Se me han planteado dos preguntas que intentaré responder como punto de partida: ¿Cómo puede la enseñanza de la música confrontarnos con la práctica de los valores humanos? ¿Por qué la enseñanza de la música no es en América Latina un tema menor? ¿Por qué no es –o no debería ser– contenido secundario en la formación de ciudadanía?