34 instantes - Galería ArteSonado

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34 instantes
Leopoldo Pomés
calle del Rey, 9
40100 La Granja de San Ildefonso
(Segovia) España
tel +34 921 47 12 77
[email protected]
www.galeriartesonado.es
Miércoles a domingo y
festivos:10.00 a 14.00 h
y 16.00 a 20.00 h
Lunes y martes: cerrado.
Exposición
2 de abril a
25 de mayo 2011
34 instantes
Exposición del 2 de abril al 25 de mayo 2011
Visita a un grande: Leopoldo Pomés
“La belleza acecha por todas partes, la luz
es su cómplice”.
L. P.
Comisario: Juan Manuel Bonet.
Coordinación: Claudia Schaefer.
Maqueta: Sergio Jiménez.
Edición y producción: galería arteSonado.
Impresión y encuadernación: VA Impresores S.A.
© de la presente edición: galería arteSonado.
© de los textos: Juan Manuel Bonet.
© de las imágenes: sus autores.
© de las fotos: sus autores.
Agradecimientos: Karin Leiz, Josep Llorens, José María Parreño.
En cubierta:
Ensanche, 1959. 3/12
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 40 x 30 cm.
Visita sabatina, entre dos Aves, a Leopoldo Pomés, para
seleccionar la obra que expondrán los amigos de Artesonado, de
La Granja, a los cuales asesora el poeta y crítico de arte José María
Parreño. Pomés y yo nos habíamos conocido fugazmente en Las
Siete Puertas, hace siglos, presentados por nuestro común amigo
el pintor sevillano Manuel Salinas. Llego al estudio del fotógrafo, en
una recoleta, silenciosa, casi metafísica calle del barcelonés barrio de
Gracia, casi pegada a Filograf, y no muy lejos de la casa de Tàpies.
Entro, y lo primero que me sorprende en la amplia estancia central, al
fondo de la cual se abre un jardín con fuente, reformado en plan un
poco Generalife por Óscar Tusquets, son tres paisajes de gran formato
del simbolista catalán Modest Urgell, uno de ellos con un maravilloso
marco de Gaspar Homar. Entreveradas con ellos y con un Santiago
Rusiñol, en abrupto contraste obras más contemporáneas, entre ellas
una áspera figura femenina de Antonio Saura, y una de las mejores
arpilleras de Manolo Millares. Saura y Millares: dos de los muchos
creadores de su generación de los cuales Pomés ha sido amigo, y a
los cuales ha hecho retratos. El de Millares, su melancólica silueta, sus
manos en primer plano, está tomado en una terraza de las Ramblas,
en 1959, y se publicó por vez primera en 1962, como frontispicio de
la monografía que le dedicó José Ayllón, otro de los miembros de El
Paso. Le hace “pendant” otro, perteneciente a la misma sesión, de
Elvireta Escobio, su mujer, con aire de actriz italiana. En el archivo
queda una tercera toma, descartada, donde se les ve juntos,
rodeados de personajes de la calle. En cuanto a Saura, buenísimas
tanto la instantánea en que avanza de frente, como aquella otra en
que se le ve a lo lejos, de espaldas, mientras el primer plano lo ocupa
la cabeza de Eduardo Chillida, con la mirada perdida en la lejanía. Pero
volviendo a Urgell, Pomés me cuenta que de joven uno de sus sueños
era poseer una obra suya, y que la primera de estas pinturas, por la
que tuvo un flechazo en una galería, la compró en 1961, realizando ese
sueño con uno de sus primeros ingresos importantes en el campo de
la publicidad. Luego me anuncia que me va a contar algo curioso. Me
señala un arco con una pequeña vidriera. “¿Ves ese rosetón? Pues un
día, dos o tres años después de la compra de aquel primer Urgell, vino
un carpintero a hacerme una chapuza, vio el rosetón, me comentó
que él había estado ya aquí trabajando, y que…” Le interrumpo: “No
me digas más. Me vas a decir que gracias al carpintero te enteraste
de que este era el estudio de Urgell”… “Exactamente”.
Precisamente en 1955, Pomés celebró su primera individual,
integrada por vistas de Barcelona, y por retratos femeninos, y otros de
creadores amigos –principalmente del entorno de un Dau al Set que
ya no existía como tal–, y que tuvo por marco las Galerías Layetanas.
Barcelona, las mujeres, los pintores y escritores amigos: los tres temas
más frecuentes de su obra toda. El historiador del arte José Gudiol,
director de la sala, no quedó nada convencido, pero cuando todo
estaba a punto de irse al garete, Juan Eduardo Cirlot, que lo asesoraba
y que había sido convocado a una suerte de “tournée” de inspección,
manifestó con autoridad su absoluto entusiasmo, y todo salió bien.
Pomés: una persona de gran cultura, de gran humanidad,
de curiosidad omnívora, de gran sentido del humor, y de súbitos
ataques de melancolía. Un ojo moderno. Un gran capítulo de la
historia de nuestra fotografía. Uno de los primeros que a comienzos
de los años cincuenta, época en que estaba tentado por la poesía
–“soc trist i gris”: por unos instantes en el silencio del estudio flota
solitario este verso que rescata de un rincón de su memoria– y
en que le interesaban el cine expresionista alemán y el de Dreyer,
retomó en la península la senda de la fotografía de vanguardia. Su
sombría escena de Els Encants, de 1955, es un documento único,
que posee una atmósfera suburbial que nos retrotrae a una España
que hoy nos parece remotísima. Escena como de un Eugène Atget
barcelonés –esa sensación volverá, a lo largo de la visita–, pero
escena también que podría estar tomada en la estepa rusa, mongola
o tibetana, allá lejos y hace tiempo.
También consecuencia de la individual de Layetanas,
apareció, en enero de 1957, el único número de la revista Grúa, del
Cine-Club Universitario de Barcelona, un proyecto de Romà Gubern,
con portada de Pomés.
En 1956, Pomés fue uno de los artistas escogidos por
Alexandre Cirici Pellicer, crítico de arte y director de la empresa
de publicidad Zen (“Laboratorios científicos y talleres artísticos de
publicidad”), para realizar unos provocativos escaparates navideños
en la Sastrería Gales, del Paseo de Gracia. Los otros: Joan Brossa,
Modest Cuixart, Josep Maria Subirachs, y Antoni Tàpies…
Ricard Giralt Miracle. Al comienzo de estas líneas he
mencionado la vecindad de su Filograf, y del estudio en que nos
encontramos. Como en Filograf este prodigioso grafista maquetó
y/o imprimió casi todo lo excelso que se hizo en la Barcelona de
ciertos años, nada tiene de extraño que en 1957 también fuera él
el encargado de darle forma, para la editorial RM, de Ramón Juliá,
cuyo director artístico era el pintor Luis Marsans, a un librito que es
una pequeña obra maestra: Les fenêtres, de Rilke, acompañado de
su traducción al castellano por Gerardo Diego, y con diez esenciales
fotografías de Pomés.
Pomés, por aquel tiempo, participa, desde lejos, en la aventura de AFAL (Agrupación Fotográfica Almeriense), el heroico grupo
fotográfico liderado en esa ciudad, entonces provinciana a más no
poder, por José María Artero y Carlos Pérez Siquier, y cuya historia
ha sido minuciosamente reconstruida, en 2006, por Laura Terré. Cita
la investigadora la dedicatoria que Pomés coloca al
frente del ejemplar de Les
fenêtres que le envía a Pérez Siquier: “Al milagro de
AFAL”. Uno ha ido consiguiendo algunos números del boletín del grupo,
humildísimo, y también su
Almanaque 1958: en estas publicaciones además
de sus dos impulsores
estuvieron, entre otros –la
lista creo que habla por
sí sola–, Leonardo Cantero, Francesc Catalá-Roca,
Chumy Chúmez, Joan
Colom, Gabriel Cualladó,
Juan Dolcet, Paco Gómez,
Ángel de la Hoz, Gonzalo
Juanes, Ramón Masats,
Oriol Maspons, Xavier
Miserachs, Nicolás Muller, Fernando Nuño, Francisco Ontañón,
Jesús de Perceval, Leopoldo Pomés, Joaquín Rubio Camín, Alberto Schommer, Ricard Terré, Julio Ubiña o Gerardo Vielba, y ahí se
publicó además obra de extranjeros como René Burri, Henri CartierBresson, Robert Frank, Mario Giacomelli, William Klein, Daniel
Masclet, Otto Steinert –el de la fotografía subjetiva– o Minor White, y
ahí se habló además de cine… De Pomés, en el almanaque, figuran
tres retratos femeninos, que habían figurado los tres en su exposición de Layetanas, y que motivaron que desde el MoMA de Nueva
York, Edward Steichen, entonces su conservador de fotografía, se
interesara por su trabajo.
Primero en la pantalla –a punto de cumplir ochenta años,
Pomés está tecnologizadísimo–, y luego sobre papel, y en muchos
casos en copias “vintage”, asisto al despliegue de una primicia
absoluta, que como era esperable resulta una auténtica maravilla: el
nonato libro sobre Barcelona que Carlos Barral le encargó al fotógrafo
en 1960, y que finalmente por problemas internos de la editorial no
vería la luz. Ese libro, que iba a haber llevado texto de Luis Goytisolo,
y que ahora nos llega como un mensaje (de otro tiempo) en una
botella, es el eslabón perdido entre el Barcelona (1955) de Francesc
Catalá-Roca (y Luis Romero), y el Barcelona en blanc i negre (1964),
de Xavier Miserachs (y Josep Maria Espinàs, más Joan Oliver, “Pere
Quart”, como prologuista, Pere Quart al cual por cierto Pomés trató
mucho, en el Bar Mirasol, de Vía Augusta). En él hay auténticas joyas:
Els Encants, las calles claras del Ensanche con las sombras de los
árboles como en una contrarrima de Paul Jean Toulet, la Barceloneta
(el barrio de Salvat-Papasseit) con su vida todavía como de pueblo, la
playa de ese mismo barrio con los trajeados colegas cámara en ristre,
los bañistas enredados en la caligrafía de unas inverosímiles vallas
metálicas, la pareja de ricos –ella con su piel sobre los hombros–
sorprendidos por la espalda –cuánta gente huyendo en la obra
de Pomés–, las carteleras a lo James Rosenquist del Paralelo, las
locomotoras echando humo en un puerto todavía muy L’irradiador
del port i les gavines… Un libro de farguiano “peatón de Barcelona”,
de baudelairiano y atgetiano y benjaminiano “flâneur de Barcelona”,
de aragoniano “campesino de Barcelona”. Un libro calidoscópico, de
cazador furtivo de imágenes, de poeta de la cámara, que a menudo
se deja seducir por el solo tacto abstracto de los suelos por los
que caminan las palomas, o de las paredes y de los grafitis que las
pueblan o de los desconchones que las deforman… Un libro que
cuando, espero que pronto, se publique, va a cambiar la percepción
que existe de la obra de su autor.
De los retratos, ya he citado los del matrimonio Millares.
Exactos también los de Antoni Tàpies, uno de ellos, precisamente,
sobre fondo de pared barcelonesa con “grafitis”, y que fue utilizado
por Ricard Giralt Miracle para una generosa doble plana de la
primera de las dos monografías que el crítico francés Michel Tapié
le dedicó a su casi homónimo, aparecida en 1955, con motivo de
la primera individual del pintor en la Galerie Stadler de París, y bajo
el sello ya por aquel entonces completamente ficticio de Dau al Set;
monografía de la cual hace poco me regaló Daniel Giralt-Miracle, un
ejemplar impecable, como recién salido de las prensas paternas. Y
las dos efigies de Joan Brossa: la primera, en la cual, con su andar
tenso, semeja un agente secreto de la CIA o del KGB, sorprendido
por un agente de la competencia que ha disparado la cámara
subrepticiamente, y la segunda, en cambio, en la cual está relajado y
sonriente, sentado en un sillón, como si se encontrara descansando
en el salón de su casa, sólo que la escena se desarrolla… en plena
calle, bajo unos soportales… Van desfilando otros muchos rostros,
dibujando lo mejor de la Barcelona “fifties”: Oriol Bohigas –con el
cual en 1968 Pomés hizo para Lumen un monumental libro sobre
la arquitectura modernista barcelonesa– y sus dos socios (Josep
Martorell y David McCay), La Chunga, Juan-Eduardo Cirlot, Modest
Cuixart –la imagen sería utilizada como cubierta de la primera de
las dos monografías que Cirlot, precisamente, le dedicó al pintor, y
que publicaron conjuntamente, en 1958, René Drouin en París, y su
tocayo y colega René Métras en Barcelona–, Núria Espert, la muy
cirlotiana y misteriosa Montserrat Gudiol –también presente, en su
casa con un retrato de su morador, en las paredes de la estancia
en que nos encontramos–, Tete Montoliu, Joan Perucho –con el
cual el fotógrafo hizo para La Polígrafa, en 1967, una importante
monografía sobre Gaudí–, Joan Ponç, Carles Riba, Francesc Todó,
Xavier Valls con su aire de irónico “senyor de Barcelona”, Moisés
Villèlia… Personajes todos ellos inolvidables, muchos de ellos
desaparecidos, y que a uno le traen, especialmente Perucho y Valls,
muchísimos recuerdos, con la consiguiente atroz melancolía. La
monografía cuixartiana, por ejemplo, a la que en el momento en que
escribo estas líneas no logro echarle el guante, ¿cuánto hace que
la tengo entre mis papeles? Echo cuentas, y me acuerdo de que,
junto con bastantes más publicaciones, me la regaló Métras, en mi
primera visita a su galería, que debió ser… hace cuarenta y cinco
años... Personajes a los cuales luego Pomés ha ido sumando otros,
de Julio Cortázar a Jaume Vallcorba, pasando por Gabriel García
Márquez, Eduardo Mendoza, Raimon… todos ellos dibujando otras
épocas de la vida de la ciudad…
Los toros de Pomés. Tema ya sé que políticamente
incorrecto en la Cataluña de hoy, pero si pensamos en los
grandes poemas lorquianos o albertianos, en los grandes cuadros
solanescos o picassianos, en los grandes ensayos bergaminescos
o leirisianos, concluiremos que el fotógrafo no está solo, en su
pasión. Sobria, intensa su mirada a ese planeta, cuyo fruto más
visible es su libro de tapas de tela fucsia Toros (2001), editado en
Sevilla, por el Centro Andaluz de la Fotografía, y prologado por Ángel
Sánchez Harguindey, libro que tardó demasiado en salir –la verdad
es que siempre ha tenido Pomés un poco de mala suerte con los
libros– pues inicialmente lo iba a haber editado RM, con un texto
de Ernest Hemingway, pero el proyecto se truncó tras el suicidio
del norteamericano, que por cierto estaba entusiasmado con la idea
de esta colaboración. Iconos definitivos: los espectadores de una
capea en la localidad sevillana de La Algaba, el cartel de la corrida
de Cornellá, el simulacro de toro, la mano frente al tendido, el
alguacilillo, el fin de fiesta casi felliniano de los Sanfermines…
Fascinantes las mujeres de Pomés: misteriosa la niña
pirenaica en la nieve de 1954, bellísima en el ciclo Imagen blanca
la jovencísima Karin Leiz de 1959 en bañador en la playa de
Castelldefells, elegantísima la Karin de negro caminando de espaldas
por una calle del Ensanche, iconos “sixties” Margit Kocsis y Nico
y Elsa Peretti y tantas otras bellezas desnudas o semidesnudas,
cuya aparición nos retrotrae por arte de magia a una Barcelona hoy
remotísima, entre milanesa y londinense por un lado casi Allen Jones
y neoyorquina en plan Factory, una Barcelona “gauche divine” y Tuset
Street, a cuya mitología contribuyó más que nadie el fotógrafo con
sus anuncios de prensa –Karin y él fundan Studio Pomés en 1961–,
con sus “spots” publicitarios como el ya legendario de la chica Terry
(la citada Margit Kocsis) cabalgando un corcel jerezano, o como los
de Freixenet, y con su decoración “pop” solarizada de la tortillería
Flash Flash, de la cual él sigue siendo copropietario, al igual que de Il
Giardinetto –no así de Las Siete Puertas–. Flash Flash, donde Pomés,
Karin –que es… la silueteada en negro sobre las paredes, disfrazada
de alegre fotógrafa– y yo, terminamos almorzando. Comer es una
fiesta se titula uno de los sabios libros al respecto, editado por RBA
en 2004, del fotógrafo-gastrónomo. Saludamos a Jorge Herralde.
Por mi parte no volvía a Flash Flash ¡desde 1972!, recuerdo muy bien
aquella noche de septiembre en que al ir al baño me topé con García
Márquez que de él salía, y en que por ahí andaba Ana María Moix, y
que fue en aquella cena que Salinas me presentó a Meye Maier, otra
sombra ida…
Las “polaroids” nos conducen al color, y a lo digital.
Efectivamente, como cierre de la presente selección, he incluido
tres ejemplos, en color y digitales, del admirable trabajo reciente,
prácticamente inédito, de Pomés: un rincón de jardín umbrío y en
orden que a él mismo le recuerda por algún lado Blow Up, la película
londinense de Michelangelo Antonioni; un severo muro de cipreses
en otro jardín, el suyo en el Ampurdán; y una entrevisión casi
simbolista –casi urgelliana…– de un atardecer luminoso, también
ampurdanés…
De la mirada erótica de Pomés queda testimonio también
en algunas de sus poco conocidas “polaroids”. De esas tres
“polaroids” que exhumo ahora que vuelve a estar de moda aquel
invento, me gusta especialmente la tercera, que va por otro lado
absolutamente distinto: una vela encendida, delante de uno de los
paisajes simbolistas de Modest Urgell que constituyen el telón de
fondo diario de la vida del fotógrafo…
Flash Flash, 1969.
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 30 x 24 cm.
Pomés, que acaba de celebrar una individual en Londres,
en una galería de tanto prestigio como la de Michael Hoppen –un
“marchand” que tiene ojo para la rebusca: fue por ejemplo el primero
de Europa en mostrar a Horacio Coppola–, es un grande de nuestra
fotografía, de nuestra cultura. Esta pequeña gran exposición de La
Granja quiere rendirle homenaje, y este su prologuista quiere darle las
gracias por haberle dejado compartir por unas horas la experiencia
de sus exploraciones “en la mina”, por decirlo con la expresión que
él gusta de emplear para referirse a su trabajo en su fabuloso archivo
de imágenes, un archivo que a él mismo le sorprende, un archivo
del cual va extrayendo cosas tan absolutamente esenciales como
algunas de las que se enseñan aquí, y como ese libro barcelonés
prácticamente armado hace más de cincuenta años, y que uno está
deseando poder hojear, pronto…
Juan Manuel Bonet
Leopoldo Pomés
Pizarra, 1953. Vintage
Copia de autor, papel baritado. 14 x 19 cm.
Nena a la neu, 1955.
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 24 x 18 cm.
Encants, c. 1956. Vintage
Copia de autor, papel baritado Agfa.40 x 30 cm.
Grafiti, 1959. Vintage.
Copia de autor, papel baritado Agfa. 18 x 26 cm.
Fotógrafos en la Barceloneta, 1959. Vintage
Copia de autor, papel baritado. 18 x 24 cm.
Revista Grua, 1957. 4/12
Copia de autor, papel baritado Ilford multigrado.
Copia moderna. 30 x 40 cm.
Barceloneta, 1959. 3/12
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 40 x 50 cm.
Sin título, 1956. Vintage
Copia de autor, papel baritado. 9 x 13 cm.
Para cubierta “Les fenêtres de Rilke”, c. 1956.
Copia de autor, digital, papel Hahnemühle Albrecht Dürer. 30 x 24 cm.
Un homenaje a Walter Benjamin, c. 1961. Vintage
Copia de autor, papel baritado. 30 x 30 cm.
Manolo Millares, 1959. Vintage
Copia de autor, papel baritado. 24 x 18 cm.
Elvireta Escobio, 1959. 1/12
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 40 x 30 cm.
Joan Brossa 3, 1957. 4/12
Copia de autor, papel baritado Ilford multigrado.
Copia moderna. 40 x 30 cm.
Antoni Tàpies, 1957. 1/12
Copia de autor, papel baritado Ilford multigrado.
Copia moderna. 30 x 40 cm.
La mano, 1957. 1/3
Copia de autor, papel baritado. Copia de época. 30 x 40 cm.
Capea en la Algaba, 1957. 1/2
Copia de autor, papel baritado. Copia de época. 24 x 30 cm.
Sin título, 1960. 1/12
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 40 x 30 cm.
Imagen blanca nr. 1, 1959. 4/12
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 30 x 40 cm.
Imagen blanca nr. 2, 1959. Vintage
Copia de autor, papel baritado. 24 x 30 cm.
Imagen blanca nr. 3, 1959. 1/2
Copia de autor, papel baritado. Copia de época. 24 x 18 cm.
Sin título, c. 1985. Vintage
Copia de autor, papel baritado Agfa. 30 x 30 cm.
Elsa 2, 1971. Vintage
Copia de autor, papel baritado. 40 x 30 cm.
María José, 1973. 3/12
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 30 x 40 cm.
Mantilla, 1984. 5/12
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 40 x 30 cm.
Anuncio de camisas, 1963. Vintage
Copia de autor, papel baritado. 24 x 30 cm.
Piedra, 1990. 1/12
Copia de autor, papel baritado. Copia moderna. 30 x 40 cm.
Piernas, c. 1985. Polaroid
10,8 x 9 cm.
Jeans y mano, 1982. Polaroid
10,8 x 9 cm.
Blow up, 2000.
Copia de autor, digital, papel Hahnemühle Albrecht Dürer. 21 x 22 cm.
Fontclara, 1998.
Copia de autor, digital, papel Hahnemühle Albrecht Dürer. 21 x 29 cm.
Homenaje a Modest Urgell, 1987. Polaroid
10,8 x 9 cm.
Empordà, 2005.
Copia de autor, digital, papel Hahnemühle Albrecht Dürer. 19 x 29 cm.
Leopoldo Pomés
(Barcelona, 1931)
En 1946 adquiere su primera cámara fotográfica.
En algún momento de la década de 1950 entra a formar parte
del grupo vanguardista “Dau al Set” formado, entre otros, por el
poeta Joan Brossa y los pintores Tàpies, Ponç y Cuixart; también
entra en contacto con el fotógrafo Lluis Mª Riera. Entre diez y quince
años mayores que Pomés, le acogen abiertamente y, según él
manifiesta, le dan un vapuleo artístico potente y definitivo. Les retrata
a todos, monta un laboratorio en el cuarto de baño de su casa y, a
partir de 1952, se entrega enteramente a la fotografía, que no ha
abandonado nunca.
Foto: Juliet Pomés.
Recordando su época escolar se autodefine como un pésimo
estudiante. Sólo le interesaban el dibujo y la literatura. Mal concluido
el 5º de bachillerato, a los 16 años entra a trabajar como oficinista
en Potax, en librería Vergara y, más tarde, como vendedor, con
muestrarios de caramelos Futbolín y botones de artesanía. En todo
este tiempo alterna su trabajo con visitas a exposiciones de pintura
y se perfila cada vez más su interés por el arte. El gerente de Vergara
simpatiza con este joven con inquietudes artísticas y le introduce en
el laboratorio fotográfico, lo que orientará su interés por la fotografía.
Exposiciones
En 1955 aparece Leopoldo Pomés en el panorama español de la
fotografía exponiendo su primera obra en las desparecidas Galerías
Layetana de Barcelona, también en el Museo Municipal de Mataró.
De 1956 a 1963 colabora con la revista Afal de fotografía.
1956 Obtiene el 2º Premio Osa Menor de Poesía, ex equo con Joan
Perucho.
1976 Escuela de Artes Aplicadas de Zaragoza.
1982 Directores de Cine. Retratos. Galería Trece de Barcelona.
1986 Colectiva (Catalá Roca, Maspons, Miserachs y Pomés).
Galería René Metras de Barcelona.
1994-95 Mural expositor de Toros en Arco, en el stand de El País.
1995 Exposición de Toros. Centro Andaluz de la Fotografía. En el
Convento de Santa Inés en Sevilla e itinerante (Canal de Santa
Isabel de Madrid, Museo de Córdoba, Museo de Málaga).
1997-98 Exposición Antológica en el Palau de la Virreina de Barcelona.
2000 Enajenaciones. Galería Mª Teresa Castellví de Barcelona.
2001 Pomés en 96 fotos y 6 Zapatos. Círculo de Bellas Artes de
Madrid.
2006
2008
2010
2010
2011
2011
2011
Solituds. Galería dels Angels, Barcelona.
Blancas, Grises y Negras. Galería Hartmann de Barcelona.
Participa en Paris Photo y Photo España.
Vintage Prints. Michael Hoppen Gallery, Londres.
Colectiva. Aipad, N. Y.
Colectiva itinerante Nova Avantguardia Catalana dels 50 i 60.
34 instantes. Galería arteSonado, La Granja de San Ildefonso,
Segovia.
Obras en Colecciones
IVAM, Valencia, MNAC, Barcelona, Colectània, Fundación Ordóñez
Falcón, Colección Gabino Diego, Colección Michael Hoppen,
Colección Mick Jagger.
Publicidad y Comunicación Institucional
En 1961 funda, con Karin Leiz, Studio Pomés, dedicado a
concepción y realización publicitarias e institucionales. En 1960 se
asocia con la Agencia Tiempo para dirigir su “creación”.
Studio Pomés obtiene numerosos premios: León de Oro en
el festival de Venecia, Primer premio Festival de Cannes y varios
premios Rizzoli de fotografía.
En 1982 concibe y realiza con Victor Sagi la ceremonia de
apertura de los mundiales de fútbol de 1982 y en 1986 elaboran
la imagen de la candidatura de los JJOO de 1992 y el film para la
eliminatoria final, elemento clave para el triunfo de Barcelona.
Algunas de sus campañas se convierten, con los años, en
puntos de referencia de la publicidad en España: Campaña de Terry
(chica en caballo blanco), Campaña Freixenet (burbujas).
En 2006 abandona la publicidad para dedicarse a su obra
fotográfica.
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34 instantes
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calle del Rey, 9
40100 La Granja de San Ildefonso
(Segovia) España
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Miércoles a domingo y
festivos:10.00 a 14.00 h
y 16.00 a 20.00 h
Lunes y martes: cerrado.
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2 de abril a
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