezca,ycuandopierdolanoción deltiempoymedoycuentaquenovaaaparecer,decidoquemedaigual, queprefieropasarlanocheenlatiendaantesquevolversolaacasa. Oigo mi teléfono sonar insistentemente en la trastienda, y aunque intento levantarme al principio, me doy por vencida cuando mis piernas no responden. Solo tengo ganas de llorar, así que me acurruco y lloro desconsoladamente. —¡Maddie! —La puerta se abre de golpe, chocando contra la pared, y Jack aparece enseguida a mi lado con la cara desencajada—. ¡Maddie! Seagachaamiladoymecogelacaraentrelasmanos.Secamis lágrimasconsusdedosmientrasinspeccionamicuerpoenbuscadeuna heridaomoratón. —¿Quéhapasado? —Nofuisteatrabajar…—sollozo. —¿Qué…? —Kolya… —¿Kolyahaestadoaquí?Diosmío,Maddie…¿tehahechoalgo? —Novinisteapormí…—digosinpoderparardellorar. —Lo siento… Lo siento… —Aprieta mi cabeza contra su pecho mientrasmeacariciaelpeloconlasmanos. No sé cuánto tiempo paso en sus brazos, hasta que me coge en brazosymesacaalacalle.Llamaauntaxiquepasaporlacalleenese momento y se mete dentro. Me lleva en su regazo todo el trayecto mientrassoyconscientequeelconductornosmiraporelespejo.Cuando llegamosanuestrobloque,lepagaymellevaacasaenbrazos. —Bájamealsuelo—ledigonadamáscerrarselapuerta. Sin más, me dirijo al cuarto de baño. Abro el grifo del agua caliente,medesnudoymemetodentro,quedándomeenlamismaposición encogidaqueteníaenlatienda. Le oigo a lo lejos hablando por teléfono, supongo que con Sean. Aunque no presto atención, puedo averiguar que el agente encargado de vigilarmehadesaparecidoyquesospechanquealgunodeloshombresde Kolyahayasidoelcausanteparadarlevíalibreasujefeparahacermela visita. —Medaigual.Mañanairéaverleylemataré—oigoquediceJack —.Nosécómoestá…Aparentementebien,nolehevistoningunaherida, pero algo le ha hecho. Conozco a Kolya y he visto que puede hacer que tíos de dos metros de alto se meen de miedo en los pantalones. Lo haré. Vale.Mañanahablamos. Alpocoratoveocomolapuertadelbañoseabrelentamenteyél aparececoncaradeasustado.Sesientaenelsueloalladodelabañeray meobservadurantelargorato. —Dimequenotehahechodaño—mepide. —No me ha hecho daño —respondo sin molestarme en girar la cabeza. —MírameMaddie,porfavor… Hago lo que me pide y giro la cabeza para mirarle sin mostrar ningúnsentimientomásqueapatía. —¿Quétedijo? —Quelellamesmañanaporlamañana. —Hoy he estado con Sean ultimando los detalles de la operación —Empieza a decirme como si se sintiera en la obligación de darme explicaciones—.Lasemanaquevieneseacabatodo.Yaestá. —Muybien—Vuelvoagirarlacabezamientrasélsearrodillaa miladoyacariciamipelomojado. —Maddie,perdóname—dicellorando. —¿Kateestábien?—lepregunto. —Sí, sí. Nathan está con ella de nuevo. Parece estar todo controlado. —Bien.Mealegrodequetengaaalguienquelaproteja.Jack,vete. Necesitoestarsola. —No.Porfavor.Quieroestarcontigo,quierocuidardeti. —Ojaláhubieraspensadoasíhaceunashoras.Vete,Jack. CAPÍTULO29 Jack La puerta del apartamento de Maddie se abre y me pongo en guardiaenseguida.Melevantodeunsaltoaunquemellevounamanoen losriñones,queseresiententrashaberpasadotodolanochesentadoenel suelodelpasillo. Ella se queda parada aguantando la puerta sin decirme nada hasta que pasados unos segundos, me da la espalda para cerrar la puerta del apartamentoconllave. —¿A dónde vas? —le pregunto cuándo se gira mientras me interpongoensucamino. —Atrabajar—contestaintentandoesquivarme. —Preferiríaquenolohicieras. —Puesmuybien. —NoMaddie,noloentiendes—digoagarrándoladeloshombros. —¡No! ¡Lo entiendo perfectamente! —me grita soltándose de mi agarreyclavándomeeldedoenelpecho—.Séqueesetíoespeligroso, créeme que me di cuenta cuando me agarró de la cara y me empotró contra pared. Pero no puedo quedarme encerrada en casa. Aunque a mí mismameparezcamentira,sigoconfiandoentiytúdijistequenotenía nadaentucontra.Asíqueparaquesigaasíynosospechemás,creoque debemosseguirconnuestrasvidasconnormalidad. —Te… ¿te empotró contra la pared? —digo tragando saliva mientrasnotocomomehiervelasangre. —Jack… —dice frotándose la frente con los dedos—, hazme un favor,llamaaKolyatalycomomedijoquehicierasytodoirábien. —Maddie,nomehasrespondido.¿Tehizodaño?¿Teamenazó? Me acerco a ella con la intención de acariciar su rostro, pero al instante retrocede poniendo su mano delante para quitarme la idea de la cabeza. ¿Cómo he podido pasar de estar en su cama haciéndola jadear a que ni siquiera quiera que la toque? Niego con la cabeza apretando los dientes con fuerza para detener el nudo que se me está formando en la gargantaylevantolaspalmasdelamanoparahacerleverquenovoya intentarlodenuevo. —¿Yquéganassabiéndolo?¿Tevolveráslocoeirásaporélpara matarlecontuspropiasmanos,echandoaperdereltrabajodetodosestos años?¿Haciendoquealejartedetuvidanohayaservidodenada?Opeor aún, ¿provocando que sus matones te maten a ti en tu intento de obtener justicia? —Eso me suena a un sí —digo apretando los puños con fuerza a ambosladosdemicuerpo. Noto como la sangre hierve en mi interior, porque sé que tiene razón. Me encantaría citarme con él y matarle con mis propias manos, aunque eso significara echar al traste la operación. El problema es que entonces, estos 20 años sacrificando mi vida entera, no habrían servido paranada.Asíquetrasmeditarloduranteunrato,yantesdequeMaddie pierda la paciencia y se largue, respiro profundamente varias veces y la encarodenuevo. —Necesitosaberquétehizoparainformaramissuperioresyver cómo proceder —digo lo más calmado que puedo—. A la vista de los acontecimientos, puede que tengamos que tomar algunas decisiones urgentes… Agacha la cabeza y apoya la espalda contra la pared. Se frota ambosbrazosconlasmanosysehumedeceloslabios.Sopesalaspalabras con cautela y eso me pone muy nervioso porque sé que lo que voy a escucharnomevaagustarnada. —Me… arrinconó contra la pared y me cogió de la cara para… olerme y… lamer mi cuello —sus manos viajan inconscientemente a su cuelloysusdedosacariciansupiel—.Yluegomedijoquetedijeraquele llamarasestamañana. —Te…—hundolasmanosenmipelosinpoderquedarmequieto —.¿Sepropasócontigo? —No. Dijo que las mujeres de sus camaradas son intocables — asiento con la cabeza, algo más aliviado al escuchar que Kolya sigue al piedelaletrasucódigodehonor—,hastaquedejandesercamaradas… Vale,esoesunaamenazaclarahaciamíyporconsiguientehacia Maddie.Tengoquehaceralgoparaacabarconestodeunavezportodas porquenovoyapermitirquelepongaunamanoencimanuncamás. Camino de un lado a otro con la cabeza a pleno rendimiento. Necesito aclararme, ver todas las opciones que tengo y jugar bien mis cartas. Lo primero que haré es hablar con Sean y explicarle la nueva situación, y luego llamaré a Kolya, aunque antes debería pensar qué excusa darle por mi ausencia de ayer… Y sobre todo, serenarme para poderinterpretarbienmipapelynoecharportierramitapadera. Entonces me doy cuenta que, una vez más, me he olvidado de Maddie.Levantolacabezaymequedoparadofrenteaella,quememira resignada,comosi…sehubieradadoporvencida. —No puedo creer que te hiciera daño —digo finalmente reprimiendo unas ganas locas de abrazarla con todas mis fuerzas y no soltarlanuncamás. —No,élsolomeasustó—contestacolocándosevariosmechones pelirrojosdetrásdelaoreja—.Túmehicistemásdaño. Me quedo totalmente quieto, como si una barra me hubiera atravesado el cuerpo y me hubiera anclado en el suelo, partiendo mi corazónasupasopormipecho.Creoquecasipuedoescucharelsonido del mismo al romperse en mil pedazos. Yo preocupado por si Kolya le habíahechodaño,yresultaqueelcausantedesuslágrimas,hesidoyo. —Yo…—consigoarticularconlavoztomada. —Nopasanada,Jack—diceellaconesaresignaciónqueanteshe vistoensumirada—.Notengositioentuvida.Yaestá.Simplementeeso. Loasumo.Yaestabaadvertida,melohabíasdicho…Yonoentrabaentus planes.Hasintentadohacermeunhueco,peroesocasiarruina20añosde trabajo,asíquecasiqueestoeslomejorparaambos. —Maddie… —digo con lágrimas en los ojos—. No me hagas esto… —Loqueteestoyhaciendoesunfavor.Mepreocupoporti,yno quieroquetus…amigosrusossospechendetipormiculpa. —Pero…Peroyotequiero… —Y yo —contesta con la cara totalmente mojada—. Por eso me alejodeti. Me tambaleo, perdiendo el equilibrio, hasta que mi espalda toca conlapareddelpasillo.Creoquemefaltaelaire,asíqueapoyolasmanos enlasrodillaseintentorespirarconfuerza.Nopuedoperderla.Meniego ahacerlo. —Toma—levantolavistaylaveoconloscascosdelamotoenlas manos—.Acuérdatedequetumotosigueaparcadadelantedelatienda. Loscojoconambasmanosylamiroconlabocaabierta,sinsaber quémáshacer,hastaquemicuerporeaccionaalverlabajarlasescaleras. Escomosiunaalarmasonaraenmicabezayalguienmegritara:“¡Corre soidiota!” —¡No,no,no! Dejo caer los cascos al suelo mientras la persigo corriendo escaleras abajo, hasta que la alcanzo antes de llegar a la portería. Me pongo delante de ella y extiendo mis manos hacia delante para hacerla deteneryobligarlaaquemeescuche. —Maddie,porfavor…Tenecesito… —Yyo…peronotepuedotener. Seacercaamíyacercasumanoamimejilla.Ladejasuspendida enelaireduranteunossegundos,indecisasinsaberquéhacer.Alfinal,la apoya en mi pecho y acaricia mi camiseta, agarrándola entre sus dedos cuandocierraelpuño. —Tencuidadoporfavor. La veo salir a la calle y me acerco al cristal para seguirla con la mirada. No es buena idea que salga tras ella, aunque me da pavor saber quecaminarásolalascuatromanzanashastalatienda.Asíqueactúocon rapidezysacoelteléfonodelbolsillo. —Sean —digo en cuanto descuelga al primer tono—. Kolya amenazóaMaddie. —Tengo a dos hombres siguiéndola ahora mismo. No te preocupesporquenolavamosadejarsola.Detodosmodos,creoqueno hasidobuenaideaquesalgaalacalle. —Intenta convencerla tú porque a mí no me va a escuchar. La he cagadoSean…ylaestoyperdiendo—digosecándomelaslágrimasconel dorsodelamano—.Ynoquiero… —Jack,tranquilízate.Nopodemosjoderlaahoraconloquenosha costadollegarhastaaquí… —Me la suda, Sean. Ahora mismo solo puedo pensar en su seguridad y lo demás… es secundario. Es como si fuera incapaz de controlarnada.Todosemeescapadelasmanos. —Escucha,Jack—diceconuntonoconciliadormientrasmesiento en las escaleras totalmente sobrepasado por la situación—. No te preocupes por su seguridad porque ya no pasará lo de anoche. Ahora necesitasunacoartadacreíbleparajustificartuausenciadeayer.Llamaa Kolyaydilequeteseguimosyqueayerestuvistetodoeldíatratandode darnos esquinazo. Él sabe que tenemos hombres vigilando vuestros movimientos,aprovechemoseso. Apoyolacabezaenmisrodillasycierrolosojosbrevemente.Las piezasvuelvenaencajarenmicabeza,peroestoyagotado,ylohacenmuy lentamente. La idea puede funcionar, pero Kolya es muy listo, así que tendréquesermuyconvincente. —Jack,¿quéteparece? —Quepuedefuncionar…Ahoratengoquellamarle.Temantendré informado.¿Sesabealgodelagentequeteníasanochevigilandolatienda? —Me temo que no… —Se hace el silencio entre los dos porque ambossabemosloqueesosignifica—.Jack,solotepidounasemana,dos alosumo. —Te doy una —respondo mientras oigo a Sean suspirar al otro lado. —Hecho. —Escucha,Sean…SiletieneKolya… —Losé…Intentahacerloposibleporintentarquesalgaconvida, pero en ningún caso pongas en peligro tu coartada o a ti mismo —Se quedacalladosintiendogranpesaraldeciresaspalabras,tantocomoyoal escucharlas,peroasíesnuestrotrabajo—.Estamosencontacto. —Vale. —YJack…TeprometoquevoyahacerdelaseguridaddeMaddie, KateyCody,algopersonal. —Gracias…Teloagradezco. Cuelgo el teléfono y subo de dos en dos las escaleras hasta mi apartamento.Entroyvoydirectoalacocina.Abrounodelosarmariosy cojo la botella de whisky. Me sirvo dos dedos en el primer vaso limpio que encuentro y lo bebo de un trago. Sé que este no es el desayuno equilibrado que recomiendan, pero teniendo en cuenta que mi vida muy equilibradatampocoesquesea,supongoqueyamevabien.Dejoelvaso y me agarro de la encimera de la cocina con las dos manos. Respiro profundamentemientrascambioelpesodemicuerpodeunapiernaaotra, repetidasveces,comosimeestuvierapreparandoparaafrontarquizá,el momentomásdelicadoenestosveinteañosdetrabajo. Mirolabotellaysinpensarlo,viertoundedomásenelvasoyme lollevoaloslabios.Vuelvoabebérmelodeuntrago,dejoelvasoenla encimera y marco el número de Kolya sin darme tiempo a pensármelo demasiado. —Igor, pensaba que se te había tragado la tierra —Vuelve a contestarme en su inglés perfecto—. Incluso fui a hacerle una visita a tu amigaMaddie.¿Telodijo?Todaunabelleza… Memuerdoellabioinferiorhastanotarelsaboralgometálicode lasangrealavezqueaprietoelpuñodemimanolibre. —Kolya, ayer tuve a un agente del FBI siguiéndome todo el puto día—digosinsiquieramolestarmeareírlelagraciaporsucomentario,y la urgencia de mi respuesta parece surtir efecto, porque le dejo sin palabras durante unos segundos—. Por eso no me arriesgué a ir al almacén.Estuvemareándoleporlaciudadsinrumbofijoyluegovolvía casa. Registré mi apartamento en busca de micros y luego comprobé mi teléfono.Poresonotehellamadoantes,hastaquenoheestadosegurode queestoylimpio. —¿Estás seguro de que no nos escuchan? —dice con un tono de voz totalmente diferente al de hace unos segundos. Casi puedo notar el miedoensuvoz,yesotengoquereconocerquemeencanta. —Kolya, si no lo estuviera no estaríamos manteniendo esta conversación. Mirespuestaparececonvencerleporqueescuchocomodejairaire por la boca con fuerza, como si se hubiera quitado un gran peso de encima.Detodosmodos,nomearriesgoydecidoirunpocomásalláen mirepresentación. —Kolya,deberíastenercuidadoycubrirtelasespaldas.Simehan seguidoamí,puedequevayantambiéndetrásdeti.¿Hasvistoalgofuera delocomún? —No…—esbozounasonrisaalnotarsutonodevozinseguro—. Pero ayer sí había un agente apostado en la puerta de la tienda de tu amiguita. ¡Bingo! —¡¿Cómo?! —grito intentando sonar todo lo convincente que puedo. —Tranquilo, ella no parecía saber nada —se queda en silencio esperandomirespuesta,peroalverquenotengointencióndedecirnada, básicamente porque estoy apretando los dientes con tanta fuerza que parecequequierohacerlosañicos,añade—.Hemosestadointerrogandoal capullo,peronosueltaprenda. —¿Letenéisvosotros?—digointentandonosonarpreocupado. —Sí, le tenemos en el almacén. ¿Vendrás? Te necesito aquí cerca Igor. —Sinomesiguen,vendré.Salgoendiezminutos. Cuelgosinesperarsurespuesta,sinsalirmeniunpocodelestilo deIgor.Además,estoyalgomástranquiloalcomprobarqueKolyaparece haberse quedado convencido con mi excusa para no haber estado localizableentodoeldíadeayer. Envío un mensaje a Sean desde mi otro teléfono y le informo de misprogresos,incluyendoelparaderodenuestroagente,yantesdesalir decasadecidohaceralgoquellevopensandodesdequeMaddiesaliópor lapuertaestamañana.Buscoelnúmerodeteléfonoenlaagendayespero trestonoshastaquemeresponden. —¿Hola? —Andrew,soyJack. —Eh…Hola…—contestatotalmenteextrañado. —¿HallegadoMaddie? —Sí…—Yalescucharsurespuestasuspiroalgoaliviado—.Pero, esperaunmomento… Notocomoseparaelteléfonodesuorejayentoncesoigosuvoza lolejos,preguntándolealgoaMaddie. —Salgoaporloscafés.¿Lodesiempre?—escuchodecir. —Sí.Gracias,cariño—contestaMaddie. Cierro los ojos inconscientemente. Me duele escuchar su voz tan apagadayserconscientequeyosoyelcausante. —Vale,yaestoyenlacalle.¿QuéhapasadoJack? —Escomplicado,Andrew… —No,noloes.Noestoysegurodequéhapasadoporquenomelo haqueridocontar,perositengoqueapostarporalgo,apuestoaquehas sido tú el que la ha cagado. Así que arrástrate como un perro y pídele perdón. —Sí,lahecagado.Digamosqueayernoestuvetodoloatentoque tenía que estar y la dejé de lado… Me olvidé de ella… He intentado disculparme,peronoquiereescucharme.Dicequenotengositioparaella enmivida. —¿Yesoescierto?Porquesiloes,teexijoquelehagasunhueco inmediatamente.Jack,noteconozcomucho,perosílaconozcoaella,yla sonrisaquellevabaestosdíasensucara,noselahabíavistonunca.Ytú eraselcausantedeella… Suspiro mientras me dejo caer en el sofá. Echo la cabeza hacia atrásymiroaltechomientrasmefrotolosojosquemeescuecenproducto delestrésyelcansancioacumulado. —Soluciónalo,¿vale?—insisteAndrew. —Lointentaré. —Hazlo. —Vale —digo mientras se me escapa una sonrisa—. Lo haré. Cuídamela,¿vale? —Eso está hecho. Haré campaña en tu favor, que lo sepas. Me gustas. —Tútambiénamí. —Demasiadotarde,guapo.Yahayunhombrequesehaadueñado de mi corazón —niego con la cabeza pensando que no cambiará nunca, aunque, bien pensado, ese es el encanto de Andrew, y si no dijera estas cosas,noseríatangenuino. —Bueno, qué se le va a hacer. Ahogaré mis penas en silencio — digomientrasambosreímos—.Gracias,Andrew. —Denadaguapo. —Noledigasquetehellamado,¿vale? —¡Ytantoqueselovoyadecir! —Pero… —¡Calla! Déjame a mí. Formará parte de mi campaña pro-Jack. Encuentrosúperrománticoquehayasconseguidomiteléfonoparasaber deellasinagobiarla.Esodicemuchodeti…Escomodarlesuespaciosin perderladevista. Lopiensoduranteunossegundos.Ensubocanosuenanadamaly si se lo vende a Maddie la mitad de bien, será de gran ayuda, la verdad. Además,tampococreoquepuedaconvencerledequenolohaga,asíque simplementeledoylasgraciasporelloynosdespedimos. Voyhaciaeldormitorio,mequitolacamiseta,lalanzoalotrolado de la habitación, y me pongo la primera que cojo de la estantería del armario.Voyalbañoyabroelgrifodellavamanos.Memojovariasveces lacaraconaguaheladaylevantolavistaparavermireflejoenelespejo. Observocomolasgotascaenpormirostromientrasintentoreconocerme enlaimagenqueveodelantedemí.Unasolanochesinellayyaveolos estragosquesuausenciahaprovocado.Tengoojerasdebajodelosojos, labarbaqueayermehacíasexy,hoymeconvierteenunmendigo,yestoy bastantepálido.Además,mimiradareflejaunmiedonadapropioenmíy mirespiraciónesentrecortada. Decido no prestar más atención a mi desastroso aspecto ya que afortunadamente no es algo por lo que mi jefe se vaya a preocupar. Agarro el casco y cuando llego a la calle, arranco el motor de mi motocicleta y salgo quemando rueda. La velocidad ayuda a relajarme y cuando aparco delante del almacén, he recuperado parte de la confianza perdida. Entrodecididomientrastodosloshombresconlosquemecruzo mesaludaninclinandolacabezademostrandorespeto.Yonomeparoni miroaninguno,sinoque,sinperdertiempo,voydirectoaldespachode Kolya. Cuando llego a su puerta, llamo con tres golpes secos y la abro cuando oigo la voz de Kolya dándome el permiso necesario. En cuanto entro, la imagen que me encuentro me deja petrificado. Hay un hombre arrodilladoenmediodeldespacho,conlasmanosatadasalaespaldayla cara bañada en sangre. Kolya lleva una camisa negra arremangada a la altura de los codos, dejando a la vista todos sus tatuajes, y una corbata gris,ycaminaasualrededorconparsimonia,tomándosetodoeltiempo necesario entre pregunta y pregunta. Cada respuesta va seguida por un puñetazoqueletiraalsueloycadavezquecae,élleagarradelpeloyle vuelveaponerderodillas.Asíqueaunquevavestidotanelegantecomo siempre,vallenodesalpicadurasdesangre,tantoenlacara,comoenlos brazos,comoenlaropa. —Hoy no es tu día de suerte, porque, ¿ves a ese tío de ahí? — Kolyaagarradelpeloalagenteyleobligaamirarme—.Latíaalaque estabassiguiendo,essunovia. Lemiroachinandolosojosyarrugandolafrente.Intentodescifrar por su cara si me reconoce o no, pero creo que tiene los ojos tan hinchadosquenocreoqueseacapazdevernada. —Igor —dice Kolya ya a mi lado encendiéndose un cigarrillo y ofreciéndomeotroamí—.Nohemosconseguidoquediganada.¿Quieres intentarlotú? —¿No le habéis sacado nada de nada? —le pregunto sin dejar de miraraesehombrearrodilladoquemuevelacabezanerviosointentando adivinarsiestamoscercaypordondelecaeráelsiguientegolpe. Kolya niega con la cabeza dando una larga calada y mirándome conunojomediocerradoporcausadelhumo. —Todo tuyo —dice dándome unas palmadas en el hombro—. HazloporMaddie. Le miro de reojo y aprieto la mandíbula para no asestarle un puñetazoqueledejesindientes.Meacercolentamentehaciaelagente,al quedoygraciasdenohaberlevistonuncalacaraparanohacerestoaún más difícil de lo que ya es de por sí y empiezo a dar vueltas a su alrededor,observándoledetenidamenteyponiéndolenerviosoalescuchar mispasos. —¿Paraquiéntrabajas?—digocontodalacalmadelmundodando unacaladaamicigarrillomientrasobservoaKolyaporelrabillodeojo. Elagentesemantieneimpertérrito,sinabrirboca,aunquetiembla asustado.VuelvoamiraraKolya,queobservalaescenaconunasonrisa enlacarayséquevoyatenerquedarleaestetíoparaquenoveanada raroenmiactitud.Asíqueleasestotalpuñetazoqueletirodeespaldasy lehagosaltardosdientes.Merecompongorápidamenteylecojodelpelo para volverlo a poner en su sitio, imitando a Kolya, que sigue carcajeándosepormigolpe. —Repito la pregunta —digo dando una larga calada al cigarrillo hastaapurarlo—.¿Paraquiéntrabajas? Antesusilencio,acercoelcigarrilloasucuelloyloaprietocontra supiel,provocandoquesuelteunalaridodedolorquelehacerodarporel suelo y que provoca que Kolya aplauda entusiasmado por el espectáculo queleestoyofreciendo. Tras varios golpes más, sabiendo que he disipado cualquier posibledudaquemijefepudieratener,meacercoaélyledigo: —No creo que consigamos nada. Es un profesional y está entrenado para soportar estas cosas. No hablará por mucho que le hagamos. —¿Yquéproponesquehagamosconél?—mepreguntaaunquesé quesoloaceptaráunarespuesta,asíquemelemirolevantandounacejay mecaptaalinstante—.Amigomío,noséquéharíasinti. Se lleva la mano a su espalda y saca su pistola automática. Me la tiende y agacho la vista antes de cogerla. Le miro de nuevo alzando una ceja.Paravariar,podráempezareltrabajo,peronuncaselepodráachacar ningunamuerte. Cojo la pistola y me acerco al agente arrodillado. Me acero con pasodecidido,quitoelseguroycolocoelcañónenlasiendeesepobre hombre. Trago saliva mientras repito una y otra vez: “Ya casi se acabó Maddie…Yacasiestá…Espérame…” El sonido del disparo resuena en toda la habitación y su eco me acompañacuandomeacercoaKolyaparadevolverleelarma. —Toma—Ydándomeigualdecomopuedatomárseloodeloque pueda hacerme, añado—: Y como me entere que vuelves a ponerle un dedoencimaaMaddie,temetoelcañónporelculoyaprietoelgatillo. —¡Jajaja! Tranquilo camarada. Solo olí la mercancía, pero no la caté.Estodatuya. El sonido del disparo me acompaña incluso cuando, varias horas después,siendoyadenoche,salgodelalmacényarrancoelmotordela motocicleta en dirección a mi apartamento. Conduzco como un loco de vuelta a casa, como si intentara provocar tener un accidente, creyendo hacerleunfavoralmundosialgomepasaraymurieraenelasfalto. Aparco delante de mi edificio y subo las escaleras hasta mi piso con lentitud, como si llevara un peso en cada tobillo. Cuando llego al rellano,veolaluzdelapartamentodeMaddieescapándosepordebajode lapuerta.Meplantodelante,dejoelcascoenelsueloyapoyolaspalmas delasmanosylafrenteenlamadera.Lasnotasdeunacanciónllegana misoídos.Cierrolosojosymelaimaginofeliz,sentadaenelsofá,con una copa de vino, con un libro en las manos. Como si nada hubiera cambiado. Quiero creer que es así como está, no quiero pensar que está como yo, destrozado, adorando una puerta de madera porque es lo más cercaquepuedopermitirmeestardeella. Medejocaerderodillas,aúnconlafrenteylasmanosencontacto con la puerta y dejo salir todo lo acumulado durante estas horas. Lloro desconsoladamente mientras mis manos acarician la madera como si se trataradesucuerpo.Mezomicuerpohaciadelanteyhaciaatrásmientras susurro en voz baja para que no sepa que estoy ahí, para que esté tal y comoellaquiere,alejadademí. —Tequiero,Maddie…Noterindasconmigo…Quierocuidarde ti… CAPÍTULO30 Kate —Cody,¿entoncesqué?¿Tevienesalapiscinaono?—lepregunta Abbyconlatoallacolgadaalhombro. —No—lecontestaélsentadoenelúltimopeldañodelasescaleras. Llevaahícercadeunahora,desdequeleheprohibidoentrarenel dormitoriodeNathan.Dicequetienequehablarconélyestádispuestoa abordarlenadamásselevante.Lacosaesque,teniendoencuentaelnivel de alcohol que ingirió anoche y las 2 veces que se ha despertado sobresaltado durante la noche debido a las pesadillas, no creo yo que se despierteenbreve. —Qué cabezota es… —digo mientras le observo desde la cocina conunatazadecaféenlamano. —¿A quién se parece? —me pregunta Abby—. Quiero decir, físicamenteesobvioquesepareceati,pero¿ydecarácter? —Bueno,puessupongoquetieneunpocodetodo…Quieropensar quedesupadrebiológiconotienenada,aunqueesasonrisaquemetraede cabezamerecuerdamuchoalaqueprovocóquecayerarendidaalospies deeseindeseable.Enlocabezotaesigualquemipadre—digofrunciendo elceño—.Siempresetienenquesalirconlasuya…Peroalavezesmuy independienteylegustahacerlascosasélsolo,desdebienpequeño,yeso lo ha sacado de mí. Supongo que también porque se ha visto obligado a valerse por sí mismo porque no estoy a su lado todo lo que quisiera. Tengodostrabajosparasaliradelante… —Vaya,esadmirable. —Bueno, he tenido ayuda de Rose, una vecina que hacía de cangurosincobrarmenada.Yahoratengoatuhermano,quedesdehace unassemanas,recogeaCodyenelcolegioyleentretienehastaquesalgo detrabajar.Lellevaalparque,hacenlosdeberesycosasasí. —Nomeimaginoamihermanohaciendode…padre. —Puestepuedoasegurarqueseledademiedo…Oalomejores queconCodyhaconectadoenseguida…¿Porquéteextrañatanto? —Noséporqué,yoconozcodosversionesdemihermano,elque veíacuandomipadreestabaencasayelqueveíacuandomipadreestaba en una misión. Eran dos versiones completamente diferentes. Cuando mi padreestabaencasa,Nathaneracallado,taciturno.Sudíaadíasereducía airaclase,entrenar,comerydormir.Noserelacionabaconnadieporque básicamente mi padre no le permitía tener distracciones y en casa se encerraba en su habitación y respondía con monosílabos cuando le hablábamos. —Por favor… No te ofendas, ¿eh? Pero con la propaganda que tengodeélyloquehecomprobadoconmispropiosojos,¿sesuponeque me tiene que caer bien tu padre? —digo mientras Abby encoge los hombrosyaprietaloslabiosamododerespuesta—.¿Ycuandonoestaba? —EseNathaneratotalmentediferente—Empiezaadecirclavando la vista en su café mientras una sonrisa asoma en sus labios—. Era muy divertidoyrisueño.Jugabaalfútboldespuésdeclase,teníaunmontónde amigosytodoelmundoleadmiraba.Encasa,siempreayudabaamamáen todo y cuidaba de mí. Recuerdo que cuando me recogía en el colegio, todasmisamigasbabeabanysepeleabanporestaramiladoyasíestarlo máscercadeél,inclusocuandoveníaconRachel. —Con…¿Rachel? —Sí… Rachel y Nathan estuvieron bastante tiempo saliendo… Creoquedesdelos15o16hastaqueNathanentróenlaacademiadelos Marinescon18años. PorDios,¿porquénotocomosiderepentelasangremehirviera? ¿Rachel? ¿La misma Rachel que le trajo ayer a casa? ¿Esa chica tan guapa?¿Buencuerpo,ojazosenormesyazules,pelomorenoypielblanca delicada como la porcelana? Aunque ahora que lo pienso, demasiado blanca,¿no?Casiparecía…nosé,comounespectro,comosiestuviera… poseída… Nopasanada,todostenemosunpasado.Dehecho,Nathantrataa diario con un recordatorio continuo de mi pasado, Cody, así que yo tampocotengoderechoaponermeasí…¡Peronopuedoevitarlo!Yseme debenotarmuchoporqueAbbymemiraconlascejaslevantadas. —¿Estásbien?—mepregunta. —¡Sí!—contestoenseguida. Pongo una sonrisa que intenta parecer despreocupada y natural pero,aunquebailarsemedamuybien,actuarnoesmifuerte. —Puescualquieralodiríaportucara…HasidonombraraRachel y… —¡Qué va! —digo mientras me giro para dejar la taza en el fregadero y así descansar un poco los músculos de la cara porque esta sonrisa falsa me está matando—. Parece una chica simpática. Vamos, al menosesaimpresiónmediolopocoquelatratéanoche… —Sí, mucho. Yo creo que si Nathan no se hubiera alistado, seguiríanjuntos,porqueeranperfectoselunoparaelotro. —¿Ah,sí?—Cállateya… —Sí.Estabanmuyenamoradosporloquesé.Vamos,queélnome contabaesascosas,peroloséporloquemehadichomiamigaSara,que eshermanadeRachel.Losdoslopasaronfatalcuandoellaledejó. —¿Le dejó ella? —Qué horror… qué tortura… ¿por qué sigo haciendo ver que me interesa cuando en realidad quiero que se calle y olvidaraRachelparasiempre? —Sí. Intentaron llevar la relación a distancia. Se escribían y se llamabanylaspocasvecesqueNathanvinodepermiso,noseseparabade ella.Peroconformeélibaascendiendo,sucontactoseibaperdiendo,sus permisosdisminuyendo…Yellaprefiriódejarlo. —Esloquetienenlasrelacionesadistancia…—meveoobligada adecirintentandonoparecerdemasiadoentusiasmada,aunqueenrealidad tengoganasdegritar“¡tomaya!”. Me agarro con fuerza a la encimera y aprieto los dientes. Tanta sinceridadmeestámatando.¿Esquenovaatenernadamalola“poseída”? Cuandomedoycuenta,tengoaAbbyamiladoquememirafijamentecon labocaabierta. —Eh…¿seguroqueestásbien? —Sí, voy a ver si puedo convencer a Cody para que se vaya contigoalapiscina. Ymealejodeellaparaquenooigamisdientesrechinarderabia. —Cody, cariño —digo agachándome delante de él—. Nathan tardaráendespertarse.VealapiscinaconAbbyyencuantosedespierte, nosotrosvamosparaalláyhablasconéldeloquequieras. —Pero es que tengo que decirle algo importante… Me lo dijo el doctordeNathan. —Y se lo dirás. Pero ahora mismo aquí sentado no vas a hacer nada. Aprovecha las vacaciones y vete con Abby a la piscina —ladeo la cabezayleobservomientrasselopiensa,mordiéndoselamejillaconla vistaclavadaensumuñecoyconsuyainseparablegorraenlacabeza—. ¿Subimosytepongoelbañador? —Vale—claudicaalfinalconloshombroscaídos. —Hijo, cualquiera diría que te estoy obligando a hacer algo horroroso—ledigohaciéndolecosquillasparaverlereír—.¡Quetevasa lapiscina! —Ya ves… Para que me vean con los manguitos puestos… — contestaélcontodaladesganadelmundo. —Oye, ¡que no pasa nada! —le anima Abby que se ha acercado hastanosotros—.Quemuchosniñosdetuedadvanconmanguitos. —Nathanmedijoquemeenseñaría… —Tambiéntepuedoenseñaryo—insisteAbby,animada. —No te ofendas, pero si tengo que poner mi vida en manos de alguien,mefíomásdeunMarinequedeunachica… Y dejándonos a ambas con la boca abierta, se gira y, resignado, empiezaasubirlasescaleras. —Medejaalucinada–diceAbby. —Medejaamíyconvivoconéladiario… Entonces reacciono y subo las escaleras tras él para ayudarle y, como le conozco, para evitar que entre en la habitación y despierte a Nathan. Le alcanzo justo en el momento en que pasa por delante de la puertadesuhabitaciónpisandoconfuerzaacadapasoqueda,haciendo todoelruidoposibleyasíprobandosuerteparaversiobraelmilagroy Nathansedespierta.Lecojoporlasaxilasylolevantolojustoparaque lospiesnolelleguenalsuelo. —Toma,elbañador—ledigounavezestamosensuhabitación. —Mamá por favor —se queja cuando lo ve—. ¿Tenías que ponermeeldeMickeyMouse?¿Noteníaotromenosdebebé? —¡Pero si te encantaba! —digo en un tono de voz más alto del habitualconelquehabloaCody,conscientequenoeselmejormomento paraquemihijosepongaimpertinente. —¡Ya,peroentreelbañadorylosmanguitos,sevanareírdemí! —me replica gritando, haciendo aspavientos con los brazos y poniendo losojosenblanco. —¡Puesnotehetraídootro,asíqueoteponeseste,otebañasen pelotas!—digotirandoeltrozodetelaencimadelacamademalagana—. Yvigilaesetonitodeniñopedante,quenoestoydehumor. Megirodenuevohaciaelarmarioparabuscarsutoalladebaño. Cuando la encuentro y me doy cuenta que va a juego con el dichoso bañador,dejoirelaireconfuerza,totalmenteagotadaysinfuerzaspara soportar otro bufido por su parte. Y sin saber cómo, noto las lágrimas resbalarpormismejillas. —Puesnotengoyobastanteconla“poseída”comoparatenerque aguantaral“niñodelexorcista”—digoentresollozos. —Mami… MesecorápidamenteconlatoallacuandosoyconscientequeCody está a mi lado, con el bañador puesto, y mirándome con cara de no entendernada. —¿Ya te lo has puesto? —digo para disimular—. Pues tu toalla tambiénesdeMickey,perotoma,llévatelamía. —No…Esigual…Mellevolamía,peronollores. —Cariño—digoagachándomeasualtura—.Perdóname.Noestoy enfadadacontigo.Solounpococansada. —Vale…Puestedejodescansar.MevoyconAbbyalapisci…Si quieresveconNathanalacama. —Esto…vale…—digototalmentealucinadayporquénodecirlo, algosonrojadaconsucomentario. —Asítúpuedesdescansarysiéltieneunapesadilla,lecuidas. Bajamos las escaleras de nuevo y nos encontramos con Abby esperandoapoyadaenelrespaldodelsofá. —¡Peroquébañadormáschulo,Cody!—dicemientrasyolehago señasparaquesecalle,sinéxito,claroestá—.¡PerosiesdeMickey!¡Y llevaslatoallaajuego! —Menoscachondeo…—contestaél. —Oye,quetelodigoenserio.Mepareceunamonería. —Eseesjustoelproblema.Noquieroparecerunamonería,quiero estarguay,quieromolar…Esigual,nomeentendéis…Paraestascosases paralasquenecesitoaNathan. —¿En serio tiene solo cinco años? —me pregunta Abby al oído condisimulo. —Esocreo,aunqueavecestengomisdudas… —Bueno… Cody, dale un beso a mamá que nos vamos. Nos esperanenlapiscina. —¿Quiénnosespera?¿Tunovio? —Eh…Notengonovio… —¿Elchicoquetegusta? —Tampoco.Hequedadoconunasamigas. —Perotehaspuestoroja.Síestaráelchicoquetegusta. —Tienerazón—meatrevoadecirsonriendodebrazoscruzadosa decirantelamiradaasesinadeAbby. —Puedo hacerme el monísimo y realizar un acercamiento disimulado. ¿A que sí, mamá? ¿A que a veces lo habíamos hecho en el parquecuandomedecíasquetiraralapelotahaciaunchicoquetegustaba ytúlaibasabuscar? AhoraesAbbylaquememiralevantandounacejayconcarade chiste. —¿Enseriosabehacereso?—mepreguntafinalmenteriendo. —Sí, lo tengo adiestrado para ello —contesto y las dos reímos a carcajadasduranteunrato. —Valeeeeeee, vámonos —interviene Cody—. Mamá, promételo, cuandosedespierteNathan,vendréis. —Palabra. —Adiós—dicenlosdosalunísonoantesdecerrarselapuerta. Doyvueltasporelsalónsinsaberbienquéhacer,hastaquereparo queenunaesquinahayunascajasdecartón.Meacercoaellasyleoenla parte superior en nombre de Nathan escrito con un rotulador. Deben ser lascosasdesuhabitación.Pasolosdedosporencimadelasletras,cojode unodelosbordesdelcartónylosiguientequeséesqueelcontenidodela caja se muestra ante mí. Miro disimuladamente hacia el interior durante unossegundosyveoalgunoslibrosypósters. —Estonoestábien—digoapartandolamirada—.Sonsuscosas, nolasmías. Pero antes siquiera de plantearme hacerle caso a mi buena conciencia,lamala,yademáscotilla,tomalasriendasdemicuerpoyme encuentrosacandocosasdelacajasinningúnreparo.Apartedeloslibros y pósters, saco algún banderín de los Cowboys de Dallas, un equipo de fútbolsupongo,yalgúntrofeo,supongoqueconseguidocuandosupadre andabaconeluniformepuesto.Enlassiguientesdoscajasencuentroropa biendobladaytengoqueadmitirque,comounalocaobsesiva,cojouna delascamisetasymelaacercoalanarizparaolerla.Cuandollegoala última, me llevo una decepción al encontrarme con libros de texto del instituto.Aúnasí,sacoalgunoylohojeo.Enseguidamedoycuentademi error,cuandoempiezoaencontrarmeanotacionesydibujosenlosbordes delamayoríadepáginas.Anotacionescomo“Nathan+Rachel”,escritas con letra pulcra de chica, y dibujos de corazones. Chasqueo la lengua viendolasucesióndedibujosyanotacionesporelestilo,hastaqueenotra página,unapequeñaconversación,llamamiatención. “¿Estanoche?” “Sí” “¿Dóndesiempre?” “Quesí” “¿Quémepongo?” “Nada” Me sorprendo arrugando un poco la hoja y enseguida quiero enmendar mi error alisándola con el brazo y dando por finalizado este absurdoquenohacemásqueponermedemalhumor.Perocuandointento guardar el libro en la caja, varias fotografías caen de su interior. Las recojo del suelo y las paso una a una, maldiciendo por verlas pero sin poder parar de hacerlo. Son imágenes de Rachel y de Nathan de adolescentes, sonriendo en unas, besándose en otras… Incluso encuentro unaenlaqueNathanluceeluniformeverdemilitaryellasaleabrazándole por la espalda, tomada supongo durante alguno de esos permisos en los queAbbymehacontadoquenoseseparaban. Finalmente, consigo despegar los ojos de ellas y las lanzo al interior de la caja sin ningún miramiento. Me levanto y voy a la cocina paraservirmeotratazadecafé. ¿Cómo puedo ser tan tonta como para ponerme celosa por algo que sucedió hace tantos años? Y de repente sé la respuesta… Porque su pasado era su pareja perfecta, porque es guapísima, porque no fue él el que decidió dejarlo, porque puede que no lo haya superado, porque anocheestuvieronjuntosysobretodo,porqueeseidílicopasadoestámás cercaquenunca. —Hola… Me giro sobresaltada al escuchar su voz detrás de mí. No tiene buena cara, con ojeras debajo de los ojos, algo pálido y con el pelo revuelto.Sehaquedadoenlapuerta,sinllegaraentrarenlacocina,con lasmanosenlosbolsillosdelvaqueroymirándomecomosimeestuviera pidiendoperdón. —Hola—digoacercándomeaélsinperderunsegundo. Rodeo su cintura con mis brazos y él se queda parado sin saber cómoreaccionar.Quizáesperabaqueestuvieraenfadadaporhaberseido, y puede que lo estuviera anoche, pero con el paso de las horas, ese sentimiento se tornó en preocupación hasta convertirse en lo que siento ahora,quenosonmásqueunasganaslocasdeabrazarleysentirlemío. Enseguida hunde su cara en mi cuello y rodea mi espalda y mi cuello con fuerza. Inspira profundamente para oler mi pelo, como suele hacersiempre,ysientocomosurespiraciónsecalmapocoapoco. —Losiento—susurra—.Losientomucho. —No te preocupes —contesto acariciando su espalda con mis dedos—.Nopasanada. —Noquería…nopodíadejarquemevieraisfuerademí… —Loentiendo.Metuvistemuypreocupada,peroafortunadamente, yapasó. —Tengo…QuierohablarconCody. —Mira,puesyasoisdos…Éltambiénquierehablarcontigo. —¿Cómoestá? —Asustado —contesto separándome unos centímetros de él para mirarlealacara. —Joder…—diceagachandolacabeza. —Peronodeti—Memiradenuevoconfundido—.Tienemiedode quetealejesdeélporqueporsuculpatefuistecorriendo. —¿Porsuculpa?Noloentiendo… —Yateexplicaráél…Tranquilo…—digoesbozandounasonrisa —.Ven,siéntatequetepreparouncafé.¿Tieneshambre? —No—diceponiendounamuecadeasco. —Puesdeberíasporquenotienesnadaenelestómago… —¿Tanmalllegué? —¿Teacuerdasdealgo?—preguntocondobleintención. —No. —Esoteindicalomalquellegaste. Mesientoenlasillafrenteaélmientrasponesusmanosalrededor delatazaymiraelcafédetenidamente. —Peroentonces,¿Codynoestáenfadadoconmigo? —No, está enfadado conmigo porque le he traído el bañador de MickeyMouse. —Kate,¿MickeyMouse?Quetienecincoaños… —Puesporeso…Tienesolocincoaños… —UnniñodecincoañosnoquierellevaraMickey,quierellevara Spiderman,aBatmanoaSuperman. —O sea, no quiere llevar un ratoncito monísimo con su trajecito rojoperosíaunasquerosoquelanzatelarañas,oaunmurciélagoafónico o a un tío vestido de lycra con el calzoncillo por fuera y un mechón de pelodelomenosvaronilenlafrente.Quienosentienda,queoscompre —Ypasadounratoempiezoareírmeconganas. —¿Por qué te ríes? —me pregunta sonriendo al ver que llevo un rato. —Porque le traje la toalla a juego. Y encima estaba enfadado porqueaúnllevamanguitos. —Leprometíqueleenseñaría. —Losé,nosloshadichoatuhermanayamí.Ycréeme,nosefía denadiemásparaesamisión… —Vale,metomoelcaféynosvamos. —Deacuerdo. Memuerdoellabio,nerviosa,sopesandosidecirlequefueRachel quien le trajo a casa. En realidad sí estoy decidida a hacerlo. Puedo intentar hacerlo con normalidad y así comprobar su reacción cuando escuchesunombre.Simplementepiensolamaneradeencararlo. —AnocheconocíaRachel—comentodelaformamásnaturalque puedo. Éldejadebeberalinstante,peromantienelatazaentresuslabios, mirándome por encima de ella. Ahí está su reacción. De momento, su nombrenolepasadesapercibido.¿Yquéesperabas,mujer?Fuesunovia de la adolescencia… Seguramente con ella perdió la virginidad… Además, sólo se ha quedado parado, ni se ha sobresaltado, ni se le ha caídolataza,nisehaatragantado… —¿ARachel?–preguntaentonces. —Sí, es la que te trajo a casa. Al ver que no volvías, tu hermana salió a buscarte y le pidió ayuda pensando que ella sabría donde encontrarte… Y parece que así fue — Y finalizo la frase con una gran sonrisa. Achina los ojos levemente cuando su frente se arruga. Mira a un lado y a otro de la cocina mientras su mente hace verdaderos esfuerzos porrecordaralgo. —Incluso llamé a Tony para ver si te podía localizar y sé que hablócontigo. —¿Tony?¿LlamasteaTonytambién?—preguntaconlosojosmuy abiertos—.Oh,joder,mevaapegarlacharlacuandomepille.¿Yquéle dije? —Puesledistedetallesvagosdedondeestabas.Élmelosdioamí, yoaAbby,ellaaRachelyellateencontró. —Vaya,unpocomásyllamáisalaGuardiaNacional… —Oye, no me culpes. Estaba preocupada y sola con Cody, en un sitioextraño… —Lo sé, lo sé… Perdona —dice poniendo su mano encima de la mía. —Losuyoesquefuncionó…Yesoqueconlosdatosquenosdiste podrían describirse cientos de sitios así, pero Rachel supo enseguida dóndeestabas. Yeslaverdad.Eso,sumadoaqueNathandijoqueleparecíaque ya había estado en ese lugar, me da a pensar que es un sitio que tanto él comoellaconocenbien.Unsitioquelesunedealgunamanera. —¿Qué…?¿Quédije? —Déjame pensar… —disimulo, aunque en el fondo puedo describir ese sitio como si yo misma hubiera estado allí—. Dijiste que había ladrillos por el suelo, que había una excavadora fuera y que las paredesestabanpintadas… Nathanresoplaconfuerzaporlabocayagachalacabezamientras selarasca. —La antigua biblioteca. Iban a convertirla en un local social cuando abrieron la nueva, empezaron a hacer reformas y así se quedó, desdehaceunosquinceaños… —Yseconvirtióeneltípicositioabandonadoalqueirabebery fumar, ¿no? —No sé si quiero saberlo pero aún así no puedo parar de hablar. —Sí…algoasí… Vale, no me da más detalles, pero no me hace falta porque su escueta respuesta habla por sí sola. Ese era un sitio que ambos solían frecuentarjuntos,losé.Quizásusitioespecial,ese“dondesiempre”que leí antes, algo raro, sí, pero lo suficientemente especial como para refugiarteenélañosdespués. —Mevoyaponerelbikini,¿vale? Lesonríoymelevantosinesperarrespuesta.Élintentacogermela manoperohagoverquenomedoycuentaysigomicamino.Nopuedo quedarme delante de él por más tiempo porque ya soy incapaz de disimularmiscelos.Sonirracionales,losé,porqueestánbasadosenalgo quesucedióhaceaños,peronopuedoevitarlos. —¿Porquétengolasensacióndequetehehechoalgoytengoque disculparme? — me dice cuando salimos del coche, tras aparcar en el exterior de la piscina después de haber hecho todo el recorrido en silencio. Disimulo haciendo que busco a Abby y a Cody en la piscina. La verdad es que no hay mucha gente para ser un día tan caluroso. Si lo intentáramos hacer en una piscina de Nueva York, puede que no hubiéramospodidoniestirarlatoalla.Asíquemellevapocoratodarcon ellos,ymequedopetrificadaalverconquienestáhablandoCody. —Nopuedeser… —¿Qué?—Mierda,¿hehabladoenvozalta? —¡Nathaaaaaaaaaaaaaaaaaan! —oigo entonces la voz de Cody llamándolealrepararennuestrapresencia. Ambos miramos hacia ellos y mi mirada se encuentra con la de Rachel, que me sonríe abiertamente durante unos segundos, para luego posarsedescaradamenteenNathan.Tengoqueadmitirquecomprobarque NathansiguemirándomeamísinpercatarsedelapresenciadeRachel,me subelaautoestimabastante.Abbymesaludaconlamanoycuandoveque selodevuelvoconlacaradescompuesta,creoquesedacuentadealgoy miraaunayaotrarepetidamente. Afortunadamente,Codyllegaanosotrosconrapidezysetiraalos brazosdeNathan,haciendoquecentretodasuatenciónenélyseolvidede mí. —VoyconAbby,¿vale? —Vale,ahoravamosnosotros—mecontestaNathansinmirarme —.Quierohablarconestehombrecito. —Cody, ¿no te has bañado aún? —le pregunto al verle completamenteseco. —No, le esperaba a él —dice señalando con su dedo a Nathan—. Nomepiensoponerlosmanguitos. —Nomelocreo…—digoparamímismamientrasniegoconla cabeza—.Bueno,yavendréis. —Hastaahora—diceNathanacercándoseamí. Poneunamanoenmicinturamientrasconlaotraagarralamano de Cody y posa sus labios en los míos. Me besa con suavidad y luego apoyasufrenteenlamía,manteniendolosojoscerrados. —Lo siento. No sé porqué, pero me da igual. Lo siento. Perdóname. Mealejodeellosconunasonrisaenloslabios,queperdurahasta que llego al lado de Abby y me presenta a todos sus amigos como la “noviadesuhermanoNathan”. —Hola—mesaludaRacheldándomeuncálidoabrazo. —Hola—respondo. —¿Cómosehalevantado?—mepreguntaAbbycuandomesiento en mi toalla que he colocado a su lado, afortunadamente lo suficientementealejadadeRachel. —Bastantebienparacómollegó—contestosindejardemirarles. NathanhasentadoaCodyenelcapódelcocheyélsehaapoyadoa sulado,escuchándoleatentamentemientrasmipequeñolehabla.Mefijo enellosdurantetodasuconversación,hastaqueNathanselevanta,lecoge enbrazosyempiezanacaminarhacianosotros.Ambosríenacarcajadas, como si nada hubiera cambiado entre ellos. Incluso Cody le hace confidencias al oído, que Nathan escucha con una sonrisa en la cara y mirándomedivertidohastaquellegananosotros. —Hola—saludaalllegarhastaelgrupo. Los chicos se levantan a darle la mano. Con alguno cruza varias frases, mientras las chicas se acercan a darle dos besos, alguna nerviosa visiblementehastaelpuntodellegarasonrojarse.Semeocurrequeserán lasmismasquecuandoeranniñas,babeabancuandoélrecogíaaAbbyen elcolegio. —Hola de nuevo —le saluda Rachel cuando se acerca a ella, convirtiéndoseenseguidaenelcentrodeatencióndetodaslasmiradas. —Gracias.YamehacontadoKate. —Denada—contestaellaagachandolacabeza. PorDios,estácoqueteandodescaradamente.¡¿Esquenadiemáslo ve?! —¿Cómotevatodo?—lepreguntaéleducadamente. —Bien,aunqueyaveoquenomejorqueati—consiguequecasi creaqueesasonrisaessincera. —Sí,laverdadesquenomepuedoquejar. —Oye,cuandotengasunmomento,¿podríamoscharlarunrato? —Claro,claro. —Nathan, por favor… —dice Cody tirando de su brazo deshaciendoelhechizoqueellaejercesobreél. —Deacuerdo,amigo—diceagachándosedelantedeCodyunavez finalizan los saludos—. Te tienes que poner los manguitos un rato, al menosalprincipio.Luegotelosquito. —PeroNathan…—respondebajitosinabrirdemasiadolaboca. —Nopasanada…Mira,hacemosuntrato.Túteponesmanguitosy yomequitolacamiseta. —¿Ytevanavertodoslascicatrices?—preguntamientrasNathan asienteconlacabeza. —Perotútienesqueponertelosmanguitos. Cody arruga la nariz y tuerce la boca mientras se lo piensa. Me miraamíyluegoaAbbyyalresto. —Yocreoqueesuntratojusto—ledigoyo,sabiendoqueNathan va a hacer un gesto increíble por Cody ya que sé lo que le cuesta mostrarseantelagente. —Además,tampocohaytantagenteenlapiscina—añadeAbby. —Vale. Trato hecho —Y le planta la mano delante a Nathan para queselaestreche. —Venga, dile a tu madre que te los ponga —le dice mientras se poneenpieysequitalacamisetaporlacabeza. Casi todos nos lo quedamos mirando. El resto disimulan su asombro bastante bien, unas más que otras. Yo le miro a los ojos para darle así todo mi apoyo y mi confianza, gesto que él agradece con una sonrisa tímida. En cambio Cody es incapaz de disimular. Le mira con la boca abierta mientras yo acabo de colocarle bien los manguitos en los brazos. Y sigue así cuando Nathan le tiende la mano y le lleva hasta las duchas. —¿Teduelen?—oigoquelepreguntamientrassealejan. —No.Aveces,hastaconsigoolvidarmedequeestánahí. Cuandoestádebajodelchorrodeaguamepermitounossegundos paraadmirarlecondetenimiento,yaquedehecho,eslaprimeravezquele veocontanpocaropa.Notieneniungramodegrasaentodoelcuerpoy parececomoesculpidoconcincel.Hombrosanchos,brazosfuertes,pecho marcado y el pack completo de abdominales. Además, para mi completa perdición,loshuesosdelascaderasleasomanporelbañadorformando los dos vértices de un triángulo invertido que me invita a mirar hacia abajo. —Cierralabocaqueempiezasababear—oigoqueAbbysusurra enmioído. La miro sonrojada mientras se me escapa una risa tonta. Intento disimularcolocándomevariosmechonesdepeloensusitio,peroellame buscalamirada. —No te preocupes, él también está loco por ti —insiste—. Me parecequeanteshablédemás…Anadielegustaoírbondadesdelaexde tu pareja, ¿no? Y encima va y te la encuentras aquí. Lo siento, yo había quedadoconmisamigos,peroesunpueblopequeño… —No pasa nada. Si en realidad me siento como una tonta — confieso finalmente mordiéndome el labio inferior y echando miradas furtivas hacia Rachel—. Yo también tengo un pasado y a él no parece importarle. Es más, ahí está, cuidando de la prueba fehaciente de ese pasado. —¿Entonces por qué te molesta tanto? Él está contigo y solo contigo.Quetehayatraídoaquí,creoquesignificamucho. —Lo sé… Verás… —miro alrededor disimuladamente para comprobar que nadie más nos escucha y cuando estoy segura, abro mi corazón a Abby—. Me parece que lo llevo mal porque él y Rachel compartieron cosas juntos que yo no he podido compartir aún con tu hermano. —¿Cosascómo…?—empiezaapreguntarmehastaqueadivinala respuesta—. Ah… ¿Te refieres a…? Bueno, supongo que empezar un noviazgoconpequeñosobstáculos,escomplicado,¿no? Asiento con la cabeza mientras arranco unas briznas de hierba y juegoconellaentremisdedos.MirohaciaelaguayveoaNathanconlos brazos extendidos mientras camina hacia atrás, haciendo que Cody, con losmanguitospuestos,muevapiesymanosconenergíaparaalcanzarle. —Ynomemalinterpretes,soymuyfelizconloquetengo—digo sonriendoalveraCodyagarrarsealcuellodeNathan—.Tuhermanoes increíbleconmigo… —Unacosanoquitalaotra—Ytrasunapausaañade—.Detodos modos, teniendo en cuenta lo que su psiquiatra nos contaba, creo que ha hechograndesavances,¿no? —Muchos.Alprincipionolepodíasiquieratocar. —¿Sabes qué os hace falta? Un rato a solas. Sin Cody de por medio. —Eso estaría bien, pero es algo difícil, como puedes comprobar —digocuandounmanguitomedaenlacabeza. —¡Toma mamá! —me grita Cody cogido al borde de la piscina mientrasmelanzaelotro—.Guárdalosquevoyaintentarlosinellos. Lesonríomientraslevantolospulgaresparaanimarle.Guardolos manguitos en la bolsa y me acerco hasta sentarme en el borde y así observarlesmásdecerca. —Cógete ahí al lado de mamá y cuando estés preparado, vienes haciamí—lediceNathanconelaguaalaalturadelacintura. —Vale,peropontemáscerca. NathanleobedeceyseacercaunpasomásmientrasCodylehace señasconlamanoparaquesigaavanzando.Entoncesaprietaloslabios,se suelta, dándose impulso con los pies y, nadando como un perrito, haciendo verdaderos esfuerzos por mantener la cabeza a flote, se dirige haciaNathan. —¡Vamos cariño! —le animo, tan emocionada que me tengo que taparlacaraconlasmanos. —Esoes—lediceNathanestirandolosbrazosalrededordeCody —.Unpoquitomás. —¡Sí!—gritaunavezsecogealcuellodeNathan—.¡Loconseguí! ¿Lohasvistomamá?¿Abbymehasvisto? —Estupendo cariño —le digo mientras aplaudo con los ojos empeñadosporlaslágrimas. —Yo creo que ese esfuerzo, se merece un helado —dice Abby agachándoseenelbordemientraslecogeenbrazosparasacarledelagua —.¿Quéteparece? —¿Puedomami? —¡Claro que puedes! —le dice Abby sin esperar mi respuesta mientrasmeguiñaunojo. Observocómolesecaunpococonlatoallayenseguidasevanlos doscogidosdelamanohaciaelquioscodeloshelados.Cuandovuelvoa miraralagua,Nathansesumergehastalanarizyseacercaamícomosi acechara a una presa. Cuando llega hasta mí, emerge salpicándome un pocoyelaguafríamehaceencogerme,apesardequehacemuchocalor. —¿No te metes? —me pregunta apoyando ambas manos en el bordedelapiscinaalosladosdemispiernas. —Esqueestáunpocofría…—contestoarrugandolanariz. —Tonterías—Ysindarmetiempoparaprotestar,meagarradela cinturaymemetedentrodelaguacontodaladelicadezadelmundo. Suelto un pequeño grito por la impresión debido al cambio de temperatura, pero enseguida me rodea con su cuerpo y empiezo a sentirmemásagusto. —¿Mejor?—preguntaconsucaraaescasoscentímetrosdelamía. —Mucho mejor —respondo mientras intento peinarle el pelo mojado. —Megustaquelleves…—dicemientrasmemiradearribaaabajo sindespegarsedemíniuncentímetro—,tanpocaropa. —Lomismodigo. Pongomispiernasalrededordesucinturamientrasatraposulabio inferior con mis dientes. Suelta un jadeo que acojo en mi boca y noto comosusbrazosmeaprietanconmásfuerza. —Ojalátodaestagentedesapareciera–dicecontramislabios. Ojalá,piensoyo.Sobretodouna. —Sinolesmiras,noestán—digoponiendomismanosaambos ladosdesucaramientrasreímosconganas. —¡Mami!¡Miraquecachoheladoquetengo! —Diosmío,noveoanadieperooigovoces…—secachondeaél. —¡Muybiencariño!—lerespondosinsiquieragirarme. —¡Perosinolohasmirado!—insisteCody. —Oh, por Dios —digo exasperada mientras me giro—. ¡Qué buenapinta,cariño! —Lohaceparaquenoteolvidesdequeestáahí… —Esoesimposible.Nocallanunca. —Yhablandodequenocalla…Antesmehaexplicadoquetehas enfadadoconélyconlaposeída.¿Quiéneslaposeída? Lasonrisasemecongelaalinstanteylaspiernassemeescurren desucintura,dejandoqueseaélelquememantengaaflote. —Eh,¿quépasa? —Nada—digomientrasmezafodesuagarreyempiezoanadar haciaelborde. Élbuceaysalealasuperficieparacortarmeelpaso,colocándose entremicuerpoylapareddelapiscina. —¿Por qué tengo la sensación de que tu enfado de antes y tu cambiodehumordeahoratienenalgoquever?¿Quéhapasado,Kate?En seriotelopido,dimequéhehecho.Sealoquesea,tepidoperdón. MivistasedesvíahaciaRachelsinquereryentoncesescuandoél lasigueysedacuentadetodo. —¿EsporRachel?—mepreguntaconcaradenopodérselocreer —.¿Enserio? Suspiroyrehúyosumiradaconscientedequehesidounatontapor ponermecelosasinmotivo. —Espera,¿la“poseída”esRachel? Oh,mierda,yoymibocaza.YaséaquiénhasalidoCody. —Pero…¿quétehahechoella?Alcontrario,segúnmehasdicho, salióanocheabuscarmeymetrajodevueltaacasa…—Esperaaquediga algoperosoyincapazdearticularpalabraporquetienerazónentodo—. Kate,todostenemosunpasadoynoesjustoqueteenfadesconmigoocon ellaporello…YoconvivoadiarioconCodyynopiensoconstantemente quetetirasteasupadre. Se me queda mirando durante un rato, con una mueca de desaprobaciónenlacara,hastaquealfinalchasquealalenguaysaledel aguadándomelaespalda.Leobservomientrasagarrasutoallayseseca rápidamente.Seponelacamiseta,secalzalasNikeyempiezaacaminar hacialasalida. —Nathan, ¿te vas? —se apresura a seguirle Cody, pero Abby, testigodecasitodo,seloimpide. —Sí… Tengo que hacer unas cosas —le contesta él—. Luego te veo. Cuandoestácasiensucoche,Rachel,quetampocosehaperdidoni unodenuestrosgestos,agarrasuscosasysalecorriendotrasél.Memira cuandopasapormiladoylocuriosoesquenoveootracosaensusojos exceptopreocupación. —¡Espera,Nathan!—legritamientrascorrehaciaél,queleespera apoyadoenlapuertaabiertadesucoche. Cuandoveoquequieneshanestadoprestándonosatenciónvuelven acentrarseensuspropiosasuntos,salgodelaguacabizbaja. —¿Qué ha pasado? —me pregunta Abby, que ha tenido la buena ideadedejarlesuIpodaCodyparaquenooiganuestraconversación. —Puesquelahecagadobiencagada… CAPÍTULO31 Maddie Meacercoalapuertadecasasigilosamenteypongoelojoenla mirilla.Comoyopensaba,ahíestádenuevo,apoyandolaespaldacontra la barandilla de la escalera, con las piernas flexionadas contra el pecho, losbrazosapoyadosenlasrodillasylacabezasobreellos.Duerme,pero séqueencuantooyeunruidoseponeenguardiaenseguida,comopasó ayer,deahímisigilo.Parezcounaintrusaenmipropiacasa. Suspiro contrariada porque verle ahí cada mañana va a ser una dura prueba para mí. Me duele pensar que prefiera dormir en el suelo a hacerloensuapartamento,quedescuidesusaludysuaspectofísico,saber quelohaceparademostrarsupreocupaciónpormí,perosobretodome duelequeesegestomeablandecomoloestáhaciendo. Cojoaire,loretengoenlospulmonesduranteunossegundos,me repitolasconsignasenmicabeza,lodejoir…ycuandoyatengolamano enelpicaporte,chasqueolalengua,doymediavuelta,viertounpocode caféenunatazaycojounamagdalenadechocolatedelarmario. Abro la puerta y tal y como pasó ayer, Jack se levanta inmediatamente,conunamuecadedolorenlacarayllevándoselamanoa lazonalumbar. —Hola—mediceconlavozroncamientrasyoledoylaespalda paracerrarlapuertaynoenfrentarmeasuimagendurantemuchorato—. Hoyes4dejulio.Pensabaquenotrabajarías.¿Nocerráislatienda? —Toma—ledigoponiendolatazaylamagdalenaensusmanosy empezandoabajarlasescaleras—.Comealgo. —Pero…—balbuceahaciendoelademándeseguirme—.Dimeal menosdóndevas… —¿Para qué? Ya tienes a agentes siguiéndome. ¿No te mantienen informado? —¡Maddie! Noto un deje de desesperación en su voz, así que me giro para mirarle,estandoyacasienelrellanodelpisodeabajo.Élmeobservaaún desdeelpisodearriba,conlacaradesencajadaylarespiraciónagitada. —No,Jack—digotrassoltarunlargosuspiro—.Hoynoabrimos. HequedadoconAndrewyJason.¿Puedo? —Sí claro —contesta totalmente derrotado, como si no hubiera notadoelsarcasmoenmivoz—.Pásalobien. —Loharé. Me giro y sigo bajando porque su imagen me está matando. No puedoverleasí.AcostumbradaalJackquemeconquistódesdeelprimer día,rudo,segurodesímismoytremendamentesexy,ahorasoyincapazde enfrentarmeaestenuevoJack,vulnerableyfrágil,ypensarqueyosoyla causadeestegrancambioenél. Caminoapasoligero,quizáalejándomelomásrápidoposiblede él, hasta llegar a la puerta de la tienda, que es donde he quedado con AndrewyJasonparairatomarelbrunch.Cuandogirolaesquinalosveo a los dos esperando, mientras se besan y se hacen carantoñas. Veo a Andrew reír a carcajadas, tan espontáneo, estrafalario y loco como siempre,mientrasJasonagachalacabezasonriendoalsueloysesonroja, mucho más reservado y serio. Es increíble como los polos opuestos se atraen,comomepasóamícuandoviaJackeldíaquelefuiapedirayuda conmiescapedeagua.Eratan…seco,despreocupado…tan…diferentea míyconunavidatanalejadaalaqueyoestabaacostumbrada,quedesde quelevinomelopudequitardelacabeza. —¡Hola,cielo!—mesaludaefusivamenteAndrewcuandollegoa sulado. —Hola, Andrew —digo devolviéndole el gesto y dándole dos besos. —Hola, Maddie —me saluda entonces Jason, mucho más comedido. —Hola—contestodándoledosbesos. Empezamosacaminarhacialacafeteríadelfinaldelacalle,donde tenemoslamesareservada.AndrewsedespegadeJason,cosaqueparecía increíble que fuera a suceder hace escasos minutos, y pasa su brazo por encimademishombros,atrayendomicuerpohaciaelsuyodeunamanera quemereconfortatanto,queinclusollegoaapoyarlacabezaensupecho. —¿Qué tal llevas tu tercer día D.J.? —me pregunta después de darmeunbesocariñosoenlacabeza. —¿D.J.?—preguntointrigada —DespuésdeJack… —Muygracioso…Ja,jayja. —Vale, vale, perdona —dice acariciando mi pelo—. ¿Cómo lo llevas?Asecas… —Mal —confieso tras pensarlo varios segundos—. Además, eso de tenerle como un perrito abandonado apostado en mi puerta, lo llevo fatal. —¿Perritoabandonado? Jasonnossostienelapuertacomouncaballeromientrasentramos enlacafetería.Andrewalpasarpordelantedeélhaceunintentodetocarle laentrepiernaperoJasonleesquivaconunasonrisapícaraenlacara. La camarera nos acompaña a nuestra mesa y en cuanto nos sentamos,Andrewapoyaloscodosenlamesa,ponesusmanosdebajode labarbillaymemiraconojosinquisitivos. —Noshabíamosquedadoenlodelperritoabandonado… —Pueseso…Queduermeenlapuertademicasa,enelpasillo. —¡Venga ya! —dice Andrew mientras Jason me mira sin dar créditoamispalabras. —Yeso…saberqueestáahífuera,tiradoenelsuelo…memata. Minamifuerzadevoluntad.Hoyporejemplo,lehesacadouncaféyuna magdalena. La camarera nos trae las cartas y dejo de hablar para sonreírle agradecida. Cuando se va, me concentro en la elección de lo que voy a comerytrasvariosminutosmirando,cierrolacartayladejoaunlado. Jason hace lo mismo, pero Andrew aún la sostiene en sus manos, sin siquiera haberla abierto ni mirado. Me sigue mirando esperando que continúemiexplicación. —¿Duermeenelpasillo?—preguntatotalmentealucinado. —Drew, ¿ya sabes lo que vas a pedir? —le pregunta Jason cariñosamente. —Nomedistraigas—lecortaAndrewlevantandounamanojusto enelmomentoenquelacamareraseacercaparatomarnosnota. —¿Yasabenloquevanatomar? —Yotomaréunaensaladaderúcula,unoshuevosalabenedictina yuncafé—digo. —Yolosrollitosdesalmón,loshuevosyunzumodezanahoria— pideJasonmirandoaAndrewdivertidoviendoqueaúnsigueconlavista fijaenmí. —¿Yustedcaballero?—preguntalacamareramirándoleconuna sonrisa. —Lo mismo que él —contesta sin siquiera mirarla—. Pero en lugardelzumoeserarito,ponmeuncafébiencargado. —Muybien.Enseguidalestraigotodo. Trasunsilenciodepocossegundos,Andrewvuelvealacarga. —Maddie,¿enserioduermeenelpasillo? —Enserio.Ycreedme,salirdecasayverleahí… —No me extraña por Dios. ¿Y cómo le dejas dormir ahí? ¡¿Qué eresdepiedraoqué?! —Andrew, me dejó de lado, se olvidó de mí… —digo obviando las consecuencias que sus actos tuvieron después, la visita de Kolya, porqueesonoselohecontado. —¿YquéesperabasMaddie?¡Esunhombre!Nodanmásdesí… Nopuedenhacerdoscosasalavez.Sivenlatelevisión,nopuedenleer. Tengo serias dudas de que puedan caminar y comer a la vez. Así que es normalquesiestabapreocupadoporalgodeltrabajo,sinquerer,tedejara de lado. Están muy buenos, pero son solo fachada —contesta ante la mirada perpleja de Jason—. No me mires así, nosotros somos la evolucióndelaespecie,cuerpodehombre,mentedemujer. Lostresreímosacarcajadasduranteunrato,incluidoJasonquese nota que aún tiene que acostumbrarse a Andrew, a sus salidas, a su indiscreción y a su falta de pudor, pero que le mira con unos ojos de enamoradoquenopasandesapercibidos. —Bueno, ¿qué vas a hacer esta noche? —me pregunta Andrew cuandoestamosyatomándonoselcafé. —¿Estanoche?—contestodespistada. —¿Hola?¿4dejulio?¡Yuju,yuju,quéindependientessomos!¿Te suenadealgo? —Ah, pues no pensaba hacer nada especial. Quedarme en casa, cenartranquila,conbuenamúsica,unabotelladevino,unapelículaoun libro… —Unperritoenlapuerta… —¡Andrew!—lerecrimino. —¿Qué? —dice mientras hace una mueca de dolor y se frota el brazodondeJasonlehadadounmanotazo,justocomoyohabríahechosi lehubieratenidoatiro. —Maddie,¿porquénotevienesconnosotros? —Gracias,Jason,peroenserioquemeapetecemásquedarmeen casatranquila.Notengoelcuerpoparamuchasfiestas. —Tampoco es que vayamos a montarnos la juerga del siglo, Maddie… Vamos a ver los fuegos artificiales desde Brooklyn y luego quizáaunpubatomarunascopas. —QuizáunosbailesenSatanasa…—intervieneAndrewhaciendo que Jason se gire para mirarle—. ¿Qué? Mitad y mitad. Rollo tranquilo comoatitegustayluegounpocodemeneocomoamímegusta. Jason acerca su boca a la oreja de Andrew y le susurra algo que hace que mi querido amigo se sonroje como aquella tarde en la tienda. Encoje los hombros y agacha la cabeza mientras se le escapa una risa tímida. Letieneloco,dehecho,estánlocoselunoporelotro,ynopuedo hacer más que sonreír. Me alegro por ellos, sobre todo por Andrew, quien, no nos engañemos, ya no tenía edad para ir de flor en flor como veníahaciendohastaahora.Perotampocopuedoevitarsentirunapunzada decelos.HacepocosdíaseraJackelquemedecíacosasaloídoyelque mehacíasonrojar. —Eh —llama mi atención Andrew, al verme cabizbaja, cogiéndomelamanoporencimadelamesa—.Sinoteapetecevenircon nosotrosyprefieresquedarteencasa,¿porquénoinvitasaalguien? Le miro sonriendo mientras niego con la cabeza. Es increíble lo persistentequepuedellegaraser. —Bueno…podríaverquéplanestieneBarry… —¿Barry? ¡¿Tú estás loca o qué?! ¿Qué quieres? ¿Morir de aburrimiento? —Esperad, que me he perdido —interviene Jason—. ¿Quién es Barry? —Unmuermo. —Andrew…—lerecriminaJason,casicomoyoloharía. —Es un vecino con el que salí una vez. Amable, simpático, educado,agradable… Andrew hace como que se ha dormido y ronca ruidosamente, ganándosequeJasonyyoledemossendosmanotazosalavez. —¡Oye!Vosotrosdososestáisllevandodemasiadobien.Retirola invitación.Nopuedesvenirconnosotrosestanoche—sequejamientras nosotrosreímos. —EnserioMaddie—diceJason—.Pareceunbuentipo,¿no? —Loes.Cuandosalimosmelopasémuybien. —¿Entonces?¿Quétienedemalo? Piensoduranteunossegundosmientrasjuegoconlacucharilladel café. Aprieto los labios y suspiro varias veces, porque aunque intento buscarotrarespuesta,solounamevienealacabeza. —PuesquenoesJack. Unahoramástarde,medespidodeloschicos,quehaninsistidoen acompañarmehastalamismapuertadeledificio. —Ya sabes, piénsatelo, tienes varias opciones… O venirte con nosotros,oquedarteentucasaconJack,oquedarteconJackensucasa… —OllamaraBarry…—intervieneJason. —Esonoesunaopción—lecortaAndrew. —¡Sílaes!Jacklacagó,Drew… —Peroestáarrepentido.Loestápasandofatal. Lesobservodiscutirduranteunossegundos,hastaqueagradecida porteneradospersonasquesepreocupentantopormí,lesdoyunabrazo ymedespidodeellos. —Enseriochicos,mequedaréencasa.Sola. Subolasescalerasconlentitud.Echovistazosrápidoshaciaarriba, preparándome para volver a encontrarme de nuevo con la imagen desoladoradeJack,perocuandollegoanuestrorellano,élnoestáallí.Su lugar delante de la puerta lo ha ocupado la taza que le di esta mañana, pulcramentelavada,conunpapelensuinterior.Lacojo,abrolapuertay entroencasa.Dejolasllavesenlaencimeradelacocinaymesientoen unodelostaburetes.Cojoelpapelylodesdobloconcuidado. “Norompaslanotasinleerlaporfavor. TequieroMaddieynecesitoquemedesotraoportunidad.Séque noeslaprimeravezquetelopidoynopretendoquetepaseselrestodetu vidadándomeoportunidades,ytepuedoasegurarquenoloharás,porque te prometo que no la voy a cagar más. Aprendí a vivir la vida de otro, acaté la decisión de Janet cuando decidió separarse de mí, me acostumbréavivirsinKate,noséloquesesientealabrazaraminieto, perosinti…sintinosoynadie.NiIgor,niJack…nadie. Tú has hecho que quiera tener una vida. Te amo Maddie y nunca quisehacertedaño. Noloolvides.Jack” Unalágrimacaeenelpapelysoloentoncessoyconscientedeque estoyllorando.Intentosecarlaypartedelatintasecorre.Muevoelpapel comosifueraunabanicoparasecarloconrapidezycuandocreohaberlo conseguido, lo froto contra mi camiseta, como si fuera un tesoro que preservar. Ahoraqueestanfansuyo,siAndrewvieraestanota,sevolvería locoymediríaquesalieradecasayfueraasuencuentro.Queledijera queleperdonoyqueledoyotraoportunidad.Queyotambiénleamoy quenohesentidonadaparecidopornadie,nuncaenlavida. Espera,¿esoesloquemediríaAndrewquehiciera?¿Oesloque yoquerríahacerenestosmomentos? Me quedo quieta durante unos segundos, pensando en ello, hasta que niego con la cabeza en un movimiento rápido e insistente para quitarmeesaideadelacabeza.Medirijoalacocina,cojounacopayla botella para servirme un poco de vino. Espero que el alcohol nuble mi mente, que la adultere para quitarme ese tipo de ideas estúpidas y camicaces.Mesientoenelsofádejandolacopaenlamesitademiladoy apoyo el libro en el regazo. Me acurruco y me dispongo a empezar mi festejodelcuatrodejulio. Una hora más tarde, una música estridente hace retumbar las paredes de mi apartamento y hace bailar el vino dentro de mi copa. Extrañada,melevantoymeacercoalaparedqueseparamiapartamento deldeJack.Apoyolaspalmasycomprueboqueefectivamente,proviene desupiso.Arrugolafrenteextrañadayaquenoeseltipodemúsicaqueél suele escuchar. Entonces el volumen vuelve a subir considerablemente, haciéndome sobresaltar y obligándome a taparme los oídos con las manos. ¿Estarábien?¿Estaráborracho?¿Serárealmenteélelqueestáen el piso o habrá recibido la visita de alguno de sus amigos rusos y esa música es para acallar otros ruidos? Esa última pregunta me pone los pelos de punta, así que sin pensármelo demasiado, y sabiendo que me arrepentirédeello,decidoirahacerleunavisitayverquépasa. Tengo que llamar varias veces, la última ya golpeando con el puño,paraquemeoiga.Segundosdespués,lapuertaseabreylaimagen que se presenta ante mis ojos me deja sin palabras. Jack abre la puerta vestidotansoloconunpantalóncorto,coneltorsototalmentebañadoen sudorylasmanosvendadas.Lamezcladelamúsicaydeesaimagenme descolocatantoquemequedodelantedeélconlabocaabierta. —¿Qué?—mepreguntasacándomedemiletargo. —¿Cómoquequé?¿Asíescomosaludas?—digoalzandolavoz losuficienteparaquesemeoigaporencimadelruidodelamúsica. Surespuestanosolomehasacadodemiensoñación,sinoqueha hechoquitarmedelacabezacualquierintenciónquetuvieradeperdonarle debuenasaprimeras,deolvidareldañoquemehizoalolvidarsedemí. ¿Asíescomomevaademostrarquemeamayquequierecompartirsu vidaconmigo? Pongounamanoensupechoyleapartoaunladoparaentrarensu apartamento. Voy decidida hasta su equipo de música y lo apago sin muchas contemplaciones. Me giro y veo a Jack mirándome, aún agarrandolapuertaabierta. —Muchomejorasí.¿Quénariceshaces?—lepregunto. —Boxear —dice señalando el saco en una esquina del salón—. Necesitabadesfogarme. —Perfecto.¿Yesonolopuedeshacerconlamúsicamásbaja?No mesorprenderíasialgúnvecinohubierallamadoalapolicía. —Hetenidounmaldía—diceacercándoseamíconcarademala leche. Sequedadelantedemí,aescasoscentímetros.Notosualientoen micara,suolorcorporalpenetraenmisfosasnasalesysupechomeroza cadavezquesubeparacogeraire.Sindejardemirarmealosojos,vuelve a encender el reproductor y la música vuelve a atronar. Me asusto de nuevo e intento volver a apagarlo, pero su mano agarra la mía y me lo impide.Tiradeellahaciaélymeacercahastaquechococontrasupecho y con un movimiento rápido que soy incapaz de prever, me inmoviliza ambas manos a la espalda. Me mira a los ojos, apretando la mandíbula hastaquenotoloshuesossobresaliraambosladosdesucaraylentamente agachalacabezahastaquesualientohacecosquillasenmicuello.Cierro los ojos cuando noto que empiezo a perder el control sobre mi cuerpo. Misrodillasparecenestarhechasdegelatinayempiezaacostarmetrabajo mantenermeenpieporméritospropios. —Dehecho—susurraenmioído—.Portuculpallevoyavarios díasasí…Desdequetefuistedemilado… Abro los ojos de golpe y forcejeo para escapar de su agarre. Confundido,mesueltaymemirafrunciendoelceño. —¿Pormiculpa?¡Yunamierda!Aquíelúnicoquehaprovocado estasituación,erestú.Asíquesiestásdemalaleche,otienesunmaldía, cúlpate a ti mismo. Tú me echaste de tu lado y estaría loca si volviera corriendoatusbrazossinmás. —¿Quéhacesaquíentonces?—mepreguntadesafianteintentando acercarsedenuevoamí. —Estaba… preocupada —digo huyendo de su cuerpo y de su mirada. —¿Preocupada?—Atrapamicuerpoentreelsuyoylapared—.Me quieres. Aún me quieres. Que estés preocupada por mí solo puede significarqueaúnsientesalgopormí. —¡Pues claro que siento algo por ti! ¿Por qué si no me iban a afectartantotusactosdelotrodía?¿Porquésinoibaaestarlibrandocada díaunaluchainteriorcuandoabromipuertayteveoallí? Acercasucaraalamíaydejasuslabiossuspendidosdelantedelos míos durante unos segundos. Vuelve a intentar incapacitarme con su cercanía, con su olor, con sus caricias… El corazón me late a tal velocidad que parece que se me vaya a salir del pecho, las piernas empiezan a flaquearme y la música sigue martilleando mis oídos. La cabezamedavueltasysucercaníameabruma. —¡No!¡Apártate!—Yleempujoconfuerza,haciéndoleretroceder asustado,mientrasalzalaspalmasdesusmanosvendadas. Respiroconfuerzaymantengolosojosmuyabiertos. —¡Aléjatedemí!—repitofuerademí. —Lo siento, Maddie —su mirada ha cambiado y ahora ya no muestraniunápicedetosquedad,sinoqueahoravuelvoaverelmiedoy lasúplicareflejadoenellos—.¿Visteminota? —Sí,Jack,sí.Vitunota.Muybonitaspalabras.Ahorafaltaquete lascreas. CAPÍTULO32 Nathan Me meto en el coche y ni me molesto a ponerme el cinturón. EsperoaqueRachelcierresupuerta,arrancoelmotorypisoafondoel acelerador.Conduzcoabastantemásvelocidaddelapermitida,agarrando elvolantecontantafuerzaquetengolosnudillosblancosyapretandolos dienteshastaqueparecequemevaareventarelhuesodelamandíbula. Cuando noto que la cabeza me da vueltas y concentrarme en el tráficoempiezaasermásdifícildeloquedebería,aminorolavelocidady mecentroenescucharelsonidodemirespiración.Lavozdemicabeza nomedatregua.Intentohacerlacallarnegandorepetidamentedeunladoa otro,enunmovimientoquepuedellegaraparecerhastacasicompulsivo, pero insiste en volverme loco hasta el punto que me veo obligado a detenerelcocheaunladodelacalle.Apagoelmotoryapoyolafrenteen elvolante. “Nohasidobuenaideatraerla”—repitelavozdemicabezaunay otravez. —¡Calla,joder!¡Esonoesverdad!¡Quieroqueestéaquíconmigo! —gritogolpeandoelvolanteconlasmanos. Salgodelcocheycierrolapuertaconunfuertegolpe.Voydando tumbosporlaaceramientrasmecojolacabezaconlasmanos. —¡Eh!—medicealguienconelquehechocado—.¿Estásbien? No le contesto, solo levanto las palmas de las manos y retrocedo hasta que mi espalda vuelve a chocar contra algo, aunque esta vez no es unapersona,sinounapared.Elhombrememiraextrañado,perosiguesu camino sin más. Me giro y levanto la vista hacia el edificio que se alza detrásdemí. La antigua biblioteca… Sin ser consciente de ello, he conducido hasta aquí de nuevo. Arrugo la frente y me doy la vuelta extrañado, buscando mi coche, y entonces reparo en ella. Rachel está ahí de pie, apoyadaenlapuertadelcopiloto.Meobservaconlosbrazoscruzadosy la preocupación reflejada en la mirada. Ladea la cabeza y sonríe para tranquilizarmemientrasseacercaamílentamente. —Yapasó—susurracondulzura,aescasoscentímetrosdemicara —.Tranquilo.Respiraprofundamente. Apoyo la espalda y la cabeza contra la pared. Cierro los ojos y vuelvo a intentar concentrarme en mi respiración. Necesito agarrarme a algo,sentirmeacompañado,asíquemecojodelasmuñecasdeRachel.Me quedo así, callado y concentrado durante varios minutos, escuchando la vozsuavedeRachelquedevezencuandomehabla,perolasvocesdemi cabezanocesan. “Noesbuenaidea” —No,no,no—digocogiéndomelacabezaconambasmanos. “Nopuedesmantenerunarelaciónconnadie.Noestáspreparado” Algunas lágrimas empiezan a resbalar por mis mejillas. Estoy totalmentesobrepasado.Loslatidosdelcorazónretumbanenmisoídos,y mirespiraciónesmuyirregular.Apesardemisintentosporcalmarmey delaspalabrasdeRachelparadevolvermealarealidad,estoyapuntode tenerunacrisis. La agarro por los hombros, apartándola de mí y empiezo a caminarsinrumbofijo.Estoysudando,llorandoymeduelelamandíbula de apretar los dientes con fuerza. Debo de dar miedo, porque me cruzo con varias personas que me miran como si fuera un apestado. Sin pensármelo,saltolavalladeobraqueimpidealaccesoalabiblioteca,ya casi en ruinas, para así alejarme de esas miradas indiscretas. Entro en el edificio, pero no consigo ir muy lejos porque la vista se me nubla y la sensacióndeahogoescadavezmayor.Asíquemeacercoatientasauna pared,medejocaerderodillas,encogiéndomeyhaciéndomeunovillo. Esto no está funcionando. Mis intentos de tranquilizarme son en vano y tengo miedo de acabar desmayándome, como me pasaba hace variassemanas…AntesdeconoceraKate. —Kate…Kate… Noto como me abrazan por la espalda y me incorporan hasta dejarmesentado. —Ya está —dice apoyando mi cabeza contra su pecho y acariciandomipelo. —Kate,ayúdame. —Respira… Notolascariciasenmicara.Alzolacabezaenbuscadesuimagen pero todo está borroso y da vueltas a mi alrededor. Entonces noto sus labios contra los míos. Es un simple contacto, un leve roce, al que respondo enseguida poniendo mi mano detrás de su nuca, atrayéndola hacia mí. Al principio su cuerpo reacciona ante mí con timidez, pero pasados unos segundos, apoya sus manos en mis hombros y me mueve hastadejarmesentado,apoyandolaespaldacontralapared,ysesientaa horcajadas encima de mí. Pongo mis manos en su cintura y recorren un caminoascendenteporsuscostados,dejandoquesucuerposefrotecontra elmíocondescaro. Me siento totalmente sobrepasado, fuera de mí. Las voces de mi cabezanosehancalladodeltodo,mirespiracióneserrática,soyincapaz de enfocar la vista, los latidos de mi corazón retumban en mis oídos y estascariciasmeestánexcitandodemasiadocomoparallegaracalmarme. Empiezoasentircomomicuerpotiemblasintenerfrío.Estonovabien. Estavezesmuydiferentealasdemás. Consigo poner las manos a ambos lados de su cara y apartarla unoscentímetrosparaintentarrecuperarelaliento. —Kate…Esperaunmomento… —Nathan…NosoyKate—oigoquemedice—.SoyRachel. Sinpensarlodosveces,laempujoparaquitármeladeencimayme arrastrolejosdeella. —Nathan,espera…Escúchame. —¡No!—levantounamanoparaimpedirqueseacerqueamí. —¡Túqueríasestotantocomoyo! —¡¿Qué?! —Piénsalo. Te peleaste con tu padre y viniste aquí, a nuestro refugio. Luego cuando te fui a recoger para llevarte a casa, me besaste. Hoytusubconscientetehavueltoatraerhastaaquí.Vienesamíunayotra vez… —¿Qué?Te…¿tebesé? —Asíes… —Joder…joder… Me pongo en pie a duras penas, apoyando la espalda contra la pared. Me froto los ojos con insistencia para intentar enfocar la vista. Resoplo con fuerza por la boca hasta conseguir que la respiración se acompaseunpoco. —¿Katelosabe?¿Katesabequetebesé? —Yo no se lo dicho y estábamos solos, así que tranquilo, será nuestrosecreto. —Eso no estuvo bien… No estuvo bien —digo cogiéndome la cabezaconlasmanos. —¿PorquénoestuvobienNathan? Sepegaamíycolocasusmanosconsuavidadencimadelasmías. —Yo te sigo queriendo y sé que juntos podremos superar tu problema —Muevo la cabeza a un lado y a otro, esquivando su mirada, queintentaconectarconmigoinsistentemente—.Teconozcolosuficiente y sé que puedo ayudarte. Sé que aún me quieres. Tus actos me lo dicen. Hastadeformainconsciente,hacescosasqueteacercanamí. —Túmedejaste—consigodecir. —Porqueeraincapazdeestarseparadadeti.Noteníasentidoque siguiéramosjuntos.Peronuncaconseguíolvidarmedeti. —¡No! —grito empujándola para separarla de mí—. Estoy enamoradodeKate,nodeti. —Vamos, ¿cuánto hace que os conocéis? No puedes comparar lo quetienesconellaaloqueteníasconmigo.Además—diceacercándose denuevoamí—.Ellatienecelosdemí,ysilostieneesporquenotaque entre nosotros sigue habiendo una química innegable. Las mujeres podemospercibireso. —¡Calla!¡Esonoesverdad!¡Entretúyyonohaynada! —¿Ah, sí? ¿Y por qué está celosa entonces? Si no sabe lo de nuestrobeso,¿dequétienemiedo?Imagínatesiseenterara…¿Quécrees queharásiseentera?¿Seguiráaquícontigoocogeráasuhijoysealejará detitodoloquepueda? La habitación vuelve a girar a mi alrededor. Siento náuseas. Me dejocaerderodillasymeagarroelestómagoconambasmanos.Apoyo lafrenteenelfríocementoyempiezoapensarenlaspalabrasdeRachel. Imágenes de Kate y Cody asaltan entonces mi cabeza. Imágenes de estas semanas a su lado, de sus sonrisas, sus abrazos, sus caricias, su amor incondicional…Yentoncesséloquetengoquehacer. Me pongo en pie y corro hacia el exterior del edificio, dando tumboscontralasparedesytropezandovariasvecesporelcamino.Llego alladodemicocheybuscolasllavesenlosbolsillosdelbañador.Alno teneréxito,mirohaciaelinteriordelcoche,porsimelashubieradejado puestasenelcontacto,perotampocotengosuerte. —¿Buscasesto? MegirobruscamenteyveoaRachelconlasllavesenlamano.Me acercohastaellayjustocuandolasvoyacoger,melasescondedetrásde suespalda. —¿Quévasahacer?—mepregunta. —Rachel… —Dimequévasahaceryquizátelasdé. —Damelasllaves,Rachel. —No—contestamientrasforcejeamos. —¡Damelasputasllaves!—gritoaescasoscentímetrosdesucara. La he asustado, mucho, y prueba de ello es que unas tímidas lágrimasempiezanaasomarseporsusojos.Sulabioinferiorempiezaa temblarmientrassumanosaledesurefugioensuespaldaymetiendelas llaves. —Pero yo te quiero, Nathan —dice ya con las lágrimas bañando porcompletosusmejillas. —Peroyoyano,Rachel—suspiropararelajareltonodemivoz —.Tequise,mucho,peromedejasteymerompisteelcorazón.Ahorahe tenido la suerte de conocer a Kate y ella me ha salvado la vida. Sé que llevamospocoyquenohemosvividomuchojuntos,peroloimportante es que quiero hacerlo, quiero pasar el resto de mi vida con ella. Quiero cuidardeKateydeCody. —Joder… Sollozasecándoselaslágrimasconeldorsodelamanomientras intentarecomponerse. —Cómodueleescuchareso…—dicesecándoselacaraconambas manostrasvariosminutosllorando—.Toma,corre,vejuntoaella. Ponelasllavesenmimanoysedamediavuelta.Mequedoparado observándolamientrassealejacabizbaja.Mirolasllavesycorrohaciael coche.NecesitohablarconKate,pedirleperdónpormireaccióndehoyy explicarleloquepasóanocheentreRachelyyo.Necesitoserletotalmente sincero. Miprimeraparadaesenlapiscina.Bajodelcocheydoyunvistazo alrededor,peronohaynirastrodeellos.Miroelreloj.Lascuatrodela tardeya,normalquenoesténaúnaquí.Puedequeesténencasa.Aprietoel aceleradorypocosminutosdespuésderrapodelantedelapuertayentro comounaexhalación. —¡Kate! ¡Cody! —les llamo mientras recorro el piso inferior—. ¡Mierda! Suboalpisodearribaaunquenotengoesperanzasdeencontrarles porque no oigo ruido. De repente, un pensamiento aterrador recorre mi cabeza. ¿Se habrán ido? Entro en la habitación de Cody y respiro al ver suscosasallí.Meapoyocontralapareddelpasilloymepongounamano encimadelpecho. —Tranquilo,tranquilo—merepitounayotravez. Saco el teléfono del bolsillo y llamo a Kate. Suena varios tonos, pero al final salta el contestador, así que opto por mi segunda opción, Abby.Buscosuteléfonoymientrasesperoquedeseñal,mefijoqueaún voyvestidoconelbañador. —Nathan. —¡Abby!¿EstáKatecontigo? —Sí,tranquilo.KateyCodyestánaquí. —Menosmal…—resoplomientrasmepasolamanoporelpelo. —Hemosvenidoacomeralpuebloconmamáypapá.Barbacoaen laplazacomocada4dejulio,¿teacuerdas? —Sí,esverdad. —¿Dóndehascomidotú? —Eh,nohecomido. —Puesporaquínoquedamucho… —Notepreocupes,notengohambre.Oye…me,mevoyaduchar ycambiaryvoyparaallá. —Vale,aquíestaremos. —Abby—lallamoantesdequecuelgue—.¿Cómoestá? —Unpocotriste…perobien. —Vale…Enunratovoy. Me desnudo y me meto en la ducha. Aunque el agua me está ayudandoadespejarme,noquieroentretenermedemasiado,asíquepoco ratodespués,conunatoallaanudadaalacintura,sacounospantalonesy unacamisademangacortadelarmario. Mediahoradespués,aúnconelpelohúmedo,aparcoenelcentro del pueblo. Respiro profundamente varias veces y salgo del coche, buscándolaentrelamultitud.Muchagentemeparaasaludarme,respondo amablementeperonoprestoatenciónanadadeloquemedicen. —¡Nathaaaaaaaaaaan! —oigo la voz de Cody y pocos segundos despuésletengoagarradoamispiernas—.¿Yahasacabadodehaceresas cosasqueteníasquehacer? —¿Qué?—respondoaúnalgoaturdido. —Antestehasidodelapiscinaporqueteníasunascosasquehacer. ¿Hasacabado?¿Tequedasconnosotros?—dicemirándomeconlosojos muyabiertosmientrasmeagarradelamano. —SíCody,mequedoconvosotros—lecontestoconunasonrisa tímidaenlacaramientrasmicabezaacabalafraseconlaspalabras“situ madremeperdona”—.¿Tumadrenoestácontigo? —Yo estoy jugando con esos niños de allí —dice señalándome a ungrupodecríosdemásomenossuedad—.Ymamá,Abbyytuspadres estaban… Empiezaadarvueltasalrededorsinsoltarmedelamano,hastaque tirademíenunadirección. —¡Allí! YentonceslaveohablandoconAbby.Ynopuedeestarmásguapa, vestida con una falda tejana y una blusa blanca, colocándose unos mechones de pelo detrás de la oreja mientras escucha atentamente a mi hermana.Puedoverensucaraqueestápreocupadaytriste,aunqueintenta disimularlocontrarioconunasonrisamuyforzada. —¡Mamá!—empiezaallamarlaCody. Cuandosegiraparececomosisucedieraacámaralenta.Mevey agachalacabezatímidamente.Abbyempiezaacaminarhacianosotrosy, muy hábilmente, se agacha delante de Cody y se lo lleva aparte, dejándonosaKateyamísolos,unofrentealotro. —Tengoquehablarcontigo—digotrasunossegundosdesilencio. —Vale… —Ven.—Laapartodelgentío,llevándolaaunladodelaplaza. Agarro su mano mientras caminamos. Necesito sentirla conmigo enloquequizásealaúltimavezquemedejetocarla.Cuandollegamosal lado del ayuntamiento, me paro y me sitúo delante de ella. Trago saliva varias veces mientras mis ojos repasan todo su cuerpo, intentando memorizarla.Quieroacercarmeaella,abrazarlaybesarla,ycreoqueella quiere lo mismo, pero primero necesito que escuche todo lo que tengo que decirle. Pienso en cómo empezar a explicárselo todo, y agacho la cabeza,avergonzado. —Losiento—diceellaentonces. Levantolavistasorprendido,arrugandolafrente. —¿Qué?No…Espera,Kate.Soyyoelquelosiente. —No…EstabacelosadeRachelymecomportécomounaimbécil, sinrazón.Entiendoqueteenfadaras.Lainsultésinmotivoalgunoyestuvo malporqueellaesunaparteimportantedetuviday… —Espera, espera, espera —digo acercándome a ella hasta que nuestroscuerposserozan—.Nosigasporquetengoquedecirtealgoyme loestásponiendomuydifícil.Kate,teníasrazón.Yo…bueno,nosécómo pasóniporqué,nolorecuerdo,peroayerporlanochebeséaRachel. Alzo la vista hacia ella aunque mantengo la cabeza agachada. La veo arrugar la frente y en su cara se empieza a atisbar una sombra de duda…Muevelosojosdeunladoaotroyabrelabocacomosifueraa deciralgo,perolainterrumpoparacontinuarconmiconfesión. —Nomeacuerdodenada.Nofuiconscientedeello.Aligualque tampocohesidoconscientedelodehoy.Cuandomelarguédelapiscina, mientrasconducíasinrumbofijo,empecéatenerunacrisis.Paréelcoche y de repente me encontré en el mismo sitio de ayer… y Rachel estaba conmigo.Tejuroquenosabíaloquehacía…estabatodoconfuso,noveía bienytodomedabavueltas.Mefaltabalarespiraciónysentíanáuseas…Y ellamebesó,yyopensabaqueerastú… —¿Qué…? —dice con los ojos brillantes por las lágrimas que empiezanaasomar. —Enelfondo,creoquepodíasentirquealgonoibabien,porque siempre que he tenido una crisis y tú estabas a mi lado, tus palabras y caricias me han calmado, y esta vez no estaba siendo así —Quiero levantar la mano para acariciar su mejilla, pero a medio camino me lo piensomejorporquequieroqueseaellalaquedecidasipuedohacerlo—. Peroencuantomedijoquenoerastú,laapartédemí.Solotequieroati. Tenecesito,Kate. Se la ve derrotada, con los brazos inertes a ambos lados del cuerpo,conlacabezaagachadaylacaradesencajadadedolorybañadaen lágrimas.Medueletantoverlaasí,saberqueesmiculpa,queyotambién agacho la cabeza, totalmente avergonzado, y empiezo a llorar como un niño pequeño esperando su castigo. No me muevo del sitio, esperando escuchar las palabras que temo pero que sé que me merezco, esperando quemedélapatadayverlaalejarsedemíparasiempre. Entonces noto sus manos a ambos lados de mi cara. Me obliga a mirarlaynuestrosojosseencuentrandenuevo.Mipechosubeybajaaun ritmofrenéticoyentonces,ellasepegaamíymebesa.Micuerpohaceun espasmo pero Kate me abraza con fuerza, obligándome a permanecer juntoaella,nodejandoquesemevayalacabeza. —Losiento—digodespegandomislabiosdelossuyos. —Tranquilo.Nopasanada. —Pero… —Shhhh —me hace callar poniendo un dedo sobre mis labios—. Nopuedocreerlovalientequehassidoalcontármelo. —Te prometí que no te escondería nada. Nada de secretos entre nosotros.Losabestododemí.Loqueves,esloquehay. —Lo sé —responde con una sonrisa preciosa en la cara—. Te quieroNathan. —Yyo—digosinpodermecreeraúnloafortunadoquesoy. Besocadacentímetrodesupielmientrasmismanoslaagarrande lacinturaydelanuca,atrayendosucuerpoalmíomientrascaminohasta que su espalda toca la pared del edificio del ayuntamiento. Muerdo su labio inferior mientras ella echa la cabeza hacia atrás. Abre la boca e introduzco la lengua lentamente, como si la saboreara por primera vez, muyconscientedequeheestadoapuntodeperderla. —¿Tequedasconmigo?—lepreguntocuandolaabrazoyella,con lacarahundidaenmihombro,asienteenérgicamente—.¿Parasiempre? —Megustacómosuenaeso… —¿Parasiempre? —Parasiempre… Meseparodeellaunoscentímetrosycojosucaraentremismanos. Acaricio su piel con mis pulgares y sonrío como un bobo. Ella gira la cara y, tal y como hizo la noche que nos tocamos por primera vez, me besalapalmadelamano.Soytanfelizquelaagarroporlacinturayla levanto varios centímetros del suelo, dando vueltas sobre mí mismo, mientrasellaríeacarcajadas. —Tuspadresnosestánmirando—diceconunasonrisatímidaen lacaracuandoladejoenelsuelo. —Medaigual—respondoencogiéndomedehombros. —YCodyysusamigostambién—dicemirandoporencimademi hombro—.Ymiranhaciaaquíhaciendoverquedanbesosalaire. Entonces la agarro como si estuviéramos bailando, girándome hastadejarnosdelado,yveoaCodyhaciendounaformadecorazóncon lasmanosylanzandobesosalairedeformacómica. —¡Soisnovios!—dicemientrassemuevedeunaladoaotrocomo sibailara—.¡Yosbesáis! —Estoy enamorada —dice otro de los niños simulando voz de niña. Miro a Kate y le guiño un ojo antes de salir corriendo tras ellos. Gritanyríenmientraslespersigoduranteunrato. —¡Correeeeeeeeee! —grita Cody al otro niño cuando le atrapo y melocuelgodelhombrohaciéndolecosquillas—.Para,para,porfavor. Lehagocasoylecojoenbrazos.Apoyalacabezaenmihombro mientras intenta recuperar el aliento y sus pequeños brazos rodean mi cuello. —¿Alfinalosvaisacasar?—mepreguntaalcabodeunrato. —Noterindes,¿eh?—ledigomientrasélmemiranegandoconla cabeza—.Novayastanrápidoaún. —Perosoisnovios,¿verdad? —Sí,esocreoquesípodemosdecirlo. —¿Y vas a dormir en mi casa con mamá todos los días o te seguirásyendoalatuya? —Pues… me gustaría quedarme en la tuya… ¿A ti te parecería bien? —Claro. —Genial—digoconunasonrisaenlacara. —Genial—meimitaél. Leabrazoconfuerzadenuevoduranteunrato,hastaqueloscríos deantesvienenabuscarle. —Cody, corre, vamos a jugar —le dicen mientras le dejo en el suelo. —¿Puedo un rato más? —Cuando asiento, me sonríe y añade—. Guay. Miro alrededor buscando a Kate, y la encuentro con Abby y mi madre. Me acerco de nuevo a ella, sin poder disimular mi felicidad mientrascamino. —Hola,cariño—memiraconunasonrisacómpliceenlacara. —Hola,mamá—respondodándoleunbesoenlamejilla. —¿Quéplanestenéisestanoche? —Nosé—contestomirandoaKate,queseencogedehombros—. ¿Siguehabiendofuegosartificialesyesascosas? —Ajá —responde mi hermana—. Fuegos, baile y copas. ¿Os apuntáis?¿Codyaguantará? —¿Cody?—contestoriendo—.Aversilesiguestúelritmo. —Me apetece ese plan. Algo de baile… ¿Qué me dices? —me preguntaKate. —¡Sí, sí, a bailar! —dice Cody que ha aparecido de la nada mientrasAbbylecogeenbrazosyempiezaahablarlealoído. —Bueno, pues por lo que parece, esos son los planes para esta noche…—digo. Resoployhagounamuecaderesignaciónconlabocaporqueodio bailar. Ella sabe que no es lo mío, y pone los brazos alrededor de mi cuellomientrasmesonríeparadarmelasgracias.Loquenosabeesque porestarconella,hastaclavarmepalillosdebajodelasuñasmeparecería unbuenplan. —¿Y qué te parece si ahora nos vamos a pasar un rato los tres solos?¿Teapetecedarunpaseoacaballo?—lesusurroaKatealoído—. Tú,yoyCody. —Meencantaría. —Mami—nosinterrumpeCody—.¿Estanochemepuedoquedara dormirconAbbyencasadelospapásdeNathan? Los dos nos quedamos parados, mirándole mientras él nos mira juntandolasmanosdelantedelaboca. —Porfi…¿Puedo? Levantamos la vista hacia mis padres y mi hermana. Abby nos guiñaunojomientrasmimadresonríeabiertamente.Mipadrepareceno haberse enterado del plan maléfico de las dos mujeres que habitan en su casa. —Pues…bueno…—diceKate—.Siaellosnolesimporta… —¡Bieeeeeeeeeeeen! —grita Cody dando saltos a nuestro alrededor. Dos horas más tarde, volvemos hacia casa a lomos de unos caballos, después de haber disfrutado de un maravilloso paseo. Cody montaenunodeloscaballosyaquesehaempeñadoenirsolomientras Kateyyovamosjuntos. Ellamantieneapoyadalaespaldaenmipecho.Elolordesupeloes embriagador y nubla el resto de mis sentidos. Así que cierro los ojos e inhaloconfuerza,acercandominarizasucuello.Elrocedeminarizle hacecosquillasyserevuelveenlasilla,frotándosecontramicuerpode unaformaquemeestávolviendoloco. Sonríodemanerapícarayposomislabiosensucuello.Succiono levementesupiel,mirandodereojoaCody,quesiguedisfrutandodesu paseoacaballoconelsombreroquemimadrelehadadodecuandoyo erapequeño.Ellaseríemientrasseencoge. —Quieto…—mepide. —Nopuedo… —Inténtalo. —Yalohago.Peropuedesconmigo. —Hacemosuntrato.Silointentasconmásganas,estanochesoy todatuyaynoopongoresistencia. CAPÍTULO33 Jack Ha sido un día largo y complicado, lleno de innumerables llamadasparaacabardeatarlosúltimoscabosydarcarpetazoalamisión. Mis superiores quieren tenerlo todo controlado, no dejar ningún cabo sueltoalqueKolyasepuedaagarraryporelquesepuedalibrar.Tienen razónymicabezasabequelatienen,peromicorazónseniegaaaceptarlo porquenecesitoacabarcontodocuantoantes.Asíquealllegaracasa,he puestolamúsicaatodotrapo,mehecambiadoyheidodirectoalsacode boxeoparaliberarlatensiónacumulada. Cuando Maddie llamó a mi puerta, aún no me había librado del todo de la frustración y lo pagué con ella. Empecé a cagarla nada más abrir la puerta. Venía preocupada por mí y mi saludo seco y borde hizo que sus buenas intenciones se esfumaran de un plumazo. A partir de ahí, todo fue de mal en peor, y ha acabado desencadenando en el portazo en misnaricesquemeacabadedar. —¡Maddie!—gritogolpeandolapuertadesuapartamentoconlas palmasdemismanos. —¡Vete,Jack!—oigoquemegritadesdedentrodesuapartamento. —¡Perdóname,Maddie!¡Noqueríahablarteasí!Hetenidounmal díaylohepagadocontigo. Espero un rato por una respuesta que no llega, así que vuelvo a golpearsupuertaconlasmanos. —¡Maddie!Dejaquemeexplique—insisto. —¡Escríbemeunanotamejor,Jack!¡Esmásdetuestilo! Chasqueo la lengua contrariado y golpeo la madera con el puño. Melotengomerecido,porimbécil.Tengoganasdetirarsupuertaabajo, peronocreoqueesoarreglenuestrasituación,másbienalcontrario,así quedecidovolverapagarloconelsaco. Vuelvoamiapartamentoyestavez,sinponermúsica,empiezoa dar golpes de nuevo. Al principio guardan cierto orden lógico, como si estuvieran ensayados. Derecha, derecha, izquierda. Amago, derecha, amago,izquierda.Derecha,derecha,izquierda.Cuandollevounosveinte minutos así, con el sudor resbalando de nuevo por mi torso, los golpes vuelan hacia el saco sin seguir ningún patrón, provocando que mi respiración tampoco sea muy acompasada que digamos… Así que poco después, agotado por ese ritmo frenético, me agarro al saco intentando recuperarelaliento. Este rato de ejercicio me ha servido para descargar adrenalina, pero sigo teniendo un peso en el pecho que no hay manera de quitarme. Solohayunapersonacapazdehacerlo,yestáalotroladodeesapared.La imaginosentadaenelsofá,leyendounlibro,relajada,tocándoseelpelo, mordiéndose el labio inferior tímidamente… Esos gestos tan suyos que me cautivaron desde el primer día. Me remuevo incómodo al darme cuentaquesinquerer,estoysonriendocomountontoenamorado,además de empezar a notar cierta tirantez en mi entrepierna. Decido darme una duchadeaguafría,asíquemedirijoalbañoquitándomelasvendasque protegíanmismanos,desnudándomeporelcamino. Entro en la ducha y abro el grifo del agua. La impresión inicial enseguidadejapasoaunestadodecompletarelajación.Apoyolaspalmas de las manos en las frías baldosas, agacho la cabeza y dejo que el agua golpee mi nuca. Me quedo así largo rato, intentando no pensar en nada, dejandolamentecompletamenteenblanco,hastaqueelsonidodeunode misteléfonosrompeelúnicomomentodepazquehetenidoendías. Apagoelgrifo,meanudounatoallaalacintura,ymedirijoala cocina.Miroquiénmellamaynopuedoevitarponercaradesorpresa. —Andrew. ¿Qué pasa? —respondo caminando hacia mi dormitorio. —Jack,tengounproblemaytienesqueayudarme—medicecasial bordedeunataquedenervios—.Maddiemematará.Joder,joder,joder… —Eh,Andrew,tranquilo,respira. —Dimequevendrásaayudarme.Porfavor… —Bueno,espera.Cuéntamequéhapasado. —Pues, verás… Es que esta noche quería darle una sorpresa a Jason.Estoypreparandounacenarománticaenmicasayyaloteníacasi todo listo. Me ha quedado precioso porque he puesto un mantel de raso moradoquehacejuegoconlassábanasquecompréconMaddielasemana pasadacuandofuimosderebajas.¿Mesigues? —No. —Bueno, es igual. Que para esta noche he planeado una cena romántica… —Sí,hastaahílohecogido.Yconunosmantelesmuybonitos. —¿Lovescomosímeescuchas? —Andrew.Algrano,quemepillasenmitaddeladucha. —Uy…¿yestásdesnudo? Cuelgoelteléfonoylotiroencimadelacama.Vuelvoalcuartode baño para afeitarme pero entonces vuelve a sonar de nuevo. Resoplo y decido darle una segunda oportunidad porque está intercediendo en mi tema con Maddie y me consta que está haciendo campaña a mi favor. Descuelgoymellevoelmóvilalaoreja. —Perdona,perdona.Esqueavecesnomedoycuentaymesaleel ramalazodemaricamala. —Segundayúltimaoportunidad.¿Cuáleselgranproblema?Yno mehablesdesábanasnidemanteles. —Verás,hevenidoalafloristeríaparacogerunasvioletasajuego con…—peroantesdeseguirconlafrase,parecequesucabezareacciona atiempo—.Acogerunasfloresylapersianasemehaatascadoyahora nopuedocerrarla.Nopuedodejarlatiendasinlapersianacerrada,yno puedo llamar a Maddie porque… porque no le hará gracia que haya abiertosoloparacogerunasfloresparamí… —¿Ytumachonopuedeayudarte? —¿Hola? ¿La palabra sorpresa te dice algo? Mi hombre es muy macho y seguro que podría desatascar esta mierda pero empezará a hacerme preguntas de porqué he venido a la tienda y ya sabes que mantenerlabocacerradanoeslomío… —Niquelojures… —¡Oye!Joder,quenoveaslopesaditoquemeestoyponiendocon Maddie hablándole de ti… Al final hasta se va a pensar que me acuesto contigo.Jackporfavor,eresmiúnicaesperanza… —Estábien—claudicoresignadoalcabodeunrato—.Esperaque mevistoyvoyparaallá. —Asíquesívasdesnudo…Mmmm… —Nohagasquemearrepienta.Hastaahora. —Perdona—Y,justocuandomeseparoelteléfonodelaoreja,le escucho murmurar—. Qué poco sentido del humor. No follar es lo que tiene…Demasiadatensiónacumulada. Mevistocogiendoloprimeroqueencuentro.Memiroenelespejo delbañoymepasounamanoporlabarba.Tampocoesparatanto,heido peorotrasveces,asíqueelafeitadotendráqueesperar.Cojoelcascodela moto y salgo de mi apartamento, mirando de reojo la puerta de Maddie. Nooigoningúnruidoytampocoveoluzasomarpordebajodesupuerta, asíquesupongoquedebehabersalido.Es4dejulio,haymilesdefiestas repartidas por toda la ciudad y una mujer como ella tendrá decenas de planes donde elegir. Puede incluso que el coñazo de Barry se haya aventuradoainvitarladenuevoasalir. —Gilipollas—murmuromientrasbajolasescaleras. Conduzco hacia la floristería tranquilamente, ya me estresará Andrewcuandollegue.Quiénmehubieradichoamíhaceunosmesesque ibaasalirdecasaparaayudaraunalocazagayenapuros.Sonríonegando conlacabeza.Tampocoesquetuvieramejoresplanesparaestanoche. Aparcodelantedelatienda.Hayluzenelinterior,asíquesupongo queAndrewmeestáesperandodentro.Abrolapuertaconelcascoenla manoymequedoheladodeinmediato.Maddieestádentrotambiényme miraconlamismacaradeasombro.ArrugolafrenteymiroaAndrew,y entoncesreparoenJason,quetambiénestápresente. —¿Qué…?—empiezoadecir. —¡Corre,Jason!—gritaAndrew. Amboscorrenentonceshacialapuertayencuantosalen,bajanla persiana.Maddiepasapormiladocomounaexhalacióneintentasubirla, peroesdemasiadotardeporqueyahanpuestoelcandado. —¡¿Se puede saber qué narices hacéis?! —les grita forcejeando aún,comosisefueraaabrirporartedemagia. —Echarosuncable—respondeAndrew. Maddiecorrehacialatrastiendamientrasyomeacercoalapuerta conunasonrisademedioladodibujadaenlacara. —¡La puerta de la trastienda también está cerrada Maddie! —le gritaJason—.¡Nohacefaltaquetemolestes! —No la cagues, ¿vale? —me dice Andrew cuando me planto delantedeellosconelceñofruncido. —Noesunbuenmomento…Estábastantecabreadaconmigo. —Ybastanteenamoradatambién,asíquetúverás… —¿Vosotroshabéisorganizadotodoesto? AndrewmesonríeenseñándometodaladentaduramientrasJason esmáscomedidoylohacedemaneramástímida. —Estanochededícaselaaella,¿vale?Soloparaella. —Hecho—digosonriendomientrasmiromivestuarioyabrolos brazos—.Mepuseloprimeroquepilléenelarmario…Yellaestátan… tanguapa. —Notepreocupesporeso.Aellalegustastalcual,esaestubaza. Maddie está enamorada de Jack, tal cual es. No quiere un Mark, ni un Barry —dice Andrew dándome unos golpecitos amistosos en mi mano, que mantengo apoyada en la persiana—. Mañana vendré a abrir. Te llamaréantes. —Vale. —Pasadlobien—dicenlosdosconunagransonrisaenlacara. —Gracias… —Denada.Hazquevalgalapena,¿vale? Observo cómo se marchan mientras Jason pasa un brazo por encima de los hombros de Andrew y le da un beso. Cierro la puerta lentamenteyapoyolaespaldaenella.Suspiroymirohacialatrastienda, pordondehaceunratoMaddieseperdióydedondenohasalidoaún. Caminolentamentehaciaallíymeapoyoenelquiciodelapuerta que separa ambas estancias. Me quedo alucinado con todo lo que han montado esos dos. La estancia está iluminada por decenas de pequeñas velas y la mesa donde preparan los encargos la han convertido en una elegantemesaparacenar,conunmantelmoradoencimaycontodoslos cubiertosdispuestos,comosisetrataradeunrestauranteelegante.Parece quenomehamentidoentodo,elmantelesmorado,piensosonriendo. —Almenosveoqueestolehacegraciaaalguien… Miro hacia Maddie y la encuentro cruzada de brazos, apoyada en unaestanteríajustoenlaparedopuestaadondeyoestoy. —Yonosabíanadadeesto—digodisculpándome—.Andrewme llamóconlaexcusadequeselehabíaatascadolapersiana… —AmímellamóJasonpidiéndomequeleayudaraaescogerunas flores para Andrew… Si me llego a imaginar algo, evidentemente no hubieravenido.Digamosquequedarmeaquíencerradacontigonoentraba enmisplanesparapasarel4dejulio—diceponiendoespecialénfasisen ese“entrabaenmisplanes”,imitandomispropiaspalabras. Asientoconlacabezaapretandoloslabiosconfuerza.Memerezco esas palabras, por capullo. ¿Qué esperaba? ¿Que me perdonara y me siguieraesperando,apesardeldañoquemeempeñoenhacerle? Ella se gira dándome la espalda, pero sus gestos me indican que estámuynerviosa.Mantienelosbrazoscruzados,abrazadosalcuerpo,sin poderquedarsequietaenunmismositiodurantemásdecincosegundos. Nomevoyarendir.Esenoessuestilo,esaspalabraslasdicepero séquenolassiente.AndrewyJasonsehanesforzadomuchoymelohan dejado todo demasiado bien encarrilado como para rendirme tan fácilmente. Echo un vistazo alrededor y entonces veo una pequeña nevera de camping. Me acerco a ella y veo que está llena de cubitos de hielo y cervezas.Además,enunaestanteríahandejadodosbotellasdevinoyuna botella de whisky. Estos dos han pensado en todo, y ya que tenemos que quedarnosaquítodalanoche,vamosaintentarpasarlolomejorposible. Sacounpardecervezas,lasabroymeacercoaMaddie,quesigue dándomelaespalda.Mequedoaunadistanciaprudencialyleplantouna botelladelantedelosojos.Lacogepasadosunossegundosysegirapara mirarme poniéndome su peor cara de mala leche, que la verdad, no intimidademasiado.Sonríoantesuintentointimidatorioyparecequeesa reacciónsílahaceenfadardeverdad. —¿Sepuedesaberquétehacetantagracia? —Me río porque ese papel de borde no te pega nada —digo mientrasmegirohaciéndomeelinteresanteparaatraersuatención. Aprieto los ojos con fuerza mientras deseo una y otra vez haber heridosuegoyqueserebote.Asíquecuandomeagarradelbrazoyme girabruscamente,tengoquehacerverdaderosesfuerzosparareprimirmi alegría. —¿Túteloestáspasandoengrandecontodoesto,no? —Bueno,laverdadesqueadiferenciadeti,miideaparapasarun perfecto 4 de julio se aproxima mucho a esta. Tú, yo, y nada más. Si además le sumas que Andy y Jason han pensado en todo, y han añadido comida y bebida a la ecuación —hago una pausa abriendo los brazos—. ¿Quémáspuedopedir? Me vuelvo a girar para dirigirme a la mesa y levantar los platos quecubrenlacomida.Losojossemeabrencomoplatosalverlacantidad decosasquehanpreparado.Haysándwichesdebaconyhuevo,muslosde pollorebozado,ensaladadecol…Ydepostreveounatartadearándanos quetieneunapintaincreíble.Cojounsándwichymelollevoalaboca. —Mmmm…¡Joder!Estoestábuenísimo—digocerrandolosojos yechandolacabezahaciaatrás. EntoncesMaddieseacercaalamesaparaecharunojoatodoslos manjares,peroantesdequellegue,mepongodelantedeélyabriendolos brazos,lecierroelpaso. —No, no. Este es mi 4 de julio ideal. Como no es el tuyo, no quiero que lo pases mal, así que no hace falta que hagas tal esfuerzo. Puedesquedarteenesaesquinadeallíconcaradecabreo. —Aparta—diceintentandomovermeaunlado. —Es que me sabe fatal que hagas este esfuerzo por mí… — contestosinmovermeunmilímetrodelsitio. —A ver —Pone las manos a ambos lados de su cintura y sopla exasperada intentando quitarse un mechón de pelo que se le ha caído delante de los ojos—. No es mi plan ideal, pero ya que esos dos se han esforzadotanto,almenosnolesharemoselfeodenoprobarlacomida. —Claro,claro—digomientrassemeescapalarisa—.¿Entonces qué? ¿Cenas conmigo? Me refiero a sentados a la mesa como dos personascivilizadas. —Vale. —Pues venga —digo retirando una silla y haciéndole una seña paraquesesiente—.Señora,simepermite… —Gracias—mecontestaconunasonrisaasomándoletímidamente enlacara. Mesientoenfrenteymefrotolasmanospaseandolavistaportoda lacomida. —La verdad es que todo tiene una pinta fantástica —dice ella cogiendounaalitadepollo. —¡Salud!—digoalzandomibotellayesperandoaqueellabrinde conmigo. —Salud—contestaellaalzandolasuya. —Feliz4dejulio,Maddie. —Igualmente,Jack. —Alomejor,buenoquierodecir,yaqueestamosaquí,siquieres, puedointentarhacerquetu4dejuliosealomásllevaderoposible… Maddiesonríeagachandolacabeza.Nomecontesta,peronomeha dicho que no. Estoy dispuesto a hacerla feliz, al menos por esta noche. Quiero volver a verla sonreír. Doy un trago a mi botella, recostando la espaldaenelrespaldodelasilla,ylamiroduranteunratomientrasme llevoalabocaunpocodeensaladadecol.Laobservocogerunsándwich ycómoalmorderlosemanchadesalsaellabioylabarbilla.Enseguida coge una servilleta y se limpia. Levanta la vista y se sonroja al darse cuentaquelaestoymirando. —Tienes un poco aún en el labio —digo sin dejar de mirarla fijamente. —Soy una patosa… —dice pasando el dedo por el labio y luego chupándoselo en un acto totalmente inconsciente y espontáneo que provocaseriosproblemasamientrepierna. —Eh…—disimulocuandomepilladevorándolaconlamirada—. IntentanomancharelpreciosomantelmoradodeAndrewquehacejuego conlassábanasquecomprócontigohaceunosdías. —¿Cómo? —contesta riendo a carcajadas—. No me puedo creer quetehayametidoeserolloyquetúlehayasescuchado. Le cuento toda la conversación que he mantenido con Andrew, incluyendocuandolehecolgadoelteléfono.Reímosunbuenratoantesus salidasyellamecuentacómohasidosuconversaciónconJason. —Empiezoaestarlleno—digotocándomelabarriga. —Pues a mí aún me queda un hueco para el postre —dice abalanzándosesobrelatartamientrasarrugalanarizysemuerdeellabio inferior—.¿Quieres? Me mira y me vuelve a pillar embobado. Mi plan de hacerme el duro se va al traste por momentos, aunque al final parece que sí conseguiréquesería…demí,viendomiladomáspatético,claroestá. —Sí,sí—digointentandodisimulardenuevomirandoaotrolado. Entoncesmefijoenunreproductordemúsicaquehayencimade unaestantería.Asuladoveounanotaescritaamano.Achinolosojosy melevantoaleerelpapel,presodelacuriosidad. —¿Quéeseso?—mepreguntacuandolotengoenlamano. —UnanotadeAndrew.Telaleo.“Mehepermitidolalibertadde amenizarvuestraveladaconalgodemúsicadelabuena…” —El concepto de buena música de Andrew, dista mucho del nuestro,créeme…—meinterrumpeella. —“Maddie, sé lo que vas a decir y sí, es muy buena”. —Río a carcajadas al comprobar lo mucho que se conocen el uno al otro—. “Jasonhadadoelvistobueno”. —Ah, bueno, entonces quizá no encontremos nada de las Spice Girls después de todo —dice mientras yo pongo cara de horrorizado—. Sí,nomemiresasí.Andrewmehallegadoatorturarponiendoesamúsica aquíenlatienda. —Joder, qué horror… Bueno, sigo. A ver por dónde iba… Sí. “Jason, bla, bla, bla… visto bueno. La primera de todas es mi favorita. Cada vez que la escucho me acuerdo de vosotros. Os quiero a los dos, perosoisunoscompletosidiotas.Maddie,nuncatehevistotanfelizcomo cuandoestabasconJackyJack,colega,senotatantoque—carraspeopara intentarquitarmeelnudoquesemehaformadoenlagarganta,esquivola miradadeMaddieysigohablandoenuntonobastantemásbajoqueantes —,queestásenamoradodeella…” Doblo la nota sin acabar de leerla y me la guardo en el bolsillo mientrasintentonocruzarmeconlamiradainterrogantedeella.Ledoyla espaldayenseguidacaptamiincomodidad.Nomepidequesigaleyendo nimedicenada,tansoloseponedelantedelreproductor,loenciendeyle daalplay. Cojo otra cerveza y me alejo de ella todo lo que puedo, apoyándomeenlaparedopuesta.Miroaltechocuandolacanciónempieza asonar. Tragosalivarepetidasveces.Noconozcolosgustosmusicalesde Andrew,peroconestacanciónloestáclavando,porquerealmenteMaddie meestámatando. ¡Oh, joder! Que se acabe ya. Esta canción me está dejando en evidencia.¡PutoAndrew!Lematarécuandolevea…Empiezoacaminar conpasodecididohaciaelreproductorparapararlamúsicaydeteneresta agonía,cuandolavozdelhombreseapagayahoraaquiénseescuchaesa unamujer. Ahora quién agacha la cabeza es Maddie. Mira a todas partes menosamí.Sefrotalasmanoscontraelvaquero,esetanajustadoqueme está matando, como diría la dichosa canción. Ahora sí me lo estoy pasandobienypruebadeelloeslasonrisaquesemeempiezaadibujaren lacara.Encambioellaloestápasandofatal.¿Seráverdadloquedicela canción?¿Lahagosentirtandeseada? —Asíqueenelfondo,tegustaquemesaltelossemáforosenrojo, ¿eh?—ledigodesenfadadointentandorelajarelambiente. —Notecreastodoloquedicelacanción—respondeaúnsinser capazdelevantarlavistahaciamí. —¿No?—decidoarriesgarmeymeacercoaúnmásaella,rezando para que no se eche atrás—. Entonces, ¿no sientes como si quisiera desnudarte? Lacojodelabarbillaylaobligoamirarmealosojos.Nolatoco más,soloeselevecontactodemisdedosyelroceeventualdemipecho contraelsuyoalrespirar. —PorquetepuedoasegurarqueAndrewlohaclavadoconmigo… —confiesopaseandomivistaporcadacentímetrodesupiel—.Megusta tododeti…MeestásmatandoMaddie. Meescuchaconlabocamedioabiertayunpequeñojadeoescapa entresuslabios.Encuantosedacuentadeello,vuelveaesquivarmisojos ysecolocaelpelodetrásdelasorejasconambasmanos.Sinpensarlodos veces,avanzoelpequeñopasoquenosseparabaylaagarroporlacintura. Esperosureacciónconelcorazónapuntodeestallardentrodemipecho. Lentamente, baja sus manos desde su cabeza hasta dejarlas apoyadas en misbrazos.Almenosnomehaapartadodeellayesomedafuerzaspara continuarmipequeñoataque. —Maddie,mírame… Me obedece lentamente. Nos miramos a los ojos durante varios segundos,hastaquemedesvíohastasuslabios.Acercomibocaalasuyay medetengoaescasoscentímetros,cuandomialientocosquilleaensupiel. Levanto de nuevo la vista y entonces es cuando ya puedo leer el deseo reflejadoensusojos. Se lanza a mi boca, agarrando con fuerza el pelo de mi nuca, apretándome contra ella. Respondo a su beso con anhelo, hundiendo mi lenguaensubocasinningunadelicadeza.Muerdemilabioinferiorytira de él con fuerza y yo la agarro del culo, la levanto y pongo sus piernas alrededor de mi cintura. Camino hasta que su espalda choca contra la pared y entonces aprieto mi cuerpo contra el suyo. Froto mi erección contrasuentrepiernamientrasmismanosbuscanelbajodesucamiseta. Ellalevantalosbrazosysedejahacer.Pasomismanosasuespaldaycon unrápidomovimientodelosdedos,ledesabrochoelsujetador.Cuandoya está desnuda de cintura para arriba, con sus piernas alrededor de mi cinturaysusbrazosapoyadosenmishombros,medetengoaobservarla duranteunossegundos. —Erespreciosa—digomientrasrepasosupielblancayperfecta. Sonríeyacercasubocaamioreja. —Tedeseo.Llévamedondequieras—mesusurraparafraseandola canciónqueAndrewnoshadedicado. Cierrolosojoscuandomuerdeellóbulodemiorejaytiradeél. Jadeoymepongoaúnmásduro.Llevomisdedosalbotóndesuvaquero ylodesabrocho.Ladejodepieenelsuelomientrasmeagachoabajarle lospantalones,dejándolasoloconeltanganegrodeencaje. —Joder…—digoalcontemplarlaarrodilladoenelsuelo. Acercominarizalatelaeinspiroconfuerza,poniendomismanos ensusnalgasyapretándolacontramí.Ellahundesusdedosenmipeloy suestómagoseencogemientrasmilenguarecorrelateladeencaje. —Eh…—dicetirandohaciaatrásdemipelo,obligándomeamirar haciaarriba—.Llevasdemasiadaropa. Me pongo en pie con una sonrisa de medio lado y empiezo a desabrocharmeelbotóndelvaquero.Entoncesellamedalavueltayme empujacontralaparedconrudeza.Apartamismanosydejaquelassuyas continúenconlafaena.Mebajalacremalleraeintroduceunamanossin haberme quitado nada más. Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás cuandonotosumanocerrarsealrededordemierección. —Mírame…—dicehaciendoquesualientohagacosquillasenmis labios. Obedezco y abro los ojos, aunque tengo que hacer verdaderos esfuerzos por mantenerlos así. Intento concentrarme en mi respiración, queesruidosaeirregular.Nopuedocerrarlabocaymantengotodoslos músculosdemicuerpoentensión.Maddiedejacaermisvaquerosyluego seagachaparaquitarmelosbóxers. —Joder… —suelto cuando siento su lengua recorriendo la longituddemipene. Resoploconfuerzacuandosuslabiosrodeanlapuntayempiezana introducírsela en la boca. Si sigue así, mi cuerpo, que lleva días de penitenciaechándolademenos,novaasercapazderesistirmuchomás, así que la levanto y vuelvo a poner sus piernas alrededor de mi cintura. Cogiéndolaporlacintura,sindejardemirarlaalosojos,ydeunasola embestida,mehundoenellaconfuerza.Losdossoltamosunfuertejadeo y nos quedamos quietos unos segundos debido a la intensidad del momento.Apoyomifrenteenlasuyaylamiroalosojos.Ellaacariciami cara con delicadeza. Repasa con sus dedos mis labios, los pómulos, la nariz,lafrentearrugadaporelesfuerzoyentoncessehundendenuevoen mipeloytiradeélconfuerza. —Fóllame —me dice echando mi cabeza hacia atrás y provocándome,mordiendodenuevomilabio. Respondo a su provocación soltándome de su agarre, apretando losdientesconfuerzayembistiendoconfuerzaunavezmás.Maddiejadea confuerzayseabrazaamí,clavandosusuñasenmicuelloymihombro. Me hundo en ella varias veces más, empujando hasta el fondo. Cadaembestidavaacompañadadenuestrosjadeosyentoncesellaaprieta losdientescontramipielymuerdemihombroconfuerza.Mehacedaño, peroconsigueexcitarmeaúnmás.Asíquedesdeesemomentomuevomis caderassincesar,confuerza,sinningunadelicadezapormiparte.Empujo sucuerpocontralaparedunayotravezhastaquegritaminombreynoto como sus músculos se relajan levemente. Esa es mi señal para dejarme llevar.Solocuandoellasecorre,mepermitoellujodehacerloyo,asíque tras dos embestidas más, agarro con fuerza su cintura y me dejo ir soltandounrugidoanimal. Nosquedamosvariossegundosabrazados,intentandorecuperarel aliento. Mantengo la cabeza apoyada en su hombro mientras sus dedos acaricianmipeloymebesalamejillacondulzura. —Nodejesdeabrazarme—medicealoído. —Nunca…Peromeestoyquedandosinfuerzas. Mecogelacaraentrelasmanosymesonríecondulzura. —Nohasdormidomuchoúltimamente,¿no? —Nomucho—leconfieso. —¿Tesirveesesofádeallí?—mediceseñalándoloconlabarbilla —. Me temo que a Andrew y a Jason no les dio tiempo de traer un colchón. —Mesirvehastaelsuelo,siempreycuandonoteseparesdemíen todalanoche. —Tampoco puedo ir muy lejos —me dice ya con los pies en el suelohundiendosucaraenmipecho—.Ven,estírateconmigoenelsofá. Me dejo guiar hasta allí, me dejo caer casi sin fuerzas y ella se estiraamilado,tapándonosconunafinasábana. —QuéfalloporpartedeAndrew—digochasqueandolalengua—. Miraquenotraerlasábanamoradaajuegoconelmantel… —Mañana se lo decimos —me mira apoyando la barbilla en mi pecho—.Tienespintadeestarderrotado. —Lo estoy. Pero me estoy resistiendo a cerrar los ojos porque tengo la sensación de que debería aprovechar esta noche hasta el último minuto. —¿Quéquieresdecir?¿Queencuantoacabelanoche,seromperá elhechizo? —Espero que no, pero tenía tantas ganas de volver a besarte y abrazartequemesabeapoco… —Bueno,yoesperoquemañanamevuelvasabesaryaabrazary yapuestos…afollar… —Insaciable—ledigoacariciandosupielconminariz—.Teestoy convirtiendoenunamacarra…¿Dóndehasaprendidoesaspalabras? Maddieríeacarcajadascontramipechoyyonopuedohacerotra cosaqueadmirarla.Metienetotalmentehechizado. —Megustacuandomemirasasí—mediceentonces. —¿Asícómo? —Comosifueraelcentrodetuuniverso. —Loeres—ledigo. Ella sonríe agachando la mirada y apretando los labios en una muecaquemedicequenoacabadecreérselodeltodo,asíquelaaparto con cuidado y busco la nota de Andrew en el bolsillo de mi pantalón. Vuelvo a estirarme boca arriba en el sofá y ella se acurruca a mi lado mientrasabrolanotadecididoaleerleelfinalqueantesmediovergüenza quesupiera. —“…YJack,colega,senotatantoqueestásenamoradodeella… Maddie, tienes que saberlo. Jack me llama cada noche para preguntarme porti,parasabercómotehaidoeldíayparapreguntarmesitehehecho sonreír. Daría la vida por ti, Maddie, estoy seguro de ello. Así pues, dejaros de tonterías y disfrutad de esta noche a solas. Feliz 4 de julio pareja” Girolacabezaparamirarlacuandomequitaelpapeldelasmanos. Leelanotaycuandoacaba,susojosestánllenosdelágrimas. —No, no, no —digo pasando el pulgar para secarlas—. Quiero quesonrías,noquellores. —¿Llamas a Andrew cada noche? —me pregunta cogiendo mi manoparaapartarladesucara. —Yalmediodíaavecestambién. —Soyelcentrodetuuniverso—diceconundejedesorpresaen suvoz. —Porsupuestoqueloeres. CAPÍTULO34 Dr.Monroe El reloj marca las seis de la tarde. Es viernes y 4 de julio. Viernes… Va a ser el primero en algo más de un año que no nos veamos. Una sonrisa se me dibuja en la cara al darme cuenta de que no puedoevitaracordarmedeél. Sé por Kate que llegó a casa, algo borracho, pero en buenas condiciones. Pero quiero saber cómo le ha ido desde entonces… Tengo tantaspreguntasenmicabeza…¿HablóconCody?¿SabeKatequeRachel es su ex novia? ¿Sabe que Nathan y Rachel se besaron? ¿Sigue Kate confiandoenél?¿Hapodidohablarconsupadreylimarasperezas?Vale, lo confieso, muchas de esas preguntas no son por interés puramente profesional, pero no puedo evitar sentir curiosidad por ello. Me… me preocupo por él, no puedo evitarlo, y reconozco que su recuperación y, porquénodecirlo,subienestar,sehanconvertidoenunretopersonal. —Hola,cariño—digoalentrarencasa. —Hola, tío sexy —me saluda Stelle en cuanto entro en la cocina, dándomeunbesoenloslabios. —Québienhuele—digointentandoabrirlapuertadelhornopara cotillearensuinterior. Stelle me da un manotazo impidiéndomelo y poniéndose delante paracerrarmeelpaso. —Nihablar.Tenemosuntrato.Yomeencargodelacenaytúdela ambientación…Yqueyosepa—diceestirandoelcuellohaciaelsalón—, sonlasseisdelatardepasadasynohaspuestonilamesa… —Tenemos tiempo, no seas tan quisquillosa… —contesto cogiéndoladelacinturayacercándolaamí. Hundolanarizensucuelloydejoquesupelomehagacosquillas en la cara. Inspiro con fuerza para que el olor de su champú inunde por completomissentidos. —¡Eh,quetemedespistas!—diceapartándosedemímientrasyo hago una mueca de niño pequeño y la empiezo a seguir con los brazos extendidos—. Te advierto que este año no me quiero perder los fuegos artificiales. —¡Jooooooo! No te despegues de mí —digo siguiéndola alrededordelaisladelacocina. —¡Quieto! —dice ella huyendo de mí sin poder disimular la sonrisa—. Te lo advierto. Quiero ver los fuegos artificiales, quiero una cenarománticaytranquila,yquierobailar.Ycomonotepongasyaaello, me veo cenando en la cocina y viendo el espectáculo pirotécnico por la televisión. —¡Quenoooooooo!Queestátodocontrolado… —Sí…controladísimo—dicemirandoelsalóndesdelapuertacon losbrazoscruzados—.Aquíserespirafiestaycelebración. Me pego a su espalda y la abrazo de nuevo cogiéndola por la cintura. La giro hacia mí agarrándola por los hombros y cojo su cara entremismanos. —Te dije que lo dejaras en mis manos, ¿verdad? Que tú te encargarasdelacenaymedejaraselrestoamí,¿verdad?—ellaasiente poniendo cara de resignación—. Pues eso. Confía en mí. ¿Cuando te he falladoyo? —Déjame pensar… El año pasado dónde vi los fuegos artificiales…Ah,sí,solaencasa,sentadaenelsofá,conmivestidonuevo de400dólares.¿Ydóndeestabastú? —Vale, vale, no he sido un marido ejemplar que digamos… Peeeeeeeeeero —digo poniendo mucho énfasis en mis palabras—, este añoNathanestálejosasíquenohayposibilidaddequemeseparedeti. Memiralevantandounaceja,aúnsinpodercreérselodeltodo. —Te conozco demasiado —dice chasqueando la lengua mientras sedirigealacocina. —¿Qué? —empiezo a seguirla confundido—. ¿Por qué dices que meconoces? —¿Qué día es hoy Tony? —se gira de golpe y me quedo paralizado, sentándome en uno de los taburetes que rodean las isla de la cocina. —4dejulio…—contesto —¿Ydíadelasemana? —Viernes… —contesto con un hilo de voz porque sé por dónde vanlostiros. —¿SabesalgodeNathan?—niegoconlacabeza—.¿Cuántasveces hasmiradoelteléfonohoy? —Muchas…—confiesoagachandolacabeza. Ellaseacercaamíyrodeamicuelloconsusbrazos,sentándoseen mi regazo. Me observa durante un rato mientras yo mantengo la mirada perdida. —Talvez…—empiezoadeciralcabodeunosminutos—.Debería llamarleyo,¿no? —Ysiguesdiciendoqueessolounpacientemás,¿verdad? Resoplonegandoconlacabezaporqueunavezmás,mehapillado. —Tony cariño… No pasa nada. No me enfado —dice acariciándomelacara—.Estáspreocupadoporélporquees4dejulio… Elañopasadotuvistequesalircorriendoarecogerlealacomisaríatras un brote de esos de los suyos… Y encima hoy es viernes, vuestro día habitualdesesión…TengoasumidoqueNathanestucuentapendientey estoydispuestaacompartirteconél. Abro la boca para decir algo pero ella me pone un dedo en los labiosparaimpedírmelo. —Noheacabado.Tehedichoquenomeenfadoporello,perosí mepreocupoporti.Notepuedesponerasíporquenosehayapuestoen contacto contigo. Está de vacaciones, no tenéis sesión. No tiene porqué contartenada.Quizá…—dicehaciendounapausaparamedirsuspalabras —.Deberíasempezaraplanteartequeeressupsiquiatra,punto.Aunquetú quieras ver algo más o le tengas cierto apego, puede que no sea recíproco…¿no? Me observa durante unos segundos. Sus palabras caen sobre mí comounalosa,peronoporquenoseanciertas,sinoalcontrario,porque comosiempre,tienerazón.Pormásqueyointenteconvencermedeotra cosa,pormásquealgunavezmehayaparecidolocontrario,paraél,lo nuestronodejadeserunarelaciónestrictamenteentremédicoypaciente. —Tienesrazón…—confiesoagachandolacabezadenuevo. —Me encanta la implicación que tienes, pero me preocupo por ti porqueteveosufrir. Levantolavistaylamiroalosojosesbozandounasonrisaqueme obligoadibujarenloslabios. —Yqueconstequeyotambiénlehecogidomuchocariño,aunque te parezca mentira —sigue diciendo con la intención clara de hacerme sonreír—. Con lo que he llegado a odiarle, con la de citas que nos ha chafado,conladecenasrecalentadasquenoshaobligadoadegustar… —Cabronazo—digoriendo. Laestrujoentremisbrazos,cerrandolosojosconfuerza.Siempre sabequédecirmeentodomomento.Sialguiendeberíatenerundiploma colgadoenlaparedalardeandodeserexpertaenpsiquiatría,esaesStelle. —¿Elpróximoviernesleverás?—mesorprendepreguntándome. —Pues…supongoquesí…—contestoarrugandolafrente—.Creo quevuelvenpasadomañana… —Vale,puesacuérdatedepreguntarlecómoacabólacosa,queme quedéconganasdesabereldesenlace.Ysobretodo,cómoacabóeltema conRachel. —Cotilla… —le digo mientras ella encoge los hombros—. Además,lachicasecomportóbien…Leparólospies… —Ya…Túdilequeteloexpliqueporquemehueloquelachicano estansantacomotúlaimaginas… Sonríeymecolocabienlasgafasenungestocariñoso.Segira,se ponelamanopladecocinayabreelhornoparavercómovalacena,que sisabeigualquehuele,estaráincreíble. Realmentesemerecequeledediquetodoslosminutosysegundos de mi vida. Es increíble cómo me conoce y cómo es capaz de hacerme feliz.Admirosupacienciaysuinfinitaconfianzaenmí,apesardequeyo insistaenponerlasapruebaconstantemente.Pruebadeelloesqueloque hemontadoparaestanoche…Sinohepreparadonadaencasaesporque novamosacenarennuestrosalón,sinovariospisosmásarriba,alaluz de la luna. Y allí arriba, sí está todo listo, y si consigo que no me estranguleantespormiaparentepasividad,seguroqueleencantará. Apoyo el codo en la encimera de la cocina y dejo descansar mi cabezaenlamano,mientraslaobservomoverseporlacocina.Devezen cuando me mira y me regala alguna sonrisa mientras yo dejo escapar algúnsuspiro.Realmentepodríapasarmehorasmirándola. En ese momento, el móvil empieza a sonar en mi bolsillo y me devuelvealarealidad.Losacodistraído,sindejardeobservarla.Mirola pantalladelteléfonoymeincorporodegolpe. —¿QuépasaTony?¿Quiénes?—mepreguntaStelleextrañadapor mireacción. —Es…EsNathan—digomostrándoleelmóvil. Nosédescifrarconexactitudsucara.Nosésiveomásalegríapor mí, porque sabe que necesitaba esta llamada, o miedo por pensar que nuestracenarománticasepuedeiraltraste. —¡Contesta! —me apremia con una sonrisa en los labios, tras variossegundosdeduda. —Nathan—digoconunamezcladepreocupaciónyalegríaenla voz. —¡Hola,doc!—oigosuvozanimada. —¿Quétecuentas?—digoaúnconalgodetemorenlavoz. —Esquehoyesviernesycomononosvamosaver… —Sí… Es viernes… —Y cuando lo digo, levanto la vista hacia Stelleconunagransonrisaenlacara,mientrasellameponelosojosen blancoymelanzaeltrapodecocina. —Mevoyaponercelosa—diceacercandolabocaalauricularde miteléfono—.Empezáisaparecerunmatrimonio. —Hola,Stelle—diceNathanentrecarcajadas. —Dice que hola —le digo a mi mujer y cuando de nuevo me centroenél,lepregunto—.¿Cómotehaslevantado?¿Mucharesaca? —Unpoco—contestaél—.¿Laliémucho? —Bueno…Kateestababastantepreocupadacuandomellamó. —Losé…Oye,graciasportodo… —No es nada… Lo único que hice fue mantenerte al teléfono un rato y sonsacarte como pude el máximo de información para que te encontraran…TambiénhablasteconStelle,nosésiteacordarás… —¿En serio? Dios mío… No me acuerdo de nada… —dice mientras yo niego con la cabeza para confirmarle a Stelle que no se acuerda de nada de lo que pasó—. Espero no haberle dicho ninguna tontería.Sifueasí,losiento,deveras. —No,tranquilo.Noledijistenadafueradelugar.Dehecho—digo sonriendoaStelle—,hablasteisunratoyteemocionaste… —Oh,joder,quéhorror… Stellecorrehaciauncajóndelacocinayvuelveconunblocyun bolígrafo. Se sienta en el taburete de mi lado y, con el tapón en la boca, empiezaaescribircomounaloca,ycuandolevantaelpapelalaalturade misojos,leo: “¿Rachel?” Asiento con la cabeza con una sonrisa en la cara mientras con la manolepidoquetengapaciencia. —Menosmalqueconlopocoquetesonsaqué,Rachelpudosaber dónde estabas —digo mientras ella levanta los dos pulgares enérgicamente,sindespegarlosojosdemí. —Eh…sí…—contestaél. —¿Estásbien,Nathan?¿Hayalgoquequierascontarme? —La verdad es que no sé por dónde empezar —me confiesa finalmente—.Hanpasadomuchascosas… —Bueno,porelprincipio.Cuándotelevantaste,¿cómoreaccionó Kate? —Bien… Estaba muy preocupada por mí. Yo esperaba que estuviera enfadada por haberme largado pero no fue así… No paró de darmebesosyabrazarmeyhacermeprometerquenolovolveríaahacer. Ella me cuidó toda la noche… De hecho, ella fue la que me dijo que Rachelmehabíatraídoacasa… —Nathan… ¿qué pasa con Rachel? Cada vez que la nombras, te quedascallado… —Bueno…LuegofuimosalapiscinaarecogeraCody,queestaba allí con mi hermana… y bueno, también estaba Rachel… y acabé discutiendoconKateporquelallamó“poseída”… —La… ¿Qué? ¿Quién? Espera, espera… Me parece que no te he escuchado bien… — digo poniendo una cara que hace que Stelle se acerqueamíymeagarredelacamisapidiéndomeexplicaciones. —Kate llamó poseída a Rachel porque estaba celosa de ella y yo meenfadéconellaporello… —¿QueteenfadasteconKateporllamarposeídaaRachel? —Es lo que te acabo de decir… Espera, ¿lo estás repitiendo para queloescucheStelle? Me quedo blanco al instante. Dios mío, es justo lo que estoy haciendo y se supone que entre nosotros, en todas nuestras conversaciones,existeunsecretoprofesionalquedeborespetarsiempre. —Tony,¿Stelleestácontigo?—insisteNathanmientrasmiroami mujerconcaradepánico. —Esto…Sí…Ellahablócontigoyconocetodalahistoria… Stelle me coge el teléfono de las manos y aprieta la tecla para conectarelmanoslibres.Lodejaenlaencimerayempiezaahablar. —Nathan,síestoyaquí.Ysínecesitosaberquépasó,peroporque necesitosaberquetúyKatevaisaestarbien.Cariño…—sehumedecelos labios para seguir hablando—, no cortaste la llamada y estuvimos escuchando todo lo que pasó. Sabemos que besaste a Rachel, y escuchamoscuandotedejóencasa. Hundo la cabeza en mis manos ante el silencio de Nathan. Esto puedeserelfinaldenuestrarelaciónprofesional.Hevioladounodelos principiosbásicos… —EllateníarazónStelle…Mesentícomounamierdaporhaberme enfadado con ella. No entendía por qué estaba celosa porque los dos tenemos un pasado. Me enfadé y huí, como siempre… Rachel me siguió y…mevolvióabesar… —Lo sabía —susurra Stelle interrumpiéndole—. Lo siento, perdona… —¿Losabías?—preguntaél. —Nathan, cuando la besaste la noche anterior, ella dijo algo así como“nomehagasesto”…Seportóbienynodejóquefueraamás,pero yo vi claro durante toda vuestra conversación, que ella no te había olvidado. —Medioaentenderqueyolehabíadadopieapensarsequeseguía queriendoalgoconella…¿Enseriohiceeso,Stelle? —Bueno, aparte del beso, que también creo que fue más un arrebatoderabiaportupartequealgoquesintierasquedebíashacer,no viindiciosdenadamás…Encambiocuandohablamos,sepodíanotarque estáscompletamenteenamoradodeKateyelladeti. —Pues ya ves… —suspira profundamente—. Me sentí como una mierda. Encima estaba en medio de una crisis de las gordas… Mareado, sudando,conlamiradatotalmentedesenfocada,connáuseas… En ese momento, yo, que había permanecido completamente al margen,alucinadoporlaconversaciónentreellosdos,porlafacilidadde NathandeabrirseaStelleyporlanaturalidaddeellaalhablarle,doyun saltodeltabureteymeacercoalteléfono. —Nathan,¿unacrisis? —Sí Tony… De las grandes… Oía a Rachel hablarme y, y… me tuvequeagacharporquenomemanteníaenpie… —¿Ycómo…? —Katemerescatódenuevo… —¿Fueabuscarte? —No… me acordé de ella, y de Cody… De todo este tiempo juntos, de sus sonrisas, de sus abrazos, de los besos de Kate, de lo feliz quesoyasulado…yenseguidasupequeteníaquereaccionar.Conseguí calmarme,másomenos,yfuiensubusca. —¿Me estás hablando en serio? —le pregunto confundido y alucinadoalavez. —Ajá… —Increíble.Ennadayanomevasanecesitar.¿Tedascuenta? Cuandolodigo,unasombradetristezaasomaporlaexpresiónde mirostro.Stellesedacuentadeelloyseacercaamídándomeunsuave golpeconsuhombroenelmío.Ladeasucabezaymemirasonriendo. —¿Enserio?¿Mevasadarelalta? —Bueno…estáscercadeello… —No…noquierovolver… —Notepreocupesporeso,¿vale? —No permitas que me hagan volver —me ruega con voz entrecortada. —Nathan, tú eres el que decide eso. Nadie te puede obligar a volver. Nosquedamoscalladosmientrasleoímosrespiraralotroladode lalínea. —MequieroquedarconKate—susurra—.Yséquepuedocuidar deCody. —Yotampocolopongoenduda.Porcierto,¿hablasteconél?—le preguntoparaintentarrelajarleunpoco. —Sí… Funcionaporqueleescuchosonreír. —Estabamuypreocupadoporsitehabíasenfadadoconél… —Me lo dijo… Y me pidió perdón porque provocó a mi padre a propósito. —Lo sé —confieso mientras reímos a carcajadas—. ¡Qué cabrito elniño! —Es el mejor —contesta Nathan cuando deja de reír—. Quiero verle crecer y quiero hacerle feliz… Está preocupado por si alguna vez Kateyyonospeleamos. —¿Preocupado? —Sí,porquedicequesiesopasa,élyyodejaremosdevernos…Y medijoqueparaqueesonopase,metengoquecasarconKate. —¡Vaya! —Sí,tienelascosasmuyclaras.Dicequelospadresdeunamigo suyosehanpeleadoperocomoestabancasados,élnohadejadodevera ningunodelosdosypasauntiempoconcadauno. —Me parece que se piensa que eres su amigo solo porque estás con su madre, Nathan —interviene Stelle—. Y te quiere atar de alguna manera.Eseniñoquierequeteconviertasensupadre,peromepareceque noseatreveadecírteloabiertamente. —Stelle, ¿crees que puedo hacerlo? Quiero decir, aún estoy aprendiendoacuidardemímismo… —Estoyconvencidadeello. Vuelve a hacerse el silencio entre los tres mientras sonreímos, hastaqueNathandecideromperlocambiandodetema. —Oye, Tony, ¿qué harás esta noche sin mí? Espero que recompensesaStelleconunabuenacena… —Puesdemomentolacenalaestoyhaciendoyo—intervieneella antesdequeyopuedacontestar—.Asíqueyaves… —Tony…—diceélentonodereproche. —A ver, dejadlo ya. Hemos quedado que ella se encargaría de la cenayyodelresto.Yasíserá. —¿Te digo qué es el resto, Nathan? —me corta Stelle—. Pues ni idea,porquenohapuestonilamesa… —Bueno,confíaunpoquitomásenél.Parecequeno,perosabelo quehace… —Gracias… Aunque no sé cómo tomarme eso —respondo yo—. ¿Ytú?¿Vaisahaceralgoespecial? —Sí, bueno, vamos a ir a ver los fuegos artificiales, y luego… bueno,Codysequedaadormirencasademispadres–dicecarraspeando. —Espera… —Stelle y yo nos miramos sonriendo—. ¿Vais a estar…? —Solos,sí. —Osdejoquehabléis—diceStelleentoncesmientrasmeacaricia lamejilla—.CuídateNathan,ydaleunbesoaKateyCodydemiparte. —Descuida,loharé. —Cuando volváis, podríais venir a cenar alguna noche. ¿Qué te parece?Asínosconocemosporfinenpersona… —Meencantaría. Stellemedaunbesocogiéndomedelmentónysaledelacocina, haciéndome señas para que me ponga las pilas con los preparativos. Le sonrío y levanto el pulgar para tranquilizarla, aunque no lo consigo, porqueponelosojosenblancodándomeporimposible. —¿Sigues ahí Nathan? —pregunto de nuevo sentándome en un taburete. —Sí. —Asíquevaisapasarlanochesolos… —Sí. Cojoelbolígrafoquereposaenelmármolyjuegoconélunrato. —¿Nervioso?—preguntofinalmentealverqueélnosedecide. —Algo…Verás,ayertuvimosunaespeciede…pre-calentamiento. —Definepre-calentamiento… —Bueno,Codyestabadurmiendoarribayempezamosabesarnos y la cosa se puso más… intensa. Estuvimos a punto, pero Cody se despertó. —¿Y cómo te sentiste? No quiero pelos y señales —le advierto riendo—.Sololoquemeinteresaanivelprofesional. —Bien —contesta divertido—. Algo mareado, pero supongo que fue tan de repente, sin planearlo, que no me dio tiempo a ponerme nervioso… Lo de esta noche es diferente… Noto como una presión… Sientocomoqueestátodotanpreparadoypredispuestoaquepase,quesi luegonopuedo… —¿Consejo? —Porfavor… —Déjatellevaryconfíaenella.EsKate. —Losé…Esfuerte…Parecemiprimeravez…Porfavor,sime vieran ahora mis colegas, se les caería un mito —dice mientras los dos noscarcajeamos,soltandoalgodetensión—.Bueno,tevoyadejaryaque faltapocoparalosfuegos. —¿Paraesotambiénestáspreparado? —Novolveráapasarlodelañopasado.Losfuegosdeaquínoson los de allí, menos presupuesto, ya sabes… Me llevo a Kate y a Cody a verlosalbosque,lostressolos,yluegoiremosalafiestaconlosdemás. —Buenplan…—contestoyo. —¿Ytú?¿QuésorpresalehaspreparadoaStelle? —¿Cómo puede ser que tú confíes en mí y sepas que no voy a fallarleyellaencambionosefíe? —Porqueteconocemejorqueyo. —Cierto,meloheganadoapulso.Bueno,pasadlobien,¿vale? —Igualmente.Tony,volvemospasadomañana.Quieresque…¿Te apetecequenostomemosunascervezas? —Esoseríagenial.Nosllamamos,¿vale? —Hastaluegocolega. —Adiós,Nathan. Cuelgo el teléfono con una gran sonrisa en la cara, justo en el momento en que Stelle vuelve a entrar en la cocina. Me abraza por la espaldayapoyalafrenteenella.Cojosusmanosylasaprietocontrami pecho. —¿Mejor?—mepregunta. —Mucho.Muchomejor. Y durante unos minutos, nos mantenemos así, abrazados, sin necesidad de hablar más porque ella sabe perfectamente lo que esta llamadahasignificadoparamí. —Oye—digofinalmente—.¿Estálistaesacena? —Lacenasí,peronosédondeservirla—mecontestaalzandouna ceja. —Mmmm… Déjame pensar… —contesto mientras saco la cena delhorno—.Ahoravuelvo.Notemuevasdeaquí. Suboalaazoteaydejolacenaenlamesaqueheimprovisado.Le doyalinterruptoryhagoqueseenciendaslasdecenasdelucesdecolores que he colgado por todas partes. Antes de volver a bajar, doy un último vistazoalrededor. —Perfecto… Vuelvoabajaranuestroapartamentoymedirijoalacocina.Me freno en seco al no encontrarla allí, así que confuso, doy media vuelta parasalirabuscarla.Encuantolohago,memaravilloalverla. —El año pasado no tuve la oportunidad de estrenarlo como es debido… —dice abriendo los brazos ante mi cara de estupor—. ¿Qué te parece? —¿Qué…? ¿Qué… que qué me parece? —balbuceo cuando consigo que mi cerebro vuelvo a funcionar caminando lentamente hacia ella—. Que se me está quitando el apetito y que total son cuatro cohetes maltirados…El4dejulioestásobrevalorado.Quedémonosencasa. —Tentador—respondeellaechandolacabezaaunladomientras beso su cuello—. Pero entonces me deberías dos celebraciones en condiciones…Piensaqueelañoquevienetendríasqueliarlamuygorda pararesarcirte… La miro con mi sonrisa de medio lado, esa que sé que la vuelve loca,ysinmediarpalabra,agarrosumanoytirodeellahacialaazotea. Ellamesigueconfundidacuandoentramosenelascensorypicoalúltimo botón. —¿Dónde…? —Shhhh… Atrapo su cuerpo contra el espejo del ascensor mientras beso su cuello y mis manos recorren un camino descendente desde sus hombros hastasucintura,pasandoporsusbrazos.Cuandolaspuertasdelascensor deabren,sindejardebesarlaladirijohacialapuertadesalidaalaazotea yencuantolaabro,dejoqueellasalgaprimero,quedándomeasuespalda expectanteporsureacción. —¡Venga ya! —grita llevándose las manos a la boca—. Todo esto… Incapaz de articular más palabras, mira alrededor embelesada, fijándoseentodosycadaunodelosdetalles.Yolaobservomientraslas lucesdecoloressereflejanensucarayensupiel. —¿Tegusta? —¿Bromeas?¡Meencanta!—diceaúnmirandoalrededor—.¿Esas sonnuestraslucesdenavidad? —Ylasdelosvecinosdeprimero—contestoseñalando—.Ylasde losvecinosdeallado,ylasdelosvecinosdelbloquedeenfrente,ylasdel árboldelRockefellerCenter… —Estásloco—dicegirándosedecaraamí. —Shhhh… Que no se enteren… A ver si me van a quitar el diplomaquetengocolgadoeneldespacho… —Sientohaberdudadodeti. —Sientohabertedadomotivossuficientesparahacerlo. —¿Entonces, vas a romper tu racha de citas desastrosas? —dice forzandocaradepena. —Nomesubestimes.Sabesdesobraquepuedocagarlaencuestión desegundos,peromeapetecehacerlascosasbienporestavez…¿Quéme dices? —Quetequiero. —Losé…Peronomásqueyoati. CAPÍTULO35 Kate —¡Lista!—digodándomelavueltaunavezcerradalapuertadela casa. Ninguno de los dos me contesta ni repara en mi presencia. Están concentradosmirandoelcieloestrellado,Nathanestiradoencimadelcapó desucoche,conlaespaldaapoyadaenelcristal,yelenanoencimadeél. CodylevantaelbrazoyseñalaunpuntoconcretoyNathanselocogeyle ayudaaseguirunalíneaimaginariadeestrellas.Meapoyoenlamaderay lesobservoconunasonrisaenlacara.Podríapasarmehorasespiándoles. —Vale,entonces,esoquepareceuncucharón,eslaosamayor— oigoquediceCody—.Perolaotraosa,lapequeña,nolaveo… —Volvamos a intentarlo —contesta Nathan cogiéndole el brazo y volviendoatrazarunalíneaimaginaria—.Porahí,yluegohaciaarriba… —¡Miraesaestrella!¿Hasvistocómobrilla?¡Eslaquemásbrilla detodas!¿Aquesí? —Puede… No las vemos todas, pero de las que están encima de nosotros,síeslaquemásbrilla.¿Sabesquetienennombre? —¿Cómosellaman?—Codysegiraysesientaencimadelvientre deNathan,quedandodecaraaél. —PuesestáSirio,Vega,Rigel… —Qué nombres más raros… ¿Quién se los ha puesto? ¿Las estrellastienenpadres? —Puesnolosé…¿Quieresquelepongamosnosotrosunnombre a esa? —dice Nathan señalando la brillante estrella encima de nuestras cabezas. —Sí,lavamosallamar… —Cody—lecortaNathan. —¿Qué? —Cody. —¡¿Qué?! —Queno…—ríeNathan—.QuelavamosallamarCody. —¿Comoyo?¿Ypodemoshacerlo? —¿Yquiénnoslovaaimpedir? Codymiraalcieloysequedacalladounossegundos. —Serámiestrella,latuyaylademamá—dice—.Ladelostres, ¿vale? —Hecho —responde Nathan mostrándole el puño para que se lo choque—.Yhablandodetumadre…Aversivieneya… —Estará probándose toda la ropa que ha traído, como hace siemprequetevaaver. —¿En serio? ¿Y cómo era lo que decía? —le pregunta Nathan riendomientrasCodyseponedepieenelcoche. —Estepantalónmehacemuchoculo—empiezaahablarponiendo vozdeniñarepipiyahacerverquesemiraenunespejo—.Estacamiseta mehacebarriga. Sinquemevean,sigilosamente,meacercoaellosmientrasCody sigueconsubrillanteinterpretaciónyNathanríeacarcajadas.Entonces, meplantoasuladodebrazoscruzadosyambospalidecenalinstante. —Peromiraquesoisgraciososlosdos.Esquelloroytodo…— lesdigoderepente. —Mamá…losiento… —Kate, no te enfades… Era broma… Tú estás siempre impresionante.¿AquesíCody? —Sí mamá. Siempre estás guapa. Eres la más guapa del mundo mundial. Ambos me miran con expresión de pánico. Casi puedo ver las gotasdesudorcayendoporsufrente.Pocossegundosdespués,Nathanse ponedepieamiladoymeabrazaconcautela,tragandosalivaincluso,y escuandoyanopuedoaguantarmáslarisayestalloencarcajadas. —Venga,vámonos—lesdigoabriendolapuertadeatrásdelcoche paraquesesienteCodyyasípoderatarleasusilla. Ambosestáncalladosmientrasentranenelcoche,mirándomede reojo de vez en cuando, no fiándose de si mi risa era sincera o por el contrarioestoyplaneandomivenganza. —Mamá… ¿nos perdonas, de verdad? —le miro por el espejo interiorencogiéndomedehombros. Miro por la ventanilla, que me devuelve el reflejo de Nathan y Cody mirándose, sabiendo que la han cagado y que se lo voy a hacer pagarcaro.Laverdadesquemeloestoypasandodemiedoasucosta. —Mamá,perdóname.Haréloquesea… —Mmmm… ¿Lo que sea eh? —Veo que Nathan abre mucho los ojos esperándose lo peor—. Muy bien. Cody, cuando volvamos a casa y durante… digamos… una semana, harás las camas cada día. La mía y la tuya. —Mamá…Esonoesjusto… —Estavidanoesjustacariño…Ytú—digoderepenteapuntando aNathanconeldedoycortandodegolpelasonrisaqueasomabaensus labios. —Te recuerdo que yo era un simple espectador —empieza a disculparse. —¡Cobarde!—lerecriminaCody—.¡Estábamosjuntosenesto! —Nomelopuedocreer.¿DejandoqueCodycarguecontodaslas culpas? Pues por canalla, te vas a llevar la peor parte… Dos castigos tendrás. —¿Dos? —se queja Nathan apartando los ojos de la carretera a ratos,mirándomeconlosojosmuyabiertos. —Elprimero:mañanamismotecortaselpelo. —¿Cómodecorto?—mepreguntaresoplando. —Comoyoquiera—sonríosatisfecha. —Bueno,puedollevargorra—contestaguiñándomeunojo. —Y el segundo: esta noche bailarás conmigo. Y antes de que lo preguntes,cuandoyoquiera,eltipodemúsicaqueyoquiera,ylasveces queyoquiera. Nathan deja caer la cabeza hacia delante mostrando su pesar mientrasCodymemiraconlabocamuyabiertaylosbrazosextendidos. —¡Peroquésuerte!—dice—.Telocambio.Túhaceslascamasy yomecortoelpeloybailotodalanoche. —Nobonito,no—contesto—.Cadaunosucastigo. Nathanaparcaelcocheenuncaminodetierraapocosminutosde casa. Caminamos poco más hasta llegar al claro de un bosque y nos detenemosalladodeunagranroca.Nathansesientaenelsuelo,apoyando laespaldaenlapiedraysesientaaCodyencima. —Simirashaciaallí,veráslosfuegosartificialesperfectamente. —¿Danmiedo?—lepreguntamientrasyomesientoasuladoyles alcanzosusbocadillos. —¿Ati?¡Quéva!Conlovalientequetúeres… Cuando acabamos de cenar, Cody se levanta, coge su linterna y empieza a hacer un “reconocimiento del terreno” exhaustivo. De vez en cuandovuelveanosotrospararegalarmeunafloramí,oparaqueNathan leguardealgúnpaloconformarara,comoéldice. MecolocoentrelaspiernasdeNathanydejoquemeabrace.Noto como hunde la cara en mi cuello y cómo su aliento me acaricia la piel. Girolacarahaciaélyveosusojosiluminadosporelreflejodelaluna. Sonríocomounabobamientrasélcolocalapalmadesumanoenmicara. —Tequiero,Kate. Abro la boca para contestarle, pero él aprovecha ese momento parainvadirmeconsulengua.Sindespegarsubocadelamía,mecogelas piernas y me sienta a horcajadas encima de él. Coge mi cara entre sus manosysientosusdedosenminuca.Uncalorabrasadorinvadetodomi cuerpo y se empieza a concentrar peligrosamente en la parte baja de mi estómago.Meagarroconfuerzadesucamisacuandosubocaempiezaa descenderpormicuello.Apoyalafrenteenmipechoysualientosecuela pormicanalillo.OigonuestrasrespiracionesagitadasylavozdeCodya lolejos.EntoncesNathanlevantalavistahaciamíyveosusojosllenosde deseomientrassupechosubeybajaconrapidez. —Necesitoparar… —¿Estás bien? —pregunto apoyando las palmas en su pecho, sintiendoloslatidosaceleradosdesucorazón. —Sí—contestariendo—.Perosinoparoahora…norespondode misactos… —Vale—acariciosucaraconmisdedos. —MegustasdemasiadoKate… —¿Y eso es malo? —Apoyo mi frente en la suya mientras nos miramosalosojos. —Me tienes acojonado. Eres el remedio de mi enfermedad y la causademilocura. Lagrimasdeemocióninundanmisojosporculpadeesaspalabras, justoenelmomentoenqueelprimercoheteestallaenelcielo.Segundos después,lesiguenotros,peroningunodelosdosleprestamosatención, sinoquenosquedamosestancadosunoenelotro.Veolaluzdelosfuegos artificialesreflejadaenelrostrodeNathan,quememiraembelesado. —¡Bieeeeeeeeeeeen!—gritaCodysaltandodelantedenosotroscon lavistafijaenelcielo—.¡Dejaddedarosbesosymiradarriba,queoslos estáisperdiendo! —Shhhh… no le escuches —le digo a Nathan tapando sus orejas conmismanos—.Imaginemosquenoestáahí… —¡Eh! —dice Cody de repente a nuestro lado, tirando de las camisadeNathan. —Demasiadotarde…—ríecondulzura—.Ven,Cody.Siéntateaquí connosotros. Asíacabamosviendolosfuegoslostres.Codyyyoapoyadosenel pechodeNathan,mientrasélnosabraza.Devezencuando,cuandoalgún cohetesuenaconmásintensidadqueotros,notocomoNathanaprietami manoconmásfuerza,asíquemecolocodecostadoypaseomimanopor supechoparaintentartranquilizarle.Apoyomicabezaenelhuecodesu hombroyleobservomiraralcielo.Aprietaloslabiosconfuerzaytraga salivacuandoresuenanlosestallidosdelatracafinal. —Tequiero—susurrorozandosuorejaconmislabios. Sefijaenmíalinstante,sonriéndomeabiertamente.Veocomosus ojos se pasean por todo mi rostro, y su mano se posa en mi mejilla, repasandomislabiosconelpulgar. —Mami,¿teacordastedecogermepijama? Cody nos mira con las cejas levantadas y una gran sonrisa que enseñatodossuspequeñosdientecitos,sinserconscientedelmomentotan bonitoqueacabadechafar. —¿Qué?—nospregunta —Sí,Cody,sí.Tecogípijama—respondoalcabodeunrato,aún descolocada. —Genial—Seponeenpiecogiendolamochila—.¿Nosvamosde fiestaoqué? Nathan se incorpora de repente y le agarra colgándole de su hombro.LellevaasítodoelcaminodevueltaalcochemientrasCodyno paradereíragarradoasuespalda. —Semebajalasangrealacabeza—gritaelenano—.Aversivoy a“gomitar”entucoche… Unosquinceminutosmástarde,Nathanaparcaelcochecercadel parquedondesecelebralafiesta. —Dejalamochilaenelcoche.Luego,cuandonosvayamosdela fiesta,seladamosaAbby—resoplocuandoveoquepretendeircargado conella. Encuantoentramosenelparque,CodysalecorriendohaciaAbby ysusamigosencuantolesve.EntoncesNathantirademimanoymeatrae hacia él. Choco contra su pecho y enseguida me atrapa entre sus brazos. Mebesasinprisas,saboreandocadacentímetrodepiel.Enredomisdedos ensupelo,echandolacabezaaunladocuandosientosuslabiosbajarpor micuelloymordersuavementemihombro. —Vámonos a casa… —oigo que dice sin despegar sus labios de mipiel. —Nopodemos…BastantemalmesientoyaencasquetandoaCody contuspadresestanoche…—consigocontestarhaciendoacopiodetoda mifuerzadevoluntad. —Seguro que no les importa —Vuelve Nathan a la carga acariciando mi cintura y subiendo hacia los hombros, pasando peligrosamentecercademispechos. —Oh,joder…Para…—jadeoagarrándoledelpeloparaapartarle unos centímetros de mí—. Además, si te piensas que te vas a librar de bailarconmigoestanoche,vasmuyequivocado. —¡Mierda!Nohaspicado…—mediceprovocadorlevantandouna ceja. —Apuntoheestado,peroquierovertesufrirenlapistadebaile— Tirodeélagarrándoledelacamisa. Me acoge entre sus brazos, haciéndome cosquillas mientras entramosenelparque. —Mami,¿puedoirallíajugarconesosniños?—nosabordaCody nadamásllegar. —Vale, pero de vez en cuando ven para que te veamos y no te alejesdemasiado,¿deacuerdo? —Tranqui—respondecuandoyahasalidocorriendo. Abby nos saluda desde la barra del bar, donde está con varios amigos. —Ven,vamosasaludaratumadreunmomento—ledigotirando desubrazo. —¿Esnecesario?—contestaélviendoqueestáacompañadadesu padre,hablandoconmásgente. —Síloes.SaludamosynosvamosconAbby. ArrastroaNathanhaciaellos,agarrandosumanoconfuerza. —Hola,Mary—saludoconunasonrisaenlacara—.Hola,señor Anderson. —Hola,cariño—meabrazaellaafable—.Hola,hijo. —Hola—Nathanledevuelveelabrazo. —Codyyacorreporallí—empiezoadecirparaintentarromper latensiónquesehaformadoentrepadreehijo,queserehúyenlamirada. —Sí,havenidoasaludarnosyadecirnosquesupijamaestáenuna mochilaenelcochedeNathan—contestaMaryriendo. —Es un caso… ¿De verdad que no os importa? Es que me sabe fatal… —No,no,no.Meencanta. —Maryestádeseandoserabuela.¿Senotano?—dicelamujerque estáasulado. —¡Elizabeth!—lereprendeella. —¿Acaso estoy mintiendo? —Acercándose algo más a mí, añade —:Hastahacompradogalletasdeniñosychocolates. Todosreímos,incluidaMary.Peroloquemásmesorprendeesla actitud de Tom, que niega con la cabeza, divertido, con una sonrisa asomandoensuslabios. —¿Cómo estás Nate? —le pregunta el marido de Elizabeth poniendounbrazoporencimadesushombros—.Saltaalavistaquemuy bien,¿eh? —Sí…—contestaéltímidamente. —Mealegro—lerevuelveelpelocariñosamente—.Mira,porallí vieneabuscartemihijoGreg. —¡NathanAnderson! En cuanto Greg llega a su lado, se queda parado sin saber cómo saludarle,hastaqueNathanlesonríeyseacercaparadarleunabrazo. —¿QuépasaGreg? —Bientío.¿Ytú?Teveogenial. —Sí,laverdadesquenomepuedoquejar—Ygiralacabezapara mirarmeconunasonrisa. —Yaveoya…Hola.SoyGreg—diceacercándoseparadarmedos besos—.Nathanyyonosconocemosdesdelaguardería. —Hola.YosoyKate. —¿Osvenísconnosotros?Tenemosmuchoquecontarnoschaval. Algomásdeunahoradespués,traslaspresentacionesconelresto del grupo de amigos, después de bebernos algunas copas, de escuchar variasanécdotasdeadolescencia,inclusodespuésdequeNathanexplique a grandes rasgos algo de su paso por el infierno, los chicos se quedan hablandoenlabarraylaschicasnosvamosabailar.Abbyysusamigasse unenanosotrastambién. —NoesunclubdeNuevaYork,peronoestátanmal,¿no?—me dice la novia de Greg levantando la voz todo lo que puede para que la escucheporencimadelamúsica. —¡Estámuybien!Yasíalairelibre,esdiferente. —¡Sí! Escucha… —dice acercándose a mí para hablarme más íntimamente—. Me alegro mucho por Nathan. Sé por Greg que lo ha pasado muy mal y que cuando volvió de Afganistán no era el mismo de siempre…Encambioahora…Sólohayqueverle. Las dos dirigimos la vista hacia los chicos y veo a Nathan reír a carcajadas,sentadoenunodelostaburetesdelabarra,mientrasunodelos chicoslesexplicaalgogesticulandocomounloco. —Es increíble —digo sin apartar la vista de él—. Y la verdad es quemehacemuyfeliz,amíyaCody,queleadora. —Poraquíteníamuchasfans—dicemirándomedereojo. —Sí,heconocidoaalguna…—contestomirándolaintrigadapor loquemevayaadecir. —Rachel es amiga mía, pero no tiene nada que hacer con él. Es ciertoquehaceunosaños,nopodíasimaginarlosseparados,peroellale rompióelcorazónaldejarle,ytepuedoasegurarquecomotemiraati— dice señalando disimuladamente con la cabeza hacia Nathan—, no la mirabaaella… Entonces vuelvo a mirar hacia él y nuestros ojos se encuentran. Nossonreímosyelrestodegentedesaparece,mientrasmantenemosuna conversaciónsinpalabras.Mehaceungestoconlacabezainsistiendoen que nos vayamos, al que contesto negando con la cabeza y con un dedo levantado.Intentaponercaradepenaperoloqueconsigueesquemería conganas.Entonceslepidoconeldedoqueseacerque,mientrasélniega conlacabeza,asustado,sabiendoqueselopidoparaquebaileconmigo. Así que sin más, me acerco lentamente a él y sin mediar palabra, me colocoenelhuecoquequedaentresusrodillas,leagarroporelcuellode lacamisaacercandosucaraalamía,yhundomilenguaensuboca.No oponeningunaresistencia,esmás,susmanosenseguidasecolocanami espaldaymeacercanasucuerpo.Atraposulabioinferiorconlosdientes y provoco que suelte un jadeo por la boca. Sus amigos empiezan a vitorearysilbaranteesademostración,llamandolaatencióndelrestode lagente,quesegirahacianosotrosparamirarnos.Asíquemecogedela cinturaydespegandomispiesdelsuelo,mellevaaunlugarmásapartado, alejadodemiradasajenas. —Tedecíaquesivienesabailar—preguntoseparandomislabios delossuyosporunafraccióndesegundo. —Yyotepreguntabaquesinosvamosacasa… —Espera,meparecequenomehasentendido… Enredomisdedosensupeloytirodeél,echandosucabezahacia atrás. Paso los labios por su cuello, trazando un camino ascendente, dejando que su incipiente barba me haga cosquillas. Cuando llego al mentón,lomuerdodelicadamente.Levantolavistayveocomopermanece conlosojoscerradosyresoplaconfuerzaporlaboca.Cuandomislabios rozan los suyos de nuevo, él me acoge sin miedo. Mi lengua acaricia la suya,juegaconellaunratoyluegoseretira,jugandoaseducirle. —¿Bailasconmigo?—Vuelvoapreguntarle. Asiente, aún con los ojos cerrados, incapaz de contestar con palabras,rendidototalmenteamí.Creoqueheconseguidomiobjetivo. Camino hacia atrás, llevándole cogido de las manos. Camina con los ojos abiertos, pero sin apartarlos de mí. Nos colamos en la pista, rodeadosdegentequebailaalrededornuestro.Leobservodetenidamente, prestandoatenciónasusreacciones,porquenoquieroqueestasesiónde baileacabecomolaanterior.Cuandocomprueboqueestábien,sueltosus manos y empiezo a bailar al ritmo de la música que suena. Él se queda quieto delante de mí, mirándome de arriba a abajo, devorándome con la mirada. Veo como traga saliva repetidas veces mientras yo me contoneo delante de él. Le estoy provocando, lo reconozco, y lo estoy haciendo totalmenteaconciencia. Me acerco a él despacio, agachando tímidamente la cabeza mientrasmemuerdoellabioinferior.Pongomisbrazosalrededordesu cuelloyenredomisdedosenelpelodesunuca. —No estás cumpliendo con tu castigo… —susurro en su oreja tirándoledellóbuloconmisdientescuandomeseparodeél. Abrelabocaperonoemiteningúnsonido,incapazdepronunciar ningunapalabra.Soloescapazdemirarme,totalmenteabrumado,asíque cuandoescuchoquelacanciónquesuenaacontinuaciónesunamáslenta, decidoponerlelascosasfáciles.Meacercohastaquenuestroscuerposse rozanyapoyolacabezaenelhuecodesuhombro.Notocomosusbrazos rodeanpocoapocomicinturayescuchosurespiraciónenmioído. Cierro los ojos mientras me dejo llevar por él. Siento sus dedos acariciandomiespaldaysualientorozandomimejilla.Colocounamano encimadesucorazón,paraestarpendienteentodomomentodecualquier cambioderitmopeligrosoquepuedainduciraunataque,mientraslaotra siguejugandoaenredarseensupelo. Suspiro profundamente, acomodando mi cabeza en su hombro, mientras mi nariz roza su cuello e inhala su olor. Él me estrecha con fuerzacontrasucuerpoysebalanceadeunladoaotro.Másquebailando, parecequemeestémeciendosuavemente,peromeencanta,porqueentre susbrazosmesientosegura.Acariciamipeloconsumanoyacercasus labiosamicuello.Mebesasuavementehastallegaralhuecodedebajode mioreja,dondeserecreadurantemasrato,provocandoqueuncosquilleo vuelvaaarremolinarseenelcentrodemiestómago. —¿Nosvamosya?—digototalmentesofocada. —Penséquenolodiríasnunca—sueltaélconvozronca. Mecogedelamanoytirademífueradelapista,hacialasalida delparque.Vatandeprisaquemeobligaaseguirlecasicorriendo. —¡Nathan! —le llamo riendo—. Tenemos que avisar a tus padres dequenosvamosparaqueesténatentosdeCody… Se frena de golpe agachando la cabeza y los brazos, resoplando conresignación. —Venga, va —digo poniéndome delante de él—. No pasa nada porquenosretrasemosdiezminutosmás,¿no? —Hablaporti. Caminohaciaatrássindejardesonreírmientrasélmesiguecomo un perrito faldero. Cuando volvemos a entrar en el parque, me giro y buscoasuspadres. —Nopuedeser…—diceNathanagarrándomeporlacintura. Mirohaciadondesedirigensusojosymequedodepiedraalvera CodyenbrazosdeTom.Leestáexplicandoalgomientrasesteleescucha atentamente.EntonceselpadredeNathandicealgoquehacequeCodyría acarcajadas. —Estoyflipando… —Yyo…Peromeencanta—sonríoabiertamente. —Loquenoconsigaeseniño... Empezamos a caminar hacia ellos, siendo testigos de la buena sintoníaquehayentrelosdos,hastaqueCodynosveysemeechaalos brazos. —¡Hola,mami!Estoyunpococansadoyaynosvamosairacasa. —Sí… —interviene Tom—. Mary ha ido a buscaros para decíroslo.Esperadquelabusque. —Yo voy a buscar la mochila —me dice Nathan—. ¿Me esperas aquí? —Ajá—confirmodevolviéndoleelbesobajolaatentamiradade Cody. —¿Osvaisacasar?—preguntacuandonosquedamossolos. —¡Cody!¿Aquévieneeso? —Esloquehacenlosnovios,¿no? —Nocorrastanto… —EslomismoquemediceNathan. —¿Nathan? Por Dios, no me digas que también se lo has preguntadoaél. —Variasveces—contestaconcaradenoentendermisorpresa—. Ymedijoquelotendríaencuenta. —¿Quetendríaencuentaqué? —Puesqueyoledijequeseteníaquecasarcontigoporqueesoes loquehacenlosnoviosymedijoquelotendríaencuenta. EnesemomentoTomvuelveconMaryyAbby. —¿Nosvamosenano?—ledicelahermanadeNathan. —¡Sí!Esperad,queNathanhaidoapormimochila.Allíviene.— Y retorciéndose en mis brazos me hace dejarle en el suelo para correr haciaél. Nathan viene con la mochila colgada al hombro. Le tiende los brazos y en cuanto le coge, le lanza por los aires mientras Cody abre manosypiesyríecontento. —Graciasporeso—mediceMaryseñalandoasuhijosonriente. —Gracias a usted por eso —le digo señalando a su marido, que estádepieasulado,mirandoasuhijoconunamediosonrisaenlacaray meaventuroadecirqueinclusoorgulloreflejadoensusojos. —¿Te portarás bien, verdad? —oímos que le pregunta Nathan a Codycuandollegaanuestrolado. —Claro que sí. Y a lo mejor mañana, podemos ir a jugar al circuito,¿no?—dicemirandoaTom. —YatehedichoqueparaesotienenqueestartumadreyNathan. —Pero me lo puedes enseñar, ¿no? —pregunta mientras Tom se encoge de hombros—. ¿Me lo puede enseñar, Nathan? Solo enseñar y luegocontigointentohaceralgunaspruebas.¿Porfavor? Codyleruegaconlasmanosdelantedelacara,comosiestuviera rezando. Entonces mira a su padre, que aprieta los labios y levanta las cejas. —No sé quién tiene más ganas de ir al circuito… —dice Nathan mirandoasupadreconlascejaslevantadasmientrasestevuelveaencoger loshombrosyanegarconlacabeza. —Sinduda,tupadre—diceMary—.Semueredeganasdevolvera compartirconalguiensupatiodejuegos. —Vale,pero… —Lo sé, lo sé —dice Tom levantando las palmas—. Nada de armas. —¡Geniaaaaaaaaaaaaaaal!—CodyledaunbesoenormeaNathan enlamejillaysetiraalosbrazosdeTom—.Perometienesquecontarel tiempo, ¿vale? Y en las partes a las que no llegue, también me puedes ayudar, ¿vale? ¿Son muchas pruebas? ¿Todas las puedo hacer o hay algunaparamásmayores?¿Conlaszapatillasquellevopuedohacerlas? —Corre y vámonos antes de que se arrepientan… —me dice Nathanmientrastirademíyempezamosaretrocederconcautela. TommiraaCodyconcaradeasustado,intentandoprocesartodas laspreguntasquelehaceperosintiempoacontestarningunaporquenole datiempo.MaryyAbbyseríenynosdicenadiósconlamano. —¡Mami! —No,no,no—legritaNathan—.Desdeestemismomomento,no estumadre.Essolomía,asíquehazcomoquenonosves… —Noseasmalo—leincrepodándoleunmanotazoenelbrazo—. ¡Adiós,mivida!Nosvemosmañana. Hacemos el trayecto a casa en silencio, yo sentada de lado, observándoledetenidamente,mientrasélseconcentraenlacarreterayme lanza alguna mirada de reojo. En los pocos minutos que llevamos en el coche,lehevistotragarsalivavariasvecesyapretarelvolanteconfuerza hasta poner blancos sus nudillos. Su comportamiento ha cambiado y conformeseacercaelmomento,lenotocadavezmásnervioso. Aparca el coche delante de casa y hacemos el camino a casa sin decirnosnada.Megirohaciaélycaminodeespaldasmientraslesonrío mordiéndome el labio inferior. Él camina con las manos metidas en los bolsillosdelosvaqueros,yagachalacabezacontimidez.Metelallaveen lacerradurayapoyolaespaldaenlapuertamientraslohace.Encuantose abre,entroymedescalzo. —Oh, por Dios, qué bien —digo frotándome los pies aguantándomeenelrespaldodelsofá. Levantolavistayleveoapoyadoenlapuertayacerrada.Vuelvea tenerlasmanosenlosbolsillosysupechosubeybajaconrapidez.Está muy nervioso y eso lo encuentro adorable. Sonrío y me coloco el pelo detrásdelasorejasmientrasempiezoacaminarlentamentehaciaél. —Sabes… —digo cuando llego, poniendo las palmas de mis manos en su firme pecho—. Me alegro de haber esperado… De no haberlo…hechoelotrodía…yasabes,conprisas. —Sitúlodices… —¿Noestásdeacuerdo?—Misdedosseacercanalosbotonesde sucamisayempiezanadesabrocharelprimerodeellos. Agachalavistahaciamismanosmientrasestassiguenenfrascadas ensutrabajo,siguiendouncaminodescendente. —Estoy un poco… nervioso —Ya le he desabrochado la camisa por completo y se la estoy quitando tirando de ella por los hombros, dejándolacaeralsuelo—.Escomosifuerami…miprimeravez. —Bueno, técnicamente, es nuestra primera vez —Mis dedos repasan sus cicatrices con ternura y él cierra los ojos echando la cabeza haciaatrás—.Ycomoesnuestraprimeravez,quieroquesea,perfecta,sin prisas. Llevolasmanosalbajodemicamisetaytirodeellahaciaarriba, lentamente,sindejardemiraraNathan,comprobandoquehaabiertolos ojosdenuevoynopierdedetalle.Vestidasoloconelsujetador,meacerco denuevoaélyagacholavistahaciasusabdominalesperfectos,pasando eldedoporencimadeellos.Acariciosupielcondelicadezahastallegara lacinturadesusvaqueros.Entonceslevantaunbrazoyllevasusdedosala tirademisujetador.Ladejacaerlentamentepormihombroymeobserva duranteunossegundos.Parececomosimepidierapermisoantesdehacer lo mismo con el otro tirante, así que le sonrío para darle confianza. Se apartadelapuertaymerodeahastaquedarseamiespalda.Notosusdedos pasarporencimadelateladelsujetadorhastallegaralcierre.Enseguida siento como libera mis pechos y sus labios se posan en mis hombros. Ladeo la cabeza mientras succiona mi piel y sus dedos la recorren. Primero acarician mi espalda, haciendo que se arquee casi de forma involuntaria,yluegosedirigenamivientre,mientrassupechodesnudo sepegaamiespalda.Susmanossubenhaciamispechosylosmasajean sindejardelamermicuello.Micuerposeretuerceincontrolableyjadeo porculpadelascariciasquesusdedosregalanamispezones.Sientosu erección totalmente pegada a la parte baja de mi espalda y cómo su respiración se vuelve cada vez más irregular. Me giro lentamente para asegurarmedequeestábien.Lecojolacaraentremismanosybuscosu mirada.Nomehacefaltapreguntar,asienteconlacabezaconunasonrisa demedioladodelomássexy. —Ven… —digo cogiéndole de las manos dirigiéndome hacia las escalerasparasubiraldormitorio. Encuantoentramos,lellevohastalospiesdelacamaylesiento con un suave empujón. Él apoya las palmas de las manos en el colchón, echandolaespaldaligeramentehaciaatrás,paraasíadmirarmedearribaa abajo.Derepentemesientocomosiestuvieraenelclub,sóloqueestavez sí me apetece desnudarme delante de este espectador. Me desabrocho el botón del pantalón, lentamente y lo deslizo por mis caderas. Cuando me quedosoloconeltanganegro,Nathanseincorporayacercasusmanosa mi piel mientras vuelve a mirarme como si me pidiera permiso para tocarme.Susdedossedeslizanpormivientrehastatocarlateladeencaje. Levanta la vista hasta mis ojos y empieza a bajarme el tanga, dejándolo caer hasta mis tobillos. Acerca su boca a mi pubis e incluso antes de rozarme,sualientoyamehaceestremecerdeplacer.Susmanosseposan enmitraseroymeaprietancontrasuboca. Antesdequelasrodillasmeempiecenaflaquear,apoyolasmanos en sus hombros y le obligo a echarse en la cama, subiendo hacia el cabezal.Comounfelino,asciendohastasuboca.Muerdosulabioinferior yacercandolabocaasuoreja,lesusurro: —Me parece que no estamos en igualdad de condiciones. Voy a ponerleremedio. Beso cada centímetro de su piel desde su cuello hasta su vientre, poniendoespecialénfasisensuscicatrices.Cuandollegoasuspantalones, decuyobotónyameencarguéantes,tirodeelloshaciaabajo,llevándome también su bóxer negro y liberando su erección. Cuando le tengo a mi merced, admiro a mi hombre con detenimiento, por primera vez desde que estamos juntos. Y madre mía si me gusta lo que veo. Es perfecto, comosiestuvieraesculpidoenpiedra. —Oh,joder—Nopuedoevitardecir—.Yerestodomío. Eso le hace reír y consigo liberarle un poco de ese nerviosismo que le agarrota todos los músculos. Entonces se incorpora y en un movimientotanrápidoquenoloveovenir,meagarraporlacinturayme ponebocaarriba.Ahoralastornashancambiadoyesélelquemeadmira condetenimiento.Veotantodeseoensusojosquenopuedomantenerme quietabajosucuerpo. —Eres preciosa —dice acercando su cara a la mía, apoyando el pesodesucuerpoenlosantebrazos. —Ytodatuya. —Ytodamía…—repiteantesdebesarme. Le agarro del pelo y enredo una pierna alrededor de su trasero para atraerle hacia mí. Quiero tenerle dentro de mí, es una necesidad imperiosa,ytienequeserahoramismo. —Esperaquecojaunpreservativo—jadeaélenmioído. —Nohacefalta.Tomolapíldoraymefíodeti. —Deacuerdo…—contestasindejardemirarme. —Tranquilo—ledigoatrayendosucaraalamía. En el momento en que deja caer su cuerpo contra el mío, noto como su erección me penetra. Ambos soltamos un jadeo y él apoya la frenteenlamía,intentandoacompasarsurespiración. —Eso es… —le digo de la manera más cariñosa que puedo, sin dejardeacariciarlelacara. —Joder,Kate…meponesacien… —Quédateasí,quietodentrodemí…Ymíramealosojos. Cuandolohace,veoquelostienetotalmentebañadosenlágrimas. —Novoyapoder… —Puesyocreoquesí. Ysinesperarrespuesta,saqueosubocaconmilengua.Terapiade choque.Sinopuedeacompasarsurespiración,haréquerespirecuandoyo lohaga.Siempreapoyandounamanoensucorazón,enrollomispiernas alrededordesutraseroyleaprietodenuevocontramicuerpo.Emiteun sonorojadeoqueacojodentrodemibocayenseguidavuelvoarepetirla acción. Cuando lo voy a hacer por tercera vez, Nathan abre los ojos y sientocomoesélelquemuevelascaderashastaclavarsedentrodemícon fuerza. Ahora soy yo la que jadea con fuerza, echando la cabeza hacia atrás, dejando mi cuello totalmente al descubierto y vulnerable para que suslabiosmelocubrandebesos.Muevelascaderasdenuevohaciafuera ysindarmetiempoaabrirlosojosdenuevo,meembistehastaelfondo contodalasuavidaddelaqueescapaz.Meagarroasucuelloyélhunde lacaraenmicuello. —TedeseoKate—leoigodecir—.Másqueanadaenelmundo. Vuelve a repetir el movimiento varias veces más, y aunque su corazón sigue desbocado y su respiración no es acompasada, sus embestidastienenunritmoconstanteincansablequemehaceenloquecer. Entoncesponesusmanosenmiespaldaymelevantamientrasélse sientaenelcolchón,apoyandolaespaldaenelcabecerodelacama.Peina mipelohaciaatrásconambasmanosymemiraembelesado.Meagarro delcabezalyempiezoacabalgarencimadeél.Leveocerrarlosojoscon fuerza,apretandoloslabioshastaconvertirlosenunafinalínea. —Joder…—jadea—.Novoyaaguantarmuchomás… —Vale—contestoconmislabiospegadosasuoreja—.Puesdéjate ir… —Nihablar. Vuelve a tumbarme boca arriba, deslizando mi espalda por las finas sábanas, hundiéndose en mí a la par que me coge una pierna y me obligaaponerlaalrededordesucintura,provocandoquesusembestidas lleguenmásprofundas.Suotramanoagarraunodemispechosyllevala boca hasta el pezón. Lo lame y lo aprieta levemente con los dientes, tirandodeélalavezqueunafuerteembestidamelanzaalabismo.Letiro delpelomientrasgritosunombrecuandodecenasdedescargasrecorren micuerpo,desdelosdedosdelospieshastalacabeza. Solo entonces él se da por satisfecho y tras dos embestidas más, apretandolamandíbulaconfuerza,sevacíaporcompletoenmiinterior. Resopla con fuerza una y otra vez, mientras agarro su cara entre mis manos y perfilo sus cejas con mis pulgares para relajar la tensión en su rostro. Se deja caer boca arriba a mi lado, abriendo los brazos para intentarrecobrarelaliento.Megirohaciaélyposolamanoensupecho. Observocomosubeybajaconrapidez,hastaquepasadosunosminutos, abrelosojosygiralacabezahaciamí. —Hola—lesaludosonriendo. —Eh—respondetotalmenteagotado—.¿Estásbien? —Sí.Mucho.¿Ytú? —Sobreviviré. —Mealegro—digomirandosupechoyrepasandoconeldedola cicatrizmásgrande,laquelecubrepartedelpectoralderecho. —¿Noteasustanitedaasco?—mepreguntaabrazándomeporla cinturadejándomeencimadeél. —Nadadetimeasustaymedaasco.Eresperfecto. —Túmehashechoasí—medice. —Quéva…Yaerasasí,perolohabíasolvidado.Loúnicoqueyo hehechohasidorecordártelo. —Vale…¿Ycómotepagoportusservicios? —Enespecias,sindudarlo.Peromitrabajonohaacabado,tendré que seguir rehabilitándote… Así que me debes muchos como el de esta noche… —Lotendréencuenta. —Demomento,quierodormirentretusbrazos,asíquecógemey nomesueltes. Nosmovemoshastaapoyarlacabezaenlaalmohadaysecolocaa mi espalda, totalmente pegado a mi cuerpo, rodeándolo con sus brazos. Incluso puedo sentir su corazón latiendo con fuerza contra mi espalda. Pocoapoco,meciéndomealcompásdesurespiración,voycerrandolos ojos,dejándomellevarporelsueño. El colchón empieza a moverse, y unos movimientos bruscos empiezanadespertarme. —Kate… Entonces soy consciente de lo que pasa. Una pesadilla. Me giro hacia él y enseguida le veo mover la cabeza de un lado a otro, solo que estávez,suexpresiónesrelajadaeinclusosonríe. —Kate…Tequiero… Entoncesmedoycuentadequenoestáreviviendounapesadillade Afganistán,sinoqueyosoylaprotagonistadesussueños.Meacurrucoa su lado y acaricio su rostro, besando su mejilla y poniendo una mano encimadesucorazón,gestoqueyasehavueltohabitualenmí. —Yotambiéntequiero… CAPÍTULO36 Nathan Medespiertodegolpe.Girolacarahacialaventana,peroporella no entra nada de claridad. Busco a tientas el teléfono en la mesita de noche, le doy a uno de los botones y enseguida la pantalla se ilumina informándomequesonlas5:15delamañana.Resoploconfuerzaymiro altechodenuevo.Soyincapazdedormirmás,aunqueestavezsientoque elratoquelohehecho,heconseguidodescansar. Entonces reparo en la mano que yace encima de mi pecho, justo encima de mi corazón. Giro la cabeza hacia mi derecha y veo a Kate durmiendo,estiradadecostadodecaraamí.Posomimanoencimadela suyaylaagarroconcuidadoparagirarmedecaraaella,intentandoser todolocuidadosoposibleparanodespertarla.Dejosumanoapoyadaen elcolchónylaobservoduranteunrato.Siguedesnuda.Dehecholosdos loestamos,asíquelaarropobienconlasábanapeseaquenohacefrío. Tiene la expresión totalmente relajada y la boca ligeramente abierta. Le aparto con cuidado algunos mechones de pelo rubio que le caen por la cara,yseloscolococondelicadezadetrásdelaoreja. Estanochehesoñadoconella,losé,lorecuerdo.Lahevistobailar delantedemí,reíracarcajadasentremisbrazosyjadeardeplacerbajo mi cuerpo. Ha sido increíble… ella es increíble. En unos meses ha conseguidoerradicarlasimágenesdehorrorquehabitabanenmicabeza ysustituirlasporotrasmuchomásbellas… Me pregunto qué estará soñando ella, y deseo con todas mis fuerzasquesisueñaconalguien,queseaconmigo.Rozosupielconmis dedos,descendiendoporelbrazohastallegarasucintura.Agacholavista hacia mi mano, que acaricia su vientre liso, y me veo obligado a tragar salivarepetidamente.Acercomicaraalasuyaysusurrocercadesuoreja. —Teamo. Meapartocuandoveoqueseremueve.Arrugalanarizenungesto adorableysemuerdeellabioinferiormientrasseledibujaunasonrisa, gesto que se me contagia. Estoy totalmente colgado por ella, me tiene tonto. Aunque me encantaría despertarla, hacer caso a los deseos de la tremenda erección que acaba de provocarme aún estando dormida, y hundirme de nuevo en ella, no voy a hacerlo. Dejaré que descanse. Me cuesta horrores despegarme de ella, pero tengo que desahogarme de algunamanera,asíquemediahoradespués,trasdejarleunanotaporsise despertara, vestido con un pantalón corto y una sudadera con capucha, estoyenelporchedelanterodecasa,listoparasaliracorrer.Mepongo los auriculares en las orejas y trasteo el móvil para poner la música. Cuando empieza a sonar, subo el volumen y empiezo a estirar los músculos,mirandoalhorizonte,pordondejustoempiezaaasomarelsol. Salgo a un ritmo lento para empezar a coger tono. Los primeros metros me los tomo como un calentamiento para desentumecer los músculos. El recorrido que hacía cuando vivía aquí es de unos 11 o 12 kilómetros y si quiero mantener mi marca debería acabarlo en unos 40 minutos.Coneseretoenmente,encuantopasopordelantedelacasade mispadres,aumentoelritmo.Doylavueltaatodoelpueblo,pordetrás del instituto, bordeando la fundición donde trabajan la mayoría de hombresdelpueblo,hastallegaralasgranjasdemásalEste,justoantes deemprenderelcaminodevuelta.Sinocalculomal,medebendequedar unos 5 kilómetros hasta llegar a casa. Miro el reloj y veo que llevo 32 minutos corriendo. Puedo bajar mi marca, así que aprieto los dientes e intento dar lo máximo de mí, aunque estoy empapado y siento que mis piernasempiezanadesfallecer. Yaveolacasademispadresalolejos.Vuelvoamirarelreloj.37 minutos. Vamos, Nathan, que tú puedes. Entonces, al llegar cerca del establo, veo a mi padre dentro del cercado de madera. En cuanto oye el ruidodemiszancadas,giralacabezahaciamíysemequedamirando.De manera inconsciente, mis piernas aminoran el ritmo hasta que llego a él caminando. Detengo el cronómetro del reloj, apoyo las manos en las rodillasagachandoelcuerpoyresoploconfuerza. —¿Cuánto?—oigoquemepregunta. Meincorporoypongolasmanosenmicinturamientrascaminode un lado a otro recobrando el aliento. Luego miro el reloj y me acerco hastaapoyarmeenlasmaderas. —37 minutos 48 segundos —respondo quitándome la capucha de lasudadera. Mipadreaprietaloslabiosyasientevariasvecesconlacabezaen señaldeaprobación.Eselmáximoreconocimientoquevoyarecibirpor suparte,asíquemedoyporsatisfecho.Élsegiraysesientaenuntaburete de madera con unas tenazas y unos clavos en la mano para herrar a un caballo. Doy un paso atrás como para emprender el camino a casa, pero entonces me detengo de nuevo. Sé que Kate me daría un empujón y me impediría irme, animándome a entablar conversación con él, así que me suboalcercadoymesientoeneltablónmásalto. —¿CómosehaportadoCody?—lepreguntopararomperelhielo. —Bien—contestasinmirarme—.¿Eseniñonocallanunca? —¡Jajaja! —Río imaginándome el trayecto a casa que debió de darles—.No.Esmuycuriosoyquieresaberlotodo. —Ni que lo jures. No paró de preguntarme cosas durante todo el trayecto. Luego quiso tomarse un vaso de leche con galletas y tampoco paródehablar.Menosmalqueluegotuhermanaytumadreselollevaron arribaaacostarle.Aúnestarádurmiendo,espero. —Seguro… Si no ya le tendrías aquí fuera preguntándote qué haces. —Estodounpersonaje—dicemientrasseleescapalarisa. Agacholacabezayarrugolafrentemientrassujetoconfuerzala maderadondeestoysentado.Mipadresegiraligeramentehastamirarme defrenteesperandomirespuesta. —Losé… Senotaqueningunodelosdosestamosacostumbradosahablarde estostemasyqueestamoshaciendounverdaderoesfuerzo.Esfuerzoque sedebeenpartealainsistenciadelasdosmujeresquetenemosanuestro lado,mimadreyKate —Quierocuidardeél…—consigodeciralcabodeunrato. —Esoesbueno… —Losé,peroaúnestoyaprendiendoacuidardemímismo,asíque nosésiserélosuficientementebuenoparaél. —Ser padre es muy complicado Nathan, sea cual sea tu estado. Inclusoapesardequeestésconvencidodeestarhaciendolascosasbien, deestarhaciendolomejorparaél,puedequeestésequivocado. Levantolavistahaciaélynuestrasmiradasseencuentran.Arrugo la frente, confundido, porque ya no sé si hablamos de mi relación con Codyodelanuestra. —Bueno…—digobajandoalsuelo—.MevoyacasaaversiKate sehadespertadoya… —¿Vendréisacomer? —Sí…Poresomevoyya,porqueantesKatequierellevarmeaque mecorteelpelo. —Loquenoconsigaunamujer…—Ríeconfuerzaagachandola cabeza. —Noterías,¿vale? —Diosmelibre—dicelevantandolaspalmashaciéndomereír. —Bueno, nos vemos luego —digo empezando a caminar con las manosenlosbolsillosdelasudadera. —Adiós,hijo. Me sonríe mientras levanta la mano, gesto que yo imito antes de darmelavueltaycogerelcaminodetierraquellevaamicasa. —¡Espera! Me giro para verle cómo pasa por encima del cercado con más facilidaddelaquecabríaesperarenunhombrede68años.Caminahacia mí frotándose las manos contra el vaquero y desviando la mirada, evitandoencontrarseconmisojos. —Oye,siquieres…yotengounamáquina… —¿Máquina?¿Dequé?—contestosinentendernada. —Paracortarteelpelo. —¿Qué? —digo abriendo mucho los ojos y retrocediendo unos pasoshaciaatrás—.Estásdecoña,¿no? —YolodecíaporsiqueríasdarleunasorpresaaKate.Porloque has dicho, le hace bastante… ilusión. Pero tú mismo… Nos vemos a la horadecomer—dicemientrassedalavuelta,cogesusherramientasyse dirigehaciaelestabloaguardarlas. Le observo unos metros mientras los mecanismos de mi cabeza funcionan a toda velocidad. Pensamientos como “me quiere echar una mano”, “es un gesto amable por su parte”, “debería aceptar su ofrecimiento”o“Diosmío,mevaadejarcalvo”,asaltanmicerebrosin piedad. —¡Espera!—lellamoantesdequemearrepienta—.¿Sabes…? —¿Quiéntelocortabacuandoeraspequeño? —Ya… Sí… Pero no lo quiero tan corto… Creo que Kate se conformaráconalgomáscortoqueahora…Osea,noloquiero… —Vale,vale.Lopillo—dicecaminandohaciamí—.Espérameen elestabloquevoyaporlamáquina. —¡¿Enelestablo?!¡Joder,papá!Niquefueraunanimal… —Lamáquina,silenciosanoes…Ydeningúnmodovoyahacerel ruidosuficienteparadespertaraeseenanocharlatán…Asíqueesloque hay… —Mesientocomounaputaoveja… —Loquellegamosahacerporamor,¿eh?—dicemientrassealeja caminodesucasa. Poramoryporretomarrelacionesquecreíamosacabadas…Aún nolastengotodasconmigo,asíquemejornodarlemásvueltas.Pocorato despuésentramipadreporlapuertaconladichosamáquinaenlamanoy unasonrisadesatisfacciónenlacara. —Estásdisfrutandoconesto,¿verdad? —Toma—dicelanzándomeunatoalla—.Sécateelsudor,quítatela sudaderaparanosellenedepelosysiéntateenesetaburete. —Por favor—digo empezando a desabrochar la sudadera—. No muycorto,¿vale? —Hijo,estáscagadodemiedo.Cualquieradiríaquehasestadoen el frente… —dice aún de espaldas a mí preparando la cuchilla de la máquina—.Puesnohabrécortadoyocrinesycolasdecaballoenmivida. —Eso,tranquilízame—contestoyaconeltorsodesnudo,dejando lasudaderaaunladoycogiendolatoalla. Cuandomipadresegiraymeve,nopuededisimularsuasombro. Eslaprimeravezquevemiscicatrices,yaunqueintentaquenoleafecte, veocomofrunceelceñoyaprietalamandíbula. —A ver qué cuchilla has puesto —digo para intentar romper el silencioincómodoquesehabíaformadoentrelosdos. —¿Contento?Venga,agachalacabeza. Tansolodiezminutosmástarde,escuchocomolamáquinadejade hacer ruido. Ladeo la cabeza y abro un ojo con algo de miedo. Me encuentroamipadremirándomesatisfecho. —¿Ya? —le pregunto alzando la mano y llevándola a la cabeza lentamenteparapalparelresultado. —Túmismo—diceseñalandounespejoalfondodelestablo. Cuandomeveo,laverdadesqueelresultadonoestanmalocomo yomepensaba.Síesungrancambioperotampocomeloharapadocomo cuando servía en los Marines. Paso las dos manos por mi pelo y sonrío satisfecho. —¿AKatelegustará?—mepregunta. —Esoespero.Laverdadesquenohaquedadotanmal. —Eresguapocomotupadre…¿quéesperabas? Cojolamangueraymemojolacabezaparaquitarmelosrestosde pelossueltosquepuedanquedar.Luegomesecoconlatoallaymevuelvo aponerlasudadera. —¿Tardaron mucho en curarse esas heridas? —pregunta con la cabezagacha. Me quedo en silencio, con la mano aún en la cremallera a medio subir.Creoqueeslaprimeravezque,asumanera,sepreocupaporloque mepasó. —No, estas no. —Dibujo una sonrisa de circunstancias en mis labiosalaparqueélmemiraconpreocupación.Sefrotaelcuelloconla mano, nervioso y claramente incómodo, así que decido dar el tema por zanjado—.Nopasanada.Estoymejorando.Mucho. —Peroyonotefacilitélascosas.Nada. —Nuncaestarde… Sevuelveacrearesesilencioentrenosotros.Supongoqueentreun padre y un hijo “normales”, ahora vendría el momento del abrazo o de una muestra de cariño similar, pero eso son palabras mayores. Me conformaréconretenerestamañanaenmimemoriacomoelmomentoen queempezamosalimarasperezas. —Bueno,ahorasímevoyconKate. —Deacuerdo—dicesonriendo—.Queleguste. —Esoespero. Caminohaciamicasasinpoderborrarlasonrisademicara.Estoy haciendo tantos progresos desde que estamos aquí, que cuando se lo cuente a Tony va a alucinar. Le diré que le tendré que despedir, pienso riendo. Aunque él me dirá que fue idea suya que viniera aquí, y además quelohicieraacompañadodeKateyCody,méritoquetampocolepuedo negar. Entro en casa y escucho música y el ruido del agua de la ducha. Subo las escaleras y entro en el dormitorio para dirigirme al baño, de dondeprovienetodoelruido.Encuantomeasomoporlapuerta,elvaho merodea,impidiéndomevernada.SoloescuchoaKatecantandoagritos lacanciónquesuenaporelIpod.Vuelvoacerrarlapuertadetrásdemíy apoyolaespaldaenella.Sonríoalescucharlayalempezaraversusilueta atravésdelamampara.Llevaunbotedechampúenlamano,amodode micrófono, y baila al son de la canción mientras el agua cae por su cuerpo. Me acerco lentamente hacia la mampara. No quiero asustarla, así queesperoaqueacabelacanciónyyanohayatantoruidodentrodelbaño paracarraspearsuavemente,llamandoasísuatención. —¿Yahasvueltode…?—diceasomandolacabezaporfueradela mampara,dejandolafraseamediasyquedándoseconlabocaabiertade parenpar. La miro con timidez, apretando los labios con fuerza, expectante por su reacción. Me parecen los segundos más largos de mi vida, hasta queveoquesellevaunamanoalabocaypordetrásleasomaunagran sonrisa. —¿Satisfecha?—Lamirolevantandounaceja. —¿Cuándo…? ¿Dónde…? ¡Oh, Dios mío! ¡Da igual! —Y saca la manoparaagarrarmedelasudaderaymemetehaciadentrodeladucha. —Espera,espera—digoquitándomelaszapatillasantesdequese mojen. En cuanto lo hago y entro en la ducha, Kate cierra de nuevo la puertadelamamparaypegasuslabiosalosmíos.Mequedojustodebajo del chorro de agua, empapando mi ropa. La sudadera empieza a pesar horrores y el agua me impide abrir los ojos del todo, pero no pienso quejarme. Kate atrapa mi labio entre sus dientes y tira de él haciéndome jadearcomounanimal.Susmanosviajanalacremallerademisudaderay luego a las mangas, aunque están tan pegadas a mis brazos que cuestan horroresquitarlas. —Espera… —digo despegándome de ella unos segundos para echarleuncable. Rápidamente,medespojodelasudaderay,yaqueestamospuestos, me quito el resto de la ropa, que lanzo por encima de la mampara. En cuantoestoytotalmentedesnudo,mevuelvoaabalanzarsobreella.Pongo una mano en su nuca mientras con la otra agarro una de sus piernas y aprietosucuerpocontralasfríasbaldosasblancas.Arquealaespaldadela impresióndebidoalcontrastedetemperaturasysuspechossealzanhacia mí, hecho que no desaprovecho para llevarme uno de sus pezones a mi boca.Susjadeossemehacenirresistiblesynecesitosentirlaalrededorde mierección,asíquelaagarrodelculoylalevanto.Esperounossegundos antesdepenetrarla,haciendoqueellaabralosojosymemireconfusaante talinterrupción.Lesonríoalzandosolounladodemislabios,yjustoen esemomento,agarrándolaporlacintura,mehundoenellahastaelfondo. Kategritayclavasusuñasenmiespalda.Mantengounbrazorodeandosu espalda a la altura de la cintura para poder alzarla y ayudarme en cada embestidamientrasconlaotraleapartoelpelomojadodelacara.Cuando ya nada se interpone en mi visión de su rostro, la embisto de nuevo, hundiéndome profundamente en ella y retrocediendo lentamente. Su imagen, con la boca abierta, los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrásesfirmecandidataapermanecerenmicerebroparaserprotagonista demisfuturossueños. —¿Entonces dices que te gusta cómo me queda? —susurro en su orejamientrasellamantienesusbrazosalrededordemicabeza,ysucara contramicuello. —No te queda mal —contesta separándose de mí para mirarme directamentealosojosmientrassemuerdeellabioinferior. En ese momento la agarro con fuerza por la cintura con ambas manosytirodeellahaciaabajomientraslavuelvoapenetrar.Elgritoque emite es casi desgarrador y se agarra con fuerza a mi cabeza. Intenta cogerme del pelo, pero como lo llevo mucho más corto, se le hace imposible,asíquesintiempodereacción,sonríoyvuelvoaembestirlade nuevo. —Oh,joder…—jadea. Repitolaoperaciónalgunasvecesmás.Mehundoenellacontoda la fuerza que puedo sin llegar a hacerle daño y luego me retiro con la máximalentitudquemifuerzadevoluntadmepermite.Notocomoellase aprieta alrededor de mi erección y no sé si voy a ser capaz de aguantar muchomás,asíqueaprietolamandíbulayresoploconfuerza.Derepente notosusdientescontralapieldemicuelloylaoigogritarminombre,así quelaaprietocontramicuerpomientrasmevacíoporcompletodentrode ella. Nos quedamos quietos durante varios minutos, el tiempo que necesitannuestrasrespiracionesparavolveralritmonormal.Permanezco conlacaraenterradaensucuellomientrasagradezcoelchorrodeagua que cae directamente sobre mi espalda. Entonces noto sus dedos acariciando mi hombro, justo por encima de donde sus dientes se apretabanhaceunosminutos. —Meparecequeteacabodedejarunamarcanuevaenelcuerpo. Me aparto de ella sin soltarla todavía y miro hacia sus dedos. En efecto,veolapielrojaylasmarcasdesusdientesenmipiel. —Bueno, no pasa nada. Estas marcas no me van a traer malos recuerdos—contestoconunasonrisapícaraenloslabios. Apago el grifo del agua, abro la mampara y salgo de la ducha. DejoaKateconcuidadoenelsueloylaarropoenseguidaconunatoalla. Envuelvo su cuerpo y me siento en la banqueta de madera, sentándola a ella de lado en mi regazo. Apoya la cabeza en mi hombro y me sonríe pasandounamanopormipelo. —Estásguapísimo.Meencanta. —Lohenotadoligeramente…—contestoarrugandolanariz. —¿Enserio? —Nosédecirtesicuandotehasquedadosinpalabrasalvermeo cuandomehasarrastradodentrodeladuchavestido… Ella ríe dándome un suave manotazo en el hombro mientras chasquealalengua. —¿Cuándotelohascortado?Pensabaquehabíassalidoacorrer… —Yasífue.Peroalentrardenuevoenlafinca,meencontréami padreenelcercadoalladodelestabloyestuvimosunratocharlando…— Levanto la vista hacia Kate y la veo mirándome con los ojos y la boca abierta. —¿Yél…?¿Dequé…?¿Éltecortóelpelo?Espera,espera…¿de quéestuvisteishablando? —¿Qué te contesto antes? —le pregunto divertido—. Sí, él me cortóelpelo.Nosécómoempezólacosa…Alprincipioestuvetentadode no pararme, de seguir corriendo, pero algo me lo impidió y creo que fuistetú… —¿Yo? —Sí…Tuafánporarreglarlascosas,por…arreglarmeamí— Nos sonreímos unos segundos mientras ella acaricia mi mejilla—. Le pregunte por Cody, me dijo que se había portado muy bien pero que no habíaparadodehablar…Meparecequeleagobióunpoco. —¿Cody?¿Hablar?Nopuedeser… —Sí… ¿Te lo puedes creer? —Sonrío levantando las cejas y, pasado un rato, añado—: Pues no sé aún cómo acabamos hablando de ser…padres.LedijequeyoqueríacuidardetiydeCodyylehabléde… bueno,demitemorpornoserlosuficientementebuenoparaélyacabó diciéndomequeavecescreesestarhaciendolascosascorrectamentepero estamos equivocados. Ya en ese punto no sé si hablaba de Cody o de mí o…nosé… La miro de nuevo a los ojos y entonces veo que los tiene totalmentehumedecidos.Mecogelacaraentresusmanos,trasenjuagarse algunaslágrimas. —Vasenserio,¿verdad? —¿Qué?—lecontestototalmentedescolocado. —Realmente quieres formar parte de nuestras vidas, de la de los dos. —Claro que sí. Cody no me sobra, para nada. Pensaba que os lo habíadejadoclaro. —Sí,lotenemosclaro,perooírtelodecir…guau… Mebesacondelicadeza,sinpretendernadamás,soloposandosus labiosenlosmíosyacariciándomelosconsulenguadevezencuando. —¿Yentoncestecortóelpelo?—mepreguntaalcabodeunrato, recostadadenuevosobremipecho,acurrucadaentremisbrazos. —Síbueno,tocómipuntodébil,oseatú,ymeconvenció. —¿Perdona? —Me dijo que te podría dar una sorpresa si me presentaba así y mira… —Pues le daré las gracias cuando le vea luego. No sé si me ha gustadomáselcortedepelooelpolvazodedespués. —Esaúltimapartetelapuedesahorrar—contestoenseguida. Variashorasmástarde,estamossentadosalamesaencasademis padres,conlosplatosyavacíosynuestrosestómagosllenos.Codyseestá acabandosuheladosentadoenmiregazo,decaraamí,mientrasobserva condetenimientominuevocortedepelo. —Tom,¿melopuedescortaramícomoaél?—lepreguntaantela atónitamiradadetodos,incluidomipadre. Kate le hace señas sin que Cody le vea para que se niegue a hacerlo,asíquemuyastuto,decidedistraerleconotracosa. —Oye, ¿qué te parece si mejor salimos a ver si te atreves con algunapartedelcircuito? Los ojos de Cody se iluminan de repente y gira la cabeza rápidamenteparamirarme.Semetetodoloquelequedabadeheladode golpeenlabocayseponelasdosmanosdelantedelabocacomosime estuvierarogando. —¿Podemos? ¿Por favor? Prometo que no he salido sin ti. Te he esperado… —Escierto—dicemimadre. —Vengava—claudicofinalmente. Cody me agarra de la mano y literalmente me arrastra hasta la partedeatrásdelacasa.Mipadrebajaconnosotrosmientrasmimadre, mihermanayKatesequedanmirándonosdesdeelporche. Le echo un ojo al circuito, que recuerdo como si no hubiera pasadoeltiempo.Mirounaauna,todaslaspruebasytrazomentalmente todos los movimientos. Creo incluso que si cierro los ojos, puedo escucharamipadredándomelasinstruccionesprecisasencadamomento. Sortear haciendo zigzag los diez palos clavados en el suelo, los diez neumáticos en el suelo, el alambre de espino que hay que sortear reptandopordebajo,elterrenoembarradoquehayqueevitarcolgándose de las barras, luego las flexiones, el muro por el que hay que trepar agarrándoseaunacuerda,lazonadelasabdominales,correrdosvueltas alrededordelacasayfinalmentelazonadedisparo. —¿Quéhago?Dime,dime.¿Quéhago?—diceCodysaltandoami alrededor. —Todo, menos la parte del alambre y el final, porque no vas a disparar. —¡Vale!¡Estoylisto!¡Estoylisto!¡Mamá,voyahacerlo!¡Mírame! —¡Valecariño!—gritaKatedesdeelporche—.Tencuidado. —¿Mevasacontareltiempo,Tom?—lepreguntamientrasyono puedodejardesonreírantesuexcitación. —Claro que sí —le responde mi padre quitándole la gorra y masajeándoleloshombros—.¿Estáslisto? —¡Sí! —Venga—lellamoponiéndomeenlasalida—.Yoestaréatulado. ¿Preparado? Cody me mira apretando los labios y frunciendo el ceño. Asiente conlacabezaeintentotomármelotanenseriocomoél,aunquesucaraes muydivertida. —¿Preparado?¿Listo?¡Ya! Sale disparado apretando los puños. Esquiva los palos saltándose algunoyllegaalapartedelosneumáticos.Estalecuestaaúnmásporque espequeño,amíensudíamepasabalomismo.Lospasatodos,sacando inclusolalengua,muyconcentrado. —Esto nos lo saltamos —digo cogiéndole hasta colgarle de las barrasparasortearelbarro. No le suelto en ningún momento porque sé que esta es una parte muydifícil.Yhagobien,porqueenlasúltimasbarrasseleescurrenlos dedosdebidoalesfuerzo. —Venga, una flexión aquí. ¡Vamos que tú puedes! —le animo mientrassetirabocaabajoenelsuelo—.¡Esoes! Cuando llegamos al muro, le subo hasta arriba del todo y espero en el otro lado para recogerle. Esta le lleva un poco de tiempo porque estar ahí arriba, tan alto, le impresiona un poco. Cuando se decide y se lanzaamisbrazos,levuelvoadejarenelsueloyledigoquetieneque hacerunaabdominal.Levantainclusolospiesdelesfuerzo,tirandodesu cuelloconfuerza. —¿Y ahora? —pregunta resoplando estirado boca arriba en el suelo. —Pues si quieres lo puedes dejar aquí porque lo has hecho de maravilla—lerespondoagachándomeasulado. —¡No!—dicelevantándose. —Puesunavueltaalacasa—lecontesto. —Nomemientas…Erandos—resopla. —Peroparalosniñosdecincoaños,essolouna—lemiento. Empieza a correr conmigo a su lado. Pasamos por delante del porchemientraslastresleaniman.Esoledaalgodefuerzaextra.Amedio camino estoy tentado en cogerle en brazos pero recuerdo que yo a su edad,nolohubierapermitido,pormuchoqueodiarahacerelcircuito,así quedecidonohacerlo. —Vamoscampeón—empiezoaanimarle—.Loestáshaciendode maravilla. Estoy muy orgulloso de ti. Yo sé que tú puedes acabarlo. Un poquitomás.Ahíestáelfinal. Entoncesgiralacabezahaciamíymesonríeabiertamente.Corre losúltimosmetrosymedetengoparaobservarlemientrasleaplaudo.Mi padrememiraamí…mevealzandolosbrazos,meveabrazandoaCody cuandosemelanzaencimaunavezacabadoelrecorridoysobretodo,ve micaradeorgullocuandoledejoenelsueloparaquevayaaabrazara Kate.Medaigualeltiempoquehayapodidohacer.Medoyporsatisfecho al ver cómo se ha esforzado y su cara de felicidad al escuchar mis palabrasdeánimos.Nosacercamosalporchejustoenelmomentoenque Cody acaba de beberse el gran vaso de limonada que mi madre le ha preparadocomorecompensa. —¿Cuántohetardado,Tom?—lepreguntaCodyalcabodeunos segundos. Mi padre me mira como preguntándome qué hacer. No sabe si maquillar el resultado o decirle la verdad. Yo le asiento con la cabeza porque no quiero que le mienta y porque sea cual sea el resultado, tiene queestarsatisfechoporcómolohahecho. —9minutosy33segundos—dicefinalmente. —Esoesmucho,¿no?—diceCodymirándole. —Estámuybien—lecontestamipadre. —¿Nathanlohacíaenesetiempotambién? —Eh…—intervengoyo—.Lohashechodemaravilla.¿Cómote sientes? —Guay…Hamoladomucho. —Puesesoesloqueimporta.Yosiempreestaréorgullosodeti. —Hazlo tú —me dice de repente poniéndose en pie—. Haz el circuitoNathan.Quieroverlo. —Pero…—empiezoadecirconfundido. —Porfavor…—diceponiendosusmanitasenmismejillas. —Estoyalgodesentrenado…—Meexcuso. —Yosiempreestaréorgullosodeti—mecontestaélenseñándome todaladentadura. Lesonríoymiroamipadre.Picalamaderadelabarandillacon lasmanosmientrassonríemostrandosutotalconformidadconlapetición deCody.Enmenosdecincominutos,hadispuestoelarmacargadaensu sitioypreparadoelartilugioquedispararálostresplatosalosquetendré queacertar. —Tengoquereconocerquetodoestomeponeunpoco…—dice Kateamioídoabrazándomeporlaespalda—.YdigolomismoqueCody, no te preocupes porque pase lo que pase, los dos estaremos siempre orgullososdeti. Lesonríomientraslaabrazoporlacinturaylabeso. —Estoestálisto—oigoquedicemipadre. Resoployagacholacabeza.Katemebesalafrenteyluegogirola cabezaparamiraraCody,quesehaplantadoamiladoymehacogidode lamano. —Venga,vamosallá—digoacercándomealpuntodesalida. —¿Listo?—mepreguntamipadremientrasyoestirolosmúsculos demisbrazosymispiernas. —Listo —contesto preparándome para salir en cuanto me de la señal. —Tres.Dos.Uno.¡Ya! En cuanto pronuncia esa palabra, se me activa algo dentro de mi cabeza.Meséelrecorridocasidememoria,asíquemisemblantecambia ycorrocomosimefueralavidaenello.Zigzagueoentrelospalos,paso lazonadelosneumáticos,ladelalambredeespinoylasbarrasconuna facilidad pasmosa. Me tiro para hacer las flexiones, salto el muro agarrando la cuerda, realizo las abdominales sin casi esfuerzo y me dispongoacorrerlasdosvueltasalrededordelacasa.Séquetengoque hacer un buen tiempo para luego poderme tomar mi tiempo y concentrarmeenlazonadedisparo.Esassiempreeranlaspalabrasdemi padre.Dateprisaenlaprimerapartedelcircuitoytómatetodoeltiempo quenecesitescuandotengaselrifleentrelasmanos. —¡CorreNathan,corre!—meanimaCodysaltandoenelporche. —¡Vamoscariño!¡Correquetúpuedes! Nuncahabíaoídoningunapalabradeánimohaciendoelcircuito,y la verdad es que te ayuda a sacar fuerzas de donde crees que no las hay. Así,completolasdosvueltasconunasonrisaenlacara,hastaquellegoal arma. Me freno en seco, cierro los ojos y resoplo con fuerza. Se me taponan los oídos y todo empieza a moverse como a cámara lenta a mi alrededor. Es la primera vez que tocaré un arma desde que volví de Afganistán.Girolacabezahaciamipadre,quearrugalafrente,extrañado, yluegomiroaKateyaCody.Élmegritaanimándomemientraslevanta lospulgares,peroKatesabequealgonovabiendeltodo.Meobservacon la preocupación reflejada en sus ojos aunque intenta infundirme toda la confianzaquepuede.Mesonríecogiéndoseaunodelospostesdemadera delporcheymueveloslabiosparadecirmequemequiere. Sin pensarlo más, agarro el rifle y me lo pongo al hombro. Los objetivossalendisparadoshaciaelcielo,lostresalavezyendirecciones opuestas. Rápidamente evalúo a qué objetivo debería disparar primero teniendoencuentalaalturaquehantomado,yaquedebodarlesantesde que caigan al suelo. En menos de cinco segundos, giro el rifle a la derecha, aprieto el gatillo, luego a la izquierda, vuelvo a apretar, y finalmentedoyunospasosatrásapuntandoencimademicabeza. Dejo que el rifle resbale por mi mano hasta caer al suelo. Mis brazos permanecen inertes a ambos lados de mi cuerpo mientras una sensación de angustia recorre mi cuerpo y sube por mi garganta. De repente me siento mareado y parece que empiezo a perder el equilibrio. Doyalgúntraspié,hastaquecaigoalsuelo.Tododavueltasymeesmuy complicadoenfocarlavistaycentrarmeenunpuntodereferencia,hasta quemiángelaparecedelantedemí. —Nathan, mírame —dice cogiendo mi cara entre sus manos regalándomeunasonrisapreciosa—.Estoyaquí. Consigosentarmeensueloyellasearrodillaenelhuecoquedejo entremispiernas.Meabrazamientrasmerepitealoídoquenoestoysolo, quesequedaconmigo. —¿Quieresbeberunpocodeagua?—mepreguntaalcabodeun rato. Asiento sin articular palabra y enseguida me acerca un vaso. Levanto la vista y me encuentro rodeado por todos, que me miran preocupados.MiroaCody,queseagachaamiladoasustado,ylesonrío paratranquilizarle. —¿Cómolohehecho?—lepreguntoguiñándoleunojo. —¡Ha sido una pasada! —grita echándose a mi cuello, y enseñándomeelcronómetro—.4minutosy21segundos. —Mira,ahoranoentraríaenlosMarines—contestohaciendouna muecaconlaboca. —Pero eso no es nada. Si entrenas un poco más, seguro que lo harías en menos tiempo. —Se abraza a mí mientras acaricio su pequeña espalda hasta que, como si una luz se encendiera en su cabeza, se incorporayañade—:Pero…túnotevasairalaguerramás,¿no? —No le agobies Cody, ¿vale? —le pide Kate al saber que es un tema un tanto complicado para tratarlo aquí—. ¿Qué te parece si nos vamosadescansar?Quemañananosesperaunlargorecorridodevueltaa casa. —¿Aquéhoraosmarcháis?—preguntamimadre. —Temprano,sobrelasseis—digoponiéndomeenpiecogiendoa Cody en brazos—. Haremos noche a medio camino, como cuando vinimos,yluegoyadeltirón. —¿Pararéisparadespediros?—preguntaAbby. —¿Estarásdespiertatantemprano?¿Enserio?—meburlodeella. —Sí,listo. —Vale,puesentoncespararemosmañanaantesdeirnos. Cuando llegamos a casa hacemos las maletas y las cargo en el maletero del coche. Cenamos algo ligero y salimos al porche de atrás a sentarnosenelbalancín.Cody,comoyaeshabitualenél,sesientaencima demíyapoyalaespaldacontramipecho. —Miracómobrillanuestraestrella—medice. —Sí.Laquemás—contestoyo. —¿Mevolverásatraeraquí,Nathan? —¿Túquieresvolver?¿Telohaspasadobien? —Sí, me lo he pasado genial. Y yo creo que tu papá ya no está enfadado. —¿No?—preguntodivertidomientrasKateyyonosmiramos. —No.Tequiereunmontón.Peromamáyyotequeremosmás.Yo másquetodos. —¡Anda! ¡Míralo él qué listo! —protesta Kate haciéndole cosquillas. —Venga,¡alacama!—digoalcabodeunrato—.Quemañananos esperaunabuenapaliza. —¿Puedo dormir con vosotros? Os dejo daros besos un rato si queréis. —Es una oferta imposible de rechazar, ¿no crees? —contesto mirandoaKate. Alamañanasiguiente,nosdespertamosantesdequesalgaelsol. DesayunamosobservandoaCody,divertidos.Sostieneunamagdalenaen la mano y hace verdaderos esfuerzos por mantener los ojos abiertos. Inclusodaalgunaqueotracabezada. Poco después de las seis, paro el coche delante de casa de mis padres.Entramosyloprimeroquehacemimadreesabrazarconfuerzaa Cody. —Nathandicequemevaatraerotrodía—lediceyamuchomás despierto. —Meencantará.Inclusopodríasvenirapasarunosdíasahoraen agosto, si quieres y a vosotros os va bien —contesta mi madre mirándonos. —¡Esoseríagenial!¿Podrémami? —Bueno,yaveremos—contestaellaconunasonrisaenloslabios, yabrazandoamimadrelaoigodecir—.Graciasportodo. —Ni hablar. Gracias a ti, por esto —contesta mi madre emocionada—,pordevolvermeamihijo. —Mamá…–chasqueolalenguaylaestrechoentremisbrazos. Me despido de Abby prometiéndole que la llamaré a menudo y estrecholamanodemipadremientrasnossonreímos.Salimosdelacasa, sientoaCodyensusilla,mientrasKateentratambiéndentro. —¿Listo?—digoasegurándomedehaberleatadobien. —Listo—contestaCodychocándomeelpuño. —Nathan—oigolavozdemipadrequemellamaamediocamino entremicocheylacasa—.Espera. Meacercoaélalgoconfundido,caminandomientrasmiroaKatey amimadre,ambasconlamismacaradesorpresaqueyo. —Esto… —dice colocándose bien la gorra—. Sé que lo vas a hacergenial.Notienesporquétenernadademiedo.Eseniñoteadoraysé por qué. Te he visto con él, te vi animándole ayer mientras corría, te he visto preocuparte por su seguridad y te he visto queriendo hacerle feliz. Vasaserunpadreestupendo. —Gracias—consigocontestarapesardelnudoquesehaformado enmigarganta. —Ojalá yo hubiera sido la mitad de bueno contigo de lo que tú eresconél.Lo…losientomucho.Cuandoteviayerlascicatrices,algo dentrodemíempezóahervir…Nopodíacreermequelohubieraspasado tanmalyyonohubierahechonadaporremediarlo. —Nopodíashacernada… —¡Sípodía!Podríahaberteahorradotodoeso,podría… No puedo escucharle más. Me abalanzo sobre él y le abrazo apoyando la frente contra su hombro. Le agarro de la chaqueta mientras sollozosinpoderevitarlo. —Te quiero mucho hijo, ¿vale? —me dice mientras yo asiento enérgicamente—. Y quiero que sepas que voy a estar ahí para ti, para lo quemenecesites,aunqueseatarde… —Nuncaestarde… —Vale —ríe feliz sin dejar de estrecharme entre sus brazos—. Vale… Creo que es la primera muestra de afecto que me da en la vida y realmente sienta muy bien. No quiero que acabe nunca, me encantaría detenereltiempoenesteprecisoinstante. —Corre,vecontufamilia—dicealcabodeunrato,separándose demí. —Vale —contesto enjuagándome las lágrimas con el dorso de la mano. —Esunagranchica,Nathan.Cuídalabien. —Loharé.Laquierocontodasmisfuerzas. —Lo sé —dice riendo—. Y ella también. Esa cara con la que os miráis,nopasadesapercibida. —Nosvemospronto,¿deacuerdo? —Tetomolapalabra. Camino hacia atrás, manteniendo la mano alzada mientras me despido.Alolejosveoamimadrellorandodesconsoladamenteenbrazos de mi hermana y sonrío con cariño. Mi padre les dice adiós a Kate y a Cody, mientras este le levanta el pulgar y le guiña el ojo lo mejor que sabe,haciendounamuecabastantegraciosaaunquemuyaparatosa. Arranco el coche en silencio, con Kate sentada de lado en su asiento,sindejardemirarmeconunasonrisaenloslabios. —¿Cuándovolvemos?Puedoveniryosolo,siavosotrosnoosva bien…prometoquemeportarébien.¿Hayunaviónquevayadenuestra casaalasuya?PorquemiamigoBrucehaidosoloenavióncuandovaa visitarasusabuelos.Osino,¿puedenveniravernosellosaNuevaYork? Asímepodríanveniraverjugarunpartidodefútbol. —¿Notienessueñocariño?—leinterrumpeKate. —¡No!¡Ponmúsica,Nathan!—chillalevantadolosbrazos. —Noshemosolvidadoelcloroformo…—digoyoenvozbaja. —Definitivamente, la próxima vez venimos en avión, que son menoshoras. CAPÍTULO37 Maddie Medespiertoalnotarunaslevescosquillasenlapieldemibrazo. Nosoncosquillasmolestas,másbiencaricias,peroaúnasí,meremuevo en mi sitio. Ronroneo perezosamente, me recuesto de lado y dejo ir un largo suspiro. Lejos de cesar, las caricias se trasladan a mi mejilla izquierda. Recorren un camino imaginario desde allí, pasando por el cuelloyelhombro,hastallegaralbrazo. Sueltounquejidomientrasunasonrisaseempiezaadibujarenmi cara. Ya no me molesta despertarme cada mañana, porque lo hago a su lado,envueltaentresusbrazosyarropadaporsupecho.Lentamenteabro unojoymeencuentroconsumirada,esaquehacambiadotantoenestas semanas,desdeque,comoélsueledecir,irrumpíensuvida.Sehavuelto muchomásamableysobretodo,muchomásfeliz,aunqueséqueparaque esa felicidad sea completa, aún debe recuperar a las otras dos personas másimportantesensuvida. Sonrío abiertamente, gesto que él imita, y entonces, al agachar la mirada,medoycuentaqueestávestido. —¿Quéhoraes?—preguntosorprendida. —Algomásdelasseis. —¿Yquéhacesyavestido? —Hoyeseldía... —¡¿Cómo?! —contesto incorporándome de golpe en la cama—. ¡¿Ya?! —Sí...—asiente—.Vuélveteaestiraramiladounratomás. Lehagocasoymeacurrucoentresusbrazos,hundiendolacaraen sucamiseta,inspirandoconfuerzasuolor. —Noqueríairmesinvertesonreírdenuevo. —¿Cuándovolverás? —No lo sé... Ya lo hemos hablado, Maddie. La entrega será esta nocheysolocuandoestemossegurosdepillarlosatodos,darélaordena Seanparaqueentrenlosgruposespeciales.Puedeserqueesosucedaesta mismanoche,opuedequeseamañana,inclusopasado... —Dimequevasatenercuidado... —Voyatenercuidado. —Hablo en serio —replico apartándome de él un poco para mirarlealosojos. —Yyo—diceponiendolapalmadesumanoenmimejilla—.¿Te piensasquevoyaecharaltrastelaoportunidaddetenerunavidaallado delamujerqueamo?Yatedigoyolarespuesta.Nihablar.Vivosolopara elmomentoenquevuelvaaentrarporesapuertayteestrecheentremis brazos.Yprepárate,porquecuandolohaga,notesoltarénitedejarésalir decasaenvariosdías. —Tetomolapalabra—sonríobesandosuslabios. Veo cómo cierra los ojos y se deja hacer. Mantiene la boca entreabiertaparaqueletomeamiantojo.Yesoesloquehago,sinprisas, consuavidad,alargandonuestrobesolomáximoposible. —¿Ycuándotevas?—digosindespegarmislabiosdelossuyos. —Debería haber salido por la puerta hace un rato —contesta apoyandolafrentecontralamía—.Peromecuestahorroresdejarte... Yo tampoco quiero dejarle ir. Cojo su camiseta con fuerza y, aunque quiero ponerle buena cara, en el fondo estoy muy asustada. No puedo soportar la idea de que le pase algo, de hecho, me aterroriza pensarlo. —Tranquila, ¿vale? —dice como si me leyera el pensamiento, cogiéndomedelabarbillaparalevantarmelacarayquenuestrosojosse encuentren. Unalágrimaseescapaysedeslizapormimejilla.Jackmelabesa ylasecacondelicadeza. —Lohemoshablado,Maddie... —Losé.Pero...pero...sitepasaraalgo...Igornoexiste...—lemiro de soslayo pero al ver su frente arrugada, me doy cuenta de que no me estoyexplicandobien—.Jack,¿cómosabréyositehapasadoalgo? —Nomevaapasarnada...Eh,mírame—diceenmarcandomicara consusmanos—.Teloprometo,¿vale?Ycuandotodoacabe,tellamaré yomismoparadecirtequetodohaidobien,queKolyaestáentrerejas,o muerto,yquemeesperesconunacopadevino,lamúsicaencendidaysi puedeserdesnuda,mejor. Sorbolosmocosporlanarizmientrasmelimpiolaslágrimascon eldorsodelamano.Haconseguidosacarmeunasonrisa. —Además, me parece que no te va a dar tiempo a echarme de menos—añadeentonces. —Lodudo... —Bueno,yaverás... Memiraalzandounacejaysemuevehastaponerseencimademí, atrapandomicuerpoentreelsuyoyelcolchón.Instintivamente,micuerpo leacogeabriendolapiernasyenrollándolasalrededordesutraseroysu cintura.Cojosucaraentremismanosybesocadacentímetrodesupiel. Hunde su nariz en mi cuello, sin dejar caer su peso sobre mí, y le oigo suspirarconfuerza. —Metengoqueir. —Vale. Pero sigue sin despegarse de mí. Aprieto su cabeza contra mi cuello, hundiendo mis dedos en su pelo, y noto como su barba rasca mi piel.Finalmentedejairunlargosuspiroyseincorpora,sentándoseenla camaconmigoenganchadaasucuello. —Mevoy—dicecogiéndomelosbrazoseintentandodespegarlos desupielmientrasyotuerzoellabioponiendocaradepena. Seponeenpieymetiendelamanoparaqueselacoja.Memirade arribaaabajomientrastirademíparaacercarmelentamenteaél.Mecoge enbrazosycaminahaciaelsalónaciegas,tapadopormicuerpo,mientras inspiraprofundamenteoliendomipiel. Cuandollegamosalacocina,mesientaenunodelostaburetesy entoncesmedoycuentaquemehapreparadoeldesayuno.Observotodo condetenimiento,tapándomelabocaconlamano.Nofaltaniundetalle,y estanabundantequepodríaalimentaracuatropersonas. —¿Yesto?—preguntofinalmente. —Paranodartetiempoaecharmedemenos. Coge el mando a distancia del equipo de música y segundos después de apretar el botón, empieza a sonar la misma canción que Andrewnosdedicólanochequenosencerróenlatienda. —Haspensadoentodo...—digoconunagransonrisa. Me mira mientras mueve los labios cantando la canción, provocándome. Desde que la escuchamos esa noche, nos la hemos agenciado como "nuestra canción" y sabe que me encanta que me la tararee,sobretodosilohacesusurrándomealaoreja. —"You'rekillingme..."—susurraenmioídotirandodellóbuloal alejarse. Apoyo las palmas de las manos en su pecho mientras observo cómosellevalamanoalbolsillotraserodelpantalónysacasucartera.La abreysacaunafotografíadoblada. —No me la puedo llevar —dice, dejando el billetero en la encimera—.Peroestafotosevieneconmigo. —Aver...—digoconlacabezaladeadamientrasesperoaqueme laenseñe. —Telahicecuandoestábamosenmicasa,cuandonosfuimosesos días... — contesta algo avergonzado—. Estabas durmiendo con la cabeza apoyadaenmipecho...Tanrelajada,tanfeliz,tan...mía.Esperoquenote importequetelahiciera... —Para nada —contesto al cabo de unos segundos—. Pero prométeme que cuando vuelvas, nos haremos muchas fotos juntos, los dos. —Te lo prometo —dice guardándose de nuevo la foto en el bolsillodelpantalón. —Ysitodovabien—Añadopasandomisbrazosalrededordesu cintura—.Tepodréhacerfotoscontunieto... Unbrilloespecialasomaensusojoscuandosopesaesaspalabras. Séqueestáimaginandoelmomento. —Y... podremos traerlo aquí, a casa, para que pase un fin de semana con su abuelo... —digo recordando sus propias palabras de hace unassemanas. —Sí...—contestaagachandolacabeza. —Ylepodrásmalcriarcomohacentodoslosabuelos... —Esosería...comounsueño... —Nocreoquetuhijaestétandeacuerdoenqueseaunsueñoque malcríesaCody... —Cierto —contesta riendo mientras me abraza y posa sus labios enmicabeza. Respiraprofundamenteypasalasmanosporlacabeza,levantando conellosucamisetaydejandoentreverlapieldedebajodesuombligoy esafinalíneadepeloqueselepierdepordentrodelpantalón. —Vale,estoyarayalaprovocación—bromeoparaquitarhierroa lasituación—.Venga,largoantesdequemearrepienta. Sefrotalacaraconlasmanos,yseacercaaunodeloscajonesde lacocina,dondeguardaelarma.Conunaprecisiónmilimétrica,comosi tuvieralosmovimientostotalmentememorizados,hacelacomprobación rutinaria.Quitaelcargador,lodejaencimadelmármol,quitaelseguro, sacaunabaladelarecámara,ladejaalladodelcargador,aprietaelgatillo ycompruebaquenohayanadaqueloatasqueyentonceshaceelprocesoa lainversa.Alfinal,secolocalacartucherasobaquera,yguardalapistola dentro.Seponelacazadoradecueroencimaysecierralacremallera. —Prométemequecuandoteretires,conservaráseso... —¿Elqué?¿Lacartuchera? —Ajá...Meponemucho. —Lotendréencuenta... Agarraelcascodelamoto,seponelasgafasdesolenlacabezay se me queda mirando unos segundos, como si me estuviera estudiando, memorizándome centímetro a centímetro. Separo las piernas y extiendo mis brazos para que venga a abrazarme de nuevo. Añado además al conjuntomicaradepena,alaqueséquenosepuederesistir. —Lohacesapropósito.Sabesquenopuedoresistirmeaesacara —Asientoconunasonrisadeculpabilidadenlacara—.Unabrazoyme voy,¿vale? —Vale—Sonríoenseñandotodaladentadura. Seacercaysecolocaenelhuecoquedejanmispiernas.Secoloca elcascoenelcodoyagarramicaraconambasmanos.Alinstante,como unactoreflejo,separoloslabioseinvitoasulenguaaentrar,invitación que acepta sin pensárselo dos veces. Me besa con mucha dulzura y sin nadadeprisa,hastaquenotocomoseremuevenervioso. —Me largo con dolor de huevos, que lo sepas —dice separando nuestrascaraspocoscentímetros. —¡Jajaja!¡Quétonto!—contestodándoleunapalmadacariñosaen elantebrazo—.Tequiero. —Yyo.Nosvemospronto,¿vale? —Melohasprometido. —Losé. Camina hacia atrás hasta la puerta. Coge el pomo y lo gira sin dejardemirarme.Seponelasgafasdesolymemiraconesasonrisasexy quemeobligaamordermeellabio. —Teecharédemenos—medice. —Esoespero—respondo. Encuantolapuertasecierra,corrohaciaellaylaabro.Salgoal rellano pero ya no puedo verle, solo escucho sus pasos al bajar las escalerascorriendo.Seguroquelohahechoapropósitoparanoalargar más la despedida, cosa que en el fondo agradezco, pero no puedo evitar sentirmesolaalinstante. Vuelvo a entrar en casa y en cuanto cierro la puerta, apoyo mi espalda en ella. Miro alrededor y cada rincón me recuerda a él. Siento hastafrío,yesoqueestamoscasiafinalesdejulio.Mefrotolosbrazos confuerzamientrasmevuelvoasentareneltabureteparacalentarmecon el café. Subo el volumen de la música y me llevo una tostada con mantequillaalaboca.Estátododeliciosoynohadejadoningúndetalleal azar.Inclusoenlaservilletahaescrito"Yateechodemenos",gestoque consiguevolverahacermesonreír.Cuandomeacaboelzumodenaranja, veo que ha sobrado mucho desayuno, así que le hago una foto, se la mandoaAndrewyleescribounmensaje. "Traesolocafé.EldesayunocorreacuentadeJack" Surespuestanosehaceesperar,peseasercercadelassiete. "Detallazo. Dile que yo también le quiero pero que lo nuestro es imposible" Niegoconlacabezaresignadamientrasllevolosplatosyvasosal fregadero cuando me vuelve a sonar un mensaje. Es una imagen, y en cuantolaabro,chasqueolalengua. "¡Andrew!¿Porquécreesnecesarioqueveaelculodetunovio?" Aunqueahoraquemirobienlaimagen,deboreconocerqueJason tieneunbuencuerpo,notantocomoeldemiJack,perotieneunmuybuen culo,síseñor. "Para que Jack vea que ya tengo a otro hombre que ocupa mi cama" Siempre tiene una salida para todo, así que este tipo de comentarios,yanomesorprenden. "Nosésipodrásoportarlo...Detodosmodos,yasehaido.Sitodo vabien,lamisiónacabaprontoyseretira.Cruzalosdedos" AndrewsabecasitodalahistoriadeJack,aunquelahemaquillado bastante para no comprometerle. Por ejemplo sabe que es policía encubierto, pero no sabe de qué va la misión. Le he mentido diciéndole queesconfidencialyqueniyomismalosé.Ysabequesitodosalebien, este será su último caso, y que estaba deseando que este día llegara, aunquetambiénmeaterrorizaba. "Todosaldrábien,Maddie.Jackesuntipoduro.Mevistoytepaso arecoger" Yasaliósuvenaprotectora. "Nohacefalta..." Noséparaquéinsistoporqueacabaráviniendo. "Tepicoenunahora" Esomismo.Asíqueenvuelvoloquehasobradodeldesayuno,lo metoenunabolsaquedejoenlaencimeraparanoolvidarlaymedirijoa laducha. Una hora y media más tarde, Andrew me recoge en la puerta de casaynosdirigimosdandounpaseohacialacafetería.Cogemosunpar decafésconlecheydiezminutosmástarde,entramosenlafloristería. En cuanto entro en la trastienda, me quedo helada. Encima de la mesa,enunjarrónprecioso,hayungranramodeliriosblancos,miflor favorita.Debedehaberporlomenos,cincuenta. —Pero...—intentohablarperomequedosinpalabras. MegiroyveoaAndrewamiespalda,conunasonrisaenlacara, encogiéndosedehombros. —Te ha comprado todos los que teníamos en la tienda. Y ha pagado.Eldineroestáenlacaja. —Es...esprecioso—digoacercándomelentamentehastaelramo. Cojoelpequeñopapelmetidoentrelostallosyloabroconmanos temblorosasdelaemoción. "Gracias por darle sentido a mi vida. Te llevo siempre conmigo. Teamo.Jack" —Joder... —sollozo mientras intento, en vano, limpiarme las lágrimasdelasmejillas. —Le tienes loco, ¿eh? —me dice Andrew abrazándome por la espalda. —Esoparece... —Ven. Mellevadelamanohastaeltaburete,disponeeldesayunoencima delamesaysesientaamilado,decaraamí.Yonopuedoapartarlosojos demiramo,mientrasdoysorbosamicafé. —Comealgomujer—diceAndrewsacándomedemiletargo. —Notepreocupes—contestomeneandolamanonegativamente—. Anteshecomidohastareventar.Además,semehacerradoelestómago. —Peroesquesoycapazdecomérmelotodo... —Todotuyo,sinremordimientos. —¡Peronopuedohacerlo!¿Túhasvistoconelmaromoconelque meacuesto?¿Hasvistoquécuerpazo?¿Tecreesquemepuedorelajarun segundo? A la que coja 3 kilos de nada, me pongo fofo, y las zorras al acechocaeránsobreélcomobuitresalacarroña. Sé que quiere que le diga lo que quiere oír, así que sin prestarle casiatención,sueltoeldiscursocasidecarrerilla. —Andrew, tienes una constitución privilegiada. Por más que comas, no engordas, así que te lo puedes permitir. Come sin remordimientos. —Tienesrazón. Ahí está. En menos de un minuto, he logrado convencerle y ya vuelve a tener un bollo de crema en la boca y un donut en la mano esperandosuturnoparaserengullido.Mientrasdacuentadesudesayuno, yo sigo sumida en mis pensamientos, cogiendo el vaso desechable entre mismanos. —¿Estásasustada?—preguntafinalmenteacercandosutabureteal mío. —Aterrorizada. —Confía en él... Es un tipo duro —dice pasando un brazo por encimademishombrosacercándomeaél. —Lo sé, confío ciegamente en él —contesto arrugando con cuidadoelvasodecartón —Estoyaterrorizadaporquecreoquenosabríavivirsinél...Yeso medamuchomiedoporquepensabaquenovolveríaateneresasensación nuncamás. —Puesyocreoquetehaidomuybiensinél... —PorqueteníaaJack.PiénsaloAndrew...Leconocítansoloundía despuésdeindependizarmey... —Tresdíasdespuéstelohabíastirado. —¡Andrew!—lereprendodándoleunmanotazo. —¿Miento? —No, pero escuchándolo en boca de otros, sueno bastante más putaquecuandolopiensoyo. —¡Oh!Hasdichounapalabrota—seburlademíponiendocarade sentirse ofendido por mis palabras, llevándose incluso la mano al pecho paraexagerarelgesto. —Ahoraenserio...Loquequierodeciresquequizásífuicapazde vivirsinMarkporqueteníaaJack,comosihubierasustituidoaunoporel otro.Yahora...simefaltaJack... —¿Te planteas a quién pillar ahora, no? —Bromea, intentando hacerme sonreír pero al ver las lágrimas correr por mis mejillas, se incorporadegolpeymeabraza,apoyandomicabezaensupecho—.Eh, eh...Erabromacariño... Dejaqueempapesucamisaconmislágrimasduranteunratomás, hastaquenotaquemecalmounpoco,yentoncesmeagarralacarayme obligaamirarlealosojos. —Escúchame con atención. No quiero que pienses ni por un segundoquetevasaquedarsolasipasaraalgo,porqueyosiemprevoya estarahí. —Gracias... Lo sé... Pero... ¿por qué esta vez siento como si realmente no fuera capaz de salir adelante sin él? ¿Por qué tengo la sensaciónqueestavezesdiferentequeconMark? —Ay, hija mía... La respuesta está muy clara. Respóndeme una cosa:¿quésentíascuandoestabasenlacamaconMark?Yqueconsteque digo"estarenlacama"porquedudomuchoqueesemuermosepaquées follar. Mequedomirándoleconlabocaylosojosmuyabiertos,sinsaber bien qué responder a esa pregunta. ¿Qué sentía? ¿Puede ser que lo haya olvidado?Yocreíaquesentíaplacer,peroestáclaroquedesdequeestoy con Jack, la definición de esa palabra ha cambiado considerablemente paramí. —Vale, no me contestes a eso, te lo voy a poner más fácil — interviene Andrew de nuevo—. ¿Qué sientes cuando Jack te mira? ¿Qué sientescuandotetoca?¿Quétehacesentirenlacama? Alinstantesemedibujaunasonrisaenlacara.Agacholavistay froto las palmas de mis manos contra mi pantalón. Intento pensar en las respuestas a esas preguntas, y me cuesta responder pero esta vez porque sonmuchascosaslasquesiento.Esaesladiferencia. —Ya sé la respuesta a la pregunta de antes, Andrew. Ya sé lo que sentíaconMark.Nada. Andrewsonríesatisfechoantemirespuesta. —EncambioconJack,sientotantascosas,quemedoycuentadelo tontaquefuiantes,deloafortunadaquehesidoestassemanasydelmiedo quetengoahoramismo... CAPÍTULO38 Dr.Monroe Odio este calor, lo odio con todas mis fuerzas, pero desde que Nathan cuida de Cody, como el niño no tiene colegio porque está en plenas vacaciones de verano, nuestras sesiones semanales se han visto alteradas.Enlugardehacerlasenmidespacho,bajoelbenditochorrode aire frío procedente de mi carísimo aparato de aire acondicionado, nos vemosobligadosahacerlasensitiosdondepodamosestarlostressinque Codytengaqueestarconstantementepegadoanosotros. Asíque,desdequevolvierondelpuentedel4dejulio,estaserála tercerasesiónquehagamos,yningunahasidonormal. La primera fue en el parque, mientras Cody jugaba el último partidodefútboldelatemporadaconsuequipodelcolegio.Hablamosun rato,peroNathanestabamáspendientedelpartidoquedeexplicarmesus progresos con Kate, así que le acabé dejando correr la banda, gritando consignasalosniñoscomounloco.Yoamivez,acabéconlacorbataen elbolsillodelaamericana,lasmangasdelacamisaarremangadasporlos codos e insultando al árbitro, despertando al hooligan que todo inglés llevadentroyquehacíatiempoquemanteníaescondido.Unagozadayuna granmaneradeliberarlatensiónacumuladadurantetodalasemana.Cody pasó tanta vergüenza que me prohibió ir a verle más, pero mereció la pena. Lasemanapasadafuimosalzooyaunquelleguéacasaapestandoa mierda de elefante, reconozco que me lo pasé en grande viendo sufrir a Nathan intentando responder a las miles de preguntas que Cody le hacía. Disfruté tanto, que me llevé varias collejas al animarme yo también a hacerle alguna pregunta. Memorable el momento en el que nos encontramos con dos tortugas gigantes saciando su apetito sexual, la hembraemitiendounossonidosdignosdeacojone,yCodypreguntóqué estaban haciendo. Aun me río al recordar la cara de pánico de Nathan... Menosmalqueelniñotiene5añosyesfácildemanipularydistraercon unsimpleperoeficaz"¿quieresunhelado?" Y hoy hemos vuelto a quedar en el parque, cerca de las fuentes dondetodoslosniñosjueganamojarseconelagua,conlaclaraintención de tener a Cody entretenido allí, mientras nosotros intentamos tener lo másparecidoposibleaunasesión. Así que aquí estoy, sentado en el banco a la sombra de un gran sauce, esperando a que aparezcan, mientras observo como los niños juegandebajodelaguay,porquénodecirlo,deseandoquelamorenade piernasinterminablescaigadentrodelafuenteymeregaleunespectáculo dignodelconcursode"MissCamisetaMojada". —¿Qué miras con esa cara de bobo? —me sorprende Nathan sentándose a mi lado en el banco, dirigiendo la vista hacia donde yo miraba—.Omejordicho,¿aquiénmirabasconesacaradebobo? —Llegáistarde.Casimederritoaquí—contestointentandodesviar laatención. —Es que hemos ido a comprar una cosa —contesta Cody sacándose las zapatillas y la camiseta mientras intenta guiñar el ojo a Nathan, gesto que no domina del todo porque de repente su cara se ha parecidoaSlothdelosGoonies. —Anda,tira,bocazas—lecontestaNathanresoplandoresignado. —¿Qué habéis ido a comprar? —pregunto en cuanto vemos que Codysemeteenlafuenteajugarconloschorrosjuntoalrestodeniños. —¡Ten cuidado, Cody! ¡No te vayas a resbalar! —grita Nathan mientraselcríolevantaelpulgarconunasonrisaenlacara. Nathan ríe mientras le observa durante unos segundos, hasta que gira la cara hacia mí y me ve mirándole fijamente, momento en que la sonrisaseleborradegolpe. —¿Qué? —¿Qué habéis comprado, Nathan? —Y mientras lo pregunto, intentoimitarlamuecaqueCodyhacíaalintentarguiñarelojo. —Eseniñomevaallevaralaruina—contestaélresoplando. —Vamos —le animo—. No se lo diré a nadie. Sabes que tus secretosestánasalvoconmigo...Joder,soytuloquero,tío. —¿Mis secretos a salvo contigo? Estás de coña, ¿no? ¿Stelle no cuentaentonces?¿Deboconsiderarlacomomipsiquiatrareserva? —Nathan,pasabatantotiempocontigoymeheimplicadotantoen tu caso, que mi mujer empezaba a dudar que fuera gay. Se lo tenía que contarporelbiendemimatrimonio.Además,teadoraytehaayudadoun montón, así que no te desvíes del tema y dime de una vez qué has comprado. —¿Quieres una cerveza? —pregunta buscando un quiosco donde comprarla. —Yapenséenesomientrasvenía.Toma—Ylemiroforzandouna sonrisa y parpadeando repetidamente, poniendo mi cara más angelical posible, mientras le tiendo una botella fresquita de cerveza—. Desembucha,¿quélehascompradoaKate? Nathanarrugalafrentemientrascogelabotella,intentandodesviar la mirada. Sopesa su respuesta durante unos segundos, sabiendo que no tieneescapatoriayquevaatenerquecontestarmetardeotemprano. —He decidido dar un paso más... —contesta con la cabeza agachada,mirándomedereojo. Sinpoderloevitar,cuandoprocesosuspalabrasenmicabeza,me atragantoconlacervezaymeveoobligadoaescupirla,tosiendocomoun desesperadoparaintentarrecuperarlarespiración.Golpeomipechocon fuerza,mientrasNathanmedaunaspalmadasenlaespalda. —Joder,tío,quenoesparatanto. —¿Quenoesparatanto?—digoalcabodeunratoaúnconlavoz tomada—. A ver, a ver si yo lo he entendido bien y recuerdo como se juega a esto de las pistas... Has comprado algo, sé que es para Kate, me dices que has decidido dar un paso más, con lo que debe ser algo más... valientequeunasflores. —Le he comprado un anillo, ¿contento? —Empieza a tocarse el pelo,queyalehacrecidobastantedesdeese"reconciliador"cortequele hizo su padre—. Pero no es que le vaya a pedir que se case conmigo ni nadadeeso...Noquiero...asustarla,más. —¿Le vas a regalar un anillo pero no le vas a pedir que se case contigo?Meparecequevaarecibirunmensajeequivocadocomonolo aclaresunpocomás... —Merefieroaquenolevoyapedirquesecaseconmigoahora,le voyadecirquesiquiere,deaquíauntiempo,cuandoaellaleapetezca, podemoscasarnos. —Mepareceestupendo—contestoalcabodeunossegundos. Nathanlevantalavistahaciamí,mirándomeconfundidomientras nopuedodejardesonreír.Joder,estoyorgullosodeél. —¿Entoncesporquétehasatragantado? —Porquenocreíquefuerascapazdehacerlotanpronto. —¿Hacerqué?¿Comprarleunanillo? —No,demostrarlequevasenserioconella. —Yatelodije,quierocuidardeKateydeCody... —Túlosabes,yoloséyellalosabe,peroeseanillolodemuestra. Aveceshacenfaltagestosparacreerenlaspalabras. Sonrío al ver su pose característica que tantas veces he visto en nuestras sesiones, cabeza agachada, ceño fruncido y ojos mirando nerviosos de un lado a otro, sopesando todo lo que le digo a una velocidaddevértigo. —Eh—digoremoviéndoleelpeloconunamanoparaobligarlea dejar de comerse la cabeza—. Déjalo, no le des más vueltas, no te preocupesmás.EsalgoincreíbleNathan.Lavasadejaralucinada. —¿Y si me dice que no? —me pregunta de repente apretando los labiosconfuerza—.¿Ysinoquierecasarseconmigonunca? —Pues le dices que se quede el anillo igualmente y seguís como hastaahora...¿Atinotesirvelasituacióncomolatenéisahora? —Amísí.Yononecesitounpapelquedigaqueestoycasadocon Kateparasaberqueeslamujerdemivida.PeroCody...—dejadehablar duranteunossegundos,pensandosuspalabras,mientrasyomeacomodo mejorenelbanco—.Ellameexplicóquehatenidoalgunarelaciónantes, peroquenohabíanfuncionadoporqueCodynoentrabaenlosplanesde esostíos...YoquieroqueCodyveaqueesimportanteparamí,quequiero hacermecargodeél. —Ycreesquelosabrásivequeturelaciónconsumadreesmás... formal—digoentrecomillandoesaúltimapalabraconmisdedos. —Exacto. Por alguna razón, que me case con Kate es importante paraCody.Nohaparadodeinsistirdesdehacesemanas. —Cody quiere un padre, Nathan. Y se piensa que para tenerlo, su madretienequeestarcasadaconél.Noescapazdeverqueestoqueestás haciendoconél,llevarleadondeélquiere,estarconél,hacerlesonreír, yaesserpadre. Nathansequedaabsorto,mirandoaCodycorriendodeunladoa otro con los brazos extendidos. Sonríe al verle reír, totalmente relajado, unestadoenelquenuncalehabíavistohastaahora.Daunlargosorboa sucervezaylaapoyaensurodilla. EntoncesseoyeelllantodeunniñoyNathan,comounresorte,se poneenpiedejandolabotellaenelbanco,ysalecorriendohacialafuente. Melevantoconfundido,sinsaberquéhapasadoycómoreaccionar,hasta queveoqueesCodyelqueestátendidoenelsuelollorando.Nathanllega a su lado en décimas de segundo, y enseguida se agacha a su lado y le ayudaaponerseenpie.Losacafueraymirahaciadondeleseñalaelniño. Comprueba que no tenga nada de gravedad y en un gesto cariñoso, le retira el pelo mojado de la frente. Cody recupera enseguida la sonrisa, justo en el momento en que la morenaza de antes se acerca a ellos. Se agacha al lado de ellos para interesarse por Cody, pero cuando este sale corriendohaciaelagua,centratodasuatenciónenNathan.Seincorporan y charlan durante unos minutos en los que adivino por su lenguaje corporal,queenelfondoloquelepasaraalniñoselatraíasincuidado. Toca deliberadamente el brazo de Nathan y ríe sus comentarios de una formaexagerada.Nopuedohacerotracosaquepensarquesieserocelo hubiera hecho meses atrás, la reacción de él la hubiera asustado hasta el punto de que hubiera salido corriendo, a pesar de los tacones de 10 centímetrosquecalza. —Veo que has recuperado tus artes para ligar... —le suelto en cuantoestáaunadistanciaprudencial. —¿Ligar?¿Conlatíaesaalaquetúnoquitabasojocuandohemos llegado? —contesta levantando una ceja—. Solo hemos hablado de los niños... —Pues deberías estar contándole algo graciosísimo porque no veas lo que se reía la mujer... Y sentía la necesidad imperiosa de tocarte constantemente...Aeso,enmipaís,lellamamos"tirarlacaña". Nathan, ya sentado de nuevo a mi lado en el banco, me mira fijamenteconunaexpresióndivertidayacercándoseamíalgomás,baja eltonodevozymedice: —¿Estásceloso?Acabasdesonarcomounanoviaenplenoataque decelos...AversiStelleteníarazónensussospechas...—Meguiñaelojo pasando el brazo por encima de mis hombros y añade—: No te preocupes,noesmitipo.Lasprefierorubiasomorenosconperillacomo tú. —Quecorraelaire—ledigoquitándoleelbrazodemishombros mientrasélríeacarcajadas—.¿EstábienCody? —Sí —contesta cuando recupera el aliento después de las carcajadas—.Seharesbaladoconelaguaperonosehahechonada,niun rasguñoquejustificarconsumadre. —Me alegro. Sabes... —Apuro la cerveza de un trago y continúo hablando señalándole con la botella—. Eso que acabas de hacer, hablar conmigo sin dejar de prestarle atención a Cody, reaccionar inmediatamentealoírlellorar...esotambiénesmuydepadre. —Es mi responsabilidad... —contesta abriendo los brazos—. No megustaríadevolvérseloasumadreconalgunatara. —Ya,claro...porsumadre—digochocandosuhombroconelmío —.Seteveenlacaraquetepreocupasporél.Adorasaeseniño. Serascalanucamientrassonríeapretandoloslabiosmirandoalo lejos. —Yentonces,¿haspensadocómoloharás? —Bueno—contestaélriendo—.Másomenos. —Venga,saciamicuriosidad.¿Cuándo? —Estanoche. —¿En serio? —digo abriendo mucho los ojos—. Vas lanzado... ¿Dónde? —Cuandolarecojaeneltrabajo. —¿Enelmetro?—lepreguntomientrasNathanchasquealalengua negando con la cabeza—. No me digas que no sería como cerrar un círculo...Suenarománticoyesoalastías,lesencanta. —¡Jajaja!Sí,noteniegoquenoseríaoriginal... —Pero... —Pero voy a hacerlo bien, como un verdadero caballero. La recogeréeneltrabajo,daremosunpaseoporelparque,yselopediré. —¿Derodillas? —¿Qué? ¿Estás loco? Espera, espera, ¿tú se lo pediste a Stelle hincando la rodilla en el suelo? —Asiento solemnemente mientras él aplaudeymeagarradelcuello—.Nuncapenséquelohubierashechode esamaneratanformal. —Bueno... pensaba que así es como le gustaba a las chicas... y no debíirmuydesencaminado,porquedijoquesí.Esmás,nolodudóniun instanteysepusoadarsaltitosytodo. El semblante de Nathan se ha ensombrecido de repente. Quizá no había pensado cómo hacerlo y ahora se ha dado cuenta de ello y se está asustandopormomentos. —Esto...¿asíescomolesgusta?—preguntatragandosaliva—.No esmuy...demasiado...¿antiguo? —¿Cómoteníaspensadohacerlotú? —No lo sé —dice alzando los hombros—. La verdad es que pensabaimprovisarsobrelamarcha... —Improvisar...Nosé,nosé...quedespuéstequedasenblanco...— empiezo a decir mientras me pongo en pie para tirar la botella al contenedorcercano. —¿Entonces tengo que hincar la rodilla? —dice siguiéndome asustado—.Tampocoqueríaquefueratansolemne... —Hombre, solemne... Depende de cómo lo hagas... Te puedes agacharasí—digoapoyandounarodillaenelsuelodelantedeél—.Sin necesidaddehacerleunareverencia. —Mesiguepareciendoridículo—dicemirándomereceloso. —No hombre... Le agarras la mano así —digo cogiendo la suya mientrasélmemiralevantandounaceja—,ytannaturallesueltas:"Kate, cuandoquierascasarte,aquíestaréesperándote".Nosuenanadapomposo, ¿no? —No... —contesta Nathan retirando la mano dudoso—. Supongo que no. Bueno, ya veré cómo lo hago. No digas nada, ¿vale? Sólo lo sabéistúyCody.Rosevendráacuidardeélduranteelratoqueyovayaa recogeraKate,comohacesiempre,perotampocolehemosdichonada... —Soyunatumba... —Ni a Stelle —añade mirando el reloj—. Nos tenemos que ir porque tengo que dejar listo a Cody antes de que venga Rose y le he prometidoquecenaremospizzas. —Padrazo... —Síbueno... Coge la mochila que traían y saca una toalla mientras nos dirigimoshacialafuente. —Cody,nostenemosqueir. —¿Puedounratomás? —Si quieres cenar pizza, no. Te recuerdo que las tenemos que hacer. —¡Pizza!Nomeacordaba.¡Genial! Nathan se agacha delante de Cody y le envuelve con la toalla mientrasfrotasucuerpoparasecarle. —¿Telohaspasadobien?—lepreguntoalniñosonriendo. —Genial —contesta—. ¿Y vosotros habéis podido hablar tranquilos? —Sí.Graciasporelinterés—respondoinclinandolacabeza. Enesemomento,lamorenapasapornuestroladoacompañadade suhijo,conelqueCodyhaestadojugando. —Hastaluego—diceelniño. —Adiós—respondeél. —Nosvemos—diceentonceslamorena. —Sí,hastaotra—respondeNathansinmirarla,prestandoatención aCody,queestáponiéndoseunpantalónseco. La morena se aleja, pero se detiene a los pocos pasos y luego vuelvehacianosotros.SenosacercaaNathanyamíyentonces,bajando lavoz,nosdice: —Quieroquesepáisquemeparecefantásticoloquehacéis... —¿Lo que hacemos...? —contesto yo sin entender nada mientras Nathanlamiraconfundido. —Ya sabéis... —dice señalándonos a ambos con el dedo—. Que criéisaCodylosdos...comopareja... Nos miramos durante unos segundos, con los ojos muy abiertos, hasta que la risa se nos empieza a escapar aún teniendo la boca cerrada. Cuando ya no podemos aguantar más, estallamos en sonoras carcajadas quenoshacenhastasaltarlaslágrimas.Nospasamosasívariosminutos, antelaatónitamiradadelamorenaylosniños,quenosmirandivertidos, sinsaberaquévienetodo. —Uf...—dicealfinalNathan,secándosealgunaslágrimas—.Esto... gracias,supongo,peronosomos...noestamos... —¿Ah,no?Quécorte,perdonad—dicetiñéndosetodaelladerojo intenso—.Entonceseres...¿ereshetero? —Puessí...—contestaNathanasintiendoconlacabeza,divertido. —Menosmal...—diceellaponiéndoseelpelodetrásdelaorejade formacompulsiva. —Pero no está soltero —interviene Cody que parecía que no se enterabadenada—.Dehecho,levaapediramimamáquesecaseconél. —Ah,bueno,¡genial!Esto...Reese,vamoscariño,quenosvamos —Da vueltas en círculo, nerviosa, buscando a su hijo que sigue frente a ella,aescasoscentímetros—.Bueno,¡suerte! Vemoscómosealejalomásrápidoposible,tirandoconfuerzade suhijo,queparaseguirsuritmotienequecorrertrasella. —Puesaúnsevadignamente...Despuésdetantasmetedurasdepata, nosécómonohacogidounapalaysehapuestoacavarunagujeropara meterse dentro — digo poniéndome al lado de Nathan, que la observa alejarse. —¿Tengo pinta de gay? —me pregunta mirándome de arriba a abajo. —¡¿Yyo?!—contestoabriendolosbrazos. —Psss...¡Túdirás!Teponesahacerescenitasdeesasenmediodel parquecogiéndomelamano... Se gana un leve puñetazo en el brazo mientras emprendemos el caminoparasalirdelparque. —Bueno,lodicho—digocuandonuestroscaminossetienenque separar—.Valoryyasabes...adelante. —Sí...—contestaagachandolacabezamientrasserascalanuca—. Gracias.Te...¿tellamomañanaytecuento? —¡Pobredetiquenolohagas! —Cotilla... —Noteequivoques,esmeracuriosidadprofesional. —Pues si es curiosidad profesional, mejor espero a nuestra próximasesión,elviernesqueviene. —Me parece que ya no hace falta que tengamos más sesiones, Nathan—contestoapretandoloslabiosconlasmanosenlosbolsillos. Élmemiraachinandolosojosyarrugandolafrente.Pareceestar decidiendo si ha oído bien mis palabras. Incluso abre la boca en varias ocasionesparadeciralgo,cerrándolaalinstantepensándoselomejor.Le miroyasientoconlacabezaparaconfirmarlesussospechas. —He recomendado tu alta, Nathan. De hecho, tengo los papeles preparadosparaenviarlos,peroqueríacomentarlocontigoantes. —Esoes...Guau...Noséquédecir... —Nada. No es mérito mío. Es gracias a tus progresos aunque quizá,estapersonitadeaquíysumadresítenganmuchoquever. —Ytútambién... —Bueno...entoncesgracias—sonríoconfranqueza—.Escucha,ya lo hablaremos con calma, pero como sé que no quieres volver a hacer trabajo de campo, podría recomendar tu alta con ciertos matices... No tienes por qué dejar de formar parte de los Marines, pero sí podemos mirarqueteasignenalgúntrabajomás...administrativoodeformación. —Eso sería fantástico —contesta asintiendo con la cabeza visiblementeemocionado. —Vale,lohablamosentonces. —Vale,mañanatellamo. —Nopasanadasiosabrazáis,¿eh?—nosinterrumpeCody—.No parecéisgaisninadadeeso... —Nosé...—contestaNathan—.Queestesemearrimayluegolas tíassepiensancosasequivocadasyyanoligo...Miraantesconlamadre deReese... —¡PeroatilamadredeReesetetienequedarigual!¡Atitegusta mamá y ninguna más! —empieza a recriminarle Cody mientras Nathan asienteobedienteatodoloqueledice—.¡Cómoteveamirándoleelculoa otratevoyadarunapatada! —Esto... será mejor que me marche... —intervengo aguantando la risa revolviendo el pelo de Cody—. No seas muy duro con él. Llámame Nate. —Prometido. Hago todo el camino de vuelta a casa dando un paseo. Llevo la americanacolgandodeunbrazoylasmanosmetidasenlosbolsillos.La corbata aflojada, la camisa por fuera y las gafas de sol puestas. Camino relajadoysonriente,porquehoyporfin,sientoquemehequitadoungran peso de encima. Estoy eufórico al ver el gran cambio que ha hecho en estosúltimosmeses,cambioquesisoysincero,nocreíaposibleverenél cuando, llevando ya varios meses de sesión, aún no había sido capaz de escucharnisiquierasupropiavoz. Entroencasaymedirijoalaterraza,alencuentrodeStelle,que estáenmodojardinera,conunpañueloenlacabezaylacaraylasmanos manchadasdetierra. —¡Hola! —me saluda con una gran sonrisa en la cara—. ¡Qué temprano!¿Hoyesviernes,no? —Sí. —¿HastenidosesiónconNathan? —Sí. —¿Yesasonrisaenlacara? —Lehedadoelalta,Stelle. —¿En serio? —dice llevándose una mano a la boca mientras se poneenpieycaminahaciamí. —Ajá... —Esoesfantástico.¡Mealegromuchoporél! Yséqueesverdad,lopuedoverensucara.Apesardetodoloque hatenidoqueaguantar,apesardelosdesplantesquelehedadoporestar conNathan,ellasealegraporél.Asídemaravillosaeslamujerqueamo. —¿Asíqueyaestátotalmenterecuperado?—preguntaconlosojos vidriosos. —No le puedo pedir más, Stelle... Va a dar el gran paso. Va a pedirleaKatequesecaseconél. CAPÍTULO39 Nathan —Lepongosalchichas.Ybacon.Yqueso—varecitandotodoslos ingredientes conforme los echa en la masa de pizza llena de tomate que tienedelante. Lemirodereojosinpoderreprimirunasonrisa.Tienetomatepor todoelcuerpoylaropa,ysechupalosdedoscomiéndoselosrestosde quesoqueselehanquedadoenganchados. —¿Yaestás?—lepreguntoalrato. Memiraconlosojosmuyabiertosylosdedosenlaboca.Cuando se da cuenta que le he pillado, sonríe pícaro mientras asiente con la cabeza. —Vale,puescuidadoqueabroelhorno,notevayasaquemar— digocogiendolapizzaymetiéndoladentro—.Vale.10minutosyvemos cómosigue.Vamosaduchartequetienestantotomateencimaquetevoya confundirconlapizzaytevoyahincareldienteati. Le agarro por las piernas y le alzo hasta el techo mientras él extiende las manos hacia arriba. Es algo que hacemos habitualmente. Le levanto y le dejo ir de golpe, volviéndole a coger antes de que caiga al suelo,claroestá.Esunniñodeemocionesfuertes. —¿Ya?—preguntomirandohaciaarriba. —Listo —responde con los brazos levantados y la cara llena de expectación. En cuanto le dejo ir, suelta un pequeño grito que se convierte en carcajadasencuantolevuelvoacoger.Reposalabarbillaenmihombro mientraslellevoporelpasillocaminoasuhabitación.Allícojosupijama delasTortugasNinjaynosdirigimosalbaño.Ledejodepieencimadel lavaboyenciendoelagua.Encuantocomprueboquelatemperaturasale bien,mepongodelantedeélyleayudoadesvestirse.Estoyconcentrado en la tarea cuando me doy cuenta al mirarle que se muerde el labio inferiorytienelosojosvidriosos. —¿Quétepasa?—lepreguntopreocupado. —No es nada —me responde con la voz entrecortada y las primeraslágrimascayendoporsusmejillas. —Soyyo.Amímelopuedescontar,¿losabes,verdad? —Lo sé —dice sonriendo antes de agachar la cabeza algo avergonzado y empezar a hablar sin parar—. No lloro por estar triste... Estoy muy contento. No sé por qué estoy llorando en realidad, pero me salensolas.Me...gustaesto.Megustaquecuidesdemí.Rosemecaebien peroprefieroestarcontigotodoslosdías.Estoymuycontentoporquevas acasarteconmamá... Sinlevantarlacabeza,alzalavistaparamirarme,paracomprobar quesigoatentoaloquedice.Sesorbelosmocosyselimpialaslágrimas coneldorsodelamano. —Yporque...—siguediciendo—,porqueseas...mipapá. Lelevantolacaraeintentosecarlelosrestosdelaslágrimascon losdedos.Nosoycapazdedecirlenada,sololesonríohastaqueélseme tiraalcuello.Sientosuspequeñasmanosenmiespalda,apretándomecon fuerzacontraél,ysurespiracióncontramicuello.Tragosalivarepetidas vecesmientrasleestrechoconfuerza,admirándoleportenerelvalorde mostrarsussentimientoscontantafacilidad,talycomohahechosumadre conmigodesdequenosconocemos. —¿Sabes? —digo sentándome en el borde de la bañera con él en mi regazo—. Yo también estoy muy contento. Pero, ¿me guardas un secreto? —Sí—respondeCodyponiéndosemuyseriodegolpe. —Estoyunpocoasustado. —¿Porqué?¿Porsermipapá?—Asientoapretandoloslabios. —Nosésihagobienlascosas...Ynoquierodecepcionarte. —Yonosétampocoquécosashacenlospapás,nisiquieraséqué cosashacenlosabuelosporquesólohetenidoamamá.Perosísécuando megustaestarconalguienydesdequeteconocí,supequemegustaríaque sialgunaveztuvieraunpadre,separecieraati... —Bueno —contesto sonriendo—. Cuánta responsabilidad... Si algunaveznolohagobien,¿melodirás? —Tratohecho—diceestrechandomimano. —Yencuantoalodeestanoche...—Empiezoadecirrascándome la nuca—. También me da un poco de miedo... A mí me cuesta un poco más demostrar mis sentimientos. No se me da bien decir estas cosas. Cuando lo hacéis tú y tu madre, parece sencillo, pero cuando lo intento hacer yo... abro la boca y simplemente, las palabras no salen. ¿Y si me encalloynoséquédecirle?Pareceréunidiotadelantesuyoconcarade imbécil. A Cody se le empieza a escapar la risa viéndome poner cara de tonto, intentando recrear lo que sucedería si llego a Kate y me quedo totalmente en blanco. Así, entre risas, le ayudo a bañarse y a ponerse el pijamajustoenelmomentoenqueelrelojdelhornoempiezaapitar. —¿Podemos cenar en el sofá viendo el partido? —me pregunta Cody. —¿Enelsofá?¿Tumadretedeja? —Pues...-semuerdeellabioporunladoyesquivamimirada—. No...Peroprometoquenovoyamancharnada. —Buenova...nosarriesgaremos. Minutosdespués,estamoslosdossentadosviendoelpartido,Cody conlaspiernasestiradasencimadelamesadedelantedelateleyelplato enelregazo. —Contrólate con la Coca-Cola, Cody —le digo al verle dar un largotragodelvaso,poniendohastalosojosbizcos—.Queluegoestarás despiertohastalastantas. —Esa es la idea —responde él sin dudarlo y sin parar de beber, hasta que varios segundos después, se da cuenta que le estoy mirando fijamente—.¿Quépasa?Metendréisqueexplicartodo,¿no? —Cotilla... —¿Esoquebebesescerveza?¿Puedoprobar? —Ni hablar. ¿Tú quieres que tu madre me odie, verdad? Te dejo prepararlapizzayacabascontomatehastaenlasorejas,tedejocenaren elsofáconelpeligroquelehagasuntapizadonuevo,bebiendoCoca-Cola como para estar despierto dos noches seguidas y ahora pretendes que te dejebebercerveza...¿Estamoslocosoqué? —Soloibaaserunsorbodenada...Además,teníaqueintentarlo. —Mira, huele —digo acercando el cuello de la botella a su nariz —.¿Aquenotegusta? —Huelebien—Yentoncessacalalenguaychupaelborde. —¡Oye!¡Serásguarro!—digoriendo. Rose llega más tarde, cuando hemos acabado de cenar y hemos fregadoinclusolosplatos.Meduchoymedirijoalahabitaciónconuna toallaanudadaenlacintura.Encuantoentro,meencuentroaCodysentado enlacamadelantedelarmarioabierto. —¿Qué haces aquí? —pregunto mirando por el pasillo para ver dondeestáRose. —Está viendo la serie que le gusta —me contesta él—. A mí me aburre.¿Quétevasaponer? —Eh...Puesnosé.¿Quécreestúquedeboponerme? —¡Y yo que sé! Nunca le he pedido a ninguna niña que se case conmigo. —¡Niyo! —Puesestamosjodidos... —¡Un dólar! —digo poniendo la palma de la mano delante de él mientrasmesientoenlacamaasulado. —¡Perdón!¡Perdón!Seránuestrosecreto.¿Porfavor?—responde poniendocaradepena. —Demasiados secretos te estoy guardando hoy. Bueno, a lo que vamos.Nomepuedoponerunchándal,esoestáclaro. —Qué raras son las chicas, ¿no? —dice Cody cruzándose de brazos—.¿Quémásdarálaropaquellevespuesta?Estaríassupermolón conlacamisetadeFlash. —¿Aquesí?—contestosonriendomientrasmepongoenpieyme apoyoenelmarcodelarmarioyrepasolaropaqueduranteestassemanas he traído a casa de Kate—. Me voy a tener que apañar con lo que tengo aquí,asíque...¿vaquerosycamisa?Tengotambiénunaamericanaquese empeñótumadrequemetrajeraparaalgunaocasiónespecial. —¡Venga! En cuanto me visto, me doy la vuelta al ponerme la americana y extiendolosbrazos. —¿Quéteparece?—lepreguntodecaraaél. —QueconlacamisetadeFlashmolasmás,peroamamálevasa encantar. —Los que somos guapos, somos guapos, nos pongamos lo que nospongamos...—contestoguiñándoleunojo. —¿Lollevas?¿Llevaselanillo? —Aquí está —digo sacándolo del cajón donde lo escondí esta tarde. Cierro el puño alrededor de la caja y cierro los ojos resoplando confuerza,antesdeguardarloenelbolsillodelaamericana.Compruebo el reloj por enésima vez desde que llegó Rose. Falta una hora y media paraqueKatesalgadetrabajarperonecesitodespejarmeyCodydormir, asíquedecidosalirdecasaeirdandounpaseopararelajarme. —Bueno,mevoyairya.Cody,túalacama—digosaliendodela habitaciónhaciaelsalónparahablarconRose. —Noooooo...—meruegaélsiguiéndomeporelpasillo. —Rose,mevoyabuscaraKate. —¿Ya? —contesta ella y se queda con la boca abierta cuando me ve, repasándome de arriba a abajo con descaro—. ¡Vaya! Kate se va a ponercontenta... —¿Loves?—diceCodyamilado. —Gracias,Rose. —De nada cariño —dice poniendo sus manos en mis hombros alisandolaamericanayponiendobienelcuellodelacamisa—.Ahorasí. Ytújovencito,alacama. —No, quiero... —contesta mirando alrededor—, ¡ver la serie contigo! —Perosinotegusta,nodigastonterías.Vengava,queteleolos garabatosesos... —Mal vamos si llamas "garabatos" a mis cómics —contesta resoplando mientras se gira para dirigirse a su habitación, susurrando cuandopasapormilado—.Notardéisporfavor... —Teveoluegocampeón—contestorevolviéndoleelpelo. Metolasllavesenelbolsillo,memiroenelespejodelrecibidor, respiroprofundamentevariasvecesycontodaladecisiónquesoycapaz dereunir,abrolapuertaymeenfrentoalanochequeesperoseaunade lasmásfelicesdemivida. Camino con las manos metidas en los bolsillos del vaquero, palpando nervioso de vez en cuando si la cajita del anillo sigue en la chaqueta. El trayecto no me está relajando para nada, más bien al contrario.Parececomosicaminaraatravésdeuntúnel,yconformemás me acerco a mi destino, a la luz del final, más miedo tengo de lo que puedapasar. Sé que el local donde trabaja se llama Sapphire, pero no lo conozco.Tampocoesqueseaextraño,yaqueenelañoymedioquellevo viviendo en Nueva York, la única vez que me metí en una discoteca fue conKate,yaduraspenasmediotiempodefijarmeenellugarantesde liarmeapuñetazos.Peroestoydecidido,yvoyahacerlascosasbien.Voy arecogerlaallí,noaesperarlaenlaparadadelmetrocomosuelohacer. Acordamos en hacerlo así debido a mis "problemas" con las discotecas, pero las cosas han cambiado mucho desde aquella noche. He mejorado mucho,inclusoparecequeestoyoficialmentecurado.Yasoynormalyasí escomoactúanlasparejasnormales,¿no?Noquieroqueparezcaquenos encontramos de forma casual, quiero que la gente sepa que ella es mi chica. Conesepensamientollegoalapuertadellocal.Hayungrupode tíosapostadosaunlado,fumandoyriendoacarcajadas.Cuandopasopor suladocaptoalgunasfrasessueltasyenseguidamedoycuentaquehablan demujeresenuntonobastanteobsceno.Entoncesmefijoenelportero,un tíoenormequememiradearribaaabajoencuantomeacerco.Supongo que puede oler mi nerviosismo a kilómetros. Respiro hondo repetidas veces, intentando parecer tranquilo, acercándome a la puerta, y el tío se mueve a un lado para abrírmela. Enseguida me inunda el ruido de la músicaqueprovienededentrodellocal. —Buenasnoches—mediceconvozgrave. —Hola—contestosinsiquieramirarle. En cuanto entro, me quedo cerca de la puerta, que se vuelve a cerrar detrás de mí. Tengo la vista fija en el suelo y trago saliva varias vecesantesdeatrevermealevantarla.Encuantolohago,mesorprendoal no quedarme ciego por las típicas luces láser, así que respiro algo más tranquiloyempiezoapasearlavistaportodoellocal.Frenteamí,enla paredopuesta,hayunescenarioenformadeT,cuyopasilloseadentraun pocoenunazonademesasysillones.Aambosladosdedichoescenario, hay dos podios altos con una chica bailando en cada uno. La música, aunque está alta, no lo está tanto como la noche que fuimos a esa discoteca,yapartedeesasdoschicas,noveoanadiebailando,aunqueel local está lleno. A mano izquierda encuentro la barra y varios chicos detrássirviendocopas,perosigosinencontraraKate.Decidoacercarme aellosypreguntarles. —Hola—digoapoyandolasmanosenlabarradelantedeunode lostipos. —¿Quétepongo? —Eh...Dehecho,estoybuscandoaKate. —Túytodos. —¿Qué? —Que sale en cinco minutos —dice sonriendo ante la cara de perdidoquedebotenerahoramismo—.¿Quierestomaralgomientrasla esperas? —Eh... Muy confundido, arrugo la frente sin saber qué responder. Estoy tan fuera de lugar que el tío empieza a alucinar conmigo, así que me apresuroaresponder. —Unacerveza. Eltíomelasirve,ledejoelbilleteenlabarrayencuantomedael cambio,mesientoenuntabureteapoyandolaespaldaenlabarra,decara alescenario.Doyunsorboycentromiatenciónamiizquierda,dondeun grupodetreschicoshablanavocesmirandoaunadelaschicasdelpodio. —Joder,nomedigáisquenoestábuena.Sisemueveasíbailando, cómodebeserenlacama—diceunoqueprácticamenteestábabeandosin quitarleojoalachica. —Pues ya veréis ahora. Esta sí que está tremenda. Solo de pensarlo...—Yentoncessetocalaentrepiernahaciendoungestoobsceno. Entonces me sobresalto cuando suena una especie de sirena y las luces se apagan de golpe. Solo se enciende un foco que apunta al centro del escenario. Empieza a sonar una música y al instante veo como el grupodetíosdemiladosedanpalmadasentreellos. —Ahora,ahora.¡Joder!¡Voyempalmadoyaúnnihasalido! Vuelvo a mirar al escenario con una mueca de asco en la cara, mientrasdoyuntragoalacerveza.Entoncessaleunafiguraalescenario, aunquelaslucesnomedejanverlabien.Encuantocomienzaamoverse, empiezo yo a darme cuenta de que esto se parece cada vez menos a una discoteca, y cada vez más a... ¿un club de striptease? Vuelvo a pasear la vista por el local y entonces las piezas me empiezan a encajar. Nadie bailando, la mayoría de gente sentada en las mesas alrededor del escenario, en el que ahora me fijo también que hay una barra en la que creo que las chicas hacen algunos ejercicios, música a un volumen demasiado bajo como para ser una discoteca... Además, me doy cuenta ahoraquetodoslosclientessonhombres,yquelasúnicaschicassonlas queestabanenlospodios,queahorahandesaparecido,ylachicaquebaila ahoraenmediodelescenario. Entonces me quedo totalmente paralizado. Todo a mi alrededor deja de tener importancia. No veo a los tíos de mi lado tocándose excitados.Noveoalosquesehanacercadoalpasillodelescenarioyque casi babean sin perderla de vista. No oigo la música, ni los gritos obscenos,nilossilbidosypalmadas.Sololaveoaella,moviéndosemuy provocativa,vestidacasienropainterior.Labotellasemeresbaladelas manos y cae al suelo, pero no soy consciente de ello, y tampoco me importa. Melevantopocoapocoymeacercoalescenarioconelcorazón encogido.Mecuestarespirarymeveoobligadoaabrirlabocacomoun idiota para no caerme redondo. Me paro justo delante del pico del escenario,conlosbrazosinertesaambosladosdelcuerpo,viendocomo Kate baila casi desnuda para una panda de babosos. Mantiene los ojos cerrados y sus manos acarician todo su cuerpo. Trago saliva al contemplarlaescena,recordandolosmomentosenlasquesonmismanos ymilengualasquerecorrenesecuerpo.Meremuevoincómodocuando noto la tela de mis vaqueros tensarse a la altura de mi entrepierna y entoncessoyconscientedequesiesomeestápasandoamí,tambiénpuede estar pasándole a todos los otros. Miro a mi alrededor y compruebo las caras de los demás, cómo la mayoría tiene el mismo problema que yo intentando contener sus erecciones, cómo la miran lascivamente y cómo todosestándispuestosadarlepartedesusueldo. Empiezo a sentir los latidos de mi corazón retumbando en mis oídos, aturdiéndome, sin dejarme pensar con claridad. Mi pecho sube y bajasinpararyaprietolospuñoscontralaspiernas.Entonces,cuandoun tíoseponeenpieyseacercaalescenarioconbilletesenlamanoyselos tira gritando obscenidades y tocándose sus partes, es como si un interruptorseapagaraenmí,mandandoalamierdatodomiauto-control. —¡Aléjatedeella!—legritoagarrándoledelasolapadelacamisa mientrasleasestovariospuñetazosenlacara,queimpactanlamayoríaen sunariz,tiñendoenseguidaderojotodosurostroymipuño. El tío cae al suelo tapándose la cara con ambas manos, arrastrándose hacia atrás con miedo, alejándose de mí, mientras sus amigos siguen el camino contrario y se abalanzan sobre mí. Enseguida aquello se convierte en una batalla campal, arrasando con las mesas, los sillonesylosvasos,quesalenvolandoporlosaires.Elrestodeclientes dealrededorselevantanasustadosmientrassealejandellío. Yaseaporelniveldealcoholensangredeesostíosoporquelaira quesientoarderdentrodemíahoramismomedafuerzas,nomecuesta nada darles una paliza a todos a los que se les ocurre meterse. Así, uno trasotro,todoelquemeponeunamanoencima,recibe,ynomeparoa distinguir entre los que quieren agredirme realmente o los que simplementelohacenparaintentartranquilizarme.Tampocosoydeltodo consciente de los ruidos de mi alrededor. En algunos momentos oigo vocesquemegritanquepareyotrasquemedicenqueestoyloco.Creo incluso que la música ha dejado de sonar, pero no lo sé con certeza. En realidad,notengolacertezadenadaenabsolutoenestosmomentos,pero nopuedodejardedargolpes,cegadoysordoporlairaylaconfusión. Entoncestresparesdebrazosseabalanzanpormíyconsiguen,no sin esfuerzo, retenerme contra el suelo. Uno inmoviliza mis manos a la espalda,mientrasaprietasusrodillasenella,provocandoquesupresión mehagamuydifícilrespirar.Otromeagarraporelpeloymantienemi cabeza contra el suelo, levantándola de vez en cuando para golpear con ellacontralamoquetamientrasmegritacosasaloídoquemecerebroes incapaz de entender. El tercero se ocupa de atrapar mis piernas para que no pueda patearles. Así me mantienen unos minutos, en los que hago verdaderosesfuerzospormantenermeconsciente,respirandoporlaboca mientrasnotoelsabormetálicodelasangreenella. —Ya hemos avisado a la policía. Sacadle de aquí para que todo vuelva a la normalidad lo antes posible - oigo que dice una voz a mi espalda. Me incorporan sin muchos miramientos y me sacan a la calle rápidamente. En cuanto siento el frescor en la cara, parece como si recobraraunpocoelsentido,ademásdepoderrespirarconmásfacilidad. —¿Letienescontrolado?—preguntaunodelostreshombres. —Sí —contesta el más grande mientras me empotra de cara a la pared, golpeando mi cabeza contra ella, y obligándome a separar las piernasdándomepatadas—.Idtranquilos,queyalecontroloyo. Antes de irse, aprovechando que estoy totalmente inmovilizado y que no hay muchos testigos cerca, uno de ellos me pega un fuerte puñetazo en el costado que me obliga a doblarme de dolor. Intento recobrarelaliento,resoplandoconfuerzaporlaboca,escupiendorestos de sangre, cuando noto en la nuca el aliento del tipo que me está agarrando. —¿Sepuedesaberquémoscatehapicadoahídentro? Agarrándomeaúnporelpelo,vuelveagolpearmicabezacontra lapared.Cierroelojoalnotarcomolasangrecaedemiceja. —¿Quépasa?¿Eresuntaradoquesepiensaqueesaschicassonde tupropiedad?¿Quenadiemáslaspuedemirar? Intentorevolvermeperosoloconsigoqueelgorilameaprieteaún más contra la pared, pero entonces veo cómo acerca su cara a mi oído paravolveradecirmealgoycontodamifuerzagolpeosucabezaconla mía. Al instante me suelta y se lleva las manos a la cara, gesto que yo aprovecho para embestirle, derribándole al suelo. En cuanto le tiro, me siento encima de su pecho y la emprendo a puñetazos contra su cara. Le pego tan rápido, que solo puede intentar protegerse con los brazos, aunquemásdeunoleimpactadelleno. —¡Nathan para! ¡Nathan por favor! —Me llega el eco de su voz comosiestuvieraakilómetrosdemí,peroencuantomecentro,medoy cuentaqueestáasolounosmetros—.Porfavor... Encuantolaoigosollozar,mipuñosequedasuspendidoenelaire. Aprieto la mandíbula con tanta fuerza que oigo mis dientes rechinar, aunque poco a poco relajo el brazo y lo dejo caer a un lado. Giro la cabezaparamiraraKateylaencuentroconlacaratotalmentebañadaen lágrimas y desencajada. Va vestida igual que cuando ha salido al escenario, o sea, casi en cueros, así que rápidamente me pongo en pie y mequitolaamericana. —Nathan... yo... —dice intentando acercar sus manos a mi cara, mirándomeconcaradepreocupación. La esquivo arrugando la frente, incapaz de mirarla a los ojos mientrasletiendolaamericana. —Ponteesto—ledigoentonosecoycortante. Ellasesecalaslágrimasconlosdedosymehacecasoalinstante, agradecida también porque aunque no hace frío, la brisa que corre no invita a salir a la calle en ropa interior. En ese momento sale un tío de dentro del local, y al verme tan cerca de Kate, se abalanza sobre mí aprovechando mi momento de descuido. Me embiste por el estómago hastaquemiespaldachocacontrauncocheaparcadoenlaacera.Porel rabillodelojocontroloquemiotroamigonosehayalevantadoaúnyasí poder centrarme en mi nuevo contrincante. Le agarro de la cabeza y le propino un rodillazo en la cara, rompiéndole la nariz. Cae al suelo y empiezoapatearlesinmiramientos,completamentecegado. —¡Nathan!¡Nathanpara!¡Levasamatar! LavozdeKatedejadeserunmurmullolejano,hastaquenotoun contacto en mi brazo. Instintivamente, doy un codazo para defenderme, pero entonces oigo su grito. Me giro al instante y la veo tendida de rodillas y entonces comprendo que el contacto que había notado en mi brazoeraeldesumano. —¡No,no,no!Kate,perdóname—digoagachándomeasulado. Intentocogersusmanosparadestaparsucarayverelalcancede micodazo. —¡Aléjatedeella!—oigoquegritaPipperacercándoseanosotros —.¿Atiquétepasacapullo? —NoPipper,espera—intervieneKate. Me incorporo y retrocedo varios pasos, intentando ver la escena desdealgomáslejos.AsustadoporsaberlaverdaddeKate.Asustadopor lasituaciónquesehadesencadenado.Asustadoporloquelehehechoa Kate.Asustadodemímismo,denuevo. —¿Porquéno...?—empiezoabalbucearmirándolaconfundido—. ¿Porquénomedijistenada? —Porque no quería que te hicieras una idea equivocada — respondeellaentrelágrimas,yaenpie. —¿Ideaequivocada? —Noqueríaquepensarasquesoyuna...una... —¡¿Unaqué?!—legritofuerademí. —¡Unaputa! —¿Eres...? —¡No! —contesta gritando—. Eso es precisamente lo que no queríaquellegarasapensar. —Yo —Las lágrimas me nublan la vista y rehúyo su mirada, dirigiendolamíaalsuelo —Yomeabríporcompletoati.Noteheescondidonada...Nosé porquénohashecholomismo.Yoconfiéenti... Empiezoaretrocederaúnmás,caminandohaciaatrásalzandolas palmas de las manos. Por alguna razón que no comprendo, necesito alejarme de todo esto, necesito huir, correr hasta no sentir las piernas, hastaquemeardanlospulmones. —¿Adóndevas?¿Acasoqueseabailarinadestripteasecambialas cosasentrenosotros?¿Eseso? —No,peroquenohayasconfiadoenmí,sílohace. CAPÍTULO40 Jack —¡Brindaconmigocamarada!—mediceKolyapasandosubrazo pormishombros. Esbozounasonrisaqueesperonoparezcatodoloforzadaqueen realidades,mientrasagacholacabezaymiromivasollenohastaarriba del vodka más caro de la bodega de Kolya. Es el tercer vaso que me acerca,ymientrasélyaempiezaaarrastrarlaspalabras,yosigobastante entero.Esincreíblelaresistenciaalalcoholqueheidodesarrollandocon losaños. —Somos ricos, Igor. ¿Te das cuenta? —dice colgándose de mi hombro,cadavezmásnecesitadodeunpuntodeapoyoparamantenerse enpie. —Sí —contesto dando un largo trago para disimular mi incomodidad. —¿Quétepasa,amigomío?Tenotodistante,másdelohabitual. LaverdadesquesiempreheintentadoqueIgorfuerauntipofríoy calculador,carentedeemociones,parcoenpalabrasyreticenteamostrar sussentimientos.Muydiferentedelapersonaquesoyrealmente,yesesa diferencialaquemehaayudadoaseparartanbienmisdosmundos.Pero es cierto que Igor debería estar mucho más contento esta noche por lo bienquehaidoelintercambio,larapidezconlaquesehahecho,ysobre todoporeldineroquenoshemosembolsado.¿Elproblema?Quecuanto máscercaveoelfinal,másdifícilmeesinterpretarelpapeldeIgorcon credibilidad. Quiero que todo esto acabe ya. Quiero abrazar a mi hija, jugarconminietoyllevarmeaMaddielejosdetodoesto. —¿Sabesqué?—Seplantadelantedemí,conlasmanosapoyadas en los hombros—. Me he permitido el lujo de hacernos un regalo... Y debenestaralcaer... —Kolya, yo... —intento excusarme porque conociéndole, sé del tipoderegaloquesetrata. —Losé,losé...Tienesaunamujerhermosaesperándoteencasay doyfequeestátremenda,lamuyzorra—Aprietocontantafuerzaelvaso queesperoqueseacristaldelbueno,novayaaserquemeexploteentre losdedos—.Perolasputasquetetraigoestanoche...Selotragantodoy lespuedeshacerdetodo...Yameentiendes... Lomejorseráqueasientaconlacabezaypongalamejorcaraque puedaparaquesequedetranquiloymedejeunratoamiaire.Yesohago, dejandoquemezarandeehastaqueelteléfonoempiezaavibrarmeenel bolsillo. Kolya apura su vaso de nuevo y se dirige a la estantería donde reposa la botella para volver a echarse más vodka. ¿Qué coño hacen llamándome en estos momentos? Pero por otra parte, debe ser algo lo suficientemente grave como para arriesgarse a hacerlo... Miro alrededor nervioso, y cuando compruebo que nadie se fija en mí, lo saco del bolsillo. Es uno de los números de los agentes que están haciendo la vigilanciaalosmíos. —¿Sí?—contestodeformaseca. —Tenemosunproblema. —¿Conquiénestás?—preguntocerrandolosojosconfuerza. —Consuhija,señor. Levanto la cabeza y descubro a Kolya mirándome fijamente. Le hago un gesto disimulando para que se piense que quien me llama es Maddieyempiezoacaminarhacialasalida.Entoncesélmecortaelpaso ysinqueyopuedahacernadaparaimpedirlo,mequitaelteléfonodelas manos. —Maddie preciosa —Empiezo a sudar y trago saliva repetidas veces—. No te preocupes porque voy a cuidar muy bien de tu hombre, peroestanochenoleesperesdespierta. Esperoqueelagentesehayadadocuentadelasituaciónynosele ocurraabrirlaboca,peroporsiacasonolohace,learrebatoelteléfonoa Kolya de las manos, arriesgándome a que no se lo tome bien. Durante unas décimas de segundo nos miramos muy serios, hasta que él esboza una sonrisa que deja a la vista varios dientes de oro y levantando las palmasdelasmanos,empiezaacaminarhaciaatrás. —Maddie... —Empiezo a decir saliendo de la habitación mirando alrededorcomoundesesperado. —Eseera...Kozlov,¿señor? —Sí. En cuanto salgo al exterior, apoyo la espalda contra la pared del almacénymedejocaerhastaquedarmesentadoencuclillas. —¿Quéhapasado?—pregunto. —Noloséexactamenteseñor,perohevistoentraralnoviodesu hija en el local y cómo lo sacaban entre tres tipos una media hora más tarde.Sehapegadoconellosduranteunratoyentoncessuhijahasalido. Cuandoellaintentabacalmarleparaquedejaradeapalizaraunodeesos armarios,éllehadadouncodazofortuito. —¿Ellaestábien?—preguntoconlaansiedadapoderándosedemí. —Físicamente sí... Pero... señor, si me lo permite, diría que anímicamenteno... Mefrotoconfuerzalosojosygolpeolaparedconlapartedeatrás demicabeza. —Alchicoselohallevadolapolicía...Debenhaberlosllamadolos deseguridaddellocal. —¿Aquécomisaría? —Nolosé,peropuedointentaraveriguarlo,señor. —Hazlo —digo poniéndome en pie de repente—. Y envíame un mensajecuandolosepas.¿Dóndeestás? —Enelclub,señor. —Notemuevasdeallí.Voyparaallá. —Peroseñor... Cuelgo sin dejarle acabar la frase. No voy a perder tiempo entrando de nuevo en el almacén para coger mi casco, evitando también cruzarmeconKolya.TampocomemolestaréenllamaraSeanycontarle el cambio de planes ya que estoy seguro que el agente le pondrá al corrienteenseguida.Asíquemesuboalamoto,arrancoelmotorysalgo quemando rueda contra el asfalto. Me salto todos los semáforos en rojo quemeencuentro,esquivotodosloscochesquesemecruzanyhagocaso omiso de los claxon y los improperios que los conductores me dedican. Medaigual.Dehecho,medaigualtodo.Soloquieroestaralladodemi hija. Me necesita y no puedo quedarme impasible sabiendo que lo está pasando mal, mientras dejo que una puta me chupe la polla para interpretarelpapelynosalirmedelguiónestablecido. Veinteminutosmástardeaparcolamotoenlaacerafrentealclub donde trabaja Kate. No puedo evitar maldecirme cuando veo la fachada porqueaunqueséqueellasolobailaallídentro,quenuncalastocanadie, saberquelohacecasidesnuda,mientrascientosdetíosnolequitanojo, me revuelve el estómago. Y sospecho que eso es lo que le ha pasado a Nathan...Ynoleculpoporello.Dehecho,siyohubieraestadodentrocon él, ahora seguramente le estaría haciendo compañía en la celda de la comisaría. Bajodelamotoymiroarribayabajodelacalle,intentandoveral agenteysonríoalcomprobarquemeesimposible,señaldequeestamos haciendolascosasbien.Sacoelmóvildelbolsilloycomprueboquetengo unmensajeconladireccióndelacomisaríadondeestáNathan. —¿Seguroqueestáisbien,chicas? Encuantooigolavoz,levantolavistahaciasuprocedencia.Veoa untiponegroenormeaguantarlapuertadelclubmientrasmihijayotra chicasalendeél.Encuantolapuertasecierraasusespaldas,lesvuelvoa escucharcontotalclaridad. —Sí,gracias,Klaus.Ahoralaacompañoyoacasa. —Comoqueráis.Nosvemosmañanaentonces—diceabrazandoa laotrachica. —Gracias, Klaus —dice entonces Kate abrazándole también—. Y sientolodetucara. —Yo también siento haberle dado, no sabía que era tu chico... Aunque, el bastardo pega fuerte —contesta él tocándose la mandíbula—. Sialgunaveznecesitauntrabajo,dilequemellame. —Hastamañana—contestaKatecariñosamente. —Hastaluego,chicas. Encuantoeltipovuelvedentroyellasempiezanacaminar,decido salir de la penumbra donde me había refugiado. Notan mi presencia enseguidaymientraslaotrachicamemiraalgoasustada,Katelohacecon losojosylabocamuyabiertos. —¿Quéhacesaquí?—medice. —Kateyo... —Noestoydehumorparasermones... —Lo sé —contesto agachando la cabeza con las manos en los bolsillos—.Noesmiintenciónsermonearte.Sóloqueríasabersiestabas bien... —Joder... —dice mesándose los cabellos con una mano—. Cómo mehubieragustadoescucharesohacequinceaños... Su amiga que hasta ahora nos miraba a uno y a otro, como si estuviera presenciando un partido de tenis, con la frente arrugada sin entender nada, parece estar viendo la luz y su semblante pasa de la incomprensiónalasorpresa. —Es...—preguntaaKateseñalándome. —Sí,Pipper,tepresentoamipadre.Papá,ellaesmimejoramiga, Pipper. —Encantado,Pipper—digoyoponiendolamejordemissonrisas. —Joder... —contesta ella mirándome de arriba a abajo descaradamente hasta que se da cuenta de la mirada de Kate y añade—: Bueno...mevoyairyendoparacasa... —Vale.Tellamomañana,¿vale? —Claro —Se despiden con un abrazo y al pasar por mi lado levantaunamanoydice —Adiós. —Hastaluego,Pipper. Encuantonosquedamossolos,mirohaciaelparquequehaymás abajoyseñalándolopregunto: —¿Quieres...? Kate se encoge de hombros y empieza a caminar calle abajo. Me pongo a su lado y la observo por el rabillo del ojo. Cada vez se parece más a su madre físicamente. Sonrío al recordar que cuando se lo decía, Janetmecontestabaqueencambiodecarácter,eraclavaditaamí. En cuanto llegamos al parque, nos sentamos en un banco y seguimos callados durante un rato. No me importa, porque aprovecho para disfrutar del momento de poder contemplar a mi hija tan de cerca, algoquehacíaveinteañosquenopodíahacer. Ellanomemira,sinoquetienelavistafijaenunaamericanaque reposa en su regazo. Acaricia la tela con delicadeza, mientras algunas lágrimaslamojanyellasededicaasecarlasconrapidez. —¿EsdeNathanlachaqueta?—lepreguntopasadounrato. Ella asiente con tristeza mientras se aferra a la prenda como si fuera lo único que le quedara de él. Entiendo esa sensación. Yo lo hacía concadanotaqueellameescribía. —Él... Yo... —Reposa la espalda en el banco, apretando la americanacontrasupechoyagachandolacabezaparainhalarsuolor—. No sabía que trabajo de stripper... No me atreví nunca a decírselo y no encontraba el momento de hacerlo... No quería que malinterpretara las cosas,quesepensaraquesoy...unaputa... Las lágrimas corren por sus mejillas sin control y yo levanto un brazoparaacercarmimanoasucaraeintentarsecarlas,peromefrenoen seco. No sé si después de tantos años ella va a aceptar que tengamos contacto como si no hubiera pasado nada, así que no quiero tentar a la suerteyaqueestoesmuchomásdeloqueyohabríasoñadodespuésde todoesetiempo. —Cariño...NocreoqueaNathanleimportetutrabajo... Clavasuspreciososojosazulesenmíymeescuchaconatención apretandoloslabiosconfirmeza. —Losé... —Creoquesehavueltolocoalveratodosesostíosmirándote.Y no le culpo... Ya sabes lo que pienso —Levanto las palmas de las manos cuandoveoqueabrelabocaparareplicarme—.Losé,nadadesermones. Ya sé lo que me vas a decir, y lo entiendo, pero entiéndeme a mí como padre...yaNathancomonovio. —NocreoqueNathanseamásmi,novio—Subelospiesalbanco y aprieta las piernas contra su pecho, con cuidado de no arrugar demasiado la chaqueta—. ¿Sabes? Por un tiempo casi parecíamos una parejanormal. —¿Yquiéndicequenopodáisseguirsiéndolo? —Él confió en mí. Se abrió de par en par ante mí. Y yo, en cambio...tuvemiedo.Miedodeperderleporcontarlelaverdad.Yahorale pierdopornohabérselacontado. —¿Túlequieresapesardesabertodoloquehahecho? Tengolamiradaperdida,pensandoenMaddie,encómoapesarde saberlaverdadsobremí,mearropóentresusbrazosymepidióqueme quedara a su lado. Entonces giro la cabeza hacia Kate, viendo como me miraasintiendoconlacabeza. —Puesconfíaenél—digosonriendo—.Porquequizálecuesteun tiempoaveriguarlo,perosedarácuentadequetequiere,apesardetodo lo que haya podido pasar... A pesar de todo lo que pueda venir... Por encimadetodo... Entoncespasaalgomágico.Veocomopocoapocoseacercaamí y apoya su cabeza en mi hombro. Por unos segundos aguanto hasta la respiración, temiendo hacer cualquier cosa que cambie la situación. No meatrevosiquieraaparpadear.Tragosalivaycierrolosojos.Inspiropor la nariz y me inunda su olor, el mismo que cuando era pequeña y la lanzaba por los aires. La cabeza se me llena de pequeños flashes de recuerdosquesalenalaluz,comosimimenteloshubieraenterradopara queIgornolosborrara. —¿Estás bien? —oigo que me dice pasando sus dedos por mis mejillasysecandounaslágrimasquenimehabíadadocuentaqueestaba derramando. —Mejorquenunca—lecontestopasandounabrazoporencimade sushombros. La aprieto contra mi cuerpo y beso su pelo. Mantengo los labios pegadosasucabezaduranteunossegundos. —¿Maddie sabe lo tuyo? —me pregunta de repente—. ¿Se lo has contado? —Sí... —Y se quedó a tu lado a pesar de todo... —dice como una afirmaciónparaellamismamásquecomounapregunta. —Exacto.ComotútequedastealladodeNathanapesardesaber todo lo que vivió en Afganistán y a pesar de saber las consecuencias psicológicasquelehabíaacarreado. —Yo le quiero y quería ayudarle. Sabía que quería estar con él. Algo me decía que él era el indicado y me daba igual lo que hubiera hecho,solomeimportabaquienera. —Tuchicoyyonosomostandiferentes...Hemoshechocosasde lasquenoestamosmuyorgullosos,peroenelfondo,nosomostanmala gente por lo que parece —Acaricio su pelo, despejando su frente de algunosmechonessueltos—.Daletiempo,recapacitará. Pasamosvariosminutossindecirnosnada,hastaqueellamirasu relojyempiezaaincorporarse. —Deboirme.RoseestáencasacuidandodeCodyyesmuytarde. Sedebedeestarpreocupando. —Yyovoyaversipuedosacaratuchicodelacomisaría. —Me... ¿me dirás si está bien? Supongo que aunque no te lo he dadonunca,debesdetenerminúmerodeteléfono... —Ajá—digoponiéndomeenpieasulado—.Tellevo.Hevenido enmoto.Sincascoporeso...¿Teimportasaltartelaleyconmigo? Mesonríeyseagarrademibrazo,comocuandoeraminiña.Se me dibuja una sonrisa en los labios que no me quito ni cuando quince minutosmástardeaparcodelantedesuedificio. —Bueno...graciasportodo.Portraermeypor...lacharla. —Denadacariño.Graciasatipordejarquemeacercaraahablar contigo.Lonecesitaba. —¿Y ahora qué? —pregunta levantando las cejas—. ¿Cuando... te volveréaver? —Pronto.Teloprometo. Nos miramos sonriéndonos, indecisos sin saber cómo despedirnos,siconunabrazooconunsimplemovimientodelamano. —¿DóndeestáNathan?—lavozdeunniñonosinterrumpe. Miramoshaciaarribayveoaminietoapoyadoenelquiciodela ventana.Eslaprimeravezquemeveynodebedesaberquiénsoy. —Codycariño.Vuelvedentro.Ahorasubemamá. —¡No!—contestaconungrito—.¡¿Dóndeestá?!¡¿Quiénesese?! —Cody, por favor —contesta Kate alzando la voz sin gritar para nomontarunaescena—.Ahorasubo. Semetedentroycierralaventanaconfuerza,mostrandosutotal desacuerdo. Cuando se gira, me pilla sonriendo como un bobo, aún mirandohaciaarriba. —Yo no me río... Ahora a ver cómo le explico lo que ha pasado conNathan...Mevaaodiar... Entonces oímos como la puerta del edificio se abre y vemos a Codysalircorriendo,descalzoyenpijama. —¿Sepuedesaberquéhaces?—lepreguntaKateperoélnolehace nicaso,mirandoarribayabajodelacalle—.¿DóndeestáRose? —¡Cody! —grita una señora que doy por hecho que será Rose, saliendo del edificio despavorida—. Entra dentro inmediatamente. Lo sientoKate,semeescapó. —NotepreocupesRose.VamosCody—Ymirándomeamí,dice —:Hastaluego. —Adiós—respondoyo—.Adiós,Cody. Entonces Cody se suelta del agarre de la mano de su madre y vuelveadondeestábamos,mirandonerviosoaunladoyaotro.Katese acercaaélyagarrándoleporloshombros,seagachaasualtura. —Cariño, Nathan no está —le dice con toda la delicadeza que puede. —¿Porqué?—contestaCodyempezandoallorar. —Verás...Hemosdiscutidoy... —¡No, no, no! —Se revuelve tapándose los oídos y cerrando los ojos. —Escúchamecariño—diceKateconpaciencia,agarrándoledelas manos. EntoncesCodyabrelosojosypalpalasmanosdesumadre.Parece comprobaralgo,comosibuscaraalgo. —¿Telohadado?Mamá,¿telohadado?—preguntanervioso. —¿Darmequé?Cody,relájate. EntonceselniñoreparaenlachaquetaqueKatellevaenlamanoy selaquitaconrapidez.Sinningúnmiramiento,arrastrándolaporelsuelo, rebuscaentrelosbolsillos. —¡Cody!—gritaKate. —Cariño,vuelvedentro—diceRoseacercándoseaél. Pero Cody ya no las oye. Sostiene una pequeña caja entre sus manosmientraslloradesconsoladamenteysupequeñocuerpotiemblasin control. —Cariño,¿quéllevasahí?—lepreguntaKateacercándose. —Era para ti —consigue decir entre sollozos—. Nathan te lo ha compradoparati. —¿Elqué? —¡Elanillo!¡Nathanibaasermipapáyahoraoshabéispeleado! ¡Teodio!¡Osodioalosdos! Codytiralacajitaalsueloysalecorriendohaciaeledificio.Rose reaccionaatiempodeseguirleyacompañarlehaciaarribamientrasKate sequedaclavadaenelmismositioqueestaba.Miralacajita,quesigueen elsuelo.Meacercolentamentehastaellay,aunquedudounossegundos,la agarrodelcodoylalevanto,cogiendolacajaconlaotramano. —¿Es...?-mepregunta. —Nolosé,cariño,perotienetodalapinta... —¿Ibaapedirme..? —Puesesoparece... —Diosmío—dicegirándosehaciaeledificioylevantandolavista hacialahabitacióndeCody—.Tengoquesubirahablarconél. —Toma—digotendiéndoleelanillo. —No. Toma tú —responde tendiéndome la americana—. ¿Vas a verle,verdad? —Sí... —Puesllévaselo.Nocreoqueleapetezcapedirmequemecasecon élytampocoquemequedeconelanillo... —¿Quieresqueledigaalgo?—ledigoresignado. —No...Supongoqueaúnmeodiarámáscuandoledigasqueeres mipadre...Tampocoleconténadadeti... —Bueno, eso lo entenderá. Es información clasificada, incluso paraél...Aunquepuedequemereconozcademi...pequeñaincursiónenel parque...yasabes,cuandointentéquesealejaradeti... —Notepreocupesporeso.Sabedetutendenciaaintentaralejara misposiblesnovios. —Mejor, así nos ahorramos las presentaciones —Sonrío intentandoqueserelaje,cosaquenoconsigo,comopuedocomprobarpor suexpresióncuandosealeja—.Cariño,veráscómosesolucionatodo. La observo hasta que entre en el edificio y antes de volver a subirme a la moto, compruebo ambos teléfonos, que no han parado de vibrardentrodelosbolsillosdemisvaqueros.Meparecequehecabreado aunpocoaSeanyaquemehallamadomásdeunadecenadeveces,pero loquemásmepreocupasonlasdosllamadasquetengodelpropioKolya. No quiero que sospeche, pero quiero ver a mi hija feliz, y parte de esa felicidaddependedeNathan,asíqueaúnnopuedovolveralalmacén. Entroenlacomisaríadelacalle42ycomonoveoaningúnagente detrásdelmostrador,medirijoalosdespachos. —¿Qué cojones hace aquí dentro? —suelta uno de los agentes levantándosedelsofádondeestáestiradodormitando—.¡Debeesperaren elmostradorderecepciónhastaseratendido! —Nathan Anderson —digo sin hacer caso al agente—. Le han traídoharácosadedoshoras.Vengoasacarle. —¿Sacarle?¿Estádebroma?¿Quiéncojonesesusted? —JackHoran.FBI. —Ya, claro. La placa —dice el agente haciendo un gesto con la mano. —No la llevo. Pero esperen —Marco el teléfono de Sean y en cuantomecontesta,gritándomeporsupuesto,lecortodiciéndole—.Sean, luegoteexplico.Hazloquetepido.Estoyenlacomisaríadelacalle42. Necesitosacaraalguiendeaquí.Tepasoconunagenteyseloexplicas. Sin siquiera esperar respuesta, le tiendo el teléfono al agente y haciendocasodemisentidodelaorientación,empiezoadirigirmehacia las escaleras que bajan al sótano, lugar donde siempre se encuentran los calabozos.BajolasescalerasaúnoyendoalagentehablarconSean. Abajo hay tres calabozos grandes, pero Nathan está solo, cosa extraña siendo de noche y en una ciudad como Nueva York. Me planto delante de los barrotes y le observo sin decir nada. Está sentado en el suelo,conlaespaldaapoyadaenunaesquina,parapodertenerunavisión completadetodoellugaryasícontrolarlasituaciónentodomomento.Se nota su formación militar en estos casos, yo hubiera hecho lo mismo. Mantienelasrodillasflexionadasylacaraenterradaensusbrazos. —Nathan—digoenuntonobajoparaintentarnoasustarle. Lentamente levanta la cabeza y compruebo que no parece estar muymagullado,tansolounpequeñocorteenunaceja,quehadejadoun pequeñorastrodesangreyaseca. —Vaya—digosonriendo—.Trestíospegándoteyesoesloúnico quehanconseguidohacerte. Me mira serio, sin abrir la boca para contestarme, seguramente haciéndome un escáner completo para intentar averiguar quién cojones soyyoylasintencionesquetengo.Justoloqueyoestaríahaciendo. —Deacuerdo—oigolavozdelagentebajandolasescaleras. En cuanto llega a mi lado, me devuelve el teléfono y, muy avergonzado,agachalacabeza. —Losientoseñor—dicemetiendolasllavesenlacerraduradela puertadelacelda. Asientoconlacabezamientrasmeguardoelmóvilenelbolsillo del pantalón. La puerta se queda abierta y el agente se queda al lado de ella,mirandohaciaNathan. —Puede irse, señor. Y... lo siento mucho. No... No sabía que era ustedMarine,señor. Nathannosmiraaunoyaotroconelceñofruncido.Seponeen pieypasapornuestroladosindirigirnoslapalabra.Elagenteinclusose cuadraylehaceelsaludomilitarcuandopasapordelantedeél. —Gracias, agente —le digo cuando Nathan empieza a subir las escaleras. —Denada,señor.Ydenuevo...sientohaberlehabladoantescontan pocorespeto... AsientoconlacabezaysigoaNathanantesdequesemeescape. Subolasescalerasdetresentresysalgodelacomisaríacorriendo. —Espera—digo. Camina calle abajo con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada, sin molestarse en girarse hacia mí y mucho menos en contestarme. —Tengo algo que es tuyo —grito a la desesperada—. Algo... de partedeKate. El simple hecho de escuchar su nombre, le paraliza. Se frena en seco y tras unos segundos de dilación, empieza a darse la vuelta lentamente. Nos quedamos de frente, estudiándonos con detenimiento, hasta que me atrevo a dar unos pasos hacia él. Me sé de memoria su historialmédicoyconozcosusproblemascomosifuerasupsiquiatra,así quealzolasmanosylevantolaspalmas,dándoleaentenderquenovoya intentarnadararo.Sugestonoserelajaniporunmomento,peroentonces sepercatadelaamericanaquellevoenlamano. —Estoestuyo—ledigomientrasselatiendo. Éllacogeconambasmanosylaobservaduranteunossegundos. Sé que decenas de preguntas se agolpan en su cabeza, así que decido ponerlelascosasfáciles. —Me la dio Kate para que te la devolviera. Ella está bien. Solo tieneunpequeñocorteenellabio. Levantalavistahaciamí,conelmiedoreflejadoensusojos,pero enseguidaesquivamimirada.Puedovercómosusojossemuevendeun ladoaotrosinparar,intentandoordenarlainformación,alavezquesus manosestrujanlaamericana. —Cody está... un poco disgustado. Pero Kate y Rose están intentandocalmarle. Alinstante,susojosseclavanenmí.Supechoempiezaasubiry bajarconfuerzaeinclusosoycapazdeescucharsurespiración. —Escúchame,tranquilo—Meacercounpocomásalaparqueél retrocede—.Espera,novoyahacertenada.Confíaenmí,porfavor. Al final de la calle, a su espalda, veo el cartel de una cafetería iluminado, anunciando que está abierta las 24 horas del día. Muy apropiadoalladodeunacomisaría,pienso. —Te invito a un café —digo señalándola con el dedo—. Tienes pintadenecesitarunobiencargadoyamítampocomevendríanadamal. Avanzounospasosyalvermesolo,megiroyleobservo.Esbozo una sonrisa intentando infundirle tranquilidad. Normalmente, en los interrogatorios consigo llevar a la gente a mi terreno con mucha facilidad,perolaformaciónmilitardeNathanmeestáponiendolascosas muchomásdifícilesestavez.Hoynopuedofingir,loqueledigatieneque ser verdad, porque si no lo es, tengo la sensación de que se dará cuenta enseguida. Tengo que reprimir un salto de alegría cuando veo que sus pies empiezanamoverse,avanzandohaciamíaunqueconreparo.Entramosen la cafetería, que permanece vacía como cabía esperar. Tampoco se oye ningúnruido,sólounamúsicaprocedentedeunequiposituadodetrásde la barra. Nos sentamos en un mesa apartada de la barra, pero al ver que nadiesaleaatender,melevantoparapedir. —¿Solo?—Élasienteconlacabezasinmirarme. Me dirijo a la barra y golpeo una pequeña campana. Aparece un hombre mayor con pinta de haber estado durmiendo y le pido los dos cafés bien cargados. En cuanto me los prepara y le pago, vuelve a la trastienda sin más, sin pensar que perfectamente ahora podría meter la manoenlacajayllevarmetodalarecaudación.Megirosuspirandoyveo aNathanagarrandoaúnlaamericanaconfuerza,conlamiradaperdidaen algúnpuntomásalládelaventana. —Toma—digodejandoelvasoenlamesa—.¿Azúcar? Niegaconlacabezaydejodenuevoelsobredeazúcarquehabía traído del mostrador. Yo tampoco suelo tomar. Otra coincidencia más, piensosonriendomientrasmesientodelantedeél.Damosvariossorbos ensilencio,hastaquealfinal,levantalavistahaciamíymeencuentrocon susojosazulesbañadosenlágrimas. —¿Estámuyenfadadoconmigo? —¿Cody?—Élasiente—.Unpoco,laverdad.Peroselepasará. Leveonegarconlacabezaduranteunrato. —¿Quéeres?—preguntatrasunosminutosmásdesilencio. —¿Cómo?—contestosinentenderle. —El agente te trató de señor, y no tenía pinta de ser tan educado contodoelmundo...Además,llevasdospistolasdebajodelachaqueta. —FBI —contesto apretando los labios hasta convertirlos en una finalínea. Sopesalarespuestaduranteunrato,hastaquealfinalparecedarse cuenta que no tengo intención de mentirle y busca las respuestas a las muchaspreguntasqueseleagolpanenlacabeza. —¿YquécojonesquieredemíelFBI?¿Porquémepagauncaféel gobierno? —El FBI no quiere nada de ti excepto agradecerte tus años de servicio defendiendo a nuestro país —contesto palpando mi chaqueta en buscadeuncigarrillo—.¿Teimportasifumo? —No. —¿Quieresuno? —Nofumo. —Aunque en el fondo no sé si os enviaban allí para defender a nuestro país o para meternos donde no nos llaman... —sigo diciendo encendiendoelcigarrilloydándoleunacalada—.Seaporloquesea,creo que el precio que tuviste que pagar fue demasiado alto, y solo podemos dartelasgraciasporello. —Vale.¿Ylaformadedemostrarsuagradecimientoessacarmede loslíoseinvitarmeauncafé? —Noestaríamal,¿eh?Perono.Estonotienenadaqueverconel FBI...—Mequedocalladobuscandocómosoltarlabomba. —Noentiendoentonces...¿Nosconocemosdealgo? —Sí,yno.Dehecho,yanoshemosvistounavezantes,aunqueno sabes quién soy—. Nathan levanta las cejas pidiendo algo más de explicaciones,asíqueresoploconfuerzaporlabocaymedecidoadecir —.SoyJackHoran,elpadredeKate. AlinstanteNathanechalaespaldahaciaatrás,poniendolamáxima distancia posible entre los dos. Me mira con recelo, con los ojos muy abiertos, mientras soy capaz de ver cómo su cabeza empieza a recomponerelrompecabezas. —Kate no podía contarte nada de mí, Nathan. Soy agente encubiertoyllevoveinteañostrabajandodeincógnitoenunamisión.De hecho,llevoveinteañosseparadodeellayminietonomeconoce.Hoy porejemplo,nomehareconocidocuandomehavisto. —Perosinotenéisrelación...¿porquéteníasmiamericana? —Lamisiónqueestoyllevandoacabosehacomplicadounpocoy temo que puedan descubrir mi tapadera, así que por seguridad, tengo a agentesdelFBIsiguiendoamifamilia.Unagentehapresenciadoloque hapasadoestanoche,ymellamóparainformarme. Apoyaloscodosenlamesaysostienelacabezaenlaspalmasde las manos. Se frota los ojos repetidas veces, respirando profundamente paraintentarasimilartodalainformación.Apagoelcigarrillodentrode mitazavacíadecafé. —Fuihaciaelclubparavercomoestaba.Estuvimoscharlandoun rato, la primera vez en veinte años, y luego la llevé a casa. Cody estaba esperándola,asomadoalaventanayalnoverteconellasehapuestoun poco nervioso. Kate le ha explicado que habéis discutido y no se lo ha tomado muy bien —Hago una pausa para darle tiempo a su cabeza para quesigaencajandolaspiezasycontinúopocodespués—.Amítampoco megustaquetrabajeenelclub,Nathan...Peronuncahepodidohacernada, es mayorcita y además, sacando adelante a Cody ella sola, necesitaba el dinero. —Eso lo entiendo —contesta él volviendo a mirar a través de la ventana—.Peronopuedosoportarlaideadeque...otroslamiren.Séque no soy su dueño, ni mucho menos, pero quiero ser el único que la vea, quieroquebailesoloparamí... Chasquealalenguaysefrotalosojos,desviandolamiradahacia la calle. Apoya la cabeza en el cristal de la ventana y suspira dando muestrasdeagotamiento.Leobservoduranteunratoensilenciomientras se empieza a escuchar una balada lenta por los altavoces del equipo de música.Cruzalosbrazosencimadelpechoytragasalivarepetidasveces, visiblementeemocionado. —Me ha dicho que no te lo había contado por miedo a lo que pudierasllegarapensardeella... —¿Miedoella?—Niegaconlacabezasonriendoirónicamente. —Losé,losé...Yellatambiénsehadadocuentadequetútenías másmotivosparaestarasustadoyqueaúnasísiemprefuistesincero. —Noleheescondidonada...Pormuymaloquefuera... —Losé.Melohacontado... —Quería que estuviera conmigo sabiendo todo lo que hay. No queríatenerlaengañada.No...Noveíajustoquenolosupieratododemí... yconmásmotivoestandoCodydepormedio. Joder, me encanta este tipo. No trata de aparentar nada delante de mí, a pesar de saber que soy el padre de Kate. Se muestra tal cual, hablándome con franqueza. Le quiero para mi hija y tampoco me importaríaqueseconvirtieraenunreferentepaternoparaCody. —Tengo que pedirte disculpas —digo entonces cambiando de táctica.Estoyaesunretopersonal.Nopuedohaberestadoencientosde interrogatoriosyamedrentadoainfinidaddetíospeligrososyencambio nopodersolucionarunadiscusióndepareja. —¿Por?—memiraextrañadoarrugandolafrente. —Porhaberintentado...asustarteenelparque. Me mira fijamente, intentando asimilar mis palabras, hasta que parecequeseiluminadegolpe. —¿Túfuisteelquemeatacóenelparque?—preguntamientrasyo asientoconlacabeza-¿Porqué? —Verás—Empiezoadecirencogiéndomedehombroscuandoél meinterrumpe. —Katemeexplicóquealgunavezhabíasagredidoaalgunodesus ligues,peropensabaqueesohabíasidohacíatiempo,enlaadolescencia... —Y así es... Esta vez, realmente quería que te alejaras de ella. Te creía,peligroso...Paraellayparaminieto.Measustabaqueestuvieracon alguiencomotú. Estoy siendo duro, lo sé, pero esa es mi intención. Quiero que centralice su cabreo en mí y no en Kate. Y parece estar funcionando, a tenordesuexpresiónencendida.Sepasalasmanosporelpelosincesar, repiqueteandoelsueloconloszapatosdebidoaunticnervioso. —Compréndelo, Nathan —continúo sin piedad—. No podía permitir que alguien con tus antecedentes y tus problemas psicológicos, estuvieraconmihija.Aunqueestuvieralejos,siemprehequeridolomejor paramihija,ymehepreocupandosiempredeella,ycomopadre,unloco noesloquenadieesperacomoyerno. —¡Yo no estoy loco! —grita fuera de sí golpeando la mesa con ambasmanos—.Yonoestoyloco...Noestoyloco... Seabrazaelpechoconlosbrazosyagachalavista,negandoconla cabezamientraslaslágrimascaenensuregazo. —Ahoralosé.YfueKatelaquemehizoabrirlosojos.Apesarde que intenté advertirle varias veces, ella me repetía lo mismo una y otra vez.Medecíaquetequeríayqueconocíatodostusproblemas,peroque juntoslosibaisasuperar.Ymeparecequehasidoasí,¿no?—meinclino hacia él buscando su mirada—. Eso demuestra bastante valentía por su parte,¿nocrees? Leobservoconformesecalmapocoapoco.Dejadellorar,seseca laslágrimasycarraspeavariasveces.Seremueveincómodoenelsitio,al fin y al cabo es un hombre y no estamos demasiado acostumbrados a mostrarnuestrossentimientosdeunaformatanabierta. —Nunca se rindió conmigo... —dice como si estuviera convenciéndoseasímismo. —Puesalomejordeberíasnorendirtetúahora... Empiezoalevantarmedemisitioporqueestácasiamaneciendoy tengoquevolveralalmacén.AúnnoséquéexcusalepondréaKolyapor miausencia,peroalgosemeocurrirá.Élparecenecesitarunpocomásde tiempoynosemuevedelsitio.Tienelavistaclavadaensuamericana,la cualsigueestrujandoentresusmanos. —Porcierto,elanillosigueenelbolsillo. Oigo como a Nathan se le corta la respiración. Me mira con los ojos muy abiertos, intentando descifrar si estoy de acuerdo o no con el gestoqueibaahacer.Supongoqueledebohaberconfundidounpoco,y admitoqueverlecontralascuerdasmegusta. —Sí,ellatambiénlohavisto,perohapreferidodevolvértelo—De formainconsciente,palpalacajitaatravésdelatela,sinmeterlamanoen elbolsillo—.¿Quieresmiopinión? —Eh...sí...—contestasinatreverseamirarme. —No te lo ha devuelto porque no quiera casarse contigo. De hecho, creo que te diría que sí con los ojos cerrados —Me cierro la cremallera de cazadora y me subo el cuello para guarecerme—. Tengo queirme.Esperovertepronto,Nathan. CAPÍTULO41 Kate —Cody,cariño...Ábremelapuerta... —¡Tehedichoquemedejesenpaz! Asíllevamosdesdequehasubidoysehaencerradoenelbaño.Yo sentada el suelo, apoyada en la puerta, intentando convencerle para que abrayélgritándomequeledejeenpaz. —Kate,cariño—diceRoseacercándoseamídesdeelsalón—.Son lastresdelamadrugada.DeberíasdormirunpocoyCodytambién. —Nopuedodejarleahídentro. —Quiere estar solo. Quizá lo mejor sería respetar su decisión. Daletiempoparapensar,yquizásalgaporsupropiopie.Siquieres,yame quedo yo sentada en una silla aquí delante, pero tú ve a la cama a descansarunrato.Sino,luegonotetendrásenpieenlacafetería. —Nopuedo...—digohaciendoungestoconlamanoseñalandoa lapuertayamí. —¿Ynoirásatrabajar? —Tengoqueir—contestoresignadayresoplando. —Pues no se hable más —responde levantándome agarrando mi manoyllevándomealacama. Misprotestassonenvano,aunquetambiéntengoqueadmitirque estoy tan agotada, que la resistencia que opongo no es grande. Como si fueraunamuñecadetrapo,meconducehastamidormitorio.Mesientoen lacamaysindesvestirmesiquiera,meestiroencimadelacolcha.Megiro hacia el lado vacío que anoche mismo ocupaba Nathan y cojo su almohada, agarrándola e inhalando su olor como si fuera él. Enseguida laslágrimasquecaenpormismejillasmojanlatela,perotampocotengo fuerzasparasecármelasniparaimpedirquesalgan,asíquesimplemente, dejoquebroten. —Yo cuidaré de Cody —dice Rose acariciándome el pelo—. Intentadescansarunpoco. —Avísameparaloquesea... —Lo sé. Tranquila —Me corta cerrando la puerta de mi dormitorioalsalir. Acaricio la almohada como si se tratara de Nathan y sin darme cuenta,empiezoahablarle. —Losientomucho...Noqueríaqueacabaraasí...Semefuedelas manos... Enesemomentonotolavibracióndemiteléfonoenelbolsillode mis vaqueros. Tardo un rato en reaccionar, así que cuando lo hago, lo sacotodolorápidoquepuedo,conmanostemblorosas.Enseguidaveoel icono del sobre en la pantalla y producto de los nervios, me lleva tres intentosapretarlateclacorrectaparaleerelmensaje. "Nathanyaestáfuera.Hemosestadocharlandounpoco.Grantipo. Megusta.Tequiero.Teveomuypronto" Aunqueelnúmeronolotengograbadoenlaagenda,estáclaroque es mi padre. Y aunque yo nunca se lo he dado, tampoco voy a sorprenderme de que lo tenga. Conozco sus métodos y sé que sus contactossonmuchosymuyeficaces.Mirespiraciónsevuelveagitadade golpe, porque aunque me alegro de saber que Nathan está bien, esa conversaciónentrelosdosmeinquietaunpoco.Derepentenecesitosaber de qué han hablado, necesito oír de viva voz cómo está Nathan y sobre todo, que mi padre me explique de qué han hablado y qué ha hecho o dicho para caerle tan bien. Así que sin pensarlo dos veces, llamo a ese número desconocido que pienso guardar como contacto en cuanto cuelgue.Encuantosaltaelcontestador,nopuedoevitardesanimarmeyme derrumbo de nuevo encima de la almohada. Miro la pantalla de mi teléfono y mis dedos actúan por su cuenta, queriendo recordarme de nuevo aquellos días en los que no podía dejar de sonreír. Mi dedo se desliza por la pantalla, mientras decenas de fotos de Nathan pasan por delantedemisojos.Unasenlasquesaleélsolo,otrasenlasquesalimos losdos,ymisfavoritas,lasquesalejuntoaCody. Y pienso en el anillo, y en lo cerca que hemos estado de formar nuestrapropiafamiliayconvertiresasimágenes,enalgocotidianoenmi díaadía.Piensoencómoloteníatodoplaneado,yencómodebiósentirse al ver a la mujer a la que pretendía pedirle matrimonio, bailando prácticamentedesnudaenelescenariodeunclubdestriptease. Elteléfonosemeresbaladelasmanoscuandoempiezaavibrarsin parar.Lorecojoysemecortalarespiracióncuandoleosunombreenla pantalla.Escomosieluniversoestuvierajugandoconmigo,poniendomi corazón a prueba. Así que, entre las lágrimas nublándome los ojos, la respiración entrecortada y el temblor de mis dedos, me cuesta un rato poderatenderlallamada. —Hola... —contesto con la voz tomada por la emoción aunque intentandorelajarme. —Hola—contestaéldeigualmanera. Elratodespués,tiempoquenopuedoprecisarconexactitudsison pocos segundos o varios minutos, lo pasamos completamente callados, escuchando nuestras respiraciones. Intento hablar varias veces, pero la emoción se apodera de mí en todas ellas, y soy incapaz de hacer salir ningúnsonidopormiboca.Oigosurespiraciónatravésdelauriculardel teléfonoycierrolosojos,imaginándomequemeabrazaporlaespalday sualientorozamioreja. —¿Estáisbien? Escuchosuspalabrasyalinstanteempiezoasollozardenuevo.La emoción me embarga por completo y mi cuerpo empieza a temblar de manerainconsciente. —No —contesto entre lágrimas—. No estamos bien. Cody se ha encerradoenelbañoyaúnnohasalido.Meodia,ynoleculpoporqueyo tambiénlohago.Nopuedocreerquelohayaestropeadotodo... Trago saliva con dificultad, intentando de esa manera calmar los sollozos,elhipoylaansiedadqueseapoderademí. —Nathan,losientomucho—digosorbiendoporlanariz—.Seme fue de las manos. Quería contártelo todo pero nunca encontraba el momento.Meresultabamuydifícilcontárteloporqueteníamiedodeque medejaras... Oigounjadeoalotroladodelalínea,seguidoporunossuspiros. Séloqueestápensando.Séloquemevaadecir,ytienetodalarazóndel mundo. —Séquenofuijustacontigo.Túteníasmuchosmásmotivosque yoparaestarasustado,yaúnasímelocontastetodo.Losientodeveras, Nathan. —Yotambién...TenecesitoKate...Yquieroestarcontigo,perono sésiserécapazde...Solopensarloquehacesenelclubcadanoche... —Nathan, solo bailo, nada más. Siempre hay algún listo que se piensa que tiene derecho de pernada, como los de la noche que nos conocimos,peroafortunadamentenoeslohabitual.Teloprometo,bailar esloúnicoquehago. —Casidesnuda... Suspiroresignadaporqueesonolopuedonegar. —Necesitoeldinero,Nathan.Yenelclub,graciasalaspropinas, gano muy bien y puedo darle a mi hijo todo lo que necesita. Le estoy criandosola,yesmuydifícil... Vuelvoaescucharsurespiraciónpesadaalotrodelalínea.Coge aire varias veces con la intención de decirme algo, pero se arrepiente al rato, así que estamos varios minutos como al principio de la llamada. Puedo imaginármelo con el ceño fruncido y los ojos moviéndose de un ladoaotro,sopesandoconprudencialaspalabras.Inclusomeaventuroa adivinarquedebeestarrascándoselacabezayrepiqueteandoenelsuelo conelpie. —Yanoestássola-diceinterrumpiendomispensamientos. ¿Hadichorealmenteesaspalabrasosimplementelashesoñado?Y másimportanteaún,¿significanloquemicabeza,ysobretodoloquemi corazón,quierenhacermecreer?¿Puedequesuspalabrassolosignifiquen quetengoagenteamialrededorquemepuedeayudar?¿Oinsinúanalgo relacionadoconesacajitaquenomeheatrevidosiquieraaabrir?Siento mi corazón latir con tanta fuerza que retumba en mis oídos, y ademásparecequemevayaaestallardentrodelpecho. —Oye,tenemosquehablar... Ahora me siento totalmente derrotada. Ese "tenemos que hablar" mehahechopasardelaeuforiaalamiseriaenpocossegundosyesque esaspalabras,nuncaprecedennadabueno.Ellabioinferiormeempiezaa temblar y como si fuera una niña pequeña, quiero incluso taparme los oídosparanoescucharloquevienenacontinuación. —Peroahoraesmuytardeyaymañanaempiezastempranoenla cafetería,¿verdad? —Sí—consigobalbucearnosinesfuerzo. —¿Comemosjuntosmañana? —Vale... Soyincapazderesponderconalgomásquemonosílabos.Porun lado,micuerposesientealiviadoporquenohapronunciadolastemidas palabras, que suelen ser del tipo "no eres tú, soy yo", "lo nuestro no funciona"o"deberíamosempezaravernosconmásgente".Peroporotro lado,estonoharámásquealargarmiagoníahastamañanaalmediodía. Estoyseguraquemepresentaréaesacomidatotalmentedesquiciada,sin uñasyalomejorsintrabajocuandoamijefelelluevanlasquejashacia mípornosercapazdeserviruncaféencondicionesentodalamañana.Y todo ello por que tendré la cabeza ocupada intentando averiguar cuáles seránlaspalabrasexactasdeNathanparadejarme. —Hasta mañana Kate —Su voz suena como un susurro, como si meestuvierahablandoaloído,haciéndomeestremecer. Incapaz de contestar nada, cuelgo el teléfono sin despedirme siquiera.Mevaadejar,estoyconvencidadeello.Portonta,porcobarde, pornohabercorrespondidoasuvalentíaconsinceridad. Pero es que yo no quiero perderle... Nunca he sido más feliz que duranteestosmeses,inclusocuandoloúnicoquenosuníanerannuestros paseos nocturnos en metro. A pesar de todo lo que tuve que luchar para conseguirqueseabrieraamí.Apesardelmiedoquesentíaenocasiones pornosabercómoreaccionaríaasegúnquéestímulos. "Nomedejes" Le envío el mensaje sin meditarlo demasiado, arrastrándome sin importarme hacerlo. Me da igual suplicarle, porque lo haría si hiciera falta. Miro la pantalla del teléfono sin pestañear, esperando recibir una respuestaporsuparte.Pasandiezminutosycomprueboqueelmensajese haya enviado. Pasa media hora y miro si tengo cobertura para recibir la respuesta. Pasa una hora y estoy convencida de que ya no quiere saber nadademí. Doyunsaltodelacamacuandoelteléfonoempiezaabrincarami lado. Me lleva un rato darme cuenta que lo que suena es la alarma despertadorquetengoprogramadacadamañana.Entoncesvoycorriendo haciaelbañoyveolapuertaabierta.VoyhacialahabitacióndeCodyyle veo durmiendo en brazos de Rose mientras ella se mece en la misma hamacadondeyoledormíacuandoeraunbebé. —Hola —susurra Rose aún despierta—. Hace una hora que le convencíparaqueabrieralapuerta.Leprometíquemequedaríaconél. —NosécómoagradecérteloRose...—digoagachándomeasulado yacariciandoelpelodemihijo. —Nohacefaltaquelohagas.Osquierocomosifueraismihijay minieto. —¿Cómoestá? —Muytriste.Peroesunniño,porsuerteopordesgracia,olvidan pronto,asíqueselepasará.¿Ytúcómoestás?Teheoídollorartodala noche... —Muytristetambién—contestoagachandolavista. —Anocheteoíhablarporteléfono...¿Hablabasconél? —Ajá...Hemosquedadoparacomerjuntos...yhablar. —Esoesbueno,¿no? —No—digopeinandoconlosdedosmimarañadepeloderecién levantada—. No creo que quiera quedar para solucionar las cosas conmigo.Creoquequierequedarparazanjarlonuestrodefinitivamente. Rose levanta las cejas y me mira sin decir nada, esperando más explicacionespormiparte. —Me dijo "tenemos que hablar" —comento gesticulando con las manoscomodandoporobvioelsignificadodeesaspalabras. —Vale...¿Yesoquieredecirquequieradejarte? —Claro.¿Quévienedespuésdeesafrase?Todoelmundosabeque cuando alguien te dice eso, no viene nada bueno después. Nadie dice "tenemosquehablar,tequiero",o"tenemosquehablar,cásateconmigo". —Me parece que estás dando muchas cosas por sentado... Por el amor de Dios, Kate, te compró un anillo... ¿Te piensas que puede pasar páginatanfácilmente? —No lo sé... Pero me dijo que no era capaz de estar conmigo sabiendoloquehagoenelclub... —Bueno,alomejorquiereversiseríascapazdedejarloporél... De hecho, quizá es el momento de dejarlo, y ya no por él, sino por ti misma.Hacetiempoquedicesqueestáscansadadeesetrabajoyquesino lo dejabas era por el dinero. Creo que Cody entenderá no poder ir de campamentosacambiodequepasestodaslasnochesconél. Tiene razón, lo he comentado varias veces. Quiero estar con mi hijo y ya estoy cansada de la vida nocturna y de los babosos que van a verme bailar, aunque sus propinas me ayuden a darle a Cody todos los caprichosqueconmisueldoenlacafeteríanopodría. —Kate,hevistocómotemira,cómobesaelsueloporelquepisas, cómoseleiluminalacaracuandoteve.Hevistocómosecomportacon Cody, cómo se entienden y cómo le cuida cuando tú no estás. ¿Estás realmente segura de que quiere quedar contigo para acabar con vuestra relación? —Esque...nolosé—contestotapándomelacaraconambasmanos —, pero estoy agobiada. La he cagado y tiene todo el derecho a estar dolido conmigo y necesito verle para contárselo todo de una vez por todas...perotengomuchomiedodeperderle...Yesjustoelmotivoporel quenoselodijeantes. Entonces miro a Cody ladeando la cabeza. Acaricio su pelo con ternurayconcuidadoparanodespertarle.Aprietoloslabiosresignaday Rose,queparecequemeleelamente,medice: —Selepasará.Déjaledescansar. —Peromedueleverleasípornuestraculpa. —Pues arregladlo y todo volverá a enderezarse —Me coge la mano y la aprieta cariñosamente con una gran sonrisa en la cara—. Me quedo con él todo el rato que haga falta, no te preocupes. Cuando se despierte,iremosadarunpaseoalparque. —Gracias de nuevo, Rose. No sé qué haría sin ti —contesto poniéndomeenpie—.Mevoyadarunaducharápidaparadespejarmeque alfinalllegotarde. Quinceminutosdespués,yaduchadayvestida,merecojoenpelo enunacoletayvuelvoalahabitacióndeCodyparadecirleaRosequeme marcho.Codysiguedurmiendoensusbrazos. —Memarcho,Rose. —Vale, cariño —contesta ella—. Luego a lo mejor pasamos a verte.Ydisfrutadelahoradelacomida... —Esoespero... —MellevaréaCodyacomeramicasa.¿Aquéhorahasquedado conNathan? —Aninguna.Seimaginaráquecomoalamismahoradesiempre yvendráarecogerme... —¿Ysileenvíasunmensajepara...recordarlevuestracita?—me diceconunasonrisacómplicedibujadaensuslabios. —Yaleenviéanocheunmensajesuplicante,enelquesólomefaltó enviarle una foto mía arrastrándome para pedirle perdón, y sigo esperandorespuesta.Asíquecomocreoqueyanomequedamásdignidad queperder,esperaréaquevengaarecogermeporlacafetería. AcercomislabioshastalafrentedeCodyylabesocondelicadeza paranodespertarle.BesoenlamejillaaRoseysalgoporlapuertadecasa conelbolsocolgandodelhombro. Unavezenlacalle,yapesardesertantemprano,unabofetadade calor me da los buenos días. Agosto en Nueva York es horroroso. Me pongolasgafasdesolyempiezoarecorrerlaspocasmanzanasqueme separan de la cafetería. Cojo los auriculares y como todas las canciones quetengoguardadasenelmóvilmerecuerdanaNathan,decidoescuchar laradio.Suenanlasnotasdeunacanciónbastantecañera,ymedescubro tarareándola con un amago de sonrisa en la cara y el ánimo algo más recuperado. Pero como los dioses me odian con todas sus fuerzas, la canciónquevieneacontinuaciónmehundeenlamiseria. Rendirse...¿EsesoloqueNathanvaahacerconmigo?Porqueyo nomerendíconél,nunca,nisiquieracuandonosoportabaquelerozara, cuandonisiquieramehablaba. Enseguidadescargolacanciónymelaguardoenelteléfono.Abro elprogramademensajesycopiolacanciónparaenviársela,aunqueantes de hacerlo lo sopeso unos segundos, rozando con la yema del dedo en botón. ¿Le escribo unas palabras o le envío la canción sin más? Al principiolohacíamosporqueparecíaqueleservíacomoterapiayyole enviaba las que creía que él podría soportar sin bloquearse. Pero con el tiempo se convirtió en parte de un juego, y nos las enviábamos sin un motivo concreto: unas veces porque nos gustaba, otras porque nos recordaba al otro, o simplemente para enfatizar las palabras que escribíamosenlosmensajes. Mis dedos toman la decisión por mí. Aprietan el botón y acto seguido, mientras se está enviando, teclean unas palabras de acompañamiento. "¿Estoesloquevasahacerconmigo?¿Rendirte?Porqueyonolo hicecontigo,ynomearrepientodeello" El chivato del programa me dice que está conectado y como una posesa,niparpadeohastapoderverlapalabra"escribiendo"reflejadaen lapantalla.Agarroelteléfonoconfuerzaynisiquieraprestoatenciónal tráfico. He hecho este camino tantas veces que creo que soy capaz de llegaralacafeteríaconlosojoscerrados. —¡Vamosjoder!¡Escribe!¡Séqueestásconectado!—legritoami teléfono. Me paro mientras espero a que el semáforo se ponga en verde y entoncesmedoycuentadequedebohaberlodicholosuficientementealto comoparallamarlaatencióndelosqueestánamialrededor,porqueme siento observada. Pero me da igual, tengo cosas más importantes de las quepreocuparme.Dehecho,unasolaenestosmomentos,queelinsensato que me hace hacer cosas nada propias de mí, agarre el teléfono y me contesteelpuñeteromensaje. —Perdoneseñorita... Vamos,porfavor.¿Quétecuesta? —Perdone. Resoplodándomeporvencidacuandonadahacambiadodesdeque envié el mensaje. Ya debería de haberle dado tiempo de escuchar la canción,leermimensajeypensarseunarespuesta,¿no?Además,esigual, nohacefaltaqueselapiense.Aestasalturasmeconformaríaconuntriste y simple monosílabo. Levanto la cabeza y miro alrededor para darme cuentaqueelsemáforosedebehaberpuestoverdeyyanohaynadie...a excepcióndelhombrequesehabajadodeltodoterrenoquesehaparado delantedemí. —Perdone —dice con un claro acento extranjero, sosteniendo un mapaensusmanos—.¿Mepuedeecharuncable? —Claro—contestocuandoconsigosalirdemiensimismamiento, guardandoporfinelteléfonoenelbolsillodeatrásdelosvaqueros. En cuanto me acerco a él, suelta el mapa y con un movimiento rápido, me tapa la boca con una mano y me agarra de la cintura, metiéndosedenuevoenlapartedeatrásdelcocheyarrastrándomeamí conél. Una vez dentro, otro hombre me inmoviliza mientras mi captor coge cinta adhesiva de una bolsa. Al ver que mis labios ya no están tapados, grito con todas mis fuerzas, pero las puertas ya están cerradas. Además, a través de los cristales puedo comprobar que ya nos hemos introducido en la vorágine del tráfico de la ciudad, donde cientos de bocinascamuflanmisintentosdellamarlaatención. Actoseguido,micaptorsellamislabiosconuntrozodecinta,tapa mi cabeza con una bolsa de tela opaca y ata mis muñecas y tobillos con unas bridas. Todo muy rápido, sin dejar cabos sueltos, sin posibles testigos... todo, muy profesional. Pongo entonces los sentidos que me quedanenalertaeintentoescuchartodoloquedicen,peroenseguidame doy cuenta de que me va a servir de poco, aunque me permite darme cuenta que no me han escogido al azar. Hablan ruso, así que esto solo puedetenerqueverconunapersona:mipadre. CAPÍTULO42 Maddie Eldespertadordebedeestarapuntodesonar,peroestanocheme ha sido difícil conciliar el sueño y cuando lo he conseguido, no lo he hecho durante más de una hora seguida. Hace un buen rato que estoy despierta,dandovueltasentrelassábanas,pensandoenél. Dentrodepocoharáundíaenteroquenoleveo,yaunqueélyame advirtióquelacosapodríaalargarse,teníaunapequeñaesperanzadeque nofueraasí.Además,lafaltadeinformaciónmeestámatando.Nosaber cómo está yendo la operación, si todo marcha como esperaban y sobre todo si está bien, es lo que me hace perder el sueño. Ahora mismo me conformaría con escuchar su voz por unos segundos, creo que incluso, soloconverleunrato. Mi móvil empieza a temblar en la mesita. Son las ocho de la mañana, y la alarma del despertador se pone a trabajar. Empiezo a incorporarmehastaapoyarlaespaldaenelcabecerodehierroforjadode la cama, y me froto los ojos perezosamente. Entonces me doy cuenta de quelacanciónquesuenaesdiferentealahabitual.Estanoes"Wakemeup beforeyougo-go"deWham!¿Seráunallamada?Aunquetampocoesel tonoquesuelesonar...Apartolasmanosdelacaraymeinclinoaunlado para alcanzar el teléfono. En la pantalla brinca el dibujo del reloj despertador,confirmandomisprimerassospechas.Entonces,laexpresión de mi cara va cambiando poco a poco, pasando de la confusión e incomprensión inicial a la sorpresa y, por qué no decirlo, a la felicidad másabsoluta. Muerdo mi labio inferior, mientras abrazo mi teléfono como un tesoro.Jackcambiólasintoníaparaquemedespertaraconlacanciónque élquería,laqueeligióparamí.QueríaqueStevieWondermecantaralo queporsuausencia,élnopodíadecirmeenpersona. Yentonces,cuandolacanciónacabaytengoelcorazónencogido porlaemoción,cuandopiensoquenopuedehabermepodidoleermejor elpensamiento,cuandocreoquenopuedoquererlemás,escuchosuvoz claraynítida. "Buenosdías,preciosa.Esperoquehayasdormidobien,aunqueen el fondo, una parte de mí desea que no hayas pegado ojo echándome de menos. Sabes que no te puedo llamar, pero espero que esta sorpresa te haya hecho sonreír. Estoy seguro de que a estas alturas yo también te estaré echando de menos, pero saber que pronto acabará todo, me da fuerzas para continuar. Quiero pasar el resto de mi vida abrazándote, besándote,cuidándote,haciéndoteelamor...Tequieromásqueanadieen el mundo y no quiero que te preocupes porque voy a volver ileso para poder vivirte al máximo. Y ahora... que aproveche. Maddie, te amo más queamivida.Espérame" El timbre de casa suena pocos segundos después de finalizar la grabación. Me pilla con la cara empapada en lágrimas y viéndome obligada a sorber por la nariz constantemente, cuando estoy a punto de reproducir el mensaje de nuevo y empiezo a plantearme seriamente pedirlequecuandovuelvamegrabeunmensajediferentecadanocheyasí poderdespertarconsuvozcadamañana.Eltimbre,impaciente,suenade nuevoymelevantolimpiandomicaraconlacamisetadelpijama. —Voy—digointentandosonarlomásserenaposible. Echounvistazoporlamirilladelapuerta.Pareceunrepartidory llevaunaespeciedebandejaenlasmanos.Frunzoelceñoyabrolapuerta lentamente,aúnconlasorpresareflejadaenmiexpresión. —Hola...—saludoconfusa. —¡Hola! —contesta el chico muy jovial haciendo una ligera inclinaciónconlacabeza—.¿MaddieSmith. —Eh —vacilo mirando la bandeja llena de platos con tapas de aluminio—.Sí...soyyo... —Estupendo.Letraigoeldesayuno.¿Dóndeselodejo? —Eh... No sé —contesto sorprendida, echando un vistazo hacia dentro—.Siquiere,demelabandejaqueyaveréyodondelotomo... —Deesonada.Tengolaordendeservirleeldesayuno,asíquesi medicedónde,tomeasientoyyoselosirvo. —Ah —contesto con una sonrisa tímida, colocándome el pelo detrás de las orejas—. Pues... pase. Déjelo allí mismo, en la barra de la cocina. Mehagoaunladoycierrolapuertadetrásdeél.Medirijohaciala barra americana de la cocina y me siento en uno de los taburetes altos. Recojo mi pelo en una coleta alta y encojo los hombros emocionada mientrasélcolocalabandejafrenteamíyempiezaadestapartodoslos platos. No falta ningún detalle: un cruasán, un bollo de crema, tostadas, envases individuales con mantequilla y cinco sabores diferentes de mermelada,galletasrecubiertasdechocolateeninclusohuevosrevueltos. Lo miro todo embelesada y la verdad es que el apetito se me está despertandopocoapoco.Cuandotodoslosplatosestánalavista,sacaun pequeño jarrón de una bolsa, lo coloca a un lado, vuelve a agacharse y saca un lirio blanco y lo mete dentro. No puedo evitar sonreír al pensar quesehaacordadoinclusodeestedetalle,ynodejodeasombrarmepor ello,yaquesuimagensealejamuchodeladeuntipotandetallista.Por último,elchicodejaunpequeñosobreapoyadoeneljarrón. —¿Estododesuagrado,señora? —Pues...yodiríaquesí—contestodivertida. —Entonces, misión cumplida. No hace falta que se levante, conozcoelcamino.Queaproveche. —Gracias —digo mientras le observo alejarse hacia la puerta, abrirlayperdersetrasella. Suspiro mientras vuelvo a centrar la atención en mi abundante desayuno,elsegundoconsecutivo.LaverdadesqueJacksehapropuesto queempieceeldíaconenergía,yaseacuandoélestáocuandono. Cojoelbollodecremaylepegounmordisco,seguidodeuntrago del sabroso café. El corazón me late a tal velocidad, que aunque quiero hacerlo,soyincapazdetranquilizarme.Pensarquehahechotodoestopor mí,apesardelaspreocupacionesconlasquetienequelidiarcadadía,me hacequererletantoquemedamiedo.Asustadadelodependientequeme estoy volviendo de él, clavo la vista en el sobre y saco la tarjeta del interior. "Gracias por devolverme las ganas de vivir mi propia vida. Eres como un sueño del que no quiero despertar. Y como te dije antes, que aproveche.Tequiero,Jack" Cierro los ojos apretando la nota contra mi pecho, mientras mastico el bollo, saboreándolo como nunca antes he saboreado antes un desayuno.Tomándometodoeltiempodelmundo,doycuentadecasitodo lo que había en los platos, aunque guardo el cruasán para Andrew. Me dirijoaladuchacaminandocomosiestuvieraenunanubeydescubroal mirarmeenelespejoquemicarareflejaunafelicidadquenosentíahace unahoraescasa,yesquehaconseguidocambiarmiestadodeánimosin estar presente. He pasado de la tristeza y la añoranza, del pesar por su ausencia, a la felicidad de sentirme amada sin condiciones y a la ilusión porvolveratenerleamilado. Abroelgrifodelaguamientrastrasteoelteléfonoparaquesuene denuevolavozdeStevieWonderymecantelaque,desdeestamañana,se ha convertido en mi canción favorita. Cuando me meto en la ducha, ni siquieratratodefrotarmipiel,tansolodejoqueelaguaresbalepormi cuerpoasuantojo.Ycuandoabromiarmarioparadecidirquéponerme, tampocosoypartícipedelaeleccióndemivestuario,sinoquedejotodoel trabajoamismanosyalapropiainerciamatinal. Así pues, casi una hora después, habiéndome tomado mucho más tiempodelhabitualysabiendoquellegarétarde,salgoporlapuertademi apartamento. Cuando salgo a la calle, me pongo las gafas de sol y miro alrededor con una gran sonrisa en la cara. Es cierto que Nueva York en agosto es comparable con el mismísimo infierno y normalmente suelo llevarlofatalyvolvermeirritable,perohoytengoelánimoporlasnubes. SacoelteléfonodelbolsoparallamaraAndrewparadisculparme por el retraso que llevo y ya de paso, para intentar mitigar su posible enfadosobornándoleconelcruasánqueheguardadoparaél. —No me lo digas, llegas tarde —dice nada más descolgar el teléfonosinsiquierasaludarme. —Buenosdíasparatitambién. —Uy,parecesestardemuybuenhumorparaserlasdiezymedia de la mañana y estar a 30 grados... —me conoce demasiado—. ¡No me digasquehasfollado!¿Havueltoya? —Andrew,porfavor,nomeseasbruto. —Perdonepormisimproperiosseñoracondesa—mecontestacon tonodeburla—.¿Havueltoelcaballeroapernoctarensusaposentos? Siesquemetengoquereír... —No—contestoaúnriéndome—.Peromehadespertadoymeha enviadoeldesayuno. —Pero...¿nosesuponíaquenopodíaponerseencontactocontigo? —Y no lo ha hecho... En realidad, lo tenía todo preparado desde ayer.Mecambiólaalarmadeldespertadorparaquesonaraunacanciónen concreto y después grabó un mensaje para poder escuchar su voz como cadamañana. —Oh,joder...—dicesonandovisiblementeemocionado. —Yluegoademás,hizoquemetrajeraneldesayuno.Confloresy dedicatoriaincluidas. —Puesyapuedesdarlegraciasaquesuabsorbentetrabajonoledé tiempo para tener ninguna relación, porque de no ser por eso, ¡ni de bromaesehombreibaaandarsolteroporlavida!¿Eresconsciente,no? Ylaverdadesquetienetodalarazóndelmundo.Sinoesporeste trabajosuyo,delqueAndrewsabelojusto,Jackysumujernosehabrían divorciadoy,porlotanto,élyyononoshubiéramosconocidonunca. —Losé... —Estehombreesunajoya. —Bueno... que aparte de para excusar mi retraso, te llamaba para decirte que no te compres desayuno, que te llevo un cruasán que me ha sobrado. —Tarde, ya he comprado donuts para los dos. Pero no te preocupes,queyonoleharéascos.Peronotardes,elcaféteespera. —Vale,estoyyadecamino. —Oye,espera,yyaqueestamos,¿quécanciónera? —Peromiraqueerescotilla...Yameextrañabaquenopidierasmás datos...¿Nopuedesesperaraquellegueyteloexplicotodo? —Dame un adelanto, por caridad. Que en el quiosco no tenían ningunarevistainteresanteyestoyávidodecotilleoseinformación. —"Foronceinmylife"deStevieWonder. Le oigo tararear la canción durante un rato, como recordando la letra.Laheescuchadotresvecesyaenloquellevamosdemañana,asíque muevoloslabiosalaparqueél. —¡Ay,mimadre! —Losé. —¿Túsabesladecosasquetehadichoconsolounacanción? —Ajá—contestoilusionada,mordiéndomeellabioinferior. —¡Joder!¡Québonito! —¿Estás llorando, Andrew? —pregunto porque realmente lo parece. —Pues casi... —contesta mientras le imagino con una mano en el pechoyabanicándoselosojosparaevitarllorar,dosgestosmuypropios deél. —Puesentoncesnotecuentoniloquemedecíaenelmensajenilo queescribióenlanota,novayaaserquetedéuncolapsoemocional. —¿Bonitoentoncesno? —Niteloimaginas... —Joder...Estehombreesideal...Escomolamezclaperfectaentre ChuckNorrisyMichaelBublé. —¡Por el amor de Dios, Andrew! ¿No podías haber escogido mejorcomparación? —Losé,peromehasentendidoperfectamente.Oye,túcorreyven rápidoqueseteenfríaelcaféymicabeza,afaltadelaverdad,empiezaa imaginarsequétehaescritoyyasabesquetengounamentemuyjodida... —Vale. Dame unos cinco minutos y llego. Estoy a solo tres manzanas. Entoncesgirounaesquinaychococontraalgo.Mecuestaunrato darmecuentaqueesunapersonaporquepareceunmurodecemento.Se mecaeelteléfonoalsueloperoantesderecogerlo,levantolavistahasta quemeencuentroconsusojos. —Perdone —digo algo asustada por la expresión seria de ese hombre—.Nolehabíavistoporqueibadistraída. Él no contesta y empiezo a tener serias dudas de que me haya entendido, ya que tiene pinta de ser extranjero. Quizá... de Europa del Este...Alinstante,unaluzseenciendeenmicabezayunapequeñaseñalde alarma me pone en alerta. Me giro rápidamente y agacho la vista para buscar mi teléfono por el suelo. Lo cojo y cuando intento huir de allí, siento como un fuerte brazo me agarra por la cintura. Enseguida siento como mis pies dejan de tener contacto con el suelo, y es que mi captor, apartedetenerunbrazomásanchoquemisdospiernasjuntas,debemedir cercadedosmetrosdealtura.Abrolabocaparagritareintentarllamarla atencióndealguien,perounamanoenormemelatapa.Empiezoapatalear yretorcermeparaintentarliberarme,peroesosoloconsiguequeapriete suagarreconmásfuerza,asíqueoptoporlaúnicaopciónquesemepasa porlacabeza,morderle. —Yebat'!—oigocómomaldiceenruso,idiomaqueduranteestas semanajuntoaJack,meheacostumbradoaescucharconfrecuencia. El mordisco no consigue su objetivo, que no era otro que conseguirquedejaradetaparmelabocayasípodergritaraplenopulmón para pedir ayuda. Su mano sigue impidiéndome llamar la atención, pero entoncesmepercatodequetengoelmóvilenlamano,ysiAndrewnoha colgado, debe estar escuchándolo todo. A tientas, palpo el teléfono hasta encontrar la tecla de bloqueo y me lo guardo en el bolsillo delantero, rezandoparaquemiforcejeodistraigaalrusodemisintenciones. Un enorme coche negro con las lunas tintadas aparece a nuestro lado,oquizállevabaallítodoelrato,aunqueyomehayapercatadoahora. La puerta trasera se abre y de dentro sale otro tipo que me coge de las piernasyayudaalprimeroameterme. Estoyaterrorizada,peroesquizáesemiedoelquemehaceactuar como lo hago, y enseguida pateo el pecho del segundo hombre, clavándole los tacones de mis zapatos. Como hizo antes su compañero, maldiceenrusoyseabalanzasobremí,agarrandomismuñecasconuna sola mano. Entonces liberan mi boca y empiezo a gritar con todas mis fuerzas,noparallamarlaatencióndelostranseúntesdelacalle,sinopara darleaAndrewmáspistasdeloquesucede. —¡¿Quiénes sois?! ¡¿Qué queréis de mí?! —grito mientras sigo pataleandosincesar. Nopuedoveralconductordelcocheporqueuncristaloscuronos separadeél,aunquepuedoescucharcómolesdaunasconsignasalosdos hombres que están conmigo. Estos reaccionan mirándose y, tras contestarle,empiezanahablarentreellosenuntonomuybajo.Apesarde noentendernada,lesmiroconlosojosmuyabiertos. —¿Dónde me lleváis? —grito forcejeando aprovechando su leve distracción. Vuelvenamirarme,aúnsincontestarmeunapalabra,aunqueséque me están entendiendo perfectamente y, entre los dos, se las apañan para atarmelasmuñecasylostobillosconbridas.Detodosmodos,yotambién melasarregloparaasestarlesalgúngolpe,recibiendovariostortazosen lacaraamododerespuesta. —Malditazorra—diceunodeellosponiéndomeunabolsadetela negraenlacabeza. —A ver si ahora eres tan valiente —me susurra el otro al oído, haciéndomeestremecerdeascoyobligándomeainclinarmehaciaellado opuesto. Esemovimientosoloconsigueacercarmemásalotrohombre,que no hace otra cosa que pasarme la lengua por el cuello. Grito y me revuelvoenelasiento. —¡Dejadmeenpaz! —TevoyafollarmientrasobligoaIgoramirar... Esas palabras consiguen congelarme al instante. Me quedo muy quieta y entonces soy consciente plenamente de la gravedad de la situación.SimediceestoesporquehandescubiertolatapaderadeJacky esta es la manera de hacérselo pagar, si es que no lo están haciendo ya, torturándolehastalaextenuación.Andrewesmiúnicaesperanzaenestos momentos,asíqueesperoquesepacómoreaccionar,yquelohagarápido porquemeparecequelapaciencianoesunadelasvirtudesdeestostipos. Estoytansumidaenmispreocupaciones,quenosoyconscientede que nos hemos parado hasta que noto una suave brisa por un costado y unosbrazostiranconbrusquedaddemí,sacándomealexterior.Lafaltade visión y la poca movilidad que me han dejado, hacen que esté muy desorientada, aunque intento prestar atención a todos los estímulos a mi alrededor. Oigo a varias personas hablar en ruso. A mis captores se les hanañadidovariostiposmás,yaqueescuchovocesquesonnuevaspara mí. Puedonotarcómomellevancasiarastrashastaelinteriordeun edificio que no puedo precisar. Ya no noto brisa y las voces rebotan haciendoeco,asíqueintuyoqueseráunanaveindustrialoalgosimilar. Me llevan en volandas por dentro de la nave, hasta que pasados unos minutos, nos detenemos y oigo el ruido de una cerradura. Una puerta chirría al abrirse y escucho como cortan las bridas que me ataban. Me quitanlabolsaysindarmetiempoaacostumbrarmealapocaclaridad,me empujanconrudezadentrodelahabitación.Caigoalsueloyrápidamente memuevohastadejarapoyadalaespaldaenlaparedopuestaalapuerta. Encojomicuerpoyescondolacabezaentromisbrazos,protegiéndome de lo que puedan hacerme esos desalmados, pero entonces escucho unas risas burlonas y la puerta al cerrarse de nuevo. Levanto la vista poco a poco y espero unos segundos hasta que empiezo a ver mejor. Cuando compruebo que estoy completamente sola entre cuatro paredes, sin ninguna ventana y con esa puerta como una vía de escape, saco rápidamentemiteléfonodelbolsilloymelollevoalaoreja. —¡Andrew!-susurrolomásaltoquepuedoparaquenomeoigan. —¿Quécojoneshapasado?¿Estásbien? EscucharlavozdeAndrewalotroladodelaparato,provocaque suelte todo el aire que retenía en los pulmones. Como un resorte, mi cuerpo se relaja y deja ir todas las emociones que el miedo estaba atenazando.Empiezoatemblarcompulsivamenteyallorarsinfreno. —¡Maddie!¡Maddieporfavor!¡Háblame!—oigoquemegrita. —Nosédondeestoy—intentodecir,aunquemiestadodenervios me impide expresarme con claridad y no sé si me habrá entendido—. AvisaaJack. —¿Túestásbien? —¡AvisaaJack,Andrew! —Vale,loharé.¡Perodimequeestásbien! Oigo pasos en el exterior de la habitación, y enseguida cuelgo la llamada y me guardo el teléfono de nuevo en el bolsillo. Retengo la respiración cuando escucho los pasos por delante de mi puerta, aunque pasandelargo.Seabreunapuertaenalgúnlugaryentoncesescuchouna vozhablandoenuninglésperfecto,aunqueconunleveacento. —Hola,Kate... ¿Kate?¿LahijadeJack? —Nometengasmiedoporquenotevoyahacernada...siemprey cuandotupadrecolabore...¿Sabesdóndeestá? ¿Jack no está aquí? ¿Dónde está entonces? Está claro que la operación,onohaempezado,ohaacabadomal,yaquelosrusossiguen vivosylibres,cuandodeberíanestarmuertosoentrerejas.Asíqueseme ocurre pensar que Jack esté con sus compañeros del FBI, esperando el momentoidóneo.Almenosnolehanpilladonileestántorturando,como mehellegadoaimaginarantes. Memuevosigilosamentehastapegarmealapareddemiderecha, dedondepareceprocederlavoz. —Voyasermuyclaritorubia...Notengoningúnreparoenmatar para conseguir mis objetivos. De hecho, maté a mi propio padre para obtenerelcontroldetodo,asíquecomocomprenderás,matarteati,atu padreoasuputita,alaquetengoaquíalladotuyo,nosupondráningún problemaparamí. Suputitadebodeseryo,yporlainformaciónquehadado,elque habla con Kate debe de ser el mismísimo Kolya. Me estremezco aún al recordarnuestropequeñoperointensoencuentroenlafloristería. —Nosédondeestá...—diceKateconunhilodevoz. —Buena chica... Aunque no sé si creerlo del todo. Resulta que tu padre se largó de aquí por la noche y mis contactos me han dicho que estuvo contigo, y luego con tu amiguito. Así que, ¿me estás contando la verdad?¿Cómoséyoquenotecontósusplanes? —Tedigolaverdad. —¿Seguro? A ver si nos entendemos mejor... Tienes un hijo muy guapo,¿sabes?Seríaunapenaquelepasaraalgo. —¡DejaaCodyenpaz!¡Élnotehahechonada! —¿Sabesdóndeestátupadre? —¡No! ¡Lo juro! ¡No lo sé! —Entonces Kate se derrumba por completo y empieza a llorar desconsoladamente—. Por favor... No le hagáisdaño...Esloúnicoquemequeda... —De acuerdo. Te creo. ¿Ves qué sencillo es todo cuando nos entendemos?—Sehaceelsilencioporunossegundos,hastaquevuelvoa oírsuvoz—.Bueno,hasidounplacerhablarcontigo. La puerta se ab