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DESCRIPCIÓN
DE LAS
PRINCIPALES CUSTODIAS
DE
ESPAÑA,
POR
J. BERNADET.
CÁDIZ.
IMPRENTA DE LA REVISTA MÉDICA, DE D . FEDERICO JOLY,
CALLE
f
CEBALLOS,
I89O
NÚM.
I.
PRINCIPALES CUSTODIAS
DE
un
DESCRIPCIÓN
DE
LAS
PRINCIPALES CUSTODIAS
DE
ESPAÑA,
POR
J.
BERNADET.
CÁDIZ.
IMPRENTA DE LA REVISTA MÉDICA, DE D . FEDERICOJJOLY,
CALLE
CEBALLOS,
I89O
NÚM.
I.
Tirada de trescientos ejemplares.
Ejemplar núm
19
AL EXCMO. SR. D . MANUEL PÉREZ DE GUZMÁN Y
BOZA, MARQUÉS DE JEREZ DE LOS CABALLEROS,
El estudio que tengo el honor de someter á la elevada
consi-
deración de V., y que con tanta benevolencia se ha servido patrocinar, es solo un modesto ensayo cuyos conceptos necesitan
desarro-
llarse y acoso rectificarse, pero por imperfecto que sea mi trabajo
abrigo la esperanza de que V., como todas las personas de su profunda ilustración,
lo acejerán con indulgencia,
al considerar
excesivas dificultades que se tocan al abordar cualquier
nuestras artes retrospectivas,
á publicarlo; el de contribuir
las
rama de
así como el móvil que me ha llevado
á extender el conocimiento de dichas
arles que proclamaron muy alto el genio y la prosperidad
paña .
Soy de V. con el mayor respeto s. s.
a
J.
B.
s.
M.
BERNADET.
de Es-
CUSTODIAS NOTABLES DE ESPAÑA.
PRELIMINARES.
DE LA ORFEBRERÍA RELIGIOSA EN EUROPA HASTA EL SIGIO X V I .
A u n q u e n o debe escribirse la historia de un
arte sino e n
presencia de los m o n u m e n t o s que ha p r o d u c i d o , es imposible
someterse á este principio al trazar la de la orfebrería, pues el
valor de los metales empleados ha
h e c h o desaparecer
innu-
merables tesoros y á través de tantos siglos p o c o s objetos han
p o d i d o escapar á la rapacidad
de los h o m b r e s . — L a
moda,
esa diosa inconstante c u y o culto pertenece á todas las é p o c a s ,
ha contribuido no p o c o á semejantes pérdidas, y su ligereza
n o ha respetado nada, ni aun siquiera las cosas santas.
Es desgraciadamente exacto que n o se conserva casi ning u n a p r o d u c c i ó n de los
primeros siglos de la edad media y
que las obras posteriores al d é c i m o , salvadas de la
destruc-
c i ó n , se hallan esparcidas por E u r o p a . L o s d o c u m e n t o s
pudieran ilustrar
al escritor,
que
suelen también escasear y este
se encuentra casi siempre reducido á consultar textos o s c u r o s ,
ó generalidades i n c o m p l e t a s .
L o s autores clásicos refieren que la orfebrería había l l e g a -
8
d o en la antigüedad al m a y o r grado de perfección, y efectivamente las p r o d u c c i o n e s encontradas en las ruinas y en los sepulcros confirman un aserto q u e n o debe
extrañarnos,
pues
gran n ú m e r o de escultores célebres de G r e c i a n o desdeñaron
ocuparse de esta clase de t r a b a j o s . — T e o d o r o de S a n i o s , Calamis, L y s i p o , M y r o n y otros, habían cincelado vasos de plata,
enriquecidos de bajos relieves, á los que se atribuía gran v a l o r .
El triunfo de la religión cristiana en t i e m p o de C o n s t a n t i n o , imprimió d la
orfebrería
n u e v o s senderos; había que
proporcionar á las iglesias en c o n s t r u c c i ó n , el mobiliario relig i o s o necesario d la celebración del c u l t o .
A n t e s de
transportar d O r i e n t e la capital del I m p e r i o ,
C o n s t a n t i n o , por inspiración de San Silvestre, dotó los templos d e R o m a de regalos magníficos. El Líber Pontificalis
(i)
que encierra la vida de los Papas desde San P e d r o á E s t e 0
ban 5 . , nos ha l e g a d o el detalle de esas riquezas y mediante
tan
curioso d o c u m e n t o p o d e m o s
reconstituir,
hasta
cierto
p u n t o , la orfebrería de aquella é p o c a .
N o permitiendo la índole de este folleto hacer
una des-
cripción general del arte, pasaremos en silencio la época de
los O s t r o g o d o s y L o m b a r d o s , la de los
Mcrovingios y todo
el brillante periodo bizantino, sin describir
los tesoros de
M o n z a y de S a n M a r c o s , la espada de C h i l d e r i c o , el trono de
D a g o b e r t o , las coronas visigodas de Guarrdzar, que por i n d o lencia de España se encuentran en el m u s e o C l u n y , los relicarios de L i m b u r g o y de A i x la C h a p e l l e , la c o r o n a de H u n gría, el libro de e v a n g e l i o s de G o t h a , el cáliz de
g i o , las obras llevadas a cabo bajo los
m a g n o , y nos d e t e n d r e m o s en
San R e m i -
auspicios de C a r l o -
el siglo o n c e , ó sea la é p o c a
romano-bizantina, periodo de r e n o v a c i ó n y de adelanto, e n
el que recibieron los objetos del culto unas formas s e v e r a s ,
(1) Liber Pontificaiis, seu de gestis Romanorum Pontificum, quem
cum cod. mss. Vaticanis ernendavit, supplevit J. Vignolius; Romae, 1724.
e m i n e n t e m e n t e religiosas, c u y o carácter conservaron durante
toda la edad m e d i a .
D o s artistas notables ofrece España en este p e r i o d o , R o dolfo y A p a r i c i o , quienes construyeron
la
llán; Francia é Italia produjeron también
urna de S a n M i e x c e l e n t e s obras,
y la Inglaterra demostró en el monasterio de E l y y en la i g l e sia de C a n t o r b e r y t o d o el mérito de sus artífices, pero indudablemente A l e m a n i a marchaba á la c a b e z a . — M e n o s castigada que Francia por la invasión de
los H ú n g a r o s en el siglo
anterior, había m a n t e n i d o la práctica de la orfebrería en las
ciudades imperiales y en los grandes monasterios, bajo la p r o tección de los emperadores de la Casa de Sajónia, é inspirándose frecuentemente
en las p r o d u c c i o n e s
bizantinas, l o g r ó
fundar la escuela del Rhin q u e no cesó de mejorar su
estilo,
hasta producir obras perfectas.
L o s artistas de dicha escuela, tal v e z más adelantados que
los de nuestros días, sabían grabar los metales
c o n buriles y
p u n z o n e s , ejecutando al repujado bajos-relieves q u e t e r m i n a ban por el c i n c e l a d o , sin recurrir á a g e n o auxilio para c o m p o ner el nielo c o n que rellenaban las entallas de sus finos grabados; fabricaban delicados esmaltes, adornados de dibujos de
o r o , que hacían alternar con las piedras finas en el decorado
de los vasos sagrados; grababan los hierros
destinados á la
estampación del o r o , la plata,
el a u r i c a l c o , (el
el c o b r e , y
latón) mostrándose tan buenos dibujantes c o m o hábiles m o deladores en cera; fundían las asas y
figuras
sueltas de los
grandes jarrones, y ejecutaban en fin, las obras
d o , que en las cresterías de
las urnas,
del corta-
incensarios y
otros
objetos p r o d u c e n tan agradable efecto.
Entre los mas curiosos trabajos de gran t a m a ñ o que p r e senta la A l e m a n i a en dicho siglo
once,
m e n c i o n a r e m o s los
lampadarios de cobre, ( i ) c o n estatuillas ó adornos de o r o y
(i)
Estos lampadarios ó coronas de luz, simbolizaban la Jerusalem
10
plata, c u y a forma n o se e x t e n d i ó por
siendo imposible encontrarlos en
«crucifijo de oro de M a y e n c e , de
la E u r o p a
nuestro
1.200
meridional,
país, y
el célebre
marcos de p e s o ,
hoy
•desaparecido.
El impulso dado á la orfebrería durante
•continuó a u m e n t a n d o
el siglo
onceno
en el s i g u i e n t e ; — l o s vasos sagrados,
las urnas cada día mas necesarias por la gran cantidad de r e liquias que traían los c r u z a d o s , los paramentos
cubiertas de misales, todos los objetos
de altar, las
del c u l t o , en
fin,
se
multiplicaron al infinito. A esta é p o c a pertenece la obra maestra más espléndida que posee A l e m a n i a , la urna de los R e y e s
M a g o s , conservada en la Catedral de C o l o n i a , alhaja adornada
de piedras finas y esmaltes, q u e ha sido restaurada
moderna-
m e n t e , y c u y o valor intrínseco se calcula en siete
millones,
cuatrocientas mil pesetas.
Francia, Italia é Inglaterra
produjeron
m u y notables. Entre los correspondientes
también
al primero
c h o s países citaremos las j o y a s de la abadía
trabajos
de
di-
de San D i o n i s i o ;
— e n Italia aparecen las filigranas de V e n e c i a , y la iglesia de
Glocester en Inglaterra presenta obras importantes, entre ellas
un m u y curioso candelero de b r o n c e , fundido á cera perdida,
cincelado y dorado, que se conserva actualmente en el m u s e o
S o u t h K e n s i n g t o n , de L o n d r e s . Este candelero de 50 centímetros de altura, se eleva sobre un pié de tres
caras
mantenido
por garras de l e ó n , terminándose en una taza q u e sostienen
animales fantásticos.—La o r n a ment aci ón
es s u m a m e n t e
ex-
traña; n u e v e figuras humanas entrelazadas por cuarenta y dos
monstruos se r e v u e l v e n en caprichosos m o v i m i e n t o s ,
aban-
d o n a n d o sus cuerpos á las caricias ó á las torturas de a q u e llas bestias. C r é e s e que la c o m p o s i c i ó n representa á
los v i -
ciosos perseguidos por el vicio a n i m a d o , y el dístico siguiencelestial: "Corona imaginem caelestis Jerusalem prcesentante," dice el Cronicón de Hildesheim, caps. 16 y 17.
te grabado en el borde de la taza parece justificar dicha o p i nión:
"LUCÍS onus, virtutis opus, doctrina refulgens,
Prasdicat ut vitio non tenebretur homo." ( i )
E l siglo trece fué un siglo profundamente
religioso, y la
orfebrería, en cuanto á las formas generales, se separó
poco
del estilo hierático y severo de las épocas precedentes. El t a lento de los artistas laicos, c o m o el de los artistas m o n g e s
aplicóse casi exclusivamente
>
á la ejecución de objetos del
c u l t o . L a A l e m a n i a continuaba al frente del m o v i m i e n t o y su
escuela renana, que pudiéramos
llamar
escuela de C o l o n i a ,
mostró sus mas bellos productos en el tesoro de la
Catedral
de A i x la C h a p e l l e , especialmente en la urna que encierra los
restos de C a r l o m a g n o . D i c h a urna tiene la forma de un s a r cófago constituido por un largo cofre rectangular
de estatuillas, c o l u m n a s , esmaltes y placas de
adornado
filigrana
incrus-
tadas de piedras preciosas, c o l o c a d o sobre un basamento. A n tiguamente se encontraba
depositada
del altar; h o y se halla dentro de u n
¡El cuerpo de C a r l o m a g n o en un
en
el c o r o , al
fondo
armario de la sacristía.
armario!
¡Qué
profana-
ción!
En el último tercio del
siglo trece, los artistas franceses
hábiles escultores y a , sustituyeron las
urnas
en forma
iglesia ó de s e p u l c r o , y los ostensorios-relicarios, por
representando el busto
iban á conservarse.
ó la estatua del santo,
París, Arras,
Montpellier,
de
otros,
c u y o s restos
L i m o g e s , se
distinguieron n o t a b l e m e n t e , c o n especialidad la última de d i chas ciudades, por sus cobres esmaltados. Encontrándose e n
nuestro país algunas obras fabricadas por
el m i s m o p r o c e d i -
m i e n t o , indicaremos brevemente su sencillo m e c a n i s m o .
El
artífice trazaba sobre el cobre preparado de a n t e m a n o , el con(i) Haz de luz, obra de piedad, doctrina resplandeciente, el, (el candelero) enseña al hombre á no extraviarle en las tinieblas del vicio.
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t o r n o del dibujo, y por m e d i o de buriles ahuecaba el metal é
introducía la materia vitrificable, c u y a fusión operaba al h o r nillo, pulimentándola de diversas maneras, una v e z e n friada.
L a libertad que en Italia g o z a b a n á fines del siglo trece
gran n ú m e r o de ciudades, era favorable al desarrollo de las
artes. L o s príncipes, los grandes dignatarios de la Iglesia, los
ricos mercaderes de Florencia, de G e n o v a y de V e n e c i a , así
c o m o las opulentas municipalidades, rivalizaban en magnificencia, pero desgraciadamente n o subsisten obras importantes
de la referida é p o c a , pues el pillaje, las necesidades ó la afic i ó n al c a m b i o , las hicieron desaparecer. Cellini refiere en
sus memorias que mientras el Papa C l e m e n t e V I I se e n c o n traba sitiado en el castillo de San A n g e l o , recibió orden de
desmontar las piedras preciosas de las tiaras, vasos sagrados,
y alhajas del S o b e r a n o Pontífice, así c o m o de fundir el oro de
ellas, de c u y a o p e r a c i ó n retiró doscientas l i b r a s . — ¡ Q u é de
tesoros perdidos!
Durante el siglo X I V la A l e m a n i a sobresalió en la fabricación de ostensorios y relicarios, c u y a arquitectura copiaba del
estilo ogival, y aun se conservan en la catedral de C o l o n i a y
en la iglesia de Santa Úrsula de dicha ciudad, p r o d u c c i o n e s
m u y notables.
En este siglo los instrumentos del culto e m p e z a r o n á perder en Europa el corte severo aunque algo pesado de los dos
siglos precedentes; los cálices adquirieron más e l e v a c i ó n , c a m biando sus formas hemisféricas por otras cónicas ó s e m i - o v o i deas, los pies de las custodias, candelabros, cálices y cruces
dejaron de ser circulares, convirtiéndose en angulares, y las
joyas religiosas en general aparecieron m e n o s recargadas de
pedrerías. L o s artífices franceses adquirieron gran habilidad en
la construcción de alhajas de uso particular, pero en las e c l e siásticas les aventajaban los italianos, c o m o lo demuestran los
trabajos de U g o l i n o , L a n d o , A r d i t i , C i o n e , los del milanés
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B o r g i n o , los de todos los artistas que contribuyeron á la r e n o v a c i ó n del célebre pahotto de la catedral de Pistoia, los de
M a z z a n o , N i c o l o , y por último los de Felipe Brunelleschi.
L a orfebrería italiana en los siglos X I V y X V presentó un
carácter esencialmente artístico, todos sus artífices fueron escultores y pintores de talento afectos á la escuela del R e n a c i m i e n t o , que sustituyeron la profusión de pedrerías peculiar
del siglo X I I I , por delicados adornos cincelados en relieve.
Hasta entonces los italianos habían empleado esmaltes cuadric u l a d o s , copiados imperfectamente de los bizantinos, que c o n servaban los defectos de los mosaicos primitivos; dureza de
dibujo, exajeración de sombras, ausencia de segundos planos,
sin que la brillantez del colorido compensase dichos defectos á
los ojos de tan eminentes artistas; así, sin renunciar al e m pleo del esmalte tan favorable á la pintura decorativa de la
orfebrería, buscaron otros procedimientos para adoptarlos á
las producciones de su g e n i o , y reemplazaron las incrustaciones de dicha materia en las grandes y pequeñas piezas de oro
ó plata, por cincelados finísimos adornados de esm.iltes traslúcidos, c u y a hermosa tonalidad se identificaba tanto c o n el
c i n c e l a d o , que el trabajo adquiría el aspecto de una miniatura
á reflejos metálicos. L o s artistas más célebres de este periodo,
además de los y a citados, fueron Ghiberti, autor de la puerta
de bronce de la capilla bautismal de San Juan de F l o r e n c i a ,
la obra tal v e z más perfecta en su clase que se encuentra en
Europa, y de la que M i g u e l Á n g e l decía: " E s tan bella que
pudiera ser la puerta del P a r a í s o " ; — T u r i n i , — M i c h e l o z z o M i c h e l o z z i , — A n d r é s , hijo de M i g u e l C i o n i , sobre llamado del
V e r r o c h i o , — P o l l a i u o l o , — T o m á s Finiguerra, á quien se atrib u y e el invento de la impresión de grabados sobre m e t a l , —
Lúeas de la R o b b i a , — F r a n c i a , — e l G h i r l a n d a i o , — d e l C h i a r o ,
— e l r o m a n o Nicolás de G u a r d i a . — A m e r i g o A m e r i g h i y los
hermanos T a v o l a c c i n o , sin rivales el primero en la fabricación
de esmaltes, y los segundos en la montura de piedras finas;
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— C e n n i n i , acuñador de la m o n e d a en F l o r e n c i a , P e d r o N i ñ o ,
trabajador celebérrimo de filigranas, según B e n v e n u t o C e l l i n i ,
y otros m u c h o s que sería prolijo enumerar.
Las p r o d u c c i o n e s en A l e m a n i a , Francia y España durante
la última mitad del siglo X V ofrecieron m e n o r c o r r e c c i ó n e n
el trazado de la c o m p o s i c i ó n , unida á tan excesiva m i n u c i o s i dad de detalles decorativos, que no parece sino que los artistas
tomaron la glíptica por m o d e l o , c o m p l a c i é n d o s e en c i n -
celar c o n el auxilio de la lupa los bajos relieves y follajes.
P e r o l l e g u e m o s al siglo d é c i m o s e x t o , periodo m e m o r a b l e ,
durante el cual el renacimiento italiano produjo una r e v o l u ción c o m p l e t a en las artes, é hizo abandonar c o n desdén el
estilo m e d i e v a l .
Y a h e m o s manifestado que desde el siglo X I I I l o s artífices
j o y e r o s siguiendo paso á paso los progresos de la arquitectura
habían mejorado sus obras, adoptando formas puras y correctas, sin dejar por eso de dar á las alhajas religiosas el carácter
severo que les c o n v e n í a , y ahora a g r e g a r e m o s que todas esas
tradiciones desaparecieron bajo la influencia de la nueva e s c u e la, la cual adoptó un estilo elegante, pero m e n o s adecuado á
los objetos del c u l t o .
C o m o puede suponerse, Italia i m p u s o desde l u e g o su s o beranía al resto de E u r o p a , sin que n i n g ú n país, incluso A l e mania, lograse sustraerse á este d o m i n i o . L o s artistas más c é lebres que aparecieron entonces en la Península fueron R u s t i ci, autor de tres bellas estatuas y un candelabro de bronce para
el bautisterio de S a n Juan en F l o r e n c i a , M i c h e l a g n o l o de V i v i a n o , Rosetti, encargado de ejecutar para la catedral de S i e na una estatua de plata representando á Cristo r e s u c i t a d o , —
Caradosso, de q u i e n se conserva en la de Milán una m a g n í f i ca paz ( i ) , — e l florentino D o m e n i c o , artífice de C o s m e I , — F i ( i ) Es de oro, representando una arcada, sostenida por columnas d e
lápiz lázuli, bajo la cual hay un grupo escultórico también de oro.
15
renzuola, m u y hábil en trabajar la vagilla de m e s a , — S a n M a rino, S a c a g n o b , buen dibujante,—el milanés A l s a g n o establec i d o en R o m a , — P i l o t o , a m i g o de M i g u e l Á n g e l , — V a n u o l a
de S c e s i , — F a e n z a , — y sobre todos y eclipsándolos á todos, el
célebre B e n v e n u t o C e l l i n i .
S i e n d o tan conocidas las obras y la vida de este h o m b r e
e m i n e n t e , c r e e m o s inútil mencionarlas, pero
recomendamos
á los aficionados el estudio detenido de su tratado de orfebrería, pues aunque Cellini sometido á las preocupaciones de su
t i e m p o , diga entre otros errores, que las piedras finas c o m o t o das las cosas d é l a naturaleza producidas bajo la influencia de
la luna están compuestas de cuatro e l e m e n t e s , y si bien por
otra p á r t e l o s procedimientos materiales de fabricación han m e jorado en ciertos detalles, aun pueden encontrar útiles enseñanzas.
M u y curioso es asimismo comparar dicho tratado c o n
el que T e ó f i l o , m o n g e alemán, ( i ) escribió cuatrocientos años
antes, por la gran analogía que ambos presentan. E n efecto, la
manera de ejecutar el repujado y la fundición de las asas de los
vasos son casi idénticas, y si las
dosis que
entran en la c o m p o
sición del nielo varían a l g o , el m o d o de aplicarlas sobre la capa
de oro ó plata es el m i s m o . Las prácticas del arte de fines del
siglo X I se habían, pues, transmitido
por tradición hasta el
d é c i m o s e x t o , casi sin alteración, lo que ciertamente es una
gloria para esa Edad M e d i a tan p o c o c o n o c i d a y apreciada.
O t r o g é n e r o de trabajo al cual se consagraron los artistas
italianos del s L l o X V I , fué el corte de las piedras duras de c o lor, con las cuales reproducían retratos en los que el oro c i n c e lado ó repujado, adornado de piedras finas, representaba los vestidos del personaje.—El lápiz-lázuli, el jaspe de Volterra y el
rojo de C h i p r e , la calcedonia, el guijarro de E g i p t o y otras bellas piedras, eran las materias que entraban en la c o m p o s i c i ó n .
E l damasquinado realizó también grandes progresos, pero
sin e m b a r g o , los cofrecillos, mesas, gabinetes y arabescos de
(i)
Edición del Sr. Conde de l'Escalopier.
u
Venecia
ó de M i l á n , no son superiores á los que se trabaja-
ron en nuestro país por artistas árabes y españoles.
L a orfebrería francesa durante la buena época de dicho s i g l o X V I alcanzó también una gran p e r f e c c i ó n , — N i c o l á s M a i e l ,
Benoist, B e n i g n e , Castillón, A l l a r d - P o m m i e r , du V i v i e r ,
en
P a r í s , — B o u c h e z y C o l a m b e r t en L y o n , Mathieu de C o s s e , en
T o u r s , construyeron obras dignas de e l o g i o , y en el catálogo
de M . de L a b o r d e puede encontrar el lector la descripción de
las que se conservan en el m u s e o del L o u v r e . L o s artífices
franceses del siglo X V I emplearon todos los p r o c e d i m i e n t o s
que Cellini especifica en su tratado, mas otro que les pertenece
e x c l u s i v a m e n t e ; el de los esmaltes cuadriculados sobre cristal.
D e s d e principios del siglo que nos o c u p a , g o z a b a n gran favor
los vasos de cristal de roca c o n monturas de metales p r e c i o s o s , y pronto se pensó en cubrir también la superficie del cristal
con
adornos de esmalte. Para conseguirlo grabaron en
h u e c o sobre dicho cristal arabescos ó figuras, practicando s u r cos de m e d i o á un milímetro de espesor, en los que introducían una delgada hoja de o r o , la cual tapizaba el fondo y las
paredes, adhiriéndose á ellas por presión. A s í preparada
cajuela,
la
c o l o c a b a n dentro pastas de esmaltes m u y fusibles,
operando la a m a l g a m a sin perjudicar al oro
ni al cristal, el
q u e en todo caso se sometía n u e v a m e n t e al p u l i m e n t o . P e r o
c o m o la fundición del esmalte ocasionaba m u c h a s v e c e s la r o tura del cristal, ideóse ejecutar sobre el vidrio lo que tan difíc i l m e n t e se hacía con el cristal de roca, pues el primero s o portaba la temperatura elevada necesaria á operar
la fusión.
F r e c u e n t e m e n t e en una entalla extensa, representando el c o n torno de una flor, el artista disponía pequeños cuadrados de o r o
y los esmaltes diversamente c o l o r e a d o s , opacos ó traslúcidos, ( i ) fundiéndose en dichas cuadrículas, formaban un c o n j u n t o del mas brillante efecto.
(i)
En esta clase de obras se permitía á los artistas emplear con li-
17
C o m o y a h e m o s manifestado antes, el influjo de las obras
italianas se hizo sentir tan poderosamente en A l e m a n i a , q u e
las producciones de su arte nacional desde mediados del siglo
X V I se confundieron c o n aquellas, á e x c e p c i ó n de la forma
de los vasos y la manera de emplear los esmaltes. G r a n núm e r o de obras germanas de este periodo subsisten aún, s i e n d o
c o m u n m e n t e de tamaño r e d u c i d o , entre las cuales figuran en
primer lugar los gabinetes de madera c o n estatuas de plata,,
y el altar de la antigua residencia del rey de Baviera.
L a Inglaterra produjo también algunos artistas de t a l e n t o ,
Paterson, por e j e m p l o , y c o m o piezas c u y a fecha n o p u e d e
ser discutida, citaremos la notable fuente y taza de plata
(i)
regaladas por el arzobispo Parker al C o l e g i o C o r p u s C h r i s t i ,
de C a m b r i d g e .
E l estilo del renacimiento se
extendió asimismo por E s -
paña, traduciéndose en infinidad de joyas religiosas, pero n o
siendo nuestro ánimo ocuparnos aquí
sino de las custodias,
pasaremos desde l u e g o á describirlas.
bertad los esmaltes opacos, mas no así en la joyería de oro ó plata, porque ciertos plateros abusando de dichos esmaltes, agregaban al peso del
metal una gran cantidad de materia vitrea que no ofrecía valor ninguno
en fundición. Francisco I, por ordenanza del mes de Marzo de 1540, prohibió el uso de dichos esmaltes, pero los artífices reclamaron contra los
términos absolutos de la orden, la cual fué modificada, gracias á la intervención de Benvenuto Cellini, residente entonces en Francia.
(1) El punzón déla orfebrería marca el año de 1560.
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i8
LAS CUSTODIAS NOTABLES DE ESPAÑA
SU ORIGEN Y CLASIFICACIÓN.
I.
N o p o c a indiferencia ha habido en nuestro país para c o n servar y clasificar las obras de orfebrería religiosa, q u e tanta
importancia tienen e n la historia del arte y de la civilización.
L a r g o s años de contiendas civiles, la guerra de sucesión
ocurrida al fallecimiento de Carlos I I , la invasión francesa de
1808, la desamortización y venta de los bienes eclesiásticos,
unidas á un incalificable abandono, han h e c h o desaparecer i n numerables alhajas, y aunque los tesoros de nuestras basílicas son aún m u y considerables, están lejos de ofrecer la i n mensa riqueza de los pasados siglos.
Entre las joyas religiosas de gran t a m a ñ o que se e n c u e n tran en España, las m a y o r e s y tal v e z las mas curiosas, son los
templetes llamados Custodias, dentro de los cuales se c o l o c a
e l viril ú ostensorio q u e contiene la Sagrada F o r m a llevada e n
procesión el día del C o r p u s .
Esta clase de alhajas ofrecen la particularidad de ser e x clusivamente españolas, pues en n i n g u n o de los paises c a t ó licos, aun en aquellos donde la orfebrería alcanzó m a y o r e s progresos, encontramos restos ni noticias de construcciones s e m e j antes.
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E f e c t i v a m e n t e , ni la A l e m a n i a , célebre por sus ostensorios
de diversas formas, ni la Francia ó la Italia donde
con tanta
magnificencia se celebraban las procesiones del Santísimo S a c r a m e n t o , fabricaron n u n c a dichas alhajas, limitándose á c o locar el viril sobre un altar portátil, del cual partían varas s o s teniendo un palio formado de telas, recamadas de o r o , ó b i e n
el ostensorio era llevado á m a n o por el sacerdote.
N o deben confundirse los ostensorios c o n las custodias,
por la diferencia esencial que
ofrecen, ( i )
ni
estas c o n s u s
andas ó carros, pues dichos carros añadidos c o n objeto
conducirlas procesionalmente, son m u y
de
posteriores, y s a l v o
escasas e x c e p c i o n e s carecen de valor artístico.
Las custodias
primitivas no se fabricaron
expresamente
para ser sacadas en procesión, mas c u a n d o l u e g o recibieron
dicha aplicación, entonces experimentaron el citado a u m e n t o ,
y acaso también el de las campanillas, ridículos apéndices q u e
jamás concibieron nuestros célebres artistas, ni formaron parte
de los fragmentos decorativos trazados por ellos.
N o nos ha sido posible encontrar d o c u m e n t o a l g u n o p r e cisando la é p o c a en que apareció esta última adición,
pero
s u p o n e m o s coincidiría c o n la salida de las custodias al e x t e rior de los t e m p l o s , toda v e z que dichas campanillas parecen
tener por objeto substituir á las q u e los acólitos hacen sonar
al acompañar el V i á t i c o .
E l origen de nuestras custodias, data del siglo X V I , ( a ñ o
1 4 1 3 ) , fecha en que apareció la de V i c h ,
donada
por
el
c a n ó n i g o D e s p u j o l , y en los dos siglos subsiguientes se l a braron las mas importantes que h o y se conservan, siendo
de
notar el largo espacio de tiempo transcurrido desde que se
fabricó la de V i c h , hasta la construcción de la de C ó r d o b a
(1) Los primeros constan invariablemente de un solo tallo al descubierto, mientras en las segundas dicho tallo está siempre colocado dentro
del templete.
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en 1 5 1 3 , pues parece c o m o si durante un siglo entero hubiese
quedado suspendida la fabricación de esta clase de alhajas, l o
q u e no creemos admisible.
A nuestro entender, las custodias españolas deben clasificarse en dos grandes a g r u p a c i o n e s ; — g ó t i c a s , y clásicas ó del
r e n a c i m i e n t o ; — s u b d i v i e n d o á su v e z las primeras en otra n u e va sección que c o m p r e n d a exclusivamente las de Cataluña y
P a l m a de Mallorca, por el carácter especial de sus o r n a m e n taciones.
Las custodias de estilo plateresco deben incluirse entre las
góticas, pues aunque basadas en el gusto clásico, predominan
tanto en ellas las combinaciones ojivales, que se hace indispensable un detenido e x a m e n para hallar las diferencias de
estilo de sus diversas partes, á excepción de las estatuas, en
d o n d e únicamente sobresale c o n claridad el orden
flamenco,
ó sea el del ú l t i m o periodo g ó t i c o e m p l e a d o en nuestro país.
Las incesantes relaciones artísticas y comerciales que d u rante la edad media existieron entre Italia y nuestras ciudades
del Mediterráneo, influyeron poderosamente en las artes catalanas y mallorquínas, y así las custodias de estas provincias
se separan del estilo g ó t i c o - f l a m e n c o , perteneciendo al g ó t i co-italiano c o n algunos m o t i v o s platerescos, c o m o puede o b servarse en sus cuerpos c o l o c a d o s sobre un pié, en v e z de z ó c a l o , en los adornos mas próximos al bajo relieve p o c o realz a d o , que á las filigranas enteramente salientes de las castellanas
y andaluzas, y en las estatuillas con extremidades pintadas ó
esmaltadas."
C u a n d o á principios del siglo X V I el estilo del r e n a c i m i e n t o italiano y la afición por las obras de la antigüedad se
generalizaron en España, todas las producciones de la edad
media cayeron en una profunda indiferencia, admitiéndose
c o m o verdad incontrovertible, que durante este largo periodo
el arte se había manifestado en un estado decadente, que n o
podía obtenerse ninguna utilidad ó enseñanza de los i n m e n -
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sos trabajos de dicha é p o c a , y que los artistas debían inspirarse
exclusivamente
en
las
creaciones antiguas,
concentrando
toda la ciencia arqueológica en el estudio y la interpretación
de los m o n u m e n t o s de Grecia ó de R o m a .
L o s edificios resistieron á tan injustas preocupaciones d e jando en el suelo pruebas gigantescas de su existencia, mas la
fragilidad de las alhajas no p u d o o p o n e r
ninguna resistencia
al influjo de la m o d a , siendo en su m a y o r parte reformadas ó
destruidas.
Nuestros
célebres j o y e r o s , Becerril, G o n z á l e z , R u í z , L a -
m a i s o n , S e g u r a , se apresuraron á
c a , desdeñando continuar aquel
seguir el gusto de la é p o bello estilo g ó t i c o del
Enrique Arfe había legado tan admirables ejemplos,
y
que
aun-
que Juan de Benavente mostróse m e n o s resuelto, dando á sus
obras g r e c o - r o m a n a s cierto carácter que recuerdan el ojival, en
c a m b i o A n t o n i o y Juan de Arfe, hijo y nieto del citado E n r i q u e , declaráronse ardientes propagadores de la n u e v a e s c u e l a .
D o s caracteres diversos desarrolló el renacimiento en España, tanto en la arquitectura c o m o en las artes que de ella se
derivan; u n o expléndido y ornamental; otro sobrio y s e v e r o ,
l l a m a d o g r e c o - r o m a n o , que acabó por sobreponerse al p r i m e r o .
L o s artistas mas célebres en ambos
estilos, fueron
Anto-
n i o y Juan de A r f e ; — A n t o n i o se decidió por el s u n t u o s o ; —
Juan adoptó
el s e g u n d o , llegando á adquirir tal
renombre,
que hizo olvidar el de su a b u e l o . Gran admirador de Herrera,
el constructor del Escorial, reprodujo la arquitectura
de este
m o n u m e n t o en sus c o m p o s i c i o n e s , y p o s e y e n d o c o n o c i m i e n tos m u y variados, o c u p ó s e lo m i s m o
dias de A v i l a ,
Sevilla,
en
fabricar las c u s t o -
Burgos, Valladolid, O s m a ,
Madrid,
c o m o en fundir en bronce las estatuas de los duques de L e r ma,^en el grabado de diferentes estampas, ( i ) ó en la publica-
( i ) E s lástima que Arfe,—dada su afición al grabado,—no hubiese reproducido por este medio las principales joyas de orfebrería religiosa exis-
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c i ó n de libros t é c n i c o s ,
plata y piedra",
tectura",
cuales
son
"£7 Quilatador
y la " Comesur ación para
de oro
r
la escultura y
arqui-
trabajos estos ú l t i m o s , q u e aunque notables por mas
de un c o n c e p t o , n o tienen,
sin e m b a r g o ,
el mérito
de sus
obras de joyería, pues ni las estatuas ni las estampas aventajan
á otras ejecutadas entonces en España, y " E l Q u i l a t a d o r " está
generalmente basado en el T r a t a d o de orfebrería
de C e l l i n i ,
c o m o puede verse c o m p a r a n d o m u c h o s párrafos de aquel libro
c o n los capítulos V , X I I , X I I I , y diez últimos del de B e n v e nuto. ( i )
N o pretendemos discutir el talento incontestable de J u a n
de Arfe, pero creemos q u e al
romper c o n el estilo g ó t i c o ,
rompió el lazo de u n i ó n entre los edificios y sus r e p r o d u c c i o nes, porque la arquitectura del renacimiento aplicada á la o r febrería n o puede expresar lo que él buscaba precisamente,
esto es, la correlación, la verdad constructiva.
A l imitar á
Herrera renunciando al doselete, al estípite, al resaltillo, á la
c o l u m n a balaustrada, no d e s c o n o c i ó sin
la plata requieren otros adornos
que
duda,
que el o r o y
la piedra, puesto
los sustituyó por la cúpula abierta, el racimo
que
y el follage,
¿mas no era esta una i n n o v a c i ó n favorable á todo
género de
extravíos? Churriguera y sus continuadores no hubieran acaso
c o n c e b i d o ciertas obras, sin el e j e m p l o
dado por
Juan
de
Arfe.
Entre las custodias notables q u e se han perdido, c o n t á b a n se la m u y renombrada de C u e n c a , obra de los hermanos B e cerril, la de la iglesia parroquial de S a n Martín, de M a d r i d ,
y la de la Catedral de Burgos, labradas estas últimas por Juan
de Arfe, cuyas descripciones o m i t i m o s , n o sin llamar la a t e n ción acerca de la custodia de metal actualmente en uso en la
tentes en su época, pues las pocas estampas que de ellas subsisten están lejos de ofrecer el carácter artístico de los modelos.
( i ) "Due Tratatti di Benvenuto Cellini, uno deH'oreficeria, l'altro de la
scultura "—(Edición de Milán 1811.)
-
23
citada basílica de B u r g o s , porque creemos es el m o d e l o de
alguna m u y importante, desaparecida, ó que se pensó c o n s truir.
Efectivamente, los artistas españoles y extranjeros de los
siglos X V y X V I antes de fundir una gran pieza de orfebrería y de repararla por m i n u c i o s o trabajo, solían hacer un m o d e l o de p l o m o ó de estaño, y c u a n d o este obtenía la aprobación del cliente, lo ejecutaban en plata, procedimiento que
C e l l i n i r e c o m i e n d a , especialmente en los trozos fundidos, c o m o son las asas y cuellos de los jarrones.
E s , pues, evidente, que el C a b i l d o de Burgos encargó la
c o n s t r u c c i ó n de la alhaja, y que el artífice depositó el m o d e lo en la Catedral, ignorando nosotros si la fabricación definitiva t u v o lugar en realidad, perdiéndose más tarde la j o y a , ó
si s o l o q u e d ó al estado de p r o y e c t o .
L a s custodias más notables de estilo g ó t i c o que subsisten
h o y en España son o n c e , á saber: la de V i c h , C ó r d o b a , T o l e d o , Barcelona, G e r o n a , C á d i z , S a h a g ú n , Salamanca, Z a m o ra, T o r o , y P a l m a de Mallorca, elevándose también á o n c e el
n ú m e r o de las clásicas, siendo estas las de Santiago de G a l i c i a , A v i l a , V a l l a d o l i d , las dos de Sevilla, P a l e n c i a , A l a r c ó n ,
( C u e n c a ) , S e g o v i a , Zaragoza, Jaén, y C á d i z , alhajas que d e s cribiremos s e g ú n la clasificación establecida antes.
24
n.
CUSTODIAS GÓTICAS DE CASTILLA Y ANDALUCÍA.
CUSTODIA
DE
TOLEDO.
F u é mandada labrar en 1 5 1 7 por el Cardenal Jiménez d e
C i s n e r o s , quien al efecto abrió c o n c u r s o p ú b l i c o .
Entre los p r o y e c t o s presentados para su c o n s t r u c c i ó n , resultaron preferentes los de C o p i n , B o r g o ñ a y E n r i q u e A r f e ,
célebre platero alemán v e n i d o á España, y padre de la f a m i lia de artistas de este n o m b r e , establecida mas tarde en L e ó n .
El cardenal adoptó los planos de A r f e , e n c o m e n d á n d o l e los
trabajos, c u y a duración fué de o c h o años, trabajos en que tomaron parte los artífices españoles R u i z y L a i n e z , o c u p á n d o se este último de las piezas de o r o y pedrería, que s o n el
ostensorio y la cruz del remate.
D i c h a custodia tiene u n o s tres metros de altura, planta
e x a g o n a l , y consta de tres cuerpos q u e descansan sobre u n
h e r m o s o z ó c a l o , hallándose adornada por doscientas sesenta
estatuas y gran n ú m e r o de pilares, arcos, cresterías, pináculos
y contrafuertes, de la más exquisita delicadeza.
F u é mandada dorar algún t i e m p o después de su
c i ó n , y su peso total es de 1 9 2 k i l o g r a m o s .
fabrica-
25
III.
CUSTODIA
DE
CÓRDOBA,
L a C u s t o d i a de la Catedral de C ó r d o b a fué labrada t a m bién por Enrique Arfe, con anterioridad á la de T o l e d o , esdecir, en 1 5 1 3 , siendo su disposición y estilo análogos al de
esta, salvo pequeñas diferencias, especialmente en la figura
central del s e g u n d o c u e r p o , en el remate, y en algunas estatuillas. E l z ó c a l o y pedestal, verdaderamente admirables, s o n
sin duda los más h e r m o s o s que ha producido el cincel de E n rique Arfe, y m u y superiores á los de la custodia de T o l e d o .
L a alhaja es de plata en blanco, por lo que á primera v i s ta parece de trabajo más fino que el de aquella, aunque en
realidad ambos tengan la misma delicadeza.
4
26
IV.
CUSTODIA
DE
ZAMORA.
D e s p u é s de las custodias de T o l e d o y C ó r d o b a , que s o n
las más importantes entre las de Castilla y A n d a l u c í a , p u e d e
formarse u n s e g u n d o g r u p o c o m p u e s t o de cuatro ejemplares,
en el q u e c o m p r e n d e r e m o s las de Z a m o r a , S a h a g ú n , S a l a m a n ­
ca y C á d i z .
L a primera de ellas, la de Z a m o r a , se atribuye á E n r i q u e
A r f e , pero es necesario d e s c o n o c e r las obras de este
artífice
para permitirse semejante afirmación. V u l g a r en su c o n j u n t o ,
vulgar en sus detalles, n o tiene u n s o l o m o t i v o que recuerde
el g e n i o de su pretendido autor.
Es de plata al natural, á e x c e p c i ó n de algunos trozos dora­
dos, y la pesadez primitiva de sus formas se manifiesta
m á s por el c u e r p o inferior agregado c o n posterioridad.
aún
CUSTODIA
DE
SAHAGÚN.
C o n s t r u y ó s e para el célebre c o n v e n t o de benedictinos, d e
q u i e n la adquirió el A y u n t a m i e n t o de aquella ciudad en c a n tidad m u y reducida.
S u arquitectura es en extremo elegante, y creemos c o n
C e a n B e r m ú d e z fué labrada por Enrique Arfe, pareciéndonos
enteramente errónea la inscripción "Joannes Arphe f. 1 4 4 1 " >
grabada en dicha custodia m u c h o tiempo después de su fabric a c i ó n , pues ni Juan de Arfe había n a c i d o en dicha fecha, ni
existe semejanza alguna entre el estilo de la j o y a y el de este
artífice. Semejante inscripción, colocada en una alhaja clásica,
pudiera tal v e z dar lugar á dudas, pero atribuirle al adversario del orden ojival, al propagador y al apóstol del renacimient o en España, una custodia gótica, es verdaderamente absurdo.
28
VI.
CUSTODIA
DE
CÁDIZ.
Esta alhaja denominada "El cogollo", es c o l o c a d a en la f e s tividad del C o r p u s , á m o d o de viril, dentro de la gran c u s todia, estilo del renacimiento, que posee también la ciudad
de Cádiz.
Consta de dos cuerpos de plata sobredorada, adornados
d e estatuillas, cuerpos que descansan sobre un pedestal barroc o , agregado en época m u y posterior, hallándose terminada la
alhaja por una pesada cruz de amatistas, de la misma fecha
q u e el pedestal.
Se dice fué regalada á la Catedral por D . A l o n s o el S a b i o ,
y el notable erudito é historiador S r . D . A d o l f o de C a s t r o ,
en su Manual del Viajero en Cádiz, confirma esta aseveración,
de la que n o p o d e m o s participar.
E n la reseña de las custodias notables españolas q u e publicamos en el n ú m e r o 8365 (5 de Junio 1890) del Diario de
Cádiz, apuntábamos los m o t i v o s que nos inducen á separarnos
d e esta opinión, y en respuesta á lo q u e sobre el particular
nos replicó entonces el S r . de C a s t r o , en el periódico La Taima de Cádiz, d e b e m o s manifestar:
i . ° Q u e si "el cogollo" fué regalado por D . A l o n s o el S a b i o , t u v o necesariamente que ser labrado en t i e m p o de dicho
m o n a r c a , ó antes, y n o s a b e m o s se fabricase en España custodia alguna hasta el año de 1 4 1 2 , en que apareció la de V i c h ,
s e g ú n lo afirman los eminentes a r q u e ó l o g o s S r e s . G i n e r d e
2
9
los R í o s , el Barón Darvillier, y otros, q u e han tenido o c a s i ó n de estudiar ambas alhajas.
L o r e p e t i m o s , ni se encuentra h o y e n nuestra nación custodia alguna anterior á la de V i c h , ni c r e e m o s pueda h a llarse t a m p o c o , y l o ocurrido en Madrid c o n el ostensorio
encontrado en la iglesia de S a n Martín, el que á primera v i s ta se t u v o por la C u s t o d i a perdida de Juan de Arfe, pero q u e
u n e x a m e n mas detenido demostró ser s o l o u n o de aquellos
ostensorios de metal tan usuales en los c o m i e n z o s del renac i m i e n t o , debe servirnos de g o b i e r n o .
0
2.
L a c o m p a r a c i ó n entre la custodia gaditana y las fabricadas por Enrique A r f e , especialmente la de S a h a g ú n , r e vela una m i s m a p r o c e d e n c i a , u n m i s m o autor, por más que
las estatuas de la de C á d i z sean inferiores á las de aquella.
3.
Y esto nos parece d e c i s i v o , las estatuillas que d e c o ran la alhaja gaditana n o están fundidas ni cinceladas, sino
repujadas al martillo, exactamente c o m o lo ejecutaron varias
v e c e s Enrique Arfe y sus discípulos, y c o m o se efectuaba en
España durante el siglo X V , mientras que si dichas estatuillas
hubiesen sido fabricadas antes ó en t i e m p o de A l o n s o X , el
repujado estaría retocado y terminado al cincelillo, pues para
terminar d i c h o repujado n o se e m p l e ó otro p r o c e d i m i e n t o
durante la Edad M e d i a , ni en nuestro país, ni fuera de é l .
0
D i c e el S r . de C a s t r o , sería necesario comparar la j o y a en
cuestión c o n otras producciones análogas de la é p o c a de
D . A l o n s o el S a b i o ; — ¿ p e r o con cuál v a m o s á efectuarlo, si
n o se encuentran custodias anteriores á 1 4 1 2 ? — p o r q u e si la
c o m p a r a m o s c o n los ostensorios españoles ó alemanes del
siglo X I I I , la diferencia es más c o m p l e t a a ú n . ¿ Q u é semejanza
existe, en efecto, entre la arquitectura enteramente gótica del
"cogollo", y la de esos ostensorios e n forma de santuario, de
orden r o m á n i c o , donde el estilo ogival empieza á mostrarse
tímidamente en las arcadas lobuladas de los grandes pináculos,
arcadas formadas casi invariablemente por tres filas de a r q u i voltas y cresterías?
30
E n cuanto á la tradición q u e asegura fué donado el "cogollo" por el rey sabio, el S r . de Castro sabe m u y bien q u e las
obras artísticas de E u r o p a entera están rodeadas de tradiciones
fabulosas ó imaginarias, y cubiertas de inscripciones frecuentemente apócrifas, á que n o puede prestar crédito una crítica
elevada que busca libremente la verdad, ó para hablar c o n
más modestia, lo q u e cree ser la expresión de la v e r d a d ,
p r e o c u p á n d o s e s o l o de las c o n d i c i o n e s materiales del o b j e t o
q u e estudia, apoyadas en d o c u m e n t o s incontestables.
Q u e el conquistador de C á d i z regalase á la basílica n u merosas alhajas y entre ellas un ostensorio, l o c r e e m o s sin
vacilar, pero que este sea la custodia gótica que h o y p o s e e
la Catedral, eso es lo que n o admitimos tan fácilmente.
N o falta quien asegure que la j o y a primitiva fué sustraída
por los ingleses, juntamente c o n otras, durante el saqueo de
C á d i z , y q u e alguna corporación ó persona, e n c a r g ó , á raiz
del s u c e s o , la fabricación de la actual custodia, alhaja q u e
más tarde sufrió las reformas consabidas.
Suposiciones s o n estas que no nos toca profundizar, l i m i tándonos á consignar el resultado de nuestras observaciones,
apoyadas en los juicios de a r q u e ó l o g o s d i s t i n g u i d o s . — N o
obst inte, diremos, que para dilucidar c o n exactitud esta cuestión d¿ origen, existen dos m e d i o s ; — u n o i n m e d i a t o , pero d u d o s o ; — o t r o más l e n t o , a u n q u e seguro y positivo.
El primero es el e n s a y o de la plata c o n q u e está labrada
la custodia, pues sabido es, q u e durante el siglo X I I I , ni E s paña ni A l e m a n i a se distinguieron habitualmente por la p u r e za de los metales empleados en la fabricación de alhajas,
mientras que Francia é Inglaterra n o tenían rival en E u r o p a ,
la primera por la excelente calidad de su o r o , y la s e g u n d a
por la de su plata. N o ofreciendo el oro fino de 2 4 quilates,
á causa de su excesiva ductilidad, bastante solidez c u a n d o se
p o n e en obra, hay que c o m b i n a r l o c o n cierta cantidad de l i g a , c u y o m í n i m u m es en orfebrería de u n n o v e n o de q u i -
late ó aun m a y o r , si se trata de ejecutar objetos de gran t a m a ñ o ,
y durante la Edad M e d i a se adoptó generalmente
en dichos
paises la ley de 20 quilates, c o m o tipo del oro para las alhajas,
fijándose
el de la plata en p r o p o r c i ó n .
En España no se pasó del de 1 8 , siendo variable y m u c h a s
v e c e s desproporcionado el de la plata, pero una alhaja
regia,
c u a l la que nos o c u p a , debió fabricarse c o n una ley tan
alta
c o m o la del sterling inglés, (el estelin, que se decía en castel l a n o ) , y si el ensayo revela calidad superior á la que
m o s se empleaba generalmente
en
nuestro país
sabe-
durante el
siglo X I I I , en las alhajas de plata, sería un indicio de que la
j o y a pertenece á dicha é p o c a .
P e r o lo repetimos, el procedimiento es v a g o é incierto, y
podría llevarnos á congeturas de otro g é n e r o . El único m e d i o
q u e puede aclarar la verdad, es revisar los d o c u m e n t o s
que
c o m p o n í a n el antiguo archivo del A y u n t a m i e n t o de C á d i z ,
documentos
que se encuentran en el M u s e o Británico, de
L o n d r e s , y en la Biblioteca de la Universidad de O x f o r d , ( 1 )
p o r q u e en ellos aparecerán
perfectamente
descritas las j o y a s
q u e regaló D . A l f o n s o .
Sería inútil esperar que la Inglaterra devolviese esos d o c u m e n t o s , pero siendo del d o m i n i o público la obtención de c o pias, y encontrándose en L o n d r e s , c o m o en todas las grandes
capitales, personas m u y versadas en la transcripción
nuscritos, mediante
una retribución insignificante,
de m a creemos
podrían hacerse copiar, y nadie mejor que el S r . de Castro
para inducir á las autoridades
populares
y á las sociedades
científicas, á efectuarlo, dedicando á ello la pequeñísima s u m a
necesaria.
Q u e el autor del "Buscapié" y de la "Historia
de los Judíos "
e l e v e su autorizada v o z en favor de una idea que aclararía n o
(1) Dichos documentos fueron sustraídos por los ingleses en 1596»
después de saquear la Ciudad.
32
s o l o esta, sino otras y más importantes dudas históricas de la
ciudad de C á d i z , y c r e e m o s q u e dichas corporaciones accede­
rían á la invitación del sabio bibliófilo, c u y a s obras son c o n ­
sultadas c o n respeto, en nuestro país y en el extranjero.
33
vn.
CUSTODIAS
DE
SALAMANCA
Y
DE
TORO.
L a Custodia de S a l a m a n c a , casi toda dorada y de un m e ­
tro de altura, ofrece tanto interés para el estudio de la transi­
c i ó n del estilo g ó t i c o al clásico en la Península, que sobre
ella llamamos la atención de las personas competentes, por
más que estas n o necesiten de nosotros para apreciar s e m e ­
jante transformación, la que ciertamente no pretendemos e x ­
plicar en estas ligeras páginas, limitándonos á consignar el
carácter de sus cuatro c u e r p o s . E n los tres primeros y especial­
m e n t e en las estatuas recubiertas de doseletes que decoran al
superior, se observan las formas gótico-flamencas, mientras
que el inferior adornado de c o l u m n a s y medallones, es e n t e ­
ramente clásico.
Bajo este punto de vista aun todavía nos parece más nota­
ble la Custodia de la colegiata de T o r o , de plata al natural,
labrada en 1 5 3 8 , por el artífice Juan G a y o .
34
vm.
CUSTODIAS GÓTICAS
DE C A T A L U Ñ A Y PALMA DE
C U S T O D I A
DE
MALLORCA.
B A R C E L O N A .
C o n s t a de un pedestal de plata dorada, n o m u y bello p o r
c i e r t o , sobre el q u e descansa un templete g ó t i c o (de o r o ) , de
dos cuerpos, terminado por una aguja en forma de C r u z .
C u a t r o querubines c o n las cabezas esmaltadas y las alas de d i a mantes, adornan el templete, así c o m o gran n ú m e r o de alhajas antiguas, de estilo italiano, entre ellas el collar del T o i s ó n
de Carlos V , en el q u e deben admirarse u n o s bellos esmaltes
traslúcidos. D i c h a j o y a , (privada h o y de la correspondiente i n signia), que algunos atribuyen, infundadamente, á B e n v e n u t o
Cellini, parece fué usada por el emperador al celebrar en la
Catedral de Barcelona el capítulo general de la O r d e n del T o i s ó n , el 5 de E n e r o de 1 5 1 9 , c e r e m o n i a á q u e asistieron los
reyes de Dinamarca y P o l o n i a y gran n ú m e r o de nobles españoles y a l e m a n e s . M u c h a s alhajas modernas aumentan la r i q u e za material de la citada C u s t o d i a , la cual se halla c o l o c a d a s o bre un magnífico trono g ó t i c o del siglo X V , de plata s o b r e d o rada, de c u y o espaldar parten dos varas m o d e r n a s , sosteniendo
dos coronas g ó t i c a s , de gran mérito artístico.
Para conducirla en procesión se le han agregado unas andas, que a u n q u e n o enteramente privadas de interés, están
lejos de ofrecer el de la C u s t o d i a .
35
IX.
C U S T O D I A
DE
G E R O N A .
Esta alhaja fabricada en el siglo X V , por el artista catalán
A r t a u , es de planta prolongada y de forma m u y esbelta, aunque no tanto c o m o la de Barcelona, c o m p o n i é n d o s e a s i m i s m o
de dos cuerpos, sobre un pié figurando c o l u m n a . E n cada u n o
de d i c h o s cuerpos, que son de o r o , adornados de piedras preciosas, lleva seis estatuillas c o n las cabezas y manos pintadas,
y en el interior del primero, dos ángeles igualmente pintados,
y en actitud de adorar la Hostia consagrada, colocada en u n
ostensorio. ¡Lástima que tan bella obra medieval haya pasado
por m a n o s reformistas, sufriendo recientemente la adición d e
unas horribles borlas de o r o y pedrería!
36
X.
C U S T O D I A
D E
V I C H .
S e g ú n h e m o s manifestado anteriormente, esta Custodia fué
regalada por el c a n ó n i g o D e s p u j o l en el año de 1 4 1 3 , y los
a r q u e ó l o g o s la consideran c o m o la más antigua de España. E s
d e plata dorada, y de disposición análoga á las anteriores,
pero de un s o l o c u e r p o , adornado por las estatuas de S a n P e dro y San P a b l o , bajo doseletes, de los q u e parten arbotantes
sosteniendo una aguja terminada en cruz.
XI.
CUSTODIA
DE
PALMA
DE
MALLORCA.
N o h e m o s tenido ocasión de v e r esta C u s t o d i a , pero p o r
la fotografía y los datos adquiridos, sabemos pertenece al orden
de las precedentes, hallándose colocada sobre un m o d e r n o
pedestal g ó t i c o , sin q u e la decore ninguna estatua.
CUSTODIAS CLÁSICAS Ó DEL RENACIMIENTO.
CUSTODIA
DE
S A N T I A G O DE
GALICIA.
Es de plata dorada y obra de A n t o n i o Arfe.
S u altura se eleva á metro y m e d i o , componiéndose de
cuatro cuerpos a p o y a d o s en c o l u m n a s y estatuas.
E n el primero de dichos cuerpos se halla el ostensorio sos­
tenido p o r un á n g e l , y en los restantes lleva las imágenes del
apóstol S a n t i a g o , la del B u e n Pastor y el libro de los Siete
Sellos.
S u remate era una cruz, h o y desaparecida, la que debería
sustituirse por otra análoga, pues las flores con que se quiere
cubrir esta falta, al conducirla procesionalmente, n o producen
e l mejor efecto.
38
xm.
C U S T O D I A
DE
Á V I L A .
Esta custodia, labrada por Juan de A r f e , es de unos dos m e ­
tros de altura. S o b r e u n z ó c a l o ó base a l g o exagerada, álzanse
seis cuerpos alternativamente cilindricos y e x a g o n a l e s , de di­
versos caracteres. Bajo el p r i m e r o , que es j ó n i c o , se e n c u e n ­
tra representado el sacrificio de A b r a h a m ; el s e g u n d o , de o r ­
den corintio, contiene el viril; el tercero: de estilo c o m p u e s t o ,
lleva la Transfiguración; en el cuarto, la A s u n c i ó n de la V i r ­
g e n ; del quinto pende una campana, y el último es una l i n ­
terna terminada en c r u z .
Las formas de esta alhaja son indudablemente m u y e l e g a n ­
tes, siendo de notarse la profusión de sus relieves, n o o b s ­
tante la sobriedad decorativa de Juan de A r f e , y las pirámides
terminadas por esferas, q u e este emplea para reemplazar á los
pináculos usados en el estilo g ó t i c o , variación nada feliz por
cierto.
39
XIV.
C U S T O D I A
DE
V A L L A D O L I D .
E s obra también de Juan de Arfe, y enteramente análoga
á la de Avila, aunque menos esbelta, constando solo de cuatro
cuerpos ó templetes, que contienen respectivamente, un grupo
escultórico representando á Adán y Eva, el viril y la Concep­
ción, terminando la rotonda del último por una pirámide con
una esfera, sobre la que se halla una cruz.
4
o
XV.
C U S T O D I A
DE
S E V I L L A .
D e todas las custodias fabricadas por Juan de Arfe, la más
notable es la de la Catedral de Sevilla, obra que p r o m o v i ó
serios altercados entre los individuos de su C a p í t u l o , por pre­
tender algunos de ellos se fundiese la que poseían, mientras
otros deseaban su c o n s e r v a c i ó n . Desgraciadamente triunfaron
los primeros, deshaciéndose la importante j o y a de los h e r m a ­
nos A l e m á n . Después abrióse c o n c u r s o al que concurrieron los
más hábiles artífices, entre ellos Francisco M e r i n o , c u y o s pla­
nos estuvieron á punto de ser preferidos á los de Arfe, y esto
dio origen á nuevas disensiones, que al fin terminaron por e n ­
cargársele á Arfe la construcción, y concedérsele á M e r i n o una
recompensa de 900 á 1000 d u c a d o s .
Varias veces h e m o s tenido ocasión de examinar dicha obra,
sin duda m u y digna de e l o g i o s , aunque no tan excesivos c o m o
los que el m i s m o autor le tributa en sus escritos.
T i e n e cuatro varas de altura y el enorme peso de 435 á
440 kilogramos, constando de cuatro cuerpos cilindricos. El
primero está rodeado de estatuillas y coronado por una balaus­
trada, sobre c u y o s contrafuertes correspondientes á las c o ­
lumnas jónicas que lo soportan, presenta doce figuras de á n g e ­
les, en reemplazo de las primitivas de A r f e , que indudable­
mente debieron ser superiores, habiéndose cambiado también
la estatua de la F é colocada por el autor en dicho primer cuer­
p o , por otra de la C o n c e p c i ó n , obra de S e g u r a , de m u y escaso
4i
g u s t o . E l s e g u n d o cuerpo es de orden corintio, y lleva las i m á genes y atributos de los cuatros evangelistas, entre los c u a l e s
se eleva el ostensorio. En el tercero, de orden c o m p u e s t o ,
véese el C o r d e r o Pascual, y en el último, también c o m p u e s t o ,
la Santísima T r i n i d a d . Este último cuerpo está cerrado por
una cúpula terminada en una linterna y sobre ella la estatua d e
la F é , de tan exageradas proporciones, que ahoga c o n su tamaño toda la gracia del trazado. E n lugar de esta figura había
puesto Arfe una cruz, pero el afán desmedido de las reformas,
ó más bien el deseo de que la Custodia llevase igual remate q u e
el que ostenta la Giralda, motivaron el c a m b i o . Y a h e m o s m a nifestado lo que perjudica á la primera;—en cuanto á la v e l e ta llamada vulgarmente El Giraldillo,
que corona á la célebre
torre, agregaremos aunque la digresión no haga al caso, que existe un anacronismo evidente entre su simbolismo y su aplicac i ó n , porque representar un sentimiento inmutable, la F é , por
una figura de mujer y destinarla á servir de veleta, es verdaderamente p o c o e x a c t o , ( i )
E n la iglesia del Salvador, de Sevilla, se encuentra también
otra Custodia, estilo del renacimiento, que á primera vista n o s
ha parecido bastante notable, pero no habiendo tenido ocasión
de estudiarla, excusamos hablar de ella.
( i ) El sabio bibliófilo Excmo. Sr. Marqués de Jerez de los Caballeros, ha publicado acerca de esta Custodia una curiosa descripción, á la
que remitimos al lector.
42
XVI.
CUSTODIA
DE
SEGOVIA.
El Cabildo de S e g o v i a , deseando poseer también una c u s ­
todia, encargó su fabricación á Juan de A r f e , mas n o sabemos
por qué causa este artista n o llegó á efectuarla, verificándolo
e n su lugar el platero de T o l e d o , Rafael G o n z á l e z , en verdad
de una manera desacertada.
C o n s t a de dos cuerpos pobremente adornados, c o r o n a d o s
por una cúpula atestada interiormente de campanillas, siendo
m u y insignificante la estatuaria, y de p o c o gusto el viril, q u e
ofrece la forma del A v e Mística.
43
XVII.
CUSTODIA DE
CUENCA.
E n l.i parroquia de San Juan de A l a r c ó n ( C u e n c a ) , se
conserva una interesante custodia labrada por Cristóbal B e cerril.
D e s c o n o c e m o s dicha alhaja, mas por los informes adqui­
ridos sabemos tiene tres cuerpos, terminados en una cúpula
sostenida por quimeras. L o s dos primeros son de planta c u a ­
drada, corintio y j ó n i c o , respectivamente, ofreciendo el d e c o ­
rado un conjunto rico y a r m ó n i c o .
44
xvra.
C U S T O D I A
DE
P A L E N C I A .
Es una obra m u y notable de Juan de B e n a v e n t e , presen­
tando tres caracteres distintos, unidos c o n un acierto y una
gracia, que pudieran servir de m o d e l o á n o pocas p r o d u c c i o ­
nes del g é n e r o .
Las líneas generales s o n indudablemente g r e c o - r o m a n a s ;
los dos templetes c o n t e n i e n d o u n o el ostensorio y otro la fi­
g u r a del patrón de la ciudad, pertenecen al orden corintio, en
tanto que las estatuas ofrecen m u c h o s rasgos de aquel a d m i ­
rable estilo g ó t i c o e m p l e a d o por el primero de los Arfes.
S e n t i m o s no tener los m i s m o s elogios para la cúpula abier­
ta y la linterna rematada en pirámide, porque á nuestro j u i ­
c i o perjudican á la c o m p o s i c i ó n .
XIX.
CUSTODIA DE ZARAGOZA.
L a custodia de la iglesia del Salvador de Zaragoza (la j o y a
tal v e z más suntuosa en su clase que posee España), fué l a brada por P e d r o L a m a i s o n , ( 1 5 3 5 á 3 7 ) c o m p o n i é n d o s e de
cuatro cuerpos c o l o c a d o s sobre un z ó c a l o agregado á fines del
siglo pasado, terminándose dichos cuerpos en un remate p r o longado.
L o s dos primeros y sus contrafuertes s o n demasiado anchos en relación á los s e g u n d o s , defecto que perjudica á la
elegancia de la alhaja, lo m i s m o que la excesiva profusión de
fragmentos decorativos de todo g é n e r o , pues si bien ofrecen
maravillas de primor, recargan aun más el conjunto, y hacen
q u e la vista recorra c o n agrado, pero sin predilección, todas
las diversas partes de la obra.
4
6
XX.
C U S T O D I A
DE
J A É N .
Mientras L a m a i s o n construía la antedicha custodia, el artí­
fice Juan R u i z terminaba la de Jaén, también en el estilo del
primer r e n a c i m i e n t o .
T i e n e dos metros de altura distribuidos en seis cuerpos, y
n o desmerece en esplendidez de la de Z a r a g o z a , aventajándo­
la en c o r r e c c i ó n de líneas, a u n q u e es lástima se halle, c o m o
aquella, recargada de adornos.
47
XXI.
C U S T O D I A
DE
C Á D I Z .
Es de plata en b l a n c o , y fué construida por S u á r e z , ( 1 6 4 8 6 4 ) ofreciendo la circunstancia de ser la de m a y o r altura d e
todas las de España, pues e x c e d e de cuatro m e t r o s .
S o b r e un basamento e x a g o n a l se alzan tres c u e r p o s , ( c u a drado el primero, y e x á g o n o s los otros dos,) terminados por
una cúpula cerrada, c u y o remate es la estatua de la F é . E n el
primero de dichos cuerpos se c o l o c a el ostensorio, ( 1 ) en el
s e g u n d o h a y una figura representando al S e ñ o r resucitado, y
e n el tercero una c r u z .
E l año 1698 fué modificada p o r el artista italiano C i e n t o lini, quien tal v e z fabricó los cuatro grandes faroles del carro,
pero n o este, labrado en 1 7 4 0 por Juan Pastor, y enteramente churrigueresco.
Hablando de esta custodia, dice el S r . de C a s t r o , en su
Manual
del Viagero en Cádiz'.
" E n 1648 el A y u n t a m i e n t o acordó construir una gran c u s todia, encargándole la obra al platero A n t o n i o S u á r e z , q u e
siguiendo el gusto extraviado de su época se apartó de los preceptos del insigne Juan de A r f e ; " — y manifestando nosotros ( 2 )
q u e el último c o n c e p t o n o s parece e r r ó n e o , pues si S u á r e z se
(1) Ya hemos dicho que la custodia gótica que posee la Catedral sirve habitualmente de ostensorio en la festividad del Corpus.
(2) E n nuestro citado artículo publicado en el n.° 8.365 del Diario
de Cádiz.
4
8
separó de los ejemplos de Arfe n o fué, para seguir el gusto
extraviado de su é p o c a , toda v e z que la custodia presenta en
su estructura y ornamentación el. estilo del renacimiento afi­
ligranado, nos contesta el m e n c i o n a d o Sr. que la obra salió
de m a n o s de S u á r e z llena de defectos, y que el A y u n t a m i e n ­
to h u b o de hacerlos corregir.
Ignorábamos esta circunstancia, que en el fondo n o d e s ­
truye nuestra afirmación, pues lo cierto es que si Suárez n o
supo lo que se h i z o , el artífice ó los artífices que la reforma­
ron e n m e n d a r o n tan acertadamente dichos errores, que la alha­
ja está lejos de ofrecerlos, presentando
al contrario,
queda d i c h o , t o d o el estilo del renacimiento
como
afiligranado.
Q u e la Municipalidad encontrase defectos en la obra pri­
mitiva de Suárez (aun en los trozos d o n d e n o los h u b i e r a ) ,
cosa frecuente h a sido siempre que un trabajo artístico se ha
sometido á la aprobación de C o r p o r a c i o n e s p o c o c o m p e t e n ­
tes, y las absurdas modificaciones sufridas por nuestras
más
hermosas custodias s o n buena prueba de e l l o ; por lo d e m á s
sería c u r i o s o comparar los planos de S u á r e z (si aun se c o n ­
servan en el archivo municipal) c o n la alhaja en su estado ac­
tual, pues v e r í a m o s hasta qué punto acertó ó se e q u i v o c ó el
M u n i c i p i o , quien y a que efectuó reformas en la alhaja d e b i ó
también hacer suprimir las ridiculas campanillas que tanto la
afean.
En nuestra o p i n i ó n , el defecto principal de la custodia c o n ­
siste en sus tres c u e r p o s , tan estrechos é iguales entre s í , q u e
casi parecen todos del m i s m o diámetro, defecto excusable
hasta cierto p u n t o , si se atiende al ingrato m o d e l o que se dice
tuvo que copiar el artista, ( i )
FIN.
(i)
La antigua torre de la Casa Capitular.
ÍNDICE.
Páginas.
Dedicatoria
Preliminares .
Custodias notables de España.— Su origen y clasificación
Custodia de Toledo
Id.
de Córdoba
Id.
de Zamora
. .
Id.
de Sahagún
Id.
de Cádiz
Id.
de Salamanca y de T o r o
Id.
de Barcelona
Id.
de Gerona
Id.
de Vich
Id
de Palma de Mallorca
Id.
de Santiago de Galicia
Id.
de Avila
Id.
de Valladolid
Id.
de Sevilla
Id.
de Scgovia
Id.
de Cuenca
Id.
de Palencia
Id.
de Zaragoza
Id.
de Jaén
Id.
de Cádiz (clásica)
5
7
I*
24
25
26
27
28
33
34
35
36
36
37
38
39
40
42
43
44
45
46
47
Descargar