Qu`est-ce-que l`integration?. - Ministerio de Empleo y Seguridad Social

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Recensiones
«QU’EST-CE-QUE
L’INTÉGRATION?»
SCHAPPER, DOMINIQUE (2007),
París: Gallimard.
En Qu’est-ce que l’intégration?, el objetivo
principal de Dominique Schnapper es analizar el concepto de integración, y ofrecer una
definición del mismo, que les permita a los
científicos sociales utilizar la noción de integración como instrumento de análisis de la
realidad social.
La autora no es ajena a las críticas que se
formulan en contra de la utilización del concepto de integración. Así, reconoce que resulta
difícilmente operativo en el marco de una
investigación, al tratarse de una noción abstracta, y además compleja porque incluye
varias dimensiones. Por otro lado, la integración aparece como un término polisémico y
ambiguo. No solamente forma parte del lenguaje común, sino que también se utiliza para
hacer referencia a un programa político, en
especial cuando trata de la incorporación de los
inmigrantes y sus descendientes a las sociedades de los países receptores. En ocasiones, la
noción de integración se ha visto cargada de
connotaciones negativas. Es lo que ocurre
cuando aparece como sinónimo del concepto de
asimilación, o se considera que la integración
hace referencia a la necesidad de adaptación
unilateral de los grupos minoritarios a las normas ya establecidas en función de los criterios
y los intereses de los grupos mayoritarios.
Para resolver las limitaciones del concepto, Schnapper insiste en la necesidad de distinguir entre la formulación política de la
integración, en términos normativos, y su
definición en términos descriptivos o explicativos, desde «el hecho sociológico de los procesos sociales». Además, en el marco de una
investigación sociológica en torno a la cuestión de la integración, la autora propone
seguir los siguientes pasos: analizar el concepto desde una perspectiva crítica, explicar
cuál es el significado de la noción que se utiliza, distinguir las dimensiones del proceso de
integración, y definir unos indicadores, para
así facilitar el conocimiento así como la medición de los procesos sociales.
En el primer capítulo de su libro, Schnapper analiza la tradición del pensamiento
sociológico que se desarrolla en Francia y
Estados Unidos desde la segunda mitad del
siglo XIX. Su objetivo es encontrar los elementos que le permitirán construir una definición científica del concepto de integración,
y para ello considera las aportaciones de
Durkheim, Mauss, Halbwachs, Tönnies,
Weber, Norbert Elias, la Escuela de Chicago,
el funcionalismo de Parsons y Merton, la
sociología de la desviación y el interaccionismo. Schnapper recuerda entonces que el
interés por la cuestión de la integración surge
con el desarrollo de la sociedad moderna, y
constituye el punto de partida del pensamiento sociológico. De hecho, la modernidad
vino acompañada por unos cambios profundos en las estructuras socio-económicas así
como en las relaciones sociales, y los primeros
sociólogos se preguntaron cómo mantener o
restaurar los vínculos sociales en unas sociedades donde la tradición y la religión ya no
cumplían con su función integradora.
Más allá de las perspectivas que se desarrollan y los términos que se utilizan para el
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estudio de la realidad social, Schnapper considera que lo importante es tener presente
cuáles son los debates que se plantean, y
giran todos ellos en torno a la formación y la
reproducción de las entidades colectivas a
partir de las relaciones sociales. A la hora de
plantearse una investigación en torno a estas
cuestiones, Schnapper insiste en la necesidad
de tomar en consideración la integración de la
sociedad o del conjunto del sistema, y no solamente la integración de los individuos o de los
grupos en la sociedad.
En el segundo capítulo, Schnapper pasa a
analizar la integración de los inmigrantes y
sus descendientes en la sociedad nacional. Si
bien el pensamiento sociológico clásico, y en
particular Durkheim, utilizaba el concepto de
integración para referirse al conjunto de la
sociedad, Schnapper señala que en la actualidad, la utilización del término en la vida
social hace casi siempre referencia a la situación de los inmigrantes y sus descendientes
en las sociedades receptoras. Ello se puede
explicar por la influencia de la sociedad y la
sociología estadounidenses, y porque la inmigración representa un desafío para la identidad nacional, en la medida en que provoca
una mayor diversificación cultural y étnica
de las sociedades receptoras.
Schnapper analiza primero la evolución
del pensamiento sociológico sobre la integración de los inmigrantes y sus descendientes
en Estados Unidos, a través el concepto de
asimilación. Considera las aportaciones de
los clásicos de la Escuela de Chicago, entre
los cuales destacan el ciclo de las relaciones
raciales de Park y el análisis del gueto de
Wirth. En los años sesenta, la publicación de
Beyond the Melting Pot de Glazer y Moynihan
(1963), y de Assimilation in American Life de
Gordon (1964), marcan el inicio de una nueva
etapa. Se reconoce el papel de la etnicidad,
así como la diversidad de las dimensiones que
constituyen el proceso de asimilación. Entre
las aportaciones más recientes, destaca el
concepto de «asimilación segmentada».
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El siguiente paso consiste en analizar los
debates en torno a la integración de los inmigrantes y sus descendientes en Europa. En
Francia, destaca el debate que enfrentó, en
los años ochenta y noventa, a los investigadores «integracionistas» con los investigadores
«multiculturalistas», en torno a la idea de
conciliar la libertad e igualdad individual de
todos los ciudadanos con el reconocimiento de
las identidades particulares y las referencias
culturales en el espacio político. A nivel europeo, Schnapper destaca los resultados de la
investigación EFFNATIS, que compara los
procesos de integración de los hijos de los
inmigrantes en Alemania, Francia y el Reino
Unido. Para ello, se distinguen cuatro dimensiones, según si se trata de los procesos de
integración estructural, social, cultural, o en
relación con las identidades.
Una de las principales conclusiones de este
segundo capítulo es que no existe una definición única y definitiva del concepto de integración, sino que el pensamiento sociológico
sobre la cuestión evoluciona de forma paralela a los debates que se producen en los ámbitos públicos y políticos. Así, el reconocimiento
de la diversidad cultural y de la multidimensionalidad de los procesos de asimilación en
Estados Unidos se produce a la vez que los
movimientos en pro de los derechos civiles y
la diversificación de la inmigración, que procede cada vez más de América Latina y Asia.
Schnapper también llega a la conclusión de
que no se puede considerar la integración de
los inmigrantes y sus descendientes en las
sociedades nacionales, sin tener en cuenta la
integración sistémica, que se refiere al conjunto de la sociedad. Los factores que más
influencia tendrán en los procesos de integración son precisamente el orden y el equilibrio
internos de la comunidad o la sociedad receptora. Según Schnapper, los científicos sociales no deberían cuestionarse acerca de la
capacidad de los inmigrantes y sus descendientes para asimilarse en una sociedad ya
construida, sino que las preguntas deberían
orientarse hacia sus modos de participación
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en el proceso de integración nacional o «societal», que siempre está en evolución y nunca se
acaba.
La integración de la sociedad nacional
pasa a ser el tema del tercer capítulo del libro.
Aquí Schnapper se centra en la experiencia
de Francia, pero la mayoría de sus argumentos se pueden aplicar a otros contextos nacionales en Europa. Para comenzar, se refiere a
la filosofía de la integración moderna, que se
basa en la concepción del individuo como ciudadano y como productor. Habría que considerar también el desarrollo del Estado de bienestar, que tiene como objetivo la corrección
de las desigualdades socioeconómicas. A partir de los años setenta, la instalación permanente de los inmigrantes llegados desde otros
países, muchos de los cuales son de tradición
musulmana, los efectos de la crisis económica, así como los déficits del Estado de bienestar, vuelven a situar la cuestión de la cohesión social en el centro del debate. Se cuestionan los principios del pacto social vigente
durante el periodo de crecimiento de las Trente Glorieuses.
El cuestionamiento de las instituciones se
manifiesta con la caída del interés por la política, que implica por ejemplo una menor participación en las elecciones y una participación anémica en los partidos políticos y los
sindicatos. Se produce una transformación
del vínculo social entre el Estado y los individuos, que se ve afectado por el final del pleno
empleo, la crisis de representación de la clase
obrera, así como los riesgos de paro y exclusión social. En este contexto, Schnapper llega
a hablar de «la integración humillante» para
referirse a la evolución del Estado de bienestar hacia una «postura asistencial» (assistanat). La condición de pobre no solamente se
caracteriza por la falta de recursos económicos sino también por el hecho de que las relaciones sociales se debilitan, e incluso se llegan a agotar. Schnapper recupera entonces el
concepto de pobreza «marginada», característica de las sociedades modernas, y elaborado
por Serge Paugam, en contraposición con el
concepto de pobreza «integrada», que se
observa en las sociedades tradicionales. El
aumento del individualismo se manifiesta en
distintos ámbitos de la vida social. A nivel del
conjunto de la sociedad, ello tendría un efecto
perverso, y es que favorece la integración normativa de los que se beneficiaron de una
socialización familiar fuerte. El vínculo de
tipo «individualista» sólo sería positivo para
los que ya interiorizaron, mediante su herencia social y su educación, las normas de una
sociedad en la que los controles exteriores son
débiles.
En este contexto, Schnapper se preocupa
por la falta de cohesión social, y distingue
tres rasgos característicos de la sociedad
actual, a la que se refiere con el término de
démocratie providentielle («democracia providencial»), que hace eco al concepto de Etat
providence (Estado de bienestar), pero con el
matiz de que su postura es asistencial. Desde
el punto de vista de las instituciones, la naturaleza de las políticas es ambigua y oscila
«entre la caridad y el mantenimiento de status quo», con el objetivo de asegurar la protección y la igualdad de oportunidades de
todos, así como la igualdad de las condiciones
de vida. Schnapper señala que esta evolución
se produce a la vez que se debilita la dimensión política de la vida colectiva. A nivel de
Europa, la dinámica democrática favorece la
convergencia de las sociedades respecto a la
defensa de los valores democráticos y los
derechos humanos, y respecto a las políticas
en materia de educación y con relación a los
particularismos. Pero ello no implica que
desaparezcan las especificidades de los contextos nacionales, y Schnapper considera que
el hecho nacional sigue siendo fuerte. Sin
embargo, la pérdida de fuerza de lo político en
las democracias providenciales y el declive de
los valores políticos comunes, favorecen los
particularismos, o dicho de otro modo, dificultan la formación de una conciencia común
para compartir un mismo universo político y
normativo. Y esta situación conlleva un riesgo de des-integración social.
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Schnapper se sitúa desde la perspectiva de
las instituciones sociales, y su argumento
principal gira en torno a la idea de que la
integración pasa por lo político. De acuerdo
con ello, su principal crítica se dirige hacia las
modalidades de intervención del Estado de
bienestar y el cambio que provocaron en la
naturaleza del vínculo social que tiene cada
vez más contenido social y menos contenido
político. Adopta una perspectiva similar a la
de los sociólogos más clásicos sobre la integración, en la medida en que se centra en la
naturaleza de las relaciones sociales que
mantienen la cohesión social, y su análisis no
solamente se aplica a la situación de los inmigrantes y sus descendientes (integración en)
sino también al conjunto de la sociedad. Este
proceder le permite captar la influencia de los
contextos estructurales, y sitúan la perspectiva de Schnapper en la línea de Durkheim.
ser el primer escalón donde tiene lugar la
participación y quizás la base para el desarrollo de una conciencia política común. Con
ello, uno se puede preguntar si la respuesta
frente a los riesgos de des-integración debe
plantearse desde las instituciones, los actores,
o debe ser el resultado de ambos procesos. La
interrogación se puede aplicar al caso de
España, teniendo en cuenta que se caracteriza
por un menor desarrollo del Estado de bienestar, una distribución de las competencias
entre las administraciones nacionales, regionales y locales, y la existencia de unos regionalismos que no siempre facilitan un debate a
nivel nacional, que no es nacionalista.
ELISA BREY
A la hora de analizar la evolución de los
contextos estructurales en Francia, se podría
adoptar una perspectiva algo distinta. Si bien
es cierto que el pacto social vigente durante la
época de crecimiento económico se ve afectado por unos cambios, y se observa una menor
participación de los individuos en la vida política, también lo es que desde los años ochenta
se produjeron una serie de conflictos, cuyos
protagonistas manifestaron su voluntad de
participación. Es el caso de las revueltas
urbanas de los hijos de los inmigrantes en los
barrios periféricos de las grandes ciudades.
De hecho, en un primer momento, estas
revueltas urbanas tuvieron un fuerte carácter reivindicativo, y sus protagonistas reclamaban un mayor reconocimiento en el ámbito político, adoptando así la retórica de la
integración republicana. La falta de consideración del movimiento cívico y social de los
hijos de los inmigrantes que se produjo entonces por parte del Estado es uno de los factores
que explica la defensa de los particularismos
étnicos que se observa en la actualidad. En
Francia, los últimos gobiernos destacan por
los recortes a las ayudas sociales y a las subvenciones para las asociaciones, que podrían
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