Oración que en el segundo acto de oposición a la canonjia

Anuncio
I
ORACION
QUE EN EL SEGUNDO ACTO DE OPOSICION A LA CANONJIA
PENITENCIARIA DE LA l. CATEDRAL M. DE BOGOTA
PRONUNCIO EL DIA 4 DE SETIEMBRE DE 1848, EL P.RO
D.R NEPOMUCENO JIMENEZ ACEVEDO, CURA RECTOR 1
VICARIO DE LA VILLA DE MONIQUIRA, ELECTO POR
EL SENADO I POR EL· SUPREMO GOBIERNO CANONIGO
TESORERO DIGNIDAD DE LA CATEDRAL DE PAMPLONA.
Jmprimtllt allDlicituh be llariDs que la DUtrDU lItnuuciar.
•
DEDICAD! ! S. E. EL PRESIDENTB- DE L! REPI1BLIC!.
~( ~$t~(~ntí$i1lW ~~r¡qr ~~nmt( ~qma$ ~.
h~ ~q$qtt~raj ~mih~nt~ h~ (a ~~vú6(Íta.
SEÑOR:
Dedicar debo a V. E. esta Oracion, porque es la misma
que pronuncié como opositor a la Canonjía Penitenciaria,
i que solo en veinte' horas pude escribir i aprender para
decir en esta Catedral a presencia del Ilustrísimo Señor
Arzobispo, del Venerable Dean i Capítulo, i del respetable
concurso. Asistió a nombre de V. E. el Señor Doctor
Miguel Tovar para dar su voto sobre los actos de oposicion, i preciso es que informara con la sinceridad i verdad
de su encargo. Por lo que, para mayor prueba de su informe, quise publicar1a tal 00010 la dije, sin añadir ni quitar,
porque la escribí i estudié a la vez, i pude aprender porque
había facilidad para ello. N o podría yo hacer una oraci on
clásica i estudiarl a a la vez. No tenía tiempo para plajiar
de autores i decir como estudiante una conferencia. Era
preciso decir algo i el tiempo no me permitía buscar en
predicables el asunto que tomé por tema. Dicen "que me
desvíe del asunto que propuse! " Pudo ser así, (a) porque
el punto ofrecía un campo dilatado cuando quería combatir
la soberbi a i el orgullo, enemigos mi os, que quería derrotar
en mi campo, i debía por acá i allá acometerlos como el que
manda una batalla, mide las fuerzas i observa el campo don(a) Lo que puede verse si es ODo,en el siguiente discwso escrito lomismo
que se pronuució, para que lo corrijan 108 criliooo.
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de combate~ Mas yo confesé públicamente mi insuficiencia,
porque jamas he presumido de orador, ni de predicador, ni
de retórico. Digo lo que siento: mi estilo es natural como
mi jénio ; i entiendo, que ni soi plajiario de Massillon i otros,
ni soi Jerundio, ni predico sermones a la Bordadita.
Al dedicar a V. E. esta humilde ofrenda de mi afecto,
tengo la satisfaccion de hacerlo despues de provista con
justicia en otro la silla a que me oponía, para que no se
traduzca esta dedicatoria como adulacion mia. No Señor
Exelentísimo : para merecer el aprecio d~ los hombres no
es necesario adular (b). Yo he trabajado para no desmerecer las cónsideraciones de V. E. i de mis amigos (c).
Dedico a V. E. este pequeño tributo de mi afecto como reconocido i agradecido a sus consideraciones i aprecio, porque conozco su mérito, sus servicios a la nacion i sus virtudes políticas i sociales. Digan lo que quieran los que no conocen bien a V. E., yo siempre publicaré que V. E. ha sido
benéfico i jeneroso con sus amigos, útil a su patria i digno
del sólio que ocupa por los votos de los escojidos de la
Republica de la Nueva Granada. _
B. L. M. de V. E, humilde servidor i capellan.
N EPOMUCENO J IMENEZ ACEvEDo.
(b) El Consejo de Estado i V. E . podrán fallar sobre el voto del Sr. Asistente, en vista del presente impreso. Labor omnia vincit. I en otra parte rujo
un poeta: Cave ne perdas. Trtmen si omnia famam servare memento.
(c) He hecho cuatro oposiciones a canonjías. La primera el año de 1841
cuando los señores Guerra, Plata i Escobar aprobaron mis actos con los demas
del Capítulo. La segunda me opuse a la Doctoral de que me separé por consideraciones políticas. La tercera vez me opuse a la Lectoral. Fuí por V. E.
i por 01 Senado elejido Canónigo dignidad Tesorero de la Catedral de Pamplona, o porque quisieron hacerme gracia, o porque conocieron mis serVicios a
a la Iglesia i a la patria: servicios que no se atieuden a vezes por otros. Ultimamente me he opuesto cuarta vez a canonjía para la que el mmo. Sr. V.
Dean i Capítulo me presentó a V. E . a virtud de la aprobacion del mismo Capítulo (con escepcion de un Canónigo) EJe servido 23 años en varios curatos i
los documentos de otros servicios a la Iglesia i al Gobierno estan auténticos
eobre la mesa del Sr. Secretario.
.
ORACION.
Discite a me, quia mifu lum et humilia
ca,de: et invenietU tequiem animabw
vesuis.-M.LT. 11. v.29.
Al hablar de la humildad, de esa virtud sublime, quisiera,
IlImo. Sr., estar pose ido de ella, o tener un corazon capaz de eUa
para no ser confundido con los hipócritas que la predican i detes·
tan: Ne forle cum alliis predicaverim ipse reprolrns tifficiar.
Al hablar de la humildad de nuestro divino maestro Jesus,
vengo a ocuparme de un asunto grandioso, a alabarlo i engrande.
cerio con el Apóstol cuando dice: que por su obediencia i humi.
llacion se adquirió su gloria inaccesible i un nombre divino sobre
todo nombre. Propter quod el Deus exa/tavit il/um. Sí, ese hijo
de Dios dejando los ejércitos celestiales, la magnífica gloria de su
padre i su trono soberano, desciende a la tierra para hacerse bu.
milde i pasible; i se anonada hasta la cmz. Obediens usque ad
mor/em. Ese señor de majestad i de poder infinito, Dios de los
Dioses, juez de los mortales i criador del Universo, en aquel sagral'Ío nos habla al corazon! Enc rrado aUí, bajo el poder de sus
criaturas, no solo les enseña esos oráculos de gracia i de virtud
mas tambien se entrega a eUas, bace man ion en su pecho i gustar
de sus indeficientes delicias. Esurientes ;mplevit b<m;8. En ese
gran misterio de todos los mi ,terios de su magnánimo e >razon nos
recuerda al fin de su ,.ida, cómo amando a los suyos mas i mas,
8e les dió en sustento de eterna salud, cómo inflamado en amor
divino se abrasa i se consume; i en fin , cómo para nue tro bien,
Con su palabra como con la fuerza de su omnipotencia soberana,
BUpO sacar de la uba i del trigo el pan de los ánjeles i el cáliz de
su nuevo testamento i 1 habrá cosa tnns humilde que J esus en las
aras del continuo sacrificio 1
i Dios mio I Desde ese sagrario mo tradnos tu divino corno
%on. Sois el santo, tres vezes santo d" lsmel: sois el esposo di.
vino en el dia de tus eternas bodas: sois el Dio escondido, el es.
forzado Sanson prisionero. Haced, dh'ino Salvador i cñor mio,
que mi fe pueda comprenderte aqui rendido para aprender tu3
inefables lecciones. Discit e a me quia milis sI/m ~.
Illmo. Sr. La humildad ,'ino del cielo, es a la verdad la viro
tud mas sublime, la que nos eleva a Dios i nos santifica; en ella
e leuentro mi felizidad, porque si quiero er sabio no pod.ré serlo
ei no soi humilde. Ubi e8t h"miJilas ibi ul 8apieratia. i qui ro
se~ grande deho ."sr ~umil.de.. i cis mngnl/m use a futUlamerolo
",.u" cogr.!n h/lm •./únJ/.S. I qUIero sor santo, no podré serlo i DO
8ci manso i humilde de corazon.
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Dice el Santo Evanjelista que viendo Jesucristo a la multitud
de las jentes que se acercaban a él, subió al monte i rodeado de
sus discípulos les dijo: Bienaventurados los pobres, bienaventurados los que padecen i bienaventurados los mansos i humildes
de corazon! A ellos mismos les decía: 1 bienaventurados vosotros
sereís cuando os aborrecieren los hombres i os persiguieren ••••
alegráos entónces porque en la bienaventuranza está vuestra retribucion! Ecce enim merces vestra multa est in ccelis. Esto les
decía a la vez que establecía los fundamentos de su reino eterno:
a los humildes se dirijía i les enseñaba estos principios de sabiduría; i solo a los pobres i humildes destinaba para las gandes
conquistas de su indestructible imperio. A ellos i en ellos a todos
los creyentes i principalmente a sus sacerdotes de todos los tiempos i de todos los pueblos del mundo, les hacía ver con sus obras
la doctrina de su cruz i de su divina misiono Tolite 'jugum meum
super vos. Hal'é ver las grandezas de la humildad de Jesucristo
en sus Apótoles; manifestaré la humildad de Jesucristo en su
cruz; único objeto de este discurso para vuestra santificacion i
salvacion.
Con razon el Apóstol escribiendo a los jentiles i a las iglesias de Roma, de Grecia i de Jerusalen con enéljico celo les anuncia las grandezas del Mesías i la gloria de su cruz. Proter quod
Deus exaltavit illum. Ese ciudadano Romano tan sublime en su
sabiduría como lo fué en su eleccion, él solo es un portento para
testificar estas maravillas de la gracia. Sacado de entre la masa
de los perseguidores; fanático por su Sinagoga; encarnizado como
las fieras contra los inocentes corderos del humilde redil; exaltado
i con órdenes para aprehender a los cristianos, se dispone a su
,persecucion i quién lo conduce acia Damasco? El mismo que
lo destina para darle nueva luz. Envanecido con la adulacion de
los Escribas i Fariséos le parece que él solo puede -destruir a los
creyentes, encadenarlos, conducirlos prisioneros i reducirlos a cenizas. En su fogoso caballo corre precipitándose a la caida; caida
que dió para levantarse a ser lo que hoi es en los elevados asientos de los juezes de Israel. Cayó, i con él paró su tropel, i en su
humillacion se ve emprender la senda de la humildad i de la paz,
víctima de holocausto nuevo brindada sobre las celestes aras ¿1
sus armas? Son ya troféos del vencedor que le habló desde su
nube: despojos de su gracia i de sus incomprensibles juicios. Así
vence el manso cordero al sangriento leon; así triunfa el humilde
pastor del temible jigante de Ftilistea. Solo ese triunfo valía por
mil victorias porque solo con decir: "Pablo convel'tido," basta
•
7
para hacer conocer el poder del Señor, que en su humillacion ma·
nifestÓ a las naciones el poder de su palabra que afirmó el impe.
rio de su fe.
Magníficas obras del Señor, que deben reproducirse por argu.
mentos incontestables de la verdad de este evanjelio, son esos he.
chos apost6licos ¿ Como no ha de sorprender la atencion del
mundo el gran milagro del Nuevo Testamento? ¿ Quién lo anuncia?
Pobres i humildes hombres desconocidos i sin literatura, de impro.
viso se ven aparecer como los maestros i doctores, que pueden
entender i hablar todas las lenguas de la tierra, que con la fuerza
de su razon pueden convencer a los judíos i jentiles, que vean con
desdeñoso semblante cuanto objeto fuera de ambicion i de placer
i que despreciando los tronos de los Césares i los templos de sus dio.
ses, tengan valor en medio de las plazas i de los concursos para ha.
blar de un hombre condenado por su nacion, que lo prediquen como
Dios i muerto en un suplicio! i que en su nombre divino obren por. _
tentos i prodijios ; este es argumento, el mas concluyente i poderoso.
Así es que Saulo i Apolo plantan i riegan el campo de honor i de viro
tud a quien el Señor da los incrementos de su divina gracia: así es
que Bernabé, Timoteo, Tito, Filemon, setenta i dos discípulos, se
hacen obreros infatigables e invencibles para no d~jar cizaña en
el campo de la heredad bendita; i Neron, Nerva, Decio. Diocle.
ciano Maximino i otros tantos tiranos no pueden aniquilar ni des.
truir la sagrada semilla que plantó en sus campos la mano del
celestial labrador.
Ent6nces se elevan las ideas i se conoce la justicia de la causa
del profeta que anunció al siglo las victorias de la palabra de Dios:
entónces la historia nos coloca en cada edad, nos señala derriba..
dos los tronos de los déspotas, i a los liceos i academias de Aténas
i de Esparta, en el silencio de su tumba, cubiertos de yedra i como
jimiendo su ruina bajo la planta del ApÓstol; i ent6nces vol.
viendo la vista a este mundo nuevo, llenos de asombro vemos hoi
destruidas las aras de las nefimdas deidades, i un nuevo altar, una
sola fe, un solo bautismo; ese sagrario donde el Rei de los reyes
se admira i se adora en su cruz, i el cordero de Dios se ofrece en
las aras de la paz i de su amor en jenerosos coD\'ites. Yenite emÍU
absq~ argtnlo et ahs~ ulla commutatione mnum el lac. El hijo
del hombro, glorificado a la diestra del Señor, fija su vista desde
su trono soberano sobre todas las naciones: ve nacer i rejuvene.
cer las jeneraciones que se alistaron bajo los santos estandartes de
su cruz, i su nombre divino, tan briUante como su gloria, aparecer
en esos estandartes de sus héroes, a la manera que la Arca de la
•
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alianza que precede a las conquistas de Israel! De estos l)éroes
valientes, invencibles como el humilde pastor delante del enorme
Goliat; como aquel venció, estos derribaron el coloso de ' la jenti.
lidad" truncaron su dura cerviz i humillaron el orgullo de los Césa.
res I qué poder tan estraordinario! Aparecen al frente de los re·
yes i de los sabios con su espada de doble filo; abren sus labios
para publicar la divinidad del Dios humillado en el Calvario, i al
anunciarla se espanta el Areópago i desfallece el Capitolio ¡ Cómo!
L Van ellos a destruir las aguilas de Roma? i Van a llevar unci.
das al CArro triunfal de la cruz a las potencias belicosas, al jénio
del mal i a los aliados. de la muerte? j Sí! Ya obtienen su es·
pléndido triunfo de los reyes i de los sabios; ya encadenan a las
divinidades de los impíos, ••• ¡¡I Qué grandioso espectáculo en los
siglos! esos humildes pregoneros de la cruz, hacen estremecer a
los tiranos; .solo ellos pueden hacer conquistas tan estraordinarias
subyugar las potestades" i como invencibles campeones, ceñir sus
sienes con inmarcecibles laureles !!!
En los ángulos del mundo resuena ya la voz de los Evanje,
listas ¡ Qué preciosos son sus pasos! Anuncian la paz, la caridad
i todas sus virtudes, acrecel;l la mies celestial, publican el perdon
de todos los pecados·i anuncian el solemne Testamento de la divina
.gracia. Anjeles de paz, llevad la urn¡¡. de las plegarias de Sion
acia el trono del Sacrosanto cordero de Dio!; allí las lágrimas i
s!lspiros de los penitentes, la sangre i las cenizas de los mártires!!
Qué cosa tan sublime es el Apóstol con su cruz!! Parece un jé.
nio de la inmortalidad a quien no aterran los honores del sepulcro,
delante del cual se ahuyentan los espíritus de las tinieblas i quedan
.confundidos 108 1Ilosófos. La historia infalible nos ha hablado siem·
pre del heroismo i virtud de los Apóstoles con el lenguaje mas
elocuente trasmitiendo su nombre de jeneracion en jeneracion i
.recordándoles .con respeto el mas profundo. Llevando la cruz ven·
cieron: con su palabra conquistaron imperios, se atrajeron los
pueblos, les hicieron cultivar su doctrina i abrigarla en su corazon.
Con sus virtudes son como la lámpara brillante del Santuario de
Dios, i no sé como espresarme para ponderar sus trabajos su cons·
·tancia, su celo, su ardiente caridad. Solo con esta promesa de la
bienaventuranza: Invenietis requiem, basta para que sean dóciles
i sumisos, de modo que por ella dejan'las redes i se hacen pescado.
res de los hombres, dejan los barcos i los cambios i se entregan en
manos de la providencia, i al fin desprendidos del mundo, de la
'Sinagoga i de todo cuanto les rodea no ambicionan mas que la
herencia de los mansos i humildes de corazon. Invenietis requiem
9
animabus ves/riso Acordáos les decía J esucrísto: no os confieis de
los hombres porque entre ellos habrá quienes os injuriarán por su
maledicencia: por vuestro celo i caridad os azotarán en sus Sina.
gogas. In sinagogis jlagelabunt vos: os conducirán como criminales
ante los majistrados i tendréis siempre enemigos, porque mi nomo
bre será al mundo causa de odio i de venganza. Eritis odio omni.
bus prC!p/er nomem meum. Mas nada podrá causaros espanto por.
que ellos no pueden dar muerte al espíritu. Elevad vuestros senti.
mientos i afectos para que la nablraleza ceda a la gracia.•. Segidme,
163 dice; i él mismo precede a sus conquistas como el invencible
campeon que marcha con paso acelerado a derribar las inespugna.
bies fortalezas de Jericó i los altares de Bel i de Belia!'
Dice el Santo Evanjelista que ántes de consumar el gran sao
crificio de nuestra salud, el hombre Dios se acercó a las puertas del
templo de Jerusalen, i lloró su deyastacion. No quedará piedra so·
bre piedra de esta populosa ciudad: será rodeada de enemigos que
llevarán cautivos a sus moradores, i las llamas del incendio redu.
cirán a cenizas tan suntuosos edificios "¿ Quien de vosotros ignora
"que las miradas del hijo de Judea se dirijen im'oluntariamente desde
"el abisrro de su oscuridad acia el esplendor de su pasada exis.
"tencia, aun cuando ese esplendor ya no brilla sino en el escollo
"donde se estrelló su fortuna, i cuando solo alumbra ya las reliquias
"de su terrible naufrajio 1" ¿ I no es verdad que la misma palabra
que vaticinó esas ruinas, predijo la persecucion de su Iglesia i de sus
ministros 1 Veniet enim temp'U$ ut omnis qui interjiciet vos, arbitre.
tur obsequium se prcestare Deo. 1 a quién se le ocultan las calam '.
dades que la Iglesia ha padecido desde su nac.imiento basta hoi!
Esa nave divina en este mar proceloso combatida por borrascas 1
tempestades no ha podido sumerjirse! ¿ que poder o que mano la
sostiene 1 la del hunilde pescador que deja su barca i sus redes i
viene a colocarse en el trono de los Césares: el humilde mercenario
que con pasos de jigante corre por el camino azaroso .de la C~,
para sostener su timon; a quien no halaga la pompa del SIglo, a qUIen
no deslumbra el esplendor de los tronos, a quien no intimida el po.
dsr de los ejércitos: él se dispone cual víctima de la cólera de los
tiranos para auostrar sus tormentos: ni los suplicios, ni las escaro
pias, ni el fu ego, ni la espada; nada lo puede ~eparar del amor de
Jesucristo. Su corazon es ¡punde como su destmo para. correspon.
der a la magnitud de su vocacion, cooperando a.la g~C1a, para ~ e .
recer la elevacion a que a pira que es la sanhficaclOn de su ~,~a
i la corona do su vencimiento. IlIvlmietis requiem allimabus ves/rlS.
I Que hombres tan esclarecidos son esos héroes de la Cruz! Desa.
10
fiando a las potencias del siglo i del infierno a su sangrienta lucha,
nada resiste al poder de su palabra que lleva el designio de J. C.
Contestando a la estulticia de los incrédulos con portentos i vÜiudes,
dan testimonio de la divina gracia. Mirando la vida del cuerpo
con el mismo desden con que se ven las vanidades, se entregan con
absoluta confianza en manos de la providencia. Su mansedumbre
como de cordero, su sencillez como de paloma, su candor anjelical,
asombran a los pueblos. En vano les acecha la vista prespicaz del
jentil, la emulacion del fari seo, la avaricia del publicano, la sensua·
lidad de los Griegos i de los Romanos. Adonde van les observan
atentamente, i iqué ven? su absoluta abnegacion, su profunda hu·
mildad, su penitencia, su oracion •••• Su tesoro está en los cielos
donde no lo corrompe la polilla ni se lo lleva el ladron. T esaururn
non dijicientem. N o importa que en la pasion de su Maestro se ocul.
ten temerosos. como tímidos corderos delante de sangrientos lobos ;
no importa que aquel dicípulo tan decidido en sus protestas de morir
primero que faltar a su fe ; tan valiente en el cenáculo, aJ:lTlado en
el Gesemaní con su espada para herir al siervo Maleo, sea sobreco.
jido de temori desfallezca en el atrio. E scrito estaba que persiguien.
do al pastor se dispersarían las ovejas. Todos estaban reservados
para víctimas del honor i de la gloria: iban a pelear por la buena
causa, iban a consumar su brillante carrera: mas ántes de todo pre·
ciso era que recibiesen la uncion de la divina gracia, la fOlialeza
de su corazon, los dones i carismas del Espíritu Santo para poder
entender i hablar las lenguas de las naciones i anunciarles las ver·
dades de la fe : Quod 1Yidirnus et anuntiarnus vobis. Ellos eran a la
verdad los ópimos racimos de esta viña froneosa que cubría toda la
haz de la tierra para llenarla de su néctar suavísimo: E g o sum vi.
tis vos palrnites. Eran la luz puesta sobre el candelero Santo de la
casa de Dios: Ut luceat omnibus. Eran la sal de la tien-a que iba a
salvar de la corrupcion de la carne i de la sangre a los fieles: eran
como la Arca de la alianza, el depósito fiel del gran libro que selló
el cordero inmortal para abrirlo con ellos en el dia de sus vengan·
-zas i de sus espléndidos triunfos: eran los Maestros i Doctores que
aboliendo las abominaciones de la idolatría, hacían conocer al Dios
no tCOnocido, reunían a las naciones bajo en centro de concordia i
de paz para ,:,er algun dia injertos segunda vez a los paganos en
lugar de los Judios al olivo fi'uctífero e incorruptible de la nueva
J erusalen. Las Vestales, los Arúspicos, los Druidas, T éutates i
Mancopac van a desaparecer de la tien-a: no mas víctimas sobre
~as abom.inables aras del horrendo Bclzebut. Hablan los Apóstoles
1 las nacIOnes están atontas a su razon: Quod vidimus et ammtia.
IImus. Que jénios debían ser estos tan capazes de tanta virtud, tan
esforzados para hacer aparecer el reino de Di os en su brillo i que
ellos mismos le honraran con su palabra i con su corazon .•••. r
Con su espíritu como el de Elías, con unos labios como de Isaías,
con una austeridad como de N atam, con un candor como el del
mismo Juan Bautista ! Tal era su vocacion como era su espíritu, i
como ese espíritu el yugo que iban a )"ecibir. Su cáliz era el cáliz
amargo de la tribulacion: su camino era sembrado de abrojos, siempre en peregrinacion: su libro era la Cruz i no tenían donde reclinar su cabeza: Reliquimus Omnia. Para caminar por las sendas de
su maestro iban a luchar en los mares con las bonascas i tempestades, en la tiena con la hambre, con la sed, con los bombres i
COIl el ánjel de Satanas; pero en pos de sí se llevan mil trofeos, mil
i mil despojos rendidos a sus pies en la cruenta lucba debiéndose a
sus esfuerzos el llanto i la penitencia, el desprecio de las pompas i
vanidades, la desercion del mundo mismo, con su usura i sus abominaciones : Usura el dolus.
Al ver esas fi"entes serenas ante todos 109 enemigos de la
Cruz i ante los tronos de los déspotas, al ver brillar el fuego celestial en esos ojos que pregonan la inocencia i la paz, al oír en su voz
las palabras de vida i de salud, parece que ba i en todo un fuego
eléctrico, un encanto m:\jico i un poder irresistible que nos hace
triunfar de las pasiones i vencer las tentaciones, conocer en los
pobres los árbitros de las verdaderas riquezas; i donde está su bumildad, su inocencia, su mansedumbre alli está el dedo de Dios..
Digitus Dei es! hic. El semblante del Mesía 8 se deja reconocer
en esos mini stros de la paz: en su mano está la virtud de la medicina que levanta al paralítico, en su espíritu está la pote tad de la
vida que resucita los muertos, en su palabra está la gracia que levanta al cielo a los que yacían sentado en lás tinieblas i en la sombras de la muerte. Veamos sus sentimientos, ob ervem08 sus pasos,
sigámosles a todos los paises del mundo, i admiraremos c6mo pueden ellos publicar las maravillosas obras de un Dio bumilde i
pobre. Entran a las moradas de los ricos i de los pobres a lle,.ar
la divina uncion, la salud a los enfermos, el pan de 108 n.i!tles a
los fieles : aparecen en los concursos como mensajeros de u.t Rei
que anuncian con nuevas doctrinas, doctri nas d bumillacion, i
señalando al cielo destruyen todas las \"anidades de la tierra: gracia
¡misericordia; hé aquí, mortales, el principio i fin de todas sus obras.
y sinembargo que no ven mas que ingratos i pen'erso que tien.
tan su paciencia i acrisolan su ';rtud, sabiendo que son el anatema
de los impíos ¿ quien los llama a su ausilio i no encuentra pronto
12
so :orro? ¿ Que sacrificio se les exije i no brindan en las aras de
la caridad? ¿ que desgracia se les anuncia i no están decididos a
reparar? •• , Oid!!! La inocencia los benndice; los pupilos, los
pobres, los infelizes les apellidan padres, cuya mano enjuga sus
llan'o i cuya gracia vivifica sus espíritus.
Entre tanto yo veo una completa revolucion del tiempo i de
.
las pasiones. Ya las puertas del infierno se llenan de enemigos
que buscan en ellos las víctimas de su cólera. El ateo, i el materialista en su frenesí públican sus errores para promover la iniquidad
i el libertinaj e. Ya en fin la carne despreciable por su misma
aniquilacion ofi'ece inciensos a las divininidades voluptuosas ••••
L Se hará para siempre derision de la verdad que va a disipar las
tinieblas de la ignorancia i de la supcrsticion? ¿Prevalecerán eternos
los altares de Dagon, de Belona, i de Vénus? No!! Aparecev,
apóstoles de la Cruz, en vuestro campo de honor i de gloria; apareced rodeados de los rayos de Sinái, inflamados como Moises en
el celo del honor i amor de Dios: hablad, mostrad vuestras tablas
de la lei de gracia al pueblo infiel; dad vuestro grito penetrante i
repetirán los écos : Vive el Dios eterno en las moradas de su nueva
Sion i se muestra allí como manso i humilde cordero! Entónces
e 1 mundo se anonada i vé aparecer una edad nueva, un sol de justicia brillando con los esplendores de los Santos: entónces los
guerreros rinden sus armas bélicas ante el nuevo pendon cuyo
mote i cuyo escudo son célebres i descenocidos a los prudentes i
políticos del siglo: In hoe signo vinees. Aparece el manso cordero
de Dios: he aquí una jeneral revolucion de los pueblos ,i de los
siglos del mundo! Los espíritus del abismo como que dan espantosos alaridos al ver caer de improviso sus ídolos i los soberbios
colosos del jentíl; a su caida terrible se espanta la muerte i huye
temerosa ( como si no fuera la muerte!). i el Demonio se lanza al
abismo, ciego, cobarde, i lleno de vorgonzosa desesperacion.
Quien causa esta fuga i destroza el imperio del mal? El Apóstol
que lleva en su mano la Cruz del salvador: el Apóstol que desplcga el glorioso pendon de la fe: el Apóstol cuyos labios bendicen la
vel'dad i cuyo co1'azon consagra la viI,tud. Con esa palahra d~1
cielo, con esa potestad del Dios vivo, con ese fuego del amor diVIno van a cambiar la faz del universo. Los Magos, los sábios, los
filosofos no pueden contramstar su razon : esos humildes pescadores, esos L evitas del señor, son mas elocuentes que los Demóstenes
i que los Zoroastros, son mas filósofos que Séneca i que Sócrates:
pueden ellos entender todos los idiomas, hablar al corazon de todos
los sábios i rajenera1' las naciones en las aguas de la gracia i del
13
Espíritu Santo. Sí : pueden hablar a cada nacion a cada pueblo, a
cada hombre el evanjelio que anuncian i la virtud que practican:
Quod vidimus et anuntiamus vobis.
eu lIldo el mundo en su agonía, en el dia que termíne sus
siglos, vea decender a esos hombres humildes en la nube de su
gloria: o cuando todas las tribus de Israel, saliendo de su tumba
temerosas, vayan a presentarse ante el trono del juez ínexorable en
el dia de su venganza i de su ira ••• entónces i cual será la admira.
cion de los dés potas i de los sábios del mundo que fueron, al ver
aparecer a los que miraron con desden o menosprecio, ya resplan.
decientes, hermosos, rejuvenecidos, i tranquilos en la paz de la
justicia 7 Como juezes asociados al trono del sacrosanto cordero
van a dar el premio i las recompensas al mérito i virtud: a pronun.
ciar el etemo anatema a los impíos i a los tiranos, i a mostrar a los
sábios i entendidos de los pasados siglos cómo el Señor eliji6 i
exalt6 la nada i el polvo para confundir el orgullo i la vanidad de
las cosas mundanas: Ignobilia el contemptibilia eligit Deu.s. A esa
hora de los vencimientos de la humildad de la Cruz del hombre
Dios, cuando va a empezar el etemo dia del espíritu i de la carne
ya Ínmortal triunfadora de las pasiones i de la soberbia, cuando el
S eñor de Sion, unido con vinculo ínfinito a su querida esposa, se
remonte con ella a su trono ínaccesible; cuando los espíritus de la
inocencia con sus arpas celestiales entonen el hossanna solemne al
etemo J ehová, i el himno de la Cruz al vencedor del mundo, del
'demonio i de la muerte, por sus bellos triunfos, ent6nces, me parece
que veo brillar como soles i con vestidos de nieve purísima a los
atletas de la fe que pW'ificaron sus vestidos con la sangre del coro
dero, orlados con sus guirnaldas de mirtos ínmarcesibles. siguen en
pos del R ei conquistador cual guardi a de su honor que luch6 con.
tra el mundo, el ínfiemo, i contra su mismo corazon por adquirirse
su corona i consumar su carrera Bonum certamem certavi cur.n¡m
consumavi.fidem servavi.
PARTE 2."
Queriendo el Señor manifestarse a las criaturas, ántes de la
existencia de todas, dice la Escritura que hizo la luz: Fiat lux, i ella
resplandeci6 alegrando a la naturaleza i. confundiendo al cáos
tenebroso: ent6nces, aparecieron los espíritus brillantes como 108
astros i presidiendo mil coros el ánjel de la luz, beldad de los
cielos, admirado de los demas jénios, sublimado al trono primero
de los arcánjeles, conociéndose superior i hermosísírno, se envane.
ce: el firmamento es a su ,'ista como wm sola centella de luz, todos
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los oielos le parecen formados para sola su gloria i piensa elevarse
al trono del Señal': In cmlum concendam similis ero altisimo
¿Que es esto? Arcánjel del Señor DiCls de los humildes, Miguel
divino i poderoso príncipe, apareced con vuestros invencibl,¡g soldados, cubrios de majestad, i armaos con el escudo del glorioso nombre de Jehová j Señor! vuestra espada de fuego, el rayo del furor
divino! Rendid Señor a vuestros pié s a los rebeldes, i con los
oráculos de justicia i de virtud decidid la causa del todo poderoso:
Quis sicut Dominus Deus noster ? ••• ¿ Quien como Dios que está
en los cielos i mira las cosas humilladas en su presencia soberana?
Cayó el á~iel, temerario, del elevado asiento de su gloria al insondable abismo, proscrito, para todos los siglos de los siglos.
Cayó como caen los rayos desprendidos en las tempestades, i con
él todos los impíos i soberbios de la tierra: Non pTevaluerunt neque
locus est eorum amplius in cmlo.
Volvamos nuestros ojos al paraiso, lugar de las delicias i de la
inocencia del primer hombre. 'Lleno de felicidad, criado a la imájen
de Dios inmortal i disfrutando de todos los placeres i satisfacciones,
es el Rei de todo el mundo: habita en paz, sin espantos, sin temores: los tigres i los leones sumisos le halagan: las aves le entonan
sus armónicos cánticos: los árboles le brindan esquisitos manjares:
las flores le exalan perfumes agradables, los hermosos rios i fuentes le ofrecen sus deliciosas aguas. Adan, helmoso como un ánjel
de la paz, i su esposa, mas graciosa que la aurora del dia de su creacion, llenos de amor i de suprema dicha, sinembargo ambicionan
la ciencia del bien i del mal, quieren ser como Dios i desobedecen
a su Creador. ¿Es la soberbia la que ha causado su desobediencia?
Si ! es la serpiente venenosa la que ha causado su ruina: conoce
todo el horor de su crímen, se llena de vergonzoso pesar, se acuIta
de la presencia del Señor i queda sin aliento como el reo a quien se
le notifica la sentencia de último suplicio. Lanzado del paraiso va
a ser víctima de la muelte, perseguido por el Demonio, forzado al
trabajo, sujeto a las enfermedades i a las pasiones; i su esposa tan
hermosa i tan pura va a padecer dolores i. desdichas: su juventud
marchita como las tIores pasará como las ilusiones i Ai ! cae la
maldicion del cielo sobre la tierra; aparece el llanto i la amargura;
se cambia el Edén en valle de lágrimas i el hombre inmortal justo
i dichoso se cambia por un mortal i pecador! N o hubo quien satísfaciese por el pecado del anjel! i Habrá quien satisfaga por el pecado del hombre 7 El va a multiplicarse en inumerables jenera~iones, a llenar el mundo j a dar víctimas para siemp¡'e al demonio
1 a la muerte! Eterna i divina sabiduria: verbo hlUuilde i miseri-
,
•
15
cordiosísimo, solo vos, Señor, sois el que puede salvar la raza de ese
hombre infeliz i, Quereis restaurarle el cielo i libertarle del infiero
no? Isaac verdadero, ofrecéos a vuestro. padre sobre las aras de
propiciacion •••• Tune dixit eeee venia.
Para tan grandiosa empresa parece que el cielo se prepara i
el espíritu de Dios se ocupa desde allí a prevenir a la tierra para
el teatro de sus magníficas obras. Así inspira a los vates con su
divino fuego para que anuncien al Mesías libertador de los hombres.
A Israel promete su gloriosa libertad, bendice sus jeneraciones, i
hace los portentos de Ejipto con la vara de Moises. Los Patriarcas
ven cumplidos sus vaticinios, y al fin la Arca Santa de la alianza i
de propiciacion se ve llena de trofeos, i de despojos de los incircuncisos, célebre bajo los pabellones de Sion, i magnífica en el templo
que le preparó el santo David. Así es que el invencible Leon de
J udá, el Señor Dios de las batallas, el fuerte i poderoso Señor de
los ejércitos viene a su amada Sion, no como el conquistador que
somete a los Reyes por la fuerza de sus armas, sino como el manso
cordero de Dios humilde en su divina mis ion, i reina en el trono de
la Cruz. ObedÚlm IlSque ad mortem. Llegó al fin esa plenjtud de
los tiempos i de los deseos de los justos, i una aurora de paz brilla
en los cielos. El Dios de los Dioses, el Señor de las naciones i de 108
siglos, desciende a la tierra para libertarle del poder de los tiranos,
i para su cuna no prepara los tronos de oro, ni los magníficos palacios de los reyes: los /injeles le anuncian nacido i reclinado en el
pesebre, en un pobre portal l Allí donde no habita el orgullo ni la
pompa, ni el ruido de las armas, ni la fama de los conquistadores.
Nace el Dios de la paz celebrado por los coros armoniosos de los
álljeles, adorado por humildes pastores i enmedio de la pobreza i de
la miseria, en el rigor de la estacion i desconocido de los bombres:
al nacer se ve forzado a huir de los tiranos. Está amenazado por
Jos déspotas i por los hipócritas: desde el pesebre huta el caI_
varío, toda su vida es humildad, abatimiento, sufrimiento i mamedumbre i pasa su juventud en un oficio mercenario ohediente i sumíso a sus padres: Et erat st,bditus ülis.
A los seis lustros de su edad sale al mundo a darse a conocer
a empezar su divina mision, a llamar al reino de Dios a los hom~res i dicé: "El que quiera s~auirme niégese a sí mismo i sígame,"
I no lleva en pos de sí ni a los opulentos, ni a los nobles ni a los
pode~sos del siglo porque esos no pueden servirle: No, n~ pueden
segUlrle i ah! Cuándo cuando ellos deJáran sus satisfacciones sus
c?~tentos, sus placeres, por una cruz objeto de escándalo i po~ WI
c.Uiz lleno de amargura! por eso llama solo a los pobres, mansos i
16
humildes de corazon, porque ellos son sus valientes soldados que
con las armas de la f~ pueden no solo vencerse a sí, mas tambien
trasportar los montes 1 los collados mas allá de los mares i subir en
su carroza de fuego al'l'ebatandose acia los cielos como Elias, o,
habitar entre los leones sin temor como Daniel, o vencer las olas
de los mares como Pedro, sostenidos por el brazo del fuerte i pode.
roso.
Así se presenta el Hijo del hombre al mundo, como fuerte Sanson
que ha de llevarse las puertas de Gaza en despojos de .su invenci.
ble poder i pero cómo comparar la fuerza de Dios con la fuerza de
un débil mortal? Jesus, divino con todos los atractivos de su amor
i de su hermosura, arrastra en pos de sí las jentes que van a oirle
i a admirarle, embelesa las almas i encanta los corazones. Los
ricos como Simon el leproso, los publicanos como Zaquéo, los em·
fermos, los ciegos, los paralíticos, los pobres i desgraciados buscan
a Jesus i le oyen con atencion predicar: "Que su reino no está en
las riquezas ni en los placeres humanos, i que sus escojidos son i
serán siempre los que pueden, como él, beber el cáliz de su amarga
pasion. "
Entónces el mundo le admira pero desfallece! solo los que an'
helan su cruz se hacen inmortales, superiores a todos asaltos de la foro
tuna i los vaivenes del tiempo. Por eso el mismo J esus hacía conocer
que su yugo era suave: a la verdad i qué otro yugo pudiera serlo
que ofreciera los eternos premios, una felicidad que no es transitoria
i la posesion del mismo bien? .j La cruz! hé aquí su yugo! esa cruz
que gravita sobre todos los estados i condiciones del hombre: esa
cruz que fuera solo motivo de una pena sin esperanza de recompensa¡
esa cruz, es la consigna de la gracia i de la felicidad: Tollite yugum
meum super vos. El, para enseñarlo con sus ejemplos, pazítico, mo·
desto, como desconocido en su patria, se presenta a los pueblos
como los profetas que hablaban a los reyes con oráculos de justicia
para reducirlos a penitencia. El Hijo del hombre, dice él mismo,
no tiene donde reclinar su cabeza, i los estultos fariséos i doctores
de la lei le arguyen, le insultan en sus sinagogas, le llaman poseido de Belzebut i seductor. Mas con su paciencia i humildad de ninguno se venga, a ninguno ofende, a todos hace bien: es el que presenta al padre del hijo infiel para alegrarse con los ánjeles por su
salud: es el pastor que deja noventa i nueve obejas por buscar l.a
obeja perdida: el que hace a la casa de Zaquéo la casa de la res11tucion i de la salud de Dios: es el que perdona a los pecadores en
la casa de Simon leproso: el que puede decir con un grito que pene.
tre al wlÍverso i se repita por los ecos del mundo: "El qqe elté se-
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la
diento de agua viva veng a a mí, que soi fuente de grac ia para dar
vida eter na."
Este Dios hom bre, que da suste nto a la multitud con mila gros os
hech os, que huye cuan do se le quie re eleji r por rei, que para dar
a
testimonio de su divin a misi on resu cita los muertos i da salud
ia
los enfe rmos , que para dar a cono cer su divinidad se cubr e de gtor
en el Tab or con los esple ndor es de los santos, l"efuljente como el sol,
i sus vestidos tan blan cos com o la nieve, hace oir tamb ien la voz
del Padr e cele stial en su terri ble truen o que le decl ara "su hijo muí
ama do:" pued e con doce lejio nesd e ánjeles dest ruir a Jeru sale n inagrat a a sus bond ades i deja r sin acci on a los traid ores que tram
el
ban su mue rte. Con solo deci r "yo soi •••• " bast aba para que
mundo se conf undi era i se aterr aran los edificios, i el fuego de su
cóle ra redu jera a pave sas este mism o mundo que ha de redu cirse
o
un dia a su nada : i así omn ipote nte i justo se some te cual man sísim
su
cord ero a las criat uras que ofenden a su Padr e Dios resis tiend o
grac ia, deso yend o su divin a misi on ¡ah! este cuad ro es el mas hermoso de su hum illac ion i de su obed ienc ia. Desp ues de habe rse
hum illad o tanto en el cená culo que se qued a con los hom bres
bajo las hum ildes espe cies de pan i de vino hast a la cons uma cion
i
de los siglos, se le ve desp ojars e de su man to, ceñi rse su toalla
os
postrJ1rse a los pies de sus discípulos para lavarios con sus man
al
i besa rlos con sus divinos labio s i Quie n no se ente rnec e aquí ,
ver esos labio s, Cl"eadores del cielo i de toda la natu ralez a, esa boca
i
que da el "soplo de vida a los sere s, ese verb o de Dios, luz de luz
glor ia snpr ema de toda glori a, anon adad o al estad o de sierv o i humilla do en ese dia de su amo r i de sus sacr ame ntos de mise ricor dia?
Pase mos a cont emp lar su hum ildad que sobr eabu nda i va mas allá
de lo que podr ía alca nzar a conc ebir la hum ana razono Yo lo veo
en el huer to lleno de mort al congoja, sometido de nuevo a los decr etos de su mism o cora zon, recib iend o paci ente el ósculo del traid or
-,
desp ues de leva ntar de su letar go de mue rte a los que osab an pren
s,
derle , entre gars e i rend irse a ellos. Sus afren tas ante los tribu nale
ese conjunto de mart irios
8US azot es, su coro na, sus esca rnio s, todo
la.
i dolores me habl an de su hum ildad sin medida; en todo hallo
prue ba mas paté tica de su doct rina para com pren derla i segu irla
si lo reco nozc o como verd ader o Dios i Salv ador de los hombres_
Qué cuad ro tan magnífico i tan tiern o se me ofrece aquí al
cont emp lar al herm oso naza reno recib iend o en sus hom bros el peso
de la cruz! Cam inan dócon ella agob iado por las calle s de la ciud ad
de
i habl ando a las hijas de de J erus alen cuál debí a ser el motivo
los facin eros os,
8U llanto! Desn udo en el Gólg ota, repro bado entre
..
,
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pospuesto a los inicuos, cruzificado, i aun oyendo oprobios en medio
de sus dolores i a la vista del inmenso pueblo! i Quién podrá aquí
sostener la impresion de la talleccion de humilladon? iQuien no co·
nocerá en su corazon la estulticia de la soberbia i del orgullo? iQuien
no se humillará viendo al Dios humilde; i quien no será manso de
COl'azon delante de un Dios muerto en la cruz por satisfacer por la
soberbia del hombre?
He hablado de la humildad de J esucristo solo como de paso
porque no alcanzaría el ti empo a analizarla: he hab lado de la hu·
mildad i no me había acordado de definirla. "Es la humildad la viro
t.ud del cielo, porque en la tiena no podrían conocerla, si no hubiera
Jesucristo enseñado su doctrina: es la humildad la virtud que hace
conocer al hombre su miseria i su nada para creerse inferior a las,
demas cri aturas i desechar los sentimientos del amor propio: es la
humildad la que hace que el hombre desconozca su mérito i solo
atribuya a Dios lo que Dios le concede por gracia entre los hombres."
Por esto el hombre humilde no ambiciona ni presume, no se enva·
nece ni conoce orgullo. Por el contrario la soberbia, es madre de
la iniquidad, de la vanidad i de todos Jos vicios. 1 para valorar la
humildad ( si no bastara el ejemplo de J. C. ) podría poner aquÍ la
diferencia que hai de los tiranos i los déspotas a los hombres sen·
satos i políticos. El hombre soberbio se cree superior a los demas
hombres, habla siempre con desprecio, sus modales son blUscos;'
sus ojos hoscos i su expres ion dice su COl'azon. Un soberbio no
puede tener caridad con sus semejantes, no puede ni debe perdonar
las injurias, ni satisfacerlas: est.á pronto a la venganza i vive en una
contÍnua ambicion de gloria i de placer. Por lo mismo, su Dios es
la vanidad, huye de la oracion de la penitencia i de toda virud iPodrá
el soberbio ser cristiano i asegw'ar su salvacion? El hombre humil.
de ama a sus semejantes; conoce la igualdad verdadera, detesta la
e,mulacion, perdona a sus enemigos i no se avergüenza de ser reti.
,]loso, porque en la relijion está la bienaventuranza i la verdadera
fil osofía.
Yo veo en los palacios i en las casas de Jos ricos la magni.
~cencia i el lujo: los muebles, los perfumes, la ostentosa iluminacion;
1 por toda esa vanidad las maneras afectadas de altanería i desden
q,ue ~os ricos hacen de los pobres; pero no veo que en el lecho del
1'1(;0 I ,orgulloso moribundo lo consuelen sus vanidades i sus pomo
pas, m sus perfum es, ni sus caudales: va a morir •••• j U na cruz
basta! la cruz ,le s~1 vará si pone en ella su esperanza. Delante de la
cryz fija sus OJos 1 pone su corazon, como el náufi'ago en los mares
mIra COIl sumo aprecio la tabla que lo puede salvar de las ondas
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enfurecidas •••• iai! iN i los médicos, ni los amigos, ni. caudales
salvarán al hombre en la tierra ! ¡Vana esperanza la del insensato
que no pone en J esucri sto su corazon i sus tesoros en la virtud!
Faeite vobis sfleulos qui nO/l velerascunt, thesauJUm non deficien·
tem in crelis, qua fur non aprlYJiiat, neque tinea corrumpit.
Pasaron los siglos de los conquistadores i de los tiranos que
allijieron a los hombres i vivieron en continuos vicios: se marchi.
taron las rosas con que orlaban sus sienes teniendo a los pobres
• por insensatos i sin honor i Que recuerdo hai agradable de su exis.
tencia, qué utilidad ofrecían a l jenero humano 1 Mas yo veo que
no estan hoi en los altares, i sí veo en ese templo colocados a los
hombres que fueron héroes de la humildad, que despreciaron al
mundo i supi eron conquistar para sí el reino de los cielos: Pusilus
grex. Grei humilde i pequeñt de J esucrislo a quien reveló i ense·
ño las cosas sabias i sublimes de sus inescrutables juicios : grei
mansa i pazí/lea que trabajó i llevó su peso i su yugo con resignacion
i 1I00'ar supo con lágrimas de amor i de dolor por la ~c i a i la vir.
tud. G rei que se eleva a las sillas de los ánjeles para ser un día jue.
zes de sus mismos tiranos, que hoi mismo entona en Sion los him.
nos de suj úb ilo por su triunfo sobre las pasiones i sobre el infierno i
la muerte, por que aprendió a ser humilde de corazon .
( Aquí llegó la hora i se di ó la señal: el orador dió las gracias
allllmo. Señor Dean i Capítulo por haberlo admitido a la oposi.
cion, i pidiendo perdon de sus defectos dijo: "Porque yo nada sé, i lo
único que sé es que nada sé: (H oe u/lum niha seire solum seio.") Se
quedó por decir lo siguiente :
Mil i mil testos de la Santa E scri tura adujera aquí para hacer
ver cómo el Señor maldice a los soberbios, i otros tantos ejemplos
COIl que en todos los tiempos dió el condigno castigo a los insensa·
tos; mas a hora os ofi'ezco los senti mientos de aquella Vírjen madre
de la sabiduria i exaltada por su humildad a ser princesa de los cielos. Dice ella, en su sagrado cántico: "El Se ñor engrandece i eleva
mi alma porque entre la naciones me hizo bienaventurada, porque
miró la humildad de su esclava; por eso me llamarán bienaventuradas todas las jeneraciones; el Señor que despoja de sus tronos a
los pode rosos para exaltar a los humildes : el Señor que deja pobres
i desnudos a los r icos i Uena de b ienes a los hambrientos de sujuslicia; el Señor que por boca de David preglUlta, ¿ quién será corno
Dios que está en los cielos, i mira todas las cosas humilladas acia
sus divinos pie 1" Este Señor Dios habita en el corazon del inocente
i del humilde, aquí tiene us delicias i puede decirse que J esus en
su Sacramento Eucaristico tiene mejor sagrario en el corazon del
•
•
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justo que le ama i sigue sus consejos divinos, que en los templos
donde lo desacatan los ministros de su culto, i los Cristianos que lo
son solo de nombre. Populus iste labiis me lUYfWrat; cor autem eorum longe est a me.
Haced, Dios mio, Jesus divino, que siga tus consejos, que me
penetre de tu Sabiduría, i que humilde te imite en mi vida pal'a
recibir la~ recompensas de tus inefables promesas.
Discite a me. &a.
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