16 16 cent», Año VI.—Núm. 259. Barcelona 14 Octubre de 1906, Dirección, redacción, administración é imprenta, Casa Editorial Maucci, Mallorca 166 EN RETIRADA HACIA EL SUNGARI ÚLTIMOS HERIDOS DE LA GUERRA RUSO-JAPONESA. CRÓNICA DE LA GUERRA RUSO-JAPONESA D de breves dias se habrá ratificado el tratado de Porlsmouth y la guerra ruso-japonesa pasará al dominio de la historia. Se ha calmado la agitación que durante unos días reinú entre los japoneses y no hay que temer—como ya dijimos oportunamente—que ocurraningún incidente capaz de hacer que el tratado no se ratifique. Algo y aun mucho ha contribuido á calmar los ánimos en el Japón el hecho de haberse hecho público el tratado que se ha firmado con Inglaterra. Algunas de sus cláusulas son favorables hasta más no poder para los ingleses; pero hay otras, y no pocas, que son de magníficos resultados para el Japón. Aun las que más parecen redundar en favor de Inglaterra resultan beneficiosas para los subditos del Mi ka do, porque implícitamente reconocen que su ejército está en condiciones de oponerse á los mejores del mundo. Las ventajas logradas por el tratado de Portsmouth y aseguradas por el de Londres, son muy grandes, mucho más de lo que puede creerse á primera vista. No son aparatosas, quizá no satisfagan el amor propio de los vencedores, quizá dejen creer á la nación vencida que aun inspiraba temor su actitud cuando tan fácilmente ha terminado la guerra; pero son tan claras, tan positivas, tan grandes, que dentro de pocos años podrá notarse el resultado de ellas. Cuando Corea esté colonizada por los japoneses y á la cultura rudimentaria de sus tierras suceda una cultura inteligente y activa; cuando las naves que salen de Nagasaki, Osaka, Yokohama, Yokosuka y Sasebo se dirijan cargadas de mercancías á DaWiy é Inkeu, acaparando, 6 poco menos, el comercio con China, se comprenderá entonces lo mucho que se ha ganado con hacer la paz, hasta sin cobrar indemnización, hasta perdiendo la mitad de la isla de Sakhalin. ENTRO Pueden, pues, no estar contentos los japoneses; pero tengan la seguridad de que el esfuerzo cumplido ejercerá su acción y producirá sus consecuencias naturales. La suerte del Japón ha variado por completo durante los dieciocho meses de guerra. No sólo lia adquirido la deseada preponderancia en Asia, sino que se ha puesto en condiciones de convertirse, dentro de pocos años, en una de las primeras entre las grandes naciones del mundo. ProIlfica, enérgica, inteligente la raza, teniendo tierra fértil donde explayarse—Corea—puede hacer, y hará, grandes eosas en poco tiempo. Ahora que ha hecho sus pruebas como nación militar y que las potencias europeas pueden haber visto que si no tiene la famosa divisa: nenio impune me lacessit, la practica por lo menos, es probable que pueda vivir en paz, que es lo que desea, y que desarrolle sus maravillosas aptitudes para el trabajo y para la cultura moderna. Esto no quiere decir que olvide que por las armas ha vencido y que por ellas es actualmente respetada. Mientras subsista en el mundo la torpe y suicida manía de la paz armada no puede desarmar el Japón, por más que las tendencias y aficiones de su raza antes la inclinan á las artes de la paz que á las de la guerra. Rusia, en cambio, que acaba de ganar una estruendosa victoria diplomática, por la cual la felicitan todas las naciones á coro, ha salido quebrantada, empequeñecida, débil, impotente por mucho tiempo, de la lucha que provocó con su desatentada conductaNo sólo pierde Port-ArLhur é Inkeu y Dalny; no sólo marchan definitivamente sus soldados de esa Manchuria tan deseada y del Norte de esa Corea que tantas codicias despertara; no sólo ha perdido en los tremendos choques navales todas sus escua- dras y en las batallas terrestres todo su prestigio, sino que debe renunciar, por medio siglo cuando menos, á toda su influencia en Asia. China se le ha escapado de las manos y la expedición del coronel Younghusband le ha arrebatado hasta la posibilidad de ejercer en lo sucesivo influencia alguna en la región del Tliibet. La revolución, apresurada por la guerra, que reveló al pueblo de quó manera se derrocha en Rusia el dinero que el mujilí y el obrero ganan con trabajo y que una administración despiadada les arrebata, la revolución aumenta en lugar de disminuir y hace que la situación de Rusia y de su gobierno sea muy precaria. Al terminar la guerra es cuando puede apreciarse los resultados de ella. Andando el tiempo serán plata de sus respectivas naciones. El fenómeno era inexplicable, pero ocurría. Fijáronse los cajeros y advirtieron con estupor que casi todas las monedas de plata que estaban en circulación eran falsas, ó por mejor decir, que no habían sido acuñadas en Inglaterra, Francia, Alemania, ni en los Estados Unidos. Pero como eran de plata de ley y costaba gran trabajo distinguirla de las buenas; como, por otra parte, todas las pesquisas de los agentes más activos y listos no hablan dado ningún resultado, dejaron que esos duros y pesetas secilianas ó alicantinas ó cartageneras continuaran circulando. Sin embargo, a medida que transcurría el tiempo aumentaba de tal modo la circulación de la plata, que decidieron los agentes de Jas cuatro naciones perjudicadas presentar una reclamación al gobierno LAS TROPAS JAPONESAS EVACUANDO LA MAKCHURIA mucho más visibles que añora; pero, de todos modos, se advierte ya que la situación de los dos antiguos adversarios ha variado por completo desde 1904. Todo lo que en prestigio y en extensión territorial gana el Japón eso pierde Rusia, y hay indicios que parecen denunciar que tardara mucho en recobrarlo. Venganza china Los chinos acaban de jugarles una pasada abominable á los europeos y americanos. Y, además, la cosa tiene gracia. Desde hace cosa de año y medio notaban los Bancos ingleses, franceses, alemanes y norteamericanos que había una abundancia extraordinaria de de Pekín, porque, según indicios, en China era donde se falsificaba las monedas. La reclamación fue enérgica y atendida. Se dispuso que empezaran en todo el Imperio pesquisas muy activas, y el resultado de ellas fue <jue, el 8 de Junio recibieron los banqueros de Hong Kong, Shangai, Cantón y Singapore una carta circular, escrita con maquiniUa, que decía así: «La codicia ha hecno cometer A vuestros paisanos las mil y una atrocidades que de sobra sabéis. Era, pues, muy justo que se os castigara atentando contra lo que más estimáis, contra el dinero. AGÍ lo hemos hecho. En un par de años hemos realizado la bonita suma de 300 millones de francos de ganancia y vosotros sois los que los pagaréis. Hemos inundado todos los mercados asiáticos de monedas DANDO GRACIAS POR LA TERMINACIÓN DE LA GUERRA de vuestra nación y no os quedará otro recurso que retirarlas sino queráis que vuestra moneda su Ira una gran depredación. Con los millones que os hemos birlado podremos causaros nuevos daños. Estáis avisados. Temed la nueva jugarreta que os preparan tusiasta, se adivinaba ó se lela entre líneas un velado sentimiento de asombro y desilusión: el contraste entre las palabras orgulíosas del ministro y la obra de la diplomacia, parecía demasiado grande. Los escritores políticos tuvieron que esforzarse mucho para exaltar las cualidades de los nuevos aliados: el público tenia formado un falso concepto acerLos VENGADORES.» A los pocos dias de recibir esta carta que llenó ca del Japón, concepto que, por otra parte, comparde indignación á europeos y norteamericanos, la tían losdemáseuropeos y americanos. La ignorancia policía china avisaba que, á unos 120 kilómetros de debía producir el estupor y el asombro y hacer maCantón, había hallado una fábrica de monedas que yor la admiración cuando el pueblo que se reputaba podía competir con las más renombradas zecas del de «pequeño y débil» dio prueba inesperada de su mundo. Estaba abandonada. En el despacho de la vigor y potencia. dirección habla una carta en la que se decía que los Es indudable que esa prueba cruenta y decisiva que falsificaron dollars y soberanos y trancos r.o no hubiese sido posible si no se hubiera firmado eran vulgares estafadores, sino patriotas que ha- antes el pacto de alianza. Las protestas pacificas bían querido vengar parce del daño que los extran- que acompañaron el primer anuncio de esa alianza jeros habian causado á los chinos. La carta iba fir- eran ciertamente sinceras en gran parte; pero no mada Los Vengadores. pudieron resistir á la lógica imperiosa de los he- DSPÓSITO DE MUNICIONES C O G I D A B A LOS RUSOS POR LOS JAPONESES Cuáles y cuántos sean éstos no ha sido posible averiguarlo todavía. Lo que se sabe de un modo que no deja lugar á dudas es que se han vengado de un modo magistral. Alianza renovada Una mañana de invierno, á principios de 1902, la población inglesa, abriendo en la hora del breakfast los periódicos, lopó con una noticia que ocupaba el lugar preferente de li s diarios y que se le antojó una enormidad. Aun no se hahía extinguido el eco de los altaneros discursos de Chamberlain que cantaban las ventajas del «espléndido aislamiento» de la nación hritánica y de pronto se daba cuenta de un pacto firmado con la «pequeña» nación insular del Extremo Oriente. Entre los elogios de oficio que daba al Gobierno una prensa disciplinada y en- chos. Mucho más que la inepta y vacilante política rusa en Asia, fue la prudencia británica la que allanó la via de la guerra formidable: un juicio desapaMonado y objetivo de la concatenación délos hechos lo demostrará asi; pero deberá rendir at mismo tiempo homenaje á la perspicacia del gobierno inglés que supo adivinar la ignorada fuerza de) Japón. Y su mayor elogio consistirá en recordar que los estadistas japoneses, antes de negociar secretamente la alianza con el gabinete de Saint-James, la habían propuesto á la imprevisora cancillería rusa. El homenaje más caluroso á la perspicacia y habilidad gubernativa lo ha rendido la opinión pública inglesa, que ha quedado embriagada, por decirlo asi, de gozo al observar el triunfo de la nueva política exterior. Los predicadores del aislamiento han visto palidecer rápidamente su estrella: el mis- casi un carácter triunfal. Se ve en él la unión entre los dos pueblos más fuertes é invencibles, nuevamente sellada. En un rápido abrazo los dos pueblos insulares parecen estrechar como en una presión poderosa é irresistible, el entero continente europeo asiático. E involuntariamente et pacto aparece a la fantasía popular como un arma formidable esgrimida contra los ad- mo Chamberlain, caído de su pedestal, lia debido, para recobrar alguna popularidad, cantar las alabanzas de su excolega Lansdowne. El alma inglesa sintió un súbito afán de expansión y de amistad, casi un deseo de recuperar el tiempo perdido en el aislamiento: y hasta a los seculares enemigos de ultramancha se prodigó tas más impetuosas demostraciones de simpatía. Dada tal disposición de los espíritus, la renovación de la alianza, aun r,o llegada á su término, invocada con insistencia y fácilmente firmada, ha sido acogido RESERVAS DEL Ü.° REGIMIENTO EN MARCHA como el fruto mas glorioso de una larga serie de triunfos diplomáticos. iCuán lejana aparece aquella fría mañana invernal en que se ex- versarlos de la grandeza británica: é la complacenperimentaba un sentimiento de humillación por cia que inspira el haberse sabido asegurar el conliaberse aliado con ios diminutos japoneses! En- curso de una nación guerrera tan valerosa se mezcla un vago presagio de futuras victorias. Los idilios de las potencias modernas no desdicen de los espectáculos guerreros y el alma de la muchedumbre cede de un modo inevitable á la sugestión; así es que los entusiasmos de las recientes fiestas en honor de los huéspedes franceses eran á los ojos del público una amenaza contra la supuesta rivalidad germánica. La impresión popular ea satisfactoria por otras razones sentimentales secundarias. La conclusión de la paz de Portsmouth habia provocado cierto tonces algunos periodistas debían sos« tener que los aliados no eran tan amarillos como ae suponía, y que la habilidad en pintar abmicos podia ser tomada por una señal de progreso. Ahora un escritor joven puede escribir un libro entusiasta sobre el «Grande Japón», proclamando que el ideal inglés es la realidad japonesa. El tradicional orgullo británico no podía plegarse á una confesión más espontánea. Para la opinión pública de la mayoría, que obedece casi siempre á impulsos de sentimentalismo, et nuevo pacto tiene L A 7 . a BRIGADA DS ARTILLERÍA RUSA BN LA BATALLA DK MuKDBN 6 sentimiento de amargura: parecía que los aliados hubiesen recibido una afrenta y que de nuevo se viesen privados de frutos á tanta costa ganados- El triunfo diplomático atribuido á Rusia vencida irritaba á los admiradores ingleses del Japón vencedor. Ahora obtiene éste un desquite y pueden sentirse orgullosos los japoneses reflexionando que el tratado de Londres colma las lagunas del de Portsmouth y que el nuevo pacto procura á los aliados una compensación á los sacrificios realizados. Durante un momento el Japón ha podido inclinar ¡a cabeza sometiéndose á la dura ley de la necesidad á pesar de la grandeza no superada de sus victorias; ahora puede afirmar de nuevo su poder al lado de la «dominadora de los mares», á la vanguardia de las naciones. La opinión pública celebra especialmente aquellas cláusulas del acuerdo que parecen destinadas á suscitar largas discusiones políticas. Ante todo no se puede poner en duda el sentido pacífico del tra- un desquite de sus enemigos. El antiguo tratado se refería únicamente al caso poco probable de un doble ataque simultáneo contra el aliado; ahora la guerra ruso-japonesa no puede renovarse sin /a intervención armada de Inglaterra: la marina británica repetiría en el Báltico los fastos japoneses del mar Amarillo y el almirante Bereslord emularía las glorias centenarias de Nelson y las más recientes de Togo. Los términos corteses de la carta de lord Lansdowne, no quitan al acto diplomático por él cumplido el carácter hábil que reviste en la lucha gigantesca de intereses opuestos que se desarrolla en Asia. Por medio de su diestro ministro, digno heredero de Disraeli, Inglaterra ha dado jaque mate á su rival humillada, vencida, pero aun temida. Obligado á retirar de Manchuria el brazo mutilado, el Briareo moscovita aparece aun formidable detras de las montañas indostáni-as, adonde no pueden CHINOS, VENDEDORES DB F-OTOGRAFÍAS, BN DALNY tado: pero tampoco se debe olvidar que hace tres años se usaba idénticas expresiones para afirmar el carácter arcádico de la primera alianza, la cual no pudo, sin embargo, impedir el más sangriento y atroz de los conflictos modernos. Si ahora se puede dar alguna fe á los buenos propósitos de los aliados, hay que buscar la causa en la ruina de la nación contra la cual la alianza se ha pactado: si Rusia estuviese menos convencida de la necesidad que tiene de un largo periodo de reposo, las frases de paz podrían quedar muy pronto ahogadas por el estruendo de Jos cañonazos. Creer en la infalibilidad de las previsiones diplomáticas sería acto de imprevisión pueril. El carácter belicoso del tratado se evidencia más por la deferencia que ha usado el ministro inglé3 respecto de Rusia: la carta de lord Lansdowne contiene una alusión apenas velada á la afirmación de que si los japoneses se han mostrado tan desinteresados en Portsmouth se debe á que Inglaterra les ha garantizado que no tienen que temer llegar los proyectiles de ningún acorazado: los rusos vencidos aun pueden infundir temor á los vencedores de los boers; pero los ingleses ya no serán los solos que defiendan el Himalaya. La forma ambigua de algunos artículos del tratado no permite decir con seguridad si en caso de un conflicto anglo-ruso las tropas japonesas deberán rechazar á los invasores de la India; pero tal es la interpretación más común. En todo caso el pacto declara de un modo terminante que los japoneses gaiantizan la seguridad de las posesiones inglesas del Asia central así como los ingleses se comprometen á mantener el protectorado japonés en Corea. Esta es, ciertamente, para los vencedores de Rusia una satisfacción moral que vale más que cualquiera indemnización pecuniaria. ¿Cómo Inglaterra lia podido parangonar la defensa de su vastisimo imperio asiático con el mantenimiento del protectorado sobre un pala relativamente pequeño?-No implica esto una confesión de impotencia respecto de Rusia? DESPUÉS DEL BOMBARDEO hecho dominante es el tratado anglo-japonés que regula, por un decenio, los destinos de un continente. iSerá acaso que los datos secretos que ha enviado lord Kilchener al Gobierno, dejen entrever la posibilidad de que las tropas rusas pueden fácilmente abrir brecha en los bastiones del Himalaya ti éstos sólo están defendidos por el débil ejército indiano? ¿No es posible que el recurrir al ejército japonés marque el principio de la decadencia del prestigio británico en Asia/ Tales son las preguntas que hace la prensa liberal inglesa y que se formularán con mayor energía cuando en el próximo periodo electoral se discutirá la obra del gobierno tory. ¿Hay alguna relación entre la firma del nuevo tratado y el eclipse político de lord Curzon, el más decidido artífice de la primera' alianza y de quien, según se dice, las victorias japonesas han entibiado un tanto el entusiasmo! Lo que se puede decir con certeza 1. Vista general de Alej&ndrovslti.—2. barcando cationes. En Bakú Los telegramas de Bakú indican que la represión de los desórdenes que acaban de dar triste relieve a aquella industrial ciudad, tendrá que ser laboriosa y enérgica en alto grado. Los tártaros, que según parece tienen laconsíína de la insurrección, llevan hasta el fanatismo el desprecio de la muerte, y si hemos de creer los últimos despachos, el número de los revoltosos es tan exorbitante, que casi puede asegurarse que las tropas encargadas de sojuzgarlos se verán imposibilitadas Trabajos dD fortificación.—3. Grupo de rusos y japonesea en Korsakova.—*. Desetn- es que el tratado constituye un innegable triunfo moral para el Japón del cual consagra del modo más solemne y generoso las victorias militares: es una generosidad que puede compensar en cierto modo la humillación que para la nación asiática implica la intervención de sus aduanas como garantía de sus empréstitos de guerra . Pero as¡ como al firmar el primer tratado el gobierno inglés dio pruebas de su previsión y habilidad, muchos dudan de que ahora, tres años más tarde,haya obrado con igual prudencia. Únicamente los acontecimientos futuros dirán f-i los diplomáticos londonenses han acertado ó no. Muchos creen que la alianza con Rusia, preconizada por algunos liberales ingleses, hubiese asegurado mejor la paz asiática y el porvenir de Europa; pero las hipótesis son inútiles ante los hechos cumplidos. Y ahora el de hacerlo, aun á pesar de hallarse perfectamente armadas. Un antiguo vicecónsul de Francia en Tifiis, que ha vivido durante largo tiempo en las costas del mar Caspio, ha hecho á un periódico parisién interesantes declaraciones acerca del estado de anarquía reinante en aquella parle del imperio moscovita: oSe equivocan—dice — los que piensan que existe alguna conexión entre los triste;- acontecimientos últimamente desarrollados en Bakú y la guerra rusu-japonesa. Yo he pasado dos años en Bakú, de donde eall no hace aun dos meses, y puedu asegurar que cuanto ocurría en el Extremo Oriente era mirado por los tártaros del Cáucaso con la más absoluta indiferencia, lo cual no obsta para que éstos se hayan aprovechado del desamparo de tropas en que se encon9 HUSOS INTBRROGANDO A UN PRISIONERO JAPONÉS traba la región, para dar rienda suelta a sus odios de raza, seculares e irreductibles. Ei tártaro es mahometano, eminentemente mahometano, hasta el punto de llegar al verdadero fanatismo en sus creencias. Instalóse ,en el Cáucaso al azar, por efecto de las emigraciones, y allí ha vivido conservando su lengua, sus ideas y sus odios, siendo de éstos el más enconado el que profesa al cristiano, bien sea ortodoxo ó católico romano. Si se ba mantenido sumiso á los ruaos, si no ha intentado expulsarlos de las orillas del mar Caspio, que él considera como su patria, es porque no se siente lo bastante fuerte y porque teme que sus mezquitas sean arrasadas y cerradas sus escuelas, dondelajuventud es educada en el espíritu de la raza sin mezcla ni adulteración alguna. Las costas del mar Caspio cuentan alrededor de 1.4OU.O0O individuos de la raza que, siendo de condición sumamente laboriosa é inteligente, han' acaparado la industria de toda la región desde que el aumento de producción de nafta vino a modificar las condiciones económicas del país. Las explotaciones petroleras se multiplicaron prodigiosamente y bien pronto se notó la falta de brazos. Esto coincidió con las matanzas por los turcos de armenios, muchos de los cuales escaparon á la dominación turca, y prefiriendo el régimen ruso, fueron á instalarse á las orillas del mar Negro, enJ3attura, Potti y Anaklia, desde cuyos punios losiobligaron á trasladarse en masa a Tiflis y Bakú. > Los tártaros dispensaron mala acogida á los recién llegados, quienes en virtud de su extremada sobriedad, inteligencia y destreza, trabajaban más barato, y no tardaron en apoderarse de los empleos que antes disfrutaban los tártaros, dando lugar con esto á que el odio de razas entre musulmanes y armenios se exacerbase, en términos que no pasaba una semana sin que los armenios viesen á sus hermanos degollados por los tártaros, en partidas cada vez más considerables. El gobierno ruso mandó entonces cerrar las iglesias armenias, donde se predicaba la execración de los infieles, pero no se atrevió á adoptar la misma medida con respecto á las mezquitas tártaras. Sea que se considerase impotente, sea que no juzgase oportuno mezclarse en querellas de raza, cuyo resultado quizás no le importaba maldita la cosa, es el caso que la policía local hubo de mantenerse dentro de la más exquisita neutralidad. Ni aun siquiera se percató que era su deber vengar á tres de los suyos, que en los alrededores de Tiflis fueron atropellados en el curso de cierta colisión entre tártaros y armenios en que creyeron prudente imponer su autoridad. Esta situación insostenible y anárquica se agravó notablemente, cuando á fines de Julio se redujo en gran parte el contingente efectivo de la guarnición caucásica para mandar tropas á Odessa y á otras regiones rusas en que habían surgido desórdenes. A partir de esa época, los conflictos entre armenios y tártaros se repitieron con inusitada rapidez, pero no adquirieron proporciones verdaderamente temibles é imponentes hasta que una cuadrilla de tártaros que trabajaba en una fábrica de petróleo fue despedida y substituida por otra de armenios al día siguiente. Y esta fue la consigna para el levantamiento. Los tártaros atacaron el barrio armenio, matpndo é hiriendo á un centenar de éstos, que al día siguiente respondieron á la represalia con la repre10 salía, saqueando el barrio tártaro y quemando una mezquita. Las tropas rusas trataron de restablecer el orden; pero siendo su número insuficiente para afrontar la lucha, tuvieron c¡ue replegarse, no sin haber sufrido pérdidas de consideración. Esto ocurrió el 31 de Agosto en la región de Schirvan, y desde entonces vienen sucediéndose casi á diario las colisiones y las matanzas, mejor dicho, el duelo de exterminio entre dos razas tan belicosas como antagónicas. tidas. Más allá de las avanzadas, hacia el enemigo, el campo presenta un aspecto salvaje. Las casas están derribadas, la mies, no recogida, cubre la tierra, pareciéndose á una embrollada cabellera de hierba seca, los rastrojos que no han sido quitados por el hombre han caído á los fosos invadiendo los campos como un ejército enemigo, que el invierno, vencedora su vez, ha consumido y arrasado. El suelo, en algunas partes, está cubierto de nieve. En los bosqueciilos, donde nadie ha cortado leña para encencer hogueras, se enlazan las desnudas ramas que el frío ha adornado con soberbias florescencias de hielo. A mil metros de nosotros, hay otra muralla como la nuestra, llena también de troneras. Es el límite ruso. Allá abajo otros centinelas nos miran, otros fusües apuntan y semejantes municiones están colocadas simétricamente. Una columna de zapadores, excava á setecientos metros de nosotros y los útiles de trabajo centellean al sol. Construyen una trinchera avanzada. Detrás de la hilera de hombres, van y vienen carros que transportar tierra. Poco después, aparece un nuevo baluarte. Los oficiales rusos pasean de arriba abajo; se reconocen fácilmente por sus capotes azules. Los japoneses observan. Es un espectáculo extraño. Pregunto al oficial que manda el puesto, y que de tan lo en tanto examina atentamente los trabajos rusos: —¿Estas nuevas fortificaciones no os molestan? —¡Algo!—responde sonriendo mientras arregla cuidadosamente un anteojo que parece un cañóncito, —¿Y no se pueden impedir? El oficial mira durante largo rato, después con aire satisfecho, cierra el anteojo, se lo pone bajo el brazo, y me responde: En las avanzadas i Desde el cuartel general del 2,° cuerpo de ejército japonés. A lo largo de la muralla fortificada que es el úllimo baluarte de la ocupación japonesa, los vigías, apoyados sobre los sacos de tierra de los parapetos, ó escondidos tras las troneras, miran atentamente con FUS anteojos. A su alrededor, centenares de fusiles tstán apoyados contra la muralla, las cartucheras han sido llenadas de proyectiles, y las cajas de municiones están alineadas en tierra á espacios regulares. Algunos fusiles han sido colocados en las troneras, apuntando, y casi parece que vigilen también ellos y que deban disparar por si solos á la primera alarma. A lo lejos, en la llanura luminosa, se advierte un confuso movimiento de hombres vestidos de gris. Son rusos. La mañana es tranquila, límpida, fría, á través del aire cristalino, se di&tingue las casas más distantes, un poco azuladas, algo temblorosas, pero ní- CAMPAMENTO JAPONÉS KN PKIKOTAO 11 —¿ImpedirT [En seguida! ¡Dos shrapnels! ¡A. suspender el trabajo! Yo no tengo el menor deseo de que los dos shrapnel» interrumpan el trab'jo de aquellos valientes jóvenes, pero no puedo menos de preguntar: —¿Por qué lo permitís, pues? —Porque si no trabajasen de día, trabajarían de noche, y entonces nosotros no veríamos nada. Los ru^os no nos lian permitido nunca trabajar de dfa, y hemos trabajado de noche, excepto en casos urgentes. I látpd ha visto que nuestras torlifijaciones están completas. Y. además, eso que ahora hacen es absurdo, pues trabajan para nosotros. Construir suelo para andar solamente bajo tierra. La llanura parece desierta, mientras batallones invisibles maniobran quizá en las gigantescas minas. La trinchera desemboca en las minas de un pueblo. Ue éste ya no queda nada, sus restos son esccmbros vacilantes ennegrecidos por el humo de los incendios, cascotes irreconoscibles t n medio de los cuales se elevan viejos y despedazados árboles, corlados por las explosiones, y vigas quemadas tendidas entre montones de vajilla y muebles. Los demás pueblos no eí-tán en mejores condiciones. No hay ni un solo techo bajo el cual guarecerse. Y, sin embargo, desde hace cuatro meses un batallón está 1. Río Kur.—2. Cosaco conduciendo caballo» ol bailo.—3. Ruinas de Erivan.ticos.—6. Templo de Zoroaetro. trincheras avanzadas en estas posiciones es una temeridad. Dicho esto el oficial sonríe con aire de triunfo, y me deja que medite sobre ello-pero confieso que sin pruveclto. Las fortificaciones japonesas están completas, es verdad. E¡-ta parte de la línea de las avanzadas se halla á poniente dt-1 ferrocarril y del Sha ho, y de Chiaoliapu y Sanjatsu. Lo que aquí veo existe en todas las posiciones atanzadus del ejército, desde el Hun-ho hasiq el extremo limite del primer cuerpo de ejército. Tiene una extensión de ochenta kilómetros, defendida por trincheras, reductos, ca.-amaia-, fosos, pozos de lobo, alambradas y minas. Selle^aá las posiciones avanzada» a través de varios kilómetros de trincheras, te deja el nivel del Monasterio de David.—5. Calle do loa acantonado en estas ruinas. Para ser más exactos hay que decir: bajo estas minas. El batallón está enterrado. El bajo suelo está perforado, lleno de galerías, pasajes protegidos y trincheras. Las calles descienden en la sombra, se precipitan en profundas hendiduras, remontante á la luz, bifúrcanse en todos sentidos, y forman un curioso laberinto en el cual sirven de gula los pianos trazados sobre tablítas. Las viviendas de los soldados tienen entradas de catncumba. Sus chimeneas apuntan al nivel del suelo. Cuando la vi>ta se ha acostumbrado á la obscuridad de estas cavernas, llama poderosamente la atención el ver un interior que tiene una preiendidida elegancia con sus planos fijos á las paredes, sus ramos de ñores de papel metidos en jarrones 12 adornando los ángulos. Los fusiles se alinean sobre improvisados rastrillos, todo está en orden, todo esió limpio. Dirlase que esta gente tía vivido siempre bajo tiorra. En algunos puntos el camino desciende como la entrada de una mina, y conduce á varias cavernas, bajas y obscuras, pero espacio-as, cujas bóvedas están sujetas por vigas. En estos antros se refugian los soldados cuando el enemigo bombardea con la artillería gruesa. Algunas cuevas contienen municiones y víveres—cada pueblo posee para una semana. En este enorme hormiguero humano los soldados viven alegremente. Loa contactos con el enemigo son va tan frecuentes, que nadie se preocupa de ellos. En las trincheras, se trabaja de un modo tranquilo v continuo. Se limpian las armas, se amasa el pan y se prepara el cuya invariabilidad es en extremo celosa la humanidad. Los desocupados corren, bromean, ríen y cantan. De vez en cuando se oye el tañido dulce y plañidero de un se a mi sen y una voz modula los melancólicos cantos de la patria: Ciaiyá. (Continuará) Staed y el Czar El señor Staed, director de la Recietc of RCDÍCICS ha realizado un i>cto de valor: ha hecho poner un libertad al profesor Melinkoff uno de los jefes de la Liga constitucional, arrestado y detenido pnr orden expresa del gobernador general Tr-epotf. El mismo Siaed cuenta lo ocurrido en el Sloco — órgano du los nacionalizas democráticos rusos. Cuando se operó el arresto del profesor ruso el UNA AMBULANCIA JAPONESA BN PKITATSEO rancho. Esta última ocupación atrae á mucha gente; la cocina seduce; la diaria transformación de algunas docenas de infelices gallinas en decalitros de sustancioso caldo la siguen atentamente un numeroso circulo de amalcurs. Los soldados engordan en las avanzadas. Las autoridades japonesas saben que la máxima fundamental de la guerra y el secreto de la victoria es como sigue: el heroísmo se desarrolla en un estómago bien alimentado, como el vapor en una caldera encendida. El combustible se mantieoe perfectamente en los estómagos del ejército japonés; el heroísmo está bajo presión. No muy lejos de las gigantescas calderas de la cocina, humean las calderas del baño, al aire libre, cerca de las cuales los soldados se desnudan—con algunos grados bajo cero—y esperan su turno abandonándose á una violenta gimnasia, y á un masage parecido á un pugilato, á fin de mantener el cuerpo á esos misteriosos 2T grados de temperatura de señor Staed se hallaba tranquilamente en Londres. Habiendo hablado ya una vez al Czar, el insigne periodista inglés pensó que el Emperador habla sido engañado por alguno de sus consejeros, pues ti arresto de Milinkoff es un acto arbitrario, y que hablando directamente al soberano, se desharían el error y la injusticia. Y el señor Staed, sin pensarlo dos veces, emprende el viaje á Rusia, llega á San Petersburgo y es recibido inmediatamente en audiencia privada por Nicolás II. Siaed vuelve k la fonda entusiasmado por las ideas liberales del Czar, quien ordena á Trepoff que no ponga obstáculos á fa celebración de comicios electorales ni á las reuniones privadas. Staed visita á Trepoff y 6ste le declara que también él es partidario del sistema administrativo inglés. El gobernador general autoriza al propio tiempo al señor Staed para explicar públicamente á los rusos el sistema inglés, basado en la libertad y en el respeto mutuo. Staed, conmovido, da lasgracias. 13 ÚLTIMOS ESTUDIOS ESTRATÉGICOS REALIZADOS POR LOS JEFES RUSOS pero rehusa empezar la turnee en Rusia si no se pone en libertad á su amigo Milinkofl. Pocas horas despué3 sale éste de la cárcel y parte para Moscou. Si estos hechos no los narrara el mismo Staed, cuya seriedad es de todos conocida, en un periódico ruso, no habría quien los creyera. ¿Qué impresión será la que sientan todos los patriotas rusos al saber que cerca del Czar tiene más influencia un periodista inglés que todos los delegados de Moscou? Si el señor Staed no hubiese tenido la feliz inspiración de ir á visitar á Nicolás II, nadie sabría que el ge* neral Trepoff tiene ideas liberales y el pobre pro- fesor Nílinkoff continuarla en los calabozos de la fortaleza de Petropavlovsk. Más vale tarde que nunca. El eminente periodista inglés siguió á su amigo MÍIinkoff á Moscou y habló al día siguiente á los representantes de los Zemstvos, entre los cuales hay muchos hombres eruditos que conocen tan bien como el audaz periodista de Londres las instituciones inglesas. Y los representantes de la nación rusa sentirán una nueva desilusión al ver que el Czar no les atendió hasta que el señor Staed abandonó la redacción de la Jiecteic of Remetes y acudió á San Petersburgo. A. RIERA. MAPA DE LA GUERRA RUSO-JAPONESA /Magnífico plano tirado i Varias tintas Precio: Una peseta. ESTÁ OBTENIENDO GRAN ÉXITO VIAJE AL POLO SUR original del itustre~explorador sueco é infatigable viajero o orar o ;IVO:RX>:E>:IV»:K:JOI<I> La Casa Editorial Maucci, después de cuantiosos gastos y enorme trabajo ha acabado de dar á luz los 45 cuadernos de que consta esta hermosa obra, completamente llenos de grabados sacados de fotografías del natural, interesantísimas y de valor inapreciable, de planos, mapaa en negro y en colores, vistas, retratos, estadísticas y cuantos documentos avalora una obra de esta índole, que ha obtenido un éxito tan grandioso como merecido. PRECIOS DE LA OBRA Dos tomos de 592 y 654 páginas respectivamente, encuadernados en rústica 2 4 Ptas. Dos tomos espléndidamente encuadernados en tela, con lomo de piel y ricas planchas doradas 30 » Encuadernada en pasta española 30 » Juego de tapas para la encuademación de los dos tomos.. 4 > B np A ^ ^ ^ B # f*\ DESCONFIAR DE IMITACIONES MAGNESIA DE BISHOP uní, la denudara blanca y fuerte y no padecerá dolores de muela* al que use el elixir y los polvos de que prepara el Dr. A n d r m . So oso emblanquece lns dientes, aromatiza el nlíenlo, calma el dolor do muelas y Coriiflcq !a* encía.», avilando la canes y la oscitación de la dentadura. La M E N T H O L I N A en p'iivq usada con el eltxis lumeWi rt brillo y Ir blancura de loa diente».' NAMI-KO Precio: 2 pesetas LOS RAROS POR Precio: 2 pesetas. Se han puesto ála venta las segundas ediciones de PORT-ARTHUR POR HEjSIBO Es una obra que despierta el interés del lector como pudiera hacerlo la'mejor novela y es, además, obra histórica, pues no faltan en ella ningún dato, ninguna fecha, ningún detalle de los que tienen interés para la historia. Precio: S reales. Del Yalú á Mukden Los lectores de PLUMA Y LÁPIZ conocen ya al autor de la nueva obra. Pero así como en PLUMA Y LÁPIZ tuvo que ceñirse Kiera á escribir anas crónicas semanales relatando los hechos ocurridos en tan breve espacio de tiempo, en Peí Yalú á friut^gn ha podido dar amplitud al asunto y abrazar el conjunto de la tremenda lucha, analizando sus causas, patentizando sus resultados y previendo sus futuras consecuencias. }tl Taló 3 JrtttKdgn es una historia completa de la guerra del Extremo Oriente, desde Febrero de 1904hasta la batalla de Tsushima. Obra es hecha á conciencia y que recomendamos á nuestros lectores. 2 pesetas tomo. APARECERÁ EN BREVE DEMUKDENALAPAZ POR AUGUSTO RIERA Tan interesante como POKT-AETHUR y DEL TALU A MÜKDEN es el tomo que va á publicarse. He aquí su sumario: La toma de Tieling.—Retirada de los rusos.—Nuevos combates.—Descontento general en Rusia.—La revolución.—La toma de Sakhalin.—Intervención de Roosevelt.— La Conferencia de la paz.—En Portsmouth.—Komura y Witte.—La paz.—Texto del Tratado.—Efecto que produce en Rusia y en el Japón.—Tratado anglo-japonés. Ilustrada con machas láminas, retratos de generales y diplomáticos, vistas, etc. Precio: 2 pesetas.