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Ciudad Bolívar ofrece su homenaje a Francia en 1917; por
Milagros Socorro // #UnaFotoUnTexto
Milagros Socorro · Monday, February 15th, 2016
Esta imagen fue captada en Ciudad Bolívar, el 14 de diciembre de 1917. Hay varias
copias. Una de ellas pertenece al Archivo Fotografía Urbana, de donde la hemos
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tomado.
Los tres jóvenes pertenecen a familias corsas que se avecindaron en el oriente y en el
sur de Venezuela durante el siglo XIX. Este día han subido al escenario del Teatro
Bolívar para hacer una alegoría escénica de La Libertad entre el Ejército y la Marina.
Es una manifestación de apoyo a Francia, beligerante en la Primera Guerra Mundial,
que para ese momento, diciembre de 1917 se ha prologando, pese a las muchas voces
que claman por un fin de las hostilidades y una paz negociada. Francia ha sufrido con
especial rigor la dureza de los combates en las trincheras. Los jóvenes soldados caen
por millares y en la retaguardia la población sufre la escasez de comida.
En el fondo del escenario, sobre un telón pintado, hay dos banderas de Francia unidas
en un punto superior fuera del cuadro. De manera que la muchacha está parada justo
delante de dos listones de tela, uno rojo (a nuestra izquierda) y otro azul, que
corresponden respectivamente al final y al comienzo del tricolor francés: de izquierda
a derecha, azul, blanco y rojo.
Rosemary —¿o será Rosemarie?— Pietrantoni
En el centro de la composición, sobre un pequeño podio está la Libertad, encarnada
por Rosemary Pietrantoni. La Libertad es, más específicamente, la Marianne, símbolo
femenino de la República Francesa, tocada con el gorro frigio y vestida con un traje
muy probablemente de algodón blanco (adaptado al clima de Ciudad Bolívar), cruzado
con un velo que reproduce los colores de Francia.
No hemos encontrado información sobre Rosemary (o Rosemarie) Pietrantoni. Damos
por bueno ese nombre porque así aparece en el libro 100 años de fotografía en el
Orinoco-Guayana, de Rafael Pineda, que incluye esta imagen. En cualquier caso, la
joven debe ser pariente de don Andrés Pietrantoni, padre del empresario Andrés Juan
Pietrantoni Arnaud, quien nació en Ciudad Bolívar el 8 de noviembre de 1884. Andrés
Juan era hermano de Adriana Pietrantoni Arnaud, quien fuera la madre de María
Teresa Guevara Pietrantoni de Herrera Uslar, nacida en Ciudad Bolívar el 12 de
septiembre de 1914, quien llegaría a ser una célebre dama de sociedad en Caracas,
madre de Reinaldo Herrera y, por tanto, suegra de la diseñadora Carolina Herrera.
Rafael Pineda, investigador muy serio, afirma que la Marianne de Ciudad Bolívar se
llama Rosemary Pietrantoni, pero como no hemos hallado rastro de ella, sugerimos
que podría ser Adriana Pietrantoni Arnaud, quien nació en esa misma ciudad el 2 de
mayo de 1889. En este momento tendría 28 años. Si es así, la joven de la foto sería la
madre de Mimí Herrera, ícono de la moda en el siglo XX de Venezuela.
Andrés Juan Pietrantoni y Luis Felipe Guevara Sabelli, ambos hijos de corsos que
tenían sus mismos nombres, fueron los empresarios que fundaron la Cervecería de
Ciudad Bolívar. Eran cuñados puesto que Luis Felipe se casó con la hermana de Juan
Andrés, la citada Adriana Pietrantoni Arnaud. También coincidían en plantilla de
accionistas de la Electricidad de Ciudad Bolívar.
Por el Ejército,
Claudio Virgilio Casalta Chompré
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Explica el cineasta francovenezolano Atahualpa Light: “A la izquierda está el principal
soldado de la guerra, el de infantería, el que haría la guerra de las trincheras, el que
más sufrió. El llamado Piou Piou. El uniforme no es el tradicional, seguramente porque
en Ciudad Bolívar no se conseguía, en ese momento, el modelo. En agosto de 1914,
cuando comenzó la guerra, el uniforme incluía gorra y pantalón rojos, algo que los
convertía en un objetivo fácil para los alemanes, que tenían ya el traje militar verde,
menos vistoso en la naturaleza.
El joven que hace de alegoría al Ejército de Francia es Claudio Virgilio Casalta
Chompré. Nació en Ciudad Bolívar, el 30 octubre de 1899. Acaba de cumplir 18 años.
Su padre, el próspero empresario, Virgilio Casalta, nació en Marine de Sisco, Córcega,
y forma parte del grupo que en 1910 fundó La Electricidad de Ciudad Bolívar.
El del traje de marinero
es Tomás Massiani
El personaje de la derecha está vestido a la usanza de los “matelot” (mâtes et vergues)
o “gabier”, marinero de la armada francesa de comienzos de siglo XX. Viste una
franela marinera a rayas (tricot rayé). La gorra o “Bonnet” con una borla roja es lo
más característico del uniforme francés, pues presenta un marbete donde se lee
France, pero en el que usualmente se estampaba el nombre de la división o navío al
cual pertenecía el marino. El pompón de la gorra, que hoy nos parece un poco
ridículo, tenía fama de atraer la buena suerte, por lo que las mujeres solían tocarlo
con coquetería (y cabe adivinar que no poca malicia).
La Gran Guerra, la llamada Guerra del 14, fue llamada la “der der der” por la
palabra dernière: la última de las últimas. Pobres: pensaban que iba a ser última en el
mundo. “Mi padre luchó en ella, voluntario a los 17 años”, dice Atahualoa Lichy,
refiriéndose a René Lichy, el naturalista y entomólogo que formó parte de la
Expedición Franco Venezolana que en 1951 descubrió las cabeceras del Orinoco. “Y
terminó con una profunda desilusión, al comprobar que tanta carnicería no había
servido para nada. De allí, que luego fuera un activo pacifista, se fuera de Francia y
que yo sea venezolano”.
El marino de esta imagen es Tomás José Massiani Silva. Su padre se llamaba igual…
bueno, casi igual: Tomás Massiani Silva, porque su madre, igual que quien sería su
esposa era de apellido Silva, pero había nacido en Adjaccio, Córcega, alrededor de
1928. A diferencia de nuestro Tomás José Massiani Silva, quien va a nacer en
Carúpano, donde su padre, el corso, llegó a tener importantes negocios.
El viejo Massiani, llamemos así al inmigrante, tuvo 9 hijos. Uno de ellos es el marino
de la foto, y otro es Felipe Antonio Massiani Silva, padre del escritor Felipe Massiani
González ynacido en Carúpano en 1906, quien a su vez es el progenitor del novelista
Francisco Massiani, Premio Nacional de Literatura. Este muchacho que con tanta
dignidad lleva el pompón de la Armada francesa del 14 será, pues, tío abuelo de
Pancho Massiani, el autor de Piedra de mar.
Tal como ha explicado Luis Xavier Grisanti, los primeros inmigrantes de Córcega
llegaron al oriente venezolano después de la Independencia: Antonio Oletta, José
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Vicente Franceschi y Juan Bautista Lucía llegaron a Carúpano, en 1821, 1828 y 1833,
respectivamente, seguidos, entre otro, por los hermanos Tomás y Benito Massiani,
también a Carúpano.
Tomás Massiani, el padre del joven vestido de marinero, era un importante
comerciante, así como exportador e importador de considerables volúmenes. A tal
punto encontró fortuna en tierras venezolanas que en 1893 era el agente de la línea
transportista marítima Compagnie Generale Trasatlantique. Por si fuera poco, era un
exitoso productor de bebidas espirituosas. En su libro sobre La Exposición Nacional
de Venezuela en 1883, que se hizo para conmemorar el primer centenario del
nacimiento de Bolívar, Adolfo Ernst dice que allí se expusieron algunas muestras de
ron de Carúpano que según su criterio “eran de respetable calidad”. En la muestra
figuraban los rones enviados por Tomás Massiani y Cía.
Para este momento, en 1917, el viejo Tomás Massiani es un hombre rico. Lo mismo
que Virgilio Casalta, el padre del otro joven y, sin duda, igual que los Pietrantoni, de
donde desciende esta Marianne de cutis pálido y gruesas cejas oscuras.
El fotógrafo es
Tomás Aristeguieta Grillet
La imagen ha sido tomada ligeramente desde abajo, en contrapicado, lo que
engrandece a los personajes. En las fotos y afiches de propaganda, el contrapicado es
mucho más acentuado, de manera que el héroe esté aún más sublimado.
El fotógrafo se encuentra justo debajo del escenario. Trabaja en una composición
clásica de estos documentos: los tres personajes proyectan la mirada hacia el
horizonte, el futuro. Seguramente están mirando de Ciudad Bolívar hacia Francia. Se
llama Tomás Raimundo Aristeguieta Grillet. Su padre es el pintor y también fotógrafo
Miguel Isaías Aristeguieta, conocido en la historia de las artes plásticas de Venezuela
por sus retratos de hombres ilustres. Por cierto, también participó en la Exposición
Nacional de Venezuela, en 1883, con un escudo de la región de Guayana pintado al
óleo (esta colección se encuentra en el Museo Bolivariano, Caracas). Es el padre de
nuestro fotógrafo, que viene al caso porque fue pionero de la fotografía en Guayana,
que había aprendido en Filadelfia. Casado con María Grillet, fue el progenitor de
Tomás Raimundo, Víctor Manuel y Miguel Ángel Aristeguieta Grillet, todos aficionados
al arte de detener el instante justo antes de que se convierta en pasado.
Hacía falta determinación y coraje para hacer esta alegoría y tomar esta foto en
homenaje apasionado a Francia… siendo el general Juan Vicente Gómez “conocido y
declarado germanófilo”, como recuerda Alfredo Coronil Hartman. “Al punto de que
Venezuela fue el único país latinoamericano que se mantuvo neutral, pese a las
presiones expresas de los americanos, franceses e italianos, cuyos representantes
diplomáticos dejaron de atender los actos oficiales. Por ese conflicto, Gómez hizo que
mi abuelo, el Dr. Domingo Antonio Coronil, se desincorporara de la Presidencia del
Congreso Nacional y partiera como su embajador especial a Washington”.
En tiempos de un germanófilo
El doctor Coronil había sido el abogado personal y apoderado general de los bienes
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del general Gómez, desde que este llegó a Caracas como vicepresidente de Cipriano
Castro. Tendría fulgurante carrera con su cliente, como dueño del coroto, aunque
breve, ya que murió diez años antes que el dictador.
“Era de los pocos y más íntimos hombres de confianza del Benemérito”, explica el
nieto. “Algo notable, puesto que mi abuelo no era andino. Pero tenía la confianza del
de La Mulera al extremo de que este lo llamaba ‘mis ojos’. Y cuando las situaciones
eran en extremo delicadas solía decirle: ‘Yo necesito que mis ojos vayan'”. En este
caso, sería a Washington, donde la neutralidad de Venezuela había cobrado una
importancia desmesurada.
Venezuela estaba más que bien representada en Washington, con el Dr. Aníbal
Dominici, pero Gómez se empeñó en mandar a “sus ojos” en misión especial. Y la
orden textual que le dio es de antología: “Vaya y dígale a Wilson y a Pershing que yo
tengo 20.000 cabezas de ganado en La Rubiera y que el pueblo de Venezuela no se
muere de hambre”.
“Gómez conocía bien al abuelo. Sabía que había estudiado en Trinidad y en Londres,
como muchos guayaneses, y que tenía firmeza de carácter y habilidad. De hecho, lo
primero que hizo fue reunirse con La Gran Logia, en Nueva York. Mi abuelo Domingo
Coronil era Soberano Gran Maestre de la Orden del Grado 33. Así que cuando cuando
llegó a Washington, la mitad del trabajo estaba hecho”.
Dentro de un año esta foto de Tomás Aristeguieta cumplirá un siglo. Y aquí estamos…
preguntándonos quien será esa Rosemary Pietrantoni que posa ofreciendo su
mandíbula potente y protege con sus suaves brazos a los hijos de los barcos, mientras
todos miran con voluptuosa melancolía al horizonte de donde vinieron sus mayores y
por donde ojalá nunca tenga que regresar su descendencia.
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on Monday, February 15th, 2016 at 6:00 am and is filed under
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