PEDAGOGÍA Y VIDA. POSIBLES SUGERENCIAS PARA MEXICO DE LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN DE JOAQUÍN XIRAU María Rosa Palazón * Como indica el título, este escrito pretende exponer algunas nociones de este refugiado de la Guerra Civil Española que pudieran ser sugerentes para la educación elemental, media o superior en al República Mexicana. Pero antes empecemos con algunos datos biográficos. Joaquín Xirau Palau (1895-1946) nació en Cataluña y murió en México, frente a la Facultad de Filosofía y letras de la UNAM, ubicada entonces en Mascarones. En 1939 llegó a nuestro país en calidad de refugiado. Lo acompañaban su mujer, Pilar Subías, y Ramón, el hijo de ambos. Fue doctor en Filosofía y abogado. Estudió en Barcelona, Madrid, París, Bruselas, Ginebra, Lovaina y Cambridge. Ejerció en Barcelona, Madrid, Salamanca, Zaragoza y México. Fue discípulo de Jaime Serra Hunter, Tomás Carreras y Artau y José Ortega y Gasset, entre otros. Decano de la Universidad de Barcelona a los treinta y siete años. Dirigió el Seminario de Filosofía y Pedagogía en esta última universidad. Durante los años treinta colaboró en la revista Pedagogía y Vida. En 1986 estos ensayos suyos fueron recogidos en un volumen, que lleva el mismo nombre de la revista citada, y publicados por la diputación de Barcelona, por considerarse que aún mantienen su actualidad. Durante su exilio, el Fondo de Cultura Económica hizo un reconocimiento de la sabiduría de Zirau en materia pedagógica al encargarle la traducción del volumen I de la Paideia de Jeager. Sus tesis personales al respecto revelan la influencia de varios filósofos y, recíprocamente, ellos influyeron en algunos de sus libros como: Amor y mundo, El pensamiento vivo de Juan Luis Vives, Vida y obra de Ramón Llull. Filosofía y mística, y Manuel Bartolomé Cossío y la educación en España. 1. Unas reformas universitarias. Ciertas hipótesis pedagógicas Xirau las circunscribió a la enseñanza universitaria, aunque la mayoría son válidas para la educación en general. Sus principales fuentes de inspiración fueron tanto la lucha por autonomía universitaria que libró Pedro Bosch Gimpera, y el replanteamiento que hizo éste de los planes de estudio, cuanto los principios ideológicos de la Institución Libre de Enseñanza, especialmente los que enarbolaron dos de sus miembros, Manuel Bartolomé Cossió y Francisco Giner de los Ríos, sin olvidarnos de la semilla de inquietudes que plantearon los Congresos Universitarios Catalanes y que nuestro filósofo hizo suyas. La renovación universitaria, dijo J. Xirau, sólo puede ser el resultado de medidas aplicadas gradualmente en el marco de la autonomía universitaria. Y lo dijo cuando ésta no había sido legislada. Primeramente fue concedida a las facultades de Filosofía y Letras de Madrid y Barcelona * Facultad de Filosofía y Letras, UNAM como ensayos experimentales, limitándose en ésta a conceder doctorados, hasta entonces derecho exclusivo de la universidad central de Madrid. Cuando fue legislada en 1933, hubo desavenencias entre Xirau y Alexandre Galí, fundador de la Escuela Blanquerna, respecto a los derechos nacionales de Cataluña, alcanzados no sólo a nivel universitario, sino en todos los ciclos de la enseñanza. Galí argumentaba objetivamente los supuestos logros del Estatuto de Cataluña de la República por sus concesiones al centralismo: mantenía el sistema educativo en manos del mando central, concediendo únicamente cierta independencia puesta bajo la dirección de un patronato, con la mitad de miembros nombrados por el gobierno central y la mitad por la Generalidad de Cataluña, siendo el sistema en catalán y castellano. Tenía razón Galí: se había avanzado poco en la ingente tarea del respeto a las nacionalidades y en el reconocimiento de su autonomía, aunque es verdad que el Instituto Escuela y la Escuela Normal de al Generalitat, de la cual Xirau se consideraba el padre, funcionaron con un alto grado de catalanismo; incluso la enseñanza en catalán y castellano fue un paso gigante en la consolidación del primero como lengua de enseñanza. Coincidiendo con Bosch Gimpera, el proyecto renovador universitario de Joaquín Xirau se inspiraba en la organización alemana. Consistía en dos años comunes para varias carreras y tres de licenciatura especializada. Desaparecerían los exámenes por asignatura, implantándose únicamente dos: uno global, aplicado por cinco profesores, que acreditase la suficiencia en los estudios comunes, y otro de licenciatura, acompañado de un trabajo práctico. Si pensamos en esto, todavía parece ser una salida vigente para universidades pequeñas, regionales, que carecen de recursos y de suficiente inscripción como para ofrecer algunas carreras; pero que podrían reunir varias (pienso en Historia, Sociología, Ciencias Políticas y Economía, por ejemplo) durante los años comunes, lo que aminoraría notablemente el número de profesores, atajaría la absurda especialización (en este aspecto, Xirau también apoyó las escuelas de verano multidisciplinarias) y ayudaría a combatir el agobiante centralismo educativo que priva en México, impidiendo que alcancen un nivel académico elevado la mayoría de los centros de educación superior de los estados y, también, que nuestra universidad funcione como nacional. En 1935 Joaquín Xirau escribe “La formación universitaria del magisterio”, donde reclama que se abra la licenciatura de Pedagogía a los maestros normalistas. Su lema es: “Que la universidad recupere y mantenga la dignidad de la escuela […], y que en la escuela penetre […] el alma auténtica de la universidad”1 para que primaria, bachillerato y estudios universitarios entren en un proceso de colaboración, de interacciones y retroalimentativo. En este artículo pone en evidencia que se discrimina a los normalistas, ya firma que nada impide que la enseñanza pedagógica adquiera para todos un carácter práctico, o sea que los pedagogos no normalistas aprendan directamente o en la práctica el oficio de la enseñanza. 2. Diagnóstico sobre las relaciones educativas en uso. Joaquín Xirau pensó las relaciones educativas partiendo de sus experiencias en Cambridge y de los razonamientos de Cossío, muchos de los cuales quedaron en pequeños papeles que le servían de guión a éste, que él enriquecía año con año, y que nunca fueron publicados. Joaquín Xirau diagnostica los males de la enseñanza en general: son centros reglamentados, es decir, aprisionados por las exigencias insensatas del poder económico-político; sus miembros viven aislados, limitándose a cumplir las obligaciones que les impone la legislación: seguir un programa, y elaborar y aplicar exámenes que evalúan el memorismo de elecciones estereotipadas y la acumulación de muchas fechas y muchos datos desligados entre sí. Además son centros que proponen como fin de los estudios la obtención de títulos académicos, y de manera encubierta avalan que quien estudie obtendrá dinero, mucho dinero. Contra estas engañifas y malos enfoques, Xirau asegura que la educación da cultura y promueve el gusto por ella; pero, según es entendida, repitió con M. B. Cossío, no es aquello que se piensa, sino aquello que queda cuando no queda nada de lo que se llama cultura: ésta debe ser espontánea, natural, una actividad que relaciona seres vivos o creativos que comparten intereses. Y cuidado, difícilmente ellos acumularán riquezas, aunque es su derecho obtener recursos para vivir decorosamente. 3. Enlistemos algunos principios pedagógicos que enarboló J. Xirau Palau, teniendo presente las metas junto con los medios que propuso. 1. Según opinaba, antes de decidir cómo ha de hacerse, hemos de decidir qué haremos: la técnica, el arte de educar, está subordinado a un fin, a saber, la creatividad o vida. La posición activa de la cultura propuesta por Llull y Vives, y adaptada por Cossío y Xirau a la enseñanza, sostiene que el discípulo no es un recipiente donde se vierte un contenido esquemático, sino que la “escuela [tiene que ser] de la vida, por la vida y para la vida”.2 A las preguntas con que Cossío solía empezar sus cursos de filosofía de la educación: ¿qué hemos venido a hacer aquí?, ¿qué es pedagogía como ciencia y arte relativos a la acción de educar?, Xirau responde que la educación es nutrimiento; en sentido etimológico educar es alimentar, capacitar para la vida, y esto es decir que la tarea del educador es la formación del hombre: es paideia, porque si bien este concepto está referido a la infancia, tiene un significado ampliable a toda la existencia. 2. Educar es despertar el amor por el saber, hacer filósofos, como sostuvieron Sócrates y Platón. También es darse cuenta de la ignorancia; el saber siempre es un saber del no saber, como dijo Sócrates. 3. La escuela es ocio. Si nuestras escuelas tienen como antecedentes la paideia griega y la institutio gobernatio romana, entonces la instrucción es una actividad llena de práctica, de juegos divertidos. Para los latinos la escuela era schola ludas literarius, juego literario. La scolé griega significa literalmente el ocio invertido en el juego de la práctica y de la contemplación: “ya para los griegos la escuela era ocio en el sentido más profundo, en el sentido en que el ocio se opone al no-ocio, es decir, al negocio”.3 Solamente cuando es posible sustraerse a las necesidades de la supervivencia, al tráfico de las cosas, es posible hablar, dialogar, alcanzar el juego teórico-práctico en el cual consiste la escuela. Tiempo de escuela es tiempo de manipular, de observación, de divertirse reflexionando. Por lo mismo, en la capacidad para el ocio recae “la más alta dignidad humana”4 o, si se prefiere, “la dignidad humana más alta reside en la capacidad para el ocio”.5 Un educador enseña a contemplar, a manipular, a reflexionar, por eso mismo quien educa alimenta el espíritu, y por eso mismo los alumnos son los que buscan al profesor, el alimento, y no el profesor o alimento busca a los alumnos. 4. La enseñanza ha de despertar la capacidad de admiración del hombre; de ésta surge los espíritus científico y artístico. Por asociación simple sabemos, pues, que el conocimiento resulta de la inquisición admirada que siempre ha de poder llevar a cabo y extenderse. 4.1 Para que nazca o no se frustre tal capacidad de admiración, la educación debe ser un arte, según frase de Giner de los Ríos, o sea que, valiéndose de todos los medios a su alcance, ha de atrapar la atención para que el espíritu despierte y se vaya produciendo según las exigencias del objeto a conocer: compenetración del mundo de las cosas y del saber. Un esquema teórico nada más tiene sentido desde el punto de vista de los hechos en que se nutre. El profesor tiene que poner los planos de la realidad y de los valores (de verdad y falsedad) en una dimensión de profundidad y evidencia. ¿Cómo? Los páramos, los pinos, las piedras, las catedrales y toda cosa y todo hecho y toda ocurrencia han de analizarse o ser observados. Todo es matearla instructivo. Especialmente los niños han de salir del claustro, del aula (que ha de ser acogedora) hacia el universo que los rodea. 4.2 Para admirarse, quedar sorprendido o maravillado, el objeto de estudio ha de ser presentado con evidencia, entendiendo por ésta separación, claridad y distinción. 5. Educación es poner en práctica: sólo se puede aprender a hace, haciendo. 6. la educación es integral. Desde la infancia hemos de aprender que no pueden ser separados tajantemente ideas y hechos, ciencias y artes. Asimismo, teoría y práctica forman una unidad indisoluble. 6.1 La enseñanza completa se realiza en la naturaleza y mediante las artes. 7. La verdadera educación fomenta y enseña la autoeducación. El elemento educador no es la esencia imprescindible, siempre que cumpla adecuadamente sus funciones, esto es, si es buen educador, porque es menester que el educando se autoeduque, lo que, por definición, nunca es un proceso pasivo, sino de autoformación, de independencia y de autonomía personal. 8. Antes que el conocimiento científico, técnico o artístico, o paralelamente con ellos, se encuentra y ha de incrementarse el conocimiento moral. El razonamiento de Joaquín Xirau reza: el deber respecto a unos fines es fundamento de la libertad; la libertad no es arbitrariedad, y sí es sumisión a la propia ley y a la norma de los valores e ideales que se han vuelto propios. Luego, tiene prioridad el conocimiento moral sobre el conocimiento en general porque si se trata de un ser humano, ha de autoimponerse valores, metas y normas de mejora social. Ha de ejercer su libertad. Después del Renacimiento, continúa diciendo, sabemos que el problema de la educación no es indiferente a los valores morales y que éstos no han de ser externos o impuestos, sino parte de la estructura individual, de la dinámica intencional de cada persona. Ciertamente que le ámbito axiológico plantea oposiciones, conflictos entre personalidades; pero la vida individual y de cada sociedad se reduce a la lucha por la realización de unos fines evaluados como más positivos que otros. Incluso una época histórica cambia según la estimación colectiva de sus valores y de su jerarquía. Por lo tanto, las ciencias, es decir, toda clase de saberes, sirven como medios; los fines han de ser dados por la ética. Esta es la disciplina pivote de la educación. Joaquín Xirau anota que la dignidad del Quijote es que se comportó según su valoración de unos objetivos, según la propia idea. 9. La educación es personalizada. Colegio masivo no equivale a colegio masificado. Lo cual es plenamente aplicable a México y a todas las dimensiones geográficas de la Tierra. En las concepciones griegas y medievales las reglas del ser y del saber eran externas. En el ideario antiguo el hombre es un elemento de un universo o cosmos ordenado según medidas, formas y mecanismos repetitivos. El cosmos era observado como un mundo de cosas: según predicaban, nosotros, igual que la naturaleza, estamos sometidos a la ley. Bajo la óptica medieval, la existencia se organiza en función de Dios y bajo su guía. El Renacimiento representó un corte epistemológico porque predicó que la conciencia convierte a cada persona en sujeto dotado de intimidad, capaz de elección acierto, en el Renacimiento se ensalzó el hombre universal, un ideal al que se sacrifica la individualidad, la personalidad: En realidad no hay un hombre. El ideal humanista es el peor engaño inventado por el capitalismo democrático que, bajo la capa de la paz social y de la igualdad de los derechos, acoge todas las injusticias y todas las crueldades.6 9.1 Si es una escuela en verdad, es liberal, esto es, da libertad para que las personas sean y se desarrollen. 9.1. A. La misión educadora se constriñe, en gran parte, a ayudar a la conciencia para que descubra su propio destino. La tarea del maestro es saber encontrar el valor peculiar del discípulo y cómo obtener su desenvolvimiento: dejándolo contemplar, manipular, opinar, acertar y equivocarse, promueve y orienta su vida hacia su vocación, que es rigurosamente individual. Todas las personalidades y todos los oficios son igualmente respetables. La diferencia entre los hombreas es que unos son fieles a su vocación y otros no. Así pues: “El papel de la educación es despertar, promover, guiar y orientar una vida en el sentido de la propia vocación. Y encontrar la vocación es encontrar la libertad”.7 9.2 Para que la educación triunfe, ha de conseguir que medie una relación respetuosa entre educandos para que cada uno halle su valor y camino. 10. La educación personaliza porque es amor: exige inteligencia y capacidad de simpatía, sentirla y despertarla. El amor sitúa a cada persona en el centro del universo y la acepta tal como es, encontrando su juego personal de fuerzas impulsoras y de resistencias ciegas. Cuando el profesor tiene una imagen ideal de aquello que el niño o el joven debería llegar a ser, y quiere adoptar su comportamiento a esa imagen ideal, concibe la educación como un proceso de disciplina y reforma. Pero esto es falso: el discípulo hará lo que desea el maestro, sí el maestro sabe que hay de valor en el discípulo y cómo lograr su desarrollo. Aún más, si la actividad pedagógica se aplica como una disciplina correctiva de la realidad, para convertirla en una ideal realidad ausente, mediante cambiar la fisonomía, el arreglo, el biotipo y las vivencias, será negativa, frustrante, generará mecanismos de odio e irresponsabilidad. Adicionalmente, como en tal caso no es pensada como una tarea de amor, arremete la vitalidad, perturbando la creación y subsumiéndola a la muerte. Ya Rousseau dijo que ante todo la educación es dejar ser. J. Xirau pregunta retóricamente: ¿cuál será el régimen adecuado en la escuela: la libertad o la jerarquía entre el “sabio” maestro y el “ignorante” alumno; la imposición o la iniciativa y el respeto? Dejar ser es condición necesaria pero no suficiente en tanto que el maestro no sólo carece del derecho a perturbar la espontánea vida, sino que debe liberar la personalidad, quitar obstáculos, despertar intereses, abriendo parao a las energías creadoras: el auténtico profesor fomenta las fuentes de la vida, hace vivir, ilumina la realidad virtual del discípulo, vivifica (Cossío). 10.1 Quien deja vivir o ama es respetado, o va despertando respeto. Un maestro respeta a sus discípulos porque sabe que es dudoso que sea superior a ellos; por ejemplo, la ingenuidad derrumba universos teóricos: “todo maestro digno de este nombre es discípulo de sus discípulos y de sí mismos”.8 Estimando y respetando, el profesor se vuelve una autoridad estimada: ninguna autoridad externa es lícita. En realidad esta combinación es imposible. Naturalmente que un maestro consigue que sus alumnos se enamoren de él si practica el amor –la charitas-- o desbordamiento afectivo debido a la plenitud de vida. Luego entonces, su punto de arranque es el autoamor, la autoestima, el aprecio a su propia dignidad: “lo menos que se puede exigir a un hombre es que se estime a sí mismo”.9 En suma, es cierto el dicho: A partir de los tiempos más antiguos se ha afirmado que la educación es una actividad íntimamente vinculada al ejercicio del amor, y que sólo adquiere la dignidad de maestro el que es capaz de consagrarse amorosamente a sus discípulos.10 Esto fueron los ideales educativos de Joaquín Xirau Palau. Muchos, la mayoría, todavía son ideales que la organización social impide llevar a término. Desgraciadamente, “el Quijote siempre está expuesto a la burla de algún barbero”.11 Notas 1 Pedagogía i vida, introd. i tria de textos de Miquel Siguan i Soler, Vic, Eumo Edit, Diputació de Barcelona, 1986, p. 152. la traducción es mía. 2 Ibid., p. 77. 3 Ibid., p. 103. 4 Ibid., p. 68. 5 Ibid., p. 104. 6 Ibid., p. 91. 7 Ibid., p. 21. 8 Ibid., p. 107 9 Ibid., p. 124 10 Ibid., p. 55. 11 Ibid., p. 89.