Por Qué Sentimos Miedo?

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Fisiología Del Miedo y La Ansiedad
¿Por Qué Sentimos Miedo?
Nuestro organismo está equipado con todo un complejo sistema de
supervivencia que se activa a sí mismo ante la percepción de cualquier peligro,
se auto regula y prepara el terreno para favorecer la supervivencia del
individuo.
De acuerdo con el Dr. Jaime De La Torre, hay una serie de actitudes primarias
de supervivencia en los animales y en los humanos también. Cuando un animal
se siente amenazado, su primera reacción es alejarse de la amenaza. Esto le
evita dolor, peligro y gasto de energía. Sin embargo hay situaciones en las que
el escape no es posible, y es en estos casos cuando el animal se torna
agresivo y se activa toda una serie de reacciones en su cuerpo que lo preparan
para la pelea. La agresión provocada por miedo es característica de animales
en peligro que se sienten acorralados y sin posibilidad de escape. Siempre y
cuando el animal sienta que tiene oportunidad de vencer aquello que lo
amenaza, va a luchar en su contra. Sin embargo, si llega un momento en el
que se da cuenta de que no puede vencer, entonces se abandona a la muerte,
es decir se “deprime” y deja de luchar.
El cerebro humano esta constituido por tres capas, que se han
desarrollado a lo largo de los años y con la evolución del hombre:
La capa más antigua está en el centro del
cerebro y se conoce como cerebro
reptileano, y se encarga de regular
acciones esenciales para la supervivencia
como comer y respirar. Después se
desarrolló una segunda capa sobre la
primera, que se encarga de la
conservación de la especie y del individuo.
Aquí se encuentran las estructuras que
corresponden al sistema límbico y que se
encargan
de
regular
emociones,
alimentación, lucha, escape y evitación del
dolor, y la búsqueda del placer. La tercera
capa es la corteza cerebral y en ella se da
el pensamiento racional y abstracto.
Al detectar algo que representa un peligro, se activa un sistema de alarma en
el organismo que lo prepara para sobrevivir, desencadenando toda una serie
de reacciones fisiológicas. El miedo al dolor psicológico provoca las mismas
reacciones fisiológicas que el miedo al dolor físico. Este sistema de alarma, se
encuentra en la segunda capa del cerebro humano, el sistema límbico. El
sistema límbico se encarga de controlar las respuestas de “huir o pelear”.
Nuestra alarma interna solamente se activa cuando hay una situación de
verdadero peligro. Dentro del sistema límbico hay una estructura llamada la
amígdala, la cual se encarga de controlar y mediar emociones principales como
el afecto, la agresión y el miedo. Es el centro de identificación de peligro, y es
fundamental para la supervivencia. Al ser activada, desencadena miedo y
ansiedad que ponen a la persona o animal en un estado de alerta total,
alistándose para huir o pelear.
Toda la información que entra a través de los sentidos pasa por la amígdala, y
ésta detecta cualquier señal de peligro. Mientras realizamos cualquier
actividad, la amígdala está monitoreando todo lo que sucede a nuestro
alrededor, incluso cuando dormimos, está atenta y ante cualquier sonido que
pueda representar una amenaza, activa sus conexiones y hace que
despertemos.
La amígdala y las estructuras cerebrales que detectan peligro, no identifican
detalles, sino que están atentas a cualquier percepción burda, que pueda
representar una amenaza, como puede ser una sombra, un movimiento
extraño, un ruido, etc. Ante la primera percepción de un posible peligro, se
desata una reacción de alerta en el organismo y sólo es hasta después que nos
percatamos de lo que sucede y de si realmente existe un peligro o no. Por
ejemplo, a todos nos ha pasado que oímos un ruido extraño en la casa e
inmediatamente nos ponemos alertas, solo para descubrir instantes más tarde
de que se trataba del gato.
Se han hecho experimentos con monos salvajes agresivos, a los cuales
después de quitarles la amígdala, pierden todo su miedo a los humanos y su
reacción agresiva. En los humanos el perder la amígdala no significa la pérdida
total del miedo, ya que la amígdala es solamente una parte de un complejo
sistema de miedo que incluye a otras partes del sistema límbico y de la corteza,
sin embargo la pérdida de la amígdala en humanos si provoca cambios en la
persona, haciéndola más calmada.
La función de alarma en el sistema nervioso produce un aumento de actividad
de diversas funciones corporales como aumento en la presión arterial,
intensificación del metabolismo celular, incremento de glucosa en la sangre,
aumento en la coagulación sanguínea e incluso un aumento en la actividad
mental. De igual manera la sangre se va a los músculos mayores,
principalmente a las piernas, para tener suficiente energía para escapar si es
necesario. El corazón comienza a trabajar a una velocidad muy por encima de
lo habitual, llevando rápidamente hormonas como la adrenalina a todo el
cuerpo y a los músculos. El sistema inmunológico se detiene, así como todas
las funciones no esenciales en el cuerpo, para prepararlo para lo que venga: la
huida o la pelea.
Todas estas reacciones son extremadamente útiles para la supervivencia. El
cuerpo sabe exactamente qué debe de hacer ante la percepción de un peligro
para maximizar las posibilidades de salir con vida. Ante la percepción de un
peligro se agudizan todos nuestros sentidos. Abrimos más los ojos, y las
pupilas se dilatan para recabar la mayor cantidad de información posible. En
realidad es una gran ventaja que todo esto suceda de manera automática, y
que no seamos nosotros quienes tenemos que activar la alarma y provocar
todas estas reacciones. Nuestro trabajo simplemente se concentra en analizar
la situación para tomar la mejor decisión según sea la amenaza.
Sin embargo, en algunas personas esta alarma se activa sin ninguna razón
aparente. Cuando esto sucede, se da lo que se conoce como un ataque de
pánico. Cuando la alarma se activa ante estímulos específicos, se da lo que se
conoce como una fobia. En muchos casos, primero se presenta un ataque de
pánico, y éste evoluciona hasta convertirse en una fobia. Por ejemplo, una
persona que tiene un ataque de pánico mientras se encuentra en su automóvil
manejando, puede desarrollar una fobia a manejar, ya que teme que vuelva a
sufrir un ataque de pánico mientras lo hace. De hecho, el simple hecho de
subirse al auto, desencadena en la persona toda una serie de reacciones de
miedo, que son características de las fobias.
Las crisis de pánico en personas con fobias disparan la alarma, la persona
comienza a sentir todas las reacciones fisiológicas primitivas de huir o pelear, e
inmediatamente vienen a la mente imágenes catastróficas. El sistema límbico
reacciona a esta situación una vez más, lo cual provoca un aumento aun mayor
en los niveles de miedo. La respiración se altera, provocando cambios en la
química sanguínea. Las glándulas endocrinas bombean hormonas, tales como
la adrenalina, a la sangre. Al ser confrontado con un estímulo fóbico, las
personas presentan un aumento en su ritmo cardiaco y su presión sanguínea.
Cuando esto sucede, la persona percibe una confirmación de que sus síntomas
iniciales eran de hecho indicadores de un peligro serio. Una sensación de
peligro extremo invade a la persona, con lo cual el sistema límbico vuelve a
reaccionar desencadenando la respuesta de miedo, volviéndose así un círculo
vicioso que paraliza a la persona.
Los lóbulos frontales se encargan de cambiar la atención consciente de una
cosa a otra, de acuerdo con lo que exigen las circunstancias. La capacidad de
cambiar la atención consciente de los lóbulos frontales a voluntad es
severamente disminuida en los trastornos de ansiedad. El sistema primitivo del
miedo, por otro lado, tiende a fijar la atención en el objeto que percibe como
amenazante. Fuerza a la conciencia a enfocarse en el objeto del miedo. En el
caso de las fobias, la atención se fija totalmente en el objeto de la fobia,
excluyendo todo lo demás.
Es por esto que cuando una persona con una fobia se encuentra frente al
estímulo fóbico, su reacción es de un miedo muy intenso, a pesar de que las
circunstancias no representen realmente una amenaza para la persona. Ella
percibe solamente aquello que ve como amenazante y lo magnifica,
excluyendo todo el contexto que podría ayudar a reducir esa sensación de
vulnerabilidad y peligro.
http://www.misuperacionpersonal.com/superacionpersonalarticulos/ansiedad/fisiologia-del-miedo.htm
Ansiedad: La Función Del Miedo
Todas las personas sienten miedo alguna vez en su vida. Quizá los miedos
más tempranos son ante todo aquello que pone en peligro nuestra sensación
de seguridad, como la oscuridad, el estar solos, el sentirnos abandonados, etc.
En fin, sentimos miedo hacia todo aquello que representa una amenaza para
nuestra vida. Conforme vamos creciendo, algunos miedos permanecen, otros
desaparecen y también surgen nuevos.
Así como hay miedos innatos, también muchos
son aprendidos. Los miedos innatos son miedos
que han evolucionado a lo largo del tiempo, y
forman parte de nuestro repertorio de
supervivencia. Dentro de los miedos innatos, hay
una categoría que se refiere a los miedos
preparados. Estos miedos no están activos al
nacer, pero tienen la tendencia a accionarse
rápidamente bajo determinadas circunstancias. Los miedos más comunes de
éste tipo son los miedos a las arañas, serpientes, alturas y lugares cerrados, y
se presentan en todas las culturas.
Los miedos aprendidos se generan debido a determinadas experiencias
particulares que experimenta una persona y que le generan un miedo a un
estímulo determinado, como puede ser el miedo a manejar un auto, el cual se
adquirió después de un accidente automovilístico.
Todos los animales aprenden a tener miedo de aquello en el medio que les
causa dolor o sufrimiento. Los seres humanos hemos aprendido no sólo a tener
miedo de aquello que nos puede causar dolor físico, sino también de aquello
que nos causa dolor emocional como humillación, culpa, desesperanza,
arrepentimiento, etc.
El miedo es una especie de alarma, que nos avisa de la
existencia de un peligro, con lo cual se activa todo
unsistema de alerta tanto fisiológico como psicológico, para
superar la amenaza y conservar la vida. En realidad es un
mecanismo muy útil, ya que sin el miedo, no tendríamos
cautela ante situaciones como acercarnos a una serpiente
venenosa, cruzar la calle sin fijarnos si vienen coches o
aventarnos de un avión sin paracaídas, por nombrar unos
ejemplos, y seguramente el resultado de esto sería un
daño muy grave o la muerte misma. De manera que el
miedo es un mecanismo de extrema utilidad que funciona
sin que nos demos cuenta, monitoreando todo lo que
percibimos y reaccionando ante cualquier sospecha de un
peligro.
El miedo es nuestra emoción más primaria. El miedo intenso toma control de
todo lo que esté en nuestra mente y de nuestro cuerpo. Al sentir un peligro
intenso, perdemos el interés por comer, dormir, por el sexo, o por cualquier otra
cosa que no sea el buscar la manera de superar la amenaza.
Según Rush W. Dozier en su libro "Fear Itself", hay al menos tres sistemas en
el cerebro humano para reaccionar ante el miedo y procesarlo:
1) El primero es el sistema primitivo del miedo. Todo animal cuando se
siente frente a un peligro, toma una de dos acciones: huir o pelear. Esta es una
reacción que es la base de todas nuestras reacciones ante el miedo, y ha
estado presente por millones de años en muchas especies. Este sistema
primitivo opera fuera del control de la conciencia y de la razón. Nuestro cuerpo
detecta el peligro de manera automática, aún sin que nosotros estemos
conscientes de ello, y reacciona automáticamente. El sistema de miedo
primitivo percibe todo en cuestión de “amenazante”, o “no amenazante”, y si el
peligro que percibe es suficientemente alto, desencadena una respuesta de
miedo
masiva.
El sistema primitivo procesa la información que proviene del exterior y crea una
imagen que representa lo que está percibiendo. Mucho antes de que nosotros
nos demos cuenta de lo que sucede, el sistema primitivo decide si lo que
percibe del exterior es algo que representa peligro. Si decide que si hay peligro,
se dispara la respuesta de huir o pelear. Mientras eso sucede, el cerebro
continúa recibiendo más información del exterior, y va detallando esa imagen
inicial. Con base en esta información más detallada, el sistema primitivo evalúa
si su reacción inicial fue correcta, o si todo resultó ser una falsa alarma.
2) El segundo sistema de miedo llamado sistema de miedo racional es
más lento y elaborado. Este sistema analiza a profundidad toda la información
que recibe del sistema primitivo y el cerebro. Evalúa racionalmente la
naturaleza de un miedo específico, y toma en cuenta diferentes posibilidades y
opciones, incluyendo otro tipo de respuestas más complejas que las respuestas
básicas de huir o pelear. Por ejemplo puede intentar engañar en lugar de huir,
o en lugar de pelear puede intentar negociar. Este sistema es el que planea,
contemplando todas las posibilidades y escenarios que debemos considerar
conscientemente para evitar amenazas presentes o futuras.
El sistema primitivo del miedo comienza a funcionar alrededor de un décimo de
segundo después de la primera percepción de peligro, antes de que nos demos
cuenta de lo que pasa. El sistema racional del miedo entra en acción una
fracción de segundo más tarde, después de que la información del exterior es
procesada y se vuelve información consciente para nosotros.
3) El tercer sistema de miedo es la conciencia misma. La conciencia, es la
que toma las decisiones. Hace de mediador entre el sistema primitivo y el
racional, entre los conflictos que se generan entre la emoción y la razón.
Analiza las opciones que presenta el sistema racional, y decide cual de éstas
debe escoger. Incluso tiene la capacidad de detener la respuesta primitiva de
huir o pelear, pero esto no es nada sencillo. El sistema primitivo es muy
poderoso, y de él surgen nuestras fobias, las cuales son extremadamente
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