La dura realidad de los inmigrantes en el actual contexto

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La dura realidad de los inmigrantes
en el actual contexto sociolaboral y
político
Lola Santillana
Secretaria de Empleo y Migraciones de CCOO CLM
Extracto del articulo publicado en el monográfico de la ‘Revista
de Estudios y Cultura’ de la Fundación 1º de Mayo dedicado a
las Migraciones (número 72, 24 de junio de 2015)
La larga crisis económica que venimos sufriendo y las actuaciones
de los gobiernos han castigado especialmente a las personas
inmigrantes, a las que han convertido en un colectivo aún más
vulnerable y desprotegido.
Desde el inicio de la crisis se vienen lanzando mensajes “erróneos”
y realizando actuaciones sobre el colectivo de personas
inmigrantes, a quienes se trata de culpabilizar por pretender
encontrar un empleo (por el hecho de que muchos trabajadores
nacionales están en desempleo) o a quienes se persigue sin tregua
desde la Inspección de Trabajo y los servicios públicos de empleo si
están percibiendo alguna prestación (porque, dicen, su único
objetivo es sacar el dinero fuera de España; o porque son todos
sospechosos de actuar fraudulentamente, participando en
empresas ficticias para cotizar a la Seguridad Social sin trabajar
para así acceder a los subsidios por desempleo).
El objetivo de los gobiernos ha sido la persecución de la
inmigración. Sus esfuerzos se han centrado en ‘ilegalizar’ a las
personas inmigrantes través de cambios reglamentarios; en eliminar
ayudas; en mostrarles como personas que “ensucian” nuestras
ciudades; en derivar su atención a organizaciones de acción
caritativa; en lanzar mensajes claros y directos para que regresen a
sus países de origen o se busquen la vida por otros lugares.
La crisis económica ha expulsado del mercado de trabajo a muchas
personas, trabajadores nacionales y extranjeros. Para estos últimos,
la falta de empleo y el agotamiento de prestaciones han provocado
la pérdida de papeles, por lo que se han visto perseguidos y
detenidos. Los esfuerzos no deberían centrarse en la persecución,
sino en garantizar unos ingresos mínimos para todas estas
personas que no encuentran un empleo y que no reciben ninguna
prestación.
No podemos tolerar que nadie se aproveche de las personas más
desfavorecidas. Es necesario controlar las condiciones laborales y
el cumplimiento de la ley para evitar el uso fraudulento de la misma
en beneficio del enriquecimiento de unos cuantos a través de la
explotación de la fuerza del trabajo. Campañas de este tipo ha
puesto en marcha el Ministerio de Empleo, pero lamentablemente
con el objetivo de perseguir al más vulnerable.
Las decisiones en materia de inmigración deben abordarse desde
los gobiernos con mayor cautela y responsabilidad, considerando
sus efectos a medio y largo plazo. La ausencia de planes
estratégicos de integración de personas inmigrantes constituye una
grave dejación de responsabilidades por parte de los gobiernos con
previsibles consecuencias negativas. Porque lo que no se puede
pretender es invisibilizar a las personas inmigrantes, como si no
pasara nada, olvidarlas y abandonarlas a su suerte.
Sin empleo, sin ingresos y sin papeles, denigrados y perseguidos,
una parte del colectivo inmigrante se ha ido marchando en busca de
un trabajo en otros lugares. Estos desplazamientos tienen cara
masculina; las mujeres no se han marchado en la misma proporción
y corre a su cargo el mantenimiento de la familia. Muchas de estas
mujeres trabajan como empleadas de hogar, viéndose afectadas
por el retroceso del derecho conseguido para estas trabajadoras en
cuanto a la cotización. Un derecho que dignificaba su trabajo y les
abría vía para acceder a otros derechos laborales y a la protección
ante la enfermedad, el desempleo o la jubilación. Vía que se ha
visto truncada por los últimos cambios introducidos en la ley, con el
olor más conservador y rancio, para que sigan entrando por la
puerta del servicio en el sentido más amplio.
El colectivo de personas inmigrantes sufre una dramática realidad
que no se puede obviar ni tratar de ocultar, sino que requiere de
una actuación comprometida y responsable por parte de los
poderes públicos. Es crucial la defensa y el respeto de los derechos
y libertades fundamentales que tienen que ver con la dignidad
humana. Es crucial entender y valorar la inmigración como una
cuestión fundamentalmente social vinculada al mercado de trabajo y
siempre desde una perspectiva integradora que facilite la
normalización de este colectivo.
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