LA LÍRICA A PARTIR DE LA GUERRA CIVIL Tras la Guerra Civil, los poetas que habían comenzado a rehumanizar la poesía, influidos por Neruda, han fallecido, como Lorca; o se fueron al exilio, Cernuda o Prados; o entraron en la cárcel como Miguel Hernández. En la Península permanecen tres poetas de la Generación del 27: Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. Lo más granado de la poesía española se va al exilio: Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Salinas, Guillén, Alberti, Cernuda o Emilio Prados entre otros. Los temas que aparecen en sus composiciones son los desprecios hacia los vencedores, la nostalgia de la patria perdida, de los amigos muertos y el desarraigo. Otros autores como Ernestina de Champourcín o Juan Gil-Albert prosiguen su obra en el exilio. La lírica en la España de la posguerra. Los años 40 Ricardo Gullón ha llamado a la Generación del 36 la “generación escindida”. Por ello, Dámaso Alonso ha clasificado a los poetas que se quedan en dos grupos: - Los poetas arraigados o garcilasistas Su ideología está cercana a los vencedores y escriben en las revistas Escorial, fundada por Dionisio Ridruejo y de orientación falangista, y Garcilaso fundada por José García Nieto. La poesía que crean es de carácter heroico, religioso o amoroso, toman a Garcilaso como modelo. Presentan una preferencia por las formas métricas clásicas como el soneto y reviven el neopopularismo. El amor, paisaje y la religión son los temas que más destacan. Se arraigan a la tierra, a la familia y a Dios. Entre los poetas que la componen se encuentran Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Luis Rosales o Dionisio Ridruejo entre otros. - Los poetas desarraigados. Existencialistas En 1944 se publican tres hitos fundamentales: Hijos de la ira y Sombra del paraíso y la revista Espadaña. La poesía de este grupo se caracteriza por ser arrebatada, con tono trágico; a veces, de tema religioso pero trufado de dudas. Aparece un humanismo dramático, desgarrado que entronca con el existencialismo que muestra la preocupación por el hombre. Su estilo es directo, sencillo y menos preocupado por la estética; usan el verso largo no clásico. Los poetas más destacados son: Dámaso Alonso cuya obra Hijos de la ira muestra la protesta contra los garcilasistas. Vicente Aleixandre con Sombra del paraíso de rasgos neorrománticos y surrelistas que la Generación del 27. En la revista Espadaña es un enlace con la Generación del 27 y la poesía de Neruda y contribuyó al proceso rehumanizador de la lírica. Dentro de la poesía existencial coexisten distintas tendencias: La realista, donde los poetas adoptan una actitud ética o de compromiso existencial. Gabriel Celaya, Blas de Otero con Ancia, José Hierro; además de otros que permanecen en el exilio como Rafael Alberti o León Felipe entre otros. La metafísica que parece más interesada en buscar lo esencial del ser humano, destaca con autores como Carlos Bousoño o José María Valverde. Es, a partir de ahora, cuando se configura una nueva visión del mundo que llega hasta nuestros días. Cambia la verdadera realidad, ahora es el hombre concreto sobre el que giran las cosas. De ahí, estas características: realismo, porque habla de cosas concretas con un lenguaje coloquial; biografismo porque trata del hombre concreto y poesía social porque todo ocurre en una sociedad concreta. Si bien las líneas citadas anteriormente no agotan la lírica del momento, tampoco la distinción entre ambas es radical. Por ello, hay que mencionar algunos movimientos marginales reivindicados actualmente como: el postismo, iniciado con Carlos Eduardo de Ory, que muestra un fuerte carácter experimental y de ruptura en la métrica; Miguel Labordeta, poeta que crea una poesía rebelde y desgarrada; el grupo Cántico y Gloria Fuertes. Los años 50 La tendencia dominante es el realismo social. Los poetas desarraigados pasan de la angustia existencial a lo social, Blas de Otero señala que “del yo se pasa al nosotros” y Gabriel Celaya “maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”. Los hitos de este momento son: en 1954, Historia del corazón de Aleixandre; y en 1955 Pido la paz y la palabra de Blas de Otero y Cantos íberos de Celaya. Sus características fundamentales son: La concepción realista que tienen de la literatura. Ello implica la visión de la sociedad referida a un aquí y un ahora y ante la que hay que tomar partido; la finalidad que tiene es ser testimonio crítico de la época y sus temas más utilizados son el de España, la solidaridad, el anhelo de la libertad, la injusticia social mezclados con un tono coloquial, un estilo claro y sencillo. La poesía es comunicación, por eso, se dirige a la mayoría. Entre los autores más destacados son: Blas de Otero con Pido la paz y la palabra, Gabriel Celaya con Cantos íberos o José Hierro con Quinta del 42, entre otros. La promoción del 60 También llamada la “Generación del medio siglo”, “Grupo poético de los 50” o “Segunda generación de posguerra”, está formada por los escritores nacidos entre 1925 y la Guerra Civil: Ángel González, Carlos Barral, Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines o Claudio Rodríguez, entre otros. A pesar de la diversidad existente entre ellos, algunas de las características comunes son: La poesía no es comunicación sino un medio de conocimiento de la realidad; parten de los presupuestos de la poesía social, les importa más lo personal que lo colectivo, se pasa así del yo social al yo poético e íntimo, por tanto, la poesía de la experiencia; entre los temas más frecuentes destacan la evocación de la infancia y adolescencia como paraíso perdido, el fluir del tiempo, el amor, el erotismo, la amistad, asuntos políticos y la metapoesía; con el lenguaje pretenden la dignificación, buscan la naturalidad que implica convertir lo coloquial en artístico; predomina el verso libre aunque también se cultivan formas clásicas y, entre sus referentes destacan Machado, Cernuda o Neruda. Años 70. Los Novísimos. En 1970 José Mª Castellet publica la antología Nueve novísimos poetas españoles en la que se encuentran poetas nacidos entre los años 1939 y 1948. Dichos poetas son: José Mª Álvarez, Félix de Azúa, Guillermo Carnero, Pere Gimferrer, Antonio Martínez Sarrión, Ana Mª Moix, Vicente Molina Foix, Leopoldo Mª Panero y Manuel Vázquez Montalbán. Destacan por la ruptura que presentan con lo anterior, buscan provocar. Excepto a Cernuda, Aleixandre y los postistas, no prestan atención a la tradición española; aceptan a los poetas extranjeros como Sade y a los hispanoamericanos como Octavio Paz. Creen en la autonomía del arte, el poema es un signo autónomo antes que un transmisor de ideas. Rompen con el realismo y defienden el culturalismo y el esteticismo. Los temas que utilizan están ligados a lo personal, lo público y lo mezclan con tonos sarcásticos. Por último, en cuanto a las formas, se despreocupan por las formas tradicionales y evitan el discurso lógico. La poesía española desde 1975 Hay una coexistencia de varias promociones poéticas. Los escritores consagrados como Bousoño, José Hierro o Aleixandre siguen publicando; los novísimos siguen teniendo esa actitud provocadora y llegan hasta una poesía de la experiencia, aunque continúan las tendencias experimentales con José Miguel Ullán y la metapoesía con Guillermo Carnero, el culturalismo con Antonio Colinas, el clasicismo con Luis Alberto de Cuenca y Luis Antonio de Villena y el barroquismo con Antonio Carvajal. Ya en los años 80 destaca una corriente dominante: la poesía de la experiencia. Las características que presentan son: la vuelta a la métrica tradicional mezclados con humor o parodia y gusto por la expresión de lo íntimo y lo individual. Los poetas más representativos son Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca, Antonio Colinas o Luis García Montero entre otros. Otras tendencias que destacan son la neosurrelista con Blanca Andreú y su obra De una niña de provincias; el erotismo con Ana Rosseti y una nueva épica con Julio Llamazares.