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Año VI.—Núm. 243.
Barcelona 24 Junio de 19O5.
Dirección, redacción, administración é imprenta, Casa Editorial Maucci, Mallorca 166
EL ALMIRANTE TOGO DURANTE EL COMBATE DE TSUSHIMA
COSTUMBRES RUSAS.—SALIENDO DE LA ORACIÓN
Crónica de la guerra ruso-japonesa
D
la última semana Fe ha dicho repetidas veces que Nicolás II, ó los que en su
nombre reinan y gobiernan, convencido do que es
muy difícil obtener una victoria que compense la
serie de derrotas padecidas, estaba dispue^o á firmar la paz, abriendo previamente negociaciones
para llegar á tal resultado.
Es cierto que los embajadores de Rusia y del Japón lian conferenciado largamente con el presidente de los Eáiados Unidos y luego, por le legra fo, con
sus respectivos gobiernos; es igualmente cierto que
en esas conferencias se lia hablado de latan deseada paz; pero todo indica que han tallado las primeras tentativas.
Parece que el presidente Roosevelt indicó al
embajador del Japón la conveniencia de hacer conocer las condiciones que su gobierno impondría
para cesar las i.oatilidades, y parece asimismo—
porque á ciencia cieria no se sabe nada—que el
embajador comentó que su gobierno estaba decidido
á no íiacer conocer tales condiciones hasta que se
hubiesen ya reunido los delegados que deberán discutirlas, cuando Ru-ia pida la paz.
Rusia, por su parle, y á pesar del daño que le
ocasiona la continuación de la guerrp, no parece
muy dispuesta á entablar negociaciones y el tono
de la prensa oficiosa revela que, por ahora cuando
menos, prevalecen las tendencias belicosas que impidieron firmar la paz después de la toma de PortArthur y de Mul'den. Aunque las circunstancias
apremian y el rie~f?o que entraña la continuación
de la guerra es cada vez más grande y llega á conÜRANTB
vertirse en peligro, no hay manera de convencer al
déspota ruso de que es ya tiempo de hacer la paz.
Ahora, demoítfrando que son incorregibles en sus
optimismos que resultan torpezas, todos los periódicos rusos imaginan que el general Linicvitch está
en condiciones de batir á los japoneses y de arrojarles de la Manchuria. Afirman que el general
dijo éstas ó parecidas palabras hace pocos días: <-Ks
sensible que haya sido derrotada la escuadra del
Báltico; pero en nada modifica su derrota la sitúación del ejército. Este desea combatir y vencer á
los japoneses. Con los refuerzos que he recibido y
que aun continúo recibiendo estoy en masnificas
condiciones para hacer frente al ejército del mariscal Oyama y para tomar la ofensiva. Rspero que
mis suldados arrojarán al enemigo de Manchuria.
Si por algo deploro que haya quedado destruida
nuestra flota es porque así no nos &erá posible invadir el Japón.»
Muy seguro de sf mismo y de sus tropas debe estar el general Linievílch si ha pronunciado estas
palabras que los periódicos le atnbujen. Sí antes
de decirlas recordara que Kuropatkfn dijo: «Firmaremos la paz en Tokio», y: «Durante el primer medio año abominarán de mi, y después me alabarán»,
de fijo que no las soliara. Los japoneses no han dicho nunca antes de empeñar una batalla que iban
á derrotar á sus adversarios; pero les han derrotado siempre. Oyama, Oku, Kuroki, Nodzu, Nogíson
caudillos silenciosos que reconocen la superioridad
de los hechos sobre las palabras, de la modestia sobre la propia alabanza.
Pero la prensa rusa adicta al Gobierno, que es la
única que puede decir lo que en gana le viene, no
se para en pelillos y da como cosa segura la derroiadel ejército japonés
*
en Ja regían del Sungar¡, sin advenir que la
propia confianza tenia en
K u r o p a t k í n antes de
Mukden y en Rod.jestvensski antes de Tsushima.
Claro está que si los
periódicos dicen esto es
porque se lo dicen en los
ministerios ó en los despachos de los grandes
duques, y por lo lanto
parece que en las esferas
gubernamentales se está
por la prolongación de
la guerra.
Detalles de la
bn talla,
de Tsashima
uno de los oficiales más jóvenes del consejo y con
ademán viólenlo y entonación vigorosa, prorrumpió:
—Hemos venido para
combatir á nuestros encarnizados enemigos; no
es caso de rehuir el encuentro; propongo que
pasemos por el estrecho
de Corea; que tomemos
el camino más corto; si
se atraviesa en nuestro
camino la escuadra japonesa, nuestros buques sabrán-desbaratar! a y continuar su marcha hacia
Vladivostok.
La mayoría de los jefes y oficiales aplaudieron las palabras del que
acababa de hablar, liodjestvenski salió un momento para conferenciar
á solas COD su Estado
Mayor y al volver dijo á
los marinos reunidos:
—Señores: pasaremos
por el estrecho de Corea. Cumpla cada cual
con su deber, y llegaremos á Vladivostok.
El consejo habla terminado. Abrazáronse y besáronselos marinos;RodjesLvensH mandó servir
champagne en abundancia, y levantando el primero la copa brindó por
el Czar y por Rusia entre
los hurras de la concurrencia.
Los que tan alegres se
mostraban y con tanto
entusiasmo acababan de
acoger la decisión categórica de su almirante,
no sabían que acababan
de firmar en su mayoría
su sentencia de muerte.
El estrecho de Corea,
que había sido fatal á la
escuadra de Vladivostok
iba á servir de tumba á
la escuadra del Báltico.
Después de breves horas de descanso, las naves rusas levaron anclas,
y en la capitana aparecieron unas señales que
decían:
("Adelante y cumpla
cada cual con su deber,
recordando que la escuadra del Báltico va á defender el honor y los destinos de la patria.»
Se preguntó m u c h a
gente al saberse la noticia de la batalla naval librada entre rusos y japoneses, el por qué de la
deei-ión del almirante
Rodjestvensl'i de pasar
por el estrecho de Corea,
en vez de dar la vuelta
por el de Tsugura ó por
el más remoto todavía de
La Perouse
Ahora se sabe ya que
tal decisión obedeció á lo
acordado en un consejo
de guerra que á bordo
de la nave almirante
Principe Suvaroff se verificó ti día antes de levar anclas de la bahía de
Honkhoe por orden del
jefe ruso.
Este, que presidia el
consejo, explicó detalladamente á sus subordinados las ventajas e inconvenientes que presentaba
el paso de coda uno de
dichos estrechos. Decidiéndose por el de Corea, la navegación era
de unas 2.000 millas. Pasando por el de Tauguru
de unas 4.000 y remontando hasia el de La Perouse, la ruta se alargaba hasta G.O0') millas.
Escucha ron todos en
suene o las palabras del
almiranie y de pronio se
levantó uno de los jefes
El almirante Bnquist,
superiores y dijo:
que llegó á Manila con
—El enemigo es podetres cruceros protegidos,
roso; creo que lo mejor
exp'icó que antes de emserA evitar su encuentro.
pezar el fuego la diviMiráronse todos l o s
INCENDIO DE UNA ALDEA
sión de acorazados rupresentes, y otro de los
sos, iba él mandando la
almirantes observó:
—Aun cuando la ruta es mucho mas larga pro- descubierta, compuesta de los buques más veloces
de la Ilota.
pongo que se pase por el estrecho de La Perouse.
Cuando pasaba cerca de la isla de Iki se presentó
Al oir aquellas palabras, se levantó casi airado
CUINOS EN LAS ORILLAS DEL LIAO-YANG
CREMACIÓN DE CADÁVERES
k su vista una escuadra enemiga compuesta de seis
buques de alto bordo que abrió un fuego mortífero
contra los que el mandaba. Después de una hora de
violento cañoneo y viendo que sus buques serian
echados á pique, cambió de rumbo y marchó hacia
el Sur. Como no viera á los acorazados rusos y oyera un vivo cañoneo hacia el estrecho de Tsusnima,
imaginó que estaba perdida la batalla, y quiso por
lo menos salvar su división.
Este almirante demostró ejemplar prudencia y á
ella debe Rusia haber conservado casi intactos tres
de sus cruceros más rápidos. Lo difícil de explicar,
escomo adivinó que la escuadra rusa había sido
derrotada, no habiendo asistido al combate.
* *
Otro de los episodios, bárbaro y repugnante éste
de la batalla, consiste en la salvajada cometida &
bordo del Orel antes de entregarse á los japoneses.
A consecuencia de diez ó doce proyectiles de
gran calibre que estallaron contra sus torres, sus
costados ó su cubierta, había en el barco unos 150
heridos más ó menos graves. Su¿ gritos y lamentos
y la vista de las horribles heridas que dejaban correr la sangre que enrojecía el suelo, alocaron de
tal manera á los que estaban ilesos, que una vez
alejados del sitio del combate, y para no presenciar
mas aquel espectáculo horroroso, echaron al agua
á los heridos.
No dicen los que relatan hecho tan inhumano
que los jefes y oficiales se opusieran á él aun á costa de su propia vida, como era su deber hacerlo.
* *
El Almas, que fue ."el primer buque que á toda
maquina entró en el puerto de Vladivostok, explicó que al principio de la batalla se había visto separado lo mismo que el humrud, del reato de la
escuadra, y que entonces, reflexionando que no
tenía artillería gruesa para batirse con los japoneses, y sabiendo que Vladivostok era la meta que se
proponían alcanzar los buques rusos, hizo rumbo
hacia allí á toda máquina, y dejó que los demás buques se las compusiesen como mejor pudieran.
Lo que no se sabe todavía, es si el capitán del
Almas ha comparecido ante un consejo de guerra.
En favor de la paz
Parece cierto que el presidente de los Estados
Unidos, señor Roosevelt, se ha ofrecido á mediar
entre las dos potencias beligerantes para conseguir
que lleguen á un acuerdo y cese una lucha que ensangrienta los campos de Manchuria y llena de
cadáveres el mar. Se asegura á última hora que
muy en breve designarán los gohiernos de Rusia y
Japón 6 los representantes que han de tratar en su
nombre cuestión tan importante, y se dice que Ru-
ZANJA ABIERTA PAR* LA, COLOCACIÓN DE ARTILLBRÍA
SOLDADOS JVPONKSSS ATRAVESANDO ÜN RIO
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aia designará al barón Rosen, que era embajador
de Rusia en Tokio cuando se rompieron las hostilidades, y el Japón enviará como plenipotenciario
á uno de sus mariscales, Yamagata ú Oyama. Pero
esto parece prematuro porque no se sabe á punto
fijo si los dos gobiernos han consentido en aceptarla
mediación del señor Roosevelt, y por lo tanto están
dispuestos á hacer la paz. Es conveniente citar á
propósito de este asunto un articulo publicado por el
Jije Shimpo que generalmente refleja las impresiones del gobierno de Tokio.
Dice este periódico que es de desear que Rusia
no se muestre rehacía esta vez como las anteriores,
y que comprenda que la contiouación de la guerra
ha de acarrearle nuevas catástrofes interiores y
exteriores; pero que. desde ahora, ha de comprender también que el Japón ha hecho grandes sacrificios de sangre y dinero, y no por su gusto, sino
pas. Rusia ha sido vencida, y á ella toca pagar las
consecuencias de la lucha que provocó.
Los periódicos ingleses, hablando de lo que se lee
entre líneas de ese articulo creen advertir que las
«garantías materiales» no pueden ser otras que la
ocupación de Vladivostok por tiempo indefinido ó
el desmantelamiento de todas sus defensas y la entrega de todos los buques de guerra que en la actualidad conserva aún Rusia en los puertos propíos
ó neutrales del Extremo Oriente.
Dicen los ingleses, que si el Japón no exije más
que ei desmantelamiento de los fuertes de Port-Arthur, las condiciones de paz no resultan muy rigurosas, porque aun cuando se quede el Japón con la
isla de Sakhalin, como esta había pertenecido desde tiempo inmemorial al imperio del Mikado, este
se muestra ya menos riguroso respecto de Rusia
que se mostraron los alemanes con Francia, puesto
U n MOMENTO DE PELIGRO Á B3RDO DE UN CRUCERO JAPONÉS
respondiendo á las provocaciones de los gobernantes moscovitas que se empeñaron en apoderarse de
Manchuria y del norte de Corea, contra lo pactado
con China y á despecho de las promesas hechas á
las potencias europeas. Esto, que es i ndudable, debe
inducir á los rusos á considerar que el Japón, para
retirar su ejército y desarmar sus naves, no sólo ha
de recibir una indemnización completa de todos los
gastos que ha hecho, sino que debe obtener la seguridad absoluta, apoyada por garantías materiales,
de que la guerra que termina, no se reproducirá
hasta dentro de muchos años si acaso, ya que, de
lo contrarío, vale más proseguir las hostilidades,
hasta que haya podido dar á su enemigo su golpe
mortal.
Esto indica que los japoneses están dispuestos á
sacar todo el provecho posible de sus victorias, y
que sus condiciones de paz han de ser duras, como
dura ha sido la campaña que han sostenido sus tro-
que el ejército japonés no se apoderará de ninguna
provincia perteneciente á Rusia.
Acerca de la indemnización de guerra, estiman
que Rusia no podrá evitar pagarla, y que si sus gobernanies se empeñaran en no hacerlo, los japoneses continuarían la guerra cuanto tiempo fuera
preciso, seguros de que, á la larga, Rusia sucumbiría á sus exigencias.
Han dado los ministros rusos y la camarilla del
Czar, tantas y tan repetidas pruebas de su descomunal torpeza, que son muchos los que creen que
también esta vez, y por un falso pundonor, continuarán los rusos la guerra á pretexto de que no
quieren pagarla indemnización que han de pedir
los japoneses.
Estando asi las cosas no 'nos atrevemos á profetizar si terminará pronto la guerra, ó si, por lo
contrario, continuará ese duelo sangriento que tantas victimas ha costado y cuesta diariamente. Pero
PAGINAS DE LA GUERRA
RUSOS CONTEMPLANDO LAS FORTALEZAS ENEMIGAS
6
la actitud de los Zemtsvos es muy significativa, y
puede acarrear de un momento á otro tales trastornos y desórdenes en Rusia, es tan comprometida
la situación del gobierno, que por todas partes ve
surgir nuevos enemigos, que no sería nada extraño
que el Czar se decidiese pur fin á hacer lo que los
deberes de humanidad, los consejo* de la sana razón y las razones de la buena política aconsejan.
que serian útiles sus servicios para arreglar los
preliminares referentes á la fecha y lugar para la
reunión de los plenipotenciarios; pero el Presidente
tendrá extremada satisfacción si se arreglan esos
preliminares directamente entre ambas potencias
ó por cualquier oirá vía; ya que su único propósito
consiste en lograr esa junta, de la cual todo el
mundo civilizado celebrará que salga la paz.o
La mediación
Por qué se libró la
batalla de Isushima
Oe aquí el texto lie la Nota dirigida por el Presidente Rooaevclt
á ios gobierno» de Rusia y Japón.
«Cree el Presidente llegada la ocasión en que, á
favor de la humanidad entera, debe procurar poner
en claro si seria posible poner término al terrible y
lamentable conllicto actual.
»Se interesan los Estados Unidos por el Japón y
UNA. AVANZADA DE RUSOS
por Rusia, movidos por la amistad y la benevolencia,
y están convencidos de que retrasa el progreso del
mundo, una guerra entre d^s grandes naciones.
uEI Presidente ruega encarecidamente a los gobiernos de Rusia y del Japón, no solamente en bien
de ellos mismos, si que en pro de los intereses de
todo el inundo civilizado, que inicieo arabos negociaciones directas para la paz.
»El Presidente aconsejaría quelas negociaciones
de paz fueran directa y exclusivamente entre los
beligerantes; es decir, que se reunieran los plenipotenciarios japoneses y rusos sin intermediario
alguno, á fin de ver si sería posible convenir Jas dos
potencias las condiciones de la paz.
oEI Presidente suplica con la mayor premura á
los Gobiernos de Rusia y del Japón que se pongan
ahora de acuerdo para esa reunión.
»EI Presidente está deseoso de hacer cuanto de él
dependa, si las dos potencias interesadas consideran
El Tinvs publica un relato detallado de la batalla
naval de Tsus'iima, obtenido después de oir muchas relaciones de oficiales rusos y japoneses que
asistieron al combate. He aquí algunos párrafos
que merecen ser conocidos:
«Desde que se supo et avance de la escuadra del
Báltico el almirante Togo tuvo la convicción de
OBSERVATORIO DE SOLDADOS ROSOS
que la Rota rusa pasaría por el estrecho de Tsu^hima. Pensaba que ningún jefe trataría de conducir
una gran escuadra á travos de los estrechos del
Norte en la estación de las nieblas, á gran distancia de todos los puertos neutrales. Había, además,
en los estrechos del Norte, el peligro de los torpedos flotante*, cosa que no era de temer en el estreclu de Tsusliima. Parece que, efectivamente, Rodjestvenski, tuvo el pensamiento que le atribula
Togo, á pesar de que muchos de sm subordinados
le aconsejaron que remontara hacia el Norte.
«Algunos le liabian invitado á que conquistara
una base naval en Formosa. para obligar á los japoneses á que fueran & combatir allí. Tal cuestión
se debatió á bordo de la nave almirante en la bahía
de Camrah, donde Nebogatoff llegó el 5 de Mayo,
calurosamente acogido por los marinos de la escu adra del Biltico, que auguraban una completa
victoria al ver cuan felizmente se habían reunido
ESFUERZOS SUPREMOS.—(Cuadro
las dos escuadras á millares de leguas de su base
europea.
»Rodjestvenski, después de oir el parecer de sus
compañeros y oficiales, anunció su propósito de entrar en el Pacífico y de volver luego á ía costa china, para marchar después directamente hacia el
estrecho de Corea.
«El almirante en jefe concedió nueve dias á la
tercera escuadra para aprovisionarse, y reponerse
de las fatigas del largo viaje. Abandonó la babía de
Camrah el 14 de Mayo; pasó el 17 por la noche junto á Formosa, hizo carbón á lo largo de la isla de
Wiatano, y allí detuvo á un buque noruego que iba
hacia el Japón, y dijo al capitán que la escuadra
rusa se dirigía hacia Tsushiraa. Había dicho esto al
marino noruego para que engañase al almirante
Togo, quien era natural que pensara que la flota
rusa tomaría otro rumbo. Rodjestvenski trató de
de T. A. Vladímiron)
dar mayor verosimilitud á tal engañifa acortando
la marcha de sus buques, de modo que, el hecho de
no llegar al estrecho de Tsushima en un plazo determinado debía inducir á los japoneses á creer que
la escuadra enemiga habia entrado en el Pacífico.
Pero tal estratagema no engañó á Togo que no se
movió del estrecho de Tsushima.
«Rodjestvenski no había conseguido obtener ninguna información digna de fe acerca de los movimientos de Togo, acerca de los cuales reinó un secreto tan profundo, que ni el mismo público japonés
los ignoró hasta el último instante.»
El limes describe luego detalladamente los movimientos de ambas escuadras, diciendo que las
condiciones del mar y de la atmósfera fueron favorables á los japoneses. Los rusos se encontraron
presos como en una trampa, precisamente en el
instante en que creían haber superado el mayor
RUINAS EN LA ESTACIÓN DB LIAO-YANG RAILWAY
8
peligro. Al cabo de cuatro horas de lucha se fueron
á pique cinco naves rusas, entre ellas tres acorazados. Dice el corresponsal que los buques se fueron
a pique porque perdieron el equilibrio á causa de
estar mal construido*. Los japoneses declaran, según el corresponsal, no haber hecho uso de los
submarinos como se ha creído y se ha dicho, pues
aunque tal hubiese sido su propósito, no lo permitiera realizar el estado del mar.
Añade que el almirante Nebogatoff se rindió porque sus buques estaban llenos de heridos, los cañones inservibles y no había ya municiones.
aLos rusos, termina diciendo el Times, dieron
pruebas de un valor y de una abnegación verdaderamente admirablesfpero se encontraban en evi-
pocas veces igualada; otra ha sufrido derrota tras
derrota, por mar y por tierra. Pero son tan mortíferas las guerras modernas y tan costosas, requieren tal cúmulo de elementos, preparación tan larga
y minuciosa, cuidado tan grande, previsión tan
exquisita, que lo mismo el vencedor que el vencido
se sienten fatigados.
Ambos comprenden, además, la inutilidad de
cotitinuar la lucha. Rusia no dispone ya de un solo
buque que oponer al Japón y le es imposible esperar que su enemiga agote los contingentes de hombres que tiene en Manchuria. No dispone, por otra
parte, de medios adecuados de transporte para llevar al Extremo Oriente hombres y armas en numero suficiente para aplastar á sus contrarios á
L O S SUCBSOS DB R.USU.—FUSILAMIENTO DB 1NOCBNTBS
dente estado de inferioridad bajo todos conceptos,
comparados con los japoneses. El tiro japonés fue
muy superior al ruso y el resultado de los proyectiles japoneses superó en mucho al que obtuvieron
sus contrarios. Los japoneses manifestaron gran
destreza en el uso de loa torpederos, cosa que sorprende á los que saben el escaso resultado que contra los buques de Port-Arthur dieron los mismos
torpederos. Tal destreza debe atribuirse sin duda á
los ejercicios hechos últimamente y á las lecciones
de la experiencia.»
Dificultades para la paz
Todo indica que las dos naciones que pelean desde hace dieciséis meses, están ya ear.saaas de una
lucha tan empeñada. Una no ha hecho más que
marchar de victoria en victoria, con una suerte
fuerza de gente. ¿Qué puede, pues, esperar después
de la batalla de Tsushimat El Japón no esteren condiciones de que su ejército avance mucho más Manchuria adentro. No es creíble que aun cuando venza de nuevo á Linievitch penetre hasta el Bait'al.
Lo probable es que se limite á ocupar las provincias del litoral siberiano, en caso de continuar la
guerra. ¿Qué más puede ya ganar de lo que ha ganadoí Port-Arlhur está en su poder; los rusos han
evacuado, á la fuerza, casi toda la Manchuria; Corea es presa suya, y presa bien asegurada; el poder
naval de Rusia está aniquilado y, por lo tanto, es
muy difícil que en San Petersburgo se pueda pensar en el desquite antes que pasen muchos años.
Por todas estas razones es natural que se firme
la paz. El Japón ha hecho prevalecer por la fuerza
de sus armas las pretensiones que cortésmente pedia hace dos años y ha reconquistado el Liao-Tung
y Port-Arthur; Rusia debe haberse convencido de
que no puede consumir el desmedido imperio asiático en que soñaba. Esta es la causa de que las dos
naciones hayan acogido favorablemente las amistosas instancias del presidente Itoosevelt, invitándolas á deponer las armas. He ahí por qué es casi
seguro que los beligerantes nombren plenipotenciarios para firmar un tratado de paz.
tratar con el conde Bismarck. Las condiciones im •
puestas por éste fueron reputadas excesivas por el
gobierno de la Defensa Nacional y se rompieron
las negociaciones y se bombardeó á París.
Esta vez se dice ya por adelantado que Ru.sía no
quiere de ningún modo pagar indemnización de
guerra. De ser asi tanto valdría que no perdiera el
tiempo nombrando plenipotenciarios, porque los
japoneses han de exigir dinero. El prestigio
que les dan sus victorias, la relativa facilidad que tienen de*apoderarse de todo el litoral ruso del Pacifico,
incluso la isla de Sakhalin, antes de quese
rinda Vladivostok, hacen que &us pretensiones a u n a crecida indemnización no resulten exageradas. Debe
e;-tar, pues, convencido
el gobierno del Czar
que habrá de avenirse
á pagar una fuerte suma al Japón por los
gastos deguerraque ha
ocasionado la ruptura
de l a s negociaciones
diplomáticas, que, principiadas en Agosto do
1902, continuaron hasta Febrero de la04.
Pero,además de éste,
hay otros factores que
puedeH hacer fracasar
las negociaciones de
paz. Los dos ejércitos
están en contacto y á
punto de I i b rar una
gran batalla. Según los
últimos despachos, han
empezado ya los combates preparatorios. El
general Lmievich, que
no resulta más prudente que su antecesor, ha
escrito una c a r t a al
Czar, dictándole que la
guerra puede continuar
con probabilidades de
buen éxito, y que tanto
él como todos los jefes
le ruegan que no entable negociaciones hasta
que una victoria rusa
haya cambiado el aspecto de la campaña.
Hay el orgullo, profundamente J i crido, de todos lus que decidieron
hacer la guerra. Hay
la revolución, que amenaza acabar con el régimen despótico, revolución que va aument a n d o c a d a dia sus
fuerzas, que por la reLANZAMIBNTO DB ON SUBMARINO EN VLADIVOSTOK
unión de los i'zombtvos»
en Moscou ha llegado á hacerse temible de veras,
Pero esto no quiere decir que la paz sea un he- y que puede estallar con fuerza avasalladora si
cho. No es esta la primera vez que se estipula un vuelve el ejército que tanto ha padecido en Manarmisticio para entrar en negociaciones y so vuelve churia, y vuelve con ia convicción de que si ha
luego á proseguir las hostilidades. El ú timo ejem- sido derrotado tantas veces, se debe únicamente a
plo de esto lo dieron K rancia y Prusia. cuando, dis- la incapacidad y poca moralidad de sus jefes.
Verdad es que si continúa la guerra se expone
puesto ya el ejército alemán á sitiar á Parí*, Monsieur Thiers pidió y obtuvo un armisticio para
10
Rusia atener que avenirse á condiciones mucho
más duras que las que ahora le impondrían los japoneses; pero como en úliimo resultado t-erá la nación, y no los grandes duques, los favoritos, los ministros ni los burócratas, la que pague, es muy
popule que el armisticio fracase y vuelvan á hablar
los cañones. No hay que abrigar, pues, por ahora,
grandes esperanzas de que se firme ía paz.
Algo, sin embargo, de provecho han reveladolas
negociaciones entabladas por iniciativa del señor
Rüusevelt: que esta vez no cometerán las naciones
la torpeza, que tan cara le cuesta ahora á Rusia,
cometida en 1895, cuando revisaron el tratado de
Simonoseki, firmado entre Rusia y Japón. Ahora
dejarán que el Japón y Rusia se arreglen como
mejor les convenga, sin interesarse por ninguno
de los dos países.
Novena. El Japón guardará todos los navios capturados du ante la guerra, pero pagará por ello á
Rusia el valor do su impone, deduciéndolo de la
indemnización-
En Mancharía
No ha llegado todavía la noticia de que se haya
firmado un armisticio. En cambio llega otra que
puede resultar desconsoladora; la de que ambos
ejércitos han empeñado un con bate de guerrillas
en distintos puntos de sus respectivosfrentes.
Algunos corresponsales han dicho que parecían
estos combates los preliminares de una gran batalla.
Sin afirmarlo asi cabe recordar que el tiempo es á
propósito para librar uno de esos formidables combates que marcan las etapas de avance de las hues-
E L ESTADO MAYOR JAPONÉS CONTEMPLANDO LA UATALLA DE SHA-HO
Condiciones de paz
tes japonesas y, hasta ahora, las derrotas de los rusos.
Se dice, adema", a última hora, que losjaponeees
no quieren la paz hasta oue se hayan apoderado de
Kharbin y de Vladivostok, porque entonces habrán
tomado ya una parte del territorio ruso y podrán
hablar con mayor autoridad que ahora. f,os rusos
no podrán defenderse en Kharbin y Vladivostok
sucumbirá antes que Port-Arthur, porque sus defensas y la naturaleza del terreno no se prestan á
una larga resistencia.
En cuanto á los ruaos parece que se sienten animados por el telegrama que el general en jefe y los
jefes de cuerpos de ejército han enviado al C*zar,
asegurándole que las tropas están en condiciones
de derrotar á los japoneses si éstos avanzan, y aun
de tomar la ofensiva si el caso lo requiere.
No parece, pues, que haya muy buenas esperanzas de que el armuticio realice las que abrigan
cuantos anhelan la paz. Los pobres rusos, el pueblo
que paga, y muere en los campos de batalla, es el
único que de todas veras desea que acabe ya la
guerra.
He aquf, según an diario inglés, la Saint James Gaeette, las
que exigirá el Jupón:
Primera: Asegurar una larga paz, de modo que
sea imposible un nuevo conflicto ruso-japonés en el
Extremo Oriente,
Segunda. La Rusia pagará una indemnización de
guerra.
Tercera. Evacuación completa de la Manchuria,
que se devolverá, al Imperio de China.
Cuarta. Cesión al Japór. de la plaza de Port-Arthur y de toda la península de Liao-Tung, con la
aquiescencia de las naciones europeas y do China.
Quinta. Cesión al Japón de la isla de Sal-halin.
Suxta. Que el ferrocarril de la Manchuria centra) sea puesto bajo la inspección directa de las
potencias.
Séptima. Desarme completo de Vladivostok y su
transformación en puerto libre.
Octava. Protectorado japonés en Corea, en donde
los rusos habrán de renunciar a todas sus concesiones y á toda clase de derechos comerciales.
11
Üa documento
He aquí el raen saje que con mayor entusiasmo que prudencia
han enviado los generales ruaos que tienen mando en Miinchuria,
at emperador Nicolás ti:
«Majestad Imperial:
o He sabido la laudable iniciativa del Presidente
Roosevelt y vuestro consentimiento para que puedan empezar las negociaciones de paz, y he reunido
biendo sido reforzados nuestros ejércitos por nuevos
cuerpos venidos de Europa, me siento capaz de rechazar las acometidas del enemigo. Espero que en
lo que resta de raes podré tomar una ofensiva que
cambiará por completo el aspecto de la campaña.
»Lo repito una vez más: V. M. I. puede tener
plena confianza en la fuerza y en la potencia de
nuestras tropas. Nuestra posición no tiene ningún
carácter crítico que pueda exigir la firma de una
paz en condiciones onerosas.
a Generalísimo:
LINIEVICH.—Ge-
nerales de ejér-
cito: KUROPATKÍN
KAULIIARS , B * TIANOI r— Jefe de
Estado
Mayor:
SAKIUROFF.- Ge-
neraíes. RE*NBNKAMI'F,
ZARU-
BAIBFF, BlLDBRL1NG , L O O F F ,
SANSONOFF, DAN1LOV, KORFF,
etcétera.»
Comentarios
que sugiere
Raoul de Ma
rés,elcriticoque
en las columnas
de L'Independance Bvlye ha
acertado en todos sus pronósticos desde q u e
empezó la campaña, pues h a
sido de los pocos
que aseguro que
inmediatamente un Consejo de guerra compuesto de todos los jefes de ejército que están
actualmente presentes en el cuartel general.
«Habiendo discutido la conveniencia de la
paz y acerca de las posiciones respectivas de
ambos ejércitos, tengo el honor de informar
á V. M. I. que todos mis compañeros y yo
nos hemos pronunciado, por unanimidad y con toda
energía por la continuación de la guerra hasta el
día en que el Todopoderoso hará que queden vencedoras nuestras valientes tropas. No es ocasión de
hablar de paz después de las batallas de Mukden y
Tsushima.
»E1 enemigo, entusiasmado por sus triunfos, exigirá ciertamente condiciones contrarias al honor de
la patria, pero no hay motivo alguno para otorgárselas, porque no estamos reducidos á tal extremo.
Triste acontecimiento ha sido el desastre naval;
pero no influye en lo más minímo sobre nuestro
ejército que se halla en inmejorable estado y que
desea con vehemencia vengarse del enemigo, obteniendo una victoria que, á juicio mío, no ha de
tardar en conseguir.
•
»Las posiciones de nuestras tropas están bien
fortificadas. Las lluvias me han impedido hasta ahora tomar la ofensiva; pero ahora que las pérdidas
que padecimos en Mukden están cubiertas y ha-
SOLDADOS JAPONESES PLANTANDO FLORES
EN UN CEMENTERIO
Rusia serla vencida, dice en su último artículo que
el ejército del general Linievítch está casi cercado
por las tropas japonesas y que su situación es muy
critica, pues no ha recibido los refuerzos que se
dice.
Este documento recuerda punto por punto aquella famosa orden del día de 1.° de Octubre de 1904,
que el general Kuropatkín dio á su ejército pocos
días antes de ser derrotado á orillas del Sha-ho. Es natural que el jefe de un ejército que está en campaña hace dieciséis meses y que no ha obtenido un solo triunfo, grande ni pequeño, y ha conocido todas
las miserias y humillaciones de la derrota, no ha de pedir la paz. Pero no hay motivo tampoco para que
afirme que está seguro de vencer, cuando todo indica que, como tantas otras veces, ignora en absoluto
el número y posición de sus adversarios. Demuestra el mensaje de Linievitch que los rusos no se
curarán jamás de sus ilusiones que tan fatales les
han sido. ¿Se quiere una prueba de que desde antes
de estallar la guerra sólo de ilusiones yivíanT
El 27 de Diciembre de 1903, el almirante Abaza
escribía al Czar:
-¿; J "
«Es conveniente que los japoneses invadan la
Corea. Así serán nuestros vecinos y podremos
aplastarles fácilmente, porque les atacaremos en el
norte de Corea por tres puntos á la vez.» .
Invadieron los japoneses Corea y... derrotaron á
los rusos.
Otro ejemplo más reciente. El 18 de Mayóla
iVoooi'e Vrcmia escribía:
«La batalla naval es inminente. El hombre que
ha sabido llevar incólume la escuadra rusa desde el
Báltico al mar de la China, sin perder un solo buque, sabrá derroiar á Togo y llegar á Vladivostok,
cambiando así la faz de la guerra. No nos mueve á
creerlo así el ardiente deseo de que tal hecho ocurra, sino la superioridad aplastante que tiene Rodjehtvenski sobre su adversario á causa del mayor
número de acorazados. ¡Doce contra cinco!»
Se libró la batalla... y no quedó un acorazado
ruso, es decir, si, quedaron dos en poder de los japoneses.
En otro orden de ideas las ilusiones han sido tan
grandes y tan equivocadas como los augurios de
victoria.
Al romperse las hostilidades pudo leerse en el
Russ:
«Los japoneses han equivocado las cuentas. Imaginan que Rusia es otra China é imaginan que con
un ejército de 2ó8 0U0 soldados pueden luchar contra Rusia. Pronto se convencerán de lo contrario.
A mediados de Junio constará el ejército ruso de
500 000 soldados. ¿Cómo es posible que resistan los
japoneses su empuje?»
La equivocación era grosera... por parte de los
rusos. Contando las tropas que custodiaban el Transiberiano y las guarniciones de Port-Arthur y Vladivostok, tenian los rusos en el Extremo Oriente
147.000 soldados—ahora se sabe con certeza-en
1.° de Abril. ¿Cómo era posible que el Transiberiano transportase loa 353 000 que fallaban hasta el
medio millón, en dos meses y medio? El Transiberiano no ha transportado nunca más de 1.000 hombres pnr día. En cambio, los 258.000 soldados de
que podían disponer los japoneses se
han convertido en mas de 000 000 y
no llevan trazas de agotarse las reservas.
«Rusia tiene un tesoro de guerra
casi inextinguible, crédito grande y
fácil; el Japón no posee tesoro de
guerra y carece de crédito en el extranjero.»
Asi decían los Novosti hace algo
menos de un año. Continua laguerra
y Rusia ha agotado su «tesoro casi
inextinguible», y los banqueros franceses no !e conceden ya crédito y el
Japón puede escoger acreedor pagando sólo un 4 por ciento de interés.
¿Se comprende por qué no hay que
creer demasiado en las seguridades DBSPOÉS OB LA BATALLA.—SOLDADOS MUERTOS Y HERIDOS
que da el general Linievich?
Nombramiento de Trepoff
He aquí el I esto del decreto por «1 cual el sanguinario prefecto de policía de San Petersbuxgo, general Trepoff, h& flído nombrado
ministro adjunto da Gobernación:
«1.° Confiamos al ministro de Gobernación y director de la Policía todos los servicios que se re-
LA HORA D1L RAKCHO
fieren á la represión de delitos contra el orden
público, y todos los asuntos que son de competencia
del departamento de Policía.
n2.° El nuevo ministro adjunto decidirá personalmente acerca de las cuestiones concernientes á
la competencia de su cargo; de estas competencias
y de su resolución tendrá que dar cuenta únicamente al Emperador.
»3.° El minií-tro adjunto decidirá de las cuestiones que conciernen al servicio de vigilancia púljlica,
y en caso necesario, dará instrucciones á los gobernadores y jefes de Policía; dispondrá de todos los
créditos concedidos ni ministerio de laGobernación
para el servicio de Policía; prohibirá laa asambleas
y reuniones cuando su actividad resulte dañosa
para la seguridad y orden públicos; tendrá atribuciones para suspender durante un año la acción de
sociedades, leyes, derechos y medidas, cuando crea
que han de resultar atentatorias á la seguridad y
al orden del E-tado.
«i* Al ministro adjunto incumbirá la suprema
vigilancia acerca de la detención de personas acusadas de deliios contra el Estado.
»5.° En todas las cuestione* que dependan de la
decisión del ministro adjunto de la Gobernación, el
nuevo funcionario sólo tendrá que dar cuenta de
sus medidas y decisiones al Emperadot.»
Basta leer el articulado anterior para comprender
la extensión de las atribuciones otorgadas al flamante ministro, para ver que se le inviste de facultades dictatoriales que le dan un poder superior al
de todos los ministros. Y teniendo en cuenta que
Trepoff es hombre que no vacila como lo.s demás
políticos rusos, es de prever que su nombramiento
acarreará un recrudecimiento de medidas de represión á las que contestarán los revolucionarios terroristas con la violencia que acostumbran.
Por lo pronto hace ya más de tres meses que
Trepoff no ha salido á la calle. Como el Czar y como
el gran duque Vladimiro está condenado á perpetua
reclusión, y ni aun asi so considera seguro, pues
para hablar con 61 es preciso sufrir un registro previo, y nunca pierden de vista al visitante dos albaneses que no entienden una palabra du ruso y que
tienen orden de matar al menor movimiento sospechoso que haga el que habla con Trepoff.
Acordándose de que su padre, de ominosa memoria, fue herido por una mujer, Vera Zassulitch. no
recibe en absoluto a mujer ninguna. A. HIERA.
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