3.9.- Bonificaciones.

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recargo se exigirá a los mismos sujetos pasivos y en los mismos casos contemplados en la normativa reguladora de este impuesto.
El recargo consistirá en un porcentaje único no superior al 0,2%. Este porcentaje se aplica sobre la cuota del IBI, base imponible del recargo.
El recargo deberá venir determinado en las leyes de las Comunidades
Autónomas que, conforme a sus Estatutos de Autonomía, creen en su territorio Áreas Metropolitanas. Una vez establecido por la Ley, la exigencia
del recargo será potestativa por parte del Área, por lo que, a efectos de su
imposición y ordenación, será siempre preciso aprobar la respectiva
Ordenanza fiscal.
3.9.- Bonificaciones.
Gozan de bonificación los siguientes bienes:
•
Entre el 50% y el 90%: Los inmuebles que constituyan el objeto de la
actividad de las empresas de urbanización, construcción y promoción inmobiliaria, tanto de obra nueva como de rehabilitación equiparable a ésta y no figuren entre los bienes de su inmovilizado.
En caso de que el Ayuntamiento no haya fijado la bonificación a aplicar, ésta será del 90%.
La presente bonificación es de aplicación obligatoria, aunque sólo se
aplicará previa solicitud del contribuyente.
El plazo de disfrute de la bonificación comprenderá el tiempo de urbanización o de construcción y un año más a partir del año de terminación de las obras, pero no podrá exceder de 3 años contados a partir de
la fecha del inicio de las obras de urbanización y construcción.
La finalidad de esta bonificación, manifestada por la Sentencia del
Tribunal Supremo de fecha 8 de abril del año 2002, es:
“…es la de reducir (durante tres años) al 10% de la cuota, el Impuesto
sobre Bienes Inmuebles que recaiga sobre aquellos que, por pertenecer a
empresas cuya actividad es la de urbanización, construcción y promoción inmobiliaria y por no formar parte de su patrimonio permanente,
constituyen un verdadero "stock" de existencias, equivalente al que, en otro
tipo de entidades mercantiles, integran las "mercancías de almacén".”
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El Ayuntamiento es el órgano competente para conceder la bonificación, si bien su labor consistirá tan sólo en comprobar la existencia de los requisitos antes enunciados, pues la norma no le faculta a
otra cosa.
En la actualidad la aplicación de la bonificación se condiciona a que se
solicite por los interesados antes del inicio de las obras, si bien con
anterioridad no existía esta limitación47.
En cuanto a si esta bonificación resulta de aplicación a los supuestos
de autopromoción, es interesante la consulta de la DGT de fecha 19
Enero 2001, que dispone, en relación a una sociedad civil particular
que va a adquirir un solar con el objeto de que se construyan (por una
empresa constructora) viviendas sobre el mismo, las cuales se adjudicarán a los miembros de la sociedad, exclusivamente:
“El artículo 74.1 de la Ley 39/1988, de 28 de diciembre, reguladora de
las Haciendas Locales, dispone que gozarán de una bonificación del 90
por 100 en la cuota del Impuesto sobre Bienes Inmuebles los inmuebles
que constituyan el objeto de la actividad de las Empresas de urbanización, construcción y promoción inmobiliaria y no figuren entre los bienes de su inmovilizado.
De acuerdo con ello, pueden disfrutar de la bonificación toda clase de
empresas, tanto personas físicas o personas jurídicas como entidades
del artículo 33 de la Ley General Tributaria (todos ellos posibles sujetos
pasivos del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, de acuerdo con el artículo 65 de la Ley 39/1988), siempre que su actividad sea urbanizadora,
constructora o promotora, y únicamente respecto de los inmuebles objeto de su actividad, que no formen parte de su inmovilizado.
En el supuesto objeto de consulta, de acuerdo con los datos aportados,
la entidad consultante no actúa como empresa urbanizadora ni como
empresa constructora. Por lo que respecta a la actividad de promoción
inmobiliaria, no cabe entender que la entidad consultante realice tal
47. La Sentencia del TSJ de la Comunidad Valenciana de fecha 13 de mayo de 1996,
expresamente dispuso:
“…, como indica el apartado 1 del artículo 74 de la Ley de Haciendas Locales "los acuerdos relativos a los beneficios antedichos (es decir la bonificación del 90%) serán adoptados, a instancia
de parte, por las Oficinas Gestoras competentes, a las que corresponde la concesión o denegación
singular de estas bonificaciones"; es decir, la Ley sólo indica que el disfrute del beneficio exige que
se solicite por el interesado pero sin que tal solicitud deba ser prevista al comienzo de las obras,
lo que no se dice en absoluto en el precepto transcrito de la Ley de Haciendas Locales, según interpreta el Ayuntamiento de Valencia.
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actividad, a los solos efectos del disfrute de la bonificación prevista en
el artículo 74.1 de la Ley 39/1988, ya que el destino exclusivo de las
viviendas es la adjudicación a los socios o miembros de la entidad, por
lo que no cabe hablar de la existencia de bienes inmuebles objeto del
tráfico mercantil del sujeto pasivo. De esta manera, no resultará aplicable al supuesto planteado la bonificación del artículo 74.1 de la Ley
39/1988.
En este sentido, debe tenerse en cuenta que, en materia de interpretación de normas tributarias, el artículo 23.3 de la Ley General Tributaria
dispone que "no se admitirá la analogía para extender más allá de sus
términos estrictos el ámbito del hecho imponible o el de las exenciones
o bonificaciones".
•
Del 50%: Las viviendas de protección oficial y las que resulten equiparables a éstas, durante los 3 períodos impositivos siguientes al del
otorgamiento de la calificación definitiva .
La presente bonificación tiene carácter rogado, por lo que deberá de
solicitarse por el interesado. Ahora bien, dicha petición podrá efectuarse en cualquier momento anterior a la terminación de los tres
periodos impositivos de duración de la misma y surtirá efectos desde
el período impositivo siguiente a aquél en que se solicite, por tanto no
tendrá efectos retroactivos.
Una vez transcurrido el plazo de 3 años previsto, los Ayuntamientos
pueden establecer una bonificación de hasta el 50%.
•
Hasta el 90%:
1. Los bienes inmuebles de naturaleza urbana ubicados en áreas o zonas
del municipio que, conforme a la legislación y planeamiento urbanísticos, correspondan a asentamientos de población singularizados
por su vinculación o preeminencia de actividades primarias de carácter agrícola, ganadero, forestal, pesquero o análogas y que dispongan
de un nivel de servicios de competencia municipal, infraestructuras
o equipamientos colectivos inferior al existente en las áreas o zonas
consolidadas del mismo, siempre que sus características económicas
aconsejen una especial protección, y así esté previsto en las ordenanzas fiscales.
48. Hasta el 1 de enero de 1993, como “dies a quo” del comienzo de disfrute de la bonificación,
se hacía referencia a la fecha de “terminación de la construcción”. Lógicamente es más precisa la redacción actual que se refiere a la fecha de otorgamiento de la calificación definitiva.
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2. Las características peculiares y ámbito de los núcleos de población,
áreas o zonas, así como las tipologías de las construcciones y usos del
suelo necesarios para el disfrute de esta bonificación y su duración,
cuantía anual y demás aspectos sustantivos y formales se determinarán en la ordenanza fiscal.
3. Los bienes inmuebles de características especiales, siempre que se
regule mediante la correspondiente Ordenanza, la cual debe especificar la duración, cuantía anual y demás aspectos sustantivos y formales
de la bonificación.
4. Los sujetos pasivos que sean titulares de familia numerosa, siempre
que se regule mediante la correspondiente Ordenanza, la cual debe
especificar la clase y características de los bienes inmuebles a que
afecte, duración, cuantía anual y demás aspectos sustantivos y formales de la bonificación, así como la compatibilidad con otros beneficios
fiscales.
•
Con efectos desde el 27 de abril de 2003, las ordenanzas fiscales podrán
regular una bonificación de hasta el 50% para los bienes inmuebles
destinados a viviendas en los que se hayan instalado sistemas para el
aprovechamiento térmico o eléctrico de la energía proveniente del sol
para autoconsumo, siempre que las instalaciones para producción de
calor incluyan colectores que dispongan de la correspondiente homologación por la Administración competente. Los demás aspectos sustantivos y formales de esta bonificación se especificarán en la ordenanza fiscal. A partir del 1 de enero de 2004, con el fin de fomentar la
utilización de sistemas para el aprovechamiento de la energía solar, la
bonificación se aplicará a cualquier tipo de inmueble urbano, sin quedar restringida a la vivienda y al autoconsumo.
•
95%: Los inmuebles de naturaleza rústica de las cooperativas agrarias
y las cooperativas de explotación comunitaria de la tierra, gozarán de
una bonificación de la cuota y, en su caso de los recargos.
•
50%: Los inmuebles situados en los términos de Ceuta y Melilla.
3.10.- Periodo impositivo y devengo.
El periodo impositivo coincide con el año natural, devengándose el
impuesto el primer día de dicho periodo impositivo, siendo, por tanto,
intrascendentes a efectos de la exigencia del Impuesto las posteriores alte-
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raciones de la titularidad dominical que se produzcan durante el mismo.
(Vide Sentencia del TSJ de Extremadura de 27/10/1998).
En este sentido hay que hacer constar que el apartado tercero del artículo 75 TRLHL, dispone que las alteraciones de orden físico, económico
o jurídico que se produzcan en los bienes gravados, así como los cambios
de naturaleza y aprovechamiento que, de acuerdo con el planeamiento
urbanístico, experimenten aquéllos, tendrán efectividad en el período
impositivo siguiente a aquel en que tuvieren lugar, sin que dicha eficacia quede supeditada a la notificación de los actos administrativos correspondientes.
De igual forma el segundo párrafo, del apartado tercero del artículo 75
TRLHL, dispone que la efectividad de las inscripciones catastrales
resultantes de los procedimientos de valoración colectiva y de determinación del valor catastral de los bienes inmuebles de características
especiales, coincidirá con la prevista en las normas reguladoras del
Catastro Inmobiliario, normativa que dispone en su artículo 29 y 31
TRLCI, que tendrán efectividad el día uno de enero del año siguiente a
aquél en que se produzca la notificación de los acuerdos adoptados al
respecto. No obstante, para aquellos bienes inmuebles que con posterioridad a la aprobación de la ponencia de valores vean modificada la
naturaleza de su suelo y las ponencias de valores contengan los elementos y criterios a que se refiere el párrafo segundo del artículo 25
TRLCI los acuerdos surtirán efectos el día uno de enero del año siguiente a aquél en el que tuvieran lugar las circunstancias que originen dicha
modificación, con independencia del momento en que se produzca la
notificación del acto.
En cuanto a la efectividad de las alteraciones de orden físico debemos de
aclarar cuál es el momento en que se entiende terminada una obra
nueva, pues dicho hecho determinará el periodo en el que se habrá de
satisfacer el IBI por la referida edificación.
Para poder contestar a dicho interrogante creo que resulta oportuno
comenzar diciendo que el artículo 16 del TRLCI, después de declarar la
presunción de certeza del que están investidas las declaraciones y comunicaciones en los términos expresados por el artículo 108.4 LGT, dispone
que las obras nuevas, como alteraciones físicas, son actos que deben de ser
objeto de declaración o comunicación, según proceda, en orden a que se
incorporen estos datos en la descripción catastral del inmueble con el
objeto de que ésta concuerde con la realidad, incorporación que es obligatoria de acuerdo con lo prescrito en el artículo 11 del TRLCI.
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Así dispone dicho precepto:
"Artículo 16. Reglas comunes a las declaraciones y comunicaciones.
1. Las declaraciones y comunicaciones tendrán la presunción de certeza
establecida en el artículo 108.4 de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre,
General Tributaria, sin perjuicio de la facultad de la Dirección General
del Catastro de requerir al interesado la documentación que en cada
caso resulte pertinente.
2. Serán objeto de declaración o comunicación, según proceda, los siguientes hechos, actos o negocios:
a) La realización de nuevas construcciones y la ampliación, rehabilitación, reforma, demolición o derribo de las ya existentes, ya sea
parcial o total. No se considerarán tales las obras o reparaciones
que tengan por objeto la mera conservación y mantenimiento de los
edificios, y las que afecten tan sólo a características ornamentales o
decorativas."
Las declaraciones por alteraciones catastrales vienen reguladas en el Real
Decreto 1448/1989, de 1 de diciembre, por el que se desarrolla el artículo
77 de la Ley 39/1988, de 28 de diciembre, Reguladora de las Haciendas
Locales, en el Real Decreto 803/1993, de 28 de mayo, por el que se modifican determinados procedimientos tributarios y en la Orden 10 de febrero de 1999 por la que se aprueban los modelos de declaración de alteraciones catastrales concernientes a bienes inmuebles.
Actualmente, el artículo 76 TRLHL, dispone:
"Artículo 76. Declaraciones y comunicaciones ante el Catastro Inmobiliario.
1. Las alteraciones concernientes a los bienes inmuebles susceptibles de
inscripción catastral que tengan trascendencia a efectos de este impuesto determinarán la obligación de los sujetos pasivos de formalizar las
declaraciones conducentes a su inscripción en el Catastro Inmobiliario,
conforme a lo establecido en sus normas reguladoras.
2. Sin perjuicio de la facultad de la Dirección General del Catastro de
requerir al interesado la documentación que en cada caso resulte pertinente, en los municipios acogidos mediante ordenanza fiscal al procedimiento de comunicación previsto en las normas reguladoras del
Catastro Inmobiliario, las declaraciones a las que alude este artículo se
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entenderán realizadas cuando las circunstancias o alteraciones a que se
refieren consten en la correspondiente licencia o autorización municipal, supuesto en el que el sujeto pasivo quedará exento de la obligación
de declarar antes mencionada."
Por tanto, como puede verse, la eficacia de los actos de gestión catastral es
trascendental para la gestión tributaria del Impuesto sobre Bienes
Inmuebles, especialmente por lo que respecta tanto al bien inmueble objeto de gravamen, identificación y valoración, como al titular del derecho
catastral, sujeto pasivo del Impuesto.
Así, en cuanto a la alteración de orden físico consistente en la realización
de nueva construcción en un bien inmueble, la correspondiente declaración catastral ha de realizarse en el plazo de dos meses contados a partir
del día siguiente a la fecha de terminación de las obras, de acuerdo con la
letra a) del artículo 3 del Real Decreto 1448/1989.
Por tanto la fecha que debe tenerse en cuenta a efectos de alta en el
Catastro Inmobiliario por nuevas construcciones o por variaciones en el
orden físico de los inmuebles es la fecha de terminación de las obras que,
a juicio de la DGT, en concreto en su resolución núm. 305/2005, de 28
febrero, se acreditará mediante el certificado de finalización de la obra.
Es decir, como puede verse, para la DGT el certificado final de obra cobra
en la gestión catastral una importancia extrema pues es este acto formal
el hecho determinante de la finalización de la obra a efectos catastrales.
Dicho certificado de finalización de la obra es un documento exigido por
los Notarios y Registradores para autorizar o inscribir, respectivamente,
escrituras de declaración de obra nueva, de acuerdo con lo prescrito en el
artículo 22 de la Ley 6/1998, de 13 de abril, sobre régimen del suelo y
valoraciones (BOE de 14 de abril), que dispone:
"Artículo 22. Declaración de obra nueva.
Los Notarios y Registradores de la Propiedad exigirán para autorizar o inscribir, respectivamente, escrituras de declaración de obra nueva terminada,
que se acredite el otorgamiento de la preceptiva licencia y la expedición por
técnico competente de la certificación de finalización de la obra conforme al
proyecto objeto de la misma.
Para autorizar e inscribir escritura de obra nueva en construcción, a la
licencia de edificación se acompañará certificación expedida por técnico
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competente de que la descripción de la obra nueva se ajusta al proyecto
para el que se obtuvo la licencia. En este caso, el propietario deberá hacer
constar la terminación mediante acta notarial que incorporará la certificación de finalización de la obra antes mencionada.
Tanto la licencia como las mencionadas certificaciones deberán testimoniarse en las correspondientes escrituras."
A mayor abundamiento, el artículo 32 del Real Decreto 2187/1978, de 23
de junio, por el que se aprueba el Reglamento de Disciplina Urbanística
para el desarrollo y aplicación de la Ley sobre Régimen del Suelo y
Ordenación Urbana, dispone:
“1. A los efectos del presente Reglamento, se considera que unas obras
amparadas por licencia están totalmente terminadas:
a. Cuando sean de nueva planta, a partir de la fecha de expedición del
certificado final de obras, suscrito por el facultativo o facultativos
competentes, y a falta de este documento, desde la fecha de notificación de la licencia de ocupación o de la cédula de habitabilidad.
b. En los demás casos, a partir de la fecha de expedición del certificado final de obras en las condiciones del apartado anterior o, a falta
de éste, desde que el titular de la licencia comunique al
Ayuntamiento la finalización de las obras.
2. En defecto de los citados documentos, se tomará a todos los efectos como
fecha de terminación la que resulte de cualquier comprobación de esta
situación por parte de la Administración municipal.”
De igual forma es interesante la Sentencia del Tribunal Supremo, Sala
de lo Contencioso-Administrativo, de fecha 30 octubre 1986, que a
la hora de determinar cuándo se entiende finalizada una obra distingue
entre aquellas que están amparadas por una licencia, para las que exige el
certificado final de obra, de las que, por el contrario, no lo están, para los
que la terminación de obras se prueba con la cédula de habitabilidad y la
licencia de ocupación, disponiendo en este sentido:
“SEGUNDO.- La parte apelante -que no niega la realización de las obras en
cuestión- invoca la prescripción de las infracciones realizadas por haber
transcurrido con exceso el plazo de un año a contar desde la terminación que
-para obras que no se ajustan a la licencia concedida, como es el caso aquí
contemplado- establece el artículo ciento ochenta y cinco de la Ley del Suelo,
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plazo que se cuenta desde la total terminación. Y es el caso que, si bien no
se puede aceptar como prueba de esa total terminación el certificado final de aquéllas suscrito por los facultativos correspondientes
que, en principio, hay que entender que se refiere única y exclusivamente a las obras amparadas por la licencia, es, en cambio, bastante para constar la fecha de terminación de las obras la cédula de
habitabilidad y la licencia de ocupación. Y de estos documentos -que
han sido traídos a los autos en uso de la potestad que para mejor proveer
tiene atribuida la Sala por la Ley- resulta que la cédula de habitabilidad se
expidió en veinticuatro de Julio de mil novecientos sesenta y cuatro y la de
ocupación en veinticinco de octubre de mil novecientos setenta y cuatro o en
cinco de febrero de mil novecientos setenta y cinco (la redacción del certificado, permite dudar de cuál de estas dos fechas corresponde a la finca 533535). Tomando entonces como referencia esta última fecha y estando probado que las denuncias no se formularon hasta diciembre de mil novecientos
ochenta y enero de mil novecientos ochenta y uno, siendo el acuerdo impugnado de diez de noviembre de mil novecientos ochenta y uno es patente que,
aunque se tome como fecha inicial del procedimiento el de las denuncias, en
esa fecha había transcurrido con exceso el mencionado plazo de un
año, por lo que hay que entender prescrita la infracción.”
A su vez la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía,
Sala de Granada, de 13 de enero del año 2003, al referirse al momento en que se entiende finalizada una obra, introduce una variable importante al respecto al indicar, “sensu contrario”, que la existencia de defectos
que pudieran afectar a la habitabilidad de un inmueble, aun cuando se
haya otorgado el oportuno certificado de finalización de obra, deberían de
retrasar la mentada finalización al momento en que sean subsanados los
referidos defectos. Así dispone dicha Sentencia:
“SEGUNDO Aunque en el texto del acuerdo de valoración catastral y
demás actuaciones obrantes en el expediente administrativo remitido a la
Sala no se explica ni razona en modo alguno por qué se establece como año
de construcción de la finca el de 1990, cuando en la hoja de cálculo que sirvió para determinar el inicialmente atribuido se hacía referencia al año
1985, todo parece indicar que ello se hizo en base a la fecha de otorgamiento
de la primera escritura pública de adquisición de la finca por parte de la
entidad mercantil (26 de enero de 1990) que, a su vez, la transmitió a la
recurrente, en fecha 15 de julio de 1991. Sin embargo tal proceder no puede
ser admitido por la Sala, pues, con independencia de lo que después se dirá,
es lo cierto que al identificar la fecha de otorgamiento de la escritura pública de la primera transmisión con la de finalización de la
construcción (que es la que toma en consideración la regla 13 de las
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normas técnicas para determinar el valor catastral, aprobadas por
la Orden de 3 de julio de 1986 se incurre en un grave error, ya que
generalmente no coinciden. Por otra parte, sin prueba alguna que respalde la afirmación de la Administración relativa a la certeza de que, en
efecto, la construcción finalizó el año 1990, se sustituye la fecha inicial de
1985 por aquélla, sin tener en cuenta que, según consta en la copia de la
escritura aportada por la recurrente a los autos, el día 4 de marzo de
1985 se había expedido la cédula de calificación provisional, lo que,
en principio y salvo prueba en contrario, demuestra la finalización
de la construcción en ese año; sin que la existencia de ciertos defectos constructivos, pendientes de subsanación, permita entender que
hasta el momento en que ésta se produjera no cabe estimar finalizada la construcción, máxime cuando, como aquí ocurre, no consta la entidad de tales defectos, a fin de poder calibrar su incidencia
en la habitabilidad de la vivienda.”
Pues bien, partiendo de la interpretación administrativa, que entiende
que la finalización de una obra se produce en el momento en que se otorga el certificado final de obra, hay que decir que el artículo 17 del TRLCI
establece:
"Artículo 17.- Eficacia y notificación de los actos dictados en los procedimientos de incorporación mediante declaración, comunicación o solicitud.
Los actos dictados como consecuencia de los procedimientos regulados en
este capítulo se notificarán a los interesados de conformidad con lo dispuesto en la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria, y tendrán
efectividad el día siguiente a aquel en que se produjeron los hechos,
actos o negocios que originaron la incorporación o modificación
catastral, con independencia del momento en que se notifiquen."
Por lo tanto, siguiendo el dictado legal y la interpretación administrativa
comentada, la realización de una nueva construcción tendrá efectos catastrales el día siguiente al de la fecha de terminación de la obra, terminación
acreditada en el correspondiente certificado de finalización de la obra.
Por lo que respecta al IBI, de conformidad con lo dispuesto en el apartado
tercero del artículo 75 TRLHL, la obra nueva será objeto de gravamen en el
devengo del impuesto inmediatamente posterior al momento en que se produzcan los efectos catastrales; y como el Impuesto sobre Bienes Inmuebles
se devenga el primer día del período impositivo, y éste coincide con el año
natural, los efectos tributarios, evidentemente, se producirán el uno de
enero siguiente al de la fecha certificada de terminación de la obra.
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En este sentido dispone el referido precepto:
“Artículo 75. Devengo y período impositivo.
1. El impuesto se devengará el primer día del período impositivo.
2. El período impositivo coincide con el año natural.
3. Los hechos, actos y negocios que deben ser objeto de declaración o comunicación ante el Catastro Inmobiliario tendrán efectividad en el devengo de
este impuesto inmediatamente posterior al momento en que produzcan
efectos catastrales. La efectividad de las inscripciones catastrales resultantes de los procedimientos de valoración colectiva y de determinación del
valor catastral de los bienes inmuebles de características especiales coincidirá con la prevista en las normas reguladoras del Catastro Inmobiliario.”
Esta interpretación puede dar lugar a que determinados bienes, respecto de
los cuales se ha certificado la finalización de obra, pero, por el contrario, no
han obtenido por cualesquiera causa la licencia de primera ocupación o
cédula de habitabilidad, tengan que tributar por el IBI, aun cuando en la realidad no sean susceptibles jurídicamente de producir rendimientos a favor
de su propietario, hecho este que en impuestos como el IRPF haría que no
se devengase renta de ningún tipo. Como posible justificación, aunque creemos que de difícil sostenimiento ante la administración, para argumentar
la no sujeción de dicha alteración física a este impuesto local, se podría alegar que siendo el IBI un impuesto nominal sobre el patrimonio y efectivo
sobre la renta, toda vez que su objeto imponible es la renta derivada del
inmueble sometido a tributación, sólo en la medida en que el inmueble
pueda generar tal renta o aprovechamiento para su propietario o titular de
derecho real, una vez que sea susceptible de uso con la obtención de la
licencia de primera ocupación, se podrá sujetar al citado impuesto local.
Dicha afirmación podría venir avalada por el hecho de que en el aspecto
material del IBI se han incluido los derechos reales de usufructo y superficie
y las concesiones administrativas, lo cual implica, claramente, gravar el aprovechamiento de un bien, pero no su titularidad dominical, lo que representa
la tributación efectiva de los rendimientos producidos por el expresado bien.
3.11.- Afección real en caso de impago del impuesto.
De conformidad con lo que dispone el artículo 41 de la vigente LGT, el artículo 64.1 TRLHL dispone que en los supuestos de cambio, por cualquier
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causa, en la titularidad de los derechos que constituyen el hecho imponible de este impuesto (concesión administrativa, superficie, usufructo, de
propiedad), los bienes inmuebles objeto de dichos derechos quedarán
afectos al pago de la totalidad de la cuota tributaria (en la regulación precedente se decía que se respondería de las “deudas tributarias y recargos por
este impuesto”), de forma subsidiaria49, en los términos previstos en la LGT
y que, a tales efectos, los notarios solicitarán información y advertirán a
los comparecientes sobre diversos extremos, entre otros, sobre las deudas
pendientes por el Impuesto sobre Bienes Inmuebles asociadas al inmueble que se transmite y sobre el plazo dentro del cual están obligados los
obligados a presentar declaración por el impuesto.
A diferencia de la hipoteca legal tácita regulada en el artículo 79.2 LGT,
que ampara el privilegio crediticio de la administración durante un plazo
de dos años, la presente afección tributaria carece de límite temporal y,
por tanto, existe para la totalidad de las deudas pendientes y no prescritas.
Como antes hemos dicho, mientras en la regulación precedente se utilizaba la expresión “deudas tributarias y recargos por este impuesto”, en la actual
regulación se dice que se responderá de la de “cuota tributaria”. Con respecto a las expresiones de la legislación anterior, la Sentencia del
Tribunal Supremo de fecha 18 de diciembre de 1998 declaró que la
expresión “deuda tributaria” no debía interpretarse en el sentido que reflejaba el contenido del artículo 58 de la derogada LGT del año 1963, es decir,
comprendiendo la cuota, recargos en favor del tesoro o de otros entes
públicos, los recargos del artículo 61, el interés de demora y el recargo de
apremio, pues de seguir ese criterio también formarían parte de la deuda
tributaria las sanciones pecuniarias que no pueden exigirse por derivación
de responsabilidad, dado el principio de culpabilidad.
Así dice expresamente:
“Si se hubiera querido ampliar no sólo el límite temporal sino también el
contenido de las deudas garantizadas, incluyendo otras partidas que no fueran -como antes sucedía- el importe de los recibos pendientes de los impuestos y los recargos de igual naturaleza que aquéllos, extendiendo la afección
al pago de otros recargos, como el de apremio y de los intereses de demora,
el texto legal lo hubiera expresado así literalmente.
49. La responsabilidad contemplada por éste art. 41 LGT es subsidiaria, por lo que se exige la
previa excusión de bienes del deudor principal, debiendo por ello, en primer lugar, declararse como fallido el deudor principal así como adoptarse el preceptivo acuerdo de derivación de responsabilidad. (SSTS de 12-3-19997 y 14-11-1996 y SSTSJ de Cataluña de 7-3-1997
y 16-9-1996).
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Las referidas partidas, que pueden calificarse de accesorias de la obligación
principal, que es el importe del tributo devengado, se producen como consecuencia legal de conductas en las que no han participado los posteriores
titulares de los bienes y derechos sobre los que recae la carga fiscal y por lo
tanto no puede calificarse de errónea la tesis de resolver cualquier razonable duda sobre la interpretación del artículo 76 de la Ley de Haciendas
Locales en el sentido formulado por la sentencia de instancia.”
Con la actual regulación, evidentemente, al hablar de cuota tributaria, en
lugar de deuda tributaria que es la que se utilizaba hasta ahora, se clarifica
bastante la cuestión, toda vez que se está refiriendo exclusivamente a la contemplada en el artículo 56 LGT, que viene a decir que dicha cuota se corresponde con la cuota diferencial del impuesto, no incluyendo, por tanto, otros
conceptos. No obstante, nos queda la duda de si la responsabilidad también
se extiende a los posibles recargos sobre las bases o las cuotas, a favor del
mismo municipio o a favor de otros entes como es el caso del recargo en
favor de las áreas metropolitanas previsto en el art. 153 del TRLHL.
3.12.- La impugnación de los valores catastrales y del IBI.
A pesar de que a lo largo de las explicaciones precedentes hemos ido refiriéndonos a las posibles impugnaciones que el contribuyente podía efectuar sobre
los actos administrativos que le iban afectando, entendemos que se hace necesario un epígrafe “ex profeso” para resumir las posibilidades de impugnación
que el ordenamiento otorga al contribuyente en esta engorrosa materia.
Para ello debemos de comenzar indicando que en materia impugnatoria del
IBI y los elementos que lo conforman, el contribuyente va a encontrar dos
circunstancias, por todos conocidas, que van a condicionar su actuación:
1º.- La gestión compartida del IBI, conlleva que en este impuesto concurran dos administraciones: Por un lado, la gestión tributaria del IBI
corresponde a las Haciendas Locales, y, por otro, la gestión catastral
corresponde a la Administración del Estado.
2º.- Las vías de impugnación son distintas para los actos de gestión tributaria
y para los actos de gestión catastral, pues si para los primeros sólo cabe
el recurso de reposición, previo al Contencioso-Administrativo, para los
otros, la vía competente es la Económico-Administrativa, normalmente.
Partiendo de este hecho veamos de forma sucinta las distintas posibilidades de impugnación en relación al impuesto estudiado.
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3.12.1.- Impugnación de los actos que supongan
el acceso al catastro de los bienes inmuebles.
Según dispone el apartado 3º del articulo 12 TRLCI,
“Los actos resultantes de los procedimientos de incorporación serán motivados
con referencia a los hechos y fundamentos de derecho. Cuando el acto incluya la determinación de un nuevo valor catastral, éste se motivará mediante la
expresión de la ponencia de la que traiga causa y, en su caso, de los módulos
básicos de suelo y construcción, el valor en polígono, calle, tramo, zona o paraje, el valor tipo de las construcciones y de las clases de cultivo, la identificación
de los coeficientes correctores aplicados y la superficie de los inmuebles.”
A su vez el apartado 4º del referido precepto, dispone:
“Los actos citados en el apartado anterior son susceptibles de ser
revisados en los términos establecidos en el título V de la Ley
58/2003, de 17 de diciembre, General Tributaria, sin que la interposición de la reclamación económico-administrativa suspenda su
ejecutoriedad, salvo que excepcionalmente sea acordada la suspensión por
el tribunal económico-administrativo competente, cuando así lo solicite el
interesado y justifique que su ejecución pudiera causar perjuicios de imposible o difícil reparación, ordenando, en su caso, la adopción de las medidas cautelares que sean necesarias para asegurar la protección del interés
público y la eficacia de la resolución impugnada.”
Como puede verse contra dichos actos cabe interponer no sólo reclamaciones económico-administrativas, sino, también, los procedimientos
especiales de revisión previstos en el artículo 216 LGT:
a. Revisión de actos nulos de pleno derecho.
b. Declaración de lesividad de actos anulables.
c. Revocación.
d. Rectificación de errores.
e. Devolución de ingresos indebidos.
De igual forma cabe destacar la pormenorizada consideración de las posibilidades de suspensión del acto administrativo en caso de reclamación
económico-administrativa.
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3.12.2.- Impugnación de las ponencias de valores.
En cuanto a la impugnabilidad de las Ponencias de Valores, indicar que de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 27.4 TRLHL, éstas serán recurribles en vía económico-administrativa.
Así dispone el referido precepto:
“Las ponencias de valores serán recurribles en vía económico-administrativa, sin que la interposición de la reclamación suspenda la ejecutoriedad del
acto.”
Dicha competencia de los Tribunales Económico-Administrativos es lógica
toda vez que la gestión catastral es competencia del Estado, y no de los
Ayuntamientos.
Por tanto, contra las ponencias se podrá interponer el recurso potestativo
de reposición ante el mismo órgano que las aprobó, o directamente la
reclamación económico-administrativa frente al TEAC, si las ponencias
fueron aprobadas por la Dirección General del Catastro, o frente al TEAR,
si fueron aprobadas por los Consejos Territoriales de la Propiedad
Inmobiliaria, cuando actuaron por delegación de aquella Dirección.
No obstante, la citada interposición de la reclamación en ningún caso
podrá suspender la ejecutoriedad del acto. En este sentido se pronuncia el
TSJ de Canarias (Las Palmas) en su Sentencia de fecha 21 de enero
del año 2000, que deniega la posibilidad de suspensión el acto recurrido
al estimar que no concurren los requisitos legales que determinen la suspensión del acto y concretamente por la inexistencia de perjuicios de
imposible o difícil reparación, en base al siguiente argumento:
“… es incuestionable que la fijación de los valores catastrales, producirá
efectos tributarios como presupuesto necesario para fijar la base imponible
entre otros del Impuesto de bienes inmuebles. Ello puede originar perjuicios
para el recurrente, pero estos perjuicios son futuros e hipotéticos. Puesto que
la dificultad que alega para abonar el IBI habrá de ponderarse en el
momento en que se le liquide y se le exija el devengo del impuesto. En la propia Resolución recurrida se le indica que cuando el valor catastral despliegue sus efectos el recurrente podría obtener una resolución suspensiva si
acredita y concreta los perjuicios inmediatos que se le provocan”
Para acabar con este asunto, simplemente señalar un problema, que aunque no demasiado frecuente, por la tardanza en la ejecución de las ponen-
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cias, pudiera plantearse en la práctica. Según dispone la norma de forma
literal, la aprobación de la ponencia sólo requiere publicación de la misma
y no la notificación individual. Si a ello le unimos el hecho de que la
impugnación de la ponencia ante el Tribunal Económico-Administrativo
competente carece de efectos suspensivos, nos encontramos con el problema de que el Ayuntamiento en cuestión podrá exigir la liquidación tributaria derivada de dicho valor, volvemos a repetir, con independencia de
que se haya interpuesto recurso, tanto directo o indirecto, contra el valor
catastral. Ante esto sólo cabe como solución impugnar la liquidación del
IBI notificada en la vía competente, que en este caso será la contenciosoadministrativa, pidiendo expresamente como medida cautelar la suspensión del acto tributario recurrido.
El problema añadido vendrá si en el curso de dicho procedimiento contencioso-administrativo, o al tiempo de dictar Sentencia en el mismo, que
suele ser mucho más rápido que el económico-administrativo, cuando
menos en los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo, no así en las
Salas, aún no se hubiese obtenido resolución sobre la impugnación del
valor catastral. Este hecho, con toda seguridad, perjudicará enormemente
al derecho de defensa del contribuyente que difícilmente podrá sustentar
su impugnación, debiendo por ello esperar a que el Tribunal EconómicoAdministrativo competente se pronuncie respecto a la nulidad del valor
catastral, para que con ello las liquidaciones tributarias exigidas con ese
valor catastral sean declaradas nulas de oficio por el Ayuntamiento o, en
caso contrario, a instancias del contribuyente, se declare su nulidad por la
vía del mecanismo revisor de nulidad de pleno derecho previsto en el artículo 217 LGT.
En relación a los efectos de dicha nulidad, la Sentencia del TSJ de
Madrid de fecha 7 de octubre de 1998, dispone:
“Segundo.- Como ha quedado acreditado en autos el demandante viene
impugnando el valor catastral reflejado en las liquidaciones del Impuesto
sobre Bienes Inmuebles, sobre la finca de su propiedad referida, giradas por
el Ayuntamiento de Madrid, desde el año 1988. Por ello el valor catastral
que impugna de la liquidación a que se refiere este recurso, trae causa de la
fijación de dicho valor catastral llevada a cabo por el Centro de Gestión
Catastral y Cooperación Tributaria para el ejercicio 1988; dicha valoración
catastral es tomada como base imponible en las sucesivas liquidaciones por
el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, actualizadas conforme a lo dispuesto
en el artículo 72 de la Ley 39/88 de Haciendas Locales y las leyes de
Presupuestos Generales del Estado, cuyas liquidaciones como hemos dicho
impugnó el recurrente, habiendo recaído sentencia en fecha 15 de octubre
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de 1994 en el recuso más antiguo, el 66/91. Precisamente referido a la primera fijación de los valores catastrales aludidos, o sea el del ejercicio de
1988, en cuya sentencia se estimó la del recurrente, al anular la valoración
catastral por la indebida aplicación de dos coeficientes, el de antigüedad y
el de conservación del edificio.
Tercero.- Como ya se puso de manifiesto en sentencia de esta Sala de 17
de Noviembre de 1995 en recurso nº 1033/93, la cuestión planteada por
el recurrente se centra en determinar el alcance y las consecuencias que
la declaración de nulidad de los valores catastrales fijados en el año
1988, tiene para los sucesivos actos liquidatorios. Y concretamente en el
referido al año 1993, a que se contrae el presente recurso. A tal efecto ha
de precisarse el papel que desempeñan los valores catastrales en las sucesivas liquidaciones posteriores a su revisión, para lo que ha de tenerse en
cuenta que el Impuesto sobre Bienes Inmuebles es un tributo directo de
carácter real cuyo hecho imponible lo constituye la propiedad de bienes
inmuebles o la titularidad de un derecho real de usufructo o de superficie, como se establece en el artículo 61 de la Ley 39/88 de Haciendas
Locales, y cuya base imponible se encuentra constituida por el valor de
los bienes inmuebles, determinado conforme a los artículos 70 y siguientes de dicha Ley.
En consecuencia para la fijación de la cuota (artículo 73.1 de la Ley) en este
impuesto, que como en cualquier otro se realiza aplicando la base imponible el tipo de gravamen, la determinación de los valores adquiere una
importancia esencial; y de tal manera es así, que declarada la nulidad de
aquellos valores se produce la nulidad de la liquidación posterior en la que
se han tenido como base unos valores nulos.
Y por tanto en el presente caso si se declararon nulos los valores catastrales de la finca de autos, fijados para el año 1988, según sentencia de esta Sala de 15 de Octubre de 1994 (en recurso nº 66/91), la
liquidación ahora combatida, que también recoge una base imponible, que trae causa de aquella que fue declarada nula, deviene
igualmente nula como consecuencia de ello.”
3.12.3.- Impugnación de los valores catastrales
por irregularidades en la ponencia de valores:
la impugnación indirecta de las Ponencias de Valores.
Las ponencias de valores pueden ser recurridas a partir de la fecha en que
se publica en el BOE o BOP el anuncio de su aprobación. Partiendo de esto
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cabría preguntarse, si el no impugnar dicha Ponencia en el plazo conferido tiene o no efectos preclusivos.
En este sentido, la mayoría de la doctrina entiende que no.
De igual forma el TEAC se ha manifestado de forma favorable hacia la
impugnación indirecta de las Ponencias de Valores en base a la condición cuasi reglamentaria de las mismas. Sirva a estos efectos la
Resolución 0733/01 de 21 marzo del año 2002, que expresamente
dispone:
“…según el criterio mantenido por este Tribunal en numerosas resoluciones,
entre ellas, como más recientes, las de 11 de mayo de 2001 (R.G. 14-01), 22
de junio de 2001 (R.G. 2290-99), 14 de septiembre de 2001 (R.G. 4296-99),
16 de noviembre de 2001 (R.G. 6261-00) y 21 de diciembre de 2001 (R.G.
7135-00, 7201-00, 7222-01 y 7259-01), la impugnación de las Ponencias
puede promoverse indirectamente cuando, superado el plazo para la
impugnación directa, los interesados reciben las notificaciones de
los valores catastrales asignados a sus fincas por aplicación de las
mismas, como acontece en el presente caso, con la diferencia de que si
prospera la impugnación directa, sus efectos alcanzan no sólo a quien la
promueve sino a una pluralidad indeterminada de sujetos pasivos afectados, mientras que si prospera la impugnación indirecta, sus efectos alcanzan exclusivamente al interesado que la promueve, conforme tiene sentado
este Tribunal a partir de la resolución de 21 de diciembre de 1988 (R.G. 4941-87); siendo competente para resolver la impugnación directa este Tribunal
Central, al tratarse las Ponencias de actos dictados por un órgano central
del Ministerio de Hacienda y la indirecta los Tribunales Regionales, al tener
en cuenta que el verdadero acto impugnado no es la Ponencia de Valores
sino un valor catastral fijado por un órgano periférico de la Administración
del Estado, siempre que la cuantía del valor catastral cuestionado sea inferior a 1.803.036,31 E, pues en este último caso la competencia recae también en este Tribunal Central.”
No obstante esto, lo cierto es que la jurisprudencia no es pacífica en cuanto a este asunto.
A favor de la misma se manifiesta el TSJ Cataluña en diferentes
Sentencias, sirva por todas la de fecha 3 de junio de 1998, en la que
expresamente dice en su fundamento de derecho tercero:
“La primera cuestión que se plantea es la de la posibilidad de impugnar
indirectamente la Ponencias de Valores es decir, los criterios y reglas que
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han de regir para determinar el valor catastral. En este punto resulta evidente que ni doctrina ni Jurisprudencia son unánimes, esta Sala tiene la
convicción de tal posibilidad en base a los siguientes argumentos, puestos
ya de manifiesto en nuestra sentencia nº. 236 de 20-3-1 998 recaída en los
autos 1.606/95
1º) Uno de los elementos esenciales de las liquidaciones tributarias es la
fijación de la base imponible que, en el caso del I.B.I., es el valor catastral, negar su posible impugnación en este momento implica una limitación desorbitada e injustificada de las garantías del sujeto pasivo, contraria al principio de tutela efectiva del artº 24 de la Constitución; y si
puede impugnarse el valor catastral podrá serlo tanto en su resultado
final (que torna como referencia máxima el valor de mercado) como en
su consecución, discutiendo la bondad de la técnica y reglas utilizadas,
es decir, de la Ponencia de Valores.
2º) El principio de tutela Judicial Efectiva debe permitir también a los sujetos pasivos afectados poder acudir a este modo de impugnación indirecta dada la complejidad y gravosidad del sistema impugnatorio de los
actos de gestión catastral (Tribunales Económicos Administrativos
Regional y Central, Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad
Autónoma o, en su caso, Audiencia Nacional y por último, si procede,
Tribunal Supremo).
3º) Bajo el régimen de la antigua C.T.U.: el Tribunal Supremo aceptó reiteradamente la impugnación indirecta de la delimitación de suelo de
naturaleza urbana en el momento de recurrir la concreta liquidación de
C.T.U. delimitación que, entonces, era incluso un acto previo al procedimiento de valoración, hoy, tras la Orden de 28-11-1.999 y el Real
Decreto 1.020/93 en que tal delimitación se ha diluido en las normas
técnicas de la ponencia de valores, no cabe sino concluir que estas también son susceptibles de recurso indirecto.
4º) La Ponencia de Valores tiene naturaleza análoga a la reglamentaria
desde el momento que Reglamentos como la Orden de 28-11-1.989 o el
Real Decreto 1.020/93, se remiten a ella para establecer procedimientos
o métodos de valoración, que tales normas no contemplan (como ejemplo, el artº 3 o la Norma 12,3 de ambas normativas)
Por supuesto, que se puedan impugnar indirectamente en nada afectará a
las Ponencias de Valores en si mismas ni a los valores catastrales resultantes para otros supuestos, sitio que su posible estimación sólo tendrá trascendencia para la concreta liquidación impugnada”
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En idéntico sentido se pronuncia el TSJ de la Comunidad Valenciana,
en su Sentencia de fecha 13 de julio del año 2001, aunque con un
argumento distinto que seguidamente transcribimos:
“En lo atinente a la impugnabilidad indirecta de la ponencia de
valores lo primero que ha de señalarse es que la misma es susceptible -como se acaba de señalar- de impugnación directa en
cuanto tal ponencia; ello no obsta a que en el punto y momento
de recurrir un valor catastral concreto se pueda argumentar
como motivo de fondo de la impugnación la inadecuación del
mismo al criterio legal de valoración -que el señalado en el artículo
67 para los bienes urbanos y en el artículo 68 para los rústicos (ambos
preceptos de la Ley reguladora de Haciendas Locales, a la que venimos
haciendo constante referencia)-, pudiendo en orden a la ameritación de
tal inadecuación no ya impugnar indirectamente la ponencia en sí
misma, sino su concreta aplicación al bien en cuestión, pues el hecho de
haber consentido la ponencia en cuanto a su no impugnación directa en
plazo, no implica el que no pueda atacarse la asignación de valor catastral individual a un bien concreto, aunque ello implique -desde luegocontradecir la ponencia.”
Por el contrario, Tribunales como el TSJ de Murcia, en diversas
Sentencias, sirva por todas la de fecha 23 de abril de 1997, no aceptan
dicha impugnación indirecta. Dispone dicho Tribunal:
“De la citada normativa se desprende que la posibilidad de que los afectados puedan impugnar los valores catastrales resultantes de la aplicación de la Ponencia según lo dispuesto en el art. 70.5 LHL, no significa
que puedan impugnar los valores básicos y criterios técnicos establecidos
con carácter general en dicha Ponencia de Valores, recurrible directamente conforme a lo dispuesto en el art. 70.4 LHL. Lo cual significa, en otras
palabras, que al recurrir los citados valores catastrales solamente pueden
discutir si los citados valores básicos y criterios técnicos generales contenidos en la Ponencia han sido aplicados de forma correcta a los puestos
de atraque en cuestión.”
3.12.4.- Posibilidad de utilizar la tasación pericial contradictoria,
como medio de impugnar la valoración resultante de la ponencia
de valores.
En cuanto a la posibilidad de que el contribuyente inste la tasación pericial contradictoria en la fijación de los valores catastrales, lo cual, en prin-
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cipio no viene vedado en la Ley, el TEAC, en su resolución de fecha 9
de febrero del año 2000, ha dispuesto:
“QUINTO En cuanto a la tasación pericial contradictoria, hay que indicar,
ante todo, que este Tribunal señaló en su acuerdo de 9 de julio de 1986,
declarado de interés general y publicado en el Boletín Oficial del Ministerio
de Economía y Hacienda del 2 de octubre de 1986, que la posibilidad por
parte de los interesados de solicitar la tasación pericial contradictoria, regulada en el artículo 52.2 de la Ley General Tributaria,
afecta sólo a los procedimientos individualizados de valoración,
pero no en los procedimientos colectivos, como es el que se utiliza
para la fijación de los valores catastrales, donde previamente a la
correspondiente asignación individual, se han aprobado las Ponencias de
Valores con los valores básicos y los criterios técnicos de valoración de
carácter general aplicables después a cada finca, pudiendo estos valores
básicos y criterios ser objeto de impugnación por los interesados al tiempo
de la exposición pública de las Ponencias; es decir, la valoración individualizada, que aquí se impugna, se obtiene simplemente de la aplicación a la
finca cuestionada de los valores y criterios ya fijados, no existiendo, pues,
campo alguno para la formulación de tasaciones discrepantes, al ser aquella valoración una simple actividad de subsunción del bien urbano concreto, en los valores básicos y criterios técnicos ya establecidos, sin que ello se
traduzca en indefensión para los administrados, ya que éstos siempre tienen la posibilidad de discutir los valores individualmente asignados a sus
fincas, impugnando la aplicación a las mismas de aquellos criterios y valores básicos, en cuyo momento pueden aportar las pruebas periciales o de
otra índole que estimen oportunas en defensa de su derecho, a fin de que
sean contrastadas por los distintos órganos de la Administración encargados de la resolución de sus recursos.”
Contrariamente a la postura administrativa, la jurisprudencia ha venido
permitiendo como medio de prueba pericial la tasación pericial contradictoria a fin de que el sujeto pasivo del impuesto pueda defender su derecho,
defensa que en la mayoría de los casos consistirá en probar que el valor
catastral asignado supera al valor de mercado. Avalando esta afirmación
señalaremos la Sentencia del TSJ de Cataluña, Sala de lo ContenciosoAdministrativo, de 12 de abril del año 2000, que dispone:
“Alega asimismo la recurrente que las liquidaciones recurridas no tienen en
cuenta el art. 66.2 de la Ley 39/1988, el valor de mercado. Ciertamente,
esta Sección ha dicho repetidamente que el valor de mercado es un límite
infranqueable del valor catastral y que el art. 66.2 de la Ley de Haciendas
Locales puede ser invocado tan pronto se ponga de manifiesto el desfase
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entre ambos valores. Pero no basta la mera alegación, es preciso que se
demuestre en autos el valor de mercado del inmueble para que la Sala
pueda proceder a su cotejo con el valor catastral; valor de mercado”
3.12.5.- Impugnación de la base liquidable del IBI.
En este punto, tan sólo recordar lo que dispone el apartado 4º del artículo 64 TRLHL, al referirse a la base liquidable del IBI:
“En los procedimientos de valoración colectiva la determinación de la base
liquidable será competencia de la Dirección General del Catastro y recurrible ante los Tribunales Económico-Administrativos del Estado.”
3.12.6.- Impugnaciones del Padrón.
Tal y como señala el citado Alvarez Villazón, quien a su vez cita a Barquero
Esteban, “…el Padrón no tiene eficacia constitutiva respecto de la obligación
tributaria. Consecuentemente, en los casos de errores en el padrón, que evidentemente, trascenderían a la liquidación tributaria, deberá impugnarse esta
(sic) con base a la inexactitud de los valores catastrales.”
3.12.7.- La impugnación del IBI.
Los actos de gestión tributaria serán impugnables conforme a lo dispuesto en el artículo 14 TRLHL, básicamente el preceptivo recurso de reposición previo al contencioso-administrativo, toda vez que a los mismos les
está vetada la vía económica-administrativa.
En este sentido indica que el apartado 1º del artículo 77 TRLHL, dispone
que:
“La liquidación y recaudación, así como la revisión de los actos dictados en
vía de gestión tributaria de este impuesto, serán competencia exclusiva de
los ayuntamientos y comprenderán las funciones de reconocimiento y denegación de exenciones y bonificaciones, realización de las liquidaciones conducentes a la determinación de las deudas tributarias, emisión de los documentos de cobro, resolución de los expedientes de devolución de ingresos
indebidos, resolución de los recursos que se interpongan contra dichos actos
y actuaciones para la asistencia e información al contribuyente referidas a
las materias comprendidas en este apartado.”
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Para terminar, solamente indicar que mediante este recurso es posible
impugnar los valores catastrales mediante la impugnación de las liquidaciones que de los mismos derivan cuando los mismos no hubiesen sido
notificados a los sujetos pasivos. (Sentencia del TSJ de Extremadura de
fecha 19 de febrero de 1997).
El problema será ante quién se presenta dicho recurso. Entiendo que lo lógico sería presentar dos recursos: uno ante el Ayuntamiento del que dimana
el acto, y otro contra la Dirección General del Catastro Inmobiliario.
3.13.- Obligaciones de los sujetos pasivos en cuanto
a la gestión del impuesto.
Los sujetos pasivos del IBI colaboran obligatoriamente en la gestión de este
tributo; así estarán obligados a presentar declaraciones de alta, baja o variación, por las alteraciones de orden físico, económico o jurídico concernientes
a los bienes inmuebles que tengan trascendencia a efectos de este Impuesto.
En particular, las entidades locales y demás Administraciones actuantes
deberán suministrar a la Dirección General del Catastro, en los términos
que reglamentariamente se determinen, aquella información que revista
trascendencia para el Catastro Inmobiliario relativa a la ordenación y a la
gestión tributaria del Impuesto sobre Bienes Inmuebles, así como al planeamiento y gestión urbanística, concentraciones parcelarias, deslindes
administrativos y expropiación forzosa.
En los municipios acogidos mediante ordenanza al procedimiento de
comunicación previsto en las normas del Catastro Inmobiliario, las declaraciones mencionadas anteriormente se entienden realizadas cuando las
circunstancias o alteraciones a que se refieren consten en la correspondiente licencia o autorización municipal supuesto en el que el sujeto pasivo quedará exento de la obligación de declarar.
No existe, sin embargo, obligación de comunicar las alteraciones
indicadas, cuando:
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•
El acto o negocio consista en una transmisión del dominio de bienes
inmuebles.
•
Se formalice en escritura pública o se solicite su inscripción en el registro de la propiedad en el plazo de 2 meses desde el acto o negocio de
que se trate.
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En caso de incumplimiento de dicha obligación o cuando no concurran las
citadas circunstancias, los notarios, los registradores de la propiedad,
deben advertir expresamente a los interesados de la subsistencia de la
obligación de declarar la transmisión del dominio correspondiente.
Los notarios y registradores de la propiedad deben remitir a la Gerencia
Territorial del Catastro de la provincia en que radique el inmueble, en la
forma que reglamentariamente se determine, y dentro de los 20 primeros
días de cada mes, información relativa a los documentos por ellos autorizados o inscritos en el mes anterior, de los que se deriven alteraciones de
cualquier orden, en los que se haga constar en forma suficiente, si se ha
cumplido o no con las obligaciones formales.
Las alteraciones pueden ser:
•
De orden físico: La realización de nuevas construcciones y la ampliación, rehabilitación, demolición o derribo de las ya existentes, ya sea
parcial o total.
No se considerarán alteraciones las obras o reparaciones que tengan
por objeto la mera conservación y mantenimiento de los edificios, aunque no sean periódicas, ni tampoco las que afecten tan solo a características ornamentales o decorativas. Asimismo se consideran alteraciones de orden físico los cambios de cultivos o aprovechamientos en los
bienes inmuebles de naturaleza rústica.
•
De orden económico: La modificación de uso y destino de los bienes
inmuebles siempre que no conlleven alteración de orden físico.
•
De orden jurídico: La transmisión de la titularidad o constitución de
derechos reales de usufructo o superficie, el otorgamiento de concesiones administrativas, la segregación o división de bienes y la agrupación de los mismos.
Estas alteraciones pueden ser comunicadas por el nuevo sujeto pasivo o
por la persona o entidad transmitente.
Respecto de los plazos de presentación de las declaraciones tributarias son
los siguientes:
•
Tratándose de altas por nuevas construcciones u otras declaraciones
por variaciones de orden físico en los bienes inmuebles, 2 meses, contados a partir del día siguiente a la fecha de terminación de las obras.
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•
Para las declaraciones por variación de naturaleza económica, 2 meses,
contados a partir del día siguiente al otorgamiento de la autorización
administrativa de la modificación de uso o destino de que se trate.
•
Para las variaciones de orden jurídico, 2 meses, contados a partir del
día siguiente a la fecha de la escritura pública o, en su caso, documento
en que se formalice la variación de que se trate.
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