El ahogado más hermoso del mundo

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El ahogado más hermoso del mundo
G A B R I E L G AR C Í A M ÁR Q U E Z
buzo—persona que se sumerge en el mar con el auxilio
de un aparato respiratorio.
corpulento—grande de cuerpo.
de gala—para ocasiones especiales; elegante.
descalabrarse—romperse la crisma; darse golpes en la
cabeza.
descomunal—enorme; grandísimo.
desvalido—indefenso; abandonado.
escaldado—quemado; escocido; rojo por irritado.
espinazo—columna vertebral; por extensión, la espalda.
estrechez (f.)—pequeñez; también, pobreza.
extraviado—perdido.
fachada—frente de una casa.
fluvial—del río.
fondear—quedar en el fondo del mar.
galeón (m.)—barco español grande, de velas, con 3 o 4
mástiles, muy usado en los siglos XVII y XVIII.
girasol (m.)—flor que gira sobre su tallo para estar
siempre de cara al sol.
grieta—rajadura; rotura.
ilusión—esperanza.
menesteroso—necesitado; pobre.
mezquino—tacaño; miserable; egoísta; indigno.
naufragio—desastre marítimo; hundimiento de barcos.
piltrafas—trapos; andrajos; pedazos inservibles.
porfiado—insistente; obstinado; tenaz; testarudo; terco;
empecinado.
pródigo—muy generoso.
rezongar—quejarse entre dientes.
semblante (m.)—cara; rostro; aspecto; expresión.
servicial—dispuesto a ayudar al prójimo.
sietemesino—nacido prematuramente, con sólo 7
meses de gestación.
sigiloso—silencioso; secreto; misterioso; cauteloso.
sopor (m.)—adormecimiento; modorra; atmósfera
soñolienta.
tenaz—persistente.
tuétano—canal de los huesos; en sentido figurado, lo
más profundo del ser.
velar—acompañar un cadáver durante la noche, hasta
enterrarlo.
Antes de leer
Existen grandes paralelos entre nuestra tradición
mítica legendaria y «El ahogado más hermoso del
mundo». El ahogado comparte un talento con el
enigmático marinero del «Romance del conde
Arnaldos» (S. XV), quien entona una canción «que
la mar facía en calma,/los vientos face amainar,/los
peces que andan n’el hondo/arriba los face andar».
Según las mujeres del pueblo de García Márquez,
Esteban «habría tenido tanta autoridad que hubiera
sacado los peces del mar con sólo llamarlos por sus
nombres». Oyendo a distancia el llanto del pueblo
en los funerales de Esteban, unos marineros pierden
el rumbo, y otro se amarra al palo mayor,
«recordando antiguas fábulas de sirenas». Esteban
mismo habla, en la imaginación de las mujeres, de
dejar de estorbar, tropezando pendiente abajo
amarrado a un áncora de galeón.
En «El ahogado más hermoso del mundo»
entramos en un mundo quimérico, y presenciamos la
creación de un mito. Al consignar a Esteban al mar
de donde vino, con toda la pompa y ceremonia de
que es digno un héroe mitológico, el pueblo se afana
en que su ahogado goce del favor de los dioses, que
le acompañe la suerte, y que no se pierda en sus
futuras andanzas en alta mar. Toman la decisión
muy sensata de no encadenarle a los tobillos la típica
ancla de buque mercante, porque guardan viva la
esperanza de que vuelva si quiere.
Vocabulario
a la deriva—flotando sin rumbo; al garete.
acantilado—precipicio; despeñadero.
ajeno—extraño; de otro lugar.
al garete—flotando sin rumbo; sin rumbo fijo; a la deriva.
alboroto—tumulto; jaleo; escándalo.
altivez (f.)—orgullo; altanería; soberbia.
arcón (m.)—arca grande; cajón.
aspaviento—demostración exagerada de
inconformidad.
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Al leer
Consúltese la Guía de estudio como herramienta
para comprender mejor esta obra.
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y los restos de cardúmenes y naufragios2 que
Esteban lleva encima a su llegada; por la mención de
los dédalos3 de la fantasía de las mujeres; y porque
Esteban parece haber transitado por laberintos—
dédalos—de coral)
Gulliver, de la novela Los viajes de Gulliver de
Jonathan Swift (por el descomunal tamaño, tanto de
Gulliver como de Esteban; los habitantes de Lilliput
no sobrepasan las seis pulgadas); y
Kukulcán/Quetzalcóatl, la serpiente emplumada,
dios de algunos pueblos de Mesoamérica (de origen
desconocido, Kukulcán/Quetzalcóatl llegó por mar,
tuvo una influencia civilizadora sobre aquellos
pueblos, y partió después, prometiendo volver).
Sir Walter Raleigh (1554–1618) fue un navegante
y aventurero inglés, favorito de la reina Elizabeth I.
Raleigh intentó sin éxito colonizar la Isla Roanoke
de Virginia, en 1584, y multiplicó las expediciones e
incursiones inglesas contra los españoles. Parece, sin
embargo, que no participó en la derrota de la
Armada Española en 1588. Al perder el favor de la
reina por seducir a una de sus damas de honor, y por
su piratería, aprovechó para salir a hacer una
expedición a la América del Sur. Años más tarde,
después de un encarcelamiento de trece años en la
Torre de Londres, salió en busca del legendario El
Dorado, penetrando trescientas millas por el río
Orinoco en lo que es hoy Venezuela. Fue ejecutado
por el rey James I por haber violado una solemne
promesa de dejar de piratear y atacar poblaciones
españolas. La guacamaya que imaginan los
hombres, posada en su hombro, puede ser apócrifa,
pero la imagen corresponde perfectamente a las
grandes novelas de aventuras del siglo XIX, por
ejemplo, La isla del tesoro de Robert Louis
Stevenson.
Además de las alusiones a Raleigh, Ulises,
Gulliver y Kukulcán/Quetzalcóatl, «El ahogado más
hermoso del mundo» termina con la figura del
Después de leer
Conviene saber que la «vela cangreja» de la que las
mujeres del pueblo quieren hacerle al ahogado unos
pantalones, es una vela de lona o lienzo fuerte, en
forma de trapezoide, usada en algunos barcos
veleros. Llegamos a saber, a fin de cuentas, que a las
mujeres les queda corta la medida de la vela
cangreja para hacerle los pantalones al ahogado, tan
descomunal es su tamaño, y a Esteban le quedan
como pantalones de sietemesino, o sea, como
pantalones para niño nacido después de siete meses,
en lugar de los nueve meses de un embarazo normal.
Conviene saber que el uso figurado de la palabra
fiambre, para referirse al muerto, es vulgar y
despectivo. Típicamente fiambre es una carne cocida
para que pueda conservarse y comerse fría; fiambres
son, entre otras cosas, las salchichas, el salame y el
jamón. El valerse los hombres de esta palabra al
referirse a Esteban, equivale a menospreciar al
ahogado, manifestando la irritación que sienten ante
la repentina fascinación de las mujeres del pueblo
por un muerto a quien nadie conoce. Claro que
Esteban también, en las fantasías de las mujeres, se
refiere a sí mismo, humildemente, como fiambre,
queriendo «no molestar a nadie con esta porquería
de fiambre que nada tiene que ver conmigo». Se
disculpa, con acostumbrada diplomacia, por la
torpeza de su descomunal figura.
Conviene saber que, al ocurrírseles a los
hombres identificar a Esteban con Sir Walter
Raleigh, se insinúa un nuevo nivel histórico/mítico
en la magra realidad de este pueblo de veinte casas
de tablas en un cabo desértico. Aunque Raleigh es el
único héroe aventurero tratado por su nombre, el
caso es que García Márquez entreteje en su texto
elementos léxicos que sutilmente sugieren otros, a
saber:
Ulises, el protagonista del poema épico de
Homero, la Odisea (por los filamentos de medusas1
2
naufragios—En la Odisea, el rey Alcinoo acoge a Ulises después de su
naufragio, y éste le cuenta sus aventuras desde su salida de Troya.
3
dédalos—Dédalo, en la mitología griega, constructor de laberintos.
Construyó el laberinto en que fue encerrado el Minotauro; después fue
condenado a prisión en su propio laberinto. Construyó alas con plumas y
cera, y él y su hijo Ícaro escaparon. El hijo desobedeció al padre y voló
muy cerca del sol, a consecuencia de lo cual se le derritieron las alas y
cayó a su muerte.
1
Medusa—en la mitología griega, la única de las tres Gorgonas cuya
mirada era mortal; en lugar de pelo, serpientes pobablan su cabeza.
Perseo, héroe de la mitología griega, la decapitó. Medusa es, por
supuesto, también el animal marino gelatinoso y transparente en forma
de campana a que se refiere objetivamente aquí.
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capitán del gran barco, venido de lejos, «con su
uniforme de gala, con su astrolabio, su estrella polar
y su ristra de medallas de guerra», quien rendirá
homenaje en catorce idiomas al pueblo de Esteban,
como si fuera la cuna de Ulises o el hogar de
Kukulcán/Quetzalcóatl.
Conviene saber que, al referirse al hecho de que
«a los hombres se les subieron al hígado las
suspicacias», el narrador se refiere a la molestia que
les causa a los hombres la naciente desconfianza en
las actividades de las mujeres. Nótese bien que la
frase moler los hígados significa molestar. (Un
ejemplo: «Muele los hígados la altanería de ese
chico; ya no lo aguanto más».) Hígado también es
una palabra cuyo uso figurado apunta a valentía o
ánimo: en el Buscón (c. 1613), novela picaresca de
Francisco de Quevedo, un condenado a muerte
demuestra su valentía recomendando, al subir a la
horca, que se mande arreglar, para otro, un escalón
hendido, porque «no todos tenían su hígado».4
Por otra parte tener malos hígados significa tener
mala voluntad. Y se puede tener el hígado cocido, lo
cual significa estar harto.
En términos generales, entonces, como en
tiempos de la antigüedad clásica, el hígado viene a
ser la sede de las emociones, papel que desempeña
el corazón en la cultura de hoy. El hígado segrega
bilis, sustancia agria que nos ayuda en el
metabolismo; pero si hay demasiada en el sistema
por algún malestar digestivo, la bilis nos causa
agruras y bascas.
La cultura hispana, al contrario de la cultura
norteamericana, atribuye a los diversos órganos
vitales distintas características. Por ejemplo, cuando
un director de baile flamenco quiere que sus
bailadores se mantengan erguidos al bailar, les
mandará «aguantar los riñones». En la poesía
hispánica modernista del fin del siglo XIX, la
melancolía que conduce al tedio existencial se llama
«esplín», palabra derivada de la palabra inglesa
spleen, o bazo, órgano situado sobre el estómago,
que produce leucocitos.
Bibliografía
Bell-Villada, Gene H. García Márquez: The Man
and His Work. (1990)
Benedetti, Mario, et al. Nueve asedios a García
Márquez. (1969)
Collazos, Óscar. García Márquez: La soledad y la
gloria. (1983)
Escobar Icaza, Jorge, et al. A propósito de Gabriel
García Márquez y su obra. (1991)
Harss, Luis, and Dohmann, Bárbara. «Gabriel
García Márquez, or the Lost Chord.» Into the
Mainstream: Conversations with LatinAmerican Writers. (1967)
Versión en español: Harss y Dohmann,
«Gabriel García Márquez, o la cuerda floja».
Los nuestros. (1966)
Mendoza, Plinio Apuleyo. Aquellos tiempos con
Gabo. (2000)
Mendoza, Plinio Apuleyo. El olor de la guayaba:
Conversaciones con Gabriel García Márquez.
(1982)
Saldívar, Dasso. García Márquez: El viaje a la
semilla. (1997)
4
Francisco de Quevedo, Historia de la vida del Buscón (c.1613) EspasaCalpe, S.A., Madrid. 1999, pág. 49.
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