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El malestar docente es un hecho; la tarea docente se encuentra
sometida a múltiples presiones, de la Administración, de los alumnos, de los
padres y de la sociedad en general.
En palabras de Esteve (1987), el malestar docente se define como “el
conjunto de consecuencias negativas que afectan a la personalidad del
profesor a partir de la acción combinada de condiciones psicológicas y sociales
en las que ejerce la docencia”.
Una interesante explicación la obtenemos de Blase (1982), quien ha
documentado lo que denomina "ciclo de ineficaz (degenerativo) rendimiento"
del maestro. Dicho ciclo, metafóricamente representado como proceso de
"combustión" del docente, lo describe de este modo: se produce un conjunto
de condiciones en las que el esfuerzo y la competencia del maestro son
insuficientes para alcanzar las metas de su actividad educativa; ese conjunto
aparece como productor de tensión, de "estrés", resultando en sentimientos
negativos, de insatisfacción y baja de la motivación por el trabajo en el maestro;
todo esto aumenta la posibilidad de una posterior actividad ineficaz, fracasada,
que conducirá a agravar la tensión y el sentimiento de inutilidad completa. De
este proceso, calificado por Blase como cíclico y degenerativo, sale, como
producto final, el maestro "quemado", que no ha podido sobrevivir a los
problemas y que ha quedado incapacitado no tanto por algún ocasional
fracaso, sino por el impacto negativo, acumulado a largo plazo, de sucesivas y
cada vez más profundas experiencias de fracaso en su esfuerzo docente.
El síndrome denominado como “burnout”es una de las principales
consecuencias del malestar docente. Maslach y Jackson (1981) definen el
“burnout” como “la reacción a un estresor crónico que se produce entre los
docentes de ayuda en función de las características específicas de las
demandas de estas ocupaciones”,
Entre las causas de este estrés profesional docente, también conocido
como el síndrome de “Burnout” o del “profesional quemado”, podrían señalarse:

La tensión que genera la relación directa maestro-alumnos por la propia
naturaleza del hecho educativo.

La personalización de los conflictos generados en el aula explicables por
procesos de naturaleza psicosocial (edad del alumnado, estatus social
de las familias, contextos sociales deprivados, etc) y que el docente
puede percibir como incapaz para resolver satisfactoriamente en la
práctica diaria.

La falta de resortes de autocontrol en situaciones de estrés. Cabe
señalar aquí la disparidad existente entre los referentes profesionales
adquiridos por los docentes en su formación inicial y en su práctica profesional
de los últimos años y la nueva realidad escolar caracterizada por la diversidad y
la heterogeneidad de los grupos. Ello conlleva un clara disfunción entre los
resortes y los repertorios profesionales disponibles por parte de los enseñantes
y las necesidades derivadas de la nueva realidad educativa.

La baja autoestima en el docente producida por la autopercepción de
que es incapaz de solucionar de manera óptima los problemas que se le
presentan en el ejercicio de su labor.

La relación compleja con las familias, que a veces proyectan en su
relación con el profesorado las expectativas sociales desmesuradas, utópicas e
irracionales respecto a las instituciones educativas.

La percepción por parte del docente de la baja consideración social de
su profesión.
Las consecuencias del malestar docente se reflejan en:
· Sentimiento de desconcierto e insatisfacción ante los problemas reales de las
prácticas docentes.
· Desarrollo de esquema de inhibición (¿yo qué puedo hacer?).
· Absentismo laboral. Cada vez más, se recurre a la huida o traslado como
medio de evasión. Los profesores superados por la situación llegan a dejar su
profesión por el estrés que esto le causa.
· Agotamiento.
· Ansiedad.
· Estrés (Se trata de un fenómeno adaptativo de los seres humanos que
contribuye a su supervivencia, a un mejor rendimiento en sus actividades y a
un desempeño eficaz. Lo que llega ser negativo y nocivo es que esa
experiencia sea excesiva, incontrolada o incontrolable.).
· Depreciación del Yo. Autoculpabilización.
· Depresiones.
Para contrarrestrar el malestar docente, es necesario que el profesorado
se sienta, motivado, respaldado y valorado.Una metodología de trabajo para
fomentar el bienestar docente sería a través de la Comunidad de aprendizaje,
aquella en la que tanto los docentes como los estudiantes son protagonistas;
promoviendo la participación en redes y el trabajo en equipo.
Dicha metodología de trabajo repercutiría en la satisfacción profesional, que se
vería reflejada en:
-
El reconocimiento del trabajo realizado.
-
El éxito obtenido.
-
La constatación de que los estudiantes aprenden y mejoran.
-
La visibilidad de este trabajo.
-
Al feedback positivo que se puede recibir por parte de estudiantes,
familias y personal.
-
Al clima de colaboración y amistad entre compañeros de profesión.
BIBLIOGRAFÍA:
-
Fernández, María del C., Ferrer Victoria A., Manassero María A. y
Vázquez, Ángel. (2003). Estrés y burnout en la enseñanza. Palma de
Mallorca: Ediciones UIB
-
Zabalza Beraza M.A., Zabalza Cerdeiriña M.A. (2012). Profesores/as y
profesión docente. Entre el “ser” y el “estar”. Madrid: Narcea ediciones.
WEBGRAFÍA:
-
http://educacionyeducadores.unisabana.edu.co/index.php/eye/article/vie
w/1992/2889
-
http://www.estres.edusanluis.com.ar/2011/01/indicadores-del-malestardocente.html
-
http://www.monografias.com/trabajos91/sindrome-burnout-o-delagotamiento-profesional/image016.png
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