1 INDICE Pág. RESUMEN ............................................................................................ 3 1. INTRODUCCIÓN ................................................................................ 4 2. LA MUJER EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL ................... 7 2.1. MUJER Y TRABAJO ENTRE 1914 Y 1918 ................................. 7 2.2. MUJER Y SOCIEDAD ENTRE 1914 Y 1918.............................. 17 3. LA MUJER EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL .................. 28 3.1. MUJER Y TRABAJO ENTRE 1939 Y 1945 ................................ 28 3.2. MUJER Y SOCIEDAD ENTRE 1939 Y 1945.............................. 37 4. PROPAGANDA BÉLICA Y UTILIZACIÓN DE LA IMAGEN DE LA MUJER .......................................................................................... 49 5. CONCLUSIONES ............................................................................... 57 ANEXOS ............................................................................................. 58 ANEXO I LAS TAREAS DEL MOVIMIENTO OBRERO FEMENINO EN LA REPÚBLICA SOVIÉTICA ............................ 59 ANEXO II: EL PODER SOVIÉTICO Y LA POSICIÓN DE LA MUJER ................................................................................................. 65 ANEXO III: DECALRACIÓN DE SENECA FALLS ..................... 69 ANEXO IV: CARTAS Y PLANFLETOS DE LA “LIGA DE LAS MUJERES SOLITARIAS DE LA GUERRA” DE LA OFICINA DE SERVICIOS ESTRATEGICOS......................................................... 74 ANEXO V: ILUSTRACIONES SOBRE EL ROL FEMENINO EN LA REVISTA AMERICANA “JOHN BULL” DURANTE LOS AÑOS CINCUENTA ........................................................................... 75 BIBLIOGRAFÍA ................................................................................. 80 2 RESUMEN El presente trabajo ofrece una visión de las vivencias de las mujeres durante los treinta y un años que transcurren desde el inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945. La mujer pasa de ser un mero medio para la reproducción, a llenar los puestos de trabajo que dejan los hombres atrás para marchar a la guerra, viviendo siempre entre el trabajo fuera de casa y el rol de madre y amante esposa. Sufrió totalitarismos, racismo y abusos de todo tipo. Pero también logró grandes avances como el derecho a voto, y sobre todo, descubrir que ella también podía ser independiente. Palabras clave: Primera Guerra Mundial, Segunda Guerra Mundial, mujer, guerra total, trabajo asalariado, tareas domesticas, Ángel del Hogar, nazismo, fascismo, comunismo, emancipación, derechos sociales, derechos cívicos. ABSTRACT This paper provides an overview of the experiences of women during the thirty-one years elapsed since the start of the First World War in 1914, until the end of Second World War, in 1945. She goes from being a mere means for reproduction, to fill the jobs left by men behind to go to war always lives between work outside the home and the role of mother and loving wife. He suffered totalitarianism, racism and abuse of all kinds. But he also made great strides as the right to vote, and above all, to discover that she could also be independent. Key words: First War, Second World War, women, total war, wage labour, housework, Angel Home, Nazism, fascism, communism, emancipation, social rights, civil rights. 3 1. INTRODUCCIÓN Cuando nos vienen a la mente las palabras “guerra” o “conflicto bélico”, siempre nos imaginamos a hombres uniformados empuñando un fusil o una espada, guerreando y matando al enemigo, mientras son dirigidos por otros hombres: reyes, ministros, generales, capitanes o militares de cualquier rango. Y tampoco nos cabe duda de que estos acontecimientos marcan un antes y un después en las sociedades que los viven. Al igual que el hombre evoluciona, cambian sus problemas y, por consiguiente, las guerras que hacen. Aunque a lo largo de la Historia se han producido guerras cruentas y de grandes magnitudes, es en el siglo XX cuando ésta llega a su máxima expresión. Ya no son solo guerras de religión, como otras lo fueron en el pasado, sino que son guerras por poder, por territorios, donde conseguir más recursos (económicos, poblacionales, etc.) que los demás, es fundamental. No es de extrañar, por tanto, que fuera en las guerras del siglo XX donde más muertos y destrucción se produjera. Así ocurrió con la Primera Guerra Mundial, cuya desastrosa forma de resolución, trajo consigo veinte años después el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Si por algo se caracterizan las guerras en el siglo XX es por la gran movilización de personas que producen. Son guerras totales y de masas, que movilizan a todos los estratos de la sociedad. La guerra total llega a todos los ámbitos: economía, política, sociedad, progreso, tecnología… Su principal rasgo es que no tenía límites. Como dijo Hobsbawm: “La rivalidad política internacional se establecía en función del crecimiento y la competitividad de la economía, pero el rasgo característico era precisamente que no tenia limites.” (Hobsbawm, Historia del siglo XX. Buenos Aires: Critica, 1998. Página 37) La guerra total se lleva a cabo y se mantiene con una economía industrializada y una gran producción, sobre todo en industria armamentística. Todas las potencias antes de la Primera Guerra Mundial llevaron a cabo su militarización y, para ello, se involucra a toda la ciudadanía. De esta manera, la guerra se hace en las trincheras, con los soldados y las armas, pero también con una enorme producción industrial mantenida por la población no beligerante1. Esta enorme 1 Ibíd., pág. 52. 4 movilización de mano de obra reforzó la presencia de las organizaciones obreras y la incorporación de la mujer al trabajo. Mientras, toda esta producción se traduce, a su vez, en destrucción material y social: ciudades e infraestructuras deshechas, millones de muertos y hambre. Los países beligerantes se jugaban la honorabilidad en estas guerras totales. Querían demostrar que eran superiores a sus vecinos, desbancarlos del primer puesto del ranking de potencia mundial. Para ello, intentaban influir en la opinión pública apelando al nacionalismo para justificar la guerra. Pero lo que no tuvieron en cuenta o no vieron, fueron las consecuencias de sus actos, trayendo un cambio brutal en la sociedad2, tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial. Esto es la guerra total del siglo XX. Pero, si en algo tiene que ver la guerra contemporánea con lo que se trata en este trabajo, es en la gran movilización de personas que produce. Toda la población se vio involucrada en la guerra: hombres y mujeres. Y es, precisamente, en estas últimas en quien nos vamos a fijar. Aunque la mujer nunca ha sido ajena a la guerra3, en los dos conflictos mundiales que se desarrollan durante el siglo XX, su participación es más importante, si cabe, que en siglos 2 Gabriel Kolko, El siglo de las guerras: política, conflictos y sociedad desde 1914 (Barcelona: Paidós, 2005) 21. Partimos de la consideración de que su participación en los conflictos nunca estuvo del todo bien vista. De ahí las reticencias de la sociedad, y sobre todo de los hombres, a que las mujeres se enrolaran en la aventura bélica. Ya en la Antigüedad la mujer sufriría los devenires de la guerra. Como ha ocurrido a lo largo de la Historia, la mujer solo se concebía para tener hijos. Partiendo de esa base, nos encontramos con la paradoja griega de que su divinidad para la estrategia de la guerra era representada por una figura femenina: Atenea. Además de encontrarnos con el legendario mito de las Amazonas, que rechazaban la labor de procreación y se dedicaban exclusivamente a la guerra. Un mito que nos recuerda a las mujeres escitas y sármatas, ambos pueblos de origen iranio, cuyas mujeres practicaban el manejo de las armas. Aun así, las griegas sufrían las consecuencias de los conflictos, los asedios, la partida de sus maridos e hijos, el hambre y la violencia. Pero también eran moneda de cambio. Entraban dentro de alianzas y pactos entre las familias patricias romanas, con la intención de obtener ventajas tanto políticas como sociales. Con la llegada del cristianismo, la mujer ganaría algo de libertad gracias al ascetismo. Durante la Edad Media, la mujer tendrá distintos papeles en los conflictos, dependiendo si es noble o plebeya. Son muchas las mujeres que al ser proclamadas reinas (un ejemplo importante es Castilla), toman las riendas del reino y su ejército, encabezando a los soldados en el campo de batalla y cabalgando de un lado a otro en busca de aliados en sus empresas. Un ejemplo de mujer liderando un ejército, aunque no fuera noble, es el de Juana de Arco. También son muchas las nobles que, al marchar el marido a la guerra, quedan a cargo del castillo familiar, encargándose ellas de defenderlo y evitar que caiga en manos del enemigo. Sin embargo, para las plebeyas, la guerra no traía nada más que dolor. Además de perder a sus padres, maridos, hijos o hermanos; sufrían asedios, hambre y violencia. La mujer era un botín de guerra más. También las había que iban al frente de batalla en calidad de cocineras, o para realizar tareas de avituallamiento. Ó llegaban al frente como “consuelo” del soldado, eran las llamadas mujeres públicas. Por último estaban las mujeres que acompañaban a sus maridos u otros familiares. Situación esta, que se extendería también a lo largo de la Edad Moderna, hasta la llegada del siglo XX. 3 5 anteriores. Por un instante pareció olvidarse el discurso de género que las encerraba en casa y fueron llamadas a sustituir al varón en fábricas, fincas, oficinas y todo aquel oficio que hasta entonces había sido desempeñado por un hombre. Era un acontecimiento nunca visto a tal escala. Era, en definitiva, una consecuencia más de la guerra total y de la gran cantidad de mano de obra que necesita para llevarse a cabo. Y, en este caso, la mujer es la fuerza que mantiene la guerra desde la retaguardia. Aunque, tras ambos conflictos todo este hito se derrumbó. Ya no había guerra y las mujeres ya no eran necesarias. Su lugar volvía a ser la casa, y su labor, la reproducción. Se pretendía que las mujeres volvieran a la normalidad y, que retornara la forma de vida anterior a la guerra, pero no se consiguió del todo. Su movilización no supuso la gran emancipación de la mujer, pero sí fue una semilla, una demostración de que eran capaces de participar en la vida pública. Fue un acicate para nuevas movilizaciones y reivindicaciones feministas, que se vieron recompensadas. Pero la ansiada igualdad y libertad de la mujer no llegaría hasta después de la Segunda Guerra Mundial, con la irrupción de la tercera ola feminista en los años sesenta y setenta. Es esto lo que diferencia una guerra de otra. Los treinta y un años pasados desde el 28 de julio de 1914, día en que comienza la Primera Guerra Mundial, hasta el 14 de agosto de 1945, día en que finaliza la Segunda Guerra Mundial, parecieron traer consigo el fin del mundo tal y como se conocía4. Aunque no fue así, sí cambió el modo de concebirlo. Pero, sobre todo, estos años supusieron un antes y un después en las vidas de las mujeres occidentales. El presente trabajo tiene dos objetivos principales: en primer lugar estudia el papel de la mujer en las dos guerras mundiales, y la evolución social que, estos acontecimientos, trajeron aparejados. Durante este periodo de treinta y un años, desde 1914 hasta 1945, el rol femenino en la sociedad cambio de manera inimaginable para la época. Cuando leemos, miramos documentales, cine o simplemente hablamos de estos conflictos nos olvidamos de la otra mitad de la humanidad: las mujeres. La intención de este trabajo es demostrar que ellas también tuvieron su papel en estas guerras. Y que fueron además parte muy importante y necesaria en el mantenimiento y evolución de la sociedad en la época. En segundo lugar, se trata de mostrar el uso propagandístico que se hizo de la imagen femenina, tanto con tintes patrióticos, como para la movilización laboral. Con tales fines se la 4 Hobsbawm, op. Cit., pág. 30. 6 representó, bien como una dolorosa madre o esposa, o bien como una trabajadora fuerte y segura de sí misma. En definitiva, se pretende mostrar cómo cambio la vida de la mujer en estos años y sus consecuencias. Se ha usado, en su mayoría, material escrito. Libros y manuales especializados en Historia de la mujer e Historia Contemporánea. También artículos de revistas, diversos recursos electrónicos y el visionado de documentales históricos. En lo que respecta a las lecturas generales, han servido sobre todo para contextualizar el trabajo y conocer más a fondo los dos conflictos en los que se desarrolla el tema que aquí se trata. Además de para profundizar más en el tema bélico. Respecto a obras más especificas, las referidas a la Historia de la mujer sirvieron para estudiar los movimientos feministas y la situación femenina antes de 1914. También para conocer la vida de la mujer durante el desarrollo de las dos contiendas, tanto en el aspecto social como laboral. Al igual que se han usado libros referidos a casos concretos, como Francia o Japón. También se han usado artículos de revistas y de prensa, sobre todo en lo que se refiere a la Italia fascista, la Francia de Vichy y la Primera Guerra Mundial. Respecto a los recursos electrónicos, han servido blogs especializados en Historia, tanto para obtener información diversa, como para conseguir imágenes. Además, han sido visionados diversos documentales históricos, tanto en internet como en televisión. Sobre todo en lo referido al desarrollo de las dos guerras mundiales y a la aparición de los totalitarismos de entreguerras. 2. LA MUJER EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 2.1. MUJER Y TRABAJO ENTRE 1914 Y 1918 La llegada de la Revolución Industrial, supone la incorporación de la mujer a las fábricas. En las ciudades, al trabajo domestico tendrían que sumarle el fabril. Mientras que en el campo, también se encargarían de cuidar la casa y recoger la cosecha. Además, muchas de estas agricultoras migrarían del campo a la ciudad para trabajar en la industria. “También es obvio que este fenómeno influyo decisivamente en el trabajo de las mujeres y que en adelante sería más difícil compaginar trabajo remunerado y trabajo domestico, las dos bases de la realidad laboral femenina”. 7 (Nash y Tavera García. Experiencias desiguales: conflictos sociales y respuestas colectivas (siglo XIX), 1995. 23) De esta manera, las mujeres se moverían en estas dos esferas. La esfera domestica engloba el ámbito privado. Aquí el trabajo no está remunerado y es realizado de manera exclusiva y anónima por las mujeres. Se consideraba algo inherente a ella y no se reconocía su esfuerzo5. Mientras que en la esfera fabril si recibían remuneración, pero menor que la de los hombres. Además, el trabajo asalariado de la mujer estaba mal considerado por la sociedad. Esta manera de pensar también la compartían desde el movimiento obrero. Sus propios compañeros no reconocían a las mujeres como trabajadoras y rechazaron su incursión en el mercado laboral. Criticaban además su presencia en las fábricas, la competencia que podrían hacerles y la independencia económica que podían obtener con su trabajo. Al parecer, no tenían en cuenta que el poco dinero que ellas ganaban contribuía al sostenimiento de la economía familiar. A pesar de esto, las mujeres terminaron siendo un grupo importante dentro de la población activa, sobre todo en Gran Bretaña6, pese a que no solían aparecer en las estadísticas. A ésto, hay que añadir la visión que el capitalismo tenia del trabajo femenino. Según este sistema, la mujer debía ganar menos por su inferior capacidad física y su menor cualificación profesional7. De esta manera, los patrones ahorraban costes al contratar mujeres, pues tenían que pagarles menos salario. Además, ocupaban siempre los puestos menos cualificados, lo que contribuía a su discriminación. A esto hay que sumar la penosa situación sanitaria de las rodeaba8. Conforme fue avanzando el siglo XIX y se llegó a principios del siglo XX, el trabajo de las mujeres se diversifico. Así ocuparon puestos en oficinas como secretarias o telefonistas. Y también fueron costureras, maestras, enfermeras o dependientas en comercios. 5 Ibíd., pág. 35. Ibíd., pág. 24. A mediados del siglo XIX, las mujeres mayores de quince años, representaban el 30% de los trabajadores. Destacando sobretodo en el servicio domestico (37,3%), el sector textil (18,5%) y la confección (18%). 7 Ibíd., pág. 25. 8 Ibíd., pág. 26-29. El aumento de población de las ciudades, trajo consigo el hacinamiento de la población obrera en barrios degradados, insanos y sin servicios ni saneamientos públicos. Como consecuencia, comienzan a propagarse enfermedades como el cólera, la tuberculosis o el tifus, debido también a la mala alimentación y la insalubridad de las fábricas y viviendas. Las mujeres sufrían, además, desnutrición y problemas ópticos por forzar la vista en las tareas de confección. 6 8 En el terreno laboral, y en lo que hace referencia al mundo occidental, ésta sería su situación al producirse el estallido de la Primera Guerra Mundial. Los gobiernos beligerantes pensaron que se trataría de una guerra rápida, por lo que no calcularon sus consecuencias finales. Con el inicio del conflicto, los hombres fueron movilizados masivamente, permaneciendo las mujeres en casa, cuidando de los hijos, recogiendo la cosecha o, en su caso, regentando el negocio familiar. La prolongación de la guerra, exigió más soldados en el campo de batalla, factor que desembocó en la llegada masiva de mujeres a las fábricas. Trabajarían en la industria, los transportes o los puertos (Imagen 1). Las barreras entre trabajos masculinos y femeninos quedan eliminadas. Mientras los hombres peleaban, las mujeres sustentaban con su trabajo las economías nacionales y familiares. Una de las primeras consecuencias de esta movilización femenina afecta a su formación, deben aprender a manejar maquinas, conducir Imagen 1: Mujeres trabajando como mozos de carga. tranvías, apagar fuegos o llevar la contabilidad de un despacho cualquiera. Ocuparon puestos en la industria armamentística, química o eléctrica. Además condujeron autobuses, ambulancias, tranvías, se emplearon en hospitales y cosieron los uniformes de los soldados (Imagen 2). Además, desarrollaron profesiones liberales, llegando a incorporarse a universidades y colegios profesionales. Pero se les negó el alistamiento en el ejército, aunque si realizaron tareas auxiliares cerca del frente. Las mujeres aprendieron de manera eficaz a realizar todas estas tareas, y las llevaron a cabo ganando menos que sus compañeros. Pero a pesar de la labor tan importante que desarrollaron, se las trató como mano de obra barata. La incorporación de la mujer al mundo laboral llenó de recelos a los obreros, preocupados por el mantenimiento de sus puestos de trabajo y sus sueldos. Por ello, los gobiernos tranquilizaron a los sindicatos asegurándoles que el trabajo femenino seria coyuntural, de ahí que ni se promocionara la creación de sindicatos femeninos, ni se les permitiese afiliarse a los ya existentes. Quedaba claro el carácter temporal del trabajo femenino. 9 Mientras que en los países occidentales las mujeres se empleaban mayoritariamente en la industria y llegaron a producir hasta el 40% del material bélico empleado, en los países se dedicaban sobre todo a tareas agrícolas, con la ventaja de que evitaban el hambre que se sufría en las zonas Imagen 2: Mujeres bombero durante la Primera Guerra Mundial. urbanas. En total, entre las que pasaron a ser trabajadoras asalariadas y las que participaron en la guerra9, se movilizaron 430.000 francesas, 800.000 británicas y 68.000 alemanas. En el caso francés, destacan las industrias armamentísticas de Saint-Etienne y SaintNazaire. En la primera, había 3.000 mujeres empleadas, cobrando entre 2’50 a 4 francos por diez horas de trabajo diario, mientras que sus compañeras de Saint-Nazaire estaban doce horas en la fábrica, de seis de la tarde a seis de la mañana, dedicando una de ellas al descanso. Aunque, en general, los salarios aumentaron durante la guerra, las mujeres siguieron ganando menos que los hombres. Las francesas llegaron a representar un tercio de la mano de obra, dándose el pico de mayor participación en 1918. Fueron la primera fuerza motriz en la retaguardia, la industria y el campo. Su trabajo fue fundamental para la supervivencia humana. Además se dedicaron al cuidado de los heridos y a la ayuda de refugiados y demás victimas. Además, protagonizaron numerosas huelgas, reclamaban igual salario por el mismo trabajo que los hombres. Su consigna era “A trabajo igual, salario igual”10. En el terreno legal, los impedimentos que existían para el trabajo de la mujer fueron eliminados y se creó un Comité de Trabajo Femenino11 que reclutaba las obreras y las organizaba. 9 Graciela Padilla Castillo y Javier Rodríguez Torres, “La I Guerra Mundial en la retaguardia: la mujer protagonista.”, Historia y Comunicación Social 18 (2013): 196. Aquellas que “participaron en la guerra”, realizaron tareas auxiliares como avituallamiento, cuidado de enfermos, cocineras… Pero no participaron directamente en el combate. 10 María Vidaurreta Campillo, La guerra y la condición femenina en la sociedad industrial, (Madrid: Subdirección General de la Mujer, 1981), 78. 11 Creado por decreto el 21 de abril de 1916 por el ministro socialista de Armamento Albert Thomas. 10 “Este Comité tiene como misión dar su parecer sobre las cuestiones de salario de las mujeres en el reclutamiento y en el empleo de la mano de obra femenina, sobre la organización de ese trabajo y sobre las medidas susceptibles de mejorar la situación material y moral de las mujeres que trabajan en la industria”. (Vidaurreta Campillo. La guerra y la condición femenina en la sociedad industrial: el caso de Francia, 1981.74) Entre los fines de este Comité estaba el atraer a las mujeres con un buen salario, lo que facilitaba su manutención. Pero nadie se preocupó, en un principio, de su estado sanitario. René Viviani12, Primer Ministro francés, llamó también a las mujeres a que se ocuparan de las tareas agrícolas que los hombres dejaban atrás para ir a la guerra. Por lo demás, hay que señalar que la movilización fue lenta fuera de los sectores tradicionales femeninos, aunque el gobierno animó a los jefes industriales a contratarlas, llegando así mujeres de todas partes del país en busca de salario y empleo. En Italia fueron 200.00013 las mujeres que trabajarían en la industria armamentística en 1918. Ya en 1917, se levantó la prohibición del trabajo nocturno para ellas. Además, se les entregaban medallas a las agricultoras en reconocimiento por su trabajo. Otro lugar donde las mujeres acudieron en masa a la industria armamentística fue Gran Bretaña. En este país hay que estacar a las trabajadoras de Nottinghamshire, que sufrieron las consecuencias de manejar el trinitrotolueno o TNT, un peligroso explosivo que causaba esterilidad y teñía los cabellos y la piel de 26 Imagen 3: Mujeres trabajando en una fábrica de armamento. Fueron conocidas popularmente como munitionettes. Thébaud. Op. Cit., pág. 36. Viviani dijo a las mujeres: “¡De pie, mujeres francesas, niñas, hijas e hijos de la patria! Sustituid en el campo de trabajo a quienes están en el campo de batalla. ¡Preparaos para mostrarles, mañana, la tierra cultivada, las cosechas recogidas, los campos sembrados! En estas horas graves, no hay tarea pequeña. Todo lo que sirve al país es grande. ¡En pie! ¡A la acción! ¡Manos a la obra! Mañana la gloria será para todo el mundo”. 13 Capel. Op. Cit., pág. 336. 11 amarillo14 (Imagen 3). En cuanto a las alemanas, no participaron en unidades de combate, pero si fabricaron armamento y desarrollaron actividades cerca del frente, por ejemplo, en depósitos de municiones o avituallando al ejercito. En Rusia, donde el estallido de la revolución supuso su salida de la guerra, los derechos laborales de las rusas se vieron acrecentados tras este hecho. Dentro de las filas revolucionarias, muchos defendían, hasta el propio Lenin, que la mujer debía dejar el trabajo domestico, pues era improductivo y embrutecedor (Anexos I y II). A partir de ahora todo era colectivo, tanto el trabajo como la vida privada. Por ello no era raro ver mujeres trabajando en las fábricas. Pero para que éstas pudieran conciliar la vida laboral y familiar, se promulgaron una serie de medidas a favor de ésta. Así, en 1918, se estableció el permiso de maternidad. Este permiso, que constaba de ocho semanas, se acompañaba también de un reajuste salarial y una jornada de seis horas con descansos para amamantar al bebé15. Aunque es cierto que pocas se beneficiaron de él16. A pesar de los intentos por mejorar la vida de las madres trabajadoras, la calidad de estas ayudas dejaba mucho que desear. Los servicios públicos como guarderías o comedores estaban mal organizados, y las mujeres que trabajaban en ellos cobraban muy poco. En EE.UU., la movilización no es tan importante como lo sería en la Segunda Guerra Mundial, pero sí se producen una serie de ascensos en los empleos femeninos, respetando una jerarquía de género y raza. En ello, se observa un canon sexual y racial, además de desplazamientos geográficos sur-norte. De esta manera, las mujeres blancas sustituyen a los varones blancos y las féminas negras a los hombres negros o las mujeres blancas17. Las mujeres negras aprovecharán esta coyuntura y se movilizarán para obtener reformas sociales favorables, pero no las conseguirán. Para la sociedad de la época, resultaba raro ver a tantas mujeres ejerciendo profesiones masculinas, por lo que la prensa iba en su busca para inmortalizarlas. Cuando aparecía, todas ellas posaban orgullosas en sus puestos de trabajo, realizando duras tareas y con sus uniformes. 14 Debido al característico color amarillo, que tomaba su piel con la exposición al TNT, eran conocidas popularmente como “canarias”. Trabajaban con muy pocas protecciones, fruto de esto, sufrían explosiones y accidentes mientras manejaban los explosivos en las fábricas. 15 Bock. Op. Cit. Pág. 223. 16 Esto fue debido a que, el desempleo tras la guerra, la escasez y la inminente guerra civil, provocaron que pocas mujeres lo disfrutaran. 17 Thébaud. Op. Cit., pág. 51. 12 Por lo que respecta a su colaboración en las cercanías del frente, realizaron sobre todo trabajos auxiliares y de enfermería. A pesar de que la participación en la guerra les estaba totalmente vetada, algunas quisieron participar en ella18. Sirvieron en el ejercito como “no combatientes”, realizando tareas de comunicación, armamento y sanidad. Además fueron utilizadas, por medio de la propaganda, para instigar y captar a los hombres con el fin de que se alistaran en el ejército, llegando incluso a ridiculizarlos públicamente si no lo hacían. Se crearon también unidades auxiliares femeninas en algunos países, pero sus tareas no pasaron de la mera logística y cuidado de los soldados. Incluso a algunas de estas mujeres se les acusó de homosexualidad por el hecho de ir vestidas como hombres (no existía un uniforme femenino y utilizaban el masculino). Las muchachas que se enrolaban en el ejercito tenían autenticas ansias de aventuras, al Imagen 4: Británicas que formaban parte de las unidades auxiliares femeninas de la Armada. igual que sus compañeros más jóvenes19. Deseaban dejar a un lado la privacidad del hogar y el estrecho código de conducta femenina de la época. Tenían el mismo espíritu guerrero que los hombres e incluso pasaban las noches en los bares bebiendo tras una dura jornada de trabajo. Eran entrenadas por militares reservistas y, también aquí, cobraban menos que los hombres. Llegaron a manejar armas, incluso obtuvieron el permiso para portarlas y poder defender sus hogares. Aun así, el hecho de compartir un espacio que tradicionalmente era masculino, fue difícil para ambos géneros. Las ansias de libertad de las mujeres se topaban con la clásica imagen de madre y esposa que tenía el hombre de ellas. 18 Por ejemplo, las integrantes de las unidades auxiliares femeninas de la Armada Británica, las rusas que formarían el Batallón de la Muerte o las Hello Girls norteamericanas. 19 Estas muchachas, que trabajaban cerca del frente, convivían en igualdad con los soldados. Dando lugar esta situación a la eliminación de los tabúes que existían entre ellos, y produciendo relaciones de amistad y ayuda mutua entre ambos sexos. 13 Las británicas crearon y participaron en grupos auxiliares de los ejércitos de tierra, mar y aire. Estos cuerpos auxiliares fueron la WAAC (Women’s Auxiliary Army Corps), la WRNS (Women’s Royal Naval Service) y la WRAF (Women’s Real Aerial Force). Los tres reunían a voluntarias que ofrecían su apoyo en el frente, y estaban autorizadas por el propio consejo del ejército. Constaban de una organización en grados, reglamento y uniforme (Imagen 4). Parte de estas mujeres llegaron a Francia para realizar tareas de apoyo y avituallamiento. Se estima que 100.000 británicas participaron en el frente, bien como voluntarias, enfermeras o en unidades militares. Aun así, al finalizar la contienda estos cuerpos auxiliares fueron disueltos. En total fueron 80.000 mujeres las que formaron parte de las unidades auxiliares femeninas. Todas ellas participaron como civiles en las fuerzas armadas, ya fuera de manera remunerada o no. Pero sin duda hay que destacar dos casos de mujeres en el ejército: el de EE.UU. y el de Rusia. Las americanas participaron en la guerra en calidad de voluntarias, contratadas con tareas y de administración, avituallamiento y enfermería. También las hubo que se dedicaron a tareas medicas, estando cerca del frente y sufriendo las mismas secuelas Imagen 5: Las Hello Girls esperando a Pershing para pasar revista. que los hombres. Cabe mencionar a las Hello Girls (Imagen 5), que formaron parte del Cuerpo de Señales de la Armada americana. Su labor era comunicar las tropas al mando del General Pershing con los aliados en Francia. El propio general solicitó que fueran mujeres las encargadas de esta tarea, pues consideraba que su templanza las capacitaba mejor para este trabajo que a los hombres. Pero aunque pueda parecer un trabajo cómodo, sus barracones también sufrían ataques y ellas salían mal paradas. Algunas procedían de la frontera canadiense, por lo que eran bilingües en inglesfrancés. Ellas también se sometían a la misma disciplina militar que sus compañeros y recibían el 14 mismo salario. Al contrario que algunas de sus compañeras europeas, las Hello Girls sí fueron uniformadas y promocionaban en sus puestos. Las americanas tampoco se libraron de la crítica social en su país por participar en la guerra, pero el gobierno apoyó su trabajo, ya que así Imagen 6: El Batallón de la Muerte liderado por Yashka. Junto a ella se encuentra Emmeline Pankhurst. liberaban a personal masculino para participar en el frente. En cuanto a las rusas, se unieron como voluntarias al ejército, creándose unidades de combate con ellas. Estas unidades surgieron bajo la autorización de Alexander Kerenski, que decretó la creación de quince batallones femeninos, siendo guiadas por la famosa María Leontievna Bochkareva, alias Yashka (Imagen 6). Yashka es una figura clave en estas unidades femeninas, ya que a pesar de resultar herida en varias ocasiones, siguió peleando, destacando también por su oratoria y liderazgo. Además, formó la primera unidad de combate femenina rusa, el Batallón de la Muerte, con unas 2.000 mujeres. Todas ellas lucharon en la Ofensiva Kerenski contra el ejército alemán, haciendo gala de una organización impecable, luchando de igual a igual con los hombres. Imagen 7: Cartel propagandístico de la Primera Guerra Mundial. En él se representa a una enfermera como “La Gran Madre del Mundo”, ya que se dedicaban a cuidar de los soldados como su fueran sus propios hijos. A pesar de su inexperiencia, estas mujeres combatieron con arrojo, llegando a capturar prisioneros y siendo condecoradas por su trabajo. Cuando Rusia se retiro de la guerra, los bolcheviques eliminaron estas unidades creando las suyas propias, que formarían parte del Ejército Rojo en la Guerra Civil Rusa. 15 Y se debe destacar también a la piloto Eugenie Mikailovna, la primera mujer que volaría en las misiones de reconocimiento del ejército zarista. Lo que no levantó tanta polémica fue la misión de las enfermeras en el frente (Imagen 7). La tarea de cuidar del soldado herido, como si de una madre o esposa se tratara no era algo descabellado. Las enfermeras arriesgaban su propia vida para ayudar a heridos, gaseados, mutilados… todo ello cerca del peligro del frente y las trincheras (Imagen 8). Desarrollaron su trabajo en hospitales militares y de la Cruz Roja, como por ejemplo las francesas. Pero si hablamos de enfermeras durante la Primera Guerra Mundial, debemos hablar de Edith Cavell. Cavell fue una enfermera británica que ayudó a muchos soldados a escapar del frente, siendo por ello arrestada, juzgada y ejecutada por los alemanes acusada de traición20. Como ya se ha señalado antes, el trabajo de la mujer era eventual. Así, cuando acabó la guerra volvieron a ser amas de casa, madres, esposas e hijas obedientes. La libertad de la que habían disfrutado se esfumó. Y por supuesto, las unidades femeninas en los ejércitos desaparecieron. Solo en el caso americano y el ruso las mujeres siguieron ligadas al ejército de una u otra EE.UU. grupos manera. se En formaron denominados The Minute Women, que Imagen 8: Enfermeras cuidando de soldados heridos en la Primera Guerra Mundial. Debido al peligro de los ataques de gas en el frente se veían obligadas a trabajar con mascaras antigás para proteger su salud. se dedicaban a cuidar de los soldados al regresar de Europa y recordaban a las enfermeras y los caídos en la guerra. Mientras que en la Rusia bolchevique, unas 100.000 mujeres se incorporaron al Ejército Rojo y lucharon en la Guerra Civil. 20 Con la invasión alemana a Bélgica, organizó una red para ocultar y ayudar a fugarse a los soldados aliados. Les proporcionaba documentos falsos y los ocultaba en pisos francos en Bruselas, hasta que eran conducidos a la frontera holandesa. Cuando fue capturada, la engañaron haciéndole creer que lo sabían todo, así confesó, siendo después juzgada y ejecutada. 16 La adaptación tras la guerra no fue fácil, pero las mujeres pasaron pronto página y volvieron a convertirse en ángeles de su hogar. Dejaron atrás penalidades, hambre y extenuantes jornadas de trabajo. Fueron un total de 1.345.000 mujeres21 las que trabajaron durante el conflicto. Mujeres a las que la sociedad no reconoció su labor y su entrega. Observamos aquí el doble rasero de los gobiernos al tratar a las mujeres. Cuando todo hombre en edad de combatir es llamado al frente, rápidamente recurren a las mujeres para sustituirlos como mano de obra barata. Ahora su trabajo es un acto de patriotismo, y no una acción contra natura hacia sus atributos femeninos. Al acabar la guerra deben ser patrióticas desde sus casas. Con la expulsión de la mujer de la vida pública se pretendía asegurar la identidad masculina difuminada por su ausencia en la guerra. Se refuerza el discurso de género. Los hombres esperaban volver ver a sus amantes esposas, no mujeres independientes y resueltas22. Así, podemos observar, que la guerra no trae la liberalización femenina, sino que refuerza la posición del hombre como cabeza de familia. 2.1.MUJER Y SOCIEDAD ENTRE 1914 Y 1918 A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en un mundo industrializado, donde se iban consolidado la sociedad burguesa y liberal, los roles de género estaban muy pautados. En este contexto, la única labor encomendada a la mujer era la de ser esposa y madre. No tenían ni derechos políticos ni civiles. Su lugar estaba dentro del mundo domestico, mientras que el sitio del hombre era la esfera pública. El sistema de género23 imperante produjo la permanente desigualdad y subordinación de la mujer: “Las leyes en Alemania, Francia, Italia, Gran Bretaña, Estados Unidos o España establecían el principio de dominio masculino y de desigualdad femenina.” (Mary Nash. Mujeres en el mundo, 2012) 21 Manuel Solórzano Sánchez, “La mujer en la Primera Guerra Mundial”, Blog Enfermería Avanzada (31 de julio de 2014 [citado el 1 de julio de 2015] disponible en http://enfeps.blogspot.com.es/2014_07_01_archive.html 22 Thébaud. Op. Cit., pág. 75-76. 23 El origen de esta subordinación, de la mujer respecto al marido, está en el Código de Napoleón de 1804, que se extendería a todos los países que estaban bajo la órbita francesa. Las mujeres no tenían derechos políticos ni civiles, ni acceso a la propiedad, la herencia, la educación o el trabajo. 17 En una palabra, la mujer debía ser el “Ángel del Hogar”, ángel que debía tener atributos maternales, sentimentales y dedicarse exclusivamente a la familia. En contraposición al raciocinio e individualismo masculino. Todo este arquetipo se basaba en el triple discurso naturalista, religioso y científico, que defendía que el único cometido femenino era la procreación. Este discurso coincide en el tiempo con la expansión colonial y la diferenciación entre razas. El hombre blanco era superior a africanos y asiáticos, como también era superior a la mujer. Pero a pesar de este predominante discurso de género, la mujer no ha sido un ser invisible. Durante toda la historia contemporánea ha participado en los acontecimientos que agitaban la sociedad en la que vivían. Ya en la Revolución Francesa, las mujeres se organizaron y participaron en la revuelta, siendo su cara más visible Olimpia de Gouges (Imagen 9). Las burguesas reclamaban igualdad política y civil con los varones, y las campesinas pan para sus familias. Imagen 9: Olimpia de Gouges escribió Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. Coetánea a de Gouges era Mary Wollstonecraft. Denunció la tiranía y subordinación a la que se veía sometida la mujer en el ámbito domestico. Proclamó que la educación era la clave de todo, tanto de la diferencia social entre hombres y mujeres, como de la sumisión de estas últimas a un sistema de género que las oprimía. Y por tanto, estas diferencias no eran de origen biológico, como muchos argumentaban. Suya es la obra Vindicación de los derechos de la mujer. Y además polemizó con pensadores de la época como Burke y Rousseau24. Poco a poco, las mujeres fueron conscientes de su situación pésima y subordinada. Comenzaron a agruparse y manifestarse exigiendo los derechos que les eran negados. Así surgió el “movimiento feminista”, designando así a las reivindicaciones de las mujeres desde finales del siglo XIX. 24 Mary Nash, Mujeres en el mundo, Mujeres en el mundo: historia, retos y movimientos (Madrid: Alianza, 2007). 18 Estas primeras manifestaciones tienen su origen en EE.UU., en el contexto de la lucha abolicionista. Fue precisamente en Estados Unidos donde se reunió el primer congreso feminista. En Seneca Falls (Nueva York), en julio de 1848, asistiendo tanto mujeres como hombres. El origen de este acontecimiento está en la discriminación que sufrieron las abolicionistas americanas al no permitírsele participar en una convención antiesclavista en Londres. Mujeres y hombres discutieron durante dos días, fruto de esto apareció la conocida como Declaración de 25 Sentimientos . Estos hechos fueron muy significativos en la historia del floreciente feminismo, marcando las pautas a seguir por el movimiento. Reivindicaban igualdad con los hombres, pero sin duda, su demanda más conocida era la del derecho al voto. Aclarar, antes de seguir, que el feminismo se refiere a los movimientos que reivindicaban más Imagen 10: Emmeline Pankhurst arrestada tras una protesta. visibilidad de la mujer en la sociedad, acceso a la educación, independencia económica y la igualdad de género. Mientras el sufragismo se caracterizaba además por la demanda de la obtención del voto para las mujeres. Conforme fue avanzando el siglo XX, el movimiento feminista se fue radicalizando, protagonizando fuertes piquetes y manifestaciones. En Gran Bretaña, existiría un ala más moderada y otra más radical. A estas últimas se las llamaba “sufragettes”26, y nacieron como respuesta a la incapacidad de las moderadas a dar solución a sus reivindicaciones (Imagen 10). A 25 La Declaración de Seneca Falls, también conocida como Declaración de Sentimientos o de Pareceres, se redacto tras el cierre de la primera convección sobre derechos de la mujer en EE.UU., estando organizada por Lucrecia Mott y Elilzabeth Cady Stanton. Constituyendo así uno de los primeros documentos en denunciar las restricciones en derechos políticos y civiles que sufrían las mujeres, y el inicio del movimiento feminista norteamericano. (Anexo III). 26 La más conocida de estas “sufragettes” era Emmeline Pankhurt. Ella dirigió el movimiento sufragista en Gran Bretaña, fundando en 1903 la Unión Social y Política de Mujeres (WSPU), organizando reuniones públicas y marchas de protesta frente a la Cámara de los Comunes, siendo arrestada y encarcelada en varias ocasiones por ello. Además realizo varias huelgas de hambre durante sus estancias en prisión. Murió poco después de la consecución del voto femenino. 19 diferencia de las norteamericanas, las británicas recurrían al sabotaje, el incendio o las agresiones a políticos. Además de realizar mítines y manifestaciones propagandísticas. Ya a principios del siglo XX la cuestión de la radicalización sufragista se había convertido en una cuestión social y política de primer orden. Se llegó a encarcelar a muchas mujeres, que como forma de protesta llevaban a cabo huelgas de hambre. Es entonces cuando aparece la conocida como “Ley del gato y el ratón”27 (Imagen 11). Consistía en liberar a las mujeres cuando estaban demasiado débiles, una vez que llegaban a casa y recuperaban fuerzas volvían a ser encarceladas. Pero hasta ahora solo hemos hablado del mundo burgués y capitalista. El mundo obrero también tenía su particular discurso sobre la cuestión femenina28. Para los socialistas utópicos la igualdad entre sexos era Imagen 11: Cartel referido a la Ley del Gato y el Ratón. obligatoria si se deseaba una sociedad verdaderamente demócrata. Y culpaban a la religión, el matrimonio y la propiedad privada de la subordinación femenina. Para los marxistas, la subordinación femenina tenía su origen en la propiedad privada. Así, su emancipación llegaría con el fin de la lucha de clases. Pero éstos no veían con buenos ojos su trabajo, ya que podría afectar a su función reproductora y aumentar el paro masculino. Aunque parecía existir un principio de unión entre las burguesas (que lideraban los movimientos feministas) y las obreras, esta unión nunca llegó a producirse. Así, las obreras estuvieron poco o nada representadas en los movimientos feministas y sufragistas. Las diferentes corrientes obreras (socialismo, anarquismo y comunismo) rechazaron y criticaron el movimiento 27 Nash, Mary., y Susanna Tavera. Experiencias desiguales: conflictos sociales y respuestas colectivas (siglo XIX). (Madrid: Síntesis, 1995) 112. 28 Eduardo Montagut, “Los derechos de la mujer y la izquierda en el XIX”, nuevatribuna.es (17 de julio de 2015 [citado el 21 de julio de 2015]) disponible en http://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/derechos-mujery-izquierda-xix/20150717135907118142.html 20 feminista, por considerarlo burgués y defensor de las clases medias. Además, a los socialistas no les interesaba que se produjera esta unión, puesto que iba contra la lucha de clases. La vida de estas obreras no era fácil, llegando algunas a tener problemas con el alcohol. El hacinamiento en el que se veían obligadas a vivir, por la falta de espacio en las viviendas y de dinero para un buen alquiler traía consigo: cólera, tifus, tuberculosis y demás enfermedades infecciosas. Además de las propias derivadas de su actividad laboral, como las oculares; o la mal nutrición que sufrían por guardar para el resto de su prole el mejor bocado. Y por supuesto el estigma de la prostitución, las enfermedades venéreas, malos tratos, abusos y embarazos no deseados con el consecuente peligro de la mala práctica abortiva. Así nos plantamos en los albores del siglo XX. Los nacionalismos están a la orden del día, al igual que el proteccionismo estatal de la economía y la carrera armamentística hacia la Primera Guerra Mundial. La sociedad cambia a pasos agigantados, se inicia su democratización. Aparecen nuevos procesos de producción como el taylorismo. Y comienza a surgir la sociedad de masas y consumo, mientras se expanden por el mundo el imperialismo y el colonialismo. Al tenso clima que gobernaba la vieja Europa de 1914, hay que sumarle el atentado del 28 de junio. Gravilo Princip asesina al archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía. Casi un mes después, Austria-Hungría pide a Serbia que reconozca su culpabilidad en el atentado y le permita investigar en su territorio. Los serbios se niegan. De esta manera, en pocos días, tras varios cruces y declaraciones de guerra entre países, se forman dos bandos. Por un lado, las Potencias Centrales: Imperio Austrohúngaro y Alemania. De otro lado, los Aliados: Reino Unido, Francia y el Imperio Ruso. Italia comenzaría formando parte de las Potencias Centrales, pero se pasaría al bando de los Aliados en 1915. La Gran Guerra había comenzado. Al comenzar la guerra, el feminismo se dividió en dos corrientes: las patrióticas y las pacifistas. Las primeras estaban a favor de la guerra y defendían que para demostrar su valor y su capacidad como ciudadanas debían apoyar el conflicto29. Consideraban así a las pacifistas y mujeres de otros países beligerantes sus enemigas. Las pacifistas, por el contrario, tachaban la guerra como una empresa masculina, y relacionaban el militarismo con el sometimiento de la mujer. 29 Françoise Thébaud, “La Primera Guerra Mundial: ¿la era de la mujer o el triunfo de la diferencia sexual?” en Historia de las mujeres en Occidente. El siglo XX, ed. Georges Duby (Madrid: Taurus. 1991), 36. 21 Pero con el inicio de la guerra se acaban los movimientos y las reivindicaciones. El lugar de la mujer estaba en la retaguardia y allí también había que sobrevivir y buscar el modo de superar las dificultades que traían la falta de alimentos, dinero y ropa. Es ahora cuando la mujer sale a la calle buscando la manera de mantener a su familia. Hacían colas en comedores y centros de beneficencia con el objetivo de tener comida y ropa para sus hijos (Imagen 12). Y si no tenían dinero comprar empeñaban para víveres las joyas familiares o robaban. Esta es una de las Imagen 12: Mujeres alemanas haciendo cola para obtener comida. consecuencias de sufrir la soledad. La otra es el dolor de ver partir a sus maridos, padres o hijos mayores, con la incertidumbre de no saber en qué condiciones volverían a casa ni si volverían a verlos vivos. Además del vacío afectivo que dejaron. Cada día que pasaba había más escasez y la vida era más dura. Para solventar la falta de recursos y ayudar a las familias de los soldados, se establecieron las separation allowances (literalmente “subsidios o asignaciones de reparación). Eran ayudas económicas que se les asignaban a las familias de los soldados. Tenían diferentes requisitos y las sumas variaban según el país. En EE.UU. se tenía en cuenta el número de hijos, mientras que en Gran Bretaña la cantidad era algo superior al salario femenino. En los casos francés y alemán, esta ayuda no era suficiente para el mantenimiento de la familia e incompatible con otras ayudas como el subsidio por desempleo. Concretamente en Francia recibían 1,25 francos diarios, más 0,50 francos por hijo30. Lo que los estados buscaban con estas ayudas era prevenir, por una parte, que las familias cayeran en la indigencia. Y por otra hacer ver al soldado que su familia estaba protegida gracias al estado por el que el luchaba en las trincheras. Por supuesto, estas ayudas resultaron insuficientes y lentas en su llegada a la población necesitada. 30 Ibíd., pág. 37. 22 Por otro lado, la propagación de enfermedades venéreas en el frente es algo que preocupaba a los altos mandos militares. Será ahora cuando la prostitución cumpla una función patriótica y de consuelo al soldado. Muchos hombres acudían a estas mujeres buscando llenar el vacío que tenían al haber dejado atrás a sus esposas. Pero de aquí, surgía la propagación de venéreas, que afectaban tanto a meretrices como a soldados y que causaban bajas en las trincheras. Para evitar su contagio, las prostitutas tenían que pasar numerosos controles para certificar que estaban libres de ellas. Estos exámenes médicos eran muchas veces discriminatorios y aberrantes, llegando a ser arrestadas injustamente, si no los pasaban o se negaban a ello. Si ahora unimos, por un lado esa falta de “afecto” en los soldados, el deseo de hacer mella en el honor del enemigo y las fatalidades que sufren las mujeres durante la guerra, obtenemos numerosos casos de violaciones y abusos sexuales. Es un aspecto difícil de estudiar, puesto que los testimonios fueron tomados por hombres y prácticamente todas las declaraciones presentan el mismo patrón de acción31. Las mujeres son golpeadas e insultadas durante todo el trance, incluso la agresión puede terminar en asesinato. Eran amenazadas con armas, lo que incrementa el clima de violencia que rodea al abuso. Además, muchas violaciones eran llevadas a cabo en grupo y delante de familiares, lo que hacía aun más humillante si cabe la violación. Como le ocurre a esta mujer de 27 años, cuyo testimonio encontramos en un artículo de Terrasson; “Uno sujeto a mi suegro; el otro, además de amenazarme son su fusil y ponerme su revólver en la sien, me echó en la cama y me violo en presencia de mi suegra. Se fue luego a vigilar a mi suegro, mientras su camarada venia a abusar de mi”. (Terrasson, “Las violaciones de guerra y las mujeres en Francia durante el primer conflicto mundial: 1914-1918” en Las mujeres y las guerras: el papel de las mujeres en las guerras de la edad antigua a la contemporánea, 2003. Página 310) Tampoco son impedimentos para perpetrar este crimen ni la clase social ni la edad32. 31 32 Ibíd., pág. 309. Desde niñas de ocho años a ancianas octogenarias. 23 El violador es visto más como un animal salvaje que como un hombre civilizado, es un individuo que tiene que abusar de una mujer indefensa para demostrar su superioridad (a través del cuerpo de la mujer). Pero por otro lado, también se la considera a ella cómplice del abuso, incluso se llega a pensar que existe complacencia en el mismo. Es decir, que la propia mujer consiente la agresión. La violación era una manera de perder el honor y la reputación ante la sociedad, por eso muchas mujeres lo ocultaban con la idea de mantener sus expectativas matrimoniales. Era un tema molesto, olvidándose rápidamente la prensa y la sociedad de él. Lo que sí causaría preocupación en la opinión pública fueron las consecuencias de estas agresiones: los hijos ilegítimos que nacerían de ellas. Por lo general, estas mujeres fueron rechazadas por la sociedad y sus familias, viéndose obligadas a vivir en la vergüenza y el deshonor, como madres solteras o adulteras. Es una experiencia que rompe física y psíquicamente a la mujer, que carga con el estigma de la deshonra y la culpa. La sociedad la tacha como la culpable de su violación, llegando algunas a suicidarse por no aguantar tal presión. Desde el punto de vista masculino, estas agresiones representan su fracaso como protector de los débiles. La violación es una profanación al marido (quien se considera la verdadera victima) y al honor familiar. Las mujeres, al fin y al cabo, no dejaban de ser meras propiedades. Como en todas las guerras de la Historia, la mujer sigue siendo un botín de guerra más. Fue a partir de 1914 cuando las violaciones fueron denunciadas como crimines de guerra33. Con todo, se encuentran pocos testimonios de violaciones, ya que es algo que se pretendía esconder, bien por parte de la víctima o de los testigos que, con ello, pretendían proteger a la víctima. La guerra continuaba su curso, alargándose más de lo esperado. Entretanto en el Imperio Ruso la situación interna no era muy favorable a Nicolás II. La situación de pobreza y atraso que vivía el país, sumado a la expansión de las ideas socialistas y liberales, favoreció una serie de movilizaciones que termino acabando con su reinado. Finalmente en 1917, Rusia abandonó el conflicto iniciándose una nueva etapa en este país: la de la construcción del socialismo bajo el liderazgo de Lenin. 33 Brigitte Terrasson, “Las violaciones de guerra y las mujeres en Francia durante el primer conflicto mundial: 19141918” en Las mujeres y las guerras: el papel de las mujeres en las guerras de la edad antigua a la contemporánea, ed. Nash, Mary., y Susanna Tavera (Barcelona: Icaria, 2003), 324. 24 La población rusa sufría unas condiciones de vida absolutamente penosas, eran comunes las estampas de amas de casa haciendo cola para conseguir comida, situación que se agravó con el transcurso de la guerra. Pero todo cambio de rumbo cuando en febrero de 1917 las rusas, que constituían la mitad de la población activa, se echaron a las calles de Petrogrado protestando por la falta de alimentos y los altos precios. A estas protestas espontaneas, iniciadas por las mujeres, se fueron uniendo también obreros en huelga y una parte del ejercito. Estas amas de casa se unieron a las feministas, pidiendo además de pan, una subida de salarios, la bajada de los precios, protección laboral para ellas y los niños, ocho horas de trabajo, tierras para trabajar y una república democrática. Uno de los frutos de esta movilización fue la concesión del sufragio. La obtención del derecho a voto las convertía en ciudadanas y las resguardaba de la violencia domestica que sufrían por parte de sus maridos34. Con el inicio de la sociedad comunista se implanto el divorcio, gratuito y de mutuo acuerdo o por deseo de uno de los cónyuges. Las parejas de hecho serian reconocidas en 1918 y legalizadas en 1926. Y se aprobó el paso de la pensión alimenticia en caso de separación, aunque esta solo existiría en la teoría y no en la práctica. Finalmente, y tras cuatro años de guerra, el 11 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio que ponía fin a la Gran Guerra. Dejaba tras de sí un rastro de muerte, destrucción y desolación. Años de trincheras, barro, cámaras anti-gas y ataques aéreos o submarinos. Fue una guerra masiva e industrial, que movilizo a toda la población. Al finalizar la guerra, uno de los grandes logros de la mujer fue la obtención del derecho a voto. El reconocimiento del sufragio femenino fue un premio a su labor durante la contienda. Este hecho supuso también un antes y un después en las exigencias feministas, viéndose cumplidas algunas de sus reivindicaciones. Pero tras este logro, es cierto, está la idea de los liberales y los socialistas moderados de ganarse el voto de la mujer ya que pensaban que con el voto femenino se podría evitar la expansión del movimiento proletario. 34 Gisela Bock, La mujer en la historia de Europa: de la Edad Media a nuestros días. (Barcelona: Critica, 2001), 222. Bock señala que, cuando las feministas les comunicaron la buena noticia a sus compañeras, estas no lo entendieron en un principio. Pero cuando un soldado preguntó si eso significaba que ya no podría pegar a su mujer, todas lo dilucidaron. Comprendieron perfectamente el alcance de aquel logro cuando vieron la influencia que tendría en su vida privada. Ahora eran ciudadanas de pleno derecho, amparadas por la ley, iguales a sus maridos. En esta época, la violencia domestica era corriente en las clases trabajadoras, al igual que el alcoholismo. 25 Como ya se ha señalado, las rusas habían conseguido el voto en 1917. Las alemanas lo harán en 1919, durante la Republica de Weimar. En Gran Bretaña, las mujeres obtienen el voto en 1918. Si bien debían cumplir una serie de requisitos, a saber: ser mayores de 30 años, tener vivienda o estar casadas con un hombre con derecho a voto. Finalmente, en este país se conseguiría el voto femenino universal en 192835. EE.UU. estableció el sufragio femenino en 1920 mediante la Decimonovena Enmienda a su Constitución. En el lado contrario estaban Francia e Italia, dos de los países vencedores, que no concedieron el voto a la mujer tras la Primera Guerra Mundial. Pero, aparte del voto, tras la guerra, las mujeres obtuvieron otras ventajas, concediéndoseles más derechos sociales y políticos. Pero ésto solo fue un leve espejismo de avance. Tras la guerra, la vida privada y social de las mujeres también se vio afectada. Las relaciones entre hombres y mujeres quedaron redefinidas tras el conflicto, dejando atrás las viejas costumbres de principios del siglo XX. Las mujeres no querían a un marido, ahora desean estar con un compañero que las comprenda y las quiera. El matrimonio deja de ser un contrato, algo irrompible, ahora se entiende como una relación de iguales. Las relaciones se vuelven más pasionales, se vislumbra el nacimiento de la pareja moderna. Como consecuencia, suben las tasas de divorcios tras la guerra y las infidelidades aumentan. Se produce un cambio en la mentalidad femenina, producto de haber saboreado las mieles de la independencia económica durante la guerra. Las jóvenes de clase alta cambian su vestimenta, salen sin carabina, y se dedican al voluntariado, sobre todo las más mayores. Por otro lado, las solteras que han perdido su novio en la guerra y las jóvenes casadas que han enviudado se convierten en “viudas blancas”, cuya misión será cuidar a sobrinos o dedicarse a la obra social, al negarles la sociedad un nuevo matrimonio o la maternidad. Pero sin duda, uno de los cambios más radicales y llamativos que se dan en la esfera femenina, surge de la mano de un nuevo modelo de mujer. Este modelo está claramente representado por las garçonnes (Imagen 13) y las flappers (Imagen 14). Estas son féminas que dejan de lado el corsé y el moño, muestran sus piernas y se cortan el pelo. Mujeres más libres en todos los sentidos. Ahora comienzan a practicar deporte y toman el sol en la playa. Cambian la 35 Rosa María Capel Martínez, Presencia y visibilidad de las mujeres: recuperando historia. (Madrid: Abada, 2013), 349-350. 26 sombrilla por las gafas de sol. Además se maquillan y fuman. Está aquí, también, el origen del traje moderno femenino, diseñado por Coco Chanel, caracterizado por la presencia de líneas rectas y sencillas que no busca mostrar las curvas femeninas, sino ensalzar la delgadez del cuerpo. No obstante, todo esto quedara en la sombra tras reaparición del discurso de género anterior a 1914. Tras las duras vivencias de la guerra, lo que se busca es la vuelta a la paz y ésto significa volver a la situación anterior a la guerra. Imagen 13: La actriz Marlenne Dietrich vestida al estilo garçonne. Imagen 14: Flappers bailando. 27 Los hombres temieron ser sustituidos en el espacio público por la mujer, se sentían débiles ante unas mujeres que cuidaron de ellos en el frente y que ocuparon sus puestos de trabajo en la retaguardia. Temían la masculinización de la mujer, y temían por la pérdida de su virilidad36. Por ello se recupera este discurso patriarcal y se confina a la otra mitad de la sociedad en la vida domestica. Para ellas no hay medallas o monumentos. Vuelven a ser madres, esposas, hermanas e hijas dolientes y cariñosas. “Para las mujeres, a quienes los aduladores de un día o los partidarios de la emancipación femenina habían prometido con palabras rimbombantes un brillante futuro o al menos una indispensable participación en los esfuerzos de la reconstrucción, ha llegado el momento de hacerse a un lado. Se las tacha de oportunistas y muchas veces, de incapaces, y se les pide, en nombre del derecho de los Ex Combatientes, en nombre de la reconstrucción nacional y de la defensa de la raza, que vuelvan a sus casas y a sus oficios femeninos. Unas se resisten. Otras, cansadas ya de los años de trabajo y soledad, o colmadas por la alegría de los reencuentros, aceptan.” (Thébaud, “La Primera Guerra Mundial: ¿la era de la mujer o el triunfo de la diferencia sexual?” en Historia de las mujeres en Occidente. El siglo XX, 1991. 74) 3. LA MUJER EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 3.1.MUJER Y TRABAJO ENTRE 1939 Y 1945 Tras la firma de la Paz de Versalles que ponía fin a la Primera Guerra Mundial las mujeres movilizadas fueron despedidas de sus puestos de trabajos y devueltas a sus casas. Las tareas y labore que habían desempeñado durante esta, ahora volvían a ser realizadas por los hombres. Incluso los puestos de oficina ocupados por mujeres antes del conflicto, se guardaban para los mutilados de guerra. Pero aun así muchas se resistieron. Las que ya habían trabajado antes de la guerra no querían cambiar o dejar su puesto. Y las que durante el conflicto se emplearon en el sector terciario no quisieron abandonarlo, incluso aumentó su presencia en éste37. Como podemos ver, aunque buena parte de la historiografía ha defendido que la guerra supuso 36 Thébaud, op. Cit., pág. 46-47. El número de mujeres trabajando como secretarias, funcionarias, maestras, comerciantes, sanitarias y otras profesiones liberales aumenta tras la Primera Guerra Mundial. 37 28 una liberalización de la mujer, no fue del todo cierto. El hecho de devolver a la mujer al hogar y negarle su derecho al trabajo, no hace más que afianzar el discurso de género y los roles sexuales tradicionales. Ya a mediados de la década de los veinte la producción en Europa comenzó a aumentar, iniciándose la recuperación económica. En este contexto, las mujeres supusieron una gran reserva de mano de obra barata. No obstante, el Crack de la Bolsa de Nueva York invirtió esta tendencia y el trabajo comenzó a escasear. El paro subió a niveles incontenibles, y las mujeres serán las primeras en ser despedidas. La prioridad del puesto de trabajo era para el hombre. Y cuando el 1 de septiembre de 1939 el ejército nazi invade Polonia dando inicio a la Segunda Guerra Mundial, el hombre volvió a ponerse el uniforme militar y la mujer el mono de trabajo. De nuevo sustituirán a los hombres, tanto en la fábrica, como en el campo, la oficina o el comercio. Los gobiernos comenzaran entonces una campaña de propaganda para atraerlas al trabajo, aunque al principio no surtirá mucho efecto. Con esta movilización aumentará el nivel de empleo femenino, sobre todo, en aquellos países y Imagen 15: Mujer británica realizando tareas agrícolas. sectores donde su presencia era menor. Las mujeres volverán a ocuparse de las tareas industriales menos cualificadas38, mientras en el campo se hacen cargo de la explotación agrícola familiar (Imagen 15), realizando un papel muy importante en la supervivencia de la población. Otras se dedicaron a puestos administrativos, los llamados “de cuello blanco”39 (muchos padres deseaban para sus hijas un puesto de estas características). También ahora cobraban menos que los varones, lo que no dejara de ser una ventaja para sus jefes, puesto que rebajaban la inversión en sueldos. Además 38 Por ejemplo, carteras, vigilantes, conductoras, mozas de carga o cadenas de montaje, trabajos que no requerían formación previa. Se pretendía liberar a los hombres de estos empleos para, o bien movilizarlos al frente, o bien que ocuparan trabajos de mayor rango y responsabilidad. 39 Son empleos en el sector terciario, que precisan un mínimo de cualificación para ser llevados a cabo. Las malas condiciones del sector industrial hacían pensar a los progenitores que estos trabajos serian mejores para sus hijas, con lo que ponen todo su empeño para que sean empleadas en éstos puestos. 29 de estas asalariadas, había otras que realizaban actividades de auxilio social y ayuda40, que no eran remuneradas. Pero al volver al trabajo volverían los mismos problemas que en la Primera Guerra Mundial. Por ejemplo, la sociedad seguía sin ver con buenos ojos su trabajo, y sus propios compañeros las criticaban y las acusaban de quitarles el trabajo y hacerles la competencia. Por otra parte, las trabajadoras tuvieron que cargar con el peso del cuidado de la familia y su mantenimiento. El tiempo en el que no estaban trabajando, debían buscar comida, hacer colas para obtener víveres y arreglar la casa. Y junto al trabajo en las fábricas, en las oficinas, en el campo, etc., la mujer también volvería al ejército. Pocas fueron las que lucharon en el frente, pero sí accedieron en su mayoría a funciones de oficina, avituallamiento o como mensajeras. En 1943, la Imagen 16: Entrenamiento de las mujeres alemanas de la Luftwaffe. Alemania nazi estableció un registro obligatorio de todas aquellas mujeres disponibles para trabajar. Afectaba a las mujeres entre 17 y 45 años, excepto embarazadas y madres de menos de 14 años. Una primera respuesta fue el aumento de embarazos, si bien, hubo madres que se registraron, teniendo que dejar a sus hijos a cargo de otras personas. Por otro lado, organizaciones como las SS reclutaron y adiestraron a mujeres para que ocuparan puestos de máxima responsabilidad en su organigrama. Recibían instrucción en labores telegráficas, uso de teletipos, conducción e incluso en el uso de armas, siendo adoctrinadas ideológicamente. En Alemania, también encontramos aviadoras (Imagen 16), la más reconocida fue Hanna Reitsch. 40 Por ejemplo en comedores, realizaban talleres de diversas clases, ayuda a enfermos o madres solteras, voluntariado, etc. Todo con la idea de ayudar a las personas sin recursos. 30 La discriminación racial también llego al ámbito laboral. En lo que respecta a las judías, en un principio, se les prohibió trabajar, teniendo que abandonar sus profesiones. Pero más tarde, se unieron a las prisioneras de guerra en los campos de concentración, donde fueron forzadas a trabajar en condiciones deplorables. En Italia encontramos mujeres en ámbitos tan dispares como la fábrica. Se emplearon en la industria, servicios públicos, enfermería… Pero donde más apreciaba el régimen su trabajo era en la agricultura, pues consideraba que era el mejor sector de la producción para ella, ya que el trabajo industrial podía perjudicar su físico y su feminidad. Aunque el trabajo era duro y precario, mal pagado y temporal, era su forma de servir a la patria. Todo el trabajo que realizaban se observa desde la óptica de una madre que mira por sus hijos. Hay que recordar que la principal función que otorgaba el fascismo a la mujer era la materna. De esta manera, cuando una mujer construía un fusil, sellaba un documento oficial, o cultivaba la tierra estaba cuidando (como buena madre) de todos los soldados italianos, de los hijos de la patria. Incluso había voluntarias que mandaban paquetes con regalos y cartas a los soldados del frente, para mantener su ánimo y trasmitirle su amor. Hasta aquí, las italianas participaran de manera indirecta en la guerra, pero cuando se proclame la Republica Social Italiana (RSI), comenzaran formar parte del Ejercito de Saló. Los fascistas se darán cuenta de la importancia que tienen las mujeres en labores de propaganda y ayudando a combatientes, por lo que comenzaran una campaña de movilización en los medios, en la que participó el propio Mussolini41, y también en la prensa femenina, alentando a las italianas a comportarse como las matronas romanas, apelando a los principios de maternidad y sacrificio42. Es ahora cuando surge el “Servizio Ausiliario Femminile” (SAF). En él se encontraban mujeres de entre 18 a 45 años. Todas con su uniforme militar y adiestradas debidamente. El SAF fue un cuerpo de voluntarias que servían de auxiliares para la defensa nacional. Pertenecían a diversas clases sociales (sobre todo a clases medias-altas) y las movía su amor y defensa de la patria. Estas fascistas convencidas sustituyeron voluntariamente a los hombres en muy diversas actividades. 41 Carlota Coronado Ruiz, “Fascistas a las armas: Mujeres soldado en los noticiarios Luce de la Segunda Guerra Mundial (1943-1945)”, Tiempo Presente, no. 3 (2015): 25. 42 En diversos artículos de prensa, se llamó a las mujeres a realizar la obra de asistencia moral y material necesaria para los italianos en ese momento, instar a sus hijos a marchar a la guerra y defender la patria sustituyendo al hombre. Sobre ello hablaron la escritora Rachele Ferrari, el periodista Concetto Pettinato o las revistas La Stampa, La Ricossa o La Rinascita. 31 Para formar parte del SAF (Imagen 17) debían pasar un riguroso selección. tener proceso Debían estudios capacidades de demostrar superiores y técnicas y profesionales. Tras superarlo, accedían a los adiestramiento. aprender a cursos de Además de usar un arma (aunque no estuviera previsto que Imagen 17: Miembros del SAF realizando el saludo fascista. la ejercicios usaran), realizaban gimnásticos y aprendían labores femeninas. Había que evitar su masculinización. También iban uniformadas y existían varios grados. Todas las labores que realizaron fueron de colaboración y ayuda, siempre en ámbitos femeninos: hospitales, comedores, oficina, limpieza… Además del SAF, aparecieron las “Brigate Nere”. Su objetivo era liberar el territorio republicano de partisanos, mediante redadas y matanzas. También la “Decima Mas”, que dependía de la Marina. Y las “Volpi Argentate”, hombres y mujeres adiestrados por los nazis en labores de espionaje. Para unas era un modo de servir a su país, para otras la forma de ganar dinero. Aunque EE.UU. no participó desde el inicio en la guerra, si envió armamento a Europa. De esta manera, al aumentar la producción, se echó mano a la mano de obra femenina. Cuando los norteamericanos entraron en la guerra, las mujeres comenzaron a sustituir a los hombres que se alistaban en el ejército, con la idea, siempre presente y clara, de que aquel trabajo seria coyuntural. Una parte de ellas eran trabajadoras de clase baja o de minorías (afroamericanas), que consiguieron cambiar un trabajo precario por otro mejor pagado. Se pretendía liberar a los hombres de trabajos poco cualificados para que se alistaran en el ejército o ascendieran a puestos más altos. 32 Las casadas se encontraron con la doble complicación de la conciliación laboral y familiar y la oposición del marido a su trabajo. Al dedicarse al trabajo fuera de casa, las mujeres no podían atender bien las labores familiares, por eso se les acuso de ser las culpables del aumento de la delincuencia juvenil. De esta manera, muchas optaron por quedarse en casa y no trabajar en la industria. Las que sí trabajaron, tuvieron la ventaja de poder ahorrar el poco dinero que ganaban para futuros gastos (Imagen 18), o para invertirlos en bonos de guerra. Ésta sería una manera de ayudar a los soldados norteamericanos en el frente, como predicaba la propaganda. También se alistaron en el ejército, formando parte del “Cuerpo del Ejército de Mujeres” (WAC). Y Imagen 18: Mujer norteamericana fabricando un avión para el ejército. participando en la “Oficina de Servicios Estratégicos” (OSS), cuya misión era hacerle la “guerra psicológica” a las fuerzas del Eje y conseguir desmoralizar a sus tropas. Con esta intención se creó la ficticia “Liga de las Mujeres Solitarias de la Guerra”43. Consistía en enviarles cartas de amor falsas a los soldados, haciéndose pasar por mujeres, con el objetivo final de minar la moral del soldado y conseguir su deserción recordándole la calidez hogareña y familiar que dejó en su país (Anexo IV). También destacan por su labor en el ejército las soviéticas que, además se emplearon en la industria y la agricultura. Llegaron incluso a entrar en combate realizando labores como francotiradoras (Imagen 19) o tanquistas. Pero si hay que destacar algún caso en especial, éstas son las aviadoras del 588º Regimiento del Bombardeo Nocturno44. Estas mujeres eran muy temidas por los alemanes. 43 Sanz, Javier, “Liga de las Mujeres Solitarias, consuelo y alivio de los soldados alemanes”, Blog Historias de la Historia (22 de enero de 2015 [citado el 15 de julio de 2015] disponible en http://historiasdelahistoria.com/2015/01/22/liga-de-las-mujeres-solitarias-consuelo-y-alivio-de-los-soldadosalemanes 44 Sanz, Javier, “Las brujas de la noche, una pesadilla para los alemanes durante la II Guerra Mundial”, Blog Historias de la Historia (22 de agosto de 2013 [citado el 15 de julio de 2015] disponible en 33 Pilotaban viejos y obsoletos aviones Polikarpov U-2. Eran tripulados por dos de ellas y tenían capacidad para solo dos bombas. La lentitud del avión les permitía volar bajo, acercándose al lugar que tenían que bombardear. Una vez parado el motor, planeaban y lanzaban las bombas sobre su objetivo. En la parte occidental de Europa, las francesas no son llamadas a nutrir las filas del ejército, pero si los puestos de trabajo que dejaban los hombres. El Ministro de Trabajo se encargó de ello45 en defensa de la nación. Se comienza, de esta manera, a legislar el trabajo de la mujer. Se limita su horario de trabajo a sesenta horas semanales, y se establece que ciertos trabajos serán obligatoriamente llevados a cabo por mujeres durante las hostilidades. Se emplearon en talleres de aviación, almacenes, arsenales, confeccionando Imagen 19: Francotiradoras soviéticas. uniformes, como médicos y farmacéuticas. También en Francia se creó un censo de mano de obra voluntaria. El Misterio de Salud, también realizó otro llamamiento a las enfermeras y asistentes sociales46. Muchas de las enfermeras movilizadas sufrieron los ataques del enemigo, resultando heridas. Con el establecimiento del Régimen de Vichy la situación cambió y, Francia pasa a ser ocupada por los alemanes. Con la firma del armisticio, el hombre volverá a la vida civil, ocupará su viejo puesto de trabajo y la mujer regresará a la esfera domestica. Las más perjudicadas serían aquellas que deben mantener su casa por la ausencia del marido. A pesar de tomar medidas contra el trabajo femenino, se necesitaba más mano de obra, ya que había que abastecer, no solo a Francia, sino también a Alemania. Se llamó entonces al trabajo a las mujeres de entre 15 y 45 años. Las que no trabajaron en la industria, lo hicieron en el sector público y siempre cubriendo trabajos despreciados por el hombre. Además, al contrario que los hombres, no fueron enviadas a Alemania. El régimen prefería que trabajaran en Francia. http://historiasdelahistoria.com/2013/08/22/las-brujas-de-la-noche-una-pesadilla-para-los-alemanes-durante-la-iiguerra-mundial 45 Vidaurreta Campillo. Op. Cit., pág. 150. 46 Ibíd., pág. 150. 34 En la vecina Gran Bretaña también se creó un censo para las mujeres dispuestas a trabajar. En este caso sí fue obligatorio, afectando primero a las mujeres de 19 a 40 años, ampliándose luego hasta los 50 años. Algunas protestaron por este aumento en la edad, lo llamaron “el reclutamiento de las abuelas”47. Quedaban excluidas las madres de menores de 14 años y más tarde las casadas. Para las japonesas, al igual que las europeas, la guerra les brindó una oportunidad de salir de casa y demostrar su valía. Debido a las complicaciones de la guerra y a la falta de recursos que Imagen 20: Mujeres japonesas revisando posibles fallos en los casquillos de bala. sufría Japón, el gobierno se vió obligado a movilizar a las mujeres. Ya en agosto de 1938 se hizo un llamamiento a todas las enfermeras, su labor comenzaba a ser necesaria. 114.000 enfermeras se inscribieron en un listado oficial del gobierno poniéndose a su disposición. También sufrieron la segregación laboral y la crítica de sus propios compañeros. Culpándolas de hacerles la competencia salarial y del paro masculino. A pesar de considerarlas inferiores, se las apreciaba pro su capacidad para los trabajos manuales y las tareas repetitivas. Por ello ocuparon puestos secundarios y precarios. Llegaron a fabricar aviones para el ejército. Pero a pesar de que el gobierno no consideraba de mucha utilidad su trabajo, se vio obligado en 1944 a promulgar la Ley de Servicios Obligatorios Femeninos. Ahora el trabajo seria su trinchera48. La idea de esta Ley era reclutar a jóvenes solteras para que se alistaran al Cuerpo Femenino de Servicio Voluntario, que después dejo de ser voluntario, por la mala marcha del ejército japonés en la guerra, lo que obligó a movilizar a más mujeres. De esta manera, toda aquella japonesa que no atendiera a esta llamada seria sancionada. 47 48 Bock. Op. Cit., pág. 252. Saito. Op. Cit. Pág. 481. 35 Es ahora cuando el matrimonio y la reproducción pierden su peso en la sociedad. La victoria japonesa era más importante (Imagen 20). Por último, señalar que aumentó su presencia no solo en la industria, sino también en el sector de las finanzas y la administración pública, donde su asistencia se triplicó. Al acabar la guerra el mundo se encontró ante un desarrollo económico y social sin precedentes. Se produce un consumo desmedido en las clases medias, e inédito hasta este momento. Se piensa, en un primer momento, que el trabajo doméstico desaparecerá por la generalización del uso de electrodomésticos. Pero no fue así. Las labores domesticas siguieron ocupando el tiempo de la mujer, y, si además, trabaja fuera de casa, aun más. Lo que se ve dificultado por la presencia de hijos: mientras más hijos se tienen, mayor es la jornada de trabajo domestico. Así la jornada laboral de un ama de casa es mayor que la de un trabajador asalariado. El porcentaje de mujeres trabajadoras se mantiene después de la guerra, esto es porque la proporción de trabajadoras ha sido constante desde principios del siglo XX49. Ésto es porque las mujeres de clase media se incorporan al trabajo, mientras las de clase baja lo abandonan al aumentar el nivel de vida y poder salir adelante con el sueldo del marido. Su destino volverán a ser las tareas domésticas exclusivamente. Se produjo así un movimiento en los distintos sectores de trabajo. Por ejemplo, el número de agricultoras disminuyó, trasladándose a la industria, donde las mujeres pasan a englobarse dentro del personal no cualificado, quedándoles inaccesible el manejo de maquinaria. Pero es en el sector terciario donde se emplean más mujeres: funcionarias, maestras, comerciantes u oficinistas, empleo este ultimo despreciado por los hombres, al estar mal pagado y ser uno de los escalafones más bajos de la jerarquía laboral. Un aspecto que siguió vigente fue la discriminación salarial sufrida por las mujeres. Tampoco ahora, igual trabajo equivalió a igual sueldo. Por lo demás, hay que resaltar que el matrimonio, en algunos lugares como EE.UU., dejó de ser un obstáculo para el acceso de la mujer al trabajo, si bien, todavía muchas dejarán de trabajar con la llegada de los hijos. Los servicios que se ofrecen como guarderías, comedores o escuelas infantiles, significaron realmente poco para conseguir la independencia económica de la mujer. Además la maternidad dificulto a las mujeres el ascenso laboral, aunque si se tradujo en un plus en el sueldo de los hombres. Y, a pesar de lo avanzado, continuó produciéndose la 49 Instituto de la Mujer, El trabajo de las mujeres a través de la historia (Madrid: Instituto de la Mujer, 1992), 61. 36 feminización de ciertos trabajos, mientras acceder a altos mandos empresariales, era, poco más, que una utopía. En definitiva, se observa una tendencia cada vez mayor de incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa. A pesar de esto, aun existieron reticencias a ello, y tras la Segunda Guerra Mundial volvería a aparecer la figura del ama de casa perfecta. Su lugar volvía a ser el hogar, y su cometido administrarlo y cuidar de los hijos, mientras el marido trabajaba duramente en la oficina. Todos los hogares gozaban de electricidad, agua caliente y toda una maravillosa gama de electrodomésticos que facilitaría el trabajo doméstico. La publicidad y la prensa se harían cargo de perpetrar esta imagen (Anexo V). Todo esto cambiaría con la irrupción de la tercera ola feminista en los años sesenta. Las mujeres se dieron cuenta de que el patriarcado seguía intacto, seguían encerradas en el papel de amante madre y esposa. Trataron así de buscar solución a los problemas de desigualdad, acceso a mejores puestos de trabajo y los derechos sobre su cuerpo y su sexualidad. Ya que, a pesar de que existía legislación que equiparaba a hombres y mujeres, de facto no existía tal igualdad. Gracias a su lucha y sus reivindicaciones, se logró la ansiada emancipación, a pesar de que aun hay terreno por recorrer hasta llegar a la plena igualdad social y laboral entre hombres y mujeres. 3.1.MUJER Y SOCIEDAD ENTRE 1939 Y 1945 Con la finalización de la Primera Guerra Mundial Europa queda rota. Se añoran los viejos tiempos, el mundo de antes de 1914. Como ya se ha visto, una de las cosas que se intentó para volver a ese viejo orden fue la vuelta a los roles tradicionales de hombres y mujeres. Con la partida del hombre al frente, la mujer ocupó su lugar en el trabajo. Pero de la misma manera que fueron movilizadas en 1914, fueron desmovilizadas en 1918. Así, las mujeres volvieron a sus casas, se ocuparon de sus maridos (si es que habían vuelto de la guerra) y de sus hijos. Se quería recuperar el prototipo de Ángel del Hogar. La razón era el temor del hombre a ser sustituido por la mujer. Se glorificaba a toda aquella fémina que hacía de la maternidad su cometido en la vida. Incluso se premiaba a las madres más prolíficas. Pero aunque se intentaron restablecer los roles tradiciones de hombres y mujeres, una parte de la población femenina tomó otro camino. Muchas mujeres comenzaron a fumar, beber, salir a bailar, maquillarse, llevar faldas cortas y cortar sus largas melenas. Ellas no buscaban un marido, si no un compañero. No querían casarse y formar una familia, deseaban disfrutar de su 37 independencia económica y tener relaciones más esporádicas. Se las llamaba garçonne o flapper. Llamaban la atención porque representaban una ambigüedad, nunca vista antes, entre lo masculino y lo femenino. La sociedad las criticaba por ello y por el modo de vida libertino que llevaban. Además, también se incorporaron a los estudios superiores. Este también periodo se de entreguerras caracterizó por la promulgación de diversas leyes que afectaron a la mujer, como por ejemplo las leyes antisemitas, que afectaron sobre todo a las judías. O, como también se ha visto ya, por la concesión del derecho a voto (Imagen 21). Las británicas lo consiguieron gracias al apoyo de los Imagen 21: Mujeres ejerciendo su derecho a voto. laboristas, que esperaban sacar beneficios electorales de ello. Este fue el reconocimiento que obtuvieron por su labor durante el conflicto. Sin embargo, las francesas vieron frustrado este derecho. También se intentó establecer la igualdad civil entre hombres y mujeres. Un paso importante fue la aprobación de la ley del divorcio. Además, se comienzan a llevar a cabo políticas pro natalistas. Con la idea de fomentar la natalidad se prohíbe el aborto, los anticonceptivos y se modifica la educación sexual. Aun así, las parejas encontraban la manera de controlar el número de hijos que tenían. Ya fuera mediante métodos más tradicionales o practicando el aborto de manera ilegal. Un medio para fomentar la natalidad eran las ayudas sociales. Como por ejemplo las guarderías de las que se beneficiaban las madres trabajadoras y también se ascendía a los padres en el trabajo o se les concedían beneficios fiscales. Al contrario que a los solteros. Imagen 22: Anuncio americano de una marca de estufas de aceite. Por otro lado, este periodo se caracteriza porque se produjo un avance tecnológico que afectó de lleno a la mujer, perpetuando aun 38 más su rol de ama de casa: la electricidad llegó a los hogares, y, con ella, diversos aparatos que intentaban hacer más llevadera la vida domestica, como lavadoras, cocinas o aspiradoras. No obstante, este avance solo llego a las casas más pudientes y fue un fenómeno, todavía, sobretodo de EE.UU. Este avance tecnológico trajo aparejado la llegada de la publicidad y el consumismo de las clases medias. La publicidad (Imagen 22) se dirigía a la mujer y la retrataba como una feliz y atractiva señora de la casa, que debía tener en su hogar todo tipo de aparatos para ser una mejor administradora del hogar. Ya no se representaba a la mujer como sumisa y delicada, ahora ella tomaba las decisiones del hogar y era quien lo administraba. Por otro lado, si sumamos las consecuencias de la guerra, la crisis económica y la pobreza que esta trajo, obtenemos el nacimiento de los totalitarismos. En los sistemas dictatoriales como el fascismo italiano y el nazismo alemán el feminismo fue condenado, aunque al ser movimientos de masas, intentaron integrar a las mujeres. Eso sí, las mujeres no aparecían en las altas esferas, ni elites dirigentes del partido, sino que eran encuadradas en organizaciones especialmente pensadas para ellas. El primer cometido que estos totalitarismos le reservaban a la mujer era el de dar hijos al régimen. El fascismo eliminó todo signo de feminismo, y lo hizo sin encontrar mucha resistencia, puesto que los movimientos femeninos eran minoritarios y poco desarrollados en Italia. El antifeminismo era una parte más del mismo, al igual que el antiliberalismo, la violencia y el militarismo. De esta manera hizo suyo el discurso de género. Así se pretendía, primero aumentar la natalidad para tener más mano de obra. Segundo garantizar el trabajo del cabeza de familia, ó sea el hombre, y por último, alejar a la mujer del mercado laboral. En la mujer caía la responsabilidad de administrar el hogar y cuidad a los hijos. Se crearon organizaciones fascistas en las que pudieron enrolarse. Las más famosas fueron las Fasci Femminili, que contaban a finales de la década de 1930 con 750.000 socias, dedicándose a labores de propaganda y de tipo social. O la “Asociación de Amas de Casa Rurales” (massaie rurales) y las diversas asociaciones de obreras y trabajadoras domésticas. También se creó la “Organización Nacional de Defensa de las Madres y la Infancia”. En ella las mujeres realizaban labores agrícolas, de educación sanitaria y del cuidado de las madres más pobres. 39 En Alemania, la legislación a favor de la igualdad entre sexos y la bajada de la natalidad, producida en la Republica de Weimar hicieron saltar las alarmas en el Partido Nacionalsocialista. Veían en ello la decadencia de Alemania. Para ellos, esta decadencia era culpa de las minorías étnicas. Por lo que llevaron a cabo una brutal política racial, que afectó de lleno a las mujeres judías. Para los nazis, la mujer aria perfecta debía ser devota y amante del esposo, además de una nacionalsocialista convencida. Su ejemplo a seguir eran las esposas de los altos dirigentes nazis. El paradigma imagen de era esta Magda 50 Goebbels . En cuanto a ésta, la familia era un objeto más al servicio de la política nazi. Por ello, las mujeres debían tener hijos, pero solo aquellas que eran aptas para traer hijos sanos al mundo. Según este principio, había Imagen 23: Hitler saludando a miembros de la “Liga de Muchachas Alemanas”. cuatro tipos de mujeres: las que debían ser estimuladas para tener hijos, las que sus hijos no eran objetables51, las que era preferible que no los tuvieran y a las que se les debía impedir tener hijos52. Las que eran aptas disponían del Lebensbom53, un lugar donde acudían las solteras que querían servir al régimen dándole un hijo. Se concluye así, que los nazis no buscaban un baby boom, sino una regeneralización racial. En suma, a las madres más prolíficas se les premiaba con la Cruz de Honor de la Mujer Alemana. 50 Hitler la condecoró con la Cruz de Honor de la Madre Alemana. Podían no representar el ideal ario, pero tampoco eran impuros (no tenían familiares judíos, gitanos, comunistas, etc.). 52 Gisela Bock, “Politicas sexuales nacionalsocialistas e historia de las mujeres” en Historia de las mujeres en Occidente. El siglo XX, ed. Georges Duby (Madrid: Taurus, 1991), 172. 53 Centros donde las jóvenes alemanas daban a luz niños para el régimen y ser criados posteriormente por miembros de las SS. Las enfermeras, realizaban en ellos, prácticas para seleccionar a los niños más afines al ideal ario. Las mujeres de los dirigentes de las SS y del partido nazi estaban al corriente de todas estas prácticas, de las que sus maridos eran participes. 51 40 Para llegar a esta regeneralización se llevaron a cabo políticas raciales y eugenésicas brutales que afectaron a ambos sexos. En el caso de las mujeres, las más perjudicadas fueron las judías. Además de ser despedidas de sus trabajos, sufrieron junto a gitanas, negras y demás minorías la pesadilla de la esterilización. También se desechaba a toda aquella enferma o discapacitada: esquizofrénicas, epilépsicas, discapacitadas y un largo etcétera. La esterilización se llevaba a cabo mediante una costosa y peligrosa operación. En los campos de concentración les administraban una inyección en el útero. Muchas mujeres morían por ello y se negaban a recibirla. Las alemanas se podían unir también a diversas organizaciones nacionalsocialistas. Una de ellas es la “Liga de Muchachas Alemanas” (Imagen 23), que formaba parte de las Juventudes Hitlerianas. Aquí se adoctrinaba a las jóvenes ideológicamente, realizaban ejercicios gimnásticos y aprendían economía familiar. Estaba formada por niñas de 10 a 14 años, captadas en las escuelas y por los miembros más mayores. Además estaban la “Liga Nacionalsocialista de Mujeres”, una organización más elitista, y la “Organización de Mujeres Alemanas”, que contenía a la gran masa de las mujeres alemanas. Mientras en la URSS se acabó con cualquier manifestación de feminismo. Éste era definido como burgués y contrario a la Revolución. En lo referente al trabajo domestico se tachó de deprimente, improductivo y embrutecedor, el propio Lenin lo hizo (Anexos II y III)54. Así, los soviéticos no pusieron cortapisas al trabajo de la mujer. La mujer debía librarse del yugo doméstico y trabajar para la colectividad. El trabajo era algo natural Imagen 24: Alexandra Kollontai. para la mujer soviética, se sentían más útiles socialmente y estaban orgullosas por ello. 54 Bock. Op. Cit., pág. 223. 41 En esta sociedad socialista, la emancipación femenina llegaría con el final de la estructura económica capitalista y el régimen burgués. En este contexto, la activista Alexandra Kollontai55 (Imagen 24) defendía un cambio en la concepción de la pareja y sus relaciones. Sostenía que éstas debían basarse en el respeto mutuo y no en los celos o la posesión. De esta manera llamaba a la mujer a exigir el respeto de los hombres. Pero estas ideas no fueron bien recibidas en las filas soviéticas. Se consideraron contrarrevolucionarias y burguesas. La esfera conyugal se reduce al hombre y la mujer, de esta manera, se discrepaba de la familia tradicional burguesa, que incluía también a los hijos. Encerrando así a la mujer en el rol de madre. Aunque aumentó la alfabetización femenina y su presencia en las universidades, las mujeres apenas ocuparon lugares importantes en el partido. Tampoco estaban presentes en la estructura de poder del partido, ocupaban los niveles más bajos de la jerarquía soviética. Ejemplo de esto, sería que solo nos encontramos a cuatro mujeres, durante el periodo de entreguerras, que formarían parte del Comité Central del partido. Con el inicio de la Segunda Guerra volvieron las Mundial bombas, los tanques, el hambre y el miedo. Mientras los hombres se calzaban las botas y vestían sus uniformes, las mujeres volvían a quedarse en la retaguardia. Eran las únicas habitantes de las solitarias ciudades junto con los Imagen 25: Mujer tomando café entre los escombros de un edificio derruido. ancianos y los niños (Imagen 25). Todos serán las víctimas de los ataques y bombardeos de las zonas urbanas. Pero serán las mujeres las que tengan que cuidar de la familia, llevándola de un sitio a otro, buscando seguridad. Buscarán alimentos, harán colas para conseguir víveres con sus cartillas de racionamiento e intentarán evitar a los soldados del bando contrario. Además, de formarían parte de la resistencia en los países ocupados. 55 Era de origen aristócrata. Ingreso en el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, y compartió las Tesis de Abril de Lenin. Fue una defensora a ultranza de los derechos de la mujer. 42 Aunque es cierto que los estados ayudaban a las mujeres de los soldados, dotándolas con una indemnización por no recibir el sueldo del marido, esto no siempre era suficiente. Los precios se disparaban, incluso en el mercado negro, y los productos escaseaban. Aun así, estas ayudas se volvieron fundamentales para la supervivencia de las familias. Aunque hay que señalar que en el caso alemán, estas ayudas no eran recibidas por aquellos que no eran considerados alemanes. Es decir, judíos, gitanos y demás extranjeros. Se repite, pues, la misma historia que en 1914: la mujer se hace cargo de la vida familiar y no solo de su cuidado (como algo inherente a su condición femenina), sino también de su supervivencia física y económica. Pero esta es la visión general, cada país tiene sus propias particularidades y la vida de las mujeres se ve afectada de distinta manera según su condición social. En Alemania, la obsesión nazi por la pureza de la raza les hizo construir campos de concentración, campos en los que confinaban, torturaban, explotaban y ejecutaban a judíos, comunistas, socialistas, polacos, rusos, gitanos, enfermos mentales… Cualquiera que fuera prescindible para las metas del Tercer Reich. Y por supuesto, las mujeres llegaron a estos campos de concentración. Por un lado están las guardianas de estos campos. Se trataba de voluntarias captadas por la propaganda caracterizadas por del su partido, terrible crueldad, sadismo y aversión hacia las prisioneras. Antes de entrar en los campos recibían instrucción física, les enseñaban el ideario Imagen 26: Mujeres y niños en un campo de concentración nazi. nacionalsocialista, como tratar y castigar a las prisioneras y a prevenir sabotajes. Al ser derrotada Alemania, unas consiguieron escapar y ocultar su pasado. Otras fueron capturadas y juzgadas por sus atroces crímenes. No pertenecían a las elites alemanas, ni estaban casadas con miembros del partido o las SS. Eran simplemente mujeres de 43 clase media o baja que cayeron en las manos del nazismo. También hay que destacar la crueldad de las enfermeras de los Lebensborn, mencionados anteriormente. En el otro lado estaban sus víctimas (Imagen 26). Mujeres asesinadas, torturadas y encerradas por razones de disidencia política, raza o discapacidad. Eran consideradas el eslabón más bajo de los prisioneros. Eran un peso, no servían para nada. Su ritmo de trabajo no era el mismo que el de los hombres y además cargaban con niños y ancianos. También eran capturadas y llevadas a burdeles donde eran explotadas hasta la muerte. Algunos de los responsables de los campos tenían reparos en matar a mujeres y niños. De esta manera, Heinrich Himmler ideó las cámaras de gas56. Allí serian ejecutados, sin que nadie pudiera saber quien entraba en ellas y sin poner reparos de ninguna clase. Tales fueron los malos tratos sufridos por estas mujeres, que las supervivientes se sintieron avergonzadas de pertenecer al mismo sexo que sus guardianas57. Les afeitaban la cabeza, les arrancaban la ropa y hurgaban en cada parte de su cuerpo buscando los posibles objetos de valor que pudieran haber escondido. “Intentábamos ocultar nuestra desnudez… El precio habitual de un pañuelo harapiento se puso por las nubes y llego a costar inmediatamente una ración diaria de pan.” (Bock. La mujer en la historia de Europa: de la Edad Media a nuestros días, 2001. 266) Solo hubo un campo de exterminio exclusivamente femenino, el resto eran mixtos. Este fue el de Ravensbrück, al norte de Berlín, liberado en abril de 1945 por soldados soviéticos. En la otra potencia fascista, Italia, las mujeres también lucharon contra las penurias que traía la guerra. Y, ahora más que nunca, debían de ejercer ese papel de madre que tanto les impuso el fascismo de Mussolini. Así, en un ejercicio de patriotismo, las italianas cargaron con la responsabilidad de cuidar, no solo de su familia, sino del honor de Italia. Con la firma del armisticio de Cassibile58, la situación cambió. Las mujeres andaban de un cuartel a otro para informarse sobre la situación de sus hijos o maridos. Pretendían interceder por 56 Bock. Op. Cit., pág. 261. Palabras de Himmler al respecto: “Bueno, mire, matar a judíos adultos lo comprendo, ¿pero a las mujeres y a los niños…? Pues bien, debo decirles lo siguiente: esos niños serán un día adultos”. 57 Ibíd., pág. 265. 58 Se firma el 3 de septiembre de 1943, haciéndose público el día 8 del mismo mes, por las fuerzas aliadas e Italia. Participaron en su negociación, por parte italiana, Giuseppe Castellano y, de parte de los aliados, Ronald Campbell y los generales Walter Bedell Smith y Kenneth Strong. 44 su libertad en el caso de que fueran prisioneros. Además, ayudaban a los prisioneros aliados que escapaban de los campos de concentración o a los que desertaban del ejército. Les escondían en sus casas y les proporcionaban ropa para que pudieran llegar a sus lugares de origen. Eran simples amas de casa. Mujeres hartas de la guerra, y solidarias, que se revelaban así contra la guerra que sufrían. Para ello aprovechaban el modelo de madre tradicional y cuidadora de sus hijos. De esta manera, escondían armas, documentos, comida o ropa bajo sus faldas o simulando que era el bulto del embarazo. O ayudaban a moverse a los soldados huidos simulando que eran sus hijos. En Francia, con la instauración del Régimen de Vichy y la puesta en marcha de la denominada Revolución Nacional59, la mujer fue objeto de una importante atención. La familia tradicional se transformó en uno de los pilares del régimen, acusando a las mujeres que no se ceñían a estas pautas de abandonar su vocación natural de esposa y madre60, y no dar suficientes hijos al Estado. Para el régimen, la mujer debe quedarse en casa, como madre y esposa. Por eso la igualdad de sexos no sirve nada más que para desviarla de su misión. La mujer se ve sometida a vivir en la pequeña esfera que supone la domesticidad. Se diferencia así entre mujeres buenas y malas. Las buenas son las que renuncian a todo por el bien de su familia. Y las malas son aquellas que pretende quitarle el lugar al hombre. Por ende, no existen malas madres, sino malas mujeres que se niegan a serlo. La diferenciación sexual en el seno de la familia se hace patente, como también se hace patente este rol para la mujer cuando en 1942 se establezca que las niñas recibirán instrucción en labores como: economía domestica, cocina, planchada, bordado o moral familiar. Pero aunque se reservara la vida hogareña para las francesas, estas tuvieron que salir a la calle para trabajar. Como tuvieron que hacer aquellas cuyos maridos fueron llevados a Alemania a trabajar. Además de cargar con el trabajo y la familia, debían soportar la incertidumbre de no poder ver a sus maridos, manteniendo contacto solo por carta. A ello se unió el miedo a ser abandonado por la pareja, el divorcio y la infidelidad. Aun así, se insistía en que todo sería 59 El Régimen de Vichy se propone reconstruir Francia a través de lo que llama la Revolución Nacional. Para llevar a cabo este proyecto social cuenta con el apoyo de las elites francesas, culpando de la derrota a la falta de moral de los soldados franceses, como también al Frente Popular y a la anterior República. Se buscaba instaurar un nuevo orden económico y político, que acabará con el capitalismo y el individualismo. 60 Beatriz Moreno Rodríguez, “El imaginario de Vichy: feminidad y misión de las mujeres. Francia 1940-1944”, Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 28 (2006): 174. 45 provisional y que la mujer debía mantener presente el recuerdo del padre, puesto que la falta de la figura paterna sería perjudicial para los niños. Una de las mayores dificultades que encontraron las francesas fue la de la obtención de alimentos y ayudas. Los víveres escasean y se racionalizan, se producían colas para obtener la cartilla de racionamiento y alimentos y, los precios subían, tanto en el mercado oficial como en el negro mientras los sueldos eran ínfimos. “El salario medio en Paris es de 2500 francos, pero los empleos menos cualificados no dan más de 1200 a 1800 francos, y a veces menos.” (Duby. Historia de las mujeres en Occidente. El siglo XX, 1991. Página 240) Mientras, los exiliados llamaban a los franceses a resistir contra esta situación. De esta manera, las mujeres comenzaron a protestar por el racionamiento y la escasez de alimentos. Las que podían realizaban acciones individuales y otras se enrolaban en la resistencia (Imagen 27), actuaban de mensajeras, ocultando fugitivos o saboteando a los alemanes. Todo ello con la presión del peligro constante para ellas y sus familias, puesto que si eran descubiertas todos sufrirían las consecuencias. Además utilizaban técnicas parecidas a las italianas, escondiendo armas bajo lo que sería un supuesto embarazo o mensajes entre pañales de bebes. El ambiente en la resistencia era de igualdad y Imagen 27: Mujer armada que formaba parte de la resistencia francesa. camaradería entre hombres y mujeres. Importaba más el objetivo común que tenían. En cuanto a Japón, también es necesario destacar el papel desempeñado por las mujeres durante la guerra. 46 Japón era, al igual que Alemania e Italia, un régimen totalitario y, como aquellos, difundió que el papel que correspondía a la mujer era el de tener hijos que sirvieran de soldados y mano de obra al gobierno. La mujer era un pilar crucial en la consolidación del movimiento nacional. Además, la sociedad nipona era muy conservadora, y daba más primacía al bienestar de la comunidad que al individual. De la obediencia y la ejemplaridad de la mujer como madre y esposa dependía el honor familiar. Era esto lo que se esperaba de ellas, y para ello eran educadas. Su deber era ser esposa, madre y obedecer sin objeción el sistema patriarcal. Atrás quedaba la imagen de la geisha, ahora, los únicos atributos femeninos debían ser los maternos61. Había que ser sumisa y respetar las ancestrales tradiciones japonesas. Incluso se lanzaron campañas contrarias a la cultura occidental y el liberalismo, llegando a prohibirse las exportaciones de cosméticos62. Existieron varias asociaciones femeninas en Japón. Las primeras que aparecieron fueron la “Asociación de la Unión de Mujeres del Gran Japón”, la “Asociación de Mujeres Patriotas” y la “Asociación de Mujeres para la Defensa Nacional del Gran Japón”, que más tarde se unieron en una sola, la “Asociación de Mujeres del Gran Japón”. Debían afiliarse a ella todas las mujeres japonesas, excepto las solteras menores de 20 años. Su principal misión era, según el primer ministro Tôjô, servir a los soldados para que nada les faltara en el frente63. Como todas las organizaciones femeninas de estas características, las mujeres no participaban en su dirección. Y por supuesto, no perseguía la consecución de derechos políticos y sociales. Su misión era la de servir a la patria, honrar a los soldados y ejercer el honor de ser madre y esposa de un soldado. Por todo esto, cuando por las circunstancias bélicas y las carencias de recursos naturales, en 1942 se movilizó a las mujeres para el trabajo, se hizo con la certeza de que sería algo coyuntural. De hecho, no recibieron protección laboral ni ayuda de ningún tipo para la conciliación de la vida laboral y familiar. Su empleabilidad causó controversia en la sociedad. 61 Existía en Japón una revista femenina llamada Shufu No Tomo (Amiga de las Amas de Casa), dedicada a las mujeres de clase media de las ciudades. Ofrecía artículos con consejos sobre la vida domestica y mostraba la imagen de cómo debía ser la perfecta ama de casa japonesa. 62 Akemi Saito, “Las mujeres y los regímenes totalitarios de los años treinta y cuarenta del siglo XX en Japón y España: la política antifeminista”, en La mujer japonesa: realidad y mito, eds. Elena Barlés y David Almazán (Zaragoza: Prensas Universitarias, 2008), 483. 63 Ibíd., pág. 486. Declaraciones de Hideki Tôjô, primer ministro de Japón: “Que se muestren las fuerzas femeninas a partir de este momento para cumplir con la misión imperial de hoy y del futuro. Debéis servir a los solados para que nada les falte en el frente”. 47 Por un lado estaban los que defendían su trabajo, puesto que consideraban que estaban recibiendo el honor de servir al Estado. Y por otro, los contrarios a esta postura, puesto que lo consideraban malo para la salud de la mujer y, por tanto, para sus labores maternales. Queda claro así que el gobierno nipón no buscaba la emancipación femenina, sino el nacimiento de más niños. Pero hablar de Japón en la guerra, es hablar también de las Lanfu o Consoladoras Sexuales (Imagen 28). Fueron mujeres raptadas, o engañadas con falsas promesas laborales, violadas y obligadas a prostituirse con los soldados y altos mandos japoneses. Estas esclavas sexuales eran de origen coreano, filipino, indonesio o chino. Eran sometidas a malos tratos, a violaciones múltiples y abortos forzados. Cuando la guerra acabó, las que lograron sobrevivir, quedaron traumatizadas. Incluso llegaron a ser rechazadas en sus lugares de origen, viéndose abocadas a la prostitución para sobrevivir. Esta acción se justificó como una manera de mantener la moral de las tropas. Y, aun, a día de hoy, el gobierno nipón es reticente a reconocer a las víctimas. Finalizada la guerra, sucedió lo mismo que tras la Primera Guerra Mundial. Las mujeres volvieron al hogar, y también se les hicieron algunas concesiones en forma de derechos civiles y políticos de los Imagen 28: Mujeres raptadas y obligadas por el ejército japonés a prostituirse, más conocidas como “mujeres confort”, “lanfu” o “consoladoras sexuales”. que carecían64. Y en Francia, por fin, se otorga el sufragio a las mujeres en marzo de 1944, en un claro paso de renovación política. Sucediendo lo mismo en Italia dos años después, en 1946. Además, se subraya la igualdad entre hombres y mujeres en la Declaración de los Derechos del Hombre65 y en las constituciones de algunos países. 64 Tuvieron la oportunidad de votar en unas elecciones y ser elegibles en ellas. Además del derecho a administrar y enajenar bienes, ejercer la patria potestad, trabajar fuera de casa, etc. 65 Mariette Sineau, “Las mujeres en la ciudad: derechos de las mujeres y democracia” en Historia de las mujeres en Occidente. El siglo XX, ed. Georges Duby (Madrid: Taurus, 1991), 511. 48 Aquellas recluidas en campos de concentración, fueron liberadas, encontrándose un mundo totalmente diferente al que esperaban. Todo está normalizado, lo que les cuesta asimilar tras las atrocidades pasadas durante su cautiverio. Además, muchas han perdido a sus familias y se encuentran solas. Pero todos estos acontecimientos tendrían sus frutos. En los años sesenta surgiría la tercera ola feminista, cuyas protagonistas fueron las herederas de todas estas mujeres que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial. 4. PROPAGANDA BÉLICA Y UTILIZACIÓN DE LA IMAGEN DE LA MUJER El fin de la propaganda de guerra era evitar mostrar los aspectos negativos de la misma, por un lado y por otro, ensalzar el sentimiento de patriotismo de la sociedad, haciendo un llamamiento a la movilización: en el caso del hombre al frente, en el de la mujer al trabajo. La mujer se representaba o bien en su rol tradicional de madre, o como víctima o como trabajadora que lucha por su país. Tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial la propaganda fue utilizada masivamente con estos fines. Los carteles propagandísticos nos muestran a mujeres aguerridas que llevan adelante la casa y el trabajo que dejan los hombres atrás. Pero también es normal que se las muestre como víctimas del enemigo, siendo utilizadas como acicate para que los soldados luchen con más voracidad en el frente. 49 Imagen 30: Cartel francés de la IGM. Imagen 29: Cartel americano de la IIGM. Como muestran las Imágenes 29 y 30, la propaganda servía de llamamiento para que las mujeres acudieran al trabajo. Los carteles desprendían un halo de patriotismo. El mensaje era que debían sustituir al hombre y complementar el esfuerzo que ellos hacían en el frente con el suyo en la fábrica. Muy significativa la Imagen 30 donde se representan los tres roles que se le atribuían a la mujer durante los conflictos: sustituir al hombre en el trabajo, tanto en la industria como en el campo y cuidar de los hijos. En Italia el recurso al uso de la figura femenina como reclamo propagandístico fue permanente. Aunque, no supone, en este aspecto, un caso especial. En la Imagen 31, aparece una madre destrozada y rodeada de los escombros de lo que antes fue su casa. Esta armada con un fusil en una mano, mientras con la otra protege a su hijo asustado ante la amenaza de la “araña británica”. Como podemos ver, el arma no es empuñada de manera correcta, ya se procuraba no masculinizar su imagen, por ello la utiliza para golpear y no para disparar. 50 Y, por supuesto, la figura femenina no quedó al margen de ser representada con objetivos patrióticos. Las Imágenes 31 y 32, lo muestran de forma nítida. Se utilizan figuras femeninas que, o bien representan a mujeres animando a los soldados a partir al frente, o se las representa como una imagen de la madre patria, madre patria que hay que defender luchando y que ve partir a sus hijos a la guerra. Imagen 31: Cartel italiano IIGM. Imagen 31: Cartel británico de la IGM. 51 Pero no todo son representaciones en carteles o posters, también se hacen documentos cinematográficos. Un ejemplo de ello es Italia, donde nos encontramos con el noticiario cinematográfico Luce. Aunque aparecen mujeres en estos noticiarios, son pocos los que se dedican a ellas exclusivamente. Siete de un total de cincuenta y cuatro66. En ellos, su presencia es marginal y escasa. Aparecen en multitudinarias manifestaciones, como homogénea, no se particulariza ningún una masa individualiza caso. ni Aparecen también las mujeres solados de Saló y las trabajadoras, tanto de la industria como del campo. Siempre se intentará no mostrar una imagen masculinizada de la mujer, para ello se remarca que todas ellas Imagen 32: Cartel soviético de la IIGM llevan falda y no pantalón67. Aparecen también en las exhibiciones que se les preparaban a los soldados del frente para su entretenimiento, en este caso eran artistas. E, igualmente, se mostraban como víctimas de los cruentos ataques de los aliados. La imagen que no interesaba mostrar al régimen era la de las mujeres manifestándose pidiendo soluciones a las penurias que tenían que pasar. Aparecían también formando parte del SAF, las distintas organizaciones femeninas, recibiendo el adiestramiento que estas les proporcionaban, en el trabajo, realizando labores femeninas o como enfermeras. Pero nunca en el frente o empuñando un arma. Muchos pensaban que su lugar estaba sosteniendo una sartén y no un fusil. Se da una imagen de disciplina y 66 Coronado Ruiz. Op. Cit., pág. 25. Durante el periodo de la República Social Italiana. Carlota Coronado Ruiz, “Mujeres en guerra: la imagen de la mujer italiana en los noticiarios Luce durante la Segunda Guerra Mundial (1940-1945)” La ventana, no. 37 (2013): 192. 67 52 jerarquización, exhibiendo todas las actividades deportivas y recreativas que llevaban a cabo, y todas con la misma apariencia (misma ropa, mismo peinado, misma actitud). Estas imágenes también eran utilizadas con la intención de atraer más mujeres al régimen y a estas organizaciones, sobre todo a jóvenes. En resumen, la mujer se presenta como una gran masa homogénea, manifestándose efusivamente a favor del régimen. Con el pañuelo en la mano y vitoreando al Duce. Algo parecido pasará en Alemania, donde las mujeres forman parte de una masa homogénea que idolatra al Führer. La prensa también fue partícipe de la propaganda. En las portadas de revistas nazis se observan a muchachas alemanas dignas representantes del ideal ario68. Ideal que toda buena alemana debía cumplir. Como también el de ser una madre prolífica (Imagen 33) que cuida Imagen 33: Revista nazi. Imagen 34: Portada de la revista Shufu No Tomo. atentamente de sus vástagos, proclamando así el cometido que el régimen nazi tenía reservado para las mujeres. En el caso de la revista japonesa “Shufu No Tomo” (Imagen 34), observamos a una joven japonesa que trabaja fabricando un avión. Los aviones son un elemento importante en la propaganda japonesa, ya que ellas son quienes los fabrican y los hombres son quienes los pilotan para luchar contra los diablos americanos. Incluso se busca también que les inculquen a sus hijos el ser futuros pilotos del ejército. Se presenta como madre y trabajadora. En EE.UU. cabe destacar la imagen de Rosie la Remachadora (Imagen 35). Imagen femenina que nació como reclamo propagandístico ideado por el gobierno. Aparece como una joven bella y glamurosa, una valiente trabajadora que se esfuerza por el bien de su país y sus soldados. Incluso se le compuso una canción y se le llegó a asociar un novio marine, al que ella 68 Tez blanca, ojos azules, cabello rubio, recogido en una trenza alrededor de la cabeza, caderas anchas y gran altura. 53 protegía con su esfuerzo en el trabajo. Con el tiempo se convirtió en un símbolo feminista y un icono de la cultura popular. Otro cometido de la propaganda era la movilización de la población. En este caso instaba a las mujeres a alistarse al ejército para hacer labores auxiliares (Imagen 36). Como se ve, la imagen que se da es de una mujer hermosa y valiente. Es muy importante que no se ofrezca una imagen masculinizada de la mujer (Imagen 37), por ello aparecen bien peinadas, con la tez clara y maquilladas. Esta imagen no se da en los carteles soviéticos, donde Imagen 35: Rosie la Remachadora. la mujer aparece con un pañuelo en la cabeza, símbolo del trabajo, y con un rictus serio que transmite valentía y arrojo. Se apela al patriotismo femenino para que se enrole en los cuerpos auxiliares femeninos (Imágen 38). Por último, también se utilizaba una imagen femenina para desmoralizar a los soldados enemigos. Esto se hacía mediante la idea de que podían estar manteniendo relaciones con las mujeres que ellos habían dejado en la retaguardia. Como se puede observar en la Imagen 39, cartel nazi dedicado a los soldados británicos, en el que se ve a un soldado americano con una británica. O también para prevenir del peligro que corrían las mujeres al lado de los soldados enemigos. Estos eran representados como salvajes y depravados, dispuestos a abusar de las mujeres (Imágenes 40 y 41). Después de esto, podemos concluir, que los gobiernos usaron la imagen femenina para instarlas a ser participes del esfuerzo bélico, llamar al patriotismo y mermar la moral del enemigo. Y como observamos, tuvo efecto. Se podría decir que, enseñando la imagen de una mujer, que muestra su adhesión a la causa bélica, o al régimen, la sociedad se moviliza. Por un lado, las mujeres, que acudirían en masa a los puestos de trabajo que deben cubrir. Y por otro lado, los hombres, bien alentando su valor y haciendo que se alisten al ejercito, o bien mermando su moral temiendo por lo que su esposa pueda estar haciendo o sufriendo en casa. La propaganda no es sino, otra forma de utilizar a la mujer, pero esta vez de manera subliminal. 54 Imagen 36: Cartel americano de la IIGM. Imagen 37: Cartel italiano de la IIGM. Imagen 38: Cartel soviético de la IIGM. 55 Imagen 39: Cartel nazi de la IIGM. Imagen 40: Cartel americano de la IIGM. Imagen 41: Cartel italiano de la IIGM. 56 1. CONCLUSIONES La ley, como hemos podido ver, subordinaba la mujer al hombre. Pero esta ley estaba hecha por ellos, por los hombres, que, discriminaban así a la otra mitad de la humanidad. Ellos tenían el derecho, pero no ejercían el respeto hacia sus semejantes. La mujer que entró a la fábrica en 1914 no fue la misma que salió en 1945. Su imagen y su esfuerzo, fueron utilizados en favor de unas guerras que ellas no habían provocado, pero que sí sufrieron. En estos treinta años, se dieron pasos adelante y pasos hacia atrás. Cuando dejaban de ser necesarias como mano de obra barata, las mujeres eran devueltas a su pequeña esfera domestica. Pero este ir y venir, supuso el principio del fin de la subordinación. Estos treinta años no solo cambiaron al mundo, también cambiaron a la mujer. Estas mujeres, pioneras y valientes, sembraron la semilla que años más tarde recogerían sus hijas y nietas: el fruto de la emancipación femenina. Gracias a ellas, la mujer del siglo XXI puede salir a la calle, trabajar, ser madre y ciudadanas de pleno derecho como los hombres, sin perder un ápice de su “feminidad”. Aunque no podemos olvidar que todavía queda mucho por hacer, se ha conseguido algo primordial: que la mujer tenga poder sobre ella misma. 57 ANEXOS 58 ANEXO I: LAS TAREAS DEL MOVIMIENTO OBRERO FEMENINO EN LA REPÚBLICA SOVIÉTICA Querría decir algunas palabras acerca de las tareas generales del movimiento obrero femenino en la República Soviética, tanto de las que guardan relación con el paso al socialismo en general, como de las que ahora se destacan en primer plano con una fuerza especial. El problema de la situación de la mujer, camaradas, ha sido planteado por el poder soviético desde el primer momento. Me parece que la tarea de todo Estado obrero en su paso al socialismo tiene un doble carácter. La primera parte de esta tarea es relativamente fácil y sencilla. Se refiere a las viejas leyes que colocaban a la mujer en una situación de inferioridad jurídica con respecto al hombre. Desde hace mucho tiempo, los representantes de todos los movimientos emancipadores de Europa occidental formularon a lo largo, no ya de décadas, sino de siglos, la reivindicación de abolir las leyes caducas y de equiparar legalmente la mujer al hombre, pero sin que ni uno solo de los países democráticos europeos, ni una sola de las repúblicas más adelantadas, lograse realizarlo; porque allí donde existe el capitalismo, donde se mantiene en pie la propiedad privada sobre la tierra, las fábricas y plantas industriales, donde persiste el poder del capital, siguen conservando los hombres los privilegios. Y si en Rusia fue posible lograr aquel anhelo, se debió a que el 25 de octubre de 1917 se implantó en nuestro país el poder obrero. El poder soviético se planteó desde el primer momento el objetivo de ser el poder de los trabajadores, enemigo de toda explotación. Se señaló la tarea de acabar con toda posibilidad de explotación de los trabajadores por parte de los terratenientes y capitalistas, de liquidar la dominación del capital. El poder soviético se propuso como objetivo lograr que los trabajadores construyan su propia vida sin propiedad privada sobre la tierra, sin propiedad privada sobre las fábricas y plantas industriales, sin esa propiedad privada que en todas partes, en el mundo entero, incluso bajo el régimen de plena libertad política, incluso en las repúblicas más democráticas, coloca de hecho a los trabajadores en condiciones de miseria y esclavitud asalariada, y a la mujer bajo una doble esclavitud. El poder soviético, como poder de los trabajadores, implantó legislativamente, ya durante los primeros meses de su existencia, los cambios más radicales con respecto a la mujer. La República Soviética no dejó piedra sobre piedra de las leyes que colocaban a la mujer en una situación de sometimiento. Y al decir esto me refiero en particular a las leyes que aprovechaban 59 especialmente la situación más débil de la mujer, para privarla de derechos y colocarla con frecuencia en condiciones humillantes; es decir, a las leyes sobre el divorcio, los hijos ilegítimos y el derecho de la mujer a demandar judicialmente al padre del niño para que asegure su sustento. Es precisamente en este campo, hay que decirlo, donde la legislación burguesa, incluso en los países más adelantados, se aprovecha de la situación de mayor debilidad de la mujer, para privarla de derechos y humillarla. Pues bien, el poder soviético, en este terreno, no ha dejado ni la sombra de las viejas leyes, leyes injustas e intolerables para los representantes de las masas trabajadoras. Y hoy podemos afirmar con todo orgullo y sin ninguna clase de exageración, que fuera de la Rusia soviética no hay país alguno en el mundo en que la mujer goce de plenitud de derechos y se halle libre de esas condiciones humillantes que resaltan de modo particularmente sensible en la vida cotidiana y familiar. Ha sido esta una de las primeras y más importantes tareas que hemos abordado. Si tienen ustedes la oportunidad de tomar contacto con partidos enemigos de los bolcheviques, o llegan a sus manos periódicos editados en ruso en los territorios ocupados por Kolchak o Denikin, o hablan con quienes apoyan los puntos de vista defendidos por estos periódicos, escucharán o leerán la acusación dirigida contra el poder soviético de que ha atentado contra la democracia. A nosotros, representantes del poder soviético, bolcheviques comunistas y partidarios de este poder, se nos acusa constantemente de haber atentado contra la democracia, y en apoyo de esta afirmación se alega que el poder soviético ha disuelto la Asamblea Constituyente. Solemos contestar a esta acusación del modo siguiente: esa democracia y esa Asamblea Constituyente que surgieron bajo el régimen de la propiedad privada sobre la tierra, cuando los hombres no eran iguales entre sí, cuando quienes poseían un capital propio eran los dueños y los demás eran trabajadores esclavos asalariados a su servicio; esa democracia para nosotros no vale nada. Semejante democracia no es, hasta en los Estados más adelantados, otra cosa que un modo de encubrir la esclavitud. Nosotros, socialistas, somos partidarios de la democracia solo en la medida en que hace menos penosas las condiciones de vida de los trabajadores y los oprimidos. El socialismo se propone, en el mundo entero, luchar contra toda explotación del hombre por el hombre. Para nosotros solo tiene un significado auténtico la democracia que sirve a los explotados, a quienes se hallan colocados en situación de desigualdad. Privar de derechos 60 electorales a quienes no trabajan, es implantar la verdadera igualdad entre los hombres. Quien no trabaja no debe comer. En respuesta a tales acusaciones, señalamos que hay que preguntarse como se realiza la democracia en tales o cuales Estados. En todas las repúblicas democráticas vemos como se proclama la igual, pero también como en las leyes civiles y en las que se refieren a los derechos de la mujer, a su situación en la familia, al divorcio, a cada paso la mujer se halla en una situación de inferioridad y humillación, y decimos que esto sí es un atentado contra la democracia, y precisamente contra los oprimidos. El poder soviético realizó la democracia más que ningún otro país, incluyendo a los más adelantados, al no dejar en sus leyes ni el menor vestigio de la desigualdad de la mujer. Repito que ni un solo Estado, ni una sola legislación democrática, hicieron por la mujer ni la mitad de lo que hizo el poder soviético ya en los primeros meses de su existencia. Claro está que las leyes por sí solas no bastan, y en modo alguno nos damos por satisfechos con nuestros decretos. Pero en el terreno de la legislación hemos hecho cuanto de nosotros dependía para equiparar la situación de la mujer a la del hombre, y podemos enorgullecernos de ello con todo derecho. Actualmente, la situación de la mujer en la Rusia soviética es tal, que se la puede considerar ideal, incluso desde el punto de vista de los Estados más adelantados. Sin embargo, decimos que no es, por supuesto, más que el comienzo. Todavía la situación de la mujer sigue siendo penosa debido a sus tareas domésticas. Para lograr la total emancipación de la mujer y su igualdad real y efectiva con el hombre, es necesario que la economía nacional sea socializada y que la mujer participe en el trabajo general de producción. Entonces sí la mujer ocupará el mismo lugar que el hombre. Claro está que aquí no hablamos de igualar a la mujer con el hombre en lo que se refiere a la productividad del trabajo, la cantidad de trabajo, la duración de la jornada, las condiciones de trabajo, etc.; sostenemos que la mujer no debe, a diferencia del hombre, ser oprimida a causa de su posición en el hogar. Todas ustedes saben que incluso cuando las mujeres gozan de plenos derechos, en la práctica siguen esclavizadas, porque todas las tareas domésticas pesan sobre ellas. En la mayoría de los casos las tareas domésticas son el trabajo más improductivo, más embrutecedor y más arduo que pueda hacer una mujer. Es un trabajo extraordinariamente mezquino y no incluye nada que de algún modo pueda contribuir al desarrollo de la mujer. 61 En la búsqueda del ideal socialista, luchamos por la realización total del socialismo, y en este camino se abre un amplio campo de acción para la mujer. Nos disponemos ahora a emprender concretamente la tarea de desbrozar el terreno para la construcción del socialismo, y la edificación de la sociedad socialista solo comienza allí donde, después de haber logrado la igualdad completa de la mujer, abordamos las nuevas labores junto a ella, libre y de esas faenas mezquinas, embrutecedoras e improductivas. Y estas labores nos ocuparán durante muchos, muchísimos años. Esta tarea no puede rendir resultados rápidos ni traducirse en efectos brillantes. Creamos instituciones modelo, comedores colectivos y casas cuna, para liberar a la mujer de las faenas domésticas. Y es precisamente a las mujeres a quienes corresponden en primer lugar los trabajos relacionados con la organización de estas instituciones. Es preciso reconocer que Rusia cuenta todavía con muy pocas instituciones de este tipo que ayuden a la mujer a liberarse de su papel de esclava doméstica. Funcionan un número realmente insignificante de instituciones de esta clase, y las condiciones en que en la actualidad se halla la República Soviética –tanto en el terreno militar como en lo tocante a abastecimientos, de los que ya les han hablado aquí en detalle otros camaradas– entorpecen nuestra labor en este sentido. Debemos decir, sin embargo, que esta clase de instituciones, que liberan a la mujer de su papel de esclava del hogar, están surgiendo donde existe la más pequeña posibilidad para ello. Decimos que la emancipación de los obreros debe ser lograda por los obreros mismos, y ocurre otro tanto con la emancipación de las mujeres trabajadoras: debe ser fruto de su propio esfuerzo. Las trabajadoras deben preocuparse de desarrollar las instituciones a que nos referimos, y esta actividad de la mujer conducirá a hacer cambiar radicalmente la situación que ocupaba en la sociedad capitalista. Para poder intervenir en política, en el viejo régimen, capitalista, se requería una preparación especial, de modo que el papel de las mujeres en la vida política era insignificante incluso en los países capitalistas más avanzados y libres. Nuestra tarea es lograr que la política sea accesible a toda mujer trabajadora. Desde el momento en que fue abolida la propiedad privada de la tierra y de las fábricas, y derrocado el poder de los terratenientes y capitalistas, las tareas políticas se volvieron sencillas, claras y comprensibles para todos los trabajadores, incluyendo a las mujeres trabajadoras. En la sociedad capitalista la situación de la mujer se caracteriza por una desigualdad tal, que su participación en política solo representa una mínima 62 parte de la del hombre. Para que se produzca un cambio en esta situación es necesario el poder de los trabajadores, pues entonces las principales tareas de la política consistirán en asuntos directamente relacionados con el destino de los trabajadores mismos. Y en este punto se debe contar con la participación de las mujeres trabajadoras, no solo las del partido, las que tiene un grado elevado de conciencia, sino también las sin partido y las menos conscientes. El poder soviético abre aquí un amplio campo de actividades para la mujer trabajadora. Hemos tenido que luchar muy duramente contra las fuerzas enemigas de la Rusia soviética, que han lanzado una campaña contra ella. La lucha fue dura, tanto en el terreno militar, frente a las fuerzas que desencadenan la guerra contra el poder de los trabajadores, como en el terreno del abastecimiento, contra los especuladores, pues no disponemos de un número suficiente de hombres, de trabajadores, que nos ayuden por todos los medios con su propio trabajo. Y en esto nada puede apreciar tanto el poder soviético como la ayuda de la amplia masa de las mujeres trabajadoras sin partido. Que no olviden ellas que quizás, en la vieja sociedad burguesa, la actividad política requería una complicada preparación, fuera del alcance de la mujer. Pero la actividad política de la República Soviética plantea como tarea fundamental la lucha contra los terratenientes y capitalistas, la lucha por acabar con la explotación, razón por la cual la República Soviética abre las puertas de la actividad política a la mujer trabajadora, para que ésta, con su capacidad organizativa, ayude al hombre. No solo necesitamos un trabajo organizativo en escala de millones. Necesitamos asimismo organizar en escala más pequeña, que dé también la posibilidad de trabajar a las mujeres. La mujer puede trabajar también bajo las condiciones de guerra, en labores relacionadas con la ayuda al ejército y la agitación dentro del mismo. Debe tomar parte activa en todas estas tareas, para que el Ejército Rojo vea que velan por él, que se preocupan por él. Y puede trabajar asimismo en el abastecimiento, en la distribución de los productos y en el mejoramiento de la alimentación de las masas, en el desarrollo de los comedores colectivos, que actualmente están cobrando tan amplias proporciones en Petrogrado. Tales son los campos de actividad en que adquiere verdadera importancia organizativa la participación de las mujeres trabajadoras. Su participación es también necesaria en la organización de las grandes empresas experimentales y en su cuidado, de modo tal que dichas empresas no sean en el país casos aislados. Si no participan en ella gran número de trabajadoras, 63 estas empresas serán irrealizables. La mujer trabajadora puede abordar estos problemas supervisando la distribución de los productos y velando por que éstos se obtengan con mayor facilidad. Es esta una tarea plenamente accesible a las mujeres trabajadoras sin partido, y su realización contribuirá más que ninguna otra cosa al afianzamiento de la sociedad socialista. Después de haber suprimido la propiedad privada sobre la tierra y abolido casi totalmente la propiedad privada en las fábricas y empresas industriales, el poder soviético aspira a que todos los trabajadores, no solo los del partido, sino también los sin partido, y no solo los hombres sino también las mujeres, tomen parte activa en la obra de la construcción económica. Esta obra, ya iniciada por el poder soviético, solo podrá llevarse adelante cuando tomen parte en ella en toda Rusia, en lugar de algunos centenares, millones y millones de mujeres. Entonces podremos estar seguros de que la construcción del socialismo se habrá afianzado. Entonces la obra de la construcción del socialismo en Rusia descansará sobre fundamentos tan firmes, que no habrá enemigo exterior. Lenin, septiembre de 1919. 64 ANEXO II: EL PODER SOVIÉTICO Y LA POSICIÓN DE LA MUJER Con motivo del segundo aniversario del poder soviético es oportuno hacer un balance de lo que se ha hecho durante estos años, y reflexionar en la importancia y en los objetivos de los cambios realizados. La burguesía y sus partidarios nos acusan de haber infringido la democracia. Nosotros, por nuestra parte, afirmamos que la revolución soviética ha dado al desarrollo de la democracia un impulso sin precedente, en extensión y en profundidad, es decir, á la democracia para las masas trabajadoras y oprimidas por el capitalismo, a la democracia para la inmensa mayoría del pueblo, a la democracia socialista (para los trabajadores), a diferencia de la democracia burguesa (para los explotadores, para los capitalistas, para los ricos). ¿Quién tiene razón? Para analizar bien este problema y comprenderlo más a fondo, debemos hacer un balance de la experiencia de estos dos años y prepararnos mejor para desarrollarla y llevarla adelante. La posición dé la mujer pone en evidencia del modo más palpable la diferencia entre la democracia burguesa y la democracia socialista, y da una excelente respuesta al problema planteado. En una república burguesa (es decir, donde existe la propiedad privada de la tierra, las fábricas y talleres, las acciones, etc.), aunque sea la más democrática de las repúblicas, la mujer jamás ha tenido derechos completamente iguales a los de los hombres, en ningún lugar del mundo, en ninguno de los países más avanzados. Y ello, a pesar de que han trascurrido más de 125 años desde la gran Revolución (democraticoburguesa) Francesa. La democracia burguesa promete de palabra la libertad y la igualdad. Pero en la práctica ni una sola república burguesa, ni la más avanzada, ha otorgado a la mujer (la mitad del género humano) plena igualdad de derechos con los hombres, ante la ley, ni ha liberado a la mujer de la dependencia y opresión de los hombres. La democracia burguesa es la democracia de las frases pomposas, de las palabras solemnes, de las promesas liberales, de las consignas grandilocuentes sobre libertad e igualdad, pero en la práctica, todo esto oculta la falta de libertad y la desigualdad de la mujer, la falta de libertad y la desigualdad de los trabajadores y explotados. 65 La democracia soviética o socialista arrolla con esas palabras pomposas pero falsas y declara una guerra implacable a la hipocresía de los “demócratas”, terratenientes, capitalistas o campesinos ricos que hacen fortuna vendiendo a precios de especulación sus excedentes de cereales a los obreros hambrientos. ¡Abajo esas infames mentiras! No puede existir, no existe, ni existirá jamás “igualdad” entre opresores y oprimidos, entre explotadores y explotados. No puede existir, no existe, ni existirá jamás verdadera “libertad” mientras las mujeres se hallen trabadas por los privilegios legales de los hombres, mientras los obreros no se liberen del yugo del capital, mientras los campesinos trabajadores no se liberen del yugo del capitalista, del terrateniente y del comerciante. Que los hipócritas y los mentirosos, los necios y los ciegos, los burgueses y sus secuaces, traten de engañar al pueblo con discursos sobre la libertad en general, la igualdad en general y la democracia en general. Nosotros decimos a los obreros y a los campesinos: ¡arranquen la careta a esos mentirosos, abran los ojos de los ciegos! Pregúntenles: - ¿Existe igualdad entre un sexo y otro? - ¿Entre una nación y otra nación? - ¿Entre una clase y otra clase? - ¿Libertad de qué yugo o del yugo de qué clase? ¿Libertad para qué clase? Aquel que hable de política, de democracia y libertad, de igualdad, de socialismo, sin plantear estas cuestiones, sin darles prioridad, que no luche contra su ocultamiento, encubrimiento y disimulo, es el peor enemigo de los trabajadores, un lobo con piel de oveja, feroz adversario de los obreros y los campesinos, un lacayo de los terratenientes, de los zares y los capitalistas. Durante dos años el poder soviético, en uno de los países más atrasados de Europa, ha hecho más por la emancipación de la mujer, por su igualdad con el sexo “fuerte”, de lo que hicieron durante ciento treinta años todas las repúblicas “democráticas” adelantadas e ilustradas del mundo tomadas en conjunto. Instrucción, cultura, civilización, libertad, todas estas palabras altisonantes van acompañadas en todas las repúblicas capitalistas, burguesas, del mundo, por una serie de leyes 66 increíblemente infames, repugnantemente sucias, bestialmente burdas, que establecen la desigualdad de la mujer en el matrimonio y en el divorcio, que establecen la desigualdad entre los hijos nacidos fuera del matrimonio y los “legítimos”, y que otorgan privilegios a los hombres y humillan y degradan a la mujer. El yugo del capital, la opresión de la “sagrada propiedad privada”, el despotismo de la necedad filistea, la codicia del pequeño propietario; estas son las cosas que han impedido a las repúblicas burguesas más democráticas abolir esas leyes infames y repugnantes. La República Soviética, la república de los obreros y campesinos, arrolló de un golpe con esas leyes y no dejó en pie ni una sola piedra de la torre de mentiras burguesas y de hipocresía burguesa. ¡Abajo esas mentiras! Abajo los mentirosos que hablan de libertad e igualdad para todos mientras existe un sexo oprimido, mientras existan clases opresoras, mientras existe la propiedad privada del capital y las acciones, mientras existe gente rica que utiliza sus excedentes de cereales para esclavizar al hambriento. Nada de libertad para todos, nada de igualdad para todos, sino lucha contra los opresores y los explotadores, eliminación de toda posibilidad de oprimir y explotar. ¡Esa es nuestra consigna! ¡Libertad e igualdad para el sexo oprimido! ¡Libertad e igualdad para los obreros y para los campesinos trabajadores! ¡Lucha contra los opresores, lucha contra los capitalistas, contra los kulaks especuladores! Esa es nuestra consigna de lucha, esa es nuestra verdad proletaria, la verdad de la lucha contra el capital, la verdad que lanzamos a la cara del mundo del capital, con sus melosas, hipócritas y pomposas frases sobre libertad e igualdad en general, sobre libertad e igualdad para todos. Y porque hemos puesto al descubierto esta hipocresía, porque, con energía revolucionaria estamos garantizando la libertad y plenos derechos para los trabajadores oprimidos, contra los opresores, contra los capitalistas, contra los kulaks, por ello precisamente, es que el poder soviético es tan caro a todos los trabajadores del mundo. Es por ello que, en el día del segundo aniversario del poder soviético, está con nosotros, en todos los países del mundo, la simpatía de las masas obreras, la simpatía de los oprimidos y explotados. 67 Por ello, al celebrar el segundo aniversario del poder soviético, y a pesar del hambre y el frío, a pesar de todos los sufrimientos causados por la invasión imperialista a la República Soviética rusa, estamos firmemente convencidos de que nuestra causa es justa, firmemente convencidos de que el triunfo del poder soviético en el plano mundial es inevitable. Lenin, noviembre de 1919. 68 ANEXO III: DECALRACIÓN DE SENECA FALLS "Cuando, en el desarrollo de la historia, un sector de la humanidad se ve obligado a asumir una posición diferente de la que hasta entonces ha ocupado, pero justificada por las leyes de la naturaleza y del entorno que Dios le ha entregado, el respeto merecido por las opiniones humanas exige que se declaren las causas que impulsan hacia tal empresa. Mantenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres y mujeres son creados iguales; que están dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables, entre los que figuran la vida, la libertad y el empeño de la felicidad; que para asegurar estos derechos son establecidos los gobiernos, cuyos justos poderes derivan del consentimiento de los gobernados. Siempre que cualquier forma de gobierno atente contra esos fines, el derecho de los que sufren por ello consiste en negarle su lealtad y reclamar la formación de uno nuevo, cuyas bases se asienten en los principios mencionados y cuyos poderes se organicen de la manera que les parezca más adecuada para su seguridad y felicidad. La prudencia impondrá, ciertamente, que los gobiernos largamente establecidos no debieran ser sustituidos por motivos intrascendentes y pasajeros, y consecuentemente, la experiencia ha mostrado que el ser humano está más dispuesto a sufrir, cuando los males son soportables, que a corregirlos mediante la abolición de los sistemas de gobierno a los que está acostumbrado. No obstante, cuando una larga cadena de abusos y usurpaciones, que invariablemente persiguen el mismo objetivo, muestra la intención de someter a la humanidad a un despotismo absoluto, el deber de ésta consiste en derribar semejante gobierno y prepararse a defender su seguridad futura. Tal ha sido la paciente tolerancia de las mujeres respecto a este gobierno y tal es ahora la necesidad que las empuja a exigir la igualdad a que tienen derecho. La historia de la humanidad es la historia de las repetidas vejaciones y usurpaciones perpetradas por el hombre contra la mujer, con el objetivo directo de establecer una tiranía absoluta sobre ella. Para demostrarlo vamos a presentarle estos hechos al ingenio mundo. Nunca le ha permitido que la mujer disfrute del derecho inalienable del voto. La ha obligado a acatar leyes en cuya elaboración no ha tenido participación alguna. Le ha negado derechos reconocidos a los hombres más ignorantes e inmorales, tanto americanos como extranjeros. 69 Habiéndola privado de este primer derecho de todo ciudadano, el del sufragio, y habiéndola dejado; por tanto, sin representación en las asambleas legislativas, la ha oprimido por todas partes. Si está casada, la ha convertido civilmente muerta, ante los ojos de la ley. La ha despojado de todo derecho de propiedad, incluso a los jornales que ella misma gana. La ha convertido en un ser moralmente irresponsable, ya que, con la sola condición de que no sean cometidos ante el marido, puede perpetrar todo tipo de delitos. En el contrato de matrimonio se le exige obediencia al marido, convirtiéndose éste, a todos los efectos, en su amo, ya que la ley le reconoce el derecho de privarle de libertad y someterla a castigos. Él ha dispuesto las leyes del divorcio de tal manera que no se tiene en cuenta la felicidad de la mujer, tanto a sus razones verdaderas y, en caso de separación, respecto a la designación de quién debe ejercer la custodia de los hijos, como en que la ley supone, en todos los casos, la supremacía del hombre y deja el poder en sus manos. Después de despojarla de todos los derechos como mujer casada, si es soltera y posee fortuna, está gravada con impuestos para sostener un gobierno que no la reconoce más que cuando sus bienes pueden serle rentables. Él ha monopolizado casi todos los empleos lucrativos y en aquéllos en los que ella puede desempeñar, no recibe más que una remuneración misérrima. Él le ha cerrado todos los caminos que conducen a la fortuna y a la fama, y que él considera más honrosos para él. No se la admite ni como profesor de medicina, ni de teología, ni de derecho. Le ha negado la oportunidad de recibir una educación adecuada, puesto que todos los colegios están cerrados para ella. Tanto en la Iglesia como en el Estado, no le permite que ocupe más que una posición subordinada, pretendiendo tener una autoridad apostólica que la excluye de todo ministerio y, salvo en muy contadas excepciones, de toda participación pública en los asuntos de la Iglesia. Ha creado un sentimiento público falso al dar al mundo un código de moral diferente para el hombre y para la mujer, según el cual ciertos delitos morales que excluyen a la mujer de la sociedad, no sólo no se toleran en el hombre, sino que se consideran de muy poca importancia en él. Ha usurpado incluso las prerrogativas del mismo Jehová, al pretender que tiene derecho a asignar a la mujer un campo de acción cuando, en realidad, esto es privativo de su conciencia y de su dios. Él ha tratado por todos los medios posibles de destruir su confianza en sus propias 70 virtudes, de disminuir su propia estima y de conseguir que esté dispuesta a llevar una vida de dependencia y servidumbre. Por lo tanto, en vista de esta total privación de derechos civiles de una mitad de los habitantes de este país, de su degradación social y religiosa - a causa de las injustas leyes a que nos hemos referido - y porque las mujeres se sienten vejadas, oprimidas y fraudulentamente despojadas de sus más sagrados derechos, insistimos en que sean inmediatamente admitidas a todos los derechos y privilegios que les pertenecen como ciudadanas de los Estados Unidos. Al emprender la gran tarea que tenemos ante nosotras, anticipamos que no escasearán los conceptos erróneos, las malas interpretaciones y las ridiculizaciones, empero, a pesar de ello, estamos dispuestas a conseguir nuestro objetivo, valiéndonos de todos los medios a nuestro alcance. Vamos a utilizar agentes, vamos a hacer circular folletos, presentar peticiones a las cámaras legislativas del Estado y nacionales, y asimismo, trataremos de llegar a los púlpitos y a la prensa para ponerlos de nuestra parte. Esperaremos que esta Convención vaya seguida de otras convenciones en todo el país. RESOLUCIONES: CONSIDERANDO: Que está convenido que el gran precepto de la naturaleza es que "el hombre ha de perseguir su verdadera y sustancial felicidad". Blackstone en sus Comentarios señala que puesto que esta Ley de la naturaleza es coetánea con la humanidad y fue dictada por Dios, tiene evidentemente primacía sobre cualquier otra. Es obligatoria en toda la tierra, en todos los países y en todos los tiempos; ninguna ley humana tiene valor si la contradice, y aquéllas que son válidas derivan toda su fuerza, todo su valor y toda su autoridad mediata e inmediatamente de ella; en consecuencia: DECIDIMOS: Que todas aquellas leyes que sean conflictivas en alguna manera con la verdadera y sustancial felicidad de la mujer, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y no tienen validez, pues este precepto tiene primacía sobre cualquier otro. DECIDIMOS: Que la mujer es igual al hombre - que así lo pretendió el Creador - y que por el bien de la raza humana exige que sea reconocida como tal. DECIDIMOS: Que las mujeres de este país deben ser informadas en cuanto a las leyes bajo las cuales viven, que no deben seguir proclamando su degradación, declarándose satisfechas con su actual situación ni su ignorancia, aseverando que tienen todos los derechos que desean. 71 DECIDIMOS: Que puesto que el hombre pretende ser superior intelectualmente y admite que la mujer lo es moralmente, es preeminente deber suyo animarla a que hable y predique en todas las reuniones religiosas. DECIDIMOS: Que la misma proporción de virtud, delicadeza y refinamiento en el comportamiento que se exige a la mujer en la sociedad, sea exigido al hombre, y las mismas infracciones sean juzgadas con igual severidad, tanto en el hombre como en la mujer. DECIDIMOS: Que la acusación de falta de delicadeza y de decoro con que tanta frecuencia se inculpa a la mujer cuando dirige la palabra en público, proviene, y con muy mala intención, de los que con su asistencia fomentan su aparición en los escenarios, en los conciertos y en los circos. DECIDIMOS: Que la mujer se ha mantenido satisfecha durante demasiado tiempo dentro de unos límites determinados que unas costumbres corrompidas y una tergiversada interpretación de las sagradas Escrituras han señalado para ella, y que ya es hora de que se mueva en el medio más amplio que el creador le ha asignado. DECIDIMOS: Que es deber de las mujeres de este país asegurarse el sagrado derecho del voto. DECIDIMOS: Que la igualdad de los derechos humanos es consecuencia del hecho de que toda la raza humana es idéntica en cuanto a capacidad y responsabilidad. DECIDIMOS, POR TANTO: Que habiendo sido investida por el Creador con los mismos dones y con la misma conciencia de responsabilidad para ejercerlos, está demostrado que la mujer, lo mismo que el hombre, tiene el deber y el derecho de promover toda causa justa por todos los medios justos; y en lo que se refiere a los grandes temas religiosos y morales, resulta muy en especial evidente su derecho a impartir con su hermano sus enseñanzas, tanto en público como en privado, por escrito o de palabra, o a través de cualquier modo adecuado, en cualquier asamblea que valga la pena celebrar; y por ser esto una verdad evidente que emana de los principios de implantación divina de la naturaleza humana, cualquier costumbre o implantación que le sea adversa, tanto si es moderada como si lleva la sanción canosa de la antigüedad, debe ser considerada como una evidente falsedad y en contra la humanidad". Declaración de Seneca Falls (1848). 72 73 ANEXO IV: CARTAS Y PLANFLETOS DE LA “LIGA DE LAS MUJERES SOLITARIAS DE LA GUERRA” DE LA OFICINA DE SERVICIOS ESTRATEGICOS 74 ANEXO V: ILUSTRACIONES SOBRE EL ROL FEMENINO EN LA REVISTA AMERICANA “JOHN BULL” DURANTE LOS AÑOS CINCUENTA 75 76 77 78 BIBLIOGRAFÍA LIBROS - Barlés, Elena., y David Almanzán. La mujer japonesa: mito y realidad. Zaragoza: Prensas Universitarias, 2008. Bock, Gisela. La mujer en la historia de Europa: de la Edad Media a nuestros días. Barcelona: Critica, 2001. Capel Martínez, Rosa María. Presencia y visibilidad de las mujeres: recuperando historia. Madrid: Abada, 2013. De la Torre Gómez, Hipólito. Historia contemporánea (1914-1989). Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces, 2010. Duby, Georges. Historia de las mujeres en Occidente. El siglo XX. Madrid: Taurus, 1991. Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX. Buenos Aires: Critica, 1998. Instituto de la mujer (Madrid). El trabajo de las mujeres a través de la historia. 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