LA CONTINUACIÓN DE LA INDUSTRIALIZACIÓN EN ARGENTINA (Segunda parte) Mg. José D. Villadeamigo I.- Antecedentes relativos al crecimiento y el empleo y el rol de la industria manufacturera. El caso argentino. a) Introducción: Se presenta un examen somero la evolución de la ocupación del trabajo en la economía argentina y de la cuestión del papel desempeñado por la inversión en el empleo. Asimismo, se hace referencia a la significación del contexto macroeconómico en relación al comportamiento de otras variables que también tienen influencia sobre el crecimiento y el empleo. Todo esto es encarado como un marco general que comprende el tratamiento del rol de la industria respecto al crecimiento inclusivo y el empleo en la economía argentina (a incluirse en la tercera parte del paper). Los datos recopilados corresponden a la segunda mitad del S. XX y alcanzan, en general, hasta el año 2010. Además de la evolución del nivel y de la tasa de empleo, se examinan las cifras correspondientes a la demanda agregada, el PBI per capita, la productividad media del trabajo, la inversión bruta y las relaciones capital-producto y capital-empleo. Asimismo, se incluyen las variaciones anuales, las tendencias de largo plazo y los subperíodos identificados como relevantes con la finalidad de observar la relación existente entre dichas variables y su efecto sobre el crecimiento y el empleo. Por último, se hace referencia a los conceptos teóricos requeridos para conducir el examen de los datos estadísticos y de las relaciones entre las variables para el caso argentino. Es preciso destacar que este trabajo se discutió en el seno de los simposios del PIUBAD y que por ello fue parcialmente modificado en algunos aspectos. b) Aspectos destacables relativos al empleo y su comportamiento en la economía argentina 1.- El comportamiento del empleo en el proceso de industrialización de Argentina toma en cuenta la periodización adoptada en la primera parte del trabajo: a) El período de industrialización sustitutiva (1950-1975); b) Las experiencias de 1976-83 y 1990-2002; c) La recuperación de la industria manufacturera desde 2003. 2.- Durante la ISI la economía argentina incorporó mano de obra a un ritmo del 1,5% a.a. mientras la industria lo hizo al 1,31% a.a. Durante la experiencia del período 1976-83 el ritmo de incorporación de trabajo (total) fue del 2,08% a.a. y el de la industria del -6.8 % (reducción correspondiente a 197582). Con el NME hubo una disminución notoria en el ritmo de aumento del empleo (1,1% a.a. para el total de la economía) y una nueva reducción en la industria manufacturera. 3.- Entre 1976 y 1983 se produjo el cierre de más de veinte mil establecimientos fabriles; el producto bruto del sector manufacturero cayó cerca de un 20% entre 1975 y 1982 (PBI industrial cf: en 1975 fue de 2.485,3 Australes de 1970 y en 1982, de 1.969,9 Australes del año 1970); la ocupación disminuyó en ese mismo período y se redujo el peso relativo de la actividad manufacturera en el conjunto de la economía (la participación en el PBI pasó del 28% al 22%). La industria dejó de ser el núcleo dinamizador de las relaciones económicas y sociales, así como el sector de mayor tasa de retorno de toda la economía. 4.- La vinculación existente entre las condiciones del contexto macroeconómico, el comportamiento del empleo y la producción industrial se pone de manifiesto recurriendo al examen de las variables de acuerdo al razonamiento basado en modelos macroeconómicos escogidos y considerados iluminadores del comportamiento de la economía argentina, en tanto se acepte su condición de economía capitalista diferenciada de las desarrolladas. Una de las variables importantes es la demanda agregada (DA= consumo + inversión + exportaciones) dada su incidencia sobre el proceso de crecimiento económico. El comportamiento de la inversión, en tanto componente destacado de la demanda, repercute en el crecimiento económico al afectar el nivel de actividad económica, por lo cual tiene singular importancia para el empleo de trabajo. Además, como la inversión genera capacidad productiva, repercute sobre la oferta agregada. Por ello, se analiza la inversión y su composición y la constitución del stock de capital, a lo largo de la segunda mitad del S. XX y en la primera década del presente. Se examinan la evolución de la ocupación y de la tasa de empleo, la productividad media del trabajo y el PBI por habitante a lo largo del período 19502010. Además, se presentan la evolución del ahorro, de la masa salarial y la distribución del ingreso, en tanto son factores que influyen sobre la producción de bienes y servicios. Ello permitió distinguir subperíodos según el comportamiento de dichas variables. Las cifras de la producción y del empleo industrial y de su variación, se ubican, así, en los contextos identificados (subperíodos), procurando mostrar la existencia de ciertas correspondencias entre ambos. 5.- Hay numerosos estudios que examinan las características salientes del mercado de trabajo en Argentina, proporcionando interpretaciones diversas de los hechos observados. Entre ellas extraemos las que remarcan la existencia de una vinculación, o por lo menos la constatación de una coexistencia, de una demanda agregada dinámica, la creación de condiciones para la expansión de la producción industrial (entrañando un proceso de industrialización relativamente integrador) y un crecimiento de la inversión que conduce al sostenimiento del coeficiente de inversión en sus niveles más altos, por un lado, con ritmos relativamente elevados de aumento de la producción y el empleo, por otro. Las etapas de decaimiento del empleo se asociaron, a su vez, a las políticas de ajuste macroeconómico y a la instauración del NME, en los ‟90. 6.- El comportamiento del empleo vinculado al proceso de industrialización constituye un punto importante a tratar, debiendo remarcarse que no es sólo la capacidad de absorción de mano de obra de la actividad manufacturera, en sí misma, lo que caracteriza al proceso dinámico de creación de trabajo. Es fundamental reconocer los efectos del desarrollo manufacturero sobre otros sectores de la economía, su impacto sobre la naturaleza de las vinculaciones con el resto del mundo y su incidencia sobre la capacidad de aumentar la capitalización (acelerando el proceso de acumulación de capital) y de allí mejorar el rendimiento medio del trabajo junto al incremento de las tasas de empleo y de ocupación de la mano de obra. Es preciso remarcar que, especialmente desde el último cuarto del S. XX, la industria no constituye un sector altamente demandante de empleos en términos directos. En cambio, sí, es preciso tomar en cuenta que requiere la existencia de otros servicios como una necesidad que es preciso satisfacer para que se concrete la expansión industrial. El proceso de industrialización tiene lugar con el avance de la producción de diversos rubros de servicios. Estos servicios son “productivos” diferenciándose, así, de una diversidad de ellos que aparecen en las economías de los PED. Los nuevos empleos se localizan en proporciones significativas en los distintos rubros que los componen (como el comercio, los servicios pasibles de ser transados con el resto del mundo, las comunicaciones, el transporte doméstico, la esfera del soft, etc.) tanto en las economías desarrolladas como en los PED. El rol de la industria en los procesos de crecimiento sigue siendo crucial para la transformación estructural de las economías en desarrollo aunque no desempeñe el protagonismo en la creación de nuevos empleos directos. La introducción de tecnología en los procesos de producción, el abordaje de la diversificación de productos y la adecuación de la organización de las empresas para adaptarlas a los requerimientos del mercado -en un contexto de alto dinamismo competitivo en el sector manufacturero-, no se caracterizan por una masiva creación de nuevos empleos. Más bien cabe esperar, por parte de la industria manufacturera, una demanda de trabajo cualificado en una proporción, quizás, mayor al observado en el pasado. Y, especialmente, “la generación de demanda efectiva que conduzca a la creación de empleo en otros sectores. Este efecto tiende a ser mucho más importante que todas las contribuciones directas que el sector manufacturero puede aportar a la reducción del desempleo masivo” (W. Galenson, 1963). II. El crecimiento inclusivo y el caso argentino a) Aproximaciones teóricas 1. Si bien la economía argentina se encuadra dentro de la categoría de Economías de países en desarrollo (PED) es preciso diferenciarla, tomando en cuenta sus características particulares. Al respecto debe considerarse que existe una distinción importante entre los PED: por un lado, se reúnen a los de menor desarrollo relativo y por otro, a los de desarrollo intermedio. Los indicadores utilizados para caracterizar a los diversos PED y reunirlos, luego, en subgrupos diferenciados, tienen un grado significativo de aceptación. Los principales entre ellos son el nivel y distribución de renta, la dotación de capital, la relación capital-trabajo, el grado de desarrollo tecnológico, la productividad del trabajo, los niveles del empleo, subempleo y desempleo, el tipo de relación comercial y financiera con el exterior, la especialización productiva, el desarrollo social y político. El examen de los indicadores mencionados en el caso de Argentina conduce a distinguirla de las economías de bajo grado de desarrollo, ubicándola en una posición de desarrollo intermedio (aunque diferenciándose de las economías desarrolladas). Sin embargo, dichos indicadores han mostrado retroceso en varios casos, escasa dinámica o aún estancamiento y también progreso, en algún otro. 2. La consecución del crecimiento y el desarrollo a partir de los años ‟30 del S. XX en Argentina, fue asociada al avance en la industrialización. Pero, a partir de 1975, los períodos de estancamiento relativo de la producción y la renta y en los que se manifestó hasta un cierto retroceso económico y social han incidido más bien negativamente sobre el proceso de industrialización. También, se ha modificado su curso, cuando se aplicaron medidas como las correspondientes a los períodos 1976-83 y 1989-2001 aunque sin conseguir un progreso categórico hacia la homogenización sectorial, ni una mayor integración productiva y tampoco un acrecentamiento significativo y generalizado de su capacidad competitiva (tal como se muestra en la primera parte de este trabajo). Tales acontecimientos quizás se entrelacen con la tendencia hacia la transformación de la composición de la producción agregada de la economía en el sentido indicado por el enfoque de la des-industrialización (Rowthorn, etc.), generando, así, un aumento de la importancia del terciario junto a su diversificación y como contrapartida, el acotamiento de la industria manufacturera. De todos modos, puede afirmarse que los acentuados trastornos macroeconómicos de Argentina se correspondieron con -o derivaron en- una ampliación sustancial del desempleo abierto, la acentuación del subempleo y en marcadas diferencias en el rendimiento del trabajo. 3.- Las medidas adoptadas respecto al mercado de trabajo de acuerdo a las recomendaciones del Consenso de Washington, la denominada “flexibilización laboral”, trajeron la reducción de la proporción del trabajo formal o registrado y consiguientemente una masa importante de trabajadores informales1. Al tiempo de experimentarse las primeras transformaciones del modelo ISI hacia 1976-83, las serias dificultades del resto de los ‟80 y la implantación del NME en los „90, se fue acrecentando el número de pobres e indigentes, hasta tal punto de transformar el panorama social argentino que se había configurado a lo largo del S. XX, el cual se caracterizaba por no mostrar un elevado número de personas en esta condición (diferenciándose, así, del resto de Latinoamérica en cuanto a la generación de los denominados “bolsones de pobreza”) La superación de la pobreza e indigencia vigentes hacia comienzos de la primera década del presente siglo, supuso y supone el alcance de un mayor grado de inclusión social, característica que el país poseía en una medida significativa y que fue perdiendo a lo largo del último cuarto del S. XX. Uno de los factores importantes de la inclusión es la concreción de un elevado nivel de empleo, reduciendo progresivamente el desempleo abierto y el subempleo. 4. Como se señala en la primera parte de este trabajo, la producción doméstica de bienes de capital e intermedios, la capacidad para importarlos mientras es preciso acudir a la producción externa a fin de abastecer la necesidad de tales bienes, la cuestión de la selección de tecnologías y la obtención de un desarrollo local con una fuerte influencia de innovaciones productivas, constituyen aspectos centrales para lograr un ritmo adecuado de crecimiento económico. El logro de un ascenso sostenido de la producción de bienes y servicios deberá asociarse a un descenso de las tasas de desempleo y de subempleo junto a la progresiva homogenización estructural de la economía argentina. La tendencia hacia un acercamiento de los rendimientos del trabajo en los diversos rubros de la producción (tanto de bienes como de varios servicios) constituye una exigencia a la que es imprescindible atender. 5. Es importante pasar revista a la cuestión de: 5.1 las restricciones que enfrentan las economías en desarrollo (PED) y 5.2 a la necesidad de alcanzar el pleno empleo a la par del crecimiento (el denominado crecimiento inclusivo –inclusive growth). 1 Asimismo, se acentuó la aparición de las actividades informales, algunas de ellas ubicadas en „zonas grises‟ colindantes con las de carácter ilegal o integrándolas, directamente. 5.1.1 Al tratar el problema del desarrollo desde el enfoque de la identificación de las restricciones al mismo, se concluye que es preciso determinar las que son más importantes entre ellas. De acuerdo a M. Kalecki la más destacable por su incidencia en el crecimiento, el ingrediente principal del desarrollo, es la insuficiencia de capacidad productiva. También, otros autores han señalado a la subutilización de los factores productivos, a veces asociada a una mala asignación de los recursos disponibles, como una restricción al crecimiento y el desarrollo. En ese caso, la economía no estaría produciendo en el límite de sus posibilidades, dada su dotación de recursos; así, sería posible aumentar la producción de bienes y servicios mediante el mayor empleo y/o una reasignación de uno o más de los factores productivos o bien, consiguiendo un aumento de la productividad del capital en uso2. Según este razonamiento, diversos aspectos que inciden sobre la utilización de los factores productivos –entre los cuales estarían las intervenciones exógenas que alteran el sistema de precios, variadas disposiciones legales que traban el libre movimiento de las variables económicas y aspectos institucionales, etc.- dificultan la producción, provocando una limitación en la disponibilidad de bienes y servicios y una baja tasa de crecimiento. Esto es ilustrado frecuentemente en los textos de economía como un punto que combina bienes producidos en un punto ubicado por debajo de la curva de posibilidades máximas de producción. Otro caso es el de la ubicación de un punto que combina la producción de bienes sobre aquella curva, pero en un lugar en el cual no coinciden las pendientes de la recta de los precios relativos con la de la curva en ese punto. Las medidas impuestas a nivel internacional por el Consenso de Washington (apertura comercial, liberalización financiera, privatización, desregulación y flexibilización laboral, reforma fiscal y equilibrio presupuestario gubernamental, mercados cambiarios únicos y tipos adecuados, ilimitada operación de la inversión extranjera) surgidas del enfoque teórico tradicional, pretendían, primero, llevar la producción al máximo posible (ubicándola sobre la curva de la “frontera de producción”) y luego desplazar dicha curva merced a la operación autónoma y eficiente del mercado, propio de la economía capitalista. El fracaso resultante de la aplicación de estas políticas (tal como se señala en la primera parte de este trabajo), el cual resultó evidente a fines del Siglo XX, llevó a que los propios propugnadores de ellas ensayaran la aplicación de “nuevas reformas” económicas, consistentes en acentuar las modificaciones de tipo institucional y la conducta gubernamental. Tales modificaciones tampoco fueron capaces de aumentar en la medida necesaria la tasa de crecimiento económico y mucho menos, superar las graves consecuencias de la aplicación de las primeras reglas del Consenso en no pocos PED (alto desempleo, incremento de la pobreza e indigencia, pérdida de calidad de vida por parte de la población de ingresos medios y bajos, aumento notorio de la desigualdad distributiva). Sin embargo, la aplicación de reformas diversas a las del Consenso de Washington y con un sesgo distinto, como las focalizadas en algunos sectores clave o escogidos de la economía por parte de algunos PED, aceleraron apreciablemente su crecimiento (por ejemplo, la República Popular de China y Vietnam). El enfoque de la restricción del crecimiento contiene una contribución adicional (enunciada a mediados de la primera década del S. XXI) que es conocida como el “abordaje del diagnóstico del crecimiento” y que procura identificar las limitantes más importantes al crecimiento.3 Se concluye que estas son los bajos niveles de la inversión privada y de la capacidad empresarial. Dado que la insuficiencia de capacidad productiva y los bajos niveles de inversión se relacionan entre sí, podría considerárselas, casi, como una limitante común, en la medida que la capacidad productiva refiere a la dotación de capital y tecnología/s incorporada/s al mismo y que su formación depende de la 2 Este camino es dificultoso debido a que implica “remar contra la corriente” ya que los aumentos de productividad del capital son más notorios a través de la incorporación de nuevo capital (lo que acrecienta la dotación de éste) y de la mejora tecnológica que ello implica (“…Similar cambio se ha observado en los bienes de capital, pues en los procesos productivos se han acortado década tras década los ciclos de producción, gracias al uso de bienes de capital más productivos y eficientes no sólo en relación con las unidades incorporadas a los procesos productivos y por persona trabajada, sino también por unidad de tiempo” A. Coremberg y otros, “La inversión privada en la Argentina” pág. 9, el subrayado es nuestro). 3 Ver La Continuación de la industrialización en Argentina. Primera Parte, 2.4, pág. 46. inversión neta. Entonces, el examen del comportamiento de la inversión y el de su destino tiene una significación importante al tratar la cuestión de la insuficiencia de capacidad productiva. Algunos autores han agregado al concepto de capacidad productiva el de la posesión de personal entrenado (fuerza de trabajo apta y adecuada a las exigencias derivadas de las nuevas tecnologías), acuñando el término capital humano, y planteando la cuestión de la “limitación o insuficiencia de capital humano” como factor destacado para el logro del crecimiento y el desarrollo. Quizás, las insuficiencias de capacidad productiva y de capital humano podrían considerarse en forma conjunta correspondiente, ampliando de tal modo el concepto de la limitación al crecimiento experimentada por los PED mediante la inclusión de otro factor importante. Es interesante comparar los enfoques teóricos correspondientes a los casos de subutilización factorial, falta de coincidencia entre una combinación de bienes, resultante de una cierta asignación factorial, y los precios relativos prevalecientes e insuficiencias de capacidad como limitantes al crecimiento y las observaciones o contrastaciones realizadas para los casos de los PED y las economías industriales avanzadas o desarrolladas. Se puede afirmar que las insuficiencias de capacidad constituyen factores de mayor peso para las PED dado que, si bien las primeras nombradas aparecen también allí, su significación es distinta que en las avanzadas. Éstas tienen una capacidad productiva bien desarrollada y dotación relativamente más abundante de capital humano; en tales casos la existencia de un crecimiento basado en la optimización merced a la consecución de un máximo de valor de los bienes y servicios producidos puede concebirse como una cuestión razonable. Y las políticas derivadas de tal concepción, dirigidas a incidir sobre los mercados de producto y de factores, podrían ser eficaces. Obviamente, en los PED la plena utilización de los recursos (por ejemplo, en los que existe una abundante mano de obra desempleada y subempleada o ubicada en empleos de muy baja productividad) requiere que se posean un capital físico adecuado en magnitud y un nivel tecnológico idóneo. Esto se puede mostrar partiendo de dos identidades, la renta por habitante-año Y/Pob y el producto o renta por trabajador Y/L. Y/L = (Y/K) (K/K*) (K*/L) (1) Y/Pob = (Y/L) (L/Pob) (2) Donde Y=renta o producto total; Pob= población; L=masa de trabajadores empleados en la producción La renta o producto por trabajador empleado, en (1), se iguala a la relación renta-capital multiplicada por la proporción utilizada del capital disponible (K*) y por la magnitud del capital disponible o existente por cada trabajador empleado. Y la renta por habitante- año, en (2), resulta del producto de dos relaciones: la productividad media del trabajo y la tasa de empleo de la economía. Sin embargo, alcanzar un rendimiento elevado del capital (Y/K) y una dotación de capital por ocupado suficiente (K*/L) es decir, salir de los niveles bajos de capital-trabajo, resulta imposible en el corto plazo. Es preciso poner en marcha un proceso de acumulación de capital más dinámico que el conocido en las economías en desarrollo y cumplir con un nivel de inversión adecuado durante períodos más bien prolongados, a fin de transitar el camino hacia una ocupación progresiva de la mano de obra. La escasez relativa de capital aparece, así, como un hecho notorio en estas economías. Por ello, una reactivación de la economía, a consecuencia de una demanda más elevada, no conseguirá, por sí sola, hacer descender el desempleo y el subempleo en las economías caracterizadas por la restricción limitante mencionada. Podría observarse, entonces, un nivel de actividad relativamente alto, una utilización elevada del capital disponible (K/K*) pero con la ausencia de pleno empleo (diversos autores). La cuestión de la acumulación de capital estuvo presente como un „leit motiv‟ típico en la teoría económica clásica. La Dinámica Magna, dentro de la cual ubicaba Baumol a la dinámica clásica, constituye un elemento característico de la problemática abordada desde los fisiócratas y Smith hasta Marx. “Los sistemas dinámicos más antiguos presentan un enfoque del que existen pocos ejemplos recientes”. “El análisis que realizaron es de una concepción grandiosa, que intenta ambiciosamente analizar el crecimiento y desarrollo de complejos económicos considerados íntegramente y a lo largo de grandes períodos de tiempo, décadas e incluso centurias”. “Además, el examen de las sendas por las que se movía la economía puede haber sido suficientemente próximo a la realidad para podernos proporcionar una ayuda estimable en los problemas actuales de política económica”4 Para A. Smith la “...preocupación principal era el problema dinámico del crecimiento y del desarrollo. Intentó determinar qué factores eran responsables del progreso económico y qué medidas políticas pueden adoptarse para crear un ambiente favorable al crecimiento rápido”5. David Ricardo sostuvo: “…nadie acumula sino con el propósito de hacer productiva su acumulación. Sólo empleada de esta manera podrá operarse provechosamente”, remarcando que: “...no puede, pues, acumularse en un país cantidad alguna de capital que no esté empleado productivamente…” 6 Por su parte C. Marx afirmó que lo fundamental de la historia es el desarrollo. “Su sistema y el de sus seguidores es probablemente el intento más reciente de construir una teoría dinámica histórica amplia”7. Cabe señalar dentro de este enfoque, esencialmente dinámico de la cuestión del crecimiento y el desarrollo, al aporte de J. A. Schumpeter quien consideró que su análisis encajaba con la dinámica de Marx. Ambos análisis responden al punto que aquí tratamos: cuál es el mecanismo que impulsa el crecimiento económico y qué vinculación existe con el empleo del trabajo. Para estos autores el proceso de desarrollo es una resultante del comportamiento de la economía en el capitalismo. El crecimiento de la economía capitalista no es, por ello, un accidente histórico. Varios economistas aportantes al pensamiento estructuralista latinoamericano -quienes procuraban explicar porqué las economías latinoamericanas, integradas al sistema económico mundial a partir del último cuarto del S. XIX y poseedoras de los ingredientes propios del capitalismo, padecían el subdesarrollo- reconocieron la importancia de retornar a la cuestión del proceso de capitalización de las economías (es decir, a los clásicos en este aspecto) para así avanzar en la superación de la problemática del subdesarrollo. Consideraban que el enfoque neoclásico desatendía el tema central de Latinoamérica, la superación del subdesarrollo, ya que su teoría económica no incluye idóneamente, ni enfatiza, cuestiones fundamentales como la acumulación de capital. Y más de uno entre ellos, consideraba que el keynesianismo de la SNC tampoco tenía previsiones para encarar políticas económicas idóneas para la superación de dicha condición. Hoy podemos decir, junto con L. Pasinetti (2007)8 que: “en la evolución histórica de las teorías económicas, desde Smith, todas ellas pueden reducirse a uno de dos paradigmas alternativos –uno focalizando el intercambio (y más fundamentalmente la utilidad y el valor subjetivo) y el otro, la producción (concentrándose en el trabajo y el valor objetivo). La elaboración del modelo basado en el intercambio puro ha recibido un abultado número de investigaciones siendo menor el otorgado al modelo de la producción pura. El fenómeno económico que está en la base del modelo de la producción pura es el proceso tecnológico de la producción, con la división y la especialización del trabajo. Los precios y los costos surgen del hecho que cada individuo se especializa en la producción de un bien o servicio (o una fracción del mismo), pero al mismo tiempo necesita de los bienes y servicios de todo el sistema económico, el que debe obtenerse a través del intercambio. La producción y el intercambio están inherentemente encadenados por la especialización del trabajo. En este contexto, los costos y los precios expresan el “trabajo y los problemas de la producción” de Smith. Representan índices de costos. Pero, no traen consigo toda la información que se necesita para alcanzar el equilibrio en el sistema económico. El modelo, al nivel de sus relaciones básicas, está caracterizado por una separación entre un sistema de ecuaciones de precios y otro de ecuaciones físicas cuantitativas. Y se requiere, adicionalmente, de relaciones institucionales explícitas y específicas a los efectos de proporcionar las respuestas a los problemas que surgen de las interrelaciones entre los dos sistemas de ecuaciones (de precios y de cantidades físicas). Esto significa que no hay un mecanismo automático 4 W. J. Baumol, Dinámica Económica, Parte I, Cap. II; Pág. 33-42; Ed. Marcombo, Barcelona, 1964. (El subrayado es nuestro) 5 Irma Adelman, Teorías del desarrollo económico. México: FCE, 1964, p. 37. 6 Principios de Economía Política y Tributación (1993, Pág. 93 y 217); Ed. Aguilar, Madrid, 1959. 7 W. J. Baumol, op cit, pág. 43. 8 Luigi L. Pasinetti “Keynes and the Cambridge Keynesians”, Cap. 1, Pág. 16-17; Cambridge University Press, New York, 2007. que uno pueda prever –especialmente cuando está cambiando la tecnología del sistema- para asegurar una utilización completa de los recursos disponibles, en particular, el trabajo”9. El desempleo, el subempleo, el reducido nivel de la relación capital-trabajo y el subdesarrollo no aparecen bien tratados por los modelos cuyo paradigma básico es el intercambio puro y en cambio, sí lo son en otros alternativos que están ligados, de algún modo, al modelo de producción pura, razón por la cual es preferible recurrir a ellos. Mayoritariamente, estos modelos comparten el reconocimiento „ab-initio‟ de que no existen mecanismos automáticos que aseguren el pleno empleo de la mano de obra. En función de lo señalado los gobiernos en los PED deben preocuparse por crear capital adicional, es decir, por conseguir que la economía aumente la capacidad productiva. 5.1.2 “La inversión se convierte en una variable de gran importancia, cuyos determinantes y dinámicas son esenciales para comprender el proceso de crecimiento económico. Para facilitar y consolidar el crecimiento, la inversión también es un mecanismo fundamental de desarrollo de la capacidad productiva, de la difusión del conocimiento y de nuevas tecnologías” 10. La íntima vinculación entre inversión y acumulación de capital, por un lado e inversión y crecimiento de la producción, por otro, han dado lugar a tratamientos teóricos que difieren, en cierta medida, entre sí. Lógicamente, se define Kt= ∑ INn . El capital total en un cierto año t (Kt) es la sumatoria de la inversión neta (IN=IBI-D) a lo largo de un período n de años (siendo n el total de años seleccionado como adecuado) La relación entre inversión y crecimiento ha dado lugar a discusiones respecto a la causalidad existente entre una y otro. Mientras algunos señalan que el aumento de la inversión provoca la variación de la renta, el concepto de multiplicador keynesiano, otros plantean que puede haber crecimiento del producto y la renta sin que exista una variación de la inversión (y del capital), señalando que la observación muestra, en varios casos, que ante un incremento sostenido de la producción, se registra, luego, una variación consecuente de la inversión. Sin embargo, esta constatación no afirma que la inversión no importa para el crecimiento sino que hay otros factores que pueden tener un rol destacado, también, en determinados contextos (J. Felipe, 2010; Pág. 15). La cuestión de la relación inversión-producto (IN/Y = ΔK/Y) ha sido abordada, también, acudiendo a la observación (análisis empírico). A su vez, la vinculación entre ahorro e inversión como la de inversión y crecimiento han sido examinadas reiteradamente por diversos estudios, acudiendo al análisis empírico. En un simposio de fines del siglo pasado -publicado por el Banco Mundial11 - se presentaron las conclusiones de distintos trabajos respecto a la relación de largo plazo entre dichos conceptos. De acuerdo a lo señalado por L. B. Florez Enciso12, se concluyó, en forma mayoritaria, que el crecimiento económico es el factor determinante (la causa en sentido estadístico) de la inversión y del ahorro. Al considerar si el ahorro interno es el que determina el crecimiento económico, en el sentido que es imprescindible disponer de ahorro para invertir y así lograr el aumento de la renta interna, se estimó que el orden de causalidad eficiente es el contrario: debe existir crecimiento previo para aumentar la tasa de ahorro interno. También, se detectó que el aumento de la inversión puede tener efectos posteriores sobre el ahorro. Además, hubo una posición mayoritaria en cuanto a que la contrastación con los datos concernientes a una muestra grande de países arrojó que el ahorro y la tasa de interés no tienen correlaciones positivas importantes (es decir que tales correlaciones no son ni significativas ni confiables) y que el ahorro privado responde con más intensidad al crecimiento de la renta y la productividad, especialmente, en los PED. 9 La traducción y el subrayado son nuestros. CEPAL, Estudio económico de Al y C, 2006-2007; Cap. 2 11 Revista de economía mundial y Review of Economics and Statistics, año 2000. Además de estos estudios del BM y del realizado por el BID (1999) referidos a la relación entre ahorro e inversión, se puede consultar a uno anterior, el de Servén y Solimano (1996) donde se incluye una recopilación conceptual de los trabajos relativos a este tema. 12 Luis B. Florez Enciso, “Tendencias del Ahorro, la inversión y el crecimiento en Colombia”; www.bdigital.udal.edu.co; Pág. 147-201. 10 Tales conclusiones no son ajenas a la posición teórica que argumenta que la formación de capital crea su propio ahorro. En palabras de W. Vickrey: “El ahorro no crea 'fondos prestables' a partir de la nada. No se puede presuponer que el saldo bancario adicional del ahorrador aumente la capacidad de su banco para extender un crédito mayor de aquél en que se reduce la capacidad crediticia del banco del vendedor. Si algo sucede, más probable es que el vendedor sea más activo en los mercados bursátiles o que utilice el crédito reforzado por la venta para invertir en su empresa, en vez de que el ahorrador responda a alicientes tales como las cuentas de jubilación, la exención o el aplazamiento de los impuestos sobre las reservas de los fondos de pensiones y medidas similares; de modo que el efecto neto de los incentivos al ahorro consiste en reducir la expansión de los préstamos bancarios. Los esfuerzos de ahorro, con la reducción correspondiente del gasto, no aumentan en absoluto la disposición de los bancos y otros prestamistas para financiar adecuadamente los proyectos de inversión promisorios. Si no existen recursos ociosos disponibles, el ahorro no es un prerrequisito ni un estímulo para la formación de capital sino su consecuencia, puesto que el ingreso generado por la formación de capital constituye una fuente de ahorros adicionales”. Al examinar el efecto ejercido sobre el ahorro doméstico privado por las políticas propugnadas por la MNC y otros teóricos ortodoxos en materia financiera –como la libre circulación de los capitales a escala mundial y el acceso irrestricto al crédito externo- no fue a todas luces positivo. Se dedujo que había algún grado de sustitución entre ahorro externo y doméstico privado, por lo cual no es la suma de ambos rubros la que debe computarse como disponibilidad para financiar la inversión. Algunos autores (Blomstrom et al, 1996) han reiterado que es la tasa más alta de crecimiento del producto la que incide provocando una mayor relación inversión-producto. Tal como reflexiona J. Felipe (2010), entonces, una vez que esté en marcha un crecimiento sostenido de la renta, los beneficios resultantes de ello causarán que la tasa de inversión se comporte a la manera keynesiana y de este modo, se confirmaría la afirmación de Kaldor respecto a que son los beneficios los que solventan la inversión y no una disponibilidad previa de ahorro. El análisis empírico permitiría afirmar que, históricamente, se ha observado que altas tasas de crecimiento del producto han sido posibles sin que, de modo indefectible, se requirieran altas tasas de inversión para desembocar en el crecimiento económico. Entonces, tal cosa supone que es posible lograr en los PED un aumento significativo de la producción, merced a la adopción de medidas que conduzcan a una reasignación de los recursos productivos, la reorganización de la producción, la disminución o eliminación del despilfarro u otras acciones con efecto favorable sobre el aparato productivo. Sin embargo, esos efectos, devenidos de dicho tipo de medidas, tendrían, aparentemente, más significación en el caso de los PED de menor desarrollo relativo, en tanto que las economías con un grado de desarrollo intermedio, deberían apuntar hacia la concreción de procesos de incorporación de tecnologías que requieren inversión (encarando la transferencia tecnológica, la generación de tecnologías locales y la innovación). Pero, esas consideraciones no eximen del análisis concreto de cada caso. Por ello, la elaboración de políticas de crecimiento y desarrollo deberían tomar en cuenta las conclusiones de un diagnóstico exhaustivo como el requisito inicial de su concepción. Entonces, de ello podría surgir que en un PED con desarrollo intermedio la focalización en la „reasignación de los recursos productivos y la reorganización de la producción‟ no sería suficiente para promover niveles elevados de crecimiento económico, debiendo recurrirse, de una manera central, a la promoción de la inversión productiva y la incorporación de tecnologías „duras‟ (en particular de proceso). Sin embargo, frente al importante desafío que representa el sostenimiento de dichos niveles altos de crecimiento, en especial para un PED con un grado de desarrollo semejante al de Argentina, no debería desdeñarse la promoción focalizada en la introducción de mejoras en las prácticas vigentes en la gestión y organización de la producción, como herramienta que pudiera, a su vez, contribuir al crecimiento (y también al desarrollo, al promover mejoras cualitativas del trabajo e incorporación de conocimientos), en especial cuando ésta se focalizara en los sectores de menor desarrollo relativo del entramado productivo nacional, como podrían ser las PyMEs e incluso las unidades que componen lo que suele denominarse „economía social‟, es decir, considerando la „heterogeneidad estructural‟ del sector de la producción, que ubica a algunos de sus elementos más cerca de las realidades vigentes en los PED de menor desarrollo relativo. Por otra parte, dichas actividades de promoción podrían focalizarse no sólo en aspectos relacionados con la eficiencia en el uso de recursos (lo que algunos autores llaman „estrategias del denominador‟) sino también por ejemplo en la generación de adecuadas y bien diferenciadas propuestas de valor (estrategias de posicionamiento), lo cual se enmarca, más que en la gestión operativa, en la gestión estratégica y comercial de las firmas, así como en la gestión de la tecnología, en particular la de producto (este grupo de elementos ha sido denominado por algunos autores como „estrategias del numerador‟). 5.2 La noción de pleno empleo tiene diversas acepciones. Con el auge de la macroeconomía nuevo clásica (MNC) se impuso el concepto de NAIRU13, según el cual la tasa de desempleo existente en el mercado de trabajo es aquella que resulta compatible con la estabilidad de precios. Sin embargo, en esta situación puede haber trabajadores dispuestos a trabajar y deseosos de hacerlo y que no consiguen empleo. Si se intentara reducir la tasa de desempleo por debajo de la NAIRU, recurriendo al gasto prodéficit o a un incremento de la oferta de dinero, se provocaría el abandono de la situación de equilibrio del mercado de trabajo y se produciría un proceso de aceleración de la inflación, haciendo que se retornara a la tasa de desempleo natural. Una tasa baja de desempleo es asociada, de acuerdo a la MNC, con un uso más eficiente de los recursos. Los aumentos de salarios vinculados con una reducida tasa de desempleo pueden impulsar la sustitución entre trabajo y capital y así acrecentar los niveles esperados de productividad, lo cual haría descender la inflación. Con beneficios elevados, las empresas pueden decidir mantener bajos los precios y de tal modo, prevenir la entrada al mercado de otros productores. Una definición diferente de pleno empleo es la que hace cero al desempleo involuntario y que también reduce al empleo parcial a la misma situación de involuntariedad. Esta comprensión del pleno empleo es fundamental para el caso de los PED, pues en éstos el subempleo alcanza magnitudes importantes, ocasionando, frecuentemente, una reducción del salario medio de la economía. Además, el pleno empleo debe importar la existencia de empleo decente (J. Felipe, op. Cit.). La crítica al concepto de “pleno” empleo utilizado en la teoría neoclásica y al que se considera el resultado de la libre operación de las fuerzas de la oferta y la demanda en el mercado de trabajo, ha demostrado que los supuestos utilizados para explicar su existencia no se corresponden con el mundo real. III. Selección de variables destacadas en relación al crecimiento y el empleo en la economía Argentina 1.- El comportamiento del empleo del trabajo en la economía argentina durante la segunda mitad del siglo pasado muestra rasgos de debilidad en su crecimiento entre 1952 y 1963 (en 1962 y 1963 el empleo cae en términos absolutos) y en los ‟90, mientras que el subperíodo 1964-75 y el iniciado en 2003 presentan, en cambio, un franco aumento. A su vez, la tendencia de la tasa de empleo es descendente a partir de 1951 y comienza a crecer en forma paulatina desde 1964 hasta 1979. En los primeros años de la década de los ‟80 hay un cierto estancamiento de la tasa y luego una reacción ascendente que se suspende en 1994-5 para volver a crecer desde 1996. La crisis de 2001-02 da lugar a una nueva caída iniciándose en 2003 un impulso ascendente que lleva a que la tasa de empleo se ubique cerca del 40% (Gráfico 2). 2.- Una primera asociación de variables a destacar es la existente entre la demanda agregada (DA) y el empleo. A lo largo de los años observados puede afirmarse que ha predominado una relación positiva entre ambas aunque con un diferente grado de proporcionalidad en las variaciones. Es interesante señalar que en los ‟80 cuando la demanda agregada tuvo un apreciable descenso (Ver Gráfico 4.2), el empleo total siguió creciendo aunque a un ritmo más bien moroso14. A su vez la tasa de empleo (Ver Gráficos 1, 2 y 3), aumentó significativamente menos que en la década de los „70 (0,28% anual versus 0,68%; ver Cuadro 1), lo cual condice con el menor nivel de la DA y su reducción en varios años de los „80. Sin embargo, la reactivación de la DA observada en los ‟90 tuvo como contrapartida –en la primera mitad – una contracción del empleo, en tanto que la tasa de empleo, que cayó sólo en algunos 13 Ver J. D. Villadeamigo, “El empleo y Desempleo en la teoría económica”, documento presentado en un informe anterior. 14 Como se dice más adelante, en los ’80 tuvieron especial relevancia relativa la inversión pública y el empleo público, lo cual incidió en el comportamiento señalado. trimestres de 1995-1996, mostró un crecimiento medio del 0,68% anual en 1990-99. La recuperación del empleo total en 1996-97, después de la Crisis Tekila, no retrotrajo la situación a los años anteriores a 1975 y ni siquiera a la década de los ‟80. Luego, el nuevo debilitamiento de la DA a partir de 1998 y su derrumbe en ocasión de la caída del Patrón Dólar y trimestres siguientes, el empleo se redujo notoriamente, registrándose así, en algunos momentos, tasas de desempleo abierto superiores al 21% de la PEA y promedios15 del 18,8% (1996), 19,0% (2001) y 18,8% (2002). Estos guarismos deben considerarse junto a las tasas de subempleo cuyas magnitudes crecieron acentuadamente en la última década del siglo pasado. 3.- El panorama en materia de empleo y dinamismo de la DA había sido muy diferente en el primer cuarto de la segunda mitad del siglo y sobre todo, desde 1964 (Ver Gráfico 3). La DA había crecido anualmente, en promedio, un 2,47% entre 1950-63 y un 3,79% entre 1963-75 (lo cual hace un 3,10% a lo largo de veinticinco años) y el empleo al 0,62% y 2,19% anual, respectivamente. La tasa de empleo había caído, entre puntas, el 1,18% anual, variando, en promedio, el 0,28% anual en 1950-63 y en 1964-75 (Cuadro 2.1) Ello lleva a buscar otras variables cuya incidencia permita entender mejor (en conjunto) las particularidades del comportamiento descrito. Gráfico 1: Variación anual del total del empleo. Argentina VARIACIÓN DEL EMPLEO TOTAL Y TENDENCIA PERIODO 1951-2010 15,00 5,00 0,00 19 51 19 54 19 57 19 60 19 63 19 66 19 69 19 72 19 75 19 78 19 81 19 84 19 87 19 90 19 93 19 96 19 99 20 02 20 05 20 08 Porcentajes 10,00 -5,00 -10,00 años Variación del empleo 5 per. media móvil (Variación del empleo) Fuente: Elaboración propia sobre la base de información oficial. Puede observarse que en el primer cuarto de siglo (1950-75) hubo cuatro tasas negativas que determinaron disminuciones del empleo: en 1952,1959, 1962 y 1963. Y a partir de 1975, otras cuatro reducciones: en 1981, 1994, 1995 y 2002. Una de estos últimas de reducida magnitud (en 1981, cuando la caída fue del 0.11%, lo que implicó una disminución de cerca de 9.000 puestos de trabajo), en tanto las otras tres alcanzaron magnitudes mucho más importantes (en 1994 y 1995 se destruyeron 29 mil y 319 mil puestos de trabajo, respectivamente). En 2002, esta cifra fue 750 mil. Se distinguen tres ondas crecientes de la tendencia: a partir de 1963 hasta principios de los 70, en 1996-99 y en 2003-2008. En esta última tuvo lugar la recuperación más acentuada. 15 Estos promedios corresponden a las ondas de mayo del GBA según la EPH. Gráfico 2: Tasa de empleo1 Período 1950-2010 Evolución de la Tasa de em pleo (Ocupados/ Población) 1950-2010 0,45000 Coeficientes 0,40000 0,35000 0,315 0,30000 0,293 2010 2006 2002 1998 1994 1990 1986 1982 1978 1974 1970 1966 1962 1958 1954 0,20000 1950 0,25000 Años T asa de empleo Polinómica (T asa de empleo) Fuente: Elaboración propia sobre datos de empleo correspondientes a BCRA, 1975; INDEC, EPH; Ministerio de Economía y producción, 2004; CEPED. 1 Donde Ocupados = Asalariados+Cuentapropistas Cuadro 1: Crecimientos decenales del PBI, PBI por habitante, IBIF e IBIF por habitante y tasa de empleo desde 1950 Según datos a valores constantes Período 1951-59 1960-69 1970-79 1980-89 1990-1999 2000-2010 2003-2010 Prom.19512002 Prom.19512010 PBI por hab. % 0,66 3,08 1,37 -1,93 2,48 2,93 6,42 PBI % 2,55 4,66 2,99 -0,46 3,51 4,08 7,62 0,79 2,27 IBIF por hab. % 1,14 8,30 1,79 -4,40 5,92 6,99 17,07 1,28 IBIF % 3,05 9,95 3,42 -2,96 7,25 8,00 18,39 2,79 3,39 4,87 1,54 2,99 Fuente: elaboración propia según datos oficiales. Tasa de empleo % -0,67 0,05 0,68 0,28 0,58 1,93 3,20 0,52 0,52 Cuadro 2.1 PERÍODO 1950-2010 Y DIVISIÓN EN SUBPERÍODOS Variaciones del: empleo, la demanda agregada, la productividad del trabajo y la tasa de empleo Tasas medias entre puntas y promedio interanual de cada período. En % Período 1950-1963 Entre puntas ProducDemanda tividad Empleo agregada del E DA trabajo PBI/E 0,59 2,31 1,90 Tasa de empleo E/POB -1,18 Índice de Índice de la la variación variación del empleo de la tasa Base de 1964-75 empleo IE IE/p 23,70 -166,82 Relación entre variación del empleo y de la DA dE/dDA 0,26 Período Promedio interanual 1964-1975 Entre puntas Promedio interanual 1976-1990 Entre puntas Promedio interanual 1991-2001 Entre puntas Promedio interanual 2002-2010 Entre puntas Promedio interanual 1950-2010 Entre puntas Promedio interanual ProducDemanda tividad Empleo agregada del E DA trabajo PBI/E Tasa de empleo E/POB Índice de Índice de la la variación variación del empleo de la tasa Base de 1964-75 empleo IE IE/p 28,34 -189,38 Relación entre variación del empleo y de la DA dE/dDA 0,25 0,62 2,47 1,95 0,28 2,49 2,19 3,54 3,79 1,53 2,05 0,71 0,28 100,00 100,00 100,00 100,00 0,56 0,58 1,99 1,92 -0,02 0,12 -1,71 -1,75 0,48 0,30 79,91 87,63 67,72 107,14 -120,6 35,64 1,80 1,74 2,47 3,85 0,85 1,45 0,49 0,32 72,27 79,53 69,01 114,29 0,49 0,52 3,08 3,10 7,56 6,01 2,79 2,30 2,79 0,37 123,52 141,94 392,96 132,14 0,54 0,64 1,91 1,95 2,89 3,07 0,93 1,01 0,48 0,30 76,76 89,14 67,48 107,14 0,71 0,63 Fuente: Elaboración propia sobre la base de diversas fuentes, mayoritariamente oficiales. Nota: Los datos de empleo utilizados corresponden a asalariados, cuentapropistas y patrones; E: personal ocupado; DA: Demanda agregada (C+Ibif+X); PBI/POB: producto per capita; E/POB: Tasa de empleo Cuadro 2.2 Crecimiento del PBI y PBI por habitante según la periodización del Cuadro 2.1 Período 1951-63 1963-75 1975-90 1991-2002 2003-10 Prom.19512002 Prom.19512010 PBI/Pob 0,80 3,00 0,64 1,13 6,42 PBI 2,61 4,61 2,18 2,12 7,62 0,79 2,27 1,54 2,99 4.- Seguidamente se examinan la IBIF, la relación K/Y, la productividad del trabajo y la distribución funcional del ingreso (participación de los salarios y los BBE en el PBI). La inversión bruta interna (fija) creció anualmente, en promedio, al 5,45% en 1950-63 y al 3,84% en 1963-75. En los dos subperíodos siguientes tienen lugar un decrecimiento y una recuperación, desembocando esta última en un derrumbe del coeficiente de inversión. La recuperación sustancial de la inversión a partir de los bajos niveles de fines de la crisis de 2001-2002, coincide con el acentuado aumento del empleo y de la tasa de empleo. Como resultado de estas fluctuaciones y caídas muy pronunciadas de la inversión, se tiene que a lo largo de cinco décadas la inversión anual promedio creció sólo al 1,55%. Este reducido crecimiento de la inversión total implica un crecimiento muy acotado del stock de capital, lo cual indica que la capacidad productiva de la economía argentina se expandió muy morosamente. Entre 1975 y 2002 las caídas de la tasa de inversión casi neutralizaron los ascensos, razón por la cual la variación media anual de la IBIF fue del 0,33%. La IBIF por habitante aumentó un 49,3% en 1963-75 respecto a 1950-63; luego, el ritmo de crecimiento se redujo notoriamente lo que desembocó en el descenso de la IBIF media per capita en 19902002 (Ver Cuadro 2.4) Cuadro 2.3 SUBPERÍODOS ESCOGIDOS VARIACIÓN MEDIA INTERANUAL DE LA IBIF En % Período Tasa media anual 1950-63 5,45 1963-75 3,84 1951-75 4,68 1975-90 -1,26 1990-02 1,03 1975-02 0,33 2003-10 18,39 1950-2010 4,87 Fuente: Elaboración propia sobre la base de cifras oficiales Cuadro 2.4 SUBPERÍODOS ESCOGIDOS PROMEDIO DE LA IBIF POR HABITANTE-AÑO EN PESOS DE 1993 Período IBIF anual En $ de 1993 838,0 1251,5 1330,3 1269,2 1813,3 1950-63 1963-75 1975-90 1990-02 2003-10 Variación 1,55% anual 1956-2006 Inversión media por 1266,8 habitante en 1950-2010 Fuente: Elaboración propia sobre la base de cifras oficiales 5.- La composición de la IBIF se indica en el Cuadro 2.5. Puede apreciarse que la inversión en equipo durable (ED) para todo el período considerado fue, en promedio, el 8,18% del PBI. Por encima de la media se ubicaron los dos primeros subperíodos (los coeficientes de ED fueron de 8,79% y 9,56%) y los restantes por debajo (cayeron el 20,5% y 27,8% respecto al alcanzado en 1963-75), aunque el último (2003-2010) si bien creció, aproximándose a la cifra media de todo el período, todavía, es menor a la tasa lograda en 1963-75. El descenso experimentado en las cifras dedicadas a la compra/producción de bienes de inversión y de ED, dentro de éstos, tiene que ver con una diversidad de factores. Para escoger a uno o más, entre ellos, y evaluar su incidencia particular, se ha recurrido frecuentemente en la literatura económica a los aportes de la teoría de la inversión y a su contrastación con la información estadística disponible (la “realidad”)16. Entonces, la magnitud de la inversión en ED implica un dinamismo muy disímil a lo largo de todo el período considerado (Cuadro 2.6). Aparte de la incidencia de los precios relativos de la inversión, lo cual, por ejemplo, pudo acentuar el peso de la ED en el cómputo a precios constantes durante el primer subperíodo y a debilitarlo en el segundo, está la presencia del proceso de industrialización sustitutiva junto con la concreción de importantes proyectos 16 Esto se menciona en otro punto de este trabajo. de inversión en infraestructura17 en esas dos décadas y media (1950-1974). Lo acontecido en materia de inversión (privada y pública y en ED y Construcción) entre 1975 y 2002, según se puede apreciar en la información estadística aquí resumida en cuadros y gráficos, dice relación con tres aspectos macroeconómicos importantes: a) la implantación de las políticas signadas por la disminución de la protección arancelaria, la reducción de los costos laborales merced a la modificación de las relaciones del trabajo, la liberalización del mercado de capitales y la desregulación financiera y la llamada privatización periférica, entre 1976 y 1983; b) la secuela del estallido de la crisis de la deuda, en 1982, y las restricciones derivadas del elevado endeudamiento externo junto a la limitación del financiamiento, la caída de los precios de exportación y el deterioro consiguiente de los términos del intercambio, las dificultades fiscales, el aumento de la tasa de interés en los mercados internacionales y la alta inflación, todos hechos acaecidos hasta fines de la década de los „80; c) la introducción del NME con sus efectos sobre la producción, la distribución de la renta y la riqueza, la desnacionalización de empresas, la privatización y la desregulación de la economía, desde 1990. d) la recuperación de la inversión, a partir de 2003, tiene que ver con la superación de las restricciones derivadas del alto endeudamiento externo y el déficit de pagos, la ampliación del mercado interno asociada al crecimiento de los salarios y el empleo, la normalización financiera doméstica después de la crisis de 2001-02, el crecimiento de la renta nacional y la mejora de la situación fiscal que permitió retornar paulatinamente a la inversión pública. Cuadro 2.5 INVERSIÓN EN CONSTRUCCIÓN Y EQUIPO DURABLE RESPECTO AL PBI Promedio de Coeficientes de inversión bruta A precios constantes. En porcentajes Período ED/PBI Constr./PBI ibif/pbi 1950-63 6,76 12,96 19,72 1963-75 9,11 12,42 21,53 1950-75 7,84 12,69 20,52 1975-90 7,56 12,85 20,41 1990-2002 6,90 10,89 17,79 1975-2002 7,35 12,09 19,45 2003-2010 8,13 12,19 20,32 1950-2010 7,65 12,35 20,0 Fuente: Elaboración propia sobre la base de BCRA 1975, Junio 1982, Abril 1993 e INDEC. Las cifras de inversión corresponden a las bases 1960 (años 1950-70), 1970 (años 1971-80), 1986 (años 1981-92) y 1993 (años 1993-2010). Cuadro 2.6 CRECIMIENTO DEL EQUIPO DURABLE DE PRODUCCIÓN (ED) A Precios Constantes. Período 1950-1963 1964-74 1950-1974 1975-90 1991-2002 1976-2000 2003-2010 17 Crecimiento medio del ED interanual punta a punta 0,1178 0,0838 0,0620 0,0533 0,0922 0,0731 -0,0272 -0,0396 0,0344 -0,0338 0,0294 0,00731 0,2536 0,1778 Electricidad (inversiones públicas en generación de energía hidráulica y nuclear): Chocón- Cerros Colorados (hidroeléctrica, ingreso de operación 1972/77); Atucha I (central nuclear, conectada en 1974); Salto Grande (hidroeléctrica, binacional con Uruguay) Embalse de Río Tercero (central nuclear; en servicio en 1984); Futaleufú (hidroeléctrica; en marcha en 1978, para proveer a la planta de Aluar); Agua del Toro (hidroeléctrica, en marcha en 1982); Cabra Corral (hidroeléctrica, puesta en marcha en 1978); Alicurá (hidroeléctrica, ingreso de operación en 1984); Yaciretá51 (hidroeléctrica, binacional con Paraguay) Infraestructura (inversiones públicas): Vialidad; Aguas y cloacas; CEPAL, “Patrones de la inversión y el ahorro”. Período 1951-2010 Crecimiento medio del ED interanual punta a punta 0,0703 0,0381 Fuente: ídem anterior 6.- Dado que la inversión cumple dos roles, como dinamizador de la renta por su influencia sobre la demanda efectiva y como creador de capacidad productiva al determinar la acumulación de capital, tiene un efecto importante sobre el crecimiento y el nivel del empleo. Se ha detectado que la productividad del capital tiende a disminuir con el proceso de acumulación a lo largo del tiempo (Foley y Michl, 1999). Como el ritmo de crecimiento de la producción está influido por la productividad del trabajo y ésta por la relación capital-trabajo, se deduce que la importancia de la inversión para el desarrollo es crucial (Felipe et al., 2008). En suma, el proceso de crecimiento-desarrollo supone una combinación de aumento de la productividad del trabajo con el descenso, a largo plazo, en el rendimiento del capital. Pero, se ha señalado que el descenso de la productividad del capital (la inversa de la relación K/PBI) puede darse en un plazo anticipado, ya sea porque el ritmo de acumulación resulta ser más rápido que el necesario, o porque las condiciones en que tiene lugar tienden a acentuar innecesariamente el crecimiento del coeficiente K/PBI (por ejemplo, debido a la modificación de los precios relativos a favor de los bienes de capital). También, puede suceder que exista una relocalización de la producción en sectores que se desenvuelven con una mayor intensidad de capital. Además, recurriendo al examen (microeconómico) del comportamiento de los rendimientos del capital y del trabajo, la productividad total de los factores y la participación del capital en el valor agregado de algunas industrias en particular (como siderúrgica, del automóvil, etc.), se concluyó que en ciertos países, como Brasil, puede existir un rendimiento del capital que es menor al de los EE.UU. (tomada como referencia de un país desarrollado). Pero, al concluir a partir de ello que no es preciso actuar en el plano de la mejora de la productividad del capital “we would be forgetting that at the same development level in which we are now, the capital productive of the countries that now belong to the first world was much higher than it is now” (Carlos Feu Alvim18) Es decir, que sería conveniente y posible acrecentar el rendimiento o la productividad del capital recurriendo a algunas medidas identificadas como idóneas para alcanzar tal objetivo. Ello implica plantear que el crecimiento-desarrollo no requiere imprescindiblemente acrecentar la productividad del trabajo junto al aumento de la relación K/PBI. Sin embargo, debe reconocerse que tal posibilidad sólo cabría concretarla merced a bien calibradas y coordinadas medidas de intervención gubernamental, una vez que quedara adecuadamente demostrada la existencia de engrosamientos exagerados de la inversión y avances “anticipados” de la acumulación que se trasuntan en coeficientes K/PBI innecesariamente elevados. Ahora bien, en la medida que la economía en cuestión tuviera insuficiencias importantes en rubros como la infraestructura económica y social (energía, transporte, comunicaciones, agua y saneamiento, salud y educación) y se careciera de ramas de industria productoras de insumos intermedios y bienes finales clave para avanzar en el proceso de industrialización, aún cuando existieran indicios de ineficiencias en la asignación de recursos y en su explotación y manejo, no podría negarse que el requerimiento de aumentar la inversión y crear mayor capacidad productiva constituye una condición necesaria para el crecimiento con pleno empleo. Pero, entonces, la discusión entre la propuesta de aumentar primordialmente el rendimiento o productividad del capital y la de acrecentar principalmente la capacidad productiva, como elementos integrantes del crecimiento y del empleo, aparece en las economías con un grado de desarrollo intermedio en las cuales existe un nivel de capitalización media mayor que en las menos desarrolladas (como Argentina y Brasil, por ejemplo). Sin embargo, en el caso argentino aparecen algunos indicios especialmente significativos respecto al volumen existente de capital en rubros de importancia para el crecimiento (infraestructura e industria manufacturera). Así, aparentemente, el capital destinado a la producción de productos intermedios estratégicos (petróleo, gas, electricidad) ha quedado disminuido, al menos, en relación a la demanda generada por el crecimiento de la producción en la última década. Otro tanto acontece con la dotación 18 C. Feu Alvim; “More and jobs with the same capital or How to increase capital productivity”, Pág 2-6; Economy and Energy, Year VIII -No 45: August-September 2004. de infraestructuras que podrían traducirse en menores costos de transporte de ciertos rubros estratégicos (por ejemplo para el comercio exterior) y de carácter masivo como el transporte urbano19. Aparte está la cuestión del avance en la industrialización que aparece muy asociada a la producciónimportación de bienes de capital y a la radicación e innovación tecnológicas. El avance en la sustitución de importaciones obliga a analizar cuidadosamente el tema de la inversión en las ramas de bienes de producción. Todo ello induce a considerar que el comportamiento del nivel y composición de la inversión constituye un factor clave en la economía argentina, requiriéndose aumentos de la tasa bruta de inversión en diversos rubros de la producción. Cuadro 2.5 VARIACIÓN INTERANUAL DEL CAPITAL POR OCUPADO SEGÚN PERIODIZACIÓN DEL CUADRO 2.2 Período Capital/Pers ocupado%. 1951-63 1963-75 1951-75 1975-90 1990-2002 2003-10 1975-2000 1951-2002 1951-2010 3,40 1,12 2,21 -0,29 0,88 1,75 0,17 1,17 0,89 Fuente: Elaboración propia sobre la base de Ministerio de Economía y Producción, INDEC, Cuentas Nacionales. 7.- La evolución del salario real, de la productividad laboral y de la participación de las remuneraciones al trabajo constituyen un aspecto significativo dado que su influencia sobre el crecimiento y el empleo pasa, por un lado, por su repercusión sobre la disponibilidad de beneficios retenidos y dedicados a la inversión y por otro, por la demanda de bienes y servicios derivada de la masa de salarios abonada y de los efectos multiplicador y acelerador de la propia inversión. La participación de los salarios en lo producido depende de la masa de salarios pagados en relación con la renta agregada y de la relación entre el nivel de precios de la canasta de bienes consumidos por asalariados y el nivel de precios de los bienes y servicios que integran el producto bruto. Además, se puede demostrar que la variación de dicha participación esta dada por la variación del salario real, de la productividad del trabajo y de la diferencia entre el precio de la canasta de bienes consumidos por asalariados y la canasta total de bienes producidos20. Entonces, una tasa de aumento de la productividad del trabajo mayor que la tasa de incremento del salario real implicará una caída de la participación del trabajo en la renta (si es que la diferencia de precios de bienes para asalariados es muy reducida o cercana a cero). En tal caso, se tendrá una proporción creciente de beneficios sobre la 19 Aquí aparece la objeción respecto a la conveniencia de un modelo de transporte urbano que desembocó en una participación exagerada del automotor individual, la contracción absoluta de la capacidad de transporte masivo ferroviario de pasajeros en condiciones satisfactorias de la prestación del servicio y las disparidades de la oferta del automotor como servicio público eficiente en la RMBA. Pero, el aumento de la demanda de automóviles y de la producción para satisfacerla, constituye un componente importante de la producción manufacturera, del empleo industrial y de las transacciones de MOI con el exterior. Y una reestructuración profunda de la oferta de servicios de transporte masivo plantea una fuerte exigencia en materia de inversión y acumulación de capital sectorial. 20 Participación del salario en la renta = wL/Y = (wnL/Pas/Yn/ipi) ( Pas/ipi) = (wrL/Yr) (Pas/ipi) donde wn = salario nominal; Yn = renta nominal; L =total de empleos; P as = precio de bienes para asalariados; ipi= precios implicitos; wr = salario real; Yr = producto real. A su vez, la variación de la participación = dw r/wr – d(Y/L)/(Y/L) + (dPas/Pas – dipi/ipi) . Si la variación de los niveles de precios es cercana entre sí, entonces, siendo la variación de la productividad mayor que la del salario real, disminuye la participación de los salarios y viceversa. renta total21 y con ello, al ser dedicados a la inversión, una tasa de inversión bruta en aumento. Así, se generaría el aumento del stock de capital y por ende, de la capacidad productiva. Pero, la caída de la participación de los ingresos laborales aunada a un salario real medio en descenso, o aún estancado, no puede repetirse reiteradamente sin que haya una reacción por parte de los trabajadores (a menos que existan condicionantes socio-políticos como una elevada desocupación o medidas autoritarias de control para impedirla). Una estrategia de crecimiento que deba basarse en el aumento de la capacidad productiva y que no desemboque en una situación indeseable o contraproducente, requerirá que no se reduzca el salario real ante el aumento de la productividad, que la participación del ingreso laboral en la renta no empeore progresivamente y que se permita el aumento de la inversión y de la tasa de inversión (la relación I/PBI). Esta modalidad de crecimiento es compatible con el proceso de industrialización de los PED22. El aumento del salario real o aún su sostenimiento supone que el precio de los bienes salario no debe crecer frente al aumento de la demanda cuando se incrementa el empleo. Para ello será preciso que la oferta de bienes que integran la canasta de asalariados sea lo suficientemente flexible. Y que en ciertos casos deba articularse un ritmo de crecimiento del empleo compatible con el aumento de la producción de bienes salario y productos de consumo masivo. Así el objetivo del pleno empleo plantea la consideración de que un sector del trabajo (el de mayores ingresos) mantenga el salario real y otro (los ubicados en el piso de la pirámide de ingresos) lo acreciente. (J. Felipe, 2010). Aparece, en consecuencia, la necesidad de una política de redistribución de ingresos que recurre a diversos instrumentos, entre los cuales está el tributario. Tal estrategia requiere, entonces, tanto un aliento a la inversión como una intervención activa para conseguir el alineamiento de las variables clave en el sentido indicado. Es útil visualizar el comportamiento de estas variables en la economía argentina y relacionarlas con lo señalado. En el cuarto de siglo inicial de las series analizadas muestran que hubo un crecimiento medio de la inversión bruta (4,68%), de la ocupación del trabajo (1,37%) y del capital por ocupado (2,21%) que resultaron mayores que las correspondientes al último cuarto del siglo pasado (1975-2002). Si bien el coeficiente medio de la inversión bruta disminuyó un punto, el correspondiente al equipo durable de producción resultó más afectado ya que hubo un descenso y luego una recuperación que, en promedio, fue mucho menor que el crecimiento conocido en los subperíodos anteriores (ver Cuadros 2.5 y 2.6). Por ende, la tasa media de aumento del ED entre 1975 y 2002 fue de 2,94% anual frente al 9,22% anterior. Asimismo el empleo comenzó a mostrar las variaciones y caídas señaladas más arriba (Ver Cuadro 2.2). La productividad del trabajo, el salario real y la participación del ingreso laboral en el PBI también tuvieron un comportamiento disímil entre ambos subperíodos (Ver Gráficos 5.2, 5.3, 9.1, 9.2 y 9.3). Hasta 1975, se observa que la productividad del trabajo crece un 64% de punta a punta, el salario real (luego de una caída a fines de los ‟50) también aumenta aunque a un ritmo menor y la participación del ingreso laboral promedia el 44% en todo el subperíodo. El comportamiento de dichas variables clave para el crecimiento resulta muy alterado a partir de 1975. La productividad del trabajo alterna varios años con tendencia decreciente y recuperaciones sucesivas (ciclos de alza y baja), resultando que en 2002 estaba casi igual que en 1975 (índice 99). La recuperación ulterior, desde 2003, arroja un aumento del 30% en 8 años. El salario medio real experimentó caídas muy acentuadas lo que se transmitió a las cifras de participación del ingreso laboral. Ello implicó que hubo transferencias sustanciales de ingresos hacia los beneficios brutos, determinando un aumento potencial muy importante en el ahorro bruto doméstico. Sin embargo, la tasa de crecimiento de la inversión bruta y en particular la de ED y la parte de construcción imputable como 21 Los beneficios constituyen la fuente más importante del ahorro doméstico. La concentración de la renta y la riqueza implica que la propiedad de los activos reales y financieros proveen la parte sustancial del ingreso destinado al ahorro. 22 La estrategia de industrialización y crecimiento de algunos países en desarrollo del este de Asia tuvo lugar merced a una acumulación acelerada al influjo de programas de inversión, industrialización y crecimiento con una notoria impronta estatal y bajo condiciones políticas autoritarias. inversión productiva (excluyendo a la residencial), no reflejó la totalidad de aquél incremento de los beneficios. Es decir que una porción no despreciable del beneficio empresarial no se destinó a la inversión y tampoco al consumo sino que “salió” de la esfera de la producción real23, provocando, finalmente, desaceleración de la acumulación de capital24 y descensos en el nivel de producto total y per capita. Por otro lado, debe tomarse en cuenta el efecto de la retracción de la masa salarial sobre el consumo de los bienes producidos y de este hecho sobre la formación de las expectativas empresariales (en la medida que se desembocara en una reducción del mercado doméstico). Dado que las exportaciones no tuvieron un crecimiento tal que cubrieran todo lo que se dejó de demandar internamente, el efecto contractivo sobre la demanda agregada no quedaba neutralizado. 8.- Los enfoques alternativos al anterior en cuanto a la formación de las decisiones de inversión en el área privada de la economía (la más importante en términos cuantitativos aunque no necesariamente en los cualitativos, al menos, en ciertos sectores de la producción) pueden reducirse, a grandes rasgos, a dos: a) el cuerpo de teoría que se inscribe en el campo de la ortodoxia, manifestada ya sea en la visión del stock o en la del flujo (Haavelmo, 1960; Agénor y Montiel, 2000; Jeffrey Parker, 2010); b) el que se inscribe en una concepción cuyos supuestos procuran un mayor grado de realismo, en la cual quedan esencialmente modificadas la noción neoclásica del agente individual (su alcance, su conducta, etc.), aparecen como elementos esenciales el financiamiento, la incertidumbre y el proceso de acumulación, acudiendo a la introducción de sujetos sociales y variables agregadas (diríamos categorías) correspondientes a “totalidades” explícitamente consideradas y no simples sumatorias de los resultados atribuidos a los agentes individuales (las unidades de producción y de consumo). En general, se ha realizado relativamente poco trabajo empírico sobre los determinantes de la inversión en los PED. Aparte de las cuestiones ligadas a la escasez de los datos disponibles en muchos de estos países, están las dificultades atinentes a la propia teoría utilizada. Respecto a los trabajos que se inscriben en el cuerpo teórico mencionado en a) anterior, se han formulado críticas provenientes tanto del propio campo como del alternativo (heterodoxo). Así, estos han concluido que se requiere “la modificación de la teoría convencional de la inversión de los países industrializados” (Agénor y Montiel, 2000; Pág.112) y luego, realizar los análisis sobre la base de los datos pertinentes de la realidad. En cuanto a la heterodoxia, las críticas formuladas a la teoría dominante han dado lugar a numerosos trabajos que han elaborado modelos alternativos y realizado el examen de su poder explicativo recurriendo a los datos de la realidad, tanto de las economías desarrolladas como de los PED. Interesa, ahora, señalar algunos que examinan la inversión por su vinculación al ciclo económico y de allí al empleo de trabajo y que contienen una diferencia importante respecto al expuesto en 7 y algunos párrafos anteriores. La consideración de la inversión como un impulsor primario del ciclo económico sostenida por Marx ya no se circunscribe a los teóricos seguidores de su pensamiento sino que ha sido incorporada por una amplia franja de economistas heterodoxos como los de raíz keynesiana25. Entre los autores postkeynesianos se ha establecido un consenso respecto al rol del aspecto financiero en el impulso hacia el crash, una vez iniciado un proceso de desequilibrios. Pero, existen diferencias en cuanto al elemento conductor que explicaría al paso del auge a la recesión a través de la crisis y el retorno al auge mediando la recuperación. Una de ellas queda patentizada en los modelos tipo Goodwin (1967) y Kalecki (1933). Goodwin desarrolló un modelo basado en el concepto marxista de la reinversión de las utilidades obtenidas del rendimiento logrado por el uso de la fuerza de trabajo equipada con los medios físicos de 23 La parte sustancial de la compra de activos externos (depósitos bancarios y tenencia de activos financieros en el exterior e inversiones en activos reales fuera del país) proviene de los sectores de altos ingresos, una de cuyas fuentes importantes resulta ser el beneficio empresarial. Los sectores de ingresos medios altos pueden generar, también, tales compras aunque su magnitud queda mucho más circunscrita por la menor magnitud del ingreso excedente de esos perceptores. 24 Esa desaceleración debe considerarse, en principio, inconveniente toda vez que se acepte que es más importante el efecto derivado de un aumento del K/PBI medio (o reducción de la productividad del capital) que el que podría generarse por una mejora en el rendimiento medio del capital utilizado. 25 La escuela austríaca comparte el tratamiento de la inversión como elemento significativo del ciclo. producción y retribuida con el salario (menor que tal rendimiento). Además, utilizó la relación establecida entre el predador y la presa, la expresó formalmente, recurriendo a las ecuaciones de Lotka-Volterra y la combinó con el principio del beneficio que resulta mayor cuando el salario real disminuye y viceversa. Según este modelo, un ascenso de la participación de los salarios en la renta retrae los beneficios, lo cual disminuye la inversión, desacelerando la producción. Ante esto, la participación salarial tenderá a descender, los beneficios a aumentar y el ciclo se completa con el nuevo auge. Este proceso implica la acumulación de capital que el empresario capitalista deberá generar para competir en el mercado. Los modelos basados en la visión de Kalecki difieren pues consideran que un aumento de la masa de salarios y de la participación de éstos en la renta nacional trae consigo un efecto expansivo y no contractivo ya que la propensión a consumir de los perceptores de salarios es mayor que la de los capitalistas cuyos mayores ingresos explican un menor gasto marginal de bienes de consumo. Se han realizado para el caso argentino diversos trabajos que analizan la cuestión desde un punto de vista keynesiano-kaleckiano y recientemente, desde la óptica goodwiniana. Esta aproximación se la utilizó, combinada con la expresión de variables que trasuntan las características de heterogeneidad estructural, para encontrar una explicación al ciclo del empleo de las dos últimas décadas en la Argentina26. Este modelo se desarrolla para la economía cerrada y abierta, siendo que la oscilación y la estabilidad cíclicas dependen crucialmente de: a). La aceleración de la inversión; b) el efecto del multiplicador keynesiano, c) la puja distributiva y su impacto sobre el consumo y la inversión. Ante la economía cerrada “se concluye que cuanto mayor sean los efectos keynesianos acelerador y multiplicador, mayor será la volatilidad del ciclo y menor será la probabilidad de oscilaciones convergentes. Este resultado general puede ser compensado por una mayor puja distributiva si la economía examinada es de tipo „profit-led‟”. En el caso contrario, para reducir la volatilidad se requiere de una puja distributiva débil27 (Panigo et allia, 2010, Pág. 99). Al abrir la economía se intenta determinar los efectos sobre la estabilidad del ciclo (del empleo) de los aspectos financieros y comerciales, tomando en cuenta el tipo de régimen monetario y cambiario, flexible o con tasas fijas, combinados con los elementos detectados para la economía cerrada. Sobre esta base que se expresa formalmente en términos de las ecuaciones del modelo dinámico de Goodwin con los agregados citados, se interpreta el ciclo del empleo en las décadas del Patrón Dólar y de la Post-Convertibilidad. Lo interesante de este enfoque radica en tratar de articular diversos elementos conceptuales que intentan incorporar las características salientes de la economía argentina (heterogeneidad estructural, diferencias significativas del rendimiento del trabajo según los sectores productivos, el carácter del sesgo conductor del crecimiento28, las relaciones comerciales y financieras con el exterior del tipo de economía propia de un PED), conseguir una formalización del razonamiento utilizado y determinar, entonces, la incidencia de una conjunción de variables sobre el ciclo del empleo29. El empleo-desempleo observado en la economía argentina (ver lo señalado más arriba y mostrado en los Gráficos 1 y 2, Cuadros 1 y 2.1 y en el siguiente Gráfico 3.1) en la última década del S. XX y en la primera del actual, es explicado, entonces, como un proceso cíclico atribuible a los respectivos esquemas cambiarios y regímenes de demanda alternativos dados los desequilibrios estructurales existentes en la economía argentina. Puede considerarse que la estrategia de crecimiento expuesta en el punto II anterior30 reconoce la existencia de la heterogeneidad estructural y tiene como objetivo su superación. Y que la observación de los comportamientos macroeconómicos que se distancian de los requisitos de esa estrategia con el fin de identificar variables y causalidades explicativas de determinados problemas del crecimiento, no constituye, necesariamente, un enfoque contradictorio con el anterior. 26 Panigo et allia; 2010. La debilidad de la puja distributiva queda materializada en un nivel bajo del coeficiente h 2 del nivel de actividad y que compone la ecuación salarial utilizada en el modelo por los autores: W = h1+h2Q. 28 Con incidencia predominante de los beneficios (profit-led) o de los salarios (wage-led) 29 Los autores examinan los efectos de las experiencias de la Convertibilidad y post Convertibilidad sobre el ciclo del empleo. El modelo elaborado les permite “indagar formalmente acerca de las causas de esta transformación y de la vinculación existente entre la volatilidad cíclica del empleo, el esquema cambiario-monetario, el régimen de demanda y la estructura productiva” (Op. Cit. Pág. 120) 30 Ver la Presentación El crecimiento inclusivo en la economía argentina; PIUBAD. 27 Gráfico 3.1 PERSONAL EMPLEADO Y DESEMPLEADO PERÍODO 1963-2010 550 300 500 280 450 260 400 240 350 220 300 200 250 180 200 160 150 140 100 120 50 100 80 19 63 19 66 19 69 19 72 19 75 19 78 19 81 19 84 19 87 19 90 19 93 19 96 19 99 20 02 20 05 20 08 0 Empleo desempleo Empleo y Desempleo Período 1963-2010 ÍNDICES Base: año 1963=100 años desempleados enpleados Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos oficiales. Gráfico 3.2 VOLATILIDAD ABSOLUTA Y RELATIVA DEL EMPLEO EN ARGENTINA Volatilidad del empleo en Argentina 5,5 5 4,5 Porcentajes 4 3,5 3 2,5 2 1,5 1 0,5 0 1992-2001 Período Volatilidad absoluta 2004-2010 Volatilidad relativa Fuente: Panigo et allia (2010) Pág. 84. Nota: la volatilidad absoluta es el desvío estándar de la tasa de crecimiento del empleo. La volatilidad relativa es el ratio entre la volatilidad absoluta para argentina y la volatilidad absoluta promedio de los países desarrollados. Se excluyeron de la muestra los años de crisis y rebote (2002-2003). Gráfico 3.3: VARIACIÓN DE LA DEMANDA AGREGADA Y DEL EMPLEO. ARGENTINA PERÍODO 1951-2010 Tasas de variación de la demanda agregada y del empleo Período 1951-2010 18,00 15,00 12,00 9,00 Porcentajes 6,00 3,00 0,00 -3,00 -6,00 -9,00 -12,00 -15,00 Variación DA % Variación trabajo 5 per. media móvil (Variación DA %) 5 per. media móvil (Variación trabajo) 19 51 19 54 19 57 19 60 19 63 19 66 19 69 19 72 19 75 19 78 19 81 19 84 19 87 19 90 19 93 19 96 19 99 20 02 20 05 20 08 -18,00 Años Gráfico 4.1: PERÍODO 1950-2010 EMPLEO Y DEMANDA AGREGADA Índices 1950=100 Evolucion de la Demanda agregada y los empleos- Perídodo 1950-2010 En números índice Año 1950 =100 500,0 460,0 420,0 340,0 300,0 260,0 220,0 180,0 140,0 100,0 60,0 19 50 19 53 19 56 19 59 19 62 19 65 19 68 19 71 19 74 19 77 19 80 19 83 19 86 19 89 19 92 19 95 19 98 20 01 20 04 20 07 20 10 Números índice 380,0 Años Demanda Agregada 3 per. media móvil (Empleos) Empleos 3 per. media móvil (Demanda Agregada) Gráfico 4.2: EMPLEO Y DEMANDA AGREGADA EN NÚMEROS ÍNDICE (bASE1950 = 100). PERÍODO 1950-1975. ARGENTINA Demanda agregada y total de empleos. Período 1950-1975 Año base 1950 240,0 220,0 Indices 200,0 180,0 160,0 140,0 120,0 100,0 19 74 19 72 19 70 19 68 19 66 19 64 19 62 19 60 19 58 19 56 19 54 19 52 19 50 80,0 Años indice DA indice empleos 2 per. media móvil (indice DA ) 3 per. media móvil (indice empleos) Fuente: Elaboración propia sobre la base de BCRA Cuentas del Producto y del Ingreso, 1975. Comentario: La tendencia creciente de la demanda agregada, sobre todo a partir de 1964, muestra una correspondencia con el empleo. Esta situación se modifica, según se aprecia en el gráfico 4.3, desde 1975. Es procedente asociar este comportamiento al proceso de industrialización sustitutiva que se modifica en aspectos sustanciales a partir de 1976. Esta primera aproximación debe ser complementada recurriendo a la observación de las relaciones entre inversión, salario real y participación del salario en la renta agregada, productividad del trabajo, acumulación de capital y las variables que expresan las relaciones con el exterior y las financieras. Gráfico 4.3 EMPLEO Y DEMANDA AGREGADA EN NÚMEROS ÍNDICE (bASE1980 =100). PERÍODO 1980-2010. ARGENTINA 220 210 200 190 180 170 160 150 140 130 120 110 100 90 80 Tra b a jo DA Años Fuente: Elaboración propia sobre la base de información oficial 2010 2008 2006 2004 2002 2000 1998 1996 1994 1992 1990 1988 1986 1984 1982 3 p e r. me d ia mó vil (DA ) 3 p e r. me d ia mó vil (Tra b a jo ) 1980 Indices Base 1980 Evolución del empleo total y de la demanda agregada Período 1980-2010 Comentario: Las líneas de tendencia correspondientes a la DA y el empleo muestran que al estancamiento relativo de la primera, en los ‟80, le corresponde un crecimiento de este último. Este comportamiento debe explicarse en la incidencia sobre el empleo de las empresas públicas, el gobierno general y las actividades por cuenta propia. En la década siguiente, la DA crece significativamente, pero la tendencia del empleo de trabajo se estanca primero, reacciona, después, y vuelve a aplanarse. El fuerte aumento del empleo, desde 2003, se desacelera, en relación al crecimiento de la demanda agregada (la línea de tendencia de la demanda agregada cruza desde abajo a la del empleo). Esto implica, también, una variación del empleo menor que la del producto (una elasticidad empleo-producto en descenso). Gráfico 4.4 TASA DE EMPLEO Y DEMANDA AGREGADA EN NÚMEROS ÍNDICE. PERÍODO 1950-2010 EVOLUCIÓN DE LA DA Y TASA DE EMPLEO 1950-2010 EN NÚMEROS ÍNDICE 520,0 160,0 490,0 460,0 430,0 Indices DA 370,0 130,0 340,0 310,0 280,0 250,0 220,0 100,0 Indices tasa empleo 400,0 190,0 160,0 130,0 100,0 70,0 19 50 19 53 19 56 19 59 19 62 19 65 19 68 19 71 19 74 19 77 19 80 19 83 19 86 19 89 19 92 19 95 19 98 20 01 20 04 20 07 20 10 70,0 AÑOS Demanda Agregada 3 per. media móvil (Tasa de empleo) Tasa de empleo 3 per. media móvil (Demanda Agregada) Gráfico 5.1: DEMANDA AGREGADA, PRODUCTIVIDAD DEL TRABAJO Y EMPLEO EN NÚMEROS ÍNDICE 1975-2010 (1975 =100). Evolucion de la Demanda agregada, la productividad del trabajo y los empleosPerídodo 1950-2010 En números índice Año 1950 =100 490,0 450,0 410,0 330,0 290,0 250,0 210,0 170,0 130,0 90,0 50,0 19 50 19 53 19 56 19 59 19 62 19 65 19 68 19 71 19 74 19 77 19 80 19 83 19 86 19 89 19 92 19 95 19 98 20 01 20 04 20 07 20 10 Números índice 370,0 Años Demanda Agregada Productividad del trabajo Empleos Gráfico 5.2: DEMANDA AGREGADA, PRODUCTIVIDAD DEL TRABAJO Y EMPLEO EN NÚMEROS ÍNDICE PERÍODO 1950-1974 Dem anda Agregada, tasa de em pleo y productividad del trabajo 1950-1974 240,0 220,0 200,0 índices 180,0 160,0 140,0 120,0 100,0 80,0 19 74 19 72 19 70 19 68 19 66 19 64 19 62 19 60 19 58 19 56 19 54 19 52 19 50 60,0 años indice DA tasa de empleo indice Productiv. del trabajo 3 per. media móvil (tasa de empleo) 3 per. media móvil (indice Productiv. del trabajo) 3 per. media móvil (indice DA) Comentario: El crecimiento de la demanda agregada es más acentuado desde 1964 y se extiende hasta 1974 en forma sostenida, lo cual se trasunta en el empinamiento de la línea de tendencia. La productividad del trabajo crece sostenidamente aunque relativamente menos que la DA. A partir de 1967, las líneas de tendencia se separan debido a la aceleración de la DA y al enlentecimiento de la productividad. La tasa de empleo decrece paulatinamente hasta 1964 y luego crece suavemente. Ello indica que el aumento de la productividad deviene, por un lado, del menor crecimiento del empleo y por otro, del rendimiento acrecentado del trabajo asociado al efecto del capital incorporado y de la tecnología y quizás a otros aspectos como la calidad del trabajo. Gráfico 5.3: DEMANDA AGREGADA, PRODUCTIVIDAD DEL TRABAJO Y EMPLEO EN NÚMEROS ÍNDICE PERÍODO 1975-2010 (año1975 =100). ARGENTINA Demanda Agregada, productividad del trabajo y empleos Período 1975-2010 - Año base 1975 240,0 220,0 200,0 160,0 140,0 120,0 100,0 80,0 19 99 19 96 19 93 19 90 19 87 19 84 19 81 19 78 60,0 19 75 Indices 180,0 Años indice DA indice empleos 3 per. media móvil (indice Productiv.) indice Productiv. 3 per. media móvil (indice empleos) 3 per. media móvil (indice DA) Fuente: Elaboración propia sobre la base de información oficial Comentario: El panorama anterior (Gráfico 5.2) se modifica notoriamente. Aparecen fluctuaciones pronunciadas en las variables anteriores (ciclos de descenso y ascenso y años de cuasi estancamiento). La productividad del trabajo tiene caídas y recuperaciones, de tal modo que al cabo de tres décadas su valor medio no se modifica, prácticamente, entre 1975 y 2008. El stock de capital por puesto de trabajo ocupado es cercano al del inicio de este subperíodo (un 3,4% inferior) GRÁFICO 6. PBI Per Capita, Productividad del trabajo y tasa de empleo Período 1950/2010 Indice Base1950 =100 240 150 220 140 130 R2 = 0,9181 180 120 R2 = 0,8949 160 110 140 100 120 R2 = 0,8054 06 10 20 02 20 98 20 94 19 90 19 86 19 82 19 74 78 19 19 70 19 66 19 19 19 19 19 62 80 58 80 54 90 50 100 19 Tasa de empleo PBI y Productividad 200 Años p b i p e r c a p ita p ro d u c tiv tra b Ta sa e mp le o P o lin ó mic a (Ta sa e mp le o ) P o lin ó mic a (p b i p e r c a p ita ) P o lin ó mic a (p ro d u c tiv tra b ) Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos oficiales Comentario: Es notoria la caída de la tasa de empleo entre 1950-62 frente a una demanda agregada en crecimiento; en tanto, la productividad del trabajo muestra una tendencia creciente en esos años. La recuperación de la tasa de empleo tiene lugar entre 1964 y 1974 junto con un dinamismo notorio de la productividad del trabajo y con una demanda agregada también en aumento. El descenso de los índices de la demanda agregada y de la productividad del trabajo se extiende desde la segunda mitad de los ’70 hasta 1993; en estos años la tasa de empleo se mantiene. En este subperíodo tienen lugar las políticas económicas basadas en lo postulado por la orientación monetarista, los monetarismos tipo I y II según Tobin, y en las condiciones creadas por la crisis de la deuda a partir de 1982. La crisis del tekila, desatada en medio de la instauración del NME, influyó sobre el comportamiento del empleo y del PBI en 1995. Entre 1993-2002 la tasa de empleo varió mostrando picos de aumento y caída. Recién desde 2003 aumentan la tasa de empleo y la productividad del trabajo junto con el crecimiento de la demanda agregada. Dichas fluctuaciones determinan la necesidad de explicar con un mayor grado de aproximación los factores que inciden sobre el empleo total y en ese marco, analizar la ocupación industrial. Para ello, se consideran otras variables además de la DA. Gráfico 7.1 Evolución del empleo total y la IBIF En números índice base1950=100 Período 1950-2010 350,0 900,0 800,0 300,0 700,0 500,0 150,0 400,0 300,0 100,0 200,0 50,0 100,0 años Empleo total 4 per. media móvil (Empleo total) IBIF 4 per. media móvil (IBIF) 2007 2004 2001 1998 1995 1992 1989 1986 1983 1980 1977 1974 1971 1968 1965 1962 1959 1956 0,0 1953 0,0 Ïndices IBIF 600,0 200,0 1950 ïndices del empleo 250,0 Fuente: Elaboración propia sobre la base de BCRA, 1975, Ministerio de Economía y Producción e INDEC Gráfico 7.2 Inversión Bruta Interna Fija y tasa de empleo Período 19502010 En números índice Base 1950=100 900,0 140,00 800,0 indices de IBIF 120,00 600,0 500,0 110,00 400,0 100,00 300,0 90,00 200,0 Indices de tasa de empleo 130,00 700,0 80,00 100,0 2010 2007 2004 2001 1998 1995 1992 1989 1986 1983 1980 1977 1974 1971 1968 1965 1962 1959 1956 1953 70,00 1950 0,0 años IBIF Tasa de Empleo Grafico 7.3 PBI E IBIF PERÍODO 1950-2010 VALORES A PRECIOS CONSTANTES DE 1993 EN MILLONES DE $ 120000,0 100000,0 IBIF 80000,0 R2 = 0,9061 60000,0 40000,0 20000,0 0,0 0,0 50000,0 100000,0 150000,0 200000,0 250000,0 PBI 300000,0 350000,0 IBIF Y PBI 400000,0 450000,0 Lineal (IBIF Y PBI) Grafico 7.4 Evolución de la inversión en subperíodos escogidos En núm eros índice con base 100 en el com ienzo de cada uno de ellos 300,00 250,00 Números índice 200,00 1950-63 1963-75 150,00 1975-90 1990-2002 2003-2010 100,00 50,00 0,00 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 tiem po Comentario: Los períodos escogidos (1950-63, 1963-75, 1975-90, 1990-02,y 2003-2010) muestran movimientos de ascenso y descenso de la IBIF. En el período 2003-2010 la inversión crece al ritmo más acelerado de los procesos de recuperación de esta variable, superando al de los ‟90, cuando se había conseguido el aumento más marcado entre 1990 y 1998. Grafico 7.5 IBIF per capita En pesos de 1993 Período 1950-2010 3000,0 2000,0 1500,0 1000,0 500,0 0,0 19 50 19 53 19 56 19 59 19 62 19 65 19 68 19 71 19 74 19 77 19 80 19 83 19 86 19 89 19 92 19 95 19 98 20 01 20 04 20 07 20 10 Pesos per capita 2500,0 años IBIF per capita Gráfico 8.1 Comentario: Japón, Italia y Corea del Sur muestran el crecimiento más rápido y sostenido de la relación K/Y, diferenciándose la segunda nombrada porque experimenta un estancamiento en los últimos años de la serie. Chile, India y Brasil –economías de PED- experimentan progresos pero a un ritmo menor de crecimiento del indicador de la capacidad productiva. Gráfico 8.2 RELACIÓN K/PBI ARGENTINA Y BRASIL 1950-2000 3,5 3 2,500 2,5 2,000 2 1,500 1,5 1,000 1 0,5 19 50 19 53 19 56 19 59 19 62 19 65 19 68 19 71 19 74 19 77 19 80 19 83 19 86 19 89 19 92 19 95 19 98 0,500 COEFICIENTES ARGENTINA COEFICIENTES BRASIL 3,000 AÑO K/PBI BRASIL 4 per. media móvil (K/PBI ARGENTINA) K/PBI ARGENTINA Polinómica (K/PBI BRASIL) Comentario: La relación capital-producto de Argentina es superior a la de Brasil durante la mayor parte de los años de la segunda mitad del siglo pasado. Así, el promedio del coeficiente en el lapso 1950-2000 fue, para Brasil, 1,82 y para Argentina, 2,53 en valores corrientes y 2,36 en valores constantes de 1993. Sin embargo, el sostenido ascenso de ese coeficiente que tuvo lugar en la economía brasileña desde 1978, determinó que, en la última década del siglo, superara al de Argentina. Se pueden distinguir dos períodos bien diferenciados al respecto; hasta 1975 donde tienen lugar un descenso de la tendencia en Argentina y una constancia en Brasil y desde este año en adelante, en que aparecen oscilaciones de la relación K/PBI con una tendencia creciente en Argentina y Brasil (aunque en este caso más sostenida y pronunciada) y el descenso de la tendencia y una estabilización en los „90. Este comportamiento remite a la evolución de la inversión y su composición, por un lado y a la cuestión del rendimiento del capital y la productividad del trabajo y la tecnología incorporada, por otro. Ver en el gráfico 8.3 la relación dY/ibi. 0,7000 0,6000 0,5000 0,4000 0,3000 0,2000 0,1000 0,0000 -0,1000 -0,2000 -0,3000 -0,4000 -0,5000 -0,6000 -0,7000 -0,8000 -0,9000 -1,0000 -1,1000 -1,2000 Relación Variación del Producto-Inversión bruta (IBIF) Período 1951-2010 19 51 19 56 19 61 19 66 19 71 19 76 19 81 19 86 19 91 19 96 20 01 20 06 coeficiente P/K marginal Gráfico 8.3 Años Relación P/K marginal 5 per. media móvil (Relación P/K marginal) Gráfico 8.4 Período 1950-2010 Stock de Capital por ocupado en $ de 1993 Período 1950-2006 65000,0 60000,0 50000,0 45000,0 40000,0 35000,0 30000,0 19 50 19 54 19 58 19 62 19 66 19 70 19 74 19 78 19 82 19 86 19 90 19 94 19 98 20 02 20 06 20 10 $ de 1993 55000,0 años Capital por ocupado Gráfico 8.5 Relaciones capital producto (K/PBI) y capital trabajo (K/L en índices con base 1993=1) 3,050 1,300 1,200 1,000 0,900 0,800 2,300 0,700 indices capital trabajo 1,100 2,550 0,600 2,050 0,500 0,400 19 50 19 54 19 58 19 62 19 66 19 70 19 74 19 78 19 82 19 86 19 90 19 94 19 98 20 02 20 06 20 10 1,800 años k/pbi 3 per. media móvil (K/L) K/L 3 per. media móvil (k/pbi) Fuente: Elaboración propia sobre la base de BCRA e INDEC Gráfico 8.6 200,0 450 180,0 400 160,0 350 140,0 300 120,0 250 100,0 200 80,0 150 60,0 100 40,0 50 20,0 0 0,0 19 50 19 54 19 58 19 62 19 66 19 70 19 74 19 78 19 82 19 86 19 90 19 94 19 98 20 02 20 06 500 años Stock de capital Personal ocupado Capital por ocupado Capital por ocupado Evolución del stock de capital, del empleo y del capital por ocupado Período 1950-2006 En números índice Base 1950 =100 Capital y personal capital producto 2,800 Gráfico 8.7 Variación interanual del Capital por persona ocupada período 1951-2010 En porcentajes 10,000 8,000 6,000 4,000 porcentajes 2,000 2008 2005 2002 1999 1996 1993 1990 1987 1984 1981 1978 1975 1972 1969 1966 1963 1960 1957 1954 -2,000 1951 0,000 -4,000 -6,000 -8,000 -10,000 -12,000 años Capital por persona ocupada 4 per. media móvil (Capital por persona ocupada) Grafico 8.8 Relaciones capital producto y capital trabajo 3,050 1,300 1,200 1,000 2,550 0,900 0,800 2,300 0,700 indices capital trabajo 1,100 0,600 2,050 0,500 años 2010 2006 2002 1998 1994 1990 1986 1982 1978 1974 1970 1966 1962 1958 0,400 1954 1,800 1950 capital producto 2,800 k/pbi K/L Grafico 9.1 Período 1950-2010 Salario medio anual En $ de 2004 25000 22500 20000 17500 15000 12500 10000 7500 19 50 19 54 19 58 19 62 19 66 19 70 19 74 19 78 19 82 19 86 19 90 19 94 19 98 20 02 20 06 5000 Salario medio anual 3 per. media móv il (Salario medio anual) Grafico 9.2 Participación de los Salarios en el PBI Período 1950-2010 0,6 0,4 0,3 0,2 0,1 0 19 50 19 54 19 58 19 62 19 66 19 70 19 74 19 78 19 82 19 86 19 90 19 94 19 98 20 02 20 06 Participación 0,5 Años Salarios en PBIcf 3 per. media móvil (Salarios en PBIcf) Gráfico 9.3 Productividad laboral, salario real y participación del salario 0,60 0,50 200,0 0,40 150,0 0,30 100,0 0,20 50,0 Participación salarial indices del salario real y productividad 250,0 0,10 - 19 50 19 53 19 56 19 59 19 62 19 65 19 68 19 71 19 74 19 77 19 80 19 83 19 86 19 89 19 92 19 95 19 98 20 01 20 04 20 07 20 10 0,0 años salario real productividad del trabaj o 3 per. media móvil (Particip Sal en PBI pm) 3 per. media móvil (productividad del trabajo) Particip Sal en PBI pm 3 per. media móvil (salario real) Grafico 9.4 Período 1975-2006 Capital en ED, personal ocupado y capital en ED por ocupado Base 1975=1 2,10 1,90 1,50 1,30 1,10 0,90 0,70 años 20 05 20 03 20 01 19 99 19 97 19 95 19 93 19 91 19 89 19 87 19 85 19 83 19 81 19 79 19 77 0,50 19 75 indices base 1975 1,70 CAPITAL EN ED POR OCUPADO Capital en ED Personal ocupado PRINCIPALES CONCLUSIONES • • • • • • • • • • • • • • • El período 1950-2000 puede dividirse, prácticamente, en dos cuartos, siendo el año 1975 el punto de separación entrambos. En el primer cuarto (1950-75) rigió el modelo de crecimiento y desarrollo hacia adentro (ISI) cuyo motor de crecimiento fue la producción industrial. La industrialización, en tanto fenómeno esencialmente urbano, fue acompañada por la diversificación progresiva de los servicios, lo cual se tradujo en un PBI pc que colocó a la economía argentina entre los PED de grado de desarrollo intermedio. La estructura productiva quedó condicionada por aspectos profundos provenientes del modelo primario exportador y por el tipo de relación con el resto del mundo (comercial, financiera y de dependencia tecnológica), lo cual tuvo significativa influencia sobre el propio proceso de industrialización.. El comportamiento de las variables íntimamente relacionadas con el crecimiento en el primer cuarto de la segunda mitad del siglo fue significativamente diferente al del siguiente (1975-2000). Las diferencias más marcadas corresponden al grado de volatilidad de la inversión, la variabilidad del dinamismo de la DA, a la evolución y el nivel del salario real y la participación de los ingresos del trabajo en el producto, y al empleo. Tales diferencias no pueden excluirse de la explicación del menor ritmo de crecimiento y de los problemas de empleo observados en 1975-2000 y plantean un re-examen de ellos para ambos subperíodos (1950-1975) y (2003-2010). En 1975-2000 la productividad del trabajo Y/L disminuyó a una tasa promedio del 0,43% anual y la demanda agregada creció al 1,6% anual algo menos de la mitad del experimentado en 1950-75 (3,44%). La inversión (IBIF) disminuyó su tasa de crecimiento desde el 4,47%, en el 1er. Cuarto, al 1,16% anual, en el 2o. La IBIF/L sólo creció un exiguo 0,33% entre 1975 y 2000. El PBI PC aumentó, en 1975-00, al 0,42% anual en tanto en el cuarto de siglo anterior la tasa de crecimiento había sido del 1,92%. El salario real (Wr) y la participación del salario en la renta (WrL/Y) cayeron muy acentuadamente en dicho subperíodo. Estas disminuciones afectaron negativamente la DA -a través de cierto debilitamiento del consumo agregado de bienes- y dado que no fueron compensadas por el crecimiento de las exportaciones. El menor ritmo de crecimiento de la IBIF tuvo un efecto con similar sentido sobre la DA. El descenso de la tendencia de la IBIF fue más notorio en el caso de su componente el ED (en 1976-2000 la tasa de crecimiento de este rubro fue sólo un tercio del correspondiente a 1951-1975), lo cual determinó una menor relación del equipo durable con el personal ocupado (ED/L). Este hecho se traduce en un menor nivel de la inversión reproductiva. Debe notarse el contrastante aumento del beneficio bruto de explotación B/Y, la contrapartida del descenso WrL/Y, acompañando “pari-passu” la reducción del ritmo de crecimiento promedio de la IBIF en el período 1976-2000. La morosidad en el crecimiento del stock de capital, se debió al menor ritmo de crecimiento de la IBIF asociada al comportamiento de la depreciación. A lo que se sumaron las recurrencias de menores grados de utilización de la capacidad instalada (K/K*) asociables a la contracción del ritmo de crecimiento de la DA. El rendimiento del trabajo (la productividad medida como la relación entre el producto y el personal ocupado Y/L) y el producto por habitante (Y/Pob) experimentaron, así, un crecimiento menor que en el cuarto de siglo inmediatamente anterior. La relativa lentitud en la creación de capacidad productiva constituyó una condición subyacente al menor ritmo de incorporación de trabajo a las actividades con mayor potencial productivo. El comportamiento de Wr y WrL /Y se vincula al fuerte incremento en el nivel de precios Pas y Pi, a las alteraciones en L y en L/Pob, y al descenso en Y/L. El fuerte aumento de la tasa media de inflación en 1975-2000 resultó de los serios problemas de oferta implícitos en los comportamientos que se señalan, las derivaciones de • • • • • la crisis de la deuda externa, desde 1982, con fuerte repercusión en el mercado de divisas y la puja distributiva hasta 1991. El acentuado aumento en el desempleo desde 1991 acompañó a la recuperación de la DA y la IBIF. Esta recuperación se prolongó durante poco más de un quinquenio, interrumpiéndose en 1998. Sin embargo, la inversión por ocupado-año (IBIF/L) fue un 7% menor a la de 1963/75. En este último quinquenio tuvo lugar una reposición de capital en el contexto de cambio en la estructuración de la producción sectorial, experimentándose una expansión de los servicios (financieros, entre los más destacados), una contracción de la industria y un aumento de las exportaciones primarias. En esta parte del presente trabajo no se incursionó en el importante aspecto de la restricción del balance de pagos pues se ha focalizado en la cuestión de la inversión y la creación de capacidad productiva y en sus vinculaciones con la distribución funcional de la renta, la tasa de beneficio y el empleo. Se puede considerar que el comportamiento de los factores estratégicos condujo a un crecimiento económico insuficiente en el último cuarto del S. XX. Inmediatamente, surge la cuestión de la razón de tal conducta. Si se recurre a los modelos de crecimiento de raíz kaldoriana para explicarlo uno de los elementos a discutir es porqué el empresariado residente en el país no cumplió, aparentemente, con el dinamismo kaldoriano. Otro, es el fracaso en conseguir una industrialización crecientemente integrada y robusta. Un tercero, es la insuficiencia del avance tecnológico el cual, de acuerdo a Kaldor, está vinculado al coeficiente de inversión. BIBLIOGRAFIA P-R. Agénor y P. J. 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