la iglesia y los derechos del hombre. jalones históricos

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EDOUARD HAMEL
LA IGLESIA Y LOS DERECHOS DEL HOMBRE.
JALONES HISTÓRICOS
¿Cuáles son las razones y el sentido del largo retraso de la iglesia, desde el s. XIX
hasta la primera mitad del XX en el tema de los derechos humanos? ¿Cuáles son los
motivos de su reciente descubrimiento? En realidad se distinguen tres fases. Una en
que se da una actitud más o menos reticente (desde la revolución francesa hasta el
Syllabus de Pío IX) producida quizás por la ambigüedad que tenían palabras como
«derechos» y «libertad», ambigüedad que las hacía peligrosas. Otras en que se toma
una postura más positiva, aunque provisionalmente (desde León XIII hasta Pío XII), en
la que se habla de concepción cristiana de la libertad Y finalmente una fase de
colaboración, iniciada tímidamente por Pío XII y que llega hasta nuestros días. En este
artículo se analizan las etapas de esta última fase.
L’Eglise et les droits de l’home. Jalons d’histoire, Gregorianum, 65 (1984) 271-299
Pio XII
Hay un primer cambio de perspectiva: a las ideologías totalitarias la iglesia tenía que
oponer la dignidad inviolable e inalienable del hombre creado a la imagen de Dios. El
mensaje de navidad de 1942 contiene la primera formulación eclesiástica de los
derechos humanos, algunos de los cuales son ya citados y agrupados en torno a la
"dignidad de la persona humana". El mensaje de navidad de 1944 fundamenta los
derechos humanos en la naturaleza creada por Dios, y el derecho natural es el desarrollo
de este orden. La iglesia y el estado, según el papa, son dos poderes enfrentados.
Rechaza la concepción paternalista del estado en favor de una concepción jurídica y
constitucional centrada en la persona humana.
Derechos fundamentales de la persona y derecho natural
Pío XII prepara el encuentro del magisterio con la doctrina de los "derechos humanos"
por el camino indirecto del derecho natural. El derecho conserva su pleno valor aun en
el orden de la redención, en la base de la vida social, sobre todo internacional; todo ello,
contra el "sobrenaturalismo unilateral". Pío XII invoca el derecho natural para salvar los
derechos fundamentales de la persona, amenazados por los estados totalitarios. A pesar
de todo, su concepción del derecho natural es más bien estática.
La declaración universal de los derechos humanos de la ONU (10. 12.48)
En los escritos de Pío XII no se hace de esta declaración mención alguna. Hay dos
hipótesis: o Pío XII no quería disgustar a los católicos que no la aceptaban, o
simplemente no estaba de acuerdo con el hecho de que la declaración excluía el
fundamento divino de la dignidad humana. Los artículos publicados por el Osservatore
Romano en esta ocasión parecen favorecer la segunda hipótesis.
Un cambio de dirección decisivo. La pacem in terris (11.4.63)
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Este testamento espiritual de Juan XXIII habría sido inconcebible sin la doctrina de Pío
XII sobre la dignidad del hombre. La encíclica es a la vez el final de una enseñanza
sobre los derechos humanos basada en el derecho natural y el comienzo de una teología
que los vincula a la creación y a la vocación divina del hombre.
Una constitución de los derechos humanos
La encíclica es el primer gran éxito oficial del magisterio sobre este tema. El papa
recalca que la proclamación de los derechos humanos es consecuencia de una
secularización constante de las instituc iones, no necesariamente identificada con la
negación de Dios, sino indicativa de la valoración de la autonomía del hombre. Señala
en el texto algunas lagunas, que procurará llenar, y se declara sustancialmente de
acuerdo con la "declaración". En su encíclica el papa da a los derechos humanos un
fundamento más sólido que el que les da la "declaración"; le corrige el individualismo,
señalando fuertemente la dimensión social del hombre y la reciprocidad entre derechos
y deberes, y proclama que los derechos humanos entran en la definición de la paz y son
la garantía y el fundamento de la misma.
Doble fundamento de los derechos humanos
1. Dignidad natural del hombre. Los derechos humanos se apoyan fundamentalmente
en la incomparable dignidad de la persona humana, naturaleza dotada de inteligencia y
de voluntad libre. El papa insiste en la base "natural" de los derechos humanos,
creyendo, como Pío XII, que la doctrina del derecho natural ofrecía una base mucho
más universal y sólida que el evangelio para establecer un ideal humano inmutable cuyo
fundamento fuera admitido por todos. Pero rechaza un derecho natural autosubsistente
que excluya el fundamento divino; la persona humana no es, pues, un sujeto "absoluto",
sino esencialmente religado a Dios.
2. Dignidad sobrenatural del hombre. La dignidad humana, considerada a la luz de la
revelación, lleva al papa a afirmar que la voluntad de Dios sobre el hombre encuentra su
plena significación en la salvación ofrecida in Christo. La originalidad de Juan XXIII
está en vincular la doctrina del "derecho natural" al dominio de la creación subordinado
al de la redención. Los derechos humanos se presentan en la encíclica participando en el
orden sobrenatural-cristiano del hombre, y de este aspecto habla el papa explícitamente
sobretodo cuando se dirige a los católicos como tales.
Derechos-Deberes
El Papa insiste fuertemente en el lazo indisoluble entre derechos y deberes en la persona
y entre las personas; los dos brotan de una misma fuente: la dignidad de la persona
humana y su vocación divina. Así el papa purifica al derecho de todo individualismo.
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Vaticano II-Gaudium Et Spes (7.12.1965)
Una visión cristiana de la moral
Gaudium et Spes nos presenta los elementos de una metodología nueva en moral. No
duda el concilio en ofrecer a todos los hombres una visión cristiana del hombre y del
mundo. La motivación de la fe está así, pues, religada a una moral universal, más que en
los documentos pontificios anteriores. Se pasa del derecho natural cristianizado a una
visión cristia na que no anula la moral. El creador ha inscrito en la naturaleza del hombre
las "leyes de la vida social", que la revelación hace comprender con más penetración.
Derechos del hombre e imagen de Dios
Gaudium et Spes habla de la eminente dignidad de la persona humana; la dignidad de la
razón humana, de la conciencia, de la grandeza de la libertad, como signos de esta
dignidad. Funda la dignidad de todo hombre en el concepto bíblico de la imagen de
Dios, cuyo hilo conductor está en la teología patrística y que tiene un carácter dinámico:
someter la tierra, etc. El hombre, conformado con la imagen de Dios invisible, adquiere
una dignidad nueva. El enlace entre creación y redención da a la dignidad humana su
consumada perfección.
Carácter dinámico de los derechos humanos
Gaudium et Spes enumera varios de los derechos fundamentales del hombre, pero no
dice una palabra de la "declaración" de la ONU. Se afirma claramente el carácter
dinámico de los derechos, cuyo desarrollo la iglesia tiene en gran estima y estimula;
pero es el fermento evangélico el que suscita esta exigencia de dignidad.
¿Qué derechos?
El concilio, al hablar de derechos humanos, no hace ninguna distinción entre creyentes
y no creyentes. A la luz del evangelio la iglesia no hace sino explicitar principios de
justicia y de equidad postulados por la razón.
Misión de la iglesia y derechos humanos
La iglesia respeta el derecho a la libertad de conciencia, pero reivindica el derecho a
predicar la fe siempre y en todas partes con auténtica libertad, a dar un juicio moral
cuando los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas lo exigen.
Esta pretensión de la iglesia se funda en el hecho de que ninguna ley humana puede
asegurar la dignidad personal y la libertad como el evangelio. La iglesia legitima así
religiosamente los derechos fundamentales de la persona humana. El evangelio ilumina
el misterio del hombre, lo protege contra toda falsa idea de autonomía.
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Pablo VI (1963-1978)
Desde el "desarrollo integral" a los derechos humanos
Habría dos etapas. En la primera, hasta el año 1967, de acuerdo con las preocupaciones
de la época, da la primacía a la categoría "desarrollo". Tiene su culminación en la
encíclica Populorum Progressio : el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, sumario de
nuestros deberes. En los últimos diez años de su pontificado las afirmaciones sobre los
derechos humanos son más intensas y repetidas, hasta la declaración de 1974 sobre
"derechos humanos y reconciliación" y la alocución de 1978 a los diplomáticos. En esta
segunda etapa los derechos humanos no son vistos en relación con el desarrollo sino con
la paz.
Fundamento teológico de los derechos humanos
Para Pablo VI, en su continuidad con Gaudium et Spes, la fuente de referencia principal
es ante todo la reve lación, no un orden "natural". En la Populorum Progressio muestra
cómo la fe transforma la dinámica racional de los derechos y le comunica una energía
nueva. El desarrollo integral es considerado teológicamente: por su inserción en Cristo,
accede el hombre a un humanismo trascendente que le da su suprema plenitud; la piedra
angular de este humanismo es la afirmación de Dios.
La iglesia y el estado
En contraposición a Pío XII, Pablo VI considera a la iglesia al servicio de la comunidad
política para servir mejor al hombre. Espíritu de diálogo. Acepta serenamente la laicidad
de los estados y el pluralismo de las sociedades.
Los derechos humanos según Pablo VI
1. Pablo VI reconoce la validez del ideal proclamado por la "declaración" de la ONU.
Reconoce que la revolución francesa había sabido hacer suyas ciertas ideas cristianas.
Tiene en cuenta la "des-teologización progresiva" de los derechos humanos y propone la
comprensión cristiana de las palabras de la revolución francesa: libertad, igualdad,
fraternidad.
2. Pablo VI insiste más que sus predecesores en las condiciones requeridas para que las
libertades no sean puramente formales sino reales y para que los derechos sean una
realidad jurídica. El papa propugna una presencia más activa de la iglesia en los
organismos internacionales.
3. Concepción dinámica de los derechos humanos. Según Pablo VI, el hombre está en
continuo progreso y devenir hacia la plenitud de la verdad. Afirma la historicidad de los
derechos humanos, un derecho natural más dinámico. El mensaje de Pablo VI en unión
con los padres del sínodo de 1974, "Derechos del hombre y reconciliación", es el texto
más completo de Pablo VI sobre este tema.
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El documento quiere llamar la atención sobre algunos derechos particularmente
amenazados hoy en día: derecho a la vida, derecho a comer, derechos socioeconómicos,
derechos políticos y culturales, derecho a la libertad religiosa, "derecho a la esperanza".
Una doble promoción se le impone a la iglesia, ad extra et ad intra:
a) Ad extra: la iglesia cree que la promoción de los derechos humanos es una exigencia
del evangelio, central en su propio ministerio. La expresión más completa de la
dignidad humana y sus derechos, bien común de todos los hombres, está en el
evangelio.
b) Ad intra: El ministerio de la promoción de la justicia obliga a la iglesia a una
incesante purificación de su propia vida, legislación, instituciones, etc., y a purificar
también las relaciones con estructuras y sistemas sociales que violan los derechos
humanos.
Derechos del hombre y re conciliación
La reconciliación es un imperativo de la justicia. La iglesia es signo y fuente de
reconciliación entre los hombres en virtud del don y del poder de reconciliación que
Cristo le ha dado.
Evangelización y derechos humanos (Evangelii Nuntiandi, 8.12.75)
En este documento el papa afirma que la evangelización no sería completa sin un
mensaje sobre los derechos y deberes de toda persona humana. En efecto: entre
evangelización y promoción humana hay lazos antropológicos, teológicos y
evangélicos. La evangelización ha de considerar el hombre entero, en todas sus
dimensiones. La libertad religiosa ocupa un sitio capital. En la alocución a los
diplomáticos del 14.1.78 el papa subraya a la vez el valor de la reivindicación de los
propios derechos así como sus ambigüedades y límites, individualismo o anarquismo.
La expresión "mi derecho" no constituye, pues, la última palabra de la actitud del
cristianismo en la comunidad y en la sociedad. Hay que ir más allá del aspecto limitador
del derecho para descubrir en él la llamada que encierra.
Juan Pablo II
Pablo VI significó la "concientización" de los derechos humanos; Juan Pablo II es su
evangelizador.
Fundamento de los derechos humanos
Fundamenta los derechos humanos a un triple nivel: el hombre, la fe en un Dios único y
la fe en Cristo.
1. La dignidad de la persona humana. En un primer mensaje sobre los derechos
humanos el papa reafirma el principio básico ya enunciado en Pacen in Terris (la
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dignidad de la persona como fundamento de los derechos humanos), subrayando la
semejanza con el preámbulo de la "declaración" universal de 1948. Luego se coloca el
papa en el nivel de la fe: contra el ateísmo que corta al hombre de sus raíces, se afirma
que los derechos humanos se fundamentan en una concepción integral del hombre, en la
que Dios tiene su lugar. En un segundo mensaje sobre los derechos humanos, 1979,
considera su violación bajo el ángulo de la solidaridad a un triple nivel: antropocéntrico,
teocéntrico y cristocéntrico; ésta es el lazo que une a todos los seres humanos, para los
creyentes en un Dios único y verdadero es la fuente y el fundamento de la dignidad
humana, para los cristianos se resume en las palabras "somos todos hermanos en
Jesucristo". Todos los hombres y todos los estados participan de este punto de vista
puramente "natural" de los derechos humanos, aunque los creyentes y cristianos tienen
una visión más honda de la dignidad humana. Al tratar de la libertad religiosa, n.° 17 de
la Redemptor hominis, el papa adopta la metodología de la declaración conciliar
Dignitatis humanae, de la cual fue uno de los principales artífices. El papa fundamenta
el derecho de todo hombre a la libertad religiosa primeramente en las premisas dictadas
por la razón y el sentido de su dignidad; la reflexión teológica, enunciada solamente,
refuerza la reflexión filosófica anterior.
2. El hombre creado a imagen de Dios. Proclamando los derechos humanos, el papa
quiere desafiar al ateísmo; de ahí su reiteración en el tema de la imagen de Dios: el
hombre es una persona por ser imagen de Dios. Una antropología no unida a la teología
de la revelación tiene el peligro de encerrar al hombre en una falsa autonomía, donde
Dios aparece como superfluo.
3. Cristo solidario de cada hombre. En la primera encíclica, Redemptor hominis, el
papa contempla a Cristo que se ha unido a cada hombre y que revela plenamente el
hombre a sí mismo. Hay un lazo intrínseco, pues, entre la venida histórica de Cristo y el
hombre, previamente a cualquier encuentro con la iglesia.
Todo hombre, sépalo o no, existe y vive integrado en el misterio de Cristo. Así el tema
de los derechos humanos es colocado dentro del dogma de la encarnación. Ninguna
dicotomía se da entre los tres niveles de la dignidad humana. Así el papa, adopta un
lenguaje universal, por el solo hecho de su argumentación. El magisterio de Juan Pablo
II une, en una síntesis original, antropología y teología, fe y razón.
Fundamento de la misión de la Iglesia
El papa afirma que la cuestión de los derechos humanos está ligada estrechamente a la
misión de la iglesia en razón de la dignidad del hombre como ella la ve en la visión
cristiana de la antropología que adopta. En su discurso a la UNESCO de 1980, afirma
que las afirmaciones sobre el hombre nacen de la sustancia misma del mensaje de Cristo
y de la misión de la iglesia. Su acción en este terreno no quiere ser sino un servicio a
cada hombre, por la estima que le merece, sea o no creyente.
La primacía de lo espiritual
Al defender y promover los derechos humanos, precisa el papa, hay que considerar al
hombre que vive simultáneamente en la esfera de los valores espirituales y materiales.
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Pero una antropología que eliminara la trascendencia y pretendiera una igualdad
económica de los hombres, sacrificando la igualdad en cuanto a la libertad religiosa,
sería el origen de profundas injusticias. Hay que mantener la primacía de lo espiritual
sobre lo material, de la persona sobre las cosas, de la moral sobre la técnica. Entre los
derechos humanos hay que mantener una jerarquía, ya que la raíz de toda libertad está
en la libertad de conciencia.
Derechos humanos e instituciones
El hombre, dice el papa, trasciende las instituciones en las que vive y que para él son. Ni
individualismo ni colectivismo, sino tendencia personalista: el hombre en el centro pero
en relación. El dilema entre personal y social es resuelto por la doble dimensión
personal y social del hombre. Hay que ir del "corazón" a la realidad social, del interior
al exterior, en un proceso de revisión permanente de las instituciones. Mientras que el
magisterio anterior esperaba esencialmente de los estados el respeto de los derechos
humanos, hay en Juan Pablo II una llamada directa a la conciencia.
Una perspectiva de conjunto
Frente a los derechos humanos la iglesia ha pasado de la desconfianza a la aceptación, y
luego de la christianitas a la societas hominum, dándose cuenta de que la defensa y la
promoción del hombre entran en su misión, haciéndose más atenta a las condiciones del
desarrollo integral del hombre. La problemática, la perspectiva, el lenguaje de las
enseñanzas del magisterio actual están situados históricamente como respuestas a los
problemas sociales y políticos que han puesto en peligro los derechos humanos. En este
contexto estos documentos muestran una evolución dentro de la continuidad.
¿El magisterio interviene en los derechos humanos en nombre de Dios creador o de
Dios redentor? ¿Qué fundamento da a los derechos humanos? ¿Cristiano o "puramente
humano"? Se trata de un caso particular de la articulación naturaleza y gracia, fe y
razón, siempre difícil.
1. La perspectiva ascendente. Pío XII y Juan XXIII se han decantado por este aspecto,
¿por qué?
a) La naturaleza humana y el derecho natural ofrecían una base común más segura y
más universal que el evangelio para establecer un ideal humano invariable que fuera
más apto para colaborar con los creyentes.
b) Centrar el orden social en Cristo era más enriquecedor pero menos universal, y
comportaba el peligro de una discriminación religiosa entre creyentes y no creyentes.
Dando la primacía a la perspectiva "natural", con todo, se debe evitar la reducción del
alcance universal del acontecimiento Jesucristo. Pero ¿acaso el magisterio no saca su
visión antropológica de la fuente del evangelio? No habría en ello contradicción, pues el
magisterio recupera a partir del evangelio verdades universales y a menudo olvidadas y
negadas, sobre el hombre. La iglesia sabe que cristianizando al hombre lo humaniza.
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c) El magisterio no ha creído nunca que era infiel a la originalidad del cristianismo
cuando excluía momentáneamente, por razones pastorales o apostólicas, respuestas que
son evidentes para los creyentes pero que estaban más allá del mínimo nocional que
propone como común denominador en su diálogo con no creyentes, por ejemplo.
2. La perspectiva descendente. La perspectiva cristocéntrica muestra que la llamada de
Cristo atañe al corazón de cada hombre, imagen de Dios, como una secreta llamada
hacia la revelación plena. Hay una continuidad entre creación y redención en la historia
de la salvación. El cristocentrismo es el principio básico de una antropología cristiana.
Así como la perspectiva descendente tiene ventajas evidentes para los creyentes, a los
no creyentes les muestra las riquezas del cristianismo en cuanto a los derechos humanos
y su fundamento.
La tarea propia del magisterio en cuanto a los derechos humanos
1. No es necesariamente la de formular los derechos humanos; se puede apoyar en su
desarrollo tal como acontece fuera de su dominio.
2. Desde la perspectiva teológica, más que fundamentar los derechos humanos, ha de
ofrecer un horizonte, una visión integral del hombre y de su dignidad.
3. En cuanto a soluciones, debe más bien señalar lo que falta por hacer a las inmediatas
que cualquier otra cosa.
4. Ante todo es necesario que se preocupe de la proclamación de los derechos, de la
defensa de los derechos violados o amenazados, en una época concreta.
5. Por todo ello, su nivel de intervenciones conviene que sea más parenético que
doctrinal o de investigación.
6. Se trata menos de justificar los derechos humanos que de protegerlos. El ministerio
de la promoción de los derechos humanos obliga a la iglesia a ser ella misma espejo de
justicia.
¿Es el cristianismo fermento de individualismo?
Tal es la revolución cristiana: el singular es absorbido por la totalidad, el absoluto
sustituye al singular. El primer fruto es el valor infinito del hombre con todas sus
consecuencias. Una parte esencial del hombre escapa a la sujeción del estado: su
dimensión espiritual. Históricamente, la moral evangélica, netamente enemiga de todo
egoísmo, ha podido ser explotada por el egoísmo humano. El evangelio sustituye la
noción de "mi derecho" por la de responsabilidad, adoptando la noción
veterotestamentaria de justicia y rectificado necesariamente la antropología subyacente
a las declaraciones de los derechos humanos. La solidaridad humana no abarca una
clase social solamente sino toda la comunidad.
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Los derechos humanos y las iglesias cristianas
La gran corriente histórica en favor de la proclamación de los derechos humanos tiene
incontestablemente orígenes cristianos, aun cuando desde finales del s. XVIII fueron
más proclamados por otras voces que por la de la iglesia. La elaboración doctrinal de
estos derechos heredó una corriente teológica que remonta a S. Tomás, que transplanta a
la Europa cristiana la noción aristotélica de derecho natural. Durante el s. XIX y la
primera mitad del xx ha habido un largo olvido, cerrado por Juan XXIII y el Vaticano
II. El sentido de este paréntesis respecto a la iglesia católica lo hemos indicado al
principio del artículo. Respecto a otros cristianos, como los ortodoxos, veían en la
doctrina de los derechos humanos un producto del racionalismo occidental, expresión
de una orgullosa afirmación del hombre contra Dios; la reconciliación entre los
ortodoxos y los derechos humanos había de venir por el camino del derecho a la libertad
religiosa. En cuanto a los protestantes, la idea de derechos que atañen al hombre en
cuanto hombre ofrece dificultades. El único derecho que el hombre tiene es el de
obedecer a Dios y a los que le representan en la tierra. A causa de su desconfianza
respecto al derecho natural, la idea de los derechos humanos hace su aparición en los
protestantes a partir de la revelación: deriva de la exigencia soberana de Dios.
Conclusión
Aunque históricamente los derechos humanos han sido descubiertos bajo la influencia
del cristianismo, son en sí mismos del dominio de la filosofía y no de la fe. No es
absolutamente necesario, aunque podrá ser muy útil, fundamentarlos explícitamente en
Dios. La sola dignidad humana, dato primero, puede bastar para ello. El reconocimiento
puramente "secular" de los derechos humanos conserva su valor en cuanto que ya por
ello admite un cierto absoluto, y puede llevar al descubrimiento del Dios verdadero. La
"recuperación" de los derechos humanos por parte de la filosofía no es una injuria a la
religión. Con todo, es posible "cristianizarlos" de nuevo, insertándolos en el orden de la
salvación sin perder su sentido "natural". La teología de los derechos humanos los
considera a la luz de la creación, la encarnación y la eclesiología.
Tradujo y condensó: TEODORO DE BALLE
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