Madrid 24 de Eue1·o de 18 ¡¡ 5. y CORREO DE LA !tODA. SmiARIO. Estudios recreativos: El .Amor, por D. A. Pirala.-La Aurora en el Retiro (pocsla) , por don M. 111. Flamanl.-Madama Stacl Holstein, por doiia Robustiana Armiilo de Cuesta.-Un congreso femenino, por la ll!Ja de las Flores.-Correo de la Moda. -Esplicaclon del Figurin. ESTUDIOS RECREATIVOS. Como ha dicho muy bien un elegante escritor francés, es tan difícil definir el amor como la felicidad: son dos sentimienlos que cada persona esperimenta y espresa de una manera diferente , y no es fácil por consecuencia analizarlos. No lo pretendemos: algo hemos dicho sobre este asunto en otros artículos; pero por lo mismo que es casi imposible el análisis, ¡cuánto nos queda aun que decir! Cncslion de sentimiento propio, á él apelamos, y emitiremos nuestras ideas. Considerando al amor bajo ese aspecto que le diviniza, porque no admitimos otro, es una necesidad, ~s un bien: es una necesidad que alimenta nuestm alma, es un bien que recrea nuestra existencia. El amor llena el vacío del alma, y hace feliz la Yida. ~~ · Al imprimir Dios en nosotros ese su- a blime sentimiento , pensó sin duda q~c no podía dar á la humanidad un legado mas escelso. ¿Qué seríamos sin el amor? Arrancad á una madre el que profesa á su hijo , á un amante el de su amada, y bareis triste su existencia , así como la hizo á Pelrarca la muerte de Laura. La mayor parte de los gr·andes génios que han descollado en la sociedad bumana, han debido al amor su fama. No hablamos de los gueneros, que á estos les impulsa otro amor egoísta , interesado, el de satisfacer su propia ambicion, asentando su gloria sobre ruinas y cadáYeres; hablamos de aquellos séres de alma sensible y corazon priYilegiado, de hombres como el Tasso, á quien inspiró el amor sus incomparables versos , y de Rafael, á quien tambien inspiró el amor , sus encantadores cuadros. Todos tratan del amor, y muy pocos le comprenden ; así como todos hablan, y muy pocos hablan bien. Por esto la sublimidad del amor, esa fuente inagotable de grandes concepciones, ese dón del Tomolll. o'\;M~ ------------'--------------~~ © Biblioteca Nacional de Españá ~1~========~======~ ~ r~ ~'1 ALBOM DE SEXORITAS. cielo da á la mente inspiracion y al corazon nobleza. Así es mas fácil sentir 1os efectos del amor que espresarlos. By ron , aquel gran poeta inglés que hastiado de cuanto le rodeaba en el mundo, despues de haber gozado de Lodo, fué á buscar la muerte en la patria de Elena, el magn!tico cantor de D. Juan, dice: <tEI amor es una luz del cielo, un rayo de ese fuego inmortal que compartimos con los ángeles, y nos dá el Creador para separat· nuestros deseos de la tierra. J_,a piedad eleva al cielo el alma del justo: el mismo cielo desciende á nuestras almas con el amor. Es un sentimiento que procede de la divinidad para desll·uit· nuestros groseros pensamientos ; es un rayo de luz de quien lodo lo ha creado, una brillante aureola que ilumina el ... alma.>> Ahora bien , demoslt·ado lo santo del amor , nadie le merece en el mundo como la mujer, esa crialtll'a privilegiada, que, no nos cansaremos de repetirlo , es la inlermedia entre la tien·a y el cielo. El hombt·e, que por su complexion nerviosa es áspero, rudo, posée ese sentimiento intuitivo que le conduce á amar á un sér débil y bondadoso , y á deponer su vigorosa rudeza ante la muelle dulzura de la mujer. El hombre se ennoblece entonces , y el que posea un corazon capaz de sentir ese supremo poderío , ese mistel'ioso entusiasmo del que brota la poesía á la mente, el heroismo á las acciones, y la rel igion al alma, divinizará al objeto que ame, y para él no será mujer , set·á un ángel. Y no ofenderá á Dios ; le obedece; porque el Señor ha rodeado al amor con tan celestiales atributos. Queremos, pues, el amor cristiano , no el pagano: este no , comprendía los goces del alma , por~ que todo Jo materializaba, al paso que nuestra amada religion lo espiritualiza lodo. Y en ella todo es amor : él nos redimió y él nos salva, Pero descendamos á la liena: aprendamos el amor en nuestra madre. Imitemos su abnegacion incomprensible; su cariño entrañable, velando por nosotros desde la cuna basta el sepulcro, i y siempre generosa, siempre amante, siempre madre! Oh! si fuéramos capaces de comprender ('Se cariño, habria quien jugase con el amor de la mujet•'! ¿Habria quien destrozase un c01·azon nacido para amar'? La mujer, mas vehemente en sus afecciones , porque penetran mas en su corazon , porque se consagra á ellas , merece , 6 nuestro amor, ó nuestro cullo. Una mujet· sábia, Madama de Stael, tratando de esta pasion, que calilica lambien de poética, de heróica y de religiosa, ((¿Qué nos sucedería , dice , cuando el destino nos separase de quien tuviera el secl'elo de nuestra alma, y nos hubiese dado la vida del c01·azon , la vida celeste? ¿Qué sucedería r-uando la ausencia 6 la muerte aislasen á una mujer sobre la tierra? ¡Languidecer , morir ! » En conclusion , el amor es un sentimiento de que nos podemos envanecer, es una pasion que sublima á nuestra alma, y enallece á nuestro corazon . Enviado á nuestra frente ese celestial rayo que la ilumina, nos eleva basta el ciclo; por eso diviniza el hombre ú la mujer que ama, y cifra en ella su fclicidau. A. Pirata . ~ 1 c.p 6 . ~ ~~ ~--------------------------------------)~~~ © Biblioteca Nacional de España J'~ !-===~==========~=============1~~ =' ====.., CORREO DE U LA AVROI\A EN EL RETIRO . i_ . Bien hayas, amable diosa, Que amor derramando y vida, Al ingrato mundo ofreces Ilusiones de alegria. T.a que la bóveda etérea Con gloria sin par dominas; La que montes y llanuras De frescas nores tapizas : 1Cuánto me halaga estraviarme Por los espacios que animas , Con el arrogante vuelo De un corazon que delira 1 1Bien bayas, ráfaga hermosa , Alta emanacion purísima, De la luz con qué el Eterno Ciñe su frente divina 1 Ec<•S de placer murmura La arboleda estremecida Al fecundante contacto De tu planta fugitiva. Su nido abandona el ave, En la espesura escondida, Para ofrecerte gozosa De su canto las primicias. Y del oscuro ramaje Huyen plácidas las brisas, A rizar del manso arroyo Las corrientes cristalinas. Ellas , con mágica pompa, Tus inimitables tintas, Tus creadores destellos Repiten y multiplican. Todo en torno le sonrie, Todo canta la; delicias De tu brillante reinado, Tiempo de paz y armonías. 1Cuán vago Madrid se ostenta Bajo esa luz indecisa, Con qué risueña le ciñes De vaporosas neblinas 1 Informes y caprichosas Brota leves prespectivas, De tu claridad incierta La refraccion peregrina. Grato silencio aqui reina ; lllOD,\. Todo aquí el amor respira; Aquí se abandona el alma A esas caras fantasías Que de tristes realidades La consuelan é indemnizan , Que al dulce olvido la entregan Del rencor y la injusticia. Ensueños en que se mece Cuando la gloria la guia, Cuando bollada la materia , Con el cielo comunica. Sublimes inspiraciones La ennoblecen, la extasian, Y las venturas que sueña En verdad trocadas mira. Que al generador aliento Con que la tierra acaricias, Son de rosas mas fragantes l\fenos rudas las espinas. En inspirador contraste Un mismo cuadro me pinta , Allá el dúlo, la discordia, Y la bárbara polltica; Acá, emblemas de tu imperio , Goces que encantan la vida , Felices presentimientos Y dulces melancolías. 1\las ya, reina de los cielos, Cedes tu corona al dia ; Ya el astro señor del mundo Dora las enhiestas cimas. ¡Deidad de amor 1 Si tan bella Te juzgó mi fantasía; Si olvidé para cantarle Historias de aciagos días, Deten en pago tu vuelo ; No la corona desciñas, Sin acoger en tus alas El ay! que el alma suspira. Acógelo , y á la hermosa Que contigo rivaliza, Cou la voz de tus cien géuios Mi nobJe pasion descifra. 1Así los ángeles canten Tu bienhechora venida, Y mil orbes le saluden, Y los hombres te bendigan! M. M. FLA.MANT . -~·~ · Á ~~ ~-------------------------------· ~~ © Biblioteca Nacional de España ALBUIII DB SEÑORITAS. ~~ 't ~lADMIA STAEL HOLSTEIN. ( Conclusion J ~fr. Necker empezó entonces á referir á Gibbon uno de los juegos favoritos de s.u hija, y que revelaba un génio estraordinario. En sus momentos de ocio, la niña se divertía en cortar multitud de figuritas de papel de color, á las que bautizaba con los nombres de reyes , reinas, soldados , damas y caballeros. Luego componía pequeñas tragedias, y hacia que las representasen aquellos personajes, saliendo cada uno á recitar su pape¡ por boca de Germana. Su padre y algunos amigos habian ya asistido sin ser vistos á varias de aquellas sing ulares representaciones, y no podían comprender cómo una niña de nueve años era capaz de concebir y llevar á cabo un plan ordenado con tanta precisioo como sencillez. Gibbon respondía á cada palabra: -¡Oh, Germana es un prodigio l 1 vuestra hija será algun dia una mujer estraordinarial Los dos amigos habían llegado ya al parque del palacio de San-Ouen. -Necker, dijo entonces Gibbon, hay en la carla de Germana cierta seriedad que me hace sospechar algun asunto grave. -Si ; tan g rave como su ocupacion del momento, querido Gibbon , respondió Necker riendo y señalando el fondo de la alameda. Mirad l mirad! Gibbon echó una mirada impaciente hácia el lado que le indicaba su amigo, y vió venir una carretelita lirada por una graciosa nifia de hermosos cabellos negros y ojos del mismo color, que revelaban un :~lma de fuego encerrada en un cuerpo flex ible y delicado ; en el carrito veni-a scot:tdo un niño de dos ó tres años, al que sostenía otra niña de cinco. -Dios mio l dijo Mr. Necker ocultándose detrás de Gib!Jon, si su madre la viera sudando así l -Yamos, vamos Necker, idos con Dios , le respondió Gibbon frotándose las manos con alegria; empiezo á creer que el negocio importaute será pedirme que t ire de la carro- za ... y si es eso, á fé mia que no le digo que no ... al menos recordaré mis juegos de niño, olvidados ya hace cincuenta años. Necker se retiró, y Gibbon llamó alegremente á la reja del jardin. A la vista de una persona que se presentaba tan repentinamente en el parque , la carroza cesó de rodar, y la jóven que la guiaba se detuvo llena de vergüenza y confusion. -Dios mio! csclamó despues de un momento de silencio , y acercándose á abrir: Mr. Gibbon l qué vengüen_za 1 encontrarme jugando aquí con los niños 1 -Eso no tiene nada de particular, señorita, porque tirar de una carroza es un ejercicio muy saludable, respondió Gibbon inclinándose para saludarla. -Creo que os sabeis burlar de mi tan bien como mi padre, dijo la uiña enojándose sencillamente. -Como yo sé que el médico os ordena ..• -Y como yo no sé mentir, Mr. Gibbon, os aseguro, que si me divierto así, no es solo porque él lo manda , sino porque tengo gusto en hacerlo. -Gracias por la franqueza , Germana , y estoy á vuestras órdenes. -Este sitio no es á propósito, dijo Germana con seriedad. ¿ Quereis tener la bondad de seguirme al salon ? .... Divertíos y no os bagais daño , añadió volviéndose bácia sus hermanitos, que casi lloraban al verla separarse; divertíos, que volveré pronto. Entonces apoyó su mano diminuta en la de Gibbon, le condujo al salon , y despues de haberse asegurado de que estaban solos , señaló á Gibbon una silla, sentándose ella en un taburete. -Caballero , dijo Germana IJajando modesta mente los ojos , lo qne tengo que deciros es muy grave, y es preciso que me deis palabra de no reíros. -Gibbon guardó silencio por no sollar la carcajada. -Creo , ca!Jallero, haber oido decir á mi padre que estabais soltero todavia. Gibbon hizo una seña l afirm allva. -Pero creo que no pensareis vivir siempre asi. © Biblioteca Nacional de España " COR~KO • - A la verdad, señorita, que no lo he pensado todavia. -Mejor, mejor, porque os he encontrado una esposa ... ó por mejor decir un padre politico, que será feliz cuando pueda llamaros su hijo. -Pero, señorita, no se casa uno con los padres .... l'O quisiera mejor hallar una muj er que me amase, y ... -La mujer, la mujer ... Gibbon no es lo principal ... pero en fin, como no hay ¡>adre político sin bija, os llevareis á los dos ... prometeis concederme lo que os voy á pedir. -De seguro. -Prometeis muy á la ligera, y creo que habeis dicho s! por acabar pronto. Gibbon notó en el rostro de Germana un disgusto tan notable, que no pudo menos de esforzarse en con \'cocerla de que no babia nada en el mundo que él fuese capaz de rehusarle. - :\Ir. Gibbon, dijo entonces Germana con solemnidad; l\lr. Gibbon, quereis casaros conm:go? El historiador dió un sallo sobre su silla, y miró fijamente á Germana, que tenia los ojos bajos y la frente encendida. -¡Conmigo ! conmigo ! qué tengo cincuenta y cinco años! -¿Qué importa? vos teneis edad de mas, yo de menos, y hay compensacion. -1 Casarme con ros 1 repetía Gibbon atónito. -Es decir que me rehusais, dijo Germana levantandose. -~o, no , señorita, yo acepto con el mayor placer esa linda mano, pero decid me por Dios, ¿es mi físico el que os ha seducido? -¿Vuestro físico? respondió Germana rien· do, no conozco nada mas horroroso. -¿ Será acaso mi voz gangosa ó el agrado de mi con rersacion? -Justamente, cuando escucho vuestra voz me dan ganas de escapar por no oiros, y sin duda no comprendo el mérito de vuestra con,·ersacion, porque cuando hai.Jlais ..... me fastidio ... Gibbon , por Dios, no os ofendais de mi franqueza. l.;:;..._ DE LA MODA. - Todo al contr ar io, niña mia, ¿pero cómo quereis casaros con un viejo gangoso, feo y corcobado? - Porque mi padre os ama tanto, que será el hombre mas feliz cuando pueda llamaros su hijo. Abrióse entonces la puerta del salon , y Gibbon se echó en los brazos de Mr. Necker gritando: -Tu hija es un ángel! es una criatura an.tc quien debemos arrodillarnos .. . mira como lloro, añadió enjugando una lágrima, pero es de placer. -~o escuches á Gibbon, papá, que me llama ángel porque quiero casarme con él. -¡Casarle con él! Germana esplicó enlonces á su padre, que conociendo que Gibbon era para él el hombre mas apreciable y el amigo mas verdadero, había pensado casarse con él, y que si se Jo babia ocultado , era porque conocía que un padre qnc tanto la amaba no consentiría en sacrificarla. -¿Luego es un sacrificio casarse conmigo? preguntó Gibbon con seriedad. -¡Oh! sí, señor , respondió Germana. pero la palabra está dada, y como hombre de honor no podeis rolveros atrás. -Una palabra, señorita, yo no olvidaré jamás el sentimiento generoso que os ha impulsado á ofrecerme vuestra mano, y de hoy en adelanle viviré en vuestra misma casa, sin separarme jamás de Necker, ya que eso basta para hacerle feliz, ¿qué decls á esto? -¡Oh 1 diré que eso es mucho mejor que casarme con vos... pero al fin, mi palabra tarobien es palabra. -Os la de1•uelvo , señorita. Germana abrazó á Gibbon con toda la efusion de su alma, y desde entonces no fo rmaron mas que una familia. Aquella niña generosa avanzaba cada dia en conocimientos; los que ella llamaba momentos de ocio, eran lucidos ejercicios de imaginacion; y á los quince años babia dado j cima á una porcion de trabajos, pues b abia estractado el espirilu de las leyes de J\l on- -~ 't,~· ¡, "4-,~~·D --------- © Biblioteca Nacional de España .~lt1.$. ALUOM DE SEÑORITAS. tesquieu , que anotó con reflexiones dignas del mas elerado publicista. A los veinte años se casó con el barou de Stael Ilolstein, embajador de Suecia. Como en esta biografía nos ocupamos con especialidad de la infancia y juventud de 1\fadama Stacl, pasaremos rápidamente por los sucesos qne ocupan el resto de la vida de nuestra heroína. Sospechando l'iapoleon que Madama StaCI babia ayudado á su padre á escribir una obra de política y hacienda, tuvieron éstos miedo de que tal vez su libertad estaría amenazada, y se retiraron á Saint-Brice, á casa de lladama Recamier, célebre por su hermosura y por la hospitalidad que prestaba á lodos los refugiados polllicos. Durante el imperio de l'iapoleori, Madama StaCI fué desterrada de Francia, y se estableció en Coppet, don(!e escribió La Col'ina, La Delfina, La Alemania, y Diez aiios de destierro. Madama Slacl escribió tambien el magnífico libro de Sus Pasiones, el de la Lite1·atu· 1·a latina, y otras muchas obras, desplegando en ellas un espíritu allamente filosófico. Volvió á Francia con la Restauracion , pero en 1816, su salud demasiado alterada inspiraba sérios temores. Conociendo que se acercaba su fin, repelía con frecuencia: - «l\fi padre me aguarda en la otra orilla .•, Su muerte fué dulce y tranquila, y falleció con los sentimientos mas religiosos el 17 de Julio de 1811. ~Jadama Stacl dejó dos hijos, Augusto, Baron de Sta el , que hizo una lujosa edicion de las obras de su madre , y una hija digna de su nombre, que casó con el duque de Droglie, par de Francia. RonuSTIANA AnmÑo UN COXGllESO DIZ C uESTA. FEHE~I~O. Yo que soy un tanto curiosa y entrometída, y que ando siem pre á caza de noveda" des, como los patr·iotas á caza de empleos, &\.~apenas supe que una porcion de mujeres jó· renes y graciosas trataban de reunirse para discutir las bases del nue\'O Códi!JO del amo1·, que ha de regir en el año 1855, no paré hasta que logré ser invitada para la sesion de tan discreto y agradable Congreso. Pero uo rs lo peor que asistiera, sino (lUe co mo ardiente partiduia de la Nb1·e emision del pe11samiento, urgóme luego el deseo de escribi1· lo que había visto y oído, con la sa na intencion de que mis obsenaciones die· sen, si tanta era w fortuna, un rato de dulce solaz á las entendidas y bellas lectoras del A Lbttm. Las once de la uoche marcalJ';I la aguja de un reloj de mesa colocado encima de un elegante velador, y en uno de esos gabinetes adornados con ese gusto peculiar al bello sexo, especie de mansiones encantadas, donde se re pira una atmósfera de felicidad embriagadora, de ¡Jlace•· infinito. No hay homb•·e que acierte á esplica•· el dulce y vago sentimicuto que se apodera de su alma, cuando por 1wimera vez pisa una de estas perfumadas habitacioues, donde millares de flores se agostan eu ricos jarrones de china y po•·celana quemadas por el aliento de esas mujer·es de rostro cspresivo y talltl ficxible como el suelto juuco de los ralles. Las once eran , como apuntado dejo, cuando uuas doce ó catorce jóvenes alegres y decidoras se hallaban reunidas en uno de estos gabinetes, y proyectaban pasar las pesadas horas de la noche entretenidas en la formaciou de un Código, al cual pudiese acomodarse el corazon de la mujer en las lides amorosas. Eran tantos sus encantos y tan acabada sn belleza, <1nc en una de sus miradas hahria cucontrado Byron asunto para un poema , y los matices de sus frescas mcgi llas habrían hecho palidecer los brillantes colores del pincel de Miguel Angel. Me en tretengo en estos detalles para disculpa•· mi pereza, pues ella, y solo ella, fué la ca usa de que yo llegase al sitio de la reunion dos horas despues de comenzada, ó lo que es lo mismo, diez minutos despucs de concl uida.-¡ Cómo, dirá alguna de mis discretas l ectora~ , en tan poco tiempo se discutió un Código de amm·! -En dos horas , le contestaré yo, y aun sobró tiempo, que en un Congreso de mujc· res las fórmulas son menos, el pensamiento mas rápido y las digresiones mas cortas; por·qoc en la mujer la accion va tan uuida á la idea, que parecen una misma cosa, en tan toque los Congresos masculinos ú obran sin pensar, ó piensan en Jo que no bao de llevar Jh1 R ~~--~---------------------------------------~~ © Biblioteca Nacional de España - ~ W' CORREO DE LA 2~ MODA. . ==============~~~========~~~ á cabo nunca; y á la ''crdad que pudic•·a citar muchos ejemplos en apoyo de mi teoría; pero no quiero alargar este artícnlo, y )·a que no n•e sea dado describiros la sesion, ''oy á apuntar algunas de las d1sposiciones que las Córtes femeninas han discuticlo y ap:ouado , para que vosotras juz¡;ucis del ~c•crto que en materias legales tiene la mu. JCr. TITULO PRBIERO. ArL. 1." Queda derogado todo cuan to la coslumb•·e ó la arhitra1·iedad de los amantes haya estaulecido en matCJ·ia de amor. A rl. 2: Desde 1 ." de Ene•·o de 185;) los ena morados se regi•·án po•· las disposiciones de este Código ; quedando sujetos los que lo infrinjan á la pena que les co rresponda, segun la g•·avcdad de la falta. TITULO II. IJel anw1·. Arl. 1 .• Teniendo en cuen ta que estamos en una época de rcfo1·mas , y c1ue la antigiiedad ha perdido el pleito desde que hablando del porvenir de la juventud dijo Yictor IIugo :. Esto matará á aquello, se 1·clega al olmlo el Arte Amandi ele Ovidio , co111o lihro antiguo que no satisface las necesidades de la époc:a. Arl. 2." Se declaran fabulosos los amores pintados por Pctrarca, Garcilaso y Melendez, porque los hombres de ahora no tienen ningun punto de contacto co n los pastores de Arcadia. .\r1. a." Se prohibe el amo1· platónico exagerado, JlOI'f)ue la espcriencia acredita que esta pasion llevada al estrcmo convierte en osos á los homures. A•·t. 4 ." No se dará crédito al amo1· ¡·omántico , porque prellominaodo en esta pasion la forma sobre el fondo , es mas clásica que el mismo Aristóteles. Arl. 5." Con el oujeto ue evi tar fraudes se ¡·ecomienda la mayor publicidad en todos los asuntos amorosos. TI1TLO Jll. De los amantes. Art. l ." Pa ra ser amante se necesita: L" Tener vrintc ai\os cumplidos: 2." Se•· discreto. y 5. 0 No hahe1· estrariado el juicio ni cnfr·iaclo el cornon con la lectura de libros sentimentales . Al'l. 2. 0 Se nirga d títul o ele :imantes: 1. 0 A los tJolfos , porque el amo•· uo es jue~o de niüos: 2. • A los tontos, porque mal podrá rendir culto al amor quien no puede comp1·cndcr su ~rnndeza : 5. 0 . \ los locos, por no agravar· sn enfermedad: 4. 0 A los viejos, porque el •·idículo es la muerte del amor, y :$. 0 A los mansos ele espíritu , porque de ellos es el1·eino de tos cielos. Arl. 5." Los amantes no se rnld•·:ln para entenderse del lengu:1je admitido en los clemas asuntos de la vida, y el dialecto que usen será ohjctf) de un reglamento especia l. Art. 4." Mientras cstu,·iercn presentes se •·ecomientla la fidelidad :í los amantes, pe· ro si se separan podr:in escudar su mudanza ú olvido con los siguientes ''ersos de Castillejo: Quien no esturie1·e en pres•mcia no tenga fé en confianza, que son oh·iclo y mudanza las condiciones de au sencia. Art. 5. 0 Se p•·ohihc :1 los amantes hacer donativos para e'•itar qu e el mas apático especule con el mas enamorado , ó el mas listo con el mas tonto. Art. 6.• Se considera n reos de leso amo1· los que con hala go ~ conquistan la hacienda de una muje1·, porque ni el a111or es una jugada de bolsa, ni esta pasion debe pro· tejer la holgazanería . Art. 7 .• La escala penal y la clasifica cion de los delitos y faltas nmorosas será objeto de una ley especial. lié aquí los p1·incipalcs artículos del Có- digo de amor que ha de regir en el aüo que h_a _empezado: cuando se discutan las dispo SICiones penales y el rcglnmento para el dialecto amoroso, procuraré hacéroslos cono ce•·, si Dios es sc1·vido de conservarme la vida, y vosotras curiosas de leer lo que tan de cerca os atañe. L a Hija de las Flores. ~ ~~~ © Biblioteca Nacional de España ALDUAI DE SEÑOR ITAS. El invierno nos hace sen tir sus rigores de un modo implacable . Temerosa la Moda por la suerte de sus blondas, cintas y fl ores, envió por esploradoras á algunas de sus mas denodadas guerrill er:1s, que trepando á la montaña rusa, y á vista de un pais nevado, perspectiva hermosa, pero desconocida para ellas, se creyeron trasportadas á la Crimca, tomando por torres de Sebastopol las de la coronada villa. Felizmente refugiadas por necesidad en los teatros, ha sido preciso que ' 'iesen una y ott·a noche La {ocm·a de amor de la reina doña Jnana para persuadirse ele que se hallaban en España, y que el trav ieso D. Gil de las calzas verdes les hitiese n<>tat· en los jardines del duque de Lerma el escudo de armas de la villa del madl-oño para convencerlas de que no habían salido de la de Madrid. Con esta temperatura tan desapacible la buena sociedad se agrupa en reuniones de confianza alrededor de la chimenea. Al amor de la lumbt·e y mientt·as la gente formal se entretiene en las sabrosas pláticas de literatura, ó en las desabridas de política , las señoritas convierten el gabinete en una esposicion de ohjetos de tapicería, .bordados, ú ott·os trabajos útiles. Las labores mas difíciles, y que parecían un arco de iglesia, se t•csuel ven allí fácilmcute pot· la oportuna csplicaci<>n de una amiguita. Sin embargo, como el tiempo continúa scéo, permite todavía vestirse para salir con lo bueno del dia. El muaré llntiqne y el terciopelo son las telas mas admitidas para traje de calle. Las manteletas de forma de palctó, de terciopelo negt·o, fonadas de raso blanco , y con adornos de piel de marta cibelina, ~on tambico muy distiuguidas. Las manteletas , para señoritas , se haceu mas generalmente de moiré, guarnecidas de terciopelo; para vestidos se lleva con preferencia la popelina en colores azul , verde ó avellana con adornos de felpa del mismo coM.,;;.:.~~:~sí , y rodeadas sus frescas mejillas de } ., :..: :·-, '·' ¡ /~ . " _, .. e; ~ -...;...' la aureola de nn sombrero de felpa rosa ó blanca, con su manguito de cisne y sus bolitas de charol, pueden desafiar muy bien á la inclemencia del tiempo. Principian :í abrit·se algunos salones, y ya era hora, porque ef(~clivamente hemos entrado de lleno en la estacion de los bailes : estas reuniones dan la not·ma á la Moda, y conforme vayan teniendo lugar daremos razon á nuestras lectoras de la que en ellas predomine. Entretanto les señalaremós como muy recomendables, entre las telas liget·as, las gasas con disposiciones á realce de terciopelo; las gasas rayaditas ó de cordoncillo con volantes á disposiciou de grecas en gasa rizada. TamLien son muy distinguidos los trajes de tafetao ó grós lisos, enriquecidos con volanles dll blonda ó enc:1jc, descansand<> sobre un foll:1do de tul. La parte del vestido mas recargada de adornos es el cuerpo, bien con bertas, ó con tirantes, de dos ó tres órdenes: estos se llevan tambicn de flores, que se reproducen á •eccs sobre la falda . Lo mas elegante en este género son las !Jertas de cinta , sobre un vestido blanco, y cuaDLo mas sencillo mejor. Estos adornos son por detrás una verdadera berta , en forma de corazon, y por delante figuran tirantes que terminan en la ciutura con un grao lazo , cuyos cabos, flotantes y largos, caen sobre la falda. Ttes traviesas de cinta sostienen en el pecho estos graciosos tirantes. Aurora Perez lJfiron. La csp]jcacidn del lindísimo figurín que acompañamo$ con este número la encontra - ~~d~~1~[!~:=~~~ :01~nele~uf~:~f~m~: h;~ 3 berln repartido, si hubiese llegado á tiempo. La perfeccion de su dibujo y colorido, la buena y oportuna elcccion de sus trajes de baile y disfraces , harán ver á nuestras suscritoras que no perdo~amos medio ni sacri. ficio para que tengan stempre en este género Jo mejor que circule en París , y por consiguieme en Espaüa. A IIIADRID 1854.-lmp. de 111. Campo-Redondo y S. Aguiar.-Buerlns, 4~. •• , " © Biblioteca Nacional de España r .. -- © Biblioteca Nacional de España • © Biblioteca Nacional de España