10_1_Caida_de_Jerusalen_2016

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INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
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- 10 LA CAÍDA
DE JERUSALÉN Y EL EXILIO
La caída de Asiria
Los últimos años de Josías
La debilidad del imperio Asirio permitió a Josías realizar la reforma en su territorio y en el
territorio del antiguo Israel. No le quedaba mucho tiempo a la potencia mesopotámica que, en
su desesperación, encontrará ayuda nada menos que en su mortal enemigo: Egipto.
En la primavera del 615, el babilonio Nabopolasar –fundador del Imperio Neobabilonio (605539)– sitió transitoriamente la ciudad de Assur. Los medos se sumaron al ataque. En el verano
del 614 fue atacada Nínive, que había quedado aislada, y luego, nuevamente, Assur. Dos años
más tarde, aliados ya formalmente los Medos con Nabopolasar, volvieron a Nínive (612), y
después de un asedio de tres meses (junio-agosto), se apoderaron definitivamente de ella y la
arrasaron por completo. Los asirios concentraron las fuerzas que les quedaban en Jarán, que fue
la capital asiria desde el 612. Hacia allá se trasladaron los combates. Primero los babilonios
atacaron algunas plazas fuertes del alto Éufrates (611-610) y luego, tras haber recibido apoyo
de ciertos grupos medos, atacaron Jarán. Asirios y egipcios –que habían acudido en ayuda de su
tradicional enemigo– fueron arrojados de Jarán. Es el año 609. El rey asirio derrotado recibió
ayuda personal del faraón Necao II, quien, cruzando el territorio de Judá, llegó a la zona para
intentar una última resistencia.
El profeta Nahum
Mientras tanto, algunas voces eufóricas celebraban la caída del tirano: tal es el caso del profeta
Nahum: sus 50 versículos son un canto triunfal que muestra, con ocasión de la ruina de Asur, la
omnipotencia de Yahveh, ante quien ninguna nación puede subsistir:
Nahum 1,2-3 ¡Dios celoso y vengador Yahveh, vengador Yahveh y rico en ira! Se venga
Yahveh de sus adversarios, guarda rencor a sus enemigos. v.3 Yahveh tardo a la cólera, pero
grande en poder, y a nadie deja impune Yahveh. En la tempestad y el huracán camina, y las
nubes son el polvo de sus pies.
Nahum 1,8b Hace exterminio de los que se alzan contra él, a sus enemigos persigue hasta en
las tinieblas.
Nahum 2,12-14 ¿Dónde está el cubil de los leones, la cueva de los leoncillos, a donde iba el
león a llevar la cría del león, sin que nadie le inquietase? v.13 El león dilaceraba para sus
cachorros, estrangulaba para sus leonas, llenaba de presas sus escondrijos y de rapiñas sus
cubiles. v.14 Aquí estoy contra ti, –oráculo de Yahveh Sebaot–: encenderé en humareda tus
carros, y la espada devorará a tus leoncillos; suprimiré de la tierra tu presa, y no se oirá más
la voz de tus mensajeros.
Nahúm vaticina una rápida e indefectible ruina de Asiria. Sus oráculos pueden ser datados entre
el 632 y el 612. En Judá hay una euforia momentánea. El profeta ve sobre los montes los pies
de los mensajeros de buenas noticias:
Nahum 2,1 ¡He aquí por los montes los pies del mensajero de buenas nuevas, el que anuncia la
paz! Celebra tus fiestas, Judá, cumple tus votos, porque no volverá a pasar por ti Belial: ha
sido extirpado totalmente.
Esta euforia, expresada en un tono salvífico exuberante, no permitía ver el próximo desastre.
10. LOS ÚLTIMOS AÑOS DE JOSÍAS. LA CAÍDA DE JERUSALÉN /// 31/08/2016
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Nahum 1,12 Así dice Yahveh: Por más incólumes que estén, por más que sean, serán talados y
desaparecerán. Si te he humillado, no volveré a humillarte más.
La muerte de Josías1
(2 Reyes 23,29; 2 Crónicas 35,20-25)
El faraón Necao II se dirigió personalmente –en el año 609– hacia la zona norte de Siria para
apoyar el último foco de resistencia asirio, buscando alcanzar la fortaleza de Karkemi$. Josías
pretendió detenerlo en el desfiladero de Meggidó, un paso estratégico, a la sazón parte del
territorio reunificado de Israel, pero murió en el intento.2 Sus siervos lo trasladaron a Jerusalén,
y donde murió el piadoso monarca. Fue sepultado en la ciudad santa, en medio de un duelo
nacional (cf. 2 Crónicas 35,20-25).3
¿Quiso Josías detener al ejército egipcio que iba en ayuda de Asiria o sólo estaba defendiendo
la soberanía de su propio territorio4? En el primer caso, ¿fue Josías un aliado formal de los
babilonios, como en otra ocasión lo había sido Ezequías o actuó independientemente? El
lenguaje de los textos bíblicos es impreciso.
Necao llegó a Karkemi$ –que parece estuvo en manos egipcias hasta el 605– pero el ataque
asirio-egipcio contra Jarán no tuvo éxito. Era el 609. Asiria se derrumbaba.
Dado que los medos se contentaron por el momento con consolidar sus posesiones del este, en
los valles alto y medio del Tigris y el norte de las montañas. Los Babilonios, por el momento,
mantuvieron los territorios del Éufrates. Los egipcios, por su parte, ocuparon la Siria-Palestina,
donde instalaron bases militares (Karkemi$, Riblá en Siria, Meggido). Todo comenzará a
cambiar cuando entre en escena Nabucodonosor.
Los últimos reyes de Judá entre Egipto y Babilonia
El fracaso de “la reforma”
(2 Reyes 24-25 // Jeremías)
En lugar de Josías, “el pueblo de la tierra”, saltándose la línea sucesoria, proclamó rey a uno de
los hijos más jóvenes de Josías: Joacaz (y:hO)fxÿz), tal vez por ser quien ofrecía más garantías
de continuidad a la política de reforma.
A Necao, que pretendía el control sobre la Palestina, no le convenía esta opción e hizo llevar a
Joacaz a sus cuarteles generales en Riblá, en la Siria central, lo destituyó y lo deportó a Egipto
(2 Reyes 23,31-35; cf. Jeremías 22,10-12).
El joven rey sólo había estado tres meses en el trono.
Cf. R. ALBERTZ, “Controversias políticas y teológicas a la muerte de Josías”, en: Id., Historia de la
Religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento I, Madrid (Trotta 1999), 435-451.
1
2
El Libro de Reyes dice que Necao lo mató apenas lo vio (2 Reyes 23,29). Según Crónicas, Necao envió
una embajada a Josías para aconsejarle que no se entrometiera, pues venía con una misión de parte de
Dios. Josías no lo oye, y lo enfrenta en una batalla en la que resulta gravemente herido.
3
Dado que el Libro de los Reyes no menciona ninguna batalla, algunos han pensado que Josías fue hecho
prisionero y ejecutado al comprobar que se negaba someterse. Pero el Cronista habla de una batalla –cf. 2
Crónicas 35,20-24– dato que varios investigadores estiman verosímil.
4
R. ALBERTZ, al referirse a la reforma deuteronómica, afirma que el propósito de Josías al enfrentar al
faraón en Meggido fue el de impedir que la intervención de Egipto apoyara la restauración de un reino del
norte independiente de Judá (cf. R. ALBERTZ, “Trasfondo histórico y objetivos de la reforma de Josías”,
en: Id., Historia de la Religión de Israel I, 380-381).
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En su lugar, Necao colocó a Elyaquim, hermano mayor de Yoacaz –que había sido despojado
de sus derechos sucesorios– como rey vasallo de Egipto.5 Necao cambió su nombre por el de
Yoyaquim (y:hOyfqî{).
La independencia de Judá que había conseguido Josías duró apenas 20 años. El país quedó
sometido –por el momento– a Egipto, debiendo pagar un fuerte tributo, que Yoyaquim se
encargó puntualmente de reunir, cargándolo al “pueblo de la tierra” (cf. 2 Reyes 24,35).
Yoyaquim fiel vasallo de Egipto (608-598) –según informa Jeremías– admitió los cultos
extranjeros (Jeremías 7,31) y rompió la Alianza con Dios.
Jer 22,13-19 denuncia episodios graves: el profeta alude a las construcciones fastuosas en
Jerusalén y en Ramat Rajel, construidas “sin justicia” y “sin derecho”, explotando a los
trabajadores. El rey mostraba más inclinación al lujo que al gobierno (Jeremias 22,15: “¿Serás
acaso rey porque seas apasionado al cedro?”). Peligraba el trono de David: sin justicia, la
alianza dinástica no subsistirá (cf. Jeremías 22,1-9).
Las clases dirigentes volvían a sus viejos mecanismos de opresión de los pobres y excluidos (cf.
Jeremias 5,26-28; 6,6s), sin la más mínima consideración por las consecuencias sociales. La
reforma no había alcanzado a grabar en la conciencia de una parte considerable de la población
la idea de una sociedad radicalmente renovada. Decayó también la reforma religiosa, y no sólo
por la impiedad del monarca y la laxitud de parte del pueblo –que se escudaba
supersticiosamente en la teología cúltica del Templo (cf. Jeremias 7 –para el profeta sólo era
una “cueva de bandidos”–; cf. Jeremias 26,1-6)– sino también por la crisis que siguió a la
trágica muerte de Josías, que marcó una profunda cesura en la historia política y religiosa de
Israel.6 Todo el cúmulo de esperanzas de renovación nacional, social y religiosa suscitadas por
el movimiento deuteronómico de reforma se disiparon totalmente.
¿Acaso la muerte de Josías no era una franca contradicción a la teología deuteronomista? La
obediencia a la Alianza no había evitado el desastre. Hasta algunos consideraron que la reforma
había sido un gran error (cf. Jeremias 44,16-19; cf. 2 Reyes 18,22).
El dominio de Babilonia
Después del triunfo en Jarán, Nabopolasar se internó en los países montañosos del norte (ca
608-607 a.C.) –especialmente, en Urartu– probablemente con la intención de asegurar el flanco
derecho a la hora de intentar caer sobre Karkemi$, donde los ejércitos egipcios estaban
acuartelados.
Desde el 607, Nabucodonosor combate con su padre en el norte. En diciembre del mismo año,
Nabopolasar se comienza a disponer para el asalto de Karkemi$. Si bien avanza con éxito,
tomando varias plazas fuertes, los egipcios –hacia comienzos del 605– logran desalojarlos.
Entonces Nabopolasar –seguramente ya viejo– se retira y deja a su hijo al mando. Será
Nabucodonosor quien, entablará una batalla decisiva contra los egipcios atrincherados en
Karkemi$, hacia agosto del 605. Nabucodonosor obtuvo una impresionante victoria (cf. Jer
46,2-12), y prosiguiendo su campaña hacia Egipto (cf. Jeremías 46,13-28), asumió el control de
Siria y Palestina.
Se podría presumir que Elyaquim tal vez habría sido desechado por “el pueblo de la tierra” por no
compartir la política antiasiria y antiegipcia de su padre.
5
Cf. R. ALBERTZ, “Quiebra de la reforma deuteronómica”, en: Id., Historia de la Religión de Israel I,
436-443.
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El profeta Habacuc
Judá quedó consternada ante este giro de los sucesos, como lo indican las expresiones
proféticas contemporáneas. Habacuc comienza afirmando, como Jeremías, que Nabucodonosor
era instrumento de Dios. En la primera parte de su libro, en una especie de diálogo litúrgico,
Habacuc se quejaba de la injusticia y la violencia que reinaban por todos lados, sin que Yahveh
hiciera nada (Habacuc 1,2-4). Yahveh le responde que los caldeos acabarán con el opresor:
Habacuc 1,5-11 “Mirad a las gentes, contemplad, quedad estupefactos, atónitos: voy a hacer
yo una obra en vuestros días que no creeríais si se os contara. v.6 Pues he aquí que yo suscito
a los caldeos, pueblo acerbo y fogoso, que recorre las anchuras de la tierra, para apoderarse
de moradas ajenas. v.7 Espantoso es y terrible; de él solo salen su juicio y su grandeza; v.8
más raudos son que leopardos sus caballos, más agudos que lobos de la tarde; sus jinetes
galopan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila que se precipita a devorar. v.9 Llegan
todos para hacer violencia, el ardor de sus rostros, como un viento del este, amontona cautivos
como arena. v.10 Y él se burla de los reyes, los soberanos le sirven de irrisión; se ríe de toda
fortaleza, levanta un terraplén y la toma”.
Pero luego constata amargamente que estos terminan siendo opresores también:
Habacuc 1,11
“Luego se cambia el viento y pasa, y él aparece culpable por hacer de su fuerza su dios”.
El profeta vuelve a reclamar duramente al Señor (Habacuc 1,12-17). YAHVEH responde y le
pide que escriba en tabletas la respuesta, para que pueda verificarse cuando se cumpla:
Habacuc 2,1-4 “En mi puesto de guardia me pondré, me plantaré en mi muro, y otearé para ver
lo que él me dice, lo que responde a mi querella. v.2 Y me respondió Yahveh y dijo: «Escribe la
visión, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido. v.3 Porque es aún visión
para su fecha, aspira ella al fin y no defrauda; si se tarda, espérala, pues vendrá ciertamente,
sin retraso. v.4 «He aquí que sucumbe quien no tiene el alma recta, más el justo por su
fidelidad vivirá».”.
Dios se muestra como salvador de quien confía en él. Pablo utilizará este pasaje en la
controversia sobre la justificación (Romanos 1,17; Gálatas 3,11; Filipenses 3,9).
El Libro de Habacuc cierra primero con una serie de “ayes” contra el opresor: 2,5-20 y
finalmente con un antiguo poema que celebra las hazañas de Yahveh y su victoria sobre los
enemigos (Habacuc 3).
Nabucodonosor,
dueño de Siria y Palestina
Al morir Nabopolasar, Nabucodonosor abandona Siria y se dirige de inmediato a su capital. En
septiembre del 605 toma posesión del trono (pero hasta la fiesta del Año Nuevo del 604 no se
comienzan a contar sus años de reinado). En estos años, Nabucodonosor intentó consolidar sus
dominios en la Palestina y vencer definitivamente a Egipto. Destruyó Ascalón, que actuaba
como respaldo de Egipto.
Ante la rápida expansión del imperio neo-babilonico por las regiones de Siria y Palestina, en
Judá comenzaba un gran conflicto a propósito de la orientación fundamental de la política
exterior.7
Cf. R. ALBERTZ, “Controversia sobre la opción política de Judá frente a la expansión neo-babilónica”,
en: Id., Historia de la Religión de Israel I, 443-451.
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El rey Yoyaquim por el momento se sometió a Nabucodonosor (cf. 2 Reyes 24,1), aunque no de
buena gana y no iba a desaprovechar la ocasión –contra la opinión de los grupos
probabilónicos– de rebelarse en cuanto pudiera. La primera ocasión la iba a tener en el año 601:
a fines del cuarto año de su reinado, Nabucodonosor sufrió un serio revés en la frontera de
Egipto, episodio reconocido en las mismas Crónicas babilónicas.8 Apenas Yoyaquim olfateó
los primeros síntomas de debilidad en el imperio babilónico, se rebeló. La respuesta de
Nabucodonosor no se hizo esperar.
La primera deportación (597 a.C.)
Aunque Nabucodonosor no atacó Jerusalén inmediatamente –las Crónicas babilónicas indican
que volvió a su país y “organizó sus carros y muchos caballos”– a fines del 599 y hasta marzo
del 598 reapareció en la zona occidental, para invadir, sobre todo, a los árabes (cf. Jeremías
46,28-33).
Luego de equipar a su ejército a principios de su séptimo año (mediados del 598), se dirigió
contra Judá. La ayuda egipcia, si se esperaba alguna (v. 7) no llegó. La Crónica babilónica
registra la toma de Jerusalén con estas palabras:
«En el año 7, en el mes de Kislew (= diciembre del 598) el rey de Acad revistó sus tropas,
marchó al país de Jatti (= Asia occidental) y acampó contra la ciudad de Judá (= Jerusalén), y al
segundo día del mes de Adar conquistó la ciudad y capturó al rey. Instituyó allí un rey según su
corazón, recibió su pesado tributo y envió (el tributo y los prisioneros) a Babilonia».9
El Libro de Reyes expone estos acontecimientos de la siguiente manera:
2 Reyes 24,10-17 “En aquel tiempo las gentes de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron
contra Jerusalén y la ciudad fue asediada. v.11 Vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a la
ciudad, mientras sus siervos la estaban asediando. v.12 Joaquín, rey de Judá, se rindió al rey
de Babilonia, él, su madre, sus servidores, sus jefes y eunucos; los apresó el rey de Babilonia
en el año octavo de su reinado. v.13 Se llevó de allí todos los tesoros de la Casa de Yahveh y
los tesoros de la casa del rey, rompió todos los objetos de oro que había hecho Salomón, rey de
Israel, para el santuario de Yahveh, según la palabra de Yahveh. v.14 Deportó a todo
Jerusalén, todos los jefes y notables, 10.000 deportados; a todos los herreros y cerrajeros; no
dejó más que a la gente pobre del país. v.15 Deportó a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey
y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los notables del país; los hizo partir al destierro, de
Jerusalén a Babilonia. v.16 Todos los hombres de valor, en número de 7.000, los herreros y
cerrajeros, un millar, todos los hombres aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llevó
deportados a Babilonia. v.17 El rey de Babilonia puso por rey, en lugar de Joaquín, a su tío
Mattanías, cambiando su nombre en Sedecías”.
El suceso tuvo lugar el 16 de marzo del 597 (en ese año, caía sábado). Jerusalén no fue
destruida por el momento. El rey Joaquin y toda la corte fueron deportados. Su padre Yoyaquim
había muerto poco antes10 (cf. 2 Reyes 24,6).
Cf. 2 Reyes 24,1 “En sus días, Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo una expedición y Yoyaquim le
quedó sometido durante tres años. Luego volvió a rebelarse contra él”.
8
9
Tomado de: S. CROATTO, Las Culturas del Antiguo Próximo Oriente, Buenos Aires (ISEDET 1994),
220.
¿Asesinado? Alguno piensan que siendo responsable del apuro de la nación y “persona no grata” a los
babilonios Yoyaquim fue asesinado, con la esperanza de obtener con ello un trato más suave (cf. Jeremías
22,18ss; 36,30). El Libro de Reyes afirma claramente que Joaquin, hijo de Yoyaquim, de sólo 18 años, va
al destierro. Pero el libro de Crónicas afirma que es Yoyaquim quien va deportado a Babilonia:
2 Crónicas 36,5-8 “Yoyaquim tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en
Jerusalén. Hizo el mal a los ojos de Yahveh su Dios. v.6 Nabucodonosor, rey de Babilonia, subió contra él
10
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Nabucodonosor colocó a Mattanías, tío de Joaquin, cambiándole el nombre por el de Sedecías,
en el trono de Judá.
Exponemos en un esquema a sucesión de los reyes desde Josías a Sedecías:
Josías
Joacaz ___________________ Joaquim ........... Sedecías
Joaquin (deportado)
Mientras tanto, el monarca babilónico proseguía sus campañas de conquista a la vez que debía
sofocar movimientos internos de rebelión, incluso en Judá, donde, tras la primera deportación,
se desató con mayor virulencia el conflicto teológico y político entre “nacionalistas” y “probabilónicos”.
Hacia la segunda y definitiva
conquista de Jerusalén
(597-587)
El reinado de Sedecías (597-587) no fue otra cosa que agitación continua y sedición, lo que
provocó que, en diez cortos años, se desembocara en la destrucción total.
Sedecías no parecía ser el hombre más apropiado para guiar al país en una hora tan grave:
aunque aparentemente bien intencionado (cf. Jeremías 37,17-21; 38,7-28), aparecía débil,
vacilante, incapaz de mantenerse firme ante los nobles (38,5), temeroso de la opinión popular
(39,19) y falto de carácter, como bien claro lo dice Jeremías (cf. 34,8-22).
Además, su posición era ambigua, ya que su sobrino Joaquín seguía siendo considerado por
muchos de sus súbditos y por Babilonia, como el rey legítimo.
La conspiración del 594
No obstante la precaria situación, no dejó de estar latente la idea de una sublevación entre los
sectores “nacionalistas”. La chispa fue provocada por una rebelión que estalló en Babilonia
hacia 595/4, implicando posiblemente, elementos del ejército. También parecen haber
participado algunos judíos deportados (Jeremías 29, especialmente, vv 7-9). Algunos de los
profetas que incitaron a los judíos deportados a sumarse a la rebelión fueron ejecutados por
Nabucodonosor (Jeremías 29, 21-23).
Esta rebelión, aunque sofocada con rapidez, levantó las esperanzas en Palestina. Según cuenta
Jeremías 27,1s, durante 594/3 se reunieron en Jerusalén embajadores de Edom, Moab, Ammón,
Tiro y Sidón para discutir planes de rebelión. Hubo también profetas en Jerusalén que
alimentaban falsas esperanzas en el pueblo, anunciando el pronto regreso de Joaquín y los
demás exiliados (Jeremías 28,2ss).
y le ató con cadenas de bronce para conducirle a Babilonia. v.7 Nabucodonosor llevó también a Babilonia
algunos objetos de la Casa de Yahveh que depositó en su santuario, en Babilonia. v.8 El resto de los
hechos de Yoyaquim, las abominaciones que cometió y todo lo que le sucedió, está escrito en el libro de
los reyes de Israel y de Judá. En su lugar reinó su hijo Joaquín”.
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Jeremías denunció vigorosamente estos embustes (cf. Jeremías 27-28) y en una carta a los
deportados – Jeremías 29,1-23– advertía que se prepararan para una larga estadía en el exilio
(lo que provocó la indignación de los “nacionalistas”: cf. Jeremías 29,24-28).
Esta rebelión no prosperó.
La caída definitiva de Jerusalén
(587 a.C.)
Pero al cabo de 5 años, hacia el 589, se repitió el intento de rebelión.
Sedecías “se rebeló contra el rey de Babilonia” (2 Reyes 24,20b), posiblemente contando con el
respaldo de Egipto (cf. Jeremías 37,5s).
La reacción de Babilonia fue rápida y contundente: a más tardar en enero del 588 (2 Re 25,1;
Jeremías 52,4) llegó su ejército y, poniendo sitio a Jerusalén (cf. Jeremías 21, 3-7), comenzó a
reducir los puntos fuertes alejados, tomándolos uno por uno hasta que, al acabar el año, sólo
quedaban en el sudoeste Laqui$ y Azecá (cf. Jeremías 34,6ss).11
El miedo y el hambre invadieron Jerusalén. Sedecías consultó a Jeremías, y éste le anunció lo
peor (cf. Jeremías 21,1-10; 38,14-27 y sobre todo, 34,1-7; 37,3-8). Pero si se entregaban, la
ciudad y el templo serían salvados (Jeremías 21,1-10).
Nuevamente haciendo oídos sordos a Jeremías (cf. 2 Crónicas 36,12), Jerusalén resistió con
heroica obstinación hasta el siguiente verano (cf. 2 Reyes 25,1-4): en julio del 587 los
babilonios abrieron brecha en los muros y entraron (2 Reyes 25,2ss; Jeremías 52,5ss).
Sedecías, con alguno de sus soldados, huyó por la noche hacia el Jordán, pero fue alcanzado
cerca de Jericó y llevado ante Nabucodonosor, a sus cuarteles generales de Riblá. No hubo
piedad para él: después de presenciar la ejecución de sus hijos, fue cegado y conducido
encadenado a Babilonia, donde murió (2 Reyes 25,6ss).
Un mes más tarde, el jefe de la guardia de Nabucodonosor llegó a Jerusalén y, cumpliendo
órdenes, incendió el palacio, el Templo y todas las casas de la ciudad, arrasó los muros y
saqueó la ciudad (2 Reyes 25, 8-12 = Jeremías 52,12-16; cf. Jeremías 39,8).
Algunos oficiales, sacerdotes y ciudadanos principales fueron llevados ante Nabucodonosor a
Riblá y ejecutados (2 Jeremías 25,18-21),12 mientras que un numeroso grupo fue deportado a
Babilonia.13
11
Las alternativas de estos episodios se ven iluminadas por el hallazgo, en 1935 y 1938, de un grupo de
21 óstraca (textos escritos sobre tiestos de cerámica), llamados “las cartas de Lakis”, la mayoría de las
cuales datan de 589/8.
Las penas más severas cayeron sobre los miembros de la facción “nacionalista” (el sacerdote Serayas,
el sacerdote Sofonías) y sobre parte del personal de servicio del Templo y de la corte; también fueron
ejecutados 60 hombres del (am ha)arec que estaban en la ciudad. Pero los miembros de la “oposición” –
de ideología más bien pro-babilónica– recibieron un trato benévolo. En particular, Jeremías fue liberado
de la prisión por uno de los oficiales babilónicos (Jeremías 39,3.14) y se lo dejó elegir donde ir (incluso,
si elegía ir a Babilonia, el gobierno se iba a hacer cargo de él; cf. Jeremías 40,4-6); además se lo proveyó
de víveres y de alguna ayuda.
12
13
Los babilonios, contrariamente a cuanto hicieron los asirios, no dispersaron a los deportados con
ánimo de liquidarlos étnicamente, sino que los instalaron en núcleos compactos y homogéneos,
especialmente en la región meridional de Babilonia, cerca del “gran canal”, el colector de las aguas del
Éufrates en las inmediaciones de Babilonia. En hebreo se lo conoce como “río Quebar” (cf. Ezequiel 1,1s
y Jeremías 29,5s). Podían reunirse libremente, adquirir terrenos, construir casas y comunicarse con Judá.
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El estado de Judá había desaparecido.
Después de la destrucción de Jerusalén
Los babilonios organizaron a Judá según el sistema de provincias del imperio.
El país había sido completamente devastado. Sus ciudades destruidas, su economía arruinada,
sus dirigentes muertos, deportados y/o fragmentados entre profundas desavenencias; la
población que quedó estaba compuesta de campesinos pobres, incapaces de organizar
revueltas.14
La presentación de este período en la obra del “cronista” (cf. 2 Crónicas 36,21) podría dar pie a
la idea que la deportación afectó a todo Israel, que durante el “exilio” Jerusalén quedó
completamente despoblado. Pero esto no fue así: la deportación sólo afectó a una minoría,
sobre todo a la clase alta, mientras el resto de la población, y en especial, los pequeños
terratenientes, se quedaron en el país.15
Como gobernador, los babilonios colocaron a Godolías, hombre de la familia noble de los
safánidas (cf. Jeremías 40,5; ¿del partido reformista?), quien –y acaso porque Jerusalén era
inhabitable– estableció la sede de su gobierno en Mi$pá.
Godolías intentó conciliar al pueblo (Jeremías 40,7-12).16 Aprobó expresamente que los que
habían huido hacia las naciones vecinas y quisieran volver ocuparan, aun por la fuerza, los
lugares que habían quedado abandonados (Jeremías 40,10; cf. 39,10).
Dice R. ALBERTZ:17 “La recolección de una cosecha, es decir, asegurar los medios materiales
de vida para un enorme contingente de necesitados (Jer 40,7) era más importante que mantener
el título de propiedad de los terratenientes que habían sido deportados (Jer 40,10)”
Cf. R. ALBERTZ, “Situación de los deportados a Babilonia”, en: Id., Historia de la Religión de Israel II,
467-469.
Dice A. SOGGIN: “[...] los babilonios iniciaron una interesante forma de colonización mediante
elementos locales: distribuyeron las tierras de los deportados a los miembros de los que podemos llamar el
subproletariado urbano y rural (Jeremías 39,10; 2 Reyes 25,12 // Jeremías 52,16; cf. Ezequiel 33,21-27).
Con tales medidas, los babilonios creaban una clase de minifundistas no importada del exterior, cuyo
derecho se basaba no en la herencia o en la adquisición, sino en la intervención de la potencia ocupante, a
la que debía todo cuanto tenía y era incondicionalmente fiel. La medida no dejó en cambio de crear
notables problemas durante la restauración, cuando los deportados, una vez vueltos al país, reclamaban la
restitución de sus tierras o una adecuada indemnización” (A. SOGGIN, Nueva Historia de Israel. De los
orígenes a Bar Kochba, Bilbao [Desclée de Brouwer 1997], 317).
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Cf. R. ALBERTZ, “4.1. Desarrollos histórico-sociales durante el destierro”, en Id., Historia de la
Religión de Israel II, 464. Por eso estima oportuno, para estudiar esta época, distinguir entre la
experiencia social de los sobrevivientes que quedaron en el país y la situación tanto de los deportados a
Babilonia como de los que tuvieron que emigrar a Egipto (cf. Ibid. 465-471).
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Cf. R. ALBERTZ, “Fracaso del intento reformista de Godolías”, en: Id., Historia de la Religión de
Israel I, 450-451. ALBERTZ indica toda una serie de indicios que lo llevan a pensar que el pequeño grupo
reunido en torno a Godolías y Jeremías trató de implementar la tan ansiada reforma social inspirada por el
movimiento deuteronómico y que había fracasado tras la muerte de Josías, aprovechando la abolición de
las viejas estructuras monárquicas y de poder y con la ayuda de los funcionarios invasores. De hecho,
Nebusardán, jefe de la guardia babilónica, distribuyó a la gente pobre del campo los bienes abandonados
por la clase alta y media (Jeremías 39,10; cf. 2 Reyes 25,12) con lo que no sólo aseguró la supervivencia y
el orden público sino también el equilibrio social ideado por los reformadores deuteronómicos.
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R. ALBERTZ, Fracaso del intento reformista de Godolías”, en: Id., Historia de la Religión de Israel I,
451; cf. “4.1.1. Situación de los supervivientes de Judá” en: Id., Historia de la Religión de Israel II, 465467, donde añade elementos de análisis importantes, por ejemplo, los pequeños países circunvecinos que,
aprovechando el descenso demográfico de Judá y la escasa presencia militar de Babilonia, irrumpían
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INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO /// Lic. Claudia MENDOZA
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La indignación y la amargura que desató entre los exiliados una tal redistribución de sus
propiedades se puede deducir de Ezequiel 11,14-21; 33,23-29.
Y si en Jeremías 40,12 se dice que «hubo una cosecha extraordinaria», se quiere subrayar que
ese nuevo comienzo de una sociedad igualitaria fue objeto de la maravillosa bendición de Dios.
Pero algunos obstinados, al cabo de unos dos meses, lo asesinaron (cf. Jeremías 41,1-3). Ante
estos sucesos, aterrorizados –temiendo las represalias de Nabucodonosor– un nutrido grupo
emigró a Egipto, llevándose consigo por la fuerza al profeta Jeremías18 (cf. Jeremías 42s).
La provincia de Judá fue probablemente anulada y gran parte de su territorio fue incorporado a
la vecina provincia de Samaria. Nabucodonosor quedó en la memoria del pueblo como el
paradigma del destructor (cf. Daniel 2-4).
El desastre de Jerusalén tuvo consecuencias insospechadas para el futuro de la nación. La
residencia de Yahveh, la ciudad del Templo y del Arca de la Alianza, la ciudad de la dinastía
sagrada, todo esto había desaparecido. ¿Por qué? Jeremías adelantaba una respuesta:
Jeremías 22,8-9 “Muchas gentes pasarán a la vera de esta ciudad y dirán cada cual a su
prójimo: «¿Por qué ha hecho Yahveh semejante cosa a esta gran ciudad?» v.9 Y les dirán: «Es
porque dejaron la alianza de su Dios Yahveh, y adoraron a otros dioses y les sirvieron».”.
Se derrumbaba un mundo.
Pero Dios enseñaba el verdadero sentido de sus designios de siempre.
violentamente en territorio judío. A los pocos años de la última deportación habría comenzado una
progresiva pérdida de territorio (cf. Abdías 19). También fueron víctimas de ataques a la población civil,
con redadas de esclavos (cf. Joel 4,6).
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Luego de estos acontecimientos, se pierden los rastros de Jeremías. Se piensa que allí murió: Jeremías
41,17-18 + 42-43. Cf. R. ALBERTZ, “Situación de los emigrantes en Egipto”, en: Id., Historia de la
Religión de Israel II, 469-470.
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