EL DIALOGO Fundamentos del dialogo ¿Por qué dialogar? Al

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EL DIALOGO
1. Fundamentos del dialogo
¿Por qué dialogar? Al hacernos esta pregunta no buscamos las razones para el diálogo,
sino los fundamentos del mismo; es decir, qué es lo que entre los humanos hace posible
el diálogo.
El diálogo se ha visto, desde una concepción pragmática. . Se ha pensado en él como
medio para la consecución de unos resultados: económicos, políticos, religiosos,
sociales, etc., y nada tenemos que decir en contra de ellos. Al contrario, los
consideramos objetivos muy nobles en sí mismos. El fundamento del diálogo se
encuentra en la naturaleza misma del hombre
El carácter relacional de la naturaleza humana exige el acoplamiento con el medio, la
necesidad de una relación complicada para que el hombre se pueda constituir como tal
hombre. Ningún hombre es una isla; es un holón. Al mirarse, se vive como un todo único
e independiente; al mirar hacia fuera, se ve como una parte dependiente de su medio
natural y social. Su tendencia a la autoafirmación es la manifestación dinámica de su
individualidad; su tendencia hacia la integración expresa su dependencia de un todo
mayor al que pertenece, su naturaleza parcial (Koestler, 1982: 201).
No sólo desde la antropología, también desde un punto de vista psicológico la
estructura funcional de la personalidad va más allá de la unidad intra- psíquica, y aún
más allá de la organización somato-psíquica. El yo es el conjunto de las funciones y de
las potencialidades psíquicas del individuo; el mundo es su objeto intrínseco. En efecto,
el funcionamiento psíquico comprende necesariamente un objeto como término
intrínseco del proceso.
La persona se nos manifiesta como una estructura no encerrada en sí misma, sino
abierta al mundo, con el que operativamente se realiza; como algo unitario en el que lo
fisiológico y mental, lo consciente y lo inconsciente forman una estructura total.
Se ve, por tanto, que las razones para el diálogo nos vienen de lejos. Y es bueno que en
educación subrayemos este aspecto buscando otros soportes más firmes, que no
aparezcan necesariamente condicionados por acontecimientos o situaciones vinculados
a diferentes contextos socio-históricos.
2. ¿Qué es el dialogo?
Es una conversación, una charla o coloquio entre dos o más personas en la que se
intercambian opiniones o puntos de vista, a veces irrenunciables, en la búsqueda de un
entendimiento entre las partes.
El diálogo supone y exige la voluntad decidida en los participantes de aceptar la parte
de verdad del otro, y la consiguiente actitud de provisionalidad o precariedad de la
propia verdad. El diálogo es búsqueda, no tranquila posesión de la verdad. El diálogo es
reconocimiento de la dignidad del otro como interlocutor, y donación o entrega de mi
verdad como experiencia de vida, en él sólo intervendrían poderosos argumentos de
razón. Sin embargo, el diálogo se produce, a menudo, en otros contextos menos
racionales y más vitales donde intervienen otros componentes, como el afectivo, cuya
finalidad no es, prioritariamente, el esclarecimiento de las ideas.
Si como antes se ha dicho que el hombre es también cuerpo, y como tal sujeto solicita
diálogo, éste no puede limitarse a la palabra y a las ideas; cualquier acción, cualquier
gesto hará siempre referencia a un significado.
3. Condiciones del dialogo
Al dialogar también se aprende. No nacemos enseñados para casi nada. Tenemos que
aprender obligatoriamente, si queremos seguir existiendo, las posibles respuestas a los
diferentes estímulos. Dialogar no es simplemente hablar. La presencia del otro, como
interlocutor, establece unas condiciones que hay que respetar, y por tanto aprender.
Es decir, se deben aprender unas actitudes y adquirir unas habilidades. Respecto de
las actitudes:
a. El diálogo supone, ante todo, una decidida actitud de respeto a las
diferentes opiniones, creencias, valores y conductas del interlocutor,
desde la convicción de que los otros pueden tener una parte de verdad,
o que yo no poseo toda la verdad.
b. Ánimo sincero en la búsqueda de la verdad. Es necesario que los
participantes en el diálogo quieran entenderse y hagan todo lo posible
por conseguirlo.
c. Voluntad decidida de no intentar imponer mi verdad
d. Reconocimiento de la igual dignidad de todos que evite toda tentación
de prepotencia y la sobrevaloración de las razones de una de las partes
e. La verdad, en el diálogo, se ofrece desde la coherencia de la propia
conducta, o, al menos, desde la voluntad de la coherencia
Además son necesarias ciertas habilidades:
a. EMPATIA El desarrollo de la empatía en cuanto a capacidad de
entender y sentirse concernido por los demás, es una condición
indispensable para el diálogo. Implica la capacidad de situarse en el
punto de vista del otro, de captar su situación e intereses personales.
b. AUTOCONTROL La capacidad para enfrentarse a un problema o
hacerse cargo de una situación es una habilidad necesaria para el
diálogo. El autocontrol supone, entre otras, las siguientes habilidades o
capacidades:
 Capacidad de hacerse cargo de situaciones concretas.
 Comprensión y aceptación de normas que regulan las relaciones
interpersonales.
 Regulación de las emociones, de respuestas no adecuadas, etc.
4. Dialogo y educación
No nos imaginamos esta educación intelectual si no está estructurada sobre el diálogo,
sobre la comunicación interpersonal de educador y educando, basada en el respeto y
confianza mutuos; sobre estructuras relacionales que permitan la participación
efectiva de los educandos en el autogobierno del aula y, en lo posible, en las decisiones
que afecten a los procesos de enseñanza aprendizaje.
Los valores, como formas deseables de realización personal, se aprenden en y desde la
experiencia del valor; que no basta hacernos una idea o tener conocimiento de ellos, si
se persigue el aprendizaje o apropiación de los valores. Los valores se aprenden, es
decir, los hacemos nuestros cuando los consideramos formas valiosas de vida; cuando
juzgamos que merece la pena comprometerse con ellos.
No hay, por tanto, educación en valores si no hay, por una parte, propuesta, exposición
del valor; por otra, opción libre y compromiso con el mismo.
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